Mini Folleto

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Gotitas de Jesús para el alma .

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Gotitas de Jesús para el alma.

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Mi gran amor por ti me impulsa hacer lo que no quiero hacer y lo que quiero hacer no lo hago, es decir, sólo me ayudas a cumplir tu

voluntad.

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Amistad

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Que los sacerdotes encuentren su mejor descanso en las convivencias fraternas, en clima de verdadera amistad

“...llamó a los que quiso...para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar” (Mc. 3,14). Familiaridad, pues, con Jesucristo y, como consecuencia, misión apostólica. Quisiera ver también en ello un modelo de ideal para todo obispo respecto a sus sacerdotes: formar una verdadera familia presbiteral; de los sacerdotes entre sí y con el propio prelado. Vivir una auténtica e íntima amistad mutua; que gocen en ayudarse recíprocamente en sus trabajos pastorales, que sepan sostenerse y animarse en las vicisitudes de la vida, que encuentren su mejor descanso en jornadas transcurridas juntos de las que salgan confortados en el cuerpo y en el espíritu. Así lo hizo el propio Jesús

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con sus discípulos después de su gira misionera: “venid vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco” (Mc. 6,31)

Juan Pablo II, a los obispos de Perú, “ad límina” 03-06-84

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Gran amistad dentro de las pláticas espirituales

De manera que estas pláticas son para refrescar la memoria de lo que ya sabemos, porque nos olvidamos fácilmente de lo bueno, y así es menester acordárnoslo y repetírnoslo muchas veces. Y aunque lo tuviésemos en la memoria, para avivar nuestra voluntad y deseo, es menester darnos voces

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Sacerdocio

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¿Cuál es la solución al problema vocacional?

En esta reunión, que quisiéramos que revistiese el carácter más íntimo y cordial, abriéndose nuestro corazón como un padre que desea comunicar a sus hijos sus preocupaciones y sus ansias, preferimos proponernos tres sencillas sugerencias:

1. Y lo primero que se Nos viene a la mente es el problema de la escasez de vocaciones. Es verdad que se nota por todas partes sensible mejoría; pero en el momento presente ¿de qué modo, hijos amadísimos, la buena formación actual de vuestros futuros sacerdotes podrá influir mañana en el remedio de esta necesidad? Se nos ocurre de tres maneras:

a) Las vocaciones no se han de imaginar como un fruto casual o esporádico, nacidas no se sabe cómo y hasta

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puede que en un ambiente contrario y hostil. Podrá suceder que alguna vez así sea, porque la potencia de la gracia divina no reconoce límites. Pero lo ordinario, lo normal, será que las vocaciones surjan en ambientes bien cultivados y debidamente preparados; lo corriente será que la vocación venga como el fruto último de una sincera y profunda vida de piedad. Vuestros sacerdotes, ordinariamente hablando, conseguirán el día de mañana tantas más vocaciones entre sus fieles, cuanto mejor sepan conducir toda su vida apostólica, cuanto más profundamente consigan cultivar las almas, cuanto más realmente les inspiren y les inculquen una verdadera vida de piedad. Preparándose ahora para

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hacer así su apostolado, se estarán preparando ya para obtener vocaciones.

b) Pero hay algo a veces en las vocaciones, que no puede dejar de tenerse en cuenta; y es que no raramente, ante los ojos inocentes del niño, se presentará como un deseo ardiente de imitar y seguir el ejemplo de vida perfecta, que ve en alguna de las personas que tiene delante de sí, y que para él resume en concreto una serie de ideales apenas intuidos. Vuestros sacerdotes deberían ser mañana ejemplos vivientes, que arrastren los espíritus al deseo de la perfección, que les mostrasen prácticamente la atrayente belleza de la santidad y que pudieran ser, en una palabra, personificaciones de una felicidad: la de ofrecerlo todo por amor de Dios y de las almas.

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c) Por fin las vocaciones no hay que olvidar que son una gracia del cielo, que podrá requerir luego la cooperación humana... Es una gracia y las gracias se consiguen por medio de la oración y del sacrificio. Haced a vuestros futuros sacerdotes sobre todo hombres de sacrificio y de oración, y ellos serán los que, con su mortificación y su plegaria, obtendrán finalmente que las vocaciones florezcan con la abundancia necesaria y deseada.

2. Sacerdotes apostólicos, ejemplares, sacrificados; pero ministros del Señor, que viven en medio de su pueblo, que comprenden sus necesidades, que sienten sus dolores, especialmente los de aquellos que más tienen que sufrir, no sólo para compadecerlos, sino también para procurar aliviarlos. Sacerdotes penetrados de lo que hoy suele llamarse

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preocupación social... que desearíamos que no faltara en los vuestros, evitando los defectos:

a) El primero sería permitir que una tal preocupación ocupase el puesto de honor en la vida del sacerdote de Cristo, que ha sido llamado y escogido de entre sus hermanos para llevar a las almas la palabra y la gracia de Dios, y para llevar a Dios las almas que son suyas... (Estos sacerdotes) no permanecerán nunca insensibles ante ningún dolor; pero tampoco se desplazarán ordinariamente de su cátedra, de su confesionario y de su altar, para ocupar tribunas o cargos que no les corresponden. El sacerdote será siempre sacerdote...

b) Ni hay que creer por eso que su actuación en pro de sus hermanos ha de ser menos eficiente.

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Manteniéndose él dentro de sus campos, predicando y difundiendo la fraternidad cristiana y la auténtica caridad, rechazando el espíritu de discordia y exhortando a la comprensión, recordando a todos sus propios deberes y defendiendo los derechos de todos, conservará a la Iglesia, que él representa, apartada de las cuestiones puramente temporales, para poder ejercitar siempre con independencia su altísima misión. Porque en realidad todas las demás soluciones del problema social, sino parten de estos principios carecen de base.

c) Por fin, el sacerdote, procurando estar al corriente de todo lo que justamente se llama progreso en esta clase de estudios, no deberá olvidar que el primero de todos los códigos sociales es el Evangelio... Inculcadla en

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vuestros seminarios, hacedla entender rectamente y repetidles una y muchas veces que no tienen necesidad de acudir a otras fuentes más o menos turbias, más o menos peligrosas, para su propia salud espiritual y para la de quienes deben aprender de ellos la vía segura.

3. Y sea esta nuestra tercera sugerencia, queremos decir la necesidad de que vuestros seminaristas, oyéndoos y siguiéndoos dócilmente a vosotros, aprendan a seguir mañana con la misma filial sumisión la voz de sus legítimos pastores. Que ellos tengan presente que, hoy más que nunca..., es necesaria la estrecha unión de todos sus miembros; es necesaria la más rigurosa unidad de acción y de mutuo sostén. Y esto solamente podrá obtenerse cuando los fieles sepan agruparse, como rebaño fiel, en torno a sus pastores...,

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formando todos ellos un cuerpo inexpugnable, cuya cabeza, por divina disposición, es el vicario de Cristo en la tierra. ¡Hijos amadísimos!, casi Nos atrevemos a decir que en vuestras manos está el provenir cristiano (de estas tierras americanas) porque los pueblos son lo que son sus sacerdotes y esos sacerdotes se los habéis de dar vosotros en vuestros seminarios.

Pío XII, a los rectores de seminarios mayores de América Latina, 22/sept./1958. “Guía para el Apostolado vocacional”, CELAM. Ed. Herder, Barcelona, p. 265-270

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El seminario: Un lugar donde se forman hombres con criterios y ejemplo de vida sobrenatural

Sé también que ello constituye la prioridad de las prioridades de vuestra misión y la de vuestros sacerdotes: la salvación del Pueblo de Dios. Esta es la pauta primordial que debéis tener en cuenta al procuraros cooperadores en el encargo recibido de buscar jóvenes capaces de llegar a ser auténticos hombres de Dios, para que lleven Dios a los hombres. Por esto hay que formar sacerdotes que transparenten a Cristo ante los demás. Hay que lograr operarios de criterios y ejemplo de vida sobrenatural. De aquí la necesidad y la importancia del seminario, nunca bastante ponderadas. Por eso mismo, las vocaciones y el seminario han de ser considerados por el Pastor de la diócesis, “como la pupila de sus ojos”.

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Juan Pablo II, a los obispos de Perú en visita “ad límina” 3-6-84 Presentad a los jóvenes toda la grandeza del ideal sacerdotal y

llevadles a que se fascinen por Cristo

... Hay que intensificar el esfuerzo, en cuanto sea posible, en favor de las vocaciones al sacerdocio. “...rogad al dueño de la mies que envíe operarios a la mies” (Mt. 9,37). Y con la oración ferviente y constante, poned también los debidos medios humanos. Dad a conocer íntegro, el ideal sacerdotal. Presentadlo a los jóvenes en toda su grandeza, porque la juventud ama los ideales altos. No le ocultéis; por tanto, los sacrificios que exige la vocación consagrada, pues los jóvenes son generosos y eso no les arredra, antes bien, los estimula. Habladles de

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Cristo con amor y verdad, descubriéndoles la vivencia de ese ideal. Es así como los jóvenes se fascinen por Cristo.

Juan Pablo II, a los obispos de Perú, “ad límina” 3-06-84

Es necesario hacer una valiente selección de los candidatos al sacerdocio. Es mejor tener menos, pero buenos, que muchos, más

mediocres.

Pero no se trata sólo de la promoción de vocaciones, sino también de la acertada selección; porque “muchos son los llamados, y pocos los escogidos” (Mt. 22,14). La escasez de sacerdotes puede provocar en el obispo la tentación de dejarse llevar por el ansia del número. Es necesario, sin embargo, probar los candidatos, seleccionarlos con prudencia, pero sin miedo, durante los años del seminario y con mayor

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cuidado y circunspección antes de aceptarlos para las órdenes sagradas. Es mejor, en efecto, tener menos seminaristas y sacerdotes, pero buenos, que muchos, mas mediocres.

Juan Pablo II, a los obispos de Perú, “ad límina” 03-06-84

Aprender en el seminario a hacer la reflexión-oración, el secreto de nuestra comunión con Dios

La oración personal, en la que se escucha la Palabra de vida y se confronta con la existencia cotidiana, una oración que sea comunión con el Señor y se traduzca en un compromiso de fidelidad evangélica, de opción radical por Cristo y por su causa que es el Evangelio, hará de los futuros sacerdotes hombres de Cristo y hombres para los demás. La oración asidua, que es central en la vida del sacerdote, debe ser el

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crisol de la formación espiritual. No podemos olvidar que Cristo mismo hizo de la plegaria –desde su entrada en el mundo hasta su muerte en la cruz- el secreto de su comunión con el Padre y de su misión en favor de los hombres. A ella dedicaba, en efecto, momentos significativos de su jornada apostólica (Mc. 1,35). Oración que necesita el sacerdote en medio del mundo y que por ello ha de aprender ya en el seminario, para que luego persevere en ella, a pesar del agobiante trabajo apostólico.

Juan Pablo II, a los obispos de Perú, “ad límina” 03-06-84

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La intimidad con Cristo no aliena de los problemas reales de los hombres, por el contrario ahí debemos hallar el constante impulso

a entregarnos a los demás

Ni hay que tener miedo a que ese “cristocentrismo” le conduzca a lo que hoy ha dado en llamarse “intimismo” y a una “alienación” de los problemas reales de los hombres hermanos. Cuanto más conozcan a Cristo, mayor amistad profunda tengan con Él y más vibren de entusiasmo por el Señor, tanto más sentirán la urgencia de las palabras del Maestro: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos

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hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt. 25,40). Ahí deberán hallar el constante impulso a entregarse, con criterios evangélicos, en favor de los más pobres, de los marginados, de los oprimidos por la injusticia. Ibíd.

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Santidad

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En la Iglesia, toda llamada a la acción es llamada a la Santidad

Vuestro segundo centenario lleva consigo una llamada a la acción por la causa del Evangelio. Ahora bien, en la vida de la Iglesia, toda llamada a la acción es llamada a la santidad, a la unión con Dios y, en consecuencia, es una llamada a la oración, expresión auténtica de la unión con Dios. ...presentaros vosotros mismos como “ejemplos al rebaño” (I Pe. 5,3). Ser ejemplos del rebaño significa ser obispos santos, obispos que vivan unidos a Cristo, obispos de oración. Todo el futuro de vuestro ministerio y del apostolado en Corea, el crecimiento de la Iglesia, debe ponerse bajo el signo de la santidad. ...unidos a Cristo examinaréis una vez más lo que la Palabra de Dios exige a la Iglesia en Corea. Con el arrojo que nace únicamente de la santidad, aceptaréis todas las auténticas exigencias del concilio. 13-05-84

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¿Es difícil la santidad?

¿Es difícil? Sí y no. Es difícil si contamos solamente con nuestras fuerzas. Es difícil si nos dejamos atemorizar por los obstáculos que ciertamente encontramos, dentro y fuera de nosotros. Es difícil si acogemos con pocas ganas nuestra vocación de cristianos; el que quiere ser cristiano a medias siente doblemente el peso de los compromisos cristianos. Pero el animoso, que pone en el Señor su confianza, es decir, el que reza, el que escucha la palabra de Dios y se mantiene en su gracia, encuentra fácilmente la santidad; más aún, la encuentra bella, feliz. Solamente los que son verdaderamente buenos y santos son felices.

(Pablo VI. Audiencia general. Eccl. 24-09-66)

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Despojo de síMuerte al amor propio

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