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REVISTA VASCONGADA 123 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS EL GENIO VASCO EN LAS ÉPOCAS MODERNAS. Crítica—Literatura— Arte, por Adrián de Loyarte, Académico C. de la Real Academia de la Historia, de la de Bellas Artes de San Fernando y de la. de Cien- cias Morales y Políticas. U N libro nuevo. Siempre es grata su visita. Pero cuando aquél viene suscrito por firma tan prestigiosa como la del esclarecido Piesidente del Consistorio de Juegos Florales Euskaros, es doblemente placentera su llegada. Y si, como en el caso presente, ostenta un titu- lo tan sugestivo en los actuales momentos como el que encabeza esta nueva producción, entonces la satisfacción y el encanto adquieren in- decibles proporciones. Ahí es nada, hallar en las primeras páginas un tema de tan palpi- tante actualidad como «Ante la raza»; la raza, origen, fundamento y esencia de toda la personalidad vasca en la dilatada extensión de su historia. A lo atractivo del asunto unamos la profundidad del concepto y la exquisitez de la forma, características inexcusables del Sr. Loyarte, y con el natural embeleso, leemos de nuestra raza: «Que creó hombres fuertes como el hierro de sus montañas. Que dió a la patria virtudes caballerescas y caracteres que fueron todo un poema. Que mantuvo suavidad en las costumbres, pureza en sus idea- les y brio en sus convicciones. Que vivió la vida más severa y más apar- tada del mundo como si así quisiese fortalecer sus espíritus. Y que, por último, su lengua fué un canto peregrino con el que acertó a de- cir jos más grandes amores de su vida.

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REVISTA VASCONGADA 123

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

EL GENIO VASCO EN LAS ÉPOCAS MODERNAS. Crítica—Literatura— Arte, por Adrián de Loyarte, Académico C. de la Real Academia de

la Historia, de la de Bellas Artes de San Fernando y de la. de Cien-

cias Morales y Políticas.

U N libro nuevo. Siempre es grata su visita. Pero cuando aquél viene suscrito por firma tan prestigiosa como la del esclarecido

Piesidente del Consistorio de Juegos Florales Euskaros, es doblemente placentera su llegada. Y si, como en el caso presente, ostenta un titu- lo tan sugestivo en los actuales momentos como el que encabeza esta nueva producción, entonces la satisfacción y el encanto adquieren in- decibles proporciones.

Ahí es nada, hallar en las primeras páginas un tema de tan palpi- tante actualidad como «Ante la raza»; la raza, origen, fundamento y esencia de toda la personalidad vasca en la dilatada extensión de su historia.

A lo atractivo del asunto unamos la profundidad del concepto y la exquisitez de la forma, características inexcusables del Sr. Loyarte, y con el natural embeleso, leemos de nuestra raza:

«Que creó hombres fuertes como el hierro de sus montañas. Que dió a la patria virtudes caballerescas y caracteres que fueron todo un poema. Que mantuvo suavidad en las costumbres, pureza en sus idea- les y brio en sus convicciones. Que vivió la vida más severa y más apar- tada del mundo como si así quisiese fortalecer sus espíritus. Y que, por último, su lengua fué un canto peregrino con el que acertó a de- cir jos más grandes amores de su vida.

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»Fué raza que dió aventureros y tipos legendarios. Fué raza que amamantó genios políticos y genios guerreros. Fué raza que nació para no extinguirse.»

Y esto se lee en las primeras paginas reavivando con tan sugesti- vos párrafos el ansia natural por devorar todo el contenido de tan pre- ciado libro.

Apenas termina el capítulo que hace, en cierto modo, las veces de prólogo, entra de lleno en el estudio de «La raza», fundando sus apreciaciones en las opiniones de los mas célebres pensadores que acu- den al mágico conjuro de su erudición asombrosa; contrasta luego es- tas opiniones con la propia y autorizada observación, y deduce por ló- gica indeclinable los resultados de su definitivo razonamiento.

Así al tratar de la tenacidad propia de la raza, dice:

«Después de las dos grandes guerras civiles les arrancaron los fue- ros, las más grandes libertades que jamás se han conocido; pues hoy mismo, a pesar del tiempo transcurrido, a pesar de las orientaciones del progreso moderno, a pesar de este mundo exterior que les rodea, siguen defendiendo y luchando por la causa foral con una fuerza de voluntad verdaderamente única. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

»De un pueblo pobre, de una tierra estéril y sin frutos han hecho un pueblo relativamente rico, un pueblo trabajador e inteligente, no debido a la mayor o menor protección, sino sencillamente a su fuerza de voluntad, a su honradez, a su alma toda.»

Estudia las diversas características de la raza, sus virtudes, sus de- fectos; nada se escapa al examen analítico del autor; produciendo en consecuencia el trabajo más serio y completo que acerca de tan intere- sante materia han ddo a luz las prensas.

Pasa luego a exponer «caracteres representativos de la raza», y nos ofrece en primer lugar un estudio crítico de «aquel temperamento formidable, aquella estupenda y colosal figura que se llamó Iñigo de Loyola.»

En ese análisis concienzudo no sólo se escudriña la psicología per- sonal de aquel «gran carácter, gran santo, genio estupendo», sino que se aquilata su obra: las «Constituciones», los «Ejercicios Espi- rituales, la Compañía de Jesús», toda la portentosa labor del insigne Patrón de Guipúzcoa.

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Pasa después a tratar de Fray Andrés de Urdaneta, quien, «con templado bajo el sayal agustino, nos recuerda al gigante de la ciencia, de la diplomacia, de la navegación, que

en rápido y audaz vuelo alcanza las mismas cumbres de la civilización cris- tiana.»

Estudiando a con- tinuación «La men- talidad en la politi- ca», nos presenta a Joaquín Sánchez de Toca», que por el vigor de su inteli- gencia, la extensión de su cultura, la profundidad de su ingenio, y las prue- bas que de su valer y actividad tiene ya dadas, constituyen uno de los casos más peregrinos entre los hombres modernos.»

Digno de espe- cialísima mención es el discurso que en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas pronunció Sánchez de Toca acerca de la cuestión vascongada, y de cuyo discurso reproduce el Sr. Loyarte los párrafos que vamos a copiar:

«Pero bajo semejante situación de derecho público—decía el se-

SAN IGNACIO DE LOYOLA (Cuadro de Salaverria)

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ñor Sánchez de Toca—el país vascongado encerró su personalidad hasta en el orden internacional. Mantuvo nacionalizadas sus fronteras, continuó haciendo por si tratados con las demás naciones.

»Todavía en 1653, a pesar de estar aún en plena guerra España y Francia, se da el caso increible de que Guipúzcoa y Vizcaya estipulen con Francia convenios comerciales sobre pesca y navegación. Sobre estos mismos intereses, figura en el propio tratado de Utrech cláusula espe- cial y exclusiva para la industria marítima de los vascongados, y va- rios capítulos del Fuero determinan minuciosamente las calidades que han de tener y la forma en que se ha de elegir el Embajador que la provincia hubiere de enviar a la Corte de Su Majestad o a otra cual- quier parte.

»En vano, por espíritu sectario de una política en que tanto coin- cidia con Godoy, intentó Llorente argumentar sobre la tesis de que las Provincias Vascongadas no tuvieran en realidad Fueros provinciales, ni constituyeran Cuerpo político. Muy fácil les ha sido por el contra- rio a los Novia de Salcedo y Sagarmínaga y otros, demostrar por ma- nera irrefutable que cada una de las tres provincias de la hermandad vascongada mantuvo dentro de sus pactos de federación categoría de Estado independiente contratando hermandades con sus vecinos, pac- tando tratados internacionales, reuniendo sus Juntas Generales como suprema y soberana jurisdicción, para promulgar las leyes en que ha- bía de ser gobernada, y declarar si debían cumplirse o no, las reales provisiones, cartas y cédulas que se relacionaran con los Fueros de la Provincia.»

Pasa luego a estudiar «La mentalidad en la sociología», y ello le ofrece ocasión de presentar la personalidad ilustre de Eduardo Sanz y Escartín», «navarro de nacimiento, vasco de sangre y corazón», cuya extensa labor ha acertado a comentar con rasgos maravillosos el señor Loyarte.

«La mentalidad en la literatura» constituye la parte siguiente, y en ella desfilan cuatro caracteres representativos de la raza en la época moderna: Antonio Peña y Goñi, Arturo Campión, Miguel de Una- muno y Pío Baroja.

¡Peña y Goñi! ¡El errikoseme! Escritor, polemista, compositor y crítico ilustre.

¡Campión! Insigne patriota, ilustre literato, historiador meritísimo. ¡Unamuno y Baroja!, modalidades extrañas del desenvolvimiento

literario en el país vasco. Pasa a tratar en seguida de «La mentalidad en la oratoria», y pres-

cindiendo de Vicente Manterola y del P. Vinuesa, a cuyas «dos águi-

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las de la oratoria sagrada y aun profana» dedicó no pocas páginas en su libro «Donostiarras del siglo XIX», presenta a Valentín Olano, que tuvo «un momento histórico que de tal manera simbolizó el periodo más culminante de la vida del pueblo vasco, y de tal modo su palabra defendió los más altos intereses de la raza, que sólo este hecho es ya suficiente para que el nombre de Olano pase inmortalizado a la poste- ridad.»

En estos momentos en que las ansias de reintegración foral se ma- nifiestan con tan espontánea intensidad, tiene grandísima oportunidad el recuerdo de la intervención en Cortes del ilustre azcoitiano en de- fensa de los fueros vascongados.

«No fué a discutir, dice el Sr. Loyarte, sino a defender la justicia y los derechos de un país. No fué a amenazar, sino a persuadir. No trató de inferir agravios, sino de reparar ofensas. Y ofensa fué para el país vasco dejar incumplida la palabra que el Gobierno español le hizo, de respetar y defender todos sus fueros, derechos y libertades.

»Olano, más que con la historia en la mano, se presentó con la inteligencia y el corazón. Supo hablar con lógica, con dialéctica incon- trovertible. Como O’Connell cuando hablaba a los irlandeses, cuando se presentaba ante el gobierno inglés en demanda de aspiraciones y derechos legítimos de un pueblo, así fué Olano a Madrid; del mismo modo se presentó en la Cámara española.

»¿Por qué Olano, sin pretensiones de orador, sin aspiraciones de controversista, sin que tras de sí actuasen prensa, amigos ni favorece- dores, consiguió conmover con aquel discurso suyo a los Argüelles, los Martínez de la Rosa, los Mon, los Cortina y otras figuras de no menos prestigio del Parlamento español?

»Pues sencillamente porque hablando con el corazón, hablaba también en nombre de un pueblo ultrajado y herido; en nombre de un pueblo a quien Olano pudo haberle llevado de nuevo a la rebelión, si con su palabra de mero defensor de un derecho se hubiese convertí- do en apasionado agitador de muchedumbres ardorosas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

»Cuando la corriente inexorable del tiempo lleve y arrastre consi- go las impurezas de los hombres y de las cosas al eterno mar del olvi- do; cuando la justicia se abra paso en nuevas generaciones, quizás más admiradoras de la historia de sus mayores, por lo mismo que les será más lejana, el nombre de Olano flotará entre los suyos como el sím- bolo de la glorificación y la libertad de un pueblo.

»Su labor fué única; fué un solo discurso; pero en tan memorable época, en momento tan peligroso para el país, que el hecho de pre- sentarse solo ante una Cámara hostil y enemiga; ante una Cámara en que la mayoría de sus miembros odiaban al país vasco, porque lo des-

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conocían. e ignoraban su historia; este hecho basta para enaltecer el nombre de aquel valiente y glorioso guipuzcoano.»

A «La mentalidad en el Arte» está dedicada la parte siguiente, en la que figuran Elías Salaverría, Ignacio Zuloaga, Ignacio Ugarte, Teo- doro Anasagasti, Echenagusía, José M.ª Usandizaga y Fray José Anto- nio de San Sebastián.

Elías Salaverria, el ilustre pintor lezoarra, de quien dice que «sien- te el paisaje con apasionamiento; siente el mar, las montañas, los va- lles, las aldeas y la vida toda de su país con un vigor raro en estos tiempos que todo se amolda a lo convencional y lo positivo».

Ignacio Zuloaga, a quien la crítica no sólo de España, sino mundial reconoce que «destaca como uno de los primeros artistas contempo- ráneos».

Ignacio Ugarte, pintor notable, muy notable, pintor impresionista a veces, académico en otras; pintor personalísimo en cuanto toca los asuntos del país vasco».

Uno de sus mejores cuadros es el titulado «Las sardineras de San Sebastián».

«Este mereció una segunda Medalla en la Exposición internacio- nal de Madrid. Los detalles más minuciosos, los caracteres más difíci- les, las fisonomías de mayor expresión, las miradas más significati- vas, las arengas de los hombres y el mandato de las mujeres; todo el conjunto de ese cuadro en que aparece uno de los momentos culmi- nantes de la vida de nuestra gente del mar, está pintado por Ugarte con maestria y observación que al momento atraen.»

No vamos a seguir copiando toda la extensa crítica que con su au- toridad reconocida dedica al cuadro el Sr. Loyarte.

Teodoro Anasagasti, el arquitecto asombroso de quien dice el se- ñor Loyarte:

«Es quizás el salmo de las piedras, la obra de Anasagasti; es el do- lor antiguo unido en la esperanza también antigua de la Humanidad. Es el Arte y la Religión que fueron unidos siempre en los primeros hombres y en sus vidas, lo que recuerdan perfectamente toda su obra monumental. Del mismo modo que la Religión es y será siempre el consuelo y refugio de las lágrimas del hombre, así también el arte de Anasagasti refleja la tristeza imperfecta de un arte que arranca sienpre de los arcanos más profundos del mundo oriental.»

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Echenagusía, más bien conocido por Echena, ha sido uno de los primeros artistas del país vascongado.

«Un lienzo suyo bastó para que la Prensa inglesa en general le tributara los honores del genio. Este lienzo se titula «La llegada de Cristo al Calvario».

»La sublimidad de este asunto ha sido tratada por artistas de repu- tación europea. El sentimiento, la emoción que ello produce a todo temperamento sensible y artista, son, sin género de duda, excitantes —por decirlo así—del pincel y de la pluma. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

»No hemos conocido pintor que haya tratado el mismo asunto cuyo triunfo se haya cotizado con mayor exuberancia que en el de Echena. Y es que de carácter vascongado, nacido en un pueblo donde las creencias tienen hondas raíces en el alma popular y donde el pai- saje está bañado por el turbulento Cantábrico, la seriedad del asunto encaja perfectamente dentro de la idiosincrasia vascongada.»

José María Usandizaga, el genio musical donostiarra, de imborrable recuerdo.

Fray José Antonio de San Sebastián, el activo P. Donostia, el pro- pagandista incansable de la música popular vasca.

Cierra obra tan digna de encomio tratando de «La mentalidad en la industria», y como carácter representativo nos muestra al Marqués de Santillana, ilustre señor de Lazcano.

«Pocos como este hombre singular—dice el Sr. Loyarte—han sabido dar brillo a su patria, dedicanlo su inteligencia y su fortuna a empresas tan altas que recórdarlas en estas líneas es traer a la memoria al caballero tantas veces ilustre, al joven aristócrata, perteneciente a una de las primeras familias de la nobleza española, al poseedor de una fortuna tan opulenta, que pudiendo dedicarse a las comodidades de una vida tranquila y ociosa prefirió llevar a empresas industriales el caudal de su inteligencia y el caudal de su dinero.»

Hemos terminado. No nos proponíamos escribir una crítica con arreglo al patrón de ritual. Nosotros hemos leído la obra, y la hemos leido con embeleso y delectación. Y al trazar la pluma los presentes renglones, salta el recuerdo imborrable de cuanto quedó grabado en nuestra mente. Hemos, pues, leído y le volveremos a leer; y ello nos sugiere la crítica más adecuada, la única recomendación: leed «El ge- nio vasco en las épocas modernas».

J. BENGOECHEA