Misticos, Curanderos y Hechiceros

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Místicos, curanderos y hechiceros: Historias de afroamericanos en la sociedad del Tucumán colonial Titulo Garés, Carlos Alberto - Autor/a Autor(es) Contra Relatos desde el Sur. Apuntes sobre Africa y Medio Oriente (Año V no. 7 dic-ene 2010) En: Córdoba Lugar CLACSO-SUR-SUR CEA-UNC Editorial/Editor 2010 Fecha Colección Sociedad; Afroamericanos; Esclavos; Historia; Medicina popular; Argentina; Tucumán; Temas Artículo Tipo de documento http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Argentina/cea-unc/20110420091735/04-garces.pdf URL Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Genérica http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es Licencia Segui buscando en la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO http://biblioteca.clacso.edu.ar Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) Conselho Latino-americano de Ciências Sociais (CLACSO) Latin American Council of Social Sciences (CLACSO) www.clacso.edu.ar

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Misticos, Curanderos y Hechiceros

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  • Msticos, curanderos y hechiceros: Historias de afroamericanos en la sociedad delTucumn colonial

    Titulo

    Gars, Carlos Alberto - Autor/a Autor(es)Contra Relatos desde el Sur. Apuntes sobre Africa y Medio Oriente (Ao V no. 7dic-ene 2010)

    En:

    Crdoba LugarCLACSO-SUR-SURCEA-UNC

    Editorial/Editor

    2010 FechaColeccin

    Sociedad; Afroamericanos; Esclavos; Historia; Medicina popular; Argentina; Tucumn; Temas

    Artculo Tipo de documentohttp://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Argentina/cea-unc/20110420091735/04-garces.pdf URLReconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Genricahttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es

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  • 9MSTICOS, CURANDEROS Y HECHICEROS:Historias de afroamericanos en la sociedad

    del Tucumn colonial

    MYSTICS, HEALER, AND SORCERERS:Stories of afroamericans in colonial society

    of Tucumn

    Carlos Alberto Garcs*

    AbstractWhatever the number of slaves who inhabited the region ofTucuman in colonial times, these were mostly in a state of rela-tive invisibility, and they were considered as trade objectsthat could be used in several labours for their white masters.Is not the intention of this article to argue about the numberand general conditions of slavery in colonial America in thespace of Tucumn in particular, but to noted that despite therelative invisibility situation of the African people and Africandescent, there are a number of occasions on which the slavescame to light. There, we can gain insight into some of their lifecircumstances.This work aims to show briefly some particular cases, in whi-ch the slaves or their descendants appear as protagonists ofsome specific facts while the withe society gave those facts anew meaning, as the expected behavior in the dominant mo-del of representation based on ethnocentric prejudices.

    Key words: slaves / healers / sorcerers / discipline

    ResumenHaya sido cual fuera el nmero de esclavos que habit la re-gin del Tucumn en tiempos de la colonia, estos se encontra-ron casi constantemente en un espacio de invisibilidad relati-va, siendo solamente considerados como piezas de intercam-bio comercial destinadas a la realizacin de distintas tareas para

    * Director del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Econmicas,Universidad Nacional de Jujuy.

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    sus amos blancos.La intencin de este artculo no es la de polemizar sobre elnmero y las condiciones generales de la esclavitud en la Am-rica colonial, en el espacio del Tucumn en particular, sino se-alar que, a pesar de la situacin de invisibilidad relativa enque est sumida la poblacin africana y afrodescendiente, exis-ten un cierto nmero de ocasiones en que los esclavos emer-gen a la luz y podemos conocer con mayor detalle algunas desu circunstancias vitalesEste trabajo pretende mostrar brevemente algunos casos parti-culares en los que los esclavos o sus descendientes figuran comoprotagonistas de algunos hechos que son a su vez resignifica-dos por la sociedad blanca, como las conductas esperables deesa clase de gente al predominar un modelo de representacinbasado en prejuicios etnocntricos.

    Palabras clave: esclavos / curanderos / hechiceros / discipli-namiento

    Negros y mulatos

    Mucho se ha discutido sobre el papel que jugaron los esclavos ysus descendientes durante el perodo colonial y los nmeros absolu-tos y relativos de su poblacin. Si se toma en cuenta el censo de 1778,parecera que, en el Tucumn1, cerca de la mitad de la poblacin erade origen africano, aunque distribuida de manera heterognea segn

    1 La gobernacin del Tucumn en tiempos de la Colonia era, formalmente, un vastoterritorio que inclua las actuales provincias de Jujuy, Salta, Tucumn, Catamarca,Santiago del Estero, La Rioja y Crdoba; aunque el control efectivo de ella no sobre-pasaba de unas pocas leguas alrededor de las ciudades, los pueblos de indios enco-mendados y las rutas de comunicaciones entre las poblaciones que estaban resguar-das por una serie de fuertes de frontera que, adems de la funcin defensiva, alberga-ban como presidio a algunos condenados a penas de destierro, y que adems de cum-plir funciones productivas constituiran el ncleo poblacional de futuras ciudades.Era una dependencia administrativa del virreinato del Per, de donde vinieron lasexpediciones descubridora, con Diego de Rojas, y conquistadora con Juan Nez dePrado. La gobernacin dependa jurisdiccionalmente de la Audiencia de Charcas desdeel siglo XVI. La mayora de estos fortines con el tiempo se fueron convirtiendo enverdaderas ciudades, tal es el caso, para la frontera del Chaco, de las actuales ciuda-des de Libertador San Martn, San Pedro y Palpal en Jujuy. La frontera del sur deCrdoba reconoce una situacin similar, fundamentalmente para la ciudad de LaCarlota. Cfr. LIZONDO BORDA, Manuel (1941), Historia del Tucumn (siglos XVII yXVIII), UNT, Tucumn.

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    los distintos territorios, habindose dado las mayores concentracio-nes en Santiago del Estero y las menores en Jujuy.2

    De cualquier manera, e independientemente de su nmero, losesclavos negros, mulatos o en cualquiera de las gamas de mestizajeocupaban un lugar perifrico en la sociedad de la poca y tenan esca-sa o nula participacin en la produccin de la riqueza, ocupando lasms de las veces lugares en el servicio domstico de las ciudades. Novamos a discutir aqu tampoco las razones probables de las cuasi desa-paricin del componente negro en la poblacin actual, que puede ha-ber sido literalmente aniquilada en las guerras del siglo XIX.

    Los datos de archivo revelan una poblacin de origen africanoque no puede compararse con la de las reas en que aquella era utili-zada para la produccin de la riqueza, ya que en el caso que nos tocaesa labor estaba en manos de los indios sometidos a los distintos reg-menes de explotacin de mano de obra como los de la mita minera y laencomienda en toda su extensin. Si bien ocasionalmente aparecenmenciones a propietarios de un gran nmero de esclavos3, los que se-ran empleados en obrajes para la fabricacin de jabn, telas y otrasmanufacturas, no se invalida la idea de que la mayor parte de los es-clavos estuvieran dedicados al servicio domstico.

    Los esclavos, conjuntamente con otros sectores perifricos de lasociedad, se ubican en un espacio de invisibilidad relativa, de la queemergen en la medida en que son bienes comercialmente transables,en las almonedas y en las testamentarias, aunque tambin en los co-rrientes casos de fuga. Si bien la fuga de esclavos aparece con frecuen-cia, no conocemos antecedentes de masividad del fenmeno, y menos

    2 Es posible que las mediciones del censo no sean del todo correctas dando la impre-sin de una sobreestimacin de la poblacin esclava y una subestimacin de la pobla-cin indgena, que ocupa un nmero menor al que pudiera esperarse, sobretodo, pen-sando en que representaron la verdadera base econmica de la colonia. Si bien estaafirmacin no tiene ms valor que el de una hiptesis, hay certeza de que se realizabaun ocultamiento deliberado del verdadero nmero de la poblacin indgena por par-te de los encomenderos, ya que la tributacin que deban a la corona estaba directa-mente relacionada con la cantidad de indios que posean en sus respectivos feudos,del anlisis de las visitas efectuadas a Jujuy y Tucumn se desprende que las cifrasdeclaradas por los encomenderos diferan de las declaradas por los propios indios.ABNB EC- 1694-22 Visita a Jujuy de la Audiencia de Charcas / ABNB EC- 1694-26Visita a Tucumn de la Audiencia de Charcas (1694).3 Daniel Santamara revela en un inventario de 1647 la importante cifra de 35 esclavosen manos de un comerciante que se afinca en la zona de Perico. SANTAMARA, Da-niel (2000), Negocios, bienes y conductas en una sociedad hispanocolonial en crisis:San Salvador de Jujuy, 1690-1730. ms.

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    an, la formacin de repblicas de esclavos como se dieron en otraslatitudes4. Las disputas que se originan, en los casos de fuga de escla-vos, por definir quien se quedar con el evadido recapturado, llevapor otra parte, a pensar que su nmero era exiguo5.

    Los mecanismos de mestizaje se facilitaron por la proximidadcon la poblacin blanca, al tratarse los negros, en general, de personaldomstico, los amos tenan relaciones con sus esclavas dando origen auna descendencia mestiza, situacin que, como sostiene Daniel Santa-mara, habra favorecido la posterior manumisin de esa misma pro-le. Conjuntamente con el resto de los grupos que componen esta so-ciedad y que no pertenecen a los sectores dirigentes, los negros y mu-latos circulan en ese espacio relativamente invisible.

    Si bien los indios tampoco emergen como individuos, en el sen-tido moderno del trmino, sino que son etiquetados masivamente comotales, su importante presencia en algunas reas, el esfuerzo legislativode la corona espaola para definir su estatus jurdico y disciplinar sufuerza de trabajo, los convierten en cierta medida en sujetos de uncierto derecho particular. No ocurre lo mismo con los esclavos, cuyoestatus jurdico viene definido desde antiguo y en general aparecersu mencin en cuestiones de ndole netamente comercial6. Sin tratarde abundar sobre el tema, baste sealar que hubo a lo largo del colo-niaje una poltica de asientos de introduccin de piezas (eufemismoutilizado para referirse a los esclavos) en los reinos de Indias.7

    4 En las economas de plantacin, como en el caso de la colonia portuguesa delBrasil fue una constante la formacin de los quilombos de negros evadidos de susamos. El mismo fenmeno se dio en la Amrica espaola con el nombre de Palenque.Eduardo Saguier (1995) ha considerado incluso que en ciudades con una alta concen-tracin de esclavos se daba la curiosa formacin de palenques urbanos, como en elcaso de Buenos Aires.5 En un artculo anterior he analizado el caso de una pareja de esclavos evadida en lajurisdiccin de Tucumn en el siglo XVII, y en la que a pesar de la sentencia de muer-te que se dicta sobre uno de ellos, la resolucin termina siendo la de la devolucin delesclavo a su original propietario, no sin antes atravesar por un pedido eclesistico deque se los destine al servicio domstico del convento de San Francisco, porque carecade ninguna pieza que se ocupara de estos menesteres (Garcs, 2009: 34-49).6 El estatus jurdico uniforme para los esclavos no significa que no se hicieran algunasdistinciones, que en general se traducan en los valores que los negros adquiran en elmercado: el negro bozal, el ladino y el criollo tenan un valor creciente relacionadocon su grado de civilizacin.7 La trata es menos intensa en el XVII que en el XVIII, cuando baja el precio de losesclavos procedentes de Buenos Aires. Llegan all en barcos procedentes de Angola,Guinea, Brasil o el Caribe. La introduccin aumenta, por supuesto, despus del esta-blecimiento del Asiento ingls en el Ro de la Plata (1721). Sobre el trfico de esclavos

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    Si los mecanismos de manumisin, que en general se derivabande clusulas testamentarias, permitieron que no todos los negros ymulatos revistieran en la condicin de esclavos, tampoco esto signifi-caba que tuvieran grandes oportunidades de equiparacin social. Lasociedad del Antiguo Rgimen, como se sabe, estaba fuertemente seg-mentada y sus compartimentos eran prcticamente estancos. En el sis-tema colonial de las castas habr que esperar que el paso de lasgeneraciones blanqueara la piel y que se generaran las nuevas condi-ciones legales de las emergentes repblicas criollas para que el afro-descendiente lograra la equiparacin social.8

    La apreciacin que el blanco tiene del negro responde en gene-ral a frmulas estereotipadas segn las cuales los negros son, por de-finicin, brbaros, levantiscos y con un cierto parecido a la imagendiablica. A partir de estas formas de representacin, la sociedad blan-ca, por lo menos en el lenguaje foral, desarrollar todo un sistemaargumentativo tendiente a probar la validez del postulado. En los jui-cios criminales donde participan como protagonistas los negros o mu-latos, la acusacin tratar siempre de establecer sus condenas a partirde la minusvaloracin del negro, en tanto los ocasionales defensoresecharn mano a idnticos argumentos para tratar de exculpar a susdefendidos9.

    Los negros slo pierden su invisibilidad en ocasiones en quesus conductas fueran, real o imaginariamente, ms all de lo acepta-ble para esa sociedad. Dnde podemos establecer los lmites sobre laaceptabilidad de las conductas transgresoras? Los negros aparecencomo protagonistas en los casos de fuga, pero hubo otras ocasiones enque los esclavos perdieron su anonimato. Si estas conductas por un

    a fines del XVII y principios del XVIII, cfr. POSTMA, Johannes (1970), The Dutch par-ticipation in the African slave trade: slaving on the Guinea coast, 1675-1795. Ph.D. disser-tation, Michigan State University; BOXER, C. R. (1969), The Portuguese seaborne empire1415-1825, Hutchinson; SCHWARTZ, Stuart B. (1974), The manumission of slaves incolonial Brazil: Baha 1684-1745, Hispanic American Historical Review, 54, 4, 4, Nov-ember, pp. 603-635; SANTAMARA, Daniel (2000), Negocios, bienes y conductas enuna sociedad hispanocolonial en crisis: San Salvador de Jujuy, 1690-1730. ms.8 Se sostiene que Bernardino Rivadavia, primer presidente argentino tena ancestrosafricanos, de la misma manera otros personajes destacados de la historia nacional,como Bernardo de Monteagudo habran sido afrodescendientes.9 Cfr. LAVIA, Javier (1991), Brbaros, osados e ingratos a los beneficios: los escla-vos vistos por sus amos, en GARCIA JORDAN, Pilar e IZARD, Miquel (coord.) (1991),Encuentros Debate Amrica Latina Ayer y Hoy, Conquista y resistencia en la Historia deAmrica, Universitat de Barcelona, pp. 99-104.

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    lado les otorgaban visibilidad, por otro los conducan al destino ase-gurado de la represin y el castigo.

    Se persigui entre los negros y mulatos la prctica de la medici-na natural o curanderismo, lo que mutatis mutandis, en no pocas oca-siones termin siendo definido como hechicera y/o brujera. No te-nemos elementos suficientes para asegurar que las prcticas curande-riles de los negros respondieran a matrices africanas, la evidencia su-giere pensar que ms bien abrevaban en tradiciones indgenas y aneuropeas. La limitacin heurstica viene dada por la traduccin quehace el espaol, tanto de la prctica en s como de los conceptos msgenerales en que se enmarcan.

    Sabemos que entre los miembros de estos sectores de serviciodomstico se practicaba la medicina natural, en algunos casos rayan-do con la hechicera, en la medida en que las curaciones se acompa-an con ciertos rituales o invocaciones a poderes externos. La lecturadel espaol sobre el problema tiende a la uniformacin de cualquierade dichas prcticas, fundiendo en esa uniformidad la posibilidad dedistintas variantes africanas o amerindias llevndonos a pensar quelos estereotipos que se definen fueran casi exclusivamente europeos10.Es claro, no obstante, que el curanderismo de los afroamericanos in-cluye elementos de las vertientes indgena y europea.

    Blancos versus negros o la ambivalencia de las elites dirigentes

    Como vena sealando ms arriba, no siempre se trata de lasactividades reales que hayan realizado los esclavos sino de cmo fue-ran imaginadas o percibidas dentro de los esquemas de representa-cin de la poca por parte de la sociedad blanca, y, llegado el caso,cmo los propios amos obligaban a sus esclavos a incurrir en conduc-tas que posteriormente les sern reprochadas como malficas, herti-cas o ilegales en el mejor de los casos.

    10 Por ejemplo durante el siglo XVII y tras la ola de caza de brujas que se da en Euro-pa, se acua el trmino Aquelarre, de origen vasco para describir la reunin debrujas presidida por el demonio. En Amrica se analoga a la nocin indgena deSalamanca al modelo de Aquelarre modificndose incluso la nocin del supaypor la del diablo europeo.

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    Angelitos morenos

    Un caso, por dems curioso, en que se involucra como protago-nista a un esclavo sucedi en 1786 en la jurisdiccin de la goberna-cin-intendencia de Crdoba del Tucumn11.

    Fue en el partido de Calamuchita donde se hizo correr la voz deque en una casa del pueblo se apareca diariamente un ngel enviadode Dios con una serie de prdicas sobre distintos asuntos donde semezclaba lo civil con lo religioso. Si bien de la sumaria del juicio, alque dio lugar, se desprende que los fines que persegua el autor de laficcin era simplemente conquistar a una viuda12 que de esta maneraacuda noche a noche a su casa a presenciar las apariciones del falsongel. No parece pertinente limitar el anlisis a la simple variable in-dividual, ya que el xito logrado por el engao de la aparicin entre lagente del lugar, y la casi conformacin de un culto popular, hacen quereleguemos a un plano subalterno las motivaciones individuales delpropio autor para intentar una lectura ms amplia del fenmeno.

    El mulato esclavo Santiago corre la noticia de que en la casa desu amo se le aparece un ngel del cielo que le habla y da consejossobre varios asuntos, fundamentalmente religiosos. El ngel pide b-sicamente la edificacin de un oratorio para el culto del Ecce Homo, yla devocin por el rezo del rosario. Paralelamente a estas exigenciasreligiosas, el aparecido proclama la desobediencia a las autoridadesreligiosas y civiles, y la sumisin de las conciencias a los mandatos delportador de la noticia es decir, al mulato esclavo que debera en elfuturo oficiar de nico confesor autorizado de Dios. Hay hasta un fe-nmeno de subversin desde lo hertico del planteo religioso, al pre-tender invalidar algunos de sus preceptos bsicos como el del sacra-mento de la confesin13.

    El aparecido amenaza con catstrofes en las vidas y haciendasde quienes renieguen de su propuesta religiosa; esta amenaza procu-

    11 Archivo Histrico de la Provincia de Crdoba 1787. 42:1812 La posibilidad para una viuda de volver a formar pareja no era bien vista en lasociedad colonial, no obstante que la religin considerara extinto el vnculo matrimo-nial con la muerte del marido, ya que ni an cumpliendo el perodo de luto obligato-rio se librara de la sospecha de haber sido amante de su nuevo esposo en vida de sudifunto marido. El caso se lo conoce como el de la viuda fornicatriz.13 No se conocen antecedentes de influencia luterana o calvinista en la gobernacincomo para pensar en verdaderos planteos dogmtico-doctrinarios como el del sacer-docio universal o la libertad de confesin.

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    ra asegurar una masiva adscripcin del pblico a sus mandatos. Larepresentacin de la aparicin tiene un gran xito entre las gentes dela localidad que se renen a rezar el rosario todas las noches durantedos meses.

    Por qu se eligi un mulato esclavo como protagonista de laficcin?, podra pensarse en una remisin metafrica al ms pobre, alms marginal y a ms despreciable de los seres, como una particularlectura del mandato evanglico, aunque me inclino ms a pensar queera la forma que un amo tena de aprovecharse de su esclavo a la vezque le exiga una complicidad absoluta y un pacto de impunidad anteeventuales consecuencias negativas. De hecho veremos que las cosasse suceden ms o menos segn este orden, ya que cuando el esclavo escompelido a confesar sostiene que su amo lo amenaz hasta con ma-tarlo si no obedeca y si lo delataba, en tanto el amo declarar que noestaba al tanto del asunto y que no saba quin era el idelogo de lacuestin.

    La parafernalia que se desarrolla para acompaar la teatraliza-cin parece haber sido de gran efecto visual: la seleccin de las imge-nes, del vestuario y la atmsfera lograda por sus idelogos. La apari-cin se finge en una hora an oscura, antes del amanecer14, de modoque fuera difcil reconocer al autor, adems de la impostacin de lavoz que l declara haber realizado, fingiendo voz de ngel. La ima-gen fundamental que preside el acto es el Ecce Homo, una figura muypopular en los Tiempos Modernos15, que lleva a indagar el tipo desensibilidad de la poca: el Cristo sufriente, personificado, para ms,en una estatua de bulto, que se supone deba proporcionar un carcterconvincente a la representacin. Seguramente tambin era porque fuerala nica imagen de bulto que haba en la casa. Tambin se colocabanimgenes del Santo Cristo y de algunos otros santos.

    La persistencia en el tiempo de estas prcticas podra generar laformacin de cultos populares particulares que posteriormente ad-quirieran dinmica propia. En el caso tratado, ni siquiera la Iglesiainterviene sino hasta ltimo momento, pero al parecer, en esta oca-sin la prctica fue ms all de la lnea de lo admisible, cuando saltade su espacio de infralegalidad donde suelen circular los cultos de lareligiosidad popular, exhortando a la desobediencia y desacato a lasautoridades

    14 Cuarto del alba, en el texto del documento.15 Cfr. DUBY, Georges (1988), Reflexiones sobre el dolor fsico en la Edad Media, enEl amor en la Edad Media y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid.

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    El mulato curandero

    Vale la pena profundizar en una contextualizacin antes deanalizar el caso que sigue. La prctica continua de las formas del cu-randerismo y la hechicera como mtodos considerados vlidos paratratar distintas afecciones es una constante a travs del tiempo, sloque para la poca estudiada se combina la persistencia de ciertos sa-beres de etnomedicina tradicionales de las sociedades indgenas, y porqu no africanas, y la ausencia de mdicos que ejerzan su oficio desdela medicina considerada oficial con licencia de la Santa Inquisicin yel tribunal de Protomedicato.

    A continuacin resear brevemente el caso de un curanderollevado ante la justicia por ejercicio ilegal de la medicina en 178916.

    En el fuerte del Sauce, en la jurisdiccin del cabildo de Ro Cuar-to, el comandante Don Juan Gualberto Soria cae enfermo y se requierela presencia del mulato Roque de Lamar, que oficia de mdico en lazona. Como el tratamiento empleado por el improvisado mdico fra-casa y el enfermo muere, se lo querella, entonces, criminalmente, poruso ilegal del oficio de mdico.

    Nos encontramos nuevamente frente al caso de traspaso de latenue frontera de la infralegalidad: el fracaso de la prctica mdica. Elcurandero es verdaderamente llevado por las autoridades militaresdel fuerte para atender a su comandante, es decir que, a priori, se lereconoce su capacidad. Tras el fracaso, se lo encarcela y se le reprochasu actividad.

    La extensin de las prcticas de curanderismo est avalada porel circuito legitimado en un orden social, desde que la gente recurre aellas para curarse. An en el caso analizado, el mulato tiene un permi-so del cura de Ro Cuarto para oficiar de mdico, lo que acarrea dosproblemas: un cura cualquiera no tiene autoridad para licenciar a na-die en el uso del oficio de mdico, solamente lo puede autorizar elTribunal del Protomedicato o la Santa Inquisicin, de tal manera queexiste un uso, por parte de algunas autoridades eclesisticas, de atri-buciones que no les corresponden, lo que indica a su vez otro circuitode legalidad paralela. En segundo lugar, la justificacin del cura queotorga el permiso, impelido por la necesidad de atender una epide-mia, confirmara la hiptesis de la extensin del curanderismo comorespuesta a la falta de verdaderos facultativos.

    16 AHPC 1789. 48:3.

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    En el cuestionario realizado por la justicia militar para formarproceso contra el mulato se pregunta si,

    ... el expresado Roque de la Mar esta hadmitido por medicoasertado en la opinion de muchas gentes de esta jurisdiccion yque en esta creencia se solicitan para qurar todas clases de aq-cidentes...,

    de donde se deduce que s contaba con ascendiente entre la poblacinlocal. El discurso posterior al fracaso se torna peyorativo respecto delcurandero, llegando a decirse que fue llamado para curar al coman-dante un mdico intruso.

    La representacin simblica de la actividad del curandero tran-sita mucho ms por la remisin a formulaciones msticas que a con-cepciones cientficas del tratamiento de las enfermedades. El espaciosimblico que se crea sirve tanto de remedio como de continentesimblico de la representacin, que puede leerse desde dos perspecti-vas distintas: el hecho en s externo de la curacin y la percepcin quede l tiene el auditorio.

    De la sumaria se desprende que la percepcin que tienen lostestigos de la prctica mdica, en el momento de su realizacin, esasumida como correcta aunque incomprensible, de modo que podraasimilrsela a una percepcin ms mstica que racional. En un segun-do momento, estos mismos testigos, al acusar al curandero, opinanracionalmente sobre una prctica que no quisieron evitar, pero quela califican de desacertada por completo. Es decir, dentro de los dosparmetros analizados, el ejercicio de la medicina, sea que responda aconcepciones mgicas o cientficas, siempre inspira en el pblico unapercepcin simblica.

    ... abiendo parado en el fuerte y casa de su comandante donJuan Alberto Soria, presencie el dia que este cayo enfermo yque a mi sentir fue de un gran refrio, y que para su curacionsolicitaron los de la casa a un medico yntruso, a un mulatonatural del mismo lugar, quien abiendo visto al enfermo luegode yncontinenti compuso un sebo con totora quemada (seme-jante al que dan a los ejes y mazas de las carretas) y con l ledio una uncion en el cuerpo de sintura abajo y al siguiente diahallandose dicho enfermo con una fiebre ardientisisma trajo elcitado medico un as de ojas de lampasos y baando estas conagua elada con ellas le emborbio [sic] de medio cuerpo arriba ya la sason estaba el enfermo en una flucion de sudor de la pun-

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    ta del pecho a la cabeza y no mas de cuia operacion resulto unaserrason de poros retirandose el calor de la cirqunferencia alsentro y para mas agrabar el accidente le embolbio al pacientela cabeza con balletas calientes y eso umadas [sic] con los palosde yerba quemado causan esta tersera operasion el desasiertode un rebato de sangre que yntantaneamente se berifico por lamucha que fluio dicho enfermo por las narises y desde esta orafue por grados aumentandose la enfermedad hasta que espiroa las quarenta y ocho [horas] y en este orden me consta sontodas las curasiones del consabido medico con otras supersti-ciones que disen se bale para el efecto; cosa digna de toda aten-cion por el perjuicio que sin la menor duda pueda ocasionar enlos vivientes racionales de estas fronteras, a quien dicho mula-to tiene engaado con sus sofisterias y maraas...17

    El grado de ilegalidad o infralegalidad queda en una situacinde statu quo, ya que al dictarse sentencia no se apela a las sancionesprevistas por las leyes, en tanto se libera al preso dndole por cumpli-da su pena por la prisin que sufre desde el inicio del proceso (aproxi-madamente una ao). En cuanto a la autoridad eclesistica, y por tra-tarse de un fuero particular, se recurre al exhorto para que los curasno asuman atribuciones que no les corresponden. 18

    Magia blanca y magia negra

    En el ttulo anterior vimos cmo un mulato enfrent un procesojudicial por fracasar en su prctica mdica. A continuacin analizare-mos brevemente un caso que involucra negros y mulatos que asumendiferentes roles alrededor de un caso definido como de hechicera, enel que las supuestas responsables eran negras, pardas y mulatas, loscuranderos un negro y una mulata, en tanto la supuesta vctima delmaleficio un cura franciscano.

    En el caso del supuesto maleficio contra el padre Narciso dePeralta en Jujuy en 174519, se describen dos vas por las que las autorashabran producido el hechizo: una contaminante, administrada en elmate, y otra metafrica, realizada con la tierra de las pisadas del frai-

    17 AHPC 1789. 48:3, fs. 2.18 AHPC 1789. 48:3, fs. 18 v. y 19 r.19 ABNB-EC (Expedientes Coloniales) Archivo Nacional de Bolivia, Sucre 1745-73,Contra Pascuala Zisneros, Francisca y varias otras por maleficiadoras.

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    le20. La descripcin del tipo de hechizos corresponde a formas bastan-tes estereotpicas de magia simptica y contaminante ambas descritastanto para frica como para Europa, derivndose probablemente lasusadas en Amrica de alguna de estas vertientes.

    La historia del maleficio del padre Narciso de Peralta transitapor todos los ribetes propios de la cosmovisin particular de la Am-rica del coloniaje. La creencia generalizada en los hechizos y en la po-sibilidad de descubrirlos o contrarrestarlos en base a otros conjuros ocontramaleficios est presente donde quiera que haya un enfermo cuyadolencia sea etiolgicamente desconocida.

    La diagnosis es mgica, as como gran parte del tratamiento. Sibien en los diagnsticos y tratamientos se apela a la medicina tradicio-nal y al uso de hierbas, minerales o animales que puedan provocarefectos benficos, estos al parecer son ineficaces sin el ritual propiodel curandero o hechicero benfico.

    Respecto al modo de provocar los hechizos, no figuran mayo-res datos, ya que nunca la supuesta hechicera confiesa la forma en queembruj a la vctima21, lo cual viene casi a corroborar la hiptesis deque la mayora de tales brujas o hechiceras en realidad no habransido ni siquiera curanderas.

    El poder de los curanderos es una realidad absolutamente acep-tada incluso por la Iglesia, ya que en este caso particular, el enfermoes un religioso y las autoridades civiles y eclesisticas estn convenci-das de que ha de tratarlo uno o varios curanderos. En esta ocasinactuarn tres de manera permanente.

    Durante la investigacin para descubrir al causante del dao,se llega a suspender la misma por haberse enterado las autoridades

    20 El maleficio en la tierra de las pisadas aparece tambin en un caso de Chancay en elsiglo XVII, relevado por Ana Snchez, en que el hechicero Pedro Guamboy, a raz deun pleito sobre una mula, realiza el siguiente procedimiento para matar algunas per-sonas: en una olla nueva, deshizo con las manos una vela de sebo de llama y lamezcl con tierra de las pisadas de Lorenzo Clavito (uno de los muertos). Luegoencendi dentro de la olla una vela y cubri todo con otra olla para ahogar el coraznde su enemigo. SANCHEZ, Ana (1991), Amancebados, hechiceros y rebeldes (Chancay,siglo XVII), Archivos de Historia Andina/11, Centro de Estudios Andinos Bartolomde las Casas, Cusco, Per, p. 30. En el caso que nos toca no est presente la descrip-cin del procedimiento, aunque es probable que se realizara de manera similar.21 El nico de los casos relevados en que la hechicera acepta su pacto explcito con eldemonio y la forma en que realiz tanto ella como otras los encantos es el de la negraIns, cuya confesin obtienen los jueces tucumanos mediante tortura a comienzos delsiglo XVIII, para posteriormente ejecutarla y quemar su cadver en 1703. Cfr. GAR-CS, Carlos (1997), Brujas y adivinos en Tucumn (siglos XVII y XVIII), EDIUNJu, Jujuy.

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    de que haba llegado a la ciudad un mulato de Santiago del Estero congran fama de curador de maleficios que haba prometido dar solu-cin al problema del religioso en tan solo cuatro das, dndose defini-tivamente con que las promesas del mulato eran falsas y continun-dose con el procedimiento. Adems parece que el mulato haba fraca-sado en otros casos por una mencin que se hace al respecto sobrehaber defraudado a varias personas de la ciudad. Esta interrupcin esinteresante ya que al parecer la nica finalidad al tener tan pocas prue-bas reales contra las acusadas de estar comprometidas en el delito dehechicera, la solucin del problema dara por finiquitado el caso.

    Aparece una dicotoma entre las opiniones de los jueces y elfiscal, que ellos mismos haban nombrado, quien por no encontrar nin-gn elemento de acusacin contra las mujeres, ser apartado de sucargo, acusndolo de no ejercer fielmente su oficio. Por otra parte eldefensor particular de una de las acusadas denuncia que todo el pro-ceso no es ms que una venganza para con su parte.

    En el caso de fray Narciso, la curandera principal, Andrea Cal-dern, apodada Satans, en un primer momento no considera quela enfermedad del padre sea sobrenatural, sosteniendo que padece deempacho y tabardillo (insolacin), ms interesante diagnstico hacean, la principal acusada, Pascuala Ajos que basndose en un relatodel vicario de la ciudad de La Paz, sostiene que el religioso est enfer-mo de tisis o pulmona. Lo curioso del caso es que, al parecer ante elfracaso de la terapia, la curandera vara su posicin argumentandoque lo que aqueja al religioso es en verdad maleficio, y que no lo quisorevelar antes por no inquietar al enfermo y no alertar al causante deldao de modo que pudiera reforzar el maleficio. Sin embargo, la tera-pia que se prescribe tiene relacin con la afeccin pulmonar, e inclusoparte de la sintomatologa es coincidente.

    El diagnstico se realiza en base a cuatro observaciones en lasque los curanderos coinciden. Las del oteo de la orina, la sangre, elpulso y el rostro del enfermo. Tanto en la orina como en la sangre loscuranderos, sostienen, pueden saber qu persona o personas son lascausantes del dao. Incluso cul fue el procedimiento para provocarel hechizo. El pulso del enfermo indicar el lugar fsico de su cuerpodonde se aloja el maleficio, en tanto el rostro indicar el estado deencantamiento.

    Por la observacin de la sangre del enfermo, los dos curanderosprincipales, el negro Guebi y Andrea Satans, declararn que el pri-mer maleficio, del que suponen haban logrado curar al religioso le

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    fue hecho en el mate que tomara en casa del vicario por la propia es-clava de este, Pascuala Rocha, a las rdenes de Pascuala Ajos, en tantoel segundo y actual, fue hecho en la tierra de las pisadas del religioso,que levant la misma Rocha en una oportunidad en que fue a decirmisa a la iglesia de San Roque, y que esta tierra la llev de prisa a laotra hechicera para concretar el encantamiento. Declaran que en esasangre se vea patentemente incluso el momento en que la esclava le-vantaba la tierra y corra a entregarla.

    El tratamiento

    Segn el relato de varios testigos, el procedimiento teraputicoseguido para curar el malestar del religioso se basaba principalmenteen preparaciones de distintas hierbas y otros elementos animales yminerales, en general calientes, adems de propinrsele sangras enlos tobillos.

    Todos los testigos coinciden en que el primer tratamiento habasido absolutamente efectivo y haba logrado acabar con el maleficio,incluso unos indios herbolarios que venan de las yungas a vender susyuyos aparecen sorprendidos de la gran mejora del padre Narciso,que le haba permitido incluso no slo levantarse sino adems ir a laiglesia de San Roque a decir misa, y en este estado haba permanecidoms de quince das, observndose que luego su recada fue productodel segundo maleficio que le hicieron al levantar la tierra de sus pisa-das.

    La teraputica herbolaria, lapidaria y bestiaria que se utilizacon el fraile consiste en la utilizacin de los siguientes elementos: haba22,

    habilla de Castilla23, huevos, azcar, vino, agua bendita, contrayer-

    22 Haba: (Vicia faba) se queman los tallos de las habas rojas junto con moto moto y loslaqatus, despus de eso se prepara como caf y se toma para curar el costado. Elmoto moto puede ser reemplazado por violeta (ALBA FERNNDEZ, Juan Jos (1994),La medicina tradicional en la provincia de Arque, Cuaderno cientfico, N 8, Cocha-bamba.). Tambin se la puede combinar con alcohol y azcar.23 Si bien podra tratarse de la jabilla, planta trepadora de cuyo fruto se extrae unaceite lubricante y medicinal, me inclino a pensar que es un diminutivo de haba,aunque el nombre haba se le aplica por extensin a la simiente de otros frutos como elcaf y el cacao. Es concordante el uso de las habas en el tratamiento de maleficios:para la sopladura se utiliza haba, cebada y chuo mezclada con yapa (sin identificar)con lo que se prepara un lquido para beber.

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    ba24, coro25, usco26, pajarilla27, paos mojados en vinagre revuelto enharina de habas, pepita de quina quina28, piedra besar29, piedra delguila30, ruda31, sacha32, se quemaba adems palma bendita, romero33

    e incienso34. Sin poner en duda los efectos teraputicos de tales sa-

    24 Contrayerba, de contra y hierba en la acepcin de veneno. Planta mrea de la Am-rica meridional de unos cinco dm. de altura con hojas contrapuestas, dentadas, florespequeas y amarillas y raz fusiforme, blanca y amarga y aromtica que se us enmedicina como contraveneno. Cada una de las composiciones medicinales que tienela raz de la contrahierba y que se estimaban antiguamente como antdotos. Contra-veneno.25 Coro, curu o khuru: (no identificado) Droga mgica utilizada en parches como an-tiinflamatorio. Se emplea adems para el pasmo (enfriamiento), como diurticopara arrojar las lombrices intestinales. (puede ser tambin San Juan cora, no identifi-cado, su raz se emplea para disolver tumores y en enfermedades de la matriz. BIAN-CHETTI, Mara Cristina (1995), Dao, ojeo y brujera en el Valle Calchaqui, Actas -III Jornadas Nacionales de Folklore, Instituto Nacional Superior del Profesorado de Folklore,Talleres Grficos del Ministerio de Cultura y Educacin de la Nacin, Buenos Aires.26 usco: (Solanum tripartitum) Dunal. Propiedades higinicas y medicinales. Se hier-ve la planta sin las races y con el lquido se lava la cabeza. Se usa para lavar los ojosirritados por el sol. La preparacin es considerada refrescante.27 Pajarilla: bazo y ms especialmente el del cerdo. Hgado de zorrino, se utiliza enfricciones para golpes, maltrataduras y enfermedades bronquiales y pulmonares de-nominadas genricamente dolor de costao.28 Pepita de quina quina, pepitas de quia quia, palo quina: (Chinchina oficialis) su-dorfico activo en problemas pulmonares y pleuritis. Tnico general, se emplea en loscasos de tercianas, chucho o paludismo y para escorbuto. Se emplea adems paraasma, tos ferina, anginas gangrenosas, reumatismo articular y epilepsia. Eficaz en eltratamiento de enfermedades venreas. Bianchetti, op. cit.29 Clculos renales o hepticos en general de animales.30 (Piedra de la guila en el original). Valvas fsiles cuyo polvo molido junto contierra de la Virgen, Bisal, piedra rayo, entre otros son proporcionados a los enfermosde susto, se usa en combinacin con tierra de la Virgen: trozos o lminas de hematitapura, se disuelve en agua de clavel santo serenado y se toma durante tres das enayunas para combatir el susto31 Ruda: (Ruta graveolens). Se usa como infusin o como sahumerio, para el dolor decabeza, congestiones, problemas respiratorios, palpitaciones cardacas y tisis. Esti-mulante estomacal, vermfuga y con connotaciones mgicas32 Sacha, (segn ECHENIQUE, (1995/96), Etnobotnica de la localidad de Queta.Departamento Cochinoca, Jujuy, ms.) (Verbena minima) Meyen forrajera planta quecrece en las cordilleras de raz comestible. Sus hojas suelen comer las vicuas. El tr-mino sacha es muy amplio y en general en quchua equivale a un prefijo que etableceparecido con algo (sacha quina, p.e.). Segn Bianchetti (Isatis corniculata) Astringente,corta la disentera y es eficaz en enfermedades venreas.33 Romero: (Roos marinus oficialis) Tnico estimulante nervioso, se utiliza par todo tipode afecciones orgnicas y e sntomas nerviosos como sopor, somnolencia, inquietud,irritabilidad, insomnio. Depurativo de la sangre, antirreumtico. Se usa como sahume-rio para alejar los males o daos.34 Incienso: (Stirax ovatus-Microcarpus frondosus) Utilizados en sahumerios para el sus-

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    humerios como pueden ser los de desinfeccin del ambiente o de ahu-yentar los insectos, es indudable que constituyen parte importante dela atmsfera ritual-ceremonial, en combinacin con alimentos comoazcar, huevo, vinagre, harina de habas y elementos religiosos comoagua bendita y palma bendita, que slo pueden tener una finalidad detipo ritual.

    En este caso, como es comn, las acusaciones van dirigidas ha-cia los sectores populares, en este caso cuatro mulatas esclavas y unindio mitayo, de hecho, el alegato del nico defensor particular quefigura en el proceso, hace eje justamente en la calidad de mulatas delas mujeres, por ser de competencia de la Santa Inquisicin y no de lasjusticias ordinarias, que frente a estos casos slo estaban habilitadas aconocer si los imputados fuesen indios (exceptuados a su vez del fue-ro inquistorial).

    Conclusin

    El discurso que se elabora sobre negros y mulatos no se aleja delos lugares comunes de desprecio por el gnero y, ya sea que se argu-mente a favor o en contra de ellos, siempre se apela a su condicin debarbarie, lo que si es claro es que tratndose de esclavos se eludegeneralmente la aplicacin de penas graves, sobre todo la pena capi-tal35, ya que el esclavo es una herramienta de trabajo y su destruccinprovocara un importante dao econmico36. En general, los castigospara los esclavos consistirn en recibir unos cuantos azotes, no ms de25, unas amonestaciones y en la mayora de los casos un cambio com-pulsivo de propietario como para conjurar la posibilidad de que incu-rran en nuevos delitos.

    An en el caso en que la mirada racial fuera una funcin acti-va slo a nivel individual, movida por intereses materiales concretos

    to, ojeadura, mal aire y en todas la ceremonias relacionadas con la Pachamama.35 Uno de los pocos casos en que una esclava es condenada a la pena capital es el quese dio en Tucumn en 1703 cuando luego de un largo proceso por brujera, la negraIns fue condenada a la pena de garrote y posteriormente quemada en un acto pbli-co (Garcs, op. cit.).36 Los precios de los esclavos siguen siendo altos an cuando se ponen viejos. Unapauta que nos ilustra acerca de la importancia de los esclavos como servicio domsti-co es que las mujeres son siempre mejor cotizadas que los varones, por su condicinde mucamas y su capacidad reproductiva para generar nueva mano de obra.

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    o supersticiones, la delimitacin del terreno de lo legal y lo ilegal enestos casos de transgresin, como los que se entienden de hechicera,o en las prcticas de la medicina popular, las definiciones derivan deluniverso de representacin de la cultura hegemnica y de ah per-mean al cuerpo de la sociedad, formando parte de los mecanismospolticos y disciplinarios a travs de los cuales las elites dirigentes hacensentir su situacin de privilegio respecto de las clases subalternas,poniendo en prctica sus polticas de disciplinamiento.

    Bibliografa y fuentes

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    AHPC Archivo Histrico de la Provincia de Crdoba

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