Ontología Contemporánea- Trabajo Final

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República Bolivariana de Venezuela. Universidad Central de Venezuela. Facultad de Humanidades y Educación. Escuela de Filosofía. Departamento de Filosofía Teorética. Edmund Husserl y la conciencia intencional como fundamento de la realidad Caracas, 31/10/2013 Bachiller: René Morao. C.I.: 25.234.560

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Un trabajo explicativo de la filosofía fenomenológica de Edmund Husserl y unas críticas personales

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República Bolivariana de Venezuela.

Universidad Central de Venezuela.

Facultad de Humanidades y Educación.

Escuela de Filosofía.

Departamento de Filosofía Teorética.

Edmund Husserl y la conciencia intencional como fundamento de la realidad

Caracas, 31/10/2013

Bachiller: René Morao. C.I.: 25.234.560

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Resumen: El objetivo principal del presente trabajo es hacer referencia a las principales nociones que se encuentran dentro de la ontología de Edmund Husserl. La idea principal de Husserl es usar parte de la constitución del hombre, la conciencia, como aquello que aprehende la esencia (y dicho de otra manera, el ser) de aquello que buscamos estudiar rigurosamente mediante el método de la ciencia particular que le corresponda. Sería ese bagaje conceptual que nos comenta Peter F. Strawson en su libro Análisis y Metafísica, y conceptos fundamentales como vista previa de nuestra concepción del ser a los que se refiere Martín Heidegger en Ser y Tiempo; son aquellas abstracciones parecidas a las que se refiere Tomás de Aquino de nuestro “intelecto” o a la “intuición” de Platón (tanto como de otros más) que Husserl probablemente habrá inspirado en la obra del mismo Heidegger, y que no deben ser entendidas como representaciones de las cosas en nuestra mente, ya que sería entrar en un empirismo (en una gnoseología) que no corresponde. También valdrá destacar que aunque ontología querrá decir, el estudio de los entes en tanto que entes, la ontología Husserl le da también el significado de aquella ciencia que versa sobre las esencias: esto quiere decir el ser de los entes. La idea que luego busco resaltar luego es la de Etienne Gilson, una crítica a este objetivo de “intuir” esencias de parte de una conciencia que en vez de ser una parte del ser en general, se vuelve este último; por esto el filósofo cristiano juzga como un proceder que ha fallado varias veces en la historia de la filosofía que confundamos una parte con el todo. Además juzga también que es incorrecto que la metafísica idealista como la que hace Husserl llegue a constituir una realidad que dependen del sujeto y su pensamiento.

Palabras clave: Esencia, intuición, conciencia intencional, fundamento de la

realidad.

Siguiendo el ejemplo del filósofo inglés, Thomas Hobbes, de definir términos para

luego ahondar sobre el tema principal, antes de empezar el presente trabajo sobre

la conciencia intencional en la ontología de Edmund Husserl, aclararé un poco que

cuál es la visión de lo que es ontología o mejor dicho, las formas en las que se

puede entender. Al preguntarnos por lo que es ontología, la respuesta a la

definición pudiera empezarla cualquiera por el concepto del diccionario de la Real

Academia Española: una ciencia cuyo estudio es el del ser en general. Este es el

principio, más la respuesta no se acaba ni es sencilla. Esto es porque la palabra

ser es demasiado general y compleja como para que el filósofo se quede con esta

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definición; y nos podemos dar cuenta de esta complejidad y generalidad tan sólo

revisando nuestro lenguaje y nuestros discursos, tanto diarios como técnicos.

Gracias a Aristóteles poseemos el conocimiento de que el término ser se usa para

hablar de: entes, esencias o naturalezas, la existencia (en general o de alguna

cosa en específica), el Ser supremo y primero (Dios), las acciones o hechos, las

propiedades, entre otras que pueda pensar el hombre. En este sentido, la

ontología, antes de saber o buscar el significado del ser, debe preguntarse cuál es

el ser al cual busca definir. Por esto, Manuel García Morente dice que para poder

definir ser, se necesita un concepto más general que lo envuelva. Nos explica

luego que el motivo es que no es posible conceptualizar totalmente lo que es el

ser ya que este concepto es el más general que poseemos, debido a que se

encuentra en todo discurso, pensamiento y razonamiento del hombre. Por lo

anterior se apela a una herramienta intelectual y cognoscitiva llamada intuición

cuyo significado no es otro que el de captar o percibir (no visto de manera

sensible) un sector de lo que es el ser; de tal manera se deshace de la búsqueda

de saber definitivamente por lo que es ser, para hacer notar que lo que se busca

realmente es distinguir, mediante nuestras nociones intuidas, de lo que es el ser y

lo que no lo es.1

Morente realiza una distinción importante dentro de lo que es la búsqueda del ser,

nos comenta que cuando encontramos un ser (cosa cualquiera) que posee dentro

de sí muchos seres (características) que lo hacen ser el que es, este ser es

inauténtico o también lo llamaríamos relativo, y cuidado si contingente, un ser que

es en otro, condicionado. Otro ser, que podríamos llamar absoluto, sería aquel ser

que es o existe gracias a sí mismo, que no depende o no posee otros seres que le

hacen ser. Aquí podemos hacer la distinción que hace el autor, en ambos casos

un ser puede depender o no en dos aspectos: uno, para existir o “estar ahí”, y

dos, para ser lo que es, tener una consistencia o esencia.2 Y he aquí un punto

capital, que nos permite distinguir las diversas ontologías que han existido y

existirán: hay ontologías que buscarán estudiar aquellos seres (visto como entes,

1 Cf. Morente, Manuel G., páginas 50-522 Cf. Ibídem, página 53.

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generalmente) que se componen de otros, pero que a su vez poseen una esencia

(principalmente porque el hombre puede encontrar lo que distingue a un ser de

otro, aunque sea condicionado), y también hay ontologías que buscan estudiar

ese ser incondicionado y absoluto. Esto ya fue visto por Aristóteles en su

Metafísica, sólo que llamará a la ontología, filosofía primera, y hasta teología.

Por otro lado, Morente nos informa que ontología, en su etimología debe

traducirse en teoría del ente, pues viene del participio presente del verbo ser en

griego, “tou ontos”, que significa ente. Pero explica que más allá de su estructura

gramatical, esto nos debería llevar a entender que el estudio del ente es a su vez

la búsqueda de lo que es el ente en general, de saber cuál es la esencia del ente

en general (en qué consiste que un ente sea ente), que los hace a “todos” los

entes tener algo común y a su vez en qué se pueden distinguir, lo que hace

posible la clasificación de estos, sobre todo, de aquellas leyes bajo las cuales todo

lo que existe está sometido.

Termina por proponernos dos métodos para dirigirnos a la ontología, es decir, para

trabajar en ésta buscando la noción de ser: el primero, es enfocarnos en esas

nociones/intuiciones del ser, para luego aplicar en la realidad, compararlas con

esta para luego descartar las nociones equivocadas, restringir su rango de validez

como concepto que representa al ser en general, y a esta la llama “análisis

dialéctico”; y un segundo método que consiste en observar la realidad, el mundo,

ver los distintos seres que existen en este, tomar como punto de partida “nuestra”

existencia en este mundo, reflexionar sobre la experiencia o vivencia de los

diversos entes, pensar sobre el ser o esencia de esos entes.

Visto hasta entonces una noción un poco más completa de lo que es la ontología

en general, quisiera ahora explicar aquella visión general de Federico Riú sobre la

ontología de husserliana antes de analizar al mismo Edmund Husserl en su teoría.

Husserl buscó un proyecto para poder resolver la famosa crisis de las ciencias del

siglo XX, pero también (tal vez relacionado con lo anterior) oponer resistencia al

positivismo que existía, pues estaba en contra de que la filosofía procediera

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solamente en la parte empírica, basarse sólo en los hechos; aunque también tenía

en mente la idea de evitar que en algún momento vuelva a ocurrir alguna de los

anteriores problemas, por lo que la finalidad siempre fue tener cimientos o bases

sólidas para que las distintas ciencias no tengan límites difusos y puedan

confundirse los campos de investigación, siendo que por estas mismas bases las

distinciones como también las relaciones entre las ciencias estén siempre claras.

Husserl había estructurado su proyecto en “ontología”, que no es más que lo que

llama “ciencias eidéticas”, que la define como teoría a priori del objeto,3 esto quiere

decir que va dirigida específicamente a esencias o como también les llama,

objetos universales cuya validez es siempre necesaria y se basan en la

intuición/aprehensión de estos objetos, teniendo también la propiedad de no ser

nunca consecuencia de resultados de las ciencias empíricas.4 Clasifica la

ontología de la siguiente manera: estas se dividen primero en ciencias eidéticas

formales y materiales. Las primeras versan sobre lo que son los objetos en

general, la esencia de estos en tanto que son objetos, es decir, basándose en esta

igualdad, y a esta también le llama ontología formal, que es en última instancia la

lógica pura. La segunda, sobre las esencias de los objetos materiales, que divide

en aquella ciencia que estudia esencias concretas y abstractas (esencias de entes

matemáticos y/o geométricos); y a esta ciencia eidética material las llama

ontologías regionales.

Se preguntaría cualquiera, ¿qué es una ciencia eidética o una esencia? Es

necesario empezar describiendo que la ontología como ciencia eidética se

entiende desde esta última palabra, que viene del griego “eidos”. Esta palabra

puede entenderse tanto como se entendía en Grecia, que es “idea” y también

como lo entendía Platón, como esencia. Sólo que la esencia es en Husserl algo

distinta a como en lo concebía Platón, pues aquello que constituye a un individuo,

aquello que hace que un objeto sea y no pueda dejar de ser de cierta manera

debe estar por completo vinculado a ese objeto específico y no de manera

3 Fink, E., El análisis intencional y el problema del pensamiento especulativo, página 85; citado por Riú, F. (1966), página 11.4 Cf. Edmund Husserl. (1982), página 64.

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trascendente. Explica Riú que puede entenderse como “lo esencial”, “aquello sin lo

cual”, es decir, vendría siendo lo que hace posible la manera de ser de una cosa u

objeto; la esencia sería alguna determinación que necesita el individuo u objeto,

de manera inmutable y necesaria para que dicho objeto sea lo que es, de tal

manera que aunque posea otras determinaciones contingentes el objeto no posea

una relatividad ni que no pueda distinguirse.5 Es decir, es algo que no varía a

pesar de poseer características que sí lo hagan y lo que posibilita la comprensión

del objeto a pesar de esas variables.

Entonces, las “ciencias eidéticas”, en tanto que su dominio de objeto son las

determinaciones necesarias de los objetos, no pueden, según Riú, moverse hacia

lo experimental o estudiar hechos, debe por tanto, marginarlos. No debe recurrir a

la experimentación, sino acercarse a los “eidos” de manera inmediata por medio

de algo llamado intuición, que no es más que apartar la singularidad material de

un objeto o ente que exista y poner en relieve su esencia y características

universales; no es entonces la intuición una meramente representación de las

particularidades físicas de un objeto, sino más bien un conocimiento acerca de las

características necesarias de un ente;6 esto se da para luego utilizar mejor estas

esencias como axiomas, es decir, como principios que se aceptan sin

comprometerse con una demostración de su veracidad, o también como puntos de

partida hacia el cual se desarrollan o se deducen otras verdades por medio de un

pensamiento riguroso y reflexivo, que explica Riú, son los dominios de objeto de

las demás ciencias.

Para entenderlo mejor lo dicho recientemente, podemos regresar a lo que son las

ontologías formal y regional. Se puede describir a la llamada ontología formal

como aquello que, en Husserl, está en búsqueda de un eidos “vacío”, sin

contenido específico, queriendo decir con esto, que versa sobre la esencia de los

objetos (o entes) en general, de ninguno en específico, sino de todos al mismo

tiempo. A su vez se encarga de lo que son las formas o las leyes del pensamiento,

5 Cf. Riú, F. (1966), página 14, 18.6 Cf. Morente, Manuel G., páginas 46.

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en tanto que es la lógica, que luego posibilitará el curso de las demás ontologías

(las regionales). Cito a Riú para mostrar la visión de Husserl:

“El contenido temático de la ‘ontología formal’ está integrado, según

Husserl, por el conjunto de verdades que enuncian lo que es válido,

con la generalidad formal, para los objetos en general, para las

esferas de objetos en general; enuncia en qué forma son o pueden

ser los objetos, conforme a los juicios, naturalmente; pues los

objetos en general sólo son conformes a los juicios y a formas

categoriales por la misma razón.”7

La ontología formal o lo que es lo mismo, la ciencia eidética formal, se encarga de

las deducciones y conexiones entre las formas de pensamiento y de las

intuiciones que tenemos de los entes en tanto que entes, sin sus características

particulares, y se discurre sobre dichos entes de manera global, como un todo,

como un conjunto; por lo tanto esta se encarga de pensar los objetos de todas las

teorías posibles, de todas las ciencias en su multiplicidad, pues le toca estudiar las

leyes por las cuales los objetos pueden estar regidos, es decir, una ciencia de las

distintas posibilidades de ser de los objetos. Ahora bien, las ontologías regionales

se encargan de intuir aquellas esencias, en primer lugar, de entes concretos, de

aquellos entes materiales o de la realidad, usando dicha intuición en el área

empírica sin incurrir dentro de la metodología de las ciencias naturales o

empíricas, pero de alguna manera les sirve estas a las últimas de cimiento y de

puntos de partida para el conocimiento humano.

Lo que nos hace notar Riú es que las innovaciones o puntos a resaltar en la teoría

husserliana es que la ontología como ciencia de esencias funciona como un

almacén o como base de las ciencias empíricas pues contiene conceptos básicos

o fundamentales que a su vez dan la condición necesaria para que las ciencias

empíricas posean un desarrollo y un conocimiento de estas nociones o esencias

7 Husserl, E. Lógica formal y trascendental, página 124, citado por Riú, F. (1966), página 26.

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para con su dominio de objeto, es decir su área de trabajo.8 Riú destaca en el

pensamiento husserliano que para que una ciencia empírica pueda estar

plenamente desarrollada debe poseer un objeto definido a estudiar que sólo le es

posible si posee conocimientos esenciales de dichos objetos; en este sentido, no

puede desligarse de las ciencias eidéticas, pues estas son las que posibilitan y

fundamentan dicho conocimiento y, por lo tanto, del funcionamiento correcto de las

ciencias empíricas.

Lo que nos damos cuenta es que las ciencias eidéticas u ontologías son el

soporte, fundamento de las ciencias, como he dicho. Husserl estaba en busca de

una solución para la famosa crisis de las ciencias en el siglo XX, derivados de la

dicotomía racionalismo y empirismo, siendo que de este último traía un problema

del inductivismo (que era la idea de inferir algo por una mera experiencia o

vivencia particular además de la conjetura de efectos mediante estas, dicha de

manera sencilla, pudiendo errar por sacar conclusiones de lo particular). Es decir,

aquí la ontología funciona como se ha dicho, como aquella posibilitadora y

principio para el accionar de las ciencias naturales o empíricas. Y esto se debe a

que la ontología explica el dominio de objeto de la ciencia empírica. Pero esto

debe atenderse con cuidado: las ciencias empíricas estudian y describen lo

relativo a un objeto en específico; ahora, las ciencias eidéticas analizan lo esencial

de ese objeto para que la ciencia empírica sepa qué es lo que debe estudiar o

dicho de otra manera sus límites con respecto a las otras ciencias empíricas. Y es

aquí donde entran las ontologías regionales. Estas son las posibilitadoras o la

ontología más allegada a las ciencias empíricas debido a que son las que explican

dicho dominio de objeto, cosa que no hace exactamente la ontología formal, y esto

es debido a lo “intuido” por las ontologías regionales, que según describe Riú,

tienen una experiencia mínima vivida para luego servir o llenar de definiciones a

las ciencias empíricas.

Por último, antes de pasar a explicar la concepción de la conciencia intencional,

debo hacer breve referencia a la ontología que se ocupa de esta, la

8 Cf. Riú, F. (1966), página 33.

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fenomenología. Según nos dice Riú, había un problema para Husserl con respecto

a las ontologías materiales concretas pues estas no poseen una cantidad de

axiomas ni pueden luego realizar deducciones debido a los objetos a los cuales se

acercan para poder finalmente acotar el dominio de objeto de las ciencias

empíricas. Pues este método ya es perteneciente a la ontología formal y de las

ontologías materiales abstractas, el extraer las distintas posibilidades mediante la

deducción de proposiciones tomadas como verdaderas, mientras que las

ontologías materiales concretas buscan examinar o analizar las propiedades

necesarias que determinan sus objetos específicos, dado por una captación

directa de la esencia de dicho ente u objeto particular. Por esto postula una

ontología regional “descriptiva”, y la llamará fenomenología. Así como las demás

ciencias eidéticas cuyo objetivo es encontrar dichos dominios de objeto, también

tiene como imposibilidad encontrarlos mediante razonamientos deductivos a partir

de axiomas venidos de la intuición; por lo que le queda descubrir y describir

aquellas esencias en cuanto son vivencias de la conciencia pura, es decir, una

ciencia de vivencias. Riú explica que hay una diferencia entre la ontología y la

fenomenología:

“La ontología versa sobre el ser trascendente, correlato de la

conciencia, la fenomenología trascendental sobre el dominio de la

conciencia trascendental como ser absoluto.”9

Luego dice que para diferenciarlas podemos encontrar que la ontología va hacía la

experiencia para intuir o captar las esencias, sin ningún tipo de mediación por

parte del juicios, razonamientos, creencias o conocimientos científicos previos que

puedan obstruir aquella percepción genuina y real a cerca de la esencia intuida de

cualquier objeto (la llamada epojé), para luego determinar aquello sobre lo cual

trabaja la ciencia empírica especifica cualquiera; mientras que la fenomenología

trabaja sobre aquello que la ontología no, la conciencia en tanto que esta es base

y aquella que constituye lo que son los objetos (seguramente hablando de cómo

son estos para nosotros). Riú comenta que es evidente que la fenomenología

9 Ibídem, página 31.

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fundamenta a la ontología en tanto que esta explora sobre el sujeto que

condiciona a su vez la existencia de las ciencias eidéticas.

Pasamos ahora a hablar justamente de la tarea de la fenomenología de lo que se

entiende en Husserl sobre el concepto de conciencia y su función de intuir

esencias. Primero (hablando brevemente sobre esta última), Husserl plantea una

división entre intuición individual e intuición esencial: la primera determina

contingencias, es decir, características empíricas de un objeto que para Husserl

nos lleva a experimentar una cantidad muy cuantiosa de aspectos; la segunda

percibe la esencia ya descrita, aquello universal, esto es aquello que se mantiene

o permanece en un ente. Cada una posee un objeto distinto, o dicho de otro modo,

a cada una le corresponde características distintas que son parte de un mismo

ente. Pero Husserl advierte que aunque no puede manejar hechos, la ontología

debe recurrir a la experiencia para extraer las esencias, pues es necesario el ente,

físico y visible para poder intuir algo sobre él, o como lo dice el mismo autor, entes

que sean objetivas (o reales, pues es la condición necesaria para intuir algo) para

una posible aprehensión del ser de estos por parte del sujeto. La base de la

existencia de la intuición esencial depende de una base objetiva, por decirlo de

alguna manera, y esta es la intuición individual o de hechos; que a su vez necesita

de algo que lo rija de manera inteligible para poder subsistir en tanto que no pueda

dejar de ser lo que es y además lo diferencie de otros objetos.10 Y para terminar

sobre la intuición, tomaré la acepción del Diccionario de filosofía de Ferrater Mora

sobre Husserl, pues esta resume que la intuición recibe a la esencia de un objeto,

esta entonces es algo dado aislado de contenidos sensibles por lo que no pueden

ser percibidos por los sentidos, se dice que es esencia pura, pues se libra de lo

individual y que a su vez responde a la pregunta sobre qué es la cosa que se

aprehende y se aprende, de tal manera que se basa en estructuras ideales, esto

es, mediante la experiencia o información sensible.11

10 Cf. Husserl, E. (1949), página 19, 22.11 Cf. Mora, Ferrater. (1993), página 241.

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Pasamos ahora a la conciencia. Primero tocamos lo que nos dice nuevamente el

Diccionario de filosofía sobre Husserl, este consigue al menos 3 funciones o

significaciones: la primera se entiende como la relación o conexión de las

vivencias en la unidad de un sujeto, sabiendo que vivencias son la contención de

esencias, por lo que significa que es la unidad de estas de carácter conexo de

algún modo en el sujeto; la segunda sería aquella percepción interna o de parte

del sujeto a aquellas vivencias de él mismo en tanto que existen aprehensiones

que hay que describir, analizar y/o comprender; y la tercera significación sería

aquella colección de “vivencias intencionales”.12 Algo que se puede extraer de

estas significaciones, de lo que se va a hablar luego y de lo que entendemos

generalmente por conciencia es que es tener en claro que hay un yo, o dicho de

otra manera, un ente individual que aprehende esencias, conociendo o teniendo

en claro que son particulares, ya que son las únicas que puedo conocer en tanto

que son “mis” vivencias, siendo estas una amplia cantidad de actos mentales

(dentro de las cuales se incluye la intuición). Aunque también, Husserl realiza

comparaciones con el cogito de Descartes, haciendo de este un término bastante

general, pues sería en gran medida esa acción mental del pensar, pero de manera

que es un pensar en algo, un objeto; de esta manera el concepto de conciencia se

vuelve como en Descartes, a ser una propiedad distintiva del sujeto, por lo que es

un ser que necesita estudio, por lo que fenomenología sería una teoría sobre el

pensamiento del hombre cuyo correlato son seres ideales como lo son las

esencias y además sólo está hecho para dichos seres. El problema que tal vez

esto pueda traer es el relativismo de esta ciencia, pues cualquiera pudiera

cuestionar cómo una ciencia puede basarse en las esencias intuidas por cada

quién, aún sin saber cómo es posible dichas intuiciones y si es en el humano igual

para todos, o también, qué sucede con las intuiciones de un objeto ya que pueden

ser muy distintas. Es decir, cómo comparar tantas vivencias -que Husserl

menciona como algo cambiante, mutable- en cada uno de los sujetos. Pero a

pesar de volverse tal vez un problema en el sentido de que durante la lectura de

Husserl, el sujeto ocupa siempre el centro de la teoría, y más cuando el filósofo

12 Cf. Ibídem, página 72.

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alemán restringe un acceso a la ciencia de lo fáctico, lo que podemos apreciar del

gran peso del hombre es la obviedad del mismo lo observado por nuestro autor; es

decir, a pesar de que el conocimiento es más bien una relación entre sujeto y

objeto, es un conocimiento humano, por lo que resaltar a este y lo que aporta a

dicha relación, es realmente substancial (dicho en el sentido filosófico de que sirve

de base).

Siguiendo con nuestra explicación, lo que busca la fenomenología sería encontrar

lo que es esencial en dicha conciencia, algo inmanente y lo que es ella en general,

además de la descripción de las vivencias, es decir, de las esencias puras de los

entes. Es decir, se podría preguntar por qué esta ciencia eidética posee la

conciencia como objeto de su conocimiento, y la respuesta sería que esta ciencia

que analiza o aclara lo esencial de algo dado, sería entonces la conciencia aquella

cosa que se da a sí misma, después de que se práctica la epojé, queda ella como

el objeto principal que piensa, que aprehende algo, es decir, darse cuenta que lo

que queda aparte del objeto que se busca conocer es la conciencia intuyendo; la

conciencia debería estudiarse a sí misma pues ella posee todas las esencias que

se le dan en el exterior, y que constituye la realidad de un modo particular. Lo

importante en la fenomenología es de lo que Husserl busca persuadirnos sobre la

idea de la conciencia como un ser (debidamente, una región del ser en general)

que debe estudiarse, pues ya hemos visto que aunque pueda entenderse como un

mero depósito, la información de éste es de vital importancia para lo que

rigurosamente llamamos ciencias, y en cuanto que esta es un algo objetivo del

cual hay que extraer su ser; y debido a que nuestro autor juzga que si este ente

posee una facultad, que dicho sea de paso, es la intuición de esencias, este algo

debe evidentemente tener una esencia propia que la distingue del resto (supongo

yo que también sería en contraste con el resto de facultades del hombre). A su vez

la conciencia tiene de inherente el advertir aspectos de los objetos, prestar

atención a un algo peculiar, y esto es parte de aquello que encuentra Husserl, que

es percibirse a sí misma, por su misma definición, la conciencia le es necesaria

ser permanentemente percibida.13 13 Cf. Husserl, Edmund. (1949), página 76, 78, 95

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Justo por lo dicho anteriormente es que Husserl comenta lo siguiente:

“[…] dirigimos la mirada de nuestra aprehensión e indagación teórica

a la conciencia pura en su absoluto ser propio. […] No hemos

perdido propiamente nada, sino ganado el íntegro ser absoluto, que

bien entendido, alberga en si todas las trascendencias del mundo,

las constituye en sí.”14

Vemos aquí, en este tipo de comentarios, que justamente debemos comprender la

manera en la que entendemos el mundo, y luego describir a éste ente. Es decir,

en vez de aprehender nuestros juicios, y nuestros métodos relacionados con el

modo en que ordenamos la naturaleza (la realidad física), se prescinde de esta

relación y se aprehende el ser de la conciencia. De aquí pueden siempre surgir

dudas y cuestionamientos como la búsqueda de una ontología, que por la misma

definición de Husserl, es una ciencia siempre objetiva que luego podría volverse

subjetiva; esta ontología regional que a su vez es la más fundamental parece

fijarse mucho en la manera en la que el hombre aprehende y de sus

aprehensiones (esencias). A pesar de aparentar riesgo, podemos notar que la idea

de poseer las esencias de algo en nuestra conciencia y comprendiendo luego la

esencia de esta y las vivencias es, al parecer, la vía más cercana para el

conocimiento del todo, llamado realidad; pues como se vio anteriormente, las

vivencias (contenido de la conciencia) son la unidad de unas esencias objetivas y

no sólo articulación de las propiedades particulares, y que siempre está en

constante cambio debido a la intuición constante de esencias. De este concepto

de conciencia (en conjunción con la de cogito) lo que debemos apresar es que

para que haya algo tal como una conciencia intencional, debe haber un “yo” que

se encarga y es capaz de voluntariamente dirigirse hacia una cosa, por lo que

podemos derivar que la conciencia no puede dejar de ser intencional, este sería

un rasgo inmanente a esta. Es por esto que debemos a la conciencia aquella

búsqueda de conceptos axiomáticos o más bien, básicos, que debemos haber

aprehendido para el fundamento a priori de las ciencias, la idea de una conciencia

14 Ibídem, página 115-116.

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intencional se debe a que haya una objeto determinado para una ciencia

específica; la finalidad es que usemos esa intencionalidad inmanente a nosotros (o

a nuestra conciencia) para poseer en nuestro bagaje conceptual de términos

definitivos para una base tanto sólida como universal para toda ciencia.15

E incluso, precisa el iniciador de la fenomenología, el dominio de esta, las

vivencias, son absolutas en el sentido filosófico de independencia, pero a su vez

de una trascendencia de las demás cosas, debido a su diferencia con el resto de

los entes; las vivencias y la conciencia pura no necesitan del mundo para existir de

la manera en la que lo hacen, sino al revés, puesto que los entes que estudiamos

se sirven de ésta última y de su manera de ordenar el universo para existir,

insistiendo en, “de la manera en la que lo hacen”, es decir, con una esencia o

naturaleza específica y particular; esto es porque según Husserl, el mundo de las

cosas es correlato de la conciencia (en tanto que esta intuye al primero), por ende

se vuelve dependiente de esta. Gracias a esta independencia de la conciencia y

de sus vivencias como objeto de estudio de la fenomenología, encontramos que el

accionar de la aprehensión y las relaciones diversas que hay entre las esencias

percibidas se vuelven para Husserl el ser absoluto, que es aquello primordial en

toda cosa existente, quedando como resultado, una realidad que él llamaría

universal. La conclusión que cualquier lector pudiera deducir de lo dicho

últimamente es que no se puede estudiar la naturaleza y sus particularidades sin

antes (o al menos de manera simultánea) estudiar este ser absoluto, ilimitado, que

condiciona la estructura de nuestro mundo.16

Ahora bien, cualquiera pudo haber captado, de manera no poco sutil, que el

núcleo en la ontología husserliana lo ocupa la conciencia, es decir, como ya se

mencionó anteriormente, un ser particular que soporta no sólo la base del

conocimiento humano (eidético y empírico), sino también la esencia del ser

universal, de los entes en su totalidad, de la realidad. Todo comienza cuando

cualquiera se pregunta ¿qué certeza hay en Husserl de que la conciencia

15 Cf. Ibídem, página 201.16 Cf. Ibídem, página 117-118.

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intencional recibe la esencia del objeto de manera clara, como sí la hay en San

Agustín, por ejemplo, donde Dios es la garantía del conocimiento? Porque aunque

las esencias son dadas, dentro de la fenomenología, el hecho de que hay que

averiguar la conciencia como lo que subyace a la realidad, se puede llegar a

confundir (siendo fenomenólogo) el mundo constituido por nosotros y el mundo tal

cual es; se puede pasar por tanto a un idealismo extremo donde se crea a la

realidad. Para realizar una crítica, o dicho de otra manera, notar el problema de

esta tesis se puede hacer referencia a Étienne Gilson, quien se percata de los

riesgos del proceder de ciertas teorías ontológicas, o lo que él llama, metafísicas.

La idea de la que nos comenta Gilson está relacionada con la constitución del

humano, es decir, de su inteligencia. Dicha inteligencia (que está dada a una

materia, de alguna manera que la filosofía trata de descubrir) es aquella capaz de

dar con el ser de las cosas; ya vemos entonces que hay una coincidencia con

Husserl. Con esto se quiere decir que la mente tiene como correlato al ser, pues

cada vez que se quiere referir a alguna cosa debe presuponer un conocimiento

mínimo del ser (para su existencia o esencia) y así predicar algo de aquella cosa o

dirigirse a ella. Nuestro pensamiento, conciencia intencional, mente o intelecto,

tiene como primer objeto el ser, no tan solo para poder derivar todo conocimiento

a partir de este principal, sino que es el medio para entender todo lo demás;

porque es que el ser solo causará ser (es decir, existencia, esencia, etcétera). Y

es que no sólo es que podamos tener como correlato algo inteligible a nuestra

mente inteligente, sino que además parece natural tener una actitud en la que

busquemos una cosa que sea común a todas las demás, es decir, aquella cosa

explique las propiedades y las leyes a las que están sometidas cada cosa que

existe, y este viene siendo este aquello que llamamos “ser”.17 Esta tarea es a la

que Gilson llama metafísica, y es de aquí de donde surge el conocimiento tanto

filosófico como de las demás ciencias particulares, una búsqueda del ser (eidos)

de varias cosas que poseen esta determinación común entre sí, que luego una

ciencia particular respectiva se encarga de estudiar partiendo del conocimiento

abstracto y a priori de dicha determinación, pues todo conocimiento depende y 17 Cf. Gilson, Étienne. (2004), página 267-268.

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proviene de eso que engloba a todas las cosas, lo que Gilson, Aristóteles y

muchos filósofos de la Edad Media llaman primeras causas y primeros principios.

Después de la breve explicación de la tarea de la ontología/metafísica según

Gilson, se destaca de este la acusación al calificar de error a ese criterio de

muchos filósofos de reducir el ser a una cosa que está contenida dentro de este,

con sus propias palabras:

“El metafísico medio los pasa ordinariamente por alto (los principios),

porque aunque aspire al descubrimiento del último fundamento de la

realidad como un todo, intenta explicar todo por una de sus partes o

reducir el conocimiento del todo al de una de sus partes.”18

Y aunque no habla directamente de Husserl (tal vez ni lo tenía en mente), se

puede notar que el pensador alemán de raíces judías cae bajo el conjunto de

dichos filósofos, porque cuando se le da a la conciencia el título de el “ser

absoluto” que hay que estudiar primero para luego determinar los demás entes

particulares, nos damos cuenta de la tentación de reducir el ser en general a uno

particular, ¿significaría que las cosas fuera de la conciencia son menos existentes

o menos reales que la conciencia, aunque esta intuya lo substancial desde los

mismos objetos extramentales? Pareciera que sí, o al menos, los entes dependen

de la conciencia para poder tener una forma de ser determinada. Llega un punto

en el que esta ciencia eidética y objetiva, parece dejar al objeto relegado a una

existencia relativa que depende sólo de la conciencia para existir de una manera

particular, y no así de la esencia misma del objeto. Y es que la tentación es muy

grande. Dar dicho título a la conciencia se entiende, pues la captación de aquella

forma de ser depende de ella y no de un órgano de mi cuerpo (como mi piel, mi

hígado, o mi corazón); también, “nuestro” conocimiento depende de nuestras

facultades cognoscitivas como la razón para deducir, describir o explicar, y la

conciencia (entendimiento en Gilson) para intuir o aprehender; y además, porque

la conciencia y la intuición son lo más permanente o inmutable en el acto de

18 Ibídem, página 266.

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conocer según Husserl y es por esto que llega a las conclusiones que ya se

conocieron. Pero no es aceptable dicha tentación, pues este mismo proceder,

Gilson se lo recrimina a Pedro Abelardo, Ockham, Descartes, Kant y Comte, es

decir, que este mismo error ya le ha sucedido a otros filósofos importantes de la

historia, por lo que el proceder husserliano debió haber sido previsto y evitado;

pero no sólo por el hecho de haberle sucedido a otros, sino también porque es un

principio muy intuitivo (dicho en el sentido intelectual), un ente particular y limitado

no puede envolver el resto de las cosas que existen.

Esto es así porque si un ser particular posee todas y cada unas de las

propiedades del el ser en general, entonces tenemos o una contradicción (porque

un ser limitado y particular no puede ser uno ilimitado y general) o ese ser nunca

fue uno particular sino el ser en general, cosa que sabemos la conciencia, no es. Y

esto no sería poco evidente, si hay tantos seres absolutos como hombres hay en

el mundo, la particularidad de las conciencias es suficientemente obvia. Aquí

encontramos la base del problema husserliano ya criticado: si las esencias son

dadas a la conciencia (por esto son fenómenos), pero la fenomenología los toma

como objetos meramente ideales, ¿cómo se supone que están sólo adentro del

ser humano? Sabemos que surgen desde afuera, pero aún así, el hecho de que

exista la constitución de un objeto depende enteramente de la conciencia; nos

queda de este modo una argumentación que se contradice o mejor dicho, que no

es consistente.

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Conclusión

Para concluir, en Husserl debemos darnos cuenta de su visión de que la filosofía

y en su rama llamada ontología, debía al menos tratar de llevarla a cabo teniendo

en cuenta como mínimo su finalidad, para luego intentar corregir sus errores. Es

de gran magnitud darse cuenta que en la ontología husserliana cuál es la relación

entre las esencias y los hechos, las ciencias eidéticas y las ciencias empíricas:

“En las relaciones esenciales (o los axiomas eidéticos)

aprehensibles en una evidencia intelectual inmediata se fundan las

mediatas, que se dan en el pensar de evidencia intelectual mediata,

y que se dan en éste según principios que son de una evidencia

intelectual absolutamente inmediata.”19

Es decir las ciencias empíricas deben regirse por medio de las leyes por las cuales

se rige todos los objetos y que son aquellas descubiertas por la lógica (y

seguramente, la matemática). De lo que nos damos cuenta aquí es la

dependencia de las ciencias empíricas, pues necesitan de ese “medio” llamado

esencia para poder luego proseguir con la investigación y/o teoría. El deseo de

tener un conocimiento seguro e inmediato (otra coincidencia con Descartes), es

exactamente aquello que llevó a Husserl a las conclusiones a las que llegó: a la de

un proyecto en el que conocimiento es para el ser humano, con unas facultades

muy propias o particulares para extraer lo que algo es, por lo que el ente le debe a

otro (la conciencia, “entendimiento” en Gilson) la forma particular en la existe.

Al final de este recorrido nos queda que la tarea de la fenomenología es pues, el

aclarar y determinar las esencias intuidas por la conciencia, abstrayéndose de las

vivencias relacionadas con el mundo que ha ordenado antes de alguna intuición

reciente, de tal modo que estas esencias se vuelvan a su vez principios y

conceptos que fundamenten el proceder de las demás ciencias existentes. Así

pues, nos queda un método propuesto para la filosofía, producto del deseo de

encontrar una(s) verdad(es) universal(es) y absoluta(s) para regir todo en cuanto

19 Husserl, Edmund. (1949), página 28.

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existe y para todas las personas que busquen hacer ciencia, al fin y al cabo, efecto

de una actitud que considero muy científica. Nos queda, así pues, un método que

se trata de que se investiguen y describan -en vez de derivar conclusiones de

unos principios- estas aprehensiones realizadas por la conciencia dejando de lado

otras vivencias, opiniones y los generalmente dañinos prejuicios ya dados sobre el

objeto que se busca conocer, siendo que la finalidad es prestar atención a la pura

naturaleza de la conciencia misma y a la de un ente recientemente intuido, de la

manera más genuina que nos sea posible, pues lo que nos caracteriza como

humanos es ese mismo “amor por el conocimiento” por “la” verdad misma.

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Bibliografía:

Gilson, Étienne. (2004). La unidad de la experiencia filosófica. Madrid:

Ediciones RIALP, S.A.

Husserl, Edmund. (1949). Ideas relativas a una fenomenología pura y una

filosofía fenomenológica. México: Fondo de cultura económica. Traducción de J.

Gaos.

Edmund Husserl. (1982). La Idea de la fenomenología. México: Fondo de

Cultura Económica. Traducción de Manuel García-Baró.

Husserl, E. Lógica Formal y Lógica Trascendental. (1962). Ediciones del Centro

de Estudios Filosóficos de la Universidad Nacional Autónoma de México,

México D.F. Traducción de Luis Villoro.

Mora, José Ferrater. (1993). Diccionario de filosofía abreviado. Buenos Aires:

Editorial Sudamericana, S.A.

Morente, Manuel García. Lecciones preliminares de filosofía. México: Editorial

Época, S.A.

Riú, Federico. (1966). Ontología del siglo XX. Caracas: Ediciones de la

Biblioteca Central de Venezuela.