NO. 56 Organizaciones polifónicas

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26 de mayo de 2012 • Número 56 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada de todo, como en botica TEMA DEL MES

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El renovado protagonismo de los campesinos se inscribe en un curso histórico cuyos viejos patrones están tronados y donde el desarrollo, como vía a la modernidad de los pueblos demorados, está tan desacreditado como la propia modernidad. Los nuevos paradigmas no vendrán del socialismo real que estatizó las agroempresas de alto potencial dejando las tierras y cultivos marginales a los pequeños productores y las cooperativas. Pero tampoco un capitalismo cuya utopía consiste en deshacerse de los campesinos, industrializar los cultivos y suprimir el condicionamiento natural de la producción agropecuaria. Y si la salida no está en el capitalismo ni en el socialismo, habrá que inventarla, y para ello es pertinente volver la vista a la racionalidad con que viven, trabajan y resisten los campesinos modernos.

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  • 26 de mayo de 2012 Nmero 56

    Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payn Velver

    Suplemento informativo de La Jornada

    de todo, como en botica

    TEMA DEL MES

  • 26 de mayo de 20122

    La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtmoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegacin Benito Jurez, Mxico, Distrito Federal. Telfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitlhuac 3353, colonia Ampliacin Cosmopolita, delegacin Azcapotzalco, Mxico, DF, telfono: 5355-6702. Prohibida la reproduccin total o parcial del contenido de esta publicacin, por cualquier medio, sin la autorizacin expresa de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo del ttulo La Jornada del Campo nmero 04-2008-121817381700-107.

    Suplemento informativo de La Jornada 26 de mayo de 2012 Nmero 56 Ao V

    Doce tesis para explicar el modo en que la crisis de la uniformi-dad capitalista proyecta a la di-versidad sinrgica de la comuni-dad, la familia y la milpa como paradigma civilizatorio de recambio.

    1. La dimensin alimentaria de la crisis pas de ser slo cuestin estructural a ser tam-bin disparador de movimientos sociales multitudinarios. As los de Tnez, Egipto y, en general, norte de frica y Oriente Me-dio, fueron propiciados entre otras cosas por la caresta de la comida, aunque el tema no destaca en su agenda que es bsicamente poltica, mientras que las insurgencias so-ciales latinoamericanas y los gobiernos posneoliberales del subcontinente no slo tienen a la cuestin alimentaria en el orden del da sino que toman acciones enrgicas al respecto. Y en estas acciones los protago-nistas mayores son los campesinos.

    2. El neocampesinismo conservador del Ban-co Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) destaca hasta ahora slo en el discurso las virtudes de la peque-a produccin diversificada y tecnolgica-mente sostenible, respecto del monocultivo intensivo en agroqumicos y de gran esca-la, cuando de combatir el hambre se trata. Pero, en el fondo, lo que parece interesar a estos organismos multilaterales es la posibi-lidad de volver a poner el trabajo campesino al servicio de la acumulacin de capital pri-vado, pues la agricultura familiar es buena alternativa para cultivar tierras marginales, adems de que, a diferencia del agronego-cio, no puede especular con la escasez y, a la inversa, sigue cultivando y ofertando sus cosechas aun con precios muy bajos.

    3. Confluyendo con el discurso neocampe-sinista del BM y el FMI, numerosos gobier-nos y trasnacionales estn empeados en una carrera planetaria por hacerse de ver-tiginosas extensiones de tierra, paso previo a la ampliacin y profundizacin del mo-delo de agricultura industrial y mercadeo especulativo.

    4. Lejos de ser excluyentes, el neocampe-sinismo conservador y el neolatifundismo globalizado parecen encaminarse a confor-mar un dualismo agropecuario semejante al que la Comisin Econmica para Am-rica Latina y el Caribe (Cepal) y la Alianza para el Progreso promovieron en la segun-da mitad del siglo XX. Agricultura bimodal donde los campesinos trabajan en tierras malas y cultivos poco rentables destinados al mercado interno o a la agroindustria, mientras que el agronegocio opera en las tierras ms frtiles y los cultivos de expor-tacin ms redituables. Modelo perverso al que no es seguro que escapen los pases del cono sur con gobiernos posneoliberales, pues en sistemas econmicos pluralistas como son esos, donde coexisten empresas estatales, grandes empresas privadas y eco-nomas domsticas, la moneda del futuro sigue en el aire.

    5. Es necesario, entonces, analizar crtica-mente tanto el revival de las recetas desa-rrollistas como el propio concepto de de-sarrollo. Y es que ni en la agricultura ni en el conjunto de la economa es pertinente apostarlo todo al crecimiento, pero tam-poco es posible renunciar por completo al fomento de actividades socialmente ne-cesarias y al incremento sostenible de su productividad. Y parte importante de este neodesarrollo virtuoso est en la produc-cin alimentaria y en la expansin de los servicios pblicos al campo.

    6. Todo hace pensar que los necesarios para-digmas alternos no vendrn del capitalismo que sin embargo algo ensea ni tampoco del socialismo que ciertas lecciones dej, sino ms bien de la comunidad agraria ac-tual y de la familia campesina moderna, entidades sociales que, estando insertas en el mercado, no lo interiorizan como la ra-cionalidad dominante de su reproduccin.

    7. En el modo campesino de producir y de distribuir, la economa cuenta pero no manda, porque la agricultura domstica aspira a ser rentable o cuando menos

    econmicamente viable pero su objetivo mayor no es el lucro sino el bienestar de la familia. Se trata, pues, de una economa moral inscrita en la lgica comunitaria del buen vivir.

    8. Los razonamientos y clculos con que los campesinos toman decisiones responden a una lgica socioeconmica no capitalista que sin embargo es rigurosa, cuantifica-ble, formalizable y, hasta cierto punto, es-calable. Por resultar de la coexistencia de compulsiones internas de carcter moral y externas de ndole econmica, el modelo implcito en la reproduccin campesina es compatible no sin tensiones tanto con la racionalidad del bienestar como con la economa de mercado.

    9. Como la naturaleza que lo cobija, el campesino es uno y mltiple, diverso y articulado. Su paradigma vital es el de la pluralidad sinrgica: entrevero virtuoso de actividades y dimensiones que en lo pro-ductivo ilustran la milpa mesoamericana, el conuco caribeo, el cultivo por pisos ecolgicos en Los Andes y otras prcticas agrcolas tradicionales.

    10. Adems de configurar un sistema pro-ductivo que a travs del policultivo ga-rantiza una relacin sostenible con la na-turaleza, la milpa encarna un modelo de economa diversificada plausible en lo ali-mentario y resilente como pocos a las fluc-tuaciones del clima y el mercado, mientras que en la esfera de lo social es emblema de convivencia armnica y de pluralidad soli-daria. Ms que cultivo paradigma, hacer milpa es la alegora de un modo de vida y una cosmovisin holistas, de una prctica pluridimensional y un pensamiento totali-zador y sinttico, que le dan diez y las ma-las a la accin parcializada y a las simplis-tas estrategias analticas del pensamiento instrumental.

    11. La diversidad articulada y virtuosa propia de la milpa es tambin caracterstica de los movimientos sociales agrarios. Acciones colectivas que, a diferencia de las clasistas, no son uniformes sino socialmente vario-pintas y polifnicas. Movimientos que ms all de la estrechez gremial son capaces de poner en accin a sociedades locales y re-gionales enteras por muy diversas y hasta polarizadas que estas sean.

    12. Tambin las organizaciones campesinas estn abandonando el talante especiali-zado de las empresas y los sindicatos para adoptar el modelo polifnico de las uni-dades domsticas, las comunidades y los movimientos agrarios. Verdaderas familias extendidas, las agrupaciones rurales mul-tiactivas son la expresin organizativa de la pluralidad tecnolgica, econmica, social y cultural que demanda una realidad que, tanto en su dimensin humana como en su dimensin ambiental, es intrnsecamen-te diversa. Realidad de suyo heterognea cuyo torpe emparejamiento por obra del capitalismo nos tiene muy malitos.

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    COMO EN FAMILIA

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  • LA VIDA CAMPESINA es una vida dedicada por entero a la sobrevivencia. Esta es tal vez la nica caracters ca totalmente compar -da por todos los campesinos a lo largo y an-cho del mundo. Sus aperos, sus cosechas, su erra, sus amos pueden ser diferentes, pero, independientemente de que trabajen en el seno de una sociedad capitalista, feudal, u otras de ms di cil clasifi cacin, indepen-dientemente de que cul ven arroz en Java, trigo en Escandinavia o maz en Sudamrica, en todas partes se puede defi nir al campesi-nado como una clase de supervivientes. To-dava hoy se puede decir que los campesinos componen la mayor parte de los habitantes del globo. Pero este hecho oculta otro ms importante. Por primera vez en la historia se plantea la posibilidad de que esta clase de supervivientes pueda dejar de exis r.

    (...)

    ERA EL NICO hombre del pueblo que plantaba manzanos nuevos () Los otros hombres argumentaban que los rboles vie-jos, algunos de los cuales tenan quiz cien aos, duraran hasta que ellos murieran y luego los huertos quedaran abandonados.

    Cuando yo me haya ido al otro mundo, na-die va ha trabajar mis campos, deca uno de ellos ()

    Marcel, sin embargo, era fi lsofo (y) as ex-plicaba por qu segua plantando manzanos.

    Mis hijos no trabajaran la erra. Quieren te-ner los fi nes de semana libres y vacaciones y un horario fi jo. Les gusta tener dinero en el bolsillo para poder gastarlo. Se han ido a ga-nar dinero; les vuelve locos. Michel se ha ido a trabajar a una fbrica. Edouard trabaja en el comercio () Creo que estn equivocados. Pasarse el da vendiendo cosas, o trabajar cuarenta y cinco horas a la semana en una fbrica no es vida para un hombre: este po de ofi cios slo llevan a la ignorancia. No es posible que vuelvan a trabajar en el campo. La granja terminar cuando faltemos Nico-le y yo. Para qu, pues, trabajar con tanto esfuerzo y tanto empeo en algo que est condenado? Y a esto yo contesto: este traba-jo es una manera de preservar el saber que mis hijos estn perdiendo. Cavo los hoyos, espero la luna nueva para plantar los arboli-tos porque quiero dejar ejemplo a mis hijos, si es que estn interesados en seguirlo, y, si no lo estn, para demostrar a mi padre y al padre de mi padre que el conocimiento que ellos transmi eron todava no ha sido aban-donado. Sin este saber no soy nada.

    John Berger. Puerca erra.

    LA PRIMERA CONSTELACIN sera la de la agricultura campesina, que bsicamente depende del uso sostenido del capital eco-lgico, y busca defender y mejorar el sus-tento. A menudo una de las caracters cas principales es la mul funcionalidad, en tan-to la mano de obra bsicamente la propor-ciona la familia y la erra y otros medios de produccin importantes son tambin de su propiedad.

    Jan Douwe van der Ploeg. Nuevos campesinos. Campesinos e imperios alimentarios.

    TAL COMO REVELAN las historias migra-torias y laborales de los migrantes oaxa-queos, stos entran y salen de ml ples y diversos nichos econmicos y culturales. En trminos de las posiciones de clase, su ex-periencia es la de una diferenciacin interna compleja. He llamado a tal persona diferen-ciada internamente polibio. Polibio proviene de anfi bio. Los anfi bios son animales que pasan una parte de sus vidas en un medio y el resto en otro, y enen formas dis ntas en cada uno de ellos. De manera similar los polibios son personas quienes, en dis ntas escalas temporales, ya sean aos, meses o das, entran y salen no slo de dos medios diferentes, sino de ml ples espacios eco-nmicos y diversas posiciones de clase. As, respecto de sus posiciones de clase e iden -dades culturales, se encuentran diferencia-dos internamente. En tanto la mayor parte de los anlisis de clase examinan la manera en que los individuos se diferencian entre s, por ejemplo en proletarios, capitalistas, et-ctera, concentrar nuestra atencin en los polibios nos lleva a la interrogante de cmo se diferencian los individuos al interior de s mismos, de modo que ellos en sus propias personas, pueden ocupar ml ples posicio-nes de clase () Vivan los polibios!

    Michael Kearney. La comunidad rural oaxaquea y la migracin: ms all de las

    pol cas agraria e indgena.

    Este es un fragmento de la historia de

    Thomas Cole, un po que no piensa con la cabeza sino con las manos. Un facttum cuyas ml ples habilidades

    ofenden a la cultura de la especializacin y cuya intuicin agravia a una ciencia

    que slo sabe acumular conocimientos. La irrupcin de Cole, quien se transporta en una destartalada carreta campesina

    rada por un par de jamelgos, termina por colapsar al sistema social

    compar mentado y autoritario que preside el dictador Reinhart. Como en

    este suplemento pensamos que tambin a nosotros nos hara bien ser desquiciados

    por la rs ca polifona de un Cole, reproducimos dos prrafos del cuento.

    NOSOTROS NO SABEMOS arreglar nada. Somos seres especializados. Cada uno ene su propia ocupacin, su propio trabajo. Yo en endo el mo, usted el suyo. La evolucin ende a una especializacin cada vez ma-yor. La progresiva complejidad impide que ninguno de nosotros adquiera conocimien-tos fuera de nuestro campo personal () Me resulta imposible entender lo que est haciendo la persona que trabaja a mi lado. Demasiados conocimientos acumulados en cada campo. Y demasiados campos.

    Este hombre es diferente. Lo arregla todo, hace de todo. No trabaja a par r del co-nocimiento, ni a par r de la preparacin cien fi ca (), de la acumulacin de hechos clasifi cados. No sabe nada. No se trata de un proceso mental, una forma de aprendi-zaje. Trabaja guiado por la intuicin. Su po-der reside en sus manos, no en su cabeza. Es un hacedor. Sus manos! Como un pintor, un ar sta. Atraviesa nuestras vidas como la hoja de un cuchillo.

    Philip K. Dick. El hombre variable.

    John Berger. Nacido en Londres el autor es ensayista, novelista y poeta, desde hace aos vive y trabaja como campesino en una comunidad rural francesa. El libro que aqu se cita entrevera poesas, cuentos y ensayos basados en su experiencia como granjero.

    Philip K. Dick. Nacido en Chicago y radicado casi toda su vida en California, escribi cuentos y novelas de ciencia fi ccin, en uno de las cuales se inspir la pelcula Blade Runer.

    Jan Douwe van der Ploeg. Es profesor en la Universidad de Wageningen, Pases Bajos, y ha trabajado tambin en Per e Italia.

    Michael Kearney. Es profesor en la Universidad de California, Riverside, y por muchos aos trabaj con migrantes mexicanos en Estados Unidos

  • 26 de mayo de 20124

    Camila Paz Paredes

    Nunca haba estado en un lugar donde slo oyera lengua ind-gena; donde, como si estuviera en otro pas, tuviera que pedir, apenada y despus de un rato de guardar si-lencio, que por favor me hablaran en espaol porque no entenda.

    Uno sabe (ms bien supone) que hay comu-nidades donde la lengua de uso cotidiano es indgena, pero esto rara vez se hace visible: a los mestizos, a los que se nos ve lo citadinos, nos hablan en espaol. A veces ni siquiera nos preguntamos si el nativo es zapoteco, na-hua, tzotzil () No slo se debe a nuestra cmoda posicin de turistas de urbe, sino a la vergenza que sienten algunos indgenas de hablar su lengua originaria. Para quien haya ido a Chiapas, por ejemplo, esto sonar familiar.

    El pasado mes de abril, sin buscarlo, me encontr en San Miguel Tzinacapan, un municipio de Cuetzalan, Puebla, regin donde ms del 70 por ciento de los habitan-tes hablan nhuatl. Yo ni saba que exista San Miguel. Iba en plan de paseo al centro de Cuetzalan. Me hosped en las cabaas de la Tosepan Titataniske, una cooperativa campesina que ha salido adelante a pesar de las trabas del gobierno, el mercado y el cam-bio climtico, y que tiene una multitud de proyectos y curiosidades, desde una precio-sa huerta madre de caf, hasta una escuela Montessori autosustentable, una lnea de jabones, cremas y shamps, y un hotelito le-vantado con bamb sobre un cerro.

    Entre comedor y aventones, conoc a Al-degundo, un joven socio de la Tosepan que me invit a conocer su pueblo, San Miguel Tzinacapan, donde su esposa daba un taller para nios.

    Segn un letrero de la plaza central, ms del 80 por ciento de los habitantes de San Mi-guel hablan nhuatl. En un extremo de la plaza est la escuela y su pequea biblioteca. Ah, sobre una mesa, se extenda un mapa del pueblo hecho con recortes y colores. Los nios del taller haban dibujado los lugares ms importantes de su comunidad. Nadie los lleva. Piden permiso en casa y se encaminan a la biblioteca, donde recrean e identifican los lugares y sus nombres. Pero no es una cla-

    se de geografa, sino un taller de toponimias: cada sitio en la regin tiene un significado especial y una historia. Aqu se ve cmo el nhuatl es forma de vida, es espritu de las cosas. Los lugares nombrados en la lengua de los nios son sus lugares; relacin con un mundo que es hogar.

    Una nia de diez aos escriba en espaol con letra y ortografa casi impecables, sos-teniendo un libro de historia. Saben bien el

    espaol como idioma del sistema educativo oficial, pero su primera lengua es el nhuatl. Eso son, eso es Tzinacapan, Cuetzalan, To-sepan. Aqu el que no habla nhuatl es ex-tranjero, es el que se apena, el que se siente inseguro y no sabe cmo interpretar las risas, las miradas, cmo dirigirse a la gente.

    Del otro lado de la plaza, subiendo una callecita, est la clnica de la Tosepan. La doctora es una estudiante de la Universidad Anhuac que hace servicio social aqu, como otros jvenes de la Ibero, del ITAM o de la UNAM. Las estancias son de uno o dos aos y muchos desertan pronto. No se entienden con la vida en San Miguel ni con su gente, se sienten incmodos, no comprenden las bromas y los juegos de los nios a quienes encuentran todos los das en la plaza. Aun-que la gente sabe espaol, la vida transcurre en otra lengua.

    Uno de los doctores, cuenta Aldegundo, sor-prendi a la comunidad. Tambin se vea que era de fuera. El que camina lento, le decan. El joven bajaba a la plaza y se una a los partidos de futbol de los nios que sa-lan de la escuela. Ah se zanj finalmente la brecha: en la convivencia abierta, en el jue-go vital con nios cmoda y orgullosamente dueos de su lengua, el joven aprendi a ha-blar nhuatl como si le fuera natural.

    La Tosepan ensea el nhuatl a sus nios porque est en juego la identidad, la for-ma de vida y el sentido del mundo de una inmensa cantidad de gente que vive en el campo. En tiempos donde la aspiracin aco-rralada de estos jvenes es huir de la pobreza y la violencia, abandonar sus lugares, sus cos-tumbres, renunciar a su lengua, San Miguel Tzinacapan y la Tosepan Titataniske signifi-can que es posible una vida indgena y rural clida y orgullosa, en sus comunidades, en su lengua, en su hogar.

    ORGANIZACIONES POLIFNICAS

    HABLAR UN MUNDO

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  • 26 de mayo de 2012 5

    Rosario Cobo y Lorena Paz Paredes

    En la serrana nororiental de Pue-bla viven cientos de familias n-huatl y totonacas organizadas en la Unin de Cooperativas Tosepan que hoy cuenta con cerca de 20 mil asociados de 150 comunidades de 16 municipios. En sus orgenes, hace ya 37 aos, lo que uni a varios de estos pobladores indgenas y a algu-nos mestizos pobres fue la necesidad de abas-tecerse de azcar y alimentos bsicos, y lu-char contra comerciantes abusivos, caciques y acaparadores de caf y maz. Desde enton-ces la organizacin emprendi diversos pro-yectos, entre otros el del acopio, beneficio y comercializacin de caf y pimienta, porque esta es una regin cafetalera; tiendas y cajas de ahorro y prstamo comunitarias; un cen-tro de capacitacin; servicios de ecoturismo y de educacin ambiental y fortalecimiento de la identidad indgena; recuperacin del cultivo de milpa con mtodos orgnicos para asegurar y mejorar la alimentacin familiar; rescate de tradiciones, como la milenaria apicultura nativa con la abejita melipona, y recientemente tambin de cooperativas de vivienda y para el cuidado de la salud.

    Hoy la Tosepan es una Unin cooperativista que ensambla a nueve cooperativas autno-mas aunque enlazadas. De que nacimos hasta orita, mucho hemos crecido pero el ob-jetivo sigue siendo el mismo: Neskaltilis tein nochipa tech uikas (desarrollarnos para una vida mejor de manera sustentable). Trabaja-mos dice un socio fundador no slo para conservar lo que tenemos, sino para mejorar, para cambiar el futuro.

    La Tosepan es como una gran familia de las socias y socios, que se ocupa de todas sus necesidades. Lo que preocupa a los socios preocupa a la organizacin. Por eso tambin practicamos la diversificacin cuenta un joven del consejo directivo, como le hacen las familias campesinas: el cafetal est jun-to a la vivienda; las ollas donde se colecta la miel de la melipona estn en la casa, y en la huerta donde se cultiva el caf de sombra hay muchas plantas y rboles tiles, frutales y maderables. En las parcelas y traspatios te-nemos hierbas comestibles y medicinales, de ah que la Cooperativa impulse la medicina, la herbolaria, la apicultura tradicional y la milpa orgnica.

    Desde sus orgenes, la Tosepan naci diversifi-cada en ms de un sentido: en la lucha por el abasto, por ejemplo, participaron campesinos, artesanas, albailes, maestros. Y como siempre nos organizamos para resolver los problemas de las comunidades, ya sea sociales, econmicos o culturales, sin centrarnos en una sola cosa, nuestro proceso fue la diversificacin, integran-do las acciones con un solo propsito.

    La ruta de esta organizacin-familia, que es tambin un movimiento cooperativista, la trazan las asambleas comunitarias donde se expresan necesidades y preocupaciones de la gente. Ah se tratan asuntos de las coopera-tivas: del ahorro, del caf, del abasto, de la sa-lud explica una promotora, pero tambin de lo que afecta a la poblacin y no slo a los socios, se habla de caminos, de falta de agua y de servicios bsicos y hasta de cmo hacer la capilla. Ahora cada comunidad hace su plan de trabajo al principiar el ao. Gracias a eso la asamblea general de la Tosepan y su consejo directivo van orientando sus proyec-tos, sus lneas de capacitacin y asistencia tcnica, compartiendo y reflexionando lo que preocupa a socios y no socios, y obede-ciendo as lo que dicen las comunidades.

    En ese camino explican los directivos de Tosepan hemos buscado un equilibrio entre

    diversificar dentro de un proyecto nico y a la vez especializar, pues cada rea requiere habilidades y conocimientos particulares. Nuestro principio es: diversifcate y especia-lzate. Y no les falta razn, pues la organiza-cin comparte este mismo modelo de plurali-dad e integracin, que practican las familias y las comunidades. La clave est en respetar el ritmo, no ir demasiado despacio ni dema-siado rpido. Y tambin respetar el ritmo de cada quien, que no caminan igual los toto-nacas, que los nahuas, que los mestizos ()

    La Cooperativa es tambin una identidad o ms de una, y como la mayora de la pobla-cin es indgena hay diferencias culturales que tienen que ver con el pasado, con la his-toria () Los totonacas explica un promo-tor entran rpido en conflicto, los nahuas son ms conciliadores, buscan consensos, no son tan agrestes, quiz porque no hubo caci-cazgos de sangre en algunas zonas () Cada grupo tnico tiene su carcter y sus virtudes y hay que saberlas aprovechar. Por ejemplo los totonacos han preservado mucho sus cos-tumbres, lo que se nota en que las seoras de ellos ganan los concursos de recetas de coci-na que hacemos en la organizacin.

    Pero antes la gente deca yo soy nahua o yo soy totonaco o yo soy de Cuetzalan. Ahora

    les pregunto Eres Tosepan? Y la gente me contesta S, soy Tosepan! En el centro de capacitacin de la Cooperativa, el Kaltaixpe-taniloyan, o la casa donde se abre el espritu, Aldegundo, encargado de la radio Tosepan Limaxtum y los medios de comunicacin, dice que aqu se valora el nahua, el vestido tradicional y la cocina regional. En muchos lugares, a los indgenas les apena hablar su lengua originaria, en la Tosepan se aver-genzan los que no hablan nhuatl. Casi 72 por ciento de los habitantes de Cuetzalan habla nhuatl, pero el porcentaje es mayor entre los adultos y lo hablan menos jvenes e infantes, que son el eslabn para que la lengua no se pierda. Por eso en la Tosepan se est haciendo un diccionario con la raz de cada palabra, y una gramtica prctica para ensear a leer y a escribir en nhuatl a la gente cooperativista. Y tambin, con este fin, desde el 2011 en la escuela Montessori de la Cooperativa se dan clases de nhuatl y se educa a las nuevas generaciones en el orgullo de su lengua.

    Hoy, como en el pasado, la organizacin rene a personas y grupos muy diversos: par-ticipan mujeres, hombres, jvenes y viejos, ni-os y nias, indgenas y mestizos, cafetaleros, pimienteros, ahorradoras, artesanas, todas y todos se capacitan y aprenden y ensean jun-tos a vivir mejor y de manera solidaria, pero en aos recientes la Tosepan est empea-da en fortalecer la equidad entre hombres y mujeres y la convivencia multigeneracional. Muchas organizaciones campesinas cuen-ta un dirigente de la segunda generacin de la Tosepan, porque ya han pasado por la Coo-perativa tres generaciones y van por la cuar-ta tienen una sola lnea de trabajo y eso hace que vayan envejeciendo los que saben de eso () Como aqu hay tantas reas, se interesan los jvenes en la comunicacin, en la agricul-tura orgnica, y junto con los abuelos hacen meliponicultura o ecoturismo, y los nios y nias ahorran, van a la escuela a aprender de otro modo y no hay duda que ellos sern los futuros cooperativistas.

    Hoy casi 70 por ciento de los socios son muje-res y cada vez ms socias son nombradas juezas de paz en sus comunidades, porque han de-mostrado ser trabajadoras, responsables y jui-ciosas, pero an no hay equidad de gnero en el consejo directivo y en otras reas de decisin y trabajo. Por ejemplo en la Cooperativa Tose-pan Pajti (Salud para Todos), por qu todas las guardianas de la salud de las familias tienen que ser mujeres? Tambin pasa igual en otros trabajos dice una promotora. Por ejemplo, en nhuatl a las labores que hacen los hombres se les llama tetik, y a las que hacen las mujeres se les dice chiualis. Pero as como hay muchas mujeres que hacen tetik, debera haber ms hombres que hicieran chiualis, no?

    ORGANIZACIONES POLIFNICAS

    LA UNIN DE COOPERATIVAS TOSEPAN: UNA FAMILIA MUY GRANDE

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  • 26 de mayo de 20126

    El Programa de Vivienda Sustentable de la Tosepan Titataniske:

    UN MODELO DE DIVERSIFICACIN E INTEGRALIDAD

    Miguel Meza Castillo

    Cuatro mil socios de la Unin de Cooperativas Tosepan Titatanis-ke, de los cerca de 20 mil que la integran, han sido beneficiados con vivienda en tan slo seis aos. Pero si bien la cantidad es importante, la calidad tambin lo es, pues se trata de que las vivien-das sean sustentables, es decir que ahorren energa, aprovechen el agua de lluvia y ade-ms cuenten con espacios para producir ali-mentos sanos para las familias.

    El Programa de Vivienda Sustentable (PVS), puesto en marcha por la Tosepan en 2006, es un ejemplo notable del modelo de diver-sificacin seguido por la organizacin. En l participan de forma coordinada algunas de sus cooperativas, se articulan varios pro-gramas y se conjuntan y potencian recursos financieros y naturales de la regin.

    En el PVS participan cuatro cooperativas y un grupo de trabajo: la de ahorro y prsta-mo Tosepantomin, que es la responsable del manejo de los recursos del programa; la de materiales de construccin, Tosepan Toye-ktanemililis, encargada de adquirir, producir y distribuir los materiales para la edificacin; la de produccin de bamb, Tosepan Ojta-sentkitinij, que produce accesorios; la de sa-lud, Tosepan Pajti, que promueve el uso de ecotecnias como estufas ecolgicas, huertas familiares e instalacin de corrales de pollos y guajolotes con miras a la produccin de alimentos sanos, y el grupo de supervisores de vivienda, responsables de la buena cons-truccin. De esta manera el programa ha po-tenciado el trabajo colectivo con un enfoque integral y sustentable.

    El fondo financiero del PVS esta integrado por la suma del ahorro de los socios que soli-citan vivienda, el crdito proporcionado por la caja de ahorro y prstamo y los subsidios provenientes de la Comisin Nacional de la Vivienda (Conavi).

    El ahorro de los socios es la clave del pro-grama, pues solamente si el socio tiene aho-rro suficiente puede solicitar crdito y una vez que tiene los dos puede recibir el sub-sidio gubernamental. Para la construccin

    de vivienda el monto es mayor que para el mejoramiento: un socio que tiene ocho mil pesos ahorrados y quiere construir, tiene de-recho a una crdito de 40 mil y a un subsidio de Conavi de un poco ms de 43 mil pesos, mientras que un socio que tiene mil 600 pe-sos ahorrados y quiere mejorar su vivienda puede pedir un crdito de hasta 20 mil pesos y recibir un subsidio de 15 mil.

    Esta forma de operar da lugar a un crculo virtuoso en el que se potencian y se usan de forma eficiente los recursos, lo que ha per-mitido el crecimiento del programa, de tal manera que mientras en el 2006 se benefici solamente a 26 familias, para el 2011 ya eran cuatro mil, multiplicndose varias veces el nmero de familias beneficiadas.

    Del total de la inversin realizada en el PVS el 15 por ciento corresponde al ahorro de los socios, el 34 a crdito de la caja de ahorro y el 51 por ciento a subsidios de Conavi.

    El programa de vivienda ha sido un incen-tivo para que un nmero cada vez mayor de personas ahorren. Al principio comen-ta lvaro, asesor de la Tosepan muchos so-cios de la caja de ahorro no se animaban a pedir prstamo para vivienda pero conforme aumenta la experiencia y la confianza, cada vez son ms lo que solicitan y muchos que no eran socios le entraron a la organizacin por el inters de obtener crdito para vivienda.

    De esta forma, al mismo tiempo que ha cre-cido el nmero de beneficiados con vivien-da, tambin ha aumentado el nmero de ahorradores; as, mientras en 2007 los socios de la caja de ahorro y prstamo eran seis mil 100, en 2012 son 18 mil 900.

    Pero el nmero de socios de la caja agrega lvaro no solamente ha crecido por la vi-vienda, tambin por las tasas de inters que se paga por el ahorro y porque el servicio de pago de remesas les interesa, y como ven que el ser-vicio es bueno y confan en la organizacin, algunos dejan sus remesas como ahorro.

    El crecimiento del PVS tambin ha impactado favorablemente a la cooperativa de materiales, pues el volumen de materiales de construccin requeridos, tanto industriales como de la re-gin, se ha incrementado, y esto permite redu-cir costos y aprovechar mejor los recursos regio-nales. Inicialmente dice Jos, el responsable del rea de adquisicin de materiales industria-les trabajamos con la Cooperativa Cemento Cruz Azul (para la compra de cemento) pero despus Cementos de Mxico (Cemex) nos ofreci un precio ms bajo por bulto y Apasco tambin y yo tengo que negociar con los pro-veedores para que me ofrezcan mejor precio.

    Por otro lado, nos dice Eleuterio, responsa-ble del rea de materiales de la zona, en la regin hay bancos de materiales y lo que hacemos es buscar los ms cercanos para surtir ms rpido y ms barato, pero adems la gente los prefiere porque los conoce. Al-gunos prefieren la grava de piedra de cerro por costumbre pero otros prefieren la que se produce con piedra de ro porque no tiene salitre y la casa tiene un ciclo de vida mayor pues el salitre pica la varilla. Adems la are-nilla que se obtiene al triturar la piedra para obtener grava la cooperativa la utiliza para la produccin de block, que se utiliza mucho en el nuevo sistema constructivo trmico.

    La edificacin de vivienda tambin sta articulada a la cooperativa de produccin de bamb, que es la que produce accesorios de bamb, madera y metal y adems mue-bles para el hogar, y el bamb que utiliza esta cooperativa se lo compran a campesinos socios de la Unin que lo producen en sus parcelas, al mismo tiempo que lo utilizan como barreras vivas para proteger sus culti-vos de caf y maz contra los vientos, y para conservar suelo y retener el abono orgnico.

    Finalmente, hay que decir que los supervi-sores desempean un papel muy importante en el aspecto sustentable de las viviendas, pues sugieren su buena orientacin para aprovechar la luz natural, la buena ventila-cin para evitar la humedad, el uso de bio-digestores para tratar el agua, aditamentos para aprovechar el agua de lluvia, la cons-truccin de estufas ecolgicas ahorradoras de lea y el establecimiento de huertos fa-miliares y corrales de gallinas y guajolotes para la produccin de alimentos sanos.

    Sin duda el PVS esta satisfaciendo una ne-cesidad bsica de los socios de la organiza-cin y de ah su constante crecimiento desde que empez, pues como dice Antonio, socio de la cooperativa: Tener una casa es tener un patrimonio para tus hijos lo que para no-sotros es muy importante.

    COMERCIALIZACIN, AHORRO, VIVIENDA, SALUD... LOS DISTINTOS SERVICIOS DE LA TOSEPAN, EN LA EXPERIENCIA DE ANTONIO

    Hace 15-17 aos, quiz ms, iniciamos con el programa de caf orgnico. ra-mos 10-15 socios nada ms. Despus, hace como 12 aos, como 30 o 40 pro-ductores de caf entramos a la Caja de Ahorro Tosepantomin, en la que aho-rramos y podemos pedir prstamos. En un principio solamente entregba-mos nuestro ahorro y podamos solici-tar prstamos, pero despus dieron el apoyo para el pago de servicio de luz, pues antes tenamos que pagar en Ma-zatepec, para lo que tenamos que per-der un da, pagar pasaje y comida, pero adems un da mataron a un compa-ero cuando iba a pagar su luz porque lo quisieron asaltar. Ahora el centro de atencin de la Caja que est aqu en la comunidad capta ahorro, ofrece segu-ros de vida, crditos, pago de servicio de luz y pago de remesas.

    Hace tres aos en el 2009 solicit apoyo para vivienda, y para que me dieran un crdito de 20 mil pesos y un subsidio de 35 mil tena que tener una ahorro de cinco mil pesos. El crdito fue por un plazo de un ao con una tasa de inters del ocho por ciento anual.

    Como parte de los apoyos puse una huerta familiar, algunos pollos y guajo-lotes cercados y una estufa ecolgica. La estufa ecolgica u liza lea pero no tanta como el fogn de tres piedras. En la huerta familiar tengo matas de jito-mate, quelites de temporal, chiles (chil-tepn); es nada ms para el consumo de la familia, es un ahorro. Lo mismo con las gallinas; si las gallinas, ponen ya no hay que comprar huevo; es un ahorro temporal porque no son gallinas pone-doras, sino de rancho y slo ponen en determinado empo.

    De los 800 socios de Zaca pan, ms o menos entre el 85-90 por ciento enen casa del Programa de Vivienda .

    En la comunidad antes nada ms esta-ban los promotores de salud, que de-can que era lo que se tena que hacer para tratar de no enfermarse. Ahorita hay un doctor en la comunidad con el que se a enden los socios cuando e-nen alguna enfermedad. Esto se pro-puso porque hay una clnica del Seguro Social pero los sbados y domingos no hay atencin. El mdico est de lunes a domingo y una semana descansa. Es un orgullo tener una casa porque cuando an viva mi padre me dijo que la hiciera bien y ahora que ya no est, pienso que me est viendo. Pero para tener acceso al programa de vivienda se enen que cumplir ciertos requisitos: que el socio sea ac vo, que no falte a las reuniones mensuales y que est organizado y no disperso.

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  • 26 de mayo de 2012 7

    Lourdes Edith Rudio

    La Unin Nacional de Organizacio-nes Regionales Campesinas Au-tnomas (UNORCA), nacida en 1985, es una agrupacin de perfil nacional que sirve muy bien para la reflexin sobre la evolucin, cambio y recambio de las organizaciones del campo.

    Si bien hay diversas versiones de sus actores sobre la evolucin histrica de la UNOR-CA, hay coincidencias en elementos claves: la agrupacin result novedosa pues surgi abandonando la alineacin partidista las agrupaciones dominantes, la Confederacin Nacional Campesina (CNC) y la Central Campesina Independiente (CCI) eran de cla-ra filiacin prista y lleg a cubrir vacos, por ejemplo atender pragmticamente demandas de sus agremiados en temas nacientes para el agro, como eran asuntos especficos de co-mercializacin de granos o de gestin finan-ciera, y ms all del discurso agrarista o ideo-logizado crear toda una agenda de propuestas de reformas de polticas para el campo.

    Asimismo fue el lugar donde se gestaron organizaciones especializadas, en particu-lar la Asociacin Mexicana de Uniones de Crdito del Sector Social (AMUCSS) y la Red Mexicana de Organizaciones Foresta-les (Red-Mocaf), Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC).

    Segn Luis Meneses, uno de los pioneros de UNORCA, sta se construy como una gran convergencia de organizaciones locales y re-gionales de distintos lugares del pas y trat de construir un lenguaje y un programa ms integrales, ms amplios.

    Entre 1983 y 1985 relata se hicieron varios encuentros especializados: sobre financia-miento rural; sobre abasto; sobre comerciali-zacin de granos, que era lo que producamos fundamentalmente en ese momento, y sobre la cuestin agraria, y aunque tombamos un tema en cada uno de los encuentros, acudan organizaciones que en ese momento tenan un carcter regional o local. Todava existan las uniones de ejidos, haba algunas asociaciones regionales de inters colectivo (ARICs) y gru-pos de cooperativas. Adems de que empeza-ban a surgir fuertemente experiencias de finan-ciamiento tanto en el noroeste de Chihuahua como en el noroeste del pas, en Sonora.

    Hicimos estos encuentros con una visin de programa integral de atencin al conjunto de la problemtica que tena el campo. No era slo nos vamos a organizar en esta regin y luego a ver dnde nos juntamos, sino ya existen algunas organizaciones en varios la-dos del pas, y la manera de enlazarlas es por medio de un programa amplio ms all de lo que tradicionalmente vean en una regin. Los de Nayarit decan yo quiero vender mi maz. Ese es mi problema principal, pero el encuentro con los dems nos dio la visin de por qu no vemos cmo construir espacios fi-nancieros, o por qu no vemos el asunto del abasto o por qu no le entramos a programas de autoconstruccin de vivienda. Si tenan problemas agrarios esos productores de maz, con el encuentro agrario que se realiz en Huejutla all se aglutinaban los problemas agrarios de todos. Ese intercambio fue muy fundamental para construir la UNORCA. Estos foros sirvieron para que distintos lderes de organizaciones locales y regionales se fue-ran encontrando, discutieran juntos y cons-truyeran una propuesta programtica.

    Entonces, agrega, an no se tena clara la apertura comercial que afectara al campo y que modificara su estructura institucional y de operacin. Esas preocupaciones no exis-tan; no fue esa nuestra motivacin, sino ms bien la autogestin y la coordinacin, como grupo, de organizaciones locales y regiona-les, para permitirles mayor capacidad de ges-tin y de organizacin del trabajo. Estaba en el centro que los productores se apropiaran de los procesos productivos, comerciales, fi-nancieros, desarrollar fuerza propia con vi-sin campesina.

    Gonzalo Chapela, otro pionero, comenta: En esa poca en que se cocin UNOR-CA fue importante la participacin de personajes claves. Las relaciones de Hugo Andrs Araujo y de Gustavo Gordillo y el prestigio de ste ltimo ayudaban a abrir es-pacios, reuniones con secretarios, directores generales; la gente vena a las reuniones por-que tenamos entrevistas con esta gente y se desatascaban proyectos, conflictos agrarios, etctera. Era una dinmica con zanahoria, clientelar, muy pragmtica.

    Y si bien nunca se determin formalmente as, ni se plane en un documento escri-to, agrega, la agenda de la UNORCA hizo que se fuera fraguando el surgimiento o desprendimiento de organizaciones espe-cializadas (la AMUCSS y la Red-Mocaf). Hubo una comisin de financiamiento que Gustavo Gordillo manejaba directamen-te y muy entusiasmado por su experiencia en los fondos de autoseguro y la unin de crdito en la coalicin de Sonora. Hicimos tambin una agenda forestal, esa me la en-cargaron a m, por mi experiencia en esa rea en Michoacn.

    La UNORCA experiment sin embargo una fractura interna, pues figuras fuertes de la organizacin estaban identificadas con Carlos Salinas, ganador de las elecciones de 1988, y luego la UNORCA sirvi como hilo conductor para la creacin del Con-greso Agrario Permanente (CAP) donde a conveniencia del gobierno salinista y por medio de pagos econmicos, compras de casas a las organizaciones y dirigentes y fi-

    nanciamientos de proyectos productivos, se aglutin a prcticamente todas las centrales campesinas y se les coopt para que acep-taran la firma en 1993 del Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte (TLCAN) y para que accedieran a la modificacin en 1992 del artculo 27 constitucional sobre te-nencia de la tierra.

    En ese marco, Hugo Andrs Araujo asumi la dirigencia de la CNC, y Gustavo Gordillo fue nombrado subsecretario de Agricultura, comenta Chapela.

    Cuando comienza a hablarse de la apertura comercial y empieza a verse efectos del ingre-so de Mxico al GATT (de 1985), estamos me-tidos no slo en esta parte de la autogestin, sino en procesos electorales, porque con el fe-nmeno de Cuauhtmoc Crdenas (disidente del partido oficial, PRI) nadie poda margi-narse: o te ibas con Salinas o con Crdenas.

    Isabel Cruz, quien trabaj con Gordillo dentro de UNORCA en la especializacin financiera, ratifica que factores polticos in-fluyeron decididamente en la evolucin de esta agrupacin, pero tambin resistencias desde el gobierno. Al principio la UNORCA tena un fuerte nivel de pluralidad poltica; cualquier organizacin poda pertenecer a ella. Pero una vez que se institucionaliz y comenz a tener una actividad mucho ms fuerte a fines de los 80s se deslind de la CNC y de los pristas. Esa limitacin inhibi a muchos grupos campesinos de participar en los procesos econmicos que propona la UNORCA. Y es que adems bamos contra-

    corriente, no haba un ambiente favorable para eso, ni polticas pblicas; de hecho la Secretara de la Reforma Agraria y el Ban-rural combatieron en la primera etapa la creacin de uniones de crdito, porque las vean como una manera de autonoma que se escapaba a su control.

    Olegario Carrillo, tambin de los pioneros y dirigente nacional actual de UNORCA, se-ala que la agrupacin se configur porque ya le estbamos viendo las orejas al lobo a la liberalizacin comercial y desmantela-miento de las instituciones que servan al campo. Promovidos por los ejidos colecti-vos surgidos del reparto agrario de 1976, al menos en el norte ya estbamos funcionando como ARICs, uniones de ejidos, uniones de crdito, y haba bastante auge en la creacin de aparatos econmicos. Ante la previsible liberalizacin del sector, quisimos prever lo que luego podra complicar la operatividad de las empresas y organismos que estbamos construyendo. As naci UNORCA.

    Luego se vino la etapa de los 90s y el des-prendimiento de muchas empresas del sector pblico, como la Conasupo, Fertimex, la Productora Nacional de Semillas, el propio Banrural (). Empezamos a ver cmo se derrumbaba el sistema colectivo en el cual fincbamos muchas de nuestras fortalezas, y con la modificacin al 27 constitucional, el gobierno golpe a todos los ejidos colectivos, pues la parcela ejidal deja de ser patrimonio de la familia y se abre la posibilidad de que las sociedades mercantiles puedan en un mo-mento dado integrar hasta 25 mil has para explotacin.

    De acuerdo con Luis Meneses, muchas de las organizaciones que se integraron a UNORCA uniones de ejidos, ARICS, coaliciones, coo-perativas haban pasado antes por las filas de la CNC o de la CCI o de otras centrales. Su paso a la UNORCA no fue por un rom-pimiento poltico ideolgico con la central de donde venan, sino que al ser ms aparatos econmicos y especializados, eso les permita tener autonoma, aunque dbil; ya no depen-dan de los dirigentes polticos de la CNC o CCI, pues ellos hacan directamente sus ges-tiones. As, todas las movilizaciones de orga-nizaciones de la UNORCA por los precios de garanta de los granos eran locales aunque por lo que implicaban tenan un efecto nacional.

    Luis Meneses afirma que el desprendimiento de asociaciones locales y regionales para con-formar o sumarse a conglomerados naciona-les especializados (la AMUCSS, Red-Mocaf y la Coordinadora Nacional de Cafetaleros) no puede interpretarse como una ruptura; ms que nada fue que empezaron a conver-ger con ms fuerza las organizaciones en su especialidad.

    Yo veo todo esto como resultado de la evolu-cin de todo el movimiento (campesino y de la UNORCA), adems de que influy el creci-miento de liderazgos, y el hecho de que la aper-tura comercial te induce ms a la especializa-cin () A la UNORCA le pas lo mismo que a la CNC, CCI y UGOCEM 15 aos atrs, de que hubo separacin de sus organizaciones para formar otras nuevas. En cuanto a la polmica que surgi en los 90s, de que si unas son organi-zaciones de base y otras despacho, yo digo que todas somos organizaciones porque tenemos base social; se deca que las agrupaciones espe-cializadas eran despachos, pero yo pienso que si stas construyen organizaciones fuertes y lderes fuertes, son organizacin, dice Meneses.

    ORGANIZACIONES POLIFNICAS

    UNORCA

    UNA RED MULTIACTIVA QUE INCUB ORGANIZACIONES

    ESPECIALIZADAS

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  • 26 de mayo de 20128

    AMUCSS

    FINANCIAMIENTO RURAL: ESPECIALIZAR PARA PROFESIONALIZARTestimonio de Isabel Cruz Hernndez, directora de la AMUCSS

    En los 80s, ocurra la discusin de generar organismos econmicos de poder campesino independien-tes, fuera del control gubernamen-tal, con ideas influidas por un modelo que se generaba en el sur de Sonora. Ello signi-ficaba crear uniones de crdito, organismos especializados en seguros, empresas comer-cializadoras, distribuidoras de fertilizante y organizaciones que dieran asistencia tcnica y capacitacin a sus socios y comenz a cris-talizarse en La Laguna, en la costa de Gue-rrero y otros lugares.

    La mayora de organizaciones campesinas empezaron a crear organismos especializa-dos, y en el caso del financiamiento creamos uniones de crdito (UC). Ello exiga mane-jar cuestiones muy especializadas de finan-ciamiento, profesionalizacin y figuras jur-dicas diferentes a las campesinas. Entonces el modelo ms acabado de esto fue la Coa-licin de Ejidos Colectivos del Yaqui-Mayo, exitosa entre 1988 y 2005, pero no dur ms. Luego vinieron con ese mismo modelo la ARIC Jacinto Lpez (JL) y los ejidos de la Costa Grande de Guerrero y de la Laguna. Se evidenci que s haba condiciones de esta organizacin especializada en el norte pero no en el sur.

    La Unin Nacional de Organizaciones Re-gionales Campesinas Autnomas (UNOR-CA) aglutin estos procesos. La red naciente de UC de UNORCA busc profesionalizarse ms; sin embargo, para tener poder en el sec-tor financiero haba que integrar a otras UC que estaban dentro de centrales campesinas ajenas a la UNORCA. Para atraerlas haba que garantizar un espacio plural. Ello propi-ci la creacin de la Asociacin Mexicana de Uniones de Crdito (AMUCSS), su autono-ma y su especializacin en finanzas rurales. En su momento aglutinamos casi a todas las iniciativas campesinas del sector financiero.

    En paralelo se dieron los grandes fracasos de los modelos de organizacin tipo con-glomerados, como Coalicin de Ejidos del Yaqui-Mayo o ARIC-JL, debido en gran parte a la reforma estructural del agro. Uno de los incentivos ms fuertes de las organiza-ciones era comprar en conjunto insumos, y comercializar; en virtud de que desapareci Fertimex, las organizaciones cayeron en la trampa de su atraso tecnolgico: la ARIC-JL tena una planta que mezclaba fertilizantes lquidos y los distribua, pero en el mercado libre se ofrecan agroqumicos slidos a pre-cios ms baratos.

    En los 90s la poca ms fuerte de creci-miento y de crisis de AMUCSS, y de todo el proceso de apertura comercial y desregu-lacin, de 23 uniones de crdito, muri ms de la mitad por carteras vencidas. Y es que un ao el frijol tena un precio de siete pesos el kilo, al ao siguiente de cinco y luego de tres; no haba mecanismo de control en el merca-do, y eso no lo resiste el financiamiento.

    El error que tuvimos fue creer que una sola organizacin era capaz de manejar muchas empresas especializadas. Cuando conoc el

    modelo francs y alemn, vi que en cada re-gin haba cooperativas especializadas, cada una con su equipo tcnico y sus propios direc-tivos, de ahorro y crdito, de comercializacin, de veterinaria, asistencia tcnica, etctera. Un campesino perteneca a seis o siete cooperati-vas; en el modelo mexicano una sola organiza-cin estilo ARIC JL daba todos los servicios, sin contar con las capacidades gerenciales necesarias y con problemas de gobernabilidad.

    Por otro lado, los modelos exitosos del mundo estn basados en ahorro que da autonoma y nunca habamos pensado en eso en Mxico, slo en crdito, lo cual crea dependencia de la banca de desarrollo o de la banca comercial.

    La AMUCSS que agrupa a 96 institucio-nes financieras rurales, en 500 municipios de 22 estados, principalmente Oaxaca, Pue-bla y Guerrero, todas ellas con unos 30 mil socios se mantiene hoy como organizacin social, que promueve los distintos modelos de organizacin financiera que son posibles en Mxico. Pero tiene muy claro que el fi-nanciamiento por s mismo no va a lograr el desarrollo econmico. La paradoja es que la mayora de organismos financieros locales que tienen xito estn en las zonas ms po-bres, donde no hay organizacin de produc-tores, entonces hay que crear sta. Y donde s hay organizacin de productores, hay la mentalidad de querer la solucin desde el Estado, y cuando mucho su aspiracin llega a crear una Sofom, para buscar dinero barato de la banca de desarrollo.

    Despus de muchos aos de trabajar con crdito, observamos que las UC estaban muy atadas, como las propias organizaciones campesinas, a buscar en el Estado el apoyo, y cuando comenzamos a apoyar iniciativas de ahorro fue impresionante el cambio, por-que stas dependen al principio de apoyo externo, pero luego son autnomas, pueden decidir qu y cunto prestar, a cuntos me-ses, cosas inimaginables. Son instancias ms flexibles, mucho ms incluyentes; 65 por ciento de sus miembros son mujeres (contra 15-20 por ciento en organismos de crdito). As, son una mejor solucin, pero sigue sien-do necesario organizar a los productores, porque lo que generalmente encuentra uno es que su caf sigue siendo tradicional, no es orgnico; que en el maz es muy precaria su productividad. Es importante ayudarlos a construir activos. De otra forma, nos pregun-tamos qu va a pasar dentro de diez aos con los microbancos o con las instituciones de ahorro y crdito que estamos creando, si hay pura migracin.

    ORGANIZACIONES POLIFNICAS

    ANEC

    DE LA SOLA COMERCIALIZACIN DE GRANOS A LA MULTIACTIVIDAD

    Testimonio de Vctor Surez, director ejecutivo de la ANEC

    La Asociacin Nacional de Em-presas Comercializadoras de Pro-ductores del Campo (ANEC) se constituy en 1995 para defender la agricultura campesina de granos bsi-cos; estbamos viviendo el arranque del Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte (TLCAN) y el desmantelamien-to de los aparatos del Estado que se tenan para la regulacin y el fomento de la agri-cultura y de los mercados. El contexto era una poltica explcita en contra de la agri-cultura de pequea y mediana escala.

    Nuestro objetivo era defender los in-gresos de este tipo de agricultura y la vida digna campesina. Tambin la so-berana alimentaria y el derecho a la alimentacin.

    El reto inmediato fue la conformacin de una estrategia de comercializacin para sustituir el vaco dejado por Co-nasupo y enfrentar los mercados mo-nopolizados o desiguales; por eso nos desarrollamos como asociacin de comer-cializadoras campesinas. Pero la ANEC ha ido transitando al paso de los aos de ser una red nacional especializada a una multiactiva, que est incursionando en produccin, productividad, adquisicin de insumos, en el tema financiero y en el de gnero, e incluso en la gestin de programas sociales.

    Todo ello, porque la ANEC que agru-pa hoy a 230 empresas comercializado-ras campesinas y 16 integradoras de 21 estados de la Repblica con un total de socios de 45 mil pequeos y medianos productores de maz, frijol, trigo, sorgo y arroz entiende que los productores de granos no son slo eso, son familias. Adems tienen otras producciones, como hortalizas, frutas y ganado y desarrollan otras actividades econmicas, como las de minera no metlica, y tienen necesi-dades de carcter social, diverso, amplio, y de manejo de recursos y territorio.

    As, hemos desarrollado estrategias di-versificadas. Por medio de la ANEC y con una buena comercializacin, un productor puede obtener 300 o 400 pesos ms por tonelada de ingreso frente a un campesino desorganizado. Pero si en el terreno de la produccin uno logra in-crementar una tonelada por hectrea de rendimiento, el ingreso adicional es de

    tres mil o cuatro mil pesos por ciclo. Con este argumento, la ANEC est trabajan-do explorando mtodos para incrementar productividad, pero en la lgica de con-trol campesino del proceso y buscando un mejor manejo de los recursos, con sustentabilidad, y con la conexin de lo que se produce con los mercados, para te-ner certidumbre de la comercializacin desde la siembra.

    Definitivamente, ello responde a lo que hace la base. La ANEC es una red de organizaciones con trayectoria, expe-riencia y dinmicas muy diversas desde su localidad. De hecho, la ANEC inici la comercializacin porque ya haba orga-nizaciones locales y regionales que aos anteriores lo haban estado intentando. Y el tema de productividad sustentable lo incorporamos porque desde lo local las organizaciones ya estaban desarrollando esa alternativa. Tomamos esas experien-cias, las sistematizamos y apoyamos a esas organizaciones y a otras de ANEC promo-viendo el intercambio de conocimientos.

    Estamos incursionando tambin en la compra organizada de insumos y hemos desarrollado instrumentos financieros, adems de que nos hemos involucrado fuertemente en la orientacin, capacita-cin y formacin de dirigentes y de tc-nicos en produccin, comercializacin y financiamiento, pero sobre todo en el mbito de la organizacin y la goberna-bilidad, que son los factores de los cuales depende el xito o fracaso de las organi-zaciones econmicas, pero que son por lo general puntos dbiles.

    Nuestras organizaciones locales no son especializadas. Se dedican a impulsar la produccin y la productividad, al finan-ciamiento, a la adquisicin conjunta de insumos, a generar valor agregado. Por ello la ANEC ha venido evolucionan-do de la manera mencionada. Adems, dadas las necesidades tan diversas de los miembros, tambin hemos hecho coaliciones con otras redes nacionales que manejan temas especializados (por medio del Consejo Nacional de Organi-zaciones Campesinas, CNOC, por ejem-plo, donde hay redes de cafetaleros, de financiamiento, forestales, y otras). As, respondemos de mejor manera a lo que est demandando nuestra base. Y es que ANEC como tal no puede ni debe desa-rrollar un brazo financiero especfico o uno especializado en caf para nuestros miembros de zonas cafetaleras.

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    CNOC

    ESPECIALIZACIN Y PLURIACTIVIDAD, ESTRATEGIAS DE CAFICULTORES ORGANIZADOSTestimonio de Fernando Celis, asesor de la CNOC

    La Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC) se form en 1988; la mayora de sus miembros son organizaciones regionales inde-pendientes que nacieron, se fortale-cieron y se conglomeraron a partir de la demanda de mejores precios y con-diciones de comercializacin hechas a fines de los 70s y principios de los 80s ante el hoy extinto Instituto Mexi-cano del Caf (Inmecaf); tambin, la integran otras organizaciones que haban luchado por comercializar directamente su caf, y otras que es-taban ligadas a organizaciones nacio-nales, incluida la Unin Nacional de Organizaciones Regionales Campesi-nas Autnomas (UNORCA).

    El caf es la primera rama produc-tiva del agro donde se elabora un padrn de productores, eso fue en 1994. La priista Confederacin Na-cional Campesina (CNC), que deca que agrupaba a la mayora de los 280 mil productores, pues tena una repre-sentacin corporativa, result en el padrn con slo 86 mil. Y las organi-zaciones independientes acreditaron a 103 mil, de los cuales de la CNOC eran 71 mil. Eso le dio un giro al sec-

    tor. Se fortaleci el concepto de la organizacin gremial, especializada. Aunque hay quienes consideran que el ser gremial es algo limitante, la es-pecializacin nos permite identificar rpidamente problemas comunes y tener gestiones ms especficas.

    Al final de cuentas las estrategias de las organizaciones estn marcadas por las de los campesinos y stas a su vez dependen en buena parte del en-torno. En los 60s y 70s los productores se especializaron en uno u otro culti-vo especfico porque haba fertilizan-tes baratos, comenz a haber semillas mejoradas y haba buenos precios agrcolas. Eso permiti el aumento de la produccin de caf, caa, pl-tano, ctricos, etctera. Todo mundo vio una mejora en la especializacin.

    Pero en el caf la situacin cambi radicalmente en los 90s y lo ms gra-ve fue a partir del 2004, cuando los precios eran tan bajos que los produc-tores tuvieron que buscar otros ingre-sos, con migracin y otras actividades. Desde entonces han sido conservado-res en cuanto a la inversin de trabajo y dinero en sus plantos de caf.

    En el marco de que son gremiales ca-fetaleras, las organizaciones CNOC manejan diversas actividades ligadas

    al caf, incluso varias tienen pro-yectos de mujeres. Por ejemplo en Coatepec, Veracruz, hay una coope-rativa de mujeres cafetaleras; la To-sepan, de Puebla, tiene proyectos de vivienda, y varios grupos en Chiapas tienen proyectos de ecoturismo.

    Ello depende mucho de las regio-nes donde estn, por ejemplo en las sierras es difcil meter otros cultivos, por eso no se deja el caf, no hay op-ciones. Hay quienes en estas zonas intercalan, pimienta gorda, cedro, etctera. Pero se mantiene el caf.

    La especializacin de las organiza-ciones tiene un valor muy evidente. Los caficultores como individuos y a nivel de familia deben buscar la me-jora de sus ingresos; hoy lo que hay es una diversificacin de ingresos, pero es necesario que cambien su

    actitud, y que sepan seleccionar las plantas y semillas ms productivas; que mejoren su fertilizacin, y de-ben gradualmente renovar sus plan-tas, pues ello les permitir elevar, incluso duplicar, los rendimientos.

    Aqu es donde entra el segun-do nivel, la organizacin. Si por ejemplo al productor se le dificulta hacer un anlisis de suelo la orga-nizacin debe tener un laboratorio, un mecanismo para hacer anlisis de suelo, o puede preparar las mez-clas del fertilizante que requiera, o puede hacer un vivero. La organi-zacin regional apoya a los produc-tores para labores tales como la ex-portacin de caf, pues cuenta con un bodega y con transporte, cono-ce el mercado, busca compradores, clasifica el caf y puede venderlo en el mercado justo, orgnico.

    Un caso muy exitoso es el de la To-sepan, porque uno de los mayores problemas de la economa campe-sina es su relacin ingresos-egresos. Su experiencia, con un instrumento propio de ahorro y crdito manejado a nivel regional y con los recursos de los propios productores, est dando una leccin: este esquema financiero propio resulta ms estratgico que la propia comercializacin. La Tose-pan, con unos 15 mil socios y con un capital de 250 millones de pesos, pue-de ofrecer tasas de inters de ocho por ciento para los ahorradores y co-brar dos o tres por ciento en los prs-tamos mejor que cualquier opcin

    bancaria o de usureros, y las ganan-cias de esta intermediacin permiten cubrir los gastos de la organizacin. Durante muchos aos pensamos que estos gastos podan ser sufragados por la comercializacin, pero la compe-tencia con las trasnacionales no per-miti que lo logrramos.

    Ms de 50 por ciento de las organi-zaciones de CNOC cuentan con instrumentos financieros, pero enfo-cados ms bien al prstamo a los pro-ductores en la poca de acopiar. Con-sidero que deberan orientarse ms un esquema como el de Tosepan.

    La CNOC, como tal, se enfoca a lo especializado, en particular a impul-sar decisiones de polticas pblicas que favorezcan a sus organizacio-nes miembros. Muchos valoran a la CNOC porque en coyunturas dif-ciles logr algunos programas pbli-cos, como el de Apoyo Emergente en 1992, el de Apoyos Directos en 1994, el de Fomento Productivo en 2003 y el Fondo de Estabilizacin de Precios.

    Una organizacin nacional como la CNOC que agrupa hoy a unas 80 or-ganizaciones con 50 mil socios cafeta-leros ms otros diez mil o 15 mil que no son propiamente cafetaleros se justi-fica porque necesitamos informacin, contactos, influir, y hemos conservado los principios de autonoma, indepen-dencia, transparencia y honestidad. La CNOC est presente en Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Guerrero, Hidalgo y San Luis Potos.

    Red-Mocaf

    NO HAY COMUNIDADES FORESTALES, SINO COMUNIDADES RURALES QUE ENTRE OTRAS, TIENEN ACTIVIDAD SILVCOLATestimonio de Gonzalo Chapela, fundador de la Red Mocaf

    Desde que la Unin Nacional de Organizaciones Regionales Cam-pesinas Autnomas (UNORCA) preparaba su nacimiento, en 1985, y con el modelo que la caracteriz, de atender pragmticamente las necesidades de los cam-pesinos, se comenz a trabajar en la creacin de redes especializadas de financiamiento, forestal y de distribucin de fertilizantes. All se se sem-br la semilla de la Red Mexicana de Organi-zaciones Campesinas Forestales (Red-Mocaf).

    En los trabajos de UNORCA se perfilaban visiones especializadas; se vislumbraban los mercados y la certificacin de caf orgnico; sistemas regionales de abasto, y ms.

    Se daba por entendido que una segunda fase de la UNORCA sera el nacimiento y la con-solidacin de organizaciones gremiales y el desarrollo de sus propuestas desde all, e inclu-so una nueva forma de redes de apoyo mutuo -esto ltimo es algo que no se ha cristalizado, que implica una colaboracin intensa entre or-ganizaciones. Por ejemplo, hay cafetaleros que tienen actividad forestal, con el apoyo y alian-za entre organizaciones podra generarse un modelo de caf bajo sombra forestal rentable.

    La UNORCA fue vital hasta antes de que Carlos Salinas asumiera la Presidencia; lde-

    res de la Unin estaban claramente identifi-

    cados con l y colaboraron en lo que puede considerarse un nuevo Pacto de Ocampo (de corporativismo social), al propiciar el surgi-miento del Congreso Agrario Permanente (CAP). Eso hizo que la UNORCA se buro-cratizara, se debilitara. Las redes que salie-ron de la Unin se gestaron desde antes de ese momento de quiebre.

    La Red-Mocaf comenz a crearse como una comisin forestal en UNORCA en 1982-84, estuve al frente del esfuerzo, pero suspend para apoyar las labores en la red financiera. En 1988-89 retomamos el proyecto y recorri-mos diversas partes del pas, hablando con dirigentes forestales locales. Silvano Aureoles -quien luego asumi la direccin de la Red-Mocaf- encabez ese trabajo y sali avante. La Red se conform dentro de UNORCA en 1996 y luego se hizo autnoma. Gustavo Snchez, actual dirigente de la Red, tambin

    particip en su nacimiento. La autonoma era y es necesaria por razones de crecimiento y de higiene, pues si conciben a la Red como parte de UNORCA, como parte corporativa, la poltica de alianzas abiertas y con otras or-ganizaciones se volvera complicada.

    El tema de la especialidad debe verse de forma muy relativa. El tratamiento del tema forestal debe ser territorial, no existen las co-munidades forestales, sino las comunidades rurales; lo forestal tiene en cada caso dife-renciado mayor o menor importancia en sus superficies, en su ocupacin y en el inters que la gente pone a los bosques. Para enten-der a estas comunidades hay que mirarlas en conjunto, en su demografa. Se requiere un enfoque rural, no forestal.

    A la Red Mocaf debe concebrsele como la ventanilla campesina de atencin a comuni-dades y organizaciones que no estn muy desa-rrolladas, y su especialidad est ms que nada en crear capacidades en sus organizaciones miembros y en los campesinos y orientarlos en la defensa y el uso de los programas pblicos, para desatorar problemas, para obtener permi-sos, etctera. Pero cada organizacin miembro tiene un grado de autonoma muy alto.

    La Red-Mocaf tambin se enfoca a promo-ver polticas pblicas. Si bien predomina la idea en los funcionarios pblicos de que la produccin forestal no es viable econmica-

    mente en pequea escala y slo lo es la de grandes empresas, la silvicultura sostenible en las zonas marginadas debemos mantenerla como pas a toda costa, pues su abandono se-ra aprovechado por el narcotrfico. As, todos los fondos regionales y todo tipo de apoyos que pueda darse a los campesinos forestales, todo lo que complemente su ingreso y alimenta-cin, es algo que se requiere. Se debe proteger los activos sociales que ofrece la silvicultura.

    Por ejemplo, los pobladores de la Sierra Tara-humara no resuelven sus necesidades bsicas con las milpas que tienen en las barrancas y la nica forma de lograr una situacin media-namente prspera es aprovechar los recursos forestales. Por eso preocupa que no haya in-versin pblica. Las empresas forestales socia-les tienen que hacer muchos esfuerzos ms all de su labor especfica: construir caminos, mantenerlos, subir diesel a las montaas y tra-bajar con motores de diesel en lugar de elec-tricidad. O ver cmo trasladan la nmina a lo largo de 200 kilmetros de brechas donde no hay seguridad, en medio de asaltantes. Y tie-nen que proveer los servicios sociales, de co-municacin y mdicos a sus comunidades .

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    Armando Bartra

    El renovado protagonismo de los campesinos se inscribe en un cur-so histrico cuyos viejos patrones estn tronados y donde el desarro-llo, como va a la modernidad de los pueblos demorados, est tan desacreditado como la propia modernidad. Los nuevos paradigmas no vendrn del socialismo real que estatiz las agroempresas de alto potencial dejando las tierras y cultivos marginales a los pequeos productores y las cooperativas. Pero tampoco un capitalismo cuya utopa consiste en desha-cerse de los campesinos, industrializar los cul-tivos y suprimir el condicionamiento natural de la produccin agropecuaria. Y si la salida no est en el capitalismo ni en el socialismo, habr que inventarla, y para ello es pertinente volver la vista a la racionalidad con que viven, trabajan y resisten los campesinos modernos. Una lgica socioeconmica inserta en el mer-cado y que ha incorporado el desdoblamientopor el que a los bienes se les pone precio, pero que se resiste a interiorizar la inversin por la que el precio subyuga al uso.

    Hacia una economa moral. La racionalidad capitalista presidida por el valor de cambio y movida por el lucro no resuelve las crisis de escasez; al contrario, las provoca al violentar al hombre y a la naturaleza. Entonces, para salir del atolladero habr que regresar a la racionalidad socio-ambiental del valor de uso, dinmica alterna que no niega la fun-cin de los valores de cambio pero les baja los humos. Lo que inspira este paradigma de repuesto no es tanto un sistema de concep-tos como la presencia viva de productores y consumidores con rostro humano, porque en primera instancia la economa moral no es un fro mecanismo productivo sino una clida relacin social; no una mecnica de los ob-jetos como la capitalista sino una dialc-tica de los sujetos, sustento de colectividades fraternas donde produccin, intercambio y consumo responden a consideraciones socio-culturales. Y en la tarea de imaginar este or-den indito, las comunidades agrarias aun si desolladas pueden ser inspiradoras.

    Racionalidad socioeconmica domstica. No es virtud menor de los rsticos el que ellos y sus comunidades sean vertiginosa-mente diversos pues a estas alturas nadie quiere utopas unnimes y en serie. Pero hay un orden en su pluralidad, una clave que es

    importante rescatar si en verdad queremos aprender de ellos; elemento unificador de la diversidad campesina, que no es conjun-to fijo de caractersticas sintetizables en una definicin, sino racionalidad y sistema de va-lores; lgica y valores que a su vez remiten no a las cosas estructuradas sino al sujeto que las estructura, no a una mecnica sino a una teleologa, no a un entramado que podemos explicar separando analticamente sus partes sino a un curso dialctico aprehensible por empata, por afinidad moral con su gestor. Hace cien aos el ruso Alexander Chayanov llam bienestar a este impulso, en el mundo andino le llaman buen vivir.

    Siempre ms o menos comunitario, el de los campesinos es un trajn material y tam-bin simblico en que se producen bienes a la vez que relaciones y significados. Pero en su dimensin estrictamente socioecon-mica, esta racionalidad puede abstraerse y representarse en un modelo; construccin conceptual capaz de dar razn del compor-tamiento de las familias campesinas en tanto que unidades de produccin y consumo que no son empresas capitalistas imperfectas, sino clulas socioeconmicas portadoras de una racionalidad especfica cuyas decisiones se fundan en clculos precisos, de modo que para entender o anticipar su comportamien-to es necesario identificar las variables que manejan y correlacionan.

    Sin embargo la lgica campesina no es sim-plemente econmica sino socioeconmica, pues articula produccin, consumo pro-ductivo y consumo final en evaluaciones unitarias donde el factor decisivo son las culturalmente determinadas necesidades y aspiraciones de la familia. La teleologa del pequeo productor directo est presidida por un objetivo complejo, diverso y cambiante al que aqu he llamado bienestar o buen vivir.

    Entre los campesinos la especializacin extrema es una anomala, de modo que las decisiones referentes a la actividad presunta-mente dominante de un productor siempre mltiple, estn invariablemente condiciona-das con el resto de su desempeo. La eco-noma domstica ha sido y es diversificada y aunque el campesino puede abordar por se-parado las variables de cada actividad, su cl-culo econmico es unitario y las decisiones sobre las partes son tomadas considerando el conjunto.

    Esta racionalidad, identificable en la uni-dad domstica campesina pero que opera por medio de la comunidad, configura un territorio y conlleva un imaginario colectivo y un sistema de valores, no se debilita sino que se refuerza y profundiza con las mudan-zas en el entorno mayor que resultan de las modalidades histricas que va adoptando el capitalismo. Los campesinos y sus comuni-dades estn en perpetuo cambio pues de su oportunista plasticidad depende que perdu-ren. Pero sus transformaciones responden a una terca racionalidad, a un paradigma sub-yacente que no es eterno pero si longevo.

    En el mundo rural, el trabajo y el ingreso son cada vez menos agrcolas y las formas de vida cada vez ms urbanas, sin embargo el ncleo duro de la condicin campesina se mantiene por mucho ms tiempo de lo que piensan los sostenedores de la nueva ruralidad.

    En la pluriactividad como estrategia de so-brevivencia de las familias rsticas, es fre-cuente que la produccin por cuenta propia aporte la porcin menor de unos ingresos que provienen principalmente del trabajo asalariado, del pequeo comercio o de trans-ferencias como subsidios pblicos y remesas de migrantes, y es habitual tambin que esta produccin con medios familiares ya no sea agropecuaria sino artesanal o de servicios. Sin embargo, por mediado que est, en el mundo rural se mantiene un nexo percepti-ble entre esfuerzo y recompensa, entre pro-duccin y consumo, nexo que es el corazn de la racionalidad campesina y resulta clave a la hora de tomar decisiones que permitirn mantener en operacin a la economa do-mstica y la vida comunitaria.

    Yo puedo no ser agricultor sino comerciante, mecnico, fondera o cura de pueblo, pero si no llovi a tiempo o si llovi demasiado; si se alarg el veranito o si se adelant la helada; si se cay el precio del cacao, de la jamai-ca o del caf, s que este ao va a ser malo; malo para los que perdieron su cosecha o la malbarataron y malo para todos. Y este nexo perceptible entre produccin y consumo fi-nal es el que se rompe tendencialmente en la sociedad capitalista y est del todo ausente en la racionalidad de la empresa, en la lgica familiar del obrero fabril y, en general, en la vida urbana.

    Diversidad entreverada. La clave de esta ra-cionalidad y su diferencia especfica con la lgica emparejadora propia del capitalismo est en la diversidad articulada y sinrgica que caracteriza a los campesinos. Una pluralidad dinmica y cambiante, fuente de la plastici-dad y el oportunismo que explican su transci-vilizatoria capacidad de sobrevivir a toda clase de sistemas predadores, a las exacciones ms inicuas y a los peores percances naturales.

    La estrategia campesina diversificada vale para los individuos no profesionalizados, que son mayora en el medio rural; vale para las familias multiactivas, predominantes en el campo, y vale para la sinrgica pluralidad de casi todas las comunidades agrarias. Vale tambin para ciertos colectivos supracomu-nitarios: formas asociativas que paradji-camente resultan heterodoxas por cuanto adoptan no los modelos organizativos caros al sistema dominante, sino los usos y costum-bres de quienes las componen.

    Y es que algunos piensan que las organiza-ciones campesinas modernas deben buscar su modelo en las figuras propias de la socie-

    dad capitalista: el sindicato, para impulsar la lucha reivindicativa, y la empresa, para enca-rar los retos de la produccin y el consumo. Pero numerosas experiencias documentan que no es as, que el modelo ms virtuoso es el de la familia y la comunidad.

    La organizacin como familia extendida. El trmino empresa asociativa, empleado con frecuencia para designar a las organizacio-nes de productores directos, es una frmula pobre, reduccionista y engaosa. La polif-nica experiencia de la Cooperativa Tosepan Titataniske, fundada hace 30 aos y que hoy agrupa campesinos nahuas y totonacos de la sierra de Puebla, es prueba contundente de que la designacin empresa as se la adjetive le queda chica a este tipo de proyectos multiactivos.

    La organizacin, nacida a principios de los 80s de la pasada centuria a raz de una lucha contra los altos precios de los alimentos, em-

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    barnece y se consolida en la medida en que es capaz de acopiar y vender a buen precio la produccin de caf y de pimienta de los pequeos productores de la regin. En este sentido la Tosepan funciona como una empresa: una buena empresa capaz de sobrevivir a las inclemencias del mercado desregulado donde se comercializa el grano aromtico despus de que en 1989 se cance-laron los acuerdos econmicos de la Organi-zacin Internacional del Caf. Pero lo que le da consistencia a la cooperativa y fuerza identitaria a su camiseta, es que a lo largo de los aos fue desplegando diversas reas de actividad: desarrollo de la infraestructura ca-minera de una regin que en temporada de lluvias quedaba aislada; diversificacin pro-ductiva tanto comercial como de autocon-sumo y tanto agrcola como agroindustrial y de servicios; asesora tcnica con enfoque agroecolgico; viverismo para producir plan-tas de caf pero tambin rboles maderables con fines de reforestacin; abasto de bsicos;

    educacin y formacin tcnica; comunica-cin popular; vivienda alternativa; ahorro y prstamo; seguro de vida; recuperacin de la lengua y de la diversidad biolgica; promo-cin de la salud y atencin de la enfermedad ()

    La Tosepan es emblemtica, pero muchas otras empresas asociativas marchan por el mismo camino. Y es que el modelo de la organizacin campesina no es el especiali-zado de la empresa capitalista, ni tampoco el uniforme del sindicato obrero, sino el ho-lista y polifnico paradigma que inspira a las familias y las comunidades: socialidades solidarias, pluriactivas y sinrgicas que, para decirlo con una palabra de origen nahua, apapachan a sus miembros; cobijan material y espiritualmente a los parientes o agremia-dos: en las buenas y en las malas, desde la infancia hasta la vejez...

    Hacer milpa. Familias campesinas, comuni-dades agrarias, movimientos sociales rurales y organizaciones polifnicas comparten un mismo modelo de pluralidad entreverada y virtuosa. Paradigma que se puede construir conceptualmente, pero prefiero transmitir mediante una alegora referida al tipo de rela-cin productiva que los rsticos guardan con la naturaleza. Y es que en Mesoamrica los hombres y las mujeres de la tierra hacen mil-pa: hacen milpa cuando producen mediante sutiles policultivos, pero tambin hacen milpa por el modo en que construyen sus barrocas culturas y sus abigarradas relaciones sociales.

    Desmesurada, extravagante, excesiva y gro-tesca. As se percibe la milpa desde el cla-sicismo chato de un monocultivo que ve confusin donde hay complejidad. En un sentido ms profundo, la milpa es barroca por cuanto sus partes, aun si heterogneas, son inseparables del todo. Lo es tambin porque, como el paradigma esttico del que viene el concepto, la milpa no es uniforme sino que adopta modalidades distintas segn los lugares y los tiempos. Y como el barroco latinoamericano, la milpa es sincrtica, con-taminada, hbrida, un agrosistema mestizo al que se fueron incorporando especies y prcticas agrcolas de diferentes orgenes. No es casual que nuestro barroco haya florecido en Mesoamrica y Los Andes, regiones que fueron cuna de dos grandes culturas a las que podemos llamar milperas, extrapolando al conuco caribeo y la siembra por pisos ecolgicos de los incas, un trmino nahua que en rigor slo es propio de las primeras.

    Los mesoamericanos no sembramos maz, los mesoamericanos hacemos milpa. Y son cosas distintas, porque el maz es planta y la milpa modo de vida. La milpa es matriz de la civilizacin mesoamericana. Plausible estrategia de cultivo, la milpa es tambin paradigma de vida buena compartido por muchos pueblos agrcolas, pues la forma en que se produce el sustento se traduce en cosmovisin.

    Sin duda la vieja Mesoamrica no era un edn y los mexicas fueron cabrones. Pero tambin eran respetuosos de la diversidad cultural de los pueblos tributarios: los reyes mexicanos () en todas las provincias que conquistaban () dejaban los seores na-turales della en sus seoros () e les deja-ban en sus usos e costumbres y manera de gobierno, escribe Alonso de Zurita en su Breve y sumaria relacin de los seores de la Nueva Espaa, de modo que a la llegada de los espaoles, a los aztecas les fue fcil

    aceptar que tuvieran otros dioses, no as que quisieran imponerlos. Por qu no suponer que el paradigma milpero est detrs de los rasgos pluralistas del despotismo tributario precolombino?

    Los ecosistemas sutiles de diversidad abiga-rrada en frgil equilibrio son nuestro sino, nuestra fatalidad natural. Hagamos de ellos patrimonio, virtud, ventaja, orgullo... No de-mos la espalda al nicho ecolgico que nos es propio dejndonos llevar por los vertiginosos cultivos del Norte. No cedamos a las rudas tecnologas que arrasan medio ambiente y cultura. Honremos nuestra diversidad de suelos, topografas, climas, paisajes y ecosis-temas. Cultivemos nuestra riqueza cultural, lingstica, culinaria, espirituosa, musical, festiva, indumentaria () Hagamos de M-xico una milpa multicolor; un mosaico de aprovechamientos diversos pero entrevera-dos y complementarios; un policromo mural de paisajes agroecolgicos, pero tambin industriales y de servicios, que el modelo milpero no vale slo para la agricultura sino para la vida toda.

    Modelo, no receta. No sera hacer milpa pretender, por ejemplo, que en Aridoamrica se cultive y se viva como se cultiva y se vive en Mesoamrica. Y en cuanto al maz, hacer milpa no es sembrarlo en todas partes entre-verado con frijol, calabaza, picante y cuanto hay, sino configurar al agro en su conjunto de la forma holista en que se conforma un sembrado tradicional.

    En los tres millones de hectreas de nuestro pas donde se pueden conseguir altos rendi-mientos sin estragar los suelos ni agotar los mantos freticos, habr que seguir sembran-do hbridos, usando fertilizantes y emplean-do maquinaria, y esto si es sostenible tam-bin es milpa. Pero ah ni la superficie ni el agua ni los rendimientos pueden aumentar mucho ms, y las cosechas obtenidas de esa manera no garantizan nuestra seguridad alimentaria, adems de que las controla un agronegocio cuya prioridad son las ganan-cias y no asegurar el alimento del pueblo.

    Hay, pues, que seguir sembrando otros seis millones de hectreas de tierras de temporal, principalmente con maces nativos y em-pleando tcnicas adecuadas, entre ellas las diversas variantes de la milpa clsica, las

    mltiples modalidades del agro-silvo-pasto-reo y tambin prcticas novedosas como la de intercalar maz y frutales en curvas de nivel que, en siembras de ladera, permiten retener el suelo. Por otra parte agrnomos como Antonio Turrent, estiman que con obras de riego poco agresivas, podran sem-brarse en el sureste millones de hectreas de maz en el ciclo otoo-invierno, cuando la temperatura y la insolacin son ptimas pero sin canalizaciones falta el agua.

    En otras palabras, hacer milpa es aprovechar la diversidad natural mediante una plura-lidad articulada de estrategias productivas unas de autoconsumo y otras comerciales que incluya tanto las semillas nativas como las mejoradas, que recurra tanto al monocul-tivo como a los policultivos y que emplee las tecnologas de vanguardia pero tambin los saberes ancestrales. Lo que no podemos per-mitir es que el desmedido afn de lucro, la obediencia ciega a las seales del mercado, la lgica de las ventajas comparativas y el mo-delo de la agricultura industrial sigan des-truyendo nuestra diversidad agroecolgica y con ella nuestra pluralidad sociocultural.

    Y la idiosincrsica bsqueda de sinergias aplica tambin en la industria, donde es in-dispensable restablecer las cadenas produc-tivas de modo que las pequeas, medianas y grandes empresas se retroalimenten unas a otras. Lo que es el equivalente de la milpa pero en el mbito industrial.

    El paradigma de la uniformidad fracas.Emparejar naturaleza, tecnologa, produc-cin, gustos, rdenes polticos, pensamien-to y sentimientos fue una apuesta fallida de la modernidad que nos tiene en la lona. Las sobadas y los trapitos calientes ayudan pero el verdadero remedio est en la pluralidad holista y en las estrategias diversificadas. Un modelo de diversidad entreverada y vir-tuosa cuyo emblema es la milpa: paradigma polifnico comn a todas las formaciones sociales campesinas que en el mundo han sido, que hoy estn retomando los estados plurinacionales de Bolivia y Ecuador, y que en Mxico revitalizan y escalan numerosas organizaciones rurales incluyentes y poli-morfas. Busquemos en esos microcosmos solidarios no el paraso prometido, s una forma ms amable y fraterna de sacarnos las pulgas.

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    Tlaxcala

    ENCUENTRO DE DIVERS@S EN VICENTE GUERRERO

    Lorena Paz ParedesIntegrante del Comit Coordinador Nacional del PIDAASSA-Mxico e investigadora del Instituto Maya

    En la comunidad Vicente Guerrero, del municipio Espaita, en Tlax-cala, se realiz el Primer Encuen-tro de Promotoras Campesinas y el Segundo Encuentro de Promotores y Promo-toras del Programa de Intercambio, Dilogo y Asesora en Agricultura Sostenible y Sobe-rana Alimentaria (PIDAASSA).

    Llegaron ms de cien personas del centro, sur y sureste del pas. Aparte de campesinos de Tlaxcala, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Ve-racruz, Puebla y Michoacn, asistieron orga-nizaciones de derechos humanos. Tambin comunicadores, estudiantes, acadmicos, y colaboradores, y una delegacin de Chern. Los eventos realizados del 23 al 25 de abril, se dedicaron a la memoria de Aurelio Csar Pacheco, Don Polito, comunero de La Pei-ta, municipio de Acuitzio, Michoacn, pro-motor de agricultura sostenible en el Equipo Mujeres en Accin Solidaria (EMAS), asesi-nado a balazos el 14 de abril por sicarios que antes lo amenazaron: No importan las ame-nazas dijo,adnde me voy si este bosque es mi casa?.

    Del 23 al 25 de abril, los asistentes debatieron en mesas de trabajo y plenarias. En la tarde del

    24 se mont una pequea exposicin con arte-sanas. Entre los temas del Primer Encuentro estuvieron los problemas y logros de las muje-res en la promocin de la agricultura sosteni-ble y la ecologa, y en sus esfuerzos por remon-tar desigualdades de gnero en un contexto de pobreza, violencia del crimen organizado y la fuerza pblica, discriminacin y machismo.

    Se dijo que el machismo es una cultura muy arraigada en nuestras comunidades, fa-milias y organizaciones, en los gobiernos y en la sociedad. Las mujeres no podemos decidir casi nada, trabajamos mucho y ni quin reco-nozca el esfuerzo. Al principio, no tenamos permiso de salir de la casa cuenta una promo-tora del Centro de Desarrollo Integral Campe-sino de la Mixteca Hita Nuni (Cedicam), de Oaxaca, menos de ensearles a las familias.

    Los cargos pblicos, los ocupan ellos, dijeron, aunque en algunas comunidades ya eligen mujeres explic Marta, promotora de la cooperativa poblana Tosepan Titataniske; las asambleas comunitarias de Tuzamapa, Jonotla, Pepextla, Xalpancingo, Atalpan, Xaltipan o Xalpantcingo, nombran mujeres como juezas de paz, que es mxima autoridad para gestionar obras y todo () y como las lla-man a cada rato, pues el hombre se queda en la casa, con los nios () ya le tocaba no? A Don Camilo, campesino jalisciense, le parece que los hombres tenemos miedo a que ellas

    crezcan, se superen, hay que entender que valemos igual, todos somos seres humanos.

    Tambin se habl de que la migracin de varones y la violencia las deja al frente del hogar y de la milpa. Mucho trabajo para nosotras y ms pobreza. Ah se mencion la feminizacin del campo. Adems se dijo que los grupos delictivos del narco y la militariza-cin han aumentado. Hay territorios tomados por armados como en la sierra de Petatln y en Michoacn, que traen desplazamientos for-zados, secuestros y enrolamiento de jvenes y nios a grupos criminales; en Chiapas, la gue-rra del gobierno no para: de Montes Azules nos quieren desalojar a toda costa, se lament un campesino de la Asociacin Rural de In-ters Colectivo-Independiente y Democrtica (ARIC-ID). La violencia desintegra a familias, comunidades y organizaciones y amenaza la vida de los promotores como Don Polito.

    Mucho han avanzado ellas y ms han aportado: sana produccin de alimentos, buenas prcti-cas agroecolgicas, tenemos mejor la autoesti-ma y enseamos a las hijas y los hijos el amor al campo, al idioma nuestro, a la cultura y la tradi-cin. Pero, dijeron, harto nos falta para lograr la equidad de gnero y tener mismos derechos a la tierra y al patrimonio que los hombres. Para eso no alcanzan las palabras bonitas ni las eco-tecnias, se necesita una distribucin ms pareja en la vida de todo y en todo.

    El Segundo Encuentro empez al da si-guiente. Se compartieron experiencias y alternativas frente al cambio climtico, la violencia y las malas polticas pblicas, y se mencionaron logros: estamos fortaleciendo la agricultura orgnica, conservando suelos, reforestando con especies locales, haciendo barreras vivas, abonos, diversifica