Monografia Final Religion

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CIENCIAS CONTABLES FINANCIERAS Y ADMINISTRATIVAS TEMA: La Oración En La Vida Cristiana Curso: Doctrina social de la iglesia Docente: Juan Rodriguez Ruiz Alumno: Gonzales gamarra jhonatan Ciclo: II-2015

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doctrina social de la iglesia

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CIENCIAS CONTABLES FINANCIERAS Y ADMINISTRATIVAS

TEMA:

La Oración En La Vida

Cristiana Curso:

Doctrina social de la iglesia

Docente:

Juan Rodriguez Ruiz

Alumno:

Gonzales gamarra jhonatan

Ciclo:

II-2015

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1. FORMUILACIÓN DEL PROBLEMA

1.1. ¿Por qué es importante la oración?

Como nos dice la biblia la oración es el medio por la cual podemos comunicarnos

y tener una relación con Dios.

Muchos de nosotros nos preguntamos de buena voluntad: ¿por qué es

necesario orar? Para responder a esta pregunta es necesario acercarse a la

oración sabiendo que no es sólo una serie de peticiones a Dios o un ejercicio

espiritual, sino que es una actitud que nos acerca íntimamente al corazón de

Dios la cual nos ayuda en nuestra vida espiritualmente y a diferenciar entre lo

bueno y lo malo.

1.2. ¿Es necesario orar?

Es necesario orar y orar frecuentemente, porque Dios lo manda, y de ordinario,

sólo por medio de la oración concede las gracias espirituales y temporales.

1.3. ¿Por oramos a Dios en nombre de Jesucristo?

Hemos de orar a Dios en nombre de Jesucristo, porque sólo de Él, su Hijo y

único mediador entre Dios y los hombres, reciben su valor nuestras oraciones y

buenas obras; por eso la Iglesia suele terminar las oraciones con estas palabras

o equivalentes por nuestro Señor Jesucristo porque cristo dijo nadie viene a mi

padre sin antes venir a mí.

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2. Objetivo general:

Conocer la gran importancia y el poder que tiene la oración en la vida cristiana y

porque debemos orar constantemente para tener una vida plena de felicidad a

lado de nuestro señor y creador.

2.1. Objetivos Específicos:

Conceptualizar que es la oración en la vida de los cristianos

Determinar la relación entre la FÉ y la ORACIÓN

Dar a conocer los tiempos de oración

Conceptualizar la eficacia de la oración

2.2. Justificación:

Nos preguntamos porque el mundo está como está lleno de maldades, chismes,

envidias, discriminación. Robo, matanza, etc. Esto se debe a que muchos de

nosotros hemos perdido la comunicación que tenemos con dios a través de la

oración, por ello este trabajo se centra en demostrar cual es la importancia de la

oración en la vida del hombre.

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3. INTRODUCCIÓN

La práctica de la oración es algo de suma importancia para el cristiano. Dios

desea que su pueblo se comunique con él por medio de la oración, “Clama a mí y yo te responderé” (Jer. 33:3). También el escritor a los hebreos escribe:

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar

misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (He. 4:16).

Por lo tanto, el cristiano debe hacer la práctica de la oración algo especial en su

vida diaria, ¿por qué? Porque Dios así lo desea.

En estas lecciones aprenderemos mucho acerca de la oración; una práctica muy

esencial en la vida del Cristiano. Espero en el Señor que podamos aprender mucho y que lo que aprendamos lo podamos poner en práctica; recordando que

esto es lo que la Biblia dice (Stg. 1:22)

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4. Marco teórico

4.1. LA ORACIÓN EN LA VIDA DE LOS CRISTIANOS UNO DE LOS PILARES DEL ENCUENTRO CON DIOS

Según Del Río M. (1992) afirma: “Conviene precisar la palabra. Una cosa es orar y otra rezar. En español orar y rezar son sinónimos. Y los sinónimos, hay veces que lejos de enriquecer, empobrecen los vocablos. No es lo mismo orar

que rezar. Una computadora puede rezar, nunca orar. La persona puede hacer las dos cosas. Si simplemente reza, puede estar repitiendo mecánica, distraídamente, unas palabras. Si por el contrario, ora, está abriendo consciente,

libre, voluntariamente, su corazón a la divinidad.”

Cristo dice en el Evangelio que hay que orar siempre. Dice “orar”, no dice rezar. Y cuando en el lenguaje español empleamos rezar, entendemos que queremos

decir orar.

La oración va dirigida a Dios. Un Dios que es inefable. Por consiguiente, inimaginable e irrepresentable.

Lo expresa muy bien el Éxodo:

“Mi rostro no lo puedes ver, porque nadie puede verlo y quedar con

vida”. “Podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás” (Ex 33, 18-23).

Y Jn 1, 18:

“A Dios nadie lo ha visto" (sólo Cristo: "El Unigénito, que estaba al lado del Padre, lo ha explicado").

Hay teofanías de Dios, expresadas a través de símbolos, para expresar lo

inefable e inenarrable; para expresar lo que es una intuición, que no una visión, de la divinidad. El símbolo recurrente suele ser "la nube luminosa".

La experiencia de la ORACIÓN requiere la práctica de la oración. No hay ESPÍRITU

DE ORACIÓN sin práctica de la oración. Vale aclarar que el término “oración” con

minúsculas está haciendo referencia a la actividad concreta por la cual las personas nos relacionamos con dios de manera exclusiva; en cualquiera de sus formas

(a- personal;

(b- comunitaria; (c- participando en los sacramentos; (d- la liturgia,

Pues todas tienen esencialmente las mismas características y exigencias: son la

respuesta de amor al amor que dios nos tiene.

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4.2. Relación entre FE y ORACIÓN

Al revisar la práctica concreta de la oración, se ingresa en un terreno arduo y

problemático para cada cristiano. Parece que no saben orar, que no encuentran

a Dios, que se aburren. La oración pasa por continuos abandonos, distracciones

y crisis. La oración parece improductiva, frágil y vulnerable... Esto sucede porque

la oración es una experiencia típica de la fe. Sin las convicciones y motivaciones

de la fe, la oración no se entiende ni se practica. La oración es de las pocas

actividades que se realizan puramente por fe, y puramente a causa de Dios. Al

ser una experiencia de fe, la oración es oscura y frustrante para el modo habitual

de ser y actuar de las personas, quienes ponen en juego cotidianamente otras

capacidades… Pero en la oración el Espíritu trabaja “en el interior profundo” de

cada persona, sobre la fe y el amor, un territorio que no responde a los mapas

de la lógica racional y donde las palabras no alcanzan. En este sentido, la oración

es una ruptura, para entrar en el nivel de la fe y de la relación exclusiva con Dios,

que es siempre mayor que el corazón y la razón humana.

De ahí que la práctica de la oración sea "violenta". Exige una cierta

violencia, una opción de la fe. Salvo en raras ocasiones, la oración no es fácil ni

espontánea; requiere una opción renovada cada día. Como opción, como

"violencia", la oración se asemeja a otras prácticas evangélicas, que también van

"a contrapelo": el celibato, el perdón de las ofensas, la opción por los pobres.

La oración es problemática, en suma, porque es la actividad más

dependiente de la propia vida de fe amorosa. La fe no es la oración, pero en el

realismo de la condición humana, la oración es como el termómetro de la fe. No

se ora por necesidad psicológica o emotiva. Muchos cristianos oran cuando

"sienten necesidad" y dejan de hacerlo cuando no la sienten. Pero hay mucha

gente que no siente necesidad de orar, y que no practican nunca la oración.

Esperar a orar sólo cuando la "necesidad" sentida nos lo pide, significa en la

práctica posponer la oración indefinidamente. Se ora no por "sentir necesidad",

sino por una convicción de fe.

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4.3. Los tiempos de la ORACIÓN

El problema del tiempo que se dedica a la oración depende también muy a

menudo del vigor de la fe. El crecimiento de la oración no es cuestión de tiempo:

no se crece en la experiencia de Dios sólo por acumular prácticas de oración

cuantitativamente. Pero al mismo tiempo, el crecimiento en la oración es cuestión

de tiempo: hay que dedicar tiempos a la oración, para estar exclusiva y felicites

con Dios.

Cada cristiano está llamado a encontrar sus propios tiempos y ritmos de

oración, sin los cuales se expone al riesgo de una "anemia" espiritual y

apostólica, y un estancamiento de su proceso de conversión.

A menudo se escucha la excusa de no encontrar suficiente tiempo para la

oración; parece que las actividades, trabajos y obligaciones modernas son

incompatibles con los tiempos de oración.

Pero es sabido que la cuestión de encontrar tiempo es una cuestión de

convicción y de valores; en este caso la convicción y la valoración de la fe. Las

personas encuentran tiempo para aquello que valoran, y no lo encuentran para

lo que no valoran. El "tener tiempo" es siempre una cuestión de escala de

valores. En la práctica, basta que las convicciones sobre la oración sean débiles

o vacilantes, para que cualquier otra actividad se anteponga a ella.

De todos modos, hay que reconocer que la vida y el quehacer moderno

no facilitan una práctica sistemática de la oración, a pesar de que haya buena

voluntad. Hay que aprender a rezar entonces según el ritmo adecuado de cada

un@, que no siempre podrá ser un ritmo diario. Esto implica el tener, con

periodicidad, momentos más fuertes y prolongados de oración. A eso responden

los retiros, las reuniones de oración, etc. Según su ritmo propio, cada cristiano

tendrá que reservarse esos momentos "fuertes", donde recuperar el equilibrio

espiritual, y también emocional; donde introducir una experiencia de "'desierto"

en su vida, que vuelva a colocarlo delante de Dios y de cara a su propia vida.

Pues la oración es la única actividad capaz de devolver y de mantener la unidad

en la vida de los cristianos, siempre tironeada y exigida por preocupaciones,

actividades y tensiones dispares y desintegres.

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4.4. La eficacia de la ORACIÓN Otro planteo frecuentes suele ser “¿para qué sirve rezar?” Por supuesto que la respuesta

solo se entiende desde el punto de vista creyente, sin una mirada de fe se podría decir que la

oración es una pérdida de tiempo. Pero la oración para los cristianos es eficaz en varios sentidos:

en la oración se concreta la vocación humana a vivir en comunión con Dios, a

experimentar a Dios;

la oración es una preparación para la visión definitiva y cara a cara con Dios;

en la oración los cristianos se hacen reencontrado con Jesús, liberándose a sí mismos y

a sus hermanos de las raíces del mal, el egoísmo y la ceguera;

al orar los cristianos se van identificando con el sueño de Dios para el mundo.

Jesús prometió la asistencia del Espíritu como fruto de la oración constante, pero

Jesús no planteó la eficacia de la oración en orden a resolver cualquier necesidad, cualquier

deseo, cualquier capricho; ni tampoco para resolver aquello que los hombres, con su

inteligencia y capacidades pueden solucionar. La oración no es para sustituir la

responsabilidad humana; tampoco es un "salvavidas". Cuando se reza por un enfermo, por

ejemplo, lo más propio de la oración no es que la salud necesariamente vuelva, sino que ese

enfermo se identifique con la voluntad de Dios, y viva su enfermedad como un hijo de Dios.

4.5. ¿De dónde viene la oración del hombre?

La oración se lleva a cabo por medio de gestos y palabras, pues el que ora es

todo el hombre. Sin embargo, para designar el lugar de donde brota la oración,

las Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y con más frecuencia del

corazón (más de mil veces). Es el corazón el que ora. Si éste está alejado de

Dios, la expresión de la oración es vacía.

El corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (según la expresión

semítica o bíblica: donde yo "me adentro"). Es nuestro centro escondido,

inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; sólo el Espíritu de Dios

puede sondearlo y conocerlo.

Es el lugar del encuentro, ya que a imagen de Dios, vivimos en relación: es el

lugar de la Alianza.

La oración cristiana es una relación de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo.

Es acción de Dios y del hombre; brota del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida

por completo al Padre, en unión con la voluntad humana del Hijo de Dios hecho

hombre.

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4.6. Jesús enseña a orar

Cuando Jesús ora, ya nos enseña a orar. Pero el Evangelio nos entrega una

enseñanza explícita de Jesús sobre la oración. Como un pedagogo, nos toma

donde estamos y, progresivamente, nos conduce al Padre.

Ya en el Sermón de la Montaña, Jesús insiste en la conversión del corazón: la

reconciliación con el hermano antes de presentar una ofrenda sobre el altar (cf

Mt 5, 23-24), el amor a los enemigos y la oración por los perseguidores (cf Mt 5,

44-45), orar al Padre "en lo secreto" (Mt 6, 6), no gastar muchas palabras (cf Mt

6, 7), perdonar desde el fondo del corazón al orar (cf, Mt 6, 14-15), la pureza del

corazón y la búsqueda del Reino (cf Mt 6, 21. 25. 33). Esta conversión está toda

ella polarizada hacia el Padre, es filial.

Decidido así el corazón a convertirse, aprende a orar en la fe

Del mismo modo que Jesús ora al Padre y le da gracias antes de recibir sus

dones, nos enseña este valor filial: "todo cuanto pidáis en la oración, creed que

ya lo habéis recibido" (Mc 11, 24). Tal es la fuerza de la oración, "todo es posible

para quien cree" (Mc 9, 23), con una fe "que no duda" (Mt 21, 22). Tanto como

Jesús se entristece por la "falta de fe" de los de Nazaret (Mc 6, 6) y la "poca fe"

de sus discípulos (Mt 8, 26), así se admira ante la "gran fe" del centurión romano

(cf Mt 8, 10) y de la cananea (cf Mt 15, 28).

La oración de fe consiste en disponer el corazón para hacer la voluntad del Padre

(Mt 7, 21). Jesús invita a sus discípulos a llevar a la oración esta voluntad de

cooperar con el plan divino (cf Mt 9, 38; Lc 10, 2; Jn 4, 34).

En Jesús "el Reino de Dios está próximo", llama a la conversión y a la fe pero

también a la vigilancia. En la oración, el discípulo espera atento a aquél que "es

y que viene", en el recuerdo de su primera venida en la humildad de la carne, y

en la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria (cf Mc 13; Lc 21, 34-

36). En comunión con su Maestro, la oración de los discípulos es un combate, y

velando en la oración es como no se cae en la tentación (cf Lc 22, 40. 46).

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5. Conclusiones.

Todos nosotros como cristianos e hijos de Dios debemos estar en comunicación

y relación con nuestro creador por medio da la oración para ser mejores personas

mejores hijos, y vivir en paz con nosotros mismos sin rencor, egoísmo, envidia,

etc. el único camino de salvación es Jesús y debemos estar con él en todo

momento en oración pidiendo perdón por todos nuestros pecados, dando gracias,

y pidiendo por nuestros semejantes.

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6. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Corbon, J. (1999). La oración cristiana.

Echevarría .J (2001). itinerarios de vida espiritual.

Lockward, A. 2003. Nuevo diccionario de la Biblia.

Brown, Raymond E. (2002). Introducción al Nuevo Testamento.

Stark, Rodney (1996). The Rise of Christianity