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70 La recerca en Etnologia Marítima De torreros de faros a técnicos de señales marítimas De torreros de faros a técnicos de señales marítimas: metodología para la historia de una profesión (1847-2008) David Moré Aguirre INTRODUCCIÓN La gente del mar tuvo en España a partir de mediados del siglo XIX un importante aliado en tierra: los entonces lla- mados torreros de faros, más tarde técnicos-mecánicos de señales marítimas, 1 conocidos popularmente como «fareros», aunque en justa medida este término hace referencia al constructor de faros, y no a su guardián. Por ello, se los conoce también con el término de farista y, en catalán, faroner. La labor del torrero de faros ha sido siempre altamente valorada por marineros, pescadores y navegantes en general, y así puede apreciarse hoy en día en muchos de ellos. Los vínculos de afecto y simpatía entre unos y otros son mutuos, y son muchos los episodios y anécdotas que podrían destacarse. En los últimos años se han editado diversas publicacio- nes sobre los faros, en las que se hace especial hincapié en aspectos arquitectónicos y características técnicas. Al- gunas de ellas constituyen obras de referencia para todo aquél que se interese por conocer a fondo las señales ma- rítimas. 2 Los faros han tenido tradicionalmente una sin- gularidad en el hecho que el lugar de trabajo ha sido tam- bién el lugar de residencia de las familias de los técnicos a ellos destinados. Por ello, últimamente están cobrando interés los aspectos más humanos de la vida cotidiana en los faros. En los últimos tiempos vienen siendo habituales los reportajes audiovisuales en los que se intenta hacer una aproximación a la figura del técnico de faros, median- te entrevistas y testimonios orales que dejen constancia de un modo de vida, aunque ciertamente los resultados son bastante dispares, y a veces no consiguen superar los estereotipos preconcebidos y caen en algunos errores con- ceptuales previos. Y aún en el caso de conseguir hacer un retrato aproximado de la profesión, éste sólo responde, a lo sumo, a lo vivido en los últimos sesenta años, no abar- ca obviamente la totalidad del período. En ese sentido, se ha despertado últimamente un interés por desvelar esos aspectos humanos alrededor del faro, como lo prueba la aparición de las primeras publicaciones en ese sentido, 3 basadas en el estudio de la documentación de uno o va- rios faros.

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La recerca en Etnologia Marítima

De torreros de faros a técnicos

de señales marítimas

De torreros de faros a técnicosde señales marítimas: metodología para la historia de una profesión (1847-2008)

David Moré Aguirre

� INTRODUCCIÓN

La gente del mar tuvo en España a partir de mediados delsiglo XIX un importante aliado en tierra: los entonces lla-mados torreros de faros, más tarde técnicos-mecánicosde señales marítimas,1 conocidos popularmente como«fareros», aunque en justa medida este término hacereferencia al constructor de faros, y no a su guardián. Porello, se los conoce también con el término de farista y, encatalán, faroner.

La labor del torrero de faros ha sido siempre altamentevalorada por marineros, pescadores y navegantes engeneral, y así puede apreciarse hoy en día en muchos deellos. Los vínculos de afecto y simpatía entre unos y otrosson mutuos, y son muchos los episodios y anécdotas quepodrían destacarse.

En los últimos años se han editado diversas publicacio-nes sobre los faros, en las que se hace especial hincapiéen aspectos arquitectónicos y características técnicas. Al -gu nas de ellas constituyen obras de referencia para todoaquél que se interese por conocer a fondo las señales ma -rítimas.2 Los faros han tenido tradicionalmente una sin -gularidad en el hecho que el lugar de trabajo ha sido tam-bién el lugar de residencia de las familias de los técnicosa ellos destinados. Por ello, últimamente están cobrandointerés los aspectos más humanos de la vida cotidiana enlos faros. En los últimos tiempos vienen siendo habitualeslos reportajes audiovisuales en los que se intenta haceruna aproximación a la figura del técnico de faros, median-te entrevistas y testimonios orales que dejen constanciade un modo de vida, aunque ciertamente los resultadosson bastante dispares, y a veces no consiguen superar loses tereotipos preconcebidos y caen en algunos errores con -ceptuales previos. Y aún en el caso de conseguir hacer unretrato aproximado de la profesión, éste sólo responde, alo sumo, a lo vivido en los últimos sesenta años, no abar-ca obviamente la totalidad del período. En ese sentido, seha despertado últimamente un interés por desvelar esosaspectos humanos alrededor del faro, como lo prueba laaparición de las primeras publicaciones en ese sentido,3

basadas en el estudio de la documentación de uno o va -rios faros.

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Ahí es donde pretende incidir la presente comunicación,a partir de una exposición metodológica de los recursos autilizar para conseguir un estudio profundo acerca de unaprofesión que, a diferencia de la práctica totalidad del res -to de las relacionadas con el mar, puede contar para ellono sólo con testimonios orales o fotográficos, sino tam-bién con la documentación textual que desde sus orígenesha caracterizado la función del torrero de faros y el marcogeneral de éste y el faro en su organigrama.

� EL CUERPO DE FAROS

El gobierno de Isabel II redactó en 1847 el Plan generalpara el alumbrado marítimo deEspaña e islas adyacentes queimplicó la inmediata construcciónde un gran número de faros queayudaran a la navegación. El plansupuso una considerable inversiónen infraestructuras y tuvo queacompañarse de la regulación delpersonal que debía mantener yhacer funcionar cotidianamentesus instalaciones. En 1851 se publi-có el Reglamento para organiza-ción y servicio de los torreros defaros, por el que se creaba elCuerpo de Torreros de Faros, uncuerpo especial del Ministerio deFomento. Así fue como los faros,que nacían como servicio público internacional, se dota-ron de empleados públicos. Esa condición de funcionariopúblico se prolongó durante siglo y medio, hasta que en1992 un gobierno socialista, a propuesta del ministro cata-lán Josep Borrell, aprobó la ley de Puertos del Estado y dela Marina Mercante, que supuso el traspaso de la gestiónde las señales marítimas a las diversas autoridades por-tuarias, y declaró a extinguir el Cuerpo de Técnicos Me cá -nicos de Señales Marítimas. Aunque de facto no se produ-jo una extinción que hubiera supuesto esperar a la jubila-ción de la mayor parte de sus miembros, sino una rápidaliquidación del cuerpo.

En los últimos años, el colectivo –integrado por unos300 profesionales–, a la hora de plantear reivindicacioneslaborales para homologar horarios y servicios, habíademostrado importantes divisiones internas, y además elhecho de ser pocos dentro del aparato funcionarial delEstado despertó escaso interés entre las grandes fuerzassindicales. En virtud de la nueva legislación, en 1992 algu-nos profesionales optaron por mantener la condición defuncionario sacrificando el trabajo que habían realizadodurante muchos años al ser trasladados a otros destinoslaborales lejos del mar y a menudo en oficinas con poco onada que ver con su formación inicial, mientras que otros–especialmente los de mayor edad, en previsión de una

jubilación próxima– renunciaron asu condición de funcionariospúblicos, con lo que eso conllevaa efectos laborales, para poderman tener su puesto de trabajo, ya partir de entonces pasaron aser personal laboral adscrito a lasrespectivas autoridades portua-rias. En Cataluña tenemos dos:Tar ragona y Barcelona; esta últi-ma incluye el litoral de las provin-cias de Barcelona y Girona. Esaley supuso la desaparición delcolectivo como tal, y desde enton-ces la condición de personal labo-ral de los faristas ha dependidomucho de la política particular de

cada autoridad portuaria. Aunque es verdad que las nuevas tecnologías han per-

mitido la automatización de un gran número de tareasque antes debían realizarse manualmente, no es menoscierto que cualquier dispositivo automático siempre tieneque tener quién lo controle y arregle cuando sea necesa-rio. Las plantillas con los años se han ido reduciendo, y noúnicamente en fechas recientes: ya en la década de 1920,con la instalación de baterías de acetileno en algunosfaros como el de las islas Medes, el personal residente enel faro fue suprimido. Y aunque este proceso se ha acen-tuado últimamente, y en muchos faros el técnico ya no

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Anagrama del Cuer-po de los Torreros deFaros.

Algunas de las últi-mas publicacionesque se aproximan ala vida en los faros.

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El faro de la Isla de Mouroen Santander que presen-taba duras condicionespara la vida del torrerofue automatizado en 1921.

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reside en él, el servicio está permanentemente aseguradopor profesionales cualificados. Las diversas autoridadesportuarias siguen políticas distintas; así, mientras en la deBarcelona prácticamente ya no hay ningún técnico resi-diendo en los faros, en otras todavía existen muchos faroshabitados, si bien es cierto que existe una tendencia cadavez más generalizada a la reducción de plantilla de formaparalela a la jubilación de los que se mantienen, y en elmarco de la economía imperante se vislumbra un horizon-te de subcontratación del servicio de mantenimiento delas señales a empresas privadas. La previsión de la evolu-ción de la profesión es, como en tantos otros aspectos dela sociedad, una tendencia a la privatización de los servi-cios públicos.4

� ORGANIGRAMA

Hecha esta introducción para explicar grosso modo laevolución de la condición laboral de las personas que hanvivido y trabajado en los faros, la presente comunicaciónse centrará en el período 1848-1992, un siglo y medio dehistoria que, a diferencia de la mayor parte de profesionesrelacionadas con el mar, podemos conocer ampliamentegracias a la innumerable cantidad de documentación queel servicio generaba ordinariamente.

Como funcionarios del Estado, los torreros de farosdependían de una estructura muy jerarquizada, especial-mente a lo largo del siglo XIX y primeras décadas del XX. Laseñalización marítima, enmarcada siempre en el organi-grama de los sucesivos ministerios de Fomento o de ObrasPúblicas, ha estado adscrita a lo largo de los años a diver-sas direcciones generales, y en función de ésas la organi-zación territorial del ministerio también ha ido cambian-do. En 1862 se desmembró de la de Barcelona la JefaturaProvincial de Obras Públicas de Girona, de la cual depen-dieron de forma inmediata las señales marítimas gerun-denses.

Durante la II República las señales marítimas no fueronincluidas entre las competencias transferidas a la Gene -ra litat de Cataluña, pero la reorganización político-insti-tucional llevó a centralizar el servicio de todos los farosca ta lanes en una sola jefatura de puertos y faros en Bar -celona, situación que se prolongó hasta el final de laGuerra Civil, en 1939, cuando se restauraron las jefaturasprovinciales de obras públicas en Girona y Tarragona.

Entre 1958 y 1965 se pasó la competencia a los gruposde puertos de cada provincia, y entre 1965 y 1980 losfaros estuvieron bajo el control de la Jefatura Regional deCostas de Cataluña. A partir de 1980 y hasta la implanta-ción de la nueva ley de Puertos, en 1992, la competenciaestuvo en las distintas delegaciones provinciales del lla-mado MOPU.5

En cualquier caso, fuese cual fuese su dependenciaorgánica, existían siempre las comunicaciones oficialesentre el ministerio (subdirector general) y la jefatura terri-torial (ingeniero jefe) correspondiente, así como entre esajefatura territorial (ingeniero jefe encargado de la señali-

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Los torreros vivían en losfaros con sus familias. LosAguirre-Lozano y los Sán-chez-Aixart en el faro deSan Sebastián en 1957.

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Faro de Cala Nans enCadaqués. Al fondoa la derecha se divi-sa el faro de Cap deCreus.

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zación marítima) y el faro (torrero), y viceversa. El volu-men de documentación generado entre unos y otros a lolargo del tiempo es extraordinariamente importante, por-que cuando es posible su localización, permite un estudioamplio y exhaustivo de un colectivo profesional comopocas veces puede realizarse, con el componente añadidode que en este caso el lugar de trabajo es también el lugarde residencia del técnico y su familia, que a menudo com-parte trabajo y residencia con otras familias, con lo queeso conlleva a todos los efectos. Por todo ello, el estudiodel colectivo de torreros de faros permite profundizarcomo pocas veces en un ámbito social y laboral.

� LA LOCALIZACIÓN DE LOS FONDOS DOCUMEN-TALES

Otra cosa es localizar dichos fondos documentales, cuyosavatares son dispares en función de su localización geo-gráfica. El caso de la provincia de Girona es particular-mente especial, ya que conservamos un ingente volumende documentación. En 1991 el Archivo Histórico de Girona(AHG) tuvo conocimiento, a través del Archivo Municipalde Palafrugell (AMP), de la existencia en el faro del cabode Sant Sebastià de un importante fondo documental per-teneciente a la Jefatura de Costas de Girona. Su entoncesdirector, Josep Matas, inició las gestiones oportunas paraque esos fondos documentales no sufrieran daño alguno eingresaran en el Archivo Histórico Provincial, como otrosmuchos fondos de la administración periférica del Estado.Tras unas primeras negativas, el asunto llegó a la Direc -ción General de Archivos Estatales, que instó a la Jefaturade Señales Marítimas del Ministerio a que esa documenta-ción, en virtud de la ley 16/1985, de 25 de junio, fuesetransferida al referido archivo provincial y se estudiara laposibilidad de hacer lo mismo en las demás provincias. Elproceso culminó felizmente en mayo del año 2000, y hoyla documentación de señales marítimas generada por laJefatura Provincial de Obras Públicas de Girona corres-pondiente al período 1862-1954 se conserva íntegra, cata-logada e inventariada, a disposición de los investigadoresen un archivo público de titularidad estatal, cuya gestiónestá traspasada a la Generalitat de Cataluña. La iniciativa

gerundense fue pionera, y posteriormente sólo los archi-vos provinciales de Cádiz, Murcia y Las Palmas han ingre-sado fondos documentales hermanos. Asimismo, cabesuponer que la Jefatura Provincial de Costas de Gironatodavía conserva los fondos documentales generados conposterioridad a 1954. En muchas otras provincias es desuponer que esos fondos continúan enteramente enmanos de las respectivas jefaturas, aunque mucho nostememos que la mayor parte de la documentación ante-rior a las primeras décadas del siglo XX haya desgraciada-mente desaparecido, como ya se nos ha comentado enalgunos casos.

La operación gerundense tuvo también otra particulari-dad: el fondo documental del faro de Sant Sebastià, singu-larmente conservado íntegramente desde 1858 hasta1998, ingresó en el Archivo Municipal de Palafrugell, unarchivo de titularidad local de reconocida trayectoria en laprovincia. Dicho fondo documental permite estudiar el pe -ríodo 1954-1998, que no abarca el conservado en Girona,por lo que una investigación a fondo de la profesión en laprovincia de Girona es tarea, aunque ingente, relativa-mente fácil. Además de esos fondos tenemos los de losotros faros de la provincia, cuya conservación difiere bas-tante de unos a otros. En relación con su conservación, laAutoridad Portuaria de Barcelona, en la que ha recaído lacompetencia de su salvaguarda, ha optado por un modelocentralizador en el Archivo del Puerto de Barcelona,donde están pendientes de su catalogación definitiva.Este modelo lo han aplicado también otras autoridadesportuarias como la de Tarragona o la de las Islas Baleares.

Podemos adelantar que no se han conservado los fon-dos documentales del faro de las islas Medes en L’Estartit-Torroella de Montgrí, inaugurado en 1864. Automatizadoen 1923, cabe suponer que la documentación pasó al farode Roses, a cargo de cuyo torrero había quedado agrega-do el servicio. Posiblemente, tiempo después alguna ins-tancia superior reclamara esos fondos, o por el contrariofueron destruidos intencionadamente o no, ya que lo cier-to es que no están entre la documentación conservada delfaro de Roses. Con todo, entre los fondos de ese farohemos localizado unas libretas de observaciones meteo-rológicas que no tienen anotado el nombre del faro al que

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pertenecen, pero hemos identificado las rúbricas de lostorreros firmantes como técnicos que en esas fechas esta-ban de servicio en Medes.

Por otra parte, cabe señalar el escaso volumen de docu-mentación conservada del faro de cala Nans en Cadaqués,que también alumbra desde 1864. Este faro dejó de tenerplaza de técnico titular en 1959, y el servicio fue cubiertopor los técnicos del faro del cabo de Creus, por cuyos tes-timonios orales sabemos que a mediados de los añossesenta el faro sufrió un saqueo nocturno que significó lapérdida de la mayor parte de sus fondos documentales, aexcepción de una decena de libros todavía en servicio acti-vo que habían sido trasladados al faro de Creus y algúnque otro más que pudo recuperarse alrededor del faro trasel asalto. Ésta es la causa por la que sólo se conserva pocomás de una docena de libros de servicio pertenecientes alsiglo XX. La documentación del faro del cabo de Creus–también en Cadaqués–, que a priori debería ser, por suantigüedad –se encendió en 1853–, muy importante, no loes. Son relativamente escasos los libros que se han conser-vado, básicamente de una cronología que se correspondecon la segunda mitad del siglo XX. El fondo del faro de ElPort de la Selva también es bastante reducido, aunque porhaberse inaugurado en 1913, las pérdidas son menores.

La documentación del faro de Roses, inaugurado en1864, es bastante completa, así como la del faro de Tossa,que data de 1917. De este último también se conserva algode documentación en el Archivo Municipal de Tossa, loca-lizada casualmente en la basura. Este archivo tambiénconserva la colección completa de la revista Señales Ma rí -ti mas, editada en cuatro épocas distintas del siglo XX, gra-cias a la donación realizada en el año 2006 por los herma-nos Sbert Lozano. Esta publicación actuaba como ór ga node comunicación entre los miembros del cuerpo a travésde la Asociación Nacional de Técnicos de Señales Marí -timas que se había constituido en Madrid en mayo de 1932para velar por la defensa de los intereses del colectivo.

Por último, mencionamos los fondos del faro de Pala -mós, que son los únicos que todavía se encuentran en elpropio faro, puesto que en él reside todavía un técnico.Aunque fue inaugurado en 1865, la documentación ante-rior al siglo XX también es escasa.

En cuanto a la documentación de los faros de la provin-cia de Barcelona, ésta se halla toda depositada en elArchivo del Puerto de Barcelona. Del faro de Llobregat,que fue inaugurado en 1852, el primero de todo el litoralcatalán, se guarda la mayor parte de la documentación. Laantigüedad y conservación de sus fondos, entre los quedestaca un libro de visitas de 1853 a 1925 (de los que sólohan sobrevivido en Sant Sebastià y Tossa) que constituyeun documento de gran valor histórico y sociológico, hacende ellos uno de los mejor conservados de Cataluña. Tam -bién es óptima la documentación salvaguardada proce-dente del faro de Montjuïc, inaugurado en 1906. Por elcontrario, nada se sabe de la generada por los faros delpuerto de Barcelona, existentes con anterioridad a laconstrucción del de Montjuïc, aunque lamentándolo mu -cho cabe suponerlos desaparecidos para siempre. Tam -poco puede estarse satisfecho del estado de conservacióndel fondo documental del faro de Calella, del que a pesarde estar en funcionamiento desde 1859, prácticamentequeda documentación del siglo XX y aún detectándosebastantes lagunas. Por último, del faro de Vilanova i laGeltrú, inaugurado en 1866, podemos añadir que la docu-mentación también se ha conservado en su mayor parte.

La documentación de los faros dependientes de laAutoridad Portuaria de Tarragona fue trasladada en sumayor parte al Archivo del Puerto de Tarragona en 1993,gracias a las gestiones realizadas por Miguel Ángel Sán -chez Terry, técnico del faro de Salou y autor de numero-sas publicaciones sobre los faros. Con todo, existen dife-rencias en la conservación de los fondos de un faro a otro.Así, por ejemplo, mientras de los faros de Salou y SantCarles de la Ràpita –inaugurados en 1858 y 1864, respec-tivamente, ambos todavía con personal residente– se con-serva parte de la documentación y destacan algunosdocumentos del siglo XIX, del faro del puerto de Tarragonacasi no queda nada, y de los faros de Fangal, Buda y laBanya, en el delta del Ebro, todos ellos inaugurados en1864, prácticamente sólo se conserva documentación dela segunda mitad del siglo XX. De todos los faros de la pro-vincia de Tarragona, del que mejor puede seguirse su his-toria es del de Salou.

Con posterioridad a 1993 el Archivo del Puerto de Tarra -

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gona ha ido incorporando nueva documentación proce-dente de las transferencias realizadas por la Unidad deSeñales Marítimas de la Autoridad Portuaria de Tarra -gona, entre la que destaca la relativa a la construcción delfaro de Torredembarra que, inaugurado en 1999, es el últi-mo de los construidos en Cataluña. Así pues, en la actua-lidad la cronología de esos fondos documentales abarca elperíodo 1859-2000. Notamos asimismo que existe unaserie de documentación diversa, de parte de la cual no hapodido identificarse la procedencia, y destacan algunosproyectos de construcción que en los faros de Girona noencontramos sino en el fondo de la jefatura.

Es importante destacar que para el caso de las provin-

cias de Tarragona y Barcelona no conocemos la localiza-ción de los antiguos fondos de las jefaturas provinciales,que de hallarse podrían aportar información de gran valorpara ampliar el conocimiento que tenemos de sus faros.Con estas lagunas documentales, el exhaustivo estudioque podemos realizar en Girona no es posible hacerlo porel momento para estas otras demarcaciones, igual quesucede con otras muchas provincias españolas. Por ello, elcaso gerundense, bastante singular por las extraordina-rias posibilidades de estudio que ofrece la documentaciónconservada, puede a la vez tomarse como ejemplo de lovivido por el colectivo profesional a lo largo de los años enel conjunto del Estado.

� LA LECTURA DE LOS FONDOS DOCUMENTALES

El servicio en el faro, más allá del desarrollo de una labortécnica en la que no podemos entrar en el presente artícu-lo, comportaba la puesta al día de ocho libros de servicio:re gistro, personal, órdenes, consumo, diario de servicio,ma terial, inventario de muebles, enseres y aparatos y visi-tas, así como de los estados de observaciones meteoroló-gicas. La conservación de largas series documentales deeste tipo es lo que nutre básicamente los fondos documen-tales de los faros, esos que estudiados con atención nosfacilitan gran cantidad de información. Con las modificacio-nes sufridas por el servicio de faros y la situación laboral

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Libro de visitas delfaro del Cabo de SanSebastián.

Uno de los estadillosque el torrero debíacumplimentar a dia-rio.

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de los técnicos a finales del siglo XX, estos libros se dejaronde cumplimentar entre 1990 y 1992, según los faros.

El estudio de dicha documentación (series documenta-les de larga cronología) permite aproximarnos a un traba-jo, al quehacer cotidiano de una profesión, a un modo devida que incluye no sólo al profesional, sino al resto de lafamilia que comparte hogar con el espacio donde se desa-rrolla el trabajo del jefe de la familia, y conocer mejor unentorno geográfico inmediato al faro. Sin embargo, parasaber más sobre los empleados que ejercieron su cargo enlos distintos faros, es necesario recurrir a la consulta desus expedientes personales. Y ello merece un capítuloaparte, puesto que para su localización es necesaria unaintensa tarea de investigación.

En el Archivo General del Ministerio de Fomento enMadrid se conservan los expedientes personales de todoslos funcionarios de dicho ministerio. La consulta de losmencionados expedientes se realiza mediante una bús-queda alfabética por apellidos, y no por destinos de servi-cio del personal funcionario. Sin embargo, si nuestro pro-pósito es casar la historia de un faro con la de los torrerosque en él han servido a lo largo de los años, la tarea se

complica bastante para el investigador, ya que nos vemosobligados a elaborar primero una lista de los torreros quehan pasado por el faro para, con los nombres y apellidosrecopilados, acudir posteriormente a consultar sus expe-dientes personales.

¿Y cómo elaborar las listas de los torreros que hanpasado por cada faro, que es el primer objetivo a conse-guir? En el caso de los que trabajaron en la provincia deGirona, y para el período 1880-1954, hemos contado conla ventaja de localizar una serie de expedientes persona-les en el fondo documental de la jefatura depositado en elAHG, pero como es evidente abraza un período temporalrelativamente reducido (un tercio del total). Este primerlistado de nombres ha tenido que verse complementadocon una lectura intensiva de prácticamente toda la docu-mentación procedente de la jefatura depositada en elAHG. Con ello avanzamos bastante, pero topamos con dosescollos importantes: en primer lugar, la cronología noslimita conocer nombres más allá de 1954, y en segundolugar el listado ampliado que hemos podido elaborar prác-ticamente sólo incluye los nombres de los torreros princi-pales de cada faro, es decir, los que eran responsables de

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Sede del Ministeriode Fomento en Ma-drid.

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poner en conocimiento de la Jefatura Provincial cualquierincidencia en el servicio. Los nombres de los torreros decategoría inferior que estaban en los faros con más de untécnico destinado sólo aparecen cuando se comunica sutoma de posesión o su cese, o bien ocasionalmente cuan-do por ausencia del principal firman como encargadosinterinos, o por episodios puntuales en los que por cual-quier motivo el nombre de uno de ellos aparece en lascomunicaciones. Esta búsqueda prolija de los nombres delos distintos torreros que han pasado por un faro nos llevaa hacer un vaciado exhaustivo de la documentación, porotra parte muy interesante, para poder conocer muchosaspectos de la vida en una de estas instalaciones.

Faro y torreros de faros, cada uno por su lado, estabansubdivididos en órdenes y categorías. A cada faro, en vir-tud de sus características técnicas, se le asignaba unorden (de mayor a menor importancia: primero, segundo,tercero, cuarto, quinto y sexto orden), en función del cualle correspondía una determinada plantilla.

Por otra parte, a cada puesto de trabajo le correspondíaun nivel. En todos los faros había un torrero principal, conlas funciones que su nombre indica a efectos de responsa-bilidad ante la superioridad. Después estaban los ordina-rios y los auxiliares. Fuera del cuerpo quedaban los orde-nanzas o subalternos, a los que a veces se les encomenda-ban tareas puntuales de ayuda a los demás torreros, enaquellas situaciones extraordinarias en las que habíavacantes de la plantilla que tardaban excesivamente encubrirse. En un faro cada plaza se correspondía con unacategoría.

Más allá de eso, el cuerpo estaba dividido en categorías:había torreros mayores de primera, segunda y terceraclase, y torreros de primera, segunda y tercera categoría.Como todos los funcionarios, la antigüedad era un compo-nente de promoción que favorecía el aumento de catego-ría y la subsiguiente mejora salarial. Sin embargo, hastamediados del siglo XX, cada vez que se producía un ascen-so laboral el nivel de la plaza que se estaba ocupandodejaba de corresponder al de la categoría que se tenía, ypara poder tomar posesión de la nueva era imprescindibleun cambio de destino. Éste es uno de los motivos principa-les que explica la extraordinaria movilidad geográfica de

la profesión con constantes traslados, y lo que justifica losperiplos de los torreros y sus familiares a lo largo y anchode la geografía española. Era un sistema que ofrecía opor-tunidades de promoción, por cuanto tras la dureza de losprimeros años de servicio en los que los jóvenes eranenviados a los peores destinos se experimentaba unamejora a medida que se cumplían años de servicio.

Para saber los técnicos de señales marítimas que habi-taban en un faro con posterioridad a 1954 hemos tenidoque recurrir a los fondos documentales de cada faro y, ensu defecto o de forma complementaria, a los escalafones6

del cuerpo publicados en forma de pequeño librito en1951, 1960, 1974, 1981 y 1988. Con los datos de los prime-ros, la «foto» de determinados años que ofrecen los esca-lafones y la memoria oral de los técnicos y sus familiareshemos reconstruido al cien por cien el paso de técnicos deseñales marítimas por la provincia de Girona.

Cabe decir que en la Gaceta de Madrid7 aparecen publi-cados, en los años 1882, 1901, 1911 y 1913, los escalafonesdel cuerpo de faros, con lo que a menudo podemos con-cretar algunos segundos apellidos de nombres de torrerosque la documentación consultada no nos había proporcio-nado hasta el momento.

Con ese listado bastante completo ya de nombres detorreros de faros hemos podido acudir al mencionadoArchivo General del Ministerio de Fomento, donde se con-servan los expedientes personales de los funcionarios delcuerpo de faros. Allí se pueden consultar con las limitacio-nes propias de la ley, y los resultados son extraordinarios.8

Aunque mayoritariamente han aparecido casi todos, haysin embargo algunos expedientes personales que no hanpodido ser localizados. Cabe destacar que por los numero-sos cambios de destino y características del trabajo, losexpedientes personales de los torreros de faros son losmás gruesos de todos cuantos existen en dicho ministerio,más incluso que los de los ingenieros de caminos, canalesy puertos. El constante ir y venir de un destino a otro y elvolumen de incidencias que suponía vivir y trabajar en unmismo edificio, y en compañía de otros profesionales consus respectivas familias, justifica que el volumen de docu-mentación sea tan considerable. Y en algunos casos lo esnotablemente por cuestiones extraordinarias (expediente

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disciplinario, expediente de depuración al término de laGuerra Civil, etc.).

El hecho que analicemos una tipología de expedientes alo largo de ciento cincuenta años determina que la docu-mentación que contienen no sea siempre la misma. Conlos años los procedimientos administrativos cambiaron ennumerosas ocasiones, los requisitos para entrar en elcuerpo sufrieron modificaciones y los reglamentos e ins-trucciones que regulaban su funcionamiento ordinariocambiaron (1857, 1873, 1930, 1963, etc.). Por todo ello, enfunción de unas épocas o de otras, en los expedientes per-sonales hallaremos un tipo u otro de documentación.

En términos generales los expedientes se componen deuna partida de bautismo o nacimiento, que incluye refe-rencias a la filiación, y una solicitud de ingreso, en la quese suele hacer mención de la situación laboral del peticio-nario, acompañada de las acreditaciones correspondien-tes según las cuales el individuo que aspiraba a ingresaren el cuerpo estaba bien de salud, no tenía antecedentespenales, era tenido por persona de buena conducta yreconocía saber leer y escribir. En los expedientes anti-guos hay una hoja de servicios en la que se incluyen tam-bién las referencias a servicios prestados al Estado encualquier otro ramo o dependencia, lo que nos es muy útil

para conocer, especialmente en el siglo XIX, a aquéllos queprocedían del Ejército, con expresión del regimiento obatallón al que habían pertenecido y si provenían delramo de marina o bien de cuerpos militares de carácterpolicial (carabineros, guardias civiles, etc.) o de otroscuerpos civiles como el de Correos o Telégrafos. En algu-nos casos se conservan las actas de los exámenes paraingreso en el cuerpo, así como las certificaciones de lasprácticas realizadas en algún faro, y siempre hallamos elnombramiento para el ingreso en el Cuerpo, y cómo no,los sucesivos nombramientos para los cuales eran desti-nados a uno u otro faro. Y en ese sentido, cabe destacar lapresencia con un exhaustivo detalle de las órdenes denombramiento, tomas de posesión y ceses en cada uno delos destinos de su trayectoria profesional. Asimismo, enlos expedientes de todos los técnicos de faros que estuvie-ron en activo entre 1939 y los años 80 hay un carné conuna fotografía del torrero que permite poner rostro a unatrayectoria profesional.

En el siglo XIX, especialmente, y hasta mediados delsiglo XX son habituales los expedientes de permuta de des-tinos entre compañeros de igual categoría (en los que ob -viamente no consta la contrapartida económica que solíahaber de por medio), pero sí que podemos advertir diver-

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sas estrategias en ese sentido (aproximación a la patriachica, reagrupación familiar, deseo de aislamiento o aven-tura, motivos de salud, móvil económico, etc.). A ve ces,paralelamente a éstos, hallamos expedientes de exceden-cias temporales por motivos de salud. Antiguamente, enalgunas ocasiones, dichos expedientes encubrían la posi-bilidad de unas vacaciones para poder visitar a algún fami-liar, pero en la mayor parte de los casos estaban causadospor graves problemas de salud derivados del aislamiento,que dificultaba una adecuada asistencia sanitaria, o deentornos medioambientales insalubres (véase humedalesy zonas pantanosas donde era frecuente el padecimientode fiebres tifoideas y de otro tipo, propias de esos ambien-tes). Los reglamentos contemplaban otras causas para laaceptación de las excedencias (motivos profesionales,causas particulares, destinos especiales en las po se sionesespañolas del norte de África, etc.), aunque hasta 1930transcurridos tres años desde su otorgamiento había quesolicitar el reingreso para no quedar automáticamenteexcluido, aunque también había torreros que, tras pedir elreingreso (expediente que suele suceder al de solicitud deexcedencia), inmediatamente volvían a solicitar el cesetemporal. Otro expediente bastante habitual que solemosencontrar es el de solicitud del derecho a trabajar en losllamados faros de descanso, aquéllos que estaban consi-derados de menor carga laboral por tener instalacionestécnicas menos pesadas (torres con menor número deescaleras, mayores automatismos, menor aislamiento,etc.), solicitud a la que tenían derecho antiguamente losque llevaban más de treinta años de servicio y habíansuperado los 60 años. Y, cómo no, en los casos en los quela vida era generosa y se alcanzaba la vejez (la edad dejubilación a lo largo de los años ha ido oscilando entre los63 y los 70 años) también encontramos el cor respon dien -te expediente de jubilación por haber cumplido la edadreglamentaria, según reza la documentación.

Cuando la muerte sorprendía al funcionario en eldesempeño de sus responsabilidades suele aparecer eloficio y en algunos casos el telegrama incluido del inge-niero jefe de la provincia comunicando al subdirectorgeneral correspondiente la triste noticia del fallecimiento.A veces la documentación es más concreta, y si concurre

alguna circunstancia especial, el expediente incluye cum-plida información acerca de lo acontecido (suicidio, caídaal mar, desaparición en extrañas circunstancias, falleci-miento en acto de servicio, ahogamiento, etc.).

La fecha y la causa de fallecimiento resultan importan-tes para elaborar la ficha personal de cada torrero, pues-to que a partir de esa información nos es posible localizarla correspondiente partida civil de defunción, a partir de lacual a menudo podemos reconstruir el nombre del cónyu-ge y de los hijos de los torreros, y así comprobar si el nom-bre de la esposa coincide con el de la hija o hermana dealgún otro miembro del cuerpo o si el hijo ha continuadocon la saga familiar.

En relación con los hechos vitales del farista y su fami-lia, cuando se ha podido, también se ha acudido a la con-sulta de los fondos sacramentales de los archivos parro-

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Vista del Estartitdes de el faro de IllesMedes, un destinopoco deseado.

Faro de Llobregatdon de las fiebres so-lían afectar al perso-nal.

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quiales, que en el caso de la diócesis gerundense puedenconsultarse enteramente en soporte microfilm digitaliza-do en el Archivo Diocesano de Girona (ADG). Otro recursoutilizado ha sido el de los padrones de habitantes. Aunqueeste tipo de documentación se corresponde con una «fotofija» de la población en un determinado momento y única-mente disponemos de algunos años, y en función del mu -nicipio donde busquemos nos encontramos con un mayoro menor grado de conservación y localización de este tipode documentación (la hay en archivos municipales,comarcales, etc.), bien es verdad que los datos que contie-nen nos ayudan a localizar algunas informaciones quedesconocíamos, cuya localización nos abre a menudo nue-vas perspectivas de investigación.

En los casos en que el torrero se jubiló, el expedientepersonal en el Ministerio de Fomento no aporta más infor-mación más allá de la fecha de su cese por haber cumpli-do la edad reglamentaria. ¿Qué hacer para localizar lasdefunciones de los jubilados? Se nos presentan tres opcio-nes.

En primer lugar, para los casos más antiguos correspon-dientes a personal jubilado con anterioridad a 1911, tene-mos la opción de acudir al Archivo General de la Admi -nistración del Estado, sito en Alcalá de Henares, donde seconservan los expedientes de clases pasivas de funciona-rios del Estado entre 1869 y 1911. Existen unos ficheros pornombre del solicitante de la pensión y también de las viu-das y huérfanos que solicitaron algún derecho pasivo. Sidesconocemos el nombre del cónyuge o de los hijos, esteúltimo recurso suele resultar bastante inútil. En cualquiercaso, dichos expedientes, además de proporcionar infor-mación diversa sobre su vida laboral, contienen puntualinformación de la tramitación de la solicitud del haberpasivo (lo que supone conocer la ciudad donde establecie-ron su residencia al jubilarse) y cualquier otra incidenciaque hubiera ocurrido hasta el momento mismo del falleci-miento de la persona, con referencia exacta en la mayorparte de los casos al lugar y la fecha del deceso, lo que nospermite solicitar al correspondiente Registro Civil la parti-da de defunción tan deseada para conocer aquellos datospor los que hemos manifestado nuestro interés.

Para los que se jubilaron con posterioridad a 1911 nos

quedamos sin un recurso importante, aunque nos quedaotra posibilidad, que es solicitar telemáticamente la infor-mación relativa al lugar y la fecha de fallecimiento a laDirección General de Clases Pasivas del Ministerio de Eco -nomía y Hacienda, donde muy amablemente nos facilita-rán la información que tengan disponible en sus bases dedatos. Y aunque tienen bastantes lagunas, especialmentepara el período 1911-1960, resulta un buen recurso paraobtener información sobre algunos de ellos.

En tercer lugar resulta muy interesante la lectura de laya mencionada revista Señales Marítimas, puesto que ca -da número incluye una sección dedicada a los asociados,en la que se informa de los acontecimientos vitales rela-cionados con la «familia» de faros: nacimiento de hijos,matrimonio de compañeros y sus descendientes, de losque también aparecen referencias de su graduación o titu-lación universitaria, así como del fallecimiento de muchosde ellos, y de la persona que a su fallecimiento cobraba elcorrespondiente haber pasivo. Acudir a esta publicaciónnos resulta especialmente interesante, ya que viene acubrir de manera continua la etapa 1932-1959, período queabarca buena parte del que adolecía más la informaciónfacilitada por el Ministerio de Economía.

En algunos otros casos nos ha ayudado la correspon-diente partida civil de nacimiento, que afortunadamentepara nosotros a veces se acompaña de una anotaciónmarginal con indicación del lugar y la fecha de fallecimien-to. Y, cómo no, también nos ha resultado muy útil lamemoria oral de los técnicos activos o jubilados en rela-ción con sus compañeros.

La larga y extensa búsqueda realizada a partir de múl-tiples fondos documentales nos permite recabar no sólogran cantidad de información, sino también datos de grancalidad informativa sociológica e históricamente hablan-do.

Los datos que contienen los expedientes personales enel Ministerio de Fomento, los expedientes personalescorrespondientes a su paso por la Jefatura Provincial–que en el caso de Girona se conservan en el AHG–, losdatos de todo tipo que nos proporcionan los fondos de lasjefaturas y de cada faro, cuya localización ya hemoscomentado, la diversa documentación relacionada con el

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cobro de las pensiones, el recurso a la hemeroteca tanto apartir de la revista Señales como de la Gaceta de Madrido posteriormente el BOE, así como las partidas de losregistros civiles, nos permiten elaborar una ficha muycompleta de la vida laboral de los torreros de faros, que espor la singularidad de su trabajo la ficha de unas familiascon un determinado modo de vida.

Cabe recordar que el contacto cotidiano con la natura-leza desde un punto de vista laboral y personal permitíadisfrutar de una singular perspectiva de la vida.

� HACIA UNA ANÁLISIS EN PROFUNDIDAD

A partir de aquí, con el estudio detallado de la gran canti-dad de información recopilada para cada unidad familiar,así como la recabada en relación con todos y cada uno desus destinos, es cuando podemos entrar en una segundafase de análisis que nos permita elaborar conclusionesmucho más generales en relación con todo tipo de aspec-tos vinculados a la profesión, recordando siempre que ellargo lapso de más de ciento cincuenta años nos obligaráa establecer periodizaciones.

Así podremos interesarnos por la procedencia geográfi-ca de los integrantes del cuerpo y ver, por ejemplo, cómola geografía de los faros incide en la procedencia de lostorreros (destacando la preeminencia de gallegos y baleá-ricos) o cómo la creación en 1856 de las EscuelasPrácticas de Faros en algunas señales como Machichaco,la Coruña o la isla de Tabarca supuso un polo de atracciónpara la entrada en el cuerpo de vizcaínos, coruñeses y ali-cantinos; al igual que el hecho que en el siglo XIX las prue-bas selectivas se realizaran en varias capitales provincia-les determinó la presencia de un mayor número de miem-bros gaditanos o valencianos y la posterior centralizacióndel proceso selectivo en la escuela de ingenieros de cami-nos de Madrid supuso un relativo aumento de oriundosdel centro peninsular.

También resulta interesante analizar los orígenes labo-rales de los primeros torreros de faros y la evolución a lolargo de los años en relación con la preparación y forma-ción de los que fueron ingresando. Se vislumbra un tras-vase desde diversos oficios artesanos, especialmente vin-

culados a la construcción (carpintería, albañilería) y a lamecánica, y a lo largo del siglo XX una clara evolución delperfil profesional de la mecánica hacia la electrónica.

Se destaca la transmisión de la profesión de padres ahijos o de tíos a sobrinos, así como la existencia de matri-monios entre miembros de familias ‘fareras’ y estrategiasde vertebración familiar en torno al faro. Nos aparecenlargas sagas de torreros de faros que durante siglo ymedio han hecho que determinadas familias se mimeticencon los faros.

Resulta también interesante comprobar la vertebracióndel faro con su territorio más inmediato. Los faros, aun-que aislados, han compartido tradicionalmente espacioscon otros núcleos familiares de singular aislamiento,pequeños núcleos rurales o pesqueros de habitual endo-gamia con los que singularmente entablarán buenas rela-ciones de vecindad (aunque también hay algún que otrosonado episodio de desencuentro) y con los que se esta-blecerán vínculos matrimoniales. Cuando un joven llegabasoltero a un faro aislado, era más que probable que termi-nara saliendo de él casado con una joven de su entornomás inmediato. Por otra parte, es interesante estudiarcómo a partir del servicio de abastecimiento del faro queel Estado contrataba con particulares de la zona se esta-blecen estrechos vínculos, que llevan a los familiares delabastecedor a hacer de ordenanzas en los faros y en algu-nos casos terminan ingresando en el cuerpo, o los víncu-los que se establecen a partir de determinados servicios

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En el faro menorquínde Favaritx en 1949el torrero impartíaclases a los niños deuna masía próxima.

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de limpieza que también se daban en contrata a la pobla-ción femenina, etc.

La educación, la sanidad, la asistencia religiosa y hastael entierro eran preocupaciones de las familias que teníanen el aislamiento uno de los enemigos implacables de susdestinos. Resulta interesante analizar las estrategias de su -peración de esas dificultades, y cómo con los años las me -joras en las comunicaciones contribuyeron a hacer másllevadera la vida en esos puntos primero y con el tiempoeso terminó siendo uno de los motivos por los que la sin-gularidad de tener que vivir con la familia en el puesto detrabajo dejó de ser imprescindible.

NOTES

1 A partir de 1940 esa fue la denominación oficial, recogiendo unavieja aspiración del colectivo canalizada a través de la Asociación deTorreros de Faros.2 En España son un referente los libros de Miguel Ángel SánchezTerry, técnico de señales marítimas destinado en el faro de Saloudesde hace más de 25 años. Destacamos: Los faros españoles. Historiay evolución. Madrid, MOPU, 1986. Faros españoles del Mediterráneo yFaros españoles del Océano. Madrid, 1987. Faros de España /Lighthouses of Spain. Madrid, Ministerio de Fomento-Ente PúblicoPuertos del Estado, 2003.3 Muy interesantes resultan el libro de PÉREZ DE ARÉVALO, J. ySEOANE, K. El faro de Formentera (La Mola). Editorial Mediterrània-Eivissa, 2001. Y también los trabajos de SANZ CRUZ, M. El faro deMesa Roldán (Apuntes para una historia). Instituto de EstudiosAlmerienses-Diputación de Almería, 2003. Los faros de Almería.Mucho más que señales marítimas. Diputación de Almería, 2007, asícomo otros artículos publicados en relación con los faros de esa pro-vincia andaluza. El último trabajo en esa línea es de MORÉ AGUIRRE,D. El far de Sant Sebastià: 150 anys de vida (1857-2007). Ajuntamentde Palafrugell, 2007. 4 Por tratar aquí sólo la cuestión del personal que ha servido en losfaros, no procede entrar a valorar la evolución de los edificios y losnuevos usos que al quedar deshabitados se les dan o puedan dárselesen un futuro próximo. Es otro tema de interesante debate para otraocasión.5 Siglas del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo.6 Listado de funcionarios por orden de antigüedad con relación delas provincias y las fechas de nacimiento, la fecha del ingreso en elcuerpo, el último ascenso y destino.7 Precedente del actual Boletín Oficial del Estado.8 Agradecemos especialmente la amabilidad y el trato dispensadopor todo el personal de este archivo durante las semanas de investiga-ción allí transcurridas, y muy especialmente a su directora, Dña. Con -cepción Pintado Céspedes.

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