Moreau: 1999 Internacional Socialista . Actualidad

Discurso de Leopoldo Moreau, en la Reunión delConsejo de la Internacional Socialista de Junio de 1999.

Este discurso fue pronunciado por Leopoldo Moreau el 25 de junio de 1999, en ocasión de la inauguración de las deliberaciones de la Internacional Socialista en el Hotel Intercontinental.

A pesar de que han pasado quince años, no sólo tiene plena vigencia, sino que además se adelanta en un diagnóstico que hoy fundamenta reclamos de cambios sustantivos en el sistema financiero internacional.

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También sirve para constatar que sus posiciones responden a una coherencia mantenida a lo largo del tiempo y desmiente a los frívolos, desmemoriados y malintencionados que pretenden desmerecerlas, atribuyendo sus convicciones a un supuesto oportunismo o seguidismo. Estas palabras fueron pronunciadas mucho antes del proceso iniciado en el 2003 y, en todo caso, adelantan la necesidad de que en nuestra patria, en la región y en el mundo se dejen atrás las recetas y los instrumentos del neoliberalismo y que la política vuelva a tener preeminencia en la toma de decisiones. Precisamente por lo que dijo ayer, piensa como hoy.

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Portada del Programa (Junio 1999)


Señores delegados, Estimados amigos:En nombre de la Unión Cívica Radical, partido con más de cien años de existencia,y en nuestra condición de coanfitriones les damos la bienvenida a nuestra patria.Queremos aprovechar la presencia de todos ustedes para testimoniar, de cara a nuestro pueblo, el agradecimiento de los argentinos a la Internacional Socialista,por la activa solidaridad que supo tener cuando nuestra Nación estaba sometida al autoritarismo de una dictadura militar.


Todavía en la memoria colectiva de muchos de nuestros compatriotas está presente la condena que en mayo de 1978 la Internacional Socialista, presidida en ese entonces por Willy Brandt, hizo de la dictadura militar argentina; en una Resolución que exigía el restablecimiento constitucional y de la actividad de los partidos y sindicatos, la eliminación de los campos de concentración clandestinos y la libertad de los presos políticos, junto con el reclamo de elecciones libres

Willy Brandt


Y bien ese esfuerzo no fue en vano. Esta reunión de la Internacional Socialista se hace en un país libre, que ya lleva dieciseis años de democracia ininterrumpida. Democracia que llegó en 1983 para quedarse definitivamente de la mano de Raúl Alfonsín quien hoy atraviesa un trance difícil que todos confiamos y deseamos que supere, para seguir contándolo entre los demócratas más activos y reconocidos del mundo.


Y es desde este lugar de privilegio que da la democracia y el ejercicio de las libertades públicas que hoy venimos a hacer nuestro aporte a la propuesta de construir un cambio que nos permita marchar a un mundo con justicia, con igualdad de oportunidades entre hombres y naciones y con paz perdurable.El mundo de hoy ha ganado en libertad y democracia, pero no puede decirse lo mismo respecto de la igualdad y a la solidaridad. La globalización, hasta hoy sustentada ideológicamente y practicamente en el

fundamentalismo neoliberal que parece librar más una guerra contra los pobres que contra la pobreza, no sólo neutralizó, particularmente en los países en vía de desarrollo, los esfuerzos democráticos, sino que en algunos casos los hizo retroceder o los ha puesto en severo riesgo. Esto es así porque el programa neoliberal, que extrae su fuerza social del peso económico creciente de aquellos cuyos intereses representa (accionista, fondos de inversión, operadores financieros y políticos de derecha) tiende globalmente a favorecer la ruptura entre la economía y las realidades sociales. Por ello es urgente construir una sistema a escala mundial de redistribución social.


Hay que restablecer, y esto solo puede lograrlo una ideología progresista, la preeminencia de los fines sociales por sobre los medios económicos, pero para alcanzar este objetivo los gobiernos representativos del interés general deben recuperar el dominio de esos medios económicos. Tarea difícil pero no imposible que requiere de un diagnóstico correcto y de propuestas de acción concreta.


A nadie escapa que en los años noventa se ha producido una fuerte aceleración de las corrientes financieras a través de las fronteras, como resultado de reformas liberalizantes en las normas que regulaban estos flujos y de innovaciones en las formas en que operan los mercados de capitales. Estas relaciones financieras se suman al creciente comercio internacional, para hacer más estrecha la interdependencia económica entre los países desarrollados, entre estos y los países subdesarrollados, y también entre los países subdesarrollados entre sí como quedó notoriamente ilustrado desde la crisis asiática de 1999.


La mayor interdependencia no ha tenido un reflejo institucional a su escala. En ausencia de instituciones adecuadas han tendido a conformarse mercados globales cuyo modo de funcionamiento internacional se asemeja al capitalismo de principios de siglo. Existe un enorme atraso en las políticas públicas enfocadas hacia los mercados globales. No se han organizado nuevas instituciones económicas internacionales democráticas, capacitadas para facilitar la coordinación y estabilización de los mercados reales y financieros y apoyar a los países más débiles y vulnerables

Se manifiesta un claro contraste entre los desarrollos institucionales a escala nacional y a escala global. A escala nacional se fueron generando a lo largo del siglo instituciones que contribuyeron a estabilizar el comportamiento de las economías y a mejorar la distribución del ingreso. Esta construcción resulta en buena medida del trabajo político e intelectual de las corrientes progresistas aquí representadas. Instituciones de estas características y responsabilidades de este tipo existen hoy en cada país desarrollado y en la Unión Europea como región.


Nada comparable existe a escala internacional. Este vacío no se explica solamente por un atraso en la acción de los gobiernos. El pensamiento sobre las relaciones económicas internacionales particularmente sobre las relaciones financieras está ampliamente dominado por doctrinas neoliberales que reflejan con escasos matices el interés inmediato de los intermediarios financieros.

Un claro ejemplo del atraso en el pensamiento y la acción política internacional son los organismos nacidos en Breton Woods: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Fueron concebidos para un mundo completamente diferente del actual. Sus mandatos y roles han quedado descolocados frente a los cambios. Corren detrás de los acontecimientos sin capaidad para actuar preventivamente y sin legitimidad ni convicción para liderar su propio cambio y el establecimiento de nuevas instituciones. Tienen reglas del funcionamiento no de democráticas, sus directorios responden a niveles de conducción secundarios de los gobiernos de los países desarrollados y sus decisiones adoptadas casi secretamente son un ejemplo de falta de transparencia. Una burocracia tecnocrática intimamente relacionada con el sector finnanciero privado tiene un peso desmedido en la formulación de su doctrina y en el curso de sus acciones. Pese a ser organismos públicos intyernacionales no se han configurado como un lugar natural de debate democrático para el cambio. Por el contrario, son voceros activos del pensamiento neoliberal vuelcan importantes recursos públicos en su promoción.


Todas estas características pueden atribuirse a la inercia de estas viejas organizaciones y también a sus estrechos lazos con los intereses sectoriales, frente a la escasa atención que los partidos políticos progresistas del mundo le han prestado al tema.Hoy parce ser innecesario argumentar que la globalización presenta ostensibles problemas de inestabilidad e inequidad. La evidencia clama por instituciones coodinadoras y reguladoras con alcance global. El debate y la acción política en torno a la creación de estas instituciones y a la reforma y aún a la sustitución de los organismos de Bretton Woods deben ocupar un lugar prioritario en la agenda de los partidos políticos progresistas. Si bien la volatilidad, el desempleo y la desigualdad creciente también amenazan a los países desarrollados, es claro que la mayor vulnerabilidad se encuentra en los países subdesarrollados.


También se trata de que estas instituciones internacionales asesoren y den soporte a las políticas nacionales en pro de la estabilidad y la canalización productiva de la inversión externa, con respeto por la estrategia de desarrollo que cada país adopta. Sólo así podrá garantizarse que la necesaria transferencia de ahorro y capital de los países ricos hacia las regiones más pobres no sea, como lo fue a principios del siglo, la antesala de una crisis financiera internacional con consecuencias devastadoras para todos.Esta es una estructura internacional mínima necesaria que hoy es posible construir. El debate y la acción política para esta tarea deben tener a los partidos progresistas en un primer plano. .

No faltan ideas y formulaciones que sirven de base para una discusión, pero esta debe encarnarse políticamente.La tarea no está motivada exclusivamente por la solidaridad con los pueblos más pobres, está en el interés de todos los pueblos. Se trata simplemente de asumir al internacionalismo con la dimensión que este adquiere en la época del capitalismo global


Pero hay que decir que los avances del neoliberalismo no solo se sustentaron en la lógica perversa del mercado puro. También se apoyó en los retrocesos culturales del progresismo o en claudicaciones. Al decir de un economista francés, Jean Paul Fitoussi "el verdadero problema es que la ideología neoliberal convenció a algunos políticos de que son impotentes: que lo político está bajo la tutela de los mercados; de que lo político está bajo la tutela de los mercados; de que lo político debe, más que satisfacer a la sociedad, satisfacer a los mercados". Y esa es una apreciación muy peligrosa, porque la función central de lo político es poner en escena el futuro y, por definición, si los hombres políticos piensan que son impotentes ya no pueden cumplir esa función.

Jean Paul Fitoussi


El discurso político de algunos consiste en decir "lo único que podemos hacer es adaptarnos a la globalización" y eso no es un proyecto de futuro. A esta definición nosotros agregamos que, además, la política pierde fuerza moral si no provoca el interés por la suerte del otro. Todos sabemos que la exclusión promueve la pérdida de cohesión social y, por ende, de la paz y las libertades. La contracara de este fenómeno es la concentración de riqueza que al decir de un autor nacional "ha dado lugar en muchos países a la creación de barrios fortificados, escuelas exclusivas, paseos de compra, sanatorios de elite y otros ámbitos que separan a los ricos del contacto con los pobres que duermen en las calles, comen desperdicios, mueren en las aceras por sobredosis de drogas o simplemente vagan sin empleo".


Pero esta etapa caracterizada por los cultores del "fin de la historia"; el "pensamiento único" o la "muerte de las ideologías" está concluyendo. El silencio se ha roto. Ya no nos encontramos ante sistemas políticos inevitablemente desgarrados ante el fundamentalismo de mercado y la nostalgia del pasado. La política está volviendo al centro de la sociedad para fijar las orientaciones. Esto está empezando a suceder desarticuladamente en todos los continentes, pero ya es suficiente para desvanecer los sueños de algunos que creían que un país hegemónico podía convertirse en el gobierno planetario de la globalización.

En este sentido, la Internacional Socialista tiene un papel relevante. El tercer milenio debe encontrarla preparada para encabezar el surgimiento de un internacionalismo humanista, transformador y solidario, que enfrente a la globalización del atraso, el egoísmo y la exclusión. Millones de seres humanos están esperando ese llamado para volver a marchar.


Gracias.

Leopoldo Moreau – Junio de 1999 – Agosto de 2014.

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