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No oyes ladrar los perros

Este cuento trata de un padre que carga sobre sus espaldas a su hijo herido; su esperanza es llegar al pueblo vecino donde espera recibir ayuda para que lo curen. El protagonista en la obra es el padre quien es secundado por su hijo Ignacio. La luna tiene tambin una participacin muy importante en el cuento. El padre reclama constantemente a Ignacio que le ayude a encontrar el pueblo de Tonaya ya sea por sus luces o por los ladridos de los perros. La trama se desarrolla de la manera siguiente: a Ignacio lo han herido de gravedad sus enemigos y su padre obligado por ua promesa trata de salvarle la vida. La obra se limita bsicamente a estos dos personajes, quienes en un escenario nico, cumplen a cabalidad su tarea de comunicar sus mensajes al lector.

No oyes ladrar los perros es escrita por el clebre autor mexicano Juan Rulfo en 1953. El narrador es omnisciente y cuenta en tercera persona alternando con los dilogos del padre de Ignacio quien hace intervenciones en primera persona. Uno de los rasgos ms notables es el simbolismo en la obra, donde por obligacin, un padre carga con el peso de su hijo sobre sus espaldas. Los sentimientos del padre son expresados claramente en la conversacin con su hijo. Por ejemplo, el padre le dice a Ignacio, todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre. Enseguida lo separa cuando el trato del padre pasa de t al de usted. El tema es mostrar la vida en el campo con toda su crudeza y los esfuerzos por mantener una unin familiar mas all de lo lgico. No tiene sentido, aparentemente, llevar a cuestas a un asesino que ha quitado muchas vidas, includa la de su propio padrino. Sin embargo, una promesa familiar, deber estar por sobre cualquier otro compromiso. Genialmente, Rulfo apela a los sentidos (visual, tacto, auditivo) del lector mientras sigue el desarrollo de la narrativa. Lo especial en esta obra, reside en la leccin arrancada de la vida misma, es la representacin del sufrimiento que muchos padres debern llevar sobre sus espaldas por causa de los errores de sus propios hijos.En conclusin, esta obra confirma la calidad de escritor de Juan Rulfo, quien demuestra que no se necesitan muchas palabras, ni muchos personajes, para hacer llegar un mensaje impactante.Leer el anlisis de la obraNo oyes ladrar los perros

Anlisis de la obra

Personajes/Characters:El padre: humilde campesino que cumple una promesa

Ignacio: el hijo herido que es cargado por su padre

Escenario/ Setting:La obra se desarrolla en el rea rural:

Un monte entre dos pueblos

Acciones/Actions:

Ignacio ha sido herido gravemente por sus enemigos.

Su padre lo carga a cuestas por un camino pedregoso y difcil.

Su nica compaa es la luna que los persigue en la noche trgica.

Temas/Themes: La pobreza.No hay carreteras ni ambulancias para los pobres del campo. El crimen rampante.Ignacio ha cometido varios homicidios. El conflicto de los padres por los hijos. La lucha interna de sentimientos encontrados entre el amor y el repudio.

Argumento/plot:El padre carga sobre sus espaldas a Ignacio en el largo camino de la noche solitaria. Ignacio es un asesino que lo han herido sus enemigos. El padre se ve obligado a buscar ayuda porque le ha hecho la promesa a su difunta esposa que cuidar de Ignacio.

Simbolismo/Simbolism:La luna: representa la fra luz y las sombras en el camino de la muerte. Contrario al sol que es potente, la luna (colorada o azul) es impotente.

La carga sobre las espaldas: Demuestra lo que tienen que soportar los padres por causa de sus hijos.

El camino lleno de piedras: Las dificultades a lo largo de la vida.

El agua: su ausencia y su exceso siempre llevan a la tragedia.

El ladrido de los perros: una esperanza y tambin el rechazo.

No oyes ladrar los perros

Este cuento trata de un padre que carga sobre sus espaldas a su hijo herido; su esperanza es llegar al pueblo vecino donde espera recibir ayuda para que lo curen. El protagonista en la obra es el padre quien es secundado por su hijo Ignacio. La luna tiene tambin una participacin muy importante en el cuento. El padre reclama constantemente a Ignacio que le ayude a encontrar el pueblo de Tonaya ya sea por sus luces o por los ladridos de los perros. La trama se desarrolla de la manera siguiente: a Ignacio lo han herido de gravedad sus enemigos y su padre obligado por ua promesa trata de salvarle la vida. La obra se limita basicamente a estos dos personajes, quienes en un escenario nico, cumplen a cabalidad su tarea de comunicar sus mensajes al lector.

No oyes ladrar los perros es escrita por el clebre autor mexicano Juan Rulfo en 1953. El narrador es omnisciente y cuenta en tercera persona alternando con los dilogos del padre de Ignacio quien hace intervenciones en primera persona. Uno de los rasgos ms notables es el simbolismo en la obra, donde por obligacin, un padre carga con el peso de su hijo sobre sus espaldas. Los sentimientos del padre son expresados claramente en la conversacin con su hijo. Por ejemplo, el padre le dice a Ignacio, todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre. Enseguida lo separa cuando el trato del padre pasa de t al de usted. El tema es mostrar la vida en el campo con toda su crudeza y los esfuerzos por mantener una unin familiar mas all de lo lgico. No tiene sentido, aparentemente, llevar a cuestas a un asesino que ha quitado muchas vidas, includa la de su propio padrino. Sin embargo, una promesa familiar, deber estar por sobre cualquier otro compromiso. Genialmente, Rulfo apela a los sentidos (visual, tacto, auditivo) del lector mientras sigue el desarrollo de la narrativa. Lo especial en esta obra, reside en la leccin arrancada de la vida misma, es la representacin del sufrimiento que muchos padres debern llevar sobre sus espaldas por causa de los errores de sus propios hijos.En conclusin, esta obra confirma la calidad de escritor de Juan Rulfo, quien demuestra que no se necesitan muchas palabras, ni muchos personajes, para hacer llegar un mensaje impactante.IntroduccinLeyendo biografas de Juan Rulfo, uno se da cuenta inmediatamente de que es un autor al que se aplica claramente el hecho de que los escritores se ven fuertemente influenciados por su entorno temporal y sociocultural.

Juan Rulfo es un escritor nacido en la ciudad mexicana de Jalisco en el ao 1918. Luego al mudarse aciudad de Mxico, comienza a escribir sus primeras lineas cerca de 1934, lo que nos da la idea de un autor relativamentejoven.

Adems de su biografa se puede deducir el como es forma de escribir, ya que una corriente importante de expresin artstica en su vida fue la fotografa.

A Rulfo se le ve tambin como parte del fenmeno de realismo mgico, estilo en el cual Sudamrica presenta un gran antecedente ya que se nos muestra como un lugar que existeen el mundo

, que est lejos, aislado y donde puede suceder cualquier hecho, por extrao que sea, sin que nadie se extrae o demore mucho en acostumbrarse a ello.

En los cuentos que se van a analizar a continuacin, se va a poner nfasis en las descubrir las caractersticas latinoamericanas de los cuentos, como por ejemplo en El Hombre y en No oyes ladrar los perros se muestran hechos que solo, desde el punto de vista literario, pueden ocurrir en Latinoamrica, tal como las persecuciones homicidas del El hombre y el como un padre acarrea a un hijo herido hasta un pueblo a pesar de que es de avanzada edad y de que el hijo ha cometido muchas fechoras anteriormente.

El hecho de que Rulfo sea visto como uno de los autores del realismo mgico nos facilita enormemente la tarea, ya que se presentan en sus cuentos y como ya hemos dicho anteriormente, caractersticas que son fcilmente reconocibles por el lector y que permiten agrupar a estas obras literarias dentro de este nuevo estilo.

Especialmente de la realidad sudamericana, y como esta se expresa en la literatura de Juan Rulfo va a tratar el trabajo que sigue a continuacin, tratando de mostrar con la mayor claridad posible todo este conjunto de caractersticas propias de la realidad sudamericana que se mencionaban antes.

No oyes ladrar los perrosA modo de resumen, se puede decir que esta es un pequeo cuento que trata sobre como un padre de avanzada edad acarrea a su hijo que se encuentra herido, sobre sus propios hombros , hasta llegar a un pueblo donde existe un doctor que puede ayudar al hijo. Se hace notar al lector que el padre no siente mucho afecto por el hijo, sino que lo ayuda ms bien por honrar la memoria de su mujer, que sin duda habra ayudado al hijo. Estos sentimientos los va liberando el padre a medida que avanzan por el campo en al mitad de la noche, y mientras el estado de su hijo va empeorando, mostrndose casi inconsciente en algunos tramos. Tambin en el relato se muestra como el padre le pide a su hijo que lo ayude a escuchar o ver el pueblo, ya que se encuentran guiados solamente por vagas seas entregadas con anterioridad, hecho del cual deriva el nombre del cuento.

En el cuento existen varios hechos importantes que vale la pena destacar y analizar. Para empezar vamos a analizar el problema: se trata de un problema generado por circunstancias que nos muestran lo difcil que es la vida, ya sea que haya sido un asalto, una pelea o una enfermedad lo que le ocurri a Ignacio (el hijo). Una caracterstica que deriva de lo anterior es el hecho de que para solucionar el problema exista la necesidad de realizar grandes esfuerzos o grandes cantidades de trabajo, como lo es el hecho de transportar a otra persona en los hombros, por grandes distancias y mas encima en la noche; lo que sin duda nos hace sentir un toque de realidad en el relato, una especie de cercana.

Otro hecho que creemos importante es el que el hombre no pueda soltar a su hijo, el que sepa que si lo baja, no lo va a poder subir de nuevo y ,por lo tanto, su hijo va a morir. El padre a pesar de las peticiones del hijo, no lo baja de sus hombros ni lo abandona. Esto nos muestra ms la cercana de la dificultad en la vida, la existencia de algo que se debe hacer, algo que si no se hace o se deja de hacer, traer consecuencias irremediables y que durarn para siempre.

Tambin creemos importante recalcar el hecho de que el padre, sabiendo que su hijo es un maleante, lo ayuda por la memoria de su madre. El padre lo ayuda a pesar de que est conciente que cuando su hijo se reponga, volver a sus andanzas. Esto nos muestra el apego que tiene el padre por las tradiciones, las ganas que tiene el de estar cerca de lo que sabe que es correcto.

El padre en partes del cuento hace notar que ya no ve nada y que se siente sordo. Esto nos lleva a pensar que el se encuentra aislado del mundo, que se encuentra cegado por el hecho de ayudar a su hijo, de cumplir consigo mismo. El momento en que logra escuchar a los perros es cuando ya alcanz el pueblo, y tiene a su hijo, que ya ni siquiera habla, tendido frente a una casa del pueblo; momento en que el ya cumpli con su tarea, cumpli con su mujer, con su deber de padre y con su conciencia, lo que lo libera y le permite conectarse con el mundo de nuevo escuchando a los perros del pueblo. Esto se muestra claramente en una de las frases finales del cuento, donde el padre, ya habiendo soltado a su hijo le dice Y t no los oas, Ignacio? dijo . No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza.. La frase anterior nos confirma que el padre se encontraba en una lucha consigo mismo, de su conciencia que le indica que ayude al hijo contra su razn que le indica que lo deje ya que es un maleante.

La idea de la nobleza del padre y de la lucha interna de este, se muestra tambin en la parte del cuento en que este le dice a su hijo como era cuando era al nacer. Le dice que era en resumidas cuentas un beb lleno caractersticas malas como el ser excesivamente hambriento y llorn. Esta idea nos indica el como el padre siente que su hijo siempre ha sido una mala persona, que no lo debera estar ayudando, pro que igual lo hace.

Caractersticas LatinoamericanasCaractersticas que hacen pertenecer este cuento a la realidad sudamericana, derivados del anlisis anterior pueden comenzar con el hecho implcito de la valorizacin religiosa de lo bueno y lo malo, otorgado por la gran presencia catlica en nuestro continente. El padre sabe lo que es bueno y lo que es malo, no porque el lo sienta, sino porque es as. Como si se lo hubiesen enseado o lo hubiese ledo en un libro.

Otro factor que acerca este cuento a la realidad sudamericana es el hecho de lo difcil y adversa que se muestra al vida cotidiana en el cuento, donde existe una cantidad no despreciable de factores que hacen difcil en todo momento las acciones del padre. Y el gran esfuerzo y trabajo que implica salir adelante.

Otra caracterstica es el hecho de que los temas sicolgicos se desarrollen siempre relacionados ntimamente con factores externos, fsicos,naturales; que exista una gran importancia de el medio donde se mueven los personajes, que el hombre est siempre unido a su medio por cosas que tiene que resolver trabajando o haciendo cosas; al contrario de literatura europea, donde se muestra por ejemplo una pareja en una ciudad y solo los problemas que esta tiene, donde no existe el problema del clima, del alimento, del trabajo pesado, del sometimiento social, etc.

Una caracterstica ms general que nos indica el hecho de que esta obra represente a la literatura latinoamericana es que el lenguaje es muy cercano, se hablan de perros, de heridos, de campo, de un pueblo, de muerte, de lo bueno y lo malo. Es ms concreto, las caractersticas ms abstractas que pueden existir en un cuento se muestran generalmente por sentidofiguradoen el cual participan generalmente cosas muy cercanas como las enumeradas anteriormente.

Tambin es notorio en el libro el hecho de que existe un ncleo familiar que produce sentimiento de pertenencia en, por lo menos, uno de los personajes. Al contrario de cmo ocurre enEuropa actualmente, donde disminuye el apego por la familia y se debilita el ncleo familiar, en Latinoamrica todava existe ese fuerte apego por la familia y el sentimiento de pertenencia a un ncleo familiar bien definido por patrones sociales preestablecidos.

Juan Rulfo(1918-1986)

En torno a un cuento de Juan Rulfo:No oyes ladrar los perrosPor Hugo Rodrguez-AlcalOriginalmente publicado enPapeles de Son Armadans, 41: 135-150Reproducido enHomenaje a Juan RulfoHelmy F. Giacoman, Editor.Nueva York: Las Amricas Publishing Co., 1974, pp. 123-133

No oyes ladrar los perros es, sencillamente, una obra maestra de sobriedad, de efecto, de inteleccin de lo humano.Mario

Benedetti

Latmosphre se cre delle mme; elle mane des personnages, de Zeus fawn de sentir, de parler et dagir...Roger LescotNo oyes ladrar los perros es acaso el cuento ms perfecto de cuantos ha escrito Juan Rulfo. En cinco pginas nos condensa una tragedia desgarradora y nos ofrece una visin inolvidable: la de un padre viejo que lleva sobre sus hombros a un hijo criminal, herido, quiz de muerte, a la luz de la luna llena, y por un paisaje que imaginamos pedregoso y triste, rumbo a un pueblo en que aqul espera hallar atencin mdica.

Los personajes[1]El argumento es de mxima sencillez: ya est casi enteramente resumido en la frase anterior: el hijo es un bandolero que, robando y matando por los caminos, ha sido herido en un lance cuyas circunstancias no se narran. Entre las vctimas de sus crmenes figura su propio padrino, el que le dio su nombre (p. 117).La madre del bandolero ha muerto hace aos (pp. 116-118).No se nos cuenta dnde ni quin ha ayudado al padre a cargar a su hijo sobre sus hombros, Alguien, s, ha prestado esa ayuda. Esto lo sabemos porque es esencial en la economa del cuento, como lo veremos en seguida.El hijo quiere que su padre lo baje y lo deje en tierra porque ansa descansar, porque tiene sueo y tiene sed. El padre se niega a bajarlo, pues si as lo hace, no podr ya, sin ayuda de un tercero, volver a cargarlo sobres. El viejo no puede ahora or ni ver nada: el cuerpo del herido se lo impide. Todo su afn es saber si ya est cerca de Tonaya, donde le dijeron que hay un doctor. Le han asegurado que el pueblo est detrasito del monte. El pueblo no aparece por ningn lado y ya hace horas que no puede or ni ver nada:orlos ladridos de los perros o ver las ansiadas luces de Tonaya. Va encorvado bajo el peso que las horas de marcha han vuelto agobiador. Lleva trabadas en torno al pescuezo las manos de su hijo. Sospechamos que los brazos del herido le obturan los odos. El viejo pregunta:T que vas all arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna seal de algo o si ves alguna luz en alguna parte. El hijo responde: No se ve nada. Es obvio, pues, que algo obtura los odos del viejo. Ms an, cuando ste insiste:Ya debemos estar llegando a ese pueblo, Ignacio. T que llevas las orejas de fuera, fjate a ver si no oyes ladrar los perros.El padre es un hombre viejo. De esto nos enteramos al fin de la primera pgina:El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredn y se recarg all, sin soltar la carga de sus hombros...La vejez del padre exhausto, slo ahora revelada, va a potenciar el patetismo de lo que se nos va a comunicar a partir de la tercera pgina. Por el momento slo nos enteramos del sufrimiento fsico de los dos hombres. Se cruzan muy pocas palabras: Cmo te sientes?Mal.Te duele mucho?Algo.No veo ya por dnde voy. Hay un silencio. El viejo pregunta:Me oste, Ignacio? Te digo que no veo bien. Sigue el silencio.Muy pocas precisiones va intercalando Rulfo a lo largo del dilogo lacnico del viejo y del joven. Slo ha mencionado, de paso, que una luna como una llamarada redonda vena saliendo de la tierra. O que temblaba el herido all arriba. O cmo la luna le daba en la cara descolorida, exange. O que Ignacio hablaba cada vez menos. En la pgina tercera del cuento ya no habr en rigor dilogo. El hijo rogar:Bjame, padre. El padre contestar:Te sientes mal?La respuesta ser s.Y ya hasta el final de la pgina el hijo no dir ms que cinco palabras ms:Bjame. Y luego:Quiero acostarme un rato.Y entonces comienza el doloroso, el terrible discurso del viejo. Ya no es, el que habla, un padre agobiado por la fatiga y solcito del sufrimiento del hijo. Cambia radicalmente el tono. Una indignacin de patriarca lo sobrecoge. Abandona el t familiar y usa el usted. De padre, el viejo so convierte en juez. Sus palabras asumen, pese a la sencillez del habla campesina, una alta majestad trgica:Todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre. Porque usted fue su hijo. Por eso lo hago. Ella me reconvendra si yo lo hubiera dejado tirado all, donde lo encontr, y no lo hubiera recogido para llevarlo a que lo curen, como estoy hacindolo. Es ella la que me da nimos, no usted. Comenzando porque a usted no le debo ms que puras dificultades, puras mortificaciones, puras vergenzas (pgina 116). Se produce una pausa, e interviene entonces el mismo narrador para decir:Sudaba al hablar. Pero el viento de la noche le secaba el sudor. Y sobre el sudor seco, volva a sudar.Mas antes de seguir con el discurso que nos va a revelar todo el secreto del drama, fijmonos en la expresividad pungente de su introduccin: Lo hago por su difunta madre le dice el viejo. Porque ustedfuesu hijo...Es cierto que slo por esto lo hace? No le ha dicho poco antes: Cmo te sientes?, Te duele mucho?, y no ha insistido preguntando: Te sientes mal?? Ahora, sin embargo, al dejar el t y emplear el usted le niega al herido hasta el derecho a seguir considerndose hijo de su madre muerta.La lucha interior del viejo entre el amor y la repulsin, la piedad y la ira, la honradez y la deshonra exacerba el dramatismo de la escena:Me derrengar, pero llegar con usted a Tonaya para que le alivien esas heridas que le han hecho. Y estoy seguro de que, en cuanto se sienta usted bien, volver a sus malos pasos. Eso ya no me importa. Con tal que se vaya lejos, donde yo no vuelva a saber de usted. Con tal de eso... (p. 117). Y ahora suena, implacable, en los labios jadeantes, el revivido recuerdo de una maldicin:Porque para m usted ya no es mi hijo. He maldecido la sangre que usted tiene de m. La parte que a m me tocaba la he maldecido. He dicho: Que se le pudra en los riones la sangre que yo le di! Lo dije desde que supe que usted andaba trajinando por los caminos viviendo del robo y matando gente... Y gente buena... (p. 117). Y entonces lo apostrofa por haber asesinado a su propio padrino y termina el apstrofe con estas palabras:Desde entonces me dije: Ese no puede ser mi hijo (ibid.).Aqu debe de producirse un silencio. Las imgenes de los crmenes del hijo parece que se desvanecen en la mente del viejo, en quien la voluntad de llegar a Tonaya y la angustia de la situacin actual le mueven a interrogar si se ve ya algo, si se oye algo que indique la proximidad de la meta salvadora. Y cuando formula la pregunta, el que habla vuelve a ser un padre con el hijo herido a cuestas, no el juez que poco antes juzgara y maldijera. El t vuelve a sonar en los labios del viejo:Mira a ver si ya ves algo. O si oyes algo. T que puedes hacerlo desde all arriba, porque yo me siento sordo (ibid.).La respuesta es negativa. El hijo no ve nada. Tiene sed. Pide agua. Tiene mucha sed y mucho sueo.El viejo no puede detenerse para satisfacer aquel pedido. All no hay agua; all no hay ms que piedras. Y aunque hubiese agua, no lo bajara para que la bebiese porque nadie podra ayudarlo a cargar de nuevo al herido.El hijo, a esta desoladora declaracin, slo dice:Tengo mucha sed y mucho sueo. Qu recuerdos lejanos, tiernos, despiertan estas palabras doloridas en el alma combatida de opuestas emociones del padre? Es admirable el modo en que Rulfo se identifica con sus personajes y vive con ellos, en el breve espacio de sus narraciones, los momentos emotivamente ms dispares y profundos de las vidas que ha soado para ellos.Cmo resucitan, ahora, por ejemplo, en el corazn del viejo, bajo el sortilegio de aquella voz debilitada que habla de sed y de sueo, las escenas de un hogar lejano, la visin de una cuna, de un nio en ella, de una madre inclinada sobre el nio!Me acuerdo cuando naciste. As eras entonces. Despertabas con hambre y comas para volver a dormirte. Y tu madre te daba agua, porque ya te habas acabado la leche de ella. No tenas llenadero. Y eras muy rabioso (p. 117).Eras muy rabioso! Sbitamente el recuerdo de las iras de un infante le revela, al parecer, lo que fuera acaso el augurio temprano de un destino. El viejo agrega entonces:Nunca pens que con el tiempo se te fuera a subir aquella rabia a la cabeza... Pero as fue. Tu madre, que descanse en paz, quera que te criaras fuerte. Crea que cuando t crecieras iras a ser su sostn. No te tuvo ms que a ti. El otro hijo que iba a tener la mat. Y t la hubieras matado otra vez si ella estuviera viva a estas alturas (p. 118).Qu pasa all arriba cuando han sonado estas crueles palabras? Lo que Rulfo nos va a decir slo bastar para imaginar hiptesis, porque no sabremos nunca qu efecto las palabras del viejo tuvieron en el herido semiinconsciente:Sinti que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dej de apretar las rodillas y comenz a soltar los pies, balancendose de un lado para otro. Y le pareci que la cabeza, all arriba, se sacuda como si sollozara. Sobre su cabello sinti que caan gruesas gotas, como de lgrimas (pgina 118).Qu ha pasado? Le pareci slo le pareci que el hijo sollozaba. Las gotas gruesas que le mojaron el cabello, eran de lgrimas, eran de sangre?Muy consecuente con su tcnica ambigua de narrar, Rulfo no nos va a aclarar nunca si hubo sollozos y si hubo lgrimas, inequvocamente.Pero oigamos cmo reacciona el viejo mientras le parece que all arriba el criminal, contrito, llora: Lloras, Ignacio?... Hay dos preguntas que constituyen la introduccin de otro amargo reproche. En la primera persiste an el tuteo. En la segunda vuelve el padre alusteddel pasado apstrofe:Lo hace llorar a usted el recuerdo de su madre, verdad? Pero nunca hizo usted nada por ella. Nos pag siempre mal. Parece que, en lugar de cario, le hubiramos retacado el cuerpo de maldad, Y ya ve? Ahora lo han herido. Qu pas con sus amigos? Los mataron a todos. Pero ellos no tenan a nadie. Ellos bien hubieran podido decir: No tenemos a quin darle nuestra lstima. Pero usted, Ignacio? Estamos llegando al final del cuento: once lneas ms y se acaba. Y slo ahora nos enteramos de que el hijo criminal perteneca a una banda y que esta banda ha sido exterminada con excepcin de Ignacio.Entre tanto, han llegado al pueblo. All est Tonaya a la luz de la luna. Sobre una acera, dificultosamente, descarga el viejo el cuerpo de su hijo. Y es entonces cuando oye, cuando puede al fin or, porque tiene los odos libres, que por todas partes estn ladrando los perros.Y el cuento termina con una pregunta y con un reproche final de infinita amargura:Y t no los oas, Ignacio?... No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza (p. 118). Se ha desmayado Ignacio? Ha muerto de sus heridas? No lo sabemos. El hecho de que le costara al padre destrabar los dedos con que su hijo haba venido sostenindose de su cuello no indica que Ignacio fuera cadver a la llegada a Tonaya.Pero es necesario que sepamos esto? No. El efecto dramtico del cuento se ha producido lo mismo, en toda su pungente plenitud, sepamos o no sepamos si el hijo ha muerto o no sobre las cansadas espaldas del viejo: Rulfo ha presentado dos personajes humildes de su Jalisco nativo, y con asombrosa sencillez de medios expresivos ha podido dramatizar una situacin profundamente trgica, profundamente humana y, por consiguiente, de sentido universal.

El mundo exteriorEn la segunda lnea del cuento nos percatamos de que la accin transcurre durante la noche porque el padre interroga al hijo si ve alguna luz en alguna parte. Pocos renglones abajo se nos confirma que, en efecto, es de noche porque ambas figuras forman una sola sombra que se muevede arriba abajo, trepndose a las piedras, disminuyendo y creciendo segn avanza por la orilla del arroyo... (p. 114).La indicacin de esas piedras hecha tan de pasada suscita en nuestra mente la visin de un paraje pedregoso, como anotamos antes. En cuanto al arroyo, no hay descripcin ni la habr en todo el cuento. El arroyo ser dejado atrs y el paisaje, segn lo veremos, ser an ms rido. Al menos as nos lo imaginaremos.La sombra de padre e hijo, s, vuelve a mencionarse en seguida: Era una sola sombra, leemos, palabras que evocan un clebre poema, pues son casi las mismas que las de Silva, y el ritmo que tienen hasta parece que nos anuncia que esta sola sombra sea tambin larga. Pero el ritmo de la lnea famosa se corta abruptamente:Era una sola sombra, tambaleante.Curioso resulta al entrar en el anlisis el hallar en el comienzo de este cuento de jalisco ms de una sugestin del poema colombiano. Una luna tambin llena como la del Nocturno (p. 111) va a alumbrar el paisaje apenas esbozado:La luna vena saliendo de la tierra, como una llamarada redonda. (La quietud de esta llamarada redonda no es fcil asimilar con la movilidad con que el fuego alza sus resplandores.)Lo que no se oye en este paisaje de luna llena son, precisamente,...los ladridos de los perros a la luna... Pero dejemos esta digresin y analicemos todos los elementos de paisaje, digamos, gracias a los cuales se ha suscitado en nuestra mente el panorama nocturno, desolado, de una tierra desierta y sin caminos, lejos de un pueblo que se llama Tonaya, adonde se dirige la alta sombra caminante.Hasta aqu slo se han mencionado unas piedras, la orilla de un arroyo y, arriba, en el cielo, una luna llena. sta, la luna, es el nico ingrediente descrito del paisaje, bien que slo por el smil ya anotado.Un poco ms abajo se nos dice que Tonaya estaba detrasito del monte, y en la pgina siguiente se repite la misma cosa: Nos dijeron que detrs del cerro estaba Tonaya... (p. 115). Pero este monte o cerro no va a ser nunca descrito ni aun vuelto a mencionar.Caracterstico de los paisajes de Rulfo es la repentina mencin de alguna realidad cualquiera del mundo exterior como si ya la conociera el lector desde antes, como si el lector estuviera frente a un paisaje conocido. Pero sucede que este paisaje no se ha descrito todava, que an no se le ha, presentado.Un ejemplo: al final de la primera pgina del cuento leemos:El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredn y se recarg all, sin soltar la carga de sus hombros...Qu paredn es ste? No lo sabemos. Es, sin embargo, el paredn, as, con artculo definido: el que nosotros muy por nuestra cuenta debemos figurrnoslo en el paraje que sospechamos pedregoso y ya imaginamos baado de luz lunar.En lo que mira a almas y cuerpos de los dos personajes hay, s, rpidas precisiones: al viejo se le doblaban las piernas, pero no quera sentarse, pues quin le ayudara a cargar de nuevo el cuerpo de su hijo all, donde ahora estaba? El hijo ya pareca dormir, ya pareca tener fro. A veces temblaba. Cuando temblaba, los pies del hijo se encajaban en los ijares como espuelas. Las manos del hijo le zarandeaban la cabeza [al padre] como si fuera una sonaja. El padre apretaba los dientes... .El enfoque narrativo se proyecta, como se ve, en forma casi totalmente exclusiva sobre los personajes. Lo nico externo que con insistencia y precisin se menciona es la luna. Y esto porque la luna los ilumina y les da, si cabe la expresin, realce trgico en la noche:All estaba la luna. Enfrente de ellos. Una luna grande y colorada que les llenaba de luz los ojos y que estiraba y oscureca ms su sombra sobre la tierra... (p. 115). S, el enfoque slo sobre las dos figuras y su sombra.Y hay, repetidamente indicados, dos planos de dolor: el de arriba, dolor fsico del hijo; el de abajo, dolor moral y tambin fsico del padre:El otro iba all arriba, todo iluminado por la luna, con su cara descolorida, sin sangre, reflejando una luz opaca. Y l ac abajo... (p. 115). En la tercera pgina del relato la 116 del libro la luna vuelve a mencionarse, nica testigo del drama:Durmete all arriba. Al cabo te llevo bien agarrado. La luna iba subiendo, casi azul, sobre un cielo claro. La cara del viejo, mojada en sudor, se llen de luz. Escondi los ojos para no mirar de frente, ya que no poda agachar la cabeza agarrotada entre las manos de su hijo...La luna ya no es roja, sino casi azul, y el cielo es claro! Va el cuentista a comenzar ahora la descripcin del paisaje, a hablarnos del camino si lo hay, de algn cerro o cerros, de algn ro o barranco?No: hasta el final del cuento slo mencionar Rulfo tres cosas, relativas a la tierra, y de la luna se acordar slo una vez ms.En la pgina 117 el hijo pide agua, y el padre contesta:Aqu no hay agua. No hay ms que piedras... En la pgina 118 leemos: All estaba ya el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna.Y en el mismo prrafo, en la misma pgina, se habla de la llegada de ambos al primer tejabn y se nombra el pretil de la acera en que el viejo solt el cuerpo de su hijo. Nada ms.Cmo se explica la vivacidad de la intuicin que de ese paisaje nocturno se ha suscitado en nuestrasigue?Roger Lescot, traductor de Rulfo y, por consiguiente, buen conocedor de este estilo narrativo, ha escrito:Latmosphre se cre delle mme; elle mane des personnages, de leur lacon de sentir, de parler el dagir el, en raison mme de la sobrit des dcors, cest une vision presque obsdante des paysages, des choses el des tres, qui simpose au lecteur[2].Esta observacin es muy aguda. Se dira en verdad que el mundo exterior fuese algo as como una emanacin de los personajes o, dicho de otro modo, que la poderosa carga de realidad interior que stos tienen hiciera posible una visin del mundo exterior en que se mueven.En el cuento que comentamos aqu la sobriedad deldcorllega a su grado mximo y, sin embargo, la potencia representativa de las rpidas pinceladas estilsticas que sugieren el paisaje es extraordinaria.Rulfo hace que la luna, primero como una llamarada redonda y luego como un disco casi azul, preste una luz constitutiva a la atmsfera fsica misma del cuento: las figuras avanzan por la claridad lunar hacia el lugar de la tierra de donde la luna vena saliendo. S, esa luna est all, enfrente de ellos, del padre y del hijo. Con una luna as enfocada, tan dominadora, digamos, ya tenemos la mitad de todo el paisaje.Rulfo agrega una cosa ms: en las pginas 114 y 117, respectivamente, nombra unas piedras. Entre tina y otra pgina ha transcurrido mucho tiempo. Las piedras que aparecen en la 117 dominan, si puede decirse, el plano bajo del paisaje, esto es, la tierra, ms o menos como una luna domina el plano alto, es decir, el cielo. En efecto, el viejo dice en la pgina 117: Aqu no hay agua. No hay ms que piedras. Y no dice nada ms porque lo ya dicho es suficiente: arriba, la luna llena; abajo, piedras, piedras y piedras y mucha sed del agua ausente.

ResumenLo ms admirable del cuento es la condensacin dramtica lograda con maestra singular. La suscitacin del escenario, como hemos visto, es todo un tour de f orce de economa estilstica. Se dira que Rulfo, gran fotgrafo 3, hubiese obtenido los mximos efectos de representacin con una cmara para cuyo funcionamiento la luz de la luna bastara para cuanto se propuso presentar. De aqu que ora la luna llene de luz la cara de las dos figuras humanas y proyecte la sombre de stas, tambaleante, sobre el terreno pedregoso; o que la luna ocupe el centro del cuadro, apareciendo ya colorada y redonda o ya casi azul sobre el cielo claro. O que ella nos descubra la faz descolorida, sin sangre, del herido, o, finalmente, los tejados de Tonaya. La luz lunar tambin se convierte en atmsfera, digamos, y es casi la nica realidad claramente intuible del contorno.En cuanto a lo que en realidad sucede a los personajes, el anlisis comprueba que Rulfo, caractersticamente, no es preciso en lo que mira a Ignacio. Hay en l remordimiento, dolor, compuncin, tras or los reproches de su padre? Son sollozos los que causan los sacudimientos de su cabeza? Son lgrimas de llanto filial las gotas que caen sobre la cabeza del viejo? Al terminar el viaje a Tonaya, est muerto o slo desmayado Ignacio?Nos es imposible dar una respuesta tajante a estas preguntas. Advertimos una vez ms que la nota de ambigedad, de incertidumbre, de misterio, observable en otras ficciones de Rulfo est tambin aqu presente.Se explica esta falta de precisin por el laconismo peculiar de Rulfo, que slo hace hincapi en lo esencial u obedece la susodicha ambigedad al designio de movilizar la curiosidad del lector y as hacerlo participar ms activamente, casi como co-autor en la aprehensin de las imgenes, emociones e ideas que se le presentan?Acaso estas dos explicaciones sean aceptables. Resulta, s, indudable que Rulfo economiza al mximo lo descriptivo y lo analtico.Y que el resultado de esta tcnica es, por una parte, una visin poderosa, inolvidable, de las escenas que presenta; y por otra, una penumbrosidad, una ambigedad, un misterio que potencia nuestro inters esttico.Notas[1] La paginacin aqu indicada corresponde a la 5.8 edicin deEl llano en llamas, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1961.

[2] Vase la Introduction de la traduccin francesa dePedro Pramo, Pars,. Gallimard, 1959, p. 8.

[3] Vase Helln Ferro, La nueva novela mexicana; visin de Juan Rulfo, enAmricas, noviembre 1964.Anlisis del cuento No oyes ladrar a losperros5MARNo oyes ladrar los perros

Esta historia, incluida en el volumen de cuentosEl llano en llamas, presenta a un padre llevando a su hijo herido al pueblo para curarlo. La misma puede dividirse en dos secciones. La primera cuenta el viaje de padre e hijo y acaba en el momento en que el padre avista el pueblo; la segunda parte es breve, de unas pocas lneas y en ella el padre oye ladrar los perros que le anuncian la presencia del pueblo, y reprocha al hijo su falta de ayuda, mientras que el mismo no responde por estar desfallecido o muerto.El cuento se basa temticamente en la narracin del conflicto entre un padre y su hijo, tan comn en la ficcin de Rulfo. No es este, sin embargo, el nico inters del relato, ya que el mismo pone en evidencia otros temas que se repiten en la obra del escritor mexicano y que permiten considerar a No oyes ladrar los perros como un posible punto de entrada para estudiar la totalidad de la produccin escrita de Rulfo. Siendo as, es posible afirmar que los temas presentados por este cuento son, entre otros, los siguientes:

las relaciones familiares,

la visin subjetiva del espacio, que lleva a

la alienacin y la fragmentacin del cuerpo,

la inutilidad del lenguaje como medio de comunicacin,

el tiempo y su ordenamiento cronolgico

Relaciones familiaresLa narracin que nos ocupa se estructura en base a la relacin entre Ignacio, el hijo, y su padre, cuyo nombre se ignora. Dicha relacin se revela a travs del dilogo que mantienen ambos cuando Ignacio, herido en el llano, es llevado a cuestas por su padre hacia el pueblo de Tonaya, durante la noche, para ser curado. El cuento de alguna manera plantea la aventura del hroe y, en este caso, los hroes son dos: el hijo, un hroe corrupto y descarriado, y el padre, un hroe salvador. Adems de este aspecto casi mtico del tema del hroe destacado por la crtica, es posible observar en las relaciones paterno-filiales y en su deterioro las transformaciones que en el medio social del campo mexicano estaba trayendo consigo el cambio de modos productivos, de uno de carcter latifundista que sostena relaciones sociales de tipo ms bien cuasi-medieval, a una explotacin capitalista y privada de la tierra. Como resultado de los cambios sociales y econmicos operados en el agro mexicano a partir de la Revolucin de 1910 y ms precisamente en las dcadas de los aos 30s a 50s del siglo pasado, la forma de vida tradicional del campesino estaba cambiando como as tambin sus relaciones familiares. Por ejemplo, en este cuento, el padre salva a su hijo, quien antes haba matado a su padrino, hecho gravsimo bajo la ptica de una relacin tradicional de compadrazgo.

A medida que transcurre la historia la relacin entre padre e hijo cambia de tono emocional, cambio que se percibe a travs del uso de usted y de tu que hace variar las distancias afectivas entre ambos. El padre trata de usted a Ignacio cuando le reprocha su actitud: Y estoy seguro de que, en cuanto se sienta usted bien, volver a sus malos pasos (Toda la obra136. Las citas se toman de esta edicin). El tu acerca emocionalmente al padre con el hijo: -Me oste, Ignacio? Te digo que no veo bien (135). La relacin entre los cuerpos de estos dos personajes refleja su relacin familiar. La misma mantiene le pesa al padre, fsicamente as como emocionalmente, y se puede decir que mantiene a lo largo del relato una direccin vertical, uniendo un all arriba, los hombros del padre donde se encuentra el hijo, con un aqu abajo en donde est anclada la voz y el punto de vista del progenitor: -T que vas allarriba, Ignacio, dime si no oyes alguna seal de algo o si ves alguna luz en alguna parte (134). Este peso, esta carga, tambin tiene su parte positiva, en tanto los hombres, a pesar de sus conflictos, se unen para ayudarse. Es as como en el segundo prrafo del cuento aparece por primera vez la voz del autor que sintetiza la relacin fsica entre ellos aunndolos como una sola figura: La sombra larga y negra de los hombres sigui movindose de arriba abajo, trepndose a las piedras, disminuyendo y creciendo segn avanzaba por la orilla del arroyo. Era una sola sombra, tambaleante (134). La relacin paterno-filial se ve signada, asimismo, por una ausencia dolorosa, la de la madre. Como en otros cuentos de Rulfo, por ejemplo La herencia de Matilde Arcngel, hay una referencia dolorosa a la madre, quien slo aparece en el espacio de las palabras y de la memoria del padre. A pesar de no estar presente, la mujer en este relato es el motor de las acciones, ya que segn sabemos por las palabras del padre, si no fuera por ella, el hijo estara tirado all (136) donde lo encontr el padre; es ella la que le da nimos al viejo para que lo lleve a curarse: Es ella la que me da nimos, no usted (136) afirma el padre. Dice ms adelante: Todo esto que hago no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre (136).

A pesar del deseo del padre de que el hijo se cure fsica y moralmente, comprende que aunque Ignacio se cure, volver a sus malos pasos (136), no habrcambiado su actitud para nada. Y quizs mejor entonces que la madre no est presente; como afirma el padre: Y t la hubieras matado otra vez si ella estuviera viva a estas alturas (137).

Visin subjetiva del espacioEn el caso de los relatos de Rulfo, los cuentos narrados en primera persona parecen ser de enfoque interno, fijo, es decir restringidos a la perspectiva de un solo personaje que trasmite sus impresiones, mientras que las historias presentadas en tercera persona tendran la ventaja de dejarnos saber qu sucede en realidad, a travs de la voz narratorial. Sin embargo, esto no es tan obvio como parece. An en una narracin en tercera persona es posible encontrar relatos de enfoque interno el cual puede tener una perspectiva fija o no (Peavler, Perspectiva 846). Este ltimo es el caso de No oyes ladrar los perros donde, con algunas excepciones, la perspectiva de quin ve es la del padre y en donde an las descripciones de autor refieren constantemente a este punto de vista. Tal perspectiva desde la mirada del padre se ve reforzada por el uso de los adverbios ac, cuando se refieren a l, y all cuando se refieren al hijo: El otro iba all arriba, todo iluminado por la luna, con su cara descolorida, sin sangre, reflejando una luz opaca. Y l ac abajo(135). La relevancia del punto de vista del padre hace que sus impresiones sean las que guan al lector y, en este sentido, las percepciones del padre son casi exclusivamente el registro que nos permiten saber qu sucede.

Si este es el caso, el mbito espacial donde se desarrolla el relato tambin se ve a partir de la perspectiva del padre. El espacio puede dividirse en dos campos: el corporal, el de la relacin fsica entre padre e hijo, y el ms amplio del llano que se contrapone al del pueblo. El primer espacio, ya mencionado, se define por la relacin entre el ac del padre y el all del hijo, y est estrechamente relacionado con los cuerpos. El segundo espacio se estructura en base al mbito indiferenciado del llano contrapuesto al espacio comunitario del pueblo que, en este caso tiene un nombre, es Tonaya, un pueblo real de la regin de los altos de Jalisco.

El espacio que caminan los hombres es un mbito indefinido, muy parecido al de la peregrinacin de Talpa o a la marcha al pueblo de Nos han dado la tierra. Es el espacio del llano, el de los caminos que puede servir tanto para hacer el bien como para hacer el mal. As, el padre hace el bien y lleva a curar a su hijo al espacio comunitario de Tonaya, mientras que el hijo utiliza el llano para hacer el mal: trajinando por los caminos, viviendo del robo y matando genteY gente buena(137). Es caracterstico, en ste como en otros relatos de Rulfo, que se hable del paisaje como si el interlocutor/lector ya lo conociera. Se nombran detalles de manera casual, como sin querer llamar la atencin sobre ellos. No hay una voz omnisciente que de una descripcin total del paisaje. Slo al seguir las sombras de los caminantes se van develando detalles del terreno: La sombra larga de los hombres siguimovindose de arriba abajo, trepndose a las piedras, disminuyendo y creciendo segn avanzaba por la orilla del arroyo (134). Ms adelante se menciona un monte: Tonaya estaba detrasito del monte(134) aunque este monte no se describa nunca, ni se diga cundo ha sido atravesado en la caminata.

Como espacio opuesto y externo al del llano, Tonaya condiciona la marcha de la pareja por el llano e impulsa, asimismo, la narracin. El contraste entre ambos espacios, el del llano y el del pueblo, acenta la desorientacin de la pareja: Este no es ningn camino. Nos dijeron que detrs del cerro estaba Tonaya. Ya hemos pasado el cerro. Y Tonaya no se ve, ni se oye ningn ruido que nos diga que est cerca (135). En nuestro anlisis es posible afirmar que Tonaya es la esperanza, el marco de referencia que si bien ordena el espacio en un mbito comunitario, est en el relato fuertemente relacionado con la muerte. Cuando padre e hijo llegan al pueblo los sonidos y las luces se hacen presentes, pero tambin la muerte.

Alienacin y fragmentacin del cuerpoPareciera que a veces padre e hijo son una unidad, como una sola sombra. La pregunta por la cercana del poblado, Ya debemos estar llegando a ese pueblo Ignacio(134), refleja el hecho de que los dos protagonistas se hagan casi uno solo, y de que las orejas del hijo suplan a las del padre, en ese cuerpo compuesto por partes de ambos: T que llevas las orejas de fuera, fjate a ver si no oyes ladrar los perros (134). Si las relaciones corporales entre un ac abajo y un all arriba como puntos de referencia que se mueven por el espacio del llano son por un lado vistas como una unidad por el autor, por otro lado ambos personajes tambin se describen como un conjunto fragmentado de partes corporales. De la descripcin del hijo y del padre como una sola sombra tambaleante, comienzan a desprenderse partes: los pies se le encajaban en los ijares como espuelas. Luego las manos del hijo que traa trabadas en su pescuezo, le zarandeaban la cabeza como si fuera una sonaja (135). La cara del padre est descripta como un conjunto de partes que casi no se relacionan entre si: El apretaba los dientes para no morderse la lengua y cuando acababa aquello le preguntaba (135). Adems de estar presentados en partes, estos cuerpos se caracterizan como bestias u objetos ms que como seres humanos: pies e ijares como si fuera un animal, pescuezo como si fuera un animal, cabeza como si fuera una sonaja. La animalizacin y la alienacin de los cuerpos enfatiza el valor, o la falta del mismo, de la vida del campesino mexicano de la poca ya que, ms que seres humano, parece que fueran bestias de carga, y esto en sentido literal en el cuento que nos ocupa. Para peor, estas partes de los cuerpos, como los ojos y los odos del hijo, a los que el padre hace referencia constantemente para que le muestren la cercana de Tonaya, en ningn momento son tiles. Esta inutilidad de los sentidos hace que sea imposible ubicarse espacialmente en el llano, hasta que la evidencia de haber llegado al pueblo se ubica frente al padre.

Inutilidad del lenguajeLa inutilidad de los sentidos se extiende a la del lenguaje. El dilogo o su ausencia, el quedarse callado ante las preguntas del padre, muestran la inutilidad del lenguaje como medio de comunicacin entre las personas, an entre padre e hijo. Por ejemplo, a pesar de ser una unidad el hijo no oye al padre: -Me oste Ignacio? Te digo que no veo bien. Y el otro se quedaba callado (135). La presencia heroica del padre, la ausencia de la madre, la rebelda del hijo, conforma una relacin edpica que, a nivel simblico, tiene consecuencias en el lenguaje que los personajes utilizan para comunicarse. El mismo no cumple su cometido y, ms que unirlos, los asla en sus propios mundos internos donde los sentidos hasta parecen intercambiarse y las palabras no alcanzan a cumplir su cometido. As, por ejemplo, el ver y el or se sustituyen y ninguno alcanza a guiar a la pareja:

No se ve nada.-Ya debemos estar cerca.-S, pero no se oye nada.-Mira bien.-No se ve nada.-Pobre de ti, Ignacio. (134)

Otras instancias que refuerzan el tema de la inutilidad del lenguaje se van presentando con ms fuerza a medida que la pareja avanza y el padre acaba hablando solo. Se dice del hijo: Hablaba poco. Cada vez menos. En ratos pareca dormir. En ratos pareca tener fro (135). Los dilogos no se establecen sobre los mismos temas, sino que las respuestas no corresponden a las preguntas ni a las demandas de cada uno de los personajes: Tengo mucha sed y mucho sueo. -Me acuerdo cuando naciste (137).

Las repeticiones tambin refuerzan esta idea de la inutilidad del hablar: Primero le haba dicho: Apame aquDjame aquVete t solo. Yo te alcanzar maana o cuando me reponga un poco. Se lo haba dicho como cincuenta veces (135). Ms adelante dice el hijo: -Bjame, padre a lo que responde el padre: Te llevar a Tonaya a como d lugar. All encontrar quin te cuide (136); y Me derrengar pero llegar con usted a Tonaya, para que le alivien esas heridas que le han hecho (136). El padre no hace caso, as como el hijo antes no hizo caso al padre y se volvi un bandido. En ste, como en otros relatos de Rulfo, no se da una comunicacin real y fluida entre los personajes a travs del lenguaje.

TiempoEl mbito temporal, las horas que han venido andando, est marcado por el recorrido de la luna en el cielo: La luna vena saliendo de la tierra, como una llamarada redonda (134) ms tarde se aclara que: All estaba la luna. Enfrente de ellos(135). Y luego: La luna iba subiendo, casi azul, sobre un cielo claro (136). Finalmente: All estaba ya el pueblo, vio brillar los tejados bajo la luz de la luna(138). La luna abre y cierra la narracin y hace que el texto cobre una estructura circular a la vez que, si bien el astro marca el paso del tiempo, tambin lo hace lento a partir de repeticiones del mismo tema. Sabemos que all atrs, horas antes, cuando sala la luna, comenz la marcha y que cuando sta est en el cielo, la pareja termina de andar.

En cuanto a la referencia histrica de este relato, se hace sumamente difcil, si no imposible, precisar el tiempo cuando transcurre la narracin, a no ser por la presencia de bandas armadas que asolaban el llano, que tanto podan ser formadas de ex-revolucionarios, a partir de 1915 en adelante, como de bandoleros anteriores a la Revolucin. Como dijimos antes, la relacin padre e hijo puede orientarnos en este sentido, ya que plantea la desestabilizacin de una forma social que tena a la familia como grupo bsico en favor de organizaciones sociales distintas, constituidas como consecuencia del advenimiento de la explotacin capitalista de la agricultura, proceso que comenz a partir de 1910.

Cuando finalmente llegan a Tonaya, el padre baja al hijo que, aunque no lo sabemos con certeza, suponemos que est muerto. Entonces, todos los perros ladran o, ms bien, el padre los oye por primera vez. La voz del narrador se hace presente para anunciar la llegada al pueblo donde por todas partes ladraban los perros (138).

En suma, en esta narracin se reconocen los temas de Rulfo que aparecen a lo largo de su produccin. Entre ellos se encuentran las relaciones familiares, tanto paterno-filial como la ausencia de la madre, la visin subjetiva del espacio, la alienacin y la fragmentacin del cuerpo, y la inutilidad del lenguaje como medio de comunicacin, as como un tratamiento peculiar del tiempo y de la cronologa. A travs de estos temas se hace patente el enfrentamiento de los espacios del llano, en donde se mata, y el del pueblo, en donde se cura, y la falta de integracin de ambos la cual refleja la incompatibilidad de las formas de vida tradicionales que estaban cambiando ante el progreso del agro mexicano. Este enfrentamiento parece querer motivar al lector a buscar una solucin a la situacin trgica que se presenta en el relato, solucin que busque integrar las formas sociales y familiares en procesos de cambio y, a partir de esa motivacin, instar al lector comprometido a buscar un cambio de la situacin real.