MI FILOSOFIA DE LA SOLEDADSamuel Sánchez, Ph.D.

A todos los amigos, hoy les quiero compartir algo muy interesante sobre la SOLEDAD.

Nunca nadie nos prepara para estar solos… y encima, la gente y la sociedad colocan al solitario en una categoría de marginación y estigma social. La santa y cruel ignorancia de nuestra idiosincrasia social llama y cataloga al ”SOLITARIO” como: ”pobrecito”, ”no tiene amigos”, ”no tiene casa”, ”no tiene familia”, etc. Y es esa mentalidad e influencia social la que presiona y predispone a las personas solitarias sin experiencia, a sentirse mal y preocupados por su soledad.

Sin embargo, tengo que confesar que la soledad para mí ha sido un buen motivo para re-encontrarme con Dios y conmigo mismo; para escribir como nunca, y es mi sueño que algún día el mundo lea y cante lo que en mi soledad escribo, pienso y aprendo. Nada como estar solo para experimentar la melancolía, desarrollar creatividad y componer preciosas melodías.

Sé que a veces es desesperante quedarse solo y ver como transcurren y pasan los días enteros sin casi hablar con nadie. Porque cuando uno no ha aprendido a vivir consigo mismo, se puede volver desagradable, el tiempo se torna más lento, todo nos parece aburrido, la vida se nos hace más tediosa y difícil. La mente nos empieza a bombardear con recuerdos malos y buenos. La soledad nos hace desarrollar un oído espectacular, podemos hasta escuchar una vocecita inocente que nos dice cosas que no hemos dicho pero que nos hubiera gustado haber dicho en algún momento y cosas que no hicimos que nos hubiera gustado haber hecho.

Para muchos la soledad es un gran miedo, pero a veces la soledad también puede llegar a ser muy buena amiga.

Somos criaturas diseñadas para ser sociales. El hombre fue creado por Dios con la necesidad de hablar, reír, gesticular e

interactuar con su semejante y estar en contacto con la creación en general. Pero aun así, Jesús muchas veces quiso estar solo.

Cuando le ponemos especial atención a la soledad, uno le puede llegar a encontrar el gusto al silencio que produce el estar solos.

Quiero aclarar que soledad NO es vivir en la cueva o en la obscuridad, ni mirando una estrella blanca en lo negro de tu firmamento, ni escuchando ruidos misteriosos que interrumpen tu silencio. Lo que sucede es que ya muchos hemos encontrado la ventaja de la soledad, hemos aprendido a reír y sonreír solos, solo por la alegría de un pensamiento hermoso e interno a pesar de lo exógeno y bullicioso ruido de una ciudad congestionada. A los principiantes e inexpertos en el campo de la soledad, les digo: al principio, la soledad duele, después solo duele de vez en cuando, hasta que ya no duele tanto.

Algunos buscan la ciencia para curar su soledad… pero la farmacéutica o medicina no cura la soledad pero si la cobra. Existen también los mitómanos que tratan de construir andamios de mitos y rituales para curar la soledad por vía de la tangente. Entre ellos personajes muy simpáticos, chistosos, y a veces bastante cultos pero siempre “mitómanos”.

CONTINUARA… (Porque me voy a tomar un chocolatito con unos amigos para curar mi soledad)

Segunda parte…

Creo que es vital aprender a estar solo… es decir, tener una especie de termostato enfriador y regulador, porque sino cualquier clima ausente de movimiento puede convertirse en un fuego abrazador que puede llegar a quemarte, enfermarte y/o hasta fundirte las neuronas.

SOLEDAD ELEGIDA –VS- SOLEDAD INVOLUNTARIA

Cuantas veces en vez de escoger o elegir nuestro espacio para estar solos nos convertimos en víctimas de una soledad

involuntaria que nos puede llegar a golpear el alma con crueldad y frialdad.

Saben una cosa, yo he pasado esa experiencia en carne propia donde de pronto un día me encontré solo en la más obscura de mis noches, rígido, paralizado y hasta entumecido por el vacío tan profundo que se siente ante una súbita soledad involuntaria. Recuerdo que llegue a sentir un letargo paralizante que me hizo abandonar todo deseo de querer hacer algo, lo único que yo deseaba en ese momento era que me tragara la tierra, sentía que el piso se removía debajo de mi. Muchos días por horas y horas en completa quietud solo esperaba y contemplaba el tiempo pasar ante mis ojos, esperando solo el próximo día y el sol del mañana siguiente para ver si era mejor. Quiero que sepan que esas noches de soledad involuntarias son las más nubladas, las más negras y veraces que he podido experimentar. Hasta el viento lo sentía tan frio y como que acarreaba granitos de arena que golpeaban mi piel como misiles en el desierto. La soledad involuntaria puede causar una patología de pensamientos que merodean el alma solo para perturbarla. Yo nunca había anhelado tanto que amaneciera tan temprano como en esa ocasión, y es que por causa del olvido y abandono que sufre el cuerpo y el alma yo sentía unas ansias locas de adelantar el tiempo y ver la luz del día ya. Gracias a Dios por el canto porque solo así pude combatir ese temor y ese escalofrío que te provoca una soledad endógena de esa categoría involuntaria. Mis labios comenzaron a tararear una melodía producida por ese fenómeno y de pronto unas chispitas de luz comenzaron a encender dentro de mí un nuevo amanecer… hasta que en medio de esa soledad abismal un torrente de luz aclaro mi cielo. Un cielo tan vivido y claro, con una calma pacificadora que me llenaba de seguridad y tranquilidad.

Algunos consejos para solteros o personas solas del siglo XXI:

1. Evita auto-compadecerte. Y nunca permitas que otros “te tengan pena”, o te hagan sentir que eres menos que alguien emparejado.

2. Dile adiós a la desesperación. No te desesperes por volver a emparejarte, ya que “puedes confundir príncipes o princesas con sapos y ranas”.

3. ¡Quiérete! Aprende a quererte más y date un homenaje siempre que puedas.

4. Enfréntalos. Haz frente a la presión social y defiende la idea que lo principal en la vida no es formar una pareja.

5. Alégrate. Encuentra la alegría en ti mismo, en la gente que te rodea y el las situaciones que te regala la vida.

6. No salgas con cualquiera. Recuerda que ahora estás sólo porque eres selectivo y no te vale cualquier persona para formar una pareja.

7. Conoce, conoce, conoce. Amplia tu círculo social y reúnete con “buena gente” de todo tipo, en lugar de limitarte sólo a tus iguales: los solteros.

8. Actívate en algo. Anótate en clases de algo, ejercicio, computación, como voluntario en alguna organización no lucrativa o comunitaria o en cualquier otra actividad que te de satisfaccion.