Miradas - Pedagogía Ignaciana - Abril 2011

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Miradas para educar 4 Abril 2011 SEMANA SANTA ¿Podemos descansar y al mismo tiempo recordar? M M iradas para educar sólo nosotros, nuestra falta tal vez de agradecimiento y amor… La belleza, umbral del acceso a Dios “¿Fue usted, príncipe, quien dijo una vez que el mundo se salvaría por la be- lleza? ¡Señores! El príncipe sostiene que el mundo se salvará por la belleza […] Pero, ¿qué belleza es ésa que salvará al mundo”? Es la pregunta que dirige Hippolit, el joven ateo y nihilista de la novela El Idiota, a Miskin, el príncipe idiota. El lector espera ansioso una respuesta pero esa respuesta no existe; el diálogo sigue por otros de- rroteros. Con todo, se sabe que en ésta y otras novelas suyas Dostoiewski está aludiendo a la belleza de Jesucristo. Nada ha existido en este mundo tan Bello, Verdadero y Bueno como Jesu- cristo. En el Crucificado resplandece como en ningún otro lugar esa Belleza, la que irradia una vida entregada… Porque bellezas existen muchas pero no todas irrumpen del mismo modo en nosotros. Algunas no hacen más que encandilar nuestro instinto de po- sesión, nuestro principio placer. Otras, sin embargo, trasparentan una Presen- cia real que nos atrae hacia sí desper- tando en nosotros el anhelo de trascendencia. La belleza de Jesucristo es de estas segundas. Irradia verda- dera humanidad, revela lo mejor de nosotros mismos, tira de nosotros hacia sí... ¿Qué sucedería si un día se nos apare- ciera ese Jesucristo, así contemplado, así re-cordado? ¿No se convertiría, tal vez, en el nuevo objeto de nuestro deseo, en el Modelo humano-divino hacia el cual trascendernos? Convertirse es ser atraído, escribió el Prior de los José Antonio Gª Rodríguez sj. [email protected] cistercienses asesinados en Argelia, cuya película va conmoviendo a tantos en estos últimos meses. Vamos a intentarlo Como cristianos somos, así pues, una “comunidad de memoria”. Las comu- nidades de memoria viven de un acon- tecimiento fundante que las mantiene cohesionadas y activas a través de la historia, abriéndolas simultáneamente hacia el futuro. Para nosotros ese acon- tecimiento fundante es Jesús: su vida, muerte y resurrección. Recordarlo y narrarlo es vital para nosotros. Sentir y gustar que nuestra identidad personal ni quiere ni puede defi- nirse sin referencia a esa memoria, puede ser una realidad dichosa que llene nuestro corazón de Paz, Misión y Espíritu, los tres dones que el Resuci- tado regala a su primera comunidad de discípulos… Concluimos ya. Tenemos derecho a descansar después de este largo tri- mestre. Claro que sí, lo tenemos. Pode- mos juntar descanso, recuerdo y celebración durante esta Semana Santa. Claro que podemos. ¿Por qué, entonces, no intentarlo? ¡Ne- cesitamos tanto de una Belleza salva- dora que nos ayude a perforar hacia adelante y hacia abajo nuestros peque- ños y repetitivos circuitos cotidia- nos…! Dicen que no hay que vivir de recuerdos pero más verdadero es que sin recuerdos no se puede vivir. Es cierto que hay recuerdos que atan al pa- sado, que bloquean toda novedad, toda alegría, todo futuro; pero los hay también que dinamizan nuestro presente, que introducen en él aconteci- mientos y rostros de un pasado que nos llena de energía y ganas de vivir, de un dinamismo nuevo y benefactor. No olvidemos que recordar (re- cordis) significa literalmente pasar de nuevo algo o alguien por el corazón. Algo o alguien que no le deja como estaba, que le mueve. Pues bien, cercanos ya a la Semana Santa, nos preguntamos si es posible o no vivir unidos descanso y recuerdo, vacación y memoria, disfrute y aten- ción… ¿Atención a qué? A los recuerdos que nos traen estos días. Nues- tra respuesta es que sí, lo que planteamos en estas líneas es una propuesta para lograrlo. La belleza de Jesucristo irradia verdadera humanidad, revela lo mejor de nosotros mismos, tira de nosotros hacia sí...

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Miradas para educar nº 4Abril 2011

SEMANA SANTA¿Podemos descansar

y al mismo tiempo recordar?

MMMiradas para educarsólo nosotros, nuestra falta tal vez deagradecimiento y amor…

La belleza, umbral del acceso a Dios“¿Fue usted, príncipe, quien dijo unavez que el mundo se salvaría por la be-lleza? ¡Señores! El príncipe sostiene queel mundo se salvará por la belleza […]Pero, ¿qué belleza es ésa que salvará almundo”?Es la pregunta que dirige Hippolit, eljoven ateo y nihilista de la novela ElIdiota, a Miskin, el príncipe idiota. Ellector espera ansioso una respuestapero esa respuestano existe; el diálogosigue por otros de-rroteros. Con todo,se sabe que en éstay otras novelas suyas Dostoiewski estáaludiendo a la belleza de Jesucristo.Nada ha existido en este mundo tanBello, Verdadero y Bueno como Jesu-cristo. En el Crucificado resplandececomo en ningún otro lugar esa Belleza,la que irradia una vida entregada…Porque bellezas existen muchas perono todas irrumpen del mismo modoen nosotros. Algunas no hacen másque encandilar nuestro instinto de po-sesión, nuestro principio placer. Otras,sin embargo, trasparentan una Presen-cia real que nos atrae hacia sí desper-tando en nosotros el anhelo detrascendencia. La belleza de Jesucristoes de estas segundas. Irradia verda-dera humanidad, revela lo mejor denosotros mismos, tira de nosotroshacia sí...¿Qué sucedería si un día se nos apare-ciera ese Jesucristo, así contemplado,así re-cordado? ¿No se convertiría, talvez, en el nuevo objeto de nuestrodeseo, en el Modelo humano-divinohacia el cual trascendernos? Convertirsees ser atraído, escribió el Prior de los

José Antonio Gª Rodríguez [email protected]

cistercienses asesinados en Argelia,cuya película va conmoviendo a tantosen estos últimos meses.

Vamos a intentarloComo cristianos somos, así pues, una“comunidad de memoria”. Las comu-nidades de memoria viven de un acon-tecimiento fundante que las mantienecohesionadas y activas a través de lahistoria, abriéndolas simultáneamentehacia el futuro. Para nosotros ese acon-tecimiento fundante es Jesús: su vida,muerte y resurrección. Recordarlo y

narrarlo es vital paranosotros. Sentir ygustar que nuestraidentidad personal niquiere ni puede defi-

nirse sin referencia a esa memoria,puede ser una realidad dichosa quellene nuestro corazón de Paz, Misión yEspíritu, los tres dones que el Resuci-tado regala a su primera comunidad dediscípulos…Concluimos ya. Tenemos derecho adescansar después de este largo tri-mestre. Claro que sí, lo tenemos. Pode-mos juntar descanso, recuerdo ycelebración durante esta Semana Santa.Claro que podemos.¿Por qué, entonces, no intentarlo? ¡Ne-cesitamos tanto de una Belleza salva-dora que nos ayude a perforar haciaadelante y hacia abajo nuestros peque-ños y repetitivos circuitos cotidia-nos…!

Dicen que no hay que vivir de recuerdos pero más verdadero es que sinrecuerdos no se puede vivir. Es cierto que hay recuerdos que atan al pa-sado, que bloquean toda novedad, toda alegría, todo futuro; pero los haytambién que dinamizan nuestro presente, que introducen en él aconteci-mientos y rostros de un pasado que nos llena de energía y ganas de vivir,de un dinamismo nuevo y benefactor. No olvidemos que recordar (re-cordis) significa literalmente pasar de nuevo algo o alguien por el corazón.Algo o alguien que no le deja como estaba, que le mueve.

Pues bien, cercanos ya a la Semana Santa, nos preguntamos si es posibleo no vivir unidos descanso y recuerdo, vacación y memoria, disfrute y aten-ción… ¿Atención a qué? A los recuerdos que nos traen estos días. Nues-tra respuesta es que sí, lo que planteamos en estas líneas es una propuestapara lograrlo.

La bel leza de Jesuc r is to i r rad ia

verdadera humanidad, reve la lo

mejor de nosotros m ismos, t i r a

de nosotros hacia s í . . .

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Miradas para educar Abril 2011

Miradas para educar

SEM

AN

A S

AN

TA¿Qué “recuerdos”?Lo sabemos desde pequeños pero talvez nos convenga formularlo nueva-mente. He aquí un intento:

1º. El primer recuerdo que nos trae la Se-mana Santa es que Jesús fue “un hombrecon una misión”: el Hombre que venía deDios, el Hijo, con una buena noticia parala humanidad, para nosotros, para mí…Sin ese primer recuerdo no hay Se-mana Santa.Cierto que estasemana se llenade imágenes dela pasión denuestro Señor, yasí ha de ser.Pero si nos preguntamos por qué Jesústerminó en la cruz, la respuesta esclara. Terminó así como consecuenciade lo que fue, de lo que hizo y dijo; porla pretensión que tuvo no sólo deanunciar y anunciarse como alguienque venía de Dios, sino también comoinstaurador en nombre suyo de unnuevo orden de cosas en el mundo.“Os traigo una buena noticia, -decía Jesúsa la gente-. Dios quiere reinar en vosotros,quiere estar presente en vuestras vidas,alentarlas, consolarlas, dirigirlas. Dios amala vida, os ama, no está a la puerta comoenemigo. Volveos a él, cam-biad, sed hermanos unos paraotros, hijos todos del mismoPadre. Dichosos vosotros si lohacéis, ay de vosotros si lo im-pedís…”Los poderosos de aqueltiempo se dieron cuentamuy pronto de que la vida y el mensajehumano-religioso de Jesús suponíauna amenaza para el statu quo impe-rante, que no estaban dispuestos a

cambiar. Más todavía porque Jesús seatrevía a vincular su mensaje y a símismo con Dios… “Mi Padre y yo somosuna misma cosa”.Este primer recuerdo es capital en laSemana Santa porque sin él no se en-tienden los dos siguientes. Pero, ¿porqué y para qué re-cordarlo, traerlo denuevo a nuestra mente y corazón? ¿Escompatible, por otra parte, un recuerdoasí con el hecho de estar de vacaciones?

Sí merece la pena recor-darlo, sí es compatiblecon estar de vacación.Porque veamos: ¿Qué impide que en estaSemana Santa, al tiempoque descansamos y lo

pasamos bien, se llene nuestro corazónde agradecimiento al re-cordar que“tanto amó Dios al mundo que envió asu Hijo…”? (Jn 3,16) ¿Qué impide que podamos asistir elJueves Santo al recuerdo de la últimaCena y primera Eucaristía, sintiendo ygustando de nuevo que Jesús “ha-biendo amado a los suyos que estabanen el mundo, los amó hasta el ex-tremo”? (Jn 13,1) Ninguna circunstancia externa podríaimpedirlo, sólo nosotros, nuestra faltatal vez de agradecimiento y amor…

2º. La SemanaSanta nos traeun segundo re-cuerdo, trágicoy santo a lavez: los pode-res de este

mundo dicen “No” a Jesús y su Proyecto.El resultado de ese “no” es su condena amuerte en cruz… Las calles de nuestrospueblos y ciudades se llenan de ese

“no” en forma de proce-siones, de Cristos crucifi-cados, de Dolorosas…Con el paso del tiemponos hemos vuelto máscautos al juzgar esta fe po-pular desde nuestra fe más “ilustrada”.¿Mucho que purificar? Claro. ¿Muchoque contemplar y admirar? También.Pero recordar al Crucificado, traerlo denuevo a nuestra memoria y corazón,no tiene por qué inducir en nosotros unclima de tristeza, sino de agradeci-miento y de mayor amor. ¿No sucedelo mismo cuando recordamos lo quenuestros padres hicieron por nosotros,los “trabajos” que les costamos? Este segundo recuerdo de la SemanaSanta es bueno, nos hace más agrade-cidos, mejores. Nos vuelve más dis-puestos a aceptar por nuestra parte los“trabajos” que nuestra misión actualde padres, profesores, estudiantes…lleva inevitablemente consigo. Haceque Cristo sea un Tú más cercano, másamado, más deseado también.¿Y por qué no había de ser compatibleeste segundo recuerdo con el hecho deestar de vacaciones? ¿Qué impide queesos días de des-canso se llenen derecuerdos santos,del recuerdo delCrucificado? Nin-guna circunstancia externa podría im-pedirlo, sólo nosotros, nuestra falta talvez de agradecimiento y amor…

3º El tercer recuerdo de la Semana santa eséste: Dios dice “Sí” a Jesús, le da la razónquitándosela a quienes le crucificaron. Esesí de Dios a la persona y el proyecto deJesús no es una simple palabra, es una ac-ción de Dios sobre el Crucificado, es un sí

que lo resucita.Normalmentev i n c u l a m o smás esta Se-mana Santa alJueves y Vier-

nes santo que al Domingo de resurrec-ción. Y sin embargo… Sobre la Cruz deJesús en el Viernes Santo pende una te-rrible interrogación: ¿tiene futuro elCrucificado, sí o no? ¿Lo tienen todossus hermanos y hermanas llevados in-justamente a la muerte? ¿Lo tienen lasvidas entregadas? ¿Lo tenemos nos-otros? Jesús ha llevado la vida hastaunos límites de entrega, de amor, dedefensa de los pobres, enfermos y pe-cadores imposibles de superar. Bien,así fue, ¿pero ahora, qué?La resurrección de Jesús es el “sí” deDios a su vida, a Él y su proyecto, a sumodo de llevarlo a término. La últimapalabra sobre la vida no la tienen losverdugos (la muerte es de todas formasun verdugo universal) sino Dios y ladice a favor de los crucificados, dequienes vivieron dando vida a losdemás aun a costa de su propia vida.Eso es lo que recordamos en este día

como sucedido aJesús y como pro-mesa para quienes losiguen.Es posible estar de va-

caciones y recordar este aconteci-miento. Y alegrarnos por Jesús y por elfuturo de Dios para la humanidad.Para las personas que quiero a cuyamuerte total no podría acostumbrarmenunca. Para los pobres y desechados deeste mundo cuya vida no-vivida Diosrestaurará. Para mí… Es posible estarde vacaciones y recordar. Ninguna cir-cunstancia externa podría impedirlo,

Jesús te rm inó as í como

consecuenc ia de lo que fue,

de lo que h i zo y d i jo; por l a

pre tens ión que tuvo de instaura r

en nombre suyo un nuevo orden

de cosas en e l mundo.

¿Qué imp ide que en esta

Semana Santa , a l t i empo que

descansamos y lo pasamos bien ,

se l lene nuest ro corazón de

agradecim iento a l r e-cordar que

“tanto amó Dios a l mundo que

env ió a su H i jo…”?

Recordar al Crucif icado, traer lo

de nuevo a nues tra memoria y

co razón, no t iene por qué

induci r en nosot ros un c l ima de

t r i steza , s ino de agradec im iento

y de mayor amor.

La ú lt ima pa lab ra sobre la v ida

no la t ienen los ve rdugos

( l a muerte es de todas fo rmas

un verdugo univer sa l) s i no Dios.