Mente y Cerebro 08 - Paradoja Del Samaritano

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  • MenteMente ycerebrocerebro

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    00008

    N 8/20046,5

    Paradojadel samaritano

    Paradojadel samaritano

    Ivan Petrovich Pavlov

    El juego patolgico

    Medicacin o psicoterapia?

    Los prejuicios

    Neuronas especulares

    Naturaleza de los sueos

    Ivan Petrovich Pavlov

    El juego patolgico

    Medicacin o psicoterapia?

    Los prejuicios

    Neuronas especulares

    Naturaleza de los sueos

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  • Efectos especiales con vida propiaAnnette LessmllmannLos actores de cine temen la competenciaque comienzan a plantearles lasanimaciones inteligentes elaboradaspor ordenador.

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    Julio de 2004N 8SUMARIO

    Juego patolgico y errores cognitivosFrancisco Javier Labrador y Ana Fernndez-AlbaPor qu la bsqueda de la fortuna en losjuegos de azar se convierte para algunosen su ruina? A travs del estudio de loserrores de razonamiento en el anlisis delas probabilidades, podemos encontrar unaexplicacin de la paradoja que suponeseguir apostando, pese a las constantesprdidas.

    11

    Medicacin y psicoterapiaManfred E. Beutel y Steve KlimchakMdicos y psiclogos discrepan sobreel tratamiento correcto de los trastornosmentales. Los primeros tienen el cerebroenfermo en su punto de mira; los conflictosanmicos, los segundos.

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    La paradoja del samaritanoErnst Fehr y Suzann-Viola RenningerLos sociobilogos sostienen que incluso una accin altruista y desinteresada no es nadams que un egosmo solapado. Pero el dogma se tambalea.

    18

    Investigacin sobre el humorUlrich KraftLa risa constituye un placer relajante.Cul es su significacin social?

    35

    Niebla opaca y manchas ciegasRalf DahmMuchos pretenden ver un cambio deestilo cuando la obra de un artista se vadifuminando con el paso del tiempo omuestra, de repente, colores diferentes.Se habla de estilo senescente; sinembargo, a veces el pintor slo sufrecataratas.

    50

    Secuelas de las guerras civilesMaggie Schauer, Frank Neuner y Thomas ElbertUna nueva terapia para las vctimas de laviolencia y del terror en las regionesconflictivas del orbe.

    69

    El poder de los buenos sentimientosBarbara L. FredricksonLas emociones positivas fortalecen elcuerpo y el espritu y nos preparan paralos momentos de crisis.

    74

    Los herederos de tziPeter Sandmeyery Michael Sadre-Chirazi-StarkA diferencia de lo que les suceda anuestros antepasados, no nos acechanpeligros mortales. Sin embargo, nuestrocuerpo se comporta como si todo lo quenos ocurre en el quehacer diario fuerauna cuestin de pura supervivencia.

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    CO

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    S

  • Gottlob Frege:La certeza absoluta.

    Escepticismo

    Dependencia alcohlica. Mesencfalo y orienta-cin animal. Gentica de la inteligencia. Inteligenciaartificial: aprendizaje mecnico.

    Serotonina y comportamiento. Las hondas races dela adiccin. Imaginacin y ciencia. Sonidos del silen-cio. Voces femeninas. Percepcin relativa del tiempo.El secreto revelado de la sinapsis. Y los misteriosno resueltos de las clulas madre adultas.

    Ivan Petrovich Pavlov(1849-1936)La fisiologa digestiva y los reflejos condicionados.

    De las psicopatas a los trastornosde la personalidadHace un cuarto de siglo, se decidi sustituir el tr-mino psicopata por la expresin trastornos dela personalidad. Pero ha cambiado tambin nues-tra comprensin de la conducta anormal.

    Ernst Pppel:Todos podemos envejecer con dignidad

    SECCIONES

    RETROSPECTIVA

    ENTREVISTA

    7

    ENCEFALOSCOPIO

    5

    40

    George Bonanno:la fuerza teraputica de la represin

    PERFILES

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    SYLLABUS

    90

    LIBROS

    94ENSAYO FILOSFICO

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    MENTE, CEREBRO Y SOCIEDAD

    43

    Neuronas especularesSteve J. AyanLo hagamos nosotros o veamos aotros hacerlo, se activan ennuestro cerebro determinadasneuronas. Les debemos a esasclulas el don de podernoscompenetrar con otros humanos?

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    30

    ZEF

    A

    Naturaleza de los sueosGerhard Klsch y Ulrich KraftEn la antigedad clsica, Morfeo constituael portador mitolgico de los sueoshumanos. En el siglo XIX, se atribuyeronstos a los deseos secretos de nuestrosubconsciente. Qu sabemos hoy de sunaturaleza?

    62

    El yo desarraigadoAnna BuchheimPara el desarrollo de unapersonalidad equilibradaes necesario establecer, desdeel nacimiento, firmes vnculosemocionales. En su defectoaparecen taras psquicas.

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    JOE

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    Los prejuiciosArnd Florack y Martin ScarabisOcasionan grandes daos sociales y, sinembargo, todos los cultivamos. En qureside el poder de los modelos depensamiento no deseados? Qupodemos hacer para dominarlos?

  • Portada: Deborah Lanino Illustration

    COLABORADORES DE ESTE NUMERO

    ASESORAMIENTO Y TRADUCCIN:

    J. VILARDELL: Encefaloscopio; I. NADAL: La paradoja del samaritano,Los prejuicios, Neuronas especulares; ANGEL GONZLEZ DE PABLO:Medicacin y psicoterapia, Naturaleza de los sueos, Los herederos detzi, Syllabus; JUAN AYUSO: Investigacin sobre el humor, Perfiles,Gentica de la inteligencia; IGNACIO NAVASCUS: Entrevista, InteligenciaArtificial: aprendizaje mecnico, Niebla opaca y manchas ciegas,Secuelas de las guerras civiles, El poder de los buenos sentimientos;STEPHAN POHL: Mesencfalo y orientacin animal; F. ASENSI: El yo de-sarraigado; ALEX SANTATALA: Efectos especiales con vida propia.

    Copyright 2004 Spektrum der Wissenschaft Verlagsgesellschaft mbH, D-69126 Heidelberg

    Copyright 2004 Prensa Cientfica S.A. Muntaner, 339 pral. 1.a 08021 Barcelona (Espaa)

    Reservados todos los derechos. Prohibida la reproduccin en todo o en parte por ningn medio mecnico, fotogrficoo electrnico, as como cualquier clase de copia, reproduccin, registro o transmisin para uso pblico o privado,

    sin la previa autorizacin escrita del editor de la revista.

    ISSN 1695-0887 Dep. legal: B. 39.017 2002

    Imprime Rotocayfo-Quebecor, S.A. Ctra. de Caldes, km 3 - 08130 Santa Perptua de Mogoda (Barcelona)

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  • Mente y cerebro 08/2004 5

    ENCEFALOSCOPIO

    Serotonina y comportamiento

    Suele darse por sabido que, en el prosencfalo, el sistemade la serotonina (5-HT, abreviacin de 5-hidroxitripta-mina) interviene en la etiologa y el tratamiento de diversostrastornos neuropsiquitricos, desde las obsesiones com-pulsivas hasta la esquizofrenia, pasando por la depresin ylas secuelas cognitivas de determinados estupefacientes.

    Pese a ello, no se haban investigado los efectos de la cadaregionalmente selectiva de serotonina. El equipo encabe-zado por H. F. Clarke, de la Universidad de Cambridge, exa-min los efectos ejercidos sobre el comportamiento por lacada inducida de 5-HT en la corteza prefrontal de monos.Resultado? El animal mostraba una inflexibilidad cognitivasimilar a la que caracteriza a la esquizofrenia y al trastornoobsesivo-compulsivo.

    Las hondas races de la adiccinExiste relacin entre trastornos del sueo en la infancia y alcoholismoy drogadiccin en estadios ms avanzados? Un grupo de investiga-dores dirigido por Robert Zucker, de la Universidad de Michigan en Ann Ar-bor, estudiaron, a lo largo de un decenio, 257 nios, de edades compren-didas entre tres y cinco aos. Comparados con sus coetneos que dormanbien, los pequeos con problemas de sueo y signos de fatiga durante elda ofrecieron una probabilidad doble de consumir alcohol, tabaco u otrasdrogas ilcitas en su adolescencia. Tal relacin persista cuando los inves-tigadores incorporaron otros sntomas predictores de adiccin: depresiny dficit de atencin, as como alcoholismo de los padres. Dos son las expli-caciones plausibles, segn los autores del informe. La falta de sueo podracausar un desequilibrio qumico. O, quiz, los trastornos del sueo y la dro-gadiccin comparten una misma va cerebral. Sugieren que una mejora pre-coz de los hbitos de sueo podra conjurar futuros peligros.

    Los trastornos del sueo podran presagiar el alcoholismo y la drogadiccin.

    Sonidos del silencio

    Para salir al paso del problema de las interferencias que pudieran crearse porruidos, lesiones o una atmsfera enrarecida, en las conversaciones con losfuturos astronautas, la NASA ha hecho pblica una tcnica que permite recono-cer palabras silentes. Ni la lengua ni las cuerdas vocales se mueven al hablar ensilencio, pero s podran recibir seales de habla.Para captar esas seales, ChuckJorgensen, del Centro Ames de Investigacin, coloc sensores, del tamao deun botn, en el mentn y el cuello de tres voluntarios. Un programa informticoregistraba cierta actividad elctrica cada vez que sta se elevaba por encima delruido de fondo y aprenda a asociar las seales procedentes de un altavoz conuna de entre unas 20 palabras diferentes; atinaba en casi el 90 por ciento de loscasos.Articulando nmeros en silencio, los voluntarios ojeaban la Red sin teclado.Del reconocimiento del habla subvocal podran aprovecharse las personas quemanejan materiales peligrosos, los buceadores y los discapacitados.

    Vocablos no pronunciados: Un programa informtico y unos sensores situados cerca de las cuerdasvocales y la mandbula pueden captar palabras articuladas en silencio.

    Imaginacin y ciencia

    La analoga entre colonizacin y exploracin espacial no lainvent H. G. Wells en su novela The World Wars, sobrela invasin de Marte, aparecida en 1897. Karl S. Guthke, de laUniversidad de Harvard, acaba de publicar un documentadoensayo (Kolonialphantasien in der populren Naturwissen-schaft der frhen Neuzeit), donde demuestra que en los tiem-

    pos de la revolucin copernicana, que puso a la Tierra en pa-ridad con el resto de los planetas solares, se crea que stospodan estar habitados por seres como nosotros. Desde en-tonces, han corrido ros de tinta en los que ellos y noso-tros cumplan la funcin respectiva de nativos y colonizado-res. Sobre tal posibilidad se pronunciaron no slo filsofoscomo Giordano Bruno, sino tambin cientficos como Kepler,Wilkins y Huygens.

  • 6 Mente y cerebro 08/2004

    Percepcin relativa del tiempo

    Durante siglos, se consider absoluto el tiempo; transcurrade forma inmutable.Con el principio de relatividad, Einsteinech por tierra ese supuesto. El tiempo depende de la velo-cidad del observador: cuanto ms clere se mueve ste, conmayor lentitud procede el tiempo.Acostumbra ilustrarse el con-cepto con la paradoja de los dos gemelos. Si uno de ellos per-manece en la Tierra mientras su hermano gemelo viaja porel espacio a una velocidad prxima a la de la luz, no tendrnla misma edad cuando vuelvan a encontrarse. El primerohabr envejecido varios aos, en tanto que su hermano slopocos segundos. El principio concierne slo a las partculasmuy veloces, no a nuestra vida cotidiana.Sin embargo, IsabelleIsral y Aurore Capelli, del laboratorio de fisiologa del Collgede France, han demostrado que nuestra percepcin del tiempoparece sometida a una forma de relatividad: dependera denuestra aceleracin.

    Isral y Capelli empezaron por estudiar la estimacin delas distancias en oscuridad. Los individuos sometidos a exa-men caminan, se mueven sobre un silln giratorio, que mue-ven mediante una palanca de velocidad, o son transportadossobre ese mismo silln robotizado (no tienen entonces con-trol alguno sobre sus desplazamientos).Primero se arrastran,en plena luz, unos 17 metros en lnea recta; luego, recorrenesa misma distancia en oscuridad mediante los tres medioscitados. Mientras los voluntarios se mueven de una maneraactiva (andan o se hallan en el silln gobernado por ellos),sus rendimientos son correctos, pero su acierto disminuyecuando el robot acta sin intervencin del voluntario. Lossometidos a la prueba relataban que contaban mentalmentey utilizaban, pues, un mecanismo auxiliar fundado sobre eltiempo para calcular las distancias.

    Los psicofsicos solicitaron luego de los voluntarios que mar-caran un ritmo, apretando un botn cada segundo, o lo quesupusieran constitua un segundo.Deban mantener ese ritmomientras persistieran inmviles en el silln (de un modo pasivo)o sometidos a movimientos (rotacin o traslacin), a veloci-

    dad constante o variable, entre 20 y 30 segundos. Cuando lavelocidad era nula o uniforme, los individuos mantenan eltempo; por contra, cuando la velocidad variaba, el tempo cam-biaba: aumentaba con la aceleracin y disminua con la dece-leracin.En consecuencia, las variaciones de velocidad pare-cen modificar la percepcin del tiempo. Cuando el voluntariogira sobre s mismo el efecto adquiere una intensidad mayorque cuando se mueve en lnea recta. Tal diferencia pareceimplicar al sistema vestibular (en el odo interno, rgano delequilibrio) ms que al sistema somato-sensorial (que sufre laaceleracin del automvil debido a la presin ejercida por elrespaldo sobre la espalda). Las aceleraciones que experi-mentamos parecen, pues, influir en nuestro reloj interno.

    El descubrimiento de clulas madre adultas, es decir, noembrionarias, en la mdula sea y en otros rganoshumanos ha aumentado el inters por sus aplicaciones te-raputicas. Se piensa en ellas, por ejemplo, en el tratamien-to de la diabetes mediante sustitucin de clulas beta (se-cretoras de insulina en el torrente circulatorio). Aunque hayalgunos indicios de la existencia de clulas madre pancre-

    ticas no se ha logrado todava identificarlas. La razn de esefracaso comienza ahora a sospecharse tras lo observadoen ratones. Las clulas pancreticas beta preexistentes, nolas clulas madre, se dividen en estado adulto. A primeravista, esa divisin pudiera parecer un contratiempo para laterapia. No lo es si se consigue obligarlas a autoduplicar-se in situ.

    El secreto revelado de la sinapsis

    Neurlogos y neuroqumicos parecan obligados a malvi-vir con un caso curioso e inexplicable: la existencia deun mismo receptor capacitado para mediar cambios opues-tos en la operacin sinptica: unas veces la molcula en cues-tin produca la potenciacin a largo plazo (PLP) y otras,

    depresin a largo plazo (DLP). Un equipo de investigadores,dirigido por Lidong Liu, de la Universidad de Columbia Britnica,ha cortado el nudo gordiano con una espada de... doble filo.El famoso receptor N-metil-D-aspartato posee, para su fun-cin potenciadora, cierta subunidad componente (NR2A); encambio, para su misin depresora, se sirve de una anloga ala anterior: la NR2B.

    Y los misterios no resueltos de las clulas madre adultas

    Voces femeninas

    Los murcilagos localizan a sus presas y a los obstculos me-diante la emisin de ultrasonidos y recibiendo el eco refleja-do de los mismos. Pero, se comunican entre s a travs de esasuerte de radar acstico? Los registros haban permitido com-

    probar que sus seales ultrasonoras variaban segn los indivi-duos, pero se desconoca si tales variaciones desempeabanalguna funcin en la comunicacin. Dos zologos norteameri-canos han comprobado que, por lo menos en la especie Eptesicusfucscus, as acontece. Ante las voces de los machos, las emi-siones de las hembras varan de un modo notable.

  • Jos Mara Lpez Piero

    Pavlov naci en Riazn, capital deldistrito del mismo nombre en laRusia central. Su padre era el sacer-dote ortodoxo Piotr Dimitrievich Pavlov,lo que explica que su formacin inicial,hasta cumplir los veinte aos, discurrieraen una escuela de la iglesia y luego enel seminario local, donde tuvo un am-biente de libertad intelectual, frente a loque pudiera pensarse de antemano. Ensu Autobiografa lo recordara despus

    con un sentimiento de gratitud, com-parando la docencia que en l se dabacon la cerrada y autoritaria que se impar-ta en las instituciones pblicas. Junto asus compaeros, figur entre los nume-rosos jvenes influidos por el nihilismopoltico de Dimitri Ivanovich Pisarev yley tambin entonces el folleto Losreflejos del cerebro (1863) de IvanMijailovich Sechenov, neurofisilogo

    de ideologa nihilista que despus pesdecisivamente en su trayectoria cien-tfica.

    En 1870 ingres en la seccin de his-toria natural de la facultad de cienciasde la Universidad de San Petersburgo.Era una poca brillante de la facultaddijo en su Autobiografa. Tenamosprofesores con una gran autoridad cien-tfica y excelentes cualidades didcti-

    Mente y cerebro 08/2004 7

    RETROSPECTIVA

    Ivan Petrovich Pavlov(1849-1936)La fisiologa digestiva y los reflejos condicionados

    1. PAVLOV Y SUS COLABORADORES demostrando los reflejos condicionados.

  • cas. Yo escog la fisiologa animal comodisciplina principal y la qumica comomateria secundaria. Durante casi seisaos adquiri en ella una slida forma-cin terica en fisiologa y amplia expe-riencia en el trabajo de laboratorio, orien-tndose ya al estudio de las funcionesreguladoras del sistema nervioso. Ladedicacin preferente de los fisilogosrusos al sistema nervioso durante lasegunda mitad del siglo XIX la encabezel grupo formado principalmente porFilip V. Ovsiakinov, Ilia de Cyon e IvanMijailovich Sechenov, tres maestrosdirectos o indirectos de Pavlov.

    Una de las primeras y ms importan-tes contribuciones de Sechenov habasido el descubrimiento de la inhibicinpor los centros talmicos de los refle-jos espinales, fruto de los experimen-tos que realiz en el laboratorio deClaude Bernard, en Pars, durante unaestancia a finales de 1862, aunque laexpuso en una monografa publicada enalemn el ao siguiente. El mismo 1863apareci en ruso su folleto Los reflejosdel cerebro, manifiesto inicial de suprincipal punto de vista terico, segnel cual todas las funciones cerebralesconscientes e inconscientes son de natu-raleza refleja. El texto tuvo problemascon la censura zarista, que oblig acambiar su ttulo original Ensayo deexplicacin fisiolgica del origen de losfenmenos psquicos. Desde esta pos-tura reflexolgica, defendi que la psi-cologa deba convertirse en una dis-ciplina cientfico-natural basada en lafisiologa. Conviene recordar que, a di-ferencia de otros planteamientos refle-xolgicos de la poca, el de Sechenovse opuso a las concepciones localicis-tas, insistiendo en la coordinacin eintegracin de los procesos neurofi-

    siolgicos y en su relacin con las con-diciones ambientales.

    Tras conseguir el ttulo de candidatoen ciencias naturales, Pavlov se matri-cul el ao 1875 en el tercer curso de laAcademia Mdica Militar de San Pe-tersburgo, no para convertirme en m-dico segn sus propias palabras sinocon la finalidad de obtener el ttulo dedoctor en medicina, indispensable paraaspirar a una ctedra de fisiologa, aun-que este proyecto me pareca entoncesun sueo, debido a que la idea de llegara ser profesor la consideraba inveros-mil. Tres aos ms tarde se hizo cargodel laboratorio fisiolgico de la clnicaque diriga Serguei Petrovich Botkin, queera entonces la principal figura rusa dela llamada medicina de laboratorio, esdecir, la basada sistemticamente en lainvestigacin experimental. Dos aspectosde la mentalidad mdica de Botkin refor-zaron la orientacin que ya tena comoinvestigador. Uno de ellos fue su expresoenfoque ambientalista, que manifestincluso en su definicin de la cienciamdica como el estudio del hombre yla naturaleza que lo rodea, en su accinrecproca, con el fin de prevenir la enfer-medad, curar y aliviar. El otro, la ten-dencia que el mismo Pavlov llam neu-rismo, es decir, la inclinacin a extenderla influencia del sistema nervioso almayor nmero posible de procesos org-nicos. En concreto, Botkin concedigran relieve a los mecanismos reflejosen la patogenia, la patocronia y la semio-loga de enfermedades de diferentes apa-ratos y sistemas, asimilando gran partede las ideas de Sechenov.

    Durante sus aos en el laboratorio deBotkin, Pavlov continu ocupndose dela regulacin nerviosa de las funcionescardiovasculares y digestivas, al mismo

    tiempo que comenzaba a desarrollar sustcnicas innovadoras de investigacin ylos presupuestos metodolgicos que lasfundamentaban. A partir de 1879, porejemplo, practic fstulas pancreticasen perros cuyos procesos vitales conse-gua mantener en condiciones normales.En 1883 present su tesis doctoral Sobrelos nervios eferentes del corazn, partede sus estudios acerca del influjo ner-vioso en la aceleracin, el enlente-cimiento, la debilitacin y el fortaleci-miento del corazn. En ellos se refiritambin a los efectos de los nervios ace-leradores (nervi cardiaci cervicales)sobre el metabolismo del miocardio, quedespus desarrollara en su teora de lasfunciones trficas del sistema nervioso.

    Tras ser nombrado profesor auxiliarde fisiologa, de acuerdo con el modelogermnico de Privatdozent que habanadoptado las universidades rusas, reci-bi una beca para completar su forma-cin durante dos aos en Alemania. Desde1884 hasta 1886 estuvo en el Institutode Ludwig en Leipzig, que era entoncesla meca de la fisiologa internacional,y en el dirigido en Breslau por Rudolf P.H. Heidenhain.

    Debido a sus escasos ingresos, la vidade Pavlov fue muy dura en esta etapa.Lleg a dormir en el laboratorio paraahorrarse el alquiler de una habitaciny, tras su matrimonio, tuvo que recurrira la hospitalidad de su hermano Dimitri,que era ayudante de Mendeleiev. Inclusosufri la terrible pena de que muriese alpoco tiempo de nacer su primer hijo, enparte a causa de su precaria situacineconmica.

    En 1890 fue nombrado titular de lactedra de farmacologa de la AcademiaMdica Militar de San Petersburgo, y unao despus se le encarg de la direc-cin de la seccin de fisiologa del recinfundado Instituto de Medicina Experi-mental de la misma ciudad. Al jubilarseen 1895 I. R. Tarjanov, pas a ocupar lactedra de fisiologa de la Academia.Las nuevas circunstancias le permitie-ron poner plenamente en prctica lasnuevas tcnicas de investigacin quehaba ido introduciendo de acuerdo consu presupuesto metodolgico funda-mental, consistente en estudiar de formaintegrada las funciones orgnicas, encondiciones biolgicas lo ms cercanasposible a las normales. Para esta fina-lidad le resultaban inadecuados los ex-perimentos agudos o de corta duracinque permita la viviseccin, a los que

    8 Mente y cerebro 08/2004

    2. EXPERIMENTO de la comida ficticia.

  • opuso los crnicos o prolongados obte-nidos mediante una tcnica quirrgicaexperimental rigurosamente asptica yconservadora. Cuando la investigacinde las funciones digestivas condujo, co-mo vamos a ver, a la de los reflejos con-dicionados, la necesidad de diferenciarla multitud de factores presentes en unasituacin compleja oblig a Pavlov acompletar las instalaciones de su labo-ratorio con la llamada torre del silen-cio. Una subvencin privada le permi-ti construirla en 1910. De iluminacinsiempre uniforme y aislada de sonidosy de corrientes de aire exteriores, latorre estaba rodeada de un foso relle-no de paja y sus cimientos colmados detierra. Dispona de ocho salas de trabajo

    separadas por espacios libres, con puer-tas hermticas y amortiguadores delruido.

    Aunque haba iniciado sus trabajos entorno a las funciones digestivas en 1879,los que realiz durante los aos noventaen el laboratorio del Instituto de MedicinaExperimental con el nuevo mtodo con-dujeron a una serie de aportaciones deprimer rango que continan vigentes enla fisiologa actual. La ms importantede sus tcnicas originales fue el clebrepequeo estmago, operacin com-plicada y larga, que exige dos centena-res de puntos de sutura y unas cuatrohoras de trabajo. Hasta conseguir prac-ticarla con xito (1894) tuvo que sacri-ficar treinta perros, sin desanimarse antelas crticas de otros profesores, que con-sideraban que la disposicin de los vasossanguneos la haca inviable. Se inicia conuna incisin longitudinal de la pared an-

    terior y posterior del estmago en la cur-vatura mayor, desde cerca del plorohasta la parte media del fundus. El col-gajo resultante queda unido a ste porsu base. Doblndolo hacia abajo y sutu-rando sus bordes y los del estmago prin-cipal, se forma una bolsa tubular reves-tida interiormente de mucosa gstricanormal, o pequeo estmago, que seincomunica con el principal. Su extremoabierto se une a una apertura de la paredabdominal, a travs de la cual puede re-cogerse la secrecin gstrica sin mezclarcon los alimentos. Tambin se comunicacon el exterior el estmago principal, loque permite realizar las comprobacionesque sean oportunas.

    Tres aos despus, Pavlov asoci latcnica del pequeo estmago con unaseccin en el tercio superior del esfago,abocando los extremos a una abertura dela piel del cuello. Con este procedimientode comida ficticia, el perro come y sa-borea alimentos pero, al deglutirlos, salenpor el orificio del cuello y no llegan alestmago. Ambas tcnicas fueron dedecisiva importancia tanto en el terrenode la fisiologa digestiva como en el delos reflejos condicionados.

    La regulacin y el orden en el que sesuceden las secreciones en los distintosniveles del aparato digestivo, as comoel condicionamiento de sus propiedadespor las caractersticas de las sustanciasingeridas fueron las principales aporta-ciones que condujeron a Pavlov a ponerde relieve la adaptacin de las glndu-las digestivas al tipo de alimentacin. Elreflejo salival constituy el ejemplo para-digmtico de dicha adaptabilidad, ya quepronto pudo demostrar que la cantidady las cualidades fsicas y qumicas de lasaliva segregada dependen de las de la sustancia que lo inicia.

    En lo que respecta a la secrecin pan-cretica, Pavlov demostr, en primerlugar, que era excitada por impulsosvagales. Seccion el vago en el cuello ydej transcurrir cuatro das, anulando deesta forma la irritabilidad de las fibrascardacas, que degeneran antes que lassecretoras. Estimulando el nervio aspreparado obtuvo jugo pancretico densoy escaso, muy rico en fermentos, debidoa que el agua y los componentes inor-gnicos del mismo dependen de la secre-tina que segrega la mucosa del duodenoy la parte superior del yeyuno cuando elquimo cido procedente del estmagoentra en el intestino.

    En segundo trmino, con la colabora-cin de N. P. Sepovalnikov, descubri laenterocinasa, enzima secretada por elintestino delgado que cataliza el tripsi-ngeno del jugo pancretico, convir-

    tindolo en tripsina. Destac la impor-tancia del hallazgo, diciendo que era unfermento de los fermentos, pues fue elprimer caso conocido de cinasa, es decir,de enzima activadora de un cimgeno.

    Sus presupuestos metodolgicos lepermitieron llegar a conclusiones teri-cas, partiendo de sus contribuciones sobrela fisiologa de las glndulas digestivas.La ms importante fue su teora de la irri-tabilidad especfica, que signific lasuperacin del concepto de irritabilidadgeneral.

    En la actividad cientfica de Pavlovsuele considerarse el comienzo del si-glo XX como un hito que separa el pe-rodo dedicado a la fisiologa digestivadel consagrado a los reflejos condicio-nados y la actividad nerviosa superior.Conviene destacar que no signific uncambio brusco desde ningn punto devista, ya que la prctica totalidad de sustrabajos acerca de la digestin y los queanteriormente haba realizado sobre lacirculacin se referan a la regulacin ner-viosa de dichas funciones desde una pers-pectiva reflexolgica. La formulacindel concepto de reflejo condicionado ysu paso a primer plano fueron una pro-secucin sin solucin de continuidad dedicha trayectoria. Ms en concreto, fue-ron consecuencia directa, no slo de sushallazgos relativos a la fisiologa diges-tiva y de sus conclusiones tericas, enespecial la adaptabilidad y la irritabili-dad especfica, sino tambin de las nue-vas tcnicas de investigacin con las que

    Mente y cerebro 08/2004 9

    4. OPERACION EN DOS TIEMPOSpara obtener una fstula esofgica.

    3. PEQUEO ESTOMAGO de Pavlov.

  • 10 Mente y cerebro 08/2004

    las obtuvo y de los presupuestos meto-dolgicos en los que se basaban.

    Todo ello resulta patente en La psi-cologa y la psicopatologa experimen-tales en los animales, comunicacin alCongreso Internacional de Medicina,celebrado en Madrid en abril de 1903,que fue su primera exposicin del con-cepto de reflejo condicionado. Tras afir-mar la mxima elocuencia del lenguajede los hechos, anunci a los congresis-tas que iban a or cmo un fisilogo ha-ba pasado de cuestiones puramente fi-siolgicas al terreno de los fenmenoshabitualmente llamados psquicos. Aun-que este paso ha sido inesperado, se haproducido de forma completamente natu-ral y, lo que me parece ms importante,sin cambio de principio metdico. Porlas razones que ya hemos anotado, secentr en las funciones de las glndulassalivares, previendo que se iban a con-vertir en un objeto clsico de las nue-vas investigaciones. Expuso los resul-tados de sus experiencias sobre el tema,concluyendo que, en todos los casos, setrata de que un agente externo espec-fico provoca una reaccin especfica enla materia viva, lo cual constituye untpico ejemplo de lo que llamamos adap-tacin o ajustamiento, que defini comola exacta coordinacin de los elemen-tos que constituyen un sistema complejo,as como la del conjunto entero con elmundo exterior. Dio entonces noticiadel influjo sobre las glndulas salivaresde los alimentos y dems objetos cuando,en lugar de introducirlos en la boca, secolocan a cierta distancia del perro, ascomo de la ejercida por absolutamentetodo lo que rodea a estos objetos o estconectado con ellos de una forma u otra.

    Tras denominar seales a estas con-diciones, como continuara haciendo apartir de entonces, formul por vez pri-mera el concepto de reflejo condicio-nado: En su forma fisiolgica, nuestraexperiencia, salvo casos excepcionales,conduce siempre al mismo resultado; esun reflejo absoluto. La principal carac-terstica de la experiencia psquica es suinconstancia, su aparente caprichosidad.No obstante, sus resultados se repitentambin, pues de lo contrario no podra-mos estudiarlo. Por lo tanto, la diferen-cia estriba en el gran nmero de condi-ciones que, en comparacin con unafisiolgica, influyen en el resultado deuna experiencia psquica; es un reflejocondicionado. Contest con un no ca-tegrico a la siguiente pregunta: Debe-mos penetrar en el interior del animal eimaginarnos sus sensaciones, senti-mientos y deseos para entender estosnuevos datos?. Reconoci que lo haban

    hecho al principio de sus trabajos sobrelas glndulas salivares, consiguiendonicamente discusiones intiles y opi-niones personales, aisladas e incompa-tibles.

    Un ao despus, en la conferencia pro-nunciada al recibir el premio Nobel,Pavlov volvi a referirse a los reflejoscondicionados, insistiendo en que de-seamos seguir siendo fisilogos y noconvertirnos en psiclogos. Durante ladcada siguiente se dedic con su habi-tual entrega a las investigaciones queanunci en ambas ocasiones. En 1917estaba a punto de escribir una revisinde conjunto sobre el tema, que no llega redactar a causa de la revolucin, aun-que no interrumpi sus trabajos de labo-ratorio desde entonces hasta 1920, a pesarde las duras circunstancias de la guerracivil. En esta ltima fecha, Lenin diri-gi una carta al Soviet de Petrogradodedicada a encomiar su figura y su obraen el contexto del nuevo rgimen. Enenero del ao siguiente, un decreto lositu en la posicin de privilegio quemantendra hasta el final de su vida. Laprincipal sntesis de su obra fue Leccionessobre la funcin de los grandes hemis-ferios (1927), que de forma inmediatafue traducido al alemn, francs, inglsy castellano. Los colaboradores de Pavloven las instituciones que dirigi hasta sumuerte continuaron despus de sta inves-tigando de acuerdo con su teora de losreflejos condicionados y desarrollaronalgunos aspectos importantes, sobre to-do los relativos a las neurosis experi-mentales y al segundo sistema de se-ales.

    Por otra parte, la obra de Pavlov se con-virti en uno de los principales elemen-tos de la ideologa cientfica oficial dela Unin Sovitica y, en general, del mar-xismo leninista. Durante tres cuartos desiglo fue frecuente que desde ella se des-calificara, por idealista, mecanicistao agnstico, cualquier planteamientoneurolgico o psicolgico que disintierade sus presupuestos.

    En el polo opuesto, pas a ser durantelos mismos aos doctrina oficial delmundo acadmico norteamericano elconductismo de John Watson (1914),planteamiento positivista radical paraliberar la psicologa de su tradicinfilosfica. Conviene recordar que Wat-son no conoci hasta el segundo dece-nio del siglo XX las investigaciones dePavlov, que intent aprovechar parafundamentar su behaviorism, aunqueno supo asimilar de forma rigurosa lascontribuciones neurofisiolgicas, igualque hizo despus la mayora de susseguidores.

  • Francisco Javier Labradory Ana Fernndez-Alba

    Quin no ha comprado undcimo de lotera, ha echa-do unas monedas en unamquina tragaperras o ha

    apostado a la lotera primitiva cuando hayun bote millonario? Resulta fcil enten-der que, en un momento dado o, inclu-so, de forma regular, se intente buscarla suerte o la fortuna en el azar, a travsde un nmero de lotera, de las frutas deuna mquina tragaperras, de un cartnde bingo o de la bolita que rueda en laruleta. Pero cuesta ms comprender porqu algunas personas siguen apostandoen estos juegos de azar, a pesar de haberdedicado dinero y tiempo suficientescomo para constatar que lo razonablesera renunciar a tratar de ganar o recu-perar las prdidas.

    Los juegos de azar constituyen unaposibilidad ms de entretenimiento.Participar en juegos de azar, como con-sumir alcohol, es una actividad que encantidades adecuadas puede resultar posi-tiva y servir de entretenimiento, pero encantidades excesivas se acaba convirtien-do en un serio problema. No obstante, aun-que dista de estar clara la barrera entreestos dos extremos, lo cierto es que acom-paando a estos juegos siempre han apa-recido efectos negativos, que comportansufrimiento personal y alarma social.

    El problema ms evidente y llamativoes la prdida de bienes econmicos, laruina incluso. Sin embargo, el eje nuclearde este trastorno consiste en que el juegose convierte en el centro de la vida delludpata, un comportamiento de juegodesadaptativo, persistente y recurrente

    que provoca un deterioro grave de lasrelaciones familiares, sociales, labora-les o de otras reas importantes para lapersona. Toda su vida est pendiente ydeterminada por el juego, hasta el puntode que, si no dispone de recursos parajugar, podr llegar, incluso, a cometeractos delictivos para procurarse los me-dios necesarios.

    Los estudios epidemiolgicos reali-zados en Espaa estiman que en la pobla-cin mayor de dieciocho aos hay apro-ximadamente un 2,5 % de jugadoresproblema, a quienes el juego ya les causaciertas dificultades, aunque en menorgrado que a los jugadores patolgicos,cuya prevalencia se estima en un 1,5 %.

    Porcentajes que en la poblacin adoles-cente tienden a incrementarse. Estas cifrasson similares a las registradas en EstadosUnidos, Canad, Alemania o Inglaterra,que disponen de una legislacin de losjuegos de azar similar a la nuestra.

    Evolucin de la conducta de juegoInicialmente, la persona puede acercasea los juegos de azar para divertirse o porcuriosidad, o incluso con el objetivo deganar dinero de forma fcil y rpida. Sirealmente obtiene premios o el juego leproporciona otro tipo de gratificacin,no exclusivamente econmica, es msprobable que su implicacin en esta acti-vidad se intensifique, comenzando as a

    Mente y cerebro 08/2004 11

    Juego patolgicoy errores cognitivosPor qu la bsqueda de la fortuna en los juegos de azar se convierte para algunos en su ruina?

    A travs del estudio de los errores de razonamiento en el anlisis de las probabilidades,

    podemos encontrar una explicacin de la paradoja que supone seguir apostando,

    pese a las constantes prdidas

    Imagnese el lector que est apostan-do si, al lanzar la moneda al aire, sal-dr cara (C) o cruz (+).

    Primera situacin: se ha lanzado lamoneda 4 veces, con el siguiente resul-tado:

    C, C, C, C

    Cul sera su apuesta en el siguientelanzamiento?a) carab) cruzPor qu?, justifique su eleccin.

    Segunda situacin: se ha lanzandola moneda 6 veces, con el siguiente

    resultado:

    C, C, +, +, C, C

    Qu apostara en el siguiente lanza-miento?a) carab) cruzIntente justificar su eleccin.

    Consideracin: no hay ninguna jus-tificacin probabilstica para elegir unau otra opcin. Nada permite predecirel resultado. Cada vez que se lanza lamoneda hay un 50 % de probabilida-des para cada alternativa, con indepen-dencia de los resultados de las juga-das anteriores.

    Cara o cruz?

  • jugar de forma sistemtica y cada vez conmayor frecuencia; procede as, en parte,por el placer que proporciona el juegocomo consecuencia del riesgo que con-lleva y, en parte, por el reto que suponellegar a dominarlo.

    Pero el juego sistemtico slo puedeprovocar prdidas econmicas cada vezms importantes; cuando stas se acu-mulan, ya no se jugar por entreteni-miento o para ganar dinero, sino pararecuperar lo que se ha perdido. Ahorabien, para seguir jugando se precisa, porun lado, dinero, lo que le llevar a bus-car fuentes de financiacin alternativascada vez ms comprometidas; y, por otrolado, tiempo, con la desatencin consi-guiente a la familia, a los amigos y altrabajo. En ese momento, la conducta de

    juego ha perdido el contexto social enque sola desarrollarse y emergen losproblemas familiares y laborales, favo-recidos por el cmulo de excusas y men-tiras a las que recurre el jugador para con-seguir dinero y justificar las prdidas.

    La paradoja de los juegos de azarPor qu algunas personas persisten enseguir invirtiendo dinero en los juegosde azar cuando slo obtienen prdidas?Prdidas econmicas, personales (pa-reja, familia), laborales (empleo), socia-les (amigos, conocidos), incluso a vecescondenas y penas legales. En defini-tiva, por qu el jugador persiste en unaempresa que slo acarrea prdidas,cuando lo razonable sera abandonar eljuego?

    Las primeras explicaciones se han bus-cado en las caractersticas propias deljugador, recurriendo tanto a factoressociodemogrficos como a factores depredisposicin. Los primeros permitenasociar determinadas caractersticas(edad, sexo, nivel socioeconmico y con-texto cultural) a un tipo de juego; su poderexplicativo, resulta, empero, exiguo.

    Entre los factores predisponentes secitan rasgos de personalidad del estilodel constructo de impulsividad o de bs-queda de sensaciones; tambin, la vul-nerabilidad biolgica, fundamentalmentea travs de disfunciones monoaminr-gicas o alteraciones en el gen receptorde la dopamina D2. Pero tal enfoque noofrece en la actualidad resultados con-cluyentes e, incluso, en algunos casos,se manifiestan contradictorios.

    Cabe un tercer tipo de factores expli-cativos. Conciernen al propio juego. Porun lado, la accesibilidad a un juego deter-mina las probabilidades de practicarlo;cuanto ms accesible sea, mayor riesgode introducirse en l y, por ende, mayorprobabilidad de que la actividad se con-vierta en un problema. Por otro lado,tambin parece relevante el poder adic-tivo que genera el juego en funcin desu estructura, de manera que la inclusinde elementos reales o subjetivos de habi-lidad, la brevedad del tiempo transcurridoentre la apuesta y el resultado o la posi-bilidad de aumentar el envite, entre otros,facilitaran una mayor dependencia.

    De los juegos de azar disponibles ennuestro pas, las mquinas recreativascon premio, las mquinas tragaperras,son las que entraan un poder adictivomayor. Esto se debe, fundamentalmente,a su accesibilidad (instaladas en bares ysalones recreativos), cuanta modesta dela apuesta, inmediatez del premio y fun-cionamiento intrnseco de la mquina,factor este que propicia la creencia deque se pueden adquirir ciertas habilida-des que redunden en unos resultadosbeneficiosos para el jugador. Aunqueeste tipo de factores ofrece un mayorvalor explicativo, pues permite dar cuentadel aumento del nmero de personas quepractican un juego determinado, no pue-de explicar por qu no todas las perso-nas que tienen contacto con el juegodesarrollan este comportamiento.

    En esta situacin, se ha dado paso a unabsqueda de variables causales especfi-cas e inherentes a la propia conducta dejugar. Se ha desplazado el centro de aten-cin hacia el estudio de las distorsionescognitivas; el optimismo desmesuradoen las posibilidades de ganar, a pesar dela evidencia en contra, podra constituirun factor etiolgico clave que ayude a

    12 Mente y cerebro 08/2004

    JUGADORES PATOLOGICOS

    AZAR SUERTE HABILIDAD

    56,37%

    55,31%

    53,62%

    43,16%

    45,44%

    46,97%

    10,66%

    11,12%

    10,27%

    Sesin 1

    Sesin 2

    Sesin 3

    2. AZAR, SUERTE O HABILIDAD? Los jugadores patolgicos atribuyen los resultadosobtenidos principalmente al azar y a la suerte. A pesar de que las mquinas tragaperrasson un juego de azar, los ludpatas estiman que entre el 10-11 % de los resultados sonatribuibles a sus propias aptitudes o destreza.

    1. PENSAMIENTOS DE LOS JUGADORES PATOLOGICOS durante una partida en unamquina tragaperras. Las verbalizaciones emitidas reflejan el predominio de las frasesirracionales sobre las racionales. Destacan, pues, las frases que hacen referencia aestrategias incorrectas o a un intento de influir en el resultado de una manerainapropiada, mientras que hay un porcentaje nfimo de frases que aluden a estrategiasque son correctas dentro la estructura del juego. Esta distribucin se mantiene estable alo largo de diferentes sesiones, realizadas de forma consecutiva (sesiones 1 y 2) o al dasiguiente (sesin 3).

    JUGADORES PATOLOGICOS

    0

    20

    40

    60

    80

    100Porcentaje (%)

    SESION 1 SESION 2 SESION 3

    29,69 0,89 28,52 24,55 16,3431,33 1,01 27,05 24,50 16,0930,33 0,79 28,51 23,70 16,67

    Irracionales Racionales Descriptivas Emocionales Otras frases

  • explicar por qu para algunas personasel juego se convierte en un problema.

    La racionalidaddel ser humano en entredichoComo sealan Olivier Houd, SylvainMoutier, Laure Zago y N. Tzourio-Ma-zoyer [vase Correccin de los erroresde razonamiento, MENTE Y CEREBRO,nmero 2, enero 2003], la psicologa cog-nitiva del razonamiento ha demostrado,con profusin de experimentos duranteel perodo de 1960 a 1980, que en deter-minadas situaciones los individuos in-curren sistemticamente en errores o ses-gos de razonamiento. Dichos erroresaparecen tanto en los razonamientos detipo deductivo como en los probabilsti-cos, favoreciendo que el ser humano sealeje del proceder racional que estable-cen, respectivamente, las reglas lgicasy la teora de la probabilidad.

    En especial, en aquellas situaciones enlas que hay que calcular una probabili-dad o establecer predicciones sobre even-tos complejos o inciertos, para las queno se tienen suficientes datos o es muydifcil su clculo, como ocurre con losresultados de un juego de azar, el hom-bre utiliza ciertos atajos o simplifica-ciones (heursticos) y comete diversoserrores (sesgos) en su razonamiento, quereemplazan a los clculos probabilsti-cos. Reducen las complejas tareas deevaluacin de probabilidades a unasestrategias ms simples aunque falibles,a juicios intuitivos.

    Distorsiones cognitivasen los juegos de azarEn los juegos de azar, probabilsticos, esdecir, de prediccin incierta, aparecentales heursticos y sesgos. A ellos se lesconfiere el papel de reducir la incerti-dumbre que genera una tarea probabils-tica, infravalorando la influencia del azar.Se pueden destacar cuatro errores o dis-torsiones cognitivas fundamentales:

    ilusin de control: creencia en que lashabilidades o destrezas propias puedencontrolar el azar; confianza en la suerte: sobrevalora-cin de las posibilidades de ganar, inde-pendientemente de cualquier accin rea-lizada por el jugador, pues considera queposee algo que le har ganar; heurstico de la representatividad: laprobabilidad de un suceso futuro aumentacuanto mayor es el perodo anterior delsuceso contrario. Los dos ejemplos mssignificativos de este heurstico son laley de los nmeros pequeos, que enpalabras de Piattelli se cree que es esta-dsticamente verdadero para series cor-

    tas lo que es slo aproximadamente ver-dadero para las series muy largas, y rigu-rosamente verdadero exclusivamentepara secuencias de longitud prxima alinfinito, y la falacia del jugador, querefleja la creencia de que la probabili-dad de un suceso futuro aumenta con lalejana temporal del suceso contrario; evaluacin sesgada de los resultados:que contribuye a mantener la creenciade que se dispone de habilidades sufi-cientes para ganar, a pesar de las conti-nuas prdidas. En razn de la misma, losxitos tienden a aumentar las expectati-vas ms de lo que los fracasos contri-buyen a disminuirlas; el jugador confaen que va a ganar ms all de lo que laprobabilidad objetiva o el patrn de resul-tados pasados podran justificar.

    Distorsiones cognitivasen jugadores patolgicosLas investigaciones han puesto de mani-fiesto que todos estos errores de razo-namiento probabilstico aparecen cuandonos enfrentamos a los diferentes juegos

    de azar, seamos o no jugadores habitua-les. Ahora bien, qu piensan, o mejordicho, cmo piensan las personas que yatienen un problema de juego? Siguencometiendo sesgos al analizar las pro-babilidades o, por el contrario, su ex-periencia con los juegos de azar ha fa-vorecido un anlisis ms racional ycontinan jugando por otros motivos?

    Con objeto de analizar los pensa-mientos de los jugadores patolgicoscuando juegan, nuestro equipo de inves-tigacin de la Universidad Complutensede Madrid llev a cabo un experimentocon una muestra de 80 jugadores pato-lgicos (segn criterios diagnsticosDSM-IV). En primer lugar, se entren alos participantes a que dijeran en vozalta los pensamientos que tenan mien-tras jugaban; a continuacin, se lleva-ban a cabo tres sesiones de juego en unamquina tragaperras, las dos primeras enun mismo da de forma consecutiva y latercera al da siguiente.

    Mientras jugaban, se grababan las ver-balizaciones que hacan de sus pensa-mientos, que luego se categorizaron en

    Mente y cerebro 08/2004 13

    3. PENSAMIENTOS DE LOS NO-JUGADORES mientras juegan en una mquinatragaperras. Hay un predominio de frases descriptivas, sobre distintos aspectos del juego,y de frases emocionales, que expresan sentimientos sobre el resultado obtenido. Los no-jugadores tambin manifiestan errores cognitivos; es superior el porcentaje de frasesirracionales que el de racionales, cuya emisin no alcanza el 1 %. Esta distribucin de los pensamientos se mantiene estable en sesiones de juego consecutivas.

    GRUPO CONTROL

    0

    20

    40

    60

    80

    100Porcentaje (%)

    SESION 1 SESION 2

    8,17 0,63 51,51 34,40 5,298,40 0,55 48,29 37,49 5,27

    Irracionales Racionales Descriptivas Emocionales Otras frases

    GRUPO CONTROL

    AZAR SUERTE HABILIDAD

    70,74%

    69,86%

    19,34%

    20,02%

    9,8%

    9,99%

    Sesin 1

    Sesin 2

    4. ATRIBUCION DE LOS RESULTADOS del juego en el grupo de no-jugadores. Elazar destaca sobre la suerte y la habilidad, aunque estos dos factores, as lo creen,intervendran tambin en el juego.

  • cinco tipos de frases: (a) irracionales,que aludan a estrategias para influir enlos resultados que son incorrectas oinapropiadas; (b) racionales, que se refe-ran a estrategias que son correctas oadecuadas para ganar en ese juego o a laimposibilidad de controlar el juego; (c)descriptivas, que relataban algn aspectodel juego; (d) emocionales, que expre-saban sentimientos sobre un resultadoobtenido, y (e) otro tipo de frases, dondese incluan las que no podan encuadrarseen las categoras anteriores.

    Tras el primer perodo de juego, losdatos sealan que, por trmino medio, el29,69 % de las frases emitidas por losjugadores patolgicos es irracional; sloel 0,89 % de las frases es racional. El resto

    de las frases emitidas se reparta en laproporcin siguiente: de tipo descriptivoun 28,52 %, emocional un 24,55 % y deotro tipo un 16,34 % (vase la figura 1).Dado que slo las frases racionales e irra-cionales conciernen a estrategias rela-cionadas con el juego, el 97 % de las oca-siones en las que los jugadores patolgicosse referan a alguna estrategia asociadaal juego las frases son incorrectas. Talesresultados parecen confirmar un claropredominio de las verbalizaciones irra-cionales sobre las racionales.

    Se mantiene estable tal porcentaje alo largo del tiempo, en las diferentes par-tidas que emprende un jugador? Paraconocer la evolucin de estos pensa-mientos en las diversas ocasiones de juego,

    se analizaron las otras dos medidas de lasverbalizaciones, una de forma consecu-tiva al perodo de juego inicial y otra alda siguiente; de ese modo sabramos siel haber estado jugando previamente favo-reca una mayor implicacin en el juego.

    Los resultados de ambas medicionesfueron muy parecidos a los de la primerasesin de juego (vase la figura 1).Cuando un jugador con problemas estjugando, la mayor parte de sus pensa-mientos reflejan algn tipo de distorsincognitiva, mientras que los pensamien-tos racionales sobre el juego constituyenuna parte nfima. Entre el 96-97 % de lasfrases sobre estrategias son irraciona-les. Se ha comprobado que no slo hayun predominio de verbalizaciones irra-cionales durante el juego, sino que tam-bin existe cierta estabilidad en el gradode irracionalidad manifestado en el trans-curso del mismo.

    Para evaluar la atribucin que hacenlos jugadores patolgicos de los resul-tados, al final de cada sesin de juego seles preguntaba qu porcentaje de losresultados atribuan al azar, a la suerte(buena o mala) y a la habilidad. La dis-tribucin media de las respuestas en lastres sesiones oscilaba entre un 53-56 %atribuido al azar, el 43-46 % asignado ala suerte y el 10-11 % imputado a laspropias habilidades (vase la figura 2).

    Por si acaso se ha sucumbido a las dis-torsiones cognitivas, resulta pertinentedelimitar el concepto de juego de azar.Por tal debe entenderse el que no da laoportunidad al jugador de utilizar suhabilidad o influir en el resultado, puesest controlado, como su nombre indica,por la aleatoriedad. Aunque en muchosjuegos de azar, pensemos en las mqui-nas tragaperras, se le ofrezca al jugadorla posibilidad de interactuar con lamquina para intentar influir en el resul-tado, es la probabilidad preestablecidaen la mquina, y no la habilidad, la quedetermina los resultados del juego. Portanto, el planteamiento ser siempre pro-babilstico.

    Se pone as de manifiesto la dificultadde establecer las causas de los resulta-dos del juego. Pese a su naturaleza esto-cstica, impredecible, los jugadores tomanel azar por algo real, controlable, puesconsideran los acontecimientos comorelacionados y dependientes entre s.Halpern y Devereaux, de la Universidadde Bucknell, exploraron las estrategiasde apuesta empleadas por jugadores deuna lotera diaria en la que haba queescoger tres nmeros del 000 al 999 ycuyas ganancias dependan del nmerode acertantes. Segn revelaron los resul-tados, los apostantes no elegan nme-

    14 Mente y cerebro 08/2004

    0

    20

    40

    60

    80

    100Porcentaje (%)

    GRUPO CONTROL JUGADORES PATOLOGICOS

    70,4355,84

    Azar19,7444,30

    Suerte9,7010,89

    Habilidad

    *

    6. COMPARACION ENTRE LOS JUGADORES PATOLOGICOS Y EL GRUPOCONTROL EN LA ATRIBUCION DE LOS RESULTADOS DEL JUEGO. En ambosgrupos se esgrimen los tres factores (azar, suerte y habilidad) como responsables de losresultados, pero los jugadores patolgicos atribuyen mayor peso que los no-jugadores ala suerte en detrimento del azar. No aparecen diferencias entre ambos grupos en elporcentaje atribuido a la habilidad.

    5. COMPARACION ENTRE LOS JUGADORES PATOLOGICOS Y EL GRUPOCONTROL EN EL TIPO DE PENSAMIENTOS durante el desarrollo del juego. Delcotejo de los valores medios de las distintas sesiones de juego, se desprende que losjugadores patolgicos emiten un mayor porcentaje de frases irracionales, aunque elporcentaje de frases racionales se mantiene en unos niveles similares en ambos grupos.Los asteriscos sealan diferencias significativas.

    0

    20

    40

    60

    80

    100Porcentaje (%)

    GRUPO CONTROL JUGADORES PATOLOGICOS

    8,28 0,59 49,90 35,94 5,2830,31 0,94 27,68 24,24 16,82

    Irracionales Racionales Descriptivas Emocionales Otras frases

    ***

    *

  • ros que pudieran complicar el procesoaleatorio del juego: tendan a evitar losnmeros extremos de la escala, los nme-ros elevados de cada decena, nmeros condgitos dobles y nmeros que haban reci-bido premio en ocasiones precedentes.

    Adems de esta concepcin errnea delazar como algo predecible o manipula-ble, se apela a la suerte para explicar lainesperada alta frecuencia de gananciaso prdidas. Para dar cuenta de estos resul-tados, contrarios a la idea subjetiva delazar, se dice que una persona tiene buenasuerte si se producen largas secuenciasde ganancias, o tiene mala suerte, si sonsucesiones de prdidas. Como si lasuerte fuera algo que la persona poseey que le permite modificar o influir enel azar.

    Por ltimo, el jugador asume tambinun papel activo, recurriendo a su destreza,a su habilidad, para explicar los resul-tados. Por supuesto, nada de lo que hagava a modificar el desenlace del juego.

    Distorsiones cognitivasreferidas al azaren no-jugadoresApesar del tiempo que los ludpatas handedicado al juego, esta experiencia noparece que sirva para entender mejor elazar. Para poder afirmar que las distor-siones cognitivas referidas al azar cons-tituyen un factor etiolgico de la con-ducta de juego problemtico, tales erroresde razonamiento deben producirse conuna frecuencia o en una intensidad sig-nificativamente mayor que la que apa-rece en la poblacin normal cuando seenfrenta al azar.

    Con el fin de comprobarlo, repetimosel mismo experimento. La muestra cons-taba ahora de 80 personas que no ju-gaban habitualmente. Qu pensabanmientras jugaban? Las verbalizacionesemitidas durante el juego se distribuande la siguiente manera: el 8,17 % eranirracionales, el 0,63 % racionales, el51,51 % describan algn aspecto deljuego, el 34,40 % expresaban sentimien-tos sobre un resultado obtenido y, porltimo, el 5,29 % recoga un conjuntode frases sin cabida en las categorasanteriores (vase la figura 3).

    En la poblacin de no jugadoresparece, pues, producirse una reduccindel porcentaje de frases que reflejanerrores cognitivos referidos al azar.Predominan, en cambio, las descrip-ciones sobre el propio juego y la mani-festacin de emociones asociadas a losresultados del mismo.

    Se procedi, entonces, a comprobarsi esta distribucin se mantena estableen una segunda sesin de juego. Los

    resultados de esta segunda partida (alas mquinas tragaperras) fueron tam-bin similares a los anteriores (vasefigura 3). El porcentaje de distorsionescognitivas es menor al manifestado porlos jugadores patolgicos, a pesar de quelas personas que no juegan habitual-mente, cuando se encuentran en unasituacin de juego, dan muestras deimplicarse en esta actividad: en el cursodel mismo describen aspectos, situa-ciones o variaciones y expresan senti-mientos o impresiones acerca de losresultados obtenidos. Debe destacarse,sin embargo, que este menor porcentajede frases irracionales no va acompa-ado de un mayor porcentaje de verba-lizaciones racionales; por esta razn,en esta poblacin no clnica el 81-83 %

    de las estrategias que hacen alusin aljuego son incorrectas.

    De hecho, las diferencias, entre losdos grupos, en los porcentajes de los dis-tintos tipos de frases son significativas,excepto para el caso de las frases racio-nales, emitidas en un porcentaje nfimotanto por jugadores patolgicos comopor no-jugadores. En resumen: los juga-dores con problemas emiten, en propor-cin, ms frases irracionales, mientrasque los no-jugadores verbalizan ms fra-ses de tipo descriptivo y emocional (vasela figura 5).

    Cmo explican los no-jugadores losresultados obtenidos en el juego? Al pre-guntarles sobre esa cuestin, se remitenal azar en un 69-70 %, a la suerte en un19-20 % y a la habilidad en un 9-10 %

    Mente y cerebro 08/2004 15

    7. PENSAMIENTOS DESPUES DE RECIBIR TRATAMIENTO PSICOLOGICO parala ludopata. Con respecto a la evaluacin realizada antes del tratamiento, en elpostratamiento se produce una reduccin en el porcentaje de frases irracionales que vaacompaada de un incremento de las verbalizaciones racionales. Pero al comparar eltipo de frases que emiten los sujetos en el postratamiento no aparecen diferencias entrequienes han dejado de jugar y los que continan jugando al ao de seguimiento.

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    100Porcentaje (%)

    GRUPO EXITO GRUPO FRACASO

    18,12 3,63 28,32 16,66 33,2713,88 6,50 30,14 22,47 27,25

    Irracionales Racionales Descriptivas Emocionales Otras frases

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    40

    60

    80

    100Porcentaje (%)

    GRUPO EXITO GRUPO FRACASO

    79,2477,68

    Azar28,2620,17

    Suerte1,202,00

    Habilidad

    8. ATRIBUCION DE LOS RESULTADOS DEL JUEGO DESPUES DE RECIBIRTRATAMIENTO PSICOLOGICO para la ludopata. Tras el tratamiento se produce unincremento del porcentaje asignado al azar en detrimento del atribuido a la suerte o ala habilidad. Pero no aparecen diferencias entre el grupo que ha dejado la prctica y losque continan jugando al ao de seguimiento.

  • (vase la figura 4). De nuevo, se com-prueba la dificultad que conlleva expli-car las causas de los resultados del juegoa una no-causa como es el azar. Podemosdemostrar cierta destreza frente al azar?Aunque tal propuesta entraa una con-tradiccin in terminis, parece que hay unaresistencia a aceptar la idea de que la habi-lidad no es un factor determinante de losresultados. Por eso apela, aunque enmenor medida que el jugador patol-gico, a su capacidad para dominar el azar(vase la figura 6).

    Imagnese el lector que se encuentrafrente a una mesa de ruleta en la que haydos opciones: o el croupier lanza la bolay o la hace rodar el lector. Cmo seranlas apuestas en cada modalidad: igualeso diferentes? Este experimento, reali-zado por Ladouceur y Mayrand, en la Uni-versidad de Laval, demostr que los suje-tos que lanzaban ellos mismos la bola

    hacan unas apuestas ms altas y sobre-valoraban ms las posibilidades de ganarque los jugadores que vean al croupierlanzar la bola. (Quin lance la bola noconstituye ningn factor relevante en eldesenlace del juego.)

    Parece inevitable no sucumbir a esecontrol ilusorio y pensar que la interac-cin con la mquina es una cuestin dehabilidad. Las actuales mquinas traga-perras ofrecen la oportunidad de presio-nar mltiples botones para, entre otrasposibilidades, avanzar o parar los smbo-los de forma independiente o jugar a otrosjuegos adicionales, con ms premios yms posibilidades de influir en la mquina.

    Modificacin delas distorsiones cognitivasComo se ha comprobado, la dificultadque el ser humano tiene para hacer unrazonamiento preciso al enfrentarse a

    una tarea probabilstica, se ve signifi-cativamente acrecentada en aquellas per-sonas cuya conducta de juego constituyeun problema psicolgico. Los errorescognitivos reflejan un optimismo des-mesurado en las posibilidades de ganar,as como la creencia de que el azar puedeser controlado con slo dedicar el tiemposuficiente hasta llegar a conocer su pro-ceso de funcionamiento.

    Por tanto, de cara al tratamiento de losjugadores patolgicos, parece pertinentemodificar esta variable en el sentido defavorecer un juicio ms preciso de lasposibilidades reales de ganar, o quizhabra que decir de las posibilidades rea-les de perder. Pero, en qu medida uncambio cognitivo de estas caractersti-cas est asociado a no jugar? Hasta qupunto facilita que el jugador abandoneesa prctica?

    Para averiguarlo, acometimos un nue-vo experimento. Tras recibir los jugadorestratamiento psicolgico centrado en elproblema de juego, se procedi a eva-luar los pensamientos en la forma antesdescrita. Transcurrido un ao desde lafinalizacin del tratamiento, los partici-pantes fueron clasificados en funcin deque hubieran alcanzado o no el criteriode xito clnico, esto es, que no jugasena las mquinas tragaperras al cabo deese tiempo.

    Cabra esperar que los sujetos que deja-ron de jugar a las mquinas tragaperraspresentaran mayores cambios cognitivosque los sujetos que seguan jugando. Losresultados indican, sin embargo, que noexisten diferencias significativas entreambos grupos ni en el porcentaje de fra-ses emitidas ni en la atribucin de losresultados al azar, la suerte o la habili-dad (vanse las figuras 7 y 8).

    Cuando se analizan por separado loscambios producidos entre el pretrata-miento y el postratamiento, tanto en elgrupo que ha alcanzado el xito tera-putico como en el que siguen jugandoa las mquinas tragaperras, se apreciandiferencias significativas en el porcen-taje de frases irracionales y en la atri-bucin realizada a los resultados deljuego. Tras el tratamiento se ha produ-cido una reduccin del porcentaje de fra-ses irracionales y un incremento del por-centaje asignado al azar, en detrimentodel atribuido a la suerte o a la habilidad.

    Con independencia de que los suje-tos sigan o no jugando, parece que des-pus de recibir tratamiento psicolgicopiensan de forma ms racional en lo con-cerniente a los juegos de azar. Cues-tionan, pues, estos resultados el papelque desempean los pensamientos irra-cionales referidos al azar en el mante-

    16 Mente y cerebro 08/2004

    TRATAMIENTO NO COGNITIVO

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    100Porcentaje (%)

    PRETRATAMIENTO POSTRATAMIENTO

    32,6625,48

    Frases irracionales0,923,18

    Frases racionales

    10. CUANDO EL TRATAMIENTO PSICOLOGICO no incluye instrucciones directaspara modificar las distorsiones cognitivas relativas al azar, no se aprecia un cambiosignificativo en las frases sobre estrategias entre el pretratamiento y el postratamiento,aunque disminuyen ligeramente las frases irracionales y aumentan las racionales.

    TRATAMIENTO NO COGNITIVO

    0

    20

    40

    60

    80

    100Porcentaje (%)

    PRETRATAMIENTO POSTRATAMIENTO

    32,6625,48

    Frases irracionales0,923,18

    Frases racionales

    9. CAMBIO EN LAS FRASES SOBRE ESTRATEGIAS antes y despus de recibirtratamiento psicolgico para modificar las distorsiones cognitivas relativas al azar.Se produce un cambio significativo: disminuye el porcentaje de frases irracionalesy aumenta el de las frases racionales.

  • nimiento de la conducta de juego pro-blemtico? Antes de contestar a esta pre-gunta reseemos otro dato importante.Cuando el tratamiento psicolgicoexcluye la tcnica de reestructuracincognitiva, una intervencin cuyo obje-tivo es modificar directamente los erro-res de razonamiento de los jugadores,no se produce un cambio significativoen el porcentaje de frases irracionales,ni en la atribucin de los resultados deljuego.

    Hay que sealar que un elevado por-centaje de los jugadores que acuden a tra-tamiento carece de motivacin para elcambio. S tiene la necesidad de apa-rentar inters en dejar de jugar para quesu entorno le ayude econmicamente asalir de esa situacin (a cambio de acu-dir a tratamiento), razn frecuente delcomportamiento mendaz en este tipo detrastorno. As se explica que los juga-dores que no han dejado de jugar pero

    quieren demostrar que el juego ya noconstituye un problema para ellos,podran hacer uso de frases ms correc-tas, teniendo en cuenta que han recibidoinformacin a este respecto.

    En definitiva, ciertos jugadores quehan recibido informacin sobre los erro-res cognitivos asociados a los juegos deazar podran manifestar un cambio cog-nitivo en la direccin adecuada debidoa la deseabilidad social (vanse las figu-ras 9 y 11). Ese cambio significativohacia la racionalidad no se aprecia, oal menos no en la misma medida, cuandolos jugadores carecen de la informa-cin relativa a tales distorsiones cog-nitivas (vanse las figuras 10 y 12). Dehecho, se produce una paradoja: lossujetos que siguen jugando tienden aemitir un porcentaje menor de frasesirracionales y un porcentaje mayor defrases racionales en el postratamiento,

    en comparacin con los sujetos que handejado de jugar.

    En cualquier caso, el hecho de quela poblacin normal sufra determina-dos errores cognitivos y, sin embargo,no desarrolle problemas con los juegosde azar, que los jugadores que handejado de jugar sigan conservando cier-tas distorsiones cognitivas tras recibirtratamiento psicolgico, y que algunosjugadores continen jugando a pesarde verbalizar ideas correctas acerca dela incontrolabilidad de los juegos de azar,ponen de manifiesto cun asentados sehallan ciertos errores probabilsticosen el ser humano. Ello plantea la nece-sidad de determinar cul es la magni-tud aceptable de pensamientos irra-cionales que no constituye un factor deriesgo en el desarrollo de problemas dejuego.

    En otras palabras, el reto estriba enpoder establecer la cantidad de pensa-mientos irracionales que deben elimi-narse para facilitar que el jugador conproblemas deje de jugar, o lo que quizrevista mayor inters, poder determinarcules son los errores ms irraciona-les, los ms proclives a favorecer unjuego problemtico, que precisan sermodificados. En definitiva, se tratarade poder responder a la pregunta cules el grado de irracionalidad permisi-ble para prevenir los problemas con losjuegos de azar?

    Mente y cerebro 08/2004 17

    11. CAMBIO EN LA ATRIBUCION DE LOS RESULTADOS antes y despus de recibirtratamiento psicolgico para modificar las distorsiones cognitivas relativas al azar.Se produce un incremento del porcentaje atribuido al azar y una reduccinde la responsabilidad otorgada a la suerte y, fundamentalmente, a la habilidad.

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    100Porcentaje (%)

    42,5070,36

    Azar42,3721,07

    Suerte8,5

    1,43

    Habilidad

    TRATAMIENTO COGNITIVO PRETRATAMIENTO POSTRATAMIENTO

    *

    *

    FRANCISCO JAVIER LABRADOR ENCINASes catedrtico de modificacin de conductay director del departamento de psicologaclnica de la Universidad Complutense deMadrid (UCM), en cuya facultad de psico-loga desarrolla su actividad docente e inves-tigadora.ANA FERNANDEZ-ALBA LUENGO, doc-tora en psicologa por la UCM, es profe-sora del departamento de psicologa clnicadel mismo centro superior y su campo deinvestigacin principal se enmarca en elestudio del juego patolgico.

    THE VISUAL BRAIN IN ACTION.A. D. Milnery M.A.Goodale.Oxford University Press,1996.

    DAS GEHIRN UND SEINE WIRKLICHKEIT. KOG-NITIVE NEUROBIOLOGIE UND IHRE PHILOSO-PHISCHEN KONSEQUENZEN. G. Roth. Suhr-kamp; Frankfurt a. M., 1997.

    INNERVISION.AN EXPLORATION OF ART ANDBRAIN. S. Zeki. Oxford University Press,1999.

    Bibliografa complementaria

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    20

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    100Porcentaje (%)

    52,1262,11

    Azar50,8141,15

    Suerte14,314,42

    Habilidad

    TRATAMIENTO NO COGNITIVO PRETRATAMIENTO POSTRATAMIENTO

    12. AL NO TRATARSE DIRECTAMENTE LOS ERRORES cognitivos de los jugadores,el cambio en la atribucin de los resultados del juego, aunque se produce en ladireccin adecuada, no es significativo.

  • Ernst Fehry Suzann-Viola Renninger

    Sin cooperacin no funciona nada.Ni en la familia ni en el crculode amigos; menos an, en la vidaprofesional, la circulacin via-ria o la poltica. Los padres confan ensus hijos, los peatones en los ciclistas,los gobernantes en sus aliados. Hasta elpadrino mafioso necesita socios fia-bles, pues de lo contrario pronto se encon-trara entre rejas.

    A veces, las cooperaciones operan sincontrato, no se fijan los detalles de losacuerdos y no se explicitan las sancio-nes. Una profunda confianza en la reci-procidad y juego limpio permea nuestravida cotidiana. Pero, de qu nos fia-mos, en realidad? Por qu funcionanuestra convivencia? Son los humanosnobles, caritativos y buenos por natu-raleza y en esto se distinguen del restode las criaturas, como un da formulGoethe? Se esconde en cada uno denosotros un buen samaritano, dotado demotivos altruistas y de un sentido delbien comn, o, por el contrario, nos arras-tran hacia el comportamiento coopera-tivo ocultos incentivos econmicos y unegosmo que apunta al futuro?

    El problema sobre la fundamentaciny persistencia de las cooperaciones nece-sarias en una sociedad que funciona hasido desde siempre un tema de la filo-sofa poltica. Una posicin extrema, quesita el mal en el inicio de los buenosmodales y el amor propio como base delos seres sociales, est representada porBernard Mandeville (1670-1733). Estefilsofo y neurlogo, holands de naci-miento, que se haba establecido enLondres en 1691, provoc a sus coet-neos al sostener, en su Fbula de lasabejas, la tesis polmica de que el ori-

    gen de toda la vida social no resida enla virtud, sino en el vicio privado.

    Quijotes ilusosMandeville tild de lisonja a tontos inge-nuos el discurso, habitual en aquellapoca, sobre los nobles motivos. Mora-lidad y bien comn se mofaba se fun-damentan tan slo en el egosmo indi-vidual, pues, al fin y al cabo, no haynada tan universalmente autntico so-bre la faz de la Tierra como el amor quetoda criatura, que es capaz de l, albergarespecto de s mismo. Si cada miembrode la comunidad persigue con perseve-rancia sus propios intereses, esto repor-tar el mayor beneficio para todos. Elrazonamiento de Mandeville culminabaen la afirmacin de que el Estado se ven-dra abajo, si el egosmo dejara de ser elimpulsor de nuestras acciones.

    En una poca muy marcada todava porlos valores religiosos y la autoridad ecle-sistica, estas declaraciones provocaronprotestas apasionadas. La indignacinfue enorme y ms de un afamado fil-sofo se dedic el resto de su vida a inten-tar refutar las tesis de Mandeville. As,el conde de Shaftesbury, uno de los repre-sentantes ms conspicuos de la Ilustracininglesa, defendi que sociabilidad yaltruismo eran parte de la naturalezahumana. Nuestro entusiasmo por lobueno, lo verdadero y lo bello era, segnl, innato y nos haca tan virtuosos y tanhonestos, que caba imaginar un ordensocial que, en su caso ideal, pudiera pres-cindir de las sanciones para que se cum-plieran sus normas.

    La idea de que el egosmo del indivi-duo lleva al bien de la comunidad apa-rece en muchas variantes. El economistay filsofo escocs Adam Smith (1723-1790) postulaba que cada individuo habade buscar su beneficio y, de ese modo,

    beneficiara tambin a la comunidad. Enel Fausto Goethe puso en boca deMefistfeles: Es parte de toda accinquerer siempre lo malo y lograr siemprelo bueno.

    Trescientos aos despus de Mande-ville, siguen siendo actuales las cues-tiones que entonces se plantearon y continan ocupando a psiclogos, soci-logos, economistas y cientficos. Mientraseconomistas y socilogos haban deli-neado ya en el siglo XIX, basados en elmodelo del Homo oeconomicus, un serque slo aspira a maximizar sus ganan-cias materiales, los bilogos derivan laconducta humana de los genes egostas.Pero, se puede, en serio, comprender elcomportamiento desinteresado y altruistade los humanos con estos modelos gene-rales? No hay acaso innumerables ejem-plos de personas que se solidarizan conlos otros (aun a costa de perjuicios per-sonales), como los voluntarios que arries-gan su vida acudiendo a zonas devasta-das por un terremoto para salvar la de losdems? No son nuestros motivos prio-ritariamente culturales y no biolgicos?

    Con todo, la mayora de los etlogosse obstinan en interpretar la conductaaltruista de los humanos como un egos-mo escondido. En su opinin, un anli-sis preciso siempre pone de manifiestoque la lealtad, la generosidad o inclusoel sacrificio en bien de los dems no sonpor ms hbilmente que se puedan ele-gir los disfraces, bajo la capa del sama-ritano otra cosa que un amor propiosolapado. Por ejemplo, en el mecenazgono se manifiesta el filntropo generoso,sino el fro empresario calculador quese promete un incremento duradero delas ganancias, por medio de un preme-ditado cuidado de la fama.

    Tras el xito comercial de El gen egos-ta de Richard Dawkins, se han multipli-

    18 Mente y cerebro 08/2004

    La paradojadel samaritanoLos sociobilogos sostienen que incluso una accin altruista y desinteresada

    no es nada ms que un egosmo solapado. Pero el dogma se tambalea

  • Mente y cerebro 08/2004 19

    cado los intentos por atribuir la conductadesinteresada al egosmo de los genes.Todos los organismos sean amebas,hipoptamos o humanos seran utili-zados por sus componentes hereditarioscomo vehculo para maximizar su pro-pia propagacin. En palabras de Dawkins:Somos mquinas de supervivencia,robots programados a ciegas para la con-servacin de las molculas egostas, alas que llamamos genes. Este egosmo delos genes dar lugar a la conducta egos-ta habitual del individuo. En otras pala-bras: por su origen biolgico el hombreest ineludiblemente dispuesto al egos-mo. Al Homo oeconomicus se le juntael igualmente egosta Homo geneticus.

    El hombre,una mquinade supervivenciaLas implicaciones de esta imagen delser humano son de gran alcance. El egos-mo de los genes no slo explica la ego-latra de la mquina de supervivenciahumana, sino tambin nuestra conductacaracterizada de altruista en el lenguajecotidiano. Otro prominente represen-tante de esta tesis, Richard Alexander,de la Universidad de Michigan, sostieneque la tica, la moral, las buenas mane-ras y la psique humana slo se puedenentender si se considera a las socieda-des como un conglomerado de individuosque nunca persiguen otra cosa que su

    propio inters. Mandeville no lo hubierapodido expresar mejor.

    Un mono que yerra en el salto es unmono muerto. Esta expresin, que di-vulg George Simpson (1902-1984),ilustra el principio de la teora de la evo-lucin alumbrada en 1859 por CharlesDarwin en su clsico Sobre el origen delas especies. El ser que no se ocupa desobrevivir y que en la disputa por losalimentos, el sexo y el biotopo se quedarezagado, reduce sus posibilidades detransmitir en herencia sus cualidadesindividuales. Slo un mono que, en lamaraa de ramas de la selva, no yerra(y, por tanto, protege su nuca) puedetransmitir en herencia a su prole los

    CO

    RBI

    S

    1. MISERICORDIA ENIGMATICA.Segn la teora de los genes egostas, nodebera darse una conducta enteramentedesinteresada al estilo de la parbolabblica del buen samaritano.

    El hombre es noble,caritativo y bueno!Pues slo estole diferencia delos otros seresconocidos

    (Johann Wolfgang von Goethe,Lo divino)

  • genes de un buen sentido de la orienta-cin y de un asirse con seguridad.

    La lucha por la supervivencia deDarwin, emparejada con la idea de losgenes egostas de Dawkins, puede hacerplausible, en el reino animal, la forma-cin y desarrollo de numerosas cualida-des: como consecuencia de la disputacon los dems y con las circunstanciasdel entorno, as como el rearme, siem-pre necesario, en la lucha contra los com-petidores por los alimentos o en la cazade presas se desarrollaron las adapta-ciones ms diversas. El psicodlico juegocromtico de la sepia en celo, la vivaci-dad con la que la gacela otea su horizontepara detectar los peligros o la lograda pre-cisin con la que el mosquito zancudohalla su camino hacia la prxima vctimason reducibles probablemente, todosellos, a adaptaciones genticas. En estecaso, se trata de propiedades, en las que,siguiendo libremente el lema olmpicode citius, altius, fortius, se pone enjuego lograr, en un campo determinado,ms xitos que el competidor.

    Egosmo cooperadorAlgunos sociobilogos van ms lejos.La propia inteligencia emocional e ins-trumental de los humanos, su andarerguido, su competencia lingstica, laconciencia de s mismos, su necesidadde fe y religin se habran originado enel vil conflicto en torno a los recursos.Las metforas guerreras llegan, en laprosa de la teora evolutiva moderna,hasta la guerra de sexos. Pues, desdeun punto de vista evolutivo, la relacinentre hombre y mujer tampoco sera otracosa que una lucha continua para explo-tar al compaero y cargarle el peso dela descendencia. Se trate de amor paren-tal o de pasin ertica, en este mundomental se mantiene bajo las riendas delos genes egostas cualquier sensaciny conducta.

    Pero la vehemente pretensin de expli-cacin de muchos sociobilogos pro-voca un punto de duda. Se puede redu-cir a motivos egostas la solicitud cariosaque se dispensan entre s los miembrosde una familia o el compromiso volun-

    tario de muchsimas personas a favor deproyectos sociales y humanitarios?

    Para un determinado tipo de compor-tamientos altruistas la sociobiologa tienepresta la respuesta: seleccin de paren-tesco o familiar. Por lo visto, solicitud,cooperacin y espritu de sacrificio resul-tan, al menos entre los consanguneosdirectos, tiles en el sentido del egosmogentico. En este caso es relativamentealta la probabilidad de que los benefi-ciarios de una buena accin porten losmismos genes que el auxiliador que apa-rentemente se mueve por motivos nobles.El astuto gen egosta persigue, pues, susintereses tambin a travs del rodeo delparentesco.

    William D. Hamilton (1936-2000),bilogo estadounidense, ya haba exten-dido en 1964 la idea del gen egosta asobrinos y primos. Si, para emplear el len-guaje metafrico y conciso de Dawkins,un vehculo gnico arriesga su vida, porejemplo, para salvar a cinco primas deuna casa en llamas, entonces se puede per-der eventualmente su propia dotacingentica, pero es tambin muy probableque se mantenga al menos una copia desus propios genes con las cinco salvadas.En este ejemplo lo que cuenta es la ganan-cia neta en rplicas, no la permanenciade su propio patrimonio hereditario.

    Singularidad del Homo sapiensEn el reino animal el comportamientoaltruista puede explicarse, en buenamedida, a travs de la seleccin de paren-tesco: cuando un animal activa, arriesgn-dose, la supervivencia y reproduccin deotros, en la mayora de los casos el bene-ficiario es un pariente prximo. Las ter-mitas y otros insectos sociales aunquetambin las rata topos desnudas (Hetero-cephalus glaber) ofrecen ejemplosparadigmticos de este comportamiento.Pero en el mundo humano la situacin esotra. Tanto si viven en grupos reducidoso numerosos, en la red globalizada de lanueva economa o en los ltimos refu-gios aislados de los yanomami de la fron-tera entre Venezuela y Brasil: en todaslas culturas y comunidades parece abun-dar ejemplos de una cooperacin, sinnecesidad de vnculos de parentesco.

    En sus intentos de derivar del egos-mo el altruismo humano, los bilogosabren otras dos vas de argumentacin.As, la teora del altruismo recprocoenuncia que los humanos actan pre-ferentemente siguiendo el lema dondelas dan, las toman, sobre todo si resul-ta probable un trato frecuente entre ellos.En estos casos, podemos suponer quenuestra generosidad se ver correspon-dida en la prxima ocasin. Aeste com-

    20 Mente y cerebro 08/2004

    La rata topo desnuda (un roedor de apenas diez centmetros con piel arru-gada, incisivos salientes y diminutos ojos) vive bajo tierra en colonias fami-liares de hasta cien miembros. A pesar de su fealdad (segn cnones huma-nos) es desinteresada hasta la autoinmolacin: los miembros de una coloniarenuncian, a favor de su reina, a su propia descendencia y trabajan para lasoberana durante toda su vida. Los investigadores interpretan este despren-dimiento familiar como altruismo suave. El altruismo fuerte, por el contrario,lo encontramos slo entre los humanos: una decisin de cooperar y una con-ducta desinteresada, incluso sin perspectivas de beneficio y, con frecuencia,no slo en el crculo de los consanguneos.

    Animales sociales

    OK

    API

    A

  • padreo, si se nos permite el vulgaris-mo, los psiclogos lo denominan reci-procidad.

    La teora de la buena fama parte, enltima instancia, de un fenmeno: suelevaler la pena, en el entorno personal,labrarse, con acciones bien dosificadas,la reputacin de filntropo y socio leal.Esta conducta es beneficiosa para la imagen de uno y, a la larga, reporta be-neficios. As lo cree dicha tesis.

    Fuera de estas tres variantes, la con-ducta sacrificada no cuenta para las es-calas biolgicas evolucionistas. Pues, sila familia no sale beneficiada, ni la re-ciprocidad ni la buena fama prometenprovechos ulteriores, entonces el desin-ters no aporta nada. Al contrario; per-judica, porque supone una inversin ensalud, recursos o dinero. Desde este pun-to de vista, una persona altruista se hallatan muerta como el mono que no seagarra a la rama. Segn esta lgica, nohabra ningn autntico buen samari-tano. Pero no parece que esta conclu-sin sea correcta, pues las tres tentati-vas de explicacin suelen fallar, cuandose trata de interpretar la conducta altruistade los humanos.

    Al propio tiempo, la situacin privi-legiada del hombre se ha convertido enobjeto de atencin de numerosos expe-rimentos de laboratorio, que economis-

    tas y socilogos han desarrollado en estosltimos aos. Ha surgido, en el nterin,una especialidad nueva, la economaexperimental.

    Uno de estos intentos (el experimentollamado de sancin) se llev a cabo en2002 en nuestro Instituto de la Univer-sidad de Zrich con 240 universitarios,de ambos sexos. A cada probando se leasign una terminal de ordenador en unacabina, donde se hallaba aislado pticay acsticamente del resto de los partici-pantes. Cada participante estaba conec-tado en red con otros tres, formando unequipo de cuatro para desarrollar juntosun juego. Despus de cada ronda, cadauno de los sesenta equipos se reagru-paba al azar, sin que nadie supiera qui-nes eran sus compaeros, pues cada par-ticipante slo apareca en el monitorcomo una cifra annima.

    El problema de los aprovechadosAl inicio de una ronda, cada participanterecibe un capital inicial virtual por valorde veinte francos suizos (unos catorceeuros). Los jugadores de un grupo decuatro pueden invertir su capital, o partedel mismo, en un proyecto comn, en unbien pblico. Por tal se entiende un equi-

    pamiento social del que todos se bene-fician, incluso quienes no aportan nada.Los aprovechados se limitan a especu-lar con que los otros harn los esfuerzosnecesarios y sacan as partido de la dis-posicin a la cooperacin y de la hon-radez de estos ltimos. No es difcilencontrar ejemplos: la utilizacin comnde las instalaciones pblicas como esta-ciones de ferrocarril, aparcamientos oautopistas requiere tanto un comporta-miento leal como el cumplimiento delconvenio internacional de proteccin cli-mtica o el acuerdo para proteger losmares de la sobrepesca. Piense tambinel lector en todas las obligaciones fis-cales que se ocultan en las declaracio-nes de renta, que podran servir para elcomn disfrute de los equipamientosfinanciados con dinero pblico.

    En el experimento de Zrich no se lesdijo explcitamente a los participantesen qu consistira el bien pblico. Seaclaraba, sin ms, por sus efectos: eldirector de la prueba aumentaba cadaronda un sesenta por ciento la suma glo-bal aportada por los cuatro miembros deun grupo de juego y lo distribua por igualentre los cuatro participantes, con inde-pendencia de la contribucin de cada uno.

    Mente y cerebro 08/2004 21

    2. PRECEDENCIA A LOS GENES PROPIOS. En el cuento de la cenicienta, lamalvada madrastra slo protege a sus dos hijas naturales.

    CINETEX

  • Por ejemplo, si los cuatro miembrosaportaban, en conjunto, cuarenta fran-cos, el monto a repartir era de 64 francosy cada uno de ellos reciba 16 francos.Un aprovechado, que no haba aportadonada, haba obtenido, en este caso, unbeneficio neto de 16 francos; un juga-dor que haba invertido diez francos,poda an embolsarse seis francos debeneficio. Pero si alguno haba contri-buido con veinte francos, quedaba en eldesairado papel del tonto estafado que,en esta ronda, haba perdido, a fin decuentas, cuatro francos. En tales condi-ciones lo mejor hubiera sido que los cua-tro jugadores hubieran invertido todo sucapital. En ese caso, cada uno de elloshabra recibido 32 francos.

    Al jugador que se comportaba guiadopor el inters, le compensaba, en esareglamentacin del experimento, no cola-borar ni con un solo cntimo al proyectocomn. Pues por cada franco que inver-ta en el bien pblico slo le devolvan0,4 francos, es decir, le supona una pr-

    dida de 0,6 francos. As pues, a quien nopagaba nada le quedaban seguros almenos los veinte francos del capital ini-cial, adems de (contando con el deseode cooperacin y la buena fe de los com-paeros de grupo) su eventual parte enel patrimonio comn.

    Por consiguiente, el problema de losparticipantes resida en cmo cada unode ellos volva a casa con su capital ini-cial, si ninguno inverta en el proyecto.Pues, en este caso, el director no les dabaninguna prima monetaria. Adems, losparticipantes podan embolsarse al finalel contravalor real de su moneda virtual.Estaban, pues, suficientemente motiva-dos para proceder con sensatez.

    Hasta aqu, el desarrollo de nuestroexperimento era similar a las pruebassobre el bien pblico que realizaban,desde hace unos veinte aos, los econo-mistas. Pero nosotros dimos un pasodecisivo ms. Despus de que los com-ponentes del equipo haban decidido lacantidad que queran invertir, se les infor-

    maba de las cantidades invertidas porlos otros tres y, por tanto, tenan la posi-bilidad de castigarlos por las decisio-nes tomadas. En este caso, el director delexperimento rebajaba el saldo de los par-ticipantes afectados. Los sancionadorespodan establecer el importe de la multa,pero la sancin les deba costar algo aellos: un franco (que recaudaba el direc-tor de la prueba) si la multa era de tresfrancos; dos francos, si la multa era deseis francos, y as progresivamente.

    Este experimento de dos fases se rea-liz seis veces. Los resultados son sor-prendentes para los adeptos al modelodel Homo oeconomicus: ms del ochentapor ciento de los participantes multaronen las seis rondas, al menos una vez, aun compaero. Y lo hicieron, aunque noobtenan ningn beneficio inmediato,sino, al contrario, pagaban por ello. Secastig un 30 por ciento incluso en cadaronda. Como era de esperar, haban san-cionado sobre todo a los aprovechados.Sus multas resultaban tanto ms eleva-

    22 Mente y cerebro 08/2004

    El problema de la naturaleza humana atraviesa la historiaentera del pensamiento. Para Aristteles (384-322 a.C.), porejemplo, la cualidad de ser bueno era una posibilidad nsitaen el hombre, que slo se realizaba en el seno de una comu-nidad. El filsofo caracteriz tambin a nuestra especiecomo animal social o ciudadano. Toda actividad humanatiene como objetivo la formacin del estado como formasuprema de la sociedad; en el estado ideal coinciden loshombres buenos y los buenos ciudadanos.Con el cristianismo surge una imagen del hombre muy dis-tinta. Segn el relato del Gnesis, Dios cre al hombre a suimagen y semejanza.Originariamente bueno, el hombre cae,como consecuencia del pecado original, bajo la maldicindel mal. Todos pecaron y estn privados de la gloria deDios, as resume San Pablo la aciaga situacin en su Cartaa los Romanos (captulo 3, versculo 23). En la concepcinprotestante, slo la fe en la Crucifixin y Resurreccin deJesucristo justifica a un ser humano, pero no por eso lohace bueno. Martin Luther (1483-1546) lo condens en estaexpresin simul justus et peccator (justo y pecador a untiempo): el creyente est justificado, pero sigue siendo peca-dor, porque sigue siendo humano.

    Thomas Hobbes (1588-1679), filsofo ingls, consider alhombre un animal salvaje, que siempre se revela contra suscongneres:Homo homini lupus est (el hombre es un lobopara otro hombre). Nuestro innato instinto de conserva-cin se expresa en un ansia de poder casi insaciable, quedesembocar sin remedio en una guerra de todos contratodos, si es que un soberano instalado no posibilita la con-sistencia de la sociedad en el estado. Con este modelo delegitimacin Hobbes se adelant a los tericos del absolu-tismo poltico.

    Jean-J