Murray Bookchin Hacia Una Tecnologia Liberadora

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  • Murray Bookchin

    Hacia una tecnologa liberadora

    1965

  • 2ndice general

    Tcnica y libertad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4Las posibilidades de la tecnologa moderna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11La nueva tecnologa y la escala humana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20El uso ecolgico de la tcnica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25La tcnica al servicio de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40

  • 3Nunca, desde los das de la Revolucin Industrial, la actitud popular frente a latcnica se mostr tan uctuante como en los ltimos decenios.

    Durante la mayor parte de las dcadas del veinte y del treinta, la opinin pblicaevidenci general beneplcito ante las innovaciones tcnicas, y se identicabael bienestar humano con los adelantos industriales. Fue entonces cuando losapologistas soviticos excusaban a Stalin y a sus horrendos crmenes y brutalesmtodos aduciendo simplemente que era el industrializador de la Rusia moderna.Esta fue tambin la poca en que la crtica de la sociedad capitalista encontraba susmejores argumentos en la cruda realidad del estancamiento econmico y tcnicode los Estados Unidos y Europa occidental. Para muchos, exista una relacindirecta, unvoca, entre el progreso tcnico y el social; se caa en un fetichismoque haca de la industrializacin un dolo que justicaba los programas y planeseconmicos ms vituperables.

    Hoy por hoy, tal posicin nos parecera ingenua. Salvo quiz los tcnicos y loshombres de ciencia que hacen la quincalla, los avances tecnolgicos despiertanen la generalidad de la gente un doble sentimiento, una reaccin esquizoide di-rase; por un lado, el acuciante temor ante una posible destruccin atmica de lahumanidad y por el otro, la esperanza de lograr la abundancia material, el ocio yla seguridad.

    Tampoco la tcnica est de acuerdo consigo misma: la bomba se contraponeal reactor nuclear; el cohete intercontinental, al satlite de comunicaciones. Lapropia disciplina tecnolgica se nos aparece tan pronto enemiga, tan pronto amigade la humanidad. Incluso ciencias tradicionalmente centradas en el hombre, talcomo la medicina, se encuentran ahora en una situacin ambivalente; as, los re-cientes progresos de la quimioterapia se ven contrapesados por las investigacionesiniciadas en el campo de la guerra biolgica: una esperanza y un peligro.

    No es de sorprender, pues, que esta tensin entre la promesa de un bien yla amenaza de un mal incline al hombre cada vez ms a rechazar la tcnica yel espritu tecnolgico por perniciosos. Se tiende a ver en la tcnica a un entedemonaco, dotado de siniestra vida propia y capaz de mecanizar al ser humano,cuando no de exterminarlo.

    El profundo pesimismo que provoca tal punto de vista suele ser tan simplistacomo el optimismo que primaba en dcadas anteriores. En rigor, el gran peligroque corremos actualmente, es el de dejar que nuestro temor nos impida ver conclaridad las perspectivas que ofrece la tcnica, nos haga olvidar que ella puedecontribuir a nuestra liberacin y, peor an, nos induzca a permitir con pasividadfatalista que se la emplee con nes destructivos.Si no queremos que esta nuevaforma de fatalismo social nos paralice, hemos de hacer un balance.

    Este ensayo se propone buscar respuesta a tres interrogantes: Hay posibilidadde que la tcnica moderna ayude a liberar material y espiritualmente al hombre?

  • 4Tenemosmanera de hacer de la mquina el instrumento de una sociedad orgnicacuyo eje ymedida sea el ser humano? Por ltimo, cmo pueden utilizarse la nuevatcnica y los nuevos recursos de manera ecolgica, es decir para promover elequilibrio en la naturaleza, el desarrollo pleno y duradero de las regiones naturalesy la creacin de comunidades orgnicas y animadas por un espritu humano?

    El quid de la cuestin se encuentra en la palabra posibilidad. No puedo asegurarque la tcnica tenga que traer necesariamente la liberacin del hombre o que ellasea siempre beneciosa para su desarrollo; tengo s, la certeza de que el hombreno ha nacido para ser esclavo de la tcnica y el pensamiento tecnolgico, comoquieren dar a entender Juenger y Elul en sus obras sobre el tema.1

    Tratar de mostrar, por el contrario, que un modo de vida orgnico privadode sus elementos inorgnicos, tecnolgicos (sean materias primas o mquinasen abundancia), sera tan poco funcional como un ser humano sin esqueleto. Latcnica, me permito decir, ha de concebirse como la estructura indispensable enla que se apoyan todas las instituciones vivas de un organismo social dinmico.

    Tcnica y libertad

    El ao de 1848 marca un momento decisivo en la historia de las revolucionesmodernas: el marxismo se deni como ideologa alternativa a travs de laspginas del Maniesto Comunista y el proletariado, se deni como fuerza polticaen las barricadas de junio, a travs de la accin de los trabajadores parisienses.Cabe destacar, adems, que entonces, entrando ya el siglo XIX en su segundamitadculminaba la era tecnolgica del vapor, comenzada con la mquina de Newcomenun siglo y medio atrs.

    Si mucho asombra la convergencia en un solo ao de acontecimientos tan tras-cendentales en el campo ideolgico, poltico y tcnico, ms maravilla comprobarhasta qu punto los objetivos revolucionarios expresados en el Maniesto Comu-nista y los ideales socialistas que impregnaban el pensamiento de los trabajadoresde Pars se adelantaban a las posibilidades industriales de la poca.

    Hacia 1840 la Revolucin Industrial se limitaba fundamentalmente a tres esferasde la economa: la industria textil, la del hierro y los transportes. La invencinde la mquina de hilar de Arkwright, la mquina de vapor de Watt y el telar de

    1 Tanto Juenger como Elul parecen creer que el envilecimiento del hombre por la mquina es inherenteal desarrollo de la tecnologa, por cuyo motivo concluyen sus consideraciones con una triste notade resignada aceptacin. La obra de estos dos autores reeja el fatalismo social al que me reero,especialmente la de Elul, cuyos puntos de vista son ms sintomticos de la condicin humanacontempornea. Ver Friedrich Georg Juenger, The Failure of Technology (escrita antes de la segundaguerra mundial), y Jacques Elul, The Technological Society (que data de la dcada de 1960).

  • 5vapor de Cartwright signic la aparicin de la fbrica textil; por otra parte, unaserie de notables innovaciones en la tcnica de la fabricacin del hierro permitiobtener a bajo precio metales de gran calidad necesarios para la expansin de losestablecimientos fabriles y de un medio de transporte recientemente descubierto,el ferrocarril.

    Pero estas innovaciones, si bien importantsimas, no se vieron acompaadas decambios equiparables en otras ramas de la tecnologa. Por ejemplo, las mquinasde vapor de la poca rara vez desarrollaban una potencia superior a los 15 caballosde fuerza, rendimiento nmo si se lo compara con el de las poderosas turbinasmodernas; y los mejores altos hornos producan poco ms de 100 toneladas dehierro por semana, pequesima fraccin de las 2 a 3 mil toneladas diarias quesalen de los hornos empleados en la actualidad. Peor an, los restantes niveles dela economa no recibieron casi el benecio de los adelantos tcnicos.

    Los mtodos usados para extraer los minerales, puntal de la nueva metalurgia,eran prcticamente los mismos que se aplicaban desde l Renacimiento.

    El minero segua trabajando el ln con una pica de mano y una barra, en tantoque las bombas de drenaje, los sistemas de ventilacin y los medios de acarreono eran mucho mejores que los descritos en la obra clsica sobre minera escritapor Agrcola tres siglos antes. La agricultura apenas comenzaba a despertar de susueo secular. Si bien se haban desmontado grandes extensiones de tierra para sucultivo, el estudio del suelo segua siendo una novedad; y la tradicin y el esprituconservador pesaban tanto que la cosecha se realizaba principalmente a mano, apesar de que ya en 1822 se haba perfeccionado una segadora mecnica.

    Los edicios, grandes moles profusamente hornadas, eran construidos casi pu-ramente a fuerza de msculo, pues la gra de mano y el torno eran los principaleselementos mecnicos empleados. El acero era todava relativamente raro. Hacia1850 se le cotizaba a 250 dlares la tonelada; y slo con el descubrimiento delconvertidor de Bessemer, la siderurgia sali de su estancamiento de siglos. Porltimo, aunque los instrumentos de precisin haban avanzado enormemente,recordemos que los intentos de Charles Babbage de construir un calculador me-cnico se vieron completamente desbaratados por la falta de medios mecnicosadecuados.

    He pasado revista a esta etapa de la evolucin tecnolgica porque tanto laspromesas que ella encerraba como sus limitaciones ejercieron una profunda in-uencia sobre la idea de libertad de los revolucionarios del siglo XIX.

    Las innovaciones en la tcnica textil y metalrgica abrieron nuevos horizontesy constituyeron un estmulo cualitativamente nico para el pensamiento socialistautpico.

    El terico revolucionario crey poder, por primera vez en la historia, anclarsus sueos de una sociedad liberadora en una visible perspectiva de abundancia

  • 6material y mayor ocio para la masa de la humanidad. A su entender, el socialismopoda basarse ms en el egosmo del hombre que en su dudosa nobleza de alma yespritu.

    Los adelantos tcnicos transmutaron el ideal socialista de una esperanza vagay humanitaria en un programa prctico, superior en realismo a todos los modosde pensamiento burgueses imperantes.

    Este nuevo sentido del realismo oblig a muchos tericos socialistas, particu-larmente Marx y Engels, a ocuparse de las limitaciones tcnicas de su poca. Sevean frente a un problema estratgico: ninguna revolucin haba contado nuncacon un nivel tcnico tan elevado como para lograr que el hombre se viera libre deapuros materiales, del trabajo penoso y de la lucha por la vida. Por encendidosy elevados que fueran los ideales revolucionarios del pasado, la gran mayoradel pueblo, agobiado por las necesidades materiales deba abandonar la escenade la historia para volver a su trabajo, dejando as las riendas de la sociedad enmanos de una nueva clase explotadora que poda entregarse al ocio. Por cierto queningn intento de establecer una justa reparticin de la riqueza en una sociedadde escaso desarrollo tcnico habra logrado eliminar las privaciones; slo habraconseguido hacer de la pobreza una caracterstica general de la sociedad en suconjunto, y recrear as las condiciones para la renovacin de la lucha por losbienes materiales, el surgimiento de nuevas formas de propiedad y, nalmente,de un nuevo ordenamiento social con su clase dominante. El desarrollo de lasfuerzas de la produccin es la premisa prctica absolutamente imprescindible (parael comunismo), escribi Marx en 1846, porque sin l la miseria se generaliza, y conla miseria la lucha por las necesidades retorna, lo cual signica que toda la viejamierda revivir.

    Y a decir verdad, virtualmente todas las utopas, las teoras y los programasrevolucionarios de principios del siglo XIX giraron en torno del problema de lanecesidad, se polarizaron en la pobreza y el trabajo. El problema de la necesidadla formulacin de teoras que encontraran la manera de distribuir las labores ylos bienes materiales de modo equitativo en una etapa relativamente tempranadel desarrollo tecnolgico impregnaba el pensamiento revolucionario con unaintensidad slo comparable a la que presenta la cuestin del pecado original en lateologa cristiana. El que los hombres tendran que dedicar una parte sustancialde su tiempo al trabajo, por el cual recibiran una escueta retribucin, era premisafundamental de toda ideologa socialista, fuera ella autoritaria o libertaria, utpicao cientca, marxista o anarquista.

    En la idea marxista de una economa planicada va implcito el hecho, incon-testablemente patente en la poca de Marx, de que el socialismo debera seguirafrontando la falta relativa de recursos. Los hombres se veran obligados a planear

  • 7en rigor, a restringir la distribucin de los bienes y a racionalizar en rigor,intensicar el uso de la fuerza laboral.

    En un rgimen socialista, el trabajo sera considerado como un deber, unaresponsabilidad que corresponda tomar a todo individuo fsicamente apto. Hastael gran libertario Proudhon dio a entender esto mismo cuando dijo: S, la vida esuna lucha. Pero no una lucha entre hombre y hombre, sino entre hombre y Naturaleza;y es deber de todos participar en ella. Estas armaciones tan austeras, de carctercasi bblico, en cuanto a la importancia de la lucha y del deber reejan la durezadel pensamiento socialista de la Revolucin Industrial.

    La forma de encarar la miseria y el trabajo secular problema perpetuado por laprimera etapa de la Revolucin Industrial fue lo que produjo la gran divergenciaen las ideas revolucionarias del socialismo y del anarquismo. En caso de revolucinla libertad seguira quedando circunscripta a las necesidades. Cmo habra deadministrarse este mundo de necesidades? Cmo se decidira la distribucin delos bienes y los deberes?

    Marx dejaba la decisin a cargo de un poder estatal, un Estado proletario tran-sitorio, sin duda, pero de todos modos un cuerpo coercitivo ubicado por encimade la sociedad. Segn Marx, el Estado ira caducando a medida que avanzara latcnica y extendiera el reino de la libertad al darle a la humanidad abundanciamaterial y tiempo libre para controlar directamente sus asuntos. Este extraoclculo sobre la necesidad y la libertad, que requiere justamente la intervencindel Estado, diere muy poco en lo poltico de la corriente de opinin democrtico-burguesa radical, propia del siglo pasado.

    La esperanza anarquista de lograr la abolicin inmediata del Estado descansabaprincipalmente en la creencia de que el hombre posee instintos sociales viables.A juicio de Bakunin, la costumbre obligara al individuo antisocial a respetar losvalores y las necesidades colectivos sin que la sociedad tuviera que someterlo acoercin. En cambio, Kropotkin, que ejerci mayor inuencia sobre los anarquistasen este terreno especulativo, arm que en el hombre existe una propensina la ayuda mutua en esencia, un instinto social y que ello constituira labase segura de la solidaridad en una comunidad anarquista, concepto que dedujoperspicazmente de sus estudios de la evolucin animal y social.2

    El hecho es que, tanto en el marxismo como en el anarquismo, la respuestaal problema de las necesidades y del trabajo est plagada de ambigedades. Elreino de la necesidad se impona brutalmente; era imposible reducirlo a la nadacon simples teoras o conjeturas. Los marxistas esperaban dominarlo mediante unEstado; los anarquistas, crean haber hallado la salida en sus comunidades libres.Pero, dado el escaso desarrollo tecnolgico del siglo pasado, ambas escuelas de

    2 Vase, Kropotkin, Pedro, El apoyo mutuo. Un factor de la evolucin.

  • 8pensamiento se reducan en ltimo anlisis a un acto de fe, a una esperanza. Losanarquistas alegaban que todo poder estatal transitorio, por revolucionaria quefuera su retrica y democrtica su estructura, tendera a perpetuarse, a conver-tirse en un n en s mismo, a preservar precisamente las mismas condicionesmateriales y sociales para cuya eliminacin haba sido creado. Tal poder estatalllegara a caducar, es decir a promover su propia disolucin, nicamente si susjefes y burcratas fueran hombres de cualidades morales sobrehumanas. Los mar-xistas, a su vez, invocaban la historia para dar prueba de que la costumbre y lapropensin mutualista nunca fueron barreras ecaces para contener las presionesde las necesidades materiales, las arremetidas de la propiedad y, por ltimo, laexplotacin y el dominio de una clase por otra. Consecuentemente, descartaronal anarquismo por considerarlo una doctrina tica que resucitaba la mstica delhombre natural.y de sus virtudes sociales innatas. El problema de la miseria ydel trabajo el reino de la necesidad nunca fue resuelto satisfactoriamente porninguna de las dos doctrinas en el siglo pasado. Queda a favor del anarquismoel haberse mantenido absolutamente el a su elevado ideal de libertad el idealde la organizacin espontnea, la comunidad y la abolicin de toda autoridad,aunque esto equivala a reconocerla como ideologa del futuro, de la poca en quela tcnica pusiera trmino al reino de la necesidad. Por el contrario, el marxismofue haciendo cada vez ms concesiones en detrimento de su ideal de libertad, alque restringi tristemente con etapas transitorias y recursos polticos, al puntoque en la actualidad su nico objetivo es un frreo poder, la eciencia pragm-tica y la centralizacin social; vale decir que se ha convertido en una ideologaprcticamente idntica a las del capitalismo estatal del presente.3

    Asombra comprobar durante cunto tiempo el problema de las necesidades ma-teriales y del trabajo fue la preocupacin fundamental de la teora revolucionaria.En un lapso de slo nueve dcadas de 1850 hasta 1940 la sociedad occidentalcre, atraves y super dos etapas importantsimas de la historia tecnolgica: laera paleotcnica, basada en el carbn y el acero, la era neotcnica, fundada en laenerga elctrica, las sustancias qumicas sintticas, la electricidad y los motoresde combustin interna. Por rara irona, estas dos eras tecnolgicas parecieronaumentar la importancia del trabajo en la vida social. A medida que creca laproporcin de obreros industriales en relacin al nmero de las dems clases

    3 Por mi parte, pienso que la evolucin del Estado proletario de Rusia viene a conrmar de modocontundente la crtica anarquista del estatismo marxista. Por cierto que los marxistas modernosharan bien en consultar El Capital a n de conocer los conceptos de Marx acerca del fetichismo delos objetos; as comprenderan mejor por qu todo tiende a convertirse en un n en s mismo cuandolo nico que importaba es la obtencin y el intercambio de objetos. Por lo dems, se ha simplicadogroseramente la crtica marxista del comunitarismo anarquista. Este tema est magncamentetratado en el libro de Buber Caminos de Utopa (Fondo de Cultura Econmica, Mxico).

  • 9sociales, el trabajo el trabajo arduo y absorbente iba subiendo en la escala devalores del pensamiento revolucionario. Durante ese periodo, la propaganda delos socialistas sonaba cual himno al trabajo; se exaltaba al obrero, presentndolocomo el nico elemento til de la trama social. Se le atribua una capacidad instin-tiva superior, que lo converta en rbitro de la losofa, el arte y la organizacinsocial. Esta curiosa inclinacin a poner el trabajo por encima de todo, esta ticalaboral puritana de la izquierda, no fue disminuyendo con el paso del tiempo sinotodo lo contrario, y hacia 1930 adquiri fuerza imperiosa.

    La desocupacin en masa hizo del empleo y de la organizacin social del trabajoel tema central de la propaganda socialista. En lugar de postular fundamentalmen-te la necesidad de emancipar al hombre de las penas del trabajo, los socialistastendan a pintar a la sociedad socialista como una suerte de colmena rumorosadonde se desplegaba una gran actividad industrial que daba ocupacin a todos.Los comunistas no se cansaban de poner a Rusia como modelo de pas socialista,en el que toda persona fsicamente apta tena empleo, en el que siempre habaoportunidad de trabajar.

    Por sorprendente que nos parezca hoy en da, el hecho es que hace poco menosde una generacin, el socialismo era identicado con una sociedad cuyo pivotey n ltimo era el trabajo, y la libertad se asimilaba a la seguridad material pro-porcionada por la eliminacin de la desocupacin. As, el mundo de la necesidadinvadi y corrompi sutilmente el ideal de libertad.

    Si las ideas socialistas de la generacin precedente nos parecen ahora anacr-nicas ello no se debe a que el hombre de hoy haya alcanzado una comprensinsuperior. Los tres ltimos decenios, particularmente los aos nales de la dcadade 1950, sealan un momento decisivo en el desarrollo tecnolgico: en ellos seprodujo una revolucin tecnolgica que niega todos los valores, los esquemaspolticos y las miras sociales sostenidos por la humanidad en el transcurso de suhistoria conocida.

    Tras miles de aos de tormentoso desarrollo, los pases de Occidente, y poten-cialmente la humanidad toda, se ven frente a la posibilidad de instaurar un mundode abundancia en el que no habr obligacin de trabajar, una poca en la cualtodos los medios de vida y los lujos podrn ser provistos casi enteramente por lamquina.

    Como veremos en la seccin siguiente, ha surgido una nueva tcnica capazde reemplazar el reino de la necesidad por el reino de la libertad. Tan obvioes esto para millones de personas de los Estados Unidos y Europa, que ya norequiere explicacin elaborada ni exgesis terica. Esta revolucin tecnolgicay las perspectivas que abre para la sociedad constituyen las premisas del estilode vida radicalmente distinto adoptado por muchos jvenes, que pertenecen auna generacin desembarazada de los valores y de las seculares tradiciones de sus

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    mayores, que ponan sus miras esencialmente en el trabajo. Incluso la proposicinde que se garantice a todos una renta anual sin tomar en cuenta si quien la recibetrabaja o no, suena cual lejano eco de una nueva realidad que llena el pensamientode la juventud actual.4

    A partir de 1960, con los progresos de la ciberntica, la imagen de una vida librede los afanes del trabajo pas a ser artculo de fe para un nmero cada vez mayorde jvenes. En realidad, el verdadero problema que se nos presenta hoy en da noes el saber si la nueva tcnica puede proporcionamos los medios de vida en unasociedad donde no haya obligacin de trabajar, sino el determinar si ella puedehumanizar a la sociedad, contribuir a la creacin de nuevas relaciones entre loshombres. La exigencia de una renta anual garantizada se apoya exclusivamenteen las promesas cuantitativas que encierra la tecnologa ciberntica, es decir en laposibilidad de satisfacer las necesidades materiales fundamentales sin tener quetrabajar.

    Admito que esta solucin cuantitativa, si as puede decirse, est quedando atrsrespecto a los avances tecnolgicos que ya abren las perspectivas de una solucincualitativa, a saber, la posibilidad de concretar un estilo de vida comunitario, des-centralizado o, como yo preero denominarlo, formas ecolgicas de agrupamientohumano.5

    Lo que planteo, en efecto, es un interrogante distinto de los que habitualmenteinspira la tcnica moderna: demarca ella una nueva dimensin de la libertad

    4 Esta armacin que quiz a principios de la dcada de 1970 poda deslumbrar a ms de uno, e inclusopregonarse como posibilidad social, ahora, a mitad del 2011, esto es, a un poco ms de cuarentaaos, pareciese una broma de mal gusto si tomamos en cuenta la famosa generacin de los niniesto es, los jvenes que ni estudian ni trabajan, al igual que las poqusimas oportunidades quela juventud de los denominados pases del primer mundo tienen ante s. Se nos podr sealar queello es consecuencia de que la revolucin liberadora no se produjo, lo que sin duda es evidente,ms esto no representa justicacin de ningn tipo, por lo que este tipo de armaciones deben sercuidadosamente reexionadas sobre todo para no llenarnos la mente de fantasas que nos impidanver la realidad y laborar or su transformacin de manera coherente y no disparatada. (Nota deChantal Lpez y Omar Corts a la presente edicin ciberntica).

    5 Permtaseme aadir que un enfoque exclusivamente cuantitativo de la nueva tcnica no slo esarcaico desde el punto de vista econmico sino que involucra un retroceso en lo moral. Participadel viejo principio moral de la justicia, a distincin del nuevo principio moral de la liberacin.Histricamente, el concepto de justicia corresponde a un mundo donde reina la necesidad materialy hay obligacin de trabajar; es propio de un mundo en el que los recursos son relativamenteescasos y, por tanto, deben ser repartidos segn un principio moral que seala lo justo o injusto.La justicia, incluso la igualitaria, encierra una idea de limitacin porque se presupone que losbienes han de distribuirse en forma restringida y que el hombre ha de dedicar sacricadamente sutiempo y energa a la produccin. Una vez que trascendamos el concepto de justicia, de limitacinesto es, cuando hayamos pasado de las posibilidades cuantitativas de la tecnologa moderna a lascualitativas entraremos en el inexplorado reino de la liberacin, de la libertad ilimitada basada enla organizacin espontnea y el acceso sin trabas a todos los medios necesarios para la vida humana.

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    humana, de la liberacin del hombre? Puede liberarnos de las necesidades ma-teriales y del trabajo, amn de contribuir directamente a formar una comunidadhumana armoniosa y equilibrada, una comunidad que constituya el suelo frtildonde el hombre pueda orecer plena e ilimitadamente? Servir no slo paraeliminar la eterna lucha por la existencia sino tambin para alentar el deseo decreacin tanto en lo individual como en lo colectivo?

    Las posibilidades de la tecnologa moderna

    Permtaseme buscar respuesta a estas preguntas sealando un rasgo funda-mental de la tecnologa moderna: por primera vez en la historia, la tecnologatiene ante s un horizonte indenido. Con esto quiero decir que ha adquiridodesarrollo tal, que su posibilidad de crear mquinas capaces de desempear lostrabajos tradicionalmente ejecutados por el hombre no conoce lmites ahora. Latecnologa ha pasado nalmente del campo de la invencin al de la construccin,del descubrimiento casual a la innovacin sistemtica.

    El doctor Vannevar Busch, ex director de la Ocina de Investigacin y DesarrolloCientco explica de manera sucientemente clara el signicado de este avancecualitativo:

    Supongamos que hacemedio siglo alguien hubiera propuesto crear un aparati-to que, puesto en un automvil, lo hiciera seguir automticamente, an estan-do dormido el conductor, una lnea blanca pintada a lo largo del camino . . .Todos se habran redo de l, y le habran dicho que su idea era descabellada.As habra ocurrido hace cincuenta aos. Pero supongamos que hoy alguienpidiera tal aparatito y estuviera dispuesto a pagarlo, dejando de lado todaconsideracin en cuanto a su utilidad verdadera. Habra muchas empresasprestas a rmar un contrato y construir el artefacto. No se requerira unproceso de invencin. En nuestro pas hay miles de jvenes para quienessera un placer fabricar este dispositivo. Simplemente, tomaran del armarioclulas fotoelctricas, tubos termoinicos, servomecanismos y relais; y sise lo pidieran, haran un modelo que sin duda funcionara perfectamente.El hecho es que la existencia de gran cantidad de artefactos baratos, segu-ros y adaptables a varios usos y la existencia de individuos que saben muybien cmo emplearlos, hacen que la construccin de artefactos automticosse convierta en un procedimiento simple y rutinario. Ya no es cuestin deaveriguar si algo se puede hacer, sino de decidir si vale la pena hacerlo.

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    Aqu Busch pone de relieve los dos rasgos primordiales de la as llamada segun-da revolucin industrial: las posibilidades de la tecnologa moderna y el criteriomercantil e inhumano con que se la encara y, por ende, limitado.

    Sera ocioso referirme al hecho de que el factor costo el factor lucro, paradecirlo ms claramente inhibe el uso de las innovaciones tecnolgicas, as comopromueve su aplicacin en diversas industrias. Es bien sabido que en muchoscampos de la economa a menudo la mano de obra resulta ms barata que lamquina. Preero pasar revista a ciertos aspectos del proceso que condujo ala tecnologa a su situacin actual; adems, hablar sobre ciertas aplicacionesprcticas que han modicado profundamente el papel del trabajo humano en laindustria y la agricultura.

    Acaso lo que ms inuy para dar tan tremendo impulso a la tecnologa fuela creciente interpenetracin de la abstraccin cientca, las matemticas y losmedios analticos con las tareas concretas, pragmticas y ms bien mundanas dela industria. Este nuevo orden de relaciones es relativamente reciente. Siempre lotcnico estuvo totalmente separado de lo especulativo, terico, mental; cisma esteprovocado por la neta divisin que exista entre las clases ociosas y las trabajadorasen la sociedad de la antigedad y del medievo. Poco a poco, se tendieron algunospuentes entre amos dominios; ms ello fue fundamentalmente obra inspirada yepisdica de unos pocos hombres extraordinarios, los precursores de las cienciasaplicadas.

    En realidad, stas tomaron forma en el Renacimiento y comenzaron a orecerverdaderamente en el siglo XIX, cuando el saber cientco el creciente cuerpode generalizaciones acerca del mundo fsico fertilizo el terrenal reino de latecnologa.

    El autntico hroe de la nueva interrelacin de lo cientco con lo tecnol-gico no es el inventor, el James Watt o el Thomas Edison, sino el investigadorsistemtico de miras universales, el Michael Faraday, cuyo aporte enriquece si-multneamente a la ciencia abstracta y a la ingeniera prctica.

    En nuestros das, la sntesis representada por la obra del genio inspirado, sin-gular, reposa en el equipo de especialistas annimos la corporacin de fsicos,bilogos, ingenieros y tcnicos, lo que sin duda presenta grandes ventajas, perotambin el inconveniente de la falta de visin, imaginacin e inspiracin quecaracterizan a la organizacin burocrtica.

    Otro factor importante, aunque no tan evidente, es el desarrollo industrial ens. Este no es exclusivamente tecnolgico en el sentido de que slo signica elreemplazo de la mano de obra por la mquina. Uno de los medios ms ecacespara aumentar la produccin ha sido la continua reorganizacin de los procesoslaborales, la ampliacin y perfeccionamiento de la divisin del trabajo; Curiosa-mente por una dialctica interna propia la creciente descomposicin de las

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    tareas hasta extremos cada vez ms inhumanos, su desmenuzamiento en una seriede operaciones fragmentadas e intolerablemente minsculas conducente a unacruel simplicacin del proceso laboral, da nacimiento a la mquina que reuniren una sola operacin mecanizada todas esas manipulaciones aisladas.

    Histricamente, sera difcil dilucidar cmo surgi la produccin mecanizadaen gran escala, cmo la mquina fue desplazando a la mano de obra, sin seguirlas sucesivas etapas evolutivas de la industria: 1) el artesanado, en la cual un tra-bajador independiente y profundo conocedor de su ocio realiza las ms diversasoperaciones para producir un nico objeto; 2) el purgatorio de la fbrica, dondetodas esas tareas son fragmentadas y distribuidas entre multitud de jornalerosno especializados o semi especializados; 3) el establecimiento fabril totalmentemecanizado, en el cual la mquina cumple la labor de muchos obreros y slorequiere para su manejo de unos pocos hombres; 4) la planta automatizada ciber-nticamente, que ya no requiere operarios sino tcnicos supervisores y expertosen el cuidado y mantenimiento de los sistemas automticos.

    Si seguimos profundizando en la materia, descubriremos otro aspecto importan-te: que la mquina, otrora simple prolongacin del msculo humano, ha pasado aser una prolongacin del sistema nervioso humano.

    En el pasado, las herramientas y las mquinas le servan al hombre para aumen-tar su capacidad fsica para dominar a las fuerzas naturales y tomar las materiasprimas. Los dispositivos mecnicos y los motores creados durante los siglos XVIIIy XIX no vinieron a reemplazar a los bceps humanos, sino a ampliar su ecien-cia. Aunque las mquinas incrementaron enormemente la produccin, todavase necesitaba de los msculos y la inteligencia del trabajador para manejarlas,an tratndose de operaciones medianamente simples. El avance tcnico podamedirse estrictamente por el grado de productividad: un hombre, con determi-nada mquina, produca cinco, diez, cincuenta o cien artculos ms que antes deemplearla. El martillo de vapor de Nasmyth, expuesto en 1851, moldeaba vigas dehierro con unos pocos golpes, labor que, hecha a pulso, habra insumido largashoras. Con todo, para levantar, sostener y sacar la pieza fundida, se precisaba de lafuerza muscular y la razn de media docena de operarios en buenas condicionesfsicas.

    Con el tiempo, se fueron inventando artefactos que ahorraron esfuerzo humano,mas la accin y la inteligencia del hombre siguieron siendo indispensables para elmanejo de la mquina y, por tanto, parte imprescindible del proceso de produccin.

    Para que una mquina sea totalmente automtica y aplicable a una complejaindustria para la produccin en gran escala, debe cumplir por lo menos tresprincipios tcnicos fundamentales: tener la capacidad de corregir sus propioserrores; estar provista de elementos sensoriales que reemplacen a los sentidosde la vista, el odo y el tacto del trabajador; y, por ltimo, incluir dispositivos

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    que hagan las veces de las facultades mentales del hombre, es decir que la dotende discernimiento, habilidad y memoria. El uso efectivo de estos tres principiospresupone contar con los medios tcnicos sin los cuales sera imposible aplicara las operaciones industriales esos dispositivos que hacen que la mquina secomporte como si poseyera sentidos y cerebro; presupone estar en condiciones deadaptar las maquinarias existentes o crear otras nuevas para manipular, conformar,armar, embalar y transportar productos acabados y semiacabados.

    El empleo demedios de control automtico y autocorrectivos en las operacionesindustriales no es cosa nueva. El regulador de Watt, inventado en 1788, es unrgano ciberntico elemental utilizado para la autonormalizacin de las mquinasde vapor. Unido por brazos metlicos a la vlvula de la mquina, el reguladorconsiste esquemticamente en una na varilla rotativa que sostiene un par debolas de metal con movimiento libre. Cuando la mquina aumenta el nmero derevoluciones por minuto, la varilla comienza a rotar ms rpidamente y produceuna fuerza centrfuga que impulsa las bolas hacia afuera, las que cierran la vlvula;inversamente, si sta no recibe vapor suciente para mantener la velocidad de giro,las bolas caen hacia adentro, agrandando la abertura de la vlvula. El termostatoque regula el funcionamiento de los sistemas de calefaccin se basa en un principiosimilar: jada de antemano la temperatura deseada, pone automticamente enmarcha el equipo cuando la temperatura desciende por debajo del nivel establecidoy lo apaga cuando se eleva por encima de l.

    Estos dos dispositivos reguladores constituyen un ejemplo ilustrativo de lo queha dado en llamarse el principio de realimentacin. En los equipos electrnicosmodernos, toda alteracin en el funcionamiento de la mquina produce sealeselctricas que son transmitidas al dispositivo de control de manera que ste au-tomticamente corrige la desviacin o el error. Las seales elctricas inducidaspor el error son amplicadas por el sistema de control, que luego las transmite aotros dispositivos que se encargan de volver la mquina a su punto ideal.

    Llmase sistema cerrado al que emplea la desviacin respecto a una norma pararegular la mquina. Su contrario es el sistema abierto, en el cual los dispositivoscumplen su misin independientemente de la funcin especca del artefacto (porejemplo, un interruptor de luz manual o las levas que hacen girar automtica-mente un ventilador elctrico). As, si se mueve el interruptor, la luz elctricase prender o apagar, sea de da o de noche; igualmente, el ventilador rotarcon igual velocidad, est el ambiente muy clido o relativamente fresco. En su-ma, el ventilador ser automtico en el sentido popular de la palabra, pero no seautorregula en lo que a su funcin concierne.

    Indudablemente, el descubrimiento de dispositivos sensibles constituye unimportante paso adelante en la creacin de mecanismos de control autorregulado-res. Hoy en da, contamos en este campo con termocuplas, clulas fotoelctricas,

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    aparatos de rayos X, cmaras de televisin y transmisores de radar. Conjunta oseparadamente, coneren a la mquina un asombroso grado de autonoma. Ansin los computadores, estos dispositivos sensibles permiten realizar operacionesextremadamente peligrosas por control remoto, de modo que permiten al operario,ubicarse a gran distancia del punto donde se efecta el trabajo. Tambin puedenemplearse para convertir muchos sistemas abiertos tradicionales en sistemas cerra-dos, con lo cual se ampla el radio de accin de las operaciones automticas.

    Tomemos el caso de la iluminacin elctrica manejada mediante reloj; trtasede un sistema abierto medianamente simple cuya ecacia depende por completode factores mecnicos. Pero si se la regula con una clula fotoelctrica que haceapagar las luces cuando amanece, habremos perfeccionado la iluminacin articial,le habremos dado capacidad de adaptacin, porque se encender y apagar con lapuesta y la salida del sol. De esta suerte, el sistema guarda relacin directa con sufuncin.

    El computador, capaz de realizar todas las tareas rutinarias que agobiaban altrabajador hace poco menos de una generacin, inicia una nueva era en la indus-tria. Bsicamente, el computador digital es un calculador electrnico que realizaoperaciones aritmticas a una velocidad incomparablemente mayor que el cerebrohumano.6 Y en esto reside justamente su importancia: su enorme rapidez, que leotorga superioridad cuantitativa sobre la capacidad del hombre, tiene un profundosignicado cualitativo. En virtud de su rapidez, el computador puede efectuar ope-raciones matemticas y lgicas sumamente difciles y complicadas; gracias a sumemoria, que almacena millones de datos e informaciones, y el uso del sistema denumeracin binario (que consta nicamente de los nmeros O y 1) un calculadordigital es capaz de realizar operaciones que se aproximan a muchas actividadeslgicas extremadamente complejas de la mente humana. No sabemos si la inte-ligencia del computador llegar alguna vez a crear o innovar; debemos esperar,puesto que la tcnica de las computadoras avanza da a da a pasos agigantados,sufriendo en poco tiempo cambios verdaderamente revolucionarios.

    De lo que no cabe la menor duda es de que el calculador digital est ya en con-diciones de hacerse cargo de las gravosas tareas mentales que en nada requierenel ejercicio de las facultades creadoras del hombre en la industria, la ciencia, laingeniera, la recepcin de informaciones, la documentacin y el transporte. Elhombre moderno ha fabricado un cerebro electrnico para coordinar, guiar y eva-luar la mayora de las operaciones fabriles rutinarias. Empleados adecuadamente

    6 Los computadores actualmente en uso divdense en dos amplias categoras: el computador analgicoy el digital. El primero tiene aplicacin ms bien limitada en las operaciones industriales; aqu mereero exclusivamente a las computadoras digitales.

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    dentro de la esfera de accin a la cual estn destinados, los computadores son msrpidos y ecientes que el ser humano.

    En trminos generales, cul es el signicado concreto de esta nueva revolucinindustrial? Cules son sus consecuencias inmediatas y previsibles en lo que altrabajo concierne?

    Veamos la repercusin que tuvo la nueva tcnica en los procesos de produccin.Tomaremos el caso de la fbrica de motores de automvil Ford de Cleveland. Elincreble cambio sufrido por este establecimiento en slo una dcada nos permi-ti valorar hasta qu punto el desarrollo tcnico de todas las industrias puedecontribuir a la liberacin del hombre.

    Hasta el momento en que la ciberntica comenz a aplicarse en la industriadel automotor, la planta Ford empleaba unos trescientos obreros que, utilizandogran variedad de herramientas y mquinas, tardaban ms de tres semanas paratransformar un bloque de fundicin en un motor completo. Con el uso de losllamados sistemas mecnicos automatizados, esas tres semanas se redujeron amenos de quince minutos. Del personal de trescientos, slo quedaron unas pocaspersonas encargadas de vigilar el tablero de control automtico. Ms tarde seaadi un computador al sistema mecnico, con lo que se lo convirti en unverdadero sistema cerrado, en un rgano ciberntico. El computador dirige todoel proceso mecnico mediante pulsos electrnicos cuya frecuencia es de 300,000ciclos por segundo. Pero an este sistema es ya anticuado.

    La prxima generacin de mquinas computadoras tendr una frecuencia milveces mayor, es decir de 300 millones de ciclos por segundo, observa Alice MaryHilton. Las frecuencias de un milln o de mil millones de ciclos por segundo escapana la comprensin de nuestras mentes nitas. Lo que s se entiende perfectamente esque, en slo uno o dos aos, hemos avanzado mil veces. Estamos en condiciones deprocesar una informacin mil veces ms voluminosa que antes, o bien de procesarigual cantidad de informacin, con una velocidad mil veces mayor. En resumidascuentas, una tarea que requera diecisis horas puede ahora realizarse en un minuto,y sin intervencin humana! Un sistema capaz de actuar as no slo gobierna un trende montaje, sino todo un proceso industrial, la fabricacin completa de un objeto.

    No hay razn para que los principios tcnicos bsicos aplicados para convertiruna fbrica de motores de automvil en un organismo ciberntico no puedanutilizarse en todos los campos de la produccin en gran escala, desde la industriametalrgica hasta la alimentaria, desde la electrnica hasta la juguetera, desde laconstruccin de puentes prefabricados hasta la de casas prefabricadas.

    Muchas de las fases de la siderurgia, de la produccin de herramientas y ma-trices, de la fabricacin de equipos electrnicos, de la elaboracin de substanciasqumicas en n, la lista sera prcticamente interminable estn ya automatiza-das parcial o totalmente.

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    El principal factor que impide la completa automatizacin de todas las etapasde la industria moderna es el enorme gasto que insumira el reemplazar las ins-talaciones existentes con otras nuevas, ms complicadas; el segundo factor es elinnato espritu conservador de buena parte de las grandes compaas. Finalmente,como ya dije, en diversas industrias resulta ms barata la mano de obra que lamquina.

    A no dudarlo, cada industria tiene sus problemas particulares, de modo que laintroduccin de las nuevas tcnicas cibernticas hara surgir multitud de complica-ciones, cuya solucin exigira cuidadoso estudio y grandes esfuerzos. En muchoscasos, sera preciso alterar la forma del producto y la disposicin de la plantaindustrial para adaptar el proceso fabril a la tcnica de la automatizacin.

    Mas aseverar que por ese motivo es imposible automatizar completamente talo cual industria, es tan ridculo como si, hace unos aos se hubiera armado queno era factible volar porque la hlice de un aeroplano experimental no giraba avelocidad suciente o porque el armazn era demasiado frgil como para resistirlas sacudidas del viento.

    No hay industria que no pueda automatizarse totalmente si estamos dispuestoa adaptar el producto, las instalaciones, los procedimientos de produccin y losmtodos de manipulacin a las nuevas circunstancias.

    En rigor, la mayor dicultad para planear cmo, dnde y cundo determinadaindustria ha de automatizarse no estriba en los problemas especcos que sepresentarn, sino en el constante progreso de la tecnologa moderna, que daenormes saltos de ao en ao. Prcticamente, todo proyecto de automatizacin hade ser tenido como provisorio, pues no bien lo ponemos en el papel, nos enteramosde nuevos y notables avances que dejan ya atrs las ideas esbozadas.

    Sin embargo, creo acertado y til referirme a la aplicacin de la nueva tecnologaen el campo laboral que embrutece y envilece al hombre como ningn otro. Ascomo, segn aseguran los pensadores radicales, la posicin de la mujer dentrode la sociedad da la pauta del nivel moral de sta, tambin cabra decir que lasensibilidad de una sociedad respecto al sufrimiento humano puede medirse porlas condiciones en que deben desenvolverse los obreros empleados en la obtencinde las materias primas, especcamente en las minas y canteras.

    Antiguamente, el trabajo en las minas era un modo de castigo, reservado prin-cipalmente a los criminales ms recalcitrantes, los esclavos ms rebeldes y losprisioneros de guerra ms aborrecidos. La mina es la imagen del inerno hecharealidad diaria: mundo lgubre, donde cuerpo y alma se atroan; mortecino reinoinorgnico, traicionera caverna que hace del hombre un triste autmata obligadoa trabajar dura y penosamente.

    El campo, el bosque, el arroyo y el ocano son el medio natural de la vida humana:la mina no es ms que mineral, metal, escribe Lewis Mumford.

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    . . . Al abrir las entraas de la tierra para hurgar en su interior, el mineropierde la nocin de la forma; slo ve pura materia, y hasta que llega al ln, esamateria no es ms que un obstculo que va quitando tenazmente de su camino.Si alguna forma ve dibujada en las paredes de su cueva a la luz vacilante de sucandela, es la monstruosa proyeccin de su pico o de su brazo: son las formas delhorror. El da, ha sido abolido y el ritmo de la naturaleza, quebrado; aqu es dondesurgi el trabajo ininterrumpido da y noche. El minero tiene que vivir con luzarticial aunque fuera el sol brille radiante; y en los yacimientos ms profundos,ha menester de ventilacin articial: todo un triunfo delmedio ambiente fabricado.

    La eliminacin del trabajo humano en la extraccin de los minerales constituirade por s un ndice de las posibilidades liberadoras de la tecnologa. Y el quepodamos decir que esto ya se ha logrado, aunque no sea ms que en un solo casopor el momento, es muestra de que en el futuro la tcnica dispensar al hombredel trabajo aictivo.

    El primer gran paso en este sentido, por lo menos en lo que a la industria car-bonfera concierne, fue dado con la creacin de una gigantesca mquina provistade cuchillas de 2,70 m que saca ocho toneladas de carbn por minuto. Gracias aesta extractora continua, a las cargadoras mviles, los taladros elctricos y otrasmejoras, en minas de zonas como la de Virginia Occidental, se redujo la cantidadde mineros a un tercio del nmero empleado en 1948 y se duplic la produccinindividual. Pese a ser esto un gran adelanto, seguase necesitando del hombrepara ubicar y manejar las mquinas; pero ahora, con los ltimos progresos tcni-cos, nos es ya dable prescindir por completo del minero, cuyas tareas pueden sercumplidas por dispositivos sensibles basados en el principio del radar.

    Las mquinas automticas dotadas de elementos sensoriales posibilitan la eli-minacin del trabajador no slo de las grandes minas, tan necesarias para laeconoma, sino tambin de la agricultura, si se la organiza segn los moldes dela industria moderna. Aunque es muy cuestionable la conveniencia de industria-lizar y mecanizar la actividad agraria (punto que retornar luego), el hecho esque, si la sociedad decide hacerlo, fcil ser automatizar importantes ramas de laagricultura moderna, desde el cultivo del algodn hasta el del arroz. Podramosmanejar casi cualquier mquina, sea una pala gigante en una mina abierta o unacosechadora en una gran planicie, mediante rganos cibernticos sensibles o porcontrol remoto con cmaras de televisin. La cantidad de trabajo que insumirael manejo de estos dispositivos y mquinas desde una distancia segura y unacmoda ubicacin sera mnima, en caso de que se requiera intervencin humana.

    No est muy lejano el da en que una economa organizada racionalmenteconstruir fbricas completas, compactas, en forma automtica, sin que el hombreponga mano en ello; en que los componentes de las mquinas se producirn contan poco esfuerzo que la atencin de stas se reducir al simple acto de quitar una

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    pieza defectuosa para reemplazarla por otra en buen estado, tarea tan pesada comola de sacar y poner una bandeja; en que las mquinas, en suma, se encargarnde fabricar y reparar la mayora de los aparatos necesarios para mantener unaeconoma altamente industrializada.

    Semejante tcnica, encauzada totalmente a llenar las necesidades humanasdejando de lado toda consideracin en cuanto a ganancias o prdidas, traeraal mundo una abundancia sin precedentes, an en relacin a los standard deopulencia material de los pases occidentales prsperos. La mquina puesta alservicio del hombre eliminara el ponos de la necesidad y el trabajo aictivo, lacondena de vivir en una sociedad basada en la escasez y el trabajo obligatorio,donde imperan la frustracin, el sufrimiento y la deshumanizacin.

    En tales circunstancias, los problemas que se plantean en torno de las conse-cuencias y posibilidades del uso de la ciberntica en la tcnica no ataen ya a lasatisfaccin de las necesidades materiales del hombre sino a la reintegracin dela sociedad.

    Sera responsabilidad nuestra determinar ahora mismo cmo habrn de em-plearse la mquina, la fbrica y la mina para promover la solidaridad humana, ellogro de una relacin equilibrada con el medio natural y de una comunidad verda-deramente orgnica. Deber utilizarse la nueva tcnica en gran escala, sobre labase de una economa nacional que abarque gigantescas empresas industriales?

    Este tipo de organizacin industrial en rigor, una prolongacin de la Revo-lucin Industrial demandara un sistema centralizado para la planicacin dela economa nacional as como la delegacin de la autoridad en manos de repre-sentantes econmicos y polticos investidos de poderes estratgicos y de mando,poderes consolidados por el dominio que esos representantes estaran en situacinde ejercer sobre la industria, convertida en un enorme establecimiento socializado,o de dimensiones nacionales y carcter annimo.

    Por su ndole misma, la industria en gran escala es terreno frtil para la proli-feracin de modos burocrticos de administracin, trtese de empresas privadaso dirigidas por los trabajadores. Cuando la industria es socializada al punto detrascender la escala humana, se convierte en el ms rme apoyo material delEstado autoritario y centralista.

    Acaso la nueva tcnica se preste a la produccin en pequea escala, basadaen una economa regional y estructurada a medida del hombre. Este tipo deorganizacin industrial propende a dejar las decisiones econmicas estratgicas acargo de la comunidad de cada lugar, cuyas asambleas populares y cuyos consejostcnicos se encuentran perfectamente dentro del alcance de los individuos quela componen. En la medida en que la produccin material se descentralice ylocalice, se aanzar la primaca de la comunidad sobre las instituciones nacionales,suponiendo que alguna de ellas tendiera a adquirir cierto predominio.

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    La autoridad pertenece fundamentalmente a la asamblea popular, en la que sepractica la democracia directa de persona a persona; la autoridad de la asamblease ve cualitativamente fortalecida por el hecho de que ella es la que disponeexclusivamente de todos los recursos materiales de la sociedad.

    Como vemos, lo importante es dilucidar si la sociedad ha de organizarse entorno de la tecnologa o si sta debe organizarse en torno de la sociedad.

    Hallaremos la respuesta analizando la nueva tecnologa a n de descubrir sihay manera de utilizarla a escala humana.

    La nueva tecnologa y la escala humana

    En 1945, J. Presper Eckert y John W. Mauchly, de la Universidad de Pennsylva-nia, presentaron el ENIAC, primer computador digital totalmente realizado segnprincipios electrnicos. Estaba destinado a resolver problemas de balstica y suproyecto y construccin llev cerca de tres aos. El aparato era inmenso. Ocupaba135 metros cuadrados de supercie y pesaba ms de 30 toneladas. Inclua 18.800tubos de vaco con 500.000 conexiones (que Eckert y Mauchly tardaron dos aos ymedio en soldar), una amplia red de resistencias y kilmetros de cables. El compu-tador llevaba anexo un gran acondicionador de aire para enfriar los elementoselectrnicos; adems, se descompona a menudo o presentaba grandes irregula-ridades, lo cual signicaba una gran prdida de tiempo en reparaciones. Pese atodo, en comparacin con los calculadores anteriores, ENIAC era una verdaderamaravilla de la electrnica. Efectuaba 5.000 clculos por segundo y generaba sea-les elctricas a raz6n de 100.000 ciclos por segundo. Ninguno de los calculadoresmecnicos o electrnicos entonces en uso se aproximaba siquiera a tal velocidad.

    Unos veinte aos despus, la Computer Control Company de Framingham, Mas-sachusetts, ofreca al pblico su DDP-124. Trtase de un computador pequeo,compacto, muy semejante a un receptor de radio de dormitorio; con la mquinade escribir y la memoria a l adosados, ocupa cmodamente un escritorio de o-cina comn. El DDP-124 realiza ms de 285.000 operaciones por segundo. Tieneuna verdadera memoria, ampliable hasta una capacidad de 33.000 palabras (encambio, la memoria del ENIAC se jaba mediante conexiones variables y estabamuy lejos de poseer la exibilidad de los computadores actuales); su frecuenciaes de 1.750 millones de ciclos por segundo. No precisa acondicionador de aire,es absolutamente infalible y presenta muy pocos problemas para su cuidado ymantenimiento. Su costo es innitamente inferior al del ENIAC.

    La diferencia entre el ENIAC y el DDP-124 es de grado antes que de fondo.Excepcin hecha de la memoria, los dos computadores dgitos se basan en los mis-mos principios electrnicos fundamentales. El ENIAC, empero, estaba compuesto

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    primordialmente de piezas electrnicas tradicionales (tubos de vaco, resisten-cias, etc.) y miles de metros de cables; por su parte, el DDP-124 est constituidoprincipalmente por microcircuitos. Estos microcircuitos son por lo general peque-simos, no alcanzan a medir ms que una fraccin de pulgada, y encierran elequivalente de gran nmero de piezas electrnicas clave del ENIAC.

    Paralelamente a la disminucin del tamao de los elementos componentes delcomputador, se ha vericado tan notable perfeccionamiento de los medios tcnicosclsicos que da a da se crean mquinas de todo tipo cada vez ms pequeas.

    Ejemplo de ello es la extraordinaria reduccin sufrida por los pantagrulicostalleres para laminado en caliente de marcha continua. Una instalacin tpicaes de las ms caras y de mayores dimensiones de la industria moderna. Puedeconsiderrsela como una sola mquina, que mide unos 800 metros de largo y escapaz de estirar un lingote de acero de 10 toneladas y 15 centmetros de grosor por130 centmetros de ancho hasta convertirlo en una lmina de metal de un grosorcercano a los 0.2 centmetros. En el proceso, el lingote es desnudado de sus esca-mas, pasado por un laminador de enormes cilindros y luego sometido a una seriede operaciones destinadas a dar los toques nales. Toda la instalacin, incluyendolos hornos de calentamiento, los trenes de laminacin, el tanque de decapado y eledicio puede alcanzar un costo superior a los 50 millones de dlares y ocupar unasupercie de 2 hectreas. Produce 300 toneladas de chapas de acero por hora. Unabuena instalacin debe contar con gran cantidad de hornos de coque, de hornos detnel, trenes desbastadores, etc. Todo esto, junto con los trenes de laminacin encaliente y en fro, puede cubrir varios kilmetros cuadrados de supercie. Trtasede un complejo siderrgico moderno, cuya magnitud lo ubica necesariamente enel orden de lo nacional, que necesita grandes cantidades de materias primas (porlo general provenientes de lugares lejanos) y cuya produccin est destinada agrandes mercados nacionales e internacionales. An totalmente automatizado,un establecimiento de esta naturaleza trasciende por mucho la capacidad de unacomunidad pequea, descentralizada; el tipo de administracin que exige es esen-cialmente de alcances nacionales. En suma, trtase de una actividad econmicaque, por su ndole, inclina la balanza a favor de las instituciones centralistas.

    Afortunadamente, disponemos ahora de medios como para reemplazar, enmuchos aspectos con ventajas, al complejo siderrgico arriba descrito.

    As, pueden usarse hornos elctricos en lugar de los altos hornos. Son engeneral pequeos y producen excelente arrabio y acero utilizando no slo coquecomo agente reductor, sino tambin antracita, hulla, carbn vegetal y hasta lignita.Otro de los procedimientos a nuestro alcance es el de Hoganas, por el cual sereduce mineral muy rico o concentrado a esponja de hierro mediante gas natural.Tambin tenemos el mtodo Wiberg, que emplea monxido de carbono y un pocode hidrgeno para efectuar la reduccin. Sea como fuere, el hecho es que nos

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    es posible eliminar los hornos de coque, los altos hornos, los hornos de tnel y,quiz, hasta los agentes reductores slidos. Pero el ms importante aporte en losesfuerzos tendientes a dar menores dimensiones a los complejos siderrgicos locual los tornar accesibles a una comunidad pequea es la instalacin ideadapor T. Sendzimir. El gran tren de laminacin en caliente de marcha continua escondensado en un nico tren planetario y un pequeo anexo para las operacionesde acabado. Los lingotes de acero calientes, de 2% pulgadas de grosor, pasan pordos pares de cilindros chicos, tambin calientes, hacia los cilindros laminadores;todo esto va montado en dos jaulas circulares que adems contienen dos tamboresde retorno. Las jaulas y los cilindros de retorno giran a distinta velocidad, haciendorotar los cilindros laminadores en dos sentidos, con lo cual se somete al lingotede acero a una terrible presin que lo reduce a un grosor de apenas una dcimade pulgada.

    La idea de Sendzimir es un verdadero golpe de genio; al girar en las dos jau-las circulares, los pequeos cilindros laminadores adquieren una fuerza que slopodran desarrollar cuatro poderosos trenes de laminacin y seis trenes desbasta-dores. Esto signica que el laminado en caliente no necesita ya de establecimientostan enormes. Adems, la fundicin continua permite obtener lingotes de acerosin costosas y voluminosas instalaciones.

    En resumen: con varios hornos elctricos, la fundicin continua, un tren delaminacin planetario y un pequeo tren de laminacin en fro demarcha continua,que en total ocuparan de media a una hectrea, una comunidad mediana tendralos medios como para producir y trabajar el acero de acuerdo a sus necesidadesparticulares.

    Este complejo siderrgico, de escasas dimensiones y gran perfeccin, produciraun acero de muy buena calidad con mucho menos gasto y desperdicio; aun nosiendo automatizado, en relacin a un complejo comn, requerira menor cantidadde operarios; y podra reducir mineral pobre en hierro con mayor ecacia yfacilidad. Finalmente, puesto que el laminador planetario produce chapas lustrosasy limpias sometindolas a la accin de chorros de agua de elevada presin, no senecesita usar cidos para el decapado, con lo cual se elimina uno de los ms gravesinconvenientes de la industria siderrgica: la contaminacin de las corrientes deagua donde se arrojan los desechos.

    El complejo siderrgico que acabo de describir no alcanzara para abastecera un mercado nacional como el que existe actualmente en los Estados Unidos,por ejemplo. Slo basta para llenar las necesidades de comunidades pequeas omedianas y de pases de escaso desarrollo industrial. Por lo comn, los hornoselctricos producen de 100 a 250 toneladas de hierro fundido por da, cuandoun alto horno funde unas 3.000 toneladas diarias. La instalacin de Sendzimirlamina slo 100 toneladas de metal por hora, aproximadamente una tercera parte

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    de la produccin de un tren de laminacin en caliente de marcha continua. Sinembargo, la capacidad de produccin de nuestro hipottico complejo constituyeprecisamente una de sus mayores virtudes. Como los productos seran de tan bue-na calidad que sufriran poco desgaste y no sera menester reponerlos de continuo,habra menor demanda. Por otra parte, dado que se empleara mineral de hierro,combustible y agentes reductores en pequeas tandas, muchas comunidades sebastaran con sus propios recursos de materia prima, sin verse obligadas a acudira centros nacionales, cosa que fortalecera la independencia de la comunidad yfavorecera la descentralizacin de la vida econmica, amn de ahorrar gastos detransporte. Lo que parecera una repeticin intil y costosa de una actividad fcil-mente desarrollada por unos pocos complejos siderrgicos centralizados probaraser, a la larga, la solucin ms conveniente y deseable, tanto desde el punto devista econmico como el social.

    La nueva tcnica no slo ha creado piezas electrnicas enminiatura o losmediosadecuados para descentralizar la produccin, tambin nos ha dado mquinas quese adaptan a los ms diversos usos.

    Durante ms de un siglo, prim la tendencia a crear mquinas cada vez msespecializadas y destinadas a un nico propsito, fenmeno que era reejo de laprofunda y creciente divisin del trabajo que iba agarrotando crecientemente a laactividad fabril. Se subordinaba la funcin al producto.

    Con el tiempo, tan estrecho enfoque pragmtico desvi a la industria del caminoracional en la creacin de maquinarias, observan Eric W. Leaver y John J. Brown.La llev a una especializacin ms y ms antieconmica . . . La especializacin dela mquina tendiente a adaptarla a la produccin de un objeto determinado limitatotalmente su utilidad, que se acaba en cuanto desaparece la necesidad de fabricarese producto nico. Si analizamos correctamente, el trabajo que realiza una mquinapuede reducirse a una serie de operaciones bsicas dar forma, sostener, cortar, etc.,funciones que debidamente denidas pueden conjugarse en un solo aparato, al quepodr drsele la aplicacin requerida en cada caso.

    Un taladro que llenara las condiciones postuladas por Leaver y Brown servirapara hacer agujeros de todo calibre, que dejaran pasar desde un no alambre hastaun cao.

    Otrora se consideraba que mquinas de tan amplia capacidad eran completa-mente prohibitivas desde el punto de vista econmico. Sin embargo, ya a mediadosde la dcada de 1950 se idearon y pusieron en uso varias mquinas de este tipo.En 1954 se fabric en Suiza una perforadora horizontal para la River Rouge Plantde la Ford Motor Company, sita en Dearbon, Michigan. Esta agujereadora seraun magnco espcimen de la mquina mltiple de Leaver y Brown; dotada decinco calibradores pticos iluminados de tipo microscpico, hace agujeros ms

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    pequeos que el ojo de una aguja y ms grandes que el puo de un hombre. Lasperforaciones presentan un error menor de diez milsimas de pulgada,

    Las mquinas multiuso revisten una importancia digna de subrayarse. Con ellas,un solo establecimiento industrial estara en situacin de producir una asombrosacantidad de objetos. Una comunidad pequea o mediana podra satisfacer granparte de la demanda local de cierto nmero de productos con un mnimo deinstalaciones industriales aprovechadas al mximo. Se eliminaran las prdidasocasionadas por la cada en desuso de las maquinarias, y los establecimientos seutilizaran para distintos propsitos.

    Merced a la exibilidad y amplitud que esto otorgara a la vida econmicade la comunidad, sta lograra una capacidad para autoabastecerse y un gradode autarqua como no vemos en ninguno de los pases de industria avanzadade la actualidad. En cuanto a la readaptacin de las maquinarias para nuevosusos, resultara muchsimo ms fcil y barata, pues, en general, consistira enuna graduacin de las operaciones que es capaz de realizar la mquina y noexactamente en una modicacin de su estructura o sus caractersticas. Si setratara, por ejemplo, de una perforadora, no habra ms que cambiar la mecha; ysi fuera un torno, bastara con reemplazar la cuchilla.

    Por ltimo, la automatizacin de las mquinas mltiples no presentara mayo-res obstculos; para introducirlos en una instalacin industrial automatizada, serequerira una alteracin de los circuitos y de los programas antes que de la formay la estructura de las mquinas en s.

    Desde luego, las mquinas especializadas seguiran existiendo para cumplir lamisma funcin que llenan hoy, a saber, la fabricacin en gran escala de productosde abundante uso y de corta vida.

    Hay en la actualidad magncas mquinas de este tipo notablemente automati-zadas; suelen ser pequeas instalaciones que las comunidades no centralizadaspodran adoptar sin grandes modicaciones. Ejemplo de ello son las mquinasde embotellar y envasar, que constituyen instalaciones compactas, automticasy sumamente racionalizadas. Para cuando estn establecidas las comunidadesdescentralizadas, sin duda contaremos ya con maquinarias automticas de meno-res dimensiones para las industrias textil, qumica y alimentaria. Y supongo quetambin las fbricas de automotores habrn evolucionado en este sentido para elda en que automviles, autobuses y camiones se muevan a impulsos de la energaelctrica.

    Muchos de los grandes establecimientos que quedarn podran descentralizarseecazmente reduciendo sus dimensiones al mximo y disponiendo las cosas demanera que fueran explotados simultneamente por varias comunidades.

    No pretendo armar que todas las actividades econmicas humanas son sus-ceptibles de descentralizacin completa, pero creo que la mayora puede llevarse

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    a dimensiones humanas y comunitarias. Baste decir que es posible trasladar elmayor peso de la economa de los organismos nacionales a los comunitarios, delas instituciones burocrticas centralizadas a las asambleas populares locales, an de cimentar la soberana de la comunidad libre sobre un slido fundamentoindustrial.

    Tal mutacin comprendera un cambio histrico cualitativo, un cambio socialrevolucionario de vastas proporciones, sin precedentes en la evolucin tcnica ysocial del hombre.

    El uso ecolgico de la tcnicaHasta ahora me he ocupado de aspectos tangibles, netamente objetivos, como

    son la posibilidad de eliminar el trabajo penoso, la inseguridad material y lacentralizacin de la economa. Ahora pasar a referirme a un problema que puedeparecer algo subjetivo, pero que considero de absoluta importancia: la necesidadde lograr que el hombre vuelva a saber de su dependencia respecto al mundonatural, que su interrelacin con la naturaleza sea parte viva de su cultura.

    Tal problema es caracterstico y propio de esta sociedad nuestra, tan urbanizadae industrializada. En casi todas las civilizaciones preindustriales, el hombre nonecesitaba que se le explicara su relacin con el medio natural, sta era bien clara,evidente y viable, y estaba santicada plenamente por la tradicin y los mitos. Lasucesin de las estaciones, las variaciones pluviales, el ciclo vital de las plantas y losanimales con que el hombre se alimentaba y vesta, los caracteres distintivos de lazona ocupada por la comunidad, eran todos elementos familiares, comprensibles,que despertaban en l un sentido de reverencia religiosa, de comunin con lanaturaleza, y, ms pragmticamente, un respetuoso sentimiento de dependencia.

    Rara vez encontramos entre las primeras civilizaciones occidentales una tiranasocial tan desptica y despiadada que ignorara tal relacin. Las invasiones de losbrbaros y, ms engaosamente, el desarrollo de las civilizaciones comercialespueden haber destruido las conquistas logradas por las culturas agrarias estableci-das, pero normalmente an cuando involucraran una explotacin del hombrelos sistemas basados en la agricultura slo excepcionalmente provocaron la des-truccin del suelo y los terrenos.

    Durante los periodos ms opresivos de la historia del antiguo Egipto y la Me-sopotamia, las clases dominantes se preocupaban por mantener los canales deirrigacin en buen estado y promover mtodos racionales para el cultivo de plan-tas alimenticias. Incluso los antiguos griegos, cuya heredad estaba constituidapor un suelo montaoso de escasa profundidad y sometido a marcada erosin,tuvieron la inteligencia de convertir las laderas boscosas en huertos y viedos,que eran las formas de cultivo que admitan esas tierras.

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    Durante la Edad Media, el duro suelo europeo fue trabajado paciente y hbil-mente hasta tornarlo apto para la agricultura.

    En trminos generales, el medio natural empez a ser explotado implacable-mente cuando surgieron los sistemas agrcolas comerciales y las sociedades ur-banizadas en extremo. Uno de los ms tristes casos de inutilizacin del suelo quehallamos en el mundo antiguo es el de las chacras comerciales de frica del Nortey la Pennsula Itlica, donde se empleaban esclavos.

    En cuanto a nuestra poca el desarrollo de la tcnica y el crecimiento de lasciudades han alienado al hombre de la naturaleza, provocando su total separacinde ella. El hombre occidental est encerrado en un medio urbano esencialmentearticial, se encuentra fsicamente alejado de la tierra y la mquina se interponeen su relacin con el mundo natural. Amn de desconocer de dnde proviene ycmo se producen la mayora de los bienes que consume, le presentan su alimentode manera tal que conserva poco o nada de la forma del animal o la planta con queha sido preparado. Encajonado en un medio urbano asptico (casi institucionalen forma y apariencia), el hombre moderno se ve privado incluso de actuar comoespectador de la actividad agrcola e industrial que satisface sus necesidadesmateriales. Es pura y exclusivamente un consumidor, un receptculo insensible.Sera injusto armar que no respeta su medio natural; lo trgico es que no tienecasi idea de qu es la ecologa o de lo que se requiere para mantener el equilibriodel mundo que lo circunda.

    Es preciso restaurar el equilibrio, no slo en la naturaleza sino tambin entreella y el ser humano.

    En otro ensayo, trat de demostrar que, si no se equilibra de alguna manera larelacin entre el hombre y su contorno, la especie humana corre el grave peligrode extinguirse.7Aqu me propongo mostrar cmo puede aplicarse la nueva tcnicacon criterio ecolgico a los nes de cristalizar el sentimiento de dependencia delhombre respecto a su medio natural; quiero probar que, al reintroducir el mundonatural en la experiencia humana, contribuiremos a la integracin del hombre.

    Los utopistas clsicos comprendieron plenamente que el primer paso en estesentido ha de consistir en eliminar la oposicin entre ciudad y campo.

    Es imposible dijo Fourier hace casi un siglo y medio, organizar agrupacioneshumanas estables y bien equilibradas sin hacer entrar en juego las labores del campo,o al menos el jardn, la huerta, el ganado y la manada, el corral y gran variedadde especies tanto animales como vegetales. Consternado ante los efectos socialesde la Revolucin Industrial, aada Fourier: En Inglaterra ignoran este principio yexperimentan con artesanos, nicamente con el trabajo industrial, que no basta pors solo para mantener la unin social.

    7 Ver Lewis Herber, Ecology and Revolutionary Thought, Anarchy N 69, noviembre de 1966.

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    Aseverar que el habitante de la ciudad moderna debera gozar nuevamente delas labores del campo suena a broma. El retorno a la agricultura campesina propiadel tiempo de Fourier no es posible ni deseable. Charles Gide estaba muy en locierto cuando seal que el quehacer agrcola no es necesariamente ms atractivoque el industrial; la labranza ha sido siempre considerada . . . como el tipo de trabajoms penoso: es el trabajo que se hace con el sudor de la frente. La idea de Fourier deque en los falansterios se cultivaran principalmente frutas y hortalizas en lugar decereales, no es respuesta suciente. a esta objecin. Si no nos proyectramos msall y recurriramos sin ms a los procedimientos actuales, la nica alternativa quenos quedara para salir de la agricultura campesina sera una forma de explotacinagropecuaria muy especializada y centralizada que empleara mtodos semejantesa los de la industria moderna. En realidad, de este modo, en lugar de implantarun equilibrio entre ciudad y campo, nos encontraramos sumidos en un medioarticial que habra neutralizado totalmente al natural.

    Si convenimos en que la comunidad debe volver a integrarse fsicamente conla tierra, que ha de desenvolverse en un contorno agrcola que patentice la de-pendencia del hombre respecto a la naturaleza, entonces el problema reside enhallar la manera de efectuar esta transformacin sin restaurar el trabajo penoso.En suma, cmo podran practicarse la labranza, las formas de cultivo ecolgicasy la explotacin agropecuaria en escala humana y sin sacricar la mecanizacin?

    Algunos de los procesos ms promisorios logrados en la esfera de la agriculturadespus de la segunda guerra mundial prstanse por igual para la explotacin dela tierra en pequea escala, en sus formas ecolgicas, y para el tipo de explotacincomercial, con grandes establecimientos organizados a imagen de la industria,como los que se han generalizado en las ltimas dcadas.

    Veamos algunos casos concretos. Las faenas del campo, pueden mecanizarse enforma racional con el inteligente aprovechamiento de mquinas y dispositivos yaexistentes, que virtualmente eximiran al hombre de los trabajos rurales fatigosos.Ejemplo ilustrativo de este principio es la alimentacin mecanizada del ganado.Si se interconectan varios silos de manera que se mezclen los distintos forrajes ygranos y luego se transporta mecnicamente esta mezcla a los pesebres, con sloapretar unos botones y mover unas llaves se habr cumplido en pocos minutosuna tarea que seis hombres, trabajando con horquillas y baldes, tardan medioda en realizar. Este tipo de mecanizacin es intrnsecamente neutro. En efecto,el sistema es aplicable a haciendas de miles de cabezas o de slo unos cientos;permite utilizar indistintamente alimentos naturales o sintticos, enriquecidoscon hormonas; y puede utilizarse en chacras relativamente pequeas de ganaderamixta, o en establecimientos de todo tamao dedicados al ganado vacuno para laindustria lechera o de la carne. En una palabra, este procedimiento puede ponerse

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    al servicio de las formas de explotacin comercial ms abusivas o de lams sensibleaplicacin de los principios de la ecologa.

    Igual sucede con la mayora de las maquinarias agrcolas creadas (en muchoscasos simplemente readaptadas para su usomltiple) en los ltimos aos. El tractormoderno, por ejemplo, es una extraordinaria muestra del ingenio mecnico. Losmodelos de jardn pueden usarse sin dicultad para toda clase de tareas; ligerosy muy fciles de manejar, siguen las sinuosidades del terreno ms escabrososin daar la tierra. Los tractores grandes, especialmente los destinados a zonasclidas, suelen tener cabinas con aire acondicionado; adems del equipo de arrastrevienen provistos de accesorios para cavar agujeros para postes, realizar el trabajode camiones recolectores y aun generar energa elctrica para los elevadores degranos. Adems, se han ideado arados aptos para hacer frente a cualquier dicultadque se presente en la labranza. Hay incluso modelos avanzados que se regulanhidrulicamente para seguir los altibajos del terreno. Tambin se cuenta consembradoras mecnicas para prcticamente todo tipo de cosecha; las que arrojansimultneamente semillas, fertilizantes y plaguicidas (desde luego); conjuganvarias operaciones en una sola, lo cual redunda en benecio del suelo por evitarseel apelmazamiento que produce el paso repetido de mquinas pesadas.

    La variedad de cosechadoras mecnicas ha alcanzado proporciones asombrosas.Hay cosechadoras para los ms diversos tipos de hortalizas, bayas, vides, sem-brados de campo abierto y, desde luego, cereales. Los graneros, los corrales, losdepsitos, han sido totalmente revolucionados con los mecanismos de transporteautomtico, los silos hermticos, los eliminadores automticos de estircol, losaparatos para regular la temperatura y humedad ambientes, en n, una lista in-terminable. Las cosechas se desgranan, limpian, cuentan, congelan o envasan,embolsan, empaquetan y embalan, todo ello mecnicamente. La construccin dezanjas de riego cementadas ha quedado reducida a una simple operacin mecnicaejecutada por una o dos mquinas excavador as. Los terrenos de subsuelo o dedesage malos pueden mejorarse mediante equipos removedores e implementosde labranza que penetran ms all de la primera capa de tierra.

    A pesar de que una parte de las investigaciones agronmicas se dedican a lacreacin de agentes qumicos perniciosos y cultivos de dudoso valor nutritivo,se han producido extraordinarios adelantos en lo que al mejoramiento genticode las plantas se reere. As, se han hallado muchas variedades de cereales yverduras resistentes a los insectos depredadores, a las enfermedades y al fro.En muchos casos, estas variedades representan decididamente un mejoramientode los ancestrales tipos naturales y han posibilitado la explotacin de extensassupercies desaprovechadas por falta de cultivos adecuados a sus condiciones. Elplan de reforestacin de la gran llanura central de EE.UU., tmidamente iniciadohacia 1920, poco a poco va transformando esa regin otrora inhspita y estril en

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    una planicie apta para la agricultura y ecolgicamentems equilibrada. Los rbolesactan como rompevientos en el invierno y sirven de refugio a los pjaros y a losmamferos pequeos en las pocas de calor. Contribuyen a la conservacin delsuelo y de la humedad, ayudan a mantener la cantidad de insectos bajo control eimpiden que los vientos daen las cosechas en los meses estivales. La aplicacin deplanes de este tipo podra mejorar notablemente la ecologa de cualquier comarca.En cuanto al referido programa de reforestacin (que se llev a cabo en buena partesin ayuda estatal) es uno de los pocos casos en que el hombre se ha preocupadopor mejorar el medio natural para poner una zona en condiciones ptimas.

    Detengmonos aqu para imaginar cmo nuestra comunidad libre se integrarcon su medio natural. Suponemos que su instalacin ha sido precedida de cui-dadosos estudios acerca de su ecologa natural: las condiciones atmosfricas yclimticas, los recursos acuticos, las formaciones geolgicas, las materias primas,el suelo, la fauna y la ora. El nmero de habitantes se mantiene conscientemen-te dentro de los limites impuestos por la capacidad de absorcin de la zona. Elaprovechamiento del suelo se rige enteramente por principios ecolgicos a n deconservar el equilibrio entre el medio geobiolgico y sus ocupantes. La comunidad,de vida industrial independiente, forma una unidad bien denida dentro de unamatriz natural, una unidad que se encuentra social y artsticamente en equilibriocon su contorno.

    Muy mecanizada est la actividad agropecuaria, que procura alcanzar un mxi-mo de variedad en lo que a cultivos, ganado y vegetacin arbrea se reere. Haypreocupacin por promover la mayor diversidad de ora y fauna a n de evitar lasplagas y aumentar la belleza del paisaje. Slo se permite la explotacin agrcola yganadera en gran escala all donde no afecta la ecologa del lugar. Por cultivarsetoda clase de plantas alimenticias, la agricultura corre por cuenta de pequeaschacras separadas entre s por franjas arboladas, grupos de arbustos y, donde esposible, por prados y campos de pastoreo. En terreno ondulante, montaoso oaccidentado, las supercies de gran declive estn cubiertas de rboles a los efectosde prevenir la erosin y la prdida de agua. El suelo es objeto de detenido estudiopara destinar cada parcela al tipo de cultivo que mejor se presta a sus condiciones.

    Se busca aunar campo y ciudad sin sacricar ninguno de los benecios queuno y otro pueden ofrecer a la experiencia humana. La regin ecolgica formael linde social, cultural y biolgico de la comunidad o del grupo de comunidadesque comparten sus riquezas naturales. Cada centro comunitario est hornadode plantas, oridos jardines, atractivas alamedas, parques, e incluso arroyuelosy estanques habitados por peces y aves acuticas. La zona rural, que provee losalimentos y las materias primas, no slo constituye el contorno inmediato de lacomunidad, tan cercano que puede llegarse a l a pie, sino que tambin penetraen ella. Aunque ciudad y campo conservan su individualidad, aunque se exaltan

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    y acentan sus atributos particulares la naturaleza est presente en todo el radiourbano en tanto que la ciudad parece haber acariciado a la naturaleza, dejando enella un delicado sello humano.

    Pienso que en una comunidad libre, la agricultura se practicar como si fuerauna artesana ms, que servir como expresin personal y deparar gran placer alagricultor. Este, libre de las tareas pesadas merced a la mecanizacin, cumplir sulabor con la misma actitud gozosa y creadora que suele ponerse en la jardinera.La agricultura ser parte viva de la sociedad humana, motivo de una actividadfsica placentera, en virtud de sus exigencias ecolgicas un desafo para elintelecto, la ciencia y el arte. Los miembros de la comunidad se identicarn conla vida que los rodea tan orgnicamente como la comunidad misma se funde conla naturaleza, propio del hombre desde tiempo inmemorial. La naturaleza, juntocon los modos de pensamiento orgnicos que siempre nacen a su abrigo, serparte integral de la cultura humana; reaparecer con nuevo espritu en la pintura,la literatura, la losofa, la danza, la arquitectura, los objetos domsticos, e inclusoen los gestos y actividades cotidianas. La cultura y la psiquis humana se vernpenetradas por un nuevo espritu.

    La regin no ser explotada sino utilizada lo ms plenamente posible. Esto esimportantsimo para que la dependencia de la comunidad respecto a su contornose asiente sobre bases rmes para que el hombre adquiera un profundo y perdura-ble respeto por las necesidades del mundo natural, un respeto sabedor de que l escondicin fundamental de la supervivencia y el bienestar humanos. Se procurarsatisfacer las necesidades del grupo comunitario con los medios de que se dispon-ga en la localidad, vale decir emplear las fuentes de energa, los minerales, losrboles, el suelo, el agua, los animales y las plantas con criterio racional y humano,sin violar los principios ecolgicos. En lo que a esto se reere, imagino que lacomunidad utilizar nuevas tcnicas actualmente en vas de desarrollo, muchasde las cuales se prestan admirablemente para una economa basada en los recur-sos locales. Aludo a la extraccin de minerales que se encuentran diluidos o enforma de vestigios en la tierra, el agua y el aire; el aprovechamiento de la energasolar, elica, geotrmica e hidroelctrica; al uso de bombas trmicas, combustiblesvegetales, estanques solares, conversores termo elctricos y, eventualmente, a lasreacciones termonucleares controladas.

    Hay una especie de arqueologa industrial que nos revela la existencia, endistintos lugares, de una actividad oreciente e interrumpida ha mucho por nues-tros predecesores. Desde el Valle del Hudson hasta el Rin, desde los Apalacheshasta los Pirineos, hallamos restos de minas y de industrias metalrgicas muydesarrolladas, vestigios dispersos de industrias locales y seales de un quehaceragropecuario abandonado largo tiempo atrs; todos rastros dejados por comu-nidades que llegaron a prosperar en base a los recursos naturales de la zona

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    donde estaban establecidas. En muchos casos, estas comunidades comenzaron adecaer porque los productos por ellas provistos fueron radiados por industriasque contaban con un mercado nacional, se basaban en las tcnicas de produccinen masa y posean importantes fuentes de materia prima. Las riquezas de queantao gozaron esas comunidades no han desaparecido, aguardan que alguienvaya a usufructuarias; si bien despreciables para una sociedad muy urbanizada, soneminentemente adecuadas para la comunidad descentralizada y slo requierenla aplicacin de tcnicas industriales aptas para la produccin de calidad y enpequea escala. Si hiciramos un serio inventario de los recursos existentes enmuchas regiones despobladas del orbe, descubriramos que ofrecen la posibilidadde satisfacer las necesidades materiales de una comunidad en mayor medida delo que pudiera pensarse.

    Con su continua evolucin, la tecnologa tiende a ampliar esas posibilidadeslocales. Como ejemplo, veremos de qu modo los progresos tecnolgicos permi-ten utilizar industrialmente elementos al parecer inferiores e inaprovechables.Durante nes del siglo pasado y principios del actual, la cadena de Mesabi deMinnesota provey a la siderurgia de los EE.UU. de mineral muy rico en hierro,lo cual contribuy a la pronta prosperidad de la metalurgia del pas. Al gastarseestas reservas, no hubo ms remedio que recurrir al piso taconiense, cuyo mineralmetalfero apenas contiene un cuarenta por ciento de hierro. Resulta virtualmenteimposible trabajar este piso con los mtodos clsicos, pues un taladro de airecomprimido tarda una hora para penetrar treinta centmetros. Afortunadamente,la creacin de un taladro de soplete, que horada la piedra a razn de seis a nuevemetros por hora, permiti la explotacin de estos yacimientos. El mineral assacado es sometido a proceso de pulverizacin, separacin y aglomeracin, segnprocedimientos perfeccionados recientemente que lo hacen aprovechable para laindustria siderrgica.

    Cuando hayamos ascendido al prximo peldao tecnolgico, tal vez descubra-mos la manera de extraer sustancias qumicas y minerales muy diluidos o difusosde la tierra, los desechos gaseosos y el mar. Muchos de los metales ms valiososson en realidad bastante abundantes, pero se los encuentra muy diseminados oen forma de vestigios. No hay prcticamente terrn de tierra o piedra que nocontenga, en orden creciente, restos de oro, uranio, ciertos elementos tiles parala industria, como son el magnesio, el zinc, el cobre y el azufre. El hierro componeel 5% de la corteza terrestre. Cmo aduearnos de todas estas sustancias? Elproblema ha sido resuelto, en principio al menos, por las tcnicas analticas de lasque se valen los qumicos para descubrirlas. Como bien dice el talentoso qumicoJacob Rosin, el hecho de que sean obtenibles en el laboratorio, abona la esperanzade que alguna vez podr extrarseles en cantidad suciente como para abastecera un tipo de comunidad como ser la descentralizada.

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    Hace ya ms de medio siglo que el nitrgeno empleado comercialmente entodo el mundo se saca de la atmsfera. El magnesio, el cloro, el bromo y la sosacustica se toman del agua de mar; el azufre proviene del sulfato de calcio y delos desperdicios industriales. La electrlisis de soluciones salinas podra proveerabundancia de hidrgeno a la industria, pero por lo comn se lo obtiene porcombustin o de las emanaciones de los procesos de obtencin industrial del cloro.Si hubiera forma de recuperar el carbono contenido en el humo y evitar que sedisipara en el aire con otros compuestos gaseosos, dispondramos de enormescantidades de este elemento, que raramente se encuentra aislado en la naturaleza.El mayor problema de los qumicos consiste en hallar los medios para separar delagua de mar y de las rocas comunes las sustancias simples y compuestas de valorcon energa de bajo costo. Cuntase actualmente con dos mtodos el intercambioinico y la eromatografa, que de ser perfeccionados para su uso industrial,podran emplearse para seleccionar o separar los elementos deseados de sussoluciones; mas la cantidad de energa que requieren estos mtodos involucraragastos que sobrepasaran las posibilidades econmicas de cualquier sociedad. Sino se hallan procedimientos nuevos, totalmente distintos a los conocidos, es muydifcil que las fuentes de energa de que disponemos combustibles fsiles comoel carbn y el petrleo sirvan para solucionar el problema de la obtencin desubstancias qumicas.

    En realidad, no falta energa per se para realizar los sueos tecnolgicos msextravagantes del hombre; sucede simplemente que estamos dando los primerospasos en el aprovechamiento de fuentes energticas que se ofrecen generosa eilimitadamente. La energa de la radiacin solar que llega a la supercie terrestrese estima en aproximadamente 3.200 Q, es decir 3.000 veces ms de lo que consumela humanidad en un ao.8 Una fraccin se convierte en viento o es utilizada porla vegetacin para la fotosntesis; pero de ella resta una fabulosa cantidad que,tericamente, podra emplearse para usos industriales y domsticos. La cuestines encontrar la manera de aprovecharla, aunque slo fuera para satisfacer partede nuestras necesidades. Si pudiera tomarse la energa solar para calentar losedicios, por ejemplo, el veinte o treinta por ciento de los recursos destinados atal propsito pasaran a cumplir otras funciones. Y si tambin hallramos el modode cocer los alimentos, calentar agua, fundir metales y producir energa elctrica,necesitaramos relativamente poco de los combustibles fsiles. Lo terrible es queen los ltimos aos se han creado dispositivos que permiten usar la radiacinsolar para los nes mencionados. Tenemos ya la forma de calentar las casas,cocinar, hervir agua, derretir metales y producir electricidad mediante artefactosque emplean exclusivamente la energa del sol; pero, desgraciadamente, esto no

    8 Q equivale a 2.93 X 1014 kilovatios-hora.

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    puede hacerse con ecacia en todas las latitudes habitadas por el hombre, desuerte que an quedan por resolver muchos problemas tcnicos a los que slo sehallar solucin mediante intensas y profundas investigaciones.

    Hay ya varios edicios dotados de calefaccin solar. En los Estados Unidos, lasms famosas son las construcciones experimentales del MIT de Massachusetts,la casa Lof de Denver, las casas Thomason de Washington, D. C., y la casa concalefaccin solar construida por la Asociacin de Energa Solar Aplicada cerca dePhoenix, Arizona, que mereci un premio.Thomason, en cuyos edicios los gastosde combustible apenas llegan a los cinco dlares anuales, parece haber creado unode los sistemas ms prcticos existentes en la actualidad. La energa trmica del soles recogida por una porcin del techo y luego transferida por agua circulante a untanque que se enc