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1 No.1 REVISTA ECONOMICUS HETERODOXUS ECONOMICUS REVISTA HETERODOXUS Revista Economicus Heterodoxus Programa de Economía Año: 1 No. 1 Primer Semestre 2012 ISSN: 2256-2508

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HETERODOXUSRevista Economicus Heterodoxus

Programa de Economía

Año: 1

No. 1

Primer Semestre 2012

ISSN: 2256-2508

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Universidad Complutense (Madrid)Profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, Universidad Nacional Autónoma de México

Iván Darío Hernández Umaña EconomistaPhd en Economía, Universidad de Manchester (Reino Unido)Profesor de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional de ColombiaDirector del Grupo de Economía Evolucionista e Institucional

PARES EVALUADORESPeer Reviewers

Fernán José Fortich PachecoEconomista de la Universidad Tecnológica de BolívarPhD en Economía de la Universidad de AlcaláDirector de la especialización en Gerencia Em-presarial, Universidad Central (Colombia)

Richard DucónLicenciado en Ciencias Sociales, Universidad Distrital Francisco José de CaldasMaestría en Sociología, Universidad Nacional de ColombiaMaestría en Historia, Pontificia Universidad JaverianaDoctor (c) en Historia, Universidad Nacional de ColombiaCoordinador Investigación Acción Participativa, Universidad Católica de Colombia

Jorge Iván BulaEconomistaDoctor en Sociología, Université Catholique de LouvainMaestría en Desarrollo Económico, Universidad de Manchester

Germán Umaña MendozaIngeniero Industrial Maestría en Economía, Universidad Nacional de Colombia

Jhon James MoraEconomistaMaestría en Paisaje, Territorio y Recursos Ambientales, Universidad de Alcalá de HenaresDoctorado en Economía, Universidad de Alcalá de Henares

Germán Valencia AgudeloEconomistaMaestría en Ciencias Políticas, Universidad de AntioquiaEspecialización en Gerencia SocialDoctor en Estudios Políticos, Universidad Externado de Colombia

César Corredor VelandiaEconomistaPhD en Economía, Texas A&M University SystemMaestría, Universitat Pompeu FabraEconomía y EmpresaMaestría, Universidad De Los Andes - UniandesEconomia

COLABORADORES PERMANENTESPermanent Partners

Grupo Economía, Poder y Territorio

DOCENTESTeachers

Juan Alejandro Barreto TejadaMiguel R. Landínez LeónFlor María RojasFrancisco Numael RodríguezÓscar Martínez HerreraJaime Lozano MartínezJuan Pablo Fernández Astrid Caro Ramírez

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓNDesign and Layout

Ivonne Carolina Cardozo PachónDepartamento de Publicaciones y Comunicación Gráfica, Universidad Piloto de Colombia

CORRECCIÓN DE ESTILOProofreading

Óscar Torres Angarita

TRADUCCIÓNTranslation

Mariel Pizarro

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In Latin, the term heterodoxus-quial-teriusest –opinions– in English, ¨het-erodox¨ or ¨unorthodox¨, means that

someone else gives his/her opinion, that is, that others opine. In this line of thought, Eco-nomicus Heterodoxus constitutes an open door to academic debate, to critical view-points, to the educated and informed discus-sion of problems faced by the economy.

The name of this journal, which the Eco-nomics Program of the Piloto University of Colombia makes available to the academic world, also refers to the polysemy in eco-nomics, to interpretative multiplicity, to the motley landscape of theory and economic policy as well as to their complex ties with society.

Emphasis on economics not losing its way as a social science and, beyond any theoret-ical abstraction or quantitative analysis –in

spite of their being important tools–, on the notion that an economy at the service of so-ciety should prevail, is the founding directive criterion of this journal.

This approach constitutes its differentiat-ing element: to search for viewpoints alterna-tive to those of orthodox economic theory, to give way to those trends that seek to renew economic analysis.

Economicus Heterodoxus, a biannu-al publication, will be an open space for all those who wish to participate in the dissemi-nation of research results, essays, and anal-yses with different approaches related to the economic and social context and, by this means, it seeks to become a place for ex-change of views and debate that will enable the discussion and argumentation of theoret-ical and methodological standpoints vis-à-vis economic knowledge and practice.P

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PRESENTACIÓN

El latín heterodoxus-quialteriusest –opiniones–-, en español hetero-doxo, significa que otro dé su opi-

nión, es decir, que los otros opinen. En este orden de ideas, Economicus Heterodoxus constituye una puerta abierta al debate aca-démico, a las miradas críticas, a la discusión formada e informada de los problemas que enfrenta la economía.

El nombre de la revista, que el Programa de Economía de la Universidad Piloto de Co-lombia pone a disposición del mundo acadé-mico, también hace referencia a la polisemia de la economía, a la multiplicidad de interpre-taciones, al variopinto panorama de la teoría y la política económica, así como a sus com-plejos lazos con la sociedad.

El énfasis en que la economía no puede extraviar su camino como ciencia social y que, por encima de abstracciones teóricas

o análisis cuantitativos –si bien constituyen herramientas importantes-, debe prevalecer la idea de la economía al servicio de la so-ciedad, funda el criterio director de la revista.

Esta orientación constituye su elemento diferenciador: buscar miradas alternas a la visión ortodoxa de la economía, dar cabida a las corrientes que buscan refrescar el análi-sis económico.

Economicus Heterodoxus, de publicación semestral, será un espacio abierto a todos quienes deseen participar en la divulgación de resultados de investigación, ensayos y análisis con diferentes enfoques relaciona-dos con el contexto económico y social y, de esta manera, constituirse en un lugar de in-tercambio y debate que permita la discusión y la argumentación de posturas teóricas y metodológicas frente al saber y el quehacer económicos.

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EDITORIAL

BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICA

IN MEMORIAM

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102ARTÍCULOS11

DOCUMENTOS RECUPERADOS 106

FELICIDAD, DESIGUALDAD, RELIGIÓN Y CAPITAL SOCIAL11

EL MODELO DE MITCHELL EN ESTUDIOS REGIONALES48

COLOMBIA HOY: CONFLICTODEGRADADO, ESTADO

EROSIONADO62

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EDITORIAL

ARTÍCULOS

Felicidad, desigualdad, religión y capital socialLaura María Santa Zuluaga Juan Pablo Fernández García

Cambios estructurales ocurridos en la industria colombiana desde la apertura de 1990Mario Garzón

El modelo de Mitchell en estudios regionalesAstrid Caro RamírezFlor María Rojas

Colombia hoy: conflicto degradado, Estado erosionadoFernando Augusto Medina Gutiérrez

La política ambiental en la apertura: entre el mercado y la gestión del EstadoRicardo Landínez León

El impacto de la “apertura” en el sector de las telecomunicaciones en ColombiaJaime M. Arboleda

IN MEMORIAM Alfonso Palacio Rudas, hombre de paz.Jaime O. López de Mesa C

DOCUMENTOS RECUPERADOS“Bienvenidos al futuro” Discurso de posesión del señor Ex – Presidente de la República Cesar Gaviria Trujillo

BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICAProyecto de investigación “Análisis de los procesos de inte-gración de la región Bogotá-Cundinamarca”Astrid Caro RamírezMiguel Ricardo Landínez LeónÓscar Javier Martínez Herrera

INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES

Pág. 8Pág. 11Pág. 11

Pág. 33

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Pág. 62Pág. 85

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The last decade of the 20th century represented for Colombia a peri-od of structural changes in diverse

fronts. The National Constituent Assembly of 1991 embodied the construction of a new social agreement among Colombian people. Its heterodox composition, the wide specter of ideologies, the panoramic ethnic represen-tation, the political space it opened for former armed combatants, and the ample range of topics it addressed in seeking to generate a new climate and new political institutions, un-doubtedly constituted a milestone in the histo-ry of the country. The creation of the Attorney General’s Office, the judicial system’s reform, the creation of the act of enforcement or pro-tection (tutela) as mechanism for the defense of fundamental rights, are some of the institu-tions that emerged from said Assembly.

It was also a decade that began with se-rious public order problems, such as the strengthening of insurgent armed movements, the advancement of the paramilitary, and the shadow of terrorism linked to drug trafficking; components of a difficult and complex period in this corner of South America.

Simultaneously, the country initiated a pro-cess of internationalization of the economy, featured by monetarist dogmatism and a se-ries of policies that reformed the Colombian economic structure. The creation of new insti-tutions and the Constituent Assembly trans-formed the country, for better or worse. Among them, the development paradigm shift, the independence of the Banco de la República, the creation of the Ministry of Foreign Trade, the structural taxation policy reforms, the new organization of the financial sector, the lib-eralization of the exchange rate regime, the creation of a new structure for the health sys-tem and for social protection in general; these are a few of the transformations this process

brought about; a process which, in Colombia, adopted the popular name of economic open-ness.

It was indeed in 1990, under the govern-ment that had just taken office – Cesar Ga-viria Trujillo’s – when the process of econom-ic openness was launched. Twenty years later, the results of this process were widely discussed throughout the country. The Eco-nomics Program of the Piloto University par-ticipated in these debates, particularly through the organization of the International Seminar, “A propósito de los 20 años de apertura” (“In Regard to 20 Years of Openness”), with the participation of approximately twenty analysts who discussed the different effects which those changes have generated on the coun-try’s economic structure.

In this first issue of Economicus Heterodox-us, we publish some of the papers presented in the aforementioned event; contributions that comply with the scientific criteria required by the most highly qualified academic jour-nals. This is a dossier that includes diverse aspects of the economic specter that address, as overarching subject, the structural reforms that arose from the internationalization of Co-lombia’s economy.

In addition to this dossier, the journal pays tribute, in memoriam and on the centenary of his birth, to Alfonso Palacio Rudas who, undoubtedly, was one of the most influential Colombian economists and politicians of the second half of the 20th Century

Likewise, it includes a related thematic bib-liography on the topics of region and territory; a result of the processes of bibliographic re-vision carried out within the framework of the Program’s research projects.

With this first issue, we open the doors for academics and researchers to participate in this editorial effort.

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EDITOR IAL

La última década del siglo pasado significó para Colombia un periodo de cambios estructurales en diver-

sos órdenes. La Asamblea Nacional Consti-tuyente de 1991 encarnó la construcción de un nuevo acuerdo social entre los colombia-nos. Su heterogénea conformación, el am-plio espectro de ideologías, la panorámica representación étnica, el espacio político que abrió para antiguos combatientes armados y la amplia gama de temas que abordó, bus-cando generar un nuevo clima y nuevas ins-tituciones políticas, fueron sin lugar a dudas un hito en la historia del país. La creación de la fiscalía, la reforma al sistema judicial, la creación de la tutela como mecanismo para la defensa de los derechos fundamentales son algunas de las instituciones que se que-daron en el seno de dicha asamblea.

Fue también una década que se inició con graves problemas de orden público, con el fortalecimiento de los movimientos armados insurgentes, el avance del paramilitarismo y la sombra del terrorismo de manos del nar-cotráfico. Componentes estos de una época difícil y compleja en esta esquina de Sura-mérica.

Simultáneamente, el país inició un proce-so de internacionalización de la economía, caracterizado por un dogmatismo moneta-rista y un conjunto de políticas que reforma-ron la estructura económica colombiana. La creación de nuevas instituciones y la consti-tuyente transformaron, para bien o para mal, el país. Entre ellas, el cambio de modelo de desarrollo, la independencia del Banco de la República, la creación del Ministerio de Co-mercio Exterior, reformas estructurales en la política impositiva, la nueva organización para el sector financiero, la liberación del ré-gimen cambiario, la creación de una nueva estructura en el sistema de salud y en gene-

ral en el de protección social, son algunas de las transformaciones que trajo consigo dicho proceso, que en Colombia tomó el popular nombre de apertura económica.

Justamente fue en 1990 cuando el proce-so de apertura económica se inició en manos del gobierno que apenas accedía al poder, el de César Gaviria Trujillo. Veinte años des-pués se discutió ampliamente en el país el resultado de dicho proceso. El Programa de Economía de la Universidad Piloto hizo parte de dichos debates, en particular con la reali-zación del seminario internacional “A propó-sito de los 20 años de la Apertura”, con la presencia de cerca de veinte analistas que debatieron sobre los diversos efectos que ta-les cambios han generado en la estructura económica del país.

En este primer número de Economicus Heterodoxus presentamos algunas de las ponencias de dicho evento, aportes que re-únen todos los criterios científicos exigidos en las revistas académicas de la más alta calidad. Se trata de un dossier que incluye diversos aspectos del espectro económico, que tienen como hilo conductor las reformas estructurales que trajo consigo la internacio-nalización de la economía colombiana.

Además de este dossier, la revista pre-senta un homenaje in memoriam con motivo del centenario del natalicio de Alfonso Pala-cio Rudas, quien sin duda fue uno de los más influyentes economistas y políticos colombia-nos de la segunda mitad del siglo XX.

Igualmente, se incluye una bibliografía te-mática relacionada con los temas de región y territorio, fruto de los procesos de revisión bibliográfica adelantados en el marco de los proyectos de investigación del programa.

Con este primer número abrimos las puertas para que los académicos e investi-gadores participen de este empeño editorial.

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CAMBIOS ESTRUCTURALES OCURRIDOS EN LA INDUSTRIA

COLOMBIANA DESDE LA APERTURA DE 1990

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ARTÍCULOS11

COLOMBIA HOY: CONFLICTO

DEGRADADO, ESTADO

EROSIONADO

LA POLÍTICA AMBIENTAL EN LA APERTURA: ENTRE EL MERCADO Y LA GESTIÓN

DEL ESTADO

EL IMPACTO DE LA “APERTURA” EN EL

SECTOR DE LAS TELECOMUNICACIONES

EN COLOMBIA

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FELICIDAD, DESIGUALDAD, RELIGIÓN Y CAPITAL SOCIAL11

EL MODELO DE MITCHELL EN ESTUDIOS REGIONALES48

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FEL IC IDAD, DES IGUALDAD, REL IG IÓN Y CAP ITAL SOCIAL

HAPP INESS , INEQUAL ITY, REL IG ION, AND SOCIAL CAP ITAL

ART ÍCULOS

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* Laura María Santa Zuluaga. [email protected]. Economista de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito e investigadora en temas de felicidad

** Juan Pablo Fernández García. [email protected]. Universidad Piloto de Co-lombia. Economista y Magister en Macroeconomía Aplicada

LAURA MARÍA SANTA ZULUAGA*

JUAN PABLO FERNÁNDEZ GARCÍA**

RESUMEN

Se presenta evidencia empírica so-bre la importancia de las variables sociales para explicar la felicidad

de los individuos. Los indicadores de capital social que se incluyeron en el modelo con-tienen variables como la confianza en las personas en general, pertenecer a organiza-ciones y lo que los individuos piensan sobre la justificación, o no, de hacer trampa en los impuestos. Adicionalmente, se confirma que

una persona puede aumentar sus probabili-dades de ser feliz si disfruta de un ingreso re-lativo alto, goza de buena salud, se encuen-tra en una situación laboral favorable, tiene más años de educación que el promedio, posee un alto nivel de capital social, confía en la gente y en las instituciones; tiene bue-nas relaciones sociales, vive en una socie-dad relativamente, es poco conservadora y es religiosa.

Palabras clave: felicidad, bienestar subjetivo, capital social.

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ABSTRACT

This analysis presents empirical ev-idence on the importance of the social variables that explain the

happiness of individuals. The social capital indicators included in the model contain vari-ables such as confidence in people in gener-al, belonging to organizations, and individu-als’ thought on the justification, or not, of tax evasion. Finally, it confirms that persons can

raise their probabilities of happiness if they enjoy a relatively high income, are in good health, enjoy a favorable working situation, have reached, or will reach, their maximum level of education over the age of 23, have a high social capital level, trust people and institutions, have good social and political re-lations, relatively live in a society, are not too conservative and very religious.

Keywords: happiness, subjective welfare, social capital.

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CLASIFICACIÓN JEL: I3, Z12, Z13.

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INTRODUCCIÓN

Numerosos textos de filosofía polí-tica en la tradición occidental han postulado que el objetivo último

de la vida humana y de las sociedades es alcanzar la felicidad1; como dice Aristóteles, “… la felicidad es el bien soberano2 y supre-mo que logra equilibrar las fuerzas de la so-ciedad…”, “la felicidad es –o al menos debe ser– el bien al que aspira la ciencia política, debe ser el objetivo de esta ciencia”. Otros objetivos, como una mayor riqueza, libertad, más salud o más conocimiento, son bienes intermedios, fines instrumentales que sirven para alcanzar ese fin último que es la feli-cidad. Similarmente, filósofos helenísticos como Epicuro3 (que fue mucho más influ-yente en la ética antigua que Aristóteles o Sócrates), los revolucionarios franceses5 y los filósofos políticos ingleses del siglo XVII como Hume6 y Malthus7, han coincidido en postular que el objetivo de nuestras vidas es

aumentar la felicidad o bienestar subjetivo de las personas.

Más recientemente el estudio que, a pe-dido del gobierno francés, dirigieron Fitoussi, Sen y Stiglitz afirma:

Las medidas de bienestar, tanto objetivo como subjetivo, conllevan informaciones esen-ciales sobre la calidad de vida. Los institutos estadísticos de-berían integrar en sus encues-tas preguntas diseñadas para conocer la evaluación que cada uno hace de su vida… La in-vestigación ha mostrado que es posible recoger datos tan significativos y fiables sobre el bienestar subjetivo como sobre el bienestar objetivo (Fitoussi, Sen, Stiglitz, 2009, p. 18).

1. En este trabajo se usarán indistintamente los términos felicidad, bienestar subjetivo y satisfacción con la vida.

2. Aristóteles no se refería a cualquier felicidad sino específicamente a la llamada eudaimonía (que podríamos traducir como buen espíritu), una felicidad que era el resultado de una vida virtuosa. La Ética a Nicómaco es una larga exposición de cómo hay, por decirlo así, diferencias de calidad entre las felicidades: una cosa son las felicidades más virtuosas de la vida contemplativa o de la gloria política y otra cosa felicidades menos valiosas como la que proporcionan los placeres de la carne o la bebida.

3. “Pleasure is our first and kindred good. It is the starting-point of every choice and of every aver-sion, and to it we come back, in as much as we make feeling the rule by which to judge of every good thing” (Epicuro).

5. “Le but de la société est le bonheur commun” (El fin de la sociedad es la felicidad común). Decla-ración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1793, artículo I.

6. “… el lujo contribuye a la felicidad y a la virtud social hasta cierto punto pues favorece el refina-miento de las ciencias y las artes y, por consiguiente, la sociabilidad”. David Hume (1752), “Of Refinement in the Arts”, citado en (Hurtado, 2004).

7. “The professed object of Dr. Adam Smith’s inquiry is the nature and causes of the wealth of na-tions. There is another inquiry, however, perhaps still more interesting, which he occasionally mixes with it; I mean an inquiry into the causes which affect the happiness of nations or the happiness and comfort of the lower orders of society, which is the most numerous class in every nation” (Malthus, 1798).

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Durante los últimos 100 años los econo-mistas han sido, solo parcialmente, coheren-tes con estos principios: de un lado, cuando han discutido de manera teórica cuál es el fin último de la humanidad o (en términos ma-temáticos) la variable objetivo, la respuesta ha sido generalmente la felicidad, pues –muy en el estilo del utilitarismo inglés–maximizar el placer es el problema de la economía8; Bentham9, Mill y Smith, entre otros autores, coinciden en afirmar que el objetivo de nues-tras vidas es conseguir la mayor felicidad para la mayoría de personas10. Pero, por otro lado, los modelos y teorías que construyó la ciencia económica pretendiendo explicar el bienestar, no solo no suelen definir la felici-dad como una de sus variables objetivo, sino que –al concentrarse en los medios para al-canzarlo– ni siquiera intentaron sistemática-mente desarrollar medidas directas del bien-estar humano.

La felicidad ni siquiera aparece en los mo-delos económicos usuales en el siglo XX. Una de las posibles explicaciones de este fenóme-no es la ausencia de datos confiables de los niveles de bienestar subjetivo. Sin embargo, esta explicación remite a la pregunta de por qué estas mediciones no se desarrollaron an-tes si ya existía esta teoría en la psicología11.

Como es bien sabido, los economistas de los siglos XIX y XX redujeron el bienestar al consumo de los bienes que se registran en el PIB, dejando por fuera muchos otros bie-nes materiales y espirituales que, como vere-mos, tienen un efecto cuantitativo importan-te. Como señalan Carabelli & Cedrini (2009, pág. 4), “While laying the foundations of poli-tical economy, Pasinetti argues, the classical economist chose to concentrate on material wealth – a coherent and unambiguously de-finable subject of investigation”. Tal vez la simple riqueza sea una variable coherente y precisa, pero también es claramente reduc-cionistas como variable objetivo en una teo-ría sobre el bienestar.

Más precisamente, la sustitución de feli-cidad por ingreso sería útil si la felicidad de-pendiera solamente del ingreso; pero como Stiglitz (2009) menciona, el bienestar de los individuos no está en función del ingreso únicamente; si bien este es un determinante significativo para la felicidad, hay otras cosas más importantes que no se compran ni se venden pero que resultan significativas en la explicación de la felicidad, como las relacio-nes sociales o la salud, - que no se tienen en cuenta en las funciones de utilidad tradicio-nales (Frey & Stutzer, 2000). Por tanto, no

8. En palabras de Jevons: “El placer y el dolor son indudablemente los objetivos últimos del cálculo de la economía… en otras palabras, maximizar el placer, es el problema de la economía” (Jevons, 1996, pág. 93). Es válido recordar en este punto que Jevons y otros economistas neoclásicos usaban indistintamente las palabras placer y felicidad como hacen normalmente los hedonistas.

9. Bentham entiende el principio de la felicidad en dos sentidos; “el primero, es el sensorial, según el cual la mayor felicidad para el mayor número es el único objetivo universalmente deseable. El segundo es el sentido enunciativo, de acuerdo con el cual el único objetivo real del individuo es su propia felicidad” (Hurtado, 2004).

10. Bentham menciona a Joseph Priestley como la fuente de este principio. Todo parece indicar que el primero en formularlo de manera explícita es Francis Hutcheson, cuya principal obra fue publi-cada 43 años antes que la de Priestley. Los comentadores señalan esta alusión a Priestley como un error de Bentham al confundir esta obra con la de Cesare Bonesana, marqués de Beccaria. Sigot (2001, p. 49) presenta esta confusión como una prueba de la popularidad de la expresión en la época (Hurtado, 2004).

11. En la próxima sección se hará una explicación de cómo avanzó el proceso de medición de la felicidad y cómo se incorporó a las ciencias económicas.

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tiene fundamento postular, como hizo la eco-nomía neoclásica, que el nivel de bienestar óptimo es el resultado de maximizar funcio-nes de utilidad basadas en una muy reducida canasta hicksiana de bienes. Esta maximiza-ción incompleta va a llevar normalmente a un equilibrio subóptimo. En términos no mate-máticos, si la felicidad depende de muchas cosas, ¿para qué buscarla únicamente en los bienes materiales de mercado?. Hacien-do eco de una crítica usual desde mayo del 68, Stiglitz (2009) asevera que “los resulta-dos que muestran las mediciones económi-cas, distan mucho de la realidad económica de los países”. Las funciones de utilidad tra-dicionales que se usan en economía tienen una capacidad limitada para reflejar la feli-cidad real que los individuos derivan de sus actividades diarias.

El descubrimiento de Daniel Kahneman a fines del siglo XX sobre la posibilidad de medir científicamente la felicidad de las personas le dio un giro a la discusión y volvió a poner la felicidad en el horizonte de la ciencia econó-mica. No hay todavía modelos cuantitativos estructurales suficientemente precisos como para hacer recomendaciones detalladas de política pero, por lo menos desde el punto de vista teórico, la felicidad está de nuevo en el centro del debate económico. Tal como lo ha-bía estado más de cien años atrás.

También en el ámbito político se han co-menzado a dar algunos pasos en el mismo sentido: “El 2 de abril pasado, la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York orga-

nizó una reunión de alto nivel sobre felicidad y el bienestar. Promovida por el gobierno del Reino de Bután, y apoyada por 68 estados miembros… [refleja] la demanda de la socie-dad por estadísticas más precisas y medi-ciones que sean relevantes”12; la felicidad es también una ahora una cuestión de política, de interés general, lo que hace aún más rele-vante el estudio de sus determinantes.

Aunque numerosos estudios sugieren13 que –además del ingreso- la desigualdad y la calidad y cantidad de relaciones sociales parecen ser también determinantes impor-tantes de la felicidad, no son muchos los es-tudios que hacen énfasis en el uso de varia-bles sociales en el análisis de la felicidad a nivel macroeconómico.

En este trabajo sobre determinantes de la felicidad comenzamos usando las variables y los métodos tradicionalmente escogidos en los trabajos canónicos previos (Helliwell, 2002) o (Diener, Suh, Lucas, & Smith, 1999); posteriormente incorporamos otras variables de nuestra cosecha.

El documento se divide en cinco seccio-nes: en la primera se hace un breve recuen-to del estado del arte acerca de los determi-nantes macroeconómicos de la felicidad y la forma como esta se mide; en la segunda se describen los datos que se van a usar para desarrollar el modelo; en la tercera se explica el método de estimación de los parámetros; en la cuarta se presentan los resultados; y en la última se aventuran algu-nas conclusiones.

12. “La economía de la felicidad interna bruta”. Blog Humanum. Revista Humanum. Martes 24 de abril de 2012.

13. Ver, por ejemplo, Sharma & Malhotra (2010, p. 651).

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I . BREVE RESEÑA DE LA ECONOMÍA DE LA FEL IC IDAD

Definición del término felicidad

Para efectos de este estudio se enten-derá la felicidad como un sentimiento, un sentimiento de satisfacción, es decir, de te-ner los bienes que se desean o se aman; una definición muy económica, pero nada arbitraria.. Según el diccionario filosófico de José Ferrater, la felicidad es “equivalente a la obtención de cierto bien o de ciertos bie-nes, no es el fin de ningún impulso, sino lo

que acompaña toda satisfacción”; Aristóte-les también define la felicidad como la pose-sión del bien amado. Y similarmente todos los diccionarios occidentales consultados relacionan la felicidad con la satisfacción o plenitud15; por esto, siguiendo también la li-teratura económica reciente, se va a definir el nivel de felicidad como el nivel de satis-facción con la vida.

15. Excepto en alemán donde la felicidad (Glück), además de asociarse con la satisfacción, se asocia con la buena suerte.

La maximización de la felicidad

¿Cuál es el modelo básico sobre el que se ha desarrollado en estos años el problema de la maximización de la felicidad en la economía, cuáles son sus supuestos, y por qué está incompleto?

Siguiendo muy de cerca las ideas de los utilitaristas ingleses en el siglo XVIII, la teo-ría de la utilidad cardinal de Bentham intentó explicar el bienestar de los individuos, bajo el supuesto de minimización del dolor y maxi-mización del placer. Bentham propuso una curiosa manera de calcular los niveles de felicidad a partir de la construcción de una función de utilidad social que respetara las preferencias individuales y que permitiera la medición de los placeres a partir de siete cri-terios: intensidad, duración, certeza, proximi-dad, fecundidad, pureza y extensión.

Posteriormente, la teoría del consumidor neoclásica de los siglos XIX y XX se basó en las llamadas funciones de “utilidad”. A par-tir de allí, lo que se acepta en la economía tradicional como funciones de utilidad son funciones ordinales que reflejan las prefe-rencias de los consumidores con respecto al consumo de diversos bienes, funciones que deben cumplir con axiomas de continuidad, convexidad, reflexividad, transitividad y com-pletitud. Desafortunadamente en estas fun-ciones no hay una variable objetivo que se pueda medir, pues no se tienen mediciones del nivel de utilidad, algo así como tener una función de producción que no puede medir el nivel de producción. De manera que la forma de establecer qué bienes hay en la canasta de los agentes y cuánto valoran los agentes cada bien es muy indirecta: examinando la disponibilidad a pagar por ese bien y asu-

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miendo (lo cual es un supuesto muy fuerte) que esa disponibilidad a pagar tiene una re-lación directa con el bienestar que el bien proporciona.

Finalmente a finales del siglo XX numero-sos sicólogos, sicólogos sociales, sociólogos y economistas volvieron a proponer medir directamente la felicidad. Esta vez contaban

con los estudios de Daniel Kahneman que mostraban que las medidas de felicidad que se venían utilizando sí tenían bases cien-tíficas. De modo que surgió una nueva co-rriente teórica multidisciplinaria que pretende estudiar científicamente la felicidad, sus co-rrelaciones con otras dimensiones de la vida humana e incluso sus causas.

Sobre la posibilidad de medir la felicidad

Recientemente se ha discutido la viabili-dad de medir los niveles de felicidad o de sa-tisfacción con la vida a partir de experimentos “en el laboratorio” o de simples encuestas16. Melo (2011) expone dos formas de medir la felicidad: la primera corresponde a un enfo-que neurofisiológico en el cual por medio de electrodos podemos ver la actividad eléctrica del cerebro y relacionar las zonas activadas con sentimientos de felicidad o de dolor; la segunda corresponde al enfoque de las en-cuestas, que es el que se ha usado para los estudios de felicidad, dado el problema de masificar el primer enfoque.

Un asunto que surge inmediatamente es si este tipo de preguntas puede recoger el sen-timiento real de felicidad de los encuestados. Layard (2005, págs. 25-26) encontró que sí existe una correlación entre las respuestas de los encuestados y sus sentimientos reales identificados mediante experimentos:

En muchos casos se ha pe-dido a amigos o colegas del en-cuestado que califiquen el grado de felicidad de dicha persona. Estas puntuaciones indepen-

dientes evidencian una alta co-rrelación con la forma en que la persona se ha calificado a sí misma. Lo mismo ocurre con las puntuaciones obtenidas por entrevistadores a los que la per-sona les era absolutamente des-conocida.

Adicionalmente, Oswald & Wu (2010) comprueban que hay correlaciones estrechas entre la felicidad informada por los encues-tados y la presión arterial, las emociones, la recompensa relativa y la actividad eléctrica en algunas zonas del cerebro. Similarmen-te, Diener et al (1999, pág. 278) consideran coherente la respuesta de los encuestados con sus grados de felicidad. La formulación de las preguntas, las palabras usadas, inclu-so el orden en que son formuladas, han sido diseñados para disminuir los sesgos en las respuestas de los encuestados.

Esta medida, sin embargo, no es per-fecta; Kahneman explica que las perso-nas tienen dos yos: el yo que experimenta y el yo que recuerda; cuando responden una encuesta como la que realiza la WVS,

16. Exponer los detalles de este debate escapa a las pretensiones de este artículo, pero –además de los extensos informes de la Comisión Stiglitz, Sen, Fitoussi– se puede encontrar una detallada expo-sición al respecto en “Developments in the Measurement of Subjective Well-Being” de Kahneman y Krueger (2006).

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quien realmente contesta es el yo que re-cuerda, lo cual, según Kahneman, no es una buena medida de las emociones real-mente vividas, pues las memorias suelen transformarse de acuerdo con la última experiencia percibida. Es por esto que él mismo propone que no se limite la medi-ción de la felicidad a una única pregunta: se pueden explorar otras opciones, como

El método de la reconstrucción del día, que permite cuantificar la cantidad de tiempo placentero de cada persona, método que refleja más fielmente los sentimientos de felicidad. Como estas técnicas no pueden aplicarse masivamente, la pregunta sobre la satisfacción con la vida sigue siendo el método más usado actualmente en las in-vestigaciones empíricas.

DETERMINANTES MACROECONÓMICOS DE LA FEL IC IDAD

La literatura sobre los posibles determi-nantes de la felicidad, apenas un conjunto de correlaciones en el estado actual de la inves-tigación al respecto, es amplia. Las variables o dimensiones del desarrollo enumeradas a continuación corresponden solamente a los determinantes que se pueden estudiar a tra-vés de encuestas. Se emencionan las varia-bles más estudiadas:

Personalidad: (Diener, Suh, Lucas, & Smith, 1999) argumentan que “la personali-dad es uno de los más fuertes y más con-sistentes predictores del bienestar subjetivo”; existe, por ejemplo, una predisposición ge-nética a ser más feliz, la cual explica hasta el 80% del bienestar subjetivo de largo plazo. La personalidad define unos conjuntos de acciones y respuestas emocionales que ge-neran distintos niveles de felicidad. Hay otras características que tienen correlación con la felicidad, como la extroversión, la autoestima y el optimismo. Seidlitz & Diener (1993), cita-dos en (Diener, Suh, Lucas, & Smith, 1999), encontraron que las personas más felices recuerdan más situaciones buenas, lo cual ocurre, al parecer, porque suelen recordar los aspectos positivos de cada evento. Para

este trabajo a nivel macro no se va a incor-porar la personalidad, por los límitaciones de información.

“Habituación”: es importante tener en cuenta la adaptación de las personas, ya que un evento reciente puede afectar más el bienestar de una persona que situaciones pasadas a las que ya están acostumbrados. En tal sentido, Mehnert, Krauss, Nadler & Boyd (1990), citados también en (Diener, Suh, Lucas, & Smith, 1999), encontraron que los que nacen con discapacidad o la adquie-ren a edades tempranas están más satisfe-chos con sus vidas que quienes se incapaci-tan después, porque consiguen adaptarse a su situación.

Ingreso: el ingreso en la economía de la felicidad ha sido fuente de grandes debates. Según (Skidelsky, 2009), Keynes afirma que el amor por el dinero solo se justifica cuando permite lograr mejores niveles de vida; en este sentido, Keynes sugiere dos asuntos: los rendimientos decrecientes del dinero y la relación indirecta entre el ingreso y la fe-licidad, ya que lo que otorga bienestar no es el dinero en sí mismo, sino el nivel de

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vida que permite alcanzar. La relación entre ingreso y felicidad se ha estudiado desde cuatro perspectivas: correlaciones entre in-greso y bienestar subjetivo dentro de paí-ses, cambios en el bienestar subjetivo entre individuos ante cambios en su ingreso, las tendencias del bienestar subjetivo durante periodos de crecimiento económico nacio-nal y correlaciones del bienestar subjetivo promedio y la riqueza nacional entre países (Diener, Suh, Lucas, & Smith, 1999). Según Easterlin (1974, pág. 30), a lo largo del tiem-po en un país dado existe una correlación pequeña significativa y positiva entre ingre-so y felicidad; sin embargo, entre países esta relación es incierta. Los datos interna-cionales que se tienen no confirman que las diferencias de felicidad entre países ricos obedezcan a la riqueza del país como sí sucede entre individuos de un mismo país. Sin embargo, cuando se usan muestras de países menos ricos la correlación entre fe-licidad e ingreso es más fuerte.. El análisis cross-country es objeto de debate. Easterlin (1974) sostiene que la relación felicidad-in-greso es incierta, mientras que Diener et al. (1999) aseguran que la relación existente es positiva y fuerte, si bien se debe más a los efectos indirectos de ciertos beneficios que reciben los individuos en las naciones más ricas, que a la riqueza misma.

Religión: la religión es una variable al parecer muy importante para explicar la feli-cidad. La religión permite construir sin gran-des inversiones en educación una moral de la cual dependen las convenciones sociales (Skidelsky, 2009). “Varios estudios han de-mostrado una correlación significativa entre bienestar subjetivo y creencias religiosas” (Diener, Suh, Lucas, & Smith, 1999, pág. 289). La religión otorga ciertos beneficios es-pirituales que ayudan al incremento y estabi-lidad de la felicidad, bien sea dándole sentido a la vida diaria, apoyando en momentos de crisis o sirviendo a propósitos sociales. Sin embargo, propone Diener, la religiosidad es-

tará más relacionada con el bienestar sub-jetivo en la medida en que se viva en una sociedad religiosa. Sin embargo las socieda-des donde la mayoría de la gente es muy re-ligiosa son relativamente menos felices que las sociedades con un numero significativo de agnósticos y ateos.

Estado civil: una gran cantidad de en-cuestas muestran que las personas casa-das o las que viven en unión libre son más felices que las que nunca se han casado, o que están divorciadas, separadas o viudas, de modo que existe una correlación positiva significativa entre las uniones conyugales de diferentes tipos y el bienestar subjetivo. Ade-más, aunque hombres y mujeres son más felices casados, Diener et al. (1999, pág. 290) aseguran que los hombres obtienen mayores beneficios que las mujeres con el matrimonio. Helliwell (2002, pág. 11) encon-tró que las personas casadas son las más felices, seguidas de las que viven en unión libre, luego las viudas, las divorciadas y las separadas, en ese orden.

Edad: la relación entre felicidad y edad es no lineal, tiene una forma de U: las per-sonas son “ceteris paribus” más felices cuando jóvenes y cuando viejas, entre los 25 y los 50 años son menos felices en pro-medio. El hecho de que la satisfacción con la vida sea más o menos estable a medida que aumenta la edad a pesar de que las personas más viejas suelen tener menos ingresos sugiere también esta forma de U, probablemente debida a que las personas reajustan sus metas a medida que enve-jecen (Diener, Suh, Lucas, & Smith, 1999, pág. 291). En un principio Wilson (1967), citado en Helliwell (2002), afirmaba que ser joven era una de las características de una persona feliz, mientras que Helliwell (2002, pág. 12) y (Clark & Oswald, 1994, pág. 655) encontraron que la satisfacción con la vida muestra realmente un patrón con forma de U.

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Educación: Diener et al. (1999) encontra-ron “ceteris paribus” correlaciones pequeñas pero significativas entre educación y bienes-tar subjetivo; hallaron que la educación tiene mayor impacto sobre el bienestar para indivi-duos con bajos ingresos y en países pobres. Su impacto sobre el bienestar subjetivo se da por la posibilidad de cerrar la brecha entre lo que se desea y lo que se tiene, o de lo-grar mejores posiciones en el trabajo o en la sociedad. Los estudiosos de la felicidad han encontrado que, más que poseer altos nive-les de educación, vivir en un país con altos niveles de educación otorga mejores rangos de felicidad.

Salud: la mayoría de estudios revelan que la salud es la variable más significativa de to-das las variables explicativas y la de mayor in-fluencia cuantitativa; un aumento de un punto en la salud representa un incremento de 0,61 puntos en el bienestar (Helliwell, 2002).

Desempleo: Clark & Oswald (1994) con-firmaron la intuición de que el desempleo afecta negativamente al bienestar de los in-dividuos -a menos que se trate de desempleo involuntario- y cuantificaron este efecto. Se mostró que el estar empleado es una de las variables que mejor explica la satisfacción con la vida, afectando al bienestar casi en igual medida que una caída en una unidad del esta-do de salud reportado por el individuo.

Desigualdad: la literatura económica tiene tres perspectivas respecto a las rela-ciones entre distribución del ingreso y feli-cidad: la primera supone agentes egoístas que apoyan los programas redistributivos solo si los benefician a nivel personal; en la segunda se incluye la percepción de movili-dad (social) ascendente, que muestra cómo cuando la gente percibe una alta movilidad social es menos proclive a interesarse por la desigualdad; la tercera es la percepción de justicia social: los agentes pierden inte-

rés en la redistribución si perciben que el in-greso depende del esfuerzo propio y no de otros factores, como antecedentes familia-res. Quienes perciben que hay justicia social tienden a ser más felices (Londoño, 2011, pág. 175). Además, Oishi, Kesebir & Diener (2011) encontraron una relación inversa en-tre felicidad y desigualdad; con una encues-ta para Estados Unidos demostraron que en los años con menor desigualdad del ingreso nacional los niveles de felicidad promedio de los norteamericanos fueron mayores que en los años con mayor desigualdad. Sin embar-go, no sorprendentemente, esta relación no se verifica para los encuestados más ricos.

Temperatura: las variables climáticas tienen un efecto muy significativo en los reportes de los niveles de felicidad en los países; mayores niveles de temperatura re-presentan en promedio mayores niveles de felicidad (Rehdanz & Maddison, 2005).

Capital social: “El ‘capital social’ se re-fiere a las características de la organización social como redes, normas y confianza social que facilitan la coordinación y cooperación para el beneficio mutuo” (Putnam, 1995). Es muy probable que el capital social sea una variable decisiva para explicar la diferencia de felicidad de un país a otro, pero no se sabe exactamente qué variables componen ese capital social, y aun si supiéramos cuá-les son las variables exactas que lo compo-nen habría un problema de medición pues no hay forma de captar ciertas actitudes me-diante una encuesta. Sin embargo, los estu-diosos del tema: Helliwell (2002) y Putnam (1995), han justificado la inclusión de varia-bles como la confianza, la membresía en distintas organizaciones y lo que los encues-tados piensan sobre la justificación, o no, de hacer trampa en los impuestos como proxies del capital social. Los resultados obtenidos en los estudios que relacionan capital social y felicidad muestran correlaciones positivas y significativas de las tres variables menciona-

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das arriba con la felicidad; la confianza y no hacer trampa en los impuestos son las más importantes (0,25).

Además de estas variables, en este tra-bajo se pretende explorar la relevancia de variables adicionales como la desigualdad,

-, una nueva base de datos de educación, el ingreso a nivel de país, las relaciones socia-les, y otras más que se explican a continua-ción. Las fuentes adicionales consultadas se aclaran en la tercera sección acerca del método.

I I . DESCR IPC IÓN DE LA INFORMACIÓN D ISPONIBLE

Para la medición empírica se utilizaron ante todo la base de datos de la Encuesta Mundial de Valores17 y el Estudio de Valores Europeo18. Estas dos bases de datos con-tienen encuestas para casi dos millones de personas de 97 países que incluyen alrede-dor del 90% de la población mundial. Se han realizado seis oleadas de encuestas desde 1981 hasta 2012 a través de un cuestionario estandarizado que mide los cambios concer-nientes a la religión, los roles de género, las motivaciones en el trabajo, la democracia, el buen gobierno, el capital social, la participa-ción política, la tolerancia a otros grupos, la protección al ambiente, y el bienestar subje-tivo. Los países incluidos van desde los más pobres hasta los más ricos y desde sistemas autoritarios a democracias socialistas.

Las cinco oleadas se han realizado para los siguientes años: la primera entre 1981 y 1984, la segunda entre 1989 y 1993, la ter-cera entre 1994 y 1998, la cuarta entre 1999 y 2004, la quinta entre 2005 y 2008 y se está trabajando en una más desde 2009.

La Encuesta Mundial de Valores formula dos preguntas respecto al bienestar subje-tivo; la primera inquiere directamente al en-cuestado sobre su felicidad: “Considerando todo en general, usted diría que es: muy feliz, bastante feliz, no muy feliz o nada feliz”.

No hicimos énfasis en esta pregunta por-que, como explica Helliwell (2002), la pre-gunta sobre felicidad es de corto plazo pues en realidad expresa una condición anímica temporal.

Entonces en el modelo se utilizará como variable dependiente el nivel de satisfacción con la vida como un todo19, que refleja una condición de mayor plazo. La segunda pre-gunta al respecto dice así: “Considerando todas las cosas, ¿qué tan satisfecho se sien-te usted con su vida como un todo en estos días?”.

Se responde en una escala de 1 a 10, donde 1 es insatisfecho y 10 satisfecho.

Además de las variables incluidas en la WVS, se incorporaron como efectos fijos las siguientes variables a nivel de país:

17. Un explicación de la World Values Survey se puede encontrar en “Values Change the World” en www.worldvaluessurvey.org

18. De ahora en adelante se referirán estas encuestas como WVS y EVS respectivamente.19. El código de la pregunta en la World Values Survey es A170.

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Desigualdad: se utilizó el índice de Gini, reportado por el Grupo de Investigaciones sobre el Desarrollo, del Banco Mundial.

PIB per cápita: de Alan Heston, Robert Summers y Bettina Aten, Penn World Table Version 7.1, Center for International Compa-risons of Production, Income and Prices at the University of Pennsylvania, julio de 2012. Tomamos los datos en dólares de 2005 ajus-tados por PPP.

Temperatura: se tomaron las temperatu-ras en grados centígrados del World Weather Information Service de la Organización Me-teorológica Mundial.

Educación: los datos de Barro & Lee (1996).

Todas las variables ajenas a la WVS son variables a nivel de país que se combinaron con esta como efectos fijos para cada indivi-duo de ese país.

Antes de hacer cualquier estimación se transformaron algunas variables; se estan-darizaron las escalas de algunas variables para poder construir los índices de religio-sidad, conservadurismo, confianza y capital social; se volvieron dicotómicas variables como la edad, la educación, el desempleo, el estado civil, la religión, la importancia de dios en la vida y la confianza en los demás y las instituciones20.

20. Las estandarizaciones para la construcción de índices se encuentran en el anexo 1, las transforma-ciones de las variables en el anexo 2.

I I I . MÉTODO

Para la construcción inicial de la función de felicidad se usaron mínimos cuadrados ordinarios.

Posteriormente se utilizó un método de regresión probabilística para variables orde-nadas, ya que es conveniente usar modelos de estimación que arrojen errores estándar robustos reconociendo la existencia de co-rrelaciones de los términos de error entre los encuestados en el mismo país (González, 2005). Como la variable dependiente es dis-creta y consiste en un conjunto de respues-tas ordenadas, en este documento se usará un modelo probit ordenado.

La especificación del modelo es:

Si*=Xβ+εi (1)

Donde Si es la probabilidad de obtener cierto nivel de satisfacción con la vida, X es

una matriz que contiene las características que van a definir la satisfacción con la vida (esta matriz no tiene constante), β contiene los k parámetros de cada variable depen-diente que explican la felicidad y εi es el tér-mino de error que se distribuye de manera normal con media cero y varianza constante de uno. Las probabilidades para cada nivel de Si son:

S=1 … Si*≤γ1

S=2 … γ1<Si*≤γ2

S=j … Si*>γj

Entonces la distribución condicional del modelo es:

P(S=0|X)=P(Si*≤γ1|X)=P(Xβ+εi≤γ1|X)=λ(γ1-Xβ)

P(S=1|X)=P(γ1<Si*≤γ2|X)=λ(γ2-Xβ)-λ(γ1-Xβ)

...P(S=1|X)=P(γ1<Si

*≤γ2|X)=λ(γ2-Xβ)-λ(γ1-Xβ)

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21. Los análisis de normalidad y multicolinealidad se revisan en el anexo 4.

Dentro de la matriz X están las variables explicativas que pueden ser características, que no cambian con cada individuo; o los atributos, que cambian con cada individuo y cada alternativa. Se obtiene un conjunto de probabilidades condicionadas para cada una de las alternativas que puede tomar un individuo al tener ciertas características in-dividuales. A partir de ese conjunto de pro-babilidades, mediante el método de Máxima Verosimilitud se encuentra un estimador del vector β que maximice la probabilidad de que Si ocurra dado X.

Los coeficientes obtenidos reflejan en cuánto cambia la probabilidad de estar en cierta categoría de satisfacción, ante incre-mentos o caídas en un nivel de la variable independiente que se esté analizando.

El primer paso fue replicar la primera ecuación de Helliwell (2002), aunque sin incluir las agrupaciones por países, pues la razón por la que se hicieron estas agrupacio-nes en ese entonces fue la pérdida de gra-dos de libertad, problema que quedó solucio-nado con las nuevas oleadas que se incluyen en el presente documento. En todo caso los resultados fueron muy similares.

A partir de la réplica de trabajos previos se incluyeron variables que la teoría sugiere como determinantes para examinar su apor-te individual a la explicación de los niveles de felicidad, esto con mínimos cuadrados ordinarios como método de estimación para utilizar la misma técnica de los estudios pre-vios y poder comparar. Una vez reconocidas las variables más significativas, se hará un modelo final con un modelo probit ordenado.

IV . RESULTADOS Y ANÁL IS IS 21

Ingreso: se mide de dos formas: en pri-mer lugar el ingreso relativo, en el cual el en-cuestado se ubica a sí mismo en una escala de 1 a 11 categorías de ingreso; en segun-do lugar se usa como regresora la variable anterior al cuadrado para capturar posibles rendimientos decrecientes del ingreso en la producción de felicidad.

Este determinante parece ser muy robus-to; su coeficiente se mantiene más o menos constante a lo largo de todas las ecuaciones; siempre se ve una correlación significativa y

positiva que oscila entre 0,14 y 0,18, similar a la encontrada por Easterlin (1974) y otros autores. Además, como se esperaba, el co-eficiente correspondiente al cuadrado del in-greso resultó ser negativo (-0,001), lo cual es consistente con rendimientos decrecientes del ingreso en la producción de felicidad.

Estado civil: se dividió en cinco dummys: casado, en unión libre, separado, divorciado o viudo. Los resultados obtenidos son simi-lares a los encontrados en estudio previos:

Haga click para dirigirse al:Anexo, https://www.dropbox.com/s/lcdd5lpj22246mv/Tablas.docx

con las tablas, https://www.dropbox.com/s/lcdd5lpj22246mv/Tablas.docx

o los archivos de STATA https://dl.dropbox.com/u/65440672/xwvsevs_1981_2000_v20060423.dta

y SPSS https://dl.dropbox.com/u/65440672/xwvsevs_1981_2000_v20060423.sav.A

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quienes tienen pareja son más felices que los que no la tienen, aunque el aporte marginal de cada estado a la felicidad no es exacta-mente el mismo. Vivir en unión libre repre-senta un incremento en la felicidad individual de 0,5 puntos, una magnitud similar a subir un nivel en el estado de salud. De todos los estados civiles, el que más aporta a la felici-dad es vivir en unión libre, seguido de estar casados, separados, divorciados o viudos, en ese orden. Las últimas tres categorías tienen una relación negativa con el bienestar subje-tivo. Todas son significativas, a excepción de la dummy correspondiente a los separados.

Edad: la edad se agrupó en cinco cate-gorías: de 25 a 34, de 35 a 44, de 45 a 54, de 55 a 64 y los mayores de 64. La relación entre satisfacción con la vida y los grupos de edad revela –como se esperaba– un patrón en forma de U (ver gráfica 2). Se demostró que –después de controlar por los demás factores– la satisfacción con la vida aumenta a partir de los 45 años, lo que corrobora la afirmación de Diener et al. (1999, pág. 291), explicada anteriormente. El paso al grupo de más de 65 años de edad representa un incre-mento de 0,66 puntos en el bienestar subjeti-vo del individuo.

Salud: se recoge en la WVS como la des-cripción del estado de salud del encuestado en los últimos días. Este determinante es uno de los que mejor explican la felicidad; por enci-ma está solamente el desempleo. La relación

inversa de este determinante con el bienestar subjetivo se debe a que la escala de catego-rías del estado de salud está invertida: 1 es muy buena salud y 5 es una salud muy pobre. La gráfica 2 muestra la relación expuesta.

GRÁFICA 1.Satisfacción con la vida a medida que avanza la edad

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GRÁFICA 2.Satisfacción con la vida respecto al estado de salud

Educación: se agrupó la educación en niveles según las edades a las que quienes responden a la encuesta terminaron o espe-raban terminar la totalidad de sus estudios; ceteris paribus, la relación entre felicidad y educación es positiva, significativa y muy importante: se demostró que aumentar la educación un nivel (ver anexos) aumenta la felicidad tembién en un nivel; las mayores di-ferencias en el aporte de la educación se dan en el último grupo de edades, entre 23 y 29 años, asumiendo que, si los estudios termi-nan en este grupo de edades, probablemen-te se alcancen niveles de educación de pos-grado. Hay que tener en cuenta que, como se está midiendo la cantidad y no la calidad de la educación, esta variable es apenas una proxy muy imperfecta del capital humano; sin embargo, es claro que –independientemente de los efectos sobre el ingreso, la salud o el estado civil– tener más educación hace a la gente más feliz en promedio.

También se incluyó otra variable de edu-cación como efecto fijo para cada país: el promedio anual de educación total, tomada de Barro y Lee (1996). Esta última variable es significativa, con una correlación pequeña pero positiva con la felicidad. Sin embargo, como era de esperarse, su inclusión en el modelo base distorsiona varios de los coe-ficientes y significancias de otras variables debido a la colinealidad que tiene con otras medidas de educación, salud, empleo e in-greso, y por tanto no se incluyó al final.

En segundo lugar se añadieron ocho nue-vas variables que pretenden explicar –por lo menos parcialmente– el término de error de las ecuaciones previas. Las nuevas variables se relacionan con aspectos como la religión y diferentes medidas de capital social.

Ecuación 1: desigualdad. El determi-nante de desigualdad muestra una correla-ción negativa con la satisfacción con la vida,

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pero es poco significativo (0,174). Sin em-bargo, en el modelo agregado la significan-cia de la desigualdad mejora con la inclusión de otras variables y aparece correlacionada negativamente con el bienestar, como se esperaba, aunque con un impacto pequeño (-0,0013). Esto sugiere que la igualdad pue-de ser importante per se para la gente o, in-directamente, que en sociedades más igua-litarias se generan dinámicas que terminan mejorando el bienestar.

Ecuación 2: temperatura. Este de-terminante describe la temperatura anual promedio de los países encuestados, me-dida en grados centígrados. En un modelo univariado presenta una correlación negati-va, opuesta a la esperada y con un nivel de significancia muy bajo (0,123). Sin embargo, al incluir más variables, se vuelve estadísti-camente significativa y la relación se invierte, como se esperaba, aportando cada grado de

temperatura 0,0039 puntos a la satisfacción promedio con la vida de los habitantes del país en cuestión.

Ecuación 3: índice de confianza social. El índice de confianza se construyó con algunas variables que reflejan la confian-za de los individuos en la gente en general, en las instituciones, entre otras, que se ex-plican detalladamente en el Anexo 1. Este índice presenta una correlación positiva, sig-nificativa y muy fuerte (0,3) con el bienestar subjetivo, como se puede ver en la gráfica 3.

Lo interesante de este determinante es que consigue explicar la satisfacción con la vida mejor que las variables propuestas por los estudios previos del capital social (con-fianza, membresía y trampa en los impues-tos). Al incluirse en el modelo agregado, se mantiene su significancia y correlación posi-tiva con un impacto importante sobre la felici-dad de 0,3623 puntos.

GRÁFICA 3.Satisfacción con la vida respecto a la confianza

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Capital social. Para definir el capital social se construyeron tres índices que se incluyeron en las ecuaciones 4, 5 y 6: uno de confianza que incluyó aspectos no men-cionados anteriormente por otros autores, como la confianza en la familia, en personas de otro país y en ciertas instituciones; un se-gundo índice de capital político, que incluye variables como la importancia de la política y del servicio al prójimo en la vida personal, la frecuencia de seguimiento a noticieros, periódicos, etc., el interés del encuestado en política, lo que piensa de devolver dinero encontrado al azar y la frecuencia con que discute con sus amigos asuntos de política; y finalmente un tercer índice de capital social familiar que permite ver relaciones sociales más íntimas del encuestado a partir de varia-bles como la importancia de la familia y los amigos en la vida del encuestado, el respeto y amor por los padres, el tiempo que gasta con sus familiares, colegas, compañeros de deportes o religión y amigos y la cercanía de la relación con sus padres.

Ecuación 4: capital político. No sor-prendente pero si desafortunadamente, el índice de capital social político muestra una correlación negativa y significativa pero no muy fuerte con la felicidad (-0,14). Tal vez el preocuparse mucho por asuntos de política puede afectar negativamente a la felicidad. Al incluirse en el modelo agregado, se re-afirma la relación negativa con la felicidad (-0,0876).

Ecuación 5: capital social familiar. El índice de capital social familiar presenta una correlación positiva pero no muy signi-

ficativa con la felicidad. En la ecuación final que incluye todas las variables este determi-nante se vuelve significativo pero la relación con el bienestar se invierte.

Ecuación 6: índice de conserva-durismo. El índice de conservadurismo pretende mirar las tendencias políticas y mo-rales de los individuos a partir de la estan-darización de algunas variables de la WVS que se detallan en el anexo 1. Sorprenden-temente, al incluir dicho índice en el modelo base, se encuentra una correlación positiva significativa y muy fuerte (0,3) con la satis-facción con la vida; en este sentido, ser muy conservador22 puede generar incrementos de 0,3 puntos en el bienestar subjetivo. Al incluir esta variable en el modelo agregado, se encontró que su efecto sobre el bienestar subjetivo es de -0,037 puntos, lo cual es inte-resante porque, aunque las sociedades más conservadoras –como los países musulma-nes o los comunistas– tienden a ser menos felices que las más liberales, parecería que es óptimo ser relativamente conservador en un entorno liberal.

Ecuación 7: índice de religiosidad Para obtener una medida más cercana de religiosidad23, se construyó un índice de re-ligiosidad que se explica en el anexo 1. Esta variable también resultó ser significativa, con una correlación positiva e importante (0,2) a la hora de explicar la felicidad.

El siguiente histograma (gráfica 4) mues-tra la frecuencia de cada nivel de satisfac-ción dadas las categorías de importancia de dios en la vida; 0 es nada importante y 1 muy importante. Se puede ver que, cuando

22. Entendiendo por conservador una persona para la que priman los valores tradicionales.23. Adicional a la propuesta por Helliwell (2002): la frecuencia con la que se asiste a servicios religiosos

y la importancia de Dios en la vida del individuo.

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la deidad es muy importante en la vida del encuestado, este revela niveles de satisfac-ción con la vida más altos en promedio que en quienes afirman que su dios no es impor-

tante en sus vidas. Al incluir el índice de reli-giosidad en el modelo agregado, se encontró que presenta una correlación positiva con la felicidad de 0,347.

GRÁFICA 4.Frecuencia de la satisfacción con la vida dada la importancia de dios en la vida

Modelo final: después de probar la sig-nificancia de las variables a incluir y de analizar sus comportamientos con dife-rentes especificaciones, se incorporaron a una ecuación que representa el modelo agregado final. Como se ve en la Tabla 1, esta ecuación incluye todas las nuevas va-riables (desigualdad, temperatura, índice de confianza, capital social político, capital so-cial familiar, índice de conservadurismo e ín-

dice de religiosidad), algunas de las variables de la literatura previa (salud, desempleo, es-tado civil, educación por grupos de edades, edad, membresía, ingreso relativo e ingreso relativo al cuadrado), y excluye la frecuencia con que los individuos asisten a los servicios religiosos, la importancia de Dios en la vida del encuestado, hacer trampa en los impues-tos y la confianza, pues estas variables ya están incluidas en otros índices.

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El estado de salud mantiene la correlación negativa (por las razones ya expuestas) con el bienestar subjetivo; además se mantiene significativa y aumentó su participación en la explicación de la felicidad en un 2% frente a la importancia que tenía en las ecuaciones anteriores.

El desempleo presenta una correlación negativa y de nuevo significativa con la sa-tisfacción con la vida, pero su impacto sobre la variable objetivo se redujo en un 4% con respecto a las especificaciones anteriores.

En cuanto al estado civil, se mantuvo la significancia de todas las dummys y la jerar-quía de felicidad que otorga cada una, repor-tando más felicidad vivir en unión libre que estar casado, separado, divorciado o viudo, en ese orden. En cuanto a la importancia de cada categoría en la felicidad, se mantuvo más o menos estable el coeficiente de las primeras en el modelo agregado y las tres úl-timas categorías aumentaron su importancia en casi el 6% respecto a los otros modelos.

La educación por grupos de edades se comporta igual que en las otras ecuaciones; cada grupo aporta casi el mismo grado de felicidad, con diferencias de apenas el 1%; de nuevo las mayores diferencias mostradas en el aporte de la educación se dan en el úl-timo grupo de edades, entre los 23 y los 29 años. Todas las categorías son significativas y muestran correlaciones positivas e impor-tantes para la explicación de la satisfacción.

Los grupos de edades siguen confirman-do el patrón con forma de U de la satisfac-ción con la vida a medida que aumenta la edad; además amplía la brecha de aporte a la felicidad entre los grupos más viejos y los más jóvenes, que es ahora de hasta el 50%. Todas las categorías son significativas, a ex-cepción del grupo de edades entre los 45 y los 54 años.

La membresía se construyó como el nú-mero de organizaciones a las que pertenece el encuestado; a lo largo de todas las ecua-ciones mostró una correlación significativa positiva no muy fuerte con la felicidad (0,06).

Al incluir todas las variables en el modelo agregado, la membresía mejoró su coeficien-te en un 4% respecto a las otras ecuaciones.

El ingreso relativo y el ingreso relativo al cuadrado mantuvieron su nivel de significan-cia (0,000) y aumentaron su participación en la explicación de la felicidad, aunque en una proporción pequeña, de modo que un incremento en el ingreso relativo representa incrementos de 0,18 puntos en el bienestar subjetivo.

Adicionalmente, se corrió el mismo mode-lo, pero esta vez con el método de máxima verosimilitud para distribuciones probabilísti-cas ordenadas, teniendo en cuenta que de-jar de usar mínimos cuadrados ordinarios y empezar a usar probit ordenado implica un sacrificio de los betas insesgados, por unos errores estándar más robustos.

Aunque el uso de mínimos cuadrados or-dinarios no era el mejor método para analizar este tipo de datos, al usar un probit ordenado se pudo verificar la robustez de los coeficien-tes dado que ni las magnitudes ni la signifi-cancia cambiaron sustantivamente.

El análisis de los efectos marginales de cada variable en la satisfacción con la vida muestra que en los primeros niveles de sa-tisfacción (hasta el séptimo nivel), que co-rresponden a los menos satisfechos, las relaciones se invierten perfectamente res-pecto al análisis hecho en el modelo final. Por ejemplo, la probabilidad de estar insa-tisfecho disminuye con la edad, en forma de U invertida, por los argumentos expuestos anteriormente. Desde el primer nivel hasta el séptimo se ve que, en coherencia con el análisis anterior, las variables que muestran relaciones positivas con la satisfacción se hacen cada vez más pequeñas, mientras que las que expresan relaciones negativas se hacen más grandes, hasta que el sentido de las relaciones de las variables indepen-dientes y el nivel de satisfacción con la vida como un todo con el modelo probabilístico se iguala al sentido de las relaciones con el modelo lineal.

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A partir del octavo nivel de satisfacción, las relaciones se comportan conforme a los estudios anteriores. Incluso en el décimo ni-vel de satisfacción (satisfecho) las proporcio-nes se mantienen.

De modo que los resultados generados a partir de modelos lineales se reafirman con la inclusión de un modelo probabilístico orde-nado que representa más acertadamente las características de los datos.

CONCLUS IONES

La teoría del bienestar subjetivo aún está en proceso de consolidación. Un par de dé-cadas atrás era muy poco lo que se podía decir al respecto; no era clara ni siquiera la posibilidad de medir la felicidad, y las medi-ciones nacientes eran muy cuestionadas. Las cosas han cambiado mucho y este es-tudio, además de expandir algunos análisis previos, reafirma los descubrimientos de la última década.

En este documento se planteó una fun-ción de felicidad que permitiera explicar (parcialmente) el término de error de las ecuaciones de felicidad existentes. A partir de la Encuesta Mundial de Valores se toma-ron algunas variables para la construcción de dicha función que incluyeran variables individuales, complementadas con algunas bases de datos ajenas a la EMV que per-mitieran incluir variables nacionales como efectos fijos para cada individuo de un mis-mo país.

Se encontró, al igual que en otros estu-dios, que una persona feliz disfruta en pro-medio de un ingreso relativo alto, goza de buena salud, se encuentra en una situación laboral favorable y alcanzó- -o alcanzará- su máximo nivel de educación por encima de los 23 años. Además hallamos que las per-sonas más felices tienen en promedio un nivel alto de capital social, viven en socie-

dades relativamente igualitarias y aunque no se preocupan mucho por la política confían en la gente, en las instituciones y en algún dios.

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CAMBIOS ESTRUCTURALES OCURRIDOS EN LA INDUSTR IA COLOMBIANA

DESDE LA APERTURA DE 1990STRUCTURAL CHANGES OCCURRED IN THE COLOMBIAN INDUSTRY

S INCE THE OPENNESS OF 1990

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* Economista egresado de la Universidad Nacional de Bogotá, especializado en Estadística aplicada a la economía, ILPES, Universidad de Chile. Docente-investigador de las universidades Piloto de Colombia y EAN. Catedrático de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito. Exfunciona-rio del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y del Ministerio de Salud.

MARIO GARZÓN*

RESUMEN

Transcurridos veinte años de la de-nominada apertura económica de inicios de la década de los noventa,

la industria colombiana no presenta cambios importantes en su estructura con respecto a

la resultante de la política de sustitución de importaciones; no obstante, se observan mo-dificaciones en la oferta agregada nacional, consecuencia de notables aumentos en las importaciones de bienes de consumo.

ABSTRACT

Twenty years after the so-called economic openness of the early nineties, the Colombian industry

presents no significant changes in its struc-ture in regard to the results derived from the

import substitution policies; however, modi-fications have been detected in the national aggregate supply as a consequence of the remarkable increase in the import of con-sumer goods.

Palabras clave: estructura de la industria colombiana, política industrial, política arancelaria, efectos de la apertura de 1990 en Colombia, crecimiento empobrecedor

Keywords: Colombian industry structure, industrial policy,tariff effects of the opening of 1990 in Colombia, impoverishing growth

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1. Los bienes de capital se dividen en las máquinas para producir bienes finales y las utilizadas para producir otros bienes de capital, llamadas máquinas herramienta; los bienes de capital se caracte-rizan porque no pierden su naturaleza en los procesos de producción, sino que transfieren al bien final solo el valor equivalente a su desgaste (depreciación); ver Marx, El capital, tomo I, p. y ss. México y Bogotá: Fondo de Cultura Económica.

2. López Michelsen llamaba a Colombia el Tíbet suramericano.3. Detalles del proceso de apertura en el gobierno de Gaviria pueden verse en Garay y Garzón, docu-

mentos citados en la bibliografía.

ANTECEDENTES Y OBJET IVOS

Una vez cumplidos los objetivos del proceso de sustitución de impor-taciones, los países de América

Latina, tutelados por el consenso de Wash-ington, iniciaron, a mediados de la década de los ochenta, la denominada apertura econó-mica.

En razón a que ese proceso de sustitu-ción permitió, en los países intermedios de América Latina, como Chile, Colombia y Perú, el nacimiento y consolidación del apa-rato industrial productor de bienes de media-no valor agregado, la mencionada apertura afectó a las empresas productoras de semi-manufacturas y solo a algunas de manufac-tura, puesto que únicamente en los países de mayor desarrollo relativo, como Brasil, Argentina y México, se logró avanzar hacia la tercera etapa del proceso, es decir, la pro-ducción de bienes de capital o bienes y equi-pos productivos1. Los argumentos sobre los cuales se sustentó la necesidad de abrir la economía a la competencia internacional se resumen enseguida:

• La protección arancelaria y paraarancelaria condujo a organizaciones industriales im-productivas en términos internacionales.

• La necesidad de aumentar la productivi-dad de las empresas, al tener que compe-tir con las importaciones.

• La conveniencia de estimular la inserción en el mercado global competitivo y la ne-cesidad de aumentar las exportaciones no tradicionales. Colombia, en opinión de algunos economistas, había pasado el tiempo “mirándose el ombligo”2.

• La necesidad de obtener mayores ganan-cias con el comercio y la especialización. Con la llegada al gobierno de los alumnos en Colombia de la escuela neoclásica, en cabeza del presidente Gaviria, el pro-ceso de apertura económica se agilizó, aprovechando que el presidente no tenía compromisos con los gremios de la pro-ducción, que en ese momento histórico se constituían en partidarios de mantener el orden vigente en materia comercial3. El modelo representativo de la escuela neoclásica, conocido como HOS en nom-bre de los economistas Heckler, Ohlin y Samuelson, plantea que el libre comercio y la eliminación de barreras arancelarias y paraarancelarias conduce a la conver-gencia de los precios de los factores de la producción, entre los países intensivos en mano de obra semicalificada y los in-tensivos en capital y, por tanto, a la mayor equidad en la distribución del ingreso a nivel mundial.A

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En el campo de la política industrial, los planteamientos anteriores condujeron al abandono, a partir de 1992, de la política de-liberada de estímulo al desarrollo industrial, para dejar al mercado la asignación de los recursos. A partir de los inicios de este siglo se plantea la necesidad de retomar el papel del Estado, con políticas dirigidas en esencia a las pequeñas y medianas empresas, con la conformación en el Ministerio de Comercio de la unidad de Pymes, así como la expedi-ción de las leyes 590 de 2000 y 905 de 2004, de promoción de las micro, pequeñas y me-

dianas empresas, a las cuales se les asigna la responsabilidad de generar empleo, con el argumento de que la “tercerización” de la economía es inevitable y que las grandes empresas manufactureras deben preocupar-se por el desarrollo de economías de escala, con la introducción de mayor componente de capital en los procesos de producción4.

En la gráfica 1 se presentan los cambios sucedidos en la estructura del PIB colombia-no y la pérdida de participación del sector real, tanto en la industria como en la agricul-tura.

4. El gobierno de Uribe defendió los estímulos a las empresas para la importación de bienes de capital y las exenciones tributarias, las zonas francas, etc., como la manera de estimular la pro-ductividad empresarial, con miras a la inserción internacional.

GRÁFICA 1.La desindustrialización Participación en el PIB

Si bien el proceso de desindustrialización es generalizado en América Latina, en paí-ses como Chile, México, Brasil y Argentina la participación de la industria en el PIB no ha descendido en las proporciones que se ob-servan en Colombia.

Economistas poskeynesianos, por ejem-plo el húngaro Kaldor, consideran que exis-te una fuerte relación de causalidad entre el crecimiento del sector manufacturero y el PIB de los países, por las economías de esca-la, la reasignación de los recursos hacia los

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6. Véase “Creación de las ventajas competitivas para Colombia”, Cámara de Comercio de Bogotá, 1994.

7. Entiéndase por industria el grupo de empresas que producen bienes finales o servicios similares.8. El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo ha contado con la asesoría del Japón para estos

diagnósticos.9. En las cadenas de electrónica profesional, química y farmoquímica, automotriz, siderúrgica básica,

electrodomésticos, marroquinería, caucho y sus derivados, entre otros, por parte de Mincomercio, y por parte del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural en algodón, lácteos, arroz, oleaginosas, aceites y grasas, maíz amarillo, sorgo y yuca, alimentos, avicultura y piscicultura, chapas de made-ra, forestal, pulpa, papel e industria gráfica, papas y atún.

10. El multiplicador de Keynes y Schumpeter muestra que las exportaciones ejercen un efecto positivo en el PIB, el cual es neutralizado por las importaciones, si estas últimas se gastan en bienes dife-rentes a materias primas, insumos y bienes de capital: δY = δX * 1/(δM/δY).

rubros jalonados por la industria, el arrastre al sector primario de la economía5 y, fundamen-talmente, porque la industria se constituye en el sector en el cual la tecnología aplicada y los correspondiente gastos en I&D pueden lograr importantes efectos multiplicadores.

Los estudios patrocinados por los go-biernos colombianos, a partir de 1990, han hecho énfasis en la necesidad de aumentar el valor agregado en las exportaciones no tradicionales, a través de la diferenciación de productos y las economías de escala. El trabajo de la firma Monitor y la Cámara de Comercio6, publicado en 1994, utiliza la me-todología de Porter para analizar las posibili-dades de desarrollo de los siguientes secto-res industriales:

• Textiles y confecciones• Industria editorial y papeles y cartones• Marroquinería y calzado de cuero• Floricultura• Frutas y jugos de fruta• Bienes de capital

Más recientemente se han elaborado otros trabajos orientados a determinar cuá-les industrias7 muestran índices de producti-vidad laboral que les permitan competir con

éxito en los mercados internacionales; uno de aquellos es el denominado informe Mc-Kensey. Como resultado de estos trabajos se han seleccionado sectores líderes8 entre los cuales se mencionan los siguientes:

• Cosméticos y perfumes • Comunicación gráfica• Autopartes• Turismo en salud• Textiles, moda y confección• Software• Energía (generación y trasmisión)

La promoción del Estado se ha centra-do en los grupos industriales mencionados, la cual se reduce a la coordinación de las mesas de trabajo9 por sectores, por parte de los ministerios de Comercio, Industria y Turismo y de Agricultura y Desarrollo Rural para el caso de la agroindustria. En el sec-tor agrícola, y ante la ausencia de planes coherentes y de largo plazo, se ha recurrido a los ya conocidos y fracasados estímulos directos a los sectores considerados vulne-rables por los TLC, a través del anterior AIS, copiando los esquemas de subsidios direc-tos e indirectos utilizados en Europa y los Estados Unidos.

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COMPORTAMIENTO DEL SECTOR EXTERNO A PARTIR DE 1990

Las cifras de las exportaciones de Co-lombia muestran un significativo crecimiento, especialmente notorio a partir de 1994. Las ventas al exterior pasaron de US$6.765 millo-nes en 1990 a US$39.820 millones en 2010; las importaciones muestran un comporta-miento casi paralelo: pasaron de US$38.351 millones en 1990 a US$5.149 en 2010, lo

cual implica tasas de crecimiento anuales acumulativas del 9,3% y 10,6%, respectiva-mente; déficits en la balanza comercial entre los años 1993 y 1998 y pequeños superávits en los demás años, según se observa en la gráfica 2, elaborada con cifras tomadas del Banco de la República.

GRÁFICA 2.Las exportaciones crecen. Las importaciones también…

El comportamiento que se observa en la balanza comercial muestra que se sigue utilizando el mecanismo de gastar en impor-taciones todo lo que se consigue en expor-taciones, con el objeto de sacar las divisas

del país lo más rápido posible, para evitar las presiones sobre la demanda, consecuencia de la monetización de las mismas y las pre-siones inflacionarias10.

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11. Estructura que permaneció prácticamente constante desde los años cincuenta.

Cambios en la estructura de las exportaciones

Cambios en la estructura de las importaciones

El crecimiento en las exportaciones se explica fundamentalmente por los precios internacionales de los denominados com-modities y materias primas como los aceites de petróleo, el carbón, el ferroníquel, el ace-

ro y el oro, mientras que las exportaciones no tradicionales perdieron 15 puntos por-centuales en su participación, entre enero de 2007 y mayo de 2011, según se observa en la tabla 1.

Como consecuencia de los descensos en los aranceles promedio y la liberación de importaciones, las compras del exterior presentan, a partir de 1990, un cambio fun-damental en su composición. Como puede observarse, en los años noventa más de la mitad del presupuesto de divisas se dedi-caba a la importación de materias primas y productos intermedios, particularmente para el sector industrial, el 37% a la compra en el

exterior de máquinas y equipos productivos y solo el 10% a la adquisición de bienes de consumo11, mientras que en 2010 las impor-taciones de bienes de consumo representan el 22,1% del total, es decir, hubo un aumen-to de doce puntos porcentuales; el país está gastando más de ocho billones de pesos en bienes de consumo que podrían ser produci-dos en el país, si se hubiese continuado con la política de promoción industrial.

TABLA 1.Participación de las exportaciones

Fuente: con base en cifras del DANE.

ENERO2007

No tradicionales

Tradicionales

MARZO2011

52% 37%

48% 63%

El descenso en las exportaciones a Ve-nezuela, que pasaron de US$6.000 millo-nes en 2008 a US$1.500 millones en 2010, incide de manera importante en la menor

participación de las no tradicionales, pues-to que las ventas a ese país estaban con-formadas fundamentalmente por semima-nufacturas.

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12. El índice Gini de Colombia es uno de los más altos de América Latina (0,56).

TABLA 2.Importaciones según uso o destino económico, 1990-2010

(Millones de dólares CIF)

Fuente: DANE.

1990 2010

Total

Bienes de consumo

No duradero

Duradero

Materias primas e intermedios

Combustibles

Sector agrícola

Sector industrial

Bienes de capital

Materiales de construcción

Sector agrícola

Sector industrial

Equipo de transporte

PARTIC . % PARTIC . %

5.588,5

557,8

245,1

312,7

2.997,1

330,4

253,7

2.413,0

2.034,2

163,7

40,4

1.306,3

523,8

100,0

10,0

4,4

5,6

53,6

5,9

4,5

43,2

36,4

2,9

0,7

23,4

9,4

40.682,7

9.003,9

3.960,0

5.043,9

17.158,0

2.070,6

1.391,4

13.696,0

14.520,9

1.152,0

1.10,1

8.328,9

4.929,9

100,0

22,1

9,7

12,4

42,2

5,1

3,4

33,7

35,7

2,8

0,3

20,5

12,1

Si bien el comercio de importaciones se ha multiplicado por ocho en los últimos vein-te años, eso no justifica el gastar los mon-tos observados en bienes de consumo. En un país con la desigualdad en la distribución del ingreso que tiene Colombia es obvio que son los estratos altos de la población los que

compran bienes de consumo importados12, los cuales no ejercen efectos multiplicadores positivos en el aparato productivo interno.

En la tabla 3 se presentan las rebajas arancelarias de los últimos veinte años, que explican en gran medida el comportamiento mencionado anteriormente.

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13. En los medios se comenta generalmente sobre los efectos de la revaluación en las exportaciones, pero poco o nada acerca de las consecuencias de las importaciones y el efecto de estas en la indus-tria nacional. Las pequeñas y medianas empresas han enfrentado además la competencia desleal, no tanto con la práctica del dumping sino del contrabando y la subfacturación, estimulados por la lavandería de dólares y las alteraciones en las tasas de interés del Tesoro norteamericano en rela-ción con las tasas de interés locales.

14. Tasa de cambio nominal corregida por las relaciones de precios y por los índices de tasas de cam-bio nacionales e internacionales.

TABLA 3.Gravamen arancelario promedio (% sobre C.I.F)

Fuente: ANIF, con base en cifras de Mincomercio.

1989T IPO DE B IEN2010

BIENES DE CONSUMO

No duradero

Duradero

MATERIAS PRIMAS E INSUMOS

Combustibles

Para la agricultura

Para la industria

BIENES DE CAPITAL

Materiales de construcción

Parar agricultura

Para la industria

Equipo de transporte

1996BAJA

PUNTUAL

38.7

35.9

11.1

8.4

21.3

28.1

14.3

17.2

21.5

18.0

16.0

8.0

7.0

10.0

13.0

10.0

9.0

11.0

16.6

13.9

4.9

6.8

5.9

5.6

4.9

4.9

9.1

22.1

22.0

6.2

1.6

15.6

22.5

9.4

12.3

16.4

Las rebajas más importantes se obser-van precisamente en los bienes de consu-mo (22 puntos porcentuales); materiales de construcción (22,5 puntos); equipo de transporte, que contiene camperos de doble tracción, tractocamiones, tractomulas, en-tre otros; materias primas para la industria; bienes de capital para la industria y para la agricultura.

Además de las rebajas arancelarias que se presentaron, el proceso de revaluación real del peso colombiano con respecto al dólar y demás divisas ha contribuido al aba-ratamiento de las importaciones, con efectos negativos sobre la producción nacional13. En la gráfica 3 se presenta el comportamiento del índice de tasa de cambio real14 en los úl-timos veinte años.

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GRÁFICA 3.Entre 1990 y 2011 la tasa de cambio real

ha perdido más de 25 puntos porcentuales...

Fuente: con base en cifras del Banco de la República.

Entre 1990 y 2010 la tasa de cambio real perdió 25 puntos porcentuales, lo cual sig-nifica que los exportadores han perdido la cuarta parte de su poder de competencia y la posibilidad de competir con expectativas favorables en la relación de precios, mien-tras que las importaciones se han abarata-do en la misma proporción; este fenómeno

y las bajas en los aranceles han causado un desestímulo importante a la creación y consolidación de organizaciones industria-les, o han motivado el traslado de las plan-tas de producción a otros países, según se visualiza en la gráfica 4, tomada del trabajo de Juan José Echavarría, citado en la bi-bliografía.

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GRÁFICA 4.Colombia: creación de plantas industriales

Fuente: Tomado de Echavarría JJ y Villamizar Mauricio, con base en DANE, encuesta anual manufacturera

De acuerdo con información presentada por ANIF (ver tabla 4), los promedios simples de los aranceles colombianos solo superan a

Perú, Chile y Panamá y están por debajo del promedio de América Latina en 1,7 puntos porcentuales.

TABLA 4.Arancel promedio a las importaciones en los países de América Latina (%)

Fuente: ANIF, investigaciones económicas.

PA ÍSGRAVAMEN

PROMEDIO (%)

10,3

8,3

7,1

6,0

5,5

10,0

Bolivia

Panamá

Perú

Colombia

Chile

Promedio

PAÍS

Brasil

Venezuela

Ecuador

Argentina

México

Uruguay

Paraguay

GRAVAMEN PROMEDIO (%)

13,6

12,6

12,5

11,5

11,2

10,5

10,3

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No hay cambios en la estructura de la industria manufacturera

El país sigue produciendo en esencia los mismos tipos de bienes de hace veinte años, producto de la política de sustitución de im-portaciones. De manera que, además de la pérdida de participación de la manufactura en el PIB, se observa una inercia preocu-pante en el proceso de avance hacia la pro-ducción de bienes de mayor valor agregado en conocimiento e innovación. Los bienes

intermedios participan con cerca del 45% del valor agregado por la industria manufacture-ra colombiana, mientras que los bienes de consumo lo hacen con algo más del 40% y los bienes de capital con cerca del 5%; es-tos últimos han perdido cerca de tres puntos de participación en los años que se analizan, ganados a la vez por los bienes intermedios, según se observa en la gráfica 5.

Los países que han adoptado modelos neoliberales presentan los menores aran-celes ad valorem a las importaciones (Perú, Chile, Panamá y Colombia), mientras que los países grandes de Mercosur (Brasil y Ar-

gentina), a pesar de que también han bajado aranceles en relación con los que cobraban en la década de los noventa, siguen utilizan-do los aranceles como mecanismo de pro-tección a la industria local.

La industria de bienes de consumo En los bienes de consumo se observa

que siguen siendo las industrias de alimen-tos y bebidas las más importantes; entre las dos cubren cerca del 45% del valor agregado del subsector y ambos subgrupos aumentan

levemente su participación. Se anota el des-censo en la participación del sector de texti-les y pequeños aumentos en los muebles de madera y el tabaco; en las prendas de ves-tir y el calzado se observa prácticamente la misma participación de 1990 (gráfica 6).

GRÁFICA 5.La participación por tipo de bien en la

producción nacional no cambió en veinte años...

Fuente: DANE, encuesta manufacturera.

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GRÁFICA 6.Participación de rubros en los bienes de consumo, 1990-2009

Fuente: DANE, encuesta manufacturera.

Materias primas y productos intermedios En los productos intermedios y materias

primas se observa un aumento significa-tivo en los productos de la refinación del

petróleo y un descenso de cerca de cinco puntos en los farmacéuticos, así como leve baja en la participación porcentual del cau-cho natural.

GRÁFICA 7.Participación de algunos rubros en el valor agregado de materias primas e

intermedios, 1990-2009

Fuente: DANE, encuesta manufacturera.

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Bienes de capital En la producción de bienes de capital,

la participación de todos los ítems de la muestra bajó, con excepción de los mine-

rales no metálicos (cemento) y la maquina-ria no eléctrica con un pequeño aumento en su participación sobre el valor agregado en bienes de capital.

GRÁFICA 8.Participación de algunos rubros en el valor agregado

de bienes de capital, 1990-2009

Fuente: DANE, encuesta manufacturera.

CONCLUS IONES

• La estructura industrial del país no mues-tra cambios significativos en el transcurso de los veinte años de la apertura econó-mica.

• No obstante, se observan modificaciones importantes en los patrones de consumo de la población, reflejadas en la estructu-ra de la oferta agregada. Estas se deben al cambio notable en la composición de las importaciones, con incrementos en las compras al exterior de bienes de consu-mo duradero y no duradero. Dada la in-

equidad en la distribución del ingreso, se puede concluir que son los estratos altos de la población colombiana los que han alterado sus patrones de consumo a favor de los importados.

• El país sigue dedicando cerca del 36% del presupuesto de divisas a la importación de bienes de capital, lo cual implica la posibilidad de reposición de los parques industriales y la actualización de los mis-mos como aspecto positivo. En opinión de los técnicos de los últimos gobiernos, este

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elemento se convierte en fundamental para que la industria actual pueda compe-tir en los mercados internacionales, pero da lugar al denominado “crecimiento em-pobrecedor”, es decir, crecimiento eco-nómico con desempleo del factor trabajo, consecuencia del remplazo de mano de obra por máquinas o aumento en la re-lación capital trabajo (K/L), en un país con abundancia relativa de mano de obra poco calificada o semicalificada.

• Algunos economistas afirman que la in-dustria manufacturera no es la respon-sable de la generación de nuevo empleo, sino que esta le corresponde cada vez en mayor medida a las pequeñas y media-nas empresas y al sector servicios.

• El notable crecimiento en las exportacio-nes colombianas se debe al efecto precio, puesto que la estructura de las ventas al exterior tampoco muestra cambios sig-nificativos. El país sigue exportando en esencia los denominados commodities, los cuales son insostenibles a largo plazo por el hecho de ser productos no renova-bles. En el caso del carbón y el ferroní-quel, el país del futuro se quedará con los “huecos mineros” y la contaminación. El crecimiento observado por la economía colombiana en los últimos diez años se hace entonces sacrificando el bienestar de las generaciones futuras.

• El esquema de crecimiento adoptado por los gobiernos de los últimos veinte años encaja perfectamente en la nueva división internacional del trabajo, y lo que serán las tendencias a partir de la protocoliza-ción del TLC con los Estados Unidos, es decir, en opinión del profesor Carlos Mar-tínez Becerra, la “maquilización” de la in-dustria, con la especialización en bienes intensivos en trabajo no calificado y de poco o nulo conocimiento especializado. Vale anotar por ejemplo que, en el caso de las confecciones, el TLC entre Estados Unidos y Colombia estimula la producción de confecciones mas no de las telas, cuyo

valor puede contabilizarse como parte del 35% de valor agregado regional, como requisito para acceder a las preferencias arancelarias.

• En este sentido, de acuerdo con Haus-man (2007), más que dar “grandes saltos” hacia tecnologías desconocidas por el empresariado local, la estrategia para el desarrollo de la innovación y la tecnología debería orientarse hacia la incorporación de tecnologías que permitan “sofisticar la canasta exportadora” o “saltar al lado” aceptando los tradeoffs. Se trata de bus-car innovaciones y desarrollo tecnológi-co en cadenas productivas como las de alimentos y bebidas (donde tiene amplia cabida la biotecnología), textil-confección, cuero, calzado y marroquinería, plásticos de consumo y químicos hacia la agricul-tura, algunos productos farmacéuticos y la maquinaria y equipo mecánico que en ciertas gamas ya fabrica el país, aunque no se debe renunciar a la investigación en campos nuevos, papel que le correspon-de a las universidades.

• En Colombia primero se hizo la apertura y luego la preparación para la competitivi-dad, que además se quedó en proyectos más que en realidades, como es el caso de los planes de la agenda interna de la productividad de gobiernos anteriores; se gastaron ingentes recursos en lobby para lograr el apoyo del TLC en los Estados Unidos y poco en la preparación de los industriales y agricultores, particularmen-te en los temas de infraestructura de ca-rreteras, ferrocarriles, transporte fluvial, puertos y aeropuertos.

• La experiencia mundial enseña que los países exitosos han adoptado los mode-los neoliberales luego de haber hecho un gran esfuerzo por mejorar la produc-tividad interna, con estímulos a la rivali-dad entre locales (Porter) y con reformas agrarias integrales (y no al contrario) y con la preparación de alto nivel en tecnó-logos, ingenieros y administradores, para

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quienes hay que buscar mecanismos a fin de retenerlos en el país.

• El énfasis en el desarrollo de nuevas activi-dades debe enfocarse también en el tema de los servicios. El comercio del siglo XXI se orienta hacia los intangibles. Los es-tudios de expertos de la firma McKensey y del Ministerio de Desarrollo han detec-

tado servicios como el turismo en salud y belleza, educación, software, servicios financieros, turismo, entre otros. También es necesario asimilar que el éxito del co-mercio es abonable a la especialización regional, con base en los planteamientos de la denominada Nueva Geografía Eco-nómica.

BIBLIOGRAFÍA

• CID, Universidad Nacional de Colombia, Bien-estar y macroeconomía, 2002-2206, Facultad de Economía, documento en pdf.

• Echavarría, J. J. & Villamizar, M. El proceso colombiano de industrialización. Banco de la República de Colombia. Disponible en pdf.

• Garay, L. J. (1991). Apertura y protección. Bogotá: Tercer Mundo y Universidad Na-cional de Colombia.

• Garzón, M. (2007, agosto-diciembre). La in-ternacionalización de las empresas: una necesidad vital. Revista de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Industrial de Santander.

• Krugman, P., & Obstfeld, M. (2007). Econo-mía internacional, 5ª ed. Pearson.

• Krugman, P. (1991). Geography and trade. Cambridge: The MIT Press.

• Moncayo, É. (2001). Evolución de los pa-radigmas y modelos interpretativos del desarrollo regional. En Espacio y terri-torios. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

• Monitor, Cámara de Comercio de Bogotá. (1994). Creación de las ventajas com-petitivas para Colombia.

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EL MODELO DE MITCHELLEN ESTUDIOS REGIONALES

MITCHELL ’S MODEL IN REG IONAL STUDIES

ART ÍCULOS

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No.1

* Economista e investigadora del Programa de Economía de la Universidad Piloto de Colombia.** Magíster en Economía y coordinadora de investigaciones del Programa de Economía de la Uni-

versidad Piloto de Colombia.

ASTRID CARO RAMÍREZ*FLOR MARÍA ROJAS**

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ABSTRACT

Human beings, in a societal envi-ronment, act and work in order to achieve a social, cultural, techno-

logical, socio-political, and economic devel-opment that may enable the improvement of their welfare conditions in general. By coop-eratively interacting with others, they consti-tute groups or communities within which, by way of sharing one same territory and car-rying out joint activities, they manage to ac-quire an identity, with tastes, believes, habits, behaviors, and ideologies of their own.

This is how territory gains importance in the regional integration models and its differ-entiation is analyzed by means of the stake-holders that constitute it. Within the frame-work of the Bogota-Región Girardot project,

identification of the most relevant actors in the municipalities of Flandes, Girardot, and Ricaurte, of the high Magdalena region, was undertaken in order to establish the impact of their decision-making regarding the territory under study.

The purpose of this essay is to know the importance of the stakeholders, identified through the application of Mitchell’s model to the Bogota-Región Girardot study and their influence in the economic activities within the territory.

The results demonstrate that the local government actors have the necessary at-tributes to lead the region’s integration pro-cesses and economic activities by working together with private and academic actors.

Keywords: stakeholders, model, legitimacy, strategic planning, integration, region.

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RESUMEN

El hombre dentro de un ambiente de sociedad actúa y trabaja en pro de alcanzar un desarrollo social,

cultural, tecnológico, sociopolítico y econó-mico que le permita mejorar sus condiciones de bienestar en general. Interactuando con otros, cooperativamente, forma grupos o comunidades que, a fuerza de compartir un mismo territorio y de realizar actividades en común, logran alcanzar una identidad, con gustos, creencias, costumbres, comporta-mientos e ideologías propias.

Es así como el territorio cobra importan-cia en los modelos de integración regional y su diferenciación se analiza a través de los grupos de interés que lo conforman. En el marco del proyecto Bogotá-Región Gi-rardot se realizó la identificación de los ac-

tores más relevantes de los municipios de Flandes, Girardot y Ricaurte de la región del alto Magdalena para determinar el impacto de sus decisiones en el territorio objeto de estudio.

El objetivo de este artículo es conocer la importancia de los grupos de interés (stake-holders) identificados a partir de la aplicación del modelo de Mitchell en el estudio de Bo-gotá-Región Girardot y su influencia en las actividades económicas en el interior del te-rritorio.

Los resultados demuestran que los acto-res del gobierno local poseen los atributos necesarios para liderar los procesos de in-tegración y la actividad económica de la re-gión, a partir de un trabajo conjunto con los actores privados y la academia.

Palabras clave: grupos de interés, modelo, legitimidad, planeación estratégica, integración, región.

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INTRODUCCIÓN

Hablar de grupos de interés no es hablar de cualquier tipo de actor dentro de una organización so-

cial, sino de aquellos que se ven afectados por las decisiones de quienes se constitu-yen en grupos de interés definitivos. En el caso del “Estudio prospectivo de la ciudad región Girardot 2010-2030”, que adelantó el grupo de investigación del Programa de Economía de la Universidad Piloto, se ana-lizaron actores pertenecientes a diferentes sectores productivos tanto de las esferas públicas como de las privadas, ubicados en áreas de la educación, el turismo, la gana-dería, la agricultura, el comercio y el sector financiero, quienes, apoyados en vivencias

y experiencias propias, señalaron la forma como perciben el estado actual y futuro de la ciudad región-Girardot.

El documento muestra inicialmente algu-nas definiciones que han surgido alrededor del concepto de grupos de interés. En se-gundo lugar, se describe en qué consiste el modelo de Mitchell, Agle y Wood y cómo se constituye en una metodología de identifica-ción de grupos de interés útil para el análi-sis económico. En tercer lugar, se muestra la aplicación del modelo en el estudio de Bogotá-Región Girardot y la incidencia de los grupos de interés en el desarrollo del mismo, para finalizar con las conclusiones generales que resultaron del análisis.

DEF IN IC IONES EN TORNO AL CONCEPTO DE GRUPO DE INTERÉS

Aunque R. Edward Freeman no “inventó” el término stakeholder (grupo de interés), no cabe duda que lo introdujo y utilizó por primera vez en su obra: Strategic manage-ment: A stakeholder approach, para referirse a “quienes pueden afectar o son afectados por las actividades de una empresa”. Estos grupos o individuos son los públicos intere-sados (grupos de interés), que deben ser considerados como un elemento esencial en la planificación estratégica de negocios, de la ética empresarial y de la responsabilidad social corporativa.

La traducción de stakeholder ha genera-do varios debates en foros de internet y ha recibido el impacto de otras críticas, debido a que se trata de una idea no bien definida. Por esta razón, y por la importancia que re-

presenta, el mismo Freeman ha venido mo-dificando el concepto a lo largo del tiempo.

Algunas definiciones que han surgido respecto a grupos de interés se describen a continuación:

• R. E. Freeman (2001), en su obra Strate-gic management: A stakeholder approach, los define como actores que pueden afec-tar o son afectados por los movimientos de una empresa.

• Donaldson & Preston (1995), en The stakeholder theory of the modern corpo-ration: Concepts, evidence and implica-tions, los definen como cualquier actor (persona, grupo, entidad) que tenga una relación o intereses (directos o indirectos) con o sobre la organización.

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• Mitchell (1997), en Toward a theory of stakeholder identification and salience: Defining the principle of who and what re-ally counts, los define como actores (in-

ternos o externos) identificados en tres categorías: latente, expectante y definiti-vo, que poseen entre uno y tres atributos básicos: poder, legitimidad y urgencia.

MODELO DE M ITCHELL , AGLE Y WOOD

Este modelo es una metodología que per-mite identificar los grupos de interés (actores internos o externos involucrados) a través de una matriz y de ponderaciones que van de 0 a 3, las cuales califican tres atributos bá-sicos: poder, legitimidad y urgencia, y que, según su grado de sensibilidad de los recur-sos, el grado de deseabilidad de los actores y los criterios de urgencia, se constituyen en definitivos, o no, para el mejor desarrollo de un proyecto.

En general se pueden encontrar dos tipos de grupos de interés. Wheeler & Sillanpää (1997) hicieron la distinción entre grupos de interés principales (o primarios) y secunda-rios. Entre los principales se encuentran to-

dos los que tienen un interés directo en la organización, en sus resultados y además pueden influir en ella, como accionistas, empleados y directivos, clientes, comunidad local, proveedores y empresas asociadas. En los secundarios existe un interés que llega a ser simbólico y más representativo de intereses públicos o particulares, entre los cuales se tienen: el gobierno, las institu-ciones civiles, los grupos de presión social, medios de comunicación, entidades acadé-micas y la competencia. De estas divisiones o clasificaciones, lo realmente importante es que la empresa realice un mapa de to-dos los grupos de interés implicados con la organización.

ATRIBUTOS BÁS ICOS DE LOS GRUPOS DE INTERÉS :

PODER, LEG IT IM IDAD Y URGENCIA

En general se reconocen tres atributos básicos que determinan el accionar lógico de un stakeholder en un determinado contexto; estos influyen en los tipos de resultados y ac-

ciones que se deban desarrollar para la con-secución del proyecto. Estos atributos son: poder, legitimidad y urgencia.

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Atributo de poder

El concepto de poder muestra la posibi-lidad de alguna de las partes de accionar, para beneficio propio o de algunos, median-te mecanismos o formas que permitan ob-tener alguna ventaja comparativa frente a una situación o contexto determinado. Para este atributo se tienen en cuenta los recur-sos coercitivos (fuerza física, armas), los recursos utilitarios (tecnología, dinero, co-nocimiento, logística, materias primas) y los recursos simbólicos (prestigio, estima, caris-ma) que le permiten al actor jugar un papel fundamental en el proceso de toma de deci-siones.

Son diversas las formas de ejercer el atri-buto de poder. Entre estas formas se desta-can: las coercitivas, como la fuerza física y las armas; las utilitarias, como los materiales físicos, recursos financieros, logísticos, tec-nológicos e intelectuales, y las simbólicas, como el reconocimiento y la estima. La unión de los recursos utilitarios y simbólicos, en primera instancia, garantiza el control de la situación. No obstante, y de acuerdo con lo

que tengan que enfrentar los individuos, la acción coercitiva será la forma determinante de adquirir o no lo establecido.

Como ejemplos podemos encontrar que en las organizaciones públicas y privadas se evidencian formas coercitivas para hacer cumplir la ley a través de sanciones y multas, que les dan cierto grado de poder a los gru-pos de interés que las imparten.

Para el caso de organizaciones, comuni-dades o grupos que dependan de recursos financieros para su funcionamiento, tendrán mayor dependencia de los grupos de interés que posean estos recursos.

Finalmente, si lo importante es la imagen pública en una organización o un grupo de-terminado, se tendrá un mayor nivel de pon-deración en aquellas en que sean relevantes la opinión de otros y el prestigio social, como es el caso de los institutos de estadística de un país por la credibilidad que deben gene-rar en el manejo estadístico, y los periódicos, revistas o personas de la vida pública, por la imagen que proyectan hacia otros.

Atributo de legitimidad

Se manifiesta cuando las acciones de un individuo, organización, marca o símbolo son deseables o apropiadas para grupos cimen-tados sobre normas, valores, creencias y definiciones. Esto lleva al establecimiento de un orden común de acción, el cual permite la interacción de diferentes estructuras sociales bajo un precepto de equilibrio.

De igual forma podría argumentarse que la legitimidad lleva al establecimiento de un consenso en un tipo específico de Estado, donde los actores establecidos, bajo lógicas de mercado y efectividad de las políticas, de-

sarrollen procesos competitivos para la ob-tención de bienes comunes que mantendrán el statu quo dentro de la sociedad. Sin em-bargo, la aplicabilidad de este supuesto está determinada por la ideología y visión de Es-tado que moldea cada uno de los gobiernos, y de sus estructuras económicas, sociales, políticas y culturales.

Se puede observar, en este atributo, el papel que juegan las instituciones conce-bidas como las reglas de juego formales e informales, plasmadas en el gobierno, la re-ligión, la cultura y los sistemas económicos.

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Atributo de urgencia

Es el atributo que dinamiza en mayor medida a esta metodología. Se fundamenta básicamente en dos características: la sen-sibilidad temporal y la criticidad. La primera busca una atención inmediata que se mani-fiesta cuando un hecho no acepta un atraso; y la segunda, entendida como la importan-cia de la petición y una acción inmediata de atención a la misma, por los daños que pue-da ocasionar frente a una expectativa, senti-miento o propiedad.

Se determina que la urgencia aplica en la medida en que los actores (grupos de in-terés) enfrentan un grado de expectativa de acuerdo con los objetivos establecidos, lo cual repercute en el tipo de actuación a de-sarrollar en un proceso.

Para el caso de una organización, la ur-gencia se hará presente en cada una de las

etapas en que se busque la obtención de ventajas frente a diferentes situaciones que se generen en la sociedad.

Un ejemplo de la importancia de este atri-buto puede señalarse en el sistema económi-co, cuando se presentan situaciones inflacio-narias que requieren de atención inmediata por el banco central. Aquí la urgencia amerita la aplicación de políticas monetarias y fisca-les que contrarresten este desequilibrio ma-croeconómico que afecta sobre todo a la po-blación de estratos bajos; de tipo monetario a través del aumento de la oferta monetaria y de tipo fiscal mediante una reducción de impuestos.

Cuando los actores poseen los tres atri-butos (poder, legitimidad y urgencia) se dice que son definitivos para la toma de decisio-nes en cualquier proyecto o negociación.

FIGURA 1.Tipos de grupos de interés latentes

TIP

O D

E G

RU

PO

S D

E IN

TE

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S L

AT

EN

TE

S LATENTES ADORMECIDOSSolo tienen el atributo de poder

LATENTES EXIGENTESSolo tienen el atributo de urgencia

DISCRECIONALESSolo tienen el atributo de legitimidad

Determinar el tipo de actor que interven-drá en un proceso determinado conlleva el entendimiento de sus acciones bajo la lógi-ca de la ventaja y de la producción de im-pactos. Se determina un primer grupo deno-minado latentes, quienes, de acuerdo con sus formas de actuar y teniendo en cuenta el poder que poseen dentro del contexto,

buscan la adquisición de algún tipo de atri-buto sin caer en la coerción y en la urgencia de llevar a cabo los procesos en algunos casos. Dependiendo del tipo de logros a al-canzar y del accionar de la organización a la cual representan, este grupo, bajo el poder, podría acceder al dominio legítimo de una estructura o sociedad.

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FIGURA 2.Tipos de grupos de interés expectantes

• Poseen los atributos de:

• Poder• Urgencia

• Poseen los atributos de:

• Poder • Legitimidad

• Poseen los atributos de:

• Legitimidad• Urgencia

EXPECTANTES PEL IGROSO

EXPECTANTES DOMINANTES

EXPECTANTES DEPENDIENTES

Respecto al grupo denominado “expec-tantes”, el mayor de los atributos aplicable en alguna medida es el tipo de acción que pueden ejercer bajo el contexto del peligro y la urgencia. Los riesgos a asumir son más latentes, por lo cual deben tener un dominio claro de los recursos y herramientas, no obs-tante que no les garantiza obtener la ventaja deseada. Posiblemente, y teniendo en cuen-ta el objetivo propuesto, la fuerza (recursos coercitivos, simbólicos, utilitarios) sean las herramientas primordiales para entrar en la lógica de actuación. Al final, dentro del con-texto de la estructura económica, establece-rán el margen necesario para obtener una ganancia significativa, así tengan que incurrir en prácticas que pueden generar desconten-to dentro de la sociedad.

Los anteriores grupos se constituyen en los elementos claves para explicar el tipo de grupos de interés dado que, dentro de los Estados, un sinnúmero de grupos e in-dividuos actúan bajo lógicas de acción co-lectiva teniendo en cuenta medios y herra-mientas subjetivas de acción. Por lo tanto, al ser los grupos determinantes en el desa-rrollo de la misión organizacional, cumplen la tarea de generar ideologías y modelos acordes al contexto político-económico de los Estados bajo el supuesto de una rela-ción directa o indirecta con intereses a cor-to, mediano y largo plazo. El mercado es el fin último bajo el cual confluyen las actua-ciones de estas estructuras, privilegiando el interés y trabajo de los que poseen ma-yores recursos que otros.

APL ICAB IL IDAD DEL MODELO

El “Estudio prospectivo de la ciudad re-gión Girardot 2010-2030” se inició con la identificación de los actores más relevantes en el proceso de toma de decisiones de los municipios que comprenden Girardot, Ri-caurte, Flandes y Melgar.

Se seleccionaron como grupos de interés relevantes para el análisis los alcaldes, go-bernadores, secretarios de hacienda, agri-cultura, planeación, los representantes de

las juntas de acción comunal, el presidente de la Cámara de Comercio de Girardot, el gerente del Banco de la República de Girar-dot, las universidades de la región, la direc-tora de la CAR, representantes del sector hotelero, representantes del sector financie-ro, representantes de los restaurantes de la región, los gremios, Colciencias, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Transporte y las Fuerzas Armadas.

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En el caso del atributo de poder, según Fal-cão Martins & Fontes Filho (1999), los factores a preponderar de los actores son la fuerza físi-ca, las armas, los materiales físicos disponibles, los recursos financieros, recursos logísticos,

tecnológicos e intelectuales, el reconocimiento y la estima del actor y al final conocer el grado de poder del actor. El grado de sensibilidad se estima de 1 a 3; 1 es el de menor importancia y 3 el de mayor importancia.

TABLA 1.Matriz de poder de los actores de la ciudad-región Girardot

Fuente: resultados propios a partir del modelo de Mitchell, R., Agle, B. & Wood, D. (1997).

Fuerza f ís ica Armas

Materiales y físicos

Financieros LogísticosTecnoló-

gicos e in-telectuales

Reconoci-miento y estima

Grado de poder

Grado de sensibilidad de los recursos

Representantes del sector financiero

Alcaldes

Representantes de restaurantes

Gobernadores

Gremios

Secretarios de hacienda

Colciencias

Secretarios de agricultura

Ministerio de Educación

Secretarios de planeación

Ministerio de Transporte

Reps. de juntas de acción comunal

Fuerzas Armadas

Presidente Cámara de Comercio

Gerente Banco de la República

Universidades

Directora de la CAR

Representantes del sector hotelero

0

0

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0

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45

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27

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45

39

39

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45

30

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45

45

45

45

Para este grado de sensibilidad de los re-cursos se genera un índice donde la sensi-bilidad es multiplicada por la disponibilidad.

En la aplicación de esta matriz se en-contró que los alcaldes y gobernadores po-seen un alto grado de poder dentro de los municipios que conforman la ciudad-región

Girardot, debido a su liderazgo en la polí-tica pública, así como el presidente de la Cámara de Comercio y el gerente del Ban-co de la República, quienes manejan asun-tos empresariales y monetarios, respecti-vamente. De otra parte, también se tienen en cuenta actores con niveles de poder

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Fuente: resultados propios a partir del modelo de Mitchell, R., Agle, B. & Wood, D. (1997).

TABLA 2.Matriz de legitimidad de los actores de la ciudad-región Girardot

PARA LA OR-GANIZACIÓN

GRADO DE DESEAB IL IDAD DE LOS ACTORES

N IVELES DE DESEAB IL IDAD

GRADO DE LEGITIMIDAD

TOTAL

Gobernadores

Alcaldes

Secretarios de hacienda

Secretarios de agricultura

Secretarios de planeación

Representantes de juntas de acción comunal

Presidente Cámara de Comercio

Gerente Banco de la República

Universidades

Directora de la CAR

Representantes del sector hotelero

Representantes del sector financiero

Representantes de restaurantes

Gremios

Colciencias

Ministerio de Educación

Ministerio de Transporte

Fuerzas Armadas

PARA LA SOCIEDAD

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

2

2

2

3

3

3

3

3

9

9

9

9

9

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9

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9

6

6

6

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9

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9

importantes, como los representantes del sector financiero, quienes cuentan con los recursos físicos, financieros, tecnológicos y de estima, al igual que los gremios de empresarios, Colciencias, el Ministerio de

Transporte y las Fuerzas Armadas de Co-lombia, en que estas últimas cuentan con un recurso distinto a los demás y tienen que ver con la fuerza física que emplean para el cumplimiento de la ley.

Para este grado de deseabilidad de los actores se genera un índice donde los nive-les de deseabilidad para la organización y

para la sociedad se multiplican y se obtiene el grado de legitimidad del actor.

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TABLA 3.Matriz de urgencia de los actores de la ciudad-región Girardot

SENSIBILIDAD TEMPORAL

GRADO DE URGENCIA DE LOS ACTORES

CR ITER IOS DE URGENCIA

GRADO DE URGENCIA

TOTAL

Gobernadores

Alcaldes

Secretarios de hacienda

Secretarios de agricultura

Secretarios de planeación

Representantes de juntas de acción comunal

Presidente Cámara de Comercio

Gerente Banco de la República

Universidades

Directora de la CAR

Representantes del sector hotelero

Representantes del sector financiero

Representantes de restaurantes

Gremios

Colciencias

Ministerio de Educación

Ministerio de Transporte

Fuerzas Armadas

CRITICIDAD

3

3

3

3

3

2

3

3

2

2

2

3

2

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

3

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3

3

3

3

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3

3

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3

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9

9

9

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6

9

9

6

6

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9

6

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En cuanto a la aplicabilidad en el proyecto de ciudad-región Girardot se encontró que, en el caso de los representantes del sector ho-telero, representantes del sector financiero y representantes de restaurantes, cuentan con un nivel de deseabilidad menor para la so-ciedad, lo cual significa que son deseables o pertinentes en el interior de ciertos sistemas socialmente construidos de normas, valores y creencias. Este concepto de legítimo proviene

de Suchman (1995), quien señala que la legi-timidad viene acompañada de lo socialmente deseado, lo cual le da un reconocimiento im-portante a los actores, en un tiempo y un es-pacio determinado, porque sus acciones son importantes, en este caso, para los habitantes de la ciudad-región Girardot; son las juntas de acción comunal, los alcaldes, las secretarías de hacienda, agricultura y planeación, la Cor-poración Autónoma Regional y los gremios.

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Tal como señala el Teorema de Coase (1969), la articulación de intereses por los grupos de interés es importante para alcan-zar niveles óptimos de interiorización, con lo que se logra que los usuarios sean parte del proceso de negociación. En este contexto, el caso del atributo de urgencia, el cual aplica en la medida en que los actores (grupos de interés) enfrentan un grado de expectativa de cuando se establecen ciertos objetivos en una negociación, se encontró para el estu-dio prospectivo de Ciudad-Región Girardot

que aquellos que cuentan con mayor grado en este atributo son los actores del gobierno local, los involucrados en la academia y los que tienen expectativas sobre la movilidad urbana y conexión con Bogotá.

El paso final para conocer los actores de-finitivos en el estudio de Ciudad Región Gi-rardot se hace a través de una matriz de con-solidación donde los grados asignados para cada atributo (poder, legitimidad y urgencia) mostraran el tipo de stakeholder al que se está enfrentando el negociador.

TABLA 4.Matriz de consolidación, actores de ciudad-región Girardot

Tota l

MATR IZ DE CONSOLIDACIÓN - ÍND ICE DE PREPONDERANCIA

ACTORES GRADO DE PODERGRADO DE

LEG IT IM IDADGRADO DE URGENCIA

Normalizado (a)

Normalizado (a)

Normalizado (a)

Tota l Tota lTotal

(a) x (b) x (c)

Índice de preponde-

rancia

Alcaldes

Representantes del sector financiero

Representantes de restaurantes

Gobernadores

Gremios

Secretarios de hacienda

Colciencias

Secretarios de agricultura

Ministerio de Educación

Secretarios de planeación

Ministerio de Transporte

Reps. de juntas de acción comunal

Fuerzas Armadas

Total

Número de actores

Promedio

Presidente Cámara de Comercio

Gerente Banco de la República

Universidades

Directora de la CAR

Representantes del sector hotelero

45

45

42

30

27

30

45

45

39

39

42

45

30

45

45

45

45

45

729

18

41

1,1111

1,1111

1,037

0,7407

0,6667

0,7407

1,1111

1,1111

0,963

0,963

1,037

1,1111

0,7407

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1,1111

1,1111

1,1111

9

9

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0,88235

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0,58824

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0,88235

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0,88235

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9

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6

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9

6

6

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147

15

9,8

0,91837

0,91837

0,91837

0,91837

0,91837

0,61224

0,91837

0,91837

0,61224

0,61224

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0,91837

0,61224

0,91837

0,91837

0,91837

0,91837

0,91837

0,9

0,9

0,84

0,6

0,54

0,4

0,9

0,9

0,52

0,52

0,37

0,6

0,27

0,9

0,9

0,9

0,9

0,9

12,8

15

0,85

1,0579937

1,0579937

0,9874608

0,7053292

0,6347962

0,4702194

1,0579937

1,0579937

0,6112853

0,6112853

0,4388715

0,7053292

0,3134796

1,0579937

1,0579937

1,0579937

1,0579937

1,0579937

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DefinitivosExpectantes dependientesLatentes exigentesLatentes adormecidos

Para lograr los resultados de la tabla 4 se saca el total de cada uno de los atributos de los actores y se suman, luego se suman los actores y se saca el promedio con los totales de los atributos y número de actores, para luego llegar a la normalización de los mismos haciendo la división entre el promedio de los actores, el valor del atributo correspondiente al actor. Posteriormente se genera el índice a partir de la multiplicación de los valores nor-malizados y se divide este último valor por el promedio de los totales normalizados. Es así

que se obtiene el índice de preponderancia, el cual, si es mayor que 1, nos permitirá es-tablecer los actores definitivos, y si es menor que 1, se identificarán los grupos de interés expectantes y latentes. Los resultados arro-jados por el modelo de Mitchell muestran claramente que los gremios y las entidades del gobierno local de Girardot se constituyen en actores definitivos para el proceso de cre-cimiento de la ciudad-región y que con este liderazgo público y privado se lograría una mejor integración.

EL PLANTEAMIENTO DE M ITCHELL : VENTAJAS

Se identifica una serie de elementos posi-tivos a la hora de estructurar grupos de inte-rés para el desarrollo de proyectos, entre los cuales encontramos:• Las organizaciones pueden tener muchos

tipos de grupos de interés, cada cual con diferente nivel de compromiso y a menu-do con intereses diferentes y en conflicto.

• Posibilita definir procesos y herramientas necesarias que deberían desarrollar las empresas para construir un mecanismo de compromiso con los grupos de inte-rés efectivo y que contribuya al desarrollo sostenible y a la vez que sirva a las em-presas para sus fines de desarrollo eco-nómico y financiero. En este contexto se define el compromiso con los grupos de interés como las acciones desarrolladas

por las empresas para dar el derecho a ser escuchados a sus grupos de interés tradicionalmente excluidos.

• El responder no significa necesariamente complacer a los grupos de interés, sino el crear un mecanismo de diálogo y enten-dimiento mutuo para que las necesidades de todos los grupos se tomen en cuenta en el desarrollo estratégico y operacional de la empresa.

• Las relaciones de intercambio entre la empresa y los grupos de interés propor-cionan una plataforma de aprendizaje, innovación y en definitiva una mejora en los resultados financieros, económicos, sociales y ambientales de la empresa.

• Muchas corporaciones han comenzado a considerar la participación de una variedad

Ventajas en la conformación de grupos de interés

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de actores y entidades en temas sociales, ambientales y económicos como un as-pecto importante de la gestión de sus ope-raciones. Las primeras experiencias de relaciones con grupos de interés (de pri-mera generación) respondían a presiones externas, con un enfoque ad hoc limitado a ciertos temas que generaban conflicto con los grupos de interés. Desde entonces mu-chas empresas, al ver los beneficios de un diálogo más proactivo, abierto y constan-te, han comenzado a desarrollar enfoques más sofisticados y sistemáticos para ges-tionar las relaciones con sus grupos de in-terés. Estas actividades de relaciones con grupos de interés de segunda generación han demostrado su potencial para aumen-tar el entendimiento mutuo, gestionar los riesgos y resolver los conflictos de manera más efectiva.

• En la actualidad la vanguardia de la comu-nidad empresarial ha empezado a valorar las contribuciones de la participación de grupos de interés en el aprendizaje y la innovación de productos y procesos, así como en el logro de la sostenibilidad de las decisiones estratégicas dentro y fuera de las compañías. Estas relaciones con grupos de interés de tercera generación permiten a las empresas alinear su des-empeño social, ambiental y económico con su estrategia principal. Estos proce-sos de relación con grupos de interés im-plican la suma de los recursos (de know-how, financieros, humanos y operativos) que pueden ayudar a las partes a obtener conocimientos, superar desafíos y alcan-zar metas que ninguna de ellas podría lo-grar de forma independiente.

CONCLUS IONES

Teniendo en cuenta los elementos teóri-cos analizados y observados en el entorno de funcionalidad de los grupos de interés, en primer lugar se puede identificar que las relaciones de estos, en los procesos de ne-gociación, permitirá una mayor funcionalidad de los arreglos institucionales en los cuales se puedan ver afectados.

En segundo lugar, los niveles de legitimi-dad frente a los organismos de la academia, gremios y el gobierno local permiten un de-sarrollo social más equitativo y sostenible al brindar una oportunidad de participar en los procesos de toma de decisiones a una serie de actores estratégicos de diferentes jerar-quías y niveles. De igual forma, existe una combinación de recursos (conocimiento, per-sonas, dinero y tecnología) que posibilitan aun más el logro de los objetivos planteados por las organizaciones.

Los elementos de poder, urgencia y le-gitimidad estarán en cambio constante de acuerdo con la forma de abordar y plantear los objetivos de negociación para un proyec-to como la ciudad-región Girardot, integran-do intereses de los municipios de Ricaurte, Girardot y Flandes.

Los resultados encontrados mostraron que actores como el Ministerio de Transpor-te son quienes pueden liderar un proceso de modernización de la terminal de transporte como eje articulador del desarrollo, la cons-trucción de la central de abastos regional, la implementación de rutas turísticas, una reactivación del río Magdalena y, por parte del Ministerio de Educación, la indispensable inversión en el sector educativo, formando empresarios con visión a largo plazo.

De otra parte, la descontaminación del río Magdalena y la recuperación del puerto flu-

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vial son requerimientos urgentes para la mo-vilización de las mercancías y pasajeros de la región, que requiere la acción decidida de actores como el alcalde y el gobernador, los cuales, a la fecha, solo han demostrado una falta de liderazgo que impide que se tomen las acciones pertinentes y que deben solu-cionarse con el apoyo del gobierno local.

Los empresarios, que son también parte de los actores definitivos, deben aunar es-fuerzos para lograr que las cadenas de al-macenes no se vayan a alrededores como Melgar y encuentren nicho de mercado en la ciudad-región Girardot, con el apoyo de la Cámara de Comercio y el gobierno local.

Finalmente, se deben desarrollar conve-nios internacionales de intercambios cultura-les y de bienes y servicios desde las alcaldías y las organizaciones gremiales, las cuales se encuentran actualmente desarticuladas.

En cuanto a los grupos de interés laten-tes adormercidos encontrados en el modelo, como las universidades, representantes de los sectores hotelero y financiero y secreta-rios de hacienda, deben aprovechar su atri-buto de poder para influir en el desarrollo del ecoturismo, la capacitación en el manejo de idiomas para el fortalecimiento de la capa-cidad turística en la ciudad-región Girardot, como una de sus fortalezas a futuro.

BIBLIOGRAFÍA

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COLOMBIA HOY: CONFL ICTO DEGRADADO, ESTADO EROSIONADO*

COLOMBIA TODAY: DEGRADED CONFL ICT, ERODED STATE

ART ÍCULOS

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* El presente trabajo hace parte de los avances del proyecto de investigación “La violencia política en Colombia: un análisis estructural”. Trabajo en proceso, favor no citar.

** Abogado de la Universidad Nacional de Colombia. Especialista en Derecho Administrativo, Uni-versidad del Rosario. Magíster en Desarrollo y PhD en Ciencia Política, Universidad de York (In-glaterra). Profesor de la Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Colombia. [email protected].

FERNANDO AUGUSTO MEDINA GUTIÉRREZ**

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US Muy buenos días para todos y to-

das. Quiero en primer término agradecer a los organizadores

de este evento la oportunidad que me brin-dan de compartir algunas reflexiones sobre lo que ha sido el devenir de nuestra socie-dad en estos últimos 20 años, periodo que en mi vida personal ha estado marcado por el paso de la primera juventud a la adultez, y que ha estado enmarcado por el esfuerzo de comprender y, hasta el límite de mis capaci-dades, contribuir a transformar esta nuestra compleja y difícil, pero también retadora y es-peranzadora realidad.

Este acto académico se ha organizado alrededor de dos eventos muy importantes que ocurrieron hoy hace 20 años. Y al ver este auditorio lleno de gente tan joven imagi-no que para muchos de los presentes, varios de los cuales no alcanzan aún ese tiempo de

vida, resultará casi imposible imaginar cómo era la Colombia de aquellos días, ni qué cambios se han producido desde entonces.

Dos hechos, repito, sobre los cuales se nos ha invitado a hacer un balance, enfocado en los temas de interés de cada uno de los expositores que, en cuanto a mí respecta, tie-nen que ver con este largo conflicto armado que ha estado tan presente entre nosotros y ha dejado marcas tan profundas en nuestra sociedad. Dos hechos, uno fácil de precisar en el tiempo porque coincide con la entrada en vigencia de una nueva Carta Política que remplazó a la ya centenaria Constitución de 1886. El 4 de julio de 1991. El otro evento, más impreciso en el tiempo, ha sido descrito como “el fin del anterior modelo de desarrollo y la puesta en marcha de la última fase del proceso de internacionalización de la econo-mía –conocido como apertura”.

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Durante las últimas semanas se han lle-vado a cabo importantes actividades que comparten los objetivos que hoy nos reú-nen. Como resultado de las mismas hemos escuchado conclusiones muy diversas. Re-

leyendo algunos de los artículos que han aparecido en distintos medios, he preparado la siguiente tabla que sirve de introducción a las tesis que quiero presentar.

TABLA 1.Balance de 20 años de un nuevo modelo constitucional

Resultados positivosAspecto

Social

Económico

Cultural

Resultados negativos

• Avances en cobertura en servicios sociales en materia de salud y educación.

• Avances en cobertura de servicios públicos esenciales, particularmente agua potable y saneamiento básico.

• Avances en materia pensional a través del saneamiento finan-ciero de los distintos regíme-nes.

• Avances en protección de los derechos de los trabajadores.

• Modernización del aparato productivo.

• Plena inserción de la economía nacional en el mercado interna-cional.

• Amplia disponibilidad de bienes y servicios.

• Tasas de crecimiento del PIB muy altas en algunos periodos.

• Se reconoce y valora el carác-ter multiétnico y pluricultural la Nación colombiana.

• Se diseñan políticas de promo-ción y protección de nuestro patrimonio cultural.

• El sistema de aseguramiento no garantiza una efectiva y adecuada atención. Crisis del modelo de salud por excesiva intermediación, corrupción, in-adecuados regulación y control.

• Dualismo del sistema educati-vo.

• Aún existen brechas muy altas en cobertura y calidad de los servicios entre las distintas regiones, y dentro de los muni-cipios, por estratos.

• Subsisten regímenes privilegia-dos, y no está garantizada la solidez del sistema. En víspera de una nueva reforma.

• Arrasamiento del sindicalismo.

• “Desnacionalización de la industria”.

• Excesiva dependencia de la ex-portación de bienes primarios, particularmente mineros.

• Pobre valor agregado nacional a la producción total.

• Inadecuada infraestructura; limitada capacitación de la mano de obra; debilidad de las instituciones reguladoras de los mercados.

• Tasas muy altas de pobreza y de indigencia.

• Tasas muy altas de desempleo y subempleo.

• Concentración de la propiedad territorial y de la riqueza.

• Altísimos niveles de inequidad.

• Subsisten formas, abiertas y veladas, de racismo.

• La cultura sigue siendo la cenicienta de la administración pública, y marginal en el sector privado.

• Dualismo, multifacético, en lo cultural.

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Resultados positivosAspecto

Político

Medioambiental

Regional

Resultados negativos

• Apertura política.• Democracia participativa.• Fortalecimiento de los partidos.• Depuración de las costumbres

políticas.• Esfuerzos descentralizadores.• Reconocimiento de los dere-

chos de distintas poblaciones que podrían describirse como minoritarias, tanto desde el punto de vista étnico como de la orientación sexual o la disca-pacidad.

• Reconocimiento del valor del patrimonio medioambiental.

• Políticas públicas que buscan preservar, y en muchos casos recuperar, el ambiente.

• Reconocimiento de la importan-cia y valor de las regiones para el desarrollo nacional equilibra-do.

• Se prolonga el bipartidismo decimonónico.

• Partidos débiles en lo ideo-lógico, lo programático y lo organizativo.

• Subsisten el clientelismo, la compra de votos y el uso de recursos del Estado en las campañas políticas.

• No surgen alternativas políticas claras.

• Altos niveles de violencia política, prolongado conflicto armado y crisis humanitaria.

• Subsisten distintas formas de discriminación que riñen con la universalidad de los derechos y el principio de igualdad.

• Avanza el deterioro medioam-biental en las cuencas hidrográ-ficas, los bosques andinos, los páramos, la altillanura y hasta en la Amazonía.

• Debilidad de la institucionalidad ambiental.

• Graves riesgos derivados del cambio climático.

• Profundos desbalances entre las regiones.

• Toma de los poderes regionales por parte de actores armados ilegales.

Internacional • Promoción de la integración latinoamericana.

• Promoción de una política internacional independiente y basada en el interés nacional.

• Institucionalidad débil y cliente-lizada.

• Excesiva dependencia de la política exterior de los EE. UU.

• Cambios abruptos de política que debilitan la consolidación de una política fuerte y capaz de influir positivamente.

Sobre cada uno de estos aspectos exis-ten cifras, a veces muy disimiles, y también interpretaciones muy distintas sobre las cau-sas y los remedios adecuados de aquellas que se valoran como las más negativas.

Considero un acto de honestidad intelec-tual hacer mi propio balance, para lo cual me gustaría tomar como punto de partida las pa-labras pronunciadas por el presidente César Gaviria al clausurar las sesiones de la Asam-

blea Constituyente. Aludía el entonces presi-dente a “la felicidad que anima el corazón de los colombianos; satisfacción de quienes he-mos luchado por construir una patria abierta a la participación, que no excluye a nadie, que le ofrezca a todos un lugar bajo el sol de Colombia, que cobije por igual a pobres y a ricos, a fuertes y a débiles, a los que han sido gestores de nuestra historia y a quienes serán los protagonistas del mañana”.

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Yo señalaría que en estos años ha habido importantes avances en el reconocimiento de lo que algunos estudiosos llamarían la igual-dad en la diferencia. En estos años hemos re-gistrado importantes avances en materia de reconocimiento de los derechos de las muje-res, los indígenas, las comunidades afrodes-cendientes, la comunidad LGBTI; en fin, de la puesta en práctica de un proyecto de recono-cimiento y valoración positiva de la diversidad de la Nación colombiana. Diría también que, a pesar de los avances que ha habido en ma-teria de cobertura educativa y aseguramiento en salud, el proyecto constitucional ha fraca-sado rotundamente en sentar las bases para el disfrute efectivo de los derechos sociales, colectivos y medioambientales.

Como nos recordaba Alejandro Gaviria en columna reciente, la inclusión social y la re-ducción de las aberrantes inequidades que existen en Colombia en materia de acceso a activos productivos y generación de ingresos constituyeron la apuesta más ambiciosa de la reforma del año 91. Las esperanzas eran grandes. La enmienda fue el resultado de un proceso sin antecedentes en que tuvieron asiento sectores tradicionalmente margina-dos del ejercicio político: minorías étnicas, sindicalistas, guerrilleros desmovilizados; trabajando codo a codo con los representan-tes más preclaros del establecimiento. Baste recordar que en la presidencia colegiada de la Asamblea trabajaron de la mano Álvaro Gómez Hurtado y quien fuera líder de la gue-rrilla del M-19, que lo había secuestrado en un acto político que sirvió de detonante a la transformación institucional que se inició en esa fecha.

Los resultados en materia social son des-alentadores: los indicadores en materia de concentración del ingreso son los más ma-los del último medio siglo. Colombia se ha convertido en el país más desigual de la América Latina, que es de por sí la región más desigual de nuestro planeta. Tampoco llaman al optimismo las cifras en materia de necesidades básicas insatisfechas (NBI) ni

de cobertura de acueducto y alcantarillado, para mencionar solo los servicios públicos más indispensables.

En el tema del conflicto y de la paz, los resultados tampoco son buenos. Aunque la coyuntura política que hizo posible la refor-ma constitucional abrió las puertas al más exitoso de los procesos de desmovilización y reintegración de antiguos insurgentes, el proceso de paz con el M-19, y a pesar de que la Constitución consagra la paz como un derecho y un deber de todos los colombianos y colombianas, el conflicto interno ha cam-biado de niveles, de geografía, de impacto, pero permanece aún sin visos de resolverse en forma definitiva.

¿Cuáles son las causas del fracaso? ¿Tendrán que ver con la implantación de un modelo económico neoliberal que dejó libra-da al mercado la atención de necesidades que, más que derechos, se convirtieron en mercancías?

Este ensayo busca dar una respuesta a las preguntas planteadas que orientan este encuentro académico. Para hacerlo se cen-tra en el análisis de las profundas transfor-maciones que ha tenido la estructura, las funciones y las formas de acción del Estado, y particularmente el gobierno en su parte téc-nica, esto es, la llamada Reforma de la Ad-ministración Pública o lo que entre nosotros se ha convertido en la incesante “moderniza-ción del Estado”.

Para facilitar la discusión, recurro nueva-mente a una tabla resumen que recoge los planteamientos de dos importantes acadé-micos, los profesores R. A. W. Rhodes y P. Cerny, cuyos trabajos, en su orden, “La ero-sión del Estado: la cambiante naturaleza del servicio público en Inglaterra”, y “La globali-zación y la cambiante lógica de la acción co-lectiva”, constituyen verdaderos parteaguas en el estudio de las profundas transforma-ciones que ha sufrido el Estado en los años recientes, cambios que, en mi entender, ayu-dan a comprender el porqué del fracaso del proyecto constitucional de 1991.

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TABLA 2.El proceso de transformación del Estado contemporáneo y su relación con

las transformaciones económicas

“La erosión del Estado: la cambiante naturaleza del servicio público”.

R. A. W. Rhodes

“La globalización y la cambiante lógica de la acción colectiva”.

P. Cerny

Privatización.Reducción de la propiedad pública sobre las industrias.Reducción de los niveles de empleo público.

Prestación de servicios públicos “orientados al mercado”.La supremacía del mercado.Introducción en la Administración Pública de “competencia y mercados”.Creación de incentivos económicos para los servidores públicos.

Limitación del ámbito y las formas de interven-ción pública.Redefinición de la intervención pública.Nuevos centros de toma de decisiones: CE, Unasur, ALBA, etc.

Distinción entre política y administración.Nuevas formas de responsabilidad política.

Redefinición de las industrias “estratégicas”.La tercera ola de la “revolución industrial”.Nuevas formas de bienes públicos y de activos económicos.

Nuevas economías políticas de escalaposfordismoDownsizing y outsourcing.

Nuevas funciones del Estado.La muerte del Estado de Bienestar.Desregulación y flexibilización. Globalización.

Crisis del Estado weberiano.Limitaciones externas a la capacidad efectiva del Estado.

Para explicar los elementos que caracte-rizan el proceso de erosión del Estado-Na-ción, puestos de manifiesto a través de las transformaciones de que da cuenta la tabla 2, se han utilizado muy diversas hipótesis. A pesar de reconocer la utilidad de muchos de estos análisis que se llevan a cabo a nivel local, nacional o regional, estoy convencido que para profundizar en la comprensión de estos fenómenos, y para incidir en su curso futuro, resulta necesario tomar un poco de distancia con las preocupaciones inmedia-tas, y adoptar una mirada más amplia. Por tal razón, este trabajo toma como punto de partida para avanzar en la comprensión de este inacabado proceso, con sus dos facetas de Globalización y Reforma del Estado, un análisis que parte del nivel externo, esto es, la escala mundial, y el incesante proceso de

acumulación de capital que tiene lugar a es-cala planetaria.

El esfuerzo por hacer un análisis global encuentra fundamento en el sentido común tanto como en bases teóricas. En primer lu-gar, estamos tratando de evitar lo que con-sideramos una de las mayores debilidades de la literatura sobre el tema, esto es que el árbol nos impida ver el bosque. En cuanto a los fundamentos teóricos, podrían resumirse en los siguientes:

I. El sistema capitalista de producción es, desde sus orígenes como capitalismo mercantil en el siglo XVI, un sistema mun-dial. El mismo ha integrado completamen-te todas las áreas geográficas del mundo, así como todos los grupos étnicos, religio-sos, sociales y culturales.

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II. La expresión política por excelencia del sistema capitalista de producción, el Es-tado-Nación liberal y democrático, ha sido adoptado como un modelo universal, aun en los países bajo el gobierno de dictadu-ras brutales.

III. Detrás de su racionalidad totalizadora, el sistema capitalista de producción per-manece tan explotador e irracional como lo fue durante la primera revolución indus-trial y durante el proceso de acumulación primitiva de capital que le antecedió.

IV. Los cambios que tienen lugar “en el dominio político”, tanto a nivel nacional como internacional, no pueden ser ade-

cuadamente entendidos sin dar una con-sideración suficiente a las características de los mencionados procesos.

Una clara advertencia resulta necesaria en este punto: llevar a cabo el análisis gene-ral de procesos complejos y en permanente cambio implica un alto riesgo de sobresim-plificación y generalización, agravado por las limitaciones intelectuales de quien asume la tarea. Todas las críticas que surjan de tales condiciones son bienvenidas. Sin embargo, considero que el riesgo vale la pena y está completamente justificado. ¿Cuáles son en-tonces los procesos que queremos analizar?

ACUMULACIÓN CAP ITAL ISTA A ESCALA GLOBAL

En su recuento sobre el surgimiento y desarrollo del sistema capitalista de produc-ción, Marx y Engels señalaron (Marx y En-gels, 1996, p. 5):

El descubrimiento de América y la circunnavegación del Cabo abrieron un terreno nuevo y fértil para la emergente burguesía. La compañía de Indias orientales y el mercado chino, la coloni-zación de América, el comercio con las colonias, el incremento en los medios de intercambio y las mercancías en general, die-ron al comercio, la navegación y a la industria un impulso nunca antes conocido, y por lo tanto, al elemento revolucionario en la decadente sociedad feudal, esto es la burguesía, un rápido desa-rrollo.

Esta breve referencia plantea la pregunta sobre el papel que en el proceso de acumu-lación capitalista han jugado distintas áreas del mundo, particularmente aquellas que aún hoy se denominan, con algo de sentido pe-yorativo, como el Tercer Mundo. Conviene también no perder de vista el hecho que el sistema capitalista de producción presupone la existencia de dos clases claramente dife-renciadas: la burguesía, dueños de los me-dios de producción (capital dinero, insumos, maquinaria, know-how) y el proletariado, dueños tan solo de su fuerza de trabajo, y por lo tanto obligados a vender esa fuerza de trabajo “libremente” con el fin de subsistir y reproducirse como tal.

A través de este proceso, y de la acu-mulación capitalista de la plusvalía que el mismo implica, el sistema adquiere su pro-pia dinámica: el salario pagado al trabajador representa solamente el tiempo de trabajo socialmente necesario para garantizar su

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subsistencia como individuo y como miem-bro de su clase, y la parte de la jornada la-boral diaria que se extiende más allá de este periodo, y que por lo tanto es impagada, in-crementa los fondos de capital. Pero no es solamente a través de esta plusvalía abso-luta que tiene lugar el proceso de acumula-ción capitalista, sino también a través de la reducción del tiempo de trabajo necesario, y la correlativa alteración de los dos com-ponentes del trabajo necesario-pagado y el innecesario y no-pagado o plusvalía relativa (Marx, 1985, pp. 24 a 42).

Pero este modelo teórico no sirve para explicar el proceso de acumulación de los

medios de producción en las manos de la burguesía, y el correlativo despojo de estos medios de producción de las manos del sier-vo, el aprendiz, el artesano o la comunidad indígena cultivadora. Tampoco explica el pro-ceso de “liberación” de estos trabajadores frente a la opresión de los señores feudales, los maestros de gremio y los jefes tribales tradicionales.

Para encontrar un argumento explicativo es necesario introducir la hipótesis de una forma precapitalista, primitiva u original de capital, tal como se considera a renglón se-guido.

ACUMULACIÓN EN LA ERA DEL CAP ITAL ISMO MERCANTIL

Hacemos aquí referencia a lo que André Gunder Frank (1978a, p. 14) describe como los triángulos comerciales de la economía mercantil. El triángulo comercial asiático, del cual el descubrimiento de América fue un re-sultado accidental, suministraba a Europa, al menos desde el siglo XIII, muy apreciados especies y textiles que eran comercializados con gran rentabilidad. La mayoría de tales bienes eran cultivados o producidos en Asia del este e India y pagados con numerario eu-ropeo.

Después de 1492, el oro y la plata saquea-dos de América Latina, a expensas de “la de-clinación de la población indígena de México de 25 millones a 1,5 millones en menos de un siglo después de la conquista” (Frank, 1978, p. 243), alimentaron este comercio y crearon las bases para su complemento, el triángulo Atlántico. Este proceso también tuvo lugar, con las mismas consecuencias desastrosas, en la economía minera de la plata en Perú y Bolivia, y en la economía del oro de Colombia.

El triángulo Atlántico incluía a África, que suministraba la mercancía humana, los es-clavos, traídos para remplazar la casi com-pletamente extinta población indígena de las Indias occidentales, seriamente disminuida en los forzados trabajos mineros así como en las plantaciones para la producción de algo-dón, índigo, mieles de caña y otros productos tropicales que eran utilizados como insumos de la industria europea.

La dinámica general de este proceso im-plicaba que Europa suministraba los barcos para transportar las exportaciones, muchas de las cuales eran reexportaciones de manu-facturas asiáticas que eran intercambiadas, con ganancia, por la mercancía humana en las áreas de la costa occidental de África. En este caso, una importante parte de las expor-taciones consistía en armas de fuego, utili-zadas por las tribus costeras para esclavizar a sus antiguos o recién creados enemigos. Los esclavos eran subsecuentemente inter-cambiados, con ganancia adicional, en las

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colonias de las Indias occidentales para ser explotados por un periodo promedio de siete años de vida útil en las actividades mineras y en las actividades de plantación.

Las industrias europeas producían, en intercambio, los bienes necesarios para el mantenimiento de los negros esclavos y sus propietarios, así como los bienes de consu-mo y de lujo para los encomenderos espa-ñoles. En esta actividad, las colonias ame-ricanas de Inglaterra jugaron un importante papel como submetrópolis europeas, y tuvie-ron participación sustancial en las ganancias generadas a través de este tráfico mercan-til, una característica que tuvo definidoras consecuencias en su historia posterior. Pero ¿cómo fue que estos triángulos comerciales generaron las condiciones para el desarrollo de la siguiente etapa del proceso de acumu-lación de capital?

Las ganancias obtenidas suministraron una de las más importantes corrientes de acu-mulación de capital en Inglate-rra que sirvió para financiar la revolución industrial… el desa-rrollo del comercio triangular, del transporte marítimo y la cons-

trucción de barcos hizo posible el crecimiento de las grandes ciudades portuarias de Inglate-rra: Bristol, Liverpool y Glasgow ocuparon, como puertos marí-timos y centros de comercio, la posición en la era mercantil que Manchester, Birmingham y She-ffield ocuparían más tarde en la era industrial… lo que el comer-cio con las Indias Occidentales hizo por Bristol, el comercio es-clavo lo hizo por Liverpool… lo que la construcción de barcos para el transporte de esclavos hizo por el Liverpool del siglo XVIII, la manufactura de objetos de algodón y la compra de escla-vos hizo por el Manchester del siglo XVIII (…) (Williams, 1966, p. 52 y siguientes).

O como fue agudamente sintetizado por Marx (1959, p. 760): “La velada esclavitud de los trabajadores asalariados en Europa ne-cesitaba, para su pedestal, esclavitud pura y simple en el nuevo mundo (…) el capital vino al mundo chorreando sangre de cabeza a pies y de cada poro, suciedad”.

LA REVOLUCIÓN INDUSTR IAL Y LA CONSOLIDACIÓN

DEL ESTADO-NACIÓN EUROPEO

La revolución industrial implicó un cambio definitivo en el proceso de acumulación de capital que antes de ella descansaba bási-camente en el intercambio monopolístico de bienes de comercio rentable que eran produ-cidos en lo que constituye hoy en día la pe-riferia del sistema capitalista, intercambiados con ganancia por las manufacturas origina-das en los centros recientemente industria-lizados.

La burguesía, a través del rá-pido mejoramiento de todos los instrumentos de producción, de los inmensamente tecnificados medios de comunicación, [absor-bió] todas, aun las más bárbaras naciones en el proceso de civili-zación. Los bajos precios de sus mercancías son la artillería pesa-da con la cual derrumba las mu-

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rallas chinas, con la cual fuerza los bárbaros, intensamente obs-tinados en el odio a lo extranjero, a rendirse. Ella obliga a todas las naciones, so pena de extinción, a adoptar el modo de produc-ción burguesa; ella nos obliga a introducir aquello que llama la civilización, esto es, a volverse ellos mismos burgueses. En una palabra, ella crea un mundo a su imagen y semejanza (…) la in-dustria moderna ha establecido el mercado mundial, para el cual el descubrimiento de América pa-vimentó el camino. Este mercado ha dado un inmenso impulso al comercio, la navegación, la co-municación por tierra. Estos de-sarrollos a su vez han tenido un importante efecto en la amplia-ción de la industria; y en propor-ción a la industria, el comercio, la navegación, las redes ferrovia-rias se ampliaron, en la misma proporción en que la burguesía se desarrolló, aumentó su capi-tal, y desterró a todas las clases existentes en la edad media (…) vemos entonces cómo la moder-na burguesía es en sí misma el producto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de revo-luciones en los modos de pro-ducción y de intercambio (Marx y Engels, 1996, p. 10).

Esta segunda etapa en el proceso de acu-mulación de capital, con su asociada reno-vación tecnológica, implicó cambios funda-mentales en el modo de producción en las áreas coloniales cuyos efectos permanecen aún hoy, y caracterizan muchas de las so-ciedades del Tercer Mundo. Con su incesan-te transformación de los instrumentos y de relaciones de producción, así como de las relaciones sociales que caracteriza el capita-

lismo moderno, la ciudad se ha convertido en predominante sobre las áreas rurales, resul-tado de la facilitación de la aglomeración de recursos productivos: capital y trabajo. Bajo el capitalismo, las áreas que permanecían geográfica y culturalmente independientes o débilmente integradas bajo diferentes formas de gobierno, de legislación y de tributación, fueron unidas en una gran Nación, un gobier-no, una legislación, una frontera y un arancel aduanero común.

Para fortalecer la creciente provisión de bienes privados, el desarrollo de mercados nacio-nales y los procesos productivos fueron promovidos por Estados que en otros aspectos asumie-ron formas muy diferentes. Esta-dos que, en general, previamen-te habían cumplido solamente muy limitadas funciones socioe-conómicas, asumieron paulati-namente un creciente número de funciones sociales, econó-mica y políticas, particularmente las funciones de estabilización y mantenimiento del orden so-cial, de promoción de la cultura nacional, de establecimiento y defensa de unas fronteras terri-toriales claramente definidas, a la par que una amplia regulación de actividades económicas, y el desarrollo y preservación de un sistema legal para garantizar el cumplimiento de los contratos y la protección de la propiedad pri-vada (Cerny, 1995, p. 603).

A través de la revisión histórica del pro-ceso de acumulación de capital, hemos sido testigos del surgimiento del Estado-Nación europeo, aquel fenómeno político que Cerny describe como “economías políticas de esca-la”, esto es, las matrices históricas particula-res o modelos de imbricación entre lo econó-

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mico-organizacional y lo político-institucional. En este punto, el proceso de acumulación de capital, que generó las condiciones necesa-rias para el surgimiento del Estado-Nación

europeo, habría de tomar un paso adicional en el sometimiento político y económico de las colonias, para lo cual la fuerza militar del Estado jugó un papel preponderante.

CAPITAL ISMO IMPER IAL ISTA Y EL ESTADO-NACIÓN PER IFÉR ICO

La denominada segunda Revolución In-dustrial tuvo su origen en el desarrollo de los sistemas ferroviarios nacionales durante las últimas décadas del siglo XIX, e hizo nece-sario el surgimiento de formas de producción masiva, la aplicación de métodos científicos no solo a los procesos productivos sino tam-bién a las técnicas gerenciales, y la expan-sión de las economías de escala, entendidas como las actividades económicas que mues-tran “mayor eficiencia entre más grande sea el tamaño de la fábrica o del sistema de dis-tribución” (Cerny, 1995, p. 599). En la esfera pública estas economías de escala se refle-jaron en la concepción weberiana de la orga-nización social moderna, y el rol fundamental que dentro de ella debería jugar una extendi-da burocracia política y económica.

En los Estados Unidos, firmas oligopóli-cas surgieron como el núcleo de la nueva in-dustria pesada, al mismo tiempo en que ese país se convertiría en el más grande produc-tor industrial del mundo.

En otros países en proceso de industrialización el Estado asumió un rol directo en man-tener la economía y la sociedad juntas. Este proceso tuvo ocu-rrencia no solo en Europa, y más tarde en Japón, sino en un ám-bito más o menos extendido al-rededor de todos los países del mundo en la medida en que nue-vos Estados buscaban industria-

lizarse. Primero el acero, luego la industria química, de automo-tores, y otras industrias pesadas de gran escala fueron creciendo, generalmente en medio de con-diciones políticas y burocráticas altamente favorables. Central a este proceso fue el crecimiento del capital financiero a gran es-cala (...) (Cerny, 1995, p. 604. Cursivas nuestras).

En esta etapa del desarrollo capitalista se hace visible un agudo contraste entre la rabiosa competencia internacional por adqui-rir nuevas colonias, y la organización mono-polística, y por lo tanto no competitiva, de la producción en el interior de cada Estado-Na-ción metropolitano (Lenin, 1978). Habiendo abolido la competencia interna a través de la progresiva integración de pequeños o me-dianos productores, básicamente orientados al mercado local o regional, incorporados en grandes corporaciones de escala nacional, el proceso de acumulación de capital transfirió su campo de batalla por nuevas formas de ganancia al de la creciente dominación políti-ca y económica de distintas áreas del mundo con el propósito de

(1) ganar posesión inmedia-ta de importantes medios de producción tales como tierras, los bosques nativos, minerales y petróleo, piedras preciosas y

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metales, productos de flora exó-tica tales como el caucho, etcé-tera; (2) liberar mano de obra y coaccionarla para la producción capitalista; (3) introducir una economía mercantil; (4) sepa-rar el comercio y la agricultura y llevar a cabo la sistemática des-trucción y aniquilación de todas las unidades sociales no capita-listas que obstruyen el desarrollo (Luxemburgo, 1964, p. 142).

Este proceso implicó la expropiación de las comunidades indígenas de sus tierras comunales y la destrucción de sus relacio-nes de producción tradicionales que confor-maban la base de su poder social, y su con-secuente monopolización en las manos del Estado metropolitano y sus colonizadores. El mismo produjo una completa transformación en los modos de producción en Asia, Áfri-ca y América Latina, cuyas consecuencias permanecen aún hoy en día. Cambios tan profundos no podían tener lugar de manera pacífica, y por lo tanto estuvieron soportados grandemente en la superioridad militar de los colonizadores.

Pero en este estadio el proceso de acu-mulación de capital implicaba no solamente la dominación militar de regiones y pueblos, sino también el uso de herramientas ideoló-gicas, legales y políticas. Este modelo fue particularmente relevante en América Latina que había adquirido previamente su inde-pendencia política del dominio español. En el nombre de los ideales de igualdad, libertad y fraternidad, maravillosa síntesis del ideario burgués de la Revolución Francesa, las gen-tes que habitaban los virreinatos del imperio español libraron, en las primeras décadas del siglo XIX, sus “guerras de independen-cia”, la mayoría de las cuales fueron apo-yadas financiera, militar e ideológicamente por Inglaterra y Francia. En los campos de batalla de América Latina muchos soldados de la legión británica derramaron su sangre,

íntimamente convencidos de estar luchando por la noble causa de la libertad, cuando en verdad estaban contribuyendo a abrir nuevos mercados para las fábricas de Manchester.

No obstante lo anterior, fue solo hasta me-diados del siglo XIX cuando las condiciones económicas propiciaron y permitieron la radi-cal implantación del modo de producción ca-pitalista, a través de las “reformas liberales”. La abolición del monopolio en el comercio de importación-exportación que había constitui-do una de las fuentes principales de ingresos para el imperio español; la destrucción de la propiedad corporativa de la Iglesia Católica, con la correlativa separación entre la iglesia y el Estado; la introducción de la libertad de creencias, y la destrucción de la propiedad comunal de las comunidades indígenas y su concentración en pocas manos privadas, fre-cuentemente extranjeras, fueron parte de la agenda modernizadora de la “revolución del medio siglo”.

Pero quizás la más devastadora medida de las “reformas liberales” fue la voluntaria y entusiasta adopción del “libre cambio”, que en otros lugares de Europa había sido impuesto por la fuerza. La reducción de los aranceles en Inglaterra, especialmente en el caso de la derogatoria de las leyes del maíz en 1846, representó una de las más impor-tantes victorias de los industrialistas en su lucha contra los terratenientes. Como resul-tado de ese éxito, la política de libre cambio se convirtió en una ley científica natural, cuya aplicación fue intensamente promovida en América Latina a mediados del siglo XIX, a expensas de la industria nativa, y 150 años después es uno de los elementos centrales del proceso globalizador.

El dualismo económico, caracterizado por la coexistencia de un sector moderno mo-noexportador que suministra café, algodón, carne, azúcar, cobre, caucho, petróleo, etc., para el mercado mundial, y un sector tradi-cional y atrasado de economía de subsis-tencia, que ha sido señalado por la ciencia económica imperial como la causa del sub-

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desarrollo, no es más que la consecuencia del modelo de inserción de estas regiones del mundo en la economía capitalista mun-dial (Hunt, 1989, p. 49 y siguientes). Este proceso fue también el origen de la poderosa y permanente dependencia que existe entre las burguesías periféricas y sus contrapartes metropolitanas. El papel que en este proceso jugaron los nacientes Estados-Naciones fue fundamental:

Uno de los factores que ex-plican el rol predominante del Estado en América Latina es precisamente la necesidad de ajustar, ordenar y mantener re-cíprocamente en equilibrio los heterogéneos y divergentes ele-mentos que constituyen el desa-rrollo desigual y combinado… el Estado asume la orientación, es-tructuración y funcionamiento de la actividad económica y del sis-tema social para hacer posible y asegurar la operación exitosa del modelo de desarrollo depen-diente… el sector productivo pri-mario exportador es mantenido bajo el control del Estado… la disponibilidad de recursos pro-ductivos para los sectores ex-portadores agrícolas y mineros es preservada y expandida… la propiedad es inviolable… el Es-tado asume la responsabilidad de ampliar las fronteras nacio-nales hacia espacios abiertos o habitados por comunidades indí-genas… una de las responsabi-lidades más importantes del Es-tado en este nivel de desarrollo es precisamente la de impedir el acceso a las comunidades indí-genas y criollas, y a los trabaja-dores inmigrantes, a medios de producción de su propiedad… el Estado contribuye a la acumula-

ción de capital doméstico y para ciertos propósitos busca atraer fondos de inversión extranje-ros… el Estado construye y ope-ra obras y servicios públicos… u otorga concesiones, garantías, subsidios y otros incentivos a compañías extranjeras que a tra-vés de estas figuras aseguran su rentabilidad… los beneficios de esta intervención estatal llegan a los terratenientes, comerciantes, inversionistas, especuladores, intermediarios y abogados de las grandes compañías (Kaplan, 1969, p. 169).

Aún hoy en día es posible apreciar las consecuencias que en la geografía social generó este modelo de “desarrollo del sub-desarrollo”:

Para extraer estos materiales de América Latina (productos agrícolas y minerales) y para la introducir el equipamiento y bie-nes de consumo, las metrópolis estimularon la construcción de puertos y redes ferroviarias, y asumieron la prestación de los servicios a través de las llama-das utilidades públicas. [Paradó-jicamente] La red ferroviaria y la red eléctrica, lejos de tener for-ma de red, eran y son aún hoy en día un sistema en forma de rayo que conecta las zonas interiores de cada país, y muchas veces de varios países, con el puerto de entrada y salida, el cual a su turno estaba conectado con la metrópoli (Frank, 1978a, p. 168).

Esta era imperialista implicó igualmente para la América Latina un cambio fundamen-tal de su centro metropolitano de Inglaterra a los Estados Unidos. El presidente colombiano

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Marco Fidel Suárez reconoció lo irresisti-ble y lo urgente de este cambio en los años 1920 cuando proclamó su política exterior de “Respice Pollum”, esto es, la necesidad de mirar hacia la ascendente estrella del Norte.

El ascenso de los Estados Unidos al estatus de poder mun-dial del siglo XX siguió un camino diferente a aquel de los poderes europeos. Las colonias resulta-ron esenciales para los poderes europeos en proceso de indus-trialización, y sirvieron para trans-ferir los excedentes de bienes de capital, y para la emigración que alivió las presiones originadas en la pobreza y superpoblación. La cuestión colonial fue esencial-mente vista como un asunto de encontrar salidas, y la política colonial fue una hija de la polí-tica industrial. En el caso de los Estados Unidos, aunque el de-seo expansionista de la nación estuvo confinado a las vastas extensiones de Norteamérica (a expensas de la aniquilación de la población indígena, agregamos nosotros), su crecimiento indus-trial estuvo acompañado por el concomitante agrandamiento de su mercado interno determina-do en buena medida por un flujo continuo de mano de obra inmi-grante (Alcalde, 1987, p. 1. Itáli-cas agregadas).

En todo caso, esta tendencia al “aislacio-nismo” de los EE. UU. no le impidió “sobreex-pandir” su mercado interno incorporando por la fuerza los vastos territorios de California, Texas y Nuevo México, ni impidió la conquis-ta militar de las Filipinas y Puerto Rico. Los intereses estratégicos, financieros y comer-ciales, que constituyeron las fuerzas motri-ces del proceso, permanecieron ocultos bajo la apelación a la expansión de la “civilización occidental” y a la “promoción de la libertad”, una clara muestra del discurso ideológico con el cual todos los imperios han justificado sus saqueos.

La política imperialista convirtió a la América Latina en el patio trasero de los Estados Unidos, como se pone de presente en la larga cadena de intervenciones políti-cas y militares, directas e indirectas, con su consecuente violación al principio de la so-beranía estatal y la autodeterminación: Pa-namá en 1902, El Salvador y Nicaragua en los años treinta, Guatemala y Cuba en los cincuenta, la República Dominicana en los sesenta, Chile en los setenta, Granada en los ochenta y la política de lucha contra las drogas, la ley Helms Burton en los noventa y la guerra total contra el terrorismo en la hora actual.

Por supuesto, muchas de esas interven-ciones fueron llevadas a cabo con el entu-siasmo, consentimiento y apoyo de la “bur-guesía nacional”, siempre lista a renunciar a los principios del orden liberal democrático con el fin de proteger sus intereses econó-micos.

EN EL RE INO DE LO POL ÍT ICO

Hasta este punto hemos tratado de pre-sentar una vista general del surgimiento del Estado-Nación, tanto en el centro como en la

periferia del sistema mundial (Frank & Gillis, 1966; Amin, 1996), así como señalar “su de-sarrollo simbiótico con el capitalismo, la tec-

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nología militar y la democracia” (Dunleavy & O’Leary, 1987, p. 3). Igualmente hemos he-cho referencia al papel que el Estado-Nación ha tenido en el proceso de acumulación ca-pitalista. Debemos ahora abandonar este en-foque “economicista” para concentrar nues-tros esfuerzos en el análisis del moderno Estado-Nación en sus manifestaciones más “políticas”, teniendo en cuenta que “tanto en el moderno sistema político doméstico como en el sistema internacional, el Estado ha sido

un escenario dentro del cual ha tenido lugar la acción colectiva, así como un actor que ejerce poder estructural y relacional por sí mismo” (Cerny, 1995, p. 595).

Con el fin de comprender el Estado y sus funciones, concentraremos nuestra investi-gación en el rol fundamental que el mismo cumple en el mantenimiento del orden social, considerando las instituciones y formas de acción que tienen los mayores efectos esta-bilizadores.

LA AMENAZA DE D ISRUPCIÓN

La importancia de la función estabilizado-ra del Estado surge de manera natural de la división de clases que caracteriza a la socie-dad capitalista. La historia política de Euro-pa durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX está marcada por las luchas del movimiento obrero que actuaba bajo la dirección de distintas organizaciones de orientación socialista o anarquista. La his-toria registra, con esperanza para algunos y con horror para otros, la experiencia de la Comuna de París de 1870, que representó “la primera auténtica revolución obrera y el prototipo de lo que debería ser la ‘dictadura del proletariado, aquella etapa transicional de un Estado obrero fuerte que debería exis-tir entre la destrucción del dominio capitalista y la eventual abolición de todas las divisiones de clase bajo el comunismo avanzado” (Dun-leavy & O’Leary, 1987, p. 208).

Después de 1870 las ideas marxistas co-menzaron a tener una gran influencia en el pensamiento socialista europeo. Como reac-ción a todo el descontento social y la ines-tabilidad política que tales ideas expresaban y propiciaban, los Estados-Nación europeos desarrollaron medidas que combinaban for-mas abiertas de represión con fórmulas de

integración social y política, dependiendo de la correlación de las fuerzas antagónicas dentro de cada sociedad.

Una de las primeras medidas “integrado-ras” fue la regulación de las condiciones de trabajo, una respuesta al riesgo de que una competencia incontrolada entre capitalistas, y la consecuente sobreexplotación de la fuer-za de trabajo, pudiera arruinar la capacidad productiva de los trabajadores y reducir su capacidad para absorber los productos fabri-cados por la industria.

En la Inglaterra del siglo XIX las leyes sobre producción fabril que regularon las condiciones de trabajo fueron una respues-ta a las percibidas deficiencias en la manera en la cual los pro-pietarios de las fábricas organi-zaron los procesos productivos. Cuando se llamó la atención sobre la existencia de dañinos y riesgosos ambientes de trabajo, el Estado intervino para reducir el entusiasmo ilimitado de los empresarios, y para introducir algunas medidas de producción

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para los trabajadores industria-les (Ham & Hill, 1984, p. 25).

Estas formas incipientes de intervención del Estado implicaban el reconocimiento de la inaplicabilidad de la fórmula liberal del laissez faire-laissez passer, y dejaron abier-ta la pregunta que aún subsiste: ¿es posible entender estos cambios como medidas so-lidarias para el mejoramiento social, o sim-plemente como fórmulas que buscan relegi-timar un sistema económico inherentemente injusto?

La amenaza al sistema que surgía del clima político de inestabilidad de finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX ad-quirió concreción cuando el débil régimen parlamentario que sucedió al colapso del régimen zarista fue derrocado por la revolu-ción bolchevique en 1917. En lo que consti-tuye una paradoja histórica mayor, la primera revolución socialista tuvo lugar en la atrasa-da y mayormente preindustrial Rusia. Y es que, dado “el énfasis de Marx y Engels en la determinación de los eventos políticos por el cambio económico, y el rol histórico del proletariado que ambos enfatizaron como prerrequisitos para una revolución socialis-ta, forzoso era pensar que ella ocurriría ini-cialmente en una de las más industrializa-das economías de Europa, como Inglaterra, Francia o Alemania, países donde la clase trabajadora era mayoritaria numéricamente y registraba altos niveles de organización” (Dunleavy & O’Leary, 1987, p. 213).

Pero la guerra imperialista que había de-bilitado el régimen zarista también destruyó el internacionalismo socialista prevaleciente en Europa del siglo XIX, en la medida en que cada partido nacional dio respaldo a su pro-pio gobierno. Y aún más: la revolución bol-chevique dividió los partidos socialistas en dos campos crecientemente opuestos: los partidos socialistas que rechazaron las tácti-cas insurreccionales, enfatizando la esperan-za de una transición pacífica al socialismo, y los partidos comunistas que se adaptaron

a la línea oficial del socialismo soviético. En este proceso:

El régimen bolchevique elimi-nó progresivamente la libertad de prensa, luego los partidos políticos burgueses y más tar-de todos los partidos políticos socialistas. El poder del Estado fue centralizado en las manos del Comité Central del Partido Comunista, una poderosa po-licía secreta fue establecida, y los consejos de obreros fueron reducidos a la mera tarea de no-tarios (…) después de la muerte de Lenin, las purgas estalinistas por el liderazgo político fueron seguidas por una inmensa ex-tensión del control burocrático de la economía y el agresivo programa partidario de industria-lización forzosa y de colectiviza-ción de la agricultura soviética fue llevado a cabo al costo de innumerables vidas (Dunleavy & O’Leary, 1987, p. 214).

En el marco de una sociedad objetivamen-te más industrializada y tecnológicamente más avanzada, y en vista de la impresionante capacidad del sistema capitalista de produc-ción de generar abundancia material, el mar-xismo soviético, con sus características de brutalidad –el Gulag y la Nomenclatura– te-nían muy poco que ofrecer a los trabajadores de los países más desarrollados de Europa. Las plataformas socialdemócratas y euroco-munistas adquirieron una base objetiva. La política de “detente” comenzó a desarrollarse sobre la base de muy serias preocupaciones sobre la seguridad nacional. Cualquier crisis que afectara al sistema capitalista de produc-ción podría surgir solamente de sus contradic-ciones inherentes, y la respuesta a ellas impli-caría necesariamente un cambio fundamental en el patrón de acumulación de capital.

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EL ESTADO DE B IENESTAR: UN CONSENSO RELEGIT IM IZANTE

En el contexto de la intensa competición entre dos sistemas socioeconómicos y po-líticos opuestos, característica de los años treinta, tuvo lugar una de las más importan-tes transformaciones del Estado-Nación: el surgimiento del Estado de Bienestar y de su contraparte económica, el keynesianismo.

Fundamentado en la hipótesis de que la competencia capitalista llevaría el nivel de salarios pagados al proletariado a niveles ex-cesivamente bajos, impidiéndoles mantener un adecuado nivel de consumo, y por ende creando un importante volumen de produc-ción no vendida con su consecuente reduc-ción de la inversión y la demanda de fuerza de trabajo, un círculo vicioso que llevaría a la recesión, Marx predijo el surgimiento de una crisis terminal del capitalismo no muy di-ferente de la experimentada luego del shock del mercado de valores de Nueva York en 1929.

Partiendo de las mismas premisas, “pri-mero Kalecki y luego Keynes identificaron el papel de la demanda efectiva en la determi-nación de la producción agregada y los nive-les de empleo. La sugerencia de que los es-fuerzos por incrementar los niveles de ahorro durante una recesión podrían exacerbar la espiral decreciente de producción y empleo, y que el incremento del gasto público durante una recesión podría ser más una virtud que un vicio, fueron en verdad profundamente in-novadores” (Hunt, 1989, p. 25).

Esta política anticíclica fue incorporada en el New Deal de Roosvelt, aun antes de que adquiriera una formulación teórica completa, y se convirtió en el paradigma económico do-minante después de la Segunda Guerra Mun-dial. Esta política heterodoxa abogaba por la creación de trabajos económicamente impro-ductivos con el fin de mantener la demanda efectiva; de incrementar la intervención del

Estado-Nación para promover y mantener la producción masiva de gran escala; la re-gulación y planificación de la economía; la idea de que el Estado debería financiar sus actividades a través de presupuestos públi-cos que cubrieran no solamente los gastos necesarios para la preservación del orden social (defensa, policía y justicia), sino tam-bién los destinados a reducir los costos de producción (vivienda, salud, educación) así como los que tienen como propósito mejorar el nivel de vida de los trabajadores.

En el nuevo Estado de Bienestar, el in-terés de la burguesía en la supervivencia y fortalecimiento del sistema capitalista de producción coincidió con el interés de los trabajadores por mejorar sus condiciones de trabajo y su estándar de vida. Fueron estos los elementos objetivos que hicieron posible la construcción y operación de ese consenso político que dio estabilidad al Estado-Nación europeo, estabilidad solamente analizada de manera transitoria por la aparición en los años sesenta de un movimiento estudiantil radical, del sindicalismo militante, y de las luchas y conflictos propios del crecimiento urbano (Dunleavy & O’Leary, 1987, p. 216).

Este esfuerzo relegitimante y estabiliza-dor fue en buena medida financiado a través del intercambio desigual, sobre la base de valores de valores equivalentes,

entre las metrópolis y sus ex-colonias (característico del pro-ceso acumulación de capital) al menos del siglo XIX, esto es, a través de los precios del merca-do que sobrevaloran los produc-tos elaborados con altos salarios y su valor en la reducción que se lleva a cabo con bajos sala-rios, y por lo tanto contribuye a la

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acumulación de capital y el de-sarrollo de aquellos a expensas de la descapitalización y subde-sarrollo de estos (Frank, 1978a, p. 12).

La en apariencia ilimitada capacidad del sistema económico y político de suministrar crecientes cantidades de mejores bienes y servicios, tanto a través de los mercados como de la producción jerárquica, a través de empresas públicas o privadas, convirtió al Estado de Bienestar en la herramienta más adecuada para pacificar los conflictos sociales derivados de la injusticia inheren-te al sistema de producción capitalista. “La productividad y el crecimiento potencial de este sistema estabiliza la sociedad y limita el progreso tecnológico dentro del marco de la dominación. La racionalidad tecnológica se [convierte así] en racionalidad política” (Mar-cuse, 1968, p. 16).

No sorprende entonces que, como seña-lan Dunleavy y O´Leary:

Pocas áreas del conflicto po-lítico moderno se llevan a cabo en un vocabulario explícito de clase (…) el material del debate y la movilización político son a la vez más amplios y más estre-chos. Muchos conflictos pueden en verdad ser plausiblemente interpretados como dimensio-nes de un fundamental choque de clases: los conflictos sobre salarios, vivienda, desempleo y seguridad social, están ínti-mamente ligados a la condición de clase de las personas. Sin

embargo, otros conflictos funda-mentales (religiosos, étnicos, de género, territoriales, de defensa y asuntos exteriores), al igual que los conflictos económicos entre personas que hacen parte de una misma clase, no encajan dentro de las categorías marxis-tas estándar (1987, p. 224. Itáli-cas nuestras).

Frente a este enunciado, solamente po-dríamos adicionar que en muchos casos los conflictos sociales y políticos que no parecen encajar en un concepto estricto de lucha de clases son simplemente la expresión de di-visiones superpuestas en el interior de una sociedad cumulativamente dividida a lo lar-go de características como la etnia, el origen regional, nivel educativo, capacidad produc-tiva, salario, lugar de vivienda, espacios de socialización, entre otros. La aparente acep-tación y ausencia de conflictos en el capita-lismo avanzado es en buena parte el resul-tado de todas las dificultades que enfrenta la población más débil y marginal para llevar a cabo una efectiva movilización política.

El Estado de Bienestar, y más reciente-mente el Estado de Guerra, son los elemen-tos claves para entender el surgimiento de este sistema hegemónico en lo social, lo po-lítico y lo económico en el cual estamos vi-viendo. Después de la Segunda Guerra Mun-dial, la humanidad ha tenido que enfrentar “la amenaza de una catástrofe atómica que po-dría borrar toda traza de la especie humana y que a su vez sirve para proteger las mismas fuerzas que perpetúan esta amenaza”, como sugestivamente lo señala Marcuse en la intro-ducción de su Hombre unidimensional (1968).

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LOS OR ÍGENES DE LA CR IS IS ,UN MODELO NO VIABLE

El Estado de Bienestar y las políticas key-nesianas implicaban un cambio mayor en el proceso de acumulación capitalista, llama-do a tener impacto en su viabilidad y en las fuentes de su legitimidad.

La creciente intervención del Estado en la economía debili-ta la ideología del intercambio justo que gobierna las transac-ciones de mercado (…) la “po-litización” de la distribución del ingreso a través de la creciente intervención del Estado en políti-cas fiscales y políticas de ingre-sos significa que la desigualdad de ingresos y salarios dejan de ser características “naturales” de la economía de mercado, o relacionadas en alguna forma sistemática a los “logros” de los trabajadores individuales o de los gerentes en su contribución al éxito de las firmas u organi-zaciones (Dunleavy & O’Leary, 1987, p. 267).

Pero las políticas económicas keynesia-nas y el Estado de Bienestar no solamen-te implicaron un claro reconocimiento de la injusticia inherente al sistema capitalista de producción, sino que también crearon, como lo predijo Kalecki, nuevas formas de crisis económicas. La regulación económica y el pleno empleo fortalecieron la capacidad ne-gociadora de los trabajadores en los países industrializados. Para mantener la operación del sistema fue necesario introducir políticas fiscales, monetarias y del gasto que iniciaron o exacerbaron procesos inflacionarios. Las crisis económicas se convirtieron en el resul-tado del “exprimir ganancias”, y la competen-

cia internacional se convirtió en una fuerte restricción a la posibilidad de incrementar los precios de los productos al mismo tiempo que sindicatos militantes exigieron mayores salarios, dado que la disciplina del desem-pleo había sido removida.

En la arena política, como lo describió Elcock (1991), desde los años sesenta la preocupación académica y pública de incre-mentar la responsabilidad de los funcionarios frente a sus representados, como método para proteger el ambiente democrático, coin-cidió con el reconocimiento de que al menos desde los años cincuenta Inglaterra y otros países avanzados estaban obteniendo un pobre desempeño industrial y económico, agravado por el inesperado auge en los pre-cios del petróleo después de 1972. La “socie-dad afluente” no resultaba un modelo viable.

Las críticas al Estado de Bienestar desde la derecha del espectro político enfatizaban que las crisis económicas estaban fuerte-mente relacionadas con, y en la mayoría de los casos causadas por, la ineficiencia de las entidades públicas comparadas con las fir-mas privadas; y la ceguera del proceso de toma de decisiones del sector público com-parado con el más “sensitivo” sistema pro-porcionado por los mercados.

El carácter auto-limitante y crecientemente intervencionis-ta de muchos de los programas contemplados en las políticas públicas, implicaban una ten-dencia al crecimiento del Esta-do que debía ser financiado con creciente endeudamiento. Jun-tos disparaban mayor inflación, restringiendo las posibilidades de inversión privada en los mer-cados de capitales, incremen-

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tando los niveles de tributación y reduciendo los incentivos al em-prendimiento y el trabajo duro, y por lo tanto dañando crecien-temente la capacidad del país para generar crecimiento eco-nómico. Desde esta perspectiva, las tendencias a las crisis eco-nómicas se ponen de presente a través de una economía “es-tanflacionaria”, donde las tasas de crecimiento se reducen a lo insignificante, los estándares de vida y de ahorro son erosiona-dos por los precios y la inflación, a la vez que simultáneamente la reducción en la rentabilidad de los negocios reduce los incenti-vos para la inversión privada y condena sucesivamente a gran-des proporciones de la fuerza de trabajo al desempleo y la depen-dencia de los subsidios del Es-tado (Dunleavy & O’Leary, 1987, p. 128).

Pero las preocupaciones se extendían más allá de lo puramente económico, para abarcar lo que ha sido descrito como la crisis moral de las sociedades avanzadas. En este punto el argumento, particularmente como lo expresaron Von Hayek y otros autores de la escuela austriaca de economía, y sus contra-partes en la escuela estadounidense de los Chicago Boys, es que la creciente interven-ción del Estado es una amenaza fundamen-tal a las libertades que constituyen el funda-mento de una sociedad democrática.

Entre los muchos valores que están sien-do erosionados por este “Leviatán moderno” se citan frecuentemente “el protestantismo, el respeto tradicional por la ley, la autoridad, y las tradiciones civilizadas” que resumen los resultados de un proceso de aprendizaje de las sociedades; al igual que un amplio es-pectro de prohibiciones en contra del deseo de examinar muy cercanamente la raciona-

lidad del orden social existente, de las ins-tituciones políticas y económicas, al menos mientras ellas funcionen razonablemente bien. Además, el Estado de Bienestar y sus políticas estimulan la dependencia entre los beneficiarios de los servicios y receptores del pago de subsidios. Y aún más allá, simul-táneamente implica la coerción tanto de los beneficiarios como de los ‘pagaimpuestos’ forzados a cubrir los crecientes costos de la intervención. Todas estas críticas han surgi-do en el contexto de la

(…) tercera revolución indus-trial, caracterizada por la inten-siva aplicación de la tecnología de la información y las comuni-caciones; los sistemas flexibles de producción y las estructuras organizacionales igualmente flexibles; la segmentación de los mercados, y la globalización (…) [En esta etapa del proceso de acumulación capitalista] la diferenciación al interior de los procesos productivos y a tra-vés de la segmentación de los mercados ha contribuido a este reciente cambio, como lo ha he-cho la globalización del sistema financiero, que ha aumentado la brecha entre el capital financiero y el Estado. En este contexto, las capacidades institucionales para el control político, la estabiliza-ción, la regulación, la promoción y la facilitación de las actividades económicas han sido fuertemen-te fragmentadas y debilitadas (...) (Cerny, 1995, p. 607).

Este es el contexto en el que opera ac-tualmente el Estado-Nación –de Bienestar y de guerra– y que limita enormemente su ca-pacidad para suministrar bienes y servicios productivos o distributivos. A tales constreñi-mientos se une el hecho de que en el mundo

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posterior a la Guerra Fría muchas industrias, como el acero, los químicos, las redes ferro-viarias, los vehículos de motor, las aerona-ves, la construcción de barcos y la energía básica, han perdido por completo su carácter de estratégicas.

Los límites externos a la efec-tiva acción del Estado en este ambiente son normalmente en-tendidos como la necesidad de promover un clima relativamente favorable a la inversión al capi-tal trasnacional (…) a través del suministro de un relativamen-te limitado espectro de bienes y servicios que mantienen una escala nacional o subnacional (...) [al igual que la incidencia en] factores potencialmente manipulables [que] incluyen: el capital humano (las habilida-des, experiencia, educación, entrenamiento de la fuerza de trabajo); la infraestructura (des-de el transporte público hasta las avenidas para las tecnolo-gías de información); el apoyo a una masa crítica de actividades de investigación y desarrollo; los servicios públicos necesa-rios para una buena calidad de vida para aquellos que trabajan en los niveles medios y altos de firmas y sectores económicos transnacionalmente móviles, y

el mantenimiento de una política pública favorable a la inversión (y a la realización de ganancias) por tales compañías, bien se trate de empresas domésticas o de propiedad extranjera (Cerny, 1995, p. 611).

En el campo de los bienes públicos de carácter redistributivo, la globalización ejerce una presión cada vez mayor para reducir los salarios y “flexibilizar” las prácticas de trabajo en el contexto de un sistema capitalista mun-dial completamente integrado, en el cual aún lo que subsiste del ‘mundo socialista’ lucha por participar a través del ‘socialismo de mer-cado’. La disponibilidad de un ejército indus-trial de reserva conformado por millones de trabajadores de los países del Tercer Mundo, ansiosos de ganar por lo menos un ingreso mínimo de subsistencia, debilita la capacidad negociadora de los trabajadores de los paí-ses industrializados, como se hace evidente en los crecientes y políticamente controla-bles niveles de desempleo. La disciplina del desempleo ha sido restablecida.

La necesidad de mantener un clima ma-croeconómico favorable, en el cual las cor-poraciones transnacionales puedan generar más y más ganancias, reduce la capacidad del Estado de llevar a cabo políticas com-pensatorias y para emprender programas sociales, que no resultan económicamente necesarios y carecen de apoyo político en una sociedad en la cual el poder económico, social y político conviven hombro a hombro.

ADIV INAR EL FUTURO.A MANERA DE CONCLUS IÓN

El proceso de acumulación de capital se ha consolidado históricamente en el marco de, y en una relación dialéctica con, el Esta-

do-Nación liberal y democrático. Los cambios contemporáneos en la dinámica económica han constreñido fuertemente la capacidad de

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esta superestructura política de garantizar la continuidad del proceso. Instituciones supra-nacionales y subnacionales surgen como es-cenarios más adecuados para este proceso incesante de acumulación.

Nuevas tendencias económicas y políti-cas han surgido en los últimos 30 años, y la convergencia de los intereses dominantes y de sus justificantes ideológicos han señalado la muerte del “Estado de bienestar”, resulta-do de ese consenso interclases que por dé-cadas dio estabilidad y legitimidad al sistema capitalista de producción en los países alta-mente industrializados.

A pesar del alto grado de integración po-lítica y de la carencia de una conciencia de clase entre los trabajadores de las socieda-des más afluentes, un resultado de la im-plementación del Estado de Bienestar y del cierre de las alternativas económicas, socia-

les y políticas adquirió el lugar del “Estado de guerra”. El desmantelamiento del Estado de Bienestar no será proceso no contencioso como nos lo ponen de presente las manifes-taciones de los indignados en España, las huelgas generales en Grecia o el movimiento estudiantil contestatario en Chile.

La ideología de la nueva derecha, síntesis perfecta y herramienta útil de los intereses transnacionales dominantes, ha producido un gran impacto en la conformación del Es-tado contemporáneo y ha marcado las ten-dencias futuras de la política pública y la ad-ministración.

En las áreas periféricas del sistema capita-lista mundial donde el Estado-Nación y el Es-tado de Bienestar permanecen como propósi-tos no realizados, el impacto de las tendencias contemporáneas de cambio económico y polí-tico ha tenido efectos devastadores.

TABLA 3.Algunos rasgos de la reforma del Estado en Colombia hoy

1. Debilita las herramientas de manejo macroeconómico y las sustituye por la “teología del mercado”.

2. Renuncia a la industrialización, capaz de generar empleo productivo, y se conforma con la explotación “irracional” de recursos naturales no renovables, a costa de la des-trucción medioambiental.

3. Renuncia al propósito de garantizar la seguridad alimentaria o el pleno empleo.

4. Renuncia a las políticas sectoriales, a los sectores estratégicos, al equilibrio regional en el crecimiento, y permite que se exacerben las brechas sociales.

5. Sustituye los impuestos progresivos y el gasto focalizado por los incentivos fiscales y la confianza inversionista.

6. Acentúa el “dualismo” económico y el apartheid social.

7. Remplaza la política social por la política criminal de más cárceles, más penas, más vigilancia y, cuando la cosa se sale de las manos, más ejército.

8. A la libre competencia en el mercado “económico” la complementa con el “monopolio” en el mercado político: Republicanismo y “Unidad Nacional”.

9. Desmantela las instituciones, particularmente en el campo social y medioambiental: Mintrabajo, Minambiente, ISS, Red Hospitalaria Pública, Educación Pública.

10. Intenta apagar el incendio con gasolina.

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¿Será que los efectos de estas políticas neoliberales pueden generar una nueva di-námica de inestabilidad e inquietud social y política en los países más avanzados del capitalismo? ¿O será que la posibilidad de un cambio cualitativo en las formas de or-ganización económica, social y política sur-girá de las áreas periféricas y más depau-peradas del sistema económico mundial? ¿Ocurrirá que, como lo profetizó Phanon, el comienzo de la “historia de la humani-dad” será la obra de los “desheredados de la tierra”? ¿Y será que el débil Estado co-lombiano –clientelizado, corrompido hasta

la médula, nunca consolidado en las áreas de frontera agrícola en expansión, incapaz de ejercer el monopolio en el ejercicio legí-timo de la fuerza, de impartir justicia y de proteger la vida de sus habitantes– encon-trará el camino para solucionar el prolon-gado conflicto interno y cimentar la paz y la convivencia?

No existe aún una clara respuesta a es-tas preguntas. Podemos tan solo señalar la urgencia de llevar a cabo nuevas investiga-ciones con el propósito de mejorar nuestra comprensión de los procesos, e influir en su desarrollo.

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LA POL ÍT ICA AMBIENTAL EN LA APERTURA: ENTRE EL MERCADO Y LA GESTIÓN DEL ESTADO

ENVIRONMENTAL POLICY IN THE OPENNESS: BETWEEN MARKET AND STATE MANAGEMENT

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* Docente investigador del Programa de Economía de la Universidad Piloto de Colombia.

RICARDO LANDÍNEZ LEÓN*

En tanto el sistema económico sea concebido como “máquina” de pro-ducción, el ecosistema (la natura-

leza) es un recurso para explotar indefinida-mente. No se fomenta el bienestar integral de la humanidad y el ecosistema pierde.

Todas las políticas que se deriven de un modelo económico como tal tenderán a estar asociadas a una visión funcional instrumen-tal del ambiente. En ese orden de ideas hay que considerar el enorme peso que ha tenido la concepción de la naturaleza para la racio-nalidad occidental, de la cual hacemos parte y de donde surge el sistema capitalista. Aquí,

la naturaleza es un recurso a explotar y al servicio de la producción. El hombre se es-cinde y se coloca por encima de aquella. La economía clásica, pero sobre todo la neoclá-sica, reduce a la naturaleza a un simple bien de intercambio con un precio en el mercado según la demanda de recursos naturales que haya. Los efectos e impactos sobre la bios-fera no se consideran y, en el fondo, es una mirada de corto plazo. Se niega que la activi-dad económica es tan solo un subsistema de un gran sistema (la biosfera). Los bienes se transan como mercancías y el objetivo es el crecimiento… de las empresas.

CONSTRUCTO TEÓRICO E IDEOLÓGICO

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Por supuesto, esta visión ontológica del mundo repercute necesariamente en la de-finición de la orientación económica de una sociedad y en general en todos sus campos, incluyendo, claro está, lo ambiental. La lucha de intereses de los grupos es también una lu-cha de ideas y teorías. Lo ambiental pasa por esto mismo y de ahí los ingentes debates so-bre conceptos como el desarrollo sostenible, economía ambiental, economía ecológica o ecosocialismo.

Particularmente, cuando la crisis am-biental se empieza a hacer evidente y no es posible seguir eludiéndola y aparecen los informes del Club de Roma y Brundtland, el llamado a los Estados para que implementen las acciones necesarias en aras de proteger la naturaleza, surgen dos tendencias frente a la política ambiental: de una parte la lla-mada gestión ambiental de Estado y la que se conoce como la conservación y aprove-chamiento racional de los recursos naturales (Becerra, 2009).

En la gestión ambiental del Estado se vis-lumbra una visión que recoge las posturas que defienden el ambiente y surge la soste-nibilidad ambiental como noción en que, con diferentes matices, la política se orientaría a proteger de la destrucción o degradación de los ecosistemas (Becerra, 2009). La activi-dad económica se regularía mediante instru-mentos de diversa índole, de manera tal que sea respetuosa con el ambiente.

De otra parte, la visión de conservación y aprovechamiento racional de los recursos naturales asume “explotar racionalmente” esos recursos como un medio para asegu-rar un flujo continuo de sus productos y, en su esencia, aún subyace en la orientación de muchas de las políticas públicas, mantenien-do su vigencia y estando en conflicto con la orientación propiamente ambientalista (Be-cerra, 2009).

Se deduce que las políticas ambientales vienen precedidas de uno u otro de estos enfoques, así como los modelos económicos en los que están contenidas. Por ejemplo,

en el primer enfoque caben modelos donde lo público tiene incidencia en el mercado, el cual es regulado; se consideran los bienes públicos, en consecuencia, fuera de la órbita del mercado típico neoclásico. En el segundo todo se rige por la mano invisible del merca-do, es susceptible de compra y venta y por tanto de explotación.

Por ello, como dice Becerra (2009), el en-foque de la gestión ambiental del Estado se encuentra en la declaración de Estocolmo e incidirá en la construcción del código de re-cursos naturales renovables y la construc-ción del ambiente. Así, la política pública am-biental tendrá una mayor o menor incidencia de uno de estos enfoques, y el caso colom-biano no es ajeno a esta disputa en la arena de lo público y lo privado cuando se trata de la imposición de políticas públicas.

A propósito, el Estado debería estar a la vanguardia de identificar y guardar las debi-das acciones para la gestión de los bienes públicos, pero, como dice el texto (p. 36), es la concepción difundida de un bien público lo que genera al Estado la capacidad de pro-veerlo o tutelarlo. Eso no está mal en sí mis-mo, pero indica que hay una posición pasiva.

Bajo estas condiciones, es un modelo económico que se impone y donde todo es susceptible de caer en “propiedad privada” para su explotación económica. Cabe pre-guntar si los llamados bienes públicos real-mente se protegen en aras de la sostenibi-lidad integral o no. (Por ejemplo, se expiden licencias o se cobran tasas impositivas). Cuando no se relacionan todos los factores en un marco ecológico cultural, no hay soste-nibilidad (Miranda, 2010, p. 11). Las políticas ambientales, en tanto exista este principio, tenderán a ser ambiguas con marcado énfa-sis en el fortalecimiento de grupos de interés. En relación con los enfoques descritos, impli-caría una presencia fuerte del enfoque eufe-místicamente llamado “explotación racional de los recursos”.

Los recursos naturales deben conside-rarse como un bien público. ¿Quién provee

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o controla, cuida el bien público? El Estado, teóricamente. Este lo tutela para que lo pro-vea equitativamente a la comunidad pero en la medida que la lógica del capitalismo los necesita para la producción de bienes o servicios, surge la tensión entre lo públi-co y lo privado. Detrás están los enfoques: el Estado garantiza un correcto uso o, por el contrario, el mercado, al asignar “correc-

tamente” los recursos, será un mejor gestor. La cuestión está, en este caso, en que los recursos naturales no son mercancías, sino bienes esenciales para la supervivencia de los seres vivos.

El trabajo mencionado reclama enfoques conceptuales para definir las políticas que se emanan en el contexto de la apertura; tienen necesariamente este sesgo.

Viene precedido, incluso desde los años sesenta, de llamados urgentes de la comu-nidad científica para que el modelo de cre-cimiento industrial cambie su rumbo. Este crecimiento se produjo a un costo ambien-tal terriblemente alto para la humanidad y sus frutos cada vez han sido más para los países ricos y grupos poderosos de los paí-ses pobres. Las concentraciones de gases de efecto invernadero se han incrementado por efectos antrópicos. La gráfica 1 así lo muestra.

Ya para 1968 la realización de la reunión del Club de Roma, la conferencia sobre la biosfera relacionada con la “utilización ra-cional y la conservación de los recursos de la biosfera” (Miranda et al., 2010), en 1969 el “Convenio internacional sobre respon-sabilidad civil por daños causados por la

contaminación de las aguas del mar por hi-drocarburos”, referida a la protección de los humedales. Hubo otros dos importantes, pero “el campanazo de alerta” lo da la pu-blicación, por el Club de Roma, en 1972, de “Los límites al crecimiento”, estudio sobre dinámica de sistemas del MIT en el que se reconoce que, como se ha planteado en el marco teórico, la economía hace parte de un sistema y la necesidad imperiosa de cambiar de rumbo frente a la forma como se han rea-lizado las actividades industriales.

Desde este año surgen una gran canti-dad de acuerdos internacionales que van desde acuerdos hasta creación de institucio-nes, hasta que en 1987 se publica el informe “Nuestro futuro común” o informe Brundtland auspiciado por la Comisión de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo.

EL CONTEXTO MUNDIAL

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1. Ley 2 de 1952 sobre declaración de los Parques Naturales.

GRÁFICA 1.Histórico de emisiones de CH

4 y CO

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Fuente: Marlan et al., según se lee en Arvizu, http://www2.ine.gob.mx/publicaciones/libros/437/arvizu.html

Desde luego, el contexto político institucio-nal mundial cambia y se fortalece, lo que per-mite ir generando escenarios para la definición de políticas públicas en ambiente y desarrollo. Sin embargo, en el contexto de las políticas de ajuste, sabemos que el Estado es cooptado por el mercado, el cual a su vez es cooptado por las presiones e intereses y capacidad de manejo de los grupos económicos.

Curiosamente desde los años noventa se impulsó una mayor participación de la socie-dad civil y el sector privado en el contexto mundial que se evidenció en la forma como los países asumieron compromisos y la insti-tucionalidad ambiental se hizo o se reformó, tal como fue el caso colombiano.

Desde los años setenta se pueden ras-trear políticas ambientales. Si bien es cier-to que desde 1952 se encuentran ya pasos del Estado para la protección del ambiente1

y a lo largo de la década siguiente, en 1968 se crea el Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y de Protección del Medio Ambiente (Inderena), que constituye

LA CONSTRUCCIÓN DE LA POL ÍT ICA EN COLOMBIA

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un primer paso hacia la reforma de la insti-tucionalidad, en el gobierno de Lleras Res-trepo. El contexto mundial lo exige y es una primera enseñanza-aprendizaje político-ad-ministrativa institucional en esta materia. Se plantear desde el Estado, bajo un modelo de desarrollo económico un tanto nacionalista y cuando el objetivo era el desarrollo nacional como paradigma del bienestar a la manera de los países industrializados. Para la época se expidió el Decreto 2811 del 74, conocido como Código Nacional de Recursos Reno-vables y de Protección del Medio Ambiente que, como dice Tobasura (2006), contenía los principios básicos para el manejo del am-biente, pero le faltaron los instrumentos de políticas públicas.

Este valioso comentario se relaciona con el de Becerra en el sentido de que los do-cumentos de política pública en ocasiones son formalistas, dada la necesidad de cum-plir compromisos internacionales. Es decir, existe una baja capacidad de gestión insti-tucional del Estado (Tobasura, 2006). Por supuesto que estos comienzos son parte del aprendizaje, sobre todo cuando en el entor-no del país los problemas ambientales eran poco conocidos y considerados por los polí-ticos y la ciudadanía en general. La agenda

estaba puesta en problemas como la tierra, la violencia y el reparto burocrático. Es claro, en todo caso, que es un proceso de recono-cimiento de una problemática fundamental y construcción hacia una definición de manejo y gestión por el Estado. De cualquier manera, al revisar las acciones del Estado se encuen-tra que, desde diferentes actos legislativos, el Estado colombiano adhiere a una serie de convenios internacionales que lo inscriben, así sea formalmente como lo veremos más adelante, que denotan ese interés por asumir el tema ambiental como un tema estatal.

Todo este proceso, cuando había muy poca conciencia ambiental en el país, indica que las fuerzas se movían hacia la dirección correcta, es decir, hacia la gestión ambiental del Estado, aun con todo lo difícil del camino. La institucionalidad que se abre aquí para lo ambiental define entonces una acción un tan-to más activa del Estado, aunque, como han dicho los estudiosos, también fue producto de la presión de las instituciones de orden mundial y de acuerdos internacionales que prácticamente obligaban a las naciones a suscribir convenios para enfrentar la terrible problemática ambiental que se avecinaba. La gestión del Inderena y de las Corporacio-nes Autónomas Regionales así lo confirma2.

2. Textualmente, Rodríguez Becerra dice: “En 1976 el Inderena fue reformado para convertirlo en la primera autoridad ambiental del país y adecuarlo a los nuevos imperativos del Código. Mantuvo su sigla pero fue reinterpretada como Instituto de los Recursos Naturales Renovables y del Me-dio Ambiente y conservó también su carácter de instituto nacional centralizado, con jurisdicción en la mayor parte del territorio nacional, exceptuando aquellas áreas en donde funcionaban las corporaciones autónomas regionales.

El Inderena alcanzó su mayor auge durante el gobierno del presidente Alfonso López (1974-1978), como se evidenció en la gran incidencia que tuvo en la concepción y difícil proceso de apro-bación del Código, y en la configuración de diversos programas para la gestión ambiental, que marcaron la agenda que se realizó hasta la nueva reforma, en 1993. De hecho, el conjunto de las positivas respuestas que Colombia dio a la Conferencia de Estocolmo fue en gran parte propi-ciado y generado por un grupo de ambientalistas vinculados al Inderena, muchos de ellos con sustantivas experiencias en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, la Corporación del Valle del Magdalena (CVM), las universidades y las nacientes organizaciones ambientales no guberna-mentales. Desde la fundación del Instituto, en 1968, este grupo ambientalista había estado en una relación conflictiva con el grupo de técnicos que el Instituto heredó del Ministerio de Agricultura, atados a la concepción de la conservación y aprovechamiento racional de los recursos naturales, pero el Código y la reforma del Inderena representaban, ante todo, la nueva concepción”.

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En los años ochenta se adelantan proce-sos y cambios institucionales cuando ya es evidente el proceso de internacionalización de la economía; los pasos del neoliberalismo se hacen sentir en la administración Barco quien le asigna al DNP la responsabilidad de formular la política ambiental. Esta entidad, tradicionalmente manejada con un enfoque ortodoxo, no consulta, desde luego, con la sociedad civil ni con las ONG, y los instru-mentos que usa se caracterizan por ser más centralizados y en ellos no existían aún me-canismos de participación claros, los cuales fueron creados posteriormente con la pro-mulgación de la Constitución del 91. Sin em-bargo, en esa administración ya se empie-zan a dar pasos hacia un estatus más claro de lo ambiental, al proponer la creación del Departamento Administrativo de los Recur-sos Naturales Renovables (Darnar), aunque el hecho de que el Departamento Nacional de Planeación definiera en última instancia la política ambiental, todavía era insuficiente.

Como parte de este proceso de apren-dizaje se presentó una dispersión y falta de consolidación institucional que se refleja en la cantidad de instituciones que había: In-derena, varias CAR, el Ministerio de Salud que tenía algunas funciones relacionadas,

las Empresas Públicas Municipales, a veces cruzaban funciones, no tenían claridad so-bre la forma de converger, sin contar con la falta de personal calificado y recursos y la ausencia de participación efectiva de aque-llas comunidades que se veían afectadas por intervenciones en sus tierras (Tobasura, 2006).

Como anota Julio Carrizosa:

Fue también la tradición del liberalismo filosófico y de su hijo, el pragmatismo, lo que hizo avanzar la gestión ambiental durante el gobierno de López Michelsen, y lo que logró que el Inderena subsistiera durante los doce años siguientes, a pe-sar de ser varias veces acusa-do como foco de insurrección y obstáculo al progreso, purgado en consecuencia y reducida su jurisdicción, resistiendo a pesar de los enormes cambios que su-frió el país, generando concien-cia ambiental, creando parques, deteniendo proyectos absurdos (Carrizosa, 2008, p. 27).

En 1990-1994 (periodo de la apertura) se consolida una institucionalidad ambiental más sólida y se inaugura de este modo la cuestión ambiental como componente esen-cial en los planes de desarrollo y se instau-ra realmente lo ambiental como un asunto de Estado al surgir el Ministerio del Medio Ambiente y el Sistema Nacional Ambiental

(SINA). ¿Qué se encuentra? El espíritu de la Ley 99/1993 que da vida institucional a este proceso da vía al Estado para que formule y gestione políticas que garanticen el adecua-do y correcto uso, protección y conservación de los recursos naturales, apuntando hacia el desarrollo social. Es un enfoque basado en lo que se ha mencionado en el marco teó-

LO QUE PASÓ EN EL PLAN DE DESARROLLO

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rico: “La gestión ambiental del estado”, y con una clara influencia del concepto de desarro-llo social emanado del informe Brundtland de 1987, en alineación perfecta con las orienta-ciones políticas emanadas de la Conferencia de Río y de dicho informe.

Llama la atención el espacio que abre para la participación y que pretende concre-tarse en la delegación de la gestión ambien-tal no solo a entidades públicas del orden re-gional, ya sean corporaciones o municipios (descentralización) o asociaciones cívicas o empresas que tengan la capacidad para hacerlo. Pero ¿las comunidades tienen esa capacidad, aun siendo las más interesadas? Tienen la capacidad de gestión, cultural, so-cial y organizativa, pero no la financiera. Este es el punto que favorece la privatización.

¿Por qué recursos de la banca multilateral con el fin de fortalecer la gestión ambiental? Es evidente la interrelación que se da entre la política nacional, los compromisos interna-cionales y los recursos de cooperación y de la banca multilateral.

La política ambiental 1994-1998 tuvo un compromiso, un paso adelante, en el senti-do de la construcción de una estructura más compleja conformada por objetivos, progra-mas e instrumentos. (No sobra anotar que desde este plan y el de los gobiernos siguien-tes hay continuidad y consolidación, aun con todas las críticas que se puedan hacer).

El contexto en el que se desarrollan estos avances se refiere a dos escenarios, proba-blemente opuestos pero seguramente rela-cionados: de una parte, la ya mencionada in-ternacionalización de la economía impuesta por el consenso de Washington y materiali-zada en Colombia en la apertura económica y, por la otra, el llamado mundial para la pro-tección ambiental en la Conferencia de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo en 1992, pero ya desde antes con el Informe Brundt-land de 1987, y mucho más atrás con el infor-me del Club de Roma llamado “Los límites al crecimiento”. No en vano en la promulgación de la ley que le da vida al Ministerio del Me-

dio Ambiente, ley general ambiental de Co-lombia, conocida como Ley 99 de 1993, se parte del principio de que el desarrollo social y económico del país se orientará según los principios universales y del desarrollo soste-nible contenidos en la Declaración de Río de Janeiro de junio de 1992 sobre Medio Am-biente y Desarrollo.

Cuando hablamos de lo paradójico de este contexto estructural nos referimos preci-samente a esto: de una parte, los mandatos impuestos al mundo a partir de las recetas neoliberales que permiten finalmente una consolidación e imposición del gran capital en todos los órdenes sociales, especialmen-te en los países pobres, reduciendo su au-tonomía en la definición de políticas econó-micas que conduzcan al bienestar y dejando todos los recursos a merced de estos países y empresas poderosas. De otra, un llamado y una orientación de la alta institucionalidad mundial para que los países asuman una defensa de sus recursos naturales. Como dice el maestro Carrizosa: los conceptos am-bientales entraron por la puerta grande de la Constitución y compitiendo con las ideas neoliberales como fundamento filosófico del “revolcón” (“La generación sustentable”. Pre-sentación del libro Crisis ambiental y rela-ciones internacionales: hacia una estrategia colombiana).

Al final, ¿cómo resolver este dilema de lucha entre las necesidades del régimen de acumulación del capital y las necesidades sustanciales de la humanidad de tener un ambiente sano, es decir, de la protección de la naturaleza?

Como se verá, para el caso colombiano, cuando se construye la institucionalidad am-biental más sólida a partir de la Ley 99, esto se hace evidente.

Según Rodríguez, hubo desde comienzos de la década de los noventa mayor partici-pación de la sociedad civil y del sector pri-vado en la formulación de políticas ambien-tales. Afirma también que fue el caso de muchos países dados a la tarea de reformas

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institucionales ambientales. Esto indica que hay una presión de la comunidad internacio-nal, y Colombia no es un caso aislado. Pre-cisamente ese contexto impulsó la creación de toda la institucionalidad ambiental como parte del acuerdo de todas las naciones por generar políticas y mecanismos que permi-tan defender la biodiversidad y en general el ambiente. Pero justamente el diseño de la política ambiental ha sido, en muchas oca-siones, producto de compromisos adquiri-dos en escenarios internacionales, pero con poca efectividad real en su implementación ya que son hechos por cumplir compromisos formales (Rodríguez, 2009, cap. 7) y no para hacer efectiva una gestión ambiental. Tam-bién para acceder a los créditos de la banca multilateral y a la cooperación internacional.

Bajo el genérico y llamativo nombre de apertura económica, que se impuso en la mentalidad de los colombianos como lo me-jor que podía pasarle al país, indicó aquellas políticas que crearon el espacio institucional para la entrada de los grandes capitales, par-ticularmente del sector financiero. Hubo dos políticas que llaman la atención, impulsadas al amparo también de dos estrategias funda-mentales como la modernización económica e institucional y la internacionalización de la economía: modificación del régimen de in-versión extranjera y estímulos a la inversión privada. El supuesto: la necesidad de imple-mentar un programa de internacionalización que a su vez traería excedentes económicos para la transformación del aparato produc-tivo y la distribución del ingreso (Landínez, 2010).

Detrás estaba la necesidad de abrir la economía, sin que al país se le hubiera pre-parado en el largo plazo para fortalecer su te-jido institucional, económico, territorial, políti-co y social (Landínez, 2010). Lo fundamental era entregar los sectores estratégicos al gran capital, entre los cuales, principalmente, es-tán los recursos naturales. Se parte siempre

del supuesto, convertido en ley, de que la protección es dañina para la economía, por lo que hay que desmontar cualquier tipo de protección. En general hay un gran espacio normativo para implementar el modelo neo-liberal. Es paradójico porque la instituciona-lidad ambiental que se crea parece ser una institucionalidad que defiende los recursos naturales, al mismo tiempo que “normatiza” las condiciones para que el capital entre a explotar, particularmente, estos recursos na-turales.

Como se ha expresado, la política am-biental en Colombia se diseñó en el momen-to de la apertura económica, la cual, hay que decirlo, viene implementándose desde la ad-ministración Barco. La creación del Ministerio del Medio Ambiente es su máxima expresión y es claro, además, que parte del financia-miento de su gestión ambiental se haría con créditos de la banca multilateral. Se nota que en el periodo de apertura hay una gran presencia y trabajo para crear una institu-cionalidad ambiental, pero poco en gestión. La institucionalidad se crea producto de un contexto mundial tal como se ha mencionado (Cumbre de Río).

Lo importante aquí es que, aun cuando hay restricciones de falta de autonomía por el contexto de la globalización e imposición de las políticas de ajuste –la misma aper-tura económica y su generosidad para con el capital privado extranjero, la falta de ex-periencia institucional–, hay un avance en estos temas. Es cierto que se contó con la participación de algunas organizaciones y una fuerte incidencia del sector privado a tra-vés de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), según dice Becerra (2004).

Esta consolidación de lo ambiental se prolonga durante las dos siguientes adminis-traciones, por lo que se puede decir que hay continuidad en la política ambiental, rota, de manera abrupta y contraria a los intereses del país, por la administración Uribe.

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La financiación de la política ambiental constituye un criterio para entender el fenó-meno. Lo primero que advierten los exper-tos es, naturalmente, que el proceso de in-ternacionalización de la economía (tratados de libre comercio, acuerdos comerciales, in-centivos a la inversión extranjera) necesaria-mente obliga al examen de la relación entre el libre comercio, el ambiente y la agricultura. Nada de lo que se haga en medio ambiente, como lo hemos planteado en el marco teóri-co, es gratuito y se relaciona con lo que se haga, o no, en los otros dos aspectos.

La financiación de la política ambiental tiene tres fuentes:

• Rentas propias (recursos de las CAR y corporaciones de desarrollo sostenible), las cuales provienen de impuesto predial, recursos de capital, cobro de tasas por uso de bienes ambientales.

• Presupuesto General de la Nación.

• Cooperación internacional Según Tobasura, la asignación de recur-

sos se encontraba por debajo de los es-tándares internacionales, ya que se de-bería invertir 0,5% del PIB en la gestión de los recursos naturales, pero apenas se llega al 0,3%. La tabla 1 así lo demuestra.

LA F INANCIACIÓN

TABLA 1.Participación del medio ambiente en el gasto del Gobierno Central

Ejecución del Presupuesto General de la Nación por sectores (Gastos totales, % del PIB)

(py): proyectado - Aprobación vigente al 20 fecbrero de 2002. Incluye Eje CafeteroFuente: Ministerio de Hacienda y Crédito Público

Tomado de “La política fiscal para el medio ambiente en Colombia”. XV Seminario de Política Fiscal. Santiago de Chile, 2003. Ministerio de Medio Ambiente, Colombia.

En el estudio de Miranda (2010) se ana-lizan los estudios de Canal y Rudas (2009) y se concluye que el PGN ha venido dismi-nuyendo en términos relativos y absolutos.

Los recursos por apropiación para el finan-ciamiento del SINA y la del MMA se ven en consecuencia disminuidos, una de cuyas causas es el déficit fiscal (Mance, 2007).

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GRÁFICA 2.La financiación del Ministerio del Medio Ambiente, 1995 - 2002

Fuente: Gómez Torres 2003

Tomado de Henry Mance, “Ascenso y declive del Ministerio del Medio Ambiente 1993-1996”. Documento de políticas públicas. FNA, 2007.

GRÁFICA 3.Gastos de funcionamiento e inversión del Ministerio del Medio Ambiente

1995 - 2002. Millones de pesos constantes de 2002

Por supuesto, la inversión pública se dis-minuye y, en un contexto de internaciona-lización con predominio de políticas neoli-berales, el sector social y particularmente

el ambiente se hace más vulnerable ante la baja prioridad que se le da ante las de-cisiones de política sobre su financiación (Mance, 2007).

Tomada de “La política fiscal para el medio ambiente en Colombia”. XV Seminario de Política Fiscal. San-tiago de Chile, 2003. Ministerio de Medio Ambiente, Colombia.

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Sin entrar en la minucia de los componen-tes específicos de la financiación del Sistema Nacional Ambiental, lo que queda claro es la pérdida de recursos para la gestión ambien-tal, tanto en términos absolutos como relati-vos. Fácilmente puede deducirse que en los primeros años de la institucionalización de la política ambiental se da bastante prioridad al tema, tal como se pudo ver en todos los esfuerzos para crear el SINA y la institucio-nalización de la política ambiental. Pero len-tamente la prioridad disminuye, a pesar de que mantuvo la estructura montada para el caso. Por ejemplo, la participación del SINA en el PGN pasó de ,052% en 1996 a 0,14% en 2006 (FNA, Policy Paper No. 28, 2011), tal como lo evidencia también el estudio de Canal & Rudas mencionado (2009).

Parte de los recursos, como se ha dicho, provienen de la banca multilateral (BID, BM,

CAF), llamada cooperación internacional re-embolsable. También se cuenta con el crédi-to externo. La pregunta sería ¿qué condicio-nes tiene? Lo cierto del caso es que, desde su inicio, la gestión ambiental del MAVDT en 1994 se financia de manera significativa con créditos otorgados por el BID para un perio-do de 5 años, así como recursos a través de programas de canje de deuda por naturale-za. Hay críticas a estos programas. Llama la atención que los países acreedores promue-ven la conservación biológica para garantizar bienes y servicios ambientales que son luego privatizados (Miranda et al., 2010).

Por otra parte, un movimiento expresa que para pagar la deuda externa los países deben exportar los bienes naturales, que en su proceso de explotación deterioran ecosis-temas y alteran culturas locales (Miranda et al., 2010).

¿Qué se hizo en términos de factores de contexto?

De acuerdo con las fuentes consultadas, se puede resumir en:

a) Mejoramiento de las condiciones para la generación o apropiación social de la in-formación (educación ambiental o inves-tigación).

b) Transformaciones político-institucionales.c) Condiciones socioeconómicas (transfor-

maciones político-institucionales).d) Condiciones socioeconómicas (transfor-

maciones de patrones de consumos, etc).

Surgen, en esas circunstancias, pregun-tas como:

• ¿Lo ambiental se constituyó como eje de desarrollo?

• ¿Qué pasó en esta materia?• ¿Se dispone de planes ambientales?

(PNUMA, 2000).• ¿Planes de ordenamiento territorial?• ¿Estrategia de diversidad biológica?• ¿Estrategia nacional de desarrollo soste-

nible?

Para el periodo, muchas veces la defini-ción formal de política no es real y a veces no hay instrumentos para exigir implementación (Tobasura, 2006).

A MANERA DE CONCLUS IÓN

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EL IMPACTO DE LA “APERTURA” EN EL SECTORDE LAS TELECOMUNICACIONES EN COLOMBIA

IMPACT OF THE “OPENNESS” IN THE COLOMBIAN TELECOMMUNICATIONS SECTOR

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* Ingeniero electrónico, Universidad del Cauca. Master of Science, University of Colorado at Boulder (EE. UU.). Project Management Professional (PMP®), con 32 años de experiencia en el sector público y privado de telecomunicaciones. Actual gerente de la firma de consultoría Arboleda Inge-nieros. Experto y docente universitario en Project Management. Exvicepresidente de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá y exgerente de proyectos de Siemens Andina.

JAIME M. ARBOLEDA*

La apertura económica colombiana tuvo muchas similitudes tanto con los procesos de liberalización que

experimentaron otros países latinoamerica-nos como con la agenda de reformas impul-sada por organismos financieros multilatera-les, con sede en la capital de EE. UU., bajo el denominado “Consenso de Washington”.

Como es conocido, el término “apertura” fue acuñado a finales de los años ochenta para describir un grupo de recomendacio-nes de política económica consideradas por el Banco Mundial, el FMI y el Departamento del Tesoro de los EE. UU. como el “paque-

te estándar” de reformas a implementar por países en desarrollo para enfrentar la crisis económica de la época.

Posteriormente, de manera paulatina, este término comenzó a ser utilizado y acep-tado para referirse en un sentido amplio a po-líticas económicas basadas en el mercado, generalmente descritas como “fundamen-talismo de mercado” o neoliberalismo, que rompieron con el keynesianismo de los años setenta.

Además, el Consenso generó fuertes lí-neas de pensamiento en Latinoamérica. que respaldaron dicha agenda y se afirmó que

INTRODUCCIÓN

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muchos líderes latinoamericanos ya habían llegado por su propia cuenta a fórmulas si-milares para responder a la crisis económica que vivían sus países.

En lo que sigue trataré de seguir un marco temporal de los acontecimientos asociados con la apertura en Colombia según nuestros cuatrienios presidenciales.

Así pues, al final del gobierno del presi-dente Barco el Congreso expidió la Ley 72 de 1989, la cual da comienzo a la apertura de las telecomunicaciones en Colombia.

Esta ley se anticipó, junto con el Decreto 1900 de 1990, a la Constitución de 1991 en conceptos como privatización, desmonopoli-zación, competencia, servicios públicos do-miciliarios y sistemas de concesiones.

La Ley 72 definió las telecomunicaciones como un servicio público y permitió su pres-tación por particulares a través del sistema de concesión mediante contratos o licencias y el pago de derechos, tasas o tarifas.

En virtud de las facultades conferidas al Ejecutivo por la ley, la administración del presidente Gaviria (12 días después de po-sesionado) expidió el Decreto Ley 1900 de 1990, con el cual otorgó al Ministerio de Co-municaciones la potestad del ordenamiento, planeación, regulación y control de las tele-comunicaciones así como el establecimiento del régimen de derechos y deberes para los operadores y los usuarios.

Al definir como operador a toda persona natural o jurídica –pública o privada– que gestione servicios de telecomunicaciones, suprimió la exigencia de nacionalidad colom-biana que anteriormente se había estableci-do para poder ser operador.

Definió las telecomunicaciones como un servicio público que puede ser prestado en forma directa o por concesión con particula-res y estipuló el derecho al libre acceso a los servicios, en virtud del cual el gobierno pro-moverá su cobertura nacional y propenderá a su extensión a la población de menores recursos, tanto urbana como rural, para su integración a la vida nacional. Para el otorga-

miento de licencias acogió los criterios de efi-ciencia, libre competencia, igualdad de con-diciones y realización plena de los derechos de información y libre acceso a los servicios.

Definió la red de telecomunicaciones del Estado como el conjunto de elementos que permiten la conexión entre dos o más puntos. De ella hacen parte los equipos de conmu-tación, transmisión y control, cables y otros elementos físicos, el uso de los soportes ló-gicos y la parte del espectro electromagné-tico asignada a las telecomunicaciones, in-cluyendo las redes autorizadas a particulares para la prestación de servicios de telecomu-nicaciones. Con este último punto posibilitó la duplicidad de redes. Otorgó al Estado la propiedad exclusiva, inenajenable e impres-criptible del espectro electromagnético como bien público, cuyo control y administración corresponde al Ministerio de Comunicacio-nes, hoy Ministerio de TIC.

Clasificó los servicios en básicos (porta-dores y teleservicios), telemáticos y de valor agregado.

Este decreto ley abrió la prestación de to-dos los servicios al capital privado, excepto el servicio básico de telecomunicación inter-nacional, que quedó en manos de Telecom.

Ahora, cronológicamente, observemos apartes de la Constitución de 1991 en las que se incluyeron, particularmente en los servi-cios públicos, algunos principios defendidos por los partidarios de la apertura económica.

El principio de la competencia quedó con-sagrado al establecer que “el Estado impe-dirá que se obstruya o restrinja la libertad económica y evitará o controlará cualquier abuso que personas o empresas hagan de su posición dominante en el mercado nacio-nal” (art. 333).

“El Gobierno enajenará o liquidará las em-presas monopolísticas del Estado y otorgará a terceros el desarrollo de su actividad cuan-do no cumplan los requisitos de eficiencia, en los términos que determine la Ley” (art. 336).

“Los servicios públicos son inherentes a la finalidad social del Estado. Es deber del

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Estado asegurar su prestación eficiente a to-dos los habitantes del territorio nacional” (art. 365).

“Los servicios públicos estarán sometidos al régimen jurídico que fije la ley; podrán ser prestados por el Estado, directa o indirecta-mente, por comunidades organizadas o por particulares…” (art. 365).

“La ley fijará las competencias y respon-sabilidades relativas a la prestación de los servicios públicos domiciliarios, su cobertu-ra, calidad y financiación y el régimen tarifa-rio…”.

“Los servicios públicos domiciliarios se prestarán directamente por cada municipio cuando las características técnicas y econó-micas del servicio y las condiciones gene-rales lo permitan y aconsejen, y los depar-tamentos cumplirán funciones de apoyo y coordinación” (art. 367).

Observamos en estos apartes la tenden-cia en la Constitución del 91 a fomentar la libre competencia, estimular la privatización, sin olvidar recomendaciones sobre solidari-dad, cobertura y redistribución del ingreso.

Así pues, como magistralmente lo resume José Antonio Ocampo en Historia económica de Colombia, la apertura económica buscó fomentar las fuerzas del mercado, pero re-clamó igualmente la necesidad de ampliar la inversión social. Por su parte, la nueva Cons-titución amplió los principios de intervención del Estado, aunque con un espíritu moderno, permitiendo la participación privada en sec-tores tradicionalmente reservados al sector público y forzando a este a ser eficiente y a competir cuando ello fuera posible.

Destaca Ocampo que la coincidencia de la apertura económica o liberalización con el aumento en el tamaño del Estado es la dife-rencia más notable entre el modelo que si-guió Colombia en los años noventa en com-paración con el de otros países de la región.

Estas dos perspectivas, no necesaria-mente antagónicas, lo fueron en nuestro me-dio y convirtieron la etapa que se inició en 1990 en una de las más contradictorias de la

historia económica del país, según Ocampo. Sin embargo, como demostraré en este

artículo, el sector de las telecomunicaciones no sufrió las consecuencias de esta contra-dicción. Al contrario, significó el inicio del pe-riodo más enriquecedor y, por qué no decirlo, el más revolucionario en la historia de las te-lecomunicaciones de Colombia después de su nacionalización en febrero de 1947 en la administración del presidente López Puma-rejo.

Con posterioridad al nacimiento de la Constitución del 91, y simultáneamente con el proceso de descentralización del país, se puso en marcha la apertura al sector privado de áreas tradicionalmente reservadas al Es-tado. El proceso de apertura y privatización se concentró en los sectores donde su par-ticipación había sido mayor, entre ellos los servicios públicos.

En los servicios públicos la apertura sig-nificó la penetración de capital privado en el sector de las telecomunicaciones para el nacimiento de la telefonía móvil celular en Colombia. Se inicia en firme con la expedi-ción de la Ley 37 de 1993, que reguló la pres-tación de dicho servicio y la celebración de contratos de sociedad y de asociación en el entorno de las telecomunicaciones. Definió nuevamente la telefonía móvil (celular) y sus redes como un servicio público de ámbito na-cional. Su concesión se hizo por licitación pú-blica, pudiendo licitar sociedades privadas o mixtas, que se constituyan como anónimas, en las que ninguna persona natural o jurídica posea más del 30% de acciones.

Se dividió al país en tres áreas: Oriental, Occidental y la costa Atlántica; en cada una de ellas operaron dos empresas en com-petencia (red A y red B); una de economía mixta o por empresas estatales y la otra por empresas privadas.

La participación del capital privado extran-jero para telefonía móvil y otros servicios de telecomunicaciones, como los telemáticos y de valor agregado, se rigió de acuerdo con la Ley 9 de 1991.

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De esta forma, en 1994 el Ministerio de Comunicaciones concedió los derechos de prestación del servicio de telefonía móvil ce-lular así:

• Red mixta A: Celcaribe (Millicom-Telecar-tagena), Comcel (Bell Canada-ETB-Tele-com) y Occel (Cable&Wireless-EPM)

• Red privada B: Celumóvil Costa y Oriente (McCaw-Grupo Santo Domingo) y Cocel-co (Telefónica España-Cía. De Teléfonos de Chile-Grupo Sarmiento).

Simultáneamente, con el nacimiento de la telefonía móvil en Colombia, se acelera la re-estructuración del sector con la privatización de algunas empresas y el nacimiento de una nueva organización de los mercados, en los cuales compiten agentes públicos, privados o mixtos.

Bajo esta dinámica, en ese mismo año de 1994, mediante la Ley 142 de Servicios Pú-blicos, se crearon tres comisiones especia-lizadas (de energía y gas, de telecomunica-ciones y de agua) encargadas de regular los mercados y los agentes que actúan en estos y de proteger al consumidor. Las labores de control, inspección y vigilancia de los servi-cios públicos domiciliarios están en manos de la Superintendencia de Servicios Públi-cos Domiciliarios, creada en la Constitución del 91 (art. 370). Para el servicio de telefonía móvil, estas labores de control y vigilancia habían sido encomendadas desde 1992 a la Superintendencia de Industria y Comercio (Decreto 2153 de 1992).

En nuestra secuencia sigue ahora el go-bierno del presidente Samper. Desde su ini-cio, y desde la óptica de Telecom como el operador del monopolio de los servicios de larga distancia del país, la apertura significó grandes retos. Por una parte era inevitable que finalizara el monopolio de los servicios de larga distancia, con efectos negativos en las finanzas de Telecom y la consecuente re-ducción de ingresos de la Nación por ser su propietaria. Por otra parte, para contrarrestar

dicha pérdida de mercado, Telecom decidió impulsar su presencia en los principales mer-cados de telefonía fija del país, lo cual signi-ficó la competencia en la prestación de estos servicios de telefonía fija.

El año 1995 ve, entonces, en cabeza de Telecom con apoyo del Gobierno, una puja quizá contradictoria pero entendible desde la óptica de los intereses del operador mono-pólico, consistente en dos estrategias: apla-zar la entrada de la competencia de la larga distancia y acelerar la construcción de redes de telefonía fija en los principales mercados, léase Bogotá, Cali, Medellín, otras capitales y departamentos.

El resultado de esto fue la masiva cele-bración entre 1995 y 1996 de contratos de asociación entre Telecom y empresas multi-nacionales para construir redes fijas. El nom-bre con que quizá se recuerdan estos con-tratos son: Capitel en Bogotá, Calitel en Cali, Cafetel en Manizales y otros más que suma-ron aproximadamente 1,8 millones de líneas en el país e inversión de US$1.500 millones entre 1995 y 2001.

Pero la estrategia de aplazar la apertu-ra en los servicios de larga distancia no era sostenible por mucho tiempo. Ya a finales de 1995 la CRC, con base en estudios contra-tados a la firma Booz Allen&Hamilton, había emitido una serie de resoluciones para intro-ducir la competencia en los servicios de larga distancia. Sin embargo, la competencia no se iniciaba por falta de voluntad del Gobierno Nacional. Entonces, vía tutelas, demandas y otras acciones, las administraciones locales y sus empresas telefónicas amenazadas en su mercado por la competencia de las redes de Telecom en sus municipios (léase Bogotá-ETB) lograron en enero de 1998 que el Minis-terio de Comunicaciones otorgara a la ETB la primera licencia para competencia de larga distancia. Nacen así los recordados 07 y 007 de ETB, 05 y 005 de Orbitel que compiten con el 09 y 009 de Telecom (¡la hormiguita!).

En el resto del gobierno del presidente Samper no hubo acciones ni hechos rele-

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vantes relacionados con la apertura en las telecomunicaciones, quizá por la crisis polí-tica que acompañó a ese gobierno y polarizó al país.

Pasamos ahora al gobierno del presidente Pastrana. De este queda el legado de la Ley 555 de 2000, con la cual se amplía la com-petencia en servicios de telefonía móvil, me-diante la introducción de los servicios de co-municación personal (PCS por sus siglas en inglés). Sin embargo, la voluntad del gobierno de ampliar la competencia en este mercado sufrió obstáculos impuestos por los operado-res existentes de telefonía celular, que habían llevado el mercado a un “duopolio”.

Llegamos ahora a los dos gobiernos del presidente Uribe. En el primero de ellos, en el primer semestre de 2003, vemos el naci-miento del nuevo operador de servicios mó-viles (PCS). Este operador fue resultado de la unión de dos empresas públicas, ETB y EPM, para lanzar al mercado la marca OLA que entró a competir con Comcel y Bellsouth que había adquirido en 2000 la operación de Celumóvil.

En el mismo primer semestre de 2003 presenciamos todos, perplejos, la supresión de Telecom y la orden de su liquidación y, por otra parte, la creación de la empresa Colom-bia Telecomunicaciones S. A., con una nueva estructura administrativa y con un contrato que le permite la operación y explotación de la red de la anterior Telecom.

Las novedades en materia de apertura y competencia que siguen se refieren princi-palmente a la vinculación de capital y know how privado a Colombia Telecomunicacio-nes, lo cual se materializó con el control de dicha empresa por parte de la multinacional Telefónica a principios de 2006.

Simultáneamente, y para compensar el fracaso del grupo multinacional Telmex de asumir el control de Colombia Telecomunica-ciones en el segundo semestre de 2005, el sector observó cómo dicho operador se dio a la tarea de adquirir empresas colombianas operadoras de servicios de televisión por suscripción. Por esa vía, con base en redes convergentes, hace presencia en el mercado de telefonía fija convergente en Colombia un nuevo operador, Telmex.

Finalmente, el segundo gobierno de Uribe nos deja un muy importante legado en mate-ria de telecomunicaciones: la expedición de la Ley 1341 de 2009. Con ella desaparece el nombre del Ministerio de Comunicaciones y nace el Ministerio de las Tecnologías de la In-formación y las Comunicaciones (Ministerio TIC). Nace la Agencia Nacional del Espectro (ANE) y se consolida en un solo ente, la SIC, el control y vigilancia de todos los prestado-res de servicios púbicos de telecomunicacio-nes. El alcance e implicaciones de esta ley son aún materia de análisis del sector. Sin embargo, desde ya podemos afirmar que con esa ley se da un gran salto normativo para facilitar la evolución hacia redes con-vergentes que den vida en nuestro medio a redes fijas y móviles 100% IP con prestación simultánea de servicios de voz y video.

Todo esto para que en nuestro país des-pegue la Sociedad de la Información y se ma-sifiquen cuanto antes los servicios de teleco-municaciones de banda ancha y así aportar en forma significativa a la competitividad del sector productivo del país, a mejorar la edu-cación y la salud de nuestros compatriotas y, en general, a facilitar la construcción de un mejor futuro para nuestros hijos y para las generaciones por venir.

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ALFONSO PALACIO RUDAS, HOMBRE DE PAZ

ALFONSO PALACIO RUDAS: A MAN OF PEACE

Es la recuperación de la memoria el ethos de esta reunión, pero no de cualquier memoria, sino de

aquella construida por el compromiso con su país de un hombre que habrá de tenerse en cuenta en cualquier libro de historia que seriamente aborde los últimos cincuenta años de Colombia.

¿Y por qué recuperar la memoria?

Hobsbawm, el gran historiador británico, señalaba que el pasado “es una dimensión permanente de la conciencia humana, un componente obligado de las instituciones, valores y demás elementos constitutivos de la sociedad humana” (Hobsbawm, 1998, p. 22); por lo tanto, recuperar la memoria es parte fundamental del desarrollo de todas las sociedades.

Y parte importante de esa recuperación, o, lo que es lo mismo, de re-construir la historia, es la historia intelectual, que “abarca el con-junto de las formas de pensamiento” (Chartier, 1992, p. 14), una de cuyas manifestaciones

es la biografía que constituye “el llamado a un retorno del actor, del sujeto, como represen-tación de la capacidad de los hombres para liberarse, a la vez, según Touraine, de los principios trascendentes y de las reglas co-munitarias” (Loaiza, 2004, p. 221).

Así, la historia intelectual y la biografía como una herramienta de aquella permiten identificar las formas de pensamiento domi-nantes en los miembros de una sociedad en un periodo determinado, coadyuvando a la comprensión de los procesos que han con-ducido a dicha sociedad al presente, condi-ción sine qua non para poder construir un futuro mejor.

De esta forma, la biografía, hoy en día, no es el simple recuerdo heroico de las actua-ciones de algún personaje, es decir, de algún individuo sobresaliente en el pasado. Se tra-ta, más bien, de una visión crítica del contex-to social en el que un actor de la historia hizo sus aportes a una sociedad. Es por ello que Duby –el teórico por excelencia de la biogra-fía– señala que esta es uno de los géneros históricos más difíciles (Duby, 1988, p. 59).

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* Intervención de Jaime O. López de Mesa C., Economista de la Universidad Nacional, Candidato a Doctor en Historia y Decano del Programa de Economía de la Universidad Piloto de Colombia, el 11 de septiembre de 2012 en el marco de la Cátedra Alfonso Palacio Rudas, auspiciada por la Co-misión Ad Honorem de la Presidencia de la República para la celebración del natalicio de Alfonso Palacio Rudas.

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Y lo es porque, desde esta perspectiva, la biografía va más allá de la simple visión individualista del recuento de las realizacio-nes del actor objeto de la misma, y su punto de llegada es el análisis de dichos actos en el contexto social e histórico en que se reali-zaron, lo que implica re-conocer las dificulta-des que enfrentó el actor en su momento, las instituciones que definían el contexto social y económico, y por supuesto la dimensión po-lítica de su época.

En otras palabras, siguiendo a Jacques Le Goff, la “biografía es una manera parti-cular de hacer historia”, y por estas razones “enfrenta hoy al historiador con los proble-mas esenciales” (Le Goff, 1996, p. 15).

Esta forma de estudiar la historia a través de la biografía exige que el actor objeto de la misma cumpla con ciertas características. De una parte, su trasegar por la vida debió generar aportes significativos en uno o varios campos del quehacer humano, aportes que de una u otra forma permitan un reconoci-miento por parte de la sociedad.

Dicho actor debe también haber participa-do activamente en la construcción de su so-ciedad. Sin importar el campo desde el cual se mire, dicho aporte debe haber generado reflexiones entre sus conciudadanos, es de-cir, debe demostrarse su influencia entre las gentes de su época.

Por supuesto, estas dos características pueden cumplirlas individuos con aportes ne-gativos, pero muy influyentes en su época. Sin embargo, los hombres buenos, aquellos que con su pensamiento y acciones permi-tieron a su sociedad mirarse con otros ojos, verse en el espejo críticamente y aportarle propuestas para mejorar, son los que mejor cumplen con estas características.

Pienso que Alfonso Palacio Rudas es uno de los colombianos que se ubica en este gru-po de hombres buenos.

Por supuesto, no se trata de enaltecer heroicamente sus actuaciones; quizás tuvo muchos defectos y tal vez se equivocó en diversas ocasiones. Sin embargo, lo que

sobresale de su vida son, por mucho, los positivos análisis y sus propuestas, a veces osadas, de solución a los problemas de la sociedad colombiana.

Son muchos los aportes que Palacio Ru-das hizo durante su larga vida pública, tanto en sus funciones oficiales como contralor ge-neral de la República, ministro de Hacienda o alcalde de Bogotá, entre otras, o desde su curul en el Congreso, trayectoria que habría de culminar brillantemente con su reconoci-da intervención en el seno de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.

Quiero, sin embargo, hacer unas breves notas sobre dos aspectos, que en mi opinión contribuyeron a la visión de un país mejor. Me refiero a sus continuos, y a veces ácidos, comentarios sobre las políticas de desarrollo del país y a su preocupación por una socie-dad “progresista y justiciera” según sus pro-pias palabras.

Una de las críticas que se le han hecho es que quizás Palacio Rudas no comprendió a cabalidad el problema de la violencia que atraganta a la sociedad colombiana. Permí-taseme en esta ocasión disentir un tanto de esta opinión.

En efecto, al hacer un recorrido por su extensa y difusa obra, entre las constantes preocupaciones sobre las que volvía una y otra vez, por ejemplo la moneda sana, la po-lítica cafetera, los principios éticos del libera-lismo, entre otros, son notorios sus reitera-dos llamados de atención dirigidos al diseño y puesta en práctica de políticas económicas que apuntaran a las verdaderas necesidades del país y propendieran a un desarrollo eco-nómico que beneficiara a la totalidad de los colombianos. Si a ello se suma su pertinaz insistencia sobre la necesidad de una justicia social, podemos entender que en realidad “El Cofrade” tenía en mente la construcción de un país en paz y que su forma de expresarlo era a través de sus análisis, en particular en sus columnas en el diario El Espectador.

Respecto a su preocupación por el de-sarrollo del país son innumerables las oca-

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siones en que intervino en este sentido. Así, por ejemplo, en 1967 en un momento de transformaciones sustanciales en la econo-mía colombiana y a propósito del lánguido final de la Alianza para el Progreso, bajo la tutela de su máxima de no tragar entero, en su columna señalaba que “no debíamos em-bobarnos, engolosinarnos, amarrarnos, con los señuelos de una substancial ayuda ex-terna así se supere con abrazo amoroso la trapatiesta aupada con el Fondo Monetario Internacional” (Palacio Rudas, 1971, p. 49), y a continuación afirmaba que, mientras no se cambiara el sistema de pagos internacional, “pocas esperanzas existen para los países sub-desarrollados, atrasados, semi-colo-niales, de alcanzar los recursos financieros externos necesarios para impulsar un creci-miento estable de la riqueza”.

Así pues, los problemas del subdesarrollo constituían objeto de preocupación del líder de la cofradía, sobre los que volvía una y otra vez. Por ejemplo, en 1970, tres años des-pués de las reflexiones que hemos citado, a propósito de los problemas fiscales del país, advertía que “la oscuridad de las cuentas pú-blicas se torna cada vez más fosca. Tanto en lo que respecta al monto de la deuda como en lo relacionado con el conjunto de los pre-supuestos”, de manera tal que una deuda pública, sin ser clara, podría implicar un alto riesgo para el país, pues la contabilidad de la nación no sería suficientemente precisa para poder diseñar las políticas económicas ade-cuadas.

Complementaba este análisis una sema-na después con la creciente debilidad del desarrollo industrial colombiano, el cual, afir-maba, no había logrado un despegue, entre otras razones, justamente por la falta de cla-ridad en las cuentas públicas. Indicaba cómo la industria manufacturera había decaído; más aún, textualmente otorgaba validez a la afirmación “de que el agotamiento del proce-so de sustitución de importaciones aminora el impulso inicial de la manufactura fabril”, y apuntaba que, entre otras causas, jugaba un

papel importante el fracaso de la estrategia monetaria, en lo cual se declaraba entre “los heréticos del Fondo Monetario” (Palacio Ru-das, 1971, p. 311).

De esta forma, con algunos pocos ejem-plos, se ven claramente sus desvelos por los problemas del desarrollo. Preocupacio-nes que apuntalaban su persistencia sobre la construcción de una sociedad más justa, función que, insistía, era propia del partido Liberal. Por ejemplo, en mayo de 1970, quin-ce días después de la controvertida elección presidencial de aquel año, y a propósito del debate que esta ocasionó, anotaba que “la búsqueda de una sociedad progresista y jus-ticiera explica la vigencia histórica del libera-lismo colombiano. Tales son su espíritu, su objeto, su filosofía. Aunque no siempre así lo hayan entendido sus más sonados voceros” (Palacio Rudas, 1971, p. 299).

En “El Cofrade” la idea de liberalismo se ajusta a la de liberalismo en el sentido pro-piamente filosófico pues, según sus propias palabras, debería ser “verdaderamente pro-gresista, esto es, que evolucione al compás de la sociedad contemporánea, que acoja los avances en vez de intentar detenerlos. Que mire al futuro y no se osifique con prin-cipios y tácticas caducas” (Palacio Rudas, 1971, p. 297).

Y, desde la perspectiva de la construcción de un mejor país, en su discurso como al-calde mayor de Bogotá D. E. el 1 de agosto de 1976, ante el Concejo Distrital mostraba cómo en la Secretaría de Gobierno adelan-tó un proceso mediante el cual se ejercía la autoridad “sin necio o perturbador autorita-rismo”, rescatando la importancia de las al-caldías menores como instrumentos ideales para la descentralización administrativa y la participación ciudadana que permitiera en-contrar soluciones mancomunadas, en par-ticular a los problemas de inseguridad. Se adelantaba más de doce años a los primeros pasos de la descentralización.

Otro aspecto que defendió con persisten-cia fue el derecho a la crítica y a la disidencia,

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asunto que le preocupó en el marco justa-mente de la inseguridad generada por la violencia en el país; aprovechaba cualquier oportunidad para tomar la palabra sobre el tema, desde la presentación de un libro del senador estadounidense Fulbright en 1967 hasta las críticas “a muchos de los timoneles del Frente Nacional” en 1970.

De otra parte, y para cerrar la argumen-tación que relaciona la preocupación por el desarrollo con la paz, vale la pena recordar algunas de sus palabras cuando recibió el Premio de Excelencia Nacional que le confi-rió la Asociación de Exalumnos de la Univer-sidad Nacional el 29 de noviembre de 1991, palabras sabias que encajan perfectamente en el momento que hoy vivimos. Decía: “Es-

tamos ahora pasando un periodo turbulento por no decir espantable en que la calle ya no es de todos. Ahora es de ellos, de los bandi-dos, de los desalmados, de los terroristas”, y a renglón seguido afirmaba que, si bien el or-den público es función principal del gobierno, “para conservarlo y restablecerlo cuando se ha perdido se requiere la cooperación de to-dos los ciudadanos de bien, no podemos re-signarnos a que nosotros y las generaciones venideras vivan en permanente estado de angustia, zozobra y dolor por los atropellos e irrespeto al derecho primordial del hombre, que es la vida” (Palacio Rudas, 1971, p. 375).

Es, justamente, lo que requiere en este momento nuestro país.

BIBLIOGRAFÍA

Chartier, R. (1992). El mundo como repre-sentación. Estudios sobre historia cultu-ral. Barcelona: Gedisa.

Duby, G. (1988). Diálogo sobre la historia (conversaciones con Guy Lardreau). Madrid: Alianza.

Hobsbawm, E. (1998). Sobre la historia. Barcelona: Crítica.

Le Goff, J. (1996). Saint Louis. París: Ga-llimard.

Loaiza Cano, G. (2004, enero-junio). El re-curso biográfico. Historia Crítica 27.Bo-gotá: Uniandes.

Palacio Rudas, A. (1971). Las columnas del Cofrade 1966-1970. Ibagué: Uni-versidad del Tolima.

Touraine, A. (1987). El regreso del actor. Buenos Aires: Eudeba.

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B IENVEN IDOS AL FUTURO

SE V ISLUMBRA LA UTOPÍA GARCIAMARQUIANA

WELCOME TO THE FUTURE

GARCIAMARQUIANA UTOPIA LOOMS

Nuestras tradiciones, viejas ya de 500 años, retazo de la herencia española sem-brada en estas Indias donde los recibimos con los brazos abiertos, erigieron en arque-tipo de nuestra civilización una hospitalidad de leyenda que sobrevive a cualquier prue-ba: entre la pobreza y la violencia, más allá de la convulsión y el alzamiento, campea la hospitalidad como prueba de nuestra bondad irremediable.

No tenemos otra moneda para correspon-der a los mandatarios americanos y a las de-legaciones que nos acompañan la generosi-dad de su visita, pero cuánto más orgullosos nos sentiríamos de hacerle honor a esta cos-tumbre en condiciones diferentes de nuestro azaroso devenir.

Por fortuna no estamos solos: los tene-mos a ustedes, fieles a nuestra fe en que no puede estar ya lejos la utopía garciamarquia-na, “cuando sea cierto el amor y posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.

Les doy la bienvenida1 y los invito a evocar, con nosotros los colombianos a Luis Carlos Galán: el amigo, el hombre recto, el espíritu crítico que le devolvió a la política su majes-

tad, su capacidad para transformar la reali-dad. En homenaje al líder sorprendido por la muerte cuando, sonriente, saludaba a su pue-blo que lo aclamaba lleno de ilusión, quiero repetir sus palabras al invocar a las gentes de la revolución comunera: “Colombianos: ¡Ni un paso atrás! ¡Siempre adelante!”

Compatriotas: Nuestra Nación culminó la más difícil y ac-

cidentada campaña electoral de su historia. La violencia amenazó con arrasar valores y principios tutelares, nuestra democracia y

DOCUMENTOS RECUPERADOS

1. Discurso de posesión del señor Presidente de la República, César Gaviria Trujillo, agosto 7 de 1990.Pag. 106

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nuestra libertad. Perdimos a miles de colom-bianos de bien, entre quienes se contaban nuestros mejores y más jóvenes dirigentes: Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Car-los Pizarro.

La violencia llamó a las puertas de cada colombiano y puso a prueba el carácter de

la Nación. Pero lo que desconocían los vio-lentos es que el país se crece frente a la ad-versidad, que frente a la muerte y el dolor, la vida y la esperanza son más grandes: a pe-sar de las bombas, los colombianos llegaron a las urnas y se expresaron masivamente por un país democrático y pacífico.

LOS V IOLENTOS NO PASARÁN THE V IOLENT WILL NOT

En los últimos meses, los colombianos hemos demostrado que se necesita mucho más que la amenaza del terror y el terror mis-mo para amilanarnos, para hacernos claudi-car. Pero aparte de resistir, de decirles que no pasarán, tenemos que ser capaces de erradicar el mal, de cortar de un tajo las raí-ces de la violencia.

Hoy he jurado como presidente de todos los colombianos. Sabré interpretar los anhe-los y aspiraciones de cada uno de mis com-patriotas.

Mi gobierno tiene la responsabilidad his-tórica de pacificar la vida colombiana, moder-nizar las instituciones para que respondan a las nuevas necesidades de los ciudadanos, y fortalecer la economía para que nuestra Nación sea más pujante, más próspera, más justa.

No sé si el protocolo de las grandes oca-siones confiere unos renglones a la intimi-dad, pero echo de menos a mi padre. Era un librepensador, lo que significa entre nosotros un hombre bueno, lleno de fe y altruismo.

De acompañarnos ahora estaría conten-to, pero su capacidad de orgullo la había col-mado con el trabajo diario y la hombría de bien, el amor de mi madre, el respeto de los amigos y la fidelidad a una forma de vida que apreciábamos porque era limpia y honorable.

Me criaron en la provincia, sin alcurnia ni riqueza diferentes a las ancestrales virtudes antioqueñas con que templaron mi espíritu y

me ensañaron a soñar en el gran país que podía ser Colombia.

Pero soñar no basta. He asumido con in-tegridad y vigor todas las responsabilidades que la vida pública me ha impuesto, acompa-ñado de Ana Milena, a quien debo 12 años de leal, radiante y conmovedora dedicación, y de Simón y María Paz, actores de una soli-daridad un poco más ruidosa.

Este es, a grandes rasgos, el boceto del presidente que los colombianos eligieron para una Colombia en el umbral del próxi-mo milenio, el abanderado del relevo gene-racional, el vocero del nuevo liderazgo firme en sus principios y confiado en las enormes posibilidades del país, que avanza con opti-mismo hacia el porvenir. Los colombianos no queremos ya restaurar, ni mirar hacia atrás con nostalgia, ni pensar que todo tiempo pa-sado fue mejor: lo que queremos es construir un futuro para nuestra nación.

Conciudadanos: La construcción de ese futuro para nues-

tros hijos y para los que están por venir, es nuestro mandato.

Y nuestro desafío, el de enfrentar y supe-rar el peor momento de violencia que nos ha tocado vivir. Le haremos frente como corres-ponde a un gobierno elegido para la renova-ción y la reforma. No simplemente imponien-do restricciones a nuestra democracia, sino transitando los caminos de modernización y de cambio.

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LA LUCHA ARMADA ES OBSOLETA ARMED STRUGGLE IS OBSOLETE

La lucha armada ha caído en evidente ob-solescencia. Las grandes transformaciones políticas en el mundo socialista y el anhelo de paz de los colombianos le han quitado toda viabilidad a la guerrilla. Y han convertido en simples criminales a muchos de los que se aferran a ella.

A lo largo de su historia, Colombia ha ape-lado a las soluciones políticas una y otra vez para hacerles frente a la rebelión armada y al alzamiento. Ellas serán preservadas para

los grupos guerrilleros que se acojan al sen-timiento mayoritario de la Nación: acabar con la violencia.

El diálogo es una concesión que la socie-dad civil hace a los violentos. Es útil cuando los alzados en armas aceptan que no puede ser un escenario para su protagonismo políti-co. Cuando sirve, en cambio, para buscar su desmovilización y desarme, y su vinculación a la sociedad, con el fin de que puedan perseguir sus objetivos políticos por medios pacíficos.

INMENSAS POS IB IL IDADES DEL PROCESO DE PAZ.

LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUCIONAL IMMENSE POSSIBILITIES OF THE PEACE PROCESS. THE NATIONAL CONSTITUTIONAL ASSEMBLY

El respaldo que recibió la candidatura del M-19 muestra a las claras las inmensas po-sibilidades del proceso de paz iniciado a fi-nales de la administración Turbay Ayala, con la Comisión de Paz presidida por el expresi-dente Lleras Restrepo.

Este proceso, de gestos más generosos y audaces durante la administración Betancur, fue reformulado por la administración Bar-co, durante la cual se hicieron convenientes ajustes con base en las lecciones aprendidas del pasado. Se institucionalizaron los meca-nismos para ejecutar la política y se robuste-ció el Plan Nacional de Rehabilitación para llevar la acción del Estado a las regiones marginadas. Mantendremos así nuestra fe en las soluciones políticas.

Otros grupos guerrilleros, como el EPL, el PRT y el Quintín Lame, han aceptado reco-rrer un camino semejante. Han reconocido, por lo pronto, que la desmovilización y el fin

de la lucha armada son objetivos a los que se deben llegar.

La Asamblea Nacional Constituyente, que será convocada por el pueblo el 25 de noviembre, ofrece una oportunidad para los grupos guerrilleros que acepten abandonar los métodos violentos. Allí se va a escuchar la voz de los guerrilleros que hayan silencia-do las armas y que comprendan que deben defender sus ideas con la fuerza de su argu-mentación y su capacidad de convicción.

Es la expectativa de una democracia real, vigorosa, participativa, la que debe inducir a los insurgentes a abandonar los fusiles.

No obstante, el diálogo del gobierno no puede limitarse a los grupos armados. El principal objetivo de nuestra política es ha-blar con las víctimas de la violencia, los des-validos y los marginados, los sectores con-testatarios de la vida colombiana, en fin, con todos aquellos que acatan la Ley y reclaman

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un lugar bajo el sol de Colombia. Ellos serán los destinatarios de la renovación y la refor-ma.

Pero las acciones de la guerrilla están lejos de ser la única o primordial causa del derramamiento de sangre.

EL NARCOTERRORISMO AMENAZA LA DEMOCRACIA

LUCHA MULTILATERAL CONTRA EL NARCOTRÁF ICO:

LEG ISLACIÓN DE CARÁCTER PERMANENTE

THE NARCO THREAT TO DEMOCRACY

MULTILATERAL F IGHT AGAINST DRUG TRAFF ICK ING: PERMANENT LEGISLATION

El narcoterrorismo es hoy la principal amenaza contra nuestra democracia. Le haremos frente sin concesiones. No de otra manera se pueden erradicar de la vida co-lombiana el magnicidio, los centenares de muertos con carros-bomba, los niños caídos en el Día de la Madre, los soldados y las gen-tes humildes víctimas de toda clase de aten-tados, los agentes asesinados en los pisos destruidos del edificio del DAS, los policías acribillados en las calles de Medellín.

Porque la conducción de esta lucha es indelegable, el presidente de la República liderará las acciones de las Fuerzas Milita-res, la Policía Nacional y el DAS, para do-blegar a los terroristas y poner fin a los actos de barbarie. La tarea de robustecer nuestros servicios de inteligencia, de crear verdaderas

instancias de conducción en este campo, es inaplazable y se realizará bajo mi orientación personal.

Si bien el narcoterrorismo es nuestro pro-blema, el narcotráfico es un fenómeno inter-nacional que solo podrá resolverse mediante la acción conjunta de todos los países afec-tados, y ningún éxito será duradero en este campo si en los países consumidores no se da una sustancial reducción de la demanda.

No basta repetirlo una y otra vez, por-que nuestro destino requiere la solidaridad de todos los pueblos: ninguna nación, en la historia de la humanidad, ha pagado tan alto precio como Colombia por enfrentar un delito de carácter internacional, por enfrentar a las organizaciones criminales más poderosas de que se tenga memoria.

En el marco de esta lucha que debe ser multilateral, y en la medida en que doblegue-mos la acción terrorista, le daremos al nar-cotráfico el manejo que requiere un delito de especial gravedad, que debe tener un severo tratamiento policivo y judicial.

En el terreno interno, crearemos una le-gislación de carácter permanente que no

dependa de la temporalidad del Estado de Sitio, ni dé lugar a abusos y cuyas normas se adecuen a nuestra tradición jurídica.

La extradición no puede ser el único ni el principal instrumento en la lucha contra el nar-cotráfico. Se trata de una herramienta de uso discrecional por parte del Ejecutivo. Para hacer verdadero uso de esa discrecionalidad se re-

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quiere que antes desaparezca el terror y que dispongamos de un sistema judicial fortalecido.

Enfrentaremos al narcotráfico con instru-mentos novedosos, modernos y de mayor eficacia, tales como una jurisdicción especial permanente que tenga bajo su responsabili-dad las organizaciones criminales; un proce-dimiento especial que incorpore los elemen-tos de naturaleza económica, particularmente el enriquecimiento ilícito, invirtiendo la carga de la prueba; prisiones seguras; protección especial para los jueces, incluyendo la posibi-lidad de construir para ellos viviendas adecua-damente protegidas y todo aquello que impli-que mayor eficacia y mejores resultados en esta lucha, y que garantice que no sigamos dejando a nuestros jueces inermes a merced de esas organizaciones criminales.

La retórica de solidaridad internacional con nuestro país debe abrir paso a acciones efectivas.

Esperamos más de los países industria-lizados no solo en contra del consumo, sino en controles más severos al lavado de dó-lares, el tráfico de armas, las redes de dis-tribución, la venta de insumos químicos y la producción de hoja de coca. Se imponen el diseño y la aplicación de una verdadera es-trategia multilateral que haga viable esta lu-cha y distribuya mejor los costos, que hasta ahora han recaído de manera desproporcio-nada en nuestra Nación.

En colaboración con otros países y de manera complementaria con los mecanis-mos antes mencionados, exploraremos las posibilidades de creación de una jurisdicción penal internacional para el tratamiento, entre otros, del narcotráfico y delitos conexos que desbordan las fronteras de los Estados.

TR IBUNAL CR IM INAL INTERNACIONAL CONTRA DEL ITOS A LA HUMANIDAD.

PLAN ESPECIAL PARA MEDELL ÍN INTERNATIONAL CRIMINAL TRIBUNAL FOR CRIMES AGAINST HUMANITY. SPECIAL PLAN FOR MEDELLIN

La creación de un Tribunal Criminal Inter-nacional con base en un Código Penal Inter-nacional abriría las puertas a un manejo mul-tilateral de los delitos contra la humanidad. Ello ha dejado de ser una simple pretensión académica y hoy es objeto de discusiones en el seno de las Naciones Unidas, el Conse-jo de Europa y la Organización de Estados Americanos.

Especial mención merecen los graves problemas que han afectado en los últimos meses a la ciudad de Medellín. Esos proble-mas trascienden ya las dimensiones de la cuestión del narcotráfico y el narcoterrorismo y han adquirido las proporciones de un con-flicto social de características muy comple-jas.

El gobierno se propone, con base en ac-ciones que ya están en curso, como las del alcalde Ómar Flórez y los distintos estamen-tos cívicos de la capital antioqueña, diseñar y poner en marcha, a la mayor brevedad, un plan especial para rehabilitar a Medellín. Para coordinar esas tareas y darle a su ma-nejo la mayor entidad posible, me propongo crear en los próximos días una Consejería Presidencial y designar para ella a una per-sona de las mejores calidades y de gran ca-pacidad ejecutiva.

Dentro de la estrategia global contra la violencia, enfrentaremos con todo el rigor a los grupos paramilitares. Me comprometo a poner todo el empeño del Estado colombia-no en el desmantelamiento de estos grupos,

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que han derivado, por acción del narcotráfico y de algunos sectores de extrema derecha, en poderosas organizaciones criminales,

principales responsables de las masacres, de los magnicidios y de delitos atroces de toda naturaleza.

APOYO A NUESTRAS FUERZAS ARMADAS. LAS AUTODEFENSAS AL MARGEN DEL ORDENAMIENTO JUR ÍD ICO

SUPPORT OUR ARMED FORCES . THE SELF-DEFENSE OUTS IDE THE LEGAL SYSTEM

Algunas organizaciones llamadas de auto-defensa han alegado ser ajenas a tan mons-truosos crímenes. Ellas deben saber que su acción ha estado al margen del ordenamiento jurídico. Los esfuerzos que hará el gobierno para asegurar el imperio de la ley, llenarán los vacíos que antes ocupaban todas estas ma-nifestaciones de justicia por mano propia que han proliferado en los últimos años. El mayor daño a nuestra democracia es el que le han hecho quienes han pretendido defenderla de los crímenes y desafueros de la guerrilla por estos medios. Por ello, la única actitud posible frente a estos grupos es la de invitarlos a que se sometan a la justicia.

Las Fuerzas Armadas de Colombia deben tener el apoyo de todos sus compatriotas. Ellas requieren la credibilidad y la confianza de la ciudadanía. Lucharemos para devolver-le al Estado el monopolio de la fuerza, sin duda uno de los pasos más significativos para acabar con la violencia.

A su vez, la confianza y la credibilidad de la opinión pública en sus Fuerzas Armadas dependen de que estas actúen dentro del marco previsto por la Constitución. Ellas de-ben ser respetuosas por excelencia de los derechos humanos, porque la defensa na-cional es también la defensa de la Ley.

No debemos dejar recaer en nuestras Fuerzas Armadas una responsabilidad des-

proporcionada, exigiéndoles una eficacia im-posible de alcanzar sin la colaboración de to-das las autoridades, de las fuerzas sociales y de todos los ciudadanos.

La responsabilidad de hacer prevalecer la Ley no es solo de las Fuerzas Armadas, es de todos nosotros.

Para asegurar un manejo integral en este campo, crearé una Consejería de Seguridad Nacional. Esta oficina asesorará al presiden-te en la coordinación de las entidades esta-tales ejecutoras de la política integral contra la violencia, y pondrá a su disposición, en for-ma oportuna y completa, información sobre estos asuntos.

Las oportunidades de reforma que ofre-ce la historia nunca han sido el resultado del azar o de la improvisación. Los pueblos des-cubren el momento de renovarse cuando la insuficiencia de las instituciones detiene el cauce de su propio desarrollo.

Colombianos: Nunca antes, como el 11 de marzo y el

27 de mayo, los anhelos populares habían logrado identificarse de manera tan clara con la realidad y la inminencia de la reforma. La victoria de nuestras ideas en esas dos fechas nos confiere el mandato de liderar un proce-so de profunda modernización de nuestras instituciones.

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EL REVOLCÓN INST ITUCIONAL . FORTALECER INST ITUCIONES DE LA JUST IC IA

THE INST ITUTIONAL ROMP. STRENGTHEN JUST ICE INST ITUTIONS

Protección armada y respaldo técnico a los jueces

Eso es precisamente lo que hemos llama-do el revolcón institucional que nos colocará a la vanguardia de la nueva época que vis-lumbrara Luis Carlos Galán. Una herramien-ta como la Asamblea Constituyente está des-tinada a acelerar un proceso más que nunca sentido y exigido por el pueblo colombiano.

No podemos derrochar la oportunidad más clara de renovación y transformación que nuestra historia nos ha ofrecido.

El presidente de la República liderará un proceso de pedagogía sobre la forma a em-prenderse. No se trata de la exclusiva mo-dificación de un esqueleto de normas, sino de una radical transformación de la actitud ciudadana. Para ese propósito, acercaremos el pueblo colombiano a su Constitución para que sus demandas y aspiraciones se con-viertan en derechos.

Para superar la crisis, las instituciones de justicia deben ser fortalecidas, como bien lo acaba de reiterar el señor presidente del Congreso, doctor Aurelio Iragorri, a quien agradezco la generosidad de sus palabras y, en nombre del gobierno, el clima de colabo-ración que establece su discurso.

No vamos a permitir que la impunidad con-tinúe poniendo en entredicho el servicio públi-co esencial de la justicia. Elevaremos la rama jurisdiccional del poder público para recuperar su dignidad, su legitimidad y su eficacia.

La colaboración armónica entre los po-deres públicos es hoy un principio constitu-cional que exige vigorizarse para combatir la delincuencia organizada más sofisticada. El poder ejecutivo debe contribuir a que sea posible el ejercicio constante y presente de la autoridad judicial.

El establecimiento, así sea gradual y se-lectivo, del sistema acusatorio y un mayor compromiso del Ejecutivo en el proceso de instrucción criminal garantizarán la efectivi-dad de la investigación judicial. El Ejecutivo tiene que brindar protección armada y res-paldo técnico a los jueces e investigadores, para que en el proceso de instrucción las pri-meras diligencias tengan el valor probatorio requerido.

Estableceremos, además, una jurisdic-ción permanente que institucionalice pro-cedimientos especiales, permita la nego-ciación de penas, el perdón judicial para quienes colaboran con el juez, sistemas de

fallo colectivos, protección de la identidad de los jueces y testigos, pago de recompen-sas y aumento significativo de sanciones penales.

Aseguraremos la autonomía de la rama por medio de organismos de dirección y ad-ministración propios que permitan mayores avances en este campo, además de los ya alcanzados en el manejo presupuestal y ca-rrera judicial. Abriremos también los canales de participación de la comunidad en la fun-ción jurisdiccional, por medio de “jueces de paz” que fallarán en equidad.

Esos son los elementos esenciales del ro-bustecimiento de la justicia.

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ENFRENTAR LA CORRUPCIÓN TACKLING CORRUPTION

Pero hay otro enemigo que tenemos que enfrentar: la corrupción. Para hacerlo me pro-pongo robustecer y llevar a la consideración de la Asamblea Constitucional las funciones de la Procuraduría y del máximo Tribunal Ju-risdiccional con el fin de que pueda imponer sanciones disciplinarias con base en el prin-cipio de “verdad sabida y buena fe guarda-da”, para poder preservar la moralidad en el ejercicio de las funciones públicas.

A la par con el fortalecimiento de la justicia, la reforma constitucional también buscará la consagración, protección y garantía efectiva de los derechos humanos. Quien sufre la vul-neración de su derecho debe contar con un mecanismo que le permita acudir a una auto-ridad para la garantía de su ejercicio.

Pues a pesar del avance que significó la Reforma Constitucional de 1936 en mate-ria de consagración de garantías sociales, ha surgido toda una nueva constelación de derechos relativos al bienestar económico y social de la persona humana y nuevos dere-chos individuales.

Así estaremos propiciando que todos los colombianos, incluidos aquellos perte-necientes a sectores minoritarios contesta-tarios o grupos marginados, sientan que la Constitución no es ajena a sus clamores, que sus derechos están en la Carta, que las autoridades existen para hacerlos valer y que no es necesario sublevarse contra las instituciones para garantizar su protec-ción.

Medidas excepcionales eficaces

Democracia vibrante y un ciudadano activo

Cuando los organismos ordinarios para contrarrestar las amenazas de la violencia se quedan cortos, es necesario acudir a me-didas excepcionales. El Estado de Sitio ha sido el instrumento utilizado tradicionalmente para adoptar dichas medidas. Sin embargo, la experiencia demuestra que esta herra-mienta ha perdido eficacia o ha llevado a

abusos. Debemos reformarlo para devolverle eficacia, para que sea transitorio, para que haya control político a su utilización, para en-riquecerlo reconociendo diferentes situacio-nes de perturbación del orden público y para evitar que en el exterior prevalezca la idea de que vivimos permanentemente bajo el impe-rio de la ley marcial.

Debemos también crear nuevos mecanis-mos de participación y de reforma, como el ple-biscito, la Asamblea Constituyente y el referen-do, para involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones estatales que más les interesan

y afectan para acelerar y agilizar el ritmo del cambio institucional. Necesitamos una demo-cracia vibrante y un ciudadano activo. He ahí el gran reto: fortalecer la democracia participati-va, tal como lo decidió el pueblo el 27 de mayo.

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Una de las principales tareas que asumi-rá la Asamblea Constitucional es reformar el Congreso para convertirlo en verdadera ex-presión del pluralismo político y en contrape-so del poder Ejecutivo.

Es importante que la Asamblea examine la conveniencia de buscar algunas diferen-cias funcionales entre el Senado y la Cáma-ra, como, por ejemplo, las que ha sugerido el expresidente Alfonso López Michelsen de que el Senado cumpla la función de ratificar los tratados públicos y la Cámara de Repre-sentantes la de darle trámite al presupuesto nacional.

Particularmente en lo que hace relación al Senado es bueno examinar la posibilidad de que, sin menoscabo de su actual represen-tación regional, se enriquezca con un núme-ro de miembros elegidos por circunscripción nacional. Esto le permitirá a movimientos mi-noritarios o fuerzas sociales llegar a esta alta corporación legislativa.

Sería igualmente interesante examinar la posibilidad de que la Cámara de Repre-sentantes tuviera un origen que no fuera de-partamental, sino zonal o provincial, de tal manera que esté mucho más cerca de los intereses locales.

Robustecer el control político que debe ejercer el Congreso es una empresa funda-mental para restablecer el equilibrio entre las ramas del Poder Público y evitar que el Legislativo se convierta en un apéndice del Ejecutivo. Se han hecho ya varios intentos que han fracasado en medio de la lentitud de nuestro cambio institucional.

Igualmente se podrá establecer la moción de censura, la de observaciones o ambas. Hay quienes se aterran frente a la eventua-lidad de que, por acción del Congreso, deba

renunciar un ministro o pueda ser investiga-do algún particular por comisiones de con-gresistas. Pero sería un primer paso que in-troduciría en nuestro régimen constitucional un elemento de los sistemas parlamentarios.

Hay que reglamentar la iniciativa de los congresistas en materia de hacienda pública, sin menoscabo de la iniciativa del gasto, que corresponde al gobierno, como lo estableció la Reforma Constitucional de 1968. La delibe-ración sobre las políticas públicas, las decisio-nes sobre la orientación y magnitud del gasto gubernamental constituyen la principal fun-ción del Congreso en cualquier democracia.

Persistir en un proceso de planificación presupuestal técnico, cerrado y antidemocrá-tico impide que las regiones y los sectores sociales se solidaricen con estas decisiones y hace que, en cambio, se sientan abando-nados y discriminados. Es necesario corregir esa desviación y eliminar los auxilios parla-mentarios.

Como se estableció en la malograda re-forma de 1979, se debe fijar un severo ré-gimen de inhabilidades, incompatibilidades y conflicto de intereses, así como precisas causales y procedimientos de pérdida de investidura y estricta reglamentación del lla-mado “turismo parlamentario”. La moderni-zación del control fiscal será otra de las gran-des misiones de la Asamblea Constituyente.

Estamos obligados a avanzar hacia la consagración en nuestra Carta y en nuestra legislación de un estatuto sobre el papel de los partidos políticos, para que sean ellos mismos instituciones que puedan ser objeto de financiación y de derechos que les facili-ten el ejercicio de la oposición, la fiscaliza-ción, el acceso a la información y a los me-dios de comunicación del Estado.

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Los partidos políticos colombianos

Los partidos colombianos son organi-zaciones que apenas tienen una expresión electoral. Con posterioridad a las votaciones, se desmovilizan y olvidan los compromisos adquiridos con los electores.

Debemos evitar que sigan siendo simples sumatorias de personas elegidas, sin meca-nismos de disciplina interna, sin funcionarios permanentes, sin un programa que interprete los anhelos y las esperanzas de los ciudada-nos. Nuestros partidos deben ser capaces de acompañar al gobernante en la tarea de de-fender su gestión y de cumplir las propuestas formuladas durante la campaña, o de vigilar ese cumplimiento y hacer una verdadera fis-calización del gobierno.

Un importante paso en esta dirección se dio en la última campaña. Bajo la conducción del expresidente Julio César Turbay, el libe-ralismo pudo llevar a feliz término el proceso de consulta popular. Esa experiencia enri-queció a la democracia y demostró que los

electores quieren vincularse más de cerca a las decisiones de la organización política de sus simpatías.

Las funciones de alcaldes, gobernadores, concejos y asambleas deben revisarse con el objeto de profundizar el proceso descen-tralizador. Estoy plenamente convencido de la necesidad de llegar a una limitada noción de soberanía fiscal y departamental.

Es conveniente que algunos tributos sean establecidos en las regiones o en las ciudades, que sean cobrados por ellas y que allí sean tomadas las decisiones de in-versión.

Hemos incluido en el temario que deberá estudiar el próximo año la Asamblea Consti-tuyente, la revisión de los mecanismos cons-titucionales para permitir la expropiación por vía administrativa de bienes rurales y urba-nos, e impulsar los programas de reforma agraria en las zonas donde los problemas de tierras originan violencia.

PARTIC IPACIÓN EN EL GOBIERNO DE LAS D IFERENTES FUERZAS POL ÍT ICAS

PARTIC IPATION IN THE GOVERNMENT OF THE VAR IOUS POL IT ICAL

A lo largo de mi campaña presidencial expresé una y otra vez mi voluntad de que, además de cumplir con la norma constitu-cional de darle una participación al segundo partido en votos al del presidente, llamaría a representantes de distintas fuerzas a colabo-rar en posiciones de responsabilidad política.

He procedido de tal manera a la integra-ción de mi gabinete ministerial con un ejer-cicio absoluto del fuero presidencial en su composición y la selección de mis colabora-dores. He llamado a participar a personas de

las más altas calidades del Movimiento de Salvación Nacional, del Partido Social Con-servador y de la Alianza Democrática M–19. Lo he hecho así en la búsqueda de un nue-vo clima político que nos permita apartar la pugnacidad que a veces prevalece en las re-laciones entre sectores y partidos, en el ejer-cicio del poder y sus contrapesos.

Quiero conseguir que en el debate en torno de los cambios institucionales se colo-quen los intereses de la Nación por encima de los de sectores o grupos.

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Como públicamente lo he expresado, no pretendo una coalición. La participación de otras fuerzas no condiciona la responsabilidad política de ninguno de los partidos o movimien-tos a los que pertenecen los ministros nombra-dos, más allá del desempeño de sus carteras. Confío en que encontraremos en el camino muchos puntos de convergencia en las políti-cas gubernamentales y en las reformas institu-cionales que estamos promoviendo.

No queremos regresar a los acuerdos políticos que obligaban al respaldo de la to-talidad de las decisiones gubernamentales, o que significaban compromiso de silencio frente a los actos de la administración. Tam-poco buscamos revivir acuerdos como los que implicaban un ejercicio excluyente del gobierno y no dejaban espacio ni garantías a la oposición pacífica.

F ISCAL IZACIÓN Y CR ÍT ICA, EL MEJOR SERVIC IO PARA LA DEMOCRACIA

OVERS IGHT AND REVIEW, THE BEST SERVICE TO DEMOCRACY

Yo pertenezco a aquella tendencia del li-beralismo que encarnan las figuras de López Pumarejo, Gaitán, Echandía, el Movimiento Revolucionario Liberal y Luis Carlos Galán. Esa tendencia no concibe que lo fundamen-tal de la política sea la búsqueda del consen-so, ni el sacrificio de los principios en aras del entendimiento. Creo en los principios libera-les del libre examen y el disentimiento y en que a la verdad se llega por procedimientos dialécticos.

Creo en la fiscalización y la crítica ejerci-das de una manera sistemática por los par-tidos y no solo por los medios de comunica-ción, como el mejor servicio que se le puede prestar a la democracia.

Las responsabilidades que he asumido en nombre de mi partido me impiden preser-var privilegios o defender instituciones que a pesar de su anclaje en la historia no sirven ya para enfrentar los problemas de la Nación.

Hemos dado un paso de histórico signi-ficado al avanzar en los acuerdos para es-tablecer los procedimientos y materias de la Reforma Institucional. Las fórmulas y pro-puestas para darles desarrollo deben dar lugar a un debate ideológico de amplio es-pectro.

Muy seguramente la decisión que origi-nará más polémica es la designación de un miembro de la Alianza Democrática M-19 en el gabinete. Interpreto con ello la volun-tad popular expresada en las elecciones del 27 de mayo y con ello reafirmo la capacidad de reconciliación y paz de los colombianos. Los miembros de ese grupo serán así verda-deros partícipes de la construcción de unas nuevas instituciones.

Hay que hacer de la crisis, no un calle-jón sin salida, sino una gran oportunidad para edificar, entre todos, el futuro de Co-lombia.

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La revolución productiva

Pero el revolcón institucional, la voluntad de cambio no se agota en las instituciones políticas. Mi responsabilidad, mi compromi-so, es impedir que la juventud colombiana, llena de ilusiones y ganas de trabajar, se em-pantane y quede atrapada en el atraso y la injusticia. Transformaremos la economía e iniciaremos una verdadera revolución pro-ductiva.

Aunque hemos encarado con mayor for-tuna los problemas de la deuda y somos el único país de América Latina donde el ingre-so real de los trabajadores creció año a año en este último decenio, podemos hacer más.

Quiero señalar que la discusión que se da en otros países industrializados o en vías de desarrollo, alrededor de si el tamaño del Estado asfixia el desenvolvimiento de la ac-tividad privada y es la causa principal de gi-gantescos déficit fiscales, no es aquí tan re-levante.

Somos una Nación en vigoroso proceso de poblamiento y colonización, con vastos sectores de la población en estado de in-digencia. Esto hace necesaria la presencia del Estado para la prestación de servicios públicos esenciales en salud, educación, seguridad social, vivienda, nutrición, cultura, recreación y deporte.

El tema de la privatización tiene impor-tancia en nuestro medio en lo que hace relación con algunos servicios ferroviarios y portuarios, en el sector financiero, en al-gunas empresas industriales y comerciales del Estado y en el sector de las telecomuni-caciones que no se puede seguir desarro-llando como un poderoso monopolio esta-tal. Ofrece posibilidades en la distribución de energía y en modalidades del servicio telefónico en algunas ciudades, iniciativa en la cual ayudaremos a los municipios que lo demanden.

LA EF ICACIA DEL ESTADO THE EFFECTIVENESS OF THE STATE

Pero, en lo fundamental, nuestra tarea tie-ne que estar encaminada a promover formas más eficaces de intervención estatal. Es la eficacia del Estado y no su tamaño lo que realmente importa para el cumplimiento de las funciones públicas.

Veamos por ejemplo el caso de la vivien-da. Introduciendo modificaciones sustancia-les a las instituciones del sector, estamos en condiciones de promover la construcción de cerca de medio millón de soluciones en los próximos cuatro años. Para ello va a ser ne-cesario apoyar a los municipios en la ade-

cuación y distribución de lotes con servicios a las familias de menores ingresos.

Adicionalmente será posible asistir finan-cieramente a los colombianos de ingresos medios para que adquieran vivienda a través del sistema UPAC, en condiciones que no sean excesivamente gravosas para el presu-puesto familiar.

La modernización de la economía hace ne-cesario que se torne más flexible el régimen laboral para darles mayor competitividad a nuestros productores, para promover la inver-sión e incrementar la generación de empleo.

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MECANISMOS DE CONCERTACIÓN ENTRE LOS TRABAJADORES,

LOS EMPRESAR IOS Y EL ESTADOMECHANISMS BETWEEN WORKERS, EMPLOYERS AND THE STATE

Usaremos mecanismos de concertación entre los trabajadores, los empresarios y el Estado, y haremos una reforma integral al régimen laboral dirigida a levantar algunas de las barreras que se han ido creando, para modernizar así nuestro aparato productivo, aumentar el crecimiento y asegurar unas jus-tas condiciones laborales.

La verdad es que muchas de las normas que ordenan las relaciones obrero-patrona-les se han convertido en un serio obstáculo para la actividad productiva y la generación de empleo. Esta situación no beneficia a na-die.

Es indispensable, por lo menos en el caso de los nuevos trabajadores, eliminar prácti-cas gravosas para las empresas, tales como la retroactividad de la porción retirada de las cesantías, y atenuar las consecuencias de la llamada “pensión-sanción”.

Y debemos reformar también mecanis-mos cuya obsolescencia e inconveniencia son evidentes. En el caso de los servicios públicos, deberá abolirse la prohibición cons-

titucional al derecho de huelga, y limitar esta prohibición a los esenciales.

Por otra parte, voy a proponer que haga-mos más flexible el régimen laboral para tra-bajadores de tiempo parcial a fin de proteger a la mayoría de los colombianos que están hoy en el sector informal. Se pueden acordar medidas relativamente sencillas y al mismo tiempo de evidentes efectos benéficos sobre centenares de miles de personas. Tal sería el caso de un seguro de desempleo que se podría financiar con los intereses de las ce-santías y del aumento de la licencia de mater-nidad a los parámetros de la OIT. Esa licencia se haría extensiva a las parejas en su conjun-to a fin de que se puedan turnar el marido y la mujer en el cuidado del recién nacido.

En cuanto al sistema de pensiones, pre-sentaremos al Congreso un proyecto de ley que cree un sistema complementario al del lSS, basado en fondos de pensiones que estimularían el ahorro y a los cuales podrían afiliarse aun los trabajadores independientes en forma voluntaria.

EL SERVIC IO DE SALUD THE HEALTH SERVICE

El servicio de salud es una responsabili-dad del sector público, especialmente para los grupos de menores ingresos. Fomenta-remos la descentralización de la adminis-tración de salud y una mayor participación del sector privado en la prestación de estos servicios, así como la creación de centros de

salud administrados por las propias comuni-dades, recogiendo la experiencia del Instituto de Bienestar Familiar, y un aumento sustan-cial en la cobertura de agua potable.

Insisto: como la búsqueda de la paz na-cional, el fortalecimiento económico es in-dispensable para darle un nuevo impulso a

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la juventud. No es nuestra tarea salvar a la juventud, que, como dice Ana Milena, tiene siempre el vigor para salvarse sola: el desa-fío es crear las condiciones para que sea la juventud la que salve a Colombia.

Los jóvenes, las mujeres que aún requie-ren un apoyo del gobierno para adquirir una verdadera igualdad en derechos, y la familia que hay que recuperar para la paz, recibirán

en mi gobierno una atención especial, coor-dinada y dirigida por una Consejería Presi-dencial.

Todas estas políticas en el plano interno resultarían insuficientes si no tenemos en cuenta el mundo en el que estamos viviendo, y en el cual los mismos vientos de democra-cia y libertad están soplando en materia eco-nómica y comercial.

LA INTERNACIONAL IZACIÓN DE LA ECONOMÍA THE INTERNATIONAL IZATION OF THE ECONOMY

Por eso debemos avanzar en un proceso de internacionalización de la economía co-lombiana. Este comprende la modificación al régimen de inversión extranjera, los estímu-los a la inversión privada, la transformación de Proexpo en un banco de exportaciones, las modificaciones al funcionamiento del Instituto Colombiano de Comercio Exterior, la modernización del sistema de transporte terrestre y del sistema de puertos, la recupe-ración de la red ferroviaria, la reducción de las tarifas aéreas y marítimas.

Solo las naciones que exportan son capa-ces de superar sus crisis.

La apertura es eso: un proceso dinámico de modernización apoyado por el crecimien-to de las exportaciones y destinado a garan-tizamos un puesto en el mercado mundial. Exportar más, importar más, producir más, hacer más rica nuestra economía, y así ge-nerar más empleo. Ese es el camino que recorrieron las naciones devastadas por la guerra y que son hoy potencias industriales.

Es un proceso que vamos a realizar de manera gradual. No aplicaremos el trata-miento de choque de otros países latinoa-mericanos porque no tenemos la crisis que allí ha impuesto situaciones de tal naturale-

za. En segundo lugar porque tal política, que trae efectos tan beneficiosos en el mediano plazo, puede tener a corto plazo consecuen-cias sobre el crecimiento y el empleo, que no queremos ni se justifica asumir.

Reformaremos el Estatuto Cambiario que le ha brindado al país un marco que ha con-tribuido significativamente al desarrollo del comercio exterior y a la estabilidad cambia-ria.

Abandonaremos así la pretensión hoy un poco utópica de controlarlo todo en este campo, ajena a la realidad de una economía que es ahora más grande, más diversificada y más solida que aquella que fue objeto del estatuto vigente. Así lo impone el desarrollo de nuestro comercio exterior y el de los mer-cados financieros de bienes y servicios.

El proceso de internacionalización de la economía colombiana también nos exige enfocar nuestra política internacional de una manera más amplia y que tenga en cuenta nuestras prioridades económicas y comer-ciales. Colombia ha modificado su compor-tamiento internacional durante los últimos gobiernos, gracias a lo cual el país ha diver-sificado sus relaciones y ha ganado autono-mía frente a los grandes poderes.

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CONVIVENCIA PACÍF ICA, AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

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Mantendremos esta política, y defende-remos los principios esenciales de la con-vivencia pacífica: la libre determinación de los pueblos, la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, los instrumentos de solución pacífica de los conflictos y el plu-ralismo político en nuestro continente.

Igualmente, mantendremos nuestra parti-cipación en el Movimiento de Países No Ali-neados, en el entendimiento de que la recien-te distensión en el conflicto Este-Oeste hace mucho más relevante el diálogo Norte-Sur.

El manejo de las relaciones exteriores de Colombia debe ajustarse a las nuevas reali-dades de la política internacional. Los objeti-vos a los que debe conducir nuestro proceso interno serán también los objetivos que bus-cará nuestra política exterior. De la agenda de nuestra Cancillería harán parte el narco-tráfico, los derechos humanos, la deuda ex-terna, el comercio, el desarrollo económico, la internacionalización de la economía y la protección del ambiente.

CONTINU IDAD A LOS ACUERDOS BARCO-PÉREZ CONTINU ITY-PEREZ BOAT AGREEMENTS

Venezuela constituye uno de los ejes fun-damentales de las relaciones exteriores de Colombia. Daremos total continuidad a la po-lítica que se deriva de los acuerdos que sus-cribieron el presidente Barco y el presidente Pérez, y que hasta el presente han producido excelentes resultados.

Presidente Carlos Andrés Pérez: el es-fuerzo en los aspectos de la colaboración ha aproximado a nuestros pueblos y algún día, ojalá pronto, resolveremos nuestras diferen-cias según los procedimientos acordados por las dos naciones.

Continuaremos perteneciendo al Grupo de Río, cuya utilidad ha sido incuestionable pero cuyo ajuste a las nuevas realidades de la política continental es necesario. Quiero reiterar mi convicción de que debemos crear un foro latinoamericano donde se traten de manera simultánea los asuntos políticos y económicos y que se constituya en interlocu-tor frente a los grandes actores de la política internacional. Así América Latina fortalecería su capacidad de negociación frente al resto del mundo mediante la unidad de criterios y de acciones conjuntas.

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RELACIONES D IPLOMÁTICAS CON EUROPA DIPLOMATIC RELATIONS WITH EUROPE

En lo que hace relación a Europa, con-fiamos en que la formación de un mercado único será una oportunidad y no un obstácu-lo para nuestras exportaciones. Igualmente esperamos que las instancias técnicas de la CEE confirmarán la decisión política del

Consejo de Presidentes y Jefes de Gobierno para permitir un mayor acceso de nuestros productos a ese mercado como contribución al esfuerzo que Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador han realizado en la lucha contra el narcotráfico.

LA PROTECCIÓN DEL AMBIENTE ENVIRONMENTAL PROTECTION

Quiero expresar nuestra preocupación por un tema de innegable importancia para la humanidad: la protección del ambiente. Nuestras reservas forestales en zonas como la Amazonia son el pulmón del mundo. Toma-remos las medidas para evitar un desastre

ecológico de consecuencias nefastas sobre todo el planeta, pero no se nos puede exigir que incurramos sin contraprestación en ele-vados costos para reparar los daños hechos por las naciones industrializadas que tienen una deuda ecológica con la humanidad.

RESPETO MUTUO CON LOS ESTADOS UN IDOS

MUTUAL RESPECT WITH THE U .S .

Esperamos preservar con los Estados Unidos un diálogo de cooperación en los numerosos aspectos de nuestras relaciones sobre una base de respeto mutuo, nuestras naciones enfrentan el desafío de llevar al campo de la colaboración, y de las acciones conjuntas, temas cuya complejidad implica con frecuencia la existencia de posiciones divergentes.

No asumiremos la existencia de una ar-monía natural de intereses como guía para las relaciones bilaterales entre Colombia y

los Estados Unidos, pero en cambio pon-dremos una férrea voluntad para tratar amistosa y constructivamente, con realis-mo, todos los temas de nuestra agenda bi-lateral.

En el pasado los colombianos hemos en-contrado severas barreras proteccionistas y, en algunos casos, injustificada discrimina-ción contra nuestros productos.

Recientemente se han producido decisio-nes que remueven algunos obstáculos como lo era la objeción a nuestro ingreso al código

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de subsidios del GATI, aunque esta sea ape-nas una decisión provisional.

El daño económico que se nos hizo con la terminación del Pacto Cafetero es irreparable.

Estamos, sin embargo, a la espera de los desarrollos que se derivan de la Declaración de Cartagena. No es ayuda económica di-recta, ni ayuda militar lo que reclamamos de manera primordial. Es un tratamiento justo. Es libre comercio.

Ojalá se pueda avanzar en la Iniciativa para las Américas del presidente George Bush, que puede llegar a ser un giro histó-rico en las relaciones de Estados Unidos y América Latina. También estamos a la es-pera de la presentación del proyecto de ley anunciado por el presidente Bush en materia de régimen especial y transitorio de preferen-cias para las exportaciones provenientes de Colombia, Bolivia, Perú y Ecuador.

En dos años celebraremos el Quinto Cen-tenario del Descubrimiento de América. Nue-vas relaciones y una amistad sincera y pro-funda que supera los siglos se han afianzado entre Colombia y España y la celebración de los 500 años fortalecerá nuestros vínculos.

Compatriotas: Hoy, como lo he hecho en tantas oportuni-

dades en el último año, quiero invocar al Dios de Colombia.

Con su ayuda, iniciaremos juntos esta lar-ga marcha.

El triunfo de las ideas de renovación y cambio en el proceso electoral de este año es la primera piedra para la construcción del futuro. El resto de la obra está pendiente.

En ese proceso electoral, en esa dura y accidentada lucha, con millones de colom-bianos ganamos la batalla de las ideas. Es apenas el principio.

Ahora nos toca ganar la batalla de las rea-lizaciones.

Tenemos que demostrar que lo que soña-mos es posible. Ese es nuestro desafío. Esa es nuestra obligación con nosotros mismos, con nuestros hijos, con las futuras generacio-nes de colombianos. Todos tenemos el dere-cho de vivir en un país mejor.

En el amanecer de una nueva década, cuando por doquier en el mundo se derrum-ban muros y se abren las alamedas de la de-mocracia y de la libertad, estamos obligados a pacificar y a transformar a Colombia.

Ese es el tamaño de nuestro desafío. Si lo asumimos con valor, optimismo y

decisión, la posteridad no dirá mañana que fuimos inferiores a las responsabilidades que nos impuso nuestro tiempo. Dirá, en cambio, que el 7 de agosto de 1990 iniciamos una larga jornada de creación, de renovación y de trabajo. Dirá que ese día comenzamos a hacer realidad la revolución pacífica que los colombianos reclaman y necesitan.

Probablemente adolezca, pero no lo la-mento, de cierta ingenuidad, también funda-mental, que me exige exteriorizar mis afectos declarando ante propios y extraños que el nuevo presidente ama al país y a sus gentes.

En la victoriosa noche del 11 de marzo dije que lo importante del hombre que llega al poder es demostrar luego que merecía ejercerlo.

Es mi esperanza, mi compromiso, que en un día como hoy de 1994, cuando entregue a la persona que la democracia designe, las responsabilidades que acabo de asumir, pueda hacerlo frente al afecto y respeto de ustedes los colombianos, porque merecía ejercer el poder que me otorgaron.

Compatriotas: Bienvenidos al futuro. CÉSAR GAVIRIA TRUJILLOPresidente de la República

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PROYECTO DE INVESTIGACIÓN “ANÁL IS IS DE LOS PROCESOS DE IN-

TEGRACIÓN DE LA REGIÓN BOGOTÁ-CUNDINAMARCA”

RESEARCH PROJECT: “ANALYSIS OF THE INTEGRATION PROCESSES IN THE BOGOTA-CUNDINAMARCA REGION”

• Acosta, P. (2010). The Bogota - Sabana Region: The Political Economy behind the struggle to implement a Sustainable Urban Development Model. Documentos de Investigación Ekística, 1. Programa de Gestión y Desarrollo Urbano, Facultad de Ciencia Política y de Gobierno. Urbano.

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• Alcaldía de Sopó. (2012-2015). Plan muni-cipal de desarrollo. Sopó lo construimos todos. Sopó, Cundinamarca, Colombia.

• Alcaldía de Chía. (2012-2015). Plan muni-cipal de desarrollo. Chía, territorio inteli-gente e innovador. Chía, Cundinamarca, Colombia.

• Alcaldía de Cajicá. (2012-2015). Plan muni-cipal de desarrollo. Cajicá, progreso con responsabilidad social. Cajicá, Cundina-marca, Colombia.

• Alcaldía de Mosquera. (2012-2015). Plan municipal de desarrollo. Mosquera, go-bierno siempre en marcha: Mosquera, ciudad de oportunidades. Mosquera, Cundinamarca, Colombia.

• Alcaldía de Funza. (2012-2015). Plan munici-pal de desarrollo. Funza avanza con garantía de ciudad. Funza, Cundinamarca, Colombia.

• Alcaldía Mayor de Bogotá. (2011) Linea-mientos de política pública para la inte-gración regional. Secretaría Distrital de Planeación, Bogotá.

• Alcaldía Mayor de Bogotá. Bogotá Positiva (2010). Diagnóstico de la región capital Bogotá-Cundinamarca. Secretaría Distri-tal de Planeación, Bogotá.

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COMPILADORES:ASTRID CARO RAMÍREZMIGUEL RICARDO LANDÍNEZ LEÓNÓSCAR JAVIER MARTÍNEZ HERRERA

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INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES

Los autores interesados en publicar sus artículos en la revista Economicus Hetero-doxus, editada por la Universidad Piloto de Colombia, deben hacer seguimiento detalla-do de las siguientes instrucciones, por ello se recomienda leer detenidamente y en su totalidad el contenido de las mismas. Se relacionan las pautas relativas a: público al que se dirige la publicación, características de los artículos y condiciones de presentación de documentos a la revista, procesos editoriales que sufren los documentos postulados a la revista (recepción, verificación de cumplimiento de condiciones, evaluación por pares, ajustes al documento, aceptación de la publicación, publicación final, canales de comunicación de la revista con los autores, responsabilidad de la revista) y descripción del proceso de evaluación.

Público al que se dirige la revista Economicus Heterodoxus ..........................................La revista Economicus Heterodoxus, editada por la Universidad Piloto de Colombia, pretende contar con

un espacio para publicar artículos de interés a la comunidad académica y científica en temas económicos y sociales tanto en el contexto nacional como internacional. El nombre propuesto Economicus Heterodoxus hace referencia a la polisemia de la economía y a las diversas corrientes que alimentan la ciencia económica y que en general son de carácter transdisciplinar, elemento diferenciador de esta publicación.

Procesos editoriales de los artículos presentados a la revista Economicus Heterodoxus A continuación se describen las etapas editoriales que experimentan los artículos presentados a la re-

vista Economicus Heterodoxus:

Procedimientos para la recepción de artículos y verificación .........................................El (los) autor(es) envía(n) su expresión de interés de publicar en revista Economicus Heterodoxus al

correo electrónico [email protected], adjuntando el artículo, la carta de cesión de derechos (incluye la certificación de ser un trabajo original y de no estar en evaluación paralela en otra re-vista científica ni hacerlo en el futuro, además de incluir el compromiso de utilizar adecuadamente las formas de citación y referencia para reconocer la autoría de las diferentes fuentes utilizadas) y el formato de autores debidamente diligenciado. Posteriormente, el editor científico verificará el cumplimiento de las instrucciones aquí relacionadas, si existe incumplimiento, el editor científico comunicará la no aceptación del documento y expresará con claridad los motivos de exclusión. El autor podrá presentar nuevamente el documento y los formatos las veces que lo requiera hasta lograr la aceptación inicial.

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Cuando se haya verificado el cumplimiento de las instrucciones, el editor científico comunicará al autor el paso del documento al Comité Editorial e ingresará los datos del artículo en la base de datos de la revista, especificando este estado. En caso de que el autor no reciba la comunicación, el correo debe ser enviado por el autor nuevamente hasta obtenerlo.

El Comité Editorial tendrá la función de seleccionar los artículos que se envían a revisión por pares. Los pares evaluadores serán escogidos de una base de datos administrada por el editor científico, o por referen-cia de los integrantes del Comité Editorial.

Evaluación por pares .........................................................................................................Los artículos seleccionados por el Comité Editorial se presentarán a pares, dos por cada documento,

y evaluarán las condiciones de calidad del artículo, específicamente: definición del tipo de artículo a juicio del par, valoración de la recopilación teórica, construcción del artículo, aporte al avance de la ciencia en el tema específico, aspectos formales de normas APA y construcción de textos en inglés. En todos los casos, el proceso de evaluación se sustenta en el anónimo de doble vía, los pares no conocerán a los autores ni las instituciones que representan, tampoco los autores a sus evaluadores.

Los conceptos finales que emitirán los evaluadores serán:

___ El artículo debe publicarse como ha sido enviado. El manuscrito puede mejorarse como se sugiere, pero no es necesario que se revise nuevamente.

___ El artículo puede publicarse solo si se atienden antes de su publicación todos los cambios (menores) que se indican o sugieren.

___ El artículo contiene material valioso y puede publicarse solamente si se atienden todos los cambios y sugerencias que se indican. Se requiere evaluar nuevamente la versión modificada del manuscrito.

___ El artículo no debe publicarse en la revista Economicus Heterodoxus por las razones que se indican en esta revisión.

Ajustes a documentos .......................................................................................................De acuerdo con los conceptos emitidos por los pares evaluadores, el editor científico solicitará los ajus-

tes y emitirá comunicación oficial sobre el resultado de la evaluación. En todas las circunstancias los autores conocerán las evaluaciones de sus obras.

Aceptación de la publicación del artículo .........................................................................Superadas las etapas de evaluación y ajustes, y después de determinar la aprobación de la publicación,

el editor científico, notificará la publicación del artículo e indicará la información bibliográfica del mismo.

Medios de comunicación con la revista ............................................................................El único medio reconocido por la revista Economicus Heterodoxus es el correo electrónico, todas las

comunicaciones oficiales se emitirán por este medio y será la única vía válida. En cualquier caso, el autor principal (primer autor) del artículo liderará la comunicación sobre el documento, sin embargo, los demás autores pueden solicitar comunicación directa con la revista Economicus Heterodoxus. Otras formas de co-municación, personal, telefónica, cartas deben ser corroboradas por el correo electrónico, solicitando acuse de recibo o la descripción de la conversación.

Responsabilidad de la revista ...........................................................................................Las opiniones y los artículos de los textos que resulten publicados en la revista Economicus Heterodoxus

son responsabilidad exclusiva de los autores y no son representativas, necesariamente, de la filosofía de la Universidad Piloto de Colombia, ni responden, de una manera forzosa, a la línea de la revista Economicus Heterodoxus o la opinión del Editor (a) de la misma.

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Características y condiciones de presentación de artículos a la revista Economicus Heterodoxus .......................................................................................................................

Junto con el texto del artículo, los autores deberán enviar al correo electrónico economicus- [email protected] la carta de cesión de derechos firmada y escaneada y el formato de autores debi-damente diligenciado. Tanto la carta, como el formato de autores, deben ser solicitados al correo electrónico de la revista (economicus- [email protected]).

La revista Economicus Heterodoxus publica artículos científicos, por tanto recibe los siguientes tipos de artículos: artículo de investigación científica y tecnológica, artículo de reflexión y artículo de revisión (Col-ciencias, 2010). A continuación se especifican las características de cada uno:

o Artículo de investigación: es un documento que presenta, de manera detallada, los resultados origi-nales de proyectos terminados de investigación. La estructura generalmente utilizada contiene cua-tro apartes importantes con plena coherencia y cohesión: introducción, metodología, resultados y conclusiones (Colciencias, 2010); además, estos artículos deben presentar de manera concisa la fundamentación teórica y las fuentes utilizadas deben ser preferiblemente documentos de reciente divulgación. Se espera el uso de mínimo 25 fuentes para la construcción del documento.

o Artículo de reflexión: documento que presenta resultados de investigación terminada desde una pers-pectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuentes originales (Colciencias, 2010). El artículo de reflexión debe evidenciar un tratamiento adecuado de las fuentes de información, así como la discusión y el aporte del autor sobre la temática expuesta.

o Artículo de revisión: documento resultado de una investigación terminada donde se analizan, sis-tematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no publicadas,, con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión bibliográfica de por lo menos 50 referencias (Colciencias, 2010). Este tipo de artículo hace énfasis específicamente en la recopilación y la presentación de múltiples fuentes de información, al respecto se recomienda a los autores preferir fuentes de información publicadas recientemente, así como pre-ferir las fuentes que han surtido algún tipo de evaluación, entre ellas artículos científicos publicados en revistas arbitradas; se pueden incluir, además, libros, capítulos de libro y memorias de eventos internacionales.

Condiciones de forma de los artículos ..............................................................................

Con respecto a la presentación de forma de los artículos, los documentos deben cumplir estrictamente las siguientes condiciones (se presenta a manera de lista de chequeo, para que el (los) autor(es) verifiquen el cumplimiento de todas las indicaciones:

Redacción del título del artículo en español e inglés

Entregar en pie de página una breve reseña del (los) autor(es), que incluya: nombre(s) completo(s), correo electrónico, formación académica (títulos de pregrado y títulos de posgrado sin incluir las instituciones que otorgan el título académico, si el título obtenido se encuentra en español utilizar el prefijo Máster o Doctor según corresponda), afiliación institucional del autor, dirección postal del autor, ciudad y país del autor (o cada uno de los autores).

Presentar en nota de pie una breve descripción del proyecto de investigación que origina el artículo, mínimo debe contener: título del proyecto, entidad que financia y breve descripción del objetivo del proyecto.

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Presentar en nota de pie la clasificación del artículo según el presente documento:

Artículo de investigaciónEs un documento que presenta, de manera detallada, los resultados originales de proyectos terminados de investigación. La estructura generalmente utilizada contie-ne cuatro apartes importantes: introducción, metodología, resultados y conclusiones (Colciencias, 2010). Estos artículos se deben caracterizar por presentar de manera concisa la fundamentación teórica. Las fuentes utilizadas deben ser preferiblemente documen tos de reciente divulgación y debe presentar claramente la articulación entre sustento teórico, metodología, resultados y conclusiones.

Artículo de reflexiónDocumento que presenta resultados de investigación terminada desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuen-tes originales (Colciencias, 2010). El artículo de reflexión debe evidenciar un tratamiento adecuado de las fuentes de información, así como la discusión y aporte del autor sobre la temática expuesta.

Artículo de revisiónDocumento resultado de una investigación terminada donde se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no publicadas, sobre un campo en ciencia o tecnología, con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias de desa-rrollo. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión bibliográfica de por lo menos 50 referencias (Colciencias, 2010). Este tipo de artículo hace énfasis específicamente en la recopilación y la presentación de múltiples fuentes de información, al respecto se recomienda a los autores preferir fuentes de información publicadas recientemente, así como preferir las fuentes que han surtido algún tipo de evaluación, entre ellas artículos científicos publicados en revistas arbitradas.

Redactar el resumen analítico del artículo, consiste en hacer la presentación de los apartados del artículo y una breve descripción de ellos, sin exceder las 300 palabras.

Abstract, es la traducción al inglés del resumen analítico.

Palabras clave: las palabras clave son palabras o términos descriptores del documento, son importantes porque con estos se realizan las búsquedas en bases de datos, preferiblemente deben estar incluidas en el título del artículo. Mínimo tres, máximo cinco términos.

Key Words, traducción al inglés de las palabras clave.

Presentar los siguientes títulos en el artículo: introducción, los relacionados con el desarrollo de la temática, conclusiones y referencias. En el caso de los artículos de investigación científica y tecnológica, se recomienda mantener el esquema de introducción, metodología, resultados, conclusiones y referencias.

Utilizar únicamente la norma APA para la presentación de citas y referencias, no se acepta en ningún caso la combinación de esta norma con otras formas de referencia y citación. Para guía del autor, puede consultar en Web el vínculo: http://flash1r.apa.org/apastyle/basics/index.htm

Extensión del artículo: mínimo 10 páginas, máximo 20 páginas.

Emplear tipo de fuente Times New Roman, tamaño 12, con interlineado a espacio y medio.IN

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Proceso de evaluación de los artículos en la revista Economicus Heterodoxus ............

Todos los artículos que se presentan a la revista Economicus Heterodoxus serán evaluados por medio de un formato que recopila información sobre los siguientes aspectos: identificación del tipo de artículo de acuerdo con los criterios de los evaluadores; claridad y pertinencia de los elementos de los artículos, así como los elementos metodológicos que soportan el escrito; vigencia y aporte del artículo a la temática. Los evaluadores tienen la oportunidad de emitir comentarios y observaciones tanto para la revista como para los autores.

Referencias ........................................................................................................................

Colciencias. (2010). Documento guía. Servicio Permanente de Indexación de revistas de Ciencia, Tecno-logía e Innovación Colombianas. Base Bibliográfica Nacional BBN. Índice Bibliográfico Nacional Publindex IBN. Recuperado de http://201.234.78.173:8084/publindex/docs/informacionCompleta.pdf

El artículo debe estar redactado totalmente en tercera persona del singular, con adecuada puntuación.

Todos los párrafos del artículo deben estar justificados a las márgenes derecha e izquierda

Utilizar máximo tres niveles de títulos, como se muestra a continuación: [1] corresponde al 1er nivel que es el título del artículo, [2] y [3] al segundo y tercer nivel, respectivamente, así:

Mayúscula y minúscula centrado [1]Mayúscula y minúscula en cursiva alineado a la izquierda [2]

Con sangría, minúscula, en cursivas, alineado a la izquierda y finaliza en punto. [3]

Las tablas están presentadas adecuadamente (descripción a continuación).Tener título y número en la parte de arriba de la tabla y seguir el siguiente formato,Tabla 1Título de la tablaNo se deben presentar las líneas verticales, deben estar descritas al interior del artículo y nombrando el número de la misma, deben estar elaboradas en la herramienta tabla del procesador de texto. Se debe especificar la fuente de donde se obtiene la tabla, si es construcción de los autores, se debe indicar así: Fuente: Autores, o Fuente: Adaptado de …, o Fuente: construido a partir de …

Las figuras y gráficas, deberán presentarse adecuadamente (descripción a continuación).Estar numeradas y tener título, esta información debe ir debajo de cada una de ellas.

Elaborar las ecuaciones en la herramienta de edición de ecuación del procesador de texto, estar numeradas y contener una descripción de sus componentes, así:Ecuación 1Donde x, equivale a….

No utilizar notas de pie de página (salvo casos excepcionales de aclaración de texto).

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