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Sociedad Hoy ISSN: 0717-3512 [email protected] Universidad de Concepción Chile TORRES SALINAS, ROBINSON; ROJAS HERNÁNDEZ, JORGE Naturaleza, cultura y formas turísticas de vida en Aysén Sociedad Hoy, núm. 20, 2011, pp. 77-109 Universidad de Concepción Concepción, Chile Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=90226050005 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Sociedad Hoy

ISSN: 0717-3512

[email protected]

Universidad de Concepción

Chile

TORRES SALINAS, ROBINSON; ROJAS HERNÁNDEZ, JORGE

Naturaleza, cultura y formas turísticas de vida en Aysén

Sociedad Hoy, núm. 20, 2011, pp. 77-109

Universidad de Concepción

Concepción, Chile

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=90226050005

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Naturaleza, cultura y formas turísticas de vida en Aysén1

Nature, culture and touristic forms of life in Aysén

ROBINSON TORRES SALINAS2

JORGE ROJAS HERNÁNDEZ3

Resumen

Este trabajo busca comprender el surgimiento y desarrollo de las formas turísticas de vida en la Patagonia-Aysén desde una perspectiva sociológica que considera líneas de movimiento de sujetos a través del territorio patagón. Se parte de la base que las formas turísticas de vida en Aysén tienen un sustrato histórico basado en un pasado indígena milenario y una identidad pionera surgida desde el (re)poblamiento de la Región a principios del siglo XX. El trabajo expone resultados de expediciones de investigación en terreno realizadas en la Región de Aysén (2006-2011), que mediante diseños multi-método (entrevistas semi-estructuradas, encuestas, talleres participativos, observación partici-pante), muestran a Aysén como un espacio de naturaleza y expresividad ecológica excepcional, que ha albergado históricamente formas de vida móviles que se nutren del legado indígena y también de las formas de vida tradicionales basadas en la identidad pionera patagona. Se observa que, a partir de la construcción de la Carretera Austral a mediados de la década de 1970, estos elementos han contribuido a sedimentar y articular las formas turísticas de vida, que comienzan a formar y desa-rrollar una oferta de servicios turísticos locales, que durante la década de 1990 devienen globales, generando así nuevas dinámicas de desarrollo regional basado el turismo de naturaleza y la cultura tradicional patagona, que se ven eventualmente amenazados por la depreciación de íconos naturales como ríos y paisajes a causa del proyecto HidroAysén.

Palabras clave: Movilidad territorial, formas turísticas de vida, desarrollo regional, Aysén.

1 El presente trabajo fue posible de realizar gracias a la ayuda financiera de los siguientes proyectos: a) Proyecto DIUC-Patagonia Nº 205.173.029-ISP “El desarrollo sustentable de las actividades turísticas, de las comunidades y agencias locales de la región de Aysén. Un estudio basado en nuevos conceptos de gestión, responsabilidad social em-presarial y formación basada en competencias”, financiado por la Dirección de Investigación de la Universidad de Concepción, ejecutado en colaboración con el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) de Coyhaique (2005-2007); b) Proyecto “Turismo de naturaleza, desarrollo local sustentable y conflictos de intereses en torno a los megaproyectos hidroeléctricos en la Patagonia (Región de Aysén, Chile)”, financiado por la Dirección de Investigación de la Universidad de Concepción y ejecutado por el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Concepción (2006-2008); c) Proyecto “Potencialidades de desarrollo del turismo de naturaleza en la Región de Aysén. Los agentes locales y sus perspectivas de clusterizacion”, financiado por CONICYT a través del Fondo de Fortalecimiento Institucional del CIEP (SS-2008-06), ejecutado por el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Concepción (2009-2010).

2 Sociólogo, Magíster en Investigación Social y Desarrollo, Académico e Investigador Colaborador del De-partamento de Sociología y Antropología y del Centro de Ciencias Ambientales EULA-Chile, Universidad de Concepción, Chile. E-mail: [email protected]

3 Doctor en Sociología, profesor titular del Departamento de Sociología y Antropología, Decano de la Facul-tad de Ciencias Sociales, Universidad de Concepción, Chile. E-mail: [email protected]

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Abstract

This paper seeks to understand the emergence and development of touristic forms of life in Pata-gonia-Aysen from a sociological perspective that considers mobility lines of subjects through the Patagonian territory. It assumes that the touristic forms of life in Aysén have a historical background based on ancient indigenous past and a pioneer identity arising from the (re) settlement of the region in the early twentieth century. The paper presents results of field research expeditions con-ducted in the Aysen Region (2006-2011), which through a multi-method design (semi-structured interviews, surveys, participatory workshops, participant observation), highlight to Aysén as an space of both nature and ecological expressiveness, which historically has hosted mobile forms of life that feed the indigenous heritage and the traditional lifestyles based on Patagonian pioneer identity. It is noted that after the construction of the Carretera Austral in the mid-1970s, these elements have contributed to sediment and joint the touristic forms of life, which begin to create and develop local tourism services, which at the end of the 1990s become global, generating new dynamics of regional tourism development based on nature and traditional Patagonian culture, which are possibly threat-ened by the depreciation of natural icons such as rivers and landscapes because HidroAysén project.

Keywords: Territorial mobility, touristic forms of life, regional development, Aysén.

Recibido: 10.07.11. Aceptado: 15.09.11.

Introducción

La noción de forma de vida, en su sentido socio-antropológico, refiere a un modo de vida contexto-específico, una modalidad o manera de hacer las cosas

que involucra la vida tanto en términos biológicos u orgánicos así como también en términos de la vida cultural y social, con toda su fenomenología de experiencia y saberes contextuales surgidos a través de la experiencia práctica de los sujetos socia-les en el mundo de la vida (Lash, 2001). En esta línea, la noción derivada de formas turísticas de vida vendría a representar aquellos modos de vida locales organizados en constelaciones de sentidos, personas y estructuras (Herpburn, 2002) que en es-pacios geográficos regionales y locales construyen las relaciones sociales del “sistema turístico” (Cohen, 1984), que surge elementalmente a partir de la valorización de ciertos atractivos turísticos (íconos naturales y culturales) a través de la mirada de visitantes, así como la provisión de servicios de hospitalidad por los nativos, que pasan a transformarse en un nuevo grupo microempresarial que da vida y articula los intercambios socio-económicos y culturales con turistas y atractivos dentro del sistema turístico local y regional (MacCannell, 2003).

En términos históricos y desde su poblamiento originario y fundacional (Martinić, 2005), este trabajo busca poner de relieve que las formas de vida pata-gonas de Aysén han estado históricamente caracterizadas por la movilidad territo-rial y la lucha adaptativa a ambientes biofísicos y climáticos fríos y hostiles para la vida humana, que incluso durante gran parte del siglo XX permaneció sin plena conectividad terrestre interna regional. Con la construcción de la Carretera Austral

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(década de 1970 hasta hoy) surge la posibilidad de entrada de visitantes externos y turistas, con lo cual puede afirmarse que la accesibilidad terrestre creó las posibili-dades de sedimentación y formación del turismo en la Región, iniciándose así un proceso de hibridación de estas formas tradicionales de vida, móviles y rurales, con una nueva forma turística de vida basada en el intercambio cultural y económico entre locales y visitantes (Torres, 2008).

El trabajo se divide en dos partes. En la primera se trata de resaltar la movilidad territorial que ha caracterizado la vida humana en Aysén desde su poblamiento indígena originario hasta el poblamiento fundacional que comenzó a principios del siglo XX. Se resaltan aspectos como los desplazamientos en búsqueda de alimen-tación y los medios de transporte utilizados, que tienen similitud con los procesos y fenómenos sociales que aparecieron en la Región con el turismo una vez que se comenzaron a habilitar los diversos tramos de la Carretera Austral. Se parte del supuesto basado en evidencia empírica que el turismo surgió a consecuencia de la construcción de la Carretera (Torres, 2008; Muñoz y Torres, 2010). Justamente, la segunda parte del trabajo busca describir el proceso de formación y desarrollo de las formas turísticas de vida como consecuencia de esta obra vial. A través de una serie de entrevistas semi-estructuradas, encuestas y talleres participativos desarro-llados primero en la cuenca del río Baker (2007-2008) y posteriormente en toda la Región (2009-2010), se describe el proceso a partir de la experiencia de algunos patagones y patagonas, que hacen visible cómo el turismo ha transformado radi-calmente el paisaje natural y cultural de Aysén, así como también el modo de vida de sus habitantes. Con base en el legado indígena e identidad pionera, inscritos vigorosamente en el imaginario social de la sociedad aisenina, se postula que las formas turísticas de vida surgen con la Carretera Austral pero se nutren de este legado histórico, probablemente amenazado por el eventual proyecto HidroAysén.

Formas de vida patagonas

Las formas de vida patagonas han sido históricamente formas de vida en movi-miento, con constantes des-territorializaciones y re-territorializaciones (Deleuze y Guattari, 1997), caracterizadas por desplazamientos de personas desde un lugar a otro, principalmente para buscar el sustento alimenticio y estar en contacto con otros grupos humanos del territorio. Ocurrió con las primeras poblaciones indí-genas que habitaron la Región desde hace unos doce mil años antes del presente (Martinić, 2005: 21-22). Ocurrió también con las primeras familias y capitalistas estancieros que llegaron a principios del siglo XX y que prosiguieron arribando a la región durante dicha centuria, quienes debían viajar hacia Argentina para abas-tecerse de víveres para el invierno durante los meses de verano. Ocurre hoy con los viajeros de la región (nacionales y extranjeros) que viajan año a año hacien-

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do turismo motivados por conocer lugares y personas. Evidentemente, no puede compararse el primigenio movimiento motivado por conseguir alimentos para la supervivencia que aquel posmoderno motivado por ocio, recreación y turismo. Sin embargo e independiente de las motivaciones para hacerlo, todos implican el desplazamiento y movilidad territorial de sujetos y comunidades humanas a través del ambiente natural de Aysén.

Así, un punto de partida es que la Región de Aysén ha cobijado históricamente en su interior a individuos y grupos humanos móviles, tanto en forma de bandas nómadas en busca de comida y hábitats para dormir, como estancieros y nuevos co-lonos en busca de tierras habitables y fértiles, así como trabajadores de empresas de carreteras y como turistas que llegan a conocer la naturaleza y cultura de su gente. Estos colectivos de sujetos móviles que han habitado y visitado Aysén han estado recorriendo el territorio regional por diversas circunstancias, ya sea a pie, a caballo, en automóvil, embarcaciones acuáticas y en avionetas anfibias. Si hay algo común en las formas de vida de los distintos grupos humanos que han habitado la Región, es el ser sujetos móviles, viajeros, personas que por una u otra razón se movilizan de un lugar a otro con objetivos específicos.

El historiador de Punta Arenas y Premio Nacional de Historia Mateo Martinić (2005), sabio conocedor de la Patagonia chilena y argentina, acuña los conceptos de “poblamiento originario” ó “primigenio” y “poblamiento fundacional” para nom-brar los dos grandes momentos de la vida humana en Aysén. El poblamiento origi-nario o primigenio sería aquel cuando arribaron los primeros habitantes indígenas, unos 12 mil años antes del presente, al sitio arqueológico conocido como “El Baño Nuevo 1”, unos 80 kilómetros al noreste de Coyhaique. El segundo relataría la llegada de los primeros pobladores y estancias ganaderas a principios del siglo XX, cuando se inicia la colonización y establecimiento de asentamientos humanos en la Región fomentada por el Estado de Chile. Ambos tipos de poblamiento tuvie-ron momentos e hitos relevantes durante la exploración y adaptación al ambiente natural del territorio. A continuación se revisan sucintamente ambos momentos, resaltando su importancia para la formas turísticas de vida actuales que, como se intentará ilustrar, son formas de vida móviles, en constantes movimientos de deste-rritorialización y reterritorialización en sectores específicos de la región.

Movilidad indígena originaria

A través de los grandes ecosistemas de cuencas que conforman el conjunto de la Patagonia-Aysén (cuencas de los ríos Palena y Cisnes por el norte; río Aysén por el centro; Baker y Pascua por el sur), la parte oriental pampeana del territorio de Aysén se fue poblando por bandas nómadas que buscaban lugares con vida vegetal y animal que fueran aptos para la supervivencia. Basándose en investigaciones ar-

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queológicas desarrollada en Aysén, para el historiador Martinić (2005), este pobla-miento originario tuvo sub-períodos específicos, en los cuales se fueron instalando diversos asentamientos humanos, que dejaron su huella en diversos sitios arqueo-lógicos descubiertos en la zona de pampa andina, abarcando desde las cercanías de Lago Verde en la cuenca del río Palena, hasta el valle del río Chacabuco, en la cuenca del río Baker. En los más de 500 kilómetros que hay entre estos dos puntos andinos –que coinciden con los actuales límites entre Chile y Argentina– se han descubierto una serie de sitios arqueológicos que dan cuenta del poblamiento ori-ginario de la Región por su parte oriental4. No interesa aquí explicar en detalle la historia de cada uno de estos sitios. Lo que sí importa rescatar es que todos ellos, según Martinić, hacen visible la forma de vida nómada que tenían los primeros habitantes de la Región, arribados posiblemente desde Argentina desde aproxima-damente 12 mil años antes del presente (Martinić, 2005: 20-21). Eran grupos muy reducidos en número de individuos, pero que tenían desplazamientos de amplia extensión para cazar el animal base de su alimentación: el guanaco. Estos grupos nómadas cazadores-recolectores tenían campamentos base a partir de los cuales rea-lizaban excursiones al territorio en busca de alimento, para lo cual contaban con una vivienda funcional liviana, “diseñada para ser armada y desarmada con facilidad y ser transportada sin mayor embarazo” (Martinić, 2005: 27). Estos desplazamientos mi-lenarios de los indígenas –principalmente de la etnia tehuelche– tienen similitudes de forma con los actuales desplazamientos de turistas y mochileros que recorren la región acampando con equipamiento de fácil transporte todos los veranos. En sus viajes de norte a sur y viceversa a través de la zona pampeana y también en dirección este-oeste desde la pampa hacia el bosque siempre verde de los valles centrales5, estas bandas de cazadores y recolectores se desplazaban ocupando cuevas y paredones, especialmente en el Valle del río Ibáñez, como “lugares de alojamiento ocasional”, gracias a la disponibilidad de agua y leña con que el entorno boscoso de estos lugares frecuentemente contaban. No obstante, la diferencia entre estos primeros habitantes de Aysén y los actuales turistas era el medio de transporte. Las bandas nómadas de la etnia tehuelche (téushenkenk) se desplazaban a pie. Posterior-mente, la introducción del caballo como medio de transporte en el siglo XVII ven-dría a transformar completamente la amplitud de desplazamiento de los indígenas.

El dominio del caballo cambió poco a poco, pero de manera irreversible, la vida y costumbres de los hasta entonces cazadores recolectores pedestres, y de tantos aspec-

4 De norte a sur: Sitio Lago Verde en las cercanías de lago del mismo nombre, Sitio Alero del Toro en el valle del río Cisnes, Sitio Baño Nuevo cerca de Ñirehuao, Sitio Las Guanacas y otros Sitios en el valle del río Ibáñez, Cueva Río Pedregoso cerca del valle del río Jeinimeni y Sitio Entrada Baker en el valle del río Chacabuco. Cfr. Martinić (2005: 36).

5 Y, lo más probable, hacia la costa, como sugieren autores como Bate y Sade, así como también Francisco Mena (2011).

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tos en los que influyó de manera determinante quizás el más importante fue el de permitir la extensión de su movilidad, vale decir, de su capacidad de desplazamiento de mayor distancia que la habitual antes de la incorporación equina (…) Con el tiempo debió originarse inclusive un verdadero “corredor centropatagónico”, por el que se movieron de manera recurrente los diferentes grupos aborígenes en sus desplazamientos de sur a norte y viceversa, con ramales o interconexiones hacia el interior subandino (Martinić, 2005: 28).

El caballo, que hoy en día se sigue utilizando en los predios productivos agrí-colas de Aysén y con fines turísticos, fue una revolución para la movilidad y forma de vida de los indígenas que habitaron originalmente el territorio regional. De nómadas pedestres se transformaron en nómadas a caballo. La movilidad territorial sufrió así una primera innovación.

Una segunda innovación en el transporte por el territorio regional de Aysén la habrían de introducir los grupos indígenas chonos y kaweskar en la zona archipie-lágica del litoral aisenino. Estos grupos aborígenes, que poblaron la zona de islas y fiordos del litoral de Aysén hacen unos cinco a seis mil años antes del presente (Martinić, 2005: 45), eran nómadas cazadores-pescadores-recolectores que se en-contraban emparentados por algún lazo con los primeros habitantes de la isla de Chiloé. A diferencia de los tehuelches, nómadas terrestres, su forma de vida estaba estrechamente asociada al mar:

eran nómadas marinos, que se movilizaban en una embarcación sorprendentemente simple, construida con tres tablas unidas entre sí por costuras vegetales y bien calafa-teadas, que no era otra cosa que la bien conocida dalca; en tierra se cobijaban en unos ranchos hechos con ramas y se cubrían con vestidos tejidos en lana que preparaban ellos mismos; no obstante de ser pescadores y cazadores sabían cultivar la tierra y tenían siembras de papas y de maíz (…) el conocimiento del arte del tejido, como la crianza de animales y una práctica agrícola elemental ponen de manifiesto el influjo cultural veliche-chilote sobre los aborígenes del sur del Corcovado, fruto evidente de una interrelación prolongada en el tiempo que sugiere una movilidad periódica de grupos tanto hacia el sur como hacia el norte de este golfo (Martinić, 2005: 38).

La forma de vida marina de chonos y kaweskar, complementada con la forma de vida en tierra que compartían en parte con los tehuelches, tienen en común haberse adaptado a las condiciones ambientales extremas del territorio con lo mínimo. Las fuentes de alimentación de estos grupos –como guanacos, pumas, huemules, gatos, zorrillos, hurones, piches, peces, mariscos, avestruces, aves menores, hongos, bayas, raíces comestibles entre otros vegetales (Martinić, 2005)– fueron las principales motivaciones de su movilidad, que contaba con medios de transporte como el caballo y embarcaciones como la dalca que, en la oferta turística local, hoy en día han tomado forma de cabalgatas de montaña y lanchas para paseos con motores

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fuera de borda, que aún mantienen una importancia gravitante para las formas de vida móviles que se desarrollan en Aysén. Asimismo, ambos grupos contaban con viviendas móviles que eran fáciles de armar y desarmar en sus desplazamientos.

Movilidad fundacional

A fines del siglo XIX ya no quedaban indígenas en la Región, esto por diversas razones que no serán revisadas en este trabajo. Lo que sí interesa colocar bajo ob-servación es que, a pesar del vaciamiento humano que sufrió la Región, los nuevos habitantes que habrían de llegar en expediciones exploratorias y de colonización, tuvieron que adaptarse a las mismas condiciones climáticas y geográficas hostiles que los antiguos indígenas nómadas, manteniendo ciertos elementos legados por las antiguas formas de vida, como la movilidad para conseguir alimentos, además de prácticas agrícolas y de tejido, así como el transporte a través del caballo y em-barcaciones acuáticas, tanto marinas como lacustres e incluso para la navegación en ríos, como fue el caso de Baker, Aysén y Palena. Todos elementos que se asocian al turismo contemporáneo que se desarrolla en la Región.

Como es sabido, el proceso de colonización de las tierras interiores de la Región de Aysén tuvo como preámbulo una serie de exploraciones realizadas principal-mente por el marino de la armada chilena Enrique Simpson (1870-1873) y el geógrafo Hans Steffens (1893-1899), para hacer reconocimiento del territorio y elaborar cartografía que serviría para comenzar a zanjar los problemas de límites con Argentina. Estas exploraciones se realizaron por barco y a caballo. Posterior-mente, en 1901, el Estado chileno realiza las primeras concesiones de tierras a grandes capitalistas que tenían por misión introducir actividades productivas y po-blar la región con familias europeas empobrecidas que desearan una mejor vida, y trabajadores. Además, paralelamente se fue generando un proceso de poblamiento espontáneo de parte de migrantes de la isla de Chiloé y grupos indígenas que en-traron desde Argentina, probablemente escapando de los procesos de “Pacificación de la Araucanía” y de la “Campaña del Desierto”, que se dieron en forma paralela en Chile y Argentina, respectivamente, desde mediados del siglo XIX para ocupar territorios indígenas. También fue importante la migración de grupos humanos no indígenas provenientes de la zona centro sur de Chile que buscaban mejores posibilidades para trabajar y conseguir tierras. En todo este proceso, un aspecto ca-racterístico sigue siendo la movilidad al interior del territorio de Aysén. Colonizar y asentarse significaba un esfuerzo enorme, que implicaba desplazamientos a pie, a caballo y en embarcaciones menores a través de los lagos y ríos de la zona interior de bosque siempre verde, así como también en la zona costera.

La movilidad del desplazamiento inicial fue poco a poco reduciendo su inten-sidad cuando los primeros pobladores fueron construyendo sus casas, para lo cual

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debían talar con hacha los árboles para fabricar la madera, además de todas las ac-tividades cotidianas del campo como cortar bosques para generar pradera, quemar estos bosques, posteriormente introducir el ganado y de ahí introducir otros ani-males y asentarse definitivamente con sus familias. No obstante este asentamiento sedentario, que reduce la movilidad al interior del territorio en contraste con el no-madismo indígena milenario, ésta se activaba cada verano a causa que las familias debían abastecerse de víveres básicos para el año (harina, mate, azúcar, arroz…), los cuales previo a la construcción de la Carretera Austral se compraban en Argentina, porque había un muy escaso comercio de víveres al interior de la región. Esta com-pra implicaba planificar y ejecutar un viaje anual con una tropa de caballos de carga (pilcheros). Este viaje lo hacía en general el jefe de hogar junto con otros familiares. De esta manera, la densidad de población fue paulatinamente creciendo. Según estimaciones, ya en 1907 había 197 personas viviendo en la Región, las que para 1930 alcanzaba los 9.715 habitantes, alcanzando las 48.858 personas para 1970 (Ortega y Brüning, 2004).

Los setenta años de poblamiento “fundacional” de la Región de Aysén que van enre 1900 y 1970 significaron el asentamiento definitivo de personas de diferen-tes culturas –chilotes, indígenas y chilenos del centro-sur del país, argentinos y europeos– a través del territorio regional, quienes vivieron aislados, sin caminos ni carreteras interconectados unos con otros, dedicando sus vidas principalmente a las actividades de ganadería y agricultura de subsistencia, sedimentando poco a poco una forma de vida eminentemente rural asociada a las actividades del campo. En este sentido, se movilizaban cada año con sus tropas de animales para poder llevarlos al puerto o pueblo más cercano y así venderlos en las ferias ganaderas. Esto implicaba desplazamientos de extensión variada por el territorio regional, depen-diendo de la proximidad de los campos productivos con el lugar de venta del gana-do, que en general eran puertos y principales pueblos de la Región, como Puerto Puyuhuapi por el norte, donde llegaban campesinos de la zona de Lago Verde y Palena a vender sus animales a compradores quienes los embarcaban hacia Puerto Montt y Osorno, donde eran sujetos al sistema de “engorda” en los campos para luego ser comercializados como carne, leche y derivados.

Al igual que los viajes de compra de víveres hacia Argentina, los desplazamientos para transportar la tropa de ganado bovino y ovino se hacía a través de los bosques y quebradas de las montañas patagónicas. Estos viajes se realizaban a caballo en compañía de perros “ovejeros” e implicaban que muchas veces se tenía que “acam-par” en el lugar donde los tomara la noche. Nótese las similitudes con los nómadas indígenas precedentes. La diferencia está en que con frecuencia estos esforzados ganaderos se encontraban con alguna casa en el camino, en la cual sus moradores les brindaban un techo y comida para pasar la noche, una práctica bastante común presente en la memoria patagónica, a partir de la cual puede encontrarse el origen de la hospitalidad de los habitantes de Aysén, determinada por factores como las

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bajas temperaturas y la soledad de vivir aislados. Esta hospitalidad es un importante valor agregado en la industria del turismo, porque ella se basa precisamente en la provisión de servicios especializados de ocio, aventura y experiencias únicas del vi-sitante con los atractivos turísticos, como la fiestas costumbristas desarrolladas des-de hace un tiempo en los pueblos de la región, así como también la serie de Áreas Silvestres Protegidas presentes en la región, que suman un total de 20 unidades en la región, entre las cuales se encuentra el Parque Nacional Queulat, la Reserva Coyhaique, el Parque Nacional Laguna San Rafael, e incluso el futuro Parque Na-cional Patagonia, el único parque privado de casi 80 mil hectáreas de propiedad de Kristine Tomkins, esposa del ecologista norteamericano Douglas Tomkins, donde se desarrollan algunos proyectos de conservación (ver artículo de Mao, Bourlon y Osorio en este mismo número especial de Sociedad Hoy).

Carretera Austral y surgimiento del turismo de naturaleza

A pesar que los primeros colonos tenían como misión construir caminos para lograr la conectividad interna de Aysén, la región vivió prácticamente en el aislamiento geográfico hasta la década de 1970, cuando por cuestiones de geopolítica con Ar-gentina Pinochet decide dar el impulso definitivo a la construcción de la Carretera Austral, que permitió que la serie de pueblos que se fueron creando durante la colonización y poblamiento fundacional pudieran conectarse por tierra sin salir de la región ni el país. No obstante, previamente los pueblos de todas formas se encon-traban conectados entre sí, de diversas maneras. Los pioneros de la región viajaban a caballo por huellas, por ejemplo para trasladar a sus enfermos; en embarcaciones por lagos, como es el caso de los diversos pueblos del Lago General Carrera (Puerto Bertrand, Puerto Guadal, Puerto Tranquilo, Bahía Murta, Chile Chico), así como embarcaciones por ríos (especialmente desde la costa litoral hacia el interior por los ríos Palena, Baker y Aysén), así como también desde cierta época en avioneta, por ejemplo desde Cochrane a Coyhaique o desde Lago Verde a Puerto Aysén. Este medio aéreo de transporte fue desarrollado por personalidades como Eduardo Si-mon Bernheim, uno de los fundadores de Lago Verde, que era usado, por ejemplo, en situaciones de emergencia para transportar enfermos y mujeres embarazadas hacia los hospitales ubicados en Coyhaique y Puerto Aysén. Estos desplazamientos ilustran cabalmente que uno de los rasgos distintivos de las formas de vida de los colonos de la Región fue ser sujetos móviles que se encontraban en permanente desplazamiento territorial, lo que fue sedimentando una fuerte identidad patago-na con su territorio físico, su geografía accidentada y la abundante flora y fauna de bosques y especies animales como el huemul, el zorro y el cóndor. Asimismo, la patagona es una identidad marcada por el esfuerzo de tener que desplazarse de un lugar a otro por razones de supervivencia básica (alimentación, medicina, y

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posteriormente, educación secundaria de los hijos). El año 1976 comenzaron los trabajos de construcción de la Carretera Austral en la zona comprendida entre los pueblos de Puyuhuapi y La Junta (Martinić, 2005: 403-404). Actualmente, la Ca-rretera Austral tiene una longitud de 1.150 kilómetros de norte a sur, y se ramifica otros 229 kilómetros por caminos transversales desde la pampa andina a la zona litoral. No obstante, aún faltan aproximadamente 800 kilómetros para conectar con Puerto Natales por el sur. Se ha previsto finalizar su construcción durante la década de 2020 (Muñoz y Torres, 2010: 448).

Las obras básicas de la carretera son ejecutadas por el Cuerpo Militar del Tra-bajo (CMT) del Ejército de Chile, que labora en la “línea de avance” socavando montañas, talando bosques y cruzando profundas quebradas para construir la obra gruesa de la ruta, que es terminada por empresas privadas contratadas para per-filar el camino, instalar las señales y hacer los mejoramientos complementarios y obras de arte a la obra gruesa. La llegada de empresas a una zona aislada y casi deshabitada tuvo un fuerte impacto en la economía local, porque frecuentemente éstas demandaban para sus trabajadores servicios de alojamiento y comidas. Esto generó una oferta espontánea por parte de algunos pobladores de las comunida-des locales de la región y sus cuencas, quienes aprovecharon la oportunidad de crear pequeños negocios para satisfacer la súbita demanda de servicios de comida y cama. Asimismo, la habilitación de los primeros tramos de la carretera, además de permitir el desplazamiento terrestre de vehículos y personas, dejó en evidencia la belleza natural y paisajística de Aysén a los ojos del observador externo. En este sentido, una expresión de la voluptuosidad y belleza de la naturaleza en Aysén es que actualmente cerca del 50% de la superficie regional pertenece al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE) (Figura 1). De esta manera, al quedar en evidencia la belleza escénica de la región con la construcción de la Carretera Austral se produjo con el avance de los años una llegada progresiva de turistas. Las estadísticas oficiales de ingresos de turistas a la región puede graficar este proceso paralelo, por un lado de avance de la Carretera Austral y por otro de aumento del número de visitantes y turistas a la región. Según el Servicio Nacional de Turismo (SERNATUR), en 1990 entraron 49.795 turistas a la región de Aysén, cantidad que el año 2008 se incrementó a 159.948; con un crecimiento sostenido que ronda el 6,8% anual en un período de 18 años (Muñoz y Torres, 2010). Ese crecimiento ha sido paralelo al avance de la Carretera. Gradualmente, los servicios de hospedaje y alimentación creados para atender a los trabajadores de las empresas constructoras de caminos, fueron mostrando su adaptabilidad a los nuevos visitantes y se fueron adecuando para los turistas (Muñoz y Torres, 2010). A continuación se describirá cómo la Carretera Austral, una obra vial que tuvo por objetivo inicial la integración y conectividad regional, trajo como consecuencia inesperada el desarro-llo del turismo regional y de paso, una transformación de las formas de vida tradi-cionales de los habitantes de la región. Nacen las formas turísticas de vida en Aysén.

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Figura 1. Áreas Protegidas de la Patagonia-Aysén.

Fuente: Centro EULA-Chile, Universidad de Concepción.

Formación y desarrollo de formas turísticas de vida en la Patagonia- Aysén

Sedimentación de las nuevas formas turísticas de vida

Durante el año 2007 se realizaron una serie de entrevistas semi-estructuradas a prestadores de servicios turísticos en la cuenca del río Baker (Torres, 2008; Muñoz y Torres, 2010). Ante la pregunta ¿Por qué decidió crear su negocio?, respondieron refiriéndose a dos causas principales: necesidades internas a su grupo familiar y nece-sidades externas a la familia.

Las necesidades internas se refieren principalmente a las necesidades materiales de los sujetos entrevistados. Antes de ser operadores de servicios turísticos, varios de ellos y ellas tenían en general problemas económicos para sostener el hogar, edu-car a los hijos y salir adelante; y en un contexto de aislamiento geográfico y hostili-dad climática, aparte de las actividades del campo, no eran muchas las alternativas de empleo que podían vislumbrar en sus localidades de origen. En ese escenario, comienzan a ver que el entorno en transformación en que viven les comienza a mostrar alternativas de empleo de forma independiente.

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Necesidades externas a la familia: ese entorno dice relación con la llegada de visi-tantes y sus necesidades de alojamiento, transporte y comida. Por ejemplo, en la cuenca del río Baker y en el período previo a la Carretera Austral, cuando el lago General Carrera era navegado por diversas embarcaciones que conectaban los dis-tintos puertos y centros poblados, era característica la movilidad interna de viaje-ros: los visitantes eran los mismos pobladores de la cuenca, quienes, por ejemplo, desde Cochrane viajaban a caballo hasta la localidad de Puerto Guadal, para desde ahí tomar el barco que los llevaría hasta Chile Chico y de ahí hacia Argentina, don-de se abastecían con víveres y provisiones para todo el año. Este viaje de búsqueda de víveres era una verdadera odisea que realizaban todos los años. En esos viajes, cuando arribaban a la localidad de Guadal, debían aguardar la llegada del barco. De vuelta, a veces tenían que permanecer en Guadal porque las condiciones climáticas de lluvia y nieve no permitían seguir con el viaje. Ahí es cuando Quemel, uno de los entrevistados en la localidad de Puerto Guadal, dice que creó su negocio, al ver la necesidad de aquellos pobladores, que a veces no tenían dónde dormir por la noche.

Quemel, Puerto Guadal:

el pasajero que venía, la población era tan humilde que a gatas tenían sus camitas para ellos, entonces a veces imagínese cuando llegaban en la noche en la barcaza, y la gente no tenía dónde dormir, ni en las casas ni nada. Entonces yo dije: la gran necesidad es hacer esto.

Ante esa necesidad, Quemel fundó su “hostería” en el año 1980. En la misma localidad de Puerto Guadal, justo al frente de la hostería de Quemel y arriba del muelle donde atracaba la barcaza, María fundó su negocio de hospedaje y comidas el año 1975. Al igual que Quemel, vio las necesidades que apremiaban a los po-bladores que viajaban en la barcaza y decide crear su negocio, que hasta hoy tiene instalado en la lomita que está justo arriba del antiguo muelle de Puerto Guadal. De hecho, el hospedaje familiar de María se llama “La Lomita”. Tanto el negocio de Quemel como el de María combinaron desde un comienzo alojamiento y comidas para los visitantes. Varias actividades. Incluso, el negocio de Quemel tenía previa-mente actividades de almacén y artesanía en cuero de oveja, esta última la actividad principal de su actual negocio. Por la misma época que Quemel y María, en la ri-bera norte de lago General Carrera, en Puerto Bahía Murta, en el año 1979 Jacinta también creó su negocio, primero de comidas, y posteriormente de alojamiento. Esta pobladora patagona también hizo surgir su negocio con los pasajeros de la bar-caza, que llegaban al antiguo Muelle de Bahía Murta (hoy clausurado, como gran parte de los puertos del lago) ya fuera embarcando para ir a comprar víveres a Chile Chico, o bien embarcando hacia el poblado de Puerto Cristal, que durante 60 años (1936-1997) fue una próspera localidad que surgió y evolucionó gracias a la mine-

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ría (plata, zinc, plomo). De esta manera, se fueron formando pequeños negocios de servicios de alojamiento y comidas que respondían a la demanda originada por los desplazamientos de pobladores que iban en busca de víveres a Chile Chico y Argentina. Paralelamente, además, comenzaron a llegar trabajadores de las empre-sas de caminos y también funcionarios públicos que se desplazaban por los nuevos caminos de la Patagonia-Aysén. Viajeros a los que vinieron a sumarse los turistas:

Nibaldo, Villa Cerro Castillo:

cuando se abrió la Carretera, en Cerro Castillo no habían hospedajes, era un pueblo muy pequeño, después yo tuve la suerte de salir un poco hacia Licanray, con mi jefe fuimos a construir una cabañas por allá, y eso me abrió, no cierto, la ventanita de por qué yo eso no lo podía transformar aquí en Cerro Castillo, y por ahí nació la idea. Y también nació, no cierto, un poquito por el mismo turista, porque yo como trabajo en un colegio, en el verano cuando no habían hospedaje, entonces siempre venían a consultar a ver si se les podía recibir, si se podían duchar…

De forma similar a la experiencia de Quemel, la experiencia de Nibaldo mues-tra que la demanda por servicios de los viajeros que se desplazaban por la Región, ahora turistas, comenzó a cruzarse con las vidas de los pobladores de las localidades como Villa Cerro Castillo en la cuenca del Baker. Y ellos, atendiendo a las señales de esa “potencia turística”, comenzaron a utilizar sus saberes tradicionales y de for-mación previa en sus respectivos trabajos para hacer frente a esta nueva realidad. El saber turístico comienza a formase en el territorio patagón, combinando saberes tradicionales con nuevos aprendizajes sobre la marcha (learning by doing). El caso de Nibaldo derivó en que gracias a sus habilidades y experiencia en las faenas de la construcción, y además como auxiliar de la escuela rural de Cerro Castillo, donde comenzaban a llegar turistas solicitando servicios básicos, pudo comenzar en la construcción de su alojamiento y cabaña, para ofrecerlo directamente a los turistas que visitaban por esos primeros años de Carretera Austral la localidad y Reserva Cerro Castillo. A estos servicios de alojamiento y comidas hay que sumar la expe-riencia de caminatas y excursiones en busca de pinturas rupestres que desde 1980 Nibaldo había acumulado con el arqueólogo chileno Francisco Mena. Eso lo fue convirtiendo en un guía especializado para los turistas que desearan conocer las artes rupestres legadas por los primeros habitantes de la zona del valle del río Ibá-ñez, especialmente la guanaca con cría y el paredón de las manos. Así, la Carretera Austral también fue una condición de posibilidad para que historias humanas de la cuenca del río Baker comenzaran su aventura como prestadores de una variedad de servicios turísticos para los visitantes.

Con el avance de las obras de la Carretera Austral, diferentes centros poblados de la región y de la cuenca del Baker fueron experimentando este nuevo ambiente turístico en formación. En Puerto Ibáñez, el matrimonio compuesto por Armando,

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un trabajador multifacético (mecánico, carpintero, albañil, entre otras habilida-des), y Zulema, una mujer indígena y trabajadora, que en la entrevista nos relató su fascinación por todo lo que tenga que ver con “negocios”, también experimentaron esta nueva realidad de la apertura territorial con la Carretera Austral:

Armando, Puerto Ibáñez:

bueno todo el tema de la cocinería nació porque había necesidad en ese tiempo, nosotros sufrimos aquí como Puerto Ibáñez un cambio brusco de pronto con la apertura de la Carretera Austral; venía la gente y no tenía dónde comer, entonces nosotros visualizamos eso, obviamente teníamos un poco de herramientas para ha-cerlo y la más motivada siempre era Zulema, porque yo trabajaba en construcción y me iba bien, o sea no me iba mal, pero después igual vino un bajón y le dimos duro a esto y nos ha estado yendo bien.

Cuando los entrevistamos por primera vez, en enero de 2007, Zulema y Arman-do eran los concesionarios del Camping Municipal de Puerto Ibáñez, ubicado en dicha localidad emplazada en la ribera norte del Lago General Carrera. Allí, además del servicio de camping para los turistas, tenían instalado un restaurante, donde ofrecían servicios de comidas a los visitantes, pero también servicios de banquetería para todo tipo de eventos, tanto reuniones de servicios públicos como casamientos, bautizos, etc. Esto porque, según este matrimonio, el turismo funciona sólo du-rante la época de verano, y la verdad “es que hay que trabajar todo el año para poder subsistir”.

Esto pone de relieve, además de las varias actividades realizadas por estos pa-tagones (camping, comidas), el carácter estacionario del turismo en la Región de Aysén y cuenca del río Baker. Las causas de la estacionalidad del turismo son de carácter socio-económicas, ya que los turistas visitan Aysén principalmente en sus períodos de vacaciones estrechamente ligados a su actividad laboral o de estudios; y de carácter climático, ya que los turistas prefieren el clima caluroso del verano para realizar sus visitas. Y la Patagonia es una zona de clima extremo que en el invierno muestra temperaturas que a veces superan los 25 grados en las zonas más frías de la Región, como Balmaceda, Coyhaique y Cochrane. Esta “estacionalidad” de la demanda por servicios turísticos es una cuestión que los entrevistados señalaron se dio desde el comienzo del negocio y experiencia cultural del turismo. Y con la que deben lidiar hasta hoy.

De esta manera, con el avance de los años, mientras en el Chile central se ce-lebraba la vuelta a la democracia y se comenzaba con un nuevo período socio-político en el país, en la Región de Aysén estos cambios tenían que ver más con las nuevas formas turísticas de vida surgidas con la apertura territorial y posibilidad de desplazamientos en vehículos por tierra, que con una nueva democracia. Las formas de vida tradicionales, asociadas a la vida móvil a caballo del mundo rural, se

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veían fuertemente impactadas, tanto económica como culturalmente, con las nue-vas movilidades y desplazamientos terrestres que trajo consigo la Carretera Austral al interior de la Región.

Intercambio cultural y aprendizaje social en el naciente turismo regional

Cabe señalar que la llegada de turistas generó una interacción cara a cara entre patagones y patagonas y los nuevos turistas visitantes, fenómeno sociológico donde se comienzan a transmitir los rasgos característicos de la cultura y personalidad pa-tagona a los visitantes. Y asimismo, los visitantes también comienzan a transmitir sus culturas, personalidades y conocimientos a los patagones. El idioma (inglés, francés, italiano, árabe-israelí) muchas veces ni siquiera era un problema, ya que de una u otra manera, incluyendo los signos no verbales, se lograba la comunicación. Interesa resaltar que esta interacción social también jugó un rol en la creación de negocios de servicios turísticos de Aysén, ya que para algunas patagonas, de dichos encuentros surgió la idea de crear negocios de servicios turísticos. Asimismo, estos encuentros son una buena ilustración del nuevo paisaje turístico y de intercambio cultural que trajo consigo la Carretera Austral.

María, Chile Chico:

resulta que yo me fui a Coyhaique a vender mis manzanas en el mes de enero y me encontré con una señorita de Estados Unidos que se llama Lisa. Conversándole del viaje la invité a mi casa. Eso fue el año noventa, entonces, estuvo dos días en mi casa porque le agradó el lugar y yo le dije que podía estar los días que quisiera. Pero ella iba pa’ las Torres del Paine y bueno, se quedó y me dice ‘yo ando anotando direccio-nes’. Me preguntó ella si yo quería anotarme y yo le dije que no estaba segura, por qué razón, que yo no sabía idioma, entonces yo le digo ya, a la insistencia de ella le digo yo ‘bueno Lisa anótame pero ponle a los turistas que se pueden cocinar’, por-que yo apenas sé cocinar para tres personas que es mi marido, mi hijo y yo. Enton-ces ella me anotó en el libro American Agenda Up en el 91; pasaron dos años y me empezaron a llegar de uno y dos turistas, tres, después empezó de a cuatro. Después nos íbamos con mi hijo al barco a buscar turistas porque nos dimos cuenta que era una fuente laboral que a nosotros nos convenía y se prestaba la casa. Y nos íbamos al muelle, en aquellos años no habían taxis, los traíamos a carro en caballo y entonces los turistas se reían y nos decían ‘es típico’, ‘si, típico’ y cosas como ésas nos pasa-ban. Y así he estado todos estos años trabajando con los turistas. Estoy anotada en todos los restos de los libros después porque solo del American Agenda Up sacaron la dirección para todos los otros países; que estoy en los alemanes, en los australia-nos, últimamente los italianos, etc., etc., estoy en el Turistel, estoy vía camping, vía hospedaje hasta los días de hoy. Esa es mi historia resumiéndola en pocas cosas, pero es muy bonito, he aprendido muchas cosas y también me gustó porque trataba con

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otras personas, ya no éramos las mismas caras, porque en esos años el pueblo tenía 700 personas. La otra gente no se atrevía a recibir los turistas, así que incluso habían veranos que yo no hallaba qué hacer, porque yo me preguntaba ‘¿a dónde me metí?, pero sacaba fuerzas de flaqueza y voluntad y atendía a la gente igual, así que mi casa llena tanto dentro como en el camping.

En esta historia se hace visible el rol que han jugado los desplazamientos de los locales y sus encuentros con turistas en la creación de algunas unidades de servicios turísticos. La experiencia partió con un encuentro fortuito de esta patagona con una turista inglesa que estaba de paso por la Región, ya que su destino eran las To-rres del Paine (turistas en ruta). María tiene una pequeña “chacra” entre el pueblo de Chile Chico y el camino internacional que lleva a la frontera con Argentina y de ahí al pueblo de Los Antiguos. En su pequeña chacra, María cultiva sus manzanas, cría abejas y produce miel, y además, después de su encuentro con Lisa, ha des-tinado parte de los dormitorios de su vivienda para recibir turistas, equipándolos con camas e implementos básicos para producir “hospitalidad”. El turismo que desarrolla María tiene ese sabor rural, ya que es agricultora y por esas casualidades de la vida, a causa de los desplazamientos de turistas por la región, prestadora de servicios turísticos. Ella relató que su vida en el campo no la cambia por nada. Aun así, las experiencias de esta patagona, al igual que las de muchas y muchos otros prestadores de servicios turísticos, desde el puerto de Raúl Marín Balmaceda por el norte hasta Villa O’Higgins por el sur, tienen una matriz común: sus negocios surgieron por una demanda externa gatillada por la apertura territorial que trajo la Carretera Austral. Ellas y ellos respondieron adaptándose a esa demanda. Otra característica es que nunca se especializan en una sola actividad, sino que ofrecen varios servicios a la vez, es decir, son multi-actividad. Los servicios básicos siempre son alojamiento, comida y transporte. Éstos se complementan, en variadas combi-naciones, con servicios turísticos especializados como la pesca deportiva, activida-des de turismo aventura como rafting y kayak, cabalgatas y caminatas en montañas, hielos y bosques, así como observación de sitios arqueológicos y actividades asocia-das al turismo cultural, como la fiesta costumbrista realizada todos los veranos en Villa Cerro Castillo.

Desarrollo y especialización de los servicios turísticos en Aysén

El surgimiento y desarrollo de los servicios de hospitalidad a través de los distintos pueblos de Aysén nacieron entonces bajo el influjo directo de las obras de la Carre-tera Austral. A continuación se hará una breve descripción de los servicios de aloja-miento, que lejos son el grupo mayoritario de servicios que se ofertan actualmente en la región, donde duermen los viajeros, y que además son importantes porque en su interior se desarrolla una serie de relaciones sociales entre los habitantes re-

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ceptores y sus visitantes, sean éstos amigos, familiares, trabajadores de empresas, funcionarios públicos o turistas. Este sector representa el 52,6% de los servicios de hospitalidad ofrecidos a los visitantes y viajeros que se desplazan por el territorio aisenino, según una encuesta aplicada en febrero de 2010 a una muestra total de 77 operadores turísticos de la Región (Tabla I).

Tabla I. Servicios de hospitalidad en la Región de Aysén.

Los servicios de alojamiento incluyen campings, cabañas, hospedajes familia-res (cama y desayuno), hosterías (cama, desayuno y comidas), así como también hoteles, hostales y ecolodges. El alojamiento más común es el hospedaje familiar de cama y desayuno, que en su mayoría surgieron por las razones antes expuestas: necesidades de ingresos para sustento del hogar y necesidades de visitantes que de-mandaban hospitalidad. A diferencia de los hoteles y principalmente los ecolodges, que son en su mayoría propiedad de empresarios extra-locales6 (nacionales y extran-jeros), los hospedajes familiares son propiedad de gente patagona, hija y nieta de los colonos que llegaron desde principios de 1900 a asentarse a la región. El perfil del turista y visitante que aloja en estos hospedajes de cama y desayuno familiar es muy distinto al que aloja en hoteles y ecolodges. La principal diferencia es el motivo del

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Fuente: Rojas, Torres, Breüste, Bourlon, Scholz y Hansen-Rojas (2010).

6 El concepto está tomado de Artesi (2007).

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viaje y las tarifas. Si en el hospedaje familiar el perfil del visitante es principalmen-te el turista joven mochilero, grupos de familias chilenas de vacaciones y turistas europeos, en los ecolodges predominan los pescadores con mosca. No obstante, la principal diferencia es la tarifa, asociada a un producto específico. Los ecolodges ofrecen paquetes de alojamiento, transporte, comidas y excursiones a lagos y ríos para pescar. Todos los servicios juntos. En cambio los hospedajes familiares ofrecen cama, desayuno y hasta comidas en el caso de las hosterías, pero en general no ofrecen excursiones. Éstas son ofrecidas por otros operadores o bien por empre-sas de la competencia. Sin embargo, sí ofrecen hospitalidad patagona, recepción personalizada al turista, atención directa a sus necesidades, conversación gratuita, intercambio cultural e interiorización del turista en las formas de vida locales.

Es decir, los hospedajes familiares de los pueblos de Aysén son una especie de transmisores directos de la cultura e identidad patagona hacia los visitantes y tu-ristas, impronta cultural que se inscribe en el imaginario social patagón a través del sentimiento pionero que existe en casi todos los hogares y sectores de la región, un sentimiento intenso que abraza el esfuerzo cuasi heroico de vivir y hacer patria en la brava diversidad geográfica, natural y climática del territorio aisenino.

La cocina de hospedaje familiar como espacio de hospitalidad y autenticidad patagona

Un espacio clave dentro de los hospedajes familiares, donde suceden las conver-saciones entre el local y su visita, es la cocina. Como se ha venido insinuando, frecuentemente los servicios de alojamientos y especialmente los hospedajes fami-liares tienen servicios de comidas incluidos, ya sea como un restaurante aparte del alojamiento o bien como servicios de comidas al interior de éstos. Como en el caso de María, de Chile Chico, algunos operadores prestan sus cocinas a visitantes y turistas para que ellos mismos cocinen sus comidas, mientras que otros operadores simplemente se niegan a hacerlo, argumentando que eso les perjudica su negocio de comidas.

Especialmente importante en este grupo de turistas que “solicitan cocina” se encuentran los israelitas, el principal grupo de turistas extranjeros de la región, quienes, por particularidades culturales, cocinan casi todo lo que comen –mayori-tariamente, no consumen en restaurantes. De acuerdo a la visión de los propieta-rios y propietarias de alojamientos, lugares de comida, los israelitas son un tipo de “turista ahorrativo”, que según una encuesta aplicada a una muestra de 330 turistas que visitaron la región en 2007, son los más jóvenes (su edad promedio no supera los 25 años), y durante el viaje hacen exhibición de comportamientos ahorrativos a los ojos de microempresarias/os del turismo regional, lo cual los convierte quizás en el grupo de turistas que busca maximizar la relación gasto-consumo, incremen-tando el consumo y minimizando los gastos. Es el típico turista joven “mochilero”.

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Algunos patagones los llaman “apretados”, otros incluso señalan que los turistas israelitas llegan a ser indeseables por esa condición, ya que además de solicitar re-bajas de precio en cada uno de los servicios que consumen (alojamiento, comida, transporte), con frecuencia tienen comportamientos desafortunados, ya que algu-nos operadores turísticos expresaron durante entrevistas que sufrieron de parte de este grupo el robo de elementos de los alojamientos (toallas, frazadas, confort), o bien estos mochileros israelitas se dedican a “cocinar en los dormitorios” cuando el o la propietaria del alojamiento les ha negado la cocina. Debemos precisar que estas son narrativas comunes en operadores/as turísticos a través de todos los centros poblados de la región, y no tiene nada que ver con racismo ni anti-semitismo de nuestra parte, asuntos que se encuentran fuera de nuestros valores y actitudes fren-te a personas de otras culturas, y pensamos que fuera de los valores y actitudes de patagones/as y chilenos/as en general. Es sólo que el comportamiento de algunos, y por cierto no todos los turistas israelitas les ha hecho ganar “mala fama” entre algu-nos de los operadores de servicios turísticos y las comunidades de Aysén en general.

Quemel, Puerto Guadal:

El que se porta bien es el gringo, el suizo, el alemán, el inglés, el francés, el nor-teamericano y el argentino también, pero los parroquianos nuestros son muy apre-taos. Y el israelita, ese ya me cabreó. Porque es sucio, no quiere pagar, llega a las cinco de la tarde, enciende luz del baño, pasillo y dormitorio... todo encendido. Las llaves, anda hediondo, empieza a lavar su ropa con el gas del baño, se demora en el baño. En la noche yo tengo turistas, a veces de otros países, al lado colindante de los dormitorios, se ponen a reír, a gritar, a charlar, ¡se ubican en tres dormitorios y en la noche se juntan en uno! Y empieza el ‘jajaja’… traen trago, fuman… ¡puta! Parece bar, cabaret, no sé qué ponerle.

Más aún, al ser el principal grupo de turistas que visitan la Región (17% del total)7, su comportamiento adquiere mayor visibilidad que otros grupos de viaje-ros. Aun así, como se lee en el discurso de Quemel, los operadores indicaron que el segundo grupo de turistas “ahorrativos” son los chilenos, que también muchas veces solicitan la cocina para preparar sus alimentos, lo que puede estar asociado a los ingresos de los turistas, donde los chilenos en comparación con turistas euro-peos tienen menores ingresos8. En este sentido, los turistas “más pobres” (chilenos) y “más jóvenes” (israelitas) serían aquellos más proclives al ahorro. Pero la hospita-

7 Los turistas nacionales representan el 48,5% del total, los alemanes el 8,4%, ingleses y franceses representan el 4% cada uno, españoles 2,7%, suizos, italianos y argentinos el 2,3% cada uno (Muñoz y Torres, 2010: 457-458).

8 Por ejemplo, la encuesta a turistas realizada en 2007 arrojó que en promedio, los ingresos mensuales de los turistas suizos era de USD$3.372, los alemanes USD$2.357, los estadounidenses USD$3.667, mientras que el promedio de ingresos de los israelitas fue de USD$1.735, y el de los turistas chilenos de USD$1.482 (Torres, 2008: 41).

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lidad patagona es comprensiva, y si bien muchas veces les resulta desagradable y poco rentable prestar sus cocinas a los turistas, algunos finalmente acceden y dejan que los turistas entren a esa “región trasera” de sus negocios.

La cocina, esa zona donde el operador y operadora, muchas veces con sus fami-liares y empleados, viven su vida cotidiana, conversan compartiendo un mate y tie-nen un tipo de comportamiento “natural”, diferente del comportamiento y actitud que tienen en la “región frontal o delantera” del living y comedor donde reciben a los turistas, es un espacio del intercambio.

La distinción “regiones traseras/frontales” fue formulada por el maestro de la so-ciología norteamericana Erving Goffman, donde la “región frontal” viene a expre-sar la forma en que los individuos “teatralizan” y “adornan” su comportamiento en situaciones sociales para satisfacer las expectativas de rol o “mostrar un compor-tamiento adecuado con las expectativas socio-culturales”. La “región trasera” es la zona donde se expresan los ‘verdaderos’ comportamientos cotidianos, donde no hay teatro ni búsqueda de quedar bien con las expectativas del otro: los individuos actúan tal cuales son (Goffman, 1989).

Esta distinción fue retomada por otro sociólogo estadounidense Dean McCan-nell (2003: 122), para aplicarla al mundo del turismo:

el frente es un lugar de reunión de anfitriones y huéspedes o de clientes y personal de servicio, y la región trasera es el sitio adonde se retiran los miembros del equipo local entre una actuación y otra, con el fin de relajarse y prepararse. Ejemplos de regiones traseras son las cocinas, las salas de calderas, los lavabos de ejecutivos; y como ejemplos de regiones frontales pueden mencionarse las oficinas de recepción y los salones.

El espacio de “relajación” donde se reúnen los empleados y operadores “fuera de la vista de los turistas”, en el caso de los hospedajes familiares de Aysén, es precisa-mente la solicitada cocina; la región frontal sería el espacio donde los operadores y algunos de sus empleados entran en interacción con los turistas, ya sea para esta-blecer el intercambio comercial (pago por el servicio, entrega de llaves, etc.), o bien para establecer un intercambio cultural. Es decir, la “región frontal” de los servicios turísticos es donde se ponen en escena las expectativas de operadores y turistas, uno con deseos de vender sus productos y otros con deseos de pagar por servicios que satisfagan sus expectativas. Y entre estas expectativas, además del servicio y pro-ducto específico (comida, cama, excursión), también hay un deseo del turista por conocer a la persona, conocer la cultura patagona. Y la personalidad especialmente hospitalaria de los patagones y patagonas se adecua de buena forma a este deseo de conocimiento, porque precisamente ellos también tienen deseos de conocer a los turistas. Ahí es cuando el turista intenta penetrar en las regiones traseras de la vida cotidiana patagona.

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En efecto, con base en la observación de campo directa del comportamiento de pobladores y propietarios de hospedajes familiares de la región, puede señalarse la siguiente hipótesis: mientras mayor sea el aislamiento geográfico en que se encuen-tre el hospedaje familiar y la vida cotidiana de sus propietarios, mayor será la hospi-talidad y autenticidad de su comportamiento ante visitantes y turistas. Como se ha venido esbozando, esta hospitalidad se remonta a la época inicial del poblamiento fundacional (1900-1970), caracterizada por largos viajes en busca de alimentos. En base a esto, una hipótesis puede enunciarse de la siguiente manera: a mayor aisla-miento geográfico, mayor confianza y hospitalidad, y a mayor confianza y hospitalidad, mayor autenticidad, menor necesidad de escenificaciones y rituales de comportamiento ante el turista. Las formas de vida patagonas, con su aire rural y sabor a tierra local, no necesitan ser teatralizadas ante el turista. Justamente, éstos valoran esa forma de vida, la convierten en su objeto de contemplación, y rescatan mediante una mirada turística rasgos culturales e identitarios de Aysén. Así como los primeros exploradores españoles e ingleses quedaron impresionados con los indígenas que avistaron en sus incursiones por la zona litoral (Martinić, 2005), así los actuales turistas cuyo origen es principalmente el centro de Chile, Europa, Norteamérica e Israel quedan fascinados con los hijos y nietos de colonos que llegaron a principios del siglo XX a repoblar la región después de vaciamiento humano que sufrió con la extinción de los pueblos aborígenes, quienes sin embargo dejaron un importante patrimonio cultural, especialmente los tehuelches y sus pinturas rupestres. He ahí el importante valor de la cultura patagona, tanto la milenaria originaria como la reciente fundadora de pueblos e identidades, en el desarrollo del turismo regional.

Estacionalidad y globalización de las formas turísticas de vida aiseninas

No obstante todo el desarrollo turístico en movilidad e integración territorial que vino con la Carretera Austral, no deja de ser cierto que en Aysén las actividades turísticas están determinadas por factores climáticos naturales. Las formas turísti-cas de vida son formas de vida “fragmentadas” en dos momentos durante el año: durante la visita de turistas entre noviembre y abril (aproximadamente), y durante el resto del año (mayo-octubre). Durante la época del verano es cuando entran en contacto de forma más intensa con los flujos de turistas provenientes del exterior, en tanto durante la época invernal experimentan una especie de “recogida” hacia sus espacios de cotidianeidad e identidad patagona. Por ello, la estacionalidad del turismo tiene al menos dos lecturas.

Una puede ser la siguiente: la temporalidad permite mantener la identidad y la cultura local. Al ser sólo un par de meses de contacto intenso con los turistas, eso reduce el riesgo de perder valores tradicionales y costumbres y da tiempo para que se autorreproduzcan libremente sin la presencia de culturas foráneas. Estos factores

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culturales y de identidad local son claves desde el punto de vista de los turistas, ya que, huelga repetirlo, para los visitantes la hospitalaria personalidad patagona, su cultura y sus formas de vida tradicionales son parte de los atractivos turísticos del territorio (Torres, 2008).

Sin embargo, lo que es claro para los operadores de servicios turísticos locales y extra-locales es que la temporalidad significa una caída de los ingresos provenientes del turismo. No obstante, hay diferencias en los impactos que tiene la estacionalidad del turismo en distintos segmentos de las empresas que ofertan servicios de hospi-talidad a visitantes y turistas.

A grandes rasgos, existen dos grandes segmentos de empresas dedicadas a los servicios turísticos en Aysén: aquellas de propiedad local, y aquellas de propiedad extra-local.

Servicios locales residentes: turismo como forma de vida. Se refiere a aquellos que son propiedad de personas nacidas y criadas en Aysén, usualmente hijos y nietos de pioneros, que residen todo el año en la región. Son principalmente servicios bási-cos, como alojamiento, comida y transporte, no obstante también existen casos con servicios especializados, como cabalgatas, pesca con mosca y caminatas por sende-ros de bosques, a los cuales deben sumarse actividades genéricas como el comercio y servicios básicos (gasolina, agua mineral…). Como dentro de este segmento la mayoría son servicios de alojamiento familiar, cuyos primeros clientes fueron, y aún siguen siendo, trabajadores de empresas de caminos, y hoy en día trabajado-res de empresas hidroeléctricas, son servicios que no dependen completamente de los turistas para poder subsistir. Se trata de microempresas flexibles, que adaptan sus servicios en función del tipo de clientes y de acuerdo a la estación del año. Si durante la estación veraniega sus clientes son principalmente turistas, durante la época invernal sus clientes son funcionarios públicos, trabajadores de empresas, así como también estudiantes de liceos de enseñanza media en pueblos como Puerto Cisnes, Chile Chico, Coyhaique y Puerto Aysén. Y uno que otro turista que llega durante la época invernal.

No obstante, lo que caracteriza a este segmento de empresas es que las ganancias que obtienen de sus negocios tienen impactos locales, ya que se trata de servicios que se encadenan de diversas formas con las otras actividades productivas de las localidades. Por ejemplo, los servicios de hospedaje familiar en general ofrecen comidas, que se encadenan hacia atrás con las actividades ganaderas (por ejemplo: “asado al palo patagón”) y de agricultura que se desarrolla en invernaderos. Asimis-mo, se encadenan hacia delante con los servicios de transporte terrestre y acuático, especialmente para transportar turistas que se movilizan a pie, así como también para transportarlos en sus visitas hacia los atractivos turísticos, por ejemplo, los servicios de navegación lacustre del Lago General Carrera, que desplazan turistas

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desde Puerto Tranquilo hacia las Capillas de Mármol, o los servicios de navegación marina que zarpan desde Tortel hacia los ventisqueros de Campo de Hielo Norte y Sur. En suma, los encadenamientos entre estos servicios de hospitalidad para visi-tantes, sean turistas o no, permiten que los beneficios obtenidos se redistribuyan en la población local, aspecto fundamental si se desea que el turismo sea una fuente de desarrollo para la región. En consecuencia, puede afirmarse que para empresarios/as y trabajadores/as de este segmento de servicios locales, el turismo es una forma de vida, que se caracteriza por ser estacionaria, flexible, cambiante y, como siempre, en constante movilidad territorial.

Servicios extra-locales no residentes: turismo como negocio. La creciente movilidad terrestre que trajo la Carretera Austral, y con ella la valorización cada vez mayor del naciente “destino turístico Aysén” (Torres, 2008), trajo como consecuencia una “globalización” de los servicios de hospitalidad de la región, especialmente desde finales de la década de 1990. Como consecuencia, han arribado empresarios desde otras regiones de Chile y el mundo para hacer inversiones, lo cual ha significado una creciente especialización de la oferta, destinada a segmentos de turistas de ma-yor gasto, como los pescadores con mosca norteamericanos que consumen los ser-vicios de los ecolodges. De esta manera, los servicios turísticos extra-locales pueden definirse como aquellos que son propiedad de personas nacidas y criadas fuera de la región, que residen en ella sólo para la temporada alta de turismo. Incluyen los diversos servicios de turismo especializados cuya oferta se restringe, sin embargo, a la estación veraniega o temporada alta de turismo, después de la cual cierran sus actividades, vuelven a sus lugares de origen y regresan para la siguiente temporada.

Esta es una de las diferencias esenciales que tienen las empresas de este segmento con las empresas de servicios locales, las cuales operan durante todo el año en el territorio y se adaptan a otros tipos de mercados de clientes (empresas, funcionarios públicos, gente de paso, comunidad local), generando así una cadena ininterrum-pida de actividad socio-económica en las localidades. Mientras las empresas locales residentes “diseminan” durante todo el año estos beneficios en la comunidad local, las empresas extra-locales no-residentes tienen una marcada temporalidad en los aportes de sus beneficios a las comunidades locales9. En consecuencia, puede de-cirse que para este segmento de empresas, principalmente ecolodges de propiedad preferentemente extranjera, el turismo en la región no es una forma de vida, ya que no residen en ella, sino que se trata de un negocio flexible, estacionario, cambian-

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9 “El turismo debe ser sustentable desde un punto de vista económico, social y medioambiental en el mismo momento/contemporáneamente. Desde lo económico, hay que hacer hincapié en la distribución de los beneficios generados por el desarrollo turístico” (Morani, Carlini, Uccelli y Brisacani, 2007, pp. 73-74).

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te y también móvil. Pero en definitiva, un negocio que busca aumentar tasas de ganancia, no alimentar una forma turística de vida que interconecta los servicios turísticos con la vida laboral y cotidiana de las familias de Aysén.

Servicios extra-locales residentes: turismo como forma “principal” de vida. Entre ambos tipos de servicios, existe un segmento intermedio de empresas, propiedad de per-sonas nacidas fuera de Aysén (en Chile o el extranjero), pero que viven todo el año en la región. Para ellos, el turismo es también una forma de vida. Esa es su principal diferencia de los servicios extra-locales no residentes. Su principal diferencia con los servicios locales residentes es que no atienden trabajadores de empresas (por razones de tarifa y de perfil de clientes), y se dedican casi exclusivamente a los turistas. El turismo es su forma principal de vida, o mejor dicho, su principal sustento de vida.

Gráfico 1. Impactos de la estacionalidad en los servicios turísticos de la Región de Aysén, según localidades.

Fuente: Rojas, Torres, Breüste, Bourlon, Scholz & Hansen-Rojas (2010).

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Los servicios de hospitalidad locales y extra-locales residentes representan aproximadamente el 80% de la oferta regional (Torres, 2008), por lo que puede afirmarse que los beneficios del turismo quedan mayoritariamente en la región. No obstante, el proceso de globalización de los servicios turísticos no está exento de conflictos, ya que existe una percepción local que el turismo regional, cada vez más, está en “manos extranjeras”, lo que dice relación con otros procesos en marcha, como la creciente compra de tierras (con pago al contado) de parte de inversionistas extranjeros con objetivos de conservación, turismo o espacio de descanso. Según los resultados de una encuesta aplicada en febrero de 2010 a diferentes actores del turismo regional10, un 43,8% piensa que el futuro de la industria del turismo regio-nal “será impulsada por empresarios extranjeros, pero los operadores locales crecerán”. Lo relevante de los resultados para el tema de discusión es que un segundo grupo mayoritario de la muestra, un 22,3% del total, piensa que en el futuro la industria del turismo de Aysén “será impulsada principalmente por empresarios extranjeros y los operadores locales permanecerán relegados a un lugar secundario”. Otro 5,8% cree directamente que “será impulsada principalmente por empresarios extranjeros”. Vale decir, un 71,9% de los actores relevantes del turismo regional cree que el futuro de la industria de la hospitalidad regional estará liderada por empresas extranjeras, lo cual no hace sino reflejar los temores de los actores locales ante esta creciente globalización (¡vaya movilidad!) de la oferta de servicios turísticos de la región. No obstante, si bien hay una tendencia que determina esta percepción, todo depen-derá que cómo los actores locales participen e influyan en la planificación regional del turismo. Hay todo un proceso en construcción donde la participación de los actores locales en los beneficios de programas y proyectos de desarrollo del turismo regional será fundamental para hacerlos sentir parte del proceso. Por lo demás, son ellos la base cultural del territorio, son ellos los herederos del legado indígena y pio-nero de la Región. Las formas turísticas de vida, herederas de una serie de formas de vida rurales y movilidad milenaria aborigen, son su patrimonio intangible más importante.

10 La muestra incluyó 77 operadores turísticos, 28 funcionarios públicos vinculados al turismo (INDAP, Mu-nicipios, CONAF, SERNATUR, entre otras), 8 agrupaciones sociales (empresariales, culturales y ambientalistas) y 9 personas residentes de la comunidad local. n=121.

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Gráfico 2. “¿Qué piensa sobre el futuro de la industria del turismo?”. Será impulsada…

HidroAysén: una amenaza a las formas (turísticas) de vida en Aysén

Podría especularse que este patrimonio cultural se verá seriamente amenazado por el Proyecto HidroAysén. Justamente, este mega-proyecto hidroeléctrico, que hoy en día se encuentra seriamente opacado y deslegitimado en la opinión pública nacional e internacional11, eventualmente generaría un daño ecológico y social enorme al destino turístico Aysén, a las formas de vida tradicionales y a las nacientes formas turísticas de vida regionales. El año 2007, cuando se aplicó la encuesta a los operadores turísticos de la cuenca del río Baker (n=88), un 38,6% señaló que el proyecto HidroAysén “será un aporte para el desarrollo de la región (a favor)”, prin-

11 El día lunes 9 de mayo de 2011, la Comisión de Evaluación Ambiental de Aysén aprobó por 11 votos a favor y 1 abstención el Proyecto HidroAysén. Inmediatamente, se produjeron protestas ciudadanas contra esta decisión en todo el país, protestas que prosiguen al momento de escribir estas líneas, 9 de junio de 2011.

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Fuente: Rojas, Torres, Breüste, Bourlon, Scholz & Hansen-Rojas (2010).

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cipalmente porque los operadores turísticos veían en esta iniciativa transnacional una oportunidad para prestar sus servicios de alojamiento y comidas a la empresa, y por ello creen que el Proyecto HidroAysén sería un aporte para el desarrollo de la región. Lo cual si bien puede ser un error y no esté en los planes de la empresa solicitar sus servicios, ellos lo perciben de esa manera basándose en su experiencia pasada con las empresas que construyeron la Carretera Austral. Otra expectativa de las comunidades locales y turísticas es que el Proyecto HidroAysén consiga una re-baja en las cuentas de luz eléctrica, ya que para los habitantes patagones, “en Aysén se paga la energía más cara de Chile”, lo cual corroboran las cifras de la Encuesta CA-SEN 2006, que indican que los hogares de la Región de Aysén pagan las cuentas de energía eléctrica más cara del país, con un promedio de $20.189 pesos mensuales12. Para el caso de la cuenca del río Baker, los valores son aún más altos. Los hogares de Cochrane pagan en promedio $31.199 pesos mensuales de energía eléctrica, cifra que sube a $34.491 pesos en Chile Chico, más del doble que Santiago. Estos altos costos de la energía eléctrica hacen pensar a los habitantes patagones que el Proyecto HidroAysén podría traer consigo rebajas en sus cuentas eléctricas. Tam-bién piensan que podría traer una eventual pavimentación de la Carretera Austral, que en más de un 90% es de ripio. Asimismo, las comunidades veían HidroAysén como un potencial beneficio para la mejora general de los servicios sociales desti-nados a la comunidad, como infraestructura de escuelas y hospitales, becas para estudios universitarios, etc. (Torres y García, 2009: 703).

Una cifra un poco menor, un 33% señaló en dicha encuesta que las represas serían “negativas para el turismo y el medioambiente”, y por ende se declararon en contra de las represas, en tanto que el 21,6% señaló “no está seguro/a, falta informa-ción” sobre el proyecto, ya que la información que manejaban era muy superficial. Finalmente, un 4,5% se abstuvo de responder la pregunta, en tanto que un 2,3% dijo no saber absolutamente nada respecto al tema.

La visión de quienes rechazaban HidroAysén en 2007 se fundamentaba en que éste provocaría un daño irreparable para los ecosistemas patagónicos, especialmen-te a las especies animales y vegetales nativas que habitan en las eventuales áreas de inundación. También destruirá la imagen cultural de “Aysén, Reserva de Vida”, levantada por una serie de ONG’s y grupos ambientalistas (http://www.aisenreser-vadevida.cl) así como también instituciones públicas de Aysén (CONAMA, 1998). Si se concretara HidroAysén, esta imagen quedaría irreversiblemente dañada. En lo relacionado con los aspectos sociales, los operadores turísticos y también las comu-

12 El segundo lugar lo ocupa la Región de Tarapacá, en el extremo norte de Chile, cuyos hogares pagan en promedio $18.368 pesos mensuales por consumo de energía eléctrica. Los hogares de la Región Metropolitana de Santiago, pagan en promedio 16.621 pesos mensuales (MIDEPLAN, 2007).

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nidades de la cuenca del río Baker13 consideraban que la llegada masiva de trabaja-dores del norte de Chile durante la etapa de construcción del proyecto provocaría cambios negativos en la cultura local, basada en la confianza, hospitalidad y respeto por el otro. Piensan que todos esos valores comunitarios, surgidos durante el pro-ceso de poblamiento fundacional, se verían dañados por la llegada de trabajadores con otras costumbres y formas de vida. Temen por el surgimiento de prostíbulos, y una vez terminada las obras de construcción, temen por un brote de delincuencia a causa de la masa flotante de trabajadores desempleados que dejará el proyecto. “Nadie asegura que estos trabajadores volverán a sus lugares de origen”, señalaron algu-nos actores en los talleres participativos. Por último, los opositores de HidroAysén también señalaron que dañaría irreversiblemente el turismo basado en la naturaleza que se desarrolla en la Región de Aysén. Principalmente, se depreciarían los paisa-jes naturales a causa de la instalación del trazado de líneas de alta tensión a través de la Región y el país, cuyas torres irían instaladas junto a la Carretera Austral, la principal ruta regional por la que arriban y viajan los turistas en Aysén (Torres y García, 2009: 704).

En resumen, a) un poco más de un tercio de los operadores turísticos de la cuenca del río Baker apoyaba el Proyecto HidroAysén en 2007; b) había otro gru-po dudoso, que si bien muchas veces declaró indiferencia, durante las entrevistas señalaron que en realidad no les gustaría “una cosa así” en la Patagonia; y c) un tercio rechazaba tajantemente las represas. El desplazamiento desde las primeras percepciones a las últimas pone de relieve el cambio desde necesidades materiales hacia la creciente conciencia ecológica y ambiental de las formas (turísticas) de vida en Aysén.

Durante la encuesta aplicada el año 2010 a los actores del turismo, ahora a ni-vel regional, se quiso ahondar en estos factores que gatillan opiniones favorables y desfavorables a HidroAysén. Se elaboró un inventario de ítemes que resumen los principales puntos arriba expuestos, y se les pidió a los encuestados que señalaran si estaban “Muy de acuerdo”, “De acuerdo”, eran “Neutral”, estaban “En desacuerdo” o “Muy en desacuerdo” con los contenidos de los distintos ítemes. Los resultados se presentan en la Tabla II. Sintéticamente, ésta muestra que la percepción general que genera HidroAysén en los actores relevantes del turismo regional de Aysén es altamente negativa. Ya casi nadie cree que HidroAysén “Traerá una rebaja en las cuentas de la luz”, de hecho este ítem obtuvo el promedio de puntaje más bajo (2,07), que equivale a un “En desacuerdo”.

13 Durante los años 2007 y 2008 se realizaron, en el contexto del Proyecto TWINLATIN, una serie de talle-res participativos en los 4 Municipios de la cuenca del río Baker (Tortel, Cochrane, Río Ibáñez y Chile Chico), destinados a informar y consultar a las comunidades locales sobre los aspectos naturales y sociales de los recursos hídricos de la cuenca. HidroAysén se transformó en tema principal de aquellos talleres (Torres, 2009).

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Tabla II. “¿Qué impactos tendrán los eventuales proyectos hidroeléctricos en la Región de Ay-sén?”.

Fuente: Rojas, Torres, Breüste, Bourlon, Scholz & Hansen-Rojas (2010).

Si se lee la primera columna de la Tabla II, los primeros 6 ítemes resumen los eventuales impactos negativos que tendría HidroAysén en el territorio regional. Entre ellos, interesa destacar el ítem “Afectarán negativamente las formas de vida tradicionales y pioneras”, que obtuvo un puntaje promedio de 3,90, que equivale a decir que si se llegase a concretar HidroAysén, los actores relevantes del turismo

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regional concuerdan en que éste destruirá los valores comunitarios y formas de vida tradicionales y pioneras basadas en la confianza y solidaridad, que han venido sedimentando durante más de un siglo de poblamiento pionero fundacional y de adaptación a las condiciones ambientales extremas de la Región. En consecuencia, HidroAysén representa, para los actores relevantes del turismo regional, una seria amenaza a las formas turísticas de vida en Aysén, unas formas de vida basadas en la convicción que es mejor apostar por un desarrollo local y regional basado en el turismo de pequeña escala (con bajo impacto ambiental y alto impacto económico y social) que ‘destruir’ la Patagonia con un mega-proyecto que tendrá serios impac-tos ambientales y paisajísticos a causa del largo tendido de alta tensión, y un bajo impacto económico y social, ya que sus empleos serán temporales y no aseguran sostenerse en el tiempo, dejando de paso una huella negativa imborrable en el sentido de comunidad enraizado en la cultura aisenina. El daño no sería sólo a la vida natural y paisajes prístinos de Aysén, sería especialmente al carácter prístino y auténtico de las formas de vida patagonas. Quizás de ahí proviene la desconfianza ante capitales extranjeros que han invertido en servicios turísticos extra-locales en Aysén, porque HidroAysén también representa ese capital extra-local, pero en un sentido mayor: mega-capital móvil y global, sin fronteras políticas ni económicas. Y aunque uno de los últimos slogans de HidroAysén señale lo contrario (“Energía para Chile, desarrollo para Aysén”), la historia reciente de vulneración de derechos y daños irreparables a las formas de vida milenarias de los pehuenches del Alto Bío-Bío a causa de la construcción de las represas Ralco y Pangue (Johnston and Turner, 1999), son un antecedente que muestra evidencia empírica respecto de la falta cuidado de ENDESA en relación a los impactos de proyectos hidroeléctricos en las formas de vida y tradiciones culturales que se desarrollan en los territorios. El objetivo innegable de la empresa es asegurar el incremento de su tasa de ganan-cia con la venta de la energía generada por las eventuales represas en Aysén. ¿Qué implicaría esto para las formas de vida y los ecosistemas de cuencas? Quizás un deterioro paulatino del valor agregado que tiene Aysén en términos turísticos (ver artículo de Salamanca en este volumen especial), tanto por su alto valor ambiental y depreciación de belleza paisajística a causa del tendido eléctrico, como por la hos-pitalidad y autenticidad de la cultura Patagona, que según la percepción patagona se vería negativamente afectada en la eventualidad de la ejecución de HidroAysén. Por otra parte, gran parte de la narrativa ambientalista contra HidroAysén señala que la energía no es para uso doméstico de los hogares de Chile, sino que para alimentar el hambre de energía del boom minero del norte de Chile (Vince, 2010). En ese contexto ¿qué desarrollo ofrece HidroAysén?

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Conclusión

Las formas turísticas de vida de Aysén tienen como sustrato y fundamentos a las formas de vida indígenas originarias y las formas de vida fundacionales sustentadas en la identidad pionera surgida desde el poblamiento de la Región desde principios del siglo XX, donde arribaron a la región culturas diversas como la chilota, la in-dígena mapuche y la chilena de la zona centro sur, además de la europea. Hoy en día, todas estas formas patagonas de vida interactúan con otras formas tecnológicas de vida (Lash, 2001) relacionadas con la sociedad informatizada (telefonía fija y móvil, internet, GPS…) que complementan las antiguas formas de comunicación que aún se mantienen en el territorio (mensajes escritos y verbales, radio rural…). Las formas turísticas de vida de Aysén se basan en el imaginario pionero patagón, imaginario del esfuerzo de haberse adaptado a uno de los ambiente biofísicos más extremos para la vida humana que puede haber en el planeta. Asimismo, las for-mas turísticas de vida fueron tomando forma y contorno con las consecuencias inesperadas que trajo la Carretera Austral, que amplió el antiguo flujo de sujetos móviles al interior del territorio patagón, gracias a la posibilidad de desplazamien-to en automóvil por tierra, que vino a complementar las antiguas tradiciones de movimiento a pie, a caballo, en embarcación acuática y avioneta de los pobladores de la región, ahora con nuevos visitantes y turistas. No obstante y a pesar de toda esta nueva influencia externa, las formas de vida patagonas en general, y las for-mas turísticas de vida en particular, mantienen una cierta impermeabilidad a las influencias externas, justamente gracias a este clima extremo que determina que el turismo regional se despliegue sólo durante la temporada veraniega, dejando la temporada invernal para una especie de repliegue de las comunidades en sus ho-gares y familias, donde autorreproducen y fortalecen sus tradiciones y costumbres. Ni siquiera la competencia de servicios turísticos extra-locales podría afectar este modo de vida patagón.

En síntesis, las formas turísticas de vida en Aysén se basan en las milenarias formas de vida móviles desarrolladas por los indígenas, que si bien tienen objetivos distintos (alimentación versus ocio y recreación), nada cambia ya que ambas im-plican desplazamientos por tierra y agua principalmente (cabalgatas, treking, mon-tañismo, kayak, rafting, pesca con mosca, etc.). Asimismo, las formas turísticas de vida de Aysén se basan en las formas de vida pioneras, también móviles y basadas en la vida rural, pero que tienen algo más de certidumbre respecto a la alimenta-ción, de la cual han heredado productos típicos que se venden como productos turísticos (asado patagón, fiestas costumbristas que reconstruyen la memoria del pasado pionero, etc.).

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No obstante, la acumulación neoliberal basada en megaproyectos del gran ca-pital se está instalando en Aysén, un territorio donde los valores que han predomi-nado hasta hoy han sido la confianza, la generosidad y la hospitalidad. HidroAysén constituye una seria amenaza para las formas turísticas de vida que sustentan el destino turístico Aysén. Surgen preguntas: ¿Por qué dejar que la lógica depredadora de los recursos naturales y culturales que ha estado operando en el Chile central contamine y subsuma al destino turístico Aysén? ¿Por qué la tasa de ganancia del gran capital tiene que afectar negativamente las formas de vida patagonas, basadas en parte en un desarrollo turístico a escala local, con otros valores además del valor de cambio, es decir en otras visiones del mundo? ¿Por qué no conservar la Patago-nia de Aysén como una reserva de vida, una conciencia ecológica y moral ante un mundo subsumido ante la lógica no sustentable del gran capital, depredadora de ecosistemas y culturas? Las formas de vida patagonas, y sus formas turísticas de vida en particular, ofrecen alternativas a este modelo neoliberal, cada vez más cuestiona-do por la ciudadanía chilena y mundial. En suma, este trabajo ha hecho un intento por comprender las formas turísticas de vida en Aysén desde una perspectiva socio-histórica, en el convencimiento que la comprensión del pasado ayuda a entender el presente y proyectarse hacia el futuro. Las formas turísticas de vida en Aysén tienen la particularidad que reúnen todas las formas sociales del pasado del territorio y se proyectan de manera virtuosa hacia el futuro, ofreciendo con el turismo una real alternativa para el desarrollo sustentable de Aysén.

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Sociedad Hoy 20: 77-109, 1er Sem. 2011 ISSN 0717-3512 Naturaleza, cultura y formas turísticas... / R. Torres y J. Rojas