Misal de la Marcha de la Fe

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Misal de la Marcha

de la Fe

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Imprime: Jóvenes de San José Apartado de correros 97 08181-Sentmenat (Barcelona)

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Marcha de la Fe 3

Sábado, 10 de noviembre de 2012, después de la hora de nona

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO

Introducción Las rúbricas están adaptadas para una santa Misa en el exterior del

Santuario de san José de Montaña en Barcelona con: - Celebrante principal (P. Antonio Turú, mCR): da la comunión en el

pasillo central a todos los ayudantes y luego a los fieles. - Concelebrante I: está siempre a la derecha del celebrante principal.

Ayuda en el altar con el cáliz si no hay diácono. - Concelebrante II: está siempre a la izquierda del celebrante princi-

pal. Ayuda en el altar con el misal y dice las moniciones: Daos fraternalmen-te la paz y podéis ir en paz si no hay diácono.

- Concelebrante III: está siempre a la derecha del concelebrante I. Proclama el Evangelio si no hay diácono.

- Concelebrante IV: está siempre a la izquierda del concelebrante II. Después de la comunión, si no hay diácono ni acólito instituido, purifica los vasos sagrados.

- Predicador (Mn Francesc Espinar Comas): predica la homilía desde el ambón después de la proclamación del Evangelio.

- Diácono: está siempre detrás del celebrante ayudándole con el cáliz y el misal. Lleva elevado el evangeliario delante de los concelebrantes en la procesión de entrada, proclama el Evangelio y propone las intenciones de la oración de los fieles. Sirve la naveta. Dice las moniciones: Daos fraternal-mente la paz y podéis ir en paz. Después de la comunión, purifica los vasos sagrados.

- Maestro de ceremonias (Hno. Pablo Castelblanque): está siempre detrás del celebrante principal a la izquierda y se encarga de que el celebran-te principal y concelebrantes hagan su oficio.

- Ceremoniero y Salmista (Gabriel Sellas): está siempre detrás del ce-lebrante principal a la derecha y se encarga de que los ayudantes hagan su oficio. También, como salmista, canta el salmo desde el ambón u otro lugar oportuno.

- Lector (Rafael Moreno): si no hay diácono, lleva elevado el evange-liario delante de los concelebrantes en la procesión de entrada y propone las intenciones de la oración de los fieles. En la comunión va con el celebrante principal con una patena de comunión.

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- Turiferario (Juan Mª Almela): se encarga del incensario. El incienso se usa tres veces en la Misa: 1ª en la procesión de entrada (antes de que em-piece la procesión de entrada, presenta el incensario para que el celebrante principal ponga incienso, y si al llegar al altar se ha quemado todo el incien-so, añade, con la ayuda del ayudante correspondiente, más incienso. Después que el celebrante principal a besado el altar, le entrega el incensario al diá-cono si lo hay o bien al celebrante principal; al acabar la incensación recoge el incensario); 2ª en la proclamación del Evangelio (cuando comienza el can-to que precede al Evangelio, presenta el incensario de rodillas al celebrante principal que está sentado. Luego va delante de la procesión del Evangelio y por último da y recoge el incensario del diácono o concelebrante); y 3ª en el ofertorio y consagración (tras el ofrecimiento de las ofrendas, presenta el incensario al celebrante principal y se lo pasa al diacono si lo hay o al cele-brante principal, inciensa al celebrante principal, luego a los concelebrantes y finalmente al pueblo; antes del santo añade si es necesario incienso e in-ciensa en la elevaciones de la consagración.) En la comunión va con el conce-lebrante I con una patena de comunión.

- Crucífero (A. S.): lleva la cruz y, si no hay diácono, sirve la naveta, se encarga del micrófono en la sede. En la comunión va con el concelebrante II con una patena de comunión.

- Dos acólito no instituidos (F. X. V. y J. M. O.) llevan candelabros en la procesión de entrada, de proclamación del Evangelio y de salida, y en la comunión van con los concelebrantes III y IV con una patena de comunión cada uno. Además, llevan al altar el corporal, el purificador; reciben del ce-lebrante principal el pan, el vino y el agua en la procesión de las ofrendas; sirven en el ofertorio y en la purificación de los vasos sagrados el agua y el vino, y presentan al celebrante principal agua y un paño antes de la oración sobre las ofrendas. Tocan las campanillas en la epíclesis y en la elevación de la hostia y del cáliz.

- Seis ceroferarios (L. D. S., L. V., A. R. R., J. V., S. F. y J. S.): llevan candelabros durante el Canon Romano. Uno de ellos (J. S.) sirve el Misal en la sede, en el ofertorio lo coloca con el atril en el altar, lo aguanta en la in-censación del ofertorio y lo retira justo antes de que comulgue el celebrante principal. Otro de ellos (L. V.) coloca el micrófono en el altar en el ofertorio justo antes de la oración sobre las ofrendas y lo quita justo antes de la comu-nión del celebrante principal. Dos de ellos (L. D. S. y A. R. R.) se quedan en el Rito de la Comunión con velas encendidas y acompañan al Santísimo Sacra-mento al Sagrario.

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Marcha de la Fe 5

Aclración para los concelebrantes 1. Lo que tienen que hacer y decir en el Canon Romano los con-

celebrantes, adaptado de la Ordenación General del Misal Romano. 219. En la Plegaria Eucarística I o Canon Romano, Padre misericor-

dioso lo dice solamente el celebrante principal con las manos extendidas. 220. El Memento de los vivos (Acuérdate, Señor,) se encarga al conce-

lebrante I y la Conmemoración de los Santos (Reunidos en comunión) al II, y ellos solos dicen estas oraciones, con las manos extendidas y en voz alta.

221. Acepta, Señor, en tu bondad, lo dice solamente el celebrante prin-cipal, con las manos extendidas.

222. Desde Bendice y santifica, oh Padre, hasta Te pedimos humilde-mente, Dios todopoderoso, el celebrante principal hace los gestos, pero todos los concelebrantes dicen todo simultáneamente, de este modo:

a) Bendice y santifica, oh Padre, con las manos extendidas hacia las ofrendas.

b) El cual, la víspera de su Pasión y Del mismo modo, acabada la cena, con las manos juntas.

c) Las palabras del Señor con la mano derecha extendida hacia el pan y hacia el cáliz; pero en la elevación miran la Hostia y el cáliz y luego se incli-nan profundamente.

d) Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y Mira con ojos de bondad, con las manos extendidas.

e) Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, inclinados y con las manos juntas hasta las palabras: al participar aquí de este altar y, en seguida, se enderezan, signándose a las palabras seamos colmados de gracia y bendi-ción.

223. La intercesión por los difuntos (Acuérdate también, Señor, de tus hijos) la dice el concelebrante III y Y a nosotros pecadores, siervos tuyos, el IV y ellos solos las pronuncian con las manos extendidas y en voz alta.

224. A las palabras Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, todos los concelebrantes se golpean el pecho.

225. Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando es dicho sólo por el celebrante principal.

236. La doxología final de la Plegaria Eucarística es pronunciada por el celebrante principal juntamente con los otros concelebrantes, pero no por los fieles.

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2. A la hora convenida, reunido el pueblo, se acerca el turifera-rio, le presentan la naveta al celebrante principal, el cual pone incien-so en el incensario y lo bendice con el signo de la cruz. Luego, el diacono, o si no lo hay, el lector, toma el Evangeliario, que lo lleva cerrado, elevado con las dos manos y con reverencia en la procesión de entrada.

RITOS INICIALES 3. Después, van al altar, tras un toque de campana, en fila de dos:

incensario, cruz y ciriales, demás ayudantes, el Evangeliario, conce-lebrantes, el celebrante principal y maestro de ceremonias; mientras se entona el canto de entrada.

Canto de entrada Himne de l’Any de la Fe

4. Cuando llegan al altar hacen inclinación profunda, a excepción del crucífero y ciriales que hacen inclinación de cabeza, y del que lleva el Evangeliario, que omite la reverencia y lo deja en el altar. Los concelebrantes y el celebrante principal besan el altar y aquellos van a sus puestos. Si es necesario, el turiferario pone de nuevo in-cienso en el incensario y el celebrante principal, acompañado del diá-cono si lo hay, o del turiferario, a la derecha, y el maestro de ceremo-nias a su izquierda, inciensa la cruz, el altar y la imagen de san José de Montaña. Luego se dirige a la sede.

5. Terminado el canto de entrada, el celebrante principal y los fieles, de pie, se santiguan, mientras el celebrante principal dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. El pueblo responde: Amén.

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Marcha de la Fe 7

Saludo El celebrante principal, extendiendo las manos, saluda al pueblo:

El pueblo responde:

Monición introductoria de la Misa

6. El celebrante principal hace una breve monición para introdu-cir la misa:

Llegue hasta ti mi súplica; inclina tu oído a mi clamor, Señor. (Antífona de entrada Sal 87, 3)

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Acto penitencial 7. A continuación se hace el Acto penitencial.

El celebrante principal invita a los fieles al arrepentimiento: Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, hacen todos en común la confesión de sus pecados:

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Golpeándose el pecho, dicen: Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Luego prosiguen: Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

El celebrante principal concluye con la siguiente plegaria: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

8. Siguen las invocaciones Señor, ten piedad.

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Marcha de la Fe 9

Kyrie Missa de Angelis

9. A continuación el celebrante principal entona y se canta el

himno Gloria a Dios en el cielo:

Glória Missa de Angelis

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10. Tras el himno, el celebrante principal, con las manos juntas,

dice: Oremos.

Y todos oran en silencio durante unos momentos. Después el celebrante principal, con las manos extendidas, dice:

Oración colecta Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo.

Al final de la oración el pueblo aclama:

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Marcha de la Fe 11

LITURGIA DE LA PALABRA Lecturas y homilía

11. El lector va al ambón, sin apresuramiento, y lee la primera lec-tura, que todos escuchan sentados.

PRIMERA LECTURA La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías

Lectura del primer libro de los Reyes 17, 10-16 En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sa-

repta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viu-da que recogía leña. La llamó y le dijo:

—«Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.»

Mientras iba a buscarla, le gritó: —«Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.» Respondió ella: —«Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me

queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de acei-te en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.»

Respondió Elías: —«No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero

hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después.

Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará,

la alcuza de aceite no se agotará,

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hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra.”»

Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo.

Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías. Para indicar el fin de la lectura, dice:

Todos aclaman:

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Marcha de la Fe 13

12. El salmista proclama el salmo, y el pueblo intercala la respues-ta.

Salmo responsorial Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (R/.: 1)

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,

que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

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13. El lector va al ambón, sin apresuramiento, y lee la segunda lectura, que todos escuchan sentados.

SEGUNDA LECTURA Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28 Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres

—imagen del auténtico—, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.

Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces —como el su-mo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrec-ía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo—. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio.

De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.

La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos. Para indicar el fin de la lectura, dice:

Todos aclaman:

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14. Sigue el Aleluya, todos se ponen de pie menos el celebrante principal que pone incienso en el incensario.

Aleluya Mt 5, 3 Dichosos los pobres en el espíritu,

porque de ellos es el reino de los cielos.

Después, si hay diácono, se inclina profundamente ante el celebrante principal, pide la bendición, diciendo en voz baja: Iube, domne, benedícere. El celebrante principal en voz baja dice:

Dóminus sit in corde tuo et in lábiis tuis: ut digne et competénter annúnties Evangélium suum: in nómine Patris, et Fílii, + et Spíritus Sancti.

El diácono mientras tanto se santigua. Luego responde: Amen.

15. Entonces, el celebrante principal se levanta. Después, el diácono va al altar, previa inclinación al mismo, coge el Evangeliario y lo lleva elevado al ambón, precedido por los ayudan-tes que llevan el incienso y dos cirales. Y sigue como en el núm. 17.

16. Entonces, el celebrante principal se levanta. 17. El concelebrante que va a leer el evangelio va al centro del al-

tar, e inclinado ante él, dice en secreto: Munda cor meum ac lábia mea, omnípotens Deus, ut sanctum Evangélium tuum digne váleam nuntiáre.

Después, coge el Evangeliario y lo lleva elevado al ambón, precedido por los ayudantes que llevan el incienso y dos ciriales.

18. Una vez en el ambón abre el libro y dice:

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El pueblo responde:

EVANGELIO

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida El concelebrante (o el diácono): + Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 38-44 Y mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho. El pueblo aclama: Gloria a ti, Señor. El concelebrante (o el diácono) inciensa el libro. Luego proclama el evangelio.

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: —«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con am-

plio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa.»

Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, ob-servaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echa-ban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo:

—«Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

19. Acabado el evangelio el concelebrante (o el diácono)dice:

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Todos aclaman:

Después el concelebrante (o el diácono) besa el libro, diciendo en secreto:

Per evangélica dicta deleántur nostra delícta. 20. Luego tiene lugar la homilía. 21. Acabada la homilía, se tienen unos momentos de silencio. Se-

guidamente, se hace la profesión de fe:

Credo III

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[ Durante estas palabras, todos se inclinan profundamente.

]

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Oración de los fieles

22. Después se hace la plegaria universal u oración de los fieles. El celebrante principal invita a los fieles, con las manos juntas, a orar por medio de esta breve monición:

Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, por Jesu-cristo su Hijo, el Señor, que se entregó a sí mismo para la redención de todos.

Las intenciones son propuestas por el diácono (lo que está en negri-ta), si lo hay, y el lector las lee desde el ambón.

- Por la santa Iglesia de Dios, sacramento universal de salvación: para que, congregada en la unidad deseada por Jesu-cristo, sea siempre fiel al mandato divino y anuncie sin cesar el Evangelio a todos los hombres.

El pueblo manifiesta su participación con esta invocación:

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- Por los obispos de la Iglesia católica: para que, como su-

cesores de los apóstoles, prediquen la palabra de la verdad y ex-tiendan la Iglesia entre todos los pueblos. Dóminum deprecé-mur.

- Por los presbíteros y diáconos, cooperadores y minis-tros del orden episcopal: para que a través de ellos la palabra de Dios sea difundida y glorificada, y se anuncie y establezca el reino de Dios en toda la tierra. Dóminum deprecémur.

- Por los hombres de todos los pueblos y de todas las re-ligiones: para que en sus esfuerzos por encontrar a Dios, descu-bran con gozo que no está lejos de ellos. Dóminum deprecémur.

- Por nosotros mismos y los fieles de nuestras parro-quias: para que, como luz del mundo y sal de la tierra, nación santa y pueblo sacerdotal, anunciemos con buenas obras el reino de Dios. Dóminum deprecémur. El celebrante principal termina, con las manos extendidas, la plegaria común diciendo:

Escucha, Padre celestial, las oraciones de tu Iglesia: da tu fuerza a cuantos predican el Evangelio en el mundo; llénalos de tu amor para que siembren tu palabra en la alegría y todos los pueblos lleguen al conocimiento de tu verdad. Por Jesucristo nuestro Señor.

El pueblo responde: Amén.

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LITURGIA EUCARÍSTICA 23. Acabada la oración de los fieles, los ayudantes llevan altar el

corporal, el purificador y el cáliz; ponen también el misal con el atril en el altar y el micrófono. Luego llevan el pan, el vino y el agua para la celebración de la eucaristía.

24. Mientras tanto se canta:

Canto ofertorio Ave Verum (Mozart)

25. El diácono, si lo hay, o el celebrante principal se acerca al al-tar extiende el corporal, y si hay diacono pasa la patena al celebrante principal. Luego el celebrante principal manteniéndola un poco elevada sobre el altar, dice en secreto:

Benedíctus es, Dómine, Deus univérsi, quia de tua largitáte accépimus panem, quem tibi offérimus, fructum terræ et óperis mánuum hóminum: ex quo nobis fiet panis vitæ.

Después deja la patena con el pan sobre el corporal.

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26. El diácono si lo hay, o el celebrante principal, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:

Per huius aquæ et vini mystérium eius efficiámur divinitátis consórtes, qui humanitátis nostræ fíeri dignátus est párticeps. 27. Después el celebrante principal toma el cáliz y, manteniéndolo

un poco elevado sobre el altar, dice en secreto: Benedíctus es, Dómine, Deus univérsi, quia de tua largitáte accépimus vinum, quod tibi offérimus, fructum vitis et óperis mánuum hóminum, ex quo nobis fiet potus spiritális.

Después deja el cáliz sobre el corporal. A continuación, el celebrante principal, inclinado, dice en secreto:

In spíritu humilitátis et in ánimo contríto suscipiámur a te, Dómine; et sic fiat sacrifícium nostrum in conspéctu tuo hódie, ut pláceat tibi, Dómine Deus. 28. El turiferario accede al altar y el diacono si lo hay, o un ayu-

dante presenta la naveta, el celebrante principal pone incienso en el incensario y, acompañado del diácono si lo hay, o del turiferario a la derecha, y el maestro de ceremonias a su izquierda, inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. Un ayudante aguanta el misal con el atril durante esta incensación. A continuación todos se ponen de pie y el turiferario inciensa al celebrante principal (que está en un lateral del altar), a los concelebrante y al pueblo.

29. Después de haber sido incensado, el celebrante principal, per-maneciendo a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secre-to:

Lava me, Dómine, ab iniquitáte mea, et a peccáto meo munda me.

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30. Y va al centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y jun-tando las manos, dice:

Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

El pueblo responde: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

31. Luego el celebrante principal, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas.

Oración sobre las ofrendas Mira con bondad, Señor, los sacrificios que te presentamos, para que, al celebrar la pasión de tu Hijo en este sacramento, gocemos de sus frutos en nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.

El pueblo responde: Amén.

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PLEGARIA EUCARÍSTICA Prefacio I Dominical del Tiempo Ordinario

El Misterio Pascual ha hecho de nosotros el Pueblo de Dios 32. El celebrante principal comienza la plegaria eucarística con el

prefacio. Con las manos extendidas dice:

El pueblo responde:

El celebrante principal, elevando las manos, prosigue:

El pueblo responde:

El celebrante principal, con las manos extendidas, añade:

El pueblo responde:

El celebrante principal, con las manos extendidas, prosigue:

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El celebrante principal junta las manos y, en unión del pueblo, con-cluye el prefacio cantado:

Sanctus Misa de Angelis

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Plegaria Eucarística I o Canon Romano

33. El celebrante principal, con las manos extendidas, dice: Los concelebrantes, con las manos juntas, no dicen nada.

Padre misericordioso, te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,

Junta las manos y dice: que aceptes y bendigas

Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el vino conjun-tamente, diciendo:

estos + dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,

Con las manos extendidas, prosigue: ante todo, por tu Iglesia santa y católica,

para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa Benedicto, con nuestro Obispo Luis, y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.

34. CONMEMORACIÓN DE LOS VIVOS El concelebrante I con las manos extendidas dice, él solo:

Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N.

Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar, o bien junta las manos y ora por ellos unos momentos. Después, con las manos extendidas, prosigue:

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y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

35. CONMEMORACIÓN DE LOS SANTOS El concelebrante II con las manos extendidas dice, él solo:

Reunidos en comunión con toda la Iglesia, para celebrar el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos;

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por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.] 36. Con las manos extendidas, prosigue el celebrante principal:

Los concelebrantes, con las manos juntas, no dicen nada.

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

Junta las manos. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

El concelebrante I descubre el cáliz.

37. El celebrante principal extendiendo las manos sobre las ofren-das, dice:

Los concelebrantes extendiendo las manos hacia las ofrendas, dicen también:

Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.

Juntan las manos.

El celebrante principal toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

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Los concelebrantes, con las manos juntas, también prosiguen:

El celebrante principal eleva los ojos.

El celebrante principal se inclina un poco.

Los concelebrantes con la mano derecha extendida hacia el pan.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la pate-na y lo adora haciendo genuflexión.

Los concelebrantes miran la hostia y hacen inclinación profunda.

38. Después prosiguen:

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El celebrante principal toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco eleva-do sobre el altar, dice:

Los concelebrantes, con las manos juntas, también dicen:

El celebrante principal se inclina un poco.

Los concelebrantes con la mano derecha extendida hacia el cáliz.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Los concelebrantes miran la hostia y hacen inclinación profunda. El concelebrante I vuelve a cubrir el cáliz.

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39. Luego, el celebrante principal dice:

Y el pueblo prosigue, aclamando:

40. Después el celebrante principal y los concelebrantes, con las

manos extendidas, dicen:

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41. Y prosiguen:

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

42. El celebrante principal y los concelebrantes inclinados, con las manos juntas, prosiguen:

Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar,

Se enderezan y se signan, diciendo: seamos colmados de gracia y bendición. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

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34 Misal

43. CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS 44. El concelebrante III con las manos extendidas dice, él solo:

Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.

Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar. Después, con las manos extendidas, prosigue:

A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.

Junta las manos. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

45. El concelebrante IV con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo él sólo:

El celebrante principal y los concelebrantes, con la mano derecha se golpean el pecho.

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, Con las manos extendidas prosigue:

que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía,

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Marcha de la Fe 35

Inés, Cecilia, Anastasia,] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad.

46. El celebrante principal, con las manos juntas,

Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.

47. El celebrante principal toma la patena, con el pan consagrado, y el concelebrante I el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dicen el cele-brante principal y los concelebrantes:

El pueblo aclama:

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Rito de la Comunión 48. Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el celebrante prin-

cipal, con las manos juntas, dice:

El celebrante principal y los concelebrantes extienden las manos y, junto con el pueblo, dicen:

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49. El celebrante principal, con las manos extendidas, prosigue él

solo:

Junta las manos. Los concelebrantes y el pueblo concluyen la oración, aclamando:

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Luego el celebrante principal, con las manos extendidas, dice en voz alta:

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz os dejo, mi paz os doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.

Junta las manos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

El pueblo responde: Amén.

50. SIGNO DE LA PAZ El celebrante principal, extendiendo y juntando las manos, añade:

El pueblo responde:

51. Después, el diácono, si lo hay, o el concelebrante II, añade:

Daos fraternalmente la paz. El celebrante principal da el saludo de paz por lo menos a los dos concelebrantes más cercanos. Mientras tanto los concelebrantes, los demás ministros, se dan de modo semejante unos a otros el saludo de paz.

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También los fieles se dan el saludo de paz. Mientras se dan el saludo de paz, puede decirse: La paz esté contigo, a lo cual se responde: Y con tu Espíritu.

52. FRACCIÓN DEL PAN Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto:

Hæc commíxtio Córporis et Sánguinis Dómini nostri Iesu Christi fiat accipiéntibus nobis in vitam ætérnam.

53. Mientras tanto se canta:

Si la fracción del pan se prolonga, el canto precedente puede repetir-se varias veces. La última vez se dice: danos la paz.

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54. A continuación el celebrante principal, con las manos juntas, dice en secreto:

Dómine Iesu Christe, Fili Dei vivi, qui ex voluntáte Patris, cooperante Spíritu Sancto, per mortem tuam mundum vivificásti: líbera me per hoc sacrosánctum Corpus et Sánguinem tuum ab ómnibus iniquitátibus meis et univérsis malis: et fac me tuis Semper inhærére mandátis, et a te numquam separári permíttas.

55. El celebrante principal hace genuflexión, toma el pan consa-grado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o el cáliz, lo muestra al pueblo, diciendo:

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el pueblo, añade: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

56. Cuando el celebrante principal comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de Comunión.

Cantos de Comunión Ánima Christi, Pescador

57. El celebrante principal dice en secreto: Corpus Christi custódiat me in vitam ætérnam.

Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo. Después el celebrante principal toma el cáliz y dice en secreto:

Sanguis Christi custódiat me in vitam ætérnam.

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Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo, dejando suficiente para los concelebrantes, y deja el cáliz en el centro del altar. Los concelebrantes, uno tras otro, se acercan al altar, hacen genu-flexión, cogen un trozo pan consagrado, lo mojan en el Sanguis y comunal.

58. Después, toman las patenas o las píxides, van al lugar señala-do y, a los que quieren comulgar, les presentan el pan consagrado, que sostienen un poco elevado, diciendo a cada uno de ellos:

El Cuerpo de Cristo. El que va a comulgar responde: Amén. Y comulga.

59. PURIFICACIÓN DE LOS VASOS SAGRADOS Acabada la Comunión, el celebrante principal va a la sede y el conce-lebrante IV purifica la patena sobre el cáliz y también el mismo cáliz. El que purifica, dice en secreto:

Quod ore súmpsimus, Dómine, pura mente capiámus, et de múnere temporáli fiat nobis remédium sempitérnum.

60. Después el concelebrante va a su puesto.

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61. Después de unos momentos de silencio, de pie en la sede, el celebrante principal dice:

Oremos. 62. Después el celebrante principal, con las manos extendidas, di-

ce la oración después de la Comunión.

Oración después de la Comunión La comunión de tu Cuerpo y Sangre, Señor, signo del banquete del reino, que hemos gustado en nuestra vida mortal, nos llene del gozo eterno de tu divinidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

El pueblo responde: Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN 63. En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los

oportunos anuncios o advertencias al pueblo. 64. El celebrante principal extiende las manos al pueblo y dice:

El pueblo responde:

El celebrante principal amonesta a los fieles diciendo:

Inclinaos para recibir la bendición.

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65. Luego el celebrante principal, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice:

El Dios todopoderoso aleje de vosotros toda adversidad y os conceda la abundancia de sus bendiciones.

R. Amén. Que él os dé un corazón tan dócil a su palabra, que encuentre su gozo en los dones eternos.

R. Amén. Así, siguiendo el camino del bien, avancéis por la senda de los mandatos divinos y lleguéis a ser coherederos del reino de los santos.

R. Amén.

El pueblo responde:

66. Luego el diácono, si lo hay, o el concelebrante II, con las ma-

nos juntas, despide al pueblo diciendo:

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El pueblo responde:

67. Dicho esto, va solamente el celebrante principal a besar el al-

tar y, echa la reverencia al altar, todos se retiran a la sacristía en el mismo orden en que han venido. Allí, se coloca la cruz en medio de los dos ciriales y, previa inclina-ción a la Cruz, todos menos el celebrante principal dicen: Prosit. El celebrante principal responde:

In vitam ætérnam. Todos dicen: Laudétur Iesus Christus. El celebrante principal responde:

Nunc et in sǽcula. 68. El celebrante principal y los concelebrantes se quitan los or-

namentos ayudados de sus auxiliares. Los fieles que lo deseen pasaran a venerar la Imagen de san José de la Montaña que estará expuesta solemnemente.

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APÉNDICES

I. Acción de gracias para después de la Sagrada Co-munión

El lector dirige la acción de gracias desde un sitio distinto al ambón.

Aspiraciones de San Ignacio Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, purifícame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Ignacio Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi en-

tendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro: disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esto me basta.

Oración a Cristo crucificado Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado ante vuestra

santísima presencia. Os ruego con el mayor fervor que impri-máis en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y cari-dad, verdadero dolor de mis pecados y propósito firmísimo de jamás ofenderos; mientras que yo, con todo el amor y con toda

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la compasión de mi alma, voy considerando vuestras cinco lla-gas, teniendo presente aquello que dijo de vos, ¡oh buen Jesús!, el santo profeta David: “Han taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos.” Por las intenciones del Padre Santo (Padrenuestro, Avema-ría y Gloria)

Oración a Cristo Rey Oh Cristo Jesús, yo os reconozco por Rey universal. Todo

cuanto ha sido hecho, ha sido creado para vos. Ejerced sobre mí todos vuestros derechos. Renuevo mis promesas del Bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Y particularmente me comprometo a hacer triunfar, según mis medios, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia. Corazón divino de Jesús, os ofrezco mis pobres acciones para obtener que todos los corazones reconozcan vues-tra sagrada realeza, y así se establezca en todo el universo el re-ino de vuestra paz. Así sea.

Oración a la Santísima Virgen María María, Virgen y Madre santísima, he recibido a tu Hijo, Jesu-

cristo, a quien concebiste en tu seno inmaculado, diste a luz, alimentaste y arrullaste en tu regazo.

Ahora vengo ante ti, con él en mi corazón, para pedirte humildemente que me enseñes a amarlo como tú lo amas y para que sepa ofrecerlo, como tú, al Padre Eterno, por mis necesida-des y las de todo el mundo.

Intercede por mí, Madre llena de amor, para que obtenga yo el perdón de todos mis pecados, la gracia de servir a Cristo con mayor fidelidad, de ahora en adelante, y el don de la perseve-rancia final, para que pueda alabarlo en tu compañía, por los siglos de los siglos. Amén.

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Marcha de la Fe 47

II. a) Orationes dicendæ cum Sacerdos induitur liturgicis Paramentis

Ad amictum Dum ponitur super caput, dicat:

Impone, Domine, capiti meo galeam salutis, ad expugnandos diabolicos incursus.

Ad albam Cum ea induitur:

Dealba me, Domine, et munda cor meum; ut, in Sanguine Agni dealbatus, gaudiis perfruar sempiternis.

Ad cingulum Dum se cingit:

Præcinge me, Domine, cingulo puritatis, et exstingue in lumbis meis humorem libidinis; ut maneat in me virtus continentiæ et castitatis.

Ad stolam Dum imponitur collo:

Redde mihi, Domine, stolam immortalitatis, quam perdidi in prævaricatione primi parentis: et, quamvis indignus accedo ad tuum sacrum mysterium, merear tamen gaudium sempiternum.

Ad casulam Cum assumitur:

Domine, qui dixisti: Iugum meum suave est, et onus meum leve: fac, ut istud portare sic valeam, quod consequar tuam gratiam. Amen.

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II. b) Oraciones que se dicen cuando los sacerdotes se visten los ornamentos litúrgicos

Para el amito Mientras se pone sobre la cabeza, diga:

Impón, Señor, en mi, cabeza el casco de la salud, para someter las invasiones diabólicas.

Para el alba Cuando se la ponga:

Purifícame, Señor, y limpia mi corazón; para que, en la Sangre del Cordero purificado, goce de las alegrías sempiternas.

Para el cíngulo Mientras se ciñe:

Cíñeme, Señor, con el cíngulo de la pureza y extingue en mis espaldas los humores de mis deseos; para que permanezca en mí la virtud de la moderación y de la castidad.

Para la estola Mientras que se impone en el cuello:

Devuélveme, Señor, la estola de la inmortalidad, que perdí en la prevaricación de mi primer padre: y, aunque indigno me acerco a tu sagrado misterio, merezca sin embargo el gozo sempiterno.

Para la casulla Cuando se la añade:

Señor, que dijiste: Mi yugo es suave y mi carga ligera; haz, de tal modo que pueda llegar esto, que alcance tu gracia. Amén.

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Marcha de la Fe 49

III. Cosas necesarias para la celebración En el altar:

-Al menos con un mantel de color blanco. - Sobre él seis candeleros, con sus velas encendidas. - Igualmente sobre él una cruz adornada con la efigie de Cris-

to crucificado.

Junto a la sede del sacerdote: - El misal y el folleto de cantos.

En el ambón: - El leccionario.

En la credencia: - El cáliz con el purificador, la patena con la redondeta, el

cubre cáliz, y.la carpeta con el corporal y la palia dentro de éste. - Las patenas para la Comunión de los fieles. - Cuenco y paño para la ablución de las manos. - Dos purificadores y cuenco con agua para la purificación de

las manos de los concelbrantes.

Junto al altar - Imagen de San José de la Montaña.

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50 Misal

En lugar idóneo para llevarlos en procesión al al-tar:

- Los copones con el pan para la Comunión del celebrante principal, de los concelebrante, de los ayudantes y del pueblo de Dios.

- Las vinajeras con el vino y el agua.

En la sacristía: - Vestiduras:

a) Para el celebrante principal: amito, alba, cíngulo, estola y casulla verde solemnes.

b) Para los concelebrantes: amito, alba, cíngulo, estola y casulla verde.

c) Para el maestro de ceremonias, el ceremoniero, el lec-tor y el turiferario: roquete de puntilla sobre la sotana negra.

d) Para los acólitos I, II, crucífero y los ceroferarios: ro-quete liso sobre la sotana negra. - El Evangeliario. - Los dos candeleros con cirios encendidos. - La cruz que se llevará en la procesión de entrada. - El incensario, la naveta con el incienso y carbones.

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