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MoqueguaLa regin de Moquegua goza de una ubicacin geoestratgica realmente envidiable no slo en el Per, sino tambin dentro de Sudamrica. Con un puerto natural como el de Ilo y el valle del Moquegua como catalizador hacia el Altiplano, la Regin se ha convertido en punto de encrucijada de tres de las principales vas del subcontinente latinoamericano: la Panamericana la comunica con Chile, la Binacional la acerca a Bolivia, el norte argentino, Paraguay y Uruguay, mientras que la Interocenica la une a Brasil. De ms est afirmar que con estas ventajas Ilo debera convertirse dentro de poco tiempo en el megapuerto internacional de la macro regin sur, beneficiando indirectamente y con creces a todo el departamento al cual pertenece. Lamentablemente, a excepcin del mismo puerto y sus alrededores que han percibido un crecimiento espectacular desde 1940, tanto a nivel econmico como social, el resto de la regin, correspondiente a la sierra, no se ha visto favorecido del mismo modo. Es ms, muchos distritos se han estancado e incluso algunos han entrado en un proceso involutivo ciertamente preocupante. Por ello, con mucha razn puede catalogarse a esta tierra como una regin postergada, tal como ya se ha hecho en recientes investigaciones, dado que por sus condiciones se espera un arduo desarrollo que hasta ahora no se materializa. Este artculo pretende esbozar la historia productiva moqueguana desde los tiempos preincaicos, demostrando que la regin constituy siempre un punto de encrucijada entre el ocano y el Altiplano, y que tal ventaja s fue aprovechada de diversas maneras, producindose la inexorable decadencia en la segunda mitad del siglo XIX y que hasta la actualidad dura, con excepcin del puerto de Ilo. Una evidencia ms que durante la mayor parte de nuestra etapa republicana, las actividades productivas estuvieron decididamente ms orientadas hacia la costa, permitindose que las bases econmicas y sociales de la sierra, consolidadas en tiempos prehispnicos y modificadas, pero no destruidas, durante la Colonia, se desarticularan.

La geografa En Moquegua pueden distinguirse tres reas que se clasifican segn criterios histricos, de estructura productiva y recursos naturales. La primera de ellas es la costera, y que corresponde actualmente a la provincia de Ilo principalmente. La segunda puede denominarse rea de sierra intermedia o frutcola y se circunscribe bsicamente al valle medio del Moquegua, incluyendo la capital del departamento y la zona de Torata, adems de los valles interandinos profundos que van en direccin a Omate, Coalaque y La Capilla, en la parte occidental de la regin. Tradicionalmente ha sido una zona de produccin de frutales y que alcanz su mayor auge en los tiempos coloniales. Finalmente tenemos el rea altoandina, que se delimita a la mayor parte de la provincia de Gral. Snchez Cerro y a las altas altitudes de la provincia de Mariscal Nieto; ella ha sido siempre una comarca algo atrasada, que ha sobrevivido gracias a su actividad agropecuaria de subsistencia y a una minera cuya explotacin se dio principalmente en la poca virreinal. Es una zona de crtica actividad volcnica, encontrndose en ella el volcn Ubinas, el ms activo del sur del Per desde 1550. La emisin de gases txicos y cenizas ha constituido una perenne amenaza al desarrollo de esta rea. Son de nuestro inters las dos ltimas reas mencionadas. De ellas, la Intermedia es la que goza de una tradicin ms rica y de la que ms puede aprenderse para el presente. Respecto a la Altoandina, hoy en da sumida en la pobreza y en el abandono, merece un trato ms delicado, pero debe reconocerse que no siempre careci de recursos que pudieron ser aprovechados exitosamente. En materia hdrica, la principal cuenca fluvial corresponde a la del ro Tambo, que nace a una altura de 5000 m. y apenas recorre 300 km antes de desembocar en el Ocano Pacfico. Por ello, sus aguas experimentan tanto el fro de la puna como el calor del desierto costero, generndose unas diferencias ecolgicas que se ahondan con la desigual distribucin de las precipitaciones. Adems, la pobreza de los suelos determina que el atractivo econmico se base en la gran variedad de biotopos que pueden aprovecharse a lo largo de un espacio vertical mnimo. La poca prehispnica Lo ms antiguo que se conoce de Moquegua es la cultura de Asana, hacia el 9500 a.C. Se trataba de recolectores y pescadores que se desplazaban por todos los pisos ecolgicos a la bsqueda de elementos que complementaran su economa, si bien permanecan temporadas largas en la sierra, construyendo campamentos temporales con habitaciones circulares. Cazaban camlidos y ocasionalmente, crvidos, en especial la taruca. Preparaban cuero (?) y usaban intensivamente la obsidiana, conseguida por intercambio. En la misma costa de Ilo (segn los vestigios de Anillo) viva otro grupo errante que habitaba cerca de los manantiales, especializndose en la caza estacional en las lomas y ayudndose de instrumentos lticos para el procesamiento de recursos de fauna, incluso pescado y moluscos. Seguramente contactaron con la cultura de la Quebrada de los Burros, en el Morro de Sama (Tacna), constructora de embarcaciones livianas de piel de lobo marino o totora. Ya hacia el 8000 a.C. podemos mencionar el sitio de Tacahuay, tambin en Ilo, an poblado por cazadores-recolectores-pescadores errantes que ya utilizaban fogones para cocer los alimentos. En otro asentamiento (Kilmetro 4) ya se tienen viviendas circulares con estos fogones, y siempre cerca de manantiales. Ya conocan la textilera, aparte de fabricar diversos artefactos para la pesca, tales como puntas, pesas, anzuelos de cactus, morteros y punzones. Utilizaban depsitos de almacenamiento de forma ovoide y terrazas. Como mil aos ms tarde, llama la atencin el yacimiento de Yara, con herramientas ms elaboradas para la caza y la pesca; destacaron en la elaboracin de entrelazados de fibras y trabajos de pieles de animales. Hacia el 5000 a.C. los campamentos de Alsana se vuelven permanentes, percibindose una actividad pastoril y el uso intensivo de plantas. Para sus herramientas y armas usaban la andesita, pero tambin importaban la obsidiana desde Puno. Ser esta cultura la base del desarrollo hasta la llegada de los colonos procedentes de Tiahuanaco, hacia el 600 d.C. La colonizacin tiahuanaco en Moquegua se da en los valles medios, entrndose a la fase OMO, la misma que no llega a relacionarse con Cerro Bal, ms que una colonia, un puesto militar fronterizo de la avanzada huari en el sudeste. La influencia de Tiahuanaco desaparece hacia el

1000, poca en la que se inicia su decadencia y cobran mayor importancia los estados lacustres, cuya expansin econmica se basa en el manejo y control de enclaves ecolgicos diversos. Son los lupaqa los que reemplazan a los uros en el valle medio, en el mismo donde desarrollan cultivos alternos con respecto a los altiplnicos. La descomposicin del imperio de los uros (o Tiahuanaco) fue de la mano con la aparicin de los seoros aymaras, producindose una primera emigracin masiva al valle moqueguano. Esto ocurri hacia el siglo IX. Unos cuatrocientos aos ms tarde (1250), al ocurrir la sequa en la zona del Collao (lo que produjo otra oleada en distintas direcciones, entre ellas al Cuzco). El grupo de los lupaqa, con base en Chucuito, es el principal colonizador del valle de Moquegua, al tiempo que los descendientes de los uros se ven obligados a concentrarse en la costa de Ilo, siguiendo un camino que los alej del valle central hacia el oeste, donde nacen los pueblos de Ichua y Puquina (de etimologa ura). El desplazamiento continu hacia Arequipa y finalmente a la costa, en el tramo que abarca desde Caman hasta Ilo, aproximadamente. De all que la presencia aymara (lupaqa) no se hiciera sentir en la costa, donde se produjo una mixtura de elementos uros con los anteriores, confeccionndose la cultura Chiribaya. Los sitios mejor estudiados son los de Chiribaya Alta y Algarrobal, en los que se sigue viendo asentamientos adyacentes a los manantiales y esparcidos a travs de segmentos costeros del drenaje de desage. Ilo sera ocupada pacficamente por las fuerzas incaicas, convirtindose en punto de llegada de los intercambios provenientes de la Polinesia, tal como parece haberse demostrado, con relacin al viaje de Tpac Yupanqui a Poniente. Como puerto natural, Ilo atrajo desde tiempos inmemoriales a pueblos de pescadores cuya produccin sera altamente cotizada por los pobladores del Altiplano. El poco entendido estado de Tiahuanaco no fue la excepcin, pero al no contar con una clase guerrera poderosa como ocurrira posteriormente en Wari y en el Tahuantinsuyo, implement la poltica de colonizacin. Se trataba del sistema de complementariedad vertical, por el cual un mismo pueblo comparte los recursos distribuidos en distintas zonas ecolgicas clasificadas segn la altitud. El valle medio del Moquegua se hallaba dentro de la ruta comercial que una la meseta del Collao con la costa de Ilo, por lo que no tard en convertirse en vecindario de los colonos tiwanakus que aprovecharon la parte llana del valle para cultivar varias hectreas de maz, coca, frutos andinos, calabaza y algodn. Las colonias prosperaron como emporio productivo y comercial durante unos cuatrocientos aos (600-1000 d.C.) y prueba de ello lo representa el centro ceremonial de Omo, el nico tiahuanaco existente fuera del Altiplano. La influencia Wari igualmente se hizo sentir en el valle del Moquegua. La construccin de Cerro Bal no fue slo una avanzada militar, sino tambin un centro administrativo en el que se tienen evidencias de elaboracin de chicha a gran escala, lo que hace pensar ya en una industria artesanal derivada de la produccin del valle medio. Los restos de nix y lapislzuli demuestran tambin que las cercanas minas de Quellaveco, otras fuentes de riqueza regional, ya eran explotadas en estas pocas. El declive de Tiahuanaco poco despus del ao 1000 fragment la hegemona de los pueblos aymaras que lo componan. El pueblo de los lupaqa, ubicado en la orilla meridional del Titicaca, fue el que hered el proceso colonizador del valle medio del Moquegua hasta los tiempos de la conquista incaica. All convivieron con el grupo Estuquia, cuyos numerosos asentamientos han permitido descubrir que estos pobladores se dedicaban a la crianza de cuyes y camlidos, cultivaban maz, pacae y fermentaban semillas de molle para la produccin de chicha, la cual evidentemente continuaba en esta comarca. Ya a mediados del siglo XV esta cultura estableci contacto comercial con el Incanato, justamente a travs de los colonos aymaras. Garcilaso cuenta que el Inca Mayta Cpac (aunque con seguridad debi referirse a un general miembro de la realeza) le pareci Moquegua una tierra frtil y capaz de mucha ms gente de la que tena. La frase implica ya que, pese a su prosperidad, se trataba de una regin con un potencial an sin explotar. La conquista de la regin por los incas no estuvo privada de escaramuzas blicas, pero el carcter comercial de sus pobladores determin que fuera esencialmente pacfica. Los ltimos cien aos del perodo prehispnico significaron una expansin de la colonizacin de otros pueblos aymaras (collas y pacaxes) y la llegada de mayor nmero de mitimaes, no slo al valle del Moquegua, sino tambin a la regin de Omate, en donde las condiciones de aquel medio

propiciaron la crianza de ganado camlido y el cultivo de papa, maz y cebollas en andeneras que cubrieron con el guano que provena precisamente de la costa de Ilo. La poca colonial Partiendo de la costa, la historia econmica de Ilo en los tiempos coloniales se abre el 22 de enero de 1540 con el otorgamiento de Pizarro al conquistador extremeo Lucas Martnez Begazo de la encomienda ms rica del sur del Per, al abarcar desde la mencionada caleta hasta Tarapac. Era ste ya un vido comerciante que pronto se convirti en encomendero floreciente, al dedicarse a la minera, el comercio de vino y la actividad naviera, puesto que posea su propio barco. En el pueblo de Ilo se le entregaron 20 indios, con el cacique pescador Pocca, dueo de una estancia de pescadores llamada Chiri (el nombre de Chiribaya derivara de los tamarindos que se plantaron all, al ser su fruto una baya. Es sabido que en los siguientes aos Martnez Begazo estuvo pleiteando por unos indios del cacicazgo de Cochuna en Torata, prueba de que la futura villa se codiciaba por sus frtiles tierras. Con unos cuantos indios, se estableci en Ilo (adems de Arica) uno de los primeros astilleros del sur del Per, utilizndose para la construccin de barcos los rboles de pacaes, yaros y guarangos existentes. Tuvo xito esta empresa, pues en 1543 Begazo pudo entregar a Alonso de Monroy, lugarteniente del conquistador de Chile Pedro de Valdivia, una gran provisin de vveres, medicinas, ropa, forraje y armas en uno de sus barcos (Santiaguito). La historia posterior de Begazo est sumida en una obligada participacin al lado de las huestes de Gonzalo Pizarro en contra del Virrey Blasco Nez Vela, primero, y frente al Pacificador La Gasca, despus. Enjuiciado por ste, logr salvar la vida gracias a la intervencin de Nicols de Ribera el Viejo, mas no la encomienda, que injustamente pasara a manos de Jernimo de Villegas, quien en algn momento habra instigado al acusado a actuar en contra de la legalidad. Deportado a Espaa, el viejo encomendero cas con Doa Mara Dvalos Ribera, cuarta hija de su salvador, muriendo al poco tiempo (1567), mientras que su viuda recin recibira la encomienda como legado tres aos ms tarde, cuando finalmente se le dio la absolucin pstuma a Begazo. Doa Mara muri en 1608, dejando tres hijos de su segundo matrimonio, pero ninguno heredara la encomienda, puesto que en 1628 Felipe IV premiara al Sexto Conde de Monterrey, hijo del Virrey del Per, por los servicios que su padre brindara al suyo (Felipe III) en vida, otorgndole la mencionada propiedad. Muerto en 1653, su viuda y posteriormente su hija percibieron las rentas, que casara con el Conde Duque de Olivares y luego con el Duque de Alba Francisco de Toledo Beaumant; de all pasara a su hija y ms tarde, los marqueses Manrique de Lara, de nobleza peruana. Vale aadir a todo esto que con el nombramiento el 17 de junio de 1565 del primer corregidor de indios de Arica al portugus Francisco Rodrguez de Almeida por el Licenciado Lpez Garca de Castro, el poder del encomendero disminuy considerablemente, por lo que su influencia en la economa regional se limita a la de un simple hacendado afortunado. Inicialmente Ilo dependa de la enorme dicesis de Cuzco, pero al dividirse sta en tres obispados en 1614, Ilo pas a formar parte del de Arequipa, dentro del cual se hallaba el corregimiento de Arica (el resto de Moquegua perteneca al corregimiento de Ubinas y Moquegua). En 1618 fue visitado por el religioso carmelita Antonio Vsquez de Espinoza, quien apenas encontr gente (199 personas), pero asimismo olivares, siendo los principales los de Jess y Amoquinto, no faltando tampoco vias e higuerales. Un tal Pedro Peralta (vecino de Arequipa) criaba mulas y las arrendaba, prueba del arrieraje existente con el interior, y un tal licenciado Perea produca aceite en buenas cantidades. El 18 de agosto de 1713 pas por Ilo el ingeniero militar francs Amadee Francois Frezier, con la intencin de levantar planos para el establecimiento de fortificaciones. Comenta en sus memorias de viaje la inusitada presencia de comerciantes franceses, dedicados al contrabando y que se las arreglaban para que sus productos invadieran los mercados de Bolivia y Cuzco, pese a lo difcil del transporte en acmilas. En 1784 se crearon las intendencias, divididas en partidos. Ilo pas a pertenecer a la de Arequipa y al partido de Arica. Slo en 1793 el Intendente de Arequipa Antonio lvarez y Jimnez solicit que Ilo pasara al partido de Moquegua, por la cercana a la ciudad, desde donde poda ser defendida ms fcilmente. Para ese entonces la

caleta slo contaba con 435 habitantes, viviendo en casas de adobe o piedra, consideradas chozas por el intendente. Respecto al resto de la regin, las colonias de mitimaes en los valles interandinos de Moquegua continuaron prcticamente con su vida social y econmica durante los primeros aos de la Conquista, alejados de los avatares de las primeras rebeliones indgenas y de las guerras entre espaoles. Los primeros espaoles, voluntarios de la expedicin de Almagro a Chile y fundadores de Arequipa, se establecieron en la zona alta (Alto de la Villa), de donde vino el nombre de San Sebastin de Escapagua, mientras que en la ribera opuesta (margen izquierda), zona llana, naci la verdadera ciudad, aparentemente en 1541. Ya a inicios del siglo XVII el viajero carmelita Antonio Vsquez de Espinoza alababa su posicin estratgica al comunicar la costa con Puno y Cuzco, aparte de ciudades ms alejadas como La Paz y Buenos Aires, convirtindose en lugar de trnsito y aprovisionamiento. Naci la ciudad como una necesidad de los primeros hacendados del valle, prdigo en vides, quienes requeran de un lugar para reunirse y exhibir sus riquezas, entablar contacto con comerciantes y magistrados. Levantaron as sus casonas de piedra coronadas con los techos de tijera (mojinetes) para salvaguardarse de las lluvias, pero con grandes patios para aprovechar los das soleados que caracterizan al valle. Asimismo, el roble de Cochabamba se hizo famoso para la construccin de las enormes puertas que resguardaban los hogares. Los diversos terremotos de la poca colonial nunca afectaran su desarrollo, puesto que su poblacin siempre supo levantarse de las cenizas. En lo econmico, la fundacin de la ciudad capital en 1541 en la parte baja del valle de Torata no supuso ningn cambio. Empero, durante la segunda mitad del siglo XVI se produjo un incremento substancial del nmero de encomiendas y de reparticin de indios. Los antiguos sistemas de produccin de la minka y el ayni fueron siendo abandonados gradualmente con la introduccin de una economa mercantil. Por un lado ello benefici al comercio en toda la regin, pero por otro lado supuso el retroceso de la frontera agrcola, debido al absentismo de los indios renuentes de ser mitayos en las haciendas hispanas. Especficamente en el valle medio del Moquegua, el reconocimiento de los antiguos mitimaes al corregimiento de Chucuito conllev a que stos abandonaran las tierras, que paulatinamente fueron ocupadas por criollos y espaoles. Empero, la participacin de los indios en las actividades arrieraje fue fundamental dentro del comercio entre el puerto de Ilo y las minas de Potos y Cochabamba. Todo ello determin el crecimiento de la ciudad, a pesar de la devastacin sufrida por la erupcin del volcn Ubinas a inicios del siglo XVII. En 1618 obtuvo el ttulo de villa de parte del Virrey Prncipe de Esquilache y en 1625, por concesin del Virrey Marqus de Guadalczar, adquiere la independencia de la jurisdiccin de Chucuito. Es entonces cuando se inicia el auge del valle de Moquegua, tal como lo menciona el visitador Antonio Vsquez de Espinosa al describirlo como una rica zona productora de uva, membrillo, melocotn, higo, meln, azcar, trigo, maz, garbanzo, habas, aj, lino y algodn. De todos ellos, los olivos proliferaron en las cercanas de Ilo, las uvas predominaron en el valle medio (alrededor de la ciudad) y el trigo en Torata. Pronto llegaron los religiosos con la construccin de iglesias, conventos y colegios. Y el siglo XVII, hasta bien entrado el XVIII, fue el de mayor prosperidad. Fueron los viedos la labor principal en el siglo XVII. Los primeros datan de 1587 y ya en la dcada de 1590 se registran envos de vino y pisco a comunidades campesinas, sealndose las bodegas de Omo, Cupina, Corpanto, Yaravico, Locumbilla y Estopacaje. La evidencia arqueolgica nos habla de un total de 130 bodegas, la mayora situadas en las zonas escarpadas sobre las llanuras irrigadas, demarcando los lmites del valle hacia ambos lados. Estaban divididas en una parte industrial y en otra que serva de vivienda para los propietarios, administradores y trabajadores. Igualmente haba una seccin de almacn y tres de ellas contaban con una capilla anexa. No pocas tenan hornos utilizados para la coccin de tinajas y botijas destinadas al transporte del vino. Es muy interesante que en el rea industrial de las bodegas todo est dispuesto en laderas para aprovechar la gravedad en el proceso de elaboracin del vino. El sistema de drenaje hacia las tinajas de fermentacin era excelente y asimismo, se dispona de un lagar tipo tanque, muy cerca de la destilera, para la fabricacin del pisco y aguardiente. Por todo lo antes mencionado, se ha calculado que en las 130 bodegas podan almacenarse hasta un total de tres millones de galones de vino y pisco en todas las tinajas. El producto era

exportado no slo a las comunidades altoandinas, sino a Potos y a todos los centros mineros, los mismos que durante su poca de apogeo fueron abastecidos en un 70%-80% aproximadamente por el valle medio del Moquegua. Los licores moqueguanos circulaban por todas las provincias de Charcas, llegando hasta Tucumn y las orillas del Ro de la Plata. Por ende, esta regin sufri los altibajos de la mina, pero no decay en el siglo XVIII, pues el viajero francs Francisco Frezier se asombr a mediados de este siglo que en un terreno tan reducido se cosecharan anualmente alrededor de 100,000 botijas de licor (1713). Felipe Bauz, de la expedicin Malaspina a fines de esa centuria, habla de 218 haciendas donde se producen granos, trigo, vino, maz, habas, paltas y algunas frutas, con importe graduado en 70,000 pesos. La demanda no se queda atrs, con la importacin de bienes suntuosos europeos, en especial franceses, considerando que muchos contrabandistas de aquella tierra ya comenzaban a poblar Ilo (Pacocha). Abundaban los muebles, obras de arte y bibliotecas. No faltaron trajes suntuosos, al punto que las clases altas se vestan como los ingleses. Igualmente, el intendente Don Antonio lvarez y Jimnez redactaba en la Relacin de su Visita que Moquegua produca una cantidad de licor tres veces superior a la de Arequipa. Una relacin de Pablo Roa en el valle en 1810 indica que la produccin superaba las 300,000 botijas. Pocas casonas de las afueras se conservan en la actualidad, puesto que la ciudad moderna ha ido ganando paulatinamente espacio al campo. Afloran los nombres de Locumbilla, Montalvo, Yaravico, Omo Zapata (s. XVII) y Omo Garibaldi. Se cree que las primeras vias llegaron a Moquegua a fines del siglo XVI, ya que en la dcada de 1580 se cultivaba uva, tal como lo anot el visitador Garc Daz de San Miguel. Gracias a la feracidad del suelo, el clima seco y los preciados frutos, el licor gozaba de buen sabor. En 1586 el poeta don Alonso de Estrada y Cabrera tena 18,000 cepas, llegando en 1606 a 30,000; en 1628 don Diego Domingo de Vargas y Carvajal plantaba 50,000 cepas. Toda esta aristocracia dedicada a la produccin de vinos monopolizaba el comercio de los mismos en todo el sur peruano, incluso hasta Cuzco y Potos. La produccin moqueguana super a la arequipea en todo el siglo XVII. No fue slo el territorio allende a la capital el que se benefici en la Colonia. Valle arriba los cultivos de palta cobraron gran importancia en Samegua, mientras que se instalaban trapiches para la obtencin de azcar, miel, melcocha y roscas. En Torata, la produccin de harina se hizo clebre y an hoy pueden verse los molinos de trigo. La mayor parte de estos productos servan para sostener a las bodegas de la zona baja. Pero no todo qued all. En las encomiendas de Omate los espaoles sembraron abundante trigo, maz y frutas, abasteciendo a los mercados de la capital regional y de Arequipa. La casi ausencia de mitimaes permiti que esta zona fuera la nica de la regin en donde prosperara este sistema tpicamente peninsular. Lamentablemente, la erupcin del volcn Ubinas en 1600, junto a una escasa presencia de autoridades hispanas que facult a los curacas a aduearse de las tierras y a entrar en conflicto con los encomenderos, no favoreci en lo absoluto al desarrollo de este nicho productivo. Ms al norte, los espaoles fundaron los asientos mineros de Ychua, Querala y Lloque, los mismos que estuvieron dispersos entre las comunidades indgenas que pastaban sus rebaos de llamas y alpacas, adems de cultivar a duras penas algunos sembros de maz, habas, cebada, ajos y cebolla. Fue (y sigue siendo) la zona ms pobre de Moquegua y que en ningn momento de los tiempos coloniales lleg a prosperar. Una vez que se produjo la Independencia, las minas prcticamente se sumieron en el abandono e idos los peninsulares que las controlaban, el corredor econmico entr en una decadencia definitiva. El siglo XIX Hemos visto entonces como la sierra moqueguana, lo mismo que muchas regiones altoandinas peruanas, alcanz su momento de plenitud econmica en los tiempos del dominio hispano. En el primer tercio del siglo XIX todo esto comenz a irse a pique. La quiebra de los circuitos comerciales durante la Guerra de Independencia y la prdida del papel articulador regional de Potos con su inclusin en la repblica de Bolivia, determin el declive de la produccin vincola de Moquegua, junto a la de los dems productos contiguos. En el plano agrcola, la plenitud tambin haba iniciado su cada al llegar a su fin la revuelta de Tpac Amaru, que cobr adeptos en la sierra moqueguana, al igual que la de Zela y Paillardele a

inicios del siglo XIX. Los patriotas argentinos, secundados por los masones, conspiran en la ciudad, a lo que se aade un conato de rebelda negro y las campaas a intermedios de la Guerra de Independencia, que terminan en ya conocidos fracasos debido a los errores de Alvarado y Santa Cruz. El gobierno adeud a Moquegua, pero no se preocup mucho y la agricultura entr en decadencia. Pronto esta tierra sufri las diversas guerras civiles hasta los tiempos de Castilla, resaltando la figura de Domingo Nieto. Despus de 1830 la industria textil britnica se fij en la lana del sur del pas y Arequipa se convirti en centro productor y acopiador, estableciendo un corredor econmico con Puno en el que se desarrollaron ferias y se gener cierta bonanza econmica. Lamentablemente, la industria del vino moqueguana apenas pudo participar de la misma. La produccin estancada no supo adecuarse a un mercado ms competitivo, puesto que la calidad del licor se consideraba media, y a ello deban aadirse las precarias tcnicas de transporte y los caminos de herradura en psimo estado. Por otro lado, la misma Guerra de Independencia afect socialmente al valle medio, al producirse un xodo de la poblacin hacia Lima, Arequipa, Tacna, Puno e Iquique, bsicamente compuesto por los hacendados propietarios de las bodegas. Vemos que el nmero de botijas desciende a casi 200,000 para 1830 y tal cada continu, acentundose con el terremoto de 1868, el que produjo una nueva oleada migratoria. Con Castilla hubo cierto resurgimiento. La ganadera renace, al igual que el cultivo de la vid y la produccin de licores, mas el Presidente no olvida que los moqueguanos vivanquistas lo haban hecho huir a balazos de la ciudad. La situacin con Bolivia no era la mejor, por lo que los vinos moqueguanos deban pagar un alto impuesto para entrar a ese pas, y para colmo surge el alcohol de caa, una temible competencia para la tradicin. No obstante, si bien la produccin haba decado bastante, an se conservaba la buena calidad, tal como lo citaba Juan Arguedas Prada, diplomtico en Bruselas. Por su parte, don Gregorio Cabello, padre de la poetisa, estudi en Francia nuevas tcnicas que perfeccionaron la produccin del valle. Pero este cambio dur poco, porque pronto se vio alterado con el terremoto de 1868 (esta vez la alicada lite no tuvo las ganas de antao para levantarse), con la revuelta de Nicols de Pirola que afect directamente a la regin y finalmente, la Guerra con Chile de 1879. La situacin se puso ms crtica en ese entonces. El invasor destruy bodegas, saque iglesias, arras casas-haciendas y en la batalla de Los ngeles, buena parte de la sociedad moqueguana fue destruida; el resto no tardara en emigrar a Lima, Arequipa o Cuzco. De forma similar a la Independencia, las tierras de los indgenas fueron arrebatadas por el estamento militar que sustituy a los chilenos despus de 1883, y que no lleg a conformar una lite terrateniente y por ende, no favoreci casi nada al desarrollo regional. Otro elemento que ahond ms a la industria del vino fue el trazado del ferrocarril Ilo-Moquegua, proyecto realizado sin mayores estudios y que al terminarse exhibi todas sus deficiencias y fallos tcnicos. La ferrova ocupaba cinco leguas de terrenos de vides, pero las manifestaciones de los hacendados no se hicieron escuchar, pues Henry Meiggs, detentador de los derechos de construccin, se hallaba muy bien relacionado en la sociedad limea. A pesar de ello, se vio obligado a comprar unos 200,000 m2 de tierras para indemnizar a los afectados y ello supuso la destruccin de unas 20,000 cepas de via, agregndose el xodo de otro grupo de propietarios, quienes en la capital se vieron forzados a efectuar las ventas a precios muy por debajo de lo real. As, lo que pudo haberse convertido en un motor del desarrollo del valle medio, termin siendo todo lo contrario. La guerra y las inundaciones de 1900 dejaran impracticables las vas del ferrocarril, el cual ya sufra una psima administracin. La plaga de filoxera de 1902-1905 puso fin definitivamente a la produccin vitivincola del valle (culminada con una epidemia de gripe de1919 y El Nio de 1925) y toda la regin pasara a ser autnticamente una zona fronteriza. Con la explotacin de los yacimientos cuprferos de Cuajone y Toquepala, las oportunidades de trabajo atrajeron a nueva poblacin, la misma que cambi por completo la panormica de la ciudad seorial, con la aparicin de barrios modernos, pueblos jvenes y asentamientos humanos, que invadieron el campo donde antes se ubicaban las ricas haciendas vitivincolas. Conclusin preliminar El siglo XX no llev muchos beneficios a la sierra moqueguana. A mediados de la centuria Ilo adquiri cada vez mayor importancia geopoltica, explicndose as su crecimiento en servicios

portuarios con el consiguiente incremento poblacional y comercial, lo que la convirti en la ciudad ms prspera de la costa sur, por encima de Tacna y Mollendo, al punto que en la actualidad se le considera como una Ciudad Intermedia. Lamentablemente, la capital moqueguana y el valle medio no pudieron disfrutar de la irradiacin de este bienestar, y ni qu hablar de las comarcas altoandinas. En la actualidad los cultivos de alfalfa son los que han remplazado a la vid, no existiendo mucha motivacin para efectuar un cambio, puesto que el excesivo nmero de propietarios y la poca capacidad de asociacin entre ellos son factores que impiden que la industria del vino y licores pueda prosperar adecuadamente, tal como el mundo globalizado lo demanda. Y si el producto con mayor potencial de la regin serrana cuenta con dificultades, mayor problema hay con los otros, mucho ms localizados, como el caso del palto en Samegua, el trigo y el organo en Torata, e incluso el licor de tuna en el valle alto. Omate y los distritos de la puna, prcticamente incomunicados con la capital y las principales vas de penetracin, carecen de oportunidad para dar a conocer sus productos, en donde adems de la uva y los cereales, no faltan las extensas planicies habitadas por llamas y alpacas. De todo lo expuesto puede aprenderse que la pobreza moqueguana no est correlacionada a una pobreza de recursos, sino a una serie de circunstancias que, arrastrndose desde el siglo XIX, no ha podido ser cambiada. Peor an, el sub desarrollo se ha acentuado en muchos de los distritos, por lo que una mirada al pasado y una reflexin respecto a los actuales potenciales desperdiciados, podra ser el primer paso para convertir a toda la regin de Moquegua en un reflejo verdadero de su privilegiada ubicacin geopoltica.