Número Siete

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Nº 7 -Diciembre 2010- Santander Imaginario

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Es el Santander Imaginario correspondiente a el mes de Diciembre.

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Nº 7-Diciembre 2010-

Santander

Imaginario

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Editorial

La navidad, el momento perfecto para ponerse como un cerdo sin remordimientos, ya que este año me voy a poner a cocinar una dieta sana y equilibrada. Este año también voy a dejar de fumar, aprovechando que parece ser que todo el mundo también lo deja.Saldré a correr por las tardes y usaré menos la moto. Los días de sol que amanezca despejado, iré al curro en bici.Y, sí que sí, prometo que escribiré aquel relato que bosquejé una tarde mientras esperaba a estos sentado en el bar. Con una jarra bien fría en la mano, escuchando suave jazz y leyendo Santander Imaginario, mi mente voló a ese lugar interno en el que los problemas pierden el sentido y la vida nos regala un momento sublime de paz.Probablemente no deje de fumar ni de comer como un salvaje, pero mi horita de imaginación nadie me la quita:

Santanderimaginario.blogspot.com

Javito, Lalo y Franto

Solución rincón perdido nº6

A veces, cuando las circunstancias de la vida te obligan a visitar un lugar de oscuras connotaciones, t a l es como e l t anato r i o , e l cementerio o el depósito municipal; a veces, descubres un pequeño rincón que merece la pena descubrir. A veces, de camino a los juzgados, te tropiezas con un entrañable señor que, paseando sin saberlo al borde del mar, baja de la cuesta del hospital al ayuntamiento para comprar una lubina en la plaza.

Fotografías de Portada, de contraportada y de “2010” (pag.5) cedidas por El Franto. Fotografías de “La Ventana” y “Acuérdate de vivir” cedidas por Javier Vila y La caverna de la Luz. Fotografía de “2010” (pag.6) cedida por El Nombre. Fotografía de “Un día de lluvia” por Silvia Varano. Fotografía de “Vivencias” (pag.13) por Lucina.

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(Cf6) Ca3 ‐ 2010

I.

Parece  men+ra,  ¿verdad? …  Ya  han pasado casi  doce meses  desde que nos  conocimos. Te lo juro, ha sido el año más  feliz de mi  vida.  Sé  que al principio no me hacías  mucho caso. Pasabas  a mi   lado,  con ese  abrigo negro que te  quedaba  tan bien, y  lo dejabas  todo lleno de perfume. Te lo juro. Sería  capaz de reconocerte por tu  perfume  en  medio  de  una mul+tud de gente.  Como el  día en que   España  ganó  el  mundial,  ¿Te acuerdas?  Allí  estabas,  a  mi   lado. Pero, vamos poco a poco.

En Enero fue cuando apareciste en la  mesa que hay  delante  de  la  mía en la  oficina. “Esa  debe  ser la  nueva. Una chica  guapa”,  pensé  al  mirarte. 

La  primera vez  que  te levantaste  a por  café,  te  miré  el  culo.  No  me mires  con  esa   cara,  es   algo  que hacemos  todos los  Ros por  ins+nto. Además,  cuando  volviste,  te sentaste y  te  apartaste  el  pelo,  no pude  dejar  de  mirar  la   luz  de  tus ojos.  Tómatelo  como  un  halago nada más.

Un  mes   más  tarde,  me  había acostumbrado  a   tenerte  ahí  cerca, enfrente.  A  que  entrases   por  la puerta,  iluminándolo  todo.  A  que me  saludases   educadamente  al pasar, y  que yo me pusiese rojo de vergüenza .  Esos   d ías ,  tú  te d e d i c a b a s   a   t r a b a j a r tranquilamente, mirando la  pantalla del  ordenador.  Te  veía   ir  a  tomar café  con  Laura   y  Beatriz,  las  de administración.  Reírte    con  los chistes  de  Juan  Carlos,  el  de contabilidad –cosa  que me daba una envidia  tremenda‐,  pero  aún  así seguías  un poco tensa. Lo notaba en tu cuello. No es  fácil ser nuevo, te lo digo por experiencia. 

En primavera  empecé  a  notarte  algo diferente.  Quizás   fuese   que  te sentaba   mejor  algo  más  de  calor. Empezaste  a   venir  con  ese  jersey azul  que tanto me encantaba–y me encanta‐. A sen+rte  más relajada  en el   trabajo.  Incluso  cruzaste  un  par de frases conmigo. El  día  que viniste 

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con  el  ves+do  de  flores,  y  me saludaste  con  la   mano  desde  tu s i + o ,  l o  s u p e .  M e   e s t a b a enamorando de +.  Poco a  poco. De la  misma manera que iba  llegando el   verano,  supe   que  ibas   a   ser  la mujer de mi vida. 

En Junio me diste  un susto enorme. Dos   semanas  sin   aparecer  por  la oficina. Los  primeros  días pensé que estabas  de   vacaciones.  Incluso pregunté  a   Marta,  la  chica   de  tu departamento, pero me dijo  que no sabía.  Entonces,  me  empecé   a preocupar.  “La han echado”, pensé. “Seguro que la han echado”.  “Claro, por  la  crisis...  la  primera en caer  es la  nueva”. “No me puedo creer  que no vaya a  volver”. “¿Qué  voy a hacer yo ahora?”. De  verdad, no  sabes  lo que   te  llegué  a  echar  de   menos. Según  iban pasando los  días  me fui sin+endo peor,  hasta  que     me dijo Juan  Car los   que  estabas   de vacaciones en casa de tus padres. Yo también quería tener esa  confianza con+go. El  día que volviste, morena, con  el   pelo  liso,  casi   lloro  de  la emoción.  Habían  sido  unos  días duros  sin +.  Pero para  entonces  ya tenía   claro  que  tenía   que  hablar con+go. Estar cerca de +. Notarte.

Fue la  noche en que España ganó el mundial.  Yo  salí  con  el  resto de  la gente  a celebrarlo a  Cañadío. Fue en 

ese  momento,  al  intentar  pedir una cerveza  en  un  bar  abarrotado enfrente  de  Santa   Lucía,  olí  tu perfume. Me giré,  y  ahí estabas  tú. Con  una  camiseta   roja   y  la   cara pintada,  como  casi  todos.  Como nadie.    Me  quedé  de   piedra.  Tan cerca, que mi  brazo se  tocaba  con el tuyo. Cuando te diste la  vuelta   para coger  lo  que  habías  pedido, nuestros  ojos   se  encontraron.  Me guiñaste el  ojo, sonriendo, y volviste con  tus   amigas.  En  ese  momento, desee  ser  Juan  Carlos,  con  su sonrisa   y  sus   chistes  idiotas   para que  me  hicieses  caso.  Pero  si   solo tuvieses  la mínima idea,  la  mínima certeza  de  lo  importante  que  eras en  mi   vida   en  ese  momento, hubieses  alucinado.  Me quedé allí, con la cerveza en la mano hasta  que volviste  a mirar.  Cuando  lo  hiciste, sonreí,  te  saludé,  y  salí  por  la puerta. Feliz.

Al  día  siguiente, media  oficina  tenía resaca  y  la   otra   media  no  había ven i do  a   t raba j a r,  p e ro  s e perdonaba  todo.    Tú  viniste   con unas  ojeras   increíbles,  y  aún  así estabas preciosa. Me  levanté, y me acerqué a tu mesa.  “Hola… ¿Qué tal ayer?”,  te   dije.  Me  miraste.  “Muy bien,  la  verdad  es   que  parece increíble  todo  esto.  ¿Tú  eres Ernesto,  verdad?”    AsenR.  “Espero que  tú  también  lo  disfrutases”, 

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dijiste. Entonces, sonó tu teléfono y tuviste que  atenderlo.  Ernesto.  Me gustaba como sonaba  con tu voz. En tu boca. Ernesto. Tenía que volver a encontrar  otro momento para estar a solas con+go.

Surgió  en  Sep+embre.  Juan  Carlos montaba una  barbacoa en  su  casa de San Román por su cumpleaños, e invitó a  todo el  mundo.   Ya  sé que a mí me  invito  por  compromiso.  Por no  quedar  mal,  pero  no  me importaba. Sabía  que  irías. Además, la  noche anterior  preparé ensalada César.  Un  día   escuché  que  era   tu favorita.  No  tengo  mucha  idea  de cocina,  la  verdad.  Estaba hecha  con todo el  esfuerzo y amor que le pude poner aunque, y  soy  consciente, no tuviese   muy  buena   pinta.  Me acuerdo  de  haberte  visto  entrar. Haberte   visto  hablar  con  todo  el mundo.  Haberte  visto  andar  casi  a cámara   lenta,  riéndote.  Dejando  el sol  resbalar  por  tus hombros.    Así que   en+éndeme.  Cuando  Juan Carlos dijo que  te había  preparado tu  plato  preferido  y  que  era   su especialidad,  no  lo  pude  soportar más.  Tiré  mi   bandeja     y  me  fui. En+éndeme.  Todavía me duelen  las miradas  de   todos  en  la  espalda  al salir por la puerta.

Los   siguientes  dos  meses   me miraste  como un  bicho raro.  Como 

e l   r e s t o .  L o  e n + e n d o ,  e s comprensible.  Supongo  que  a  ojos del  resto  no  tenía  mucha   lógica. Pero  yo  seguía   completamente enamorado  de  +.  Te  miraba  todos los   días   entrar  y  colocarte   en  tu mesa.  Pero  ya   no  me   saludabas. En+ende  que  era   muy  doloroso cuando me evitabas en el ascensor, en  la  escalera.  Tú,  la  mujer  de  mi vida.  Sólo  quería  una  oportunidad más. Sólo una.

Menos mal que me la has dado. Dios,  hueles   tan  increíblemente bien.  Verás  cómo  lo  disfrutamos estas  navidades.  Además,  te  he hecho tu plato favorito  para cenar. Vuelvo enseguida.

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II.Al   escuchar  la   puerta   cerrarse, Carmen  intentó  por  todos   los medios  qu i tarse   la   mordaza empapada de sus lágrimas. Pero no.

Estaba atada.

Monet.

La vida sexual, entre los humanos, no sólo ajusta, aprieta,

a dos en una cama, piel con piel,

boca en otra boca,

extremidades haciendo nudos...

la vida sexual, entre los humanos

también puede ponernos en un "aprieto",

casi ahogarnos,

pero,

fundamentalmente,

el sexo

agujerea nuestra verdad...

Con la boca,

con la voz,

con el oído...

Y hoy tengo ganas que me aprietes,

liberándome de estas sogas...

texto inspirado a partir de una presentación psicoanalítica

Gracias a el nombrehttp://elnombremenombra.blogspot.com/

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LA VENTANA

Después de mucho pensarlo allí estaba. Enfrente de la ventana. La abre despacio aunque con seguridad. Se sube, ya está sentada en la repisa. Cree que no hay nada que hacer, no pinta nada aquí. Cuenta hasta 10. La cuenta atrás. 4,3,2,1. Y de repente la fría brisa de la noche santanderina le corta la cara, no la deja respirar. Todo se vuelve negro. No se oye nada. Todo acabó.

De repente en la oscuridad ve un triciclo. El mismo que está colgado en el garaje de sus padres, aquel en el que pasó tantos ratos. Luego ve un cubo y una pala, que todavía tienen restos de arena de la playa. La ilusión de los castillos que quería hacer y que no le salían, pero se empeñaba una y otra vez. Las olas golpeándola y el deseo de saber que h a b í a m á s a l l á . M á s t a r d e comprendió que había más agua y tierra. Aunque ella prefería la versión que se inventaba de pequeña, que había otro mundo, lleno de las cosas que entonces la emocionaban. Vio un columpio y como le gustaba volar sobre él. Se ve jugando al escondite y como se le

aceleraba la respiración cada vez que estaban cerca de descubrirla. Nunca le gustaron demasiado las muñecas. Era más de construcciones y de coches, aunque de vez en cuando también jugara con muñecas de esas que acomplejan niñas. Se encuentra de frente con la primera vez que salió sola a la calle y ¡cómo l e g u s t a b a a q u e l l o ! , ¡ q u é independencia! Eran aires de libertad. Algo estaba cambiando. Le encantaba que su madre la mandase a la panadería o al super. Siempre iba por el camino más largo, imaginando historias de la gente que se cruzaba. En una de esas conoció al que sería su primer novio y con el que descubrió el amor. Aparece un CD. Es de Ska-P, el primero que tuvo, un regalo. Le abrió la mente y comenzó a escuchar mús ica diferente. Sobretodo rock estatal. Llegó a sus manos un CD que le ponía los pelos de punta, que le hacia volar y hasta llorar, era el “Yo, minoría absoluta” de Extremoduro. A partir de ahí, este grupo se

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convirtió en la mayor parte de la banda sonora de su vida.

Estaba su mochila, la que la acompañó durante los años de instituto, la roja. Sus amigos. El montón de ilusiones que daban para construir mil pirámides egipcias, las ganas de luchar por un mundo mejor y de hacer sueños realidad, los suyos y los de los demás.

D e n u e v o v o l v i ó l a oscuridad.

Entonces se volvió a iluminar y apareció una entrada. Simbolizaba la cantidad de conciertos a los que

n o i b a a i r . A p a r e c i ó e l Interfacultativo y su nuevo piso. Aparecieron los paseos que no daría por el Sardinero y las juergas que no se pegaría. Las tardes de risas, y también aunque le gustase menos las tardes chapando. Apareció una clase, pero no estaba en su mesa, si no que estaba en la mesa del profesor, su mesa. Bueno, la que hubiera sido su mesa. Apareció él y canciones y películas que jamás escucharía ni vería. Vio gente que no conoció y mil cosas más. Eran las cosas que le quedaban por hacer en la vida.

Quería que aquello se borrase inmediatamente. Ya no había nada

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que hacer ni tiempo para lamentarse. Lo había hecho. Había saltado. No había marcha atrás. Aunque ahora no hubiera cosa que desease mas que volver a estar enfrente de la ventana abierta y cerrarla de golpe, pensando en todas las cosas por hacer aún . Pero no, no es posible.

Para colmo, antes estaba bien, no le dolía nada, se sentía flotando, pero ahora le comenzaba a doler todo. Debía de ser la muerte y dolía bastante. Una cara borrosa y muy iluminada, dolor en los ojos y voces. Un incesante “pi,pi,pi,pi” la martilleaba los oídos. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era todo aquello? No, no era la muerte. Su madre estaba allí. No estaba muerta. Lo había conseguido. Tenía otra oportunidad. La vida le daba otra oportunidad y no estaba dispuesta a desaprovecharla.

Juliette

Un día de lluvia

Un día de lluvia.

Después de una semana de lluvia.

Así mi llegada. Gota sobre gota el circulo de agua en el mar se volvía

mas grande, tirándome fuera de lo

común y de lo banal. Nuevos colores... el azul intenso, el gris y el blanco, el verde y las manchas colorada de asimetría. El océano, el cielo, las flores y yo. Un jersey me

cubre del viento cada noche pero no

puede ocultar mi confusión, mi búsqueda, mi libertad y aún ahora

sigo sintiendo el aire punzante

sobre mi piel y me despierta, me da

vida y lucha con la respiración cálida

de mi cuerpo. Así que es hielo, un

bofetón en una mejilla virgen, una

palabra silenciosa y provocadora en

una oreja hasta ahora acostumbrada

a sonidos fuertes o conocidos; es montaña y mar al mismo tiempo

como si fuera posible armonizar ángulos y rayas, es un cuadro que

rodea el cuadro de tu propia vida, es un momento. El momento de

cambiar, de correr, de enfrentarse al infinito, de perderse y reencontrarse,

de caer en una cuesta de abajo

sabiendo que luego sólo te queda

subir, es salir con una cámara

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fotográfica y fijarse en mil de estos momentos intentando atraparlos, intentando entender la eternidad.

De una sonrisa, de un bienestar sin

causa, de una lagrima por la

distancia, de la indiferencia por no

saber que sentido tiene la vida o los semáforos con los hombres que

corren, de la inquietud de la noche

con su olor tan fuerte a cebolla y cerveza, de jamón y hombres, de

pescado y limpieza, de tortilla y grupos de ovejas. Y más... la

impotencia frente a la rutina, las ganas de hacer algo bueno, la

extravagancia como el surf (así que

algo que no conocía se vuelve en

una cosa mas que sabes de ti), la

posibilidad de salir de uno mismo

para destruir disfraces y papeles en

los que estamos bloqueados. En

este concierto de sensaciones dos cosas son fijas... las gaviotas y el mar. Nunca había andado por una

calle con compañeros así. Las gaviotas subrayan los sueños. Estar mas allá, volar, ser libre (y no estar libre), estar bien aunque tu vuelo sea

en soledad, tener la capacidad de

elegir lo esencial dejando a los demás lo que no hace falta o lo que

no marca la diferencia. Y el mar. Mejor... el océano. El mediterráneo

era para mi la caja reservada de mi

pensamiento, de mis dudas, de mis preguntas. El océano me ha dado la

dimensión tan pequeña de mi cuerpo y ha sido la pista de

despegue de mi alma. Ha mezclado

las dudas y las preguntas dejándome respuestas, o ilusiones. Ha sido una relación positiva y peligrosa a la vez. Positiva porque

las olas constantes han calmado mis olas, peligrosa porque en los diálogos que he tenido enfrente de

él olvidaba mis límites. Olvidaba que

el mar puede cortar trocitos de ti, hacerlos arena y andar y venir hasta

que la verdad esta ahí mismo y no

puedes huir más. ¿Que es la verdad?

Bueno, yo todavía no lo se pero si hago caso siento el sol pasar entre

los agujeros de mi jersey y calentarme, veo a los pescadores que siguen con su trabajo

cambiando cebo, sillas y gorro pero

tienen la misma determinación; veo

una pareja con pelo blanco

acercarse a mi asiento en el bus y el hombre guardar su pañuelo en el bolso de su mujer y su mujer sonreír con amor; me doy cuenta que las manchas de colores son las personas que he conocido y que

hacen brillar de paradoja y esperanza mis días; oigo las olas la

mayoría del tiempo pero a veces no

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oigo nada y esto tiene el ritmo de mi búsqueda “sin saber que busco”; leo

la misma curiosidad que me anima

en los ojos de quien no me mira con

superficialidad; lloro porque los momentos preciosos no duran mas de un minuto y odio mi capacidad

de habituarme al cambio; entiendo

que no me interesan las calles secundarias ni las emociones con

matices poco definidos; me siento

en paseo de Pereda con los pies arriba del agua pudiendo ser sincera

conmigo misma, advierto la tensión

de una mirada, y vivo el presente

repitiendo en mi cabeza una

canción tan dulce como la que se

canta a los bebes en una cuna... es la

voz del mar. Que lucha, se enfada, se

baña de sol, se hace mayor y pequeño a la vez, que va a todas partes y luego al punto de inicio,

que tiene una amistad con la luna

de la cual pocos son testigos, que se

funde con arena y roca, que besa y ama su tierra después haber dado la

vuelta al mundo.

Silvia Varano

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Acuérdate de vivir

Acuérdate de vivir.No dejes pasar primaverasque no existen supermercadosdonde las puedas comprar.

Acuérdate de viviry sonríe siempre que puedas.

Por mucho que hoy no quierases mejor para ti.

Acuérdate de vivir.Mira de vez en cuando al pasadoy no creas que tu destinoestá escrito por ahí.

Acuérdate de vivir.Y de ser auto-suficiente.No depender de gentesque no dependan de ti.

Acuérdate de vivire invierte tiempo en quimerasque aunque no siempre son buenasa ratos, te hacen feliz.

Acuérdate de viviry no te olvides de lo malono vaya a ser que despuésel ayer te vuelva mañana.

Acuérdate de vivirvive la vida locay no mueras por su bocasi no se acuerda de vivir.

Davide Amato.

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“VIVENCIAS”

En el primer piso de un portal cualquiera, pongamos el nº 25, acabo de nacer YO, sí una más del montón, sin apellidos rimbombantes, es más, llevo los dos de mi madre.En la partida de nacimiento se escribió:

Fecha: 20 de agosto d 1970Hora: A la salida del solNombre: La Soledad de mi madre la inspiró y al mirar hacia la ventana pensó, para que los amigos la llamen Sol.Lugar: En que lugar podría brillar más un Sol, si no en la calle que su nombre lleva.

La noche que cumplí diez años un ruido me despertó, alguien llamaba a mi ventana, juro que un ángel se asomó, era de mi estatura, sus cabellos rizados cual fuego rojo y con unos ojos más intensos que el verde de las praderas, me susurró:-Cada noche a las 12 has de mirar por esta ventana y grabar en tu memoria todo lo que en esta calle pase, no te preocupes, no sentirás sueño y a la mañana siguiente no recordarás nada.-

Yo con el miedo todavía en la cara, me atreví a preguntarle:-¿Y porqué yo, señor ángel?, soy una niña más del montón, ni siquiera tengo padre, mi madre dice que fue un aventurero irlandés que por aquí pasó y del que perdidamente se enamoró, pero que nos dejó cuando supo que iba a nacer yo.-

Entonces el ángel respondió:-El destino se escribió antes de nacer si quiera tu madre, ella con su talento para pintar y su gran sentimiento por las letras, fue elegida por un Dios celta para que tú fueras perfecta.- Sólo tienes que pensar que en el mundo no existe nadie a ti igual, eso solo, ya te hace especial.- Tu misión pequeña, es que te dediques a contar las historias de la gente normal, bohemios, artistas, soñadores, gente que sufre de verdad, no de los ricos y famosos, en esta calle no tienen lugar.

!

!

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Cada noche durante los siguientes diez años, yo sin saber como, me despertaba, pegaba mi nariz a los cristales y abiertos los sentidos miraba a las gentes que allí estaban, a los que se besaban, a los que gritaban, a los que se tambaleaban, a los que lloraban, a los que reían, a los que hablaban, a los que esperaban y a los que solos estaban, también los había que solo pasaban de largo, pero tranquilos algo se me ocurrirá de ellos para contaros.

El día de mi veinte cumpleaños yo ya le esperaba, volví a escuchar aquel familiar ruido que hacia tiempo no me visitaba, pero esta vez me levante sin miedo y allí estaba asomado a mi ventana, había crecido igual que yo y su cabello por el pecho le llegaba, quizá un poco más oscuro y la piel menos de porcelana, los años también pasan para los ángeles, pensé yo, pero el brillo que antaño lo iluminaba era aún más intenso de lo que recordaba.Esta vez note su voz más clara, - Veinte años te doy de descanso, en ese tiempo aliméntate de tus vivencias, pero conserva cada una de las experiencias que la vida te ofrezca, ahora te toca ser a ti, la protagonista de tus propias historias.Un día sufrirás y será el momento de empezar,

- ¿Cómo lo sabré?-- lo sabrás.

Así me fui de ese lugar, me casé, tuve hijos y me acabo de separar, no sé si ha sido la vida, en la que me he sentido incomprendida, no valorada ni apoyada por quien yo amaba, o que mis veinte años de descanso se acaban, las casualidades del destino quizá o que en verdad estaba escrito, me encuentro buscando piso para volver a empezar y me acaban de entregar las llaves del primer piso del nº 25, ya imaginareis de que calle.

Hoy cumplo 40 años y se que mi ángel, vendrá esta noche como prometió. Esta vez le espero yo despierta, es todavía tan fuerte el dolor que tengo en el corazón, que llevo mucho tiempo peleada con el Dios Morfeo.Puntual como un reloj aparece su reflejo en la ventana, alguna cana como yo y quizá más ojeras, no pareces un ángel le digo, más bien un mortal cualquiera.

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Esta vez no había ninguna luz que lo iluminara y casi diría que era yo reflejada, pero no, mi ángel existió y me acompaño, verdad?, pero esta vez nadie me habló.Sola en medio de aquella habitación aún vacía, un escritorio, una silla y las farolas de la calle por bombilla, me invitaban a sentarme y por muy extraño que parezca un montón de folios y un bic azul reposaban olvidados en aquella mesa cubierta de polvo de muchos años.

Una lagrima resbaló por mi rostro, respire hondo y con la sola compañía del murmullo de la calle del sol y sus gentes abriendo la puerta a la noche, comencé a escribir y escribí mil historias, no se donde estaban guardadas, sólo sé que no podía pararlas y fluían y fluían como el agua por una cascada.Me desperté con la luz del alba y por todo el suelo mil hojas andaban como caídas de un árbol en el otoño, miré de nuevo hacia la ventana para sentir el calor de la mañana y vi el reflejo de una anciana, con el cabello lleno de canas, curioso, dos grandes mechones rojos que no habían querido perder su color por la frente le caían y unos ojos verdes que se apagaban tras unas gafas de lector, como un buen jardinero recogí todas las hojas, con paciencia, una a una, empecé a mandarlas a una revista local, 1 por semana, se que las iban a publicar, mi ángel me lo dijo, hace tanto tiempo de eso ya…

Hoy cumplo 60 años y me he vuelto a sentar en este rincón que me ha hecho soñar, después de contar tantas historias de la gente normal, vigilante nocturno, narradora silenciosa por la mañana, es hora de descansar y esperar que mi ángel en verdad me venga a buscar, mientras espero, vivir en soledad, espera Soledad soy yo, para los amigos Sol, pero antes creo que ya es hora que os cuente mi propia historia.

Una joven soñadora, nacida de un bello Dios celta y una madre pintora y poeta, con los cabellos rojos como el fuego, la piel de porcelana y unos ojos verdes como las praderas irlandesas, a los veinte años, se fue del primer piso del nº 25 de la Calle del Sol donde había nacido, para vivir sus propias historias, porque un ángel así se lo mandó……

Lucina

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