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noviembre ‘12 | Patio de la Casa Sorolla PIEZA DEL MES

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noviembre‘12 | Patio de la Casa Sorolla

PIEZA DEL MES

Por Elena Casas Castells

Sala VI

jueves 8, 15, 22 y 29 de noviembre a las 18.30

Duración 30 minutos

[Asistencia libre]

“Patio de la Casa Sorolla”

PIEZA DEL MES | noviembre‘12

Sorolla creó para sí mismo un jardín a su medida, ideado para ser pintado, una especie de cuadro ya realizado de la naturaleza, que se ilumina bajo la mirada de un pintor (Marcel Proust)1.

Contexto histórico-artístico sobre la pintura del jardín (siglos XIX y XX)

El jardín entendido como lugar de meditación, recogimiento, nostalgia y ensoñación fue un tema destacado dentro de la pintura durante los años finales del siglo XIX y comienzos del XX, una pintura que, dentro del impresionismo tardío, estuvo orientada a la búsqueda de un “mundo mejor”, a convertirse en el foco de la existencia de artistas como Monet, Cézanne o Sorolla. Sentado o paseando en él, el artista viaja con la imaginación, tiñendo el jardín de tonalidades “psicológicas”, de esperanza y anhelos personales.

En palabras de Willsdon: “la asociación de los jardines con la persona y sus estados de ánimo será consecuencia lógica del auge del simbolismo, trasladando la atención a la individualidad de la percepción y a promover la utilización de una gran intensidad cromática para transmitir la emoción…”2.

Y es que el jardín va a tener una fuerte carga simbólica que llevará a la búsqueda de la belleza como propósito principal para el goce estético. En efecto, la historia del diseño de los jardines es un fiel reflejo de esa búsqueda de la belleza, pues sus consideraciones estéticas siempre han

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Patio de la Casa Sorolla

PATIO DE LA CASA SOROLLA

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sido primordiales. Esta finalidad hará que el tema sea emblemático en la pintura de la época formando un género particular, sin poderlo incluir en una categoría más dentro del paisajismo. De este modo, los pintores no tratarán de copiar la naturaleza, sino de hacer una obra de arte cuyo modelo era ya una concepción artística. Por tanto, la pintura que estamos estudiando va a sobrepasar los límites de la realidad, generando así su propia y espectacular vida3.

En los más diversos desarrollos de la pintura de jardín, varias fuentes de “realidad intensificada” resultarán particularmente atractivas. El “sur” -ese lugar de eterno deseo, abundancia y color-, fue una de ellas. La “otra tierra” del pasado…, ese otro jardín donde “antes estuve”, será la segunda. De igual forma, habrá una auténtica explosión en la creación y representación pictórica de “jardines del artista”, lo que permite captar la realidad en su inmediatez sensorial. Estas manifestaciones de interés por el sur y el pasado, y por el fragmento de naturaleza propio y privado, estarán íntimamente relacionadas con temas del jardín como decoración, aludiendo a un mundo más perfecto4.

Así fue como Sorolla ideó el jardín en su casa de Madrid, como un lugar de recreo y de retiro, un refugio para protegerse -en algunos casos-, de la luz cegadora del sol. En 1916, escribe a su mujer y le comenta acerca de la emoción: “…ignoro si es por debilidad o exceso de sensibilidad, pero hoy me he emocionado más que ningún

día la contemplación del natural”5. Nuevamente, en 1918, en otra carta escrita a su esposa agrega: “Yo lo que quisiera es no emocionarme tanto, porque después de unas horas como hoy, me siento deshecho, agotado, no puedo con tanto placer, no lo resisto como antes, es que la pintura cuando se siente es superior a todo; he dicho mal, es el natural lo que es hermoso”6. En su jardín, por supuesto, como en el de Monet, el arte y la naturaleza se combinan simbólicamente.

Y es que este tipo de pintura supondrá para nuestro artista una huida, una vía de escape cuando puede evadirse de otras obligaciones. De hecho, Sorolla lo vive como una oportunidad de total entrega al libre ejercicio de su oficio, movido por el reto lumínico y cromático que le ofrece el tema. Todo ello conseguirá adaptarlo perfectamente a sus ideales artísticos, marcados por la fugacidad de la impresión y por su efecto cambiante, así como a los encuadres descentrados, llevándole -en último término-, a una sensación completa de depuración formal, intimismo y a un sintetismo expresivo7.

El valor del jardín español

La falta de publicaciones que abordasen el tema del jardín desde el punto de vista artístico, hacía imposible crear una conciencia de grupo sobre la importancia de conservar y proteger los jardines existentes en nuestro país.

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Parece increíble, pero las primeras publicaciones que conocemos sobre este tema vinieron de la mano de artistas, investigadores, tratadistas y escritores de fuera de nuestras fronteras. De esta forma, encontramos autores norteamericanos e ingleswes que dan a conocer el tema del jardín español en sus obras, como Mildred Stapley Byne y Arthur Byne8. En sus trabajos hablan de la carencia de planos y grabados y de que “nada se había producido en nuestro país salvo algunos grabados de El Escorial y La Granja”. Otros investigadores como Rose Standish reiteran, de nuevo, la escasez de noticias y hasta remarcan que son del todo desconocidos9, como también señala en su trabajo C.M. Villiers-Stuart10.

Resultado de ello será la aparición de jardines al otro lado del Atlántico con reminiscencias de “jardines españoles”, como los que se diseñan en distintos lugares de los Estados Unidos (Pennsylvania, Berverly Hills, Los Ángeles, etc.).

En todos ellos contamos con el típico azulejo, utilizado hasta la abundancia -en murales y bancos-, así como con las fuentes, los tiestos con adelfas, geranios, etc, lo que nos demuestra que está presente la herencia del jardín musulmán. De hecho, tratadistas españoles como Muñoz y Rubio11 o Clarasó�, hablarán de que “nuestro jardín clásico es el jardín árabe español”.

Otro tratadista destacado será el francés Jean Claude Nicolas Forestier, ingeniero de aguas y bosques. Hombre de gran visión y espíritu, abierto a gran variedad de influencias, quien fue gran admirador del jardín árabe.

Definió y dio nombre al “jardín de clima del naranjo”, que consistía en algo aún más sutil, hecho de luz, color, sonido y perfume, y que identifica con nuestro jardín mediterráneo, con lo que elaboró “un corpus teórico-práctico capaz de integrarse en un sistema jardinístico propio”13. En él, vemos una mezcla de la geometría francesa, con elementos del mundo clásico latino, y presencia islámica -terrazas, materiales, cerámicas, mármol, etc-, todo ello apoyado sobre sólidos pilares botánicos adaptados al clima y a nuestras características.

Sus pasos serán continuados por un número destacado de seguidores que llevarán este nuevo jardín español, neoárabe o neosevillano dentro y fuera de nuestro país, a lo largo de todo el siglo XX: destacaremos a los franceses Joseph Marrast, Jean Charles Moreaux, así como a los españoles Fernando García Mercadal o Prieto Moreno, entre otros.

También, y dentro del conjunto, tenemos que incluir al propio Joaquín Sorolla, quien dotará al paisajismo y, más concretamente, al jardín, de una obra única y singular, precisamente en su propia casa-estudio de Madrid, donde el pintor creará su propio paraíso, un lugar que al mismo tiempo le servirá de fuente de inspiración para futuras obras presentes tanto en bocetos, dibujos y pinturas: un complejo grupo de obras de relevancia inestimable en el conjunto de su creación artística.

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El Jardín de la Casa Sorolla

El jardín diseñado por Joaquín Sorolla, además de su originalidad y de ser testimonio de una época muy concreta, será el reflejo de la propia creatividad del pintor. De ahí que se le deba y pueda considerar como una auténtica obra de arte plasmada, además, en sus propios lienzos, fruto de su singular imaginación y del deseo de crear un espacio ideal de recreo y deleite para él y su familia en la casa que encargó al arquitecto Enrique María de Repullés y Vargas. (Fig. 1)

El proyecto arquitectónico sería presentado en el Ayuntamiento de Madrid en 1910, con el fin de solicitar la licencia de obras que se obtendría tres meses después. La vivienda unifamiliar establecida en el entramado urbano de Madrid -construida a modo de palacete burgués de la época según el modelo del petit hotel francés14-, cuenta con una fachada y un espacio ajardinado que van a adquirir un claro protagonismo por la imagen que proyecta al visitante que accede a ella.

El espacio ajardinado -recomendado por las teorías higienistas de la época para mejorar la ventilación de la casa y la salud de sus habitantes-, será una fuente de inspiración continua en su producción pictórica, y el ámbito ideal para pasar con la familia breves temporadas de tranquilidad y descanso, en los interludios de los viajes que el pintor realiza por toda España con motivo del gran encargo decorativo Visiones de España para la Biblioteca de la Hispanic Society of

America de Nueva York, en el que trabaja entre los años 1912 y 191915.

De la importancia que para Sorolla tiene el hecho de poder disfrutar de un jardín en su casa, nos habla el propio artista, en 1904, precisamente cuando la familia se traslada a una casa-estudio alquilada en la calle Miguel Ángel de Madrid (donde vivirían hasta la construcción de la Casa Sorolla en el vecino Paseo del Obelisco, actual Paseo del General Martínez Campos, en 1911). En una carta que escribe a su amigo Pedro Gil le indica como está muy atareado con la nueva instalación: “…pero aumentando el presupuesto estoy realmente mejor para mi Clotilde y mis hijos, sobre todo para la primera, pues el poco jardín que tiene la casita es el suficiente para que viva al aire y al sol, que es lo que de continuo le aconseja el médico./ Tiene el jardincito muchos y hermosos árboles, algunos muy grandísimos, y bastante sol para poder pintar”16.

En España, aunque la presencia del jardín en las obras de un variado número de artistas, desde Velázquez, pasando por otros pintores como Santiago Rusiñol17, ha supuesto un importante legado para el conocimiento de nuestros actuales jardines históricos, son escasas las representaciones que han llegado hasta nuestros días. Por eso, cabe destacar la labor de artistas como Javier de Winthuysen o Rodríguez Acosta. El primero, pintor y jardinero, reconocido como destacada autoridad en el estudio y conservación de jardines históricos de España, dedicará gran parte de su vida a la defensa de los mismos.

PATIO DE LA CASA SOROLLAPIEZA DEL MES DE NOVIEMBRE

Fig. 1.

Plano de la planta pricipal

1911

Museo Sorolla

Núm. de inv. DA/72

Gracias a su labor y al apoyo de Sorolla y de Juan Ramón Jiménez, conseguirá, en 1919, una pensión para investigar los jardines españoles, durante la cual realizará múltiples lienzos y acuarelas como pintor y detallados planos y que suponen un fondo documental y técnico de incalculable valor18. De igual forma, este trabajo supondrá el asentamiento de los principales fundamentos para conocer en detalle el jardín español, plasmado en las

más variadas manifestaciones pictóricas (óleos, acuarelas, etc.).

Por tanto, hoy en día estas investigaciones y su puesta en práctica son una fuente de estudio imprescindible para conocer y, en algunos casos, ayudar a reconstruir muchos de nuestros actuales jardines aún conservados.

Otro artista implicado e interesado también en este tema sería el pintor José María

9 10

Rodríguez Acosta, que, como Sorolla, diseñará el jardín de su casa-estudio en Granada19. El resultado de su obra será un llamativo jardín organizado en terrazas en las que los espacios aparecen enmarcados por fragmentos de columnas, muros e innumerables pórticos.

En el caso de Joaquín Sorolla, nos encontramos con un jardín diseñado personalmente por el propio artista en paralelo al proyecto de su casa; su construcción la inicia hacia 1912, fruto de sus viajes continuos a Andalucía, donde se revela la herencia del jardín hispano-musulmán, siendo un reflejo inestimable, así como una fuente de inspiración en gran número de sus obras: los Reales Alcázares, la Alhambra, se repetirán de forma continuada en sus lienzos, encontrando –de este modo- una traslación directa en el espacio del jardín de su casa, donde se van a recrear fragmentos de espacios anteriormente pintados20. Es el nacimiento del jardín neo-sevillano, un estilo que se impone en España a comienzos del siglo XX, en el que se emplean elementos como canales, estanques, surtidores, azulejos, plantas como el mirto, laurel, rosas, siendo Sorolla su claro precursor.

El jardín de su Casa constará de tres “estancias” bien diferenciadas, al que se le añadirá un patio en el interior, que ofrece ventilación e iluminación a la parte trasera y estancias interiores del edificio.

En conclusión, al igual que el jardín hispano-árabe, el jardín de Sorolla permite tanto composiciones encadenadas en

eje como un descubrimiento continuo del espacio en diagonales, tal y como el mismo pintor reflejó en sus obras, creando un espacio infinito donde poder perderse, cultivando valores de intimidad e introspección21. Sorolla creó una obra eterna, donde la inmensidad del tiempo da pie a numerosas instantáneas siempre cambiantes22, contrapunto ideal para muchos de sus retratos; tal vez no sea una mera coincidencia que fuese en este mismo jardín dónde terminó su actividad pictórica, con el último de sus retratos23.

El Patio andaluz

Completando el conjunto, la casa cuenta con la presencia del Patio andaluz, conocido en su momento también como “patio cordobés”, enlazado con el tercer jardín y con la antigua sala de dibujos (Fig. 2). Es el último espacio en cuanto a jardinería se refiere. Estaba concluido en diciembre de 1911, a juzgar por la fotografía de un artículo de García Sanchiz en La Noche de Madrid, fechado el 29 de noviembre de 191124 (Fig. 3).

Es un patio pequeño y sencillo, -de planta cuadrada-, compuesto por tres galerías porticadas en las que se abren arcos de medio punto apoyados sobre dos columnas con capiteles de clara inspiración andaluza, de planta octogonal con surtidor, recubierta de azulejo azul y blanco25. En torno a ella se desarrollan cuatro macizos vegetales en los que el artista debió de plantar setos de boj y cuatro cipreses (Figs. 4 y 5).

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Fig. 2.

Plano del Patio Andaluz

Una combinación de rejas y vanos acristalados permite contemplarlo desde el propio estudio del artista, la meseta inferior de la escalera principal y el salón de la casa.

Precisamente, junto a sus tres lados, se desarrollan galerías cubiertas, donde Sorolla agrupó su vibrante conjunto de cerámica antigua y moderna (siglos XV al XX), en su mayor parte valenciana (Manises, Paterna), además de aragonesa (Teruel) y castellana (Talavera de la Reina), con piezas también procedentes de cuatro centros de gran tradición dentro de Andalucía: Almería, Granada, Jaén y Sevilla26.

Estudio del “Patio de la Casa Sorolla”27

La obra que aquí presentamos, representa un ángulo del Patio Andaluz (Fig. 6). La densa vegetación inunda el lienzo en masas de color verdoso y rosáceo de intensidad variable, conseguida a través de elementos vegetales y florales. En un primer plano, se alzan dos cipreses majestuosos, destacando por encima de varios macizos con arbustos floreados de adelfas que enmarcan el entorno compositivo. Todo ello se recorta sobre un muro encalado con galería de tres arcos en la parte inferior, y un vano enrejado, dispuesto en la superior.

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Fig. 3.

Anónimo

Vista general de una de las galerías porticadas del Patio Andaluz

Archivo fotográfico de la publicación periódica “La Noche” de Madrid

1912

Museo Sorolla

Núm. de inv. 81000/2

Fig. 4.

Ricardo del Rivero

Detalle de una de las galerías del Patio Andaluz

1911

Museo Sorolla

Núm. de inv. 81157/1

Fig. 5.

Anna M. Christian

Detalle de una de las galerías del Patio Andaluz

1914

Museo Sorolla

Núm. de inv. 81012artista, como si su mente revertiera a su antojo el jardín pintado28.

Como contemplamos en esta obra, a Sorolla le gustan los rincones, motivo que le sirve para resaltar un intimismo que lleva dentro y que es pura poesía pictórica29.

Esta visión del patio andaluz, con sus cipreses en los rincones y la ventana que ilumina la escalera, parece ser una fusión de lo visto y pintado en el Patio

Es posible apreciar parte de un fragmento de la fuente central de la azulejería blanca y azul de Triana con que está decorada su pileta octogonal.

La luz solar invade el espacio, cegada por grandes masas vegetales resaltando aún más el color de los cipreses y las adelfas, y en muchos casos, no sabemos si realmente lo que vemos representado existía o era fruto de su propia imaginación, o un recurso del

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Fig. 6.

Patio de la Casa Sorolla

1918-1919

Museo Sorolla

Núm. de inv. 1243

Luz y Color en el Jardín de Sorolla

La luz y el color en el jardín son dos valores que el artista utilizó y reflejó magistralmente en sus composiciones pictóricas. Su habilidad para captar la luz empleando el juego de colores fue una constante en su obra.

La aproximación a la naturaleza no es para él un simple ejercicio visual. Por el contrario, está acompañada de fuertes emociones. Al observar su pintura, el espectador queda seducido por el sentimiento del pintor ante la contemplación de la naturaleza, de su jardín, y cautivado por su habilidad para transmitir esta emoción a través de ese juego continuo y repetido de luz y color.

De todo ello, nos queda deducir que el jardín que ejecutó Sorolla es un jardín sensorial, que nos permite un acercamiento a la duplicidad de su obra: al jardín con cierta ordenación regular, pero en cambio cercano al espectador, al que le produce una cierta sensación de calma y paz espiritual.

La impresión conseguida es de una búsqueda de la belleza artificial que surge desde la observación de la Naturaleza por parte del pintor. Este jardín no es una pobre imitación de un “paraíso”, sino que es un “paraíso” de luz y color en sí mismo31.

Notas

1 LUQUE MENSAQUE, Belén., El Jardín de Sorolla, en IV Curso de Especialización en Rehabilitación de Parques y Jardines Históricos

de Doña Juana, Alhambra, Granada (1910), y en el Patio del Mirador de Lindaraja, Alhambra, Granada (1910), protagonizado también por cipreses (Figs. 7 y 8) que enmarcan un ventanal de arcos geminados. Motivo citado a su vez por Sorolla en el hueco de la escalera principal del edificio, tanto en la pared que da a este patio como en el amplio ventanal que nos ofrece la panorámica sobre el estudio del artista. Además, La Fuente de Felipe II del Alcázar de Sevilla (1908), será la inspiración de la que encontramos en el patio andaluz (Fig. 9), y el suelo de olambrilla que la rodea nos sitúa en el primer jardín de la casa30.

Como los jardines exteriores de la casa, este espacio es para Sorolla (sobre todo en sus últimos años) una especie de oratorio pictórico, un espacio de recogimiento y disfrute directo de la pintura, libre de ataduras externas en una entrega íntima al oficio que ocupó su mente, su vista y sus manos durante toda su vida. El tratamiento delicado del lienzo es una prueba de ello, como también lo son algunas fotografías en las que se le ve pintando en el jardín, sentado en una silla de mimbre, entregado a estas telas de medio formato (Fig. 10).

En cuanto a su datación, debemos situarla -al igual que numerosos estudios pintados por Sorolla en el Patio y otros Jardines de la casa-, entre 1918 y 1919.

1615 PATIO DE LA CASA SOROLLAPIEZA DEL MES DE NOVIEMBRE

[Paisajes Culturales]. Universidad Politécnica de Madrid. Junio, 2010, p. 35.

2 WILLSDON, Clare A.P., “IV. Del postimpresionismo a las primeras vanguardias” en Jardines impresionistas. Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza: Caja Madrid, Fundación, 2010, pp. 199-200.

3 LITVAK, Lily., “El jardín en la pintura española de 1870 a 1936” en Jardines de España [1870-1936]. [cat. exp.]. Madrid, Fundación Cultural Mapfre Vida, 1999, p. 21; LUQUE MENSAQUE, Belén., El Jardín de Sorolla…Op. Cit., p. 32.

4 WILLSDON, Clare A.P., “IV. Del postimpresionismo a las primeras vanguardias”… Op. Cit., p. 207.

5 Carta nº 360. [De Sorolla a Clotilde. 3 de febrero de 1916. CFS/1703] (LORENTE, Víctor; PONS-SOROLLA, Blanca y MOYA, Marina, Eds., Epistolarios de Joaquín Sorolla. II. Correspondencia con Clotilde García del Castillo. Barcelona, Anthropos, 2008, p. 270). Véase también: PONS SOROLLA, Blanca., Joaquín Sorolla. Vida y obra. Madrid, Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, 2001, pp. 456 y nota 224 (p. 511).

Fig. 7.

Patio de Dña. Juana de La Alhambra de Granada

1910

Museo Sorolla

Núm. de inv. 00861

Fig. 8.

Mirador de Lindaraja, La Alhambra de Granada

1910

Museo Sorolla

Núm. de inv. 864

6 Carta nº 475. [De Sorolla a Clotilde. 30 de noviembre de 1918. CFS/1909] (LORENTE, Víctor; PONS-SOROLLA, Blanca y MOYA, Marina, Eds., Epistolarios de Joaquín Sorolla…Op. Cit., p. 351) y PONS SOROLLA, Blanca., Joaquín Sorolla. Vida y obra…Op. Cit., p. 491.

7 LUENGO, Ana y RUIZ LÓPEZ, David., “Tiempo eterno: instantáneas fugaces. El jardín de Joaquín Sorolla” en Sorolla. Jardines de Luz. [cat. exp.]. Madrid, Ediciones El Viso, 2012, p. 43.

8 BYNE, Mildred Stapley y BYNE, Arthur,

Spanish gardens and patios, Philadelphia: J.B. Lippincott Company, 1924.

9 Spanish and Portuguese gardens. Boston, 1924.

10 “Ningún libro se ha publicado en Inglaterra sobre los jardines españoles pero dos que tratan sobre este tema han aparecido en América y uno en Francia” en Spanish gardens: their history, types and features. London: B.T. Batsford, 1929, p. 8.

11 Tratado de jardinería y floricultura. Madrid, Librería de los hijos de don Juan

17 18 PATIO DE LA CASA SOROLLAPIEZA DEL MES DE NOVIEMBRE

Cuesta, 1887, p. 22.

12 El libro de los jardines: construcción, embellecimiento y conservación de los jardines. Barcelona, Gustavo Gili, 1946, p. 6.

13 Jardins: carnet de plans et de dessins. París: Emile Paul, 1920; TARRAGÓ CID, Salvador, “Entre le Nòtre y Le Corbusier” en AA.VV., Jean Claude Nicolas Forestier (1861-1930). “Du jardín au pay-sage urbain” [Actes du Colloque International, Decembre, 1990]. París, Picard Éditeur, 1994, p. 257.

14 RUIZ LÓPEZ, David., “Inspiraciones

granadinas en el Segundo Jardín de la Casa Sorolla” en Granada en Sorolla. Madrid, Ministerio de Cultura, Ayuntamiento de Granada y Fundación Museo Sorolla, 2011, p. 136.

15 “Sorolla se complace llevando al lienzo todos los rincones del jardín de su casa madrileña, con una libertad técnica y expresiva y con una visión intimista…entregándose a la explosión de colorido y al juego de la luz filtrándose entre la vegetación…que resuelve con mayor ligereza y espontaneidad” (RUIZ LÓPEZ, David., “Inspiraciones granadinas…Op. Cit., p. 150).

Fig. 9.

La fuente de Felipe II del Alcazar de Sevilla

1908

Museo Sorolla

Núm. de inv. 809

Fig. 10.

Sorolla con su hija Elena pintando en el Patio andaluz de su casa

c.a 1918

Museo Sorolla

AFMS 80196

16 TOMÁS, Facundo; GARÍN, Felipe; JUSTO, Isabel y BARRÓN, Sofía (Eds.). Epistolarios de Joaquín Sorolla. I. Correspondencia con Pedro Gil Moreno de Mora. Barcelona, Anthropos, 2007, Carta nº 152, del 20 de enero de 1904, p. 179.

17 “[sus] jardines pintados constituyen una fuente fundamental para conocer y descubrir un legado de jardines españoles en trance de desaparición”. Así nos alienta el propio autor cuando indica en la introducción de Jardines de España. Barcelona, 1914, como: “si aún quieres ver[…] estás últimas flores y estos últimos jardines, no tardes, que pronto se habrán desvanecido[…] Ve pronto a ellos”

(LUENGO, ANA Y RUIZ LÓPEZ, David., “Tiempo eterno: instantáneas fugaces…Op. Cit., p. 42 y nota 10, p. 65).

18 Gracias a la ayuda de la Junta de Ampliación de Estudios, actualmente, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C). Ver: AÑÓN FELIU, Carmen., Jardines clásicos de España. 2 vols., Aranjuez (Madrid): Doce Calles; Madrid: Real Jardín Botánico: CSIC, 1990; LITVAK, Lily., “El jardín en la pintura española de 1870 a 1936”, Op. Cit., pp.18-19; LUQUE MENSAQUE, Belén., El Jardín de Sorolla…Op. Cit. p. 34.

19 “A Rodríguez Acosta lo inspiró para la

19 20 PATIO DE LA CASA SOROLLAPIEZA DEL MES DE NOVIEMBRE

construcción de su Carmen una carta que hablaba de un viejo jardín” (LITVAK, Lily., “El jardín en la pintura española de 1870 a 1936”… Op. Cit., p. 20).

20 LUENGO AÑÓN, Ana y MILLARES, Coro (Eds.). Parámetros del jardín español. Madrid, Ministerio de Cultura, Subdirección General de Protección del Patrimonio Histórico: Castellana Abertis, 2007 (t. III. pp. 119-120).

21 “De estas pinturas emerge un Sorolla inesperado: meditativo, a veces melancólico, simbolista. Sobresale en la interpretación del jardín hispanomusulmán como mensaje vivo de una exquisita civilización en cuya esencia permanece la obsesión de interioridad en convivencia con el vegetal y el agua. Así, integra el trasunto contemplativo del oasis que definió la obra del poeta granadino del siglo XVII Pedro Soto de Rojas, (Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para poco)” (LITVAK, Lily., “El jardín en la pintura española de 1870 a 1936”, Op. Cit., p. 16).

22 LUENGO AÑÓN, Ana., “El eclecticismo romántico. El jardín del Museo Sorolla” en Jardines escondidos. Madrid, 2001, p. 77.

23 LUENGO AÑÓN, Ana y MILLARES, Coro (Eds.). Parámetros del jardín…Op. Cit., III. pp. 119-121 y 202-203.

24 SANTA-ANA y ÁLVAREZ-OSSORIO, Florencio de., “Sorolla y el jardín de su casa madrileña” en Jardines de España [1870-1936]. [cat. exp.]. Madrid, Fundación Cultural Mapfre Vida, 1999, p. 85-86.

25 Según Florencio SANTA-ANA y ÁLVAREZ-OSSORIO, esta fuente “nos recuerda la de Los Engaños en el Jardín de las Damas de los Reales Alcázares sevillanos” (“Sorolla y el jardín de su casa madrileña”…Op. Cit., p. 86).

26 PONS-SOROLLA y ARNAU, Francisco., “Los jardines de la casa de Sorolla” en Cedro, Revista del Instituto de Estudios de Jardinería y Arte Paisajista. Madrid, “Patronato Alonso de Herrera”, Año II, nº 9-10, 1956, pp. 14 y 16; SANTA-ANA y ÁLVAREZ-OSSORIO, Florencio de., Guía del Museo Sorolla. Madrid, Ministerio de Cultura, 2007, pp. 50-51; LUENGO, Ana Y RUIZ LÓPEZ, David., “Tiempo eterno: instantáneas fugaces…”, Op. Cit., p. 60.

27 Oleo sobre lienzo, 80x 50 cms. Madrid, Museo Sorolla. [Inv. 1243]. BPS 3408.

28 Como señala Florencio de SANTA-ANA, en época de Sorolla “este patio tenía una gran vegetación, ya que los edificios colindantes tenían la misma altura que la vivienda familiar, lo que permitía el paso del sol. Sabemos que en este espacio había adelfas y cipreses (como aquí lo vemos todo, recogido en este lienzo), pero que en la actualidad han desaparecido, así como otras plantaciones de flor alrededor de la fuente” (Sorolla. Burgos, 2008, pp. 38-39 y 284). Véase también: MENÉNDEZ ROBLES, Mª Luisa y RUIZ LÓPEZ, David., O olhar do pintor Joaquín Sorolla (1863-1923). [cat. exp.]. Curitiba, Museo Oscar Niemeyer, 2009 y LUENGO, Ana Y RUIZ LÓPEZ, David., “Tiempo eterno: instantáneas fugaces…”, Op. Cit., p. 62.

29 SANTA-ANA y ÁLVAREZ-OSSORIO, Florencio de., “Sorolla y el jardín de su casa madrileña”, Op. Cit., p. 72.

30 LUENGO, ANA Y RUIZ LÓPEZ, David., “Tiempo eterno: instantáneas fugaces. El jardín de Joaquín Sorolla”, Op. Cit., p. 53.

31 Véase el estudio de: LUQUE MENSAQUE, Belén., El Jardín de Sorolla…”, Op. Cit., p. 36.

BIBLIOGRAFÍA

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LUQUE MENSAQUE, Belén., El Jardín de Sorolla, en IV Curso de Especialización en

21 22 PATIO DE LA CASA SOROLLAPIEZA DEL MES DE NOVIEMBRE

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