No. 67 Tierra arrasada

20
TEMA DEL MES 20 de abril 2013 • Número 67 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada TIERRA ARRASADA

description

En cada proyecto minero hay algún tipo de conflicto con la empresa, misma que argumenta que los opositores no desean el desarrollo. También se dice que no debería haber oposición a la actividad minera porque todos usamos sus productos, lo cual es cierto. Sin embargo, el problema no es el mineral en sí mismo, sino el modelo que sustenta su extracción industrializada.

Transcript of No. 67 Tierra arrasada

  • TEMA DEL MES

    20 de abril 2013 Nmero 67

    Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payn Velver

    Suplemento informativo de La Jornada

    TIERRA ARRASADA

  • 20 de abril de 20132

    La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtmoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegacin Benito Jurez, Mxico, Distrito Federal. Telfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitlhuac 3353, colonia Ampliacin Cosmopolita, delegacin Azcapotzalco, Mxico, DF, telfono: 5355-6702. Prohibida la reproduccin total o parcial del contenido de esta publicacin, por cualquier medio, sin la autorizacin expresa de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo del ttulo La Jornada del Campo nmero 04-2008-121817381700-107.

    Suplemento informativo de La Jornada 20 de abril de 2013 Nmero 67 Ao VI

    TIERRA HABITADADisensos toponmicos. Y esa montaa cmo se llama?

    Es el Cerro de las Flores, dice el de Santiago Lachiguiri.

    Cmo va a ser! Ese es el Cerro del Chayote, dice el de Santa Mara Guienagati.

    Y se ponen a discutir. Porque los de Lachiguiri y los de Guienagati traen pleito por el dichoso mon-te y llamarle distinto es parte del jaloneo.

    En realidad se llama Chayotepec tercia el maestro Abisael, que de historia sabe un resto. As lo bautizaron los aztecas, que llegaron por ac hace ms de mil aos y le iban dando nom-bre nhuatl a los sitios que dominaban.

    As que Chayotepec.

    S: Cerro del Chayote. Pero ms antes se llam Tiani qui ape, que as le pusieron los zapotecas provenientes de Mitla y Zaachila, cuando llegaron al istmo por ah del 1300 en plan de conquista Hora que, vindolo bien, los ver-daderos originarios de aqu son los mixes. Y seguro que lo han de haber nombrado de algn modo. A saber.

    Poblar es ponerle nombre a los sitios donde se habita. Y cuando hay con-flicto por el dominio de los lugares, por lo general hay desacuerdo en los nombres.

    Puente entre la seca planicie de Tehuantepec y la hmeda y quebrada sierra nororiental de Oaxaca, el lugar donde estamos fue tierra de mixes domina-da primero por los zapotecas, despus por los azte-cas y ms tarde por los espaoles. Y los lugares guar-dan esa memoria. En las desmontadas y niveladas tierras de labor, en los restos de construcciones, en los caminos, en los nombres de cerros, ros, llanos, piedras ah est escrita la historia de los pueblos.

    La piedra matada. En el mero centro de Guiena-gati, junto a la vieja iglesia de ladrillo rojo, hay una gran piedra sobre un pedestal. Pregunto por ella.

    Ah, la piedra. Bueno, ah est parte de nuestra his-toria. Aqu se llama Santa Mara Guienagati. Lo de Santa Mara se lo pusieron los espaoles y lo de Guie-nagati es zapoteco. Unos dicen que significa Flor marchita, pero lo cierto es que Guienagati quiere de-cir Muere aqu piedra. Y sta es la piedra que muri.

    Muri la piedra?

    Si no trae prisa le cuento. Hace muchos aos vivamos en Guiedxieu, que quiere decir Pue-blo viejo y est cerca de Lachiviz, a la orilla del Ro de los Perros. Ya despus, en tiempo de los espaoles, nos fuimos a la hacienda ganadera de Santa Mara, que es donde ahorita estamos. Y como aqu no haba cura, de vez en cuando nos visitaba un padre dominico que vena desde Yudxi lo que hoy llaman Jalapa del Marqus. En su camino el sacerdote tena que cruzar por Guiedxieu, y en uno de esos viajes una gran pie-dra de los antiguos que ah estaba tirada, lanzo un fuerte destello cuando l iba pasando. Con la mala suerte que el caballo se espant y lo tumb. Azuzados por el cura, que traa mucho coraje por haberse cado, los del pueblo se fueron en bola a donde estaba la piedra y al grito de guie-na-gatti! que quiere decir muere aqu piedra le metieron fuego a la roca de los antiguos. Desde

    entonces Santa Mara se llama Guienagati. Pero por haber ofendido a nuestros ancestros nos con-denamos a la pobreza en la que an hoy vivimos.

    Casi mito fundacional, la historia de un pueblo que por obedecer a la nueva religin ofendi a los antiguos, entrevera espacios y tiempos significati-vos en una identidad cuya huella est en la memo-ria y en el entorno, en los lugares y en los nombres. Una identidad de uso diario pero que se hace ms presente cuando se narran historias como la que me acaban de contar. Porque entre otras cosas los pueblos son una pltica interminable, conversa-cin sin fin que preserva el pasado y lo reinventa. Y es que de tanto recorrerlos los caminos se mue-ven y de tanto repetirlas las historias cambian.

    Trabajaderos. Originariamente en el campo se subsiste de sembrar, pastorear, cazar, recolectar es decir de transformar provechosamente el medio natural. En el agro no es como en la ciudad, que andamos dislocados chambeando en un sitio y vi-viendo en otro, ah por lo regular el lugar donde vi-ves es el lugar del que vives. Por eso en el caso de los campesinos, la apropiacin productiva mediante el trabajo es pieza clave en la construccin social del

    entorno. Y los de Lachiguiri y Guie-nagati no trabajan en un solo lugar, son productivamente itinerantes.

    Por lo general tenemos rancho en las tierras bajas, que son calientes y secas pero donde se puede hacer milpa de temporal. Ah en junio, si es que llovi, sembramos maz zapalotillo y frijol, y para septiembre ya estamos cosechando. Entonces nos vamos para la finca que est en las tierras

    hmedas y altas de la montaa. Ah tenemos caf entreverado con frutales y entre octubre y noviem-bre hacemos la limpia, para empezar a pizcar desde diciembre y hasta marzo. Pero como ltimamente llueve menos y en las tierras bajas seguido se pierde la cosecha, nos vamos a los acahuales del cerro, que se tumban y queman en mayo para sembrarlos con maz una sola vez, pues la tierra se cansa y tarda en reponerse entre ocho y diez aos.

    O sea que se la pasan del rancho a la finca y de la finca al acahual

    Y le falt el potrero. Algunos tenemos ganado, no mucho y slo como un ahorro. En el temporal, cuando hacemos milpa, tenemos a las vacas y los becerros en las tierras bajas, pero en secas se malpa-san y tenemos que subirlos a los potreros del cerro.

    Y ah no acaba, pues los pueblos donde vivimos no estn ni en la montaa ni en los bajos sino en las partes medias y templadas, donde las seoras tie-nen sus huertas de traspatio y algunos animalitos

    As, caminando de un lado a otro, se construye y reconstruye ao tras ao el mbito producti-vo de estos zapotecos del istmo. En su caso la ocupacin del espacio por pisos agroecolgicos configura una compleja urdimbre de tiempos y movimientos que tienen su base en el pueblo, pero van del rancho a la finca y al acahual y al potrero y a la huerta. Eso sin contar que algunos bajan a trabajar en las fbricas de Coatzacoalcos o Tehuantepec o migran al gabacho en pos del famoso dlar, como le dicen.

    Tierra y territorio. Guienagati y Lachiguiri son co-munidades indgenas y poseen sus tierras ancestrales en propiedad social, amparada primero por ttulos primordiales coloniales y despus de la revolucin por ttulos agrarios. Hechos administrativos que se li-mitan a formalizar una posesin real cotidianamen-te ratificada. Porque hay dos fuentes primordiales del derecho a la tierra: la ocupacin y el trabajo, que a su

    vez asignan significados al entorno y son fuentes de cultura. Habitar y aprovechar productivamente pue-den arrojar delimitaciones espaciales algo diferentes, pero en el fondo son funciones inseparables pues en el campo el lugar donde vives es el lugar que trabajas.

    Habitar, cultivar, cuidar, significar y de esta mane-ra apropiarse colectivamente del entorno es slida base del buen gobierno local, pues convivir legiti-ma las decisiones del grupo. Compartir vecindario, trabajo productivo e imaginario es la mejor forma de construir ciudadanas capaces de dialogar y por tanto de conformar gobiernos democrticos. En el campo las dimensiones laboral, habitacional, cul-tural y ciudadana an van juntas. No es casual que en los pueblos zapotecas y mixes del istmo, comuni-dad agraria y municipio coincidan espacialmente.

    Y aqu aparece por primera vez el territorio como algo diferente de la tierra. Porque llamamos te-rritorio a un espacio poltico administrativo; un mbito jurisdiccional que puede ser el de un pas, un estado, un municipio o una etnia que reivindica el autogobierno.

    La sobreposicin de comunidad y municipio hace que por lo general en Oaxaca los comisarios de bie-nes comunales y los alcaldes compartan espacios, lo que facilita la comprensin de que la tierra es la ver-dad del territorio. Y es que cuando los miramos des-de abajo, los territorios jurisdiccionales como m-bitos de gobierno, aparecen como tierras: lugares habitados, trabajados y significados por personas; espacios con identidad y rostro humano. Cuando menos en el campo, detrs del abstracto ciudadano est siempre el concreto comunero. La idea simpli-ficadora y dicotmica idea de que tierra es la que se trabaja y territorio el que se habita y gobierna, fun-ciona quiz para socilogos, no para la gente.

    En el mundo rural el derecho de gobernar viene, no de la ciudadana legal, sino del trabajo y la ocupacin, con frecuencia ancestrales. Tenemos derecho a gobernar en nuestras tierras porque las habitamos, trabajamos, cuidamos, nombramos y conocemos mejor que nadie.

    Decir que hoy se lucha por el territorio y no por la tierra es una barbaridad. Cuando los zapatistas de-can tierra pensaban en milpas, huertas y potreros pero tambin en montes y valles, ros y bosques. Las mentadas tierras de los pueblos son tanto los campos de labor como sus dominios, mbitos ex-tensos en donde tiene sentido el complemento de tierra, que es libertad. Confo en que a nadie se le ocurra hablar del territorio donde nac o del te-rritorio de mis padres, o rebautizar la clsica pel-cula As es mi tierra como As es mi territorio.

    Territorio es un pertinente concepto jurisdiccio-nal, pero en el campo se ahueca si no tiene a la tie-rra por sustento. Gobernemos nuestros territorios, s, pero gobernmoslos desde abajo, desde la tierra.

    Predadores. Y la tierra hay que defenderla por-que est amenazada. A los zapotecas y mixes del istmo se les fueron encima, primero la Compa-a Silvcola Magdalena, que era de un italiano, y luego la Papelera Tuxtepec, que era del gobier-no. Y saquearon sus bosques.

    Las corporaciones trasnacionales estn en todas partes y no pertenecen a ninguna, pero siendo globales tocan tierra en nuestras comunidades. A veces slo compran y venden con ventaja, con lo que nos despojan de nuestro trabajo, pero en otras saquean, depredan Y lo que destruyen es nuestra tierra: los sitios donde trabajamos y habi-tamos, el lugar de nuestra memoria y de nuestros sueos. Entonces nos toca defender la tierra.

    PORT

    ADA:

    Otro

    s Mun

    dos,

    AC /

    Rem

    a C

    hiap

    as

    COMIT EDITORIAL

    Armando Bartra Coordinador

    Luciano Concheiro Subcoordinador

    Enrique Prez S.Lourdes E. RudioHernn Garca Crespo

    CONSEJO EDITORIAL

    Elena lvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Brquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damin, Plutarco Emilio Garca, Francisco Lpez Brcenas, Cati Marielle, Yolanda Massieu Trigo, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Par, Enrique Prez S., Vctor Quintana S., Alfonso Ramrez Cuellar, Jess Ramrez Cuevas, Hctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudio, Adelita San Vicente Tello, Vctor Surez, Carlos Toledo, Vctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

    Publicidad Rosibel Cueto FloresCel. 55 2775 8010 Tel. (55) 2978 [email protected]

    Diseo Hernn Garca Crespo

    BUZN DEL CAMPOTe invitamos a que nos enves tus opiniones, comentarios y dudas a

    [email protected]/jornadadelcampofacebook.com/La Jornada del Campoissuu.com/la_jornada_del_campo

    Mnica Montalvo y Kendy Hernndez Luna (Universidad Autnoma Metropolitana-Xochimilco) fueron coeditoras en este nmero del suplemento

  • A. Bartra

    Qu es lo que quiere el pueblo? Sencillamente, quiere Tierra y Libertad.

    Nicolas Platonovic Ogariov, 1861

    La revolucin que naci proclamando el Plan de Ayala ha propagado sus ideales contenidos en

    estas dos palabras Tierra y Libertad. Emiliano Zapata, 1913

    Cuando se cumplen 94 aos del asesinato de Emiliano Zapata, es bueno insistir en que nuestro zapatismo es en verdad un internacio-nalismo, en que desde hace mucho los cam-pesinos comparten e intercambian utopas, experiencias, estrategias y consignas.

    Sabemos que en 1911 la consigna Tie-rra y Libertad llega al zapatismo por el Parti-do Liberal Mexicano (PLM). Y sabemos que, empleada ya por Ogariov en el peridico The Bell (Kolokol, en ruso) que Herzen y otros exi-liados polticos publicaban en Inglaterra, fue retomada en 1861 por Nicols Serno-Solo-vievich, animador en San Petersburgo de una organizacin terrorista llamada precisamente Semlia i Volia (Tierra y Libertad). El grupo fue aniquilado por el zarismo, pero gracias a ellos la frase se difundi en el movimiento campe-sino y en 1899 fue adoptada como lema por el mayor partido rural ruso, el Social Revolucio-nario, formado por iniciativa de la bakuninista Alianza de Socialistas Revolucionarios.

    En 1861, cuando Herzen y Ogariov son informados del nacimiento de Semlia i Volia, vive con ellos otro exiliado, Miguel Vasilievich Bakunin, quien se entusiasma con la nueva organizacin al punto de autonom-brarse su representante en Suecia, Finlandia y otros pases europeos. Al principio Bakunin camina junto a Carlos Marx en la Internacio-

    nal, organizacin revolucionaria fundada en 1864, aunque paralelamente impulsa la Alian-za, que representa la corriente de los comu-nistas libertarios. En el Congreso de Basilea, de 1870, se acercan a Bakunin los espaoles Sentinn y Pellicer, quienes, de regreso en su pas, promueven a la Alianza como agrupa-miento secreto. De hecho en Espaa los anti-autoritarios son ms fuertes que los socialistas hasta bien entrado el siglo XX, y una de sus consignas ms socorridas es Tierra y Libertad.

    En 1888, ao en que se crea la Orga-nizacin Anarquista de la Regin Espaola, en Gracia, Barcelona, el cataln Joan Montseny, cuyo seudnimo era Federico Urales, publica el peridico quincenal Tierra y Libertad, que ms tarde traslada a Madrid, donde aparece como suplemento de la Revista Blanca. Reto-mado por otros, Tierra y Libertad es editado de nuevo en Barcelona, de 1905 a 1919, poca en que escriben ah Pere Esteve, Josep Prat y, en-tre 1907 y 1909, Ferrn Tarrida Marmol, quien no hay duda de que tena contacto con Ricardo Flores Magn, pues en 1912, cuando desde la revista Les Temps Nouveaux, Grav, Frement y otros atacan al mexicano por campesinista, pues apoyaba a Zapata, en esas mismas pgi-nas lo defi enden, Kropotkine y crticamen-te Tarrida, quien dice que Ricardo es uno de los luchadores ms sinceros, ms viriles y ms honestos de nuestra poca.

    En 1905, en San Louis Missouri, Flo-res Magn conoce a Emma Goldman, a un grupo de anarquistas rusos y al crata espaol Florencio Basora, y en 1910 el PLM cambia el envejecido lema Reforma, Libertad, Justi-cia y Ley, por la consigna Tierra y Libertad. Es, pues, muy probable que la bandera que en la segunda dcada del XX adoptaron los ma-

    gonistas, luego los zapatistas y ms tarde el Partido Socialista del Sureste, haya pasado de Rusia a Mxico por la va del anarquismo y en especial de los antiautoritarios ibricos.

    En los aos 30s Tierra y Libertad reaparece en Espaa como rgano de la Fede-racin Anarquista Ibrica y publicado en An-daluca, donde hay un potente movimiento de jornaleros agrcolas de tradicin crata. Tan poderoso es, que en el Himno Andaluz, que en la Asamblea de Ronda de 1918 es aproba-do por los nacionalistas, fi gura la frase pedid Tierra y Libertad.

    Cuarenta aos despus, la consigna se generaliza en las ocupaciones de fi ncas, las huelgas y las asambleas de las Comisio-nes de Jornaleros, que en 1976 se fusionan en el Sindicato de Obreros del Campo (SOC). Agrupacin que adopta la anarquista accin directa como forma de lucha, lo que no le impide abrevar en el marxismo y vincularse a una organizacin poltica maoista: el Partido de los Trabajadores de Espaa.

    En los 70s y 80s, los toma-fi ncas andaluces gritaban Tierra y Libertad!, atri-buyndole la consigna a Emiliano Zapata. Y esto me consta, pues por entonces, estando en Crdoba, tuve la suerte de conocer a Dia-mantino Garca, El cura de los pobres, de ofi cio jornalero agrcola y fundador del SOC. Diamantino, muy enterado del entonces be-ligerante movimiento campesino mexicano, empleaba entre los aceituneros de su tierra, no solo la consigna Tierra y Libertad, que aso-ciaba con nuestro zapatismo, sino tambin la grfi ca agrarista que nosotros usbamos y en la que se reciclan, entre otros, los dibujos de Diego Rivera. Continuar

    EL ESLABN FALTANTE

    Autor: Carlos Marn-Campos. Ttulo: "Si Zapata viviera..." Tcnica: Grabado en linleo. Impresin sobre tela tela. Ao: 2012. http://carlosmarincampos.wix.com/home http://laimagendelrinoceronte.org/

  • 20 de abril de 20134

    EL MODELO EXTRACTIVO MINEROGustavo Castro Soto Otros Mundos AC / Red Mexicana de Afectados por la Minera (Rema) / M4

    En cada proyecto minero hay algn tipo de con-flicto con la empresa, misma que argumenta que los opositores no desean el desarrollo. Tambin se dice que no debera haber oposicin a la actividad minera porque todos usamos sus productos, lo cual es cierto. Sin embargo, el problema no es el mineral en s mismo, sino el modelo que sustenta su extrac-cin industrializada.

    Para lograr el objetivo de mayor ganancia y acumulacin de capi-tal, la industria busca disminuir sus costos aumentando la pobre-za: mejora su tecnologa, abarata los costos de la materia prima, disminuye tiempos y distancias, paga menos a la trabajadora y al trabajador, evita impuestos, logra nulas regulaciones ambientales y legales, se aprovecha de tratados de libre comercio, obtiene crditos blandos, busca servicios baratos o gratuitos (agua, energa, infraes-tructura, etctera), externaliza los costos sociales y medioambienta-les y logra subsidios, entre otras frmulas.

    La actividad extractiva antes con-cebida como actividad minera, petrolera y gas ahora implica toda la extraccin industrial directa e indirecta sobre los bienes comunes naturales convertidos en recursos naturales por medio de precio y dueo: petrleo, gas, carbn, tie-rras, minerales, madera, agua (em-

    botellamiento, represas de almace-namiento, etctera), energa, pesca industrializada; material gentico de plantas, animales y humanos; elementos qumicos, captura su-mideros de carbono, produccin de oxgeno, monocultivos de la agroindustria y de las plantaciones forestales, granjas camaroncolas, etctera. O la industria que extrae y sobreexplota la mano de obra, las tierras y los territorios; el agua, los minerales y la energa convertidos en tomates, soya, pia, madera y carne, entre otros.

    De esta forma, el modelo de la in-dustria extractiva es el conjunto de actividades a gran escala para sacar, extraer, obtener o separar

    elementos de la naturaleza, que le incorpora precio y dueo con el fin de obtener el mayor lucro posible, y que evita restituir, reparar, miti-gar, compensar, consultar e infor-mar, sin asumir los costos de dicha extraccin. No toma en cuenta aspectos ambientales, ecolgicos, culturales, polticos, sociales, eco-nmicos o locales. Elimina sus propias fuentes de reproduccin y acumulacin de capital; no toma en cuenta el tiempo para que los bienes comunes naturales se re-produzcan, ni considera el agota-miento y el dao irreversible sobre el medio ambiente. No considera las consecuencias a largo plazo, concentra tierras, fulmina territo-rios, expulsa pueblos y determina

    las inversiones de infraestructura pblica y privada para facilitar la extraccin. Sus intereses estn por encima de los derechos humanos. Los actores de este modelo tienen nombre: las cada vez ms grandes corporaciones supranacionales.

    En este marco hablamos del modelo extractivo minero que el capitalismo transforma en una industria que aumenta el cambio climtico, que no genera cadenas ni procesos econmicos locales importantes para la gente, concen-tra grandes extensiones de tierra y despoja de sus territorios a mu-chos pueblos originarios. Transfie-re enormes recursos y ganancias a las grandes corporaciones sin dejar casi nada, slo pobreza y grandes consecuencias sociales y ambientales.

    La industria extractiva minera gira en torno a la lgica y la es-trategia del capital financiero trasnacional, pero tambin a las condiciones y actores poltico-eco-nmicos internacionales de cada pas. Entre 1990 y 1997, a nivel mundial las inversiones en explo-racin minera crecieron en 90 por ciento. Y en Amrica Latina el au-mento fue de 400 por ciento, equi-valente a una inversin acumulada de 17 mil 300 millones de dlares. Esta regin se convirti as en la principal receptora de capitales mi-neros en todo el mundo, a pesar de representar slo 30 por ciento del total de las inversiones mundiales.

    A fines de los aos 90s slo diez empresas controlaban el 50 por ciento de la produccin mundial de cobre; tres empresas el 70 por ciento del hierro y seis compaas el 90 por ciento del aluminio. La proporcin mundial de oro que cu-bra Amrica Latina pas de cinco por ciento en 1980 a 10.3 en 1990 y a 14.9 por ciento en 2004. En la actualidad, la extraccin de plata durante 26 meses y la aurfera de seis meses es equivalente al tesoro colonial comprendido durante 120 aos!, entre 1530 y 1650. Y con un mismo ritmo, cuatro aos de ex-traccin de plata y un ao de oro es equivalente al tesoro colonial arribado a Espaa desde la Con-quista hasta la emancipacin de las colonias americanas en 1808. Por su lado, Mxico produjo 2 mil 747 millones de kilos de plata en 2002 (igual al 16 por ciento de la produccin mundial, y a ms de la produccin del resto de Amrica en una dcada) y hoy supera a toda la plata extrada de Amrica y arri-bada a Espaa durante la Colonia.

    Por tanto, el problema no son los minerales, ni las rocas, los meta-les, los no metales y otros bienes comunes naturales de la corteza te-rrestre, sino el sistema capitalista y su modelo extractivo que depreda la naturaleza, la tierra, los bienes comunes naturales, por la acumu-lacin incesante de capital gene-rando economas de enclave. Esta carrera es insustentable y habr que combatirla.

    GANANCIAS EXTRAORDINARIAS DE LA MINERA EN MXICOCarlos Rodrguez Wallenius Profesor investigador de la UAM-Xochimilco

    En Mxico se vive un verdadero boom minero,impulsado por la gran demanda internacional y los altos precios de los minerales (la plata su-bi 800 por ciento en diez aos), lo que invita a las grandes corporaciones a obtener ganancias extraordi-narias, es decir, rditos mayores a los que usualmente se obtienen en otras ramas productivas. Y no es para menos, pues los gobiernos neoliberales (desde Salinas hasta la fe-cha) han puesto todas las condiciones para que los capita-les mineros inviertan en nuestro pas: modificaciones a la Ley Minera en 1993 y a la Ley de Inversin Extranjera en 1996, que facilitaron a las empresas extranjeras tener pro-piedades y concesiones en minas. Tambin desde 1994 el Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte abri las puertas a las compaas estadounidenses y canadienses.

    Esta base normativa cre las condiciones para que desde los primeros aos del siglo XXI se instalaran y expandie-ran una importante cantidad de mineras, sobre todo pro-venientes de Canad. Ello se refleja en el espectacular incremento de la produccin de minerales (el oro creci 266 por ciento en la dcada reciente), y en su propagacin en casi todo el territorio nacional: en la actualidad hay 732 proyectos en exploracin y por desarrollarse, 75 por ciento de ellos son canadienses, aunque tambin se ha dado un crecimiento de empresas mexicanas. De igual manera, se expresa en que las corporaciones tienen concesionado para exploracin o explotacin el 25 por ciento del territo-rio nacional.

    Un elemento que facilit la expansin de la mineraen la mayor parte del territorio nacional es la liberacin de las concesiones, que permite apropiarse de los subsue-los y de los minerales que existan en l. Las concesiones para realizar obras de exploracin, explotacin y benefi-cio tienen una duracin de hasta 50 aos, prorrogables otros 50. Adems pueden aprovechar cualquier mineral que encuentren y hasta los veneros y escurrimientos de agua que provengan de la explotacin minera son para las empresas.

    El colmo es lo que el Estado mexicano cobra por los dere-chos de concesiones y asignaciones mineras: en el mejor de los casos van al erario pblico 222.54 pesos por hectrea concesionada al ao, una verdadera bicoca para la magni-tud del negocio.

    Sin embargo, para las comunidades, los ejidos y las pobla-ciones rurales donde se asientan las actividades mineras y se remueven las toneladas de tierra, donde se contamina y destroza el entorno, los beneficios son mnimos, bsi-camente se reducen a la renta de las tierras en las que se realiza la actividad minera, y los apoyos y ayudas a la co-munidades cercanas a las minas.

    Respecto a la renta de tierras, resulta el principal mecanis-mo de distribucin de recursos, puesto que los terrenos no son comprados por las empresas; los campesinos siguen siendo sus dueos (o del agujero que quedar). Los precios

    puedan variar mucho, por ejemplo en la minas de El Filo-Bermejal, en Mezcala, Guerrero, despus de intensas mo-vilizaciones de los ejidatarios de Carrizalillo, el precio de la renta pas de mil 400 pesos a 32 mil anuales por hect-rea. Pero en otras zonas la cosa est ms triste: en la mina El Peasquito, en Zacatecas, la explotacin ms grande de oro del pas, la empresa GoldCorp logr convencer a los ejidatarios a rentarles 4 mil 700 hectreas por unos cien millones de pesos por un periodo de 30 aos.

    El otro mecanismo es el de apoyos, ayudas o donacio-nes a las comunidades, que incluyen construccin y re-paracin de obras de infraestructura e iglesias, as como el patrocinio de festividades religiosas, escolares y depor-tivas. Estos apoyos son sumamente discrecionales pero multipublicitados por las empresas. Un ejemplo es el eji-do La Griega, en Chicomuselo, Chiapas; all la empresa Blackfire se comprometi a mejorar los caminos, hacer un tanque de agua, una clnica mdica y una escuela, todo por trabajar en 284 hectreas.

    Si comparamos los ingresos que tienen las empresas por la venta de los minerales producidos en las minas frente a los gastos transferidos a las comunidades (tanto renta de tierras como apoyos diversos), se puede observar la expresin des-carnada del despojo: GoldCorp da el 2.9 por ciento en la mina El Filo-Bermejal; Blackfire pretenda otorgar el 1.25 por ciento de sus ganancias y en Peasquito GoldCorp transfiere el 0.065 por ciento por el oro que se lleva.

    FOTO

    : Misi

    n d

    e O

    bser

    vaci

    n C

    ivil

  • 20 de abril de 2013 5

    MINERA: NEOCOLONIALISMO Y NEOCOLONIALIDADAndrs Jurez

    El extractivismo en Mxi-co no es una novedad y el pretexto desarrollista como canto de sirenas para las clases polticas y sociales tampoco lo es. Las variantes estn en el discurso, en el uso ambiguo de palabras como progreso, desarro-llo, crecimiento, bienestar, susten-tabilidad, crisis, discurso usado para justificar que en la divisin interna-cional del trabajo el pas siga sien-do, como ha sido desde la Colonia, un botn de materias primas para el crecimiento industrial de Europa y Estados Unidos y nada ms.

    Mientras los avatares del discurso desarrollista han variado, el resul-tado del proceso no tanto: hay poca

    diferencia entre un mercader ale-mn del siglo XVII, dueo de la deu-da de la Corona Espaola, cobrn-dose con los minerales de Amrica Latina, y un corporativo trasnacional del siglo XXI cobrando favores me-diante concesiones mineras a los gobiernos impuestos por el capital privado, pero eso s, siempre en pos del progreso y bienestar del pueblo.

    Lo novedoso en la era neoliberal es la virulencia y ferocidad de la expan-sin del extractivismo. Por ejemplo, durante la Colonia se extrajo la mi-tad del oro del que se ha extrado en los diez aos recientes de neocolo-nia. Adems, actualmente Mxico es el segundo extractor mundial de fluorita, plata y bismuto, esenciales en la produccin industrial de fr-macos y aleaciones metlicas, entre otros usos, y figura de manera des-tacada en la exportacin de cobre, plata, zinc, fluorita, yeso y manga-neso a Estados Unidos.

    Los centros de produccin de ver-dades hegemnicas han variado. En el siglo XVII la Corte determinaba, produca y divulgaba lo que deba ser el comportamiento, la decencia, el tipo de consumo y las aspiracio-

    nes sociales. Las cortesas, la forma de amar, de comer, de vestir... El im-pacto de las cortes en la difusin del discurso desarrollista era insignifi-cante junto al actual aparato propa-gandstico de los neocolonizadores: la televisin, el cine y el internet.

    Durante la Colonia se exportaban materias primas y se importaban manufacturas para la oligarqua. Ahora se contina exportando ma-terias primas para la industria in-mobiliaria y electrnica de Estados Unidos y Europa, e importando manufacturas, alimentos industria-les y vestido, para una clase media dominada por el aparato propagan-dstico y engordada para servir de alimento al propio sistema.

    Globalizacin del bien, localiza-cin del mal. El neocolonialismo extrae no slo materias primas, sino que se apropia de territorios, culturas y funciones ecosistmicas (cuando un ecosistema deja de fun-cionar por externalidades negativas de la minera, el costo de esa de-gradacin es una plusvala al bien extrado) y por va de la transferen-cia asimtrica de bienes y servicios ambientales de unos sectores de la sociedad a otros. La acumulacin de riqueza de las lites por despo-sesin de los dueos de los recursos naturales. Mientras cinco familias mineras mexicanas entran a la lista de los multimillonarios del mun-do, cinco millones de mexicanos se suman a la cifra de pobreza extre-ma en el pas. Mientras se extraen materias primas que benefician a trasnacionales, en las comunidades locales se introduce la contamina-cin del agua, la degradacin del suelo, la divisin social y ruptura de las instituciones comunitarias, la destruccin de los flujos y funcio-nes de los ecosistemas, el encono y enfrentamiento entre los pueblos y los gobiernos y su efecto inminente en la paz, la justicia y el respeto a los derechos humanos.

    La neocolonialidad atraviesa por el discurso del terror. La guerra, el ace-cho de la violencia, la deuda exter-na, el terrorismo de Estado, la crisis econmica y el desempleo que nos amenazan constantemente. Este petate del muerto nos lleva a acep-tar que se requiere mayor industria-lizacin del mundo, en crecimiento con forma de espiral; a justificar la expansin del extractivismo con la seduccin de las inversiones; a per-mitir la precarizacin del empleo urbano, pero sobre todo del rural; a ignorar y a tolerar la intensifica-cin de la liberacin comercial y desregulacin, sin dimensionar ni prevenir los costos de los conflictos socioambientales que se generan.

    Los gobiernos se niegan a ver y fo-mentar la reproduccin de mode-los de progreso y bienestar que no estn fundamentados en el consu-mo, ni fomentados por las inversio-nes externas, ni anclados en la fan-tasa de la felicidad individual. En cambio, se enamoran ciegamente de propuestas externas. En la era neoliberal se ha puesto una mesa con vajilla de plata para los inver-sores internacionales; as, en el pas el costo por hectrea concesionada para extraccin minera es de 65 pesos en cualquier otro pas del mundo se cobra por cada tipo de material extrado y por porcentaje de la produccin, las concesiones son a largo plazo y no se obliga a los concesionarios a internalizar el costo del deterioro socioambiental.

    En un Estado controlado por las lites econmicas, que no ha sido capaz de fomentar el ahorro rural ni de anclar a los migrantes ni de hacer que regresen los cerebros y la mano de obra a las comunidades, la seduccin del dinero contante y sonante en la mayora de los terri-torios locales resulta irresistible. El resultado es que actualmente el 25 por ciento del territorio nacional est concesionado y las pocas resis-tencias estn siendo aplastadas atrs del reflector de los medios de co-municacin y de la sociedad civil.

    Desde esta ptica, el neocolonialis-mo minero es una serie de polticas que permite a las potencias centrales apropiarse de procesos y territorios, bienes comunes y conocimientos, a un costo mnimo, pagando a los Es-tados cuotas simblicas a cambio de la quimera del empleo y el consumo y, por otro lado, la neocolonialidad es una serie de propagandas para acep-tar, asimilar, interiorizar, demandar productos, manufacturas, sistemas de comunicacin, que enriquecen a las grandes ciudades y producen mi-llones de hambrientos y desposedos tierra adentro. Entre estos dos proce-sos se encuentra Mxico atrapado. Buscando un camino alterno.

    Per

    LA DISPUTA POR LA SOBERANA Y EL DESARROLLO Nury Garca Crdova Sociloga peruana y activista medioambiental, militante del Movimiento por el Poder Popular

    La minera es una de las actividades extractivas con crecimiento cons-tante en Per. Desde 1990, con el gobierno autoritario de Alberto Fujimori, las polti-cas de ajuste estructural dieron nfasis a reformas legislativas favorables a la inversin privada minera. El actual gobierno de Ollanta Humala, aunque lleg al poder por su propuesta de la gran transformacin, contina con una poltica conservadora y una economa eminentemente

    extractivista. Ante ello, los con-flictos sociales han aumentado en intensidad contra-hegem-nica, sin que la mano dura del gobierno pueda quebrarlos.

    Ollanta Humala sigue una polti-ca de reprivatizacin de la econo-ma, con un modelo basado en la concentracin de la riqueza y la exportacin de materias primas.

    Para Ollanta, la actividad extrac-tiva minera, con proyectos de inversin de ms 53 mil millones de dlares, debe protegerse por-que gracias a ella se mejorarn las polticas sociales para lograr la inclusin social; sin embar-go, se omiten las polticas de pro-ductividad necesarias para supe-rar la condicin de pas primario exportador, cuyas caractersticas de nueva colonizacin no permi-ten reducir la desigualdad. Ade-ms Ollanta sigue el enfoque del perro del hortelano, del ex pre-sidente Alan Garca, que culpa a las comunidades campesinas de su extrema pobreza al negar-se a poner en valor sus cerros y tierras, y no dejar que otros los hagan productivos. Son argu-mentos que siguen justificando la apropiacin de las tierras co-munales y recursos del subsuelo, dejando a un lado el incentivo de otras actividades productivas, que ocupan a mayor poblacin.

    La minera da empleo al uno por ciento de la Poblacin Econmi-camente Activa (PEA). De estos empleos, el 65 por ciento son eventuales y con remuneracin precaria y cada cinco das y me-dio muere un minero empleado.

    De los 270 conflictos sociales en el pas, ms de la mitad son socio ambientales: hay confron-tacin entre poblacin y empre-sas extractivas. Bagua, Conga y Caaris son ejemplos de la im-posicin de proyectos contra la

    voluntad popular, que resiste de mltiples formas. De estos con-flictos, el 64 por ciento es por la defensa del agua y de recursos del subsuelo. Del total del terri-torio concesionado para la mi-nera en el pas, 24 millones de hectreas, slo el 0.56 por ciento se explota, es decir que el capital financiero asegura su renta a 15-20 aos por medio de contratos de venta futura con pases como China y Canad.

    Respecto a la situacin del agua, la cuenca del Pacfico cuenta con el 1.8 por ciento del volumen total de fuentes de agua para atender al 70 por ciento de la po-blacin rural y costea del pas. La cuenca del Atlntico cuenta con el 26 por ciento de volumen para abastecer a la poblacin an-dina y amaznica. Sin embargo, ambas cuencas presentan altos niveles de contaminacin.

    En esta disputa lo que est en cuestin es el modelo de desa-rrollo y la soberana sobre el te-rritorio y bienes naturales; sobre qu se decide, quines y cmo. El problema no es slo el extrac-tivismo, sino el inters trasnacio-nal de los gobernantes, y tam-bin la debilidad de las fuerzas del cambio para proponer alter-nativas de desarrollo autntica-mente sostenibles.

    FOTO

    : Artu

    ro A

    lfaro

    Gal

    n FOTO

    : Glo

    bal H

    uman

    itaria

  • 20 de abril de 20136

    CRIMINALIZACIN DEL MOVIMIENTO ANTIMINERONeftal Reyes Mndez y Armando de la Cruz Corts Colectivo Oaxaqueo en Defensa de los Territorios / Rema / M4

    En memoria de Bernardo Vsquez Snchez

    La defensa contra la minera en Mxico es una cuestin de vida o muerte, as lo manifes-t la Red Mexicana de Afectados por la Minera en un comunicado emitido en el aniversario del ase-sinato de Bernardo Vsquez Sn-chez, quien desde 2008 denunci las violaciones a derechos huma-nos y la contaminacin ambiental de la empresa minera Fortuna Sil-ver Mines, en el estado de Oaxaca.

    Actualmente las empresas mine-ras instaladas en Mxico cuentan con los recursos legales, polticos

    y mediticos para la imposicin de proyectos en territorios de co-munidades indgenas, campesinas y rurales. Existe en Mxico un marco legal que favorece la in-versin privada en detrimento de los derechos colectivos de dichas comunidades.

    Los actores que se encuentran en legtima oposicin se enfrentan a un aparato burocrtico judicial lento e ineficiente, lo cual no garantiza el acceso a un debido proceso y a la administracin de justicia. No encuentran canales institucionales a nivel federal, estatal o municipal para la reso-

    lucin de conflictos, sobre todo en los impactos derivados de la implementacin de proyectos mi-neros en las dos dcadas recientes.

    El aparato gubernamental en-cargado de respetar, promover y garantizar los derechos de las co-munidades existentes en el territo-rio nacional favorece los intereses privados de empresas extranjeras, que en complicidad con los gober-nantes, criminalizan las acciones de defensa de los pueblos y de-fensores del territorio, fabricando calumnias y delitos, y con hostiga-mientos, detenciones arbitrarias, torturas y asesinatos.

    En Mxico se registra un sinfn de actos de criminalizacin de movimientos. En San Luis Potos han recibido agresiones fsicas y amenazas de la empresa minera New Gold, en Puebla indgenas totonacas son amenazados por negarse a vender sus terrenos a Grupo Mxico y en Chiapas la minera Black Fire es acusada de haber asesinado a Mariano Abarca en 2009. Tambin est la situa-cin de Chihuahua, donde fueron asesinados Ismael Solorio Urru-tia y Manuela Sols en 2012, y se sabe de los asesinatos de Bernardo Mndez y Bernardo Vsquez Sn-chez en Oaxaca. En todos estos

    casos hay evidencias contunden-tes de violaciones sistemticas a los derechos humanos, donde el comn denominador es que estn directamente relacionados con proyectos mineros.

    En el caso de Bernardo Vsquez Snchez, originario de una co-munidad zapoteca en Oaxaca, ingeniero agrnomo de profesin y preocupado por la contamina-cin del medio ambiente, por el territorio y por el deterioro del tejido social en su comunidad, fue nombrado por su asamblea como portavoz para denunciar las violaciones a sus derechos

    REMA: ACCIONES COLECTIVAS EN DEFENSA DE LOS TERRITORIOSGustavo Lozano Rema / M4 www.remamx.org, www.movimientom4.org/

    Desde hace unos 30 aos hemos atestigua-do iniciativas orienta-das a reemplazar un entramado jurdico que en origen provea formas de organizacin social y medidas para garantizar la dignidad humana, por otro que va la extraccin irracional de los bienes comunes naturales favore-ce la reproduccin, acumulacin y centralizacin del capital.

    En todo este periodo los gobiernos de la Repblica han entregado en concesin para la explotacin mi-nera cerca de 30 por ciento del te-rritorio nacional a empresas mexi-canas y extranjeras provocando la aparicin de inditos episodios de confrontacin social que se han afirmado y extendido con vehe-mencia por todo el pas.

    Las luchas contra la minera no son viejas; lo novedoso es que muchos de sus actores han logrado formular una explicacin amplia de sus rei-vindicaciones, estimulando entre ellos un vnculo identitario fuerte, caracterstico de los movimientos sociales, que ha permitido que, ms all de su lucha concreta, se articu-

    len en la Red Mexicana de Afecta-dos por la Minera (Rema).

    Es, sin embargo, el repertorio de acciones colectivas lo que en esen-cia ha logrado configurar y forta-lecer este fenmeno sociopoltico que nace en junio del 2008 con la contribucin de diversas comuni-dades; organizaciones sociales, in-dgenas, campesinas y de derechos humanos; colectivos de educacin

    y comunicacin; estudiantes, y aca-dmicos, provenientes de 12 estados de la Repblica. Y con la presencia de aliados internacionales en el marco del V Encuentro Nacional del Movimiento Mexicano de Afec-tados por las Presas y en Defensa de los Ros (Mapder) en Temacapulin, Jalisco, con el cual hay coinciden-cia en la crtica al modelo extracti-vo y en la lucha por la defensa de los bienes comunes naturales.

    La Rema acta fundamental-mente inspirada por la idea de que el poder para decidir reside en los ciudadanos. Esta convic-cin indispensable para asegurar que el control sobre los territorios y la reproduccin de la vida no que-den subordinados a las autorizacio-nes tcnicas o a la voluntad de los operadores jurdicos, polticos y/o econmicos permite que la Rema parsista en transformar la realidad.

    Ello, en el contexto de una socie-dad desestructurada que genera individuos disociados y, por tanto, dbiles, sin habilidades ni prcti-cas democrticas para afrontar el reto de la violencia estructural que sufren nuestros pueblos, violencia que se echa de ver en los indignan-tes niveles de pobreza, en las viola-ciones sistemticas a los derechos humanos y en la discriminacin metdica a las minoras. Tambin en los graves problemas de conta-minacin y privatizacin del agua, en la desertificacin de los suelos, en la prdida de biodiversidad y so-berana alimentaria, en el cambio climtico, en la militarizacin del territorio y en la criminalizacin de la protesta social. La Rema ofre-

    ce as un espacio particularmente apropiado para que las luchas y or-ganizaciones en contra del modelo extractivo minero germinen.

    Con sus enlaces en las Baja Cali-fornias, Chiapas, Colima, Distrito Federal, Durango, Guanajuato, Guerrero, Oaxaca, Puebla, San Luis Potos, Veracruz y en territorio Wixrika, la Rema ha podido articu-lar acciones para resistir los efectos del modelo de desarrollo impidien-do proyectos contrarios al inters colectivo y para construir autono-mas locales que favorecen las con-diciones de planes de vida que cada individuo o comunidad persigue.

    Como parte de sus propsitos, la Rema busca concienciar sobre la afectacin socioambiental causada por el modelo extractivo minero y construir estrategias conjuntas de defensa del territorio. As, la Rema se concibe como un intrumento para fortalecer, nunca sustituir, a las luchas concretas; lo hace con aseso-ra tcnica, de sus publicaciones de educacin popular y de sus cursos de formacin de activistas; tambin con acciones solidarias, y con la organizacin de encuentros

    FOTO

    : Gus

    tavo

    Cas

    tro

    FOTO

    : Gus

    tavo

    Cas

    tro

    FOTO

    : Tom

    ada

    del s

    itio

    web

    de

    Gol

    dgro

    up M

    inin

    g In

    c

    Cerro de la Cruz, al fondo la Central Nuclear de Laguna Verde

  • 20 de abril de 2013 7

    ENCUENTRO MESOAMERICANO:S A LA VIDA, NO A LA MINERAKendy Hernndez Luna

    El fortalecimiento de las estructuras co-munitarias como las asambleas y autorida-des comunitarias, mantener el control del territorio comunal y el fortalecimiento de la memoria histrica, han sido los hilos prin-cipales con los que tejen la resis-tencia los pueblos herederos de Mesoamrica que luchan contra un modelo extractivista basado en el despojo y la extraccin acelerada de los bienes comunes como los minerales, agua, bos-ques, petrleo, aire, gas, carbn y conocimientos por medio del despojo y la mercantilizacin de nuestros territorios ancestrales.

    Tal es el fundamento de las ms de 400 voces reunidas en Capulalpam de Mndez, Sierra Norte de Oaxaca, el pasado ene-ro de 2013, cuando se realiz, del 17 al 20, el Encuentro de Pueblos de Mesoamrica, cuyo eje aglu-tinador es el S a la vida, no a la minera. Los pueblos, comunida-des, organizaciones, colectivos y redes que se encontraron en esta comunidad representaron a 12 naciones, entre las que destacan Honduras, Guatemala, El Sal-vador, Puerto Rico, Argentina, Canad y Mxico, que padecen el proceso hegemnico trasna-cional de destruccin, traducido en problemticas relacionadas con la minera en sus territorios.

    Como lo reza la esencia de este encuentro, ha sido la estructura y organizacin comunitaria, as como la urdimbre de redes a ni-vel local y global, lo que ha hecho posible la realizacin del evento.

    Con varios meses de anticipacin, el pueblo de Capulalpam determi-n la realizacin del encuentro, mediante acuerdo de asamblea de ciudadanos y comuneros. Se comprometieron y colaboraron en la organizacin logstica, la coordi-nacin corri a cargo de las auto-ridades municipales y comunales, y se establecieron ms de 15 comi-siones de al menos 15 integrantes cada una para cubrir necesidades de alimentacin, hospedaje y es-pacios de reunin, as como equi-po tcnico y artstico, teniendo as el involucramiento total de la comunidad en todo el desarrollo del encuentro. Destaca que los integrantes del consejo fueron los representantes permanentes del pueblo de Capulalpam en las ac-tividades del encuentro como pa-neles, plenarias y mesas de trabajo.

    Por otro lado el trabajo de enla-zar y hacer posible la reunin de otros pueblos, organizaciones y medios de comunicacin en este

    encuentro, fue coordinado por la amplia red de organizaciones y colectivos involucrados, que jun-to con el pueblo de Capulalpam fueron convocantes, tales como el Colectivo Oaxaqueo en De-fensa de los Territorios, la Red Mexicana de Afectados por la Minera (Rema) y el Movimiento Mesoamericano contra el Mode-lo Extractivista Minero (M4).

    Transcurridos ya dos meses, ha ha-bido por lo menos 46 publicacio-nes que han difundido los resul-tados del encuentro a nivel local y global, va periodismo escrito, radial, fotogrfico y audiovisual, pues estuvieron presentes ms de 20 medios de comunicacin, en su mayora libres y alternativos.

    Los participantes, afectados y afectadas por la minera, discutie-ron las causas y los efectos de esta actividad en sus territorios, y plan-tearon proponer y construir estra-tegias y planes de accin colectivos para hacerle frente. Los ejes te-mticos fueron los impactos de la minera en la salud, el ambiente, el tejido social comunitario y el te-rritorio; se discutieron propuestas de acciones jurdicas, de organiza-cin, articulacin, movilizacin e incidencia a nivel local, nacional e internacional, y de alternativas des-de los pueblos para el Buen Vivir.

    Vale la pena recordar el llama-do que se hizo desde la plenaria de este encuentro a los pueblos y comunidades de Honduras, Gua-temala, El Salvador, Puerto Rico, Argentina, Canad y Mxico para fortalecer las redes de resis-tencia y generar alianzas amplias basadas en los saberes, donde la defensa del territorio constituye la base de la articulacin.

    Adems, en busca de la defensa de la vida, de espacios sagrados, bos-ques, ros, montes, manantiales, y de generaciones futuras, exigieron:

    El cambio del modelo econmi-co y poltico actual que permite la depredacin de los territorios. El respeto a las decisiones de los pue-blos deber ser parte fundamental en una nueva relacin con los Estados-gobiernos. Esto significa el ejercicio del derecho a la libre

    determinacin de los pueblos in-dgenas, campesinos y rurales.

    La cancelacin de todos aque-llos proyectos mineros donde las comunidades estn en desacuer-do con el modelo extractivista en la regin mesoamericana.

    Que se respeten los procedi-mientos de consulta comunita-ria, que constituyen una prctica ancestral de los pueblos para la participacin y toma de decisio-nes; asimismo que sus resultados sean considerados vinculantes.

    Justicia para todas las defenso-ras y defensores de los territorios que han sido criminalizados, amenazados, agredidos y asesina-dos en la regin mesoamericana.

    En la declaratoria final se enfati-zaron las demandas ms sentidas y urgentes de los participantes, tales como la cancelacin de las concesiones mineras y el reco-nocimiento a la ratificacin del NO a la minera por parte de la asamblea general de comuneros y ciudadanos/as de Capulalpam de Mndez, Oaxaca, asimismo el cierre definitivo de la compa-a minera Natividad y Anexas. La cancelacin del proyecto mi-nero San Jos, en el municipio de San Jos del Progreso, Oaxa-ca; castigo a los responsables de los crmenes cometidos contra la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotln desde 2006. Alto a la violacin de derechos humanos por parte de la compa-a minera canadiense Excellon Resources Inc. a ejidatarios de La Sierrita y trabajadores mineros de la seccin 309 del Sindicato Minero en Durango. Solucin al conflicto del ayuntamien-to de Tlacolula. Castigo a las agresiones en contra de las y los integrantes de la Coordinadora para la Defensa de los Recursos Naturales del Valle de Tlacolula, Oaxaca. Cancelacin del proyec-to hidroelctrico Paso de la Reina en la costa de Oaxaca. Solucin al problema municipal de San Mateo del Mar, en el Istmo de Tehuantepec. Cese al hostiga-miento contra las comunidades en resistencia al megaproyecto elico del istmo de Tehuantepec por el gobierno estatal de Oaxaca y la empresa Marea Renovables, empresa espaola.

    Finalmente la propuesta del pleno enfatiz que el tiempo en que el gobierno representaba un poder absoluto es un asunto del pasado; es necesaria una nueva relacin con el gobierno, en don-de los pueblos indgenas decidan el destino de sus territorios.

    nacionales, que han contado con personalidades del nivel del obispo de Saltillo, Ral Vera, una voz crtica clave contra la minera.

    La importancia del actual mo-delo de extraccin minera para la economa mundial ha crecido significativamente y sus estrategias suelen ser trasnacionales. Por ello, por medio de la Rema, las luchas mexicanas contra la minera han buscado articularse internacional-mente. El resultado es el Movi-miento Mesoamericano contra el Modelo Extractivo Minero (M4) que desde principios de 2012 agru-pa a casi 50 organizaciones de Pa-nam, Costa Rica, Mxico, El Sal-

    vador, Honduras, Estados Unidos y Canad. El mismo ao de su surgi-miento, el M4 lanz una campaa contra la canadiense GoldCorp, a la cual adems juzg en el Primer Tribunal Popular Internacional de Salud por causar graves daos a la salud en las comunidades de Valle de Siria, en Honduras; San Miguel Ixtahuacn, en Guatemala, y Ca-rrizalillo, en Guererro, Mxico.

    En contraste con expresiones po-lticas que buscan atemperar los efectos nocivos del modelo de desarrollo, el M4 es contundente y declara: De Panam a Canad la minera no va!

    La Rema y el M4 no buscan la confrontacin. Imaginan comu-nidades donde la gente pueda realizar su potencial ms alto asegurando la cobertura de sus necesidades bsicas y aumentando sus opciones vitales; comunidades que generen formas ms amplias y hondas de satisfaccin que la proporcionadas por el mero con-sumo de objetos materiales, donde la gente pueda interactuar con la confianza de que su entorno es un lugar seguro, educativo, libre y espiritualmente pleno, y donde la comunidad tica incluya, en un sentido amplio, a toda la naturale-za la humana y la no humana.

    perpetradas por la empresa minera. A partir de ese momento, levant su palabra a nivel estatal, nacional e internacional; Ber-nardo se enfrent con un marco legal ineficiente marcado por la complicidad de las autoridades estatales y municipales con la empresa minera, y resisti una se-rie de calumnias, difamaciones y amenazas. Tuvo que realizar una doble defensa: la de su pueblo y la de su vida.

    La criminalizacin es una prc-tica de las empresas para des-pojar a las comunidades de sus territorios con los menores costos econmicos posibles. Consiste en deslegitimar a los movimien-tos en resistencia, colocando a las y los defensores como opositores al desarrollo, y a las compaas mineras como redentoras de los pueblos y comunidades con pro-yectos de avanzada, impulsa-dos para promover el empleo en las regiones y combatir las condi-ciones de pobreza en las comuni-dades. Sin embargo, sus prcticas se caracterizan por generar divi-siones y confrontaciones comu-nitarias, rompimiento del tejido social, represiones, incremento de violencia, desalojos forzo-sos, contaminacin del medio ambiente, actos de corrupcin, hostigamientos, agresiones y asesinatos. A cambio, las ddivas otorgadas por las empresas a las comunidades, representan entre uno y tres por ciento de sus ga-nancias totales.

    No existen mecanismos de protec-cin para defensoras y defensores de derechos humanos. Las ame-nazas, agresiones y asesinatos en la mayora de los casos son perpe-trados por grupos armados contra-tados por las empresas mineras; en Chiapas, Oaxaca, San Luis Potos, Puebla, entre otros, se ha docu-mentado la presencia de grupos de choque y/o armados con el objetivo de amedrentar y confrontar con actos de violencia a movimientos, organizaciones y comunidades que se oponen a los proyectos mineros. Las autoridades estatales y federa-les argumentan que los problemas han sido generados por intereses polticos locales, religiosos, muni-cipales y agrarios, pero los proble-mas tienen su raz en la imposicin de proyectos de extraccin de re-cursos minerales. En este contexto, las amenazas contra defensores y defensoras del territorio no cesan, por el contrario, en el aos 2012 se incrementaron. La accin del Esta-do en materia de derechos huma-nos es cada vez ms ausente.

    Justicia para las comunidades afectadas por proyectos mineros. Ante este panorama, las exigencias de las comunidades afectadas, or-ganizaciones civiles y sociales, es-tudiantes, campesinos, indgenas y acadmicos, continuamos exigien-do justicia. Mientras las autoridades federales sigan autorizando conce-siones a las empresas mineras que despojan a los pueblos de sus terri-torios, las violaciones a los derechos humanos irn en incremento.

    Las luchas contra la minera no son viejas;

    lo novedoso es que muchos de sus actores han logrado formular una explicacin amplia de sus reivindicaciones,

    estimulando entre ellos un vnculo identitario

    fuerte, caracterstico de los movimientos sociales

  • 20 de abril de 20138

    Guerrero

    LOS CAMINOS DE LA RESISTENCIA: DE LA MONTAA A LA COSTA CHICAEdith Herrera Martnez Indgena mixteca, antroploga social de la UAM-Iztapalapa, miembro de la campaa contra las mineras en territorio comunitario donde opera la CRAC-Polica Comunitaria

    Nuestra montaa de Guerrero es conoci-da tradicionalmente por la marginacin que se vive a diario; por los altos ndices de migracin jornaleros que van al norte del pas o a Esta-dos Unidos, y por los constantes atropellos y violaciones a derechos humanos e indgenas. Pero ahora tambin es conocida por mega-proyectos que generan despojo, violacin y hasta la muerte, pues la minera es un atentado contra la vida y el territorio.

    Como lo explica el abogado Jorge Pelez (miembro del colectivo de abogados RADAR), la Monta-a de Guerrero no es ajena a los grandes conflictos que vive el pas derivado de la expansin de los megaproyectos mineros. Como es conocido, debido a los altos pre-cios del metal, al agotamiento de los minerales metlicos en vetas, y al desarrollo de nuevas tecnologas de extraccin, la minera a gran escala (de tajo a cielo abierto y de corte y relleno) se ha extendido por todo el mundo. Lo anterior ha sido particularmente acentuado en los pases del Sur, donde nuestros go-biernos, con el discurso del incen-tivo al desarrollo y a la inversin, han abierto puertas y ventanas a este tipo de minera, prohibida en muchos pases del Norte producto de los grandes pasivos ambientales que ocasiona ().

    Que si queremos desarrollo tenemos que vender nuestros cerros, ros y montaas. En nuestro territorio, la amenaza em-pez a hacerse sentir cuando, en noviembre de 2010, se detect la presencia de helicpteros sobre-volando la zona de la Montaa en las comunidades de Acatepec, Iliatenco, Tlacoapa y San Luis Acatln. stas llevaban consigo largos tubos y volaron a muy baja altura, lo que alert a la gente de las comunidades, que de inmedia-to dieron aviso a las autoridades comunitarias, a las comandancias y casas de justicia de la Coordi-nadora Regional de Autoridades Comunitarias-Polica Comunita-ria (CRACPC).

    Poco despus, se presentaron re-presentantes de la empresa Cam-Sim Minas a la casa de justicia de San Luis Acatln (CRAC) para solicitar que la polica resguar-dara su equipo y sus vehculos, situacin que ocasion dudas. La CRAC se dio cuenta que era gente de una empresa privada, que lleva-ba consigo un oficio donde se in-formaba a la CRAC que estaran explorando el territorio comunita-rio, ya que contaban con la auto-

    rizacin de los gobiernos estatal y federal en torno a una concesin minera llamada La Diana, una de las que se registran sobre el territorio comunitario. Estas con-cesiones haban sido otorgadas sin consultar a los pueblos indgenas que han habitado histricamente la regin, lo que gener una situa-cin de alarma bien justificada.

    De 2005 a 2010 cerca de 200 mil hectreas del territorio indgena de la regin Costa-Montaa del estado han sido entregadas por el gobierno federal a empresas ex-tranjeras, por medio de concesio-nes de 50 aos, para que realicen actividades de exploracin y explo-tacin minera, sin tomar en cuen-ta el derecho al territorio y a la consulta de los pueblos indgenas, segn ha denunciado el Centro de Derechos Humanos de la Monta-a Tlachinollan.

    Se sabe que las concesiones exis-tentes son: Corazn de Tinieblas (perteneciente a la inglesa Holds-child Mining), La Diana y San Ja-vier (perteneciente a la canadien-se CamSim) y La Faraona Goliat (subdivida en lotes perteneciente

    a la mexicana Grupo Goliat), pro-yectos con miras a explotar oro, plata y cobre principalmente. Se sabe que hay ms proyectos mi-neros por descubrirse, por lo que estamos en permanente alerta.

    En febrero de este ao, Enrique Castro Soto, secretario de Desa-rrollo Econmico en Guerrero, declar a La Jornada edicin Gue-rrero que la actividad minera en la entidad para 2013 ser bastante interesante y se espera incremen-tar la produccin, pues existen 600 concesiones de las cuales solamen-te cinco estn operando. Con esto, nos damos cuenta que el gobierno har todo lo posible para instalarse en las zonas concesionadas, sin im-portar que los pueblos digan No!

    Otra vez, las comunidades, que no fueron consultadas, no estaban listas ni informadas de lo que implicaban las mineras. La realidad era de un profundo desconocimiento respecto de estos megaproyectos, justificados por el propio gobierno estatal con un falso discurso de alternativa a la marginacin que se vive en las comunidades nahuas, na savi, me phaa y mestizas de la regin.

    Cuando se inform y se conocie-ron realmente los impactos de es-tos megaproyectos, la gente mos-tr preocupacin, pero sobre todo coraje para defender su territorio. Comenz a generarse un fren-te de varios actores de la regin: pueblos, autoridades, profesionis-tas, estudiantes de universidades; entidades como Tlachinollan, Universidad del Sur (Unisur), Universidad Pedaggica Nacional (UPN), CRAC-PC, y las radios co-munitarias de Espino Blanco (La Voz de los Pueblos y La Voz de la Costa Chica) en San Luis Acatln pertenecientes a la CRAC. Todos movilizados informaron y alerta-ron a la comunidad.

    Una de las acciones inmediatas que fueron tomadas en respuesta a la entrada de las mineras, y que se realiz con el apoyo de Tlachi-nollan, fue levantar las actas de las asambleas donde se rechaz la actividad minera en las comu-nidades, para posteriormente re-gistrarlas en el Registro Agrario Nacional (RAN).

    De acuerdo con el abogado Pe-lez, con ello se intentaba blin-dar la superficie a los intentos de sobornos y cooptacin por parte de las mineras. Sin los derechos superficiales, el mineral no podra ser extrado. Esto da a las comu-nidades un papel considerable: el poder de escoger por su cuenta lo que pasa sobre su propio territorio. Y hace que la labor de informa-cin de las comunidades resulte imprescindible.

    Todo este proceso de lucha, defen-sa, movilizacin de los pueblos ha generado muchos inconvenientes al gobierno, quien sirve de gestor para la instalacin de las mineras.

    Ello llev al lanzamiento de una campaa de divisin, cooptacin y engao, a partir de promover los supuestos beneficios de la mine-ra, por medio de visitas, reuniones a puerta cerrada y un proyecto llamado Minera de Gran Visin, promovido por parte del supuesto asesor del gobernador en mate-ria ambiental (Leonel Lozano), lo que podra describirse como una contra-campaa de informacin. Hasta el momento, esta estrategia ha fracasado, gracias a que los pue-blos se han mantenido alertas y a la labor continua de promocin por parte de los diversos actores en la regin. Pero sigue siendo una amenaza.

    Poco tiempo despus, se despleg una nueva estrategia, mediante un proyecto para declarar a una gran parte de la Montaa de Guerrero

    como reserva de la bisfera, que supuestamente emanaba de una peticin de los propios pueblos por medio de la Universidad In-tercultural del Estado de Guerrero (UIEG), ubicada en La Cinaga, municipio de Malinaltepec.

    Este proyecto pareca en prin-cipio una herramienta para la proteccin de los recursos y del territorio de las comunidades. Sin embargo, a partir de un anlisis ms profundo y del conocimiento de la experiencia de otros pueblos y regiones, los propios pueblos y varios actores movilizados de la re-gin lograron desenmascarar esta maniobra para el despojo territo-rial a los pueblos indgenas. As, vemos que al no encontrar cmo abrirse el paso hasta el territorio comunitario, se aprovechan de otros recursos, medios, leyes y pro-gramas ya existentes en nuestro pas que sirven para dar entrada a la privatizacin de las tierras.

    Queda claro que en este proceso las estrategias que el gobierno ha utilizado no tienen nada qu ver con una confrontacin directa, a diferencia de muchos procesos de lucha en el pas. Por ello, somos conscientes de que tenemos que ser cautelosos.

    Guerrero cuenta con una fuerte tradicin histrica de resistencia y de lucha. No es casual la pre-sencia de actores como la CRAC que no cedern ante los intereses ambiciosos y voraces de los em-presarios. Sabemos que estn en juego mucho dinero, recursos e in-tereses, por lo cual las compaas mantendrn vivas sus pretensio-nes. Sin duda, la CRAC ha venido a representar uno de los principa-les obstculos para las mineras. Al no poder comprarla ni cooptarla, lo que hacen es ir creando poco a poco un clima de desestabiliza-cin interna, una pelea interna, una divisin de pueblos, actores y discursos. Eso es lo que hemos vivido durante los meses recientes.

    Es importante y necesario hablar del desarrollo que nosotros como pueblos indgenas queremos. Que este trmino no se vuelva sinni-mo de prdida y despojo. Hag-moslo nuestro, forjmoslo. No se puede reducir a infraestructuras, pavimentaciones, construcciones muchas veces ajenas a nuestra cosmovisin. Queremos desarro-llo, pero uno que reconozca el sentido de ser hijos de esta madre tierra, no queremos desarrollo si eso implica vender nuestros cerros, ros, montaas y hasta nuestra dignidad. Esto lo tenemos bien claro.

    FOTO

    : Tom

    ada

    del b

    log

    No

    min

    as e

    n la

    Mon

    taa

    de

    Gue

    rrero

    FOTO

    : Arc

    hivo

  • 20 de abril de 2013 9

    Guerrero

    DAOS A LA SALUD POR MINERA A CIELO ABIERTOMiguel ngel Mijangos Leal Procesos Integrales para la Autogestin de los Pueblos (PIAP, AC) / Rema Guerrero

    En Carrizalillo, en el mu-nicipio Eduardo Neri de Guerrero, hay unos mil habitantes, que integran alrededor de 252 familias. Su estruc-tura agraria es ejidal y administran un territorio de mil 406 hectreas, que en 83 por ciento estn ocupadas por el complejo minero Los Filos de la empresa canadiense GoldCorp, el cual, adems de las tierras del eji-do, abarca sitios de inters nacional como la Regin Terrestre Prioritaria (RTP nmero 118).

    Esta es una zona declarada como rea de Importancia para la Conser-vacin de Aves Migratorias (AICA) y dispona de una gran riqueza ar-queolgica generada por la cultura Balsas Mezcala, precursora de la cultura Teotihuacana, la cual ha desaparecido por la explotacin de oro, principal insumo de esta mina.

    Es una mina joven que va a gran velocidad, porque la explotacin del tajo Los Filos comenz en el 2005, y la del tajo El Bermejal en el 2006. En ese mismo 2006 se reali-z el primer viaje de material hacia los patios de lixiviados, regados con cianuro por primera vez a inicios del 2007, ao en el cual se origin la pri-mer barra de dor. Su crecimiento es descomunal, pues en slo lao y medio pas del 30 al ciento por ciento de sus operaciones, y sigue amplindose hacia nuevas zonas en tierras del ejido y contiguas a ste.

    Con esa misma rapidez crecen los daos a la salud comunitaria, la cual se manifiesta sobre piel, ojos, vas respiratorias y odos; hay problemas gastrointestinales, y despunta una grave situacin de partos prematuros. Tambin se incrementan las defunciones de las y los trabajadores mineros de la GoldCorp: Sofa Figueroa Pea y su hermano Fidencio Lpez Pea fallecieron despus de sentir dolo-res de cabeza y en la cara; Alejan-dro Hernndez Coln fue arrolla-do por una mquina pesada en la mina; Adelfo Gmez Vera perdi la vida por una lesin que recibi de una piedra que se le vino en-cima, y Daniel Jimnez Santos y otro trabajador fallecieron al ex-plotar dinamita, lo cual adems propici heridas en tres personas.

    Sobre los daos ambientales, es casi imposible medirlos, aunque

    los de mayor inters para la pobla-cin son la falta de agua, ya que la subcuenca principal, que ocupaba el 77.4 por ciento de su territorio, ha sido destruida y alterada por lo menos en dos terceras partes. Los llamados terreros de material ptreo estril generan drenaje cido, cuyos efectos negativos re-percuten directa e indirectamente en la poblacin y en la biodiversi-dad no slo de Carrizalillo sino de zonas hacia donde se dirigen los escurrimientos. Adems, cnica-mente arrojan sobre esos terreros sulfuros que posteriormente tapan con un poco de tierra roja para que no se noten y pueda llegar la Procuradura Federal de Protec-cin al Ambiente (Profepa) a en-tregarles su certificado de indus-tria limpia. Los daos a la fauna y la vegetacin podran ser tema de otra entrega.

    Hasta ahora, GoldCorp ha logra-do evadir su responsabilidad en los hechos mencionados.

    Los daos a la salud tienen va-rias causales; haremos nfasis en lo elemental:

    a) Los factores contaminantes (polvo con metales pesados y cido cianhdrico), b) el tiem-po en horas de exposicin a esos factores y c) la cantidad o

    volumen de esos factores sobre las personas.

    1. La poblacin est expuesta al polvo (silicosis) que flota o est suspendido en el aire de forma permanente. Este polvo est lleno de metales pesados y sales minerales (plomo, zinc, cadmio, arsnico, entre otros), que se liberan de las rocas al ser dinamitadas todos los das; asimismo, el polvo se levanta en tolvaneras propiciadas por los camiones y las maquina-rias. Adems, ese polvo est enriquecido con cido cian-hdrico que se forma durante la evaporacin de la mezcla entre el agua y el cianuro de sodio que se usa durante el rie-go en los patios de lixiviados.

    2. Las 24 horas del da la pobla-cin est expuesta al polvo que no slo afecta ojos, garganta o piel, sino que se vincula a otros procesos que afectan in-directamente. Las casas tienen polvo permanentemente y ello facilita la contaminacin de alimentos, agua, ropa, etctera. No hay un solo espacio libre de polvo en toda la comunidad, y quienes mayor recurrencia con daos a la salud presentan son las mujeres embarazadas, los nios y adultos mayores.

    3. Otros elementos importantes son: la concentracin-cantidad del contaminante, y la tempora-lidad y tiempo (nmero de das-horas al da), lo cual ocurre de manera diferenciada de acuerdo con la poca del ao, siendo la ms extrema en la poca seca.

    Absolutamente todas las familias tienen por lo menos un integran-te con una o ms de las enferme-dades que estn relacionadas con la extraccin de minerales: pade-cimientos entre leves y graves que se sufren en los ojos, piel, odos, vas respiratorias, gastrointestina-les o de parto prematuro.

    Hasta el momento hemos registrado 25 casos de partos prematuros entre las mujeres de 16 a 40 aos de edad. De stos, el 60 por ciento ocurrieron entre 2011 y 2012, de los cuales lamen-tablemente fallecieron 68 por ciento.

    En el 74.6 por ciento de las fami-lias hay por lo menos un integran-te con los ojos rojos, irritados, llo-

    rosos, secos, con ardor, comezn o con cuadros de conjuntivitis.

    El 66 por ciento de las familias que se baa con agua del ma-nantial o del Triangulo (principal fuente de agua de la comunidad) presentan daos en la piel por irritacin, aparicin de manchas, resequedad, agrietamiento, mpu-las, salpullido, ardor o comezn.

    El 44.8 por ciento de la poblacin presenta una o ms enfermedades de garganta como dolor, irritacin, ronquera, inflamacin o anginas.

    El 57.2 por ciento de la poblacin presenta recurrentemente uno o ms sntomas o malestares respira-torios, como gripa, tos, bronquitis, asma o pulmona.

    El 30.8 por ciento de la poblacin presenta cada o resequedad de cabello.

    El 18.6 por ciento de la poblacin presenta distintos sntomas en los odos, como dolor, disminucin auditiva o prdida auditiva, infec-cin, comezn y zumbidos.

    El 26.7 por ciento de la poblacin presenta frecuentemente trastor-nos gastrointestinales, como nau-seas, diarreas y parasitosis.

    El 39.4 por ciento de la poblacin pa-dece enfermedades nerviosas, como dolor de cabeza, agotamiento, som-nolencia e irritabilidad y desnimo.

    El ruido permanente de la opera-cin minera genera alteraciones de sueo y problemas de prdida auditiva que irn aumentando en el mediano y largo plazos.

    El 32.4 por ciento de la poblacin presenta problemas seos y mus-culares, prevaleciendo el dolor de huesos, de cintura o de espalda, sobre todo en trabajadores.

    En algunas mujeres y hombres de distintas edades sus cuerpos mani-fiestan presencia de metales pesa-dos en la sangre, como el tener las uas amarillas y descarapeladas, y pigmentacin de piel con man-chas negras, blancas o rojizas.

    Constantemente las y los trabaja-dores que estn ms cercanos a los tajos y patios de lixiviados han pre-sentado sntomas de intoxicacin, como dolores agudos de cabeza, nauseas e incluso desvanecimien-tos y desmayos. Estos casos se pre-sentan tanto adentro de las instala-ciones como al llegar a sus casas.

    Para finalizar, no hay forma de es-conder los daos generados por la GoldCorp, y habr que trabajar en fincarle responsabilidades.

    Absolutamente todas las familias tienen por

    lo menos un integrante con una o ms de las

    enfermedades que estn relacionadas con la

    extraccin de minerales

    FOTO

    S: A

    rchi

    vo

  • 20 de abril de 201310

    CONCESIONES MINERAS Y DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDGENASJorge Fernndez Souza

    Debajo de la superfi-cie de la tierra, en el subsuelo, en las entra-as donde los mayas antiguos ubicaron a Xibalb, al inframundo, o donde los nahuas han dicho que existe el Mixtln, la tierra de los muertos, estn los hidrocarburos y los minerales. Tal vez en esas antiguas cosmogonas no se asociaron las riquezas mine-ras, ni tampoco las petroleras, con la muerte, el sufrimiento y la obs-curidad. Pero la relacin ah est.

    Porque lo cierto es que ms que el bienestar que podran ofrecer para los pueblos indgenas, las riquezas minerales les han trado desasosie-go. No solamente porque los bene-ficios de la extraccin les son aje-nos, sino porque los trabajos para realizarla destruyen sus tierras, su entorno, su medio ambiente, sus espacios religiosos y culturales; en suma, su territorio.

    As, este es uno de los mejores ejemplos de la diferencia entre tierra y territorio, hablando espe-cficamente de los pueblos indios. El territorio no solamente se refie-re a la tierra a la que el campesino, el arado y el tractor le extraen los alimentos, sino a todo lo que la cir-cunda, al subsuelo, al agua, al me-dio ambiente y al espacio cultural que forjan quienes la habitan.

    Que Mxico haya pasado reciente-mente, en escala mundial, del lugar 30 al cuatro en exploracin minera puede ser buena noticia para las empresas, pero no necesariamente para los pueblos, porque la bsque-da actual de riquezas minerales, derivada en gran medida de la de-manda global, amenaza a no pocos territorios de los pueblos indios a causa de las concesiones que han sido otorgadas a las empresas. As lo acreditan casos como los de Chico-muselo, Ixhuatln y Motozintla, en Chiapas; varias de las alrededor de 300 concesiones en Oaxaca; el del Cerro del Jumil, en Morelos, o los proyectos sobre el territorio Wiriku-ta, en San Luis Potos, entre otros.

    Y es que la posibilidad legal de que empresas privadas exploten rique-zas minerales mediante concesio-nes en cualquier parte del territo-rio nacional, incluyendo aquellas donde estn asentados los pueblos indgenas, est determinada en la Constitucin, que reconoce di-versos regmenes de propiedad y de explotacin posibles, segn el bien de que se trate.

    Como se sabe, el artculo 27 cons-titucional se refiere al rgimen de propiedad agraria y a los derechos de los ncleos de poblacin ejidales y comunales, derechos disminuidos

    y en riesgo constante desde la re-forma salinista de 1992. El mismo artculo habla de los bienes que, adems de ser propiedad nacional, hasta ahora solamente pueden ser explotados por el Estado (por la Na-cin, dice el artculo). Para la explo-tacin del petrleo, o de minerales radioactivos, no pueden otorgarse concesiones ni contratos a particu-lares. Es la misma condicin para la generacin y distribucin de ener-ga elctrica que tenga por objeto la prestacin de servicio pblico, y tambin para el aprovechamiento de los combustibles nucleares para la generacin de energa nuclear.

    Situacin distinta es la de la ge-neralidad de las aguas y de todos los otros minerales, como aque-llos de los que se extraigan metales y metaloides para la industria, o los yacimientos de piedras preciosas. En estos casos, la explotacin y el aprovechamiento s son concesio-nables, es decir que le pueden ser adjudicados a particulares o em-presas, mediante ciertos requisitos. La consecuencia de la concesin es que, para fines econmicos, quien la obtiene, el concesionario, prcticamente acta como propie-tario, aunque la concesin puede ser revocada si se incumple con las

    condiciones mediante las cuales haya sido otorgada.

    As, el origen constitucional de la afectacin que por la minera su-fren los territorios de los pueblos indios est ah, en la posibilidad de que la riqueza mineral de estos te-rritorios sea otorgada en concesin para su explotacin a empresas pri-vadas. Las movilizaciones sociales, y los recursos legales interpues-tos con base en leyes como la de Minas, la Agraria, o a convenios como el 169 de la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT), en ocasiones han sido defensas efi-cientes contra las acciones devas-tadoras de las empresas. Modifi-caciones legislativas para alcanzar mejores condiciones para los pue-blos, como sera un margen mayor de regalas, es claro que pueden ser importantes. Pero la base cons-titucional de las concesiones sigue siendo la puerta jurdica abierta a la expoliacin de los recursos mi-nerales de los territorios indgenas.

    La defensa del petrleo en contra de la privatizacin tiene como uno de sus ejes el que la riqueza petro-lera sirva para el desarrollo nacio-nal y no para el enriquecimiento de entidades privadas. Este razo-

    namiento podra sin duda aplicar-se a las riquezas del subsuelo que constitucionalmente son conce-sionables (como la minera) en re-lacin con los pueblos y territorios indios: las riquezas mineras de los territorios indgenas deberan de servir primordialmente para el desarrollo de los pueblos. Pero es evidente que si los pueblos in-dios, para obtener concesiones por medio de cualquiera de sus orga-nizaciones, tuvieran que competir con empresas privadas, nacionales o trasnacionales, lo haran desde una enorme desventaja econmi-ca y poltica.

    Por eso es importante que se con-temple la posibilidad de que los recursos del subsuelo de los terri-torios indgenas que sean conce-sionables slo puedan darse en concesin a los propios pueblos. Tal propuesta seguramente ten-dra como respuesta de algunos sectores privilegiados que los pueblos indios no tienen los re-cursos, ni el conocimiento, ni las tcnicas, ni nada para explotar los recursos que estn en las entraas de sus tierras. En fin, que por ser indios no podran, y como no po-dran, ese derecho de exclusividad no tendra cabida.

    Pero sin duda, con la colaboracin de organismos pblicos, de uni-versidades, e inclusive de entida-des privadas no depredadoras, o en asociacin con ellas, los pueblos indgenas podran determinar de manera exclusiva la explotacin, el uso y el aprovechamiento de los recursos del subsuelo de sus terri-torios. Las ganancias que ahora se van a manos privadas podran sustancialmente reorientarse para el desarrollo de los pueblos y con toda seguridad la sustentabilidad ambiental sera cuidada por quie-nes son parte del hbitat, es decir por ellos mismos. El desarrollo, y

    las necesidades para la existencia misma de los pueblos, determina-ran as las formas y condiciones de la explotacin de los recursos del subsuelo concesionables. La generacin de empleos no estara contrapuesta, sino que sera acor-de con estas mismas determinan-tes econmicas y ambientales.

    Es difcil concebir que la autono-ma de los pueblos indios pueda darse sin que ellos tengan acceso a sus recursos naturales o, peor, si esos recursos son explotados para el enriquecimiento privado y con el costo adicional de la destruc-cin del territorio. Se puede inclu-so afirmar que los ampliamente incumplidos Acuerdos de San Andrs, para su plena puesta en marcha, sobre todo en sus conteni-dos de desarrollo y sustentabilidad, podran requerir de una reforma constitucional que garantizara para los pueblos indgenas el apro-vechamiento de los recursos del subsuelo de sus territorios. Esta ga-ranta otorgara al mismo tiempo la seguridad de que esos recursos serviran para el desarrollo nacio-nal en la medida en que apuntala-ran el de los pueblos originarios.

    La defensa del bien comn na-cional y de los derechos de los pueblos indios, entre otras formas por medio de la defensa de los re-cursos naturales, son inseparables. Por esto, nada impide que vayan juntas las demandas de que la ren-ta petrolera sea para la Nacin y de que los recursos de los pueblos indios sean para ellos y, en conse-cuencia, tambin para la Nacin.

    Mticamente, Xibalb y el Mixt-ln, o los equivalentes de infra-mundos en otras culturas origina-rias, seguirn recibiendo a quienes deban de recibir. Pero las entraas de la tierra pueden tambin ofre-cer otras alternativas.

    FOTO

    : Misi

    n d

    e O

    bser

    vaci

    n C

    ivil

  • 20 de abril de 2013 11

    LA HISTORIA DE LA MINERA EN MXICOMario Martnez Ramos Frente Amplio Opositor a Minera San Xavier (FAO) / Rema

    La historia de la minera en Mxico a partir de su actividad a nivel indus-trial est marcada por el saqueo de nuestros recursos na-turales no renovables hacia otros pases, por la explotacin humana y por una cadena de impactos de todo tipo causados por los diversos sistemas de explotacin y benefi-cio de los valores metlicos.

    Los avances tecnolgicos y cien-tficos han evolucionado y trans-formado estos sistemas, la mine-ra subterrnea tradicional qued atrs y aparecen nuevos sistemas con caractersticas mucho ms agresivas conocidos como tajos a cielo abierto, como en el caso de la canadiense New Gold Mi-nera San Xavier, en Cerro de San Pedro, en el estado de San Luis Potos, y la actual minera subte-

    rrnea por el sistema de tumbe y relleno de la tambin canadiense Silver Minera Cuzcatlan en San Jos del Progreso, Oaxaca. Dos casos muy sonados, el primero por el escndalo jurdico que dej al descubierto las grandes redes de corrupcin tejidas por las empresas mineras dentro del Poder Judicial, que van desde una simple mesa del ministerio pbli-co hasta los ms altos tribunales del pas, y el segundo por la gran cantidad de activistas opositores asesinados.

    No podemos negar la importan-cia de la minera en el desarrollo tecnolgico, econmico y social del pas. Pero es ms importante la preservacin de la biodiversi-dad, que es el sostn de la vida y el bienestar social. Las actuales em-presas mineras no reconocen que

    hay realidades sociales, derechos laborales, ambientales y humanos; derechos de los pueblos indgenas, y otros aspectos que no se pueden soslayar ni legitimar como es la ex-pulsin forzada de comunidades, su desaparicin y el despojo de agua y tierra, indispensables para su supervivencia.

    Con estos nuevos sistemas las nicas beneficiadas siguen sien-do las grandes empresas mineras nacionales y transnacionales. Les permiten reducir en 80 por cien-to la planta laboral y en menor tiempo duplicar la capacidad de produccin comparada con los sistemas utilizados anteriormen-te. Basta ver las estadsticas de los diez aos recientes en produccin de oro y plata: duplican lo que se produjo en los 300 aos anteriores, y no es mayor por la resistencia que decenas de comunidades opo-nen. A cambio, los costos sociales, ambientales, econmicos y pol-ticos que estos sistemas causan al pas son incalculables, adems de irreversibles pues dejan una irre-parable deuda ecolgica para las prximas generaciones.

    Para introducir y aplicar estos nue-vos sistemas de explotacin mine-ra en nuestro pas, previo al Trata-do de Libre Comercio de Amrica del Norte (TLCAN), en 1992 se reform el artculo 27 constitu-cional y sus leyes reglamentarias como son la de Aguas Nacionales, la Agraria, la de Inversin Extran-jera, la Minera, entre otras, con el fin de allanar el paso a las grandes empresas nacionales y transnacio-nales a las tierras de rgimen so-cial, ejidales y comunales.

    El marco ilegal de la ley mine-ra diseado en 1992 y sus modifica-ciones posteriores han fomentado en forma alarmante la impuni-dad jurdica de las empresas, y la prdida de los ms elementales derechos de la poblacin. La ley minera es nica, acusa una total

    discordancia constitucional y para con otras leyes tambin regla-mentarias del artculo 27, lo cual genera conflictos jurdicos que entorpecen la instalacin de estas empresas por la va legal, situacin que las ha obligado a crear exten-sas redes de corrupcin dentro de los tres niveles y poderes de gobier-no. Tambin han creado redes mi-litares, religiosas y acadmicas, por lo cual el conflicto causado por la actividad minera se ha convertido en un asunto de gobernabilidad y seguridad nacional. Ante esta cr-tica situacin, el Poder Legislativo est discutiendo la necesidad de una nueva ley minera.

    A estas alturas, ya es imposible ocultar y desestimar los graves daos ambientales, econmicos, sociales y polticos que la activi-dad minera est causando al pas, muy en especial al campo. La di-versidad biolgica de nuestro pas tiene la capacidad de producir en forma sustentable y perene una gran gama de productos indis-pensables no nicamente para el crecimiento econmico, sino tam-bin para el bienestar de millones de mexicanos.

    La actividad minera est prc-ticamente exenta de impues-tos, tampoco genera actividades transformativas, o sea se limita al extractivismo de minerales y no a su aprovechamiento industrial. La mayor parte de esta actividad se dedica a la explotacin de mi-nerales con contenidos de oro y plata, cientos de toneladas de es-tos productos minerales salen de nuestro pas anualmente incluso sin afinar, en lingotes de dor, por lo cual no generan cadenas productivas y tampoco empleos. A cambio, nos dejan aire, agua y tie-rras contaminadas, improductivas de forma irreversible; montaas de desechos txicos, corrosivos, pro-ductores de drenajes cidos, cuya actividad contaminante afecta por cientos de aos nuestras tierras y depsitos de agua subterrnea y superficial.

    El impacto que sufren las fuentes de agua superficiales o subterr-neas a causa de los sistemas mi-nero metalrgicos es realmente criminal, no slo por las grandes cantidades de agua que utilizan, sino tambin por el uso que le dan.

    Por ejemplo, en Mazapil, Zaca-tecas, para el proceso de lixivia-cin, la empresa minera utiliza 94 millones de litros diarios para mezclarla con cianuro de sodio. Esta agua contaminada por in-filtracin hacia el subsuelo, por escurrimiento superficial y por la evaporacin que sufre en el pro-ceso lixiviante, contamina todo el ciclo hidrolgico. En el caso de Cerro de San Pedro, San Luis

    Potos, New Gold Minera San Xa-vier utiliza 32 millones de agua al da para el mismo proceso. En los dos casos son zonas desrticas con acuferos sobreexplotados, el agua que consume Minera San Xavier sera suficiente para dotar a 300 mil personas con cien litros dia-rios, cuando en la ciudad carecen cientos de miles de personas de este vital lquido.

    No es posible que por el desarrollo de un proyecto minero con una capacidad de actividad-tiempo li-mitado, que lo nico que produce es saqueo, contaminacin, deses-tabilidad social, se sacrifique el consumo humano y se cancelen de por vida actividades perenes, sustentables y de incuestionable utilidad pblica como son las agr-colas y ganaderas.

    Es as, que la actividad minera no regula el beneficio social de los elementos naturales no renovables que son del dominio directo de la nacin y claves en el desarrollo del pas, ni comparte una distribucin social equitativa de sus beneficios. Como podra conservar nuestra riqueza pblica una actividad que utiliza sistemas altamente agresi-vos con impactos irreversibles al medio ambiente?

    El aprovechamiento de los re-cursos naturales no renovables, como es el caso de los que apro-vecha la actividad minera, re-quiere concepciones de visin de largo plazo y de responsabilidad generacional.

    Hoy la responsabilidad de la ex-plotacin de los recursos natura-les se enfrenta a nuevos desafos, estn avanzando en forma secreta y acelerada las negociaciones para el acuerdo estratgico transpacfi-co al que se incorpor nuestro pas en junio de 2012, y el cual entre otros leoninos artculos destaca el que los gobiernos parte de este acuerdo, no aprueben leyes en ma-teria de medio ambiente, salud y trabajo que afecten los intereses de las corporaciones multinacionales. Este pretendido acuerdo es an ms antisocial y lesivo que el TL-CAN. El acuerdo transpacfico no es slo con nuestro pas, tiene in-fluencia regional y su finalidad es asegurar los mercados necesarios para la reproduccin capitalista.

    En ese contexto y en estos mo-mentos, las iniciativas de ley son retos de conciencia y de respon-sabilidad para con nuestro pas, tarea que ya no puede ser exclu-siva del Poder Legislativo con casi nula credibilidad en estas tareas. Ya est operando la sociedad por medio de los grupos organizados y de los justos reclamos de las co-munidades afectadas por el despo-jo de su patrimonio territorial. FO

    TO: T

    apat

    istas

  • 20 de abril de 201312

    Veracruz

    MINERA TXICA*Eckart Boege y Emilio Rodrguez Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental LAVIDA

    El boom minero implica, desde el punto de vista de las economas nacionales, la cabal

    recreacin de economas de enclave, como expresin extrema de espacios socioproductivos

    estructuralmente dependientesHoracio Machado, Maristella Svampa y

    otros en 15 mitos y realidades de la minera trasnacional en Argentina

    El desarrollo es un banquete con escasos invitados, aunque sus resplandores engaan, y los platos principales estn reservados a las

    mandbulas extranjerasEduardo Galeano

    A mediados de 2010 se lo-gr constituir la Asam-blea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental como un espacio de discusin, anlisis y defensa del ambiente en el estado de Vera-cruz. No partimos de cero. Redes,