Número 282 Guatemala, noviembre de 2018 …

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Universidad de San Carlos de Guatemala El Periódico de la USAC Número 282 Guatemala, noviembre de 2018 periodico.usac.edu.gt “Id y enseñad a todos” 1944 -2018

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Universidad de San Carlos de Guatemala

El Periódico de la USACNúmero 282 Guatemala, noviembre de 2018 periodico.usac.edu.gt

“Id y enseñad a todos”

1944 -2018

2 Guatemala, 30 de noviembre de 2018el periódico de la USac

L a Universidad de San Carlos de Guatemala, como única universidad pública del país,

tiene la facultad de dirigir, organizar y desarrollar la educación superior. Su de-ber es promover la investi-gación en todas las esferas del conocimiento para la solución de los problemas nacionales, por mandato de la Constitución Política de la República.

Basada en principios de excelencia, proyección social y responsabilidad,

la USAC ofrece una di-versidad de servicios en beneficio de la población guatemalteca. Fundada en 1676, la universidad del pueblo es pionera de la educación superior, ac-tualmente cuenta con un registro de 210,891 estu-diantes inscritos y cober-tura en todo el país.

Los problemas de analfabetismo, salud, vio-lencia, desempleo y de-lincuencia siguen impreg-nando a los guatemaltecos de pobreza, atraso econó-mico y social. Sin embar-

go, la Universidad de San Carlos de Guatemala es una fuente de conocimien-to que marca la diferencia, a través de sus actividades sociales, académicas, cien-tíficas y tecnológicas.

La vinculación de nuestra alma máter con cada guatemalteco que es beneficiado por los servi-cios brindados ha queda-do plasmada en distintos ámbitos. Esta casa de es-tudios retribuye, a través del conocimiento puesto en práctica, soluciones a la problemática nacional.

La Facultad de Odon-tología, en un solo año, realiza 333,000 trata-mientos dentales a bajo costo.

El Centro de Apren-dizaje de Lenguas (Calu-sac) tiene una trayecto-ria de 43 años e imparte 14 idiomas en el campus central; en 2017, se ins-cribió un total de 48,647 estudiantes.

Además 3,360 estu-diantes de Medicina se encuentran en las institu-ciones nacionales de sa-lud realizando prácticas

en las áreas de Medicina Interna, Cirugía General, Pediatría, Ginecología y Obstetricia, ente otras.

El Laboratorio Clínico Popular brinda a la socie-dad guatemalteca asisten-cia por bajo costo; ha rea-lizado 530,000 pruebas a más de 80,000 pacientes.

El Laboratorio de Producción de Medica-mentos prepara las sales de rehidratación oral con una producción de más de 500,000 sueros para quie-nes utilizan los servicios de la red hospitalaria na-

cional y del Instituto Gua-temalteco de Seguridad Social.

Alumnos de Arquitec-tura, Ingeniería, Agrono-mía, Ciencias Económicas, Trabajo Social, Veterina-ria, Ciencias Jurídicas, en-tre otras disciplinas, im-parten servicios valiosos para la población en todo el país. La Universidad de San Carlos de Guatemala, después de 342 años de fundación y 78 de auto-nomía, continúa dándole vida a su lema: “Id y ense-ñad a todos”.

342 años de fundación y 74 de autonomía nos respaldan

3Guatemala, 30 de noviembre de 2018 el periódico de la USac

M ario Montal-betti, en “Cual-quier hombre es una isla”, recoge la anéc-

dota de un monje zen que es invitado al DF (ahora llama-do CDMX) a dar una confe-rencia. Cuando se abrió el espacio para las intervencio-nes del público, un individuo preguntó: “¿Existe la vida después de la muerte?”. El monje, naturalmente, esta-lló en una carcajada y luego respondió: “Me disculpo por reírme, pero es que esta es la vida después de la muerte”.

Como todo buen hu-manista, Mario Montalbetti le busca otro pie a la felina

anécdota. Lo mismo suce-de —asegura el peruano— con la respuesta a la pre-gunta por el futuro de las humanidades: «Gran carca-jada + ¡este es el futuro de las humanidades!».

Ahora bien, si este es el futuro de las humanidades, por qué cada vez abundan más carreras como lide-razgo, gestión, innovación, comunicación integral, desarrollo emprendedor y (aunque parezca risible) branding emocional o coa-ching ontológico. ¿Se imagi-nan ustedes a Heidegger de coach o a Maturana hablan-do de autopoiesis en Wall Street? Curiosamente, estos significantes del mercado no son ni ciencias ni humanida-des, sino una especie de lim-bo cognitivo. Claro que la seriedad del asunto es para matarse de la risa, como el

monje zen de la anécdota, porque el grado que pueden alcanzar estos practicólogos límbicos no es el grado de bachiller, máster ni doctor, sino el de gurú.

Si el mercado laboral está acaparado por estos gurús, ¿a dónde llegan a parar los humanistas? El fi-lósofo, sociólogo, psicoana-lista y crítico cultural eslo-veno Slavoj Žižek dice que los humanistas han cam-biado el .com por el .org. Esto quiere decir que las humanidades se han oene-gizado; son financiadas por el capital extranjero o por monstruosos altruistas con mezquinas intencio-

nes. Para cualquiera que necesite llevar un plato de comida a su casa, está bien. Pero ¿cuál es el pro-blema con esta lógica, que es una lógica fundamental del día a día? Las oenegés, tal y como las conocemos, con su labor humanitaria y salubre, entorpecen y crean Estados acomoda-dos. Si las oenegés dicen: “Traemos apoyo extranjero para atender a las víctimas del volcán”, el Estado no se preocupa, porque “Las oenegés lo arreglaran”, dice el Estado. Si las oenegés de-sean educar sexualmente a la población, el Estado se ahorra el presupuesto para esa labor y lo traslada a los militares. Las oenegés in-directamente forman parte de este bucle de acomoda-miento de un Estado ya de por sí perezoso. Lo mismo

sucede con otras labores altruistas, evasiones de im-puestos disfrazadas de soli-daridad, como el Mac Día Feliz o la Teletón. Se debe entender que la salud y la educación no son un privi-legio a base de solidaridad, sino un derecho a base de constitucionalidad.

¿Y cómo llegamos acá? ¿Qué pasó para que la ló-gica cultural de la historia cambiara tan drásticamen-te, aunque normalizada en estos días? Es posible iden-tificar cuatro momentos urbanos en la historia de la universidad. En un primer momento, la universidad no contaba con arquitectura

propia pero sí con gran cir-culación urbana. Digamos que el conocimiento era clandestino, y estos sofistas peripatéticos, encargados de proveer conocimientos a los transeúntes, nunca nece-sitaron administradores, se paseaban como taxistas del saber por todas las ciudades y ofrecían sus servicios a quienes desearan pagarlos; lo cual siempre resultaba un buen negocio porque ambas partes ganaban. Más tarde, con la supremacía eclesiástica, aparecerían las universidades amura-lladas, las medievales. Allí fue cuando surgieron los primeros administradores y quizá los primeros modelos definitivos de universidad. Cabría preguntarse ¿de qué se protegían?, ¿cuál era la necesidad de amurallar el conocimiento?

Siglos más tarde surgi-rían las ciudades universita-rias, espejos de las grandes ciudades: con paradas de bus, campos de fútbol, es-tacionamientos, señales de tránsito, cafeterías y áreas verdes para los románticos apurados.

En el siglo XXI, o sea en los 2000, llega la “universi-dad trivial”. Trivial, del latín trivialis, que significa “que se halla por las encrucija-das”. Y estas encrucijadas no son otras que las tres partes en las que se halla enreda-da la universidad moderna: el Estado, la Iglesia y la ini-ciativa privada. Este enredo hace cada vez más necesaria

una administración estra-tégica para balancear cada una de las exigencias de estos tres motores: una uni-versidad autónoma.

Sin embargo, en Gua-temala, ni el Estado ni la Iglesia proveen empleo, es la iniciativa privada la que, como es obvio, acuchucha a los polluelos recién gradua-dos. Esto obliga a la univer-sidad a responder a ciertos criterios del mercado, como la eficiencia en producir exactamente el tipo de co-nocimiento que será útil para que el capital desarro-lle sus tareas de producción y consumo.

Como resultado, las universidades impulsan grupos de egresados prepa-rados para vivir en eso que virtualmente llamamos “el tiempo real”. Entonces, las carreras responden a tiem-

pos determinados de la his-toria o, más bien, a tiempos históricos, instruidas para responder al aquí y el aho-ra, a la virtualidad, al post facebookero que es enterra-do por la actualización de nuevos estados. La verdad ha sido remplazada por la información, los derechos por los privilegios y el Esta-do por las oenegés.

Si este es el futuro de las humanidades, ¿por qué todo parece apuntar a que los gurús, los números y las trivialidades han ganado? Por eso mismo, exactamen-te: el número no cambia y por lo tanto no tiene futuro. Es la letra quien se adapta

y cambia su entorno. Como en las ecuaciones, el núme-ro no cambia a menos que le coloquemos una incóg-nita o una letra al lado. El uno necesita del otro. No se trata de polarizar el asunto y creer que los humanistas son a las letras como los in-genieros a los números. Es una idea fácil y bochornosa.

A 74 años de que el triunvirato dictara el decre-to por el cual se concedía la autonomía a la Universidad de San Carlos de Guatemala, la población, matizadamen-te, goza de los productos de dicha autonomía: la libertad de cátedra, los EPS y delega-ciones estudiantiles operan-do en la realidad nacional son algunos ejemplos. Como escribió Miguel Ángel Astu-rias: “El estudiante debe in-tervenir en todo aquello que decida el destino del país.

Hay que reformar no sola-mente los claustros, sino las estructuras políticas que las sostienen. Las universida-des no pueden seguir como tortugas, ciegas, sordas, mu-das, inmóviles, metidas en sus caparazones, mientras afuera se cuentan por mi-llones los que no saben leer, carecen de toda enseñanza elemental y, lo más gra-ve, ignoran totalmente sus derechos y deberes de ciu-dadanos”. El conocimiento para que crezca debe circu-lar, avanzar y compartirse. Por eso es necesario que los números y las letras se em-parejen, lejos de la coerción política, y salten los muros

de la universidad para es-parcir los conocimientos y el logos en esta ciudad marchi-ta, llena de flores que no sa-ben ver hacia el sol, en este país del eterno invernadero.

Quizá por eso este es el futuro de las humanidades, que ahora más que nunca son necesarias. Son nece-sarias porque no producen nada útil, las letras y el co-nocimiento no responden a los fines del mercado, a la economía, a la autoex-plotación o el utilitarismo. Parafraseando un poco a Roschard, de “Watchmen”: no estamos encerrados con ellos, ellos están encerrados con nosotros, los irreveren-tes, los eternos cínicos, los que cada vez que un empe-rador se nos para enfrente le decimos que se quite, por-que nos tapa el sol.

“Id y aprended de todos”

Un decreto que cambió la vida universitariaMatheus Kar

“Ciencias, artes y humanidades”; Antonio Cerveto.

4 Guatemala, 30 de noviembre de 2018el periódico de la USac

L a actual defensa de la autonomía universitaria, que hoy se concretiza en la exigencia de

su solvencia financiera al Estado autoritario que se la niega, debe constituir-se en la base de una lucha más amplia y más honda: la defensa del carácter pú-blico de la alma máter.

Por mandato constitu-cional, a la Universidad de San Carlos le corresponde el 5 % anual del presu-puesto de ingresos ordina-rios de la nación. Gracias a la Revolución de Octubre, la USAC es una universi-dad pública y autónoma, lo que quiere decir que no responde al Estado en sus decisiones y conducción interna, aunque esté finan-ciada por dinero público proveniente de impuestos pagados por la ciudadanía.

El sentido de la au-tonomía universitaria se enclava en la convicción ilustrada de que la pro-ducción de conocimientos necesita desarrollarse li-bre de condicionamientos ideológicos y, sobre todo, de presiones resultantes de intereses particulares de orden económico, político o cultural. En tal sentido, la autonomía universitaria es la garante de la libertad de cátedra y del carácter crítico del proceso de en-señanza-aprendizaje en el aula y fuera de ella.

Tanto la libertad como la criticidad de la produc-ción de conocimientos están en la base del que-hacer universitario como actividad educadora de la

ciudadanía. Esta, por su parte, es la recipiendaria principal de este quehacer cognitivo y crítico, el cual se realiza con el fin de cua-lificar su desempeño labo-ral y elevar su nivel de vida y de desarrollo humano.

Si el Estado le falla a la universidad incum-pliendo sus obligaciones constitucionales y asfi-xiándola financieramente,

este Estado atenta contra la autonomía universitaria y, al hacerlo, atenta contra su propia ciudadanía; es decir, contra el estamento social que lo mantiene y cuyo bienestar es su razón de ser.

Un Estado que le re-gatea a la universidad pú-blica su presupuesto cons-titucional y, al hacerlo, impide su funcionamiento

normal, se torna en un Es-tado inconstitucional en lo relativo a la educación pú-blica superior. Con lo cual atenta contra el principal mecanismo de superación intelectual de su ciudada-nía y contra el desarrollo humano del propio país. Tal Estado es una institu-ción que actúa en contra de su pueblo, y se constitu-ye, así, en una incongruen-

cia política e histórica que plantea la necesidad de ser refundado.

La agresión financie-ra que sufre actualmente la USAC por parte del go-bierno de Jimmy Morales es, a la larga, suicida. Al atentar contra la institu-ción rectora de la educa-ción nacional, niega su voceado carácter democrá-tico y se perfila como una

institución autoritaria y dictatorial que reclama la desobediencia civil y la ac-ción ciudadana organizada para corregir la anomalía en la que incurre.

En tal sentido, la ac-tual defensa de la autono-mía universitaria pasa por la movilización de todos los sectores universitarios que, con la solidaridad de las organizaciones popula-res, habrán de exigir en la calle la asignación normal del presupuesto que cons-titucionalmente le corres-ponde y que el gobierno de turno le niega con el fin de obligarla a acelerar el pro-ceso de privatización en el que, por desgracia (y debi-do a la presión neoliberal del Estado oligárquico), ha caído esta conspicua casa de estudios.

La actual defensa de la autonomía universita-ria, que hoy se concretiza en la exigencia de su sol-vencia financiera al Estado autoritario que se la nie-ga, debe constituirse en la base de una lucha más amplia y más honda: la de-fensa del carácter público de la alma máter.

Sin universidad pú-blica no habrá autonomía universitaria ni libertad de cátedra. En tal sentido, la exigencia de la inmediata asignación del presupues-to que legalmente le co-rresponde es también la exigencia de que no se pri-vatice la educación pública superior y que siga vigente la tarea constitucional de la USAC: ser la rectora de la educación nacional, pú-blica y privada.

Presupuesto y mandato constitucional de la USACSin universidad pública no hay autonomía ni libertad de cátedra

Mario Roberto Morales

directorio

Ing. Murphy Paiz, rectorArq. Carlos Valladares, secretario generalM.Sc. Francis Urbina, jefa División de Publicidad e Información

M. Sc. Ingrid CárdenasPeriódico de la USAC/EditoraClaudia Rodríguez, correcciónMaynor Gatica, reportero gráfico

Edwin Medina, producción de videosElio Morales, fotografíaAmilcar Herrera, diseño y diagramaciónUniversidad de San Carlos de Guatemala, División de Publicidad e Información,

Edificio de Rectoría, 3o nivel, Of. 310, Ciudad Universitaria. Teléfono: 24189638

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Universidad de San Carlos de Guatemala

Número 281 Guatemala, octubre de 2018 periodico.usac.edu.gt

Periódico de la USAC

5Guatemala, 30 de noviembre de 2018 el periódico de la USac

L as universidades se originaron en la Edad Media euro-pea ante la necesi-dad de formar mé-

dicos y abogados, quienes no deseaban seguir una ca-rrera en la estructura de la Iglesia católica, para lo cual se organizaron como gre-mios. Sin embargo, nece-sitaban el respaldo de una autoridad que los hiciera tan respetables como las es-cuelas catedralicias, que co-rrían a cargo de un obispo. Por ello, se hizo necesario que los gobernantes civiles las autorizaran; es decir, los monarcas.

Así surgieron las uni-versidades reales. Con el paso del tiempo fue nece-sario garantizar que los es-tudios recibidos en una uni-versidad eran equivalentes

a los recibidos en otra, por lo que fue creado el aval pontificio, que garantiza-ba que todas las universi-dades pontificias fueran equivalentes.

Bajo esos preceptos surgió la Universidad de San Carlos de Guatemala, “destacada entre las otras del mundo”, como indica el lema del escudo. Esta dependencia de las autori-dades civiles y eclesiásticas provocó la falta de libertad en ciertos aspectos, princi-palmente el religioso, junto a este tema se agrupaban otros, como el de la filosofía y, con el paso del tiempo, la técnica y la ciencia moder-na, surgida a partir del siglo XVII.

Al sucederse las inde-pendencias de los países iberoamericanos en el siglo

XIX, las universidades pasa-ron al control de los gobier-nos de las nuevas repúblicas. En el caso de Guatemala, durante los gobiernos libe-rales se establecieron con-cordatos que mantuvieron la homogeneidad en las uni-versidades católicas. Con la llegada de los gobiernos li-berales, al finalizar el siglo XIX, la universidad pasó por una nueva etapa, era nece-sario que los profesionales se graduaran considerando al gobierno de turno como uno de los mejores en la his-toria del país.

El punto culminante ocurrió en 1918, cuando la universidad tomó el nom-bre de Estrada Cabrera, en honor al presidente que go-bernaba el país desde 1898. Pero los tiempos habían cambiado.

El mismo año, en mar-zo, en la Universidad de Córdoba, Argentina, los estudiantes decidieron rea-lizar una huelga como las que realizaban los sindica-tos. El establecimiento fue cerrado para exigir cambios importantes.

Lo que solicitaban los estudiantes cordobeses era, básicamente, la libertad de cátedra; docentes electos en concursos de oposición; cogobierno de la univer-sidad entre profesionales, docentes y estudiantes en elecciones de tipo democrá-tico; y autonomía.

Aquí surgió el concepto de autonomía. Una univer-sidad sería autónoma en el momento en el que no de-pendiera de los criterios y opiniones del gobierno de turno, más aún en el caso de Guatemala, donde el pre-sidente no había sido electo y se había prolongado en el cargo por mecanismos anó-malos. En 1916 se criticaba que existían más votos que electores para reelegir a Es-trada Cabrera.

En octubre de 1918, los estudiantes cordobeses lograron con éxito que se cumplieran sus solicitudes y el fenómeno se extendió a otras universidades argen-tinas. Guatemala tuvo que esperar hasta 1920, cuando

fue depuesto el gobernante, tras una semana de atroces ataques a la ciudad capital por parte de las tropas de Estrada Cabrera.

En 1920 inició la auto-nomía universitaria, aun-que de forma moderada; se incluyeron varios de los puntos de la reforma cor-dobesa. Sin embargo, en-tre 1931 y 1944, durante el gobierno de Jorge Ubico, se volvió a transformar el régimen universitario, que debía atender las decisiones del Ejecutivo.

Las protestas organi-zadas contra el gobierno de Ubico en junio de 1944, que desencadenaron la Re-volución del 44, iniciaron precisamente en las aulas de la entonces llamada Uni-versidad Nacional, cuando los estudiantes de derecho y medicina protestaron con la suspensión de labores en juzgados y hospitales. Esto dio preeminencia a los universitarios en todo el proceso de 1944, pues los representantes estuvieron presentes en todas las acti-vidades, desde las marchas silenciosas y las huelgas hasta el asalto a la Guardia de Honor la noche del 19 de octubre.

No fue sorpresa que una de las medidas de la Junta Revolucionaria que

gobernó entre octubre de 1944 y febrero de 1945 fuera proclamar la autono-mía universitaria, al mismo tiempo que muchos de los constituyentes que prepa-raban la carta magna eran miembros de la universi-dad. Como resultado, la au-tonomía quedó regulada en la Constitución de 1945.

La constante presencia de los universitarios como constituyentes que se or-ganizaron en el siglo XX permitió que la universidad continuara gozando de su autonomía, de manera que se encuentra normada en la Constitución vigente, de 1985, reformada en 1994.

En resumen, la autono-mía universitaria consiste en la decisión de las auto-ridades sobre el destino de los recursos y el régimen interno de la institución, en el que el Ejecutivo no ha tenido injerencia desde 1944. La autonomía existe y es uno de los valores más representativos de la uni-versidad, que se debe a to-dos los guatemaltecos que aportan, con sus impuestos, los fondos que permiten es-tudiar a cientos de miles de jóvenes cuya primera mi-sión debería ser retribuir a la sociedad la inversión que hace la población para su superación personal.

Origen de la autonomía universitaria

Grabado. Siglo XVI. Biblioteca de Artes Decorativas, París.

6 Guatemala, 30 de noviembre de 2018el periódico de la USac

E l Dr. Enrique Graue Wiechers, rector de la Uni-versidad Autó-noma de México

(UNAM), ofreció reciente-mente la conferencia “Con-memoración del centenario de la Reforma de Córdoba: renovación académica de la Universidad en América Latina” en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Socia-les, donde expuso el origen del movimiento estudiantil argentino que instauró la autonomía universitaria, su influencia en distintos paí-ses y los retos actuales de las universidades públicas.

Los ideales universita-rios latinoamericanos que-daron plasmados por pri-mera vez en el Manifiesto Liminar de la Reforma de Córdoba, del 21 de junio de 1918. Este documento se re-belaba contra el anacronis-mo de la educación, contro-lada por gobiernos tiránicos que estancaban la ciencia y la cultura.

“La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es vio-lenta, porque aquí los tira-nos se habían ensoberbeci-do y porque era necesario borrar para siempre el re-cuerdo de los contrarrevo-lucionarios de mayo. Las universidades han sido has-ta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospita-lización segura de los in-válidos y —lo que es peor aún— el lugar en donde to-das las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara”, establece el manifiesto.

Las universidades pú-blicas han protagonizado no solo reformas en la edu-cación superior, sino que se han convertido en impulso-ras de cambios sociales. Su lucha ha respondido a los intereses de los sectores po-pulares, por consiguiente, la autonomía universitaria ha contribuido a fortalecer el compromiso social de los es-tudiantes con la población.

El expositor comentó: “La esencia del movimiento autonómico es la ruptura con las fuerzas estatales y conservadoras, autogestión y autodeterminación, ade-cuación de la enseñanza y la investigación de las realida-

des y necesidades sociales de un país”.

La autonomía univer-sitaria obtenida con la Re-forma de Córdoba permitió que la universidad se rigie-ra según sus leyes y regla-mentos; el cogobierno, es decir que los estudiantes participarían en la organi-zación de la universidad; vinculación de la universi-dad con temáticas sociales; gratuidad de la educación superior; y selección de ca-tedráticos por concursos de oposición.

Lucha LatInoamerIcana

“El sacrificio es nuestro mejor estímulo; la reden-ción espiritual de las juven-tudes americanas nuestra única recompensa, pues sa-bemos que nuestras verda-des lo son —y dolorosas— de todo el continente. Que en nuestro país una ley —se dice— la de Avellaneda, se opone a nuestros anhelos. Pues a reformar la ley, que nuestra salud moral los está exigiendo”. Con este fragmento del Manifiesto Liminar de la Reforma de Córdoba se hace explíci-ta una lucha que viajaría hacia las distintas univer-sidades latinoamericanas, aquejadas por problemáti-cas similares.

La Reforma de Córdoba implantó transformaciones en la educación superior que años más tarde consti-tuirían los ideales de otras universidades. El expositor destacó el movimiento de la Universidad de La Ha-bana, Cuba (1922-1925); el de San Marcos, Perú (1919-1923); y la Reforma Univer-sitaria de Caracas en 1928.

SImILItudeS hIStórIcaS

Según explicó Graue, la Universidad Autónoma de México y la Universidad de San Carlos de Guate-mala poseen semejanzas en cuanto a su origen. La autonomía universitaria de ambas instituciones rompió con los rasgos conservado-res de la educación superior para promover el acceso de todos los sectores a la edu-cación superior.

Las reales y pontificias universidades de San Car-los de Borromeo y de Méxi-co estaban destinadas, en la época colonial, a la educa-ción de los criollos y clases privilegiadas. Las ideas cla-sistas fueron preservadas por los gobiernos tiránicos hasta el siglo XX. En ambos países surgieron movimien-tos políticos y sociales que

abatieron los regímenes de represión y propiciaron transformaciones en la uni-versidad, para que esta es-tuviera desvinculada de las directrices gubernamenta-les y pudiera divulgar co-nocimientos libremente, en función del desarrollo de los países.

La represión que vivía la sociedad se expandía ha-cia la estructura universi-taria, por lo que su función de difundir, debatir y crear conocimientos era limita-da; al no contarse con las herramientas para analizar la realidad desde distintos puntos de vista científicos, históricos y culturales, la educación superior estaba supeditada a satisfacer úni-

camente las necesidades de los sectores dominantes.

Esta situación era recu-rrente en las universidades latinoamericanas: “Las uni-versidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas so-ciedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovi-lidad senil. Por eso es que la Ciencia, frente a estas ca-

sas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio buro-crático”, expone el Mani-fiesto Liminar de Córdoba.

Sobre la historia de la autonomía universitaria en México, Graue destacó dis-tintos hechos que permitie-ron obtenerla; entre estos, en 1917, la nueva Constitu-ción contempló la educación primaria libre y gratuita; y posteriormente la universi-dad fue dirigida por intelec-tuales nacionalistas.

José Vasconcelos, es-critor, filósofo, educador y abogado, fue rector de la UNAM en 1920 e infundió un ánimo nacionalista y latinoamericano en la uni-versidad. En un discurso

expresó: “El pueblo a la uni-versidad, la universidad al pueblo”, con este enunciado quedaba de manifiesto que la educación superior debía ser para todos los sectores sociales y que la misma de-bía servir al pueblo.

El movimiento por la autonomía en la Universi-dad Nacional de México, en 1929, buscaba que los estu-

diantes pudieran participar en el gobierno universitario y elegir a sus autoridades, que la universidad adminis-trara su presupuesto, poder decidir libremente sobre las investigaciones que se realizarían y los estudios impartidos.

Graue agregó que en la década de 1930 la univer-sidad enfrentó fuertes con-flictos con el Estado. “En 1934 fue decretada una ley en la que la universidad per-dería el financiamiento del Estado como respuesta a la actitud crítica que muchos universitarios tenían ante el gobierno. La universidad entró en una profunda crisis financiera y el rector Gómez Morín impulsó un plan de

austeridad y trabajo”.Pese a los obstáculos

que ha enfrentado la au-tonomía universitaria, el expositor señaló que en-tre 1944 y 1945 se produ-jo una nueva ley orgánica que consolidó la estructura universitaria y fortaleció la autonomía. Sin embargo, la lucha por mantener la auto-nomía ha sido persistente en

la historia de varios países.La juventud, mundial-

mente, se ha caracterizado por su valentía para opo-nerse a las injusticias, mo-tivo por el cual distintos gobiernos han pretendido silenciarla. El Dr. Graue, durante su intervención, conversó acerca del contex-to mundial de 1960. Ante los regímenes autoritarios, citó que surgían protestas en Estados Unidos contra la guerra de Vietnam; en Perú y Argentina los movimien-tos estudiantiles sufrieron represiones; en Uruguay fue incrementado el precio del pasaje y hubo recortes presupuestales.

“En 1968 hubo un enfrentamiento que cam-

Centenario de la Reforma de CórdobaLa autonomía universitaria, en la región latinoamericana, ha tenido ideales en común. Los estudiantes de las universidades públicas se han organizado en diferentes épocas para luchar contra una educación superior dirigida por regímenes políticos represivos.

acto estudiantil en córdoba, frente a la estatua de Rafael García, un exprofesor tradicionalista.

7Guatemala, 30 de noviembre de 2018 el periódico de la USac

A ntes de la Revo-lución de Octu-bre, los gobier-nos tenían el control sobre el

contenido que se divulga-ba en la única universidad pública, además designa-ban a las autoridades uni-versitarias, con el fin de mantener un estudiantado acrítico y desvinculado de su entorno, para evitar que los intereses de la oli-garquía extranjera y gua-temalteca se vieran per-judicados. La autonomía universitaria constituyó una lucha estudiantil por una educación superior que atendiera la problemá-tica nacional y estuviera abierta a todos los sectores sociales.

El gobierno represivo de Jorge Ubico impidió la discusión de las teorías más modernas en las au-las, lo cual estancó el desa-rrollo cultural y científico del país. No obstante, los estudiantes se organiza-ron para derruir su prolon-gada dictadura, perdieron el temor y dieron vida a movimientos sociales ma-sivos que tuvieron como

resultado la renuncia de Ubico y, posteriormente, el derrocamiento de Fede-rico Ponce Vaides; hechos con los cuales triunfó la Revolución de Octubre.

La inauguración de la autonomía universitaria tras la Revolución permitió que esta casa de estudios cumpliera adecuadamente sus labores académicas, administrativas, de inves-tigación y extensión. La autonomía universitaria se fundó como un recurso para resguardar al cono-cimiento; la universidad se convirtió en un recinto libre de divulgar distintas teorías sin verse afectada por la injerencia del go-bierno central.

Por consiguiente, el desarrollo académico al-canzó un importante papel en el avance de la socie-dad, pues una universidad que no tiene limitaciones para crear y difundir el co-nocimiento puede criticar su entorno para analizar y dar solución a los proble-mas nacionales.

Mediante la autono-mía universitaria, la USAC obtuvo un enfoque social

en su quehacer. La uni-versidad buscó una mayor vinculación con la pobla-ción a través de la imple-mentación del Ejercicio Profesional Supervisado, se construyeron centros universitarios para promo-ver el acceso a la educa-ción superior en el interior de la República, se actua-lizaron los programas de estudios, se inauguraron facultades y carreras, en-tre otras acciones.

La visión social y crí-tica de la universidad fue importante para satisfacer demandas encaminadas a conformar una institu-ción al servicio del pueblo. Constitucionalmente, la USAC adquirió el compro-miso de contribuir al estu-dio y solución de los pro-blemas nacionales, con lo cual se rompió la barrera que los gobiernos dictato-riales establecieron entre la sociedad y esta alma máter. Como consecuen-cia, la autonomía universi-taria representa una serie de garantías para que la educación superior funcio-ne en atención a los intere-ses de las mayorías.

Autonomía universitaria y compromiso social

bió el rostro democrático de México. El movimien-to estudiantil terminó en tragedia. La masacre de Tlatelolco marcó la histo-ria de los movimientos so-ciales en México. Después de 1968 el totalitarismo de Estado concluyó y dio paso a la apertura democráti-ca; desde entonces, quedó en la percepción social la incompetencia del Estado para intervenir en la vida universitaria”.

LímIteS de La autonomía

La autonomía se en-tiende como autogestión y autodeterminación; sin embargo, el funcionamien-to de la educación superior pública depende de un pre-supuesto otorgado por el Estado, por lo que los go-biernos han aprovechado esta situación para violen-tar en múltiples ocasiones la autonomía universitaria.

Graue mencionó: “A mediados de los años 90 el Estado impulsó políticas neoliberales que provoca-ron recortes presupuesta-les. La lucha universitaria, a finales de 1990, fue por la gratuidad de la educa-ción superior. En 2018, la universidad ha buscado fortalecer su democrati-zación y aumentar el pre-supuesto”. Agregó que la lucha por proteger la auto-nomía universitaria en la actualidad consiste en la obtención de presupuestos dignos y el funcionamiento de la universidad sin la in-jerencia estatal.

eVoLucIón deL concepto de autonomía

El Dr. Graue propor-cionó una síntesis sobre la evolución del concepto de autonomía universitaria en México. Aseveró que en sus

inicios se constituyó como el ejercicio de la enseñanza laica y pública, se transfor-mó en la libertad de cátedra sin dogmatismos ideológi-cos (pluralidad de ideolo-gías) y se fortaleció con la autogestión y autodetermi-nación en la designación de autoridades. Más adelante, la autonomía universitaria se elevó a rango constitu-cional en 1980.

Agregó que en la ac-tualidad la autonomía se comprende como la deter-minación de que las uni-versidades deber ser libres, plurales y diversas. “Es un concepto en constante cons-trucción que nos arraiga a nuestra historia. Es la vo-luntad inequívoca de deter-minar el rumbo académico sin influencias externas”.

Frente al siglo XXI, destaca que la autonomía también es el reconoci-miento de que el finan-ciamiento de la educación superior es responsabilidad del Estado y que las univer-sidades puedan ayudar a la solución de los problemas de las naciones, mediante la aplicación de análisis críti-cos y propositivos.

La educación es un motor de desarrollo social y, por lo mismo, es obliga-ción del Estado dotarla de los recursos necesarios. “El Estado debe velar por un mejor nivel educativo, me-jores ingresos y mayores capacidades de desarrollo social, para poder tener un futuro más equitativo y jus-to”, expresó.

LoS retoS de LaS unIVerSIdadeS púBLIcaS

El expositor señaló que los retos de la auto-nomía en la actualidad se enfocan en cumplir las metas del desarrollo sos-tenible; obtener el acceso de una mayor cantidad de

ciudadanos a la educación superior pública, para que la misma sea masiva; com-batir la inequidad social y la intolerancia.

Destacó que la educa-ción superior debe garanti-zarse como un bien público y de calidad, que promueva la investigación e innova-ción como detonantes del desarrollo.

Como objetivo tam-bién está implementar tec-nologías educativas y que la compleja organización de las universidades su-pere sus dificultades para responder a los cambios del contexto actual con prontitud.

¿Cómo ejerCer la autonomía?

La autonomía univer-sitaria debe respaldar una autogestión independien-te, con compromiso social, según comentó Graue. En-tre las características de la universidad, resaltó su carácter popular, para que la educación superior sea accesible a todos, sin dis-tinción de clases, géneros y preferencias ideológicas.

La autonomía univer-sitaria se orienta también a impartir una educación con calidad humana, críti-ca, reflexiva y propositiva, que contribuya al avance universal del conocimiento y el desarrollo económico.

A cien años de la Re-forma de Córdoba, el rector mexicano recalcó que la educación superior pública debe preservar un espíritu latinoamericano que per-mita valorar la identidad y riqueza cultural de cada país. “Las universidades públicas deben proveer una educación tolerante, diversa, con capacidad in-novadora y adaptativa a las diversas tareas que los nuevos ciudadanos habrán de enfrentar”.

Foto: museo casa de la Reforma Universitaria, Córdoba, Argentina.

8 Guatemala, 30 de noviembre de 2018el periódico de la USac

Como parte de las actividades con-memorativas im-pulsadas por la Universidad de

San Carlos de Guatema-la por el centenario de la Reforma Universitaria de Córdoba, el pasado 5 de septiembre se realizó un importante acto académico en el que se presentó la edi-ción guatemalteca del libro “La reforma universitaria y nuestra América”, y su en-trega al autor, el profesor Hugo Eduardo Biagini.

Investigador del argen-tino Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y catedrático en las universi-dades de Buenos Aires, La Plata y del Sur, Biagini tiene solventes credenciales aca-démicas para incursionar en un tema de gran actuali-dad en América Latina, par-ticularmente en Guatemala, donde la reforma universi-taria se plantea como una tarea a realizarse de forma renovada en las condiciones del nuevo milenio.

Biagini conoce la cues-tión universitaria, no so-lamente por sus estudios históricos del movimiento estudiantil iniciado en la Universidad de Córdoba en 1918, o por el largo ejerci-cio académico en su país, sino también porque ha sido profesor en universidades como la Nacional Autónoma de México, la Autónoma de Madrid, la de Santiago de Chile o la Nacional de Costa Rica.

El autor del texto que ahora reseñamos tiene en-tre sus principales áreas de investigación la historia de las ideas, el pensamiento alternativo y la filosofía la-tinoamericana; liberalismo, positivismo y socialismo; identidad, juvenilismo, exi-lio y utopía. Además, es di-rector de la sección de Pen-samiento Argentino de la Academia Nacional de Bue-nos Aires y del Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional de Lanus. Es cofundador del Corredor de las Ideas del Cono Sur, una red de inte-lectuales comprometidos con los desafíos emancipa-torios de la globalización.

En el libro, cuya pri-

mera edición se hizo este mismo año en Buenos Ai-res bajo el sello de Editorial Octubre, Biagini ilustra que las ideas de las cuales nos hemos apropiado, en cual-quier momento de nuestra vida, son construcciones sociales, son elaboraciones sobre las cuales construi-mos nuestro propio destino y nuestras utopías.

Desde esa premisa teó-rica, Biagini inicia su narra-ción al filo del año 1900, con la imagen de los jóvenes modernistas y utopistas que atraviesan una crisis del modelo positivista burgués oponiéndoles un discurso contestatario, que marcha hacia la renovación de la cultura o a la alborada de una sociedad plena. Estos jóvenes, explica el autor, so-ñaban con un ser humano y un mundo nuevos, para re-vitalizar la belleza y la au-todeterminación de “único y extraño”.

En su recreación de la época y el momento previo al movimiento reformista, el autor advierte que la ju-ventud en general, pero la estudiosa y latinoamericana más en particular, aparece allí imbuida por una serie impar de virtuosas conno-taciones simbólicas: luz, amor, energía, movimiento, entusiasmo, espontaneidad, iniciativa, audacia, genia-lidad, innovación, inspira-ción. Se trata de un sector de la humanidad dotado de una fuerza bienhechora similar a la de los trabaja-dores, en el cual se hallan depositadas las esperanzas colectivas, la fe innata en el porvenir y la garantía del cambio.

Además, hace notar que las jóvenes generacio-nes deberán preconizar el credo del desinterés, com-batir por las causas espiri-tuales y para que se haga realidad el sueño de una América regenerada social e intelectualmente en la línea trazada por los hé-roes de la independencia. Se apela a un voluntarismo idealista que tiene como meta el acercamiento a una vida superior, donde impe-re la libertad, el equilibrio entre razón y sentimiento, el compromiso solidario, el cultivo del arte y la belleza

como vías para acceder a la justicia, el bien y la verdad.

Biagini explica que con estas ideas como núcleo comienzan a organizarse asociaciones estudiantiles, que se inclinan hacia las reivindicaciones america-nistas, el compromiso social y la transformación acadé-mica. Las ideas de Rodó y el arielismo permearon el pensamiento de toda una generación. Así, el incipien-te movimiento estudiantil sudamericano, previo a la Reforma de Córdoba de 1918, celebró el nuevo pro-grama idealista de Rodó. Se trata de un idealismo militante que se adelantó a plantear la unión de los

estudiantes entre sí y con diversos sectores. De este modo, la juventud reclama-ba para sí un papel protagó-nico en esta nueva sociedad en construcción.

De manera prolija y sis-temática, Biagini da noticia de diversos encuentros es-tudiantiles en países como Uruguay, Colombia, Argen-tina, Venezuela y Perú en el lapso de cuatro años, de 1908 a 1912. Esos encuen-tros sirven para consolidar la idea de que a la juventud le correspondía cumplir un papel de primera línea en la cruzada americanista y popular, “como legión sa-grada, primera en gloria y audacia, portaestandarte de las grandes misiones”.

Es especialmente sig-

nificativa la observación de Biagnini al indicar que la causa americanista de la reforma universitaria fue auspiciada en la Universi-dad de La Plata, donde se cuestionaba la “escolástica” de las ciencias naturales y la pedagogía positivista, la dirección utilitaria y pro-fesionalista de los estudios superiores, al tiempo que se impulsaba un nuevo or-den con mayor justicia y autodeterminación.

Al convertirse la Uni-versidad de La Plata en una avanzada pedagógica se creó allí la atmósfera cultu-ral propicia para la génesis de una conciencia crítica, que tendría su correlato y

alta expresión en la Univer-sidad Mayor de San Carlos y Monserrat, de la ciudad de Córdoba, en 1918. Es ahí donde prende la llama del movimiento reformista que, en palabras del acadé-mico guatemalteco Roberto Díaz Castillo, trascendió los muros del recinto aca-démico para convertirse en vanguardia ideológica de la juventud latinoamericana.

La Reforma Universi-taria de Córdoba, al modi-ficar las obsoletas estruc-turas académicas, hizo surgir todo un sistema de ideas sobre la universidad latinoamericana moder-na en cuatro contenidos fundamentales: formación de los cuerpos dirigentes; docencia (periodicidad de

la cátedra, docencia y asis-tencia libres); extensión universitaria y asistencia social. La universidad se integró con tres categorías de miembros: profesores, diplomados inscritos y es-tudiantes. En consecuencia, no todos los egresados sino aquellos que manifestaren su deseo de pertenecer a la universidad y que se inscri-bieran anualmente en los registros correspondientes, pagando una cuota, hoy llamada colegiatura. Si-guiendo la síntesis de Díaz Castillo, la novedad consis-tió en la incorporación de los estudiantes al gobierno universitario.

Los ecos de la Reforma de Córdoba se extendieron por todo el continente, rese-ña Biagini, quien se detiene en momentos cúspide, como el Congreso Estudiantil que se celebró en el México re-volucionario de 1921.

México fue el medio social propicio, ideológica-mente constituía la avan-zada latinoamericana para reformular la educación con un sentido revolucionario; si existía una diferencia entre los movimientos universita-rios de otras latitudes y los mexicanos, era que la uni-versidad no había servido para cambiar la sociedad, sino fue la revolución so-cial la que contribuyó a las reformas de la educación. En este evento se reunieron delegaciones de cuaren-ta naciones representadas pertenecientes a tres conti-nentes, los idiomas oficiales eran el español, el francés y el alemán; la Secretaría de Educación tuvo a su car-go la impresión de diez mil ejemplares de las resolucio-nes del congreso.

En México se celebró también el Primer Congre-so Iberoamericano de Es-tudiantes en 1931, donde se promovió la ciudanía universitaria para todos los claustros, y la creación de la Casa del Estudiante Ibe-roamericano; esto, debido a que el horizonte se amplía al incorporarse estudiantes españoles republicanos.

Estos eventos impulsan y divulgan los alcances de la reforma universitaria, pero será finalmente en Guate-mala, en donde al amparo

del movimiento revolucio-nario del 20 de octubre de 1944 las reformas de Córdo-ba de 1918 se institucionali-cen con los auspicios del go-bierno de Juan José Arévalo Bermejo (1945 a 1952), dis-tinguido alumno, egresado y funcionario de la univer-sidad argentina de La Plata. Ese respaldo se hizo patente también al celebrarse el Pri-mer Congreso de Universi-dades Latinoamericanas en la Ciudad de Guatemala, del 14 al 15 de septiembre de 1949, pero esa es una parte de la historia que trasciende los alcances de esta reseña.

Baste decir que uno de los asuntos centrales abordados en el congreso fundacional de la Unión de Universidades de América Latina fue el del papel que corresponde a las institucio-nes de enseñanza superior en la solución de los proble-mas nacionales y la concien-cia de su determinación por las condiciones históricas, culturales y sociales de sus países.

Al respecto, Biagini hace notar en su libro que, históricamente, la universi-dad ha cumplido un doble papel. Por un lado, como ra-cionalizadora de la realidad; por otro, tomando distancia y planteando instancias alternativas. La tradición reformista se ha apuntado preferentemente en esta úl-tima dirección. Pese a todas sus ambigüedades y distor-siones, se trata de una mo-dalidad que puede resumir-se como encaminada hacia la competencia técnica y ha-cia una ética renuente a los mecanismos opresivos.

Retomando palabras del autor, la lectura de “La reforma universitaria y nuestra América” es funda-mental en estos tiempos en que, como hemos dicho, se pone de nuevo a la orden del día la cuestión de la reforma, recordando que a partir de 1918 su impulso “trajo aparejada una resig-nificación de la cultura en términos no ornamentales ni acumulativos, como la realización de determina-dos valores prioritarios: fundamentalmente, la afir-mación de justicia, orden y libertad en un orbe injusto, desordenado y opresivo”.

La reforma universitaria y nuestra América

Dr. Oscar Peláez Almengor Centro de Estudios Urbanos y Regionales / USAC

reforma universitaria de córdoba, argentina, 1918.

9Guatemala, 30 de noviembre de 2018 el periódico de la USac

E n Latinoamérica las universidades tienen larga histo-ria. Se crearon en los primeros años

de la Conquista; la primera nace en 1538 en la isla de Santo Domingo. Luego, en 1551, se fundan la de Lima y la Nacional de México. En 1636, cuando apenas nacía la de Harvard en Estados Unidos, ya había varias uni-versidades en la región la-tinoamericana. En 1676 se funda la de San Carlos de Guatemala.

En todos los casos, reflejaban el modelo me-dieval traído de Europa, asociado siempre con los poderes de la realeza y de la Iglesia católica. Con la independencia de las nue-vas repúblicas comienza a introducirse una nueva idea de universidad, acorde con el surgimiento de los nue-vos Estados, desarrollada sobre modelos europeos y estadounidense, con la misión de formar profesio-nales liberales. Posterior-mente, de acuerdo con el desarrollo del capitalismo, la universidad pasa a ser la proveedora de recurso humano capacitado para el nuevo mercado laboral que va surgiendo, cada vez más especializado, de la mano del avance científico-técni-co que el mundo industrial moderno trae.

En estas últimas déca-das, como proceso global, la universidad pasó a estar

al total servicio del merca-do, con énfasis en la noción de “universidad empresa-rial”, donde lo único que cuenta es la óptima rela-ción costo-beneficio con-cebida solo desde el lucro. Pero hay algo en medio de todo ese proceso de mer-cantilización: la autonomía universitaria, que permite tener un compromiso social distinto.

A principios del siglo XX, en toda Latinoaméri-ca tienen lugar procesos de autocrítica y explosión renovadora en el seno de las casas de altos estudios, surgió lo que se conoció como Reforma Universita-ria en Córdoba, Argentina, en 1918. A Guatemala las reformas en la educación superior llegaron en 1944.

Las banderas funda-mentales levantadas por es-tos movimientos eran la au-tonomía universitaria y la cogestión, elementos que se consideraron principios ne-cesarios para convertir a las universidades en motores eficientes de la democra-tización social y cultural, y por tanto del desarrollo nacional.

Con la autonomía, las distintas universidades la-tinoamericanas se convir-tieron en centros de denun-cias, semillero de luchas políticas y protestas contra el orden social imperante. Por largas décadas estas instituciones fueron un re-ferente en la vanguardia in-

telectual, pasaron a ser cen-tros de pensamiento crítico, y en la segunda mitad del siglo XX, el lugar donde se inspiraron numerosas pro-puestas de transformación revolucionaria. Pero todo eso ha cambiado en estas últimas décadas. Cambia-do, claro está, a favor del gran capital y no en prove-cho de las grandes mayo-rías populares.

Desde hace años, la Universidad de San Carlos ha sufrido los embates del pensamiento conservador y privatista. Si bien se respe-ta (relativamente) la auto-

nomía, las pasadas décadas mostraron una avanzada criminal contra la Carolin-gia. Las cantidades desco-munales de estudiantes y docentes asesinados o que tuvieron que marcharse al exilio diezmaron a la uni-versidad y su calidad acadé-mica se vio afectada.

Ello no fue casual, y se articula con un inten-to siempre amenazante de su privatización. Hoy los preceptos básicos del pa-radigma enarbolado por la autonomía intentan ser olvidados: según el artícu-lo 82 de la Constitución, la

universidad pública “coope-rará al estudio y solución de los problemas nacionales”, por lo que la extensión co-munitaria y la investigación juegan un papel crucial en su función social. Quitarle presupuesto a la única uni-versidad pública del país es un atentado contra su importantísima labor en función de aportar solucio-nes a los grandes problemas nacionales.

El neoliberalismo im-perante golpea duro contra la educación pública. Ac-tualmente la mitad del es-tudiantado universitario se distribuye entre las nume-rosas universidades priva-das que han aparecido últi-mamente, concebidas desde un modelo tecnocrático y to-talmente desconectadas del ámbito social. La San Car-los, con las dificultades del caso, sigue estando abierta al pueblo, por ser gratuita, y por brindar servicios a la comunidad. Es la única casa de estudios superiores que lo hace, por lo que resulta un crimen atacarla.

¡Pero la atacan! La ac-tual administración nacio-nal, fuertemente acusada por hechos de corrupción y por sus ligazones con estructuras clandestinas parapetadas en el mismo Estado dedicadas al cri-men, ha entrado en choque frontal con la Tricentena-ria. A partir de los juegos de poder que se han dado en el país como consecuencia de las investigaciones anti-

corrupción llevadas a cabo por el Ministerio Público y por la Comisión Internacio-nal Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el Con-sejo Superior Universitario de la USAC decidió decla-rar non grato al presidente Jimmy Morales y al vice-presidente Jafeth Cabrera, exrector de esta casa de estudios. La respuesta del gobierno, absolutamente visceral, no se hizo esperar.

El recorte presupuesta-rio que se anuncia para el 2019 es un atentado contra la autonomía universitaria pero, fundamentalmente, contra el pueblo de Guate-mala, quien es el que finan-cia a la alma máter a través de sus impuestos. Con los anunciados recortes, que servirían para mejorar suel-dos de la jerarquía militar, se priva a buena parte de la población de tener acceso a los servicios que brinda la universidad pública y se pone en riesgo alarmante la continuidad de todas las sedes departamentales.

Ante tal situación, es imperativo reaccionar, pues estamos ante una flagrante violación de la Constitu-ción y ante una tremenda injusticia, absolutamente injustificable, que muestra que el actual gobierno se alinea con aquellos sectores que solo buscan el lucro pri-vado y se desinteresan por completo del pueblo guate-malteco, olvidando que si la universidad pública existe, es por él y solo por él.

Educación superior pública: indispensable

Marcelo Colussi

convento de los dominicos: primera universidad de América, Santo Domingo, República Dominicana.

10 Guatemala, 30 de noviembre de 2018el periódico de la USac

E stas palabras atan las ideas del Dr. Carlos Federi-co Mora —rec-tor magnífico en

1944— al momento en el que nuestro país abrió el mañana para las mujeres. La autonomía universitaria y el reconocimiento de ciu-dadanía para las mujeres, en los decretos 12 y 17 de la Junta Revolucionaria, constituyeron importantes acontecimientos que cam-biaron cualitativamente la configuración social de nuestra casa de estudios y del rol de la mujer.

Las mujeres tuvieron la oportunidad de estudiar sin las limitaciones políticas del Estado, que les vedaba el derecho de ejercer cier-tas profesiones, como la del notariado, por carecer del goce de sus derechos civiles y políticos.

La discusión para re-conocerle la ciudadanía constitucionalmente a la mujer fue exacerbada, al-gunos diputados se opusie-ron totalmente. Uno de los argumentos era que el voto femenino podría ser mani-pulado por el clero católico. Sin embargo, la lucha de las mujeres por sus derechos tuvo como resultado que la ciudadanía y el voto op-tativo y secreto para las al-

fabetas mayores de 18 años fueran contemplados en las reformas constitucionales de febrero de 1945.

20 de octuBre de 1944: La Senda deL Voto poLítIco para LaS mujeres

La participación de las mujeres en la vida política de Guatemala inició en los acontecimientos de junio de 1944, época en la que surgió un movimiento po-pular a favor de la justicia social. Las manifestaciones progresivas en contra de una dictadura liberal que se prolongó por casi 14 años concluyeron con la elimina-ción definitiva del liberalis-mo. El pueblo guatemalteco despertó y dio vida a la Re-volución del 20 de octubre de 1944.

La Junta Revolucio-naria de Gobierno incluyó el reconocimiento de la ciudadanía a la mujer pre-parada para ejercerla en el decálogo proclamado por decreto el 9 de noviembre de 1944; sin embargo, esto no garantizaría que se apro-bara en la Constitución de 1945, por lo que la Unión Femenina Guatemalteca Pro Ciudadanía de las Mu-jeres se conformó a finales

de septiembre de 1944 por periodistas, escritoras, uni-versitarias y otras mujeres de clase media con una

marcada influen-cia intelectual. Centraron sus planteamientos en un feminis-mo que reclama-ba los derechos cívico-políticos.

Este movi-miento constitu-yó la esperanza para alcanzar incipientes cam-bios en el rol de las mujeres. Gr adua l me nte incursionaron en diversos espacios de la vida públi-ca. Este hecho se materializó en los discursos p r o n u n c i a d o s por mujeres en el período que com-prende esta breve relación y vemos cómo se sitúa el voto femenino en

Guatemala. Las siguientes palabras forman parte de un discurso pronunciado por Gloria Menéndez Mina, ante el Club Nacional Feme-nino de la Prensa, en Wash-ington, D. C.

“(…) En Guatemala, mi país, debo decir que recién empezamos, las generacio-nes que surgen van toman-do su lugar en la moderna orientación de los pueblos en marcha, las mujeres adentran en la universidad, ocupan cátedras, oficinas comerciales, centros de tra-bajo y de cultura que antaño les hubieran vedado, es así, como al iniciarse la campa-ña pre otorgamiento del su-fragio femenino, no surgió ningún problema y solo se espera el decreto que ampare ese derecho por la Asamblea Nacional, que se reunirá próximamente en mi país para que las guatemaltecas podamos votar (Menéndez, 1945, s.n.).

El voto para las mu-jeres se convirtió en algo decisivo y fue Graciela

Quan Valenzuela, primera graduada en 1943 de licen-ciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, quien pasó a presidir la agrupación. En febrero de 1945, tras una incansable lucha, las gua-temaltecas consiguieron ese derecho. La prensa y la radio local publicaron y divulgaron el trabajo per-petrado por la Unión Fe-menina Guatemalteca Pro Ciudadanía. El 23 de sep-tiembre de 1944 se publicó en El Imparcial la siguiente información:

“Ha quedado consti-tuida en esta ciudad una asociación femenina de ca-rácter apolítico, la cual se propone trabajar por que se conceda a la mujer el dere-cho de sufragio. Programa de trabajo:•Ilustrar por medio de la

prensa, radio y por todos los medios de difusión a nuestras compatriotas acerca de los derechos y obligaciones civiles que ahora tienen y de los que adquirirían al serles con-

cedida la ciudadanía.•Incitar a la mujer guate-

malteca a que colabore en nuestro proyecto haciendo un llamamiento, no im-porta a qué credo político, religioso o sector social al que pertenezca para que se una conscientemente a no-sotras en este movimiento que tiende a obtener el ple-no goce de nuestras capa-cidades ciudadanas”.

De septiembre de 1944 a febrero de 1945, se publi-caron sendos comunicados para demandar a la Asam-blea Constituyente el dere-cho de las mujeres al voto; en tal sentido, se llevó a cabo una ardua campaña nacional. Paralelamente, se realizó una intensa activi-dad política. Así nació uno de los debates parlamenta-rios más arduos en la histo-ria política de Guatemala, este y otros artículos apare-cieron en las páginas de los diarios:

“La secretaria de la Unión Femenina Guatemal-teca Pro Ciudadanía ha pro-

Germinal democrático: las sufragistas en Guatemala

Ana Patricia Borrayo Morales Directora del IUMUSAC

referéndum autonómico del 5 de noviembre de 1933, en Eibar, para la aprobación de un nuevo texto de Estatuto. Foto realizada por Indalecio Ojanguren.

periodista Gloria menéndez mina.

11Guatemala, 30 de noviembre de 2018 el periódico de la USac

porcionado para su publi-cación el boletín que sigue: Esta entidad, considerando que la mujer guatemalteca por sus altos dotes de civis-mo, por su obra consciente y por su activa participación en el movimiento revolucio-nario y renovador, de sobra ha demostrado que está ca-pacitada para ejercer los derechos de ciudadanía que en justicia le corresponden, próximamente presentará una gestión a la Asamblea Constituyente, para que le sea concedida la ciudadanía a toda mujer alfabeta, con ese fin ruega a las mujeres que viven en los departa-mentos que, afiliándose a la Unión Femenina Pro Ciu-dadanía, remitan listas con sus firmas originales a la 14 calle oriente de esta ciudad capital”.

El 28 de noviembre de 1944 tuvo lugar la primera convención feminista en la Casa del Pueblo de Frente de partidos políticos are-valistas, con la asistencia de numerosas delegacio-nes departamentales. “La mujer guatemalteca tiene conciencia cívica”, fueron las palabras de Elisa Hall de Asturias, quien mani-festó además que la Unión Femenina Guatemalteca Pro Ciudadanía no era una sociedad política, pero que trabajaba por conseguir el voto para las mujeres.

En noviembre de 1944 la Directiva de la Unión Femenina Guatemalteca Pro Ciudadanía remitió un comunicado a la Asamblea Constituyente, a efecto de

que el alto cuerpo escu-chara la “voz de las mujeres guatemaltecas” que recla-maban para sí el recono-cimiento de sus derechos políticos. Los debates y las discusiones aparecieron pu-blicados en las páginas de los diarios.

Pese a la influencia de ese movimiento, puede afir-marse que el mismo no fue masivo, debido al rol asig-nado socialmente a las mu-jeres. Fueron pocas las que participaron en la Unión Femenina Guatemalteca Pro Ciudadanía. En una en-trevista realizada en enero de 1945, la escritora An-gelina Acuña reconoció la escasa participación de las mujeres. Hasta ese momen-to, el escenario que se vivía presentaba un gran desafío para las mujeres que se pro-nunciaban a favor del voto femenino.

En enero y febrero de 1945, antes de la aproba-ción del derecho al voto para las mujeres, el debate en la Asamblea Constituyente sig-nificó arduas discusiones, al-gunas sumamente radicales: “Fue un papeleo, nos grita-ban horrores en la Asamblea, decían que era una espada de dos filos, que si daban el voto, que nos podían manejar, ¡yo dije que no éramos maneja-bles y que teníamos pleno uso de la razón! (…). Fue mucho, pero al fin dieron el voto. No crea que fue fácil, hubo lu-chas. Hubo varias pláticas, llegábamos montón de muje-res y gritaban, no tiene idea de lo horrible que fue” (Me-néndez Mina, Ibíd).

Fuera del recinto par-lamentario, la Unión Fe-menina Guatemalteca Pro Ciudadanía lanzó una de las más fuertes críticas a las objeciones que se vertían con relación al derecho de las mujeres al voto. A con-tinuación se cita un frag-mento tomado del Diario de Sesiones de la Asamblea Constituyente:

“Señores secretarios de la Asamblea Nacional Cons-tituyente: La Directiva de la Unión Femenina Guatemal-teca Pro Ciudadanía, que agrupa en su seno millares de mujeres de la República entera, pertenecientes a di-versos sectores sociales y a todos los credos políticos y religiosos, atentamente se dirige a ustedes para que, por su digno medio, se sir-van hacer llegar a esa Asam-blea Constituyente la voz de las mujeres guatemaltecas que reclaman para sí el reco-nocimiento de sus derechos políticos. (…)” (1945, pp. 152-153).

Más allá de los discursos en la Asamblea Constituyen-te, es importante también conocer otras peticiones pre-sentadas ante los represen-tantes legislativos. Debido a que algunos de ellos procu-raban negar el derecho de las mujeres al voto, su pos-tura era que se les otorgara la ciudadanía, no así el voto, como consta en un artículo del diario La Hora, del 10 de febrero de 1945.

“Señor presidente y se-ñores representantes de la Constituyente: las que fir-mamos la presente nos diri-

gimos a ese cuerpo legislati-vo para exponer lo siguiente: Hemos seguido con interés el transcurso de todas las se-siones que esa asamblea ha celebrado y especialmente como es natural, la del mar-tes 6 referente al ´voto de la mujer y, hemos podido comprobar con agrado que en este caso privó el espíritu de justicia y de civismo, pues a pesar de la débil voz de un infortunado que se opuso, la casi totalidad de los re-presentantes concedieron el voto a la mujer y lo hicieron en forma patriótica y justa. ´Dar al césar lo que es del césar es de sabios y creemos que por muy enemigo que sea del elemento femenino, no hay que caer hasta los linderos del ridículo. Que-rer mezclar el voto femenino con la religión o el clero es demostrar el fanatismo an-ticlerical, tan pasado ya de moda en los países civiliza-dos. El que ataca por siste-ma o porque sí, sin conocer el pro y el contra queriendo destruir lo que más arrai-gado está en el corazón del pueblo guatemalteco va a las de perder…” (págs. 1 y 4).

En enero de 1945 que-dó instalada una nueva Asamblea Legislativa para elaborar la Constitución. Tras intensos debates, el 6 de febrero de 1945, por pri-mera vez quedó reconocida la calidad de ciudadana a las mujeres alfabetas en la Constitución. Se precep-tuó que el derecho podrían

ejercerlo las mayores de 18 años que supieran leer y es-cribir. Se reconocieron los derechos de elegir, ser elec-to y optar a cargos públicos, cabe agregar que estos fue-ron ampliados para todas las mujeres en la Constitu-ción Política de la República de Guatemala hasta 1965.

Uno de los grandes so-portes de la Unión Femeni-na Guatemalteca Pro Ciuda-danía fue Gloria Menéndez Mina, quien convencida del avance para las muje-res de la época, continuó escribiendo artículos perio-dísticos acerca del derecho cívico-político alcanzado.

“¡Ya somos ciudadanas! Las mujeres de Guatemala nos encontramos de pláce-mes. La tarde del 6 de febre-ro, como la del 25 de junio serán justamente memora-bles. La primera, correspon-diente al día de ayer, marca un gran paso de avanzada de la patria dentro del carril de las genuinas democra-cias…”, cita un artículo de Nuestro Diario (1945, p.7).

Los cambios econó-micos, políticos y sociales que se dieron a raíz de la Revolución del 20 de Oc-tubre de 1944 permitieron el desarrollo de un pensa-miento comprometido con el bienestar popular, la so-beranía nacional y el apro-vechamiento racional de los recursos nacionales.

Una de las transforma-ciones más significativas fue la autonomía universi-

taria y el establecimiento de principios políticos para el ejercicio formal de los derechos ciudadanos de las mujeres. Sin embargo, como ocurre en muchas partes del mundo, aún nos queda un largo camino por recorrer.

BIBLIoGraFía• Cazali, A. (1999). La Re-

volución de Octubre y la Junta Revolucionaria de Gobierno 1944-1945. Guatemala: DIGI-USAC.

•Conmemoran aniversario 55 de voto femenino. En: ht tp://www.oem.com.mx/elsudcaliforniano/notas/n890886

• Menéndez Mina, Gloria. (1945). Discurso pro-nunciado ante el Club Nacional Femenino de la Prensa en Washington D.C. En: Revista Azul. Guatemala.

• El Imparcial, Ciudada-nía a toda mujer alfabe-ta, Año XXIII, No. 7946, Guatemala, 8 de noviem-bre de 1944.

•Diario de Sesiones de la Asamblea Constituyente (Guatemala, Tipogra-fía Nacional, febrero de 1945).

• La Hora, Voces femeninas. Voto de la mujer, Época V, No. 85, Guatemala, 10 de febrero de 1945.

• Nuestro Diario, ¡Votará la mujer! ¡ya somos ciudadanas!, 3ª época, No. 7334, Guatemala, 8 de febrero de 1945.centro de votación en 1985. (Foto: CIRMA)

12 Guatemala, 30 de noviembre de 2018el periódico de la USac

L a libertad de cá-tedra, así como la independencia política y adminis-trativa son dos de

los principales legados de la autonomía universita-ria, con la cual se propició la reestructuración de esta casa de estudios en función de las necesidades de la población.

Con un origen emi-nentemente revolucionario, la autonomía universita-ria constituye la capacidad real de autogobierno y de difundir conocimientos sin restricciones externas. Este movimiento surgió a me-diados del siglo XIX, cuan-do fueron democratizados los regímenes políticos de Europa y se rompió el pa-trón clerical de las univer-sidades, que prevaleció du-rante la época medieval y colonial.

La autonomía univer-sitaria, en Latinoamérica, tuvo origen en los movi-mientos de reforma uni-versitaria en la Universidad de La Plata, Argentina, en 1905, que posteriormente se consolidaron en 1918 en Córdoba. La valentía de la juventud universitaria se expandió hacia países como Chile, México y Perú. Gua-temala fue el primer país en Centroamérica que logró la autonomía universitaria, como producto de la Revo-lución de Octubre de 1944.

Principios como la au-tonomía y el cogobierno, la extensión universitaria, la labor investigativa de la universidad y el rol activo en temas de carácter social son principios que entraña-ron los movimientos estu-diantiles de Latinoamérica. La consigna principal de la autonomía universitaria y la reforma fue modificar la estructura, fines y conteni-dos impartidos, para que la

educación y la cultura fue-ran democratizadas.

La autonomía univer-sitaria protege al conoci-miento de las injerencias

políticas partidistas. Este valioso legado ha sobrevivi-do a momentos críticos du-rante el Conflicto Armado Interno gracias a varias ge-

neraciones de sancarlistas que lo protegieron, incluso con su propia vida.

Ante la sucesión de regímenes autoritarios e

ilegítimos desde 1954 has-ta 1984, la Universidad de San Carlos de Guatemala tuvo protagonismo en pro-cesos políticos y sociales

del país que se opusieron a la represión; sus cate-dráticos y estudiantes asu-mieron el compromiso de acompañar y defender las demandas de la población.

El saldo del involucra-miento de la USAC en lu-chas por la justicia social es trágico. La gran pérdida de intelectuales no se re-para fácilmente; fue dete-nido el potente desarrollo intelectual y científico que conllevó la Revolución de Octubre y la autonomía universitaria.

Actualmente la uni-versidad se orienta a forta-lecer la autonomía univer-sitaria y renovar sus fines, los cuales deberán debatir-se ampliamente. Es nece-sario dar paso a una nueva etapa de intelectuales y políticos que promuevan el desarrollo del país.

Ante la crisis de esta-talidad, la Universidad de San Carlos de Guatemala está llamada a desempe-ñar un papel clave en el modelaje y reconstitución de un Estado democrático que dé cabida, sin exclusio-nes, a todas las comunida-des y pueblos que integran la nación.

La USAC tiene la obli-gación de apostarle a las reformas a lo interno y externo de nuestra casa de estudios. En la pre-sente fecha el proceso de ordenamiento y estabili-dad es el gran objetivo, para poder garantizar la institucionalidad de pro-gramas, políticas y planes estratégicos. La autonomía universitaria representa los pilares que impulsan el proceso de transformación de la alma mater, será hoy y siempre nuestra garantía para generar nuevos pro-cesos que coadyuven a la construcción de una mejor sociedad.

La visión reformadora de la autonomía universitaria

Ing. murphy paiz, rector 2018-22.

¨Id y enseñad a todos