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hoja dominical Arzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.518 a los 4 vientos ..... La Asunción, fiesta mayor E stamos en vísperas de una gran fiesta crisana que coincide con el corazón del verano: la Asunción de la Virgen María. En muchos pueblos es la fiesta mayor, como si la tradición popular quisiera celebrar su alegría en torno a María. Bien saben, de esto, en La Selva del Camp, que representan su magnífico Misteri, de raíces medievales, con gran parcipación popular y excelencia arsca que conmueve a los muchos espectadores que acuden a presenciarlo. Celebramos cada 15 de agosto una verdad de fe que ha sido objeto de la proclamación del úlmo dogma de la Iglesia Católica: la asunción de la Virgen María a los cielos en cuerpo y alma. El nuevo Catecismo de la Iglesia Católica nos lo explica así, citando la Bula de la Proclamación del Dogma: «Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la erra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte.» Es una creencia desde siglos muy anguos, pero que fue proclama solemnemente el 1 de noviembre de 1950 por el Papa Pío XII, una fecha reciente en la historia de la Iglesia. Algunos ya habíamos nacido, si bien éramos demasiado pequeños para darnos cuenta de la trascendencia del momento. La importancia de la Asunción para nosotros radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la † Jaume Pujol Balcells Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado 13 de agosto de 2017 XIX Domingo del empo ordinario nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una ancipación de nuestra propia resurrección. San Juan Pablo II lo explicó así, en 1997: «El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se ancipó por singular privilegio». La esperanza en la inmortalidad forma parte esencial de la creencia crisana. Mientras algunas personas se adhieren hoy a suposiciones de otras culturas sobre la reencarnación o la conversión en energías posivas, los crisanos creemos en la resurrección, como rezamos en el Credo, y consideramos que la Virgen María nos precedió con su entrada en el cielo para prepararnos la morada definiva. La esperanza en la inmortalidad forma parte esencial de la creencia crisana Enfoca el código QR y accede al video «A los Cuatro Vientos»

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a los 4 vientos.....La Asunción, fiesta mayor

Estamos en vísperas de una gran fiesta cristiana que coincide con el corazón del verano: la

Asunción de la Virgen María. En muchos pueblos es la fiesta mayor, como si la tradición popular quisiera celebrar su alegría en torno a María.

Bien saben, de esto, en La Selva del Camp, que representan su magnífico Misteri, de raíces medievales, con gran participación popular y excelencia artística que conmueve a los muchos espectadores que acuden a presenciarlo.

Celebramos cada 15 de agosto una verdad de fe que ha sido objeto de la proclamación del último dogma de la Iglesia Católica: la asunción de la Virgen María a los cielos en cuerpo y alma.

El nuevo Catecismo de la Iglesia Católica nos lo explica así, citando la Bula de la Proclamación del Dogma: «Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte.»

Es una creencia desde siglos muy antiguos, pero que fue proclama solemnemente el 1 de noviembre de 1950 por el Papa Pío XII, una fecha reciente en la historia de la Iglesia. Algunos ya habíamos nacido, si bien éramos demasiado pequeños para darnos cuenta de la trascendencia del momento.

La importancia de la Asunción para nosotros radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la

† Jaume Pujol BalcellsArzobispo metropolitano de Tarragona y primado

13 de agosto de 2017 XIX Domingo del tiempo ordinario

nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.

San Juan Pablo II lo explicó así, en 1997: «El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio».

La esperanza en la inmortalidad forma parte esencial de la creencia cristiana. Mientras algunas personas se adhieren hoy a suposiciones de otras culturas sobre la reencarnación o la conversión en energías positivas, los cristianos creemos en la resurrección, como rezamos en el Credo, y consideramos que la Virgen María nos precedió con su entrada en el cielo para prepararnos la morada definitiva.

La esperanza en la inmortalidad forma parte esencial de la creencia cristiana‘

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Ciclo A Liturgia de las Horas: Semana III

Domingo, 13: XIX Domingo del tiempo ordinario [1Re 19, 9a.11-13a; Salmo 84,9ab-10.11-12.13-14; Rom 9, 1-5; Mt 14, 22-33 (LE/LH propias)]

Lunes, 14: San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir (MO) [Dt 10, 12-22; Salmo 147, 12-13.14-15.19-20; Mt 17, 22-27] I vísperas del oficio de la solemnidad. Completas Domingo I

Martes, 15: Asunción de la Bienaventurada Virgen María (Sol) [Ap 11, 19a; 12,1.3-6a.10 ab; Salmo 44, 10c.11-12ab.16; 1Cor 15, 20-26; Lc 1, 39-56 (LE/LH propias)]

Miércoles, 16: [Dt 34, 1-12; Salmo 65, 1-3a.5 y 8.16-17; Mt 18, 15-20] Beato Juan de Santa Marta, presbítero y mártir (ML)

Jueves, 17: [Jos 3, 7-10a.11.13-17; Salmo 113a, 1-2.3-4.5-6; Mt 18, 21-19, 1] San Jacinto

Viernes, 18: [Jos 24, 1-13; Salmo 135, 1-3.16-18.21-22 y 24; Mt 19, 3-12] San Juan Eudes, presbítero (ML), o San Ezequiel Moreno Díaz, obispo (ML)

Sábado, 19: San Magín, mártirEn Tarragona ciudad (MO); en el resto de la archidiócesis (ML) [Jos 24, 14-29; Salmo 15, 1-2 y 5.7-8.11; Mt 19, 13-15]

Domingo, 20: XX Domingo del tiempo ordinario [Is 56, 1.6-7; Salmo 66, 2-3.5.6 y 8; Rom 11,13-15.29-32; Mt 15, 21-28 (LE/LH propias)]

LecturasXIX Domingo del tiempo ordinario

Lectura del primer libro de los Reyes (1Re 19, 9a.11-13a)

En aquellos días, cuando Elías llegó hasta el Horeb, el monte de Dios, se introdujo en la cueva y pasó la noche. Le llegó la palabra del Señor, que le dijo: «Sal y permanece de pie en el monte ante el Señor». Entonces pasó el Señor y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebraba las rocas ante el Señor, aunque en el huracán no estaba el Señor. Después del huracán, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el Señor. Después del terremoto fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Señor. Después del fuego, el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva.

Salmo responsorial [Sal 84, 9abc y 10.11-12.13-14 (R.: 8)]

Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paza su pueblo y a sus amigos». La salvación está cerca de los que lo temen, y la gloria habitará en nuestra tierra.

R. Muéstranos, Señor, tu misericordiay danos tu salvación.

La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. R.

El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, y sus pasos señalarán el camino. R.

Liturgia de la semana

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (9, 1-5)

Hermanos: Digo la verdad en Cristo, no miento —mi conciencia me atestigua que es así, en el Espíritu Santo—: siento una gran tristeza y un dolor incesante en mi corazón; pues desearía ser yo mismo un proscrito, alejado de Cristo, por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne: ellos son israelitas y a ellos pertenecen el don de la filiación adoptiva, la gloria, las alianzas, el don de la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos procede el Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito por los siglos. Amén.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (14, 22-33)

Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo,

En el evangelio de hoy, como tantas otras veces, aparece que la actividad de Jesús iba siempre acompañada de sus tiempos de oración a solas. Toda

una lección para nosotros que, por olvidarla, convertimos el apostolado en puro activismo, más propio de una ONG. Después, Jesús fue a reunirse con los discípulos que estaban en medio del lago en una madrugada tormentosa; y el fuerte viento se calmó cuando Él dejó de andar por las aguas y subió a la barca. Al profeta Elías dios le habló en la paz de un susurro (1a lect.). Busquemos a Dios en la paz de una oración sosegada.

empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios».