EL MONO QUICO

HABÍA UNA VEZ UN MONO QUE SE LLAMABA

QUICO. NACIÓ EN LA SELVA Y VIVÍA EN LA COPA DE UNA

PALMERA.

SUS PADRES LE ENSEÑARON A COLUMPIARSE CABEZA

ABAJO Y SE PASABA TODO EL TIEMPO ENGANCHADO DEL

RABO.

SU MAMÁ, QUE ERA MUY MONA, LE ENSEÑÓ A ANDAR

SIN PISARSE UN PIE CON EL OTRO.

LOS MONOS Y LAS MONAS DE SU CALLE QUERÍAN

MUCHO A QUICO Y, UN DÍA, LE DIERON UNAS

MONEDAS PARA QUE SE COMPRARA GOLOSINAS.

QUICO SE LAVÓ EN EL ARROYO.

SE PEINÓ LA CABEZA Y LAS PATAS.

SE PUSO SU TRAJE DE MARINERO Y SE FUE A DAR

UNA VUELTA POR LA SELVA.

QUICO LLEVABA LAS MONEDAS EN UNA MANO Y

DECÍA:

¿QUÉ ME COMPRARÉ?

¿QUÉ ME COMPRARÉ?

¡¡UN TREN!! NO, PORQUE CON EL DINERO QUE

TENGO SÓLO

PUEDO COMPRAR UNA LOCOMOTORA Y

CONTAMINARÍA LA SELVA.

¡UNA PELOTA!

NO, PORQUE NO SÉ NADAR Y SE ME PUEDE CAER

AL RÍO.

¡UN TAMBOR!

NO, PORQUE SE DESPERTARÍAN LOS ANIMALES DE LA

SELVA.

YA SÉ LO QUE VOY A COMPRAR: CASTAÑAS ASADAS QUE

SON MUY RICAS.

ECHÓ A CORRER POR LA SELVA, SALTANDO DE

RAMA EN RAMA HASTA QUE LLEGÓ AL PUESTO DE LA

CANGURO CASTAÑERA.

POR EL CAMINO, SE ENCONTRÓ A UN NIÑO QUE

CAMINABA DESCALZO.

•¿POR QUÉ VAS DESCALZO? –DIJO QUICO.

•YO SOY MUY POBRE, DIJO EL NIÑO, Y POR ESO NO

•TENGO ZAPATOS, PERO TÚ TAMPOCO LLEVAS.

•SI, PERO YO SOY UN MONO, MI PIEL ES DURA Y ESTÁ

HECHA PARA IR DESCALZO

PERO YO NO QUIERO QUE VAYAS DESCALZO, DIJO QUICO.

TOMA ESTAS MONEDAS QUE TENGO Y CÓMPRATE

UNOS ZAPATOS Y ASÍ PODRÁS CORRER POR LA SELVA.

¡GRACIAS, MONO! SIEMPRE ME ACORDARÉ DE TI.