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RICARDO El 4D, el nuevo modelo de estado y el desafío catalán, a debate DOCUMENTOS CÓRDOBA 4 DE DICIEMBRE DEL 2017 Director: Francisco Luis Córdoba FORO ‘40 AÑOS DEL 4D’ 40 años del 4D HOY SE CUMPLEN CUATRO DÉCADAS DE LAS HISTÓRICAS MANIFESTACIONES QUE DESEMBOCARON EN LA AUTONOMÍA. MILES DE CORDOBESES REIVINDICARON UN NUEVO HORIZONTE PARA ANDALUCÍA 4 de diciembre de 1977. Una espectacular marea humana avanza por el Paseo de la Victoria para reivindicar el papel de Andalucía y un estatuto de autonomía. ORGANIZADO POR DIARIO CÓRDOBA

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RICARDO

El 4D, el nuevo modelo de estado y el desafío catalán, a debate

DOCUMENTOSCÓRDOBA

4 DE DICIEMBRE DEL 2017

Director: Francisco Luis Córdoba

FORO ‘40 AÑOS DEL 4D’

40 años del 4DhOy sE CumplEn CuAtRO DéCADAs DE lAs hIstóRICAs mAnIfEstACIOnEs quE DEsEmbOCAROn En lA AutOnOmíA. mIlEs DE CORDObEsEs REIvInDICAROn un nuEvO hORIzOntE pARA AnDAluCíA

4 de diciembre de 1977. Una espectacular marea humana avanza por el Paseo de la Victoria para reivindicar el papel de Andalucía y un estatuto de autonomía.

ORGANIZADO POR DIARIO CÓRDOBA

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HOY SE CUMPLEN 40 AÑOS DE LAS MANIFESTACIONES MASIVAS EN LAS 8 PrOVINCIAS ANDALUzAS Y LAS PrINCIPALES CAPITALES DE ESPAÑA qUE MArCArON UN ANTES Y UN DESPUéS EN LA ASUNCIóN DE LAS SEÑAS DE IDENTIDAD qUE DESEMbOCArON EN EL rEFEréNDUM AUTONOMISTA DEL 28-F Y EN EL ESTATUTO DE 1981. EL 4 DE DICIEMbrE DE 1977 SE FrAgUó LA AUTONOMíA EN ANDALUCíA

Histórico. Impresionante imagen de la plaza de Las Tendillas el 4 de diciembre de 1977. El escenario en el centro de la ciudad se encontraba abarrotado por los manifestantes.

rICArDO

Y Andalucía se levantó

2 LUNES, 4 DE DICIEMBRE DEL 201740 ANIVERSARIO DE LA MANIFESTACIÓN DEL 4D

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En 1978 Antonio Mi-guel Bernal señalaba cómo a lo largo del periodo contemporá-neo los localismos y los provincianismos

se habían impuesto en Andalu-cía frente a cualquier consolida-ción de un sentimiento regional unitario, y concluía: «El andaluz desconoce su propia historia co-lectiva y, lo que es peor, no pare-ce haberle preocupado mucho, al menos hasta ahora». En efec-to, desde que en 1869-71 apare-ciera la Historia General de Anda-lucía, de Joaquín Guichot, hubo que esperar más de un siglo pa-ra que de nuevo se llevara a cabo la tarea de afrontar una historia que abarcara todo el territorio andaluz. Sin embargo, sí dispo-níamos de abundante bibliogra-fía en lo concerniente a histo-rias locales de todas las ciuda-des y poblaciones importantes. En esta tendencia a destacar lo particular, me permitiré la refe-rencia a una anécdota de carác-ter personal. Cuando en mi eta-pa escolar tuve que aprenderme el mapa con las diferentes regio-nes y provincias de España (al-gunos recordarán que entonces hablábamos de Castilla la Vie-ja y de Castilla la Nueva, entre otras), por primera vez tuve una percepción de la existencia de Andalucía como territorio defi-nido. Un día, quise demostrarle a mi padre lo bien que me sabía el mapa de España y cuando cité las ocho provincias andaluzas, de inmediato me dijo que debía rectificar, y no porque me falta-ra alguna de ellas, sino porque las había enunciado en un or-den que no era el correcto, des-de su punto de vista. ¿La razón? Que no empezaba por Córdoba, de modo que tuve que aprender a recitar las provincias andalu-zas con otro orden diferente al memorizado en el colegio, y de hecho en la actualidad ese es el que mantengo si debo decirlas. Lo primero era lo nuestro. Por otra parte, y más allá de la anéc-dota, algunos datos apuntan a que todavía se mantiene parte de ese particularismo, como se puede ver en el enfrentamiento entre algunas capitales de pro-vincia.

Desde que se estableciera la di-visión provincial de Javier de Bur-gos, el primer proyecto de ámbito nacional que tuvo como objetivo una división territorial nueva fue con la Primera República, cuando se comenzó a debatir en las Cor-tes un proyecto de Constitución federal, en cuyo artículo 1º se enunciaban los Estados que com-ponían la Nación española y se hacía una distinción entre Anda-lucía Alta y Andalucía Baja. Se re-conocía así de manera oficial esa diferencia geográfica e histórica entre Andalucía oriental y An-dalucía occidental. Después, los vínculos entre republicanismo federal y regionalismo conduje-ron a la elaboración, en 1883, de un texto constitucional para An-dalucía en Antequera, donde se reconocía a Andalucía como fru-

to de una alianza entre cantones autónomos. Al mismo tiempo que se daban esos movimientos políticos, surgía una corriente culturalista que estudiaba las tra-diciones y costumbres andaluzas desde una perspectiva científica (antropológica) con personalida-des relevantes como Sales y Ferré, Alejandro Guichot o Antonio Ma-chado y Álvarez.

Pero no será hasta comienzos del siglo XX cuando es posible ha-blar de una corriente política que podamos identificar como anda-lucista. Junto a otras propuestas, uno de los hitos fundamentales para situar el punto de arranque de un verdadero movimiento regionalista se puede situar en 1915, cuando Blas Infante publicó su libro El Ideal Andaluz. Al mismo tiempo nacieron los Centros An-daluces, encargados de la difusión de sus planteamientos, que se contienen el Manifiesto del Cen-tro Andaluz de Sevilla de 1916. Tuvieron su órgano de expresión primero en la revista Bética y lue-go en Andalucía, a la vez que el centro del movimiento pasaba de Sevilla a Córdoba. En 1918 se celebró la Asamblea Regionalista de Ronda, donde se aprobaron la bandera y el escudo de la región (similares a los actuales). En 1919 tuvo lugar una nueva Asamblea en Córdoba, donde se debatieron los puntos fundamentales de un Manifiesto, en el cual se hablaba de la necesidad de autonomía y autogobierno, dentro de una es-tructura confederal de España; se planteaba la vía autonomista como la única posible para que Andalucía saliera de la situación socioeconómica en que se encon-traba, y por último se afirmaba que Andalucía constituía una «na-cionalidad», dado su ideal políti-co, económico y cultural común. En estos momentos, que coinci-dieron con una gran agitación social en Andalucía, es cuando el pensamiento de Infante evolucio-nó hacia posiciones nacionalistas. No obstante, en ningún momen-to llegaría a formarse un partido político de tendencia regionalista o nacionalista, aunque sí concu-rrieron a las elecciones de 1919 con un programa basado en las resoluciones de la Asamblea de Córdoba.

Juan Díaz del Moral, que acuñó el término «trienio bolchevista» para referirse a la conflictividad social que se vivió en la provincia de Córdoba entre 1918 y 1920, ha-ce esta consideración en el Prólo-go de su Historia de las agitaciones campesinas andaluzas: «El partido regionalista, constituido algún tiempo antes, y en el que se ha-bían congregado hombres de las más opuestas tendencias (repu-blicanos, socialistas, anarquistas, mauristas, etc.) tomó la dirección del movimiento. Su revista Anda-lucía enarboló la bandera contra los viejos partidos, y lanzó el gri-to de guerra ‘Hombres nuevos y normas nuevas’, que, por su ca-rácter negativo, tuvo la virtud de conquistar la adhesión de secto-res importantes de las clases neu-tras, llegó un momento en que el partido pudo jactarse de contar con la parte más sana de la opi-

nión pública cordobesa». Como en su momento señalara Antonio Barragán, aquel andalucismo no solo planteaba como problema específico andaluz el de la tierra, también criticaba el caciquismo y ponía el acento en la necesi-dad de que Andalucía se pudiera regir por sí misma, para lo cual defendía, entre otras cuestiones, la necesidad de autonomía muni-cipal.

A partir de 1923, tras la im-plantación de la dictadura de Primo de Rivera, el movimiento regionalista andaluz, como todos los demás, pasó una etapa de si-lencio. Los Centros andaluces ce-rraron y la prensa de tendencia andalucista desapareció. Como dice Juan Antonio Lacomba, «el andalucismo debió recogerse so-bre sí mismo y se vio forzado al si-lencio y a la inacción». Podría ser considerado como algo simbólico que en enero de 1930 Blas Infante pronunciara en Málaga una con-ferencia con el título de La conti-nuidad de Andalucía, porque esta-ba próximo el comienzo de una nueva etapa.

El malogrado proyEctoautonomista dE la ii rEpúblicaCon la proclamación de la II Re-pública, en abril de 1931, se abrie-ron nuevas posibilidades de cara a la configuración territorial de nuestro país. En junio se celebra-ron elecciones a Cortes Constitu-yentes y en diciembre quedaba aprobado el texto constitucional. En su artículo 1º la Constitución de 1931 decía: «La República cons-tituye un Estado integral, compa-

JOSÉ LUIS CASAS SÁNCHEZ

EL PRIMER PROYECTO DE DIVISIÓN TERRITORIAL FUE CON LA PRIMERA REPÚBLICA

EN EL PRIMER BOCETO FEDERAL SE HABLABA DE UNA ANDALUCÍA ALTA Y UNA ANDALUCÍA BAJA

a PRINCIPIOs dEL SIGLO XX SE EMPIEzA A IDENTIFICAR UNA CORRIENTE ANDALUCISTA

tible con la autonomía de los Mu-nicipios y Regiones», una fórmula con la cual se pretendía superar el antiguo debate del republicanis-mo acerca de si debía haber un Es-tado federal o unitario, pero ade-más, con ello se daba una respues-ta a los compromisos adquiridos con los grupos regionalistas en el pacto de San Sebastián de 1930 y al tiempo amparaba las reivin-dicaciones expresadas por Cata-luña, a través de Macià, desde la proclamación de la República. El título primero estaba dedicado a la Organización nacional, cuyo artí-culo 11 rezaba así: «Si una o varias provincias limítrofes, con carac-terísticas históricas, culturales y económicas comunes, acordaran organizarse en región autónoma para formar un núcleo políticoad-ministrativo dentro del Estado es-pañol, presentarán su Estatuto de acuerdo a lo establecido en el art. 12». En este, se recogían las condi-ciones para poder tener esa nor-ma: la propuesta de la mayoría de los ayuntamientos; que lo acepta-ran mediante referéndum al me-nos los dos tercios de los electores y, por último, que fuese aprobado por las Cortes. Otros artículos pos-teriores regulaban cuáles serían las competencias que siempre co-rresponderían al Estado y cuáles podrían pertenecer a las regiones que tuviesen la autonomía.

Así pues, con el amparo que concedía el texto constitucional, y a partir de que los andalucis-tas constituyeran las Juntas Li-beralistas, se puso en marcha un proceso que nació por iniciativa de la Junta Liberalista de Sevilla, defensora de lo que Blas Infante había expuesto en su libro: La ver-dad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía, pu-blicado en 1931. La citada Junta instó a la Diputación Provincial de Sevilla para que se celebrara una asamblea de diputaciones de la que debía nacer un proyecto de Estatuto. La primera reunión tuvo lugar el 6 de julio de 1931 con la participación de representantes de Jaén, Córdoba, Sevilla, Málaga y Cádiz, de allí salió el acuerdo de formar una ponencia encargada de redactar el proyecto de Estatu-to.

En realidad lo primero que na-ció fue una encuesta que debería abrir el debate público acerca de la necesidad de una autonomía andaluza. Sólo tres diputaciones (Córdoba, Cádiz y Sevilla) y trece ayuntamientos la contestaron (doce sevillanos y uno gaditano). Tampoco se obtuvo una gran res-puesta de otras instituciones con-sultadas, algunas incluso se ma-nifestaron en contra de iniciar un proceso autonómico. Por su parte, de los 89 diputados que represen-taban a Andalucía en las Cortes, sólo 20 respondieron, y además la mitad manifestaban carecer de suficientes elementos como para poder emitir una opinión sobre el tema. Todo ello demostraba que los planteamientos autonomistas no habían calado en amplios sec-tores de la sociedad andaluza.

Pero el presidente de la Diputa-ción sevillana, Hermenegildo Ca-sas, muy interesado en impulsar el proceso, encargó la redacción

de un borrador de Estatuto, que se plasmó en agosto de 1931 en el denominado Estatuto de Gobier-no Autónomo de Andalucía. En febrero de 1932, en una reunión de diputaciones en Sevilla, se de-cidió confiar a las instituciones el papel de dinamizar los debates dentro de sus respectivas provin-cias, se formó una Comisión Re-gional Organizadora, encargada de recoger documentación sobre Andalucía y de realizar una cam-paña de difusión de los símbolos andaluces. Por último, se aproba-ron las Bases para un Anteproyec-to de Estatuto de Andalucía, al tiempo que se decidía la convoca-toria de una Asamblea en Córdo-ba, que finalmente se celebraría en enero de 1933.

Como explica Juan Antonio Lacomba, aquel proyecto creaba un Cabildo Regional Andaluz «pa-ra defender, fomentar y adminis-trar los intereses de todo orden de la región, mediante una ac-ción mancomunada en régimen de descentralización económica y administrativa». Se recogían, asimismo, cuáles serían las com-petencias del poder regional. Se trata de un texto moderado, des-de un punto de vista autonómico, y que más bien parecía un proyec-to de Mancomunidades de dipu-taciones.

La Asamblea de Córdoba se desa-rrolló los días 29, 30 y 31 de enero de 1933, y ahora el llamamiento tuvo más éxito que en la consulta realizada en 1931. Participaron un total de 236 representantes de ayuntamientos, diputaciones, diputados a Cortes, sindicatos y otras instituciones. En los deba-tes de nuevo tuvo especial prota-gonismo Hermenegildo Casas, así como Blas Infante. El resultado fue un Anteproyecto de Bases pa-ra el Estatuto de Andalucía, don-de se hablaba de Andalucía como «región autónoma dentro del Es-tado español». El órgano político que nacería del Estatuto sería un Cabildo Regional, compuesto por el Presidente de la Región, elegi-do mediante sufragio universal; la Junta ejecutiva, que tendría el poder ejecutivo de la región, y el Consejo Legislativo Regional, for-mado por diputados de la Región y que ejercería el poder legislati-vo. A pesar de que en la misma Asamblea se decidió la difusión del proyecto, nada se hizo, quizá porque había gran diversidad de criterios acerca del carácter que debía tener la autonomía anda-luza y porque en buena parte de la clase política del momento no se veía la necesidad de constituir una región autónoma.

La consecuencia fue que ape-nas se difundió el proyecto y cuando en noviembre de 1933 la derecha ganó las elecciones to-dos los proyectos de autonomía, entre ellos el andaluz, quedaron bloqueados, y en consecuencia el proceso se paralizó. (Para los interesados en conocer los do-cumentos originales de las pro-puestas debatidas en Córdoba, les recomiendo la consulta a través de la web de las Fuentes de la Autonomía de Andalucía, facili-tadas por el Centro de Estudios Andaluces).

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En 1936, tras la victoria del Frente Popular, las Juntas Libera-listas de Andalucía (dirigidas por Infante) pusieron en marcha de nuevo la campaña a favor del Es-tatuto. El Anteproyecto comenzó a llegar a muchos ayuntamientos y se solicitaban las sugerencias para la redacción de un Estatu-to definitivo que pudiera ser so-metido a referéndum. Sólo las provincias de Huelva y Almería mantenían una posición poco fa-vorable, y ello hizo posible que el 5 de julio se celebrara una Asam-blea pro-Estatuto en Sevilla, con representación de las diputacio-nes, de algunos ayuntamientos y de algunas instituciones, en la cual se decidió: 1) nombrar a In-fante presidente de Honor de la Junta Regional pro-Estatuto; 2) que la Mesa de la Asamblea consi-derara la posibilidad de nombrar ponencias encargadas de perfilar el Anteproyecto de Córdoba de 1933, y 3) fijar el último domingo de septiembre como fecha para una nueva Asamblea que debía aprobar el proyecto definitivo de Estatuto que luego sería sometido a referéndum y finalmente envia-do al Congreso de los Diputados para su aprobación definitiva.

Sólo daría tiempo a celebrar algunos actos públicos en Cádiz y Sevilla, en esta última ciudad se izó la bandera andaluza en el ayuntamiento el 14 de julio, sin embargo el inicio de la guerra civil hizo desaparecer todas las posibilidades de un régimen au-tonómico en Andalucía, que en aquellos momentos apenas si tu-vo apoyo popular, y que la mayor parte de las fuerzas políticas lo

convencimiento de que Andalu-cía desea una amplia descentrali-zación administrativa».

Por otro lado, como ha señala-do Antonio Barragán en su estu-dio sobre la Asamblea de Córdo-ba de 1933, «podemos decir que es la falta de conciencia andalu-cista generalizada en el conjunto de la región y una cierta posición de indiferencia, cuando no hos-til de gran parte de los partidos y sindicatos, los que explican este deseo frustrado a lo largo de la II República de la aspiración auto-nomista».

Transición: elecciones de 1977El acceso de Andalucía a consti-tuirse como región autónoma quedó paralizado, pues, tras el golpe de estado de 1936. Tras la guerra, vino una larga dictadu-ra que restringía las libertades y la actividad de la oposición solo era posible de forma clandestina. Existían representantes de las fuerzas políticas en el exilio, de hecho se mantenían tanto un go-bierno de la República como con-tactos entre los partidos. En ellos se planteaba a veces la cuestión regional, pero sobre todo centra-da en Cataluña y el País Vasco, dado que contaban con fuerzas nacionalistas y con sus propios gobiernos. En Andalucía los pro-blemas socioeconómicos eran la prioridad, pues se trataba de una región de la que salió abun-dante mano de obra, bien al ex-tranjero (de manera temporal o permanente) o hacia otras regio-nes, en especial a Cataluña. Los partidos de izquierdas comenza-ron a tener más actividad. En el

caso de Córdoba en particular a partir de mediados de la década de los 60, con un protagonismo especial del Partido Comunista. Asimismo en la capital cordobe-sa aparecería en 1960 la revista Praxis, fundada por José Aumen-te y unos años después, en 1963, se constituyó el Círculo Cultu-ral Juan XXIII, convertido en los años siguientes en un verdadero foco de acción cultural.

Desde el punto de vista de las organizaciones regionalistas, cabe reseñar la fundación de la Alianza Socialista de Andalucía (ASA) en 1973, a partir de la cual se constituiría en 1976 el Partido Socialista de Andalucía (PSA), cu-yos planteamientos autonomistas recogían, en opinión de Lacom-ba, la herencia del andalucismo de Infante. Este partido se vincu-laría a otros grupos de oposición al integrarse dentro de la Junta Democrática, nacida por iniciati-va del PCE en 1974 (la Junta De-mocrática de Andalucía tendría como cabeza visible al jurista Al-fonso de Cossío). Por su parte, los socialistas, que en Andalucía con-taban con un importante foco en

La manifestación. aparecen portando la bandera, entre otros, José aumente, alfonso Genovés, cecilio Valverde, delgado de Jesús, carmelo casaño, José Javier rodríguez alcaide, rafael Vallejo, emilio Fernández, Matías camacho y Manuel Gracia.

eN 1976, UNA FUSIÓN DE ORGANIZACIONES DA ORIGEN A LO QUE SE LLAMÓ LA ‘PLATAJUNTA’

entendían como una descentrali-zación administrativa, al tiempo que estimaban que podía servir para frenar los planteamientos separatistas de otras regiones, como Cataluña o el País Vasco. Dicho planteamiento aparece explicitado en la carta de Herme-negildo Casas a Fernando de los Ríos, recogida por Francisco Ga-rrido en la Historia contemporánea de Andalucía (coordinada por Ma-nuel González de Molina y Miguel Gómez Oliver): «Nuestra aspira-ción [...] no tiene más alcance que crear un organismo regional que recoja, organice y desenvuelva un régimen de autonomía económi-co-administrativa que refuerce la personalidad de las Diputaciones y permita un desarrollo más am-plio y rápido del fomento general de la Región andaluza mediante una paulatina descentralización de funciones [...] Queremos ser por otra parte el freno de las aspira-ciones excesivas de otras regiones porque sólo nos mueve un latido de unidad nacional expresada de modo unánime por las entidades de la Región consultadas por cues-tionario, que también nos dio el

RICARDO

eN 1936, LAS JUNTAS LIBERALISTAS ACTIVARON LA CAMPAÑA POR EL ESTATUTO

Sevilla, promovieron en 1975 la constitución de otro organismo, la Plataforma de Convergencia Democrática, que también agru-paba a varios partidos. Ambas organizaciones se fusionarían a comienzos de 1976 en la denomi-nada Coordinación Democrática, pero que popularmente fue cono-cida como Platajunta.

No es este el lugar para hacer un relato pormenorizado de la Transición iniciada tras la muer-te de Franco en noviembre de 1975. Baste con reseñar que Arias Navarro fue sustituido por Adolfo Suárez en la presidencia del Go-bierno y que con ese cambio se inició un proceso de cambio, que algunos denominarán reforma y otros ruptura pactada o negocia-da. En diciembre de 1976 se apro-bó la Ley para la Reforma Políti-ca. En aquel referéndum la opo-sición se decantó por defender la abstención, que en Andalucía fue del 18,8% (17% en Córdoba), mientras que los votos favorables supusieron el 96% de los votantes (96,1% en Córdoba). Pero sin en-trar ahora en el análisis de esos resultados ni del contenido de la norma y de su significado para el final del modelo dictatorial, lo importante fue que abrió el ca-mino para la celebración de unas elecciones para la constitución de dos Cámaras: el Congreso de los Diputados y el Senado. Unos me-ses después, era legalizado el PCE. Para ese momento, en Andalucía, además del PSA se habían consti-tuido otras fuerzas regionalistas como el Movimiento Socialista Andaluz (MSA) y el Partido Social Liberal Andaluz (PSLA).

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Este último, cuya figura más relevante era Manuel Clavero, se integraría dentro de la coalición formada en torno al gobierno de Suárez, la Unión de Centro De-mocrático (UCD). También, en las postrimerías del franquismo (1974), hay que reseñar la existen-cia de una publicación periódica, de corta vida, la revista Ilustración Regional, y que ya en plena Transi-ción, en diciembre de 1976, tenía lugar la celebración del I Congre-so de Historia de Andalucía, que de forma itinerante se desarrolló en Sevilla, Córdoba (la mayoría de las sesiones) y Granada.

En las elecciones celebradas el 15 de junio de 1977 el partido más votado en Andalucía fue el PSOE (27 escaños y el 37,5% de los votos), seguido de UCD (26 esca-ños y el 34,6%), y en tercer lugar el PCE (5 diputados y el 11,3%). En cuanto a la candidatura de Uni-dad Socialista, en la que partici-paba el PSA en coalición con el Partido Socialista Popular de Tier-no Galván, obtuvo un escaño en la provincia de Cádiz. Uno de los datos más significativos era que la Alianza Popular de Manuel Fraga no lograba representación en nin-guna provincia andaluza. Si aten-demos a los resultados en la pro-vincia de Córdoba, el partido más votado fue el PSOE, que se adjudi-có 3 diputados (Guillermo Galeo-te, Rafael Vallejo y Emilio Fernán-dez), los mismos que UCD (José Ja-vier Rodríguez Alcaide, Carmelo Casaño y Antonio J. Delgado de

EN 1977, EN ANDALUCÍA En lA IzqUIERDA CRECIó El SEnTIMIEnTO AUTOnOMISTA

EL 19 DE NoviEmbrE SE APRObó En GRAnADA Un PROYECTO DE PREAUTOnOMÍA

Jesús), mientras que el PCE obtu-vo 1 (Ignacio Gallego). Por último, en el Senado los socialistas consi-guieron tres representantes (Ma-tías Camacho, Joaquín Martínez bjorkman y Manuel Gracia) y uno la UCD (Cecilio Valverde).

En la capital el mayor núme-ro de votos fue para el PSOE, que también se impuso en la mayoría de los pueblos. UCD fue la fuerza más votada en poblaciones como baena, Cabra, Priego o Rute, mien-tras que en algunos pueblos de la campiña cordobesa, como Agui-lar, Espejo, Fernán núñez, Mon-talbán, Montemayor o Montilla, el PCE fue el partido con mayor apoyo, así como en otros como Vi-llanueva del Río y Villanueva de Córdoba. En el análisis que hizo Antonio Checa de estas eleccio-nes consideraba que la izquier-da tenía en Andalucía el 52,3% de los votos, el centro el 37,1% y la derecha el 8,3%, y porcentajes muy bajos para las posiciones ex-tremas de izquierda (1,8%) o de-recha (0,2%). Para la provincia de Córdoba los datos eran muy pare-cidos: el 54,1% para la izquierda, el 34,5% para el centro y el 9,3% para la derecha.

Hacia el 4-DAunque aquellas elecciones no habían sido convocadas como constituyentes, en la práctica sí lo fueron. Entre las cuestiones a resolver de cara a la nueva Cons-titución, una era el posible pacto autonómico que diera satisfac-

ción a las reivindicaciones plan-teadas primero por Cataluña y el País Vasco, pero luego también por otras regiones. Pronto se empezó a considerar que había tres comunidades, las dos cita-das más Galicia, que tenían un carácter singular puesto que ha-bían llegado a tener un Estatuto de Autonomía aprobado duran-te la II República, como así se les reconocería en la Constitución, y formaron las denominadas «na-cionalidades históricas». En Ca-taluña se restableció la Genera-litat en septiembre de 1977 y en enero de 1978 se instituía el ré-gimen preautonómico en el País Vasco. En Andalucía, entre las formaciones de izquierda creció el sentimiento autonomista, te-ñido de un cierto agravio, como ha señalado Encarnación lemus, pues se temía que se formaran comunidades de distinto rango, y este fenómeno, con sus mati-zaciones, se extendió por otras regiones. Además, se identifica-ba la posible constitución de la autonomía como una forma de resolver los problemas socioeco-nómicos de la región.

En los meses siguientes el proce-so autonómico andaluz se aceleró en torno a unos hitos fundamen-tales. El 12 de octubre de 1977 se celebró en la Diputación de Sevi-lla una Asamblea de Parlamenta-rios, de la cual surgió el acuerdo de darle carácter institucional a dicha Asamblea y crear una co-misión encargada de redactar un

proyecto de régimen provisional de autonomía. El 5 de noviem-bre se formó un Consejo Regio-nal en el que participarían tanto los partidos con representación parlamentaria como otros que no la habían obtenido y el 19 de noviembre, en Granada, la Asam-blea de Parlamentarios aprobó un proyecto de preautonomía para Andalucía que debería negociar con el Gobierno una comisión for-mada ese mismo día.

Con el fin de apoyar dicha nego-ciación, se convocará una mani-festación en toda Andalucía el día 4 de diciembre. En aquellos mo-mentos se empezaba a tomar con-ciencia de la situación de Andalu-cía, como se puede ver de manera evidente en el manifiesto dado a conocer por los convocantes de la manifestación en Córdoba:

«Ante la grave situación que An-dalucía, nuestro país, ha padecido a lo largo de la historia y continúa padeciendo dentro del conjunto del Estado español, reflejada en altos índices de analfabetismo, desempleo y emigración; explo-tación de sus riquezas naturales y recursos financieros; degradación de nuestra cultura y adulteración de nuestra imagen como pueblo cara al exterior, las fuerzas polí-ticas democráticas que suscriben este llamamiento, manifiestan: Su más firme y decidida volun-tad de luchar por un Estatuto de Autonomía elaborado por todas las fuerzas políticas presentes en Andalucía que devuelva el

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7LUNES, 4 DE DICIEMBRE DEL 201740 ANIVERSARIO DE LA MANIFESTACIÓN DEL 4D

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La tribuna. José Javier Rodríguez Alcaide, Cecilio Valverde, Manuel Gracia, Delgado de Jesús e Ignacio Gallegos, en el escenario que se instaló en Las Tendillas.

protagonismo perdido a nuestro pueblo y que posibilite el recono-cimiento de la personalidad polí-tica de Andalucía y su derecho al autogobierno en condiciones de igualdad con los demás pueblos del Estado español».

La respuesta fue multitudinaria en todas las capitales andaluzas y en todas las ciudades más po-bladas. Los cálculos fueron que, aproximadamente, entre un mi-llón y medio y dos millones de andaluces salieron a la calle. Las fuerzas políticas, y también los propios ciudadanos, se quedaron sorprendidos de aquella respues-ta. Se reivindicaba la autonomía pero también se coreaban frases en las que se pedían soluciones a los problemas endémicos de los andaluces, que aspiraban, gra-cias a la democracia, a salir de la situación de marginación vivida a lo largo de la dictadura franquis-ta. La bandera blanca y verde fue la protagonista de aquel día, que tuvo su punto negro en lo acon-tecido en Málaga con el asesinato de Manuel José García Caparrós, un suceso que aún hoy sigue pen-diente de esclarecimiento total. La fecha del 4 de diciembre se constituyó como Día de Andalu-cía, hasta que poco después fue sustituida por el 28 de febrero, aunque todavía algunas organi-zaciones políticas reivindican aquella fecha simbólica porque marcó de manera inequívoca el compromiso del pueblo andaluz con su autonomía.

¿Qué aportó aquella masiva manifestación desde una perspec-tiva andaluza? En primer lugar, fue una prueba de la fuerza que daba a la comunidad andaluza la actuación conjunta de los par-tidos políticos en comunión con el conjunto de los ciudadanos. Nunca se volverá a producir una unión como la mostrada en aque-lla fecha. En segundo lugar, forzó a que el Gobierno diera forma al régimen preautonómico andaluz mediante un Real Decreto de 27 de abril de 1978. En aquel mo-mento el ministro de las Regiones era Manuel Clavero, que apoyó la extensión del autonomismo, no solo para Andalucía sino también para otras regiones, de hecho An-dalucía fue la séptima en obtener el régimen preautonómico. Como consecuencia de esta norma jurí-dica se creaba la Junta de Andalu-cía, cuyo primer presidente será Plácido Fernández Viagas, quien casi un año después sería sustitui-do por Rafael Escuredo. Y en ter-cer lugar, una consecuencia po-lítica, la firma el 4 de diciembre de 1978 del denominado Pacto de Antequera o Pacto Autonómi-co Andaluz, por el cual tanto los partidos con representación par-lamentaria como otros que no la tenían se comprometieron a uni-ficar sus esfuerzos para conseguir «dentro del plazo más breve posi-ble, la autonomía más eficaz en el marco de la Constitución». Esta sería aprobada dos días después mediante referéndum, y el pacto

unos dos millones de ANDALUCES SE ECHARON A LA CALLE AQUEL 4 DE DICIEMbRE

el PunTo neGRo ESTUVO EN MÁLAGA CON LA MUERTE A TIROS DE GARCíA CAPARRóS

de Antequera condujo a que An-dalucía se planteara una conse-cución de la autonomía por la vía del artículo 151.

En cierto sentido, pues, el 4-D abrió las puertas para otra fecha de trascendencia en la historia de Andalucía como fue el 28 de febrero de 1980, que permitiría a Andalucía seguir una vía para el acceso a la autonomía que hasta ese momento estaba reservado, en teoría, para las nacionalidades históricas. Una denominación que no está reconocida en nin-gún artículo de la Constitución, aunque ha pasado a formar parte del lenguaje político. Quizás para darle cobertura jurídica fue por lo que en la reforma del Estatuto andaluz de 2006, en su artículo 1º se dice: «Andalucía, como nacio-nalidad histórica, se constituye en Comunidad Autónoma, con-forme al artículo 2 de la Constitu-ción española».

A las cuatro décadas de aquel día tan importante de nuestra historia reciente, la reflexión que me parece pertinente es conside-rar si ya hemos superado lo que señalaba al principio: la carencia de una conciencia regional que nos una frente a los planteamien-tos particularistas. Pero también, pasados cuarenta años de aquel acontecimiento, cabe la posibili-dad de realizar un balance desde diferentes puntos de vista. Dejo para otros expertos lo referente a la economía, la administración autonómica o los cambios socia-

les. Me interesa destacar que en aquel momento, como por otra parte fue constante a lo largo de la Transición, existía un gran inte-rés por la Historia, por descubrir un pasado que hasta el momento había estado oculto, en particular estas etapas que a modo de sínte-sis he esbozado en los apartados anteriores. Es más, aún hoy, a pe-sar de los avances tan importantes que se han producido en el ámbi-to de la investigación, en nuestro sistema educativo, al menos en lo que conozco bien, la Secundaria, sufrimos un déficit importante en cuanto a la enseñanza de la Histo-ria de Andalucía, que a veces solo aparece como un apéndice de la de España.

Esta idea de la necesidad del conocimiento de nuestra historia la expresó con mucha claridad el más importante teórico del andalucismo, José Aumente, en su libro La ‘cuestión nacional’ anda-luza y los intereses de clase: «Si hay un factor que puede contribuir con fuerza a que se consolide la identidad de un pueblo este es, evidentemente, su conciencia histórica. La de saberse herederos de un común pasado histórico; la de sentirse unidos por muchos si-glos de vida en común. Los anda-luces tenemos una larga y difícil historia, que hemos de recuperar plenamente, para poder recono-cernos a nosotros mismos». Son palabras publicadas en 1978, y to-davía andamos en la búsqueda de esa conciencia. H

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8 LUNES, 4 DE DICIEMBRE DEL 201740 ANIVERSARIO DE LA MANIFESTACIÓN DEL 4D

RICARDO

DESDE SU APARICIÓN EL 25 DE JULIO DE 1941, ERA UN PERIÓDICO A NEGRO Y ROJO, PERO EL 4 DE DICIEMBRE DE 1977 SE UNIÓ A LA MAREA ANDALUZA CON UNA CABECERA DEL COLOR DE LA BANDERA

El día que Diario CÓRDOBA se imprimió con tinta verde

Calle Cruz Conde. Manifestantes reciben puño en alto a la cabeza de la manifestación instantes antes de alcanzar la plaza de Las Tendillas.

El domingo 4 de di-ciembre de 1977, los lectores de Diario CÓRDOBA se desayu-naron con una por-tada de una tipogra-

fía inusual. Desde su aparición el 25 de julio de 1941, el perió-dico permaneció fiel a su im-presión a dos tintas, en negro y en rojo, hasta la explosión colo-rida entrado ya el siglo XXI. Sin embargo, aquella primera pá-gina respondía con lealtad a la marea autonomista que movili-zaba a la comunidad. Los cordo-beses estaban citados en la calle para pedir más protagonismo para Andalucía en el modelo de estado que los nuevos tiempos políticos estaban diseñando ba-jo el manto constitucional. Y el periódico de todos los cordobe-ses también estuvo ahí.

Por eso, la portada de Diario CÓRDOBA aquel 4 de diciembre respondía a su ADN de impre-sión a dos tintas, pero en esta ocasión eran la negra y la verde sobre blanco, como los colores de la bandera andaluza. El 4D, el periódico, que dirigía no un andaluz sino un gallego de El Ferrol, Federico Miraz, adelantó también su editorial a portada, una forma de subrayar el com-promiso de Diario CÓRDOBA con la corriente que iba a invadir des-de el Hotel Meliá hasta la Plaza de Las Tendillas. «Andalucía, un clamor de esperanza» fue el titu-lar de aquel editorial para la his-toria, en el que Diario CÓRDOBA manifestaba su deseo de que la reivindicación popular de ese 4 de diciembre fuese «el punto de partida de nuevos cambios --los haremos nosotros al andar, como dice el poeta--, pero podremos ha-cerlos, que es lo importante, más nuestros. Y este debe ser el signi-ficado de este día andaluz y jubi-loso, en su clamor de esperanza, para los andaluces, en una Anda-lucía para España».

Las páginas interiores de CÓR-DOBA estuvieron también salpi-cadas de guiños proautonomis-tas. Apareció íntegra la letra del himno de Andalucía, artículos con las firmas de José Aumente y Pedro Sagrario, una poesía de Paqui Cuadrado (... «Pero millo-nes de gotas, / de ocho provincias enteras, / podrían calmar la sed, / de justicia de esta tierra».), las reflexiones de Manuel Hidalgo Giménez (secretario provincial

«AndAlucíA, un CLAMOR DE ESPERANZA», TITULABA EL EDITORIAL DE DIARIO CÓRDOBA

RAFAEL ARANDA

de DCA), del comité de Dirección Política de la Organización de Iz-quierda Comunista de Córdoba, las Seguidillas para una autonomía de Medina González y la opinión del que fuera más adelante alcal-de de la ciudad Manuel Pérez, entonces miembro del Comité Provincial del PTE).

El lunes 5 de diciembre, CÓR-DOBA no llegó a los quioscos, co-mo era tradicional entonces por descanso del personal (la informa-ción de las jornadas dominicales las abarcaban las Hoja del Lunes). El 6 de diciembre (día en el que tan sólo un año después se aprobaba en referéndum la vigente Consti-tución), el periódico, de nuevo en verde, titulaba por encima de su cabecera: «Andalucía: regionalis-

mo solidario», con una foto de la impresionante manifestación en la plaza de Las Tendillas (la foto de Ricardo ilustra la página 2 de este suplemento). La edición de CÓRDOBA dedicó seis páginas a informar de la marcha que había tenido lugar en la capital cordo-besa así como en las otras siete provincias andaluzas, con men-ción especial a la muerte a tiros en la de Málaga de Manuel José García Caparrós. Precisamente, Diario CÓRDOBA recogía una es-quela de media página en memo-ria de este «trabajador andaluz muerto en defensa de los dere-chos autonómicos de Andalucía. Los cordobeses no te olvidan». La esquela fue puesta por el Comité Ejecutivo del ‘Día de Andalucía’ en Córdoba junto a otra en su tes-timonio encargada por el Partido Socialista de Andalucía (PSA).

En páginas interiores, el diario tituló: «Córdoba: cita andalucis-ta», y en el editorial el periódico volvía a subrayar su respaldo a los nuevos tiempos autonomis-tas: «Nada ni nadie tiene derecho a estropear esa buena fe, ese anhe-lo de una Andalucía mejor, más próspera, con solidaridad regio-nal». 40 años después esa llama sigue viva. H

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9LUNES, 4 DE DICIEMBRE DEL 201740 ANIVERSARIO DE LA MANIFESTACIÓN DEL 4D

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10 LUNES, 4 DE DICIEMBRE DEL 201740 ANIVERSARIO DE LA MANIFESTACIÓN DEL 4D

El foro. Al fondo, José Luis Casas, Salvador Blanco, Carmelo Casaño y Rafael Aranda, durante el foro organizado por Diario CÓRDOBA.

LAURA MÁRMOL

El 4 de diciembre de 1977 es una fecha clave para Andalucía porque en ella en-contramos el origen de la plena autono-

mía de la Comunidad. Dos años después de la muerte de Fran-co y en un país aún preconsti-tucional, las manifestaciones que se sucedieron en las ocho capitales sirvieron de trampo-lín hacia un sentimiento único que desembocó en el referén-dum del 28 de febrero de 1980 y el Estatuto del 81. Hoy se cum-plen 40 años de aquella jorna-da que marcó un antes y un des-pués en el devenir de Andalucía y que ya permitió vislumbrar lo que iba a costar que este terri-torio se ganara a pulso su auto-nomía. Coincidiendo con esta efemérides, Diario CÓRDOBA organizó, en colaboración con la Fundación Cajasol, una me-sa redonda celebrada en la Aso-ciación de la Prensa de Córdoba bajo el título 40 años del 4-D, en la que intervinieron el historia-dor José Luis Casas, el escritor Carmelo Casaño y el vicepresi-dente de la Diputación Provin-cial Salvador Blanco, moderada por Rafael Aranda, redactor je-fe de CÓRDOBA. Los participan-tes vivieron en primera perso-na la efervescencia reivindica-tiva de aquel momento y todos coinciden en que, en ocasiones, a esta fecha no se le reconoce el valor histórico que tiene y su papel como palanca del cambio en Andalucía.

José Luis Casas recuerda que aquel 4D de 1977 estaba en Sevi-lla, recién licenciado y preparán-dose las oposiciones. Asistió a la manifestación en la que se pedía abrir el camino a la autonomía pero, apunta, «había más reivin-dicaciones, de carácter social so-bre todo, que tenían que ver con sacar a Andalucía del analfabetis-mo, de la pobreza, del paro, de la inmigración...». Aún se estaban dando los primeros pasos para elaborar el anteproyecto de ley de la Constitución, un texto que lleva la firma de Carmelo Casaño estampada por su condición de diputado por la UCD en la épo-ca. Casaño iba a la cabeza de la manifestación «y la explosión reivindicativa que vivimos en ese momento fue increíble». Andalu-cía, dice, «no quería ser menos que otros, pero eso no quiere de-cir que existiera un sentimiento nacionalista como el de Catalu-ña o País Vasco». A su juicio, «si

esta tierra hubiera sido capaz de mandar al Congreso a un dipu-tado andalucista por provincia, Andalucía habría mandado en España dentro de ese bipartismo que existía en el país siempre complementado por los catala-nes». Según Casaño, «habríamos decidido en España, porque era

A.J. GONZÁLEZ

estaba en Melilla haciendo el ser-vicio militar y «convivíamos con compañeros de todas las regio-nes. Ese día, los que éramos an-daluces sentimos una explosión de alegría porque podíamos mi-rar de tú a tú a nuestros amigos catalanes, porque teníamos una autonomía garantizada como la

que ellos tenían». A la manifes-tación que se produjo dos años después en Córdoba sí asistió «y aún conservo el olor a pólvora». En esa convocatoria, un grupo de militantes de Fuerza Nueva irrumpió violentamente y dispa-ró armas de fuego contra la mul-titud. «Ya se vio entonces el pro-blema que habría para llegar a la autonomía plena», afirma.

En Andalucía, existía un par-tido regionalista, el Partido So-cialista de Andalucía (PSA), pero «fue el PSOE el que cogió pronto la bandera del nacionalismo y la autonomía», primero con Pláci-do Fernández Viagas y después con Rafael Escuredo, señala José Luis Casas. «En Andalucía no ha-bía conciencia regional entre las ocho provincias», afirma el histo-riador, quien añade que «se veía más como la Andalucía occiden-tal y la oriental», un sentimiento que «no sé si hoy aún existe».

Salvador Blanco ahonda en esta idea y manifiesta que las reivin-dicaciones de esta tierra hace 40 años no pasaban tanto por tener instituciones propias como por equipararse a otras comunida-des más desarrolladas. «Nosotros

Hoy se cumplen 40 años desde que unos dos millones de andaluces salieron a la calle para pedir una solución al atraso que vivía esta comunidad. Carmelo Casaño, Salvador Blanco y José Luis Casas reflexionan en una mesa redonda organizada por Diario CÓRDOBA sobre el proceso que llevó a la autonomía

El valor del 4D

La jornada del 4 de diciembre tiene un gran peso histórico porque fue el germen de la plena autonomía andaluzaéramos una región subdesarro-llada», recuerda el vicepresiden-te de la Diputación. «Creo en un Estado con capacidad de coopera-ción, interterritorial», reflexiona Salvador Blanco, quien califica de «desleal» la postura de Cata-luña. «Integrar al nacionalismo catalán fue una apuesta de leal-tad por parte de los dos grandes partidos, pero no por parte del que se benefició». Añade que «no hay derecho que el que tenga un dos por ciento de representación ponga o quite gobiernos». «Ha ha-bido falta de lealtad de Cataluña con España».

José Luis Casas defiende que hoy en día «habría que recuperar el acuerdo entre las fuerzas po-líticas que se vio el 4 de diciem-bre de 1977 y recuperar también la conexión entre los partidos y los ciudadanos». Además, el his-toriador habla de la importancia de que los asuntos que interesan al conjunto del país no se acuer-den de manera bilateral, sino en base a acuerdos del conjunto del Estado. «Ésa es la ventaja del Es-tado federal», comenta. En este sentido se pronuncia también Carmelo Caseño, quien sostiene que el planteamiento del auto-

la única región con capacidad pa-ra hacerlo». Pero no fue así.

Salvador Blanco, exdiputado y parlamentario andaluz por el PSOE, sostiene que el 4 de di-ciembre es uno de los momentos históricos más importantes para Andalucía, junto al 28 de febrero. Recuerda que en ese momento

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11LUNES, 4 DE DICIEMBRE DEL 201740 ANIVERSARIO DE LA MANIFESTACIÓN DEL 40D

gobierno hoy en día está en ese modelo. «Este país iría mejor con un Estado federal», indica, si bien insiste en que no puede ser un pensamiento en abstracto, «si no que hay que definir qué Estado federal se quiere, porque lo son Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Méjico...». A su juicio, habría que tender al modelo de la República Federal Alemana, «pero claro, los catalanes y los vascos salen huyendo si oyen ha-blar de esto, porque en ese mode-lo lo que prima es la voluntad de unión, y aquí ahora hay voluntad de separación».

Blanco también se muestra de acuerdo con esa apuesta por el Estado federal, «pero es verdad que esa minoría no quiere». El socialista pone el dedo en la llaga al hablar de la reforma constitu-cional y afirmar que los cambios que se impriman en ese texto «deben ser pactados y con un en-caje que no suponga privilegios para nadie». A su juicio, «hay que armonizar las competencias co-munes para que la gente se sien-ta cómoda» y reconoce que «cada vez tenemos menos autogobier-no, porque las competencias cla-ve las tiene Europa». «Hay quien dice que estar en Europa es malo; pues que se salgan, pero, claro, fuera hace frío».

De la reforma constitucional habla también Casaño e indica que «hace falta una modificación, pero ya había esa necesidad en el año 1981». Si el artículo 143 y el 151 de la Carta Magna aluden a cómo llegar a la autonomía y ese camino ya está andado, «¿qué sentido tiene mantenerlos en el texto?», se pregunta. Según Casa-ño, habría que «refundir» el títu-

lo VIII de la Constitución y mues-tra su extrañeza por que hable de que España «es un Estado de au-tonomías y, sin embargo, no diga cuáles son esas autonomías».

En este sentido, José Luis Casas incide en que «en el título VIII hay cuestiones que no tienen sentido pero, por ejemplo, ¿cuán-tos años llevamos diciendo que el Senado necesita una reforma?

Yo se lo he escuchado a todos los presidentes desde 1978».

Con el tema reformista sobre la mesa, Salvador Blanco afirma que «ese afán reformista que te-níamos los de la Transición, hoy no lo veo». Ahora, asegura, «los políticos tienen un sentido de permanecer en el cargo que no teníamos a finales de los años 70». Si entonces «nos dicen que íbamos a seguir en política, se-guramente no lo hubiéramos creído». José Luis Casas se refiere también a esta cuestión y afir-ma con ironía que «me admira cuando veo a algún político que desempeña más de un cargo a la vez; yo hay veces que casi no pue-do con mi trabajo», afirma entre risas. La sociedad, a su entender, es diferente a como era hace cua-renta años. «En la actualidad, la gente es más reticente a los parti-dos políticos y a tener un líder, y eso que no podemos olvidar que la preparación de los políticos es hoy mayor que entonces». Sea como sea, Carmelo Casaño hace una comparación muy ilustrati-va: «Comparen a Josep Tarrade-llas (presidente de la Generalidad de Cataluña en el exilio desde 1954 hasta 1977) con Junqueras; es para salir corriendo». El escri-tor se refiere también al líder de Podemos, Pablo Iglesias, con el

que dice estar «poco de acuerdo», y se pregunta «cómo puede mejo-rar el sistema un partido antisis-tema?». A este respecto, Salvador Blanco indica que lo antisistema es fruto de una coyuntura marca-da por la crisis económica y la co-rrupción política y apostilla que «en este país de demagogias hay que pensar en un Estado que ac-túe según las futuras generacio-nes, y no pensando en las futuras elecciones».

Según Casaño, los soberanistas «siempre querrán ser mártires de la situación y, cuando dejan de llorar, ponen la mano», una afir-mación que despertó el aplauso de los asistentes en la sala. Parte del pueblo catalán, una minoría eso sí, «ha querido aprovechar las debilidades del Gobierno de Espa-ña por la crisis», afirma Salvador Blanco, quien invita a «fortalecer el Estado y no permitir que nos lleven al separatismo aprove-chando las debilidades». Asegu-ra que el modo de actuación en Andalucía ha sido radicalmente opuesto desde el principio. «La plena autonomía ha hecho po-sible el salto que ha experimen-tado nuestra tierra en estos últi-mos 40 años», dice Blanco, quien recuerda cómo en el año 1978 se desplazó en coche hasta Bilbao y, «desde Madrid para arriba, Era

Asistentes. El director de Diario CÓRDOBA, Francisco Luis Córdoba, autoridades y asistentes en el foro celebrado en la sede de la Asociación de la Prensa.

A.J. GONZÁLEZ

AUTOGOBIERNO

Una lucha marcada por García Caparrós, fallecido en MálagaEl 4 de diciembre de 1977 ha pasado a la historia porque dos millones de andaluces se echaron a la calle a reclamar el derecho al autogobierno en pleno proceso de construcción del Estado autonómico. Fue una jornada crucial en una batalla política que acabó con un referéndum celebrado dos años después, el 28 de febrero de 1980, en el que los andaluces dijeron ‘sí’ a su incorporación al proceso de descentralización, reclamando el máximo de competencias, al mismo nivel que las consideradas comunidades históricas: Galicia, País Vasco y Cataluña. Y aquel 4 de diciembre pasó a la historia también por la muerte a disparos de la policía del joven obrero Manuel José García Caparrós durante los disturbios registrados en la manifestación de Málaga. Con 18 años, era un trabajador malagueño de la fábrica de Cerveza Victoria y militante de Comisiones Obreras que, sin mucho menos pretenderlo, se convirtió en protagonista de esa efervescencia reivindicativa y en posterior símbolo en el camino de lucha hacia la plena autonomía andaluza.

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otro mundo. No se me olvida lo que sentí, y ese cambio había que pedirlo en la calle».

Ese sentimiento de unidad y de reivindicación dentro de los mar-cos legales que hubo en Andalu-cía el 4D por conseguir equiparse al resto de comunidades podría reeditarse, indica José Luis Casas, si «se ve una vuelta a la España de las dos velocidades». En Cata-luña, asegura el historiador, «se han dejado hacer demasiadas cosas durante mucho tiempo», y dice que, por ejemplo en el ám-bito educativo, «se han controla-do las clases de Historia por una especie de agentes». A su juicio, «se ha llegado a un punto de no retorno y no estoy seguro de si las elecciones podrán resolver es-ta cuestión». Según su punto de vista, cuando se habla de cuestio-nes de agravios no sirven de na-da medidas como las del boicot a productos catalanes. «Lo que hay que hacer es ver qué se hizo mal y, a partir de ahí, construir», de-fiende Casas, mientras que Car-melo Casaño incide en que «si la solución al problema es solo económica, eso no lo van a con-sentir las demás autonomías, co-mo sí lo han consentido en otras ocasiones». A este respecto, el vicepresidente de la Diputación hace hincapié en que es un error de base plantear una España «de buenos y de malos en función de

los intereses partidistas que cada uno defienda». Así, añade, «nos hacemos un flaco favor». De lo contrario, mantiene que «todos hemos cometido errores, pero no se trata de echárnoslo en cara o de machacarnos, porque así no se soluciona el problema».

Andalucía, tal y como mantie-ne Salvador Blanco, «juega un pa-pel importante hasta en los peo-res momentos, porque tiene mu-cho peso y es difícil hacer algo en España sin tener en cuenta a An-dalucía». Según Carmelo Casaño, desde el punto reivindicativo sí se han cumplido las expectativas del 4D. «Otra cosa es que exista un sentimiento nacionalista de que somos los mejores y España nos roba», como dicen en Cata-luña, donde, además, cada vez que dicen España «se refieren a Madrid».

Hace 40 años, en las calles an-daluzas «se pedía libertad y un modelo político nuevo», recuer-da José Luis Casas, quien afirma que desde ese punto de vista «se han conseguido las pretensio-nes»; unas pretensiones a las que no hay que mirar con añoranza y nostalgia, sino con la intención de fortalecer ese discurso de la defensa de la igualdad territorial que se hiló el 4 de diciembre, la jornada que muchos consideran como el Día Nacional de Andalu-cía. H

Debate. Salvador Blanco interviene a la pregunta de Rafael Aranda mientras José Luis Casas Sánchez y Carmelo Casaño escuchan con atención.

A.J. GONZÁLEZ

Participantes. Arriba, Casaño interviene; el historiador José Luis Casas y Salvador Blanco, vicepresidente de la Diputación.

CLAuSurA

Reflexión de José Aumente

«Andalucía no es deshacer España. Es buscar otra fórmula, otra alternativa, parasentirse un español más maduro». La frase es de José Aumente, intelectual cordobés considerado ideólogo del nacionalismo andaluz contemporáneo. Con esta reflexión clausuró la mesa redonda organizada por Diario CÓRDOBA sobre el 40 aniversario del 4D el moderador de la misma, Rafael Aranda, redactor jefe del periódico. «Pero quequede bien claro: esto significa ser más español, pero desde nuestra peculiaridad y forma de ser andaluza. Y, sobre todo, desde un proyecto político de acción. Como decíaAntonio Machado, un pueblo es una empresa futura, un arco tendido hacia elmañana. Y esto, sencillamente, somos losandaluces: un pueblo hacia el mañana», contínúa la frase de José Aumente.

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Puño en alto. Julio Anguita (segundo por la izquierda, sin barba) y el histórico dirigente comunista Ignacio Gallegos (tercero izquierda) en un acto del PCE en Córdoba.

MANUEL FERNÁNDEZ

Aquel domingo 4 de diciembre te-nía pensado levan-tarme temprano e irme a la Plaza de Santa Ana para es-

tar en la manifestación del Día de Andalucía, que se celebra-ba ese día por primera vez. De los tres estudiantes de periodis-mo que hacíamos cuarto curso en aquel año de 1977 y que vi-víamos en Vallecas dos –Fran-cisco Luis Córdoba, actual di-rector de este periódico, y An-tonio Galán, exsubdirector de este mismo rotativo-- madruga-ron y vieron ondear las bande-ras blanquiverdes en el centro de Madrid. Yo me retrasé y ca-si tuve que imaginarme el mo-vimiento de los manifestantes, concentrados ante los símbo-los de una Andalucía que co-menzaba a nacer. De todas ma-neras, las cervezas las tomamos juntos en aquel día ya señala-do para toda la vida. Aunque ya estábamos acostumbrados a fe-

chas históricas, algunas de in-menso peso negativo. En ene-ro se produjo en la calle Ato-cha de Madrid el asesinato de cinco abogados laboralistas por miembros de la ultraderecha, acontecimiento que fue lleva-do al cine por Bardem en Sie-te días de enero. Ese comienzo del año 1977 en España los es-tudiantes cordobeses de perio-dismo en Madrid habían obser-vado en directo el multitudina-rio entierro de las víctimas del despacho laboralista de Ato-cha, que supuso la comparecen-cia callejera de un PCE concilia-dor; las muertes violentas en el curso de manifestaciones de los estudiantes Arturo García y Ma-ri Luz Nájera, que produjo una fuerte contestación universi-taria, y la muerte de tres poli-cías de las Fuerzas de Orden Pú-blico en atentado terrorista. En junio, sin embargo, asistieron en el mejor directo posible, el de la política nacional en Ma-drid, a la escenificación calleje-ra y celebración de las primeras elecciones generales, el famoso

Nueve partidos convocaron la marcha, a la que contribuyó Tomás Egea con un cartel en el que una paloma salía de su jaula

RICARDO

15-J, precedidas por uno de los hechos más notables de la Tran-sición: la legalización del PCE en abril de ese año, por Semana Santa, cuando los estudiantes estábamos de vacaciones, que en Córdoba contó con la parti-cularidad de que los comunis-tas no encontraron ningún lo-cal público en alquiler para fes-tejar su legalización.

A unos cuatrocientos kilóme-tros de la capital de España, en Córdoba, los cielos amanecie-ron cubiertos. Pero el agua que empezó a mojar los adoquines de las calles para nada desani-mó a los miles de cordobeses –60.000/70.000, según la esti-mación del periódico, que otras fuentes elevaban a 150.000—de la capital y la provincia que se ma-nifestaron el 4 de diciembre des-de el Hotel Meliá hasta Las Tendi-llas, donde se leyó un manifiesto en el que se exigía «la rápida ins-titucionalización de los órganos de representación y gobierno au-tónomo».

Nueve partidos –AP, UCD, PSOE, PSA, PSP, PCE, PTE, OIC y

ORT—convocaron en Córdoba la manifestación por la autonomía a la que el pintor Tomás Egea contribuyó con un cartel en el que una paloma salía de una jau-la de verdes barrotes y a la que podían asustar los ultraderechis-tas que ensombrecían la alegría con la amenaza de irrumpir en la manifestación con la bandera española. A pesar de la alegría de los líderes políticos, que se des-hicieron en elogios a la partici-pación –Carmelo Casaño (UCD): «Un día emocionante»; Manuel Gracia (PSOE): «Tenemos que es-tar orgullosos»; Ignacio Gallego (PCE): «Un gran mérito de nues-tro pueblo»; José Aumente (PSA): «Un éxito histórico»--, pequeños incidentes, motivados por gue-rras de banderas, enturbiaron la jornada. Alianza Popular aban-donó la manifestación en la calle Cruz Conde cuando algunos par-ticipantes protestaron la presen-cia de enseñas españolas en algu-nos balcones y en Las Tendillas el servicio de orden impidió que un exaltado grupo ultraderechista irrumpiese en la manifestación

Los cielos amanecieron cubiertos y el agua empezó a mojar los adoquines, pero nada desanimó a que miles de cordobeses se manifestaran el 4 de di-ciembre de 1977 desde el Hotel Meliá hasta la plaza de Las Tendillas. Córdo-ba, Andalucía, se despertaba para reivindicar un gobierno autónomo

La Córdoba del 4D

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Vuelven los mítines. Con las campañas electorales regresan los mítines de los partidos. En la foto, acto del PCE en la plaza de toros dde Los Califas.

con la bandera nacional. Una vez terminado el acto una minoría del extremista FRAP desplegó en la plaza una bandera republica-na con sus siglas, que fue contes-tada desde la sede de AP, en Las Tendillas, ondeando banderas españolas.

El balance de aquel histórico día 4 de diciembre de 1977, un domingo cercano a las navida-des, fue políticamente positivo: había nacido casi de la nada el fervor popular por la autonomía. El propio periódico CORDOBA cambió aquel mismo día por el color verde su habitual segunda tinta roja. Sin embargo, en otro lugar de Andalucía, en Málaga, esta fecha histórica fue marcada por la sangre: el joven Manuel Jo-sé García Caparrós cayó muerto por una cruel guerra de bande-ras; fue un suceso que motivó una jornada de luto que paralizó la vida cordobesa entre las 12 y las 13 horas del 7 de diciembre.

El nacimiento de la demo-cracia con la celebración de las primeras elecciones generales libres en junio de 1977 marca el comienzo de un tiempo que afortunadamente sigue vivo en el 2017 pero que fue zarandeado y a punto estuvo de sufrir heridas de gravedad el 23 de febrero de 1981, cuando Tejero se lió a tiros en el Congreso de los Diputados. Ese mismo año, Diario CORDOBA suprime de su cabecera el yugo y las flechas y pasa de subtitularse Diario Regional del Movimiento a simplemente Diario Regional. Estas primeras elecciones del 15 de junio de 1977, día en el que Córdoba se desperezó con el so-nido de los artefactos explosivos que elementos subversivos no identificados hicieron estallar a las seis de la mañana en el edi-ficio de Servicios Múltiples y en la Audiencia Provincial, desper-taron bruscamente a los cor-dobeses pero no restaron parti-cipación en las urnas. 364.730 cordobeses depositaron su voto para elegir a sus representantes en el Congreso de los Diputados, lo que representó una participa-ción del 81,87 por ciento, que bajó ligeramente a 80.84 para el Senado.

Un día que dejó escritos para la historia de Córdoba los nom-bres de los primeros diputados y senadores democráticos tras la República: los socialistas (PSOE) Guillermo Galeote, Rafael Vallejo y Emilio Fernández; los centris-tas (UCD) José Javier Rodríguez Alcaide, Carmelo Casaño y An-tonio José Delgado de Jesús; y el comunista (PCE) Ignacio Gallego fueron los primeros diputados cordobeses; al Senado accedieron Matías Camacho Llóriz, Joaquín Martínez Bjorkman y Manuel Gracia Navarro por el PSOE, y Ce-cilio Valverde Madrid por UCD. Las trece candidaturas presenta-das por Córdoba se llevaron los siguientes votos: PSOE: 122.361; UCD: 117.482; PCE: 59.668; Fede-ración Alianza Popular: 33.616; Unidad Socialista PSP y PSA: 13.195; Frente Democrático de Izquierdas: 4.056; Federación de la Democracia Cristiana: 2.984; Alianza Nacional 18 de Julio:

1.718; Candidatura Independien-te (centristas): 1.684; Frente por la Unidad de los Trabajadores: 1.462; Reforma Social Española: 1.413; Alianza Socialista Demo-crática: 923; Falange Española de las JONS (sector auténtico): 693; votos nulos: 3.647; votos en blan-co: 405.

RICARDO

Universidad triunfa la candida-tura progresista del aspirante a rector Alberto Losada Villasante, José Manuel Cuenca Toribio crea el Instituto de Historia de Anda-lucía y sale la primera promo-ción de Biológicas; un año en el que vuelve a su esencia cultural el Círculo Cultural Juan XXIII y

en el que a las tardes y noches de Córdoba se incorpora el alicien-te del juego con la apertura de numerosas salas de bingo y que el Icona inaugura el parque fo-restal de Los Villares, un lugar oficial donde cocinar peroles. Un año en el que se reivindica el carnaval, el concurso de cruces solo alcanzó 15 inscripciones, el de los patios premió al de Paseo de la Ribera 33 y en la feria de mayo, aunque no se autorizaron casetas de partidos políticos, casi todos se las ingeniaron para ca-muflarse en algunas de las exis-tentes: el PC se metió en la del Parque Cruz Conde. Un año an-tes, en 1976, se abre el edificio de Servicios Múltiples, los llamados «Ministerios», se descubre la exis-tencia del cementerio radiactivo El Cabril, Felipe González asiste a una cena con militantes socialis-tas en la Sociedad de Plateros de María Auxiliadora, la Real Aca-demia estrenó su edificio de la calle Ambrosio de Morales mer-ced a un acuerdo con el Monte de Piedad, arde el quiosco de prensa de Matías Camacho, situado en Las Tendillas, se celebra el I Con-greso de Historia de Andalucía y

Ese año de 1977 se celebraron las primeras elecciones generales, se crea CECO y vuelve a su esencia el Juan XXIIIla primera manifestación auto-rizada, una protesta ciudadana contra la contaminación del río Guadalquivir. Al año siguiente del primer Día de Andalucía, en 1978, Córdoba dio un sí de un 75,1% de los votos a la Constitu-ción en el referéndum del 6 de diciembre, cuando hacía un año que Miguel Castillejo Gorráiz ha-bía sido elegido presidente del consejo de administración del entonces Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba –puesto que dejaría 28 años después—y de que había salido a la calle la revista de bolsillo Tendillas 7, de información local, un año en el que el obispo José María Cirar-da se marcha a Pamplona, en el que José Antonio Infantes Florido ocupa su lugar, en el que arde la iglesia de la Merced (Diputación) y en el que la duquesa de Alba se casa con el exsacerdote Jesús Aguirrre.

Pocos meses antes del 4 de di-ciembre, desde el comienzo del año hasta la celebración de las elecciones el 15-J, la novedad en aquella Córdoba de dos años des-pués de la muerte de Franco fue el trasiego de políticos que ve-nían desde Madrid, o desde

En este año de 1977, el de la celebración el 4 de diciembre del primer Día de Andalucía, se crea en Córdoba la Confederación de Empresarios de Córdoba (CE-CO), la asociación del comercio Apepmeco, y la del campo Aso-ciación Cordobesa de Empresa-rios Agropecuarios (ACEA); en la

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Sevilla, para dar a conocer sus programas y hacerse con simpa-tizantes. Como un madrugador reivindicador de la autonomía, Alejandro Rojas Marcos, un des-camisado Felipe González, que inauguró la Casa del Pueblo en la calle Juan de Mena con Guerra y Chaves, un Fraga devorador de kilómetros, o el notable andalu-cista Clavero Arévalo, fundador del Partido Social Liberal Anda-luz. En cuanto a los mítines, San-tiago Carrillo abarrotó la Plaza de Toros con 20.000 personas; y quien consiguió un lleno algo pa-recido pero menos que el de Ca-rrillo fue Felipe González en el mismo escenario. Antes de que expirase el plazo de presentación de candidaturas para el 15-J, pro-fesores y profesionales indepen-dientes entre los que figuraban el rector Alberto Losada, José Ma-nuel Cuenca Toribio, Juan Igna-cio González Merino, Francisco Martín López, Eduardo Sevilla, Antonio Rodero y otros publica-ron en el CÓRDOBA una carta a la oposición democrática en la que «ante el actual marasmo de siglas» instaban a los partidos de oposición a la creación de un blo-que democrático unitario.

OTRA GRAN MANIFESTACIÓNAquel año de 1977, en que el MO-PU decoró con farolas fernandi-nas la travesía de la Ribera y se inauguró el Hiper, luego Pryca, Córdoba conoció tres gobernado-res civiles. A finales de febrero, tras un corto mandato de diez meses, Isidro Pérez Beneyto fue sustituido por Eugenio Antonio de Herrera, que estuvo en el car-go cinco meses hasta que llegó

Francisco Javier Ansuátegui, el gobernador de la transición. En la Alcaldía gobernaba Antonio Alarcón Constant y al frente de la Diputación estaba Manuel San-tolalla de la Torre. El presidente de CECO era Enrique Lovera Po-rras, el de Comercio Córdoba Jo-sé Calzado Teruel, el de la Asocia-ción de Joyeros Rafael González Barbero, el secretario de la UGT Emilio Fernández Cruz y el de CCOO, Manuel de la Rubia y el de los empresarios agropecuarios (ACEA), Fernando Castro Gonzá-lez de Canales.

En este año en el que la futu-ra estación de trenes se creía un sueño cercano aunque con el desacuerdo con el proyecto del Ayuntamiento de Martínez Bjork-man, la crisis económica provoca una gran manifestación de para-dos –5.000 asistentes—y huelgas,

como las de los mineros, las de PNN de institutos o la de Aucor-sa, el transporte de mercancías y la recogida de basuras y despier-ta una larga crisis en la Westing-house, aunque se pone en mar-cha el matadero de Iccosa, con una inversión de 400 millones de pesetas, que dio empleo a 300 personas, tenía a su servicio 400 granjas y se proponía sacrificar mil reses diarias.

En 1979 se repitió el domingo 2 de diciembre algo parecido al 4 de diciembre de dos años an-tes. Ese día, con motivo del Día de Andalucía, Córdoba se echó de nuevo a la calle para refren-dar la convocatoria de manifes-tación autonomista firmada por los partidos políticos PSOE, PCE, PSA y PTA y a la que se adhiere, aunque no la rubrica, la UCD. De diez a doce mil personas, se-

gún fuentes policiales, y entre 30.000 y 40.000, según los orga-nizadores (los datos habían baja-do respecto al 77), es el número de cordobeses que se lanza a esta convocatoria festiva verdiblanca y que en su apoteosis, en la Pla-za de las Tendillas, finaliza de manera accidentada por culpa de miembros de la ultraderecha que en estas fechas, aún recien-te la muerte del dictador Fran-co, viven todavía envalentona-dos. Un grupo de militantes de Fuerza Nueva sale de la sede de su partido, ubicado en la céntri-ca y comercial calle Gondomar, con el provocador propósito de irrumpir entre los manifestantes con banderas españolas. El alter-cado estaba servido. Una pisto-la, armas blancas y objetos con-tundentes irrumpen en la fiesta verdiblanca y provocan heridas a catorce personas –cuatro, de carácter grave- y la detención de otras once, entre ellas el presun-to autor de los disparos, Miguel Quintana.

El que esto suscribe, que en aquellos momentos trabajaba en la delegación del rotativo sevilla-no El Correo de Andalucía en Cór-doba, vivió, casi en propia carne, esta accidentada jornada. El re-dactor gráfico del Diario CÓRDO-BA que en aquella jornada cubría la información, Rafael Rodríguez Aparicio, y que se encontraba a mi lado, levantó su cámara para captar el momento de los alter-cados. Y recibió en uno de sus de-dos el impacto de algún perdigón perdido en aquellos disparos que alarmaron a los tranquilos mani-festantes del 2 de diciembre. Las reacciones políticas no se hicie-

ron esperar. La sede de Fuerza Nueva (FN) fue clausurada por el gobernador Ansuátegui; el alcal-de, Julio Anguita, llamó terroris-tas a los ultras –que provocó una querella de FN por injurias-, los parlamentarios socialistas califi-caron los hechos de «provocación con agresión», y los sindicatos convocaron pocos días después una hora de paro como señal de protesta por los incidentes. Al pa-recer, los responsables de la ma-nifestación no la encabezaron, además de con la andaluza, con la bandera española, como había acordado la Junta de Andalucía. Lo cual, parece ser, dio pie a que los militantes de FN enarbolaran la enseña nacional en mitad de la marcha festiva. Lo que ocurre es que el prescindir de la bandera nacional en la marcha fue, a su vez, una intencionada respuesta política a la desaparición de en-señas blanquiverdes del Paseo de la Victoria la noche anterior. Es-to contribuyó a enrarecer el am-biente y preparar el clima de la confrontación. Casi como en el todavía cercano 4 de diciembre de dos años antes, aquel domin-go que tenía pensado levantar-

me temprano e irme a la Plaza de Santa Ana de Madrid para es-tar en la manifestación del Día de Andalucía, que se celebraba ese día por primera vez. Llegué tarde al lugar donde las bande-ras andaluzas enseñaron sus co-lores blanco y verde y esta tierra empezó a tomar conciencia de que existía. Quizá por eso dos años después, el 2 de diciembre de 1979, viví y conté de primera mano lo que ocurrió en Córdoba: el despertar de la conciencia an-daluza en un momento aún muy cercano a la reciente dictadura. Como entonces todavía los lunes no salía periódico, el martes 4 de diciembre, en mi columna «… pri-mera línea de fuego» dejé escrito: «Una de las cosas que más llamó la atención en la manifestación fue la persona que abría la cade-na humana del servicio de orden. Era un gitano, castizo y pañuelo de lunares, con traje de buen plantel y con un bastoncillo de distinción en donde llevaba colo-cada una pegatina alusiva al día. Iba muy serio y muy en su papel. Como un botón de muestra de la diversidad de Andalucía toman-do conciencia del papel que de-bía de jugar aquel día». H

Felipe, en Córdoba. Felipe González asiste a una cena con militantes del PSOE en Córdoba en Sociedad de Plateros de María Auxiliadora.

RICARDO

Fraga. El fundador de Alianza Popular, Manuel Fraga, en un acto en Córdoba.

Otra gran marcha andalucista, el 2 de diciembre de 1979, finalizó con disparos ultras cerca de Las Tendillas

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laura mármol

los andaluces dijeron en la calle que no querían ser menos que otras regiones y pidieron la autonomía como palanca para salir del atraso

Unidad para que Andalucía diera el salto

El 4 de diciembre de 1977 fue el día en el que se fraguó la autonomía andalu-za. Hace ahora 40 años, unos dos mi-

llones de andaluces salieron a las calles en las ocho provin-cias andaluzas para reivindi-car la concesión de una autono-mía plena que permitiera a es-ta tierra salir de la situación de inferioridad en la que se situa-ba respecto a otras regiones. se trata de una fecha que mucha gente sigue recordando y revin-dicando, entre ellos cordobeses que vivieron en primera línea aquellos momentos.

josé javier rodríguez alcaide, manuel gracia, juan ojeda o josé miguel salinas. todos ellos coin-ciden en que la participación en la calle superó todas las expecta-tivas y que tras la pancarta se vio a unos partidos políticos unidos bajo un mensaje claro de los ciu-dadanos: que «los andaluces no querían ser más que nadie pero también menos que otros», tal y como recuerda rodríguez alcai-de, diputado constituyente por ucd y catedrático emérito de la universidad de córdoba.

en andalucía, afirma rodrí-guez alcaide, «se tenía miedo a la concesión de privilegios para país Vasco, cataluña y galicia». el 4 de diciembre, añade, «fue el inicio de un duro camino que se

nos exigió a los andaluces para alcanzar una autonomía plena. asimismo, insiste en que es «un acicate para que estemos alerta ante la modificación que se pre-tende de nuestra constitución. no vamos a aceptar privilegios para que otras comunidades me-noscaben nuestros derechos».

el ex presidente del parlamen-to andaluz manuel gracia, que fue uno de los intervinientes al final de la manifestación en cór-doba, en su caso por el psoe, des-taca el sentimiento que había de reivindicación de la autonomía «como palanca para salir del atra-so de andalucía». todos fueron conscientes, añade, «del peligro que tenía dar autonomía políti-ca a las nacionalidades llamadas

históricas y no al resto». gracia, que hace hincapié en la unidad de los partidos en todo aquel pro-ceso, manifiesta que el 4d fue «el germen de todo lo que vino des-pués».

el exparlamentario europeo por el pp juan ojeda, entonces pe-riodista de diario cÓrdoBa, se-ñala que las 80.000 personas que salieron a la calle en la ciudad «lo hicieron a favor de una identidad andaluza que sentían en ese mo-mento aunque, realmente, no sa-bíamos hasta dónde queríamos llegar». los andaluces, apunta, dos años después de la muerte de Franco y con la recién recuperada democracia dando sus primeros pasos, «queríamos recuperar lo nuestro, pese a no tener claro qué era lo nuestro». todos, recuerda, «estábamos agarrados a una mis-ma pancarta que pedía una anda-lucía de primera fila».

el exvicepresidente de la jun-ta de andalucía y ex presidente de la diputación provincial, josé miguel salinas, señala que lo que se oía el 4d «eran gritos que rei-vindicaban la autonomía, pero desde el punto de vista de la so-lidaridad y la igualdad» y añade que «tenemos que dotar a ese día de un enorme valor porque salió media andalucía a la calle, y los partidos sentimos el mandato de que había que pelear para equi-pararnos con autonomías de ma-yor nivel». salinas indica que se hizo el trabajo en su orden: «pri-mero, demostramos la fuerza en la calle y eso se usó para lograr luego, dentro de la legalidad, el máximo nivel de competencia autonómica». en cataluña, ano-ta, «le han dado la vuelta al pro-ceso saltándose la legalidad». los andaluces, apostilla, «fuimos ya entonces un ejemplo». H

Testigo. Manuel Gracia Navarro (PSOE) se dirige a los manifestantes desde el escenario instalado en la plaza de Las Tendillas para las intervenciones.

ricardo

«el 4D se iniciÓ un duro camino Hacia la autonomía»

josé javier rdrez. alcaideCatedrático emérito de la UCO

«Vimos el peligro de dar autonomía a otros»

manuel graciaExpresidente del Parlamento

«queríamos recuperar lo nuestro sin saBer qué era»

juan ojedaExparlamentario europeo

«los anDaluces fuimos ya entonces un ejemplo»

josé miguel salinasExvicepresidente de la Junta

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