Mírame a los ojos, hermana - Diagonal

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Mírame a los ojos, hermana Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net) Mírame a los ojos, hermana Enviado por ter el Jue, 09/18/2014 - 08:00 Antetítulo portada: Filmoteca Foto portada: Página 1 de 4

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Antetítulo (dentro): FilmotecaSección principal: CulturasCuerpo:

Una heroína de acción es, para el público general, carne antes que movimiento. Para el ojo avezado,la heroína es la idea en movimiento. Cuerpo entrenado para despertar al dolor, a la realidadde la imagen; para articular su propia revolución. La sintaxis de la heroína de acción nospresenta como necesario el movimiento preciso y calculado que lucha por romper los límites de laficción; cinética y emoción pura adscritas a no pocos géneros –aventuras, policíaco, fantasía, cienciaficción–. La razón de su éxito está en la imagen aumentada; en el cuerpo codificado femenino quesangra, suda y hiere. La perfecta pin up que la gente espera, que la audiencia ansía, está hecha decarne, cuero y voluntad férrea.

Sin embargo, ya sea por la influencia del cómic, por las posibilidades que brinda el píxel, o por lainsistencia del feminismo en abrir el código, la heroína de acción tiene en el cuestionamiento de suesencia arquetípica el potencial para atravesar el espejo y reconfigurar la esencia de aquello quellamamos realidad. “Prefiero ser un cíborg a una diosa”, formuló Donna Haraway hace yatreinta años. En su famoso Manifiesto Cyborg (1984) la filósofa apuesta por los márgenes; másconcretamente, por habitar “fuera del lugar” asignado. Es por esto que desvelar los mecanismos deproducción del género se impone, pues incluso cuando se le ha concedido a la heroína de acciónesta condición, ha sido a costa de vertebrarla como trasunto femenino del héroe; o como personajemasculino disfrazado de lo que el sistema hegemónico entiende por mujer.

La ciencia ficción es un lugar idóneo desde donde conjurar una nueva realidad

Personajes pioneros como la suboficial Ellen Ripley, interpretada en la saga Alien por SigourneyWeaver; o la conocida como la “madre del futuro”, Sarah Connor, encarnada por Linda Hamilton enlas dos primeras entregas de la saga Terminator, amplían el campo de batalla de la imagen ocu-pando espacios asignados masculinos, reformulándolos. La desobediencia que ambas inician enel cine mainstream trasciende este espacio de representación, deviniendo ambas en sujetosde acción capaces de invocar nuevos sentidos para la imagen más allá de lo cinematográfico. A estarevolución bien nutrida desde los 80 hasta nuestros días por cosmovisiones venidas del cómic (Kick

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Ass 2, Wanted), la literatura juvenil (Los juegos del hambre, Crepúsculo) y los videojuegos (TombRaider, Resident Evil) se le suma, también, la crisis de la propia figura del héroe, cuya masculinidadestá siendo invocada una y otra vez a través de códigos vetustos enfocados al consumo (de lanostalgia) y a la preservación del statu quo: lo ilustran magníficamente películas como Sabotage (2014), Una bala en la cabeza (2013) o Los mercenarios (2010) y sus secuelas.

Reinventar la verdad

La ciencia ficción es un lugar idóneo desde donde conjurar una nueva realidad. La reciente El Congreso (2013), un lugar desde donde dibujar y digitalizar a la protagonista de La princesaprometida (1987), cinta que marcó la educación emocional de toda una generación: la actriz RobinWright. Es la premisa de la película dirigida por el israelí Ari Folman (Vals con Bashir, 2008),inspirada en un relato del escritor de ciencia ficción ruso Stanislaw Lem publicado en 1971. Eldirector Folman propone una aventura que podría leerse como estrategia de márketing para unsupuesto relanzamiento de la carrera cinematográfica de la intérprete Robin Wright. Sin embargo,en esta ficción, cuya semántica tiene nombre y apellido, ya invocados paradójicamente en algunasincursiones previas de la actriz en propuestas virtuales (Beowulf, 2007; el videojuego de La princesaprometida, 2008), la apuesta ensayística va más allá.

Ganadora del Premio de la Crítica en el pasado Festival Internacional de Cine Fantástico deCatalunya, El Congreso nos presenta a una actriz en decadencia aceptando una ofertaimposible de rechazar, dadas sus circunstancias personales. “Necesito a los personajes queinterpretaste. De ti, Robin Wright, sólo me interesa tu currículum”, le propone su productor: laprincesa Buttercup de La princesa prometida, Jenny de Forrest Gump, Moll Flanders, de la películadel mismo nombre. En el momento en el que firma el que será su último contrato, la actriz pasa aser “un personaje más a disposición del estudio”. Digitalizadas sus medidas y sus expresiones,absorbida su marca personal por la productora, una Robin virtual pasa a encarnar los rolesestipulados por contrato, incluidas entrevistas y promociones, sin que la Robin actriz tenga quevolver a rodar una sola escena durante los siguientes 20 años.

Con el tiempo, la imagen compuesta por unos y ceros se convertirá en producto de supermercado,uno que promete un mundo de sensaciones; la experiencia de ser. En este futuro, que es metáforadel presente, la gente consume, en tableta o batido, la imagen del personaje-actor que quiere ser.Como ocurre con los cosplayers, fans que se envuelven en sus ficciones favoritas, beberse a RobinWright implica ser ella en un drama, una película pornográfica o una serie de animación. Esto esposible en tanto el consumo de esa idea hecha imagen se traduce en experiencia personal. “Todo escuestión de sentimientos”, afirman desde el otro lado del espejo. “Antes escondíamos la verdadcon antidepresivos. Ahora nos reinventamos la verdad. No es tan diferente”.

Reiniciar el sistema

En Lucy, la última película del francés Luc Besson, la propuesta heroica radica en el compromiso conel cambio; en aceptar el cambio y actuar en consecuencia. La protagonista despierta, por accidente,a una nueva realidad. El progresivo desarrollo de su potencial cerebral es la excusa fantástica paraque, en un solo día, Lucy inyecte sentido a la existencia. ¿Es una propuesta de postmujer lo que estáplanteando el director de Nikita, dura de matar (1990), Juana de Arco (1999) y El quinto elemento(1997)? No hay amor romántico, pero sí denuncia del paternalismo inherente a lasinstituciones (mafia, policía, universidad); no obstante, la violencia masculinizada es combatidapor la heroína con inusitado gesto de indiferencia, pues los obstáculos a vencer, en esencia, sonotros.

Asomarse al abismo es mirar cara a cara a una hermana ancestral, encontrar la fuerza necesaria ensu iris multicolor y decidirse por el movimiento. Lucy no es una gacela que se convierte endepredador. Se trata de una mujer que ha devenido cíborg: se ha desprogramado, ha cobrado unnuevo sentido, ha trascendido. La carne en movimiento es la de Scarlett Johansson, inspirado

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hardware de nuestros días en el que cargar a la espía, el extraterrestre o la diosa del hiperespaciocomo programas de una realidad virtual. Así lo reflejan sus últimas películas: Capitán América:soldado de invierno (2014), Under the Skin (2013), Her (2013). En ellas la “criatura de realidad socialvivida” y “la criatura de ficción” se diluyen en una nueva idea. El reinicio del sistema, o suruptura, radica en la revolución de la mirada. Look me in the eye, sister.

Temáticos: Ciencia ficciónCineEdición impresa:

Licencia: CC-by-SAPosición Media: Cuerpo del artículoCompartir:

Tipo Artículo: NormalAutoría: Elisa McCauslandFormato imagen portada: sin foto

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