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MOVIMIENTOS CAMPESINOS EN EL PARAGUAY

Ramón B. Fogel

CENTRO PARAGUAYO DE ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS

© Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos

Eligió Ayala 973 - Asunción.- Paraguay

Impreso en Paraguay

Primera edic ión 1986

Queda hecho el registro que marca la ley.

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PRESENTACIÓN

El avance que experimentó la investigación social en América Latina hacia mediados de la década del cincuenta tuvo, entre otras características, el sesgo de su concentración en una serie de cuestiones de carácter predominantemente urbano. Esta peculiaridad resulta hoy día bastante comprensible si se considera la fuerte influencia que ejercieron sobre este proceso los centros académicos de los países altamente desarrollados. Además, al concentrarse los recursos de investigación en los países latinoamericanos con mayor grado de desarrollo y urbanización, tal orientación contó en su comienzo con un margen importante de legitimidad.

En contraste, la atención hacia los problemas de la realidad campesina en esta emergente etapa de la investigación social es exigua y muy esporádica. Por lo común, sigue predominando el interés estrictamente "culturalista", ligado a una tradición marcadamente antropologista.

Hacia fines de la década del sesenta, uno de los hechos resaltantes es el vira/e que se dio en disciplinas como la economía y la sociología en lo que respecta a la preocupación por la realidad campesina.

Sin duda, tal proceso no respondió a un simple cambio en la orientación de los dentistas sociales, aunque no se puede descartar que su contribución fue igualmente importante. Hoy día, existe un amplio consenso en reconocer que un factor decisivo en la revaloración de la problemática campesina fue la grave crisis que afectó al sector rural en esa época y que en muchos países culminó en violentas conmociones sociales.

Las sociedades nacionales se vieron profundamente afectadas por esta crisis del sector rural que demandaba urgentes respuestas en lo social, económico y político.

En tal circunstancia, se abrieron dos grandes líneas de acción en la búsqueda de una rápida y radical transformación del contexto agrario, tanto en términos estructurales como en los de su propio modo de relacionamiento con la sociedad nacional.

Por un lado, surge una línea de orientación marcadamente reformista y cuya más notoria expresión a nivel continental fue el programa de la "Alianza para el Progreso ", impulsado fuertemente por la administración demócrata. En esencia, su objetivo fue, en el marco del desarrollo capitalista, el de estimular una reforma agraria que posibilitara una "modernización " del aparato productivo y, por añadidura, un mejoramiento en la distribución de los recursos como medio de lograr una mayor equi-dad social.

En otro sentido, se postularon una serie de alternativas cuyo denominador común fue la desconfianza hacia el esquema reformista y, por consiguiente, la postulación de la necesidad de cambios radicales como único camino para lograr una efectiva, genuino y duradera transformación de la sociedad campesina.

Dentro del marco de este tipo de enfoque se dieron una variedad de posiciones, conforme a la naturaleza de la propuesta política, modelo de sociedad a que se aspiraba y a los mismos medios para alcanzarlo.

En esta circunstancia, un fenómeno sumamente común fue el paso de una posición a otra -tanto de posturas más radicales hacia otras más conservadoras o a la

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inversa- experimentado por los diferentes actores sociales involucrados directa o indirectamente con la cuestión campesina.

Visto desde una perspectiva histórica, el contexto paraguayo no deja de reflejar algunas de las características que dieron tales connotaciones al proceso agrario latinoamericano, aun cuando se disponga todavía de un número muy exiguo de estudios históricos que permitan rescatar hechos trascendentes que se dieron en la evolución agraria del país. Testimonios como los de Rafael Barret tienen un valor sumamente relevante aunque limitado, por su carácter muy puntual e impresionista. "La lucha por la tierra en el Paraguay " de Carlos Pastare constituyó un hito relevante en la comprensión de la realidad campesina a pesar de que su análisis se centró primordialmente en un elemento estructural como es la tierra.

En la medida que la investigación fue avanzando en la comprensión de los condicionamientos de carácter más contextuales en años recientes, se ha dado una mayor atención al papel de los diferentes agentes sociales que tienen que ver con el proceso agrario. En suma, la acción colectiva del campesinado ocupa un lugar central en el análisis de la sociedad rural, en particular con relación a sus posibilidades de transformación.

Precisamente, este tipo de proceso ha sido un tema de permanente interés en la actividad desarrollada por Ramón Fogel como investigador social. Por lo tanto, no resulta extraña su elección en la presentación del caso de las ligas agrarias como expresión de un movimiento que, sin alcanzar la dimensión de fenómenos similares en otros países latinoamericanos, tuvo en su momento una notable influencia en el medio agrario paraguayo.

Aun cuando los datos y consideraciones se remontan a varios años, resulta innegable que ofrece una perspectiva analítica que confiere al trabajo una vigencia permanente para la comprensión de los condicionamientos y alternativas de cambio de la sociedad campesina.

Por otra parte, cabe destacar que este nuevo aporte de Ramón Fogel está muy lejos de ser sólo el resultado de un trabajo encarado con una eficiencia metodológica, de una adecuada labor de recolección de datos o de la correcta aplicación de un modelo teórico. Es evidente que el estudio se presenta como final de un paciente y riguroso trabajo de observación y análisis, pero además, con la impronta de haber sido desarrollado con una profunda vocación y compromiso hacia el destino del campesinado paraguayo, al que el autor ha dedicado, sin pausa, su esfuerzo como investigador social y militante.

Domingo M. Rivarola

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ÍNDICE

PRESENTACIÓN................................................................. 3

INTRODUCCIÓN .......................................................................................... 6

I. FORMULACIONES TEÓRICAS ............................................... 14

II. CONTEXTO SOCIO ECONÓMICO Y POLÍTICO DE LOS

MOVIMIENTOS SOCIALES EN EL PARAGUAY .............................. 21

III. LA ESTRUCTURA AGRARIA DE MISIONES Y SUS

CAMBIOS............................................................................................ 34

Los hacendados y sus mecanismos de dominación de clase ............. 35

Las capas campesinas y la presión sobre las tierras.......................... 37

IV. EL MOVIMIENTO CAMPESINO DE MISIONES................. 45

V. LA REGIÓN DE CAAGUAZU, DE LA EXPLOTACIÓN

FORESTAL A LA COLONIZACIÓN PIONERA.................................. 71

VI. EL MOVIMIENTO MILENAR1STA "PUEBLO DE DIOS"... 87

VII CONCLUSIONES............................................................. 106

ANEXOS.................................................................................... 118

BIBLIOGRAFÍA......................................................................... 121

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INTRODUCCIÓN

El 6 de Julio de 1970 campesinos ordinarios, de Santa Rosa (Misiones) tradicionalmente sumisos, marchaban en silencio hacia el centro urbano del pueblo para presentar sus peticiones a las autoridades, buscando defender sus derechos. Señalando sus inquietudes habían escrito algunas preguntas:

"¿Porqué los campesinos tenemos que pedir permiso para reunimos como cristianos y los que no son campesinos no lo necesitan?...

¿Porqué nos persiguen cuando queremos organizamos, como agricultores y como cristianos para defender nuestros derechos?

¿Porqué se nos trata con amenazas, citaciones, como si cometiéramos algún delito al reunimos?..."1

En estas manifestaciones de protesta los campesinos movilizados no empleaban los medios institucionales disponibles en ese momento ni actuaban como individuos sino como adherentes a un movimiento. En esta acción colectiva, los campesinos defendían sus derechos a organizarse y se solidarizaban con quienes sufrían injusticias y con ella, expresaban su rechazo de aspectos del orden social y político dominante. El evento, ligado a otros, hace parte de un movimiento campesino.

1 Véase Boletín de Informaciones, 12 de Julio de 1970.

Las peticiones efectuadas no sólo no fueron escuchadas sino el movimiento mismo fue suprimido luego de algunos años; posteriormente sin embargo surgen otros movimiento. Nuestra historia social registra muchos otros casos, que representan in-tentos de nuestras capas campesinas de constituirse como actores.

Si bien algunos grupos se movilizaron en defender sus intereses ligados a la apropiación de tierras, a las relaciones de mercado —comercialización y abastecimiento—, a las modalidades de créditos o a las condiciones de prestación de algún servicio público, en otros casos los móviles de la acción colectiva fueron distintos; en este sentido debe reconocerse que aun cuando los movimientos rurales últimos, limitados a la reivindicación de fracciones específicas de tierra, hayan demostrado cierto potencial, en la mayoría de los casos históricos, la acción colectiva de las capas campesinas adoptó formas prepolíticas.

En efecto, la memoria oral y en menor medida crónicas periodísticas se refieren a bandoleros sociales y a líderes mesiánicos. Regino Vigo, Ignacio Aponte, Kiliito Amaral y Manuel de Jesús Pereira (Pereira í) hasta hoy son recordados por viejos campesinos como héroes populares, quienes enfrentando los abusos de autoridades y de los ricos restablecían la justicia y protegían a los pobres, y expresaban la esperanza de las capas campesinas en algún tipo de redención.

Igualmente numerosos son los mesías campesinos que en distintos momentos, pero especialmente en situaciones críticas, alimentaban entre sus seguidores la creencia en la inminente destrucción del orden social y político dominante y la instauración del paraíso. Como comportamiento endémico se observa que en el trasfondo de situaciones opresivas, grupos campesinos, buscando redentores, se adhieren a líderes mesiánicos que prometen un milenio pleno e inminente y proveen un plan de acción que, aunque

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sólo requiera cambios internos a los adherentes, desafía creencias e instituciones esta-blecidas.

listos movimientos milenaristas o mesiánicos de capas campesinas hacen parte de formas prepolíticas de acciones colectivas, en tanto no definen claramente sus objetivos, o éstos no están relacionados con el interés de clase de sus protagonistas y por lo tanto no definen como meta de su influencia a grupos externos a sus propios adherentes.

Los grupos movilizados que estamos caracterizando, aunque no sean capaces de generar un proyecto político, disturban el orden establecido y provocan la intervención del Estado. Estas acciones colectivas, cuya importancia histórica no es secundaria, en el enfoque de este trabajo constituyen movimientos sociales en tanto expresan el rechazo de algún aspecto del orden social dominante.

Si bien los distintos tipos de acción colectiva de las capas rurales han sido percibidos como subversivos e irracionales por los agentes de los grupos dominantes, para el sociólogo los mismos constituyen formas que asumen las relaciones sociales y políticas de los hombres y que permanecen en la penumbra, en el trasfondo de nuestra sociedad; estos movimientos, en la perspectiva que nos interesa, son reacciones colectivas ante agravios, frecuentemente originados en procesos de modernización, cuyas formas y desarrollo deben ser explicados.

Tanto los tipos prepolíticos de los movimientos sociales como sus formas má avanzadas fueron estudiados desde perspectivas teóricas diferenciadas. Así, en un enfoque nuevo en el estudio de los movimientos sociales (Tilly, 1978; Overschall, 1973; McCarthy y Zald, 1975; Gamson, 1975) se supone, en la constitución del objeto de estudio, que los grupos movilizados grupos subalternos en nuestra perspectiva— operan como fuerzas sociales, y que los agentes que los componen, unidos en la prosecución del interés común, perciben y articulan el interés colectivo, forman coaliciones y tratan de influir en el gobierno y en otros grupos en la defensa de aquel interés2-

En este trabajo, las acciones colectivas aludidas precedentemente son consideradas como movimientos sociales de tipo moderno o político y se especifican a partir de dos dimensiones básicas: la prosecución organizada del interés de clase y los esfuerzos por influir en grupos, que no hacen parte de los adherentes, en la defensa de aquel interés colectivo; esto supone la percepción, tanto del interés colectivo que está en contradicción con los de otros actores, como de la forma de articularlo3 • Lo decisivo en estos casos es que se orienten a proteger los intereses de los movilizados. En sus formas más desarrolladas estos movimientos establecen alianzas, se organizan a nivel nacional y buscan influir en el gobierno para la realización del interés colectivo.

Estos movimientos sociales de tipo moderno o político, que suelen encontrar condiciones políticas y estructurales adversas, no agotan el campo de la acción colectiva. En efecto, en nuestras sociedades, en las que no tienen vigencia plena las ins-tituciones propias de la democracia republicana4, los grupos subalternos movilizados, especialmente los campesinos, en sus intentos de organización autónoma han sido frecuentemente bloqueados. No siempre perciben socialmente el interés compartido, y casi nunca constituyeron una fuerza social a nivel nacional. Por todo esto sus reacciones colectivas frecuentemente asumen formas prepolíticas o tienen un alcance limitado.

2. En este enfoque, que parte de supuestos pluralistas, se estudian casos relativamente documentados de acciones colectivas que tienen lugar, básicamente, en sociedades de desarrollo más avanzado —del tipo de Europa Occidental y Estados Unidos- y que implican la prosecución organizada del interés común de los grupos movilizados.

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3. En esta teorización los movimientos políticos son los que corresponden a una clase madura. 4. Téngase en cuenta que en las sociedades periféricas, con relativa frecuencia, no funcionan realmente los partidos políticos ni los sindicatos.

Por otra parte, estos movimientos prepolíticos, caracterizados precedentemente, que, a pesar de su relativa frecuencia e importancia histórica, no han sido estudiados en nuestro medio, bajo ciertas condiciones se transforman en movimientos de tipo moderno o político. Si bien, algunos autores tales como Eric Wolf y Eric Hobsbawn estudian tanto formas arcaicas como formas políticas de acciones colectivas, los mismos no desarrollan explícitamente las condiciones que explican el pasaje de una forma a otra. En este trabajo buscamos, precisamente, explicar tanto el surgimiento de estos movimientos como su transformación, recuperando sugerencias útiles para una teoría del desarrollo de clase, que permita avanzar en la discusión que enfrenta a los que sostienen que el campesinado sólo cons tituye una clase en sí y a los que afirman que el campesinado constituye una clase plenamente constituida (Shanin, 1979). Encaramos este desafío asumiendo que los enfoques disponibles actualmente —tanto en el campo genérico de "comportamiento colectivo" como en el más específico de movimientos sociales no son suficientes para dar cuenta de movimientos modelados por condiciones políticas y estructurales adversas como las consideradas en este trabajo.

En el análisis de dos casos históricos que presentamos se enfatizan las condiciones históricas que generan las reacciones colectivas y limitan sus posibilidades de desarrollo. En cuanto a las formas de ver las condiciones que conducen a movimientos sociales, en la literatura sobre el tema, tenemos básicamente el enfoque de las teorías de la "fractura de la sociedad" que contrasta con las teorías de la solidaridad interna.

Según las teorías de la fractura, los movimientos sociales resultan de procesos tales como los de urbanización, industria lización y modernización rural que debilitan o destruyen los controles sociales sobre los individuos, generando incertidumbre y tensión. En situaciones críticas o de cambios sociales intensos el individuo deja de ser gobernado por las normas de la sociedad como en tiempos normales. Con los procesos mencionados colisionan la inercia de la tradición con las fuerzas de la diferenciación y de la integración. En ese contexto, el desajuste entre la realidad social vivida y la estructura normativa que debía regularla, genera la anomia 5-

En este enfoque, la incertidumbre y las tensiones propias de estas discontinuidades se proyectan en movimientos sociales que atraen fundamentalme nte a masas urbanas y rurales que soltaron sus lazos con la vieja sociedad sin que hayan sido integrados a la nueva, tales como los desarraigados y los que rompie ron sus relaciones con sus comunidades.

Norman Cohn es uno de los autores que sitúan el origen de los movimientos sociales en las masas de individuos atomizados, con relaciones de parentesco desintegrados y no organizados en comunidades aldeanas. Para este autor los movimientos milenaristas florecen en poblaciones que viven al margen de la soc iedad, entre campesinos desarraigados y amenazados por el desempleo. En los estudios de Cohn, los profetas de estos movimientos no encontraron adherentes entre los firmemente integrados en la vida de la aldea, sino entre las poblaciones desorganizadas, atomizadas y desorientadas6 •

La idea de movimientos sociales impulsados por masas anómicas es elaborada por Smelser. Para este autor las respuestas a las discontinuidades propias de la lucha entre fuerzas de la tradición, de la diferenciación y de la integración, son la ansie dad, la hostilidad y la fantasía, que cuando devienen colectivas cristalizan en variedad de movimientos sociales7-

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5 Véase Emilio Durkheim, El Suicidio (Bs. As.: Shapire, 1971). 6 Norman Cohn, The Pursuit of the Millenium (New York: Oxford University Press, 1980), pp. 281-82.

El enfoque en cuestión estudia básicamente formas prepolíticas o arcaicas de conducta colectiva, tales como movimientos de revitalización, nativistas, milenaristas, mesiánicos, y de cargos cultos8.

En las teorías de la solidaridad las condiciones conducentes a los movimientos sociales son las que permiten la prosecución organizada del interés colectivo, y comprende la solidaridad, la conciencia social y la organización. Los autores ads-criptos a estas teorías han estudiado básicamente movimientos sociales de tipo político o moderno9

En un enfoque alternativo, sustentado por los casos considerados en este trabajo, masas de individuos atomizados, que rompieron sus vínculos sociales previos como resultado de procesos disrruptivos de la sociedad, y que no encuentran un lugar en ella, pueden generar acciones colectivas al igual que los firmemente integrados a comunidades aldeanas, aunque el alcance de los movimientos variara según los casos. En este punto asumimos además que los procesos disrruptivos de la sociedad pueden intensificar la solidaridad o crear nuevas formas de relacionamiento interno y de solidaridad, dependiendo del tipo de organización social en la cual se insertaban previamente los movilizados. 7 Neil Smelcer, "Mecanisms of Change and Adjustment to Change" in Bert Hoselitz y Wilbert Moore, eds. Industrializaron and Society (París: Mounton 1966), p. 44.

8 Ramón Fogel, Avances Teóricos en el Estudio de Movimientos Sociales Rurales (Asunción: CIPAE, 1982).

9. Ibid.

En la investigación que encaramos se estudian dos movimientos sociales, que involucraron a miles de campesinos, situados a nivel zonal, aunque con alcance regional, que se desarrollan en las últimas dos décadas10- Los dos casos comienzan como movimientos arcaicos o prepolíticos, aunque uno de ellos, luego, se transforma , en respuesta a procesos de descomposición campesina provocados por la expansión de relaciones capitalistas en la estructura agraria. Estos casos, sin embargo, se diferencian en el grado de politización que alcanzan —ya que uno de ellos trasciende la forma arcaica—, y en otros aspectos que serán considerados.

Uno de los casos estudiados, el del "Pueblo de Dios" es un movimiento milenarista que surge y se desarrolla principalmente en Caaguazú, región de colonización relativamente reciente. El movimiento prepara activamente a sus militantes para la próxima destrucción del mundo que precederá al milenio, que representa la reversión simbólica —a nivel de utopía— del presente orden social y político en su versión opuesta. La destrucción final es impulsada, en el sistema de creencias de sus adherentes, por las fuerzas del mal, identificadas con los ricos del mundo actual, así como por el tipo de relacionamiento prevaleciente que niega la fraternidad. Si bien los creyentes alteran sustancialmente sus hábitos personales hasta llegar a incorporarse a comunidades utópicas —que implican aislamiento del orden establecido— esperando el milenio que resultará de fuerzas sobrenaturales. El movimiento no busca la prosecución organizada del interés de clase de sus adherentes ni se propone influir en grupos

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externos a la propia organización, respondiendo a factores que exploraremos en el estudio.

El otro caso estudiado, el de las Ligas Agrarias de Misiones, que surge y se desarrolla en una región de viejo asentamiento poblacional marcado por el complejo latifundio-minifundio, en su primera fase se asemeja a "Pueblo de Dios" por su marcado tinte religioso y por buscar, básicamente, cambios internos en sus adherentes.

10 Aludimos al nivel de distrito, la unidad político-administrativa menos inclusiva que

Departamento.

Estas organizaciones fueron bien vistas por todos mientras construyeron caminos y obras municipales; pero todo cambió cuando pasaron a denunciar injusticias. En su última fase el movimiento fue rechazado por los grupos dominantes, y pasó a la prosecución del interés de clase de las capas adherentes y buscó a ese efecto influir en órganos del Gobierno. En esta fase los campesinos entendieron que el orden social es obra de los hombres y se movilizaron en respuesta a sus intereses, buscando cambiar las relaciones sociales que percibían como injustas.

Si bien este movimiento, centrado en Santa Rosa, que representa el esfuerzo más serio, en la historia social paraguaya, de las capas campesinas para constituir organizaciones autónomas, se frustró en sus intentos, nos dejó enseñanzas sobre las posibilidades y límites de la acción colectiva campesina.

Tal como ya lo señalamos en el trabajo se busca básicamente explicar el surgimiento de estos movimientos, y las formas que toman. En lo referente a la presentación del volumen, en la primera parte se presentan algunas formulaciones teóricas que precisan el alcance de las categorías utilizadas.

En el capítulo II, se ofrece una caracterización del contexto socio-económico y político a nivel nacional, que crean las condiciones para el surgimiento de movimientos sociales y limiten sus posibilidades y formas. Estas condiciones institucionales, que constituyen elementos externos a los movimientos, requeridas a las regiones de Misiones y Caaguazú son discutidas en os capítulos III y V. El contexto socio-económico en estas dos regiones presenta semejanzas y diferencias; en ambos casos los movimientos representan respuestas de capas de cultivadores al proceso de modernización de la estructura agraria, pero en distintos momentos de ese proceso y en configuraciones productivas diferentes. También las respuestas de los grupos dominan-tes y del Estado presentan algunas diferencias.

Los movimientos mismos, que son provocados y modelados en las formas que van tomando por aquellas condiciones institucionales, son caracterizados en los capítulos IV y VI. En esta particularización no se consideran todos los aspectos de la acción colectiva sino los asumidos como de mayor significación, que dan respuestas a interrogantes básicos, tales como: ¿quiénes se movilizaron y bajo qué ideología?, ¿qué recursos utilizaron?, ¿cómo las organizaciones generaron el compromiso de los adherentes?.

Finalmente, en el último capítulo, en el da las conclusiones, se presentan las formulaciones interpretativas. En este sentido se señala que ambos movimientos surgieron como respuestas de las capas campesinas a procesos de modernización de la

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estructura agraria, que tuvieron un costo social tal que provocaron esas reacciones colectivas. En cuanto a las formas adoptadas se desprende del análisis que los movimientos sociales de tipo político, en ciertos contextos, representan una alternativa histórica suprimida.

En cuanto al período considerado en el estudio, las observaciones se distribuyen en un largo espacio de tiempo: mientras el movimiento campesino misionero se estudia desde su constitución en 1963 hasta 1974, cuando ya está sentenciado a muerte, el movimiento milenarista es analizado en el lapso de tiempo que va desde 1975 a 1982, que corresponde al período de mayor expansión. Si bien los movimientos son enfocados a nivel zonal, los mismos son analizados en sus interrelaciones con las estructuras regionales respectivas y sus cambios. De ahí que, en cuanto a la realidad espacial considerada en el estudio se combinan en el análisis el nivel micro o zonal con el nivel macro o regional"11.

11 Definida en términos administrativos, la zona corresponde a un distrito o municipio, mientras la

región corresponde a la definición administrativa de departamento.

El entorno social de la zona, es considerado en tanto escenario básico de los

eventos de los movimientos y de los grupos movilizados. Así, para captar las particularidades de los casos estudiados desde la perspectiva de los principales sujetos de la acción, la investigación se focaliza en Santa Rosa, Misiones, y en la colonia Repatriación de Caaguazú. Estos contextos no son, sin embargo, autosuficientes, toda vez que la estructura de relaciones socio-económicas se configura en una red espacial mayor: la correspondiente a la región. En los casos considerados de Misiones y Caaguazú, la región administrativa o Departamento coincide con la red espacial de actividades económicas —y, en esa medida, de relaciones sociales— relativamente homogéneas, siendo Misiones antigua zona ganadera y Caaguazú región de co-lonización pionera. Estas mismas regiones están marcadas por su integración a una totalidad más vasta dada por la sociedad nacional; de ahí que en el trabajo el análisis de algunos aspectos se sitúe en el marco nacional12 , tal como los fenómenos de naturaleza política y el mismo estilo de desarrollo que tienen un escenario mayor que las regiones.

En la explicación, en una perspectiva global y dinámica, se .liza el método comparativo —centrado en ejes de comparación que se explicitan más adelante— que permite determinar puntos de semejanzas y diferencias entre los casos estudiados. s eventos son referidos a los movimientos en su unidad orgánica, considerados en lo posible, en su integridad.

En lo relativo a la dimensión histórica que vincula los movimientos al espacio histórico en el que surgen, se combina en el trabajo el análisis de la estructura —observada en el largo plazo 10 unidad temporal— con el de coyuntura, que se privilegia. En efecto, los eventos de los grupos movilizados, así como los aspectos políticos e ideológicosl3 de los movimientos tienen como escenario la coyuntura, aún cuando ellos son expresiones orgánicas de condiciones estructurales generales, básicamente, de la red de relaciones socio-económicas, que se enraiza en la larga duración 14 •

12. Estos aspectos comprenden los relativos a las acciones del Estado y de la Iglesia y se desarrollan

en el nivel nacional.

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13. Tal el caso de la actuación de los agentes políticos, como los parti dos y el Estado. Esto define la oportunidad de los movimientos para actuar. Charles Tilly, From Mobilization to Revolution (Massa-chusetts- Addison-Wesley, 1978), p. 55. 14 Así los intereses de los grupos movilizados están ligados a la dinámica de constitución y transformación de las clases. Los mismos procesos de descomposición campesina que provocan los casos estudiados implican cambios en la estructura socio-económica

Al referirnos al proceso de obtención de datos debemos tener en cuenta que el mismo, desde los inicios del estudio, quedó muy limitado. En efecto, la naturaleza de nuestro objeto de estudio y las condiciones socio históricas en las que se inserta res-tringieron las técnicas de investigación utilizables; en este sentido, debe tenerse en cuenta la vigencia de relaciones jerárquicas y bilaterales propias de un paternalismo autoritario, que se desenvuelve en un clima político ideológico de control, que in-moviliza. En estas condiciones objetivas, en las que los intentos de organización autónoma de grupos subalternos son bloqueados, se anula la espontaneidad de los agentes y se restringen las fuentes de datos. En el proceso de observación se considera que los actores movilizados frecuentemente mantienen en latencia sus reacciones, o se ven envueltos en acciones que no se desarrollan en la superficie, ya que ellos aún deben vivir con los que detentan actualmente el poder mientras buscan otras alternativas. Así, en presencia de agentes externos ellos hablaron y se comportaron de modo a satisfacer al orden establecido 15.

Además de crónicas periodísticas y otras pocas fuentes secundarias, se obtuvo material entrevistando a informantes seleccionados, y a través de observación directa. Estas técnicas se complementan, toda vez que aisladamente cubren aspectos parciales de los movimientos

15 Sobre este punto véase Sakari Sanóla, Power and Resistencia (Itha-ca/London: Cornell

University Press, 1972).

. Las crónicas periodísticas se utilizan básicamente en el estudio del movimiento milenarista16, que en el otro caso esta fuente es casi inexistente, dado que reconstrucción de sus eventos hubiera significado, para los órganos de seguridad del Estado, apología de la violencia17. Aún cuando estas crónicas sobre el "Pueblo de Dios" fueron escritas, en la gran mayoría de los casos, por observadores hostiles sin formación en ciencias sociales, las mismas proporcionan materia prima, básicamente, cuando transcriben entrevistas a dirigentes, caracterizan aspectos de la organización interna del apo milenarista, y reflejan la orientación de otros grupos hacia movimiento.

Datos de tipo censal, básicamente los originados en los censos-agropecuarios y de población, fueron utilizados en la reconstrucción de la estructura de relaciones socio-económicas y sus cambios. Las otras fuentes secundarias utilizadas comprendieron muy limitados documentos sobre los movimientos mismos, entrevistas que comprendieron a más de 30 informantes sesionados, se realizaron, en su mayor parte, en las compañías Santa Rosa y Colonia Repatriación y en las diversas congregaciones locales -en el caso del movimiento milenarista18-los meses de marzo de 1982 y abril de 1983. En estas entrevistas fue considerado como un aspecto importante la selección de los informantes, de modo que los mismos representen perspectivas diferentes acerca de los casos

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estudiados: líderes, adherentes y agentes del público expectante19. De acuerdo a estos criterios se definió el plan de entrevistas, en el cual se basó la selección de los entrevistados.

16. Las crónicas periodísticas comprenden las de los diarios ABC, HOY, ULTIMA HORA y los

semanarios AQUÍ y Boletín de Informaciones.

17. Tal como se verá, una relativa libertad de prensa recién se da hacia fines de la década del 70. 18. Algunas entrevistas a líderes del movimiento campesino de Misiones se realizaron fuera de la

región. 19. La elaboración de guías de entrevistas permitió una relativa sistematización en la recolección de

informaciones. Estas guías fueron construidas en base a los ejes de comparación considerados en el estudio.

En el referido plan de entrevistas se especificó la distribución de informantes

según el rol desempeñado en los movimientos, los vecindarios o localidades, y la pertenencia a las distintas capas campesinas. En la elaboración de las guías de entre-vistas se puso énfasis en determinados aspectos de los movimientos según fuera el rol desempeñado por los informantes. Así, en el caso de la Liga, con los líderes se indagó básicamente lo referido a aspectos internos a los movimientos, mientras los agentes del público expectante fueron preguntados básicamente sobre las relaciones socio-económicas a nivel local y sus cambios y acerca de los aspectos políticos de las movilizaciones consideradas.

La escasa tradición de trabajos de campo como el encarado en el presente estudio, las implicancias políticas de los aspectos considerados y la rigidez de los mecanismos de control social dificultaron las entrevistas. En el caso del movimiento de Misiones, ya desarrollado, las dificultades fueron mayores, especialmente con los ex-adherentes.

En la recolección de datos en las congregaciones del "Pueblo de Dios" se empleó la técnica de observación participante en tanto combina la observación directa, las entrevistas semi-estructurada, y la participación en las actividades colectivas en un contexto de intensa interacción con los grupos estudiados. El hecho de que los adherentes percibieran al investigador como uno más del grupo facilitó cierta comprensión de la acción colectiva al permitir captar la interpretación de éstos de ciertos procesos, y sus estados subjetivos20-

20 Con este procedimiento se encaró la observación, en el ambiente natural del

movimiento, a partir del marco de referencia de los propios adherentes, de aspectos no reconocidos por ellos, tales como la forma como viven sus experiencias, que los mismos no pueden comprender en su complejidad y narrarlos al investigador.

Una parte importante del material empírico utilizado en este trabajo corresponde a Descomposición Campesina y Movimientos Sociales, publicado por el Comité' de iglesias21 -

El alcance fragmentario de las diversas fuentes y los requerimientos tanto de una perspectiva interna como de una aproximación externa a los movilizados plantearon la necesidad de combinar diversas técnicas de investigación. En la perspectiva terna consideramos las formas como los agentes se représenla acción social colectiva, y

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empleamos básicamente, entrevistas semi-estructuradas. Precisamente, esta dimensión ideológica que representa una mediación importante entre situaciones y reacciones ante ella, es la que permite distinguir los movimientos-arcaicos de los de tipo moderno; en esta aproximación intencional, el eje analítico es la conciencia de los agentes y se considera el significado que éstos atribuyen a las situaciones y acciones. Este sistema de representaciones, sin embargo, no se da en el vacío sino en contextos de imposiciones objetivas que sen tan la otra cara de la moneda.

En el análisis de estas condiciones externas a los agentes, en ocasiones predominan sobre los propósitos de éstos, se utilizan fuentes secundarias y el mismo es referido en el trabajo tanto al nivel zonal como el nivel departamental o regional más inclusivo.

En la evaluación de las informaciones obtenidas con entrevistas a informantes seleccionados se controló su objetividad chequeando su exactitud y consistencia con material complementario22- En estos casos, en los cuales interesan las formas como los informantes se representan la acción colectiva, no fue necesario el control de la objetividad, tal como con los materiales relativos a la creencia en cualidades extraordinarias de los líderes que son elementos constitutivos de la ideología de movi-mientos pre-políticos. Precisamente, es en la comprensión de éstos que se busca avanzar con este trabajo.

21 Véase Ramón Fogel, Descomposición Campesina y Movimientos Sociales, Cuadernos de Investigación No 10 (Asunción: CIPAE, 1983).

22 En la verificación de la confiabilidad del material se consideró la capacidad del informante de reconstruir eventos y la medida en que están implicados los mecanismos de control social —¿puede el in-formante narrar la verdad considerando las posibles consecuencias negativas?—; se empleó, asimismo, la comparación con testimonios de otros, la consistencia de los distintos Ítems, la discusión de hallazgos con líderes y grupos observados, y la situación de la entrevista.

I. FORMULACIONES TEÓRICAS

Entendemos por movimiento social toda forma de acción colectiva de las clases y grupos subalternos, que expresa el rechazo, parcial o total, del orden social dominante.

En cuanto a las formas y al alcance de la diversidad de movimientos sociales, los mismos varían desde formas avanzadas de movimientos políticos de tipo moderno, que articulan el interés colectivo de sus miembros, hasta los movimientos arcaicos o primitivos que se encuentran más allá de la reacción puramente individual, lo que constituye el caso extremo de protesta. Vale decir, no todo grupo involucrado en un movimiento es contendiente por el poder o se moviliza en prosecución del interés colectivo.

En los movimientos sociales de tipo moderno o político, los agentes aislados que comparten una situación de clase, se convierten en grupos que persiguen el interés común —resultante de la situación de clase— a través de formas organizadas, for-mulando demandas a sectores, agentes o instituciones que no hacen parte de sus adherentes, para realizar el interés colectivo. En estos casos, en los que la acción colectiva implica acción de clase, existe correspondencia entre el interés objetivo y el

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interés subjetivo —el percibido— de las capas movilizadas, que hacen parte de una clase madura.

Esta conversión del interés objetivo en meta grupal reconocida, supone —por parte de los que comparten la misma situación de clase— el reconocimiento de agravios similares originados en la naturaleza de las relaciones con las clases dominantes, y el sentido de pertenencia a la clase que trasciende los límites locales.

En su forma más desarrollada, la acción colectiva que articula el interés común en los movimientos de tipo político implica alianza y lucha con otros actores sociales y políticos, acciones a nivel nacional para influenciar al gobierno o aparatos del estado en la prosecución del interés común; además, la cons titución de una organización nacional23.

En los movimientos sociales arcaicos (bandolerismo social, movimientos milenaristas y otros tipos de movimientos campesinos), las reacciones colectivas, aunque expresan el rechazo de algunos aspectos del orden social o político dominante, por lo general con poca continuidad, expresan aspiraciones vagas -en lugar del interés de clase—, no definen una meta de su influencia fuera de sus adherentes, ya que más bien buscan cambios internos al propio grupo, y utilizan medios no realistas para la prosecución de aquellas metas definidas en forma imprecisa. En estos casos, los componentes de grupos que reaccionan sin propósitos claramente definidos, no logran una expresión política organizada, o, si llegan a reconocer sus problemas, al tener su horizonte social limitado, se ven en dificultades para participar políticamente en su solución.

En nuestro enfoque, los movimientos sociales se especifican como arcaicos en tanto las acciones colectivas no expresen el interés de clase de los adherentes y no tengan su meta de influencia fuera de sus propios miembros.

23 En gran medida, los movimientos arcaicos no buscan una reconstrucción realista del

orden social. Para proposiciones sobre el desarrollo de clase, véanse: Max Weber, Wirschaft and Gesselschaft, vol. 2 (Tubingen: J.B.C. Mohr, 1956). Karl Mrx, The Poverty of Phüosophy (London: Martin Lawrence, 1936); ídem Selected Readings, ed. David Mac Lellan (Oxford: Oxford University Press, 1977).

Los movimientos de carácter religioso, en general, y los milenaristas, en particular, son considerados como movimientos sociales en la medida que originan nuevas formas de relaciona-miento social que suponen un desafío a las instituciones existentes, y que el sistema de creencias que lo sustente comprenda la reconstrucción futura de la sociedad sobre la base de la inversión simbólica del presente24. En esta transposición, en el nivel de la utopía, se contrapone el presente orden social —identificado con el de los ricos— con el milenio que lo niega25-

A diferencia de los casos considerados, quedan excluidos | del campo de los movimientos sociales los grupos religiosos que sólo enfaticen el amor, la cooperación y el entendimiento a nivel individual, perciban que la raíz del mal es el pecado individual y no rechacen el orden social dominante, o aspectos de él.

En cuanto a la emergencia de los movimientos, asumimos que los mismos son productos sociales que responden a fuerzas externas, que incluyen procesos de

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descomposición campesina, [provocados por la penetración del capitalismo en la agricultura transformando la estructura social rural. En relación a esto último, en este trabajo los actores se definen en términos de colectivo.

Más específicamente, en esa perspectiva, la sociedad, pensada tanto en términos de los condicionamientos estructurales de la vida social como de su transformación histórica, no resulta de agregados de individuos autónomos en la prosecución de sus metas. Los agentes activos de la sociedad son sub-conjuntos de individuos que comparten una situación de clase y que, en condiciones históricas dadas, articulan su interés colectivo. La situación de clase resulta de la posición ocupada en la estruc tura de la división social del trabajo y, básicamente, de sus relaciones con los medios de producción; aunque ella no puede ser pensada con autonomía del conjunto de relaciones que estructuran la situación de las clases sociales -entre las cuales las relaciones políticas son importantes.

24. La idea de la sociedad regenerada implica el rechazo del orden social y, frecuentemente, enfatiza el deseo de relaciones sociales igualitarias. Sobre este punto, véase Worsley, Al Son de la Trompeta final, (Madrid: Siglo XXH, 1980).

25. Si bien esta inversión implica el retorno a modos de vida pretéritos, ella representa una versión opuesta del presente orden social.

El control de los medios de producción permite a un grupo la expropiación del

trabajo excedente de otra clase, de produc tores directos. La explotación envuelve relaciones sociales entre sub-conjuntos de agentes que constituyen clases mutuamente excluyentes con intereses contradictorios.

La extracción de trabajo excedente se da, a nivel general, en estructuras agrarias a través de relaciones de explotación entre no trabajadores agrícolas que tienen el control de los medios de producción, y trabajadores agrícolas que no lo tienen. Sin embargo, las formas de extracción del trabajo excedente varían. Así, las relaciones de explotación pueden darse: entre una clase de trabajadores libres —trabajadores agrícolas ya de-sarraigados que venden su fuerza de trabajo como mercancía— y la clase que monopoliza el capital agrícola; entre productores independientes, insertos en la producción mercantil simple, que tienen el control relativo sobre sus parcelas, y comerciantes acopladores ligados al capital comercial y agro- industrial, que controlan los insumos y los canales de comercialización26» o, entre terratenientes que monopolizan la tierra y campesinos que cultivan, básicamente, pequeñas parcelas de subsistencia y trabajan con o sin contraprestación para el terrateniente.

26 Es importante diferenciar los agentes ligados al capital usuario, que operan a nivel regional y

nacional y los ligados al capital comercial de pequeña escala.

Históricamente, en el Paraguay, en una suerte de capitalismo embrionario, la

acumulación en las modernas empresas agrícolas requiere, en algunos casos, la utilización de coerción extra-económica, toda vez que el emergente empresariado se aprovecha de condiciones políticas para su acumulación originaria. Así mismo, la

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relación entre terratenientes y campesinos tiene rasgos particulares dados por el carácter oligárquico de la dominación de aquellos.

En efecto, la oligarquía terrateniente, que ejerce una dominación política y económica, se caracteriza por explotar extensamente la tierra —con baja densidad técnica— sin acumular utilizando formas señoriales, semicoactivas, de dominación de clase, con relaciones inmediatas de tipo paternalista. Un rasgo básico de esta oligarquía está dada por su hegemonía local regional que proviene de períodos anteriores.

Estas formas de extracción del trabajo excedente, incluyendo las que se dan entre las propias capas campesinas, se manifiestan combinadas en los casos estudiados, tal como ocurre con los semiasalariados insertos en la producción mercantil simple.

Por otra parte, las relaciones de explotación son reproducidas mediante mecanismos de dominación. La dominación económica consiste en el cumplimiento de una serie de órdenes y reglas desde abajo, relativas, básicamente, al proceso de producción y distribución. Esto se logra porque el actor dominante controla recursos —los cuales comprenden medios de producción — y otros factores estructurales, tales como los que bifurcan las clases de trabajadores agrícolas en dos componentes: ejército activo y el ejército de reserva. Esto último puede referirse a trabajadores agrícolas potenciales asalariados o potenciales clientes de comerciantes acopiadores27.

27. David Willer, The Steel Frame: A Material Interpretation of Bure-aucracy, (Kansas: Departament of Sociology, the University of Kan-sas, mimeo).

La escala de la privación varía con la proporción de la población afectada, mientras su intensidad varía con el tamaño de la brecha entre estado de cosas deseado y capacidad actual de satisfacerlo29-

Los intereses comunes de los agentes —que pueden o no ser percibidos y articulados—, igualmente insertos en la estructura de relaciones socio-económicas, resultan de la situación de clase. A su vez, son los agentes que comparten una situación de clase los que, bajo ciertas condiciones, articulan su interés común a través de formas organizadas, buscando por medio de alianzas adecuadas, influenciar al gobierno u otros actores políticos30 para realizar sus intereses. En otros casos, la acción colectiva no logrará una expresión política organizada; las aspiraciones permanecerán vagas y los medios utilizados no serán realistas. Vale decir, no se postula una relación unívoca entre situación de clase y tipo de movimiento; si bien la situación de clase —y sus cambios— provoca las acciones colectivas, su surgimiento, características y eventual transformación dependen de factores tanto externos como internos a los movimientos.

Los factores externos remiten a condicionamientos definidos por arreglos estructurales y por elementos de naturaleza política; en tanto los elementos internos comprenden, básicamente, composición social, organización, conciencia social y movilización.

En cuanto a los elementos de tipo estructural, ya señalamos que de la situación de clase y sus transformaciones se originan, tanto los agravios que provocan las reacciones colectivas, como los intereses de los grupos subalternos que pueden ser articulados

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29 Véase, W.G. Runciman, Relativa Deprivation And Social Injustice, (Berkeley: University of California Press, 1966) pp. 9-35; and Charles E. Hurst, The Anatomy of Social Inequuality (St. Louis: C.V. Mosby Co., 1979) pp, 176-180.

30 En esta perspectiva la meta de la influencia es un antagonista necesariamente distinto a sus adherentes, beneficiarios, agentes externos que lo apoyan, simpatizantes y masa del público

Por otra parte, la posición en la estructura socio-económica de los agentes movilizados tiene importante peso en las características de los movimientos. En este punto resulta pertinente destacar que, si bien en el enfoque de este estudio se consideran como importantes los intereses materiales de las clases rurales, de ellos no resulta mecánicamente la acción colectiva de las capas de productores agrícolas. Si bien la naturaleza de las relaciones entre estas últimas y las clases dominantes, enraizadas en arreglos estructurales, define el potencial de los movimientos sociales, también se asigna importante peso a la realización política de ese potencial31 -

Nuestro enfoque se diferencia así del de Paige (1976) tanto por la consideración de las alteraciones de las relaciones de clases como por la incorporación de la incidencia de lo político en los movimientos. Por otra parte, en nuestro trabajo consideramos, además de las relaciones de clase, los vínculos internos de los pequeños productores y desarraigados.

El otro factor externo a los movimientos que se considera es la oportunidad de desarrollarse, definida por las otras clases y grupos y por el Estado32, en tanto los grupos movilizados al interactuar con otros responden a las tendencias de esas interacciones y, particularmente, a la receptividad o al rechazo de aquellos.

31 Para Moore (1966), la realización de ese potencial depende de la posibilidad de fusión de los agravios del campesinado con los de otras clases y grupos. Barrington Moore, The Social Origin of Dictator-ship and Democracy (Boston: Beacon Press); p. 479.

32 Para Tilly, la oportunidad define la medida en que otros grupos, incluyendo el gobierno, son vulnerables a nuevos reclamos que aumentarían la realización del interés del contendiente. De este modo, esta categoría es pensado para movimientos sociales de tipo político. Tilly, From Mobilization... op. cit .

La consideración de la s relaciones de los movilizados con grupos externos

introduce el análisis de los político, que remite al comportamiento de los actores -tanto de los directamente vinculados al Estado como de los que plantean opciones distintas a la de éstos— en la esfera del Estado, y, en general, a las mediaciones entre la sociedad civil y el Estado, tales como los partidos, sindicatos, la iglesia y la prensa.

Cuando aludimos a la incidencia del Estado en los movimientos estudiados lo pensamos en tanto pacto de dominación y como aparatos. Por pacto de dominación entendemos la alianza de las clases y grupos dominantes con agentes ligados al Estado —para la administración del poder del Estado— en base a un proyecto político que protege algunos intereses de clase y excluye otros33 En nuestro enfoque las políticas burocráticas ejercidas por ciertas capas de funcionarios al interior de ciertos aparatos, puede tener relativa autonomía de la praxis política del Estado, que responde a la lógica del pacto de dominación y refleja la relación de fuerzas sociales existentes.

Uno de los aspectos enfatizados en el análisis de los aspectos políticos es la represión. La misma es pensada en tanto sanción psico-física aplicada por aparatos del

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Estado a líderes, adherentes y simpatizantes de los movimientos en su carácter de tales, y como medidas coercitivas que limitan las posibilidades de la acción colectiva abierta; los casos más frecuentes comprenden prohibiciones, arrestos, maltratos físicos y amenazas.

La organización, uno de los aspectos internos a los movimientos que consideramos, es pensada en términos de mecanismos unificadores —comprendiendo sistemas de control interno

33 En relación a la naturaleza del pacto de dominación del Estado con las clases sociales

dominantes, véase FM. Cardozo y E. Paleto, De-pendency and Dcvelopment in Latín America, (Berkeley: Univer-sity of California Press, 1979).

sobre los miembros y de solución de conflictos34 y estructura de roles definidos por los grupos movilizados para el logro de sus objetivos, que corresponden a los de un movimiento social.

En el análisis de la estructura organizacional de los movimientos, consideramos su carácter comprensivo35» el grado de formalización de los procedimientos36» y los sistemas de toma de decisiones en sus interrelaciones con el liderazgo. En lo relativo a los procesos de tomas de decisión, se indaga acerca de la centralización de la estructura de poder o su descentralización, ligada ala autonomía de capítulos locales.

Al estudiar el liderazgo, atendemos a la posición social de los dirigentes, sus roles37 y tipos de relacionamiento con sus seguidores. En relación a esto último, a pesar de los matices mesiánicos de los dirigentes de los movimientos estudiados, se utiliza la noción de liderazgo como atributo relacional más que como cualidad individual, tal como lo considera Weber en su concepto de carisma. Así, enfatizamos el contenido de los mensajes de los líderes y los tipos de acción que apoyan, y que en

34 Siguiendo a Gamson, medimos el faccionalismo a través de escisiones formales. Véase

William Gamson, The Strategy of Social Protest, (Illinois: Dorsey Press, 1975). Tilly, en formulaciones que asumimos como útiles para este trabajo, señala que los niveles de organización de las redes de relacionamiento internos y de elementos de identidad común. Tilly, From Mobilization... p. cit.

35 Aludimos a la variedad de aspectos de la vida de los miembros involucrados en la organización.

36 En este sentido, interesa el grado de definición de las normas de operación, la existencia o no de reglamentos escritos, lista de adhe-rentes y registros de actividades.

37 Así, mientras algunos líderes cumplen el papel de centros simbólicos de identificación, otros se constituyen en fuentes de iniciativas para acciones concretas. Sobre este punto, véase Worsley, P. Al Son de la Trompeta final, op.cit.

determinados contextos expresan las aspiraciones -frecuentemente vagas— de

adherentes y simpatizantes38-

Desde el punto de vista de los componentes de las organizaciones, diferenciamos categorías que no son mutuamente excluyentes: los beneficiarios, que reciben los beneficios del movimiento, los adherentes, constituidos por quienes creen en las metas del movimiento, y los comitentes, quienes proporcionan los recursos y las energías

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requeridos por el movimiento. Los adherentes concientes son aquellos que hacen parte del movimiento sin esperar beneficios directos39.

La configuración de la conciencia social de los movilizados, mediación entre situación y respuestas ante ella, representa en nuestro enfoque la dimensión clave que permite especificar los movimientos en políticos o arcaicos, y alude al conjunto de formas -valores creencias, símbolos, percepciones, etc.— como los hombres se representan sus relaciones, su posición en el espacio social y el orden social. Así, los elementos de esta conciencia comprende: visión de los rasgos básicos del orden social considerado injusto, así como ideas éticas ligadas al orden idealizado, que otorgan un nuevo sentido de identidad. La prefiguración de la sociedad modificada comprende la definición de metas del movimiento —que pueden buscar la defensa del interés de clase de los movilizados—, y de los medios para lograrlas.

La conciencia social, en esta teorización, es pensada como producto social, que resulta de condiciones objetivas de naturaleza socio económica y de tipo político, y como tal se con distintos grados de madurez40

38. Téngase en cuenta que la aceptación de ese liderazgo no tradicional depende básicamente del libre consentimiento de adherentes y simpatizantes. Ibid. 39. Acerca de estas categorías, véanse: Gamson, The Strategy of Social Protest cit. y J.M.McCarthy y M.N.Zald, "Resource Mobilization and Social Movements: A Partial Theory", American Journal of So-ciology, 82, No 6, (May. 1977).

40 Los tipos ideales de conciencia utilizados en la investigación comprenden la inarticulada, la embrionaria y la madura.

En la conciencia social madura, la visión acerca de las me tas del movimiento y de los medios para lograrlas se basa en el reconocimiento del interés objetivo de clase y de la conversión de su defensa en meta del movimiento y, en esa medida, en una representación objetiva de la estructura social y sus determinantes.

En la conciencia social inarticulada, en cambio, no se percibe el interés común enraizado en la posición en el proceso productivo, ni se conectan los diferentes elementos que operan en la situación de clase. Determinadas condiciones socio-his-tóricas, que se dan básicamente en sociedades de desarrollo capitalista rezagado, plantean restricciones al desarrollo de la conciencia campesina que se limita a elementos éticos-religiosos, excluyendo los aspectos políticos4!- Este es el caso de capas campesinas movilizadas que ven la vida sólo en su dimensión ético-religiosa, que frecuentemente al repudiar las injusticias rechazan la sociedad y, aislándose, buscan escapar de la esfera del Estado.

Si bien la conciencia social se refleja de múltiples formas —discursos, gestos, modos de acción, objetos culturales, etc.— en esta investigación la misma es reconstruida, básicamente, a partir de verbalizaciones durante entrevistas a informantes seleccionados —líderes y adherentes—, definición de objetivos de los movimientos y tipos de acción. Estas formas de representación son referidas a tipos ideales de conciencia campesina —pre-política y política o moderna—, que, en tanto construcciones científicas, permiten el control de las proposiciones planteadas.

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41 En nuestra perspectiva, la conciencia social inarticulada se da en clases subalternas que no están plenamente constituidas como cla se, cuyos miembros no se representan objetivamente sus relacio nes de clase

La búsqueda del cumplimiento de los objetivos de los movimientos supone la

inversión de recursos, lo cual nos remite a la noción de movilización, definido en términos de incremento de control colectivo de recursos para la prosecución de metas grupales42. Se entiende que estos recursos -necesarios para la acción colectiva- pueden provenir de fuera del grupo o ser mancomunados por los propios adherentes. La movilización, que comprende la colaboración activa con el movimiento y el proceso de crecimiento de la disposición a actuar colectivamente, implica creación y activación del compromiso para tomar parte —o contribuir— de determinadas acciones colectivas, li-gadas a la lealtad hacia el movimiento y sus líderes43-

En cuanto a las formas en que los grupos encaran la acumulación de los recursos requeridos, incorporamos la distinción de Tilly (1978) acerca de la movilización defensiva, preparatoria y ofensiva; en la última un grupo agrega recursos en respuesta a oportunidades para realizar sus intereses.

En términos operacionales, la movilización se refleja en la cantidad y tipos de acciones colectivas y en la importancia de los recursos invertidos.

42 En nuestro enfoque, a diferencia de otros, los recursos bajo control colectivo son invertidos no necesariamente para luchar por el poder e influenciar a otros grupos. Nótese que en las formulaciones de Tilly el grupo mancomuna recursos para la prosecución organizada del interés común. Tilly, From Mobilization... op.cit., pp. 68-78.

43 Sobre esta formulación, véase Gamson, The Strategy...op.cit.

II. CONTEXTO SOCIO ECONÓMICO Y POLÍTICO DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN EL PARAGUAY

El Paraguay, caracterizado como país agroexportador tradicional, tiene a más de la mitad de su población económicamente activa dedicada a actividades rurales, y obtiene aproximadamente el ochenta por ciento de sus exportaciones con productos agropecuarios44-

A comienzos de la década del 60, la fragilidad de sus instituciones republicanas se correspondía con su desarrollo capitalista rezagado. Su estructura productiva, basada en la producción agropecuaria45 se caracterizó por su rezago y estancamiento46, aun cuando estuviesen dominados por el capital internacional —por lo menos su procesamiento y exportación— los rubros destinados al mercado internacional. La presencia de este

44 Véanse, Darío Salinas Tendencias del Proceso Agrario Paraguayo en el contexto Socio-Económico del Plata (Méjico: FLACSO, 1978); ABC, 18 de Setiembre de 1983. 45 En 1962 de la población total del país de 1.819.000 habitantes, la tercera parte correspondía a la población económicamente activa; de esta población el 56,6%.se ocupaba en actividades agropecuarias. Mientras el Producto Interno Bruto, entre 1968 y 1962, creció a una tasa anual de 2.14%-menor a la de crecimiento vegetativo de la población-, la producción agrícola permaneció constante entre 1961 y

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1967, llegando a ser decreciente el área co sechada de los principales cultivos entre 1956 y 1963. F.A. Arnold y A. Espinoza, "Estructura y Funcionamiento del Sector Agropecuario del Paraguay" en Revista Paraguaya de Sociología, (1969); Darío Salinas Tendencias del Proceso Agrario... op. cit. -

capital fue, igualmente, importante en la limitada producción industrial, ya que fuera de la producción artesanal orientada, básicamente, al mercado interno quedaban unas pocas unidades fabriles ligadas en su mayor parte al capital internacional47-

En cuanto al capital comercial y financiero, el de origen nacional, se orientaba básicamente al comercio-acopio y estaba ligado a capas de latifundistas ganaderos y de industriales. En ese momento, a los dos bancos oficiales se sumaban los ligados al capital internacional.

Desde el punto de vista político, en la segunda mitad de los años cincuenta, comienza a alterarse la situación marcada por la crisis de dominación política fundada en la debilidad de las clases dominantes48- El equilibrio relativo de los diversos segmentos ligados al Estado se rompe a costa del grupo de populistas que había estado ligado al justicialismo peronista49» y se consolida progresivamente un grupo con fuerte ascendencia militar que cuenta con importante apoyo externo lo y busca una salida autoritaria al estancamiento, apoyado en un partido prebendario y respondiendo a un pacto de dominación.

47 En este sentido, un autor señala que en aquel entonces más del 80%de las exportaciones registradas eran realizadas por firmas de capital extranjero Henry Ceuppens, Paraguay Año 2000 (Asunción: Zamphirópolos, 1971);p.l67. 48 Esta crisis implicaba que ninguna de sus clases dominantes ni sus fracciones podían imponer su hegemonía. 49 El apoyo político inicial del Dpto. de Estado había respondido al temor de un bloque populista antiamericano. Anthony Hill, Paraguay *s Brazilian Miracle: Evolution and Prospects (London: mimeo, 1982).

50 Véase R.L. Céspedes, Emergence and Consolitation of a Military Dictatorship in Paraguay (MA paper. New Jersey: Rutgers Uni-versity, 1983).

Este pacto de dominación representa, inicialmente, diversos intereses de clase: los de la oligarquía ganadera, a los ligados al capital comercial y financiero, los de la burguesía industrial vinculada al capital internacional y los del débil empresariado asentado en unidades artesanales. Debe tenerse encuenta en este punto, que las acciones concertadas entre estas clases y grupos dominantes se vieron facilitadas por las frecuentes interconexiones entre ellos.

Quedaban excluidas del pacto las diversas capas campesinas y las masas obreras de tipo urbano. Esta exclusión se vio reforzada por diversas circunstancias socio-históricas. Así, a la fragilidad de los partidos tradicionales de oposición —que, al igual que el oficialista, representaban intereses heterogéneos—, desarticulados por la guerra civil de 1947, se sumaba la acción vacilante de la reducida masa obrera organizada, determinando la falta de arraigo de las instituciones democráticas y, concomitantemente, el hecho que las clases y grupos subalternos no participaran en la estructura de poder.

En este contexto, sin canales de participación, fuera de los definidos por los partidos de patronazgo, las capas campesinas, no teniendo representación política propia se identificaban con líderes de otras clases y se incorporaron al proceso político en forma dependiente, a través de relaciones de clientela; y, cuando, raras veces, generaron

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sus organizaciones con relativa autonomía de los grupos dominantes —generalmente con tendencias prepolíticas— necesitaron de la alianza de agentes extra-campesinos.

En el caso de las Ligas Agrarias, las mismas se constituyen con el apoyo de sindicalistas ligados a la Central Cristiana de

51 La Juventud Obrera Católica es una organización apostólica. A través de ella la Iglesia canalizó

las inquietudes de capas campesinas, toda vez que los partidos tradicionales no buscaban orga-nizar al campesinado como sector diferenciado de intereses.

Trabajadores —de efímera existencia— que se constituye en 1963 con ex-militantes de la Juventud Obrera Católica5l aprovechando una corta democratización impulsada por la Alianza para el Progreso52.

Ya constituidas las Ligas, hacia 1963, la convergencia de factores internos y externos, determina durante la década del 60, cambios socio-económicos y políticos. Se consolida el Gobierno autoritario basado en un régimen similar al de partido único y pasa a intervenir más activamente en el orden agrario comenzando a crear las condiciones materiales y políticas para el desarrollo: se apoyan medidas de austeridad requeridas por el programa de estabilidad monetaria, se mejoran las condiciones para la radicación del capital internacional, y se intensifican los proyectos de desarrollo financiados con el notable apoyo externo prestado por el Departamento de Estado en el marco de la Alianza para el Progreso. Así, mientras en 9 años anteriores a 1962 la ayuda económica de los Estados Unidos al Paraguay fue de $ 35,6 millones, en los cuatro anos posteriores esta asistencia alcanzó $ 48,8 millones (véase apéndice I)53.

En efecto, el Estado, expresando los intereses de sus aliados —que le proporcionaban su base social— implementa la política de contención salarial, dentro del programa de estabilidad monetaria, en base a medidas represivas para frenar la demanda obrera por mejores condiciones de trabajo54- Este control salarial supuso, igualmente, el control de lo que quedaba de oposición.

52 En este período, la oposición ocupa puestos en el Poder Legislativo y en el Poder Judicial. La coyuntura política interna refleja la presión norteamericana luego del revés en Cuba. Sobre este punto, véase Comité de Iglesias, Oñondivepa (Asunción, 1982). 53 Véase Pope Atkins, Latín America in the International Politi-cal System (Londres: Free Press, 1977) citado por Anthony Huí en "Paraguay's Brazilian Miracle..." op cit. 54 Esta política se implementa siguiendo recomendaciones del

Fondo Monetario, véase Anthony Huí, Cien Años del Paraguay en la División Internacional del Trabajo (Asunción: mi me o, BPD, 1980).

En esa época, el Estado se impuso la búsqueda de la estabilidad política y de la "Paz Pública", en tanto creaban condiciones adecuadas para la radicación del capital internacional.

En este sentido, resulta ilustrativo el discurso del Presidente de la República ante la FEPRINCO, en agosto de 1959:

"La prosperidad general de la nación se condiciona directamente a los factores de firmeza y de tranquilidad que mi gobierno ha logrado establecer... el desarrollo económico no puede alcanzarse sino por la incorporación de nuevos capitales y de nuevos equipos técnicos, que jamás movilizan desde el exterior para responder al simple

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llamado de las necesidades particulares y colectivas, sino a través de los convenios para la fácil concurrencia de los mercados internacionales, y cuando el poder público ofrece la constancia de su capacidad para el mantenimiento de la paz pública".

Los proyectos de desarrollo auspiciados en el marco de la Alianza para el Progreso comprendieron el Plan de desarrollo ganadero, el Plan nacional del Trigo, la colonización, y la construcción de infraestructura caminera.

Los planes del trigo y el ganadero representaron los primeros esfuerzos de envergadura encarados por el Estado para modernizar la producción agropecuaria, mediante la transferencia de capital y de nuevos paquetes tecnológicos. Los mismos, si bien se ejecutan en diversas regiones, tuvieron efectos más marcados en Misiones.

Entre los primeros favorecidos estuvieron los ganaderos, que ya manifestaron su influencia años antes, al lograr que quedara sin efecto la regulación estatal de los precios de la carne en el mercado interno —acusando de comunistas a segmentos de inspiración populista que lo habían implantado55--En efecto, desde mediados de la década del 60, con el aumento de las exportaciones de la carne, mejora la situación de los ganaderos, apoyados por el Estado; así, desde 1964 se implementa, con asistencia del Banco Mundial un plan de modernización ganadera, respondiendo a la demanda temporal de carne vacuna congelada56.

También impulsó la transformación del latifundio ganadero el Plan Nacional del Trigo, implementado poco después que el Plan ganadero, que representó el primer esfuerzo de envergadura para generar la agricultura empresarial57 y permitió la constitución de la burguesía agraria nativa. Por primera vez aparecía el capital agrario corporizado en la moderna empresa agrícola que opera en gran escala, y que, según veremos, afectó negativamente las formas campesinas de producción.

Los emprendimientos mencionados precedentemente alteraron el tipo de relaciones sociales que se centraban en la estancia tradicional; importantes segmentos de la oligarquía ganadera, que detentaban el poder regional y local, basados en formas tradicionales de dominación, se transforman en un moderno empresariado rural. Los vínculos propios de un paternalismo magnánimo -entre los hacendados y los campesinos— son reemplazados por relaciones de tipo capitalista. A este empresariado emergente se incorporan igualmente segmentos ligados al Estado y, a partir de su aval, teniendo en cuenta que con anterioridad no contaban con base económica propia.

La colonización del espacio agrícola que disminuya las tensiones

55 Véase A. Huí, Paraguay's Brazilian Miracle... op.cit. 56 Henry Ceuppens, Paraguay... op cit. p.167.

57 El Plan Nacional del Trigo impulsó la producción de soja, cultivo comercial destinado al mercado internacional, casi desconocido en el país con anterioridad.

en la región central minifundiaria58 fue otra de las políticas públicas impulsadas hacia mediados de los años sesenta59.

Este desplazamiento poblacional que amplía la frontera agrícola representó una alternativa a la emigración a la Argentina, y estuvo ligado a la expansión de la red caminera; tal el caso de la "marcha hacia el Este" aprovechando la conexión vial con el Brasil que comenzaba su expansión hacia los territorios libres del Paraguay60 •

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Un rasgo importante de esta política colonizadora está dado por la motivación de sus inspiradores que buscaron una base social de extracción popular para el ejercicio del poder, partiendo de un modelo inmovilizador. En este sentido, la colonización que apuntala el individualismo propio del campesino y que responde al slogan "cada paraguayo en un pedazo propio de tierra" elimina toda forma de interdependencia y se basa en relaciones del tipo patrón-cliente.

Con la colonización aumenta la importancia relativa de las capas de campesinos medios insertos en la producción mercantil simple, que se basa en el autoempleo y que produce parcialmente para el autoconsumo de la propia unidad familiar. Estas capas de colonos, conjuntamente con las de minifundistas61 *

58 La descongestión de la región central había sido solicitada por la organización de latifundistas de la región —Asociación Rural del Paraguay—, Téngase en cuenta que en esta región estaba asentada casi las dos terceras partes de la población total del país. 59 La colonización es uno de los esfuerzos impulsados por la Alianza para el Progreso en la línea de contrainsurgencia que respondía al desafío cubano. 60 En un acuerdo con el gobierno del Brasil, se establece, en 1956, que éste debía financiar la construcción de la ruta Coronel Oviedo-Pto. Pte. Stroessner, en la frontera este con aquel país. O Estado, 18 de enero de 1956. Un año más tarde se inicia la construcción del puente que une a los dos países. Diario Da Norte, 10 de junio de 1959, que se inaugura en 1961. Patria, 3 de Agosto de 1965.

61 Los minifundios —unidades económicas de menos de 5 has.— representaban cerca de la miad del total de explotaciones a principios de los años sesenta.

La inversión estatal en infraestructura caminera a la que aludimos, con la sostenida ayuda financiera internacional, inicia el proceso de valorización de la tierra, y permite la integración del mercado interno y de éste con la economía vecina del Brasil. Con los caminos crece la importancia de los segmentos ligados al capital comercial, apoyados, además, por las políticas públicas a través del crédito y la tolerancia del comercio ilegal.

En cuanto a los procesos políticos que se desarrollan en la década del 60, tienen particular incidencia en los movimientos sociales, la notable expansión del aparato estatal, las transformaciones que se dieron en la Iglesia católica y su enfrentamiento con el Gobierno.

En lo relativo a la incidencia de la Iglesia, debe tenerse en cuenta la ya comentada fragilidad de los partidos tradicionales de oposición y de los sindicatos urbanos. En ese contexto, ya constituidas las Ligas, las mismas se extienden contando con el apoyo de agentes pastorales tocados por el Concilio. En efecto, en la segunda mitad de la década del 60, la renovación teológica del Concilio (1962-65) y del encuentro episcopal de Medellín (1968) llega a la Iglesia Paraguaya, transformando su pensamiento, su estructura y su acción. Desde entonces, en los encuentros nacionales de agentes pastorales se partía de un estudio de la realidad nacional62 y eclesial reflejando la nueva mentalidad de la Iglesia sensible a los problemas nacionales y al hombre paraguayo concreto63, a medida que se alejaba de la teología tradic ional basada en una escolástica deductiva "que no parte de la realidad ni analiza mucho la situación64

62 Estos análisis, sin embargo, tuvieron sus debilidades dado el carácter importado de esta transformación y el escaso desarrollo de las ciencias sociales en el Paraguay en aquel entonces.

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63. Véase CEP, Una Iglesia al Servicio del Hombre (Asunción, 1973); p. 21. Véase también carta colectiva del episcopado del 10 de junio de 1973 y documento de 72 sacerdotes reunidos en Jornada Nacional de Pastoral; Ibid. pp. 330-33.

64 Secundino Nuñez, "Cambios en la Conciencia Eclesial del Paraguay" en Estudios Paraguayos, vol. 2. No 1 (1974).

Así, en 1969, los Obispos señalan que la Iglesia, obligada a renovar sus

estructuras y su orientación pastoral "no puede mostrarse indiferente o insensible a la suerte del hombre paraguayo concreto... cuando ese hombre se encuentra oprimido o disminuido por estructuras económicas y sociales injustas o por excesos de poder que

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lesionan los derechos humanos, la misión de la Iglesia asume también la forma de la denuncia concreta65.

En este contexto surge un nuevo tipo de agente pastoral que vive con los campesinos, los ayuda a organizarse, influyendo en las pautas de acción y en la configuración de la conciencia social de los movilizados66. En cuanto al aparato estatal se amplía la base material y el poder coactivo del Estado, y se afirma en el control del Estado un reducido grupo que cuenta con apoyo militar y ejerce su poder a través del partido. En ello pesa, además de la crisis de dominación ya mencionada, el sostenido apoyo externo, básicamente del Departamento de Estado, a medida que crecía la importancia de las FF.AA. en las luchas antisubversivas67.

65 En este mismo documento se señala que lo expresado implica compromiso con la vida del pueblo en la "búsqueda angustiosa de soluciones adecuadas para sus múltiples problemas". Ibibd. p. 267. 66 Ibid. pp. 505-8.

67 Desde 1945 a 1962, la asistencia militar del gobierno americano al Paraguay fue de millón de dólares, mientras de 1967 a 1976 la transferencia de armas al Paraguay Degó a 25 millones de dólares, de los cuales 20 millones se originaron en los EE.UU. Sobre este punto véase ínter American Economic Affairs, vol. 17, No 3, (1963) y vol. 32, No 2 (1978). En relación a la concentración del poder político, véase: Departamento de Estado, "Informe Anual del Departamento de Estado", ABC, 16 de Marzo de 1983.

El aparato represivo, alimentado con un obsesivo y violento anticomunismo, pasó a considerar como atentado a la seguridad nacional la existencia de cualquier organización fuera de su controlas _y como ayuda al comunismo a toda crítica al orden establecido— y, consecuentemente, eliminó toda organización de grupos subalternos que representase fuente posible de disenso, o rompiendo o debilitando modos pre-existentes de solidaridad, y limitando las formas de sociabilidad a pequeños grupos de parientes o vecinos, mientras el espacio político queda limitado al Estado.

En cuanto al apoyo externo a la praxis política que estamos considerando, el mismo se refleja adecuadamente en las afirmaciones de Nelson Rockefeller —representante especial del Dpto. de Estado—, en junio de 1969, quien señaló que el Presidente "hizo más por el Paraguay que lo que se hizo en 50 años", y que se encontraba en el país para definir la forma "como los Estados Unidos puede ayudar mejor al Paraguay69.

68 En este sentido, debe considerarse que ya en la década del 60 la noción de Seguridad Nacional se centra en el peligro de la guerra subversiva interna que desplaza los riesgos de la guerra externa. La asistencia militar del gobierno norteamericano pasa a apoyar, hacia 1965, la seguridad interna, que reemplaza a la defensa hemisférica. Véase: Interamerican Economic Affairs, vol. 17 No 3, 1963. La importancia de los recursos represivos se refleja en las informaciones presentadas en el Apéndice 3. 69. Véase, ABC, 21 de Junio de 1969. Para una caracterización de la praxis represiva véase Francisco

Delich, "Teoría y Práctica Política en Situaciones de Dictaduras" Crítica y Utopía, No 8 (1983).

La actitud más crítica de la Iglesia y la expansión de la capacidad represiva del Estado llevó necesariamente al enfrenta-miento. Ya en 1969, el conflicto se refleja en la denuncia de los Obispos sobre la situación de los presos políticos "en flagrante

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violación de los derechos humanos"70- En otros documentos de ese año se denuncia la "sistemática negación de los derechos elementales de la ciudadanía"71 y se anuncia la cancelación de la procesión del 8 de diciembre como respuesta a los sucesivos excesos policiales.

Ese conflicto llega a su punto álgido en 1972 y durante su desarrollo fueron expulsados más de una decena de sacerdotes jesuítas72. En aquel aflos los Obispos se pronuncian sobre la sistemática persecución a la Iglesia73, que disminuye el espacio para los movimientos rurales, siendo así que la aliada de las capas campesinas queda seriamente disminuida como resultado del enfrentamiento con el Estado —del cual participan las Ligas—.

Ese conflicto74 y la propia renovación teológica y pastoral produce fuertes tensiones dentro de la misma Iglesia, que se repliega desde 1973 (Nuñez, 1974: 10, 21). En este sentido, desde 1973 se aprecia un cambio en lo tocante a sus relaciones con el Estado, de tal modo que en un documento interno, apoyado en la teoría de la intraestatalidad de la Iglesia, se señala como necesario el "respeto y colaboración con el Gobierno del Estado en asuntos concretos que hacen al bien común de la nación".

70 En este sentido, señalan como hecho natural que los esfuerzos de renovación de la Iglesia en la línea de una mayor autenticidad evangélica chocara "con intereses de grupos y ambiciones egoístas". CEP, Una Iglesia... op. cit. p. 266 y 5 13. 71 Ibid. pp. 275-278. 72 Desde 1969 hasta 1976 fueron expulsados del país 14 sacerdotes jesuítas. EXPA, En Busca de la tierra sin Mal (Bogotá: Indo América Press-Service, 1982), p. 158. 73 En este mismo sentido, en Mayo de 1972, el Presbiterio de la Arqui-diócesis denuncia, una vez más, a un sistema socio-político autoritario y violento que se asienta en la fuerza y "se alza en provecho de un escaso porcentaje de privilegiados" CEP, Una Iglesia... op. cit. p. 501,520. 74 Aludiendo a esta crisis interna de la Iglesia, asociada al conflicto con el Estado, un grupo de

analistas señala: "Muchos curas se retiran porque se asustan o están disconformes con tal o cual acción,EXPA, En Busca de la Tierra... op. cit. pp. 125, 134. Véase también Secun-dino Nuñez, "Cambios en la Conciencia... op. cit. pp. 10, 21.

En la evaluación del impacto en los movimientos sociales rurales de la retracción de la Iglesia a fines de los años sesenta, desgastada en sus conflictos con el Estado, debe tenerse presente la inexistencia de medios legales de expresión de las capas campesinas. Ante la debilidad de organizaciones obreras, la declinación de los partidos de oposición que continuó y la supresión de la limitada libertad de prensa75 —ante la monopolización estatal de los medios de comunicación social— la mediación entre Sociedad Civil y Estado se limita en gran medida al partido prebendado de gobierno, que creció paralelamente a la expansión del aparato estatal.

A diferencia de otros regímenes autoritarios, con fuerte apoyo militar, en el caso paraguayo el partido que le presta su base legitimadora al gobierno, si bien está subordinado a las FF.AA. cumple varias e importantes funciones; el mismo representa, tanto a distintos sectores de la sociedad civil76 como al Estado en su carácter de administrador prebendario. En este último sentido, el partido tanto a través de las unidades burocráticas estatales centralizadas, como de instituciones locales, regula el pacto de dominación y maneja la actividad estatal. Las funciones de este partido de patronazgo77 comprenden, además de legitimar el ejercicio del poder, la desmovilización

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de las clases y grupos subalternos, básicamente, a través de la represión ideológica —basada en la adscripción a los valores de tranquilidad social y orden— y relaciones de clientela. Esta función desmovilizadora, que se fortalece a finales de los años sesenta, se ve reforzada por la corrupción de los funcionarios locales ligada a la ausencia de control en el manejo de lo pública.

75 Téngase en cuenta que en el mes de Octubre de 1969 se clausura "Comunidad" el periódico independiente más importante de aquel entonces. Al año siguiente, los Obispos señalan las injustificadas res-tricciones de la libertad de expresión de la opinión pública y el cuasi monopolio estatal de los medios de comunicación social. CEP, Una Iglesia al Servicio... op. cit. p. 364. 76. Incluso los intereses campesinos estarían representados a través de líderes ligados a unidades

burocráticas encargadas de la asignación de tierras.

77 Utilizamos esta categoría con el alcance que le da Weber en cuanto el partido busca la ocupación de puestos administrativos en beneficio de sus propios cuadros.

En cuanto a los partidos de oposición, a lo señalado debe agregarse que, en la

Democracia Cristiana —constituida en los años sesenta— que hubiera sido una aliada natural de las Ligas Agrarias, se reflejó la fragilidad de las capas medias que, al expandirse —con la burocracia estatal y los servicios ligados a comercio y las finanzas— encontró horizontes más prometedores en el partido oficialista. Este hecho, sumado a los condicionamientos me ncionados precedentemente, permite explicar la sostenida reducción del ya limitado espacio para los movimientos sociales rurales hacia fines de la década del 60 y principios de la siguiente.

Esta situación lejos de alterarse se acentuó en la última dé cada —la de los años setenta— ya que a los notables cambios socio-económicos, que se proyectan en la estructura de clases y en la composición del pacto de dominación, no corresponden cambios en la esfera política. Estos procesos, más bien, robus tecen el autoritarismo del régimen y comprenden el fortalecimiento de formas capitalistas en la agricultura a través de empresas modernas, implementación de políticas orientadas a la pequeña producción que alimentan el modelo agro-exportador, surgimiento del empresariado ligado a las hidroeléctricas, expan-sión de la burguesía comercial y financiera, crecimiento del Estado en su carácter de agente económico y ensanchamiento de las capas medias ligadas a la creciente terciarización de la economía.

Ya desde principios de la década, gana importancia la cons titución y consolidación de medianas y grandes empresas agrícolas y agro- industriales modernas con la transferencia masiva a la agricultura del capital internacional, transnacional y doméstico. En su avance, el capitalismo agrario del Brasil llega al Paraguay, básicamente en las regiones más ricas en recursos naturales, a través de diversos segmentos de su estructura agraria, principalmente, medianos y grandes empresarios de tipo capitalista y empresarios familiares de tipo farmer. Esta integración a la economía brasileña se intensifica con la construcción de la represa de Itaipú, que impulsa inversiones de aquel origen en di-versas áreas de la estructura productiva paraguaya.

Las esperanzas de desarrollo puestas en la capacidad de atracción del capital internacional —y las consiguientes ventajas ofrecidas a la inversión extranjera— no resultan novedosas. Sin embargo, los esfuerzos realizados para remover los obstáculos a aquella aspiración recién dan sus frutos en los años setenta con el notable incremento de las inversiones directas del capital transnacional (véase Anexo No 2) básicamente en agricultura y agronindustrias78 • Estas grandes empresas, afirmadas en el principio de

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las ventajas comparativas definidas por los recursos naturales del país, se dedican a la producción y procesamiento de granos, y al procesamiento del algodón79, con precios ascendentes en esos años en el mercado internacional.

En cuanto al emergente empresariado rural criollo, si bien el mismo se inicia con el Plan Nacional del Trigo, a partir de agentes provenientes de otras capas sociales —fundamentalmente de la burguesía comercial y financiera y de capas ligadas al aparato estatal—, su consolidación se da años después luego del sostenido apoyo de las políticas públicas orientadas al desarrollo empresarial de la agricultura. Este empresariado ilustra la necesidad de las capas dominantes del Estado al cual proveen su base social; en efecto, esta burguesía agraria con escasos recursos de capital, necesitada de crédito y de apoyo para la utilización de mecanismos extra-económicos de acumulación, basa sus esperanzas en los favores de organismos estatales y en su vinculación directa con altos funcionarios, adoptando, necesariamente, posturas muy conservadoras.

78 Según algunos estudios, las inversiones extranjeras en el Paraguay, entre 1970 y 1979, se incrementan en 1400%. Gustavo Codas, "Evolución Reciente de la Economía Paraguaya" en Acción No 45 (Asunción 1980). Los notables ingresos de. capital en medida no registrada anteriormente se debió, además de la inversión extranjera directa, al crecimiento de las exportaciones, y grandes préstamos internacionales, básicamente para Itaipú. Anthony Hill, Paraguay^ Brazilian Miracle... op. cit.

79 Este crecimiento internacionalizado de la economía paraguaya se da como parte del proceso de reestructuración de la producción agrícola a escala mundial.

Las políticas estatales, que buscaban la modernización de la producción agropecuaria que alimente el modelo agro-exportador de crecimiento, impulsan —además del desarrollo de medianas y grandes empresas agrícolas— la modernización de la pequeña explotación en base a la expansión de cultivos comerciales; estas políticas comprenden los proyectos de desarrollo rural integrados que se implementan con apoyo de organismos financieros internacionales. El primero de una serie de estos proyectos se implementa en la región de Caaguazú.

La internacionalización del capital agrícola y agro- industrial impulsada por las transnacionales y por distintas capas de empresarios brasileros, hace posible, con la consolidación de la moderna empresa agrícola, el fortalecimiento de formas capitalistas de producción en la agricultura; pero, sobre todo, permite, junto con la modernización de la pequeña explotación, un crecimiento económico notable, que entre 1977 y 1980 llega al 10 por ciento anual. En este crecimiento insólito, la soja y el algodón reemplazan a la carne y la madera como base de las exportaciones del país, y representan, en 1979, aproximadamente el 60 por ciento de las exportaciones.

80. Véase ABC, 18 de Setiembre de 1983. En relación a estos cultivos destinados al mercado internacional, debe tenerse en cuenta que en el período comprendido entre los años agrícolas 1968-69 y 1978-79 el incremento de la superficie cosechada de algodón guarda una relación de 1 a 6, mientras que la de la soja guarda una relación de 1 a 9.

Este crecimiento es un aspecto de los procesos comentados, ya que en la otra cara

de la moneda, los mismos desarticulan la pequeña explotación campesina, trabajada directamente por los pequeños productores propietario s de los medios de producción que utilizan, inserta en la producción mercantil simple. Este proceso conlleva la separación progresiva de los campesinos de sus medios de producción y tiene como punto terminal el desarraigo, y su intensidad varía en las distintas regiones.

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De ese modo se dio la segunda alternativa histórica abierta a las capas campesinas en el período analizado: el estancamiento de los años sesenta se resuelve con la modernización de la agricultura que implica descomposición de la pequeña explotación.

Diversos son los mecanismos de descomposición, pero tienen más peso la asalarización, la profundización de relaciones de mercado, la presión directa sobre las tierras, y la elevación de la productividad de las modernas empresas —que determina la tasa media de ganancia— con la que no pueden competir las pequeñas explotaciones.

La asalarización de los campesinos, que se reproducían sin depender marcadamente del mercado combinando trabajo fuera de la parcela con la producción propia, determina el debilitamiento progresivo de esta última, y, concomitantemente, una dependencia cada vez mayor de las relaciones dinerarias. Las características del desarrollo agrario no permiten, sin embargo, una demanda permanente del trabajo asalariado.

El proceso de modernización de la pequeña explotación se caracterizó por la expansión de cultivos comerciales a costa de los de autoconsumo81 pasando las unidades domésticas campesinas a depender más del mercado para su reproducción; esta dependencia significó, con el aumento de precios de artículos de consumo e insumos en una mayor proporción que los de los cultivos comerciales, empobrecimiento para las capas campesinas. En la ponderación de los efectos de este proceso de descomposición, debe tenerse en cuenta que los pequeños productores afectados negativamente no tienen posibilidades de integrarse a un proletariado rural movilizable, sino, más bien, a un subproletariado atomizado.

Con el boom económico de los años setenta, la burguesía comercial y financiera que se consolida, se encuentra entre los más favorecidos por el modelo de acumulación, y entre quienes buscan con más insistencia la permanencia del Estado autoritario.

El modelo de desarrollo con fuerte componente comercial, que se basa en manufacturas importadas, sumado a disposiciones que subvencionan a estas capas82, permiten la expansión continuada del comercio y las finanzas y otros servicios, que, excluyendo servicios básicos, en 1977 ocupan el 30 por ciento de la fuerza laboral y producen el 40 por ciento del PIB83-

81 Téngase en cuenta que, en el período 1970—1977, mientras los cultivos destinados al consumo interno se incrementan a una tasa de 2,6% menor que la tasa de crecimiento de la potación, los rubros de exportación crecen a una tasa de 21,8% . 82 Téngase en cuenta que las financieras llegan a tasas de interés del 50% anual ABC, 21 de Julio de 1981 p. 3. Sobre este punto, véase, además, HUÍ, Paraguay, Brazilian Miracle., op. cit.

83 Véase, Secretaría Técnica de Planificación, Diagnóstico Demográfico del Paraguay (Asunción, 1980) y ABC, 18 de Enero de 1981 y 26 de Abril de 1981, p. 6.

A pesar del papel preponderante, en el reordenado pacto de dominación, de los distintos grupos del empresariado agrario emergente y de la burguesía comercial-financiera, y de la consiguiente solución de la crisis de dominación, las clases y grupos dominantes siguen dependiendo marcadamente de los favores del Estado.

Esta situación se acentúa con la expansión experimentada por el Estado durante los últimos años, tanto en su carácter de agente económico como en su burocracia. Entre

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las empresas públicas robustecidas y las nuevas se destacan las hidroeléctricas y, particularmente, Itaipú que desde 1975 permitió, con el crecimiento notable de la construcción, el surgimiento de nuevos grupos y, particularmente, del empresariado ligado a la cons trucción y de técnicos con importancia creciente. En este sentido debe tenerse en cuenta que la construcción de esta represa, entre 1973 y 1982, permitió el ingreso de 1.550 millones de dólares a nuestra economía84- Las capas tecno-burocráticas —incluyendo a civiles y militares— sin base económica propia, ligaron más firmemente sus aspiraciones con la expansión del Estado en tanto empresario8 5 •

Por otra parte, el referido crecimiento de los servicios y de las instituciones estatales siguió impulsando la expansión de las capas medias86 aún más sometidas a la lógica prebendaría87 y a las relaciones de clientela.

84 Itaipú, emprendimiento binacional, es la represa más grande del-mundo, que demandó enormes préstamos internacionales. Véase ingreso por binacionales Boletines de Balanza de Pagos del Banco Central del Paraguay y Cuadernos de Investigación No 9. CIPAE 1983. 85 En relación a este comportamiento, aunque referidos a procesos de industrialización, véase: Baño y otros, "Procesode industrialización y Proceso Político", Revista Paraguaya de Sociología No 50 (Asun-ión, 1981). 86 En este sentido, téngase en cuenta que en 1972 el 12 por ciento de la población económicamente activa de la capital trabajaba en ramas de la administración pública y defensa, Morínigo, "Estructuras de Poder y Fuerzas Sociales en el Proceso Político Paraguayo", en Criterio No 2 (Asunción; 1977). En este sentido, téngase en cuenta que para algunos autores, con el robustecimiento del Estado, los agentes ligados a él, abusando de sus cargos públicos, aumentan la apropiación de los fondos públicos ante la inexistencia de reglas de control. Hill, Paraguay's Brazilian Mira-cle... op. cit.

En cuanto a la burguesía ligada a la manufactura local, con los últimos cambios socio-económicos, la misma aumenta su subordinación a representantes del capital transnacional, que controla la tecnología industrial y los mercados internacionales; estos grupos criollos que se insertan progresivamente en emprendimientos conjuntos en el sector manufacturero moderno (Hill, 1982) dependen crecientemente del papel mediador del Estado para atraer al capital extranjero y para crear las condiciones para un desarrollo industrial. En este sentido, una respuesta para mantener los costos de producción tan bajos como fuera posible consistió en el control de los salarios, de tal modo, que entre 1969 y 1979, el salario obrero disminuyó en un 15% mientras el ingreso de los no asalariados aumentó en 104 por ciento88.

En este contexto, el proletariado de tipo urbano, si bien se expandió coyunturalmente, básicamente en la construcción y en ramas afines, siguió débil y atomizado y con sus organizaciones controladas; su exclusión política se correspondió así con el hecho que sus intereses no sean considerados en las políticas de desarrollo. En relación a la debilidad de las organizaciones sindicales, un informe reciente señala que el movimiento laboral organizado del país "solamente responde por cinco por ciento de la fuerza laboral" y que la única organización nacional de trabajadores reconocida legalmente está controlada por el Gobierno89- Ya se dijo que la continuada política de control salarial supone el control represivo de las organizaciones sindicales.

88 Paraguay Económico Vol. II No 16 (Asunción, julio de 1980).

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87 Dpto. de Estado "Informe Anual..." cit.

En cuanto a las implicancias más estrictamente políticas de los cambios socio-económicos últimos, ya señalamos que los mismos reforzaron los rasgos represivos y autoritarios del régimen, en el cual el poder político, durante la década del 70, siguió concentrado en el Poder Ejecutivo —ejercido por la misma persona desde 1954—, los militares y el partido Colorado90.

Ya a inicios de la década, la constitución del moderno empresariado rural, y, en general, la creación de las condiciones óptimas para la expansión del capitalismo en el campo —que por su carácter embrionario suponía coerción extraeconómica— resultó incompatible con organizaciones campesinas autónomas, más aún, cuando las mismas, con liderazgo independiente de los grupos dominantes, representaban un desafío al sistema político.

Las reacciones provocadas, entre las capas campesinas, por el Plan Nacional del Trigo y la solidaridad con agentes pastorales maltratados o deportados, intensifica la represión contra incipientes organizaciones campesinas; detenciones y una permanente prédica inmovilizadora convierte en delincuencia formas previas de solidaridad en el campo. Hacia 1973, las ligas están sentenciadas a muerte91 y dos años después se destruye aparatosamente la cooperativa de Jejuí —que operaba con apoyo de la Iglesia— buscando un efecto aleccionador.

El aumento del poder estatal, que necesariamente implica disminución de la capacidad de movilización de clases y grupos subalternos, continuó proyectándose en la eliminación de todo foco de disenso, en una praxis represiva marcada por la exagerada preocupación por la subversión interna, que considera peligroso todo grupo fuera de su control; el orden y estabilidad social, asumidos como más importantes que la participación democrática en el proceso político, continuaron impuestos como si fueran valores de la propia sociedad.

90 Ibid. 91 Véase, "Conferencia del Dr. Chavez en Concepción el 2 de julio de 1972" Cuadernos Políticos No 11 A.N.R. Asunción.

En los años 1976 y 77 el autoritarismo reforzado por Itaipú se refleja en notables

oleadas represivas92' afectando la última a grupos de la pequeña burguesía urbana con cierta capacidad de articular un proyecto político. Así, en 1977, se estimba que unas 600 personas podían reclamar el status de preso político, ya que estaban detenidos en forma arbitraria9 3 •

Hacia fines de la década, si bien se da cierto espacio para el disenso promovido por la prensa independiente —favorecida por la política de derechos humanos del Departamento de Es tado— esta prensa, limitadamente libre, es sistemáticamente hos-tigada con acusaciones de servir a fines comunitas, mientras las reuniones públicas son bloqueadas, aun las realizadas por grupos de oposición formalmente reconocidos por el Gobierno94-

En los inicios de la década del 80, se dan nuevos cambios en la esfera socio-económica. Al auge de los años anteriores sigue la recesión, debido, tanto a la crisis económica internacional como al fin del ingreso de capitales originados en Itaipú. Como

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consecuencia del cuadro recesivo, surgen nuevas oleadas represivas. Si el auge reforzó el autoritarismo, la recesión lo acentuó aún más.

92 En la represión de 1976 tuvieron incidencia intentos de establecer grupos guerrilleros. Véase Dpto. de Estado. "Informe Anual..." cit. 93 Ibid.

III. LA ESTRUCTURA AGRARIA DE MISIONES Y SUS CAMBIOS

Antecedentes socio-históricos

Misiones, distante unos 200 km. de la capital, con la que se comunicaba por un camino terraplenado hasta hace un cuarto de siglo —antes de la habilitación de la ruta asfaltada—, es uno de los departamentos de la región Oriental del país que fue conocido por su alta tasa de organización campesina hasta media dos de la década del 70, y por el dinamismo de su movimiento campesino que tuvo a Santa Rosa —distrito de ese departamento— como su epicentro.

Las características de los recursos naturales de la región de Misiones, definida por sus espacios llanos y terrenos altos, determinan un sistema productivo que combina la producción ganadera en estancias, y la agricultura, tanto empresarial como de pequeñas parcelas, con cultivos de auto consumo y renta. De ahí que hasta fines de los años 50 la estructura social de Misiones se articulaba en minifundistas y hacendados que explota ban extensivamente la ganadería y dominaban la zona.

En la década del 60 diversos procesos transformaron parte importante de los latifundios ganaderos en modernas empresas agrícolas y/o ganaderas.

En las primeras referencias de la historia social a la región de Misiones se alude a las reducciones jesuíticas, que desde principios del siglo XVII nucleaban a la población indígena. Estas reducciones que explotaban comunalmente las praderas de la región y la agricultura, pervivieron hasta la expulsión de los jesuitas (1768); entonces se desarticulan por la asimilación socio-económica al medio, de segmentos de esta población indígena y por la vuelta a los bosques de otros. Sobrevivieron, sin embargo, a las reducciones la apropiación y uso comunal de la tierra, y las relaciones cooperativas de trabajo que los jesuitas habían tomado por lo menos parcialmente de la propia organización social de los aborígenes.

En la primera mitad del siglo XIX, durante los gobiernos del Dr. Francia y de Don Carlos Antonio López, algunas de las "Estancias de la Patria" estaban asentadas en Misiones. Estos establecimientos ganaderos, con exp lotación extensiva, pertenecientes al Estado y administradas por él, controlaban gran parte de las tierras de la región y se abastecían, básicamente, con fuerza de trabajo asalariada de mestizos y nativos. Estas estancias marcaron a la región con su tradición técnico-productiva. Así, a mediados del siglo, al acelerarse la incipiente diferenciación rural se constituyen las estancias de particulares que —al igual que las "Estancias de la Patria"— son desmanteladas por la Guerra Grande.

Ya finalizada la guerra, a fines del siglo pasado, con la apropiación privada de la tierra, se establecen en Misiones hacendados correntinos (de una provincia argentina vecina) conjuntamente con estancieros criollos que reconstruyen sus estancias; con estos latifundios ganaderos se constituye la oligarquía ganadera que predominó en Misiones más que en otras regiones, y que modeló la estructura socio-regional95-

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95 Para una caracterización de la estructura productiva regional, véase Secretaría Técnica de

Planificación, Plan de Desarrollo Regional de Misiones e Itapúa. Asunción, 1979.

La ganadería, que representaba la principal actividad productiva de la región fue importante, incluso para los campesinos medios y minifundistas con pequeños hatos de ganado explotados, básicamente, para el autoconsumo.

En la contextualización de la economía ganadera, debe tenerse en cuenta que las estancias medianas y grandes fueron explotadas tradicionalmente, básicamente debido al tipo de inserción en el mercado internacional que sólo demandó del Paraguay carne conservada.

Misiones, como área de viejo asentamiento poblacional, también desarrolló, en los lugares altos, desde antaño, la pequeña producción agrícola de subsistencia.

Así, el complejo productivo de Misiones resulta, hasta la década de 1960, dada la coexistencia de aquellas estancias con la pequeña explotación, de la combinación de grandes haciendas que explotaban la ganadería extensivamente y la pequeña explo tación campesina inserta en la producción mercantil simple.

En 1956, 5 explotaciones contaban con más de 20.000 has. mientras que las explotaciones de 1.000 a 19.999 has. llegaban a 88. Estas haciendas eran detentadas, en su gran mayoría, en propiedad96.

Los hacendados y sus mecanismos de dominación de clase

La oligarquía misionera, dominante en el plano socio-económico, comprendía tanto medianos hacendados que vivían en los pueblos y ciudades de la región y algunos grandes hacendados residentes en la capital. Los medianos estancieros, en tanto caudillos, capitalizaron inicialmente el poder político local, sin que fuesen importantes las rivalidades entre los partidos políticos tradicionales ante la comunidad de intereses. Este monopolio del poder político local, desde la década del 60, se rompe con la expansión del aparato estatal y la importancia creciente de funcionarios civiles y militares.

96 Véase Ministerio de Agricultura y Ganadería. Censo Agropecuario de 1956.

Diversos fueron los mecanismos de dominación de clase de la oligarquía misionera sobre los campesinos medios y mini- fundistas asentados con frecuencia en los lugares altos entre las estancias: pastaje de animales a cambio de obligaciones de trabajo, venta de productos agrícolas a las haciendas, trabajo en los arrozales y aparcería.

Los hacendados controlaban las relaciones con el mundo externo y resolvían sus problemas de legitimación política y la necesidad de fuerza de trabajo a través de formas arcaicas de dominación de clase. Los minifundistas y los campesinos medios ayudaban quincenalmente —por turno— en los rodeos de las haciendas, sin pago, a cambio del pastaje de sus pequeños hatos de ganado y, eventualmente, de raciones de carne97- En términos de un entrevistado:

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Los fines de semana, cuando se encaraban los rodeos, los campesinos teníamos la obligación, como la de ir a la misa, de hacernos ver por los patrones, exhibiendo habilidad para recibir su aprecio.

El mismo informante, caracterizando la relación hacendado-campesino, agrega:

A cambio del trabajo en los rodeos el campesino tenía, además del derecho de pastaje de sus pocos animales, posibilidades de conseguir un poco de carne, un pedazo de queso o un pedacito de "vacío".

97 Véanse Entrevistas 2, 6 y 19. Debido al mecanismo señalado, en 1942, mientras

el promedio nacional de peones que vivían en las explotaciones mayores a 1.000 has. fue de 8,5 esta cantidad media en Misiones sólo llegó a 3,2; en los bolsones minifundiarios, dada la reserva de fuerza de trabajo, los hacendados no necesitaron reforzar sus planteles de trabajadores permanentes.

Si un fin de semana no le alcanzaba sería la próxima vez. Igual los campesinos iban contentos porque fueron vistos por el patrón cuidando de sus animales y la próxima vez tendrían más suerte.

Tanto campesinos medios como minifundistas establecían otra relación con las estancias, a través de la venta de su maíz98.

La mejoría económica de los pequeños productores estaba relacionada con las haciendas, además de las formas ya mencionadas, por la vía del trabajo en los arrozales de las estancas con irrigación. En relación a esto último, debe tenerse en cuenta que los propietarios explotaban sus derechos sobre aguas j través de la aparcería, dando empleo a numerosos agricultores dada la baja densidad tecnológica utilizada. Así, en el arrozal de una sola estancia de Santa Rosa trabajan unos 30 productores entre aparceros y jornaleros99

Dada la ausencia de cosecha mecánica, parte de los granos quedaba dispersa posibilitando a los campesinos más pobres la recolección libre de algunos kilos de arroz (ochopi).

La aparcería, aunque no tuviera mucha importancia cuantitativa, constituyó otro medio de articulación de los campesinos con los estancieros.

Independientemente del tipo de conexión con los campesinos, la hacienda señorial constituyó un centro de poder. En ella los hacendados ejercían su autoridad "opresora y protectora a la vez" 100 proporcionando amparo pero requiriendo subordinación, y combinando lo autoritario con el paternalismo. Destacando la magnanimidad de los estancieros —tan saliente como su arbitrariedad— un informante señala:

Los grandes estancieros colaboran con la comunidad; demuestran tener aprecio hacia ella colaborando para la construcción de campos de fútbol, oratorios, escuelas, etc. Siempre ayudan para conquistar la simpatía de la gente.

98 Véase Entrevista 26. 99 Véase Entrevista 6.

100 Para caracterización adecuada véase José Medina Echavarria, Consideraciones sobre el Desarrollo Económico, (Bs. As. Solar/Háchete, 1964).

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Las capas campesinas y la presión sobre las tierras

Las capas campesinas de Misiones estaban constituidas por minifundistas semi-asalariados que detentaban explotaciones menores de 5 hectáreas y los campesinos medios de tipo familiar.

Los minifundistas accedían a parcelas familiares, básicamente, como ocupantes de tierra del fisco y de particulares y, en menor medida, como arrendatarios y aparceros.

La disponibilidad de tierras fiscales ocupadas ya desde antaño y no regularizadas explica la forma predominante de tenencia; la ocupación de tierra particular está ligada a la dominación señorial, que permitía la ocupación por la vía de relaciones de amistad y como medio de ampliar la influencia de la hacienda como unidad económico-social.

El viejo proceso de descomposición campesina asociado al crecimiento demográfico y a la monopolización de la tierra por las estancias se refleja en la presión sobre la tierra, que se proyecta luego en el movimiento campesino de Misiones, y que se observa ya en la década del 40. En efecto, según el Censo Agrícola 1942-43, las explotaciones menores de 5 has. representaban el 48% del total y detentaban sólo el 4% de la superficie total, mientras sólo 19 propiedades controlaban cerca del 50% de la superficie censada. Según el citado censo, en aquel año, el 86% de los minifundistas, con menos de 5 has. eran meros ocupantes, frecuencia mayor que la observada a nivel nacional ese año.

El proceso de concentración de la tierra se intensificó luego de 1942. en medida similar a la observada a nivel nacional, y en 1956 el índice de concentración de Gini llega a 934101. Ese año las parcelas de menos de 5 has. que representaban el 43% del total, detentaban menos del 1% de la superficie censada, mientras las explotaciones mayores a 1.000 has. que representaban menos del 2% de las unidades productivas, controlaban más de las dos terceras partes de las tierras 102.

El crecimiento demográfico, sumado a la monopolización de la tierra, genera la fuerza de trabajo excedente, originado en estas capas campesinas, que complementaban su ingreso predial con el trabajo asalariado en explotaciones mayores, recibiendo, debido al volumen relativo de la oferta de fuerza de trabajo, salarios más bajos que los pagados en otras regiones. Esa fuerza de trabajo excedente se integra parcialmente a migraciones golondrinas de "braseros" rurales a las provincias argentinas limítrofes.

Además del trabajo asalariado temporal, el pequeño productor misionero dependía de su propia unidad productiva. Ella se caracterizaba por autoabastecerse en materia de fuerza de trabajo, por el control relativo de los medios de producción por parte del pequeño productor—, por producir tanto para el autoconsumo como para el mercado y por el balance de la producción agrícola con la ganadería. En este último aspecto debe tenerse en cuenta que uno de lo s rasgos constitutivos de la situación de clase de los pequeños productores es la producción de pequeños hatos de ganado vacuno —que ya se des taca en el censo agrícola de 1942- cuya eliminación les afectó substancialmente.

101 Acerca de la distribución de la tierra en Misiones, véase Ramón Fogel, Descomposición Campesina y Movimientos Sociales, (Asunción, Comité de Iglesias).

101 Ibid.

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Esta alta frecuencia de ganado vacuno está íntimamente relacionada con el uso de los campos comunales de pastoreo, que era una marcada interdependencia entre los pequeños productores, toda vez que los rodeos no son susceptibles de ser encarados individualmente.

En cuanto a la composición de los cultivos, los pequeños productores de Misiones producían los rubros tradicionales de autoconsumo, básicamente, maní, poroto y maíz, aunque este último cultivo lo destinaban también a la venta en las estancias para alimentación de los caballos. El tabaco y el algodón cons tituían los principales cultivos comerciales hasta los años sesenta.

El hecho de que en Misiones la importancia del cultivo del algodón haya sido mayor desde décadas atrás implica una mayor inserción de su campesinado en la economía de merca do, ya que ese rubro constituía el principal vehículo de relaciones dineradas en el campo. Esa situación se acentúa en la última década con el sustancial aumento de su producción, tal como resulta de las informaciones pertinentes.

EXPANSION DE LA SUPERFICIE CULTIVADA DE ALGODÓN EN MISIONES103 Año Agrícola índice de crecimiento de superficie cultivada 1969-70 2021 has. = 100 1971-72 89 1974-75 277 1976-77 549 1978-1979 905

103 Véanse Encuestas Agropecuarias por Muestreo 1969 a 1979.

La expansión del cultivo del algodón, inducida por las políticas públicas que

buscan alimentar el modelo agro-exportador, responde tanto a las facilidades crediticias para su cultivo104, como a la dinamización, en general, de relaciones dine radas en el campo la cual implica alteraciones de la estructura social regional.

El vuelco al cultivo del algodón impulsó una serie de procesos que afectaron al pequeño productor: fortalecimiento de comerciantes, diferenciación campesina, encarecimiento de la tierra, profundización de relaciones de mercado y empobreci-miento. En efecto, con la expansión del algodón se rearticula la relación de las capas campesinas con agentes no campesinos, fortaleciéndose la posición de los comerciantes-acopiadores, dando mayor visibilidad a las relaciones de explotación por la vía del abastecimiento de bienes de consumo y de la comercialización. En términos de un informante:

Los pequeños productores siempre están endeudados con los patrones, ya que deben utilizarse insecticidas y otros productos químicos que son caros. Hasta la semilla de algodón se les entrega a precio más elevado; por ejemplo, ahora están entregando a G. 1.500 la bolsa que sólo cuesta G. 1.000. Primero se endeudan por la semilla y más tarde obtienen crédito para retirar artículos de consumo.

En cuanto a diferenciación, en algunos casos, el cultivo de varias hectáreas por parte de unidades ya relativamente capitalizadas, con buenos suelos, al aumentar la explotación interna acelera la diferenciación de clase de los agricultores insertos en la

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producción mercantil simple capitalizadas, con buenos suelos, al aumentar la explotación interna acelera la diferenciación de clase de los agricultores insertos en la producción mercantil simple: mientras pocas explotaciones aumentan su volumen económico otras se deterioran105-

104 Por lo menos durante algunos años, el algodón fue el cultivo que contó con créditos tanto de

instituciones públicas como de instituciones privadas.

En la mayoría de los casos, sin embargo, el cultivo de pequeñas superficies de algodón no permite la captación de excedentes por parte de unidades campesinas mayores, toda vez que los excedentes van a las desmotadoras y a agentes del capital comercial, produciendo, simplemente, el deterioro de las explotaciones medianas de tipo familiar, que paralelamente a la expansión del crédito ligado al algodón, aumentan la superficie cultivada.

En cuanto a la profundización de relaciones de mercado, debe tenerse en cuenta que en el caso del algodón, la transformación capitalista de la estructura agraria de Misiones se desplaza de las relaciones de producción a las de circulación mercantil. El cultivo comercial crece mientras disminuyen los cultivos de autoconsumo, y la adquisición de los mismos insumos supone mayores gastos en efectivo, además del fortalecimiento de la dependencia originada en el uso de paquetes tecnológicos.

Precisamente, esta mayor inserción en el mercado fue uno de los mecanismos de empobrecimiento y de descomposición de la pequeña explotación en Misiones, en términos de separación del pequeño productor de sus medios de producción. Una de las respuestas a la descomposición, que se suma a las acciones colectivas de las ligas, fue la emigración, según se desprende de los datos de población que insertamos.

105 Véanse Entrevistas No 12, 23, 17 y 26. Estas últimas explotaciones cuentan con fuerza de

trabajo de dependientes adultos. Influye además, en esta diferenciación de clase la explotación interna al campesinado a través de la aparcería y el arrendamiento.

CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN. OPTO. DE MISIONES Y SANTA ROSA

Año

Dpto. de Misiones

Tasa anual media de crecimiento

Sta. Rosa

Tasa anual media de crecimiento

1950

43.449

8.440

1962

59.441

2,6

14.486

4,6

1972

69.048

1,5

18.048

2,2

1982

79.278

1.3

18.273

0,1

A partir de 1962 la emigración aumenta en el Departamento, en mayor medida, hasta 1972, que en Santa Rosa, área más dinámica por la mayor importancia relativa de la producción agrícola.

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En cambio, en el período intercensal 1972/82 la emigración, sobre todo de Santa Rosa, fue masiva. Pareciera que anteriormente el proceso de descomposición fue más lento y podía sobrellevarse más fácilmente.

En lo tocante a la homogeneidad de la situación de clase de estos grupos de campesinos medios y minifundistas semi-asalariados, debe tenerse en cuenta que los mismos se diferencian en cuanto a los intereses de los semi-asalariados, pues éstos comprenden el monto y las modalidades del salario: pero, comparten con ellos una misma situación de clase en cuanto ambos mantienen relativa autonomía en el manejo de sus parcelas, aunque recurran a comerciantes-acopiadores para obtener la finan-ciación de insumes y, eventualmente, realizan trabajos para los hacendados.

En cuanto a sus reacciones ante el proceso de descomposición, los mismos tuvieron comportamientos relativamente afines. La presión sobre las tierras comunales les afectó igualmente, sintieron la explotación por el lado de las relaciones de mercado, y, en general, la percepción de la sociedad —con fuertes matices religiosos inicialmente— fue la misma, tanto en los momentos iniciales como posteriormente, cuando se fue madurando la conciencia campesina.

Si bien, los asalariados ya desarraigados que configuraron la otra situación de clase entre los actores subalternos, fueron afectados por el empobrecimiento a través cíe la disminución del salario - ligado a la profundización de relaciones de mercado— los mismos no estuvieron implicados en la presión sobre las tierras ni se sumaron, en medida importante, a las reacciones colectivas de los liguistas.

La transformación del latifundio ganadero en empresa

La penetración del capitalismo en la estructura agraria misionera, a través de las relaciones de producción, se da, básicamente, por medio de la transformación del latifundio ganadero tradicional en empresas agrícolas que cultivan trigo y soja y/o ganaderas explotadas intensivamente. La formación de la empresa diluye el orden señorial y, al extinguir la autoridad del hacendado tradicional, permitió la emergencia de nuevos agentes fortalecidos en coyunturas en las que se ven favorecidos por el Estado.

Con la declinación de la estancia extensiva y del patrón se rompen las relaciones paternalistas que son reemplazadas por nuevos vínculos con agentes de crédito, funcionarios y empresarios.

En esta transformación del latifundio inciden la tecnificación de las estancias impulsada por el plan ganadero, la constitución de empresas agrícolas ligadas al Plan Nacional del Trigo, y la modernización de los arrozales. •

En cuanto a la modernización de la producción ganadera, la tardía apertura del mercado europeo106 para la exportación de carne congelada impulsó el progreso técnico, ya que ese producto supone el mejoramiento del ganado (ganadería y engorde); la incidencia del aumento de precios en el reducido mercado interno tuvo menor incidencia. Al modernizarse las estancias permiten la acumulación y la ampliación progresiva de la base productiva. Con esta producción más tecnificada el latifundio ganadero se transforma en estancia explotada intensivamente, y al disminuir la producción del trigo y la soja convierte suelos, dedicados anteriormente a la agricultura, en superficies forrajeras.

En lo relativo a la transformación de estancias tradiciona les en empresas agrícolas, debe tenerse en cuenta que el Plan Nacional del Trigo, que busca la

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autosuficiencia en la producción triguera y el incentivo de la agricultura empresarial, se implementa parcialmente en Misiones desde 1967. Si bien el programa, con un costo inicial de 20 millones de dólares, no cumple sus metas107, apuntala inicialmente la acumulación en la agricultura, a través del cultivo de trigo, combinado luego con el de la soja108, alentado por el aumento de precios en el mercado internacional, tal como se desprende de la expansión de estos cultivos comerciales.

Con este plan el Estado busca convertir a la empresa agrícola en el principal eje de acumulación de capital. Sin embargo, más de la tercera parte de los créditos fue orientada a cuatro personas y el 80% de los créditos fue distribuido a un centenar de empresarios 109.

106 En este sentido, debe tenerse en cuenta que países vecinos exportaron carne congelada desde mucho antes. 107 Por diversas causas las metas no se cumplieron, y desde 1972 la producción triguera, incluso decrece en Misiones. 108 Téngase en cuenta que a comienzos de la década del 60 el cultivo de la soja era, prácticamente, desconocido en Misiones. 109 Anthony Huí, Cien Años del Paraguay en la División Internacional del Trabajo (Asunción: Banco Paraguayo de Datos. Mimeo, 1980); p. 49.

EXPANSIÓN DEL CULTIVO DE TRIGO Y SOJA. TODO EL PAÍS Y MISIONES

Superf. cosechada (en has.) TRIGO

Superf. cosechada

i

(en has.) SOJA

Años

Misiones

Paraguay

Misiones

Paraguay

1966

380

7.200

— —

14.200

1968

750

20.000

——

8.400

1969

6.233

3 1 .600

——

12.200

1970

7.156

34.323

1.000

39.708

1973

4.500

20.300

8.900

81.400

1975

5.500

25.200

18.600

150.200

1979

6.500

52.300

8.000

360.300

Fuente: Encuestas Agropecuarias por muestreo 1966/1979.

Los empresarios resultaron beneficiados con estos créditos blandos, destinados en algunos casos, a otras actividades que permitían una rápida acumulación l 10-

El emergente empresariado rural, constituido con apoyo del Estado y necesitado de sus favores para consolidarse, se caracterizó por su tendencia político- ideológica marcadamente conservadora.

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En el Plan del Trigo participaron tanto agentes ligados a las estancias tradicionales, como al aparato estatal, que se iniciaron en tanto empresarios agrícolas, como también pequeños productores, y en ambos grupos los efectos fueron distintos. En general, de las nuevas oportunidades surgidas se beneficiaron el emergente empresariado y diversos grupos dominantes, mientras las clases y grupos subalternos resultaron con nuevos agravios.

110 En algunos casos estos créditos no fueron amortizados totalmente. Ibid.

La incidencia de esta constitución de empresas agrícolas, ligadas al plan triguero,

sobre la pequeña explotación campesina se dio, básicamente, a través de relaciones de trabajo, de presión sobre las tierras y de disolución de la pequeña explotación por deudas bancarias contraídas.

La implementación del Plan Nacional de Trigo — concomitantemente con el inicio de la explotación de la ganadería de engorde- requirió el uso intensivo de tierras no destinadas a ese fin con anterioridad. La tierra necesaria se obtuvo tanto de superficies forrajeras como de la anexión de lotes de pequeños productores e, incluso, de la apropiación de campos comunales de pastoreo. En efecto, tal como lo señala un informante:

Muchos, en el plan del trigo, compraron fracciones relativamente grandes de tierra, muchas veces utilizando cierta prepotencia ya que los campesinos no estaban al día con el pago de sus lotes, aunque en el mejor de los casos compraron las mejoras ya introducidas. Así sucedió entre San Juan y San Ignacio, a los costados de la ruta a Pilar; también en Ñacutí (San Ramón) se acaparó campo comunal de una colonia; el señor X se apropió de ese lugar y cultivó allí trigo 111

A su vez, los estancieros que transferían sus campos para el cultivo de trigo o lo asignaban a ese fin, buscaban tierras para recomponer sus fracciones alterando la relación del campesino con la tierra.

En cuanto a las relaciones de producción generadas por las nuevas unidades productivas, debe tenerse en cuenta que, si bien las empresas trigueras buscaban maximizar la producción y se orientaban por la eficiencia, las mismas, de modo a "ase-gurar el plan", mantuvieron poderes de coerción no económica sobre la fuerza de trabajo ocupada, básicamente, durante la etapa de implantación. Así, un empresario de San Ignacio que desmontó hacia 1977, 600 hectáreas contó con un piquete de soldados mientras empleaba en el destronque a más de 100 trabajadores agrícolas concepcioneros. En la versión de un informante sobre la misma empresa, se trataba de un empresario que "había comprado más de 2.000 has. de terreno, entre campo y monte. Para tumbar el monte contrató a los vecinos, quienes durante las primeras semanas recibieron sus jornales para tener problemas posteriormente. Cuando el patrón se resistía a pagarles la gente comenzó a alejarse de él, entonces fue hacia el norte -a Concepción- a traer operarios en camiones. Entonces los soldados montaban guardia para vigilar a los peones; algunos de éstos, sin embargo, se escapaban a la casa de los vecinos".

111 Véanse Entrevistas 20 y 26 p. 5. Véase también Fogel, Avances Teóricos... op. cit. p. 55.

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Los resultados que tuvo para el pequeño productor su participación en el plan del trigo fueron negativos desde el inicio. En efecto, los pequeños productores, básicamente los asentados en colonias del Crédito Agrícola de Habilitación, hicieron parte del plan porque "fue orden del gobierno" y enfrentaron además de los problemas técnicos derivados de un nuevo cultivo encarado en cierta escala, dificultades para acceder en tiempo oportuno a trilladoras que se destinaban preferentemente a las grandes empresas.

Debido a los bajos rendimientos obtenidos y a las exigencias del Banco para el cobro de los créditos —que contrastaba con la tolerancia hacia los grandes empresarios—, la mayoría de los pequeños productores - los asentados en algunas colo-nias— que se iniciaron con el cultivo del trigo vendieron sus lotes, desarraigándose muchos de ellos.

El otro factor que altera las relaciones socio-económicas es la modernización de la explotación de los arrozales, que hacia mediados de la década del 60 pasan a ser producidos empresarialmente. Los arrozales explotados por decenas de aparceros que volvían a proveer ocupación a otros trabajadores, pasan a ser operados por pocos empresarios que mecanizan el cultivo comprendiendo la trilla, tal como se refleja en la distribuc ión del notable incremento de las máquinas agrícolas (Véase apéndice 4)112.

Esta mecanización del cultivo de arroz afecta negativamente a través del mercado de trabajo que se retrae, a segmentos de pequeños productores, integrados parcialmente a la Liga Agraria. Por otra parte, también en la década del 60, con la compra de cupos para la utilización del agua por empresarios del arroz, que los explotaban en mayor volumen y con exclusividad, sin aparcerías, y disminuyendo -por la mecanización la ocupación de fuerza de trabajo asalariada, quedó menos agua para los pequeños arroceros que disminuyeron en número por la reducción de su caudal. Así, en la localidad de San Gabriel (Santa Rosa) cultivaban el arrozal con bueyes por lo menos 40 arroceros y el propietario no cultivaba más de 20 has. Luego, en 1968, con la introducción de tractores, un solo empresario cultiva 80 has. y da ocupación a solamente 5 trabajadores.

Los procesos mencionados disturban la estructura socioeconómica de Misiones, que previamente había permanecido estática.

Con la demanda de las tierras para uso empresarial la situación de los pequeños productores se alteró sustancialmente, siendo los más afectados los minifundistas, semiasalariados y los campesinos medios. Estos ya no trabajaron en la siega del arroz ni volvieron a obtener el derecho del pastaje a cambio de ayuda quincenal -sin pago- al estanciero; al romperse las relaciones paternalistas con los viejos patrones ya no quedaba nadie para proporcionar amparo en momentos difíciles.

112 En algunas localidades, como en San Juan Rugua (Santa Rosa) en las cuales los suelos irrigados son comunales, si bien los cupos son asignados a productores determinóos, no penetraron los empresarios del arroz debido a la oposición del vecindario.

Véase Entrevista No 2. La introducción de la mecanización se debe además de la modernización de los arrozales a la constitución de las empresas de trigo y soja. '

Mientras surgen nuevas posibilidades para el emergente empresariado disminuyeron las de los pequeños productores, lo cual se reflejó en una frase que se

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tornó frecuente entre los empresarios: "De ahora en más los pobres deben morir sobre los postes" lo que significaba que para ellos ya no quedaría tierra disponible.

Con los cultivos comerciales producidos por empresas se alteran los derechos de tenencia. Aumenta el valor de la tie rra y el hambre de tierras; el emergente empresariado se apropia de campos comunales y de tierras fiscales ocupadas por pe-queños productores113. y amplía sus unidades productivas agregando lotes pequeños luego de adquirir los respectivos "derechos de ocupación". El lugar de las pequeñas chácaras está hoy ocupada por ganado vacuno ya que con frecuencias los empresarios "ex trigueros" destinan primero sus tierras al cultivo de soja para facilitar la implantación de pasturas.

Otro de los resultados de la ocupación intensiva de la tierra en Misiones fue la intensificación de relaciones de explotación a través del arriendo y la aparcería que afectó a los mini- fundistas que no podían acceder a la tierra a través de otras formas de tenencia. Así, el incremento del arriendo entre 1970 y 1980 guarda una relación de 1 a 10 114, al igual que el valor de la tierra que se incrementa en una relación equivalente; el costo de la tierra bajo el régimen de la aparcería llega a 35% de la producción en 1980.

113 Véanse Fogel, Descomposición Campesina... op. cit., y Entrevista 6.

114 La hectárea de tierra que en 1960 costaba G. 1.000 se eleva a G. 5.000 en 1966, a 30.000 en 1975 y a 80.000 en 1980. Véanse Entrevistas 9, 12 y 15.

Otro resultado de la densificación técnica y concomitante disminución de puestos de trabajo asociados a la consolidación de relaciones capitalistas en la estructura agraria de Misiones es la disminución del salario real, tanto de los minifundistas semi-asalariados como de los ya desarraigados que de ese modo apoyan el desarrollo capitalista ofreciendo trabajo barato. En efecto, mientras el valor nominal del salario apenas aumenta, se acelera el incremento de los precios de los artículos de consumo que adquieren. Así mismo, se observa la intensificación del trabajo toda vez que el contrato a destajo pasa a ser dominante, viéndose obligados los asalariados a incorporar al trabajo a sus esposas e hijos menores.

Más que una dinámica de diferenciación de clase, los procesos mencionados generan un deterioro progresivo de la situación de las capas de pequeños productores mientras se constituyen y se consolidan empresas agropecuarias y acumulan agentes ligados al capital comercial y agroindustrial. El resultado es una estructura social polarizada con marcada diferencia en los extremos, tal como se comprobó en una encuesta que se practicó en el año agrícola 1972/73 en la que resultó, en Santa Rosa, la mayor concentración del ingreso' 115

En esta estructura social quedan pocos resquicios para la pervivencia de relaciones sociales campesinas. Precisamente, al iniciarse el deterioro, tanto del orden señorial articulado en la estancia tradicional, como de las comunidades campesinas, surgen las Ligas como reacción ante los procesos emergentes.

.115 Véase Ramón Fogel, "Cooperativismo Agrario y Cambio Social", Estudios Paraguayos

Vol. 1 No 1 (Asunción, Junio 1977): 87-142. La concentración del ingreso en las unidades económicas observadas de Santa Rosa llegó a .78.

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IV. EL MOVIMIENTO CAMPESINO DE MISIONES

El proceso de descomposición campesina y la constitución de la liga

El movimiento campesino misionero no se autogeneró; surgió en las fases de un proceso de descomposición provocado por la expansión del capitalismo en la agricultura y respondiendo a sus presiones. En este contexto se constituye en Santa Rosa, 1963, la Liga Agraria Cristiana que se extiende luego a otros distritos del Dpto. de Misiones, convirtiéndose, por la intensidad de su desarrollo, en uno de los movimientos campesi-nos más importantes de la historia social paraguaya.

Ya señalamos que en la década del 60 se dieron cambios tecnológicos sin precedentes, asociados a procesos interrelacionados: modernización de las estancias y arrozales; explotación empresarial del trigo y de la soja e intensificación del cultivo del algodón.

La modernización de las estancias tradicionales disminuyó los requerimientos de trabajo para los rodeos y marcó el fin de la protección paternalista de los hacendados116; al disminuir el trabajo en la ganadería y los arrozales, surgen nuevos puestos de trabajo en las modernas empresas que se constituyen y que explotan el trigo y la soja, pero tornándose más compulsivas las relaciones de trabajo.

116 Véase Entrevista 26 p. 7.

La demanda de tierras por empresas para uso intensivo en agricultura y en ganadería y la elevación de su precio inciden en la presión sobre campos comunales y sobre las tierras apropiadas familiarmente por los pequeños productores.

Simultáneamente con los procesos mencionados, la intensificación de relaciones de mercado a través del algodón fortalece a los comerciantes-acopiadores y torna más visible la explotación por la vía comercial.

Un punto importante del proceso de descomposición campesina, que altera la matriz social habitual de los campesinos e impulsa la constitución de la liga, está dado por el cercamiento de los campos comunales o intentos en este sentido. En efecto, las reacciones colectivas ante la apropiación individual de campos comunales —impulsados por el plan del trigo y el plan ganadero—, que constituyen el antecedente inmediato de la Liga, se dan a principios de la década del 60117

Los procesos de modernización transformaron los latifundios en empresas que demandaron más tierra. Consecuentemente, los nuevos empresarios buscaron el cercamiento de campos comunales. Esos cercamientos llegaron a su concreción en algunos casos, en otros quedaron en intentos.

Estas reacciones colectivas, aunque aisladas, fortalecieron la capacidad de movilización de las capas campesinas. Un caso ilustrativo es el que se dio en 1963, en reacción contra el intento de cercamiento del campo comunal de los vecindarios de To-vahü, San Juan Rugua y San Gerónimo, a orillas del arroyo Karé, donde pastaban hatos de ganado de aproximadamente 400 familias campesinas.

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117 Véanse Entrevistas 24 p. 7 y 26 p. 6-7.

En aquella oportunidad, en vista de los trabajos de mensura con protección policial, los campesinos de los vecindarios afectados decidieron movilizarse hasta la capital departamental denunciando ante la autoridad militar el cercamiento118

Ante la inminencia del cercamiento, en el caso mencionado, los líderes locales llamaron a los afectados a una reunión, a la cual asistieron aproximadamente 300 campesinos. El grupo decidió trasladarse en camiones a la capital departamental para protestar por el intento de apropiación de los campos comuna les de pastoreo. El grupo, al llegar a San Juan Bautista pidió a la autoridad militar regional la suspensión del cercamiento.

Aun cuando el hacendado que intentaba el cercamiento tenía influencia regional, las capas campesinas movilizadas lograron su objetivo rompiendo con las pautas tradicionales, toda vez que con anterioridad a estas movilizaciones los campesinos de Santa Rosa y del Departamento de Misiones se reunían, básicamente, en encuentros organizados por el partido de gobierno, en ocasión de festividades religiosas, y en torno a las tareas apostólicas de tipo parroquial, tal como las desarrolladas por los "Caballeros de Cristo Rey" l 19.

Estas acciones colectivas en defensa de los campos comunales hicieron ver a las capas campesinas que los agricultores unidos tenían más fuerza. De ese modo, los encuentros se hicieron más frecuentes y se intensificaron formas de cooperación entre vecinos. El paso próximo fue la constitución de la Liga.

Dos instituciones externas cooperaron en la constitución de esta organización campesina: La iglesia católica y sindicalista urbana de la capital. La Iglesia había ayudado a mantener la identidad cultural del campesino, fortaleciendo los lazos co munales, formando predicadores campesinos y alimentando la búsqueda de la fraternidad; todo lo cual habría posibilitado los primeros pasos de la Liga.

118 Véase Entrevista 26 p. 7. 119 Sobre la constitución de la Liga véanse Entrevistas No 26 p. 8 y 24 p. 2.

Los sindicalistas de Asunción fueron entrenados en la Juventud Obrera Católica que había creado dos organizaciones de tipo sindical: La Central Cristiana de Trabajadores (CCT), que núcleo los sindicatos autónomos de la central controlada por el Gobierno, y el Movimiento Sindicalista Paraguayo (MSP), una organización parasindical ligada a CCT.

Estos grupos de obreros, aprovechando un corto período de relativa democratización, buscando ampliar sus bases de sustentación y contando con la colaboración de sacerdotes, organizaron las primeras reuniones para discutir la constitución de la Liga. Así, las posibilidades de movilización dadas por arreglos estructurales, que analizaremos más adelante, se actualizan en la coyuntura.

El apoyo de agentes pastorales fue importante tanto por la influencia que tenían entre las capas campesinas como por la inexistencia de otras fuerzas sociales, que a nivel local y regional alentaran la organización autónoma de los campesinos120-

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En cuanto a la inexistencia de otros aliados posibles debe tenerse en cuenta que, al hecho de que los partidos tradicionales -que representaban regionalmente intereses heterogéneos-no se mostraran interesados en apoyar a las capas campesinas para que constituyeran organizaciones autónomas, se sumaba la debilidad, a nivel local y regional, de los partidos de oposición.

El partido de Gobierno que operaba como mecanismo de control y desmovilización, no podía alentar la organización de campesinos que pasaran a reclamar sus derechos; sus líderes, básicamente hacendados y comerciantes, si bien inicialmente, se mostraron indiferentes ante la Liga, pronto adoptaron una postra hostil sobre todo los comerciantes121 tanto en el distrito como en la región. Los líderes liberales, liderados también por caudillos hacendados y comerciantes tenían intereses distintos a los campesinos y estaban ligados a formas tradicionales de dominación que pronto serían contradichas por la Liga.

120 Acerca del apoyo inicial de agentes pastorales, véase entrevista a líder campesino de Santa Rosa, en El Pueblo, 15 de marzo de 1979.

Los febreristas, aunque contaban con líderes con relativa sensibilidad campesinista, enfrentaban mayores bloqueos para un trabajo abierto y tenían poco contacto con las bases.

En el contexto señalado, en 1964, se constituye la Liga en una reunión de aproximadamente 200 campesinos de siete compañías. En esta asamblea general se definió como primera tarea visitar a los campesinos del distrito para ponerles al tanto de los objetivos de la organización e invitarles a incorporarse.

Las relaciones intracampesinas y con los superiores

Si bien antes de la constitución de la Liga, no existían antecedentes de acciones colectivas de las capas campesinas de Misiones, la adopción de formas asociacionales y las movilizaciones posteriores se vieron favorecidas tanto por la naturaleza de la organización social aldeana, como por el tipo de relaciones entre las capas campesinas y sus superiores.

En cuanto a la organización social de las villas, los vecindarios de Santa Rosa, frecuentemente asentados entre las estancias, constituían organizaciones tradicionales basadas en grupos de familias extensas -con sus propios liderazgos- y en la vecindad. Por ejemplo, en la compañía Ibañez Rojas, de aproximadamente 300 familias nucleares, una familia extendida comprendía por lo menos 60 unidades familiares.

121 En relación al caso de un comerciante, líder político oficialista, que alentó la represión de la

Liga, véase Boletín de informaciones, 12 Febrero 1970.

Los lazos internos de este campesinado fueron fortalecidos por formas de interdependencia generadas en el uso comunal de recursos, y aun en las actividades agropecuarias que los campesinos realizaban para los hacendados en las estancias y en los arrozales.

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Los recursos productivos utilizados comunalmente fueron los campos libres de pastoreo y el derecho de uso de agua para el cultivo de arroz. Una buena parte de los liguistas dependían de estos recursos y, en forma conjunta, trataban de conservarlos. Su misma administración suponía mecanismos comunales de decisión y acción. Además, tanto el trabajo de rodeo en estos campos comunales como el cultivo del arroz, supone la acción de grupo, ya que no puede ser encarado individualmente.

El trabajo que los campesinos realizaban semanal o quincenalmente para los hacendados, en los rodeos, suponía, igualmente, cooperación estrecha. Lo mismo puede decirse del trabajo en los arrozales de los estancieros.

El mismo tipo de asentamiento, con las viviendas concentradas en pueblitos, ubicadas frecuentemente en lugares altos entre las estancias, densifica las relaciones entre pares, favorece formas de solidaridad y facilita la comunicación. Dicho en tér-minos de un informante:

"De los que entramos en la Liga los de un vecindario, muchos éramos parientes. Todos dependíamos de los campos comunales de pastoreo. La comunicación entre nosotros era fácil ya que teníamos nuestras viviendas una cerca de la otra..."122

122 Véase Entrevista 26, p. 19.

Por otra parte, en las comunidades que no accedían a campos comunales se

practicaba la minga y otras formas de cooperación.

En cuanto a la naturaleza de los lazos institucionales de los campesinos con sus superiores a nivel local, los mismos fueron débiles en cuanto los hacendados tradicionales, los hacendados-arroceros, y, posteriormente, los empresarios, no estaban inmediatamente presentes en los vecindarios rurales, que en esa medida constituían comunidades segmentadas. Este carácter dio a las capas campesinas cierto control sobre sus asuntos.

Los lazos institucionales entre campesinos y agentes de las clases dominantes, sin embargo, dificultaron la percepción de las capas campesinas de sus intereses comunes, y de las formas de articularlos; particularmente, el paternalismo de los hacendados en relación a los campesinos más dependientes oscurecía las contradicciones entre los intereses de éstos y los de sus patrones.

Composición social de la liga

Tanto en la estructura social de Santa Rosa —al igual que los otros distritos misioneros- como en la Liga misma predominaron cuantitativamente los minifundistas semi-asalariados. Así, la participación de los campesinos en la Liga fue masiva en las localidades minifundiarias, tal los casos de Monseñor Gabino Rojas, Arroyo Karé e Ibáñez Rojas.

Tal como ya lo señalamos al caracterizar a las capas campesinas de Misiones, los grupos de productores que accedían a parcelas menores de 5 has. combinaban la producción propia de cultivos y de una pocas lecheras con el trabajo asalariado.

(Mientras la expansión del cultivo del algodón fortaleció los nexos que mantenían con el mercado, la explotación de pequeños hatos de ganado vacuno, cuando no accedían a campos comunales, los ligaba a los hacendados por la vía del pastaje de sus

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animales y de cierta protección en casos de necesidad, a cambio de trabajos en los rodeos y de lealtad política. Estos vínculos con los hacendados estaban a veces reforzados por el trabajo en los arrozales de las estancias por vía de la aparcería o por medio del trabajo asalariado.

Precisamente, esas capas de minifundistas más dependientes de los estancieros fueron las más afectadas por el fin del paterna lismo señorial que sobrevino con las transformaciones de la hacienda tradicional en moderna explotación ganadera o agrícola-ganadera, y, en esta medida, necesitaban una nueva fuente de protección —como la que representaba la Liga— para enfrentar situaciones adversas.

En cuanto a las relaciones de mercado, que se intensificaron con el cultivo del algodón, las mismas estaban mediadas por comerciantes-acopiadores locales, quienes les proveían de insumos, diferenciándose en esto de los campesinos medios más autosuficientes, que también se incorporaron a las Ligas y, según veremos, le proporcionaron su liderazgo.

Estos últimos, propietarios de los medios de producción que utilizaban, con acceso frecuente a campos comunales y también ligados a los hacendados, cooperaban con los minifundis tas asociados a la Liga prestándoles animales de trabajo y, eventualmente, alguna pequeña fracción de tierra para cultivos anuales. Estos campesinos medios fueron los más sensibles a los intentos de apropiación de los campos comunales.

De estas capas salieron los campesinos que frecuentemente desempeñaban roles de dirigentes, favorecidos por su mayor nivel de escolaridad y su mayor capacidad organizativa en relación a los productores provenientes de las capas más deterioradas. La mayor capacidad organizativa se debía, en parte, a la experiencia en organizaciones de la iglesia, y a la formación que ha bían recibido en ellas.

Los asalariados ya desarraigados que vivían en los mismos vecindarios con las capas de campesinos medios y los minifundistas, y changaban en cultivos de arroz - luego en el de la soja y el trigo— y en la cosecha del algodón, se incorporaron en menor medida a la Liga. Si bien la pobreza de los desarraigados se agudizó con la incorporación de las máquinas de corte y trilla en los arrozales, los segmentos incorporados a la Liga no tuvieron participación activa.

Los tipos de acción colectiva

Si bien las acciones reactivas ante el cercamiento de campos comunales constituyen los antecedentes más importantes del proceso de formación! de la Liga, una vez organizada sobre base asociacional, los campesinos adheridos pasan a encarar la construcción de obras de infraestructura. Las mismas, alentada por agentes pastorales, se desarrollaron básicamente durante los primeros tres años y comprendieron la construcción de caminos, un hospital y un salón parroquial123.

Otros tipos de acción colectiva que no buscaban influir en grupos externos para la realización del interés de clase de las capas campesinas asociadas, sino más bien se orientaban a cambios internos al grupo movilizado, fueron acciones comunitarias, actividades de ayuda mutua, los cursillos de formación, la constitución de comunidades utópicas, y la estructuración y funcionamiento de las escuelitas campesinas.

En correspondencia con su orientación hacia la fraternidad i cristiana, los liguistas pusieron énfasis en el trabajo comunita-Fortaleciendo el sistema de minga, que se basaba en las mismas tradiciones indígenas, grupos de campesinos encaraban jun-os las faenas agrícolas, trabajando por turno en sus respectivas chacras; incluso se buscaba

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revivir antiguas prácticas de compartir los resultados de la cosecha. En cuanto a acciones de ayuda mutua, un cronista de la Liga reconstruyendo el comportamiento interno de los campesinos, afirma que "si un hermano se enferma es frecuente que los miembros de su equipo se pongan de acuerdo para ir a cultivar su chacra" (Caravias, 1975).

23 Uno de estos casos es el mencionado en una entrevista a un informante calificado

publicada en El Pueblo, 15 de Marzo de 1979.

En la solidaridad con los necesitados la ayuda de Caritas fue importante; la Liga distribuía alimentos y vestidos enviados por ins tituciones internacionales de asistencia a los pobres.

El énfasis en las actividades educativas fue uno de los rasgos específicos de la Liga desde sus comienzos. Los factores que habrían influido en este comportamiento comprendían tanto las orientaciones de los agentes externos que apoyaban la orga-nización, y el extendido entusiasmo con formas de educación popular en países vecinos, así como elementos de la ideología de los grupos dominantes que veían en la falta de preparación de los campesinos la causa de sus problemas. En relación a este aspecto, los liguistas asumieron, en un primer momento, que las experiencias educativas en sí mismas —sin cambio en la estructura socio-económica y política- cambiarían la situa-ción campesina. Así, en un informe a la Conferencia Episcopal Paraguaya, los líderes de la Liga afirman:

"Nuestro primer objetivo es formar hombres capaces de pensar y de decidir su destino por sí mismos, para conseguirlo tenemos continuas jornadas de reflexión, cursos y retiros, seminarios y reuniones semanales en cada base. Y también, algunos boletines y diversos folletos y hojas de formación y de reflexión".

Otro factor que influyó en la constitución de estas escuelitas, que fueron pensadas como alternativa a las escuelas del gobierno en la región, fue la percepción de deficiencias en la educación oficial.

Las actividades educativas desarrolladas en cursos de base animados por equipos de formación - integrados por campesinos y sacerdotes— comprendían diversidad de aspectos, tales como "formación espiritual y moral del campesinado", problemas de los jóvenes en lo relativo a diversión y noviazgo, y aspectos económicos de la estructura agraria124 Dicho en términos de unos analistas de la experiencia:

"Se reactiva la formación cristiana integral con una feliz simbiosis de catequesis vital y de educación realista que aborda simultáneamente el capitalismo y los sacramentos, la familia y la ganadería... la religiosidad popular"125

A partir de 1967, con la llegada de agentes pastorales influidos por la revolución teológica y la litúrgica del Concilio, el cursillo de tres días de los liguistas se articula en una comparación entre el Plan de Dios y una visión de la realidad aunque se tiende a soslayar formas concretas de articulación del interés de clase de las capas adheridas a la Liga. En estos cursillos se comenzaba la reunión leyendo algún pasaje bíblico y hacien-do, a continuación, una aplicación a la realidad.

Uno de los educadores, elaborando el significado dado al "Plan de Dios" señala que estas reflexiones fueron pensadas para ayudar a los participantes a comportarse como

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buenos cris tianos. Dado este propósito, los temas analizados con mayor frecuencia comprendían sacramentos, religiosidad popular, educación de los hijos y matrimonio. En algunas ocasiones estos cursillos terminaban con la celebración de la misa. Así, se cuenta que en la misa de clausura del curso en San Juan Potrero, en Abril de 1970, llegaron a concurrir 500 campesinosl26-

124 José Luis Caravias, Liberación Campesina, Madrid: Zero, 1975. En 1969, se constituyó un equipo central de educadores con cuatro sacerdotes. Véase CEP Una Iglesia al Servicio del Hombre, citado p. 351.

125 Expa, En Busca de la Tierra... op. cit. p. 12. Véanse también documentos del Seminario Nacional de las LAC de Marzo de 1970 y del encuentro de Ypacaiai de Abril de 1971.

126 Caravias, Liberación Campesina, op. cit. pp. 35—77. Véase Boletín de Informaciones, 3 de Mayo de 1970.

Las escuelitas campesinas llegaron a constituir uno de los tipos particulares de acción de la organización y las mismas proveyeron un tipo de educación -a los hijos de los liguistas— que reemplazaba a la proveída por el Estado. Esta era percibida como "alienante con contenido capitalista", ajena a la cotidianeidad campesina y sus necesidades, y verticalista.

En la percepción de los liguistas, la educación oficial impuesta domesticaba a la gente e inculcaba principios y valores de los grupos dominantes que justificaban las relaciones opresor-oprimido.

Contrastando con aquella práctica educativa, las escuelitas organizadas por los mismos campesinos, se orientaron a la educación liberadora basada en la "realidad campesina y en la fe cristiana"127- Este tipo de educación enfatizó el desarrollo de una conciencia crítica de tal modo que los campesinos pudieran percibir los aspectos negativos de su sociedad, descubriendo las causas de la situación campesina.

En estas escuelas libres, independientes del control gubernamental, las capas campesinas trataron de adecuar la educación a las necesidades prácticas de los pequeños productores. Respondiendo a esa búsqueda, las clases fueron dictadas en guaraní; el método se basó en la discusión crítica.

Con esta educación se buscó, a partir de un nuevo método, cambiar la conciencia de los niños, de modo a garantizar para el futuro, con el cambio en la configuración de la con-

127 Expa, En Busca de la Tierra... op. cit. p. 38. Véase también Comité de Iglesias,

Oñondivepá op..cit.

ciencia de los niños, hombres nuevos para una nueva sociedad. En cierto modo, la

Liga con las escuelitas más que alterar las relaciones con las clases dominantes buscó cambiar la mentalidad de los mismos campesinos.

En la explicación de esta experiencia, que tuvo su apogeo entre 1972 y 1974, debe considerarse el entusiasmo que despertó en países vecinos el método de la

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alfabetización concientizadora. El método y el contenido de este tipo de educación es explicado por Paulo Freiré:

La Práctica problematizadora....propone a hombres su situación como problema...

De esta manera, profundizando la toma de conciencia de la situación, los hombres se "apropian" de ella como realidad histórica y, como tal, capaz de ser transformada por ellos.

El fatalismo cede, entonces, lugar al ímpetu de transformación y de búsqueda, del cual los hombres se sienten sujetos.

Violencia sería, como de hecho lo es, que los hombres, seres históricos y necesariamente insertos en un movimiento de búsqueda con otros hombres, no fuesen el sujeto de su propio movimiento.

Es por esto mismo que cualquiera que sea la situación en la cual algunos hombres prohíban a otros que sean sujetos de su búsqueda, se instaura como una situación violenta. Para la educación problematizadora, en tanto quehacer humanista y liberador, la importancia radica en que los hombres sometidos a la dominación, luchen por su emancipación128.

En cuanto a la constitución de comunidades utópicas, algunos núcleos vecinales de la Liga se convirtieron en "comunidades cristianas de base", que cultivaban, además de las parcelas familiares, una parcela del grupo.

128 Paulo Freiré, Pedagogía del Oprimido (Bs. As.: Siglo XXI, 1974); pp. 97-99.

La distribución del ingreso obtenido en estas parcelas se basaba en las necesidades

de cada familia. En dos comunidades las actividades económicas se organizaron en base al régimen de comunidad de bienes y explotación comunal de la tierra129-

Las acciones mencionadas se orientaron a cambios internos al grupo de liguistas. Por otra parte, a partir de 1967, con el funcionamiento de los almacenes comunitarios y comercialización conjunta, las acciones de la Liga se vincularon más directamente al interés de clase de los movilizados. Todo el dinero obtenido con el trabajo comunitario, básicamente el cultivo de chacras sociales y la recolección de coco se destinaba en la Liga a la ampliación de las "administraciones de consumo" vecinales que vendían a los socios artículos básicos de la canasta familiar a precios de costo, provocando la reacción de los comerciantes130-

Si bien con el correr de los años estos almacenes declinaron, con ellos los liguistas buscaron escapar a los comerciantes vecinales percibidos como principal fuente de explotación. Los factores que debilitaron las administraciones de consumo com-prendieron la permanencia de relaciones de dependencia con comerciantes acopiadores para el abastecimiento de insumes, y la sistemática oposición de éstos, que acusaban a los liguistas por no pagar las patentes correspondientes.

En la permanencia de relaciones de dependencia pesaron, tanto los limitados recursos de clase de las capas campesinas adheridas a la Liga para romper aquella dependencia, así como inicialmente, la falta de articulación clara en la conciencia de los liguistas de los elementos que operaban en su situación de clase. En este sentido, debe

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considerarse que, en este caso, la explotación por la vía comercial no se limitaba a la venta de

129 Véanse Informe a los Obispos de 1971 y Entrevista 25 pp. 1.

130 Entrevista 25, p. 1.

artículos de consumo, ya que la misma se establecía a partir de la provisión de insumes productivos para reiniciar el ciclo de producción, comprometiendo la comercialización de la producción.

Las operaciones de comercialización conjunta que comprendieron el algodón y el trigo sólo fueron encaradas durante tres años (1968-71) pero permitieron a los liguistas ver primero, que al vender juntos su producción podían obtener mejores precios y, luego, que la explotación a través de la comercialización no se limitaba al acopiador vecinal131

Entre 1970 y 72 ganaron notoriedad las manifestaciones públicas organizadas por la Liga de Santa Rosa y las organizaciones afines de los otros distritos de Misiones, en solidaridad con quienes sufrían injusticias y reclamando el respeto de algunos derechos de los campesinos. Este tipo de acción colectiva ilustra el método de lucha activa no violenta propugnada por la Liga. Esta forma de protesta fue totalmente nueva para un campesinado oprimido y tradicionalmente sumiso. Marchando en silencio hacia el centro urbano del pueblo, y en torno a la plaza, la Liga reaccionaba ante agravios específicos.

Caracterizando estas manifestaciones, un informante dice que los liguistas marchaban "ordenadamente y de 8 en fondo y se presentaban delante de la alcaldía policial esperando en silencio" para presentar sus reclamos. Típicamente, durante estas acciones de protesta, los manifestantes portaban carteles y cantaban. En ocasiones, los manifestantes se congregaban, durante días, en torno a la iglesia.

Una de estas manifestaciones se realizó el 6 de julio de 1970. La misma representó la respuesta a la intervención policial de San Juan Potrero y a las amenazas al dueño de casa en

a. Entrevista 26 pp. 2, 23-25 y Entrevista 22, p. 13

la cual se desarrolló la reunión. La intervención policial en lo que había sido una pacífica discusión, fue un evento precipitante que exacerbó las reacciones de las capas campesinas, que protagonizaron sucesivas demostraciones. La del 6 de julio de 1970 fue organizada en solidaridad con el campesino amenazado y para presentar a las autoridades algunas inquietudes:

— "Por qué se amenazó al dueño de casa y se le hizo responsable único, siendo así que todos somos responsables..."

— " ¿Por qué los campesinos tenemos que pedir permiso para reunimos como cristianos y los que no son campesinos no lo necesitan?"

— "¿Por qué nos dicen que no escuchemos a nuestros sacerdotes?"

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— "Por qué se nos persigue cuando queremos organizamos como agricultores y como cristianos para defender nuestros derechos"

— "Por qué se nos trata con amenazas, citaciones, soldados y fusiles como si cometiéramos un delito al reunimos"

— "Por qué nos impiden que nos reunamos para reflexionar sobre nuestra situación real de miseria y explotación"

La lluvia y el frío no impidieron que los campesinos llegaran caminando desde distancias de hasta 20 km. Al llegar al templo se tuvo una lectura y reflexión sobre la palabra de Dios y se leyeron los puntos del cuestionario que se presentaría a las autoridades y que habían salido de la reflexión. Luego que un campesino había presentado la inquietud de los manifestantes al Jefe de Policía, éstos esperaron infructuosamente la respuesta durante 45 minutos, para luego, siguiendo las pautas de estas manifestaciones, "retirarse al templo a terminar la acción con una reflexión bíblica"132.

Entre las manifestaciones de 1971 se mencionan la efectuada en Marzo en protesta por el atropello a un obispo y sacerdote uruguayos. Esta expresión concertada la solidaridad con la Iglesia concentró a más de 700 campesinos en una compañía de Santa María, y provocó el intento de disolverlos por parte de la autoridad del lugar.

132 Véase Boletfii de Informaciones, 12 de Julio de 1970.

En Marzo de 1972 los liguistas usaron nuevamente la marcha de masas como forma de demostración. En esa oportunidad protestaron por la expulsión del país de un sacerdote que había trabajado con la Liga. Otra demostración, en Abril, fue causada por el arresto de campesinos a raíz de un cursillo realizado en San Solano (Santa Rosa). En este caso, según la versión de un informante ante la incertidumbre sobre los detenidos,

"Más de 200 campesinos, después de participar en la san-a misa se concentran en la plaza: piden la libertad de los inocentes detenidos, ya que lo único que se les puede acusar es de proceder como cristianos; como cristianos tienen derecho a reunirse más en una zona donde no rige el es-do de sitio, para reflexionar y profundizar su fé"133.

El componente religioso constante de estas concentraciones estuvo dado por las plegarias y el contenido de los cánticos. | En estas manifestaciones, en general, se pedía que se respetaran los derechos del hombre paraguayo; que se ponga fin a tantas arbitrariedades e injusticias realizadas contra líderes campesinos, contra sacerdotes y hasta contra un Obispo vilmente maltratado.

Desde 1972, en correspondencia con la redefinición délas Ligas más orientadas al interés de clase de las capas campesinas adheridas, la reivindicación de la tierra pasó a constituirse en de las tareas prioritarias, ya que se había tomado conciencia que "no podía ser que los agricultores carecieran de tierras mientras no agricultores poseían grandes extensiones".

133 CEP, Una Iglesia al Servicio del Hombre op. cit. p. 441. Véase también Boletín de Informaciones, 30 de Abril de 1972.

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Buscando el acceso a tierras por parte de los minifundistas y desarraigados, la Liga organizó la ocupación de fracciones en Misiones, Alto Paraná e Itapúa, luego de realizar en algunos casos, las gestiones correspondientes y, en otros, sin ellas. Así, en los primeros meses de 1972, liguistas de Santa María gestionan ante el Ministerio del Interior y la institución oficial colonizadora, tierras para su asentamiento, obteniendo una fracción en Acaray134- En la región misma los liguistas ocuparon una fracción de los jesuitas, de modo a facilitar la puesta en común de los bienes, pensando que esa acción era una forma de recuperar lo que es del Pueblo de Dios. Esta ocupación aumentó los recelos y la desconfianza del público expectante y de la masa de simpatizantes que provocó el alejamiento de aliados.

La movilización de los recursos necesarios

Las acciones colectivas de la Liga comentadas precedentemente, no hubieran sido posibles sin movilización, entendiendo por tal el proceso de control colectivo de recursos —bienes, dinero, tiempo, etc.— que son mancomunados cuando no obtenidos de comitentes externos, e invertidos en la prosecución de las metas grupales. En efecto, los recursos empleados comprendieron tiempo, alimentos, dinero, materiales de construcción, educadores, recursos ideológicos y de otro orden.

El tiempo de los liguistas fue el recurso más utilizado para diversas actividades, tales como cursos, chacras sociales reuniones semanales de base, trabajos comunitarios, manifestaciones y encuentros con bases vecinales vecinas. La participación en las manifestaciones requería a veces desplazamientos de hasta 20 km., y horas de caminata.

134. Véanse Entrevistas No 26 p. 25 y 25 pp 2-6. Véanse también CEP, Una Iglesia al Servicio...

op cit. p. 441, y Expa, En Busca de la Tie rra... op cit. p. 83.

Los cursillos y reuniones largas de coordinación requerían, además del tiempo de los participantes, recursos para alimentar a los asistentes. En estos casos los liguistas contribuían en especies (batata asada, mandioca asada, poroto, etc.) o en efectivo o buscaban alguna plata de otras fuentes; se entendía como obligatorio este tipo de aporte, de tal modo que si algún campesino no podía contribuir debía explicar por qué no lo hacía, aun cuando los problemas fuesen domésticos. Con relativa frecuencia los adherentes con más capacidad económica contribuían en mayor medida, destinando parte importante de sus recursos a la Liga135. ASÍ, quedaba a cargo de los campesinos medios, relativamente acomodados, prestar sus animales de trabajo e incluso pequeñas superficies de sus parcelas a los minifundistas semiasalariados.

Además de los recursos proveídos normalmente por los adherentes de la Liga, se precisaban recursos políticos que die ran legitimidad a la organización; educadores para cursos —en la primera fase de la Liga— y otros bienes y servicios. Estas necesidades fueron satisfechas por comitentes externos, comprometidos con la Liga y que se comportaban como aliados.

Los agentes pastorales prestaron, durante la primera fase de la organización, la legitimación necesaria y colaboraron como educadores, mientras algunos ganaderos de oposición autorizaban la explotación de su coco y su madera136, o contribuían en efectivo. La atención médica gratuita de los liguistas quedaba, asimismo, a cargo de profesionales137.

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135 Véanse Boletín de Informaciones, 12 de Julio de 1979; El Pueblo, 15 de Marzo de 1970 y Entrevistas No 26 p.19, 15 y No 24 p. 3. Algunos de estos adherentes faenaban sus animales para estos encuentros. \36 Necesaria, básicamente, para la construcción de los locales incluyendo los almacenes de abastecimiento. 137. Igualmente importante fue el apoyo proporcionado por capas medias del centro urbano que suministraban, al principio, alimentos para las concentraciones. Sobre este aspecto véase Entrevista No 26 p. 10.

En relación a los recursos de que disponían los liguistas, los mismos fueron mancomunados sin retaceos; esta puesta a disposición de la Liga de los recursos disponibles, que comprendió todo el equipamiento productivo en el caso de las co-munidades utópicas, no resultaba simplemente de un cálculo de los beneficios materiales individuales que se podía recibir a cambio de los costos de la participación y de los recursos invertidos.

Dado que nosotros asumimos que la gente comúnmente no mancomuna sus recursos para el logro de metas colectivas, resulta pertinente indagar acerca de los factores que influyeron en la conducta de los liguistas.

En ese sentido debe tenerse presente que si bien existieron incentivos materiales a la participación -préstamos de animales de trabajo y tierra, abastecimiento, comercialización, etc.— ellos beneficiaron, básicamente, a los minifundistas y pesaron menos que otros factores, tales como el sentido de compromiso con la organización, la medida en que las capas adherentes comparten intereses, el tipo de relacionamiento interno, y el tipo de sanciones empleadas138-

El sentido de compromiso con la Liga, que se debía básicamente a la persuasión que operaba en la orientación de los liguistas, fue generada y alimentada en los cursillos y reuniones. Los contenidos de esta persuasión, que fue variando en algunos respectos en distintos momentos de tiempo —tal como veremos al analizar los componentes ideológicos del movimiento- encontraron un terreno fértil en la experiencia cultural de las capas campesinas adheridas a la Liga; fundamentalmente resultaron favorables las formas previas de sociabilidad, y el arraigo de algunos elementos ético religiosos como la fraternidad.

138 Acerca de estas proposiciones, véanse Entrevistas 26, pp. 9, 15 y 24 P.3.

En el caso que analizamos, la relativa homogeneidad de los grupos adheridos y la inexistencia de procesos de diferenciación de clase determinaron que los intereses básicos sean compartidos, y que, en esa medida, la mancomunión de recursos haya sido fácil, independientemente de la magnitud de recursos disponibles, ya que aun las capas más deterioradas aportaron lo suyo. Así mismo, el tipo de relacionamiento interno de comunidades tradicionalmente organizadas —y, particularmente, la densidad de relaciones sociales- fue otro factor favorable.

En cuanto a las sanciones simbólicas, tanto positivas como negativas, las mismas explotaban elementos culturales arraigados en las capas campesinas y se basaban en la construcción de comunidades morales comprensivas, en cuanto la participación en la

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Liga abarcaba diversas esferas de la vida campesina (producción, educación de los hijos, conducta dentro de la familia, etc.).» En los constantes encuentros, en las reuniones de base, los campesinos se evaluaban recíprocamente su comportamiento en la comunidad. Así, la vida cotidiana de los liguistas estaba bajo constante control del grupol39.

Las sanciones negativas envolvían castigos, activados por cualquier miembro del grupo, por violación de reglas de conducta aceptadas en la Liga, especialmente las relativas a la puesta en común de los recursos. Estas sanciones eran expresadas a través del tipo de interacción, interrumpiendo las frecuentes visitas y las formas de cooperación interna.

Las sanciones positivas, que envolvían gratificaciones, eran expresadas, básicamente, a través de relaciones fraternales, de apoyos del grupo, y la certeza que observando las reglas de la Liga se cumplía con las enseñanzas de Cristo. Estas gratificaciones estuvieron estrechamente relacionadas con la satisfacción que proporcionaba a los adherentes la participación activa, tanto en proceso de tomas de decisión como en las actividades de la organización; dicho en términos de un ex dirigente:

139 Véase Entrevista 26, p. 9 y Kevin Healy, Agradan Structure and Pea-sant Resistance in

Paraguay (Mimeo, Washington, 1974); p. 25.

"En la Liga las ventajas materiales no fueron importantes, sino el trato que se daban entre sí los liguistas; siempre que uno estuviese necesitado ahí estaban los compañeros para mingarle... además, participando en los encuentros uno se sentía feliz, ya que cuando se nos acababan las ideas nos poníamos a cantar.

Yo fui obligado a ingresar a la Liga; si no lo hacía iba a quedar sin amigos, solo y marginado, y ya nadie hubiera llegado a mi casa.... así también, cuando un adherente quería retirarse de la Liga debía mudarse lejos, donde no hubieran liguistas y donde no existía el diálogo, porque de lo contrario no aguantaban el vacío*1

En cuanto a las interrelaciones entre organización y tipo de movilización, en el caso del movimiento campesino que ana lizamos, la movilización ofensiva, que se da en respuesta a oportunidades para realizar el interés colectivo de los grupos movilizados, resultó posible con una estructura organizativa centralizada, tal como la que se adoptó en los últimos años del movimiento140

La organización de la Liga

Inicialmente, la Liga adoptó un modelo organizativo copiado de las organizaciones gremiales de tipo urbano. El estatuto "prefabricado** por los sindicalistas de Asunción establecía los diferentes roles dentro de la Comisión Directiva; pero, el mismo, tuvo una vigencia más bien formal ya que sus disposiciones. alejadas de la experiencia campesina, no eran comprendidas por los liguistas 141

140 Esta categoría la empleamos en el sentido que Tilly da a esta categoría. Véase Tilly, From

Mobilization... op cit. Véase también Entrevis ta 26, pp. 14-17.

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141 Se trataba de la Federación Nacional de Ligas Agrarias Cristianas (FENALAC).

Las instancias básicas de la organización estaban constituidas por la comisión directiva y por la asamblea de socios, que se reservaba las decisiones más importantes.

Desde sus primero años la Liga forma parte de una federación de tipo confesional142 que se oponía a otra ligada a una organización que nucleaba tanto a sindicatos urbanos como a Ligas Agrarias considerada como más vinculada a intereses extra-campesinos.

El rechazo de la otra federación, la Federación Cristiana Campesina, se basaba en el riesgo de manipulación y de pérdida de autonomía al depender financieramente de otra organización, ya que lo más importante en la percepción de los liguistas era que el campesino usara su propia cabeza. Hacia 1968 se encontraba en formación la Federación Regional de Ligas de Misiones143 Desde aquel año la Liga comienza a independizarse de los capitalinos en el fin de la fase sindical de la organización, mientras se acerca a los agentes pastorales de nuevo cuño.

Concomitantemente con la creciente relación con los sacerdotes, quienes predicaban que el cristianismo se vive en comunidad y que el amor a Dios se hace real en el amor al hermano, se fortalecieron las "bases" vecinales que pasaron a constituirse en los núcleos más dinámicos de la organización.

Esta idea de comunidad es tomada directamente del documento "Pastoral de conjunto" de la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano:

142 Nos referimos a la Central Cristiana de Trabajadores (CCT). Véase Expa, En Busca de U Tierra... op cit. p. 23. 143 Véase El Pueblo, 15 de Marzo de 1979, y Comunidad, segunda semana de Febrero de 1968.

La vivencia de la comunión a que ha sido llamado, debe encontrarla el cristiano en su "comunidad de base": es decir, una comunidad local o ambiental; que corresponda a la realidad de un grupo homogéneo, y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros. Por consiguiente, el esfuerzo pastoral de la Iglesia debe estar orientado a la transformación de esas comunidades en "familia de Dios"144.

En estos núcleos vecinales a través de reuniones semanales, se planificaban los trabajos y surgían las propuestas que eran planteadas en las reuniones mensuales o quincenales de la coordinación zonal o Liga propiamente dicha, en las que participaban a través de un delegado. En estos encuentros participaban, frecuentemente, agentes pastorales que alentaban al grupo.

Desde el punto de vista de la formalización de los procedimientos, dada la carencia de estatutos, se asignaba importancia a la palabra empeñada; en el sistema adoptado los acuerdos verbales iniciales se fueron modificando según las necesidades.

La suerte de "basismo" que caracterizó a las Ligas tuvo aspectos positivos y negativos, en cuanto a la posibilidad de movilización. Así, si bien la integración en pequeños núcleos vecinales facilitaba la cohesión grupal y la participación de los adherentes en los procesos de toma de decisión, esa identificación vecinal dificultaba la

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integración a niveles superiores y, en esa medida, avances más sistemáticos en la prosecución del interés de clase de las capas de adherentes.

En este esquema organizacional, la masa de adherentes del distrito o zona se reunía, en la primera fase de la organización básicamente, para el nombramiento de sus autoridades. Las bases, a su vez, a medida que la organización se extendía, se fueron ramificando en "equipos" de cinco a siete vecinos que se reunían en cuanto tales, además de hacerlo como miembros de la base.

144 Véase Comité de Iglesias, Oñondivepá citado. La masa de asociados de una base vecinal con

frecuencia oscilaba entre 20 y 30 familias.

Desde comienzos de la década del 70, como una reacción ante el caudillismo y la represión, se elimina el sistema de representantes fijos de las bases que pasan a nombrar en cada reunión a sus delegados ante la coordinación de la Liga, En las reuniones semanales de las bases (vecindarios) que comenzaban con el nombramiento del coordinador de las discusiones, los campesinos adherentes sentados en semi círculo -y no en hilera como en las reuniones tradicionales- determinaban los asuntos a tratar que eran debatidos con la participación de todos. Los temas considerados tenían un amplio rango que comprendía hasta la conducta de los liguistas en su vida privada.

Esta intervención periódica en las asambleas de las bases representó un canal participativo no sometido al control estatal, en el que se dieron nuevas formas de ejercicio de relaciones de poder. En ellas las acciones a emprender fueron decididas colectivamente y la elección de representantes fue encarada según la capacidad de los adherentes para desempeñar ciertas funciones puntuales, y el poder delegado terminaba al cumplirse aque lla función. Así, las bases que tenían autonomía relativa se cons-tituyeron en el elemento más dinámico de la organización; la Liga como tal se limitaba a coordinar algunas acciones comunes de las bases.

En la explicación de la falta de una estructura directiva permanente, los propios líderes la presentan como una reacción contra el caudillismo y ante la constatación que ciertos líderes se convierten fácilmente en monopolizadores de las bases. Los liguistas acordaron que todos debían ser responsables de la organización y debían rotar en los diferentes roles para desarrollar a través de la experiencia su propia capacidad de liderazgo.

En este comportamiento tuvo importante peso -además de los factores derivados del liderazgo interno— la experiencia de las capas asociadas cansadas de la sujeción a formas tradicionales de dominación.

La modalidad comentada, sin embargo, se proyectó en la falta de disciplina interna y en las dificultades para encarar movilizaciones ofensivas, ya que las mismas requerían una estructura organización al centralizada con liderazgo estable.

En el liderazgo de las Ligas predominaron los campesinos medios, formados por la Iglesia en sus organizaciones apostólicas, que fueron marcadamente influidos por los agentes pastorales imbuidos del cambio teológico provocado por el Concilio Vaticano Segundo. Dado el modelo organizativo descentralizado con énfasis en la participación de las bases, estos líderes participaron en medida importante en las decisiones que inter-pretaron los intereses de las capas asociadas recién en los últimos dos años de la Liga.

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Algunos de los dirigentes reforzaron su liderazgo luego de los arrestos que aumentaban la adhesión de sus seguidores, que llegó hasta una suerte de culto a la persona-liad en un caso. De hecho cuando los líderes campesinos eran arrestados todos los liguistas se reunían para discutir qué hacer para obtener su libertad. En estos casos, como resultado de riesgos compartidos crecía la solidaridad interna y los lazos de lealtad entre líderes y seguidores.

En cuanto a los adherentes de la Liga de Santa Rosa, que llegaron a 750 campesinos hacia 1972, fueron considerados como tales los comprometidos con los fines de la organización que participaban en sus actividades. En la conversión de los simpatizantes y beneficiarios en adherentes que creyeron en las metas de la Liga, y en la permanencia del compromiso de éstos y de los comitentes externos pesaron, además de los incentivos simbólicos y materiales ya comentados al analizar la movilización de recursos, el refuerzo de la militancia a partir de elementos ético-religiosos, el sentido de seguridad al saberse respaldado por su organización y la gratificación de la participación misma.

En lo relativo a la integración de la Liga a estructuras organizativas supralocales, a la incorporación a la FENALC en 1966, que correspondió a la fase más confesional de la Liga, siguió la constitución de la coordinación nacional de bases campesinas cristianas. KOGA constituida en 1971, que coordinó acciones a nivel nacional a través de una mesa coordinadora nacional de delegados, sin que las organizaciones afiliadas perdieran su autonomía; una de las primeras tareas coordinadas fue la relativa a educación concientizadora, animada por un equipo de campesinos, sacerdotes y técnicos145.

A principios de 1973, ingresando en una fase más autónoma de los agentes pastorales, se constituyen equipos permanentes -contrastando con la movilidad de los delegados que regía anteriormente - de educación, de aspectos económicos, de cuestiones políticas, y el teológico. El equipo político buscaba relacionarse con otros movimientos y organizaciones nacionales e internacionales, respondiendo a una necesidad percibida de "continuidad programada incompatible con cambios permanen-tes de representantes", coincidiendo con la inquietud de algunos líderes que querían "una conducción más firme para la confrontación más decisiva en el plano político"1 46

La oportunidad para la acción colectiva

La Liga se constituye en la coyuntura definida por el cor to período de democratización que se dio en el marco de la "Alianza para el Progreso", con el apoyo de sindicalistas urbanos y agentes pastorales.

145 Esta coordinación comprendía a organizaciones locales -integradas o no a estructuras más amplias - incluso a fraternidades franciscanas. La búsqueda de esta organización campesina regional fue encarada bajo el lema "a partir de nuestra realidad campesina y de nuestra fe cristiana", Expa, 1982: 24. Sobre KOGA véanse también Entrevistas 25, p. 5 y 26, p. 25. 146. Véanse Expa, En Busca de la Tierra... op cit. pp.13. 22, 24 y 115, e Informe de las Ligas Agrarias

Cristianas a la CEP, noviembre de 1971.

Mientras el partido de Gobierno, que más bien buscaba desmovilizar al campesinado, consintiendo circunstancialmente, ante presiones externas, una

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organización que escapaba a su control, los debilitados partidos tradicionales de oposición no tenían en su agenda el apoyo a las capas campesinas para que se organizaran autónomamente.

La relativa indiferencia ante la Liga por parte de los diversos segmentos del partido oficialista se altera al poco tiempo147 Los primeros en resentirse son los comerciantes que reaccionaron cuando la Liga encaró el abastecimiento y la co-mercialización conjunta, llegando algunos a colaborar abie rtamente con la represión policial que se inicia hacial968'48.

Las relaciones con la Iglesia inciden decisivamente en el desarrollo de la Liga, tanto por la vía de la revolución teológica que implicó mayor compromiso con la educación y organización campesina, como por el conflicto Iglesia-Estado que tuvo repercusiones inmediatas en el movimiento campesino.

Ya en 1969, los sacerdotes, buscando una profunda revisión de los métodos pastorales plantearon como sugerencia concreta la necesidad de apoyar la constitución de comunidades de base y esfuerzos de concientización. Agentes pastorales des-vinculados de la labor parroquial tradicional viven con los campesinos y apoyan las actividades de la Liga149-

147 Véase, Boletín de Informaciones, 12 de Julio de 1970. Uno de estos comerciantes se desempeñó como presidente de la Seccional local. 148 Véase El Pueblo, 15 de Marzo de 1979. 149 Con el nuevo papel de agente pastoral se buscó adaptación a la vida campesina para lo cual

buscaron ambientarse en los vecindarios rurales. En este sentido, un informante señala: "Sentimos como una

En ese contexto, la Liga se expande en forma sostenida, aunque asumiendo un marcado matiz confesional con la incorporación y énfasis dado a la reflexión bíblica. Aun cuando los líderes de las organizaciones campesinas afirmaran que no cons tituían organizaciones apostólicas dependientes de la autoridad eclesiástica 151, señalaban a los documentos de la Iglesia como fuente de inspiración e insistían en el "profundo lazo de unión no sólo con la Jerarquía sino con toda la Iglesia en cuanto cris tianos". Esta fase confesional se extiende hasta principios de 1973 cuando se empieza a cuestionar a los agentes pastorales

Esta estrecha relación de la Liga con agentes pastorales no sólo alimentó el dinamismo del movimiento campesino, que expresaba sus aspiraciones en un lenguaje religioso, sino también lo hace parte del conflicto Iglesia -esta do. En efecto, ya a princi-pios de 1970, al ser violentado un Obispo uruguayo, las Ligas de Misiones, aunque no fueron las directamente afectadas, organizan manifestaciones de apoyo a la Jerarquía.

El Estado, que acusa a la Iglesia de interferir en el ejercicio de las facultades legales del pode civil, de perturbar la paz, y de favorecer la infiltración del extremismo marxista expulsa del país, desde 1972. a cinco sacerdotes que trabajaban estrechamente con las Ligas de Misiones, dejando a éstas sin aliados mientras eran crecientemente reprimidas. El Estado, con su capacidad coactiva notablemente incrementada, encaraba al [mismo tiempo la represión de la Iglesia y del movimiento campesino.

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exigencia de vida para comprender a los campesinos y comprender cómo podemos desarrollar con ellos nuestra misión". Véanse: Boletín de Informaciones. 6 de Setiembre de 1972 y CEP, Una Iglesia al Servicio... op cit. pp. 330-33. 150. Véanse conclusiones del Seminario Nacional de Marzo de 1970, y Expa. En Busca déla Tierra... op

cit, p. 130.

Ya en 1970, las reuniones de las Ligas misioneras fueron prohibidas y fueron detenidos los campesinos en cuyas casas se realizaban estas reuniones151 , ya que, según las autoridades locales, los encuentros de los cristianos con los sacerdotes debían realizarse en el templo153. En aquel entonces las Ligas eran acusadas de comunistas; el Delegado ya había prometido que haría desaparecer las organizaciones campesinas de Misiones154.

En 1971, algunas fuentes estiman en varios centenares los campesinos que fueron apresados por uno o varios días "con el fin de intimidarlos para que dejaran su organización". Otras formas de persecución de las Ligas consistió en disolver reuniones, citaciones y amenazas155.

A medida que se extendía el aparato estatal y aumentaban las posibilidades de movilidad ofrecida por el sistema prebendario, la organización local del partido de Gobierno participaba más intensamente en la represión a la Liga, constituyendo grupos armados de choque que se sumaron a la persecución de la Ligal56.

151 Véase, Informe de las Ligas Agrarias Cristianas a la CEP, 1971. En el encuentro de Ypacaraí de abril de 1971, los liguistas afirman que constituían un movimiento de Iglesia. 152 Véase Boletín de Informaciones, 18 de Enero de 1970. En aquel mo mento se denunciaban torturas de dirigentes campesinos. Véanse Boletín de Informaciones, 21 de junio de 1970; Expa, En Busca de la Tierra... op cit. p. 61, y CEP, Uní Iglesia al Servicio... op. cit. pp. 427-34. 153 Véase Boletín de Informaciones, de 3 de Mayo de 1970. 154 Véase Boletín de Informaciones, 10 de Febrero de 1970. 155 Tal como se dio con las reuniones de San Solano en Abril de 1972 según se consigna en el Boletín de Informaciones, 30 de Abril de 1972; Expa, En Buscí de U Tierra... op cit. p. 48; y CEP, Una Iglesia al Servicio... op cit. pp. 439-44. 156 Véase, documento de Mesa Coordinadora Nacional Campesina, de Febrero de 1973. Incluso

algunos ganaderos, venidos a menos que veían en el apoyo estatal sus posibilidades de resurgimiento económi-co se incorporaron a estos grupos de choque. Véase también: Boletín de Informaciones, 30 de Abril de 1970.

En algunos casos a los ligas las se les aseguró que serían readmitidos en el partido, y ayudados, con la condición de separarse de los sacerdotes 157 •

También pesó en la reacción de los segmentos ligados al partido de Gobierno el debilitamiento de las relaciones de clientela.

La represión que estamos considerando, mientras no llegó a ser sangrienta no disminuyó la movilización de los adherentes comprometidos con la Liga, sino más bien, aumentó su solidaridad interna y aceleró la maduración de la conciencia social de los liguistas 158.

Los peligros físicos compartidos, y el aumento de agravios que conlleva la represión, además de elevar la solidaridad de los liguistas, contrarrestó el temor y generó cierta conciencia de pertenecer a una clase que se extiende más allá del plano local, tal como resulta de la reconstrucción del proceso por parte de un ex dirigente:

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A medida que aumentaba la represión se fortalecía la solidaridad; los encuentros y los diálogos se volvieron más frecuentes, y existió mayor compenetración de unos con otros... El aumento de la represión no nos hizo retroceder; por el contrario, fortaleció a la organización y los encuentros se hicieron más frecuentes. Al sentirnos perseguidos en distintos lugares comprendimos que teníamos intereses comunes..

La pérdida del temor, en el contexto señalado, queda ilustrado con la reacción que provocó en Santa Rosa, en 1972, apresamiento de dirigentes que organizaban una sesión de re flexión en una de las bases vecinales. En este caso, los liguistas de distintas bases, que llegaron a unos 500, decidieron continuar la reflexión frente a la misma comisaría del pueblo; entonces ir preso era ya una honra.

157 Vlase Boletín de Informaciones, 3 de Mayo de 1970. 158 Véanse, Expa, En busca de la Tierra... op. cit. pp 48-49 y Entrevista 26, pp. U, 16 y 25.

En otro caso, igualmente ilustrativo, ante la citación policial a un dirigente de la Liga, en 1970, se dieron por citados 150 campesinos y concurrieron a la comisaría; como no se los admitió como presos quedaron cantando afuera durante horas, de-mostrando que el miedo se había acabado159

La otra consecuencia no buscada por la represión, relacionada con la pérdida del temor y el incremento de la solidaridad, fue la intensificación del nivel de movilización; incluso muchos adherentes indecisos se comprometieron en mayor medida con la Liga.

De todos modos, a pesar de la relación observada entre represión y movilización campesina, las Ligas estaban sentenciadas a muerte a mediados de 1972160-

Facilitaron la eliminación de las Ligas la expulsión de sacerdotes que la apoyaron y la retracción de la Iglesia. Las mismas tomas de tierra, fundadas en la teoría de la recuperación —según la cual, tomando cosas de los ricos sólo se recuperaba lo que se había quitado a los pobres - alejaron a los pocos aliados que quedaban y tornó menos ilegítima la represión ante sectores del público expectante. En este contexto, hacia 1973, las reuniones dejaron de ser toleradas y las consultas pasaron a efectuarse por otros mecanismos, según se desprende del relato de un ex dirigente:

159 Expa, En Busca de la Tierra... op. cit. p. 50. 160 Véanse, conferencia del Dr. Juan R. Cahves en Concepción el 2 de Julio de 1972, en Cuidemos Políticos, No 11 de ANR y Entrevista 2. 161 La prensa relativamente libre ya había sido eliminada en 1969.CEP, Una Iglesia al Servicio... op. cit. pp. 295-343. Véanse también Hntre-vúU 25 pp. 4-8 y Expa, En Busca de la Tima... op. cit. p. 134.

Hacia 1973 prohibieron las reuniones y la represión se puso muy pesada... ya no dejaron resquicios para reuniones y cursos, de modo que entramos en la clandestinidad..; entonces ya no existía ninguna institución que nos respaldara y también parte importante de la opinión pública nos perdió simpatía.

Posteriormente, ya los mecanismos de control social se habían endurecido notablemente radicalizándose algunos segmentos de la organización. Si bien es cierto que la represión inicial favoreció la intensificación de la movilización, cuando se tornó violenta y sangrienta, inevitablemente, sentenció muerte a las organizaciones campesinas.

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La ideología del movimiento en sus distintas etapas

La Fase pre-politica

Las ideas tradicionales de las capas campesinas de Misiones, al momento de constituirse las Ligas, comprendían las re-s a la posesión de las tierras, a la fraternidad y a la justicia. los sistemas de representaciones se expresaban tanto en mitos leyendas, como en la experiencia cotidiana y, frecuentemente, se enraizaban en las propias tradiciones indígenas.

En cuanto a la tierra, relacionada con la experiencia en el de campos comunales, se entendía que las fracciones les eran para uso de los campesinos, y que las mismas lían ser apropiadas comunalmente.

Las ideas, imprecisas, sobre la justicia se proyectaban en la lesión a bandoleros sociales que buscaban imponer la justicia [términos pre-políticos; las leyendas sobre Ignacio Aponte y Regino Vigo -que asaltaban a los ricos y enfrentaban los excesos de las autoridades- destacaban la invulnerabilidad de éstos debido a la defensa de causas justas y de los derechos de los pobres. Esa noción sobre la justicia comprendía el dar a cada uno lo suyo y respetar lo ajeno.

La fraternidad igualitaria —pervivencia cultural enraizada en las comunidades indígenas— era alimentada por la prédica de sacerdotes que insistían en aquello de amar a Dios amando al prójimo —incluyendo a los hacendados entre los prójimos-, y en la necesidad de unión entre los vecinos.

En el análisis del catolicismo tradicional debe tenerse en cuenta que la religiosidad popular de la región, con prácticas tales como el rezo del Vía Crucis casa por casa y la prédica a cargo de campesinos, no era individualista sino, más bien, con-sistía en manifestaciones colectivas que alimentaban la solidaridad.

En la ideología tradicional también pesaron los grupos dominantes que inculcaban a las capas campesinas los riesgos de relaciones con agentes externos, que les traería el comunismo anticristiano y que los esclavizaría en un régimen de trabajo forzoso. Según estas ideas, todo lo que no fuera trabajo inmediato, tales como reuniones entre los propios campesinos, fue considerado cosa de haraganes. Asimismo, los campesinos debían cooperar con los hacendados -considerados como benefactores de las comunidades rurales- y con el Gobierno, y debían hacerse parte del proceso de modernización de la estructura agraria.

Esta ideología tradicional se proyectó en la definición de los objetivos de la Liga durante los primeros años. En efecto, en ese período, aunque los objetivos de la Liga permanecieron oscuros, se enfatizó la vuelta a formas de fraternidad del pasado.

Esa búsqueda del regreso a la "edad dorada" aparecía como respuesta a la penetración de las relaciones capitalistas en el campo, tal como lo describió un informante calificado:

Cuando ya nadie era capaz de dar una mano al prójimo si no fuera por dinero, nosotros salimos de nuestros hogares para realizar juntos carpidas... en los grupos de minga que creamos para trabajos en distintos cultivos, en siete vecindarios, dialogábamos sobre el entendimiento y el amor mutuos, así como sobre la forma de llegar a una mayor unidad..

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En forma poco precisa la Liga buscaba, también, la promoción de la justicia entre los hombres y la concreción de la idea cristiana de la fraternidad a través de formas concretas de cooperación.

En este período, excluyendo las acciones defensivas de los campos comunales, las reacciones colectivas de los liguistas no representaron, durante los primeros años, una expresión política del interés de clase de las capas movilizadas162-

En estas acciones colectivas, la Liga no reclamaba nada de otro grupo ni definía una meta de influencia fuera de sus adherentes. Aún cuando las capas campesinas rechazaran el orden social y político dominante y desarrollaran formas latentes de resistencia, las mismas no se vieron envueltas en su transforma-Dicho en términos de ex dirigentes del movimiento:

La Liga no luchaba ni hablaba mal contra nadie. Nosotros aclarábamos públicamente que no nos oponíamos al Gobierno ni luchábamos contra nadie.

Lo importante era el lento combate en el interior de los propios campesinos, que frecuentemente reñíamos entre nosotros mismos... por eso necesitábamos un nuevo esti-lo de vida...

162 Nos referimos al interés que resulta de la situación de clase y, más específicamente,

de la posición de los agentes en la división social del trabajo. Véase Entrevista 24, pp. 1, 9, 6.

La experiencia cotidiana se proyectaba en el carácter confuso y contradictorio de la ideología campesina. Así, mientras los campesinos buscaban un nuevo estilo de vida seguían adheridos a algunas ideas tradicionales prestadas de los hacendados; ello pensaban que podían construir un mundo justo manteniendo relaciones plenamente armoniosas con todos. En esta ideología se reflejó la experiencia cotidiana de los campesinos, tales como la coexistencia de distintas formas de explotación y la coincidencia de la unidad productiva y reproductiva en el campo, y los favores que los campesinos recibían de los hacendados que dificultaban la articulación de la conciencia campesina.

El primer factor incluye la combinación de diversas formas de extracción del trabajo excedente, tal como la observada en el caso de productores semiasalariados, explotados tanto a través de relaciones de trabajo como a través de canales comerciales.

Transición del movimiento arcaico a movimiento político

En esta fase de transición entre lo arcaico y lo político, la conciencia social de las capas de liguistas les permite una percepción más clara del interés de clase y de las formas de articularlo, tal como se refleja en la comercialización conjunta y en las operaciones de los almacenes comunitarios que encaran. La implementación de las escuelitas campesinas marca la independencia de la ideología de los grupos dominantes y el inicio de sus negaciones.

Si bien se enriquece la ideología campesina con la incorporación de nuevas categorías que permiten un rechazo más firme del orden establecido y la prefiguración más clara del nuevo orden social, permanecen elementos de la fase anterior, tal como los que buscaban cambios internos al propio grupo implícito en la constitución de

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comunidades utópicas y los que enfatizan el lenguaje religioso para expresar aspiraciones referidas al orden social.

163 Véase Boletín de Informaciones, 29 de Agosto de 1971.

En los cambios anotados influyeron tanto "ideas de afuera" transmitidas por los agentes pastorales y por el semanario "Comunidad"164 como la propia experiencia que, en el caso de las operaciones de comercialización y abastecimiento, hizo ver a las capas de liguistas que la fuente de explotación no se limitaba al acopiador vecinal; o la represión exacerbada que llevó a los campesinos a interrogarse sobre la conexión entre la esfera política y las relaciones socio económicas. El mayor contacto con el mercado, impulsado por la expansión del algodón como cultivo de renta dio mayor visibilidad a la explotación comercial a través de canales comerciales.

Por otra parte el apoyo extra económico dado por el Es tado al emergente empresariado rural ayudó a los liguistas a ver los componentes políticos de la dominación. Asimismo, el monopolio de recursos ligado a la modernización dio mayor visibilidad a la concentración de la tierra.

En cuanto a las ideas externas, las mismas estuvieron estrechamente ligadas a la gran apertura del Concilio Vaticano II. En efecto, agentes pastorales llegados de Europa transmiten las ideas del Concilio y del encuentro episcopal de Medellín en base a reflexiones sobre pasajes bíblicos. Se trataba de una ruptura con la religión tradicional de los campesinos, espiritualista, que no utilizaba la Biblia.

La constitución conciliar Gaudium et Spes ilustra el contenido de las nuevas ideas. El documento se focaliza en el hombre todo entero con alma y cuerpo, situado en el plano socio-histórico. En este documento la Iglesia refleja su preocupación por el crecimiento del poder no siempre controlado para beneficio del hombre, y por la gran proporción de la humanidad que sufre hambre y miseria en un mundo de abundancia.

164 Este Semanario Católico "que defendía los derechos de los pobres* era leído en las

reuniones de los liguistas. Véase Entrevista 27.

Atendiendo al aspecto económico de la vida, el Concilio señala que el progreso económico con demasiada frecuencia sólo agrava la desigualdad social, de tal modo que coexisten el lujo y la miseria!^ La Iglesia, defendiendo la igualdad esencial del hombre, reiteró que toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, incluyendo aquellas basadas en la condición social, debe ser erradicada.

La Iglesia también afirmó la necesidad de trascender una moralidad individualista. El cumplimiento del deber de justicia y amor supone —en la perspectiva del Concilio— todos los esfuerzos posibles para poner fin a las enormes desigualdades económicas. En el uso de las cosas el hombre debe reconocer que Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres166-

La segunda conferencia del Episcopado Latinoamericano, realizada en Medellín, tuvo aún más influencia en la ideología de las Ligas. En esta conferencia las ideas del concilio fueron referidas a las realidades de la región. En su mensaje a los pueblos, los

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Obispos manifestaron su preocupación acerca de América Latina y sus angustiosos problemas que la marcan "con señales de injusticia que hieren la conciencia cristiana167-Los Obispos también caracterizaron el continente como combinación "del hambre y la miseria", y señalaron la escasa participación del pueblo en las decisiones que afectan al bien común168.

165 Concilio Vaticano II, Documentos del Vaticino II. (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 971);pp. 198-223. 166 Ibid.pp. 224-25, 269.

167 Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Documentos Finales de Medellín. (Bs As.: Ediciones Paulinas, 1968); p.8.

168 Ibid. pp. 8-9.

En este encuentro la noción de liberación fue presentada como estrechamente relacionada a formas históricas de opresión y, particularmente, a las "estructuras opresoras que provienen del abuso del tener y del abuso del poder; de la explotación de los trabajadores o de la injusticia de las transacciones"

Es el mismo Dios quien, en la plenitud de los tiempos, envía a su Hijo para que hecho carne venga a liberar a todos los hombres de todas tas esclavitudes a que los tiene sujetos el pecado, la ignorancia, el hambre, la miseria y la opresión, en una palabra, la injusticia y el odio que tienen su origen en el egoísmo humano'69-

En la visión de los Obispos, el amor debía motivar a los cristianos a realizar la justicia en el mundo, buscando la participación activa y decisiva de toda la población y, especialmente, de las clases populares, en la construcción de una nueva sociedad 170

Para la creación de las condiciones de esa participación fue enfatizada la necesidad de una educación concientizadora. Dicho en palabras de tos Obispos:

...es indispensable la formación de la conciencia social y la percepción realista de los problemas de la comunidad y de las estructuras sociales. Debemos despertar la con-ciencia social y hábitos comunitarios en todos los medios. Nuestra reflexión sobre este panorama, nos conduce a proponer una visión de la educación, más conforme con el de-sarrollo integral que propugnamos para nuestro continente; la llamaríamos la "educación liberadora"; esto es, la que convierte a! educando en sujeto de su propio desarrollo. La educación es efectivamente el medio clave para liberar los pueblos de toda servidumbre171

169 Ibid. pp. 19,27. 170 Ibid. pp. 29.

En efecto, las nuevas prácticas educativas implicaron la introducción de categorías críticas para el análisis de la sociedad, tales como opresión, concentración de la tierra, liberación y explotación. En las reuniones de reflexión, que se intensifican hacia 1970, los liguistas descubren en el Viejo Testamento una religión más comprometida, en la que la fe llevó a los creyentes a luchar por su liberación según el Plan de Dios.

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Igualmente, en el Antiguo Testamento se destacaba a los profetas, quienes en nombre de Dios denunciaban los pecados en su dimensión social y defendían a los débiles.

En las reflexiones, los pasajes bíblicos eran referidos a situaciones actuales, aún cuando, en términos de conciencia social, los liguistas no lograban aún claridad en la percepción de las formas en que eran explotados y en la prefiguración de un ordenamiento social alternativo. De estos pasajes eran escogidos los que enfatizaban las actuaciones de Moisés, que liberó al pueblo de Dios esclavizado en Egipto por el Faraón172.

En estas reflexiones se solía comparar la opresión egipcia y la actual, poniéndose de resalto que todavía hoy existen pueblos en situación de esclavitud.

La liberación, la fraternidad y el Plan de Dios eran temas discutidos reiteradamente, así como las lecturas que aludían al Mesías pobre que vino a fundar un reino de hermanos y que salvará al pobre y lo rescatará de la opresión, llenándolo de bienes, mientras despide a los ricos con las manos vacías'73-

171 Ibid. pp. 36,72. 172 José L. Caravias, Vivir como Hermanos, (Asunción: Ediciones Loyo-la, 1971); pp. 20, 82.

173 Salmos 12, 12-14. Entre esas lecturas se privilegiaban las que aludían a Jesús el carpintero campesin o hijo de una campesina pobre, con confianza en los pobres a quienes anuncia que el reino les pertenece; Lucas: 1, 51-53.

En cuanto a la explotación, si bien no llegó a analizar los mecanismos de acumulación de las desmotadoras, sí fueron consideradas las denuncias de los profetas de los que usaban balanzas con trampas y llenaban sus casas con los despojos del pobre174.

La fraternidad no era una noción nueva, pero su contenido aprecia enriquecido. La misma ya no se limitaba a la cooperación y atención a desvalidos175, y consideraba la eliminación de los obstáculos para vivir como hermanos, tal como las grandes desigualdades sociales y la explotación.

En materia de apropiación de la tierra, las ideas de los liguistas ya no se limitaban a la defensa de los campos comunales175 sino que llegaban a cuestionar la concentración de la tierra y su venta; según el Plan de Dios, los bienes de la creación debían llegar a lodos por igual 177-

Si bien la liberación, otro tema reiterado de las reflexiones, se consideró en una acepción muy amplia, la misma expresaba, de cara a! futuro, deseos de cambio de la sociedad presente.

Esta nueva ideología de la Liga comprendía un claro rechazo del capitalismo percibido como un sistema opresivo que provocaba el empobrecimiento campesino, y que significaba egoísmo y explotación; la antipatía de los liguistas comprendía las "instituciones capitalistas178

174 Amos: 8, 4-6; Isaías 3. 14-15. Véase también cancionero de las Ligas.

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175 Caravias, Vivir como Hermanos, op. cit. pp. 105-9. 176 Ibid. p. 31. 177 Levi'tico 25, 23; Números 26, 52-55; Isaías 5, 8. Génesis I, 26-30.

178 Véase Healy, Agrarian Structure... op. cit.

Con la prevalencia de esas ideas, los grupos dominantes perdieron el control sobre las creencias del campesinado. Cambió la definición de lo correcto y délo incorrecto, y de lo que resultaba posible para las capas campesinas. Las ideas y creencias predominantes dejaron de reforzar la desigualdad y las formas vigentes de dominación política, debilitando la legitimidad del orden establecido; concomitantemente los miembros de la Liga comenzaron a creer que sus agravios podían ser reparados.

Las ideas de afuera alimentaron la creencia que los campesinos eran injustamente privados en relación a otro posible y deseable estado de cosas. Así, los liguistas fueron convencidos que ellos, como seres humanos, no estaban recibiendo lo que deberían; súbitamente, se elevaron sus expectativas, ensanchando la brecha entre expectativas y posibilidades de satisfacerlas, provocada por la presencia de condiciones objetivas de privación creadas por el proceso de modernización.

El sentido de privación relativa causado por la elevación de las expectativas, comprendió la brecha entre expectativas y posibilidades percibidas de satisfacerlas en materia de condiciones económicas y relaciones políticas.

La proporción de campesinos afectados por el proceso de modernización y por la elevación de las expectativas puede ser estimada en el 50 por ciento del campesinado de Santa Rosa.

Por otra parte, aquellas nuevas ideas como fuentes de privación relativa aumentaron la capacidad de movilización de las capas de liguistas179-

179 Véanse W.C. Runciman, Relative Deprivation and Social Injustíce (Berkeley:

University of California Press), pp. 9-35; y Charles E. Hurts, The Anatomy of Social Inequality (St. Louis; C.V. Mosby Company),pp. 176-80.

El otro aspecto importante de los nuevos elementos de la ideología del movimiento está dado por su contribución al fortalecimiento del compromiso de los adherentes con la Liga. El combate por la justicia es combate de Dios que alienta al campesino en sus luchas180 Algunos tenían que sacrificarse, pero, la lucha no es estéril dado que son bienaventurados los que padecen persecución por !a justicia porque suyo es el reino de los cielos

En cuanto al alcance de los elementos incorporados con las reflexiones bíblicas, debe tenerse presente que, si bien los mismos contribuyen a la maduración de la conciencia campesina de los liguistas, al faltar un diagnóstico ajustado de la realidad campesina -con un análisis de las formas concretas de explotación se reaccionaba sin percibir claramente contra qué, y la liberación quedaba muy abstracta. Por otra parte, tampoco se discutía adecuadamente cómo lograr los cambios deseados, soslayándose los aspectos políticos de la sociedad 182

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Los liguistas buscaban el paso en el Mar Rojo que los aleje de las fronteras de la opresión, pero no sabían dónde buscarlo. Las organizaciones propugnadas eran más de tipo religioso que de clase.

A pesar de la ausencia de planteos políticos en las reflexiones de los liguistas, éstas fueron replicadas por los grupos dominantes que acusaban de comunistas a los sacerdotes y negaba legitimidad a los nuevos planteos teológicos.

180 Caravias, Vivir como Hermanos, op. cit. pp. 71-73. 181 Mateo 5, 10-12. Véanse Cancionero de las Ligas y Boletín de Informaciones, 29 de Agosto de 1971, Véase también CEP, Una Iglesia al Servicio del Hombre, op. cit. pp. 448-49.

182 Caravias, Vivir como Hermanos, op. cit. p. 62.

Los elementos autoritarios de la ideología dominante —ligada a la doctrina de la Seguridad Nacional— que buscaba eliminar todo disenso y rechazaba todo espacio crítico, defendía una religión "espiritualista" desencarnada, desligada del mundo; "es suficiente arrepentirse cada noche en la cama y Dios ya perdona'* reiteraban los líderes políticos locales ligados al gobierno 183 En esta fase de transición, las ideas del movimiento aludían a la prefiguración de la nueva sociedad enfatizando la socialización de la tierra y de los otros medios de producción184

La transformación de la Liga en movimiento de tipo político

Hacia 1973 culmina el proceso de transición de la fase arcaica a la política de las Ligas de Misiones. Esta fase duró menos de un año. La Liga no pudo constituirse en un movimiento político maduro, ya que fue destruido antes de llegar a una fase avanzada. Así, puede decirse que la organización campesina murió cuando llegó a transformarse en movimiento de tipo político.

Desde 1973, el objetivo básico del movimiento pasó a ser la prosecución organizada del interés de clase de sus adherentes, buscando a ese efecto influir en grupos externos. Este pasaje es referido por un informante, del modo siguiente:

Cuando encaramos las renucleaciones (hacia 1972) buscando vivir en comunidad, nuestras ideas seguían vagas; pero luego, nos dimos cuenta que esas experiencias tampoco eran la solución. Nos dimos cuenta que para defender nuestros intereses de clase deberíamos influir en el Estado.

183 Véanse Boletín de Informaciones, lo de Febrero de 1970 y 12 de Julio de 1970. 184 Véanse Informe de las Ligas a la CEP de 1971, e Informe del encuentro de Ypacaraf de Abril de 1971.

La percepción más clara de los intereses que derivan de la situación de clase se proyecta en la ocupación de tierras. Ya no se reclamaba la restauración de un derecho tradicional amenazado -como al defender los campos comunales- sino de rechazar el monopolio del medio básico de producción de los campesinos. Los que no tenían tierras debían acceder a ellas; considerando el destino universal de los bienes, conforme al Plan de Dios, se cuestionaba la concentración de la tierra en pocas manos mientras los campesinos necesitaban de ella para vivir.

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El otro componente del cambio cualitativo de la conciencia campesina, la idea de liberación, se enriquece a partir de componentes políticos. Desde 1972 los cambios internos a las comunidades campesinas ya no bastaron, ya que la percepción de los liguistas cons ideraba necesario influir en la estruc tura de poder de la sociedad; en aquél entonces se entendía que, por más solidarios que fueren entre sí los campesinos, la sociedad no cambiaría.

En la nueva concepción de los liguistas se debía ir más allá del reparto de bienes entre ellos mismos. En ese sentido, los delegados de las Ligas señalaron que las "comunidades" económicas que se habían constituido, por sí mismas, no cambiarían la sociedad sino la mentalidad de los propios campesinos, porque "no puede haber cambio de estructuras con la administración y pequeños trabajos en común"; esas transforma-ciones más bien resultarían de la lucha política en la esfera del Estado, en la cual debían estar representados los intereses campesinos.

También, el alcance apostólico del movimiento y su dependencia de sacerdotes se altera a partir de 1973; desde entonces las Ligas pasan a ser organizaciones autónomas, tal como resulta de la narración de un dirigente:

Hacia 1973 las actividades religiosas ya no eran considera-as como tareas propias de la Liga; en ese tiempo los campesinos éramos conductores de nuestra organización; cuando tomábamos las decisiones ya lo hacíamos sin los sacerdotes.

Otros cambios cualitativos en la conciencia campesina se proyectan en la búsqueda de aliados y en los esfuerzos por constituir una organización nacional.

A nivel nacional las Ligas formaron comisiones permanentes que se ocuparon de educación, economía, política y teología, mientras buscaban mejorar la organización campesina a nivel regional.

Buscando aliados los líderes campesinos establecieron contactos con diferentes grupos y organizaciones, pidiendo apoyo en materias específicas 185-

Con estos elementos el movimiento campesino se transforma en movimiento de tipo político, en prosecución del interés común. El proceso, sin embargo, queda trunco como resultado de la creciente represión. Al llegar a este punto del proceso, el movimiento ya no pudo continuar. Más tarde, algunos segmentos que continuaron operando subterráneamente se llegaron a radicalizar mientras la mayoría de los ex-liguistas se sintieron impotentes y desesperanzados.

Así, los sueños de las capas campesinas de una sociedad más fraterna y abierta, que respete sus derechos, se estrellaron contra la rigidez de un sistema político que no dejaba ningún resquicio para posturas críticas.

185 Véanse, Conclusiones del encuentro de KOGA, realizado entre el 1 y 8 de Junio

de 1972 y Entrevista 25 pp. 1,7.

V. LA REGIÓN DE CAAGUAZU, DE LA EXPLOTACIÓN FORESTAL A LA COLONIZACIÓN PIONERA

Los cambios en la Estructura Productiva Regional

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La colonia Repatriación, transformada en los últimos años en distrito o municipio —la menor unidad político-administrativa—, notable por el desarrollo del movimiento religioso milenarista "Pueblo de Dios", hace parte del Departamento de Caaguazú y comparte sus características básicas.

Se trata de un espacio de frontera agrícola destinado a la colonización sólo en las dos últimas décadas. Aún cuando en la estructura productiva precedente la ganadería se combinaba, en algunas zonas, con la explotación de los bosques, fue ésta última la actividad predominante.

Si bien, en las regiones vecinas, se "instalaron las grandes agro-industrias ligadas al capital internacional, que explotaban la yerba y la madera y que se constituyeron con la apropiación • privada de la tierra a fines del siglo pasado, también Caaguazú fue espacio de explotación yerbatera y maderera.

Mientras Yaguakái, próximo a Repatriación, fue asiento de una de las administraciones de la empresa Fassardi, los "habilitados -o contratistas- por las agroindustrias, que explotaban en su mayor parte bosques de tierras públicas, tenían sus centros de operaciones en distintos lugares de la región. En este contexto, los obrajes y la pequeña agricultura explotada por los trabajadores se alimentaban recíprocamente. Así en 1942, las 4.441 unidades familiares del Departamento de Caaguazú obtenían ingresos tanto de la producción agrícola propia como del trabajo asalariado en los obrajes, y la tercera parte detentaba parcelas menores de 5 hectáreas.

La alta proporción relativa del ingreso que provenía del trabajo en los obrajes, se refleja en los datos censales que insertamos. IMPORTANCIA DEL TRABAJO EXTRAPRED1AL EN UNIDADES RURALES DE CAAGUAZÚ. 1943

% de explotac. con trabajo extra predial

No. de días de trabajo fuera del predio

Todo el país

46.70

36

Región de Caaguazú

55,74

50

Esta estructura productiva influye en los procesos posteriores, en tanto la población de obrajeros marcados por su conciencia dependiente permanecen en la región. En ese sentido, debe tenerse presente el carácter compulsivo de las relaciones de trabajo en los obrajes, que atomiza socialmente y limita las reacciones ante situaciones extremas en la esfera individual.

Ese orden social estaba articulado en la dominación tipo enclave, con los obreros del obraje-productores de subsistencia sujetos al poder de su patrón o sus representantes, que no tenía contrapesos en los límites del latifundio agroindustrial dada la debilidad del Estado.

Si bien esta situación se fue modificando lentamente, aún a mediados de la década del 50, los productos principales de la región seguían siendo yerba y madera y la tenencia de la tierra no se había alterado sustancialmente, a pesar del aumento importante del número de explotaciones.

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En los años siguientes, concomitantemente con la declinación de la explotación de la madera y yerba, las tierras forestales ya explotadas son ocupadas crecientemente por nuevos asentamientos agrícolas.

En efecto, la colonización oficial en el marco de la "marcha hacia el este", que se intensifica a partir de la década del 60, paralelamente a la construcción de la ruta Coronel Oviedo-Puerto Pte. Stroessner, amplia la frontera agrícola en la región alte-rando el sistema productivo regional y se proyecta en el notable incremento poblacional, alimentado por las migraciones de las últimas décadas, tal como se desprende de las informaciones censales.

POBLACIÓN DEL DEPARTAMENTO Y DEL DISTRITO DE CAAGUAZU 1950, 1962 y 1972 1950 1962 1972

Total de departamento Distrito de Caaguazú

71.649 6.913

125.138 25.356

213.857 74.250

El proceso de asentamiento de familias campesinas con sed de tierras y procedentes de distintas áreas de mayor concentración de población, fue de una notable intensidad si consideramos que hasta 1975 se habilitaron más de 22 mil lotes con 413.839 has., tanto en colonias oficiales como en colonias privadas186. según el detalle siguiente:

186. Las dos terceras partes de los lotes fueron habilitados desde 1963. En cuanto a la importancia de la colonización oficial en Caaguazú, téngase en cuenta que en el período 1950-^2, el 17% del total de lotes habilitados correspondió al departamento, y en el período 1963-72 esa participación llegó al 12,5%', Ramón Fogel, "Colonización Agraria y Distribución Espacial de la Población". Revista Paraguaya de Sociología (Enero-Abril 1979).

COLONIAS HABILITADAS EN EL DEPARTAMENTO DE CAAGUAZU

HASTA 1975

Cantidad de Colonias

Número de lotes

Superf. en néctar.

Colonias privadas

30

9.857

206.292

Colonias oficíales

37

13.122

207.547

Total 67 22.979 413.839

En la colonización privada -que comprende enclaves de colonos mennonitas- predominan los asentamientos espontáneos en tierra particular, regularizados con el pago a sus propietarios, con una mínima intervención de instituciones estatales. En la colonización oficial inducida, en cambio, es marcada la participación de los agentes ligados al Estado, básicamente, del IBR, entidad estatal encargada de la asignación de tierra, y del desenvolvimiento y organización de la colonia. En estos casos, tal como veremos, los colonos se integran de modo subalterno a las organizaciones estructuradas "de arriba para abajo" en las colonias al depender de los favores de la autoridad y de los patrones y, en esa medida, no cuentan con espacios siquiera rela tivamente autónomos para sus prácticas de clase.

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Precisamente, esta inserción en relaciones de clientela cons tituye uno de los obstáculos para la constitución de este campesinado como clase.

Tanto la colonización privada como la oficial, tienen en común el origen de los asentados que provienen de diversas áreas de viejo poblamiento. El hecho que la mayoría de los colonos fuesen inmigrantes provenientes de otras regiones se proyectó en las características de los asentamientos.

La migración debilitó los lazos que unían a los colonos a múltiples grupos que ordinariamente ejercían controles regulatorios, y que eran parte de sus estrategias de sobrevivencia. La inmigración limitaba la cantidad y la intensidad de las relaciones sociales de los colonos, ya que con el traslado se cortan tanto las relaciones cooperativas basadas en la vecindad y el parentesco, como aquéllas asimétricas de tipo patrón-oliente.

Ya en los nuevos asentamiento, la diversidad de origen de los colonos dificulta tos formas de sociabilidad aunque no impide la reconstrucción parcial de relaciones familiares. Estos ex-minifundistas -y, en algunos casos, ex-desaira ¡gados— inician el asentamiento con recursos escasos o sin ellos, y al no encontrar la asistencia adecuada reproducen los rasgos de la agricultura de subsistencia.

A pesar del escaso volumen económico de estas unidades productivas, to intensidad del proceso de colonización y su magnitud significan una alteración sustancial del sistema productivo regional; mientras declina la producción forestal y yerbatera aumenta la producción agrícola, y en esa medida cambian las relaciones socio económicas. También las relaciones políticas cambian ya que con la colonización la presencia del Estado fue más importante.

El vuelco a los cultivos comerciales

Al aumento cuantitativo de la producción agrícola se suma, en los últimos diez años, cambios cualitativos asociados a la intensificación de cultivos comerciales y, en general, a la profundización de las relaciones de mercado.

Este vuelco a la agricultura comercial inserta al colono en la dinámica capitalista en forma más intensa que en otras épocas, y produce cambios en la estructura de relaciones socio-económicas y, en esa medida, en el mismo modo de vida de los co-lonos187. En efecto, la superficie cultivada, tanto del algodón como de la soja, se multiplica once veces entre los años agrícola 1968/69 y 1978/79. Parte importante de la expansión de los cultivos comerciales supuso la disminución de cultivos de autoconsumo -algunos de los cuales se vuelven comerciales-y, en esa medida, mayor dependencia de los pequeños produc tores del mercado para el abastecimiento de bienes de consumo,

Esa mayor inserción en el mercado, asociado al proceso general de desarrollo del capitalismo en la agricultura en condiciones políticas que restringen la organización campesina y debilitan su capacidad de negociación, conlleva la desarticulación de la pequeña explotación, tal como veremos. Los colonos aislados no tienen ninguna posibilidad de negociar en píe de igualdad con la red bien establecida de intermediarios —que bajan los precios a medida que aumenta la oferta- y con los agentes del capital agroindustrial integrados al pacto de dominación.

Más que un proceso de diferenciación de clase, se dio un proceso de deterioro de la pequeña explotación de los colonos. Si bien la acumulación se dio, básicamente, en

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canales comerciales y agroindustriales externos a los colonos, entre éstos también se observan reducidos segmentos que se diferencian hacia arriba y que están ligados al comercio y al partido de Gobierno; en esta última situación se encuentran los colonos que recibieron un trato privilegiado de la institución colonizadora. Este proceso se proyecta en actitudes políticas diferentes, ya que los segmentos que logran ampliar su base productiva se caracterizan por su postura más conservadora.

186 Ramón Fogel, "Colonización y Estructura Agraria", Domingo Riva-rola. (ed.)f en Estado.

Campesinos y Modernización Agrfcclg. (Asun ción,CPES. 1982).

La descomposición de los colonos refleja procesos que se dan a nivel de la sociedad global, con incidencia diferencial en las regiones. Estos procesos son impulsados tanto por la dinámica estructural como por las políticas públicas. Entre estas últimas tuvieron -y siguen teniendo- importancia los "Proyectos de Desarrollo Rural Integrado" y los créditos, que operaron sobre la pequeña explotación a través de diversos mecanismos. Estos comprenden, fundamentalmente, la presión sobre las tie rras al elevarse su precio, control de la tasa media de ganancia en el caso de la soja, intensificación del trabajo asalariado y profundización de relaciones de mercado.

En efecto, en algunas colonias del Dpto. de Caaguazú se implementa el primero de estos proyectos de desarrollo rural integrado, financiado por el Banco Mundial, que busca inducir la adopción de paquetes modernos tecnológicos y la mayor interacción de los colonos con el mercado, en el marco de la lógica capitalista.

Tanto los rasgos básicos del referido proyecto, como sus efectos, son observables en la colonia Repatriación, centro de irradiación del movimiento milenarista "Pueblo de Dios", tal como pasamos a puntualizar.

Las visicitudes de la Colonia Repatriación La estructuración inicial del asentamiento:

La colonia Repatriación se constituyó respondiendo a la política colonizadora del Estado, que buscó descongestionar las zonas minifundiarias con mayor densidad poblacional, aprovechando la declinación de la explotación de los bosques y la ausencia, en aquel entonces, de demanda de tierras para una agricultura comercial. Precisamente, en 1963, en momentos en que se intensifica la expansión de la frontera agrícola en la re-gión, se constituyó la Colonia Repatriación con 31.400 has. y 2.098 lotes.

Los rasgos básicos del asentamiento, que influyeron posteriormente en las formas de las acciones colectivas, comprendie ron el relativo deterioro socio-económico y la diversidad de origen de los colonos; la escasez de recursos asignados al asentamiento y la presencia inmediata de agentes ligados al Estado, que establecen prácticas inmovilizadoras a partir de relaciones bilaterales casi compuls ivas que entablan con los colonos individualmente, tal como desarrollaremos.

Entre los asentados se diferenciaban los repatriados de la Argentina y los migrantes internos, provenientes de áreas de viejo asentamiento y que comprendían trabajadores urbanos de profesiones diversas188' Estos habían abandonado sus comuni-

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dades buscando tierra en territorio de frontera. El grupo de repatriados comprendía a los emigrantes asalariados paraguayos que se radicaron en provincias vecinas de la Argentina.

Si bien la diversidad de origen no impidió la recomposición en la colonia de grupos familiares, la misma contribuyó a la atomización de los colonos y a la debilidad de su relaciona-miento interno. En cuanto a la pobreza de las capas de colonos, la misma se refleja en el rudimentario equipamiento productivo del que disponían, que llegaba a un valor medio, en 1965, de G. 5.404; mientras el capital medio total llegaba a G. 13.700189-

188. El 30%t de los colonos no eran agricultores antes de venir ai asentamiento, y el 15% provenía de centros urbanos del país. Entre los re patriados fue mayor la proporción de agricultores aunque más de la mitad no poseían tierras con anterioridad; Antonio Giles y Otros, Contribución al Planeamiento para la Consolidación de la Colonia Repatriación (Bogotá: IICA/CIRA* 1966) pp. 132-133.

189 Ibid.

La capitalización inicial débil o inexistente de los produc tores y el apoyo, también débil, que recibían en orden a su fortalecimiento, explican el trabajo asalariado extrapredial intermitente190, que comprendía a más de la tercera parte, en 1965, y que se proyectaba en el reducido tamaño de las parcelas bajo cultivo191. En relación a las causas del escaso volumen económico de las parcelas, los productores entrevistados también mencionaron la cantidad dé jornadas dedicadas a la construcción de infraestructura comunal.

La participación de los colonos en estos trabajos se caracterizó por la compulsividad impuesta por los representantes de la entidad oficial colonizadora. Precisamente, este carácter inmovilizador es uno de los rasgos básicos de la organización de la colonia. En este sentido, los representantes de los colonos —gobernadores— se limitaron, en la primera etapa del asentamiento, a cumplir órdenes del encargado, nombrado por la institución colonizadora, quien ejercía el poder discrecional dentro de la colonia192. ASÍ, durante una investigación, esta autoridad de la colonia ordenó la expulsión de un colono "por incumplimiento de sus obligaciones 193

Refiriéndose a la compulsividad de las relaciones establecidas entre los colonos y el "encargado**, un entrevistado manifiesta:

El encargado nos citaba a 5 kms. de acá y debíamos ir obligatoriamente. Trabajábamos en el centro urbano des troncando y construyendo para el local de la cooperativa, la escuela y la administración. Construimos 15 kms. de camino hasta Caaguazú 194.

190 En este sentido, téngase presente que el capital promedio que trajeron los colonos fue de 13.721 Gs. equivalente a unos 100 dólares. Ibid pp. 83-90. 191 Ibid. p. 79. 192 Ibid. pp. 55-59.

193 Ibid. p. 56.

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En el mismo sentido, otro colono relata:

Al constituirse la colonia, el encargado nos entregó un decreto que nos obligaba a tener en un período de 6 meses, chacra, casa grande con dos piezas y a desmontar frente a nuestros Iotesl95.

Otro colono, reconstruyendo la etapa inicial del asentamiento, menciona las órdenes recibidas del encargado:

Me van a destroncar este camino; a cada colono le corresponde 10 metros a ambos lados. Si en los próximos meses no puedo entrar con mi coche los expulsaré. Para entonces cada colono debe tener dos has. de rozado, construir su casa con dos piezas, un baño y una cocina. Entonces a los que no me ponen todo esto los desalojaré y quemaré las casas de palmera196.

En cuanto a los factores que explican la atomización de los colonos, debe tenerse en cuenta que, a la diversidad de origen de éstos y al tipo de relacionamiento con sus superiores, se suman las características de la pequeña producción campesina, sin interdependencia entre los productores, y el mismo tipo de asentamiento dispersivo en lotes cuadriculares, tal como se observa en el plano de la colonia que insertamos. En este tipo de asentamiento, las viviendas están emplazadas en medio de las parcelas, separadas entre sí, aislando a los productores y fortaleciendo, en la primera etapa del asentamiento, las relaciones intrafamiliares. En ese contexto quedaba muy poco espacio para el funcionamiento de redes de cooperación.

194 Véase Entrevistas 8 p. 8 y 10 p. 18. 195 Este mismo colono señala que esa misma amenaza se concretó en una ocasión en la que un asentado se enfrentó al encargado bien protegido por guardaespaldas. A resultas del incidente el asentado, según el relato, fue golpeado y expulsado. Véase Entrevista 8, p. 9. El mis mo entrevistado refiere la obligatoriedad de la entrega de tres piezas buenas de madera para financiar una cooperativa local a cuya gestión eran ajenos los colonos. Véase además Entrevista 6. 196 Véase Entrevista 9, p. 7.

La inexistencia de comunidades en la colonia se vio reforzada por la ausencia de agentes pastorales de la iglesia católica en la etapa de constitución del asentamiento, ya que los mismos, en otros casos, han aglutinado, no sólo en el plano religioso, y han generado relaciones comunitarias.

El desarrollo del asentamiento

En el contexto reseñado, de precariedad de recursos y de trabajo asalariado extrapredial197. los colonos logran una lenta expansión de la superficie cultivada, llegando apenas, en 1974, —a 10 años de iniciado el asentamiento— a cultivar hasta 3 has. el 50* de los colonosl98.

Las condiciones de producción no permitían a los colonos acumular excedentes que facilitaran ampliar la base productiva de modo que, a mediados de la década del 70, los productores aún no contaban con el equipamiento productivo mínimo199.

Las restricciones anotadas no impidieron que las capas de colonos en su proceso adaptativo desarrollaran estrategias de sobrevivencia que les permitiera satisfacer sus necesidades básicas de alimentación Esas estrategias, que incluían trabajo asalariado

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intermitente, descansaban en la producción en sus propias parcelas destinada al autoconsumo y a la venta.

197 Véase Fogel, "Colonización y Estructura Agraria", citado p. 127. 198 Ibid.

199 Ibid.

El limitado volumen de las operaciones de las explotaciones y su débil capitalización incidía en la poca estabilidad de los colonos, que transferían sus derechos de ocupación y se dirigían a nuevas colonias, lo que contribuía a la débil integración interna de éstos, a tal punto que en 1971 sólo el 31 % de los productores fueron pobladores desde la fundación de la colonia200.

En esta dinámica de expulsión de contingentes de colonos y de atracción de otros, influyeron las características de los productores repatriados que, ante las dificultades de adaptación a los rigores de la etapa inicial del asentamiento, regresaron a la Argentina o se desplazaron a otros puntos del país201 Los nuevos grupos de colonos que se iban incorporando acentuaban la débil integración interna que se proyectaría después en la forma que adopta la reacción colectiva de las capas de colonos.

Otro aspecto del desarrollo del asentamiento fue el de la modificación del tamaño original de los lotes -de aproximadamente 20 has.- tanto por la vía de la fragmentación como de la expansión. La presión demográfica dentro de las familias y la venta parcial de derechos de ocupación explica tanto que a diez aflos de constituida la colonia, la quinta parte de los lotes se hayan subdividido, como la expansión de algunas explotaciones que en 1974 llega .al 4 % del total202.

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La venta de los derechos de ocupación refleja la presión sobre los lotes de los colonos, concomitante al proceso relativamente lento de descomposición de esos segmentos, impulsado por la mayor inserción de las explotaciones en el mercado y, más específicamente, por la expansión de los cultivos comerciales ya comentada203. Esta profundización inicial de las relaciones de mercado fue apoyada, en un primer momento, por el Banco Nacional de Fomento, que en los primers años de la década del 70 comenzó a constituir comités de productores para la canalización de créditos.

200 B. Sánchez y Otros. Eatudio Agronómico de la Colonia Repatriación (Asunción; Facultad de Agronomía, 1972) p. 25. 201 Véase Entrevistas 9, p. 9 y 3, p. 12. 202 Fogel, "Colonización y Estructura Agraria", op, cit, pp. 253. 203 Véase Censo Agropecuario de 1981.

Este proceso de inserción en el mercado, lento hasta mediados de los aflos 70, se intensifica notablemente desde 1975 con la implementación del proyecto financiado por el Banco Mundial, que transfiere masivamente capital financiero a la colonia, -a diferencia de Misiones donde el capital tomó la forma de la gran empresa moderna-, y desarticula las estrategias de sobrevivencia de colonos que se basaban en la producción de autoconsumo y la venta del remanente.

La modernización inducida por el proyecto financiado por el Banco Mundial

El primer Proyecto de Desarrollo Rural Integrado, y el más importante hasta entonces, considerando la magnitud de los recursos, se implementa a partir de 1975 en tres colonias con un área de 87.000 has. una de las cuales es Repatriación204. Este proyecto, con un costo total de 15 millones de dólares, que afectó a 7.000 familias, representó una innovación de las políticas públicas destinadas a la modernización de la producción agrícola de los pequeños productores y, desencadenó procesos que caracterizaremos, y que tiene importancia en la explicación del movimiento milenarista "Pueblo de Dios"205.

Con el Proyecto de Desarrollo Rural Integrado en cuestión.

204 Este tipo de proyecto se caracteriza por atender en forma conjunta y coordinada necesidades sectoriales de un área seleccionada. Los sectores comprenden salud, crédito, caminos, educación, tenencia y asistencia técnica y se orienta a acelerar el ritmo de desarrollo; MAG, Evaluación Final del Proyecto de Crédito para Pequeños Agricultores y Desarrollo Rural 509 PA (Asunción, 1981). 205 Ibid. pp, 1-16. 146

se buscó abolir la pobreza debilitando la producción de subsistencia y fortaleciendo la agricultura comercial e incrementando el acceso a bienes mercancías por parte de los productores. En esta óptica fueron considerados como pobres —definidos básicamente en términos de ingreso monetario— los pequeños productores que todavía tenían tierra y que satisfacían parcialmente sus necesidades con su propia producción. Esta definición de pobreza, por otra parte, aparecía desconectada de formas de explotación206.

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Tanto para el Banco Mundial como para las políticas públicas que lo apoyan, el desarrollo rural se logra con la modernización y la monetarización del mundo rural, que debe pasar de su aislamiento tradicional a su integración al mercado interno e internacional207. Desde esta perspectiva el desarrollo requiere una gran interacción entre los sectores moderno y tradicional, incrementando la producción agrícola comercializable y el empleo de insumos modernos.

En cuanto a su impacto, el proyecto en cuestión tuvo efectos directos, básicamente, a través de créditos, e indirectos, debidos a la construcción de caminos, a la ampliación del sistema escolar y a la mayor presencia del Estadoy organizaciones colaterales. En relación a este último tipo de impacto debe tenerse presente que el surgimiento de nuevas instituciones presiona sobre la familia y recomponen la organización social local.

El referido proyecto, con un modelo adaptado a produc tores de tipo capitalista ajeno a la lógica campesina, intensifica en la colonia la modernización agrícola a costa del deterioro socio-económico de capas de colonos. Estas transformaciones en las relaciones socioeconómicas locales definen el contexto en el que se desarrolla el movimiento milenarísta "Pueblo de Dios".

206 World Bank, Rurtl Development PoHcies (Washington, 1975); p. 21. 207 Ibid. p. 3.

En orden a la organización de las explotaciones de los colonos, la transformación de la agricultura tradicional provocada por el Proyecto de Desarrollo Rural Integrado, implicó un crecimiento sustancial de la pequeña producción mercantil simple; pero, provocando en la otra cara de la moneda, la desarticulación de la pequeña producción de subsistencia que desencadena la descomposición de segmentos de colonos en términos de separación de sus medios de producción 208.

Los créditos impulsados por el Proyecto financiado por el Banco Mundial buscan apoyar el proceso de desarrollo financiando insumes específicos para determinados cultivos comerciales, cuya producción se persigue incrementar209. Se trataba de atraer a los pequeños productores de subsistencia a la producción comercial, de modo que devengan empresarios210: a ese fin se formalizaron en la colonia Repatriación créditos por un monto de 547 millones de guaraníes211 . Se trataba de capital financiero que se orientaba a la inversión para obtener utilidades, comportamiento ajeno a la lógica de la economía campesina que buscaba la satisfacción de las necesidades básicas de sus miembros.

Los montos de estos préstamos fueron sustancialmente mayores que los concedidos habitualmente a pequeños produc tores. Dicho en términos de un prestatario:

El banco quiere dar créditos grandes, desde G. 500.000 ya que, según los funcionarios, los préstamos chicos multiplican inúltimente los trabajos de tramitación212-

En relación a los montos de los créditos, téngase en cuenta

208 MAG, Evaluación Final..., op. cit. p. 145. 209 World Bank, Agricultura! Crédito (Washington, 1975); p. 57.

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210 Ibid. p. 57. 211 MAG; Evaluación Final..., op. cit. p. 59. 212 Véase Entrevistas 6, p. 8; 7. p. 3 y 3,p. 6.

que en 1977, el monto medio de los créditos formalizados por tproductor fue de G. 460.168; monto sustancialmente mayor (que el de los préstamos proveídos por otras fuentes. Además, al monto elevado de los créditos se sumaba el hecho de que los prestatarios fueron selecciondos sin considerarse su capacidad de pago o necesidad de crédito213.

Uno de los efectos directos del proyecto en la organización de la producción de los colonos fue el notable incremento de los cultivos, básicamente del algodón, a costa de la producción autoconsumida en la finca214. Esto cambia la estrategia productiva de los colonos que garantizaban la satisfacción de sus necesidades básicas de alimentación con la producción propia, destinada al autoconsumo. La alteración de esta estrategia sig-nificó una mayor dependencia del mercado - incluyendo mayores gastos en insumos— y la intensificación del trabajo asalariado.

La intensificación de relaciones de mercado puede verse en el hecho que en las explotaciones mayores de 10 has., entre 1975 y 1980, se duplicó la superficie total cultivada por los colonos y se triplicó la superficie cultivada de algodón, mientras la superficie de cultivos de autoconsumo disminuyó en términos absolutos215 •

En la ponderación de los efectos de la intensificación de cultivos comerciales, debe tenerse en cuenta que la misma va acompañada de la disminución de precio relativo y del aumento del costo de los insumos. La débil capacidad de negociación de los pequeños productores a nivel nacional y la ausencia de organizaciones que comercialicen en común la producción de la colonia de modo a mejorar los términos del intercambio, explica parcialmente el hecho de que, al aumentar la producción del algodón disminuyera su precio216, independientemente de los precios pagados en el mercado internacional.

213 MAG;Evaluación Final..., op. cit. p. 100. 214 GOFA, Paraguay, Proyecto de Desarrollo de Pequeñas Empresas A-grfcolaa. Informe Final (Asunción, 1978). 215 MAG; Evaluación Final..., op. cit. pp. 137,145-146.

216 Veanse Entrevistas 3, p. 3; 9, p. 8 y 10, p. 2.

En cuanto a la magnitud del incremento de los gastos monetarios, debe tenerse en cuenta que el mismo, entre el comienzo y la finalización del proyecto financiado por el Banco Mundial, en las explotaciones de 10 a 20 has., guarda una relación de 1 a 56217. Ese notable incremento responde, en medida impórtate, a gastos de fuerza de trabajo asalariada que resultó notablemente intensificada. En el caso de los insecticidas, además de aumentar la cantidad empleada, se incrementa notablemente su costo monetario. De ese modo se alteraba la lógica de la tecnología tradicional que buscaba minimizar los costos y los riesgos.

Por otra parte, a los efectos estrictamente socio-económicos del uso creciente de insecticidas —asociado a la expansión del cultivo del algodón- se agrega la incertidumbre y cierta ansiedad causada por las consecuencias en la salud de los colonos de los tóxicos emanados de aquéllos218

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Si bien esta dinámica de expansión de los cultivos comerciales, que conlleva la desarticulación de la unidad familiar de segmento de colonos —basada en el autoempleo, en el control de los medios de producción y en el balance de la producción comercial y la producción autoconsumida— operó en todos los segmentos de la colonia, la incidencia de la mima fue mucho mayor entre los prestatarios del proyecto. Consecuentemente, los no prestatarios, menos endeudados, se volcaron menos al mercado y estuvieron menos expuestos al proceso de descomposición. En efecto, en el período comprendido entre 1975 a 1980, los colonos no prestatarios cultivaron una superficie medía menor, pero produciendo menos algodón y, en cambio, más mandioca y otros cultivos destinados al autoconsumo219.

217 Véase Entrevista 18, p. 1. 218 Véase Entrevista 9, p. 8 y 10, p. 2 y 8.

Igualmente, sus explotaciones incurrieron en un promedio menor de gastos en efectivo —comprendiendo menor explotación de fuerza de trabajo asalariada220 _ y tuvieron un patrimonio neto más elevado que el de las capas de colonos prestatarios caracterizados, en esa medida, por su más avanzado estado de descomposición221.

Los prestatarios, frecuentemente perdieron sus lotes ante la imposibilidad de amortizar los créditos relativamente grandes de mediano plazo —diez años— con dos años de gracia, y ante la consiguiente necesidad de transferir el lote hipotecado para el pago de su crédito que aumentaba rápidamente con los intereses moratorios222.

La inseguridad generada por el tipo de endeudamiento se refleja en la percepción de la situación, por parte de los colonos, que resulta de la versión de los entrevistados:

Acá, en este vecindario de cada 10 colonos 3 son prestatarios y, aproximadamente, el 70 % de éstos no puede ponerse al día con su crédito y perderán sus Iotes223. Tres de ellos ya quedaron sin tierras para cultivo..., los mismos morosos presentan al banco a los interesados en sus lotes a quienes les transfiere la cuenta, pero éstos tampoco pueden pagar. Así, mi nuevo vecino ya debe cer ca de un millón de guaraníes y los intereses estarían cerca de 130 mil guaraníes anuales224.

219 Véase MAG; Evaluación Final..., op. cit. 220 Ibid. 221 MAG, Evaluación Final..., op. cit. pp. 203-208; véase además Entre vistas 6, p. 5 y 3, p. 7. 222 Víase ABC, 5 de Junio de 1983 y Entrevistas 7, p. 9; 3, p. 4 y 21 al 26. 223 Véase Entrevista 6, pp. 2-3, 224 Víase Entrevistas 8, p. 10 y 6, p. 3.

Los del Banco nos dicen que debemos vender nuestros lotes para pagar nuestro crédito. Los que no lo vendan tendrán que abandonar el lote e ir a otro lugar.

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En estos casos no sólo los desarraigados ex-prestatarios son los afectados, ya que aún los colonos no vinculados directamente al proyecto financiado por el Banco Mundial se ven atemorizados por el proceso225-

Además, la incertidumbre comprende a los prestatarios que aun mantienen el control de sus parcelas, pero que "ya no duermen tranquilos226.

Los colonos no prestatarios también fueron afectados por el notable incremento del trabajo asalariado generado tanto por el programa de crédito como por la construcción de caminos que también incrementó las relaciones de los productores con el mercado227.

Este proceso de proletarizacíón fue intensificado por el proyecto que incrementó la demanda de trabajo asalariado, básicamente a través del cultivo del algodón y de la mandioca, que fue comercializada sólo después de la construcción de los caminos. Así, el pequeflo productor trabajó para otros en el cultivo del algodón y en el embolsado de mandioca, disminuyendo la producción en sus propios lotes y comprando en mayor me-dida alimentos. Esto los condujo a un trabajo asalariado más frecuente.

Dado que como asalariados debían comprar la mayor parte de sus alimentos se tornaron vulnerables a los incrementos en precios de alimentos 228

225 Véase Entrevista 15, p. 5. 226 Víase Entrevista 8, p. 1. 227 MAG, Evaluación Final..., pp.cit. p. 149.

. El empobrecimiento causado por la disminución del ingreso real condujo a estos colonos a la venta de fracciones de sus lotes hasta que se transformaron en cultivadores desarraigados. La venta de lotes y de fracciones de lo tes se intensificó con el incremento del precio de las tierras. El incremento del proletariado rural en la colonia no fue, sin embargo, debido solo al proyecto financiado por el Banco Mundial, ya que también contribuyeron el crecimiento demográfico de minífundistas ya desarraigados, y la migración neta.

En cuanto a la construcción de caminos debe tenerse en cuenta que al aumentar la producción destinada al mercado y la entrada de compradores, la competencia no se dio entre éstos sino entre los propios colonos y, como resultado, bajaron los precios de los productos. Dicho en términos de los propios colonos:

Después de los caminos construidos por el proyecto, aumentó la venta de la mandioca, pero su precio disminuyó; este año yo llegué a vender a tres guaraníes cada kilo. También la raja que comercializábamos a 5 guaraníes por unidad ahora vendemos a 4 guaraíes. Después de la cons trucción de los caminos podemos vender más productos pero el ingreso que obtenemos es menor.

Con los caminos, los camioneros nos explotan mejor. Ellos son los favorecidos con las rutas.

La apropiación de los campos libres utilizados anteriormente por los colonos para el pastaje de los animales, es otro factor que contribuyó a la descomposición de capas campesinas en Repatriación229. Precisamente, la eliminación de esta institución tradicional fue uno de los propósitos buscados por el proyecto financiado por el Banco

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Mundial, toda vez que la propiedad individual de los lotes, en esa concepción, facilita las inversiones y permite que la tierra sea comprada y vendida.

228 Véase CENDER, Resultados de la Réplica de la Encuesta a Productores Agrícolas de la Región del Guaira y Caazapá (Asunción, 1972). 229 Véase Entrevista 16.

En efecto, para el Banco Mundial la propiedad privada de la tierra, que permite el progreso técnico, es considerada de fundamental importancia para la economía de mercado, ya que bajo su régimen la tierra puede ser comprada y vendida como cualquier otra mercancía 230. Entre los primeros afectados por esta política de eliminación de tierras comunales, apenas iniciada la ejecución del Proyecto de Desarrollo Rural Integrado, se encuentra un grupo de nativos con apropiación y uso comunal de la tierra. En efecto, una comunidad Mbya—Guaraní asentada en Yaguacai, un sector de la Colonia Repatriación, fue empujada de la Colonia en 1976. Esta comunidad tenía un sistema de apropiación comunal de la tierra, ya que "los Mbya no creen que la tierra pueda ser apropiada por individuos", mientras el proyecto buscó regularizar los títulos de lotes individuales de los colonos, ignorando la existencia de esta comunidad 231.

Además del fin de los campos libres ya comentado, se die ron otros cambios relacionados con el régimen de la propiedad de las tierras. En este sentido, ya en la fase inicial del proyecto en cuestión se buscó alterar la tenencia de la tierra de modo que los colonos ya con su título de propiedad pudieran obtener créditos hipotecando sus lotes. A efectos de facilitar la titulación de los lotes, el IBR - institución oficial encargada de la colonización— otorgó títulos al pago de la primera cuota.

Esto provocó conflictos relacionados con las mensuras de los lotes. Muchos colonos obtuvieron los títulos de sus lotes pagando una proporción pequeña del monto total; otros vendieron los derechos de ocupación de la mitad de sus lotes de modo a obtener el título de las restantes 10 hectáreas. Muchos no tuvieron una idea clara de lo que debían hacer; algunos pensaron que necesariamente debían aceptar créditos del Banco para obtener sus títulos 232.

230 World Bank, Land Reform (Washington, 1975); pp. 37, 19. 231 Robert J. Smith y Ramón Fogcl, The Invisible Guaraní: The Effecti of Devdopment Projects on the Crirípá and Mbya of Paraguay (Mi-meo, Lawrence, 1982). 232 Véanse Entrevistas 3, p. 17; 9,.p. 4 y 20, p. 1.

Ya con la progresiva integración de la tierra agrícola al sector comercial y con la construcción de caminos, el valor de la tierra comenzó a elevarse y se intensificaron las presiones sobre los lotes de los colonos. En relación a este fenómeno, un colono puntualiza:

Hacia 1974, la tierra en la colonia valía G. 4.000 la ha., desde 1975 (año en que se inició el proyecto financiado por el Banco Mundial) subió rápidamente su precio. Ese ano llegó a G. 15.000 y, ahora, vale G. 30.000 la ha., y dicen que subirá a G. 40.000 la ha.233.

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Con estas transformaciones, la tierra, aJ convertirse en mercancía dejaba de ser el medio básico de producción al que podían acceder fácilmente para cubrir su subsistencia las capas campesinas sin tierras, o con lotes pequeños.

Un actor adicional de incertidumbre, luego de la cons trucción de los caminos y de la elevación del precio de la tie rra, fueron las versiones que el IBR vendería a personas solventes los lotes de los colonos con atrasos en los pagos, dejando para éstos sólo el sitio de sus casas.

La modernización productiva inducida por el proyecto provocó un proceso de diferenciación socio—económica entre las capas de colonos. Esta dinámica destruyó relaciones tradicionales alterando tanto la estrategia productiva como la tecnológica de los pequeños productores.

Las capas de colonos, si bien compartían la misma situación de clase y, en esa medida, los mismos intereses —ligados a la conservación de sus parcelas, modalidades de comercialización, tipos de créditos, etc.— mantenían diferencias internas dadas por el empobrecimiento de algunos segmentos de colonos y por la diferenciación hacia arriba de otros.

A la diversidad de situaciones entre las capas de colonos se incorporó la distinción entre no prestatarios y prestatarios de crédito del proyecto.

233 Véanse Entrevistas 2, p. l;7.p. 1 y 3, p. 17.

En este último caso, el aislamiento interno de los colonos, sin formas de interdependencia, se vio reforzado por los préstamos individuales y las correlativas es-trategias individuales. Este tipo de crédito introdujo mayor complejidad en la situación de clase de los colonos; algunos segmentos de colonos pasaron a contratar trabajo asalariado de otros grupos de colonos o de productores ya desarraigados. Mientras todos eran explotados por el capital financiero y por el comercial, algunos colonos explotaban a otros. Esto resultó en un comportamiento ambiguo de estos grupos en relación a cuestiones controversiales que afectaban a la colonia.

Por otra parte, la mayor heterogeneidad introducida en la colonia incrementó el número de desarraigados. As,f, el proyecto diseñado para atacar la pobreza, transformó a parte de los colonos afectados por situaciones de pobreza relativa, que satisfacían sus necesidades básicas de alimentación parcialmente a partir de la propia explotación, en colonos definidos por su pobreza absoluta, al quedar desarraigados y depender del trabajo asalariado estacional.

Antes del proyecto la estrategia productiva de los colonos se basaba en el autoempleo, el relativo control de los medios de producción y el equilibrio entre la producción de autoconsumo y la destinada al mercado; la subsistencia de la familia estaba garantizada por la producción propia. La lógica de la tecnología tradicional buscaba minimizar tanto los costos como los riesgos. Los cambios que llevaron a los colonos a depender más del mercado que de sus propios recursos alteró sus estrategias de sobrevivencia y generó en los pequeños productores un sentido de inseguirá a d e incertidumbre en la medida que cesaban de controlar sus condiciones de vida.

Los cambios socio-económicos afectaron las normas y valores ligadas a las estrategias tradicionales de sobrevivencia. En las capas más negativamente afectadas, la disrupción generó crisis de identidad socio—cultural ya que sus formas de resolver pro-

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blemas resultaban totalmente inadecuadas para encarar las nuevas situaciones. En estos casos, los colonos que carecían objetivamente de todo control sobre los cambios generados por el proyecto —y que percibían adecuadamente esta situación—, eran afectados por estados de incertidumbre. La impotencia ante cambios que aniquilaban sus estrategias de sobrevivencia, que otorgaban cierto control sobre sus vidas, generaron tensiones, ansiedad, sensación de desamparo, y con ello la necesidad de un mesías que ofrezcan redención.

Los cambios que aniquilaron las estrategias de sobrevivencia de grupos de colonos generaron también un sentido de privación relativa a su situación anterior.

Las frustraciones relativas a la pérdida de lo que tuvieron en el pasado fue sentido por los desarraigados, los amenazados por sus deudas, los afectados por las nuevas condiciones de trabajo, y en general todos los afectados por el proceso de empobreci-miento.

La cantidad de unidades familiares afectadas por el proceso de descomposición puede ser estimado teniendo en mente el proceso de fragmentación de los lotes. En ese sentido, en 1981, la quinta parte de los lotes en Repatriación tenía menos de 5 has. 234; en el otro extremo la diferenciación hacia arriba se refleja en la expansión del tamaño original de los lotes de aque llos favorecidos por el proceso. El 6% de los lotes, en 1981, tenía un tamaño mayor al original de 20 has., y pertenecía a grupos ligados al comercio y al partido oficial 235.

Cambios en la Estructura de Poder Local

El Instituto de Bienestar Rural, agencia gubernamental, fue el único poder regulador del desarrollo de la colonia, y lo fue desde su constitución. Los funcionarios ligados a las instituciones oficiales y los líderes del partido oficial implementaban rígi-dos mecanismos de control que reforzaban la inmovilización de los colonos. Un mecanismo de control fue la obligación de los colonos de denunciar a la Policía la presencia de toda persona que no fuese de la colonia. En relación a las restricciones políticas un colono señaló que les resultaba difícil organizarse, ya que si se expresaban libremente podían ser considerados como comunistas.

234 Véase Censo Agrícola de 1981.

235 Ibid.

El Proyecto de Desarrollo Rural Integrado no buscó modificar las prácticas des movilizad oras que impedían que los colonos pudieran perseguir, a través de organizaciones autónomas, sus intereses de clase, y en alguna medida, fortaleció la estructura de poder local reforzando los mecanismos de control, mediante la canalización de recursos y la incorporación de nuevos agentes (extensionistas, profesores, técnicos, etc.). Al mismo tiempo los líderes locales del partido oficialista ganaron importancia regional.

Una de las características del proyecto consistió en el desaprovechamiento de las condicones óptimas que hubieran creado organizaciones vecinales, basadas en relaciones cara a cara, permitiendo la prosecución autónoma de los intereses de clase de los productores.

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El proyecto impulsó la organización de los productores, pero la misma no se orientaba a la defensa de los intereses específicos de los colonos, tales como los ligados a la comercialización, defensa de la tierra o condiciones de créditos; sus objetivos sectoriales eran específicos y limitados (salud, asistencia técnica, educación, etc.) y ni siquiera ellos lograron cumplir a ca-balidad. En efecto, las organizaciones promovidas buscaron canalizar, básicamente la asistencia técnica, ya que ni el crédito ni la comercialización fueron encarados a través de los comités.

En relación a la perfomance de estas organizaciones un colono entrevistado puntualiza:

Con el Proyecto de desarrollo nos volvimos individualistas, ya que la comercialización la realizamos individualmente y los créditos se canalizaron fuera de los comités. El Banco Mundial mató con su crédito individual a los comités de productores creados por el Banco de Fomento para canalizar créditos grupales.

Estos créditos organizados sobre la base del vecindario, y estructurados "de arriba para abajo" funcionaron relativamente mientras los consultores europeos activaron* Así, de los 45 comités que se habían constituido para mediados de 1976, sólo operaban 20 a fines de aquel año 236; a 1981 sólo funcionaban tres de estas organizaciones de productores, aunque un informe de ese año señala que de las 45 organizaciones que lle-garon a funcionar sólo permanecían cinco 237_

Los colonos no sentían que estas organizaciones les perteneciera. Ellos más bien estaban persuadidos que en ellas no había espacio para que pudieran discutir sus problemas.

En el contexto señalado, ante la inexistencia de espacio político para acciones ofensivas, la disrupción de la vida de la colonia, con la incertidumbre y agravios que genera el Proyecto de Desarrollo Rural Integrado —y el proceso general de descomposición campesina— provoca acciones reactivas arcaicas, como las encaradas por el movimiento milenarista "Pueblo de Dios" que serán discutidas en las próximas formulaciones.

236 COPA, Paraguay.Proyecto de Desarrollo de Pequeñas Empresas Agrícolas. Informe Final (Asunción, 1978).

237 MAG, Evaluación Final..., op. cit.

VI. EL MOVIMIENTO MILENAR1STA "PUEBLO DE DIOS"

El Contexto de la Expansión del Movimiento

En el análisis tanto del surgimiento y expansión del movimiento milenarista "Pueblo de Dios", como de su modalidad arcaica, tienen significación los arreglos estructurales y las relaciones políticas a las que aludimos en el capítulo anterior.

En cuanto a la constitución del movimiento como de tipo prepolítico, debe tenerse en cuenta que su necesario origen externo respondía a condiciones internas adversas, que remitían a la atomización de los pequeños productores ya presente en el ordenamiento articulado en el obraje maderero y que se reforzó con la colonización controlada, y a la inexistencia de espacio político para formas de acción colectiva que

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escaparán al control estatal 238. En este sentido, téngase en cuenta la ausencia de mediadores (partidos de oposición, iglesias, sindicatos, etc.) entre el Estado y las capas de productores, que hubiere facilitado la constitución de formas de acción colectivas independientes de los grupos dominantes.

Ante estos condicionamientos resulta explicable que este movimiento caracterizado por su escatología apocalíptica propia de los tiempos de crisis, proviniera de grupos externos, y más concretamente de la Argentina.

238 HOY, 4 de diciembre de 1978.

En efecto, los antecedentes del movimiento, que se desarrolla básicamente en la colonia Repatriación, se remontan a los condicionamientos socio—económicos y políticos propios de las provincias limítrofes de For-mosa y Chaco, en las cuales el cultivo del algodón representaba la principal actividad productiva en el sector agrícola, provocando migraciones estacionales y encuentros informales de cosecheros de distintos lugares de origen. En este contexto se cons tituyen, hacia los años 50, iglesias pentecostales que crecen luego de la caída del régimen populista de Perón 239.

Los atraídos por este dinámico mercado regional de trabajo comprendieron a emigrados del Paraguay, básicamente, los expulsados por el crecimiento demográfico en las áreas campesinas más densamente pobladas; parte de estos contingentes fue a Laguna Blanca —provincia de Formosa, cercana a la frontera— donde tomaron contacto con los pentecostales 240. Posteriormente, en 1963 al constituirse la colonia Repatriación, emigraron nuevamente al Paraguay, con algunos argentinos que también se incorporaron a la colonia. Vinieron con este grupo los líderes del movimiento milenarista que por muchos años se mantuvo latente, emergiendo con fuerza, según veremos, en la segunda mitad de la década del 70 y ganando, desde entonces significación en la colonia y el resto de la región, y aún en otras regiones.

El desarrollo del movimiento comenzó con la constitución de la primera comunidad utópica, que fue posible mediante la agregación de lotes cedidos a la comunidad por algunos creyentes. La comunidad fue formada a partir de un núcleo inicial de colonos y de gente que vino de otros lugares para integrarse a la congregación, estructurada en base al sis tema de comunidad de bienes.

239 En este sentido, puede emplearse la noción de privación relativa asociada al buen trato que los asalariados recibieron durante el gobierno de Perón que contrastaba con el que recibieron después. 240 Véanse; HOY, 4 de diciembre de 1978; ABC, 21 de diciembre de 1978 y también Elmer Miller, Los Tobas Argentinos México: Siglo XXI, 1979).

A esta primera comunidad utópica siguieron otras, cons tituidas en el departamento de Caaguazú y en otras regiones, y aún en centros urbanos. Así, estas comunidades que llegaban a aproximadamente 40 en 1981, no preexistieron al mo-vimiento, -como en el caso del movimiento de Misiones— sino fueron creadas por él. Un rasgo notable de estas comunidades utópicas es su permanencia a través de los años.

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También el número de adherentes no congregados creció básicamente desde 1975. En cuanto a la importancia actual del "Pueblo de Dios" debe tene rse en cuenta que, dado que el movimiento no lleva registro de miembros resulta difícil estimar el número de sus adherentes, aunque según algunas fuentes los "creyentes" llegan a 10.000 y, en algunos casos, se ha mencionado la conversión -en términos del movimiento- de hasta el 30 por ciento de la población de ciertas localidades 241.

La expansión de esta exaltada religión, en la cual predominan las capas con mayor deterioro socio-económico, se da en una situación caracterizada básicamente por inesperadas privaciones y por el descontento de algunos grupos de colonos. Este descontento fue generado por la represión en la región y por la intensificación del capitalismo agrario en la colonia; esta dinámica fue impulsada por el Estado en su búsqueda de la modernización productiva que consistía en la transferencia de capital y de paquetes tecnológicos modernos en un medio previamente poco dinámico.

241 Véase Ultimí Hora, 26 de Enero de 1983. Aunque esta estimación pueda resultar exagerada, la

misma refleja el notable crecimiento del movimiento en ciertos espacios sociales. Véase Ultima Hora, 12 de Enero de 1983.

En la medida que se introducían nuevos comportamientos impulsados por la práctica de invertir para maximizar utilidades, los colonos sintieron que la gente ya no se comportaba como debía o como lo había hecho en el pasado. Dicho en términos de los colonos;

La carreta y la minga fueron reemplazados por el camión y el trabajo asalariado, y la motosierra reemplazó al hacha. Antes se mingaba, ahora todo es en base a plata, hasta el buey se alquila, de modo que el que tiene plata ya no quiere que el pobre tenga bueyes. Se acabó la cooperación y la fe de orar; la envidia evoluciona rápidamente y en un mundo sin Dios lo que manda es el principio "todo para sí". En estos últimos tiempos ya nadie da nada a nadie si no es por plata, y el amor al dinero reemplaza al amor al prójimo^42.

En esta dinámica, los intensos cambios socio—económicos debilitaron la viabilidad de la agricultura de subsistencia además de que la estrategia productiva tradicional y las habilidades de los colonos pasaron a ser percibidos como inútiles y fuera de época; en los comienzos del proyecto consultores europeos parecían tener el control del proceso.

Con la intensificación capitalista de la actividad produc tiva de los colonos, a través del capital financiero, cuya lógica de invertir para obtener beneficios atrapa a la economía de los colonos —basada en la produccción familiar de subsistencia y en la venta de excedentes de esa producción— se aniquila sus pilares al alterar la estrategia productiva y tecnológica. Estas alteraciones perjudican a segmentos de colonos y generan incertidumbre.

Dado que, paralelamente a los programas de grandes créditos y el consiguiente fortalecimiento del capital comer los productores no pudieron mejorar sus condiciones de intercambio a través de organizaciones, el proceso resul-'tó en la intensificación de las formas de extracción de trabajo excedente. Conjuntamente con los cambios en las relaciones socio-económicas, el principio de maximizar la ren-

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tabilidad de las inversiones destruía valores arraigados y dejaba -en la percepción de los colonos- necesidades humanas insatisfechas.

242 Víanse Entrevistas 11, 12,y 27.

Una de las consecuencias de la dinámica emergente fue la ampliación de las relaciones de trabajo asalariado temporal en la agricultura, que entró en colisión con normas tradicionales de cooperación, toda vez que los patrones "ya no quieren que el personal adelante de modo que puedan continuar explotándolo".

El otro aspecto importante que define el contexto en el que se expande el movimiento está dado por las restricciones políticas, tendientes a impedir el surgimiento de instituciones diferenciadas que permitieran la defensa de los intereses de clase de las capas de campesinos medios y minifundistas, afectados

por las intensas transformaciones de la extructura agraria local 243. Los intentos, en zonas vecinas, por constituir organizaciones relativamente .autónomas fueron sistemáticamente reprimidos, tal como veremos al analizar el contexto político en el que se desarrolla el movimiento.

Tipo de vínculos internos entre los colonos y entre éstos y sus superiores

Aún cuando las carencias asociadas al sentido de privación relativa fueron intensas entre grupos de colonos, existieron obstáculos a formas de acción colectiva que reducirían la brecha entre la situación presente y la que existió en el pasado.

243 Véanse Expa, En Busca de la Tierra... op. cit. pp. 78-81, 96-102, y Boletín de Informaciones, 17

de Mayo de 1970, 21 de Junio de 1970, 21 de Noviembre de 1971, 5 de Diciembre de 1971 y 26 de Enero de 1972.

Uno de los obstáculos a la acción colectiva de las capas de pequeños productores fue el tipo de relacionamiento interno y con los agentes de los grupos dominantes.

Contrastando con los campesinos de Misiones, los colonos de Repatriación se caracterizaron por su aislamiento social244. En efecto, si bien se desarrollaron redes incipientes de cooperación, predominaron marcadamente en la colonia las unidades familiares que encaraban aisladamente la satisfacción de sus necesidades básicas, sin interdependencia entre sí; ya con el traslado al nuevo asentamiento se debilitó sustancialmente la organización social tradicional de los lugares de origen, basada en el parentesco y la vecindad. Como ya se señaló, las viviendas dispersas, el tipo de distribución de los lotes y la relativa autosuficiencia de las familias nucleares, dificultaron la comunicación interna y atomizaron a los colonos, restando importancia a las redes de familias ampliadas en las estrategias de sobrevivencia.

Los agentes de grupos dominantes, tanto los comercian-tes-acopiadores con creciente importancia y los operadores de explotaciones mayores que demandaban trabajo asalariado, corno los funcionarios del Estado y líderes del partido de Gobierno, estaban inmediatamente presentes en la colonia, eliminando todo espacio para prácticas propias de los cultivadores y limitando el desarrollo de la conciencia campesina. El tipo

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de rela-cinamiento de éstos con los colonos —bilateral y vertical— fue del tipo patrón-cliente, y con frecuencia hacían parte de los circuitos de satisfacción de necesidades básicas, incluso ínicialmente hasta por la vía de distribución de alimentos a cambio de trabajos comunales245-

244 Sobre la configuración del sistema productivo y sus cambios véase Cadogan León, "Algunos

datos para ta Antropología Social Paraguaya", en Suplemento Antropológico, Vol, 2, No 2 (1967); 436-37.

245 Téngase en cuenta que estos circuitos configuran situaciones en los que los agentes aprenden "acerca del lugar que ocupan en la sociedad y los comportamientos adecuados a ese lugar"; Carlos Borsoti, "La organización Social de la Reproducción Social de los Agentes Sociales" , en Economía y Demografía No 46, (1981).

Composición Social del Movimiento

El rasgo básico del movimiento, en cuanto a su composición social, está dado por la heterogeneidad; la masa de adheren-tes comprende a diversas capas socia les, tanto urbanas como rurales. Sin embargo predominan asalariados, minifundistas, y colonos empobrecidos. Así, en esta agitada religión de los humildes, tal como en otros casos históricos suficientemente estudiados, la preocupación por el milenio gana fuerza particularmente entre los estratos más oprimidos de la sociedad246- tanto del campo como de la ciudad a los que se niega la capacidad de acción autónoma y de organización. Sin embargo, se integra-ron también al "Pueblo de Dios" adherentes provenientes de otras posiciones sociales. Entre los creyentes de origen urbano, gente que había participado en migraciones sucesivas, se encuentran sastres, carpinteros, carniceros, comerciantes venidos a me nos, empleados y hata militares y policías.

El movimiento tuvo una mayor expansión en áreas rurales; entre los adherentes de la colonia Repatriación predominan los minifundistas semiasalariados y los desarraigados ávidos de felicidad y sin defensas ante las alteraciones provocadas por el prceso de modernización, caracterizados como "descalzos, desdentados, analfabetos o semianalfabetos que sólo hablan el guraní"247.

246 Karl Mannheim, Ideology and Utopia (New York: Harvest HBJ Books, 1936);p. 211. 247 Véanse ABC, 30 de Diciembre de 1978, 5 de Enero de 1979 y Ultí im Hora, 11, 12, 15 y 19 de enero de 1983. Esta versión, aunque exagerada y expresada en un lenguaje peyorativo, refleja en gran medida, las características báselas de los individuos que predominan en el movimiento. Véase también entrevista No 29. 248 Véanse Entrevistas 17, 14,j>. 7,12, 17 y 27.

En cuanto al núcleo inicial de creyentes repatriados, la mayoría de ellos no tenían lotes propios en, la Argentina, ocupándose como jornaleros en obrajes y en la agricultura. Los adherentes del movimiento en la colonia y en otras zonas rurales incluyeron también a campesinos medios cuya heterogeneidad socio-económica fue incrementada por el Proyecto Integrado de Desarrollo Rural, financiado por el Banco Mundial. Frecuentemente encontramos entre estos productores a prestatarios en apuros

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que emplean a los adherentes "congregados" como asalariados. Algunos de estos campesinos medios vinieron de otras alternativas para encarar la situación, que fueron destruidas tal el caso de las Ligas.

En los rediles o comunidades utópicas las promesas de vida plena del movimiento son aceptadas más fácilmente por hombres y mujeres de las capas más pobres. Es en estas congregaciones donde el hombre humilde de centros urbanos llega y se mezcla con los campesinos, y a los que, por cierto, no se ingresa para acumular, donde predominan más marcadamente los cultivadores de las capas más deterioradas —algunos ex-prestatarios ya desarraigados— incluyendo a mujeres desamparadas que se congregan en las comunidades, en parte ante el agotamiento de sus anteriores estrategias de sobrevivencia. Así, en e] redil de Jaguakái, próximo a la colonia Repatriación, los congregados comprenden a ex-productores agrícolas de los minifundios pulverizados de la localidad, que habían sido braceros y changadores del obraje maderero que operara enja zona, y desarraigados como resultado de los cambios socio económicos en la colonia248.

Entre los adherentes no congregados predominan los que

hacen parte de familias constituidas, contrastando con los incorporados a los rediles, entre quienes tienen importancia relativa las madres sin marido y jóvenes separados de sus pa-dres.

Además del proceso de modernización productiva y descomposición campesina, en un contexto represivo, pesaron en la adhesión al movimiento otros factores, tales como los de tipo cultural —problemas de identidad, desencanto con nuevas pautas de comportamiento, reemplazo de valores anteriormente arraigados, etc.— y la falta de respuesta adecuada a los problemas emergentes por parte de las iglesias institucionalizadas.

Tipos de acción

Los comportamientos al interior del movimiento son básicamente religiosos y responden a las pautas de las acciones colectivas reactivas, orientabas a su propia masa de adherentes y no a grupos externos que constituyan su meta de influencia. Es tos, en el enfoque maniqüeista del movimiento, hacen parte de lo mundano, ajeno a las preocupaciones de los creyentes.

Aún cuando las acciones colectivas encaradas por los adherentes tuvieron un carácter religioso ellos representaron una ruptura radical con el comportamiento campesino tradicional. Además estos desafíos a las instituciones tradicionales fueron llevados a cabo colectiamente, y en ellos los adherentes actua ron como miembros del movimiento y no como individuos.

Los tipos de acción colectiva, básicamente, comprenden: la vida comunitaria en comunidades utópicas, la participación en los cultos, las curaciones y la apropiación de tierras para sus comunidades.

En las comunidades utópicas del movimiento los congregados llevan una vida ascética, renunciando a las "cosas del mundo** que alejan a los hombres de Dios, para asegurarse un lugar entre los elegídos249. En la percepción de estos adherentes, afuera de estas comunidades la adoración al dinero desplazó al amor a Dios.

Desde el punto de vista de las actividades económicas en estas congregaciones, como en las comunidades cristianas primitivas, rige una suerte de socialismo cristiano

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que define la comunidad de bienes, la explotación comunal de la tierra y la distribución del ingreso obtenido -en efectivo y especie- según las necesidades, tal como se desprende de relatos de los creyentes:

Todo lo que aquí' existe es de la comunidad, compartimos vivienda, alimentos y trabajo. Nosotros vivimos intensamente la vida comunitaria como lo hacían los apóstoles y los primeros cristianos de la iglesia.

En el pueblo de Dios nadie manda sobre los demás, somos todos hermanos que buscamos ayudar a nuestro prójimo sin buscar compensación económica; al que necesita le ayudamos, si se sabe que tiene dinero que le sobra, entonces, podemos aceptar, si nosotros mismos estamos necesitando, si no, no. Lo importante no es juntar dinero250.

En cuanto a la tierra explotada comunalmente, aunque exista diferencia de redil en redil, la misma fundamentalmente

249 Téngase presente que a los congregados se prohibía su participación en "actividades mundanas", tales como baile y cine. Véase Entre vista 12.

250 Véanse Entrevistas 19; 13 p. 1; HOY, 29 de Setiembre de 1982, HOY, 5 de Diciembre de 1978; y ABC, 2 de Julio de 1982, El igualitarismo se manifiesta, incluso, en el rechazo a diferenciaciones basadas en el tipo de peinado o en el uso del bigote. Véanse además Entrevistas a "anciano" Cardozo Vera (ABC, 27 de Febrerodde 1982) y Entrevista 13, p. 2.

resulta de la agregación de lotes de algunos de los congregados que los mancomunaron2 51.

Uno de los rasgos de las comunidades utópicas, rediles o congregaciones en las que se comparten los resultados del trabajo de sus miembros, es la vivencia, en la intensa vida comunitaria, de la fraternidad y el igualitarismo252- Precisamente, estos atributos, además de la solidaridad, se mencionan en los testimonios de conversión como factores que facilitaron el acercamiento aJ movimiento253.

La curación, importante en la captación de adherentes, es ejercida en las comunidades de los creyentes o en centros especiales, por quienes —en la percepción de los creyentes- tienen el don de la sanidad, otorgado por lo sobrenatural254 s¡ bien en los centros mencionados se busca el alivio de males físicos y nerviosos, se señala con frecuencia a los ritos de curación como terapia sicológica eficaz. A estas prácticas recurren los adherentes de las capas caracterizadas por su deterioro económico social —congregados y no congregados— que no pueden acceder a la medicina científica; asimismo, apelan al don de curación los afectados por dolencias físicas graves, con pocas esperanzas en los recursos médicos ordinarios.

251 Véase HOY,23 de Diciembre de 1978. 252 En este sentido, crónicas periodísticas señalan: "Todos trabajan en comunidad y lo que se produce se destina a la olla común" (HOY, 30 de Noviembre de 1978) "Dentro de la comunidad todos trabajan y se reparten entre todos los beneficios" (HOY, 29 de Setiembre de 1982) "La administración es común" (Ultima Hora 26 de enero de 1983). 253 Véanse Ultima Hora,5 de Febrero de 1983; Entrevista al anciano A-guirreen AQUÍ, No 610, 1982 y Entrevista No 13, p. 2.

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254 Sobre este punto, téngase presente que al interior de la propia Iglesia Católica se señala la existencia del don de curar otorgado por el Espíritu Santo. Véanse: Sendero. 3a. semana de Noviembre 1983; Ultima Hora, 19 de Noviembre de 1983; ABC, 13 de Noviembre de 1983.

Una práctica asociada a la de curación es la del exorcismo, destinada a la expulsión de espíritus malignos, que está asociada al carácter conservador del movimiento, ya que en la expiación se trata de extirpar demonios del cuerpo de los creyentes, y no de la esfera socio-económica o política de la sociedad.

El culto que se desarrolla en locales especiales dentro de las comunidades o simples centros de evangelización, sobre la base de relativa igualdad de status, comprende habitualmen-te la predicación, plegarias al unísono, profecías y cantos en grupos de salmistas. La experiencia básica durante el culto consiste en el contacto directo con lo sobrenatural al que acceden los creyentes, llegando, en ocasiones, al estado de trance.

Las profecías y las predicaciones son encaradas tanto en público como individualmente o en pequeños grupos. El carácter actual de los mensajes de los profetas, referidos con frecuencia a situaciones cotidianas, queda remarcado por la expresión que utilizan: "esto nos dice hoy el Señor".

Los objetivos de estas prácticas de culto comprenden la evangelización y la uniformación ideológica del movimiento, y en ellas predican y profetizan tanto los principales líderes religiosos como los simples creyentes, aunque, por lo general, éstos lo hacen en pequeños grupos o a nivel individual.

En la colonia Repatriación, en la comunidad central del movimiento, una sesión de culto comienza con la intervención del profeta principal, quien descalzo y con gestos rituales anuncia sus profecías. Esto es seguido por un sermón o por cantos entonados por los coristas quienes portan banderas, ejecutan guitarras y frecuentemente se visten como angeles durante las ceremonias. Posteriormente, en estas sesiones, cualquier creyente puede desempeñar los roles de profeta o predicador.

Los ritos ayudan a los líderes en sus reclamos de legitimidad, especialmente a los del líder principal, quien normalmente está rodeado durante las ceremonias por un grupo de mujeres. En la casa de oración, tan grande como un templo católico, durante las ceremonias las mujeres agrupadas se ubican en un lugar separadas de los hombres, haciendo parte este comportamiento de los mecanismos de control interno.

Entre los factores gratificantes a la participación en el culto se destaca la satisfacción emocional que sienten los creyentes y que les permite superar las limitaciones existen-ciales de la vida ordinaria.

Por otra parte, los no congregados a las comunidades utópicas que asisten al culto, fundamentalmente los días sábados, confraternizan entre sí y con los congregados, en verdaderas jornadas de convivencia en las que se enfatizan la fraternidad y el reconocimiento como personas.

La apropiación de tierras colonizables para nuevas congregaciones o comunidades es otro de los tipos de acción de tal modo a buscar en las fracciones ocupadas la restauración del cristianismo primitivo, tal como señalamos al caracterizar los rediles o congregaciones del movimiento.

Movilización de recursos

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Los recursos empleados y mancomunados por los adhe-rentes y simpatizantes del movimiento, para la prosecución de sus metas, comprenden además del tiempo, dinero y alimentos, tierra e instrumentos de producción que son mane jados en las comunidades del movimiento bajo el régimen de comunidad de bienes.

La predicación y la participación en el culto requiere la inversión de tiempo, que aumenta en el caso del "redil central" de la colonia Repatriación, lo cual exige de muchos adheren-tes horas de viaje y/o caminatas; en el caso de los congregados todo el tiempo es dedicado a las actividades de la congregación, incluyendo el trabajo asalariado fuera de la fracción propia del grupo.

Las reuniones de los creyentes no congregados, de uno o dos días de duración por semana requieren recursos para alimentar a los asistentes. Para estos fines los adherentes contribuyen en especies o en efectivo. Los que tienen mayor capacidad económica suelen contribuir en mayor medida. Los recursos orientados a la legitimación del movimiento son proveídos por adherentes o simpatizantes ligados al aparato estatal pero a costa de cierta retórica de aceptación a las autoridades.

Al igual que en el movimiento campesino de Misiones, la decisión de mancomunar recursos no respondió a una calculada relación entre los beneficios que los adherentes recibirían y la importancia de los recursos invertidos. Si bien los incentivos materiales son importantes para los campesinos medios que utilizan el trabajo asalariado temporal de los congregados, y para las madres desamparadas -y, en parte, para los cultivadores desarraigados— que tienen a los rediles como medio de satisfacción de sus necesidades materiales básicas, pesan más otros factores.

Los comportamientos de los adherentes responden más bien al tipo de acción racional orientada a valores —en la acepción weberiana— que no considera el mérito de fines alterna-tios. En el desprendimiento de los creyentes influyen las sanciones simbólicas positivas, tales como el reconocimiento como persona y el trato fraternal, y el sentirse parte de los elegidos, plenos de sabiduría y con dignidad próxima a los após-toles. Por otra parte, la indiferenciación entre la propiedad individual y colectiva o comunal es consistente con la visión apocaliptica del movimiento; en un mundo que se acaba carece de sentido la acumulación de bienes y la propiedad privada.

Los aspectos organizativos del movimiento

En cuanto a la pertenencia al movimiento, deben distinguirse, por una parte, los meros simpatizantes y los adherentes propiamente dichos, que son los que recibieron la promesa del Espíritu Santo y comparten el credo básico; estos últimos, a su vez, se diferencian entre los integrados a comunidades o rediles, y los que sin vivir en estas comunidades utópicas asisten a distintos centros locales.

Dado el bajo grado de formalización, el movimiento, que responde a pautas organizativas de tipo religioso, no lleva registros de adherentes, resultando difícil estimar la importancia de las distintas categorías de adherentes. Algunas fuentes, sin embargo, señalan que los rediles llegan aproximadamente a cua-renta255; de estas colonias retiradas de este mundo, ocho están en el Dpto. de Caaguazú; en ella los grupos estrechamente integrados en base a las creencias propias de la nucleación religiosa, viven en la más estricta comunidad de bienes, compartiendo los resultados de la explotación de sus granjas comunitarias y del trabajo asalariado de modo a evitar toda diferenciación social interna.

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Así, en un redil con más de 30 familias nucleares, los adultos cultivan algodón en la fracción de la congregación- e intermitentemente realizan trabajo asalariado en cuadrillas, y lo obtenido en ambos conceptos ingresa a la administración de la comunidad256.

255 Véanse Ultima Hora, 26 de Enero de 1983 y Entrevista 19. La cantidad de rediles aumenta con la expansión del movimiento, básicamente a partir de 1977. Así, en 1979 una fuente periodística menciona sólo de 20 rediles. Véase Ultima Hora, 19 de Octubre de 1979

256 Sobreesté punto véanse Entrevistas 10, p. 11 y 14, p. 21.

En este sentido, uno de los líderes del redil central de la colonia Repatriación, centro de irradiación del movimiento, puntualiza:

Aquí nadie tiene nada y lo que hay es de todos. Poseemos 200 has. que son trabajadas en forma comunitaria. Después de la cosecha todo queda para la comunidad.

La marcada integración interna, asociada al rechazo de la sociedad resulta consistente con la perspectiva cataelismática del movimiento. Los creyentes se preparan para el reino eterno renunciando al mundo -próximo a desaparecer- toda vez que, la amistad con el mundo implica enemistad con Dios.

Las pautas concretas de la distribución de los resultados del trabajo de la comunidad se efectúa a través de administradores, líderes relativamente burocratízados que garantizan la satisfacción de las necesidades básicas de la comunidad.

Dado que el movimiento adopta un sistema descentralizado basado en gran medida en el control interno local, cada comunidad es un capítulo relativamente autónomo en lo relativo a su funcionamiento. Sin embargo todos los rediles tienen una estructura organizacional similar, y siguen la orientación del máximo líder del movimiento coordinando ciertas acciones. Además de los líderes religiosos, existe una serie de roles que pueden agregarse en las comunidades pequeñas. En las viviendas concentradas viven separados los matrimonios, grupos de muchachas lideradas por sus "madres", y grupos de muchachos dirigidos por sus "encargados"; que atienden incluso las necesidades espirituales de sus pupilos.

Los procesos de trabajo son dirigidos por jefes de grupos o capataces. El "guardia primero" es el encargado de la administración y de los guardias, que tienen a su cargo el cumplimiento de normas disciplinarias, comprendiendo las relativas a contactos con el exterior.

Entre los líderes religiosos, caracterizados por su actitud ascética, y por abstraerse del mundo externo, se destacan profetas, intérpretes, visionarios y creyentes con el don de lenguas257 que responden al modelo de las primeras comunidades cristianas que tuvieron esos dones y los ejerciéron 258

Según los entrevistados, en una misma comunidad pueden existir quienes reciban estos distintos dones o carismas asociados al día de Pentecostés, y sean confirmados por el líder principal del movimiento. El que recibe el don de lenguas habla impulsado por el Espíritu, profiriendo como gritos que aparentemente no tienen sentido y que, por lo mismo, requieren de intérpretes que establezcan su significado. Los profe tas, en cambio, son nombres inspirados por Dios para interpretar hechos que están aconteciendo, y eventualmente, anuncian algo que acontecerá, hablando a los hombres para su "edifica-

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ción, exortación y consolación"259. Estos, tal como lo seña lan, predican la palabra viva del Señor, que sigue hablando en la actualidad a los suyos, contraponiéndola a mensajes cristalizados que los pastores de las iglesias constituidas sacan de los libros, objetos mundanos ajenos al Espíritu260. El profeta principal que creció en el "redil central”, aunque es analfabeto, conoce los pasajes bíblicos y es reconocido entre los creyentes por su capacidad de interpretar las señales propias de los tiempos de crisis.

Aún cuando los líderes principales constituyen una estruc tura relativamente permanente, cualquier creyente puede recibir las gracias previamente mencionadas y así participar activamente en la vida del movimiento. La comunicación con el Espíritu, en la visión de los adherentes, no requiere la mediación de ninguna jerarquía. Sin embargo esta comunicación debe ser confirmada por el principal líder carismático

257 Entre los pasajes bíblicos comentados por los adnerentes, en relación a este punto, se mencionan los de San Pablo (Corintios 12: 8-11). Sobre este punto los creyentes también enfatizan el pasaje de San Marcos (16: 17-18). 258 Corintios, 14: 27-32. 259 Corintios, 14: 1-6.

260 Víase Entrevista 11.

Mariano Bobadilla, el máximo líder del movimiento, de origen campesino, tiene aproximadamente 70 años, es más bien bajo, semianalfabeto, y habla básicamente en guaraní. Este campesino pobre, sin codicia de bienes materiales, que constituye el centro simbólico del movimiento, es llamado por los adherentes de diverso modo: Hermano Lucas, San Lucas, Hermano Fundamento, Cabeza de la Iglesia, etc. El fue uno de los inmigrantes paraguayos que trabajaron básicamente como asalariados en la provincia argentina de Formosa. Allá, de acuerdo a su narración, Mariano Bobadilla fue visitado por Dios mismo —luego de curarlo milagrosamente de un tumor—, quien le señaló que debía ir al Paraguay con otros de la región, para constituir la nu-cleación religiosa que salve a los elegidos antes de la inminente destrucción del mundo.

Antes que experimentara la visión que lo convenció de su misión, este líder había sentido tanto las frustraciones propias de los asalariados rurales como el descontento que se originó con la caída de Perón, dado que el régimen político posterior fue ajeno a las necesidades de los trabajadores y reprimió sus organizaciones.

Esta figura profética, que es venerado como un santo —así como los otros líderes máximos— y transmite a los creyentes la preocupación sobrenatural por los agravios que sufren los grupos oprimidos.

Desde nuestra perspectiva, aun más importante que su capacidad de persuadir a otros de que él canaliza la revelación divina, es la adhesión de sus seguidores a su propuesta de acción y a sus mensajes. Estos representan una ruptura con instituciones y creencias arraigadas y articulan las creencias del movimiento —las cuales serán referidas más adelante— y, en ciertos contextos, responden a las aspiraciones de las capas de adheren-tes. En ese sentido, él da de nuevo esperanzas a sufridos grupos de cultivadores al develar el futuro y ofrecerles el milenio para que escapen de circunstancias indeseables. En la devoción que inspira este líder, pesa además el valor testimonial de su estilo de vida austero.

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Tal como lo percibien los adherentes, el poder del líder carismático del movimiento se basa en un pacto con Dios261. La creenc ia en la intervención de agentes sobrenaturales, transmite un sentido de legitimidad a sus seguidores, y en esa medida, su capacidad de movilizar a los adherentes se basa en visiones y revelaciones milenaristas. Esta legitimidad fue reforzada con los ritos y ceremonias religiosas que presidía el máximo líder 262.

Los colaboradores más próximos al jefe del movimiento son los doce integrantes del "consejo de ancianos", quienes basan su liderazgo en experiencias visionarias a las que atribuyen un origen divino263. Entre los discursos proféticos de estos "ancianos" se destacan aquellos orientados a fortalecer y aliviar la aflicción de los creyentes264. Los miembros de este consejo tienen competencia, básicamente, en cuestiones doctrinales y,

261 Véanse HOY, 3 de Diciembre de 1978; 3 de Noviembre de 1978;y ABC, 11 de Enero de 1979. El tipo de liderazgo del movimiento, de algún modo, representa la negación del paternalismo de los jefes tradicionales con fuente distinta de poder. 262 Michael Adas, Propheti of RebeUion (North Carolina: The Univer-sity of North Carolina Press, 1979). Este autor considera casos históricos similares. 263 En este sentido, el "anciano" Cardozo Vera señala que los dirigentes obran por mandato del Espíritu Santo, que se manifiesta por medio de sueños y profecías. Véanse HOY, 29 de Setiembre de 1982; y Ultima Hora, 19 de Enero de 1983. 264 Véase HOY, 30 de Noviembre de 1978. se mencionaron el hecho de no rendir cuenta de los

resultados de la producción y comercialización de los congregados y que el líder viva atendido por un grupo de doncellas. A raíz de esto se anunció que los asentamientos del "Pueblo de Dios" serían desmantelados. Ultima Morí, 19 de Octubre de 1979). Véanse además HOY, 24 de Marzo de 1981 y Entrevista No. 12.

Posteriormente, a medida que eran reprimidos otros grupos campesinos en la región, los adherentes del "Pueblo de Dios** fueron maltratados y amenazados, pero la represión estimuló al movimiento generando lo que quiso evitar: un mayor compromiso con la organización, ya que los adherentes interpretaron la persecución en términos apocalípticos, como si la misma fuera signo de la mayor presencia de satán. Ya no se trataba de una lucha humana sino divina y el Señor la presidía271. En ese sentido se expresan los líderes del movimiento:

Yo estuve detenido... cuando se intervino la comunidad... pensamos que es una prueba del Señor para comprobar nuestra fe" Los seguidores de Dios tenemos que ser perseguidos como El lofue272

Ya estaba escrito que los cristianos serían perseguidos por sus creencias273

Ya con la transferencia masiva de capital financiero a la colonia, los agentes que se conectaban con esa. a través del partido de gobierno ganan posiciones en la estructura de poder regional y aumentan sus recursos para bloquear al movimiento milenarista cooptando a algunos de sus líderes.

El rechazo por parte de las instituciones establecidas al "Pueblo de Dios", es otro factor que influyó en su desarrollo.

271 Mateo 24, 9.

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272 Véanse entrevistas a "anciano" Cardozo Vera, (HOY, 29 de Setiembre de 1982), Ultima Hora. 14 y 19 de Enero de 1983; ABC, 30 de Diciembre de 1978.

273 Véanse Entrevistas 11 y 13 p. 1.

En ese sentido, se destacan los ataques periodísticos, los de grupos dominantes

locales y de sectores de la Iglesia Católica274 Así, un obispo calificó al movimiento como herético, que lleva a sus sectarios a la enajenación religiosa despersonalizante que no dista mucho del lavado de cerebro, y manifestó preocupación por la destrucción del concepto de familia, ya que los adherentes de la nucleación religiosa en cuestión, despojan de sus bienes a los suyos para ponerlos en común con sus sectarios275.

Otro factor que influyó en el mayor encierro sobre sí mismo del movimiento .el que en ese sentido se alejó de las relaciones políticas calificadas como mundanas, fue la penetración progresiva en sus filas de agentes de instancias de control y represión, hecho facilitado por la heterogeneidad del movimiento. Con estos agentes participando en el culto necesariamente cambiaba el contenido de las profecías y sermones que así se alejaban aún más de temas controversiales.

La aceptación a nivel retórico de las autoridades, resultado del proceso de adaptación del movimiento, se refleja en su credo que puntualiza: "Creemos en las obligaciones ante las leyes humanas, pagar tributos y honores, respeto a las autoridades constituidas y en la obligación de orar por los gobernantes de la nación". En el mismo sentido, el líder del movimiento afirma: "Dios estabilizó la administración de nuestro Gobierno y obró sobre sus colaboradores y dio una paz y prosperidad"276.

La contradicción entre el plano político y el religioso se acentúa con la adaptación al ambiente represivo, debido a incoherencias en el cuerpo de creencias, las que declaran al movimiento ajeno a la sociedad, mientras es maltratada por ella.

274 Véanse ABC, 7 de Enero de 1979 y HOY, 28 de Setiembre de 1982. 275 Véanse ABC, 5 de Enero de 1979 y 31 de Diciembre de 1978.

276 Véase Ultima Hora, 26 de Enero de 1982 y HOY, 4 de Diciembre de 1978.

Su tipo de milenarismo no permite al movimiento comprender en su programa la esfera política, la que sin embargo, lo rechaza, representando la respuesta a esta incoherencia una de las limitaciones importantes del movimiento.

Como resultado de su postura más conservadora en el plano político, el movimiento enfatizó aún más su naturaleza espiritual. A nivel ideológico se puso énfasis en la liberación de los creyentes, que no se logra en esta vida. Esa liberación sería sólo espiritual, y sobre todo sería obra exclusiva de Dios.

El sistema básico de creencias del movimiento

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En el caso del "Pueblo de Dios", desde sus comienzos hasta el momento actual277, su ideología es la propia de los movimientos sociales arcaicos, la misma no llega a transformarse, como en el movimiento campesino misionero.

Las ideas de "afuera" que llegan con los líderes del movimiento milenarista no fueron suficientes para fundar intelectualmente formas de acción colectiva en prosecución del interés común de los movilizados.

En cuanto a las ideas tradicionales de los campesinos ex obrajeros de la región, debe tenerse en cuenta que las mismas, expresadas en proverbios populares, descartaban la acción colectiva y la intervención del Estado en la solución de conflictos.

Los problemas en ese sistema, desde la perspectiva de las capas campesinas, debían ser resueltos apelando al valor individual, toda vez que el campesino debía hacer justicia por sus propias manos277; por otra parte, carecían de sentido esfuerzos por alterar el orden social, que era representado como independiente de las prácticas sociales279.

277 Nos referimos al límite del período comprendido en nuestra investigación.

278 León Cadogan, "Algunos datos para la Antropología Social Paraguaya", en Suplemento Antropológico, op. cit.

En la región también permanecían algunas tradiciones de las expectativas milenaristas enraizadas en el sistema de creencias de los Guaraníes. La idea de un paraíso luego de la destrucción del universo estuvo en la base de las migraciones mesiánicas de los Guaraníes en pos de la tierra sin males. Todavía en la década del cincuenta un grupo Mbya Guaraní deja la región y se dirige hacia el este buscando el paraíso.

Las categorías utilizadas por el "Pueblo de Dios", expresadas en lenguaje religioso, corresponden a las ideologías milenaristas que perciben lo socio-historie o como satánico, que será invertido solo en el paraíso milenario. En el lenguaje de líderes y adherentes, la carne —aludiendo al cuerpo humano—, como la sociedad, sirven como símbolo del mal contrastando con el espíritu, estrechamente ligado al mundo utópico del movimiento. En esta perspectiva, carece de sentido influir en grupos externos o en el Estado para articular intereses colectivos, ya que todo ello es irrelevante ante la inminencia del cataclismo final y de la instauración del milenio.

Las creencias básicas del movimiento, no exentas de ambigüedad y hasta contradictorias en ciertos respectos, constituyen variantes del pentecostalismo y derivan de las ideas de posesión por el Espíritu Santo, del don de la sanidad, de la autoridad de la Biblia y de la visión apocalíptica ligada a una teología de la crisis.

En la visión apocalíptica del "Pueblo de Dios" llegó el tiempo del combate final entre la luz y las tinieblas; al momento de la cosecha debe acabarse con la cizaña que germinó en la viña del Señor280. La hora postrera que se acerca, la de la abolición del mundo, es la del fin de todos los tiempos, que arrastra hacia su ruina al orden social y político vigente y acabará con los sufrimientos.

279 Ibid, p. 459.

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280 Mateo 13,30.

Esta transformación de la tierra de la que surgirá el reino de los elegidos, sin embargo, no resulta de la acción de transformación del orden social encarada por los creyentes, sino de la intervención de lo sobrenatural. Las prácticas sociales de los creyentes sólo buscan la inclusión entre los elegidos.

En este sistema de creencias, la preocupación obsesiva por la inminente destrucción del mundo, al final de los tiempos, está estrechamente asociada a la esperanza en el reino de los creyentes en el milenio, luego de la segunda venida de Cristo; el cataclismo final acabará con la sociedad presente y sus injus ticias salvándose sólo los creyentes. En el tiempo de la siega se acaba con la cizaña y queda et buen trigo.

Al quedar frente a frente los sellados y los anticristos, la tierra temblará y se abrirá y en el lago de azufre y fuego se quemará la maldad y la explotación, se quemará hasta la luna porque hasta allá llegó el hombre281.

En la visión de los creyentes en el milenio o paraíso buscado impacientemente, los 144.000 elegidos reinarán con Cristo mil años ya en la tierra regenerada. El milenio, cuyo significado, según los adherentes entrevistados, viene del libro de la revelación282; alude a mil años de reino mesiánico sobre la tierra, luego de su segunda venida para el último juicio. Durante el milenio los que no figuran en el libro de la vida serán echados al lago del fuego, mientras los elegidos irán a la nueva Jerusalén en la que no existe el mal. Esta nueva tierra, en la visión de los creyentes, se refleja en la afirmación de un entrevistado:

281 Entrevista con el "anciano" Cardozo Vera, en HOY, 5 de Diciembre de 1978, y Ultima Hora, 26 de Enero de 1983. Véase también Entrevistas 11, 12 y 29. 282 Revelación 20: 4.

"Será de oro, sin lágrimas, dolor ni explotación. No habrá ninguna clase de tribulación ni divisiones, sino alabanzas”.

Este reino mesiánico en el que no existe el mal, tal como se lo prefiguran los creyentes, coincide con un pasaje de Isaías:

El más joven morirá a los 100 años..., construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán su fruto, no edificarán para que habite otro, no plantarán para que coma otro. El lobo y el cordero pasearán juntos; el león como el buey comerán paja, y la serpiente comerá polvo. No se hará mal ni corrupción283.

En este futuro paraíso no existirá propiedad privada sino comunidad de bienes; los bienes de la creación serán efectivamente de todos. El poder será ejercido solo por Dios.

La idea de la proximidad del fin del mundo, que se apoya en pasajes del Apocalipsis, y algunos creyentes lo sitúan en el año 2000, se afirma en la existencia de signos que revelan la dominación del mal, el que adopta formas demoníacas -el anticristo, satán, el tirano de los últimos días, etc.284. El mal se acerca de mil formas, siendo diversos los signos de la destrucción del mundo; éstos comprenden la sed desmedida de acumulación de cosas materiales, las guerras y la misma expansión de la

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prédica de la palabra de Dios. En este sentido, con frecuencia, los creyentes expresan su convicción que este mundo se destruirá por su corrupción como Sodoma y Gomorra285.

283 Isaías 65: 21-25. 284 Entrevista 29. 285 Génesis 18-20; 19, 23-25; Apocalipsis 11, 8, Entrevistas 11 y.28.

Esta visión apocalíptica que venimos caracterizando, aparece ligada, en la

ideología del movimiento, a una suerte de teología de la crisis, propia de los tiempos de dificultades sociales. Desde nuestra perspectiva, para los creyentes de las capas de colonos, las situaciones interpretadas como críticas, a partir de su teología, se corresponden con los cambios en la esfera socio-económica y cultural que se dieron en la colonia. En ese sentido los adherentes del movimiento focalizan su atención, básicamente, en el cambio en el sistema de valores.

Esta idea del fin del mundo que aparece y reaparece en momentos de crisis se remonta a los primeros cristianos286. Así en la primitiva Iglesia cristiana, durante los primeros veinte a treinta años se creyó que el Juicio Final estaba muy próximo, de ahí las exigencias tales como la de vender todo lo que tenían para entregarlo a la comunidad, ya que carecía de sent ido la preocupación por bienes materiales en un mundo que se acababa287

>

Precisamente, contra esto reaccionó San Pablo que quiso organizar una Iglesia para vivir en un mundo que no se acaba, una Iglesia que debía pactar con el mundo288.

La teología de la crisis que comentamos se manifiesta de diversos modos, tanto los salmistas como los profetas, con frecuencia aluden a pasajes bíblicos referidos a situaciones de tribulación, tales como la persecución de los primeros cristianos, los tiempos de Noe", el cautiverio del pueblo de Israel, la huida de Jesús a Egipto y la liberación de los egipcios289. En estos casos, retoman como mensaje central del Antiguo Testamento la liberación de la servidumbre de Egipto; así, puede suponerse que los adherentes y, básicamente, los líderes del movimiento releen la Biblia buscando interpretar la presente situación de crisis como si asumieran subconcientemente el papel de Israel en un medio adverso.

286 Norman Cohn, The Puimlt of the Millenium (New York; Oxford University Press, 1980), pp. 2029. 287 Ciertamente, los primeros cristianos interpretaron la profecía esperando la segunda venida de Cristo durante sus vidas. Ibid p. 15. 288 Sobre este punto véase la segunda epístola del organizador de la Iglesia a los tesalonisenses.

El Espíritu les revela que es necesaria una reforma sustancial en sus vidas para lograr la liberación en un futuro concebido como inminente. Esa liberación ya no se dará en el tiempo histórico como en el pasado; esa liberación en el mundo regenerado, será meramente espiritual290.

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La creencia en la permanente revelación del Espíritu Santo, dentro de la nucleación es uno de los puntos destacados del movimiento. En correspondencia con esto último, la posesión por el Espíritu constituye una de las experiencias religiosas básicas de los adherentes, y está asociada a los dones del día de Pentecostés291 (Hechos, 2): hablar en lenguas, profe tizar, soñar y percibir visiones. En este sentido, los creyentes del movimiento enfatizan la promesa de Dios de enviar al Espíritu y citan con frecuencia entre los pasajes bíblicos, el de Joel 3-28:292.

Después de esto derramaré mi espíritu sobre toda carne y profetizarán nuestros hijos y nuestras hijas y nuestros ancianos tendrán sueños y nuestros mozos verán visio-nes.

La autoridad de la Biblia, que resulta consistente con la ausencia de relaciones jerárquicas internas y con el radical igualitarismo del movimiento, y la significación atribuida a seres demoníacos, constituyen los elementos del credo básico de la nucleación religiosa.

289 Sobre este punto, véanse entrevistas 11 y 29; Entrevista al jefe espiritual del movimiento

en HOY, 4 de Noviembre de 1978 y Entrevista al "anciano" Cardozo en HOY, 5 de Diciembre de 1978. 290 Salm os 5 8; Entrevista 12. 291 Hechos, 2. 292 Entrevista al líder principal del movimiento, en HOY, 4 de Diciembre de 1978.

En relación a estos aspectos de su credo, uno de los líderes del movimiento en una entrevista enfatizó:

Creemos en la Sagrada Escritura y aceptamos como infalible la palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo (San Juan 5:39). Creemos en la existencia del diablo y de su atributo de malos espíritus que, juntamente serán arrojados por Dios al lago de azufre y fuego293.

En otros aspectos de su sistema de creencias, el movimiento exalta a un Dios de los pobres y ambiguamente defiende una justicia igualitaria y rechaza la opresión294; dado que los líderes tratan, frecuentemente, de evitar temas controversiales, no refieren estas ideas abstractas a circunstancias concretas.

Consistentemente con sus simpatías por el cristianismo primitivo y con la visión del Antiguo Testamento, los líderes y adherentes del movimiento enfatizan una suerte de alianza con un Dios que eleva a los humildes y mira con desconfianza a los ricos, quienes reemplazan la adoración al Señor por la adoración al dinero y quedarán con las manos vacías por toda la eternidad295.

Las ideas y creencias reseñadas, venidas de afuera, son las que se proyectarán en la reacción de capas de colonos a los cambios socio—económicos y culturales, concomitantes al proceso de modernización agrícola de la colonia. En su reacción, estos segmentos de colonos buscaron el regreso a comportamientos propios del cristianismo primitivo, que lo restauraron en sus comunidades utópicas.

293 Entrevista con el "anciano1* Cardozo Vera, en HOY, 5 de Diciembre de 1978. Véase además Entrevista No 28. 294 Jeremías 7,6. Véase ademas Entrevista 12.

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295 Salmos 5. 10.

Si bien esa visión milenarista contiene elementos embrionarios de un nuevo orden social, en tanto el milenio es pensado como negación del orden social actual, la misma no comprende la representación de los intereses colectivos de las capas de adherentes ni de las formas de articularlos, ni comprende ninguna interpretación de las relaciones políticas.

Los factores que impidieron la maduración ideológica del movimiento comprenden al aislamiento de sus líderes, la heterogeneidad de su masa de adherentes y la represión sistemática de que fue objeto. Las mismas prácticas de los adherentes, que hubieran estructurado más sus ideas, se limitaron a los propios grupos al aislarse de la sociedad.

A pesar de sus puntos vulnerables, esta ideología fue fundamental en la expansión del movimiento. Esas ideas permitieron a los adherentes tanto la creación de nuevos vínculos sociales, alternativos a los recientemente establecidos por los cambios socio—económicos, como la práctica de nuevas estrategias de sobrevivencia. Esta ideología también proveyó las ideas que articulan las comunidades utópicas que constituyen un refugio de una vida de privaciones.

El alcance social del Movimiento y sus rasgos arcaicos específicos

La nucleación religiosa milenarista que estamos considerando tiene, por una parte, el alcance de movimiento social y, por otra, se especifica como movimiento arcaico o pre-político.

En relación al primer aspecto, la organización que estudiamos constituye un movimiento social en la medida que esto último connote acción colectiva de clases subalternas que expresan rechazo de algunos aspectos del orden social y político dominante. En efecto, el sistema de creencias que caracteriza al "Pueblo de Dios" y, particularmente su visión del paraíso milenaristas esperado con impaciencia implican una inversión simbólica del orden social establecido; las mismas prácticas de los creyentes representan un cambio radical en el sistema ordinario de vida y una negación de la forma como está organizada la sociedad, y las mismas instituciones convencionales recusan al movimiento operando mecanismos de control social.

En cuanto a la inversión del orden social vigente, debe tenerse en cuenta lo ya señalado en el sentido que el mismo, ligado a la experiencia cotidiana —trabajo, pobreza, inseguridad, explotación etc.— está asociado, en la percepción de los adherentes del movimiento, a las fuerzas del mal, que serán destruidas en el final apocalíptico inminente; el predominio de la sed desmedida de riquezas, las matanzas y robos revela que la sociedad actual es gobernada por Satán.

En la otra cara de la moneda, el reino de Cristo con los elegidos —los pobres- que seguirá a aquella destrucción, se dará en un mundo que representa la negación del actual, ya que en él no habrá sufrimiento, explotación ni injusticias. La misma pertenencia al movimiento hace que los creyentes, de últimos, se conviertan en los primeros, ya que los escogidos no son los doctores, sino los pobres, humildes, analfabetos, quienes por obra de lo sobrenatural se convierten en sabios en las cosas divinas y tienen a Cristo como aliado

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En la otra cara de la moneda, el reino de Cristo con los elegidos - los pobres— que seguirá a aquella destrucción, se dará en un mundo que representa la negación del actual, ya que en él no habrá sufrimiento, explotación ni injusticias. La misma pertenencia al movimiento hace que los creyentes, de últimos, se conviertan en los primeros, ya que los escogidos no son los doctores, sino los pobres, humildes, analfabetos, quienes por obra de lo sobrenatural se convierten en sabios en las cosas divinas y tienen a Cristo como aliado296; campesinos despreciados por agentes de los grupos dominantes adquieren, en la visión del movimiento, una dignidad próxima a la de los apóstoles; en el movimiento los pobres se igualan a los ricos.

Si bien, parte importante de los cambios que se representan los líderes y adherentes del "Pueblo de Dios" se dan en el plano utópico, algunos son prácticos. Así, el estado de perfección con el que sueñan se instaura al final de los tiempos, pero los creyentes, mientras esperan el milenio cambian fundamentalmente sus hábitos personales, se integran a comunidades caracterizadas por su radical igualitarismo, negando las relaciones jerárquicas y el modelo de distribución de bienes defendido por el orden social dominante297.

La eliminación de diferenciación social interna, en las comunidades utópicas, y el liderazgo de campesinos semianalfabetos niegan la rígida estructura de clases.

Otros elementos que hacen del "Pueblo de Dios", con una estructura institucionalizada no vista anteriormente, un movimiento social son, la desafección a instituciones existentes, incluyendo a las iglesias establecidas298 y el rechazo explícito al movimiento por parte de las organizaciones convencionales (prensa, iglesias constituidas, partidos, órganos estatales) y, en general, por los grupos dominantes.

En lo tocante al rasgo específicamente arcaico o pre-político, debe tenerse en cuenta que el movimiento, hasta el final del período estudiado, no busca la prosecución organizada del interés de clase de las capas movilizadas ni se propone a ese efecto influir en el Estado o en grupos externos.

296 Véanse entrevistas 11, 12, 13 y 29 y Ultima Hora, 5 de Febrero de 1982. 297 Véase HOY, 23 de Diciembre de 1978. Entre los retirados del mo vimiento, acusados como falsos y envidiosos, están los beneficiados por el ordenamiento social vigente, con grandes lotes explotados individualmente, que permiten cierta acumulación. Véanse Entrevistas 28 y 29 y HOY, 30 de Noviembre de 1978.

298 Véanse especialmente entrevistas 13 y 8.

Consistentemente con lo anterior, la ideología del movimiento no comprende la representación de aquel interés enraizado en la posición de los agentes en el proceso productivo, ni contiene una interpretación de situaciones socio-históricas conectando causas a efectos en términos de factores sociales.

Dado que la sociedad será regenerada por obra de lo sobrenatural, el movimiento no se plantea la necesidad de modificar la situación a través de la acción política sistemática299. En el movimiento lo político es vivido en términos ético-religiosos. Se busca la salvación meramente espiritual, que se contrapone a lo mundano, incluyendo lo relativo al poder, cuya estructura en la sociedad es considerada irrelevante.

En este contexto, las experiencias con lo sobrenatural desvían a las capas de adherentes de su sufrida existencia cotidiana, en vez de proporcionar apoyo para

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enfrentarla. El movimiento promete compensar con el milenio, luego de esta vida, las penurias presentes. Lo extraordinario reemplaza a la lucha social en la superación de agravios, en una visión claramente conservadora pero que refleja las formas que pueden asumir, en determinadas condiciones socio-históricas, la reacción colectiva de capas campesinas, básicamente, ante procesos socioeconómicos con efectos en otros órdenes de la sociedad, que aquéllas no sólo no controlan mínimamente sino ni siquiera los comprenden.

299 Romanos 8; Colosenses 2, 3 y 4

VII CONCLUSIONES

De los casos estudiados pueden derivarse proposiciones relativas a los movimientos sociales arcaicos o prepolíticos, y a su transformación en movimientos de tipo moderno o políticos.

A nivel de generalidad, puede afirmarse que, en ciertas condiciones socio-históricas, los movimientos sociales no constituyen fenómenos accidentales, aunque sus formas varíen según aquellas condiciones.

En efecto, los movimientos sociales, en tanto acciones colectivas -defensivas u ofensivas— de clases subalternas que expresan insatisfacción con algunos aspectos del orden social, no constituyen hechos episódicos que manifiestan conductas desviadas, disfuncionales para la sociedad, sino, más bien, expresan la dinámica interna de cambio de toda sociedad.

Los mecanismos de dominación de los ordenamientos socia les, basados en relaciones de explotación, tienden a la permanencia, pero también generan tensiones y contradicciones que abren las posibilidades para movimientos orientados a su cambio o, por lo menos, a su rechazo. La misma estructura social es el resultado de experiencias colectivas pasadas que, aunque tenga relativa permanencia, es frecuentemente transformada por movimientos sociales. Esto es así, pues, como existen actores po-sitivamente beneficiados por un orden social que establecen mecanismos orientados a la permanencia de ese ordenamiento, existen al mismo tiempo otros actores negativamente privilegiados que lo rechazan y, eventualmente, buscan su transformación.

En los ordenamientos sociales articulados en relaciones fuertemente desiguales, las clases subalternas, o miembros de ellas, siempre reaccionan -tarde o temprano-, ya sea individual o colectivamente, aunque varía la forma de su acción. En ese sentido, debe considerarse axiomático que si los actores dominantes no consideran las demandas de las víctimas de su dominación —y, en esa medida, el poder sea monopolio de una interpretación particular de la sociedad-, éstos siempre reaccionarán y buscarán alterar la situación, a menos que sus demandas sean consideradas300.

En cuanto a las formas de las reacciones señaladas, las mismas pueden ser individuales o colectivas y estas últimas pueden asumir rasgos arcaicos -primitivos o prepolíticos- o modernos —políticos—; se entiende que en este último caso la acción colectiva puede ser ofensiva y no meramente reactiva301_

En los movimientos arcaicos, si bien la reacción colectiva expresa el rechazo de algunos aspectos del orden social y/o político vigente, la misma no busca la defensa del interés de los grupos movilizados enraizados en la situación de clase302. LOS mo-

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vimientos de tipo moderno o político, en cambio, se orientan en la prosecución de aquel interés común, a través de formas organizadas y, a ese efecto, busca influir en grupos externos y/o en el Estado; en la medida señalada este tipo de acción colectiva equivale a acción de clase.

300 Véase Sanóla, Sakari, op. cit. 301 Damos a esta categoría el alcance que Tilly (1978) da a moviliza ción ofensiva. 302 Estos intereses comprenden la defensa de parcelas familiares y campos comunales, lo

relativo a condiciones de comercialización y abastecimiento, costos y condiciones de los préstamos y condiciones de trabajo.

Refiriendo las definiciones anteriores a los casos estudiados, tenemos que, tanto el movimiento campesino de las ligas agrarias como el movimiento milenarista comienzan con rasgos arcaicos o primitivos; posteriormente, sin embargo, las Ligas llegan a transformarse en movimientos de tipo moderno, mientras el segundo no evoluciona y permanece arcaico.

En el caso de las Ligas, hasta fines de la década del sesenta, las mismas constituyen un movimiento social en el que prevalecen los rasgos arcaicos, aunque más tarde se transforma en movimiento de tipo moderno o político. En efecto, si bien las formas de participación de las capas adherentes de la Liga, la importancia de las relaciones fraternales, la protesta ante abusos de las autoridades, su liderazgo independiente, y algunos de sus tipos de acción implicaban un desafío a las instituciones establecidas, la misma no se proponía perseguir en forma colectiva el interés de clase de sus capas adherentes. Predominaban entre las acciones de la Liga las orientadas a sus propios seguidores (cursillos, acciones comunitarias, constitución de comunidades utópicas).

Las capas campesinas participantes, ciertamente, reacciona ron contra nuevas formas de penetración del capitalismo en el campo y la intensificación de formas preexistentes -y contra los cambios culturales concomitantes— pero sin comprenderlas. Los campesinos, añorando el calor de sus comunidades, reaccionaron contra su desintegración sin articular en su conciencia los factores que la provocaban. Las nuevas relaciones implantadas por las modernas empresas -de carácter puramente económico- y otros factores emergentes podrían ser racionales y eficientes pero volvían a los productores extraños el uno al otro; ante esta situación, se trataba de fortalecer la cooperación en tanto implicaba fraternidad.

Ya hacia finales de la década del sesenta, al intensificarse los cursillos basados en reflexiones bíblicas, se percibía al orden social vigente como injusto y anticristiano, pero no se precisaba cómo alterarlo, ya que no se percibía cómo salvar la distancia entre las ideas sobre la sociedad ideal, basada en la fraternidad cristiana con la cual soñaban, y la sociedad real en la cual vivían.

En la concepción que los liguistas tenían de la sociedad, lo político seguía apareciendo como irrelevante, o se limitaba a algunos de sus elementos operantes en el plano local, ignorando el orden político más general en el cual se toman las decisiones de alcance global. Como resultado de esa noción de lo político, no se consideraba cómo

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alterar las relaciones de poder de esa sociedad. Los rudos combates debían librarse al interior de los propios campesinos.

El movimiento milenarista "Pueblo de Dios", tal como la Liga Agraria de Santa Rosa durante su primera fase, surge y permanece como un movimiento social-prepolítico. El rechazo del orden establecido y la desafección a instituciones con-vencionales se expresan de diverso modo en este movimiento. Entre los elementos que lo expresan podemos mencionar: el reconocimiento en su ideología de que la sociedad niega una justa distribución de bienes, su liderazgo independiente del tradicional, la ruptura radical en la vida ordinaria que representan las comunidades utópicas, su adhesión al igualitarismo, y la inversión del orden social y político vigente en su visión del paraíso que se instalará luego que el Apocalipsis ponga fin a la corrupta sociedad y a los sufrimientos de los adherentes.

El carácter pre-político se refleja ya en sus comunidades, en las que los adherentes que buscan cambios internos viven su fraternidad cristiana tratando de evitar contaminarse con el mundo. Con sus tipos de acción, los adherentes del movimiento se orientan a asegurarse un lugar entre los elegidos que llegarán a la tierra regenerada, luego que fuerzas sobrenaturales acaben con la sociedad actual, percibida como reino de lo maligno.

En ningún caso se plantean la acción política sistemática y más bien se alejan de ella por contraponerse a lo espiritual que constituye su preocupación básica.

Hasta acá los dos casos comparten las características de los movimientos arcaicos, sin embargo, tal como ya lo señalamos, las Ligas de Misiones se llegan a transformar en movimientos de tipo político poniendo de manifiesto que un movimiento arcaico puede transformarse en movimiento de tipo moderno o político. En cuanto a este pasaje, téngase en cuenta que desde fines de la década del sesenta, en la medida en que sus acciones —administración de consumo, comercialización conjunta— se orientan más al interés de clase de las capas adherentes, hacia 1972, cuando ya se encara la ocupación de tierras y se busca una organización nacional, el objetivo básico del movimiento pasa a ser la prosecución organizada del interés común con autonomía de organizaciones religiosas. A pesar de llegar estas ligas a la fase política, las mismas no logran permanencia ni llegan a formas avanzadas de movimientos sociales de tipo moderno.

Hasta aquí los casos estudiados plantean la necesidad de explicar, tanto la emergencia de movimientos sociales arcaicos y su transformación en movimiento de tipo político, así como su eliminación antes de llegar a formas maduras.

En el análisis consideramos condiciones externas, básicamente la estructura de relaciones políticas, y socio-económicas, y factores internos a los movimientos: composición social, tipos de acción, movilización, oportunidad, organización e ideología.

En cuanto al origen de los movimientos, los dos casos estudiados constituyen reacciones ante privaciones originadas en procesos de modernización productiva303, impulsados por el

303. Desde esa perspectiva, modernización connota la introducción de nuevos factores al proceso productivo, transfiriendo capital y paquetes tecnológicos modernos, de modo a aumentar los niveles

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de producción y productividad; en América Latina se ha enfatizado, como factor básico de este proceso, la constitución de grandes empresas que subordinan a su lógica a las pequeñas explotaciones.

Estado en términos de transferencia de capital y de paquetes tecnológicos modernos. En esta dinámica, la transferencia de capital intensificó formas capitalistas preexistentes en la actividad agropecuaria, tal como la dinamización del capital comer-cial, y, por otra parte, implantó nuevas formas: la del capital agrario materializado en la gran empresa, en el caso de Misiones, y la del capital financiero, en el caso de algunas colonias de Caaguazú.

A pesar de los rasgos diferenciales de la modernización en ambas regiones, la misma tiene algunos efectos comunes. Así, ella altera la estructura socio-económica acelerando el proceso de descomposición campesina, toda vez que con la expansión del capitalismo —en el que se vende la fuerza de trabajo, se invierte libremente el capital y se renta la tierra, el trabajo, la tierra y la producción se convirtieron en mercancías y se tendía a separar al campesino de la tierra, su medio básico de producción, y de su matriz social habitual. Esta descomposición fue precedida por el cambio de las estrategias productivas y tecnológicas de las capas de campesinos medios y minifundistas.

En ese contexto, la declinación en la capacidad de obtener lo deseado, que trajo a ciertos grupos de cultivadores el proceso de modernización, llevó a la insatisfacción que resultaba de comparar circunstancias presentes con las que existieron en el pasado. Esa privación relativa empujó a los afectados a integrarse a acciones colectivas orientadas a corregir la situación. y en esa medida fue una precondición de los movimientos.

La insatisfacción que surgió no fue sólo relativa a privaciones de naturaleza económica. En ambos casos, las transformaciones socioeconómicas incidieron en el cambio de algunos valores arraigados y generaron en las capas afectadas incertidumbres, sensación de desamparo y crisis de identidad en los grupos afectados. La imposición del principio "invertir para obtener la máxima utilidad" significó la alteración de los valores que estaban en la base de redes de cooperación y solidaridad entre grupos campesinos.

Misiones fue la región precursora en materia de modernización, ya que ahí se inician tanto el Plan Ganadero como el Plan del Trigo, que apuntalan la acumulación a través de la gran empresa. Este proceso transforma la hacienda tradicional y con ella aniquila las relaciones paternalistas que se articulaban en aquélla y que habían protegido a los campesinos en situaciones adversas. De ese modo se debilitan las estrategias de sobrevivencia de las capas campesinas —y todo su estilo de vida- ligadas a la hacienda.

La gran empresa, básicamente ocupó fuerza de trabajo temporal, y buscó pagar salarios tan bajos como fuera posible, apelando a la coacción extraeconómica; además presionó sobre las tierras agravando el viejo problema de su monopolización por parte de las estancias.

La otra fuente de intensificación del capital agrario en la región está dada por la expansión del capital comercial, a través del cual salía la incrementada producción del algodón y llegaban los productos manufacturados.

En Repatriación y otras colonias de Caaguazú, los cambios fueron provocados básicamente, por la masiva transferencia de capital financiero que llega a los colonos a través de créditos bancarios de varios millones de dólares, buscando transformar las

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explotaciones tradicionales de los colonos en empresas familiares con su lógica de inversión-beneficio.

Se suma a lo anterior la intensificación del capital comercial y agroindustrial, que impulsan aún más la expansión de cultivos comerciales y determinan por diversas vías (vuelco a cultivos comerciales, asalarización, desarraigo por endeudamiento, etc.) la destrucción de las estrategias tradicionales de satisfacción de necesidades, y con ella situaciones de incertidumbre.

En el plano socio-cultural se dio una crisis de identidad, en tanto las normas, conocimientos y destrezas tradicionales no permitió a las capas de colonos encarar las nuevas situaciones.

La privación relativa tuvo mayor alcance en Misiones, y en esa medida, en esa región el potencial de movilización fue mayor.

No obstante las particularidades regionales de la dinámica modernizadora, un resultado común de los cambios socio-económicos que se dieron, tanto en Misiones como en las colonias de Caaguazú, fue la intensificación de las formas de explotación, sin que los pequeños productores tuvieran posibilidades de búsqueda organizada de mejores condiciones de intercambio, al carecer de base organización al para canalizar la resistencia a los efectos negativos de los cambios. Restricciones políticas impidieron la constitución de organizaciones campesinas autónomas.

Precisamente, las condiciones previas a la intensificación capitalista de la producción agropecuaria, y al concomitante proceso de descomposición, explican el hecho de que las capas campesinas afectadas por la nueva dinámica no pudieran adop-tar, en sus reacciones colectivas formas modernas o de tipo político. En las circunstancias socio-históricas de aquel momento las formas prepolíticas que adoptaron los movimientos fueron los únicos disponibles. En el caso del movimiento milenarista otras alternativas para encarar la situación en la región, fueron bloqueadas.

Estas condiciones previas, dadas por factores de naturaleza estructural y política, impidieron que los movimientos, aunque arcaicos, surgieran espontáneamente y necesitaran para emerger del apoyo inicial que viniera de fuera de la zona. Este apoyo de grupos externos fue necesario especialmente en lo relativo a las ideas para articular el movimiento.

Los factores limitantes de los colonos de Repatriación fueron diversos. La atomización propia de los obrajes se reforzó en la colonización estructurada por el Estado a partir de un modelo inmovilizador; ya con el traslado al nuevo asentamiento se limitan las relaciones sociales (en cantidad y en intensidad) de los productores, y, en esa medida, las redes de cooperación; el tipo de asentamiento dispersivo dificultó el desarrollo de comunicaciones internas, y en esa medida se aseguró que los movimientos nunca se desarrollaran más allá de las fase prepolítica.

En Misiones la mayor limitación estaba dada por las relaciones paternalistas que se articulaban en la hacienda. En uno y otro caso las restricciones políticas fueron importantes, así como las características de la pequeña producción campesina, relativamente autosuficiente, aunque este factor fue menos importante en Misiones.

En cuanto a la explicación del desarrollo posterior de los casos estudiados y la transformación de uno de ellos, también tiene importante peso, además de los elementos internos a los movimientos, los factores de tipo político y de naturaleza estructural,

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básicamente, los relativos al tipo de relaciones internas de las capas campesinas y de éstas con sus superiores.

En la transformación de la Liga en un movimiento de tipo político fue importante la existencia de una organización campesina tradicional. En un contexto de viejo asentamiento, marcado por la coexistencia del latifundio y del minifundio, las capas campesinas constituían comunidades integradas, basadas en el parentesco y en la vecindad. La misma distribución espacial de los vecindarios, con las viviendas concentradas en los bordes de los campos, facilitaron la frecuencia y la intensidad de las interacciones y en esa medida la comunicación entre vecinos.

Tal como ya lo señalamos, la interdependencia entre estos campesinos fue acentuada por el uso comunal de recursos. Esa organización social tradicional, tan importante para la movilización y maduración de la conciencia campesina, fue severa-mente afectada por el proceso de modernización pero no completamente destruida.

En la Colonia Repatriación, en contraste con Misiones, los colonos estaban atomizados, sin formas de interdependencia.

Los factores de tipo político, y, más específicamente, el comportamiento de los otros actores y del Estado, y, en general, de los mediadores entre sociedad y Estado, en relación a los movimientos, tuvo incidencias desde los comienzos de las reacciones colectivas estudiadas, más aún teniendo en cuenta que las clases subalternas estaban excluidas del pacto de dominación.

En el caso del movimiento campesino de Misiones, sus aliados no permanecieron mucho tiempo como tales, debido a la notable expansión del Estado, que a partir de un creciente apoyo externo, aumentó su capacidad de suprimir cualquier organización que no estuviera bajo su control.

Si bien, inicialmente, las restricciones asociadas a la represión de las Ugas no las eliminaron sino que las fortalecie ron al convertir en prohibidas sus actividades y permitiendo su transformación en movimiento de tipo político, al tornarse más violenta la represión, hacia 1974, el movimiento fue aniquilado antes que llegara a sus formas más avanzadas, sin que tuviera importancia la falta de legitimidad de las acciones represivas. En este caso, gl Estado primeramente trató de asegurarse que el movimiento permaneciera prepolítico, y cuando este intento falló, suprimió el movimiento.

El movimiento milenarista, en la medida que crecía, fue sistemáticamente reprimido. Esto, siguiendo las pautas del otro caso, fortaleció el compromiso de los adherentes y facilitó su expansión. La represión, en los casos analizados, afectó tanto a los agentes externos como a los mismos adherentes de los movimientos. En lo relativo al primer aspecto, las relaciones compulsivas afectaron negativamente el comportamiento de agentes externos que apoyaban a los movimientos, y también, el comportamiento de los simpatizantes.

En el efecto de esos maltratos y amenazas en el público, pesaron tanto elementos coyunturales como las características del público. Particularmente, pesó en forma negativa la ausencia de aliados, o, por lo menos, de mediadores entre los movimientos y la opinión pública. A contrario censu, en el plano local, la intervención de agentes externos, en caso de conflictos de intereses entre grupos dominantes y los movilizados, hubiera generado espacios de relativa autonomía para estos Últimos304.

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En cuanto a los efectos internos de la represión, los casos estudiados desmienten la proposición según la cual la acción colectiva no ocurriría si sus costos son mayores que los logros posibles (Me Carthy y Zald, 1968; Tilly 1978;Obershall, 1973; Olson, 1965)305, y, particularmente, el enunciado de Tilly (1978) que afirma una relación negativa entre la represión y la acción colectiva. En efecto, la represión no sangrienta no disminuye el nivel de movilización de adherentes concientes y comprometidos, sino más bien, lo aumenta. Por otra parte, estos peligros y penurias compartidos fortalecen la solidaridad interna y, en esa medida, el compromiso hacia el movimiento, aunque afecta el comportamiento manifiesto al convertir en prohibidas las actividades de los movimientos.

304 Para casos ilustrativos de intervención de agentes externos, véase CENDER, Programa de

Promoción de Organizaciones de pequeño* productores en el Guaira y Caazapá (Asunción, 1982). 305 Esta proposición es asumida por los autores que identifican la acción colectiva a la acción

instrumentalmente racional, tal como en el enfoque de la "resource management", basados en la teoría de los bienes colectivos de Olson (1965).

En cuanto a la composición social de los casos estudiados, el movimiento milenarista se caracterizó por su heterogeneidad, lo que dificultó la maduración de la conciencia social de las capas adheridas y limitó los tipos de acción.

Contrastando con lo anterior, la masa de adherentes del movimiento campesino misionero fue relativamente homogénea, siendo más fácil el reclutamiento de liguistas en los vecindarios con menor diferenciación. En este caso, se notó, además, que cuanto más similares fueron los intereses de los adherentes y en mayor medida quedaron afectados por los procesos socio-económicos, más intensos fue la movilización.

Uno de los factores que explican las acciones colectivas reseñadas fue la disponibilidad de recursos necesarios, que fueron mancomunados por los adherentes (tiempo, recursos productivos, etc) o por comitentes, en el caso de medios que aquéllos no disponían (educadores, recursos políticos, etc).

Los incentivos materiales tuvieron su peso en la movilización de recursos en los casos estudiados, principalmente en las capas más pobres; pero fueron decisivos sólo en el caso de beneficiarios no concientes ni comprometidos de las Ligas que participaron en las organizaciones mientras los beneficios inmediatos de la participación fueron mayores que los costos que debían pagarse. Al contrario, los adherentes conscientes y comprometidos mancomunaron sus recursos, independientemente de la magnitud de que disponían 306 y no calcularon si los beneficios que hubieran recibido habrían sido mayores que los costos pagados307.

306 En el sentido que aun los más pobres aportaron y, a veces, en proporciones mayores

a sus posibilidades comparándolos con los adherentes de mayores recursos.

307 Una proposición contraria a la asumida por los autores que identifican la acción colectiva a la acción instrumentalmente racional.

Estos casos niegan la proposición asumida por Tilly y otros que identifican acción colectiva con acción instrumentalmente racional.

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En la mencionada disposición a mancomunar recursos pesaron el sentido de compromiso con la organización, el grado de firmeza de las convicciones y las acciones simbólicas empleadas. En las Ligas las sanciones simbólicas estuvieron basadas en el sistema campesino de control social local. Esto fue facilitado por la organización social tradicional centrado en las villas.

En la persuasión, alimentada básicamente en cursos y prácticas de culto, influyeron elementos de tipo ético-religioso y el carácter inclusivo de la participación, la que abarcaba diversos aspectos de la vida de los adherentes. Sin embargo, mientras en las Ligas los elementos éticos-religiosos permitieron la maduración de la conciencia campesina, en el movimiento milenarista los mismos se proyectaron en posturas más bien conservadoras.

En el caso de las Ligas, que llegaron a movilizaciones ofensivas, en 1972 y 1973, fueron importantes la homogeneidad social y el tipo de relacionamiento interno entre los movilizados, la estructura organizativa centralizada y el mayor desarrollo de la conciencia social de las capas de adherentes.

En cuanto a la organización, el movimiento campesino de Misiones, contrastando con el carácter policlasista del "Pueblo de Dios" logró controlar el problema de la heterogeneidad, lo que a su vez, facilitó la percepción del interés colectivo y las formas de articularlo. En esa percepción influyó, además, el liderazgo orgánico de campesinos medios que, habiendo sido sustancialmente afectados por el proceso de modernización y descomposición, supieron interpretar y defender, en la fase moderna o política del movimiento, los intereses de las capas adheridas.

En el movimiento milenarista, contrastando con las Ligas, el liderazgo es más heterogéneo, aunque en él predominan ex-pequeños productores que, al encerrarse en comunidades utópicas oyendo más lo que se da en su propio interior, no viven orgánicamente el problema campesino y tienen dificultades para percibir el interés de clase de las capas campesinas adheridas. El liderazgo de este movimiento de tipo religioso, básicamente, se legitima por el estilo de vida de los líderes y por el tipo de mensaje que transmiten. En ese caso, los líderes carismáticos basados en dones mesiánicos tienen alta capacidad de movilizar a los adherentes, básicamente debido a la receptividad de éstos a sus mensajes, diferentes a los proclamados en la ideología dominante.

La activa participación de las capas de adherentes, a partir de núcleos vecinales, en las tomas de decisiones de las Ligas —en una suerte de asambleísmo— reflejaba el rechazo del caudillismo rural, pero en ausencia de un liderazgo relativamente estable308 y en esa medida, de mecanismos internos que procesaran las decisiones, las mismas representaron, en la fase pre-política, más un fin en sí mismo que un medio para la pro-secución del interés colectivo.

Este "basismo" se articuló en la cohesión y fuerte identificación vecinal, atributos que, por otra parte, dificultaron la integración de los grupos vecinales al nivel zonal y al regional. La estructura sin dirigentes permanentes, que reflejaba el rechazo al caudillismo, se repite en la federación regional que se formara cuando la Liga de Santa Rosa se extiende cons tituyendo otras organizaciones similares en la región.

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307 La modalidad implementadaentre 1969 y 1971 de rotación de dirigentes de las bases

para cada reunión zonal habría incidido en la identificación de los propios objetivos de la Liga.

En el "Pueblo de Dios" la baja institucionalización y la importancia de comportamientos espontáneos, disminuye la distancia social líderes-seguidores, y refleja el rechazo de relaciones jerárquicas resultando coherente con la visión del mo-vimiento de un mundo que se acaba.

La estructura organizativa de la Liga, que parte de capítulos vecinales que se integran sucesivamente a nivel zonal y regional, facilitó las movilizaciones y permitió un control de las bases sobre sus dirigentes.

Esta organización, que parte del nivel local, se vio facilitada por el tipo de asentamiento, con las viviendas concentradas que posibilitan una intensa comunicación interpares.

Ya en la última fase de las Ligas, su estructura organizativa se vuelve centralizada, y su liderazgo se torna estable, con lo cual las movilizaciones ofensivas se vieron facilitadas. Esto contrasta con la estructura descentralizada de "Pueblo de Dios".

Los dos casos estudiados establecieron premios y sanciones -simbólicos y no simbólicos - que permitieron la permanencia de la participación de los adherentes; además en ambos casos, la participación en la organización abarcaba diversos aspectos de la vida de los adherentes, lo que facilita el funcionamiento de mecanismos de control interno.

La ideología es una dimensión clave que interviene en la especificación del carácter arcaico o político de los movimientos, en tanto que estos últimos suponen que las capas adheridas se representan objetivamente el interés colectivo y las formas de defenderlo.

En los dos casos estudiados la ideología campesina tradicional no fue suficiente para fundar movimientos sociales. Por ello estos movimientos necesitaron ideas traídas desde afuera.

Tanto en el movimiento campesino misionero en su fase prepolíticas como en el movimiento milenarista, los grupos movilizados no trataron de remediar las circunstancias generadas por el proceso de modernización, aún cuando ambos surgieron como reacciones contra ellas.

En el "Pueblo de Dios", las ideas venidas de afuera con los fundadores del movimiento quienes se incorporaron a la ideología tradicional campesina, no fueron suficientes para fundar formas de acción colectiva orientadas a la prosecución de los intereses de los movilizados. En efecto, los grupos de adherentes se representan lo socio-histórico como satánico, que será invertido sólo en el paraíso al que se llegará luego del cataclismo final próximo, haciendo innecesaria la meta de influir en grupos externos o en el Estado para el logro de sus fines colectivos.

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En el movimiento campesino misionero, al igual que en el otro caso, las capas adheridas, en su fase pre-política, no se representaron el interés colectivo ni las formas de articularlos, ignorando las relaciones políticas.

La ideología campesina, fuertemente influida por la religión tradicional, se proyectó en la definición de los objetivos iniciales que en lo fundamental, consistía en la vuelta a formas de fraternidad y solidaridad del pasado y en la construcción de obras de infraestructura comunal.

En los rasgos prepolíticos de esta ideología influyeron diversos factores. Entre ellos fueron importantes aquéllos relativos al sistema de producción, a las relaciones internas entre cultivadores y a las relaciones con los superiores. Así, en el caso de los colonos de Repatriación, las condiciones de tipo estructural que les dificultaron la percepción del interés común y las formas de articularlos, consistían en el aislamiento estructural de productores atomizados socialmente, insertos en un contexto de baja concentración espacial y produciendo en sus propias parcelas en base al trabajo familiar en competencia con sus pares. Las propias características de la producción mercantil simple limitan en medida importante las posibilidades de desarrollo de la conciencia campesina: la escasa división social del trabajo, la relativa autosuficiencia de los productores y la especificidad del modo de producción que enfrenta al productor más a la naturaleza que a sus antagonistas sociales, ocultando, en esa medida, las relaciones de explotación309.

Por otra parte, en Repatriación los lazos institucionales con agentes de los grupos dominantes fueron rnás fuertes que en Misiones y la presencia de éstos en la colonia fue más inmediata. A los funcionarios de la institución colonizadora y agentes ligados a otras reparticiones estatales se sumaron los comerciantes-acopiadores y los líderes políticos del partido prebendario de gobierno que, aunque respondían a intereses hetero-géneos, fueron permeables a la praxis autoritaria y represiva del Estado. Estos agentes de los grupos dominantes insertaron a los colonos en relaciones del tipo patrón-cliente que eliminaba toda posibilidad de acción autónoma de los mismos e impedía la percepción de sus intereses y de las acciones necesarias para su defensa.

Posteriormente, la represión sistemática al movimiento y el proceso adaptativo acentuaron los rasgos conservadores.

En cuanto al origen arcaico del movimiento misionero, al igual que en el movimiento milenarista estudiado, contribuyó el tipo de relacionamiento vertical con los actores dominantes.

309 Como puede apreciar, las características de las capas de colonos son similares a las del

campesinado parcelario francés, hacia mediados del siglo pasado, tal como es presentado por los análisis de la época.

Básicamente, la dominación paternalista de los hacendados, debilitada por los

cambios socio-económicos de la región, dificultó a las capas campesinas misioneras, en la primera etapa del movimiento, la percepción de sus intereses contradictorios con los del grupo dominante, aunque ello no impidió acciones colectivas reactivas310.

En la fase de transición de las Ligas, sin embargo, éstas comenzaron a negar la ideología de los grupos dominantes y articularon el interés de clase de los liguistas

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(almacenes de abastecimiento y comercialización conjunta). En esta fase, ideas de afuera, traída por agentes pastorales de nuevo cuño, enriquecen las categorías de la ideología tradicional.

La introducción de las lecturas de la Biblia entre los campesinos implica una verdadera ruptura con la religión tradicional. En relación a esto último, debe tenerse en cuenta que, aunque las reflexiones sobre el Plan de Dios no se orientaban a la representación objetiva de la situación campesinas" o de las formas de defensa del interés común, esta modalidad permitió la configuración de la conciencia campesina. En efecto, esta modalidad permitió la incorporación, además de nuevas categorías para analizar críticamente la realidad campesina, de elementos éticos que permanecieron en la base del desarrollo posterior de la conciencia campesina.

Finalmente en la fase política del movimiento las ideas de la fase anterior permitieron la maduración de la conciencia campesina de las capas de liguistas, los que llegaron a una percepción clara de cómo eran explotados; incorporaron en su visión de la sociedad los aspectos políticos y se prefiguraron un orden social alternativo al vigente. En esta fase, los objetivos del movimiento se orientaron claramente a la prosecución organizada del interés de clase de los movilizados312 buscando a ese efecto influir en grupos externos.

310 De esto resulta, en cuanto al tipo de acción colectiva provocada por procesos de descomposición, que las acciones defensivas son más probables, toda vez que la autoprotección espontánea es más fácil de improvisar que los avances sistemáticos en ta prosecución del interés colectivo. Por otra parte, es ta acción colectiva es más fácil en la medida que sea mayor la proporción de afectados. 311 Téngase en cuenta que en estas reflexiones se soslayaban análisis de las formas concretas de explotación de los pequeños productores. 312 En este caso, la percepción del interés de clase se dio en términos de conexión de causas y consecuencias de la situación de clase. Para los liguistas, en la fase moderna del movimiento, la situación campesina, la distribución de los medios de producción y de los resultados del trabajo respondía a una organización económica de la sociedad que podía ser alterada.

Así, ideas venidas de afuera permitieron el desarrollo posterior de las Ligas como

movimiento de protesta, elevando sus aspiraciones. A partir de esas ideas los liguistas comenzaron a percibir como injusto y sujeto a correcciones en este mundo, las privaciones que estaban experimentando313. Este sentimiento condujo a los adherentes de las Ligas a buscar el cambio de la situación, de modo a reducir el trecho entre las expectativas y las posibilidades de satisfacerlas.

Del análisis de los casos puede inferirse que el sentido de privación es más intenso cuando a penurias objetivas se suma una elevación de las aspiraciones. También puede inferirse que para llegar a la decisión de envolverse en movimientos sociales de tipo político debe estar presente el sentimiento de que la privación puede ser remediada.

La adhesión a las nuevas ideas fue facilitada por la relativa transparencia de las relaciones socio-económicas, las relaciones internas entre los campesinos y el tipo de liderazgo de las Ligas.

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La propia transformación de las relaciones productivas, con la instalación de modernas empresas de tipo capitalista dio más visibilidad a la explotación campesina, tornando más claros los contrastes de intereses entre cultivadores y empresarios.

313 Martin Mager, Élites and Mases op. cit.

Las propias prácticas de los liguistas, tales como las relativas a la comercialización y abastecimiento conjunto, permitieron una percepción más clara de algunas formas de explotación de las que eran objeto y facilitaron el desarrollo de la conciencia campesina. Otros elementos importantes están dados por los tipos de acción colectiva de la etapa arcaica, que facilitaron el desarrollo posterior de la conciencia de las capas adherentes314 y las modalidades de la organización —que trascendía el nivel del pueblo-, particularmente la participación ampliada en tomas de decisiones, y, en general, las relaciones con agentes extracampesinos. También contribuyó la densidad social del campesinado de Misiones que facilitó la comunicación interna.

En contraste con el movimiento campesino misionero el movimiento milenarista no evolucionó. Dado que en su visión, el actual orden socio-económico y político será invertido sólo mediante la intervención de fuerzas sobrenaturales, carecería de sentido tratar de influenciar en grupos externos o en el Es tado, en prosecución del interés común de los colonos.

En la explicación de este hecho deben considerarse los factores que operaron en el comienzo del movimiento; el tipo de liderazgo -aislado del mundo—, la ya mencionada heterogeneidad social de su masa de adherentes y el tipo de prácticas del movimiento los que estaban orientadas básicamente el cambio del comportamiento de los propios adherentes.

Las causas que explican que las Ligas de Misiones no llegaron a estadios avanzados de los movimientos de tipo político, remiten fundamentalmente a la represión desvastadora —mucho mayor en intensidad que una represión en sentido genérico- que las aniquiló antes que hicieran parte de una organización nacional que les permitiera la lucha en la esfera política como clase plenamente constituida.

314 En efecto, las acciones iniciales aunque tuvieron fuertes matices arcaicos, permitieron el

desarrollo de la solidaridad y una progresiva ampliación del horizonte social.

Se sumó a lo anterior el hecho de que el movimiento campesino no pudiera establecer alianzas que tuvieran cierta permanencia con otros actores, en parte debido a la fragilidad de sus aliados potenciales315, la que mostró que también la formación de alianzas está determinada por condiciones institucionales.

Este caso sugiere que bajo regímenes políticos marcadamente opresivos, una reacción colectiva no puede llegar a cons tituir un movimiento político maduro. Donde esa reacción tiene el alcance de movimiento político, ella no puede durar. Respondiendo a esta regularidad, los sueños de las capas campesinas misioneras de hacer representar sus intereses a través de una organización propia, tropezaron con obstáculos insupe-rables dados por la rigidez de un régimen político refractario a aquella aspiración.

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Aún cuando las capas campesinas reconocieran claramente sus intereses de clase, aparecieron obstáculos entre aquélla percepción y la acción colectiva. Por otra parte, existió poca correspondencia entre pensamiento y expresión, dado que los campesinos despertados a la fuerza, volvieron a la ideología tradicional, aquella apropiada a los "tiempos normales", manteniendo en latencia sus ideas referidas a un nuevo orden socioeconómico y político 316. En un contexto político de mayor apertura, esas ideas podrán reemerger y proyectarse en acciones de clase. Mientras tanto, sin embargo, en "tiempos nor males” el campesinado no es una clase plenamente constituida, sino más bien un conjunto de individuos que comparten una situación de clase, y que sólo en condiciones históricas dadas articulan su interés colectivo.

315 Considerando otros casos históricos estudiados en los cuales estas alianzas fueron establecidas, véase Eric Wolf, Las Luchas Cimpe-smu del Siglo XX (Méjico: Siglo XXI, 1972). 316 Antonio Gramsci, Prison Notebooks, editado y traducido por Quintín Hoare y G.N. Smith (Londres: Lawrence and Wishart, 1971), p. 327.

ANEXOS

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Movimientos Campesinos en el Paraguay

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En el mes de Febrero de 1986 se dio término a la impresión de este libro

en el Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos Eligió Ayala 973 - Teléfono: 43-734

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