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XXIV Concurso del CLAD sobre Reforma del Estado y Modernización de la Administración Pública “Gestión de crisis, emergencias y desastres” Caracas, 2011 OBSERVANDO DESASTRES Y COMUNIDADES: ANÁLISIS COMPARADO DE EXPERIENCIAS COMUNITARIAS EN CONTEXTOS DE EMERGENCIA Y RECONSTRUCCIÓN María Gabriela Rubilar Donoso ______________________________ Mención Honorífica Un terremoto: como un espacio privilegiado para observar desastres y comunidades La ocurrencia de un terremoto de gran escala el 27 de febrero del año 2010 trajo a la memoria de los chilenos recuerdos y rememoranzas de otros terremotos vividos varias años atrás en el país como el terremoto del año 1985 que tuvo como epicentro el puerto de San Antonio y el terremoto de Valdivia ocurrido en el mes de mayo de 1960. Además de las referencias al caso de Chile, otros dos sismos recientes han acompañado el desarrollo de las reflexiones que se presentan en este trabajo: el terremoto de Haití ocurrido n el año 2009 y el reciente terremoto y tsunami de Japón ocurrido en marzo de este año. Al igual que lo ocurrido en caso de Chile, en las semanas posteriores al terremoto de Japón, los medios de comunicación rescataron imágenes, entrevistas, registros de audio y fotografías de archivo que recordaban otras tragedias y vinculaban estas experiencias con otros desastres similares. La amenaza nuclear generada en Japón fue analizada siguiendo los efectos y consecuencias experimentadas en el accidente de Chernóbil ocurrido hace 25 años atrás y las consecuencias que dicho accidente ha provocado hasta el día de hoy en las comunidades próximas a esta central nuclear. La mayor parte de los contenidos presentados en las aproximaciones y reportes que surgen tras la catástrofe, hacen hincapié en las consecuencias o efectos que este desastre presenta en la vida de las personas y en localidades más afectadas. Por su parte, los centros académicos y de investigación también hicieron su particular ejercicio de análisis reflexivo, recurriendo tanto a los registros de cada época, como a los datos y aprendizajes extraídos de cada una de estas experiencias con el propósito de revisar, complementar y contrastar sus análisis y consideraciones tras este último terremoto de gran intensidad. ¿Qué hemos aprendido de estos sucesos? ¿Qué se ha modificado en el abordaje de estos desastres? Son algunas de las interrogantes que este trabajo monográfico aborda desde una perspectiva que privilegia la praxis y centra su atención en las vivencias experimentadas por un grupo de comunidades tras el terremoto del 27 de febrero en Chile. Se pone especial énfasis en el caso de Chile, por la proximidad que esta experiencia representa para los autores de este trabajo, y las posibilidades que ofrece el análisis de este caso, que considera también perspectivas y elementos comparados con otras experiencias similares. El punto de inicio de esta aproximación se encuentra en el interés por conocer las consecuencias o efectos que tuvo este sismo para un grupos y comunidades determinadas, las que de un modo u otro se vieron afectadas por el terremoto y las acciones que a partir de esta situación se generaron. La aproximación comunitaria que se presenta en este ensayo se inscribe en un esfuerzo sistemático por documentar y aportar elementos de análisis a una reflexión más amplia que se enmarca en la línea propuesta por esta convocatoria y que estaría generando las bases para el surgimiento de una disciplina en torno a la “gestión de crisis, emergencias y desastres”. Por lo mismo, esta reflexión se define como un primer impulso que se espera complementar a futuro con investigaciones, que profundicen en los alcances y consecuencias de los desastres naturales o provocados por el hombre, desde el punto de vista de los grupos afectados y las visiones que estos mismos actores poseen al momento de pensar en la reconstrucción. Dada la intensidad que adquiere esta experiencia, en este ensayo se connota el terremoto del 27 de febrero como un acontecimiento que cambia y transforma la vida de las personas, el modo como los sujetos se conciben a sí mismo y las relaciones que estos establecen con su entorno.

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“Gestión de crisis, emergencias y desastres”

Caracas, 2011

OBSERVANDO DESASTRES Y COMUNIDADES:

ANÁLISIS COMPARADO DE EXPERIENCIAS COMUNITARIAS EN

CONTEXTOS DE EMERGENCIA Y RECONSTRUCCIÓN

María Gabriela Rubilar Donoso

______________________________

Mención Honorífica

Un terremoto: como un espacio privilegiado para observar desastres y comunidades

La ocurrencia de un terremoto de gran escala el 27 de febrero del año 2010 trajo a la memoria

de los chilenos recuerdos y rememoranzas de otros terremotos vividos varias años atrás en el país

como el terremoto del año 1985 que tuvo como epicentro el puerto de San Antonio y el terremoto

de Valdivia ocurrido en el mes de mayo de 1960. Además de las referencias al caso de Chile, otros

dos sismos recientes han acompañado el desarrollo de las reflexiones que se presentan en este

trabajo: el terremoto de Haití ocurrido n el año 2009 y el reciente terremoto y tsunami de Japón

ocurrido en marzo de este año.

Al igual que lo ocurrido en caso de Chile, en las semanas posteriores al terremoto de Japón,

los medios de comunicación rescataron imágenes, entrevistas, registros de audio y fotografías de

archivo que recordaban otras tragedias y vinculaban estas experiencias con otros desastres

similares. La amenaza nuclear generada en Japón fue analizada siguiendo los efectos y

consecuencias experimentadas en el accidente de Chernóbil ocurrido hace 25 años atrás y las

consecuencias que dicho accidente ha provocado hasta el día de hoy en las comunidades próximas a

esta central nuclear. La mayor parte de los contenidos presentados en las aproximaciones y reportes

que surgen tras la catástrofe, hacen hincapié en las consecuencias o efectos que este desastre

presenta en la vida de las personas y en localidades más afectadas. Por su parte, los centros

académicos y de investigación también hicieron su particular ejercicio de análisis reflexivo,

recurriendo tanto a los registros de cada época, como a los datos y aprendizajes extraídos de cada

una de estas experiencias con el propósito de revisar, complementar y contrastar sus análisis y

consideraciones tras este último terremoto de gran intensidad.

¿Qué hemos aprendido de estos sucesos? ¿Qué se ha modificado en el abordaje de estos

desastres? Son algunas de las interrogantes que este trabajo monográfico aborda desde una

perspectiva que privilegia la praxis y centra su atención en las vivencias experimentadas por un

grupo de comunidades tras el terremoto del 27 de febrero en Chile. Se pone especial énfasis en el

caso de Chile, por la proximidad que esta experiencia representa para los autores de este trabajo, y

las posibilidades que ofrece el análisis de este caso, que considera también perspectivas y elementos

comparados con otras experiencias similares.

El punto de inicio de esta aproximación se encuentra en el interés por conocer las

consecuencias o efectos que tuvo este sismo para un grupos y comunidades determinadas, las que

de un modo u otro se vieron afectadas por el terremoto y las acciones que a partir de esta situación

se generaron. La aproximación comunitaria que se presenta en este ensayo se inscribe en un

esfuerzo sistemático por documentar y aportar elementos de análisis a una reflexión más amplia que

se enmarca en la línea propuesta por esta convocatoria y que estaría generando las bases para el

surgimiento de una disciplina en torno a la “gestión de crisis, emergencias y desastres”. Por lo

mismo, esta reflexión se define como un primer impulso que se espera complementar a futuro con

investigaciones, que profundicen en los alcances y consecuencias de los desastres naturales o

provocados por el hombre, desde el punto de vista de los grupos afectados y las visiones que estos

mismos actores poseen al momento de pensar en la reconstrucción.

Dada la intensidad que adquiere esta experiencia, en este ensayo se connota el terremoto del

27 de febrero como un acontecimiento que cambia y transforma la vida de las personas, el modo

como los sujetos se conciben a sí mismo y las relaciones que estos establecen con su entorno.

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Siguiendo a Mèlich (2000 y 2004) este trabajo se asume que los acontecimientos se constituyen en

sí mismo en hitos, que indican un punto de inflexión en el modo de pensar, y de entender la vida

humana y las interacciones que a partir de ella se generan. Los acontecimientos han desgarrado a

los hombres y a la historia, marcando sus designios, afirma este autor.

El terremoto que afectó a Chile hace más de un año, ha sido connotado como un

acontecimiento no sólo por la magnitud que alcanzó el movimiento telúrico, ni por la amplia

extensión geográfica involucrada, sino por los efectos y consecuencias económicas, sociales y

culturales que este sismo provocó en la vida de los habitantes de un país. Nadie queda indiferente

tras un acontecimiento, todos de un modo u otro, con distintos alcances y de distinta forma

quedaron impactados impactados por esta vivencia que deja huella y marcas, algunas claramente

más reconocibles que otras.

Sin lugar a dudas, el terremoto transformó y trastocó la vida de un gran número de chilenos.

Para algunos, esta alteración solo duró un par de horas, cuando más algunos días hasta que lograron

volver a un curso normal, para otros la transformación fue más significativa, alterando sus vidas y

generando una inversión de sentidos. Como esta premisa, y habiendo transcurrido seis meses desde

el terremoto se propuesto en el contexto de un curso universitario hacer un ejercicio que „rescatara

la memoria‟ y reconstruyera la vivencia de un grupo de personas que experimentaron situaciones.

Los resultados de este ejercicio son los que se presentan en esta monografía.

Si bien no es objetivo de este ensayo analizar todas las situaciones que el terremoto

contribuyó a develar, el trabajo de observación que aquí se documenta nació con un doble

propósito. Por una parte, interesaba preservar la memoria colectiva de quienes vivieron una

experiencia determinada, reconstruyendo los sucesos e interacciones experimentadas no solo desde

una dimensión individual, sino comunitaria e identitaria, y por ello la interpelación a observar

comunidades, lo que permitió prestar especial atención a las vivencias de comunidades concretas

consideradas afectada tras el terremoto. Por otra parte, este ejercicio también buscaba instalar las

bases de una perspectiva comparada que permitiera aplicar contenidos teóricos y conceptuales

vigentes sobre enfoques de desarrollo comunitario y las perspectivas de ciudadanía presentes en las

intervenciones sociales.

Guiado por este último propósito se intencionó una perspectiva metodológica que promovió e

impulsó la construcción de „observatorios sociales‟ que tienen como elemento articulador o

delimitación inicial la identificación de comunidades o colectivos de personas afectadas o víctimas

de algunas de las consecuencias materiales, sociales o psicológicas de un desastre natural o

provocado por el hombre.

El trabajo se desarrollada tomando como referente diversos artículos académicos, notas de

prensa e informes institucionales que en los meses posteriores al terremoto de Chile dieron cuenta

de las situaciones de desigualdad y pobreza que quedaron develadas tras el sismo de 8.8 grados en

la escala de Ritcher. Además de dejar en evidencia las debilidades institucionales, las disparidades

en el desarrollo, y la falta de planes de acción ante emergencia de este tipo, interesaba aproximar a

los estudiantes a un debate en torno a las configuraciones sociales que conforman la sociedad

chilena y los quiebres o fracturas sobre los cuales estas configuraciones se estructuran. Los términos

de referencia de una consultoría convocada por el Programa de las Naciones Unidas para el

Desarrollo a propósito del terremoto ilustraron con bastante claridad este punto cuando señala que

la vulnerabilidad post-terremoto evidenció fracturas importantes en el tejido social, dejando a la

vista la carencia de inclusión social de ciertos grupos de la población al desarrollo. Los grupos

sociales más desfavorecidos pertenecientes a los estratos sociales más pobres, viven esta falta de

inclusión a través de baja participación democrática, con necesidades básicas insatisfechas y con

dificultad de acceso al trabajo y a los beneficios del desarrollo que otros grupos sociales del país

disfrutan. Son justamente estos grupos los que deben recibir especial atención en una situación de

crisis como la enfrentada por Chile, debido a la desolación y abandono que pueden enfrentar en el

contexto de desastre.

Este mismo organismo ha potenciado la realización de proyectos e iniciativas de apoyo a la

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recuperación temprana post terremoto y maremoto, las que han sido financiadas por el Programa de

Preparación para Desastres de la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la

Comisión Europea DIPECHO. Estos proyectos buscan fortalecer y desarrollar las capacidades de

las organizaciones de la sociedad civil y las comunidades locales para prepararse frente a futuros

potenciales desastres y favorecer las coordinaciones entre organismos públicos y privados que

concurren tras una catástrofe (PNUD, 2011a).

La iniciativa que en este ensayo se presenta se enmarca en estos lineamentos, pero pone

especial atención en las interacciones que se generan entre las comunidades afectadas y diversos

otros actores institucionales (servicios sociales, departamentos de emergencia municipales,

organismos regionales) al momento de definir los planes y estrategias de acción que se esperan

promover o desarrollar en la fase post-terremoto. Al respecto es importan precisar que para el

desarrollo de este trabajo el concepto de comunidad fue utilizado en un sentido amplio, siguiendo

las reflexiones desarrolladas por Marianne Krause quien propone un concepto de comunidad

caracterizado por la inclusión de tres elementos: pertenencia, entendida desde la subjetividad como

“sentirse parte de”, e “identificado con”; interrelación, es decir, comunicación, interdependencia e

influencia mutua de sus miembros; y cultura común, vale decir, la existencia de significados

compartidos” (Krause, 2001:49)1.

Las nociones y referentes con los cuales nos aproximamos al concepto de comunidad parece

estar transformándose y es, en este proceso, que se inscribe el trabajo de esta autora cuando propone

un concepto que contenga los mínimos necesarios que permitan distinguir los que es una comunidad

de lo que no es (Krause, 2001: 52). En esta aproximación cobra menos fuerza la idea de comunidad

vinculada a un territorio físico, ya que considera como expresiones de una comunidad también a

redes y agrupaciones de personas que no comparten necesariamente un espacio físico, sino

interrelaciones, pertenencia y cultura común. Fueron estos elementos mínimos los que se situaron a

la base de la elección de las comunidades cuyas experiencias o vivencias de desastres se buscaba

registrar y analizar en este trabajo.

También se consideran en esta monografía las visiones que en torno a comunidad ofrecen

autores como MacIntyre (1987), los trabajos de Bauman (2003 y 2006); Béjar (2001); Chistie (1984

y 2004); Etzioni (1999); Maffesoli (1990; Wuthnow (1996), entre otros.

Zymunt Bauman (2003) y Pietro Barcellona (1996) van a ser especialmente enfáticos en

señalar la resignificación que la noción de comunidad adquiere en las sociedades actuales,

siguiendo el primero los referentes de la sociedad de riesgo y el segundo los fundamentos de las

sociedades postmodernas.

¿Hay en realidad una nueva perspectiva? Nos preguntamos cuando dimos inicio a un

ejercicio de observación que ponía la atención en las comunidades afectadas tras el terremoto

acontecido en la zona centro sur de Chile el 27 de febrero del año 2010. Ajustando para ello una

propuesta metodológica y potenciando el interés y todo el entusiasmo de aprendizaje que pueden

ofrecer los estudiantes que inician sus estudios de pregrado.

La propuesta metodológica tras la idea de un “observatorio de desastres” abordados desde

una perspectiva comunitaria

A continuación se presentan los fundamentos que sostienen los objetivos propuesto en este

ejercicio de curso y la arquitectura general que permite la construcción de un observatorio de

desastres comunitarios. La construcción de un observatorio de intervención social forma parte de la

metodología de enseñanza y evaluación de un curso de desarrollo comunitario y ciudadanía que se

imparte a estudiantes de segundo año de la carrera de trabajo social.

Si bien, esta metodología de observación ya había sido implementada con anterioridad por la

docente en el mismo curso y en otros cursos de postgrado, la experiencia del terremoto acontecido

unos meses antes de iniciar este cátedra fue considerada como un espacio privilegiado para

1 Las cursivas son de la autora.

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observar, aprender y reflexionar en torno a las lecciones y aprendizajes que esta experiencia

significaba para los distintos actores vinculados a este proceso. Por lo mismo, la propuesta

metodológica que invitaba a los alumnos a construir un “observatorio social” fue ajustada a los

contenidos y propósitos del curso, a los objetivos de aprendizaje formulados para ese año y a las

competencias y habilidades que los alumnos podrían desarrollar de cara a una experiencia de

desastre como el terremoto ocurrido a inicios de ese año.

Específicamente se esperaba: conocer e identificar los enfoques y modelos utilizados en el

trabajo social comunitario; comprender los alcances que adquiere la intervención socio comunitaria,

incorporando elementos conceptuales, interpretativos y operativos; analizar los procesos de

participación que se desarrollan o potencian en determinadas experiencias de intervención

sociocomunitarias; para finalmente proponer algunas sugerencias o lineamientos u orientaciones de

intervención social que potencien y fortalezcan los procesos analizados.

En términos generales, este observatorio de experiencias se construye a partir de tres reportes

o registros de observación, cada uno correspondiente a un foco o perspectiva de observación

distinto -por ello el nombre de observatorio- cada reporte va incorporando gradual y

progresivamente los contenidos del curso y va estructurando la propuesta del trabajo final.

El observatorio de experiencias de intervención sociocomunitarias consiste en un trabajo

guiado y tutorial, que analiza distintos componentes y elementos del fenómeno seleccionado, los

que van aumentando en complejidad en la medida que se desarrollan los contenidos del curso. Para

lograr este propósito cada grupo recibe una guía de observación, que define el foco o perspectiva en

torno a la cual centrar su análisis y cuyos contenidos van a conformar el reporte o estado de avance.

En el caso específico del curso que se impartió en el segundo semestre del año 2010 la

observación de experiencias fue acotada a comunidades afectadas o con consecuencias derivadas

del terremoto de febrero del año 2010, la identificación y selección de dichas experiencias se hizo

tomando como referente las delimitación conceptual en torno a comunidad presentada en el punto

anterior y las motivaciones intereses de los estudiantes, quienes en grupos de 2 o 3 personas

seleccionaron distintas experiencias de desastres y sucesos comunitarios “a observar durante el

semestre”. De este modo es posible comprender que en la construcción de este observatorio se

combina la generación y discusión en torno a contenidos ejes del curso, que giran en torno a los

temas de ciudadanía, participación y comunidad con ejercicios prácticos de observación que buscan

integrar conocimientos y visiones ya existente con nuevos contenidos y aprendizajes en torno a este

tema.

La primera clase del curso ya comunicaba tempranamente el sentido de esta propuesta

metodológica cuando se invita a los alumnos a desarrollar un ejercicio de observación crítica de

distintas experiencias de intervención social, cuyo estudio se vuelve un factor interesante de

análisis. Interesa abrir un espacio, de carácter plural para la reflexión sobre el lugar que alcanza hoy

la intervención social comunitaria. Para ello, los alumnos entregarán tres registros o comunicados

observacionales que desde distintas ópticas o perspectivas les permitan aproximarse al núcleo de la

observación propuesta en el curso que durante el año 2010 que como ya ha sido mencionado se

centró en la observación desastres naturales desde el punto de vista de las comunidades.

¿Qué tipo de experiencias pueden forman parte de este trabajo? Fue la pregunta de inicio del

trabajo con los estudiantes, quienes identificaron fenómenos y situaciones vinculadas a su interés,

para desde allí iniciar un proceso sistemático de observación. La identificación inicial de estas

experiencias consideró tanto a sujetos colectivos que han “experimentado” una vivencia

determinada (Dexter, 1970) –en este caso un terremoto- como a los procesos, resultados o impactos

que se pueden desprender de ella, dado que se trata de una experiencia colectiva y compartida, pero

que se analiza bajo un enfoque determinado

La idea era inscribir ese interés inicial en el contexto de una aproximación etnográfica-

interpretativa, que reconoce desde el inicio que la pura percepción no es observación. Observación

significa trabajar las percepciones, y para lograr este propósito se recurre a la figura de un

“mirador” y a un sistema de registros y esquemas auxiliares que ofrecen condiciones de posibilidad

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para un análisis de cada experiencia y entre estas experiencias. Por lo mismo, en este trabajo, la

observación serán entendida como un primer modo interpretativo y que desarrolla la capacidad de

ver cada vez más en una actitud de vigilancia permanente sobre las propias representaciones (De

Tezanos, 2002).

A la base de esta propuesta de formación pedagógica se encuentra aquellos supuesto que

relevan un acercamiento a la labor etnográfica- interpretativa como un interesante vínculo para la

reflexión en torno al desarrollo comunitario, la ciudadanía y la participación social y la forma como

ésta se ha desarrollado a partir de un suceso considerado catastrófico o desastroso. En un esfuerzo

sistemático por reconstruir socialmente sus descripciones, otorgándoles sentido y capturando el

componente esencial de las intervenciones comunitarias.

En esta propuesta metodológica la observación aparece como instrumento o técnica principal,

pero tempranamente se anticipa que en el despliegue o construcción del observatorio se ponen en

relación otras técnicas e instrumentos que actúan en forma integrada y complementaria. Se

privilegia la observación en tanto actitud que pone a prueba los sentidos; que como proceso de

investigación requiere ser registrado y por ello el énfasis en la elaboración de reportes o informes de

observación; que no sólo busca recoger datos para la reconstrucción de una determinada

experiencia, sino realizar una primera interpretación

Tomando en cuenta lo anterior, en cada una las orientaciones o guías para la elaboración de

los reportes de observación se puso énfasis en el uso de técnicas e instrumentos de observación

(directa o indirecta), apoyada con recursos auxiliares, como seguimiento de prensa y notas de

opinión. Así mismo se privilegió la construcción de registros de observación que se apoyan en

mapas, esquemas y redes de relaciones y la inclusión de perspectivas o elementos preliminares de

análisis.

De este modo, la arquitectura base del observatorio de desastres comunitarios quedó

conformada por tres registros de observación: el primero orientado a delimitar la experiencia y

analizar el problema o conjunto de problemas que afectan a la comunidad estudiada; el segundo

identifica los actores, sus fueras e interrelaciones en función de la situación que les afecta; y un

tercer y último registro que identifica algunas intervenciones o propuesta de acción factibles de

desarrolladas considerando algunas nociones en torno al desarrollo comunitario y el fortalecimiento

de la ciudadanía.

Se definió a inicio del curso un cronograma o calendario para la entrega de estos registros y

una guía metodológica para la elaboración de cada observación. Esta guía contenía además de las

indicaciones específicas asociadas a los contenidos de cada registro, material de consulta

obligatorio y algunos documentos o bibliografía complementaria en función de los temas tratados.

Los resultados de cada observación fueron entregados mensualmente (septiembre, octubre y

noviembre) a la profesora y su equipo de ayudantes, quienes entregaron retroalimentación a cada

registro de observación.

Desde el inicio, el diseño metodológico de esta propuesta pedagógica de observatorios

sociales contempla la entrega de retroalimentación a los registros realizados por los alumnos. Esta

retroalimentación se remite a través de un informe escrito que se entrega quince días después de

cada registro observacional, con el propósito de incorporar en la siguiente observación algunos de

los ajustes, comentarios y observaciones que surgen de este proceso de evaluación. Además las

evaluaciones de los registros el diseño de este observatorio en particular también consideró el

desarrollo de tutorías grupales y sesiones ampliadas de discusión, que buscaban socializar y

entregar aportes o directrices comunes a todos los estudiantes en las distintas etapas o fase de su

trabajo.

En términos generales la experiencia de observación fue valorada positivamente por los

alumnos, ayudantes y docente del curso. Lo anterior permitió culminar el trabajo de observación

con un coloquio de desastres y experiencias comunitarias organizado por el equipo responsable de

impartir el curso. En este coloquio se presentaron algunos de los trabajos de observación realizados

por los alumnos y se incluyó también una reflexión del proceso de práctica profesional realizado

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por alumnos de último año de la carrea de trabajo social con familias y comunidades que habitan en

las viviendas de emergencias levantadas tras el terremoto, así mismo se presentó una síntesis con

los trabajos de observación realizados en el contexto del curso desarrollo comunitario y ciudadanía

que quedo plasmada en un blog

(http://observatoriodecatastrofesydesastresnaturales.wordpress.com/) elaborado con este fin. Este

blog reúne los materiales construidos a partir de esta experiencia que impactó la forma de hacer y

pensar la docencia, generando una práctica sistemática de inserción de debates y perspectivas que

consideran a los desastres y la gestión que en torno a ellos se organiza, como una corriente de

pensamiento que aporta sustantivamente a la formación de los profesionales de las ciencias sociales

en general y de los trabajadores sociales en particular.

Es importante hacer notar que este blog también recoge testimonios individuales de

terremotos, los que fueron elaborados en el marco de otra cátedra impartida por la misma docente

durante el primer semestre del año 2010, los resultados de ese trabajo se encuentran publicados en

un artículo de una revista universita dedicada a analizar lo acontecido tras el terremoto del 27 de

febrero y por lo mismo no están incluidos explícitamente en este trabajo monográfico.

En la presentación de esa revista se reconoce la falta de formación académica en torno al

tema y los avances realizados en el contexto internacional específicamente cuando se señala “…

enfrentado hoy al cambio climático y sus implicancias, el Trabajo Social internacional investiga

crecientemente sobre estos temas. De acuerdo a la declaración política de la NASW (Asociación

Nacional de Trabajo Social de Estados Unidos por sus siglas en ingles) sobre desastres, se establece

que los “trabajadores sociales son especialmente adecuados para interpretar el contexto de

desastres, para abogar por servicios efectivos, y proporcionar liderazgo en la colaboración esencial

entre las instituciones y organizaciones” (NASW, 2003 en Quezada, 2010:5).

Una primera aproximación a „las problemáticas sociales‟ consideradas en este observatorio

Como se ha comentado el primer registro observacional buscaba delimitar y configurar la

situación o problema que afecta a la comunidad, siguiendo para ello las directrices y orientaciones

que emanan de los trabajos de Daniel Bertaux (1981) que permiten situar los fenómenos observados

en coordenadas histórico temporales determinadas. La situación a observar se encuentra

históricamente situada y para comprender sus alcances es necesario identificar analizar lo

acontecido en cada período histórico y las principales fuerzas o incidencias sobre los procesos

sociales a estudiar.

Específicamente se solicitó a cada grupo de estudiantes delimitar la elección de un ámbito o

experiencia comunitaria a „observar‟ durante el semestre, incluyendo en esta identificación inicial

una contextualización histórica y un análisis de problema, siguiendo para ello algunos de los

elementos propuestos por Kettner, Moroneyy Martin (2008).

En esta primera aproximación resultaba relevante considerar además en la fundamentación de

la experiencia y su contextualización socio-histórica, la discusión en torno a comunidad y sociedad

desarrollada en las primeras semanas del curso, cuyos contenidos y debates se estructuran a partir

de las lectura y revisión de los trabajos de Brandell y Marshall (1996); Krause (2001); Malagon y

Sarasola (2006); y Matus (1999). Además de algunas aproximaciones clásicas en torno a comunidad

contenidas en los trabajos de Tönnies (1927) y Durkheim (1993); Durston (1999) y Putman (2002).

También se solicita construir o explicitar los hitos o momentos histórico-contextuales que

permitieran revisar el pasado y el presente de las experiencias comunitarias seleccionadas;

enfatizando las recurrencias y cambios experimentados tras el evento o desastre que afecta a esta

comunidad. Para ello se recomienda a los estudiantes usar gráficos o diagramas temporales sencillos

como una línea de tiempo u otro que les parezca relevante. La extensión máxima de esta minuta era

de 5 páginas, incluyendo un diagrama temporal o línea del tiempo como el que se presenta en el

cuadro 1.

En el caso en particular de este análisis, la mayor parte de los observatorios comparten como

hito o acontecimiento común la experiencia del terremoto ocurrido en la madrugada del sábado 27

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de febrero. Para comprender mejor los alcances de este acontecimiento los alumnos situaron a las

comunidades observadas en tres momentos del tiempo: antes, durante y después, la extensión o

duración de cada uno de estos momentos nuevamente estuvo determinada por el tipo de fenómeno

observado y el foco de interés definido por los estudiantes.

Dado que el impulso inicial en la selección de los observatorios de desastres estuvo dado por

el interés de los estudiantes, se constata un predominio o mayor preponderancia aproximaciones y

experiencias que en uno u otro sentido habían tenido mayos visibilidad y connotación pública

durante los meses posteriores al terremoto. Tomando en cuenta lo anterior el observatorio quedó

integrado por veintidós experiencias las que fueron organizadas en función de los problemas o

elementos que les eran comunes.

Así quedó conformado un observatorio de desastres que ponía énfasis en las situaciones

experimentadas por ocho comunidades de la capital del país cuyas viviendas o entornos barriales se

vieron afectadas por el sismo. Experiencias que incluye el emblemático (1) derrumbe del Edificio

Don Tristán en la comuna de Maipú; (2) el desalojo y posterior negociación de los habitantes del

edificio Esmeral en la comuna de Ñuñoa; (3) las malas condiciones de habitabilidad que el

terremoto dejó en los cités y conventillos del centro de Santiago como el observado en la comuna

de Independencia; (4) los daños generados en nuevos complejos de viviendas sociales como el de la

comuna de Quinta Normal, (5) así como las situaciones que afectaron a aquellos conjuntos

residenciales destinados a sectores emergentes como el condominio Valle El Sol en la comuna de

Peñaflor. Los observatorios en vivienda también incluyeron proyectos habitaciones emblemáticos

como los daños experimentadas en departamentos de la Villa Olímpica de la comuna de Ñuñoa ya

reparados tras el terremoto del año 1985 (6 y 7) y los daños presentados tras el sismo en los

departamentos de la Villa Portales (8), también afectada por el terremoto anterior.

Las comunidades educativas también fueron consideradas por los estudiantes en sus

aproximaciones quienes incluyeron en sus análisis tres observatorios de liceos y establecimientos

educacionales en riesgo de derrumbe, inhabitables o desalojados, como el (1) Liceo Abate Molina

de la ciudad de Talca; (2) la Escuela Salvador San Fuente en el centro de Santiago; y (3) los

procesos de integración educativa que experimento el Liceo República de Brasil que recibió a en

sus dependencias a una comunidad educativa que había perdido su infraestructura.

Las consecuencias y los efectos laborales del terremoto fueron observados en el caso de dos

experiencias diferenciadas: (1) los funcionarios de la salud que se desempeñan en el Hospital Sótero

del Río que presta servicios al área sur de la capital y (2) los trabajadores de una empresa de

servicios de comida rápida, cuyo despedido por “razones de fuerza mayor” ocasionó un terremoto

familiar y financiero que afectó a esta comunidad y sus familias

También se desarrollan observatorios que abordaron perspectivas de identidad cultural y

patrimonio arquitectónico como el derrumbe de las Iglesias de (1) de Guacahue en la VI región del

país; (2) San Francisco de Asís en la comuna de El Monte; y (3) la comunidad de la parroquia del

Santísimo Sacramento de Pirque.

La vulnerabilidad y sus alcances en materia de seguridad ciudadana, también formaron parte

de este registro observacional con dos experiencias que analizaron: (1) los saqueos generados en los

días posteriores al terremoto y tsunami en algunas localidades y (2) los efectos o impactos sufrido

por la comunidad aledaña a la cárcel de Chillán, cuyo muro perimetral cayó durante la noche del

sismo.

La magnitud del terremoto y sus efectos no sólo se observaron a nivel de comunidades

territoriales o localmente emplazadas, sino también en comunidades cuyas interacciones e

interdependencias se construyen a partir de otras vinculaciones distintas al espacio territorial, como

ocurrió por ejemplo con las redes sociales y el protagonismo adquirido por estas en los días

posteriores al terremoto. Una estudiante analizó durante el semestre precisamente esas

interacciones.

Se incluyeron también en este observatorio de desastres tres experiencias comparadas, que

ofrecen perspectivas de análisis diferenciados y complementarios a los observatorios de terremotos.

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Dos trabajos abordaron la situación de los habitantes de la localidad de Chaitén en la XI región

transcurridos dos años después de la erupción del volcán del mismo nombre, uno de estos

observatorios puso énfasis en la situación de los adultos mayores, mientras que el otro analizó el

caso de aquellos habitantes que se negaron a abandonar su pueblo y permanecieron en la zona de

evacuación. Un tercer trabajo se suma a esta línea de perspectivas comparadas al momento que

incorpora una observación acerca de las consecuencias de un desastre provocado por el hombre

como lo ocurrido con 33 mineros atrapados en una mina de cobre en el norte del país.

Evidentemente este primer panorama que vincula desastres y comunidades permite apreciar

la diversidad de aproximaciones y perspectivas que se pueden considerar cuando se analizan a las

comunidades desde esta óptica y se hace explícita la incorporación de este enfoque de análisis en su

observación. Aspecto que se vuelve especialmente relevante si se tiene en cuenta que Chile es un

país de fenómenos naturales, “desde 1960 hasta ahora, Chile se ha visto afectado por 10 ciclos de

sequía, 14 inundaciones, 13 terremotos (sobre 7° en la escala de Ritcher y con resultados fatales), 5

aluviones y 12 erupciones volcánicas” (PNUD, 2011b: 2).

Además como se indicó al inicio de esta monografía la experiencia de los desastres permite

en muchas ocasiones hacer visible situaciones de inequidades o vulnerabilidad que habían

permanecido a lo largo del tiempo y apreciar con mayor claridad las enormes desigualdades en la

distribución de capacidades y recursos a nivel regional y local.

No es lo mismo enfrentar los efectos de un desastre de este tipo desde una capital

centralizada y con administraciones públicas fuertes, que desde pequeñas localidades con

estructuras de apoyo institucionales más débiles y con menor presencia de medios de comunicación.

También incide en la forma como se abordan los desastres la visibilidad o invisibilidad de las

situaciones que afectan a las comunidades, en esta tarea fueron significativas no sólo las redes

sociales, sino que los procesos de movilización de los afectados y el surgimiento de movimientos

ciudadanos capaces de demandar e incidir en el diseño de alternativas de solución a las situaciones

que les afectan.

Las situaciones anteriormente descritas también fueron observadas por organismos e

instituciones interesadas en el estudio de desastres y así queda en evidencia en la presentación

elaborada por el PNUD en junio de este año a propósito de la elaboración de acciones y estrategias

para la reducción de riesgos de desastres a nivel de pequeños territorios y comunidades locales. “El

desastre de 2010 demostró la falta de preparación de los gobiernos regionales y locales para

responder adecuadamente a situaciones de potencial desastre y prepararse para los procesos de

recuperación (.) Esta situación se explica por una serie de déficits, debilidades institucionales y

dificultades institucionales que se expresan en los limitados niveles de incidencia que el nivel

subnacional tiene en: el diseño de políticas y estrategias territoriales; la gestión de los presupuestos

públicos que no incorporan el enfoque de gestión de riesgos; y la formación y acumulación de

capital humano” (PNUD, 2011b:3)

Desde el enfoque de capitales, este trabajo busca aportar con información sustantiva para la

observación y aprendizaje de esta experiencias, ofreciendo un espacio privilegiado para analizar

el modo como los actores construyen y conceptualizan los problemas que les afectan, los caminos

que emprenden en las búsqueda de sus soluciones, así como los elementos que contribuyen o

definitivamente obstaculizan o entrampan su abordaje.

La guía de análisis de problemas elaborada por Kettner, Moroney y Martin (2008) reconoce

que la mayoría de las intervenciones sociales o de los programas sociales se basan en la

identificación de un problema, situación que se vuelve especialmente significativa en el caso de

aquellos programas que buscan enfrentar los efectos de una catástrofe y hacerse cargo de la

reconstrucción de lo dañado. Por lo mismo, desde el punto de vista de estos autores es indispensable

tener claridad acerca del problema o conjunto d problemas, que las acciones de intervención

consideran que puede abordar.

De los varios aspectos sugeridos por estos autores, destacamos en esta primera fase de la

observación aquellas perspectivas que privilegian el análisis del problema por sobre la definición de

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soluciones. La comprensión del problema en sus dimensiones histórico y contextual permite una

comprensión situada que incorpora perspectivas o dimensiones poco exploradas en los análisis

anteriores como: recurrencia de situaciones, desigualdades, visibilidad, grados de afectación,

barreras para su abordaje, entre otros aspectos.

Ante la exigencia de realizar una intervención social que responda a estos requerimientos,

surge la propuesta de una intervención social fundada, la que se desarrolla siguiendo los

planteamientos de Teresa Matus (1999) quien propone el rescate la posibilidad humana de hacer

emerger no sólo la evidencia de las contradicciones sociales, sino de colocar en el mundo cosas que

nunca existieron. Desde una perspectiva complementaria, Javier Corvalán (1999), también ofrece

algunos elementos relevantes de considerar en el análisis de problemas que afectan a las

comunidades locales, y que presentan importante sintonía con los elementos considerados en esta

primera aproximación observacional como los cambios existente n el contexto; las diversas

perspectivas teóricas; los enfoques epistemológicos y los marcos éticos o valóricos vigentes.

Desde la óptica de este autor la intervención se concibe como una representación social sobre

determinados elementos, entre los cuales se destaca: una interpretación de las necesidades humanas,

una visión de la acción social, una interpretación del receptor o sujeto de la intervención, y la

priorización de un agente en el abordaje de la problemática o fenómeno (Corvalán, 1999: 12).

Se consideró pertinente en esta primera aproximación que los estudiantes desarrollaran

algunas de las orientaciones que permiten identificar elementos claves que dan cuenta de la

naturaleza de la situación, los valores sociales asignados, el nivel de reconocimiento de la situación,

escalas del problema y significaciones entre otros elementos que permiten develar las preferencias o

establecer prioridades. Entre las preguntas sugeridas en la guía metodológica entregada a los

alumnos destacamos en esta monografía aquellas aproximaciones que permite reconstruir hechos,

narraciones e impresiones de diversos individuos, organizaciones, grupos y comunidades afectadas

o involucradas con el fenómeno observado. Estas impresiones o primeras aproximaciones, permiten

que los estudiantes identifiquen en las primeras fases de exploración los términos en los cuales el

problema se define o aborda, lo que permite dar cuenta de las diferentes formas de

conceptualización.

También interesaba que los estudiantes se aproximaran, aunque fuera preliminarmente, a las

características sustantivas de aquellos que experimentan la situación. Se buscaba con ello describir

la situación de quienes experimentan el problema, en términos de número de afectados, grados de

afectación, situación sociodemográficos, entre otros elementos considerados relevantes de observar,

con el propósito de ofrecer distinciones sustantivas en las siguientes aproximaciones u

observaciones.

La guía de análisis de problema incluye también algunas consideraciones sobre los valores

sociales que se asignan a dicha situación, la prioridad que el suceso o las consecuencias provocados

por el terremoto tiene para la comunidad, y la manera como éste se constituye en un asunto de

interés compartido. ¿Cuán amplio es el reconocimiento de esta situación? Fue otra de las preguntas

sugeridas en esta aproximación primera con el propósito de identificar apoyos o resistencias a las

acciones o intervenciones que se pudieran promover desde este ámbito. El análisis incluye una

identificación del entorno político-social que rodea a cada uno de los fenómenos observados, lo que

permite otorgar un grado de mayor o menor viabilidad a las propuestas que se identifican o

promueven en la tercera observación.

Los resultados alcanzados por los alumnos en esta primera observación, nos permiten

comprender mejor los alcances y posibilidades que ofrece un esquema de análisis de problemas

sociales que incluye tempranamente visiones y perspectivas vinculadas a los enfoques y supuestos

que nutren las intervenciones y les dan contexto. Veamos a continuación el modo cómo este análisis

de problemas se nutre y alimenta de una revisión que incluye la determinación de los actores, sus

perspectivas, posiciones e interrelaciones.

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Una segunda aproximación a „los actores e interrelaciones‟ que dan forma a los observatorios

Tal como indicó al inicio de este ensayo, esta segunda aproximación analítica, se propuso

reconstruir el mapa de actores que se identifican en torno al fenómeno escogido y analizar sus

interrelaciones y posiciones a través del tiempo. Al igual que en la elaboración de la observación

anterior, los estudiantes recibieron una guía metodológica que fue discutida en las sesiones del

curso y vinculada a los contenidos de participación y ciudadanía desarrollados en la cátedra.

Específicamente se entregaron las orientaciones propuestas por Subirats (1994) para la

elaboración de un diagrama básico del tipo policy network. El mapa o diagrama inicial debía ser

complementado con un análisis de las posiciones e interdependencias (verticales y horizontales).

Para lograr lo anterior, se solicitó que los estudiantes elaboraran un registro observacional que

identificara a los actores y situara en un plano determinado, para luego analizar sus

interdependencias, este análisis no debiera ser más extenso que cuatro páginas, incluyendo un

diagrama o entramado de actores como el que se presenta en el cuadro 2.

Los estudiantes antes de la entrega del trabajo podían asistir a tutorías grupales para orientar

la elaboración de este segundo registro. Además junto con las indicaciones de esta segunda

observación se entregaron los resultados de las evaluaciones de los primeros registros que situaban

y analizaban el problema a observar. Al mismo tiempo se hacen explícitos los criterios de

evaluación para las siguientes entregas, donde se espera que los alumnos pongan mayor énfasis en

la fundamentación de los contenidos presentados, en la articulación y coherencia lógica de las ideas

planteadas, en la inclusión activa de sus propias visiones y reflexiones como observadores, así como

una incorporación más activa de la bibliografía minima y complementaria del curso.

De este modo es posible entender que cada registro de observación además de incorporar una

perspectiva o foco de observación determinado, va aumentando en complejidad y requiere de un

nivel de análisis que va integrando las delimitaciones y elementos presentes en las observaciones

anteriores, en este caso se espera una cierta vinculación entre el análisis de problema detectado y la

red de actores que se configura en la segunda minuta de observación.

A la base de esta propuesta de observación se encuentran aquellas afirmaciones que indican

que todos los grupos van formando una extensa red, lo cual tiene consecuencias culturales de gran

dimensión. “La constitución en red de los microgrupos contemporáneos es la expresión más

acabada de la creatividad de las masas” (Maffesoli, 1990: 175) Y por ello el énfasis puesto en este

segundo registro de observación en que los estudiantes reconstruyan la red de vínculos y

significaciones que se establecen entre los distintos actores que conforman esta comunidad. Esa

estructura es abordada en este trabajo como a partir de la noción de la lógica la red. "… por todo lo

que pone de relieve el calor afectivo, o al menos que muestra que éste ocupa un lugar preferente en

la estructuración o el objetivo social" (Maffesoli, 1990: 159).

¿Qué significa pensar con lógica de red? Les preguntamos a los estudiantes, antes de entregar

los resultados de esta segunda aproximación, con el propósito de comenzar a identificar los

entramados y las urdimbres principales en las que prestar atención. Aporta a este debate sobre la

configuración de la red aquellas visiones que indican que la red es la organización menos

estructurada de la que puede decirse que tiene una estructura. Una pluralidad de componentes que

mantienen su consistencia propia, sólo pueden guardar coherencia en una red. Ninguna otra

disposición (…) puede contener a la diversidad funcionando como un todo (Kelly en García Roca,

2000:30).

En este observatorio se optó explícitamente por incorporar el concepto de entramado

(network) que dice relación con aquella comunidad que afecta y resulta afectada por una política

concreta, y por lo mismo interpela a los “intereses”. Desde esta visión los policy network hacen

referencia a aquel entramado de actores institucionales, políticos y sociales que hacen frente a una

tarea o programa de actuación específico tras el desastre acontecido. En cada política pública o

acción pública es posible identificar “el entramado de organizaciones e interese conectados entre sí

por dependencias financieras o administrativas (.) sus intereses en el network variarán según su

función o servicio que realicen, el territorio y la relación cliente-grupo o el asesoramiento que

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generen (Subirats, 1994: 120).

David Marsh y Rod Rhodes (1992) diferencian las policy networks entre comunitarias (pocos

participantes, fuertemente integradas, con alta continuidad y orientadas a uno o dos intereses

comunes) y policy networks temáticos (mayor número de participantes, múltiples intereses y de

mayor conflictividad). Con esta distinción se puede constatar que la mayor parte de los

observatorios realizados por los estudiantes corresponden a policy networks comunitarios que ponen

el foco de atención en un número limitado de problemas que le son comunes: el deterioro de sus

viviendas o centros educativos, la pérdida de elementos identitarios en los que se basaba su cultura

local, los problemas de delincuencia y el desempleo asociado a las situaciones de crisis, entre otros

elementos. Entre los policy network temáticos se pueden incluir algunas experiencias de

observación como el análisis de los saqueos que se generaron tras el terremoto en distintas

localidades del país, el que fue desarrollado a partir de los planteamientos que dan cuenta de

procesos de descomunitarización en el sentido formulado por Beck (1998).

Cuando se analizan los mapas de actores construidos por los alumnos en su segundo reporte

de observación se puede constatar que la existencia de intereses o problemas comunes se constituye

en el principal eje articular de las redes de actores tras el desastre, las que suelen estructurarse en

torno a un problema que les afecta. Esto es particularmente evidente en el caso de los observatorios

de educación y vivienda, en estos últimos la capacidad de logar que otros actores se hicieran parte

del problema y se implicaran en la búsqueda de soluciones fue clave al momento de definir el

problema como un asunto de interés general. La presencia de los medios de prensa o de otros

actores que permiten dar visibilidad a la situación que afecta a los vecinos, también es observada

como un elemento sustantivo para que los afectados logren ampliar sus interacciones y avance en

una búsqueda ampliada de mejores alternativas de solución.

La relación con las agencias locales como el Municipio o los departamentos de emergencia

regional fué considera en varios de los observatorios realizados como una relación en tensión y

asimétrica que demanda la atención de la autoridad, pero al mismo tiempo “espera” la llegada de

soluciones o acciones. En algunos de los casos observados las agencias locales se constituyeron en

agentes mediadores ante las empresas inmobiliarias y los vecinos afectados, mientras que en otros

formaron parte del problema o de las dificultades enfrentadas por los actores en las búsquedas de

sus interacciones.

Las principales características y puntos de encuentro que se derivan de cada uno de los

observatorios incluidos en este trabajo son: la interdependencia de los actores, ya que ningún actor

puede por sí sólo es capaz de alcanzar sus objetivos, ni puede influir de manera decisiva sobre las

políticas o programas de reconstrucción. Así mismo se aprecia que Los patrones de relaciones que

se logran identificar en el análisis de estas experiencias son de interdependencia y se mantienen en

el tiempo, pese a que experimente algunas variaciones como la diversidad e importancia del número

de actores que representan a grupos e intereses heterogéneos; la existencia de un objetivo común a

pesar de la diversidad de metas particulares (Arenilla, 2011).

En una versión más compleja de esta observación, también se puede solicitar a los estudiantes

que analicen las interacciones identificadas en términos de coherencia y autonomía, condición que

no fue exigida en este trabajo, pero que no se descarta incorporar en otras observaciones. Mientras

la coherencia apunta a establecer esfuerzos coordinados entre los involucrados, la autonomía

procura que los diversos sistemas y actores comprometidos también puedan obtener rendimientos

para sus intereses y operar, en la mayoría de los casos, con sus propios procedimientos”

(Mascareño, 2010: 114). Desde la perspectiva de esta autor, la coherencia que puede aportar una

visión panorámica de intereses y procedimientos de distintos sistemas y actores y, por otra, la

autonomía da cuenta de la capacidad que poseen dichos actores para definir esos intereses y

autoorganizarse (Mayntz, 1993, Scharpf, 1993, Willke, 1995 en Mascareño 2010).

Arenilla por su parte, distingue tres perspectivas para estudiar las redes de actores: (1) la que

considera a las redes como una forma novedosa de intermediación de intereses, y la aplica a todos

los tipos de relaciones entre actores públicos y privados; (2) la que de una manera más ambiciosa

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concibe a las redes como una nueva forma de gestión de gobierno denominada gobernanza, que

afecta a una forma específica de interacción pública-privada en las políticas públicas, basada en la

coordinación no jerárquica; y (3) la que la considera una metáfora, una mera herramienta de análisis

de la realidad. Arenilla opta por la segunda perspectiva para desarrollar y estudiar la red de

gobernanza o políticas públicas, opción que coincide con las posiciones y contenidos enfatizados en

el curso y en la propuesta de análisis de los observatorios de desastres comunitarios.

Tanto Arenilla (2010) como Mascareño (2010) coinciden en plantear que la principal crítica o

limitación de este concepto de redes de políticas estriba en la inequidad de los actores participantes

en las mismas. Esta inequidad es de dos tipos, por un lado no todos los actores sociales tienen el

mismo peso ni influencia en la formulación y ejecución de las políticas públicas; por otro, sigue

existiendo un claro desequilibrio a favor de los actores públicos que participan en las redes. Su

predominio se basa en el acceso a la información y a los recursos y, de manera determinante, a su

legitimidad democrática. Lo anterior queda especialmente en evidencia en situaciones de conflicto o

crisis como las experimentadas tras una catástrofe, donde las diferencias entre los actores corren el

riesgo de intensificarse generando mayor distancia entre quienes presentaban antes del terremoto

situaciones de distancia.

Proximidad y distancia, se constituyen también en dos dimensiones centrales de este análisis

de actores, que va a suponer que mientras más próximos se encuentren los tomadores de decisiones

de los destinatarios de dichas acciones, mayores posibilidades tienen estos últimos de de incidir en

las decisiones de política y en las acciones que a partir de estas decisiones se promueven.

Tomando en cuenta lo anterior, es posible comprender que en contextos de desastres las

interacciones entre Estados y Sociedad civil, adquieran otros y nuevos significados, incluso algo

distintos a las interacciones que se dan habitualmente. Cuando se observan desde un enfoque de

redes estas interacciones diferenciadas se hacen más evidentes, en tanto las necesidades de

coordinación y articulación de un proyecto común se vuelven más imperiosas, especialmente si se

tiene en cuenta que tras una catástrofe, como la experimentada, no sólo se resquebraja el tejido

social, sino también los marcos institucionales y políticos.

Por lo mismo, en esta segunda aproximación analítica se prestó especial atención a los

mecanismos de interrelación que se generan entre los distintos actores en la fase inmediatamente

posterior de ocurrida una catástrofe (emergencia) y en los meses previos cuando se inicia la

implementación de las acciones de reconstrucción o reparación. Hoy transcurrido más de un año

desde este terremoto, interesa particularmente retomar aquellas visiones que dan cuenta de la forma

como los distintos actores se coordinan para definir las acciones públicas y ciudadanas que buscan

hacer frente a los efectos generados por los desastres.

Si bien los observatorios realizados por los estudiantes aportan información relevante que

permite hacer una primera distinción entre aquellas interacciones de actores orientadas a la acción

contingente o de emergencia y la planeación e implementación de acciones orientadazas a la

recuperación y rehabilitación de lo dañado, lo lograr dar cuenta de los resultados de estas

intervenciones ya que sólo se quedan en las fases de planificación y decisión desarrolladas hasta 9

meses después del terremoto.

Por lo mismo, en esta monografía se recurre a otras investigaciones y estudios que dan cuenta

del impacto o la incidencia que han tenido las acciones y procesos de gestión implementados. El

trabajo de Jorge Iván Cuervo (2003) a propósito del terremoto en el eje cafetero en Colombia

permite a comprender los alcances que esta perspectiva conlleva. Los efectos y las consecuencias de

un terremoto que afectó a 28 municipios en cinco departamentos de Colombia fueron analizados 4

años después en un estudio de caso entre sus metodologías de investigación la identificación de

escenarios y actores.

En el caso del terremoto en Colombia, el gobierno nacional creó el Fondo para la

Reconstrucción Económica y Social del Eje Cafetero, FOREC, como una institución coordinadora

de las decisiones de reconstrucción. Este organismo funcionó bajo un esquema de

corresponsabilidad entre el Estado, sectores organizados de la sociedad civil y agentes de mercado,

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con apoyo de las entidades territoriales y voz para las comunidades afectadas.

El modelo de gestión participativa del FOREC ha sido identificado en este trabajo como una

interesante forma de acción pública que se sustenta en el Estado, pero cuya fuerza y credibilidad

provienen de la sociedad civil organizada, de los activos sociales y culturales de las comunidades y

del apoyo de la comunidad internacional, en un claro mensaje de que es posible gestionar bienes

públicos con eficacia y eficiencia, y neutralizar la intermediación del sistema político, que en el

contexto de un desastre de gran escala como los estudiados presenta mayor riesgo de captura y

clientelismo. Tomando en cuenta lo anterior, el Fondo de Reconstrucción, es considerado en esta

trabajo como una apuesta de gestión de recursos públicos, en una dinámica de integración del

Estado, el mercado y la sociedad civil. Lo anterior es especialmente relevante cuando se constata

que este modelo de gestión configura un escenario de corresponsabilidad entre lo político, lo

económico y lo social y permite delinear lo que algunos autores han llamado “la nueva gestión de lo

público más allá de lo estatal” (Cunill, 1997 en Cuervo 2003).

El cuadro 3 que se presenta el final de esta monografía permite comprender mejor esta

afirmación, cuando se observa el escenario que queda tras un desastre de esta magnitud y los roles o

posiciones que los actores suelen asumir en las primeras fases de la emergencia. Las interacciones

que se originan entre Estado, Mercado y Sociedad Civil son analizadas en esta monografía como

parte de una estructura más compleja que constituye la matriz de toda comunidad política. La forma

como se articulan estas lógicas, sus actores y escenarios, resultan esenciales para comprender el

funcionamiento social, especialmente en contextos de riesgos e incertidumbre como los que se

generan tras una catástrofe.

De los tres escenarios identificados en el cuadro 3, se enfatizó en el trabajo de observación de

desastres comunitarios la esfera social, dado que es este el espacio donde se activan las relaciones

interpersonales y se fomenta los intercambios. Desde la perspectiva de García Roca, la esfera social

se estructura como alianza, se sostiene sobre estrategias cooperativas, tiene su base moral sobre los

sentimientos de solidaridad y ayuda mutua (García Roca, 2004) Se enfatiza también, que para el

desarrollo de esta esfera, las personas requieren del reconocimiento del otro en su diferencia,

asegurando así la existencia de la comunidad.

Por lo mismo, el primer paso en esta segunda perspectiva de observación fue la identificación

de los actores vinculados al problema o situación analizada, la explicitación de aquellos que están

ausentes o poco visibles y la ubicación en un plano representativo de las posiciones –en términos de

distancia o proximidad- entre estos actores. Lo anterior permitió que los estudiantes reconocieran

que estas posiciones no eran estáticas, sino que posibles de modificar en función de distintos

factores e intereses. Además se constató que la situación que se generó tras el terremoto en Chile

permitió activar o visibilizar a actores habitualmente identificados como “adormecidos” o

indiferentes antes determinadas situaciones, como ocurrió en el caso del observatorio de redes

sociales que tuvo como principal protagonista a jóvenes usuarios de redes sociales como Facebook

y Twitter.

En un trabajo de clase realizado antes de la entrega del segundo registro observacional los

estudiantes compartieron la información disponible para la elaboración de sus mapas de actores e

intercambiaron visiones sobre las distintas posibilidades de ubicar a estos actores en el escenario

escogido en cada observación. Se esperaba con este ejercicio que cada grupo, con la ayuda de otros

observadores externos, descifrara los contenidos y posiciones principales del policy network que

posteriormente iba a analizar.

Algunas de las preguntas sugeridas para esta discusión fueron: ¿Qué actores falta por

incorporar? ¿Qué actores están sobre representados? ¿Quiénes son afectados directa e

indirectamente? ¿Quiénes son los interesados? ¿Cuál es la posición de los actores ante el problema?

El sustento conceptual de este análisis de actores y sus interacciones se desarrolló siguiendo

las directrices principales del enfoque de gobernanza mencionado anteriormente. Se optó por

enmarcar esta aproximación en este enfoque en tanto permite articular las perspectivas de

ciudadanía, comunidad y gestión pública presentes en todos los observatorios. Se destaca que la

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noción de gobernanza posee un enfoque más heurístico, societal y relacional No es una manera más

atractiva o novedosa de nombrar una vieja idea, sino una propuesta que analiza el el modo como la

sociedad contemporánea se coordina para definir sus valores y objetivos de convivencia y hacerlos

reales. Entendida de este modo, la gobernanza es “…el proceso mediante el cual los actores de una

sociedad deciden sus objetivos de convivencia -fundamentales y coyunturales- y las formas de

coordinarse para realizarlos: su sentido de dirección y su capacidad de dirección” (Aguilar,

2007a:77).

Supone intencionalidad y capacidad social, y por lo mismo, apunta a la necesidad de un

nuevo proceso directivo de la sociedad, valorando y reconociendo las capacidades sociales para su

conducción. La gobernanza significa entonces un proceso de dirección de la sociedad, que da cuenta

de una nueva relación entre actores (Aguilar, 2007a), que se resignifica y ajusta tras un

acontecimiento como el analizado en este trabajo. De este modo se aprecia que este enfoque surge

en el contexto de este observatorio como una propuesta pertinente al momento de analizar las

interacciones que se generan entre los actores, intentando comprender sus posiciones y

vinculaciones en función de ciertos objetivos, visiones y perspectivas que se ponen en juego al

momento de analizar los distintos caminos y formas de abordaje de un problema determinado.

En este sentido, se comparten en este análisis los planteamientos de Aguilar cuando afirma

que “la gobernación en solitario del gobierno ha perdido sentido y eficacia. Asistimos al tránsito de

un centro protagónico a un sistema de gobernación con las tres esferas que componen una nación:

Estado, mercado y sociedad civil” (2007a136). El interés de esta aproximación desde el enfoque de

gobernanza radica en la capacidad de este enfoque de reconocer los cambios y transformaciones

experimentados por las administraciones públicas en estas últimas décadas y su capacidad de

contextualizar su papel en un nuevo escenario: “Ya no se cuestiona la necesidad o la importancia de

la administración pública, pero sí reclaman con urgencia la modernización, reforma, reinvención,

reingeniería, reestructuración, innovación…de su organización, a fin de que los gobiernos acrediten

ser agentes capaces de prestar con eficiencia y calidad los servicios públicos, resolver los problemas

de sus sociedades, conducirlas a superiores metas de convivencia y reconstruir así la confianza

social perdida en su capacidad y seriedad” (Aguilar, 2007b), aspecto que se vuelve especialmente

relevante si situaciones a estos actores en el escenario que queda tras una catástrofe.

En suma, el ejercicio de la gobernanza democrática se configura como un campo de acción

esencial en esta nueva forma de comprender las relaciones entre Estado y sociedad civil,

asignándoles mayor protagonismo a los distintos actores por medio de mecanismos de

participación. Así, la participación ciudadana se podría enmarcar en esta nueva forma de gobernar,

que pone el acento en la centralidad del ciudadano recuperado y revalorizado.

Uno de los principales exponentes de este enfoque es Kooiman (2003) quien indica que la

gobernanza democrática desde la perspectiva gubernamental, se entiende como una forma de

conseguir la gobernabilidad democrática basada en el reconocimiento de la pluralidad de actores, en

la asunción de la interdependencia, en la configuración de unos patrones de conducta que faciliten

la participación e interacción de los actores sociales en los procesos de gobierno democrático. La

sociedad de la globalización es una sociedad que opera en redes, y las redes se comunican

constantemente y trabajan horizontalmente, incluso cuando los sistemas de comunicación de

emergencia no se encuentran operando, como ocurrió en Chile en los dias inmediatamente

posteriores al terremoto.

De ahí que los modelos tradicionales de gobierno jerárquico, opaco y cerrado normalmente,

ya no sirvan. Hoy cualquier gobierno que pretenda ser eficaz debe asumir la red y gestionar en red,

incluso en contextos de emergencia o catástrofes como el analizado en esta monografía. Al respecto

es importante recalcar que gobernanza no significa abandono del papel líder del gobierno, sino más

bien las adopción de un papel promotor, impulsor y cooperador entre las distintas iniciativas que

surgen de otras esferas y sectores sociales. Lo anterior significa pensar la administración pública

“con público” con ciudadanos electores y deliberantes de las acciones que se desarrollan en este

ámbito. Supone una “nueva” relación de la ciudadanía con quienes desarrollan una función pública

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determinada.

Arenilla (2011) señala que bajo el enfoque de gobernanza la formulación de las políticas

públicas es el resultado de un proceso de intercambio continuo y regular de información entre las

instituciones políticas y los actores de la sociedad. Por lo tanto, los dos componentes esenciales de

la gobernanza son una nueva configuración institucional formada por una multiplicidad de actores y

las interrelaciones que se producen y una nueva actitud de desarrollo y mantenimiento de la

credibilidad y legitimidad del gobierno en la sociedad. De esta manera, la realidad social sería

contemplada como un complejo de subsistemas sociales que se interrelacionan y se concretan en

redes de gobernanza.

Es hacia ese tipo de análisis que se encamina la tercera perspectiva que se propuso desarrollar

en estos observatorios de desastres comunitarios.

Una tercera aproximación a „las acciones e iniciativas de intervención social‟ que promueven

el desarrollo de procesos participativos post-terremoto

La tercera y última aproximación al fenómeno o problemática seguida durante el curso, se

orientó a levantar las bases, lineamientos y componentes principales de una intervención social con

perspectiva comunitaria o ciudadana, factible de desarrollar en los contextos y experiencias

observadas. Para ello se solicitó a los estudiantes identifican a lo menos tres alternativas o caminos

de intervención de carácter comunitario o participativo, que contribuyeran a abordar a algunas de

las dimensiones o problemas generados por el terremoto o algunos de sus efectos asociados a este

desastre. Para la identificación de estas iniciativas los alumnos debían considerar tanto los

problemas analizados en la primera observación, como los actores y sus interrelaciones presentados

en la segunda observación.

Para facilitar este proceso de integración e identificación de alternativas posibles, se

realizaron discusiones en clases y tutorías grupales con los estudiantes, con el propósito de

incorporar la visión de un mayor número de observadores y lograr abrir progresivamente los

resultados de este trabajo a las visiones y consideraciones de otros actores. Además de esta instancia

de discusión interna, se esperaba que los alumnos incluyeran activamente en su deliberación a lo

menos uno de los sujetos identificados en el mapa de actores, con el propósito de escoger una

alternativa y construir un plan de acción.

El plan de acción a elaborar por los estudiantes debía considerar los siguientes componentes:

(1) Identificación de alternativas de intervención (a lo menos 3); (2) selección de una de ellas,

explicitando el mecanismo utilizado y la fundamentación de este: (3) definición de los propósitos de

la intervención; (4) principales lineamiento orientadores de la intervención (actividades, tiempo, rol

de los participantes), interesa en esta fase que cada grupo pudiera responder las siguientes

interrogantes ¿Qué? ¿cómo? ¿cuando? ¿quiénes? y ¿donde?; y (5) finalmente algunas indicaciones

sobre propuesta de seguimiento y cierre de la intervención.

Con ello se intenciona una perspectiva de observación que busca conocer y analizar los

mecanismos e instrumentos utilizados por las comunidades para decidir acerca de los asuntos y

aspectos que les conciernen o afectan. A través de la observación de la existencia o no de estos

mecanismos y de algunas indagaciones acerca de su forma de operación se esperaba introducir en

los estudiantes algunas perspectivas y aproximaciones en torno a participación, ciudadanía y

ciudadanía activa.

Esta última observación incluía, además como tarea complementaria el cierre del

observatorio y la elaboración de un texto que integrara los tres registros observacionales. Las

orientaciones y sugerencias propuestas para la elaboración de este trabajo final enfatizaban en la

importancia de recoger los contenidos esenciales de los registros de observación desarrollados

durante el semestre, la discusión generada en clases y en tutorías, y los comentarios de la evaluación

de las minutas anteriores.

Asimismo se esperaba que el documento o informe final tuviera una extensión máxima de

veinte a veinticinco y un carácter monográfico, lo que significaba romper con el esquema de

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redacción minuta a minuta seguido hasta ese momento y trabajarlo como un texto integrado.

Analizado en forma retrospectiva, se puede constara que éste fue uno de los aspectos que generó

más dificultades entre los estudiantes, lo que explica que algunos trabajos hayan quedado en un

punto intermedio entre las minutas o registros de observación y el reporte final. La generación de un

espacio de discusión final que permitiera el intercambio y las visiones entre-observatorios, también

se hizo explícita en esta fase del curso, animando a los alumnos a presentar participar y presentar

sus trabajos en una actividad ampliada programada para fines de año.

Como ya fue mencionado al inicio de este documento, esta actividad se realizó el 13 de

diciembre y contó con la participación de cinco grupos de estudiantes del curso, más otro grupo de

estudiantes en práctica de cuarto año de la carrera de trabajo social, también se sumaron a esta

iniciativa algunos profesores de la unidad académica responsable de la formación e invitados

externos.

Como una forma de registrar y promover el desarrollo de este tipo de metodologías de

enseñanza-aprendizaje se cerró esta actividad con la presentación de un blog que, bajo el titulo

observatorio de catástrofes y desastres naturales, contiene los 22 trabajos de observación

comunitaria desarrollados en el curso Desarrollo Comunitario y Ciudadanía; 55 testimonios de

terremoto elaborados por los alumnos del curso Pobreza y Exclusión; un articulo que da cuenta de

los resultados de este trabajo autobiográfico y un registro fotográfico del coloquio de cierre de las

observaciones comunitarias (Mayores antecedentes en

http://observatoriodecatastrofesydesastresnaturales.wordpress.com,30-06-2011). A futuro, no se

descarta la posibilidad de incluir en este archivo la monografía elaborada en el contexto del XXIV

Concurso del CLAD sobre Reforma del Estado y Modernización de la Administración Pública,

2011.

Más allá de las indicaciones, orientaciones y resultados logrados con este ejercicio de

observación, interesa prestar atención a aquellos argumentos que consideran que las perspectivas y

enfoques en torno a la ciudadanía activa se encuentran estrechamente vinculadas a los enfoques de

gobernanza abordados en el registro observacional anterior, en tanto se concibe a la gestión de

acciones públicas dentro de un marco y metas de lo que hoy en día se denomina una gobernabilidad

compartida o gobernanza participativa, entre una sociedad civil empoderada y un Estado facilitador

o subsidiario (Gentes, 2006, 81). En este contexto, la participación deliberativa puede ser entendida

como la acción de intervenir, dentro de un foro público, con el ánimo de formar parte de un diálogo

con otros, que posibilite al actor la toma de decisiones habiendo considerado previamente diferentes

puntos de vista.

Si bien, son varios los mecanismos e instrumentos que promueven este tipo de interacciones

o diálogos entre actores, en el desarrollo de los observatorios se prestó especial atención a los

mecanismos mixtos que combinan mecanismos consultivos con mecanismos ciudadanos de base

amplia. Estos mecanismos son especialmente permitentes en la lógica de los objetivos propuestos

en este trabajo en tanto incluyen modalidades innovadoras y eficaces de consulta y participación

ciudadana, las que promueven nuevas formas de diálogo público e intercambio de distintos puntos

de vistas y posiciones. Especialmente de cara a abordar problemas complejos y de gran alcance

como los que quedaron en evidencia tras el terremoto de 2010.

En términos generales, estas modalidades de diálogo se distinguen de los mecanismos

tradiciones por ser más deliberativas e inclusivas. Deliberativas porque incluyen la posibilidad de

cambiar las preferencias través de la argumentación y la exploración de alternativas diversas. Y más

inclusivas, porque recogen la opinión de un conjunto más variado de ciudadanos, incluso quienes

tienen mayores dificultades para participar o habitualmente se encuentra marginados de poder

decidir sobre asuntos que les afectan o interesan.

La implicación de un público de base amplia y de ciudadanos comunes aparece también

como necesaria en la toma de decisiones, especialmente en situaciones en las que no se dispone de

conocimiento acabados o hay mayor incertidumbre. En estas condiciones resulta indispensable

considerar la implicación de participantes „profanos‟, también llamados „ciudadanos de a pie‟ en el

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XXIV Concurso del CLAD sobre Reforma del Estado y Modernización de la Administración Pública

“Gestión de crisis, emergencias y desastres”

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proceso de discusión y decisión, con el fin de incorporar perspectivas alternativa –locales-. Estos

mecanismos se sustentan en un modelo de producción compartida y/o conocimiento interactivo que

parte del supuesto que existe una necesaria complementariedad entre saber „experto‟ y saber

„profano‟ (Callón, 1999).

La posibilidad de generar conocimiento interactivo se vuelve factible en este modelos al

momento que se concibe el saber experto se concibe como incompleto, sesgado, interesado, no

siempre generalizable o consensuado y por lo mismo requiere de interacción. Estos saberes se

enriquecen mutuamente a través del debate y la confrontación de argumentos o visiones. En este

enfoque o perspectiva, las crisis surgen de una falta de expresión o de una escucha inadecuada hacia

la ciudadanía.

¿Es posible ese debate en los momentos posteriores a un desastre como el estudiado? Es una

de las interrogantes que surge de este análisis y que va a reconocer que en contextos de

incertidumbre, la decisión deviene más bien en una actividad interactiva, que desencadena un

conjunto de decisiones e involucra una red diversificada de actores que asumen un rol de

implicación „progresiva de lo público‟.

Por lo mismo en este ensayo la ciudadanía activa va a ser entendida como aquella

ciudadanía que participa en la esfera de lo público y que da una medida de la calidad

democrática de un país, incluyendo no sólo a quienes son connotados como víctimas o afectados

directos del terremoto, sino que todos aquellos ciudadanos que se vieron interpelados por esta

situación. De acuerdo a lo señalado por Giner (2007) la noción de ciudadanía activa se encontraría

sustentada en una concepción de ciudadanía progresiva, que promueve un tipo de ciudadano o actor

que intervienen en la esfera pública para mejorar las condiciones de vida democrática, ejercer su

propia libertad y cultivar la preocupación por los demás (fraternidad). Para este autor, los

ciudadanos activos son esencialmente proactivos, es decir toman iniciativas para cumplir con estos

propósitos. En esta visión el ejercicio cívico de la fraternidad, también llamado solidaridad cívica,

es el que moviliza a los ciudadanos para promover más allá de las políticas institucionales, los

intereses de otros.

Es este ejercicio cívico lo que explica la emergencia de distintas formas voluntariado y una

diversidad de iniciativas ciudadanas que buscaban espontáneamente hacerse parte de las tareas de

emergencia y contribuir en la generación de alternativas, aportando en muchos casos con soluciones

imaginativas e innovadoras para abordar algunos de los problemas más urgentes generados por el

sismo. Si bien en los meses posteriores a la ocurrencia de este sismo, surgieron algunas voces que

alertaban acerca de la falta de organización, asistencialidad y una suerte de instrumentalización de

este movimiento de ciudadanos, en este trabajo se quiere rescatar la capacidad de implicación en

asuntos de interés públicos que se puede activar en los sujetos, incluso en aquellos menos

habituados a formar parte de este tipo de iniciativas.

En palabras de Hannah Arendt (1993) la ciudadanía activa, entendida como el compromiso

cívico y la deliberación colectiva acerca de todos los temas que afectan la comunidad política, sólo

tiene sentido y posibilidad de ser en el espacio en que se construye lo público. La esfera pública

alude al espacio donde los ciudadanos interactúan a través del diálogo y de la capacidad de cada

uno de influir en las posiciones del otro, descubren sus identidades y deciden mediante la

deliberación colectiva acerca de los temas de interés común. Desde la perspectiva de Oszlak (1998

y 2009) y Subirats (1994) el compromiso cívico alude a acciones individuales y colectivas dirigidas

a identificar y encarar cuestiones de interés público, incluso en contextos de emergencia, dado que

esta última no implica la suspensión de derechos o la restricción de garantías sociales.

Lo anterior significa la emergencia de un nuevo concepto de ciudadanía que se sitúa en un

espacio más cercano a los derechos del hombre –que suponen una condición mínima para vivir- y

ser ciudadano, en los distintos escenarios e interacciones en que estos deban participar. De acuerdo

a lo señalado por Mujica (2005) esta participación puede expresarse como: expresión e integración

de las demandas ciudadanas para lograr un interés de carácter general como el reguardo de los

derechos y garantías sociales; como incentivo para una gestión pública eficiente y eficaz como la

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que debiera operar en las fases inmediatamente posteriores a la emergencia; como instrumento de

control ciudadano, m{as orientado a las ideas de accountability y responsabilidad; y como

instrumento para la satisfacción de necesidades básicas. El esquema que presenta este autor en su

publicación del años 2005, ayuda a los observadores a situar los tipos o niveles de participación que

se promueven cuando de integran estas visiones desde las demandas ciudadanas o las ofertas

disponibles.

Tomando las sugerencias de Mujica (2005) se consideraron para la elaboración de esta última

observación tres dimensiones o preguntas guías que se constituyen en los aspectos críticos de esta

tercera aproximación: ¿Quién toma la decisión?, y que plantea el cuestionamiento sobre el tipo de

ciudadano que debe ser integrado en los procesos de toma de decisiones sobre aspectos que le

conciernen y afectan. ¿Hasta qué punto las decisiones públicas corresponden a los verdaderos

intereses de la ciudadanía?, lo que da cuenta que la legitimidad de los tomadores de decisiones

depende de la capacidad de representación del conjunto de intereses y sensibilidades relevantes en

el conjunto de la población. Y ¿Qué resultados se obtienen?, que da cuenta de la necesidad de

combinar voluntad política y diseño institucional para el logro de efectos positivos, al mismo

tiempo que se activan mecanismo de responsabilidad y rendición de cuentas acerca de las

decisiones o lineamientos promovidos en las distintas fases o etapas de una política pública.

Cuando se analizan los planes de acción formulados por los estudiantes y sometidos a

revisión por algunos de los actores involucrados en el proceso de observación se puede constatar

que la mayor parte de las iniciativas propuestas se enmarcan en acciones que promueven y facilitan

la participación de los actores locales en iniciativas de desarrollo de su comunidad, las que se

encuentran estrechamente relacionadas con las problemáticas o situaciones que motivaron el interés

por dicha observación. Entre estas iniciativas se destacan en esta parte del trabajo las acciones de

restauración y apropiación del patrimonio cultural dañado, promovidas por aquellos grupos de

alumnos que observaron comunidades afectadas por la destrucción de sus iglesias y otros referentes

claves de su identidad local.

¿Cómo se recupera la identidad perdida o el capital patrimonial y simbólico destruido tras el

terremoto? Parece haber sido la interrogante planteada por algunos estudiantes que desarrollaron

propuestas y orientaciones para promover acciones de fortalecimientos y restitución de las

identidades locales, al mismo tiempo que acciones de reparación y rehabilitación de aquellos

elementos posibles de recuperar.

Los enfoques de desarrollo local emergen en este contexto con el propósito de sustentar y

fundamentar las alternativas de acción identificadas en este trabajo. Lo anterior resulta

especialmente pertinente si se considerando que, hoy en día, la expresión desarrollo local no

obedece a un conjunto de acciónes específicas o predeterminadas, sino que por el contrario engloba

una diversidad de iniciativas y de vías para promover procesos de desarrollo, que tienen como

elemento articulador la diversidad de interese y motivaciones de distintos actores coordinados para

su implementación.

Si bien, para algunos autores, el desarrollo local hace referencia directa a un territorio físico o

lugar determinado, en este análisis es concebido como una compleja red de interacciones

económicas y sociales asentadas en bases históricas, naturales y culturales (Winchester, 2002). Lo

anterior significa trabajar con una noción ampliada de desarrollo que se vincule mejor a las ideas

formuladas en torno a ciudadanía y comunidad en el transcurso que han sido formuladas en este

trabajo.

Entendida de esta forma las acciones que se enmarcan dentro de este enfoque tienden a

promover el respeto de las identidades tradiciones y cultura de las comunidades, así como la

activación de la participación social de diversos actores sociales vinculados a los procesos que se

esperan impulsar. En forma coherente con lo anterior, las estrategias de desarrollo local buscan

establecer y hacer operativa las coordinaciones y alianzas que se pueden generar entre actores

diversos, reconociendo no sólo la existencia de intereses diferenciados, sino que posibilidades de

convergencia y de implicación mutua. Estas iniciativas que se enmarcan dentro de las estrategias de

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desarrollo local requieren del desarrollo y generación de capacidades de interacción entre actores,

así como del fomento de la creatividad y la innovación, siempre que sean compatibles con la

identidad y la cultura local.

En este contexto, es posible comprender que uno de los desafíos actuales de los enfoques de

desarrollo y planificación post-terremoto sea facilitar procesos que hagan partícipes a las personas

de las decisiones y directrices consideradas en estas acciones. De hecho una interpretación del

desarrollo social es el empoderamiento de las personas para reconocer sus necesidades y buscar

soluciones. Una meta a desarrollar en este sentido es que las personas, y los colectivos sean capaces

de modelar sus propios procesos –y proyectos- de desarrollo.

Con la perspectiva anterior se da paso o impulso al desarrollo de instrumentos orientados a

fomentar la participación de los ciudadanos en las planeaciones y desarrollo de las ciudades, así

como en la búsqueda conjunta de soluciones a problemas locales específicos. Lucía Álvarez (2002)

reconoce como cualidad de estos programas la capacidad de articular diversas políticas de

desarrollo urbano y vivienda que se inscriben en un marco de desarrollo integral y sustentable.

En el caso de Chile, los planes de emergencia y los nuevos planos reguladores en la zona del

borde costero arrasada por el tsunami podría tener otro nivel de apropiación y legitimidad, si

lograran integrar en sus procesos de diseño no sólo la experticia de los técnicos y políticos

responsables del proceso de conducción y diseño de estos instrumentos, sino también los

conocimientos, visiones y aproximaciones de los vecinos que habitan en las localidades susceptibles

de inundación y especialmente los aportes de aquellos que fueron protagonistas o víctimas de los

efectos del tsunami y/o terremoto.

Con esta implicación progresiva de las comunidades en el proceso de toma de decisiones

sobre asuntos que les afectan, no solo se imprime mayor legitimidad y transparencia el proceso de

planeación, sino que se hace un reconocimiento activo de actores locales que lograron sobrevivir a

una catástrofe o enfrentar serios riesgos. Sur visiones y perspectivas en torno a lo acontecido

durante este proceso permitirá no sólo diseñar mejores vías de evacuación, mecanismos de alerta

temprana y acciones de contingencias hasta este momento escasamente contempladas, sino que

también desarrollar acciones de reparación y reconocimiento de aquellos que resultaron más

afectados.

Por ello, se afirma en esta monografía que un espacio privilegiado para los procesos de

empoderamiento ciudadano son las comunidades locales. Lo anterior es especialmente relevante

cuando se constata que en los últimos 10 años, en Chile ha habido una revalorización del ámbito

local y de la participación.

Creciente y progresivamente se observa en la sociedad civil la formación de movimientos

ciudadanos incipientes centrados en intereses locales, así como el surgimiento de iniciativas donde

los aspectos o dimensiones locales tiene cabida al momento de formular estrategias y alternativas de

convivencia social.

¿Cómo sería una ciudad participativa? Se preguntan Joan Font e Ismael Blanco (2006) al

mismo tiempo que proporcionan algunas pistas coherentes con el análisis aquí presentado: Una

ciudad donde, más allá de la acción de los partidos políticos y de la elección de los representantes,

hubiese estructuras y procesos de participación que permitiesen incorporar la voz de los ciudadanos

en la definición de las estrategias educativas de la ciudad, en la discusión de los temas urbanísticos,

en las políticas de acogida de la inmigración, en la discusión de los presupuestos municipales. Una

ciudad donde la participación de la gente, dentro de estructuras y procesos más o menos formales,

constituyese un auténtico referente sobre el que se tomasen decisiones clave de política municipal.

Si seguimos estos planteamientos podemos observar cómo esta lógica de empoderamiento

ciudadano y la activación de mecanismos de participación comunitaria, también se encuentra

presente en algunas de las alternativas de intervención propuestas en los observatorios de vivienda

realizados por los alumnos. Lo anterior es especialmente relevante en el caso de barrios antiguos y

degradados, cuya pertenencia comunitaria e implicación progresiva en asuntos públicos se ve

„paradójicamente‟ fortalecida tras las acciones promovidas o potenciadas luego del terremoto del 27

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de febrero pasado. Villa Olímpica y Villa Portales aparecen como dos referentes relevantes de

analizar en este caso, especialmente cuando se revisan algunas propuesta de fortalecimientos de las

interrelaciones entre antiguos y nuevos vecinos, entre arrendatarios y propietarios o entre actores

más jóvenes y aquellos que poseen la experiencia otros desastres anteriores como los terremotos del

año 85 y incluso varias generaciones más atrás en 1960.

La emergencia de redes sociales y espacios comunitarios que promueven interacciones de

este tipo es una muestra de lo anterior, como ocurre por ejemplo con el blog del consejo vecinal de

Villa Portales creado para promover y difundir su quehacer (http://cvdvillaportales.blogspot.com/).

También se consideran parte de las acciones de promoción de la identidad local la existencia de dos

grupos facebook como “yo crecí en la Villa Portales” y “Villa Portales” donde se promueven

campañas de información respecto de las actividades que se realiza en la Villa, fomentando de este

modo la responsabilidad sobre las acciones y potenciando el interés público por las acciones que se

emprenden.

Observando este tipo de iniciativas y las acciones propuestas para el fortalecimiento de los

vínculos comunitarios, es posible colegir que los enfoques de intervención comunitaria buscan

activar el poder y la potencialidad de la comunidad y no únicamente la superación de sus carencias.

La solución de los problemas sociales no se da sobre la base de la eliminación de los déficit o

carencias que enfrentan los colectivos, sino a partir de la ampliación de los recursos potenciales de

la comunidad.

También se constata que la mayor parte de las iniciativas consideradas por los estudiantes en

esta tercera observación se caracterizan por promover y potenciar instancias de diálogo entre

actores habitualmente en tensión o conflicto, lo que supone necesariamente un cambio en las

perspectivas o posiciones iniciales de aquellos sujetos que desde un inicio de la observación han

sido ubicados en conflicto u oposición o con una cierta posición antagónica como la que se genera

en los casos analizados entre: propietarios v/s empresas inmobiliarias; vecinos v/s autoridades

municipales; empresas v/s trabajadores.

Actualmente los enfoques que ponen el acento en un mayor protagonismo de los sujeto en la

generación de alternativas de resolución de problemas enfrentan un especial impulso como

consecuencia del desarrollo de un conjunto de actuaciones y orientaciones que bajo el nombre de

„justicia de proximidad‟, „colectividades comprometidas‟, „trabajo comunitario‟ o directamente

„mediación‟ se proponen el desarrollo prácticas dialógicas para la resolución de los conflicto o

diferencias que surgen en distintos contextos sociales.

Es desde este marco que se consideran en varias de las alternativas propuestas en los

observatorios de catástrofes perspectivas en torno a la mediación comunitaria como parte del

catálogo de iniciativas y acciones que promueven la ciudadanía y el desarrollo de la comunidad.

En esta forma de entender la mediación entre sujetos en conflicto u poción, adquieren

especial sentido las acciones orientadas a la construcción de puentes y de vínculos, dado que

comparten como principal sustrato la idea de vehicular y articular realidades. Esta idea de

mediación, resulta especialmente interesante al momento de analizar las interacciones que se dan

entre los profesionales, técnicos y responsables de los procesos de reconstrucción y las personas a

quienes van dirigidas sus acciones, constatando que el rol mediador podría ser asimilado a la noción

de “personas puente” trabajada por Richard Senett (2003: 34). Monique Sassier complementa esta

visión, cuando señala: “Para un trabajador social no se trata de ser mediador entre un problema y la

falta de solución. Se trata de ser mediador entre una persona y las respuestas que ésta cree necesitar

para abandonar la situación en la que se encuentra” (2004: 109).

En términos generales es posible afirmar que la mediación a nivel comunitario o vecinal “es

uno de los tipos de mediación que cuenta con una de las mayores capacidades transformativas (.) y

son el motor para una verdadera re-vinculación de las personas, para fomentar el sentimiento de

pertenencia (en positivo) a un barrio y para tejer redes sociales.” (Muñoz, 2008: 4). En las

perspectivas de mediación comunitaria las personas comienzan a tomar decisiones en cuestiones

pequeñas, a nivel personal, y poco a poco se sienten más capaces de analizar otras cuestiones y

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tomar responsabilidades. Esto promueve una sociedad más participativa, respetando la idiosincrasia

y las tradiciones culturales de cada barrio o comunidad y sus características particulares y fomenta

aquellas perspectivas ciudadanas que abogan por el reconocimiento mutuo y el respeto a las

diferencias.

Aprendizajes y lecciones del observatorio de comunidades y desastres: lineamientos y

orientaciones hacia una observación de segundo orden

Gustavo Wilches-Chaux, fundador de la Red de estudios sobre desastres en América Latina,

afirma que la mayor característica de un desastre es que es un desastre. Y por lo mismo, pone a

prueba todas las capacidades y recursos, no sólo del Estado, sino también de la sociedad civil y la

propia conformación de la ciudadanía. Además como se señaló al inicio de este trabajo los desastres

por lo general dejan en evidencia otros fenómenos o problemáticas que habían permanecidos

invisibles hasta ese momento.

Los desastres pueden ser analizados desde distintas perspectivas y enfoques disciplinarios. En

este trabajo se ha privilegiado aquellas perspectivas que ponen el acento en los enfoques vinculados

al desarrollo de las comunidades afectadas en algún sentido por los desastres y los actores que

participan o inciden en el abordaje de los problemas o situaciones por éstos generados.

¿De qué debía hacerse cargo una política de reconstrucción tras el terremoto del 27 de febrero

en Chile?.¿Se trataba de reconstruir lo destruido o hacerlo desde un enfoque que favoreciera la

implicación de la ciudadanía en decisiones claves que les afectan? En este ensayo se ha propuesto

énfasis en la explicación de metodología e instrumentos participativos de que en forma sucesiva van

implicando a los afectados en la identificación y reflexión acerca de los problemas que les afectan,

y la gestión de iniciativas y acciones orientadas a su resolución. Este enfoque pone especial

atención en los intereses, actores e interrelaciones existentes en los momentos previos y posteriores

a la catástrofe, y considera activamente el diseño de instrumentos y mecanismos de acción que

permitan potenciar la participación e incidencia de los sujetos en los asuntos públicos.

Al mismo tiempo, tras la realización de este ejercicio que reconstruye experiencias colectivas

de desastres y de hacer frente a sus consecuencias, se confirma aquella visión que aboga por el

sentido y la relevancia de rescatar la memoria que surge tras un acontecimiento como el que aquí se

aborda, la que puede ser pensada no sólo en términos individuales, sino colectivos, posibles de

rastrear en las vivencias y experiencias de una comunidad ampliada. Con ello este trabajo se

inscribe en aquellas líneas investigativa que luchan explícitamente por anticiparse al olvido, rescatar

y reconstruir las memorias de quienes fueron protagonistas de un determinado suceso social, que no

se circunscribe solo a la experiencia de este terremoto, sino a otros acontecimientos que le

precedieron así como los que están por venir (Rubilar, 2010: 60).

Todas las iniciativas que promueven el reforzamiento de las interacciones entre los actores y

la restitución de un tejido social en ocasiones fragilizado, son acciones que se inscriben en esta

perspectiva que busca promover acciones de memoria histórica de aquellos acontecimientos que

constituyen un punto de inflexión en la vida de las comunidades. ¿Qué podemos aprender de estas

experiencias? ¿Cómo salir fortalecidos luego de una catástrofe como la experimentada? Son algunas

de las interrogantes que en este trabajo monográfico buscó abordar, aportando con perspectivas

teóricas y metodológicas que permitan generar algunas respuestas a estas interrogantes que un año

después aún siguen vigentes.

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Cuadro 1

Cuadro 2

1

junio

marzo

abril

mayo

Idea de Gráfico: Carlos Osorio – en Hussmann 2003

julio

Ejemplo de Acontecimientos claves de la experiencia,

tomando con referencia el terremoto de febrero

febrero

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XXIV Concurso del CLAD sobre Reforma del Estado y Modernización de la Administración Pública

“Gestión de crisis, emergencias y desastres”

Caracas, 2011

25

Cuadro 3

5

CCoommuunniiddaadd oo eennttrraammaaddoo ddee PPoollííttiiccaa PPúúbblliiccaa

Otras Agencias

Gubernamental

es

Gobiernos extr. y

organismos

internacionales

Parlamento

Gobiernos locales y

regionales directamente

implicados

Sector implicado en la

política

Grupos de

presión

implicados

Individuos

Sector interesado o

atento al desarrollo

de la política

Otros grupos de

presión

Individuos

Otros Gobiernos

locales y

regionales

Gobierno y

estructuras

centrales del

proceso de PP

Agencia

principal

Pross (1986) Groups Politics an Public Policy en Subirast, 1994: 120

Mercado Estado

Sociedad

Civil

Escenario después del Desastre

Síndrome Primera

Dama

shock externo a la

economía regional

Paradójica Ampliación de

la gobernabilidad dado el

E° de emergencia

Expectante y Demandante

“Voz”

Voluntariado y

Autoayuda

Perdida de valor en

el mercado de tierras

Elaboración propia en base a Cuervo, 2003