Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te...

214
1

Transcript of Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te...

Page 1: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

1

Page 3: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

3

Moderadora: Akanet

Recopilación y Revisión

Curitiba

Diseño

Auroo_J

Traductoras

Auroo_J

Akanet

carosole

Ellie

Jo

laura soto

Mona

Nelly Vanessa

Paloma5

Sweet Nemesis

Vettina

Xhessii

Correctoras

Angeles Rangel

carosole

Curitiba

Nanis

Xhessii

Page 4: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

4

Sinopsis ……………………………………………….. 5

Prólogo ……………………………………………….. 6

Capítulo 1 ……………………………………………….. 11

Capítulo 2 ……………………………………………….. 26

Capítulo 3 ……………………………………………….. 44

Capítulo 4 ……………………………………………….. 59

Capítulo 5 ……………………………………………….. 73

Capítulo 6 ……………………………………………….. 84

Capítulo 7 ……………………………………………….. 97

Capítulo 8 ……………………………………………….. 108

Capítulo 9 ……………………………………………….. 121

Capítulo 10 ……………………………………………….. 134

Capítulo 11 ……………………………………………….. 152

Capítulo 12 ……………………………………………….. 172

Capítulo 13 ……………………………………………….. 187

Capítulo 14 ……………………………………………….. 201

Acerca de la Autora …………………………………….. 213

Page 5: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

5

Llama el mar,

Vendré a ti....

Pierde siete lágrimas,

tal vez siete años...

A la edad de diez años, Gwen Cooke tuvo un extraño encuentro con un

muchacho de ojos oscuros y ligeramente caídos. Se acercó a ella en la

playa, le susurró palabras extrañas en su oído, y luego desapareció. Poco

después, su familia se mudó lejos de su casa junto al mar y Gwen nunca

vio al chico de nuevo.

Ahora, con diecisiete años, está de regreso a su casa de infancia. Su nana

le pidió que viniera. Pero ella sabe que es hora de volver por otra razón:

suspira por el mar. Tal vez el propio mar la llamaba. Tal vez el recuerdo del

chico y sus palabras inquietantes están atrayéndola de nuevo al lugar en

que se conocieron. Tal vez es el momento de tener que enfrentar su

destino.

Page 6: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

6

Mirage Beach

Traducido por Akanet

Corregido por Curitiba

Esto es lo que se siente al estar loco.

Completamente solo en la playa en medio de la noche, me estoy enfrentando

a enormes olas negras. Mis entrañas vibran ante su tronar. Incluso un niño

de diez años de edad, sabe que no debe estar aquí.

Las plantas de mis pies están heridas por las rocas del camino de la casa

de campo que conduce a las dunas, a través de la hierba del mar, y

finalmente hasta la orilla.

El viento sopla en mi cara y azota mi camisón hacia detrás de mí. Una

tormenta está al acecho de la costa. Inclinada hacia abajo, trata de

ocultarse, pero las nubes se agrupan a su espalda.

A pesar de que la veo esperando, algo que me hace caminar por la arena

volando y la niebla girando por el viento.

Usando mis dos manos, sostengo mi cabello lejos de mi cara. Tengo la

sensación de que alguien me observa.

Una parte de mí quiere irse a casa, pero la voz que me dijo que dejara mi

cama todavía resuena a mí alrededor. La cosa a la que pertenece me

mantiene aquí, pero no tengo miedo.

Las olas se elevan, entonces se arquean. Pliegues pálidos aparecen en su

parte superior, y luego se escabullen en la distancia, corriendo hacia la

derecha, más y más lejos. Entonces la espuma está fuera de la vista, como

el borde de un camisón blanco que alguien arrebata de una esquina.

Como mi camisón blanco.

Page 7: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

7

¡Crack! Las olas rompen y golpean hacia mí. Tomo una bocanada de aire

salado, sabiendo que estas olas no me alcanzarán.

Esta es mi playa. Siempre he vivido aquí, y puedo decir que estas olas no

son lo suficientemente salvajes como para ahogarme. Aunque se estrellan,

amenazan, y se apresuran hacia adelante, finalmente se rinden,

extendiendo espuma blanca sobre la arena, alrededor de las rocas negras.

Silbando un poco, esconden mis pies con burbujas. Un mechón de espirales

de algas alrededor de mi tobillo, y luego giran rápidamente liberándose para

poder alejarse flotando en una ola que absorbe la arena bajo mis pies.

A medida que el agua se retira, la arena está desnuda y brillante excepto

por las huellas.

No son mías. Están delante de mí. Llevan hacia el océano y tengo que

seguirlas. Piso cada una, y aunque el que sea que las hizo es más grande,

las huellas dan la bienvenida a mis pies, acunándolos, persuadiéndome a

seguir.

La agitación del mar debería haberlas borrado, pero todavía están aquí.

Miro hacia abajo. Las olas lamen mis rodillas. No puedo ver debajo del

agua, pero en la arena mis dedos encuentran cada huella.

Otra hilera de olas se levanta y cruje fuerte como un portazo. El sonido tira

de mis ojos de nuevo hacia el horizonte, y lo veo.

Alejándose, más oscura que la noche, una sombra va al encuentro de las

olas.

—¡Alto! —Sostengo mis manos alrededor de mi boca, haciendo un megáfono.

¿Quiere ahogarse—? ¡Vuelva!

Pero él se está sumergiendo en el corazón de una ola.

Trotando a través del agua, lucho contra mi camisón, que me envuelve como

a una momia. Mis dedos de los pies se atascan contra una roca sumergida y

me deslizo. Saco mis brazos para agarrarme, pero me estrello a través de la

superficie. De repente me estoy hundiendo sobre mi cabeza.

El agua salada pica en el interior de mi nariz mientras subo escupiendo,

tosiendo, y todavía mirando el mar. Él se ha ido. Mis dedos de los pies se

estiran, tratando de alcanzar la arena de nuevo.

Page 8: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

8

Ahí está. Anda de puntillas, anda de puntillas. Mis pies tocan abajo y me

tambaleo hasta detenerme y mirar hacia el cielo nocturno.

Te conozco, Luna. Se parece a un gleón amarillo a punto de estallar

mientras brilla en un recorte negro nadando dentro de la tormenta. Él

todavía está ahí, pero va a morir.

Estoy deseando que eso no sucediera cuando de repente el mundo se vuelve

tranquilo.

Las olas susurran y el viento contiene su respiración.

Una corriente cálida se arremolina en torno a mí. Miro hacia abajo,

esperando que no sea un tiburón.

No es nada más que mis propias lágrimas golpeando el agua reluciente por

la luna. Ellas comienzan estelas de plata. Me las froto, y luego miro hacia

arriba para ver que la figura deja de nadar.

Él está de pie quieto. Por la forma en que está inclinando su cabeza, parece

estar escuchando.

—¡Vuelve! —grito tan fuerte que se siente como cuando te pelas la rodilla,

sólo que esta vez lo sentí como si me hubiera pelado la garganta.

¡Y él se da la vuelta! Mi corazón está saltando. Entonces, todo el mismo

tiempo, el chico, el cielo y la playa son borrados por una ola negra.

¡Eso me intimida de una bofetada! Siento mi cabello extendiéndose como el

de una sirena. Parpadeo en la oscuridad.

Un ave nocturna se zambulle tan bajo que oigo las plumas crujir, pero eso no

es lo que me despierta.

Un brazo sale debajo de mí, entre mis hombros y la arena, levantándome.

Estoy inmóvil en la playa, sintiéndome mareada. Nunca debí haber dejado

mi cama. Tienes que tener cuidado cuando algo en la oscuridad está

diciendo tu nombre.

Estoy incorporándome cuando una mano limpia suavemente la arena de mi

mejilla.

—¿Mamá…?

Page 9: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

9

Pero cuando mis ojos se abren, la luz de la luna me muestra un gitano.

Justo ahí. A mi lado, tan cerca que huelo el viento y el agua salada sobre

sus hombros. Cabello negro y húmedo se curva en forma de espinas

alrededor de ojos ligeramente inclinados.

Con cuidado, me digo. Él es un extraño.

Tomo una respiración para preguntarle por qué había entrado en el océano y

¿no lo siente por haberme hecho golpear contra las rocas? En cambio, tengo

arcadas y presiono mis manos sobre mi boca para no vomitar el agua

salada que había tragado.

Ponerme de pie podría ayudar, así que empujo con mis piernas temblorosas

y él hace el resto, levantándose conmigo, estabilizándome del brazo,

sonriendo.

La alegría me rodea. Tengo que conocerlo. Él debe ser un amigo. Debo

reconocer esa sonrisa, porque a pesar de que no dice nada, lo siento

diciéndome estás bien.

Entonces todo se vuelve loco. Una sirena gime. Su agarre se afloja.

No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas.

No lo hace.

Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta, pero está

desnudo, y sé que no debería estarlo. Por un segundo más su cálido brazo

rodea mis hombros, en la forma en que un ave refugia sus bebés bajo su

ala.

Contra mi oído susurra palabras que no conozco.

Cuando él se retira, mi camisón mojado se pega a su brazo. Y luego se va,

dejándome, pero todavía vacilando en la orilla del agua.

Los neumáticos estridentes de un auto de policía dan bandazos de la

carretera, crujiendo encima de la grava. Una puerta de auto se cierra de

golpe.

El gitano debería correr, pero no lo hace. Está listo para regresar a las olas,

pero todavía está mirándome.

La luz de la luna es tan brillante que puedo verlo lamerse los labios. Luego

trata de hablar, frunciendo el ceño para obtener las palabras correctas.

Page 10: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

10

—Hazle señas al mar, vendré por ti...

—Derrama siete lágrimas, tal vez siete años.

Los gritos se acercan. Miro hacia arriba de la colina y veo los rayos de las

linternas flotando.

Cuando giro para enfrentarlo, se ha ido.

Mi cabeza se mueve de lado a lado. Levanto la mirada a la orilla, luego de

vuelta a las olas. Levanto la vista hacia la casa, y luego hacia el mar.

Él simplemente no está allí.

Oigo el tranquilo lametazo del mar en la piedra, pero incluso las olas están

vacías. El gitano se ha ido, y me paro en la playa, sola.

Page 11: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

11

Siete Años Después

Traducido por Akanet

Corregido por Curitiba

El VW tomó la curva rápido.

El viento era una ráfaga a través de mi cabello, agitándolo delante de mis

ojos antes de arrancarlo recto detrás de mí.

—¡Más rápido! —aclamó Mandi desde el asiento trasero.

Me aferré al volante y presioné el acelerador un poco. El VW fue el regalo

de mi decimoséptimo cumpleaños, y todavía no estaba completamente

acostumbrada a él. Además, esta carretera costera de dos carriles seguía

abalanzándose alrededor de las curvas. ¿Qué pasaría si me encontrara

cara a cara con algún auto pasando otro auto? Preferiría no hacerlo a

plena velocidad, ya que tendría que detenerme contra el acantilado de roca

y arriesgarme a rasguñar mi escarabajo.

No era un escarabajo totalmente nuevo, pero era un convertible, y mis

padres habían pagado por un trabajo de pintura nueva. “Amarillo

arréstame” llamó papá al color que había elegido, pero no dijo que no. Dos

de mis tías habían saltado para ayudarme a comprar un sistema de sonido

que puede hacer volar tu columna hacia atrás hasta las cubiertas nuevas

de los asientos.

Amaba mi auto, y su viaje inaugural había sido perfecto, aunque mis dos

mejores amigas estarían volviendo a casa sin mí.

Levanté la mirada para ver el espejo retrovisor. El auto de papá estaba allí

atrás, en alguna parte. Nos seguía con mis cosas y Gumbo, mi gata. La

mayor parte de lo que vi en mi espejo fue el pulgar de Mandi sobresaliendo

hacia arriba, todavía instándome para que fuera más rápido.

Page 12: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

12

Negué con la cabeza, porque no quería a papá sermoneándome acerca del

exceso de velocidad en el momento en que llegáramos a Mirage Beach. A

mi lado, Jill asintió en modo de apoyo.

—Ustedes. —Mandi se inclinó contra el respaldo de mi asiento, gritando al

lado de mi oído para que la oyera sobre el viento—. ¿Vieron a los hombres,

en esa camioneta verde?

—¿Te refieres a los matones que vimos antes en esa pequeña ciudad? —Jill

levantó una ceja negra delgada, entonces gritó—: ¡Cuidado!

Me desvié para evitar una franja de vidrio roto brillando a través de mi

carril y esquivé la mayor parte de ella.

Mantén tus ojos en la carretera, me dije. Ya casi llegamos.

—Son matones lindos, al menos, el rubio —insistió Mandi—. Además...

Podía oírla trabajando hacia modo regaño, y sonreí.

—Piensen en la Bella y su Bestia…

En realidad, a pesar de que ya iba para el último año, Mandi se ha tragado

todo el mito de príncipe de cuento de hadas. Jill pretendió golpear su

cabeza contra la ventana mientras Mandi continuó.

—…A veces simplemente no sabes lo que hay debajo de ese exterior

desaliñado.

El defecto fatal de Mandi era que investigaría demasiadas Bestias si Jill y

yo no la mantuviéramos en orden. Este verano, Jill tendría que hacer el

trabajo sola.

Resultó ser una buena cosa que no hubiera ido más rápido. No por los

chicos, sino porque, de repente, abajo a nuestra izquierda, la ensenada

apareció. Arena dorada, piedras negras, y agua turquesa se materializaron.

La visión se llevó nuestro aliento. Incluso el mío.

Arriba a nuestra derecha, por encima de todo, estaba la posada Sea Horse,

encaramada como un pastel de bodas en el acantilado con vistas al mar.

—Vaya —dijo Jill—. Gwen, me hiciste sentir lástima por ti porque estarías

sin nosotras, pero esto es increíble.

—Como Tahití o algo así —coincidió Mandi.

Page 13: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

13

—No puedo creer que nunca vengan aquí —dijo Jill—. Y eso… —Ella

golpeó el parabrisas—…Es la Cabaña de los Cook, ¿verdad? ¿La casa de tu

familia? Y lo tendrás todo para ti. Que posibilidades, chica afortunada.

—Esa soy yo.

Como una niña había pensado la casa encalada parecía un patito feo en

cuclillas al lado del cisne que era la posada. Desde entonces, había estado

viviendo en Valencia, un suburbio de San Francisco, donde cada casa se

veía más o menos igual que su vecina. Ahora me daba cuenta de que la

casa era linda.

Pero había jurado no volver jamás. Nunca debería durar más de siete años.

—Igual que jugar a la casita —bromeé para sofocar los oscuros

pensamientos agitándose alrededor en mi mente. Mis mejillas se sentían

calientes, los nervios maniobraban apretadamente dentro de mi pecho, y

no podía evitar que el susurro de chismes se repitiera.

—...Te enteraste del incidente en la ensenada...

—Gwennie Cook estaba caminando en sueños, escuché que casi se cayó de

Mirage Point...

—Eso es lo que están diciendo, por supuesto...

—¿...Mudándose? Después de qué ¿tres generaciones en Point?

—Ella dice que un hombre desnudo simplemente se materializó desde las

olas y desapareció de nuevo en ellas. Ella se puso absolutamente histérica

cuando la policía la interrogó...

—¿No crees...?

Si tan sólo hubiera aceptado que estaba sonámbula, todo habría estado

bien. Sin escándalo, sin sospechas desagradables. Pero me recuerdo

gritando y pateando, insistiendo en que no había estado sola.

Los pueblos pequeños nunca olvidan. Sólo lee a Stephen King o ve una

película del Oeste, donde un pistolero trata de volver al buen camino. Tan

pronto como la gente del pueblo me vea, estarán chismoseando. Si Nana

no hubiera afirmado que era a la que necesitaba, no estaría aquí.

Page 14: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

14

Deslicé mi mano sobre el volante, reduje la marcha, y tomé la rampa de

salida con calmada habilidad, a pesar de que los recuerdos me hacían

enojar.

Los niños de diez años no son estúpidos. Recordaba estar en la tienda de

comestibles y oír voces apagadas filtrarse más allá de los productos

enlatados en el siguiente pasillo. Había mirado a través de ellos y a las

mujeres con sus cabezas juntas, hablando de mí. Cuando di la vuelta al

final del pasillo y las enfrenté, con la barbilla en alto, las manos en puños

temblando, ellas sólo me habían dado sonrisas compasivas.

Tal vez eran realmente comprensivas. Era la primera vez que había oído mi

nombre en la misma frase que la palabra "abusada sexualmente".

Sabía que no había sido abusada sexualmente, pero mis recuerdos de

Mirage Point eran una mezcla de fantasía y realidad.

Respiré tan profundo que el cinturón de seguridad se apretó a través de mi

pecho. Si había una cosa que estaba decidida a hacer este verano, era

averiguar qué había ocurrido realmente aquella noche en la playa.

Distraída, había conducido más allá del camino de grava hacia la cabaña.

—Simplemente vamos echarle un vistazo a la posada y decir "hola" a mi

abuela —dije, como si ese hubiera sido mi plan desde el principio. Casi de

inmediato, vi el borde de un camino recién asfaltado. Di vuelta,

sorprendida de cuan inclinado era, precipitándose desde la calle hasta la

posada Sea Horse.

Quería ver a Nana. Mi abuela es mi modelo a seguir.

Nana es terca, fuerte de mente, y muy juguetona para una persona de

setenta años de edad. A decir verdad, estaba sorprendida de que hubiera

admitido que necesitaba ayuda. Si de hecho no se hubiera roto una pierna

en el accidente, pensaría que estaba tramando algo.

Después de todo, ella tenía a Thelma, que había estado en la posada desde

siempre para limpiar y lavar la ropa.

Sin embargo, hace tres semanas, Nana había llamado a papá y asegurado

que necesitaba otro par de manos para ayudar a servir desayunos y el té

de la tarde, y esas manos tenían que ser mías.

Page 15: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

15

Una vez que superé ser halagada, le dije a mamá y papá que no. Amo a

Nana, pero no quería dejar a mis amigos y mi trabajo de verano. No es que

ya hubiera salido y encontrado uno, pero ellos sabían que necesitaba

dinero. Nunca tenía la ropa adecuada para nada. Termino pidiendo

prestada la de Mandi, la cual ellos dicen que es muy apretada.

Pero mis padres no me dieron otra opción. Me iba a quedar en Mirage

Beach durante todo el verano.

Mis padres son tan inconsistentes, me vuelven loca. Cuando cumplí doce

años, empezaron a contestar a la televisión. Esos anuncios los inspirarían,

con el audio diciendo: "Son las 10 PM, ¿sabe dónde están sus hijos?" y

ellos responderían.

No me dejan ir a ningún lado sin primero obtener sermones sobre el

secuestro, la violación durante una cita, y los conductores ebrios. No soy

tan ingenua como ellos piensan. Sé que esas cosas pasan, y soy

cuidadosa. Pero eso no es lo suficientemente bueno para ellos.

Incluso si sólo quiero ir a casa de un amigo para ver vídeos, mis padres

llaman para asegurarse de que habrá un adulto alrededor. Es humillante.

Es especialmente malo, porque Jill es totalmente libre. Después de diez

años en hogares de acogida, solicitó a la Corte hacerla un menor

emancipado.

El papá de Mandi se parece más a mis padres. Intermitentemente.

Y sin embargo, a pesar de su paranoia, mis padres habían decretado que

debo ir a vivir en la Cabaña de los Cook. Durante todo el verano,

totalmente sola.

—Estamos aquí. —Tiro del freno de emergencia.

A pesar de que Mandi estaba empujando su hombro, apurándola, Jill se

metió el cabello negro como de Cleopatra detrás sus orejas antes de

sacarse del asiento trasero.

Mandi estaba justo detrás de ella. Comenzaron a decir oh a la piedra

inaugural vertiendo agua en el estanque de peces dorados y

maravillándose por el óvalo de cristal de colores colgando de las vigas de la

posada. Giraba en la brisa mientras la luz del sol golpeaba rayos

esmeraldas, oros y azules del mosaico de caballo de mar en su centro.

Page 16: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

16

Cuando empezamos a subir a la amplia terraza, me salté escaleras y aspiré

el aroma de las violetas y rosas de Nana. A medio camino, sentí el más

fuerte impulso de correr directamente a través de la casa, hacia el jardín

trasero, y por el camino que llevaba a la ensenada.

La recordaba como un lugar limpio y exclusivo de agua turquesa salpicada

con rocas negras y leones marinos. También había un arco de piedra allí, y

una gruta misteriosa. Oculta por la posada, era un mundo secreto. Jill y

Mandi se volverían locas por ella. Pero el camino hacia abajo era mojado,

estrecho y peligroso. No podías apresurarte.

Casi choqué con Mandi cuando se detuvo en el último escalón y dio media

vuelta, con las manos en las caderas.

Por encima, el caballito de mar de cristal de colores giraba más rápido.

Solía ser el trabajo de papá desengancharlo de las vigas y llevarlo al

interior cuando el tiempo se volvía tormentoso.

Mandi tiró del dobladillo de su camiseta magenta sin espalda y contempló

el amplio césped verde.

—¡Que casa genial para fiestas! —dijo Mandi—. Sería increíble si tuvieras a

todos aquí para el final del verano.

La idea me inquietaba. A través de la puerta delantera abierta de la posada

vino un ligero bullicio de conversación, tintineo de cubiertos, y una

melodía de flauta. Todo acerca de la posada decía buenas costumbres y las

tardes tranquilas, no hip-hop con el bajo tocando un zumbido

ensordecedor.

—Tal vez —le dije, aunque no era un admiradora de grandes fiestas, y

quería mantener un perfil bajo en Mirage Beach.

Sobre la cabeza de Mandi, Jill me dio su estándar sonrisa sarcástica. Ella

no pensó mucho en la idea de Mandi, pero se mantuvo en silencio porque

yo lo hacía.

Soy el pegamento manteniendo a las dos juntas. Jill trabaja cuarenta

horas a la semana en un programa de trabajo y estudio que su consejero

ayudó a establecer. Casi cada dólar de sus ingresos va para pagar el

alquiler y la comida. Ella obtiene un 4,0 cada semestre, y está decidida a

convertirse en una cantante profesional, también lo hará. Tal vez porque

tuvo una infancia realmente despreciable, está encaminada a tener éxito.

Page 17: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

17

La definición de éxito de Mandi es diferente. Ella es rica, distraída, y

totalmente enrollada con encontrar a su príncipe encantador. Es

probablemente porque su padre está demasiado ocupado para ella. Jill y

yo se lo hemos señalado, de una buena manera, pero ella sólo siente

lástima por nosotras porque carecemos de almas románticas.

El verano en el Mirage Beach habría sido mucho más divertido si Jill y

Mandi pudieran haberse quedado conmigo. Ese había sido nuestro plan

hasta que Jill consiguió su trabajo soñado y Mandi obtuvo una oferta que

no pudo rechazar.

Lo entendí, pero de mala gana.

Y entonces, no tuve tiempo para estar deprimida.

—¡Ven abrázame! —Nana se paró enmarcada en la puerta.

Ella no era una abuela habitual. Su cabello coloreado de color té se

curvada en un millón de direcciones. Vestía ropa tipo hippie: pendientes

de aro de oro y una blusa campesina sobre una falda larga de retazos. Sólo

se tambaleó un poco mientras cruzaba el umbral para abrazarme.

Nana todavía olía a talco para bebés y masa de pan, pero nuestras cabezas

acariciaban los lados del cuello de la otra. Éramos de la misma altura y

eso era realmente raro. ¿Había crecido todo eso desde que me fui de aquí?

—Un abrazo más grande —ordenó Nana—. Mis costillas han sanado. Sólo

esta pierna me da problemas.

A pesar de que podía sentir a Jill y Mandi observando, me lanzo con la

exhibición pública porque Nana se sentía frágil. Ella siempre había sido

una mujer alta y de paso constante. Ahora sus hombros se sentían frágiles

como huesos de ave. Era algo bueno que hubiera venido a la posada Sea

Horse.

Antes de cerrar la puerta, Nana miró hacia el camino en busca de papá, se

encogió levemente de hombros, y luego entramos.

Me di cuenta de que Jill y Mandi estaban sorprendidas por la belleza de la

posada.

Así lo estaba yo. Cuando era pequeña, había arreglado mis animales

plásticos de granja debajo de ese piano de caoba pulida. Me había

golpeado bajando cada escalón en esa dramática escalera. Durante mi

Page 18: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

18

etapa de patineta, me había estrellado en ese aparador antiguo, que

sostenía un cuenco de cristal con conchas y flores frescas.

El olor de las velas de cera de abeja y la vista del mar fuera de cada

ventana me llenó y me hizo suspirar. Esta era la casa de mi abuela. Mirage

Beach era mi segundo hogar, y era demasiado mayor, ahora, para dejar

que una noche lo arruinara para mí.

Mandi trató de no actuar impresionada. Su padre ha traído a casa tres

madrastras nuevas desde que su mamá se fue, y ha remodelado su casa

para cada una, así que está acostumbrada a las cosas buenas.

Ahora estaba sacudiendo su cabello tinturado de color miel y con el ceño

fruncido hacia el techo mientras pasos cruzaban encima de la cabeza.

Podrían ser invitados o Thelma haciendo las camas.

—No creo que la posada esté encantada —bromeó Mandi.

A pesar de que no era gracioso, me reí un poco porque la verdad era que,

Thelma me había perseguido un poco. La perspectiva de volver a verla me

preocupaba. Ella era la que había reportado el incidente en la playa

cuando yo tenía diez años. Lo qué le había dicho a la policía, esa noche,

era diferente de lo que les había dicho. Porque yo era una niña pequeña,

por supuesto que la habían creído a ella.

La acidez se reunió en la parte posterior de mi garganta cuando pensé en

enfrentar a Thelma, pero eso vendría después.

A Nana le gustó Jill. Lo pude ver en la forma en que le dio la mano y le

sonrió.

Antes de que Nana pudiera saludar a Mandi, papá entró silbando. Se

movió alrededor de la cocina, cerrando un cajón y empujando hacia abajo

el borde volteado de una levantada alfombra, de un modo que te decía que

él había crecido en esta casa. También subrayaba su creencia de que la

cocina era la habitación más peligrosa en cualquier casa.

Quiero decir, todos son cuidadosos con los cuchillos y los cables eléctricos,

pero papá podría decirte que partículas malignas permanecen en el aire

después de freír un pollo y que bacterias se aferran a un piso recién

fregado a la espera de emboscar a bebés gateando. No permitas que inicie

con las propiedades de contaminación del ambientador.

Page 19: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

19

Papá era un friki de hombros anchos. Así es como mamá describía al

hombre con el que se había casado cuando ambos estaban en la

universidad. Siempre había sido cauteloso. Convertirse en un exitoso

escritor de misterio sólo lo había hecho peor.

Ahora estaba observando a Nana y buscando peligros.

—Madre, ¿debería estar levantada? —Utilizó un tono por el que yo sería

castigada, pero Nana no le dio importancia.

—No soy una inválida. Ellos llaman a esto yeso para caminar… —Nana

apartó su falda a un lado para golpetear su pierna revestida de yeso

blanco—…por una razón.

Papá sacudió su cabeza. Como si quisiera apoyo, se giró hacia Jill y

Mandi.

—¿Les contó Gwen acerca de mi mamá? Ella estaba llevando bebidas…

—Sidra de manzana —aclaró Nana.

—…arriba a los huéspedes que estaban observando a las ballenas

migrando desde la plataforma cercada en el techo.

—Esa pequeña terraza en la parte superior de la casa —expliqué cuando

Mandi frunció el ceño con confusión. De nuevo—. Las esposas de los

capitanes de mar solían ir allí arriba a estar al pendiente de los barcos de

sus maridos.

—Por supuesto —dijo Jill, asintiendo con la cabeza. Luego, con un rostro

perfectamente sincero, se volvió hacia Mandi y añadió—: Creo que había

una en La Sirenita.

—¿En serio? —preguntó Mandi, pero su rostro se iluminó.

—Mamá llevaba uno de sus trajes excéntricos —continuó papá, señalando

la falda de Nana—, y se tropezó bajando las escaleras. Se rompió dos

costillas y la pierna derecha. Es un milagro que no lo hubiera hecho hasta

ahora.

—Es un milagro que no te conviertas en una gallina cacareando, por la

forma en que te preocupas. —Sacudió la cabeza y le dio unas palmaditas a

papá en la mejilla.

Page 20: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

20

Nana había dado en el clavo. Papá era psicótico en cuanto a la seguridad.

Mamá culpaba, cuando papá estaba fuera de la habitación, por supuesto,

a los libros que escribió. Papá es Jeffery Cook, autor de los libros de

Scratch Boiselle, acerca de este detective de Nueva Orleans que está

siempre descubriendo cultos vudú, siendo asaltado en la calle Bourbon, y

consiguiendo ser encerrado en criptas. Buscar peligro en los lugares más

inesperados es por lo que le pagan.

Eso estaba bien en la ficción, incluso bien de algún modo cuando él estaba

cuidándome. Pero estaba hablando con su madre. Nana se había ocupado

de sí misma durante mucho tiempo. Cualquiera puede tener un accidente.

Papá metió sus manos dentro de sus bolsillos e hizo tintinear las llaves de

su auto.

—Vamos a instalarte, ¿de acuerdo? ¿Y presentarle a Gumbo su nuevo

alojamiento? —Papá hizo un gesto hacia el frente de la posada, donde

había parqueado—. Por la forma en que ella ha estado aullando dentro de

su transportador, puede haberse dejado sorda. Sé que tuvo un buen

comienzo sobre mí.

—Pobre gatita —dije. Mi gata multicolor merecía algo mejor. Era la única

compañera de cuarto que había permanecido con el plan de pasar el

verano en la casa de campo. Por otra parte, había llegado en una jaula.

—Tienen suficiente tiempo para instalarse y estar de vuelta a tiempo para

el té —dijo Nana.

Cuando Nana dijo "té", se refería a lo que la mayoría de la gente hacía. La

posada Sea Horse sirve una versión de la costa norte de un apropiado té

inglés. Tenía una calificación de cuatro estrellas en las guías turísticas.

Ahora que la temporada de vacaciones estaba en su apogeo, iba a

necesitar de mi ayuda para hacer cosas como arreglar bollos en bandejas,

rodar crema Devonshire alrededor de frambuesas, y verter el té de las

pesadas ollas esterlinas.

Esa era una de las mejores cosas sobre la posada, pero cuando Mandi y

Jill se tensaron y me miraron, supe no estaban tentadas a quedarse.

—Simplemente seré yo, Nana —le dije.

Page 21: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

21

—¡Oh, no! —Nana abrió mucho los ojos y la boca con decepción—. Sabía

que tus amigas habían decidido no quedarse durante verano, pero había

esperado que estuvieran aquí para el té.

Jill se alisó el cabello y sus ojos brillaron con esa preocupación de la alta

intensidad que consiguen cuando piensa que su reputación está en la

línea.

—Lo siento —dijo Jill antes de que yo pudiera encontrar una excusa—.

Tengo que trabajar esta noche. Y la mayor parte del verano. Estoy

ahorrando todo lo que puedo para la matrícula universitaria. Mi primer

pago está a sólo un año de distancia.

Noté que Jill no mencionó que iba ser mesera en La Antorcha, un cabaret

con estilo de los años cuarenta, por lo que podía tener una oportunidad en

el escenario durante los descansos de la banda. Esa era la verdadera razón

por la que había aceptado el trabajo. Porque podría cantar. Pero Jill era

cautelosa, en caso de que Nana pensara que era un trabajo inadecuado

para una chica de secundaria.

—Extrañaremos a Gwen. Y Mirage Beach es increíble —añadió Jill—.

Podría volverme adicta a este lugar.

—Tiene algo que roba tu corazón —admitió Nana.

Algo en mi pecho tembló ante eso, pero se sentía más como miedo que

como amor. ¿A qué se debía eso?

—¿Señora Cook?

Por supuesto Mandi usó el nombre de Nana. Memorizar nombres era su

pasatiempo. Ella creía que saber los nombres de cada estudiante en

Valencia High garantizaría su elección como reina del baile de bienvenida

el próximo año. Esperaba tener a su príncipe azul de su brazo para

entonces. Si no, todavía era un paso en la dirección correcta.

—Yo también lo siento. Tengo una nueva madrastra, y está llegó con

gemelos que necesitan una niñera interna. Así que mi papá me está

manteniendo a raya este verano.

—Dios mío, querida —dijo Nana—. Desde luego que entiendo.

No pude evitar deslizar hacia Mandi un vistazo por el rabillo de mi ojo.

Había dejado fuera la parte en la que conseguiría un BMW nuevo en

Page 22: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

22

septiembre si hacía de chofer para los gemelos llevándolos a sus lecciones

de tenis y natación durante todo el verano.

El BMW estaba destinado a ser el cebo para el príncipe, pero la cara de

Mandi se volvió solemne mientras agregó:

—Mi padre piensa que la responsabilidad será buena para mí.

—Volveré pronto, mamá, para una visita más larga. —Papá besó la mejilla

de Nana mientras salíamos de la cocina—. Sólo verificaré las cosas en la

casa, instalaré a Gwennie, luego llevaré rápidamente a estas chicas

trabajadoras de vuelta a la ciudad.

—Thelma ha lavado las cortinas, barrido, puesto sábanas limpias en la

cama, todo eso —le dijo Nana desde la puerta.

—Eso es muy bonito —dijo papá, pero ya estaba subiendo al Honda.

—Puedes asegurarte de que la llave extra está donde se supone que debe

estar —dice Nana tras él, y papá le muestra un signo bien sobre el techo

de su auto.

Jill y Mandi estaban delante de mí, amontonándose de nuevo en el VW,

siento esa atracción hacia el océano, otra vez.

—Hazle señas al mar, vendré a ti...

No. De hecho, sacudí mi cabeza para evitar que las palabras se arraigaran.

Había recogido esa rima de alguna historia celtica que Nana me contó. No

de un extraño en la playa.

—Derrama siete lágrimas, tal vez siete años.

Era una coincidencia que no hubiera estado de vuelta en Mirage Beach en

siete años. Pura coincidencia, y no estaba a punto de ir a pararme en las

olas y escurrir siete lágrimas.

La imagen era vergonzosa, no escalofriante. ¿Así que por qué, a pesar de

que teníamos que estar a veintisiete grados, estaba frotando la piel de

gallina en mis brazos?

El suspiro de Nana me hizo mirar hacia atrás. Estaba mirando a mi papá.

Page 23: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

23

—Tan vieja como soy —dijo ella, cuando me atrapó mirando—. Todavía no

me he acostumbrado a la idea de que él principalmente es tu padre ahora,

en lugar de mi hijo.

Fue una cosa increíblemente triste para decir.

Por un momento no supe cómo reaccionar. Entonces decidí que era un

recordatorio de lo rápido que pasaba el tiempo. Habían pasado años desde

que pasé tiempo con Nana, y todo porque tenía miedo de los chismes.

Me lancé de nuevo arriba de los escalones y le di a Nana un rápido beso en

la mejilla.

—En el momento que me deshaga de ellos, estaré de vuelta —le prometí—.

¿Me guardarías un par de bollos?

—Todos los que quieres, Gwennie —prometió Nana—. ¿Y un momento

privado… —levantó una ceja— después de que las cosas se calmen?

Oh no. Sabía lo que venía.

También sabía que no podía librarme de ello.

Asentí con la cabeza, me despedí con la mano y eché a correr hacia el VW.

Mandi y Jill estaban instaladas en el auto, y me alegré de que su

impaciencia les hubiera impedido oír la invitación de Nana.

Arranqué el auto y aceleré el motor.

Una gaviota gritó y se abalanzó tan bajo que nosotras tres nos agachamos,

luego reímos.

Conduciendo como una profesional, salí del camino de entrada, acelerando

detrás de papá.

Esto es realmente por lo que no quería volver. Podría superar los chismes.

Había superado el sonambulismo. Pero ¿qué pasa con las predicciones

totalmente ridículas de Nana?

Soy una persona que no puede tener un pronóstico del tiempo basado en

la fe, y Nana esperaba que creyera que ella podía ver mi futuro reflejado en

un espejo de cobre antiguo.

Era como los adivinos en un carnaval leyendo bolas de cristal, y eso es

llamado adivinación. Aparecen en un montón de viejas historias. En

Page 24: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

24

Blancanieves, por ejemplo, cuando la reina malvada dice "Espejito,

espejito", luego obtiene respuestas de ese espejo, ella está adivinando.

Oh, Dios mío, Mandi me tenía haciendo esto, también.

Blancanieves es un cuento de hadas, me recordé. Vivo en este siglo, en el

mundo real. No creo en la adivinación.

Levanté mi barbilla, cuadré mis hombros y observé el camino.

Papá giró firme hacia la derecha, bajando por el camino de tierra hacia la

Cabaña de los Cook, y lo seguí.

—Vamos a tener unos bronceados impresionantes para septiembre —chilló

Mandi. Empujó sus brazos hacia el cielo, y sabía cómo se sentía.

Por delante, las olas retumbaban. El viento del mar se precipitaba hacia mi

cara. Olí la sal, las algas, y papel de alquitrán quemado por el sol en el

techo de la casa de campo. El verano estaba haciendo un montón de

promesas.

—Propongo una fiesta en mi apartamento, la noche antes de que empiecen

las clases —dijo Jill—. Para contar nuestras historias de verano.

—¡Y comparar las líneas de bronceado! —dijo Mandi. Estiró su cuello bajo

un lado de su blusa para inspeccionar su punto de partida.

—Y no olvides nuestra promesa —les recordé.

—Claro, será fácil para ti intentar algo nuevo cada día —dijo Mandi,

fingiendo un puchero.

—Estoy segura de que los gemelos te darán unas cuantas emociones y

sorpresas —le contesté, pero en realidad estaba pensando que podría ser

divertido dejar que Nana me leyera el futuro. No lo había hecho desde que

nos fuimos de Mirage Beach.

Ese último día mientras mamá y yo esperábamos que papá volviera con el

remolque U-Haul que llevaría todo lo que poseíamos a Valencia, Nana

había sacado el espejo de cobre de su bolsa e insistió en hacer una lectura.

Mamá se había resistido. Antes de convertirse en una escritora de salud en

el periódico Valencia View, mamá era una enfermera. Tiene un cerebro

científico, así que la adivinación de Nana la volvía loca.

Page 25: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

25

—Ahora, ahora. —Había calmado a mamá mientras ella jugueteaba con la

ventana de la cocina de Nana, murmurando que sería mejor que papá

volviera y acabara con esta sesión de espiritismo—, esta será una

verdadera lectura. Puedo sentirlo en mis huesos.

La esencia de la lectura es que regresaría a Mirage Beach. Eso era algo

casi bastante seguro, ya que no abandonaríamos a Nana, y ella lo sabía.

Pero una parte de la lectura realmente se me quedó grabada.

Creo que lo habría hecho de todos modos, pero mamá lo garantizó cuando

gritó:

—¿Por qué demonios le dirías algo como eso a una niña?

Nana se había quedado mirando el círculo de cobre acunado en su palma,

y aunque estaba sentada a mi lado, sus ojos veían cosas mucho más allá

de la mesa de la cocina.

—El poder que domina las olas, tirará de ti para que vuelvas —susurró—.

De vuelta a una reunión que ningún mortal puede imaginar y al que

ninguna mujer puede resistirse.

Para olvidar palabras como esas, tendrías que tener muerte cerebral.

Page 26: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

26

Traducido por sweet nemesis y Laura Soto

Corregido por Curitiba

Un nido de pájaro colgaba entre la bisagra de la puerta, y el alero de la

Cabaña de los Cook. La noté justo cuando Mandi comenzaba a tirar de la

tela mosquitera para abrirla.

—¡Espera! —dije, y aunque los gránulos de lodo seco, los cuales todos

pegados le daban forma al nido, se estremecieron pero no se

desmoronaron.

—Es un nido de avispas —dijo Jill—. Tiene que haber algo por aquí con lo

que podamos derribarlo.

—No es un nido de avispas, ¿cierto papá? —Me volví hacia mi padre

mientras Jill se cruzaba de brazos.

Jill no es tan compasiva con los animales como yo lo soy. Incluso aunque

su casero le permite tener mascotas pequeñas, prefiere no tener ninguna.

Dice que ya tiene suficientes problemas alimentándose a sí misma.

—Golondrinas de los riscos —dijo papá. Se acomodó los anteojos sobre la

nariz, y se acercó para escuchar el nido.

—¿Puedes ver adentro? —le pregunté—. ¿Hay algún huevo?

—No quisiera mirar en el interior con este rostro gigante y espantarlos. —

Papá sacudió la cabeza y retrocedió, bajando la voz como si pudiera

despertar a los ocupantes—. No he visto ninguno volando, pero nos

acostumbramos a tenerlos cada años.

—Si son golondrinas de los riscos, no sería mejor que… —Mandi hizo un

gesto sobre su cabeza, y luego cambió su peso hacia Jill—. Apuesto a que

serían más felices en los riscos.

El nido se veía como si alguien acabara de arrojar un puñado de lodo

hacia la pared de la casa campestre. Sería peligroso cada vez que la puerta

se abriera, y ya podía oír el ronroneo de caza de Gumbo viniendo de su

Page 27: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

27

jaula. Podía imaginarla con la cabeza levantada hacia la puerta, alerta por

el sonido de los pichones aleteando por primera vez. Aun así quería dejar

el nido justo donde estaba.

—¿Han oído alguna vez sobre las famosas golondrinas de San Juan

Capistrano?

Odiaba cuando papá les peguntaba a mis amigos cosas como esas. Por

supuesto que no lo habían hecho. Esta vez reconoció mi frustración,

porque continuó como si le hubieran respondido.

—Ellos han estado regresando a la misión por generaciones, desde, oh, no

lo sé, ¿1800? Es la naturaleza de las golondrinas encontrar un hogar y

adherirse a él.

Jill, Mandi y papá me miraron esperando una respuesta.

—Se quedan —les dije, y la sensación de posesionismo se sentía bien.

Entonces sostuve abierta la puerta, mientras papá se estiraba para abrir la

de madera y hacernos entrar.

—Nunca había visto a la chica naturaleza en ti, Gwen —dijo Jill.

—Se va a ver como si fuera mierda hasta que se seque y se caiga —nos

advirtió Mandi.

Pero siguió a Jill, tan ansiosa como yo lo estaba de ver el interior de la

Cabaña de los Cook. Luego se me ocurrió que tal vez estuvieran celosas.

En el interior, la casa se veía menor de lo que recordaba. Supongo que se

debía a que era muy pequeña cuando vivía ahí.

—Me encanta este lugar —dijo Jill—. Es tan luminoso.

El estudio de Jill se asentaba en una colmena de apartamentos idénticos,

ensombrecidos por el puente de una autopista que pasaba por encima, así

que comprendía su admiración, pero la verdad era que la casa se veía

mucho más brillante de lo que recordaba.

Las cortinas estaban recogidas en todas las ventanas. La luz de julio se

reflejaba a lo largo de las tablas de roble dorado del piso. Excepto en donde

estaban cubiertas por alfombras de césped marino, se veían suaves y

relucientes.

Page 28: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

28

La casa campestre tenía cuatro habitaciones. En el primer piso estaba la

sala, la cocina y mi cuarto. Desde donde me encontraba junto a la puerta

principal, podía ver las escaleras que subían hacia el desván de descanso

que mis padres habían compartido.

Cada pared en el lugar estaba pintada de blanco y las ventanas tenían

cortinas de gasa pálida. Me sorprendía que a mi papá no le inquietara que

fueran casi transparentes.

El sofá era color ladrillo, desvaído pero no cutre. Podía claramente verme a

mí misma arrellanada ahí con un libro y una lata de refresco. Mi toalla de

playa llena de arena, estaría colgada sobre una de las sillas de la mesa

redonda de la cocina. Mis cortinas revolotearían como las velas de un

barco y podría oír mi llamador de conchas tintinear con la brisa.

Por supuesto aún no había llamadores en la ventana, o toallas de playa. Y,

más allá de quejarse por mis delgadas cortinas, sonreía porque la casa

aún tenía cerrojo en las puerta principal y pestillos en las ventanas.

¿Acaso planeaba mantenerme encerrada, o mantener a los problemas

afuera?

Cargué la jaula de Gumbo y seguí a mi papá en su recorrido de inspección.

Mandi y Jill se encontraban justo detrás de mí.

Cuando Gumbo dio un gruñido gutural, le di un vistazo a su naturalmente

tricolor rostro. Sus orejas estaban echadas hacia atrás y el dorado de sus

ojos apenas se veía a través de su gesto de enojo.

—¿Ya tuviste suficiente nena? —pregunté y luego escondí su jaula detrás

del sofá donde estaría relativamente callada. Tan pronto como nos

quedáramos a solas, la sacaría para que explorara.

Papá cesó su escrutinio, con las manos en los bolsillos. Asintió hacia sí

mismo, como si esto fuera lo que debía hacer por su hija. Entonces

continuó dando vueltas, revisando que los cables de las lámparas no

estuvieran expuestos, olfateando en busca de alguna pérdida de gas,

estrellándose contra una alta estantería de libros llena de tapas duras

para ver si podía soportar un terremoto.

—Parece que estoy a salvo de todo, excepto de cortaduras por papel —

bromeé.

Page 29: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

29

—Me sentiría más cómodo su tuvieras un teléfono, pero sólo estás a dos

minutos de la posada —murmuró.

—¿Sin teléfono? —Jadeó Mandi como si hubiera dicho que no había

oxígeno—. ¿Y cómo vas a hacer?

—Usar el de la posada —dije, y como vi que estaba a punto de resucitar el

asunto del teléfono celular, sacudí mi cabeza.

Papá había leído que podías combustionar espontáneamente si usabas un

celular mientras cargabas gasolina. Ahora que tengo un coche propio,

descubrió que esto era bastante preocupante.

Había olvidado la parte de sin teléfono en la casa de campo, pero no me

desesperaba por eso.

Encendí el interruptor de la luz junto a la puerta. La luz del porche, pálida

en contraste con la luz del sol, se encendió. Al menos tenía electricidad.

Me preguntaba si los gorriones habrían construido su nido ahí porque la

luz los mantenía cálido.

Por supuesto eso era improbable, desde que nadie vivía aquí.

—No te olvides de dónde están estas. —Papá abrió un gabinete de la

cocina lleno de ellas y sacó una caja de fósforos—. Probablemente no lo

recuerdes, pero cuando hay una tormenta, nueve de diez veces se corta la

luz.

Recordaba las velas parpadeando a mí alrededor. Las recordaba en el

manto, la mesita de café, en todas partes. Recordaba los picnic de cena

con salame, queso y pan francés con mantequilla sobre un cobertor frente

a la chimenea, y los tres yéndonos a la cama al mismo tiempo, en vez de

que papá y mamá se quedaran hasta tarde.

—Los fallos en la luz eran divertidos —le dije. La divertida expresión de mi

papá me decía que también lo recordaba.

—Lo eran —admitió—. Pero si hay otro este verano, te vas pitando a la

posada. Mamá todavía no tiene un generador, pero están preparados como

para vivir en1800.

Jill y Mandi estaban paradas una junto a la otra, viéndose aburridas y un

poco inseguras por mí. Las había ignorado totalmente como por 10 min.

Page 30: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

30

—Siéntanse como en casa. Exploren —las insté—. Investiguen.

Con un encogimiento de hombros y una sonrisa, Mandi se dirigió hacia el

refrigerador, y abrió la puerta.

—Oh, sí. ¡Esto es lo que buscaba! —Agarró un refresco, me pasó uno y

otro a Jill, y comenzó a leer cuidadosamente lo contenedores etiquetados—

. Ravioles de cuatro quesos, y hum. Zanahorias hervidas…

—Suena bien —bromeó Jill.

—Oh, espera. —Mandi esgrimió un paquete envuelto con aluminio—.

¡Donas!

Mis amigas se movieron hacia los armarios. Estaban totalmente

abastecidos también. Más evidencia de que Nana y Thelma se habían

puesto de lleno en el espíritu teatral.

Aferrándome a la cola de dieta como si pudiera fortificarme, me moví

rígidamente hacia la puerta de mi viejo cuarto.

No era más grande que el interior de mi coche, así que mis dos valijas

ocuparan la mayor parte del piso que ocupaba la bicicleta de mi niñez, la

cual estaba inclinada contra una pared, y la cama.

Un amplio edredón púrpura con multicolores flores salvajes cubría la

cama, y un espejo de cuerpo entero colgaba de la pared. Un estante

contenía una colección de conchas y dólares de arena, y la ventana tenía

pestillos adicionales.

Debo haber tenido años de paz durmiendo aquí, pero me preguntaba si ese

espejo aún contendría imágenes nocturnas de mí, acostada en esa cama,

la espalda hundida en el colchón con los puños apretados y los ojos

ardiéndome mientras miraba fijo el techo intentando mantenerme

despierta.

Recordaba luchar contra la somnolencia, porque no sabía dónde

despertaría.

—Puedes dormir en el desván —ofreció papá.

Me sobresalté, inconsciente de que había estado parado detrás de mí

mientras me detenía en el umbral de la puerta.

—¿De verdad? —pregunté—. ¿Puedo?

Page 31: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

31

—¿Por qué no? —Papá abrió los brazos en un gesto de “será un placer.”

—¡Hey chicas! —les grité a Jill y a Mandi—. ¡Acompáñenme!

Corrí escaleras arriba y ellas trotaron detrás de mí. Al igual que niñas de

kínder, nos arrojamos sobre la enorme cama en el centro del desván. Al

mirar hacia la izquierda a la ventana triangular encajada bajo los aleros

podíamos ver mi auto en el camino de entrada, y el sendero de grava que

llevaba hasta la playa. Miramos luego hacia la derecha y vimos la posada y

el camino hacia el farol.

Directamente al frente, veíamos el océano.

—Oh, Gwen, podrás ver la niebla acercándose y los veleros —suspiró Jill.

Lejos en el horizonte, una vela blanca se dirigía hacia al sur a la bahía

Siena. Cerca del Mirage Point, algo negro se movía en el agua. Alguien

estaba nadando. Muy profundo. Mi corazón golpeteaba tan fuerte, que

sentía su eco en mis muñecas. No había visto un nadador tan lejos desde

esa noche.

Cuando el nadador se desvaneció y no reapareció, supe lo que realmente

había visto.

—Es un león marino —dije señalando.

Jill asintió.

—Esto es tan asombroso.

Mandi, sin embargo, no sentía el hipnótico hechizo del océano.

—Peces besadores —susurró—. Que linda colcha.

Lo era. Siempre había amado la colcha con peces besadores de mis padres.

Era raro que la hubieran dejado. Los días posteriores a cuando nos

mudamos a Venecia, había extrañado esta playa, y esta colcha podría

haberme reconfortado.

Mamá y papá siempre decían que nos habíamos ido de Playa Mirage,

porque el trabajo que le ofrecieron a mamá en el periódico era demasiado

bueno como para rechazarlo. Sabía que no era la única razón. ¿Pero cuál

fue su apuro?

Page 32: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

32

Cuando llegó la hora de que todos se fueran, descubrí que me había vuelto

sobreprotectora con mi nido de gorriones.

—Con cuidado —dije mirando hacia el alero. No era que la puerta pudiera

golpear el nido, pero temía que un buen portazo pudiera soltar los

pequeños gránulos de lodo.

Mi padre y mis amigas pasaron suavemente de manera obediente, y una

vez que estuvieron afuera los abrazos llegaron de todos lados. El de Mandi,

mientras salía del porche, fue más bien una tecleada.

—Volveré —me prometió—. Me darán descansos de los gemelas. Y desde

que no hay nada que hacer aquí, me vas a necesitar. Nos acostaremos al

sol y hablaremos mal de Jill.

—¡Hey! —protestó Jill, dándole un codazo a Mandi en el camino.

—Supongo que tendrás que venir conmigo, entonces —bromeó, y entonces

me dio un último apretón y se hizo a un lado por Jill.

Puedo decir por su determinada expresión, que Jill estaba pensando en el

“incidente.” Le había dicho a ella, pero no a Mandi. Como Jill tenía una

niñez llena de secretos, le había contado los míos. Con un brazo alrededor

de mi cuello, Jill me acercó lo suficiente como para susurrar:

—Eres fuerte. Al primer entrometido que se atreva a revivir el viejo

chimento, le escupes en el ojo. Metafóricamente hablando, claro. Eso

mantendrá a raya a los demás. Además —dijo, haciéndose hacia atrás—,

has aterrizado en el paraíso.

Papá caminó junto a mí mientras caminábamos hacia los autos.

—Cuando salgas para ir a cualquier lado, incluso a la playa o a la posada,

mira hacia arriba. —Me miró de reojo para asegurarse que estuviera

asintiendo—. Si llueve, revisa que el techo no tenga fugas. Si las tiene, sólo

coloca un recipiente debajo y avísale a Nana para que consiga que lo

reparen.

—Entendido —dije.

—El escarabajo va a estar bien —continuó—. Pero tienes que conducirlo

para que circule la gasolina. Mantén el tanque lleno, y revisa la presión de

los neumáticos cada vez que puedas. Y si comienza a hacer sonidos

graciosos, Jack Cates, en el pueblo, podrá ayudarte.

Page 33: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

33

No podía creer que papá hubiera sugerido que el Dr. Cates, el tipo que me

había psicoanalizado cuando tenía 10, pudiera arreglar mi Volkswagen.

—No te sorprendas Gwen —dijo severamente papá—. Es incluso mejor

mecánico que psicoanalista. Quiero decir…

Eso me causó mucha gracia y reí hasta que vi que papá quería discutir

sobre los oscuros recovecos de mi mente. Levanté una mano hacia él para

que se detuviera y le di una mirada suplicante. Papá captó la indirecta.

Ese minuto se sintió como si realmente se fuera, y sentí como si quisiera

llorar.

—Lo harás bien, Gwennie. Ayudar así a tu Nana, es la cosa más

desinteresada que has hecho alguna vez. Estoy orgulloso de ti.

Me besó en la mejilla, se subió a su coche y cerró la puerta más fuerte de

lo usual, entonces se alejó.

Mandi y Jill me saludaron desde la ventana de atrás. Sus manos se

volvieron un borrón cuando el auto giró de regreso a la autopista y mi vida

normal se fue, dejándome atrás.

Libertad.

No me sentía sola, abandonada o asustada mientras regresaba al interior

de la Cabaña de los Cook. Mi casa de campo.

Recogí una baya de la zarzamora que marcaba el límite del pequeño patio

de la casa. Metí la baya en la boca, y un amargo sabor apuñaló las

glándulas detrás de mis orejas. No me importaba. Durante este verano

eran mis bayas, y yo decidía cuando estaban maduras.

Abrí la tela mosquitera, deslizándome a través de ella y bailé hacia el living

cantando. Sacudí mis caderas, me solté el cabello y señalé rítmicamente

de izquierda a derecha, izquierda, derecha y hacia arriba con mi dedo.

Liberé a Gumbo de su jaula, pero se escondió debajo del sofá, obviamente

no de humor para bailar.

—Tal vez podamos abrir una lata de atún luego. ¿Qué te parece “Novia” de

Kay —le dije y entonces continué mi celebración encendiendo m radio.

Page 34: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

34

Acababa de quitarme las sandalias, cuando escuché un crujido. Entonces

mi puerta se sacudió bajo un persistente golpe.

La puerta tiene cuatro ventanitas a la altura del ojo. De inmediato reconocí

a mi visitante como Thelma. Apagué la música. La celebración se detuvo.

Abrí la puerta. Después de no haberla visto en años, debería haber salido

con algo mejor, pero sólo dije:

—Hola.

Thelma tiene la complexión de un refrigerador pequeño. Usa calcetines, y

tenis, gruesos anteojos y su cabello, salpicado de gris ahora, está recogido

en una cola de caballo con una banda de goma verde. Siempre usa bandas

de gomas. Debía tener las puntas abiertas hasta el cuero cabelludo.

—Es bueno verte de nuevo, —logré decir, pero no debería haberme

molestado.

—Tu padre ya se fue ¿verdad? —Las primeras palabras de Thelma me

recordaron que algunas personas de la costa sonaban como extranjeros.

No tienen exactamente un acento, pero su inglés tiene como un ritmo

celta. Probablemente porque los primeros colonizadores eran británicos.

—Acaba de irse —le confirmé.

—Dejándote aquí, sola.

Escuchaba los coches pasar por la autopista. Desde el Point, un león

marino ladró. El sonido resonó alrededor de la cala, y realmente quería ir

allí.

Thelma había resaltado el hecho de que estaba por mi cuenta. ¿Qué

significaba eso? ¿Le preocupaba que pudiera caminar dormida? Una

enfermiza sensación se levantó por mi garganta de nuevo.

—Bueno, no completamente sola —dije—. Tengo a mi gata. —Y entonces

me di cuenta de que aún estábamos hablando a través de la tela

mosquitera—. Lo siento —dije—. Entra.

—Tendré cuidado de no perturbar el nido —dijo—. Espero que no te

importe que lo dejara.

—Por supuesto que no.

Page 35: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

35

Me detuve de decirle que las golondrinas serían una buena compañía. Eso

sonaba un poco patético después de que ella hubiera remarcado que papá

me dejó sola.

Hice sonidos hacia el cuarto vacío detrás de mí.

—Gumbo, ¿dónde estás gatita?

Al contrario de lo que hacen los gatos, Gumbo no movió ni un sólo bigote

para demostrar que estaba allí.

—¿Te gustaría entrar? ¿Nana necesita ayuda para hacer el té? —le

pregunté, finalmente dándome cuenta de su repentina aparición.

—Se presentaron nuevos invitados, por lo que hay trabajo extra —dijo

Thelma, luego desvió la atención por encima de mi hombro—. ¿Estaba

todo como debía ser? ¿Nada desordenado o fuera de lugar?

—En realidad no he…

—Puedes arreglar las cosas a tu manera, por supuesto. La cocina, por

ejemplo.

—Se ve muy bien —le aseguré—. No cocino mucho, sin embargo, y nunca

he tenido mi propia cocina.

Ella sonrió.

—Es un regalo. Querrás ir a la ciudad por algunas cosas, ¿no? —Sus ojos

se volvieron vigilantes de nuevo.

Dudé. Requeriría un poco de coraje ir a Siena Bay por primera vez, pero

sólo me encogí de hombros.

Miró su reloj, y escudriñé la cocina por uno.

—Dame un minuto para cambiarme —le dije, y su asentimiento de

satisfacción me dijo que había tomado la decisión correcta.

Saliendo de la cabaña, me di cuenta de dos cosas: una araña tejiendo su

tela en mi arbusto de moras y una huella de humedad en la cubierta, que

forman una U alrededor de los tres lados de la casa.

No sé lo que me hizo mirar en dirección a la ventana de mi viejo

dormitorio, pero allí estaba. La huella de un pie descalzo.

Page 36: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

36

Ya que Thelma llevaba unas zapatillas de lona negra, y yo no había estado

en el agua, era un poco inquietante.

—Ella va a estar muy contenta de tenerte en la posada —dijo Thelma, y

luego se alejó a grandes zancadas, y tuve que correr para mantener el

ritmo.

Miré por encima del hombro mientras me alejaba de la cabaña.

Como no tuve tiempo para tomar un buen vistazo, pensé, siguiendo a

Thelma, tal vez era algo completamente distinto.

Así que no dije nada de la huella, aunque hubiera sido algo de que hablar.

No sabía qué decirle a Thelma. Ella fue quien me vio desde la terraza del

Sea Horse Inn, luego llamó al 911. Si no lo hubiera hecho, nadie sabría de

mi sonambulismo y el hombre en la playa.

Traté de no guardar rencor. Sin duda, Thelma creía que había hecho una

buena obra. La mayoría de la gente pensaba que me había rescatado. No lo

veía de esa manera entonces, y todavía no lo hago. Si ella no hubiera

hecho esa llamada telefónica, probablemente me hubiera despertado de mi

sueño y salido corriendo de vuelta a casa. No estaría volviendo a Mirage

Beach ahora, insegura como lo estaba hace siete años.

El presente superó el pasado, gran momento, en el instante en que entré

por la puerta de la cocina del Sea Horse. Antes por la tarde, cuando

estuve aquí con mi padre y mis amigas, se había sentido como una cocina

normal, grande y bien equipada, familiar. Ahora, a sólo treinta minutos

antes de que el té fuera servido a los huéspedes que pagaban, estaba

rodeada por un zumbido de negocio.

Era una apuesta segura que no iba conseguir la lectura de mi fortuna

desde el espejo de cobre por lo menos durante un par de horas.

Una docena de limones estaban en el aparador plano de pino. Había piezas

para servir de plata por todas partes. Una caja de color rosa y blanco de

terrones de azúcar estaba junto a los platos de galletas y barquillos. Nana

acomodó un mostrador cubierto con cuchillos cuyas hojas eran tan

brillantes que probablemente podía mirarse en ellas. Estaba ruborizada y

el pelo alzado por la brisa de un ventilador de techo. Sonrió mientras

entrábamos.

Page 37: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

37

—¡Qué cosa más hermosa verte caminar a través de mi puerta otra vez,

Gwennie! —Besó mi mejilla—. Tenemos mucho que hacer en la próxima

media hora, pero será divertido.

Thelma gruñó.

—Oh calla, lo es también —dijo Nana—. Gwen es joven y tiene ganas de

aprender, a diferencia de otros que podría nombrar. Ahora, Gwennie,

lávate las manos, por favor.

Compartí el espacio del fregadero con Thelma. Tomando ejemplo de ella,

froté jabón líquido hasta los codos y fregué, mientras Nana se lanzó a una

descripción de los huéspedes del Sea Horse Inn:

—Tenemos seis para el té. Las dos chicas de ayer, son estudiantes

universitarias coreanas, en un viaje por carretera —dijo Nana aparte—. El

Sr. y la Sra. Heller, la pareja de…

Thelma dijo algo así como "los promiscuos", ¿podría estar en lo cierto? por

encima del hombro de Nana.

—Sólo ella, creo —dijo Nana, y cuando miré hacia atrás, vi un destello a

Thelma de reproche—. Él parece bastante agradable. Y nuestros recién

llegados son tres maestros jubilados que están conduciendo hasta Ashland

para el festival de Shakespeare

Thelma refunfuñó algo más. Y esta vez, ya que estaba preparada para ello,

la oí decir:

—Tomaron un rodeo, si me preguntas.

—¿Y no estamos felices de que lo hicieran? —murmuró Nana, y estaba

empezando a pensar que podría aprender escuchando a escondidas,

cuando Nana comenzó a sermonear.

—Ahora, Gwennie, para preparar un té apropiado, primero revisa tu mesa.

Asegúrate de que tienes tu cajita de cucharitas, cucharas de mote, platos

de servir, pinzas para azúcar, crema, jarra...

—Está bien —dije automáticamente, pero Nana vio mi confusión y empezó

con algo más simple.

Page 38: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

38

—Cubre la fuente con una servilleta de lino. Sí, el cristal tallado, muy bien.

Tenemos té de limón y crema hoy, así que selecciona veinte servilletas que

se ajustan a nuestro esquema de color. De ese cajón. No, ese.

Mientras contaba servilletas de lino, Thelma comenzó a murmurar de

nuevo:

—Nadie le manda a él dejarla sola en esa cabaña con tantos de la ciudad

causando estragos.

Esto hizo que mi cabeza se levantara de contar. Sin querer, miré a Nana,

esperando que contradijera o aclarará lo que Thelma había dicho.

En su lugar, tomó dos limones con cada mano y los arrojó hacia mí. Una

vez que había reunido el fruto regordete, me dio una tabla de cortar y un

cuchillo de hoja ancha.

—Rodajas de limón, no gajos, Gwennie —instruyó Nana—. Y expándelas

en el borde de ese plato. A continuación, rellena el centro con barras de

limón, esas galletas con azúcar en polvo en cima. Sí, esas, pero no te

olvides de los tapetes por debajo.

Tuve que pensar rápido para entender todo eso, y cuando ella pensó que

yo estaba absorta, Nana respondió a Thelma en un susurro agudo.

—Son inofensivos y no se les puede culpar por dar rienda suelta a su

espíritu, sin pesca para cansarlos.

¿Quiénes eran ellos? ¿Los “muchos” de la ciudad?

Como si hubiera atrapado a mi mente vagando, Nana volvió al modo

sermón.

—El agua del té debe ir fría a la olla —dijo Nana cuando cogió el agua

corriente del grifo—. Tiene más oxígeno de esa manera —explicó, pero se

notaba que tenía un par de cosas más que decir a Thelma.

Arreglé el tapete con fingida concentración.

—Eres demasiado amable para ver la gentuza que son —murmuró Thelma,

pero no se dejó engañar por mi interés en las barras de limón, porque se

aclaró la garganta, continuando más alto que antes—. Calienta el agua a

85 grados centígrados, y siempre mida las hojas de té. —Me dio una lata

Page 39: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

39

llena de aromático té negro—. Muy poco y sabe como agua. Demasiado y

estará amargo como el pesar.

—No sé cómo sabe el pesar, pero eso es demasiado complicado para mí —

le dije—. No quiero meter la pata.

—Entonces un poco más de limones —dijo Thelma—. Aquí. Un cuchillo sin

filo es más peligroso que uno afilado. Usa esto.

—No seas tonta —continuó Nana—. No son gentuza.

Muy pronto me di cuenta de que ella no estaba hablando de la navaja, y

miré para ver a Nana reconocer que había dicho la última parte

abiertamente.

Suspiró y me introdujo en la conversación clandestina.

—Te acuerdas de Zack McCracken, ¿no es así?

El nombre giró en mi memoria, provocando vergüenza e ira. ¿Me recuerda

un muchacho rubio tirando piedras a las gaviotas hasta que se elevaban

en torbellino a las nubes? Y los leones marinos. Había amenazado a los

leones marinos que veraneaba en cala resguardada de Mirage Point.

—Más o menos —le dije.

—Zack y su familia han caído en tiempos difíciles, eso es todo —dijo en voz

baja, y luego movió sus dedos como si los mosquitos la molestaran—. Les

echan la culpa a los leones marinos por la pobre pesca, pero estas cosas

vienen en ciclos. Éste ha durado tanto tiempo que algunos de los chicos de

familias de pescadores han comenzado…

—Corren en manadas —dijo Thelma.

Mientras ella y Nana discutían, negro y rojo salpicaron mis recuerdos, e

hice una mueca. Tenía que ocurrir alguna vez. ¿Las memorias vienen en

imágenes no, no en colores?

Poco a poco, me acordé de mi tercer grado enamorada de Zack McCracken.

Me había gustado, pero como prueba de ello, él me arrastró hasta la cala y

disparó una flecha a uno de los leones marinos.

Enfermo, pensé ahora. ¿Por qué simplemente no me persiguió durante el

recreo o escribió una carta de amor en una hoja de cuaderno como un

niño normal? Debería haber sabido que el acto que estaba destinado a

Page 40: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

40

impresionarme sería contraproducente. Quise golpearlo con mis puños y lo

perseguí por el camino de la ensenada, hasta llegar a la calle, a pesar de

que la flecha era un juguete y la herida del león marino un poco más que

un rasguño.

Los niños que lastiman a los animales crecen para lastimar a la gente,

había oído.

Zack McCracken, pensé, tratando de volver a centrarme en Thelma y Nana.

Espero que se haya olvidado que alguna vez me conoció.

—Ellos salen como amigos en grupo —admitió Nana, a la templada

descripción de Thelma—. Y son conocidos por hacer comentarios que

algunas personas encuentran desconcertantes. Algunos de ellos rompen

las reglas.

—¡Y las leyes! —Insistió Thelma.

Nana se inclinó hacia delante, con los brazos cruzados sobre el mostrador.

Probablemente estaba más cansada por esta charla que por su pierna rota.

—Gwen —dijo, tocando mi mano—. No hemos tenido problemas en el

Mirage Beach, pero han marcado algunas tiendas de Siena Bay con grafiti.

Sin embargo, no importa lo que la gente dice, no creo que estuvieran

involucrados en dañar esa autopista.

No me sentía bien acerca de vivir sola.

—Le dieron una paliza, lo hicieron, y le rompieron la nariz. —Thelma se

quitó el delantal sucio y luego tomó uno limpio del armario.

—El sheriff está bastante seguro de que el hombre sin hogar tuvo una

pelea con sus compañeros, y se fueron de la ciudad, dejándolo detrás.

—Bastante cierto, mi culo rosado.

—¡Thelma! —exclamó Nana.

Thelma no actuó contrita. Ató su delantal con tanta vehemencia que sus

muñecas se agrietaron.

Luego, con el lazo en la parte posterior viéndose como una mariposa

blanca, se dirigió a la sala, haciendo un gesto para que la siguiera.

—Ahora, a servir un té propiamente dicho...

Page 41: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

41

Cuanto antes empezara, más rápido acabaría. Levanté la bandeja y me

apresuré detrás de Thelma.

Quería estar en mi casa, con las puertas cerradas, antes de que

oscureciera.

¿Cómo podría no quedarme a cenar? A lo largo de la hora del té, apenas

había notado a los invitados porque había estado concentrada en servir

correctamente. Pero me había dado cuenta de la comida, y se veía genial.

Mientras que Nana y Thelma hacían sopa y bocadillos para la cena, me

deleité con bollos de semillas de amapola con crema de limón, delicadas

galletas de torta dulce, y taza tras taza de té del Ceilán.

—Me atrevo a decir que estás un poco cansada después de tu viaje y

primer día de trabajo —dijo Nana—, pero mañana vamos a ir a Siena Bay,

si lo deseas.

—No me importa ser una ermitaña durante unos días —le dije,

bostezando, como si fuera el cansancio que me mantuviera aquí en Mirage

Beach.

Nana no dijo ni una palabra acerca de enfrentar a los que me recordaban

al escándalo de mi niñez. Sin embargo, cuando metió la mano en el bolsillo

de su falda y sacó su espejo de adivinación, no me sorprendió ni un poco.

Thelma se desvió hacia el fregadero con los platos retirados del té, pero

Nana me hizo un gesto para sentarme en la mesa de la cocina. Nana rara

vez utilizaba loción en el espejo de cobre. A veces hacía una pasta de jugo

de limón y sal para pulir. Más a menudo, sin embargo, cortaba un

cuadrado de gasa limpio, lo doblaba, y lo frotaba, nada más. Eso es lo que

hizo ahora.

Levanté mi vaso de agua y lo apreté contra mi labio, esperando. A la

mayoría de la gente le gusta leer su horóscopo en el periódico, y había un

elemento de diversión en ese tipo de adivinación. Pero era algo más

personal.

Sólo recordaba a Nana diciendo buena fortuna. ¿Será que era todo lo que

veía?

Ella respiró hondo, se instaló más en su silla y miró en el espejo de cobre.

Su frente y las comisuras de su boca de repente estaban sin arrugas. Sus

ojos estaban muy abiertos, pero se centró mucho más allá del espejo.

Page 42: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

42

El agua se agitaba silenciosamente a través de la vajilla. Desde el salón se

oyó el sonido del péndulo del reloj del abuelo, balanceándose.

Nana levantó la mano e hizo un movimiento de cepillado. ¿Estaba

ahuyentando una nube que flotaba entre ella y el mensaje en el espejo?

En el exterior, las olas se apresuraron, rompieron, y suspiró.

—¡Repetir! —Espetó Nana, y golpeó la mesa con ambas manos.

—¿Perdón? —Thelma se apartó del fregadero, con las manos chorreando

espuma de jabón. Parecía sorprendida por la palabra igual a como me

sentía.

El terror se asentó en mi nuca cuando Nana cogió el espejo, lo depositó de

nuevo en su bolsa y apretó el cierre de los cordones.

—Aunque no puedo comprender por qué —me dijo, sacudiendo la cabeza—

. Estoy recibiendo algún cuento viejo, una historia en lugar de tu lectura.

Ella hizo un gesto de ¿qué pasa contigo? hacia el espejo como si este

pudiera ver. Después de que se frotó el espacio entre las cejas, y luego tocó

con los dedos su sien derecha.

Thelma se saltó ante el gesto.

—Estás agotada, eso es. Nada está más lejos de mi intentar decirle a otro

adulto lo que debe hacer —comenzó Helm. Luego, por supuesto, hizo

precisamente eso—. Gwennie está aquí para ayudar, así que mientras, te

sientas en la sala, recitando esos viejos cuentos a tus invitados, los cuales

suenan como si estuvieran luchando para ser contados.

Nana hizo un gesto desdeñoso, pero Thelma siguió adelante.

—Eso es lo que hace que el Sea Horse Inn sea especial —regañó Thelma—.

Lo que une a la gente una y otra vez es su marca especial de la

hospitalidad. Cualquier tonto puede hacerse cargo de tareas de la cocina.

A pesar de que no era exactamente como yo lo habría dicho, Thelma tenía

razón.

Me puse en cuclillas junto a la silla de Nana e hice como si tuviera muerte

cerebral.

—Nana, me sentiré horrible si no dejas que te ayude.

Page 43: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

43

Una angustiada mirada pasó por su rostro. Abrazó mis hombros.

—Puesto que ustedes dos están decididas a intimidarme, —bostezó y sus

mangas de gasa cayeron cuando ella estiró sus brazos hacia el techo—, lo

intentaremos otra vez cuando mi espejo esté de mejor humor, una

tontería. —Se levantó, deslizó el espejo en el bolsillo de la falda y mantuvo

su mano cubriéndolo mientras sus ojos azules se encontraban con los

míos—. Porque Gwennie, me cortaré la lengua antes de decirte esa

fortuna.

Page 44: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

44

Traducido por Lectora y sweet nemesis

Corregido por Angeles Rangel

La playa era todavía púrpura con el crepúsculo cuando llegué a la Cabaña

de los Cook.

Cuando puse el pie en el porche y abrí un poco la puerta de tela metálica,

oí un crujido encima de la cabeza, que me dijo que el pájaro había

regresado a su nido. Casi no respiraba cuando metí la llave en la

cerradura. Se abrió la puerta en el primer intento.

—¡Gumbo, chica! —llamé cuando entré y cerré la puerta detrás de mí.

Puse una cesta llena de fruta y un plato cubierto de pastel de queso en la

mesa. Nadie deja la cocina de Nana con las manos vacías.

Luego recogí a mi gata soñolienta del sofá.

La cara de Gumbo era mitad blanca y mitad naranja. Una V de negro

cubría su frente. Parpadeando, ella dio un lametazo a mi mejilla.

—No fue tan malo—le dije—. A excepción de la parte en la que tenía que

ponerme de pie y preguntar: “¿Le gustaría leche, limón o azúcar? ¿Un

terrón o dos?” Unas cien veces. Y la parte donde tengo que estar de vuelta

allí a las siete de la mañana.

Hice una pausa para tomar un respiro. Si estuviera en casa, mamá

hubiera estado leyendo revistas de enfermería. Papá hubiera estado

tecleando en la computadora o viendo algún programa de televisión

forense sobre salpicaduras de sangre.

Pero la cabaña estaba en silencio a mí alrededor.

Cuando Gumbo saltó de mis brazos y brincó hacia la cocina, oí cada uno

de sus pasos y el zumbido de la nevera.

Page 45: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

45

Encendí la luz de la cocina. Dio un zumbido como abejas lejanas. Una

brisa salió contra la pared frente a la entrada y miré hacia arriba.

Algo se movió y me aparté de un salto.

Me quedé sin aliento, avergonzada de que me había asustado casi hasta la

muerte por mi propio reflejo en la ventana sobre el fregadero de la cocina.

—Eres demasiado tonta, —le saqué la lengua a mi reflejo y apagué la luz.

Traté de generar un poco de entusiasmo a la tarta de queso, pero no pude,

así que le encontré un lugar en el refrigerador.

Inquieta, subí las escaleras, me dejé caer en la cama de mis padres y traté

de leer una revista. Los tips de dieta y maquillaje no me llamaron la

atención.

—Está bien. —Exasperada, me dirigí a la ventana, mirando hacia el mar.

Todo el día había apartado los recuerdos. Si los dejara salirse con la suya

por sólo unos pocos minutos, tal vez este sentimiento inquieto se

detendría—. Asúmelo.

No pasó nada, por supuesto, porque recordaba muy poco de esa noche. Lo

que me acordaba estaba filtrado a través de la mente de una niña

pequeña.

Sabía que había estado en Little Beach no en Point Mirage.

Sabía que Thelma había mentido sobre eso pero, ¿por qué?

Sabía que había hablado con alguien. No había sido una alucinación, pero

probablemente no era un gitano, tampoco.

Yo sabía que no me había hecho daño.

¿Quién sabía la verdad? Mamá y papá no, aunque no los había acribillado

a preguntas por más detalles. Esa noche encajaba con el miedo y la

vergüenza que sentí por el sonambulismo.

En el momento en que quise hablar de eso, me pareció demasiado tarde.

Thelma sabía algo y por eso, probablemente, también Nana. El sheriff se

había mudado a Boston. Lo sabía gracias a papá. Pero, en realidad,

ninguno de ellos sabía nada porque sólo nosotros dos habíamos estado en

esa playa.

Page 46: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

46

Todo lo demás era suposiciones y chismes.

Durante una de mis conversaciones con el Dr. Cates, me preguntó si el

chico en la playa era un Selkie. Por supuesto que había oído las leyendas

locales de criaturas mágicas que se transformaron a partir de leones

marinos a humanos. Ahora me doy cuenta de que él estaba adivinando

que las historias se habían mezclado en mi sueño de sonambulismo. Pero

luego yo le había dado a la idea una consideración seria.

Mi chico gitano había sido misteriosamente guapo y ciertamente había

tenido una especial habilidad con las olas, pero no lo había visto

quitándose la piel de un león marino o haciendo un gesto con manos

palmeadas. Tampoco tenía pequeñas orejas planas hacia la cabeza como

de león marino.

No, le dije al Dr. Cates, que lo que había visto era todo lo que había que

ver. Había lucido bastante humano.

Tomé una clase electiva llamado Mitos y Monstruos durante mi primer año

en Valencia High. No intenté engañarme a mí misma. Sabía que estaba

todavía en busca de respuestas. Cuando tuvimos que hacer un proyecto a

largo plazo sobre un mito o un monstruo, elegí Selkies y lo que descubrí es

que las historias Selkies son casi prehistóricas, pre-cristianas con

seguridad y con detalles varios.

Las leyendas sólo se ponían de acuerdo sobre tres cosas. Los Selkies son

amables, heroicos y tan guapos que quitan el aliento.

En muchas historias se menciona el número siete y aunque ellos nunca

contaron las rimas, nunca lo había olvidado.

—Llama el mar, vendré a ti —le susurré a la habitación—. Derramando

siete lágrimas, tal vez siete años.

Yo voy a ti. El lenguaje era anticuado. Sonaba formal, también, aunque mi

profesor de inglés de segundo año nos había dicho que Shakespeare y la

gente que había vivido en aquellos días habría usado el usted para hablar

con alguien formalmente. “Te” estaba reservada para los amigos.

Lo que sea.

No le había devuelto la llamada. Nunca lo haría.

Page 47: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

47

Sin embargo, recitar esas palabras en el silencio me había dado escalofríos

sin escalas.

La cura segura para el silencio fue la televisión, incluso si se trataba de un

minúsculo televisor en negro y blanco de los días de universidad de mis

padres. Corrí escaleras abajo con Gumbo pisándome los talones y me dejé

caer en el sofá de color ladrillo.

La TV hizo el truco.

Estuve dos horas con un Bunchathon Brady y una bolsa de nachos,

cuando Gumbo saltó sobre el alféizar de la gran ventana de la sala.

El sofá estaba en la misma pared que la puerta, frente a la plataforma

donde estaba la TV y la ventana estaba a mi izquierda. Si me concentraba

en la pantalla, podía ignorar esas cortinas transparentes.

Gumbo no lo encontró tan fácil. Moviendo la cola, miró fijamente hacia la

noche. Si no hubiera sido sorprendida por mi propio reflejo, la visión de

sus ojos dorados, reflejado por el cristal negro, me habría asustado.

—Ya basta gatita —dije con fuerza. Por supuesto no lo hizo.

De hecho, ella vibraba con un estruendo que rápidamente se convirtió en

un gruñido. Este no era el zumbido de caza que reservaba para las aves.

Gumbo sonaba casi viciosa.

No podía dejar de mirar, pero no me levanté ni fui a la ventana.

De repente, ella se lanzó hacia el cristal como si quisiera saltar a través de

él. Se golpeó la nariz con tanta fuerza que cayó, girando para conseguir

caer sobre sus patas.

Esto se había vuelto más que espeluznante, pero no había manera de que

saliera. Ni para investigar. Ni para correr en busca de ayuda.

No podía llamar a la posada, porque no tenía teléfono. Incluso si tuviera

uno, no me gustaría a Nana o Thelma corriendo hacia aquí por una falsa

alarma. No es que Nana pudiera correr estos días.

Después de un tiempo, hundiéndome en el sofá, me convencí a mí misma

de que Gumbo sólo había visto otro gato. Era muy coqueta, mi Gumbo.

Sonaba fuerte, pero le gustaba aullar bajo la luna, enroscándose alrededor

Page 48: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

48

de gatos machos, volviéndolos locos. Tal vez sólo estaba jugando a “dura

de conseguir”.

Mis párpados estaban cayendo cuando la oí sisear.

—Estás esterilizada—le dije suavemente—. Hay que acostumbrarse a ello.

Pero entonces me acordé de la huella. Y “ese lote” del pueblo. Y Zack

McCracken.

Me senté con la espalda recta y lancé el aliento que estaba conteniendo,

cuando vi que Gumbo había vuelto su atención a la limpieza de una pata,

de espaldas a la ventana. Me obligué a volver a Los Brady y unos minutos

más tarde Gumbo estaba acurrucada en mi regazo.

— Vaya, por Marsha1, eso de ser hija única me hace feliz —le dije.

Empujando mis muslos para un sólo salto, Gumbo regresó al alféizar.

A pesar de que sabía que la cubierta alrededor de la casa crujía y oiría si

alguien se acercara, pensé en los árboles de mora que llegaban hasta los

hombros.

Harían un escondite genial. Sintiéndome valiente, salí de mi seguro sofá y

crucé la habitación. Me sentí vulnerable y expuesta y quité a Gumbo de la

ventana.

—¡Hora de la cama para ti! —le dije y cuando ella trató de retorcerse para

liberarse, subrayando su petición con garras, la sostuve con el brazo

extendido y llevé escaleras arriba.

Debería haber arreglado abajo, pero mis manos temblaban. No iba a volver

allí hasta el amanecer.

Por lo menos estaría en la cama, bajo el edredón de besos y peces, si

alguien irrumpía. Vanidoso como suena, si había un asesino con un hacha

por ahí, no quería que mi cuerpo fuera descubierto en medio de una

basura de color naranja brillante de nachos.

Logré pasar la noche.

Gumbo sobrevivió a su crisis de nervios y se desmayó en mi pecho. Podía

sentir su peso a medida que emergía del sueño.

1 - Marsha: termino alusivo a la cocaína.

Page 49: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

49

Abrir los ojos en el desván era como despertar dentro de un arco iris.

Rodé de debajo de Gumbo, tirando de mí misma en posición vertical, y

miré fijamente.

La ventana del desván mostraba un océano plateado todo el camino hasta

el horizonte. Un cielo irisado brillaba rosa, verde y azul como el interior de

una concha de abulón.

Anoche había puesto el radio reloj de la mesa de noche a las 6:15, aunque

no tenía que estar en el hotel hasta las siete, para ayudar con el desayuno

de las 7:30. Eran 5 a.m.

No lo podía creer. La última vez que había estado despierta tan temprano,

había estado esperando a Santa Claus. No había una diferencia de tiempo

entre Valencia y Playa Mirage, o eso lo hubiera explicado.

Una gaviota gris y blanca echaba un vistazo justo al lado de la ventana,

volviendo su cabeza para estudiarme. Le di un saludó con la mano,

sorprendida por lo rápido que mi vida se había vuelto atrás en el tiempo.

Cuando era niña, había rogado por tomar mi siesta arriba.

Lo único que faltaba era el sonido del océano. Cuando era pequeña, yo

podía escuchar el llamado de las gaviotas y el sonido del océano.

Entonces me acordé de la claraboya.

Metí la mano bajo la cama, encontré la vara con el gancho en la punta

justo donde se suponía que estuviera y abrí la ventana hasta que el aire de

la mañana trajo el sonido del mar en el interior.

Las olas rompían, luego suspiraban como si se estuvieran buscando, sin

encontrar y luego volviendo, nunca renunciando a la búsqueda, volviendo

una y otra vez.

Gumbo saltó al suelo, se estiró e infligió un superficial arañazo en la

alfombra persa antigua de mis padres.

—¿Mrow? —preguntó ella, inquiriendo después del desayuno.

—En la planta baja, ¿recuerdas?

Agitando su cola, ella me esperó para que liderara el camino. Cuando lo

hice, sus patas tocaban mis talones a cada paso. Una vez que llegamos a

Page 50: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

50

la cocina, ella masticó y se sació como si no hubiera actuado como un

animal poseído anoche.

La mañana era genial de esa manera. Puedes llorar hasta dormir y

despertarte preguntando si se terminó el escándalo.

Ya que mis maletas estaban todavía en mi antigua habitación, me vestí allí

con una camisa blanca sin mangas y una falda azul marino.

No podía esperar a salir a la calle. Si mamá estuviera aquí, me diría que

desayunara. Pero yo estaba a cargo de mí misma, así que cogí una

manzana de la cesta de fruta y abrí la puerta con cuidado.

Mientras lo hacía, una golondrina salió de un embarrado nido. Un dardo

de color azul-gris y marfil, que voló por encima de mi cabeza y luego se

disparó con las alas puntiagudas.

¿Salió para coger el desayuno para ella o había bebes adentro? Tendría

que hacer que Gumbo se quedara encerrada. Un polluelo sin plumas y

caído sería justo su estilo.

Esa es mi gatita. No importaba que ella fuera elegante y bien alimentada.

Muéstrale una presa que se mueva rápido, asumiendo que es más

pequeño que ella y desvalido, entonces estaría sobre ello.

Cerré la puerta firmemente detrás de mí y luego examiné mi dominio.

Tres caminos guiaban lejos de la cabaña.

Uno iba hacia la izquierda al camino de entrada. Estacionado a un par de

pasos de mi terraza, pude ver que mi escarabajo amarillo aún seguía ahí.

Lo que sea que Gumbo escuchó anoche, no había sido un ladrón de

coches.

Desde el camino de entrada, podía ir por la izquierda y salir hacia la

autopista o volverme a la derecha y dirigirme hacia las dunas, a través de

la hierba marina a Little Beach. Desde aquí, podía girar al sur y si

estuviera en buena forma, lo estoy pero no como cuando buceaba, podría

trotar hacia Siena Bay.

No había visto Siena Bay en años. Según Nana, se había transformado de

un pueblo pesquero a una ciudad turística. Mientras eso era una

vergüenza, apuesto que significaba que podía conseguir un café mocha con

Page 51: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

51

crema batido en alguna cafetería. Sospesé eso contra la posibilidad de

llegar tarde al trabajo y consideré el segundo camino.

Ese corría hacia el norte, directo hacia la posada. Según los cálculos de

papá, llegaría a la posada en dos minutos y aunque nunca tuve un trabajo

real además de cuidar niños, es mi opinión que cualquiera que llegue una

hora antes a trabajar lo está intentando demasiado duro.

El sendero del medio comenzaba como parte de camino hacia la posada, y

luego viraba hacia la izquierda a Mirage Point.

Ese fue el camino que tomé. Mientras caminaba, haciendo malabares con

la manzana, miré al frente y mis pasos se ralentizaron.

Mirage Point era un dedo de tierra que señalaba hacia el Oriente.

Una sólida cerca de madera marcaba el final del camino, para evitar que

los invitados de la posada se tambalearan hacia una húmeda muerte. Hay

una plataforma de tierra justo detrás de la cerca, donde puedes sentarte a

mirar las olas romper contra la roca negra debajo.

Pero no todos son cantos y riscos. Si te quedas ahí lo suficiente,

concentrándote, podrás ver un brumoso círculo verde de agua abierta,

rodeado por pétalos de espuma blanca. Requeriría agallas y fe que no tenía

para hacerlo, pero si bajabas hasta ahí, estarías a salvo.

Corrí la mano por mi frente, sorprendida de recordar ese lugar tan

claramente. Pero siempre había querido bucear desde el Mirage Point.

Todos podían ver que era el máximo reto de buceo. Sería exactamente

igual que volar.

Cuando era niña, hablaba todo el tiempo de intentarlo. Por supuesto, mis

padres vetaban la idea. Repetidamente.

Contemplándolo ahora, podía ver por qué. El Point era tan alto como dos

casas de dos pisos apiladas una sobre la otra.

Cuando nos mudamos a Venecia, mis padres usaron mi deseo por saltar,

como un incentivo para darme clases de buceo. Nunca en realidad dijeron

que si me volvía lo suficientemente buena, me dejarían hundirme frente al

Mirage Point, pero supongo que eso estaba sobreentendido.

Una vez, descubrí que tenían otro motivo.

Page 52: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

52

Había estado arriba haciendo mis tareas y bajé para afilar un lápiz. Los

escuché hablando en la cocina. Mamá estaba haciendo pasteles y papá

molía nuez moscada sobre un pastel de calabaza, así que debe haber sido

noviembre.

—Es perverso —decía mi mamá—, la forma en que sigo preguntándome

qué hubiera sido peor, que saltara desde el Point, de cabeza hacia la

oscuridad, o que se quedara a solas con ese hombre por más tiempo.

Ninguno sucedió —dijo sonando como si su garganta estuviera irritada—.

¿Por qué me lo sigo preguntando?

—Es la naturaleza humana —la confortó papá—. Los padres ensayan sus

pesadillas, para que si lo peor sucede puedan superarlo.

Mamá le dio una triste sonrisa.

—Nuestra paranoia los mantiene con vida, supongo.

Hubo una avalancha de galletas desde el gabinete entonces, así que no

escuché todo lo que dijeron, pero resultó ser que mamá y papá esperaban

que el buceo me dejara exhausta. Querían que durmiera profundo y sin

sueños.

También esperaban que me convirtiera en el tipo de chica atleta

universitaria que se ganaba becas y por un tiempo, pareció como si

hubiera funcionado.

Tenía un don para el buceo.

Después de las primeras lecciones, mi maestro me preguntó si quería estar

en el equipo de buceo del centro. Luego fue el equipo de la escuela. Para

cuando estaba en mi penúltimo año de secundaria, estaba en el segundo

lugar entre los buceadores de mi región. Y fue entonces cuando renuncié.

Convencí a mis padres de que había perdido el interés, así que no se les

ocurrió preocuparse porque pudiera bucear por el Point este verano.

Ahora que estaba aquí y ellos no se encontraban para gritarme “no”,

¿quería intentarlo?

De pronto era tan tentador como derramar esas siete lágrimas para ver si

ese chico gitano volvía. Si quería bucear ahí, o dejar salir esas lágrimas,

nadie podía detenerme.

Page 53: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

53

Caminé por el Point. Con cada paso, el sonido de las olas contra la roca se

volvía más fuerte.

A tres cuartos de camino hacia allí, a pocos pasos de la cerca, cambié de

idea.

Un tenue sendero se hundía en la maleza. No era más amplio que el

cuerpo de un conejo y llevaba hasta la caleta. Una vez que el sendero

comenzaba a bajar, el pasto marino se desvanecía, dejando las rocas

desnudas rociadas por el mar.

Ese fue el camino que tomé.

Desde el momento en que me bajé del VW ayer y comencé a subir al

porche de Nana, he querido ir a esa caleta. Cuando vi las huellas húmedas

en mi porche, quise ir a la caleta. Cuando respiré la salada brisa esta

mañana, quise ir. No era gran cosa, excepto que no se trataba de un

“querer” ordinario.

Era como si me estuviese enamorando. Una extraña fuerza me atraía hacia

la caleta.

Escuché el gentil arf matutino de la mamá león marino a sus cachorros.

El sendero se retorcía como una escalera de caracol. Con cada paso los

sonidos se hacían más claros, pero el arco de piedra bloqueaba mi vista.

Sin embargo, podía ver la caleta en mi memoria: una pequeña playa

salpicada con rocas junto a una gruta llena de reflejos de luz verde.

Antes, no se me había permitido ir hasta allí por miedo a que la marea

subiera y me atrapara.

La arena de la caleta se veía rosa con el amanecer, y era difícil notar la

diferencia entre los leones marinos y las rocas. Sus “arfs” se volvieron más

altos, pero no estaban realmente asustados. Brillando con colores

plateados, negros y marrones oscuro, las madres empujaron a sus

cachorros lejos de mí.

Tratando de no llamar su atención, me senté en un peñasco frente a ellos,

con la espalda hacia la gruta.

Me encantaba mirar a los leones marinos moviéndose. No son como las

focas que se arrastran a sí misma con las aletas. Son más como perros. Se

levantan y usan sus cuatro aletas. Había como una docena de madres con

Page 54: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

54

sus bebés. La caleta era panda y cálida. Los cachorros aleteaban alrededor

aprendiendo a nadar. Eran tan lindos que me daban ganas de abrazarlos y

enterrar el rostro en su suave pelaje, pero sería un gran riesgo.

Los leones marinos son una especie protectora y rara vez lastiman algo

que no tenga agallas en su cuerpo. Si caminas demasiado cerca,

simplemente se lanzan hacia la caleta y se alejan nadando.

En general. Los toros son una excepción.

Desde que tengo memoria, Nana ha llamado a cada enorme león marino

macho que ha protegido la caleta “toro”. El toro de este verano debía haber

salido a nadar, pero me mantuve alerta. Esos enormes machos pesan

cientos de kilos y portan terroríficos dientes.

Nana tenía una grotesca imagen de un invitado que intentó domesticar

uno. Ella hace que las personas que están intensadas en visitar la caleta la

escuchen. Después de eso, la mayoría se mantiene alejada.

Detrás de mí oí pasos en el agua.

Lentamente saqué la vista de los leones marinos y lo vi. Los reflejos del sol

en el agua, pueden hacerte ver cosas que no están ahí. Pero sólo se

encontraba a unos metros de distancia.

Se sentó en una roca plana justo fuera de la gruta.

Mi mirada barrió la caleta, intentando darle sentido al hecho de que no

había estado ahí hacía un minuto. De acuerdo, tal vez había estado un

poco hipnotizada por la playa pero, ¿por qué no habían reaccionado los

leones marinos a su acercamiento?

Tal vez habla su propio lenguaje, bromeé conmigo misma. Después de todo,

en esas viejas leyendas, los Selkies gobernaban como príncipes entre los

leones marinos.

Era lo suficientemente atractivo como para ser un Selkie. Eso de seguro.

Sus deshilachados pantalones vaqueros estaban empapados. Tenía el

cabello más negro que hubiera visto alguna vez. Sus pies descalzos me

recordaban a una escultura y las esquinas de sus ojos caídas. No eran

asiáticas, no lo creía, pero podía ser italiano o griego. Su nariz puede

haber sido rota alguna vez.

Los detalles dejaron de notarse cuando se movió.

Page 55: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

55

Se acostó con los brazos detrás de él. Mostraba una perezosa sonrisa, y

estaba totalmente inmerso en solearse. Era algo bueno que tuviera los ojos

cerrados, porque no podía dejar de mirarlo.

Su bronceado era dorado y tan parejo que debía usar bronceadores.

Quería rozar mis dedos en ese espacio en el que el cuello se transformaba

en sus hombros.

¿Qué? ¿Por qué estaba pensando en tocar a este extraño?

Envolví los dedos de mis manos y los cerré en puños con los pulgares.

—Nunca me llamaste —dijo y entonces abrió los ojos.

Respiré profundo. En mi mente, campanas sonaron como cuando el

carrusel se detiene y tienes que desmontar un caballo púrpura. La fantasía

terminó.

—Eso sería porque nunca nos conocimos —le dije.

Me miró atónito.

—¿No lo recuerdas?

—Lo recordaría, créeme —dije.

—Fue aquí —dijo, intentando darle a mi memoria un empujoncito

mientras me estudiaba con serios ojos marrones.

—¿Aquí? —pregunté. Aunque tenía ese particular ritmo celta al hablar, al

igual que los originarios de aquí, no creía que realmente fuera un chico

local.

Su descripción de “aquí” vino con un vago gesto que abarcaba toda la

costa californiana. Cuando se movió de esa forma, los tendones desde sus

antebrazos hasta su dedo índice, se flexionaron.

Lo estaba haciendo de nuevo y no debía comerme a los extraños con la

mirada.

—¿Cuándo? —pregunté, supongo que porque quería que fuera verdad.

Miró la arena entre sus pies. Esa no era una pregunta difícil. O era

retrasado o realmente un mal mentiroso. Estaba comenzando a irritarme

conmigo misma y con él, cuando su cabello goteó sobre su pecho.

Page 56: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

56

Intenté respirar pero se me había atascado el aliento.

Ese bronceado dorado que caía sobre sus músculos y bajo las gotas de

agua. Debía ejercitarse, porque tenía un pecho realmente lindo. De hecho,

tenía todo realmente lindo.

Levantó la mirada como si finalmente hubiera formulado una respuesta.

Me sentí tan avergonzada que me pillara mirando, que me enojé.

—Casi me tuviste ahí por un minuto —espeté.

—¿Te tuve dónde? —preguntó, pero la pregunta no sonó sarcástica.

Todos los leones marinos se habían callado y oí lo brusca que había

sonado. Se veía confundido así que suavicé lo que dije:

—No es una frase muy original para enganchar, eso es todo —dije. ¿Qué

tal si el inglés no era su lengua materna? Tenía acento.

Mi cerebro buscaba más excusas cuando noté la forma en que su cabello

mojado caía en mechones sobre sus mejillas. Algo sobre eso me detuvo. Lo

reconocía. Casi.

Su rostro se iluminó con infantil alegría. Se sonrojó un poco. Como si

pudiera leer mi mente, dijo:

—Sé que has recordado.

Todo este tiempo había estado sentando en esa roca calentada por el sol,

pero ahora se puso de pie. Era más alto de lo que esperaba. Al menos 1,

80 m. Musculoso. E intimidante. Cuando se movió hacia mí, retrocedí un

paso.

Lo notó. Sus ojos se movieron como si hubiera bloqueado mi escape.

Nada bueno, pensé y el disparo de adrenalina me puso híper alerta.

—Tengo que ir a trabajar —dije.

—¿No preferirías quedarte aquí? —Su cabeza se hizo hacia atrás, y pareció

disfrutar del cielo azul abovedado sobre las rojizas paredes de roca. Se veía

igual que cuando había tenido los ojos cerrados, cuando estaba

disfrutando del calor del sol en su piel mojada.

—Es mi primer día de trabajo.

Page 57: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

57

Me dio un encogimiento de hombros como diciendo “y qué” Tal vez tenía

dinero. Cuando buscó por mi brazo, la adrenalina regresó. Esto iba

demasiado rápido. No importaba lo lindo que fuera.

—Cuentan conmigo —dije.

Podría haberme tocado, pero su brazo cayó a un costado. Se veía resignado

y un poco disgustado.

Mientras comenzaba a subir por el sendero hacia el Mirage Point, lo saludé

y entonces lo oí inhalar.

Sabía que iba a decir algo. Seguí moviéndome, pero lo miré sobre mi

hombro.

—Gwennie —llamó—. ¿Volverás esta vez?

Tomé el sendero a la carrera. ¿Cómo sabía mi nombre?

Page 58: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

58

Traducido por Nelly Vanessa y Auroo_J

Corregido por Angeles Rangel

Durante todo el día, me pregunté si él aparecería en el Sea Horse Inn.

Podía ser un invitado que hubiera conocido allí cuando era una niña. O

alguien que había asistido a la escuela de Siena Bay. Era posible que lo

hubiera conocido en una alberca del norte de California.

Pero la cosa era que lo hubiera recordado. No soy del tipo chica loca-por-

todos-los-chicos-de-la-semana, pero si él me hubiera pedido que lo

llamara, me hubiera derretido en el acto.

Él parecía un nadador competitivo. Mis pensamientos seguían girando de

nuevo sobre ese hecho, pero no me sentía bien.

Había algo vergonzoso, así que me alegró que nadie pudiera leer mi mente,

era que nunca me había fijado en la piel de un chico antes. En realidad

pensé en eso mientras ponía la mesa de Nana con la plata fina.

Mientras lavaba los platos después de que los invitados se habían retirado

del desayuno, repetí en mi mente esos ojos marrones, que habían

cambiado de una expresión devota, hasta juguetona, a depredadores.

Había algo en él que no era normal.

Le dije a Nana que trabajaría para ella todo el día para ayudarla a ponerse

al día con cosas que no podía hacer con su pierna lesionada. La verdad era

que tenía miedo de caminar de regreso a mi casa.

¿Dónde estaría? ¿Quién era él?

Sí, era pleno día pero, ¿y si me estaba esperando? ¿Y si dejaba su huella

en mi porche?

Quería preguntarle a Nana o a Thelma si el líder de la manada Siena Bay

era patológicamente guapo. Pero no lo hice.

Page 59: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

59

En su lugar, puse mi ansiedad a buen uso. Lavé las ventanas de Nana y

no eché un vistazo cuando hice aquellas del lado del mar de la posada.

Mi único quiebre fue cuando mis padres llamaron, después de esperar un

récord de veinticuatro horas para ver cómo estaba. Les dije que Gumbo y

yo habíamos pasado la noche muy bien.

Por supuesto no mencioné la alucinación de la gata en la ventana o al tipo

de la cala, así que cuando hablé con mamá, ella admitió que estarían fuera

una semana, acampando en Colorado. Estarían felices como podrían serlo

sin tenerme a la vista.

Después de eso, pasé dos horas de rodillas en el sol, lijado las tablas en el

paseo de la viuda, porque Nana juraba que el paso áspero había causado

su accidente. No miré hacia el punto.

Cuando terminé, estaba sudorosa, sucia y había trabajado la locura de mi

sistema. El chico con el que había hablado no era anormal, era extranjero.

La próxima vez que lo viera, le preguntaría de dónde venía. Y eso sería

todo.

Nunca se me ocurrió que no lo volvería a ver.

Enfriado con los perezosos ventiladores de techo, el Inn era un oasis

después de mis horas fuera.

—Estos pantalones vaqueros nunca serán los mismos —me disculpé,

mientras me encontraba con Nana en la cocina. Había tomado un par de

sus pantalones vaqueros viejos para hacer las tareas y las rodillas se

habían vuelto del blanco de las telarañas.

—Ni tú tampoco, por tu aspecto —dijo Thelma.

Mis ojos estaban todavía aturdidos por el reflejo del sol, pero me di cuenta

de que mis brazos se habían quemados por el sol y tenía ampollas en las

manos. Me había recogido el pelo en un moño, pero la mayor parte se

había caído.

No estaba en condiciones de servir el té, pero eran casi las cuatro.

—Esos pantalones vaqueros estaban destinados a la bolsa de trapos de

todos modos —dijo Nana—. Y tienes tiempo suficiente para un baño de

espuma rápida.

Page 60: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

60

Abrí la boca para protestar cuando dijo:

—Te lo prepararé yo misma y te prometo que lo encontrarás bastante

reparador.

Debido a que Nana creía en el poder de las hierbas, mucho antes de que la

aromaterapia se hubiera inventado, no me sorprendió que el baño oliera

profundamente a clavícula-tropical y exuberante.

Su habitación estaba del lado de la casa que daba al mar, por lo que

incluso aunque el cuarto de baño poco alicatado, se podían oír las olas.

Tiesa por la relajación, me las arreglé para salir, secarme y encontrar el

vestido que Nana había dejado para mí.

Era uno de esos vestidos que es infinitamente ajustable. De aspecto de

contracultura, pero fresco. Hecho de algodón arrugado marfil, tenía cosas

brillantes al azar como el confeti del Sr. Whartonsus en la falda y la parte

superior dejaba mis brazos desnudos. Por una vez, los músculos obtenidos

de mis días como buzo no me hicieron verme varonil, simplemente

encajando.

Se ceñía en la cintura y se arremolinaba alrededor de mis rodillas.

Mi cabello húmedo podría haber necesitado un poco de trabajo, pero no

había tiempo. Mirándome en el espejo de Nana, me lo ericé con los dedos.

Mamá lo llamaba de color “rojo ámbar”.

Antes de que pudiera comenzar a ondularse por la alta humedad, lo cubrí

y lo levanté. Sabiendo que a Nana no le importaría, hurgué en su

maquillaje. Me puse sombra de ojos Hushabye color azul, un poco de rímel

y brillo de labios transparente y decidí que parecía de diecisiete años.

Ese chico, que sabía mi nombre, aunque no supiera el de él, se había visto

grande. Tal vez de diecinueve o veinte años.

Me puse los zapatos que había usado esta mañana, haciendo girar la falda

y sonriéndome a mí misma por mi reflejo. Excepto, que no pude verlo. La

luz del sol entraba a raudales por la ventana junto al mar, creando un

deslumbre en el espejo que me hizo entrecerrar los ojos.

Parpadeé y me alejé, sonriendo todavía. ¿Quién me podía culpar por

sentirme contenta de que no hubiera nadie esperando por mí esta noche y

porque me sentía un poco salvaje?

Page 61: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

61

Servir el té resultó ser más fácil que ayer y en realidad miré a los invitados.

Sólo había cinco hoy.

Mientras miraba hacia mi bandeja de azúcar, leche y rodajas de limón,

decidí que la mujer cuyo pelo caía dentro de un casco de bronce rubio

debía ser de la que Thelma había dicho cosas sarcásticas ayer. El Sr. y la

Sra. Heller, sí, sí eran, pero me hubiera gustado poder recordar lo que

había dicho acerca de ellos, además del hecho de que el marido, el hombre

calvo tenía que ser él, parecía lo suficientemente agradable.

Me gustaban más los demás huéspedes, aunque estoy segura que Nana no

quería que les diera prioridad. Sin embargo, las tres profesoras de inglés

que habían adivinado que estaba a punto de ser una persona mayor, me

preguntaron si me gustaba el inglés y me dirigieron una sonrisa de

aprobación cuando les dije que literatura era mi materia favorita.

Se sentaron juntas en el sofá de Nana, aunque se trataba de un ajuste

apretado.

Todas tenían un poco de sobrepeso, pero no en el mal sentido. Parecían

cómodas y felices. La rubia, suave y esponjosa y la otra con el pelo negro y

corto hacían juego con la de pelo desteñido de color rojizo y lentes.

Estaban bromeando y sirviéndose pasteles de chocolate cuando me di

cuenta de que podrían ser Mandi y Jill conmigo en el centro, con cerca de

cuarenta años. Excepto que no podía ver a Mandi irse en un viaje por

carretera que terminara en un festival de Shakespeare.

—La Sra. Cook prometió contarnos un mito —dijo la profesora con el pelo

negro—. Oí que se sabe docenas.

—Así es —le dije con orgullo—. Es mi abuela.

—Qué chica tan afortunada —dijo la de gafas.

Estuve de acuerdo y volví a llenar su taza de té.

Nana se sentó en un sillón en la sala, jugando a la anfitriona. La falda

púrpura, paisley, le llegaba hasta el suelo, tapándole la bota de yeso. Con

sus dedos con muchos anillos y pelo ralo, parecía una reina elfo.

Trabajé mientras escuchaba, rellenando tazas de té y pasando las

bandejas, siempre preguntándome si ese chico estaría cerca.

Page 62: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

62

Cuando Nana se recostó en su silla, la sala se quedó en silencio. Sus ojos

se posaron en el césped verde de la posada, que rodaba hasta la playa,

devolviendo los ecos de las olas. Contó la historia como si la hubiera oído

muchas veces y la hubiera memorizado.

—Hace mucho tiempo en estas costas, vivía la hija de un pescador llamada

Larina. Aunque era una chica soleada, sana, todo el mundo sabía que

estaba destinada a ser una solterona.

»No es que no fuera amable. Tomaba té caliente con los pescadores

mientras reparaban las redes, acurrucados contra los vientos fuertes. Era

amable, también, tolerando la respiración del fuelle caliente para hacerle

compañía al herrero mientras reparaba las ollas de su madre para cocinar.

Y Larina era paciente, porque podía encontrar en la plática lo mejor que

podía con el tendero cuyo interminable balbuceo ponía a los aldeanos

ansiosos por escapar de su compañía.

»Pero la joven veía a la mayoría de los hombres como hermanos y ellos, a

su vez, la consideraban una hermana. Aun así, ella misma se sentía como

contenta hasta que aprendió el camino de la felicidad verdadera.

»Una noche, un sueño la obligó a caminar hasta la orilla oscura...

La voz de Nana se fue apagando y eso era raro. A pesar de que

probablemente era la única en la habitación que tenía razones para

temblar ante eso, algo en su voz hizo que dos de las profesoras se frotaran

los brazos como si tuvieran piel de gallina.

—Hacer su camino a la orilla del océano no fue fácil para Larina. Sólo una

media luna se mostraba, delgada y brillante como una barra en el cielo

negro, brillando con la promesa luminosa de lo que le esperaba al otro

lado. Contra las olas apareció un caballero. Era alto y delgado y estaba

mojado. A pesar de que hablaba una lengua desconocida, le dio a

entender, ¡que había estado bañándose para su propia diversión!

—Larina estaba en shock. —Nana nos miró con una mueca de

desaprobación y todos rieron.

—Ningún hombre en Siena Bay se sumergía en el mar caprichoso a menos

que su buque se volcara. Luego lucharía de nuevo por subirse a bordo y

volver a tierra tan pronto como pudiera.

Page 63: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

63

—Pero este caballero era diferente. —Nana hizo una pausa. Alguien

suspiró, pero no fui yo—. A pesar de que hablaban lenguas diferentes,

cada corazón saludó al otro en silencio:

—Hola dulce amiga —parecían decir—.¿Por qué has esperado tanto tiempo

en aparecer?

Ante esto, la señora Heller se movió, apurando el último sorbo de té, y

chasqueó los dedos en dirección hacia mí.

La mullida y rubia profesora de inglés chasqueó la lengua con

desaprobación, mientras se servía más té.

Nana nos ignoró a todas.

—Más lleno de maravillas de lo que de miedo, Larina salió al encuentro de

su caballero oscuro cada noche. Cuando se imaginaba a su padre

haciendo que lo arrestaran por sus intenciones, temía que la cárcel lo

matara con tanta seguridad como la lapidación. Y sin embargo, no podía

estar lejos. Como las olas volviendo a la orilla, Larina volvía a él y una

noche se enteró de qué era lo que lo hacía tan diferente.

»Ella lo encontró por casualidad desnudo y plateado con el brillo de la

luna, descansando al lado de la piel de un león marino y supo que él era

un Selkie, esos primos de la gente de las hadas que se transformaban de

leones marinos a seres humanos a su antojo.

—¿Por qué no me lo dijiste? —exigió una respuesta, pero él estaba

confundido por su indignación. En la forma de los animales, él sabía que

eran diferentes y sabía que no tenía importancia. También sabía, como las

criaturas, que su tiempo juntos duraría solamente una temporada.

La Sra. Heller comenzó a levantarse, como si la historia hubiera

terminado, pero su marido le tocó el brazo. Haciéndole una mueca, ella se

sentó, cruzó una pierna sobre la otra y movió el pie mientras Nana

continuaba.

—Fuera de la fe, Larina perdonó a su caballero oscuro, pero no lo

entendió. Se preguntarán si eran amantes o simplemente compañeros.

¿Hubo una ceremonia Handfast a la orilla del océano? —Nana se encogió

de hombros—. La leyenda no lo dice, pero una noche Larina llegó a su

ensenada secreta a pesar de una terrible tormenta. Los vientos arrancaron

su cabello. La lluvia arruinó su vestido. Las olas se alzaban rojas negras

Page 64: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

64

encima de ella. Larina esperaba sola, tratando de olvidar que la sangre

Selkie, derramada por una mano humana, causaba una tormenta horrible,

y sólo otra mano humana podía sanar la herida y ponerle fin a la

tormenta. Ella esperó y él no llegó.

»Larina cambió en esa tormenta. Siempre la más suave de las chicas, gritó

un juramento a la tempestad. Ella le ayudaría, ¡o sanaría si pudiera! Pero

las estrellas sin piedad sólo le guiñaron un ojo y al amanecer —Nana se

interrumpió—. Bueno, de hecho, muchos dijeron que había vuelto loca.

—Desde esa noche, vivió sola, llamada por algunos solterona o bruja del

mar por los demás, hasta que… —Nana sonrió y levantó un dedo como

una vela—.Una noche siete años más tarde, cuando la luna se asomó a

través de una hendidura en el cielo negro, Larina fue de nuevo a la orilla, y

se ahogó.

Las maestras se sentaron de repente, como si hubieran sufrido un latigazo

por abrupto el final de Nana. Excepto, por supuesto, que ella no había

terminado.

— Al menos —continuó Nana en tono zalamero—, eso es lo que la gente

dice. Suicidio, decidieron, debido a que los pobladores que fueron a su

casa encontraron los suelos barridos, la despensa vacía y el hogar frío. Lo

único que no pudieron explicar fue la corona de algas, trenzada en nudos

de amor, decorada con conchas, tendida en estrecho catre individual de

Larina.

Nana bajó la cabeza ante el aplauso suave que siguió.

— Oh, bien hecho —dijo la maestra con gafas, acariciando la mano de la

rubia suave y esponjosa, que parecía como si fuera a llorar.

—Hermoso —dijo la profesora con el cabello negro.

—¿Qué hacen por aquí para la vida nocturna? —preguntó la señora Heller.

Los aplausos de apreciación se detuvieron.

En el silencio, la rubia descarada añadió:

—Usted sabe, clubes, bailar, ese tipo de cosas.

Todos en la sala se quedaron sin habla. Hablando acerca de romper un

hechizo.

Page 65: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

65

Nana tenía una sonrisa vaga, como si estuviera todavía saliendo de un

trance, y yo trataba de no estar molesta, pero realmente, ¿quién se

quedaría en el Sea Horse Inn, a dos horas en cada dirección de las

principales ciudades, si estuviera buscando vida nocturna?

Su marido estaba claramente avergonzado.

—Quiero caminar por la playa y leer —dijo él, frotándose una mano sobre

su cabeza calva—. Ella quiere ir a bailar.

La Sra. Heller sacudió su taza de té de porcelana, entonces lo bajó como

una sonaja. Sintiéndome protectora con la porcelana de Nana, la tomé.

—Me quedaré con ella, cariño —me dijo y la sonrisa, que hacía pliegues de

su piel caoba, decía que era una advertencia.

—Por supuesto —le dije, haciendo una nota mental para usar el protector

solar que mamá me había hecho empacar.

Por ahora, Nana había sido felicitada por las profesoras, quienes salieron

de la habitación, dejando un aire de desaprobación detrás.

—Para la vida nocturna real, usted tendrá que quedarse para nuestra

próxima fiesta de San Juan —dijo Nana—. En la playa Mirage y la Bahía

de Siena todos hemos crecido celebrando el solsticio de verano.

—Suena un poco pagano y ruidoso —dijo Heller.

Mientras él le guiñaba un ojo a su mujer y me ofrecía su plato vacío, me di

cuenta de que eran las seis en punto. La hora del té hacía tiempo que

había terminado.

—Abajo en el pueblo, habrá un desfile, juegos y ventas en las tiendas, por

supuesto —dijo Nana.

—¿Y aquí arriba? —preguntó, inclinándose hacia delante un poco.

— Somos más tradicionales en el Point —explicó Nana—. Tenemos una

hoguera la noche anterior y contar más historias.

La esposa puso los ojos de aburrimiento mientras recogía los platos para

llevarlos a la cocina. No culpé a Nana por mantener la mejor parte de la

víspera de medio verano en secreto.

Page 66: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

66

Por supuesto que no había estado en una desde que era una niña

pequeña, pero víspera de San Juan era un poco bulliciosa.

Eras obligada a permanecer despierta toda la noche, para construir

enormes hogueras ardientes al cielo y bailar a lo tonto. Después de rudas

competiciones, el Rey y la Reina del Verano eran coronados con guirnaldas

de flores. Cuando niña Nana había sido la Reina del Verano tres años

seguidos y sus coronas de guirnaldas, se desvanecieron a un rosa pálido y

lavanda a pesar de tener algún tipo de conservante químico, colgadas

sobre la chimenea como decoración.

—El solsticio —reflexionó el marido, ya que su esposa se movía con

impaciencia—. ¿Qué es eso exactamente?

—El primer día del verano y el día más largo del año —dijo Nana—.

Después del solsticio, cada día se vuelve más corto, alargando las noches,

ya que la Tierra gira hacia el invierno.

Eso siempre me pareció injusto. Al principio, no deberías empezar a

preocuparte por el final.

Cargada de platos, me fui de vuelta a la cocina. Thelma ya había limpiado

todo, así que dejé los platos sin protestar, antes de regresar a la sala una

vez más.

—¡No podemos quedarnos tanto tiempo! —La mujer estridente seguía

discutiendo con su marido cuando regresé.

—Tal vez el año que viene. —La voz de Nana fluyó sobre la estridencia

mientras la Sra. Heller salía de la sala—. Mientras tanto, si camina en

Siena Bay y visita Village Books, encontrará una buena colección de

leyendas locales y está abierto hasta las nueve.

El Sr. Heller vio detrás de su esposa.

—¿Puede creer que era una chica de 4-H criando conejos cuando la

conocí? Durante los tres primeros años de nuestro matrimonio, lo único

que quería era una granja. —Dio a Nana una sonrisa nostálgica—. ¿Cree

que ella cambió, o yo no conocía su verdadero yo?

—Eso es difícil de decir —comenzó Nana y luego algo me hizo interrumpir.

Page 67: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

67

—Mamá siempre dice que ella pensó que iba a casarse con un abogado,

pero él, creció, para ser un autor. Ella me dice que es mejor estar segura

de que me enamore del hombre, no del estilo de vida.

—Bien, bravo por tu sensata madre —dijo Nana y la sonrisa que reclamó

su rostro me mostró lo mucho que amaba a todos.

El Sr. Heller nos dio un saludo al salir.

Nana se levantó y se alisó la falda púrpura.

—No mentí sobre la fiesta en Mirage Point, exactamente —me dijo Nana

mientras cerraba las puertas—. Nuestra celebración es para la gente local,

especial porque es… Nana buscó la palabra correcta, yo seguía oyendo las

olas rompiendo fuera… —Tradicional. No porque las camisetas están

marcadas con 20 por ciento de descuento.

Las dos nos reímos y sentí una cercanía con Nana que no había sentido

con nadie por largo tiempo. No se me ocurría cómo decirlo, así que eché a

andar hacia la cocina. Nana me tocó el brazo.

—Deja los platos a Thelma. Tengo una tarea diferente para ti. Sólo me

llevará un minuto para coger mi portátil desde arriba.

Sosteniendo un puñado de falda con una mano, agarrando la barandilla

con la otra, Nana comenzó a subir. Tomaría más de un minuto para que

volviera, pensé, mirando detrás de ella. Antes de encontrar lo que estaba

buscando, Nana ajustaría el edredón directamente en una cama en una

habitación de invitados vacía, comprobaría el popurrí en una concha en

una mesa del vestíbulo y charlaría con todo el que conocía.

El Inn estaba tranquilo a mí alrededor.

Tenía tiempo.

Resbalé las puertas del salón abiertas, me deslicé dentro y cerré detrás de

mí. Crucé el suelo de madera pulida, la alfombra tejida a mano y di un

paso a través de las ventanas del marco. Una polilla de la col blanca

tembló en el ocaso al pasar por el jardín de Nana.

Crucé el césped en diagonal. En lugar de dar un paseo a la playa, giré a la

izquierda, atraída por el camino que me llevaría al otro lado del barranco a

Mirage Point.

Page 68: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

68

No estaba hipnotizada por el sol que brillaba en un disco al rojo vivo sobre

el océano. A pesar de que me recordó el espejo de adivinación de Nana, no

me sentía adormilada. Sabía exactamente a dónde iba y en cuánto tiempo

tenía que volver.

Iba a Point.

Caminé todo el camino hasta este momento. Sostuve mis faldas de lado,

justo como había visto a Nana hacer y pasé por encima de la valla de

protección. El acantilado terminaba hacia el mar y las olas golpeaban en

su base.

El sol poniente volvió las olas rojo vino, a excepción de un lugar donde el

agua estaba tranquila y pétalos de espuma se sacudían a su alrededor. No,

era profunda.

Sabía que podía hacer esa inmersión.

Y entonces sentí alguien viéndome. Mi profesor de biología dijo que es un

sentimiento que queda de los tiempos primitivos. A veces es como una

vibración a través de tu frente. Otras veces es como una cinta

arrastrándose a través de tu nuca. Dijo que nos ayudó a sobrevivir.

Esta vez se sintió como manos en mis hombros. Hubiera jurado que

alguien estaba detrás de mí, tan cerca que su aliento movía mi cabello y

me hacía cosquillas en la oreja.

—¡Gwen! —llamó Nana desde el malecón alrededor de su jardín. Su voz

sonaba un poco preocupada, pero por supuesto que lo hacía, ya que me

pasé por encima de la valla.

Realmente no había querido que ella me viera y no podía imaginar cómo

había logrado subir y bajar tan rápido, hasta que parpadeé al horizonte. El

sol poniente se había ido.

—Contrólate —me dije y luego sacudí la cabeza y me apresuré a regresar.

Nana no me regañó o pidió una explicación. Me hizo un gesto de vuelta a

la sala y se dirigió hacia la parte delantera de la casa.

—Este es un trabajo verdaderamente adecuado para ti —dijo ella,

dándome algo que parecía un cruce entre un portátil y un álbum de

fotos—. Es mi diario de jardín. Un jardín junto al mar no es el nada fácil

de mantener. En la mañana. En verano está bien cocido por el sol o

Page 69: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

69

cubierto con niebla salina. En invierno es arrancado por vendavales y

arremetido con la espuma del mar.

Cuando Nana hizo una pausa, me di cuenta de que nunca había pensado

mucho en su jardín. Era sólo un lugar por el que cruzabas de camino a la

playa. Y sin embargo, mientras estaba viendo el paseo de la viuda, me di

cuenta de las estudiantes coreanos que daban una última visita antes de

cargar sus cosas para irse.

—Los clientes a menudo vagan por las rutas —dijo Nana—, y quieren

saber lo que están viendo. Siempre he pensado en escribir algunos signos

interpretativos, una breve historia y el romanticismo del jardín junto al

mar, si se quiere. Sin embargo, nunca he llegado a hacerlo. Así que

cuando tu madre me dijo que la tuya era la mano que caligrafiaba sus

tarjetas para las fiestas de este año, comencé a pensar que eras la

indicada para el trabajo.

Nana abrió el cuaderno para que me diera una idea del papel descolorido

forrado que estaba escrito sobre en lo que parecía ser la escritura de Nana.

También había un paquete de una nueva marca de tarjetas de papel muy

lindas, como invitaciones de boda, sólo se veían algo así como las que

tenían un marco, con un lugar para escribir su interior.

—Este es el tipo de trabajo que podría hacer —le dije. Me había librado de

esa sensación de ensueño. No podía creer que me estaba entusiasmando

con la jardinería, pero las plantas tenían grandes nombres. El

recubrimiento de color de rosa, blanco, cisne, margaritas, dama de

honor—. ¿Tú dibujaste estos, Nana?

Bosquejadas en rosa, verde y pastel de albaricoque, habían sido pintadas

en el cuaderno, cerrándolo de golpe. Nana les despidió con un gesto de la

mano.

—Son nada. Las notas son lo que importa. No hay prisa en ello —dijo

Nana—. Empieza con los que están en flor ahora o será en el momento de

salir. He marcado cada uno con una fecha.

Volteando el cuaderno, Naya lo cerró y me lo presentó como un regalo.

Detrás de nosotros, una ráfaga de viento suspiraba por la casa, levantando

las cortinas, con el olor de la niebla que estaba colgando de la costa,

esperando a que cayera la noche.

Page 70: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

70

Nana comenzó a girar y luego no lo hizo, como si quisiera olvidar verme de

pie al otro lado de la valla de protección. Ella no lo iba a traer, ni yo, pero

sabía que era la culpable de su expresión preocupada.

Ella estaba tratándome como a un adulto y yo lo mandaba a volar.

—Debería caminar de regreso a la casa de campo y empezar a trabajar en

esto —le dije.

—Gwendolyn Anne, no vas a hacer tal cosa —dijo Nana. Me di cuenta de

que estábamos de pie, al abrigo de un árbol adornado cerca de la puerta

principal y Nana cubría sus hombros con un chal de ganchillo—. Estoy

hambrienta y te ves absolutamente preciosa con ese vestido. Hay un

mercado de agricultores pequeños en la ciudad el jueves por la noche. Voy

a tratar a de conseguir algo de comida de la calle para las dos.

El miedo llegó furioso hacia atrás como la ola que me golpeó mis pies años

atrás en la noche. Los ecos de un viejo cuento gritando en mi memoria. En

Siena Bay había gente que recordaba.

—Nana, realmente no tengo ganas —traté de parecer lamentable y forzada.

—Basura —dijo Nana. Me aventó un cuadrado de seda plateado y negro,

otro mantón, adiviné. Lo agarré—. Trae eso y no tendremos que detenernos

en la casita de campo.

Me empujó hacia la puerta, con las manos revoloteando como si estuviera

espantando gaviotas lejos de un almuerzo al aire libre...

Abrí la puerta y me detuve antes de cruzar el umbral. Nana había movido

el auto hacia al frente de la posada. El Cadillac blanco era como de una

cuadra de largo.

—Totalmente absurdo en términos de consumo de gasolina —dijo Nana,

con cariño—. Pero es un clásico, una reliquia de mi crisis de los cuarenta,

y tengo la intención de ser enterrada en él.

—Nana —grité. No sabía por qué me sentía tan indignada en primer lugar:

por su crisis de la mediana edad o sus planes para el funeral, así que no lo

comenté—. ¿Aún puedes conducir con ese cacharro? —le pregunté

mientras tomaba un anillo de latón de las llaves de un gancho junto a la

puerta.

Page 71: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

71

—No —dijo ella—. Pero tú puedes. —Entonces ella sacudió las llaves hacía

mí y dijo—: ¡Agárralas!

Page 72: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

72

Traducido por Jo

Corregido por Angeles Rangel

—Creo que puedo caminar a la vereda desde aquí —bromeó Nana. Abrió la

puerta del auto y miró hacia abajo. Estaba a casi medio metro lejos en la

calle.

Estacionar este gran bote de auto en una ciudad repleta de turistas y

fiesteros era casi imposible. La calle principal de Siena Bay estaba

bloqueada con caballetes envueltos con luces brillantes, así que caminé

por las calles laterales hasta que encontré el último espacio de

estacionamiento en una empinada colina mirando la bahía.

De alguna manera, nos maniobré en eso, pero no hice un trabajo muy

bueno.

—Puedo hacer otro recorrido por la ciudad —ofrecí, a regañadientes.

—No hay necesidad, cariño —dijo Nana, soltando su cinturón de seguridad

y bajándose—. Comenzaron a cerrar a medianoche.

Ja, ja. Eran sólo las siete treinta.

—Pero sí, ponle el freno de seguridad por favor.

Lo puse tan duro como pude, luego giré las ruedas como lo hice cuando

estacioné en las colinas de San Francisco. Si el auto de Nana comenzaba a

rodar desde aquí, no pararía hasta que estuviera profundamente en el

fondo del mar.

Nana se apoyó un poco en mi brazo mientras caminábamos sobre la colina

hacia la reunión, la que sonaba más como una feria callejera que un

mercado de granjeros.

Pasamos puestos con aguacate y alcachofas; pirámides de kiwis; cestas de

moras, fresas y cerezas; pero también vimos comerciantes vendiendo

Page 73: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

73

figurillas de vidrio soplado, juguetes de madera tallados a mano y tazas de

cerámica en suaves formas bulbosas.

La música pulsaba a través de la multitud sin rumbo.

—¿Escuchas la flauta y la gaita? —preguntó Nana—. Esos serán Red e Ian.

Recuerdas a Red O’Malley, ¿no?

No lo hacía, pero la misma brisa quieta de la bahía que traía el aroma a

comida exótica trajo los sonidos de una banda de gaita escocesa y el

sonido de un tambor que hacía eco con mi corazón.

—Los puestos de comida están por aquí —dijo Nana. La dejé arrástrame a

lo largo, pero yo estaba revisando la multitud, buscando un rostro

familiar.

Una fuente de una mujer de hierro derramando agua dentro del estanque

de peces dorados. Líneas de luces engalanaban los puestos y se

entrecruzaban por encima. Balanceándose en el viento, titilaban, creando

un incierto crepúsculo.

—Siena Bay ha cambiado un montón, ¿no? —preguntó Nana, como si

hubiera notado mi cabeza girando alrededor, asimilándolo todo—. La

Cámara de Comercio intenta mantener la atmósfera de una vieja villa de

pescadores, pero…

Seguí el gesto de Nana y me enfoqué más allá de los puestos.

Recordaba bajar a los muelles al amanecer con mamá. Ella me compraba

chocolate caliente de Sal’s Fish and Chips, el cual era la única cosa abierta

tan temprano. Observábamos a los hombres bronceados por el sol gritando

y arrojando alrededor redes antes de salir al agua turquesa.

Ahora, a pesar de que las decoraciones náuticas permanecían, cubrieron

una docena de lugares que se podían encontrar en el centro comercial

Valencia.

—Alguien debe pescar todavía —insistí.

—Lo intentan —accedió Nana—. De hecho, la mayoría de ellos todavía sale

al mar cada mañana, pero tienen que complementar.

Page 74: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

74

Complementar. ¿Era esa una palabra bonita para bienestar? ¿O algo

sospechoso? Nana había dicho que la pandilla en el pueblo estaba formada

de los hijos de los pescadores con nada que hacer.

—Ellos dicen que se está despoblando y culpan a los leones marinos y

turistas —continuó Nana—. Yo culpo a la contaminación y las pesqueras

industriales, pero no muchos escuchan a una vieja mujer. Estoy

agradecida de que estemos en la costa de alguna manera.

De alguna forma, esta pequeña charla no disminuyó nuestros espíritus.

Nana nos trajo sabrosa carne en brochetas de bambú y pocillos de fideos

tailandeses. Bebimos limonada y seguí buscándolo a él.

Nana me volvió a presentar a los viejos amigos de la familia. Gina Leóni

hacía funcionar la tienda de víveres de Siena Bay, Red O’Malley y su

hermano Ian eran dueños del bar Buoy’s Club. Sadie Linnet había sido mi

maestra de segundo grado antes de que abriera Village Books.

Si cualquiera de ellos pensaba que estaba loca antes, debieron haberse

preguntado si estaba medicada ahora. Admito que estaba distraída. Asentí

y sonreí y continué revisando la multitud.

Tomé el comentario de Red O’Malley para atrapar mi atención.

—Ahora que prácticamente has madurado, tengo un pedazo de consejo

para ti, Gwendolyn —dijo él. Su barba gris-roja y cabello desgreñado

enmarcaba unos ojos que brillaban con travesura de duende y sentí una

instantánea calidez hacia él—. Si te encuentras con ese joven otra vez…

La Sra. Leóni gimió y lanzó sus manos hacia el cielo. Sadie Linnet

chasqueó con su lengua. Nana sacudió la cabeza y sus reacciones me

dijeron que estaba hablando de esa noche hace siete años.

—…querrás buscar membrana entre sus dedos de manos y pies.

—¿Cómo un pato? —solté.

—Algo así —dijo con seriedad—. Pero he sabido desde el comienzo que no

era algún chico ordinario el que viste. Él era un Selkie.

—He pensado en eso —dije con cortesía.

Page 75: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

75

—Son endemoniadamente bien parecidos, encantadores y grandes

seductores de mujeres. No le dan significado a eso, ya ves, es sólo su

naturaleza, pero una chica…

—Suficiente, Red —soltó la Sra. Linnet en su voz de profesora.

—Guarda tus historias para la víspera del solsticio de verano —dijo Nana—

, o Gwen podría pensar que hablas en serio.

—O que estás senil —agregó Sadie Linnet.

Reí, pero no pude evitar notar que Nana me estaba alejando de sus

amigos.

—Fue agradable hablar con todos ustedes de nuevo —dije, y mientras

Nana partía hacia la multitud, me sostuve firmemente a ella. En parte

porque le estaba prestando mis fuertes piernas, y porque no quería perder

su rastro también. Cuando encuentre al chico de la caleta, me gustaría

preguntarle a ella quién era.

—Oh mira —Nana hizo gestos con su vaso de limonada—. Allí está Jack

Cates. Sé que quieres saludarlo.

Eso atrapó mi atención, en grande.

—Nana, no.

Las preguntas que ese hombre me había hecho después del “incidente,”

habían cortado hasta el corazón de mis miedos. Nunca perdonas a alguien

por eso. Estoy bastante segura de que el alguacil lo trajo para determinar

mi estado mental. ¿Estaba yo escondiendo algo? ¿Reprimiendo algún

trauma? Debió haber preguntado sobre mis sueños también, porque

recordaba balbucear llorando sobre ser sonámbula y la gente creyéndole a

Thelma en vez de a mí. Me pregunto qué terminó diciéndole al alguacil.

El Doctor Jack Cates se paró en un puesto de frutas, un estereotipo

viviente.

Arrugado psicólogo con barba gris sal-y-pimienta y lentes, él consideraba

un trozo de melocotón de muestra como si estuviera decidiendo si debiera

comprar todo el huerto. Esa actitud analítica me helaba.

Él invadió mi pobre cerebro de niña pequeña. Imaginé cuán fascinante

debió haber encontrado el hecho de que no hubiera regresado a Mirage

Page 76: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

76

Beach por siete años, que hubiera dejado el buceo a muy poco de ser

campeona regional, mis padres habían dicho eso tanto, que hasta yo me

había comenzado a preguntar lo que significaba, y, oh sí, tal vez podía

decirle sobre el chico de la caleta que comunicó su presencia

telepáticamente.

Por el otro lado, él podría saber más que todos los demás lo que realmente

había pasado esa noche. Y quería saber.

Intenté contenerme, reuniendo energía como lo haría para un buceo, pero

no funcionó. En lugar de sentirme poderosa, me sentí débil y mareada.

—Nana, no puedo hablar con él.

—Él ya nos ha visto, querida. —Nana levantó una mano como saludo.

—Bueno, yo… —Esta vez cuando revisé la multitud, busqué un escape—.

Yo iré a comprar. Te encontraré en el…

—¿Patio de helados? —sugirió Nana. Ella asintió hacia el área con mesas y

toldo rayado azul y blanco.

—Claro —dije—. En unos diez minutos.

—Eso estará bien, Gwennie —dijo ella.

Pude haberla besado. Debería haberla besado. Pero salí corriendo en su

lugar.

Si hubiera estado con mis padres, no habría manera en que hubiera

escapado.

Girando hacia la izquierda, bajé por una calle lateral. Noté que las tiendas

para estudiantes universitarios comenzaban a dar lugar a otras de

artículos más originales. Entonces giré a la derecha y continué avanzando.

Mirando sobre mi hombro para asegurarme de que estaba fuera de la vista

del Doctor Cate, me di cuenta de que esta calle estaba más oscura.

Disminuyendo mis pasos hasta una caminata normal, levanté la mirada y

vi neblina acercándose, ambientando la luz de la calle.

Aquí, los puestos eran menos formales y había menos clientes. Camisetas

sin mangas teñidas anudadas colgadas de las pértigas de las tiendas

golpeaban hacia un parterre mantenido por la ciudad. En una mesa de

juego desvencijada plantas de bambú de la buena suerte habían sido

Page 77: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

77

manipuladas en extrañas formas y metidas en “macetas” de frascos de

mayonesa.

Vi lo que parecían unos aretes muy geniales y me dirigí hacia ellos.

—Salgan de aquí, un cliente —ordenó una chica usando más maquillaje de

ojos esta noche de lo que he usado en mis completos diecisiete años.

No me estaba hablando a mí, sino que a un grupo de hombres con aspecto

sórdido.

Un piercing de latón estaba colgado en su nariz y el puntiagudo cabello del

color de la soda de fresa le daba el aspecto de un gallo de retales.

Una mujer a cargo, pensé, sonriendo. Mientras me acercaba me di cuenta

de que tenía casi mi edad.

Colgados en un gran pedazo de cartón, los aretes que tenía en exposición

eran hechos de vidrio de playa, conchas y alambre retorcido.

—Hola —dije, inclinándome para mirar.

Ella no respondió, sólo levantó la barbilla como si fuera demasiado genial

para hablar, pero tal vez era tímida.

Examiné un par de conchas de oreja de mar, luego algunos broches que

lucían como plata martillada. Lo mejor de todo eran algunos colgantes con

cuentas verde musco que combinarían con una blusa que traje para usar

mientras trabajaba en lo de Nana. Estaba a punto de preguntar cuánto

costaban cuando finalmente dijo algo.

—Ese chico tiene cachorros a la venta. —Apuntó a un chico agachado en

una manta junto a una perra mamá de aspecto cansado y su camada—.

Tal vez encontrarás algo que te guste por allá.

—Oh, gracias, pero tengo un gato que… —Cuando encontré sus ojos, ella

estaba sonriendo con suficiencia.

Si esa hubiera sido una pista de que Jade no recibía gente que iba de

escaparates por mucho tiempo, bien. Me enderecé y seguí caminando.

Ya era tiempo de ir a encontrar a Nana. Caminé rápido, luego miré atrás

por donde había venido. Estaba un poco girada, pero no pedí ayuda. Jade

estaba observando, petulante como si supiera que estaba perdida.

Page 78: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

78

Lo que no estaba. Escuché las gaitas de Red O’Malley y estaba bastante

segura de que podía tomar un atajo a la calle principal, a través de un

callejón que se veía como el antiguo Siena Bay.

El chal de Nana plata y negro había estado apoyado en las curvas de mis

codos, pero ahora lo subí sobre mis hombros. Los talones en mis sandalias

sonaron mientras entraba al callejón.

Pescado podrido es un olor que no olvidas. Puse la mano sobre mi nariz e

intenté no respirar. Tal vez la niebla baja magnificaba el hedor. Me apuré

hacia la música y la tenue luz al final de él.

Pero el callejón se hizo más angosto.

Chillé mientras un gato corría libre desde una tapa de basurero. Un

esqueleto de pescado, con la cabeza intacta, estaba enganchado en sus

dientes. Un peleador grupo de gatos, tres o cuatro al menos, salieron del

mismo basurero y se dispersaron en una aullante persecución del

suertudo.

—Alguien está pescando —murmuré, pero no tuve tiempo para disfrutar

mi propio sarcasmo.

Figuras oscuras se pararon entre el corazón de Mirage Beach y la salida

del callejón.

Date la vuelta. Mis instintos ciudadanos me dijeron que no me preocupara

de cuán tonta y asustada me vería. Si corría, la peor cosa que podría pasar

sería que se reirían de mí. Si no corría…

Pero luego di una buena mirada a los tres chicos. Uno estaba demasiado

lejos para ver, pero el chico más cercano era bajo. Mido un metro

cincuenta y siete y él se veía más bajo que yo. Además, sus pantalones

eran tan abultados, que los perdería en una carrera.

—Veamos lo que tenemos aquí —gruñó y de pronto no estaba asustada.

Valencia era un suburbio clase media de San Francisco. Tenía su ración

de miembros de pandillas y matones. Mientras estos chicos se apretujaban

para darme un vistazo más cercano, sabía que no calificarían para ningún

grupo.

Aspirantes, pensé. Y eso estaba sólo bien conmigo.

Page 79: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

79

—¿A dónde crees que estás yendo, jovencita?

—Oh, cállate —dije, y cuando él se detuvo con sorpresa, di zancadas hacia

el espacio abierto a su derecha.

Estaba deslizándome a través, lográndolo, cuando el segundo chico gruñó.

No pude evitar mirar en su dirección. Se veía como un joven Brad Pitt que

había estado viviendo detrás de uno de estos basureros por una semana y

decidió salir gateando por un porro. Apestaba a hierba. Y a pesar de que

seguro que no era mi tipo, era atractivo en una manera nefasta.

Seguí caminando mientras él hablaba. Fuerte también, para asegurarme

de que lo escuchara.

—Supongo que fuiste puesto en tu lugar por la pequeña turista, Roscoe.

Estaba bastante segura de que esa no era una palabra en español. Y un

matón debería cambiar su nombre a algo que no fuera Roscoe.

Me recordé que todavía había uno de ellos expectante en las sombras.

¿Permaneciendo en esa entrada añadida? Sí.

Ese tipo era alto y no estaba intentando esconderse. Hizo como que cuadró

los hombros.

De los tres, preferiría enfrentar al regordete Roscoe o al malhumorado

rubio. El de las sombras era al que observaría.

Pero no lo hice. El olor a banderillas se agolpaba sobre el de pescado

podrido y el dulce trinar de una flauta era más fuerte que el eco de mis

talones en el deslizante concreto.

Había salido.

Nana me estaba esperando bajo el toldo azul y blanco rayado.

—Tu helado se está derritiendo —apuntó.

El plato estaba enfrente de ella en la mesa de picnic de madera. Me senté,

y aún a pesar de que no estaba hambrienta, recogí la cuchara de plástico y

comencé a comer el helado de vainilla, salvándolo de volverse parte de la

piscina de jarabe de chocolate y confites.

Page 80: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

80

—Lo siento —me disculpé. Hombre, realmente me metí a cucharadas ese

helado, como si mi miedo demandara gasolina—. Vi algunos lindos aretes,

sin embargo.

—¿Los compraste?

—No.

—Tengo un poco de cambio si te gustaría volver —dijo Nana.

Mis sentimientos mezclados debieron haberse mostrado. No quería esos

aretes lo suficiente para volver a esa calle poco iluminada.

—¿Sucedió algo?

—Nada serio, pero creo que me encontré con algunos de esos chicos malos

de los que Thelma y tú estaban hablando.

—¿Esos chicos? —preguntó Nana, mirando más allá de mi hombro.

Mi cabeza se giró para ver a Roscoe y al desgreñado rubio pavoneándose

en la mitad de la calle. No empujaron a la gente a un lado, pero su actitud

decía que nada los haría más felices que una riña.

—Sí —dije.

—Zack McCracken, no te he visto desde hace tanto —llamó Nana—. Ven

aquí y saluda.

Escupí. No rocié mí helado por toda la mesa, pero casi. Apenas logré

tragar.

Mi abuela era un real pedazo de trabajo. Quiero decir, no eran reales

matones, pero no parecían como el tipo de chicos con los que ella

“charlaría”.

Así que este era Zack. No podía posiblemente recordarme.

Sorprendido como él lo estaba, todavía se veía incómodo de ser

seleccionado. Algo en su expresión me recordó a cuando lo conocí antes

del tercer grado, antes de que su arco y flecha atacaran al león marino.

Años atrás, papá había estado trabajando en nuestro monovolumen en la

entrada de grava y había estado aburrida mirándolo, cuando noté a un

niño con una bicicleta averiada en el camino. Eso fue antes de que el

tráfico incrementara y se volviera una carretera seria.

Page 81: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

81

—Anda y ve si necesita ayuda —había dicho papá, dando un vistazo por

debajo del capó.

Así que lo hice.

Zack y yo habíamos sido pequeños si fue antes del tercer grado. Recuerdo

notar un viejo moretón en su rostro. Una de sus rodillas estaba raspada

también, como si se hubiera caído. La única cosa mal en su bicicleta, sin

embargo, era que la cadena se había deslizado de esas cosas de metal que

la hacen ir alrededor. Sabía por experiencia cómo arreglarlo.

Por el aspecto de sus dedos oscurecidos con grasa, había estado

intentando volver a poner la cadena en esos ganchos de metal, pero tenía

una piedra en una mano, lista para martillarlo. Supongo que los niños de

diez años no manejan bien la frustración.

No sé qué nos dijimos el uno al otro, pero terminé arreglando su bicicleta.

Él odió eso. De hecho, levantó su bici del asfalto, saltó arriba y golpeó sus

pies descalzos contra los pedales. Se fue andando con rabia.

No lo entendí entonces. A estas alturas, había notado que a los chicos no

les gusta ser rescatados. Especialmente por chicas. Así que, ¿por qué me

había gustado en tercer grado?

Zack se acercó, pero se detuvo en la mitad de la calle, luego se unió a otros

pocos chicos, no vi al alto, merodeaba cerca de una tienda llamada Merry

Mermaid. Era una tienda de ropa de segunda mano. Tal vez estaban a

punto de ir a comprar, pero apuesto que su presencia tenía más que ver

con la estatua de madera de una sirena con pechos desnudos que protegía

la puerta delantera de la tienda.

En lugar de decir algo, Zack se detuvo a unos metros de nuestra mesa y

esperó.

—Hola Zachary —dijo Nana.

—Hola —murmuró. Me envió una mirada apreciativa antes de que el

fruncimiento de cejas de un tipo duro se asentara. Supongo que me veía

mejor bajo la cadena de luces de lo que lo había hecho en el callejón, pero

esta mirada no era exactamente un cumplido.

—Saliste de la escuela, veo —agregó Nana.

Él hizo un gesto como “¿y?” pero luego asintió.

Page 82: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

82

—Estoy volviendo a presentar a Gwendolyn, mi nieta, a viejos amigos —

dijo Nana.

Se vio escéptico, como si él no calificara en esa categoría. Si me recordaba,

no le interesaba.

—Ten una linda vacación —dijo, pero sonó más como una maldición.

—Oh, no está de vacaciones —rió Nana—. Está trabajando para mí.

El escepticismo se volvió directa incredulidad.

—¿Trabajando? —preguntó.

—Hay más que hacer que nunca —dijo Nana—. De hecho, hay un trabajo

de verano para ti en la posada, si quieres un poco de dinero extra.

Zack se puso en guardia como si quisiera pelear.

—Tengo un trabajo en la sala de juegos. Y no soy un indigente, sabes.

Hablando sobre defensivo, quiero decir, ofrecerle un trabajo de verano no

era lo mismo que, sentí una punzada de culpa, sugerir que vivía detrás de

un basurero.

—Por supuesto que no —dijo Nana, alejando su paranoia—. El Marlinspike

todavía estaba en el puerto la última vez que miré.

El Marlinspike debe ser un bote. ¿Eso quería decir que él vivía en éste? El

hedor del callejón surgió en mi memoria y recordé las pesadas nubes de

diésel que se habían colgado en el aire esas mañanas que había bajado al

puerto con mamá. Vivir en un bote de pesca no era elegante, eso es claro.

—Oye, sí —dijo Zack mientras me apuntaba—. Gwennie.

No estaba tan borracho para no recordarme, supongo.

Para todos los demás mi apodo de la niñez había sonado dulce. Él le dio

un tono cantarín de un abusivo y eso es por lo que probablemente me

levanté, caminé más allá de la mesa y estiré mi mano, forzándolo a

sacudirla.

—Así que, ¿estás viviendo en la casita de los Cook? —Echó un vistazo

sobre su hombro a sus amigos—. Tal vez te gustaría algo de compañía.

Page 83: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

83

No había nada malo con sus palabras, pero la manera en que las dijo fue

aterradora. Un destello de miedo me volvió mala.

—Sí —dije—. Tal vez podrías manejar en tu bici.

Él se sonrojó.

—Sí, y tal vez podría hacerle una visita a tus leones marinos.

No me recuperé la mitad de rápido de lo que él lo había hecho. Era una

amenaza. Y la manera en que metió su pulgar a través de su cinturón y

levantó su barbilla, era un reto. Sólo dime que me mantenga lejos y ve qué

sucede. Podía escucharlo, sin embargo no dijo una palabra y no lo alenté.

Supongo que Nana no escuchó lo que yo, porque lo regañó.

—Los leones marinos en la caleta de Mirage son una especie protegida —

dijo Nana. No había forma de confundir su amenaza.

—No necesitamos más abraza focas —me gruñó—. Turistas o locales.

Escuché ecologistas ser llamados “abraza árboles”. Supuse que esta era la

misma cosa, pero sonaba tonta.

—Oh ahora, Zack —chasqueó Nana—. Tú sabes que los leones marinos no

son para desquitarse porque esta área se ha quedado sin peces.

—No, no sé eso, Señora Cook.

Mitad cortés, mitad grosero, se giró y se pavoneó por la calle. El grupo de

chicos afuera del Merry Mermaid se dispersó y lo siguieron.

Todos menos uno.

Tenía que ser el chico alto que había estado manteniéndose en la entrada

del callejón. El mismo tipo con el que había hablado en la caleta. Sabía

eso, pero no supe por qué mis manos estaban temblando.

—Ese chico en jeans y camiseta negra, allá junto al Merry Mermaid —dije

de pronto—. ¿Quién es él, Nana?

Page 84: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

84

Traducido por Nelly Vanessa

Corregido por Carosole

Los leones marinos se despertaron temprano, y porque había dejado la

claraboya abierta toda la noche, yo también.

En cuestión de minutos bajé mis pies al suelo, corrí escaleras abajo, y me

serví un poco de jugo.

Sentada a la mesa de la cocina en camisón, escuchaba a Gumbo comer

comida para gato mientras hojeaba el cuaderno de jardinería de Nana. Los

dibujos de flores que había desechado con un gesto de la mano eran una

maravilla.

Pasé a la parte posterior del cuaderno y encontré algunos dibujos más,

plegados y atascados de modo que los bordes abiertos atrapaban la

encuadernación. Una vez que los liberé, tuve que inclinarlos y girarlos.

Arriba, abajo y al revés en realidad no aplicaban. Parecían ser aleatorios,

de escenas de cuentos de hadas. Al igual que los dibujos del jardín,

estaban manchados. El tiempo y la fricción los habían desdibujado,

haciéndolos parecer como si estuviera estudiándolos desde una ventana

rayada por la lluvia.

Usando la cartulina y los lápices de Nana, comencé a escribir la primera

entrada de su guía de jardín. Ayer por la noche, inquieta con mi barriga

llena de comida callejera, había tomado dos resoluciones:

Uno: me gustaría hacer al menos una carta cada mañana.

Dos: me gustaría empezar a hacer bien mi pacto de verano con Mandi y

Jill.

—Cada día haremos algo nuevo —nos habíamos prometido.

Page 85: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

85

En nuestra noche para acabar con todas las trasnochadas antes de

empezar las clases, quería tener algo que presumir.

El verano antes del último año de secundaria debería ser increíble. La

edad adulta se cernía en el horizonte. Y entonces toda la diversión

terminaría.

Nunca pareció justo que cuando tienes la edad suficiente para hacer lo que

quieres, no puedes. Tienes que empezar a trabajar, así que no hay tiempo.

Y si hay, no estás trabajando, entonces no hay dinero.

Con gran cuidado y demasiadas florituras, terminé la tarjeta. No se veía

mal, pensé, levantándola en el aire y soplando sobre ella para secar la tinta

negra.

Las últimas palabras sobre la necesidad de “hacerse cargo para no

volverse salvaje” me hicieron sonreír. Nadie estaba a cargo de mí.

Técnicamente Nana lo estaba, pero si me quedaba despierta toda la noche

escuchando CDs o vistiendo a Gumbo en un bikini hecho de carne del

almuerzo y verla comérselo, nadie lo sabría nunca.

Esto último era el tipo de cosa que era probable que no hiciera, pero

cuando la palabra bikini cruzó mi mente, supe lo que haría hoy por mí algo

nuevo. Antes de trabajar iría a nadar. Tenía un montón de tiempo, volvería

aquí para cambiarme y llegaría a la posada a tiempo. Mis dedos volaban,

domando mi cabello en una trenza, luego agarrando una toalla y saliendo.

Todo delante de mí estaba envuelto en niebla, que sólo hacía de este

primer baño algo más emocionante.

Me abrí camino por calzada de grava, dirigiéndome a Little Beach. Si se

miraba en un mapa, ese no sería su nombre, pero siempre la había

llamado así para distinguirlo de la playa de arena blanca frente a la

posada.

Caminando a través de la hierba del mar por encima de las dunas, empujé

a un lado mis temores de lo que podría estar escondido en la niebla. Los

chicos malos de Siena Bay no estaban despiertos todavía, eso era

malditamente seguro.

Además, todo lo que tendría que hacer para escapar de alguien era

zambullirme en el océano. Había estudiado para tomar el examen de la

Cruz Roja para salvar vidas y lo había pasado. A pesar de que no había

Page 86: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

86

llegado a ser salvavidas, soy buena nadadora. Quiero decir, no es

presunción ni nada, pero eso es realmente un eufemismo.

Consciente del poder de mis hombros y piernas mientras caminaba a lo

largo, balanceando los brazos, me sentí bien.

Cuando llegué a la playa llena de madera a la deriva, me quité las

chanclas. Junto a ellas, tiré el gran jersey azul que había utilizado como

cubierta.

Aquí no me estremecía con la sensación de todos-viendo-en-mi-dirección-

cuando-olvidé-afeitarme-las-piernas, sentimiento que obtuve en la piscina.

Aquí estaba en casa. La arena húmeda acunaba mis pies, y la niebla

estaba en el agua. Respiré la humedad, asombrada de que no hubiera

absolutamente ninguna frontera entre la plata-blanca del aire y del

océano. No había viento arremolinándose a alrededor de mí. Podría haber

estado de pie en una nube.

La marea estaba baja y el mar estaba en calma, balanceándome para rozar

los dedos de mis pies con ondas suaves y pequeñas. Vamos, susurró, ven

ahora.

Conocía a todas las voces del mar, y me acordé de esta: era juguetona y un

poco impaciente.

Quise correr, chapoteando en las aguas poco profundas, y bucear, pero

otra voz, la de mi mamá, evitó que lo hiciera.

A pesar de que no había habido ni una mordida por un tiburón, mucho

menos un ataque en potencia, en estas aguas desde 1976, me apresuré a

través de los cinco puntos que mamá me había hecho recitar cada vez que

íbamos a nadar.

Uno: ¿Hay alguien pescando cerca?

Era difícil decirlo con toda la niebla, así que escuché por el golpe de las

olas sobre el casco o el ruido de un motor de barco. No oí nada más que el

quejido de un ave marina.

Dos: ¿Es la tardecita o la noche?

No, tan lejos de esos dos momentos favoritos de alimentación como podías

estar.

Page 87: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

87

Tres: ¿Puedes ver una gran cantidad de peces? Y si es así, ¿están aleteando

alrededor, actuando raro?

No. Había algunos leones marinos ahí. Podía oírlos en la superficie y

soplando a través de sus bigotes, aunque no podía verlos, pero no eran

más que las madres en la cala, buscando el desayuno.

Cuatro: ¿Estás usando un reloj o una joya o un broche para el cabello que

refleje la luz y capte la atención de un depredador merodeando?

A no ser que el contraste de mi piel pálida contra mi bikini rojo contara,

estaba bien para ir a la última pregunta.

Cinco: ¿Tienes algunas heridas que pudieran sangrar?

Ni una. No era una niña pequeña, deliberando sobre… cosas.

Así que estaba a salvo.

Caminé, dejando que las olas mojaran mis tobillos, rodillas y muslos. Por

supuesto que estaba fría, pero no me pude resistir por más tiempo. Metí

mis manos entre las olas y arqueé mi cuerpo después de ellas, empezando

una inmersión poco profunda.

El agua era como seda, dándole la bienvenida a mis dedos mientras me

frotaba en su contra, acariciando la costa.

Dando vueltas de un lado a otro, mis oídos captaron un sonido profundo.

¿Grandes olas amenazantes, o el retumbar del trueno? Si se trataba de un

trueno, saldría de aquí, porque después vendrían los relámpagos.

Mi primer entrenador de buceo era de Kansas, en algún lugar donde

tenían tormentas eléctricas, y siempre tenía que despejar la piscina al

primer retumbe de trueno. Caliente como el sol, era la forma en que había

descrito la temperatura de un rayo. Cuando alguien de nuestro equipo

bromeó al respecto, preguntándose qué hacían los peces de alta mar

durante una tormenta, el entrenador había dicho:

—Tienes una ventaja que los peces no, cabeza hueca. Puedes salir.

Hice una pausa, flotando en el agua y apartándome el pelo mojado de los

ojos. Grisáceas olas translúcidas se encimaban una de la otra, pero no olía

como a una tormenta.

Page 88: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

88

Me sumergí en la base de la nueva ola y en la siguiente, respirando sorbos

de niebla debajo de mi brazo. Y de repente tuve compañía.

Una balsa de leones marinos, sables y elegantes, nadaban justo delante.

No me daban la bienvenida, sino toleraban mi presencia, lo que debía

haber parecido torpe y ruidoso en comparación con su silencio creciente.

Estarían regresando a sus bebés en la cala si hubiera una tormenta. Lo

había visto antes, decenas de cuerpos largos y elegantes deslizándose

hacia arriba en la arena. Estos leones marinos no estaban preocupados. El

viento se arremolinaba en una ventana en la niebla, y los leones se

levantaron, mirando algo que no podía ver, y luego se fueron. A sus pasos

un movimiento de balanceo me empujó hacia atrás.

¡Vamos! La emoción cargó a través de mí, y seguí. Buceando, dando

patadas, llevé mi cuerpo más profundo, siguiéndolos.

Mis ojos se abrieron a un mundo acuático de leones marinos después de

torpedear un cardumen. Mejor que Discovery Channel, mejor que los

sueños, los vi carenar a través de un bosque de algas tras un pez plateado.

Me abanicaron pasando. Los tallos huecos de las algas rebotaron contra

mis brazos desnudos. Una cola coriácea guadañó mi pierna. Destellos de

dientes destinados al cardumen me recordaron que los leones marinos

estaban en la cima de la cadena alimenticia. Abaniqué mis brazos,

retrocediendo, aislándome del desayuno de ellos.

Es hora de volver a mi mundo, me dije. Inclinando la cabeza hacia atrás, vi

la superficie azul y oro por encima. Con mi destino a la vista, di lo que se

suponía que era un tiro poderoso. Pero me alcé en corto como un perro

con una correa. Sin pensar por qué, volví a intentarlo. Esta vez, el tirón me

hizo mirar hacia abajo.

Un cable de color ámbar de hojas de algas se había cerrado tensamente

alrededor de mi tobillo. Entrecerré los ojos. ¿Cómo había ocurrido? ¿Cómo

me había enredado? ¿Por qué mi pierna se estaba entumeciendo?

Un león marino se disparó tras el último pez aterrorizado.

Mi pulso se estrelló en el lateral de mi cuello. Mi pecho se hinchó con una

plenitud loca. Me faltaba el aire. Ahora.

Destellos de sol bailaron encima de mí, recordándome el pánico y

esforzándome a usar demasiado oxígeno. Necesitaba nadar hacia arriba.

Page 89: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

89

Okay, okay, okay. Soy fuerte. Puedo soltarme.

Incliné mis rodillas, juntando mi potencia muscular como si fuera yo

misma a lanzarme en picada. ¡Vamos!

El alga dio un tirón firme y mi cabeza cayó hacia atrás.

Reserva de oxígeno.

Casi podía recordar cuántos minutos de oxígeno de reserva tenía un

nadador. Casi.

Los puntos negros delante de mis ojos se volvieron frenéticos. Parpadeé

con fuerza, tratando de ver más allá de ellos a las algas. Debería haber

mirado primero. Para desatarla o romperla con las manos. Sin embargo,

los puntos negros como mosquitos abarrotaron la vista de todo.

Se sentía bien dejar que mis piernas flotaran libremente.

Así que esto es estarse ahogando...

Di vueltas a través de la verde oscuridad.

Suspiré y una cadena de burbujas flotó más allá de mis labios. Un rayo

dorado de luz del sol de un cielo que nunca podría volver a ver sesgada por

el agua.

Un león marino negro se precipitó a través de la luminosidad, hizo una

curva rápida alrededor de mí y me golpeó entre los omóplatos. El impacto

me empujó hacia la superficie, y rompió el alga.

Mis brazos y piernas se hicieron cargo, golpeando hacia la luz. Me levanté

sin esfuerzo en la estela del león marino negro, hasta que mi cabeza se

abrió paso.

La primera bocanada de aire me hizo toser. El agua de mar me quemó la

garganta. Me acordé de ese sentimiento y me sacudí hacia la playa.

Podría haber imaginado la niebla.

Se había ido. El cielo y el mar brillaban turquesas extendiéndose alrededor

de mí.

Mis miembros se sentían débiles y tambaleantes. El león marino, que

merecía una medalla de Flipper por cierto, no estaba a la vista. O tal vez

había estado atacándome.

Page 90: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

90

Lo juro, mis brazos eran como fideos. Si mamá, papá o Nana hubieran

estado por allí, me habría dado por vencida y esperado por ayuda. Nadar

era demasiado duro. No podía llegar de nuevo a la playa.

Pero estaba por mi cuenta.

Seguí nadando mientras una gaviota rondaba cerca de un metro por

encima de mí. Se inclinaba ala con ala, abriendo su pico naranja en una

llamada de rebuzno.

No le importaba que estuviera agotada y traumatizada. Tampoco las olas.

O el león marino renegado.

En todo caso, Mirage Beach me daba la bienvenida de vuelta con un

recordatorio: no te pongas gallita.

Sorprendentemente, a tiempo para trabajar.

En mi lucha con las algas, me había jalado un tendón o algún otro

músculo vital. Lo sabía porque era una tarea hacer el camino a la posada

de Sea Horse.

Nana abrió la puerta de atrás como si estuviera saludando a un invitado.

Llevaba un viejo vestido azul que hacía juego con sus ojos. Me agarró en

un abrazo con cuidado.

—Te vi cojeando —dijo.

—Fui a nadar y estoy tan fuera de forma —admití.

Pensé que estaba lo suficientemente cerca de la verdad, hasta que noté los

ojos preocupados de Nana. Solté lo primero que se me ocurrió para

animarla.

—No has revisado mi lectura de nuevo.

Pero Nana no sacó de repente el disco de cobre que utilizaba para la

adivinación. Esperaba su sonrisa ultra secreta y una promesa de

reunirnos después del desayuno. En cambio, ella negó con la cabeza.

—Le daremos un día más —dijo.

No le pregunté por qué, pero pensé en ella frotándose la frente ayer. ¿Qué

había hecho para hacerle un corto circuito a sus poderes adivinatorios?

—Sobre nuestros clientes —dijo, apurándome a la cocina.

Page 91: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

91

—Qué bueno que mi señora lo pudo lograr —bromeó Thelma cuando me

vio.

—No le hagas caso —dijo Nana—. Ahora, para el almuerzo, tenemos sólo a

los Hellers y a una señorita Fortunato, que llegó con un Gran Danés tarde

anoche.

—¿Un Gran Danés? —Di un grito ahogado.

Me imaginé la fina porcelana de Nana, cáscaras delicadas, velas

artesanales de cera de abeja y una cola tan grande como mi antebrazo

moviéndose.

—Goliath se comporta mejor que la señora Heller, si me lo preguntas —

murmuró Thelma.

—Lo que nadie hizo —le recordó Nana—. Gwennie, ya que no tenemos otra

reserva para esta noche, puedes tener la tarde libre.

—Pero Nana, ¡sólo he trabajado un día y medio!

—Tendrás mucho que hacer preparándote para la víspera de San Juan, y

así no tendré que pagarte horas extras —dijo Nana.

¿Pagar? Un r-ruido sonó en mi mente, pero se ahogó rápidamente con la

culpa. No iba a recibir el pago.

—Estoy aquí para ayudarte, Nana —protesté—. Por favor no me pagues.

—Y estás ayudando —dijo. Sus ojos se suavizaron y me tocó la mejilla —.

En cuanto a los salarios, no creas que no te haré trabajar por ellos.

Después de esta noche, tenemos reservas completas. Totalmente llenos. De

hecho, incluso tenemos lista de espera.

No tuve tiempo para planear mi tarde libre o preocuparme por el dolor que

me atravesaba la columna mientras colocaba los platos de huevos

Benedictinos, patatas fritas caseras y fruta fresca cortada en el aparador

de caoba pulida de Nana.

Me tropecé un poco mientras me apresuraba para volver a la cocina para

tomar las cestas de muffins de manzana de Thelma, pero regresé antes de

escuchar los pies en la escalera.

Los huéspedes fueron llegando para desayunar y Nana les dio la

bienvenida a los pies de la escalera.

Page 92: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

92

Miré en el espejo sobre el aparador. Usando mi cepillo como un arma, tiré

de mi cabello mojado en un moño alto y lo ensarté con horquillas. Me

había puesto una blusa con encajes que se abotonaba hasta la mitad de

mi cuello y llevaba pendientes de plata fina. Unas pecas color arena

habían aparecido en mis mejillas, del sol, pero no había nada que pudiera

hacer al respecto. A pesar de mi experiencia cercana a la muerte, me veía

bien.

La única señal de que casi me había ahogado era una tenue hinchazón

roja alrededor de mi tobillo derecho. El agua salada que me había inducido

náuseas había desaparecido, dejándome voraz.

Analicé los huevos, las patatas, las frutas y los panecillos y reprimí el

impulso de metérmelos en la boca con ambas manos.

Nana tenía su corte en la mesa, pero me miró mientras servía café. ¿En

qué estaba pensando?

Cuando regresé a la cocina a buscar agua caliente para su te, Thelma me

tendió una magdalena.

—Prueba esta —ordenó, y no me pude resistir.

—¿Soy como el catador real? —le dije, pero mis palabras fueron

amortiguadas por mi masticar.

—No es veneno, si es eso lo que quieres decir —dijo Thelma—. Pero no es

como la de ella—, hizo un gesto hacia el comedor y a Nana—. Es como

debe ser, yo cocino, tú sirves, y ella como anfitriona. Aun así...

Dejé que Thelma hablara mientras saboreaba la magdalena. Una corteza

delgada hacía su interior tierno, adornada con manzanas especiadas con

canela, aún mejor. Me podría haber comido un centenar de ellas, pero me

las arreglé para decir:

—Es maravillosa.

Thelma me miró masticar. Parecía dudosa mientras se volvía para llenar la

tetera de porcelana con agua hirviendo de otra tetera vibrante. Sacudí las

migas de la parte delantera de mi blusa antes de agarrarla para regresar al

comedor.

—Sé acerca del chico que le preguntaste a tu Nana.

Page 93: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

93

—¿En serio? —Ni por un segundo fingí que no sabía que quería decir

Thelma. ¿Por qué perder el tiempo?

—Su nombre es Jesse…

Jesse. Perfecto. El sonido joven fuera de la ley le convenía.

—…pero Jesse qué, no tengo la más remota idea. Va y viene, invierno y

verano está aquí, después no, y compra la ropa en Merry Mermaid.

Tal vez sus padres eran una especie de trabajadores itinerantes, pensé. O,

como había supuesto, ricos. Había mucha gente que merodeaba tiendas de

segunda mano por ofertas.

—Una vez, corrió con Zack y su gente. No tanto ahora, sin embargo, y eso

demuestra sentido. Zack se volvió malo, sin importar cuán agradable tu

Nana quiera ser. Aburrido no, ni inquieto o desfavorecido. —Thelma

escupió la palabra final—. Ese Zack, no quieres dejar nada débil que

pueda llegar a él.

Me estremecí. Era algo bueno que Zack hubiera quitado a la insistente

bruja de mí. ¿Y si hubiera pensado que estaba asustada?

Pero no quería hablar de Zack. Tenía que arrancarle a Thelma todo lo que

sabía acerca de Jesse.

Una campana sonó desde el comedor. Recordé a Thelma con una mirada

inquisitiva.

—Eso no debería ocurrir nunca —Thelma regañó—. Debes anticipar lo que

quieren.

—Pero tú…

Thelma dio un manotazo en su falda como si tuviera todavía unos cinco

años. Corrí hacia el comedor.

Resultó ser algo que no podía haber previsto, así que fue genial.

La Sra. Fortunato había estado cortando una pieza de melón, el cuchillo se

había deslizado, y su plato había caído al suelo. No era desagradable, pero

seguro le daba vergüenza.

Page 94: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

94

El Gran Danés, situado al pie de la escalera, no se había movido, pero no

pude dejar de preguntarme qué habría hecho si hubiéramos estado

sirviendo salchichas.

Limpié las cosas, y Nana me dijo después que mi actitud de, no es gran

cosa, era absolutamente perfecta. Había hecho que la huésped se sintiera

como en casa y me había ocupado del problema, también.

Cuando el desayuno terminó y una camioneta grande con un arco iris

pintado en ella se detuvo frente a la posada y sonó su bocina, fue la

guinda del pastel.

— ¡El bibliobús! —Me alegré, y tanto Nana como Thelma se rieron.

Porque Mirage Beach estaba lejos de una biblioteca pública, nos

clasificamos para el programa de extensión del condado. No había estado

dentro de una biblioteca móvil desde que tenía diez años, pero era tan

genial como la recordaba. Algo así como un autobús escolar, sólo que en

vez de asientos, había estanterías de libros.

Usé la credencial de biblioteca de Nana y cargué misterio, romance, y un

libro de leyendas celtas. Eso le agradó al bibliotecario. Hazle cosquillas,

dijo Nana cuando bajábamos por las escaleras, ya que él se había aferrado

a ese libro en la biblioteca móvil en el último momento, a la espera de la

víspera de San Juan.

El yeso de Nana bajó las escaleras del bibliobús más hábilmente que mi

tobillo magullado. Y, por supuesto, se dio cuenta y me insistió en tomar

dos aspirinas con agua. Forzó una bolsita llena de más aspirina en mí,

también.

—Sírvete una taza de té y acuéstate —instó mientras empecé a regresar a

la Cabaña de los Cook—. Thelma y yo nos tomaremos el resto del día libre,

así que deberías hacerlo.

No era del tipo de tomar siestas, pero ya podía sentir mis párpados

cayendo.

—Pero si los otros huéspedes aparecen…

—Iremos a buscarte —dijo Thelma—. No te preocupes por eso.

—Ven a cenar —instó Nana—. Será simple. Sopa y sándwiches, algo así.

Page 95: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

95

—Podría —le dije, bostezando—. O podría dormir durante toda la cena.

—Hay suficiente en el congelador si te despiertas con ganas de un

bocadillo de medianoche —dijo Thelma, y me acordé de los raviolis de

cuatro quesos que Mandi había visto en mi refrigerador.

—Cada noche es como una fiesta por aquí —les dije.

—Oh, sí, estamos animando bastante a la tripulación —Nana rió entre

dientes.

Le di un beso en la mejilla y me fui a casa.

La cabaña ya se sentía como en casa otra vez. Revisé la cobertura para mi

laboriosa araña, y di vueltas alejándome entre las zarzamoras madurando.

Un tenue aleteo me dijo que la golondrina madre estaba en su nido.

Me tomó un par de minutos encontrar la llave de mi casa. Se habían

mentido en el forro del bolsillo de mi falda. Cuando mis dedos la

encontraron, abrí la puerta principal y colapsé en el sofá con mi pila de

libros. Acababa de poner dos almohadas debajo de mi talón cuando pensé

que realmente debería asegurarme que la llave de repuesta estuviera

colgada debajo del alfeizar de la cocina.

Estaba segura de que papá se habría alterado, buscándola, si no hubiera

estado allí, pero lo estaba.

Oh, bueno. Si perdía mi llave, probamente podría sacar la mampara de la

ventana de mi dormitorio y robar mi propia casa.

—Además, sería una pena perturbar a la gata —dije, mientras Gumbo se

acurrucaba en mi vientre, ronroneando.

Leí hasta que no pude dejar de bostezar, y entonces me quedé dormida.

Los rayos y las olas, los leones marinos, y el cabello enredado de una

sirena se entretejían a través de mis sueños. No sé cómo se sumaron a mi

tranquila siesta de verano, pero lo hicieron.

Flor de manzano (Escallonia langleyensis)

Tolera el sol y dosis densas de niebla salina. Estas agradables flores rosa

pálido son comunes en pleno verano. Aunque en el hogar del más tradicional

Page 96: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

96

jardín inglés, es posible que se extiendan como si intentaran llegar a las

gaviotas, caparazones rotos y a las rocas de la orilla cercana. El cuidadoso

jardinero costero se hará cargo de esta variedad de Rock Rose, para que no

se desenfrene.

Page 97: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

97

Traducido por carosole

Corregido por Nanis

Prácticamente, sería vegetariana si tuviera que matar mi propia comida.

¿Como hamburguesas? Sí. ¿Miraría los ojos marrones confiados de una

vaca y apuntaría un arma entre ellos? De ninguna manera.

Llámame hipócrita, pero así es. A excepción de las almejas.

No me hables de su sistema nervioso o percepción, porque no quiero

saber.

Después de sacudir las telarañas de mi cabeza, me vestí. Con ese muslo

dolorido y tobillo sensible, mis jeans eran un desafío, pero logré

ponérmelos, junto con la primera camiseta que manotee. Até mi sudadera

roja con capucha alrededor de mi cintura, porque la playa refresca

rápidamente después de la puesta del sol.

Caminé hacia la playa con una mochila cargada de fósforos, una navaja,

una cacerola de cobre, una parrilla para sostenerla sobre el fuego, un

pequeño plato metálico y un cubo de mantequilla.

Esto era un manjar playero que recordaba cómo hacerlo. Desde que mamá

amaba las almejas tanto como yo, aprendí a prepararlas observándola

durante nuestras comidas al aire libre cuando era chica, y más

recientemente, cuando habíamos ido a las playas cerca de Valencia.

Alejándome a zancadas de la Cabaña de los Cook tuve una punzada en mi

muslo y otra de soledad cuando Gumbo maulló desde una ventana del

piso de arriba. La saludé y seguí caminando, sintiéndome autosuficiente y

con hambre. Había pasado mucho tiempo desde ese muffin de manzana.

Mientras caminaba a través de la hierba del mar, recogí madera flotante.

Agarré algunos nudos de algas marinas secas para leña también, y soplé el

aire salado que probablemente había llegado hasta allí.

Page 98: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

98

Debajo de las dunas, pero antes de la orilla, vi zarapitos saltando por la

playa, deteniéndose para terminar la cena.

—Déjenme algo para mí —les dije, luego me arrodillé, construí un tipi de

un pie de altura hacia la playa sobre el alga seca, y lo encendí. Los

zarapitos probablemente estaban comiendo pequeños cangrejos, no

almejas, pero mi estómago gruñendo me hacía codiciosa.

Mi fogata encendió con un silbido satisfactorio. Construí un círculo de

rocas alrededor y le agregué la madera flotante, alimentando a las llamas,

y escuchando el siseo del vapor que escapaba de las ramas que parecían

secas pero no lo estaban.

Explorando la playa, caminé hacia abajo y tomé un poco de agua salada en

mi cacerola. Tan pronto como lo había hecho, vi las pequeñas burbujas

crecientes y el primer hoyo pequeño, diciéndome dónde cavar.

Corrí hacia él y usé mi pie como una pala. La fría ola había entumecido mi

tobillo lo suficiente como para que no doliera. Colocando la cacerola en un

costado, usé mis manos para sentir el caparazón duro, entonces las

sumergí, lo agarré y lo saqué.

—¡Ha! ¡Te tengo!

Cuando la primera almeja cayó en mi cacerola, era como el arranque de un

arma. Corrí por la playa, pateando la arena, agachándome, y cavando

como un perro hasta que alcancé cada recompensa arenosa. Recogí un

puñado de largas algas frondosas y las metí también en la cacerola.

—No se preocupen por eso —les dije a las almejas, luego presioné mis

labios juntos. Ere una mala idea hablar con tu cena antes de cocinarla.

Había reunido dos docenas de almejas antes de que me pusiera a cocinar.

Todas estaban fuertemente cerradas, "cosidas", podrías decir. Tendría que

cocinarlas al vapor agrupándolas en pares, esperando que cada una se

abra. Para entonces, el plato de metal que había colocado cerca del fuego

estaría inundado con mantequilla derretida. Mojé cada pedazo de carne

suculento en la mantequilla y me deleité con los mariscos más frescos del

mundo.

Estaba oscuro cuando comí la primera, pero había luna. Era casi llena con

un anillo iridiscente alrededor. Traté de recordar lo que significaba. No

Page 99: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

99

pude, pero me di cuenta de que su brillo iluminaba las olas cuando la

marea comenzó a subir.

Sus cumbres volaban hacia atrás como las crines de caballos blancos. Los

caballos de Poseidón. Él era el Dios del océano. ¿No decían las historias

que conducía su carro desde su reino acuático, agarraba a doncellas

imprudentes, y las arrastraba bajo el mar? ¿Era ese el mito o lo estaba

inventando? Tal vez la historia había estado en ese libro que había estado

leyendo cuando me quedé dormida esta tarde.

Comí otra almeja. Por estar tan concentrada lamiendo mis dedos, fue muy

tarde para hacer algo cuando lo vi.

Negro contra la oscuridad, llegó a la orilla. Más grande que el chico de la

caleta, pensé. Debería correr. O quedarme muy quieta.

En cambio, cuadré mis hombros, alcé la barbilla, y traté de parecer

intimidante. Y entonces vi que era él.

Se había detenido justo en frente de mí cuando recordé su nombre. Jesse.

Pero no pude decirlo.

—Hola —me las arreglé para decir. ¿Nunca usaba una camisa?

—Hola —dijo. Dobló sus piernas y con una gracia atlética, se sentó, no del

otro lado del fuego, sino justo a mi lado.

Su cabello negro goteaba. La luz del fuego resaltaba sus pómulos, y pensé

que tal vez parecía un Nativo Americano.

—¿Jesse? —pregunté, y la sonrisa que apareció en su cara me dijo que

Thelma había tenido razón.

—Como que ya sabías mi nombre, ¡hey!

Agarró una de las almejas crudas. Antes de que pudiera detenerlo, había

quebrado la cascara, mordido el molusco desde el interior, y se lo tragó.

Vivo.

Crudo, la almeja debe haber tenido la textura de las bandas de goma.

—Se supone que debes cocinarlas al vapor —dije, un poco horrorizada—. Y

mojarlas en mantequilla derretida. —Se lo demostré, y su expresión pasó

de la confusión al disgusto—. Y preguntar si podría compartir sería un tipo

de buenos modales.

Page 100: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

100

¿Qué estaba tratando de hacer? ¡Sonaba como mi madre! No lo culparía si

se levantaba e iba a la playa, y nunca más lo volvería a ver.

Pero sólo se encontró con mis ojos y esbozó una sonrisa.

—Modales —repitió, como si le hubiera recordado un concepto anticuado.

—Está bien. Tengo un montón. De almejas, quiero decir. Sírvete tu mismo.

En serio. ¿No es de extrañar que nunca haya tenido un novio serio?

Entonces solté abruptamente:

—¿No tienes frío?

Él mira hacia abajo, y sentí mi propio rubor. Por suerte estaba oscuro.

Quiero decir, aquí hay otro reconocimiento humillante. Nunca me había

dado cuenta de que los chicos tenían tetillas.

—Tu fogata es más que suficiente para mantenerme caliente —dijo.

Mientras las llamas brillaban en sus ojos, me miró como un león

estudiando su cena. Después de lo que sucedió con esa almeja…

Tan pronto como el pensamiento cruzó mi mente, bajó sus parpados.

—Te hago sentir incomoda —dijo. Había una desesperación real en su

tono—. ¿Cómo puedo detener eso?

—Podrías empezar usando una camisa.

—¡Muy bien! —Ese acento celta llenó cada letra de la palabra, y sonó como

si hubiera adivinado la respuesta correcta.

Se acercó más, hasta que no hubo ni un centímetro entre nosotros.

—Estoy acostumbrado a nadar sólo aquí —explicó—. Alrededor de la cala,

de hecho. Dejo mis…—su cabeza se sacudió como si hubiera oído algo—…

mis…cosas en la gruta y nado entre la cala y el lugar con barcos.

—¿El puerto Siena Bay? —sugerí.

Mientras asentía, su cabello negro, húmedo, se curvó en su mejilla.

¿Por qué era eso tan familiar? Me apoyé en mis manos, fingiendo mirar a

la luna.

—Me recuerdas ahora.

Page 101: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

101

Estiró su mano, deslizó sus dedos alrededor de mi muñeca, y levantó una

de mis manos de la arena. Podía dejar que la sostuviera, o bajarla. Cambié

mi peso hacia adelante, y dejé que sostuviera mi mano. La mantuvo en la

suya mientras sus ojos se clavaron en los míos.

Mi estómago dio un vuelco como si estuviera acercándome a las estrellas.

El viento sopló mi cabello a mis labios, y él lo apartó. No era como si

estuviera asqueado de que se pegara a mis labios mantecosos. Era más

como que quería una excusa para tocarme.

Los dedos espumosos del océano se acercaron más. Las olas se

abalanzaron, tocando la orilla.

En cualquier momento tendría que calmarme y recordar cómo hablar. Muy

pronto.

—De la caleta del león marino —dije—. Te recuerdo de allí.

—Y de antes —dijo en un tono guiándome.

Soltó mi mano de repente y tenía rayos de esmeralda, oro y aguamarina

del mosaico cayendo casi hacia él.

—No lo niegues —dijo y se dejó caer en la arena, de su lado, y luego rió. —

Me recuerdas, y por alguna razón, te agrada fingir que no.

No me agradaba ni un poco. Me sentía como si estuviera hablando con un

ser superior. Cada pocos segundos tenía la sensación de que podía leer mi

mente.

—De acuerdo —dije, cruzándome de brazos—. ¿De dónde se supone que

debo conocerte?

—De aquí —dijo pacientemente—. Era tarde en la noche, y hace mucho

tiempo atrás. Eras sólo una cría. Fuiste golpeada por una ola…

Mi cabeza daba vueltas. Olvídate de ese tipo de jerga occidental de que era

“sólo una cría”

Era él.

El gitano.

Existía.

Page 102: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

102

Exhalé completamente, era como si hubiera estado conteniendo el aliento

por siete años.

No fue una gran cosa para él. Siguió hablando mientras yo festejaba

mentalmente que no estaba loca.

No era una criatura imaginaria o un pederasta o un sueño inventado

mientras estuve sonámbula en una playa desierta. No estaba loca y nunca

lo había sido.

Pero había perdido parte de lo que estaba diciendo y traté de ponerme al

día. Prestarle atención era lo menos que podía hacer.

—…costumbre de meterte en problemas. ¿Te duele?

Tocó suavemente mi tobillo, pero podría ser más bien como si me hubiera

dado diez mil voltios. ¿Cómo sabía sobre el enredo con algas de esta

mañana?

—Noté tu cojera —explicó.

—Está un poco dolorido —dije. Luego me encogí de hombros, y debo haber

hecho una mueca, porque me tocó de nuevo, esta vez entre mis omóplatos.

—Tu espalda está golpeada. —Parecía un poco triste.

—Tal vez.

¿Había estado siendo rara? No me había mirado mi hombro en el espejo,

pero me dolía la espalda donde el gran león marino me había golpeado

para liberarme de las algas. Probablemente estaba negro y azul, pero no

quería a nadie mirándome de cerca para que pudieran suponer que me

dolía la espalda.

—Estoy bien —dije mientras mi entusiasmo se transformó en

desconfianza.

Incluso los acosadores podían ser guapos. Mi papá podía recitar los

nombres de docenas de psicópatas dulces y amables.

Empecé a recoger mis cosas y a ponerlas de vuelta en la mochila. Quería

que se fuera antes de ir a la cabaña.

De hecho, eso no era verdad. No quería que se fuera, pero sería lo mejor si

lo hacía.

Page 103: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

103

Estaba a punto de apagar el fuego con arena, cuando sus dedos agarraron

mi muñeca de nuevo.

—Vamos —dije. Y lo hizo.

Ahí es donde debería levantarme y alejarme, pero no lo hice.

—Recordaste —hizo una pausa para verme asentir con la cabeza—. Y

fuiste buena. Luego cambiaste. —Respiró hondo y me miró confundido,

como si el cambio fuera su culpa—. ¿Qué sucedió?

—Tal vez no me gusta ser espiada —dije.

Pensó por un minuto.

—¿Entonces que debería haber hecho en su lugar?

Este tenía ser la primera vez. Un chico estaba pidiéndome consejos de

coqueteo. Y realmente, dejando de lado las almejas crudas, era el chico

más guapo que jamás había conocido.

—Podrías venir y presentarte —sugerí—. Como una persona normal.

Eso lo hizo sonreír, y yo reí.

—Pero supongo que nuestro primer encuentro no fue exactamente normal,

así que ¿Qué puedo esperar?

Sonriendo, se acostó en la arena, con su cabeza apoyada en una palma,

como si fuera tan divertida que quería que siguiera hablando.

—Seguro —continué—. Sólo di “hola, soy el chico que te sacó de las olas

cuando eras una niña, y he venido a aclarar las cosas”.

—No entendí esa parte —dijo.

Aclarar las cosas era probablemente una frase que sólo existía en inglés.

¿De dónde era, de todos modos?

—Cuando no te quedaste…—Me detuve. Incluso con la luz de las estrellas

pude ver su sonrisa desvanecerse en una expresión vulnerable—. No te

culpo. Un minuto eres un chico nadando desnudo, después estás

rescatando a una pequeña niña de ahogarse, y luego la playa se llena de

gente. No te culpo —repetí—, pero las personas asumieron que te había

imaginado o que eras un chico malo.

Page 104: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

104

Su cabeza se movió como si estuviera empezando a hablar pero no surgían

las palabras correctas.

—Por supuesto, algunos de los ancianos en verdad pensaron que eras un

selkie —bromeé.

—¿Y creíste eso? —Se sentó de repente. Podría no saber cada giro y

torcedura de inglés, pero parecía conocer la historia selkie.

—No —dije firmemente—. Creo que esas historias fueron hechas por

mujeres solitarias cuyos esposos pescaban todo el tiempo. Pusieron la

parte donde puedes mantener a un hombre “escondiendo su piel” porque

querían que sus propios maridos se quedaran en la casa.

No me sentía bien al burlarme de ese mito. Pensé en la historia de la Hija

del Pescador, en el misterioso caballero oscuro en la playa. Si hubiera

ocultado su piel, podría haberlo mantenido con ella.

Pero esa habría sido una historia terrible, supongo.

Mi historia, mis siete años de misterio, había terminado. Había logrado mi

meta de verano en solo un par de días. Entonces, ¿por qué me sentía

frustrada?

Apagué el fuego, me puse de pie, colgué las correas de mi mochila en mis

hombros y las sostuve. Él se levantó lentamente, permaneciendo

completamente demasiado cerca.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó—. Hagamos algo.

Vacilé un segundo. No debería preguntar, pero no lo podía resistir.

—¿Qué quieres hacer? —pregunté.

—No importa. —Pasó de un pie al otro—. Sólo quiero estar contigo.

Allí estaba otra vez. Jesse, pensé, eres raro.

Su deseo infantil lo hizo diferente a cualquier adulto que jamás había

conocido. Y él era un adulto. Cada centímetro de su cuerpo musculoso me

lo dijo y me advirtió que un hombre con una impaciencia de niño sería

impredecible.

—Jesse —dije, cordialmente—. Ha sido un placer hablar contigo.

Page 105: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

105

—No eres más sonámbula. —Tiró las palabras como un señuelo.

Eso casi funcionaba. Entonces recordé que dependía de mí.

Esta tarde en las olas, había tenido que luchar para mantener la cabeza

fuera del agua.

Ahora mismo, me estaba hundiendo rápidamente. No podía permitir que

su encanto me envolviera hasta que cediera.

—Mejoré del sonambulismo —admití, haciendo mi tono rápido y frágil—.

Gracias de nuevo por no dejarme ahogar. —Subí las correas de mi

mochila.

Si fuiste tú —agregué en voz baja. Quiero decir, ¿qué tonta era? ¿La

desesperada por respuestas?

¡Era igualmente posible que acabara de oír la historia! Un chisme que se

resistió a desaparecer. Me alejé de él, echando humo.

¡Claro! Jesse salía con Zack. Los chicos habían estado parloteando sobre

mí, después del encuentro del callejón.

Por poquito. ¿No habría sido eso perfecto? Los rumores habrían

desaparecido para siempre, si me hubiera dejado engañar creyendo en

Jesse…

Las dunas surgieron ante mí. Con toda la hierba del mar moviéndose,

calculé mal, y mi tobillo se tambaleó mientras trataba de caminar cuesta

arriba.

Apreté los dientes por el dolor. No dolía mucho, y tenía que largarme de

aquí. Mi casa estaba a cinco minutos a pie, y luego cerraría el cerrojo, los

pestillos de las ventanas y terminaría con la locura.

El viento revolvía la arena alrededor y silbaba a través de mi cabello. No sé

cómo lo oí.

—Fui yo. No miento.

Me volví hacia él y estaba justo allí. Otra vez se había movido a poca

distancia, y no sabía cómo. A través de su cabello barrido por el viento,

sus ojos sostuvieron los míos.

Un suspiro largo desinfló mi ira. A pesar de la lógica, le creí.

Page 106: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

106

—Lo sé —dije.

Poca gente notaba que nunca he tenido un novio serio. Trato de no actuar

con una total inocencia. Pero la verdad es, que sólo he tenido un par de

citas, y un solo chico me ha dado un “beso de verdad”. Lo odié. Cuando él

empujó su lengua en mi boca, no me volví loca de deseo.

Pero aquí y ahora, frente a Jesse, sentía un magnetismo que me convenció

de que nos íbamos a besar, y que sólo podría ser increíble.

Tenía tanta razón.

Sus manos descansaron sobre mis hombros. Estaba inclinada hacia él

cuando me dejó a medias. Era un beso agradable y suave, para nada

goloso. Me sujeté con una mano en su cintura. Estaba tan fascinada que

si mi padre hubiera aparecido de repente y me recordaba que los asesinos

en serie eran todo esto, carismáticos, le habría dicho que a quién le

importaba.

De pronto, la calidez que era Jesse desapareció.

Dio un paso atrás y jadeó:

—¡Nunca te mataré!

—¿Dije eso? —Puse las dos manos en mi boca. Pero no las pude tener. Mis

labios estaban cerrados por los de él.

—¡Te protegeré con mi vida! —Levantó los brazos al cielo como si estuviera

haciendo un juramento.

—Espera un minuto.

Mis manos se sacudieron en frente de mí como si estuviera borrando el

momento. No quería, pero tenía que orientarme.

Mirage Point. Little Beach. Cabaña de los Cook justo por encima de las

dunas.

He conocido a este chico por un total de, siendo generosa e incluyendo esa

noche hace siete años atrás, quince minutos, como mucho. Y PD: ni

siquiera se su apellido.

—No me protejas con tu vida —dije, amablemente—. Ni siquiera me

conoces.

Page 107: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

107

—Pero es verdad. No miento.

—Ya lo dijiste.

Él retrocedió. Está vez realmente había herido sus sentimientos.

—Pero incluso si me gustas —susurré—, tienes que dar una clase de salto

de unos cinco millones de pasos de cortejo.

¿Cortejo? ¿Dije cortejo? ¿Qué pensaba, que era Jane Eyre?

—No sé lo que eres —dijo, dejándome sorprendida.

—Se supone que debemos caminar por la playa tomados de la mano, y —

miré alrededor como si buscara pistas sobre lo que debía decir a

continuación—, e ir al cine, o jugar bolos. Ya sabes, escuchar música

justos hasta tener nuestra canción. Una promesa a... —Mis manos se

movían entre ellas como una cortadora de césped. Podía decir que lo había

confundido aún más—. Para protegernos con nuestras vidas... —Mi voz se

detuvo—. Jesse, eso viene mucho después.

Esta vez su voz fue un gruñido. Su abrazo tocó la mochila de mis hombros.

—Lo haré —habló contra el costado de mi cuello.

—No —dije. Sus brazos no me lastimaban, y no estaba asustada, pero no

me dejaba soltarme.

Cerré mis ojos. En la oscuridad aún oía cada palabra.

—Estamos destinados a estar juntos.

El madroño (Arbutus unedo Compacta)

Al igual que el pilar de un jardín costero como el romance de verano, Arbutus

unedo Compacta es un arbusto hermoso con flores blancas. Crece en

lugares rocosos y ofrece una corteza roja y frutos en forma de fresas.

Aunque esos frutos brillantes atraen pájaros, no son dulces. A pesar de este

subterfugio, en el lenguaje de las flores, el madroño transmite el aprecio y el

amor de la donante. Debe ser plantado en un lugar y dejado allí, una vez

establecido, no se puede mover.

Page 108: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

108

Traducido por Xhessii

Corregido por Curitiba

Estábamos destinados a estar juntos.

Cinco palabras que podían ser la diferencia entre una mujer loca y una

cuerda. Elegí cuerda.

—Esto es una locura —dije y me retorcí fuera de sus brazos. Incluso

aunque me dejara ir, le di un empujón de ambos brazos para tener algo de

éxito—. No vas a convertir una obra buena, una obra buena de diecisiete

años, en… —Busqué una palabra menos dramática que la que iba a

decir—. ¡Oh, me rindo! No puedes convertir una oportunidad en el destino.

Su silencio me dio tiempo para darme cuenta de que los pómulos estaban

en una forma que nunca antes había visto. Él era exótico, sin duda, y

tenía problemas en entender mi plática.

—Ahora, voy a regresar a mi cabaña, y no quiero que me sigas.

—Como si fuera un perro, para seguirte los talones. —Sonó insultado, pero

era mejor que lastimado.

Seguí caminando.

No fue hasta que alcancé la más alta duna que me detuve y miré atrás. Vi

su silueta, los hombros cuadrados y el cabello que flotaba contra el aire de

la noche.

—Hablaremos de esto más tarde —gritó él, sólo en caso de que pensara

que estaba ganando.

Nos giramos el uno al otro al mismo instante, quedándonos quietos.

Él no se rendía tan fácilmente. Tenía que concederle eso. Mis sandalias se

hundieron en la arena, pero sonreí. Jesse no era el primer chico guapo que

trataba de jugar con una chica. Tratar no lo hacía malvado. Si él se fuera

Page 109: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

109

porque lo confronté, no moriría. Si se quedaba y trataba de actuar

normal…

Respiré hondo y lo contuve. No sabía qué hacer.

Justo adelante, la Cabaña de los Cook mostraba su tejado. Un guijarro

ondeaba en una ola. Me sentí conectada al suelo. Todo era normal.

Excepto por ese beso…

Mi estómago estaba torcido cuando desperté la mañana siguiente. Quizás

eran las almejas. Todo lo que sabía era que iba a llegar tarde al trabajo.

Contemplé mi cuarto, buscando algo que ponerme. Había una selección en

el suelo, pero la ropa limpia estaba abajo en mi vieja habitación.

Una vez que bajé, me di cuenta de nuevo de la bicicleta. Me incliné sobre

mi maleta y apreté la llanta delantera. Tenía aire completo. ¿Thelma se

había hecho cargo de ello?

Ropa, me recordé.

Incluso en mi maleta, no quedaba mucho. A este ritmo, mañana no tendría

ropa. Empaqué todo en una bolsa, decidiendo llevarla con Nana y empezar

una carga de lavado antes del desayuno.

Me sentía madura y responsable mientras jalaba una falda y una blusa

antes de alimentar a Gumbo.

Moviéndome rápidamente, me deslicé en el baño y abrí el cajón donde

metía mi maquillaje, supongo que lo jalé demasiado fuerte porque todo él

se salió.

Gimiendo, me arrodillé para reunir los pequeños frascos y contenedores,

pero miré algo que no me pertenecía. Junto con el polvo brillante

destrozado que era sombra de ojos, había una maquinilla de afeitar

rústica. Pequeñas manchas estaban en sus filos. Estaba segura que no era

mía.

—Ugh —le dije a Gumbo cuando se acercó a investigar—. No creo que sea

de papá. Dudo que la hubiera dejado, y sé que estaría más limpia que

esta.

Page 110: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

110

Sacudiendo mi cabeza, agarré la cosa con un pañuelo, y lo tiré en la

basura. Luego agarré el letrero de jardín que había escrito anoche y me

apuré al Sea Horse Inn.

Corrí con mis dedos cruzados, esperando que no hubieran llegado

huéspedes anoche. Si lo habían hecho, el desayuno empezaría en diez

minutos.

A pesar de mi apuro, la punzada en mi tobillo no me molestó. Llegué

donde Nana con los brazos y piernas bombeando, y la bolsa de lavado

brincando en mi espalda.

—¡Gwennie! —gritó ella mi nombre antes de que zigzagueara el camino

hacia la puerta trasera de la cocina.

Chillé al detenerme, como un carro de las caricaturas. Realmente me

sentía bien. No me importaba ser pretendida por un chico loco. O un chico

que creía que estaba loco. Todavía estaba siendo pretendida.

—Estamos en la terraza —gritó Nana.

Bajé la velocidad a una caminata rápida y revisé para asegurarme que el

letrero que enrollé y deslicé en la bolsa no se hubiera manchado o

arrugado.

Nana y Thelma estaban vestidas en jeans, sentadas en sillones y perdiendo

el tiempo con una tostada francesa bañada en miel de maple.

—Ta, ta, ta, da —dije, mostrando el letrero.

Mientras Nana y Thelma lo leían, colapsé cerca de ellas, deseando no ser

demasiado floja para rodear la cocina e ir por mi desayuno.

—Eso es para ti —dijo ausentemente Nana, indicando un plato cubierto

que había sacado para mí.

—¿Quieres que lo ponga junto al fresal antes de que me siente? —

pregunté.

Nana tenía un fardo de estacas de madera, y puso en una punta un

protector de plástico que protegía a la tinta del sereno y la lluvia.

Hice un gesto hacia ellos, pero Nana y Thelma me ignoraron.

—Suena algo cínico para mí —dijo Thelma.

Page 111: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

111

—Ella no sería la hija de sus padres si no fuera sarcástica —dijo Nana—.

Además, sarcástico no es lo mismo que cínico. Lee un poco. —Nana tocó el

letrero—. Digo que ella es la indicada una vez que el corazón de la chica se

ha asentado en un solo novio, y ella no se va a mover de ahí. Es realmente

romántico.

—¡No lo es! —le digo a Nana, y releo el letrero.

¿Cómo podía Nana ignorar la parte sobre poner la fruta falsa… como un

chico pretendiendo que éramos almas gemelas, déjanos decirlo por el bien

del argumento… estando detrás de mí?

Sacudí mi cabeza y llevé el letrero al fresal más alto.

Ellas eran como un par de inverosímiles tomadoras del sol, pensé, mirando

de nuevo a Nana y a Thelma. Había caído en una diferente multitud en los

pasados tres días.

Extrañaba a Jill y a Mandi, pero suponía que ellas estaban tan ocupadas

como yo, o ya me hubieran llamado. Pero tenía algo que decirles. ¿Se

volverían locas si ellas vieran a Jesse y sabían que lo había besado?

Traté de controlar la sonrisa en mi rostro, pero no pude. Además era

imposible mostrarle el camino correcto, pero era verdaderamente buena

con las palabras. Quizás les daría a mis chicas una llamada después del

desayuno. Me levanté, revisé mi falda para asegurarme que no la había

ensuciado. Mientras estaba agachada en el jardín, Nana y Thelma

estuvieron discutiendo sobre los invitados que llegarían esta tarde. Nana

planeó hacer pan con forma de tréboles de cuatro hojas y algunas otras

cosas que no escuché. Thelma estaba hablando sobre el lavado, la

contabilidad y el encendido de la hoguera para la Víspera del Pleno

Verano.

—Perfecto —dijo Nana mientras me levantaba después de colocar el

letrero.

—Gracias —dije—. ¿Te molestaría si llamo a Jill? No tardaré, lo prometo.

—Ve, cariño —dijo Nana.

La cocina estaba en silencio, así que llamé desde ahí. Estaba demasiado

emocionada por esto.

—Hola…

Page 112: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

112

—¡Hola! Tu…

—…es Jill. Podría estar trabajando o durmiendo —dijo la voz pregrabada

de Jill. Luego ella cantaba unas cuantas líneas de una canción que nunca

antes había escuchado sobre quemar una vela por ambos lados.

Usualmente, hubiera colgado, pero no podía.

—Jill, si tú fueras yo, no podrías creer la noche que tuviste.

Colgué el teléfono. Eso es para tentarla. Y porque estaba tan contenta con

el prospecto de Jill llamando a Mandi y demandando saber lo que le dije a

ella, que no le marqué a Mandi. Dejaría a ambas pecadoras en suspenso

Sonriendo, me dirigí de nuevo al jardín, lista para mi tostada francesa.

—Ella no estaba en casa —le dije a los rostros expectantes de Nana y

Thelma.

—Pudiste llamar a la otra chica —ofreció Nana.

Sólo me encogí de hombros con lo que dije, quizás la próxima. Luego

ataqué mi tostada francesa.

—Quieta y todo, pero no es lo que los buenos cristianos creen —dijo

Thelma, obviamente continuando una conversación que me había perdido.

—Oh, basura, no hay contradicción o lo que sea —dijo Nana.

Mascando, esperé oír lo siguiente. Su batalla filosófica no sonaba nueva.

—Gwennie, —Nana estaba tratando de ponerme de su lado. Podía oírlo en

su voz—. ¿Crees en el destino?

¿Cómo amor a primera vista? ¿Cómo ver a un extraño entre un montón de

extraños en una feria callejera y tener a tu corazón acelerado? ¿Cómo

saber que su beso va a ser el mejor de toda tu vida?

—En lo que creo es, en el lavado —dije, bajando la tapa sobre mi plato

vacío—. Llevaré los platos camino a la lavandería.

—Las sábanas mojadas ya están listas, sólo esperan ser colgadas —dijo

Thelma—. Tu Nan no podía retrasar cinco minutos el desayuno para que

las colgara.

—Genial —dije. Luego tiré de la bolsa con la ropa sucia sobre mi hombro y

tomé los tres platos.

Page 113: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

113

Mientras me encaminaba a la cocina me puse excusas. Sólo era que no

podía tener la conversación sobre el destino con Nana y Thelma, incluso

cuando estaba ansiosa por qué me leyera lo del espejo de cobre.

La independencia era genial. Me encantaba decidir mi propio horario para

ir a la cama y para comer, pero cuando se trataba de Jesse, requería

ayuda. No es que me asustara hasta el punto que necesitara que me

señalaran la dirección correcta, pero quizás si levantar unos temas

interesantes.

Enjuagué los platos y sacudí mi cabeza por mis repentinos sentimientos

por Jesse. Estaba encaprichada. Al menos. Pero él era extraño, o

misterioso. No, exótico. Esa palabra cruzó mi mente antes, y todavía era la

que mejor quedaba. Puse los platos en el lavavajillas, y luego salí.

Aunque el tendedero estaba en una esquina de la propiedad del Inn, fuera

de los ojos de los huéspedes, todavía tenía una vista del océano. Algunas

personas pensaban que un tendedero se veía como bajos precios. Era una

de ellas, pero ropa húmeda olía bien, y amaba ordenarlas. Agarré la

primera sábana, y la puse en la esquina izquierda, y la aseguré con un

gancho de madera. La alisé para tensarla en la mitad. Entonces, puse el

segundo gancho justo por encima de la insignia del Sea Horse Inn.

Toqué el grueso hilo blanco, que tenía la forma de un caballito de mar en

el centro. Luego alisé la esquina derecha, donde había puesto la primera

sábana y la siguiente compartían el tercer gancho. Y continué.

Las sábanas limpias bailaban frente a mí, reuniendo los olores del verano,

del mar, del asfalto caliente, de la sal, y de las flores rosadas y blancas de

Nana. Sábana tras sábana las colocaba, borde junto a borde, tensadas y

blancas.

Luego mi serenidad se fracturó. No me sentía sola.

Moviéndome lentamente, me agaché para agarrar la última de la canasta y

miré rápidamente para ver si había pies asomándose por debajo de la

pared de sábanas.

Nada.

Mientras me apuraba a la esquina izquierda, la última sábana flotaba

hacia mí, envolviendo mi falda, colgándose a mis piernas desnudas. Sólo

Page 114: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

114

es el viento, me dije. Alisé el medio, luego lo tensé y puse un gancho en la

esquina derecha. El sentimiento no desaparecía.

Incluso cuando me incliné para sacar la primera funda de almohada de la

canasta, la última sábana flotaba contra mis pantorrillas.

Podía jurar que había una figura oscura detrás de las sábanas… la de

Jesse.

—Olvida lo que dije —las ropas no hubieran dicho esas palabras. Ninguna

de las olas llamaría desde la orilla. Había escuchado una voz, pero no

había nadie.

Y entonces hubo una voz más fuerte.

—Tengo a tu amigo que vino por un café —gritó Nana desde la casa.

Jadeé y me giré, liberándome de la sábana húmeda, y vi a Nana

saludando.

Ella había visto a Jesse, así que debía estar aquí. Levanté la sábana

delante de mí y me agaché debajo. No lo miré, pero todas las sábanas

estaban moviéndose. Él podía estar escondiéndose de mí.

Me moví entre las filas de ropa lavada, arriba y abajo del corredor blanco

como si estuviera persiguiendo a alguien. ¿Dónde estaba?

Finalmente me paré al final de la línea de ropa. Las olas rompían, una

camioneta pasaba en la carretera, música country sonaba de su radio

hasta desaparecer. Una gaviota permanecía inmóvil en el aire, alcanzando

las sábanas blancas que flotaban, pero yo estaba sola.

No corrí por la colina a la casa como una pequeña chiquilla asustada, pero

no perdí tiempo. Coloqué la canasta contra mi cadera y me dirigí al Inn.

Con calma puse la canasta en su lugar en la lavandería y luego caminé

normalmente a la cocina. El cabello de Nana bailaba mientras ella ponía

hierbas en el queso cottage, haciéndolo mejor para su pan.

Ella miró sobre su hombro.

—¿No trajiste a tu amigo?

También miré.

—No había nadie —le dije.

Page 115: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

115

Por un segundo sus manos se pausaron.

—¿Quién de los dos es el tímido? —preguntó ella.

—Nana, estaba sola.

—Debo estar quedando vieja. Supongo que esas sábanas infladas por el

viento me engañaron. —Su tono decía que ella no creía tal cosa.

Tragué, queriendo decirle que sentí y escuché lo que sea que ella vio.

Incluso con Nana, no podía.

Además, tenía trabajo que hacer.

—Ahora, ¿qué debo hacer? —pregunté.

Nana me dio una lista de cosas que debían terminarse: arreglar los

cuartos, refrescar los baños, pulir el piso de arriba y el de abajo, y las

cosas que debía hacer hasta el jueves, antes de que los invitados de Pleno

Verano llegaran.

—Puedes ver alguno de los disfraces y elegir el que usarás —dijo Nana.

—¿Disfraces? —Caray, esto iba demasiado lejos. Era una buena chica,

pero no iba a jugar a disfrazarme para los turistas.

—Es como si fueras coronada Reina del Verano —dijo Nana como si dijera

que me pararía en una estación de gas para ponerle combustible al

Volkswagen. Me reí, pero parte de mí se sintió mal cuando lo hice.

Había visto fotografías de Nana como la Reina del Verano. Entonces no era

ni la madre ni la abuela de nadie, sólo una chica de bonitas piernas

llamada Elane, usando una corona de margaritas, un vestido de corte

renacentista, y una sonrisa que te llegaba a través de la superficie de la

fotografía en blanco y negro.

Pero la herencia no significaba que estaba calificada para tomar su lugar.

—Nana, sé que fuiste Reina del Verano, pero no soy el tipo.

—Eres exactamente el tipo —dijo Thelma, corriendo por la cocina con algo

destinado para la pila de compotas.

—Solo mírate. —Nana me remolcó de la cocina hacia el salón. Girando mis

hombros, me hizo encarar el espejo del aparador. La yo que vi no era tan

ordenada como ayer. Hoy me veía más como una holgazana en la playa,

Page 116: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

116

con el cabello revuelto y piel sonrosada por el sol—. Cabello arenoso, ojos

verdes…

—Azules —corregí, mirándola—. Nana, sabes que tengo ojos azules.

—Verde azulados —permitió ella—. De todas maneras, te ves como una

apropiada chica celta, y ganarás la corona este año.

Ella asintió firmemente y caminó hacia la cocina.

—¿Por qué este año? —insistí siguiéndola—. ¿Por qué era demasiado

gallina como para regresar antes?

Del otro lado de la cocina los hombros de Thelma se agarrotaron, pero se

mantuvo, probablemente porque quería escuchar lo que Nana tenía que

decir. Nana se tomó su tiempo. Antes de que respondiera, ella siguió

revolviendo la mezcla con una cuchara de madera.

—Esa es una manera nada caritativa de ponerlo. No eres una cobarde.

—Lo soy, créeme —le dije—. Odio el cotilleo y saber que se trata de mí. E

incluso cuando no los veo hacerlo, estoy segura de que ellos no pueden

esperar a diseccionar mi locura más tarde.

Thelma hizo un gruñido ahogado, pero no podía decir si ella intentaba

tranquilizarme o regañarme cuando dijo:

—Supongo, que nunca se te ocurrió, que la gente tiene más en su mente

que lo que te pasó hace siete años.

—No dije que mis sentimientos tuvieran sentido —dije.

—Pero no eres una cobarde, Gwen —dijo Nana sin bajar la velocidad de su

batido—. Encaraste el miedo de ser sonámbula. Ahora encaras a la gente.

Ellos siempre son más difíciles. Pero para convertirte en la Reina del

Verano, es sencillo.

La palabra quedó tallada como una piedra en un charco. Juraría que

podías sentir las ondas salir de ella. Y la cuchara siguió batiendo más y

más. Era hipnótica, que es probablemente porqué le pregunté:

—¿Qué viste en mi lectura que te molesta?

Eso hizo que Nana dejara de batir y que Thelma se dirigiera a la puerta

trasera.

Page 117: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

117

—Nana, realmente quiero saber.

Su mano se alejó de la cuchara de madera. Cayó, dejando batido en el

mostrador de la cocina.

—Supongo que en ese caso deberías verlo por ti misma —dijo Nana.

No limpió el mostrador. En cambio, deslizó el espejo de su bolsillo y lo sacó

de su estuche, y luego lo puso frente a mí.

Y esperó.

—No puedo ver nada más que una pieza de cobre rectangular.

—Inténtalo más.

—Bien. Es brillante de un oro rojizo, pero tiene manchas y borrones.

—Aún más.

Mis manos se endurecieron. Esto era cuando te “enseñaban” geometría y

no tienes aptitud para ello.

—Lo intento —le dije.

—No lo intentes. Mira más allá de la superficie y los borrones. Deja que

bajen sus párpados. No te enfoques…

Era como escuchar a alguien mientras te ibas a dormir. No veía nada, pero

Nana sí.

—Ahí —dijo ella, pero no señaló ningún punto—. Las olas, la chica en la

lluvia, y eso… —La voz de Nana se rompió en eso, como si las lágrimas

interfirieran—. Una tormenta espantosa, sangre cayendo. Sangre, amor y

pérdida.

—Estás empezando a asustarme —admití.

Nana sacudió su cabeza y golpeó su mano sobre el espejo. El gesto era un

eco del que había hecho dos días antes.

—¿Ves a lo que me refiero? —preguntó Nana. A pesar de su frustración, su

tono normal había regresado—. Es la leyenda de la Hija del Pescador y tú

no lo estás leyendo. Excepto al borde, donde hay flores.

—¿Cómo en tu jardín? —pregunté intentando entender.

Page 118: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

118

—O en la corona —dijo ella, asintiendo pasando las paredes de la cocina

hacia su corona de Reina del Verano, secas y colgando.

—Nana, ¿realmente crees en esto? ¿Crees que tienes mensajes desde… —

me rompí, mi mano giraba en el aire—, alguna parte?

—No realmente —dijo ella—. Se supone que todo es previsión. Al mirar en

el espejo, veo cosas que debería saber en algún nivel… memorias olvidadas

o quizás, intuición.

Eso tenía sentido. Hace siete años, claro que ella sabía que iba a regresar.

Sabía que tendría diecisiete, y quizás pensó que conocía a un chico.

Aunque decir que iba a ver una reunión era inteligente.

—Al menos así es como usualmente funciona. —Nana se encogió de

hombros.

—No se supone que el espejo es de tan alta tecnología para quebrarse —

bromeé.

—No, pero… ¿estás segura de que no pudiste ver nada? —preguntó—.

Traer tus propias ideas puede ayudar.

—¡Oh, Nana, basta!

Thelma regresó a la cocina, puso un zapato de lona negra un de las sillas y

le quitó el nudo. Estaba sorprendida de que era lo suficientemente flexible

para hacerlo.

—Necesito que rastrilles un poco —declaró ella—. Para las grandes

hogueras en la playa, todos contribuimos con adornos de jardín. He dejado

un rastrillo justo de tu tamaño —ella me asintió—, afuera. Solo reúne las

pequeñas ramas hacia la playa. Empieza en el frente y trabaja todo el

camino hacia atrás.

Y así lo hice, preguntándome si las hogueras que recordaba de pequeña en

realidad habían sido tan enormes. Claro que no. No si la gente en verdad

brincaba sobre ellas.

Pensé en mi cabello arenoso suelto y un vestido como el blanco que le

presté de Nana. Ambos brincando a mí alrededor mientras brincaba la

hoguera. ¿Cuán asombrosa me vería?

Page 119: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

119

Papá seguro tendría un ataque, excepto de que él no estaría aquí. Estaba

acampando en Colorado. No había manera de que él pudiera detenerme.

Había trabajado mi camino en el frente del Inn, regresando al jardín de

Nana. Estaba en muy buena forma. No había muchas ramitas que

rastrillar. Miré a la playa blanca. Ellos encenderían las hogueras ahí.

Me detuve. Mis manos se apretaron en el rastrillo. Atreverme con las

flamas, bucear desde el Mirage Point, besar a un extraño en la playa… ¿de

dónde salían todas estas cosas escandalosas?

¿Podría incluso imaginarme hacer estas cosas si estuvieran Jill y Mandi

aquí?

Miré la orilla blanca, vi como se reunían las olas y el cielo azul. En la

Víspera de Pleno Verano el cielo estaría negro, moteado con chispas muy

rojas.

Mientras buceábamos en el Siena Bay había visto pancartas de la Locura

de Pleno Verano, y Jill y Mandi habían prometido venir para ello. Después

de que Jill oyera mi mensaje y hablara con Mandi, apuesto que lo harían.

¿Pero y si Jesse seguía molesto? Después de todo, le di un buen empujón y

lo llamé mentiroso. Sin mencionar que le dije que se sentara y se quedara

quieto, como un perro obediente.

Había sido el más tonto error. Jesse apenas estaba civilizado, olvida

domesticado.

Mi mente regresó a las competiciones de Pleno Verano. ¿Iban los

brincadores en parejas? ¿Se sostenían de la mano?

Me sentía emocionada, tibia y perezosa, como si mi sangre se espesara

mientras pensaba en las largas piernas de Jesse y en su cabello negro, un

poco demasiado greñudo. Con él, podría brincar sobre las flamas.

—Insolación —dijo Thelma desde las sombras—. Eso es la única excusa

para sonreír cuando trabajas tan duro. A menos que estés pensando en

ese chico.

—¿Qué chico? —pregunté automáticamente. Entonces, porque ella había

sido la que me dijo su nombre, después de todo, dije—: Oh, ¿Jesse?

—Ese. Estaba barriendo arriba y miré hacia la Cabaña de los Cook, y

maldición si él no estaba sentado en el primer escalón.

Page 120: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

120

Enderecé el rastrillo.

—¿Lo hiciste? —Mi corazón latía fuera de control—. ¿Lo estaba él? ¿Hace

cuánto?

—Supongo como hace tres minutos —dijo Thelma—. Lo que me tomó bajar

y decirlo. ¿Quieres que agarre el rastrillo o, planeas bailar con él?

Debí bajar el rastrillo y ponerlo en el cobertizo, pero si ella estaba

dispuesta…

—Gracias —le dije a Thelma. Empecé cuando la miré.

Thelma le había mentido a la policía sobre verme en el Mirage Point, y

estaba empezando a preguntarme por qué. Si ella me agradaba,

probablemente a ella también yo, pero había muchas razones para mentir.

Algunas veces mientes para proteger a la gente.

LA RETAMA NEGRA2 (Cytisus scoparius)

Atractiva pero merecedora de su reputación como un matón de jardín, la

retama negra auto-siembra agresividad, donde es querida y a menudo

donde no lo es. Por cientos de años ha sido usada en los rituales de escoba

de brujas. Recortarlo con tijeras puede mantenerlo a raya.

2 - La Retama Negra: Es una planta arbustiva de 1 a 2 m de altura, con ramas delgadas,

estriadas, de color verde y con pocas hojas. Flor amarilla y papilionada. El fruto es una

legumbre negra pilosa. Nombres comunes: Escoba de flor amarilla, escoba de bruja,

inhiesta, albareja, etc.

Page 121: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

121

Traducido por Akanet y Paloma

Corregido por Curitiba

Simplemente sentado en mi escalera Jesse me dejó sin aliento.

Sus manos colgaban entre sus rodillas inclinadas hacia los lados, y sonrió

como si hubiera traído la Navidad.

Llevaba una camisa de manga larga negra, pantalones vaqueros azules, y

estaba descalzo.

—¿Qué tal esto como usar ropa? —preguntó.

No podía recordar exactamente lo que le había dicho. Algo que ver conmigo

estando menos tensa si usara una camisa.

—Está muy bien —le dije—. Pero debes estar muy acalorado.

—La ropa es muy cálida —dijo.

Me eché a reír. Él podría estar enrojecido por el calor, pero estaba tratando

de complacerme.

—Quiero que vayas a nadar conmigo —dijo.

—No tenías que esperar —le dije—. Podrías haberme dejado una nota.

Consideró sus palmas y luego las giró hacia abajo, examinando los dos

lados de sus manos como si fueran inútiles.

—No puedo escribir.

Todo impulso misionero que tenía, estalló a la vida.

—¿O leer? —le pregunté porque parecían ir de la mano y porque no

parecía avergonzado de decirme.

—Puedo leer un poco —dijo—. Señales y colores.

Page 122: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

122

Cuando él señaló hacia la carretera, tragué saliva. Registrando camiones

cargados con árboles de secuoyas rojos de quinientos años rodando hacia

esta carretera. Si no leías las señales de advertencia, los camiones te

sorprenderían. No podía ahogar el sonido imaginado de la bocina de

camión a todo volumen.

—Pero tú no puedes leer los ojos —dijo en un tono de lástima.

¿Es eso lo que hacía cuando parecía leer mentes? Eso no era posible, y sin

embargo, me di la vuelta, un poco avergonzada mientras consideraba lo

que Mandi y Jill pensarían de él. No encajaría, probablemente en ningún

lugar. Pero a una parte de mí, a la mayor parte de mí, no le importaba.

Jesse merodeó apartándose de mis escalones. El nido sobre mi cabeza se

quedó en silencio mientras lo veía mirando fijamente hacia la carretera que

conducía a Siena Bay. No había un solo auto a la vista, así que no sabía lo

que estaba viendo.

—Ven a nadar conmigo —dijo—. Ahora.

Habría estado de acuerdo si no se hubiera añadido ahora. Ya había

empezado con mal pie dejando que él me besara como si tuviera derecho a

hacerlo.

No lo dejaría mangonearme, pero estudié a Jesse y descubrí que no quería

pelear con él. O cambiarlo. ¿Por qué querría cambiar a un tipo que me

dejaba sin aliento?

Me gustaba el aspecto que tenía. Me gustaba que no actuara presumido,

aunque no podía dejar de estar boquiabierta hacia él. Incluso me gustaba

cómo había herido sus sentimientos cuando no le creí. Tenía una especie

de integridad. ¡Y había prometido protegerme con su vida! Primitivo, pero

tenía un efecto poderoso.

Con un rasguño y un sonido metálico, una camioneta tocó fondo tomando

un desvío de la carretera y sobre el camino de Little Beach. Mi camino de

entrada. Vi una cola de gallo de chispas donde el colector de aceite

raspaba el asfalto y se deslizaba hacia la grava.

¿Los había Jesse oído venir? ¿Había sabido que se dirigían a mi casa antes

de que me exigiera ir a nadar con él?

Voces estridentes mezcladas con la cadencia del rap, y me imaginé que ya

habían estado bebiendo. De hecho, imaginé que oí el ruido de latas de

Page 123: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

123

cerveza, tiradas en la parte trasera de la camioneta de demasiados

paquetes de seis vacíos, cayendo alrededor también.

Un movimiento en el cuello y los hombros de Jesse señaló a un hombre en

estado de alerta, como si estuviera levantando los pelos de punta. Estaba

totalmente concentrado en los chicos, no en mí. No tenían ni idea de lo

listo que él estaba para ellos.

Entonces reconocí a los chicos del callejón. Zack, Roscoe, y un tipo que,

mientras salía de la camioneta, probaba ser de una forma muy extraña.

Roscoe lo llamó Perch, y eso era por la forma en que estaba formado.

Ancho, pero como si lo hubieran aplastado. No era gordo de adelante hacia

atrás, sólo de un lado a otro.

Thelma había dicho que Jesse era parte del grupo Zack. Tal vez era verlo lo

que los hacía lucir como en casa mientras empezaban subir mi colina.

Pero tal vez había otras razones. Como, que habían pasado el rato aquí

antes. Aislado, sin alumbrado público o patrullas de la policía que

pasaban, la casa podría tentarlos.

Pensé en la huella húmeda. Y la navaja oxidada.

Jesse dijo:

—Entra.

Sus intenciones eran buenas, así que no me impaciente ante la orden.

—No les tengo miedo —le dije.

Jesse me miró con frustración, pero no discutió.

Habría sido demasiado tarde de todos modos. Ellos ya estaban allí.

Roscoe y Perch parecían sorprendidos de verlo, y un poco incómodos.

Esa noche en el callejón tal vez Jesse no había estado pasando el rato con

ellos. Tal vez había estado cuidando de mí.

Pero ¿por qué? Hablaba en serio cuando dije que no me asustaban. Perch

podría hacerme daño si caía sobre mí, y Roscoe tenía esa actitud de perro

pequeño. Me gustaban los perros pequeños, pero como si los criaran de

manera que todos los nervios de un perro grande fueran enrollados en un

haz apretado.

Page 124: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

124

Zack daba un poco de miedo. En parte debido a lo que Thelma había

dicho, porque recordé al niño pequeño golpeando a su bicicleta con una

roca y lanzando una flecha a un león marino. En parte debido a que su

camisa estaba abierta lo suficiente para mostrar un tatuaje realmente

espeluznante.

Una daga atravesaba el cráneo de ojos vacíos impregnado en la piel de

Zack. Las palabras bajo ello decían, LLORA DESPUÉS.

Zack debe haber malinterpretado mi expresión, porque estaba

prácticamente masajeándome con los ojos.

Jesse se acercó un poco más a mí.

—Jesse —asintió Zack, olvidándose completamente de mí.

No había nada de "mi hombre", cosas que hacen los chicos como golpearse

las manos cuando están contentos de verse. Si alguna vez habían sido

amigos, algo había salido mal.

Los ojos oscuros de Jesse tocaron a cada uno de los chicos

individualmente.

—Hola Zack, Perch, Roscoe —Sonrió, y luego, como si acabara de recordar

esa confesión que había hecho acerca de los modales, añadió—: ¿Conocen

a Gwennie?

Me encogí. Tendría que empezar a llamarme Gwen.

—Gwennie y yo nos conocemos desde hace mucho —dijo Zack,

encorvándose más cerca de mí, insinuando que habíamos sido más que

amigos.

—Ambos fuimos niños aquí —le expliqué. Entonces me volví a sentar en

mi porche, esperando tan sólo pudiera desaparecer de este drama.

—Quién hubiera adivinado que la regordeta pequeña Gwennie Cook se

volvería tan agradable.

Quería golpearlo, pero eso sería una mala idea. Jesse se precipitaría. Pude

ver que me observaba en busca de una señal para saltar hacia los tres.

Aunque Jesse se veía más fuerte y más inteligente, tres contra uno eran

malas probabilidades. Y apostaría que tenían cuchillos.

Page 125: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

125

Consideré los pantalones holgados de Roscoe. Él podía ocultar una Uzi allí,

y nadie se daría cuenta. La valentía de Jesse no contaría para nada contra

un arma de fuego. Así que sólo me quedé tranquila, sentada en mi porche,

mirando a la nada, como si ni siquiera hubiera oído las observaciones

lascivas de Zack.

Perch se inclinó en la cara de Roscoe y eructo. Roscoe le correspondió.

Olvídate de la Uzi, me dije.

Pero los ojos de Zack se veían soñadores. Tal vez estaba drogado, pero creo

que era un acto de hacer que Jesse relajara. Eso hizo que mis nervios

redoblaran esfuerzos con más fuerza.

—Jesse también estaba aquí cuando era un niño, sabes —dijo Zack.

Esto era nuevo. No confiaba en tono alegre de Zack, pero Jesse lo hacía.

Su mirada asesina se volvió amigable.

—Sí, vagabundeábamos en la playa, encontrando billeteras y cambio suelto

—Zack me guiñó un ojo y giró hacia abajo en una mueca—. Compró cebo

en el muelle con su parte. Anchoas, ese desagradable camarón de bahía,

mejillones, y los comió en nuestro barco viendo Plaza Sésamo. ¿Puedes

creer eso?

—¡Plaza Sésamo! —maulló Roscoe.

—¿Sí? ¿De verdad te encantaba ese programa para bebés, Jess? —

preguntó Perch.

—No podía tener suficiente de él —dijo Zack, y entonces su labio inferior

sobresalía—. Siempre fue demasiado bueno para quedarse a dormir,

también.

Vivir en un barco sería estrecho. La televisión estaría atascada entre pilas

de facturas pendientes de pago y un horno de microondas. Envoltorios de

comida serían esparcidos sobre botas de los pescadores e impermeables, y

estaría oscuro y olería mal. ¿Dónde harías los deberes?

Y se rumoreaba que el padre de Zack lo golpeaba. Me imaginé a Zack como

ese pequeño niño rubio que había conocido, mirando hacia arriba

mientras pies pesados cruzaban la cubierta por encima. Él había tratado

de no acobardarse.

Page 126: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

126

Cosas débiles no están seguras a su alrededor, Thelma había dicho, pero

había estado hablando de Zack.

—No duermo en interiores —De hecho el tono de Jesse me envió de nuevo

a mi patio soleado, pero sus pensamientos habían fluido en la misma

dirección, porque luego preguntó—: ¿El viejo aún te disciplina?

Roscoe arrastró los pies alejándose de Zack. Perch se lamió los labios y

soltó una risa nerviosa. Todos podían ver que esto era algo de lo que a

Zack no le gustaba hablar.

"Disciplina" era una palabra extraña para lo que debe haber sucedido en

ese barco de pesca. Ganando bajos salarios, bebiendo demasiado, después

de todo, el bar de Red O'Malley no se había quedado abierto durante todos

estos años porque los turistas se acercaban por cócteles, tal vez

"disciplina" era como el papá de Zack lo había llamado.

—No lo ha intentado en años —dijo Zack mientras sus ojos se

estrechaban—. Tal vez te gustaría.

Roscoe le dio un codazo a Perch como si ahora fueran a tener un poco de

diversión.

Pero Jesse se perdió el reto.

—¿Por qué? ¿Has hecho algo?

—Todavía no —dijo Zack. Levantó la vista cuando una sombra revoloteaba

por encima—. Oye, ¿qué es eso?

Me tomó sólo un segundo darme cuenta de la mamá golondrina en su

nido.

Con una sonrisa cruel Zack cruzó mi patio y se puso bajo el nido. Oí

crujidos, como si la golondrina estuviera protegiendo a sus crías.

Era fácil comprender por qué estaba actuando de esta manera. ¿Quién lo

habría protegido, después de todo? Ahora él era difícil y decidido a

probarlo. Pero mis recuerdos de él estaban empeorando las cosas. Yo era

la niña que lo había golpeado con sus puños y lo persiguió hasta la

carretera.

Perch se amontonó cerca del nido. Parándose de puntillas, enroscando

una mano como si fuera a deslizar el nido de barro quebradizo, pero

Page 127: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

127

Roscoe lo empujó a un lado con su hombro. Metió la mano en el bolsillo de

sus pantalones vaqueros holgados.

—¿Gwennie? —Jesse estaba parado alto y tenso, pero no lo iba a instarlo a

una pelea que podría no ganar.

Oí el chasquido de un fósforo siendo golpeado y olí el azufre. Roscoe tiró el

fósforo hacia la entrada del nido y falló.

Suficiente. Me puse de pie.

Relájate, me dije. Vuélvete histérica y todas estas cosas temblando bajo la

superficie harán erupción.

—Sé que no vas a incendiar mi casa, Roscoe —Me puse justo en su cara, y

él retrocedió un paso y luego miró a Zack.

Zack miró hacia la cabaña. Mi porche se veía desde allí, si alguien estaba

mirando.

Sin su visto bueno, Roscoe no estaba seguro de qué hacer, y entonces

Zack sólo se alejó. Caminó en la cubierta por el lado de mi casa.

¿Qué estaba haciendo? Me tomó unos segundos decidirme, pero entonces

lo seguí a tiempo para verlo mirando hacia arriba debajo de los aleros de la

ventana de mi cocina. Él debe estar buscando otro nido, pero no pude

evitar pensar en mi primera noche en la cabaña.

¿Y si el movimiento en la ventana de la cocina no había sido sólo mi

reflejo?

Roscoe dobló la esquina con otra cerilla encendida luego maldijo y la dejó

caer cuando se quemó sus dedos.

Tonto como una roca, pensé, y esta vez Zack estuvo de acuerdo.

—Apártalos —dijo, empujando el brazo de Roscoe.

Entonces Zack vio mi telaraña. Por un momento parecía que sólo estaba a

punto de arrastrar sus dedos a través de las hebras pegajosas. Y se lo

habría permitido. No trataría de tocarla, y ella podría rehacer su telaraña.

Pero justo cuando empezaba a respirar, Zack tomó los fósforos de Roscoe.

Era sólo una araña, pero no lo dejaría quemarla viva.

Page 128: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

128

A través de su camisa negra vi el pecho de Jesse subiendo y bajando.

Seguía ladeando su cabeza hacia un lado, tratando de ver mis ojos.

No creía que pudiera leer mi mente a través de ellos, pero por si acaso, me

quedé de espaldas a él. No podía dejarle saber que tenía miedo. Si no

notaba cómo me temblaban las manos, todo estaría bien.

—Oye —le dije, antes de golpear el fósforo—. Sabes cómo son Thelma y mi

abuela. Me están observando de noche y de día. Si ven fuego aquí,

llamarán a los bomberos voluntarios.

Zack se encogió de hombros como si no le importara, pero metió los

fósforos en su bolsillo.

Pensé que se irían entonces y podrían haberlo hecho si Jesse no hubiera

venido a pararse a mi lado. Le di la bienvenida, incluso quería apoyarme

en él, pero no lo hice. La mirada de Zack me dijo eso sólo causaría más

problemas.

Ni Jesse ni Zack dijeron ni una palabra, pero Roscoe olía a problemas.

—¿No te he visto mucho alrededor, Jesse? —dijo Roscoe.

—Oh, ¿Jesse? — Zack empujó un mechón de su pelo rubio greñudo de sus

ojos. — Él es un mujeriego ahora. Oh, sí —dijo. Echándome un vistazo, él

debe haber visto que pensé que estaba hablando de Jesse y de mí. — Vi a

Jesse y a Jade justo la otra noche en ello.

Y entonces Zack hizo esta cosa grosera, agarrando el aire delante de él a la

altura de la cadera antes de empujar sus caderas hacia delante con este

repugnante gesto, sonriente.

¿Jade? Jade, ¿perforada y pelo rosa, y demasiado fría para venderme sus

pendientes? ¿Esa Jade? Volví la cabeza lentamente para mirar a Jesse.

Tuvo el descaro de sonreír.

—Hablando de vacas, tu deberías haber visto la que nos encontramos en la

playa —dijo Perch.

Supuse que Perch estaba hablando de una mujer, hasta que Jesse se

pusiera furioso.

—En la ensenada —preguntó Jesse, y entonces supe que estaban

hablando de un león marino.

Page 129: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

129

No puedes sentir a otra persona tener la piel de gallina, pero Jesse estaba

tan cerca que juro que sentí ondular el calor sobre él.

Zack lo sintió también, y él era lo suficientemente inteligente como para

rescatar a Perch.

—Ella ya estaba muerta —dijo Zack.

Los hombros de Jesse bajaron fuera su cabello negro, y relajó sus

músculos, podía imaginar cada uno de esos músculos, ya que él me había

sostenido contra ellos la noche anterior.

—Supongo que no te acuerdas, Jesse —dijo Zack.

Él debe haber notado mis celos desapareciendo antes de que fuera a

trabajar en mis sentimientos.

—Apuesto a que él no te ha dicho que tipo de hoy-aquí-mañana-ya-no

chico es él.

—No, y realmente no me importa —le dije.

—Esto es aburrido —dijo Roscoe, mirando a mi casa.

Perch regresaba para otro vistazo al nido de la golondrina cuando Roscoe

sacó una pierna y él tropezó.

—Retardado —se rió Roscoe, pero luego Perch agarró su tobillo, jaló, y

Roscoe perdió el equilibrio también.

—Eso duele, hombre —se quejó Roscoe.

¿Alguna vez se marcharían?

Cada gramo de voluntad que yo tenía los apartaba. Creo que la única cosa

que los mantenía era Jesse.

Ellos no querían salir conmigo, pero no querían dejarme con él.

A la vez que Roscoe y Perch permanecían aun así, Zack comenzó a

moverse hacia el camino de entrada.

Gumbo eligió ese momento para saltar hasta el interior de la repisa de la

ventana y gruñir. Los cuatro chicos se giraron.

Page 130: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

130

Con los ojos ámbar brillantes, ella gruñó como había hecho la primera

noche en la casa. Negro, naranja y blanco, la espalda arqueada y piel

esponjada, era imposible no ver como ella los fijó con una mirada.

—¿Qué es eso? —preguntó Zack.

—Mi gata —dije. No traté de hacerle sentir tonto por preguntar. Ni siquiera

lo quiero mirándola.

—¿Sale? —preguntó Roscoe, frotándose las manos—. Déjala salir.

—Ella es un gato de casa —dije—. Y muerde.

Zack sonreía abiertamente mientras empujaba a Roscoe y Perch de vuelta

por el camino hacia su camioneta. Luego miró hacia atrás y me sopló un

beso.

Vimos la pickup verde salir de la vista.

—La chica llamada Jade —él comenzó.

—No me importa —le dije.

Sólo quería mi casa para mí sola. Quería que se fuera, así que no tengo

idea de por qué pregunté:

—¿Quieres pasar por un refresco?

—Voy a entrar y ver tu gato —dijo.

—Bien, pero ella no es muy amistosa.

Saltando desde la ventana y con pasos ligeros directamente a Jesse,

Gumbo me demostró una mentirosa. Ella frotó su lado contra sus

vaqueros y luego arqueó la espalda por su toque.

—Ella es un gato agradable —dijo en tono de reproche.

Abrí el refrigerador, saque una lata de soda fría, y abrí la tapa, luego miré

hacia atrás.

—¿Seguro que no quieres una?

Jesse negó con la cabeza y luego hizo como en su propia casa. Nunca

había tenido un novio real, pero no pensé que suelan tumbarse en el sofá

la primera vez que los invitas a pasar.

Page 131: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

131

Aun así, me gustó. Gumbo saltó a su lado. Él le acarició la garganta

mientras ella cerraba los ojos en éxtasis.

Podía escuchar su ronroneo desde la cocina y quería hacer lo mismo.

La serena fortaleza de Jesse me había mantenido tranquila ahí fuera. Y si

hubiera gemido una sola vez, él hubiera golpeado al maldito Zack. Yo

solamente lo sabía.

Tan pronto como levanté mi enfoque de la mano acariciando a Gumbo a

los ojos de Jesse, lo vi mirándome.

—Ven a nadar conmigo —dijo.

—No puedo —dije.

—¿Te duele la pierna? ¿Tienes que trabajar? —se burlaba de mí con mis

propias excusas, y supuse que no tenía por qué ser un lector de mentes

para saber que estaba mintiendo.

—Iré mañana, lo prometo. Simplemente no estoy preparada hoy.

Él se rió.

No siempre notarás la primera vez las cosas. O la última.

Así como yo no podía olvidar nuestro primer beso sin embargo, no podía

olvidar la primera vez que oí reír a Jesse.

Su completa risa rodando me recordaba a una ola golpeando la orilla y

luego riéndose entre dientes sobre las rocas pequeñas y redondeadas. De

repente era mi risa favorita en el mundo.

No podía estar lejos. Yo serpenteaba hacia el sofá y lo miré hacia abajo.

—Siempre estás lista para nadar —dijo, tratando de sentarse sin desplazar

a Gumbo—. ¡Tú no tienes que hacer nada!

—Mañana…

Tomó mi mano y me jaló hacia él. Me incliné por la cintura hasta que

nuestros rostros estaban a sólo centímetros de distancia.

— ¿Por qué lo pospones, Gwennie? Si esperas otro día puede ser brumoso.

Podría llover. Podría haber una marea roja.

Page 132: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

132

¿Qué era una marea roja, de todos modos? ¿Una especie de plancton en

extinción?

—Eso no va a suceder —dije, sacudiendo la cabeza con tanta fuerza que la

trenza que había sujetado arriba para trabajar llegó botando abajo y le

rozó la mejilla.

—Podría haberme ido.

La sensación de poder, me di cuenta, acababa de cambiarse de la mía a la

suya. No quería que se fuera, y él lo sabía.

—Es sólo nadar —prometió.

Oh, Dios mío. Su voz era como el chocolate derretido. Así eran sus ojos.

Esperé a que me besara, y entonces pensé que tal vez estaba

esperándome. Pero el momento se había ido sólo un poco demasiado largo.

Nerviosa, me mordí el labio, y el movimiento fue suficiente para hacer

menear mi trenza. Gumbo dio un giro a ella.

Escuché mi propia risa incómoda cuando di un paso atrás.

Sus ojos todavía se aferraban a mí. Había tiempo para salvar este

momento si supiera cómo.

—¿Dónde vives? —le pregunté.

Los ojos de Jesse se volvieron cautelosos.

—Costa afuera —dijo.

—¿Cómo, en una isla? ¿En un yate?

En un movimiento fluido puso a Gumbo a un lado y se levantó. Esta vez,

cuando él envolvió sus brazos alrededor de mí, era muy consciente de que

llegaba justo arriba de su hombro. Demasiado consciente de que

estábamos en mi casa solos. Demasiado consciente de que había dicho que

no a nadar sólo para mantener un poco de control.

Jesse suspiró como si tuviera unos cuarenta años de edad. Lanzó su

cabello negro atrás de donde había caído sobre un ojo, y su mandíbula se

tensó cuando apretó los dientes. Luego, con un brazo todavía alrededor de

mí, metió la mano en el bolsillo de la camisa negra descolorida.

Page 133: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

133

Me entregó una concha. No estoy segura de qué tipo, a pesar de que una

vez había tenido una colección de cientos. Con bisagras como alas de

ángel, era de color crema. En el interior, un rubor rosado se reflejaba en

cada mitad.

Mientras miraba él se alejó de mí, y luego la señaló con ambos dedos

índices.

—¿Qué? —dije.

—Esa es una doble amanecer —me dijo—. Esto dice cuando nos

encontremos para nuestro baño. ¿Puedes estar lista?

Le habría besado, pero no esperó. Acarició a Gumbo a lo largo de su

columna, abrió mi puerta y saltó de mi porche.

Corrí a la ventana y miré detrás de él. La mayoría de los chicos se habrían

vuelto, habrían comprobado a ver si estaba mirando. Pero Jesse nunca

sería la mayoría de los chicos.

La arena crujió mientras sus largos pasos lo llevaron. Sus pies descalzos

golpeaban la arena blanca caliente mientras se dirigía hacia el Sea Horse

Inn. Luego, como yo sabía que lo haría, giró a la izquierda por el camino de

Point Mirage.

Él se perdió de vista en poco tiempo, pero me quedé preguntándome.

¿Descendió el camino rocoso a la ensenada o saltó la valla de madera y se

sumergió en el mar?

DAMA DE HONOR MARGARITA (Centranthus ruber)

Proporciona un sentimiento amplio y luminoso a masas de color, la

animación de la dama de honor puede ser casi abrumadora para el

espectador. Sin embargo los pétalos son útiles para arrancar en el romántico

“me ama, no me ama” tradición y sueños de margaritas traen buena suerte.

La dama de honor margarita auto-siembra con abandono, y a pesar de que

su profusión silvestre es de corta duración, ella deleita los ojos mientras

dura.

Page 134: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

134

Traducido por Ellie, NELLY VANESSA y Akanet

Corregido por Nanis

Por supuesto, no pude resistirme a bajar a la ensenada antes de volver al

trabajo.

Me dije a mí misma que era porque Zack había estado aquí. Aún siendo

tácita, su amenaza a los leones marinos me asustó.

El sendero para bajar no estaba tan húmedo como en la mañana, pero eso

no hacía que la situación fuera más fácil. Aún estaba ese lugar

resbaladizo, pero ahora sabía que debía tener cuidado con él.

Siete hembras de leones marinos, con pelajes que pasaban desde el

marrón oscuro, castaño rojizo, y rubio, estaban en la playa, sus cachorros

dormitando a su lado. El león marino estaba allí hoy. Sus cicatrices de

batalla y la marcada cresta en su frente lo hacían parecer violentamente

prehistórico, a diferencia de las hembras, cuyos ojos encontraron los míos

con empatía. Aceptaban su mal genio porque llegó con ellas en mayo, y las

ayudaba a proteger a sus cachorros hasta que se fuera. Podría partir en

junio, julio o agosto. Sólo él sabía cuándo era el momento correcto.

Yo aún no había visto a ese gran león marino negro que me había dado ese

rescate feroz. Por alguna razón, aunque apenas si lo había podido ver,

pensaba que era un joven macho. Si ese era el caso, el león probablemente

lo había espantado.

—Parece que están bien por su cuenta —dije, y regresé hacia la Posada

para encontrarla repleta.

Thelma me saludó con una acusación.

—El azucarero y las pinzas tienen manchas negras —dijo tan pronto me

vio—. ¿Sabes por qué?

Page 135: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

135

—¿La peste bubónica? —pregunté, atando un delantal sobre mis

pantalones.

—Mal secado de la vajilla —corrigió—. Necesitarán ser re-pulidos

enseguida. Así.

Comencé a hacerlo después de ella, remojando la cera esterlina rosa en un

cuchillo ornamentado, con firmes movimientos circulares, como Thelma

me había mostrado. Ella vertió agua hirviendo en cada una de las tres

teteras, las sacudió en círculos, y entonces descargó el agua en el

fregadero. Midió seis cucharadas de tres diferentes clases de tés en cada

tetera.

—Ve a vestirte mientras que el té se asienta —instruyó Thelma cuando

terminé con el pulido, y entonces, vertiendo agua caliente sobre las hojas,

bajó su voz y empezó murmurar.

Pasé pirámides de servilletas verdes de lino sujetas con anillos de caracol

en mi camino al vestidor. La abuela había dispuesto vajillas de color

crema.

Cuando regresé a la cocina, Thelma aún hablaba con ella misma. Esta vez

alcancé a escuchar unas pocas palabras:

—¡…entonces os ofreceréis novillos sobre el altar! —dijo con un

asentimiento final.

—¿Estás recitando algo?

Esta no era la primera vez la había escuchado haciéndolo, sólo era la

primera vez que me había atrevido a preguntar. Sonaba como un verso de

la Biblia o un diálogo de Shakespeare, pero no podía relacionar a ninguno

de ellos con la preparación de un té.

—Sí, y tú deberías memorizarlo también. El salmo 51 dura precisamente

cinco minutos en ser recitado, el tiempo que lleva asentarse un té.

—Las cosas que uno aprende… —dije mientras llevaba la primera bandeja

hacia el salón. El Sea Horse Inn estaba compuesto por una multitud más

joven hoy. Cinco fans de Tolkien3que venían de Portland, Oregon, por el

solsticio de verano. Tres tipos, dos larguiruchos y de cabello largo, otro un

3Tolkien: Se refiere a J.R.R. Tolkien, autor de “El Hobbit” y la trilogía de “El Señor de los

Anillos”.

Page 136: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

136

poco gordito, con gafas, y emparejado con una chica que podría pasar por

su melliza, y la hermana de ella.

A partir de escuchar retazos de su conversación, supe que habían juntado

su dinero y que emprendían este viaje bajo un presupuesto muy apretado.

Las miradas hambrientas que lanzaban hacia la mesita de té me dijeron

que planeaban cenar la torta de naranja de varias capas, y los dulces de

chocolate con forma de tortugas, los diminutos bocadillos triangulares de

carne de cangrejo y queso suizo.

Rellené la bandeja de bocadillos dos veces para asegurarme que su dinero

les rindiera frutos, y Thelma me apoyó.

—Es agradable tener a algunos jóvenes de visita —dijo Thelma mientras

rellenaba la tetera—. Esta no es la Tierra Media4, pero es el segundo mejor

destino. Asegúrate de darles un poco más de torta también.

Mientras servía el té, la abuela contaba historias, separando suavemente

los hilos de la mitología popular de aquellos de los cuentos célticos.

También conocí a los Whartons, una pareja de ancianos que la escuchaba

tan atentamente como los estudiantes universitarios. Todos se divertían,

esperando a que llegue el atardecer para subir a la terraza y escuchar más

historias; y nadie hizo desastres, así que yo estaba feliz.

Tuve una cena rápida con la abuelita y Thelma en la cocina mientras

planeábamos las festividades del Solsticio de Verano. La abuela tomó otro

de sus cuadernos, donde estaba listado todo lo que haríamos a partir de

pasado mañana.

Me sentí un poco nerviosa mientras la escuchaba. No podía creer que

había rechazado una tarde de nadar junto a Jesse. De hecho, había

arruinado todo el encuentro. Lo había hecho bastante bien con Zack,

supongo, pero desearía haber hecho un plan para encontrarme con Jesse

esta noche.

Zack dijo que Jesse no dormía adentro, y él había estado de acuerdo. Me

pregunté si eso era verdad. Aunque en realidad no importaba.

Todo lo que quería hacer era nadar con él mañana, y entonces, si había

tiempo, ver si quería acompañarme mientras condujera a Siena Bay para

conseguir gasolina para el Escarabajo. 4 Tierra Media: En inglés, “Middle Earth”, es el continente ficticio en el que se desarrollan

las historias de Tolkien.

Page 137: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

137

—Habrá mucho que decorar, y algunos juegos que preparar en la costa —

dijo la abuela, trayéndome de regreso al Sea Horse Inn.

—¿Mañana? —pregunté, y los ojos de Thelma destellaron con impaciencia.

—No, querida, pasado mañana. El día del Solsticio de Verano.

—Por supuesto —dije, y entonces traté de memorizar mi parte en la

celebración.

Además de decorar y cocinar, tendría que vestir un atuendo con estilo del

Renacimiento que la abuela había escogido para mí. Si era requerido, se

suponía que debía embellecer los cuentos célticos que conocía para los

huéspedes o los visitantes que pasearan por la playa.

—Y habrá Té Oscuro —dijo Thelma, mirando una página más allá de las

listas de abuela.

—Los días se volverán más cortos otra vez —explicó Nana—. De modo que

en su honor…

—En su lamento —Thelma se opuso.

—Por supuesto, serviremos nuestros alimentos más deliciosos, curries y

cazuelas, quizás algo de pescado desmenuzado. ¿Qué piensas, Gwennie?

—Pienso que es delicioso —admití. Mi mamá solía preparar pescado

desmenuzado en los fines de semana lluviosos. Hecho con arroz y pescado,

crema y azafrán, era delicioso, pero no para mediados del verano.

—…cerraremos las cortinas, utilizaremos la luz de las velas…

—¿Por qué hacer algo así de deprimente? —le pregunté a Nana—. Es como

si nos apresuráramos a través del verano. Quiero decir, ¡apenas si he

estado fuera de la escuela por dos semanas!

—Bueno, es una tradición ancestral —dijo.

—Pero estoy pensando, ¡si hacen días tan agradables! Quiero decir, es algo

parecido con tu jardín. Trabajas con la naturaleza y se obtienen mejores

resultados, ¿verdad? ¿Entonces por qué actuar como si el otoño estuviera

llegando antes de tiempo?

¿Podría llegar a sonar menos convincente? Era envergonzante la forma en

que mezclaba todo. Pensaba en la filosofía de Jesse de aprovechar cada

Page 138: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

138

día, y mis tarjetas de jardín, y bueno, supongo que he tenido demasiado

tiempo para pensar estando sola en la Cabaña de los Cook.

—¿Te importaría algo de compañía al regresar a la casa? —me preguntó

Nana.

Oh, mi Dios, ¿la abuela pensaba que me estaba volviendo loca? Pero ella

no era la clase de personas que dan discursos, así que quizás podría

explicar mi arrebato.

—Me gustaría caminar por la costa por un minuto —dijo una vez que

salimos afuera. Caminaba a grandes zancadas, por lo que su pierna no

debía de estarle molestando. Supongo que era posible que mi ayuda

realmente le hubiera hecho algo de bien—. La carrera pedestre será aquí.

—Miró a lo largo de la costa y entonces se detuvo sonriendo—. Mira.

Un grupo de piedras, cubiertas con musgo, encerraban una única piscina

de las mareas, y el reflejo de la luna brillaba allí.

—La luna se quedó atrapada en una piscina de mareas —dije.

—O está cansada de toda la inmensidad —dijo Nana, barriendo con su

mano hacia el negro cielo estrellado—, y desea su propio pequeño lugar.

Miré atentamente la piscina. Vi mi propio reflejo entre las estrellas y las

piedras y el brillo plateado de la luna. Entonces, por un pequeño instante,

vi la cara de Jesse.

Me giré rápidamente, pero nadie estaba allí. El Sea Horse Inn descansaba

detrás de nosotras, pero eso era todo.

—Creí haber visto a alguien —dije.

La abuela esperó pacientemente.

—No en la piscina, mirándome desde allí —bromeé—, sino su reflejo. —

Señalé el espacio entre mi oreja y mi hombro para mostrarle dónde lo

había visto de pie detrás de mí.

—En pleno verano hay toda clase de hadas y duendes dando vueltas —dijo

Nana—. Quizás su invisibilidad es burlada por el agua.

—Quizá —dije, sacudiendo la cabeza—. O quizá sólo estoy viendo cosas.

Page 139: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

139

Nana le dio a mis hombros un estrujón, entonces dio un paso fuera de la

playa hacia el sendero.

—Estoy tan feliz de que estés aquí este verano, Gwennie. No me preocupo

porque estés en la Cabaña de los Cook sola, ni porque ese chico Jesse esté

alrededor.

Eso sonó un poco como si quisiera decir lo contrario. O que no estaba

preocupada por mi seguridad, sino que estaba preocupada por el sexo.

—Confío en ti —insistió Nana, y había tanta convicción en su voz que no

estaba segura de merecerlo—. Me inquietaba a veces por tu sensible

corazón, pero lo has endurecido. Un poco demasiado, si me preguntas.

Pero todo proviene de tu preocupación de parecer…

—Loca —terminé por ella.

—Nunca estuviste loca. —Tropezó un poco y se sujetó de mi brazo, pero no

perdió su tren de pensamientos—. Ahora, con un poco de soledad,

encuentras tu equilibrio.

Me reí. Eso era todo lo contrario de lo que había estado pensando.

Entonces, luego de que hubiéramos caminado en silencio por un tiempo, le

pregunté lo que sabía de Jesse.

—¿Es indigente? —pregunté. Había dicho que vivía en las afueras, pero

eso podría significar cualquier cosa.

—He estado preguntado —dijo—. Y es algo bohemio. Es natural que las

personas sean algo sospechosas con él, sin conocer a su familia; pero hay

algo de admiración hacia él también. Sadie… —Me echó un vistazo,

comprobando que recordaba a mi antigua maestra, así que asentí—… me

dijo que Jesse tuvo una conversación con un cliente de la librería que

había dejado a su perro encerrado en un coche bajo el calor del sol. Y Red

dice que ha visto a Jesse alejarse de Zack y sus amigos cuando están a

punto de causar problemas. Es un chico respetuoso, cordial a menos que

otros le den una razón para no serlo. Y… —Nana bajó su voz hasta una

risita—… escuché que Shawn McCracken está bastante receloso de él.

Eso me tomó un segundo para entender.

—¿El padre de Zack?

—Oh, sí —dijo.

Page 140: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

140

Pensé acerca de la observación de “disciplina” que Jesse había hecho, y la

extraña relación que tenía con Zack. Jesse no era tolerante a la crueldad.

Zack parecía regocijarse en ella. Pero sonaba como si Jesse se hubiera

enfrentado al padre de Zack cuando estuvo a punto de molerlo a golpes. Si

eso era verdad, estaba realmente confundida.

Nuestra conversación nos había llevado hasta la cabaña, y aún tenía

preguntas por hacerle.

—Nana, ¿esa noche…?

—¿Sí, Gwennie?

—¿Por qué Thelma dice que me vio en el Point, cuando en realidad estaba

en Little Beach? Tú sabes que es ahí donde me encontraron.

Ella estuvo callada por un momento. Las olas rompían, el viento susurraba

a través del césped, y estaba tan cerca de contarle a Nana lo que Jesse me

había dicho.

—Es un misterio, Gwen. —La voz de mi abuela sonaba tan resuelta como

lo había hecho cuando dijo que confiaba en mí.

—¿Jamás le preguntaste?

—Eso significaría que no confío en alguna de las dos. Quizá estuviste en

un lugar, y luego caminaste dormida hasta el otro. Quizá creyó verte en

Point, y sólo fue engañada por la niebla. En todo caso, no te ahogaste. —

sonrió.

—Jesse dice que él es el chico que vi esa la noche.

—¡Ah! —Habría sido una exclamación, simplemente la mitad de un “¡Ahá!”,

sólo que la abuela se sujetó el pecho cuando lo dijo.

—¿Estás bien? —Me acerqué a ella, apoyando sus brazos en los míos.

—Por el amor de Dios, sí —dijo Nana, sacudiéndome lejos.

Entonces sentí que unos ojos nos miraban. No escuché un solo paso. No

había nadie a nuestro alrededor. Y la luna estaba casi llena. Habría notado

a alguien más. Pero tenía un sentimiento oscuro acerca de la playa.

Page 141: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

141

—Es una sorpresa, eso es todo —dijo Nana. Luego de dar unos pasos,

agregó—: Pero él no es como los otros chicos, eso es seguro. Me gustaría

conocerlo, si es que piensa continuar haciéndote compañía.

—Creo que a él le gustaría conocerte también.

Habíamos pasado a través de mi cercado, hacia mi patio. Dulces sueños,

pequeña araña, pensé mientras miraba hacia delante a mi propia casa,

cómoda y segura.

—¿Quieres entrar y saludar a Gumbo? Creo que está aburrida de mi

compañía.

—Me encantaría.

Nana se sentó y, para mi sorpresa, encendió la televisión. La recepción no

era muy buena, pero miramos una transmisión de las noticias de San

Francisco y le dimos a Gumbo mucha atención.

No fue hasta que Nana se levantara para salir, que mencionó la concha de

mar que Jesse había dejado en mi mesa de café.

—Es encantadora —dijo—. No es de estas costas, no lo creo.

—Jesse me la dio —dije—. Nadaremos juntos por la mañana.

—¿Puedo sostenerla sólo un momento?

—Seguro —dije.

Debería haberlo sabido, porque de repente Nana la sostuvo con una

media-sonrisa en los labios, como si estuviera viendo algo.

—Es un momento encantador, Gwennie. Solos ustedes dos, mirándose a

los ojos, viendo lo bueno el uno en el otro, haciendo…

—¡Abuela! Apenas si lo conozco. ¡Nosotros no hacemos nada!

—Un momento encantador —repitió, como si no hubiera protestado—. No

dejes que te lo arrebaten, pero tampoco te arriesgues demasiado.

—De acuerdo, pero ya me tienes confundida.

Nana me entregó la concha. Entonces acarició a Gumbo detrás de las

orejas y le quitó importancia a sus palabras.

Page 142: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

142

—Sólo soy una anciana con sueño que debería irse a casa.

—¿Quieres que te acompañe? —pregunté, temiendo que se tropezara en el

sendero.

—Pooh, para cuando nos subamos a tu coche, estaría a mitad de camino a

casa —dijo Nana, y luego se fue hacia la puerta.

Sin soltar la concha, vi a Nana por la ventana. Se volvió una vez y me

saludó.

La vi caminar fuera de la vista, entonces consideré la concha de nuevo,

estudiando la delicada bisagra entre sus dos mitades.

Cualquier cosa podía romperla, porque en realidad, ¿qué era lo que la

mantenía junta?

La bajé ligeramente, de nuevo en la mesa de café, y me fui a la cama.

* * *

Mi mañana con Jesse amaneció azul y dorada perfecta. En cuanto abrí los

ojos me imaginé lo que me esperaba en Little Beach.

Me até mi traje de baño rojo de dos piezas, me agarré el cabello en una

trenza, y reuní lo que necesitaba para trabajar en mi mochila. Por si acaso

iba demasiado tarde para volver a la casa a cambiarme.

Llegué a la cima de la duna de arena en el último momento para verlo

nadar alrededor de las rocas entre la cala y Little Beach.

Elegante, rápido y natural, era absolutamente el mejor nadador que jamás

hubiera visto.

Corrí hacia la playa, solté la toalla, me quité el jersey, y corrí hacia el agua.

Sabía que saltaría sobre la lista de defensa de tiburones de mi madre, pero

no podía esperar.

—Fría, fría, fría —grité para mis adentros, tratando de superar mi piel de

gallina y agitándome fuera del camino antes de que él me viera—. ¡Ya!—

Hice una inmersión poco profunda y rápida acercándome a él.

Page 143: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

143

Él esperó, flotando en el agua, subiendo con cada ola que venía detrás de

él. Su cabello negro estaba peinado hacia atrás, viéndose plateado porque

era muy brillante. Y no pude negar la forma en que su rostro se iluminó

porque se alegraba de verme.

Abrí la boca para decir “hola” cuando sus brazos me rodearon.

Recuperando el equilibrio, me sostuve de sus hombros, y él siguió

girándonos.

Cuando finalmente se detuvo, yo estaba sin aliento, y la cola de mi trenza

goteaba sobre mi hombro. Lo estaba mirando demasiado fijamente, así que

bajé más en el agua, lista para darle la vuelta a la siguiente ola contra mi

barbilla.

—Ayer no vine porque sabía que estarías ocupada…

Él hizo un gesto “continúa” como si ayer se hubiera olvidado.

—En la Posada —dijo, de repente viéndose preciso y serio—. ¿Se están

preparando para el solsticio?

—Así es —le dije, y aunque todavía estaba temblando un poco, le conté

acerca de los preparativos—. ¿Vendrás a las hogueras mañana por la

noche?

—Por supuesto —dijo—. Seremos el Rey y la Reina del Verano.

—Oh, ¿lo seremos? —¿Por qué todo el mundo excepto yo estaba tan seguro

de eso? Él asintió. Incluso pedaleando en el agua parecía arrogante.

—Ahí está la carrera a pie en la tierra, que es tu elemento, por lo que

tendrás que enseñarme qué hacer. Y la piscina. —Obviamente él le había

dado mucho pensamiento a esto, porque puso los ojos en blanco como

diciendo “será muy fácil”—. Puedes aprender a mantener el ritmo.

—Te avisaré si soy buena nadadora —lo regañé, y cuando lo pateé bajo el

agua, él tomó mi tobillo con el suyo.

A pesar de que estábamos jugando, él se movía increíblemente rápido.

Realmente, si un tiburón hubiera ido tras nosotros, estoy segura de que

podría haberme alcanzado a pie.

Pero no fue la rapidez de Jesse lo que hizo a mi estómago como un puño.

Page 144: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

144

Una vez que mi tobillo se quedó atrapado entre los suyos, él subió sus

tobillos. A mi pantorrilla. A mi rodilla. Y un poco más alto.

La sensación me dejó sin habla. Durante un minuto. ¡Después corrí por

algo, por cualquier cosa!, para romper ese hechizo.

—Es... es el salto sobre una parte de la hoguera lo que podría darnos un

poco de problemas —balbuceé, remando hacia atrás en el agua, fuera de

su alcance.

—No será ni el primero ni el último de los milagros —dijo él con aire de

suficiencia.

Al menos creo que lo dijo. Podía haberme dicho por telepatía todo lo que

sabía, porque nos miramos a los ojos con tanta fuerza que me mareé.

Cayendo hacia delante, pensé, desde el momento en que había regresado a

Mirage Beach, había sido arrastrada hacia la cala, hacia el mar, hacia

Jesse.

¿Y qué me había dicho él ayer? ¿Sólo es una nadada? Ja.

—No es una competición pura y simple, sin embargo, ¿No? —preguntó él—

. ¿Gwennie?

Pensamientos borrosos vinieron con sentidos intensificados, supongo.

—¿Eh? —respondí.

—¿No hay ninguna tradición del Rey y Reina del Verano del año pasado?

—Creo que sí. —Tuve que mirar hacia abajo para ser coherente. Miré mis

manos hacer pequeños círculos en la superficie—. Y creo que son más

juegos que competiciones.

—¿Por qué no me miras? —preguntó él.

Podría hacerlo, pero me podría ahogar, pensé. Pero no dije eso, gracias a

Dios. Sólo espeté:

—¿A dónde iremos?

Él señaló un lugar soleado decorado con oscilantes algas, y luego se

zambulló. Tiré mi cabeza hacia atrás por una bocanada de aire, sin

Page 145: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

145

intención de llenar mis ojos con el cielo azul y el sol, pero lo hice, y lo llevé

conmigo cuando me arqueé detrás de él.

Él redujo la velocidad y nadó a mi lado. Las corrientes aumentaron a lo

largo de nuestro cuerpo. Un bosque de enredado mar abierto para

nosotros. Estábamos rodeados cuando de pronto él se lanzó delante de mí.

Por un instante nos encontramos cara a cara, y entonces me besó.

¿Un beso bajo el agua era posible? ¿Puedes sentir las coronas de burbujas

que flotan por tu cabello, formando collares en tu cuello, y no jadear en

busca de aire?

Sólo sé que él besa como un Dios del océano. Cuando abrí los ojos, él

estaba sonriendo. Luego tomó mi mano y nadamos.

Debajo de nosotros se abrió un profundo cañón submarino azul. El mar se

sentía grueso, fresco y oscuro. La sal no me quemaba los ojos.

Mientras nos poníamos en marcha, la superficie verde se puso más pálida,

dorada, y luego la atravesamos. El viento quemaba la cara. Asustadas

gaviotas graznando se levantaron en nubes. Los leones marinos se

dispararon a nuestro lado. Sus luminosos ojos brillaron mientras nos

movíamos juntos hacia la cala.

¿Habíamos nadado desde Little Beach, a través del bosque de algas a la

cala en un solo aliento? Imposible.

—No puedo creer que estuviéramos abajo tanto tiempo —le dije,

respirando normal.

—¿Beso como un Dios marino? —preguntó él, y mi corazón se detuvo.

Ese pensamiento no podría haber sido hablado. Había estado bajo el agua

cuando él me besó. La pregunta de Jesse no era golpe de suerte al azar,

tampoco.

Él podía leer mi mente. Era como que te dijeran que tenías que desnudarte

delante de una ventana si alguna vez querías cambiarte de ropa.

Me hubiera gustado que nos hubiéramos quedado más tiempo bajo el

agua.

—¿Gwen? te pregunté…

Page 146: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

146

—Sé lo que me preguntaste, y sí, lo haces, pero no creo que signifique

nada.

Él se echó a reír, y una cacofonía de aves marinas voló a nuestro

alrededor. Quería estrangularlo. Quería abrazarlo. Debajo del agua había

sido tan suave y simple.

Levanté un brazo por encima del agua, creando una estela blanca, y pensé

que él iba a besarme entonces, pero no lo hizo. Me salpicó en su lugar y

nadó hacia la cala.

—No estoy segura de que debamos nadar ahí —dije tras él, y se detuvo—.

Si Bull objeta a los humanos, no será bonito.

—¿Bull? —preguntó él.

—Ese gran león marino macho de las cavernas con la frente prominente.

Él me dio una mirada de superioridad.

—Se fue. Además, no me molesta.

—Bueno, tal vez me molesta a mí —le dije—. Y hay otro. Uno joven, estoy

bastante segura de eso, con una vieja cicatriz a través de su nariz. —Saqué

una mano del agua para hacer un movimiento rápido rozando mi propia

nariz—. Juega muy duro.

Había hablado demasiado. Jesse ya me había salvado de ahogarme una

vez. Probablemente pensaría que era propensa a los accidentes, o una

pésima nadadora, al oír que casi me había ahogado por segunda vez. Pero

él se aferró a otra parte de lo que había dicho.

—¿Estás bastante segura de que es un varón? —preguntó Jesse.

—¿El león marino negro? Sí, bueno, ya sabes. No lo verifiqué.

Una vez más, la risa de Jesse envió a dispersarse a las aves marinas.

—Ve delante a la cala si quieres —le dije. Cuando estabas nadando con un

bronceado y musculoso tritón, probablemente era una buena idea

mantenerte alejada de las discusiones sobre las diferencias de género.

Sin embargo, me preocupaba que se sintiera herido.

—Los leones marinos están en la cima de la cadena alimenticia por aquí,

sabes, y esos dientes- —me estremecí—. No los retaré.

Page 147: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

147

Su arrogante mirada desapareció, y asintió con súbita comprensión.

—Pienso en peligro cuando nado a lo largo de Mirage Beach. Es el lugar

donde se supone que debo morir.

—¿Qué? No se supone que uno esté a punto de morir.

—Muerte en la gruta verde —dijo él, como si estuviera recitando—. Ahí es

donde sucederá.

—¿Cómo…? ¿Por qué crees que…?

—Siempre lo he sabido —dijo, y el hechizo que me había sostenido en el

bosque de algas empezó a desvanecerse.

Si él podía leer mi mente, ¿podía leer el futuro?

Y luego hizo algo totalmente inesperado. Me abrazó, pero su cabeza se

inclinó hacia abajo por debajo de mi barbilla. Su mejilla se quedó pegada a

mi garganta. Me la levantó, pero yo estaba mirando hacia abajo al brillo

negro de su cabello. Cuando lo acaricié, él suspiró, y sentí esta increíble

ola de...ternura.

Oh mi Dios. Esto era como enamorarse. Podría estar enamorándome. Pero

no podía. Estaba sucediendo demasiado rápido. Era demasiado extraño y

yo era demasiado joven. Nada tenía sentido.

Cerré los ojos. El sol chisporroteaba sobre mis hombros, y pasé la mano

por su cabello otra vez.

—¿Gwen?

—Sí.

—Sabes por qué tenemos que estar juntos, ¿verdad?

Más rareza viniendo, podía oírla en su voz, pero había dejado de pelear

contra eso. Sacudí la cabeza. Mi barbilla rozó su cabello mojado.

—Soy tu selkie.

—No…

Sus brazos se apretaron alrededor de mí con tanta fuerza, que me quedé

sin aliento.

Page 148: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

148

—No te alejes o te llevaré bajo el agua —dijo en un tono totalmente

normal—. Soy tuyo porque me llamaste con tus lágrimas.

—Pero… —Pateé con mis piernas y me retorcí, tratando de ver su rostro.

—Siete de ellas —agregó él.

Ahora sabía por qué él nos había puesto en esta posición. No quería ver

mis ojos y, escuchar, lo que estaba pensando. Este día entero, no, toda

esta semana de espera, ¡mi vida entera había sido una locura! Pero él no

me dejó ir.

—Jesse —gruñí, pero eso fue todo lo que dije porque se hundió bajo las

olas, llevándome con él.

Salí, tosiendo, pero Jesse no se veía ni con un poco de pena.

Me empujó a través del agua, lejos de él.

—¡De vuelta a tu pequeña playa! —dijo de nuevo, tirando de mí con él.

Pero me soltó en un minuto. Entonces mi mano estuvo libre, y vi la

burbuja de color ámbar-azul surgiendo de él inmediatamente.

Corrí a seguirla porque la ira se había convertido en algo más. La

competencia se movía en mi torrente sanguíneo. Podía atraparlo.

Permanecer despierta toda la noche, con él en mis brazos cortados por las

olas después de él, pero me quedé en la superficie mientras él nadaba

debajo. Tenía una capacidad pulmonar increíble, y yo estaba fuera de

forma, pero no se fue lejos, después de decir algo tan extraño.

Los músculos de mis brazos se alargaron. Se movieron llenos de energía.

Mis muslos temblaron, recordé cómo se sentía rebotar en un tablero, en el

aire y caer a través del cielo para deslizarme suavemente en el lugar exacto

que había elegido.

Había sido hace mucho tiempo, pero estaba tan segura de que lo vería por

delante, así que estoy segura de que volvería atraparlo, nadé pasando mi

marca.

Al darme cuenta de que lo había perdido, me di la vuelta y nadé

lentamente hacia atrás. Cuando salí tambaleándome de las aguas poco

profundas, estaba demasiado cansada como para estar enojada. Mis

Page 149: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

149

rodillas estaban tan débiles que pensé que caería, y allí estaba él tirado en

la arena blanca, tomando el sol.

Me tiré en la arena a su lado.

Olvídate de la toalla, olvida el hecho de que se trataba de una playa semi-

pública, olvida el hecho de que era una locura certificable. Dejé que el

calor del sol me calentara por encima y por debajo de la arena se filtrara

en mi piel fría, y entonces, oh qué diablos, estiré uno de mis brazos a su

espalda en un abrazo de camaradería.

Él no abrió los ojos, pero hizo un sonido de gemido con una sonrisa

increíble.

Después de unos minutos, junté la fuerza suficiente para llegar al interior

de mi bolso de playa por mi reloj. ¿Cuánto tiempo tenía hasta tener que

estar en el hotel?

La mano de Jesse se dejó caer sobre la mía, atrapándola, antes de que

pudiera ver la cara de mi reloj. Una gaviota graznó y rió arriba. Y todavía

los ojos de Jesse se quedaron cerrados.

—¿Estás durmiendo? —le pregunté.

—Sí —dijo él. A pesar de que había oído el acento celta en su voz, ésta era

la primera vez que le oí decir sí—. Y te contaré mi sueño, un sueño selkie.

—Debió haberme oído jalar aliento para protestar, porque dijo—: Sólo

pretende.

Y lo hice.

Boca abajo, con el sol amasando mi espalda, escuché como la cadencia

diaria de su voz cambiaba para contar la historia de un pescador que

había perdido su navaja al tratar de quitarle la piel a un león marino que

aún no estaba muerto.

—Eso es horrible. —Me levanté en mis manos como si estuviera haciendo

una flexión de brazos—. No quiero escuchar eso.

—Sí, lo quieres —me dijo Jesse, y la suave presión de su mano en la parte

baja de mi espalda me bajó de nuevo a la arena—. Más tarde esa noche,

un desconocido llamó a la puerta del pescador, a pesar de la terrible

tormenta que se había desencadenado. Tan mala era, que el viento casi

arranca la puerta de la cabaña cuando la abrió. El extraño pretendía

Page 150: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

150

devolverle el cuchillo, que había caído a las profundidades azules, pero tan

pronto como el pescador lo tomó, fue capturado.

»De hecho, el extraño era un selkie. Había peleado con el pescador en las

olas. Después, tiró de él a lo largo, como si fuera un peso muerto, el selkie

llevo al pescador por la costa hasta una cala tranquila.

»Hay una mujer gravemente herida de belleza incomparable que les

esperaba. Era una selkie, y su compañero, el extraño en la noche, hizo que

el pescador comprendiera que sólo él, con sus manos humanas, podría

salvarla.

Jesse hizo una pausa. Bajó la cara tan cerca de la mía, su aliento agitó mi

cabello. Abrí los ojos y él me devolvió la mirada.

—Estoy despierta, en el día más largo del año —le dije—. Sigue hablando.

—Bien, bien, ya que había herido a una criatura mágica, el primer

pescador estaba triste, luego exigió aguardiente para amortiguar su dolor,

y aguja e hilo para coser la herida. Pero los selkies no tenían ninguno de

ellos...

La voz de Jesse se fue apagando, y tuve la terrible sensación de que ella

iba a morir. El estúpido humano la había matado, sin saberlo. No quería

escucharlo, y no quería llegar tarde al trabajo.

—...Pero aguja e hilo no eran la manera de... Oh, Gwennie, detente —dijo

mientras trataba de acercar mi reloj a donde pudiera verlo.

Él me volcó sobre mi espalda y bajó la mirada hacia mí. Mi corazón latía

con fuerza.

—No te vayas —dijo—, o arruinarás una mañana perfecta.

Sus ojos eran tan oscuros que apenas podía ver las pupilas.

—¿Vas a decirme que mañana puede no ser perfecto? ¿A pesar de que será

la víspera de mediados de verano? —le pregunté.

—¿Ves? Hay otras cosas que aprender además de letras. Y estás haciendo

un buen trabajo de ella, también.

Pensé que me besaría entonces, también, pero no lo hizo. De qué servía un

novio psíquico, pensé de mal humor, si…

Page 151: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

151

—Te gusto de nuevo —dijo, mirándome.

—Oh, sí, lo haces —le dije, estudiándolo en respuesta, pero mi honestidad

me avergonzó. Tiré de mi mano libre y miré la hora—. Realmente has

hecho que se me haga tarde.

Jesse me dejó empujarme para ponerme de pie. Luego rodó hacia su lado,

apoyó la cabeza en su mano y sus ojos recorrieron la longitud de mis

piernas antes de que pretendiera volver a dormir.

—Así que, ¿vas a apurarte y terminar esa historia? —le pregunté. Escurrí

mi trenza mojada, salpicando agua a propósito en su pecho—. ¿O me

mantendrás en suspenso?

Tomé mi toalla, la até alrededor de mi cintura, luego lo miré, todo

somnoliento en la arena. Estaba pensando en patear apenas un pedacito

de arena en su camino, cuando sus dedos se sujetaron alrededor de mi

tobillo, y, lo admito, chillé.

Él soltó una risa cálida antes de dejarme ir y rodar boca abajo en la arena.

—Mantenerte en suspenso —dijo, finalmente contestándome. Y aunque su

voz era ahogada porque estaba boca abajo en la arena, creo que añadió—:

Dime cuando ya no puedas aguantar.

ROSA SALTSPRAY (Rosa rugosa)

Té elaborado a partir de los pétalos de esta rosa salvaje inspira sueños de

amor arriesgado y apasionado.

Con razonablemente grandes flores fragantes y espinas espinosas, esta

rosa fuerte y hermosa ha sido coronada reina del jardín junto al mar.

Page 152: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

152

Traducido por Akanet

Corregido por Nanis

Así fuera por el trabajo extra por la celebración de la mitad del verano, o

mi lectura fallida, Nana parecía cansada.

Cuando entré en la cocina, me di cuenta de su palidez de inmediato. Sin

embargo, en el ajetreo del desayuno, se me había olvidado hasta que los

invitados se dispersaron y Nana estaba tomando el té en la cocina. Sus

dedos manejaron las pinzas del azúcar entre su taza y el azucarero tantas

veces, que sabía que las estaba usando para obtener energía.

—Gwennie, si no te importa, creo que voy a necesitar que hagas mis

recados. Hay simplemente demasiadas cosas pequeñas que he dejado ir —

dijo.

—Y esos Hobbits la mantienen despierta, cantando en el paseo de la viuda

a mitad de la noche —gruñó Thelma.

Sabía que estaba hablando de los fanáticos de Tolkien, pero sus palabras

habían pintado una imagen divertida.

—Quieres conducir a Siena Bay para conseguir gasolina, ¿no? —preguntó

Nana.

—Seguro —estuve de acuerdo, aunque mis sentimientos oscilaron entre la

excitación y el temor.

Anticipando mis protestas, estoy segura, Nana me dijo que había dejado

su lista pegada en el refrigerador. Entonces, para alguien que estaba

agotada, hizo un retiro bastante rápido escaleras arriba.

Leí la lista mientras caminaba a casa. El primer elemento de la lista me

paró en seco.

Faros antiniebla especiales para el Cadillac, obtenidos de un depósito de

chatarra de Los Ángeles, podrían ser recogidos donde el Dr. Jack Cates.

Page 153: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

153

No puede ser, pensé. Esta era una trampa.

—Buen movimiento, Nana —murmuré. Por supuesto que sabía que el Dr.

Cates era un ávido reparador aficionado de autos, pero aun así.

Nana necesitaba una botella de aceite de lima, que podría conseguir en la

tienda de comestibles de la señora Leoni, el lugar donde había oído,

cuando era una niña, que algunas personas habían pensado que había

sido abusada sexualmente. El único recado que no requería enfrentar mis

recuerdos era meterme en el Village Books para la nueva edición de la

revista Tea Cozy.

Quería que Jesse fuera conmigo, pero el problema de tener un novio que

no tenía dirección era que no podías encontrarlo. No lo vi fuera en el Point.

No estaba abajo en la ensenada o sentado en mi porche delantero.

Una gran cantidad de piar y revoloteos llegó desde el interior de nido de las

golondrinas. Me pregunté cuánto tiempo les tomaría aprender a volar

mientras entraba por la puerta, agachada para interceptar a Gumbo.

—Ni siquiera pienses en ello —le advertí. Y cuando le di a su cálido pecho

un suave empujón, en realidad me siseó—. Tienes un montón para comer,

en el interior.

Gumbo se alejó, se dejó caer en el suelo, y arqueó su cuello para lamer el

parche de piel que había contaminado con mi toque.

Me puse unos pantalones cortos limpios y una camiseta, y estaba fuera de

la puerta, dirigiéndome hacia el Escarabajo, cuando finalmente recordé

buscar la llave de repuesto.

No estaba allí. No era mi memoria defectuosa tampoco, porque el pequeño

gancho como tacita de latón, bajo el alfeizar de la cocina estaba allí, pero

estaba vacío.

Ignoré la piel de gallina recorriéndome. Simplemente tenía que hacerle

seguimiento a mi llave, pensé, mientras conducía por el camino de grava

lleno de baches hacia la carretera. No había buscado esa llave en más de

siete años. El hecho de que estaba perdida no significaba nada.

Siena Bay se veía mejor a la luz del día de lo que lo había en el mercado de

los agricultores.

Page 154: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

154

Ya que no había gastado nada de dinero en toda la semana, pagué por un

moca doble en un carrito junto a la plaza de estacionamiento y lo bebí

mientras paseaba alrededor, observando el bullicio en la plaza del pueblo.

Con mesas de juego y aros de metal, flores de papel de seda y flecos, las

cabinas habían sido hechas y los toldos construidos. Las ventas de locura

de la mitad del verano eran anunciadas en la ventana de cada tienda, pero

la plaza estaba empezando a parecer un carnaval tradicional.

Caminé una vuelta a su alrededor, alegré de no ver a Zack o su grupo.

Pero tampoco vi a Jesse. De hecho, aunque tuve mi parte de sonrisas

sonríe-al-turista, me sentí gratamente anónima.

Thelma tenía razón. Mi trauma infantil no era lo más importante en la

mente de nadie excepto la mía.

Bebí el resto de mi moca, tiré el vaso, y me dirigí a la tienda de

comestibles. Estaba ajustando el dobladillo de mis pantalones cortos

cuando Red O'Malley apareció ante mí.

¿Qué era lo que más me gustaba de él? Era amigo de Nana, propietario del

bar del Club de la boya y una tienda de anzuelos, pero no más que eso.

Aun así, estaba realmente contenta cuando me saludó.

—Buenos días, señorita Cook, y ¿cómo van los preparativos para la mitad

del verano en la posada? —Tomó mi mano en la suya y le dio unas pocas

palmaditas cariñosas.

—Oh, bien —empecé a decir, pero me interrumpió, levantando su dedo

índice como si acabara de recordar algo que yo debía saber.

—Vio a un amigo tuyo en los muelles.

Mi pulso se aceleró.

—¿En serio?

—Estaba sentado allí comiendo cebo.

Jesse. En mis fantasías más extrañas nunca habría imaginado que me

emocionaría tal descripción. Pero esa fue la respuesta de mi corazón. Mi

cabeza estaba gritando que Jesse y yo teníamos algunos problemas para

solucionar.

Page 155: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

155

—Ahora, hay algunos que piensan que eso es extraño —Rojo estaba

diciendo—, pero les digo, tomen esos mismos mejillones, pónganlos en un

menú elegante como sushi, y estarán pagando diez veces el precio que

pagan en mi tienda de cebo. Es por eso que digo que Jesse es inteligente.

También me dio la idea para mi nueva camiseta. Las verás en todas las

tiendas si mantienes los ojos abiertos.

—Lo haré —le dije, pero ya me estaba moviendo hacia los muelles.

Las gaviotas revoloteaban y se lanzaban por encima de las cabezas, en

busca de una limosna de pescado frito y patatas fritas de parte de los

vacacionistas, o trozos de pescado capturado y limpiado en el muelle. Pero

no le presté mucha atención a ninguna cosa excepto a Jesse.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que lo había visto? Contar en horas

no funcionaba para mí. Todo lo que sabía era que había pasado demasiado

tiempo.

Sin camisa y sonriendo, Jesse estaba sentado en el muelle, con sus fuertes

piernas marrones colgando y su cabello negro mojado arreglado contra su

cabeza.

—Hola —le dije, mirando las conchas de mejillones negros que yacían

vacías en el periódico en el que habían estado envueltas. La mayoría

yacían abiertas para mostrar el interior iridiscente azul y rosa—. Por lo

tanto, ¿no son sólo las almejas las que comes crudas?

—No —dijo él, y mientras me acomodaba a su lado en las tablas ásperas,

tocó mi mejilla con una mano decididamente oliendo a pescado—.

Cualquier marisco fresco aplicaría.

Como los malos hábitos iban, este no era horrible. Algunos chicos bebían o

mantenían tabaco abultándose en sus mejillas. Zack a olía hierba y se

aprovechaban de lo débil.

Así que, Jesse comía pescado crudo.

—He estado pensando en ampliar mis propios horizontes culinarios —le

dije.

Me estudió, desconcertado hasta que tomé uno de los mejillones brillantes

y sin abrir. Luego se echó a reír. ¿Sabes cuántos mejillones crudos comería

para oírlo reír de nuevo?

Page 156: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

156

Hice palanca en las conchas, pero estaban cerradas fuertemente.

—Déjame —dijo.

Jesse abrió el mejillón y me lo ofreció como una caja de anillo. Respiré

hondo y luego tire de la mojada carne de color beige de la concha y me la

metí en la boca.

No tengo ni idea de cómo supo. Salada, probablemente, pero estaba

mirando a Jesse. El raro Jesse, con los ojos tan oscuros que sus pupilas ni

siquiera estaban allí. El hermoso Jesse, con su cabello negro goteando

sobre pómulos altos y hombros marrones dorados. Mi Jesse, que sabía que

estaba amando la quemadura del sol sobre mis hombros mientras deseaba

que el mundo se detuviera.

Si el tiempo se detuviera ahora, antes de la víspera de mediados del

verano, antes de la graduación de la secundaria, antes de que Jesse

tuviera que irse, eso sería genial. Eso era lo que estaba pensando, y Jesse

parecía hacerse eco en respuesta.

Así que es una buena cosa que nadie me preguntó cómo sabían los

mejillones crudos porque podría haber dicho algo tonto. Por ejemplo, los

mejillones saben como el amor.

—Maldita sea, creo que simplemente no puedes evitar arrastrar a las

personas hacia abajo hasta tu nivel.

Reconocí la voz de Zack sin girar.

Jesse lo ignoró y yo hice lo mismo.

Él se pavoneó alrededor frente a nosotros, frotándose los ojos como si

acabara de despertar, luego apartando su enmarañado cabello rubio de

sus ojos.

—Recuerdo la vez que me llevó a comer una almeja navaja —dijo Zack.

—Él vomitó —dijo Jesse, pero las palabras no parecían naturales en su

lengua. Tuve la sensación de que estaba recordando a Zack contando la

historia en otra ocasión.

—Mírate —Zack me miró—. Estás toda limpia y ordenada, pero te sientas

en ese muelle sucio, pegajoso por el alquitrán y las agallas, para estar

junto a él.

Page 157: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

157

Convulsionada por el asco, la cara de Zack me recordó las fotografías a

blanco y negro que había visto de los miembros del Ku Klux Klan durante

los primeros días del movimiento de derechos civiles. Era como si pensara

que me estaba rebajando a mí misma por estar con Jesse.

No nos escupió, pero no me habría sorprendido si lo hubiera hecho.

Cuando caminó por el muelle hacia su trabajo en la sala de videojuegos,

fue un alivio. Ninguno de los dos dijo nada hasta que una niña paso

caminando usando una camiseta marcada con TIENDA DE CEBO Y SUSHI

BAR DE RED, y de alguna manera eso me recordó que tenía recados por

hacer para Nana. Debo haberme sacudido o algo así, porque Jesse lo notó.

—Tienes que irte —dijo de modo fatalista.

—Le prometí a Nana que haría algunas cosas para ella —le dije—, pero ven

conmigo. Por favor.

Él lo hizo. Y esto era más como tener un novio.

Sostuvo mi mano mientras caminábamos hacia la tienda de comestibles.

En el interior, no era aterrador en absoluto. Era como entrar en una casa

encantada que te había aterrorizado cuando eras un niño pequeño, para

luego volver cuando eras un adolescente.

En Siena Bay todos, excepto Zack, parecían querer a Jesse. Cuando

llegamos por primera vez al supermercado de la señora Leoni, un cajero

señaló la señal de SIN CAMISETA, SIN ZAPATOS, NO HAY SERVICIO en la

pared.

Mientras Jesse vacilaba en la puerta, la señora Leoni apareció.

—Oh, eres tú, Jesse —dijo ella—. Y Gwennie Cook, qué bien. —Ella bajó la

voz—. Ustedes dos sigan adelante.

Ustedes dos. Me gustó el sonido de eso.

En la librería de Sadie Linnet, una maravilla de claraboyas, plantas

colgantes, y tanques de peces, Jesse también tenía admiradores.

—Sólo déjame ver esto por un minuto —le dije, hojeando un hermoso libro

de tapa dura sobre los clavadistas de acantilados en Acapulco.

Jesse se removió a mi lado. No podía esperar para salir al exterior.

Page 158: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

158

Mientras miraba las fotografías me dio un sermón acerca de la valentía.

Debería confiar en mis instintos. Ver el punto. Apuntar a ello. Y hacer

clavados desde el Mirage Point como siempre había querido hacer.

Mis ojos perdieron el foco mientras miraba el libro. Paseando por la plaza

del pueblo, había descubierto la oficina del Dr. Cates, pero había estado

cerrada por la hora del almuerzo, y no iba a volver. Sabía que las luces

antiniebla para el Cadillac de Nana no eran cruciales. De hecho, estaba

bastante segura de que era sólo una estratagema para conseguir que

hablara con el Dr. Cates de nuevo.

Bueno, no necesitaba hablar con él. Estaba superando las cosas por mi

cuenta.

Sentí la mano de Jesse en mi cintura antes de que registrara lo que él

estaba diciendo.

—Me encantaría verte hacer clavados.

Cerré el libro y lo coloqué de nuevo en el estante, y luego levanté la vista.

Era extraño lo cerca que me sentía hacia él, cuando él no sabía nada de mi

vida en Valencia.

—Solía hacer clavados —le dije—. Pero no de esa manera.—Asentí con la

cabeza hacia el libro—. Cuando era niña, quería zambullirme en Point

Mirage, pero siempre me asustaba en el último minuto.

—Hazlo ahora —dijo.

Me levanté de puntillas, y allí mismo, en Village Books, lo besé en la

mejilla.

Él me dejó justo después de eso, rechazando un viaje a la estación de

servicio y un paseo de vuelta a Mirage Beach. A Jesse no le gustaban los

autos más de lo que le gustaba estar dentro de las casas o tiendas.

Mientras conducía de vuelta a mi casa, simpatizaba con eso. Las

carreteras de por aquí eran tan ásperas, que casi me hacen morderme la

lengua.

* * *

Page 159: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

159

Al día siguiente estábamos ocupadas en la posada, tan ocupadas, que

llegué a las 7 a.m. y no tuve tiempo para ir a la casa en absoluto.

Cubrimos con guirnaldas de flores, tejimos cintas en cada lugar donde

podrían ser tejidas, horneamos bagatelas llenas de melocotones y cerezas y

Pasteles de Rey helados para ser comidos después de la medianoche.

Yo usaba un vestido verde y dorado con dibujos de enredaderas y rosas.

Era largo, ajustado, y realmente fácil para moverse en él. Justo estaba

bajando para limpiar las coronas de reina de Nana sobre el hogar cuando

uno de los chicos, o Hobbits, como Thelma persistía en llamarlos, me

saludó.

Las ventanas estaban abiertas, y los Hobbits estaban sentados en el patio,

hablando y leyendo y esperando que la diversión del solsticio comenzara.

—Soy un nerd en recuperación —me confió Arnold, con gafas—.Y soy el

único que recuerda correctamente la forma en que tu abuela cuenta la

leyenda selkie. —Él miró fijamente a los otros antes de girar de nuevo

hacia mí—. ¿Me podrías ayudar, aquí?

Soplando mi cabello para apartarlo de mis ojos, miré a los demás.

—¿Sí?

—Él está diciendo que es una leyenda local —dijo la chica llamada Myra.

Bamboleé mi mano hacia atrás y adelante.

—Es una leyenda escocesa trasplantado aquí y probablemente un poco

americanizada. —Mientras tomaba un aliento, ella se jactó:

—¡Ves!

Así que traté de permanecer del lado de Arnold.

—La palabra “selkie” proviene del escocés para sello, y sólo tenemos lobos

marinos aquí, pero si miras hacia allí… —Hice un gesto hacia la playa—…

es claro cómo empezó la leyenda. Mira eso, más allá del brillo en el agua.

—Señalé una roca negra—. Allí, donde las olas están lamiendo una y otra

vez.

Cuando todos habían hecho sonidos indicando que veían lo que les

señalaba, les pregunté:

Page 160: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

160

—¿Qué es?

—Una roca.

—…Un león marino…

—Podría ser cualquiera de ellos, pero se está moviendo —dijo Arnold—. Me

rindo. ¿Es eso un león marino o una roca?

—¡Exacto! —me jacté—. La única manera de saberlo es observando.

Empezaron a discutir sobre lo que vieron, y mientras lo hacían, decidí que

debía ser una mejor narradora de lo que pensaba. Habían estado en lo

cierto, se trataba de una roca, pero se movía.

—O es una chica de cabello oscuro mirándonos o una roca con algas

flotando a su alrededor —dijo uno de los chicos.

No me di cuenta de cuál de ellos porque estaba sombreando mis ojos.

—Uno ve lo que quiere ver con los reflejos y movimientos —especuló

Arnold.

No veía una chica. Veía a un hombre caminando a través de las olas,

dirigiéndose a la playa en la posada Sea Horse.

—Pero la magia está en la piel, ¿me equivoco? —preguntó Myra.

Parpadeando, aparté la mirada del brillo en el océano para centrarme en

ella.

—Creo que por su propia naturaleza, los selkies son mágicos.

—Si robas su piel, están indefensos. Ellos sólo languidecen.

—Bebe —Myra dijo a la muchacha con el cabello corto, rubio—, eso es lo

que leí, también. Ellos vienen a tierra para bailar desnudos a la luz de la

luna y ser capturados.

Arnold se rió.

—¡Entonces ellos deben tomar sus pieles y correr!

—Personalmente —dijo Bebe—, creo que la leyenda tiene mucho que decir

acerca de la sociedad que la creó.

Page 161: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

161

Luchando contra mi excesiva irritación con todos ellos, pretendí susurrarle

a Myra y Bebe.

—Los machos son patológicamente guapos. Y seductores.

Los chicos aullaban, y entonces, Arnold comenzó a señalar, apuñalando

con su dedo índice hacia la playa.

—¡Aquí viene uno! ¡Mira!

Era Jesse.

—Sí —le dije—. Mi selkie privado.

Era sólo una broma, pero me sentía frágil, como si me fuera a romper en

fragmentos si me reía.

Mientras me apresuraba a salir del patio y bajar a la playa, escuché una

conversación. Mirando por encima de mi hombro, hacia arriba en el paseo

de la viuda, vi al señor y la señora Wharton bebiendo té helado con Nana.

Les hice un gesto dubitativo. Nana levantó su mano. Y sus cejas.

Cuando me volví, él estaba justo frente a mí.

—¡Jesse! —Mi voz subió unas cuantas octavas por su abrazo, mientras me

acercaba contra su pecho húmedo y goteantes vaqueros cortados.

Avergonzada, me aparté a pesar de que no quería hacerlo.

Él no parecía darse cuenta.

—He estado pensando en algo —dijo él, saltando directo a ello—. Esa

noche en Little Beach, ¿por qué estabas llorando?

Se refería a aquella noche hace siete años.

—Necesito saberlo —dijo, y su necesidad borró mi vergüenza.

No me importaba que tuviéramos una audiencia. Estaban demasiado lejos

para oír, y yo estaba recordando a la pequeña niña que había sido,

llorando en el océano en el medio de la noche.

—Estaba solo en la playa. Me desperté allí y…

—¡Tenías miedo y eso es lo que te hizo llorar!

Page 162: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

162

—No —le dije—. Tenía miedo por ti. Piensa en ello. Estaba este chico

caminando hacia el océano, más y más profundo, y por supuesto yo no

sabía lo bien que podías nadar. Estaba pensando...

Tan claramente como si estuviera de pie a mi lado, podía ver a mi padre

moviendo la cabeza hacia la radio, diciendo:

—Será mejor que cerremos las escotillas y atemos el ganado esta noche,

Gwennie, una gran tormenta se acerca.

No había entendido nada, a excepción de la parte de la tormenta.

Jesse se paró cauteloso frente a mí, y me tomó la mano.

—Tenía miedo de que te ahogaras.

Por un momento él parecía no procesar mis palabras.

Su cabeza se inclinó hacia la izquierda y parpadeó lentamente.

—Lloraste porque pensaste que me lastimaría. —Pasaron unos segundos

mientras veía a todo el mundo mirándonos—. Simplemente iré a conocer a

tu Nana, ya que está llamándonos.

Señaló, y resultó que tenía razón.

—Vamos —le dije. No diría nada acerca de ser un selkie ¿cierto? ¿Acerca

de estar conectado a mí por el destino?

Cada paso me hizo más segura de que esta era una mala idea.

De todos modos, los presenté, y juro que, algún tipo de rayo saltó de Jesse

a Nana. Ellos se miraron fijamente, y las sonrisas iluminaron sus rostros

exactamente al mismo tiempo.

—¿Y cómo te fue nadando ayer? —preguntó Nana.

—Perfecto —dijo.

Oh, Dios mío, si tan solo supiera.

—Oh —se quejó la señora Wharton—. Está es una costa áspera y rocosa.

Estoy bastante segura de que no me importaría nadar aquí.

—Mi Gwendolyn se crió aquí —dijo Nana con orgullo—. Es una gran

nadadora y una clavadista exquisita. La he visto competir, muchas veces.

Page 163: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

163

—¿Cómo entra una persona joven en eso? —preguntó el señor Wharton. Él

sólo estaba haciendo conversación, pero los Hobbits llegaron pisoteando

escaleras arriba a tiempo para oír, y los clavados parecían un tema más

seguro que, oh, cómo nos habíamos conocido, así que le expliqué.

—Por lo general debido a que sus padres quieren que lo...

—¡Pero ese no fue el caso contigo, Gwennie! —Nana lucía asombrada.

Él había dicho una persona joven, no yo, así que seguí adelante.

—Entonces entrenas haciendo trampolín y estiramientos y salto de cuerda,

y empiezas con un montón de diferentes clases de clavados, y luego

aprendes a especializarte... —balbuceé hasta que sus ojos se pusieron

vidriosos y entonces terminé mi discurso—. Pero me estoy tomando un

descanso de la competición en estos momentos.

—Y lo extrañas —dijo Jesse.

La pareja mayor dio sonrisas indulgentes. ¿No teníamos suerte de estar

tan en sintonía?

—Lo extraño un poco —admití.

—Ella podría haber sido la mejor en el estado, sabes —dijo Nana, y Jesse

en realidad asintió con la cabeza en acuerdo, aunque él no sabía nada de

eso.

—Y ahí lo tienen —le dije a la pareja mayor—. La opinión totalmente

imparcial de mi abuela y m-mi… —de hecho tartamudeé.

—Amigo —dijo Nana.

—Pareja —dijo Jesse.

¿Qué?

Antes de que el terror cerrara mi garganta por completo, me las arreglé

para dar una sonrisa enfermiza y decir:

—Él es británico… y yo estoy avergonzada. Así que creo que voy a volver al

interior de la posada y preparar las cosas del té, ¿de acuerdo?

Todos se rieron y dieron asentimientos de cabeza en entendimiento,

sabiendo que la palabra que él utilizo era el argot inglés para amigo,

supongo. Al menos de eso es que esperaba que se estuvieran riendo.

Page 164: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

164

Dejé a Jesse justo allí y bajé corriendo las escaleras hacia el patio. Me

dirigía a través del benditamente vacío salón y apresurándome hacia la

cocina, inundada por el pánico.

Cuando Thelma dijo:

—Para ti. —No tenía idea de qué estaba hablando—. El teléfono —explicó,

y me di cuenta de que estaba extendiendo el receptor.

—¡Gwen! Mi pobre y varada hermana —dijo Mandi efusivamente—. Sé que

dijimos que estaríamos allí esta noche para la cosa en el pueblo…

El festival en Siena Bay. Eso es lo que quería decir, y sonaba como si

fueran a venir, lo que era realmente una suerte, ya que lo había olvidado

por completo y le prometí a Nana que me quedaría aquí en el Mirage

Beach.

Pero hablar con Mandi era como alcanzar un oasis. Para este momento la

semana pasada, no podía haber adivinado que le daría la bienvenida a

conversar con ella de forma normal. Mandi, que deseaba vivir en un

cuento de hadas, habría sido mucho más adecuado para los últimos seis

días que yo, pero no se lo dije.

—Oye, ¿qué pasa? —pregunté.

—Fiebre —dijo Mandi—. ¿Puedes creer que los gemelos tienen varicela, y

todavía se supone que tengo que cuidarlos? Es asqueroso. No estoy hecha

para ser una niñera. He estado enfrentándolos para que no se rasquen y

se dejen cicatrices y embadurnándolos por todas partes con una loción

pegajosa. Estoy lista para un poco de compañía adulta, si sabes lo que

quiero decir.

Sabía exactamente lo que quería decir, y era algo bueno que no fueran a

venir al festival de Siena Bay. No era el Mardi Gras, pero podría volverse

loco, y el gusto de Mandi en chicos podía ser horrible.

—De todos modos, vamos a ir —dijo Mandi—, e incluso tengo una pequeña

sorpresa para ti, pero Jill tiene que cerrar la Antorcha esta noche. ¿Alguna

vez has oído hablar de algo tan brutal? Quiero decir, cinco días a la

semana sirve grasiento aperitivos a estas personas, y tiene que quedarse

hasta las dos de la mañana, a pesar de que había pedido la noche libre.

—Mandi, está bien —le dije—. Voy a estar ocupada. Es en cierto modo una

noche de trabajo para mí, también…

Page 165: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

165

—Oh, lo siento —dijo Mandi, como si hubiera planteado algo trágico.

Me imaginé a mí misma cantando y bailando y saltando sobre hogueras

con Jesse. No merecía su simpatía. Por suerte, Mandi no podía ver mi

sonrisa.

—Pero iremos mañana por la mañana —dijo—. De verdad.

—Creo que mañana será más tu tipo de cosa, de todos modos —le dije—.

La locura de mediados de verano en Siena Bay tiene una feria callejera y

puestos de juegos. Podemos salir en uno de los barcos y…

—Eso sería genial, sí… ¡Timothy, no te quites esa costra!

El receptor cayó ruidosamente y esperé.

Cuando regresó, Mandi susurró:

—Eran tan lindos en la boda, en sus pequeños esmoquin y corbatines,

pero ahora sólo son dulces cuando están durmiendo. De todos modos,

simplemente no queríamos que estuvieras esperando y preguntándote

dónde estábamos y todo eso.

—Bueno, te ganaste una mañana en la playa —le dije—. Y creo que es

realmente genial que vengan, a pesar de que Jill no acaba hasta las dos.

No la dejes quedarse dormida al volante —añadí.

Sabía que Jill manejaría si podía mantener sus párpados un poco abiertos.

Estaba aterrorizada del estilo de manejo de fácil distracción de Mandi.

—Y si ya estoy en el trabajo cuando lleguen aquí, la casa estará abierta.

Sólo tengan cuidado de no dejar salir a Gumbo.

—Claro, pero había otra cosa —dijo Mandi, y oí sus uñas dando golpecitos.

Esperando, vi a Thelma darles a las Tortas del Rey una última capa de

crema de vainilla.

—¡Ese mensaje que le dejaste a Jill! —gritó ella.

—Hay un chico —le dije.

—¡Muy bien! —alardeó Mandi.

—Un chico muy lindo —le dije—. Pero eso es todo lo que puedo decir ahora

mismo. Lo conocerán mañana.

Page 166: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

166

—¿Es seguro? —insistió Mandi—. ¿Y él es realmente lindo?

—Por supuesto —le dije.

Al caer la noche las hogueras salpicaban la costa. A lo largo de la costa los

vecinos compartían galletas, salchichas asadas y se pasaban botellas de

vino. Los niños pequeños corrían arriba y abajo por la playa con luces de

bengala ilegales, mientras que sus hermanos mayores vigilaban por si

aparecía el sheriff.

Zack, Roscoe, Perch, y su pandilla estarían fuera "molestando alrededor en

barcos", por lo que no tendríamos que preocuparnos por ellos. Al menos

eso es lo que Thelma me dijo, y desde que ella y Nana eran las expertas en

todas las cosas del solsticio, esperaba que tuvieran razón.

Jesse se había escapado mientras estaba hablando con Mandi, pero Nana

había extraído una promesa de él antes de irse. Él sería mi compañero

para las competiciones de la víspera de mediados de verano, justo como él

me había dicho esta mañana.

Habían pasado horas desde que habíamos limpiado el último té del año

viejo, y aunque habíamos mencionado que era tradición permanecer

despierto toda la noche, los Wharton se habían retirado a descansar para

las fiestas de Siena Bay. Los Hobbits estaban tomando café en el pueblo,

planeando volver arriba al Point a tiempo para los juegos, que no

comenzarían hasta que estuviera completamente oscuro.

Dejar a Nana y Jesse en el paseo de la viuda sin mí había sido un error. Se

habían convencido el uno al otro de que seríamos coronados Reina y Rey

del Verano.

Todavía no estaba muy segura de cómo había sucedido eso. Las

competencias eran juegos. Por lo que podía decir, la mayoría de ellas

involucraban vagar en la oscuridad, a veces con los ojos vendados, a

menudo en las olas. Una de ellas era nadar sin embargo, y eso aceleró mi

espíritu competitivo. Por último, habría salto de fuego. Todavía no tenía

esa parte en orden, pero Nana juró que sería instintivo.

En Valencia huir del fuego era instintivo, pero me mantuve en silencio y

busqué a Jesse.

A las nueve, estaba vestida con pantalones ajustados verdes con una blusa

suelta de lo que supongo que era algodón tejido en casa. En cierto modo de

Page 167: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

167

gasa y de color marfil y que caía justo en mis caderas. Me sentía más como

Robin Hood que como la doncella Marian, pero ero lo que Nana quería que

usara, y quería hacerla feliz.

—¿A qué hora esperas a Jesse? —preguntó Nana.

Suspiré. Había estado haciendo eso desde que salió esta tarde.

Nana había estado a mi lado mientras inspeccionaba mi atuendo. Ahora,

nuestros ojos se encontraron en el espejo del salón.

Si explicaba el problema de Jesse con tiempo, sonaría como una excusa,

así que me encogí de hombros.

—Nosotros realmente no establecimos una hora, pero pensé que estaría

aquí para esta hora.

—Cariño, ¡sólo diviértete! No es el fin del mundo si no ganas, aunque, lo

harás por supuesto. Sólo tienes cuatro trabajos esta noche. Excepto por

mantenerte despierta...

—¿Cuáles son mis cuatro trabajos?

Nana levantó su dedo índice. Sus ojos se entrecerraron mientras recordaba

una rima y la recitaba.

—Danza alrededor de nueve hogueras para la madrugada, encuentra

anillos de hadas en el césped, besa a un chico antes de que se haya ido, y

nunca en este año estés desconsolada.

—Haré mi mejor esfuerzo —le dije, y luego pasé otra hora paseándome

entre el patio y la casa, con la esperanza de ver a Jesse.

A las diez en punto gaitas tocaron en la costa. Baratijas estaban

amontonadas en cuencos de plata en las mesas del patio. El Rarebit galés

elaborado por Sadie Linnet olía delicioso, pero no podía comer nada y

sabía por qué.

No quería compartir a Jesse. No quería que la gente nos viera como a una

pareja, porque empezarían a esperar cosas. Aceptaba bien sus idas y

venidas al azar. Mandi y Jill podrían no estar encantadas por su lenguaje

extraño e intuición sobrenatural por lo que estaba pensando. Podrían

simplemente pensar que era raro.

Page 168: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

168

—La pequeña Gwennie ha crecido, y tiene sus ojos en mi corona, ¿es esa la

forma cómo funcionan las cosas? —Una mujer pelirroja pechugona me

agarró en un abrazo.

No tenía ni idea de quién era ella, pero no tenía que admitirlo.

—¿No me recuerdas? ¡Gwennie! Soy Shannon O'Malley… —gritó ella sobre

un coro de silbidos deslizantes interpretados por un grupo de niños—.

Bueno, en realidad, soy Shannon Rice ahora. Él es mío… —dijo ella—,

tirando de la manga de un hombre igualmente pelirrojo—. …Y así lo son

ellos… —Ella señaló a los silbadores deslizantes—. ¡Solía ser tu niñera!

La hija de Red O'Malley, Shannon, y su esposo, Eric, eran el Rey y la Reina

del Verano del año pasado. Por lo tanto, tenían que coronar sus sucesores.

—Te has vuelto más bonita —dijo Shannon—. Ahora Eric, mírala. Sólo

mírala. Es pelirroja como yo, y casi sin pecas. Gwennie, todas las mañanas

de verano de mi vida, me han dicho que frotarme mis pecas con rocío las

eliminaría, y mira. Así que no vayas creyendo todas las rimas y rituales

que te vayan a decir.

—Ve a buscar demasiados anillos de hadas en las colinas, y terminarás

con una camada como la nuestra —Eric miró de reojo a su esposa y movió

las cejas.

Apenas había recuperado el aliento por el abrazo de Shannon cuando su

padre me dio otro.

—Y Gwennie, ¿dónde está tu joven hombre ahora? Necesitas a ese come

pescado de Jesse para los juegos.

—Red, viejo tonto, él estará aquí —dijo Nana.

—¿Y dónde está Jack Cates? —preguntó Sadie Linnet—. Se supone que

debe traer ese postre suyo. Sin embargo sería una buena cosa si no lo

hiciera —me confió Sadie—.O no iré a casa sobria.

Jack Cates, ¿el psicólogo? ¿No era suficiente que arreglará autos y

cerebros? ¿También tenía que ir por ahí sirviendo ese brebaje de jerez y

crema?

Estaba maldita, y eso es todo lo que había.

—Necesito estirar mis piernas.

Page 169: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

169

Empecé a caminar. Me paseaba por los senderos del jardín de Nana,

mirando las señales que había publicado. Caminé a través de la casa,

mirando las guirnaldas de Nana. Se quedaron suspendidas, esperando que

las mías se les unieran. Me lancé hacia afuera de la puerta principal,

donde el mosaico de caballito de mar giraba, cantando para sí mismo en la

oscuridad.

Entonces tomé una respiración larga y profunda y me imaginé al Dr. Cates

y a Jesse.

Mis ojos se abrieron de golpe.

Dr. Cates, conozca al producto de mi imaginación. Mi selkie, en realidad.

Ciertamente, no hay necesidad de disculparse. Sé que todos ustedes

pensaron que era imaginario. O un pederasta. Y ahora resulta ser mi

salvador y un hombre de verdad, es eso. Oh, no realmente, por favor, no se

torture con remordimientos. ¿Cómo lo iba a saber?

Mis nervios se asentaron. Si el Dr. Cates se presentaba, los presentaría,

porque Jesse no era un selkie sacado de mi pesadilla. Él existía.

Me senté en el escalón delantero de Nana. Muy pronto estaría sentada aquí

en la oscuridad. Humo de la madera, música, y hocus-pocus gritados

flotaban desde la playa. Debería haberme estado sintiendo bien. Incluso si

pasaba la noche sin un compañero, encontraría mi propia magia.

Jesse existía y recordaba.

—¿Pero y si es un selkie? —mi susurro se apagó, una condensación de

todos los suspiros de hoy.

Si quería creer que lo era, podría encontrar un montón de pruebas. Había

salido del mar agitado por la tormenta, aparentemente respondiendo a mis

lágrimas. Podía leer la mente. Estaba el incidente del tendedero. Incluso

Nana lo había "visto" cuando él no estaba allí. Y yo había visto su reflejo

sobre mi hombro cuando nadie estaba detrás de mí. ¿Podrían ser los

selkies invisibles a su antojo?

Por supuesto que no. Levanté mis manos para cubrir mi cara y sacudí mi

cabeza. Podría apartar todas esas explicaciones. Jesse nunca me

convencería de que realmente era un selkie.

No, no había manera. Si no tuviera que aceptarlo por fe, si lo viera cambiar

con mis propios ojos, entonces creería. Pero él no lo haría. Si ese momento

Page 170: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

170

de transformación había ocurrido alguna vez en la historia del mundo, ¿no

sería tan vulnerable y privado que un selkie nunca podría permitir un

testigo?

Cuando mis manos cayeron en mi regazo, allí estaba él.

Jesse caminaba por el camino de entrada de la posada, con su cara

brillante ante la vista de mí.

Y al verlo, mi corazón me dio un salto.

LEMON QUEEN (Santolina chamaecyparissus)

Con sus capullos de flores amarillas bruscamente aromáticas, esta planta

tiene problemas para permanecer en el fondo. Incluidas en un ramo de

flores, estas flores advierten de riquezas falsas. Lemon Queen tienden a ser

leñosas a menos que las cortes de nuevo de vez en cuando, pero nunca se

siente nada. De hecho, gracias a la podadora le surgen flores más

abundantes durante todo el verano.

Page 171: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

171

Traducido por Sweet Nemesis

Corregido por Xhessii

—Tienes el cabello muy lindo. —Jesse pasó su dedo a lo largo de la malla

que Nana había trenzado de sien a sien como una banda.

—Gracias —dije.

—¿Tienes frío?

—Un poco. —Aunque probablemente supiera que él temblor se debía a su

toque. No tenía nada que ver con la cálida noche de Junio.

—¿Qué te parece mi ropa? Sadie de la tienda dijo que era lo que se usaba

hoy en día. “Muy pirata” dijo.

Jesse, eres perfecto, pensé, pero en cambio consideré los leggings

ajustados y la holgada remera blanca.

—¿Crees que podrás nadar?

—Por supuesto.

Entonces, la luz del porche se apagó. Debían ser las once. ¿Por qué la

oscuridad hacía que las violetas de Nana olieran mucho más dulce.

Cuando no podía verla, ¿por qué la roca que vertía agua en la fuente de los

peces tenía un gorgoteo más musical?

Pero las luces no se apagaban por orden de Jesse. Nana había decretado

que no podía haber luces artificiales después de las once.

Tomé la mano de Jesse, y lo llevé al interior de la posada.

—Vayamos a la playa.

Cera de vela y popurrí, mezclado con la esencia del mar volaba a través de

las puerta de vidrio abiertas. Incluso en la oscuridad nos las arreglamos

Page 172: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

172

para zigzaguear a través de los muebles, dirigiéndonos hacia el patio, sin

chocar contra nada.

Jesse no me acorraló, ni me abrazó contra alguna esquina secreta. Por el

contrario se apuró. Aun sosteniendo nuestras manos, bajamos por la

colina hacia la arena bordeando las olas.

Había dos fogatas en los territorios de la posada Caballito de Mar; una

realmente grande que olía madera de frutales y flores, y otra, la cual había

sido construida al margen de las olas.

Esperaba que fuera esa a la que nos dirigíamos.

Los turistas vagaban por la playa ahora, veinte o treinta de ellos, tocando

kazoos, o cantando desentonadamente. Muchos llevaban cámaras y

usaban sobreros. Sombreros de vaquero, un casco de vikingos con

cuernos, una tonta gorra caída.

Entre los ruidosos fiesteros estaban incluidas varias personas del pueblo

también. Una chica que había visto antes llevaba un atuendo de bailarina

con el vientre descubierto. Dando un bamboleante paso alrededor de la

hoguera, sus ojos se fijaron en Jesse. Su cabello rojizo y sus pesadamente

delineados ojos se me hacían familiares.

—Vayamos a ver como Red toca la gaita —dije, pero cuando Jesse se

detuvo un poco, le pregunté: —¿La conoces?

—Ella estaba en el pueblo —dijo Jesse, mientras me adelantaba—. Me

ofreció una especie de bebida de un caldero en la plaza.

—Apuesto que lo hizo —gruñí.

—…y no olviden mirar a través de las llamas a su amor para ver su

verdadero rostro —le estaba diciendo Sadie a algunas personas con botas

de excursión.

Fue entonces cuando todos se callaron ante el son de la gaita.

Red estaba usando una falda escocesa y una amarra a cuadros en su

hombro izquierdo. Era muy fácil ignorar sus nudosas rodillas de viejo, y su

malhumor diario mientras tocaba. Acunaba la bolsa de cuero como si

fuera un niño, y aunque nadie conocía la canción, ellos lo observaban, sus

rostros volviéndose color ámbar por el fuego, como cayendo en un hechizo.

Page 173: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

173

—Gwennie. —Jessie me tiró hacia su lado, su brazo alrededor de mi

cintura, pero era la música lo que lo tenía hipnotizado. Sus ojos muy

abiertos e inclinados hacia adelante. Cuando Gina Leoni se unió tocando

una flauta plateada, la cual se veía pequeñita en sus manos, su rostro se

iluminó con aprecio. Y fue entonces cuando fuimos barridos por manos

agarrando las nuestras.

—Círculo de brazos, círculo de lucha, círculo de flores, círculo de la vida.

El cántico continuó, las mismas palabras, una y otra vez, recordándonos

que la mitad del verano significaba tanto cambio como continuidad.

Bailamos alrededor de una fogata y de la otra. Dos listas y todavía

quedaba siete pensé. Y miré hacia la oscura playa viendo docenas de ellas,

ardiendo como soles nocturnos paganos tan lejos como podía ver.

—¡Coman esto! —Una chica que nunca había visto cerró mi mano

alrededor de algo granulado, y luego hizo lo mismo con Jesse—. ¡Semillas

de helecho para hacerlos invisibles!

Con su amplia falda hondeando a su alrededor, fluyó hacia la playa.

—En la ciudad ni siquiera pensaría en comer esto —le dije a Jesse—. Pero

aquí…

—¿Te gustaría ser invisible? —preguntó.

Pero Nana estaba a mi lado.

—Semillas de amapola —me dijo, entonces me volví para escuchar a Sadie

contarle a los Hobbits sobre los fuegos del solsticio.

—En los días de antaño, los fuegos eran encendido para calentar el sol

mientras este viajaba por su travesía invernal. Algunos creían que la

fuerza de las llamas les decía a los dioses de nuestras esperanzas por

nuestros cultivos o del tamaño de peces que esperábamos pescar…

—Es hora de la carrera Gwennie. —Shannon apareció de entre la multitud,

cargando un puñado de tela blanca.

Resultó ser que todos los hombres debían reunirse en un lado de la playa,

y todas las mujeres del otro. Una vez que se les vendaba los ojos a los

competidores, ellos tenían que encontrarse el uno al otro. Sólo uno de los

dos podía gritar “Rey, Rey, ven a tu reina”.

Page 174: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

174

Antes de separarnos, Jesse apretó mi mano.

—Te veo en un minuto.

Cuernos y ondeantes cintas marcaban las líneas de salida por la playa, y

tuvimos que descalzarnos para ir hasta estas.

Nana me dio un beso cuando pasé junto a ella.

—Ganaremos —le dije, llena de la confianza de Jesse.

—Vas a traernos otra corona para la repisa de la chimenea.

Una vez que alcancé la línea de salida junto con otra mujer, se nos informó

que no sólo debíamos correr con los ojos vendados, sino que además

debíamos llevar nuestros pulgares atados detrás de la espalda.

Una oleada de risas nos unió mientras escuchábamos el resto de las

reglas.

Los hombres tendrían sus manos libes, y su trabajo sería desatar nuestros

pulgares y correr con nosotras de regreso a la línea de salida. La primera

pareja en cruzar ganaba.

Justo antes de que nos vendaran, vimos a la pequeña niña en un vestido

de princesa que ondearía una varita y nos haría correr con sus palabras

mágicas.

—¡Ahora! —gritó, y hubieron más risas hasta que recordamos que

debíamos correr en silencio.

Debajo de nuestros pies, la arena húmeda se sentía terrorífica. Los

hombros chocaban unos contra otros, y la esencia a lavanda, jabón y

perfumes de todo tipo se entremezclaban en el ambiente.

Podíamos oír los pesados pasos de los hombres acercándose. Primero uno,

y luego una docena de voces llamando:

—“Rey, Rey, ven hasta tu reina”. —Y las risas llenaban el silencio.

—Estoy aquí —dijo la voz de Jesse antes de que yo pudiera llamarlo, y

desató mis pulgares, removió mi venda y me llevó corriendo, pero no hacia

la línea de meta. Nos llevó hacia las olas.

—Creo que deberíamos acostumbrarnos a esto —dijo—. Nadar la carrera

que queremos ganar.

Page 175: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

175

Cada hueso competitivo en mi cuerpo protestó, pero no me importaba

realmente si ganábamos. No tanto. Me importaba más quedarme en las

olas, sosteniendo la mano de Jesse.

Antes de comenzar el nado, había una lucha de tira y afloja en el agua, y

aunque no nos unimos, miramos. Antes de que pudiéramos comenzar la

carrera de natación, tuvimos que esperar al esposo de Shannon, Eric,

quien se golpeó el dedo gordo contra una roca.

Después de cinco minutos de maldecir y gemir, Eric se recuperó, y nos

alineamos de rodillas en el océano.

Le di un vistazo a Jesse, justo cuando la flauta de Gina Leoni, señaló la

salida.

Juntos nos zambullimos en el océano. El sonido de barrigas contra el agua

salpicando detrás de nosotros.

Él me alcanzaba brazada por brazada. Cada vez que levantaba mi goteante

rostro, veía el suyo. Mis manos se veían pequeñas sumergiéndose en el

agua junto las de él. En vez de lanzarse y salir disparado, él se quedó junto

a mí hasta que alcanzamos el bote que marcaba la meta.

Su farola daba hacia el océano, volviendo las gotas de agua salada de las

pestañas de Jesse en dorado. Una cálida ráfaga de viento sopló, y entonces

la magia se desvaneció.

Podía sentir otros dedos surcando el agua, tocando los dedos de mis pies.

—Más rápido —me ordenó Jesse.

Era cuestión de honor, podía sentirlo. Él podría haber soportado perder la

carrera a pie. Pero no sería vencido ahora.

Los remolinos de agua son implacables, y Jesse creó no propio, que hizo

que me hundiera bajo la superficie, antes de poder respirar

completamente. El brillo de la farola de la meta, hizo un haz cambiante

sobre nosotros. Lo seguimos a través del agua salada, y entonces

finalmente irrumpimos de la superficie. Por un instante, creí que su

energía iba a lanzarlo sobre el bote de remos, de cabeza primero,

arqueándose como una foca.

No lo hizo, por supuesto, pero yo lo empujé, y nos encontramos en un

mojado abrazo antes de salir hacia la costa. Mi blusa mojada se rozó

Page 176: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

176

contra sus brazos. Rengué un paso, sintiendo mi tobillo lastimado por

primera vez en toda la noche.

—¿Estás bien? —Los brazos de Jesse me rodearon, su calor atravesando la

tela mojada.

—¡Estoy bien, si no cuentas lo loco que ambos estamos por intentar ese

salto!

Había una pequeña fogata detrás de nosotros, y no era tan pequeña en

realidad.

Ahora que nos quedamos mirándola, me alegré de que tuviéramos la ropa

mojada. De esa manera no seríamos un buen combustible. Una cosa

buena, también, era que tenía la salida desde la costa y se dirigía hacia el

océano. Eso podría apagar las llamas, de ser necesario.

Sólo hazlo, me dije a mi misma. Al igual que cada vez que me zambullía

por primera vez, esto era un salto de fe, y esta vez tenía algo realmente

bueno esperándome. No me importaba ganar.

—Más lejos —dije, cuando Jesse quiso detenerse a unas yardas del fuego.

Nos preparábamos para una carrera más larga.

—¿Está todo bien? —preguntó mientras yo corría en mi sitio con los ojos

fijos en las llamas.

—Casi —dije, pero entonces él tomó mis mejillas entre sus manos y me

miró a los ojos.

—¿Ahora? —preguntó, sonriendo y asentí.

Hubo un momento en el que corríamos, nuestros pies golpeando contra la

arena mojada, las piernas abriéndose más y más a medida que nos

acercábamos al rojizo corazón de fuego, en el que pensé en que o nos

caeríamos juntos directo a las llamas o volábamos juntos.

Antes de contar, uno dos y tres como había planeado, ya estábamos

volando sobre un velo de llamas y chispas doradas. El aire silbó. Las olas

se rompían a nuestro alrededor. Caímos y entonces giramos nuestros

pies.

Giramos y giramos, exultantes y entrelazados, hasta que la multitud nos

llevó hasta la costa para la coronación.

Page 177: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

177

Después de eso, no hubo tiempo para pensar.

Sólo tomó unos minutos. Los paganos no eran de esperar mucho,

supongo.

Nadie me había advertido que la celebración terminaría con una especie de

boda. Nos dieron a cada uno una guirnalda, y nos dijeron que debíamos

pronunciar:

—Yo te corono Rey del verano —dije y la diadema de hojas entrelazadas y

flores que coloqué en la cabeza de Jessie, se deslizó hacia un costado de

su húmedo cabello negro.

—Yo te corono, Reina del verano —dijo él.

Di un vistazo a través de mis mechones mojados y enredados, mientras

Red O’Malley tocaba una giga en su violín y Jesse me besó.

Hubo más bailes alrededor de la hoguera, más felicitaciones y abrazos.

Asamos y comimos King Cakes.

Envalentada por el triunfo y el calor de la fogata, no podía evitar pensar en

los ritos de fertilidad que estaban vinculados al solsticio.

Rodar sobre el rocío. Quedarse levantado toda la noche. Y acabábamos de

ser coronados la pareja del verano. Miré más allá de la posada, y de la

carretera hacia las oscuras colinas detrás. Fácilmente podías imaginar

hacia donde dirigía eso en los días de antaño.

Pero no esta noche. Algunas personas ya comenzaban a ir a casa. El

silencio se asentó y las grandes servían como un chisporroteante sonido de

fondo para las historias de Nana.

Red se frotó los ojos como si fuera un niño pequeño, aunque Nana dijo que

él mantendría las fogatas hasta el amanecer. Jesse y yo nos deslizamos

junto a él para mirar las brasas de fuego que considerábamos nuestras.

Con las espaldas hacia los demás, mis brazos rodearon la cintura de

Jesse, y los suyos se cerraron alrededor de la mía. No habíamos hablado

en un rato. Con mi cabeza apoyada contra su hombro, intenté descifrar si

era mi corazón o el suyo el que golpeaba más.

Entonces una voz irrumpió en la magia.

Page 178: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

178

—¡Oh, mi Dios, miren a Gwen! —Una estridente risa se elevó para que

todos en la playa la oyeran.

Así de rápido me sentí estúpida por mi blusa mojada, mis trenzas

goteando y mis pies helados. Desenrollé los brazos de Jesse de mi cintura

y saqué la corona de mi cabeza. Se la di a Nana y me dirigí a encontrarme

con Mandi y Jill.

Mis dos mundos estaban chocando el uno con el otro, y no estaba segura

de qué hacer. Una cosa que no podía hacer era dejar a Jesse atrás.

Entrelacé mis dedos con los suyos, los apreté y entonces respiré hondo.

Tenía la extraña sensación de que si intentaba saltar sobre el fuego en ese

momento, no había manera de que lo lograra.

—¿Son esas tus amigas? —me preguntó Jesse mientras caminaba a mi

lado.

Por un momento no quise reclamarla. Mandi había encontrado al tipo

menos probable en convertirse en un príncipe de cuentos de hadas. Ella

serpenteaba por la playa desde la Cabaña de los Cook con Zack.

—Sí —me las arreglé para decir.

—¿Conoce a Zack?

—Supongo que ahora lo hace.

Ambos delgados y rubios, se arrastraban el uno al oro, caminando

pésimamente sobre la arena. Zach usaba jeans rasgados una camiseta

teñida con vino. Incluso desde aquí apestaba a hierba.

Mandi, un top rojo magenta y jeans, al parecer había bebido su buena

cuota, pero lo llevaba como un premio.

Unos pasos por detrás, Perch y Roscoe le pisaban los talones a Jill, con la

esperanza de tener suerte. Jill hizo un impaciente movimiento de

“aléjense” diciéndoles que estaban soñando.

—Oye, cariño ven a darme un abrazo —me llamó Jill. Sus brazos cayendo

cuando llegué ante ella y vio lo empapada que estaba.

—Mejor no, estoy bastante mojada —dije, poniendo una excusa por ella.

Además, no quería soltar la mano de Jesse.

Page 179: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

179

Jill nos estudió a ambos y no le tomó mucho tiempo darse cuenta de que

no la esperaba esta noche. Me dio una sonrisa de disculpas.

—Salí más temprano y pensé en pasarnos… —Hizo un gesto vago.

—Hasta Siena Bay.

—Cierto. Había una banda en la plaza, y Mandi tenía que bailar y eso,

bueno sabes que nunca se olvida de un rostro. Vio al chico que habíamos

visto en la camioneta verde cuando conducíamos la semana pasada…

¿Sólo había sido una semana? Sus vidas habían continuado como

siempre. Era la mía la que se había descontrolado de una hermosa

manera. Excepto por Zack. Incluso ebrio se regodeaba. Mirándome, frotó

sus manos contra las caderas de Mandi, donde sus jeans estaban

demasiado abajo, y su top demasiado arriba.

Si decía algo, la situación sólo empeoraría. Además, noté como Jill se

estaba permitiendo darle un buen vistazo a Jesse. Su camisa blanca

estaba abierta en la garganta, y su peso descansaba sobre una pierna. Con

su guirnalda ladeada, él se veía como un desaliñado actor de Shakespeare.

Listo, e irresistible

Sonreía cuando miré de nuevo a Jill. Sus cejas estaban arqueadas hasta

su flequillo. No tenía ni idea de lo que estaba pensando.

—Este es Jesse —lo presenté.

—Es bastante lindo —dijo Mandi, saliéndose del brazo de Zack. Se levantó

su top mientras se acercaba. Mandi estaba completamente ida. Cualquiera

en la playa podía ver eso.

Mientras se inclinaba para sacarse sus chancletas, miró a Jesse para ver

si él le estaba mirando su escote.

No lo hacía. Lo sabía porque por el contrario él se había vuelto hacia mí. Al

igual que había escuchado mis consejos sobre cómo vestirse, esperaba que

le diera algunos tips de cómo manejar a una amiga ebria. Esta vez ni

siquiera podía imaginar que decirle.

—Entonces, las cosas son súper divertidas en el pueblo —anunció Mandi.

—Mucho más que divertidas —repitió Zack, y entonces fue hacia ella para

darle un descuidado beso.

Page 180: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

180

Jill rodó los ojos en disgusto. Teníamos que sacar a Mandi de ahí por su

propio bien, pero no quería irme. Por su propio bien Mandi, tenía que

crecer.

—Me mareas —se quejó Mandi. Empujó a Zack y se frotó la frente y luego

me miró—. ¿Por qué no te vistes y regresamos al pueblo? Ese atuendo es

indrei... increbible... es demasiado cursi.

Jesse no lo veía de esa manera.

—Gwennie se ve hermosa.

—Seee —bromeó Roscoe, mientras Pech disparaba sus ojos hacia mi blusa

húmeda.

En otro lugar podría haberlo pateado, pero la mirada de Jill vio la de

Jesse. Supe entonces por la manera en que enderezaba sus hombros que

Nana estaba viniendo.

—Hola señora Cook —dijo Jill—. Qué bueno verla de nuevo.

—Gracias —dijo Nana, y entonces mirándome a mí, enrolló las guirnaldas

en sus manos—. Gwen, no hace realmente falta que veas cómo las brasas

se apagan, si quieres ocuparte de tus amigas.

No quería. Quería quedarme con Jesse.

Pero Nana, miró significativamente a Mandi, cuya expresión estaba

cambiando de divertida a enferma.

—¿Estás bien querida? —preguntó Nana, pero sabía que no se sentía muy

compasiva. Mis amigas la avergonzaban.

No sabía cómo iba a suavizar esto. No lo hizo. Para mi asombro, fue a

reunirse con sus amigos y me dejó con los míos.

—Necesita sentarse —dijo Zack, intentando salirse del alcance del vómito,

por si acaso.

Tal vez como una distracción, la señora Leoni comenzó un solo de flauta.

Sentí la música enrollarse alrededor de Jesse, Jill debe haberlo notado

también porque cuando una par de los chicos Hobbis comenzaron a cantar

Greensleves, ella lo hizo también mirando directo a Jesse.

Page 181: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

181

Jill tiene una voz increíble. Ella va a ser de las buenas. Interpreta el himno

nacional a capela en las asambleas escolares y canta solos en las

graduaciones y en los juegos de fútbol.

Jesse estaba encantado y odiaba los celos que se estaban levantando en

mí. La canción pareció durar una eternidad, pero finalmente consiguió sus

aplausos y un puñado de nuevos fans.

—Eso fue hermoso —le dijo Jesse, y realmente esperaba que fuera la voz

de Jill, y no los gemidos de Mandi en la mañana.

Sentada junto al fuego con su cabeza entre las piernas, Mandi dijo:

—Creo que me voy a enfermar, quiero ir a la cama ahora.

Para nada una sorpresa, Zack y su grupo ya estaban moviéndose hacia la

playa lejos de nosotros y hacia la carretera sin siquiera despedirse.

Yo no estaba lista para irme. ¡Era la víspera del solsticio de verano, y yo era

la Reina!

—Se supone que nos quedemos toda la noche —dije, pero mi voz sonó

débil.

—Quédate conmigo —susurró Jesse en mi cuello. Mi estómago dio un

vuelco y le disparé a Mandi una mirada suplicante.

—Tu casa estaba abierta —dijo Jill finalmente—. Vamos Mandi.

Jill levantó a Mandi, pero era hacia mí a quien Mandi quería.

—¡Gwen! Dios, puedes verlo luego. —Su brillo labial estaba corrido y sus

pechos a punto de volar de su top. Quería abofetearla cuando agregó—:

Sólo nos quedaremos por un rato, y nosotras somos tus verdaderas

amigas. —Casi lo hago.

—Cállate Mandi —le dije.

Comenzó a llorar, las cejas de Jill se dispararon. Jesse no dijo ni una

palabra.

—Bueno, mírala. —Intenté excusar mi dureza—. Ella está...

Jill levantó su mano en rendición.

Page 182: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

182

—No dije nada —dijo, pero no necesitaba que Jesse le leyera los ojos por

mí.

Ellas habían conducido un largo camino para verme. ¿Qué clase de amiga

las ignoraría para estar con un tipo que había conocido sólo hace un par

de días?

Aún si él se preocupaba más por mí, o si éramos el rey y la reina, aún si lo

amaba.

—Mejor me voy —le dije. La alarma se encendió en sus ojos—. Jesse,

¿qué? —susurré. El enojo no me hubiera sorprendido, ni siquiera la

tristeza, pero se veía como si hubiera renunciado a nuestra última noche

juntos—. No lo estoy haciendo verdad.

Mi Dios, le estaba pidiendo que leyera mi mente. Realmente estaba

enloqueciendo.

Jesse no contestó. Miró hacia la playa, en dirección donde Zack sus

amigos se habían ido, pensando supongo, en que no tendría que

acompañarme a casa con ellos alejados.

—Me quedaré aquí —dijo, y entonces apretó mi brazos volvió hacia la

fogata donde Sadie Linne estaba pasando un plato con camarones frescos.

—¿Está enojado contigo? —preguntó Jill mientras caminábamos.

—No lo creo —le dije—. No suele enojarse.

—¡Ja! —dijo Mandi, mirándolo—. No lo creas. Él está midiendo a esa

bambi ahora.

—No lo hace —dijo Jill con voz cantarina mientras comenzábamos a subir

por la playa hasta mi casa de campo.

No pude evitar mirar hacia atrás, para ver si estaba hablando con esa

chica. La reconocí entonces. Era Jade, del lado oscuro de la calle, una de

las amigas de Zack y yo me estaba yendo, dejándola a solas con Jesse.

A las tres treinta de la mañana me encontraba desparramada sobre el sofá

comiendo pizza que no quería, con invitadas que no eran bienvenidas.

Incluso Gumbo había encontrado un lugar para esconderse.

Page 183: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

183

—Es tu favorita —dijo Mandi, rejuvenecida por una pizza de jalapeño con

piña. La habían traído con ellas—. Después de toda esa comida de la

posada, sabíamos que estabas muriéndote por algo de Rico’s.

No había razón para que ello me molestara, pero lo hacía. Nana y Thelma

cocinaban genial. Comidas gourmet.

—¿Te gusta mucho ese chico? —preguntó Mandi mientras miraba en mi

refrigerador. Buscando algo que asentara su estómago supongo.

—Su nombre es Jesse —la corregí. Sé que no les ladré ni nada, así que,

¿por qué se dieron esa mirada la una a la otra?

—Lo. Sien. To —me espetó Mandi.

En general la hubiera perdonado, pero no esta vez.

—¿Hace cuánto lo conoces? —preguntó Jill.

¿Qué era esto? Ella sabía exactamente cuánto tiempo yo había estado en

Mirage Beach. Menos de una semana.

Mi irritación debe haberse notado porque agregó:

—Quiero decir, ¿lo conocías de antes cuando vivías aquí?

Reí.

—Algo así, pero muy bien.

—Entonces, supongo que las cosas se pusieron intensas demasiado

rápido.

—Sí —dije, pero no creía que ella realmente lo comprendiera. De otra

manera, ¿por qué no podían ponerse contentas por mí?

—¡Oye! —dijo Mandi. Tragó una caja de zumo de naranja y se limpió los

labios—. ¿Sabes que vamos a hacer? —Mandi cruzó el cuarto y empujó a

un lado las dos bolsas de dormir que ella Jill habían apilado en una

esquina. Abrió la cremallera de la bolsa de lona—. Traje todas mis cosas

para maquillarte y mañana, en tu festival del pueblo te vas a ver

totalmente caliente.

—Mandi, no creo que Gwen quiera maquillarse en medio de la noche.

Gracias, esbocé hacia ella.

Page 184: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

184

—Por supuesto que quiere. —Mandi comenzó a enfilar tubos blancos,

guantes de goma y un montón de brochas en la mesa de la cocina—. Ve a

lavarte tu cabello.

Fui sólo porque estaba temblando de frío, porque realmente esperaba que

se fueran a dormir mientras me tomaba una ducha. Si lo hacían podría

escabullirme para ver a Jesse.

No cerré completamente la puerta en caso de que quisieran saber dónde

estaba alguna cosa. Para ser justos, estaba siendo tan mala anfitriona

como ellas malas huéspedes.

Podía oírlas hablando. Más que nada Mandi, porque aunque ya se había

recobrado, aún estaba demasiado animada hablaba demasiado alto.

Molesta como estaba, me alegraba no haberla dejado con Zack.

—Sabes, siempre creí que sería yo la que se enamoraría a primera vista —

dijo.

Jill murmuró algo sarcástico, pero supongo que eso fue todo porque Mandi

comenzó a balbucear sobre encontrar los tubos adecuados.

Imaginaba que no me perdía de nada por darme una ducha, pero me

sentía ridículamente mal de perderme la víspera de mediados de verano

por arreglare el cabello.

Me estaba secando con una toalla, cuando escuché a Mandi de nuevo.

—¿Crees que comenzó a salir tan rápido con él para darle a la gente otra

cosa de la que hablar?

—¿En vez de esa noche? —preguntó Jill.

Le había contado a Jill sobre mi sonambulismo, sobre el doctor Cates. Sólo

a Jill, porque no confiaba en que Mandi no lo contaría. Al parecer,

tampoco podría confiar en Jill.

Era mi secreto. No tenía derecho a contarlo, lo había jurado bajo la pena

de muerte. Era sólo entre nosotras.

Bueno, supongo que no. Me puse mis jeans y una camiseta. Envolví la

toalla alrededor de mi cabello, y en el minuto que salí a la cocina, Mandi

sacó la toalla.

Page 185: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

185

—Voy a hacerte mechitas rubias como las mías —dijo, mezclando una

pasta plateada en una de las taza de café.

La traición y el picante olor me descomponían.

—Es realmente irónico —le dije a Jill—, que mis padres dejaran Mirage

Beach porque era un pueblito muy chismoso, y tú en Valencia, no pudiste

mantener el secreto ni por una semana.

Al menos tuvieron la decencia de verse avergonzadas porque las había

escuchado. Jill se sentó a la mesa y juntó sus manos en una calmada

meditativa manera.

—Gwen, no lo malinterpretes, pero también hace una semana que conoces

a este tipo.

—¿Y qué? —dije—. Él es increíble. ¿Por qué no pueden alegrarse por mí…?

—Casi te vas con él, en vez de quedarte con nosotras —dijo Mandi.

Miré a Jill, y ella asintió.

—¿De eso se trata? —pregunté—. ¿Están celosas?

Ambas comenzaron a decir no, que no era sólo eso, pero era a eso a lo que

todo se reducía.

—Pero sí dejé a Jesse —dije finalmente—. Y lo hice por ti Mandi, porque

Zack no es nada bueno.

Iba a decirle que era un matón sádico, y que debía ser lo suficientemente

madura para ver eso, pero entonces Mandi como que sonrió un poco, y

perdí mi deseo de darle un sermón. ¿Por qué debía importarme si a ella

no?

—Creo que deberíamos ir a la cama —dije finalmente.

—Eso será lo mejor. Nos sentiremos mejor en la mañana —dijo Jill.

Hizo un signo de “más tranquilo” con sus manos. Jill siempre sabía mejor.

Sólo con preguntar. Me preguntaba por qué nunca lo había notado. Sabía

que estas dos eran mis amigas, pero no podía recordar porqué. Mandi

estaba llorando de nuevo.

—Desearía estar lo suficientemente sobria como para conducir a casa.

Page 186: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

186

—Bueno, no lo estás —dijo Jill, metiéndose en su bolsa de dormir—.

Además es mi auto.

Troté escaleras arriba e intenté dormir, pero no pude. Y desde que no me

había desvestido ni puesto mi camisón, supongo que nunca quise hacerlo

realmente. Si Gumbo hubiera estado aquí, enrollada junto a mí, podría

haber aguantado más tiempo. Pero el olor del océano flotaba a través de la

claraboya. Tenía que encontrar a Jesse. Juntos veríamos el sol levantarse

en la mañana del solsticio de verano, justo como habíamos planeado.

Wild Western Thimbleberry (Rubus parviflorus)

Aterciopeladas bayas rosas, hojas verde oscuro, y espinas en advertencia

marcan esta baya silvestre. Prima de la mora, puede vivir en la costa, en

bosques de madera roja, y en la Sierra Alta, pero careciendo de humedad,

se enferma y muere. El vino de Thimbleberry es néctar de las hadas, y la

tradición herbal alaba la thimbleberry por proteger a los virtuosos. Correr a

través de un matorral de thimbleberry se rumorea que disipa enfermedades,

mientras que un sorbo de té thimbleberry devuelve el mal a los que lo

desean a los demás.

Page 187: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

187

Traducido por Mona

Corregido por Xhessii

No podía encontrar a Jesse.

Primero comprobé las hogueras. El humo se hallaba pesado sobre el aire

tempranero, y me pregunté si debía tomarlo como un presagio.

Algunas personas todavía miraban los fuegos extinguirse. Red O’Malley se

incorporó, una manta gris rayada alrededor de sus hombros, mientras

Shannon, Eric, y sus tres pequeños niños dormían. Escuchándome, Red

apartó la mirada de las torceduras de humo blanco y levantó una mano en

saludo.

Finalmente había recordado que era lo que me había gustado de él. Esa

noche en la playa, él había sido la primera persona en contactarme. No

sabía si había sido un bombero voluntario, si había estado trabajando con

el sheriff, o qué. Realmente sabía que él me había recogido de la arena y

sin hacer una sola pregunta, me había llevado a mi madre.

Ahora su sonrisa venía de una persona enterada a otra. Era todo sobre ser

coronado, pensé.

Dejar las hogueras anoche había sido un error. Me hubiera gustado

todavía llevar mis pantalones arrugados y mi corona. Y quería que Jesse

estuviera caminando al lado mío. Pero le devolví la sonrisa a Red, sabiendo

que todavía ganaba algo que me haría una parte permanente de Mirage

Beach.

Fui de puntillas por delante de la familia durmiendo hacia la hoguera que

Jesse y yo saltamos. Esta se había apagado hace mucho. Ceniza gris se

revolvía en la brisa temprana, susurrando secretos que yo estaba

demasiado densa para entender.

Después bajé a la ensenada. Estaba silencioso excepto por las pequeñas

olas, rozando la arena en busca de las focas que habían huido por el ruido

Page 188: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

188

y aún no regresaban. Nana dijo que las vacas y sus crías volverían esta

noche y dormirían tan profundamente que nosotros no las oiríamos

durante varios días.

Por último fui a Little Beach, parando encima de la duna más alta. La

playa estaba plagada de madejas de algas marinas y madera flotante.

Algunos pedazos eran negros, probablemente arrastrados desde la

hoguera. Jesse no estaba allí, tampoco.

Me senté con las piernas cruzadas, mirando la marea llegando desde un

plomizo y rosado cielo. Las gaviotas en bandadas gritando, regañándome

por no observar al menos una tradicional mañana de verano. Yo era la

Reina, después de todo.

Construí un montículo de rocas, aproximadamente de unos 30 cm de alto,

y lo complementé con algunas diminutas flores púrpuras. Probablemente

esta era una ofrenda a las hadas o espíritus de verano. Realmente no lo

sabía, pero me sentí mejor por hacerlo.

Me levanté, y miré hacia atrás a mi cabaña. Jill y Mandi no se levantarían

durante horas, así que yo no tenía ninguna excusa para faltar al trabajo.

¿Nana tendría su té oscuro hoy o era mañana?

No importa, pensé. Me sentiría mejor ayudando ahí. Los Whartons estarían

despiertos e impacientes por el desayuno, incluso si los Hobbits dormían.

Cansada y melancólica, todavía aceleré un poco el ritmo, entusiasmada de

que había ganado una corona. Los Whartons, que nos había admirado a

Jesse y a mí juntos, estarían contentos, y eso era bueno para el negocio.

Además, todavía creía que pronto vería a Jesse.

Thelma me saludó como correspondía a la realeza.

—Buenos días, Su Señoría —bromeó, y mi tristeza no me impidió hacer

una reverencia—. Escuché que tenías una tarde temprana —dijo Thelma,

comprobando los huevos que ella estaba cociendo a fuego lento antes de

pasarlos a una pequeña caldera de salsa holandesa batida.

—No realmente —dije. Encontré la taza más grande en el gabinete y me

serví una taza de café negro—. Mis amigas me mantuvieron despierta

hasta tarde —dije, rociándole un poco de leche.

Bebí a sorbos con mis ojos cerrados, y sólo cuando los abrí me di cuenta

que Nana estaba sentaba en la mesa de la cocina con su pierna elevada.

Page 189: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

189

Seguro no me había tomado mucho tiempo para olvidarme del por qué

estaba aquí. Nana necesitaba mi ayuda. Me incliné para besarla en la

mejilla.

—Por qué no te escabulles a la cama y me dejas hacer cargo —le

pregunté.

Thelma resopló, indicando que ella ya había intentado esa táctica, en

vano.

—Y ustedes chicas primero han de romper los huevos Benedictinos.

Aunque lo dudo —dijo Nana—. Lo que apreciaría, sin embargo, es que te

pusieras un delantal de cuerpo entero sobre esos vaqueros.

Me había olvidado totalmente de lo que llevaba puesto. Antes de que

pudiera pedir disculpas, Nana se había ido a la sala.

Mientras Nana desayunaba con los Whartons, volví a la cocina para una

segunda taza del café.

—He estado queriendo preguntarte algo —dijo Thelma.

—Ok —dije, preparándome.

—Viéndote anoche alrededor de Zack McCracken, me di cuenta de cómo él

parece que no puede decidir si le gustas o te odia.

—Él me odia —dije—. Ninguno de nosotros está confundido sobre eso.

—No estaría tan segura —me dijo Thelma—. Él puede odiarte porque no le

darías ni la hora… no es que tú deberías.

Pienso que era el agotamiento, no la paciencia, lo que me hizo esperar a

que Thelma continuara.

—Bueno, ¿te ha molestado en la cabaña?

—No… —comencé, luego me detuve. Había sido la huella húmeda. Y la

sensación de que estaba siendo observada, pero seguramente eso era

paranoia—. ¿Por qué lo preguntas?

Yo tenía escalofríos, incluso en esta cocina, caliente por la cocción.

—Hace unos meses atrás lo atrapé en la cabaña. Dijo que había venido

para afeitarse y tomar una ducha, incluso cuando nosotros teníamos el

suministro de corriente apagado, así que no había agua caliente.

Page 190: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

190

Pensé en la navaja de afeitar y la llave perdida, pero no dije nada. Pensé en

la manera en que él hizo una mueca cuando me senté sobre el sucio

embarcadero al lado de Jesse.

—Es admirable que él quiera estar limpio… —comencé, pero Thelma me

cortó.

—Pero no hay excusas para robar.

—Correcto —dije—, y no creo que pueda entrar. Puse el cerrojo cada

noche, y mi papá comprobó el lugar bastante a fondo.

Una campana tintineó desde la sala. Thelma le dio un manotazo al fondillo

de mis vaqueros.

—¡Eso nunca debería pasar! —ella regañó.

—Lo sé —dije, y salí disparada fuera de su alcance.

Eran las once cuando volví a mi cabaña.

Ya había deslizado por delante de mi seto y le había dado los buenos días

a mi araña, cuando volví y recogí tres moras. La mayor parte de ellas eran

de color púrpura oscuro ahora, en vez de verdes, pero todavía estaban

duras cuando las exprimí.

Les di una masticada experimentalmente, absolutamente igual. Todavía

bastante agrio, pero mejor. Me estremecí un poco ante el sabor y miré

hacia arriba a tiempo para ver a un pichón semi-emplumado de golondrina

arrojándose del nido hacia el extremo más alejado del cerco.

La madre pájaro bajó en picada tras él, regaños, pensé, o sermoneándolo

sobre el instinto de conservación y la presencia de humanos.

Y gatos, pensé, mientras entraba en mi oscura cabaña.

Mandi y Jill todavía estaban durmiendo y no había ninguna señal de

Gumbo.

Incluso cuando puse comida fresca en su plato, ella no apareció. Corrí

escaleras arriba para ver si ella estaba durmiendo en su rayo de sol

favorito sobre mi cama. No estaba.

—¿Gumbo? ¿Aquí gatito, gatito? —Escuché. Nada.

Page 191: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

191

Anoche había dejado la cabaña abierta para Jill y Mandi. Ellas habían

dejado sus maletas y bolsas de dormir. Contuve la respiración. ¿Se habían

detenido ellas aquí antes de ir a Siena Bay? ¿O después, con Zack y su

equipo? ¿Había estado Zack dentro de mi casa?

Volví corriendo escaleras abajo, gritando llamándola más fuerte.

—¡Gumbo!

Jill se sentó, frotándose los ojos. Mandi rodó sobre su lado y abrió su boca

experimentalmente. Luego muy despacio, se sentó también.

—¿Qué pasa? —preguntó Jill.

—No puedo encontrar a Gumbo. ¿Estaba ella aquí cuándo ustedes llegaron

anoche?

—Yo no la vi —dijo Jill—. Pero tú sabes cómo ella se oculta de los

extraños.

Jill se ruborizó; la pelea de anoche debe haberse apresurado de vuelta a

ella. Desde la mirada rápida que le disparó a Mandi, yo sabía que ellas no

habían llegado solas.

—¿Mandi, tú viste a Gumbo?

—¡Dios, Gwen! —Mandi protegió sus ojos de la luz del día cuando

empujaba las cortinas de gasa—. Me dijiste que no la dejara salir y no lo

hice.

Mandi sostuvo una almohada sobre su rostro, y durante un minuto,

realmente la odié.

Gumbo había estado fuera antes, pero no en Mirage Beach.

Respiré profundamente. Todo lo que podía hacer era conseguir que Mandi

y Jill salieran de aquí y esperar que Gumbo regresara.

—Nos hemos perdido el desfile Midsummer Madness —dije—. Si quieres

ver cualquiera de los eventos, probablemente deberíamos irnos.

—Tomaremos dos autos —dijo Jill, parada y estirándose—. Probablemente

querrás quedarte más tiempo que nosotras.

—Si no consigo una aspirina, moriré —dijo Mandi—. Aquel tipo trató de

envenenarme.

Page 192: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

192

Jill y yo le disparamos a Mandi la misma mirada acusadora.

—Bueno, él lo hizo —ella murmuró, y se tambaleó sobre sus pies, todavía

sosteniendo su cabeza. Logramos salir de la cabaña en aproximadamente

veinte minutos, con Mandi jurando que a ella no le importaba como lucía,

aunque hubiera gastado dieciocho de esos minutos monopolizando el

espejo del baño, aplicándose rímel, con su teléfono celular sujetó entre su

oreja y hombro, quejándose porque la cabaña tenía una recepción terrible.

En el momento que llegamos al pueblo, el Midsummer Madness estaba en

pleno apogeo. Las tiendas estaban decoradas con globos, banderines, y

letreros se leía: ¡OFERTA!

Compramos mocas y las bebimos mientras caminamos alrededor. Aunque

yo quería comprobar al tradicional Siena Bay Fisherman’s Faire con sus

juegos pasados de moda, un stand de muñecas de trapo, y una concesión

de tartas de zarzamora, seguí a Mandi y a Jill, mirando escaparates.

Sería sólo por otra hora. Después de eso tenía que encontrar a Gumbo. Y

Jesse.

Nosotras caminamos por la sala de videojuegos Bling Bling, ruidosa con

sus juegos ululantes. Estaba atestado de niños.

Mandi miró detenidamente a través de sus gafas de sol, luego sacudió su

cabeza. No encontraba mucho que le gustara en Siena Bay.

—Este efecto de adoquines es genial —dijo Jill, mirando hacia abajo a las

rocas encorchetadas de hierba delante de un edificio de oficinas rústico

que reconocí de mi último viaje a Siena Bay.

Uno de los letreros decía: DOCTOR JACK CATES, TERAPEUTA DE

NIÑOS Y DE FAMILIA.

Jill se detuvo abruptamente.

—Sé que metí la pata en grande antes contando tu secreto —comenzó Jill.

—Y no fue la semana pasada —dijo Mandi.

Jill la miró, horrorizada.

—Bueno, no lo era —dijo Mandi, empujando sus gafas de sol más lejos

encima de su nariz.

—Jill sabía que ella podía confiar en mí para guardar silencio, y lo hice.

Page 193: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

193

—¿Entonces, eres tú en quien no puedo confiar? —le pregunté a Jill. Mi

tono era probablemente del tipo irónico, ya que Jill siempre actuaba como

si ella supiera lo que era mejor para todos.

—Tú puedes, pero… —Jill frunció sus labios de una manera

desaprobatoria—. No soy perfecta, tú sabes.

—¿Quién dijo que tú lo eras? —espeté—. Ni siquiera estabas feliz por mí

acerca de Jesse.

—Te dijimos… —comenzó Jill.

—No. Oh, no. Ustedes me dijeron que pensaron que me marcharía con él,

pero no lo hice. ¡No lo elegí sobre ustedes! —grité, haciendo a una mamá

que pasaba caminando darnos una mirada—. Así que, realmente, ¿por qué

no están emocionadas por mí?

—Bueno, si no lo habías notado, estoy demasiado ocupada para tener una

vida social —dijo Jill, poniendo una mano sobre una cadera.

—¿Y qué? —pregunté—. ¿Entonces no puedo tener novio? ¿Y qué hay de

ti? —le pregunté a Mandi—. Jesse es absolutamente la clase de chico de

cuento de hadas por el que tú babeas. ¡Y nosotros fuimos coronados Rey y

Reina! ¿Por qué no están solamente… —busqué una palabra— …

extasiadas?

—Bueno, si fuera yo, lo estaría —admitió Mandi tranquilamente.

—Entonces deja de conformarte con perdedores —dijo Jill, dándole un

codazo.

—Ella tiene razón —entré precipitadamente.

—Mira, esa clase de chicos se sienten atraídos por mí —dijo ella—. No

puedo evitarlo.

—Tú puedes evitarlo —le dije—. Te mereces más…

—Y tú… —Jill interrumpió, conectándome de nuevo.

—Sí —dije, lanzando mi taza vacía en un cubo de basura con demasiada

energía—. ¿Qué?

—Lo siento —dijo Jill, sonando sincera—. Me alegro que tengas un novio

que es una especie de —ella se encogió de hombros—, más allá.

Page 194: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

194

—Vaya, gracias —dije.

—No, lo digo en serio. Este es un paso en la dirección correcta. Siempre

has tratado demasiado fuerte de encajar y ser poco excepcional…

Mi mandíbula cayó. Realmente lo hizo.

—Tú no quieres que esta pelea termine, ¿verdad? —pregunté.

—Gwen —dijo Mandi—. Ella tiene algo de razón. Es como, cuando dejaste

de bucear cuando te estabas volviendo realmente buena y podías haber

ganado el campeonato estatal. ¿Por qué fue todo eso?

—No… no es que no quisiera destacarme —insistí—. Y yo no iba a ser la

campeona estatal.

—¿Cómo lo sabes? —Jill exigió.

—Porque no era lo suficientemente valiente —dije, sabiendo que era

verdad—.Tenía que hacerlo más duro y más alto y…

Ellas comenzaron a discrepar. En voz alta. Pero apenas podía escucharlas.

De repente pensé en Point Mirage. Sacudí mi cabeza, como si pudiera

deshacerme de la imagen.

—De manera que, tal vez todas deberíamos ir al psiquiatra —reflexionó

Mandi, lanzando un brazo alrededor de mi hombro.

—Somos personas poco eficientes y Jill es una persona destacada. ¿Sí?

¿Es eso lo que estás diciendo? —le preguntó a Jill.

—No sé nada —dijo Jill—. Excepto que lo siento. —Miré hacia abajo a una

grieta en los adoquines donde un hierbajo había enviado un brote verde

pálido.

—Círculo de brazos, círculo de lucha, círculo de flores, círculo de vida.

Tal vez los celtas habían dado en el clavo hace mil años.

Tal vez la vida era así de simple: amigos, luchas y flores. Superaste el dolor

y seguiste adelante. Excepto por los sonidos de la feria y el crujido de los

neumáticos cuando un tipo en un jersey llamativo pasó pedaleando en su

bicicleta.

Alcé la vista cuando Jill alcanzó mi mano. La tomé.

Page 195: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

195

—Realmente lo siento. Puedes confiar en mí —Jill se disculpó otra vez.

Apreté su mano cuando Mandi agarró la otra.

—Y yo —dijo Mandi—. Puedo guardar un secreto. Solamente tienes que, ya

sabes, sostenerme por las orejas y mirarme fijamente a los ojos y

asegurarte de que entiendo.

—Mandi —Jill dijo en un tono de advertencia y nuestras manos

entrelazadas se aflojaron.

—Lo sé, lo sé, pero la baja autoestima funciona para mí como, ya sabes,

algo humorístico —dijo Mandi.

—Bien —dijimos juntas Jill y yo luego les dimos a nuestras manos un

último apretón, las liberamos, y de repente estaba bastante segura que

esto era algo que nosotras tres superaríamos. Estuve segura de ello

cuando Mandi agarró el brazo de Jill para arrastrarla de regreso al auto,

pero no antes de sacarme la lengua y decirme—: Ahora bruja, ve a

encontrar a tu Rey de Lo Que Sea y tengan un “felices para siempre”. Y

cuando nosotras te veamos otra vez ¡No escatimes en detalles!

Sabía que algo estaba mal cuando me desvié de la carretera y hacia mi

camino. Jesse corría directamente hacia mí. Estaba mojado y con el torso

desnudo, y su rostro estaba marcado con un gran gesto de ansiedad.

Empujé para abrir la puerta del conductor y me bajé.

Un sonido de un estridente chillido me detuvo.

—¿Qué es eso? —le grité, pero lo sabía. Aquel grito era de Gumbo.

—Lo siento —me gritó, sobre su hombro. Después fue corriendo hacia mi

cabaña.

Una red de pesca marrón estaba suspendida encima de mi puerta. Esta se

sacudía y se balanceaba, lleno de una furiosa y aterrorizada Gumbo.

¿Cuánto tiempo había estado ella allí? ¿Qué le habían hecho a mi gato

mientras yo estaba dando un paseo y hablando con mis amigas?

Apenas noté el nido de golondrinas destrozado sobre la cubierta, mientras

luchaba por encontrar la manera de llegar a bajar a Gumbo.

Si Jesse no hubiera estado allí, habría arrastrado una silla de la mesa de

cocina. La red estaba sujeta a las vigas de pórtico, con 2,10cm de alto,

pero él saltó y enganchó la cerradura.

Page 196: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

196

—¡No la dejes suelta! —advertí. La mirada que me dirigió habría sido

aterradora si no hubiera estado enfocada en Gumbo—. Ella se escapará.

—Le gusto —logró decir, mientras una garra apenas por poco toca su

mejilla.

—A ella no le gusta nadie ahora —dije.

—No me digas lo que se siente estar en una red. ¡Sólo consigue abrir la

puerta y ten cuidado!

Lo hice, y en cuanto él había luchado con la red y Gumbo dentro, corrí

para comprobar las ventanas de manera que ella no pudiera escaparse.

Estaba arriba cuando escuché el primer circuito frenético de Gumbo en la

sala de estar. Algo cayó y se rompió sobre el piso de madera. Luego hubo

silencio.

—Ella consiguió liberarse —gritó Jesse hasta mí.

—¿Ella está bien? —pregunté, pero Jesse no contestó. Él pateó la red vacía

hacia la puerta con más odio del que había visto dirigido hacia un objeto

inanimado.

—¿Fue Zack, verdad?

—¿No puedes olerlo? —El rostro de Jesse estaba rojo marrón con la furia.

No estaba segura de lo que él quiso decir. Pero sabía que Zack había

estado en mi casa. Zack me odiaba por alguna razón. Tal vez nunca me

había perdonado por ayudarlo cuando él no podía ayudarse a sí mismo.

Thelma me había advertido que las criaturas desvalidas no estaban

seguras alrededor de Zack McCracken, y él acababa de probarlo.

Gumbo tenía suerte de estar viva.

—Él tiene que parar esto —dijo Jesse. Noté la concha de abanico, rota

sobre el piso. En su fuga salvaje Gumbo la había derribado de la mesa.

Recogí ambas mitades y las regresé a donde pertenecían.

—¿Quieres venir conmigo para hablar con él? —Sabía que sola no tendría

mucho efecto sobre Zack—. Apuesto que está trabajando en la sala de

videojuegos.

Recogí la llave de mi coche y Jesse se apresuró detrás de mí, pero podía

decir que algo más estaba mal.

Page 197: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

197

—¿Qué? —le pregunté, y luego quise, más que nada, retractarme. Jesse

lucía asustado. Toqué su mejilla—. No vayas conmigo si…

—Es a los autos a lo que tengo miedo, no de Zack. Pero si nado, tal vez no

haya tiempo. Eso es todo. —Él sacudió su cabello seco alejándolo de sus

ojos.

—Soy una conductora bastante buena.

—Está bien —dijo, pero tuve que abrir la puerta de pasajeros para él y

sujetar su cinturón de seguridad. Incluso entonces, dijo—: Este es un auto

muy pequeño.

Cuando giré la llave en el contacto, antes de que inclusive pusiera el Bug

en reversa, él agarró el marco de la ventana con una mano y el freno de

mano con la otra.

—Tengo que liberar esto —le dije cautelosamente—. Y tira de él hacia atrás

o nos harás estrellarnos.

Jesse asintió. Cuando el auto se sacudió y embistió lejos de la cabaña,

mucho más chirriante que de costumbre, él cruzó sus brazos sobre su

pecho desnudo. Sus ojos permanecieron cerrados todo el camino a Siena

Bay.

La sala de videojuegos Bling Bling estaba oscura. Por lo que pude ver, este

era una especia de lugar retro, no como las galerías del centro comercial

en Valencia. En vez de joystick y juegos de botón, había pinball y cosas por

el estilo, y estaba demasiado oscuro para un brillante día de junio.

Trataba de decidir qué decir, cuando Zack nos vio.

—Él tiene que parar esto —dijo Jesse otra vez.

Todavía usando su camiseta manchada de vino, Zack se puso en guardia,

asegurándose de que Perch y Roscoe, merodeando cerca, nos vieran venir.

Él señaló para que ellos lo siguieran, pero Roscoe se quedó atrás.

Zack giró y le gruñó algo. No podía escuchar qué, pero oí la respuesta de

Roscoe.

—He visto a ese tipo luchar antes.

Perch también vaciló, y su debilidad enfureció a Zack.

Page 198: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

198

—Quédate con los bebés, entonces. —Empujó a Perch dentro de un grupo

de chicos pequeños que habían acudido a mirar con asombro.

Entonces Zack vino hacia nosotros.

—Bueno, mira lo que arrastró el gato —él dijo—, y se rió a carcajadas.

Jesse cerró la distancia entre ellos con un paso tan rápido, que todo lo que

Zack pudo hacer fue levantar su mano y empujar el pecho de Jesse que

se mantuvo firme.

—Tú realmente asustaste a ese gato —dijo Jesse tranquilamente, pero

había amenaza en su tono.

Zack usó ambas manos para empujar a Jesse otra vez.

—Veo que trajiste a tu pequeña Reina de Verano para que llore, así que no

te lastimaré demasiado —se burló.

Jadeé cuando Zack lanzó un puñetazo, pero Jesse se inclinó a un lado,

esquivando el golpe de modo que el movimiento luciera grande y torpe.

—¡Guau! ¡Genial! —Un niño aplaudió cuando, detrás de él, dos guerreros

luchaban sin parar en la pantalla.

Zack y Jesse ignoraron todo excepto el uno del otro.

—Solamente di que dejarás de lastimar las cosas —le dijo Jesse.

Zack se tambaleó hacia él otra vez, y esta vez Jesse agarró el brazo de Zack

y lo sacó fuera de equilibrio, enviándolo de cabeza hacia un llamativo

videojuego.

—¡Chicos! —grité, pero ya era demasiado tarde. Zack luchaba asustado,

pero Roscoe y Perch no lo vieron. Ellos lo alentaron mientras, cabello rubio

ondeando, Zack se lanzó hacia Jesse. Esta vez Jesse no se alejó. Con un

sonido como un gruñido, él chocó con el hombro de Zack, golpeándolo

contra otro videojuego.

Boca abajo, los pies de Zack resbalaron, y la sangre manchó el piso

cuando él trató de levantarse. Él levantó su boca lo suficiente para decir

claramente:

—¡Esas focas están muertas!

Page 199: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

199

Esperé que Jesse lo atacara entonces, pero él sabía que Zack estaba

golpeado. Ahora él se aseguró de que Zack sabía, por no lo dejaba parar.

Mientras él mantenía una palma en medio de la espalda de Zack, habló

firmemente. No podía oír lo que dijo, pero mientras me esforzaba por

escuchar, oí a alguien gritando mi nombre.

—¿Gwendolyn? —El señor Wharton entrecerró los ojos en la oscura

galería—. ¿Eres tú?

Si Nana escuchaba hablar de esto…

Jesse le había dado una lección a Zack. Todo debería haber estado bien,

pero esto no era uno de los cuentos de hadas de Mandi. Jesse pagaría por

hacer lo correcto, y lo mismo sucedería con los leones marinos.

Pero el señor Wharton me llamaba otra vez.

Nana, pensé, recordando cuán débil se había visto esta mañana.

Los golpes y portazos en la sala de videojuegos se habían detenido, pero

todavía podía escuchar a Jesse hablando mientras salía precipitadamente

hacia la calle iluminada por el sol.

—Señor Wharton, ¿algo está mal?

—No diría eso exactamente, pero tu abuela nos dijo que si te veíamos en el

pueblo, debíamos avisarte que ella podría necesitar tu ayuda con el té esta

tarde.

—Desde luego —dije.

—¿Pero te digo la verdad, Gwendolyn? —confesó el señor Wharton—. Creo

que tu abuela está un poco cansada después de la última noche.

Miré hacia atrás al salón de videojuegos, luego al señor Wharton.

—¿Cansada?

—Cuando salimos después del desayuno, la señora Cook se había dormido

en la sala, y ella no nos deseó un buen día o incluso pareció escucharnos

al irnos. De alguna manera, esto me pareció simplemente fuera de lugar.

Tenía que irme. Jesse podría manejar esto solo. No sonaba como que Nana

pudiera.

Page 200: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

200

MOONSHINE (AchilleaYarrow):

Amada por mariposas y abejas, esta flor fue nombraba en honor al gran

guerrero griego Aquiles. Según el mito, esta aquilea nació de la herrumbre

que Aquiles raspó de su propia lanza, y él lo usó para curar las heridas de

sus soldados. En los amuletos de amor, esto permite a la cosechadora brillar

como una estrella en la oscuridad. Esparcidos de un lado al otro de un

umbral, este mantiene fuera el mal. Cubierto de follaje mullido blanco o

amarillo brillante, es más fuerte de lo que parece.

Page 201: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

201

Traducido por Vettina, Sweet Nemesis& Paloma5

Corregido por Xhessii

—El auto está lleno, y nos iremos justo después de la merienda.

Mi auto tenía una llanta ponchada, y estaba a punto de cambiarla en la

lluvia. Pero quizás la tormenta se detendría hasta que llegara a casa.

—Última comida gratis hasta que lleguemos al dormitorio. —Myra me dio

una sonrisa cansada.

Sacamos una gran cantidad para la merienda y lo hicimos temprano. Me

sentía confinada y oprimida por las cortinas cerradas.

Cuando la merienda había terminado, implore permiso para abrirlas. Nana

estuvo de acuerdo, a regañadientes, y cuando las abrí, vi porque.

Nubes de tormenta llenaron el horizonte y un viento envió una silla

derrapar a través del patio.

—Thelma, olvidamos poner bajo la cubierta los muebles —dijo Nana.

—La ayudaremos, señora Cook —ofreció Arnold, y todos los cuatro Hobbits

marcharon fuera con Thelma guiando.

Yo me quedé dentro con Nana.

—Esto tiene la apariencia de una tormenta seria —dijo ella—. Quizás

perdamos la electricidad. Tal vez sea mejor que te quedes.

Las nubes se habían vuelto casi negras. Se movieron tan rápido que podía

verlas moverse. Las olas se alzaban en un gris vidrioso luego golpearon la

playa.

Los Hobbits y Thelma se tambalearon contra el vienta mientras cargaban

las sillas alrededor al lado de la pasada.

Page 202: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

202

—Jesse iba a venir —le dije a Nana, y esperaba que fuera verdad—. No sé a

dónde irá con esta tormenta.

—Oh Gwennie, seguramente…

—Él tuvo una pelea con Zack—le dije—. Él, Zack, puso a Gumbo en una

red para pescar y la ató y…

Nana palmeó mi hombro y dio un profundo respiro.

—Está bien, entonces. Pero ten cuidado.

Tan pronto como dijo eso, hubo un golpe contra la ventana del frente.

Todos nos apresuramos a tratar de ver a través de la veloz lluvia. Llevada

por el viento, una gaviota de ojo naranja había chocado en la ventana con

bisagras.

Bastante muerta, yacía en el patio con su cuello roto.

Usé el impermeable azul marino para ir a la cabaña, cabeza inclinada

contra la lluvia. Por favor permite que esté bien, cante en mi mente. Por

favor cuida de él.

Traté de creer que la amenaza de Zack contra los leones marinos era sólo

un chico humillado arremetiendo, y esta repentina tormenta era sólo la

clase que pasa todo el tiempo. No podía ser la violenta tempestad causada

por la sangre derramada de un selkie. Sería una tonta por creer tal cosa.

No tenía prueba sólida que Jesse fuera uno, pero cada tendón y nervio se

tensaba en mí como si lo fuera.

Esperando que nadie estuviera viendo desde la posada, corrí al Punto y

escuche. El viento me arrancó la capucha de la cabeza, y cerré mis ojos,

tratando de escuchar más allá del chillante viento y el crujido del

movimiento de la cerca de madera. Caminé a la punta del camino abajo a

la ensenada y me incliné, esforzándome para oír.

Una repentina ráfaga atrapó la cola de mi impermeable y me sopló. Me

resbalé, tuve una vista sesgada del camino a mi derecha y una roca

delante de mí, pero no me caí. Me senté duramente, resbalé unos

centímetros, y cerré mis ojos.

Ninguna foca me llamó en pánico de ahí abajo. Tal vez sintieron el peligro y

se fueron.

Page 203: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

203

Podía irme a casa.

Caminé a través de la casi oscuridad, cortada por viento y lluvia, deseando

haber dejado las luces encendidas. Estaba casi en la pequeña casa cuando

escuché gritos desde la playa.

El viento ensordecía sus palabras, pero me pareció ver a Roscoe y a Perch.

Estaban más empapados de lo que la lluvia podría haberlos mojados, por

lo que obviamente habían estado en un bote. Que se hundió.

Lo único que quería era, meterme en mi casita de campo y encerrarme

bajo llave. No quería escuchar lo que estuvieran gritando, asustados y

pálidos, mirando hacia atrás a Little Beach como si algo los estuviera

persiguiendo.

—¡No bajen allí! —gritó Roscoe—. Él tiene el cuchillo de su padre. Dios,

¡está matando a todos!

Mi mente se detuvo.

Matando.

No.

—Capturó nuestro barco… esta enorme foca, y luego el tiburón… —

zozobró Perch, al borde de las lágrimas—. Está sangrando por toda la

playa.

Me di cuenta entonces de que me estaba agarrando la cabeza. Cubriendo

mis oídos, o sosteniendo mi cerebro, o ambos. Pero me sentía como

desconectada, como si estuviera fuera de mi cuerpo, notando que no

habían pedido una ambulancia, o que los llevara a algún sitio.

No que pudiera darles alguno. Mi coche estaba en lo de Nana con un

neumático pinchado. Dejaron de mirarme y corrieron hacia la autopista.

—…demasiado tarde —vociferó Roscoe.

La tormenta se llevó el resto de sus palabras, pero no las hubiera creído.

—¡Jesse! —grité mientras un rayo surcaba el cielo.

Me apresuré por el camino de entrada, el agua corriendo sobre este. Me

tropecé y resbalé, y entonces me tambaleé hacia las dunas de arena. Mi

cabello se azotaba contra mi rostro y apenas podía ver por la lluvia.

Page 204: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

204

No había nada sangrando en la playa. Esos horrendos y malvados

mentirosos.

Escuchaba mi propio jadeo mientras corría por la playa hacia el agua,

sumergiéndome hasta las rodillas para poder palpar que Jesse no

estuviera ahí, sacudido por las olas.

Había salido, lejos por la costa.

Desnudo y sangrando, yacía junto a la piel de una foca que se veía como

un trozo de terciopelo en ruinas. Oh, Jesse. Quería pruebas, pero no así.

Lo creo, lo creo, lo creo.

¿Era esta la forma en que alguna deidad céltica tenía para convencerme de

que aún gobernaba?

—Gwennie, el tiburón se llevó a Zack. Toda la sangre lo atrajo, pero Zack

está muerto.

Me sentía mareada. Primero aliviada. Jesse estaba con vida. Podía hablar.

Por un segundo sentí pena por Zack, tan cruel como había sido, pero

entonces miré hacia abajo.

“Toda la sangre” había dicho Jesse. Toda la sangre era suya.

Roja oscura, y no diluía por la lluvia, corría por un tajo en su pecho.

Presioné ambas manos contra la herida. No eran lo suficientemente grande

para cubrirla.

—Gwen, detente. Estoy… bien.

No estaba bien.

¿Podía ir a buscar el coche de Nana? ¿Llevarlo a un hospital? ¿Qué

sucedía si intentaban averiguar su tipo de sangre? y Dios, ¿había tiempo?

—Te llevaré a la casa —dije. No sabía cómo lo cargaría, pero sabía que

podría.

—Puedo caminar —dijo—. Lleva mi piel.

La boca abierta, la lluvia golpeando en mi cabeza, me quede mirándola,

medio asombrada, medio asqueada.

—Es la cosa más importante, si quieres ayudarme —dijo él.

Page 205: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

205

Lo hice. Cada fibra muscular que alguna vez había entrenado y tensado

me obedecería esta noche. Agarré la piel, encaje mi hombro por debajo de

Jesse, y nos pusimos en camino a casa.

Esa noche, las velas tomaron el lugar de la electricidad, y la magia

sustituyó la medicina. En una manta tirada en mi piso de madera, Jesse

me dijo que enlazara mis manos, lado a lado como la concha del amanecer

que él me había dado, y frotara las palmas en su herida.

—Como la historia —jadeó él.

Pero él nunca había terminado la historia. Yo no sabía qué hacer, pero he

enlazado mis manos, bajándolas sobre esa herida horrible, y lo intenté.

Las lágrimas empezaron en sus ojos por el dolor, y yo también lloré. Le

estaba haciendo daño, ayudándolo, ambos a la vez, y mi corazón se

rompería si su dolor no se detenía.

En sólo momentos, lo hizo. La sangre bajo mis manos fue menos

resbaladiza, luego polvo, hasta que sólo quedó un moretón. Vi el pulso en

el cuello, asegurando de que Jesse sólo dormía.

La negación no trabajaría nunca más. Mi corazón sabía desde el principio

que Jesse era un selkie. Mi cabeza había sido más obstinada, pero estaba

sentada en mi piso, al lado de un hombre que había sanado con mis

propias manos. Una piel negra yacía a su lado. Su piel.

Miré hacia la ventana de mi sala de estar. Esa tormenta feroz se había

suavizado en una cálida noche de verano tan pronto como la hemorragia

se había detenido.

Podría aceptar este encantamiento o elegir ser ciega.

Tomé la manta de mi cama y lo cubrí. Mi mano acarició su frente una y

otra vez, grabando cada toque en las yemas de mis dedos para que yo

pudiera mantener el sentimiento para siempre.

Cuando los ojos castaños de Jesse se abrieron, él preguntó con sarcasmo

puramente humano:

—¿Ahora crees?

Lo hice callar con un beso.

El beso duró. Tenía que hacerlo. ¿Qué pasaría si nunca había otro?

Page 206: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

206

Pero finalmente comencé a buscar explicaciones que sólo las palabras

podían darme. Excepto que no podía encontrarlas. No creo que existían.

—Creo que eres un selkie. ¿Y tú siempre has sido? ¿Incluso esa noche?

Él asintió.

—Te lo dije. Me llamaste con tus lágrimas.

—Pero no esta vez.

Pensé en la tranquila cala, los leones marinos madres, y cómo había

aparecido detrás de mí, tomando el sol en una roca caliente.

—No —dijo.

—¿Por qué?

Me tomó la mano, la mano que lo había sanado. No lo sostenía como un

novio esta vez. Él me estaba restringiendo, como si fuera a golpearlo.

—No te asustes —dijo.

—¡No lo estoy!

—Lo vas a estar —dijo con una risa apesadumbrada.

Esperé, porque tal vez no era tan valiente después de todo.

—Venimos a tierra para aparearnos —dijo él.

No me aparte de él, porque esa no era la parte que da miedo. Yo podía

decir que había más por venir. Y sería peor.

—¿Jesse? —Sabía que tenía que preguntar, pero no pude.

Tenía que ver su cara cuando él me respondió.

Me recosté sobre la manta y le toqué su suave mejilla dorada.

—La rima está en el centro de esto, ¿no? ¿Ese “Tal vez siete años”, lo que

esto significa? ¿Qué significa realmente?

No es lo que yo creo que es, por favor, Jesse. Esta vez le hice leer mis ojos.

Agachó la cabeza. Besó el lado de mi mandíbula, y luego me miró a los

ojos.

Page 207: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

207

—Es con qué frecuencia puedo volver a ti.

Él también podría haberme además apuñalado.

—No —dije—. Pero si yo… si nosotros… —Cerré los ojos para decirlo—, si

yo soy tu compañera, entonces tú puedes quedarte. ¿Cierto?

—No. Puedo volver —dijo él.

—¿No? —Lloré como si se hubiera roto una regla—. No me lo creo. Siete

años. Eso significaría que, después de este verano, yo tendría veinticuatro

antes de que te volviera a ver. Luego, treinta y uno… —Me la pasé

contando con los dedos—. ¡Treinta y ocho, cuarenta y cinco, cincuenta y

dos! ¡Jesse! Cincuenta y dos. Si tuviéramos hijos, estarían crecidos.

Tendría arrugas alrededor de mis ojos de tanto mirar hacia el mar, en

busca de ti. Podría morir, y tú no te enterarías de ello durante años.

Un destello de incertidumbre cruzó sus ojos, y lo tomé por esperanza.

—Pero no lo sabes. No estás seguro, ¿verdad?

—Es el modo en que será, Gwen.

—Pero no has hecho esto antes —le dije cuando una fría infusión se

precipitó por mis venas—. ¿O sí?

—¡Nunca, nunca! —Me abrazó contra su pecho. Se había desgarrado y lo

había sanado, pero lo que me estaba pasando no podía ser curado. Incluso

él no podía soportar mirar mis ojos.

Por favor, ayúdame. Apelé a Dios, al universo, alguien, o algo. Y Jesse lo

sintió y pensó en algo.

—Yo podría tratar de quedarme —dijo. Desesperado la emoción subió su

tono—. Oculta mi piel. No me digas donde la pones.

Me quedo inmóvil, conteniendo la respiración. Pensé en los montajes de

madera que mostraban esposas selkie mirando hacia el mar. Los niños se

aferraban a las faldas, pero las esposas selkie volvieron sus rostros

anhelantes a las olas. ¿Podría hacer eso a Jesse?

Sí, yo podría, una voz hizo voto en mi cabeza.

Él se había ofrecido a quedarse. No lo había forzado.

Page 208: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

208

—Pero te amo. —Estaba llorando de verdad, y mis manos estaban

temblando.

—Y así, me quedaré. —Su barbilla tiró hacia arriba, pero mientras lo

hacía, sus ojos captaron el techo, las paredes, las puertas y ventanas

cerradas.

Te amo.

Y por eso me quedaré.

Tan simple y tan mal.

Te quiero, así que voy a dejarte ir. Voy a dejar que seas quien realmente

eres.

Esa era la respuesta correcta. Esto envenenaría mi vida, pero era la

verdad.

Vine con excusas, con formas de adaptarnos. Podríamos vivir en una casa

con una piscina. O en una isla. Nuestra casa tendría paredes abiertas para

que el viento pueda soplar a través. Yo había visto eso en fotos de casas en

Hawaii.

Antes de que pudiera hablar, Jesse apretó los puños.

—Quema mi piel —exigió él—. Así yo nunca podría volver.

—Jesse, no.

Pensé en los leones en el zoológico… enjaulados.

—Pero te amo —dijo.

La eufórica celebración debería haber crecido en mí. De alguna manera lo

hizo, pero hizo peor la tortura.

—Gwen, debes destruirla. De lo contrario, soy demasiado débil. —Él

parecía furioso mientras proseguía—. Lo intenté anoche. Decidí quedarme

en el fuego hasta el amanecer, no volver a la gruta por mi piel, no entrar

en el agua hasta que yo te volviera a ver. Y tal vez si hubieras estado allí,

pero tú no estabas y me rendí.

¿Al igual que yo “cedí” a respirar cuando él me trajo a la superficie

después de ese largo beso bajo el agua?

Page 209: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

209

Él no tenía otra opción.

—Siempre querré volver, pero te quiero más.

Por ahora, pensé. Con el tiempo, él me odiaría.

—Si te vas a ir… —Mis palabras salieron raspando de mi garganta—.

¿Cuándo?

—Pronto —dijo, mirándose impaciente y terrible a la vez—. No estoy

seguro, pero lo sabré cuando llegue el momento.

Ya era de noche. ¿Cuánto tiempo tenemos? ¿Semanas? ¿Días? ¿Horas?

Él me besó, un beso duro y apasionado. Él me amaba, pero si yo lo

mantenía cautivo, ¿escucharía de nuevo su risa?

¿Había oído mi risa favorita en todo el mundo por última vez?

—Hay una cosa que no dejo de pensar, Jesse. Muy a menudo, tú no sabes

cuándo es la última vez, y realmente tú no lo puedes apreciar…

—Es lo mejor, Gwen. —Él parecía inflexible—. Si supieras que es la última

vez, ¿cómo podrías soportarlo? Si te sostuviera por última vez, ¿cómo

podría yo dejarte ir?

Durante años yo había practicado no llorar. Podría hacerme parar. Así que

hice.

—Vamos a probar mañana. —Me aclaré la garganta e hice mi voz cálida—.

Tal vez voy a cambiar de opinión. Tal vez encuentre un escondite perfecto

para tu piel pero por ahora…

Él siguió mi mirada mientras miraba la extraña piel negra a su lado.

—Voy a bajar a la gruta —dijo, luego trató de bromear, también—. Si

Thelma se acerca a ver cómo te fue en la tormenta, sería un poco difícil de

explicar.

Él se rió, pero no era su verdadera risa. Él envolvió aquella longitud de piel

satinada bajo su brazo y me dio un beso en la frente.

Abrí la puerta para él y oí un revoloteo en los arbustos de zarzamora.

—¿Qué es? —preguntó Jesse.

Page 210: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

210

—¿Las golondrinas?

En realidad todavía había luz afuera. Después de todo, era pleno verano, el

día más largo del año. Me agaché y vi alas.

—¡Mira! —le dije—. Ellos no murieron. Ya sabes, los vi haciendo vuelos de

prueba, pero no pensé... —Sacudí mi cabeza—. Supongo que estaban casi

listos.

—Bastante listos —dijo Jesse, y luego saltó de la cubierta, a la tierra.

Todavía estaba desnudo. Alguien podría verlo. Pero me negaba a perder el

tiempo que tomaría encontrarle ropa que le quedara bien.

—Tienes cinco minutos para ir y volver —le dije—. Así que, date prisa.

Jesse no dijo adiós.

Corrió hacia la posada, luego giró a la izquierda hacia el Point.

Antes de que esos cinco minutos transcurrieran, sabía que él se había ido.

No puedo decir lo que ha cambiado. El romper de las olas en su punto

máximo sonaba igual. Lo mismo hizo su penetrante susurro mientras

corrían hacia la orilla. El aire todavía olía a sal y algas marinas y a verano,

pero sentí una nueva calma.

Me senté en el escalón hasta que el crepúsculo se volvió negro. Entonces

fui a buscar a mi concha del amanecer rota.

A pesar de que recogí los pedazos del piso, no podía culpar a Gumbo por

romperla. De hecho, no estaba rota.

Es cierto que las dos mitades ya no estaban con bisagras. No se aferraban

a la otra, pero cada una era un ala de color crema con un color rosado en

el interior.

Sostuve una mitad en cada mano. Si tomara esta concha a través de la

habitación o a través del universo, y la otra se quedara aquí, todavía serían

dos mitades de un todo, y nadie sabría que encajaban juntas.

El selkie se sumergió profundo. Él giró alrededor de una maraña de algas,

como flecha hacia Mirage Point. Sólo cuando sus pulmones ardían

irrumpió arriba con inquebrantable certeza. Él rompió la superficie en un

Page 211: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

211

millón de gotas de plata, apuntando a la luz tenue del alba, y luego chocó

la nariz hacia abajo entre las olas.

En el momento que el roció se convirtió en agua, él la había visto. Gwen.

Él sabía que ella había esperado la noche por él, entonces aceptó la

verdad. Él no volvería.

Estaba amaneciendo cuando el regresó a la superficie, sacudiendo gotitas

a una neblina alrededor de él.

Estaba Gwen en equilibrio sobre el borde del acantilado. Su traje de baño

era una salpicadura roja desafiante contra la niebla.

¿Ella lo odiaba o lo amaba? Desde aquí él no podría leer sus ojos.

Él nadó hacia adelante y hacia atrás, merodeando, ansioso, lo

suficientemente lejos para que ella no lo vería si miraba.

Gwen se irguió, resuelta. Como si ella no tenía nada que perder.

Esa noche, hace siete años, él había visto a Gwennie pararse erguida, con

los brazos cubriendo sus oídos, parada de puntillas en su camisón blanco

infantil. Entonces ella había cambiado de idea y se dirigió al camino a

Little Beach.

Ahora Gwen no era ninguna niña.

Esta vez ella saltaría.

Él nadó más cerca, el pecho moviéndose como una proa a través de las

olas, incapaz de apartar la mirada. Por encima de su cabeza, sus dedos

señalando como la punta de las llamas de las velas que había quemado

alrededor de ellos la noche anterior.

Ella miró hacia abajo, confiando en sí misma para leer el lenguaje de las

olas. Sus rodillas flexionadas. Una piscina de ondulación azul brillaba en

medio de las aguas espumosas y ella apuntó a eso Las puntas de sus pies

la lanzaron hacia arriba y hacia fuera. Una imagen residual escarlata

colgada en el aire mientras el mar la tragó.

Mi mar. Mi casa. Un ser cruel iría a ella ahora. Pero él no pudo.

Los ojos muy abiertos, él se zambulló a tiempo para ver su arco a distancia

desde el suelo del océano. Burbujas salieron a raudales de su boca. Su

Page 212: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

212

pelo abanicó, rojo ámbar. Su sonrisa era victoriosa cuando ella pataleó

hacia la superficie.

En siete años… ella podría decidir que el mar y la costa no necesitan estar

separados después de todo.

En siete años… él volvería para esperar. Y había esperanza.

Page 213: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

213

Acerca de la Autora

Terri Farley vive en las estribaciones de

las montañas de Sierra Nevada con su

marido periodista, dos niños y mascotas,

pero aún anhela las playas de California,

donde creció. Ha trabajado como

camarera, periodista y profesora y ahora

escribe a tiempo completo, la mayoría de

las veces descalza, con un gato en su

regazo.

Page 214: Moderadora - WordPress.com · No lo culpo por querer escapar, pero mi boca está diciendo—: No te vayas. No lo hace. Él me sostiene cerca de su lado. Es alto, y eso no me asusta,

214