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OCUPA TODO EL ESPACIOGuía urbana

Rescate de la cuenca del Río Bermúdez

Caza deportiva en Costa Rica

¿Qué hacer con la basura tecnológica?

Felinos vuelven a su hábitat

S U M A R I O 1 3 4

Director y editor Eduardo Mora. Asistente Karol Montero.Consejo editor Manuel Argüello, David Kaimowitz, Luis Poveda, Rodia Romero.Diagramación e impresión Litografía e Imprenta Segura Hermanos, tel. 279 9759.Circulación Enrique Arguedas.

Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional,tel.: 277 3688, fax: 277 3289, apartado postal: 86-3000, Costa Rica,[email protected], w w w . a m b i e n t i c o . u n a . a c . c r

EditorialProteger áreas sin despreciar gente

Jorge Pinazzo ¿Simbiosis o competencia entre corredores y áreas protegidas?

Gustavo InduniComplementariedad y jerarquía de enfoques para la conservación

Stanley Arguedas Corredores para el tránsito de especies y sueños

Óscar BrenesConsolidación del Corredor Biológico Mesoamericano

O T R O S T E M A S

3468

10

Rafael A. Quirós Cultivo de piña e impacto ambiental

Tatiana SibajaEliminar el bromuro de metilo en cultivos de melón y flores

Geovany DelgadoNormas ambientales en agricultura

Jorge CabreraTransgénicos, principio precautorio y OMC

Priscilla CuberoAvances en Costa Rica en pro de los cetáceos

Javier RodríguezCantidades de los cetáceos más comunes en Costa Rica

Damián Martínez Cetáceos en Costa Rica: ignorancia vs. conservación

Reseñas de estudiosJazz, ciencia y desarrollo sostenible

1212141618202224

U.S. FISH & WILDLIFE

SERVICE

DE

PA

RTMENT OF THE INTERIO

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Ilustración de portada: B. Verkaaik

E N N O V I E M B R E

T E M A D E P O R T A D A

2 Noviembre 2004

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E D I T O R I A L

Desde que en los años setenta Unesco elaborara elconcepto reserva de biosfera, la comprensión de lasáreas silvestres protegidas ha venido evolucionando

significativamente. De concebirlas como "claustros" natura-les, como cotos de preservación de la vida salvaje cercenadosde regiones con presencia y alteraciones humanas, se ha pa-sado a concebirlas, e in-cipientemente a replan-tearlas, como partes deun paisaje continuocompuesto por (1) zo-nas de fuerte alteraciónhumana, por (2) otraszonas de aprovecha-miento de los recursosnaturales (más o me-nos) restringido y por(3) ellas mismas. Entrelos especialistas y preo-cupados por la protec-ción de áreas es cadavez más recurrente latesis de que tal protec-ción debe de articularsecon el desarrollo de lascomunidades aledañasy de que éstas están lla-madas a codirigir lasáreas protegidas; asi-mismo, se consideraque tales áreas, sin po-ner en peligro su razónde ser, deben de generarrecursos propios -prin-cipalmente mediante elcobro por servicios am-bientales prestados.

A tono con cómo fueron planteadas las reservas de bios-fera, actualmente cada vez más se reivindica el estableci-miento de una zonificación en función de la protección deáreas silvestres: éstas serían, entonces, consideradas áreas nú-cleo, en torno a las cuales estarían las zonas de amortiguamien-to, en las que solo se podría desarrollar actividades humanasblandas como investigación, educación y turismo, y, aun más

allá de ellas, se localizarían las zonas de transición, en las queestarían las poblaciones humanas haciendo un aprovecha-miento sostenible de los recursos naturales (más allá de todasesas zonas, o mejor dicho más acá, se ubicaría la cruenta pro-ducción económica insostenible, el mundanal ruido).

Se pretende que aquel complejo conjunto lo gestionencolectivamente la socie-dad local, el estado, lasorganizaciones no gu-bernamentales e instan-cias científicas, en arasdel bienestar de la hu-manidad y la naturalezaallí presentes, partiendodel supuesto de que suarmonía es posible y,además, es imprescindi-ble para el desarrollocontinuo de la sociedadlocal y para la efectivaprotección de especies ycomunidades naturales.La participación comu-nal, la organización lo-cal, el rescate de la iden-tidad cultural, la distri-bución justa de los be-neficios del aprovecha-miento de los recursos,el respeto a los diversosmodos de conocimien-to, el conocimiento cre-ciente del entorno natu-ral y la adecuación delas tecnologías a él, asícomo la educación y lacapacitación de las per-

sonas, son elementos considerados clave para el logro de laconservación ecológica y, simultáneamente, del desarrollohumano.

Actuando acordemente con ese paradigma, la protecciónde áreas silvestres constituye también un avance en lo social:más equidad en lo económico, más participación y autogo-bierno y elevación de la calidad de vida.

Proteger áreas sindespreciar gente

M. TAEGER

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Ha transcurrido bastante tiempo desde que Simp-son planteara -en 1936- la idea de los corredo-res como elementos claves en la dispersión en-

tre continentes de algunas especies. Más tarde, en1962, Preston recomendó el establecimiento de corre-dores entre reservas naturales. La teoría de la biogeo-grafía de islas inspiró el debate sobre los procesos de in-sularización y fragmentación de hábitat y, en términosde manejo, se empezó a estudiar más seriamente los vín-culos entre el área protegida y el paisaje circundante. Latendencia no ha variado desde entonces. ¿Acaso se po-dría considerar una mera casualidad el lema adoptadopor el V Congreso Mundial de Parques (Durban, 2003):"Beneficios más allá de las fronteras"? Aun cuando enprincipio pudiera analizarse y definirse a partir de un ra-zonamiento muy simple y lógico, unir o conectar par-ches de hábitat (o áreas protegidas relativamente aisla-das) mediante franjas o cinturones de hábitat o vegeta-ción similares (corredores) es un planteamiento que nologra despejar totalmente algunas interrogantes.

Como estrategia de manejo de recursos naturales,los corredores gozan de una grande y creciente popula-ridad. Es innegable que el concepto es atractivo, entreotras razones, porque (en este punto coincidimos conYerena [2004]) representa una solución intuitivamenteconvincente: si el problema radica en la fragmentación(aislamiento) de los hábitat, la conexión es la respuestaobvia; y es una solución adaptable a varias escalas, des-de las más pequeñas (locales) hasta las continentales,originando una percepción de que "algo" se está hacien-do para enfrentar la problemática.

El principio es sencillo: "Los hábitat fragmentadospero interconectados por corredores tienen mayor valorpara la conservación que los meros fragmentos aisla-dos". Sin embargo, se debe reconocer que cuando se ha-bla de conectividad, al menos para facilitar el movi-miento de la fauna, se cuenta con varias posibles estra-tegias: (a) mejorar el mosaico completo del paisaje (enel modelo matriz-parche-corredor), y (b) mantener há-bitats apropiados específicos que permitan el movi-miento a través de un ambiente inhóspito (la matriz),

mediante enclaves o piedras de paso (stepping stones) -parches de hábitat separados-, y mediante corredorespropiamente dichos -conexiones continuas.

Inmediatamente surgen algunas interrogantes: ¿Inde-fectiblemente preferirán los animales desplazarse por

el corredor en lugar de hacerlo a través de la matriz? ¿Lasimple presencia (o registro) de un animal en un corre-dor implica necesariamente que existe conectividad?¿Qué hacer en paisajes sin corredores? Además, cuandose profundiza en este tipo de análisis, se debe conside-rar otros importantes aspectos, como las escalas de tra-bajo. No es lo mismo diseñar o manejar un corredor auna escala pequeña (local), que pensar en uno a escalacontinental (ejemplo: el propuesto Corredor Ecológicode las Américas). A propósito de diseño de corredores,

4 Noviembre 2004

Jorge Pinazzo, ingeniero forestal, es investigador asociado del Departamento deRecursos Naturales y Ambiente del Centro Agronómico y Tecnológico deInvestigación y Enseñanza (Catie) ([email protected]).

¿Simbiosis o competencia entrecorredores y áreas protegidas?

J O R G E P I N A Z Z O

T E M A D E P O R T A D A

[A LA [A LA VENTVENTA]A]

[Informes y pedidos: 277-3688;[email protected]]

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algunos investigadores realizan un gran esfuerzo defi-niendo si son mejores los corredores anchos que los an-gostos. Numerosas investigaciones sugieren fuertemen-te la naturaleza especie-específica del problema: pensaren corredores como estrategia de protección solo tienesentido para algunas pocas y determinadas especies.

Por otro lado, queda claro que los efectos de la frag-mentación, como pérdida adicional de hábitat, no pre-cisamente son compensados por el establecimiento demás corredores. Mientras pensamos en unir todos losparches, ¿qué pasa en el resto del paisaje? ¿Tenemos víalibre para la destrucción? En este caso, nunca mejor di-cho lo de "cuidemos la matriz". Algunos reconocidos in-vestigadores dan escaso o nulo valor a los corredores ysostienen que la conservación solo es posible mediantela protección de grandes bloques de hábitat con mínimaalteración. La experiencia en Guanacaste sugiere estaposibilidad.

Lo que al final pretendemos es saber cuánto los co-rredores responden a los objetivos trazados en términosde conservación de especies. En el fondo estamos ha-blando de criterios como funcionalidad e idoneidad delos corredores. Obviamente la clave radica en la inves-tigación científica y el monitoreo -con todo lo que elloimplica. La compleja trama donde se diseña un corredortiene que ver lógicamente con aspectos ecológicos ybiológicos fundamentales. Pero Bennett (1999) nos re-cuerda que también existen componentes sociopolíticosa ser considerados. Campos (2001) analiza la idoneidadde los corredores en tres ámbitos -o dimensiones-: bio-lógico-ecológico, socioeconómico y de gestión. Por suparte, Miller et al. (2001) establecen que en una inicia-

tiva tan compleja como el Corredor Biológico Mesoa-mericano confluyen grupos de interés muy variados:conservacionistas, poblaciones rurales, gobierno-sectorprivado. Como se ve, la trama no es muy sencilla.

En cuanto a corredores entre áreas protegidas, el es-cenario no es menos confuso. Ante un panorama carac-terizado por los conflictos de intereses, por indefiniciónde responsabilidades afuera de las áreas protegidas (¡aveces adentro!) y por carencia de recursos financieros,humanos y técnicos para el manejo, ¿quién puede ase-gurarnos que, además de parques, en el futuro no ten-dremos "corredores de papel"? De ahí la legítima preo-cupación manifestada por algunos especialistas: ¿estáncompitiendo los corredores con las áreas protegidas?Otros plantean la conveniencia de conservar "islas"grandes (por supuesto, aisladas) con hábitat de buenacalidad, en lugar de corredores de dudosa calidad y malmanejados.

Como se puede notar, existe todavía mucho caminopor andar. Numerosas dudas subsisten. Con todo, y

reconociendo que los corredores no son la panacea,quienes desconocen el valor de los corredores como es-trategias de protección de especies -o directamente pro-pugnan la destrucción de los remanentes naturales queproveen conectividad- deben asumir la carga de laprueba: demostrar que la desaparición de los corredoresno afectará en forma significativa los atributos para loscuales fueron establecidos y que la conservación no se-rá disminuida. También en este caso el principio pre-cautorio es críticamente necesario.

5Noviembre 2004

T E M A D E P O R T A D A

A. LORENZ

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasBennett, L. 1999. Linkages in the landscape: the role of corridors and conectivity in wildlife conservation. UICN. Gland.Campos, D. 2001. Principios, criterios e indicadores para la evaluación de corredores biológicos y su aplicación en Costa Rica. Tesis Mag. Sci. Catie. Costa Rica.Miller, K., E. Chang y N. Johnson. 2001. En busca de un enfoque común para el Corredor Biológico Mesoamericano. World Resources Institute. Washington D.C.Yerena, E. 2004. Corredores: ¿de qué estamos hablando? En www.sur.iucn.org/ces/

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G U S T A V O I N D U N I

6 Noviembre 2004

T E M A D E P O R T A D A

En este mismo número de Ambien-tico, Jorge Pinazzocuestiona el papel que en la realidad pueden estar de-sempeñando los corredores biológicos, vistos como

herramientas para mitigar algunos de los efectos de la frag-mentación del paisaje sobre la diversidad biológica. Apun-ta él que desde los mismos orígenes del concepto hasta laactualidad, su utilización ha estado basada en una serie desupuestos, lógicos por lo demás, que a la fecha no terminande convencer a todos por la falta de evidencia concreta so-bre su cumplimiento. Vale la pena recordar que este deba-te no es nuevo (c.f. Noss 1987, Simberloff y Cox 1987,Simberloff, Cox y Mehlman 1992) y que tanto los promo-tores de los corredores biológicos como sus detractores aúncarecen de todos los elementos necesarios para poder sus-tentar sus posiciones en forma categórica. Así, como bienlo señala el mismo autor, "existe todavía mucho caminopor andar" antes de poder despejar el enjambre de dudasque rodea este polémico pero a la vez carismático concep-to.

Si bien coincidimos con la mayoría de los puntos de vis-ta expuestos por Pinazzo, quisiéramos referirnos aquí a lapregunta central que se dibuja desde el título mismo de suensayo: ¿acaso están compitiendo los corredores biológicoscon las áreas silvestres protegidas y, en consecuencia, resul-tará peor el remedio que la enfermedad? En realidad, lapregunta parece muy oportuna en un país donde la agendaverde es mitad discurso y mitad hechos. Pero lo cierto esque existe un puñado de iniciativas locales que durante losúltimos años han venido haciendo surco con sus propues-tas de corredores biológicos, detrás de las cuales se encuen-tran actores comunitarios, oenegés, gobiernos municipales yotras funcionarias y funcionarios públicos. Por otra parte,hasta donde conocemos no se ha realizado todavía unaevaluación sistemática del grado de cumplimiento de losobjetivos trazados para esas iniciativas, ni en términos deconservación de la biodiversidad ni de su contribución aldesarrollo local. Mucho menos valorar la existencia de unaposible competencia por recursos entre estos corredores y lasáreas protegidas (pensando en el pago por servicios am-bientales y en la cooperación internacional, por ejemplo).

Sin embargo, creemos firmemente que estas iniciativaslocales de corredores biológicos forman parte esencial delas soluciones que debe buscar un país pequeño y fragmen-tado como el nuestro (Induni 2003a), cuyos remanentes debosque son en su mayoría de un tamaño demasiado modes-

to para poder garantizar por sí solos la permanencia de lasespecies más conspicuas. Claro está que los corredores bio-lógicos per se no son una medida suficiente para solucionarel problema de la pérdida de biodiversidad en el largo pla-zo, puesto que su principal objetivo es contribuir a mante-ner o restaurar la conectividad entre las poblaciones queocupan los parches más importantes de bosque, con la in-tención de aumentar las tasas de colonización en dichosparches (ingreso de nuevos individuos), incrementar así elflujo genético hacia ellos y, en consecuencia, disminuir lasextinciones locales (Haddad 1999). Por lo tanto, el otrogran problema ocasionado por la fragmentación del paisa-je, la pérdida neta de hábitat, es algo que demanda otro tipode acciones, tales como el manejo integrado del paisaje. Esteúltimo procura que a través de la planificación territorial alargo plazo -otro de nuestros talones de Aquiles- se esta-blezcan propuestas de ordenamiento (v.g. planes regulado-res municipales) que contemplen desde su génesis la exis-tencia de varios regímenes de gestión, mutuamente com-plementarios. De tal suerte que en un mismo paisaje coe-xistirían las áreas de uso humano intensivo, las áreas silves-tres protegidas declaradas por el estado (áreas núcleo), lasreservas privadas, los corredores biológicos (interconexiones)y otras áreas que podríamos llamar zonas de amortiguamien-to (áreas sujetas a un gradiente de gestión) (cf. Induni2003b).

El carácter complementario y jerárquico de las áreas nú-cleo, sus interconexiones y áreas adyacentes sujetas a ungradiente de gestión, se desprende de su misma naturaleza.Así, pues, las primeras están llamadas a conservar muestrasrepresentativas y funcionales de la biodiversidad y de losprocesos que le dan origen a ésta. Deberían ser tan grandescomo se pueda y su diseño debería fundamentarse en in-vestigaciones (biológicas y sociales). Los corredores bioló-gicos, por su parte, deberían estar al servicio de las áreasnúcleo, siendo diseñados en función de los objetivos espe-cíficos que persiguen y a partir de la mejor informacióncientífica disponible, mientras que los gradientes de ges-tión de las zonas de amortiguamiento deberían contribuir amitigar los efectos de borde sobre los otros dos tipos deáreas. Esta idea de tener un mosaico de estrategias para lagestión integral del territorio tampoco es novedosa: corres-ponde a otros modelos como el de las reservas de la biosferade la Unesco (desarrollado en los setentas) y a lo que enEuropa conocen como redes ecológicas, esto es, "sistemascoherentes de elementos naturales y seminaturales del pai-saje, que están configurados y son manejados con el obje-tivo de mantener o restaurar las funciones ecológicas,

Gustavo Induni, biólogo, es miembro de la Gerencia de Áreas Silvestres Protegidasen el Sistema Nacional de Áreas de Conservación del Ministerio del Ambiente ([email protected]).

Complementariedad y jerarquíade enfoques para la conservación

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7Noviembre 2004

T E M A D E P O R T A D A

como un medio para conservar la biodiversidad y al mismotiempo proveer oportunidades apropiadas para la utiliza-ción sostenible de los recursos naturales" (Bennet 2004: 6).

Inevitablemente, para poder afinar el funcionamiento detoda esta maquinaria conservacionista, los costarricenses

necesitamos dar algunos saltos cualitativos en nuestro modode hacer las cosas. Primero que todo, es indispensableconstruir una visión de país hacia el futuro, donde las áreasprotegidas y los otros componentes del sistema nacionaltengan claramente definidos sus objetivos y los parámetrospara su diseño, su funcionamiento y su evaluación periódi-ca. En segunda instancia, hay que insertar la gestión de lasáreas silvestres protegidas dentro de su contexto geográfi-co, socioeconómico y político. Y esto no se logra solamen-te a través de la planificación integral del territorio y deuna mayor coordinación intersectorial, como ya fue apun-tado, sino que exige un cambio en la forma como se ha ve-nido haciendo conservación durante las últimas décadas.Necesitamos reeducarnos y abrazar de una vez por todasuna nueva cultura sustentada en la generación y el uso in-teligente de la información científica. No es posible que losacadémicos costarricenses sigan publicando en revistas queno son leídas por nuestros propios técnicos de campo, sinque haya otra forma de hacerles llegar la información ob-tenida. Afortunadamente, existen buenos indicios de queesta brecha ha empezado finalmente a cerrarse. Pero ade-más hay que aprender a ver nuestro entorno con mayor fle-xibilidad. Enfoques como el de la gestión adaptativa (cf. Sa-

lafsky, Margoluis y Redford 2001) nos pueden proporcio-nar los medios para tomar buenas decisiones a partir de lainformación disponible y, al mismo tiempo, ir aprendiendode los errores y mejorar nuestra comprensión de los ecosis-temas desde la práctica. Aun más, para la gestión de los co-rredores biológicos y de las zonas de amortiguamiento -eincluso de algunas áreas protegidas- se requiere la restaura-ción ecológica del paisaje, lo cual implica que en muchos ca-sos habrá que adaptar las experiencias de otras partes delmundo. Y habrá también que aceptar lo difícil -si no impo-sible- que resulta demostrar experimentalmente la importan-cia de los corredores biológicos para la conservación de labiodiversidad (cf. Nicholls y Margules 1991, Inglis y Un-derwood 1992). Tendremos, pues, que limitarnos a apren-der sobre la marcha, para maximizar los beneficios y mini-mizar los riesgos de su utilización.

Por último, tendremos que encarar en algún momentoel hecho de que no podemos conservarlo todo. Entonces,¿qué podemos y qué queremos conservar en el largo plazo?En este sentido, si lo que interesa realmente es mantenerla mayor biodiversidad posible, la conservación de ciertasespecies (conservación de grano fino) no parece ser el me-jor enfoque para orientar nuestros esfuerzos como país. Lacuestión, por lo tanto, es cómo podemos conservar los pro-cesos que originan y mantienen esa biodiversidad (conser-vación de grano grueso). Solo si respondemos esta pregun-ta estaremos atendiendo las demandas de los ciudadanosdel mañana.

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasBennett, G. 2004. Integrating biodiversity conservation and sustainable use: lessonslearned from ecological networks. IUCN. Gland.Haddad, N. "Los corredores y la conservación", en Ecotono, verano de 1999.Stanford.Induni, G. "¿Hacia dónde encaminar nuestras áreas protegidas?", en Ambienti-co 121, 2003.Induni, G. "Redescubriendo las zonas de amortiguamiento", en Ambientales 26,2003.Inglis, G. y A.J. Underwood. "Comments on some designs proposed for experi-ments on the biological importance of corridors", en Conservation Biology 6,1992.

Nicholls, A. O. y C. R. Margules. "The design of studies to demonstrate thebiological importance of corridors", en Saunders, D. A. y R.J. Hobbs. 1999.Nature conservation 2: the role of corridors. Surrey Beatty. Australia.Noss, R. F. "Corridors in real landscapes: a reply to Simberloff and Cox", enConservation Biology 1, 1987.Salafsky, N., R. Margoluis y K. Redford. 2001. Adaptive management: A tool forconservation practitioners. Washington D.C. (http://www.worldwildlife.org/bsp-/publications/aam/112/titlepage.htm)Simberloff, D. y J. Cox. "Consequences and costs of conservation corridors", enConservation Biology 1, 1987.Simberloff, D., J. Cox y D. W. Mehlman. "Movement corridors: conservationbargains or poor investments?", en Conservation Biology 6, 1992.

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"Don Mario, ¿qué es eso del Corredor BiológicoMesoamericano (CBM)?". "Pues muy fácil -me contestó-, que un mono se suba a un ár-

bol en el sur de México y llegue a Panamá sin bajarse alsuelo". Ésta fue la primera definición de corredor bioló-gico con la que me enfrenté en mi vida y me la propor-cionó Mario Boza cuando me explicaba cómo funciona-ría el CBM que en aquella época, a principios de los no-venta, era solo una idea y ahora es una interesante ini-ciativa regional.

Conectar… esa parece ser la consigna, con la espe-ranza del tan ansiado flujo genético y de la sostenibili-dad ecológica del sistema natural. Pero claro, todo tie-ne pros y contras, así que también parece que los corre-dores son formas de exponer más los recursos del área aposibles amenazas, además de aumentar el tan no de-seado efecto de borde. Un corredor de chanchos demonte, ubicado a lo largo de un pequeño bosque de ga-lería, es una trampa mortal para ellos cuando ese flujoes descubierto por los cazadores. También hay que pen-sar en si los supuestos "usuarios" de esos corredores enrealidad los usan. Cuando se hizo un estudio para deter-minar la conectividad real del corredor biológico entreel Parque Nacional Corcovado y el Parque NacionalPiedras Blancas, se vio que no había signos de que lasespecies bandera de ese corredor, los felinos grandes,transitaran por él. ¿Sería ése el fin del proyecto? Claroque no, porque este concepto guarda algunos secretosque veremos más adelante.

En los últimos años hemos iniciado una desesperadacarrera por la implementación de corredores bioló-

gicos, con toda la buena fe y la intención de cuidar lasmigraciones y los movimientos en general de las espe-cies, así como su intercambio genético. Pero en realidadeste asunto es más viejo de lo que parece en el país. ElParque Nacional Braulio Carrillo, creado en los años se-tenta, se diseñó bajo la lógica de proteger las partes al-tas de la Cordillera Volcánica Central, motivado estopor la inminente apertura de la carretera. Luego, los es-tudios realizados en la Estación Biológica La Selva, enSarapiquí, demostraron las migraciones altitudinales de

algunas especies entre ese sitio y la zona que compren-día entonces el Parque, lo que dio pie a la ampliación deéste con la compra de una franja que unió la parte altacon la Estación Biológica La Selva, convirtiéndose ellaen uno de los corredores biológicos pioneros del país.

Pero hay una gran diferencia entre la táctica plan-teada para consolidar el corredor biológico en el Brau-lio Carrillo y la usada para consolidar el Corredor Bio-lógico Mesoamericano. Por esa razón, hablando en tér-minos prácticos, podríamos hacer una diferencia entreun corredor genérico y uno especiecéntrico. El genéricosería el que simplemente conecta dos biomasas con elobjetivo de facilitar los procesos de intercambio genéti-co sin importar de qué tipo sean, solo importando con-tar con la alternativa de conexión, ejemplos del cualson el CBM y la mayoría de los diseños de corredoresbiológicos propuestos para conectar las áreas protegidasdel país. Y el especiecéntrico sería el diseñado para elmovimiento de una especie de flora o fauna predetermi-nada, caso en el que el diseño del corredor deberá ajus-tarse a los requerimientos de esa especie en particular, yejemplo del cual es el corredor diseñado para protegerla migración altitudinal del quetzal en Monteverde.Quizá bajo esta lógica también podrían clasificarse co-mo tales los mecanismos que se usan para proteger elpaso regular de animales por las carreteras, como los tú-neles y los cordones entre árboles colocados en ManuelAntonio para proteger el paso del mono tití.

Adicionalmente, podríamos hacer una diferenciaentre el corredor biológico público y el corredor biológi-co privado. El público sería aquel que está dentro de unárea silvestre de propiedad estatal, como el menciona-do Braulio Carrillo, también el formado por los parquesnacionales Guanacaste y Santa Rosa y, asimismo, elconstituido por la combinación de los parques naciona-les Tapantí-Macizo de la Muerte-Chirripó con el ParqueInternacional La Amistad, cubriendo la parte alta de laCordillera de Talamanca, entre otros muchos más. To-dos estos corredores están protegidos por estar dentrode una categoría de manejo de protección estricta. Y elprivado vendría a ser el clásico corredor que pasa porpropiedades privadas sobre las que el gobierno no tieneingerencia directa, por lo que los esfuerzos de conserva-ción están promovidos por incentivos de diferentes ti-pos y no por imposiciones regulatorias como en el caso

8 Noviembre 2004

T E M A D E P O R T A D A

Corredores para el tránsitode especies y sueños

S T A N L E Y A R G U E D A S

Stanley Arguedas es coordinador técnico de la Escuela Latinoamericana de ÁreasProtegidas de la Universidad para la Cooperación Internacional.

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anterior. Pero esto implica que su protección es directa-mente proporcional al nivel de incentivo que tenga elpropietario, lo cual puede variar con el tiempo, positivao negativamente.

No creo que como país tengamos la capacidad insta-lada para monitorear el uso real que den las especies alos más de 50 corredores diseñados en el territorio na-cional para la cone-xión de áreas silves-tres, así que posible-mente la gran mayoríade ellos clasificaríancomo corredores de ti-po genérico. Tampocopodemos convertirlosa todos en nuevasáreas silvestres públi-cas, así que son y se-guirán siendo corredo-res de tipo privado, osea, operando bajo elsistema de incentivos.Lo cual significa queno estamos seguros deque estos más de 50corredores biológicosdiseñados en CostaRica sean efectivos -desde el punto de vis-ta de la conectividad-ni de que estén o semantengan protegi-dos. Entonces, surge lapregunta: ¿de qué es-tamos seguros?, ¿valela pena el riesgo y elesfuerzo de hacer estoscorredores si no sabe-mos su efectividadreal? La respuesta de-pende de las experien-cias de cada uno y, enmi caso, es sí. Yo nocreo que se pueda de-mostrar que todossean 100 por cientoefectivos desde el es-tricto punto de vistade los objetivos bioló-gicos que tienen esasiniciativas, pero sí creo que son muy efectivos para crearmovimiento social alrededor del tema.

La formación de coaliciones como la que agrupa alCorredor Biológico Paso de la Danta, en el PacíficoCentral, la hecha para el Corredor Biológico entre elParque Nacional Corcovado y el Parque Nacional Pie-dras Blancas, en la Península de Osa, la conformada pa-

ra el Corredor Biológico San Juan-La Selva y muchasotras más que hay en el país son la muestra del poder deconvocatoria y agrupación que se ha formado alrededorde este concepto.

Numerosos proyectos de conservación en el PacíficoCentral han sido producto del Corredor Biológico Pasode la Danta, la propuesta de creación del Parque Nacio-

nal Maquenque es unsueño transitandopor el Corredor SanJuan-La Selva, el or-denamiento territo-rial y la consolidaciónde la Reserva ForestalGolfo Dulce son pro-yectos importantesdel corredor entre losparques Corcovado yPiedras Blancas. Dela misma forma, po-dríamos enumerar enmuchas de estas ini-ciativas esfuerzos yproductos concretosrealizados.

Que en reunionesde este tipo de coali-ciones la gente de laszonas rurales hable decorredores, de pro-yectos y de solucionesa problemas de con-servación es en reali-dad un logro impor-tante. Como tambiénlo es que agrupacio-nes de conservaciónrurales tengan comoobjetivo prioritario laconsolidación de esasiniciativas, como es elcaso de Asana, Abasy otras, implemen-tando para ello pro-yectos con las comu-nidades y generandoconciencia y discu-sión sobre el tema.

Me parece que to-da esta efervescencia

social alrededor de los corredores biológicos es un fenó-meno importante e interesante de evaluar y monitorear.Y transiten o no las especies silvestres por esos corredo-res, lo que sí es evidente es que por ellos transitan ideas,sueños y proyectos que a la postre serán también de mu-cho beneficio para los esfuerzos de conservación delpaís.

9Noviembre 2004

T E M A D E P O R T A D A

A. BAKER

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Los trópicos, con sus diversos ecosistemas, alberganlos porcentajes más altos de la diversidad biológi-ca del mundo. Dentro de aquéllos, Centroamérica

es reconocida como una región de importancia globalpara la conservación de la biodiversidad por su funciónde corredor entre dos masas continentales y dos océa-nos, conteniendo aproximadamente un siete por cientode la riqueza biológica mundial en solamente un 0,4 porciento del territorio emergido del planeta. Pero todoslos días se pierde una parte de esa biodiversidad, siendola fragmentación de los hábitats naturales uno de losfactores más importantes.

Los corredores biológicos surgen como estrategias deconservación desde los años setenta para conectar loshábitats esenciales aislados y permitir el desplazamien-to de las especies entre ellos, a la vez que se mantienenlos flujos genéticos entre las poblaciones de flora y fau-na que han quedado aisladas y las relaciones ecológicastan fundamentales para asegurar el funcionamiento dela máquina de la naturaleza. Una definición que pode-mos considerar como aceptada en la región mesoameri-cana es que "un corredor biológico es un espacio geo-gráfico delimitado que proporciona conectividad entrepaisajes, ecosistemas y hábitats, sean éstos naturales omodificados, y asegura el mantenimiento de la diversi-dad biológica y los procesos ecológicos y evolutivos"(CBM 2002) (la conectividad está en función del tipode organismo y no siempre implica una conexión físicacontinua).

Excepto por la presencia de barreras naturales, origi-nalmente los paisajes estaban conectados. Pero la alte-ración de los ecosistemas ha disminuido esta conectivi-dad y una alternativa para mantenerla o restaurarla esincluir corredores biológicos dentro de las planificacio-nes del territorio. Un corredor biológico debe tener unaestructura y una función que permitan conservar la di-versidad de especies, ecosistemas y paisajes (García2002), y para que su mantenimiento sea efectivo debetener viabilidad biológica, pero la viabilidad social, demanejo y hasta política es la que determina su factibili-dad real. Es decir, la conservación de la biodiversidaddebe hacerse teniendo en cuenta las necesidades e inte-reses humanos y, particularmente, de las poblaciones lo-

cales que están en el ámbito de un corredor.

Los corredores biológicos tienen diferentes escalasgeográficas que responden al objeto de conserva-

ción. Así, tenemos corredores que conectan micro-há-bitats, o hábitats locales, con otros de escala regionalque van a conectar paisajes, ecosistemas y mantienenprocesos ecológicos. Podemos considerar que la iniciati-va del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM) co-rresponde a este último tipo por una cuestión de escala,ya que originalmente pretende la conexión de los eco-sistemas naturales, representados dentro de áreas prote-gidas, de todo Centroamérica y de los estados del sur deMéxico. No obstante, actualmente se entiende comouna mezcla de agenda política y de estrategia de conser-vación y desarrollo sostenible para la región, que no ne-cesariamente tiene que cumplir con la rigurosidad bio-lógica del concepto de corredor. Sin embargo, debemosreconocer que el CBM ha sido una herramienta clavepara presentar una visión conjunta de la conservaciónen la región mesoamericana.

El CBM es considerado un sistema de ordenamientoterritorial compuesto de áreas naturales bajo regímenesde administración especial, zonas núcleo, de amortigua-miento, de usos múltiples y áreas de interconexión, quebrinda un conjunto de bienes y servicios ambientales ala sociedad proporcionando los espacios de concerta-ción social para promover la inversión en conservacióny uso sostenible de los recursos naturales con el fin decontribuir a mejorar la calidad de vida de los habitantesde la región. Por estas razones, Centroamérica ha asu-mido el reto de desarrollar un Programa Estratégico delCBM, que incluye los siete países de la región y los cua-tro estados del sur de México. El CBM tiene como prin-cipio, además de la coordinación estratégica regional, elfortalecimiento de los actores locales y nacionales, sinlos que no se puede construir ni consolidar. Los presi-dentes centroamericanos resolvieron "promover laconstrucción del CBM con la participación de las ins-tancias de integración, las instituciones de gobierno, lasautoridades locales, las organizaciones de base, el sectorempresarial y la comunidad en general" (Miller 2001).

Para lograr la consolidación del CBM es necesariofortalecer la investigación, la capacitación y la concien-ciación, y que cada país desarrolle experiencias exitosas

10 Noviembre 2004

O S C A R B R E N E S

Consolidación del CorredorBiólogico Mesoamericano

Óscar Brenes, biólogo, es consultor en biodiversidad.

T E M A D E P O R T A D A

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en corredores biológicos. Al inicio del proceso de forta-lecimiento del CBM se llevaron a cabo varios ejerciciosde planificación y discusión sobre el tema, los cuales in-dicaron algunos elementos claves: (1) utilizar una pers-pectiva "regional" en oposición a la perspectiva "nacio-nal"; (2) usar un marco de referencia regional para elCBM para identificar asuntos comunes de manejo derecursos en los países; (3) dar un balance entre temas li-gados a "servicios ambien-tales", "producción sosteni-ble" y "conservación debiodiversidad"; (4) buscaracciones complementariasa los proyectos existentesen el CBM; (5) proveer ca-pacitación a funcionariospúblicos de alto nivel quetrabajan en desarrollo eco-nómico, finanzas, comer-cio, turismo, manejo de re-cursos costero-marinos,generación de energía yagricultura, y a tomadoresde decisiones de alto nivelen el sector privado (agro-exportador, maderero, tu-rismo, pesca, acuicultura yenergía), y (6) implemen-tar proyectos en colabora-ción con oenegés locales.

La consolidación delCBM sin duda tiene queinvolucrar una serie de ac-tividades a diferentes nive-les. Ya existen en la regiónvarios proyectos o iniciati-vas que están trabajandoen el campo, como porejemplo: el Corredor Bio-lógico Talamanca-Caribe,el Corredor Osa-PiedrasBlancas -en el sur del país,el Corredor San Juan-La Selva -en Sarapiquí- y, en laPenínsula de Nicoya, la iniciativa ejecutada por Asepa-leco -todo esto en Costa Rica-; además, está el Proyec-to de Concienciación y Educación Ambiental del CBMde la Mosquitia Hondureña, liderado por Mopawi; lasiniciativas en el Corredor Ecológico entre el Biotopodel Quetzal y Sierra de las Minas, en Guatemala; los es-fuerzos en el Corredor Biológico del Golfo de Fonseca,en Honduras, en el Corredor Biológico del Atlántico deNicaragua y en el Corredor Biológico del Atlántico dePanamá (Anam 2001).

Una de las actividades relevantes es fortalecer la ca-pacitación de tomadores de decisiones del sector públi-co y personas clave del sector privado y usuarios de re-cursos en materia del significado del CBM y de cómo se

relaciona con sus actividades e intereses. Algunos de lostemas que se deben reforzar en este proceso se refierena los conceptos de desarrollo sustentable, beneficios po-tenciales del Corredor, servicios ambientales, agricultu-ra sostenible, agroforestería, manejo forestal sostenibley conservación de la biodiversidad.

También, y dada la falta de conocimiento y de losobstáculos principales relacionadas con el estableci-

miento y consolidación de uncorredor, se debe promover larealización de tesis de grado yposgrado para desarrollar inves-tigaciones considerando: estu-dios biológicos o ecológicos pa-ra especies indicadoras, diseñode corredores mediante el usode sistemas de información geo-gráfica, valoración de serviciosambientales y evaluación deimpactos socioeconómicos deáreas que forman parte delCBM. En este aspecto es impor-tante involucrar a investigado-res e instituciones que trabajanen Centroamérica (Catie,Upaz, Inbio, Incae, OET,PRMVS, Earth, Zamorano, Ii-ca, etcétera). Ya se han realiza-do en Mesoamérica al menos 30investigaciones referidas al te-ma.

Por otra parte, no hay queolvidar que este proceso debe iracompañado de actividades quecreen conciencia en los ciuda-danos y en las organizaciones dela necesidad de participar en lageneración de una visión regio-nal de largo plazo en materia dedesarrollo y de la importanciaque tiene el ambiente dentro deuna adecuada estrategia de

conservación y desarrollo en nuestros países. A la fechase han producido diversos materiales y campañas de di-vulgación sobre el CBM y sobre los corredores locales.

11Noviembre 2004

T E M A D E P O R T A D A

A. BAKER

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasAnam. 2001. Proyecto Corredor Biológico Mesoamericano del AtlánticoPanameño. CBMAP. Panamá.CBM. 2002. El Corredor Biológico Mesoamericano: una plataforma parael desarrollo sostenible. Proyecto Corredor Biológico Mesoamericano.Managua.García, R. 2002. Biología de la conservación: conceptos y prácticas. Inbio.Costa Rica.Miller, K., E. Chang y N. Johnson. 2001. En Busca de un Enfoque Co-mún para el Corredor Biológico Mesoamericano. World Resources Institu-te. S.l.

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La piña (familia de las Bromeliáceas) constituye enCosta Rica un cultivo no tradicional pero crecien-te por su gran demanda mundial. Para la industria

alimenticia desempeña un papel importante por la varie-dad de subproductos que se puede obtener. En Costa Ri-ca, la producción de piña se inició en pequeñas parcelasde terreno para consumo nacional, pero debido a que elpaís presenta excelentes condiciones ambientales parasu cultivo grandes empresas empezaron a producirla confines de exportación, de forma que en los últimos años elárea de siembra presenta un crecimiento acelerado, pa-sando de pequeñas parce-las a grandes plantacionescon un nivel tecnológicocada vez más alto.

La evolución del culti-vo de piña ha generadoempleo y otros beneficioseconómicos pero tambiénrepresenta impactos y riesgos ambientales. En primer lu-gar, está el impacto derivado de la remoción de la vege-tación del suelo para sembrar la fruta y para construir ca-nales de drenaje de las aguas pluviales, remoción que im-plica la reducción de la capacidad de infiltración del sue-lo y la subsiguiente erosión. Esto constituye un daño alpaisaje y a la biodiversidad del ecosistema, que se veráagravado por el posterior uso de plaguicidas con su ac-

ción residual prolongada. Si, además, se carece de un es-pacio con condiciones sanitarias adecuadas para estabi-lizar las aguas residuales provenientes del lavado de losequipos, uniformes, envases utilizados en las aplicacio-nes o en la desinfección de los hijos de la piña, entoncesaquel impacto sobre la biodiversidad se potencia. Si nose mantienen retiros protectores que aíslen las áreas desiembra de las riveras de los ríos y quebradas, las aplica-ciones de esos productos químicos con equipos grandesrepresentan el riesgo de contaminación de las aguas, de-bido a que la utilización de ese sistema favorece que la

cantidad del químico a laderiva que llega a lasaguas sea mayor. LorenzoRojas (1992) señala que"[u]n factor que tambiénafecta negativamente eldesarrollo de las plantasde piña es el exceso de

precipitación, dado que si no se toman las previsionesdel caso pueden sufrir severos daños las plantaciones es-tablecidas, para contrarrestar este aspecto utilizan dre-naje". La utilización de canales es indispensable pero lle-va consigo el efecto de lavado de suelos y arrastre de quí-micos nocivos hacia los cursos de agua.

El artículo 59 de la Ley Orgánica del Ambiente defi-ne como contaminación ambiental "toda alteración omodificación del ambiente que pueda perjudicar la saludhumana, atentar contra los recursos naturales o afectar

12 Noviembre 2004

Cultivo de piña e i

Rafael Ángel Quirós, especialista en gestión ambiental, trabaja en la unidad deProtección al ambiente humano en Carrillo, Guanacaste.

por Rafael A. Quirós

Eliminar el bromuro de metiloEl Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo

arrancó este año, en Costa Rica, con la puesta enmarcha del proyecto "Alternativas al bromuro de me-

tilo", que tiene como objetivo la sustitución de dicho quí-mico, en un lapso de cinco años, en plantaciones de melóny flores, en concordancia con el compromiso que añosatrás adquirieron 184 países al firmar el Protocolo de Mon-treal, documento que acuerda eliminar y sustituir todas lassustancias que inciden directamente en el deterioro de lacapa de ozono con la expectativa de que en el año 2050 és-ta se haya recuperado casi en su totalidad. Actualmente,

las principales empresas productoras de melón y usuariasdel bromuro de metilo han iniciado investigaciones conmiras a cumplir esa meta en el lapso establecido, probandoopciones existentes y buscando la mejor combinación deellas.

El bromuro de metilo es un fun-gicida-herbicida-insecticida que seaplica de manera directa en la tie-rra poco tiempo antes de plantar,sus efectos no tienen consecuen-cias para el consumidor pero sí pa-ra el ozono, pues tal gas sube a la atmósfera en más de un90 por ciento después de su aplicación, rompiendo de ma-nera directa las moléculas que conman la capa de ozono,

Tatiana Sibaja es asesora en Comunicaciones en el Proyecto Alternativas al Bromurode Metilo del Pnud.

por Tatiana

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13Noviembre 2004

Piñal colindante con río

el ambiente en general de la nación". Las plantacionesde piña a escasos metros de las viviendas ocasionan se-rias molestias y riesgos para la salud de sus habitantes.Los plaguicidas aplicados suelen despedir olores que seperciben fácilmente desde el interior de las habitaciones,inclusive -algunos- por varios días durante las 24 horas,situación que se agrava si la dirección del viento es ha-cia la vivienda o la comunidad. La contaminación sóni-ca incluso de noche, debido a la utilización de maquina-ria, es otro perjuicio ambiental que el cultivo de la piñaocasiona normalmente. Las grandes plantaciones en al-gunas zonas están desplazando a otros productos agríco-las que tradicionalmente se producían para consumo lo-cal, por lo que ahora allí hay que desplazarse a otros lu-

gares para poder adquirirlos.

Costa Rica cuenta con un amplio marco institucionaly normativo, sin embargo los impactos señalados se

presentan por débiles procesos de control y seguimiento,justificados por la falta de recurso humano y material,por la ausencia de una intervención inter-institucionalplanificada, pero sobre todo por la carencia de accionespreventivas. La intervención estatal se da a partir de de-nuncias o ante la ocurrencia de eventos adversos. Se ha-ce necesaria la definición de normas específicas en elcampo de la agricultura que establezcan entre otros as-pectos retiros de las áreas de siembra respecto de las vi-viendas y de las fuentes de agua, normar la aplicación de

que a la vez es la responsable de proteger a la Tierra de lapeligrosa radiación ultravioleta que proviene del Sol.

El proceso de eliminación del bromuro será paulatino,pues las alternativas disponibles a la fecha deben adaptar-

se a todo terreno o clima, como lohace ese gas. Se requiere pruebas einvestigación según la zona donde seubique el cultivo, pero la elimina-ción es impostergable por el compro-miso adquirido y por requerimientosdel mercado externo. Para este pro-pósito están colaborando, entre

otros, el Ministerio del Ambiente, el Ministerio de Agricul-tura y las universidades. Se espera que al final del primer

año el consumo de bromuro de metilo se haya reducido enun 20 por ciento, y al final del quinquenio en un 100 porciento, salvo que se pruebe que no ha sido posible encon-trar una alternativa viable desde el punto de vista ambien-tal, social y económico o que se den circunstancias cuaren-tenarias que lo requieran. Actualmente las fincas se en-cuentran en períodos de prueba y muestreo.El bromuro de metilo, producido solo por Estados Unidos e Israel que son los úni-cos países con fuentes naturales de él, es un gas utilizado como plaguicida paracontrolar muchas plagas y enfermedades tanto en el campo como en la ciudad.En el campo generalmente se usa para esterilizar el suelo controlando nemáto-dos, hongos, malezas e insectos. Se aplica inyectándolo en la tierra o en los se-milleros y substratos, cubriéndolo con plástico para que retenga el gas. Se em-plea principalmente en cultivos de "gran valor" -tabaco, fresas, tomate y banano,entre otros-, y en nuestro país, donde se consume unas 600 toneladas anuales,únicamente se emplea en plantaciones de melones y de flores para la exporta-ción a América del Norte y Europa.

mpacto ambiental

o en cultivos de melón y flores

a Sibaja

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14 Noviembre 2004

Fumigación en piñal

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasRojas, Lorenzo. 1992. Aspectos agroecológicos y zonificación del cultivo de la piña. S.l.

Normas ambientalesen agricultura

Através de los años los mercados agrícolas han ve-nido cambiando, primero por exigencias de mer-cado y segundo por haber encontrado que la sos-

tenibilidad de nuestros sistemas de producción era im-posible sin cambios. Después de adaptar tales sistemas alas regulaciones de calidad exigidas por los diferentesmercados, los aspectos sociales y ambientales están aho-ra en la mira de los paí-ses compradores denuestros alimentos. Enlos últimos años se hanvenido desarrollando di-ferentes normativas quetocan los aspectos am-bientales y en este artículo mencionaremos tres de ellas.

La producción orgánica o ecológica, si bien se vienepracticando desde hace muchos años, empieza a serdescrita e identificada como tal en la segunda mitad del

siglo XX, y su nacimiento se considera que ocurrió enEuropa. Se originó como una respuesta a la llamada re-volución verde que, al tratar de producir el máximo posi-ble por unidad de área al menor costo posible (o al cos-to que fuera), estaba dejando de lado aspectos suma-mente importantes y era insostenible, por lo que se con-sideró necesario pensar en una forma alternativa de ha-

cer agricultura.La agricultura orgánica

se describe universalmen-te como un sistema deproducción en el que sebusca la sostenibilidad.Tratando el suelo como un

organismo vivo se procura la prevención antes que lacuración; se busca que sea una forma de producción (y,para muchos, una forma de vida) amigable con el am-biente, no dañina para la salud del productor ni delconsumidor, económicamente rentable y socialmentejusta. Procura el aprovechamiento de materias primasnaturales en vez de artificiales, que sean propias de lazona en vez de foráneas, y procura además la diversifi-

por Geovany Delgado

Geovany Delgado, ingeniero agrónomo y administrador empresarial, es especia-lista en inspección y certificación orgánica y director de Desarrollo y Calidad deEco-Lógica.

plaguicidas, emitir un protocolo para un plan de gestiónambiental y establecer un programa de análisis enfuentes de agua para monitorear la presencia de agro-químicos.

La producción de piña debe seguir incorporando

avances tecnológicos, buenas prácticas de manufactura,tomar en cuenta que se encuentra inmersa en un ecosis-tema compartiendo recursos que son de interés difuso ydefinir y planificar estrategias que orienten la produc-ción hacia el desarrollo sostenible.

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cación de los sistemas de producción. A pesar de que esuna iniciativa de los países desarrollados, existe un sin-número de emprendimientos en nuestro continenteque han conllevado el impulso de algunas legislacionesnacionales (Argentina, Costa Rica) y de mercados loca-les (Brasil, Perú y Costa Rica, entre otros). En Costa Ri-ca hay muchas organizaciones trabajando en esa línea:Cedeco, Ministerio de Agricultura, Fedeagua, Eco-Ló-gica, Anao y Coprolade -entre otras-, así como organis-mos de cooperación internacionales que apoyan la acti-vidad.

La certificación, que es un requisito para acceder alos diferentes mercados orgánicos, es otorgada en Cos-ta Rica por diferentes organismos: Ocia, Ecocert, Eco-Lógica, BCS y Skal, entre otros.

Las buenas prácticas agrícolas nacen, por un lado, conun enfoque de sostenibilidad, pero son más amplias ycubren también temas de gran importancia como la ca-lidad e inocuidad del producto, el manejo integrado deplagas y el manejo integrado de cultivos. Son normasque tratan de asegurar que un producto se desarrollecumpliendo con la legislación aplicable, que desde suinicio se cuide la calidad del producto, que los insumosutilizados sean permitidos por la legislación, que las per-sonas en sus diferentes funciones en campo tengan laformación y entrenamiento para el puesto que desem-peñan, que se cuide las fuentes de agua, que los recur-sos utilizados sean solamente los necesarios y que lascondiciones de los y las trabajadoras sean al menos lasexigidas por la ley. Un ejemplo muy actual de las nor-mas de buenas prácticas agrícolas es la regulación Eurep-gap, que inició como un grupo de organizaciones priva-das europeas entre la cuales se encuentran grandes ca-denas de supermercados; ésta es una norma privada queha adquirido mucha fuerza en los países exportadoresde alimentos. En América Latina ha tenido auge prin-cipalmente en Chile, Colombia y Costa Rica. Los as-pectos ambientales principales que cubre son: manejode desechos y contaminantes e identificación de fuen-tes de contaminación; disposición de envases vacíos deagroquímicos, lugares de lavado del equipo y asegura-miento de que estos residuos no van a fuentes de agua;reducción de desechos y de contaminación; conserva-ción de la biodiversidad; política respecto de áreas deconservación, y restauración de hábitats deteriorados.

La normativa Eurep-gap (www.eurep.org) calificalos sistemas de producción de acuerdo con un puntajefinal, y la certificación está dada por organismos nacio-nales e internacionales reconocidos. Actualmente exis-te normativa para producción de frutas y vegetales fres-cos, para ornamentales y para carnes, y está en procesola normativa para café (aunque ya se está aplicando elcódigo UTZ Kapeh para café, el cual es un sistema ho-mologado con Eurep-gap). En Costa Rica hay variasempresas reconocidas para otorgar este tipo de certifi-cación: Latu Sistemas, Eco-Lógica y BCS, entre otras.

Es bien sabido que el sector cafetalero pasa por unacrisis profunda que tiene obviamente sus razones y suhistoria. Antes que nada, los productores de café en su

mayoría han sembrado y comercializado únicamentecafé, por lo cual una crisis en este producto implica au-tomáticamente una crisis para ellos. Los bajos preciosactuales para los productores (cabe aclarar que una ta-za de café en cualquier parte del mundo no ha bajadosu precio) han tocado drásticamente el bolsillo del sec-tor cafetalero nacional. Ante esto, se ha trabajado va-rias opciones para manejar esta situación que no acabaaún: lo primero y más importante es ofrecer un café dealta calidad, lo cual en Costa Rica se ha logrado de ma-nera bastante exitosa, y lo segundo es dar valor agrega-do al producto, tal es el caso de organizaciones comoApot, Los Nacientes, Café Montes de Cristo, Afaorca,el grupo de mujeres de Violley y otros, que han proce-sado su producto obteniendo así mejores precios. Sehan creado normas para el cultivo del café que buscanla sostenibilidad y darle un mayor valor al producto (elMinisterio de Agricultura es el organismo certificadorde café sostenible). Además, la empresa Starbucks Cof-fee Company ha creado una propia norma privada parasus proveedores que incluye aspectos técnicos y socialesy le da una gran importancia a los aspectos ambientales:protección de fuentes y pasos de agua, minimización deagroquímicos, protección de suelos, minimización deuso energético y de agua en el beneficiado. Este sistemade evaluación da una calificación final por puntaje y esrealizado por organismos verificadores aprobados, ac-tualmente Mayacert de Guatemala, Techno Serve deNicaragua, Eco-Lógica de Costa Rica y RainforestAlliance de Estados Unidos.

Sin duda alguna, la tendencia es hacia la normaliza-ción y la regulación de los sistemas de producción,

dentro de lo cual lo ambiental resulta clave. Pero ¿quées lo que nos mueve a buscar estos tipos de certificacióny a cumplir con esas normas? Si lo que nos mueve essimplemente la necesidad de cumplir con requisitos demercado, o la necesidad de superar una crisis, el objeti-vo se cumplirá pero a medias. Si lo que nos mueve es unconvencimiento de que, como en toda actividad huma-na, debemos evolucionar hacia algo más racional, haciaalgo que se pueda mantener en el tiempo, estamos dan-do un paso más firme. Si nos damos cuenta de que he-mos cometido errores estas normas serán verdadera-mente, entonces, una herramienta para mejorar. Si bus-camos no solamente que nos compren el producto, sinode verdad servir a los consumidores y proteger los recur-sos naturales y a los trabajadores, estaremos dando unpaso en firme, porque, entonces, la norma podría desa-parecer y el incentivo de un mejor precio acabar, peronosotros seguiríamos.

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Para determinar la compatibilidad existente entre,por ejemplo, una medida de prohibición -o restric-ción- de un organismo genéticamente modificado

y las reglas del sistema de la Organización Multilateraldel Comercio (OMC), se requiere analizar las disposi-ciones de los textos legales aplicables, particularmentelas contenidas en el Acuerdo sobre Medidas Sanitariasy Fitosanitarias (AMSF) y en el Código de ObstáculosTécnicos al Comercio (OTC), cuerpos legales que exi-gen que la medida adoptada no sea más restrictiva delcomercio de lo necesario para alcanzar sus objetivos. Elartículo 2.2 del OTC manda que las regulaciones nosean preparadas, adoptadas o aplicadas con miras acrear obstáculos innecesarios al comercio, en funciónde lo cual no deben de ser más restrictivas de lo nece-sario para alcanzar un objetivo legítimo, teniendo encuenta el riesgo de no alcanzarlo. Como objetivos legí-timos se enumera la pro-tección de la salud hu-mana, de la salud animaly vegetal y del equilibrioambiental. Asimismo, silas medidas son tomadascon base en un estándarinternacional se cuentacon el respaldo de presumirse que no creen un obstácu-lo innecesario al comercio, teniendo la otra parte la car-ga de la prueba.

Las reglas generales del AMSF se resumen así: (1)los miembros tienen derecho a adoptar las medidas sa-nitarias y fitosanitarias necesarias para proteger la viday la salud de personas y animales y para preservar los ve-getales siempre que ellas no sean incompatibles con elAcuerdo; (2) tales medidas deben de estar basadas enprincipios científicos y evidencia científica suficiente;(3) esas medidas no deben de hacer discriminación in-justificada entre miembros en que prevalezcan condi-ciones similares ni deben de aplicarse de manera queconstituyan una restricción encubierta al comercio in-ternacional; (4) si dichas medidas son conformes con elAcuerdo se considerarán conformes con las Disposicio-nes del Gatt de 1994, especialmente las del apartado bdel artículo XX; (5) en principio, los miembros basaránsus medidas sanitarias y fitosanitarias en normas, direc-trices o recomendaciones internacionales -cuando exis-tan-; (6) se considerará que las medidas sanitarias y fi-tosanitarias que estén en conformidad con las normas,directrices y recomendaciones internacionales son ne-

cesarias para proteger la salud y la vida de las personasy de los animales y para preservar los vegetales y se pre-sumirá que son compatibles con el Gatt de 1994, y (7)los miembros podrán establecer o mantener medidas sa-nitarias o fitosanitarias que representen un nivel de pro-tección sanitaria o fitosanitaria más elevado que el quese lograría mediante medidas basadas en las normas, di-rectrices o recomendaciones internacionales pertinen-tes, si existe una justificación científica o si ello es con-secuencia del nivel de protección sanitaria o fitosanita-ria que el miembro determine adecuado de conformi-dad con el artículo 5 sobre evaluación del riesgo y de-terminación del nivel adecuado de protección. Sin em-bargo, las medidas que representen ese nivel de protec-ción mayor no habrán de ser incompatibles con ningu-na otra disposición del Acuerdo.

Estos estándares, lineamientos y recomendacionesse definen como los esta-blecidos por organizacio-nes internacionales comola Comisión del CodexAlimentarius, la OficinaInternacional de Epizoo-tias y la Secretaría de laConvención Internacional

para la Protección de Plantas. Para las materias no cu-biertas por estas organizaciones los estándares son lospromulgados por "otras organizaciones internacionales"abiertas a la membresía de las partes, identificadas co-mo tales por el Comité de Medidas Sanitarias y Fitosa-nitarias de la OMC. Por su lado, el Codex aprobó lostres estándares internacionales para el análisis del ries-go derivado de alimentos genéticamente modificados,incluyendo referencias al etiquetado y al rastreo de pro-ductos como instrumentos para el análisis del riesgo.

El AMSF requiere a los miembros tomar en conside-ración las técnicas de evaluación del riesgo desarrolla-das por organizaciones internacionales relevantes. Elmanejo del riesgo se dirige a controlar el impacto de lasplagas o enfermedades en el territorio de la parte de im-portación o a la prevención de impactos adversos sobrela salud humana o animal de aditivos, toxinas contami-nantes o enfermedades transportadas por organismosen alimentos o bebidas. A diferencia del AMSF, el OTCno considera la necesidad de regular con fundamentoen un análisis del riesgo previo a la adopción de unamedida. Sin embargo, bajo el artículo 2.5, si una medi-da adoptada por un miembro puede causar un efectosignificativo en el comercio de otro, el primero se en-cuentra obligado -en caso de ser requerido- a explicar lajustificación de la medida.

Noviembre 2004

Transgénicos, principioprecautorio y OMC

Jorge Cabrera Medaglia, especialista en derecho ambiental, es profesor en laUniversidad de Costa Rica y abogado de Inbio.

por Jorge Cabrera

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En este orden de ideas, los paneles o jurisprudenciade la OMC han confirmado que la evaluación del ries-go debe de basarse en principios científicos y no debe deser mantenida sin evidencia científica. Sin embargo,han aclarado que la evidencia científica podría estarperfectamente basada en la opinión imperante que re-presenta la "tendencia principal", así como en las opi-niones de los científicos que sostienen una postura dis-crepante. El artículo 7 del AMSF regula el tema de laprecaución, permitiendo a las partes adoptar medidassanitarias y fitosanitarias cuando la evidencia científicaes insuficiente requiriendo cuatro condiciones: la medi-da debe de ser adoptada provisionalmente, debe de seradoptada sobre la base de la información disponiblepertinente, el miembro debe de procurar obtener la in-formación adicional necesaria para una evaluación ob-jetiva del riesgo y debe de revisar la medida en un pe-riodo de tiempo, aspecto éste que debe de ser determi-nado caso por caso. Todos los requisitos deben de sercumplidos para poder aplicar la medida de conformidadcon la OMC.

El Protocolo de Cartagena sobre Seguridad en Bio-tecnología presenta diferencias en relación con el trata-miento del tema de la precaución: no recoge expresa-mente la necesidad de adoptar la medida en forma pro-visional, ni de buscar información adicional para la eva-luación del riesgo ni de revisar la medida, aunque el ar-tículo 12 requiere a la parte importadora revisar sus de-cisiones, a solicitud del exportador, si consideran que hahabido un cambio en las circunstancias o cuando infor-mación adicional se encuentre disponible. Respecto dela necesidad de adoptar la medida con fundamento eninformación científica, si bien no constituye un requisi-to expreso es factible suponer que una medida se apli-cará sobre la base de la precaución solo después de ob-tener información apropiada. En general, el Protocoloresulta más específico en relación con el tema de la eva-luación del riesgo al regularla con detalle en el AnexoIII.

Dado que el AMSF requiere que las medidas se ba-sen en el riesgo, llaman la atención las provisiones delProtocolo respecto de los aspectos socioeconómicos. ElAMSF dispone que al evaluar los riesgos a la salud deplantas y animales debe considerarse los factores econó-micos relevantes, incluyendo un análisis del impacto dela enfermedad o plagas en la producción, las ventas y loscostos de controlarlas y erradicarlas. No se encuentraconsideraciones similares en el caso de la salud huma-na. En principio, la calificación del artículo 26 del Pro-tocolo sobre las obligaciones internacionales al momen-to de tomar en cuenta consideraciones socioeconómi-cas parece establecer una congruencia entre ambos re-gímenes, pero el punto no es del todo claro.

Igualmente, una vez identificado el riesgo, la OMCotorga discreción a los miembros para decidir el nivel deexposición que desean tolerar. Sin embargo, debe to-marse en consideración el objetivo de minimizar losefectos negativos en el comercio. En este contexto, in-terpretando el AMSF y el Gatt, el Órgano de Apelaciónha indicado que escoger un nivel de protección cerocontra riesgos asociados a productos específicos consti-tuye parte de la discrecionalidad y libertad de las par-

tes. Según el AMSF, tratándose del manejo del riesgo lamedida no debe de ser más restrictiva de lo necesariopara alcanzar un nivel de protección apropiado.

Asimismo, son relevantes las disposiciones referen-tes a la transparencia del Gatt del 94 y el AMSF y elOTC. La OMC, y en especial el AMSF y el OTC, pro-veen la necesidad de notificar las medidas sanitarias yfitosanitarias y las normas técnicas respectivamente, in-cluyendo las propuestas o borradores, con el fin de otor-gar la posibilidad a las demás partes de presentar los co-mentarios pertinentes, solicitar información y obtenermodificaciones en los borradores.

Sobre el principio precautorio, adicionalmente al ca-so de la carne tratada con hormonas, existen tres dispu-tas posteriores de interés: el caso del salmón australia-no, las variedades japonesas y las manzanas japonesas,las cuales han agregado explicaciones adicionales a loque debe ser considerado como riesgo y evaluación delriesgo. En general, en el caso de la carne tratada conhormonas el Órgano de Apelación estableció que al de-terminar si existe o no suficiente evidencia científica lospaneles deben de tomar en consideración el hecho deque los gobiernos responsables actúan utilizando pru-dencia y precaución ante riesgos irreversibles. Sin em-bargo, el principio no puede relevar de la aplicación delos principios establecidos en el AMSF (derecho inter-nacional vigente). Pero tales medidas pueden basarseen una opinión científica minoritaria o disidente o enuna opinión mayoritaria no necesariamente unánime,aunque no cuando se trate de riesgos que constituyanamenazas a la vida misma.

En el caso del salmón australiano se determinó queno existe un mínimo de riesgo a ser identificado antesde tomar una medida sin que la existencia de descono-cimiento científico sea relevante para la evaluación delriesgo. El caso de las variedades japonesas claramenteestableció las condiciones para establecer medidas tem-porales: (1) éstas deben de serlo con respecto a la situa-ción en la cual existe riesgo, (2) además deben de seradoptadas sobre la base de información pertinente dis-ponible, (3) no deberían de ser mantenidas a menos queel miembro busque obtener información científica ne-cesaria para una evaluación del riesgo más objetiva y, fi-nalmente, (4) el miembro debe de demostrar que ha re-visado la medida de conformidad con un período razo-nable de tiempo.

En el caso de las manzanas japonesas el Panel deter-minó cuál es la cualidad y cuál la cantidad de la infor-mación que constituye suficiente información científi-ca, y concluyó que debe de existir alguna causalidad en-tre el riesgo identificado y la medida tomada, y determi-nó que la medida en cuestión no era proporcional alriesgo identificado.

La contradicción o complementariedad de estas nor-mas y jurisprudencia con las medidas tomadas por unpaís para restringir o prohibir los transgénicos, especial-mente en el caso de aplicar el principio precautorio, res-tan por verse. Se supone que la disputa entre la UniónEuropea y Canadá, Argentina y Estados Unidos, por lamoratoria de hecho que por unos seis años mantuvo laUnión, arrojó luz sobre cómo resolver esos potencialesconflictos.

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El orden de los cetáceos está integrado por delfines,ballenas y sus parientes. Hasta la fecha, suman untotal de 29 especies documentadas dentro de las

aguas patrimoniales costarricenses (Rodríguez 2004).Pertenecen al grupo de los mamíferos marinos, los cua-les en Costa Rica involucran, además, al manatí antilla-no (Trichechus manatus manatus) y al león marino (Za-lophus californianus) (Rodríguez 2001).

Los primeros estudios sobre mamíferos marinos deCosta Rica, desarrollados a mediados de la década de1980, hicieron referencia al manatí y se concentraronen definir las áreas de distribución y las condiciones ge-nerales del hábitat, procurando generar cifras prelimi-nares de abundancia. Luego, a inicios de la década de1990, fue llevado a cabo el primer estudio sistemáticorelacionado con cetáceos en el país. Su enfoque buscó,primordialmente, revelar las estrategias alimentarias deldelfín bufeo en la Isla del Coco (Acevedo 1994). A es-ta investigación, desarrollada por un cetólogo extranje-ro, siguieron nuevos es-fuerzos a cargo de profe-sionales costarricenses yotros extranjeros, enfo-cados en los delfinesmanchado (Stenella atte-nuata) y bufeo (Tursiopstruncatus) y en la ballenajorobada (Megaptera novaengliae) en el Pacífico Sur yNorte (Cubero 1998, May 2001, Calambokidis 2000),así como en el delfín tucuxi (Sotalia fluviatilis) y el bufeodel Caribe Sur (DiBerardinis et al. 1997).

Antes del nuevo siglo, la investigación no fue sufi-ciente para incursionar en otros niveles, pues los cetá-ceos y los otros mamíferos marinos permanecían ignora-dos tanto popularmente como en el ámbito de políticasde manejo y conservación nacionales. Incluso hoy, to-davía, no forman parte de los currículums académicosuniversitarios en carreras ambientales. Sin embargo, elesfuerzo sostenido desde fines de los noventa hasta lafecha ha causado un giro gigantesco a favor de la pro-yección de estos animales en diferentes ámbitos en Cos-ta Rica, con el consecuente impacto en la considera-ción del grupo dentro del desarrollo de planes y estrate-gias de manejo y conservación, reformas legales mari-nas, actividades de educación ambiental y hasta planesde proyección turística internacional. Se nota, asimis-mo, una inclusión creciente de imágenes de delfines yballenas en souvenirs -antes exclusivos de tucanes, la-

pas rojas, monos y otras especies terrestres.

Por supuesto, el aumento en la proyección de estosanimales tan interesantes y atractivos a nivel popu-

lar ha arrastrado consigo una proliferante industria deobservación de delfines y ballenas en su medio natural.Aunque, en su mayoría, los operadores a cargo son ha-bitantes costeros nacionales y extranjeros, que desarro-llan la actividad con logística sencilla, solo en 2001 undiagnóstico de campo estimó ingresos anuales por $1,5millones. Dicho informe también reveló actividadesconducidas de manera más responsable y cautelosa enalgunas zonas en comparación con otras, destacandoBahía Ballena y Golfo Dulce como las de más alta cali-dad de conducción, pues no se da acoso de los animalesni con la embarcación ni permitiendo a los observado-res entrar al agua -por citar dos ejemplos básicos (Cube-ro et al. en prensa-a).

Por fortuna, desde el inicio de la proyección de esegrupo animal a nivel popu-lar se hizo énfasis en la im-portancia de que la obser-vación de delfines y balle-nas silvestres en Costa Ri-ca fuera desarrollada bajopautas definidas de con-ducción (Cubero 25-4-99:

8-9). La insistencia en este aspecto, promovida a travésde medios masivos de comunicación y reforzada a tra-vés de charlas, talleres (Cubero 2001) y actividadeseducativas, ha contribuido en buena medida a crearuna actitud de respeto, en términos generales, aunqueaún queda mucho por hacer. En la actualidad, está enproceso de firmarse un decreto dirigido a regular activi-dades de observación -educativas y turísticas-, activida-des científicas y actividades de filmación que involu-cren cetáceos en Costa Rica, decreto que será promovi-do mediante talleres formales de capacitación y educa-ción dirigidos a operadores turísticos, guías y capitanes,como parte de un trabajo de concienciación que no de-be tener fin.

Por otro lado, es muy destacable que, desde 2003, losmamíferos marinos encuentran representación dentrode un comité consultor de oenegés para Cites y que ungrupo de oenegés nacionales y extranjeras, conjunta-mente con el Ministerio del Ambiente y varias empre-sas de renombre, se encuentran organizando esfuerzospara saldar la deuda de este país ante la ComisiónBallenera Internacional a fin de que tenga capacidad devoto y se pronuncie en contra de la reapertura de lacaza de ballenas.

Noviembre 2004

por Priscilla Cubero

Avances en Costa Ricaen pro de los cetáceos

Priscilla Cubero, bióloga especialista en mamíferos marinos, es coordinadorageneral de Fundación Promar (www.promar.or.cr).

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19Noviembre 2004

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasAcevedo, A. 1997. Group Feeding in bottlenose dolphins at Isla del Coco, Costa Ri-ca: inter-species interactions with prey and other hunters. PhD Dissertation. TexasA&M University.DiBerardinis, A., S. Larkin y V. Schott. 1997. Extension of the previously reportedrange of tucuxi dolphins (Sotalia fluviatilis) into Costa Rica. Mimeografiado.Calambokidis, J. et al. "Migratory destinations of humpback whales that feed offCalifornia, Oregon and Washington", en Marine Ecology Program Series Vol. 192,2000.Cubero, P. 1998. Distribución y patrones de actividad del bufeo (Tursiops truncatus)y el delfín manchado pan-tropical (Stenella attenuata) en el Golfo Dulce. Tesis deMaestría, Universidad de Costa Rica.Cubero, P. "Contra Hombre y Marea", en La Nación, Revista Dominical 25-4-99.Cubero, P. 2001. Whale-watching management in Costa Rica. Field diagnosis: finalreport. Fundación Promar. Mimeografiado.Cubero, P., J. Rodríguez y X. Miranda. "A first insight and data analysis of wha-le-watching in Costa Rica, Central America", en Journal of Cetacean Researchand Management. (en prensa-a).

Cubero, P. et al. "First evidence of organochlorines in blubber samples of ceta-ceans from Golfo Dulce, Costa Rica (Eastern Tropical Pacific)", en Marine Po-llution Bulletin (en prensa-b).Gerrodette, T. "Abundance and trends of dolphins affected by the tuna purse-seine fishery in the Eastern Tropical Pacific Ocean", en Abstracts 15th BiennialConference on the Biology of Marine Mammals, 2003. Greensboro, NC, USA.May, L. 2001. Ecología y comportamiento del delfín manchado costero, Stenella atte-nuata graffmani (Cetacea: delphinidae) del Pacífico Norte de Costa Rica. Tesis deMaestría, Universidad de Costa Rica.Palacios, D. M. y T. Gerrodette. 1996. Potential impact of artisanal gillnet fisherieson small cetacean populations in the Eastern Tropical Pacific. NMFS AdministrativeReport LJ-96-11. s.l.Rodríguez, J. "Diversidad y distribución de los cetáceos de Costa Rica (Cetacea:Delphinidae, Physeteridae, Ziphiidae y Balaenopteridae)", en Revista de BiologíaTropical 49 -Supl. 2-, 2001.Rodríguez, J. y P. Cubero. "Cetacean strandings in Costa Rica (1966-1999)", enRevista de Biología Tropical., 49(2), 2001.Comunicaciones personalesRodríguez, J. 2004. Costa Rica.

Sabemos que en Costa Rica algunas poblaciones dedelfines tienen pesticidas en su grasa (Cubero et al.

en prensa-b), que miles de delfines son asesinados porlas pesquerías artesanales para usarlos como carnada(Palacios y Gerrodette 1996), que decenas de cetáceosencallan por causas orgánicas y de origen humano(Rodríguez y Cubero 2001) y que algunas poblacionesde delfines oceánicos continúan siendo impactadas porla pesca industrial del atún (Gerrodette 2003). Sinembargo, los mamíferos marinos de Costa Rica, y enespecial los cetáceos como el grupo más diverso y abun-dante dentro de aquéllos, ya no están desamparados nison ignorados. Son reconocidos cada vez más comouna parte esencial de nuestra fauna e, incluso, comien-zan a atraer la atención hacia el ambiente marinocostarricense como ecosistema. Ya Costa Rica no losexcluye de sus políticas de manejo y tanto oenegés comogobierno abren sus puertas para financiar investigacióncon cetáceos en temas diversos. Cada vez resulta menosextraño para cualquier persona saber que un delfín ouna ballena encallados en la playa puede recibir ayuda;de hecho, la gente de diversos sectores y niveles

económicos se complace en contribuir de muchas man-eras y cada vez se difunde más el valor de la libertadpara estos animales y la importancia de que vivan en sumedio natural y de que éste sea salvaguardado.

Funcionaria de Promar asistiendo a un delfín encallado en Playa Tambor

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Por muchos años se consideró que las áreas de mayorimportancia para ballenas y cetáceos en general seencontraban en las aguas frías de los océanos del pla-

neta, mientras que las aguas tropicales eran pobres en di-versidad de estos mamíferos. Esto se debió en buena partea que la caza de ballenas, tanto artesanal como industrial,se concentró en mares polares, subpolares y templados delmundo, lo que además coincidió con el hecho de que lamayoría de los países con capacidad de desarrollar indus-tria ballenera se encuentran en la región subártica. Con eltiempo, sin embargo, se ha visto que los mares tropicalestambién presentan gran diversidad de cetáceos, inclusocon la particularidad de que hay especies restringidas a lostrópicos, como en su momento se demostró que había es-pecies restringidas a aguas frías. En los océanos Atlántico,Índico y Pacífico habitan gran diversidad y abundancia demamíferos marinos.

Debido a la mortalidadde delfines que en formacreciente se estaba dandoen las pesquerías de atún(principalmente el aletaamarilla, Thunnus albaca-res) desde mitad de la dé-cada de los cincuenta, lamayoría de los primeros datos acerca de cetáceos provinie-ron de los biólogos observadores destacados en los barcosatuneros a lo largo del Pacífico Tropical Oriental (PTO) apartir de la década de los setenta. Esos investigadores pu-dieron determinar que la diversidad de delfines, ballenas yparientes en el PTO era más que considerable. La vasta ex-tensión de los mares tropicales y lo limitado de la acciónpor parte de tales primeros investigadores ha hecho lentoslos procesos de investigación y manejo, particularmente enlo referente a estimaciones de poblaciones por especie ypor país. Excepciones a eso son los delfines manchado (Ste-nella attenuata) y tornillo (S. longirostris), para los cuales sehan hecho estimaciones de población en todo el ETP des-de la década de los setenta, dado que son las dos únicas es-pecies con las que el atún se asocia significativamente.

Desde comienzos de la década de los noventa, ha habi-do un interés creciente respecto de la investigación de

cetáceos en nuestra región por parte de investigadores delos países del PTO (principalmente Colombia, Costa Ricay México) y de fuera de la región (principalmente EstadosUnidos). Esta investigación se ha centrado en distribucióny comportamiento, estimados de población y encallamien-tos, aspectos básicos para desarrollar estrategias de manejo

y conservación. Con base en estimados de población he-chos por el Southwest Fisheries Science Center (SWFSC)en 1996 (Gerrodette y Palacios 1996) en el ETP, se compa-raron los tamaños de las poblaciones de 11 especies de ce-táceos existentes en Costa Rica, América Central y en losdemás países del ETP. Los estimados originales del SWFSCse hicieron con muestreos en la Zona Económica Exclusi-va (ZEE) de cada uno de los países del PTO, con un ma-yor esfuerzo de muestreo en las aguas oceánicas que en lascosteras. Las ZEE en el PTO van desde México hastaEcuador y, en el caso de las ZEE de Guatemala, El Salva-dor, Honduras y Nicaragua, fueron consideradas como unasola: Centroamérica, debido al pequeño tamaño de cadauna por separado. La comparación por separado con lasZEE de América Central (Centroamérica más Costa Ricamás Panamá) únicamente se hizo por considerarse rele-vante una comparación con las ZEE más cercanas a las de

Costa Rica, tanto al sur co-mo al norte del país.

Para la ballena jorobada(Megaptera novaeangliae) yel delfín tucuxi (Sotalia flu-viatilis-Caribe) se hicieroncomparaciones diferentes,basadas en dos fuentes de

información: datos de Cascadia Research Collective(Olympia, Washington, USA) para la ballena jorobaza, ydatos de Fundación Delfín de Talamanca (Manzanillo, Li-món), Fundación Promar (San José) y Caribbean Conser-vation Corporation (Tortuguero, Limón-San José) para eltucuxi. Se utilizó información sobre encallamientos comocomplemento para el estado poblacional, proviniendo losdatos de la Red Costarricense de Rescate de MamíferosMarinos de Fundación Promar. Los resultados obtenidos alhacer las comparaciones se sopesaron de acuerdo con lossiguientes parámetros: (a) la ZEE de Costa Rica en el Pa-cífico es la segunda en extensión de todo el PTO, supera-da solo por la de México; (b) representa el 48,2 por cientode todas las ZEE de América Central, y (c) representa el12,3 por ciento de todas las ZEE de todo el PTO. Así que,en principio y bajo condiciones normales, se esperaría queel tamaño de población en Costa Rica para cada una de lasespecies comparadas sea más bajo que el tamaño promediode las poblaciones del PTO y más alto que el tamaño pro-medio de las poblaciones de Centroamérica. Se hizo unacomparación aparte para el tucuxi, ya que solo se encuen-tra en el Caribe, donde no hay estimados poblacionales pa-ra las ZEE de ningún país de la región ni para la ballena jo-robada debido a su estatus de especie migratoria.De acuer-do con los resultados obtenidos se puede distinguir tresgrupos de especies:Javier Rodríguez, biólogo, trabaja para Fundación Promar ([email protected]).

por Javier Rodríguez

Noviembre 2004

Cantidades de los cetáceosmás comunes en Costa Rica

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21Noviembre 2004

(1) aquéllas cuyo tamaño poblacional en Costa Rica es su-perior al tamaño promedio de las poblaciones tanto delPTO como de América Central (23,1 por ciento); (2)aquéllas cuyo tamaño poblacional en Costa Rica es supe-rior al tamaño promedio de las poblaciones de AméricaCentral e inferior al tamaño promedio de las poblacionesdel PTO (30,8 por ciento), y (3) aquéllas cuyo tamaño po-blacional en Costa Rica es inferior al tamaño promedio delas poblaciones tanto del PTO como de América Central(46,1 por ciento) (en este grupo están incluidos el tucuxi yla ballena jorobada pues en la única comparación hechapara cada especie sus poblaciones en Costa Rica resultaroninferiores). Las especies en cada uno de los tres grupos sonlas siguientes:Grupo 1Delfín rayado (Stenella coeruleoalba). Población en la ZEEde Costa Rica: 35.326 individuos. 49,3% > que la pobla-ción promedio de las ZEE de América Central. 0,72% >que la población promedio de las ZEE del PTO. Encalla-mientos conocidos en Costa Rica: 14 (13 individuales, unomasivo-4).Calderón, ballenato, "ballena" piloto (Globicephala ma-crorhynchus). Población en la ZEE de Costa Rica: 8.439 in-dividuos. 69,4% > que la población promedio de las ZEEde América Central. 125,6% > que la población promediode las ZEE del PTO. Encallamientos conocidos en CostaRica: 2 (uno masivo-3).Cachalote (Physeter catodon = P. macrocephalus). Poblaciónen la ZEE de Costa Rica: 1.286 individuos. 50,9% > quela población promedio de las ZEE de América Central.11,9% > que la población promedio de las ZEE del PTO.Encallamientos conocidos en Costa Rica: 10 (todos indivi-duales).Grupo 2Delfín común (Delphinus delphis). Población en la ZEE deCosta Rica: 51.337 individuos. 9,2% > que la poblaciónpromedio de las ZEE de América Central. 23,8% < que lapoblación promedio de las ZEE del PTO. Encallamientosconocidos en Costa Rica: 1 (individual)Ballena de Bryde, ballena (Balaenoptera edeni). Poblaciónen la ZEE de Costa Rica: 164 individuos. 102,5% > que lapoblación promedio de las ZEE de América Central.26,1% < que la población promedio de las ZEE del PTO.Encallamientos conocidos en Costa Rica: 3 (todos indivi-duales).Delfín de Risso (Grampus griseus). Población en la ZEE deCosta Rica: 7.575 individuos. 59,9% > que la poblaciónpromedio de las ZEE de América Central. 26,0% < que lapoblación promedio de las ZEE del PTO. Encallamientosconocidos en Costa Rica: ninguno.Delfín de dientes rugosos, bufeo (Steno bredanensis). Pobla-ción en la ZEE de Costa Rica: 3.203 individuos. 13,6% >que la población promedio de las ZEE de América Central.26,0% < que la población promedio de las ZEE del PTO.Encallamientos conocidos en Costa Rica: uno, masivo (38animales).Grupo 3Delfín manchado (Stenella attenuata). Población en la ZEEde Costa Rica: 8.482 individuos. 46,8% < que la pobla-ción promedio de las ZEE de América Central. 72,9% <que la población promedio de las ZEE del PTO. Encalla-mientos conocidos en Costa Rica: 3 (uno masivo-3). Cau-

sa probable de sus bajas poblaciones: pesca incidental enlas redes atuneras.Delfín tornillo, girador o hilador (Stenella longirostris). Po-blación en la ZEE de Costa Rica: 9.690 individuos. 18,5%< que la población promedio de las ZEE de América Cen-tral. 79,8% < que la población promedio de las ZEE delPTO. Encallamientos conocidos en Costa Rica: 2 (indivi-duales). Causa probable de sus bajas poblaciones: pesca in-cidental en las redes atuneras.Bufeo, delfín nariz de botella (Tursiops truncatus). Pobla-ción en la ZEE de Costa Rica: 11.837 individuos. 29,8% <que la población promedio de las ZEE de América Central.47,2% < que la población promedio de las ZEE del PTO.Encallamientos conocidos en Costa Rica: 8 (todos indivi-duales). Causa probable de sus bajas poblaciones: pesca in-cidental en redes de pesca y caza directa como carnada pa-ra tiburón.Delfín tucuxi (Sotalia fluviatilis). Población estimada en elCaribe Sur de Costa Rica: 35 individuos. 75,3% < que lapoblación del Caribe Norte de Nicaragua. Encallamientosconocidos en Costa Rica: 1 (individual). Causa probablede sus bajas poblaciones: que sea una población coloniza-dora, además de poca disponibilidad de hábitats apropia-dos en la línea costera del Caribe del país.Ballena azul (Balaenoptera musculus). Población en la ZEEde Costa Rica: 27 individuos. 28,9% < que la poblaciónpromedio de las ZEE de América Central. 87,6% < que lapoblación promedio de las ZEE del PTO. Encallamientosconocidos en Costa Rica: 1 (individual). Causa probablede sus bajas poblaciones: baja tasa de recuperación de laintensa cacería a la que fue sometida durante el siglo pasa-do.Megaptera novaeangliae (humpback whale). Subpoblaciónmigratoria en la ZEE de Costa Rica: 42 individuos. 7,1%de la subpoblación migratoria del sur de Canadá - norte deEU. Encallamientos conocidos en Costa Rica: 4 (todos in-dividuales, 3 de ellos crías). Causa probable de sus bajaspoblaciones: baja tasa de recuperación de la intensa cace-ría a la que fue sometida durante el siglo pasado, particu-larmente en el Pacífico Norte.

Es de destacar que el grupo 3 comprende casi la mitadde todas las especies evaluadas, lo cual es preocupante ydichas especies deben ser prioridad en políticas de manejode especies marinas. Dependiendo de la especie, variosfactores oceanográficos y ecológicos deben ser estudiados ymonitoreados, al igual que el impacto de varias actividadeshumanas, particularmente los que puedan afectar a las es-pecies con poblaciones más bajas. Aun cuando algunosefectos de origen humano se mencionaron antes, se debeanalizar el impacto de otros aspectos como el tráfico mari-no en algunas áreas, contaminación química en aguas cos-teras y actividades mal manejadas de turismo de observa-ción de cetáceos.

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasGerrodette, T. y D. M. Palacios. 1996. Estimates of Cetacean Abundance inExclusive Economic Zone (EEZ) Waters of the Eastern Tropical Pacific.Southwest Fisheries Science Center, La Jolla, California. Administrative ReportLJ-96-10.

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En Costa Rica, la porción de superficie marítima((500.000 km2) es mucho mayor que la territorial(51.100 km2), por lo que sería de esperar que los

ecosistemas marinos presentes en el Océano Pacífico y enel Mar Caribe recibieran mayor consideración científica.Pero la realidad no es ésa, sino que existe una deficienciade información básica, tanto biológica como ecológica,sobre la mayoría de los organismos, poblaciones y comu-nidades marinas. De esta realidad no escapan los cetáceos(ballenas, delfines y marsopas): de las 28 especies que seavistan en el país solo se posee información exhaustiva depocas: del delfín nariz de bo-tella, del delfín manchado delPacífico y de la ballena joro-bada.

El principal problema quetenemos respecto de la infor-mación sobre ballenas y delfi-nes es que ella no va de la mano de la explotación que seefectúa, ejemplo de lo cual es la creciente industria turís-tica de observación de cetáceos, que podría afectar nega-tivamente las poblaciones de esos animales y su hábitat.Además, a pesar de los grandes esfuerzos que mundial-mente se realizan, en el país no se posee estrategias de in-vestigación, de educación, de manejo ni de evaluación delas actividades vinculadas con los cetáceos. Así, en CostaRica no tenemos certeza en cuanto a si es por capturas,por degradación o pérdida de hábitat, por competenciacon pesquerías, por contaminación por ruidos o por dis-turbios y cambios climáticos globales que se afecta direc-ta o indirectamente las poblaciones de cetáceos.

Los cetáceos, por ser organismos que se encuentran enla cima de la cadena trófica, con muy pocos depredadoresnaturales, tienen un enorme significado ecológico, por locual la investigación dirigida a la biología y ecología deellos facilitaría la comprensión de la vulnerabilidad de losambientes marinos. También, por su naturaleza y por lacantidad de grasa que acumulan, podrían ser indicadoresde potencial contaminación marina -por pesticidas, porejemplo. Además de lo cual poseen un alto valor econó-mico a causa de la actividad de avistamiento, que puedebeneficiar mucho a las comunidades costeras: en 1991, los4.046.957 observadores de ballenas y delfines generaron alos facilitadores del avistamiento ganancias de$504.278.000 y en 1998 los 9.020.196 observadores ya

existentes produjeron ganancias de $1.049.057.000; en1991, 295 comunidades practicaban esa actividad y en1998 ya eran 492 comunidades; en 2001, solo en CostaRica se reportaron 34 tour-operadoras con esa actividad yde ellas nada más una le daba un carácter formativo teó-rico-práctico. Seguramente hoy la actividad ha crecidomucho más influyendo sobre muchas comunidades coste-ras.

Para iniciar el proceso de conservación de los cetáceosse debe poseer muchísima información básica sobre

ellos -relaciones so-ciales, especializacio-nes de alimentación,grupos de caza, etcé-tera-, tal que se pue-da estar facultado pa-ra plantear estrate-

gias de manejo. Así, el aumento en la investigación decampo para la generación de más conocimiento parece serel punto de partida para la conservación de los cetáceosen Costa Rica. (Actualmente, por dicha, se encuentra enrevisión por el Ministerio del Ambiente, el Instituto Cos-tarricense de Turismo, el Ministerio de Obras Públicas yTransportes y el Instituto Costarricense de Pesca un de-creto llamado Reglamento para las Actividades Relacio-nadas con Cetáceos, a partir del cual se dará paso a lacreación de áreas de protección marinas.)

Cetáceos en Costa Rica:ignorancia vs. conservación

por Damián Martínez

Damián Martínez, biólogo marino, es presidente de la Fundación Keto.

[A[A LALA VENTVENTA]A]

Noviembre 2004

[[Información y pedidos: 2773688; [email protected]]Información y pedidos: 2773688; [email protected]]

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Jazz, ciencia y desarrollo sostenible

No es fácil mejorar los ingresos de la gente y a lavez asegurar que no se degraden los recursos na-turales en áreas secas, montañosas y forestadas.

Se han gastado miles de millones para resolver estosproblemas, con escasos resultados. Las inversiones encaminos, salud y educación han reducido la pobreza ru-ral, pero aún sigue habiendo problemas sociales y am-bientales enormes. Para solucionarlos hace falta analizarpor qué los esfuerzos anteriores fracasaron y dónde seencuentran las oportunidades reales. En otras palabras,hace falta investigación. Sin embargo, a muchos gobier-nos y donantes no les gusta financiar la investigaciónporque les parece demasiado académico y no suficiente-mente práctico. Ellos tienen razón. La mayoría de los in-vestigadores se preocupan más por producir artículosacadémicos que por dar insumos útiles a quienes tomanlas decisiones y a la gente que maneja los recursos. Tam-bién suelen escoger sus temas sin consultar a las perso-nas que se supone que quieren ayudar. Esto se debe enparte a que los donantes les exigen formular propuestasdetalladas para conseguir los fondos, y una vez que elproyecto se aprueba tienen que cumplir con lo que dije-ron que iban a hacer, aunque después se den cuenta deque no es la mejor forma de hacer las cosas o aunque lasituación cambie.

La ciencia del desarrollo sostenible, por Jeff Sayer y

Bruce Campbell, de WWF y de Cifor, aboga por un en-foque más dinámico de la investigación. Dice que los in-vestigadores deben pasar más tiempo familiarizándosecon los problemas y construyendo relaciones de largoplazo con los grupos afectados, antes de decidir en quévan a trabajar. Necesitan tener objetivos claros, pero lostemas específicos y métodos que usan deben ir cambian-do con el tiempo.

Solucionar problemas requiere aportes de varias dis-ciplinas y trabajo a múltiples escalas, pero no hace faltaestudiar todo. No se trata tanto de generar y transferirtecnologías sino de ayudar a los distintos grupos involu-crados a analizar sus opciones, descubrir oportunidadesy aprender de sus experiencias.

Para Sayer y Campbell la buena investigación es co-mo el jazz. Los científicos, como los artistas de jazz, tie-nen que entender bien lo que están haciendo, saber có-mo hacerlo y meterle corazón. Pero partiendo de allí ne-cesitan improvisar y seguir el ritmo, sin términos de re-ferencia muy detallados o marcos lógicos. ¿Cómo sabenlos autores si todo esto va a funcionar? No lo saben. Ellibro presenta varios ejemplos de distintos países, peroninguno de ellos tiene todos los elementos de lo que losautores proponen. Es difícil encontrar investigadoresque tengan capacidad y condiciones para hacer todo esoy aun más difícil es encontrar a alguien que quiera fi-nanciarlo. No obstante, la mayoría de los enfoques tra-dicionales para reducir la pobreza y mejorar el manejode los recursos naturales en áreas marginales simple-mente no sirve. Así que ya es tiempo de buscar un pocode ciencia estilo jazz -investigación que responde, seadapta y concuerda con la realidad local.

[Para solicitar copia electrónica de este documento escribir a Indah Susilanasari a: [email protected]. Para enviar comentarios a autoresescribir a: [email protected]]

David Kaimowitz

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