Notas Sobre El Triduo Pascual

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EL TRIDUO PASCUAL ¿Qué es triduo pascual? O ¿Qué entendemos por Triduo Pascual? Traición de Judas (Mt 26, 14-16; 20-25) Observando a Jesús sentimos hasta qué punto es importante saber poner nuestras miras, nuestros objetivos y nuestros esfuerzos más allá de meras perspectivas humanas y temporales. Judas sintió el fracaso de unas esperanzas puestas en una liberación simplemente política y humana. Entendía a Jesús como el Mesías al estilo judío. No supo intuir que su reino no era de este mundo. No supo aceptar haberse equivocado en sus pretensiones y actúa impulsado por el desengaño que siente y que lo hace no reflexionar ni confiar, sino dar rienda suelta a sus propias decisiones y a sus propias soluciones y le nace la traición porque se le había muerto la esperanza. Ocurre a la traición porque no reconoce su alejamiento para buscar nuevas agarraderas. Y opta por la traición porque nunca había optado realmente por Jesús sino por sus propias perspectivas. Pregunta ¿Cuándo hemos sido judas? En judas estamos ustedes y nosotros cuando queremos hacer un Dios a nuestra medida y no aceptamos a Dios como es. Cuando la fe solo nos sirve si nos da la respuesta que queremos y su voluntad se amolda a la nuestra. Cuando pensamos que ser Cristiano significa imponer nuestros criterios y eliminar los contrarios. Cena pascual (Mt 26, 26-32) Contemplando la cena sentimos la tristeza de aun no sabernos del todo dentro del rebaño. Asistimos a la eucarística y nos sale como a los discípulos la promesa no fallarle a Jesús. Escuchamos la palabra y sentimos que nuestra vida solo puede tener ya un sentido. Comulgamos el cuerpo y la sangre y nos

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EL TRIDUO PASCUAL

Qu es triduo pascual? O Qu entendemos por Triduo Pascual?

Traicin de Judas (Mt 26, 14-16; 20-25)

Observando a Jess sentimos hasta qu punto es importante saber poner nuestras miras, nuestros objetivos y nuestros esfuerzos ms all de meras perspectivas humanas y temporales. Judas sinti el fracaso de unas esperanzas puestas en una liberacin simplemente poltica y humana. Entenda a Jess como el Mesas al estilo judo. No supo intuir que su reino no era de este mundo. No supo aceptar haberse equivocado en sus pretensiones y acta impulsado por el desengao que siente y que lo hace no reflexionar ni confiar, sino dar rienda suelta a sus propias decisiones y a sus propias soluciones y le nace la traicin porque se le haba muerto la esperanza. Ocurre a la traicin porque no reconoce su alejamiento para buscar nuevas agarraderas. Y opta por la traicin porque nunca haba optado realmente por Jess sino por sus propias perspectivas.

Pregunta

Cundo hemos sido judas?

En judas estamos ustedes y nosotros cuando queremos hacer un Dios a nuestra medida y no aceptamos a Dios como es. Cuando la fe solo nos sirve si nos da la respuesta que queremos y su voluntad se amolda a la nuestra. Cuando pensamos que ser Cristiano significa imponer nuestros criterios y eliminar los contrarios.

Cena pascual (Mt 26, 26-32)

Contemplando la cena sentimos la tristeza de aun no sabernos del todo dentro del rebao. Asistimos a la eucarstica y nos sale como a los discpulos la promesa no fallarle a Jess. Escuchamos la palabra y sentimos que nuestra vida solo puede tener ya un sentido. Comulgamos el cuerpo y la sangre y nos nace una enorme decisin de servicio hasta la muerte. Nos deseamos la paz y corre en nosotros el deseo de la fraternidad. Llamamos a Dios padre nuestro y arraiga en nosotros una nueva afiliacin.

Pero minutos ms tarde al salir a la realidad de nuestra vida y nuestros afanes diarios experimentamos tristemente que tiene razn Nuestro Padre al advertirnos que l sabe de qu barro estamos hechos. Y vivimos realmente como rebao disperso.

Oracin de Getseman (Mt, 26, 36-41)

Al fijar nuestra mirada en esta escena de Getseman, nos enfrentamos a nuestra propia situacin, cuando tenemos que optar por el camino de Dios o por el nuestro. Cuando la tentacin nos sugiere el sendero ms fcil, menos arriesgado y aparentemente ms placentero. Cuando tenemos que dar razn de nuestra fe en momentos que nos puede acarrear complicaciones o rechazos.

Al contemplar a Jess orar en Getseman nos preguntamos por el sentido y el contenido de nuestra oracin

Preguntas

Qu buscamos en la oracin? Para qu rezamos? Qu pedimos? Queremos encontrar y la vida? asumir la voluntad de Padre o solo queremos que nos resuelva los problemas sin complicarnos

Arresto (Mt, 26, 47-50)

El beso de Judas ciertamente nos nace la amargura y la rabia. Un amigo traicionado con un beso es un acto que nos revela, que nos indignan de sobremanera. Pero de inmediato, nos hace recordar besos nuestros parecidos. En qu situaciones hemos dado besos de Judas? Cuando abandonamos a los nuestros en situaciones difciles. Cuando solo buscamos a los nuestros si sacamos algn provecho. Cuando no nos importa, si es necesario pasar por encima de los nuestros para lograr nuestro objetivo.

Y al contemplar el arresto de Jess nos preguntamos por tantos inocentes arrestados de mltiples maneras. Nos preguntamos por las veces que hemos dejado solos a los que son tratados injustamente, a los que son expropiados injustamente, a los que son juzgados, criticados o rechazados injustamente.

Ante el consejo Judo (Mt 26, 57-63)

El juicio de Jess se nos hace muy familiar. Cuntos juicios parecidos hemos hecho y seguimos haciendo de los dems! Con tal de llevar nuestro gato al agua y eliminar al que nos estorba, sacamos testigos falsos hasta de las piedras. Y hasta nos justificamos.

Con los maestros de la ley evocamos rpidamente a los poderosos y sus manipulaciones, a los dirigentes y sus artimaas, a los de arriba y sus esfuerzos por seguir arriba. Y nos evocamos a nosotros y nuestro recovecos ? Y dobles fondos para seguir a costa de lo que sea y quien sea lo que pretendemos.

Negacin de Pedro (Mt 26, 69-75)

Quin no cae en la cuenta de sus propias negaciones terica y vitales?, quin no reconoce que en muchas ocasiones no se atrevi a decir y a mostrar que es cristiano?, quin no se ha callado cuando deba haber dicho su palabra y afirmando su fe?

Con las lgrimas de Pedro hacemos balance de todos nuestros arrepentimientos sinceros, de cuantas veces nos hemos sentido dbiles, esclavos de nuestro pecado. Y reconocemos que nuestra vida es una constante de negaciones y lloros. Que en nuestra vida siempre hay un gallo que nos canta para que podamos llorar y arrepentirnos.

Ante Pilato (MT.27, 1-2; 11-14)

La figura de Pilato, nos asemeja al poderoso que est seguro de su poder y sabe de qu en sus manos est el destino de sus sbditos. Se siente seguro y quiere que todos se avengan a sus deseos. Por eso se extraa del silencio de Jess. Jess no busca favores, no agasaja falsamente al poderoso para salvarse. Sabe quin es, cul es su misin, y serenamente la acepta.

Y al contemplar el silencio de Jess, como que nos hace recordar cuantas veces nosotros peloteamos al poderoso, cuantas vences buscamos los enchufes o los favores para nosotros o los nuestro, aunque sea a coste de servidumbres inhumanas.

El pueblo pide la muerte (Mt 27, 15-26)

Al imaginarnos a la masa que vocifera la condena de Jess sentimos todas esas ocasiones en que nos hemos dejado engaar por propuestas, publicidades o voces que nos han conducido a hacer y querer lo que no nos convena. Y tambin esas ocasiones que hemos pretendido arrimar el ascua a nuestra sardina engaando las cosas y las razones. O cuando hemos buscado justificaciones para callar nuestra conciencia despus de haber dicho algo desviado. Y tantas veces que hemos actuado sin ser nosotros mismos porque caemos en los redes de la tentacin.

Ya al contemplar a Pilato reconocemos nuestras faltas de honradez, nuestras maniobras para buscar y tener siempre la razn.

Crucifixin (Mt. 27, 33-40)

Contemplando esta escena, nos sorprende la dureza con que se relata. No se suaviza nada, no se incluye ningn matiz de dulzura o compasin. El realismo con que se narra nos hace comprender hasta qu punto llego la crueldad para con Jess y nos hace volver la vista a todas las crueldades con que el hombre castiga al hombre mismo. Tampoco en nuestra violencia hay un pice de dulzura o compasin. Tampoco las cruces que imponemos se abren un resquicio de ternura. La crueldad es siempre atroz. Y en la cruz Jess asume todas las cruces.

Y, ante la demanda de los espectadores Jess calla y sufre, sufre y confa en el padre.

Muerte de Jess (Mt. 45-50)

Con la muerte de Jess recogemos en nuestro corazn todas las muertes violentas, todas las muertes anticipadas por accidentes o imprevistas. Esas muertes que parecen truncar un futuro, esas muertes que dejan vaco en los suyos. Recogemos tambin todas las muertes solidarias y materiales que tambin han sido vividas y entregadas como acto de servicio a los dems. Recogemos todas las muertes para ponerlas todas en ese grito de Jess y que el padre las recoja.

Y, al analizar la confesin del centurin, hagamos tambin nuestra confesin personal y comunitaria: Verdaderamente, este es hijo de Dios.

Entierro (Mt. 27. 57-61)

Contemplando como entierra a Jess podemos pregntanos como recogemos nosotros a todos los cados, a los que han quedado en el camino, a los que ya no pueden caminar. Podemos preguntarnos tambin por todas las cosas nuestras que deberamos enterrar con Jess en ese sepulcro nuevo.

Y, al contemplar a Mara Magdalena y la otra Mara sentadas frente al sepulcro, debemos aventurarnos a seguir en la espera del nuevo amanecer.

La Resurreccin (Mt. 28, 1-10; 16-20)

Mostrando una alegra inmensa nos damos cuenta de que la resurreccin es la parte ms importante ya que si Jess no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe.