Ni tanto ni tan poco

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Al cumplir 50 años, Jonan Fernandez ha decidido compartir algunas conclusiones inacabadas. Aunque pudiese esperarse de él un libro político o relativo a la paz en Euskadi, nos ofrece un testimonio personal. Aborda tres grandes incógnitas del ser humano: la persona, el mundo y Dios.¿Qué significa ser persona y qué pintamos aquí? ¿Cómo situarnos ante la realidad del mundo, la injusticia o el “otro”? ¿Cómo relacionarnos con la cuestión de Dios y nuestra dimensión espiritual? Para el autor tomarse su vida en serio es mirar de frente estas tres realidades.No estamos ni ante una autobiografía, ni ante un mero ensayo teórico. El autor no se limita a ofrecer una sucesión de reflexiones. Documenta estas en el relato sincero de sus experiencias y contradicciones. Es un libro escrito en primera persona del singular.

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Ni tanto ni tan pocoUna conclusión inacabada a los 50

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Diseño de la portada:Quod Sail

Maquetación:Erein

© Jonan Fernandez© EREIN. Donostia 2013ISBN: 978-84-9746-844-2

D.L.: SS-805/2013EREIN Argitaletxea. Tolosa Etorbidea 107

20018 DonostiaT 943 218 300 F 943 218 311

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1ª. edición: Mayo de 2013

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Ni tanto ni tan pocoUna conclusión inacabada a los 50

Jonan Fernandez

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A Mertxe, y mis hijos: Irati, Bittor y Miren;a mi padre y a mi madre que empezaronesto; y, en esta ocasión especialmente, aMarina, por las alegrías, penas y sudorescompartidos en los últimos años.

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SUMARIO

Punto de partida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11La sala de máquinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13Tres incógnitas y la madre que las parió . . . . . . . . . . . . 16La hipótesis: un mapa sencillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19La tesis: no hay GPS, solo brújula . . . . . . . . . . . . . . . . 20El marco de los últimos 20 años . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

Libro I. Primera incógnita, la persona . . . . . . . . . . . . . . . 27

Capítulo I. Algo de lo más universal . . . . . . . . . . . . . 29En la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29En la práctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33En mi propia vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

Capítulo II. Algo de lo más singular . . . . . . . . . . . . . 46El sufrimiento y la “normalterapia” . . . . . . . . . . . . . . . 46La rectificación y la libertad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62El amor y la rutina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

Capítulo III. Algo de lo más plural . . . . . . . . . . . . . . 76El diálogo y la humildad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76La solidaridad y la vanidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80La educación y la expectativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86

Libro II. Segunda incógnita, el mundo . . . . . . . . . . . . . . 91

Capítulo IV. Cómo me sitúo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95La línea de salida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95El enfoque del problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100El enfoque de la solución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108

Capítulo V. Hacia dónde voy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113Una buena perspectiva: algunos obstáculos . . . . . . . . . 113Un buen guión: la dinamo del cambio . . . . . . . . . . . . 120Una buena aproximación: dos referencias . . . . . . . . . . 124

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Capítulo VI. Desde dónde actúo . . . . . . . . . . . . . . . . 133El compromiso dentro de mí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133Los otros dentro de mi compromiso . . . . . . . . . . . . . . 136El proceso dentro del compromiso . . . . . . . . . . . . . . . 142

Libro III. Tercera incógnita, Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147

Capítulo VII. Lo que he vivido . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150Una primera ruptura a los 14 años . . . . . . . . . . . . . . . 150Un cambio a los 30 años . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155Un nuevo reinicio a los 50 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159

Capítulo VIII. Lo que he visto . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166La fe en la no fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166La fe en la fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169La fe en otras formas de fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

Capítulo IX. Lo que creo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178Lo más real . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180Lo más seguro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183Lo más importante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188

Punto de llegada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193La clave central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195La conclusión final, práctica y concreta . . . . . . . . . . . . 196

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Punto de partida

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Egino, 24 de agosto de 2012

Tres apuntes iniciales• Acabo de cumplir 50 años y, después de este tiempo,he extraído alguna conclusión que quiero compartir.

• Este libro trata sobre mi manera de afrontar tresgrandes incógnitas: la persona, el mundo y Dios.No abordo aquí cuestiones que afectan a la políticavasca o a su actual proceso de paz y convivencia,aunque tangencialmente puedan encontrarse algu-nas referencias a estas temáticas,

• Tampoco es una autobiografía. No obstante, en sucontenido se entremezclan dos estilos: el exposi-tivo, para presentar mis pensamientos, sugerenciaso conclusiones; y el testimonial, puesto al serviciodel anterior para documentar con vivencias pro-pias acontecimientos que tuvieron un efecto cata-lizador.

La sala de máquinas

Hasta los 13 años, viví mi infancia (1962-1975) en mediode un cambio cultural y de época muy profundo; tuve unajuventud inquieta; desde entonces, he desarrollado unatrayectoria sociopolítica agitada, implicada en errores,aciertos y fuertes tensiones, trayectoria que me ha mar-cado un itinerario laboral no muy convencional; he vivido

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conflictos difíciles y dolorosos; he tenido vivencias de fe-licidad e infelicidad, de solidaridad y egoísmo; he sufridoun par de accidentes serios de salud, he padecido la pér-dida de allegados; he conocido el sinsentido de la vida y hebuscado su sentido; he experimentado tiempos de lucidez,así como de crisis y desorientación; tengo excompañerosy examigos, me quedan buenos compañeros y amigos conlos que he conocido la amistad en grandes o pequeños mo-mentos de felicidad o sufrimiento. También he construidouna pareja y una familia; con ello he tenido la suerte depoder amar y sentirme amado.

Se trata de una peripecia vital como cualquier otra.Nuestra historia siempre tiene ingredientes singulares,pero más similitudes con la del resto de los mortales de loque solemos creer. En todo caso, esta es la mía. Es mipunto de partida. Si miro hacia atrás y me pregunto dóndeveo un hilo conductor en este itinerario encuentro unarespuesta clara: en mi sala de máquinas interior, en el diá-logo conmigo mismo. Desde que tengo uso de razón, mehe observado, analizado, interrogado y escuchado en unaespecie de debate a fondo conmigo mismo. He tomadomis decisiones fiándome finalmente de la conclusión queextraía en esa cripta.

Me ha importado más lo que encontraba dentro demí que lo que me podían decir otros. Mis propias con-clusiones interiores han sido más influyentes que el dic-tado de lo convencional, o las certezas que podía encontraren un gurú, un líder, una ideología, una religión o un ca-mino prescrito en un libro. Esto me ha llevado a hacer op-ciones personales, vitales o políticas que, a veces, rompíancon mi entorno.

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Soy autodidacta. No tengo estudios. Mi formaciónha sido mi autoformación. Con todas sus ventajas e in-convenientes. Era un buen estudiante en una familia decondición humilde. El primer hijo de cuatro que iba apoder estudiar; pero ese diálogo conmigo mismo, me llevóa decidir, antes de terminar el instituto, que dejaba de ladola vía académica, y a volver a ratificarlo cada vez que melo replanteé en los siguientes 25 años. A los 16 años, cogíla mochila y fui a “encontrarme conmigo mismo”.

Fiarme del resultado de esa soledad ha tenido siempreun valor mayor; el criterio más definitivo a la hora detomar decisiones. Pero no estoy describiendo una pana-cea. Me he equivocado unas cuantas veces y, en ocasiones,a fondo. Ese diálogo interior no ha sido garantía de nada,solo señalo una constante de mi vida, que es clave para en-tender la conclusión que quiero exponer aquí.

El yo-conmigo ha sido mi ámbito de investigaciónprincipal. Entiéndaseme bien. No he vivido aislado en ellaboratorio de mí mismo, sino fundamentalmente abiertoa la realidad y a la convivencia con otros, con todas susconsecuencias. No he tenido una vida encerrada ni sobre-protegida sino expuesta a la intemperie. Todo lo vividoahí fuera encontraba antes, durante o después un tiempode reelaboración decisivo dentro de mí, para volver a serensayado en el exterior. La observación también ha jugadoun papel determinante. La observación de mí mismo, delos otros, de la vida y de sus distintas realidades.

Lo que voy a escribir aquí está muy influido por lafusión de ese “trabajo de campo” con su elaboración en elinterior de mi mismidad. No es ni pretende ser un estu-dio académico. Es un ensayo que tiene su hipótesis, su

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tesis y, finalmente, su conclusión a los cincuenta. No surgeesta última de la noche a la mañana, es una construccióndentro de un proceso. Tampoco es definitiva, sino nece-sariamente limitada, provisional, tentativa y abierta a lossesenta y a los siguientes… si llegan.

Esta conclusión ha sido fructífera para mí, no en lateoría, sino en la realidad confrontada de la práctica. Tam-bién he podido comprobar que ha resultado ser una buenaexperiencia para otras personas.

A veces, me he encontrado con personas que parecenhaber nacido con el don de la coherencia. Nunca cayeronen contradicciones ni se equivocaron. No es mi caso. Lamía es una vida de equivocaciones y aciertos. Sobre algu-nos de los errores, sé que hubiera sido mejor evitarlos. Conrespecto a otros, me queda la duda de si eran parte nece-saria de la pedagogía de la vida. No lo sé. Pero me atrevoa decir que todos los errores, aciertos y contradicciones demi vida me han llevado a preparar esta conclusión que,aunque no sea definitiva sino inacabada, es significativa, almenos para mí, precisamente, porque despunta despuésde 50 años.

Tres incógnitas y la madre que las parió

Si vuelvo a mirar atrás, y trato de analizar cuáles han sidolas cuestiones que me han convocado, encuentro quetodas mis preguntas pueden clasificarse en tres apartados:la persona, el mundo y Dios. Tres grandes incógnitas quehan englobado todas las demás.

La incógnita sobre la persona la sitúo en la dimen-sión más individual del ser humano. Me ha planteado un

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sinfín de preguntas. Concentra todos los misterios de eseinterregno entre la vida y la muerte. Esa lucha entre la im-perfección que nos constituye y el deseo de perfección quenos impulsa. Nuestra realidad definitivamente relacionalcon todos sus innumerables problemas de convivencia. Elamor, la felicidad, el sufrimiento, el miedo, la libertad,nuestra posibilidad de elegir, el mal, el impulso, la razón,la educación, la conciencia, la solidaridad… El cumpli-miento humano, qué hacer con mi vida. ¿Cómo orien-tarme en este laberinto?

La incógnita sobre el mundo la enmarco en nuestradimensión más social. Me ha interrogado por la justiciay la injusticia. Es la pregunta por el prójimo. La vida esegoísmo o solidaridad, y en qué medida cada cosa. Es tam-bién la pregunta por la política; lo público y lo privado entensión. El interés general o el particular. El individua-lismo o la solidaridad como criterio rector. En qué meafecta todo ello, qué cambia al enfrentar una u otra res-puesta. ¿Cómo tengo que posicionar mi vida ante las pre-guntas del mundo?

La incógnita sobre Dios la encuadro en la dimensiónmás espiritual y trascendente de la persona. Me ha reser-vado las cuestiones existenciales. ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? Se enfrenta a una primera pregunta cuya res-puesta, sea cual sea esta, nadie puede probar: ¿existe o noexiste Dios? ¿Qué implica lo uno o lo otro? ¿En qué afectaesto a mi vida? ¿Qué es la muerte y qué hay más allá de ella,nada o algo? ¿Qué soy yo? ¿A qué responden las religiones?¿Cómo me sitúo ante las preguntas sin respuesta evidente?

Realmente mi vida ha pivotado en torno a estas tresincógnitas. Tres polos que me han traído y llevado de

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un lado a otro buscando respuestas. No son tres com-partimentos estancos. Por abajo están conectadas e in-terrelacionadas. Comparten una misma raíz. Procedende la pregunta por el sentido de la vida que las engloba.Es su eje transversal. La búsqueda del sentido y de la fe-licidad son muy parejas. En mi caso, gemelas. No merefiero a las felicidades, en plural, esas satisfacciones yalegrías puntuales que buscamos en sí mismas. Me re-fiero a la felicidad en singular, una forma de estar en lavida, que integra momentos de infelicidad y dientes desierra, pero que conecta interior y recurrentemente conuna fuente de sentido que es más que puntual o espo-rádica. En mi itinerario, esa búsqueda de sentido quefundamenta la felicidad es la madre que parió a las otrastres incógnitas.

Si miro mi biografía, veo una búsqueda del sentido entres cauces: la búsqueda de sentido en la entrega a la rea-lización personal, la búsqueda de sentido en la entrega a latransformación del mundo, y la búsqueda del sentido enla entrega a la respuesta sobre Dios. En su momento, esasbúsquedas parecían desordenadas, a veces hasta desespe-radas. Ahora, con mayor perspectiva, van dejando perfilarun sentido, incluso un orden, en el aparente desorden desu alternancia.

Este análisis me ha ayudado a estructurar el libro.A modo de prólogo y epílogo, tiene un “Punto de par-tida” y un “Punto de llegada”. Entre ambos, tres partesque se corresponden con las tres grandes incógnitas quehan dinamizado mi vida: “la persona”, “el mundo” y“Dios”.

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La hipótesis: un mapa sencillo

Pudiera parecer que enfrentarse a estas incógnitas resultaalgo verdaderamente complicado. Probablemente, reser-vado solo a personas dotadas de capacidades excepciona-les. Palabras mayores. Mi intuición me ha movido en sen-tido contrario. Desde crío, he presentido que los mimbrespara buscar la respuesta a las principales preguntas de lavida, tenían que estar en mí. Siempre he sido de tenden-cia optimista.

En los últimos diez años, esta intuición se ha elabo-rado un poco más y ha tomado forma de hipótesis. Esasclaves no solo tienen que estar dentro mí, sino dentro decada persona. La forma de buscar la respuesta a estas in-cógnitas tiene que ser necesariamente asequible, estar mása mano de lo que podemos imaginar. Esta ha sido mi hi-pótesis que ahora sostengo.

Todos los seres humanos, y especialmente los de con-dición más humilde, pueden encontrar recursos accesiblespara enfrentarse a las grandes cuestiones. Estoy conven-cido de que esos recursos conectan con lo más específicay universalmente humano. El ser humano puede entreverdentro de sí mismo un mapa sencillo para orientarse. Noes una hipótesis arbitraria, ni una ocurrencia. Tenemos al-gunas evidencias que la sustentan.

Si la felicidad en singular representa el encuentro conalguna forma de sentido para la vida, podemos comprobarque aparece indistintamente en personas de cualquier con-dición o situación. No es privativa de una categoría de per-sonas. Ni siquiera el dinero hace la felicidad. Exista Dioso no, el diseño de la vida humana no estaría bien hecho si

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la percepción de su sentido no fuese potencialmente al-canzable para cualquiera de los mortales.

Las personas estamos dotadas de dignidad humana,entre otras cosas, porque tenemos la capacidad de buscarla conexión con el sentido de la vida y la felicidad pornosotros mismos. Los seres humanos somos iguales endignidad porque somos iguales en esa potencialidad.

Por otra parte, si nos miramos a nosotros mismos,podemos observar que los momentos de mayor felicidad,no responden a sofisticadas construcciones materiales, in-telectuales, vitales o espirituales, sino más bien a la flui-dez de la vida en su mayor modestia o humildad. Elsentido se presenta la mayor parte de las veces como re-sultado de realidades sencillas.

Puede parecer que esta hipótesis es netamente facili-tadora porque democratiza la búsqueda de sentido. Enparte sí y en parte no. El problema es que no todas las per-sonas tenemos el don para captar el valor y el poder de lascosas sencillas. Solo una minoría lo tiene. La inmensa ma-yoría, en la que me incluyo, nos complicamos y enreda-mos en laberintos de los que nos cuesta salir. Lacomprensión del valor mayor de la sencillez implica algúnmodo de desprogramación. Firmes inercias se han adue-ñado de nuestra forma instintiva de situarnos en la vida,al menos, de la mía. A la mayoría, esta hipótesis nos sitúaa contracorriente.

La tesis: no hay GPS, solo brújula

Vivimos dentro de una gran desorientación personal, so-cial y espiritual. Necesitamos orientarnos. No sirven las

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fórmulas mágicas, ni las recetas prescritas. Aún así, nos ha-cen falta puntos de referencia que nos permitan situarnosen el mapa de la sencillez que, según mi hipótesis, la vidaprecisa y ofrece para enfrentar sus grandes cuestiones.Así entramos en la tesis que prepara la conclusión de estelibro.

En resumen y yendo a lo concreto: he descubierto, ycomprobado en mí mismo y en otras personas, que haycuatro referencias de orientación básica: limitación, agra-decimiento, conciencia y dignidad humana. Expresado deforma más precisa: aceptar la limitación, buscar el agra-decimiento, escuchar la conciencia y experimentar la dig-nidad humana. La constatación de la importanciasobresaliente de estas cuatro claves no procede de una ela-boración mental, meramente intelectual o argumental, hasido vivencial y vivenciada.

Son cuatro puntos cardinales. Están en cada persona.Son sencillos, asequibles, universales y se entroncan en lomás universalmente humano. Son referencias de expe-riencia que cada cual puede encontrar dentro de sí y en suvida. No revelan nada nuevo, solo desvelan lo que ya estádado en cada persona. Son referencias de aprendizaje por-que su vivencia consciente permite desarrollar un procesode elaboración personal.

No ofrecen soluciones ni fórmulas prescritas. Delmismo modo que saber orientarse en una travesía con res-pecto al Norte, Sur, Este u Oeste, no define el caminoconcreto que hay que tomar, estas cuatro referencias soloofrecen una primera orientación que cada cual debe saberinterpretar, aplicar y desarrollar en el mapa vital de su pro-pia realidad.

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El servicio que pueden prestarnos es muy semejanteal de una brújula. Nos sitúan. La brújula, espacialmente;estas cuatro referencias, humanamente. No se parecen aun GPS, sino a una brújula. En la realidad de la vida, nohay GPS que valga. Pese a ello, necesitamos referencias deorientación y podemos aspirar a tenerlas.

Pensar en una solución perfecta, un esquema que res-ponda a todo, es una idea muy seductora, a veces, irresis-tible; pero está fuera de la realidad. Hay determinadasformas de vivir las religiones y las ideologías que respon-den a esta falsa expectativa. Persiguen acabar con la in-quietud de la incertidumbre de la vida. Lo digo porobservación en terceras personas y por experiencia en pri-mera.

Lo más importante de estas cuatro referencias es que,si se toman en serio, suscitan mociones. Preguntas que sonmás que preguntas. La moción es una interrogante queinspira y mueve. Nos orienta y nos cuestiona. Como unabrújula. Nos orienta, pero a partir de ahí, el caminante enmedio de su travesía, debe responder a una cuestión (mo-ción) que mueve y promueve una elección: cuál es el ca-mino que debo seguir.

La moción es una pregunta que embaraza. Es inter-pelación interior. Estos cuatros puntos de referencia setransforman en preguntas saludablemente embarazosas.Preguntas que centran, abren y promueven la búsquedade respuestas.

Todo lo anterior me llevará a extraer alguna conclu-sión final que dejo para el “Punto de llegada”, el epílogode este libro. Solo puedo y debo adelantar ahora que esasconclusiones estás relacionadas con estas mociones y que

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serán muy sencillas, a poder ser más sencillas de entenderque todo lo que las preceda.

El marco de los últimos 20 años

Para entender mejor este punto de partida me tengo quereferir, en este momento y con un poco más de detalle, alos últimos 20 años, y más concretamente a los 10 más re-cientes Desde diciembre de 1992 hasta marzo de 2006, fuicoordinador de Elkarri. Entre 2006 y 2012, dirigí el cen-tro Baketik.

Elkarri fue un movimiento social que trabajó activa-mente y con gran apoyo ciudadano por el diálogo y la pazen el caso vasco. Fue un proceso de aprendizaje de 14años. En el 92, cuando fundamos este grupo, tenía 30años.

Los últimos cuatro años en Elkarri (2002-06) estu-vieron acompañados de un proceso de reflexión que paramí tuvo dos escenarios: el organizativo y más exterior, porun lado; y el personal y más interior, por otro. Elkarri de-batía sobre su misión y su futuro en un contexto adversoy difícil. Personalmente, me debatía sobre mi propia mi-sión y mi propio futuro.

Elkarri hizo una opción que apoyé e impulsé. Disol-verse y refundar una nueva iniciativa que, recogiendo lomejor de la experiencia de Elkarri, se adaptase a la nuevasituación. Así, el 26 de marzo de 2006, se disuelve Elka-rri y nace Lokarri. Un movimiento social que, de la manode mi compañero y amigo Paul Ríos, termina siendo de-cisivo en el proceso de paz que ha despuntado en octubrede 2011.

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