Metafísica : ensayo / por Federico de Castro y Fernández. - Sevilla ...

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'1:5 r.) 1 VI por Federico de Castro y F ernández CATEDRÁTICO DE ESTA ASIGNATURA en la Universidad de Sevilla TOMO I PROPEDEUTICA A N G SEVILLA Imp. Almudena 5 (en la de la 1888

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'1:5 r.)1 VI

por

Federico de Castro y FernándezCATEDRÁTICO DE ESTA ASIGNATURA

en la Universidad de Sevilla

TOMO I PROPEDEUTICA

A N GSEVILLA

Imp. Almudena 5 (en la de la1888

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Es propiedad de su autor, quese reserva todos los derechos.

Queda hecho el depósito exi-gido por la Ley.

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METAFÍSIC."ENSAYO

PROPEDÉUTICA

Expresamos aquí con esta palabra la reflexionsostenida y gradual que nos lleva desde el conocimiento simple é irreflexivo al científico. No es to-davía la ciencia; pero es el camino para ella.

El conocimiento coman y el ci entifico.--No co-menzamos la ciencia desde la absoluta ignorancia,pensar siquiera en la posibilidad de la ciencia esya conocimiento; ni tampoco desde un saber com-pleto, pues entónces la pregunta de otro saber queel actual no tendria sentido. Querernos conocermás, porque pensamos que lo que al presente co-nocemos no es todo lo que hay que saber. Por esoclecia Sócrates que el conocimiento de nuestra pro-pia ignorancia es el principio de la sabiduria.

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..1.111•1■ (7)

i()r d i animal con el que llegaría á confundirse

rten nos advirtió Platon de este peligro en la

de su maestro cuando al referirnos que ha-

iendo

,consultado Querefon al Oráculo el Delfos si ha-

hia en el munlo un hombre más sábio que Sócrates, áque la Pythia contestó que no había ninguno, pone

en vaca del último las siguientes palabras:(Cuando supe la respuesta del oráculo dije para mí;

¿qué quiere decir el Dios? Porque yo sé sobradamentecue en mí no existe semejante sabiduría, ni grande nil equeña, ¿Qué es lo que ha querido decir al declarar-me el más sabio de los hombres? Porque él no miente.La Divinidad no puede mentir. Dudé largo tiempo delsentido del oráculo, hasta que por último despuésgran indecision me propuse hacer la prueba siguiente:Fuí á casa de uno de nuestros conciudadanos que pasa-ba por ser de los más sábios de la Ciudad. Creia queallí mejor que en parte alguna había de encontrar ma-teria para desmentir al oráculo presentándole un hom-bre más sábio que yo, por mas que aquel me hubieradeclarado el más sábio de los hombres. Examiné, pues,á este varon de quien baste decíros que era uno denuestros grandes po.iticos, sin necesidad de descubrirquien fuese, y conversando con él me encontré con quetodo el mundo lo creía sábio, que él por tal se teníape-ro que en realidad no lo era. Hecho este descubrimien-to me esforcé en hacerle ver que no era lo que se creiay he aquí lo que me hizo odioso á este hombrey á losamigos suyos que asistieron á la conversación. Cuando

i-):-esun-iido hace gala de no ignorar, con:,i-:;olo con su ridículo endiosamiento descender

-{)r el menosprecio de su noble natura!eza hácia la infe-,-

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de él me separé razonaba conmigo de este modo. Yosoy más sábio que ese hombre. Puede ser muy bienque ni uno ni otro sepamos nada de lo que es bello y delo que es bueno; pero hay la diferencia de que él cree sa-berlo aunque nada sepa, y yo, no sabiendo nada, creono saber. Parecióme, pues, que en esto, aunque pocoera yo algo más sabio porque no creia saber lo que nosabía.

De allí me fui á casa de otro á quien se tenía pormás sábio que al anterior, me encontré con lo mismo,y me grangeé nuevos enemigos. No por eso me desani-mé; fuí todavía en busca de otros, aunque conocía queme hacía odioso, y no sin violentarme, porque tenia lasconsecuencias; pero me pareció que debía, sin dudapreferir á todas !as cosas la voz del Dios, y para dar conel verdadero sentido del oráculo ir de puerta en puertapor las casas de todos aquellos que gozaban de gran re-putación; pero ¡oh Dios! he aquí, atenienses, el frutoque saqué de mis indagaciones, porque es preciso deci-ros la verdad; todos aquellos que pasaban por ser losmás sábios, me parecieron no serlo, al paso que á aque-llos otros que no gozaban de esta opinión los encontrécon mayores disposiciones para llegado á ser.

Después que á estos grandes hombres de Estado medirigí á los poetas, tanto á los que hacen tragedias comoá los ditirámbicos y otros, no dudando que con ellos seme cogería infraganti, como suele decirse, encontrán-dome más ignorante que á ellos. Para esto examiné aque-llas de sus obras que me parecieron mejor trabajadas,y les pregunté lo que querían decir, y cual era su obje-to, para que me sirviera de instrucción. Vergüenza medá, atenienses, deciros la verdad; pero no hay remedio,

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—) -* o decirla. No hubo uno de todos los que esta-1rec,isy3n presentes, inclusos los mismos autores, que suple!

hablari dar razon de sus poemas, Conocí desde l • e-

,4 -) que no es la sabiduría la que inspira á los poetas, si-

n ,-› ciertos movimientos naturales y un entusiasmo se-mc:jante al de los profetasy adivinos; que dicen muy1)12 enas cosas sin comprender nada de lo que dicen,

Parecióme que en este caso estaban los poetas; y al1,7 ismo tiempo me convencí de que á título de tales se

(J reían los más sábios en todas materias, si bien de nadaen,tendían. Les dejé, pues, persuadido que era superior

ellos, por la misma razon que lo habia sido respectode los políticos,

En fin, fui en busca de los artistas. Estaba bien con-vencido de que yo nada entendía de su profesión y deque los encontraría capaces de hacer muy buenas cosas,y en esto no me engañé. Sabian cosas que yo ignoraba,y en esto ellos eran más sábios que yo. Pero, atenien5es, los más estudiosos entre ellos me parecieron inz.-u-rir en el mismo defecto que los poetas, porque no ha-

é, uno, que á título de ser buen artista, no se creyesemuy capaz y muy instruido en las cosas más elevadas,y esta extravagancia quitaba todo el mérito á su habi-

Me pregunté, pues, á mí mismo, como si hablarapor el oráculo, si querría más ser tal corno soy sin la ha-bilidad de estas gentes, pero tambien sin su ignorancia(f) bien tener la una v la otra y ser como ellos, y merespondí á mí mismo y al oráculo, que era mejor paramí ser como soy.>

Para confirmar esta doctrina socrática, comparemo4s,ilhora al animal con el hombre, Proveela naturaleza

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al primero de todo lo que le hace falta para satisfacersus necesidades. Conchas, escamas, pieles ó plumas quepróvida repone cuando sufren deterioro le abrigan delas inclemencias de los climas. Armaic con defensastan poderosas como la _garra del lean, el pico deláguila ó el veneno de la serpiente. Dile ingénita ha-bilidad para manejarse en el medio que para habitar leha destinado. Nada, corre, salta, vuela, sin que nadiehaya enseñado al animal la natacion, la gimnástica nila aereostática. Construye el castór como el mejor in-geniero; levanta el coral, apesar de su microscópicapequeñez, desde el fondo del occéano ciudades ante lasque parecerían aldeas liliputienses Lóndres, Roma yBabilonia, y la abeja y la hormiga ofreced al loalvaje eltipo de las sociedades más perfectas. Sin estudios demecánica ni química halla el gusano del moral en suestómagoun laboratorio y una hilera en los que las ver-des hojas de las plantas se transforma en el brillante ca-pullo; sin estudios meteorológicos ni sísmicos saben lamayor parte de los irracionales proveer los ccideutesde la Naturaleza; sin estudios médicos saben curar SL13

enfermedades y algunos hasta reproducir sus miembrosó cambiar por completo su organismo, como la holute-ría; ¡qué más! saben adivinar sus vidas futuras, comola oruga que al edificar la estrecha morada en quese encierra para dormir el sueño que ha de transfor-marla, la construye preveyendo que ha de despertarcon alas ó provee con sagacidad maravillosa, como al-gunos escarabajos á las futuras necesidades de la fa-milia, sus gérmenes en flores que maduradas en granos, sean comidas por la bestia para queal calor de sus intestinos incube la futura prole.

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Nacen sabiendo todo lo que le hace falta, pero noconciben más allá y permanecen eternamente estado-

Torpe, débil, indefenso, incapaz de valerse por sidurante una larga infancia, nace el hombre deshereda-do de la naturaleza, que sólo le anima multiplicando susnecesidades, todo tiene que proporcionárselo con sutrabajo y, sin embargo, vencerá la fuerza del leon, do-mesticará al elefante, detendrá al corzo en su carrera yal águila en su vuelo, y dispondrá de las fuerzas natu-rale como señor.

Dad si quereis al animal todas las ventajas materia-les que el hombre ha conseguido, haced si os place alhombre más débil todavía, pero conservadle el cono-cimiento de su inferioridad y la aspiracion á )o per-fecto, y la historia volverá á repetirse en el curso delos siglos. ¡Tan cierto es que cuanto más profundo seael conocimiento de nuestra ignorancia, más capacita-dos nos encontraremos para alcanzar la sabiduría!

Mas no la exageremos al extremo de tornar á la le-ra la interpretacion que Sócrates daba al oráculo, atribuyendo á sus frases este sentido: «el más sábio de vos-otros es aquel que reconoce que su sabiduría no esnada» afirmando precipitadamente la falsedad de todoconocimiento precientífico y la necesidad de borrarlopara penetrar en la ciencia mediante la duda absolu-ta, conocimiento tan precientffico como el que niega,que esta misma duda, bien considerada, no es más queuna ilusion subjetiva, que por contrario camino noslleva otra vez á la afirmacion de la absolutividad delconocimiento anterior á la ciencia, incapacitándonosdel mismo modo para ella.

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preciso considerar y contrastar el hecho que nosmueve hácia la ciencia, pero sin negarlo ni desnatura-lizarlo. A los que como los positivistas suponen que nosestá vedado todo conocimiento de lo absoluto porqueactualmente solo poseemos conocimientos relativos,puede decírseles con Dürhing, cuyo testimonio no esen manera alguna sospechoso: que son reos de altatraicion para con la ciencia y para con la magestad ysoberanía del pensamiento, cuyo poder desconocenpretenden limitar.

La deficiencia del conocimiento simple semuestra en la pregunta ¿por qué? que supone queeste conocimiento no da entera razon de sí ni desu verdad, lo que nos obliga á buscarla y comple-tarla en otro término superior, donde lo que ahorapensarnos sea pensado como parte de lo que aúnnos falta por pensar. A este movimiento necesa-rio, pero todavía intuitivo é irreflexivo del espí-

ritu, es á lo que Aristóteles llamaba instinto de cu-riosidad, en el que ponla el origen de la ciencia.

Preguntar ¿por qué? es preguntar por la razon enterade una cosa, es afirmar implicitamente que aquella cosaen sí misma no la tiene. Y como esta voz interior quepodemos desoir temporalmente pero que no podemosacallar, corno revelación que es en la vida de nuestranaturaleza de laque no podernos despojarnos, instasobre todo conocimiento particular, de ahí que no nossea posible humanamente permanecer en el conocimien-

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o pre cien ti rico. Mas no es aquella el vago instinto det

curiosear que pasa de asunto en asunto, como la mari-

posa vuela de flor en flor; aunque lo conociéramos to-do precientíficamente nos quedaría todavía que inda-gar la razon de este conocimiento, sentiríamos la nece-

it-lad de conocerlo científicamente® Fígémouos sino enlos diferentes conocimientos que podemos tener acercaJe un mismo objeto, el el relativo y el racional.

Grados del pensamiento. —E1 pensar simple, el

relativo v el racional. Entendernos por pensarsimple la primera percepcion é impresion intelec-tual, sin ulterior atencion sostenida, lo que puedeocurrir: (a) por distraccion y desatencion del sujetoque pasa de uno á otro objeto del conocimientosin fijarse mucho en ninguno de ellos ni en sus re-laciones; (b) por impotencia intelectual de la fuentede conocer ejercitada, como sucede en las merasimpresiones del sentido y de la fantasía, con vagaé indeterminada atencion á ellas sin referirlas á mini á su objeto y con la indiferencia consiguiente álo percibido.

Ejemplos del primer caso nos lo ofrece el niño ensu primera edad ante personas y objetos que no le sonfamiliares, el inculto ante objetos grandiosos y nuevospara él, una pintura, una representacion, una poesía,un discurso, ante los que su entendimiento enmudecey se confunde y aun el culto ante la infinidad de len-

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ss alientos vagos que ve pasar ante sl . sin referirlos á na-da y que contempla en alguna manera como a genos,quedando:así su pensar del objeto en gérmen y solo in-dicado no seguido, sostenido ni determinado. La mis-ma pregunta origen de este estudio tan fecunda en Só-crates y en Platon ;en cuantos hombres antes y despue3de él no ha quedado en este estado! Y aun á nosotrosmismos cuando reparamos en ella por primera vez nonos parece como cosa extraña y nos interesa como sifuera el descubrimiento de algo desconocido.

Ejemplo de lo segundo nos presentan todas lasn

re-presentaciones meramente sensibles. Decid á un rústi-rco que el Sol está fijo, que la tierra anda con una velo-cidad mayor chic la de una bala de canon, que las es-trellas son globos inmensos y creerá que os proponéisengañarlo groseramente.

El grado inmediatamente superior de este pen-samiento es el de las relaciones meramente parti-culares, aisladas (pensamiento relativo), que, co-

menzando por las puramente esteriores y media-tas, se hacen cada vez más interiores y complexas

en el sentido culto; pero siempre bajo un punto de

vista parcial, aunque más d ménos ámplio.

Ejemplo de estos grados del pensamiento nos ofre-ce la contemplación de una pintura (ejemplo que ex-tractamos de la excelente obra intitulada Análisis dePensamiento racional, de nuestro insigne maestro don

Julian Sanz del Rio, que hemos utilizado grandemente

en este estudio).

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Piensa la pintura el enteramente inculto, con con -fusion, extrañeza, con admiracion desmedida, como al-

go al reves de lo que conoce y sabe en su cerrada, aisla-da y solitaria individualidad. Piénsela e1 hombre vul-gar, en relacion ligada á su sentido, interés 6 persona ,corno objeto de curiosidad, ó de dificultad de ejecucion,

6 de brillante y grato color ó de riqueza y posesion,

de aquí que su interés sea pasajero y superficial, y queno conciba como otro hombre pueda pensar años yaños sobre aquel objeto y lo ridiculice corno una ma-

nta ó con frases análogas. Mírala el culto como obrageneral de gusto y de su gusto personal subjetivo dealicion (de amor preferente individual, se fija preferen-temente ya en la verdad del colorido, ya en el vigordel dibujo, ya en su carácter, época 6 manera, no sacri-fica á su interés por ella ninguna de las otras aficiones,más bien hace servir esta su aficion á las demás perso-nales, ála vanidad, á la prodigalidad, á la singularadse goza sobre todo en ser tenido por hombre de gusto.Su aficion suele ser manía y pa sJi.on desordenada, fijamis bien que constante, y generalmente desmedida portal género, escuela ó pintor. Es, porúltimo el gusto delaficionado, como subjetivo y personal, infinitamentevario aunque el klbito le dé cierta delicadeza y firmezade juicio y cierto interés parecidos al juicio é interésobjetivo artístico. Concibe el artista, por el contrario,la pintura corno realizacion y producto acabado deleyes constantes y universales del arte en su géneroindividualizadas por la mano del hombre, como unaentidad propia é individual fundada y existente como ála vez en la objetiva realidad de las leyes de la Natura-lez_l y de la Razon. Subordina su gusto y afeccion per-

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sonal á este juicio y sentido objetivo, y así mira la pin-tura con respeto, con devocion, con constante y dili-gente atencion y estudio, elevando, purificando, racio-nalizando así la propia originalidad y manera de ve robrando con conciencia de lo que hace. De aquí quehay en los juicios de los artistas conformidad, no va-riedad aislada, unanimidad y universalidad en lo esen-cial y fundamental, sin perjuicio de la libertad del jui-cio individual ulterior de cada uno. Hay entre ellos dis-cusion y razonamiento serio sostenido, que hace eco deunos en otros y da fruto de doctrina y de obra y pro-greso, señales todas del carácter racional de este modode concebir. Pero este razonar aislado, exclusivo, traeconsigo la sobre-estima de la propia ocupa clon, condesden injustificado á otras iguales ó superiores, así sedice que Galileo llamaba al Taso un coplero; el entre-gado á estudios positivos suele menospreciar las altasconcepciones ideales y dice-versa y concibiendo su pro_pio objeto aislado de los otros (como no es) llega poreste camino de exclusion á la negacion de lo mismoconsiderado (la exageracion de ►a forma en el Gongo-rismo lleva á la extravagancia, á la negacion de laforma).

En este estado pensamos siempre de determi-nado modo, para determinado fin y con particu-laridad de ejercicio y modo y hábito de pensar,cuando no segun la particular manera de determi-nado autor y aún segun el peculiar modo que deentenderlo tiene el que lo explica. Y de tal maneranos afecta y modela este ejercicio, que se nos hace

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indiwrente y aún repugnante cualquier otro modo

de pensar que el nuestro, como lo llamarnos.

Comenzamos ordinariamente á pensar con deter-minadopropósito ó decididamente predominante ó contendencia fácil á serlo, sobre asunto particular y conla consiguiente partict►aridad de ejercicio, modo y há-

bito de particularismo parece que á cada grado acom-paña el cerrar nuestros ojos á parte del objeto de nues-tro natural conocer y pensar, perdiendo en su progre-so la vitalidad, la flexibilidad, la asimilatividad, el entu-s iasmo, la riqueza de pensamiento y de presentimientocon que lo comenzarnos; tememos hallar al lado de!objeto que concebimosun contrario relativo ante el quedebamos dejar de mirar lo que aprendimos; repugnamoscon cierto terror intelectual pensar resueltamente quehemos errado y bajo este sentimiento preferirnos ence-rrar nuestro pensamiento en lo aprendido huyendo te-nazmente de verificar nuestro errado modo de pensar enel contrario ó con igual preocupación nospasarnos áel :in verificar y reformar lo que nuestra primeraconcepcion tuviese de verdadera, como si temiéramosque en esta íntima discusion y propia confusion de nues-tra presumida creencia vamos á caer en pura negacion y'vado intelectual. De modo que en este nuestro caminoy progreso (según nuestro modo de ver) d' conocimien-to, nos acompaña crecientemente, si bien mirarnos unprogreso efectivo de ignorancia de objeto y de menguay limitación de inteligencia.

Este verdadero camino de ignorancia y de

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mitacion de conocimiento, que se revela á vecesal espíritn con extraordinaria claridad, lleva deordinario al extremo opuesto, á la vaga idealidad,cuando no á la desatada libertad del propio pensa-miento (libertinaje intelectual), á pensar de todaslas cosas en general, de ninguna determinada men-te, como quien teme hasta la sombra de lo 1.asado

Reinan todavia ciertas ,expontáneidades del pen c a-miento que por contraste á la ciencia tradicionaL, sue-len Ilarnarse libre exámen, libertad de pensamiento,idealidad científica; pero entrarnos aquí corno en can-1-po desconocido, donde nos falta para guiarnos t.1-ia regla objetiva, corno objetiva verdadera y como verda-dera universal, sin las que en seguida declinamos yacaso más hondamente al antiguo particularismo, querecae ahora no sobre una ciencia y conocimiento realobjetivo, sino sobre una opinion subjetiva, tina ideanuestra que tomamos por universal y amoldarnos ánuestro fin ó á nuestro interés, viniendo á parar estapretendida* libertad del pensamiento en liberlinaje,anárquica' . lucha y perversion de la conciencia científictque despierta á su vez por el con t raste el deseo impo-tente del franco y modesto particularismo pasado (es.L;olasticismo) llegando por la negacion de la pnsibilidadde todo conocimiento de las cosas á una vana fenome-nología (positivismo).

Pero corno estaconversion radica en la mera for-ma de contrariedad (en la repugnancia al modo de,

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pensar relativo histórico en que hemos vivido) novale más que el pasado, no siendo más que su con-

trario ex eque.

Porque el modo de pensar histórico no es estado depura ignorancia (aunque la lleva aneja á su imperfec-clon y torcimien to) sino que hay en este conocer cien-cia y parte íntima de vida intelectual, que debe reha-cerse, regenerarse y racionalizarse mediante examen,revision y discernimiento, y es tambien profundamenteirracional y contrario á la verdad interior de la vida(por viciada que ésta esté) el rompimiento de pasarper saltum al modo de pensar filosófico, siendo el he-cho innegable que particularizamos é individualizamoscontínuam ente nuestro pensar y por consiguiente irra-cional é imposible vivir y hacer asiento en la vaga idea-lidad mal llamada Fi losofía, camino tan aislado y pro-penso á continuas ilusiones como su contrario.

Uno y otro muestran que son algo de conocer,un parcial conocer que pide y exige un todo deque sean parte y en que se expliquen.

Pensamos, pues, que el pensar racional ó filosóficono es el puro contrario, sino el superior y supremo res-pecto al comun abstracto y al relativo histórico, quedebe reinar sobre éstos, no desestimándolos, sino di-rigiéndolos, y para ello es precisoque los penetre, aun -que no encerrado ni particularizando en ellos, sino so-bre y en ellos por modo eminente de razon. Es además

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racional que históricamente precedan estos grados in-feriores al racional, en el cual se explican en su con-trariedad exterior, pero de los que hay que levantarseá su unidad primera , F la que aquella particularidady relativa oposicion quedarían itu:xplicables.

II.

Génesis del pensamiento racional. Se distin-guen cualitativamente el conocimiento precientí,fico y científico en que aquel no da entera razonde sí, ó como decia San Clemente, en que aquelsólo dice el que de lo pensado.

Cualitativamente, decirnos, porque conocer científi-camente no es principalmente saber más cosas, sino unmodo superior de saber lo mismo que sabemos. Al igualdel geómetra el tapicero para hallar el area de un pa-rarelógramo multiplica la base por la alturi, pero elprimero no sabe que esta propiedad está fundada en lanaturaleza del polígono y últimamente en las propie-dades esenciales del espacio en que la demuestra, aquelsabe que es éste sabe además por qué es.

El conocimiento científico no se distingue por con-siguiente, principalmente del precientífico en la esten-sion sino en la profundidad, pro al profundizar aprecia-rnos nuevas relaciones y en este sentido conocemosCambien cuantitativamente más.

El segundo nos dice lo que es para nosotros aquí,y ahora y hasta cierto punto no lo que será en sí, siem-

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prey para todos, ni sisei.pirdsiendo ; puede darnos unapresuncion, una probabilidad á lo stl^.^®, jamás una se-

guridad completa.

Por eso Platon comprendía todos los grados.del primero (conocimiento sensible, creencia, opi-nion) bajo el nombre comun de opínion, (`3¿. 17, á di-ferencia del conocimiento reflexivo, del conoci-miento bajo principio á que denominaba :o),9-tC(ciencia). Aquel no dice lo que el objeto es, sinocomo aparece ó parece al sujeto. Expresa, pues, nouna relacion esencial entre el sujeto y el objeto delconocimiento, sino una relacion temporal entre susestados. No pensamos, por consiguiente, en unidadde conciencia, sino en relacion á un estado de nues-tra conciencia. Y corno estos estados pueden va-riar, las opiniones, las creencias y demás estadosanálogos suponen por lo menos la posibilidad, áunpara el sujeto mismo, de otras creencias y opinio-nes, que este puede cambiar de opinion (s-apientisest mutare consilium), que para él las opinionespuedan ser verdaderas y falsas.

Ante quién apelarás de mi sentencia?preguntabaAlejandro á una mujer que se quejaba de un fallo injus-to que aquel babea dictado estando ebrio, ante Alejan-dro ayuno le contestó ésta. Resuelva Vd. en conciencia,1{) dejo á su conciencia, fracesque solemos pronunciar

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después de haber expuesto una opinión contraria á lasustentada por aquel á quien nos dirigimos, nos mues-tran suficientemente el carácter mudable de la opinion.

Hasta la tenacidad con que nos aferrarnos á ellas, larepugnancia y pereza invencible á reindagar sobre lo quellamamos nuestras creencias á considerarlas bajo aspec-tos diferentes de aquel que nos ha movido á aceptarlasmuestran que cuando opinamos no sabernos racional,objetiva, libremente, sino subjetiva y presuntivamentepues repugnamos la razon que ha de confirmarnos enellas volviéndolas á pensar.

Si no hubiera más conocimiento que la opinión, lascosas serían corno á cada uno le parecieran, no cabría ladistincion entre la opinion verdadera y la falsa, no ha-bría por qué mudar de opinion, pues si mudarnos deopinion es porque presumimos que la qu2 desechamosno es verdadera.

• Mas la verdad ó falsedad de lo creido Li opinadono pensamos que depende de la sucesion de opi-niones ni áun de que lo crearnos ú opinemos, sinode la conformidad entre lo que el objeto es ennuestro pensamiento (lo que pensamos de él) y loque es en sí mismo. Depende, por consiguiente, desu conformidad á un conocimiento superior, quela opinion y la creencia suponen, del conocimientoentero, del conocimiento científico. Así las opinio-nespueden ser várias, la ciencia y la verdad es

una.

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Pregunta Sócrates á Gorgias en el diálogo de este

nombre:Sóc.—¿Cree s tú que saber y creer que la cien-

cia y la creencia sean la misma cosa ó cosas dife-

rentes?Gorg. Por lo que á mí toca, creo que son cosas di.

ferentes.Sócr.—Tienes razon en creerlo y fácilmente te con-

vencerás de ello de este modo: Si alguno te preguntarasi hay ó Gorgias, creencias falsas y verdaderas, imagino, que contestarás que sí.

Gorg,—Seguramente.Sócr.—Pero por ventura hay tarnbien una ciencia

falsa y otra verdadera?Gorg.—De ningun modo.Sócr.—Es pues evidente que saber y creer no son laonza cosa.

La opinion respecto á la ciencia, dice Aristóte-les, es como un estado de enfermedad; cualquieraque sea su objeto, la persuasion que nos producepuede ser reemplazada por la persuasion contraria.

Estado de enfermedad en efecto que consiste en e!estancamiento, en la cesacion á lo menos temporal dela vida de la inteligencia; debemos opinar para llegar ásaber, no para negarnos á saber. Como estado parcial denuestra conciencia no podemos quedar en él sin vio.lentarnos, sin renegar de nosotros rnism4s, de ahí, unasveces el carácter estrecho, cerrado, intransigente de la

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opinion, otras la veleidad insustancial con que pasarnosde unas á otras no pudiendo quedar fijos en ninguna.

Y esto vale aún de la opinion y de la creenciaverdadera. Creer es saber sin saber por qué sabe-mos, ó al dénos por motivos exteriores á lo sabido.Opinar es saber sin estar seguros de lo sabido.Luego la creencia y la opinion quedan siemprependientes del conocimiento científico, como pen-saba Platon.

Véase corno distingue éste, en el Theeteto, el juicioverdadero de la ciencia.

Sócr.—Dime de qué manera la definiremos sin po-nernos en el caso de contradecirnos.

Theet.—Corno ya hemos intentado definirla, Sócra-tes; porque no nos ocurre otra cosa.

Sócr.—¿Qué decíamos?Theet.—Que la ciencia es el juicio verdadero. El jui-

cio verdadero no está sujeto á niugun error, y todos losefectos que de él resurtan son bellos y buenos.

Sócr.—E1 que sirve de quia en el paso de un rio dice,Theeteto, que el agua misma indicará su profundi-dad. En igual forma si entrarnos en esta discusion qui-

zas los obstáculos que se presenten, nos descubrirán loque buscarnos, mientras que si no entramos nada seaclarará.

Theet.—Tienes razon, sigamos pues y examinemos lacuestión propuesta.

Socr.—El asunto no reclama un largo examen, Ta--

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do u n arte nos prueba que la ciencia no consiste en eso.Theet.—¿Cómo y cual es este arte?Sócr.—E1 de los hombres de más nombradía por su

saber que se llaman oradores y hombres de ley. Enefecto, por medio de su arte saben persuadir, no á mo-o de enseñanza, sino inspirando á sus oyentes el

j uicio que les parece. ¿O bien crees tú que haya maes-tros bastánte hábiles para poder, mientras corre un po-co de agua, instruir suficientemeute sobre la verdad deciertos hechos á hombres que no los presenciaron, yase trate de un robo de dinero ó ya licie cualquiera otraviolencia?

Theet,--De ningun modo, lo único que pueden ha-cer es persuadirlos.

Sócr.—Persuadir á alguno; no es en cierto modo ha-cerle formar un juicio?

Theet.—Sin duda.Sócr.—No es cierto que cuando los jueces tienen

una persuación bien fundada sobre hechos que no pue-den saber á menos de haberlos visto, juzgando en estecaso soto por la relación de otro, forman un juicio ver-dadero sin ciencia y están persuadidos con razon, pues-to que han juzgado bien.

Theet.—Sin duda.S. ócr.—Pero, querido amigo, si el juicio verdadero y

la ciencia fuesen la misma cosa nunca juzgaría bien niaun e1 juez mejor estando desprovisto de ciencia. Re-sulta pues, que el juicio verdadero no es la misma cosaque la ciencia.

La opinion y la creencia como tales no dicen

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más que lo que es para mí, aquí y ahora, no loque es sobre toda opinion siempre y para todos,es al conocimiento como la imágen al objeto. Poreso enseñaba Sócrates que la verdad no seasienta en las varias opiniones de los hombres, porautorizadas que éstas sean, (contra todos estos- testi-monios yo no he de oponerte más que uno solo, peroese ha de ser el tuyo mismo), sino en lo que es cons-tante, absoluto, permanente, universal y eterno.

La inseguridad acompaña siempre á las más firmesopiniones, nadie dejaria de cambiar la opinion de que es-tuviese más convencido, por una verdad demostrada.Es-ta inseguridad consiste en que en la opinion izo conoce-rnos más que hasta cierto bajo tales ó cuales re-laciones. Pero estas relaciones no pueden mantenerse enel pensamiento si no son reales, si seguimos pensandoel objeto. Cuando dirigimos todo nuestro pensamientoá todo el objeto, toda vista incompleta desaparece cornolos contornos indecisos de la figura cuando la coloca-mos en un foco de luz. Esta necesidad del pensamientotan bien reconocida por Sócrates, es lo que dá á la cien-cia el carácter de unidad, eternidad y universalidad deque la opinion carece. El remedio contra el error noestá, pues, en negarse á pensar, sino en seguir pensando.

Esta deficiencia del conocimiento simple y aúndel relativo externo, se manifiesta en el juicio derelacion que los acompaña (no siendo nunca acep-

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tados sino á título provisorio que exige siempreuna ulterior y superior comprobacion) en la du-da que al ménos siempre es posibk en este esta-do delpensamiento. La duda no significa, pues, lanegacion del conocimiento (lo que seria contradic-torio siendo ella misma conocimiento) con lo quela duda misma quedarla deshecha, sino la insufi-ciencia del conocimiento actual, que impide quenos estanquemos en él. En este sentido decía Kantque la lectura de las obras de Hume le habla hechodespertar del sueño dogmático en que yacia, yFichte que el que no ha dudado no ha recibido _elbautismo del filósofo. Pero no es posible comenzar

por. la duda porque ésta es un estado entre-relativodel pensamiento, que dice que el actual no nosbasta y presentimos otro superior.

La duda de que nos ocuparnos aquí no es la apa-rente, única de que de ordinario se ocupan los tratadosde lógica y que consiste en la hesitacionproducida porla oposicion de dos términos, uno de los cuales no tienemás valor que el que le da la falsa posicion de nues-tro pensamiento; por ejem. ¿soy de vidrio? y que con-cluye en averiguar la insubsistencia de este término, enque no habia ra'on para dudar. La verdadera consisteen la oposicion de términos igualmente reales y opues-tos; p. ejem. ¿soy yo espíritu ó cuerpo? laque no pue-de terminar en la c.firmacion exclusiva de uno de ellos,

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sino en un término superior en el que se demuestre laverdad parcial de cada uno, en el ejemplo citado soyhombre. Esta duda no nos deja como estábamos antesde dudar, sino que nos lleva á resolver las dos contra-rias afirmaciones, tésis contra tésis, anti-tésis, en unaafirmacion contentiva de ambas síntesis. Por lo demás,no podemos comenzar por la duda, porque para dudares preciso dudar de algo, ni la negacion de la duda esabsoluta, pues entonces tendríamos que dudar de la dudamisma, no dice que el coriocimiento de que dudamos noes conocimiento, sino que 1s conocimiento imperfecto,insuficiente, que no podernos descansar en él, que esta-mos obligados á saber más. La duda nos ofrece, pues,un conocimiento intermedio entre la opinion en quesiempre es posible, y la ciencia en que es imposibledudar.

Por el modo dicho llegamos al conocimiento delo uno en el objeto, como contentivo de la variedaden que interiormente se muestra y se repite, al conocimiento de las relaciones unitarias á que Platondaba el nombre de ciencia vo);atc;, pero áun aquípuede ser considerado el objeto solamente bajo unarelacion lo que segun él constituia la ciencia infe-

rior, 11)0/2. Mas áun en ésta no llegamos al co-nocimiento racional, al verdaderamente científico

tnicarnpu'l estando este conocimiento todavía pen-diente de la demostracion del principio parcial en

que se funda, descansando en la hipótesis de este

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rincipio y no pudiendo explicarse tampoco él niP sus relaciones con las otras propiedades igualmentereales en el objeto, con las cuales y superiormente

con el objeto-es COMO la tal propiedad es y sub-

En las ciencias particulares el pensamiento se dirigeá la unidad del objeto ó relacion que estudian, y en supresencia ven y á él refieren (demuestran) todo su ulte-rior contenido y por esto son ya ciencia; pero siendo suobjeto particular queda en ellas indeterminado, inde-mostrado, pendiente, son algo de la ciencia, pero noson la ciencia.

Elftensamiento racional es tambien pensamien-t) relativo. Que añade al pensamiento relativo. Elpensamiento racional es el pensamiento todo diri-gido al objeto en su unidad, es el pensamientoen entera relacion á su objeto y, por consiguiente,el pensamiento racional es tambienpensamientorelativo. Pero mirando al objeto en sí mismo, en larelacion total, necesaria, única del pensamiento á el(razon) se sobrediferencia de todos los otros pensa-mientos relativos al mismo, que sólo lo consideranbajo una determinada propiedad, como el primerrelativo, como el que expresa aquella relacion bajode la cual se dan todas las otras relacionesy lasque no ser an tales relaciones del objeto, elpensa-

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miento no seria pensamiento del objeto, no seríapensamiento verdadero.

El pensamiento racional es tambien en primer lu-gar pensar el objeto (no agotarlo enteramente en todolo que es y como es cognoscible, lo que no es posíbleal hombre) sino que presente el objeto todo en su uni-dad, seguirnos pensándolo en referencia y relación uni-taria, interna, sistemática, como es, en la unidad de to-das sus relaciones. Es pues el pensamiento racional,pe.n_samiento y pensar en relación. Mas á diferencia, ó me-jor á sobre-diferencia del simplemente relativo, es el pri-mer relativo y piensa al objeto en primera total relacióncomo fundamento de sus propiedades y sostiene en es-ta primera relación y sobre-correlación el pensamientodel objeto sobre todos, entre todos y Gil todos los pen-samientos puramente particulares acerca del mismo,guardando siempre su primer lugar en cabeza de todoslos pensamientos relativos que nos lo muestran, ya deeste lado ya de aquel. Para ser el pensamiento racio-nal, esto es el primer relativo y mantenerse como talen todo el pensar de . éste, necesita partir pensando, node alguna relación ó referencia, de tal ó cual aspecto,sino inmediata y originalmente de la consideracion yvista presente del objeto en su unidad (que en el pensarrelativo es tácita) y en esta consideración y vista totalnecesita mantenerse, estarse , constarse y hacerse car goen todos los pensamientos re l ativos acerca de su obje-

to, como la relación primaria normal ó la razon y ra-cionalidad de todas las relaciones del objeto, siendo co-

mo el alma del pensamiento.

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Primera oscuridad del pensamiento racionaly

razon de ella. --Inmanencia ¿e la racionalidad en nos.

ofro.s.—No nos suele ser claro el concepto del pen-:-„amiento racional, no por defecto de él sino porquevenirnos en nuestra historia y educacion intelectualdesde el pensar relativo, distraido, sensible,

Y así, solo gradualmente y no sin propia duda, lu-cha y contradicción se eleva el hombre, desde el pensa-miento inmediato anejo al sentido y mediante la re-flexión al pensar comun abstracto, y de éste al racionalrelativo ó secundario, y por último al racional puro óprimario; porque la más íntima razon nuestra es, queel hombre es propio tal en vivir y pensar, y hace estado y asiento en cada acto, y ve, y conoce y quiere todaslas cosas en razón otra vez con este su propio estado ypropio modo de ser y de pensar cada vez. Y así le pare-ce como cosa de invencion y estraña novedad y hastainaccesible para él:esta gradación y términos de su pro-pio pensamiento.

Pero en su carácter fundamental y como ger-men se revela invenciblemente la racionalidad entodos los hombres, segun lo acabarnos de ver. LaFilosofía sólo trata de reconocer esta nuestra ra-cionalidad naturá.l, de entenderla, de verificarla entodo nuestro conocer segun nuestro estado de cul-tura, el propio y el comun mi los contemporá-neos.

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Por todo lo dicho se vé que el pensamiento ra-cional no es un mero nudo pensar sin más deter-minacion sabida, corno es el pensar en el niño ó loson los innumerables vagos pensamientos que nos ocu-rren en ei dia sin enlace ni conexion seguida de dis-curso, ni el u. nsar en abstracto sin un particular de-terminado contenido, como es el llamado comunmentegeneral (idealidad) ni el mero pensar relativo del obje-to (por referencia interior ó exterior ó compuesta deuna y otra) pensando siempre acerca del objeto, nopensando el objeto, sino que, siendo y con ser el pen-sar en relacion comprensiva de todos los antedichos mo-dos, es justa y propiamente sobre todos el pensar enprimera relación del objeto y para ello está siempre envista y consideración presente del objeto en su unidad,sobre todas y en todas sus determinaciones, no mera-mente en ellas ó sin ellas.

III

Propiedades del pensanziento ra;ional: 1. 0 es elsobre-pensar de todo pensamiento relativo. Siendoel pensamiento racional el pensar en primera yfundamental relacion al objeto en su unidad, sobre,pero no sin toda particularidad del mismo, es elprimero en la realidad (no es el tiempo de saber-nos reflexivamente de él) de todos los actos y esta-dos seguidos del pensamiento referentes al mismo

objeto que al ménos implícitamente le suponen, e5k,

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el sobre-pensar y sobre-ver de todo pensamiento

relativo.

El pensar racional es el pensar mismo de todo pen-samiento relativo, pero en primera y fundamental reía(-ion al objeto en su unidad. Todo obeto , por pequeño que sea es ina gotable en si mismo en particularida-des y relaciones, y por consiguiente inagotable tambienen nuestro pensamiento acerca de él. Pide, pues, par aser pensamiento de tal objeto, el de la vista constantey permanente del mismo en su unidad á la que se vayanrefiriendo y en la que se vayan integrando todas su sparticularidades szgandas. El pensar racional es puesun sobre-pensar y sobre-ver las particularidades, pro-piedades y relaciones, pensándolas en razón de su uni°dad en el objeto, corno se dan y se componen en élYbajo la razon constante y la definición de ser uno y elmismo sobre toda peculiar cualidad y relacion suya.Luego el pensamiento racional es primero en la reali-dad (metafísicamente) no en tiempo de sabernos i-efiexi-varnente de él (históricamente) y va sub-entendid(), sepámosio ó nó, en todo pensamiento; es el pensamien-to del pensamiento vo*:((:)/ g '4,i0)'9gEo;., como decía Aris-tóteles,

2.° es el principiante y definidor, mediante yconcluyente de todo Pensamiento relativo.— Comotoda propiedad no es sino en el objeto, en el co-mienza, en él se mantiene en relacion con las otraspropiedadesy en él termina (se define) el pensa

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miento racional es el principiantey definiclor, mediante y concluyente de todo pensamiento relativo.

El objeto ea el pensamiento puramente relativo espensando mediata, no inmediatamente, es un nudo yneutro supuesto del predicado únicamente referido áél sólo por aquella propiedad determinada, en ella im-plícito y á ella sujeto; pero no visto en su entera pro-piedad y totalidad, como el determinante de todas susdemás propiedades, tanto corno de esta, ni por lo mis-mo como el que da y funda aquella á que en el juicioes referido. Por eso en el conocimiento en relación, el.objeto es puramente sub--entendido é implicado, cornosujeto del juicio y mediatamente conocido; esto es, me-diante la propiedad que expresa el predicado.

De aquí que la razón ó prueba de este juicio se to-ma de otros, y otros igualmente segundos y particula-res sobre el mismo objeto que quedan siempre referidosá un tercer término, determinado como el primero ba-jo otra y otras propiedades suyas indefinidamente.

Aclaremos esta doctrina con un ejemplo. Sea el jui-cio relativo, Yo conozco. En este juicio, el Yo es cono-cido y calificado por su propiedad de conocer, pero fue-ra de ella el Yo no entra en el juicio por ninguna otrapropiedad suya, ni tampoco como el fundante y deter-minante de ésta como igualmente de todas sus otraspropiedades con ésta y sobre ésta, ni menos corno tér-?mino de objeto propio entero en su unidad, corno Yoabsolutamente cierto para mí y presente en mi concien-cia sobre todas mis propiedades. Entra, pues, como tér-mino en sí nudo, como sujeto no de sí y en sí, sino su-jeto de la particu!ar propiedad ó atributo del juicio,

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como un tercer relativo la propiedad de conocer bajoel concepto general ¡tercero) que nos formamos porabstracción, de tal propiedad y que atribuimos al Yoen general tambien; entra, pues, como término genera-lizat-do, noción, bajo la razón general del conocer, quees aquí la base del juicio. De aquí que cuando intenta-mos demostrar;o en otros sus iguales ó gradualmentesuperiores é inmediatamente en el sujeto mismo, acu-dimos á vagos é indefinidos juicios, llamados de sentidocomún ó á hechos y juicios más particulares todavía in-teriores ó externos, que suponen todos lo mismo que sequiere probar; Yo, el conocer, los términos, la relaciónentre ambos, ó acudimos á juicios mediatos abstractosque no alcanzan á lo que se quiere probar y todos pro-ceden en indefinida relación y quedan siempre pendien-tes ya de un lado ya de otro. Ninguno es terminantecomo éste, preciso, ni racional é inmediato en él; nin-uno principia, media y concluye. Y la razón és que

izo venimos á semejante particular relativo juicio desdeel su

jeto inmediatamente, sino al revés desde el predi-

cado al Yo.Luego todo pensamiento y juicio en relación sobre

un objeto, es siempre un pensamiento y juicio medio ynos da solo un medio conocimiento siempre pendientey necesitado de otro bajo las preguntas: ¿ De qué prin-cipio y razón parte y en qué se funda la propiedad queeste juicio atribuye á tal objeto? ¿Cómo se fundan y con-ciertan en la cópula ó forma del juicio? ¿En qué últimoconocimiento del objeto concluye y termina definitiva-mente, en qué acaba y va á parar la propiedad conoci-da en él respecto á las demás propiedades sus iguales ósuperiores y respecto al objeto mismo corno todo pro-

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pio en su unidad, á su esencia y naturaleza?Y pues que ningún juicio parcial ni áun infinitos

juicios de particularidad pueden contestar estas pregun-tas, sólo el pensamiento racional (bajo los caractéresindicados) es el que da principio, medio y conclusión átodo pensamiento relativo.

3.° El pensamiento racional es el di)'ector,medidor y ordenador del relativo..Siendo todapropiedad en el objeto, sólo en el pensamiento deeste puede verse derechamente, sosteniéndose res-pecto de las otras y manteniéndose en sus deter-minaciones, hallar su común medida con las demásy reconocer el orden y lugar cierto que le corres-ponde entre todas y con todas en razón de la uni-dad del objeto de que forma parte y por tanto soloel pensamiento racional del obieto es el que da di-rección medida y orden á todos los pensamientosrelativos á él.

Entendemos por pensamiento director el que sos-tiene formalmente el pensamiento entre su principio ysu fin, corno acción y actividad para conocer, no venidacomo de fuera, sino interna en el pensamiento, que lomantiene en todo su camino en pul-1 atención del obje-to hasta concluir en un conocimiento cierto de todoparte de él, que es el fin del pensamiento.

Medida es la cualidad de ajustarse el pensamientoen cada acto y en toda su actividad hácia el objeto, ade-

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cuadamente á lo que en cada uno de aquellos se debepensar, en conformidad siempre y cada vez con su obje-to, según lo que entonces conviene, sin exceso ni falta,sin anticipación ni retardo en el sujeto respecto á lo porpensar desde el principio hasta el fin.

El arden consiste en que cada acto pensante sea elque en aquel punto corresponde pensar inmediatamen-te después de todos los relativos precedentes y ántes detodos los relativos siguientes. Y pues cada objeto es ina-gotable en propiedades determinadas y éstas pueden serde superioridad, igualdad ó inferioridad con otros obje-tos, y de unas con otras en el objeto dado, el pensamien-to ordenado debe guardar, pensando, esta misma gra-dación de las propiedades y relaciones, así interiores co-mo exteriores, como guarda en cada una el orden de susactos.

Sentado esto, es visto que solo el pensamiento racio-nal da dirección, medida y orden á todo pensamientorelativo, porque mira y considera el objeto todo propioen su unidad y en su individua lidad, mientras que elrelativo, aunque se refiera al objeto corno el sujeto dequien se habla en cada juicio de relación, mira directa-mente solo á la particular propiedad interior ó exteriorque considera, y por consiguiente no mira ni piensa di-rectamente las otras propiedades particu !ares, ni el ob-jeto en la unidad de todas. No está, pues, á la vez que enél mismo, en los demás pensamientos derecha, adecua-damente consigo, bajo la unidad del todo, antes bien ensu pura propiedad y juicio de relación los excluye, losdeja de pensar y conocer. Por esto ningún pensamien-to ni juicio relativo puede por sí solo regirse en rectadirección con los otros sus iguales al conocimiento to-

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tal, final del objeto, ni medirse ajustadamente con ellos,según el todo del objeto mismo, ni reconocer su lugarcierto y orden entre todos, porque directamente no mi-ra ni conoce las demás relativas propiedades, ni el todo,sino solo aquella particular que expresa el predicadodel juicio.

Esta dirección, medida y orden de cada pensamien-to relativo con los demás en el todo pertenece al que,considerando el mismo objeto que todos los particula-res, es á la vez de cualidad superior á ellos, siendo ra-cional en razon constante del objeto en su unidad, yde aquí en primera relacion determinante (dirección,medida, órden) de todos y de cada uno los pensamien-tos puramente relativos sobre aquél.

4.° —El _pensamiento racional es el inspector ycircunspector, y por lo tanto, el continente y com-prensivo de todo pensamiento relativo.—Mirandoel pensamiento racional el objeto en su unidad'desde ella mira como desde su razón y fundamen-to á cada una de las propiedades del mismo, y abra-zándolas todas, ve á cada una desde las otras y enlo tanto está en ellas y sobre ellas interior y exte-riormente; es, pues, el pensamiento racional, el ins-pector y circunspector y en lo tanto el comprensi-vo y el continente de todo pensamiento relativo.

Llamamos inspeccion la vista de otro y áun de sí mis-mo, como de superior á inferior, con vista por esto másclara para revisar y examinar lo inspeccionado, y por

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cireunspeccion la vista desde alrededor hácia y hastaaquello de que se trata, mirando corno es y aparece des-de todas sus relaciones. Y pues cada cosa se contiene á

sí misma, i. a en lo propio que es, 2. a en la totalidad desus relaciones, de aquí que el pensamiento que sea elinspector y circunspectos- de otro, es tambien, y poresto mismo, el continente y comprensivo de este otro.

Todo pensamiento relativo mira sin duda á su ob-jeto, y á él se refiere de un modo general y mediato, pe-ro no mira ni se refiere en primera relacion, ni vienederechamente desde la unidad propia y total del objetopor todos sus grados hasta el mismo objeto en la rela-cion considerada, sino que lo mira y piensa desde lué-go bajo alguna determinada propiedad y particularidad,y como sujeto á ella (el sujeto del juicio) y segun ellaparticularmente visto y conocido.—De donde se sigueque el pensamiento y juicio de relacion no es en la re-lativa particularidad que conoce (y en la que está con-tenido y como encerrado) reflexivo de sí, no es en símismo inspector de sí mismo, (lo que supondria unabase de reflexión sobre su particularidad) ni puede re-veerse como hácia sí y la propiedad que conoce desdetodo el rededor derechamente, con total y omni-rela-tiva circunspección (lo que exigiría tambien otro tér-mino y punto de vista más total que contuviese la re-lativa particularidad de lo pensado.)

Luego las dos propiedades antedichas exi gen unpensamiento y juicio superior á cada juicio relativo, y

jáun á la suma de todos los juicios relativos, exigen eluicio racional del objeto, en el que éste es considerado

en su unidad y en razon de ella como el determinantede todas sus propiedades, y de cada una entre todas y

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con todas en razon concluyente otra vez del objetomismo.

pensamiento racional es el necesario á

todas y el necesitado de todos. Abrazando el pen-samiento del objeto en su unidad el de todas laspropiedades del mismo es el supuesto único, co-mún, en que mantienen su sér de tales, se afirmaigualmente de todas, es el necesario á todas y encuanto cada una de ellas lo afirma en su particula-ridad, es el necesitado de todas.

Entendemos por necesario lo relativo á otro, perorelativo, como lo uno y único para con éste en rela-ción, lo que está y se há en unidad (y unicidad) de rela-cion con otro, el único de todos para él. Y pues hemosentendido por pensamiento relativo aquel en que el ob-jeto es considerado corno sujeto de alguna particularpropiedad suya, y segun ella es directamente cualifica-do (conocido en el juicio), decimos ahora que el pensa-miento racional del objeto es el necesario á todos losrelativos del mismo; esto es, que sin él ningun pensa-miento relativo se sostiene como tal en su relacion niinteriormente, definiéndose y determinándose, ni ex-teriormente, sosteniendo y probando la relativa propie-dad que afirma con otras y entre otras propiedades, ex-teriores á ella, pero con ella igualmente interiores(co-propiedades) del mismo objeto, sino que declina ycae en indefinida relacion y abstracta idealidad y el ob-jeto mismo, declinando sucesivamente de puro relativoen abstracto, deja de ser pensado corno objeto propio

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entero en su unidad y todo tal en si individualidad

(jmuere temporalmente en el pensamiento).En efecto, sólo el objeto es el uno y único relativo

como él ó necesario á todas sus propiedades, determi-naciones y relaciones; el único en todas, para todas,entre todas, dado y presente en unidad y de un modo,,necesariamente. Ningun otro que él y ninguno comoél se refiere á las propiedades que él tiene y sostienecomo suyas, en cuanto es el supuesto único y el comun(el fundamento) de ser las propiedades tales y de talmodo como suyas, en quien todas recaen, á quien to-das se atribuyen y en quien sostienen su ser de tales(su concepto real) y son como tales, pensadas y cono-cidas. Y como cada propiedad está con otra no en rela-cion única y exclusiva, sino comun con las otras pro-piedades, sólo el objeto uno, propio, entero y sujetodeterminante de su interioridad, está con todas y cadauna en relacion una y única (igual y constante y sus-tantiva); es el necesario á todas y sobre todas.

Luego sólo el pensamiento racional que consideracada propiedad, no como la única que determina y cua-lifica al objeto (en juicio particular) sino como prime-ramente determinada y cualificada por el sujeto comunde ellas y de todas, supuesto y fundamento en su pro-piedad de sus diversas propiedades es el pensamientonecesario á las mismas y al pensar relativo de ellaspara que cada una y todas sean conocidas en su verdaden el objeto (su verdad primera racional) y en su ver-dad relativa con las demás y para que sea ultra-determi-nada y ultra-definida interiormente y pueda ser defini-da en relacion ( co-relacion) con las otras y con el sujetocomun de ellas,

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6.°—El Pensamiento racional es el total, delobjeto.—Siendo el pensamiento racional el quedesde la unidad del objeto mira al conocimientode sus propiedades determinadas, sosteniendo lavista de aquella unidad en todas, con todas y so.bre todas estas propiedades á la que las va refi-riendo y en la que las va integrando, es el pensa-miento total del objeto.

Entendemos por pensamiento total aquel que, departe del sujeto, se sostiene y contiene todo en sí ylleva 'consigo toda su actividad hácia lo pensado, elpensamiento que dice cuanto es de parte del sujetoabierto hácia lo pensado, ó positivamente presente desí consip (aunado y recogido erYsí) en razon de lo pen-sado con\ constante entera intencion y atencion háciaello, procediendo de cada acto entero de pensar ente-ramente á otro, recogiendo y conteniendo en esta in-tegridad de nuestro pensamiento todos sus sucesivosactos ó momentos de atencion, y convirtiendo toda dis-traccion en esta positiva atencion hácia el objeto, man-teniendo esta integridad de nuestro pensamiento y aten-cion en razon de lo pensado como ello es, á saber, dela totalidad del objeto (todo por el objeto) y todo este de..determinado objeto el uno y único como es. De modoque el pensamiento de totalidad es de parte del objeto elpensamiento de todo el objeto totalmente pensado, nosegun alguna parcial objetividad, p, ej., como objeto in-mediato del sentido, materialmente, ó corno objeto purodel entendimiento que el pensamiento racional resumey cuna sobre-pensando el todo en cada parte y sujetando

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(en el pensamiento) cada parte y partes unidas al:todoen coordinada, subordinada ó superior relacion, siendoy constándose y mostrándose en todas ellas el mismoy todo en su unidad y el único tal como es en su indivi-dualidad.

7 • bajó el pensamiento total del

general y particular del objeto.---Distínguese puesel pensamiento racional como el total y totalmen-te individual del objeto del general (conocimientode lo común sin la particularidad) y del particular(conocimiento de lo determinado sin lo general)que solo en él tienen su razón y que sin él seráninexplicables.

Entendernos por pensamiento general del objeto elpensar del mismo, excepto su contenido de particulari-dad é individualidad; es decir, del objeto corno puro,común á sus partes sin de terminacion, sin limitacionde su generalidad. Es pues, el opuesto relativo del pen-samiento particular que considera lo determinado sinel todo, y en rigor lógico lo determinado y particularsin lo que se determina y particulariza, como éste lo esde aquél: ámbos abstraen, aunque de contrario modo,una parte de él, dejan de pensarla y en rigor lógico laniegan, dividen el objeto intelectualmente, rompen suunidad, no llegan por tanto á la realidad toda, ni á laracionalidad con que el objeto es como todo en su uni-dad toda su particularidad, es decir, no se ponen entoda la razon del objeto; tienen solamente un valor

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subjetivo y reflexivo en nuestro pensamiento (valor ló-gico) en cuanto, para llegar á la realidad y razon realdel objeto, gradualmente, comenzamos pensando cadaparticularidad objetiva, en su distincion de las demás,á fin de reconocer luégo la union de esta misma distin-cion en la unidad del todo. Y lo mismo sucede, aunqueen razon inversa del pensamiento de lo particular. Enambos casos no estamos aún en la verdad real, ni en elpensamiento entero del objeto, sino en una reflexiony operacion nuestra preparatoria para aquel conoci-miento,

El pensamiento racional corno dirección enteradel pensamiento á su objeto es pensamiento inme-.diato y en cuanto pensamiento entero de todo elobjeto conocimiento adecuado que lo distingue portanto del general, como el general del general ydel particular como el verdaderamente particular,siendo por consiguiente el total y totalmente in-dividual sobre uno y otro y el mediador legítimoentre ambos.

El pensamiento de totalidad no es pensado por otrotercer pensamiento, sino total y primeramente en él ypor él - en pura percepcion reflexiva, y en esto hallaprecisamente su prueba, no pudiendo ser probado porotro. Se conoce de parte de sí mismo, como propia ac-tividad pensante inmediata consigo, clara en su inme-

diatividad y de parte del objeto como pensamiento de to-do el objeto, adecuado con él, conocimiento verdadero.

Cómo se distingue el pensamiento de totalidad del

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pensamiento de totalidadgeneral y del particular. —E1

se distingue del general en cuanto es el totalmente ge-neral, ó el general de lo general, ó el general en unidad,no general nudo y abstracto, que abstrayendo ó pro-curando abstraer toda detern-iinacion, reduce el obje-to presuntivamente en nuestro pensamiento al pensa-miento neutro y en sí contradictorio de algo y nadadeterminado (Hegel) y así mismo del particular, en quees el totalmente particular el que abraza toda particu-laridad, no particular nudo y abstracto y con esto nega-tivo de su correlativa particularidad, con lo que caeen pura informalidad, é indiferencia áun de sí mismo,en nombre vacío ó en materialidad sin forma ni forma-lidad de pensamiento, en no-pensamiento ó en pensa-miento de nada ni áun de lo mismo que dice quepiensa, lo material, la materia, el materialismo.

El pensamiento racional es el total y totalmente in-dividual del objeto sobre lo general y el particular y elparticular y el mediador legítimo de uno y otro.—El pensamiento racional, moviéndose sin '%uda alconocimiento determinado del objeto en sus relacio-nes y relativas propiedades, ya sean interiores, inma-nentes, ya exteriores, transcients, ó comunes y gene-rales con otros objetos (generalidades), sostiene y miraen ambas direcciones intelectuales á la razon entera delobjeto, corno todo y propio de sí en unidad y el únicotal en su individualidad, y por consiguiente sostiene so-bre todas las relaciones pensadas y conocidas la razonconstante de ser el objeto de todas ellas en su unidadcomo el sujeto de las mismas á quien pertenecen y enquien recaen: y segun esto trae y retrotrae tanto el pen-

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samiento general corno el particular á la propiedad, to-talidad y unidad del objeto, juntando bajo él uno conotro ámbos términos y direcciones relativas de pensar-lo. No tienen, pues, el pensamiento general y el parti-cular toda la verdad de lo pensado, sino cuando y encuanto son sujetados uno y otro y sobre-referidos á lasrelaciones totales y constantes del objeto en otros tan-tos juicios racionales sistemáticamente (relativa y so-bre relativamente en unidad.)

De lo dicho se sigue que todo pensamiento y direc-cion particular se acompaña formalmente, á lo menosde una manera tácita, mediante el pensamiento racio-nal; esto es, mediante las razones constantes, siemprepresentes y siempre válidas (unidad, propiedad, totali-dad del objeto) del pensamiento general del mismo y desus generales relaciones, y concierta con él en su mis-nia_Tarticularidad, con distincion, pero sin division niabstraccion empírica (irracional) de lo general en loparticular. Y así mismo el pensamiento general en susrelaciones, ó propiedades de relacion exterior, procedemediante el pensamiento racional, acompañándose (se-pámoslo ó no) de la particularidad y particulares pro-piedades del objeto generalizado, combinándose y con-certándose sistemáticamente con ellas, sin caer aquélen formal abstracta idealidad, ni éste en empírica insig-nificante materialidad, mediando en todó ello el pensa-miento racional, sin perder ni menguar, por lo tantoel pensamiento general de su carácter puro, libre y co-mun, ántes confirmándolo y regulándolo, ni tl particu-lar de su carácter inmediato é intuitivo, ántes bien ga-

nando en cada paso direccion cierta y valor formal enla totalidad de las propiedades del objeto.

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IV.

idea conocimiento prévio de la ciencia..Sus

propiedades reales y fo rmales. Hemos hallado

eue el conocimiento racional ó científico, y porconsiguiente, la ciencia, debe de ser el conocimien-to entero ó pleno. La ciencia, debe de ser, pues: is°Conocimiento pleno del objeto, ó sea que éste semanifieste en el pensamiento, cuanto en el pensa.miento cabe, que el pensamiento sea enteramenteensamiento del objeto y que todo el objeto seap

pensado ; que sean completamente adecuados unoá otro (adecitatio intellectits rez), que sean uno yel mismo antes, en y sobre, pero sin borrar la dis-tincion del pensamiento á lo pensado, conocimien-to verdadero. 2.° Que sea entero conocimiento delobjeto para el sujeto, que sea enteramente claro yvisible (evidente) el objeto en el pensamiento, pro-duciendo la inquebrantable seguridad del sujeto enlo pensado, conocimiento cierto. A la pregunta ¿quedebe de ser la ciencia? puede, pues, ;contestarseque debe de ser el conocimiento verdadero y cierto.

Obsérvese que aquí tratamos de la ciencia, según su

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idea, de lo que la ciencia debe ser, no de la ciencia quetengamos ó podemos tener, en cuyo sentido distinguePlaton la ciencia en sí, (sabiduría) de la aspiración hu-mana á ella (filosofía).

Hallarnos aquí tambien una gradación ideal entre lafalsa opinión ó conocimiento inadecuado del objeto an-te el sujeto, la recta opinión conocimiento adecuadodel objeto y la certeza conocimiento adecuado del ob-jeto para el sujeto. Y á poco que reparemos encon-tramos que el conocimiento no es tal conocimientosino en cuanto , y hasta donde el objeto nos esté presen-te por su verdad, y que la certeza si no ha de ser tem.poral y mudable apariencia de certeza, vana y falsa cer-teza exije la presencia real del objeto, su verdad. Solopodernos estar seguros de !o verdadero y solo conoce-mos como verdadero aquello de que estamos ciertos. Noes, pues, la ciencia, en su contenido, un conocimiento entre otros, ni áun el superior, sino el conocimiento en suplenitud, la plenitud del conocimiento.

Por esto todo conocimiento incompleto, creencia,probabilidad, hipótesis, no puede formar parte del con-tenido de la ciencia. No negarnos con ello que éstos nosean conocimientos ni afirmarnos que sean errados ydeban desecharse, lo que decimos és que es preciso quese completen para que puedan honrarse con el nombrede conocimiento científico.

Si nos preguntamos ahora cómo la ciencia esconocimiento verdadero y cierto, encontramos quesi la ciencia es el conocimiento en su plenitud, nohay más conocimiento que el conocimiento, no hay

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más ciencia que la ciencia, la ciencia es formal-

mente unza.Esta unidad de la ciencia debe darse en el su-

jeto, en el sujeto y en la relación. En el sujeto co-

mo un pensamiento que abrace y contenga en uni-dad todopensar particular (principio subjetivo ó

formal) en el objeto como una realidad que abracey contenga toda realidad (principio objetivo ó ma-terial); en la relación misma corno la propia unidaddel pensamiento y lo pensado, en la que uno yotro están unidos y presentes, como el que cono-ce y lo conocido, en la unidad del conocer, en la quecada uno se afirma como el mismo que el otro,manteniendo su propiedad solo en la relación, co-rno sujeto y objeto (principio rcal).

Esta propiedad de la unidad de la ciencia, es laque ordinariamente se expresa diciendo que laciencia ha de tener un principio.

Bajo esta base podemos resolver, aunque por ahorano más que presuntivamente, la antitesis al parecer in-soluble entre el principio formal (lo que es principioen nuestro pensamiento y para nosotros) y el material(el principio en sí de las cosas) que ha llevado lógica-mente á admitir una verdad formal y una verdad mate -rial, corno si cupiera una verdad de lo que no es. Deuna parte, el objeto no sería tal objeto si no hubiese unsujeto que le contemplara ó como lo formula Schopen-hauer «No hay objeto sin sujeto,» la realidad en cuan..

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lo es conocido cae bajo el principio del conocimien to-Pero el conocimiento á su vez es una relacion, una

propiedad, algo que es y bajo este aspecto cae bajo elprincipio de la realidad hay un principio insconscienteé incognocible de conocimiento.

Esta aparente díficultad se desvanece cuando maatentamente la examinarnos, la realidad cae bajo el principio del conocimiento solo en cuanto cognocible, el co.ocimiento cae bajo la realidad, bajo toda relacion, in-clusa la relacion de conocer; esta misma, es una re-íaeion real, luego el principio mismo del conocimientoes algo de real y pues que él abraza todo conocimientoy,pensamos que el conocimiento se refiere á la reali-dad entera el conocimiento no es mas que la realidadrefiriéndose, constándose y haciéndose presente á larealidad, su principio debe ser el principio de conocer.Conocemos las cosas porque son, no son porque lasconocemos.

La unidad de propiedad de la ciencia se man-tiene por toda ella en todo su interior: la cienciaes una y propia, y por consiguiente distinguible(discernible) en su unidad. La ciencia forma, pues,_interiormente uná inagotable multitud de propiasunidades, la ciencia es interiormente vanÉ ó for_ma interiormente una múltitud de ramos científi-cos (ciencias particulares.)

Este, variedad de la ciencia debe darse á sí mis-mo en el sujeto, en el objeto y en la relacion. En

el sujeto como una variedad de pensamientos que4

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lógicamente muestran su contenido, en el objetocomo una variedad de seres y de sistemas de seresparticulares (mundo), en la relacion como el cono..cimiento sostenido y sistemático de estos objetosramos científicos ó ciencias particulares.

No es lo vario lo contrario sin mas de lo uno cornoen la variedad no hubiera nada de unidad y donde

la unidad fuera la variedad tuviera que desaparecer,siendo, por ejemplo, la unidad del cuerpo humano la ne-gacion de todos sus miembros, la del • espíritu la nega-cion de sus facultades y la del ser la negacion de susesencias, y la variedad de tal naturaleza que entre varioshombres no hubiera nada de comun, nada de humana,y en las varias esencias nada de esencial. Excluyén-dose estos dos conceptos no podrian mantenerse el unofrente al otro, para que el uno fuera el otro dejaria deser, ó mejor dicho, cada uno destruiria al otro, no que-dando subsistente ninguno de los dos.

¡Singular contra sentido en que cae la semi-rdel entendimiento abstracto, asegura de una parte quelo uno no puede pensarse sino por lo vario, ni lo vá-rio sino por lo uno y al propio tiempo que no cabenjuntos el pensamiento de los dos! Ni juntos ni separa-dos podrían mantenerse en el pensamiento, lo que cla-ramente manifiesta que tal pensamiento no es pensa-miento de su objeto, no es pensamiento verdadero.

Lo uno y lo vario se suponen ¿pero Coma se su-ponen? lo uno y lo vário son contrarios, ¿pero en qué

contrarian?vnri2d.u, no puede afirmarse sin alguna unidld

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en que la tal variedad sea y en que la unidad quede par-ticularmente afirmada. Para que haya contrariedad espreciso que los contrarios sean, no hay contrariedadsino bajo la unidad del ser que cada uno de los con-trariot manifiesta á su manera (hasta donde es.)

La contrariedad entre lo uno y lo vario no es porconsiguiente la contrariedad absoluta, imposible y co-mo imposible absurda de ser y de no ser, sino la rela-tiva y subordinada, de ser antes y sobre toda distincion(uno) y en toda distincion (vario) la variedad no es,pues, sino la unidad discreta.

La unidad de la ciencia no excluye, por tanto, lasciencias particulares, sino las incluye, ni las cienciasparticulares destruyen la unidad de la ciencia, sino lasuponen, siendo ellas la ciencia misma de su particu-lar objeto ó de una particular relacion.

Siendo la ciencia una é interiormente variacada uno de los miembros de la variedad estácondicionado por los otros y todos y cada uno fun-dados en el todo. Cada uno de ellos es, pues, loque es en el todo y solo en él es visto racional-mente (en_ primera relacion), demostrado. La cien .cia es, pues, interiormente demostrable. En estesentido debe entenderse la definición que Aristó-

teles daba de la ciencia, lo que puede ser enseria-

do. Mas significando la demostracion la relaciondel principio á la consecuencia, es claro que todopuede se demostrado en la ciencia menos el prin-

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cipio, (5 mas claro, que en esta relatión el princi-pio es el de//u st•ador, la consecuencia (lo conte-nido en él) lo demostra In. Con lo cual no se diceque el principio sea menos verdadero, antes porel contrario, muestra en ello su verdad primera,no manteniendo la consecuencia su propia verdadrespecto de las demas y áun de si misma, sino enla verdad delprincipio

Si la particular es el propio pensamiento de unparticular objeto, solo puede mantener esta propiedaden relacion con los otros propios pensamientos de ob-jetos igualmente particulares siendo con ellos, no sinellos (sin lo que la propia particularidad desapareceria)afirmándolos desde él y siendo afimado desde e:los, sien-do respecto de ellos mutuamente condicionente y con-dicionado.

Mas tales pensamientos, no son sino' en el pensa-miento, ni tales objetos sino en el objeto, ni son pensa-mientos de objetos particulares (conocimientos) sino enel pensamiento del objeto, en el conocimiento real. To-do conocimiento. particular halla, pues, su relacionprimera, su razon última, en el conocimiento absoluto,en el principio, solo allí es visto, en toda razon, demos-trado. Asciende en la ciencia el conocimiento de razonen razon basta una razon primera y desciende igual-mente desde ella de razon en razon hasta uua razon úl-tima la mas cercana al objeto, concertando asi la vistadel, principio en lo particular (intuicion) con la vistade lo parlicularen el principio (deduccion) y mantenien-

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do la interna unidad de este en la continua union ycompenetracion de los términos seriados (construcmcion.)

Se diferencia, pues, la ciencia de todo otro conoci-miento en ser el conocimiento en plena razon de tal,un conocimiento demostrable, es como enseñaba Aris-tóteles un conocimiento por causas.

Mas no queda el principio fuera de toda demostraciono ageno á ella, como un supuesto, aunque necesa

rio, sin otra garantia de su verdad, que la evidencia masó menos aparente, con que se presenta á la concienciasubretiva, sino que el principio ha de ser , la presenciareal del objeto que satisface todas las exigencias delpensamiento, que visto nada deja por pensar, y es, portanto, conocido, no corno sin demostración, sino comoes el demostrador absoluto.

Definicion previa de la ciencia. Como á ladoble relación de fundamento comun y mútua con-dicionalidaci en que cada uno de los miembroscientíficos se encuentra en la unidad de la ciencia, ósea á la ciencia sosteniendo y refiriendo su unidaden su interior y vario contenido (propiedades for -maks de la ciencia) es lo que ordinariamente ex-presamos con las palabras sistema u organismo(sistema del mundo, organismo del cuerpo huma.no, sistema nervioso, etc.), puede definirse prévia-mente la ciencia (segun su idea) el, s:sitma de co-nocimiento verdadero y cierto.

No es, pues, el sistema una especie de artificio, mas

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menos cómodo, para la esposicion ó el estudio, peropudiera prescindirse importándonosdel que en rigor

poco, como decia un filósofo español contemporáneo,no ser sistemáticos con tal de ser veraces, sino que es-presa la relacion real, y como real necesaria y única enque se dan orgánicamente los conocimientos en el princLnio sin lo que no serian conocimientos racionales, en

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plena razon de sí y de su objeto, no serán conocimien-tos verdaderos. No hay pues en rigor mas que un sis-tema y de aquí el valor formal inapreciable del cono-cimiento sistemático, del conocimiento científico. To-das las ilusiones del pensamiento desaparecen cuándoeste se pone en forma, decia Kant, y en efecto, ningunconocimiento imperfecto puede desarrollarse sisterná-tica mente sin que acabe por no poder sostenerse enrazon, sin que acabe por declarar que no era el pensa-miento de aquel objeto. Tal es el auxilio poderoso quepresta el Algebra en las Matemáticas, cuando despeesde un cálculo perfectamente seguido nos lleva á unasolucion imposible, acusándonos asi un error en loÇ,datos, tales es el auxilio mas universal que presta laLógica, de que el Algebra no es mas que una aplicacioná todo lo que es materia de la ciencia. Danos, pues,la forma sistemática, esta base esterna, pero segura decrítica todo sistema equivocado 6 inacompleio, ó no hade sostenerse sistemdticamente (ha de negarse formal-mente) ha de concluir por negar lo afirmado comoprincipio (ha de negarse materialmente.)

Divisibilidad y divisiones de la ciencia. Si la•

ciencia es varia en su contenido, como lo pide supropia unidad, es interiormente divisible ; y la ra-

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zon de dividir se ha de tomar del sujeto, del obje.to y de la relación misma del conocimiento.

Cualquier aspecto que considerarnos en una cosapuede dar motivo á una division, pero estas divisionesno serán racionales en razon entera de la cosa, sinolo relativas á la particularidad considerada y corno talparticularidad solo en la cosa existe (y sino no sería deella y la division á que sirviera de fundamento le seriaequivocadamente atribuida) en solo en ella adluieren S1:1

caracter de verdaderas divisiones de divisiones, natura-les, sino lo que solo serian divisiones arbitrarias y deartificio. Ahora bien, la ciencia no nos aparece comoun ser, sino corno una relacion, luego la razon de di g -tinguir se ha de dar en los términos que las componeny en la cópula en que se unen.

En la ciencia plena, esto es, en la relacion ab-soluta entre el sujeto absoluto y el objeto absolutodel conocimiento, como el sujeto y el objeto nose distinguen más que en la relación en que estány permanecen unidos (ciencia inmediata), estasrazones de dividir, corno que se confunden, siendoel Ser mismo el visto y el vidente y la visión;Dios conociéndose, conoce todas las cosas quaestán en él. Esto mismo sucede aunque limita-damente en la conciencia humana en que el suje-to y el objeto de ella es el mismo, Yo. Pero dondequiera que el yo no sea el mismo Ser, el objetoha de exceder al sujeto en realidad y no puede ser

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inmediatamente visto, sino visto en su fancramea--

to • esto es, mediante Dios (ciencia mediata). En él',

y mediante él, aunque sin agotar nunca ese conoci-miento (como lo hemos visto al tratar de las pro-piedades del conocimiento racional), pueden sinembargo, verse todas las cosas (Videntes Deun'omnia simul vident vi ipso) y por eso la cienciahumana, aunque limitada, merece tambien el nom,bre de ciencia, y Platon y Aristóteles aplicaban elnombre de .ártari2y..ti, unas veces á la ciencia .dhrinaen oposición á la humana, otras á lo humana mis-ma. En ésta es, por consiguiente, lo primero, de paret e del sujeto, elevar su propia conciencia á su fun-clamento, á la unidad de todas las relaciones, á larazon, (Filosofía de la conciencia, Análisis, Cienciaanalítica). Esta parte de la ciencia en cuanto incoe_cata para el sujeto y sólo para el (lo vemos ennuestra conciencia, y salvo Dios, nadie penetra ennuestra conciencia más que nosotros) es intuitivay subjetiva, mostrable, pero no demostrable á losdemás, y en cuanto halla el principio primerode nuestra conciencia en el principio de toda rea-Edad y en ella la razon primera de nuestro ser, denuestras esencias y relaciones, es inductiva, peroal modo de la induccion matemática,) no de la delnaturalista), ó sea de la inducción platónica que veen 10 limitado (mediante la abstracción del límite, no

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la abstracción de la realidad) lo ilimitado, erí ioparcial lo todo.

(Su problema general, dice nuestro querido amigoel ilustrado profesor D. Mariano Arés, en el Discursode apertura de la universidad de Salamanca de 1886,será por lo tanto este: ¿Qué soy Yo y toda la realidaden mi? El análisis metafísico ó metafísica de la con-ciencia, no es segun esto, el conocimientcy del Yo ó su-jeto presente en un respeto determinado,- sirio el cono-cimiento del mismo corno ser y en tanto que ser, desdesu consideracion indistinta hasta su determinacionconcreta en entidad y seidad, y al mismo tiempo queesto el de todo otro ser y realidad bajo los propios res-pectos, tales como al pensamiento se ofrecen en la con-ciencia racional.»

La ciencia analítica es la presencia inmediata de miante mí en mi conciencia, es vista de ser, ciencia, nopuera propedentica científica, pero ciencia que solo seda en mí y para mí, inmanente y subjetiva. Pero si yohe de verme como soy, he de verme en mi fundamentohe de ver mi ser en el Ser, desde mi ser he de ver el Serintuicion que seda necesariamente en mí, que me acom_paria y esclarece desde mis primeros pasos y que la cien-cia no hace mas que traer á conciencia reflexiva, ponien-do así en cada caso mi conciencia en la unidad de todassus relaciones elevando la reflexion subjetiva (los estadosparciales de conciencia) á conciencia racional. Va laciencia analítica desde mi ser al Ser, es ciencia induc-tiva pero inducion que consiste como la geométrica enla negacion de límites, llegando, por consiguiente, alSer cn su plenitud de tal, á diferencia de la del natura lis

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ta ó la del escolástico, que negando cualidades llega alser abstraído al ser sin_ ser, á la nada de ser. La diferenciaentre estos procedimientos esplica suficientementela-que hay entre una ciencia esclusivarnente formalista y

una ciencia real.

Una vez llegados reflexivamente á la vista del

principio (que áun sin darnos cuenta de ello ha vet

nido guiando secretamente todo nuestro procedimi_unto) se sigue ver en él ordenadamente, aunque sinagotarlo nunca, todo el contenido de la realidad‘_‘b

(Sintesis, Ciencia sintética). La ciencia sintética,viendo toda realidad ordenadamente en el princi-pio de ella, es ciencia deductiva, ó mejor, cons-tructiva, porque no se limita á ver cómo es y está,lo fundado en su fundamento (dcduccion) sino quemire á lo fundado mismo como tal propio y revelan-do en su particularidad el fundamento (cómo está elprincipio en la consecuencia), intuición, y halla queestas dos direcciones parciales de arriba abajo y deabajo arriba se juntan y compenetran en la unidaddel conocimiento (construcción). La ciencia sintéti-ca es por consiguiente la ciencia entera, la cienciay la analítica no es más que unaparte de ella. Estadice lo que es en nosotros, aquélla lo que es ensí y para todos, es ciencia demostrableque se im-pone por su propia verdad y á la que ha de sujetar-

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se toda conciencia;pero la analítica no pierde poresto su carácter científico, siendo cierto para noso-tros lo que vemos en nuestra conciencia aunqueno alcanzáramos el principio real en que se de-muestre y se haga visible para todos.

La posibilidad ó imposibilidad de esta ciencia paranosotros, no es para tratada aquí donde nos limitamosá . darnos cuenta de lo que nos vernos obligados á pen-sar que la ciencia debe ser la idea de la ciencia y el idealde la ciencia para el hombre. Que realice esta aspira-cion ó se declare impotente nada obsta para que nopueda concebirla sin la vista de un principio supremoen el que sea todo lo que conozca en su generalidad ysu particularidad en forma juntamente intuitiva y de-ductiva. Ver deductivamente, es ver en razon enteradel principio, no como de ordinario se entiende solo ensu formal externa comprension de la consecuencia,dandi ocasion á pensar una verdad formal distinta dela real, una verdad diferente de la verdad; ver intuiti-va mente, es ver lo particular, pero no en su indivi-dualidad aislada, sino corno es, en la plenitud de susrelaciones en el todo. La deduccion y la intuicion noson mas que aspectos parciales de la vista absoluta, so-lo separables para la debilidad de la inteligencia finitaque debe juntarlas, uniendo la una con la otra constru-yendo. Esta violenta separacion entre el principio y laconsecuencia, el fundamento y lo fundado que solo abs-trayendo, esto es atendiendo solo á una parte de la realid-ad, logra y esto no mas que temporalmente el enten-dimiento parece indicarnos que la separacion entre la

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c:encia nalitica y sintética no radica en la naturalezadel ser racional finito, sino en el estado histórico enque vive olvidado de sí y como encantado en la apa-riencia fenomenal. ¿Llegará un día en que el progresohumano y una educacion integral permita que el aná-lisis y la síntesis se hagan juntamente? ¿Será esta lagrande obra con que las razas sintéticas por excelencia,las razas latinas, conipletarán los inmensos trabajos dtaná:isis hechos por las razas germánicas?

El objeto de la ciencia (lo cognoscible) es la

realidad -6 el ser. Pero el ser es primero conocidoen unidad como el ser uno infinito, absoluto, Dios,cuyo conocimiento constituye la ciencia que sedenomina ciencia del Ser ú Onto!ogía (entendiendopor esta palabra la ciencia del ser real, no la del serabstracto ó la abstracción del ser) y tambien Teo-logía racional ó ciencia de Dios, en cuyo sentido,aún algunos aristotélicos corno Alejandro de Afro_disia, decian que la ciencia primera era la mismasabiduría ó Teología (Sapientia ipsa est et Theo-logía): 2.° En la determinación interior del ser laciencia de los seres finitos ó de la reunión de los seresinfinitos (el Mundo,) Cosmologia, que á su vez sedivide en Ciencia del espíritu, Pneumatologia; cienciade la Naturaleza, Fisiología ciencia del ser y armóni-co de ámbos, ciencia del hombre, Antropología. 3.0Ciencia de las relaciones del Sér uno-infinito abso -luto, en cuanto,quedando tal se refiere en su •abso-

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luta propiedad á los séres finitos en él contenidosy por el fundados, ciencia de las relaciones de Dioscomo Sér Supremo y providencia sobre el Mundo.y sus séres, Teodicea; y 4.° Arbol de la ciencia mis-ma, segun la interioridad de su objeto (segun losséres y esencias que conoce), Enciclopedia. Estadivisión, como fundada en la naturaleza de lo cono-cido, vale igualmente para todo sujeto del conoci-miento.

txEl objeto absoluto del conocimiento, decían los ecléc-

ticos, es el Ser, porque fuera del Ser no hay nada. Peroel Ser en su una entera indivisa unidad, Dios ., no el Serartificiosamente forjado por el entendimiento, abstra-yendo de los seres particulares, el ente en comun deAristóteles, sin otra realidad que la ilusoria que le pres-ta el pensamiento apartado de su objeto, Ser que puedeser ó no ser. La Ontología en su verdadero sentido yla Teología racional, son la misma cosa.

El Ser no es un compuesto de seres porque enton-ces no sería el Ser, pero dentro del Ser se dan, corno porél deterrriinados y fundados, el conjunto de los seresparticulares, el Mundo. Y como fundante y determinan_te, el Ser se refiere á los seres finitos en él contenidos,es el Ser Supremo. Ni valga decir con Hegel (Lógica:pár. 1. 0) que la ciencia «no puede presuponer su objeto,»y por consiguiente, que se cae en contrasentido cuan-.do se le atribuye desde luego el conocimiento de Dios,del Mundoy de sus relaciones, cuya existencia de es-te modo se anticipa sin comprohacion alguna, porque

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sobre que esta misma anticipacion y presuposicionabria partiendo en la Metafísica del conocimiento delser abstracto con lo agravante de que tal anticipacion su-pondria la de los seres de que tal conocimiento se abs-trayera y la del Ser, sin el cual ellos no pueden ser pensa-dos, no aseguramos todavía que tales sean los objetosde nu esto pensamiento sino que son los que nos ve-mos obligados á pensar como objetos de él la idea quede esos objetos del pensamiento tenernos, no la vistaracional de ellos,

Por último, el sujeto puede conocer en el objetolo que en él hay de constante y permanente, abs-tracción hecha de lo que en él hay de individual ytransitorio; ó lo omnilateralmente determinado, elhecho; ó la relación de uno á otro. Divídese, pues,la ciencia por la relación entre el sujeto, á la fuentede conocer en ciencia de lo permanente, Filosofía;ciencia de los hechos, Historia, y ciencia de larelación entre lo permanente y el hecho, Filosofía dela Historia. Cada una de estas ciencias abraza elobjeto entero bajo el punto ...de vistaparcial enque lo estudia. Así lo permanente, en cuanto semanifiesta sucesivamente en hechos, cae bajo eidominio de la Historia, y el hecho, en cuanto ex-presa en su límite lo permanente, bajo el de la Fi-losofía. Por eso la Filosofía, en cuanto seproducedeterminadamente cada vez en sistemas filosóficos,

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forma una parte de la Historia, la Historia dela Filosofía, y en cuanto el mismo suceder de loshechos muestra la realidad permanente que de-terminan, la Historia forma una parte de la Fi-l osofía. la Biología ó ciencia de la vida.

Para que sirva de comparacion con la division de laciencia que provisionalmente hemos aceptado, recor-daremos algunas de las mas famosas, En el libre rnoi-vimiento de la reflexion griega, Platon es el primeroque ha ensayado una clasificacion gerárquica de laciencia.. En la cima coloca el conocimiento de Diosy de sus ideas, objeto sublime de la razon; en segundolugar, el conocimiento matemático, objeto de la cienciaque tiene por objeto el entendimiento, término medroentre el conocimiento racional, de cuya certeza parti-cipa, y la opinion cuyo objeto son los conocimientosfísicos de los que no podernos alcanzar mas que la ve-rosimilitud.

Aristóteles resume y organiza todo el saber hastasu tiempo que estiende á esferas hasta entonces inex-ploradas, formando la mas basta enciclopedia que nosha legado la antigüedad. Conforma, sin embargo, porlo menos esteriormente, con la division de ciencias de sumaestro. Para él tambien la ciencia por excelencia esla de los primeros principios y la de la razon de las co-sas (Met. I 2). La física debe estar con las matemáti-cas en la misma relacion que estas están con la filosofíaprimera y tiene que contentarse con la verosimilitud,siendo del dominio de la opinion, pues que la cienciatiene por objeto exclusivo, las cosas que son necesa

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riamente de una manera y no pueden ser de otra, mientras que el objeto de la opiníon son las cosas que pue-den ser ya de un modo ya de otro, por lo que respectodo ellas solo cabe la probabilidad y l congetura.Cierto es que ensancha el dominio cientifico, compren-diendo en él, no solo lo que sucede siempre y necesa-riamente, sino lo que sucede de ordinario y escluyendosolo lo accidentál ó anómalo, pero si entrevée la teoríade las probabilidades y la estadística, es solo confusa-mente, vacilando colocarla en la ciencia ó en la opinion.Pero á diferencia de su maestro, piensa que toda la ma-teria de nuestro conocimiento proviene de la sensacion,de la que nos elevamos á lo general mediante la induc

cion (j7:27,9)-7iJ) que solo puede darnos una certeza po-sitiva por el agotamiento de los casos particulares. Asíde abstraccion en abstraccion lleva la progresion ge-rárquica de los seres hasta un paimer género el ser abs-

tracto (-",¿ r¿v) categoría suprema, principio de todoaxioma y toda argumentacion, y por consiguiente, detodo conocimiento científico racional (Met. 1V 2) sepa-rando asi la forma de su contenido y quedando asi in-deciso entre un panteismo lógico y un dualismo inso-lutble, segun la doble interpretacion que, cabe de sucelebrado principio de contradiccion.

Estc doble aspecto lo encontrarnos representado enla Edad Melia (despues de la célebre division de lasSiete Artes Liberales ó sea el Trivio y el Cuadrivioanáloga á la nuestra de Letras y Ciencias, y como ella,mas con intento práctico que con base científica) en dosgrandes filósofos contemporáneos, Sto. Tomas y SanBuenaventura. Partiendo el primero de la concepcion

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abstracto- formalista de Aristóteles, de que el objeto dela ciencia es lo universal y no los singulares, los divide se-gun la mayor á menor abstracción empleada, que puedeser: I.' abstractio á materia singulari (separación de lascualidades singulares, pero no de las sensibles del objeto)origen de las ciencias físicas; 2. 0 abstractio á materia sen-sibili (separación de las cualidades sensibles, pero no delas inteligibles) que es la que da origen á las cienciasmatemáticas, y 3. 0 abstractio ab oinni materia, abstrac-tio d materia intelligibili en que se fundan la Ontologíay la Teodicea. A esta división genérica junta la específicafundada en la diferencia del principio formal ó sea delos primeros principios que sirven de base á la ciencia,asi la Geometría y la Aritmética, aunque genéricamen-te pertenecen á la segunda clase, por el grado de abs-tracción, se distinguen especialmente por ser diferenteslos principios que informan á cada una. Semejante ra-zón de clasificar que un tomista español contemporáneo,el P. Ceferino González, estima segun parece, muy supe-rior á la de los filósofos modernos que dividen las cien-cias por relación d sus objetos, pero sin separar los gé-neros de las especies ó al menos sin revelar la raTón fi-losófica de esta diversidad, nos llevaría, si rigorosamen-te se siguiera, á sostener que la superioridad de unaciencia se mide por el apartamiento del pensamiento desu objeto, siendo la primera de todas, la Metafísica, laciencia del Sér que puede ser ó no ser, la ciencia de losposibles, la muy noble y universal ciencia de que nadase sabe (quod nihil scitur) como la apellidaba nuestroSánchez, conduciendo al pensamiento así desatado de larealidad en hombres de gran fantasía, como RaimundoLulio á clasificaciones como las de su árbol de la ciencia,

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donde ésta se divide en catorce partes representadas enotros tantos árboles (árbol de la Virgen María, árbol an-gélico, árbol apostólico, etc.), de los que éste últimotiene por raíces, las virtudes teologales y cardinales;por tronco, el papa; por ramas, los cardenales, arzobis-pos, obispos y abades, y por hojas, los siete sacramentos.

Sentido más-cercano á la realidad, dentro de las limitaciones de la Edad Media, es el de S. Buenaventura,que,, considerando la ciencia la iluminación de la razónpor Dios, la clasifica según el grado que de esta ilumina-ción alcanza; en Lumen e.x-terius que comprende el cono_cimiento de las siete artes meeánicas dirigidas á satisfa_cer las necesidades corporales; Lumen interius ó sea elconocimiento inteligible ó filosófico que puede referirse,ad verba, ad res y ad mares (filosofía racional, física ymoral), y Lumen superius que es la iluminación de lagracia y de la Sagrada Escritura.

Alboreaba apenas la filosofía moderna tendiendo ásalir del vacío conceptualismo de la Escolástica y pro-clamando corno criterio, en vez de la autoridad la con-ciencia subjetiva, cuando el doctor español Juan Huarteen su Exdm:en de Ingenios, inicia una clasificación delas ciencias por las facultades de la inteligencia (memo-ria, entendimiento é imaginación), en ellas empleadas:«Las artes y ciencias que se alcanzan con la memoria,son las, siguientes: Gramática, latin, y cualquiera otra.lengua, la teoría de la jurisprudencia, Teología positiva,Cosmografía y Aritmética. Las que pertenecen al en-tendimieto son: Teología Escolástica, la teoría de laMedicina, la Dialéctica, la Filosofía natural y moral, lapráctica de la Jurisprudencia que se llama Abo gacía. Dea buena imaginativa nacen todas las artes. y ciencias

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que consisten en figura, correspondencia, armonía yproporción, estas son: poesía, elocuencia, música, saberpredicar, la práctica de la Medicina, Matemáticas, Astro-logía, gobernar una República, el arte militar, pintar,trazar, escribir, leer, ser un hombre gracioso, apodador,pulido, in agilibus, y todos los ingenios y maquina-mientos que fingen los artífices y tambien una graciade la cual se admira el vulgo, que es dictar á cuatro es-cribientes juntos materias diversas y salir todas muybien ordenadas.»

La clasificación de Iluarte fué desarrollada por elcanciller Bacon que estima corresponder á la memoriala, historia, á la imaginación la poesía, y á la razón laciencia propiamente dicha. La historia sé divide ennatural y civil ó humana; la poesía en narrativa, dra-mática y parabólica; la ciencia en humana y divina ó re-velada, y la primera, en Ontología ciencia de la Natura-lerct, ciencia del hombre, y Teología natural ó cienciade Dios.

Partiendo, tambien como Bacon, de la concienciasubjetiva pero dirigiéndola inversamente que éste, esdecir, á su interior, Descartes compara la ciencia á unárbol cuya raiz es la Metafísica, el tronco la Física, y lasramas todas las otras ciencias, que reduce á tres princi-pales, la Medicina, la Mecánica y la Moral.

Concluye esta dirección igual, aunque opuesta menteabstracta de un lado (a) en el Idealismo Absoluto de /D-4rel, que, partiendo de que la verdad absoluta consisteen la identidad entre lo subjetivo y lo objetivo y que laciencia es la razón que tiene conciencia de sí misma entanto que ella es el Sér en la idea, establece como fun-damento de su sistema, que: La idea pura es el Sér pu-

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ro, cuyos tres estados, la Idea en sí, Lógica; la Idea en

sí, Filosofía de la Naturaleza, y la Idea para sí, Filosofíadel Espíritu, son las tres grandes ramas á donde se agru-pan y de donde derivan todas las ciencias. Ciencia la Lógi-ea rae la Idea en sí misma, en su estado de indetermina-ción, no es una ciencia puramente formal como la aristo-tlica, sino que abrazando al par, aunque en su indeter-minación, forma y contenido, se parece mucho más á laan tigua Metafísica. La negación de la indeterminaciónde la Idea en la Lóg ica lleva á la Idea determinada portodos sus atributos, al concepto, á la Idea manifeStán-0se, exteriorizándose, á la Idea de sí, á la' Naturaleza.Mas, á través de sus infinitas manifestaciones, cuya mar-cha general es el objeto de la Filosofía de la Naturale-za, la Idea se reconoce como la misma, la Idea llega áper Idea para sí, objeto de la F i losofía del Espíritu,

(b) En el positivismo de Compte, Toda concepciónteórica, enseña éste, ha pasado por tres estados sucesivos:el primero, teológico ó ficticio; el segundo, metafísicoOstracto, y el tercero, positivo ó real.

Este último difiere, sobre todo, de lo s otros dos porla sust i tuc ión característica de lo relativo á lo absoluto,cuando el estudio de las leyes reemplaza por fin á la in-dagación de las causas. Solo con este es compatible lapretensión á una unidad absoluta ú objetiva que resul-ta contradictoria en el estudio de las leyes, es decir, delas relaciones constantes aprendidas enmedio de unainmensa diversidad. Estas no exigen más que una uni-dad puramente humana, en una palabra, subjetiva, puesque el-las son necesariamente múltiples por la notoriaimposibilidad de hacer entrar jamás en uno los dos ele-Inentos generales de todas nuestras con cepciones reales,

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-- 69 41r...

el mundo y el hombre. Si bien el mundo supone al hom-bre para ser conocido pudiera existir sin él y asimismoel hombre depende. del inundo pero no resulta de él, nohabiendo logrado todos los esfuerzos de los materialis-tas, para anular la expontaneidad vital, sino desacredi-tar esta indagación tan vana y como ociosa abandonadaá los espíritus anti«icientificos. Siendo los fenómenosmás generales necesariamente los más simples, las es-peculaciones correspondientes deben ser las más fáciles,La gerarquía teórica destinada á suministrar princi.palmente una escala. de fenómenos constituye necesa-riamente la verdadera escala de los seres ó al menos delas existencias y puede apreciarse con facilidad en elcuadro siguiente:Gerarquía teórica de las concepciones humanas, ó cuadro sinté-

tico del orden universal, segun la escala enciclopédica en cin-co ó seis grados. Filosofía positiva, ó conocimiento de laHumaninad:

1 l'_ Estudio fundamental de, Astracto ó , n.-•‘t

c la existencia univer- c.I.,•c

h.-,

(Primero numérica,lue-ca sal 1 1.0—Matemáticas. . . . P

rcs p go geométrica y por r,..,ro(1) 75

11 c -último mecánica). mt g".rc-- u Concreto ó Celes- C D

-•F-i ,',, -o Estudio directo del or- te, ó p)

=4

den material . .. . 2.0—Física . . • Astro- cr.1; • › c-. nomía

J, General ócr) ---.,--,p-1-• 1--""

Física / ,-1°0crl

Te) propia- ...... o/.--.....z rl-,s.

rres- mente P- tre - dicha.' - -7 er.ri Especial ó P

0.4.4 o

Química E1> F.--4

4-4 1-:

-15 C73 Preliminar ó • ?-.n Estudio general del or-oo den vital. 3.0— Biología . . . .. . \ 'Ciencia fi -

" 7")Final ó colec-11.0--Socioh-gia propia-nal ó Filo-: Estudio directo tivo. ¿ mente dicha,

del orden hu- indivi- Çofia mo-ral; (orden

mano. dual. 5. 0----,Moral . .. • .4 o .,;htimano•)

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o

V.

amo debe mostrarse la unidad de la ciencia en

medio de la variedad de sns ramas.--Necesidad

ideal de una ciencia prima a.— Si la ciencia es una

y por serlo y sin dejar de serlo es interiormentevária, su unidad se ha de mostrar: I.° En cada uno

de los términos de la variedad, como siendo la mis-ma ciencia en cuanto en aquel término quepa,siendo la unidad una y única de aquel objeto y

relación que estudia, en lo que se distingue de to-da otra relación y objeto; pero siendo análoga áella y como un ejemplar finito de la ciencia toda,la ciencia misma y la ciencia entera de aquella re-lación -á objeto.

Toda ciencia particular es, pues, en primer lugar laciencia de un objeto propio, que es lo que constituye launidad de su principio científico. Pero como el objeto(si tal objeto es real y no abstracción vacía) ha de mos-trarse corno tal uno y propio por todo él, y, por consi-guiente, en cada una de las esencias (á que en esta ra-zón llamamos propiedades), momentos y determina-ciones corno unidad propia de aquella esencia, momen-to ó determinación, toda ciencia particular como laciencia es tambien interiormente vária. Por eso á la

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71

exposición .de su objeto determinado, en que la cienciaparticular se define dentro de la ciencia toda, sigue la di-visión, es decir, la limitación interna de su contenido,las ciencias particulares dentro de aquella ciencia par-ticular que á la vez y por el mismo procedimiento sesubdistinguen en capítulos, párrafos, oraciones (6 ex-presión de los juicios) y palabras (de los conceptos) quecontienen todavía infinita y vária determinación.

2.° Como unidad entera de su objeto ántes ysobre su anterior definición y limitación, como lacienciá, una y toda de la que no son más que par-tes las ciencias particulares.

Cada una de éstas, por consiguiente, está condicionada por todas las otras (en mayor ó menor relación deproximidad): por eso decía Goethe que para saber algoes preciso saberlo todo, y todas ellas queden pendientesde la demostración de su principio.

Luego en la misma variedad de la ciencia de-be haber una que especialmente exprese su uni-dad, que sea la ciencia particular del objeto ente-ro de la ciencia ántes de su interior definición,que defina y demuestre en el principio de la cien..cia losprincipios de las ciencias particulares.

A esto se acerca la opinión de Santo Tomás cuandoenseñaba que «concurriendo todas las ciencias á unmismo fin, que es la perfección del hombre, presupo-nen un principio comun, por cuya acción á vi fin se

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dirijan. Este principio en la sociedad civil es el podergobernante, y pues que las ciencias forman una socie-dad necesitan tambien de algun gobierno. Pero si en lasociedad política lo que gobierna es la inteligencia,siendo dirigidos los hombres robustos, pero escasos deinteligencia, por aquellos en quienes la inteligenciapredomina, por idéntica razón la ciencia directiva de-be ser aquella que sea más intelectual ó que verse so-bre las co s as que son más inteligibles.»

Nombres con que se ha conocido la ciencia 12

filosofía primera.—Significacin, origen etimol5-

0-ico é historia de estos nombres. Todos ellos re-

presentan esencialmente una misma ciencia. —MeMe-

tafísica, ya provenga de á 1.1.E7 (;¿ yug-tz,7', que es elque generalmente se encuentra en nuestras edicio-nes de la Metafísica de Aristóteles, ya de ysra-

gaJatzdc corno se encuentra en el Anónimo, ya, en fin,de );; 11Erá cpuatzo.' ,Tp ,,radtarzirz, como se halla enSiriano, significa literalmente lo que sigue á la Fí-sica. Sobre el orígen de esta palabra existen princi-palmente dos hipótesis. La de los que explican suinvención por el lugar que ocuparon los libros delEstagirita en la edición hechapor Tirannion, An-drónico de Rodas ú otras más antiguas ó más re-cientes, habiéndose reunido en ellas los escritosque no cabían en la Lógica, en la Física y en laEtica, iormandopor la semejanza de las materias

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de que trataban una nuevaparte de la Filosofía(II ,o27 yaz Elaz) .

Sobre esto Strabon, en el libro XIII, dice: «La ciu-dad de Scepsis, en la Troade, es patria de los discípulosde Sócrates, Erasto y Corisco. Neleo, hijo de este últi-mo, fué discípulo de Aristóteles y Teofrasto, de quienheredó la biblioteca, que contenía tambien la del pri-mero, porque éste se la ha bia* legado á aquél, á quiendesignó como su sucesor en la escuela. Aristóteles fuéel primero de que tengo noticia de que coleccionára li-bros, enseñando á los reyes de Egipto á reunirlos enbibliotecas. Neleo trasportó la que había recibido áScepsis, su patria, .y la dejó á sus descendientes, hom-bres poco instruidos que guardaron los libros en lugares.poco apropósito para su conservación, y cuando vieronel afán con que los reyes de Pérgamo, que eran los se-ñores de Scepsis, buscaban libros para formar una bi-blioteca, los ocultaron en un subterráneo, donde seecharon á perder con la humedad v la polilla. Muchodespues su familia vendió estos libros á Apellicon deTeos por mucho dinero. Este Apellicon era más bienun bibliófilo que un filósofo, y tratando de restaurarestos escritos, hizo copiar nuevos ejemplares llenos deerratas... Roma contribuyó á aumentarlas, porque ha-biéndose apoderado Sila de Aténas, poco despues de lamuerte de Apellicon, se llevó la biblioteca de éste. Yaen Roma pasó á manos del gramático Tirannion, quesupo ganarse el favor del bibliotecario.» Y Plutarco enla Vida de Sila (cap. 26): «Sila, saliendo de Efeso contodos sus bajeles, llegó á los tres dios al Pireo. Hacién-

dose iniciar en los misterios se reservó biblioteca de

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Apellicon de Teos, en la que se encontraban la mayorparte de los libros de Aristóteles y de Teofrasto que eneste tiempo no eran todavía bien conocidos del público.Dícese que habiendo sido llevada á Roma esta bibliote-ca, el gramático Tirannion ordenó gran parte. De él re-cibió Andrónico de Podas un cierto número de ejem-plares, que publicó, y de los que compuso el catálogoque poseemos aún.»

Esta tradición no se contradice con este pasaje de Ate-neo (Deipnosoph, 1. 2): «Laurencio poseía tantos libroshelénicos que sobrepujaba á todas los que se han hechocélebres por sus colecciones, como Polícrates, tirano deSamos, Pisistrato, tirano de Atenas, Euclides, Nicocra-tes de Chipre y más adelante los reyes de Pérgamo, el poe-ta Euripides, los filósofos Aristóteles y Teofrasto y Ne-leo, que conservó sus libros. De éste los compró el reyde Egipto Tolomeo, apellidado Filadelfo, y los hizotrasportar con los que había recogido en Atenas y énPodas á la hermosa Alejandría;» porque el primerohabla de los libros de Aristóteles y el segundo de subiblioteca, Segun el testimonio de Porfirio, Andróni-co fué el primero que distribuyó los escritos de Aris-tóteles por órden de materias.» Yo he imitado, dice, alateniense Apollodoro y al peripatético Andrónico, quedividieron el primero en diez volúmenes las obras delpoeta cómico Epicarmo, y el segundo en clases los es-critos de Aristóteles y de Teofrasto, reuniendo lasobras cuyo asunto era sémejante» y entre ellas es‘pro-bable que se contara la Metafísica, pues Alejandro deAfrodisia escribió un comentario á sus 14 libros y siél no fuera el autor de esta obra, que le atribuye acer-tadamente á nuestro entender el cordobés Juan de

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Sepúlveda, sino Alejandro Egeo que vivía en tiemposde Cláudio, corno cree Francisco Patricio, el comen-tario sería aún más antiguo. Existe además la noticiade que Nicolás Damasceno, que vivía en tiempo de Au-gusto, había escrito un comentario sobre la Metafísicade Aristóteles y que se quejaba ya del desórden enque se encontraba la obra. Apesar de estos datos y deque Alejandro de Afrodisias usa ya el nombre de Me-tafísica, no aparece con certeza que se haya fijado an-tes del siglo V, en que Siriano escribió su comentario.

La segunda hipótesis se funda en la explica-ción que Alejandro de Afrodisias ha dado de estenombre, al comenzar su comentario del libro III,que parece referirse al orden con que la Metafísi-ca se enseñaba respecto de la Física.

El texto citado dice así: «Scientia, quam qucerimuset de qua nobis est sereno susceptus, sapiencia ipsa estet Theologia ch uce ex, ordine Metaphysica inscribitur,quoniam posterior est, quo ad nos, naturali doctrina,quam item solet primam phylosophiam appellare, quiaprimarum nobílissimarumque rerum est contempla-trix.» En este sentido es posible que el mismo Aristó-teles colocára los escritos metafísicos despues de lostratados de Física y que sus discípulos formáran de ellauna nueva parte de la Filolofía.

Por último, la hipótesis de los que suponenque el nombre de Metafísica, viene deque tratade cosas que están más allá ó son superiores á las

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fisicas, entendiendo por éstas las espirituales,contradice no sólo á su olí en etimológico, sino

al histórico.

Los griegos, que dividían desde Platon la Filosofía,en Lógica, Física y Etica. trataban en la segunda, nosólo de la naturaleza material, sino de la espiritual,como puede verse en el mismo Aristóteles, cuyo tra-tado de Anima forma parte de la Física, mientras quedestina el libro VII de la Metafísica á ocuparse de lasustancia sensible en lo que tiene de fundamental;pues como ya había dicho en el VI: «La filosofía pri-mera no se ocupa de un solo objeto ni de una sola sus-tancia, es universal y cornun á todas las otras ciencias,porque es la primera. Considera, pues, en todas lascosas el sér, en tanto que es la forma sustancial y suspropiedades esenciales.»

El nombre de Metafísica, aunque, como vemos, na-da dicd del objeto de esta ciencia, refiriéndose solo áuna cuestión de orden, ya en la colocación de los li-bros de Aristóteles, ya al de su enseñanza entre losdiscípulos de esta escuela, se ha generalizado por lainfluencia de este pensador durante toda la Edad Me-dia, en que se le llamaba por antonomasia el Filósofoy el Maestro, y que es todavía considerable en la épo-ca presente.

2.° entazOn nombre que ya se encuentra enPlaton con el sentido de la cienciapor excelencia.

Es, segun él, la que tiene la dialéctica por instru-

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77 «Manea,»

mento y por objeto las cosas inteligibles de que el almase apodera inmediatamente por medio del razonamien-to, haciendo algunas hipótesis, que no mira como prin-cipios, sino como simples supuestos que le sirven de es-calones y de puntos de apoyo para elevarse hasta un pri-mer principio independiente de toda suposición. El al-ma se apodera de este principio y asiéndose á todas lasconsecuencias que de él se derivan, desciende hasta laúltima conclusión sin el auxilio de nada sensible, apo-yándose siempre en ideas puras, por las que la demostra-ción comienza, procede y termina, y que distingue de la171)0(7. que «forma el término medio entre la opinión yla ciencia verdadera (de que pueden presentarse comgtipo la Aritmética y la Geometría) en que, si tiene toda-vía por objeto ideas ó cosas inteligibles, el alma, paraPegar á conocerlas, se ve obligada á servirse de suposi-ciones, pero no para elevarse á un primer principio,porque no puede levantarse más allá de los supuestos,sino empleando imágenes terrestres y sensibles que noconoce más que por la opinión, suponiendo que sonclaras y evidentes.... A la manera que los geómetrasparten de ciertas suposiciones como de principios cla-ros y evidentes, de que ellos no se dan razón ni puedendársela á los demás, y partiendo de estas hipótesis,descienden por una cadena no interrumpida de propo-sición en proposición hasta la que querían demostrar,todo á favor de figuras visibles, á las que aplican susrazonamientos, y-que emplean como imágenes de lasverdaderas figuras que no se pueden conocer más quepor la inteligencia.» Esta la distingue á su vez de la creen-cia de HaTt(;) y de la probabilidad (Eixarilu), que son

los grados de la opinión oolcx) ; que se contenta «con-

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--- 7 s —

hallar razones probables, y respecto á la probabilidad,no quedar por bajo de lo que sea ni de excederlo.»

3.° aopia que ya se encuentra en el pasaje ci-tado de Platon y en Aristóteles dos veces la Me-tafísica (I) la que define (loco cit.) como la cien-cia de las primeras causas y principios; ántes de

Pit.-ígoras y áun acaso despues (Sofistas) nombrecomun á la filosofía y quizá á toda la ciencia.

4.° 7priyn, cf)15.o.5;5/7, tambien en Aristóteles(Metafísica) IV, cap. 2 y V 1) como la que e4' raizy fundamento de toda ciencia y filosofía y queparece ser el nombre más auténtico para estemaestro, pues lo emplea en otras obras. (Auscul-tationis physic. L9, lib. 11-2).

5.° Ozo?,o7tz-?; (Teología) tambien usado porAristóteles (Metate. VI. c. 1.) y que segun el textocitado de Alejandro de Afroclisias era comun en laescuela.

6. 0 Filosofía fundamental, nombre que re-cientemente se ha intentado introducir por nuestroBalmes, aunque con escaso éxito, apesar de serenteramente apropiado á su objeto, y de deriva -ción conocida.

Además de estos nombres generales, es fre cuente designar tratados metafísicos con otros tomados; ya deaspecto subjetivo con que el filósofo considera la cien-

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cia—Quod nihil scitur de Sanchez, Critica de la Razónpura de Kant, Meditaciones de Descartes, Meditacio-nes filosóficas y cristianas de Malebranche;—ya de loque considera como su objeto, ZEp(cpijaeo; de la escuelajónica, Filosofía Positiva, Ensayos sobre el Entendi-miento humano de Locke y su escuela, Nuevos en-sayos sobre El Entendimiento humano de Leibnitz,Idealismo Absoluto de Hegel, El mundo como volun-tad y representación de Schopenhauer, Filosofía de loInconsciente de Hartman: ya de la parte que especial-mente se propone cultivar, vl onodología de Leibnitz,Doctrina de la Ciencia de Fichte; ya de la forma en quelo hace, Diálogos de Platon, ya de otras circunstanciasménos importantes, Antoniana Margarita de Pereira.

Salvo el primero de estos nombres que expre-sa á lo sumo la solución á una cuestión de méto-do en una determinada escuela, y cuyo uso no in-terrumpido hasta el presente, nos indica la influen-cia que ha alcanzado y áun hoy alcanza en losespíritus la tradición escolástica, todos los demás

mi smaexpresan en el fondo la mi sma idea, ya miradabajo su aspecto subjetivo como la ciencia superior,la ciencia, la que en su pleno concepto merece elnombre de ciencia, ya en el objetivo, la cienciadel Ser (5 de la- realidad, la ciencia del Ser de tda realidad (ens realissimus), Teologia,,

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v I

Concepto y plan de una 111- etafísica 1S Filoso-

ia.—Primera. Entendemos por concepto la idea

total y primera que tenemos de cualquier objeto

(esto es en mi concepto).

Luego, formar propio concepto de una cosa no quie-re decir dejarla, como viene ocasionalmente á nuestropensamiento, sino pensarla en unidad y totalidad, re-ferir enteramente nuestro pensamiento á ella, sujetar áella nuestro pensamiento, pensarla corno debemos, á loque está obligado nuestro pensamiento en relación conella en razón de esta unidad, para que sea mi pensa-miento el uno y total de la cosa misma.

Bajo la idea de concepto se nos ocurre la ideade plan expontánea y primera ante la totalidad delobjeto, no como pensada por nosotros en cuantosujetos, nuestro particular pensamiento en el caso,sino como que viene del objeto (el fundamental yracional á mí como presente en el tiempo) ó elpensamiento como propiedad en sí del sér presen-te con todas las razones del sér comopensamiento.

Consiste, pues, el plan en reflexionar en todas losrazones del pensamiento en sí, aplicándolas al concepto

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de unidad ó á la idea del objeto, no como en idea ge-neral de algunas leyes y reglas, sino en totalidady to-talidad individual (histórica) en las condiciones, rela-ciones, circunstancias, estado del objeto y áun las nues-tras corno el sujeto que las piensay trata.

El concepto no muestra que es en unidadaquello de que se trata, el plan todo lo que tene-mos que hacer en particular, y en esto nos daguici cierta para pensarlo, pero así como el plan seforma en vista del concepto del asunto, determi-nándolo en su interior, así se ha de obrar dentrode éste, mirando al plan y determinándolo activa-mente y con cierta libertad, en vista de la suce-sión, particularidad y varios aspectos del asuntomismo no obedeciéndolo y siguiéndole al pié dela letra.

Con este sentido decirnos que la Metafísicaes, segun su concepto, la ciencia en su primer fun-damento ó la ciencia del Sér y de sus primerasfundamentales relaciones.

Conforma al menos en las palabras con esta defini-ción la de Aristóteles. Este, despues de haber estableci-do que la Filosofía primera es la ciencia de los princi..ion , que los principios son las verdaderas existencias,P

que la existencia es el sér en tanto que es sér y que talsér es un principio, deduce que la ciencia de los prin-cipios es la ciencia del sér en tanto que és, la Ontología.

Mas el sér accidental no puede ser objeto de ciencia,6

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puede serlo el sér finito, la sustancia sensible; la Onto--jogía, es, pues, la ciencia de los principios del sér finito.La pluralidad de los séres finitos, sin embargo, no es laverdadera existencia. No solo la ciencia del sér es una,sino que su objeto debe serlo igualmente; hay, pues, unSer único que es la verdadera existencia, Dios, objetode la Teología.

Esta definición de 14 Metafísica ha sido aceptadasubstancialmente por los escolásticos aunque con algu-na divergencia en el sentido y no siempre con identidaden la forma. Avicenna dice que el sér es objeto de laMetafísica. El sér necesario no tiene causa, solo lo viretual la tiene. No hay más que un sér necesario; todo loque nace y comienza debe ser precedido de la materiaque es la substancia corporal en tanto que es sucepti-ble de formas corporales. Llámase Metafísica esta cien-cia segun Santo Tomás in quantum consideret ens, et ea,quce consequuntur ipsurn, lupe enim transphysica in-veniuntnr in via resolutionis. Exagerando un tanto laconcepción dualista de Aristóteles y torciendo un pocosu sentido los escolásticos, definen ordinariamente á laMetafísica, sciencia rerum supermate • ialium. Mas se-gun se considere que la forma solo tiene realidad en re-;ación á la materia, ó que tiene una realidad absoluta enDios, la Metafísica es la ciencia de lo posible ó la Teo-logía racional.

Tan diferente modo de concebirla, más latente queexplícita, llevó sin duda á Bacón, en el libro III De aug-mentís et dignitate scientiarum (aunque con extrañe-za de muchos) á hacer de esta ciencia dos, llamando ála una Teología natural y reservando el nombre de Me-tafísica á la que tiene por objeto las propiedades esen-

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ciales de los cuerpos y las causas finales de los fenóme-•nos de la Naturaleza.

Tendiendo Descartes, como su antagonista, á acer-carla á la realidad, trata en sus Meditaciones Metafísi-cas, no solo de los principios y de las esencias de las co-sas, sino que tambien de la certeza, del método, de loshechos de conciencia, de la existencia de Dios, de lanaturaleza del alma y de la realidad del mundo. Male-branche la define: «El conocimiento de las verdades quepueden servir de principios á las ciencias particulares.»Locke que hacía derivar todo conocimiento de la sen-sación, y de la reflexión que no pueden enseñarnosnada de lo que es en sí, del Sér absoluto y necesario, haintentado borrar la Metafísica del catálogo de las cien-cias, diciendo que no contiene más que dos géneros deproposiciones, unas verdaderas pero frívolas, ó mejortautológicas, otras instructivas pero hipotéticas. (Essaisur l'entendement humain, lib. V, c. 8). Así, que &Mem-ber en su Essai sur les elérnents de la philosophie (t. 1Vde sus Melanges, págs. 45 y 46), afirma que su primeroy único problema (ces el del origen de las ideas. Casi to-cas las otras cuestiones que se propone, añade, son1-tí-votas ó insolubles, alimento de espíritus temerariosó extraviados por lo que no es de admirar que tan-tas cuestiones sutiles siempre agitadas y jamás resuel-tas hayan atraido el menosprecio de los espíritus sen-satos' sobre esta ciencia vana y disputadora.»

Sin reintegrarla en sus antiguos derechos, es de-en el conocimiento de lo objetivo, Kant le asigna

lila esfera más estensa y elevada. Es, segun él, elilventario de todas las riquezas intelectuales que pro-

'vienen de la razón pura, es decir, de las ideas y prin-

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cipios que la inteligencia saca de su propio fondo sinel concurso de Ja experiencia.

Hegel cierra el ciclo que comienza en Aristóte-les, desvelando el panteismo conceptualista que lateen el fondo del dualismo aparente de aquel granmaestro, hallando la realidad en la Idea Alsoluta enque se juntan y neutralizan el sujeto y el objeto delconocimiento, haciendo así de la Metafísica una Ló-gica en el más ámplio sentido de la palabra.

A su vez Schopenhauer, de que el conocimientoes una representación que exije la identidad primitivadel que se representa y lo representado (no hay objetosin sujeto) infiere que la realidad, es la Voluntad in-consciente de que el mundo no es más que la aparien-cia. «Entiendo, dice, por Metafísica aquel modo deconocimiento que traspasa la esfera de la experiencia yde la naturaleza y de los fenómenos que se dan enella, para explicar el por qué cada cosa es condiciona-da en un sentido ó en otro: en otros términos, paraexplicar lo que hay detrás de la naturaleza, haciéndo-la posible.» Pero corno la voluntad no puede conce-birse sin idea (el que quiere algo quiere, el que hacealgo hace). Hartmann sintetiza las dos direcciones (luzsurgen de las dos críticas de Kant (la de Hegel y suspredecesores Fichte y Schelling, de la Crítica de la Ra-zón Pura, y la de Schopenhauer de la Crítica de la ia-zón Práctica), haciendo de la Metafísica la Filosoftá lelo inconsciente.

Las exageraciones idealistas que consideraban tipensamiento no como el espejo de la realidad sino á arealidad corno el espejo del pensamiento, haciendo alde In ciencia primera una ciencia sin objeto, han traidc

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como consecuencia indeclinable el que se llegue á creer,como Augusto Compte, que el conocimiento metafísicoó abstracto no difiere teóricamente del que él llama teo-lógico ó ficticio más que por la reducción de las divini-dades primitivas á simples entidades. «Pero quitandotal transformación á las ficciones sobrenaturales todasólida consistencia, sobre todo social y áun mental, laMetafísica sigue siendo siempre un mero disolvente dela Teología sin poder organizar jamás su dominio pro-pio. Así, esta doctrina de trastorno y de modificación noimplica, en nuestra evolución original, individual ó co-lectiva, ninguna otra eficacia que la transición gradualdel teologismo al positivismo. Se adapta tanto mejorá este destino pasagero, cuanto sus conceptos equí-vocos pueden alternativamente llegar á ser ó repre-sentaciones abstractas de los agentes sobrenaturales ócalificaciones generales de los fenómenos correspon-dientes, segun que se está más cerca del estado ficti-cio ó del estado real.» De este modo se han llegado árelegar las enseñanzas metafísicas á la esfera fantásti-ca de una falsa poesía: «Cuando la Filosofía llegue áser lo que debe, escribe Mr. Ribot, (en su Introduccióná la Psicologia inglesa contemporánea, traducción es-pañola de D. Mariano Arés, pág. 29), cuando no haya 1en ella más que lo general, abstracciones, ideas, cuan-do esté por completo fuera de los hechos, entonces apa-recerá claramente á los ojos de todos, que es más bienuna obra de arte que de ciencia, poesía enojosa y malescrita para unos; elevada, potente, verdaderamente

divinapara otros;) » ó con Lewes y Shadworth H. Hodg-son, se ha reservado este nombre para significar unageneralización más ámplia de la experiencia metafísi-

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ca fenomista designando con el de Metempírica todainvestigación que traspase los límites de lo fenomenal,ó por último, con Hamilton y Mansel, pensando que suobjeto, lo absoluto y lo infinito, no son más que lanegación del conocimiento ( «lo absoluto no es concebi-do mas que corno una negación de lo concebible,» escri-be el primero, y el segundo: «lo absoluto y lo infinito soncomo lo inconcebible y lo imperceptible,» nombres queindican no un objeto de pensamiento, sino únicamentela ausencia de las condiciones en que es posible la con-ciencia,») le han arrojado de la ciencia, desterrándola álas maravillosas pero inexplorables regiones de la fé.

Mas esta exageración, contraria á la anterior, no hapodido sostenerse más que aquélla. Un positivista, H.Spencer, demuestra (Primeros principios, cap. IV, pági-na 73 á 76), que la existencia de lo relativo supone nece-sariamente la existencia de lo absoluto y la de lo infinito,y 'que sin el conocimiento de los primeros es imposibleel de los segundos, y A. Espinas (en su Introducción á laPhilosophie experimentale en Italie, pág. 137), afir-ma que «Demostrar que lo absoluto es incognocible, esentregarse á una especulación metafísica.»

Esta necesidad de afirmar un conocimiento más alláde lo que se afirma ser el conocimiento, no manifiestamás que el espíritu estrecho con que la ciencia es conce-bida y suministra una prueba ad absurdum de la realidaddel conocimiento metafísico que subsiste áun en su pro-pia negación, bien es verdad que no en la relaciónpar-cial en que ha venido considerándose.

La Metafísica debe,pues, contener: el primerConocimiento racional,para nosotros, aquel en

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que nos somos presentes, que es' al par el prin.cipio de la ciencia de nosotros mismosy el puntode partida de la ciencia entera. Como principiode la ciencia de nosotros mismos es el fundamen«-to de nuestra ciencia subjetiva, Metafísica analíti-ca ó Metafísica de la conciencia, cuyo objeto so-mos nosotros mismos reconocidos en la unidadde la conciencia, cuyo criterio es la propia eviden-cia, y cuyo método (ardo doctrina) se determinapor la presencia real é íntima del yo ante el yomismo. La Metafísica de la conciencia es, pues,ciencia del yo en sus relaciones primeras y fun-damentales y debe contener: (a) la vista del yo ensu unidad y en sus propiedades totales la cienciadel ser del yo, la Ontología del yo; (b) la cienciade los séres y esencias contenidas en el yo y ensus esencias totales, la ciencia del yo en su conte-nido (Cosmología del yo); (c) la relación del yocon sus determinaciones interiores (Biología delyo), hasta hallar en mi conciencia el fundamentoabsoluto de ella y el de mi mismo, que es lo queconstituye la primera parte del Análisis ó de laMetafísica de la conciencia. 2.° A la luz superiorreflexiva del principio; pero sin salir todavía dela intuición de nuestra propia conciencia; (a) laciencia de las relaciones de nuestras esencias y delos séres en el yo contenidos hasta constituir,

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mediante la unidad del carácter, del temperamen-to, del sexo, etc., la unidad de la persona indivi-dual, de las personas superiores humanas y de lahumanidad; (b) la relación de la humanidad y delas personas en ellas contenidas con la Naturalezay el Espíritu y sus séres en cuanto la conciencia al-canza; (e) la unidad del mundo y del yo en Diosque constituyen la segunda parte de la Metafísicade la conciencia ó sea la Síntesis analítica. Reco-nocido el principio como el fundamento real denuestra conciencia y de nosotros mismos, denuestras relaciones con los otros séres y áun denuestro conocimiento propio de ellas, el conoci-miento racional por toda razón de tal, entramosen la ciencia entera que no dice sólo lo que és ennosotros, sino lo que és en sí, Metafísica Sintética.Para prepararnos á ella debemos repensar otravez á la luz del principio, nuestro concepto de laciencia (Doctrina de la ciencia), y, hallando enella que el principio de la ciencia no es más quela mostración del principio de la realidad, ver se-gun el órden de la realidad misma y en forma en-tera de conocer (deducción, intuición, construc-ción) bajo la vista del Sér; (a) el conocimiento delSér en si ó del Sér y de sus esencias totales, Onto-logia (b); el del Sér en su contenido ó los séres con-tenidos en el Sér (Cosmologia, Biología) (c); la re-

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lación del Sér como uno absoluto infinito, Indivisoen su unidad con los séres en él contenidos (Teo-dicea) (d); el organismo de las ciencias segun elSér y sus esencias, que son las categorías realesdel conocer (Enciclopedia).

Esta división de la Metafísica ha sido presentidahace mucho tiempo, así la dialéctica platónica, y hastacierto punto el Discurso sobre el método de Descartesy las críticas de Kant y lo que actualmente suele lla-marse problema crítico, son ensayos más ó ménos feli-ces de una Analítica, aunque en su mayor parte faltosde la necesaria amplitud y en tanto deficientes.

Respecto á la segunda parte, desde muy tempranose reconoció la división en Ontología, aunque enten-dida sólo en su sentido abstracto, Cosmología en quese comprendió la Fisiología y la Psicología faltando eltérmino de relación, la Antropología y reduciéndose laciencia del espíritu, Pneumatología, casi exclusiva-mente á la del espíritu humano, Psicología, y faltan-do:hasta la época moderna ( Leibnitz) la Teodicea, nosiempre tratada con la necesaria amplitud.

Compara Cl. U baghs (Ontologia seu metaphycisxge-neralis elementa, núm. 46) á la Ontología con las par-tes que custituyen la Metafísica «cum tabula geogra-phica generali relaté ad tabulas singularum regionumparticulares. Quemadmodum enim tabula generalis ideasquamdam sumariam totius terrarum orbis exhibet,particulares veró regionum singularum tabule especia-lius singula et minatiora indicant; ita Ontologia, quede omni ente examinanda sunt summatum expendit,

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partes veró Metaphysica specialis enucleatius singulaperscrutantur." Schopenhauer reduce por el contrariotoda la Metafísica, ó mejor, toda la Filosofía, á la Cos-mología: «La verdadera Filosofía, la que nos enseña áconocer la esencia del mundo y nos eleva sobre los fe-nómenos, no se pregunta de dónde viene el mundo, nid dónde va, ni por qué es..... Por consecuencia, debeser siempre una cosmología sin convertirse jamás enuna teología.

Relación de la Metafísica con las demás cien-cias y lugar que ocupa entre ellas .—Siendo laMetafísica la ciencia primera, su principio conde.ne naturalmente todos los de las otras ciencias yen este sentido ha podido llamarse por antiguos ymodernos (Platon, Aristóteles, Hegel) la ciencia óla sabiduría, y recientemente áun por positivistas(Spencer), la ciencia de la Ciencia. Sin embargo,no siendo inmediatamente vistas en el principio,por la debilidad y limitación del espíritu humano,todas sus determinaciones que ofrecen en cada unode sus aspectos, asunto inagotable para el hombrey la humanidad, la Metafísica (como la cipnciapri-mera en la variedad) termina con la demostraciónde los principios de las ciencias particulares. Deaquí se sigue la relación que existe entre éstos yla Filosofia primera. Cuando una verdad metafisi-ca se desarrolla orgánicamente en su contenido se

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forma una ciencia particular y cuando, por el con-trario, preguntamos en una ciencia particular porla razón de . su principio, pasamos sin salto ni va.cio al dominio de la Metafísica (Metafísica del De-recho ó Derecho natural, Metafísica de lo BelloEstética, etc.)

Siendo la Metafísica la ciencia del sér, consi-derado en su unidad primera, es la Ontología ó laTeología racional, y siendo ésta lo primero per-manente se comprende entre las ciencias filosófi-cas, como la Filosofía primera ó la Filosofía fun-damental. Es, por consiguiente, la ciencia ó filoso-fía primera.

Véase como el P. Zeferino González explica esta re-lación bajo el punto de vista abstracto propio de su es-cuela. Después de determinar que el objeto propio dela Metafísica, es el ser abstraido ó separado de toda ma-teria bien con separación lógica é ideal, bien con separa-ción real y efectiva, escribe: «De aquí se colige que suobjeto incluye en cierto modo el objeto de todas las de-más ciencias naturales; porque, en efecto, en este obje-to se hallan incluidas las razones de esencia, unidad, cau_sa, efecto, substancia, existencia, y otras análogas queconvienen tambien á los objetos particulares y concre-tos de las ciencias inferiores. Ni debe inferirse de aquíque la Metafísica no sea una ciencia realmente distintade las otras; porque aunqúe los objetos respectivos deéstas se hallen incluidos implícitamente, en el sentidoindicado, en el objeto de la Metafísica, esto no impide

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que ésta considere dichos objetos en cuanto subordina-dos á la abstracción ab omni materia y por consiguientebajo una razón formal enteramenre distinta de las de-más ciencias. En otros términos: el objeto material dela Metafísica se identifica en parte con el de las otrasciencias naturales; pero su objeto formal, que es el enteabstraído de toda materia, es propio y exclusivo de la

Finalmente, tornando la Metafísica en sentido ade-cuado, segun que abrace la general y la especial, erallamada por los antiguos escolásticos sabiduría, sapien-tia maxima, por ser la más noble y elevada de las cien-cias naturales y porque intelligibilia versatur, segun laespresión de Sto. Tomás. Este la da tambien con frecuen-cia el nombre de Prima Philosophia (Filosofía primera),ya porque sirve de base á las otras ciencias suministrán-dolas las nociones é ideas más fundamentales, y, tam-bien, porque como dice el mismo Santo Doctor: «con-sidera las causas primeras de las cosas:» primas rerurncausas considerar. (Z. González: «Filosofía Elemental,»tomo II, págs. 9-10- T I .)

Importancia del estudio de la Metafísica.Comenzando la Metafísica en el hombre para ele-varse hasta Dios y descender luego hasta el hom-bre mismo, comprende los objetos más altos deque puede ocuparse la indagación racional, y losúnicos que pueden satisfacer cumplidamente elanhelo incesante del espíritu. Siendo su objetoaquella realidad fuera de laque nada puede pen-

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sarse, ni áun la negación misma, es de interés ca_pital áun para el estudio de las cienciasparticula-res que serían sin ella hipótesis infundadas: seña-la el fin natural de la inteligencia, purifica el co-razón despertando sentimientos desinteresadosqueregulen y ordenen los inferiores,. purgándolos depasión; suministra á la voluntad motivos totalesque la dirijan y la liberten de todo egoismo, ha-ciéndola una semejanza de la de Dios, y renuevacontínua y dulcemente todas las esferas de la vidasuministrándole inagotables ideales.

Siendo la Metafísica la espresión de la unidad ra-cional, no se opone por su naturaleza á ninguno delos legítimos fines humanos que deben darse en la his-toria como Dios los puso en la naturaleza humana pa-ra ayudarse y completarse, no para dañarse y destruir-se, y aunque por efecto de la libertad y limitación delhombre han podido y de hecho se han encontradounas veces por culpa de sus cultivadores, otras por laagena, en oposición con daño\ mútuo, (por ejemplo lafilosofía socrática con la religión y política de la Grecia), éstos no han sido sino estados transitorios, pre-cursores de más altas unidades. La humanidad guia-da por la filosofía, tiende hoy con todas sus fuerzas ádeterminar sus verdaderas esferas, impidiendo sustuas extralimitaciones.

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II.l pmeamiento racional come interiormen-

te progresivo. ---- El pensamiento racional como elpensamiento uno y total del objeto, es siempre elmismo, no sufre variación, pero siendo en su con-tenido inagotable, se muestra sucesivamente en lavida en hechos progresivos, que és á lo que se de-

nomina sistemas filosóficos.

La palabra progreso se entiende de ordinario comoel caminar desde un estado individual del sujeto háciaadelante. Pero tomando este pensamiento relativo entoda su razón, significaría que desde la nada se cami-na al todo, lo que es irracional y contradictorio en símismo, pues la nada de sér y de progreso no es térmi-no positivo en sí ni por lo tanto primero ni principiode algo, ni el todo que prejuzgamos es tal todo ni tatprogreso, toda vez que lo pensarnos, corno excl usivode los medios y cualquiera de éstos en si considera-do, es tanto progreso (cuando lo miramos respecto alantecedente) como retroceso (cuando se considera res-pecto al consiguiente). Y pues que en semejante con-cepción del progreso, ni el principio ni el fin nos estánpresentes, sino que sólo los reconocemos idealmente,Tal sentido del progreso es meramente abstracto é idealen sus términos capitales, es indefinido, camina siem-pre de negación en negación nunca en positiva razón,no se prueba por sí y va siempre de hecho de esperanzaen esperanza frustrada y desvanecida:

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El todo, como todo, ni progresa ni, regresa, ni seestaciona, sino que es totalmentey del todo el que esen la totalidad del tiempo, y en relación absolutamen-te igual sobre todos los tiempos, sin exclusiones dife-renciales negativas. El movimiento, á cuyo géneropertenece el principio medio y fin del progreso, ni pro-gresa, ni retrograda, siendo la misma vida con todossus respectivos modos y relaciones, sino que, comopropiedad esencial interior del sér, es tanto entero ytotal como totalmente determinado en mociones y mo-vimientos individuales, donde el total movimiento delsér, es interiormente tanto cada último individual mo-vimiento con la relativa exclusión desde su inmediataindividualidad de todos los otros movimientos indivi-duales y áun la parcial relativa del comun y puro con-tinuo movimiento, corno la comun igual, y continuadade unos á otros como total inclusivamente de los mis-mos en el movimiento real y entero, como forma de lavida sobre y con la determinada propia, y en lo tan-to inclusiva de cada movimiento particular. Los tér-minos principio, medio y fin, y aplicados á la vidaprogreso, estación y retroceso, considerados desdecualquier punto individual del movimiento, son sinduda momentos reales, pero sólo particulares y rela-tivos con incoherente exclusión de otros tan propioscomo ellos, cada uno en su lugar y relativos y contra-rrelativ os igualmente con ellos, pero pensados exclu-sivamente son abstractos de la otra total relación queacompaña á esta de la distinción y oposición, á saber-la de su igual y continua relación con todos los otrossus opuestos, y en la oposición misma de todos inclu-siva en el movimiento todo sobre ellos y con ellos

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mismos. Conocido cualquier término del movimientobajo los dos aspectos de exclusión (repulsión.) y de unión(concentración) con los otros sus relativos, cualquierade ellos que tomemos como primero, tiene en sí comoprincipio toda la razón del movimiento, pero solo comoprincipio de aquel particular movimiento, relativamen-te al fin del mismo, pero no en plena razón de tal. Dedonde se sigue que el proceso racional no está en nin-gun término particular del movimiento y de la vida,sino en el concierto en entera relación (segun el todo)de todos estos términos particulares y en la continuidad

relativa continencia de unos con otros, cuya continui-dad no es puramente la exterior relativa que piensa elentendimiento distraido desde su individual estado, co-mo desde centro y medio, sino que es tambien la rela-ción de inclusión y continencia y racional coexistenciade todos los extremos y medios,, como partes interio-res y correlativas en el todo.

El conocimiento racional, al mostrarse interior-mente determinado, contiene toda su interior determi-nación, y no pudiendo ninguna de éstas expresarlaenteramente, pues entónces sería él conocimiento mis-mo, tiene que cesar cada una de ellas para dar lugará la siguiente, son relativamente exclusivas. Luego elconocimiento racional se muestra interiormente enuna série de pensamientos determinados, sucesivos(temporales), muestra en sus determinaciones tempo-rales (hechos) su naturaleza permanente (eterna), masno se circunscribe á ninguna de ellas, sino que las abra-za todas, siendo cada una el mismo conocimiento ra-cional en cuanto cabe en aquella determinación. Loshechos, en que el conocimiento racional puede ser vis-

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to en cuanto cabe en aquellas condiciones, deben tenerpor con s iguiente todas sus cualidades esenciales asíen la materia corno en la forma del conocimiento.El pe7".„9,:niento racional, en cualquier tiempo y cir-cunst.111, s que se le considere, debe partir de un prin-cipio, e e es lo que entónces debe aparecer corno la rea-lidad entera, conocida en la forma que se tenga porla absoluta del conocimiento y bajo él deben explicar-se todas las cuestiones fundamentales, sin salto ni va-cío, sistemáticamente. Por eso los hechos en que elconocimiento racional se manifiesta temporalmentedeterminado, se llaman Sistemas filosóficos. No perte-necen por consiguiente á la Filosofía las intuicionespoéticas por profundas que sean, ni las más altas ver-dades, cuando aparecen sin enlace conocido, así porejemplo, no basta dudar para ser excéptico, sino dudarsistemáticamente.

Ge'nesis racional de los sistemas filosóficos.Como los sistemas filosóficos no son más que

la manifestación sucesiva del conocimiento, ó seade la razón, que cada vez se penetra y se haceMás propit, de sí en la vida y 'cuyos actos todos,unidos como un solo hecho, expresan determinada-mente lo que aquella es en unidad, segun su natura-leza, desde la atenta consideración de esta mismanaturaleza, puede presentirse la marcha sucesivade-los sistemas filosóficos como la série de gradosde la educación racional. Esto sentado, el movi-

miento racional es:

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La identidad esencial que nos rev P !a la raz,.5n, comofuente que es de la verdad, entre el pensamiento ylo pensado se traduce por el entendimiento atento so-lo á la relación que parcialmente considera en losprimeros momentos de su vida como si fuera unica-mente aquella relación considerada y como si nadamediara entre los términos del conocimiento. Toma,pues, su pensamiento parcial y subjetivo como el pen-samiento y lo afirma en forma absoluta como si na-da quedara sin pensar, como dogma, dogmatisnlo. Con

-téntase cómo niño en su inexperiencia con las razonesmás inmediatas que alcanza: ¿por qué llueve? porqu eestá nublado, ó asciende precipitadamente á las pri-meras razones -de las cosas sin ver gradualmente lasintermedias; ¿por • qué llueve?, porque Dios quiere.Cree el dogmático -sin más que las cosas son como éllas piensa, pero corno cualquier otro, y áun él mismo,colocado en diferente posición ha de verlas de otro mo-do, se presentan una multitud de afirmaciones igual-mente absolutas que igualmente se niegan y en las cua-les es imposible descantar.

Perdida la anti g ua confianza (la inocencia intelec-tual) vuelve el .entendimiento sobre sí y niega la ver-dad dei pensamiento ex,2pticisJzo (cerré los libros, de-cía uno de nuestros políticos, desde que vi que el unodecía sí y el otro no» Pero como afirmar que hada pue-de ser conocido es afirmar y.conocer, no es posible que-dar en esta negación absoluta y hay que limitarse á pen -sar que no puedo conocer por mí, por mis medios deconocimiento, sino arrojando estos instrumentos en ,ga-

fioz;os fuente -de toda ilusión (credo quia absurdum) y

uniéndome sin ellos - con el objeto, misticismo. Mas co-

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mo tal unión no puede verificarse sin el .anon zdamien-to del sujeto que conoce y entonces , no habría cono-

cimiento por falta de quien conociera, hay que confe-sar que no siendo nuestro conocimiento subjetivo,absolutamente verdadero, ni absolutamente falso, debeparticipar de los dos. Debemos tomar, pues, lo quehaba de verdadero y desechar lo falso, sincretismo,pero, ¿cómo distinguirlo? Es preciso un principio, unaregla que nos guíe en la elección, eclecticismo, masmientras este principio no tenga más garantía que elque yo lo considere como tal, estoy igualmente expues-to á caer en los errores dogmáticos de que huía, es pre-ciso, pues, que el conocin:iento sea la realidad misma,que no puede ser pensada ni conocida de otro modo yfuera de la cual nada cabe conocer ni pensar, arnzonis-mo. Los sistemas armónicos que parten del sujeto comolos críticos, para llegar al objeto como los dogmáticos,mostrando la identidad esenciril entre ambos, son la sín-tesis de los anteriores, que consideran el pensamientoexclusivamente referido ya al sujeto, ya al objeto.

Puesto el pensamiento en la vista del principio,ste es reconocido como la unidad, fuera de la cual

nada és y en lo tanto lamb ien como la unidad, entrelo que se piensa y lo pensado: Si esta unidad es vistacomo exclusiva de toda variedad, pauteismo, es unaunidad vacía, una unidad sin contenido, una desier-ta inmensidad y el conocimiento de ella en que des-pparecen, el que conoce_. y lo que se conoce, dejade ser conocimiento. Hay que reconocer una va-riedad de principios. para explicar las cosas dife-rentes, ó por lo ménos, un nrinzipomIento r, tro rt;( /r1" t-,1 /I. k\,) 11,15

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corno principios absolutos, se contradicen en su con-cepto, no pudiendo reunir entrambas cualidades, si elprincipio del conocimiento fuera distinto del de larealidad, el conocimiento no sería nada de real, no se-ría conocimiento y viceversa. Considera, pues, el pan-teista la unidad, pero separada de su contenido, con-sidera el dualista el contenido de ella (la unidad en sudiscreción interior) pero sin aquello de que es tododiscreto, uno y otro piensan algo de la unidad, nin-guno la unidad entera, de aquí la necesidad de unasíntesis racional de estas vistas parciales el palien-teismo, que junta en lo que tienen de verdadero, elprincipio de los primeros, todo es Dios, y el delos segundos, las cosas están fuera de Dios, en unocomprensivo de ambos, todas las cosas están enDios.

¿Cuál es la naturaleza del principio y por consi-guiente la naturaleza de las cosas? Al que corno elfísico ó el naturalista dirije toda su mirada al exte-rior, ha de aparecerl corno lo que impresiona nues-tros sentidos, lo que vemos ocupando un lugar enel espacio la materia, materialismo; el que como

el psicólogo dirije su mirada al interior, como ioque vé inmediatamente en su conciencia, lo que sien-te, lo que conoce, el espíritu, espiritualismo. -Mas,¿cómo concebir una materia sin peso, sin figura, sinestensión, una materia inmaterial ó un espíritu figu-rado, estenso, inexpontáneo, sin conocimiento, sin sen-timiento, sin voluntad; un espíritu inespiritual? Pre-ciso es, pues, que el priteipio no sea na realidadlimitada, sino la realidad absoluta, realismo, el Sérque en sí contiene igualmente el Ser Espiritual y el

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Sér Corp n ue

or,:ti, principio que por lo mismo que con-

Pn en ua nidad superior entrambos opuestos, esli la síntesis de los dos.

Por último, ¿cómo se refieren el sujeto y el objeto

en. el conncirniento? •¿C6mo el pensamiento es deter~

in a do por el objeto ? En suma, ¿cual es la fuentem

cunoc ,-r? El sujeto conoce del ,.objeto lo aparente,lo determinado, lo singular, por el medio determina-

do c'tel conocer, los sentidos, conoce siempre en rea-

fiJad, determinada y singular, la experiencia, eniplris-

1;10 . Mas la experiencia no es posible sin que rgru-

pernos los fenómenos experimentados, juntando los se-

m e jantes y separando los diferentes, y -esto exije re -

glas ó principios, siquiera abstractos y solo aplicablesá la experiencia, mediante los que hagamos esta sepa-

ración, el conocimiento consiste, pues, en la aprecia-

ción de las relaciones entre las cosas, su fuente es elg antendimiento que li y que separa, conceptualismó.

e Mas, estas relac iones, estas reglas, estos principios, sihan de ser ap!icables con verdad al objeto,. si han de

clecii- lo que el objeto es y no lo que á él arbitrariamen-

te atribuimos, suponen una relación unitaria en quese den orgánicamente todas las relaciones 5 la identi-

odad del pen.samiento . y lo pensado, la presencia absolu-

ta del objeto ante el pensamiento en la razón, raciona-

lismo, fuente del conocimiento, que, abrazando en susw,)erior unidad lo mismo lo individual que lo genéri-

CD, es la síntesis y la verdad de las anteriores.

Los sistemas ilosó col y el sistema de laFilosofía, -- confundirse los sistemas fi-

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lo3

losóficos que espresan el estado de la reflexión.racional, en un tiempo y en un indivíduo determi-nado con el sistema de filosofía,que es el organis-mo del conocimiento racional, conforme á la reali-dad de lo conocido. Este comprende en unidad y

enteramente lo que en aquéllos solo se da de unmodo individual,parcial y sucesivo, éste es la ra-zón de aquellos, que sólo se distinguen de él porel límite. Por eso puede decirse con verdad, quetodo sistema filosófico es verdadero, en cuantoafirma, es falso en cuanto niega.

Cada uno de los sistemas filosóficos, espresa el sis-tema de la Filosofía en cuanto cabe en el momento,en las circustancias y bajo el punto de vista subjetivo,con que la realidad es considerada, cada uno de ellosse liga por su contenido (en relación positiva), y porsu límite (en relaci:Sn negativa), con los siguientes enprogreso interno, que consiste en que el conocimien-to va haciéndose cada vez más propio de sí y más ver-dadero', siendo con esto la historia de los sistemas fi-losóficos, la de la sucesiva educación racional que espreciso considerar, pues que nacemos y nos desarrolla,mos como indivíduos dentro de la vida humana, que in-fluye en nuestro propiopensamiento, ya en la forma di-recta de estudio del pensamiento reflexivo, ya en la in-directa con que se recibe en el pensamiento comunen forma de máximas, de opiniones recibidas, costum-bres, etc. Así, la historia de los sistemas filosóficos

que no podria concel-)irse sin la realidad del sistema de

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la Filosofía, sin q la Filosofía en realidad, indepen-dientemente de lo que piensa cada cual, no formaraun organismo de verdad, si mirada solo parcialmenteen cada momento y atendiendo, no á lo que dice, sinoal defecto, ha podido ser llamada la historia de loserrores humanos, afirmándose que no hay dislate queno haya sido dicho por algun filósofo, lo que es, cornodecía Feij6o, obrar como los envidiosos, que no tie-nen ojos más que para los defectos; considerada en-teramente y en lo que positivamente afirma cadavez, bien puede decirse que es como la historiade un hombre que aprendiera siempre, siendo cadauno de los hombres posteriores,1:enano si se quiere,pero enano en hombros de gigantes. Por eso cada unode los sistemas filosóficos tiene un valor propio yhasta los más imperfectos, han influido ventajosamen-te en los tiempos en que se concibieron. A los siste-mas empíricos, por ejemplo, se les debe el gran pro-greso de las ciencias naturales, á los idealistas grandesprogresos en las morales, políticas y estéticas, el eclec-ticismo ha conservado lo aprovechable de lo antiguo,y hasta el excepticismo mismo ha venido con el agui-jón de la duda á impedir que se estanque el pensa-miento. Su duración está tembien en relación con loafirmado, se puede ser empírico ó idealista durantemucho tiempo, no se puede ser consecuentemente ex-céptico ni una hora.

El movimiento necesario del pensamiento re-flexivo siendo exigencia misma de la razón, nosmuestra que el ideal de un sistema filosófico ó

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o 5 —

que el sistema de la Filosofía debe ser un realismoracional armónico.

VIII.

Consecuencias capitales de los sistemas filo-soficos.—Como la atenta consideración de la razón nos enseña á priori cual debe ser el órden conque se producen los sistemas filosóficos en la vidade la reflexión racional, el principio de que partecada uno de los sistemas parciales nos anticipatambien la manera con que debe resolver las prin-cipales cuestiones de la ciencia y de la vida, comoconsecuencia que contenidas en el principio, pue-den ser vistas en el principio mismo. Con esto nodecimos que todos los filósofos que siguen tal ócual sistema, las hayan sacado todas, lo que afir-mamos es que en ellos están, y que debieran ha-berlas sacado de haber sido consecuentes.

Consecuencias de los sistemas empíricossensualistas.—Los sistemas empíricos parten delsupuesto' de que no existe más conocimiento queel experimental y de ordinario no admiten másexperiencia que la exterior sensible. Como aquélla

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no nos habla más que de la efectividad actual, no

pued r= admitirse, segun ellos, ningun conocninen-mrmanente, sino solo relativo; noto absc)luto

existen princ ipios. sino sólo fenómenos. Mas comoel fenemPno depende del estado en que cada uno

lo considera (un mismo vino sabe dulce á Juan, sa-no, y amargo á Pedro, enfermo), las cosas soncomo á cada uno le parecen, el_ hombre es la me-dida de todas las cosas (Protagoras), no hay porconsiguiente verdad, ni bien, ni belleza en sí, no

hay, realidad todo es un incesante pasar sin razón,la verdad y la realidad no existen, ó al ménos,no pueden ser conocidas, Exepticismo.

Como no hay más conocimiento que el expe-rimental sensible, y ni el espíritu ni Dios caen ba-jo nuestros sentidos y aquel conocimiento es la re-sultante de los movimientos corporales, se dedu-cen igualmente de este sistema el Materialismo yel Ateísmo.

Por la misma razón, y no dirigiéndo se la sen.sación á nuestra voluntad sino en cuanto nos pro-duce placer ó dolor, la regla de la moral debe ser"haz lo que te produzca placer, huye de lo quete produzca dolor," y elprincipio de la Moral es,pues, el Egoismo.

Pero como todos tienen la misma regla de con-ducta todos tienen el mismo derecho á lo que les

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agrade, y á huir de lo que les moleste, el hombrees, pues, el enemigo natural del hombre (homobond-Pi ityzi,.8) y el estado natural es un estado deguerra (bellUM, 0721")217 ,9.21 COniVa onznes). Mas co-mo este estado (aunque natural) hubiera conclui-do con la especie, no puede terminar sino portriunfo de uno que sujete con mano fuerte a lasfieras humanas sin otra ley que su voluntad, Des-potismo, á por el triunfo alternativo y desordena-do de todos, Anarquía.

Por último, no existiendo más que lo sensimble, la belleza sólo existe en la naturaleza, y elarte no es más que su imitación servil.

La distinción que para los espíritus un poco cultiva-dos aparece bastante clara entre lo agradable y lo be-llo, el placer y el bien, lo conveniecae y lo justo, haobligado á alunos filósofos empíricos á que inventenuna especie de sentidos interiores capaces de apreciarestas relaciones, sentimentalistas, y á un á que lleguen áuna especie de generalización del sentimiento simpa-tía, simpatistas, en que se den abstractamente unidaslas sensaciones, ya en cuanto se refieren al sujeto aisladoen sí mismo, egoismo, ya en sus relaciones con sus se-mejantes, altruismo, con lo cual se inicia ya el reco-nocimiento de un principio de generalización de lassensaciones, que éstas por su comunidad de tales nosanticipan, una fuente de reflexión, sensualismo reflexi-vo, que enlaza estos sistemas con los siguientes.

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-e I OS -

Co)isecuencias capitales de los sistemas con-

ceptualistas.—No admitiendo los sistemas con-ceptuabstas otro conocí .tinto científico más queel del entendimiento que se formula en el juicio,cuyos dos elementos son el material que nos su.ministran los sentidos, lo que nunca nos :engañan,porque sólo nos muestran su afección, no afirmannada, no siendo por lo tanto raiz de verdad ni deerror, y el formal que proviene de los principios

de los axiomas de la razón en el acuerdo de es-tos está la verdad y la ciencia que solo compren-de por tanto las verdades médias, lo que puedeser enseñado ó demostrado, como decía Aristóte-les. Quedan, pues, fuera de la ciencia los princi-.píos, porque se nos imponen por su propia evi-dencia (no se puede disputar sobre los principios)y los hechos (de los hechos no se da ciencia.)

La doctrina de estos sistemas respecto al co-nocimiento, es la que les da nombre de concep-tualismo. En todas las cosas existen, pues, dos ele-mentos: la materia, mero supuesto lógico indife-

rente á toda cualidad, pero que por lo mismo pue-de recibirlas, lo infinito, lo no seyente, y la for-ma, lo enteramente determinado, lo concebible,lo determinado, lo finito (en el sentido helénico):la doctrina cosmológica de estos sistemas es, pues,el dualismo...E1 término de este dualismo es el

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acto puro Dios, que corno motor inmóvil es eltérmino á que tienden y aspiran todas las cosas,el ideal de todos, pero que vive encerrado en sísin relaciones con las cosas: la doctrina religiosade estos sistemas es, pues, el deismo. La Moral,como la Lógica, contiene dos principios, uno ma-terial, los instintos, las sensaciones; otro los prin.cipios formales mediante los que se verifica laabstracción de aquellos: su principio moral no es,pues, el placer corno en los sistemas sensualistas,sino el placer abstracto, la utilidad, que consisteen guardar medida en todas las cosas, in mediovirtus. De él deriva su principio político, que con-siste en la unión abstracta de las voluntades por lamútua conveniencia en el Pacto social. Por último;

respecto á la belleza, piensan que ésta consiste enla purificación de la naturaleza, formando tiposabstractos, generalizados de las bellezas particula-res que en ella se encuentran separadas.

Los sistemas conceptualistas quedan rara Nu ez en el

preciso punto de equilibrio de los dos elementos que,segun ellos, constituyen el conocimiento y la realidad.Ú se inclinan al elemento material hallando en la ma-teria (lo potencial) contenida, áun cuando no sea másque virtualmente, la forma, acercándose así al sensua-lismo reflexivo ó sobreestiman el elemento formal,considermdo á la mnte7ia ei estado germinal de la

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1 10

idea, la idea en su estado dedo así hácia los sistemas id

Por lo demds, el estadoconceptualismo puro, no es

puedan

indeterminación, tendien-ealistas.

de equilibrio que exie elfácil de conservar, no ha-encontrarse SIADUCStOS VO •

bi 171 (_l 1_1 -yada en quenaturaleza i ndependient es y contrarios, deja jnnta—

mente ine yLplicados el conocimtento y la realidad, ca-• • .

vendo en un exenticismo subleuvo

Coflsecuencias cap?, , es t,.(, py,s,(3,1„,

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universal, eterno, v permanente,"llamamos materia, lo sensible no esr = %-1 clí •r) frc1-9 o

‘-kS.wi■_111

• confusión f-1 ,-, las ideas, (carbo-•

Dei» Son, pues, e,tos sistemás en lógica y cos-

mología idealistas y'espiritualistas—Dios es la idea

de las ideas, el sol inteligible dc que las otras- ideasno son mas que los rayos, es lo único esencial

•sustancial en las cosas, lo que está sobre todo co-nocimiento, la unidad pura y simplísima lo inefa-ble y sobre inteligible. Los sistemas puramenteidealistas son, pues, panteistas o acosmistas, yasean los seres partes divinas que parecen separadasde él como las chispas de la soguera como las olasckl mar, potencias de la idea ó de lo absoluto (pan

lisiasúnico que merece el

necesarieo,lo que

más que la

teismo mecánico) 6 ya sean estados sucesivos (1,1?,

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la Idea (panteismo dinámico) (5 ya no tengan másrealidad que la aparente y sensible (acosmismo),Dios es el punto central en que se reunen lo ver-dadero, lo bello y lo bueno, que esencialmente sonla misma cosa, Dios mismo. Hay, pues, para laMoral un principio absoluto y divino, indepen-diente y superior á todos los tiempos y circuns-tancias, y una Justicia que no depende de las le-Y e s ni de las conveniencias,que nos manda sinréplica y á la que todo egoísmo . debe

r ser sa-

crificado. Pero como sólo 10 uno y permanen..-te tiene valor y esta unidad es la negación delo vario y accidental, el derecho en estos siste-temas ha de revestir cierto carácter socialista. yáun comunista, de lo que es buen ejemplo la Re-pública de Platon.

El idealismo tambien se enlaza de una parte 1 lossistemas conceptualistas, y de otra, prepara el rea-lismo-armónico, bien que á éste se puede llegar desdecualquier sistema con solo no dejar la reflexión inte-rrumpida. El realismo conceptualista, á ser consecuen-te, ha de mirar la materia como la confusión ó la som-bra de la idea, es un idealismo, pero dado que aque-lla es para él lo ol.-?:lesto a lo fenomenal, accidentaly transitorio, tiene que prestarla una cierta realidadnegativa, dividiendo así el objeto del conocimientoen dos esferas, la esfera de la realidad (las ideas), la es-fera de las apariencias (la materia) lo que es y 13 que'

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parte:e ser Mas ésta última, insubistente por sí, tieneque buscar su explicación en la primera, ya pensándo-la como un límite exterior imposible desde que seasienta que la Idea es toda la realidad, ya corno unlímite interno de la misma, la razón de comprenderla Idea su contenido, con lo que se da la mano con lossistemas armónicos. Pero no llega á ellos por un vi-cio de orígen que consiste en excluir de su princi-pio todo elemento de actualidad temporal, dejando asíla vida inexplicable, como ya lo notaba Aristóteles ensu crítica de las ideas platónicas.

Para obviar esta dificultad se ha acudido al expe-diente de hacer de la Idea no una realidad fija, sinouna realidad móvil que va negando sucesivamente suprimitiva indeterminación, aunando así el conceptua-lismo y el idealismo, último y supremo esfuerzo delentendimiento que tiende á acercarse á la razón, perosin que logre llegar á ella.

Consecuencias capitales del realismo armó-vico.—E1 realismo armónico parte del conoci-miento en su unidad plena entera, del conocimien-to en la unidad de todas sus relaciones, la razón,

es, pues, este sistema respecto á su fuente deconocer un racionalismo, entendida esta palabraen su verdadero sentido y no en el que ordinaria-mente se le da (la razón al revés). La unidad ple-na del conocimiento, esto és, la unidad real pro-pia y entera antes, en y sobre el sujeto y el objetoconocido, no se da para nosotros sino en nuestra

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propia conciencia, en la que somos uno con nos-otros, y para nosotros, no distinguiéndonos en estaunidad y sólo en ella más que como objeto y sujetodel conocimiento, y quedando en tal unidad y sinromperla propia y realmente como tal sujeto y obje-to. Parte, pues, este sistema del propio conocimiento que se toma en él como punto de partida, y me-diante cuyo análisis se llega á la vista racional delprincipio de la ciencia y de la realidad, en el cualha de ser todo conocimiento demostrado (síntesis).El principio, por consiguiente, es aquí reconocidocomo el Sér en su plenitud (Ens realissimus) Dios,siendo pues estos sistemas Teistas Bajo Dios esreconocido el Mundo como el conjunto de séresfinitos (la Naturaleza, el Espíritu y la Humanidad)cada cual y todos ellos propio en su finitud, pe-ro fundado, dado, y razonado en el Sér, siendopues en la relación entre Dios y el Mundo Pa-nenteista. La esencia en cuanto se realiza deter-minadamente, como ella es en el Sér, es el Bienabsoluto. En cuanto el hombre realiza librementela suya en relación con los demás, y supremamen-

te bajo y en razón de la Esencia Divina, la su-rema ley, en cuanto es una semejanza de Diosp

en la vida, realiza un bien moral. No hay un prin.cipio absoluto del Mal, no pensándose éste comoloque no es, sino lo que es como no debe ser. La

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raiz metafísica del mal está en la finitud de los sé-res y en su libertad finita, Dios quiere la posibi-lidad del mal, pero no su efectividad y quiere laposibilidad del mal no por motivo de mal, sinopor motivo del bien, para que de este modo puedadarse en los séres finitos el Bien superior en ellos,el Bien Moral, que consiste en la libre realización dela esencia y en la libre negación del Mal. Este no seniega ni se cura con otro mal, añadiendo límite á lí-mite, sino con el bien, (la ignorancia con la ciencia,la dureza con la dulzura, el ódio con el amor). El bienconsiderado corno absoluto y debiendo absoluta-mente ser realizado en cada una de sus relacionescomo fin propio, forma la base de la Moral, queatiende especialmente á la intención, y cuyos juecesson la conciencia y Dios, pero considerado en su-organismo interno como condición necesaria paraotros bienes, es la Justicia, principio del derechoque debe ser hecho efectivo por el Estado. La esen-cia divina, en cuanto se muestra en los séres yesencias en Dios contenidos , y nos atrae por estocon amor y admiración desinteresados sin pensa-miento de finalidad, es la Belleza, fundamento yfin del arte. La unión personal del Hombre conDios, es el orígen de las relaciones religiosas, y encuanto aquél reconoce á este corno Sér supremoque le excede infinitamente y confía en que hace

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todas las cosas en razón del Bien, es el fundamen-to de la Fé racional y de su creencia en la Pro-videncia infinita, que sabe sacar el Bien aun de 1Mal mismo.

El realismo racional no concluye la: obra de laFilosofía por más que en ella inicia el comienzo de unanueva era.

Señalando el punto de partida inexcusable, el prin-cipio real y la fuente absoluta del' conocimiento, guiadaquizá más que ninguna otra por la realidad de su obje-to la Filosofía ha encontrado al fin, aunque más tardeque las otras ciencias como era de esperar de la gran-deza de su problema, la forma definitiva que Kantechaba de ménos al compararla con el conocimien-to matemático. Pero, áun cuando haya trazado Iosdelineamientos generales, aunque conociendo su finunitario puede aprovechar todas las indagaciones quese hagan, áun con los propósitos más encontrados,con lo que ha de hacer cesar- el período de antago-nismo y de lu-cha, restableciendo la paz en los es-píritus merced á una racional estima y tolerancia detodos los sistemas, su asunto ofrece trabajo inaca-bable en que' todos l'os genios y todas las aptitudeshan de encontrar adecuada ocupación y merecido

premios.

Escuelas, sub-períodos y períodos de la His-toria de la ilidafisica.—Los sistemas hallan su

unidad en un, pensamiento más general, pero tam-

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bien más indeterminado que se llama escuela. Laescuela puede contener sistemas diferentes y áunopuestos, siempre que sean el desarrollo másménos perfecto del mismo principio y del mismométodo. Así, por ejemplo, la escuela empírica deBacán contiene igualmente el sensualismo reflexi-vo de Locke, el sensualismo puro de Condillac,el materialismo de Brusseais, el idealismo de Ber-keley y hasta la filosofía del sentido comun de laescuela escocesa.

Son tan cercanos los conceptos de escuela y desistema que no es extraño que en el uso comun seconfundan en la espresión trópica del lenguage. Perose distinguen fácilmente observando que el sistemaes la manifestación del pensamiento individual, laescuela del pensamiento colectivo. Lo que da ma-yor motivo á esta confusión es que los creadores deescuelas las han solido desarrollar á veces en unadirec ción siendo al par fundadores de escuelas y sistemas.

El conjunto de escuelas que expresan cada unode los diversos aspectosque caben en cada una delas edades ó períodos de la historia del pensamien-to racional es lo que se denomina sub-período enla historia de la Metafísica.

Los sub-periodos filosóficos no son siempre sucesi-

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~me 1 1 —

VOS, COMO se cree de ordinario. Cuando el punto devista general que determina el período admite aspec-tos diferentes, pero inconciliables, los sub-periodospueden darse al mismo tiempo, ó más bien, el con-cepto de tiempo en nada influye para ellos (entién-dase dentro del período, no fuera de él): tal sucede,por ejemplo, en la Filosofía oriental, aunque áun eneste caso es cierto que los sistemas sintéticos apare-cen despues de los opuestos que contienen, áun cuan-do no procedan históricamente de ellos. Lo mismoacontece en todas las direcciones laterales proceden-tes de un mismo principio cuando éste es compuesto,aunque no formen sub-períodos, si bien suele darse

'el predominio alternado de cada una de ellas: tal su-cede en la Edad Moderna entre el empirismo y elidealismo de Bacón y Descartes que, naciendo y de-sarrollándose casi al mismo tiempo, éste domina porcircunstancias externas históricas, principalmente enel siglo XVII, aquél en el XVIII.

Por último, los períodos histórico g, debiendo

expresar el pensamiento racional entero, pero só-

lo en cuanto en ellos cabe, han de seguir el ordenesencial de ese mismo pensamiento, pues siendosu manifestación sucesiva, el orden de su sucesión

ha de ser el mismo que el de su naturaleza. Han'de comenzar por un período de unidad simple (té-sis) al que ha de seguir otro de variedad é interior

oposición y compenetración (antítesis) y han de

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llegar al fin á la unidad enteramente comprensiva

o armónica.

En ninguno de estos períodos deja de mostrar-se el pensamiento racional sin todas sus condicio-nes; lo que sucede es que predomina algunas delas indicadas, que es lo que les da carácter. Así enel período oriental, mirándose la unidad simplemen-te sin considerar todavía su contenido, aparece cornounidad exclusiva negadora de todo otro aspecto queel considerado (unicidad) y la variedad aparece comode unidades enemigas profesadas por hombres y pue-blos diferentes, no logrando la armonía sino como unsincretismo histórico, intolerante áun con los mismoselementos de que fué formado. Esta oposición en elespacio se da en forma sucesiva durante los dos pri-meros sub-períodos (greco-romano-alejandrino y escó-lástico), oponiéndose á cada afirmación (tésis) la opues-ta (antítesis) que se resuelven en una unidad superior(síntesis) que da lugar á una nueva oposición y nuevaarmonía y tiende, mediante la oposición lateral y suce-siva, cero ( en el termoderno) dé la filosofía antigua yde la escolástica á preparar una edad superior. Lomismo acontece en todas las direcciones laterales pro-ce entes de un mismo pensamiento.

IX.

La Filosofía Oriental.—Su desarrollo en

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la India , Ch ina y .Persia.—El Período orien-tal se caracteriza por la unidad simple é indistintadel pensamiento, lo que se muestra: u°, enque lafilosofía aparece confundida con las otras institu-ciones (en cada país con la predominante) en laIndia con la Religión, en la China coa la Política,en la Persia con la Moral, en su más elevado sen-tido; 2.°, en que las diferentes ciencias que contiewne, aparecen así mismo contundidas, predominan-do en la India la investigación metafísico-teoló-gica, en la China la empírico-práctica y en la Per-sia la moral histórica, con > arreglo al carácter ycondiciones de estos diversos pueblos; 3. 0, en quecada uno de estos aspectos se cree el único y seconsidera á los demás corno sacrílegos y absur-dos; 4.°, en que áun dentro de la ciencia predomi-nante, no se examinan todas las cuestiones igual-mente sino que todas se refieren á una considera-da como el fin de saber; en la India ¿cómo noslibertaremos de mal de la vida? en la China ¿có-mo conservaremos en lo presente la felicidad delo pasado? en la Persia ¿cómo contribuiremos á

vencer el mal y á establecer el reinado del bien

en' el mundo?

El Oriente á que se le ha llamado la cuna del

mundo ha sido tambien la cuna de la Filosofía. Pero

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lo mismo en los indivíduos, que en los pueblos, queen la Humanidad, la reflexión racional es la últi-ma que aparece. La reflexión viene siempre prece-dida de la intuición, todo movimiento filosófico seliga á un precedente movimiento religioso, solo cuan-do las heregías minan los cimientos de la fé cuan-do la revelación antes aceptada se pone en duda por-que se le contrapone otra revelación, hay que ape-lar á los fundamentos racionales. Tambien las ra-zas como los indivíduos tienen aptitudes y vocacio-nes propias. La raza aria ha sido ;l órgano de la fi-losofía como la semita lo ha sido de la religión. Nohay, en verdad, hombre ni pueblo que no tenga al-guna filosofía, como no lo hay que no tenga algu-na 'religión ó algun arte, pero solo á pocos les es da-do llegar á esas grandes adivinaciones que iluminanlas conciencias ó enaltecen el sentimiento y dirigenla vida durante siglos. He aquí por qué la historiadel pensamiento reflexivo está casi reducida á la delpensamiento de la creadora de estos cuatro gran-des ciclos, el siclo indio, e1 siclo griego, el ciclo deSacón y de Descartes y el siclo de Kant, en que pue-de decirse que se resume hasta ahora, toda la his-toria de la Metafísica.

Está esta en el Oriente como el niño en el instantede vu alumbramiento ligado todavía á la vida de lamadre, pero teniendo ya vida propia que aspira áhacerse independiente. Pueblos como niños intuiti-vos, los orientales miran, como es propio de esteprimer momento de la reflexión, á la unidad sin di-ferencia, desarrollando aislados su propio génio ydotados de aquélla fantasía infantil que confunde el

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signo con lo significado, el Sér infinito, corno ha dichoMichelet, se revela al indio en la inmensidad del Océa-

pno, al chino en .1a eternidad de la palaberrara, al een los explendores de la luz.

Es el pueblo indio un pueblo esencialmentereligioso. Fué formado por una colonia que sepa-rándose de sus hermanos del Iram acaso por con-troversias teológicas dominó y civilizó á las razasque de antiguo habitaban en la India enseñándo-las segun la palabra sagrada Vedas que en elprincipio no existía más que Brahrn, la sustanciaabsoluta, la unidad indeterminada que sumergidaen su eterno sopor deja que los tipos eternos de lascosas contenidas en Sivada (la del vientre de oro)tomen forma en su fantasía, Maya (la ilusión) con-virtiéndose así en creador Brahma de donde todoprocede, en destructor Siva y en conservador Vis-nú corno el Sol, que produce en la Primavera, des-truye en Verano y conserva en el Invierno, que elmundo no es más que el ensueño de Brahma y quela verdadera felicidad consiste en anonadarse ensu sustancia infinita, librándose del tormento de latrasmigración, doctrina que trata de eternizar, or-ganizando el país en un sistema de castas de pro-cedencia divina que comprende los Brachmanes (sa-cerdotes) los Chatrias ó Rajahs (guerreros) los Va-sias (agricultores y comerciantes) y los Sudras des--

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finados á servir á las castas superiores y que, co-menzando por un panteismo naturalista, se elevaá un panteismo ideal y llega á desenvolverse (por-que si Dios és todo, todo és Dios) en una inagota-

ble mitología.

Constituye la India con sus dos penínsulas de acáy de allá del Ganges en el extremo Oriente una es-pecie de mundo aparte. Una naturaleza más que fe-cunda pródiga con un clima que exige escasa ali-mentación provee fácilmente á las necesidades de lavida, liberta del trabajo manual é inclina por el ener-vamiento del cuerpo á las meditaciones del espíri-tu. Montañas gigantescas á cuyos altos picos no hanalcanzado los areonautas en sus más atrevidas ascen-siones, florestas casi impenetrables pobladas de tigres,de serpientes colosales y de elefantes que recuerdanlas monstruosas creaciones primitivas, ríos que pa-recen mares, un sol abrasador que todo lo fecunday lo agcsta y en sus límites el Océano sin orilla,idéntico siempre en su perpétua movilidad, una na-turaleza en que todo es grande y solo el hombre espequeño ha de despertar en éste et pensamiento delo infinito incomprensible en que se pierde y se ano-nada. Y ha de despertarla especialmente en una razaya dispuesta por sus aptitudes á las meditaciones tras-cendentales. No hay duda de que la raza sanscritaes de procedencia aria; arias denomina en sus li-bros á sus tres castas superiores, arias aparecen porsus caractéres fisiológicos y fisiológicos, arias por elparentesco de los idiomas (el sanscrito, el pakrito,

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- 12 3el pali y el zendo, por las tradiciones comunes (seha notado la identidad de las oraciones más anti-guas de los Vedas y del Zend-Avesta) y hasta por cier-tos distintivos simbólicos en el vestido (el cordónbrachmánico. Todo induce á creer que se separaronde sus hermanos cuando triunfó entre ellos la re-forma de Zoroastro y que acaso ellos fueran los queconservaron las creencias primitivas. Quizá á esto serefiere la primera encarnación de Vishnú en pesca-do (Matya-Avatara) para rescatar los Vedas que elgigante Hajagriwa había robado á Brahma sepultán-dolos en las profundidades del mar. Su conquista dela India tiene algo de parecido con la de América porlos españoles, cuyo objeto principal fué llevar á otrospueblos la luz de la fé. Esta se contiene en los Ve-das (Vedga, fuego, luz, ciencia) que son la mismapalabra divina con que las cosa s se han hecho y ema-nada directamente de Dios, que Vjása el colector (aca-so Visnú metamorfoseado) redujo á cuatro Rig-Ve-da (himnos) Iadjur-Veda (oraciones en prosa) Saman-Veda (cantos) Atharvana-Veda (fórmulas litúrgicas)Cada Veda se compone de dos partes rnantras ora-raciones y brachmanas (dogmas). Segun ellos, desdela eternidad existe Brahm, sustancia primera é infi-nita, unidad pura, compuesta de luz y tinieblas. Ab-sorbido en el profundo sueño de la existencia inde-terminada contiene en sí los prototipos de las co-esas y habiendo dejado escapar de sí á Maya, la ilu-

sión, la materia, apareció como creador Brahma, como

destructor Siva y como conservador Visnú que for-man la trimurti india (unión de los tres poderes que

esp resa con la palabra Quin (O por Brahma, V porse

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1 2 4 ...MIMO

Vishnú y M por Malideva Siva). Estos tres pode-res no son séres disti ntos sino como en una bujíaencendida la luz (Brahma) el calor (Siva) y el pabilo(Vislmú). La forma primera de Maya fué el agua pri-mitiva que no tiene forma y puede tomarlas todas. Desu unión con los eternos tipos de las cosas nacieronMahabuta el elemento sutil y Pradjapatí el elemen-to grosero y de la unión de estos los génios y laraza humana, originada por un hombre primitivo que,dividiéndose en dos, produjo el varón y la mujer.El Universo no es más que el ensueño de Brahmaque desaparece á su despertar, es ilusión y mentirade que debernos libertarnos. El que observa los pre-ceptos de los Vedas logra trasmigraciones más per-fectas, librándose, por último, de la necesidad de tras-migrar, vol viendo á unirse á Brahma que es en loque consiste la emancipación.

A los Vedas se unen los Puranas en número de18 que contienen la teogonía y la cosmogonía, entrelos que citaremos, por ejemplo, el Brahma-Vaivaiti-

ka-Purana origen de los dioses, en el Visnú-Purana

25.00o estancias, el Siva-Purana en 24.000, elh

Vha-

o-avata-Purana historia de Crisna, en 18.000. el A (Tra-

Purana, cuadro de todas las ciencias indias, en 18.000,etcétera, etc., y los Dherma-Sastras, de los cuales elprincipal es el Manadava-dherma-castra ó Código deManú, en'que se establece la división en castas, ha-ciendo proceder á los brahmanes de la boca, á loschatryas de los brazos, á los vasias del vientre y álos indios de los pies del Dios, encomendando á losprimeros la lectura y enseñanza de los Vedas que lossegundos podían leer y no enseñar y los terceros es-

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-- 12 5 -cuchar pero no leer lo que era vedado á los áltimos queno pertenecían, á lo que parece, á la raza conquis-tadora, sino que eran las razas sometidas, á las quese les prometía, en premio á su sumisión y sus traba-jos, el renacimiento en casta ,. superiores.

Las luchas con los antiguos habitantes del paísy las civiles entre las diversas dinastías que se can-tan en los grandes poemas debiera dar cierto pre-dominio á la casta militar con el que probable-mente coincidió la reforma de Budha, misticismoque apoyado en la doctrina vedica, de que el hom-bre Por su anonadamiento llega á confundirse conla sustancia infinita, proclama la unidad humana yla abolición de las castas. En este momento críti-co de la civilización india es de creer que apare-cieran los sistemas filosóficos.

El Rainayana, atribuido á Valmiki, canta, en 48.00oversos, la derrota y muerte de Ra yana rey de losRakshasas ó demonios vampiros y la conquista dela isla de Lanka (Ceylan) por Rama hijo de Dasa-ratha, rey de Ayadhya (Oudha), ayudado por los ejér-citos de monos y osos que acaudillaba Sugriva, reyde los primeros, en la que parecen simbolizarse lasguerras que contra las razas melania y dravinina,primeras habitadoras de la India tuvieroñ que sos-tener los invasores arios quizá con los chusitas quellegaron á formar la casta de los Sudras y acaso inr

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trodujeron el culto de Siva. Entre las maravillosas ha-zañas que refiere y que recuerdan las de nuestros li-bros de caballería, hay dos leyendas (la de Parasu-Rama y la de Visvamitra) en que se vé claramen-te la lucha entre los cliatrias y los brahmanes.

El Malibharata atribuido á Veda-Vjasa en ioo.000dísticos, canta las guerras entre los Coros y los Pan-dos ó las dinastías del Sol y de la Luna, y en unode sus episodios el Bhagabad-Ghita refuta las doctri-nas de los Vedas con una doctrina que se acerca mu-cho al Budhismo.

Gotarna, novena encarnación de Vishnú en la vír-gen Maya, esposa de Sudhanas, rey de Kikata, que,como descendiente de los Sankyas, recibió el nom-bre de Sankyanumi, es apellidado hasta por sus ad-versarios Budda (el que posee el conocimiento ab-soluto de las cosas). Su nacimiento había sido profe-tizido. (Luego, en la série de los tiempos, en unaépoca de confusión y de tinieblas causadas por losenemigos de los dioses naciera entre los kikatas unhijo de Djina llamado, Budda). Disgustado de la vidaá la vista de un anciano y de un cadáver, se retiróal desierto donde moró durante cuarenta años ha-ciendo las más extrañas penitencias, las cuales terminadas se dedicó á enseñar su doctrina hasta quedespués de haberlas expuesto en una gran asamblea,dijo: «Todo me entristece, deseo entrar en el Nirvana.»Fuese á las orillas de un rio, se a costó del lado de-recho, estendió los piés entre los árboles y espiró.Su doctrina, que durante algun tiempo dominó • en laIndia, fue al fin arrojada de ella por los brahmanes,civilizó al Thibet, penetró en la China llegando has--

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ta la Persia y cuenta todavía con 200 millones- desectarios, con una organización extraordinariamenteparecida á la católica, (un papa, el Delaii-Lama, con-cilios, libros canónicos, santos, conventos, misione-ros y hasta campanas y cruces.) Segun los Vedas, elmal existe donde hay cambio, donde hay vida, susprácticas, que nos llevan á la unión con Brahma, nopueden impedir que se esté sujeto á nuevas trans-formaciones; para conseguirlo, es preciso el anona-damiento individual (nirvana) á este puede llegarsepor la ciencia, y por la, religión, pero el priruer ca-mino es dificilísimo sinó imposible, porque supon-dría el conocimiento absoluto; por la religión se llegamediante la práctica de las seis: perfecciones trans-cendentales,, la limosna, la virtud, la ciencia, la ener-gía, la paciencia y la caridad y las prácticas religio-sas cuya semejanza con las cristianas ha dado lu-gar á grandes controversias.

Los principales sistemas filosóficos (arsana-ra,i) de la India son seis, que se dividen en tres pa-res: 1. 0, el Mimansa que comprende el Dharma

Mimansa ó Minansa del deber, en que se estableceque el origen de éste es la autoridad de los Vedascuya divinidad se trata de demostrar y la tradi-ción en cuanto no se oponga á textos espresos y seresuelvan las cuestiones teológicas que acerca delos deberes pueden suscitarse y el Brahma-Mimansa(Mimansa de Dios) ó Vedanta (fin de los Vedas)en que se enseña que para lograr la liberación de-berreos unirnos á algo de' permanente, que esto no,

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pueden ser las obras por ser transitorias, sino laciencia pero no la. humana, sino la revelada por elSér absoluto y conservada por los maestros de ladoctrina. Esta ciencia es: Solo Brahma existe ytodo lo demás es ilusión.

El titulado Cambien Purvá-Niimansa ó simplemen-te Mimansa atribuido Djaimini ofrece en su formauna gran analogía con la Suma de Santo Tomas.Consta de 2652 aforismos divididos en doce lectu -ras donde se tratan 915 cuestiones ó casos de con-ciencia adhikaranas. Un adhikarana completo cónstade cinco miembros; uno, el asunto; dos, la duda;tres, la solución á prima facie; cuatro, lá respuestaó la conclusión demostrada; cinco, la relación conotras materias. La 1. 8 lectura está consagrada á es-tablecer la autoridad del deber y. la divinidad de losVedas, de donde deriva la 2. 1 de las necesidades deldeber, la 3, a de sus partes, la 4. a del orden en quedeben ser cumplidos, la S. de la universalidad deldeber y la 6.' de las condiciones de su cumplimien-to. En las seis restantes trata de cuestiones comple-mentarias, por ejemplo: ¿al lado de los deberes pres.,'critos en los Vedas no hay otros implicados en ellos?<:Ilay excepciones autorizadas? ¿Adem.ás de los efec-tos esenciales del deber hay otros accidentales? Res-pecto del origen . del deber, asienta que éstos nos hansido comunicados ó por la revelación de los Vedas

por la tradición no interrumpida de los sábios quedebe seguirse cuando no se oponga al texto sagrado.En cuanto al mérito, admiteque terminada la aci•

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veión pasagera queda algo de virtud que pueda impu-tarse á la causa que lo produjo dando entre los ac-tos meritorios la primacía al sacrificio. Es singular suteoría del lenguaje. La primera emanación divina esel soplo de Dios de donde proceden los sonidos ylas letras, los séres son formas groseras de esta es-critura etérea que reproduce la palabra humana, yde aquí la eficacia de las evocaciones y encantamentos.

El Vedanta llamado tambien segundo UVI imansa (Uta-ra Minansa) es una defensa de las doctrinas védieas ex-puesta en 4 lecturas y 555 aforismo. La I.' lectura, tra-ta de Dios como objeto de adoración y de conoci-miento y combate la doctrina naturalista de Ka pilay la atomista de Kanada. La 2. a , continúa esta dis-cusión contra las escuelas heréticas y trata de ex-plicar las contradicciones de la Escritura. La 3.a,de los medios que ésta ofrece para adquirir la cien-cia y por ella la liberación y con este motivo ex-plica los diferentes estados del alma revestida de uncuerpo, la vida, el sueño y los ensueños, el desvane-cimiento y la muerte, y en sus últimos capítulos, delos ejercicios de devoción y especialmente de la medi-tación. Por último, en la 4. a, de los efectos de ésta,que nos eleva á Brahma hasta absorbernos en el.Brahma es el Sér eterno, purísimo, ilimitado, quecontiene todas las cosas, pues si éstas fueran pro-ducidas por Brahma habría en él un principio delimitación é imperfección. Brahma puede ser pensa-do como la divina arcilla de que los séres individua-les no son sino las formas transitorias ó como la eter-na araña que saca de su seno la tela de la creación,como el Océano en cuya superficie aparecen las olas

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y las espumas que no son sino el mismo Océano (ycomo la hoguera cuyas chispas se distinguen del fue-go y son el fuego mismo. Es juntamente activo ypasivo el que hace y lo hecho. El mundo es unailusión tanto más intensa cuanto más determinada(el agua más que la luz). Dormimos cuando consi-deramos las cosas como distintas de Brahma, des-pertamos cuando la ciencia nos enseña que nadaexiste fuera de Brahma, sustancia• interminada, sinnombre, sin forma, pero unidad en que se identificael que conoce y lo conocido. Cuando llegarnos á es-te punto quedamos libres de todo error, porque elerror es la afirmación particular que supone la dis-tinción de los séres, de toda ignorancia porque el queconoce á Brahma lo conoce todo, de todo pecado y detoda obligación, porque éstas suponen la distinciónentre lo justo y lo injusto que en el Sér no exis-te, de toda actividad y de todo deseo, porque la pri-mera supone sér que haga y respecto del segundo,el que posee á Brahma lo posee todo.

El Sankhya (que etimológicamente signifi-ca hilo, trama, razonamiento) se divide en San-khya sin Dios y Sankhya con Dios. El i.°, tie-ne por autor á Kapila y enseña que para obte-ner la liberación tenemos que unirnos á algo per-manente, y esto no puede hacerse sino por laciencia. Los medios de conocer son los sentidos ,la inferencia, y algunos añaden la tradición de-bida; el objeto del conocimiento es la Naturale-

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za Pakriti, que puede ser increaday creante, in-creada é increante (la Inteligencia) creada y crean-te que comprende la Conciencia (akankara) lascinco particulares sutiles, los cinco órganos delsentimiento, los cinco de ácción y el manas don-de aquellos se reunen y ésta toma origen, y crea-da é increante, los cinco principios que procedende las partículas sutiles (éter, aire, fuego, agua ytierra). Por el conocimiento alcanzamos que elmundo no tiene más que una existencia aparenté,que solo existe Pakrití y que ni Yo soy ni nadade lo que me pertenece, con lo cual el alma que-da libre de los lazos que la sujetaban al mundo dela ilusión.

El Sankhya con Dios (Toga-Sastra), cuyo autores Patadjali, reconoce la existencia de Dios exentade mal indiferente á las acciones pasag-eras delos hombres. El medio de conseguir la liberación,es absolberse en él mediante, las prácticas devotasy la mortificación del cuerpo.

Kapila es considerado unas veces como un t hi¡ode Brahma, otras como una encarnación de Visnú.Se le cuenta, apesar de sus doctrinas poco ortodo-xas, entre los siete grandes richis (santos) y se con-servan con su nombre una colección de 499 aforis-mos divididos en seis lecturas, las tres primeras con-

sagradas á la exposición de - la teoría, y las restantel:-

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á aclaraciones sacadas de la fábula y la historia, ála polémica y al resúmen de las doctrinas más im-portantes. Puede dividirse en dos partes, Lógica yMetafísica. En aquélla admite tres orígenes del co-nocimiento, la percepción sensible, la inducción, ómejor la inferencia con que de lo particular ascen-demos á lo general y de éste descendemos á lo par-ticular y el testimonio autorizado ó la revelación (aun-que de ésta no hace uso) sienta que el efecto existeya en la causa (el aceite está en la aceituna antesde esprimirla y el trigo en la espiga antes de tri-llarlo) de aquí infiere que cuánto existe es una ma-nifestación de la Naturaleza. Esta ha de ser indis-tinta é indeterminada, porque el efecto no es másque la causa determinada, así, cuántó' un efecto esmás determinado, más lejano está de su causa; el ob-jeto del conocimiento es pues la Naturaleza, y deeste modo se pasa de la Lógica á la Metafísica. Elprimer objeto del conocimiento es la Naturaleza in-determinada Mula -Pakriti activa pero coja el 2. 0 laInteligencia Buddhi inteligente pero inactiva que seunen como el ciego y el cojo, el 3.° el Yo, la con-ciencia, Ahankara, 4-8 los cinco principios sutiles delsonido, tacto, color, sabor y olor (tammatra) g-19once órganos sensitivos, cinco pasivos (los cinco sen-tidos) cinco activos (manos, piés y órganos genera-dores) ri el Manas (mens) el espíritu que recibe laimpresión y la refleja (los cinco sentidos reciben laimpresión, el manas la refleja, la conciencia la aplica,la inteligencia decide y los órganos de acción la eje-e estos trece instrumentos del conocimiento sonl os que se denominan las diel puertas y los tres guar-

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dianes) 20-24 los cinco elementos que proceden delas partículas sutiles, el éter sonoro, el aire sonoroy tangible, el fuego que además tiene color y I atierra que, á las cualidades anteriores, añade el olor.25 el alma, Atma, que la Naturaleza supone comoel espectáculo el espectador.

Kapila niega positivamente la existencia de Dios,que ó es distinto del mundo y no tendría razón paraproducirlo ó está en el mundo y no podría produ-cirlo.

El alma conoce primero que los elementos gro -seros no tienen más que una existencia fenomenal,advierte después que los principios de que se com-pone la persona sutil son meras apariencias, y, porúltimo, que todo, lo que no es Pakriti carece de rea-lidad.

Ptadjali, autor del segundo Sankhya, admite áDios como el vigésimo quinto principio, en lugardel alma. Su doctrina expuesta en el. Sankhya-Pravat-chana está dividida en cuatro libros que tratan de lacontemplación, de los medios de llegar á ella, delejercicio de los poderes superiores y del éxtasis. En-seña que los libros' no son buenos sino para el queno es capaz de la verdadera contemplación. (Quot usi-bus inservit puteus, aquis undique confluentibus, totusibus prcestant universi libri sacri theologo prudenti)que sobre los sentidos está el alma, sobre el almala inteligencia, sobre la inteligencia el sér. (Sensus

pollentes, sensibus pollentior animus, animo auteni

pollentior mens; qui yero pro mente pollet, is est)que debe obrarse con pureza, siendo el ideal de lasabiduría humana la inacción en la acción. (Qui,

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i,n opere otiurn cernit et in otio opus, is sapit in-ter mortales) que las obras son inferiores á la fé(Longe sunit inferiora opera devotione mentis) quepor eso el verdadero devoto debe desdeñar toda ac-ción (Mente devotus in hoc cevo utraque dimittit tiene

et et mate (acta) que el que alcanza la fé alcanza laciencia, no queda detenido en el lazo de las obrasy llega á la tranquilidad suprema (Qui fidem habet,adipicitur scientiam; huic intentus..... ad surnmanttranquillitatem pervenit) porque como el fuego re-duce la leña á cenizas, la verdadera sabiduría con-sume toda.;acción (deinde ut tigna accensus ignis incinerem vertit pariter scientice ignis omnia opera incinerern vertit.) Libre del cuidado de toda acción elverdadero devoto permanece tranquilo en la ciudad.de las nueve puertas (el cuerpo) sin obrar sobre síni sobre los demás; como una tortuga que se re-coge dentro de su concha, inmóvil corno lámparaescondida al abrigo de todo viento. Lo que es lanoche para los demás esa es su vida, y lo que esvida para los otros es su noche.

El Maya (razonamiento) que se divide tam-bien en Maya de Gotama y el Vaiseshika de Ka..nada. El primero es un sistema lógico que ha re-presentado en la India el mismo papel que el Or-ganon de Aristóteles en la Filosofía posterior. Laliberación no puede alcanzarse más que por la ver-,dad; es preciso,pues, conocer los medios de llegar4 ella. Los medios de conocer son, la percepción.

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la inferencia (que puede ser ascendente ó descendente), la comparación ó analogía y el testimonio(divino ó humano); los objetos del conocimiento son;el alma, el cuerpo, los órganos de los sentidos, losobjetos sensibles, la inteligencia, el corazón ó sen-tido íntimo, la actividad, la falta, el estado poste-rior á la vida, el fruto de las obras, la pena y laliberación. El razonamiento completo en que se hacreido ver el origen del silogismo de Aristótelesconsta de cinco miembros la proposición, la razón,el ejemplo, la aplicación y la conclusión. A él se.añade el razonamiento supletivo ó la reducción alabsurdo y el exámen de los sofismas.

El Vaiseshika (diferenciación) es un sistema físi-co que consiste en la aplicación de las categoríaslógicas (pacihartas) que son substancia, cualidad,acción, lo comun, lo diferente y la relación, al co-nocimiento de las cosas que supone compuestasde átomos concluyendo no como de ordinario seha creido en un materialismo ateo, sino en un deis-moy espiritualismo abstracto.

El texto del Nyaya cuyo autor es un personage tanfabuloso como los anteriores, consta de 525 axiomas enprosa, divididos en cinco lecturas, de las que la primeracontiene la parte dogmática y las restantes la polémica.Aquélla contiene seis topicos, el I.° á que Gotama ape-

llida pramcinani, medida anterior y superior, es la pru

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ba 6 sean las fuentes del conocimiento, el 2. 1' los obje-tos de la prueba 6 del conocimiento; el 3.° la duda quepueda ocurrir; el 4. 0 el motivo de conocer; el 5.° elejemplo tomado de las cosas mundanas, que sirve pa-ra hacer sensible el anterior; el 6. 0 la aserción final,siddhánta, que resume los anteriores; el 7. 0 la enu-meración avágava de los cinco miembros de la aser-ción final que constituyen el razonamiento comple-to, que puede formularse así. Proposición: Esta casa sequema. Razón—porque humea.—Ejemplo: lo que hu-mea se quema, como la leña en la cocina. Aplicación:esta casa humea como el fuego de la cocina.—Conclu-sión: luego la casa se quema; 8.° el razonamiento suple-tino ó la reducción al absurdo, y el g.° el juicio definiti-vo nirnáya.ó la conclusión. Contra esta no puede darsemás que la controversia, que puede ser debate, cuandoel adversario trate de demostrar su aserción y rebatir lacontraría, conversación, diálogo pacífico para hallar laverdad, y disputa, cuando se refuta una opinión sin ex-poner la contraria. El primer ataque es la objección, laafirmacion opuesta á lo afirmado, de aquí nace la con-troversia, en la que no pudiendo oponerse nada á un.razonamiento completo se apela á la razón aparen-te, hetvábtiása, el sofisma, que puede ser lo incon-sistente, lo contradictorio, el de sugeto idéntico, elde demostración idéntica y el inoportuno (atribuir áun tiempo lo que solo, tuvo lugar en otro). No bas-tando el sofisma, el adversario puede apelar al frau-de, que puede ser verbal, fundado en la confu-sión de palabras por semejanza, que consiste enpasar de una cosa á otra que parece idéntica sinserlo, y elíptico cuando se habla de la cualidad de

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una cosa que no se sabe si existe. Por último, seapela á la respuesta fútil, mas allá de la cual nocabe más que el higrabthena (silencio de un hom-bre á fuerza de argumentos).

Nada se sabe con certeza de la vida de Kanadaque se hace remontar á Brahma. Su obra es una co-lección de sutras ó aforismos compuesta de diez lec-turas cada una, dividida en dos pruebas. Un pasagede los Vedas, ó más bien de un upanischad, ordenaque en todo estudio se comience por enunciar el ob-jeto, luego se define y después se investiga, esto es,se discute la definición. Kanada comienza, pues, porenunciar los objetos de prueba ó las categorías á lasque algunos comentadores han añadido la de priva-ción y que ofrecen gran analogía con las de Aristó-teles. La sustancia es el soporte de las cualidades yde la acción, son nueve: tierra, agua, luz, aire, éter,tiempo, espacio, alma y manas ó sentido íntimo.Las cinco primeras están formadas de átomos eter-nos y heterogéneos que se reunen dos á dos y encombinaciones diferentes. La materia no es divisi-ble á lo infinito, porque entonces el mismo núme-ro de partes tendría una pulga que un elefante. Loscuerpos terrestres unos son producidos por agrega-ción otros por generación. Estos últimos puedenser vivíparos,, ovíparos gusanos é insectos que nacenpor fermentación y plantas que se reproducen porgerminación. El tiempo y el espacio tienen un prin-cipio eterno é infinito distinto de los sucesos y delos cuerpos. El alma es enteramente distinta de es-tos, infinita en su principio es diferente en cada in-divíduo y tiene atributos especiales (el conocimien-

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'to, la voluntad, el deseo) que la constituyen sus-tancía aparte. Las cualidades son veinte y cuatro,quince perceptibles á los sentidos y ocho inteligi-bles; la 24 sanscara parece ser la potencia de don-de deriva la acción que puede ser de cinco espe-cies, segun el movimiento á que se refiere. Lo co-mun comprende tres grados: el género, la especie yel indivíduo. Lo que ha llegado á nuestra noticia delas dos últimas categorías, la diferencia ó la rela-ción no ofrece nada de notable.

Sin razón, ó nuestro entender, se ha dudado queeste sistema sea deista y espiritualista, porque ad-mite la eternidad de los átomos, cuando sobre estepunto, cuanto en general, todo él ofrece las mayo-res analogías con la Física . de Aristóteles.

Como se ve la Filosofía india presenta como un resú-men germinal de todos los sistemas, siendo la escuelaoVedanta, Teológica-Moral; la Nyaya, Lógica y Física,y la Sankhya Psicológica Mística.

Filosofía china. A diferencia del indio, es elpueblo chino un pueblo eminentemente práctico. Deraza amarilla, de escasa idealidad y pobre de senti-miento religioso, su pensamiento se ha dirigido, másque á las cuestiones metafísicas, á las morales. Sufilosofía puede dividirse en tres períodos, desde losorígenes del imperio hasta el siglo VI antes de jesu_cristo, desde éste hasta fines del siglo X despuésde jesucristo y desde esta fecha hasta nosotros.

Situada tambien la China en laarte más ornen-

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tal e del Asia y separada de la corriente general de lacivilización, no solo por la distancia y los obstáculosnaturales sino muy principalmente por la repugnan-cia de sus habitantes á todo comercio con los otrospueblos, ocupando un estensísimo territorio de dife-rentes climas y vária fertilidad, lleno desde muyantiguo de una población exhuberante y laboriosaofrece el ejemplo de un niño precoz a quien no hulbieran permitido desarrollarse las ligaduras de suinfancia. Con una lengua monosilábica, instrumentoinadecuado á las invenciones del pensamiento, conuna escritura, corno silábica, complicadísima, some-tido desde muy antiguo á reglas y ceremonias queentravan toda libertad de acción, el chino ha debi-do mirar en lo pasado el ideal que se le revelabapor el misterio de la escritura, y, al revés del in-dio, que no, tiene historia, ha hecho de ella el únicovenero de que se alimenta su vida. De ahí su des-dén á todo lo ultra-mundano. Lo que importa esvivir bien aquí, contestaba un letrado á un mi-sionero; si hay paraiso, seguirá á la buena obra,y sinó, ¿á qué ocuparnos de ello? No es decir conesto que carezca absolutamente de filosofía, sino queésta , tiene un carácter moral y político. Su origen seconfunde con el del Imperio y es anterior hasta á laescritura fonetíca. Pero su gran desarrollo comien-za casi contemporáneamente con el nacimiento de lagriega, ,con los grandes sistemas de Lao-Tseu y Con-fucio en el siglo VI, y se modifica en el IX á con-secuencia de las polémieas suscitadas entre los par-tidarios de esta escuela y la introducción del Bud-dhismo en el siglo I, de nuesrra Era.

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El sistema filosófico chino más antiguo seatribuye á Fo-hi del que se hace el fundador delimperio y el inventor de la escritura. Se contie-ne en el 1-king ó libro de las transformaciones,escrito con líneas rectas y partidas, signos repre-sentativos difíciles de interpretar. Enseña, segunparece, que todas las cosas están sostenidas enTai-ki, la gran cumbre, como las vigas en el ca-ballete de un tejado. Tai-ki produjo dos natura-lezas: una perfecta, activa, positiva, el cielo; otrapasiva, imperfecta, negativa, la tierra. Todas lascosas nacen por la composición y perecen por ladescomposición que se hace segun leyes numeri-cas, representando los nones lo perfecto, y los pa-res lo imperfecto. El hombre debe imitar al cieloque descendió á la tierra, humillándose para serdigno de él.

Hay dos textos del I-king, el más antiguo quese supone, escrito 3.000 arios antes de nuestra Eracuando del quipo se pasó á la escritura, que con-sistía en líneas rectas y partidas, representativas delo perfecto y de lo imperfecto ó de lo masculino y fe-menino, que se combinan uno con otro, en la formaque aparece en la siguiente página:

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PERFECTO IMPERFECTO---Menos im- Menos per-7171---ini---

Más perfecto perfecto fecto fecto~MI

De éstas pro-ceden:

11Mwoffia•~1111.1•Urr

IBIMM.1111

CieloEl agua de los

montes. El fuego Los truenos

41111~11,11••••••~IIIII ••■•••■•■••••■■•••

viento Agua. Montes Tierra

Acaso esta primera concepción no es más que unmaterialismo dualista, debiendo ser quizás de inven-ción posterior la unidad Tao, que solo se distinguede Lí. (la razón universal, como el acto de la poten-cia, la doctrina de los Chin ó espíritus, la de un cie-lo providencial, la de dos almas en el hombre, unainferior sensible y otra superior inteligente, y acasoacaso, hasta 11 doctrina de los números, que parecenencontrarse en el segundo texto, escrito en el siglo XIIde nuestra Era.

Además del Libro de las Transformaciones en-contramos en este período un fragmento del Chiu-King (Libro de los Anales) titulado la Sublime Doc-

trina, en que el filósofo Ki- Tseu expone al Em-perador Wu-wang las nueve regias ó categorías queexplican las vías secretas que el cielo emplea paramantener los pueblos felices y tranquilos. La 1.a,comprende los cinco elementos: agua, fuego, made-

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ra, metales y tierra; la 2.a, las cinco facultades ac«-tivas: la actitud, el lenguaje, la vista, el oido y elentendimiento; la 3. a , los ocho principios ó reglasde gobierno, la alimentación, la riqueza pública, lossacrificios, la s ceremonias y la administración de jus-ticia; la 4. a , las cinco cosas periódicas: el año, laluna, el sol, las estrellas, planetas y constelaciones,y los números astronómicos; la 5. 1 , que es la cen-tral y como el eje de las otras, el hecho imperial,que constituye la regla fundamental de su conductaaplicada á la felicidad del pueblo; la 6. a , las tres vir-tudes, la verdad y la rectitud, la severidad ó la in-dulgencia en el ejercicio del poder; la 7.a, el exámende los casos dudosos por siete clases de pronósti-cos: la 8. a, la observación de . los fenómenos celes-tes, ,y la 9. a , las cincos felicidades y las seis calami-dades.

Lao-tseu desarrolla en el Tao-te King (libro dela Razón) el lado metafísico del 1-King, con doc-trinas acaso en parte importadas de la India. Laprofundidad impenetrable que para darla algunnombre puede denominarse Tao (vía, Razón) yque en su indistinción contiene lo trascendental ylo sensible, produjo el uno, el uno el dos, y de eltres proceden todas las cosas. En el Universo haycuatro grandezas: la de la razón, lá del cielo, la dela tierra y la del hombre. La grandeza del hom-bre tiene su modelo en la tierra, la de la tierra enla del cielo, la del cielo en la razón y la de la ra-

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zón en la razón misma. Las almas humanas sonemanaciones del Alma ó Éter universal que en-vuelve y vivifica la materia, y al cual volverán ájuntarse las almas de los buenos. Para alcanzaresta felicidad spprema, el hombre debe abstenersede todo hasta llegar á la impasibilidad completa.Fin de un buen Gobierno es mantener la tranquili-dad, para lo que los gobernantes, deben dar ejem-plo de menospreciar los honores y las riquezas, ymantener al pueblo en la simplicidad y la igno-rancia, pues que el saber es lo que engendra lósdeseos.

Lao-Tseu (viejo niño} porque se dice que naciócon el cabello blanco, lo que quizá ha dado origená la fábula de que vivió ochenta años en el seno desu madre, disgustado de la corrupción y turbulen-cias que reinaban en la China quiso vivir descono-cido en la soledad, pero Yin filósofo, ó guarda de lafrontera, le rogó le compusiera un libra , para su uso.Le escribió el Tao-tse, montó sobre , un buey negroy, dirigiéndose al Occidente, desapareció. Su siste-ma es un panteismo que tiene bastante analogía conel de los estoicos. Tao, es, por una parte, la mar-cha inteligente, por otra, la Razón que la dirige. Taono tiene atributos, es el no sér, respecto del sér, elsér respecto del no sér. Es, á la vez, el ,mundo vi-

sible y el sensible, (S' más bien, el primero no essino la sucesión de las formas pasageras de la exis-tencia. Esta unidad, se muestra len una ¡trinidad,: «El

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que miras y no ves, se llama I, el que escuchas yamallleoyesyo aquel á quien palpas y no en-no

cuentras se llama Wei.» Estos tres séres en quiense ha creído reconocer cl Yhowah hebráico (I11W)no son más que uno, ni el que está encima es másbrillante ni el que está debajo es más oscuro, ca-dena misteriosa é incomprensible, ni caminando ade-lante hallaremos el principio, ni dirigiéndonos atrásel fin. Como los estóicos, tarnbien halla el funda-mento de su moral en la obediencia á la razón, lavirtud en la abstinencia y en la impasibilidad y lafelicidad en la absorción en el principio. Su doctrinade la incognocibilidad de éste ha llevado á sus sec-tarios los Tao-tse á la teurgia, la mágia y hasta álos juegos de manos.

Confucio por el contrario desenvuelve la doc-trina moral contenida en el 1-King, enseñando queel objeto de la Moral es el perfeccionamiento pro-pio y el fundamento de toda virtud la piedad filial,que es la obediencia del hijo al padre, de las mu-geres al marido, del súbdito al soberano, del so-berano al cielo, pero no la obediencia ciega, sino'1a7 que lleva consigo la obligación de la adverten-cia. De ella emana las cinco virtudes principales,la humanidad (confraternidad), la justicia (dar ácada uno lo que es suyo), la fidelidad á las cere-monias y usos delpaís (porque los que viven en unmismo lugar deben tener las mismas costumbres),

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la severidad para si y la buena fé para con los de-más.

Ningun hombre ha ejercido sobre su pueblo unainfluencia más universal y más durable que la queKoung-Tseu ó Koung-Fu-Tseu ha ejercido sobreel suyo. De familia pobre, pero habiendo mostradodesde muy temprano gran afición al estudio (á losseis años se dice que ya maravillaba por su saga-cidad) ejerció algunos empleos públicos y recorrió laChina procurando atraer á los pequeños príncipesfeudales en que entonces estaba dividida, á los prin-cipios de justicia; pero no habiéndolo podido conse-guir, se dedicó con sus discípulos á recoger y rec-tificar el texto de los Ming (libros sagrados). Após-tol infatigable de la justicia y de la razón, merecióde uno de los emperadores este elogio que se en-cuentra grabado en la fachada de todos sus templos:«Fué el más grande, el más santo, el más virtuosode los institutores del género humano, que han apa-recido en la tierra.»

Esta influencia, tan grande que puede decirse quesus máximas dirijen toda la política y constituyenla única religión de las gentes cultas en la China,es debida á que su genio se adapta perfectamente algenio de su pueblo. Enemigo de todo lo trascenden-tal (¿qué es la muerte? le preguntaba uno de susdiscípulos: ¡cómo podremos saber lo que es la muer-te, si izó sabemos lo que es la vida!, le contestó elmaestro), las doctrinas de este género que se le atri-buyen no son suyas, sino de los libros que comen-ta. «La regla de la conducta moral tiene su prin-

lo

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cipio en el corazón de todos los hombres, la ley dei'deber es por sí misma ley del deber, dice en laInvariabilidad en el Medio. El camino más derechoes el intermedio entre lo absoluto y lo contingen-te, el de la reflexión, que los instruidos pasan, y alque los ignorantes no llegan.»

De, sus discípulos, Meng-Tseu-(Mencio), consi-dera la naturaleza humana corno una é idénticanaturalmente buena. El que. conoce la naturaleza ra-c,ional conoce al cielo ó la razón suprema, cuyos de-cretos son inmutables. Las funciones de la vista ydel oido no son las de pensar, sino la de ser afec-tados por los objetos exteriores; las del corazón, sonlas. de pensar á fin de comprender la razón de lasacciones. Sun-tselt, por el contrario, sostiene que lanaturaleza del hombre era mala y sus virtudes apa-rentes. Distínguese, sin embargo, la existencia ma-terial, de la vida, la vida del conocimiento. «El agua yel fuego tienen existencia material, pero no viven, lasplantas y los árboles viven pero no conocen, los ani-males conocen pero no tienen el conocimiento de lojusto. Por eso el hombre es el más noble de los séresque habitan este m'ando.»

Tcheu-heu-ki trata .43,e armonizar las doctrinasmorales de Confucio con la:S antiguas doctrinas or-

todoxas. El Tai-ki, gran hecho, contiene en su in-determinación el principio material y el formal (Li)de las cosas, por su movimiento constituye el prin-cipip activo é incorporal y, por su reposo, el pasi-vo ó material. El hombre se compone de ambos,

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su unión es la vida; su disolución, la muerte. Cuan,do ésta se verifica el principio sutil asciende al cie,lo, la porción grosera vuelve á la tierra.

Las luchas de las escuelas rivales de los Tao-tsey los partidarios de Confucio y el establecimiento..del Budhismo hicieron, comprender . las lagunas quehabía en la escuela de este último y los moder-nos letrados trataron de salvarlas, tornando del I-king,ó más _bien de sus apéndices, la concepción de laGran causa ó Hecho primero (el sin hecho y granhecho), principio indeterminado que lleva, inherenteá sí, la forma. Li. que puesta en movimiento engen-dró el principio activo, lang, y vuelta al reposo elpasivo, In. En el hombre la inteligencia representael primer principio, la substancia corporal, cuya por-ción más pura, Kbis, es el principio vital el segun-do. «El sabio pone sus virtudes, en armonía con elcielo y la tierra, sus luces en armonía con el sol y-la luna, arregla su vida en consonancia á las cuatroestaciones y sus felicidades y calamidades con los es1.-píritus y los genios.»s

Filosofía sistema religioso dé Zo.--roastro es una vasta síntesis de las concepcionestrascendentales dela Indiá y de las empíricas dela China, en que se personifican las primeras y serefieren á los hechos en la existencia continúa, en

la vida universal.En elprincipio existía el Sér eterno, uno, in

corpóreo, omnisciente,. que simbólicamente s.e

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na a Zervane-Akherene (el tiempo ilimitado) fuentede la luz, cuyo vestido, es la naturaleza, y su re-presentación, el fuego De él proceden Ormuz,principio de la luz, de la inteligencia y del bien,que habitaba con la ciencia soberana, con la pure-za, en la luz del mundo. Este trono luminoso ha-bitado por .hura-111azdao, es la luz primera, yesta ciencia soberana es la ley. Como la sombrasigue á la luz, como la duda al conocimiento, co-mo el límite á la realidad á Ormuz siguió Arhinza-nes, principio del mal y de las tinieblas. Ormuzque llevaba en sí su Honover, Verbo que conteníalos feruer (tipos eternos de las cosas), produjo lasamchaspands y los iezed, espíritus luminosos, se-mejantes á los arcángeles y ángeles que formanla celeste gerarquía. Arhimanes le opuso los dews,lbs dcrudis y los darwands (demonios), que dicen,Puede ser, legiones sombrías del duzak (el infierno)opuesto al cielo. Ormuz creó el cielo móvil (en 45dias), el agua (en 6o), la tierra (en 75) sobre la quese levantaba el Alborj (montaña inmóvil que llegahasta el cielo fijo, y alrededor de la cual giran losastros y desde donde nace el agua), produjo elhozo, de donde proceden todas las plantas, y el toro,de dondeprovienen los animales, pero, Arhinza-nes envenen ó con sus impuras creaciones la fuen-t e de Arboj y llenó la tierra de plantas venenosas

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y mató al toro, pero de uno de los costados deéste nacieron los animales y del otro Kaiomar (elhombre primitivo. Arhimanes produjo los anima-les maléficos y mató á Kaiomar, mas de su se-milla purificada por el sol, nacieron Mesquie yMesquieize, padres del linage humano, que vivían'felices en el paraiso terrenal. Entonces Arhimanes,bajo la forma de serpiente, los sedujo tres veces éhizo que le adoraran, quedando ellos y sus hijosbajo el imperio del demonio, de que la revelaciónde Zoroastro ha venido á libertarles. El hombredebe ayudar á Ormizz combatiendo el mal sobrela tierra. El imperio del mal, sin embargo, no se-rá eterno. El último día, cuando la tierra abrasadapor el corneta Gurchet, se precipite en el Dursak,aparecerá Ormuz con su brillante corte, su luz pe-netrará hasta en el seno de las sombras, las tinie-blas serán disipadas y el mismo Ahn'inanes se con-vertirá.

La Persia forma la primera unidad histórica, reu-niendo á la mayor parte de los pueblos del Asíabajo un sincretismo religioso que estiende por elAfrica civilizada y solo se detiene en Europa anteel heroísmo de la libre Grecia. Pueblo montañoso,el infinito se le ha revelado bajo la forma explen-dente de la luz que todo lo esclarece y todo lo fe-cunda. Colocado por sus conquistas en el paso obli-

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gado de los pueblos, tiene que fiar la duración desu poder á su propia energía. Su libro, el Zend-Avesta, significa palabra de fuego ó palabra de vida.)ícese que estaba compuesto de veintiun vascas (li-bros), siete en que se trataba del principio de lascosas y el origen de los séres, siete, de las leyesciviles, morales y religiosas, y los otros siete demedicina y astronomía, de estos no se conservanmás que catorce, más ó ménos completos. Anque-tí! du Perron trajo de la India veinte y un. manus-critos en que se hallaba el original zendo y la tra-ducción pelvi del 4esnhe (oraciones y meditaciones),el Viperet (los principales séres de la creación). Ven-didad (ó el fundamento de la ley mazdea) que reu-nidos forman el Vendidad-Sadé y otros ménos im-portantes: lescht-sadé (fragmentos de diferentes épo-

.cas, Sirosi (treinta dias) calendario litúrgico y Bun-Dehesch (enciclopedia teológica). En ellos lo infini-to no es concebido como lo absolutamente indistin-to sino corno lo eterno que se refiere al tiempo,las cualidades metafísicas y morales se convierten enpersonificaciones mitológicas y el Estado con su mo-:narca, ley viva, y sus satrapias es una imgen del cielodonde reina Ormuz con sus amspachands y sus ie-,zed. En uno y otro la vida es una lucha que exi-ge la libertad para combatir el mal, en el espíritu co-mo en la naturaleza, y no el anonadamiento sinovirtudes activas (el que no come pierde las fuerras

no puede hacer obras). La libertad trae consigola responsabilidad. Los hombres serán juzgados enel puente de Sirah, hilo suspendido en el abismo;los buenos irán al Gorittnan, gloria, y los malos al

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Dursak, infierno; mas el mal, como puro límite y ne-gación , no puede prevalecer, y, al fin, todos los hom-bres revestidos de cuerpos , inmortales, serdn unidosen una misma obra, exentos de necesidades, viviráncomo ángeles, el infierno se convertirá en un lugarde delicias, y Ahrimanes ofrecerá sacrificios al Eterno.

¿Son todas estas doctrinas de Zerdusht ó hansido tomadas en gran parte de creencias anterio-res? ,¿Este profeta ha existido realmente? Cuestio-nes son hoy para la ciencia difíciles de resolver.Verdad es que en el Desatir (libro celestial) se ha-bla de quince revelaciones hechas á quince pro-fetas, de los que, el primero es Mah Abad el de-cimotercio Zoroastro, y el último, Sasan, pero en estelibro de ayer se mezcla lo antiguo con lo nuevo, ylo verdadero desaparece entre lo fabuloso. Lo quees indudable es que esta Filosofía de la vida, trajo,como consecuencia, el monoteismo, la igualdad hu-mana, la monogámia, el horror á la mentira, laabolición de las castas, la inmortalidad individual, lasalvación universal, y, sobre todo, una 'confianza enla Providencia que explica sus sucesivos renacimien-tos y la influencia que ha tenido en las otras reli-giones y tambien el por qué en un pueblo activocorno el persa se ha oscurecido los sistemas filosófi-

cos de que nos habla el Desatir y el Davístan (Es-cuela de las costumbres, escrito por Mahsan-Fanien 1615) y que pueden dividirse en idealistas, ma-terialistas y racionalistas. Entre los primeros se

cuentan: «Los sipasianos, segun ellos, Dios es elSér universal, la sustancia única; el primero de losséres que salió de su seno es Azad-Bahman (la in-

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teligencia pura) de que parten los ángeles, los ge-nios y los espíritus que animan los astros, la tierra,los elementos, los vegetales, los animales y el hom-bre; la naturaleza es un ser vivo, pero su vida eter-na esta dividida por períodos astronómicos, duran-te los cuales cada estrella gobierna durante mil años.Las almas vienen de las diferentes regiones del Cie-lo, unas del Sol, otros de las estrellas y planetas;.las buenas van ascendiendo en el Cielo hasta la es-fera etérea donde gozan de la contemplación de lapura luz minenívanmiu; las malas descienden hasta.los animales y áun á los elementos brutos. Pero co-mo las estrellas desaparecen delante del Sol las al-mas deben anonadarse ante Dios, sol de los séres,A esta perfección se llega por cuatro grados: 1. 0, launión de Dios en estado de suefio; 2.°, esta uniónen estado de vela; 3.0, el éxtasis, y 4.°, el anona-damiento. Los yekanah-binan, (profetas de la uni-dad), por qué no admiten más existencia real quela de Dios, estando todo lo demás en él como es-tá en nuestra fantasía, la ciudad que imaginlmosTercero, los samradianos (imaginativos), de los que..los primeros no miran como fantástico más que es-te mundo, los segundos miran tambien como ilu-sorio el cielo y los astros, no creyendo real más.que los elementos; los terceros creen ilusorio tam-bien estos, y las inteligencias puras no dejandocon realidad más que á los atributos necesarios deDios, y los cuartos, que creen tambien ilusoriosestos atributos, no quedando con realidad más queDios, al que conciben como una idea.

Así, como los sistemas idealistas se asemejan

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los indios, los materialistas se parecen á los grie-gos á que acaso dieron origen. Schidrang, filóso-fo y guerrero, no admitía otro Dios que la dispo-sición de la constitución (khoy-manich), la fuerzaque obra sobre los elementos que alternativamentepasan á todos los séres. Paikar cree que Dios esel fuego, que, siendo además de luminoso, seco ycálido, engendra el aire, en el cual hay un prin-cipio de humedad, origen del agua que encierra ásu vez uno frio de que procede la tierra. Alar,que este principio en la humedad; Milan, el aire,.Schadib, la tierra, y, por último, Alchschi, queDios es la esencia de todos estos elementos, y eneste sentido, no tiene forma, está en todas partes.el bieny el mal no tienen una existencia absoluta:por lo que permite el incesto y cree que el adul-terio es lícito cuando el marido lo consiente.

De una y otra doctrina nace el comunismo quepracticó Ma'dak. Entregarse enteramente á Dios yvivir en paz con nuestros semejantes debe ser elobjeto de nuestros anhelos, pero lo que lo impidees el egoismo y la poseción individual. «Los bienesy las mugeres, dice, deben ser comunes, como elfuego y el agua y las plantas de la tierra.»

En fin, los que llamamos racionalistas y que lospersas comprenden con el nombre de Beh-Dinam(partidarios de una religión mejor), pretenden quelaguerra entre Ormuz y Ahrimanes no es más quela lucha entre el espíritu y la materia y en una es-fera más circunscrita entre el alma y el cuerpo, enla cual el principio superior debe vencer. Los de-monios son las pasiones, los apetitos que nacen del

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cuerpo, y lo_; ángeles las facultades del espíritu :05las cualidades del alma; el sér, es el bien, y el mal, elno-sér. El bien. solo tiene una existencia real, eternay absoluta, y la religión no es más que una alego-ría.

Seg-llihloperíodo de la Filos(Vía.—Sub-períodosque contiene.—En el segundo período (de opo-sición) la filosofía se separa de las demás cien-cias é instituciones, mostrándose á veces, no •s6-lo independiente, sino hasta enemiga de ellas,fiando su valor en la propia reflexión. Ésta quecomienza desde las más inmediatas y simples in-tuiciones se va elevando sucesivamente por el aná-lisis hasta el principio, con lo que al cabo llega áencontrarse con las intuiciones religiosas orienta-les. Así, el primer sub-período de esta edad tieneun carácter predominante analítico y el principioes hallado como la razón esencial de las cosas.Mas por esto mismo el sujeto que se afirma al co-menzarlo se anubla ó desaparece en el todo,queda por explicar (Panteismo ó Dualismo) cuyasolución no parece más que entreverse en una uni-dad inaccesible alpensamiento donde cesa toda

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diferencia. Estas, por consiguiente, no tienen ra-zón propia, no son más que los límites en el todo;de ahí, el no considerar al hombre en sí, sino enel Estado y en la Naturaleza, el carácter políticoy naturalista de esta filosofía.

Con la intuición de lo divino se liga la filosofíaá la revelación, y, con esto empieza el segundosub-período que, á la inversa del primero, es pre-dominante sintético, religioso y espiritualista. Enél, Dios es conocido como Sér Supremo y pro-vidente, causa más que razón del mundo, se en-sancha la esfera de lo sobre-natural; su órgano esla f4 (la fé sobre la razón, la teología sobre la fi-losofía), (ancila teologice) adquiere valor propio laindividualidad y la conciencia que lucha entre larevelación general, explicada ó más bien expues-ta lógicamente por la filosofía (escolasticismo) y larevelación particular que cada cual halla en el fon-do de su espíritu (misticismo), con lo que se poneen camino de propia reflexión, acercándose denuevo al sub-período anterior.

En el tercero recibidos y después hallados re-flexivamente en la conciencia los principios de es-tos dos movimientos, se desarrollan en lucha con-tínua con triunfo alternativo, racionalizándose, es-tendiéndose y tendiendo á compenetrarse, con loque se prepara la Edad siguiente.

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El primer sub-período es el que se denominagreco-romano-alejandri no que, en el órden de lostiempos, comprende desde Tales de Mileto (seis si-glos antes de Jesucristo) hasta que Justiniano, ce-rrando la escuela de Atenas, rompió la cadena deoro de los neoplatónicos (seis, después de Jesucris-to). El segundo que puede llamarse, aunque no conentera propiedad, sub-período medio y que se ca-racteriza por el contenido religioso (cristiano musul-man (5 judáico) y la forma (filosófica platónica ó aris-totélica, comienza con los apologistas cristianos (si-glo II) y concluye con el renacimiento filosófico (sigloXVII) con el que comienza el tercero que concluyecon la Enciclopedia y la Revolución francesa, despuésde la que se anuncian los albores de una nueva edad.

Las afirmaciones dogmáticas propias del períodoanterior, despojadas de la autoridad externa que re-cibían de su origen político ó religioso, se encuen-tran ahora frente á frente en un medio comun. Deaquí el carácter de oposición que caracteriza á esteperíodo y que va graduándose desde la oposición desistema á sistema, por ejemplo, la de jónicos, me-cánicos y dinámicos, á la de escuela á escuela, la dejónicos y elécticos, la de Platón y Aristóteles, de es-colásticos y místicos hasta llegar á ser la de los as-7pectos totales del pensamiento, la de clásicos y ro-mánticos, la de la Edad Antigua y la Edad Mediaque renacen no en su posición simple, aislada, ex-

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elusiva corno se dieron en la Historia, sino por elmodo superior de reflexión interna (saliéndo de simismas) y externa (refiriéndose la una á la otra) enla Edad Moderna. No teniendo ahora el pensamien-to otra garantía que la de su verdad aparece su uni-dad en medio de esta variedad de sistemas, tácitamente reconocida por todos, en cuanto cada cual creeque el suyo es el pensamiento entero, por eso lossistemas aspiran á hacerse cada vez más estensos ycomprensivos, tratando de explicar todos los órde-nes de la realidad y acercándosc á ellos para diri-girlos. Pero esto no podrá conseguirse mientras elpensamiento permanezca encerrado en su particula-rismo, por ámplio que éste sea, ni se saldrá de élcon transacciones y componendas, sino cuando sereconozca .que todo pensamiento particular, por ser-lo, és del pensamiento, pero no és el pensamíento,y que solo en la unidad de éste tiene su valor. Maspara esto es necesario salir de la esfera del particu-larismo y de la oposición, con la que se entra enuna nueva Edad.

Primer sub periodo de la 2. a Edad.-1.° Filoso-

fía helénica. Filosofía ante-socrática.—Comienzael segundo período y con él la libre reflexión filo-sófica en la Grecia, donde al principio se manifies-ta con reflexiones aisladas acerca de la naturaleza(Filosofía ante-socrática) que dogmáticamente seconsidera segun el diverso genio de las razas, jónicas y dórica, ya en el fenómeno, escuela jónica, ya

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en su unidad formal ,itag-órica, ya en su unidad'

esencial, ecleatica.

La Grecia que parece una hoja de acanto que flo-ta entre dos mares, dividida en comarcas que impi-den la confusión pero no las relaciones, flanqueadade islas, puestos avanzados al par de comunicacióny de defensa con el Oriente y el Occidente, ofreceen su estructura material algo semejante á la de uncerebro á donde van á parar todos los órganos y to-dos los órganos se compenetran. De naturaleza queofrece todos los contrastes de lo bello pero que noabruma con su inmensidad, de suelo, ni tan pobreque exija toda, la actividad de sus habitantes, ni tanrico que favorezca la pereza, poblada por una ramadesprendida de la raza airia cuando las creencias re-ligiosas se habían amortiguado, sin castas sacerdota-les y con un idioma rico y flexible corno pocos perode complicación ménos complicada que el sanscritoel pueblo helénico es como un Viven dueño de susdestinos y con ricas facultades para realizarlos. Sincadenas que lo sujeten al pasado, se abandona consencillez y confianza á las inspiraciones de la natu-raleza. Pero dividido interiormente en dos razas prin-cipales, la dórica severa aristrocrática, idealista, dirigi-da hácia lo interior; la jónica, impresionable, volu-ble, democrática, amante de la novedad y por con-siguiente dócil á todas las enseñanzas, la naturale-za ha de ser mirada por la una desde el punto devista del fenómeno por la otra, en lo que tiene deestable y permanente, la idea, como lo contrariode la apariencia. Estas dos direcciones comienzan ais-

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iadamente en las colonias con un carácter dogrná,,tico que les asemeja á los orientales, de las cuales,.acaso proceden, pero con un sentido humano queles separa esencialmente de ellas.

La escuela jónica busca el principio de los fe-nómenos naturales y cree hallarlo, ya en una fuerzaque por sus sucesivas evoluciones va produciendotodas las cosas (dinámicos), ya en un todo caóticode donde los séres se van desprendiendo por un .despejo sucesivo (mecánicos). El iniciador de la pri_mera teoría y fundador de la escuela jónica es Ta-

les de Miletoque ponía el elemento (prontElov),

de donde procede todo, en la humedad (c'�aap),que dilatándose, produce el aire y el fuego y, con-densándose, la tierra. Discípulo de éste fueron Ana-ximenes tambien de Mileto que hacía del aire in-finito el principio de donde todo nace y á dondetodo vuelve, alma del mundo de la que la parteencerrada en nuestro cuerpo forma el alma huma-na y Diógenes de Apolonia que desarrollando estadoctrina halla la necesidad de un principio único,porque si nó las cosas no podrían comunicar entresí, y cree que este principio el aire, cuerpo dota-do Tic fuerza- y de inteligencia, razón del orden delmundo. La concepción mecánica tiene por autorá Anaximandro que cree hallar el origen de las co..

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sas en lo indefinido (Tó rin-elpov, có (MIT)) de dondetodo nace por un movimiento de descomposición

iacrisis y á donde todo vuelve por un movimien-to de composición suncri sis.

Decía Aristóteles (NI eta ph.: lib. I y II, caps. 3.° y 4.0)que los primeros teólogos al designar como los auto-res de la naturaleza á Tesis y al Occeano, no dife-rían más que en las palabras de los primeros filóso-fos, que consideraban corno el principio del Univer-so el agua ó la humedad, y, en efecto, se encuen-tra una gran ana!ogía entre las primeras creenciasmíticas que hacían provenir el Universo, ya de unnuevo ó -germen primitivo, ya del caos y el amor ylas doctrinas dinán-licas y mecánicas de la escuela jó-nica. Tarnbien pudieron ser éstas tornadas de la re-ligion fenicia lo que hace más verosímil el ser Ta-les de una familia de esta nación, y ya hemos vistoque en la Persia, sin que podamos asegurar si an-tes ó despues, aparecieron otras semejantes. Mas tam-bien pudieron originarse de la observación más sen-cil:a de los fenómenos naturales la del que cuando latierra .se humedece se llena de plantas y animales, la ne-cesidad de la respiración para la vida y la de que ésta ce-sa cuando se lanza el último aliento, pensando ser el al-ma que se escapa, como todavía se cree por los indiví-duos de las clases menos ilustradas. Cualquiera que sea,sin embargo, la opinión que se adopte, importado ó re-velado este pensamiento, toma carácter filosófico desdeque no se acepta por la autoridad sino que se trata decomprobar por la observación. Por lo demás, es preci-

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so advertir que el aire y el agua de aquí se tratano son los perceptibles al sentido que son los gra-dos de condensación del aire ó el aguay como estosmismos se transforman el uno en el otro, el pro-greso de Thales á Anaximenes no consiste en el ele-mento elegido, sino en la distinción que establece.entre lo finito y lo infinito y el intento de expli-car sus relaciones. No es, pues, el agua, fenómeno,sino lo absoluto, lo divino del agua, el principio deThales, con lo que se explica la contradicción de lostextos de Aristóteles y Cicerón acerca de este pun-to y el por qué en esta escuela el mundo es un séranimado ado y lleno de dioses. Este elemento activo nodesaparece enteramente áun cuando se reduce á los.menores límites por Anaximandro, que lo reduce áJa fuerza mecániea inherente á la materia.

La escuela pitagórica enseña que el Universo esla esencia de todas las cosas y la esencia del núme -ro es la unidad. Fuera de la unidad no hay más queel vacío, mas el uno respirando el vacío se divide in-teriormente y engendra el número que se divide enimperfectopar y perfecto impar de los que los pri-meros son las esencias más generales ó las catego-rías. En la naturaleza la unidad es el punto, los puntosalternados de vacíos la línea, esta alternada de vacíosla superficie, las superficies alternadas de vacíos loscuerpos. Los cuerpos regulares son la base de los cua-tro elementos del fuego el tetraedro, de la tierra el cu-bo, el icosanaedro del agua, el octp,edro del aire. El

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sol espresión de la unidad está en el centro del Uni-verso, á su alrededor giran los ocho planetas siete vi-siblesy uno invisible (la contra-tierra) produciendocon sus movimientos regulares la armonía de las es-feras. En el hombre el alma (un número que se mueveá sí mismo) es la espresión de la unidad, el cuerpo es-presión de la dyada ó la multiplicidad. En el alma lainteligencia supone la dyada en cuanto en ella se danlas ideas de lo múltiple instable y transitorio cuyosobjetos son ilusorios. Nos libertan de esta falsa cien-cia y nos llevan á la verdadera de lo inmutable las ma-temáticas en las que consideramos las relaciones per-manentes en las formas sensibles reduciendo las co-sas cada vez más á la unidad hastaque llegando á és-ta la inteligencia se emancipa de las cadenas de ladyada. La voluntad implica tambien la dyada porel amor de lo vário y lo sensible, cuyos bienes sonilusorios y debernos libertarnos de ella por la abs-tinencia y la mortificación de los sentidos. Las al-mas están unidas á la dyada con tan fuertes lazos,que para emanciparse completamente, tienen quesufrir una série de transformaciones, metempsícosis.Las que se han consagrado á la falsa ciencia y pues-to su amor en lo perecedero renacerán en cuerposde séres inferiores, por el contrario las que se hanfijado en lo inmutable pasarán á cuerpos más pu-ros y serán al fin absorbidas en la mónada.

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El bien es la unidad la ley general, la seme-janza á Dios (12, t,too7ix ir ó; -r6 0E6v) la virtud, laarmonía del alma. La justicia en un número igualá sí mismo, un número cuadrado, de aquí que con-sista en la exacta repartición de los bienes entre loshombres, debe desterrarse la propiedad individualcomo fuente de discordia (todo debe ser comun entrelos amigos) y como el aislamiento engendra el egois-mo debemos vivir en comunidad como hermanos.

Ya los antiguos distinguían de los jónicos, fís4-,cos, á los pitagóricos corno matemáticos. Considera-dos los cuerpos bajo el punto de vista de su mag-nitud se encuentran superficies que á su vez se com-ponen de líneas y éstas de puntos divididos por in-tervalos los dos elementos de la realidad son puesla monada, lo determinado, lo definido, y el inter-valo lo indeterminado, lo infinito. Estos dos ele-mentos pueden tomar diversas formas lo finito y loinfinito, lo impar y lo par, lo uno y lo múltiple, laderecha y la izquierda, lo masculino y lo femenino,el reposo y el movimiento, el bien y el mal, el cua-drado y el cuadrángulo, las categorías pitagóricas. To-das las cosas son reuniones de unidades, números,luego todo lo que existe son números ó está hechoá la semejanza de los números y los elementos delnúmero son los elementos de las cosas. Mas, ¿cuáles elprincipio del número? El principio la esen-cia del número es el sér número /Xi0/9!/6;-, rz cr6912,

a t9 (1 la unidad que lo contiene todo, por eso la re-p

presentaban unas veces por la decena que contiene

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todos los números, otras por la octava que contie-ne todos los sonidos, por la triada porque tiene prin-y.cipio, medio y fin, ó por la tetrada porque los cua-tro primeros números sumados dan diez. La unidades anterior á su distinción es par-impar. Como severifica esta distinción por la introducción de un ele-mento negativo, el límite, el vacío de número, losnúmeros particulares son, pues, la unidad limitada,en ellos hay un elemento positivo la monada, lo real,lo verdadero, lo bueno, y otro negativo la drada, lanada, lo falso, io malo y las cosas son más ó ménosperfectas segun predomina uno de los dos, de ahíque el impar es más perfecto porque la unidad seda en el principio, en el medio y en el fin, y elpar imperfecto porque no se da más que en el prin-cipio y en el rin.

Son todas las doctrinas que hemos expuesto dePitágoras? No lo sabernos, porque en la vida de estevarón eminente se mezclan lo verdadero y lo fabu-loso á punto que, es difícil discernirlo y, de sus es-critos, si los hube, no conservamos nada auténtico;por lo menos son las de los pitagóricos antiguos an-tes de ser desfigurados por el neo-platonismo, son lasde Hola() contemporáneo de Sócrates. Los pitagó-ricos, más que una escuela formaban un misterio coniniciaciones, pruebas, lenguaje simbólico ,y obedien.cia ciega á la palabra del maestro Abro; 4n. dondepara penetrar se exigía silencio quinquenal y se ju-raba el perpétuo ó místico sobre las doctrinas se-cretas. Respecto á la vida del maestro, suprimidaslas fábulas que llegan hasta confundirlo con el Apo-lo hiperbóreo, lo que se tiene por más seguro es qua

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nació, á lo que parece, en Samos, á fines del siglo VIa. Jc., que viajó por el Oriente, no se sabe si por laIndia y el Egipto, ó sólo por Creta, que abandonó supatria dominada por el tirano Policrates y se esta-bleció en Crotona á la que dió leyes que sus dis-cípulos, en número de trescientos, fueron elegido,;por otras ciudades de la Magna Grecia para que lasgobernaran y, que, á lo que se cree, pereció en un trevuelta popular.

La teoría eleatica puede sintetizarse en esteapotegma: lo uno es, lo mucho parece ser. Xenofa-nes, el fundador de la escuela, combate el politeis-mo griego oponiéndole «un sólo Dios, superior álos dioses y á los hombres que no se parece álos mortales por el cuerpo ni por la inteligencia. ›;Él sólo existe y nada hay fuera de Él, porque de

nada nada se hace. Parmenides, el metafísico ckla escuela enseña que el objeto único del conoci-miento es el sér porque fuera del sér no hay nada,el sér es por consiguiente uno, absoluto, eternoindivisible, ni engendra ni es engendrado; las co-sas finitas no son más que meras apariencias delos sentidos. Esto último es lo que trata de de-mostrar Zenón, el dialéctico de la escuela, seña-lando las consecuencias absurdas que se seguiríande admitir la divisibilidad de los cuerpos, el movi-

miento y el espacio.

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Ye;zo'fanes de Colofon, 620 arios antes de Jesu-c.isto, obligado en edad ya avanzada á abandonar supaís después de haber habitado algun tiempo eñZance y en Catania (Sicilia), se estableció en Elea co-lonia fundada por los focenses en la Gran Grecia álos 84 años, á los 92 compuso poemas que cornorapsoda iba cantando por las ciudades, de los queno se conservan sino fragmentos recogidos de vivavoz, habiendo sobrellevado con extraordinaria forta-leza de alma la miseria que le obligó á enterrar sushijos con sus propias manos. ((Parece que son loshombres, decía, los que han creado los dioses.....»«Los etíopes los representan negros y chatos, lostracios rubios con los ojos azules.» ((Si los bueyesy los caballos tuvieran manos y supieran pintar, loscaballos los representarían con cuerpo de caballo, losbueyes con cuerpo de buey. Hornero y Hesiodoatribuyen á los dioses lo que entre los hombres sereputa por deshonor é infamia: el robo, el adulterio

la traición.» Este contradictor de las mentiras deHornero trata de establecer frente al politeísmo launidad de Dios, Dios no puede nacer porque nace-ría de lo semejante ó de lo desemejante, no lo pri-mero, porque no puede nacer lo que ya és, no losegundo, porque entonces 'el sér saldría de la nada.Si Dios existe debe ser lo mejor y lo más pode-roso, porque si hubiera muchos dioses ninguno se-ría lo que hay de mejor y más poderoso.

Lo que Xenofanes concibe en la esfera religio-sa lo demuestra en la esfera metafísica Parmeni-des de Elea (519 años antes de Jesucristo) que re-nunció á la vida espléndida que podían haberle pro-

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porcionado sus riquezas para dedicarse á la filoso-fía. «Fianse, dice, los hombres de los sentidos y noencuentran más que el error y la apariencia.» El obje-to entero del conocimiento es el sér, si el sér és,no puede ser más que uno, si el sér es uno es ab-soluto no depende de otro, es contínuo, porque situviera partes habría algo que lo separara de sí mis-mo, es inmóvil y eterno porque todo cambio su-pone adquirir ó perder algo de lo que se tiene, peroentonces el sér ó no lo era antes ó no lo era des-pués; ni puede ser engendrado porque sería antesÇle ser ni puede engendrar porque no sería todo loque és. Indivisible, igual á sí mismo nada deja fue-ra de sí, es como la esfera que vuelve sobre sí misma,es la Razón, lo que conoce al sér, es el sér mismoy el pensamiento que lo conoce es el mismo ser,hay por consiguiente una perfecta identidad entrela realidad y el conocimiento.

Zenón de Elea (590 años antes de Jesucristo)noble, bello, rico y tan valiente en filosofía comoen política defiende con las armas de la dialécticade que se tiene por inventor, las doctrinas de sumaestro Parmenides, mostrando los absurdos lógi-cos que se siguen de admitir la existencia del mo-vimiento y por consiguiente del tiempo y el espa-cio. Todo movimiento es cambio, cambiar es noser ni lo que se era ni lo que se será luego, óno existe lo que cambia ó no existe el movimien-to. Éste es además imposible porque cada parte delespacio consta de partes infinitas que no pueden serrecorridas en un tiempo finito. Si una tortuga ade-lantara un paso á Aquiles, el de los piés ligeros,

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este no le alcanzada porque antes de recorrer 01-paso tendría que recorrer medio, etc .., lo que sien

do infinito no acabaría jamás. El movimiento esigual al reposo: si lanzamos una flecha en cada mo-mento está fija en un punto, luego siempre estáquieta. Un cuerpo finito es una contradicción, por-que si es estenso tiene partes y éstas partes á suvez otras, luego el cuerpo es infinito, porque tieneinfinitas partes y finito porque no tiene más quelas que tiene, (si pensáramos que se compone de pun-tos corno estos son inestensos no formarían nuncala estensión); por último, si el espacío es real su-pone algo donde está, este otro y así sucesivamente.

La deficiencia de estas escuelas hizo que al-gunos filósofos trataran de completarlas con ele-mentos tornados de otras, así Anaxágoras, proce-dente de la escuela jónica mecánica, partiendo delprincipio de que de la nada nada se hace, admiteuna materia primitiva en que todo estaba confun-dido, compuesto de elementos infinitamente pe-queños, komeomérides, y un principio inteligenteque los pone en movimiento voi,,,; (el espíritu) el que

haciéndolos girar hizo que lo semejante se uniera álo semejante, con loque lo más pesado, lo frío yhúmedo quedó en el centro y lo ligero y lo secofué á la superficie A estos dos elementos corres-ponde dos órdenes de conocimientos el sensibley el racional. Heráclito de Efeso, procedente de

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los jónicos dinámicos intenta conciliar la unidady la oposición, el sér y el io sér en el sucederque tiene su causa en la razón suprema cuyo sím-bolo es el fuego de que proceden por conden-sación el aire, del aire el agua y del agua la tie-rra que, mezclándose de nuevo por su contacto,vuelven al fuego primitivo para volverse á dife-renciar, ensayando por primera vez explicar de es-te modo las leyes de la vida. El alma es una chis-.pa desprendida del fuego celestial, tanto mejorcuánto más seca, que por los sentidos conoce lovariable y aparente, y por la razón, respiración dela razón divina igual en todos los hombres, lo in-mutable. Los atom istas (Leucippo, Demócrito)apoyados en experiencias físicas sostienen contralos eleáticos la existencia del vacío, de la multi-plicidad y del movimiento y creen que todas lascosas se componen de átomos eternos é irreducti-bles cuya unión ó disolución produce el nacimien-to y la muerte. El alma es un compuesto de áto-mos ígneos y posee dos facultades la sensibilidaden que se juntan las emanaciones sútiles despren-didas de los cuerpos tao>,,x y la razón que profun-

diza estas especies de simulacros ó sombras de lascosas que no nos dan á conocer más que su superfi-cie y nos permite penetrar en la verdad inmutable(los átomos y el vacío) y Empedocles de Agrigen--

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to, el gran sacerdote de la Naturaleza, procedentede la escuela ecleática que piensa que Dios se ma-nifiesta en dos órdenes distintos y paralelos en el

mundo sensible May.0; auaGéTol como esfera y el

espiritual y moral K¿o-ii.oq 2)0170; como amor. El uni-verso es eterno porque nada nace ni se aniquila,los cuatro elementos estaban primitivamente uni-dos en el seno del caos, compuesto de átomos in-destructibles. Estos átomos sé reunen por la amis-

tad(p), tfcx) y se separan por la enemistad (váto;).

Verificóse su separación por el ódio pero el amorlos reune para formar los organismos. El amor ha-ce que todos los séres tiendan á unirse, pero elódio que domina en el mundo los separa. A cadauno de nuestros sentidos corresponde un elemen-to; el alma está compuesta de agua, aire, tierra yfuego; conocemos el agua mediante el agua, el fue-go mediante el fuego, el ódio mediante el ódio yel amor por el amor. Todas las percepciones tien-den á la unidad como la sangre al corazón. El co-nocimiento sensible no da más que la opinión; laverdad sólo la alcanzarnos por la razón que és jus-tamente divina y humana, impersonal y personal.El mundo inteligible es la mónada, la unidad,Dios, el bien en sí, en el cual no cabe ningunaenemistad; el mal moral consiste en la separación

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de esta unidad perfecta; las almas humanas, pur-gando sus faltas por la metempsícosis, podránunirse con ÉL

Anaxdgoras de Clapmene (494 años antes deJesucristo) que por amor al estudio abandonó supatria y las ventajas de su nacimiento y su fortu-na trasladándose á Atenas donde fué el amigo dePericles hasta que acusado de medismo y desterra-do de Atenas fué á terminar sus dias en Lampsa-co, ha sido desde antiguo conocido en la Historiade la Filosofía con el pseudónimo de el espíritu yha merecido tambien el de el físico á que le ha-cen justamente acreedor su filiación científica y supropia manera de pensar. No pudiendo explicarsecómo las cosas caóticamente confundidas llegan ásepararse por sus fuerzas propias, ni el orden ad-mirable del Universo, fué llevado á concebir la ne-cesidad de un principio activo, ordenador y comotal inteligente. «Estando todas las cosas confundi-das vino la inteligencia que las puso en órden.»-La acción y el pensamiento son inseparables, puescorno dice Aristóteles: «La inteligencia no puedeobrar sino pensando, y si es la causa del movi-miento es preciso que éste movimiento tenga unara'ón.» Siendo inseparables la acción y la inteli-gencia, ésta' abraza en su conocimiento id que estáen estado de caos, lo que ya ha salido y lo queha de salir. El espíritu lo penetra todo, pues co-mo dice Aristóteles: «Anaxágoras pretende que lainteligencia es lo mismo que el alma, pues cree

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que existe en todos los animales, en los grande:como en los pequeños, en los más nobles como enlos más viles.» Y no solo en los animales sino enlas plantas puesto que son séres vivos, pero en cadauno el alma individual no es más que el grado deactividad de que la inteligencia es susceptible en uncuerpo deterfminado, así el hombre es el más racio-nal de los animales porque tiene manos y el sue-fío es el aturdimiento' del espíritu por las fatigas cor-porales y cuando el cuerpo muere el alma indivi-dual cesa de ser. Corno las homeomérides por su ex-cesiva pequeñez escapan á nuestros sentidos, siendopreciso reunir muchas del mismo género para queresulte una cualidad, en el caos no hay ni formas,ni cualidades, ni substancias, todas las propiedadesestán paralizadas, insensibles, y además son inertes,no siendo posible el movimiento fuera de lo infi-nito donde nada existe ni en el infinito donde nohay vacío, pues que no hay separación. Esta sepa-ración va haciéndose por grados desde lo más com-puesto á lo más simple; primero lo húmedo y pe-.sado de lo ligero y seco, luego los cuatro elemen-tos. El éter por su movimiento circular eleva de latierra piedras que inflamadas son los astros (el Soluna piedra más grande que el Peloponeso), los co-metas muchos planetas unidos, la luna una masade tierra semejante á la que ocupamos. Creados losastros nacieron las plantas de que el sol es el pa-dre como la tierra es la madre, los animales na-cieron los últimos porque sus elementos son mássimples. Simples creemos los alimentos y de ellossacamos nuestra sangre, nuestra carne y nuestros

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huesos. Ana; ágoras fué el primero de los filósofosgriegos que escribió, pero de sus obras no nos que-dan más que pequeños fragmentos. Herdclito deEfeso (544 años antes de Jesucristo) renunció áfavor de su hermano á la suprema magistraturapara consagrarse á la Filosofía. Es llamado el os-curo, tanto por su desdén a ristocrático al asenti-miento del vulgo, corno por las dificultades que de-bió ofrecerle la prosa en que fué el primero queescribió. Estiende los límites de la filosofía jónica,pues en su libro se ocupaba 'del Universo, de po-lítica v de teología. Como los eleáticos, desdeña elconocimiento sensible. «Para los espíritus bárbaroslos ojos y los oidos son malos testigos,» y pone co-mo juez universal á la razón, no la razón indivi-dual sino la divina. «Siempre que nos ponemos encomunión con ella estamos en la verdad; siempreque nos abandonamos á nuestro sentido individual,caemos en el error.» Reune, y en esto consiste su ori-ginalidad, el sér indeterminado de los eleáticos y el séraparente de los jónicos, en el suceder. ((Yerran losgriegos cuando creen que algo nace ó algo muere,..todo se transforma, todo filie. (0),2 ). No podemosbañarnos dos veces en un mismo rio. «Un destinoinflexible sujeta todas las cosas á continuo cambio.»El fuego condensándose se convierte en vapor, ésteen agua, el agua en tierra que, por la evaporaciónvuelve al estado primitivo para diferenciarse de nue-vo. Estos cambios se verifican por la acción de dosprincipios: la discordia, origen de la diferenciación yla concordia, que lo vuelve todo á la indistinciónprimera. La fuerza permanente en medio de estas va:

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riaciones es el fuego racional, Júpiter, que está con-tinuamente haciendo y deshaciendo; el mundo es un.juego de Júpiter; de aquí la profunda tristeza de estefilósofo, que nos lo representan llorando. Los astrosson llamas que resultan de la evaporación concen-trada en ciertas concavidades de la bóveda celeste.El sol es tan grande como nos aparece, los eclipsesconsisten en que las concavidades en que están lasllamas vuelven á nosotros su parte convexa, las fa-ces de la luna de que su concavidad tiene un mo-vimiento de rotación. Las evaporaciones puras, in-,llamándose en el sol, producen el dia, lo contrarioque sucede á las de la noche, el calor excitado por la luzde las evaporaciones puras el estío, la evaporaciónoscura el invierno. La teoría de Heráclito es unateoría de la vida, cuyas leyes, la unidad indistinta,la oposición interior y la unión de los contrariosen la unidad, aunque imperfectamente, parece ha-ber hallado.

El fundador de la teoría atómica es Leucippo decuya vida no sabemos ni siquiera cuándo fué el maes-tro de Demócrito, corno se supone. A los argumen-tos lógicos de los eleáticos para negar el movimien-to y el vacío, oponía experiencias físicas no ménoscontestables que aquéllos, como la compresibilidad delvino encerrado en un odre, el que si echamos aguaen un vaso lleno de ceniza éste no se derrama, lanutrición, que supone que hay lugar entre los ele-mentos del cuerpo para dejar penetrar otros nue-vos, y respecto al segundo la existencia efectiva delmovimiento. Pero el que desarrolla esta Moría fuéDenzócrito de Abdera, autor polígrafo (escribió sesen-

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ta y dos obras) que puede ser mirado corno el Aris-tóteles de su tiempo. Se cuenta que Jerges agrade-cido á la hospitalidad de su padre le hizo instruirpor sus magos, que gastó su inmensa fortuna, via-jando por todos los países y frecuentando todas lasescuelas, quedando tan pobre, qne para sustraerse ála ley que privaba del patrimonio á los que hubie-ran disipado su herencia, publicó su Mé-yu; atornap.o;qne le valió de sus conciudadanos 5oo talentos yque le confiaran el gobierno del Estado á lo querenunció por la ciencia, cuyo amor era tal, quepaseaba entre las tumbas para no ser distraido desus meditaciones, ni falta por el contrario quien digaque teniéndole por loco los abderitanos llamaron áHipócrates para que lo curara.

A los' argumentos de Leucippo añadía que si sedivide un cuerpo todas las veces que se quiera, ó que-da alguna cosa ó no queda nada, lo último es un ab-surdo porque los cuerpos estarían compuestos de na-da, si queda algo ó es inestenso y entónces estamos enel caso anterior ó estenso y entónces la materia no pue-de dividirse á lo infinito. De la unidad además no pue-de salir la pluralidad, el número de los elementos deque la materia se compone ha de ser invariable, es-tos elementos son los átomos. Si los átomos son in-finitos en número, el vacío lo és en estensión. Losátomos son todo. de la misma naturaleza estensos ysólidos, pero imperceptibles por los sentidos, son ade-más figurados y llevan inherente el movimiento. Es-te es circular ó en forma de torbellino, por impul-sión el que se comunica por el choque y oscilatorioelque resulta de ta impulsión recíproca de muchos

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átomos en contacto. La unión y separación de los áto-mos produce la formación y destrucción de los mundosy de los cuerpos. Los más pequeños y más redondosconstituyen el fuego, los pequeños el aire y los máspesados el agua y la tierra. El alma es de la natu-raleza del fuego, se desliza entre partes del cuer-po y les da movimiento, calor, vida y sensibilidad,anima todo el Universo, no sólo los animales sinolas plantas. Sus átomos se lanzan de nosotros por lacomyresión de los otros cuerpos, pero los repone-mos por la respiración. El pensamiento reside en elcorazón. Los cuerpos lanzan de sí ciertas emanacio-nes que son su representación exacta, que penetranen el pecho por el canal de los sentidos, por unmedio adecuado, el oido, el aire, etc., y hacen co-nocer al alma, poniéndose en contacto con ella; asílo blanco es una combinación de átomos lisos, loágrio de átomos angulosos, etc. Mas, como no co-nocemos más que por imágenes fugitivas y la ra-zón tiene que partir de ellas, Demócrito acaba porconfesar: «No hay nada de verdadero, ó si lo hayno podemos conocerlo.» «La verdad está en el fondode un abismo.» La moral consiste, pues, en no apa-sionarse por nada, estar preparado á todo, igualmen-te distantes del temor y la esperanza, huir todas lascausas de disgusto, sobre todo del matrimonio, po-niendo el soberano bien en una constante igualdadde ánimo. Esto último es lo que quizás ha dadoocasión á la anécdota que nos lo retrata presa de unanextinguibie risa.

Ernpedocles de Agrigento (444sucristo) hijo del

arios antes de Je-jefe del partido popular, filósofo

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sacerdote, médico, poeta y enemigo de los tiranos,sirviéndose de sus inmensas riquezas para remediarlos infortunios y de su cienciapara ejecutar hechosque en su tiempo habían de pasar por milagrosos(cuéntase que volvió á la vida á una muger á quiendurante muchos dias se le creyó muerta, que liber-tó á su patria de las enfermedades que producían los

lentos etesios cerrando la abertura de una montañay á Selinonte de la peste sanificando unas lagumas) espara sus contemporáneos más que un hombre. Noaparecía en público sino rodeado de servidores, conla cabellera flotante, la corona sagrada en la cabe-za, el laurel en la mano y el calzado lleno de sonan-tes cascabeles; su divinidad fué reconocida por todaSicilia, él mismo la proclama: «Amigos, lose que ha-bitais la gran ciudad bañada por el dorado Acragas,celosos defensores de la justicia (escribía en uno desus poemas) salud. Yo no soy un hombre, soy undios. Cuando entro en las ciudades florecientes, hom-bres y mugeres se prosternan á mi paso. La mul-titud me sigue, unos me piden oráculos, otros re-medios para las crueles enfermedades que les atormen-tan.» Hasta su muerte tuvo algo de misteriosa, quiénsupone que subió al cielo, quién que se ahogó, yaen el mar, ya estrangulado por sus propias manos,quién que murió aplastado por su propio carro, quiénque cayó en el Etna cuyo cráter arrojó una de sussandálias. Espíritu homérico como le apellida Aristó-teles, todo lo personifica. Discípula de Parinenides yde los pitagóricos mezcla á todo d3 n carácter religio-soque envuelve en formas mitica3. El esferas (7?,-"dígc15')

es á la par el Dios supremo «que no tiene ni c,7tbe,-1 2

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za ni cuerpo de hombre, ni brazosque nazcan desus espaldas, ni pies ni rodillas ágiles, sino que espuro espíritu, espíritu santo é infinito, cuyo pensa-miento rápido penetra todo el Universo» y de otraparte la materia del mundo. «Nada es engendrado ninada perece, de la muerte funesta no hay más quemezcla" separación de partes, y esto es lo que sellama naturaleza.» La amistad es Vénus, fuente detoda belleza y de todo bien; la discordia, es la san-grienta Deris, Marte, causa de todo mal; el fue-go es Júpiter, que todo lo anima; el aire, Juno,que lleva la vida; Plutón, la tierra, y el agua la de-solada Netis, que riega todo lo que es mortal; elmar, es el sudor de la tierra; las plantas, sus pelosy sus plumas; los animales nacieron primero miem-bro á miembro, luego en formas monstruosas queVénus embelleció. Nuestras almas son espíritus decaí-dos, condenados á errar, durante treinta mil años, de

gepiado un cuerpo

rponiosá otro. Peroro

deel mal

haberno

expiado eterno, hast

ímelos

malos nes, logran la felicidad. La virtud es una ley uni-versalque abarca la vasta esteusión del aire y la in-mensidad del ciclo,

Corno los eclécticos tratan de salvar cornple-

giles cimientos en que se asienta todo dogrnatis-

tanclo unos por otros los elementos útiles de las

diversas escuelas, los sofistas, derruyendo los frá-

izo, llegaron á la conclusión de que toda realidadf

no es más que aparente y no hay más ciencia queO

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la Retórica . Protágoras de Abdera, de que no haymas conocimiento que la sensación dedujo que lascosas son como á cada uno leparecen, que el horn o

bre es la medida de todas las cosas y por consi-guiente que todas las opiniones son igualmenteverdaderas. Por el contrario Gorgias de Leontiumasegura que todas son igualmente falsas: 1. G por-que el sér no existe, pues si existiera, ó habría co-menzado ó nó. Si hubiera comenzado ó saldría deotra cosa en cuyo caso ya existía ó de nada v denada nada puede salir y si nó ha comenzado seríaeterno y por consiguiente infinito. Mas lo' infinitoni puede contenerse á sí mismo ni ser contenidoen otra cosa, no está en ninguna parte, no és;porque aunque existiera, no podría ser conocido;pues para que se conozca es preciso que el sujetose identifique con el objeto y entónces no podríahaber conocimientos falsos, y 3.°, porque aunquese conociera no podría espresarse, porque cuandohablamos no trasmitimos más que sonidos, pero elnido no puede percibir ni las ideas ni sus objetos,porque entonces ideas y objetos no serían más quepalabras. No habiendo nada verdadero, ni bueno,ni bello en sí, el destino del hombre, segun Pollus

Caliclés, es alcanzar la felicidad mediante' el po-der deperder á sus enemigos y \ dominar á su an-

tojó porque el orden de la aatwaleza es que los,

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fuertes sean los señores y los débiles los esclavos,velas leyes son cadenas forjadas por los débiles quelos fuertes deben romper, burlándose de los quelas han hecho.

Se ha dicho que el excepticismo es el abismoque divide un período de otro y el eelectisismoel puente lanzado sobre ese abismo. El defecto delperíodo ante-socrático no consiste principalmenteen el error objetivo en que se puede haber incu-rrido sobre tales ó cuales materias, sino en el fun-damental de no haber verificado la relación del cono-cimiento con lo conocido. De aquí que como tododogmatismo no ha pasado de la esfera de la opiniónque, verdadera ó falsa, no puede sostenerse ante losembates de la crítica. Miradas baj:) un aspecto, to-das son igualmente verdaderas, como para Protágo-ras; miradas bajo otro, todas igualmente falsas, co-mo para Gorgias, y de ambos modos queda solola aprensión subjetiva y la realidad desaparece. To-do puede sostenerse, lo mismo el pró que el contra,la ciencia no es más que el arte de alucinar y sor-prender y como no queda más que el sujeto, en pro-vecho propio. De aquí que los sofistas se presenta-ran como maestros en todas las ciencias. De ahí quedesarrollando principios inmorales que sublevaban to-das las conciencias obligaron al espíritu á buscar elfundamento de la inanlidad de sus sofismas en unabase de conocimiento que no pudiera ser quebran-tada por la opinión. Ni fué este el único bien que,aunciue, contra sus propósitos, hicieron á la ciencia,

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pretendiendo saberlo todo, buscaron relaciones, aun.-que superficiales, entre los diversos órdenes del co-nocimiento que hicieran presentir su unidad, estu-diando, para sorprender, los diferentes significados delas palabras, precisaron el lenguaje haciéndolo ins-trumento dócil para la Filosofía; por último, ponien-do frente á frente la experiencia y la lógica, el pen-.samiento abstracto y el pensamiento concreto y sa-cando descaradamente las tristes consecuencias queorigina este aislamiento para la vida, señalaron consus propias faltas, los vacíos que era preciso rellenar.

Filosofía socrática. Sócrates es el hombre quepor su vida y por su muerte ha merecido ser lla-mado el padre de la Filosofía. Mostrando que másque cualquier conocimiento particular vale el denuestra propia ignorancia arranca del espíritu laspretensiones de un saber imaginario, tomandopor punto de partida de su filosofía el 71)()-- y, -7.-¿1)Eai(xo

cambia los polos de la ciencia del objeto al suje-to en el que se halla la fuente de toda verdad(contra todos esos testimonios, contesta á Gorgi as ,no he de oponerte más que uno sólo, pero ha de ser

el tuyo mismo) á la que no podemos sustraernossiseguimos pensando, y aplicando este punto devista á la discusión con su etounr= confunde el

errory disipa las ilusiones de una falsa ciencia

y con su yatevircxn por medio de preguntas ade-

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culadas hace pasar de lo conocido á lo desconoc í._

‘rlo, de lo opinable á lo seguro y verdadero. Obli-,iando á reconocer la existencia de una verdad que

tá sobre todas las opiniones, puede decirsequefunda, no un sistema filosófico, sino la filosofía mis--1-na. Haciendo ver que ni lo verdadero, ni lo justo,ni lo bueno, ni lo belio, dependen de nuestro persa..miento, sino que se imponen á él halla sobre todaslas cosas un sér inteligente que realiza siempre ydonde quiera lo mejor, proclamando así la unidadde Dios y su providencia. Modelo eterno de las le-yes es la justicia divina que Dios ha grabado en elfondo de nuestros corazones, obrar contra ella esobrar contra nuestra propia naturaleza haciéndo-aos esclavos de nuestra culpa. El mal nace, pues,del error, así haciendo descender la Filosofía del cie-lo á la tierra Para preguntar por las costumbres delos hombres aplica sus enseñanzas á la vida moral,cerrando el círculo científico que comienza en elhombre para terminar en el hombre mismo y com-prendiendo en él las tres partes antes aisladas dela ciencia, la Lógica, la Física y la Ética, estable-ce de este modo la unidad del conocimiento. Por úl-

tim© , la necesidad de una sanción moral que curelas enfermedades del espíritu le hace presentir lainmortalidad del alma y la vida futura.

Dando de sus enseñanzas testimonio con su vi-

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da, realiza su vocación filosófica como un mandatodivino que hace efectivo, como individuo corrigien-do sus malos instintos, como ciudadano peleandobravamente por su patria, haciendo triunfar la jus—ticia igualmente de oligarcas y demagogos, y de-dicándose á la mejora moral de la juventud y co-mo hombre manteniendo su conciencia frente de laley y sufriendo sin embargo tranquilo la muerteporque quiso méjor obedecer las leyes injustas de supatria muriendo que desobedecerlas huyendo.

Cuando el espíritu filosófico, ,siguiendo la marchade la civilización helénica, buscó su centro en Atenasque merced al heroismo desplegado por sus ciuda-danos en las guerras médicas había llegado á alcan-zar la hegemonía sobre toda la Grecia, la falta debase científica de los sistemas reinantes produjo co-mo hemos visto la sofistica que, negando la verdad,corrompía la inteligencia, el corazón y las costum-bres, negando la existencia objetiva de 'o justo y delo bueno. Contra ellos se levantó Sócrates y esto eslo que explica el carácter predominante moral de sufilosofía, que no fué para él una necesidad sólo dela especulación sino tambien la de hallar una nor-ma segura para la vida. Hijo del escultor Sofroniscoy de la matrona Fenaretra, á quien decía asemejar-se porque como ella no daba á luz sino ayudaba ádar á luz á los demás, nació el año 470 antes deJesucristo en el burgo de Alopecia con una figuraque le asemejaba á un sátiro y en la que el faso

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mista Zopyro creyó ver malas inclinaciones. Dedi-cado al principio al oficio de su padre (cuenta Dió-(yenes Laercio que en su tiempo se conservaban enla ciudadela de Atenas dos gracias veladas obra si-ya) y habiendo estudiado con célebres maestros 14música, la retórica, la geometría y la astronomía, fué,segun nos dice Jenofonte, en filosofía su propio maes-tro. Extraño á la política, porque el que quiere co-uegir á los hombres no debe pretender ningun car-go si ha de vivir algun tiempo, no cumplió menosinflexiblemente sus deberes de ciudadano. Peleó conbravura en Delium, en Potidea y en Anfipolis sal-vando la vida á Alcibiades y á Jenofonte; pritaneocuando procesaron á los diez generales de las Argí-nusas los defendió ante el pueblo y durante la do-minación de los treinta tiranos, apesar de la amis-tad que le unía con alguno de ellos, no quiso en-tregarles á León de Salamina al que querían con-denar á muerte; sus viajes no se estendieron mas alládel istmo de Corinto y causó estrañeza encontrarleuna vez extraviado en los campos que rodeaban laciudad, solo le interesaba el estudio del hombre. Só-crates no escribió nada, las noticias que tenemos deél nos las han conservado sus discípulos Platón yJenofonte filósofo y historiador que mútuamente secompletan. Tampoco tiene escuela en el sentido quehoy damos á esta palabra. Enseñaba en la plaza pú-blica, en los gimnasios, en los banquetes, bajo los pór-ticos, su enseñanza era una conversación sobre losasuntos más diversos y sus discípulos los que de or-dinario le seguían. No exponía, preguntaba. Si en-contraba á un sofista le interrogaba, manifestándole

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su ignorancia, á la contestación le oponía una duda,de lo que le respondía sacaba una consecuencia yasí continuaba hasta que el sofista venía á negar supropio pensamiento ó enredado en sus propios ar-tificios y hallándose sin salida se marchaba des e--chado en medio de las risas de los espectadores. Siencontraba á uno de esos políticos que, como Glau-con, pretenden gobernar á lo ageno sin saber go-bernar lo suyo, les decía: «Antes de arreglar todasMs cosas de Atenas, ¿no sería mejor que arreglases la.casa de tu tío?» Y cuando éste le contestaba, «¡Yalo hubieras hecho si hubiera querido escucharme!»le replica, «¡No has podido persuadir á tu tío ypretendes persuadir á todos los atenienses!» Estasdiscusiones no servían sólo para sacar al espíritu dela falsa confianza en que estaba, llegaba por ellasá la afirmación de conceptos que satisfacían todas lasdudas, la inducción la llevaba á la definición; poreso Aristóteles le hacen inventor de estos dos pro-cedimientos. La enseñanza de Sócrates era justamen-te científica, moral y estética; el hombre completoes al par bueno y bello (zd/),ó; .4706;). Pero de-bía repugnar á los partidarios de lo antiguo. Ya Aris-tófanes en las Nubes le había presentado corno unsofista y más tarde Anyto y Melito le acusaron denegar los dioses de la república, poniendo en su lu-gar extravagancias demoniacas y de corromper la ju-

ventud. Esta acusación en su primera parte acasoestaba fundada en que Sócrates repetía frecuente.,mente que oía la voz de un Dios interior, bien qui-siera espresar con esto la de su propia conciencia,bien creyera en una revelación divina individual, bien,

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y quizás esto es lo más cierto, la voz divinaquehabla á toda conciencia. Sócrates se defendió dicien-do: «¡Atenienses: si me prometiérais absorverme contal de que renunciára á mis indagaciones acostum-bradas, os contestaría sin vacilar: yo os respeto yos amo, pero obedeceré más bien al Dios que á vos-otros, áun cuando por ello tuviera que sufrir milmuertes!» Condenado por una escasa mayoría hu-biera podido escapar con una tijera multa, si hu-biera querido condenarse á esta leve pena, humi-llándose ante la ley, pero lejos de mostrar debili-dad pidió por sus hechos ser mantenido en el Pry-taneo hasta el fin de sus días á costa de la Repú-blica. Entónces fué condenado á muerte. Sereno ensu prisión se entretenía en componer himnos y enponer en verso las fábulas de Esopo. Sus discípT-los le proporcionaron la fuga, pero él les contes-tó: ((Critón: ¿conoces algun lugar donde no se mue-ra?» y después de una conversación sublime sobre!ás deberes que nos imponen nuestra conciencia y lasleyes, y la inmortalidad del alma, acabó con estamagnífica ironía: «Crítón, no olvides que debemosun gallo á Esculapio. «Espiró, como dice Platón,«el mejor de los hombres de este tiempo, el mássabio y el más justo de los hombres.» Su pensamien-to no murió con él. No sólo informa toda la filo-sofía griega posterior, sino que ha servido de basefirmísima á toda la Filosofía, mostrando así que sontan inútiles corno execrables los crímenes contra elpensamiento.

De los discípulos de Sócrates, unos desarrolla-

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ron sólo una parte del pensamiento del maestroaislándolo, exagerándolo y desnuturalizándolo, es-tos fundan los que se han llamado escuelas imperfectas socráticas, otros conservan el espíritu purode su doctrina y fundan las escuelas perfectas so-cráticas.

Si un concepto fielmente transcrito pero que conotros formaba parte de un concepto más general lotomarnos aislado le damos un carácter absoluto queantes no tenía, lo tomarnos como no és, y comono era, sino ea la relación con los demás, lo va-mos estrechando hasta llegar á que se niegue ó des-aparezca del pensamiento. Tal es el proceso comunque siguen las escuelas imperfectas socráticas. Su ori-gen se explica teniendo en cuenta: r .°, la cualidadde los discípulos de diferentes aptitudes y coloca-dos en diversas circunstancias que se habían de asi-milar más fácilmente lo que á esas aptitudes y cir-cunstancias conviniera; 2.°, la manera fragmentariade las explicaciones y la intención meramente crí-tica de las más; 3. 0 , la ley general de trasmisión delas ideas que pide que las inteligencias del que ha-bla y del que escucha se pongan al unísono, lo cualrara vez suele acontecer cuando se trata de espí-ritus superiores con los otros espíritus de su tiempo.Dirigidas las conversaciones socráticas á buscar en laintimidad de la conciencia subjetiva las raíces de lo ven,dadero y de lo bueno, las escuelas imperfectas, se-gun atendieron más á uno ó á otro de estos pro-

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pósitos se dividen naturalmente en morales y ló-

gicas,

Las escuelas imperfectas socráticas son la cíni-ca y la cirenáica predominantemente morales y lamegarica y la pirróni ca predominantemente lógi-cas. Fundador de la primera fué Antistenes (422años antes de Jesucristo) que, partiendo del prin-cipio socrático de que el fin de la vida es la virtudy que ésta consiste en asemejarse á Dios, dedujoque cuánto menos necesidades tengamos más nosparecemos á él. Debemos desechar por contrariasá la virtud las riquezas, las consideraciones, el pla-cer y hasta la ciencia. No hay más ciencia que lavirtud, Sólo el sábio es virtuoso y por consiguien-te está sobre las leyes y las conveniencias. Llevóestas consecuencias al extremo Diógenes de Binó--pe que de que el hombre debe vivir conforme á lanaturaleza, acabó por negar todas las relacionesmorales, llamándose perro y viviendo como tal.Crates maestro de Zenon moderó estas exagera-ciones y enlaza esta escuela con la estoica. Fun-dador de la segunda fué Aristipo de Cirene (380años antes de Jesucristo) que de la máxima socrá-tica que el destino del hombre es la felicidad, de-dujo que ésta consiste en el placer y en el placerfísico (por ser más vivo) y en el actual (porque el

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pasado ya no és y el futuro no se sabe si será) re-duciendo toda la moral á estepreceto: goza sinp preocupación. De sus discípulos, Teodoro negó laexistencia de Dios, y Heguesias, considerando queel placer continuo es imposible, declaró falta la vi-da de felicidad y aconsejó el suicidio. La escuelamegárica tuvo por fundador á I-4:uclicles que por-que el objeto de la ciencia es lo uno y permanen-te negó la existencia de la pluralidad y el cambiocon argumentos parecidos á los eleáticos y que sehan hecho famosos, identificó la unidad con el bieny negó la existencia de lo posible; lo mismo hi-cieron las escuelas Plica y Eretrica muy semeja:4-tes á ésta. En fin, Pirrón (346 años antes de Jesu-cristo), de que las sensaciones son puramente su-j,etivas y de que á toda razón puede oponerse otra,dedujo que nada debemos afirmar ni negar y quede esta indecisión (d,pcg-t7. ) nace la tranquilidad

del ánimo (Tidaa0/1/2)•

Antistenes, de padre ateniense y de madre tra-cia, estudió primero con Gorgias quien abrió unaescuela de sofistas y de retóricos, mas habiendo oídoun dia á Sócrates le interesó tanto que todos losdias andaba cuarenta estadios, desde el Piréo don-de vivía, por escucharle. Deseoso de distinguirse enmedio de su pobreza, lo que le valió que Sócratesle dijera: ;<Antistencs, veo tu orgu!lo por entre los

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agujeros de tu capa rota;» lo que más debió lla-marle la atención en la nueva filosofía era el im-perio sobre sí mismo que inculcaba, la pacienciaen los males y el menosprecio de las riquezas. Ala muerte de su maestro comenzó á enseñar en el.Cinosargo de donde la escuela tomó nombre. Su as-cendencia sofista se muestra en dos de las propo-siciones de su Lógica que nos ha conservado Aris-t¿teles. Creía que nada podía definirse por su esen-cia y que teníamos que contentarnos por definir porcualidades anteriores ó por relación á otros objetosy que en el juicio cada sujeto no tiene más queun atributo y que este atributo debe ser el equi-valente del sujeto, esto és, que sólo son inteligi-bles los juicios de identidad. De su Física no co-nocemos más que esta frase, evidentemente socrá-tica, que debernos á Cicerón: Populires deos

natu •alem unuin esse.» En moral, si admite conSócrates que el fin práctico de la ciencia es la vir-tud, olvida que éste había dicho que «no hay vir-tud sin conocimiento.» Reducida la virtud á la re-lación negativa de no tener necesidad, niega su con-tenido y con él la virtud misma. La escuela deAntistenes agonizaba cuando Diógenes de Sinope (414años antes de Jesucristo) hijo de un monedero fal-so y él también monedero falso, vino á darle nue'--yo brillo. Arrojado de su ciudád natal, envidioso de-los animales que no necesitaban de la cocina de los,atenienses, quiso oir á Antistenes, que abandonadode sus discípulos, quiso arrojarlo con unpalo: «Pe-t:Y,a, le dijo giste, pero no encontrarán, bastón que rnzimpida escucharte.» Este Sócrates en delirio com,c)

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~MI 191 qw•••■■•

le llamaba Platón, desechó lo poco de ciencia quequedaba en la escuela de su maestro. La virtud con -siste en vivir conforme á la naturaleza, esto es, conel menor número de deseos y necesidades, condenaba,pues, las artes y las ciencias como supérfluas, las rique-zas, el nacimiento y la gloria corno despreciables, la re-ligión y leas leyes corno invenciones de la política,el matrimonio y la propiedad corno abusivos. En elestado natural todo es comun, los sábios son losdueños de todo, porque los sábios son lob amigosde los dioses, y todo es comun entre amigos. Sólodebernos avergonzarnos de lo que es contrario á lavirtud, por lo que mereció se dijera de los cíni-cos que tenían costumbres de perros. En su orgu-llo creía que lo más sensato es obrar contra lasopiniones de la multitud, entraba en el teatro cuandotodos salían, con una linterna buscaba en pleno díaun hombre por las calles de Atenas y decía que sólohabía encontrado niños entre los Lacedemoníos, quelos demas griegos eran mugeres, y cuando Alejan-dro que fué á visitarlo, en el tonel donde habita-ba, le preguntó: «¿qué quieres?» le contestó: «queno me quites lo que no me puedes dar» (un rayode sol). Apenar de que de trates de Tebas, (34años antes de Jesucristo) disforme pero de noble fa-milia é inteligencia cultivada que para dedicarsela filosofía abandonó sus riquezas depositándolas enpoder de un banquero con órden de que las entre-gara á sus hijos si no eran filósofos y las distribu-yera al pueblo si io eran, se cuentan hechos pa-recidos á los de Diógenes, debe haber exageraciónpues que sabemos llegó á, ser en Atenas el orácu,.-

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lo de las familias y el árbitro de s116 diferencias ymereció que una noble jóven, Hipparquia, se ena-morase perdidamente de él apesar de su fealdad,ofreciéndosele corno esposa para participar de susprivaciones.

Aristipo, rico, africano, voluptuoso, forma el con-traste más decidido con Antistenes. Cuéntase quehabiéndole este dicho en una ocasión: «Si supierascomer berras, no tendrías que adular d los prínci-

pes,» le contestó Aristipo: «Si supieras adular d los

príncipes no tendrías que comer berras,» Claro estáque con estas condiciones había de confundir el bien.con la felicidad y la felicidad con el placer, éste tie-ne su valor en sí misma, proceda de donde pro-ceda. Para el hombre no hay más que tres estadosposibles, el del placer que es en sí bueno, el dedolor que es en sí malo y el de indiferencia que es unaespecie de sueño del alma. Entre los placeres .losfísicos son los superiores, por eso los magistradoscastigan con penas físicas los delitos morales. E tplacer no puede ser más que actual y consiste siem-pre en movimiento, -;iaGyn év vs nri-,/a- Ec. La ley moralconsiste, pues, en buscar el placer más vivo y másinmediato. Le sucedieron en la escuela su hija Are-té y su nieto Aristipo el »ven, ;netrodidactos (en-señado por su madre) que sustentó las doctrinas desu abuelo y estableció una distinción entre el pla-ces- en movimiento y el placer en reposo que mi-raba corno la ausencia del dolor. De Teodoro elateo se sabe que explicaba las divinidades gris=-gas por razones físicas, que opinaba que, siendo /aparia el mundo es una necedad morir por la pátria,

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que la amistad es igualmente imposible entre lossabios é ignorantes y que nada de lo que es na-tural es ilícito como asegura la opinión inventadapara contener los nécios. A su discípulo Bion in-genii optime pietatis pessimce le hizo supersticioso suúltima enfermedad. Hegesias, tan esclarecido ora-dor como filósofo, pintó con tanta viveza en uuade sus oraciones las miserias de la vida que des-pertó en muchos la idea del suicidio por lo que fuéllamado 7rEtaiear:/iro,s. Anniceris de Cirene formatransición de esta escuela á la de Epicuro. No cree,como éste, que el placer sea la ausencia del dolor,porque en este caso no defiriría de la muerte, perono es preciso que sea el resultado inmediato denuestros actos sino que conviene en ocasiones abs-tenerse de un placer ó sufrir un dolor en considera-ción á un goce futuro, por eso debemos, áun á pre-cio de algunos sacrificios, cultivar la amistad y pro-curarnos la benevolencia de nuestros semejantes.

Ettclides tuvo por primer maestro á Parmeni-des y después cobró tal afección á Sócrates quecorre como válida la anécdota de que arrostrabatodos los dias la muerte, que los atenienses ha-bían impuesto á los de Megara que penetraran enla ciudad, por escucharlo. No había renunciado, sinembargo, á sus aficiones, pues se cuenta cine Sócra-tes le dijo un día: «Podrás vivir entre sofistas perono entre hombres, » y antes de la muerte de su maes-tro había ya abierto escuela en Alegara donde, te-miendo lapersecución, se refugiaron los discípulosde aquél. Respeto de la Lógica desechaba las de

mostraciones analógicas porque si los objetos c,iitn-13

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-,-)nl-aJos eran lo mismo resultaban inútiles y si di-falsas y combatía las argumentaciones no por

premisas sino por la conclusión. Fundado acasoen esto sostiene que lo posible y lo . actual no sonn-L1-. que dos nombres de la misma cosa, pues silo posible no se realiza es imposible, y si se rea-Hz.' efectivo. Enseñaba que la esencia del bien esla unidad, luego el mundo _sensible (mundo de lo.arío) no tiene relación al bien; la uni_Lid es el ser,

luego el mundo sensible no existe. El sér y la uni-dad pueden ser considerados bajo diferentes faces enlas que Schleiermarcher ha querido hallar el gér-men de las ideas platónicas, lo que niega Ritter.Eubulides de Mileto, adversario de Aristóteles, parademostrar contra éste que no hay un sólo conoci-miento experimental que no dé lugar á dificulta-des insolubles, inventó los celebres argumentos, elvelado, el montón, el cornudo, el embustero, el es-condido, /a electra y el calvo, que pueden reducir-se á los cuatro primeros: el velado,---¿conoces á esehombre?—Nó.--.¿Conoces á tu padre?—Sí.—Esedo es tu padre, luego lo conoces y no lo conoces; etmont(512,—¿un grano de trigo forma un montón?— Nó.—¿Y dos? y así se va siguiendo hasta que el adver-sario tenga que, convenir ó que mil granos de trigono forman un montón ó que lo forma un solo gra-no; el cornudo, lo que no se ha perdido se tiene,tu no has perdido los cuernos, luego los tienes; elembustero, cuando uno miente y dice que miente,miente realmente, pero no miente porque dice laverdad, luego miente diciendo la verdad. Este últi~

no ataca sólo al conocimiento sensible, lo que

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indica un principio de excepticismo ó la tendenciasofística cine valió á la escuela 6 o) (bilis) cornola llamaba Diógenes el apelativo de erístiLu. Diodoro,valens dialecticits fué, apellidado Cronos por Plotomeopor no haber podido contestar inmediatamente á unaobjeción propuesta por Stilpon sobre la que ense-guida compuso una obra y murió de pena. Son no-tables sus argumentos contra el movimiento, diriji-dos especialmente contra los epicureos que suponían.compuestos los cuerpos de ¿áton-los indivisibles: LoEl móvil indivisible en cualquier punto en que se leConsidere no ocupa más que un espacio indivisiblecomo él, luego no puede moverse, ni en el lugardonde está porque lo ocupa todo entero, ni en otroporque no está, y sin embargo se mueve porque cam-bia de lugar. 2. 0 El movimiento és ó puro- (cuandotodas las partes están en movimiento) ó por prepon-derancia, éste debe preceder á aquél corno algunoscabellos blanquean antes de que se esté completa-mente cano. Mas si dos moléculas arrastran una ter-cera moviéndose las tres arrastrarán una cuarta, lué-go dos moléculas podrán mover mil. Euclides habíadicho que lo posible es lo que és. Diodoro dice quees lo que és ó lo que se rá, pero entónces lo posi-ble es igual á lo necesario, porque si se realiza esnecesario* y si nó imposible. Esta doctrina la apli-

ca á las proposiciones condicionales diciendo qu eéstas son verdaderas cuando siendo el antecedenteverdadero sea imposible que el consiguiente sea falso.

Stilpon de Megara • tan renombrado por su cien-cia (se dice que estuvo á punto de convertir toda laGrecia á sus doctrinas) como por la elevación de su.

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carácter moral (queriendo Demétrio devolverle lo quehabía perdido en el asedio de .Megara, le contestóque no había perdido nada porque conservaba laciencia y la razón, y á las seductoras promesas dePlotomeo prefirió su pobreza y su libertad) niega to-do intermedio .entre lo uno y lo múltiple y por con-siguiente las ideas, de aquí que sostenga que ningu-na cosa puede ser cualificada por otra porque si elatributo dice lo mismo que el sujeto es inútil y sidice cosa diferente falso. Preguntado por Crátes acer-ca de los dioses, le contestó: «imprudente, esas cosasno se preguntan delante de gentes,» lo que pruebaque era enemigo del politeismo. Por esta causa (al-gunas proposiciones acerca de Minerva) los atenienseslo desterraron. Respecto de la moral, ponía er sumobien en la impasibilidad del alma sun/zum bonum ani-mus impatiens. (Sen. Ep. 9).

La escuela élica fundada por Feción uno de los másfieles discípulos de Sócrates y trasladada á Eretria po rMenedemo, no difiere en doctrina de la anterior. Conella tambien se liga la pirrónica por Drymón hijo deStilpón y maestro de Pirrón de ;lea cuyas doctri-nas conservadas por su discípulo Timon, dejarnosexpuestas más arriba.

Escuelas pe actas socráticos, Platón, Las Aca-demias.—Los grandes principios que Sócrates traeá la filosofía son sistematizadosy desenvueltos porPlatón en sus inmortales diálogos. Distingue la cien--'cia de la sensación, relac ión mudable entre el suje-to y el objeto del conocimiento, de la opinión qw.

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no da razón de sí porque carece de principios mien-tras que la ciencia busca los principios y en estaúltima la ciencia discursiva que de los principiosdeduce las consecuencias de la ciencia racional quemira los principios mismos. La ciencia como el sa-ber entero no es definible y no pertenece más queá Dios, el hombre puede aspirar á ella y en estoconsiste la Filosofía cuyo instrumento es la dialéc-tica mediante la que vernos en lo vario y contin-

ente lo universal y eterno. El sér no es, por con-siguiente el fenómeno y el movimiento como en-señaba Heráclito, porque si nó hubiera nada fijono habría tampoco nada de móvil, el movimientose devoraría á sí mismo; ni el sér sin contenido, elsér abstracto de Parmenicies que, despojado de to-da determinación se confunde con la nada. Todas

las cosas se componen de dos elementos, lo infinito,

d¿plarov , lo que es suceptible de más 6 ménos y no tie-

ne en sí unidad, fijeza ni determinación, y lo finitoTEpoc.,;, lo definido. lo sujeto á concepto que corres-ponden á la opinión y á la ciencia. En todos losfenómenos hay algo de uno y estable que permi-te que les demos un nombre con el que los distin-guimos de otra série de fenómenos. Este principiouno y distintivo és la idea. La idea es, pues, loque hay de esencial en las cosas, lo real y perma

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Como eternas y absolutas no es—

cosas más que por participación per o:in en,existen además ordenadas segun su grado de per-

en un mun do superior del que el sensibleno es mas que la apariencia, el mundo de lo inte-licible; no son, sin embargo, seres aparte, sino que

tienen una esencia . comun, el bien, que no descan-

sando más que sobre sí mismo, es la misma esen-cia divina, de que las otras no son sino las deter-minaciones, los rayos que parten del sol inteligi-ble, Dios, el sér absoluto al que es imposible ne-gad e el movimiento, la vida, la augusta y santainteligencia.

El mundo se origina de dos principios de la materia

i ';) ,. , ,lo indefinido lo no se ente , ,ente el límite la confu-.

Sión de las ideas que es la madre y de Dios que es elpadre, éste que lleva en sí mismo el mundo inteligi-ble, el mundo de las ideas, los tipos perfectos y eter-nos de las cosas, el Verbo, obrando segun su natura-leza que es el bien, modela segun ellos la materiamediante el Alma del mundo. Las almas son lasobras más perfectas de Dios que las compuso dedos principios lo mismo y lo otro, lo mismo que esalgo divino y lo otro que participa de la natura-leza corporal, mezclándolos segun el número perfecto. Las almas vivieron alprincipio unidas á

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Dios donde contemplaron los tipos divinos,ideas, las que cometieron alguna falta la expía..1unidas á un cuerpo de que ellas son el principio d.;la vida y el movimiento. El alma humana no essólo distinta del cuerpo sino que constituye lo esen-cial del hombre pudiendo ser definida 76,zp(;)IstEvc,,,,0-(;) ,Jart lo que se sirve del cuerpo. Cuando obede4::.

á éste se torva pero cuando se emancipa de stwlazos recobra la serenidad de su naturaleza y iljdescansa sino en la contemplación de lo divino,dando con esto testimonio de su naturaleza inmortal. Por eso la confusión de los fenómenos des-pierta en ella las ideas, por eso pensar es recor-dar. Hay en el hombre tres especies de almasó un alma con tres facultades, el alma divina

que reside en la cabeza y el alma mortal quo

tiene el tronco por morada dividiéndose á su vez w

dos el alma irascible que habita en el pecho

y el alma, vegetativa yji) tiene su asiento

en el diafragma. El apetito es una fuerza ciega quearrastra pero no ordena. Sólo á la razón pertene-ce el derecho de mandar y prohibir. En el conflic_to d estas dos fuerzas; el valor toma partido poi-la razón, pero sin confundirse con ella, pues queexiste en los niños antes que aquélla aparezca.Tránsito de la Moral á la Política es la teoría del

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amor. El amor como la profecía es un delirio másun cicIiri o que es una inspiración divina. Platón dis-tingue dos especies de amores, uno grosero y te-rrestre que aspira al goce sensible y nace del apetito,otro noble y generoso que aspira no á la bellezacorporal sino á la moral, intelectual y divina. Escomo un corcel generoso que lleva á la razón porguía y que se despierta cuando el mundo sensiblenos revela algunos rasgos de la belleza inmortalde que el alma está sedienta por lo divino de sunaturaleza. El placer, por consiguiente, no es elbien, áun los placeres puros no son más que unresultado que no puede buscarse por sí mismo. Elbien absoluto es la esencia divina, el bien huma-no consiste en asemejarse á Dios ¿i_nt*G.L,r; La

verdadera justicia no hace al hombre sino á Diosla medida de todas las cosas, es el bien del almacomo la injusticia es su mal, éste nace siempre deun desconocimiento de la naturaleza, de una igno-rancia. El mal no es incurable, el criminal debebuscar la pena como el enfermo la medicina. Cadauna de las facultades del alma tiene su virtud pro-pia, la del alma racional es la prudencia ab)

la del alma irascible la fortaleza o¿vapda, la del al-ma nutritiva la templanza 0,9) ,ppoo-vyi, pero la vir-

tud por excelencia, la que correspondiendo á la

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unidad del alma mantiene el órden y la armoníade las tres virtudes, es la justicia, a tzawaim,. Estapuede ser individual ó social. Imágen de la últimadebe de ser el Estado. Este estado ideal es el quePlatón describe en sus diálogos de República. Laciudad tiene su origen en la necesidad que tienenunos hombres de otros, así que las primeras cla-ses las forman los labradores y los artesanos, áéstas es preciso añadir otras dos, los guerreros quela defiendan y los magistrados que la gobiernen.Cada una de estas clases tiene por atributo una delas virtudes; los magistrados la prudencia, los gue-rreros el valor, y los artesanos y labradores la tem-planza. El bien verdadero del Estado está en lajusticia que exige la cooperación de todos á un finúnico. Pero esta unidad encuentra dos obstáculosinsuperables, la propiedad y la familia. Es preci-so abolirlas, pero esto no podrá suceder sino cuan-do los reyes sean filósofos ó los filósofos reyes.Como medio de pasar del estado actual de la so--ciedad á ese estado perfecto en las Leyes da elmodelo de una constitución práctica en el cual sereconocen la propiedad y la familia aunque ha-ciendo aquélla inalienable y no pudiendo pasar deciertos límites y atenuando los males del matri-monio con la prohibición de que las mugeres lle-

ven dote; se divide el Estado no en castas sinoen

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clases determinadas por el censo y se confía á laelección popular el nombramiento de los magis-trados aunque teniendo obligación de asistir á ellalas clases superiores y pudiendo las inferiores abs-tenerse de votar y se establecen una especie dejurado, penitenciarías destinadas no tanto á penarcomo á corregir á los culpables y sobre todos es-tos organismos un consejo divino compuesto defilósofos. Áun cuando arrojó á los poetas de la Re-pública esto debe entenderse de la poesía que ex-cita las pasiones y afemina el alma, no de la quenospresenta el inmutable modelo de lo belio, puescómo dice en el Bauquete: do único que puedehacer estimable la vida, es el espectáculo de la be-lleza eterna, » que es para Platón el esplendor delo bueno.

Platón nacido en Atenas ó Egina (430-429 añosantes de Jesucristo) hijo de Aristón y de Palana, denobilísima familia que se hace remontar á Solón yCodro, se llamaba Aristocles como su abuelo y re-cibió el sobrenombre de Platón por la anchura desu pecho. Se dice que cultivó la pintura y que com-puso Cambien primero ditirambos, después cantos lí-ricos y tragedias. Preparábase á disputar el premioen las fiestas de Baco cuando oyó á Sócrates porprimera vez; entónces prendió fuego á sus versos,eselamando: «Ven Vuleano, Platón implora tu ayu-da.» A partir de este momento (tenía veinte años)Intimó con Sócrates á quien siguió fielmente (duran-

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te veinte anos) hasta su muerte. Cuentan que éstele había adivinado. Una noche, soñó que un cisne seposaba sobre sus rodillas desde donde se lanzó alespacio lanzando cantos armoniosos, al otro día sele. presentó Platón: alié aquí, dijo, el cisne que yohe soñado. >> Apesar de lo preferencia que mostró porla enseñanza socrática, todas las doctrinas v todas lasciencias habían despertado su inter é s. Antes de co-nocer á Sócrates había estudiado con Cratvlo, dis-cípulo de Ileráclito. A la muerte de Sócrates huyóá llegara donde siguió las lecciones de Euclicles dis-cípulo de Parmenides que había sido su compañero.De allí pasó á Cirene donde escuchó á Teodoro elmatemático, y por último á Italia y Sicilia, yendotres veces á la corte de Dionisio el Antiguo y dosá las de Dionisio el Jóven. Entre el primero y se-gundo viage á la Sicilia (próximamente en 38o) debesuponerse la fundación de la Academia (llamada así,de los jardines de Academo donde enseñaba). Se diceque viajó por Oriente llegando hasta la India y elEgipto, pero lo segundo es 'legendario y de lo pri-mero no hay prueba. Platón pasó sus últimos añosdedicado á la enseñanza y á la composición de susmejores diálogos (el Lysio se cree que lo compusoen vida de Sócrates). Estos para nuestro fin, y de-jando aparte cuestiones críticas que no son propiasde esta obra, pueden dividirse en, lógicos: Euthyde-mo ó de la sofística, Theeteto ó de la ciencia, Cra-tylo ó de la propiedad de los nombres, el Sofista ódel sér, Parmenides (5 de la unidad; físicos, Timeoó de la Naturalesfa; morales y políticos, El primerAlcibiades ó de la naturaleza humana, Filebo ó del

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placer, Menón ó de la virtud, Protágoras los so-fistas, Eutyfrón ó el Santo, Gritón ó el deber de unciudadano, Apología de Sócrates, Fedón ó de la in-mortalidad del alma, Lysis ó de la amistad, Car-mides ó de la sabiduría, Laques ó del valor, El po-lítico ó de la sober anía, La República ó de la Justi-cia, Las leyes, y estéticos, El Banquete ó del AmorFedro ó de la Belleq'a, Gorgias ó de la Retórica:Hippias ó de lo Bello, Menaxeno ó de la Oración fui.pebre, Ion ó de la Poesía.

Todo el pensamiento de Platón se halla en g&-men en Sócrates, tanto en su fondo como en suforma: la dialéctica platónica en la inducción socrá-tica la teoría de las ideas en las definiciones, puescorno escribe Aristóteles: ((Platón que lo siguió ycontinuó fué inducido á pensar que las definicionesdebían recaer sobre un órden de séres aparte de losobjetos sensibles, porque ¿como una definición comúnhabía de aplicarse á cosas sensibles entregadas á per-pétuo cambio? (Met., lib. XIII, cap. IV) tanto mássi es cierto que Euclicles la enseñó también; la for-ma del diálogo en lo real de la conversación; peroeste gérmen fué incubado y alimentado por Platónhasta el punto que ya Sócrates decía de él: «¡Cuán-tas cosas me hace decir este muchacho!» Platón co-mo Sócrates son ante todo genios inventivos cuyo in-terés es más despertar el pensamiento, abriendo anteél estensos horizontes que petrificarlo modelándolocon doctrinas hechas; así, que en sus diálogos, obrasinimitables en que se juntan en indisoluble consor-cio, como estaban en su espíritu lo verdadero, lo, bueno y lo bello, no encontramos aquella externa

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regularidad á que nos tienen acostumbrados la ari-dez de nuestros tratados didácticos. Comienza porpurgar á la inteligencia de las falsas opiniones enque descansaba mostrando su interna contradicciónpara despertar la duda y llevarla á la confesión desu ignorancia. ((Piensan los médicos que no apro-vechan lo:, alimentos sino cuando el cuerpo se hapurgado. Del mismo modo los que quieren purificarsu alma para que pueda recibir los conocimientos quenecesita tienen que libertarla de las pretensiones deun saber imaginario» que «no hay ignorancia másvergonzosa que la de creer en lo que no se conoceni bien comparable al de quedar libre de una falsaopinión » Para conseguir esta purificación y median-te ella llevar á la verdadera ciencia, Platón se vale de di-versos artificios, el mito u:.¿)0o;', el ejemplo, 71rd:./.1::¿./ya;

la definición,po,,-;; la división loupia¿,-;, la generaliza-

ción y la clasificación, la hipótesis 1")7:65, y la de-

. ducción.» Estas abstraciones de la dialéctica son losescalones por donde el alma se eleva á las esenciasreales y al principio real y uno de todas las esen-cias. Así, áunque el procedimiento es vário, el folt-do siempre es uno mesar de aparentes contradic-ciones. Contra los que, como Protágoras, no admi-tían más conocimiento que el sensible, muestra que,si las cosas fueran como á cada uno le parecen, unmismo vino sería dulce ó amargo segun que el quelo bebiera estuviera sano ó enfermo, que oir una len-gua sería saberla, que los animales sabrían tanto ómás que el hombre y que esta misma opinión, ver-dadera para Protágoras, falsa para él sería, juntamen-te verdad y mentira, y esto consiste en que la sen-

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sación, consistiendo •en puro movimiento, nada defijo dice ni del sujeto ni del objeto. Contra Parme-nides, por el contrario, que el sér concebido en suabsoluta abstracción, es la nada de sér, el sér quese confunde con la nada. ¿Cómo se refieren estosconceptos del sér y del no sér, de lo uno y de lo vá-rio? No hay un no sér absoluto, no hay más queun no sér relativo que espresa el limite de los sé-res. Entran, pues, en la naturaleza de estos dos ele-mentos uno absoluto, fijo, permanente, determinan-do corno la mónada pitagórica, otro que puede sermás ó rnénos, que no tiene en sí fijeza ni deterrni-nación como la diaria, El primero son las ideas. Elfenómeno supone algo que aparezca, el movimien-to algo que se mueve. Ascender del fenómeno á laidea, ver lo permanente en lo variable, es la obra dela dialéctica, es una inducción, pero á la manerade la matemática que vé inmediatamente lo generalen lo particular, por eso se dice que Platón habíagrabado en la puerta de su escuela: «No entre aquíninguno que no sea geómetra.» Las ideas constitu.iyen el mundo de lo inteligible, de lo esencial, de !overdadero, pero en ellas tambien hay gra

'tdación. En

la cima parece la idea en si, (/9.'; ‹.vrg -„9,;¿-,..)To la Ver

dadera y pura esencia que reside en la inteligenciadivina, la idea del bien, Dios, ó, al menos, el as-pecto bajo que se nos ofrece; todas lasideas se reu-hnen en ella corno los rayas que parl2n del sol in-teligible, son las manifestaciones de la existencia di-vina, las que hacen de Dios un verdadero _Dios entanto que est(,-í . con ellas. En el grado inmediatamen-te inferior encontrarnos el ,17:ao;,, esto és, la idea sa-k

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liendo del estado de atributo y haciéndose causa, porestenso el daos, se hace iaéa en la naturaleza, esentonces un espíritu ligado á la materia, el 2o;accesible á los sentidos.

El segundo elemento es la materia, :j),n,• la esen-cia indeterminada, el más y el ménos, la diaria delo grande y lo pequeño, el vacío ó el espacio don-de las cosas se generan, el límite, la nada, lu.)7

Este principio de diferenciación, meramente negati-vo, equivalente al vacío pitagórico que Platón tien-de alguna vez á ex plicar por el límite en que lasideas se tocan, no siendo allí, ni la una ni la otra,:es en la realidad lo aparente en el conocimiento laopinión, en el hombre el cuerpo, en la vida el mal.«Los antiguos que valían más que nosotros, escri-be en el Hie la° porque estaban más cerca de losdioses, nos han trasmitido la tradición de que to-das las cosas á que se atribuye , una existencia eter-na, se componen de uno y muchos y reunen en sílo finito y lo infinito y siendo tal la disposición delas cosas es preciso en la indagación de cada obje-4

aspirar siempre al descubrimiento de una sóla idea.Se encontrará una, y una vez descubierta, es pre-ciso examinar si después de ella hay dos ó tres ó cual-quier otro número, enseguida hacer lo mismo enrelación á cada una de estas ideas hasta que se vea,no sólo que la primitiva es una y muchas y unainfinidad, sino también las ideas que contiene en sí,que no se debe aplicar á la pluralidad la idea de loinfinito antes de haber fijado por el pensamiento elnúmero determinado que hay en ella entre lo fi-

nito y la unidad y sólo entónces se puede dejar

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á cada indivíduo ir á perderse en lo infinito.» «Losdioses, como ya he dicho, nos han dado el arte deexaminar, de aprender y de instruirnos los unos álos otros; pero los sábíos de hoy hacen uno á la ven-tura y muchos más pronto ó más tarde de lo con-veniente.» Este número, punto de contacto entre lofinito y lo infinito es el número perfecto de Platónque recientemente un sábio francés cree haber en-contrado.

En Dios todas las ideas se dan en unidad. Estaunidad es el Bien; he aquí, por qué ha hecho elmundo y el mejor posible. La unidad de las ideasque contiene todos los tipos eternos de las cosas es elVerbo; Dios halla en sí el tipo de un animal racio-nal que contiene en sí todos los animales inteligi-bles, este animal racional, único digno de la Pro-videncia, es el mundo. De la esencia indivisible yde la esencia divisible formó una esencia interme -dia que mezcló con las otras dos en proporciones nu-méricas, cortó esta mezc'a en dos bandas, cruzó es-tas bandas y dobló sus extremidades en círculos éimprimió al exterior el movimiento de lo uno y alinterior el de lo otro, dando al primero la suprema-cía y ésta fué el alma del Mundo. Luego Dios pusoel cuerpo del Universo en este alma de modo quesus centros coincidieran. Este cuerpo habiendo co-menzado á existir es necesariamente visible y tangi-ble, luego se compone de fuego y tierra, pero si elloshan de formar un sólido han de estar unidos por dostérminos medios, aire y agua. El cuerpo del mun-do comprende todos los cuerpos, por eso es eter-no, porque nada puede obrar sobre é-I para alte-

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rano ó disolverlo. Es esférico, de la forma más per-fecta, porque lo contiene todo, no tiene sentidos por-que nada hay fuera de él y se mueve sobre sí mis-mo con el movimiento más perfecto. Para que par-ticipara de la eternidad Dios le dió el tiempo, imá-gen móvil de la inmóvil eternidad y colocó en elcielo el círculo de la naturaleza de lo otro, el sol,la luna y los cinco astros errantes, destinados á fijarlos números que lo miden. Dividió los animales encuatro ciases; á la raza celeste de los dioses formó elcuerpo del fuego para que fuese brillante y belio, lahizo perfectamente redonda para que se pareciese aluniverso y la concedió la inteligencia del bien paraque marchase de acuerdo con. él; en cuánto á las otrastres razas, la que vuela por los aires, la que nada lenel agua y la que marcha sobre la tierra, no pudien-do formarlas con sus manos sin hacerlas iguales álos dioses encomendó á éstos ese cuidado. Con loscuatro elementos formaron el cuerpo del hombre,redondearon su cabeza para hacerla morada de lainteligencia y la colocaron en la cima del cuerpo paraque la condujera como si fuera un carro, en su par-te anterior pusieron los sentidos y del mismo modoformaron todas las demás partes del cuerpo en vistadel alma; para alimentarlo crearon una nueva espe-cie de animales pero con otras formas y otros sen-tidos, puesto que solo tienen el alma nutritiva, losvegetales. En cuanto á los animales y á las mugeresmismas estos no son más que hombres castigados ydegradados. Todos los cuerpos mudan sin cesar, loque se verifica en un medio que permanece idénticoque no es LÁingun cuerpo pero de que pueden hacerse

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todos lcs cuerpos, naturaleza invisible, perceptible so-lo á una especie de razón bastarda del espíritu. De.él han salado los elementos, éstos se componen detriángulos de infinita pequeñez escalenos é isóseles, losprimeros engendran la pirámide, el octaedro y el ico-saedro, los isóseles el cubo. Para precavernos de lasenfermedadee debemos n:antener la armonía entreel alma y el cuerpo; «la desproporción de las piernas de un cojo no es más chocante ni más funes-ta que la del cuerpo y el alma en la naturaleza hu-mana.»

Platón hizo dar á la ciencia un paso de gigan-te. La oposición entre lo uno y lo vario quedaresuelta en su sistema. Al Dios abstracto, puro pen-samiento de Parménides, ha sustituido un Dios ricode realidad, la perfección suprema, la razón absoluta,el sér necesario que lleva en sí mismo la razón de suexistencia, causa primera y final del mundo, de don-de todo nace, el sér, el movimiento y la vida; á un'mundo, conjunto de sombras y de engaños, la es-presión de lo divino cuánto en lo infinito cabe; ála contradicción entre las ideas, aquélla unidad sus-tancial que las hace como rayos de un mismo sol.Pero Platón ha llegado , á este punto por vía de abstracción, por la oposición entre lo finito y lo in-finito, lo inmutable y lo mudable. De aquí facha que se advierte entre el ló cY ico formalista quese vé arrastrado á la unidad solitaria de los eledti-cps y el discípulo de Sócrates que dirigiendo, aun-que imperfectamente, sus miradas á la conciencia bus-ca en Dios la razón no la negación del mundo, en--ze, la inteligencia inmóvil del Parmenid;Js y el. Fe--

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dro y el Dios activo del Timeo, entre la tendencia'al dualismo, que, dando una realidad aunque sea ne-gativa á la materia, establece un principio fuera delprincipio y la panteista que identifica la materia ylas ideas, el ser y no sér, en el seno insondable dela unidad donde toda distinción desaparece.

Y esta contradicción es insoluble mientras el su-teto y el objeto se supongan discursivamente opues-tos en toda relación. no sólo en la relación de ta-les, porque ó permanecen distintos y entónces no po-demos afirmar la identidad en que se encuentran,. laverdad del conocimiento, dejan de ser en esta iden-tidad tal sujeto y objeto y del mismo modo el co-nocimiento desaparece. La primera dirección fue laseguida por Aristóteles, la segunda la que adopta-ron los neoplatónicos.

No conservaron el espíritu de Platón los quese gloriaron de ser los continuadores de su doc-trina. La antigua academia cuyo- fundador- fuéSpeusipo (349 años antes de Jesucristo) se atuvoá su exposición literal que: no tardó en adulterar

con reminiscencias pitagóricas, la media fundadapor Arcesilao exageró su sentido dialéctico soste-,niendo contra los estoicos que nada podemos cono-cer con certeza por lo que debemos abstenernos detodo género de afirmación, limitándonos á obrar se-

un lo que parece más proba uble, y la. nueva que,g afirmando con. Carneades, que, no hay límite apre-

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ciable entre una percepción verdadera y otra fal-

sa señala los diferentes grados de la probabilidad,

y declinó con Filón de su rigor dialéctico, hasta

llegar con Antioco á una especie de sincretismo

entre las doctrinas platónicas, las aristotélicas y

as estoicas.

A la muerte de Platón le sucedió en la direc-ción de su escuela su sobrino Speusipo á quien aquelhabía casado con una nieta suya. lle salud tan mi-serable que puedo contestar á Diógenes; que vivía

por el alma; se dice que era de gran ingenio y ami-go de los placeres. No conservamos sus libros queAristóteles compró por la enorme suma de tres ta-lentos. Se asegura que permaneció fiel á las doc-trinas de su maestro, pero exageró el concepto dela unidad dando exagerada importancia á la rela-ción de los conocimientos, sosteniendo que paradefinir una cosa es preciso saberlas todas; separóde _la unidad el bien y la inteligencia y distinguía

de la razón científica 7.rtarny.ovizó;- 1,,670Ç la sensación

científica 7-r-taririp.ovcd7 dio-Gnatç, órgano aquélla de lo in-

telectual, ésta de lo sensible. De la moral sabemosque definía la felicidad un cierto estado perfecto enlas cosas naturales, que, considerando las virtudes co-mo los instrumentos de la felicidad, creía que el pla-cer era un mal y profesaba como máximas políticasque la ley es buena en cuánto és la recta razón y quesiendo el gobierno un bien, sólo los sábios debenser los reyes. Xenocrates (394 años antes de Jesum

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cristo) que le sucedió cuando la parálisis le impidióasistir á la escuela, era un espíritu poco estético.(Matón le aconsejaba hacer algunas veces sacrificiosá las gracias) y tardo (comparándole con Aristótelesdecía, éste necesitaba freno y aquél espuela) pero no-table por la elevación y firmeza de su carácter mo-ral: los magistrados estimaban su palabra como unjuramento, aunque extranjero, fue nombrado con lo-ción corno embajador á Filipo y rehusó de Alejan-dro cincuenta talentos. Parece que traducía las ideasplatónicas por fórmulas pitagóricas (Dios y el almadel mundo son la mónada y la dyada, el primeroes el padre y la segunda la madre de los dioses,la naturaleza divina la representa por el triánguloequilátero, la de los génios por el isoceles y la mor-tal por el escaleno) pero no llegaba á una enteraasimilación entre las ideas y los números, pues queatribuye á Dios la inteligencia activa que se mani-fiesta por el instinto en los animales privados derazón; la diferencia parece consistir en que Platónconsideraba los números como el intermedio entrelas ideas y las cosas perecederas y Xenócrates losidentificó con ellas. De su moral, más práctica queespeculativa, conservamos esta hermosa máxima: «Elverdadero filósofo es el que hace por amor al bienlo que los otros hombres por miedo al castigo,» Su-cesores de Xenócrates fueron Polemón, Crates, maes-tro de Arcesilao y Crantor que acaso opuso al cinis-mo la moral platónica.

La academia antigua estaba á punto de perecercuando la reanimó Arcesilao, natural de Pritane enla Eolía y fundador de la Academia Media. Discí-

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pulo sucesivamente de Teofrasto, de Crandor, deDiodoro el meg6rico y de Pirrón, desarrolla segunel sentido de éstos el elemento negativo que se en-contraba en Platón y en Sócrates. Como el último,al decir de Cicerón, no exponía su opinión, sino pre-guntaba á todo el mundo la suya, pero su sistemano era como el de sus maestros, elevarse á una ver-dad que explicara todas las opiniones, sino que exa-gerando la critica negaba la poz.,ibilid qd de alcanzar-la. «Yo no sé nada, decía, ni áun mi propia igno-rancia.» Combatió á todos los sistemas., pero especial-,mente al dogmatismo estóico de Zenón. Éste de-cía que el sábio puede fiarse de las representacio-nes de su inteligencia, Arcesilao le oponía el deli-rio, los sueños y las falsas opiniones; Zenón repli-caba que las representaciones de que hablaba eranlas verídicas; pero estas pueden ser producidas porobjetos imaginarios, insistía Arcesilao; es que yo ha-blo de . aquéllas que es imposible que tengan unacausa distinta de la realidad, contestaba Zenón; ¿pe-ro cómo sabernos ésto, concluía Arcesilao? Mas, sien teoría sostenía éste que todo es incomprensible,inclusa esta incomprensibilidad, el hombre es ac-tivo y para obrar es preciso una regla, ésta reglaes la verosimilitud. Lo que Arcesilao fué para Zenón,fué Carneades para Crisipo. «Sin Crisipo, decía, nohubiera habido Carneades.» Era natural de Cirene,dialéctico y retórico consumado, aunque menos pro-fundo quizás que su antecesor. Con ayuda de inge-niosos sorites, que eran su argumento favorito, pro-curó demostrar que entre una percepción verdade-ra y otra falsa, no hay límite apreciable, porque su

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intérvalo está lleno de infinitas percepciones, cuyadiferencia es infinitamente pequeña, llegando hastanegar que dos cantidades iguales á una tercera, sonIguales entre sí. En la práctica admitía diferentesgrados de probabilidad y señales diferentes que losrevelan, con gran penetración y sutíl ingenio. Conél, puede decirse, que concluye la Academia Media.Filón de Larisct, maestro de Cicerón, trata de acer-carse á la antigua Academia, deseando encontrar un_adversario que disipara sus dudas, pensando que lascosas eran en cuánto al criterio (esto es á la fan-tasía comprensiva) incomprensibles, en cuánto á sunaturaleza comprensibles. Por último, Antioco, ascalo-nita, su discípulo, lo combatió tratando de conciliará Platón con los estóicos y con Aristóteles, supo-

- niendo que sólo se diferenciaban en la forma. Poreste sincretismo influye en la filosofía romana conCicerón, de que fué maestro y amigo y forma eltérmino medio entre los platónicos y los nuevos pla-tónicos alejandrinos, siendo como el punto de dondeparten estas dos nuevas direcciones de la Filosofía.

Escuelas perfectas socráticas. Aristóteles.-Como su maestro Platón distingue el conocimien-to experimental r6 ¿Tí del científico 1-J, 1071, defineá éste un conocimiento por principios y atendiendomás á su formaque á su contenido lo que puede.ser demostrado; quedan, pues, segun él, fuera de

la ciencia los principios que, corno los demostra-

dores, son indemostrables y los hechos (de los

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hechos no se da ciencia) aunque algunas vecestemple este rigor excluyendo sólo á lo monstruo-o y extraordinario. La ciencia comprende, pues,

las verdades medias. La materia del conoci-ii á iento es la sensación que puede ser, particularcuando su objeto c individual y tiene por fuentelc, s sentidos corpoy¿.les y general cuando su ob-jeto son las mani&:staciones generales el espa-cio y en el tiempo cuya fuente es el sentido co-inun que no reside en los órganos. La esfera sen-sible comprende además la imaginación y la me-moria que puede ser pasiva y activa, reminiscen-cia, la que exigiendo el ejercicio del juicio condu-ce á la experiencia que abre la fuente para laciencia. La sensacion no nos engaña porque es-presa siempre un estado de pasión ó de acciónde nuestro espíritu pero no nos dan á conocer lascosas más que bajo la forma móvil y contingente.El elemento formal del conocimiento son los prin-cipios, éstos no son inmediatamente percibidossino sacados por abstracción de lo sensible, pero noproceden de los sentidos, están en alguna maneraen el alma, son á lo sensible como lo activo á lopasivo, como la forma á la materia. El entendi-miento es una facultad distinta del cuerpo y detodo lo que es corporal puede denominársele conPlatón el lugar de las ideas,pero estas ideas no

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existen separadamente de 1. ts cosas. El entendi-miento es, activo, esto es, la razón eterna, inmuta-ble y divina, que es la sabiduría del universo, ypasivo, razón particular que existe en potencia enlos indivícluos y que sólo se determina á conocermovida por la razón divina y los sentidos.

Los principios no dependen de otra cosa, sonpor sí mismos pero sólo se refieren á las sensacio-nes (para generalizar se necesita algo que se ge-neralice) son los elementos formales y regulativo sde la experiencia. De aquí que hay tantos princi-pios como objetos científicos, si bien distingue dosprincipios unos generales aplicables á todas lasciencias, otros especiales á cada una. La Lógica esel órgano que nos enseña cómo pasamos de laciencia inmediata de lo singular á la ciencia me-diata que debe conducirnos al conocimiento de larealidad absoluta. El conocimiento ó ha de ser uncírculo vicioso ó ha de tener un primer principio,este primer principio es el de contradicción, que seformula así: una cosa no puede ser y no ser al mis-mo tiempo (sin él no podríamos distinguir el sér dela nada), pero la verdad y el error no residen en laforma ni en la materia del conocimiento sino en laaplicación de la una á la otra, en el juicio (para quehalla verdad ó error es preciso que afirmemos algo)que se espresa en la proposición. Los términos

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del juicio son los conceptos ó nociones que se for-mulan en palabras y que pueden ser; aquello deque todo puede decirse pero de lo que no puededecirse nada (séres individuales) aquello que pue-de decirse de otro y de lo que otro pueda decirse(géneros y especies) y aquello que puede decir-se de todo, pero de lo que no puede decirse na-da (las nociones más simples y universales) lascategorías. Estas son diez; sustancia, cantidad,cualidad, relación, acción, pasión, tiempo, lu-gar, estado y hábito. Las proposiciones se distin-guen por la cantidad y por la cualidad de don-de nace su oposición, su conversión y su equiva-lencia. Los contrarios se encuentran en una sínte-sis intermedia, el término medio que permite elpaso del uno al otro. Dos términos que se en-cuentran en un tercero cierran entre'sí, concluyen,de aquí la teoría del silogismo. Este consta de trestérminos, los dos que se tratan de referir y que sellaman términos de la cuestión y el medio; el atributo de la cuestión se llama término mayor, elsujeto término menor. Estos términos se refierenen tres proposiciones, en las dos primeras(pretti--sas) el término medio es referido al mayor, pro-posición mayor, y al menor, proposición menor,para que, mediante esto, puedan ser referidosentre sí, conclusión. La diferente posición del

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término medio en las premisas (como sujeto enla mayor y atributo en la menor, como atributoen ambas, como sujeto en ambas ó como atribu-to en la mayor y sujeto en la menor, son las fi-guras del silogismo (Aristóteles no conoció sinolas tres primeras, la cuarta es debida á Galeno) ylas proposiciones de que constan segun su cuali-dad y cantidad los modos. De la naturaleza delsilogismo y de la de las figuras se deducen susleyes y la conversión posible de las tres figurasen la primera. Toda argumentación puede redu-cirse al silogismo, pero en éste hay que atenderno sólo á su verdad, formal sino á la verdad mate-rial de las premisas. La falta de la una ó de laotra origina los sofismas, clenclios.

La Filosofía primera es la ciencia del sér co-mo sér; como la ciencia primera se funda en elprincipio primero y más universal, el principio decontradicción. El sér puede ser por sí (per se) óaccidental (per accidens). Del sér accidental nocabe ciencia, porque no existe más que de nom-bre; el sér por sí puede ser considerado segun losdiez primeros atributos, las categorías, el primersér es el que designa la sustancia, porque el delas otras categorías, por ejemplo, el de la cuanti-dad ó el de la cualidad no es sino en el dela sus-tancia que le sirve de fundamento. La sustancia es

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el sujeto que tiene atributos sin serlo nunca, pare-

ce, pues, que és lo que queda, quitados todos losatributos, la materia, pero es imposible que lo seaporque la sustancia ha de ser independiente yla materia es indeterminada. El principio de de-terminación es la forma, toda producción es im-posible si no le precede alguna cosa (la materia)pero la forma sustancial tiene la prioridad sobrela materia porque si no existiera actualmente enalguna cosa no se sabría si esta cosa existe ó no,porque la materia en sí misma es incognocible. Lamateria, pues, es la sustancia en potencia, la for-ma la sustancia actual. Las cosas que cambian unaen otra son las que tienen materia, puesto que enésta uno de los opuestos existe actualmente, y elotro en potencia y lo que pasa del uno al otro de-be volver á la materia. La forma sustancial es laque reduce á acto lo que sólo estaba en poten-cia, ella es la causa de la unidad de la sustanciaporque reduciendo la potencia al acto identificaéste con aquélla. La forma y la materia son idén-ticas y virtuales y lo que existe actualmente es sureunión. La potencia es el principio del cambio ypuede considerarse tanto la capacidad de sufrirlo(potencia pasiva) como la de efectuarlo (potenciaactiva). Lo posible se diferencia de lo actual, nadapuede llegar á ser una cosaque no tuviera en po-

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tencia pero lo que es posible puede no existir y loque puede no existir existir realmente. La actua-lidad es la verdadera existencia y tiene prioridadsobre lo potencial, porque este no es tal sino encuanto puede ser actualizado. Nada eterno exis-te en potencia porque lo que está en potenciapuede existir ó no y por consiguiente no es eterno, luego si existe un movimiento eterno no pue-de estar en potencia. El movimiento es una ac-tualidad imperfecta; supone, pues, la actualidadperfecta el acto puro, Dios. La sustancia eterna nopuede ser los números ni las ideas, porque estosó son algo independiente de las cosas y entoncesno podría explicarse corno las cosas participan deellos, y ellos mismos ó serían universales en cuyocaso estarían compuestos de muchos ser es, o indi-viduales en el que los objetos no serían más nu-merosos que los indivíslos y por consiguiente siA y B son numéricamente uno no habría másque una sílaba AB.; ó están en las cosas mismasen cuyo caso en cada, cosa habría unos pedazos dediferentes ideas que nacerían y perecerían con ellasin que fuera posible explicar, pues que son eter-nas, la mutación y el cambio. La participación delos objetos en las ideas (is,tMe7¿,;) es tan inexplicablecorno el principio pitagórico de la imitación delos números p. ti„tégq, uno y otro no hacen más que

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duplicar los objetos, añadiendo un en sí para trans-formar lo sensible en idea, como el mal aritméticoque creyera que para hacer mejor una suma debeescribir dos veces los números. Lo general noexiste sino lo individual oponiendo al jti)1

7--J):) 01) el iva tzaza-7:6)) 01) , el individuo es la sus-

tancia -,:,zoz Eifj.Evov de que todo lo demás es atributo,pero la sustancia eterna no está compuesta de ele-mentos, pues en este caso tendría que ser mate-rial y todo lo que contiene materia puede ser re-ducido á acto ó no serlo, pero entónces lo eternopodría no ser, lo que implica contradicción, la sus-tancia eterna no iJuede ser más que actual, El rrrovimiento es el paso de una existencia virtual á ac-tual, pero es imposible que el movimiento y eltiempo hayan comenzado porque su existenciaentánces tendría que ser posterior á un estado an-terior, el principio del tkoinpo supondría la exis-tencia del tiempo, pero si el movimiento es eter-no supone un principio eterno del movimiento eimotor

La naturaleza obra siempre segun fin. Las co-sas mudables suponen: I.% la materia .;2z, el sujeto de la naturaleza, lo que puede recibir todaslas formas pero no tiene ninguna, la mera poten-cialidad que no puede engendrar ni corromperse,aclueLo de dome todo nace y á donde todo vuel,

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ve; 2.°, la forma 2(4 , el principio de la determi-nación y de la actualidad, lo que dá á la materia de-terminadas propiedades y en lo tanto impide la for-ma de otras, por lo que, en las cosas particulares, estambien la privación azépacÇ, (por eso en las cosas

particulares cada nueva generación nace de la co-rrupción de la anterior); y la causa motriz, loque hace pasar lo posible ¿I lo actual, que es laforma actuante, la fuerza de la naturaleza. Todamutación supone el espacio (que no puede con-cebirse vacío) y el tiempo nlillierl1771 motus sÇ-C1171(11,1771 priits et postcrins. El movimiento no pue-de concebirse sin el tiempo, ni el tiempo sin el pre,lente, principio del futuro y fin del pasado, pasadoque supone otro pasado, luego el movimiento eseterno, El mundo zjago;, coima -Drende las cosas mudables. Estas pueden ser mudables é imperecede-ras, las -últimas constituyen el cielo de forma es-férica, cuya materia es el éter, dotado de un mo-vimiento circular como el más cercano al primermotor (7innim vzobile) que produce un órden in-variable. En él están situadas las estrellas fijas(frmaiile;zizow) seres eternos donde no se padeceni se envejece y donde se entiende sin trabajo.Por bajo de las estrellas están los planetas (entrelos que contaba al sol y la luna) que se mueven

1;1 1 órbitas obiíruas y cuyos motores son tambien

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espirituales y eternos. En el centro de esta esferaestá la Tierra, asiento de las cosas que mudan yperecen, redonda, inmóvil, asiento de una perpé-tua generación y corrupción, compuesta de doselementos contrarios, la tierra y fuego, y de dosintermedios, el agua y el aire.

La razón del movimiento está en sí mismo óen otra cosa, lo que se mueve á sí mismo es loanimado. El principio de toda vida, lo mismo físi-ca, que espiritual, es el alma, que es laforma de un cuerpo organizado que tiene lavida en potencia. El alma puede ser vegetativa,propia de las plantas, sensitiva (de animales infe-riores) locomotiva (de otros más superiores) y ra-cional (propia del hombre). Cada una de ellas con-tiene en unidad las cualidades de las precedentes.El alma racional percibe mediante los cinco senti-dos que abstraen de la materia las especies sensi-bles que van á parar á un sentido interno, centrode las sensaciones y de los apetitos sensuales. Elentendimiento humano es, pasivo tabla rasa dondese pintan los séres tales como los sentidos los per-ciben y activo que combina estas representacionesy saca de ellas las ideas universales. Este últimoviene de fuera, á el hombre, es separable del cuer-po, inmortal, eterno é impasible (no lo tienen todoslos hombres, carecen de él los esclavos y algunos

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que no lo son), el pasivo es corporal, está, sujetoá las alteraciones del organismo y perece con elEl entendimiento tiene un apetito análogo á su na-turaleza, el de conocer la verdad, y es teóricocuando conoce lo que és y práctico cuando cono-ce lo que debe ser. Del entendimiento prácticocombinado con el apetito nace la acción de la vo-luntad que se dirige á lo que le conviene y seaparta de lo que le és dañoso. La naturaleza te-rrena, en su vida, tiende á la realización de untipo que es el hombre varon, del que los otrosséres, incluso la muger, son ensayos imperfectos.El mundo es único y eterno porque no puede en-gendrar ni corromperse.

Lo potencial no tiene su efectividad sino en loactual, el movimiento supone un primer motor, lamateria en que se dan juntamente los séres inde-terminados como posibles exige la forma puraen que se dan determinados actualmente. Es-te motor inmóvil, esta forma pura es Dios, elpensamiento del pensamiento, y¿Eg-t;- vP"1:9.¿G:::,, donde el que entiende y lo inteligible son idénticos.Como forma pura (sin materia) en él no hay nadapotencial, es el acto puro, es la vida, porque esla actualidad de la inteligencia y como la activi-dad perfecta, la felicidad suma. Todas las cosastienden á la efectuación de su forma, pero al ten-

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caer á lo ideal tienden al ideal, á la forma pura, á

Dios, que de este modo mueve sin moverse y sinser movido, es el motor inmóvil.

La Ética tiene por objeto la inquisición delbien del hombre; éste consiste en la felicidad en unavida perfecta, la felicidad en la virtud (,,,a,itf0(2:`a.:),-:y:(2) Los bienes exteriores no constituyen la

virtud pero son sus medios. La virtud tiene s ori-gen en el impulso natural, el instinto natural im-pulsa al hombre al bien, más tarde esta virtudnatural por el conocirnionto se convierte en virtudmoral. Su elemento natural son los apetitos, suselemento formal es razón.. La virtud es esencial-mente práctica, dirigiéndonos al bien y huyendoel mal llegamos á ser virtuosos, corno tocando ócantando á ser músicos y consiste en una pru-dente moderación entre los extremos, in mediovintils, en el imperio de sí. Este justo medio no esla mitad aritmética, el medio en sí, sino el medio.para nosotros, lo que es bastante para un hombreno lo es para otro, una es la virtud del hombre,otra la de la muger. Las virtudes se dividen enprácticas y teóricas. De. aquéllas la primera es lafortaleza, á la que siguen la templanza, la libera-lidad, la magnificencia, la magnanimidad, la mo-destia, la beni2-nidad, la popularidad, la integr i-

, :d,, la urbanidad, la vergüenza y

la justiciá uniz-

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versal y particular, conmutativa y distributiva. Lasteoréticas son la ciencia, el arte, la prudencia, lainteligencia y la sabiduría. indivíduo aislado nopuede realizar la virtud ni alcanzar la felicidad, elhombre ha nacido para la sociedad, es un animalpolítico. H1 Estado por consiguiente es un gradosuperior á la familia y al indivíduo que son sola-mente partes accidentales del todo social. El findel Estado es hacer á los hombres buenos ciuda-danos, mediante la ley y la coacción, para que lavirtud sea generalmente posible. Su fundamentoes la justicia que recompensa á cada uno segunsus méritos y mantiene la igualdad en los contra-tos. El Estado debe garantir la libertad y la pro-piedad de los indivíduos porque esencialmente noes uno sino un compuesto de multitud de famhas y de pequeñas sociedades. Para llenar este finsnecesita del gobierno que puede ser monárcuicocuando el gobernante es uno, aristocrático cuan-do son los mejores y democrático cuando son to-dos los ciudadanos. Cada una de estas formas de go-bierno tiene una degenación la monarqu ía en tira-nía, la aristocracia en olócracia, la democracia en

demao-ó nia. Las formas de gobierno son relativas

al estado social, siendo en cada caso la mejor la.que haga imperar la justicia, ya gobierne un indi-víduo ya muchos. Apoyado en sus, doctrinas psi-

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cológicas admite la esclavitud como de derechonatural.

En Estética no busca como Platón la belleza«1 sino que concibe el arte como la imitación

de la naturaleza, pero de lo natural abstraido pu-rificado de la forma natural.

Corno Platón representa la esflorecencia del espí-ritu helénico, Aristóteles la madurez y el fruto. Elprimero abre á la ciencia inmensos horizontes queel segundo en parte recorre inventariando, clasifican-do y sistematizando. Esta doble obra corresponde ála general de la cultura griega y al genio personalde sus autores. Platón alcanza los tiempos de Pe-rieles en que la Grecia busca la unidad lo mismoen la conciencia que en la vida, Aristóteles aque-lios en que postrada por las facciones va á recibirlaexteriormente á costa de su libertad, del héroe ma-cedonia Platón es ateniense, Aristóteles semi-mace-donio, semi-griego, es un griego maestro de Alejan-dro; Platón es geómetra y poeta, Aristóteles médi-co y naturalista. El método del primero es esen-cialmente dialéctico, refuta para que la inteligencia,libre de las estrechas opiniones que la encerraban,pueda contemplar de frente la inmensa realidad; elmétodo del segundo es esencialmente lógico y ló-gico formalista una vez en poseción del principiosepara, deduce, ordena, mira á la realidad en su in-terior como Platón la había mirado en su fundamen-to, aquél distingue hasta lo semejante, éste juntabasta lo diferente, ambos sintetizan toda la tiloso-

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fi a griega, pero para Platón como para Parménideses una teoría del sér, para Aristóteles como para He-ráclito una teoría de la vida.

Aristóteles nació en Stagira, colonia griega de laTracia, 384 años antes de Jesucristo. Su madre fuéFestis su padre Nicomaco asclepiadeo y médico deAmintas II, cuyo hijo Filipo, padre de Alejandro, erade la misma edad de Aristóteles. A los diez y sieteaños perdió éste á su padre, quedando al cuida-do de un amigo de su familia, Poxene de Atarneo,al que conservó siempre tanto afecto que no sóloá su muerte adoptó á su huérfano y le casó con suhija Pithias sino que ordenó en su testamento eri-gieran estátuas á sus bienhechores. Es falso lo quese ha dicho, con referencia á Epicuro, de que tuvo unajuventud disipada, pues se sabe que á los diez y sie-te años vino á estudiar á Atenas, á. los veinte re-cibió las lecciones de Platón que le apellidaba el lectory el entendimiento de la escuela, y que, segun pare-ce, le reprochaba sólo su causticidad y el cuidadoexcesivo de su persona. No son menos falsas las ca-lumnias propagadas por algunos Padres de la Igle-sia acerca de su ingratitud para con su maestro alque parece por el contrario que levantó un altarcon una inscripción al hombre que ni los malvadosmismos se atreven á censurar y al que, áun refután-dolo, da en su Moral á Nicomaco un testimonio derespeto. Muerto Filipo fué con Xenócrates á Atar-neo con Hermías, tirano de la ciudad. Atraido ésteá una celada por los persas y estrangulado, le con-sagró un magnífico Pean y una inscripción de cua-tro versos que hizo grabar en su estátua ó mausoleo,

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se casó con la hija de Hermias y se retiró con ella

á la isla de Lesbos siendo tan feliz en su matrimo-nio que ordenó en su testamento se juntaran sus ce-nizas con las de su muger. Por este tiempo fu.é en-cargado de la educación de Alejandro á la que este(aunque aquélla sólo debió durar unos cuatro años)daba tanto precio que le escribía: «Si enseñas d los

demas lo que a mí, ¿en qué nos diferenciaremos delresto de los hombres?» Aristóteles aprovechó su fa-vor en la córte de Macedonia para conseguir quese reedificase su ciudad natal á la que se dice dióleyes y donde hizo construir un gimnasio y una es-cuela, por lo que sus habitantes, agradecidos, le con-sagraron un mes del año . y una fiesta solemne. Cuan-.do Alejandro se disponía á la conquista del Asia, vol-vió á Atenas donde explicó durante trece años en ungimnasio llamado Liceo, por su proximidad al templode Apolo Lycio. Allí daba dos lecciones diarias'6 mejordicho, dos paseos, de donde ha venido á sus sectarios elnombre de peripatéticos, una por la mañana y otra porla tarde; la primera destinada á los discípulos más ade-lantados y en qne se ocupaba de las materias más difí-ciles dzpoa Lw,.../zoi ? )70I N la otra al público en general,

lc)tyrépizot )40L . Aristóteles tenía ya cincuenta añoscuando comenzó su enseñanza filosófica y durante estostrece compuso ó por lo ménos completó todas susgrandes obras, ayudado, con generosidad verdaderamen-te regía, por su discípulo que tenía empleados muchosmillares de hombres en recoger todas las produc-ciones curiosas del Asia y que auxilió sus trabajoscon Soo talentos (unos 160.000.000 de reales de nues-•tra moneda). Casó segunda vez con Herpílis de la

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cual tuvo a Nicomaco al que dedicó uno (1e sus tra-tados de Ética. La conspiración de Hermollo e -1, cque Alejandro complicó á Calistenes sobrino de Aris-tóteles y condiscípulo suyo haciéndolo matar, de-

•bió resfriar las relaciones entre discípulo y maes-tro, pero es tambien calumniosa la aserción de quehubiera contribuido á envenenar al conquistador delAsia de que se sirvió Caracalla para echar á los pa-ripatéticos de Alejandría y quemar sus libros. Acu-sado en Atenas como sacrílego por el partido anti-macedonio por haber erigido altares á su primeramuger y á su amigo Hermias, huyó por evitar álos atenienses «un segundo atentado contra la Filoso-fía.» Aristóteles vivió todavía un año en Chalcis ymurió en 322 víctima de un padecimiento de estó-mago hereditario en su familia. Es ridícula la fá-bula, aceptada por algunos PP. de la Iglesia, de ha-berse precipitado en el Euripo por no poder ex-plicarse el flujo y el reflujo, no se sabe por quétestimonios y éstos y sus propias teorías desmiententambien el haberse suicidado.

Un filósofo árabe ha llamado á Aristóteles el pre-ceptor del género humano, y en efecto ha sido elprimero que ha abrazado en una teoría sistemáticatodos los ramos del saber, escribiendo obras que sehan reputado como los cánones de las diversas ma-terias. Sin contar las muchas que se han perdido, en-tre las que es de lamentar la «Colección de las cons-tituciones » que contenía el análisis de 158, segununos, de 25o ó de 255, segun otros, entre griegas ybárbaras, las que hoy nos restan, son: La Lógica,

compuesta de Las categorías, El Hermenias, Los

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primeros analíticos (dos libros) llamado por él Trata-do del Silogismo, Los últimos analíticos ó Tratado dela demostración (otros dos) Los TJpicos (ocho libros) óTratado de Dialéctica y las Refutaciones de los sofis-tas; La Física que comprende Las lecciones de Física

(ocho libros), El tratado del Cielo (en cuatro), El tra-tado de la Generación y de la Corrupción (en dos), LaMeteorología (en cuatro), El Tratado del Mundo (apó-crifo), El Tratado del Alma (tres libros), los llamados.por los escolásticos Parva Naturalia que contienenlos tratados de La sensación y de las cosas sensi-bles, de la Memoria y de la Reminiscencia, del Sueñoy la Vela, de los Sueños de la Adivinación, de laLongevidad y la Brevedad de la -vida, de la Juventudy la Veje¡, de la Vida y de la Muerte y de la Respi-ración. La Historia de los animales (cuatro libros) eldel Movimiento de los animales, el de la Marcha delos animales, el de la Generación de los animales(cinco libros), el de Los colores, un extracto del Tra-tado de Acústica, el Tratado de Fisiognonica, el Tra-tado de las Plantas (en dos libros, cuyo texto griegofuá rehecho en Constantinopla por el árabe y lati-no), la Pequeña colección de Relaciones maravillo-sas, el Tratado de Mecánica, los Problemas en cin-cuenta y siete secciones, el Tratado de las líneas in-secables y las Posiciones y nombres de los vien-tos (fragmento de una obra sobre los signos de lasestaciones. La Metafísica en catorce libros (cuyostres últimos libros són el tratado hipe pt?oa.6.{,tocÇy los restantes otros tratados especiales). La Fi-losofía de las cosas humanas que comprende la Mo-ral d Nicomaco (diez libros), la Gran Moral (dos

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libros), la Moral á Eudeino, siete libros. (Estos dosúltimos parecen diferentes redacciones de un mismolibro hechas por distintos discípulos) un fragmento

sobre Las virtudes y los vicios, la Política (ocho li-

bros), el Económico (dos libros, el segundo apócii-

fo), el Arte de la Retórica (tres libros) seguido de

la Retórica á Alejandro (apócrifo) v la Poética, de

que no queda más que un fragmento.Aristóteles ha resumido en su vasta enciclope-

dia, no en idea corno Platón sino de hecho, todas lasescuelas helénicas anteriores, como decía Bacón ásemejanzi de los sultanes del Oriente ha extermina-do á todos sus hermanos para reinar s',5 1o, pero lejosde haberlos hecho desaparecer de la tierra, corno aqu -llos, sus tratados son la fuente más rica, más se-gura y en muchas ocasiones la única para la Historia de la Filosofía de la época anterior á él.

Aristóteles es ante todo el discípulo de Platón.Dios, segun éste, en el Timeo tomó la materia in-forme, la modeló segun sus ideas é hizo el grananimal racional, el Mundo viviente. Hé aquí todoslos principios aristotélicos: la materia, las ideas co-mo las formas reguladoras y actualizantes de las co-sas, la Naturaleza como un ser vivo que tiende áDios. Platón, preocupado con llegar á un primer fun-damento de las ideas, no se cuida de averiguar có-mo están en los seres particulares; viéndolas en elSér Infinito, donde no hay sucesión no se explicael cambio el nacimiento y la muerte. Este es eltrabajo de Aristóteles. Para esto tieneque acercarmás la materia á la forma. Matón desdeel ser nola vé sino como aquel límite extremo'

mpide

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á Dios reproducirse indefinidamente, Aristóteles, sinquitarle su carácter negativo, corno la potencialidad delas formas mediante la cual se explica la generacióny el cámbio. La forma no es sino en relación á lamateria ni la materia sino en relación á la forma,su unión es la sustancia, es la realidad, Platón, alseparar la idea de los séres no ha hecho más quemultiplicarlos, añadiendo un en sí á cada género sen-sible para convertirlo en idea; la censura es justa,pero ¿ha hecho el censor otra cosa con las formassustanciales? ¿Hay séres que se nutren? pues un almanutritiva. ¿Hay séres que razonan? pues un alma ra-cional. ¿Duerme el ópio? pues una virtud dormitiva.Y es que el defecto en el uno como en el otro estáen suponer algo fuera del sér, aunque este algo seauna negación. ¿La materia y la forma son algo in-dependiente la una de la otra? Pues caemos en undualismo inevitable en que los dos principios mú-tuamente se destruyen. ¿Son el mismo sér conce-bido desde su estado de indeterminación potencial alde su actualización concreta?, pues caemos en unpanteísmo lógico. En la materia se dan juntos po-tencialmente todos los contrarios, en la forma pura,el encadenamiento del pensamiento, se dan unidosen toda actualidad, la distinción de los séres no es-tá sino en el tránsito de lo uno á lo otro, ó másbien ellos no son sino una concepción imperfectadel pensamiento. Aristóteles parece vacilar entre am-bas concepciones, á veces parece que para él la ma-teria y la forma no son más que dos extremos idea-les, el ideal negativo y el positivo de la existencia'que no tienen efectividad sino en el sér concreto; á

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veces que la materia no es más que la forma con-cebida en su estado de abstracción. La primera di-rección dualista, aunque templada por las enseñan-zas teológicas y cayendo ya de un lado ya de otrofué seguida por los escolásticos en la Edad Media ,la segunda por Hegel en nuestros dias.

A la muerte de Aristóteles le sucedió en la di-rección del Liceo, Teofrasto de Lesbos (372 arios an-tes de Jesucristo) de tan extraordinaria elocuenciaque cuentan debió su nombre á lo divino de su len-guaje (se llamaba Tirtamo). A ella y á su erudi-ción enciclopédica acaso fué debida la preferencia queindirectamente le dió Aristóteles sobre Eudemo. (Bue-nos son el vino de Lesbos y el de Rodas, pero pre-fiero el de Lesbos corno mejor para los viejos). Desus obras filosóficas sólo se conservan un fragmentode la Metafísica, un tratado sobre la sensación y lascosas sensibles, donde analiza minuciosamente las opi-niones de sus antecesores y el libro de los Carac-téres, si este no es una colección de retratos parael uso de los oradores ó de los actores cómicos, yfragmentos de la Moral. A ser cierto lo que diceCicerón se habría inclinado al lado materialista déla doctrina peripatética, pues segun él atribuía ladivinidad ya á la inteligencia ya al Cielo, y ponía lavirtud en la felicidad, pero sabernos por el contra-rio que dudaba si el movimiento celeste no es in-ferior al del pensamiento, y que Epicuro, á cuya mo-ral se pretende que se aproximaba, escribió contraél. De su rival, Eudemo sólo consta que perfec-cionó la cae 1,--)s modos del silogismo y tra-zó las reglas del Jitogisnio hipotético. Straton de

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Lampsaco, apellidado el físico, que sucedió á Teo-frastro en el Liceo, señala la transición de la es-cuela de Aristóteles á la de Epicuro. Segun él, loque se llama Dios no es más que el poder de lanaturaleza desprovisto de sentimiento y de figura,no hay necesidad de dioses para explicar la for-mación del mundo, todo se explica por el peso ypor los movimientos materiales (naturalibus ponderibus et motibus) el mundo es un puro mecanis-mo, el tiempo la medida del movimiento y el re-poso, el lugar el intérnalo que existe entre el con-tinente y el contenido, el vacío no existe fuerapero sí dentro del universo, considera no sólo lasensación sino el pensamiento como un movimien-to, que el alma no piensa sino lo que ha visto átravés de los órganos, que no hay más que doscosas, objetos y signos, y que lo verdadero y lo falsoson puras palabras. Sin detenernos en los jefes sucesi-vos de la escuela Licon (oratione locuplex, rebus ipsisjejunior) Ariston, el compañero de embajada de Car-,neades, que puso el sumo bien en la ausencia deldolor y Critolao que lo definió: pefectionem vitce rec-teiluentis secumdum natural, nos limitaremos á ha-.cer notar que la tendencia materialista de Stratónse encuentra tambien en algunos aristotélicos inde-pendientes. Dicearco enseriaba que el alma es unapalabra vacía (nomen inane) y Aristóxenes (el mú-sico), como la armonía resultante de los diferentemovimientos del cuerpo. (Vean! ira cantu et fidibusquoe harmonía dicitur.)

Decadencia de la ix socrática.—Después

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de las grandes especulaciones de Matóny Aris-tóteles la filosofía griega torna una direcciónpre-dominantemente práctica que señala su decaden-cia, por lo que, las escuelas de este tiempo, pre-senta cierta analogía (la que hay entre la adoles-cencia y la vejez) con las imperfectas socráticas.El dualismo aristotélico de la materia y de la for-ma aparenta resolverse suponiendo á las dos as-pectos de una misma cosa, con preferencia mar-cada de unos (los epicúreos) á la primera y deotros (los estóicos) á la segunda, mientras enoposición á este dogmatismo cerrado exageranlos académicos el carácter crítico de la dialécticaplatónica hasta reducir la ciencia á un probabilis-mo ó un probabiliorismo.

La Grecia al perder su nacionalidad ha perdidocon ella su conciencia y su vida propia resignándo-se á ser la institutora del pueblo romano. Cornoel anciano falto de vigor recopila el resultado de sustrabajos y los reduce á máximas que le sirvan deregla para la enseñanza de, las nuevas generaciones.De aquí la sobre-estima que se da ahora á la Ética res-pecto de la Lógica, y la Física que sólo se conside-ran corno medios para llegar á aquélla. Para Epicu-ro el objeto de la ciencia no és, como para Platón,alcanzar la verdad absoluta, sino el medio de pro-

_porcionarnos el mayor número de goces, los estói-cos comparaban á la Filosofía á una huerta cuyo

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cercado es la Lógica, cuya tierra es la Física y cu-yas plantas son la ártica, á un árbol cuyas raí-ces son la Lógica, cuyo tronco y cuyas hojas sonla Física y cuyo fruto es la- Moral. Fluyendo dela especulación, que consideran por lo ménos inútil,resuelven perentoriamente el gran problema propues-to por Platón y Aristóteles, de la materia y la for-ma,. identificándolas perentoriamente y vacilando en-tre un. panteismo y un dualismo igualmente sin ra-zón que de un lado hacen egoistamente del sujeto elcentro de la realidad y de otro lo disuelven en el todo.Considerando parcialmente la vida, unos la miran ensu actividad receptiva,, el placer, otros en la activi-dad expontánea, acercándose así á las escuelas cire-náicas y cínicas de las que se diferencia por un ele-mento moderador, la; reflexión. Pueden, pues, com-pararse las escuelas . de este período á tres ancianos,el uno gastado (los epicúreos) á quien el ahuso del.placer, debilitando sus fuerzas, le han enseñado á go-zar moderadamente, otro- enérgico' y duro (los estói-cos) que no transige con ningun género de debili-dad, y el tercero que, de los varios casos ex-perip-mentados ha sacado un benévolo ey:eptici,sma

La escuela epicúrea enseña que el, objeto deFilosofia es llevar al hombre a la g felicidad me-

diante el conocimiento. Para esto es preciso libertarle del error, lo que se consigue por la Canónica.(Lógica) que es ia exposición de las leyes de la ra-zón. Las fuentes del conocimiento son las censa,-el:orles producidas por ciertos corpúsculos muy su--

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tiles que se desprenden de los cuerpos y pintan ennosotros su figura, las anticipaciones, sensacionesgeneralizadas por la repetición de muchas sensa-ciones semejantes (en estas está, el origen del errorde que podemos libertarnos comparándolas con lassensaciones de que proceden) y las pasiones quenos indican lo que hemos de laceró evitar. Cornola canónica nos liberta del error, la Física del mie-do á la muerte y del temor á los dioses. Los ele-mentos de que todo se forma son los átomos y elvacío los primeros dotados de figura y movimien-to, como los de Demócrito, tienen además grave-dad; mediante ésta caen en el vacío en líneas pa--ralelas de que por la atracción se apartan alguntanto dando lugar á diversas conbinaciones cuyaformación os el nacimiento de los séres y cuya di-solución es la muerte. Las almas están tambierrcompuestas de átomos, pero más sutiles y más re-dondos, de cuatro- especies, ígneos, aéreos, lumi-nosos y otros anónimos, origen ele la sensación. Losdioses son grandes simulacros que existen en losintérvalos de los mundos y que se nos revelan enlos sueños, viven en unas vida felicísima, pero sería

indio-no de su naturaleza el ocuparse de las cosasmundanas, w que deben ser venerados no por elinflujo que puedan ejercer sobre nosotros, sino por::,u propia el‘:celencia..La muerte no es un mal por--

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que mientras somos la muerte no és y cuando lamuerte és nosotros no somos. El fin de la vidaes la felicidad pero ésta no puede concebirse sinla ausencia del dolor, no consiste, pues, en el pla-cer activo, mezclado de necesidad, sino en la satis-facción que experimentamos de no sentirla; de-bemos, pues, precavernos, no sea que las sensacio-nes gratas á que nos entreguemos traigan en posotras dolorosas; la prirnefa virtud, es, pues, la pru-dencia á que deben acompañar la justicia y latemplanza. Debernos huir del matrimonio y de lapolítica por los cuidados y sinsabores que consi-go traen y obedecer las leyes y á los magistradospor injustos que sus mandatos sean, porque pordaño que nos causen mayores nos los ha de pro-ducir la desobediencia.

Epicuro nació en Atenas en el barrio de Garge-tos (341 años antes de Jesucristo). Su familia nobley antigua había venido tan á ménos que tuvo queemigrar á Samos donde el padre fué maestro de es-cuela, la madre adivinadora y nuestro Epicuro elencargado de pronunciar las palabras mágicas. Secuenta que oyendo explicar á los catorce años esteverso de Hesiodo: «En el principio nació el caos...»preguntó: «¿yr el caos de dónde nació?» y habién-dole respondido el profesor «que eso no era de gra-máticos sino de filósofos,» le contestó «pues bien,desde ahora los filósofos serán mis únicos maéstros.»

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Algunos años más tarde fué á Atenas á completar sueducación donde se dice que oyó á Xenócrates y áNausifane el pitagórico, pero él se gloría de no ha-ber tenido otro preceptor que su ingénio. Arroja-dos los atenienses de Samos, después de la muerte deAlejandro Epicuro pasó á Colofón donde su padre sehabía refugiado. Allí fundó su primera escuela quetrasladó sucesivamente á Mitelene, Lampsaco y Atenas,siendo tal el éxito de su enseñanza que afluían á supequeño jardin discípulos no solo de todas las co-marcas griegas sino de la Siria y del Egipto. Estosdiscípulos, corno los pitagóricos, parece que vivían encomun, pero conservando cada uno su propiedad in-dividual y era tan grande el afecto que se profesa-ban que se cuenta como cosa notable, que Metro-doro de Stratónica hubiera abandonado la escuela.En ésta, contra lo que suele acontecer, el maestrovalía más que la doctrina, pudiendo oponerse, cornolo hizo Cicerón, Epicuro á Epicuro mismo. Este,cuando un hambre horrible afligía á Atenas, divi-dió con sus discípulos todo lo que tenía de pan yfrutas, y poco antes de morir escribía á Hermaco:«Os escribo en este dia feliz, el último de mi vida.El vientre y la vejiga me hacen sufrir sobre todaponderación, pero combato estos dolores con la ale-gría de mi ánimo recordando las pruebas de las im-portantes verdades que he descubierto. Os recomien-do á los hijos de Metrodoro. Es un cuidado digno delinterés que desde jóven os habeis tomado por la Fi-losofía y por mí.» Con esta muerte, que Cicerón com-para á las de los héroes más famosos de la Grecia,(non ego jarra Epaminondce, non Leonidm mortero hit-

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'.j isniorti antepono) dejó de existir á los setenta y un

aSos legando su jardin á sus discípulos. Aunque desalud delicada y consagrado á la enseñanza, tuvo tiem-po de escribir trescientos volúmenes en que no bri.liaba por la elegancia y, corrección. De ellos apenas,se conservaban algunos, fragmentos cuando por unafeliz casualidad se descubrió' parte de ' su Tratado dela Naturaleza, en las ruinas de, Herculano.

Bien puede asegurarse con Cicerón que bastan dosdios para hacerse epicúreo. Cuatro cánones referen-tes á los sentidos: Lose sentidos no, engairan, El errordepende de la opinión, , La opinión. es verdadera cuan-do los sentidos la confirman ó no la contrarían,y esfalsa cuando los sentidos la contradicen y no la con-firman, y otros cuatro referentes á las anticipaciones.Toda anticipación proviene de los sentidos, La antici-pación es el conocimiento verdadero ó La definición'de la cosa es el principio de todo ra7onamiento y loque no es evidente por sí mismo debe ser demostradospor la anticipación de 1111V1 cosa evidente, constituyentol-t la Lógica; dos principios, los átomos y el vacío,toda la Fisica, y otros cuatro cánones: Busca el pla-cer que no venga, sequido de ningun dolor, huredel do!or que no venga seguido de ningun placer,„huye del que te ocasione maror dolor ó que te pri-we del mayor placer, busca el- . dolor que te libertede un mayor dolor ó te proporcione un mayor placer,toda la Moral, No nos equivoquemos, sin embargo,.con el vulgo, pensando que la Moral de Epicuro es.elc'e refinado. Nuestros deseos son de tres especies natu-Iales y necesarios como el hambre y la sed; naturales,T1-%Ji aezesarios, como la afición maniares

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quisitos y facticios corno la afición á las bebidas al-cohólicas. El sábio se niega á los últimos, contienelos segundos y satisface los primeros. «Con un cán-taro de agua y un pan de cebada, decía, soy yo más fe-liz; que Júpiter Olímpico,» y en efecto, se cuenta queEpicuro se mantenía con ménos de un óbolo y queMetrodoro ménos sábio gastaba un óbolo todo en-tero. Esto, y la vaguedad de la palabra7<pof..,›It'21ha sido causa de que Séneca en tria de sus Sua-sorias,, y entre. nosotros Sánchez el de las Borzas enel Pr6logo de- su traducción de Epicteto, y D. eran-6cisco de Quevedo en su Afensct de Epicuro, con-tra la comun apinion, hayan encarecido la moral epi-cúrea. Si no hubiera que atender más que al hecho,diferiría poco de la estóica, pero Zenón renuncia alplacer porque lo cree incompatible con la libertaddel sábio, Epicuro porque tras el exceso del goce'viene la enfermedad; el uno hace por rbliedo lo queel otro por heroismo. La moral de Epicuro es lamoral del temor, la moral del egoismo; seamos jus-=tos por miedo al castigo, seamos fuertes por miedode que el desaliento dup1i'que- nuestros males, sea-mos moderados porque la naturaleza no nos ha dadoni el vientre del buey, ni el cuello del camello, ní

estómago del avestruz; la moral cie Epicuro es lamoral de los hombres y de los pueblos degradados.Reducida á no temer á los dioses, no preocuparse dela muerte y á libertarse en lo posible del dolor, co-mo dice Plutarco, el animal es superior al sábio deEpicuro, porque le falta la inteligencia que prevezy 10 eleva sobre lo sensible.

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A primera vista no parece que haya gran di-ferencia entre la Lógica epicúrea y la de la escue-la estoica cuyo fundador fué Zenón de Citio (300años antes de Jesucristo) y sus principales maes-tros Cleanto y Crisipo. Éstos, como aquéllos, en-señan que todo conocimiento proviene de la sen-sación y que la razón no es más que un sentido,pero si la sensación es la materia del conocimien-t o, el espíritu esencialmente activo la hace sufriruna série de transformaciones que de una masa deimpresiones fugitivas y confusas la convierten en.verdadero conocimiento. Sobre la sensación es-tá el juicio, síntesis de las sensaciones; sobre u1Lucio, la representación comprensiva javt7aa

zrz::),y27": My; síntesis de los juicios, sobre éste lasíntesis universal y definitiva, la ciencia. La sen-sación es como la mano abierta, semi-cerradael juicio, completamente cerrada la fantasía ca-taléctica, cerrada dentro de la otra la cien-cia,. Tanto valor dan á este elemento formal quehay quienes admitían anticipaciones, 7.p0)41-,t;,esto es, ideas independientes, de toda experien-cia ó corno las definían concepciones naturales delUniverso. Su física contiene tambien estos dosprincipios, ó mejor, el mismo principio, considera-d3 bajo dos aspectos diferentes, corno pasivocomo activo. «Initia rerum stoici credunt tenoremp,tque materiam,» dice Séneca; la materia es la

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substancia pasiva que sirve de base á todas lascualidades, tenor, causa, el principio activo que lapone en movimiento, el cuerpo es la reunión ínti-ma, indisoluble, de estos dos elementos, que sólopor abstracción, pueden separarse; de aquí quepiensen que todas las cosas son corporales. Nohay más que un sólo sér que, segun lo considere-mos en su materia ó en su forma, es la Naturale-za ó Dios. bios es la semilla universal y la razónde las cosas que contiene en sí las razones semi-nales de todos los sér es, la fuerza motriz del uni-verso, su causa imanente un fuego artístico quecamina vía recta á la generación; como causa dela vida es zeo, corno presente en el éter Miner-va, en el fuego Fiefocs tos, en el aire Hera, en elagua Poseidon, en la tierra Derneter ó Cibeles.Es el alma universal que todo lo penetra y todo logobierna con sabiduría, el universo es como una col-mena ó una casa bien ordenada, en que nada huel-ga y todo está en su puesto por una Providen-cia inteligente. La materia es eterna y no aumen-ta ni disminuye, pero se haya siempre en eter-no cambio. El universo se compone del mundo ydel vacío infinito que lo contiene. El universo esel cuerpo de Dios, gobernado por una alma uni-versal difundida por todas sus partes que lo mue-ve y lo encierra, la razón comun y divina z600; z(ia

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odo, ,s ./0; que lo rige segun leyes que los estóicosllamaban razones seminales en Tepnzrix,04 ),670t es eldesarrollo necesario del germen divino que co-mienza por el fuego y en el que los grados infe-riores no son sino para los :superiores; las plantaspara los animales éstos (cuya ,alma sólo sirve comola sal para que no se pudran) para el hombre. Éste esuna imágen del mundo, compuesto de cuerpó y al-ma, energía dominante cuya naturaleza es el airey el corazón la morada de donde se reparteportodos los órganos como una corriente vivificado-ra ó como las tentáculos de un gran pólipo, unidad'indistinta que, segun los órganos en que da, seconvierte en aliento óptico, acústico, etc.

Como parte del universo el hombre debe so-meterse á sus leyes, imitando á los dioses que á suvez sirven á Dios. Como el mundo, en cuánto fini-to, no puede realizar toda la naturaleza divina, de'ahí el origen del mal y la necesidad de que alter-nativamente perezca (en el grande año) para re-nacer de nuevo. El alma humana, como parte dela razón divina, es inmortal,pero su existencia in-dividual cesa á la terminación de estos grandesperíodos confundiéndose con la razón eterna. Elhombre, como parte del Gran todo, debe some-terse á sus leyes, debe vivir conforme á la natura-leza ó conforme á la razónque, en suma, es la mis-

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ma cosa, puesto que la naturaleza no es más quela razón en ejercicio. Toda acción conforme á larazón es buena y toda acción contraria á razón, esmala. Ni el dolor es un mal ni el placer un bien,el interés, áun el de la satisfacción de la virtud, sonindiferentes, delc¿,r;opa, De aquí que todas las ac-clones buenas sean igualmente buenas y sus con-trarias igualmente malas,puesto que éstas na-cen de una disposición pasiva del alma aqué-llas de la plena libertad de la razón. Esta sumi-sión á la razón nos emancipa de todo temor yde todo deseo, el que ha sabido conquistar ciiro0 laztcx y la ¿.r.rup t2 se deja llevar tranquilamente por lacorriente de la vida, manteniendo su naturaleza con-tra todas las solicitaciones « mens sana in corporeno, » es el verdadero sábio. Como éste obra según ra-zón, esto es con buena íntención, obra siempre bien.Los estóicos exageran el principio formal (la morali.dad) hasta prescindir del contenido (la bondad obje-tiva) de la obra. De aquí las célebres paradojas estói_cas: «El sábio no peca aunque corneta los mayorescrímenes,,es libre aunque se encuentre en la prisión,rico aunque esté en la miseria, feliz aunque esté en laa gonía, la desgracia, etc., » llegando á levantar tantoeste ideal, que Sénecá hace al sábio, en algun zoos.do, superior á Dios mismo, pues que la divinidadtiene la sabiduría por su naturaleza, mientras que

el sábio tiene el mérito de haber adquirido la su-

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ya. La virtud «vita sibi concors» es esencialmenteuna, cuyas formas Q aplicaciones son la sabiduría,l templanza, la fortaleza y la justicia. Esta última

es la virtud social, no es de institución humanasino divina; el hombre es el ciudadano del univer-so y todos los hombres son iguales por naturaleza, hasta los esclavos.

xenón, mercader de Chipre que habiendo perdi-do un cargamento de púrpura á la entrada del Pi-reo abandonó los negocios y se dedicó á la filoso-fía, estudiando primero con Crates, más tarde conStílpon y Diodoro Cronos y por último con Xe-nócrates y Polemón, con estas diversas doctrinas (sele acusaba, dice Cicerón, de no haber inventado másque las palabras) formó una nueva escuela llama-da estóica de ¿z-6a, el pórtico, donde enseñaba. Aunqueescribió gran número de obras, corno éstas se hanperdido no es posible discernir lo que le pertene-ce de lo que aumentaron sus sucesores. Sabemos tansolo que admitía la Providencia, siendo máxima su-ya que «á Dios no se le pueden ocultar ni lospensamientos,» y que á él se debe el célebre ejem-plo de la mano. Su palabra era fría y concisa y tangrande su autoridad moral, que los atenienses ledieron á guardar las llaves de la ciudadela, y cuan-do murió declararon por un decreto haber mere-cido bien de la pátria, porque con su enseñanzacon su ejemplo había chrijido á los jóvenes á la cien-cia y á la virtud, lo que premiaron con una coro-na de oro y una tumba en el Cerámico. Ciento

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de Atis en el Asia Menor destinado primero á atle-ta emigró á causa de una revolución sólo con cua-tro dracmas, á Atenas, donde trabajaba de noche demozo de cordel para dedicar el dia al estudio, loque continuó haciendo áun después de haber suce-dido á .xenón en la dirección de la escuela, en quetuvo por discípulos á Antigono Gonatas y á Crisi-po, la columna del Pórtico. «iQué hombre, exclamaPlutarco, de noche da vueltas á un molino y de diaescribe sublimes tratados acerca de los astros y delos dioses.» Su teología, que San Clemente estimala verdadera, reconoce u n Dios Omnipotente que go-bierna el mundo segun leyes inmutables, todo pro-cede de Ély á Él debe referirse todo bien; el hom-bre perverso arroja en el mundo semillas de discor-dia que la Inteligencia infinita sabe tornar en pro-vecho del órden universal. Tal es Dios que el sá-bio adora y en cuyo loor canta un himno sin fin.¿De dónde, sino de la idea de Dios, puede venir-nos el presentimiento de las cosas futuras? Su cólerase muestra en las tempestades, en los volcanes y enlos terremotos, su bondad en los beneficios de quenos coima y su grandeza brilla en la disposición delos astros y en la regularidadd de sus giros. La sus-tancia en que residen los atributos divinos es, se-gun él, unas veces el mundo mismo, otras el almaque lo anima, ya el éter inflamado en que nadantodos los séres, ya la razón. El sol es un fuego in-teligente que se nutre de las exhalaciones del mar,por eso en los solsticios vuelve sobre sus pasos parano alejarse de los lugares en que encuentra su ali.mento; la tierra está inmóvil (se dice que acusó ante

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I os tribunales á Aristarco que la hacía girar al re-dedor del sol, por haber turvado el reposo de Vesta).En moral á la fórmula de Zenón, «vivir segun lavirtud,» sustituyó: «vivir segun la naturaleza.» *Si elplacer, dice, fuera nuestro fin, el hombre no tendríaJa inteligencia sino para hacer mayor el mal. Loshombres sin educación no se distinguen de los ani_males más que por la figura. Mal juez es la multi-tud de lo bello y de lo justo, sólo entre algunoshombres privilegiados es donde el sentido moral seencuentra en su pureza,» Séneca (Ep. CVII I) nos haconservado de él estos versos que resúmen toda lamoral estóica: «Llévame donde quieras, padre y do-minador del alto cielo, no cabe detención en obecerte, pronto estoy á seguirse. Haz que no quieray te acompañaré gimiendo y malo padeceré lo queme hubiera sido permitido padecer como bueno. Loshados conducen al que quiere y arrastran al que noquiere.»

Tambien la desgracia llevó á la ciencia á Crisi-po (nacido en Solí 28o años antes de Jesucristo) delque se dijo: <Sin Crisipo no hubiera habido Pórti-co.» Comenzó por correr en el Circo y habiendoperdido su patrimonio se refugió en Atenas y seaplicó á la escuela que enseriaba á menospreciar to-dos los dolores, no sin que antes hubiera recibidolas lecciones de Arcesilao y Lacídas, en cuyo sen«,tido escribió su libro de Las Grande'as y de losnúmeros. Espíritu sutil hasta el extremo de que losgriegos decían: «Si los dioses necesitáran de la dia-léctica elegirían á Crisipo,» y de que él mismo pro-ponía á Cleanto: «Dame la$ tésis, que yo te daré

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las demostraciones,» su vida es una lucha constan,te con los nuevo-académicos. Cuéntase que escri-bió trescientos once volúmenes de Lógica y cuatro-cientos de Física y Moral, fecundidad que sería másadmirable si no supiéramos que en uno de ellos in-sertó corno testimonio toda. la Medea de Eurípides.Parece que modificó profundamente las doctrinas es-toicas (Antipater escribió una obra sobre las dife-rencias entre Cleanto y Crisipo). Sus maestros com-paraban la Física, ciencia divina, con la Moral, cien-cia humana, con el alma y el cuerpo, con la yemadonde está el animal y la clara de que se nutre, élhizo de la Física una preparación á la Moral. De-secha la teoría de la representación sensible, enseñan-do que los objetos producen en el alma una modi-ficación no una imágen, y establece el criterio de ver-dad en que «Las percepciones y las ideas que pro-vienen de los objetos reales llegan al alma pura ysin mezcla de elementos heterogéneos en su simpli-cidad nativa y son fieles porque el alma nada poneen ellas de su propio fondo.» Establece la teoría delas categorías, que reduce á cuatro: sustancia, cua-lidad, modalidad y relación en órden decreciente,hace profundas indagaciones sobre la gramática, tra-bajos en que sobresale la escuela, atribuyendo granimportancia á los signos que divide en conmemora-tivos y demostrativos. En Física sostiene ((que lo queno tiene límite es la nada,» no existen, pues, másque los cuerpos, el vacío, el lugar y el tiempo, sonincorporales é infinitos. Dos cosas existen, el mun-do y el hombre, ambos dobles; «Júpiter y el mun-do son como el hombre, la providencia como el al-,

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fila del hombre.» «Todo está encadenado.» «El azar esuna causa ignorada.» «El sábio es tan necesario á Júpi-ce como Júpiter al sábio.» «La muerte es la separacióndei alma y el cuerpo, luego aquella es corporal, porquenada incorporal puede estar unido á los cuerpos.» Larazón es la que dá unidad al alma. Esta es libre enlos juicios catalépticos, porque no obedece más que asu naturaleza. Dios es justamente el fuego de que seha formado el mundo y la inteligencia que lo diri-ge y puesto que todas las cosas están en él comoen su semilla (razones espermáticas) y se desenvuel-ven con arreglo á las leyes inmutables de la razóndivina todas las cosas obedecen á la necesidad, peroele alma es libre dentro de ella como la piedra unavez lanzada continúa su camino en razón de su pesoy su forma particular. Sólo en Júpiter y en la na-turaleza puede hallarse el fundamento de la justi-cia, de ahí la máxima moral «vive conforme á laturaleza, que para el hombre debe ser vivir confor-me á la naturaleza humana, compendio de la natu-raleza universal,» de ahí tambien el sólido fundamen-to del derecho natural, porque la justo es lo que espor naturaleza, no lo que es por institución.

Después de Crisipo, que murió segun unos, ha-biendo bebido un poco de vino después de un sa-crificio, y segun otros, de la risa que le produjo verque un asno se comía los higos destinados á su me-sa, brillaron en la escuela Zenón de Tarso, Diógenesde Babilonia, Antipater de Tarso y Panecio y Posido-nio que introdujeron el estoicismo entre los romanos.

Aristóteles había considerado las ideas platónicas, en su inmanencia en el sér individual, los es-

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toicos transforman esta individualidad ontológica ensubjetiva. «El yó adquiere, corno dice M. Tiber-ghien, más clara inteligencia de sí mismo, de su per-sonalidad, de su dignidad y de su libertad. Osa, en fin,sacudir el yugo de la realidad actual y se eleva á con-.cepciones severas conformes á la comunidad racionalde la naturaleza humana. Pero esta independenciadel carácter estóico se hace á su vez exclusiva, re-flejándose sobre el yó, se abstrae de la realidad ex-terior y oculta de este modo bajo la apariencia degenerosidad el orgullo del egoísmo.

XL

Filosofía romano aldandrina.-1.° Filosofía

Romana. El pueblo romano no crea nuevos sis-temas filosóficos, limitándose á reproducir ó com-binar los sistemas griegos, pero mirando la filoso-fía no como una* especulación de la inteligencia,sino corno una regla para la vida, les dá un carác-ter esencialmente práctico que se manifiesta: I.%en la subordinación del rigor lógico á las necesi-dades de la aplicación; 2.°, en el carácter eclécticoque toma por consecuencia; 3.°, en las grandesaplicaciones que hace á la Moral y principalmen-te al Derecho que és su título de gloria; 4.°,

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enque falto de fuerza inventiva y no habiéndoselevantado á las razones internas de las cosas, tie-ne que apelar para justificar sus máximas á razo-nes externas de sentido comun ó de conveniencia,cayendo así en la degeneración retórica.

Roma no es un pueblo sin. o- un haz de ciuda -des ligadas por el vínculo externo del derecho, nohay, propiamente hablando, conciencia nacional, nopuede haber filosofía. Pero así como reune geralqui--camente todos los dioses de la tierra en el Panteón.'y ensancha los, límites de su ciudad hasta hacer deella urbe et orbi, reune todos los sistemas griegos-para romper los estrechos límites de su primitivo de---recho hasta convertirlo en la ratón escrita. Con elgénio de la útil aprovecha el pensamiento griego, des-pojánd&e de las intransigencias de la lógica para amol--d'arlo á- las necesidades de los tiempos; la Filosofíaha descendido allí de reina á- consejera y como á tal'más se le pregunta lo: que hay que hacer que las,razones que autorizan su dictamen, , reservándose el:seguirlo hasta donde parezca. La. ¡inteligencia griega.sirve á la voluntad romana que decide acerca de los-principios, quedando reducido el pensamiento filosófico . á una especie de: tanteo, un excepticismo'prudente que ora se deja arrastrar pasivamente de lassolicitaciones exteriores,. sirviendo á . lo más para mo-derarlas, epicureismo, ora las resiste enérgicamente-en nombre de una actividad sin contenido,cismo, hasta que desconfiando de sí y de las cosas,

s:(3: entrega:. sin oposición á la- corriente de los he..

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chos ó busca su salvación en algo sobrenatural, conlo que se acerca á la dirección alejandrinay pre-para la venida del cristianismo.

Aunque las principales escuelas griegas tienenen Roma representantes, predominando la epicú—rea, más estendida entre la generalidad, que hallaun cantor excelente en T. Lucrecio Caro, que ensu poema de «Rerum Natura,» expone á la roma-na las doctrinas de su maestro, y la estoica- profe-sada por los espíritus más elevados y por los ju-risconsultos que, aplicándola al derecho, dieron áéste el carácter general y humano que le ha he-cho imperecedero, los genuinos representantes deilcultura filosófica romana son. Cicerón en tiem-po de la República y Séneca en los del Imperio.Cicerón nuevo-académico en la teoría, estóico mo-

derado en la moral, acepta de Matón las creenciasde la Providencia y de la inmortalidad del alma, yno sólo toma de los estóicos la idea de una leyuniversal, eterna y divina, conforme á la naturale-zay la razón, que domina' á las otras leyes y nopuede ser abrogada por ninguna, sino que pronun-ciapor primem vez la palabra caridad y presien-te la ciudad de Dios que ha de enseñar el cristia-nismo. S'a= personifica en filosofía la reacción91e. las Droviiicim sobre Roma, enseña la igualdad,.

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de todos los hombres, áun de los esclavos, el es-tado universal humano (Patria mece totus hic mun-dus est) cuyos miembros deben estar naturalmen-te unidos por el amor (Homo adjutoriunz mutuum

generatus est) y refugiándose en la concienciadentro de la que Dios se manifiesta (troje est á teDeus, tecum est, intus est) combate las pasiones ypredica el desprecio de los bienes materiales conpalabras que han hecho sospechar hubiera cono-cido el cristianismo, y desde tan seguro asilo de-safía los poderes terrenos y los males de que elsábio tiene siempre en su mano el medio de po-derse libertar. Epicteto y Marco Aurelio, el unoen la esclavitud y el otro en el trono, mostraroncon sus libros y más con su vida, los excelenciasy los defectos de la doctrina estoica.

Se tiene como causa de la introducción de la fi-losofía en Roma, la famosa embajada ateniense deDiógenes, Carneades y Arquelao. Catón y los par-tidarios de lo antiguo se apresuraron á despachar áaquellos huéspedes peligrosos, pero halló favor en élpartido innovador acaudillado por los Scipiones. Pron-to se apoderó de la enseñanza. El estoico Antipaterde Tarso tuvo por discípulo á Tiberio Graco que ha-bía escuchado tambien las lecciones de Diógenes yBlasio de Cumena, Panecio reunió en su escuela áScipión el Africano, á Rutilio Rufo, al augur Mucio

Scébola, á Sexto Pompeyo y á Lelio el amigo de Sci-

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pión que había escuchado tambien las lecciones deDiógenes de Babilonia y tan poderosa fué esta co-rriente que el mismo Catón al fin de sus días sepuso á estudiar la lengua y la filosofía griegas. Grce-cia capta ferum victoreen cepit. Pero las grandes es-peculaciones de Aristóteles y de Platón tuvieronn pcos y oscuros partidarios, estóicos y epicúreos sedividieron la juventud romana. A los primeros, 'ade-más de los ya citados, pertenecieron todo lo que Ro-ma conservó de caractéres viriles en los últimos si-glos; Bruto el jóven, el sábio Varrón, Catón de Uti-ca y Canio Julio, Thraseas Pmtus y Elvidio Prisco,víctimas de la tiranía de los -emperadores, mereciendo alguna vez ser incluidos en las persecucionescontra los cristianos, adversus christianos et matiz e-míticos. Por más que se haya querido negar en es-tos últimos tiempos, su influencia en el derecho ésincontestable. Aparte de definiciones como la de la Jus-ticia, del derecho natural y de gentes, que llevan elsello imborrable de la escuela, la condenación de laesclavitud (contra naturain subjicitur) y la elevadaconcepción del matrimonio, (consortium ojrzrzis vitcedivini et humani juris conzunicatio), bastarían á de-clararla si nó la abonara además la tradición his-tórica; ucio Scebola fundó una escuela de fui isconsul-tos á la que pertenecieron Aquilio Galo y Lucio Bal-bo continuada por Servio Sulpicio, discípulo de otroestóico, Posidonio, y que se prolonga hasta GayoUlpiano y Paulo. Los epicúreos influyeron más enlas costumbres que en la ciencia, contando en sus

filas esa inmensa masa de ciudadanos pacíficos que,pzznc'ir 9 lelan-z i,

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tan á toda servidumbre y se contentan con el dere-cho de vivir, pero entre los que sólo se citan co-mo escritores hasta Lucrecio, Amafinio, Rubirio yCasio, moralistas los primeros, físico, el último, quesegún Cicerón, no tiene otro mérito que el de nohaber tenido antecesores. Lucrecio no es un meroexpositor que no ha añadido á las doctrinas de sumaestro más que las galas de la imaginación y losprimores del lenguaje, romano-, antes que epicúreo,en vez de entregar el mundo á las contingencias delazar lo somete á leyes invariables que derivan de . lamisma naturaleza: de, las. cosas, respeta la libertad hu-mana y en nombre del placer ensalza la justicia, lafrugalidad y la modestia, despertando el horror almal. Otro poeta insigne, .el cortesano Horacio, ha pro,pagado tan-lbien el epicurismo en composiciones que,como dechado de moralidad, se ponen en manos denuestros hijos, para formar su corazón en las escue-las. Escasa. de escritores no lo estuvo esta secta dehombres eminentes, pudiendo citarse, los nombresde Tilo Abulcio, á quien Cicerón lian-la un semi-grie-go, Pomponio .tico, amigo del grande orador, Casio,el amigo , de Bruto, el mismo Usar, Lúcio Torcua-to y Cayo Veleyo á quien Cicerón encomienda ladefensa de las opiniones epicúreas en su tratado deNatura Deorunts Cicerón en las grandes cues:ionesde la Lógica y la Física se refugia en el tímido ex-cepticist-no de la nueva Academia tan conforme á sucarácter indeciso, condenando todas las. indagacionesque no son de utilidad inmediata para las relacio-nes sociales, y la práctica de la vida res obscuras at-

que difficites' easdemque non neces.sarias„ Con

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tón admite que el alma humana deriva inmediata-mente de la divinidad, porque sólo el hombre tiene:el conocimiento de Dios y que la naturaleza ha pues-to en nosotros ciertas nociones necesarias que soncorno los fundamentos de la ciencia; con loacos que el deber no debe ser practicado con mirasi nteresadas y que el justo puede ser feliz áun en elToro de Falaris, pero se burla de ellos porque creenque es un delito igual asesinar un hombre que ma-tar un gallo, y en general busca la filosofía no delsábio sino del hombre de bien, así que cree conlos peripatéticos que la virtud no puede existir sinalgo exterior que le sirva como de base, hace des-cender la idea del bien á lo honesto, quod taleest, ut detracta onzni utilitate sine ztllis prwmiisfruc-tibusque per se ipsum possit laudari, pero se levantasobre ellos cuando admite que «hay"- necesariamenteen los dioses y en el género humano una mismarazón, una misma verdad, una misma ley que or-dena el bien y que prohibe el mal, que el que nola obedece huy e de sí mismo, renuncia á su natu-raleza de hombre, infligiéndose con esto un cruel cas-tigo aunque escapara á los otros suplicios con quenos amenaza. La unidad de la razón y de la ley leeleva á la unidai del derecho y á la caridad del gé-nero humano, á la semejanza del hombre con Dios(est homini cum Deo sinzilitudo; quo tantum pro-

pior certio • re cognatio), al que concibe como unainteligencia libre y pura (nzens quwdain solida e:

libera). Quinto Sextio, contemporáneo de César yde Augusto, que grcecis verbis romanis nzoribus

philosophantur , fundó la única escuela que lleva

ilii~~1~~111111MMEIM&E,

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nombre romano (sextiorum nova et romana roborissecta), á la que perteneció su propio hijo y Sotiónrnae:Aro de éneca, que ensayó unir la moral delPórtico con la de Pitágoras, poniendo como fin dela vida la virtud y el ascetismo como medio de al-canzarla, haciendo al alma señora del cuerpo, peroesta secta, que comenzó con cierto éxito, desapare-ció sin dejar rastro. Séneca representa respecto delImperio el papel que Cicerón en la República. Co-mo este estima sobre todo la Moral, considerandocomo inútil lo que no sirve para hacernos mejores;«I s lus scire velle quam satis est, intemperatice genest. st.» En efecto, no ha tratado la Lógica sistemáti-camente, aunque de sus cartas á Lucilo pueden en-tresacarse las cuestiones principales y apesar de queha escrito siete libros de Física tambien aunque in-teresante es incompleto este trabajo. Encuentra áDios en nuestra propia conciencia. ((Non sunt ad cw-lum elevando manus, nec exorandus cedituus, ut nosad aurem simulacri quasi magis exaudiri possimusadmittat; prope est á te, tecum intus est.» Lo queexije de nosotros es una cosa facilísima que viva-mos con arreglo á nuestra naturaleza. (Rem facilli-man; secundum natural)? suam vivere), es decir, vivirracionalmente, porque el hombre es un animal racio-nal. (Rationale enim animal est homo), la libertad con-siste en obedecer á Dios, (Deo parere, libertas est}. Elhombre por el conocimiento de Dios puede salir de laesclavitud, porque conociendo la invencible necesi-dad de las cosas el sábio la previene y quiere lo queel orzaría á hacer, La razón es igual en todos;os hombcez,), todos son hijos del mismo padre, cual-

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quiera que sea su rango y su fortuna todos somosmiembros de un gran cuerpo, nada de lo que es hu-mano nos es extraño, donde hay un hombre haylugar para un beneficio Cubicunzque homo est, ibi be-neficio tocas est). El culto que Dios pide no son sa-crificios, ni sangre, sino un alma pura y una vidahonrada, el verdadero templo está en el corazón delhombre (non inmolationibus et sanguini multo co-lendum est, sed mente purd, bonoque proposito, Nontempla in altitudinem saxis struenda sunt; in sinocaique consecrandum est pectore). Por eso debemoshacer todas las noches exámen de conciencia y pre-guntarnos, ¿en qué has mejorado durante el día? ¿Quaparte melior est? Bien es verdad que siguiendo á susmaestros se pregunta si el bien es un cuerpo, que creeel alma un compuesto de elementos sutiles y á Diosmismo sometido á la fatalidad, pero si en la «Conso-tación á Polibio» se pone el problema de la inmorta-lidad sin decidirse por ninguno de los dos extremos,en las «Consolaciones á Helvia y á Marcia» se in-clina por la afirmativa, y en la Ep. CII, dice es-presamente: «Mies iste quein tanquam extremunz re-fórmidas, ceterni natalis esto y añade: «Hac cogi-tatio nihil sordidum anirnum subsidere sinit, nihil 1271-mile, nihil crudele. peos rerum omniu n i esse testes ait,illis nos aprobari, illis in futw-um parara jubet, et caer-nitatem proponere.» Resume los deberes para los hom-bres, diciendo: «No vivir para nadie es no vivir parasí,» y adelantándose á su época, condena la pena demuerte. Séneca exagera el ideal del sábio insensible ála pena y al placer que puede poseer riquezas pero queno es poseido por ellas, inaccesible al temor, due-

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fio del universo porque lo és de sí el úni-co que sabe vivir porque sabe morir y superior enalgun modo á los dioses mismos, porque hace porsu voluntad lo que aquéllos por la necesidad de sunaturaleza, pero ¡cuán grande aparece cuando se lecompara con el del epicúreo que se resigna á todadegradación con tal que le dejen siquiera el derechode existir!

El estoicismo tiene en Roma sus últimos gran-des representantes en un esclavo y en un empera-dor y como demostración de la igualdad humana,aquél es el maestro éste el discípulo. Epicteto fri-gio y discípulo de Musonio, muestra en su vida có-mo se puede ser libre entre los hierros de la ser-vidumbre. Su amo le rompe una pierna en un ac-ceso de furor,---a¿no te dije que me la romperías?, lecontesta tranquilamente; le roban su lámpara de hierro,—(qgran chasco, exclama, se llevará mañana, porqueno encontrará más que una de barro!» «¡Qué impor-ta, dice, la ciencia sin las obras; no se os pregunte sihabeis leido á Crisipo, sino si sois buenos!» Toda sumoral puede reducirse á la sumisión á la voluntadde Dios, que puesto que forma una especie de so-ciedad con nosotros, no puede ménos de ser perso-nal. «Llevamos á Dios dentro de nosotros mismosy nos atrevemos á hacer en su presencia lo que nonos atreveríamos á hacer delante de su imágen.»,S'ustine, abstine, tal es el secreto de ser feliz. «Anitoy Melito pueden matarme, pero no pueden dañar-me.» «El que no es dueño de sí mismo es un es-clavo aunque sea dueño del Universo.» «No se debedecir, he aquí un bien que he perdido sino he aquí

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un bien que Dios ha recobrado.» «Debe, vijilarnuestro pensamiento: espera, pensamiento mio, queyo sepa lo que eres.» La libertad consiste en sus-citar un pensamiento bello y generoso enfrente delmalo. Pero la proscripción de las pasiones le llevahasta la de los sentimientos más nobles: «Vale másque tu hijo sea un malvado que tu un bribón.» Sinembargo, Epicteto dulcifica algo la rigidez estóica,mide, á la verdad, el deber por el derecho, pero dice:'<todos los pensamientos tienen dos asas, toma la bue-na, tu hermano te ha ofendido, pero es tu herma-no, este es el asa por que es preciso cojerlo.» Si elfilósofo no debe intervenir en los negocios públicoses porque ya tiene un cargo, el de enseñar la vir-tud y dar ejemplo; debemos invocar el auxilio di-vino como los navegantes á Castor y Pplux en latempestad. Epicteto condena el suicidio que Séneea había justificado. «Hombres, esperad la voluntadde Dios, cuando os llame volvereis á El; en tanto,¿qué tirano, qué ladrón ni qué juez será temible álos que no hacen caso de su cuerpo ni de sus riquezas?» Pero no es tan esplícito como aquél, res-pecto á la inmortalidad del alma. Marco Anrelio éssuperior á Epicteto en que su corazón es más ac-cesible á los males de la humanidad, esta nos mandaamar áun á aquéllos que nos han ofendido, «La razónno aconseja más que una venganza, la de hacernos su-periores nuestros ofensores;» no cree, como los otrosestóicos que la piedad es una debilidad indigna del al-ma, y como los peripatéticos admite grados en los actoscondenables, pero és inferior á algunos de ellos por suteoría de la libertad y por su concepción de Dios que,

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á veces, somete al destino y hasta al azar.uLa tendencia mística tiene por principal repre-

sentante á Apolonio de Tyana, contemporáneo deAugusto, objeto de veneración supersticiosa durantesu vida (se dice que resucitaba muertos) y adoradocorno un dios después de su muerte. Discípulo dePitágoras conversó en Babilonia con los magos y ena India con los brachmanes, queriendo remontar .álas tradiciones primitivas del género humano parabertarlo de las fábulas inmorales con que los sacer-dotes lo habían pervertido. Aunque no conocemosbien sus doctrinas sabemos que miraba como indig-nas de Dios áun las ofrendas más inocentes, «por-que Dios no tiene necesidad de nada y comparadoá Él todo lo que procede de la tierra es una mi-seria; palabras dignas de El y que no ha necesidadde pronunciar, és el sólo homenage que debemosdirigirle.» Él y los neo-pitagóricos son los precur-sores de la escuela alejandrina. Por úl.timo, la di-rección excéptica se personifica en Sexto Empíricoque florecía hácia el siglo II1 de la Era Cristiana,y que en sus Hypotyposes pyrrhonicas y en su obraAdversus mathenzaticos recopila todos los argumen-tos de Pirrón, de Enesidemo y de Agripa contra lacerteza, fundando el excepticisrno en el igual valor delas tésis contrarias, que nos conducen primero á lasuspensión obsoluta del juicio, irroxí2, luego á la ab--soluta indiferencia, ¿zrapolUoc.

2.° Filosofía Alejandrina.—Mientras en Ro-ma, la ciudad del derecho, se intentan reunir los

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sistemas griegos para que respondan á las nece-sidades de la práctica,, en Alejandría, la reina dela ciencia, se busca una conciliación semejanteque satisfaga las exigencias de la teoría. Potamónpretende hacer un todo de la Filosofia griega conun eclecticismo que abrace á Matón, Aristóteles,los epicúreos y los estóicos. El judío Filón, mara-villado de la semejanza que existe entre la moralde Moysés y la de Platón, explica el AntiguoTestamento, al que da una significacion alegóri-co por la filosofía griega con elementos tomadosde la kábala. Dios, segun el, es la luz eterna,fuente de toda luz intelectual y física, que nopuede ser conocido, sino por la intuición mística.Esta luz, demasiado viva para ser contemplada, serefleja en el Verbo, en la Sabiduría, en el hijo pri-mogénito de Dios, Verbo interior (M-¡os

del que procede el verbo pronunciado (2rr/oç

r. po pgpt.,,,,-) la razón manifestada á su vez por elUniverso. El alma humana es el esplendor de esaluz divina y consta de una parte racional queconsta de razón, representación y lengua, y deuna parte irracional compuesta de la pasión y deldeseo, siendo la prudencia la virtud de la prime-ra y las de la segunda la fortaleza y la templanza.El hombre es libre y como tal el más hermosotemplo de Dios sobre la Verra; el mal proviene de

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la materia, pero de él no podemos libertarnos sinopor la gracia divina. Opiniones semejantes sustentóNumenio de Apamea que abrazó en un vasto eclec-ticismo no sólo las doctrinas de Pitágoras y de Pla.tón sino las judáicas, las de la Persia, la Caldea yla India y algunas cristianas y gnosticas. La inter-pretación mística de la Sagrada Escritura fué conti-nuada por los rabinos tamuldistas y dieron origená la trábala cuyas principales doctrinas son, queDios es la luz primera, de la cual, por sucesivasemanaciones, han venido todas las cosas, siendocada una de ellas originada en la antedente á laque és inferior hasta llegar á la materia, carbo Dei.Diez energías divinas, Sephiroi, descienden porcanales y forman cuatro mundos, el ideal que exis-te en la inteligencia divina, uno medio, espiritual,otro elemental, y el último, visible y corpóreo,el mundo material que se distingue de Dios co-mo lo razonado de la razón. De aquí la posibili-dad de la elevación del alma hasta la luz increa-da y de la inmediata comunicación con los espíri-tus medios, mediante artes mágicas que haríanal hombre dueñó de estas potencias celestes. Estemismo sistema de interpretación aplicado al cris-tianismo naciente produjo la heregía gnosticasbuscando sobre el contesto literal, bueno sólo pa-a el vulgo, un sentido oculto, gnosis que unas

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veces consistía en un panteismo emanatist-t me-diante una série de eones, otras en un du ,lismoentre el principio del bien y del mal (maniqueis-mo) que muestra la influencia persa. Así, y portan distintos caminos, se prepara el neoplatonis-mo, Última palabra de la filosofía antigua.

Alejandro, con una previsión digna de su génio,mandó edificar á orillas del Nilo una ciudad que notardó en ser el emporio del comercio, la córte delos Lágidas y la metrópoli de la ciencia. El Museofundada por Demétrio con los tesoros de PtolomeoSoter, la Biblioteca que no pudiendo contener tan-tos volúmenes necesitó ensanchar con el Serapium ,la protección dada á científicos y literatos por losPtolomeos qué á veces tomaron parte en sus ta-reas y continuada por los emperadores romanos, porAugusto, que hizo venir á la Biblioteca alejandrinala de Pérgamo, su rival, y por Cláudio, que fundóla institución claudiana, hicieron de la nueva ciu-dad el punto de reunión de los hombres más emi-nentes que, si en literatura señalaron los modelos entodos los géneros dividiendo á los autores en clases(clásicos) y en gramática crearon una especie de len-gua literaria (aticismo) en filosofía trataron de con-ciliar todos los sistemas, pensando que todos ellosno son sino una misma verdad espresada con pala-bras diferentes. Ni se detuvieron aquí; puestos encontacto con las religiones orientales encontraron quela reflexión y la fé dicen en el fondo la misma co-sa, y trataron de aunar estas dos grandes revelacio

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nes del espíritu, la religión y la filosofía. Los teó-logos, por su parte, no se mostraban indiferentes áesta unión. Los judíos alejandrinos á quienes el con-tacto con los heleno-s, había dado un espíritu másámplio, como lo prueba la traducción griega de laBiblia, . al encontrar en estóicos ' y académicos unamora l tan semejante á la suya y, lo que es más, enPlatón, creencias acerca de la divinidad de que secreian los únicos depositarios, no podían presumirque el Moysés helénico las hubiera alcanzado por lasala fuerza de la razón é imaginaron que había co-nocido los libros del legislador de los hebreos; nohabía inconveniente pues en aceptar enseñanzas quede tal fuente procedían. Favorecieron esta tendezcíala división en sectas de los hebreos á las que wofueron extrañas, ni las creencias sirias y persas, nila dialéctica de los griegos. Los saduceos se ateníanal texto espreso de las Sagradas Escrituras, llegando,segun él á negar la inmortalidad del alma y la inter-vención en las acciones humanas de la Providenciadivina que creian incompatible con el libre albedrío;por el contrario los fariseos al lado de la revelaciónescrita admitían otra oral conservada por la tradición.Siecta de esta secta fueron los esenios que vivían enla soledad entregados á la abstinencia y á la con-templación y que, según Josefo, daban importanciaal nombre de los ángeles y tenían doctrinas secretasacaso las que más adelante conocemos con el nom-bre de trábala. A esta secta perteneció Filón, el Ha-lcón judío (3oo años antes de Jesucristo) que empleaen la explicación de la Biblia el método alegóricopropio de los esenios, terapeutas y cabalistas y que

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no bastó á ocultar la oposición interna de los ele-mentos de que hace uso. Así, Dios tanto es con-cebido á la griega corno la razón de las cosas, cau-sa activa y eficiente del universo é ideal del hom-bre, corno á la oriental, como lo que está sobre to-da perfección, corno el Sér sin nombre, como el Sérinefable, la causa inmanente, la potencia única. Enel primer caso, el Verbo es el pensamiento divinoque encierra las ideas arquetipas, en el segundo, elVerbo es una persona, una hipostasis, el hombre divino(31y5omro; 5s0;V) á cuya imagen ha sido formado el hom-bre, á cuyos ojos se muestra alguna vez en formamaterial; de aquí surge como tercera potencia el Ver-bo pronunciado que alguna vez se confunde con eluniverso. «El soberano Sér está rodeado de una es-plendente luz que lo envuelve corno con rico man-to y el Verbo más antiguo se cubre del mundo co-mo de un vestido.» Ya corno Platón considera á Dioscomo el arquitecto del mundo que ha grabado susideas en una materia preexistente, porque de la na-da nada se hace, ya rebasando la teoría de la crea-ción ex nihilo llega á pronunciar la palabra Dioses todo; ya como el primero, ve en la sensaciónuna imágen aunque débil de las ideas eternas, yaestablece un abismo infranqueable entre el alma sen-sitiva que con Moysés cree que reside en la sangrey la racional que es una emanación divina, ya in-sista en la necesidad de prepararse á la sabiduríapor las ciencias medias, ya las cree cosa desprecia-bles corno el cuerpo y los sentidos, y no contentdndo-se con las luces de la razón busca otras superiores ema-nadas directamente de Dios, á que llegamos por la fj.

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(nía-ct) reina de las virtudes, el más perfecto de losbienes, el lazo que nos liga á Dios. Y respecto delmal moral unas veces cree que es efecto de la li-bertad del hombre exento de la necesidad á que obe-dece la naturaleza y capaz por ello de virtudes, yacree que lo mismo que el físico es el efecto de lamateria y de los poderes inferiores que concurrie-ron con el Verbo á la formación del mundo, que esuna impiedad creerse el autor de una buena obraque todo bien procede de la gracia, «virgen celesteque sirve de mediadora entre Dios y el alma, entreDios que ofrece y el alma que recibe y que á ve-ces no obra directamente, sino por intermediario,siendo el justo la víctima expiatoria del malvado ypor el que Dios derrama sobro éstos sus inagota-bles tesoros.» El hombre sin libertad y sin méritosdebe ser indiferente á los intereses, á las afeccionesy hasta á sus deberes; su único fin es la unión conDios por el olvido de sí mismo. Es preciso queel alma se derrame como una libación pura delantedel altar del Señor.»

Numenio clasificado ya de platónico, ya de pi-tagórico y en el que es imposible desconocer la in-fluencia de Filón y la semejanza de alguna de susdoctrinas en la neo-platónica abraza no sólo las doc-trinas griegas y judáicas sino las de la Biblia, el Egip-to y la India y áun las cristianas, especialmente to-madas del Evangelio de San Juan, á quien llama uncierto bárbaro: «El Sér primitivo y simple, el Uno,el Bien, la Inteligencia, es la antítesis de la mate-ria, y como inmutable, no podría ser el C dor delmundo.» Produce á su imágen un segundo 1 s que

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por una parte contempla las ideas, por otra la ma-teria, sobre la cual obra como dimisurgos penetrán-dola, por lo que el mundo es su imágen. El almahumana tiene tambien dos naturalezas; la racional ,que tiende á Dios por los dones divinos que de élhan recibido y otra irracional, que por la sensibili-dad tiende al cuerpo y á la materia. Estas dos al-mas se unen entre sí como el primero y segundoDios.

Hemos visto que algunas sectas hebráicas soste-nían que á más de las leyes escritas que Dios dióá Moisés en el Sinaí le comunicó tambien una ex-plicación del sentido íntimo y oculto de estas leyesque vino conservándose por la tradición hasta que,habiendo sido destruida Jerusalem- y temiéndose queesta tradición oral pereciera, el Rabí Judá Haca-dosch (siglo II) la escribió con el nombre de Mis-chnah, que á su vez el Rabí Jochanon de,Jerusalemexplica, á cuya explicación llamó Gr'amara (complemen-to), Una y otra constituye el Thalmud (doctrina).Más adelante se publicó en Babilonia una compila-ción más ámplia. De ahí dos thalmudes el hierosi-rnilitano y el babilónico. Además de esta tradiciónque comprende leyes, constituciones eclesiásticas / ri-tos, anécdotas y áun, vestigios de doctrinas filosófi-cas, disputan los sábios si Dios comunicó á Moysésotra interpretación alegórica y mística que llama ká-bala (doctrina recibida). No se está de acuerdo acer-ca de su origen, hay quien cree que Raziel, el ángel delos misterios, se lo reveló á Adam cuando arroja-

do del Paraiso se encontró necesitado del auxilio di-vino para rehabilitarse, otros que la revelación, se,

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hizo á Movsés sin que falte quien defienda que esuna imitación del misticismo árabe, y que su libromis importante, el Zohar, es una compilación in-di ;esta de un judío español del siglo XIII, 1\loyssde León. La kábala se divide en dos partes, la pri-mero que se llama Maasseh bereschit, es una histo-ria de la Creación que ha llegado á formar el Sepheriecirach (creación) que se atribuye á Akibah. Esta esuna especie de monólogo en que Dios explica á Adamcómo los seres salen por grados de la unidad, in-comprensible, principio y fin de la existenci a . Estosgrados, formas inmutables del ser, son los sephirot;el 1.0, es el Verbo ó Sabiduría divina; el 2. 0 , el só-plo que viene del espíritu, signo material del pen-samiento y la palabra, el aire en el cual han sidoesculpidas las letras del alfabeto . ; el 3.°, el agua en-gendrada por el aire que á su vez engendra la tie-rra, la arcilla, las tinieblas y los elementos más gro-seros del mundo; el 4.°, el fuiego que es la partemás sutil y trasparente del agua con el que Diosha construido el trono de su gloria, las ruedas ce-leste (los astros sembrados en el espacio) los serafi-nes y los ángeles y con todos ellos su palacio, sutemplo que es el mundo. «El fin de los sephirot sejunta á su principio comp la llama á su tizón, por-que el Señor es uno sin segundo y en presencia deEl, ¿de qué sirven los números y las palabras?» Co-mo el mundo es imágen de la palabra las veinte ydos letras combinadas con los diez primeros núme-ros forman las treinta y. dos vías maraviilosas de laSabiduría en que Dios ha fundado su nombre.

La segunda el Maareh Merk-abit 7ia I

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carro celeste) que ha llegado á, formar el Zohar (luz)sistema de Metafísica y de Teología. El infinito, encuanto se distingue de lo finito, es el sér en la enteraconcentración consigo, cuyo nombre significa en laEscritura yo soy, y cuyo símbolo es el punto, la máspequeña de las letras hebráicas, el iod. De esta unidadindivisible salen paralelamente dos sephirot, uno ac-tivo y masculino y otro pasivo y femenino, de cuyaunión misteriosa nace un tercero; de esta trinidad á suvez se originan otras en la forma siguiente:

En-soph.Corona.

Sabiduría. Inteligencia.

/ Ciencia.

Fuerza.Justicia.

Grandeza.Gracia.

Belleza.

Gloria. I Triunfo.

Fundamento

I

Reino.

Estos diez sephirot forman el hombre ideal ó ce-leste Adam Kadmón. Como se ve, estas tres trinidadesse reunen en una más elevada; la corona el sér abso-luto, la belleza el sér ideal, y la monarquía el sér mani-festándose en la Naturaleza: el primero llamado tam-bién el anciano de los días, el segundo el rey, el terce-ro la reina ó la matrona.

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Des «,'-,:s que Dios se ha engendrado en algún mo-

d() ,71. sí mismo, engendra en forma de emanación, ensiempre descendentes, el mundo de la crea-

ción formado por los espíritus puros, el mundo de laformación ocupado por los cuerpos celestes, y el mun-do de la acción, el mundo terrestre. Los ángeles sonlos mensajeros ciegos de la voluntad divina, comolas fuerzas cósmicas. Dios animó con su espíritu es-pecial cada parte del firmamento, y al punto se for-maron todos los ejércitos celestes y se hallaron en pre-sencia de Él. Su jefe es Metatrono, así llamado porquése halla inmediatamente debajo del trono de Dios ódel monte Benah, habitado por los espíritus puros yque tiene el encargo de mantener el movimiento y laarmonía de todas las esferas. La innumerable miliciaangélica se divide en diez cohortes, correspondientesá los diez sephirot: uno es el ángel del fuego, Nuriel;otro Uriel, el ángel de la luz; éste preside el movimien-to de la tierra, etc.: los demonios representan los lí-mites ó las envolturas de la existencia; forman diezgrados en que las tinieblas y el mal van espesándosecada vez más. El hombre es la imagen del hombre ce-leste: cada una de las partes de su cuerpo correspondeá una del mundo; su espíritu es imagen de la trinidaddivina y consta de una parte ó mejor persona superior,asiento de las facultades contemplativas, el alma, don-de reside la voluntad, y otra parte inferior, principiode los instintos, de las sensaciones y demás fenómenosque se refieren á la vida animal: la primera es unaemanación directa del Verbo ó el Edem celeste; la se-gunda de la belleza, en que se reunen la misericordiay la justicia y la vida animal de la monarquía. Reco-nocen además en el hombre otro principio, la formaexterior del cuerpo, semejante á los feruer persas. Elhombre es libre, mas su libertad es un misterio impe-netrable: si en esta vida no adquiere la conciencia

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40.M.~. 2 7 5de sí y de su origen, comenzará otra y otras hastaque la adquiera; pero aun desde ésta puede entraren el seno de Dios, bastando para ello amarlo conamor desinteresado, sin mezcla alguna de temor ser-vil, y tratar de conocerlo no por razonamiento, sino porla vía directa de la intuición. Por el uno y la otra el al-ma, el alma despojada del sentimiento de su existen-cia se transforma en su principio, hasta el punto deno tener más voluntad ni pensamiento que el pensa-miento y la voluntad de Dios. La Creación es un actode la bondad de Dios, es una bendición; nada, porconsiguiente, es absolutamente malo ni debe ser mal-dito para siempre. El demonio mismo recobrará su na-turaleza angélica y el infierno se trocará en un lugarde delicias, porque al fin de los tiempos no habrá nicastigos, ni pruebas, ni culpables, y la vida será un sá-bado sin fin.

Lo que caracteriza especialmente á estas doctrinases que ellas se suponen sacadas de la Sagrada Escri-tura, tomando, por ejemplo, una letra de cada una delas palabras de un versículo, con las que formaban unanueva reveladora de sentido místico, ya cambiando laprimera letra por la última, el aleph por tau, etc., por-que suponían que el texto literal del Antiguo Testa-mento es un sentido grosero, bajo el cual se oculta elcuerpo, el sentido moral, y el alma, el sentido místico,merkabah, al que no llegaban más que un escaso nú-mero de elegidos. Cuenta el Talmud que de cuatro doc-tores que habían intentado penetrar en estos abismos,sólo uno salió salvo, los otros tres perdieron la vida,la razón ó la fe. La comunicación en que se suponía álos iniciados con los poderes superiores angélicos ódiabólicos daba á éstos poderes mágicos que se exten-dían hasta ciertas combinaciones de letras (ge-neralmente las del nombre de Ioguah), talismanes.

Con la Kábala tiene cierto parentesco la zyczat;,-,

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conocimiento misterioso y cienqiia superior, que ni pu&de reputarse como un género de herejías cristianas,pues que trata de hacer una vasta síntesis de todas las.religiones, ni como una filosofía, pues que no funda susteorías en la razón, sino en textos revelados, si bien in-terpretados con una extraordinaria libertad. Censurabaná los politeístas no tener más que mitología y escepticis-mo; decían á los judíos que su revelación no era la delSér Supremo, sino del Demiurgo; á, los cristianos que lasuya era la de una inteligencia de orden más elevado,.pero que los apóstoles no habían comprendido á suMaestro, y que sus discípulos habían alterado los tex-tos que les habían dejado é instaban á todos á hacerseiniciar en los misterios de una ciencia directamenteemanada de la Sabiduría Divina, transmitida por unaraza santa de generación en generación. Sus principioscapitales son la emanación del seno de Dios de todoslos seres espirituales, que degeneran progresivamentesegú0 se apartan de su origen y la vuelta de todos al se-no del Creador por la rehabilitación de su caída. Loshombres que están encenagados en los placeres gozansólo de la vida hílica, porque la materia, hyle, es elprincipio que los anima; á éstos pertenecen los genti-les. Los que sólo aspiran á elevarse al Demiurgo sonpsíquicos, porque el principio que los anima es psyquis,el alma, y los que desean volver al seno del Pleromolos pneumáticos; á éstos pertenecen los verdaderoscristianos, los gnósticos. Los gnósticos se dividen encuatro grupos: primero el palestino, más inclinado aljudaísmo, lo que explica su parentesco con la Kábala,á que pertenecieron Éuphrates, que se supone funda-dor de una secta Mítica anterior á la era cristiana; Si-món de Corinto, ó Simón el Mago, cuya teogonía,compuesta al principio de tres syzigias ó pares celes-tes, se modificó y amplió por sus discípulos; segundoel sirio, el más importante, fundado por Saturnino (en

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tiempo de Adriano), Dios, según él, no había dado na-cimiento más que á las potencias puras, el mundo eraobra de los siete ángeles siderales (los Elohim del Gé-nesis?), que crearon también al hombre; pero no habien-do podido animarle, fué menester que el Poder Supre-mo le infundiera un rayo de su luz, un alma. Presa éstade Satanás y sus agentes, el Padre desconocido le en-vió como Redentor á su Poder Supremo, sér sin cuer-po material y no nacido de mujer, pero que tomó for-ma humana (el Cristo), quien nos enseñó los mediosde salvarse, de los que el principal es la continencia.Bardesanes de Edesa, que estudió los sistemas dela India, explica el cristianismo (que durante algúntiempo le tuvo como una de sus glorias) por el Zend-Avesta, poniendo al lado del Padre desconocido laMateria ingobernable y mala que dió origen á Satanás.El Padre desconocido engendró en su compañera (lainteligencia?) al Cristo, que de su compañera el Espí-ritu Santo engendró dos sizygias (los cuatro elementos),que con otras tres nuevas formaron el Universo gober-do por siete espíritus astelares. La compañera deCristo se apasionó por el mundo material y cayó; mashabiéndose arrepentido, Cristo, lleno de indulgencia,le ayudó á volver alpleromo, donde celebraron un ban-quete místico. El alma humana, caída como su mode-lo, expía también sus faltas en un cuerpo formado de lamateria origen del mal. El fundador del tercer grupo,el de los gnósticos egipcios, fué Basílides, que da porfuente de sus doctrinas las profecías de Cham y deBacor (apócrifas), y la epístola canónica de San Pedroy la tradición de Glausias. El Dios sin hombre se ma-nifestó por cincuenta y dos desplegamientos, cada unocompuesto de siete eones, trescientos sesenta y cuatroseres divinos igual al de los diez del año expresadosnuméricamente por la palabra ABPAZAZ y que ofrecencierta analogía con los amspachands y con la primera

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serie de la teogonía egipcia. Admite dos imperios,uno del bien y otro del mal, que invadiendo el primeroprodujo una confusión que dió origen al mundo ma-terial, que tiene por objeto servir al gran acto de de-puración para que cada cosa vuelva á su ideal primi-tivo. El dolor es un medio de purificación, otro es lametempsícosis; pero el principal es la redención, obradapor el No')'Ç (la primera de las 344 inteligencias), quese unió á Jesús en el bautismo y cuyo fin es separar elalma verdadera de las almas allegadas á ella proceden-tes de la materia. Valentino, procedente del cristianis-mo, admitía ambos Testamentos y se enlaza con Theo-das, discípulo de San Pablo. La base de su sistema esla emanación que combina con las syzigias. De Logosy Loe hace proceder una década y á estas syzigias juntaotras tres que constituyen la duodécada y todas ellas elpleroma de las treinta inteligencias. La última de ellas,deseosa de conocer á, Bytos (lo profundo), sin medir ladistancia que la separaba, la hizo caer en las pasiones,que la hubieran anonadado si Bytos no hubiera enviadoen su ayuda á, el eón Heros y Nous no hubiera engen-drado á Cristo y á su compañera Pneuma. Merced áellos Sofía conoció el misterio de las emanaciones y serestableció la calma en el pleroma. En su reconocimientopor Bytos los treinta eones produjeron un sér perfecto,Jesús, que sacó de sus extravíos á otra Sofía (Acha-ma.th), hija de la primera, por lo que recibió el sobre-nombre de Cristo. No pudo, sin embargo, conducirlaal pleroma, de donde no había emanado, y quedó sus-pendida entre este mundo superior y el inferior, quehizo mediante el demiurgo á quien dió á luz. Éste hi-zo también al hombre á su imagen, no al de la Sofíaceleste, pero Sofía le comunicó un rayo de la luz divi-na, con lo que fué superior á su creador, que indigna-do de ello lo precipitó, con ayuda de otros siete espí-ritus, en un cuerpo material, donde puede tener tres

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condiciones diferentes, la de los hílicos ó de los queestán siempre sometidos al poder de los espíritus,los pneumáticos ó de los que se han escapado de sudominio, y de los psíquicos que flotan entre ambos.Hay una redención para cada grado; los que se salvande la doble caída, la de las Sofías y la del Demiurgosentran en el pleromo. De los valentinianos procedenlos ofitas, cuyo símbolo era la serpiente, y que se di-viden en setianos, que se inclinan al judaísmo, y loscainianos, que miran á Ioguah como un mal genio ene-migo de Caín y de sus descendientes, raza elegida dela que Judas es el más ilustre y autor de su evangelio.Por último, el cuarto grupo, el esporádico, comprendemultitud de pequeñas sectas en el Egipto, y en el Asialas de Cerdón y Marción. Para el primero el mundo,obra muy imperfecta, no es la creación del Dios Su-premo. La legislación de Moisés y las enseñanzas delos profetas, en que se pinta á Ioguah apasionado aligual del hombre y á los elegidos inmorales, no pue-den ser inspirados por la Divinidad. Rechaza tambiénla mayor parte de los textos del Nuevo Testamento,porque no es posible admitir ni la Encarnación ni laResurrección de la carne, admitiendo sólo una partede los de San Lucas y San Pablo. Marción desarrollaestos principios, ensayando restablecer los textos evan-gélicos y las epístolas apostólicas en su pureza primi-tiva. El mundo, según él, ha sido creado por el De-miurgos, y su imperfección nace de los espíritus inhe-rentes á, la materia, que se oponían á sus designios.Creó también al hombre, pero no supo armarlo ni pre-servarlo de las seducciones del demonio. Marción ha-lla que el demiurgos Ioguah procede con exc e siva du-reza contra las naciones que hubiera querido someter ásu pueblo favorito, lo que no logra, siendo la condiciónde este pueblo bastante desgraciada, por lo que leconsolaba con la promesa de enviarle á su hijo, que le

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daría la felicidad. El Dios Supremo tuvo, sin embargo,piedad de los hombres que le eran extraños y envió ásu hijo para darles la ciencia que el Demiurgos les ha-bla prohibido y libertarios del poder de este genio se-cundario. Esta fué la obra del cristianismo, sistemamal comprendido de los apóstoles y profundamentealterado por sus sucesores, pero que es posible resta-blecer en su pureza. A estas teorías juntaban prácticasausteras, por lo que los marcionitas llegaron á. ser losmás numerosos de los gnósticos, formaron iglesia y sesubdividieron después en muchas sectas.

Este inmenso movimiento de mezcla y de concen-tración de todos los sistemas teológicos y filosóficosprodujo la última palabra de la ciencia y de la filosofíaantigua, el neoplatonismo.

La escuela nuevo-platónica fundada por Am-monio Saccas (en 250), y cuyo principal maestrofué Plotino, completa la reflexión griega, cuyomás sublime intérprete había sido Platón, con lasintuiciones religiosas orientales, elevando así lafilosofía del hombre á Dios. Plotino resuelve laantítesis entre el cognoscente y lo conocido en lainmediata intuición de Dios Ozcapilx, en que unoy otro se confunden y que alcanzamos medianteel éxtasis. Dios es la Unidad absoluta é inefable,la luz primera de que proceden, por emanacionescada vez más imperfectas, primero, la unidad pre-sente á si misma, la Inteligencia (vo--;) que se iden-tifica con la unidad, en cuanto lo que se entiende

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y lo entendido son la misma cosa, y que le es in-ferior como su imagen en cuanto aparecen comodistintos; segundo, el alma (tpuxf,), conjunto de lasideas ó de los arquetipos de las cosas idéntica ála Inteligencia, en cuanto las ideas no son sino losaspectos diferentes de lo inteligible,, inferior, encuanto ésta se presenta como múltiple. Estas treshipóstasis constituyen la trinidad neoplatónica. Elalma irradia la luz de la Inteligencia y al términode su irradiación ve las tinieblas de los cuerpos.Sólo por ellos aparecen las almas como distintas,siendo todas la misma alma. Las almas incapacespor sí del mal se ven inclinadas á él por su unióncon la materia, que las aparta del espíritu divino;pero las almas fuertes, con ayuda de la razón, pue-den resistir estos impulsos naturales y obrar elbien, recobrando después de esta vida su primitivoestado (cuya reminiscencia es el origen de todoconocimiento) y unirse á Dios. Las que se ence-nagan en la materia renacen en diversos cuerpos.Porfirio,que publicó las enseñanzas de Platino, yque se propone interpretar á Platón por Aristóte-les, subdivide en tres cada una de las hipóstasis desu maestro (Enneades); pone en la materia el prin-cipio de la diferenciación; concede cierta vidapropia á las almas particulares, que supone des--prendidas del alma universal por una caída; multi-

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plica las potencias míticas (ángeles y demonios)y reconoce al fin el valor de las prácticas teúrgi-cas, que desenvuelve su discípulo Jámblico, nosinperjuicio de la seria indagación racional, dan-do excesiva importancia á los símbolos, y, sobretodo, á las fórmulas pitagóricas, si bien esta ten-dencia hacia la obra hace que su moral sea máspráctica y mis humana. Proclo, que sucedió á Si-riano en la dirección de la escuela de Atenas, yque se apellidaba sacerdote de todas las religiones,acerca más el mundo á Dios, enseñando que lasideasplatónicas son realidades sustanciales conte-nidas en la Unidad primera, y las dos entidadeshumanas, pensando que, así como el espíritu nopuede estar sino en un alma, el alma no puedeestar sino en un cuerpo, al par dañoso y necesa-rio para ella. Discípulos de Proclo fueron Marino,Isidoro de Gaza, Simplicio y Darnascio, que expli-caba en Atenas procurando conciliar la Unidadsimplísima de los neoplatónicos con el Dios activode Platón, cuando Justiniano, cerrando la escue-la de Atenas, rompió la cadena de oro de los neo-platónicos.

Dos partidos se formaron en el seno del paganis-mo, ya próximo á, desaparecer: el ortodoxo, represen-tado por el mediano poeta Serapión,que condenaba

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todas las ciencias, y que, intentando acabar con ellas,destruyó multitud de obras filosóficas (Diocleciano hizoquemar, juntamente con la Biblia, los tratados de laAdivinación y de la Naturaleza de los dioses, de Cice-rón), y el que pudiéramos llamar racionalista, que in-tentaba purgar de sus ridiculeces al politeísmo, si noqueremos añadir á éste el escéptico de Sexto Empíri-co, que halla su expresión literaria en Luciano, que seburla igualmente de gentiles, de cristianos y de filóso-fos. Pero lo que domina en los espíritus más elevadoses la inspiración místico religiosa, de que se encuen-tran huellas en los últimos estóicos, en el platónicoPlutarco, de quien decía San Agustín que no habríatenido más que cambiar algunas palabras para sercristiano, y en los neopitagóricos Nicomaco y Apolo-nio de Yyana. Este movimiento instintivo, que llevó áquerer conciliar los sistemas filosóficos y á buscar enel Oriente la luz de las antiguas tradiciones, se eleva áreflexión sistemática en el neoplatonismo, coronamien-to de la filosofía helénica y síntesis de toda la filosofíaantigua. Pasa por su fundador Ammonio Saccas (m.243), que por lo menos dió un gran impulso á la filo-sofía alejandrina, no limitándose á conciliar las siste-mas de Platón y de Aristóteles, sino que los ampliócon los estóicos pitagóricos y orientales, produciendotal entusiasmo místico en sus discípulos, que le llama-ron ocoailv.y.70; (inspirado por Dios). Entre éstos, pocosy elegidos, á quienes comunicaba misteriosamente sudoctrina como un legado de la primitiva Sabiduría, secontaron Longino, ministro de Zenobia y autor del fa-moso tratado de lo Sublime; Erannio, Orígenes y Pla-tino, que se comprometieron á mantener secretas susenseñanzas; hasta que habiendo faltado los primeros ásu palabra, se creyó el último desligado de la suya.Éste, nacido en Lycopolis hacia el ario 205, se presen-tó á los veintiseis años á recibir las lecciones de Am-

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nonio, quien exclamó al verle: « Pé aquí el hombreque buscaba!» A los treinta y seis, queriendo conoceren sus fuentes las doctrinas de los persas y de los in-dios, se unió al ejército de Gordiano; pero habiendosido éste muerto en la Mesopotamia, Plotino se salvó,no sin trabajo, en Antioquía, y al año siguiente se es-tableció en Roma, donde la fama de su talento y desu virtud le atrajo numerosos discípulos, entre los quesobresalieron Amelio y Porfirio. No se sabe más de suvida, que corno místico estimaba en poco, sino quecon el auxilio de Gordiano estuvo á punto de realizarla República de Platón en una antigua ciudad de laCampania, que se hubiera llamado Plaionópoli s, y que,según nos cuenta Porfirio, se elevaba frecuentementey cuatro veces mientras permaneció á su lado. Plotinosigue y completa el pensamiento de Platón, ve como élque lo sensible no es explicable sino por lo permanen-te, ni lo permanente sino por una unidad primera; perocómo alcanzamos esta unidad? Para esto sería preciso

que el sujeto y el objeto del conocimiento, que discur-sivamente se han supuesto, no sólo opuestos en la re-lación de tales, sino en toda relación, se identifiquen yse confundan, y esto es lo que viene á hacer el neo-platonismo. La razón engendra la dialéctica, que es suinstrumento, la dialéctica, llevada á su última conse-cuencia, contradice la razón. Plotino concluye de aquíque la razón no es más que una facultad subordinada.No hay en el hombre una facultad superior á la razón;pero existe una manera de escapar á su imperio,conocer sin facultades cognósticas. Este medio es eléxtasis: el hombre, abstrayéndose, se confunde con laUnidad divina, deja de ser hombre y es Dios, ó másbien Dios está en él, ocupa el lugar del que ha dejadode ser. Sobre los sentidos y la inmensa variedad desus datos están la razón y sus ideas; pero sobre la ra-zón y el dualismo con que su conocimiento se distin-

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gue de su objeto está el éxtasis, en que nos confundi-mos con la Unidad por el amor. Aquí la multiplicidad,la conciencia, la persona desaparecen, el éxtasis es launificación. El espíritu, unido á, Dios, no habita ya sucuerpo, ni dirige ni ilumina el alma; el cuerpo es comoun palacio desierto, que su dueño ha abandonado; so-metido enteramente á las leyes orgánicas, allí no reinanmás que el silencio y la obscuridad; el éxtasis es unamuerte mejor, una vida anticipada, porque morir esvivir. La reflexión nos condnce hasta las puertas delsantuario; nos muestra la necesidad de un principio, deun Sol inteligible; pero éste aparece velado para nos-otros por los rayos de su propia luz, por las ideas. Estefoco de ideas no puede ser visto directamente por eldiscurso, en qne hasta lo que se reune se fracciona;necesita una intuición directa: hé aquí cómo Plotinojuntó sistemáticamente la reflexión platónica con lastradiciones orientales. Este es el mérito de Plotino.Pero habiéndose procedido por eliminación, de las di-ferencias se llega á la unidad simplísima, á la unidadsin atributos; hé aquí el defecto. Conocimiento sin co-nocimiento en el éxtasis, unidad sin sér en la realidad,ó más bien unidad sin sér, que es la plenitud del sér,la Inteligencia, en cuanto identidad, punto y universoal mismo tiempo. Así la Inteligencia, en cuanto identi-dad del que entiende y lo entendido, es la unidad; peroen cuanto envuelve la dualidad de sujeto y objeto essu imagen, y como tal inferior á ella. El Alma en cuan-to una es la Idea y el tipo esencial de las cosas, seconfunde con la Inteligencia, y se distingue de ella encuanto este tipo contiene variedad infinita. La razón,dicen los nuevo-platónicos , no puede comprendercómo la unidad, que no es causa, engendra la in-teligencia, ni cómo la inteligencia inmóvil engendrael principio del movimiento; mas lo que la razónno comprende, lo ve el espíritu en sus raptos de

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iluminación sobrenatural: la trinidad hipostática, co-mo consecuencia, es un filosofema, como intuiciónes un misterio. Si Dios fuera solo no sería princi-pio, porque es preciso ser principio de algo; no seríacausa, porque ó sería impotente, lo que es absurdo, ópotente que no ejercitara la potencia, lo que es másabsurdo todavía. El mundo procede de Dios por ema-nación ó irradiación. Como el agua se derrama de unvaso cuando está demasiado lleno, como la luz irradiadel foco, como el hijo nace del padre, así el mundosale de Dios. El mundo es necesariamente como es;si fuera de otro modo, Dios no sería libre. ¿Qué es laelección, sino la posibilidad de errar? Suponer queDios elige es suponer que Dios puede dudar en susjuicios ó sucumbir en su acción, es suponerlo imper-fecto. Siendo Dios la perfección, todo es perfecto ensu grado. Nada existe ni se mueve al azar. El mal noexiste nunca solo, él está siempre unido á un bien; estambién un bien, si no en sí por sus efectos. La des-igualdad es la condición del orden. El mal es un malsi se aísla, la fealdad es fea, pero si todo fuera hermo-so, el todo no sería hermoso. El bien sólo es lo ver-dadero, el mal no es nada; no es nuestra alma quiensufre cuando muere, sino su fantasma; los sollozos ylos ayes que resuenan en el mundo no prueban laexistencia del mal, sino la cobardía humana. El almano es, corno decía Aristóteles, la entelequia del cuer-po, y la pluralidad de sus facultades no daña á su uni-dad; como en una semilla hay también muchas poten-cias, apesar de ser una, y de ella nace una multiplici-dad, que forma una unidad. El alma irracional es elacto del alma racional, y el alma racional el acto dela inteligencia. Por la muerte, el alma irracional se se-para del cuerpo con el alma racional y no perece conél, sino que pasa de acto á potencia en el seno delprincipio. El alma es quien hace su cuerpo, y la dife-

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reacia de las actos de éste no proviene del alma, sinode la necesidad de los órganos en que se ejercita. Co-mo todas las cosas, á excepción de la primera y de laúltima, es producida y productora; todas las cosas tie-nen dos amores, el del principio y el de la consecuen-cia; éste, que debilita el sér, lo lleva hacia lo múl-tiple, y en último término hacia la materia, que esla nada; aquél, que lo fortifica, simplificándolo lolleva á la unidad. La Moral de Platino es la mismade Platón, pura, austera, dirigida á reproducir enel mundo el ideal divino; pero sobre las virtudes polí-ticas, de las que no pasa el hombre como ciudadanodel mundo, el filósofo debe poseer otras, las virtudesteoréticas, que nos apartan del mundo y nos llevaná Dios: estas virtudes son la justicia, la ciencia y elamor. La ciencia nos pone enfrente de la unidad; lavoluntad se esfuerza por romper las cadenas que laatan á lo múltiple y por desgarrar el último velo trasel que brilla el absoluto en su gloria, y el amor, quehalla el objeto cumplido de sus anhelos, se lanza á élrápido y ardoroso como el rayo. Confundido con élen el éxtasis (que no es más que una inmortalidad an-ticipada), el hombre posee todos los bienes, no sienteya ni el dolar ni la muerte, nada le falta, nada le in-quieta, ni aun la suerte de sus hijos. La virtud de laoración nos hace dignos de esta dicha suprema; perola oración no es todavía para Platino la aspiraciónferviente, la dirección enérgica del alma á Dios.

Los principales discípulos de Platino fueron Ame-lio, el insociable (su verdadero nombre era Gentiliano),que, según su maestro, era el que le había comprendi-do mejor, pero de cuyas numerosas obras no se con-serva ninguna, y Porfirio, fenicio (m. 231), discípuloprimero de Orígenes, después de Longino, que le cam-bió en el que hoy lleva su antigua nombre de Maleo(rey), y por último de Platino. Éste le salvó de una ten-

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tati-va de suicidio enviándole á judea, donde se casó conJa viuda, de uno de sus amigos, no ajena á la filosofía.No volvió á ver á su maestro, pues no volvió á Romasino mucho después de su muerte. Entonces, segúnparece, la escuela se dividió: Amelio, que se había es-tablecido en la Siria, quedó por jefe de la oriental,más mística é inclinada á la teurgia, y Porfirio, á quiense le llama el filósofo, y no el maravilloso ni el divino,corno á sus rivales de la occidental. Publicó las obrasde su maestro, que formaron cincuenta y cuatro librosdivididos en seis enneades, y acaso por su grande obraContra los cristianos el Senado le erigió una estatua.Cuentan que en toda su vida sólo una vez estuvo uni-do á Dios, á los cuarenta y ocho años. Porfirio ha sidoapellidado, no sin razón, el Aristóteles neoplatónico. Es-cribió siete libros para demostrar que las doctrinas deéste no difieren de las de Platón, y en general inter-pretaba la doctrina de éste por la de aquél. La sensa-ción, según él, llega á ser concepto mediante la fanta-sía, que imprime una forma á la modificación sensible,que hace á la memoria que conserve y reproduzca ávoluntad las impresiones: superior á ella la razón, per-cibe las verdades absolutas, y aplicándolas engendrael razonamiento y la dialéctica. Distingue la razón eninterna Ivai r.)E7G; y exteriorizada Irgo'o00;-; la primeraes menos tina facultad del alma que una individua-ción de la Suprema Inteligencia, y el alma viene áser un intermediario entre la universalidad inteligente-inteligible y la totalidad de los divisibles, que es la ma-teria. No es, sin embargo, la facultad superior de co-nocer; el conocimiento por excelencia tiene lugar sinacto alguno de inteligencia (IvonTrin) por éxtasis,unión análoga á la que experimentamos en el sueño.El conocimiento se da en los vegetales seminalmente,en los cuerpos animados imaginalmente, en el alma ra-cionalmente, en la inteligencia intelectualmente, y más

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allá de la inteligencia sobre-esencialmente. Las hipósta-sis de Plotino aparecen en Porfirio conteniendo cadauna tres tríadas, que caracteriza con los nombres deinteligible, intelectual, é inteligible-intelectual, de las quela una es, la otra tiene y la tercera percibe lo inteligible;la una quiere, la otra concibe y la última hace el mundo.Éste no es más que un fenómeno, una apariencia, dis-tinguiendo cuatro grados en la posesión del sér: pri-mero plena posesión ó entelequia; segundo y terceroposesión por participación superior ó inferior, y cuar-to la posesión simple ó la apariencia: las tres primeraspertenecen á las hipóstasis, la última al mundo; porbajo de él está todavía la materia, la nada, que no tie-ne ni la apariencia de sér, pero que sin embargo es elprincipio de la diferenciación. La teología de Porfirioes muy rica. Además de los dioses mitológicos y losastros, y además de los dioses ó demonios que presi-den á las fuerzas de la Naturaleza con el nombre dearcontes, admite otros que presiden á, las relacionesentre los dioses y los hombres con el nombre de án-geles y arcángeles, encargados de llevar al cielo nues-tras oraciones y traernos los dones de la gracia, y enoposición á ellos los demonios funestos regidos porHécate, el genio del mal. Unos de éstos cazan las al-mas y las encierran en los cuerpos donde no queríanentrar, las tientan y las inclinan al pecado; otros per-siguen á los animales. El origen del alma es una caída;aquélla no sólo gobierna, sino que fabrica su propio cuer-po: en el caso de suicidio queda algún tiempo ligada ála imagen vacía del cuerpo que acaba de dejar. Lasalmas van de esfera en esfera recorriendo durantenueve mil años el circulo de la necesidad, en esta tierrareencarnan muchas veces; pero las que han llegado áentrar en un cuerpo humano no descienden otra vez álos animales. Para elevarse á Dios se necesitan prácti-cas santasque ningún pueblo ha conocido y á que sólo

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los caldeos y los judíos se han acercado. La moral dePorfirio es muy pura; al lado del libre arbitrio colocala gracia y recomienda la oración; prescribe la bondadhasta para con los esclavos, y la piedad para con losdioses; pero la obra pía por excelencia es la de vencerel cuerpo, asiento de las pasiones, la de despojarnos deesa túnica, que entraba y extravía el alma. Aconseja lasofrenda s , pero no los sacrificios sangrientos, que sólolos demonios funestos inventan y aman, é impone alsabio la abstinencia pitagórica. En lógica restableceel espacio y el tiempo, que Plutarco había borrado delas categorías, aristotélicas. Notable además corno his-toriador de la filosofía, ensaya como crítico el análisisde la Biblia, sosteniendo por la comparación de lostextos que las profecías de Daniel han debido ser es-critas hacia el año 169 de nuestra era para alentar lainsurrección contra Antíoco Epifanés.

itimblico, natural de Calcis, en la Celesiria, y quevivió durante el reinado de Constantino, fué discípulo .de Anatolio, quien le presentó á Porfirio, llegando áser el rival de éste y á su muerte el oráculo de la es-cuela. Atribuíasele el dón de hacer milagros. Un díaorando se levantó diez codos del suelo; otro se apartódel camino preveyendo el paso de un entierro, y enlos baños de Gándara, habiendo puesto la mano endos pequeños surtidores salieron de ellos al punto dosniños de maravillosa belleza, que le echaron los brazosal cuello como si fuera su padre. Jámblico no sólo au-mentó las tríadas de Porfirio, sino que admite una se-rie de demiurgos inferiores (vz:ot antivpyot) destinados á ,llevar á lo lejos la acción de los primeros; pero lo quele caracteriza especialmente es la introducción en lateología neoplatónica del simbolismo pitagórico, re-presentando la Unidad Suprema por la mónada, la In-teligencia por la dyada, el Alma ó el Demiurgos por latríada, por la tétrada el principio de armonía univer-

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sal, que contiene en sí todas las razones de las cosas,por la ágdoda la causa del movimiento, que saca todoslos seres del principio, por la ennéada el principio detoda identidad y perfección, y en fin, por la déca-da el conjunto de todas las emanaciones del TÓ Iftv yla dirección teúrgica que da á la filosofía, cuyas artesse dice que aprendió del egipcio Hermes, y que con-sistían en atraer á los dioses mediante operacionesmísticas y la fuerza de los símbolos. Este predominio.y degeneración de uno de los caminos que había en-señado Plotino para la unión con la Unidad, tan co-mún en los místicos de todos los tiempos, produce¡quién lo creyera!—resultados favorables para su mo-ral. Preocupado por su valor, reprocha á Plotino haberhecho del alma un principio pasivo que se identificacon la Inteligencia. ¿Quién pecaría entonces, cuandonos arrastra el principio irracional? Y si se admite quela voluntad peca, ¿cómo la inteligencia permaneceráinfalible? « No existen—dice—ni dioses pastores priva-dos de la inteligencia humana y ligándose á los seresvivientes por una cierta simpatía, ni dioses cazadoresque encierren el alma en el cuerpo como en un alma-cén, porque el alma no está hasta este punto 'encade-nada al cuerpo.» Concede, pues, más importancia ála libertad y á las pasiones en la vida humana, repitemuchas veces que el hombre es el autor de sus actos,que él es su propio demonio. También refuta á sumaestro que había hecho de la materia la causa de la

iferenciación, distinguiendo en el mundo inteligible'principios de identidad y de diversidad. Entre susnumerosos discípulos se cuenta á. Juliano el Apóstata.

Los emperadores Adriano y Marco Aurelio, que-riendo restaurar los estudios en Atenas, concedieroná esta ciudad una biblioteca y un gimnasio, y señala-ron sueldos á profesores de las escuelas estoica, pla-tónica, epicúrea y aristotélica. Allí Proclo, nacido en

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Bizancio en 4 12, tuvo por maestro á Plutarco y su hijaAsciepigenia, que le inició en los oráculos caldeos yen la teurgia, y á Siriano, á quien sucedió en la escue-la. Su vida desde entonces no ofrece más aconteci-miento digno de mención que un destierro voluntarioque se impuso por huir de las persecuciones de susenemigos y que aprovechó estudiando durante un añoen Asia los ritos de las antiguas religiones, al cabo delcual volvió á Atenas, donde murió sin haberse casadoni obtenido ningún empleo, avergonzado de haberprolongado su vida, á despecho de una predicción su-ya, hasta los setenta años. Como las de todos los neo-platónicos, las bases de su filosofía son la existenciade lo uno absoluta, y perfecta, la del mundo efímera yprestada y la del hombre entre ambas, arrastrado ha-cia la tierra por las pasiones y necesidades corporalesy vuelto á Dios por la filosofía, por la teurgia y por eléxtasis. La existencia de Dios la percibirnos por la ra-zón, la del mundo por los sentidos. El uno np puedeexistir sin el otro, porque el mundo como imperfectosupone un Autor y una causa final, y aunque Dios nonecesite del mundo para ser, necesita de él para ser de-terminado, activo, inteligible. El mundo no es necesa-rio á la existencia, pero sí á la gloria de Dios. Si bus-camos á Dios en el pensamiento lo encontramos comola Unidad absoluta; si lo buscamos en el mundo comocausa y como fin, y en lo tanto como espíritu; pero unespíritu no puede estar sino en un alma. Hay, pues, enDios tres hipóstasis: la Unidad, el Espíritu y el Alma.La Unidad no es causa, porque si lo fuera sería móvil'y activa; no es Inteligencia, porque ésta es doble ensu esencia, aunque una en su forma. Si no es Inteli-gencia no puede ser inteligible, pues que la primeraInteligencia es el primer inteligible, según la profundafórmula de Aristóteles: <La inteligencia es la inteligen-cia de la inteligencia.» Por bajo de la Unidad está el

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Espíritu, que es la Inteligencia, lo Inteligible, el Sér, ypor bajo de él el Alma, que es la inteligencia discursi-va, la vida y la causalidad. Proclo acerca más que nin-guno de los neoplatónicos Dios al mundo. Si en laUnidad no puede existir la causa, al modo que nos-otros la conocemos, ha de ser respecto á la segunda ytercera hipóstasis lo que ésta para el mundo. El Padreexiste ya en la Unidad bajo una forma inefable y pre-cede al organizador, que está en la segunda hipóstasis,y no es sino la paternidad que llega á una forma deter-minada é inteligible; la idea ininteligible encerrada enlo uno se manifiesta en el paradigma, es decir, el con-junto de ideas sistemáticamente contenidas en una so-la. Dios, pues, pensándose se piensa como es cornocausa, y tal como es causa, es decir, actual y definiti-vamente determinada por la totalidad de sus efectos.Dios, pues, sin salir de sí puede conocer y amar elmundo, sin cesar de conocerse y amarse únicamente.Su acción, pues, sobre el mundo es inteligente y vo-luntaria, aunque conforme á su naturaleza. El hom-bre, parte del mundo, es un todo semejante á él,un microcosmos; pero es insensato estudiar el cuer-po, que es el vestido, y desdeñar el alma, que esla persona. El alma, simple físicamente, es metafísica-mente, como todo á excepción de lo Uno, una formaen una materia, y esta forma contiene tres elementos:la esencia (la realidad hipostática comunicada por lahipóstasis superior), lo mismo (la identidad de estarealidad hipostática que se refiere á su género) y lo di-verso (que no es lo múltiple indefinido, porque enton-ces se confundiría con la materia, sino lo múltiple de-finido, la diferencia específica). El alma tiene dos cla-ses de facultades, las vitales y las intelectuales: aquéllasson las que animan nuestro cuerpo, aun cuando el es-píritu esté ausente; éstas son la sensación que engen-dra el deseo y el amor sensible, á. que acompaña la

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fantasía; la, opinión, que nos conduce al razonamiento,á la ciencia, que pertenece á la razón y supone la vo-luntad y la reminiscencia, que es la razón en su formamás pura. La ciencia puede alcanzar la tercera hipós-tasis, puede probar la Providencia; pero á la Unidadsólo llegamos por el éxtasis. Allí espiran las leyes dela razón, porque las leyes del sér concluyen en él. Ycorno las leyes con que nosotros nos referimos á nues-tro género desaparecen, no pueden subsistir tampocolas leyes que caracterizan á nuestro individuo. De ahíla espiración pasajera de la persona en su unión extá-tica con Dios. Esta aprehensión de lo Uno parece ne-gativa, cuando es el más positivo de los actos comolo Uno, que como superior al sér no puede ser cono-cido, ni definido, ni expresado, puro vacío cuando co-mienza á irradiar más allá de la dialéctica y que como pa-dre es el sér en su plenitud. La actividad es la ley denuestro desenvolvimiento, fatal é instintiva para lasfunciones vitales, dueña de sí y por consiguiente vo-luntaria y libre para las acciones humanas. Nuestrocuerpo y nuestra alma obran en virtud de leyes gene-rales y por una fuerza que está en nosotros, pero queno depende de nosotros; pero nosotros la dirigimos,la disponemos, la aumentamos en virtud de determi-naciones autónomas que constituyen nuestra libertad,nuestra personalidad. Ésta no forma, sin embargo, másque el estado medio de las condiciones humanas entrela necesidad de la naturaleza y del instinto (la inferiorde todas) y la libertad personal superior á aquélla, mién-tras nos agitamos en lo múltiple atraídos por la con-cupiscencia y por el amor puro; pero cuando por eléxtasis hemos llegado á la Unidad, no hay ni posibi-lidad de caer ni de elegir, la libertad es inútil. Nosfalta en el primer grado por la incapacidad de elegir,y en el último por la incapacidad de caer. El cuerpoes el enemigo del alma, pero el alma no puede estar

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2 9 5sin él. Cuando después de la vida nos despojemos deeste cuerpo grosero tendremos otro incorruptible, im-palpable, superior á, las miserias, á las necesidades y ála caducidad del cuerpo presente. Sucedió á Proclo enla dirección de la escuela, Marino, su biógrafo, que lopresenta como un modeló del sabio, sin que escaseeen los hechos que le atribuye los milagros al uso deltiempo. Su sucesor Isidoro, llamado de Gaza (aunqueprobablemente es de Alejandría), y maestro de Damas-cio, más inspirado que filósofo, al decir de éste, aban-dona el fatigoso camino de la ciencia, inútil cuando sepuede ver por inspiración la verdad. Se ha supues-to, por una falsa interpretación de Damascio, quecasó en Alejandría con la bella y sabia neoplatópica Hipatia, hija del célebre matemático Theón; peroésta había muerto á manos de la fanática plebe cris-tiana de Alejandría en 415 (antes que Isidoro naciera).Discípulo, sucesor y biógrafo suyo fué Damascio, quequiso imprimir á la escuela una nueva dirección, su-poniendo que si Dios para la razón es incomprensi-ble, por sus efectos sabernos que es inteligente, bue-no y poderoso, aunque no á la manera humana; peroperseguido por Justiniano, que mandó cerrar la es-cuela neoplatónica de Atenas, se refugió con mu-chos de sus compañeros y discípulos, entre los que secuenta Simplicio, el célebre comentador de Aristóte-les, en la corte de Cosroes, donde hallando tina escla-vitud no menos dura tuvo que regresar, estableciéndoseen Alejandría, donde murió obscuramente, siendo élel último anillo de esta brillante cadena.

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XII.

Filosofía de la Edad media.—Sus caracteres.—Divisiones que en ella pueden hacerse.—Escuelas y sis-temas que comprende.—La revelación cristiana traenuevos principios á la vida que no caben dentro dela civilización clásica, y una nueva sociedad se des-envuelve primero dentro de la antigua, luégo para-lelamente á ella, hasta que llega á sustituirla. Par-tiendo su filosofía de la revelación, viene de Dios alhombre (como la greco-romana del hombre á Dios),tiene, por consiguiente, un carácter sintético; apo-yada en la fe, es eminentemente religiosa y espiri-tualista, como aquélla naturalista y política, é hijade la revelación, se fija especialmente en lo sobre-natural, que la lleva á considerar predominante-mente á Dios como Sér Supremo y Providencia so-bre el mundo, más que como razón y fundamentode él. No desdeña enteramente las anteriores ense-ñanzas, aunque distingue las nuevas de las anti-guas, pero las subordina á los nuevos principios,aprovechándolas en lo que no los contradice. Co-mienza, por consiguiente, distinguiendo la nueva

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297de la antigua doctrina, y mostrando sus excelencias(Apologistas), sigueprecisando, con ayuda de laantigua filosofía, especialmente la Platónica (filoso-fía inventiva), los nuevos dogmas (Padres), y cuan-do ya ha formado un cuerpo de principios, los apli-ca á la enseñanza de los nuevos pueblos, sirvi¿:ndo -le de instrumento la lógica de Aristóteles (Esco-lástica).

La filosofía antigua había acabado en una triplenegación, negación del conocimiento para que Diosentienda en nosotros en el éxtasis, negación del sérindividual por la desaparición en la Unidad Absoluta,negación en alguna manera de esta misma unidad, quepor su simplicidad excluye, no solamente los atributos,sino el sér mismo. El cristianismo, por el dogma de laTrinidad, saca á la Unidad Divina de la indetermina-ción neoplatónica, por la creación voluntaria del mun-do y del hombre de la nada, ex nihil° síu non est nihil°Dei, explica la distinción y la semejanza de la criaturacon el Creador, por el pecado original asienta la liber-tad y la solidaridad humanas, y por el de la redenciónla providencia y la bondad infinita divinas. Revelaciónhecha á todos los hombres sin distinción de libres niesclavos, de sabios ni ignorantes, de varones ni de mu-jeres, al par que establece la igualdad espiritual huma-na como de seres que tienen un mismo Padre en el cie -lo y un destino común sobre la tierra, dirigiéndose porla fe á la conciencia incoercible á la fuerza material yprometiendo la eternidad de la vida y premios y casti-gos extra-mundanos da al hombre individual un valorpropio que antes no tenia sino en el todo del estadocomo ciudadano, ó á lo sumo en el todo universal me-

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diante su absorción en él. Pero esta doctrina nofué entendida al principio por los judíos y los gen-tiles, que la apreciaron desde su punto de vista. Sinmencionar las calumnias y las burlas con que lo at ti-gua recibe siempre á lo nuevo, hombres tan eminentescomo Tácito no vieron en ella sino una secta judáica,aun dentro del cristianismo los nazarenos y ebionitas(judíos cristianos) creían la ley mosáica necesaria pa-ra penetrar en la nueva religión y miraban al Mesíasunas veces como mero hombre, otras como un sér su-perior engendrado en una virgen, mientras que exage-rando el lado opuesto, los doketas miraban á, Jesucris-to sólo como una representación del Espíritu. Losgnósticos, punto de intersección del mundo antiguo ydel mundo cristiano, intentan fundar (como hemosvisto) la metafísica cristiana fundiendo sus principioscon los de la filosofía oriental, subordinando la fe á larazón, habiendo quien, como Mani y Montarla, sedieran como el Paracleto prometido, explicando elprimero los dogmas cristianos por el mazdeísmo, ypretendiendo el segundo completar la obra de Jesúsantes del reino milenario, llevando tan al extremo el ri-gor ascético, que aun los goces del entendimiento es-tima pecaminosos. Aparte de otras herejías, que con-sistían en puntos especiales de doctrina, como el mi-lenarismo predicado por Cerento en vida de los após-toles; los novacianos, que condenaban sin perdón lospecados graves; los quarto-clecimanos, que pretendíancelebrar la Pascua según costumbre de los judíos; losdonatistas y circonciliones, que querían establecer vio-lentamente la igualdad rompiendo las cadenas de losesclavos, absolviendo á, los deudores y matando á losacreedores; puede decirse que la lucha contra la nue-va concepción religiosa y la antigua filosofía dentrodel cristianismo, se personificó en Arria y en las here-jías que más ó menos inmediatamente á la de éste se

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refieren. Arrio, dialéctico y erudito sacerdote de Ale-jandría, negó al Hijo la consubstancialid ad con el Padre,considerándole como la primera criatura de substanciaanáloga á la de Dios, creado de la nada y en el tiem-po por la voluntad divina. Combatido por el obispoAlejandro y por San Atanasio, y condenado en el con-ilio todavía dió lugar esta herejía á persecu-

ciones y luchas sangrientas. Tan arraigada estaba latendencia á considerar la Trinidad cristiana corno las hi-póstasis neoplatónicas, que Eusebio, obispo de Nico-media, propagó en el Oriente el semi ari anismo , enseñan-do que el Hijo es engendrado desde la eternidad de laesencia del Padre; pero que es semejante é inferior áéste. Nestorio, patriarca de Constantinopla, separó lanaturaleza humana de la divina en Jesús al profesar quela Virgen parió sólo un cuerpo, humano estancia delVerbo, mientras que, por el contrario, Eutiquio sostuvoque la divinidad y la humanidad del Redentor forma-ban después de la encarnación una sola naturaleza di-vina, mono fisis , bajo la apariencia de un cuerpo humano.También las doctrinas gnósticas y maniqueas fueronaplicadas al hombre, pretendiendo el español Prisci-liano que el alma humana es de la misma naturalezaque la divina y que el demonio no había sido creado;mientras que en favor de la libertad atenuaron losefectos del pecado original; Pelagio, sosteniendo queel hombre por la sola fuerza de su voluntad puede me-recer la gracia divina, aunque mediante la Iglesia esayudado para str salvación y se hace partícipe de lagloria con Cristo, y Casiano (semipeliaganismo), queaun caído el hombre en la propensión del mal, puedeabrazar libremente el bien, aunque no alcanza la santi-ficación sino por la mediación de la Iglesia.

Los apologistas acentúan las diferencias entre

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el cristianismo y el paganismo, y las herejías que

más ó menos conservan algo de su espíritu, mos-trando á veces cierta enemiga á la filosofía y algu-na indecisión en las doctrinas.

La más antigua de las apologías es una carta atri-buida á San Justino, pero que acaso pertenece á algúndiscípulo de los apóstoles, en que se rechaza el exclusi-vismo judío y se compara á los cristianos en el mundocon el alma en el cuerpo humano, himno moral más quedefensa razonada contiene, sin embargo, en germen elelemento histórico y el racional del cristianismo. SanJustino (nacido en la Palestina el año 89 y martirizado,según se cree, en Roma en 167) escribió dos Apolo-gías contra los paganos, á quienes echó en cara las de-bilidades y pasiones de sus dioses; contra los judíos, áquienes procura convencer con el cumplimiento de lasprofecías, y contra los filósofos, á quienes reprocha lascontradicciones de sus doctrinas y la rivalidad de susescuelas. Sin embargo, afirma «que se nos ha hechoconocer que Cristo es el primogénito de Dios, que es elVerbo y la razón, de la que participa todo el génerohumano....» Todos los que han poseído este verbo yesta razón son cristianos, aun los que han sido consi-derados como ateos por sus contemporáneos. Dios, elVerbo y el Espíriu son á, sus ojos (segunda Apología)tres principios desiguales en naturalezA, y dignidad, delos que sólo el primero es Dios, supone una materiapreexistente al acto de la creación apoyándose en' loslibros de Moisés (primera Apología) y sostiene que lasalmas no son inmortales por naturaleza, sino por labondad divina, dejando entrever(Diálogo con Tryhón)que muchas podrían perecer por otro acto de esa mis-ma voluntad. Tac fano (asirio n. 13o), discípulo y amigo

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de San Justino, antes de su conversión había hecho unestudio profundo de la filosofía y de la literatura grie-gas y de las religiones del Oriente; así en su Discursocontra los Griegos para probar la antigüedad, la exce-lencia y la superioridad del cristianismo sobre todaslas otras doctrinas, pretende que la sabiduría de losfilósofos paganos estaba tomada de los libros hebrái-cos, que los griegos, que se dan por inventores de lasciencias y de las artes, han aprendido de otros pue-blos todo lo que saben, y opone á las contradiccio-nes de sus sectas y á la relajación que reinaba en lascostumbres la moral y la doctrina de Jesucristo, no sinmezclar con ella ideas platónicas , como la composi-ción del hombre de tres elementos, cuerpo, alma mate-rial y espíritu, siendo sólo éste inmortal. No creyendomás tarde hallar entre los cristianos el ideal de la vidaperfecta que buscaba, fundó la herejía de los eucrati-las, llamada así por ciertas abstinencias que se 'impo-nían. Apoyándose sobre el pasaje de la Epístola d losGalatas, que dice, « el que siembra en la carne reco-gerá la corrupción de la carne,» proscribe el matrimo-nio al igual del adulterio, el uso de todo lo que hayatenido vida y el del vino, fundándose en que el profetaAmós había censurado á los judíos el haber hecho be-ber á los nazarenos. Admitía con los marcionitas dosdioses, uno bueno y otro malo, éste subordinado áaquél. Creía que el jiat de la Escritura era un deseo yuna súplica, y no un mandato; admitía laintervenciónde los eones en el desenvolvimiento del mundo, y conlos doketas que el cuerpo de Cristo era aparente; el al-ma, según él, está naturalmente sumida en las tinie-blas, y cuando queda abandonada á sí misma se incli-na la materia, cae bajo el dominio de los malos geniosy se da al culto de los ídolos; sólo es iluminada por el)(:)70 ,,7 , que no reside en todos los hombres, sino en al-gunos justos solamente que descubren á los demás lo

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que sin ellos siempre permanecería oculto. Atencigo-

ras atenienseque floreció hacia la mitad del siglo II,maestro stro platónico antes de la conversión, en su Lega-tío pro chrisilanis, dirigida al emperador Marco Aure-lio y su hijo Cómmodo, y en su De Resurrectione mor-tuorum aunque trata de conciliar las enseñanzasacadémicas con las cristianas, considera la filosofíamás como medio de combatir el error que de hallar laverdad; pero su doctrina de la Trinidad parece ema-nati.sta, piensa que Dios cuida de lo general y los án-geles de lo particular, que el mundo fué formado de lamateria no seyente, origen del mal, y que el hombre,compuesto de alma.. cuerpo, conoce á Dios y ha deresucitar todo entero. San Teófilo, autor también deuna Apología, sostiene que la fe preside y acompañaal conocimiento, y que Dios creó de la nada, por supura voluntad, al hombre, al que considera inmortalen el sentido de Atenágoras. Así como los primerosapologistas separan las doctrinas cristianas de las gen-tílicas, los segundos refutan las doctrinas gnósticas delas emanaciones y de la materia como origen del malque ponen en la libertad humana. San Meneo, de cuyaobra Contra la herejía se conservan sólo fragmentos yuna traducción latina, inculpa á, la filosofía de los erro-res gnósticos, pone el amor sobre el conocimiento yconsidera la razón necesaria para entender las Escri-turas; pero debiendo estar advertida de sus límites ysometida á la revelación. Manifestándose Dios al mun-do, que depende inmediatamente de él, y revelandolas ideas divinas mediante su Hijo, es conocido direc-tamente como una idea innata por la razón. Hermias,su contemporáneo, en su Irrissio gentilium philosopho-rum, refuta la filosofía griega más retórica que científi-camente. Ocupa el primer lugar entre los apologistaslatinos, Tertuliano (Quintino, Septimino, Florens), na-cido en 160 en Cartago, entonces la Atenas africana,

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303cuyas principales obras son el .4pologtftico y los trata-dos del Alma, Contra los . Gentiles, Contra los Judíos yContra los Es pectdculos y los cinco libros Contra Mar-ción. En el primero, escrito con ocasión de la persecu-ción suscitada por Plauciano, favorito de Septimio Se-vero, reclamando la libertad de conciencia, decía: « So-mos de ayer y ya llenarnos vuestras ciudades y vues-tras villas, el ejército, los palacios, el Senado y el Fo-ro....» « Nos castigáis porque no adoramos dioses enque vosotros mismos no creéis.» Ardiente y apasiona-do empezó por ser enemigo de la filosofía, fijando co-mo único criterio la fe en las Escrituras. (Cum credi-mus nihil desideramus ultra credere), hasta el punto deafirmar Creclibile est, quia ineptum est. Cerlum quia im-posibile. Para él la filosofía es la herejía, la obra de losdemonios, el deseo de conocer es una curiosidad cri-minal, prohibe la lectura de los antiguos poetas comoimpregnados de paganismo, proscribe toda industria,todo comercio, toda profesión, proscribe hasta la be-lleza diciendo á la mujer: « Si sois hermosa olvidad vues-tra hermosura, ó, por lo menos, escondedla, quitáos-la si podéis, porque la hermosura sólo sirve para exci-tar pasiones.» « La virgen que se descubre se expone áno serlo, ha dejado de serlo.» Y, sin embargo, estehombre, que llamaba al filósofo gloriív animal apesarde las luces de la fe, ha profesado abiertamente el ma-terialismo. Quum ipsa subitantia corpus sil cujusque, delque no excluye ni la naturaleza divina. Quis negavitDeum corpus esse, si sj5iritus est? Los juegos celebradosen 204 por Alejandro Severo dieron ocasión á su tra-tado Contra los Espeadculos, en que no sólo manifies-ta su indignación contra las escenas sangrientas delCirco, la pasión de los romanos, sino sobre todo con-tra el teatro, á que llama santuario de Venus, dondeestán y fermentan todas las pasiones. Mal acogido esterigorismo por el clero de Roma, se volvió al Africa po-

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co satisfecho de la moralidad de las costumbres italia-nas. Empezó por apartarse de la Iglesia, dando másvalor para la fe á la tradición oral como fuente más vi-va, y á poco irritado, según dice San Jerónimo, por laenvidia y por las injurias de los clérigos de la IglesiaRomana, cayó en la herejía de los montanistas admi-tiendo una revelación continua y creciente del Espíri-tu Santo á los escogidos, proscribiendo las segundasnupcias, á que llama adulterios disfrazados, y conde-nando á los que huyen del martirio. Por último, nece-sitado de un criterio para juzgar de la revelación, hallaeste criterio universal en la naturaleza de la razón, queenseña al alma como Dios á aquélla, acabando por fi-lósofo este enemigo de la filosofía. Sentido análogo alde Tertuliano muestran Arnobio, númida, que llega áafirmar que la lógica es insuficiente para dar á cono-cer la verdad, y su discípulo Lactando, el Cicerón cris-tiano, que aunque en sus Instituciones divinas comien-za por afirmar que « no hay sabiduría sin religión ni re-ligión sin sabiduría,» niega, como toda la escuela afri-cana, el valor de la filosofía, <pues que ésta no puedeconsistir más que en la ciencia ó en la opinión; perola ciencia sólo es de Dios y no puede pertenecer alhombre, y la opinión no tiene por objeto más que loincierto, pues que lo cierto sólo es patrimonio de laciencia.» No es, pues, extraño que en sus libros se re-vele ese estado de indecisión en que los dogmas no sehabían fijado de una manera precisa ni se habían or-denado en un sistema doctrinal. Así, unas veces argu-menta: « Todo lo que es ha comenzado á ser, Dios es,luego ha comenzado á ser; pero antes de Dios no exis-te nada, luego Dios se ha creado á si mismo.» Otrascree con Epicuro que el alma se asemeja á una luz, queno es la sangre, pero que se alimenta de la sangre; yaque durante la meditación desciende de la cabeza alcorazón, donde se encierra como en un santuario; ya,

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305dice, que á los que niegan su inmortalidad el mágicolos convencerá haciéndolas aparecer; ya pone por ejem-plo de los absurdos filosóficos la existencia de los an-típodas; ya, por último, encuentra malo que se niegueque Dios tenga una figura, y escribe un libro para de-mostrar que la cólera es un atributo esencial divino.Mas con su opinión de que si alguno reuniera, esco-giera y ordenara las verdades que se encuentran es-parcidas entre los filósofos su doctrina estaría deacuerdo con la cristiana, presiente ya la filosofía delos Padres de la Iglesia.

Filosofía de los Padres.—Como las exigencias dela lucha llevan á los apologistas á acentuar las dife-rencias entre el cristianismo y la filosofía, las nece-sidades de la edificación y de la enseñanza inclinan,por el contrario, á los Padres de la Iglesia á apreciarmás bien sus semejanzas, llegando algunos orienta-les á creerla una preparación á la doctrina revelada.Con su ayuda, y muy especialmente con la de la fi-losofía platónica, fundan un racionalismo cristianocultivando, como corresponde á la aptitud de lospueblos en que florecían y á lo que pedía la época yel orden de la doctrina, los Padres orientales las re-laciones metafísicas con un amplio sentido t ¿lógi-co y los occidentales las morales y prácticas.

Esta diferencia se explica además históricamente,porque en los últimos siglos del Imperio no hay es-cuelas filosóficas más que en Oriente, habiéndose sus-

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lituido en Occidente por las de Retórica, por lo queno es de extrañar tampoco el distinto carácter quetienen los apologistas según proceden de la una ó dela otra región.

Entre los Padres orientales, procedentes en sumaymr parte de la escuela catequista, fundada enAlejandría por San Panteno, se distingue su sute-.sor San Clemente, que piensa que los filósofos fue-ron los profetas del paganismo y que sus enseñan-zas han preparado el camino de Cristo entre losgentiles como la ley antigua lo preparó entre loshebreos. La fe, el conocimiento y el amor son lostres grados por los que llegamos á Dios, cuya uni-dad hallamos, abstrayendo de todo lo concreto, enel puro concepto de Sér. Dios, que manifiesta subondad absoluta creando el mundo eternamente,como fundamento inmutable no puede ser repre-sentador, pero lo conocemos en.su Hijo, uno é igualcon el Padre. El hombre se eleva á Dios medianteel mundo sensible y la ciencia secular; pero paraelevarse en religión necesita de la gracia divina, quenos ayuda por la Iglesia mediante el Verbo, queha venido á salvar á todos los hombres y espírituscaídos: la perfección se alcanza por la propia acti-vidad, que puede pecar por su culpa; pero tenien-do toda criatura por fin el bien, todos los hom-bres llegaráñ, después de pruebas más ó menos

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duras, á la contemplación beatífica de Dios, rena-ciendo con espíritu y alma corpórea. Desarrolla es-tas enseñanzas su discípulo y sucesor el gran Orí-genes, que en su tratado de los Principios abrazaen conjunto toda la doctrina cristiana y aspira áfundarla en principios científicos, indagando la ra-zón de los preceptos morales predicados por losapóstoles. La unidad inalterable é indivisible divi-na se manifiesta en el Padre, que se revela plena-mente por el Verbo (la idea ejemplar de todas lasideas), por el cual se realiza la creación, que atra-viesa y penetra á fin de que lo finito se desenvuel-va y subsista por él. Bajo la perfección divina losespíritus eran perfectos y homogéneos antes delpecado; pero con perfección en potencia, porquela real y efectiva nace de la libertad. La materiaoriginal, limitación de los espíritus, es formada porDios después del pecado para mantener la unión,rota entre los espíritus, y castigarlos. El hombre secompone de cuerpo, alma y espíritu racional, elcual, aun caído en el pecado, es libre é inmortal yforma el carácter imborrable de los hombres y aundel diablo. Dios, castigando á los espíritu caídos,mira á su bien, debiendo hasta el demonio conver-tirse y entrar en su reino. El germen corporal queacompaña á todo sér creado resucita con el espíri-

tu, aunque en formas más perfectas (cuerpos

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cristalinos). Después de este desarrollo filosófico

fué fácil á San Atanasio defender contra Arrío laUnidad real y la Trinidad substancial divina, que fi-j ócoma dogma el concilio Niceno y que él explicóenseñando que la trascendencia corresponde al Pa-dre, la inmanencia al Espíritu Santo y la relaciónde esencia y de penetración íntima de Dios y delmundo al Verbo.

La enseñanza exige sistematización, y la escuelafundada por San Panteno es una escuela catequista.Colocada frente á la neoplatónica, última pero brillanteluz del paganismo moribundo, y teniendo por el carác-ter religioso-revelado de su doctrina que abordar enprimer término los altos problemas de la Teología,procura, para atraer á la nueva fe, más hacer resaltarlas semejanzas que exagerar las diferencias; así lascondiciones internas como las externas del mediocientífico la llevan á referir y armonizar en lo posiblela Religión y la Filosofía, pensando á aquélla como elcomplemento necesario de ésta. San Panteno habíaaprovechado algo de la Moral estóica, pero es SanClemente el que, comparando la verdad á una armo-nía compuesta de diferentes tonos, que todos los filó-sofos han alcanzado en parte y ninguno poseído ente-ramente, intenta bajo la nueva fe una vasta síntesis detodos los sistemas anteriores, no sin un predominiomuy marcado del de Platón, entendido á la manerade los neoplatónicos. Apenas se sabe de la vida delverdadero fundador de la escuela catequista más deque nació en Atenas ó Alejandría á, mediados del si-glo II, que después de haber frecuentado varias escue-las se convirtió al cristianismo, sucediendo en 15o á

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San Panteno en la dirección de la escuela alejandrina,donde enseñó con gran aplauso, hasta que la persecu-ción de Septimio Severo le obligó en 202 á refugiarseen la Siria. De sus obras teológico-filosóficas se conser-van, á más de algunos, fragmentos, los Stromates (ocholibros), colección inmetódica de pensamientos cristia-nos y máximas filosóficas, El Pedagogo (tres libros),tratado de Moral, una Exhortación á los Gentiles y unopúsculo titulado Qué rico será salvo. San Clementepiensa que Dios no puede ser demostrado, porque to-da demostración supone un principio, y Dios no tieneprincipio. Dios está sobre todas las cosas y sobre todonombre, es lo infinito que no cabe en el pensamiento.No es ni lo uno, ni el espíritu, ni el bien, ni la ciencia,ni el padre, cualidades que le atribuimos para repre-sentárnoslo en algún modo. Sin embargo, su cualidadesencial es la Bondad que derrama voluntariamentepor todas partes, como el fuego calienta y la luz ilumi-na. Efecto de esta bondad es la creación del mundo,cuyos seres están tan unidos á él que dice (Pedag., lib.III, c. 115) que son los miembros de Dios, que Dioses todo y que todo es Dios. Dios hizo al hombre bue-no, pero éste, abusando de su libertad, introdujo elmal en el mundo. Para salvarlo, Dios se reveló á loshebreos por los profetas, por la ley y el temor; á, losgentiles y filósofos por la ciencia, y por último el Ver-bo encarnó, revelándose por el amor. Sobre la cienciay la fe reconoce San Clemente un modo superior deconocimiento, la gnosis. El verdadero gnóstico, comolo fueron los apóstoles, sabe todas las cosas, aun aqué-llas de que no podernos darnos razón de ciencia cier-ta, porque es el discípulo del Verbo, para el que nadahay incomprensible; extraño á las pasiones que ator-mentan á los hombres, la dulzura de la contemplación,de que se alimenta y de que no se sacia, le torna indi-ferente á los placeres del mundo, soporta la vida por

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obedecer al mandato divino, pero ha despojado sualma de todo deseo terrenal. Lo que San Clemente nohace más que bosquejar lo completa su discípulo Orí-genes. Nacido en Alejandría en 185 de padres cristia-nos, pero educado en el estudio de las ciencias grie-gas, aprendió la filosofía cristiana de San Panteno ySan Clemente. los diez y siete años, habiendo sidopreso su padre Leónidas en la persecución de Septi-mio Severo, sólo las súplicas de su madre le impidie-ron ofrecerse al martirio, al que animó á su padre, quelo sufrió en 202. Huérfano, para mantener á su madrey seis hermanos se dedicó á la enseñanza de la gra-mática. Cerrada la escuela de Alejandría, y faltos loscristianos de enseñanza religiosa, acudieron al jovenmaestro, que de tal modo correspondió á su confian-za, y tales conversiones hizo, que el obispo Demetriole colocó á los veinte años en la cátedra de San Pan-teno. Entregado al estudio y á las austeridades, que lellevaron á mutilarse con sus propias manos, pasó vein-ticinco años, durante los que Mammea, madre del Empe-rador, quiso conocerle. Pero á este triunfo sucedió unapersecución. Habiendo ido á la Acaya á pacificar lasiglesias Perturbadas por la herejía, su amigo Teodetole ordenó; pero Demetrio, que antes le había favoreci-do, declaró nula la ordenación, reunió un concilio deobispos de Egipto y le hizo condenar y lo desterró deAlejandrfa. Condenado y excomulgado en un segundoconcilio, ni Heraclio ni Dionisio, sus amigos, que su-cedieron á Demetrio, cejaron en la persecución, enque hay quien ha querido ver la lucha entre las igle-sias herederas de San Pedro y San Marcos y el cris-tianismo platónico oriental: lo cierto esque condenadoen el Occidente, su autoridad creció en el Oriente.Víctima de la persecución de Decio, resistió vale-rosamente los tormentos á los sesentay nueve arios,pero quedó estropeado y murió en Tiropoco después

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de puesto en libertad, á los setenta. Sus obras prin-cipales son el Exaplos, edición de la Biblia en seisvolúmenes; sus comentarios á la Biblia, en que dis-tingue en el texto sagrado tres sentidos, el literal,el alegórico y el_ anagógico; la Dlii'nsa del Cristia-nismo contra Celso, y el ziol 7.pxr:Sv (de los Princípíos),en que expone sus concepciones filosóficas. Es im-posible negar la influencia de Platón en su doctri-na de la Trinidad. La Unidad indivisible divina, elPadre, rechaza toda idea de diversidad, no puedeser ni el que crea ni el que penetra el mundo. Este pa-pel está reservado al Verbo, ministro de la creación,que difiere del Padre como los rayos del Sol, distintode la criatura, porque tiene su perfección de toda eter-nidad y no deja penetrar el mal en él; tiene de comúncon ellas, que corno imagen de la bondad del Padretiene necesidad de su alimento espiritual. Espíritucreador, es verdaderamente Dios, y si se distingue delPadre es como persona, no habiendo sido sacado dela nada. Lo que ha producido confusión en este puntoes que en tiempo de Orígenes la palabra o6i.9(_ (silbs-tanda) era sinónima de la de '‘,H7 r.)57.91.ar; 7 que ha acaba-do por significar persona. . Respecto al Espíritu Santo,su doctrina, como la de los Padres que le han prece-dido, es muy incompleta: de él se limita á decir, queno puede concebirse sin blasfemia que pasara de laignorancia á la ciencia, porque las cosas divinas nopueden pensarse bajo la relación de tiempo. La mate-ria no es propiamente una creación divina, sino ellímite de los espíritus: los cuerpos son más ó menospesados, más ó menos opacos, en razón de la bondadó perversidad de las almas á que están unidos. Éstasal principio eran todas iguales; su diversidad nació delpecado, y éste del libre arbitrio. La voluntad generaldel bien nos viene de Dios; pero también nos vienela libertad de la gracia divina, que queriendo dejarnos

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apropiar lo que nos había dado, deja subsistente laposibilidad de apartarnos del bien. Los astros son án-geles caídos, per® en menos grado que los que revis-ten cuerpos terrenos; intervienen en los negocios hu-manos; el arcángel San Rafael preside á. la Medici-na, San Gabriel tiene la dirección de las guerras,San Miguel cuida de las oraciones de los hombres. Re-tornar á Dios es el anhelo final de todas las criaturas;el conocimiento de Dios debe unirnos á Él, porque elque conoce está unido al objeto conocido; así comoel sér que se hace esclavo de lo sensible se encenagaen la materia, el que dirige al cielo sus miradas se uneá Dios. De aquí la resurrección universal en cuerposmás sutiles (cuerpos cristalinos) y la salvación final detodos los seres, aun del diablo, que por la virtud deJesucristo se librará de toda mancha y renacerá purocomo los ángeles para que Dios esté en todas las co-sas. (Cum verb consununaverit opus suum et universamcreaturam suam ad summam* perfectionis adduxerit, tuncipse dicitur subjectus in /zis, quis subdidit patri etbus opus, quod el .water dederat, consummavit, ut sitDeus omnia in omnibus) Si esta negación de la eter-nidad de las penas fue la causa principal de las per-secuciones contra Orígenes, no dejó de ser común áotros Padres orientales, como San Gregorio Nacian-ceno y San Gregorio de Niza, que afirman « que todohombre debe realizar la plenitud de la naturaleza hu-mana á fin de que todos participen de lo que es bello,esto es, de la inefable belleza de Dios, y habiten enella, ya sea que la alcancen desde esta vida, ya quedeban ser purificados en la vida futura durante untiempo proporcionado;» « que la diferencia principalentre los buenos y los malos es que los unos lleganmás pronto, los otros más tarde, á la felicidad,» y «queel diablo mismo debe participar de la glorificaciónfinal,» porque Dios ha creado todos los seres raciona-

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les para el bien, y su voluntad no puede ser ineficaz;el mal no reside sino en la voluntad finita, y cuandola voluñtad divina reine sobre todos, el mal desapare-cerá,.

Entre los Padres occidentales sobresale SanAgustín, que, resucitando el platonismo antiguo,asienta la metafísica cristiana en una base psicoló-gica, y juntando al elevado sentido de los Padresorientales el sentido práctico del Occidente, seña-la el punto culminante de la doctrina patrística.Toma San Agustín su punto de partida de la certi-dumbre de la conciencia en el pensamiento, queestá sobre todo escepticismo, mediante la que ha-lla la distinción entre el alma y el cuerpo, puesque nada es más presente al alma que ella misma;los sentidos no nos engañan, pero no nos presen-tan más que la apariencia de las cosas; la verdad re-side en las ideas que el alma encuentra en si mis-ma; estas verdades dialécticas son el patrimonio co-mún del género humano y la medida de nuestrosjuicios y representaciones, pero la medida de estasideas es la unidad.. Dios es la unidad de todas lasideas absolutas que el espíritu finito ve en Él, aun-que en la medida de sus fuerzas y según el esfuer-zo de su propia actividad. Dios es el sir en la acep-ción más elevada de la palabra (sunime.esse), en quien,de quien y por quien es todo lo que es; simple, inmu-

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table y eterno es el principio y la ciencia, mas no lasubstancia de los seres eternamente distintos de Dios,lo mismo en esta vida que en la otra. El mundo, co-mo compuesto de seres finitos, no puede ser por si,y como ab eterno sólo Dios es, es producido de lanada, creado con arreglo al prototipo divino..Dios noconoce las cosas porque son, sino que las cosas sonporque Dios las conoce. La progresión de las ideas semanifiesta en la escala de los seres cuyos grados sonlos cuerpos, los seres animados, entre éstos los irra-cionales y racionales, y entre los últimos los hom-bres y los ángeles; el mundo forma, pues, un or-ganismo de cuya proporcionalidad resulta la armo-nía. Ésta exige la oposición de lo bello y de lofeo, del bien y del mal; sin embargo, esta antítesisno es absoluta, todo lo que es, es bueno por razónde ser, el mal no es más que la privación del bien.Dios no es, pues, el autor del mal, porque escausa del efecto, no del defecto. La presciencia di-vina no es la predeterminación; no sólo no alterala actividad de las criaturas, sino que la presuponey la mantiene. La libertad en general pertenece átodos los seres que tienen el principio de su movi-miento, la libertad moral propia del hombre es elpoder de elegir entre el bien y el mal. Esta liber-tad, sin embargo, no es completa mientras sea posi-ble la elección; la libertad perfecta es la que el hom-

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bre ha de poseer en la otra vida, la de determinar-se por el bien. Dios es soberanamente libre y nopuede hacer el mal. El hombre es libre, pero nadapuede sin el auxilio divino, sin la gracia que es en-teramente gratuita y puede ser activa (que obra sinnuestra participación y concomitante que obra conella), sólo mediante su obra santificante obtenemosla justa remuneración de nuestros actos.

Aurelio Augustino nació en Tagaste (Numidia) en354. Fueron sus padres Patricio y Santa Mónica. Edu-cado por su madre en el cristianismo, estudió gramá-tica en Tagaste, humanidades en Madaruica y retóri-ca en Cartago, mostrando gran afición por los poetas.Orador forense en Tagaste, maestro de retórica enCartago, cayó aquí en el error de los maniqueos; másadelante fue á, Roma, y de aquí á Milán, donde un ser-món de San Ambrosio, la lectura de Platón y las Epís-tolas de San Pablo le hicieron abjurar de su herejía.En 387 recibió el bautismo, y al año siguiente perdióá su madre en Ostia. Vuelto á África, el pueblo, sin suconocimiento, lo eligió sacerdote en Hipona. Comotal explicó el símbolo de la fe en el concilio de Carta-go de 398, y deseando Valerio, su obispo, conservar-lo á su lado, lo hizo consagrar como su coadjutor porMegalio, primado de Numidia. Aquí combatió á lospelagianos y los donatistas, muriendo á los sesenta yseis años durante el cerco de Hipona por los vánda-los. Sus obras filosóficas son: Contra los académicos(3 libros), De la vida feliz, Del orden (2 libros), Dela inmortalidad del Alma y De la cuantidad del Alma.

Las teológico-filosóficas: Los soliloquios, El Maes-tro, Del Libre Arbitrio (3 libros).—De las costura-

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bres de la Iglesia, De la verdadera Religión, Respues-ta á 83 cuestiones, Conferencias contra Fortunato,33 disputas contra Fausto y los Maniqueos, De laCreencia en las cosas que no se conocen, Contra laMateria (2 libros), Sobre la Pac",encia (discurso).—La Ciudad de Dios, Las Confesio/ De la Naturalezacontra los Maniqueos y de la Trinidad. Diferénciaseel planonismo de San Agustín del de los Padres orien-tales en que aquél es el teológico de los discípulos de.Ammonio Saccas, éste el dialéctico y psicológico delfundador de la Academia. Partiendo de Platón y pre-sintiendo á Descartes, dirige su mirada á lo interior‹Noli j'oras ire, in te ipsum reddi in interiore Nomine

habitat veritas») y halla la esencia del Yo en el pensa-miento (Tu, qui vis te nosci, ciscis esse Un-de scis? Simplicitem te sentís anne

Nescio.—cdifoveri te scis? Nesci o.—Cogitare tescis?—Scio»), cuya evidencia resiste á. todo escepti-cismo. (Si dubitat, cogitat, si dubitat, scit se nescire) Na-da es más presente al alma que el alma misma (111ronquid quam anima est se iftsa presentius»), al conocerseconoce su substancia. (« Qua propter cum se nzens novitsubstantiam suam novit el cum de se cenia est, de subs-tancia sua cesta esti») Los sentidos no nos engañanNuidquid possunt videre oculi, verunz vident), pero nonos dan la verdad, sino la apariencia (Non est expec-tanda sinceritas veritatis sensibus corporis), una cosaes sentir, otra conocer (« Allud est senil re, aliad nosce»),la fuente del conocimiento es el entendimiento. (« Quaresi quid novimus, solo intellectu contineri _puto et eo soloposse comprehendi .») Éste, juntamente personal é im-personal, porque las verdades racionales están en nos-otros y son al mismo tiempo el patrimonio común delgénero humano (propriunz et cuasi privatum,comnzune elquasi _publicum), no son individuales, sino divinas, noson contingentes, sino necesarias. Dios es la razón en

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3 1 7que existen todas las cosas, ó, mejor dicho, las es ellamisma, más aún, es el principio de todo lo que es (In-tellectus, in quo universa sunt, aut ipse potius universa,et plyeter universa universorum quoque _principium); elhombre sólo puede conocer la verdad en Dios y conayuda de Dios, para explicar lo cual al principio ad-mitía la existencia anterior del alma (socraticum illud nosbilissimum inventum), más tarde que Dios es corno lahabitación del alma; nosotros pensamos en Dios, perola verdad sólo se deja percibir en la medida de nues-tras fuerzas y por un esfuerzo de nuestra voluntad. Lafe, para ser legítima, ha de estar fundada en la razón.(Nullus credit aliquid, nisi prius cogitaveri esse credendum) La prueba de la existencia de Dios es su necesi-dad. (Verius cogitatur Deus, quam dicitur, et venus estquam cogitatur) Dios es el Sér (in quo et h quo et perquem, vera sunt quce vera sunt omnia), pero aunque es-tos seres nada pueden ser sin Él, no son lo que Él.(Quamvis enim nihil esse possit sine ipso non sunt quodiftse) En todos los seres se nos ofrece una imagen dela Trinidad, pues en todos ellos se distingue la substancia general que les hace participar de la existencia,la substancia particular que constituye su individuali-dad y la relación que une estos términos en un todo: elprimero, que es el fundamento, es el Padre; el segundo,que es la forma que da á todas las cosas la racionali-dad y la verdad, el Hijo; el tercero, el amor, el EspírituSanto; estos tres poderes son en el alma la existencia,el conocimiento y la voluntad ó el amor. El mundo esobra de la voluntad divina, ha sido creado de la nada,ha tenido un principio y tendrá un fin, al menos en laforma; pero no ha sido creado en el tiempo, porqueéste ha comenzado con el mundo corno la medida delas cosas mudables. Hecho con arreglo á las ideas di-vinas todo tiene su valor, hasta la materia, porque essusceptible de revestir la forma y la belleza y de servir

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tal bien. « El alma es una substancia dotada de razón ydestinada á recibir el cuerpo.» El hombre está ciertoen la conciencia de su voluntad (ATam si volumus, nonalius de zobi's volit), es libre moralmente; pero SanA ustín distingue el libre arbitrio como un grado infe-rior de la libertad racional. (Prima libertas voluntatisera/ posse non peccare, novissima erit multo mayor nonposse peccare) Pero aunque el hombre es libre necesitade la gracia, puesto que el hombre nada puede sinDios (Ipse bonos facit ut bona faciant,), gracia que comotal es puramente gratuita. (Gratia nisi gratis est, gratianon est) Expone San Agustín en la Ciudad de Dios,escrita para demostrar que la toma de Roma por Ala-rico no es efecto de la cólera de los dioses, irritadospor el triunfo del cristianismo, la historia de la gracia.En el Paraíso el cuerpo obedecía á la razón y la na-turaleza servía al hombre; pero por el pecado el hom-bre no obedece á Dios, sino al sentido, y la humani-dad se divide en dos reinos, el de Dios y el de Sata-nás. Antes de Abrahán la humanidad carecía de ley,entregándose el hombre sin lucha al sentido: desdeAbrahán á Jesucristo lucha ayudado por la ley, peroes vencido, en esta época de ciencia y de virtud gen-tílica, por el sentido que se encarna en el imperio ro-mano, obra del diablo, llena de pecado, de injusti-cia y de mentira. Para triunfar del pecado, Jesús esta-blece el reino espiritual de la Iglesia cristiana goberna-do por Dios y administrado por los ángeles, los santosy los sacerdotes. Educación de la humanidad por Dios,que se cumple en seis edades análogas á los días de lacreación, á las cuales debe seguir la séptima (el sába-do), de descanso y de bien, en que se alcanza la bea-titud eterna.

Filosofía Escolástica.—Cuando los bárbaros in-

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vadeo la Europa y destruyen el Estado romano, l a

Iglesia, única institución que permanece organiza-da, porque á su unidad no alcanzan los golpes dela fuerza exterior, tiene que cumplir la misión deeducadora de los nuevos pueblos, y por consiguien-te la filosofía toma un carácter dogmático, redu-ciéndose á compendiar las antiguas enseñanzas, co-mo lo hacen en Italia Boecio y Casiodoro, San Isi-doro en España, en Inglaterra el venerable Beda yAlcuino en la corte Carlovingia, reuniéndolas enlo que se han llamado las siete artes liberales divi-didas en el Trivio (Gramática, Lógica, Retórica) yel Cuadrivio (Aritmética, Geometría, Música y As-tronomía), con lo que se inicia la Escolástica.

Cuando se restablece un poco el orden, despuésdel universal desconcierto que sucede á la caída delimperio romano de Occidente con la creación del efí-mero reino de Teodorico, este admirador de la civili-zación romana, en que había sido educado, reserva pa-ra los suyos el manejo de las armas y entrega la admi-nistración á sus nuevos súbditos, haciendo cónsul á.Boecio y su canciller á Casiodoro. Annie Maulio Tor-cuato Severino Boecio nació en Roma en 470 de unpadre que había sido tres veces cónsul. Cónsul él tam-bién bajo •Teodorico, ejerció sobre éste la mayor in-fluencia, hasta que, sospechando el Monarca ostrogo-do que los romanos conspiraban contra él, le hizo pe-recer en Pavía con atroces tormentos, después de seismeses de prisión, en 23 de Octubre de 526. Es honra-do como santo en muchas iglesias de Italia. Sus traba-

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;os filosóficos se reducen á traducciones y comentariosdel Organon de Aristóteles, el tratado de las Catego-rías, el de la Interpretación, los Analíticos, los Tópi-cos y los Sofísticos; pero influyeron mucho en la nue-va dirección que va á tomar la filosofía por la dificultadde proporcionarse los originales y la ignorancia casiuniversal de la lengua griega. Hasta la célebre cues-tión de los universales es tratada por él (In Porphyrium

Victori no translatum,), aunque sin atreverse á resol-verla. «Platón piensa que los universales no son merasconcepciones, sino que existen realmente fuera de losobjetos. Aristóteles, por el contrario, mira los incorpo-rales y los universales como concebidos por la inteli-gencia y existentes en los objetos.» Boecio renuncia ádecidir la cuestión Altioris enim est philosophíce. Su obragenial, tan notable por la elegancia del estilo como porla confianza que manifiesta en la Providencia, es sutratado De Consolatione, escrito en la prisión de Pavía.Magno Aurelio Casiodoro nació de una familia rica yconsiderada en Esquilache en 470. Secretario de Teo-dorico, y más tarde su questor y maestro de oficios,llegó á ser bajo sus sucesores Prefecto del Pretorio. En-tristecido por los reveses de los godos, y cansado dela política, fundó el monasterio de Viviers, en el queestableció una especie de Academia, siendo el primeroque obligó á los monjes á copiar manuscritos. Él mis-mo compuso muchas obras, entre las que son las másnotables su tratado del Alma, escrito cuando era Pre-fecto del Pretorio, y su tratado de las Siete Artes libe-rales, que tanto influyó en las escuelas de la Edad me-dia. El doctor de las Espay7as, San Isidoro, hijo de Se-veriano y de Turtura, discípulo de San Leandro y SanFulgencio, latinis, grwis et hebrceicis literis instructus,in trivio el cuadrivio fui! perfectos: ln aroctrinis Pkiloso-phorum pr¿Tclarus, divinís humanisTue legibus eruditos,suavi colloquio, vita el doctrina clarissimus (Cerrat. 2),

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321sobre ser como el alma de la Iglesia, del Estado y de laliteratura visigótica, por su Colección Canónica de laIglesia española, por su influencia en el Fuero Juzgo,por su fundación de la escuela hispalense y por sus nu-merosas obras históricas y literarias, escribe como fi-lósofo, poco antes de morir (4 de Abril de 636), sus ce-lebrados Orígenes ó Etimologías, enciclopedia porten-tosa para su tiempo, en que no sólo atesora todo el-saber que se había conservado en Occidente, y muyespecialmente el de la Iglesia española, en que se con-tinúa la tradición agustiniana por los Orosios, y se re-cibe algo del de los bizantinos por su larga estancia enla Península, de que dan gallarda muestra Severo yLiciniano, sino el adquirido directamente por él enaquella corte durante su destierro. Dividió su discípuloBraulio esta obra en veinte libros, en los que se co-mienza exponiendo la doctrina de Platón y Aristótelesrespecto á, los límites de la ciencia y el arte, para en-trar en el trivio y el cuadrivio, concluidos los cualestrata de la medicina, de los orígenes de la legislación,de la cronología, de la bibliografía, de la doctrina ca-tólica, en que se dan noticias de las herejías, de lassectas filosóficas y de las sibilas y magos, en que secomprenden los poetas paganos, del origen de las len-guas, de la historia política, de la filología, de las cien-cias naturales, de la cosmografía, de los monumentossagrados y profanos, de la agricultura, de la mineralo-gía, de la indumentaria y las costumbres. Treinta ysiete años después de la muerte de San Isidoro nacióen un pueblo de la diócesis de Durham el venera-ble Beda, que pasó su vida en un monasterio hasta sumuerte en 735. Como San Isidoro, escribe, además deobras teológicas y una historia eclesiástica, diferentestratados sobre aritmética, física, astronomía y geogra-fía: menos extenso, metódico y exacto que aquél, ymenos conocedor también de la antigüedad clásica,

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no representa menos en Inglaterra el papel que elObispo hispalense había representado en España. Por

Alcuino (Flaco Albino), nacido hacia la mismaépoca (375) y educado en el monasterio de York, lle-vado á Francia por Carlomagno, restaura las escuelasde la Galia y establece otras nuevas en los monasteriosy en el mismo palacio imperial, recoge y hace revisarlos manuscritos de la literatura latina, combate la he-rejía de Félix y Elipando, y compone los tratados filo-sóficos de Racione anz*nice, de Firtutibus et yitiis, y diá-logos sobre gramática, retórica y dialéctica, sin origi-nalidad, pero con regular estilo, hasta que fallece deabad en el monasterio de San Martín de Tours en 804.

Escolástica teológica.—La escolástica es una fi-losofía esencialmente dogmática, cuyo fondo es lareligión y su forma la lógica aristotélica. Desde elsiglo IX al XIII (escolástica teológica) la segundapermanece subordinada á la primera (ancilla theo-logia.). Después del sistema verdaderamente extra-ordinario de Juan Escoto Erigena, que acaso bebióen fuentes orientales un panteísmo que intentaconciliar con la religión cristiana, porque para élla verdadera religión es la verdadera filosofía y vi-ceversa, y que consiste en distinguir la naturalezaen increada y creante, esto es, Dios, que posee yes fuente de toda vida; creada y creante, las causasprimeras, por las que Dios realiza su obra; creada éincreante, los seres que componen el universo, é in-creada é increante, Dios como el fin á que vuelven

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todas las cosas, comienza la célebre cuestión de losuniversales, que ha hecho decir que toda la esco-lástica es el desenvolvimiento de una frase de Por-firio. San Anselmo, arzobispo de Cantorbery, diceque los universales existen por si mismos (ante rem)y los percibimos por una facultad superior á lossentidos por la razón, juez y criterio supremo detodos los conocimientos humanos (ratio qud prin-ceps et judex minium debet esse), lo que lo llevó á sufamosa prueba ontológica de la existencia de Dios.Dios existe por cuanto es la idea más elevada yperfecta que podemos concebir (existit procul duHoaliquid, quo majos cogitari non potest, et in intellectuet in re). Dios es, pues, el Sér de todo sér, el Biende todo bien, q1101liallt 071111C quidquid est, per unztm

aliquid esse necese est. De su esencia, en su esenciay por su esencia son todas las cosas. (Ex ipsa suma

essentia et per ipsam et in ipsa sunt omnia.) Dios saca

al mundo de la nada como al pobre á que se hace ri-co crea al hombre y le ha dado la razón a fin deque lo conozca y lo ame para merecer de este mo-do, después de esta vida, el premio ó la condena-ción eterna. Roscelino, por el contrario, cree quelos universales son meros nombres .flatits vocis: nopodernos conocer más que por los sentidos, y éstosno nos ofrecen más que individuos, lo que le llevóá negar la Trinidad: ó no hay más que un Dios ó

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— 324 hay tres; si hay tres son tres seres distintos separa-dos sin relaciones de conexión, fundando así elnominalismo, según el cual los universales no tie-nen existencia sino derivada de las cosas post rem.Extremó el realismo su discípulo Guillermo deChampeaux sosteniendo que los universales son loesencial, de que los individuos son puros acciden-tes. Abelardo, tomando un término medio entrelas doctrinas anteriores, enseña que los universa-les no tienen realidad en si, sino sólo en nuestrainteligencia, fundando así el conceptualismo. En-tretanto Bernardo de Chartres considera las ideasgenerales como los tipos eternos de la inteligenciadivina que presiden á la creación de los seres, con-cluyendo su escuela por precipitarse en el misticis-mo de Hugo de San Victor, que absorbe la filoso-fía en la contemplación y en el amor de Dios, porque amar á Dios es amarse á si mismo. Por último,Amaury de Chartres y David de Dinán deduje-ron del realismo un racionalismo panteísta, omnia

sunt Deus et Deus est orrinia, negando como conse-cuencia los dogmas de la Trinidad y de la Euca-ristía.

La escolástica ha recibido este nombre de ser lafilosofía que se enseñaba en las escuelas en la Edadmedia. Formulada por los Padres de la Iglesia la doc-trina religiosa, y declarados por los concilios los prin-

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cipales dogmas, no hay más que aplicarlos é interpre-tarlos, y para esto ofrecía un instrumento inapreciablela lógica de Aristóteles. Así que el método es princi-palmente hermenéutico ó interpretativo. Enseñar eraleer ó comentar; así se decía legere in pkilosophia ybasta legere Zn nzusica: para la gramática Donato, y Pris-ciano para la retórica, Cicerón y Boecio para la filoso-fía, lo que se conocía de Aristóteles. Pero para inter-pretar es preciso entender, y hé aquí por qué la filoso-fía tiende á salir de su papel de mera servidora, pre-parando desde ahora el cambio de posición que ha detomar en el siglo XIII. A poco de fundadas las escue-las carlovingias, á principios del siglo IX, nació JuanEscoto Erzk-ena, cuyos dos sobrenombres indican lasdos patrias que se lo disputan. Llamado por Carlos elCalvo fué puesto al frente de la escuela palatina. Cono-cedor de los Padres orientales, y más de lo que cabríapensar en esta época de las escuelas alejandrinas, yespíritu audaz, tomó parte en las controversias teoló-gicas de la época, sosteniendo según parece, porqueel libro se ha perdido, en el tratado de Corpore et San-guini Donzini que el sacramento de la Eucarístía no esmás que una conmemoración del sacrificio de la cruz:apesar de esto fué elegido por los obispos Pardulo, deLeón, é Hincmaro, de Reims, para combatir á Gottes-kaldo, que exagerando las doctrinas de San Agustínnegaba el libre arbitrio; pero su libro fué condenadopor los concilios de Valencia y de Langres; por últi-mo, una traducción del falso Dionisio Areopagita hizoque Nicolás I escribiera contra él á Carlos el Calvo,faltándonos desde este punto noticias de su vida. Su obramaestra es la intitulada 7rspi Or)-¿(»; p.aptcrhoú (de doc-trina naturíO, dividida en cinco libros y compuesta enforma dialogada. Dios es para él, como para los ale-jandrinos, inaccesibleá la inteligencia del hombre,porque todo lo determinado tiene su contrario, y esta

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oposición seria coeterna á Dios. Las causas primerasson creadas por el Padre y puestas en el Verbo. Cuan-do el. Génesis dice In principio creavit Deus etc., esteprincipio significa el Verbo. El mundo es juntamenteeterno y temporal, porque toda cosa puede ser junta-mente eterna y creada, infinita y finita, eterna é infinitaen la causa en donde subsiste, en Dios, creada y finitaen su manifestación efectiva. El mundo intelectual y elsensible estarían separados por un abismo, si no hubie-ra un sér en quien se unieran: este sér es el hombre,resumen del Universo creado, que debe llevar á Dios;pero el hombre ha rehusado esta misión sublime y hacaído por el pecado. El estado del hombre en el Paraí-so no era el de la perfección, no es más que la dispo-sición al bien. Si el hombre hubiera morado en el Pa-raíso, por poco que fuera, hubiera llegado á la perfec-ción. No es el mal quien lo ha tentado, porque el malno existía; es que en vez de mirar á Dios se ha miradoá sí mismo. « Pero Dios llenará la misión que el hom-bre ha abandonado; el hombre-Dios, Jesús, ocupará ellugar de Adán, revestirá la forma humana y volverá áDios la humanidad y el Universo que en ella está en-ce'rrado.» Niega las penas eternas y el infierno mate-rial: las primeras le parecen una opinión maniquea,porque es colocar frente de Dios un poder tan eternoy tan infinito como él; el segundo es una tradición pa-gana. ¿Qué más goce que ver el Cristo, ni qué más su-plicio que no verle? Hay dos estados para los elegidos:el primero es la simple restitución de su naturalezaantes de la caída; el segundo su deificación; pero ladeificación completa, la unión entera con Dios no estáconcedida más que al Verbo. Se han notado las sin-guiares analogías de su división de la Naturaleza conlas del Sankya de Kapila. Su idea de que la religióny la filosofía son en el fondo la misma cosa, y que lafe debe de preceder á la ciencia, recuerda involunta-

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riamente el fieles qucerens Intel/ea/1m de San Anselmo,que es el fondo de toda la escolástica. Nació San An-selmo en Aosta en 1033. La piedad de su madre Er-memburga le inclinó al claustro, apesar de la oposi-ción de su padre, que no tardó en seguir su ejemplo.Discípulo y sucesor del ilustre Lanfranco en la abadíade Bec, lo fué más tarde del mismo en el arzobispadode Cantorbery. Por su fidelidad al Papa Urbano II tu-vo que refugiarse en Roma, de donde volvió á Inglate-rra en tiempo de Enrique 1. Favoreció á, éste en susquerellas con su hermano Roberto; pero desavenidomás tarde con él por la cuestión de las investiduras,fué enviado á Italia con una misión que no tardó enconvertirse en destierro, hasta que, reconciliados prín-cipe y prelado en el monasterio de Bec por mediaciónde Pascual, volvió á su arzobispado, donde murió en1109. Sus principales obras filosóficas son el Monolo-gium y el Proslogium, escritas cuando era abad deBec. En la primera, con un espíritu platónico adquiri-do en la lectura de San Agustín, partiendo de las cua-lidades de los objetos finitos, se eleva hasta las cuali-dades absolutas, á los atributos divinos, y de aquí á laexistencia de Dios. En la segunda es donde se halla laprueba ontológica, combatida ya en su tiempo porGaunillón, monje de Marmontiers, en su libro Pro in-sipiente, á que contestó San Anselmo en su Apologé-tico. Esta prueba, olvidada en la Edad media y repro-ducida por Descartes y Leibnitz, es, según Kant, aque-lla en que todas las teoréticas pueden resolverse, y segúnFlegel, la clave de la bóveda comenzada por las prue-bas cosmológica y teológica, pues que éstas recono-cen á Dios corno actividad absoluta, inteligente y viva,y ésta como sér, como substancia que tiene la con-ciencia de su personalidad. El nominalista Roscelinohabía llegado á decir que si las tres personas de laTrinidad no eran tres seres distintos había que confe-

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sar que el Padre había encarnado con el Hijo. SanAnseimo lo censura por creer que no había más reali-!Wad que el individuo, dando así origen á la célebrecuestión de los universales. La amplitud de su espíri-tu, que prepara el período siguiente de la escolástica,se muestra en estas frases que nos ha conservadoEadmero: <<Siendo el Cristo la verdad y la justicia, elque muere por ellas muere por el Cristo. » De la vidade _Rosceli no sólo se sabe que era canónigo en Com-piegne y se supone que aprendió sus doctrinas de uncierto Juan apodado el Sofista. Afirmado que nadaexiste en general, sino sólo individualmente, y que,por consiguiente, los universales no son sino nombresgenéricos, aplicó esta doctrina á la Trinidad, que fuécondenada por el concilio de Soissons en 1092, dandoasí al nominalismo naciente cierta marca de herejía.Guillermo de Chanzpeaux, discípulo de Anselmo deLaón, nació á fines del siglo XI, y fundó una escuelaentre cuyos discípulos se contó Abelardo, que pocodespués se declaró adversario suyo. Desanimado porel éxito de su rival se retiró á uno de los extremos deParís, cerca de la capilla de San Víctor, donde fundódespués la abadía de este nombre. Pero al cabo de al-gunas semanas volvió á la lucha abriendo en su retirouna escuela de retórica, de filosofía y teología, hastaque fué consagrado obispo de Chalons. Tomó parteen la querella de las investiduras, asistiendo como en-viado de Calixto II á la conferencia de Monzón en111 9 y murió dos años después. Sus doctrinas sólo nosson conocidas por el testimonio sospechoso de Abe-lardo, según el cual enseñó primero que «Eamdem es-senti aliter rem totam simul singulis suis inesse individuis,quorum quidem nulla esset in essentia diversitas, sed solaacciVentium multitudine varietas,» y que después mo-dificó esta opinión diciendo que la identidad de losindividuos de un género no viene de su esencia, por-

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que ésta está, en cada individuo, nos essentialiter sedindividualiter, sino de ciertos elementos que se hallanen todos los individuos sin ninguna diferencia (indiffe-renter). De estos textos podrían sacarse igualmente elnominalismo y el realismo, según el sentido que se lesdiera á las palabras esencia y realidad. Discípulo delos dos filósofos anteriores fué Abelardo, nacido en107 9 de ilustre familia cerca de Nantes, y que renuncióá su derecho de primogenitura por su amor á las cien-cias. Después de varias vicisitudes provocó á su maes-tro sobre la cuestión de los universales, y Guillermohubo de confesarse vencido. Esto le valió tan inmensapopularidad, que de todas partes acudían á escuchar-lo, llegando á contar en su cátedra cinco mil oyentes,entre ellos el famoso Arnaldo de Brescia. De esta épo-ca datan sus románticos y trágicos amores con Eloísa,que tanto han contribuido á su celebridad. Habien-do entrado por consecuencia de ellos en la abadía deSan Dionisio, no tardó en ceder á las súplicas de sus dis-cípulos, y además de volver á, la enseñanza escribió laIntroducción á la Teología, obra que se censuró, nosólo por la novedad de sus doctrinas, sino por lamezcla de autoridades sagradas y profanas y el ha-ber enseñado sin pertenecer á ninguna escuela, sinemagistro. Denunciado como herético, fué condena-do por el concilio de Soissons á quemar el librocon sus propias manos y á perpetuo encierro en elconvento de San Medardo. Concediósele á poco lalibertad con la condición de volver á San Dionisio;pero habiendo sostenido con Beda que San Dioni-sio Areopagita había sido obispo de Corinto y no deAtenas, y que por consiguiente no podía ser el apóstolde las Galias, suscitó contra él nueva persecución, deque se salvó con la fuga. Seguro luégo con la proteccióndel ministro Surger, sus discípulos erigieron un orato-rio, que dedicó á la Santísima Trinidad con el nombre

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de Paracleto: más tarde fué elegido abad por los mon-jes de San Gildo, en la Bretaña, que no consiguió re-formar, y por último volvió á París á, enseñar en el ce-rro de Santa Genoveva, teatro de sus primeros triun-fos; pero su pasión de la novedad y de la disputa lehicieron aventurar proposiciones que Guillermo, abadde Saint-Thierry, denunció á San Bernardo, quien noconsiguiendo que se retractara de ellas, se resolvió áatacarlas en el concilio de Sens, donde Abelardo nose defendió, limitándose á apelar al Papa. Pero Ino-cencio II, antes que llegara la apelación, confirmó lasentencia del concilio, mandando además que se le en-cerrara y se quemaran sus libros. Pedro, el venerableabad de Cluny, le convenció á resignarse, á reconci-liarse con San Bernardo y á entrar en un monasterio,,donde acabó sus días sumiso á. la. Iglesia y practicandolas virtudes más austeras, hasta su muerte en 1142.Más que por sus doctrinas filosóficas, es notable por-lo atrevido de su pensamiento. Creía que en las mate-rias que son del dominio de la razón no es necesarioacudir á la autoridad (in omnibus ¡lis quce ratione dis-cuti possunl non esse necessarium auctoritalis judicium),que las verdades deben ser creídas, no sólo porquesean la palabra de Dios, sino por la convicción de surealidad intrínseca: colocaba á Sócrates en el númerode los santos, y le parecía que Platón tenía una ideamás elevada que Moisés de la bondad divina. Su con-ceptualismo, que consistía en pensar que la especie esuna colección de semejanzas, á la manera que un pue-blo se llama uno aunque se componga de muchos in-dividuos, sobre no resolver la cuestión era defendidocontra los realistas de una manera sofística: si la espe-cie está en cada individuo humano, Sócrates, en tantoque hombre, es una especie, y si como , especie es uni-versal, no es un individuo, no es Sócrates. En moralsostiene que la intención es todo y el acto nada; que

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todo lo que se obra con arreglo á conciencia es bueno;que los que de buena fe condenaron á Jesús, hubieranobrado peor si no le hubieran condenado; que el peca-do original no es un pecado, sino una pena, porqueno Puede pecar el que no tiene aún razón ni libertad;que la gracia de Jesucristo consiste en instruirnos consus palabras y movernos con su ejemplo, y que el hom-bre puede alcanzarle por su razón y sin ajeno auxilio.Por fin, en Teodicea sostiene que Dios no ha podidohacer el mundo sino como es ni hacerlo mejor que es,porque de otra manera hubiera sido injusto, y si no haimpedido el mal es porque es fuente de grandes bienes.Contemporáneo de Abelardo fué Hugo de San Víctor,cuya patria se ignora, y que no se distinguió más que porsus trabajos y su saber. Sostiene que si la misma fe esla de todos los fieles en todas las edades, no todos hantenido el mismo conocimiento de ella. In /zis camdemfidem non eaffl dem fidei cognitionem invenimus. Comoimagen que somos de Dios, y teniendo grabada ennuestro espíritu esta imagen, podemos no sólo conocersu existencia, sino sus propiedades fundamentales,aunque no penetrar en su esencia, pues que al hombresólo es dado conocer lo relativo. El alma está coloca-da entre el mundo y Dios, pero de modo que Dios es-tá en ella y el mundo fuera de ella. Antes de la caídatenía tres ojos, el de la carne, el de la inteligencia y elde la contemplación; el pecado cegó éste, obscureció,al segundo y no dejó intacto más que el primero. Lafalta del ojo de la contemplación hace necesaria la fe,creencia de las cosas invisibles é incomprensibles, ysobre todo de Dios. El medio que liga el alma con elcuerpo es la imaginación, en donde se detiene la inte-ligencia de los animales. El cerebro se divide en tresceldas: la anterior es el asiento de la sensibilidad, lamedia la de la inteligencia y la posterior la del movi-miento. Amaziry (Elmericus) estudió en París, donde

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no tardó en ser considerado corno uno de los más há-biles maestros en la dialéctica y en las artes liberales.Ya tomara sus doctrinas, como asienta Tomasius, delos escritos de Escoto Erigena, ya de algunas obrasárabes recientemente traducidas, corno el libro de Cau-sis ó el Fons Lata de Ibn-Guebirol, desarrolla un vastosistema panteísta, que reduce á estas dos proposicio-nes: « Dios es todo, todo es Dios.» Condenadas porInocencio III en 1204, y encerrado en un monasterio,donde murió (1205), por decreto del concilio de Le-trán fué abierto su sepulcro y sus cenizas arrojadas alviento. No dejó, sin embargo, de tener discípulos, sien-do el más notable David de Dinán, que en su libro delos Átomos y en su Quaternali, condenado al fuego,parece que identificaba el pensamiento y la divinidadcon la materia primera, porque si fueran diferentes in-troducirían en su naturaleza un elemento de composi-ción, y si son simples son en realidad una misma cosa.

Escolástica musulmana. —La necesidad de siste-matizar las nuevas doctrinas religiosas y de aplicar-las á las diversas relaciones de la vida origina entrelos pueblos mahometanos un movimiento análogoal de la escolástica cristiana. Era preciso ver deconciliar la unidad simplicísima de Dios con losatributos divinos, la predestinación con la libertaddel hombre. Por otra parte, el Corán no era repu-tado sólo como código religioso, sino que se leconsideraba también civil y político y había que de-ducir de sus sencillos preceptos todo el derechopúblico y privado. Medios para ocurrir á esta nece-

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sidad ofrecieron las traducciones siriacas de las

obras de Aristóteles que los árabes encontraron al

derramarse como conquistadorespor el Asia. For-

rnóse así una escolástica musulmana; pero en la

que, á diferencia de la cristiana, tanto por las es-

peciales aptitudes del pueblo arábigo, como por

haber conocido, aunque de segunda mano, la Físi-

ca aristotélica y las circunstancias que precedieron

á la introducción de la filosofía en la corte de los

califas, predomina la tendencia hacia el estudio de

las ciencias naturales en que los pensadores árabes

hicieron notables adelantos, si bien mezclados con

aquellos ensueños tan propios de la fantasía orien-

tal y de las escuelas místicas en que aprendieron.

Desde que cesó el primer entusiasmo que desper-la nueva doctrina comenzaron las herejías. Los ka-

pdritas (de kadr, poder, libre arbitrio) decían que lascosas son enteras, esto es, que ninguna fatalidad influ-

1 ye sobre la voluntad del hombre; los djabaritas, porel contrario, que el hombre por sí nada puede yque todas sus acciones son el resultado de una fuerzairresistible ('djabw); pero lógicamente negaban á Diostodos los atributos, haciendo de Él un sér abstracto sincualidades y sin acción. En cambio los cifatitas (decifat, atributo), tomando á la letra las palabras del Co-rán, cayeron en un grosero antropomorfismo. De to-das estas escuelas nacieron los motazales (5 disidentes,que, aunque divididos en muchas sectas, conveníanen no reconocer en Dios atributos distintos de suesencia y en proclamar la libertad del hombre y la jus-

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ticia divina, por lo que se llamaron axab aladl gual-itzuhi a' (partidarios de la justicia y de la unidad). Sos-teniendo además que por las solas luces de la razónpodemos alcanzar todo lo necesario para salvarnos,pusieron en boga el ilm-el-cal2m (ciencia de la pala-bra), especie de teología escolástica, que es el tránsitoá la filosofía. No es el espíritu positivo de los árabesel más adecuado á estos estudios, ellos mismos lo con-fiesan. Fué necesaria la reacción de la Persia contra laArabia y la protección de un califa como Al-Mamún,de cuya ortodoxia no están los piadosos muy segu-ros, para que se introduzca entre ellos la filosofía, que,según el historiador Makrizi, no sirve más que paraaumentar los errores de los heréticos, añadiendo la im-piedad á la impiedad, y aun así tuvo que entrar dis-frazada de medicina, y aun tardaron un siglo en cul-tivarla por cuenta propia. Sus introductores fueros lossirios. Los nestorianos, después del concilio de Éfeso,se refugiaron en la Siria llevando consigo los autoresgriegos, especialmente Aristóteles, cuya lógica y cuyametafísica aplicaban á la interpretación de los dogmasreligiosos. Ibo de Ea' esa fundó la célebre escuela á quedió nombre esta ciudad y que llegó á llamarse la escue-la de los persas. Cuando fué destruida por el emperador'Zenón dió origen á las no menos célebres de Nisibe yGandisapur, donde se cultivaron la medicina y la filo-sofía. Una porción de obispos y patriarcas nestorianosy jacobitas tradujeron y comentaron á Aristóteles, aun-que parece haber preferido extractos de segunda ma-no semejantes á los hechos en Occidente al comenzarla Edad media. Fué por los médicos de esta escuelapor los que empezaron á influir en la corte de los ome-gas y dirigieron toda la cultura en tiempo de los aba-sidas. Henain ben Ishac, médico nestoriano, fundó unaescuela que tradujo en las dos lenguas todas las obrasde Aristóteles, de que los sirios no conocían más que

Itl

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335la Lógica, y esto incompletamente, y sus principalescomentadores, por los que se dieron á conocer algo delas doctrinas de Platón, de que los árabes llegaron áposeer algunos tratados (la República, las Leyes y elTimeo y acaso el Critón y el Fedón). En la Persiatambién debieron conocer los musulmanes algo de lasdoctrinas neoplatónicas y de las de la India, á que lospersas llamaban el país de los sabios, y éstas después enla India misma cuando la conquistaron, ello es queinfluyen poderosamente en su literatura y no dejan dedejar huellas en su filosofía, en la dirección mística,contraria á la escolástica. Para los que siguieron ésta,Aristóteles es, como para los escolásticos cristianos, elfilósofo por excelencia, que Averroes considera más quehumano; dividieron también la ciencia como aquéllosen el trivio y el cuadrivio; pero parece, según tina indi-cación de Per Alfonso, que el primero comprendía ladialéctica, la aritmética y la geometría, y el segundo lafísica (medicina), música y astronomía, dudándose sila cuarta había de ser la nigromancia. Esto parece con-firmarse por las noticias que da Virgilio Cordobés delas escuelas de su patria, en que nos dice había sietemaestros de gramática, cinco de lógica, tres de cien-cias naturales, dos de astrología, uno de geometría,tres de física, dos de música, tres de nigromancia, pi-romancia y geomancia y tino de arte notoria. De loque no cabe dudar es del cuidado con que se aplicaroná las ciencias de la naturaleza, tan desdeñadas en laEuropa cristiana, mereciendo entre ellos tal conside-ración, que Alhacén pedía á Dios que al juzgar el al-ma de Abu-Raikán tuviera en consideración que erael primero de su raza que había construido una tablade pesos específicos. Aprovecharon y continuaron lostrabajos de los grandes matemáticos y filósofos alejan-drinos (Teón, Hipatia, Hipares:), Ptolomeo), introduje-ron de la India el sistema de numeración que lleva su

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nombre y adelantaron (5 crearon ciencias como elÁlgebra, la Alquimia y la Trigonometría, aunque conaquella fantástica, idealidad que precede siempre á lareflexión científica, anima á ella y en algún modo an-ticipa sus resultados, buscaron en la Alquimia la piedrafilosofal ó sea la transmutación de todos los metalesen oro y el elixir de la vida, en la Astrología leer enlos astros el destino de los hombres, y en la Magia eldisponer de las fuerzas naturales, encadenando confórmulas y ceremonias misteriosas á los genios que losdirigen, á lo que daban base las creencias religiosas yfilosóficas que encontraron en el Oriente y de que enotros lugares nos hemos ocupado.

La filosofía arábiga tiene poco de original. Losque la cultivan son más bien comentaristas que in-ventores. Pueden dividirse en orientales y occiden-tales y unos y otros en escolásticos y místicos. En-tre los escolásticos orientales es el primero Al--Kendi, el filósofo por excelencia que se dice po-seía toda la ciencia de los griegos, de los persas yde los indios, y á quien el califa Almamún enco-mendó la traducción de los libros de Aristóteles,al que siguió más fielmente que ningún filósofo musul-mán, lo que le ocasionó la persecución de los pia-dosos. Alfarabi, filósofo, matemático, médico y mú-sico, compuso muchas obras, la mayor parte de ló-gica, en que brilló especialmente, pues según To-fail, las que tratan de la filosofía propiamente dichaestán llenas de dudas y contradicciones. Al-Jobba,

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337que para conciliar la Providencia divina y la exis-tencia del mal negó la existencia de éste, su dis-cípulo y contradictor Al-Assari hizo compatiblesla omnipotencia y el mal, atribuyendo á Dios laejecución física del acto pecaminoso y al hombre1r. transgresión de la ley y fundó una secta filosófi-co-teológica que contó muchos partidarios. Peroel príncipe de los médicos y escolásticos orientaleses Avicena, que en su Al-m/30 (La curación), vas-ta enciclopedia en diez y ocho volúmenes, repro-duce sistemáticamente toda la filosofía aristotélicacon las amplificaciones de los comentadores neo-platónicos aclarando y precisando lo que en elmaestro aparece indeciso, no sin mostrar á vecescierta originalidad. Sin embargo, él mismo nos di-ce que éstas no eran sus verdaderas opiniones, si-no las expuestas en su Filosofía oriental, libro queno ha llegado hasta nosotros, pero en el que pare-ce aceptaba el panteísmo propio de aquella filoso-fía estableciendo ciertri4entidad entre el mundode los seres y el de las ideas... Contra Avicena es-pecialmente, apesar de la moderación con que éstede ordinario se expresaba, y en general contra to-dos los filósofos, escribió el célebre teólogo Alga-

zel, que después de haber recorrido todas sus escue-exposiciónlas, de lo que da buena muestra en la

que de ellas hace, se había aficionado á la sec ta de

-22

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— 33 8 —los so, is; su famosa Teháfot alfaldsifa (Destrucción

de los filósofos), después de mostrar que éstos no

están de acuerdo y se refutan mutuamente, los •

combate en veinte puntos (diez y seis pertenecien-

tes á la metafísica y cuatro á la física), procurandosobre todo destruir el valor del concepto de causa-

lidad, eje de toda la filosofía, que no nos dice másque lo que sucede de ordinario porque Dios quie-re;pero sin que haya ley inmutable que encadenela libérrima voluntad del Creador. Algazel dió ungolpe de muerte á la filosofa árabe-oriental • sóloen España encontró quien lo refutara.

A las traducciones de Aristóteles, hechas por loscristianos en la corte de los califas, se siguieron tra-ducciones y comentarios hechos por los árabes mis-mos, que no tardaron en eclipsar á aquéllos. Acaso elprimero fué Abu- .1711suf, cognominado Kendi, de lanoble familia de Menda, de donde procedía, que ha-bía dado emires á muchas tribus de la Arabia. Cardánle coloca en el número de los doce genios de primerorden que habían aparecido• según él hasta el sigloXVI. Se le atribuyen cerca de doscientas obras, cuyosnombres se encuentran en la biblioteca de Casiri, to-dos los de Filosofía han perecido. Acaso sustentó opi-niones poco' ortodoxas, porque el califa Motaguakilhizo confiscar su biblioteca, que le devolvieron á sumuerte, y el médico Abdalatir en el siglo XII escri-bió un tratado acerca de la esencia. de Diospara re-futarlo. Abu-Nctzr, llamado Farabi, de Farab, el lugarde su nacimiento, estudió con un cristiano llamado

o

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339Juan en Bagdad, luégo vivió en la corte de Alepo, yhabiendo acompañado á Seif-Eddaula á Damasco,murió allí el año de 750. Matemático, médico y filósofo,escribió muchas obras, de las que no nos quedan másque algunos tratados, á saber: su lheal-olum (catálogode las ciencias), existente en la biblioteca del Escorial,que trata: primero De scientia linguce, segundo De scien-tia logicce, tercero De scientia doctrinali (matemáticas),cuarto De scientia naturali, quinto De scientia civili,su tratado De la tendencia de la filosofía de Plafón yAristóteles, perdido, pero que se sabe constaba deuna introducción, de una exposición de la filosofíade Platón con la indicación de sus obras y de unanálisis detallado de la de Aristóteles con un resumende sus obras, su Al-sira al fácIhila (La buena con-ducta), tratado de moral, y el 111abadi-al-madjudat (losprincipios de todo lo que existe), tratado de Metafísicay Política de que se conserva la traducción hebrea, en'que trata: primero del principio divino ó de la causaprimera y única, segundo de las causas secundariaslas esferas celestes, tercero del entendimiento activo,cuarto del alma, quinto de la forma, sexto de la mate-ria, después de lo cual pasa á examinar las diferentessociedades humanas y sus gobiernos en relación conel bien supremo, que no puede alcanzarse sino por losque con una organización intelectual perfecta estánaptos para recibir la acción del entendimiento activo,con lo que se alcanza el grado de profeta, única reve-lación que admite. De esta obra y de los demás escri-tos lógicos de Alfarabi decía Maimónides: « En generalyo te recomiendo no leer de lógica más obras que lasdel sabio Abu-Nazr-Alfarak, pues todo lo que ha com-puesto, y particularmente la De los principios de las co-sas, es Pura flor, de harina.» Compuso también dos li-bros sobre música, uno que encierra toda la teoría deeste arte, en la que hizo hacer grandes progresos á los

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rnhes, así corno en la construcción de instrumentos yen Ja manera de ejecutar, y otro en el que expone yexamina los diferentes sistemas seguidos por los anti-'irnos que probablemente existe manuscrito en el Es-bcorial,y que recomendamos á los artistas españoles.Desde el principio andaban divididos los teólogos mu-sulmanes acerca del origen del mal: unos sosteníanque las obras .de los hombres eran independientes delpoder de Dios, y salvaban su bondad á costa de su.omnipotencia; otros que Dios lo hace todo y que la efi-cacia de la voluntad humana es ilusoria; éstos salva-ban la omnipotencia, pero á costa de la bondad. Abu-Ali-Aljobba, suponiendo que siempre sucedía á loshombres lo que más les convenía, creyó cortar estadificultad; pero Abu-1-11cisdn-Al-Assari le presentó elejemplo de tres hermanos, uno que había cumplido losdivinos preceptos y se había hecho merecedor del Pa-raíso; otro que los había desobedecido, yendo por elloal infierno, y el tercero que había muerto en la infancia.Si éste le dijera á Dios, « ¿por qué no me has dejadovivir como á mi primer hermano y hubiera ido al Pa-raíso,» qué le podría contestar, A1-Jobba?—Dios lecontestaría, respondió éste, « que le había hecho morirporque sabía que había de ser malo é ir al infierno.»—Entonces, le replicó Al-Assari, le preguntaría el segun-do: «;por qué no me has quitado la vida en la infan-cia?»—E1 discípulo no se contentó con refutar la opi-nión de su maestro, sino que imaginó, para hacer compatible la existencia del mal y la Providencia, que lasobras humanas eran debidas al concurso del libre ar-bitrio y la voluntad divina, siendo Dios la causa de laejecución física y el hombre la de su conformidaddesconformidad á la ley, solución muy semejante á laque dieron después al mismo problema algunos escolásticos cristianos. Al-Assari fundó un sincretismo teo-lógico-filosófico, que distinguía algunos atributos divi-

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34 1 nos de su esencia, y que fué aplicado no sólo á lascuestiones especulativas sino á la práctica de los tribu-nales. El mayor de los filósofos orientales es Abu-Ali-Al-Hoseín (Avicena), á quien no puede negarse un ta-lento y una actividad extraordinarios. De origen per-sa, á los diez años sabía el Corán, la gramática y elderecho; estudió la filosofía con Abu-Abdallah-Natih,no tardando en exceder á su maestro: discípulo en Me-dicina de un cristiano llamado Isa-ben-Yahya, á los diezy seis ó diez y siete años era tal su reputación, quefué llamado á curar de una grave enfermedad al prín-cipe Nuh-ben-Mansor, lo que logró, consiguiendo conello no sólo grandes regalos sino tener á su disposi-ción una inmensa biblioteca, que le acusaron de haberquemado para poseer solo los conocimientos en ellaadquiridos. Un personaje árabe le cedió un palacio,donde estableció cátedras y comenzó su célebre Ca-non de la Medicina, que se ha enseñado hasta bien en-trado el siglo XVIII en las escuelas europeas. Nombra-do visir por el príncipe Schems Eddaula, los soldadosse insurreccionaron y faltó poco para que le dieranmuerte. Una enfermedad del príncipe le hizo llamar denuevo y entonces se ocupó en su grande obra Al-Sche-_fi. Por la tarde, ante un numeroso auditorio, daba suslecciones de medicina y filosofía, y una vez termina-das llamaba músicos y se pasaba con sus discípuloslas noches en orgías. Á la muerte de su protector, des-avenido con su hijo, como comunicara secretamentecon su enemigo el príncipe de Ispahán Alá-Eddaula,fué descubierto y encerrado en una torre. Al cabo dealgunos años consiguió ponerse al amparo de Alá-Eddaula, á, quien acompañaba en sus expediciones; pe-ro minada por los excesos su robusta naturaleza con-trajo una enfermedad en los intestinos, que agravó to-mando enérgicos remedios; sintiendo próximo su finen una expedición contra Hamadán, mostró un gran

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arrepentimien to , hizo grandes limosnas y actos de pie-dad, muriendo corno buen mahometano en Hamadáná los noventa y siete anos. Sus escritos peripatéticospueden reducirse al Al-Schefd, pues el Al-Nadjah (Laliberación) no es más que un compendio de aquélla.En la división de la ciencia sigue á Aristóteles, peroreconoce ciencias mixtas como la astronomía (mate-mática y física). Divide el sér: en solo posible (las co-sas sublunares), en posible por sí y necesario por unacausa exterior (las esferas y las inteligencias), y necesa-rio por sí (Dios). Como la Unidad absoluta no puedeproducir más que la unidad, de Dios emana la Primeraesfera, que es la que comunica el movimiento, puesaunque éste emana de Dios es ya compuesto, pues suinteligencia tiene por objeto á la primera causa y áella misma. Como el conocimiento divino sólo tienepor objeto lo universal, el de las cosas particularespertenece á. las esferas, porque éstas tienen la imagina-ción en que las cosas se multiplican. Al alma humana,para unirse al intelecto activo, no la basta la especula-ción, sino que necesita perfeccionar su parte prácticasubyugando la materia á fin de hacer de sí misma unvaso puro en que aquél puede infundirse. ¿Eran estasdoctrinas las suyas ó sólo una preparación para unadoctrina más elevada? Positivamente afirma esto últi-mo, pero no conocemos suficientemente su filosofíaoriental para borrarlo de los peripatéticos y colocarloentre los místicos. ¿Sucede lo mismo con Al-Gazalí,aunque en opuesto sentido? Lícito es sospecharlo. YaAverroes piensa que no procede siempre de buena fe;Moisés de Narbona asegura que había escrito unaobrita que no confiaba más que á los escogidos en querespondía á las objeciones que había hecho á los filó-sofos, é Ibn-Tofail cita un pasaje en que él mismo dicehaber escrito libros esotéricos cuya comunicación esta-ba reservada á los que eran dignos de leer. De lo que

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no cabe duda es de que dividía las opiniones en tresclases, las que son propias del vulgo; las que puedencomunicarse al que pregunta y desea ser enseñado ylas que el hombre guarda para sí y sólo manifiesta álos que participan de sus convicciones.

Abu-Hamt-71-317,hained„ vulgarmente denominado Al-gazali„ nació en Tus en 1038. Estudió en su patria yen Nisapur. La fama de sus talentos le valió el favor deNizam-al-Molc, visir de Malec-Schah, que le confió ladirección del colegio Nizamyyia, que había fundadoen Bagdad; profesor después en Damasco, en Jerusa-lén y Alejandría, se preparaba á visitar á Yusut-ben-T2schfín, el emir almoravide, cuando supo su muerte.Entonces volvió á, su patria, donde se entregó á la vi-da contemplativa de los sofís y compuso gran númerode abras para mostrar las excelencias del mahometis-mo sobre las otras religiones y la filosofía; sólo unavez, y á su despecho, salió de su retiro para ir á Nisa-pur y rara volver á tomar la dirección del colegio deBagdad; pero habiéndose retirado de nuevo á Tus, fun-dó un rionasterio para los sofís, donde vivió hasta sumuerte III. Sus obras filosóficas principales sonel Mak/id faMsifa (Las tendencias de los filósofos)y el Teháfot al faMsifa (Destrucción de los filósofos),que probablemente existen en árabe en la bibliotecadel Escorial. La primera no es más que una prepara-ción á la segunda, pues corno él mismo dice: <<Me haparecido necesario, antes de comenzar la refutación delos filósofos, componer un tratado donde exponga lastendencias generales de sus ciencias.» En el Ttli(Votpretende dest-uir no las opiniones de los filósofos, sinola filosofía, haciéndolo depender todo de la voluntadarbitraria de Lios. No es necesario, piensa, que entrelas cosas que s: suceden de ordinario haya una rela-ción v un enlace entre lo que se cree ser la causa y loque se cree ser el efecto. Son, por el contrario, dos

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cosas distintas de que la una no es la otra, que no exis-ten ni dejan de existir la una por la otra. Así, el que sequite la sed y el beber, el que se quite el hambre y elcomer, la muerte y rotura de la nuca.... no están en es-ta mutua relación sino por la omnipotencia divina, quedesde mucho tiempo ha creado esta relación y esteenlace, y no porque la cosa sea necesaria por sí mis-ma, y no podría ser de otra manera. Esta omnipoten-cia, que es la causa única, puede hacer que se quite lased sin beber, que se quite el hambre sin comer, quese muera sin romperse la nuca ó que se siga viviendoaunque se rompa. Con esta negación de toda relacióaracional, que recuerda el credo quia absurdum, la u-zón cede ante la fe, pero para autorizar todos los de-lirios. Después de destruir, nuestro autor pretendía re-construir, y al fin del .Teahfot prometía otro libro Stu-lado Bases de las creencias, lo que dudamos és que; estareconstrucción se quedara en el Corán. Los versos:« Admite lo que veas y abandona lo que has oído sola-mente; el sol, cuando nace, te dispensa de contemplará Saturno,» nos parecen algo sospechosos y no menossospechosa su pretendida visita al jefe de los almo-ravides.

También en el califado de Occidente penetróla filosofía merced á la generosa protección que á

tódas las ciencias dispensaron los Omegas, no sintener que luchar con la enemiga y las persecucio-nes de los fanáticos, que han contribuido á que notengamos más que escasas noticias déi la primeraépoca. El primer filósofo cuyas obrs nos son yaconocidas es Ibn-Badja, que floreci en el períodode los almoravides, que comentó !los tratados de

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- 345física de Aristóteles, dejó algunos inacabados de ló-gica y que en su Risalet alwida (Carta de despedi-da) combate á Algazalí y tiende á rehabilitar la es-peculación filosófica, única que puede conducirnosal conocimiento de la naturaleza y con el auxiliodel cielo al de sí propio y á la unión con el enten-dimiento activo. Los medios de alcanzar esto últi-mo por la sucesiva negación del elemento materialdel conocimiento hasta llegar á las formas ó ideasespeculativas, la más elevada de las cuales es el en-tendimiento adquirido por el cual el hombre se re-conoce como sér intelectual, llega á ser entendi-miento en acción y se identifica con el entendi-miento activo, se exponían en su Régimen del Soli-tario, su obra más original, desgraciadamente perdi-da. Siguió sus huellas su discípulo Tofail en su Hay-Ibn-Yakdhan (El vivo hijo del vigilante), traducidoal latín con el título de Philosophus autodiclactus, enel que Hay, nacido sin padre ni madre en una isladesierta, se va levantando, por la contemplación delos objetos que le rodean, de lo sensible y materialá lo formal é inteligible, hasta que, apartándose detodo lo terreno y no dejando subsistir más que elpensamiento, se encuentra identificado con Dios, yencontrándose más tarde con un piadoso anacoretahalla que las verdades filosóficas y las religiosasson en el fondo absolutamente idénticas. Lo que

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— 346fué para la filosofía árabe-oriental Avicena fué para

la occidental Averroes, cuyo nombre llena todo un,siglo. No pretende ser filósofo original, pero escri-bió tres especies de comentarios á las obras de Aris-,tótéles, defiende la filosofía contra los ataques deAlgazali en su Teháfot-al-Telnllot (La destrucción dela destrucción), y procura aclarar los pasajes obs-curos del Stagirita en diferentes disertaciones. Sudoctrina es la aristotélica modificada por influenciasneoplatónicas, que para salvar el dualismo entre lamateriay la forma suponen una especie de emana-ción universal, admitiendo entre el primer motor yel mundo la inkligencia de las esferas; pero es suya,aunque suponga ser la verdadera interpretación deAristóteles, la célebre doctrina del entendimiento sepa-rado. El entendimiento activo ejerce dos accionessobre el entendimiento pasivo: -laprimera en tanto -que ésta no haperfeccionado su ser, en tanto queno ha pasado á inteligencia recibiendo las formasinteligibles; la segunda consiste en atraer á si el en-tendimiento adquirido, que entonces se borra por-que la forma más fuerte hace 'desaparecer la másdébil; pero esta conjunción no va más allá de estavida, no habiendo nada de eterno másque el en-tendimien to u niversal; eraies quede él emanan son imperecederas en la humanidad,pero nada queda de ellas en la inteligencia indivi-

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dualque las recibe. La terrible persecución de los

almohades cortó el libre vuelo del pensamiento re-

flexivo de los musulmanes españoles, pero no im-

pidió que sus trabajos, mediante las traducciones

hebraicas y las latinas hechas en Narbonay en To-

ledo, influyeran en los pensadores cristianos deter-

minando el movimiento que se ha llamado escolás-tica filosófica.

Sabernos que la filosofía había penetrado ya enCórdoba en tiempo de Mahomet, quinto sultán orneya.En tiempo de Abderramén III encontramos á Ibn-Ma-sarria, panteísta, que había estudiado en las traduccio-nes de ciertos librr,s griegos, que los árabes atribuyená Empedocles. Acusado de impiedad, tuvo que mar-char á. Oriente, donde se familiarizó con las diferentessectas, y acaso se afilió en la sociedad secreta de losislamitas. Volvió á su país afectando gran devoción, ylogró reunir una numerosa escuela; pero los teólogos,alarmados, hicieron quemar sus obras. Contra ellasparece que escribió una el célebre Zobaidi. Sabernostambién que de la espléndida protección que Alhakén II.dispensó á los literatos no fueron excluidos los filóso-fos; pero Almanzor, á quien se tachaba de serlo, paraacallar mutmuraciones hizo separar por los ulemas más.reputados en la gran biblioteca de Alhakén las obrasfilosóficas y astronómicas, y las quemó con sus propiasmanos. La persecución que inició contra los filósofosno produjo más resultado que el que éstos se ocultaran,pues á la caída del califato los discípulos de Ibn-Masarria formaban una secta numerosa, otra bajo extra-ñas fórmulas (la tierra descansa sobre un pescado, estepescado está sostenido por el cuerno de un toro, este

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— 348toro se halla en una roca que un ángel lleva sobre sucuello, debajo de este ángel están las tinieblas, y porbajo de las tinieblas un agua que no tiene fin), en queparece reconocerse el simbolismo oriental, enseñaba

ue el universo es ilimitado y que las religiones puedenimponerse por violencia ó por fraude, pero no demos-trarse; no siendo, por lo demás, menos enemiga de lafilosofía griega. En ésta se apoyaba una escuela natu-ralista á quien el estudio de las Matemáticas y el de laAstronomía hacía que declararan absurda la religiónporque no podía demostrarse corno estas ciencias.- Nidejó de aparecer también el escepticismo, tan propiodel carácter árabe. Bajo el nombre de religión univer-sal despreciaban igualmente toda religión y toda filo-sofía, aceptando los más moderados la existencia deDios y la misión de Mahoma; otros sólo la primera;algunos por religión universal entendían los principiosmorales que toda religión practica y la razón aprueba,mientras que los más avanzados se encerraban en laduda absoluta, diciendo que ni la existencia de Diosni la creación del mundo habían sido probadas; perotampoco que Dios no existiera ni que el mundo fueraeterno. Tenernos, pues, noticias de un movimiento filo-sófico en el período propiamente árabe; pero estas noti-cias incompletas no nos permiten apreciar debidamentelas influencias orientales ni las que pudieron ejercer lasescuelas muzárabes, que conservaron las doctrinas deSan Isidoro, en las que brilló el primero Juan Hispa-lense, á quien los árabes llamaron Cayed Almatrcin (Sa-cerdote metropolitano), y Álvaro Cordobés, cabeza dela dialéctica romana. Necesitamos bajar hasta el perío-do de los almoravides para encontrar un pensador connombre propio y de ideas conocidas. Éste es el quelos escolásticos llaman Avempace, evidente corrupciónde Ibn-Badja (Abu-Becr Mohamed ben- Yahya), por so-brenombre Ibn-al-Zayeg (EI hijo del platero), que na-

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349ció en Zaragoza á fines del siglo XI, se estableció des-pués en Sevilla, y por último pasó al África, donde go-zó de gran consideración de los monarcas almoravi-des, muriendo en Fez en 1138 y dejando por su muerteprematura incompletos sus escritos más importantes.Además de algunas obras de medicina y de matemá-ticas (y nótese que los escolásticos árabes son médicoscomo los cristianos sacerdotes) compuso comentariosá muchos tratados de Aristóteles, especialmente sobrela Física De la Generación y Corrupción, algunas par-tes de la Meteorología y los libros que siguen á la His-toria de los animales. Entre los originales que dejó in-completos se cuentan varios tratados de Lógica (exis-tentes en la biblioteca del Escorial), el del Alma y eldel Régimen del Solitario. Cítanse además corno suyosel Tratado de la C0111.1111C1C3,1 del Entendimiento con elHombre y su Carta de Despedida. El más importantees el Régimen del Solitario, de cuyo contenido tene-rnos noticia por Moisés de Narbona. Comienza porexplicar lo que entiende por régimen (tedblr); éste su-pone concurso regulado de acciones que suponen lareflexión y que sólo es propio del hombre. El régimendel solitario debe ser la imagen del Estado modelo.En éste no se necesitan médicos, porque sus ciudada-nos no cometen excesos; ni jueces, porque están uni-dos por el amor. Los solitarios en un estado imperfectoson como las plantas que espontáneamente brotanen un terreno cultivado, y extranjeros á su familia yá la sociedad, deben tratar de llegar á ser los miem-bros de un Estado perfecto. Las acciones que á él pue-den conducirnos son las libres, las que resultan de lareflexión, para lo que es preciso que el solitario se dejeconducir por el alma racional y , no por el alma animal,haciendo más bien lo justo que lo útil. De este modollegará á, las formas espirituales, que son tanto más per-fectas cuanto más se alejan de la corporeidad, y por

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último á las formas especulativas (intelligibilla specula-i;va), al entendimlento adquirido, emanación del enten-dimiento por el que viene á comprenderse á síinísmo COMO sér intelectual, é identificándose con eloitendimiento activo á ser entendimiento en acción, quees el fruto de toda ciencia. Abu-Becr Moñammed benAd-el Melic Ibn Tofizil nació en Wadi-Yasch (Guadix)

,en los primeros años del siglo XIII y se hizo célebrecomo médico, matemático, astrónomo, filósofo y poe-ta, lo que le valió la amistad del segundo monarca delos almoravides, á la que atrajo los sabios más ilustres,siendo el que le presentó á Averroes. Murió en Marrue-cos en 1185, habiendo asistido á su entierro el emirYacub Almanzor. De sus obras no nos queda más queuna; sabemos, sí, que escribió de medicina, que en as-tronomía había encontrado un medio para prescindirde las excéntricas y de los epiciclos de Ptolomeo, yCasiri habla de un libro titulado Misterios de la sabidu-„ría oriental. Discípulo de Ibn-Badja, muestra en su ce-lebrada novela filosófica (Leibnitz gustaba mucho desu lectura) cómo el solitario, libre de las preocupacio-nes de la sociedad y de su influencia, llega por si pro-pio á la resolución de los más altos problemas metafí-sicos. Hay, á quien valiéndose de una ficción de Avi-cena hace nacer de la tierra por ciertas circunstancias,y_ después hace alimentar por una gacela, notiene al principio más que conocimientos sensibles,pero éstos le llevan á adquirir nociones de fí sica. Ob-servando que los seres son unos por esencia y múlti-ples por accidente llega á distinguir la materia de laforma. Reconociendo la unidad del mundo y encon-trando razones iguales para suponerlo eterno ó creado,de su existencia supone la de un agente que lo muevey lo conserva. Todas las formas se encuentran en él,es en algún modo el único sér. Nuestra inteligenciaabsolutamente incorporal es la verdadera substancia

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del hombre; su felicidad y su dolor están en relacióncon su unión ó apartamiento de Dios. El que rompelos lazos del sentido y de la imaginación y no dejasubsistir más que el pensamiento se cree enteramenteidentificado con el Sér Supremo y todo el universo leparece no existir más que en Dios, desapareciendo en-teramente la multiplicidad (propia sólo del cuerpo ydel sentido) para el que se ha emancipado de la materia.Hay contempla no á Dios mismo, sino su reflejo en eluniverso. Su luz aparece resplandeciente en las inteli-gencias de las diferentes esferas, mas en el mundo delnacimiento y de la nwerte, como el reflejo del sol en elagua turbia; desciende luego y ve otras esencias se-_

mejantes á la suya, unas en nimbos luminosos, otrassumidas en las tinieblas; son las almas puras é impuras.Cuando sale de su éxtasis se encuentra de nuevo enel mundo sensible, porque este y el mundo superiorson como dos esposas del mismo marido, no se puedecomplacer á una sin disgustar á la otra. Asa!, que pormedio de la religión ha llegado al mismo resultado queHay, habiéndose retirado para entregarse á la con-templación á la isla que habita Hay,

entregars encuentra, le

enseña el uso de la palabra y lo instruye en la religión,resultando de sus conferencias que las verdades ense-ñadas por la religión y la filosofía son las mismas, sóloque aquélla reviste de formas que las

bhacYan acce-

sibles al vulgo: así el antropomorfismo del Corán y susdescripciones de la vida futura no son más que imá-genes que encierran un sentido profundo y el permisode adquirir y gozar bienes terrenos, que no convieneal verdadero sabio una concesión á sus necesidades.Hay manifiesta entonces el deseo de ir entre los hom-bres para enseñarles la verdad; Asal condesciende,aunque con disgusto. Valiéndose de una nave que porcasualidad abordó á la isla desembarcan en otra ha-bitada antes por Asal, donde los amigos de éste le

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— 352hicieron una entusiasta acogida; pero apenas Hay lesexpone sus ideas, la amistad se resfría, y los dos ami-gos, renunciando á la sociedad, se vuelven á su retiro.

Cuenta Abd-el-Wahid que deseando Abu-Yacub-Vusuf encontrar un sabio que le hiciera un análisis cla-ro y razonado de las obras de Aristóteles, Tofail, suvisir, le presentó á Averroes. Éste, cuyo verdaderonombre esAbul-WalidMohamedIbn-Ahmedlbn-Roschd,nació en Córdoba á principios del siglo XII de una fa-milia que se había distinguido en la magistratura (suabuelo había sido Khadí al Kodha de toda Andalucía).Corno ellos, Ibn-Roschd estudió el fik'h ó sea el dere-cho teológico musulmán, después cursó la medicina yla filosofía, siendo uno de sus preceptores el célebreIbn-Badja, sobresaliendo tanto en estas carreras, quefué cadí de Sevilla y de Córdoba y médico de Yusuf,mereciendo igual favor de los almoravides que de losalmohades, que les sucedieron en el dominio del Áfri-ca y de España. Hacia el fin de su vida, bien fuera por-que ofendió la vanidad de Almanzor, que en uno desus libros le llamara rey de los berbetiscos y le trataracon poco respeto diciéndole escucha, hermano, bien por-que le denunciaran al fanático monarca de cultivar lasciencias paganas con menosprecio del mahometismo,fué privado de sus dignidades y confinado á Elisana(Lucena); pero habiendo influido algunos personajesde Sevilla se le levantó el destierro y fué á Marruecos,donde murió en 1198. Con razón ha merecido Ibn-Roschd el epíteto del Comentador. Creía que Aristóte-les había llegado al más alto grado de la superioridadhumana, á cuyo pensamiento nada importante se po-dría añadir. Acerca de él escribió tres especies de co-mentarios: los comentarios medios, los grandes co-mentarios y una especie de resúmenes de su doctrina,que expone en su propio nombre. Escribió ademásmultitud de tratados particulares, entre los que citare-

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JJ,.)mos la Destrucción de la _Destrucción, en que refuta áAlgazalí, La refutación de la división de los se 7- de _Ibn-Sinna, el _Tratado del intelecto material ó de lai)osibili-dad de la conjunción, Sobre el verdadero sentido de losdogmas religiosos (existente en árabe CP el Escorial),La concordancia entre la Religión y la Filosofía y elAndlisis de la 11/fe a jis ¡ea de Nicolds. Aun en los casosen que presenta ideas originales cree que éstas son laexpresión más fiel de la mente del maestro. Tal sucedeen la teoría del entendimiento. « Por lo que acabamos dedecir—escribe—conoceréis las dos opiniones sobreel entendimiento material; á saber: la de Alejandro(de Afrodisias) y los otros comentadores y reconoce-réis también que la opinión verdadera, la de Aristóte-les, es la reunión de las dos, porque por nuestra hipó-tesis evitamos (como lo han hecho los últimos) hacerde una cosa que es una substancia separada una espe-cie de disposición, porque suponemos que la disposi-ción no se halla en la substancia por su naturaleza, si-no porque la substancia se halla unida á otra en quesemejante disposición se halla esencialmente, que esel hombre, y avanzando en seguida que hay una cosaá que esta disposición corresponde de una manera ac-cidental, evitemos hacer del entendimiento en poten-cia una simple disposición (como lo ha hecho el pri-mero).» La teoría del entendimiento separado produ-jo gran sensación entre los escolásticos cristianos. Re-futáronla Alberto Magno, Santo Tomás y RaimundoLulio, dividiendo á los aristotélicos en dos campos,hasta el punto de que León X tuvo que condenar enuna bula las doctrinas del filósofo árabe.

Escolástica judáica. --El movimiento religioso é

intelectual del mundo mahometano no dejó de sen-

tirse en la sinagoga, modificando profundamente las2 3

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anticruas sectas. Los karáitas, procedentes de los sa-duceos, proclamaron el principio del libre examen

y de la interpretación individual de la Escritura, ylos rabbinitas ó partidarios del Talmud, al lado dela autoridad de la Escritura y de la tradición, reco-nocen la de la razón, que enseña las mismas verda-des que aquéllas. La lógica de Aristóteles, que en-tonces comenzaba á estar en boga entre los ára-bes, sirvió á los teólogos judíos en sus polémicas,aunque éstas fueran dirigidas en gran parte contralas doctrinas peripatéticas, manteniendo contra ellasla voluntad de Dios y la creación ex nihilo; perola escolástica hebrea no comenzó hasta que los ju-díos españoles se emanciparon de la Academia deSora.

Durante el reinado de Almanzor, segundo califade los Abasidas, Anan-ben-David, uno de .los princi-pales doctores de la Academia babilónica de Sora, sepuso á la cabeza de una secta análoga á los motecale-mín árabes, de los que aceptaron los razonamientos yhasta el nombre, y que son conocidos con el de Ka-raint .(textuarios). Como los fundadores del Calara, tra-taron de dar á la revelación un fundamento filosófico,y sus principales doctrinas eran: que la materia no eraeterna, que el mundo había sido creado, y, por consi-guiente, que existe un creador (Dios) que no tiene prin-cipio ni fin, que es incorporal y no puede estar ence-rrado en los límites del espacio, omnisciente, cuya vi-da es la inteligencia, y es la inteligencia pura, y que

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35 5obra con libre voluntad de acuerdo con ella, añadien-do alguno (David ben Merwan) que el hombre era elmicrocosmos, y, por consiguiente, superior á los ánge-les, como la criatura más perfecta. Los tamuldistas, ásu vez, tuvieron que apelar á la razón, y Saa di a ben

Joseph, presidente de la Academia de Sora, admitien-do que no hay contradicción entre la razón y la fe, es-tima que ésta es necesaria para adelantarnos verdadesque la primera no hubiera podido adquirir sino á costade grandes esfuerzos y de mucho tiempo. Con estesentido admite aquellas creencias que, como la resu-rrección de los muertos, no se oponen absolutamente ála razón; pero desecha las que considera absurdas, co-mo la metempsícosis. Niega la existencia de Satanás,y piensa que el así llamado, lo mismo que los hijos deDios que figuraron en el prólogo del libro de Job, sonhombres.

El escolasticismo judáico comienza con el ma-lagueño Ibn-Gebirol, que supone que excepto Dios,todas las cosas, hasta las almas, están compuestasde materia y forma unidas por el movimiento queprocede de la voluntad del Creador y no de suinteligencia, que sólo hubiera podido producir loinfinito. Contra él y contra otros escolásticoshebreos (menos atrevidos) escribieron Bechai, teó-logo moralista con tendencia ascética, y JudáHallevi, que combate á los que creen que por larazón pueden alcanzarse las verdades reveladas; pe-ro aunque éstas no sean contrarias á aqu é llas, só-

lo por la fe podemos participar de la inspiración de

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los profetas. El hombre destinado á armonizar es-

tas opuestas tendencias es el célebre Maimónides.

Poco después de la muerte de Saadia los judíosespañoles fundaron una academia en Córdoba, de quefué jefe Hasdaí, célebre médico y embajador de Ab-derramán III cerca de la reina Tota, el que aprove-chando el favor que tenía con el Califa enriqueció lasescuelas españolas con las obras de los hebreos orien-tales é hizo florecer en ellas los estudios teológicos yliterarios. Hijo de ellas fué un pensador relativamenteoriginal, el citado por Santo Tomás con el nombre deAvicebrón, y que no es otro que Ibn- Gebi rol, autor delMekor Ilayyinz (traducida al latín con el título de Fonsvitce). Según él, la materia no es más que la facultad deir recibiendo la forma y ésta la que limita la materiahaciendo de ella una substancia determinada. La ma-teria recibe según la facultad de recepción' que lavoluntad de Dios ha puesto en ella, y esto es Poco encomparación de lo que esa voluntad podría producir.Esta intervención de la voluntad divina distingue á laescolástica hebrea de la árabe; pero aunque con ellanuestro filósofo tiende á explicar el dogma de la crea-ción, los teólogos judíos, que adoptaron en sus ritoslos himnos de Ibn-Gebirol, dejaron caer en el olvidosu Fuente de la vida. Mas con esto no impidieron elmovimiento filosófico: Maimónides nos cuenta que suscompatriotas en general abandonaron el método delos montecallemín y abrazaron las opiniones peripaté-ticas en cuanto no se oponían directamente á los dog-mas fundamentales del judaísmo. Para evitar esta inva-sión de la filosofía, Bahya ben Joseph (Bechai), el Aga-zalí hebreo, en su libro De los deberes de los corazonestrata de presentar una teoría completa y sistemáticade la moral judáica por el método de Saadia, aunque

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357muestra conocer bien el sistema aristotélico; y el céle-bre poeta Juda-Halleví, aprovechando la conversión almosaísmo del rey de los khazares, congran parte desu puebLo, escribió un diálogo en que este monarca,advertido por un sueño de que sus intenciones eranaceptas á Dios, pero no sus obras, conversa sucesiva-mente con un filósofo, un teólogo cristiano y un mu-sulmán, que no logran convencerlo: entonces apela á unjudío, que responde satisfactoriamente á todas las cuestio-nes que le son propuestas, estableciendo que la revela-ción aunque no contraria á la razón es superior á ella, yque las prácticas prescritas por la religión tienen unsentido profundo y son símbolos de sublimes verdades.La razón puede suministrar igualmente pruebas, perola eternidad del mundo y la creacion explicadas porla tradición no interrumpida desde los siglos más re-motos tiene más fuerza probatoria que una colecciónde sutilezas á que pueden oponerse otras. Esta venera-ción al saber tradicional le arrastró hacia el misticis-mo de la cábala, á que atribuía tanta antigüedad, quehacía subir el Iecira nada menos que hasta ...A.brahán.

MairnÇSnides, la antorcha de Israel, el segundoMoisés, en su Moré nebouchim (Guía de los extravia-dos),y en sus demás escritos filosóficos, se propo-ne conciliar la Biblia con la Filosofía. Para estomodifica y aun combate en algunos puntos el sis-tema de Aristóteles y respecto de la primera busca, en la lengua misma el fundamento de sus interpre-taciones alegóricas, porque no hay nada, según él,en la ley de Dios que no tenga su razón física, mo-ral, histórica ó metafísica. Todas las ciencias tie-

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— 358nen por objeto hacernos gozar de la vista de nues-tro Padre y de nuestro Rey; pero entre ellas ocupael primer lugar la Metafísica, á la que siguen la Fí-sica, en que incluye la Psicología, y, por último,las Matemáticas y la Lógica. En Psicología admiteque la inteligencia es el único principio que sobre-vive al organismo, por lo que explica la resurrec-ción de los cuerpos como un símbolo. Si la inteli-gencia es la parte más noble de nuestra naturaleza,conocer á Dios y amarle es el fin supremo de lavida; pero reprueba el ascetismo recordando que laEscritura impone al nazareno una expiación porhaber pecado contra si mismo: todas nuestras ac-ciones deben ser reguladas de modo que formenuna escala de perfección, apreciando nuestras nece-sidades en justa medida, cuyo limite es la relaciónal fin supremo y al principio inmortal de nuestraexistencia. Así el sabio debe casarse-no por placer,sino para conservar por la continuación de nuestraespecie el conocimiento de Dios sobre la tierra. Larazón y la ciencia son la fuente de la verdad y elculto más puro que podemos ofrecer á Dios; la Es-critura Santa no enseña otra cosa, pero se sirve desímbolos y de alegorías para llamar la atención dela generalidad. No hay, sin embargo, término decomparación posible entre el Creador y la criatura;así de Dios sabemos no lo que es, sino lo que no

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359es. Negando la existencia de atributos positivos, en

Dios incompatibles, con la esencia simple é indivi-

sa, lo que le lleva hasta negar la unidad y la exis-

tencia, admite en Él atributos negativos, entre los

que comprende no sólo los metafísicos (la unidad,

la infinitud, la eternidad, la inmaterialidad, etc.),

sino los personales, corno la conciencia, en la que

se identifican el que entiende y lo entendido. Ense-

ña que el mundo ha tenido principio, pero no cree

que tendrá fin; supone que el universo está com-

puesto de cinco grandes esferas (la escala de Jacob)

que giran alrededor de la tierra; ellas y cada una de

las estrellas y planetas ejercen influjo de una ma-

nera particular sobre la tierra; la luna sobre el agua,

el sol sobre el fuego, los planetas sobre el aire, etc.

El mal no es más que una privación; la Providencia

divina no alcanza á los individuos más que cuando

éstos son inteligentes y libres; respecto de las demás,obra sólo sobre las especies, dejando á los indivi-

duos entregados á las leyes generales de la natura-

leza. No hay un solo precepto en el Pentateuco ,que

no encuentre su explicación en la razón ó en la ma-

teria. El Moré nebouchim, del que ha dicho un rabí

de Toledo quefortifica las raíces de la religión, pero

que destruye sus ramas, produjo un cisma en las si-

nagogas, pero acabó por triunfar en los espíritus

ilustrados.

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,V)Ises hez 111ainzzín nació en Córdoba en 1185. Supadre, tamuldista distinguido, lo inició en el estudiode las ciencias judaicas, aprendiendo las árabes conun discípulo de Ibn-Badja, en cuya escuela tuvo porcondiscípulo al famoso astrónomo sevillano Djeber.Contaba apenas trece años cuando Abdel-Mumén seapoderó de Córdoba; los cristianos y los judíos tuvie-ron que elegir entre la apostasía ó el destierro. Duran-te seis ó siete años, Maimónides tuvo que profesar exte-riormente el islamismo, de lo que no se salvó sino cuan-do, después de alguna residencia en África, donde losjudíos estaban menos vigilados, pudo trasladarse áEgipto. Allí, por el favor del cadí Al-Fadhel, llegó áser el médico de Saladino. Su celebridad y su fortunano dejaron de suscitarle enemigos, que le acusaron dehaber vuelto al judaísmo después de haberse hechomahometano, lo que tenía pena de muerte; pero suprotector lo defendió diciendo que no hay apostasíaen abandonar una religión que no se había aceptadosino por la violencia. De lo restante de su vida sólo sa-bemos que padeció una larga enfermedad y que murióen 1204, dejando un hijo único que logró fama de mé-dico y de teólogo. Las obras de Maimónides puedenclasificarse en médicas, teológicas y filosóficas. Estasúltimas, las únicas de que debemos ocuparnos, son unpequeño vocabulario de Lógica, ocho capítulos quesirven de introducción al tratado de Abot y que se lla-man vulgarmente Los ocho capítulos de Maimónides, elLibro de la Ciencia (Sepher-ha-mada), el Tratado de laresurrección de los muertos y algunas de sus cartas v pa-sajes de sus obras talmúdicas, pero principalmente elM)re nebouchim, Guía de los extraviados ó de los per-plejos, todas ellas escritas originariamente en árabe.Obsérvanse en la primera de estas obras, verdadero tra-tado de psicología, algunas desviaciones de Aristóte-les, tales corno la supresión del alma io¿somotiva y la

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elevación á verdaderas facultades de la imaginación •yel apetito, así corno sin apartarse aparentemente deél da á la inteligencia una mayor individualidad queproduce sus consecuencias en la Moral, de que se ocu-pa en el segundo libro del Sepher-luz-mada. Todasnuestras acciones deben tender á cultivar nuestra inte-ligencia para conocer á Dios, y aun conociéndoloamarlo; pero para conocerlo es preciso ser dueños denosotros mismos, que cuidemos de nuestra salud y denuestros intereses materiales, no para enriquecernosni para gozar, sino para que libres de cuidados poda-mos conservar la libertad del espíritu; por eso com-prende en la moral un tratado de higiene y otro deeconomía doméstica; debemos casarnos, pero cuandopodamos subvenir á las cargas del matrimonio; noproscribe las artes que recomienda como medio de al-canzar la serenidad del alma; pero ellas, y aun la caridad

. misma, deben encerrarse en lo que permitan nuestrosmedios. La Guía de los perplejos se dirige á, los que,hallando en los Libros santos cosas al parecer contra-dictorias é imposibles, ni se atreven á admitirlas porrespeto á la razón, ni á desecharlas por temor de faltará la fe. Consta de tres partes: en la primera expone elsistema de interpretación; la segunda está consagradaá la teodicea y la cosmogonía, terminando con una cu-riosa explicación acerca del dón de profetizar. Es esteun dón que la Providencia no concede á todos loshombres; pero que exige circunstancias naturales, queson la imaginación, que sólo puede explicar las visio-nes y los sueños de los profetas, que tienen algo deextraño y de chocante para nosotros, una intuición rá-pida que no viene á ser sino la perfección del presen-timiento que todos tenernos del porvenir, el carácterque nos lleva á, comunicar á los demás lo que hemosvisto, y, sobre todo, el temperamento, pues que nues-tro filósofo cree que hay gran relación entre

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nación y el cerebro. Por último, en la tercera parte tra-ta del rríal, de la libertad y de la Providencia é intentaconciliar la Biblia con la filosofía. Encuéntrase aquícon la cuestión de la presciencia divina y la libertaddel hombre, y no atreviéndose á atacarla de frente, di-ce que conocernos la segunda; pero que no tenemosde la primera una idea tan clara que podamos reputar-las incompatibles.

Escolástica filosófica.—E1 conocimiento de la Fí-sica y Metafísica de Aristóteles y el de los comen-tadores árabes y hebreos, mediante la difusión enla Europa cristiana de sus traducciones hebráicas ylatinas, abrió ante la escolástica nuevos horizontesque no sólo ensancharon el círculo de las ideas has-ta comprender en la filosofía las ciencias naturales,sino que le dió más amplio sentido, tratándose deconciliar la fe con la razón, el nominalismo con elrealismo. Tién ese por iniciador de este movimien-to, ó por lo menos sirve de intermediario entreesta nueva fase y la antigua de la escolástica,Alejandro de Alés (doctor irrefragabilis), maestro,según se dice, de San Buenaventura, de Santo To-más y de Duns Escoto, que en su Sumrna universaTheologia ha dejado un modelo del método segui-do después por los autores escolásticos. AlbertoMagno, el verdadero fundador de la escolástica fi-losófica, cuyo saber le valió en su tiempo la repu-tación de mágico, expone á Aristóteles con más

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erudición que genio. Nótanse, sin embargo, corno

ideas que parecen propias en Metafísica y Teología

la consideración del sér en sí y de Dios como en el

sér necesario, en Psicología la del alma como una

substancia independiente de los órganos capaz de

separarse de ellos, de lo que dice haber reconocido

la verdad en las operaciones mágicas, y en Moral

la de la conciencia como la ley suprema y la de

las virtudes teologales corno un dón de Dios (vir-tus infusa). Pero su mayor título de gloria es el ha-ber sido el maestro de Santo Tomás.

Ha corrido mucho tiempo corno verdad general-mente aceptada que el conocimiento de los trabajosfilosóficos árabes y hebreos lo debió la Europa cristia-na al monje Gerberto, luégo Papa con el nombre deSilvestre II, que estudió en las escuelas musulmanascordobesas, de donde llevó á Italia la notación numé-rica que los árabes enc9ntraron en la India y conoci-mientos físicos que le ganaron la reputación de nigro-mántico. Posteriores investigaciones parecen dar porresultado que estos conocimientos debió adquirirlosen las escuelas muzárabes de Córdoba ó en las isido-rianas que se conservaban en Cataluña; pero sobre to-do han venido á poner en claro que debemos á los ju-díos la conservación y difusión de las obras filosóficas.de los árabes y las de los mismos hebreos, escritas pri-mitivamente en arábigo, merced á las traducciones he-bráicas y latinas hechas en Toledo y en Narbona, sal-vándolas de la persecución fanática de los almohades,que concluyó con casi todos los originales. De España,y probablemente también de Sicilia, se comunicó el

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saber oriental á la Europa cristiana, dando nueva di-rección y mayor amplitud á los estudios. Cuéntanse en-tre los que primero lo intentaron Alejandro de Alés(Aiesills), llamado así, ó del lugar de su nacimiento, ódel monasterio del condado de Glocester, donde fuéeducado. Deseoso de instruirse, fué á Francia, aunqueya era arcediano en su país; allí tomó el título dedoctor en la Sorbona y profesó en un convento defranciscanos. Se le han atribuido traducciones ó co-mentarios de las obras de Aristóteles, que no presen-tan caracteres de autenticidad; desde luego el comen-tario sobre la Metafísica de Aristóteles, impreso con sunombre, es de Alejandro de Alejandría. También seha puesto en duda que fuera el maestro de las tresgrandes lumbreras de la filosofía escolástica en el si-glo. XIII; sin embargo, San Buenaventura afirma posi-tivamente haber sido su discípulo. Su Suma teológica,en cuatro libros, parece haber servido de modelo en elmétodo á la de Santo Tomás, que reprodujo en la suyamuchas de sus decisiones, gozando de tal autoridad,que se llamaba á su autor la Fuente de las luces. Murióen 1238. Alberto el Grande, de la familia de los con-des de Ballstadt, nacido en 1193 ó 1205 en Lavingen(Suecia), y muerto en 1280, estudió en Padua, y con laasidua lectura de Aristóteles y de sus comentadoresárabes, adquirió la erudición que le hizo justamentecélebre. Entró en la orden de predicadores, y despuésde haber enseñado con gran éxito en muchas ciudadesalemanas, fué á París acompañado de Santo Tomás.Al cabo de tres años volvió á Alemania, donde suce-sivamente fué elegido provincial de su orden y obispode Ratisbona, cargo que renunció para entregarse alestudio en un convento de su orden, del que no saliósino para predicar la Cruzada en 127o y acaso paraasistir al concilio de León en 1274. Algunos historia-dores aseguran que, apesar de su avanzada edad, em-

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prendió un viaje á París para defender la doctrina deSanto Tomás, entonces muy combatida. De su saberse cuentan cosas maravillosas: dicen que hizo un autó-mata dotado de movimiento y de palabra, que SantoTomás rompió á palos creyéndolo obra del diablo, y quecuando Guillermo de Holanda fué á visitarle le presen-tó en el jardín del convento una temperatura de prima-vera en medio del invierno; ni falta quien asegura queen este convite hizo brotar videsque dieron uvas de quese hizo vino. Piensa la filosofía como la reunión de losconocimientos debidos á la libre reflexión del hombrela lógica como la ciencia de la demostración (no sólodel silogismo) y del lenguaje como forma de la defini-ción. En la cuestión de los universales se decide porel realismo por ser la doctrina más conforme á la men-te de Aristóteles. En metafísica considera, no la rela-ción de causa como muchos filósos árabes, sino el séren sí, cuyas determinaciones examina con arreglo á lascategorías, con distinciones á veces tan sutiles comola que distingue en la materia la substancia idénticade la aptitud variable de recibir diferentes formas.En psicología considera al alma como un todo vir-tual, tolum polestatízium, que contiene las propiedadesque le daban los aristotélicos. Como substancia inde-pendiente del cuerpo, que separada de él puede mover-se de un lugar á otro, cujus díam zieritatem nos ipsi ex-perti sumos in magicis. A, los sentidos junta el sentidocomún, la imaginación y el juicio, que ocupan celdasdistintas en el cerebro. El entendimiento pasivo, sim-ple posibilidad, varía en los individuos; el entendimien-to activo separa las formas, haciéndolas fijas y univer-sales: no se confunde con el alma, pero se une á ella,emanación ó imagen de la Inteligencia Suprema, pu-diendo el alma así esclarecida sobrevivir al cuerpo. De-muestra ó mejor muestra á Dios por la idea del sernecesario, en que el sér y la esencia se identifican, e

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cluyendo de la teología racional todos los dogmas po-sitivos, porque el alma no puede conocer por sí másque las verdades cuyo principio ó cuya imagen llevaen sí misma. Toma una especie de término medio en-tre la creación y la emanación (creatio univoca), perola niega respecto de las almas. Distingue en la con-ciencia la disposición moral, sindéresis, de la concien-cia propiamente dicha, y en las virtudes las teologales,que son efecto de la gracia de las cardinales, que seadquieren y sirven para mantener la voluntad en susjustos límites.

La filosofía escolástica llega á su apogeo en elsiglo XIII con Santo Tomás y Duns Escoto. El pri-mero, doctor angelicus, en su Sumina Theologia y ensu suma filosófica ó de Fide contra gentes establece launidad de la ciencia, por la unidad de su fin, laperfección del hombre, lo que supone entre sus di-versos ramos un principio común, una potestad di-rectriz que debe corresponder al que se ocupa decosas más inteligibles á la Metafísica ó la Ontolo-gía. Los juicios constan de dos elementos, unomaterial (los términos), otro formal (la relación ex-presada por la cópula); el primero se adquiere porla experiencia, el segundo se encuentra en el suje-to (formes cognoscibilium dicuntur esse in cognoscente);pero su fuente primera es la razón divina (necesseest ponere ideas in mente divina). Con esta distinciónse resuelve la cuestión de los universales. Respectoá la materia son la reunión de propiedades, y, por

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3 6 7consiguiente, son realia á parte rei, puesto que sumateria existe en los individuos; pero la forma és

la universalidad, que sólo se obtiene por abstrac-

ción, y bajo 'este respecto los universales no sonuniversales ,á parte rei, sino sólo it parte intellectús.La existencia de Dios no puede probarse ¿I priori,puesto que Dios es el principio de todas las, cosas;

pero - puede probarse et posteriori: primero por laexistencia del movimiento que supone un primer

motor, segundo por la relación de causa á efecto

que supone una causa primera, tercero por la ge-

neración y corrupción de las cosas (su contingen-

cia) que supone un sér necesario, cuarto por la

mayor ó menor perfección de los seres mundanos

que suponen el sér absolutamente perfecto, muin-

to por la tendencia de todas las cosas á un fin co-

mún que supone quien las dirige sicut sagita cti sagi-tario. Dios, como el sér primero y necesario, es

esencialmente simple, inmutable, eterno, inmenso

y uno. Dios está en el mundo corno la causa está

en el. efecto, luego sólo Dios es; las demás cosas

partidpan del sér, luego el origen de todas las cosas

por Dios, el mundo, no puede ser concebido sino

naciendo ex nihilo sui, esto es, por la creación pro-

piamente dicha. No puede probarse si el. mundo

es eterno ó ha nacido en el tiempo, sobre esto só-

lo la revelación puede decidir, 'pero pues que no

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ha sido hecha por el acaso, sino por Dios, es pre-

ciso que en Éste esté la forma, á semejanza de lacual, ha sido hecho, y, por consiguiente, que seala representación de las divinas perfecciones y co-mo el espejo de la divina esencia. De dos maneraspuede estar representada la causa en el efecto: permodum vestigii, cuando la representacion es signopor su imagen de la causa (como el humo repre-senta al fuego), y per modum imagini.s, cuando elefecto fuera de la causa representa alguna forma dela causa; así todas las criaturas representan la San-tisima Trinidad per modum vestigii; en cuanto subs-tancias representan causa y principio y manifiestanel vestigio del Padre, principio sin principio; encuanto son substancias con tal forma manifiestanel vestigio del Hijo, como la forma de cualquierobra manifiesta la idea ejemplar del artífice, y encuanto están en relación con las otras criaturasofrecen un vestigio del Espíritu Santo. Los espíri-tus, además, representan la Santísima Trinidad per

inodum imaginis, porque en cuanto entes inmateria-'les son imagen del Padre, principio de todo \ér •, encuanto entes inteligentes, imagen del Hijo, y encuanto seres con voluntad, imagen del EspírituSanto. Los seres mundanos se dividen en materia-les, inmaterialesy compuestos. Los seres inmate-Hales son exigidos por la misma perfección del

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mundo, pues si el efecto no puede asimilarse per-fectamente á la causa sino cuando la imita en elmodo de obrar, y Dios crea con inteligencia y vo-luntad, es preciso que existan seres inteligentes yvoluntarios, esto es, inmateriales. Los seres mate-riales concurren á la jerarquía del universo, segúnla cual todos los seres se subordinan según el. 0-r -bdo de su perfección. Los seres compuestos son loshombres. El hombre se diferencia por su cuerpo delos demás animales; pero se diferencia todavía máspor su alma inmortal; sus dos facultades, -la inteli-gencia y la voluntad, aspiran necesariamente á laverdad y al bien. Totius libertatis radix est in rationeconstituta, luego el hombre sólo es libre para elegirlos medios que le conduzcan al fin. El sumo bien,único que puede satisfacer el infinito anhelo de lavoluntad, es Dios. Dios es el bien y la verdad mis-ma (Deus est ipsa veritas) y quiere el bien necesa-riamente (Bonitatem suam ex necessitate vult), no son

las cosas buenas porque Dios quiere, sino Dios lasquiere porque son buenas. La conciencia obra enel hombre como testigo, declarando nuestra liber-

tad como estimulante ó sentido que nos impele al

bien, y como juez aprobando los hechos buenos yreprobando los malos. La perfecta beatitud del hom-bre existe cuando el hombre no quiere sino lo queDios quiere ó cuando refiere todos los bienes parti-

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culares al bien sumo. El poder en cuanto principiode orden representa á Dios, en cuanto ejercido portales ó cuales individuos á la sociedad.

Santo Tomás nació en Aquino (reino de Nápoles)en 1227. De la familia de los condes de dicha ciudad,renunció á las grandezas del siglo y tomó el hábito enla orden de Santo Domingo. Discípulo de Alberto elGrande, sus compañeros le llamaban por su silencioel buey mudo de Sicilia, pero bien pronto se hizo ad-mirar por la sagacidad de sus respuestas. Tan pocoapegado á los honores en el claustro como fuera, ja-más quiso aceptar otro cargo que el de profesor, en-señando en París, en Colonia y 'en algunas ciudadesde Italia con extraordinario éxito, muriendo en 1274en un monasterio de Italia, cuando iba al concilio deLeón. Escribió además de otros tratados menores (so-bre la Interpretación, los Segundos Analíticos, la Meta-física, la Física, el Tratado del Alma, los Parva Natu-ralia, la Política, la Moral, el Libro de las Causas, ElSér y la Esencia, la Naturaleza de la Materia, el Prin-cipio de Individuación, El Intelecto y lo Inteligible, laNaturaleza del accidente, etc.), comentarios sobre LasSentencias y las dos Sumas, que con razón se han lla-mado una de las tres maravillas del siglo XIII (lasotras dos son la Catedral de Colonia y las Partidas delRey Sabio), en donde principalmente expone su doc-trina. Ésta es una especie de término medio en que setrata de conciliar el nominalismo y el realismo, por loque los historiadores de la filosofía la clasifican ya enuna ya en otra de las dos soluciones que respecto á larealidad de los universales dividen á los escolásticos.Para Santo Tomás las ideas generales no son puras pa-labras, sino conceptos legítimos fundados en la obser-vación, pero como tales no existen en las cosas, sino

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que se forman por abstracción: los universales tienenpues, una realidad formal en el entendimiento, no una'realidad efectiva en las cosas. Santo Tomás es;pues, unconceptualista como Aristóteles su maestro. Verdad esque en la oposición insoluble entre la materia y la formase inclina decididamente á esta última, llegando á decircon sentido cuasi platónico idea in Deo nihil aliud est›quam Dei essentia, y que « todas las criaturas, lo mismolas espirituales que las corporales, existen sólo porqueDios las conoce. Dios produce por su inteligencia to-das las cosas porque su inteligencia (suum intellzk-ere)es su sér,» de donde consecuentemente infiere, en suteoría de la verdad trascendental, que las cosas no sonverdaderas sino por su conformidad á las ideas, queéstas son, por consiguiente, lo que hay de real en lascosas, lo que llevaría á, pensar que la Idea de Dios esanterior á Dios mismo, que Dios es un momento,aunque sea el más perfecto de la idea, cayendo así enel panteísmo lógico de Hegel, si por una feliz inconse-cuencia no distinguiera entre la realidad inteligible yperfecta de las cosas en Dios, de la realidad física delas mismas, sólo semejante á aquélla, concediendo á lamateria una cierta virtualidad negativa fuera de Dios,con lo que recae en el dualismo de que pretende esca-par. Esta dificultad aparece de nuevo cuando se tratade explicar el principio de individuación. Unos la po-nían en la forma, otros en la materia. Averroes supone,que arrastradas la una á la otra por la mano de Dios,la materia se queda como sujeto, la forma le imponesu límite, su determinación, Individuum fit hoc per for-nzam. Santo Tomás, partiendo de que la creación dela nada es un misterio, piensa que la causa eterna dela individualidad de las cosas es el acto voluntario delcreador que les ha dado el sér. ¿Pero y en el individuofísico? Santo Tomás piensa que la forma es lo univer-sal, la materia lo que lo limita; luego toda determina-

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372ción individual viene de la materia. ¿Pero si la materiaes lo indeterminado, cómo determina? Santo Tomáscontesta no es la materia general, quomodolibet accepta,sino la materia limitada por una cuantidad dimensiva,materia quanta, signata ceros dimensionibus. « Pero estoes la materia ya informada,» contestan sus contrarios.Propias doctrinas son también de Santo Tomás en psi-cología la distinción real del alma y de sus facultades,y la hipótesis de las especies inteligibles. Después decombatir la de las especies sensibles supone que todasensación toma en la fantasía una forma representativa.del objeto sentido, que la conserva, y que la inteligen-cia evoca cuando trata de formar un concepto general..

Tendencia semejante á la de Santo Tomás,aunque concediendo valor positivo á la materia, enla que pone el principio de individuación, pues se-gún él (Princip. de las cosas, quest. 7, art. I ysig.) la materia prima, aun despojada de toda for-ma, la materia meramente potencial y no seyentede Aristóteles tiene una realidad actual, una exis-tencia positiva y constituye en cada individuo elser propiamente dicho, muestra Juan Duns Escoto(doctor subtilis), que multiplica las distinciones y laterminología escolástica siguiendo las opinionescontrarias al primero en todas las materias enton-ces discutibles. Según él, el objeto de la Filosofíaes la investigación de la esencia, ó mejor de la al-goidad (quidditas) de las cosas. Pero de todas lascosas se dan dos ejemplares, uno increado ó la idea

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373en la inteligencia divina, que es su causa activa(idea in ipsa mente divina causans rema), y otro crea-do ó el concepto universal ó la especie formadaen el espíritu humano de lo percibido por los sen-tidos (species, sive conceptus universalis forh yttus ex resensibus percepta ctb intellectu creato). La verdad, quenace de la conformidad de la cosa con el ejemplarcreado, no es infalible, porque tanto el objeto deque es abstraído el ejemplar como el alma mismaque lo recibe son mudables. Así, aunque el ejem-plar recibido por los sentidos sea ocasión del cono-cimiento (intellectus non potest habere notitiarn simpli-ti= nisi acceptam it sensibles), el verdadero conoci-miento se forma en la inteligencia mediante princi-pios inmediatamente evidentes, pues para obtenerplena certeza no basta que sepamos por la expe-riencia lo que es, sino por qué es y por qué debe serasí. La certeza depende, pues, de un principio su-perior de la idea divina en nuestra inteligencia (estidea divina intellectu nostro radio videndi). Pero estaidea sólo se nos manifiesta de un modo indirecto(non radio directo sed rejlexo tantum), el hombre nove directamente á Dios, lo ve en sus obras, creadasá imagen de sus ideas, su espíritu es un espejo don-de se reflejan los universales que hay en las cosas,como éstas son otro espejo donde se reflejan lasideas que están en Dios. Los universales, pues, tie-

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- 374 —nen una existencia ontológica en los objetos antesde penetrar en el espíritu humano (universales estens, quia sub ratione non entes, nihil intellegitur quiaintelligible movet intellectum). Considera, pues, alentendimiento como enteramente pasivo (cum inte-llectus set virtus pasiva, non operantur nisi moveturobjecto), no hay relación directa entre él y Dios, yde aquí la necesidad en que se encuentra Escoto deinvocar á cada paso la revelacion divina. En Psico-logía enseña que las facultades no se distinguen delalma real sino formalmente, que la voluntad esesencialmente libre, buena cuando se conforma ymala cuando se aparta de la voluntad divina, y quela inmortalidad del alma no puede demostrarse porla razon natural. En Teología que la existencia deDios no puede demostrarse á priori no habiendoningún principio superior á Él sino á posteriori porla finitud y contingencia del mundo. La unidad deDios abraza la unidad de su esencia y de sus atri-butos, es, pues, simple sin ninguna diferencia. Lavoluntad de Dios, como libre de toda necesidad,es la ley absoluta, las cosas son buenas porque Diosquiere, no las quiere porque son buenas. De la li-bérrima y absoluta voluntad de Dios procede lacreacion sin suponer en las criaturas alguna objeti-va potencialidad (materia alguna); antes de la crea.-,cion las cosas están en Dios como las letras, que no

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tienen realidad hasta que se escriben, la universali-dad de las cosas se explica por reales relaciones en-tre ellas, principalmente por la armonía de los as-tros, por lo que la ciencia del influjo celeste es útily hermosa.

Juan Duns Escoto nació en 127 4 , no se sabe concerteza si en Escocia, en Irlanda ó en Inglaterra; estu-dió en Oxford, donde se hizo notar por su aplicación,especialmente á las matemáticas (ut ad Scotum

nemo,nisi teritus geomefer sujficiat). Habiendoápasado París su maestro Guillermo de Veira, le sus-

tituyó en su cátedra, siendo entonces cuando escribiósus primeras obras. Recibióse después de doctor enParís y entró en el orden de franciscanos, siendo des-de entonces la luz brillante de la orden. Llamado áColonia, murió en 1308, habiéndose esparcido sobresu muerte los más siniestros rumores. Sus obras com-pletas forman doce volúmenes en folio. Duns Escotoes un realista con tendencias nominalistas. Acepta larealidad de las ideas generales como entidades. y aun-que no declara explícitamente lo que entiende por estapalabra, parece inferirse que designaba con este nom-bre las ideas absolutas ó los tipos eternos de las cosas.Así parece resultar de su explicación del problema dela individualidad. Según él ésta no procede ni de lamateria ni de la forma ni de su unión, sino que pro-viene de una entidad positlzw, esta entidad positiva pa-rece ser algo semejante á las ideas platónicas; si no laconfunde con la forma es que hay entre ellas la mismadiferenciaque entre la causa y el efecto, la copia y elmodelo, no siendo la forma en el objeto más que el sellode esa forma superior. El alma intelectiva, como unode los términos de la creación, lleva en sí misma su

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individualidad, antes del matrimonio con el cuerpotiene ya su particularidad (sua particularitas). Apoyán-dose en esta unidad sostenía contra Santo Tomás quelas facultades del alma no tienen existencia distintaentre sí y mucho menos una existencia separada delalma, y concibiéndola como una fuerza exalta la vo-luntad, naciendo de aquí la acerba polémica entre es-cotistas y tomistas sobre la libertad, la gracia y la pre-destinación.

Los dominicos y franciscanos siguieron respectiva-mente las opiniones de Santo Tomás y Escoto, quellegaron á tener cátedras especiales en las Universida-des y ocasionaron disputas interminables, no siemprecontenidas en la esfera de la ciencia, que se han pro-longado hasta nuestros días. Entre los discípulos deSanto Tomás son dignos de mención Enrique Goethals(doctor solemnes,), que distinguió la esencia (quidditas)del supuesto de las cosas y en Dios la ciencia simpli-cis intellig, enci (e de la ciencia visoizis, dando por objetoá la primera la esencia, á la segunda los individuos.Ricardo de Middleton (doctor solidlls), que enseña queDios no cae ni bajo el concepto de lo general, ni bajoel de lo individual, y que es, por consiguiente, un sérsingular. Entre los de Escoto pueden citarse á Francis-co de Maironis Plagister abstractionum), que multipli-có las distinciones del maestro, senda en que le si-guieron los sucesivos escotistas, y Guillermo Durando(doctor resolutissinms), que primero tomista, luégo acé-rrimo impugnador de Santo Tomás, se aparta, sin em-bargo, de Escoto en algunos puntos, como, por ejem-plo, en el de la individuación, por lo que obtuvo en lasUniversidades cátedra propia. Contra él escribió Her-veo Noel (1Ierveus Natalis), que no menos acérrima-mente defendió las doctrinas tcnnistas.

Antes de acabar el siglo XIII dos hombres ex-.

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---- 377traordinarios habían el uno puesto á la vista lo ar-tificioso y falto de realidad del formalismo escolás-

tico y el otro señalado el camino para salir de aque-

llas fantálicas arquitectónicas. El primero, el es-pañol Raimundo Lulio, en su Ars magna pone porobra el gigantesto proyecto de construir una má-quina de pensar; el segundo, el franciscano R ugie-ro Bacón, en su Opus majus, demostrando que laEscolástica era un cúmulo de abstracciones, quepodría ser muy útil para ordenar ideas, pero que

era ineficaz para alcanzar el conocimiento de las

cosas, preconiza la necesidad de los métodos ex-

perimentales, que practica recogiendo ó adivinando

muchos importantes descubrimientos de que se glo-

ría la ciencia moderna.

Raimundo Lulio, que nació en Palma de Mallorca en1234, es la personificación más característica de la Edadmedia; caballero y fraile, libertino y asceta, filósofo yteólogo, aventurero y mártir. Hijo de un caballero quese había distinguido en la conquista de Mallorca, seeducó en la corte, donde ocupó un alto puesto (el desenescal); galán y poeta, escandalizó con sus amoríos,á los que no puso término ni su matrimonio, hasta queá la edad de treinta años, tocado de la gracia, vendiósus bienes, aseguró la subsistencia de su mujer y desus hijos y los abandonó para tomar el hábito francis-cano. Entonces, creyéndose con una misión divina,se entregó al estudio con febril actividad. Aprendiólatín, árabe, filosofía y teología, que intenta asimilarpensando que el objeto único de la primera era la de-

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— 378 mostración de los misterios de la segunda y la propa-gación de la fe. Con este objeto publicó á los cuarentaaños su Ars magna. Acogida favorablemente por Jai-me 1 y Juan XXI, que le concedió el permiso de fundaren Palma un convento para la enseñanza del árabe ydel grande arte y educar misioneros para la conver-sión de los mahometanos, en 1286 solicitaba en Romauna cruzada contra éstos, y con este motivo pasa áFrancia, sin obtener más que la aprobación oficial decuarenta teólogos para su libro. Desengañado del apo-yo que puede esperar de reyes y pontífices, va solo alÁfrica, desembarca en Túnez, pero es maltratado ytiene que refugiarse á bordo de una nave genovesa.Tenaz en su propósito, perfecciona de nuevo su arte,va á Chipre, á la Armenia, y vuelve á las costas delÁfrica, donde intenta convertir á un sabio musulmánbajo pretexto de abrazar él mismo el mahometismo;'pero conocido su intento, sólo debe la vida á la gene-rosidad de su adversario. En 1311 prosigue cerca deClemente V, en el concilio de Viena, sus propósitossolicitando la creación de una nueva orden militar, lafundación de cátedras de árabe y la condenación delaverroísmo. Al fin á la edad de ochenta años obtieneen Bujía la palma del martirio. Las peripecias de suvida no le abandonan tampoco después de su muerte.Mientras que su cuerpo hace en Palma milagros, quecon su martirio motivan su expediente de canonización,y se crean en las Universidades cátedras lulianas, elcardenal Eimerico presenta una bula de Gregorio XIen que se ponen sus obras en el Indice y sus discípu-los son tachados de heréticos, mientras que éstos nie-gan la certeza de la bula. La fecundidad de RaimundoLulio es, como todo en este hombre,prodigiosa. El ca-tálogo de sus obras ocuparía más espacio del que po-demos disponer (hay quien enumera 30o y quien laseleva á 4,000). Muchas no son másque reproduccio-

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379nes, comentarios, retoques ó aplicaciones del métodoá casos particulares, siendo las más dignas de menciónademás del Ars magna, el Ars generalis, Ars cabbalisti

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ca, Ars brevis, Ars inventiva y Ars demostrativa. ElArs magna es la determinación á priori de todas lasformas y combinaciones posibles delpensamiento,que se representan mediante cuatro cuadros. En el pri-mero un círculo señala los diferentes seres, que clasifi-ca, según el número cabalístico, de nueve: Deus, An-gelus, nelum, Homo, Imaginatibum, Sensitibum, Vege-tatibum, Elementatibum, Instrumentatibum, que se se-ñalan con las letras B, C, D, E, F, G, H, I, K. Otrocírculo interior al primero, dividido del mismo modocomprende los atributos del Sér: bonitas, magnitudo, n'u:ratio, potestas, cognitio, appetitus, virtus,veritas,gloria.Un tercero, más interior, los mismos atributos en con-creto: bonum, magnum, etc. Si se hace mover este ter-cer círculo, quedando inmóviles los primeros, se ob-tiene una serie de juicios: Deus bonus, Deus mag-nus,bonitas Dei magna, etc. Como las letras que corres-ponden á cada caso representan á voluntad el sujeto óel atributo, estas proposiciones pueden representarsepor las combinaciones binarias BB, BE, etc. La segun-da figura representa las relaciones bajo que los diver-sos atributos pueden ser considerados: B, diferencia;C, concordancia; D, contrariedad; E, priñcipio; F, me-dio; G, fin; H, superioridad; .1, igualdad; K, inferiori-dad; cada una de las cuales lleva tres sub-géneros. Latercera figura es la aplicación de las proposiciones dela primera á las distinciones suministradas por la se-gunda,y es un cuadro en que se representan las com-binaciones posibles de las letras tomadas dos á dos,manteniendo cada una el valor que tiene en las dos fi-guras precedentes; así las letras B, C (B, en la prime-ra, bondad, en la segunda diferencia, y C, en la prime-ra grandeza, en la segunda, concordancia) se inter,-

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pretan: la bondad ofrece una gran concordancia ydiferencia. En fin, la cuarta figura, combinación de lasotras tres, tiene por objeto la formación de los silogis-mos mediante el hallazgo de los términos medios. Secompone de tres círculos concéntricos cuyas revolu-ciones engendran todas las combinaciones posibles delas nueve letras tomadas tres á tres. Cada una de ellasproduce tres silogismos según se tome por medio unode los términos, número que se duplica cambiando elorden de los extremos. Si se añade que cada una delas letras de la primera figura tiene cinco significacio-nes diferentes y que cada una se multiplica por las dis-tinciones de la segunda, se comprende el inmenso nú-mero de razonamientos que se pueden obtener. La doc-trina de Raimundo Lulio tuvo cátedras en Mallorca, enMontpeller y en Roma. Sin embargo, á principios delsiglo XV la Sorbona manifestó su preferencia por la ma-nera más sencilla de los Padres y de los antiguos doc-tores. Entre los discípulos del filósofo mallorquín es elmás notable Raimundo de Sebunde, profesor en Tolo-sa. Policiano adoptó su método; Cornelio Agripa lo co-mentó, aunque censurándolo; Jordán Bruno intentó fa-cilitar el uso de su obra rectificándola; el padre Kir-cher, jesuita, le dió nueva vida en el siglo XVII, y porúltimo mereció los elogios de Leibnitz.

Rogerio Bacón (doctor admirabilis) es una víctimailustre de los prejuicios de su época y de un saber queexcedía en mucho al de sus contemporáneos. Nacidoen 121 4 cerca de Ilcester, en el condado de Sommer-set, de una familia antigua y respetada, estudió en Ox-ford las primeras disciplinas, pasando después á París,donde obtuvo el grado de doctor y acaso ingresó enel orden de franciscanos. Retirado en Inglaterra en unconvento de su orden aprendió el árabe, el aniego y elbhebreo para estudiar en los originales los textos quelos traductores habían desnaturalizado. Con el mismo

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sentido prefirió la observación directa de la naturale-za á los libros, proporcionándose instrumentos é in-ventando algunos. Pero estas experiencias sospechosasde nigromancia desagradaron á sus superiores, que, sincondenarlas explícitamente prohibieron á su autor co-municarlas bajo pena de confiscación de las obrasy ser él mismo puesto á pan y agua. Elevado al soliopontificio Clemente IV envio á Raimundo de Laudumpara que solicitase de Bacón el envío de algunas desus obras; negóse éste al principio, pero vencido pornuevas instancias mandó á Roma á su discípulo Juande París con su Opits majus y algunos instrumentos dematemáticas. Mientras vivió este pontífice ilustrado,nuestro filósofo pudo vivir en paz; pero apenas muriócomenzó contra él una persecución sorda, que no tar-dó en convertirse en declarada, haciéndole compare-cer, á los sesenta y cuatro años, ante una reunión ce-lebrada en París bajo la presidencia del superior de suorden Juan Esculo, en que se condenó solemnementesu doctrina. y á, él se le encerró en un calabozo con laaquiescencia de la curia romana. Cuando el mismoJuan de Esculo ocupó la silla de San Pedro, Bacón leenvió su opúsculo Sobre los medios de detener el progre-so de la vejez; pero no logró con esto conmover el áni-mo de su antiguo superior, sufriendo nuevos rigores.Al fin se le hizo la justicia tardía de ponerlo en liber-tad cuando ya no podía gozarla, pues contaba setentay cuatro años y murió poco después. 13acón defiendecontra la autoridad los fueros de la razón, porque todohombre individual es falible, la multitud ignorante, y laantigüedad, en vez de ser prenda de acierto, es indi-cio de inexperiencia. Así Aristóteles ha modificado áPlatón, Avicena á Aristóteles. Aunque no sea más queen interés de la religión es preciso cultivar todas lasciencias. Cierto que algunas han sido descuidadas,otras condenadas por los Padres; pero éstos eran hom-

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bres sujetos á errar y además su conducta se explicapor las circunstancias. Después de un gran elogio delas matemáticas, fundado en su aplicación universal,trata de las ciencias experimentales, en las cuales ca-ben dos procedimientos, la experiencia y el razona-miento, considerando superior á la primera; así se pue-de demostrar que el fuego quema, pero esto no impe-diría acercarse á la llama á quien no la hubiera visto.Facón junta la práctica á la teoría. En óptica conocelas propiedades de las lentes cóncavas y convexas ydescribe mejor que nadie el arco iris, la aurora borealy los parhelios. Bajo el epígrafe De tronitu ofrece unareceta de la pólvora poco distinta de la actual. Propu-so también la corrección del almanaque, y las refor-mas que indicó son las adoptadas posteriormente enla corrección gregóriana. Muy superior como físico aliniciador de la filosofía moderna, aunque no dejó departicipar de los errores astrológicos, alquímicos y ni-grománticos propios de su tiempo, su desgracia con-sistió en haber aparecido cuando la opinión aun no es-taba preparada para la reforma.

Decadencia de la filosofía escolástica . — La concor-dia entre el nominalismo y el realismo á que aspi-ran los sistemas de Santo Tomás y Escoto desapa-rece en el siglo XIV, trayendo como consecuenciade la disociación de estos dos elementos la deca-dencia de la Escolástica, que se acentúa con la lu-cha que se inicia en las cuestiones del sacerdocioy el Imperio entre la razón y la fe. Guillermo deOcam (doctor invencibilis), discípulo de Escoto ydefensor de los reyes contra los pontífices, sostiene

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que es una opinión falsa y absurda concebir lo uni-versal como una cosa real fuera del alma (Univer-sale non est res tota nec pars rez), no está en los objetosdel mundo exterior, sino que es posterior á éstos(universale post rem), toda substancia es individual(omni substantia est una numero et singularis), la ideano tiene ninguna realidad (idea non est aliquid rei),ni es la esencia real de Dios (idea non est realiteressentia divina), sino que está en Él como simpleobjeto de conocimiento, ni hay ideas de especiessino de individuos, porque sólo éstos pueden serproducidos; las ideas generales son un nombre co-mún que expresa una intención del alma, una mirade razón, una palabra (vis vocis). No hay más queseres individuales (entia non sunt multiplicanda prce-ter necessitaturn. Frusta fit per plum quod fieri potestper pautiora). No admitiendo más base de conoci-miento que el sensible, deduce lógicamente queno se puede demostrar ni comprender por la expe-riencia la inmaterialidad del alma, ni puede deter-minarse racionalmenie la naturaleza divina, ni elbien depende más que de la arbitraria voluntad deDios, que puede transformar á su antojo en ínjus-tás las acciones más justas y santas. En oposición áOcam, su condiscípulo Gualtero Burleigh (doctor

planus et perspicuus) mantiene que los universalestienen existencia real porque la naturaleza mira á

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la conservación de las especies y no á la de los in-

dividuos, porque los apetitos miran á lo general y

porque el objeto de las leyes ha de ser algo real;

pero ellos tienden al bien común, luego lo univer-

sal es algo en si que los individuos expresan demodo finito. Continuó la lucha entre nominalistas

y realistas, escotistas y tomistas hasta que con eljesuita español Francisco Suárez, que decide estacélebre cuestión diciendo que lo universal está enpotencia en las cosas y en acto en el entendimien-to, concluye la escolástica propiamente dicha.

Al concluir la Edad media la unidad escolástica sedeshace, como la unidad entre el sacerdocio y el Im-perio, verificándose el doble divorcio entre el realismoy el nominalismo, entre la teología y la filosofía. El jefede esta revolución es Guillermo de Ocam tí Okcam,nacido en este lugar y muerto en 1357. Franciscano ydiscípulo de Escoto, intervino en las cuestiones entreBonifacio VIII y Felipe el Hermoso á favor de éste,con su Disputatio super potestate ecclesi astica prcelatisatque principibus terrarum commissa. Juan XXII en-cuentra en él un adversario no menos audaz. Citadoante la corte de Aviñón, escapó de la condena con lafuga, refugiándose al lado de Luis de Baviera, al quele decía: Tu me defend es gladio, ego te defendam calamo.Pero el hermano Guillermo no lucha sólo contra el po-der político de los papas, en cuya lucha sucumbe per-seguido, sino también contra la tradición filosófica,siendo el princeps nominalium que dirige sus tiros con-tra las especies sensibles é inteligibles, asentando queen el conocimiento no hay nihil prceter intellectum

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385rem cognitanz, y que las ideas no son en Dios un actoentitativo, sacando audazmente todas las consecuen-cias del sensualismo en cuanto lo permitía el respeto ála fe. Sin decidir la cuestión que divide á los historia-dores de la filosofía sobre si Gualtero Burleigh (n. en1275, m. en 1357), preceptor de Eduardo III, fué unnominalista ó un realista, la verdad es que expone ar-gumentos en favor de estas últimas doctrinas en su-Comentario á la Física de Aristóteles. Sin hablar de To-más de Argentina (m. en 1357), que intentó componerlas diferencias entre nominalistas y realistas á fuerza desutiles distinciones, Juan de Buridán, rector de la Uni-versidad de París, continúa las doctrinas de Ocam, dequien fué discípulo, haciendo visible la separación dela filosofía y de la teología por su abstención de tratarcuestiones teológicas, y dirigiendo principalmente susinvestigaciones en lógica á dar reglas para encontrartérminos medios para toda especie de silogismos, y enmoral atacando la libertad de indiferencia é inclinán-dose al fatalismo, porque ó nos decidimos sin mo-tivo lo que es absurdo, ó es preciso que triunfe ne-cesariamente el mayor. El célebre ejemplo que se leatribuye del asno que puesto entre dos piensos igualesde cebada, antes que elegir se dejó morir de hambre,no se encuentra en sus obras. Pedro de Ailly (AgudaFrancie,), nacido en Compiegne en 135o, canciller dela Universidad de París, cardenal y obispo de Cam-bray, legado del papa en Alemania, limosnero de Car-los VI, presidió la tercera sesión del concilio de Cons-tanza y acabó por ser el gran maestro del colegio deNavarra, donde había estudiado en 1425. Distingue enla teología verdades que pueden adquirirse por el ra-zonamiento, alcanzándose la evidencia y otras sólopor la fe, pero á cuya evidencia no se llega, pues se-gún el apóstol .Fieles est invisibilium substantia rerum.Distingue tambien entre el conocimiento especulativo

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y el sensible: el primero, fundado en razones inmedia-tamente evidentes, produce una infalible certeza; el se-gundo la hipotética fundada en que Dios no suspen-derá el curso ordinario de las cosas. Admite ideas ar-quetipas en Dios, pero de los seres individuales, ne-gando la existencia de las correspondientes á. lo uni-versal, y procura conciliar la presciencia divina con lavoluntad humana, con esta singular distinción: Pitapool Deus scit necessario eveniet necessitate immutabili-tatis, non lamen necessitate inevitabilitatis. El dominicoDomingo Flander (m. en 1500) afirma que el principiode todas las cosas es el Sér realísimo, el que, en cuantorealidad sin negación de la que únicamente nace ladiferencia, es necesariamente uno, y que esta diferen-cia puede ser esencial ó real, y formal ó lógica.

Termina la serie de los escolásticos propiamentedichos el granadino Francisco Suárez (n. en 1548, m.en 1617), que segun se cuenta mostró al principio es-casa aptitud para el estudio en la Compañía de Jesús,en donde entró muy joven; pero que apenas hubo pa-sado los primeros grados de la enseñanza manifestóuna disposición tan extraordinaria, que eclipsó á todoslos escolásticos del siglo XVI, y fué desde entonces lalumbrera filosófica de su orden. Catedrático en Sego-via, en Valladolid, en Roma, en Alcalá, en Salamancay en Coimbra, escribió además numerosas obras: en-tre las que se refieren más especialmente á la filosofíasu Metaphysicarum disputationum tomi duo y su Trac-tatus de legibus et _Deo legislatore. Para él el objeto dela Metafísica es lo real, ó lo que existe in actu. Reales lo que es cognoscible in se, y como la diferencia delas cosas no está en su sér universal, sino en su dife-rencia, todas las cosas, aunque diferentes, convienenen el sér común; pero « Hac unitas formali s , prout exis-tit in natura rei ante omnem operationem intellectusi,non est communis mullís individuis, sed tot

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387tur unitates formales pot sunt individua. Pa uf pluraindividua, Tutz dicuntur esse ejusdem natura, non sintunum quid vera entitate 9'112 sil in rebus, sed solum velfundamentaliter, vel per in/elle ctum.»

Mística filosófica.---El formalismo escolástico nosatisfacía al anhelo piadoso de las almas, que as i-raba á la unión personal con Dios no sólo con elentendimiento, sino con la unidad de todas las po-tencias espirituales (non rationis, sed mentis,), estees el origen del misticismo, cuyo principal repre-sentante en el siglo XIII es San Buenaventura (doc-

tor serapbictis), cuyo sistema puede presentarse sindesdoro frente á frente al de Santo Tomás. Dios,enseña el Santo Doctor, es el origen y el fin de to-da ciencia; ésta es, pues, una iluminación divinaque se hace por cuatro grados: primero, exterius ósea la luz de las artes mecánicas destinadas á satisfa-cer las necesidades corporales y que son siete, lani-

ficium, arnzaturam, agriculturam, 7. ►enationem, navi-gationem, artero theatricam, artera mediccnn; segun-

do, inferius es la luz del conocimiento sensible; ter-

cero, interius es la luz del conocimiento filosófico

ue puede referirse ad verba, ad res y ad mores. Elq primero, ó sea la filosofía racional, puede conside-rar laspalabras como medio de expresar las ideas,

y es gramática, como medio de enseñarlas, y es ló-gica, ó como medio de mover la voluntad, y es re-

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fórica. El segundo, ó sea la Filosofía Natural, con-sidera las cosas ó tomadas en si mismas, y es física,ó en abstracto, y es matemática, ó según las razo-nes ejemplares, reduciéndolas á Dios, principio,fin y modelo de todas las cosas, y es metafísica. Lafilosofía moral mira las costumbres ó en relación ála vida individual, y es monástica, ó en relación ála familia, y es económica, ó en relación al Estado, yes política. La luz superior es la de la Sagrada Es-critura y la de la gracia que nos es dada para'cono-cer las verdades sobre racionales. La luz de la Es-critura en un solo sentido literal contiene tres es-pirituales, el alegórico, el moral y el anagógico,(místico), y se dirige primero al conocimiento dela generación eterna y la Encarnación del verbo divino,que se expone por los doctores, al de la regla de lascostumbres y el, orden de la vida, que se explica por lospredicadores, y á la unión del alma con Dios, que seenseña por los ascetas. Estas iluminaciones, quepueden llamarse los días del alma, son análogosá los de la creación, y como ellos, cada uno tienesu tarde y su mañana, excepto el último día deldescanso, la eterna iluminación de la gloria, perotodás derivan de la misma luz. La luz exterior élas artes nixánicas nos hace conocer la generacióndel Verbo:4 regla de la vida y la unión del almacon Dios, p'Ir egressum e ectum, et fructum, la luz in-,

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ferior por los medios de conocer, la templanza en

la vida y el placer sensible. La interior en cuanto

racional por la manera conque el alma produce las

ideas, verbo interno y cuasi hijo de la mente, y las

ideas toman forma, y como que se incorporan á

las palabras remeda la generación y la encarnación

del Verbo, en cuanto natural las razones seminales

en las cosas y las razones inteligibles en el alma

muestran como la sombra y la imagen del Verbo

divino en Dios, y en cuanto moral por la teoría de

la unión de los extremos, que no puede hacerse sin

un medio, nos lleva á concebir de qué modo debe

hacerse la unión de Dios con el hombre mediante

Cristo, el Hombre-Dios.

En el siglo XIV Juan de Tauler asienta que pa-

ra que la mente adquiera una verdadera noción de

Dios tiene que salir de sí misma, y sumergida en el

abismo de la divinidad, nada sepa, nada sienta, na-

da vea sino el purísimo, uno y eterno Dios. Para

llegar á este estado mediante la contemplación de

las cosas eternas, es preciso desnudarse de las co-

sas temporales, que la enfermedad robustece las

fuerzas del alma y el dolor y la contrición la purifi-

can. Ya en el siglo XV el canciller Juan de Gersón

distingue en el alma las facultades intelectuales (viscognitiva) de las sensibles (vis afectiva), y entre las

primeras la sensibilidad, la razón (en el sentido es-

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colástico), y sobre ellas la mente (mens, intelligen-ia que descubre los primeros principios

por un rayo de esa luz divina que esclarece á todohombre que viene á este mundo así como entre lassegundas y como modos correspondientes á aqué-llas el apetito sensual, el apetito racional y la sindé-resis, amor del bien absoluto como la mente es lavista de la verdad suprema. Salvo casos extraordi-narios, el alma se eleva á Dios por el conocimientode sus perfecciones, á que se llegue por el doble ca-mino de la abstracción y la fe. La primera, comoel cincel del escultor desbastando el mármol halla lafigura, por la negación de los defectos la inteligen-cia descubre la imagen del Sér perfectísimo; peroeste camino es difícil y propio para engendrar el or-gullo, que el alma, guiada por la fe, crea y se humi-lle transformada por el amor, arrojando el fardo delo terrestre, y se sentirá arrebatada hacia el cielo.

este primer fenómeno del éxtasis (raptus) se se-guirá bien pronto la unión de la criatura y del Crea-dor; pero aun en ésta estamos separados de susperfecciones como por una nube, el yo no se abis-ma en la ciencia infinita como la gota en el mar,sino que su naturaleza, al contacto con la divina,se purifica sin absorberse en ella.

El movimiento dialéctico escolástico no fué miradocomo sin peligro para la fe. Ya San Bernardo se opo-

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39ne y hace condenar algunas de las proposiciones deAbelardo, iniciando la tendencia mística, que conti-núan sus discípulos los abades Guillermo y Guerrico yRuperto, abad de un monasterio cerca de Colonia, quecomentó á la manera mística toda la Biblia, pero sobretodo la escuela de San Víctor, fundada por Hugo ycontinuada por Ricardo, á la que quizá no son extra-ñas las prohibiciones de las traducciones de los librosde Aristóteles, exceptuando los lógicos, ni las dificul-tades que se opusieron en París al doctorado de SantoTomás. Pero así corno éste resume todo el movimien-to escolástico anterior, resume el místico San Buena-ventura. Tomó este nombre, por el que es general-mente conocido Juan de Fidanza (n. en 12 2 1 ), de quehabiendo escapado á los cuatro años de una grave en-fermedad, se cree que por las súplicas de San Francis-co, éste exclamó: O bona ventura! En 1243 entró enlos frailes menores y fué enviado á París para estudiarcon Alejandro de Alés. Enseñó sucesivamente filoso-fía y teología, fué recibido de doctor en 1255 y nom-brado al año siguiente general de su orden reformó ladisciplina. Obispo de Albano, y cardenal en 1273, mu-rió en 1274 durante el segundo concilio de Lyón, alque había sido llamado por el pontífice. Sixto TV le ca-nonizó (1482), y Sixto V le dió el sobrenombre deDoctor seráfico. Exento, corno dice Gersón, de curio-sidad inquieta, y no entregándose como tantos otros ála dialéctica del siglo, más que el discípulo de Aristó-teles es el de San Agustín, del falso Dionisio Areopa-gita, y el de Platón por lo que se parece más á los an-tiguos Padres que á los doctores de la Edad media.El hombre, según él, había sido creado para contem-plar directamente la verdad; pero el pecado de Adán,apartándole de Dios, ha hecho imposible esta contem-plación inmediata. « En nuestra condición actual launiversalidad de las cosas es la escala por la que nos

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— 392elevarnos á Dios. Unos objetos son sus vestigios, otrossus imágenes; unas son temporales, otras eternas; aqué-llas corporales, éstas espirituales; aquéllas están fuera,éstas dentro de nosotros. Para llegar al primer princi-pio, espíritu supremo y eterno colocado sobre nosotros,es preciso que tomemos por guía los vestigios de Dios,vestigios temporales, corporales y fuera de nosotros;esto se llama ser introducido en el camino del Señor.Es preciso que en seguida entremos en nuestra alma,imagen de Dios eterno, espiritual, que está en nosotros;esto es ya entrar en la verdad de Dios; pero es precisotodavía que más allá de este grado toquemos á lo eter-no, á lo espiritual supremo, que está sobre nosotros,contemplando el primer principio; esto se llama rego-cijarse en el conocimiento de Dios y en la admiraciónde su majestad.» Así en su itinerarium menús ad Deumencuentra en Dios el principio de todo conocimiento,y en sus demás obras (principalmente De ReductioneArtiu'n ad Theologi am, Theologia mystica, comentariossobre las Sentencias de Pedro Lombardo, etc.), asientaque no es posible el conocimiento de lo imperfecto sinel de la perfección suprema, que la inteligencia contie-ne la idea de la esencia divina, que no podría alcanzarningún conocimiento necesario si no fuera iluminadapor una luz inmutable, que la nada no es más que laconcepción opuesta á una cosa pensada antes por nos-otros, y del mismo modo lo posible no podría ser con-cebido si no tuviéramos antes la idea de lo actual. ElSér absoluto es, por consiguiente, la idea fundamentalpor la que únicamente podemos pensar lo posible, yeste sér es Dios, que todos los verdaderos filósofoshan adorado. La metafísica se eleva á la consideraciónde las relaciones del principio con la totalidad de lascosas que de él proceden, y en esto se confunde conla física, á la que pertenece estudiar el origen de lascosas; se eleva á la contemplación del Sér Eterno, y

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393en esto se confunde con la moral, que refiere todas lascosas á un solo fin, al bien supremo; pero en tanto queconsidera al Ser primero como el ejemplar absoluto yel tipo de todas las cosas no tiene nada de común conlas otras ciencias, entonces es puramente metafísica.Juan de Tauler, el doctor iluminado, nació en Estras-burgo en 1 290; en 18o8 entró en los dominicos, y des-pués de haber estudiado en el colegio de Santiago de-jó á sus maestros de París para seguir en Estrasburgolas lecciones de Eckart. Para éste, como para casi to-dos los místicos alemanes de la época, Suso, Ruys-broeck, etc., el dogma cristiano no es más que la for-ma de que la especulación debe descubrir el contenidometafísico. Tauler vivió en la intimidad de muchos do-minicos de la Alsacia, que querían llevar á la prácticael misticismo especulativo de su maestro. En las que-rellas entre Juan XXII y Luis de Baviera fué de lospocos de su orden que apesar del entredicho continua-ron celebrando el culto: en 1344 entró en relacionescon los valdenses, introduciendo entre ellos la asocia-ción de los Amigos de Dios. Sin embargo, Tauler con-tinuó, por lo menos aparentemente, en el seno de laIglesia, sin caer en la herejía de los begardos ni dejarsearrastrar al panteísmo á que se inclinaban estas doc-trinas místicas, en que no es difícil reconocer la pro-cedencia alejandrina. Orador elocuente, se conservande él muchos sermones, pero la obra en que exponesu sistema es la Imitación de la pobre vida de Jesucristo,que puede reducirse á estas tesis capitales. El hombre,imagen de la Trinidad, conserva por la memoria elrecuerdo de Dios, que conoce mediatamente por la ra-zón y al que tiende por el amor. Esta división es laconsecuencia del pecado, que de posible se hizo ac-tual por la libre voluntad del hombre; pero las tres fa-cultades se confunden en una por la sindéresis ó vistainmediata de Dios: para alcanzarla es preciso la igno-

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rancia santa y voluntaria de todas las cosas creadas,condición de la verdadera y divina ciencia, que juntacon la abnegación práctica constituyen la fecunda po-breza que deifica el alma humana y la hace consustan-cial con Dios imperfectamente en esta vida, entera-mente en la otra. Tauler practicaba la moral que en-señó; en la peste de Hamburgo (1348) asistía á los en-fermos con valor heróico, y era tanta su respetabili-dad, que se le elegía por árbitro en todas las diferen-cias. Después de algunas persecuciones, soportadascon dignidad, murió en los brazos de su hermana,monja en el convento de San Nicolás de Estrasburgo,el año 1361. El siglo XIV es el siglo de los místicos;en él aparece la Imitación de Cristo, de autor todavíadisputado, que lo populariza; en él, el insigne poetaPetrarca escribe De contemjtu mundi , Secretunz, sine deconflictu curarum, De remedlis utriusque fortunce, Devít(2 solitaria et de otio relzkriosorum; pero el que sistematizó este movimiento, tratando de conciliar la teo-logía mística con la escolástica, es Juan Charlier, quenació en Gersón, de donde tomó nombre, de padresobscuros y piadosos, en 1362. Procurador de la naciónde Francia en la Universidad en 1383, sucesor á lostreinta y dos años en el cargo de canciller de NuestraSeñora de su maestro Pedro de Ailly, alma del con-cilio de Constanza, donde recibió el sobrenombre deDoctor christianissimus, lo mismo en las turbulenciaspolíticas que en las religiosas desplegó una severidady una energía que contrastaban con la natural dulzurade su carácter. Poseyendo toda la ciencia y habiendofigurado en los negocios más importantes de su tiem-po hacia el fin de sus días abandonó voluntaria ó in-voluntariamente su cargo de canciller y se retiró ó lodesterraron á Lyón, donde se encerró en el conventode los celestinos, dedicándose á enseñar las primerasletras á niños pobres, para lo que escribió su tratado

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395De parvulis ad Deum ducendis, y á quienes hacia repe-tir todos los días esta sencilla y conmovedora plega-ria: « Dios mío, creador mío, tened piedad de vuestroservidor Juan Gersón.» En este retiro escribió susobras místico-filosóficas, de las que la más importantees su Iractatus de Mystica Theologia, muriendo en1429, cuando acababa de componer un comentario alCantar de los Cantares . Para él la teología mística noes una ciencia abstracta, sino experimental, sólo queno se funda ni en la experiencia física ni en la racio-nal, sino en la de los hechos que pasan en lo más ín-timo de la vida religiosa. Lo propio de ella es fundarseen la intuición inmediata. Quod si pkilosophia diciturscienti a procedens ex immediatis intuitionibus, mysticatheolog-ia vera erit scientia. Esta intuición es una ope-ración por la que el alma asciende inmediatamente á,Dios, no por argumentaciones sucesivas, percibiendodirectamente la verdad y constituyéndose la razón co-mo en el límite de los dos mundos, el corporal y elespiritual. (Ratio autem velut in horizonte duoi um mun-dorum, videlicet spiritualis et corporalis, constituitur.)Cuando se tiene esta, intuición inmediata se tiene laverdadera ciencia, aun cuando se fuera antes un igno-rante ó un idiota, porque es Dios mismo quien revelaá la humanidad ignorante lo que calla á los sabios y álos prudentes de este mundo, haciendo de ellos verda-deros filósofos ó mejor teósofos. La ciencia ordinariano es más que un ejercicio estéril por el que el hom-bre, creyendo aproximarse ordenadamente á Dios, seaparta de Él apartándose de sí mismo, mientras que lateología mística parte del alma para, llegar á, Dios, nosaliendo nunca de la realidad y proponiéndose comofin supremo la exaltación, no de la imaginación (ima-ginationis), ni del entendimiento (l'a/10ms), sino de larazón (mentís), que termina en la unificación con Dios,aunque sin confundirse con Él.

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