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NO OCULTEIS LA VIDA OCULTA DEL SENOR Peter-Hans Kolvenbach Introducción Importancia de las meditaciones de la infancia en los Ejercicios Espirituales Es sabido que los episodios de lo que se llama evangelio de la infancia de Jesus forman parte de las grandes visiones de Ignacio destinadas a ser contempladas en los Ejercicios dentro de su Segunda Semana. Efectivamente, para el primer dia, Ignacio senala una contemplación que se centra en la Encarnación [101] e incluye en su desarrollo completo la anunciación hecha a la Virgen [102]. Ese mismo dia Ignacio propone la historia del nacimien- to [110] a partir del viaje de Nazaret a Belén [111] hasta lo que ocurre en "la espelunca del nacimiento" [112]. Dos misterios tomados del evangelio de la infancia prolongan el segundo dia la contemplación del nacimiento: la presentación en el tempio y la huida "corno en destierro" a Egipto [132]. La vida oculta del Senor constituye el objeto de la oración durante el tercer dia: "còrno el nino Jesus era obediente a sus padres en Naza- reth, y còrno después le hallaron en el tempio" [134]. Que esto contiene una orientación, una linea en la materia que propone Ignacio para la contemplación, resulta darò en el preàmbulo introductorio del cuarto dia con su meditación de Dos Bande- ras [135-136]. El Senor ha vivido el servicio de su Padre en la obediencia de un hogar, una familia - el ejempio que nos ha dado para "el primer estado, que es de custodia de los manda- mientos" - y, "por vacar en puro servicio de su Padre eternai", ha renunciado a ese hogar, esa familia - y òste es "el segundo

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NO OCULTEIS LA VIDA OCULTA DEL SENOR

Peter-H ans K olvenbach

IntroducciónImportancia de las meditaciones de la infancia en los E je r c ic io s Espirituales

E s sabido que los ep iso d io s de lo que se llam a evan gelio de la infancia de Jesus form an parte de las grandes v ision es de Ignacio destinadas a ser con tem p lad as en los E jercic ios dentro de su Segund a Sem ana.

E fe c tiv a m e n te , para el prim er dia, Ign acio sen a la una con tem p lac ión que se centra en la E n carnación [101] e incluye en su desarrollo co m p leto la an u n ciación h ech a a la V irgen [102]. E se m ism o dia Ignacio p ro p o n e la historia del nacim ien- to [110] a partir del viaje de N a zaret a B e lén [111] hasta lo que ocurre en "la esp e lu n ca d el nacim iento" [112]. D o s m isterios tom ad os del evan gelio de la in fan cia p rolongan el segu n d o dia la con tem p lac ión del nacim iento: la p resen tac ión en el tem p io y la huida "corno en destierro" a E g ip to [132]. La vida ocu lta del S enor constituye el ob jeto de la oración durante e l tercer dia: "còrno el n ino Jesus era o b e d ie n te a sus padres en N a za ­reth , y còrno d esp u és le hallaron en el tem pio" [134]. Q u e esto con tien e una orien tación , una lin ea en la m ateria que p rop on e Ignacio para la con tem p lac ión , resu lta d a r ò en el p reàm b ulo in trodu ctorio del cuarto dia con su m ed itación de D o s B an d e- ras [135-136]. E l S en or ha vivido e l servicio de su P adre en la ob ed ien c ia de un hogar, una fam ilia - e l e jem p io que nos ha dado para "el prim er estad o , que es de custod ia de lo s m anda- m ientos" - y, "por vacar en puro servicio de su Padre eternai", ha renunciado a e se hogar, esa fam ilia - y òste es "el segu n d o

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estad o , que es de p erfecc ión evangèlica" [135]. A h ora se trata de realizar e l p royecto de "servir a D io s , q u e es el fin" [169] y discernir segu id am en te en qué e sta d o de vida, en qué condi- ción concreta .

"Para abrazar el mejor" [149] Ignacio p ro p o n e las m ed ita- cion es de D o s B an d eras [136] y T res B inarios [149]. N o ob- stan te, la oración no sa le del am b ien te del ev a n g e lio de la infancia. S ó lo e l quinto dìa se p ro p o n e la "contem plación sobre la partida de C risto n u estro S en or d esd e N azaret al rio Jordan y còrno fu e baptizado" [158]. Ignacio p recisa que la m ateria de las e le c c io n e s no se com en zarà sino "el quinto dìa" [163] y p rop on e tod a una lista de e p iso d io s d el evan ge lio de la in fan cia para qu ien d e se e "alongar" esta s con tem p lac ion es: "los m iste- rios de la v isitación de nuestra Sen ora a santa E lisab et, los pastores, las circuncisión d el n in o Jesus, y los tres reyes, y asì de otros" [162].

E ste lazo en tre las grandes m ed ita c io n es ignacianas de la segunda sem an a y el E van gelio de la in fan cia p arece absolu ta- m en te norm al y hasta in ev itab le . Karl R ah n er subraya e l fe liz ajuste de la co n tem p lac ión de la en carn ación con la de la anunciación . D esgajar d el re la to de ésta la verdad de aquélla seria caer fa ta lm en te en e l p e ligro de vaciar un m ister io que es esen cia lm en te com u n icación para convertirlo en pura esp ecu - la c ió n m e ta f ìs ic a . G ra c ia s a e s tà e s tr e c h a a s o c ia c ió n , la con tem p lac ión de la en carn ación de D io s con serva su caràcter existen cia l y nos im pulsa a avanzar rea lm en te en e l con oci- m ien to con creto de e s te m isterio .

Dos razones para om itir las m editaciones de la infancia

N o tod os los que h acen lo s E jercic ios E sp ir itu a les com par- tiràn està in sisten cia en los m ister ios d el eva n g e lio de la in fan ­cia. N o es d ifìcil encontrar com en tar io s de la obra de Ignacio que red u cen al m ìn im o o pasan de largo los re la tos de la

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infancia de Jesus. H ay dos razon es sobre tod o para explicar e ste fen ò m en o .

1. P edro situa el co m ien zo d el m isterio de C risto en el bautism o de Juan (H ch 10:37-38). L os que estàn con Jesus "desde el principio" (Jn 15:27) no son sus com p an eros de infancia sino los a p ó sto les que participan en la m isión de C risto. E n sus p ró logos al eva n g e lio y a los H ech o s , L ucas ad op ta la m ism a p osición . C on sig u ien tem en te e sto s com en - tadores pasan en silen cio , por fid elid ad a la E scritura, los anos ocu ltos del S en or y com ien zan d irectam en te con su vida pu- blica, es decir, asocian la en carn ación con e l b autism o y D o s B an deras con las ten ta c io n es en e l d esierto .

2. P ero sobre tod o - y es la segu n d a razón - no es p osib le tratar el evan gelio de la in fancia corno "historia" d e la m ism a m anera que el re la to de la p asión y resu rrección del Senor. D e todas form as, la prioridad cron o lòg ica que m an tien e Ignacio no està fundada en el caràcter tard io de los re la tos de la infancia: estàn anadidos tard iam en te al n ù cleo prim itivo de la en sen an za de los a p ó sto les . D e sp u é s de tod o lo que la exégesis m odern a nos d ice sobre la v isita de los m agos, i e s aun ra- zon ab le prop on erla corno se p rop on e , d igam os, e l re la to de la ùltim a cena? N o hay duda que la p ied ad p opu lar de creyen tes y no creyen tes co n o ce m ejor el p eseb re de B e lé n que el p o zo de Sicar, p ero para ob ten er, con form e al d e se o de Ignacio, "con ocim ien to in tern o del S en o r q u e por m i se ha h ech o hom bre" [104], in o habria m às b ien que dejar de lad o los com ien zos de los evan gelio s de L ucas y M a teo para m ed itar el p rò logo de Juan? Y a que el m ism o Ignacio se a tien e rigurosa- m en te a la h istoria evan gèlica , ad m itien d o ap en as "una asna" y "una ancilla" [111], que p rov ien en de otras fu en tes - e l "Flos Sanctorum de Jacques de V orag in e - in o obrariam os con form e a su criterio si descartàram os d el re la to b ib lico lo que sab em os ser im aginario?

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R esu m ien d o , no hay que atribuir a los rela tos de la infancia de Jesus e l m ism o valor que a las otras p artes del evan gelio . Para e l autor de los E jercic ios E sp ir itu a les, corno para los hom bres de su tiem p o , e l ev a n g e lio de la in fan cia es de la m ism a hechura que el resto de lo s evan gelio s. Si n u estro tiem ­po no p u ed e ya m an ten er o d e fen d er està h ip ótesis , ten em o s que abandonar e sto s tex tos de resab ios ap ócrifos y sustitu irlos con la h istoria de los m ister ios de la v ida pub lica d el Senor, lo cual n o qu iere decir otra cosa sin o vo lver al kerigm a originai de los ap ósto les: "Jesus... h om b re acred itad o por D ios entre vosotros con m ilagros... a qu ien v oso tros m atàsteis ... a é ste D io s le ha resucitado..." (H ch 2:22ss). Para ten er "conocim ien- to de la v ida verd ad era que m uestra e l sum o y verd ad ero capitan" [139], es p rec iso escu ch ar el testim o n io de los h o m ­bres que con o c iero n al S en or "a partir del b au tism o de Juan hasta e l dia en que n os fu e llevado" (H ch 1:22).

D e tod as form as, los d atos sob re los trein ta "anos ocultos" son raros y, al princip io m ism o, in co h eren tes . E s n e to el corte en tre e l Jesus de los or igen es y e l Jesus en m isión . D e je m o s en la som bra, con M arcos y Juan, los an os ocu lto s d el S en or y asen tem os la S egund a S em an a , segun la exp resión d el m ism o Ignacio , sobre "el fu n d am en to verd ad ero de la historia", para "hallar m as gusto y fruto espiritual" [2].

Para conclu ir e s te "status quaestionis" , d ejem os hablar a un autor m od ern o a p ro p ò sito d el e m p ie o d el evan ge lio en los E jercicios E sp irituales.

”L a in v e s t i g a c ió n m o d e r n a d e l a h i s to r ia d e la t r a d ic ió n y r e d a c c ió n d e l o s e v a n g e l i o s s u g ie r e q u e s i g a m o s s ó l o u n o d e

l o s c u a t r o e v a n g e l io s . . . E l t e r c e r e v a n g e l i o p a r e c e s e r e l m a s a p r o p i a d o p a r a e l c o m i e n z o d e la S e g u n d a S e m a n a , p u e s L u c a s e s e l e v a n g e l io d e l c a m i n o d e J e s u s y d e s u s e g u im ie n - to . U n a l e c tu r a c o n t in u a d e l e v a n g e l i o d e s d e s u c o m i e n z o - L e 1 :1 s s o, m e jo r , L e 3 : l s s ( e s d e c ir , s in l o s r e l a to s d e l N a c i m i e n t o ) - p a r e c e m u c h o m à s e f e c t i v a q u e u n a p r e m a ­

tu r a s e l e c c i ó n d e t e x to s o t e m a s f i j a d o s d e a n t e m a n o p o r e l

d i r e c t o r ”1

1 Rossi de Gasperis, Francesco, "‘Lectio divina’ in thè Exercises", en T h e W o rd o f G o d in thè S p iritu a l Exercises", Centrum Ignatianum Spiritualitatis, Roma, 1979, p. 90.

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La dificultad de està or ien tac ión no con siste en la supresión de casi la m itad de los "misterios" que Ignacio ha esco g id o para la Segunda Sem ana. E l p rob lem a no està ya en cierta libertad resp ecto a la letra de los E jercicios, ya que el m ism o Ignacio prevé la n ecesid ad de acortar o alargar [4]. La cu estión es m as bien saber si es p osib le adquirir "el co n oc im ien to de la vida verdadera que m uestra el sum o y verd ad ero capitan" [139] sin m editar la h istoria de la in fancia del Senor.

Un vacio en el conocimiento de Cristo sin ìas meditaciones de la infancia

E l autor de los E jercicios no p lan teab a el prob lem a en estos térm inos. Para él - corno tam bién para n osotros - n inguna vida com ien za a los trein ta anos. S im p lem en te , Ignacio tom a e l corso in tegro de los m isterios de C risto a lo largo de los 181 cap itu los com p u estos por L u d o lfo el C artujano (1350 ) p ara su "Vita Iesu Christi", que Ignacio recib ió de m anos de su cunada cuando con valecia en L oyola y cuya lectura seria d eterm in an te para su conversión . La originalidad del autor de los E jercicios con siste en la se lecc ió n que h ace en el abun dante m aterial p rop u esto por el C artujano. E fec tiv a m en te , Ignacio h ace pasar al ejercitan te de la co n tem p lac ión de los m isterios a la d ecisión de hacer suyas, aqui y ahora, las o p c io n es de C risto que nos revelan d ichos m isterios. E n to n ces, Ignacio e lige cu idadosa- m ente los m isterios que p u ed en contribuir m as a m adurar la e lecc ión .

Es preciso reco n o cer que, si la T ercera y Cuarta Sem anas retien en ob liga toriam en te para la con tem p lac ión el conjunto del m isterio pascual, p orq u e n o hay e lecc ió n que hacer sino confirm ar la ya h ech a ante C risto crucificado y resu citado , en cam b io , la se lecc ió n de los m ister ios de la Segunda Sem ana com p orta cierta libertad, en fu n ción con la e lecc ión .

Ignacio d istingue claram en te dos categorias de p erson as que tien en por d elan te e le c c io n e s to ta lm en te d istintas. H ay los

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"em barazados en cosas pub licas o n eg o c io s conven ien tes" [19]; ésto s p u ed en aprender d e c iertos m isterios de la v ida de C risto còrno "enm endar y reform ar la prop ia vida y estado" [189]. P ero hay tam bién los que, por estar "desem barazados", p u ed en afrontar una verd ad era e le c c ió n de estad o de vida [20]. Para ésto s, Ignacio se p erm ite invertir e l orden co n ten id o en el evan gelio para, prim ero, con tem p lar a Jesus o b e d ie n te en fam ilia y, lu ego , o b e d ie n te só lo a su P adre en e l tem p io [134], para asi preparar las co n sid era c io n es del cuarto dia sobre los estad os de vida [135]. E ste no e s sin o un e jem p lo de la libertad que Ignacio d esea se ten ga en la se lecc ió n de lo s m ister ios de la v ida de C risto, "corno m as le p arecerà que ap rovech arse podrà" [209].

N o ob stan te , està libertad d e o p ción só lo t ien e lugar dentro de los m isterios de la in fan cia [162], d entro de los de la vida publica [162], y dentro del m ister io pascual [209]. N ad a en los E jercicios p arece favorecer la co n tem p la c ió n de só lo los m is­terios de la v ida pub lica del S en or en v ista d e la e le c c ió n o la ren ovación de una vida a p o stò lica relig iosa o la ica. A l con tra ­rio, Ignacio e lab ora tan p erso n a lm en te la p resen ta c ió n de los m isterios de la in fan cia d e Jesu s que a lgo faltaria al con oci- m ien to de C risto sin esta s co n tem p la c io n es que ocu p an los dias que p reced en a la e lecc ió n . òQ u é es lo que faltaria?

La infancia y la vida oculta de Cristo en los Ejercicios Espirituales.El Nino en la historia de la espiritualidad

L o prim ero, fa ltaria "el Nino". D e sd e los m ism os or igen es del cristian ism o, e l N in o en la cuna ha con m ovid o a tod os, y hasta en n u estro sig lo d e secu larización y d esm itificación , la N avidad no ha perd id o su en can to . D e l m isterio de la encarna- ción se p u e d e ignorar to d o m en o s el cànd ido recu erd o del p eq u en in en tre e l asno y e l buey. P o co im porta que està h isto ­ria se a verdadera; habria que inventarla.

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Y , no ob stan te , està a tm osfera tan sa lp icada de m aravillas p o n e un v e lo sobre la fe en la en carn ación en v e z de descubrir- la; està fe en un "Dios h ech o hom bre" rep e le a los m as instrui- dos. Y a M arción descarta los re la tos de la in fan cia para negar la realidad d escon certan te, m as aun, escan d a losa , de la carne d e C risto. M as tarde, a lgunos ap ócrifos privan al N in o Jesus de su infancia al p resen tarle corno un b eb é que realiza m ilagros o que en sen a ya corno un m aestro . C ierta escu ela teo lòg ica insis- tia hasta tal punto en la v isión b eatifica de que ya gozab a el N in o que un autor lo d efin ió corno em brión om n isc ien te . La escu ela fran cesa ha p od id o d estacar las "cuatro bajezas" del infante: p e q u en ez de cuerpo , ind igen cia y d ep en d en c ia de los dem às, sum isión e inutilidad2. R esu m ien d o , la in fancia es, se- gun B éru lle3, "el e stad o m as vii y ab yecto de la naturaleza hum ana d esp u és de la m uerte". B éru lle subraya tan to la ver- gon zosa im p oten cia del N ino , la extrem a m iseria de su in fan ­cia, "cuando el E spiritu Santo guarda sdendo" , que nos invita a "alegrarnos con los àn geles y los santos en la p resen cia de Dios" cuando, por fin, al llegar al uso de la razón, "Jesus y su E sp iritu se ven lìbres"4. N o que B éru lle se resista a sonreìr ante la cuna, sino que este m isterio con d u ce a un m undo austero: nos en sen a a anonadarnos, a p erder en teram en te e l uso prop io de nuestro espiritu , a no ser ya d u en os de n oso tros m ism os.

I N o rep resen ta este rasgo de la escu ela fran cesa el "desear m as ser estim ad o por vano y lo co por C risto, que prim ero fue ten id o por tal, que por sab io y p ru d en te en e s te mundo" [167]? òN o es asi corno Ignacio nos h ace encontrar al N in o en la cuna?

L Y e l autor de lo s E jercicios? N o es fàcil adivinar su v isión de la infancia de Jesus. N ad a està exp lic itado corno en un tratado; tod o està sugerido por ind icios que hay que descubrir al ras de las palabras y las exp resion es.

2 Charles de Condren, "Considérations", pp. 58-62, citado en Henri Bremond, H is to ire littérarie d u sen tim en t religieux en F ran ce III, Paris 1925, p. 520.

3 Pierre de Bérulle, "Oeuvres" p. 1007, citado en Henri Bremond, o p .c il., p. 525.4 Pierre de Bérulle, "Lettres", pp. 39-40, en Henri Bremond, op .c it., p. 519.

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E1 Nino en la espiritualidad de los Ejercicios

I. L o s a tr ib u to s c r ìs to ló g ic o s

T ornando corno p u n to d e partida lo s vo ca b lo s cr ìsto lóg icos, es fàcil constatar que e l titu lo "Cristo n u estro Senor" dom ina el conjunto de los E jercicios. E n el tex to m ism o, de las 68 d en om in acion es d e C risto, 49 p er te n e c e n al grupo "Cristo n u estro Senor", "Cristo" y "nuestro Senor". Lo m ism o v a le de "los m isterios de la v ida de C risto n u estro Senor" [261ss], en que las referen cias bfblicas le con str in en en la e le c c ió n de los titu los de C risto. D e 57 vo ca b lo s, 41 p er ten ecen al grupo "Cristo n u estro Senor", "Cristo" y "nuestro Senor". N ad a extra­no, por tanto, que en los "misterios" [262ss] leam os "del naci- m ien to de C risto n u estro Senor" [264], "la natividad de C risto nuestro Senor" [265], "la co n cep c ió n de C risto n u estro Senor" [262], "còrno C risto n u estro S en or torn o d e Egipto" [270], "vida de C risto nuestro S en or d esd e los d o ce anos hasta los treinta" [271], y "venida de C risto al tem p io cuando era de ed ad de d oce anos" [272]. Para Ignacio , C risto es s iem p re "el V erb o e tern o encarnado" [109, 130], "la segu n d a persona" [102]. N u n ca le disocia de la p len itud de su ser trin itario, que le envia a nuestro m undo para nuestra sa lvación . E s sin duda el Jesus h istórico el que nos perm ite llegar a C risto n u estro Senor, p ero es siem p re C risto en su gloria e l q u e in ten ta m o s con tem p lar a través de los h ech os y palabras d el C risto h istórico . E n to n ces la d en om i- nación "Nino Jesus" no se prod iga . E n los "misterios" es el "Nino p u esto en el pesebre" [265], "circuncidaron al N in o Je- sùs" [266], "tornan e l N in o a su M adre" [266], "traen al N in o Jesus al tem pio" [268], "H erodes queria m atar al N in o Jesus" [269], por lo que José "toma el Nino" para salvarle [269] y "toma el Nino" de n u evo para tornar a Israel [270]. E n el texto , Ignacio nos invita a "ver... a l N in o Jesus d esp u és d e ser nacido" [114] y con tem p lar "còrno e l N in o Jesus era o b e d ie n te a sus padres en Nazaret" [134]. E n to d o s los tex tos que m en cion an

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exp lic itam en te al Nino Jesus, ia p resen cia de Cristo es a l t e r a ­m ente pasiva.

T od o cam bia con la estancia del Senor en el tem pio de Jerusalén . En una prim era fase, la "presentación", el Nino Jesus es llevado al tem p io para ser p resen tad o corno recién nacido al S enor [268]. E n està segunda fase, a la edad de d oce anos, "Cristo n u estro S en or a scen d ió de N azareth a Jerusa- lem", "Cristo nuestro Senor q u ed ó en Jerusalem " [272]. Por m edio de està d en om in ación cr isto lógica , Ignacio senala indi- rectam en te e l final de la in fancia de Jesus. C om o "Nuestra Senora" dom in a las escen a s de la in fan cia al m ism o tiem p o que sigue sien d o "Maria" [262], "esposa y m ujer ya prenada" [264], "su madre" [266], asi tam bién el titu lo "Cristo nuestro Senor" dom ina el rela to de la in fancia aun cuando se le design a "un hijo" [262], "el fruto de tu vientre" [263], "su H ijo prim ogènito" [264], "el Salvador del m undo" [265], "Nino" [265], "Nino Jesus" [266], "aquel carpintero" [271]. A s i p u es, "Jesus Nino" no re ­presen ta para Ignacio un e sta d o aislado; no està ligado a tal o cual persp ectiva evan gelica , sino a la tota lid ad de la M ajestad de quien es e l Senor, R ey e tern o [91]. La d en om in ación y la realidad del N ino Jesus no in sisten en otra cosa que un a sp ecto particular del que es por siem p re el S en or crucificado y resu- citado.

IL L a selección de los misterios

i.H ay a lgo que aprender de la se lecc ió n que h ace Ignacio al p rop on ern os e sto s o n ce m ister ios de la in fancia de Jesus, och o del evan gelio de Lucas, tres del de M ateo?

Por tratarse de los m ister ios de la vida de C risto [261], Ignacio descarta tod o lo referen te en prim er lugar a "la con cep - ción de Sant Joan Baptista" [262]. A un lo que es parte de la vida de N u estra Senora, corno su d ià logo con G abriel o las p red icc ion es de S im eón , no figura en las p rop u estas del autor de los E jercicios. N o se tom an las g estio n es de los m agos en Jerusalén para encontrar la cuna, corno tam p oco las d elibera-

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zu

c io n es d e lo s p astores. S e d e ja a u n lado lo q u e ocurre e n la m e n te turbada d e J o sé y lo q u e N u estra S en ora g u a rd a e n su c o ra z ó n ; la a te n c ió n se d irig e to d a al S en or e te rn a i "q u e p o r m i se ha h ech o hom bre, para que m as le am e y le siga" [104].

Cristo nuestro Senor y las m editaciones de la infancia

E n la organ ización d el m ateria l ev an gèlico que p rop on e para la con tem p lac ión , Ignacio con sid era los m isterios d e la vida d el S enor corno un m ovim ien to . E1 prim er p reàm b u lo de la con tem p lac ión del Reino n o s invita a ver a un Je su s que predica recorrien d o "sinagogas, villas y castiìlos" [91]. Dentro de e s te movimiento llega el ìlam am ien to a "venir conm igo" [95], a "seguir" a Cristo [275]. Este movimiento de Cristo trata de contrarrestar e l movimiento de la hum anidad bacia una m u erte inevitable: "ir al infierno" [108], "descienden al in fier- no" [106]. E sto s dos rriovimientos con vergen en la Torcerà Sem ana, con los misterios organizados corno jorn adas de una ruta ùnica en la que los h om b res "envìan" [294] y "tornai! a enviar" [295] y "la ànim a beata" del S en or "desciende al in fier­no" [219].

E s im p ortan te observar que, cuando se lecc io n a sus m iste ­rios en los evan gelio s d e la in fancia , Ignacio llam a exp licita- m en te la a ten ción sobre e s te m ov im ien to que ya en vu elve al N in o Jesus an tes q u e "Cristo n u estro Senor, de edad de d o ce anos, a scen d ió de N azareth a Jerusalem " [272]. E sa es la razón por la q u e hay que observar, y hasta en tod os sus d eta lles, "el cam ino d esd e N azaret a B eth lem " [112]. E s en ruta corno t ien e lugar e l m isterio d e la nativ idad [264]. L legan los à n g e les [264], v ien en y tornan los p astores [265]. L o m ism o ocurre con los reyes m agos [267]. Je su s es tra ido al tem p io y lo encu en tran S im eón , "ven iendo al tem pio", y A n a , "veniendo después" [268]. La huida a E g ip to se p resen ta corno un ir y ven ir fatid ico [269-270]. Por ù ltim o, es e l m ism o C risto qu ien se p o n e en cam ino para subir al tem p io y revelar a sus d escon certad os

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p adres que to d o este m ovim iento se inscribe "en ìas cosas que son de m i Padre" [272]. T odo él encuentra su dinam ism o y razón de ser en la misión del P adre [102], y Cristo envia a su vez a tantas p erson as para esparcir su sagrada doctrina por todo el m undo [145]. ÀI incluir los m isterios de la infancia en este m ovim iento del Envìado del Padre, Ignacio parece q uerer subrayar que, an tes de la posib ilidad m ism a de tod a actividad, "el Nino" està ya al "servicio de su Padre" [135], to ta lm en te en tregad o al cum p lim ien to de la "santisim a incarnación" [108].

N ada extrano, por tan to , que Ignacio in tervenga personal­m ente para p rop on er los m ister ios de la anun ciación y del n acim ien to para su con tem p lac ión .

E fectivam en te , no ob stan te las trad ucciones corrien tes de los E jercicios, que se acom od an a las trad ucciones acep tad as del evan gelio , e l autor de los E jercicios no escribe que el àngel G abriel "anunció la co n cep c ió n de C risto nuestro Senor" [262]. H ubiera p od id o m uy b ien usar la palabra "anunciar" corno lo hace en [301], "anunciar a los d iscipu los la resurrección del Senor". N o lo h ace , sino que usa la palabra "significar",- corno lo harà en [271]: "corno m uestra significar Sant M arco". El àngel San G abriel da a co n o cer a M aria e l d ecreto e tern o de la Santisim a Trinidad, de "que la segunda p erson a se haga hom bre" [102]. Para confirm arlo, e l àn gel in form a a M aria - de nuevo el verbo "significar" - de "la co n cep c ió n de Sant Joan Baptista". "Nuestra Senora" n o t ien e opción: la d ecisión està to m a d a y la incluye. N o t ien e sin o "no ser sorda al llam am iento , sino presta y d iligen te para cum plir su santisim a voluntad" [91]. Sólo com p aran do e s te d eta lle con la m anera corno otras escu e- las de esp iritualidad tratan la an u n ciación se p u e d e m edir està m istica de puro servicio cara a la m isión que com p orta la palabra del àngel. E n la h istoria de la esp iritualidad no faltan m aneras de tratar e s te acon tec im ien to : unas in sisten en el d ià logo en tre e l àngel y N u estra Sen ora y otras en el si d e lib e- rado y libre d e N u estra Sen ora , del que d ep en d eràn la v ida o m uerte de la hum anidad. D e todas form as, es cu estión de m atices m às que de d iferencias su stan cia les en tre las d iversas esp iritu alidades.

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Ignacio in terv ien e d irec tam en te en el tex to del E van gelio para acentuar el h ech o de q u e el n ac im ien to d el N in o Jesus se realiza bajo e l sign o de la ob ed ien c ia , p orq u e escribe: "A scen­dici Josep h de G a lilea a B e th lem para co n o cer su b yección a C ésar, con M aria su e sp o sa y m ujer ya prenada" [264].

E stà referen cia a la o b e d ien c ia al C ésar podria estar inspi- rada en la reflex ión de L u d o lfo e l C artujano:

"La bienaventurada Virgen M aria, aunque ya habla conce- bido a l Rey del cielo y de la tierra, quiso, corno su esposo José, obedecer el decreto im peria i” .

D e todas form as, està circunstancia p o c o g loriosa d el n ac i­m ien to del "rey e tern o y sen or universal" [97] anim a a Ignacio a cam biar e l ord en del re la to ev a n g è lico . E l e jérc ito ce lestia l d eb eria cantar el verd ad ero G loria en el p asaje que rela ta el anuncio a lo s p astores [265], p ero e l autor de los E jercicios situa la aclam ación evan gèlica in m ed ia tam en te d esp u és del n acim ien to en el p eseb re [264]. T o d o el conjunto de los m iste- rios de la in fancia està a travesad o por una e sp e c ie de a ltern a­tiva en el reco n o cim ien to del N in o -D io s . S e trata, es c ierto , de la "segunda persona" [102], d el L ogos que m ister io sa m en te no habla ("in-fans") si no es por su m ism o ser.

N o faltaràn lugares en q u e Ignacio refu erce el tex to evan ­gè lico para p on er en re liev e està realidad del N in o Jesus. E n la h istoria de los tres reyes m agos [267], om ite la b u sq u ed a por la ciudad santa para centrarla en la adoración (pa lab ra que rep ite cuatro v e c es en los dos prim eros p u n tos). Ignacio està m às in te r e sa d o en la p ràctica de la cr isto log ia q u e en la con tem p lac ión d e una teo lo g ia cristo lóg ica . P e q u en o s d eta lles corno e l anadir "del m undo" a "Salvador" en el an u n cio a los p astores [265] o e l "sentir" de Juan ante la ep ifan ia "del fruto" del v ien tre de N u estra S en ora [263], confirm an e s te in terés de Ignacio por co n ocer in tegra lm en te a "Cristo n u estro Senor", "que por m i se ha h ech o hom bre" [104].

5 Ludolfo el Cartujano, Vita 1 cap. 9.2.

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El otro a sp ecto de la a lternativa no es só lo una hum anidad, sin o una hum anidad "en sum a pobreza" [116]. Ignacio in ter­v ien e exp lic itam en te sobre e s te p u n to en la con tem p lac ión de la circuncisión [266], q u e o sten ta ya las sen a le s de la pasividad con q u e el N in o Jesus d eb e so m eterse al rito en m anos anóni- mas: el nom bre que se le im p on e traza ya su m isión salvadora y la circuncisión anuncia que la solidaridad con el m undo exige e l d e r r a m a m ie n to d e su sa n g r e in m a c u la d a . Su M ad re con tem p la la e scen a y t ien e com p asión de la sangre que sale de su H ijo.

Ignacio se com p iace asi en m ostrar la con d ic ión crucificada de C risto nuestro S enor d esd e su m ism o nacim ien to . P ero no olvida el tem a de la ruta y d el m ovim ien to . A l contrario, el n acim ien to sign ifica e l co m ien zo de un cam ino de cruz: "el cam inar y trabajar, para que e l S en or sea nacido en sum a p ob reza y, a cabo de tan tos trabajos de ham bre, de sed , de calor y d e frio, d e injurias y afrentas, para m orir en cruz" [116]. Las dos con tem p lac ion es d ed icad as a "la huida corno en d estierro a Egipto" [132] y e l precario retorn o [269-270] m uestran còrno Ignacio d espoja los re la tos evan gélico s de su am plitud p ro fèti­ca - en e s te caso de las citas de p ro feta s - para no reten er sino el h ech o del d esign io crim inal de H ero d es y del hijo de é s te y las con secu en cia s para el Nino Jesus.

D e està m anera, el conjunto de los m isterios de la in fancia se convierte en una ilustración del llam am ien to del R ey e te r­nai: "quien qu isiere venir con m igo ha de trabajar conm igo, orque sigu ién d om e en la p en a tam bién m e siga en la gloria"[95].

En conclusión

A h ora queda m as d a rò d ó n d e radica el in terés de Ignacio por los m isterios de la infancia . Por de pronto , se trata m en os de una d evoción al N in o Jesus que de d evoción a C risto n u estro Senor, e l cual se m an ifiesta ya para siem p re en los m isterios de

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su infancia. Las b ella s ex p resio n es beru lianas corno "incapaci- dad capaz de la divinidad" o "indigencia rep le ta de vida su­blime" no son las que caracterizan la adoración ignaciana del N ino D io s . E ste Jesus, "Senor n u estro , ansi n u evam en te encar- nado" [109], es la ep ifan ia del E n viad o del P adre porque p ro ­ced e e tern a m en te de E1 y es en v iad o corno hom b re en m ed io de los hom bres. Ignacio cree p ro fu n d am en te q u e la cruz es el lugar en que, por decir lo asi, se cruzan la e tern a sa lida d esd e el sen o d el Padre y la m isión encarnada de solidaridad con la hum anidad en desgracia . L os m ister ios de la p asión y la resur- rección cantan la g loria de la cruz, los m ister ios de la vida publica la anuncian, p ero lo s m ister ios de la in fan cia , en la visión ignaciana, revelan que el m ister io de la sa lvación por la cruz constituye la esen cia del ser de C risto. E n e s te N in o que ni p u ed e actuar ni hablar y que, en su im p oten cia , p a rece ser ju gu ete de C ésares y H er o d e s , m uchas otras p erson as - pas- tores y m agos, Isabel y Juan, S im eón y A n a, M aria y José - recon ocen y adoran al "Verbo e tern o encarnado" [109]. Ignacio no se d e tien e en sus sen tim ien to s ni en lo que pasa en sus corazon es. E stas p erson as p a recen estar alli só lo para d esem - penar su parte en la m isión d e C risto. N o es, p u es, casualidad que Ignacio n o reten ga d e lo q u e d icen sin o las palabras que se refieren d irectam en te al S enor. E stà con vergen cia en el L ogos-In fan te exp lica que, en la con tem p lac ión d el nacim ien - to, Ignacio p ide una reacc ión al m ister io que va m as alla de la sim ple d isponib ilidad del siervo o del esclavo . Servir al S en or en su m isión qu iere decir asum ir e s te servicio en las condi- c ion es de un b e b é im p oten te: "haciéndom e yo un p o b rec ito y esclav ito indigno... con to d o a ca tam ien to y reveren cia posible"[114].

V o lv em o s a encontrar los dos rasgos que m arcan lo s m iste ­rios de la infancia: los rasgos d el C risto d el R e in o , m ajestu oso conquistador, to ta lm en te resu elto y resp on sab le en su m isión , y los rasgos del C risto de las D o s B an deras, m ision ero en ruta en la m as absolu ta p ob reza y hum ildad de m ed ios. T o d o s estàn invitados a unirse a e s te p od er de D io s que se revela en la debilidad (1 C or l:2 7 ss ), s irv ién d olo corno "un p o b rec ito y

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esclav ito indigno" [114]. Es posible que Ignacio insista m enos en el dicho de San B ernardo: "magnus D om in u s et laudabilis nirnis; parvus Dom inus et am abilis nimis". Justam ente porque el au to r de los E jercicios se fija m enos en el nino, en su encan tadora p eq u en ez o en su to ta l sum isión , que en la ru ta q u e este N in o Salvador ha co m en za d o ya a recorrer corno parte in tegrante de su m isión .

Ignacio diria m as b ie n , con la escu ela fran cesa , que no só lo h ay que adorar el escàn d a lo de la cruz sino tam bién el a s c é n ­d a lo de la cuna. Ju stam en te porq u e se trata ya del ser m ism o d e C risto, no es nada extraho que to d o el re la to evan gèlico con ten ga resab ios de està in fan cia de "locura" vivida en la p ob reza y los op rob ios [167] y cuyo ùltim o grito sera de aban- d o n o y en trega en las m anos d el Padre [197].

Es s igu ién d o le de cerca , sirv iendo la m isión de C risto, re- corriendo su infancia, corno el llam am ien to d eb eria suscitar en c a d a uno de n o so tro s e l m o v im ien to d el N in o D io s . S ó lo co n o ce a C risto e l que le sigue, recorrien d o en su to ta lid ad y abrazando sus va lores, la ruta hum ana, que con siste en a la b a r , h a c e r reverencia y servir a D io s nustro S en or [23]. E sa es la ra z ó n por la que Ignacio p ro p o n e los m isterios de la infancia co rno tod os los otros m isterios d el evangelio: para conducirnos a una e lecc ió n en la que, con la ilim itad a posib ilidad de un nino g en ero so y gratu ito, asum im os la lim itación n ecesar ia que im plica tod o servicio con creto y reai, que para ser fecu n d o d e b e pasar por "la pena" de la cruz que m arcò la infancia del N in o Jesus. La grandeza de la m isión asum e asi e l esp lritu del N in o Jesus, sin el cual la m isión seria vana.

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primordial del Superior Mayor es recibir la cuenta de concien- cia, en la que el jesuita se mani- fiesta a quien puede y debe enviarle en nombre del Senor". Las notas del P. de Aldama ilus- tran la gran importancia que la Comparila ha dado siempre a la cuenta de conciencia.

Cerramos el nùmero con un esbozo de un Centro Ignaciano de Espiritualidad segun lo sugi-

rieron, tras discusión y acuerdo, los directores de los Centros de E sp ir itu a lid ad Ignaciana de América Latina en su IV En- cuentro de Itaici, Brasil, hace un ano. E speram os que o frezca ideas que sirvan para la discu­sión en otras partes del mundo.

Secretariado para la Espiritualidad Ignaciana

1 septiembre, 1994

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