Modelo eva. diagnostico 3 La ciudad de las bestias

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Ejercicio para segundo de ESO

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LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA 2º E.S.O.

Todavía quedaba algo de claridad diurna, pero casi no se distinguían colores, el mundo aparecía en tonos de gris y negro. Álex se había sentido constantemente observado desde que saliera de Santa María de la Lluvia, pero justo esa tarde la impresión de ser espiado había desaparecido. Lo invadía una sensación de calma y seguridad que no había tenido en muchos días. También se había esfumado el penetrante olor que acompañó el asesinato del soldado la noche anterior. Los dos muchachos y Borobá se internaron unos metros en la vegetación y allí aguardaron,con más curiosidad que inquietud. Sin haberlo dicho, suponían que si había indios por los alrededores y tuvieran intención de hacerles daño, ya lo habrían hecho, porque los miembros de la expedición, bien iluminados por la hoguera del campamento, estaban expuestos a sus flechas y dardos envenenados.

Esperaron quietos, sintiendo que se hundían en una algodonosa niebla, como si al caer la noche se perdieran las dimensiones habituales de la realidad.

Entonces, poco a poco, Álex comenzó a ver a los seres que los rodeaban, uno a uno. Estaban desnudos, pintados de rayas y manchas, con plumas y tiras de cuero atadas en los brazos, silenciosos, ligeros, inmóviles. A pesar de encontrarse a su lado, era difícil verlos; se mimetizaban tan perfectamente con la naturaleza, que resultaban invisibles, como tenues fantasmas. Cuando pudo distinguirlos, Álex calculó que había por lo menos veinte de ellos, todos hombres y con sus primitivas armas en las manos.

—Aía —susurró Nadia muy quedamente.

Nadie contestó, pero un movimiento apenas perceptible entre las hojas indicó que los indios se aproximaban. En la penumbra y sin anteojos, Álex no estaba seguro de lo que veía, pero su corazón se disparó en loca carrera y sintió que la sangre se le agolpaba en las sienes. Lo envolvió la misma alucinante sensación de estar viviendo un sueño, que tuvo en presencia del jaguar negro en el patio de Mauro Carías.

Había una tensión similar, como si los acontecimiento transcurrieran en una burbuja de vidrio que en cualquier instante podía hacerse añicos. El peligro estaba en el aire, tal como lo había estado con el jaguar, pero el chico no tuvo miedo. No se creyó amenazado por aquellos seres transparentes que flotaban entre los árboles. La idea de sacar su navaja o de llamar pidiendo socorro no se le ocurrió. En cambio pasó por su mente, como un relámpago, una escena que había visto años antes en una película: el encuentro de un niño con un extraterrestre. La situación que vivía en ese momento era similar.

Pensó, maravillado, que no cambiaría esa experiencia por nada en el mundo.

—Aía —repitió Nadia.

—Aía —murmuró él también.

No hubo respuesta.

Los muchachos esperaron, sin soltarse las manos, quietos como estatuas, y también Borobá se mantuvo inmóvil, expectante, como si supiera que participaba en un instante precioso. Pasaron minutos interminables y la noche se dejó caer con gran rapidez, arropándolos por completo. Finalmente se dieron cuenta de que estaban solos; los indios se habían esfumado con la misma ligereza con que habían surgido de la nada.

— ¿Quiénes eran? —preguntó Álex cuando volvieron al campamento.

—Deben ser la «gente de la neblina», los invisibles, los habitantes más remotos y misteriosos del Amazonas. Se sabe que existen, pero nadie en verdad ha hablado con ellos.

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— ¿Qué quieren de nosotros? —preguntó Álex.

—Ver cómo somos, tal vez... —sugirió ella.

—Lo mismo quiero yo —dijo él.—No le digamos a nadie que los hemos visto, Jaguar.

—Es raro que no nos hayan atacado y que tampoco se acerquen atraídos por los regalos que colgó tu papá —comentó el muchacho.

— ¿Crees que fueron ellos los que mataron al soldado en la lancha preguntó Nadia.—No lo sé, pero si son los mismos ¿por qué no nos atacaron hoy?

Esa noche Álex hizo su guardia junto a su abuela sin temor, porque no percibió el olor de la Bestia y no le preocupaban los indios. Después del extraño encuentro con ellos, estaba convencido de que unas pistolas servirían de muy poco en caso de que quisieran atacarlos. ¿Cómo apuntar a esos seres casi invisibles? Los indios se disolvían como sombras en la noche, eran mudos fantasmas que podían caerles encima y asesinarlos en cuestión de un instante sin que ellos alcanzaran a darse cuenta. En el fondo, sin embargo, él tenía la certeza de que las intenciones de la gente de la neblina no eran esas.

ISABEL ALLENDE, La ciudad de las bestias

1. Señala la opción que no se ajusta al texto:

• Los indios estaban pintados con rayas y manchas.

• La gente de la neblina llevaba plumas y tiras de cuero.

• Llevaban plumas en la cabeza y el pelo pintado.

• Eran ligeros, silenciosos, invisibles como fantasmas

2. ¿Cómo se sintió Alex cuando vio a los indios?

• Se puso muy nervioso y sintió emoción y miedo.

• Estaba maravillado, pero el miedo lo paralizaba.

• El miedo hacía que el corazón le latiera muy deprisa.

• Estaba maravillado, nervioso y emocionado, pero sin sentir temor alguno.

3. Divide el texto en tres partes: presentación, nudo y desenlace. Resume brevemente cada una de ellas.

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4. ¿Cuánto duran los acontecimientos que se narran en el texto? Justifica tu respuesta basándote en expresiones que aparezcan en el texto.

5. ¿Qué figura literaria aparece en el siguiente fragmento del texto? Explica en qué consiste: “Había una tensión similar, como si los acontecimiento transcurrieran en una burbuja de vidrio que en cualquier instante podía hacerse añicos”.

6. Reescribe el siguiente fragmento en estilo indirecto:

“— ¿Quiénes eran? —preguntó Álex cuando volvieron al campamento.

—Deben ser la «gente de la neblina», los invisibles, los habitantes más remotos y misteriosos del Amazonas. Se sabe que existen, pero nadie en verdad ha hablado con ellos.

— ¿Qué quieren de nosotros? —preguntó Álex.

—Ver cómo somos, tal vez... —sugirió ella.

—Lo mismo quiero yo —dijo él.—No le digamos a nadie que los hemos visto, Jaguar. “

7. Analiza morfológicamente las siguientes oraciones:

• Lo envolvió esa alucinante sensación.

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• A Alex no le preocupaban los indios.

• Los chicos estaban muy nerviosos.

• No hubo respuesta.

8. En las oraciones del ejercicio 7, localiza el sujeto y el predicado. No olvides comprobar la concordancia.

9. En las oraciones del ejercicio 7, identifica los complementos del predicado (atributo, complemento directo, complemento indirecto). No olvides hacer las comprobaciones.