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L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Edición para Panamá Ciudad del Vaticano, 13 de agosto de 2017 A 100 años del nacimiento del beato Óscar Arnulfo Romero Memoria de un hombre de Dios Las huellas de un mártir Más actual que nunca SILVINA PÉREZ, EN PÁGINAS 5-7 Una Iglesia martirial JOSÉ DOMINGO ULLOA Uno de los patronos pro- puestos para la Jornada mun- dial de la juventud, a reali- zarse del 22 al 27 de enero del 2019 en Panamá, ha sido el beato Óscar Arnulfo Ro- mero, por lo que significa pa- SIGUE EN LA PÁGINA 3 Beato Óscar Arnulfo Romero durante su última homilía en El Salvador Una relación cercana y estrecha El Obispo y el Papa GIOVANNI M. VIAN EN PÁGINA 10 El triunfo de la verdad GREGORIO ROSA CHÁVEZ El pasado día 5 de agosto por la mañana, escuchando Radio Vaticana, me llevé dos gratas sorpresas: la noticia de que el Papa Francisco había escrito una carta al cardenal Ricardo Ezzati, su enviado especial a las celebraciones SIGUE EN LA PÁGINA 2

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L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Edición para Panamá Ciudad del Vaticano, 13 de agosto de 2017

A 100 años del nacimiento del beato Óscar Arnulfo Romero

Memoria de un hombre de Dios

Las huellas de un mártir

Más actual que nunca

SI LV I N A PÉREZ, EN PÁGINAS 5-7

Una Iglesiamartirial

JOSÉ DOMINGO ULLOA

Uno de los patronos pro-puestos para la Jornada mun-dial de la juventud, a reali-zarse del 22 al 27 de enerodel 2019 en Panamá, ha sidoel beato Óscar Arnulfo Ro-mero, por lo que significa pa-

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Beato Óscar Arnulfo Romero durante su última homilía en El Salvador

Una relación cercana y estrecha

El Obispo y el Papa

GI O VA N N I M. VIAN EN PÁGINA 10

El triunfo dela verdad

GREGORIO ROSA CH ÁV E Z

El pasado día 5 de agostopor la mañana, escuchandoRadio Vaticana, me llevé dosgratas sorpresas: la noticia deque el Papa Francisco habíaescrito una carta al cardenalRicardo Ezzati, su enviadoespecial a las celebraciones

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 13 de agosto de 2017

GI O VA N N I MARIA VIAND irector

SI LV I N A PÉREZResponsable de la edición semanal

Edición para Panamá

L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL EN LENGUA ESPAÑOLA

Unicuique suum Non praevalebunt

Ciudad del Vaticanow w w. o s s e r v a t o re ro m a n o .v a

Panorama CatólicoProductor ejecutivo

re d a c c i o n @ p a n o r a m a c a t o l i c o . c o m

TIPO GRAFIA VAT I C A N A EDITRICEL’OS S E R VAT O R E ROMANO

Don Sergio Pellini S.D.B.Director general

Via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono 39 06 698 99410, [email protected] Servicio fotográfico [email protected]

Peregrinación por el centenario de Romero

El triunfo de la verdad

Ordenación episcopal de Mons. Romeroen 1970, con P. Rutilio Grande, Mons.

Luis Chávez y Mons. Arturo Rivera.

VIENE DE LA PÁGINA 1

del centenario del nacimientode monseñor Romero; y unbello reportaje sobre el beatoPablo VI, al cumplirse al díasiguiente treinta y nueve añosde su muerte, acaecida a las9:40 de la noche del 6 deagosto de 1978 (1:40 de la tar-de, hora de El Salvador). Yome enteré en el autobúscuando regresaba de la misadel Divino Salvador delMundo al Seminario. En lacarta al cardenal de Santiagode Chile, el Santo Padre cali-fica a nuestro beato como:«Obispo y mártir, ilustre pas-tor y testigo del Evangelio ydefensor de la Iglesia y de ladignidad de los hombres».Además, le llama portavozdel amor de Cristo «entre to-dos, especialmente entre lospobres, los marginados y losdescartados por la sociedad»,y añade que como sacerdotey como obispo difundió «lajusticia, la reconciliación y lapaz». Más sorprendente paramí fue escuchar, durante elhomenaje rendido por la emi-sora, la voz del Papa PabloVI, porque en el reportaje sepuede escuchar, en la propiavoz del Pontífice, dirigiendoamables palabras a monseñorRivera y a monseñor Rome-ro. Una verdadera emoción.La ocasión es propicia paraplantear ante el país y ante laIglesia que estamos en deudacon monseñor Rivera. No esjusto que olvidemos su testi-monio y no sólo por su in-cansable lucha para llevar alpaís a la paz, sino por ser fielcontinuador de la herencia demonseñor Romero, a quiensucedió en la sede arzobispalde San Salvador. La Iglesiatiene que estar siempre endiálogo con el mundo y escu-char primero para poder res-ponder, eso es lo que caracte-

rizaba a monseñor Romero aligual que a monseñor Rivera,supieron responder en su mo-mento a la historia. O tradeuda pendiente la tenemoscon monseñsor Luis Chávezy González. Él fue el arqui-tecto de la Iglesia que esta-mos viviendo. Participó enlas cuatro sesiones del Conci-lio Vaticano II. Fue miembrode la Comisión anteprepara-

toria del Concilio, elegidopor el Papa Juan XXIII.Anunció que esta Iglesia sedeclaraba «en estado de Con-cilio», es decir, que asumíade antemano lo que este Sí-nodo iba a dar para la Igle-sia. Y cuando se aplica elConcilio para América Lati-na, en Medellín, monseñorChávez asume estos docu-mentos. Allí comenzó nuestra

historia martirial porque vivirlo que enseñan estos docu-mentos lleva al martirio. Tan-to monseñor Rivera comomonseñor Romero fueron susobispos auxiliares. ¿Quiéniba a pensar que después seconvertirían, junto al tercerarzobispo de San Salvador,en las tres columnas en lasque descansa nuestra Iglesiaarquidiocesana? Monseñor

Chávez, monseñor Romero ymonseñor Rivera son esastres columnas. ¡Y qué colum-nas más fuertes las que tene-mos como regalo de Dios! Elescudo episcopal de monse-ñor Chávez me llama la aten-ción por dos cosas: primeroporque tiene dibujada la si-lueta del volcán de San Sal-vador tal como lo vemos des-de aquí. Y, en segundo lugar,por el lema, escrito en latín,que dice: «Ipsum audite»; «Aél tienen que escuchar». Po-dría evocar al monte Tabordonde tuvo lugar la transfitu-ración del Señor según unasólida tradición. Siendo aúnsacerdote, el padre Óscar Ro-mero, en 1956 visitó TierraSanta y dejó una serie dehermosas crónicas sobre dis-tintos lugares de la patria deJesús. Al hablar del MonteTabor escribió: «Se siente aDios en este divino paisaje demontaña y de llanura». «ElTabor está a 562 metros sobreel mar, a unos 300 metros so-bre la llanura. Por su altura ysus elegantes líneas lo llamóbien el Evangelio “a un mon-te elevado”. Porque esa es sinduda la montaña de la trans-figuración. El Evangelio nomenciona el nombre; pero to-das las circunstancias con-cuerdan con la antiqúisimatradición que por el testimo-nio de Orígenes en el siglo IIIbien puede remontarse a losmismos apóstoles».

Muchos años después, ensu condición de arzobispo,monseñor Romero predicó lahomilía de la transguración el13 de agosto de 1978 con estas

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domingo 13 de agosto de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

Una Iglesia martirialra América Latina este gran pastor salva-d o re ñ o .

Nuestra Iglesia católica en CentroAmérica, se ha caracterizado por ser unaIglesia martirial, una Iglesia donde milesde catequistas, sacerdotes, laicos, religio-sos, y sobre todo la figura de monseñorRomero, ha sostenido nuestro caminar.

En la Jornada mundial de la juventud,muchos jóvenes van a entrar en contactocon esta Iglesia que siempre ha acompa-ñado al pueblo latinoamericano en todassus luchas, pero también de esa Iglesiaque ha sembrado esperanza en medio dela marginalidad en la que hemos vividoy seguimos viviendo, por las injustas es-tructuras, que impiden y niegan a gran-des sectores de nuestros pueblos una vi-da digna y con oportunidades.

Monseñor Óscar Arnulfo Romero esun santo de nuestros días; es el obispomártir con corazón de padre que sepreocupó de las mayorías pobres; él esun modelo a seguir para los pastores, unpastor que estuvo cerca de su pueblo yque dio su vida por los demás. Romeroestá siempre presente como un modeloque todos debemos seguir como cristia-nos, siendo alguien que estuvo cerca delos demás, capaz de denunciar la injusti-cia y anunciar el Evangelio.

Es propicio recordar parte de su refle-xión del 20 de noviembre de 1977, dondenos coloca a cada uno en nuestro com-promiso bautismal como pueblo sacerdo-tal: «Qué hermoso será el día en que ca-da bautizado comprenda que su profe-sión, su trabajo, es un trabajo sacerdotal;que, así como yo voy a celebrar la misaen este altar, cada carpintero celebra sumisa en su banco de carpintería; cadahojalatero, cada profesional, cada médicocon su bisturí, la señora del mercado ensu puesto… están haciendo un oficio sa-cerdotal. Cuántos motoristas sé que es-cuchan esta palabra allá en sus taxis.Pues tú, querido motorista, junto a tuvolante, eres un sacerdote si trabajas conhonradez, consagrando a Dios tu taxi,llevando un mensaje de paz y de amor atus clientes que van en tu carro».

Otra gran enseñanza de monseñor Ro-mero fue el invitarnos a perdonar sindistinción, como parte de las exigenciasdel amor cristiano: «Yo quisiera invita-ros, queridos hermanos, yo comprendoque es bien duro perdonar, después detantos atropellos; y sin embargo, esta esla palabra del Evangelio: “Amad a vues-tros enemigos, haced el bien a los que osodian y persiguen, sed perfectos como

vuestro Padre Celestial, que hace lloversu lluvia e iluminar con su sol a los cam-pos de los buenos y de los malos”. Queno haya resentimiento en el corazón.Que esta Eucaristía, que es un llama-miento a la reconciliación con Dios ycon los hermanos, nos deje en todos loscorazones la satisfacción de que somoscristianos y que no quedan huellas deodios y de rencor en el alma. Que sere-mos firmes sí en defender nuestros dere-chos, pero con un gran amor en el cora-zón, porque el defender así, con amor,estamos buscando también la conversiónde los pecadores». (12º Domingo deltiempo ordinario: «Una antorcha puestaen alto», 19 de junio 1977; I-II, 99).

¡Cómo no recordar y vibrar ante suspalabras quizá profetizando su muerte!:«Debo decirle que, como cristiano, nocreo en la muerte sin Resurrección: si mematan, resucitaré en el pueblo salvadore-ño...». Y añadía, «como pastor estoyobligado, por mandato divino, a dar lavida por quienes amo que son todos lossalvadoreños, aun por aquellos que va-yan a asesinarme. Si llegaran a cumplirselas amenazas, desde ya ofrezco a Diosmi sangre por la redención y resurrec-ción de El Salvador». Decía también que«el martirio es una gracia de Dios queno creo merecer, pero si Dios acepta elsacrificio de mi vida, que mi sangre seasemilla de libertad y la señal de que laesperanza será pronto una realidad...».

La fuerza de su testimonio rebasó losumbrales de la Iglesia católica. Tanto asíque las Naciones Unidas proclamó el 24de marzo como «Día Internacional porel Derecho a la Verdad acerca de las gra-ves Violaciones de los Derechos Huma-nos y la Dignidad de la Víctimas», comohomenaje a monseñor Óscar, que seconstituyó en un incansable defensor delos derechos humanos hasta su martirio.

Ante la gigante figura de Óscar Arnul-fo Romero, no podemos olvidarnos loque él fue: un ser humano que amaba alos suyos, o sea, a todos. Por vocaciónfue sacerdote, ministro de Cristo y siervode los que le fueron confiados, especial-mente de los campesinos y de los necesi-tados. Eso es lo que por encima de todo,es lo único que quiso ser. Ahora espera-mos con gozo el día de la canonizaciónde monseñor Romero, quien es motivode inspiración para el compromiso cris-tiano.

Este es modelo de testimonio cristia-no, que deseamos puedan redescubrir losjóvenes que vengan a la JMJ a Panamá, yque les sirva de motivación para quepuedan discernir su vocación y compro-miso en la Iglesia y en la sociedad.

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página 4 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 13 de agosto de 2017

Semejanzas entre el profeta bíblico y el beato Romero

Un mártirde la orden de Zacarías

CARLOS X. COLORAD O

Las dos veces que Jesucristomenciona la figura de Za-carías enfatiza su muerte«entre el santuario y el al-tar de los sacrificios». (cf.

Ma t e o 23, 35 y Lucas 11, 51). De lamisma manera, cuando el Papa sanJuan Pablo II se refería al beato Ós-car Romero, resaltaba que había sido«asesinado en el altar durante la cele-bración del sacrificio eucarístico». Lamuerte ante el altar del Señor uneeternamente al mártir salvadoreñocon el antiguo profeta hebreo y ponede relieve el ejemplo citado por Cris-

to: la línea de mártires de la orden deZacarías. Además, este año del cente-nario del nacimiento de Romero tam-bién lo sitúa en el contexto de lospersonajes milenarios.

Es útil recordar el contexto en queCristo presenta a Zacarías. Él mencio-na su nombre amonestando a los ju-díos por las injusticias que han come-tido en contra de los profetas envia-dos por Dios, aseverando que debe-rán contestar por su sangre, «desde eljusto Abel hasta Zacarías» (Ma t e o 23,33-36). Igual que en el crimen delbeato Romero, la muerte de Zacaríasquedó en la impunidad, pero suejemplo seguía vivo entre los judíos

de la época de Jesús. En un lenguajeactual diríamos que su nombre persis-tía en la «memoria histórica». De lamisma forma sucede con Romero, cu-ya muerte nunca ha sido adjudicadapero su nombre inspira la imagina-ción popular.

Ambos casos están ligados íntima-mente con la justicia, ya sea divina ohumana. Cuando Zacarías fue ape-

senmascarar idolatrías y que advirtiósobre las consecuencias de profanar lareligión. Asimismo, en tiempos de Je-sús, Zacarías era el «nuevo mártir»más destacado de la Biblia hebrea co-mo Romero lo es hoy.

Por otro lado, podemos asegurarque Zacarías fue un mártir «milena-rio», cuyo impacto resonaba en tiem-pos de Jesús, 800 años más tarde.

Arzobispo Óscar Romero (1977-1980)en San Salvadorel 20 de noviembre de 1979

asesinos. Es así como los dos profetasnos demuestran las dos caras de lajusticia divina, que no puede prescin-dir de la misericordia.

Al citar el ejemplo de Zacarías,Cristo también advierte sobre la per-secución de los cristianos. «Los azo-tarán en sus sinagogas y los persegui-rán de pueblo en pueblo» (Mateo 23,34). Lo mismo predicaba el beato Ro-mero: «Cristo nos invita a no tenerlemiedo a la persecución porque... elque se compromete con los pobrestiene que correr el mismo destino...ser desaparecido, ser torturados, sercapturados, aparecer cadáveres» (17de febrero de 1980).

Podemos citar multitud de parale-lismos entre ambos. Zacarías procedíade una familia que favorecía al rey,pero tuvo un cambio de parecercuando el rey abandona la fe. Mien-tras que Romero venía de una Iglesiahistóricamente aliada con el poder,pero cambió cuando el gobierno optópor un camino injusto. Al igual queRomero, Zacarías fue un profeta re-formador, un profeta que buscó de-

Romero durante «el Sacrificio delperdón y la reconciliación» (Juan Pa-blo II). Finalmente, la persona. Zaca-rías era sumo sacerdote, juez y profe-ta mientras que Romero, como arzo-bispo, ejercía la triple función sacer-dotal; jerárquica-episcopal; y llegó aser «la conciencia del país» según elpresidente José Napoleón Duarte.

El beato Romero figura entre lostres únicos obispos asesinados en elaltar. Los otros dos, Estanislao, obis-po de Cracovia (1079), y Tomás Bec-ket, arzobispo de Canterbury (1170),ya fueron canonizados. Ambos seconvirtieron en patriarcas de sus Igle-sias, y próceres de sus naciones, cuyoslegados han repercutido a través delos siglos en la sociedad, la cultura yla religión.

En conclusión, mártires como Ro-mero —que son además personajesproféticos eliminados por el estorbode su testimonio del Reino, en el sa-crosanto espacio del Templo— hanmerecido su membresía en la «orden»de mártires en la tradición de Zaca-rías.

dreado por agentesdel rey —cuyos peca-dos el profeta habíadenunciado— sus úl-timas palabras fue-ron una aclamación:«Que el Señor lovea, y lo vengue» (2C ró n i c a s 24, 22). Susangre hirvió paradenunciar su asesi-nato. En el caso deRomero sus últimaspalabras pedían mi-sericordia para los

Son tres los aspectosmartiriales que pro-ducen el mismoefecto sobre Rome-ro .

El primero es ellugar, ya que ambospersonajes fueronasesinados en el es-pacio sacro del tem-plo.

En segundo lugarel tiempo, es decir,Zacarías en el Díade la Expiación y

Al igual que Romero,Zacarías fue un profetareformador, un profetaque buscó desenmascararidolatrías y que advirtiósobre las consecuencias deprofanar la religión

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domingo 13 de agosto de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

Más actual que nuncaDetalles de una visita de monseñor Romero en el Vaticano

SI LV I N A PÉREZ

Una de las pri-meras cosasque hemos en-tendido quieneshacemos este

periódico es la condicióntemporal de nuestro trabajo:la información vaticana tieneque ver con el presente, nocon el pasado. Sin embargo,el pasado es algo que irrum-pe de la nada bajo las formasmás inesperadas. Y lo hacecon contundencia, a través dedocumentos, testimonios yrecuerdos que son la historiay memoria, en este caso, demonseñor Óscar Romero, unservidor más de la Iglesia deRoma. Desempolvando nues-tros archivos, la crónica del29 de mayo de 1977 nos loconfirma: en la página 4, unartículo simple pero muy de-tallado nos narra las distintasvisitas de cortesía que variosobispos de diversos países deAmérica Latina realizaron anuestras oficinas durante losprimeros meses de ese año.Entre ellos se encontrabamonseñor Óscar Romero quevisitó la sede de nuestro se-manal durante los primerosdías de abril. Tal y como afir-ma el artículo: «Desde que sehizo cargo del gobierno de laarquidiócesis, está fomentan-do con diversas iniciativas, ladifusión de las enseñanzasdel Papa —por medio de sus-cripciones a L’Osservatore Ro-mano— entre sacerdotes, se-glares, movimientos apostóli-cos y comunidades religio-sas» dejándonos además enesa ocasión un detalladoelenco, con nombres y apelli-dos, para realizar las suscrip-ciones a las 104 parroquias desu diócesis.

Un pequeño episodio «pú-blico» de entre los muchos

que ha habido y no hantranscendido. La notoriedadno se encontraba entre lasprioridades de la vida coti-diana de un hombre de lainstitución eclesiástica, de unobispo, que como tantosotros en aquellos difíciles

tiempos, demostraba tambiénde esta manera su pertenen-cia al cuerpo de la Iglesia deRoma. Amable, cordial, cer-cano a los sacerdotes de sudiócesis pero además muyexigente con la disciplinaeclesiástica, con la obediencia

a la Iglesia y con el estrictouso de los hábitos religiososy de los ornamentos sagra-dos.

Por aquel entonces, Rome-ro ya había sido marcadoprofundamente por el asesi-nato del sacerdote Rutilio

Grande y había celebrado lahistórica misa exequial del 14de marzo de 1977, por los tresasesinados, junto a más de150 sacerdotes y más de100.000 personas reunidas en

El arzobispo Óscar Arnulfo Romero entrega una fotografía de padre Rutilio Grande al Papa Pablo VI, abril de 1977

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página 6 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 13 de agosto de 2017

VIENE DE LA PÁGINA 5

Romero en la radio YSAX, la misma que trasmitió sus homilías del domingo (CNS, Octavio Duran)

Con su gente en El Salvador en 1978

Más actual que nunca

la catedral. Aquellas fueron la fue laprimera homilía transcrita que setiene del entonces arzobispo de ElSalvador. Para dicha predicación seinspiró en una afirmación de PabloVI, de quien era profundamente de-voto, sobre lo que es el verdadero li-berador cristiano. Pues se da el casode que casi toda la doctrina de la li-beración cristiana de Romero se re-mite a la exhortación apostólicaEvangelii nuntiandi. El contexto sal-vadoreño de 1977, en donde Romerodesarrolló su actividad pastoral, esfácil de retratar a través de algunosdatos inequívocos: el 65% de su paísera campesino, entre los cuales un40% de ellos eran analfabetos, másde un 80% no tenían agua ni servi-cios higiénicos en sus humildes ca-sas y más de un 92% carecían deenergía eléctrica. También existíauna minoría rica y extraordinaria-mente fuerte que poseía más del77% de la tierra. En El Salvador,2.100 familias tenían tanto como elresto de todas las familias del país.

Amenazados. Esa era la palabrahabitual que circulaba entre los cris-tianos de El Salvador. Amenaza ypobreza como dos conceptos apa-rentemente incompatibles, pero fun-didos en una violencia sin igual en-tre los años 70 y 80 en América La-

tina de mano de las dictaduras y susbrazos armados. Monseñor Romerosentía el peso de la responsabilidadque suponía, durante esos primerosmeses, su nueva sede episcopal y ala luz de la situación en la región,necesitaba sentirse escuchado y ani-

mado. Pero la distorsión sobre su vi-da junto a la incomprensión de supensamiento, en gran parte fruto deldesconocimiento de esa realidad le-jana que era y es en Europa Améri-ca Latina, le crearían no pocas difi-cultades. En esos años AméricaCentral se convertiría en una de lasáreas estratégicas de la «GuerraFría» en el continente e incompren-siblemente la acción pastoral de mu-chos sacerdotes y miembros de laIglesia fue vista, desde una perspec-tiva bipolar del mundo, con espejoscurvos que deforman la imagen delos objetos que reflejan. MonseñorRomero exhortaba a un humanismodiscreto, inquieto e incansable. Sepresentaba a los poderosos de la tie-rra y a los humildes, transmitiendoa todos por igual el mensaje deamor y de esperanza, con la firmezade la caridad que había podido ad-mirar y conquistar. Algunos días an-tes de partir hacia Roma en 1977, enla fiesta de la Pascua, dio a conocer

el 10 de abril su primera Carta Pas-toral. Fue en su saludo de presenta-ción a sus fieles y a tan solo 45 díasde su nombramiento cuando tuvoque puntualizar que «en esta Arqui-diócesis que, desde su fidelidad alEvangelio, rechaza la calumnia quela quiere presentar como subversiva,promotora de violencia y odio, mar-xista y política; en esta Arquidióce-sis que, desde su persecución, seofrece a Dios y al pueblo como unaIglesia unida, dispuesta al diálogosincero y a la cooperación sana,mensajera de esperanza y amor».Este documento, donado en unasencilla fotocopia por Romero aL’Osservatore Romano durante su vi-sita, representa una verdadera hojade ruta del pensamiento teológicopastoral de monseñor Romero endonde la insistencia incansable haciala referencia del «camino de la con-versión de los corazones» como al-ternativa a la violencia, conduce depleno a la bella fórmula de Pablo VI

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domingo 13 de agosto de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 7

de la vocación para construir la «civilización delamor». Es decir, el progreso y la historia de loshombres se mueven por el amor y hacia elamor. Porque en la teología cotidiana de Rome-ro entre la Iglesia y el mundo, el único caminoposible —poco fácil, pero recto— pasa por Cris-to. Romero amó a la Iglesia, se entregó total-mente a ella. Sin limitaciones. Su fidelidad di-námica le condujo, en efecto, a un inevitable«martirio». Y su herencia pastoral, basada enun grande esfuerzo para que las reformas delConcilio Vaticano II no se interpretasen en clavede ruptura, ha permitido retomar además unprotagonismo histórico de solidaridad con lospobres de América Latina que la Iglesia habíaperdido. También hay que señalar que, en el es-pacio religioso, la pérdida de monseñor Romerotuvo algunas consecuencias directas del todoinesperadas. Se trata de la proliferación de sec-tas, en algunos países de América Central, enparticular en Guatemala y El Salvador, marca-das por un mesianismo religioso que nada tieneque ver con el Evangelio las cuales estaban alorden del día. Sin duda la historia de la Iglesiaagradecerá a monseñor Óscar Romero su defen-sa tenaz del aspecto más trascendental que rozaal misterio de Dios: la vida humana en susfuentes, en su curso y en su fin. «Si me matan,resucitaré en la lucha del pueblo salvadoreño».Hoy es evidente que esa profecía no era unasimple metáfora de ocasión, sino la expresiónde un conocimiento real del Pueblo de Dios,pasado y presente.

Izquierda: Misa exequial nacional frente a la Catedral de SanSalvador, 20 de marzo de 1977

Derecha: página del Osservatore Romano

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página 10 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 13 de agosto de 2017

Un obispo y un PapaEl beato Romero en visita a poblaciones campesinas de El Salvador

GI O VA N N I MARIA VIAN

En el día de la Asunción se conme-mora el centenario del nacimiento deuno de los cristianos más conocidosde nuestro tiempo, Óscar Romero. Elarzobispo de San Salvador fue asesi-nado en 1980 a los sesenta y tres añosmientras celebraba la misa, por haberdenunciado la injusticia y la violenciaque flagelaban al pequeño país cen-troamericano: tomas de posición cla-ras en nombre del Evangelio. Ante sutumba en 1983 rezó Juan Pablo II,que en 1997 autorizó la apertura de sucausa de canonización, pero no fuehasta 2012 que se retomó, por deci-sión de Benedicto XVI y luego deFrancisco, hasta que llegó su beatifi-cación en 2015 como mártir.

Pero importante para Romero fuesobre todo Pablo VI, el Papa que lenombró en 1970 obispo auxiliar deSan Salvador, en 1974 obispo de San-ta María y en 1977 arzobispo de la ca-pital. El joven clérigo había estado enRoma, donde había estudiado en laGregoriana entre finales de los añostreinta e inicios de los años cuarenta,ya en plena Guerra. Será precisamen-te esta formación romana, que le dejóuna huella tradicional, la que le per-mita seguir una veintena de años mástarde el periodo conciliar con con-fianza en el magisterio. Y precisamen-te la visión abierta de Papa Montini,que guía con valor y sabiduría el Va-ticano II, es la que el sacerdote salva-doreño inicia a acoger.

En un artículo publicado a princi-pios de 1965 Romero escribe: «Para

no caer en el ridículo de una acríticaafición a lo viejo y para no caer en elridículo de hacerse aventureros de“sueños artificiosos” de novedad esmejor vivir hoy más que nunca eseclásico axioma: “sentir con la Iglesia”que concretamente significa incondi-cionado apego a la jerarquía», de ma-triz ignaciana, será elegida cinco añosdespués por el nuevo auxiliar de SanSalvador como su lema episcopal.

Obispo en un país cruelmenteoprimido por las oligarquías y por losmilitares, preocupado por las tenden-cias políticas que se manifiestan en lateología de la liberación, progresiva-mente llega a compartir el conceptode la centralidad de los pobres, queen 1968 había sido reiterado por laconferencia de Medellín en la cualhabía participado Pablo VI, primer

Papa que pisó América Latina. Y pre-cisamente un documento de Montini,la Evangelii nuntiandi, recordado másde una vez con admiración por su ac-tual sucesor, da aliento a monseñorRomero. Que precisamente por suposición moderada es elegido comoarzobispo de San Salvador, mientrasla situación se hace cada vez más difí-cil y la violencia represiva aumenta.

La primera homilía del obispo esprecisamente para un amigo fraterno,el jesuita Rutilio Grande, asesinadopor los escuadrones de la muerte condos fieles, Manuel Solórzano y Nel-son Rutilio Lemus, mientras iba a ce-lebrar por la novena de san José, casiuna anticipación de su propia muerte:«Así ama la Iglesia; muere con ellos ycon ellos se presenta a la trascenden-cia del cielo. Los ama, y es significati-vo que mientras el padre Grande ca-minaba para su pueblo, a llevar elmensaje de la misa y de la salvación,allí fue donde cayó acribillado. Unsacerdote con sus campesinos, caminaa su pueblo para identificarse conellos, para vivir con ellos, no una ins-piración revolucionaria, sino una ins-piración de amor».

Pocos días después Romero viaja aRoma para buscar el apoyo que yano tiene del nuncio, y el Papa le reci-be enseguida, como había acaecidotres años antes, y como sucederá unaño después, precisamente en el ani-versario de la elección de Montini. Elrecuerdo detallado de esta última au-diencia está en el diario del arzobis-po. «Pablo VI me ha estrechado lamano derecha y la ha sostenido du-rante largo rato entre sus dos manosy yo también he estrechado con misdos manos la mano del Papa» que lehabla extensamente: «Comprendo sudifícil trabajo. Es un trabajo que pue-de ser incomprendido y precisa mu-cha paciencia y fortaleza. Sé bien queno todos piensan como usted; es difí-cil, en las circunstancias de su país,tener tal unanimidad de pensamiento;pero siga adelante con valor, con pa-ciencia, con fuerza, con esperanza».Un mes y medio más tarde Montiniexpiraba. Menos de dos años despuésRomero era asesinado.

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domingo 13 de agosto de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 11

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página 12 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 13 de agosto de 2017

Iluminar con la feuna realidad de dolor

Carta pastoral del arzobispo José Luis Escobar Alas

RO CÍO LANCHO GARCÍA

El beato monseñor Romerono solo abrió el numerosomartirologio del año 1980,fue también el primerobispo asesinado en El

Salvador. Y llegó así el final de unapaz aparente que reinaba en el país,augurando una sangrienta guerra ci-vil. Detenida únicamente por los in-cesantes ruegos que él dirigía a laspartes contrarias. Así lo recuerda JoséLuis Escobar Alas, arzobispo de SanSalvador, en su segunda carta pasto-ral, con ocasión del 40º aniversario dela muerte martirial del siervo de Dios,el padre Rutilio Grande y el Centena-rio del natalicio del beato monseñorÓscar Arnulfo Romero, titulada «Us-tedes también darán testimonio, por-que han estado conmigo desde elprincipio».

Ya han pasado 25 años desde el fi-nal de la guerra civil en El Salvador.Sin embargo la violencia sigue siendouno de los grandes males en estepaís. Pero como dice el arzobispo enesta carta, el consuelo mayor queDios ha podido dar a su Iglesia en El

Salvador es la Iglesia Martirial. Igual-mente asegura que se debe exultar degozo al saber que en este país hubomártires no porque sean masoquistas,sino porque tanto desde una perspec-tiva bíblica como desde una perspec-tiva eclesiológica «el martirio es siem-pre piedra fundamental de la Iglesia:la fortalece, la edifica, la llama a laconversión y la pone en camino alReino definitivo». Por eso, el ejemplode los mártires de la Iglesia en ElSalvador son una exhortación paratodos, ya que «el martirio anima a laIglesia a ser fiel a Jesucristo».

La persecución religiosa y el odio ala fe cristiana, hoy como ayer, ha lle-vado al martirio de tantas personasque han seguido el ejemplo de Jesús,llevando la fe hasta sus últimas con-secuencias. Una persecución tan atrozcomo irracional. En el caso de El Sal-vador los cristianos eran asesinadosacusados de comunistas, mientras queen el otro lado del mundo era el co-munismo el que hacía mártires a loscristianos.

En la carta del arzobispo, se re-cuerda que en las décadas de los 70,80 y 90 la vida de cuatro religiosas;

dieciséis sacerdotes; un seminarista;dos obispos e innumerables catequis-tas, y agentes de pastoral «fue brutal-mente arrebatada, no sin antes habersido destrozado su prestigio, por me-dio de la difamación e inculpación decrímenes jamás cometidos». De estemodo, el arzobispo asegura querer ytener que «aceptar por justicia, ver-dad y caridad que atravesamos en laArquidiócesis salvadoreña, el umbraldel tercer milenio sin haber pronun-ciado una palabra de reconocimientosobre todas y todos aquellos que fue-ron víctimas de persecución, tortura,represión; y en sus últimas conse-cuencias, de muerte martirial en el se-guimiento a Cristo y vivencia encar-natoria del Evangelio en el país».

El documento consta de tres par-tes. En la primera se toma como pun-to de partida la realidad, para lo cual,ofrece una mirada al presente y desdeahí hacia el pasado para proyectartambién al futuro. El la segunda par-te muestra la temática martirial desdeel Antiguo Testamento, el Nuevo Tes-tamento y el Magisterio universal y laTradición. Finalmente, hace una invi-tación a todos a tomar como modelode vida, pasión y muerte a Cristo elMártir en plenitud y a María la pro-to-confesora de la fe. Sin olvidar, evi-dentemente, al Padre Rutilio Grande,el protomártir salvadoreño-precursordel profeta, Óscar Arnulfo Romero,el profeta salvadoreño.

De este modo, el arzobispo presen-ta en su carta pastoral la vida y muer-te de 24 mártires. En primer lugar ha-bla del Padre Rutilio Grande, sacer-dote jesuita, quien «no apoyó jamásideología alguna». Y sin aplicar ideo-logía alguna, enseñó que «la convi-vencia fraterna y la solidaridad pue-den hacer presente el Reino en estemundo» y así animó a los que esta-ban oprimidos a «tomar la historia ensus manos para transformarla, huma-nizarla y; por supuesto, cristianizar-la». Pero, «la pasión del Padre Ruti-lio comenzó años antes de su marti-rio». «Intentando hacer la voluntadde Dios, encontraba a su paso incom-prensión y rechazo. Sus homilías eranconsideradas de alta peligrosidad».Murió víctima «del pecado de la ido-latría al poder, a la riqueza y la auto-complacencia practicada por un redu-

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domingo 13 de agosto de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 13

Juan Pablo II ante la tumba de Óscar Arnulfo Romero (6 marzo de 1983)

cido grupo de la élite política y empresarialdel país, que no resistió oír el anuncio de laBuena Nueva que auguraba la llegada delReino, desde el ya; y la destrucción del antireino lleno de injusticia, mentira y odio».

A lo largo de la presentación de las vidasde los mártires, el arzobispo recuerda que«no servían a ninguna ideología porque sa-bían que tanto el capitalismo como el comu-nismo atentaban contra la dignidad de lapersona humana». Su actitud —subraya— es-taba en perfecta concordancia con los linea-mientos del Evangelio.

En esta misma línea, el documento nos re-cuerda algo fundamental que ayuda al lectora comprender el sentido del martirio en estaépoca en El Salvador: la Iglesia no hacía po-litiquería, ni proselitismo, no apoyaba ni fo-mentaba fundamentalismos, ni ideologizacio-nes. Más bien «enseñó al pueblo a ser bue-nos cristianos; y, por ende, buenos ciudada-nos». Un mensaje que lejos de posicionarseen un bando u otro, busca tan solo anunciarel Evangelio, siguiendo el mandato de Jesúsa los discípulos. Por eso, el arzobispo conde-na en su carta pastoral que «ayudar a los po-bres era un delito para las clases oligárquicasdel país».

De este modo se descubre y profundiza enla «vida de estas veinticuatro piedras atraídasdel fondo del mar cuyo martirio les constitu-ye en piedras fundamentales de la Iglesia ca-tólica en El Salvador», recordando que«cientos de laicos y laicas integrados a laIglesia en calidad de agentes de pastoral, ca-tequistas, integrantes de las ComunidadesEclesiales de Base, miembros de Coros yotros, fueron asesinados so pretexto de cele-brar la Palabra o portar una Biblia. Libroque irónicamente, les hacía sospechosos decomunismo». La carta pastoral del arzobispode San Salvador muestra claramente que elmartirio no es un fracaso. «Es victoria, es undon y el consuelo mayor que Dios regaló enlas casi tres décadas de persecución contra laIglesia en El Salvador». Tortura, exilio, difa-mación, inculpación de falsos delitos o ideo-logías, abandono, incomprensión, son sólouna muestra del dolor experimentado. Peroante esto, es importante exaltar su «humildeactitud de perdón dado a sus perseguido-re s » .

Esta lectura nos lleva a reconocer que escierto que falta mucho más por hacer pero«ahora tenemos una florida Iglesia Martirialque nos impulsa —y obliga— a retomar el tra-bajo renovando nuestro compromiso bautis-mal no solo con palabras, sino con obras».

El arzobispo considera importante recor-dar que la Iglesia no fue comunista ni amigade comunistas. Fueron mártires no porquecomulgaran con una ideología, sino porquetrataron de iluminar con la fe una realidad

de dolor, de sufrimiento, de pobreza, de vio-lencia, de injusticia, de opresión, de tortura,de marginación y de muerte. «Fueron márti-res porque ungidos por el Espíritu Santoanunciaron la Buena Nueva a los pobres».

Pero, las fiestas y celebraciones en memo-ria de ellos, no son suficientes si ignoramos yno imitamos su misión. El arzobispo explicael martirio recurriendo al Antiguo y NuevoTestamento y al Magisterio, ya que en lasmuertes de nuestros mártires hay resonanciasde aquellos israelitas que, por permanecerfieles a la Ley, ofrendaron sus vidas. De estemodo, concluye precisando que nuestrosmártires son «hombres y mujeres fieles aDios, testigos de Dios, ofrenda a Dios y donde Dios que nos impulsa a seguir al Maestro,el Mártir en plenitud».

San Mateo recoge un discurso de Jesús enel que preparó a los discípulos al momentode enviarles a la misión como «emisarios dela paz cuyos instrumentos deben ser, la pala-bra y su testimonio de vida», como «ovejasen medio de lobos».

Si los mártires lucharon en su época con-tra los ídolos del poder, la riqueza y los afec-tos desordenados que, provocaban miseria ymuerte a las grandes mayorías; «ahora noso-tros debemos continuar con la lucha». Elbautismo y la Eucaristía deben «hacer de no-sotros cristianos y cristianas comprometidosen la salvación de la historia. No la salvare-mos si dejamos de lado la misión a la quehemos sido llamados».

El testimonio de vida y muerte martirial deestos veinticuatro mártires presentados y loscientos de seglares cuyos martirios se debenaveriguar todavía en profundidad, nos re-cuerdan a todos con su vida, pasión y muerteque «imitar a Jesús y a María es posible».

Ceremonia de beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero

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página 14 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 13 de agosto de 2017

Ceremonia del premio Paz de la luterana acción ecuménica de Suecia

Pablo VI y Monseñor Óscar Romero en una audiencia privada en 1978

Monjas salen de la catedral tras el funeral de Romero (1980/Harry Mattison)

palabras: «Un pueblo que clava sumirada y su corazón en Jesucristo co-mo Salvador del Mundo, es un pue-blo que no puede perecer. Hay, pues,un signo de esperanza que hay quemantener: Nuestro amor al DivinoPatrono. Mantengamos este honor ytratemos de profundizar más en esaadhesión inquebrantable, llena de es-peranza en el Hijo de Dios».

Este sano ejercicio de memoria, nospermite entender el presente e inme-diatamente recuerdo las palabras delPapa Francisco a los jóvenes en Ríode Janeiro en la Jornada de la Juven-tud: «Mirándolos a ustedes en estemomento, recuerdo la historia de sanFrancisco de Asís, que mirando alcrucifijo escucha la voz que le dice:“Francisco, repara mi casa”. Y el jo-ven Francisco responde con prontitudy generosidad a esta llamada del Se-ñor: pero, ¿qué casa? Poco a poco seda cuenta de que no se trataba de ha-cer de albañil; se trataba de ponerseal servicio de la Iglesia, amándola ytrabajando para que en ella se refleja-ra cada vez más el rostro de Cristo».

Hay muchos jóvenes hoy metidosen la Iglesia, con mucho entusiasmo,con gran creatividad. Pero falta unacosa: no los estamos preparando paraque cambien la historia. Y eso es loque tenemos que hacer los que somosdirigentes y somos mayores en estaIglesia: preparar a la generación queviene para que cambie la historia quetanto nos está haciendo sufrir. Las ce-lebraciones de este año han tenidocomo tema central el centenario del

nacimiento de monseñor Óscar Ar-nulfo Romero y la naturaleza marti-rial de nuestra Iglesia. Así lo ilustrala figura de nuestro amado pastor yen el costado se podía leer el lema desu episcopado: «Sentir con la Igle-sia».

Debemos interiorizar esta dimen-sión tan desconocida y gloriosa quetiene nuestra Iglesia: somos una Igle-sia de mártires. Nos resulta fácil apli-car este calificativo cuando hablamosde monseñor Romero, de los sacerdo-tes asesinados y de las cuatro mujeresestadounidenses —tres religiosas y unamisionera seglar— a quienes se arreba-tó la vida en diciembre de 1980. Sinembargo tenemos una deuda que de-

bemos comenzar a pagar cuanto an-tes: estamos obligados por gratitud aDios y por amor a la verdad, a resca-tar la memoria de cientos de mártiresanónimos, la mayoría de los cualesson humildes campesinos y humildescampesinas. Tienen dos cosas en co-mún: la primera es que, durante losaños de la guerra, nunca se mancha-ron las manos con sangre; y la segun-da es que fueron hombres y mujeresque se esforzaron en amar a Dios y alprójimo. No olvidemos las palabrasde san Juan Pablo II: «Los mártiresson lo mejor que tiene la Iglesia». Latarea no es fácil porque en nuestropaís se sigue llamando mártires aquienes empuñaron las armas y mu-

rieron siguiendo un ideal y porque eltérmino sigue siendo incómodo parabuena parte de la población salvado-reña. Para nosotros mártir significatestigo. El mártir por excelencia esCristo, «el testigo fiel», como le lla-ma el Apocalipsis. Sí, debemos cami-nar con ellos en pos de Cristo. Unahermosa parábola de esta invitaciónes la peregrinación que pondrá enmarcha a miles y miles de hombres ymujeres de toda edad y condición so-cial los días viernes 11, sábado 12 ydomingo 13 del presente mes cuandorecorramos por primera vez en nues-tra historia «El camino de monseñorRomero». El lema que los obispos deEl Salvador hemos propuesto para es-te año es: «Peregrinando hacia la cu-na del profeta», que es Ciudad Ba-rrios.

Es bueno tener presente que todospodemos participar recorriendo almenos una parte del camino según lopermitan nuestras fuerzas y nuestroentusiasmo. Estoy seguro de que elpaís y el mundo mirarán con asombroalgo nunca visto y que se convertiráen tradición año tras año: un puebloque se pone en camino, en actitud defe, en profunda oración y pidiendo laintercesión del beato Romero paraconseguir el tan ansiado don de lapaz, es un pueblo que no será venci-do. Repito aquí lo que he dicho envarias ocasiones: un pueblo que deci-de ponerse en camino, es invencible.Es invencible si sabe por qué camina,si sabe a dónde camina y si confiesasu fe en Jesucristo, camino, verdad yvida.

VIENE DE LA PÁGINA 2 El triunfo de la verdad

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domingo 13 de agosto de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 15

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página 16 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 13 de agosto de 2017

Un corazónpara los demás

ARTURO LÓPEZ

Toda elección divina,toda vida puesta enjuego libremente enfavor de Dios y sucausa será siempre

un misterio. Dios obra portentosa través de quien se deja seducirpor su llamada y abraza alegre-mente su vocación. Y será sinduda un misterio de amor cuan-do el alma decida abrazar su vo-cación al martirio, a la entrega ysacrificio de sí: «Si me matanresucitaré en el pueblo salvado-reño» decía Romero en el lejanomarzo de 1980. Romero eraconsciente de lo que conllevaentregar la vida por los demás.En su homilía del 29 de mayodel 77 comentaba que «la perse-cución es algo necesario en laIglesia. ¿Saben por qué? Porquela verdad siempre es persegui-da».

Y Dios, sin lugar a dudas sevalió de su testimonio para dejarla semilla de su presencia enesas tierras de América Latina.«Mi voz desaparecerá, pero mipalabra que es Cristo quedaráen los corazones que lo hayanquerido acoger» (monseñor Ro-mero, homilía 17 de diciembre de1978). Serán sus gestos y pala-bras las que queden grabadas enla memoria no sólo de quienestuvieron el privilegio de cono-cerle sino incluso de los que conel correr de los años se acerca-rán a su testimonio.

En estos tiempos que correnson fundamentales el ejemplovivido, el coraje de aceptar lallamada de Dios y la esponta-neidad y gratuidad de cadahombre que quiera ofrecer su vi-da en favor de los demás. Liber-tad, misterio, martirio, enseñan-zas y una sonrisa en la caridadnos dejarán en eterno testamen-to a este hombre de Dios, regalopara Latinoamérica y para elmundo entero.