OSTENIBL EOSTENIBLE · De atrás a adelante: César Riffo, Gonzalo Muñoz, Bart Houlahan, Claudia...

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2 | 2011 | gestión sostenible | E OSTENIBLE

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PORTADA / 100 ideas

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Ideas que estan

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De atrás a adelante: César Riffo, Gonzalo

Muñoz, Bart Houlahan, Claudia Martínez, Ricardo

Abramovay, Yolanda Kakavadse, Camilo

Jaramillo, Pedro Tarak y María Emilia Correa.

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1. La opción B del mercado

Comenzó en EU.UU. por cuenta de un tema legal y, hoy, ade-más de encontrarse disponible

en 12 estados de ese país, está pre-sente en varias regiones del mundo. Se trata de las empresas B, un nuevo modelo para hacer negocios.

Hace 13 años, los creadores de la compañía de helados Ben&Jerry recibieron una orden judicial por parte de la Corte Suprema de EE.UU.: vender su empresa a Uni-lever por una jugosa cifra, aunque ellos no quisieran.

Ben Cohen y Jerry Greenfield no tuvieron cómo demostrarles a sus accionistas que el uso de materiales orgánicos, el buscar una producción sostenible de los lácteos y el pagar de manera justa a los campesinos les haría ganar más dinero del que ofrecía la multinacional; por ley, la misión de una empresa es maximi-zar las utilidades para sus accionis-tas. Entonces, debían vender.

Esta misma situación la vivieron tiempo después Bart Houlahan y Say Coen, quienes se vieron obligados a vender su compañía de ropa depor-tiva porque su intención de resolver problemas ambientales y sociales no era lucrativa. Estos dos inquietos empresarios buscaron una figura legal que les permitiera crear la empresa que querían: una que ofreciera solu-ciones a las dificultades de la huma-nidad y del planeta. De esta manera, nacieron las B Corps (empresas B), que hoy tienen un sustento legal en 12 estados del país del norte.

Con esa misma idea de con-tradecir las bases del capitalismo estaban varios emprendedores de Colombia, Argentina, Chile y Brasil; quienes decidieron replicar el modelo en Sudamérica, teniendo en cuenta el contexto y la cultura de la región.

El primer paso fue llamarlo Sis-tema B y, en seguida, haberse com-prometido a crear una comunidad de empresas que generara un movimien-to global para solucionar problemas sociales y ambientales a partir de los productos y servicios que comercia-

lizan; así como desde las prácticas laborales, ambientales y de relaciones con sus comunidades, proveedores y diferentes públicos de interés.

Las empresas que quieran ser parte del sistema deben pasar por un riguroso proceso de certificación que analiza todas las dimensiones de la

compañía, el mismo que realiza Global B Lab para entregar su certificación.

Como lo señalan sus impul-sores en la región (ver entrevis-tas de las páginas siguientes), ‘ser B’ cuenta con múltiples beneficios para las empresas: tienen nuevos clientes y mercados, generan rela-ciones comerciales con otras com-pañías certificadas, son proveedores de grandes organizaciones y, sobre todo, son empresas que no compiten por ser las mejores del mundo. Su propósito es ser las mejores para el mundo, como dice su lema.

EN 27 PAÍSES DEL MUNDO HAY ALREDEDOR DE 750

EMPRESAS CERTIFICADAS. DE ESTAS, 48 SE ENCUENTRAN

EN SUDAMÉRICA.

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La dupla transformadoraLas dos llevan décadas traba-

jando por la protección del medio ambiente. La abogada

María Emilia Correa lo ha hecho desde el sector empresarial y fun-dacional, donde se desempeñó en altos cargos directivos; y la eco-nomista Claudia Martínez, desde la banca multilateral y el sector público (fue viceministra de Medio Ambiente). Hoy son las principales abanderadas en Colombia y en la región del Sistema B. Semana Sos-tenible habló ellas. S.S.: ¿Por qué Sistema B puede considerarse una innovación social?C. M.: Para que una propuesta se considere como una innovación social debe tener principios de aplicabili-dad, escalabilidad y replicabilidad. Es decir, que dicho proyecto se masifique, se haga realmente social y genere entornos. Eso hacen las Empresas B. Por ejemplo, Hybrytec en Colombia maximiza el uso de energía solar.S.S.: ¿Por qué Sistema B?C.M.: No vemos esto como algo solo de empresas por empresas. No quere-mos casos aislados. Nuestro propósito es ser una comunidad de compañías que funcione como un sistema. Una plataforma de mercados, investigación y transferencia de conocimientos. Un sistema integrado de pensamiento. S.S.: ¿Todas las empresas pue-den ser “B”?M.E.C.: Cualquier empresa que logre la unanimidad de sus socios o accio-nistas, y redefina su propósito, puede ser una Empresa B. S.S.: ¿Por qué Sudamérica como punto focal de Sistema B?M.E.C.: Todos los fundadores está-bamos aquí. Llevábamos años en bús-queda de un cambio, de nuevas formas de acción. Por eso, en principio, nos enfocamos en nuestra región, pero lo pensamos como un movimiento global que ya está traspasando fronteras. Este modelo comenzó en Estados Unidos, lo adoptamos en Sudamérica y hoy ya está en países como Mongolia.

Claudia Martínez

María Emilia Correa

S.S.: ¿Cuál es el potencial “B” en Colombia?C.M.: El potencial del Sistema B en el país es inmenso. Es necesario promover a las empresas y empren-dedores sociales que identifican una oportunidad desde las potencialida-des de Colombia, y con creatividad y coraje la llevan adelante convirtién-dose en agentes de cambio. Actual-mente existe un número importante de empresas que se distinguen por su capacidad trans-formadora; tie-nen presencia cada vez más relevante y, lejos de ser una anécdo-ta ocasional, constituyen un movimien-to creciente de empresarios con espíritu B.

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Semana Sostenible estuvo en Argentina con Pedro Tarak, cofundador de Sistema B y un convencido de la necesidad que cobra la evolución de la economía hacia

un modelo que integre el lucro con lo social y lo ambiental. La cita era en Tea Connection, un hermoso restau-

rante de comida natural en el barrio Belgrano de Buenos Aires. Nunca nos habíamos visto y, justo antes de nuestro encuentro, cuando le pregunté cómo haríamos para reco-nocernos, me respondió con su acento porteño: “No te preocupés, que ya sabremos quiénes somos”, y así fue. No dudé ni un segundo que el señor que leía el periódico solo, en una de las mesas del lugar, era Pedro Tarak, el personaje por el que había viajado hasta el país gaucho.

El “ya sabremos quiénes somos”, iba mucho más allá del simple hecho de reconocernos. Solo el sitio del encuentro ya hablaba de la convicción que tiene Pedro por ser un elemento transformador en lo que él llama esta ‘era de la sustentabilidad’. Y también de la coherencia que transmite con su ejemplo de vida; el restaurante tiene

excelentes prácticas sos-tenibles y está en el pro-ceso de certificarse como Empresa B, es decir, hace parte de una de las comu-nidades que integra el Sistema B del cual este argentino !de sonrisa contagiosa y encantado-ra! es cofundador.

Mientras nos tomá-bamos un licuado, me

contó la manera en la que hace poco más de año y medio, en una de esas reuniones de amigos en las que se habla de cosas trascendentales y se busca cambiar el mundo, se les ocurrió adaptar la idea norteamericana de las B Corps para Sudamérica. “No sabíamos si estábamos muy locos o valía la pena llevar a cabo esta apuesta”, afirma.

Había pasado casi hora y media de nuestro encuentro cuando dijo “el capitalismo debe evolucionar hacia otra cosa. Hacia algo que integre lo social y lo ambiental con el lucro”. Esta revolucionaria frase me hizo interrumpirlo y preguntarle cómo ve el sistema económico actual. Me explicó, enton-ces, su teoría de las cinco transiciones, que apuntan a una economía basada en lo renovable, en el uso sustentable de la biodiversidad, en la finitud de los recursos naturales, en reutilizar los residuos y en distribuir el poder y los recursos.

Tres horas después de conocernos, o más bien, de que yo supiera cómo piensa Pedro Tarak, caminábamos por Belgrano. Mientras me contaba la historia del barrio donde vive, sin descuidar detalles importantes para un amante de la sustentabilidad como las políticas de arborización o la apropiación del territorio, pensé que aunque dice que nunca quiere convencer, su vehemen-cia termina contagiando y enamorando a cualquiera de la idea de cambiar el mundo.

“EL CAPITALISMO DEBE

EVOLUCIONAR HACIA ALGO QUE

INTEGRE LO SOCIAL Y LO AMBIENTAL CON EL LUCRO”.

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Pedro Tarak

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Un personaje inspirador

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Tres B de SudaméricaTriciclos, Cerco Constructora y Acción Verde son parte del grupo de

compañías pioneras en este modelo, que revoluciona el mundo empresarial.

ACCIÓN VERDE

La primera empresa B de Colombia mitiga el cambio climático, restaura hábitats y

mejora la calidad del aire por medio de un ejercicio sencillo: sembrar árboles. Su nombre es Acción Verde y su lema: “Árbol por árbol, sal-vando el planeta”.

Así ha logrado sembrar más de 250.000 árboles, es decir, cerca de 140 hectáreas reforestadas, las cuales ayudan a capturar 41.000 toneladas de oxígeno.

Esta empresa, que nació como parte de una iniciativa mundial de las Naciones Unidas para combatir la deforestación, vende cada Acción Verde a COP 20.000. Ese es el costo

de sembrar un árbol y cuidarlo por 3 años. Un valor pequeño por una acción que, unida a otras iguales, es descomunal.

“Cada vez que alguien compra una acción y siembra un árbol puede ver su evolución. Ademá recibe exenciones tributarias”, explica su fundador, Juan Manuel Soto.

EMPRESAS B EN COLOMBIA

Acción VerdePortafolio VerdeHybrytecArmovialEnvesSantosh

POR UN MUNDO SIN BASURA

Hace cuatro años, los chilenos Joaquín Arnolds, Manuel Díaz y Gonzalo Muñoz se unieron para crear una empresa que reciclara basura, tenían

claro que la mayor cantidad es materia prima en desuso. Su compañía se llama Triciclos, la primera empresa

B de Sudamérica, y que hoy es conocida en todo Chile por reciclar 20 materiales diferentes en Puntos limpios, una red de 42 sucursales ubicadas en las regiones y provin-cias del país austral. Cada uno recoge 25 toneladas mensua-les de materiales y recibe 3.000 visitan-tes por mes.

En el 2012 este proyecto obtuvo su certificación B por ser, en palabras de Jay Coen, uno de los fundadores de las B Corps, “una empresa gestionadora de cam-bio, oculta detrás de una empresa gestio-nadora de reciclaje”.

ENCARCELADOS Y LIBRES

El fundador de Cerco Constructora, César Rifo, hizo los siguientes cálculos: se invierte más de US 1 millón al año en las cárceles, ¿por qué no invertir

ese dinero en algo que genere un cambio en el país? La respuesta la encontró en la mano de obra de los reos. La Cámara Chilena de la Construcción acogió su idea y con-venció a las penitenciarías para que dieran los permi-sos respectivos. Hoy 104 presos salen de la cárcel a pavimentar calles, fabri-car colectores de agua o construir edificaciones. Algunos incluso tienen 27 años de condena. “Pasa-mos de ser personas pri-vadas de la libertad, a ser trabajadoras y así darles algo a nuestras familias”, dice Cristian Rodrigo.

Hasta el momento no se ha escapado el primer preso. Es más, el 65% de los reos que terminan su condena continúan trabajando con alguna de las 17 constructoras que participan en el programa, el cual impactó la política carcelaria de Chile.

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GIIRS facilita la inversión

en desarrollo sostenible

Según la Fundación Roc-kefeller, más de 40.000 millones de dólares están en el mundo bus-cando oportunidades de inversión, dinero que

puede resolver problemas sociales o medioambientales y generar ren-tabilidad financiera. Llevan el nom-bre de Inversiones de Impacto, un aporte que busca retorno social o ambiental en conjunto con retorno financiero. Su innovación más importante es el impulso por medir rentabilidad social y ambiental, un desafío monumental para llevar flu-jos de capital hacia inversiones sos-tenibles de manera más eficiente.

realiza un rating del impacto social/ambiental.

Basado en el lenguaje IRIS, la herramienta GIIRS acelera el escala-miento del mercado de inversión de impacto porque hace más eficiente los procesos de debida diligencia y la conexión entre la demanda y la oferta por capital de inversión. En solo dos años, se convirtió en la base de datos más grande del mundo en su clase. Hasta la fecha son 418 las empresas calificadas con GIIRS en 36 países y 14 sectores económicos que repre-sentan 60.000 empleados. Paralela-mente, 68 fondos de inversión (51 con calificaciones GIIRS) utilizan GIIRS como herramienta para moni-torear el impacto de 4,5 mil millones de dólares invertidos. Entre los fon-dos pioneros GIIRS se encuentran el BID, JP Morgan y UBS.

Colombia es uno de los pioneros de GIIRS. Hoy existen dos fondos de inversión evaluados que operan desde Bogotá: Fondo Inversor y Bamboo Finance. El primero es el primer fondo de inversión de impacto colom-biano. Nació con el objetivo de impul-sar el desarrollo de PyMEs innovado-ras. El segundo es un fondo de capital que invierte en empresas que ofrecen productos o servicios para poblacio-nes de bajos ingresos.

Por Manuel Camacho*

Quienes desean invertir en proyectos de impacto social, cuentan hoy con una herramienta para

saber si su dinero está siendo bien utilizado.

Los fondos de inversión avalados por GIIRS en el

país apoyan proyectos innovadores de cualquier campo. Agro, tecnología,

construcción, etc.

* Director Ejecutivo para Colombia del Sistema B.

En 2008, los inversionistas más emblemáticos del sector se reunie-ron para discutir cómo promover la transparencia y estandarización en el reporting del desempeño social y ambiental. El resultado fue el Impact Reporting & Investment Standards (IRIS), un idioma estándar para ter-minología y métricas que hoy es el marco más utilizado en el mundo.

A raíz de este impulso se lanzó, en 2010, el Sistema Global de Calificación de Inversiones de Impacto (GIIRS), una herramienta diseñada para calificar cuanti-tativamente el impacto social y ambiental de empresas y fondos de inversión. Así como Standard & Poor’s mide el desempeño financiero de empresas, GIIRS

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