Nueva Sión online 18.04.2013

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1 Celebra Israel sus primeros 65 años como estado independiente Sobre sueños y otras realidades Por Moshé Rozén Desde Nir Itzjak, Israel Tal vez el Salmo 126 -el fin del exilio y el retorno a Sión vividos como un sueño- sea el retrato más preciso de un momento –el del viernes 14 de mayo de 1948- cuando Ben Gurión leyó, en Tel Aviv, la Declaración de la Independencia. A pocas horas de esa misma tarde, los ejércitos árabes invaden a Israel: la Guerra de Liberación concluye en julio del año siguiente, pero la existencia de un estado judío sigue siendo cuestionada hasta nuestros días por gruesa parte de los rivales derrotados en aquella contienda. Los festejos del Día de la Independencia (Iom Haatzmaut, en hebreo) se desarrollan anualmente bajo el signo de ambos polos: la concreción del sueño sionista de soberanía y los desafíos que implica su inserción en una órbita regional con identidades étnicas, religiosas y culturales mayoritariamente distintas. Estas celebraciones llevan el sello de un modelo conmemorativo que, si bien no es religioso, tiene un ritual fijo: ceremonias y agasajos oficiales, cantantes que giran entre las diversas ciudades, la entrega del Premio Israel a figuras sobresalientes en artes y ciencias, el Concurso Mundial sobre Biblia. Para la mayoría de los ciudadanos la fecha tiene significados exentos de la formalidad gubernamental: este año, un millón de israelíes pasearon en los jardines y parques nacionales. Un amplio sector dedicó el feriado a una jornada de picnic. Pareciera que la realidad de una soberanía judía es ya un dato obvio, sobreentendido. Pero, en 1896, cuando Teodoro Herzl publicó su libro "Der Judenstaat" (El Estado de los Judíos), fue percibido inclusive por la mayoría de la judeidad europea- como una convocatoria utópica, irrealizable.

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Celebra Israel sus primeros 65 años como estado independiente

Sobre sueños y otras realidades Por Moshé Rozén

Desde Nir Itzjak, Israel

Tal vez el Salmo 126 -el fin del exilio y el retorno a Sión vividos como un sueño- sea el retrato más preciso de un momento –el del viernes 14 de mayo de 1948- cuando Ben Gurión leyó, en Tel Aviv, la Declaración de la Independencia.

A pocas horas de esa misma tarde, los ejércitos árabes invaden a Israel: la Guerra de

Liberación concluye en julio del año siguiente, pero la existencia de un estado judío

sigue siendo cuestionada hasta nuestros días por gruesa parte de los rivales derrotados

en aquella contienda.

Los festejos del Día de la Independencia (Iom Haatzmaut, en hebreo) se desarrollan

anualmente bajo el signo de ambos polos: la concreción del sueño sionista de soberanía

y los desafíos que implica su inserción en una órbita regional con identidades étnicas,

religiosas y culturales mayoritariamente distintas.

Estas celebraciones llevan el sello de un modelo conmemorativo que, si bien no es

religioso, tiene un ritual fijo: ceremonias y agasajos oficiales, cantantes que giran entre

las diversas ciudades, la entrega del Premio Israel a figuras sobresalientes en artes y

ciencias, el Concurso Mundial sobre Biblia.

Para la mayoría de los ciudadanos la fecha tiene significados exentos de la formalidad

gubernamental: este año, un millón de israelíes pasearon en los jardines y parques

nacionales. Un amplio sector dedicó el feriado a una jornada de picnic. Pareciera que

la realidad de una soberanía judía es ya un dato obvio, sobreentendido. Pero, en 1896,

cuando Teodoro Herzl publicó su libro "Der Judenstaat" (El Estado de los Judíos), fue

percibido –inclusive por la mayoría de la judeidad europea- como una convocatoria

utópica, irrealizable.

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Es más: horas antes del acto fundacional de 1948, la conducción política del Ishuv –la

comunidad judía en Palestina- se enfrentó al serio dilema en cuanto a las consecuencias

prácticas de una declaración de independencia en condiciones militares y diplomáticas

adversas; un tenso debate que no era unicamente político porque involucraba, también,

el permanente conflicto entre utopía y realismo.

Ben Gurión resolvió confrontar los riesgos y posibilitar el nacimiento de un país

soberano e independiente.

Necesitamos ahora un Ben Gurión que asuma el desafío de los 65 años de

independencia: el diálogo con el pueblo palestino y el camino –pedregoso pero

ineludible- hacia la paz.

jueves, 18 de abril de 2013

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