Modelos de comprensión lectora
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PROCESAMIENTO COGNITIVO DEL DISCURSO
PRINCIPALES MODELOS TEÓRICOS EN COMPRENSIÓN LECTORA
La psicolingüística no cuenta aún con una teoría unificada general de la comprensión del
discurso, hay algunos postulados fundamentales: hay consenso en que el sistema cognitivo es un
todo compuesto por módulos relativamente autónomos (Fodor 1983) que pueden trabajar
paralelamente en la elaboración de representaciones mentales (Rumelhart y McClelland 1981,
1986), cuya codificación se realiza en distintos niveles. Existe asimismo una concepción
dinámica del procesamiento de la información y se enfatiza el funcionamiento del sistema.
Hay tres núcleos principales en torno a los cuales se desarrollan los modelos teóricos: el
aspecto representacional, el procedural y el funcional.
Los principales puntos de consenso entre los autores son:
1. En el procesamiento cognitivo del discurso el comprendedor intenta construir una
representación mental coherente de la situación referida en el texto (modelo mental o
modelo de situación); junto con este constructo cognitivo de carácter análogo, se
elaboran también representaciones proposicionales.
2. La base textual conformada por las proposiciones corresponde a la estructura
semántica del texto. El modelo de situación, en cambio, es el referente mental del
discurso y representa aspectos espaciales y temporales de la situación referida,
personas, propósitos, relaciones, condiciones de desarrollo de los acontecimientos, etc.
3. En términos procedurales, el papel principal lo juega la MCP, donde se realiza el
procesamiento de la información textual en diversos niveles (fonológico,
morfosintáctico, léxico, textual), lo que puede ocurrir en forma paralela y sin que
intervenga necesariamente un mecanismo de control centralizado.
4. La comprensión textual es un proceso de construcción e integración de
representaciones mentales en términos de nexos semánticos (inferencias, automáticas
y elaborativas) para establecer la coherencia local y global. Todo esto ocurre de abajo
arriba y de arriba abajo.
5. En términos funcionales, la comprensión del discurso tiene lugar en el marco de una
situación comunicativa en la que los propósitos, actitudes, creencias y conocimientos
previos de los participantes influyen en el resultado del procesamiento.
Teoría macroestructural
Bastante antigua pero aún vigente, la primera versión es la teoría del procesamiento
cíclico de Kintsch y van Dijk (1978), al que le sucede el modelo estratégico de van Dijk y
Kintsch de 1983 y, posteriormente, la teoría de la construcción-integración (Kintsch, 1988). A
su vez, estos modelos estuvieron antecedidos por la teoría proposicional de Kintsch de 1974
(The representation of meaning in memory).
La teoría proposicional explica el procesamiento del lenguaje a través de una descripción
semántica del texto, donde las proposiciones son la base de la representación del significado,
conformadas a su vez por un conjunto de conceptos o microproposiciones, definidos según su
función como predicados o argumentos, a través de la proposición misma. La base proposicional
del texto (significado) es una lista jerárquica de proposiciones (texto base). En este modelo, la
memoria de los conceptos conocidos será mayor, a la vez que se recordarán mejor las
macroproposiciones. Esto es, la jerarquía de la proposición determina su memorabilidad, lo que
se probó experimentalmente y para el autor es evidencia de la validez psicolingüística de las
proposiciones como representaciones semántico-cognitivas.
La principal crítica que se le hace a este modelo (y a la teoría proposicional en general) es
su falta de consideración del conocimiento extralingüístico y de la semántica referencial.
En el marco de esta teoría se pretende “describir el sistema de operaciones mentales que
subyace al procesamiento que ocurre en la comprensión de textos y en la producción de
protocolos de recuerdo y resumen”. Es un modelo que reúne el análisis de la estructura textual y
su procesamiento, y sostiene que la comprensión es la traducción desde un código fuente escrito
en un lenguaje natural a un código interno o lenguaje mental (representación proposicional).
La primera versión de la teoría macroestructural (procesamiento cíclico y teoría
estratégica) sostiene que el lector establece dos niveles de representación de índole
proposicional: la microestructura y la macroestructura, ambas constituyentes de la base textual.
La primera es una representación semántica detallada del texto (texto-base), elaborada a partir del
texto superficial, en una operación de establecimiento de las correferencias una vez establecidas
las proposiciones principales. Se incluyen aquí las proposiciones inferidas, por lo que, mientras el
texto real expresa la base del texto implícita, la explícita incluye también las informaciones
construidas. La macroestructura es el tópico del texto y se procesa a partir de la anterior, por un
proceso de abstracción (reducción selectiva de la información) que permite retener el sentido del
texto y que se vale de tres principios o macrorreglas aplicados a la microestructura (supresión,
generalización y construcción a partir de información inferida).
En este marco, la comprensión es entendida como un proceso dinámico que se realiza en
ciclos de la MCP, iniciados en los límites entre cláusulas o frases. En cada ciclo se procesan las
proposiciones nuevas de la cláusula actual y se conectan con un subconjunto de las proposiciones
anteriores, mantenidas en un retén de la MCP (si hay correferencia), o bien con proposiciones
procesadas anteriormente y almacenadas en la MLP (si no hay correferencia). Sin en ambos casos
no halla correferencia, el lector se ve obligado a generar una inferencia por construcción.
El modelo estratégico (1983) pretende explicar cómo los seres humanos comprendemos
textos en una situación comunicativa determinada, teniendo en cuenta creencias, propósitos y
actitudes. El núcleo de la teoría es la noción de estrategia (Bever, 1970), conducta cognitiva
orientada hacia un objetivo. Van Dijk y Kintsch extienden las funciones de las estrategias a todos
los niveles de procesamiento discursivo y a otros procesos cognitivos (selección de información
relevante, recencia, comprensión de la situación, etc.).
Este modelo se construye sobre cinco supuestos cognitivos:
- Supuesto constructivista: los seres humanos construyen una representación
mental de la situación referida en el texto.
- Supuesto interpretativo: los seres humanos interpretan la situación como un
determinado tipo de evento.
- Supuesto on-line: la construcción de la representación mental comienza con la
percepción de la primera palabra y se va actualizando.
- Supuesto presuposicional: los seres humanos comprenden e interpretan los textos
sobre la base de sus opiniones, creencias y actitudes.
- Supuesto estratégico: el receptor emplea información externa e interna en forma
flexible e interactiva para alcanzar sus objetivos.
También hay una serie de supuestos contextuales:
- Supuesto funcionalista: las personas toman en cuenta la funcionalidad del texto
en la situación social para la construcción del significado (funciones
comunicativa, pragmática).
- Supuesto interactivo: la inserción del texto en una situación comunicativa
implica interacción entre los participantes con sus motivos, propósitos y normas
sociales.
- Supuesto situacional: los hablantes consideran la dependencia que el texto tiene
de su situación comunicativa.
En este marco se distingue también entre base textual y modelo de situación, ambas
construidos durante el proceso de comprensión. La primera es la representación del texto en sí
(conjunto de proposiciones organizadas en la jerarquía textual), mientras que el segundo es una
réplica cognitiva de la situación referida en el texto, una representación mental análoga, parcial y
selectiva (equivale así a los escenarios de Sanford y Garrod de 1981 y a los modelos mentales de
Johnson-Laird de 1983). Se habla así de niveles de comprensión del texto:
-nivel superficial
-nivel de la base del texto
-nivel del modelo de situación
La versión de la teoría de la construcción-integración (Kintsch 1988; Otero &
Kintsch, 1992) tiene por objeto dar cuenta de las inferencias conceptuales en el proceso de la
comprensión del discurso. Mantiene algunos rasgos fundamentales de la versión anterior (dos
etapas en el proceso de comprensión y formato proposicional de las representaciones), pero es un
modelo conexionista que se diferencia de sus trabajos anteriores en cuanto a la representación de
la interacción entre conocimiento del mundo e información textual, proceso que el autor explica e
ilustra en detalle.
Al igual que otros autores conexionistas (Cottrell y Small, 1983; Waltz y Pollack, 1985),
Kintsch concibe la memoria humana como una red semántica cuyos nodos -las unidades de
componen dicha red- representan conceptos. Tanto estos conceptos como las relaciones entre
ellos poseen diferentes umbrales de activación. El significado de un concepto se construye a
través de la intensidad de sus nexos con otros conceptos, hecho que lo hace dependiente del
contexto.
Estos procesos tienen lugar tanto en la fase de construcción como en la de integración, lo
que otorga un carácter modular a la dinámica del procesamiento.
En la fase de construcción (similar a la de construcción de la microestructura) se
construye primero una distribución de la activación mediante la introducción de la palabra;
durante este estado de activación momentáneo se presentan inferencias elaborativas y hay todavía
ambigüedades no resueltas. Este período consta de tres sub-etapas:
traducción del texto a un código proposicional;
incorporación de otras proposiciones, que se activan asociativamente, provenientes de
la MLP (algunas asociaciones son de bajo nivel, azarosas, insensibles al contexto e
indiscriminadas, mientras otras son de alto nivel, controladas y específicas, como las
inferencias puente), y
ponderación de las asociaciones existentes (según la proximidad de las proposiciones
y los valores de las asociaciones pre-existentes en los conocimientos del sujeto).
Por su parte, en la fase de integración se dan procesos cíclicos que se disparan cuando se
alcanzan los límites entre cláusulas y frases. En cada ciclo un dispositivo hace converger y
estabiliza las activaciones de las proposiciones, de modo que sólo sobrevivan aquéllas más
activadas y desaparezcan de la representación las de menor activación. Aquí se integran palabra y
contexto, el cual se construye según la intensidad de las relaciones entre los conceptos en juego.
Aquellos conceptos más adecuados para el contexto existente son seleccionados a través de un
proceso recursivo de multiplicación.
Este modelo hace hincapié en la naturaleza dinámica e interactiva del procesamiento, pero
adolece de las dificultades propias de los modelos de representación proposicional, que no
pueden dar cuenta de todos los fenómenos de comprensión: no se trabaja suficientemente con el
problema de la elaboración de la red proposicional a partir del texto (traducción del lenguaje
natural al mental) ni se explican convenientemente los mecanismos inferenciales.
Teoría de la construcción de estructuras (o Structure Building Framework)
Hay dos visiones acerca del lenguaje:
1) es una destreza especializada que involucra procesos y mecanismos específicos; o
2) es una destreza que descansa sobre procesos y mecanismos cognitivos generales que
subyacen también en tareas no lingüísticas.
Las razones que fundamentan la segunda postura son dos:
a) la comprensión lingüística evolucionó de destrezas cognitivas no lingüísticas (Bates 1979,
Lieberman 1984), y
b) la mente se basa en una arquitectura común, tal como la conexionista (Rumelhart &
McClelland 1986).
Para Gernsbacher (1990), muchos de los procesos y mecanismos involucrados en la
comprensión del lenguaje son procesos y mecanismos cognitivos generales. Asimismo, este autor
sostiene que la meta de la comprensión es construir representaciones o estructuras mentales
coherentes. En otras palabras, durante la comprensión se realiza una construcción activa de varios
tipos de representaciones cognitivas que interpretan el input lingüístico, y cabe distinguir varios
niveles: el primero corresponde a las subestructuras generadas por cada cláusula, que luego se
integran en las estructuras de frase, y así sucesivamente en estructuras de mayor rango, hasta
alcanzar una estructura única para el conjunto del texto. Este proceso incorpora palabras, sintaxis,
semántica oracional, actos de habla, patrones de diálogo estructuras retóricas, pragmática,
mundos reales o imaginarios y muchos otros niveles. Cada tipo tiene importancia funcional
durante los procesos de comprensión y producción del texto y el habla. Tales representaciones no
son equivalentes a las representaciones simbólicas propuestas por los lingüistas formales, los
lógicos y los científicos computacionales.
Además, se afirma que los lectores no comprenderán completamente las oraciones que
leen a menos que estén suficientemente motivados por demandas situacionales. Así, la
comprensión completa de un tema involucra la capacidad de redescribirlo en forma precisa con
las propias palabras e implica tres tareas de procesamiento separadas pero interdependientes:
1) activación de la información contenida en el tema;
2) resolución del tema como uno nuevo o como una anáfora referida a uno viejo, y
3) modificación de la estructura mental propia para organizar la información adicional
recibida.
Cada una de estas tareas se inicia a partir del resultado de la anterior, siempre que sea
requerido o motivado por las demandas de la tarea (estrategia del mínimo esfuerzo).
En este marco también se postulan los siguientes niveles de representación textual:
1) superficial: de registro verbal de las secuencias verbales
2) base textual: de representación del contenido semántico del texto como una lista de
proposiciones jerárquicamente organizadas
3) modelo situacional: de representación de los rasgos perceptibles de los objetos
correspondientes del mundo que trasciende 1) y 2) e integra el conocimiento
previamente almacenado y la información del texto. Sobre estos modelos se
construyen las inferencias durante la comprensión (espaciales, emocionales).
En el proceso de comprensión intervienen tres tipos de elementos funcionales:
a) las celdillas o nodos de memoria;
b) los procesos de fundación, actualización y cambio de estructuras, y
c) los mecanismos de intensificación y supresión.
Debe tenerse en cuenta que la mayoría de las representaciones comprende muchas
ramificaciones.
Los nodos o celdas de memoria activados por la información o el estímulo entrante son
los bloques o ladrillos de construcción de estas estructuras, son la forma de representación de la
información previamente almacenada en forma distribuida. Su organización es similar a una red
neural de tipo conexionista. El patrón de activación de un nodo puede representar el significado
de una palabra, una frase, una oración, un pasaje. La activación hace disponible la información
(sea antigua o reciente) para la comprensión.
Su función es almacenar información, así como transmitir impulsos a otros nodos, para
que su activación aumente o disminuya. Gracias a las variaciones en el nivel de activación, la
información de unas celdillas se refleja en la estructura mental (si ha sido activada), mientras que
otra información (suprimida o disminuida) se pierde.
La activación inicial da pie al fundamento de la estructura mental; la información
posterior, si es coherente con la previa, activa los mismos nodos de memoria u otros conectados y
se mapea en ellos (los actualiza). Si esa información nueva es menos coherente, activa un
conjunto de nodos diferente y da fundamento a una nueva estructura.
Los nodos activados transmiten señales de procesamiento para reforzar (si la información
es necesaria para la construcción de una nueva estructura) o suprimir (si la información ya no es
necesaria) la activación de otros nodos.
Establecimiento de un fundamento/cimiento:
Es el primer proceso involucrado en la construcción de una estructura mental para
representar una cláusula, una oración, un párrafo o un episodio. Los segmentos iniciales del texto
o de unidades temáticas significativas (episodios, argumentos, etc.) inducen este procedimiento,
que tiene una gran demanda de recursos cognitivos (los lectores dedican más tiempo a los
segmentos que inician textos o párrafos).
En el nivel de la representación oracional se da la Ventaja de la Primera Mención: el
participante mencionado en primer lugar en una oración es más accesible que el mencionado en
segundo lugar, porque forma el fundamento de la representación y porque a través de él se mapea
o actualiza la información subsiguiente en la representación en desarrollo. Según este modelo,
esto deriva de factores cognitivos generales, no lingüísticos. Ocurre sin importar que tal
participante sea agente o paciente semántico, sujeto sintáctico, etc..
Aparentemente contradictoria con la anterior, está la Ventaja de cláusula reciente: esta
ventaja está basada en el orden, para el concepto más recientemente mencionado, cuando hay
oraciones de dos cláusulas:
Ahora que los artistas trabajan menos horas, las pinturas al óleo son raras.
Ahora que los artistas trabajan con óleo, las pinturas son raras.
"óleo" se reconoce antes en el primer caso [verificar los ejemplos en inglés].
La contradicción se resuelve mediante la medición de la accesibilidad de los participantes
oracionales en oraciones de dos cláusulas. Los lectores representan cada cláusula en su propia
subestructura y tienen más acceso a la información de la estructura en desarrollo (ventaja de la
cláusula reciente). Sin embargo, luego de construir representaciones para ambas cláusulas, la
información de la primera es más accesible porque sirve de fundamento para representar la
oración (ventaja de la primera mención). Esta última se caracteriza por durar relativamente más y
es una generalidad translingüística que se ha observado en español, inglés y otras lenguas, que
muestran diferencias en la libertad para la posición de los constituyentes. Incluso se mantiene
cuando los primeros participantes mencionados sean objetos sintácticos, entidades inanimadas,
ficcionales o culturalmente conocidas, nombres propios o comunes, adverbios, etc., y en
experiencias con oraciones sueltas o fuera de contexto.
Ambas ventajas no son mutuamente exclusivas. El patrón de accesibilidad manifiesta la
estructura clausal jerárquica de las oraciones.
Mapeo/Actualización de estructuras:
Este proceso se refiere al mapeo de la información nueva coherente o relacionada con la
estructura o subestructura en desarrollo, que se actualiza con la nueva información. Está guiado
por señales de coherencia, correferencia y continuidad, aprendidas en la experiencia con el
mundo y con el lenguaje. El grado de coherencia de la información nueva respecto de la vieja no
se define muy precisamente, pero se señalan cuatro factores determinantes: la correferencia de las
cláusulas, la continuidad temporal, la continuidad espacial y la continuidad causal entre los
sucesos descriptos.
Las señales textuales que marcan esta coherencia pueden ser los pronombres personales,
los artículos definidos (utilizados para conceptos definidos: mencionados antes, presentes en el
entorno deíctico, parte de la cultura compartida o componente de una entidad previamente
mencionada), el significado de los términos (más o menos aplicables a las mismas entidades),
eventos típicos (ej.: enfermedad-doctor), las entidades y relaciones en el mundo, etc.
Según la propuesta del marco de la construcción de una estructura, la interpretación de las
señales de coherencia es relativamente inconsciente y pasiva y relativamente deliberada y
estratégica.
En este modelo no se hacen distinciones entre tipos de memoria y tipos de conocimiento.
Veremos a continuación los conocimientos que se ponen en juego ante el uso de determinados
elementos textuales.
- Uso del artículo definido (frente al indefinido): éste facilita la comprensión de una cadena
de oraciones en términos de texto, lo que acelera la lectura (23%). Éstas también se
recuerdan de modo más integrado (combinación de oraciones, uso de pronombres),
mapeándolas juntas.
- Anáfora conceptual: el conocimiento del lector/oyente también guía el proceso de mapeo.
Veamos el ejemplo:
o Necesito un plato, ¿dónde los pusiste? (reconocimiento más rápido)
o Necesito un plato, ¿dónde lo pusiste?
o Necesito una/la plancha, ¿dónde la pusiste? (reconocimiento más rápido)
o Necesito una/la plancha, ¿dónde las pusiste?
Estas diferencias en el TR tienen que ver con el hecho de que los platos se guardan en
grupos, mientras que las planchas no.
Casos en que la anáfora no coincide en número con su antecedente literal (fenómeno
frecuente en inglés y español):
1) En los casos de ítems o eventos frecuentes o múltiples: cuando un pronombre plural se
usa para referir a un ítem singular que el lector sabe que es probable que se agrupe en
un conjunto; o cuando un pronombre plural se usa para referir a un evento singular
que el que comprende saber que puede experimentarse repetidamente.
2) En los casos de tipos genéricos, donde aparecen ciertos pronombres plurales "ilegales"
pero conceptuales, que se usan para referir a tipos genéricos: mi mamá siempre me
obliga a ponerme un vestido, porque me veo bien en ellos, o Tengo una mascota. Son
una buena compañía. Los referentes literales son conceptos en general.
3) Ante conjuntos colectivos, donde el pronombre plural se usa para referir a los
miembros animados de un conjunto colectivo: El profesor explicaba el problema a la
clase, pero ellos no atendían.
También hay otros ejemplos de experimentos que no resultan relevantes en español, que
tienen que ver con el género y los estereotipos:
- El conocimiento de los lectores acerca de las relaciones espaciales, temporales y locativas
guía el mapeo. Con distintas pruebas, se mostró que las oraciones-objeto que se
correspondían con la locación, distancia o tiempo implicados eran leídas 40% más rápido
que las que no.
- El conocimiento acerca de las consecuencias emocionales de los eventos también facilita
el mapeo: cuanto menos coincide el contenido de una oración con lo esperado, más lento
se lee (hasta un 40%). Este conocimiento se activa más cuanto más se leen estas historias.
- Porque es señal para mapear dos cláusulas causalmente relacionadas en la misma
estructura mental: las cláusulas así unidas se leen más rápidamente y se recuerdan más.
Este efecto facilitador depende de la relación causal entre cláusulas, por lo que también
interviene el conocimiento sobre la causalidad.
- El lector usa la forma sintáctica y conceptual de una oración precedente como señal para
el mapeo: las formas paralelas tienen un efecto facilitador.
Cambio/Permutación de la estructura:
Este proceso se produce cuando la información entrante es menos coherente, por lo que se
hace necesario el cambio, el desarrollo y la adjunción de una nueva (sub)estructura. En ciertos
puntos críticos (pérdida de la correferencia o discontinuidad espacial, temporal o causal) los
lectores cierran la estructura que están construyendo y fundan una nueva, activando un nuevo
grupo de celdillas de memoria.
Es interesante estudiar cómo detecta el sistema la coherencia/incoherencia en el texto.
Gernsbacher propone que los lectores hacen cambios o permutaciones en la estructura en
respuesta a marcas tales como adjetivos demostrativos, conjunciones coordinadas y subordinadas,
pronombres, etc., que actúan como señales que indican un nuevo episodio o cambio. Estas
marcas alientan la creación de nuevas (sub)estructuras, y la nueva información se mapea allí. Por
otro lado, las relaciones de causalidad no suelen tener marcadores de continuidad/discontinuidad,
por lo que el lector debe analizar el contenido temático y recurrir para ello a su conocimiento
pragmático.
Los lectores muestran una tendencia a delinear inferencias de coherencia (distintas de las
predictivas o elaborativas), que resuelven las contradicciones entre un estadio previo (por
ejemplo, la pintura en el balde) y uno subsiguiente (la pintura en el piso). Ciertas experiencias
muestran que cuando las inferencias deben hacerse entre un episodio y otro son más lentas, lo que
favorece la idea del cambio, pues la información anterior es menos accesible. Parece ser que los
nodos de memoria son muy flexibles mientras trabajan e incorporan toda la información en
proceso, pero una vez cerrada la subestructura que las integra, pierden la facilidad para
conectarse con otra información (por ejemplo, la conexión entre una anáfora y su referente es
más difícil si se encuentran en estructuras diferentes).
La tendencia al cambio y la construcción de nuevas (sub)estructuras depende de las metas
y los propósitos de la comprensión.
Supresión y reforzamiento/intensificación de la estructura:
Estos son mecanismos cognitivos generales, vitales también para procesos no lingüísticos,
que controlan y regulan el nivel de activación de los nodos de memoria. Estos mecanismos
alteran el nivel de activación de las distintas unidades conceptuales, representadas como valores
conceptuales en los nodos.
Principios que gobiernan la supresión y el reforzamiento:
- las señales de supresión y reforzamiento transmitidas por los nodos de memoria activados
se transmiten como una función de la fuerza de los nodos de memoria activados que las
transmiten;
- ambos mecanismos son mecanismos cognitivos generales, y
- ambos son disociables.
De acuerdo con Gernsbacher, estos dos mecanismos permiten explicar algunos fenómenos
que ocurren en la comprensión, como:
a) la resolución del significado de las palabras ambiguas/homónimos (cuando el lector
lee por primera vez una palabra, la información que ésta aporta activa significados
potenciales; muy poco después las restricciones provistas por las fuentes de
información léxica, semántica, sintáctica y otras alteran la activación de esos
significados, de modo que sólo se mantienen los contextualmente apropiados;
eventualmente, un significado se activa más fuertemente y se incorpora a la estructura
mental en desarrollo);
b) el establecimiento de referencia anafórica y catafórica (ambos mecanismos guían la
accesibilidad de sus referentes);
c) la asignación de antecedente a un pronombre cuando hay dos conceptos en
competición;
d) el mantenimiento en foco de algunos conceptos y el pase de otros a una posición
secundaria, y
e) las diferencias entre lectores más o menos eficientes.
Diferencias individuales en la construcción de estructuras
Los mecanismos generales de comprensión son comunes: se han hallado correlatos entre
la comprensión durante la lectura, la escucha de textos orales y la "lectura" de figuras (historias
sin palabras). Es decir, existe una Habilidad General de Comprensión.
Esta habilidad es menos eficiente en quienes tienen dificultades en las habilidades de
lectura y escucha, cuyas características pueden ser:
- una memoria más pobre sobre la información recientemente comprendida, escrita, oral o
visual;
- una tendencia a cambiar muy frecuentemente y a construir demasiadas (sub)estructuras en
lugar de continuar mapeando información en la estructura en desarrollo, tal vez por
dificultades en la supresión (lo que hace que la información menos relevante se mantenga
activa y genere ramificaciones), y
- en los lectores menos expertos, una menor capacidad para suprimir información
irrelevante e inapropiada, relacionada, por ejemplo, con los homónimos no pertinentes, las
formas incorrectas de los homófonos, objetos típicos pero ausentes en escena.
En los lectores más pobres también se ha visto una eficiencia normal para el
reforzamiento de información contextualmente apropiada, esto es, un beneficio a partir del
contexto predecible contextualmente (significado de homónimos, objetos típicos y presentes en
una escena, etc.), lo que muestra una disociación entre los mecanismos de supresión y
reforzamiento.
Teoría de los modelos de situación
Un modelo de situación es una representación más parecida a nuestra experiencia de una
situación (la referida en el texto) que a las características gramaticales o estructurales del propio
texto. Éste induce en el lector la representación de la situación, pero no le imprime sus reglas
formales.
No es ésta una teoría que tenga un único autor, sino que pueden citarse varios, y aún está
en elaboración: Johnson-Laird (1983), van Dikj y Kintsch (1983), Bower y Morrow (1990)…
Tampoco existe una terminología totalmente consensuada, de modo que se habla de modelos
mentales, modelos de situación, escenarios, representaciones referenciales, etc.
Las características generales de los modelos de situación, a partir de las diversas
propuestas, son:
a) Representaciones de lo singular: los modelos de situación que construimos a partir de
un texto son representaciones de patrones de información singulares y únicos, con
combinaciones de parámetros también únicas (episodios concretos, ubicación espacio-
temporal determinada, personas específicas…). Esto los diferencia de los esquemas,
que son una especie de promedio estadístico que resulta de procesar multitud de
situaciones análogas, un prototipo con información convencional acerca de los
objetos, personajes y roles, acciones, etc. que se dan en un tipo de situación
determinada.
b) Representaciones dinámicas: las representaciones son dinámicas y se actualizan en
fracciones de segundo, en un proceso complejo que requiere el uso de nuestro
conocimiento de mundo (a diferencia de los procesos de cambio conceptual o de
esquemas, que son lentos).
c) Isomorfismo: los modelos de situación se parecen a nuestra “experiencia”, de modo
que retienen aspectos propios de nuestra interacción sensorio-motora con las
situaciones; incluyen asimismo un punto de vista o perspectiva (generalmente el del
protagonista de una narración, p.ej.), que incluye la activación selectiva de algunas
entidades (ubicación espacial, objetos, estados emocionales, conocimientos, metas e
intenciones, capacidades…).
d) Parámetros básicos: el número de modelos de situación posibles es infinito, pero su
composición interna se reduce a unos cuantos parámetros básicos (tal vez universales),
tales como las dimensiones del tiempo, el espacio y la causación, los personajes u
otras entidades interpersonales, a su vez asociados con parámetros más o menos
permanentes (estatus, género, relaciones de propiedad) o transitorios (metas,
intenciones, vínculos, estados emocionales).
e) Representaciones reducidas: aunque cualquier situación tiene una información
potencialmente infinita, los modelos implican una necesaria reducción de datos, por
una cuestión de utilidad y de limitación de nuestros recursos cognitivos (MCP); la
toma de perspectiva puede ayudar a esta reducción.
f) Bases neurológicas: hay cierta evidencia de que la codificación y el recuerdo de
patrones de información singulares se relacionan con la actividad del hipocampo (área
subcortical del sistema límbico), sistema claramente disociable de la memoria
semántica responsable del conocimiento genérico y conceptual del mundo, articulado
por ejemplo a través de esquemas. Parece que los modelos de situación se elaboran
con el mismo módulo de procesamiento responsable e la construcción y recuerdo de
episodios de la vida cotidiana.
A continuación, se detallan algunas teorías relacionadas con este marco general:
Teorías basadas en esquemas y guiones
Las teorías basadas en las nociones de esquema (schema) y guión (script) tienen un
origen común en el redescubrimiento de Bartlett (1932) por parte de los cognitivistas en los ‘70.
En un trabajo sobre la influencia del conocimiento cultural en la capacidad para recordar
historias, Bartlett llegó a la conclusión de que las personas debían poseer algún formato de
organización de la memoria, el cual tendría un papel importante en la comprensión y recuerdo de
textos. Sobre esta base, Rumelhart (1975) desarrolló la noción de esquema. Un esquema
corresponde a una estructura cognitiva que no representa todas, sino las características más
relevantes de un objeto. En otras palabras, estas representaciones son verdaderos estereotipos,
abstracciones que los seres humanos mantienen como parte de su conocimiento del mundo y que
se activan durante el procesamiento de información, dentro del cual cumplen varias funciones:
Selección: sólo se considera la información relevante para el esquema activado.
Abstracción: sólo se procesa el significado de la información en desmedro de su forma.
Interpretación: la información procesada se interpreta en función del esquema
correspondiente.
Integración: con la información procesada y su esquema correspondiente se construye un
nuevo sistema o bien se organiza la información procesada según el esquema.
Estas funciones de los esquemas deberían jugar un importante rol en la comprensión,
supuesto que fue sometido pronto a pruebas experimentales. Así, Pichert y Anderson (1977,
1978) como también Bower (1978) hicieron estudios que corroboraban los postulados de
Rumelhart (1975). Sin embargo, la crítica no tardó en hacerse oír. Thorndyke y Yekovich (1980)
destacan la falta de especificidad de la teoría: sus postulados son tan generales que no se pueden
predecir los resultados del procesamiento. Tampoco está claro para estos autores cómo se
originan y modifican los esquemas. Otro blanco de la crítica es que, dada su vaguedad, el modelo
no es falsable.
Una versión más elaborada de la teoría de los esquemas es el modelo propuesto por
Schank y Abelson (1977), cuya noción central está tomada del mundo del teatro y del cine. Un
guión (script) corresponde a la especificación de las acciones y dichos de los personajes en una
pieza teatral o en un film. Aunque en lo fundamental el guión constituye un tipo de esquema en
cuanto se trata de conocimiento estereotipado, es un instrumento más poderoso, ya que en él se
explicitan las condiciones de la situación, los roles de las personas involucradas y sus acciones
(verbales y no verbales). Con ello, se superan parcialmente las deficiencias debidas a la extrema
generalización en la teoría de Rumelhart (1975). Dentro de este marco, los postulados de Schank
y Abelson (1977) fueron probados empíricamente en el laboratorio por Graesser, Gordon y
Sawyer (1979), cuyos hallazgos demuestran que los seres humanos poseen ciertas estructuras
cognitivas abstractas como los guiones y las usan para el procesamiento del discurso.
Teoría de los escenarios de Sanford y Garrod
La noción de escenario fue propuesta por Sanford y Garrod (1981; Garrod, 1993) para
explicar la representación cognitiva elaborada por el receptor en la comprensión del discurso.
Aunque dicha noción se asemeja a la de esquema y a la de guión (Rumelhart, 1975; Schank &
Abelson, 1977), se diferencia de ellas fundamentalmente en dos aspectos: en primer lugar, los
escenarios no sólo contienen información acerca de los participantes en una situación social
específica, sino que representan también información sobre las relaciones sociales y también
sobre las acciones que en ese contexto tienen lugar. En segundo lugar, la teoría de Sanford y
Garrod también pretende explicar el procesamiento textual en la MCP. Esto último adquiere
particular importancia por el concepto de foco, que juega un rol central en el modelo teórico.
Los autores postulan que en un determinado punto durante el procesamiento no todos los
componentes de la memoria están activados en la misma proporción. Por ello distinguen entre
una parte dinámica y una estática de la MCP. En el lado dinámico, a su vez, se puede distinguir
un foco explícito de uno implícito. El foco explícito abarca los elementos del universo discursivo
referidos en el texto que están activados en un momento determinado de la recepción. El foco
implícito, entretanto, comprende la parte del universo del discurso inferida por el lector u oyente
a partir de las condiciones del foco explícito.
Teoría de los modelos mentales de Johnson-Laird
La teoría de los modelos mentales de Philip Johnson-Laird (1983a, 1988) constituye un
intento por superar las descripciones puramente simbólicas del universo textual propias de las
teorías de los años ’70 y abordar los aspectos no proposicionales de la comprensión del discurso.
Johnson-Laird (1983a) distingue dos niveles de representación cognitiva cualitativamente
diferenciables: un nivel de representación proposicional y un nivel de representación a través de
un modelo mental. Mientras la representación proposicional corresponde a la información
semántico-verbal de las condiciones referidas en el texto, el modelo mental se construye sobre
esta base proposicional, pero su dominio es de una envergadura mucho mayor.
Un modelo mental es una réplica cognitiva de la situación referida, una representación
análoga que reproduce las características del objeto representado. A diferencia de los esquemas y
guiones, este tipo de estructura cognitiva goza de gran flexibilidad y no es estereotipada -lo que
no niega, sin embargo, la posibilidad de que a veces sea necesario el uso de esquemas para la
construcción del modelo mental-. Esto quiere decir que este constructo nunca permanece fijo e
inmutable, sino que cada vez que tiene lugar la comunicación lingüística, se construye una
representación única para tal ocasión en un proceso dinámico (on-line) durante la recepción
textual. Tal representación contiene información de distintos dominios (tiempo, lugar,
participantes, objetivos, etc.) y, por su carácter integral, permite explicar diversos fenómenos de
comprensión, especialmente las inferencias y los aspectos espaciales y temporales de la
representación textual.
La dinámica de la construcción de los modelos mentales conlleva los procesos de
construcción, ampliación, integración, validación y actualización, y cada una de estas estructuras
cognitivas es única, en permanente ampliación. También es posible que dos modelos puedan
fundirse en uno solo mediante la integración, cuando ambos son congruentes con una misma
expresión. La elaboración del modelo mental requiere un permanente monitoreo, por lo que la
representación cognitiva es constantemente probada para su validación en relación con el
estímulo externo (con la información textual, en este caso). Por último, la actualización del
modelo tiene lugar cuando el conocimiento del mundo y el texto coinciden en un punto
específico.
La teoría de Johnson-Laird (1983a, 1988) continúa desarrollándose y es una de las más
influyentes en la ciencia cognitiva actual. Para Garnham (1996), los modelos mentales exceden el
ámbito de la comprensión del lenguaje en su alcance explicativo y constituyen un marco general
para dar cuenta del funcionamiento de la mente humana.
La crítica a la teoría se relaciona con la ambigüedad de las evidencias experimentales en
el sentido de que podrían tener más de una interpretación posible, y con el hecho de que aún se
requiere una investigación más profunda y detallada para poder establecer con mayor precisión la
naturaleza de los modelos mentales en tanto representaciones cognitivas.
Teoría del procesamiento inmediato de Just y Carpenter
El desarrollo de la teoría del procesamiento inmediato (Just & Carpenter, 1980; 1987) fue
posible gracias a los avances de las técnicas de investigación con computadoras, lo que permitió a
fines de los años ‘70 estudiar el movimiento de los ojos durante la lectura e indagar más
profundamente en los microprocesos cognitivos de la recepción textual.
Sobre la base de tales investigaciones, Just y Carpenter proponen una teoría para explicar
el procesamiento on-line del discurso. La unidad básica para el análisis de los movimientos de los
ojos es la duración de la fijación en una palabra (tiempo total durante el cual el lector mantiene la
mirada sobre una palabra para procurar interpretarla inmediatamente después de haberla
percibido, no sólo a nivel léxico, sino también al nivel sintáctico y textual). Cuando el
procesamiento de una palabra se ha completado (percepción e interpretación), la fijación de la
mirada sobre ella termina y se desplaza a la palabra siguiente. En todo este proceso, Just y
Carpenter (1983, 1987) distinguen cinco fases: percepción, codificación y acceso léxico,
asignación de casos, integración intraclausal, cierre de la frase.
El estudio de los microprocesos cognitivos ha continuado desarrollándose en forma
sistemática, pero suele criticarse el escaso alcance de la teoría; su gran especificidad le impide
explicar los aspectos globales de la comprensión textual, así como tampoco puede dar cuenta en
forma exhaustiva de las representaciones mentales de mayor envergadura.
Teorías conexionistas
Los modelos conexionistas son la última generación de teorías del procesamiento del
lenguaje en ciencia cognitiva; comenzaron a desarrollarse a mediados de los ‘80 y hacen hincapié
en los aspectos microprocedurales de la cognición (mediante computación e inteligencia
artificial). Tres de estos modelos son los siguientes:
Cottrell y Small (1983) elaboraron un modelo para explicar la desambiguación de palabras
con varios significados, compuesto por tres niveles. A través del input se activan en el nivel
léxico determinadas unidades, lo que a su vez estimula ciertos significados específicos en el nivel
de significado de la palabra; finalmente, en el nivel de la lógica de casos se activan aquellas
unidades que representan posibles relaciones semánticas entre las unidades del nivel anterior.
Sólo se seleccionan aquellas relaciones que presentan la mayor activación en función de los
conceptos en juego. De este modo es posible la desambiguación por medio de la influencia del
contexto.
Waltz y Pollack (1985) proponen un modelo para explicar la representación del
significado en la memoria humana, lo que requiere concebir una imagen de la arquitectura
cognitiva. Según estos autores, el conocimiento constituye una red con funciones de estimulación
e inhibición y microrrasgos para la representación del contexto semántico. El sistema cognitivo
humano presenta una arquitectura modular, con módulos específicos para la sintaxis, la semántica
y el contexto. Entre ellos, sin embargo, ocurren procesos cooperativos, a través de los cuales se
generan las inferencias.
Un modelo posterior y de mayor elaboración es la teoría de construcción e integración
de Kintsch (1988; Otero & Kintsch, 1992).
De Vega, Manuel y Fernando Cuetos (coord.), Psicolingüística del español, Madrid, Ed. Trotta, 1999 (Cap. 8)Hernández, R. El procesamiento cognitivo del discurso, Universidad de Concepción, Chile (http://www.udec.cl/~rhernand/biblioteca/procesamiento/contenidos/c1modelos.htm)Molinari Marotto, Carlos, Introducción a los modelos cognitivos de comprensión del discurso,