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    Pginas mezcladas

    PABLO DE SANTISPginas mezcladas

    Historietas:MAX CACHIMBACOLIHUEDe Santis, Pablo.

    Pginas mezcladas. - 1. ed. 4 reimp. - Buenos Aires Colihue, 2005.96 p. ; 20xl2cm.- (La movida)ISBN 950-581-222-11. Narrativa argentina. I. Ttulo CDD A863Director de coleccin: Pablo De SantisDiseo de coleccin y de tapa: Juan Manuel LimaIlustracin de tapa: Max CachimbaLA FOTOCOPIA MATA AL LIBRO Y ES UN DELITO

    1 edicin / 4 reimpresin

    Ediciones Colihue S.R.L.Av. Daz Vlez 5125(C1405DCG) Buenos Aires -Argentinawww. colihue. com. [email protected]. arI.S.B.N. 950-581-222-1Hecho el depsito que marca la ley 11.723 IMPRESO EN LA ARGENTINA -PRINTED IN ARGENTINA

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    Siempre olvido numerar las hojas y se me confunden. Por eso este

    libro tiene las pginas mezcladas. El desorden no siempre es caos.

    A veces es otro orden.Pero secreto.PABLO DE SANTIS

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    EL da que cumpl 25 aos mi padre me llam por telfono y me dijo que tenamos queconversar de algo muy importante. Fui hasta su casa; l esper que mi madre me dieralos regalos (una camisa cuatro talles ms grande, un cinturn que me daba dos vueltas)y me hizo pasar despus a su estudio, en el primer piso, donde casi nunca dejaba entrara nadie. Como para subrayar que acabbamos de entrar en un mundo que no era deltodo real, sirvi dos vasos de whisky (yo no tomaba, l tampoco). Entonces mepregunt si haba odo hablar de la editorial del to Luis. Luis era su hermano, y habamuerto cuatro meses atrs de un ataque al corazn. Le respond que alguna vez haba

    visitado la editorial, pero yo era un chico en ese entonces, y ya no recordaba ni siquieraen qu barrio estaba.Todava existe. Luis dej varias deudas y la editorial a punto de cerrar. A menos quealguien se ocupe de sacarla a flote, nos vamos a tener que hacer cargo de las deudas...yo le sal de garante en dos negocios...busc la palabra exacta que lo salvara de darexplicacionesdesafortunados.7

    Que esto quede entre nosotros: tu mam no sabe nada.Imagin los reproches de mam: "Yo te lo haba advertido, ese loco de tu hermano no

    hace ms que meterse en problemas". Las familias, igual que las series de televisin,tienen dos o tres modelos de guin, que repiten con algunas variantes.La editorial se llamaba "El fuselaje", misterioso nombre cuyo origen el to Luis nuncase haba molestado en explicar. Por el tono de mi padre, supe que haba sido yo elelegido para la tarea. Mi padre se acerc hasta m, me mir con la emocin y el aliviocon que se mira a los mrtires y apoy su mano en mi hombro. Por el significado delgesto, sent como si tuviera el peso de una columna de mrmol.En vos confiamos la primera persona del plural pareca no referirse slo a mimadre y a l, sino a la difusa Humanidad.Al da siguiente fui a conocer la casa que ocupaba la editorial. En la puerta haba uncartel de chapa, un poco oxidado (Ediciones El fuselaje) y el torpe dibujo de un avin

    antiguo. Mi padre me haba dado un aro de metal con casi veinte llaves de distintaspocas: prob una por una hasta dar con la correcta. Entr a un garaje que serva dedepsito. En el suelo se amontonaban paquetes de libros atados con hilo sisal; losestantes soportaban libros de horscopos y novelas policiales con mujeres a mediovestir en la portada, siempre a punto de ser baleadas o acuchilladas.8No esperaba encontrar a nadie en la casa, que pareca llevar aos desierta. Pero en laprimera sala descubr a un hombre de unos cincuenta aos inclinado sobre un enormelibro de contabilidad. Llevaba dos pares de anteojos y acercaba su nariz a la pginahasta casi rozarla. Levant la cabeza pesadamente y me mir a travs de los cristales

    superpuestos.Si viene con intenciones de cobrar, le aviso que la empresa est por el momento encesacin de pagos.Cuando le cont que era Daro, el sobrino de Luis Ler, suspir aliviado, se puso depie, hizo una especie de saludo ceremonial, y se present.Soy el contador Vilches. Saba que la editorial est en rojo?Hay algo que se pueda hacer?Voy a conseguirle un hombre que le haga unas cobranzas, as al menos podr pagarlas deudas ms urgentes. Su to no se molestaba mucho en cobrar las deudas ajenas nien pagar las propias. Si usted va a hacerse cargo, empiece a buscar hoy mismo algopara editar.

    Vilches mir con piedad mi cara de desconcierto y demostr que adems de contadorpoda servir como asesor literario.Para esta poca del ao, su to mandaba al circuito de los quioscos sus prediccionesastrolgicas.9

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    La editorial se mantena con eso. Son libros que se venden rpido. El licenciado Baumes una firma reconocida.Vilches guard el libro de contabilidad en un maletn con la promesa de devolvrmeloen unos das. Quise retenerlo para preguntarle cmo funcionaba la editorial, pero meexplic que estaba muy apurado, y que si se haba acercado para ver cmo andaban lascosas, era slo porque haba sido muy amigo de mi to. Nombr a varios integrantes deuna barra que se reuna todas las tardes en un bar con billares, e hizo alguna mencin ala fama de mujeriego de mi to ("Yo no poda seguirlo en todas sus aventuras: soy un

    hombre casado"). Tambin cont algunas ancdotas que ponan en relieve el ingeniode mi to (como yo no haba heredado ese ingenio, no las entend). Vilches se fuedejndome un montn de papeles para consultar: correspondencia comercial atrasada,cuentas impagas, cartas de lectores, folletos viejos. Al final de la tarde ya tena unaidea aproximada de la lnea editorial de "El fuselaje" y estaba en condiciones de hacerun catlogo provisorio de sus libros ms importantes:Predicciones astrolgicas. Por el Licenciado Baum.El Cabaret Negro, Perdicin de la carne, La vampiresa descalza: novelas erticasfirmadas por Nelly Champagnat.El manuscrito de Ephrom. Por Ezra Ephrom. (Libro postumo trasmitido por el

    espritu de Ephrom a su esposa a travs de una mdium.)10

    Hblale a tu ngel. Por Mauricio Fenta.El ajo, alimento sagrado. Dra. Fuentes.Espiritismo sin intermediarios. Profesor Habermas y equipo.La lista segua con algunos libros de divulgacin cientfica, consejos conyugales, yuna serie de novelas de terror firmadas por un tal Lamberto Lacruz de las cuales slorecuerdo una invasin de babosas gigantes carnvoras y un enanito de jardn quecobraba vida.En mi segundo da como director de la editorial fantasma me dediqu a ordenar un

    poco los cajones mientras buscaba los nmeros de telfono de los autores, para ver sialguno estaba dispuesto a escribir otro libro. Me interesaba especialmente ellicenciado Baum, autor de los horscopos.Llam a Vilches para ver si saba dnde ubicar a esta gente. El contador empez arerse apenas le mencion tres o cuatro nombres del catlogo.Pero Daro, cmo va a creer un hombre culto como usted en esas cosas... Baum,Nelly Champagnat, la doctora Fuentes, Ezra Ephrom son imposibles de encontrar.Ninguno existe.Murieron?Ni siquiera nacieron. Su to Luis escribi todos los libros de la editorial.

    Record un sueo recurrente que tena desde los tiempos del secundario: seorganizaba en el mundo un campeonato de estpidos, y llegaba a mi casa un telegramacon la noticia de que me haban dado el primer premio.11

    Entonces se termin la editorial.No desespere. Siga el ejemplo de su to, que siempre deca: "Nada me deprime, nisiquiera la depresin". Su dilema es el siguiente: contrata a alguien para hacer eltrabajo o se dedica a escribir usted mismo.Como no haba plata para pagarle a nadie, comenc yo. En algn momento habatenido ambiciones literarias, y me imaginaba convertido en un novelista famoso, autor

    de novelas graves, lentas y profundas, que hablaran de la condicin humana; encambio, me esperaba un futuro de libros sobre espiritismo, alimentos milagrosos,interpretaciones caprichosas de las profecas de Nostradamus.Me tom unos das de licencia en el colegio donde daba clases de filosofa paradedicarme a la redaccin del primer libro. Llev algunos vveres a la editorial y me

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    propuse no abandonar la casa hasta que no tuviera al menos cincuenta pginas escritas.Segu el consejo de Vilches y eleg como primer paso las predicciones astrolgicas.Le la obra maestra del to Luis y trat de impregnarme de su estilo. No era fcilreproducir la msica verbal del licenciado Baum, que envolva cada frase en un aurade misterio, como si escribiera en una habitacin envuelta en niebla.12

    Hice lugar en el escritorio para una pesada mquina de escribir y tecle las primeras

    lneas de la introduccin. El licenciado Baum era astrnomo adems de astrlogo ycomenzaba cada uno de sus libros mirando las estrellas en su observatorio personal,instalado en la terraza de su casa de La Plata. Primero meditaba sobre las estrellas,luego sobre la influencia de los astros sobre el destino de los hombres. "Elmacrocosmos y el microcosmos parecen alejados, pero estn tan cerca como los ladosde un guante" era uno de sus pensamientos ms frecuentes.La inspiracin se cort cuando son el timbre. Afuera haba una chica de aspectofrgil, empapada, que sostena una bolsa de nailon llena de papeles y un paraguasaveriado. Temblaba. Perdido en la dimensin estelar, no me haba dado cuenta quehaca horas que llova.

    Soy Greta, la correctora

    se present mientras haca un gran esfuerzo para que susdientes no castaetearan.Le cont que era el sobrino de Luis. Greta puso su impermeable a secar junto a laestufa. El paraguas, que de tan poco le haba servido, no cerraba bien. Por alguna raznque desconozco, los paraguas rotos dan a sus dueos un aspecto que despiertaconmiseracin, y que aplasta todo intento de elegancia. Greta mir a su paraguas contristeza, pero despus, en un ataque de imprevista violencia, comenz a retorcerlo y agolpearlo hasta que lo cerr. El aire de pobre chica desapareci de golpe.13

    Tena este trabajo para corregirme explic mientras sacaba de la bolsa de nailon

    la mitad de los papeles. Haba quedado en entregrselo hace tiempo a su to, perocomo no me pag el trabajo anterior, le avis que no se lo iba a devolver. Despus meenter que muri. Lo siento mucho.Interrumpi la ceremonia de entrega de los papeles para darme la mano en seal depsame.Le agradezco que haya trado ese original, pero no s cundo habr plata parapagrselo. Me acabo de hacer cargo de la editorial... sent una puntada en micorazn: era mi instinto de editor que estaba despertandoqu es?Un manual de cocina.Lo hoje. Mi to no saba nada de cocina; deba haber escrito el libro copiando recetas

    de diarios y revistas. En algunos casos haba preferido innovar.No pruebe el flan "El fuselaje", que lleva huevos de codorniz con cascaraadvirtila correctora. Tuve que alterar algunas recetas, como las que incluyen moldes demetal para hacer en el micro-ondas.Mir por encima el original mecanografiado. Buuelos hechos con tal exceso delevadura que saldran volando. Mulita a la cazadora, con instrucciones para fabricar uncharango con los restos. Cabeza de vaca al jerez. El estilo del to Luis me recordaba alos manuales de medicina forense. Sent nuseas.Estoy escribiendo un libro de astrologa. Creo que en un par de das lo termino.Cunto cobra por pgina?14

    No me respondi, porque estaba buscando en su bolsa de nailon otros papeles....Ms recetas?No, una novela.Cmo se llama? Me mostr la primera carilla:El enigma de Pars(Novela policial)

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    Me la dio tu to para ordenar y corregir haba decidido tutearme. Me dijo queesta vez la novela no la haba escrito l. Se le haban cado las pginas y se habanmezclado. Yo empec a trabajar, pero como no me pagaba... estn todas las pginasmezcladas, tal como me la entreg.Mir las pginas sin numerar. Haba correcciones a mano, dibujitos, manchas,tachaduras, mapas... Pareca ms un borrador que una edicin definitiva. Desordenadoo no era el nico libro que tena.Greta, este va a ser nuestro primer trabajo juntos. No s de dnde voy a sacar plata

    para pagarte, pero algo voy a conseguir. Hagamos una reunin el lunes para poner enorden estos papeles y juzgar si es publicable.El lunes tengo clase de gramtica. Salgo a las cinco y vengo para aqu.El paraguas que tanto haba costado cerrar, milagrosamente se abri. Desde la ventana,segu el paso de Greta hacia la esquina, donde haba una parada de colectivo.15

    Asist al ltimo combate de la correctora con su paraguas, mientras una rfaga seensaaba con ella hasta arrancrselo de las manos.Tuvimos que posponer la cita porque Greta me llam para avisarme que estaba en

    cama. El mircoles lleg puntual con una docena de medialunas y un par de anteojosde marco de carey. Me pareci ms bonita que la primera vez, como si se tratara de unahermana gemela ligeramente ms serena, de ojos ms grandes, ms difcil de reducir auna ancdota, a un paraguas roto, a una tarde de lluvia.Yo estaba combatiendo con el signo de libra cuando lleg. Como toda mi familia nacien octubre, es el signo ms difcil. Greta despej de papeles mi escritorio, hacindolelugar a "El enigma de Pars". Me irrit un poco su toma de posesin del lugar. Al fin yal cabo era mi oficina.Algn dato del autor?me pregunt.El contador nunca lo oy nombrar. Sospecha de mi to.En una pgina haba una nota que adverta:

    "Pese a las precisiones sobre lugares de Pars, los hechos y los personajes sonimaginarios. El autor no se hace responsable por las personas o instituciones quepuedan sentirse aludidas."Quizs se trate de una novela polticaaventur Greta.16

    Saqu mi lapicera para numerar las pginas. Era una pluma que siempre perda tinta yme manchaba los dedos de negro, pero le tena cario.Este es el principio dijo Greta, mostrndome una pgina mecanografiada.Hacemos caf antes de empezar a trabajar?

    Fui hasta la cocina. Puse la pava en el fuego. Desde all o la voz impaciente de Greta,que comenzaba a leer en voz alta el primer captulo, sin siquiera esperar a que yollegara con el caf. "Caa la nieve sobre Pars. Ivs Montaner..." Sent urgencia porvolver junto a ella, por mirarla mientras lea. "...Ivs Montaner, detective privado, mirpor la ventana el Sena..."18

    Caa la nieve sobre Pars. Ivs Montaner, detective privado, mir el Sena por suventana. Hasta un tiempo atrs los barcos llenos de turistas haban recorrido el ro;pero uno por uno haban naufragado, y ahora sus proas oxidadas o sus cascos rotosemergan como goletas fantasmas.

    Montaner mir con tristeza la mitad izquierda de su cama de dos plazas. Seis mesesatrs Jacqueline, una frgil bailarina que trabajaba en el Teatro de la pera, lo habaabandonado, para partir en una gira de aos por pases remotos. Al principio habarecibido algunas postales, y despus nada. Para que su tristeza fuera an ms perfecta,el invierno era el peor que Pars haba conocido en los ltimos veinte aos.

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    El telfono son como un alarido. Corri a atender con la esperanza, cien vecestraicionada en los ltimos meses, de que fuera un trabajo.Era la voz de Marie Rose, su secretaria.Venga rpido. Hay aqu un seor que quiere hablar con usted...Ivs se puso su sobretodo y parti. Meti la mano en el bolsillo, revolviendo con ascosu contenido (boletos de metro, un cigarro aplastado, un caramelo pegajoso) yencontr al fin unos pocos billetes. Sus ltimos francos.Haban pasado tres meses desde su ltimo caso. Aquella vez lo haba contratado el

    dueo de un circo, preocupado por la posibilidad de que uno de sus artistas fuera unasesino. El lanzador de cuchillos, un italiano que se haca pasar por hind y que usabaun turbante azul, haba matado a su esposa.19

    La mujer trabajaba como su asistente; en medio de una funcin, uno de los puales quedeban dibujar su silueta se clav en su corazn. Como no haba pruebas en su contra,la justicia, ante la duda, lo haba dejado libre. Sin embargo, el dueo del circo noestaba tan convencido.Montaner se hizo pasar por periodista, y as pudo hablar con todo el elenco. Indag al

    domador, a la ecuyre, al trapecista, a un par de ex presidiarios que trabajaban comopayasos, a una hermosa equilibrista que viva descalza, sin llegar a ninguna respuesta.Despus de diez das de preguntas, el dueo del circo lo intim:Tiene tiempo hasta maana, despus del espectculo. Si para ese entonces noencontr nada, cancelamos la investigacin.Montaner se sent en primera fila. No era una funcin comn: la sensacin de la nocheera el regreso del lanzador de cuchillos. Le haban conseguido una nueva asistente:una chica que sonrea entre temblores, con lgrimas de terror en sus ojos enormes.Cuando vol el primer cuchillo, el detective supo la verdad.Al final de la funcin se reuni con el dueo del circo.El hombre es culpabledijo.

    Qu pruebas tiene?Ninguna. Pero un hombre que falla una vez, no puede seguir tirando puales. Slo elque no err nunca puede continuar.El dueo del circo acept su veredicto y dej afuera al lanzador de puales.20

    Desde entonces, Montaner haba recibido la visita de posibles clientes, que acababanpor pedirle trabajos deshonestos, o imposibles, o simplemente idiotas. Pero andaba tanmal de dinero que estaba dispuesto a aceptar prcticamente cualquier tarea. Al salir deledificio, una golondrina congelada cay muerta a sus pies.

    Te gustan las novelas policiales?le pregunt a Greta.S, pero solamente las de crmenes pasionales.Pero recin al final se sabe si el crimen es pasional.Es que yo siempre empiezo leyendo el final.Y dnde est la gracia?No lo entenderas. Hay dos razas de lectores: los que empiezan por el final y los queno leeran el final por nada del mundo.Greta mir las pginas desordenadas.Si supiera cul es la ltima, la leera primero. Pero ni siquiera s cul es la pgina

    siguiente.Busqu alguna frase que me sonara como la posible continuacin de la anterior. Luegode unos minutos la descubr: "Su secretaria lo esperaba con una taza de caf con lechecon croissants..."21

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    MONTANER tena todas las piezas ante s, pero no lograba armarlas. Aunque habaaclarado el enigma del libro, los asesinatos le revelaban que en realidad no saba nada,que estaba de nuevo en el comienzo.Llam al telfono de la agencia de modelos para la que trabajaba Helena Lavan. Loatendi un contestador automtico. Dej, con voz nerviosa, un mensaje intil. Buscen la gua el nmero particular de su representante. Oy la voz de un hombre dormidoy malhumorado.La llaman treinta locos por da, con las excusas ms ridculas. Es usted el loco

    nmero treinta y uno?La van a matar. Mencinele el nombre de Dubuffet: ella me creer.Hoy llamaron para advertirle que la secuestraran extraterrestres. De qu planetaest llamando?Irritado, Montaner cort.Oy el ruido de la puerta de la oficina al abrirse. Seguramente Leducq se haba dadocuenta de que no se poda averiguar nada en Pars a esa hora de la noche.22

    Pero no era Leducq.

    Un pual se clav contra un escritorio, muy cerca de Montaner.No se muevadijo la voz.El hombre ya no vesta turbante ni tnica roja.Casi no lo reconozco sin su disfraz, Abduldijo Montaner.Ya no soy ms Abdul.No usa ms su nombre artstico?Desde que usted le dijo al dueo del circo que yo era un asesino, nadie me contrata.El ambiente circense es muy chico, sabe? Las noticias vuelan.Lo hubiera pensado mejor antes de matar a su esposa.No quise matarla. Me hubieran credo, de no haber sido por usted.Si hubiera sido un accidente, no habra seguido lanzando cuchillos. Un hombre que

    se sabe capaz de errar no puede seguir en el negocio.Nunca err.Abdul lanz otro pual. La hoja atraves la carpeta donde el detective haba reunidolas pistas del caso Dubuffet.Tiro con los ojos cerrados. Estoy acostumbrado a no dar en el blanco. Algo ocurriesa noche. Yo supe que no haba sido mi culpa. Algo se haba cruzado en mi camino.Mat a su mujer a la vista de todos. Si se hubiera cruzado alguien lo hubieran vistolos dems.23

    Nunca supe cmo haba ocurrido hasta que ayer, cuando caminaba por la callesiguiendo sus pasos, un pjaro pas volando junto a mi cabeza. El roce casi inaudiblede sus alas me llev a la verdad.Le va a echar la culpa a un pjaro?Una de las palomas del mago. En el ltimo instante tuve la intuicin de que habaalgo frente a m y desvi el pual. Evit al pjaro, pero le acert a Isabelle.Montaner se sinti abatido. Deca aquel hombre la verdad? Haba sido un accidentey l lo haba condenado?Si fue un accidente, entonces me equivoqu. Yo...No fue un accidente. Fue un asesinato. El mago lanz a propsito esa paloma. Enese momento del show me iluminaban con luz negra, para dar a la escena un aire de

    misterio. La paloma que solt el mago era negra, por eso nadie la vio.Por qu el mago hubiera querido matar a su esposa?Isabelle haba vivido con l antes de conocerme. Eso fue hace muchos aos; yopensaba que nos haba perdonado. Pero el odio es lento.Tom un nuevo cuchillo. Los sacaba de las mangas de su camisa como naipes.

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    Dijo el hombre que ya no se llamaba Abdul:Usted se equivoc. Dispar a ciegas, igual que yo, y como yo, err.Otro pual se clav cerca de la mano de Montaner.En un principio, pens en matarlo. Ahora cambi de opinin. Quera que supiera laverdad.Desclav los cuchillos.Me los llevo. Todava los necesito.24

    Sigue tirando?Pero nunca ms a ciegas. Ahora abro los ojos.El hombre se alej con paso ligero.Montaner trat de olvidar al lanzador de cuchillos para volver a su investigacin. Peroahora que el miedo haba pasado, llegaba el sueo. Se derrumb sobre el colchn deLeducq.Cuando despert, el detective sonmbulo estaba frente a l. Sus otros colegascomenzaban a llegar a la oficina, con el diario bajo el brazo.Averig algo sobre Balthazar dijo Leducq. Compra sus especias en una casa

    que se llama "El pez negro"."Es el mejor de todos" pens Montaner al mirar al despojo humano de Leducq. "Es elnico al que la ciudad acepta decirle sus secretos al odo".Cmo llego hasta all?Hay que seguir derecho por Linneo. En la estatua de Julio Verne se abre un pasaje:en el fondo vers un cartel con la imagen de un pez.

    Me estaba quedando dormido; Greta puso la pgina con el dibujo del pez delante demis ojos.26

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    El Museo de Historia Natural le hizo recordar a Montaner su pasin infantil por losmamuts. De chico lo haba impactado la historia de unos exploradores rusos queencontraron en Siberia, a orillas de un ro, un mamut congelado. A pesar de que laespecie llevaba extinguida 10.000 aos, los exploradores descongelaron la carne y secomieron al animal.Camin rpido entre araas gigantes, mamferos embalsamados, fsiles dedinosaurios, hasta encontrar la escalera que descenda a la Sala de Taxidermia. En losinmensos stanos del Museo los taxidermistas embalsamaban los cadveres enviados

    por los zoolgicos de Francia.La sala pareca una catedral subterrnea. Bajo las enormes bvedas se extendan largasmesas de madera oscura. Una de ellas estaba ocupada por un oso polar. En una caja demadera con cientos de compartimientos numerados haba ojos de vidrio de todos lostamaos y colores. En otra vitrina haba cuernos y dientes de repuesto. Un hombre conel delantal cubierto de manchas pardas clav con fuerza una jeringa en el lomo de unpez espada. Ivs Montaner sinti nuseas inspiradas por los mil olores ftidos que semezclaban en el aire del stano.El hombre lo mir con fastidio. Sus guantes de goma brillaban como pulpos amarillos.Seal la escalera de salida, pero se detuvo, perplejo, para mirarlo mejor:

    Ivs? Eres t, Ivs?27

    Montaner estaba seguro de no tener ningn amigo en la Sala de taxidermia del Museo.Pero la cara del taxidermista se abri paso en su memoria como un vendedorambulante en un atestado vagn de ferrocarril. Tuvo que retroceder hasta los msremotos archivos de su mente... y vio a un nio de diez aos. Era Luc Spinel.Se estrecharon en un abrazo. Ivs Montaner olera a formol y a pez espada muertodurante el resto del da.Montaner y Luc Spinel haban sido compaeros de colegio. En una excursin alMuseo de Historia Natural Luc haba desaparecido. Nadie pudo volver a encontrarlo.

    Como era hurfano y viva en el colegio, las autoridades pensaron que se habaescapado a su pueblo natal. Durante los aos siguientes, no pasaba una semana sin queMontaner se preguntara qu haba sido de Luc. No poda creer que aquel enigmatuviera por fin una respuesta. Y a pesar de que el taxidermista era con seguridad Luc,Montaner sinti que de alguna manera era un impostor. Comparado con el que fue dechico, todo adulto es un impostor, pens.Ivs oy el resto de la historia.Cuando la profesora de ciencias naturales, la flaca Rigot, dio la orden del volver almnibus, me escond detrs del esqueleto de un elefante. Despus, cuando quedabanpocos visitantes en el museo, me ocult en las salas secretas donde se guardan los

    verdaderos huesos de los dinosaurios. Ah pas la noche. Durante los das siguientesvagu por el museo aprovechando las visitas escolares para robarles a los otros chicosla merienda. Yo estaba decidido a quedarme a vivir en el museo.30

    Pero mi situacin era muy insegura, porque poda llamar la atencin: entonces meofrec en el departamento de taxidermia como cadete. El seor Fux me contrat deinmediato.Fux! A l vine a buscarlo. Dnde lo puedo encontrar?Luc mir con sorpresa.En la morgue.

    Un cadver, por fin

    dijo Greta

    . Esto me despierta el apetito.Ped una pizza por telfono. Lleg rpido, en manos de un motociclista de tendencias

    suicidas.Pens que la casa haba quedado desierta me dijo el muchacho.Le pregunt si haba trado encargos antes.

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    Claro. Todos los sbados a la noche. Se oa la msica desde lejos. No era una salade baile?No. Era y sigue siendo una editorial.Es lo mismo dijo el motociclista.Apenas se alej le advert:Es contramano.Mejor, as veo los autos de frente y no me toman de sorpresa.No seguimos leyendo hasta que acabamos con todas las porciones. Me gustaba ver

    comer a Greta, con apetito feroz.Recin encontr la pgina y la volv a perder tir el carozo de la ltimaaceituna. Haba un dibujo de un oso hormiguero.31

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    SU secretaria lo esperaba con una taza de caf con leche con croissants. En realidadMarie Rose no era secretaria slo de Ivs Montaner, sino de catorce hombres ms. Losltimos detectives de la ciudad haban fundado el Sindicato de Detectives Privados,cuya nica funcin, antes de clausurarse por falta de presupuesto, fue reunirlos a todosen un mismo edificio y conseguirles una secretaria, con el fin de reducir los gastos.Marie Rose, una mujer de cincuenta aos que jams se haba permitido una sonrisa,tena la difcil tarea de atender los llamados y las citas de los quince hombres. Amenudo equivocaba los mensajes, enviando a los detectives a casos ajenos y a peligros

    insospechados.Ivs Montaner pase la mirada por el enorme piso donde trabajaban (y donde algunostambin vivan) sus catorce compaeros y suspir. Pestagnac dorma y hablaba ensueos junto a una botella de ron. Lavoisier arrojaba naipes contra su sombrero, sinpoder embocar ninguno. Leducq, aquejado de una depresin crnica, permanecatirado en el piso, mirando el techo. Vial fumaba un cigarrillo tras otro hasta quemarselos dedos; Simonelli aporreaba su mquina de escribir Underwood, en el tristesimulacro de redactar el informe de un nuevo caso.32

    Todos saban que no haca ms que escribir una y otra vez sobre el mismo asesinato:la aparicin del cadver del banquero Juillet en el Sena cinco aos atrs. Haba sido sultimo caso, y no haba podido resolverlo. Los otros... mejor no preguntarse dndeestaban o qu hacan. "No quiero terminar como ellos pens Ivs. Quiero algodistinto. Retirarme a tiempo, por empezar. Y luego, una pequea casa en el campo.Una mujer cariosa, que sepa disculpar mi catico pasado. Una vaca. Algunas gallinas.Un oso hormiguero. Un subsidio para productores rurales incapaces. Un tractor 0 km.Qu ms puedo necesitar para ser feliz?"El visitante, y posible cliente, ya se haba marchado, pero le haba dejado a Marie Roseuna tarjeta. Montaner ley:Maurice Grimaldi

    Biblioteca NacionalAntes de partir tom una taza de caf fuerte. Marie Rose le ajust el nudo de la corbatay le arregl las solapas del saco. Ahora que estaba a punto de conseguir un caso, elmundo se vea distinto.El guardia de la Biblioteca Nacional intent cortarle el paso a Ivs Montanerreclamndole el pago de una entrada, la presentacin de un carnet y otras cosas que eldetective no se preocup por escuchar.33

    Sac del bolsillo interior de su sobretodo una de sus numerosas identidades falsas: una

    tarjeta a nombre del experto en literaturas orientales Herbert Dinken. Franqueado elportn, Ivs se perdi en un laberinto de escaleras y corredores hasta llegar a una salade exposiciones donde se exhiba una muestra titulada: "Cosas encontradas en loslibros devueltos a la Biblioteca". Como era un hombre lleno de inquietudes, en lugarde ir directamente en busca de Grimaldi se detuvo a observar los objetos expuestos enlas vitrinas. Boletos de tren, cartas de amor olvidadas, estampitas de la Virgen,cascaras de naranja, un programa para un concierto de Charles Aznavour. Reconoci,en la multitud de objetos recogidos a travs de los aos, una foto de l y de Jacquelinetomada cuando apenas se conocan.Preguntando aqu y all logr llegar hasta la oficina de Maurice Grimaldi. Por la placade bronce clavada en la puerta del despacho, Montaner se dio cuenta de que Grimaldi

    haba omitido, por modestia, mencionar en la tarjeta su verdadero cargo: era el directorde la Biblioteca Nacional de Pars. Entonces record perfectamente el nombre deGrimaldi: era un funcionario que haba mantenido su figura en la sombra hasta el daen que anunci a la sociedad que haba comprado para la biblioteca una coleccin de

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    crneos de filsofos y escritores. Para conseguir los trofeos, haba enviado agentessecretos, durante aos, a los rincones del mundo.34

    Los crneos de Descartes, de Balzac, del marqus de Sade, del profesor Murray cuya cabeza haba sido reducida por los jbaros y una coleccin de 18 escritoreschinos de la dinasta Ming se exponan en los stanos de la Biblioteca. Gracias a esamuestra permanente, Grimaldi se haba convertido en una celebridad de la cultura

    francesa. Y ese mismo hombre el hombre que controlaba miles de empleados,millones de libros y 54 crneosera quien haba llamado pidiendo su ayuda.

    Greta tom mi lapicera y numer los dos captulos que ya habamos encontrado.Despus busc el siguiente y lo encontr antes que yo.Sinti algo hmedo en la yema de su pulgar y se mir la mano. Estaba manchada detinta. Insult a la lapicera con palabras excesivas; me sent indirectamente aludido.

    Sobre el ngulo de la pgina siguiente haba quedado impresa la forma de su pulgar.35

    PGINAS PERDIDAS, obra postuma de Andr Dubuffet, apareci en marzo, con unprlogo del mismo Ivs Montaner.La novela de Dubuffet haba provocado tres asesinatos; su sencilla trama, sinembargo, prescinda de violencias.El seor Fabbro es el dueo de una enorme editorial. Ha hecho su fortuna en base a unaserie de novelas baratas, de trama romntica, que siempre despreci. A pesar de que lasnovelas de amor le han dado millones, nunca ley una sola lnea. Una noche, solo en su

    enorme oficina, Fabbro se pone a leer una de las novelas. La trama lo atrapa: msadelante se descubre con los ojos hmedos frente a los besos furtivos, los mensajes enclave, la despedida a la luz de la luna. Afiebrado, comienza a leer una tras otra algunasde las miles de novelas publicadas por l.Das ms tarde se entera de que sufre una grave enfermedad y decide legarle laeditorial a un sobrino al que ha visto pocas veces. Sabe que el muchacho, solitario ymelanclico, no ha descubierto an a la mujer de su vida; confiado en la experienciaque le ha dado su reciente aficin a las novelas romnticas, decide ayudarlo en secreto.36

    Rescata de entre sus papeles una novela policial que escribi en su juventud; parareunir a su sobrino con la mujer que le ha elegido, concibe un trabajo en comn:ordenar las pginas de ese manuscrito. Apenas pone en marcha el mecanismo, el editormuere.Su sobrino y la chica se renen en los lujosos salones de la editorial para trabajar en elordenamiento de las pginas. El captulo cuarto se detiene, ya ordenada la novela, en elprimer beso.Exista un quinto captulo en poder de Grimaldi? Haba previsto Dubuffet loscrmenes del director de la Biblioteca Nacional, y era se, entonces, fuera del papel, suquinto captulo? Montaner cerraba su prlogo con estas dudas. Terminar un libro,

    escribi, es tan difcil como terminar un caso: uno archiva los papeles pero tiene lasensacin de que en la historia siempre hay un secreto continuar. Por eso nunca sepuede escribir sin un temblor la palabra

    FIN

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    Vilches tom su lapicera, numer la ltima pgina y la ubic con el resto.Como no le ms que el final, no entend nada se puso el sobretodo. Meperdonan si los dejo solos?Greta no dijo nada. Yo tampoco. No s por qu, pero evitamos mirarnos.37

    Acompa a Vilches abajo. Tena miedo de que Greta bajara tambin, pero se qued.Me alegro de que hayan puesto cada pgina en su lugar. A su to le hubiera gustadosaberlo mir el caos de libros viejos que lo rodeaba. Quera poner un poco deorden antes de marcharse.Se alej tiritando pero aliviado, como un hombre que ha cumplido una misin.Arriba me esperaba Greta, con la novela en sus manos. Unos segundos despus laspginas cayeron al suelo y volvieron a mezclarse.

    FIN38

    LUC Spinel le mostr la pgina de un diario amarillista donde las noticias policialesocupaban la mayora de las pginas. La nota estaba ilustrada por esta imagen:Por qu pusieron esa figura?A Fux lo mataron aqu mismo. Lo golpearon en la cabeza con un oso hormigueroembalsamado. Despus pusieron el cuerpo en una de nuestras gigantescas cmarasfrigorficas. Tardamos cinco das en encontrarlo.Hablemos afuerarog Montaner. El formol lo mareaba.39

    Pasearon por los jardines que rodeaban los pabellones del museo.Mencion Fux alguna vez su pasin por Dubuffet?S, todos los das. Me traa libros, insista en que los leyera. Yo se los devolvadicindole que me haban gustado mucho, pero en realidad nunca le ninguno.Montaner le habl de la SAAD y de su visita a Helmut.Alguna vez vinieron sus amigos a visitarlo. Recuerdo a un loco de cabeza rapada, auna mujer gorda, a una flaca...Son la misma persona...Tambin a otros dos hombres, pero no recuerdo cmo eran.Uno era Balthazar, pens Montaner. El otro, el misterioso quinto integrante.

    Ivs despidi a Spinel con un sobrio apretn de manos para evitar otro pestferoabrazo. Antes de irse, le pidi la direccin de Fux.Era casi de noche cuando lleg al edificio. Como era habitual en Pars, no habaascensor. La ausencia de ascensores haba hecho que las clases sociales en lugar dedistribuirse por zonas, como en otras ciudades del mundo, se repartieran por alturas.En la planta baja y primer piso viva la aristocracia; en los pisos siguientes losprofesionales. En los ltimos, las clases bajas y los inmigrantes ilegales.El departamento de Fux estaba en el cuarto piso. Una faja de papel colocada por lapolica deca: Prohibido pasar.40

    Montaner busc en el bolsillo de su pantaln una ganza recogida en uno de sus casos.Abri la puerta sin dificultad.El departamento era un templo dedicado a la memoria de Dubuffet. Estaban todos suslibros, sus reportajes enmarcados cubran las paredes. Tambin haba pginasmanuscritas: listas de compras para el supermercado, mensajes dedicados a la seora

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    de la limpieza... Montaner revolvi los cajones. Haba muchos cuadernos en los queabundaban los diagramas de cuerpos de animales destripados. Uno de esos cuadernosestaba dedicado a las actas de la Sociedad de Admiradores de Andr Dubuffet.Montaner ley la lista con los nombres de los cinco integrantes... Como si fueran unaorganizacin clandestina, haban elegido nombres en clave.

    Encontr la lista con los alias dijo Greta. Formal debe ser Fux...

    41

    Golpe la puerta pero no oy ninguna voz invitndolo a pasar. Entonces abri.Inclinado sobre un libro gigantesco, un cdice del siglo XIV, un hombre descifraba envoz alta un latn oscuro.Quin es usted?pregunt.Soy Ivs Montaner. Mi secretaria me dio su tarjeta.

    Al or el nombre Grimaldi cerr de un golpe el incunable sin notar que haba dejado ensu interior un vaso descartable lleno de caf.

    El resto de los detectives privados son hombres ignorantes, que vienen de empleosbajos. Ex espas, como Lavoiser. Ex policas, como Vial. Ex polticos, como el exvicepresidente de la Repblica Francesa Vctor Pestagnac. Yo necesito un hombreculto. Un biblifilo. S que usted lleg a su actual profesin despus de haberfracasado en ocupaciones intelectuales. Fracas como acadmico, como librero, comoescritor, como editor, como vendedor de la Enciclopedia Britnica, como....Montaner hizo un gesto para que se callara. Era modesto, y no saba qu cara ponercuando otros repasaban su curriculum.Necesito que encuentre un libro dijo Grimaldi. Usted es el nico que puedehacer el trabajo.42

    Qu libro es?Nadie sabe cmo se llama. Es la obra postuma de Andr Dubuffet. Pero... por qupone esa cara, seor Montaner? He dicho algo malo? Sus ojos se han llenado delgrimas. No me diga que he llamado a la persona equivocada!

    Excelentes medialunas.Y psimo caf. Slo tu to hubiera podido superarte. Tena una receta secreta.Cmo era?

    Usaba como filtro las hojas de los libros viejos.Nos habamos propuesto evitar la tentacin de corregir las pginas por esa noche; yabastante trabajo era poner el libro en orden. Pero Greta, acostumbrada a leer con lalapicera en la mano, llen de marcas de correccin los mrgenes de la pgina siguiente.43

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    Querida Noem:

    No quiero que mis lectores piensen que soy un ratn de biblioteca,

    por eso maana voy a escalar el cerro Tartaria. Despus de haber

    ejecutado mi secreta obra maestra, tengo un derecho a un

    descanso.

    Te adora

    Andr

    SE nota que su esposo estaba enamorado dijo Montaner. Noem Nadal, viuda deDubuffet, se ri.Qu iba a estar enamorado ese canalla. Ni siquiera escribi la carta: se la dict a unamujer. Odiaba escribir a mano.Cuando Montaner tom el tren de las 8:35 rumbo a aquel pueblo de las afueras de Parsesperaba encontrar a una amable viuda dedicada a entronizar la memoria de su marido.44

    En cambio, descubri a una mujer que odiaba a tal punto a su difunto esposo, quehaba colgado de la pared una lmina con la imagen del cerro Tartaria, donde sumarido haba sufrido el accidente fatal. El detective tuvo que insistir largo tiempo paraque la viuda aceptara mostrarle la buhardilla donde Dubuffet acostumbraba a trabajar.En sus tiempos de juventud, Montaner no hubiera osado ni soar con visitar aqueltemplo: nada menos que la guarida de su maestro. La vieja mquina de escribir. Elcenicero. Un pocillo de caf que guardaba restos de sustancia reseca. Todo estabacomo Dubuffet lo haba dejado. Araas. Polvo. Moscas muertas. Una camisa suciacolgando de una silla. Sus transitadas pantuflas.La viuda se resisti a mostrar ms cartas. Montaner le explic que si encontraba ellibro, a ella le correspondera un porcentaje de los derechos de autor. Eso laentusiasm; pero las otras cartas no agregaron ningn indicio sobre el libro postumo.Qu har ahora?le pregunt la mujer.

    Montaner se encogi de hombros.A lo mejor los locos del SAAD sepan algoaventur Noem Nadal.Qu es eso?La Sociedad de Admiradores de Andr Dubuffet. Antes venan por aqu, pero yo nolos dejaba entrar. Son fanticos insoportables. Me consideran una enemiga: creen quemi marido les perteneca slo a ellos, y an ms despus de muerto.45

    Sabe dnde puedo ubicarlos?Alquilan una oficina, donde hacen sus reunionesanot en un papel la direccin. Encuentre el libro, seor Montaner. Le prometo una bonificacin.Montaner se despidi y tom el tren hacia Pars.

    Greta fue a preparar ms caf. A pesar de sus convicciones, no le qued otra opcinque usar como filtro la pgina 53 de la novela Me estn devorando las termitas, de

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    Lamberto Lacruz. Mientras tanto, yo haba encontrado la pgina siguiente. CuandoGreta volvi con las tazas de caf, tropez con la mquina de escribir que yo habadejado en el suelo. Algunas gotas de caf cayeron sobre aquel fragmento del plano dePars.46

    El escndalo Dubuffet

    La obra de Andr Dubuffet quiere ser original y resulta simplemente

    pedante. Su ltimo libro, Todas mis postales, que rene los textos

    de las 543 tarjetas que el escritor envi en los ltimos cuarenta

    aos, resulta una nueva prueba de su languideciente talento. Cuando

    comenz su carrera algunos crticos se mostraron esperanzados de que

    alguna vez escribiera algo verdaderamente original; le festejaron

    todas sus gracias, con la promesa, siempre postergada, de un libro

    autnticamente revolucionario. Pero ese libro no lleg nunca. Yo

    pregunto: debemos resignarnos a los ostentosos ademanes de este

    viejo vanguardista que quiere una vez ms disfrazarse de joven

    rebelde? La respuesta es NO. Ya es el momento de olvidar para

    siempre a Dubuffet.

    La nota estaba firmada por Paul Sadoul, un crtico que haba castigadoencarnizadamente a Dubuffet durante toda su carrera. El ato de sobres que los sociosde la SAAD haban dejado abandonado contena varias notas semejantes.

    47

    En los tiempos en que su admiracin por Dubuffet era incondicional, Ivs Montanerhaba llegado a odiar a Sadoul. Pero despus de la burla que el escritor haba hecho asus poemas, haba sentido que en cada una de sus notas Sadoul lo vengaba.Decidi hablar con Sadoul. Nadie excepto los de la SAAD saban tanto sobreDubuffet como l.Lo llam al diario donde trabajaba. Sadoul acept la entrevista. Lo cit a las 17 al piede la Torre Eiffel.Montaner lleg puntual; el crtico, quince minutos tarde. Sadoul tena en sus manos un

    cucurucho de papel de diario lleno de castaas calientes. Montaner le entreg una desus tarjetas verdaderas.No creo que ese sea su nombre, seor Montaner. Todos los detectives usan nombresfalsosseal Sadoul con un gesto de suspicacia.Le aseguro que es el verdaderose defendi Montaner.No me tome por idiota. Seamos sinceros o no vamos a tener ninguna conversacin.Como Sadoul persista en su infundada desconfianza, a Montaner no le qued msremedio que entregarle una tarjeta que deca:Charles AznavourCantante

    Bien, eso me gusta

    dijo Sadoul, satisfecho

    . Las cartas sobre la mesa, como digosiempre. Montaner sinti un chirrido sobre su cabeza. Le daba vrtigo mirar la torredesde abajo.48

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    Haca tiempo que no la visitaba: como todo parisino autntico, consideraba que erauna diversin para turistas y evitaba pasar a su lado. La recordaba hermosa,resplandeciente. Ahora estaba oxidada y decrpita.Uno de estos das se viene abajo dijo Sadoul. Hay operarios que le ajustan lastuercas, pero no dan abasto. Es la humedad lo que la destruye. Qu va a ser de Pars sinsu torre Eiffel. Pero no es para hablar de la torre que estamos aqu. No es verdad,seor Aznavour?Estoy buscando la ltima obra de Dubuffet. Por eso necesito encontrar a los socios

    de la SAAD. Creo que usted los conoce bien...Ojal no fuera as... Pero por desgracia s muy bien quines son esos psicpatas... Enuna poca se les dio por llamarme a las tres de la maana para amenazarme de muerte.Un da, cansado de sus arrebatos, les propuse hacer una reunin. Yo me compromet ano criticar los libros de Dubuffet; ellos, a dejarme en paz.Los recuerda bien?Claro, perfectamente. Eran cinco, pero slo cuatro se reunieron conmigo. Elpresidente se llamaba Balthazar; en ese momento era cocinero en el restauranteMaxim's. Helena es una modelo de la casa Dior, famosa por sus bruscos aumentos depeso y sus mgicas reducciones. Helmut, el simpatizante nazi, trabajaba de portero en

    un casino: encontraba en las obras de Dubuffet una exaltacin de la raza aria. Me faltauno... ya recuerdo: Fux, un taxidermista que es empleado del Museo de HistoriaNatural.49

    Y el quinto?Nunca supe su nombre. Ya tena bastante con esos cuatro.Ivs se sinti algo molesto por los chirridos que haca la torre. Una tuerca cay a suspies. Un turista japons la levant velozmente y se la llev de recuerdo. Montanerdecidi comprarle a Sadoul otro cucurucho de castaas en el puesto de un vendedorambulante.

    Gracias. Y ojal que encuentre esa obra de Dubuffet. Estoy ansioso por destruirlaSadoul se alej con su cucurucho. A pesar del fro, Montaner decidi ir hasta elMaxim's caminando. El corazn se le aceler con esa sensacin nica que sienten losdetectives cuando encuentran, en el medio del caos que los rodea, una pista.

    Ni siquiera el desorden mantiene su orden dijo Greta. El prximo captulo estinmediatamente despus.50

    EL Maxim's era uno de los restaurantes ms famosos del mundo. Presidentes,prncipes, estrellas de Hollywood, el Papa y deportistas de nivel internacional llenabansus mesas. Deban hacer las reservas con varios meses de anticipacin; sin reservahecha, ni el mismo Presidente de la Repblica Francesa encontraba una silladisponible. Los comensales eran tan clebres que, si entraba alguien desconocido, deinmediato llamaba la atencin.El men estaba redactado en varios idiomas, menos en la lengua que hablaba el quequera leerlo. La casa se reservaba ese derecho, para conseguir que la gente no supieraqu estaba pidiendo. Detrs de los 1200 platos de nombre complicado se esconda casiinvariablemente el faisn.

    Ivs Montaner intent hablar con el maitre, pero dos robustos porteros lo empujaron ala calle. En el instante previo a su vuelo hacia la vereda, alcanz a espiar por la puertaentreabierta la escena ms lujosa que haba visto en su vida. Las mujeres llevabantantas joyas que a pesar de que el local se iluminaba con lamparitas de poco voltaje, los

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    diamantes multiplicaban la luz hasta encandilar. Todos los hombres estaban deriguroso smoking;51

    Montaner se alegr de que no lo hubieran dejado entrar: con su impermeablemaltrecho, habra parecido un mendigo entre aquellas celebridades.Montaner estaba hundido en un sueo provocado por esa visin de lujo y placeres

    exquisitos; camin como un sonmbulo por el callejn que naca a la izquierda delrestaurante y que llevaba a la cocina. El callejn estaba lleno de mendigos queesperaban las sobras del restaurante. Se pasaban de mano en mano una carpeta decuero; cuando lleg hasta l, Montaner vio que era un viejo men. Los mendigosjugaban a elegir la comida. No tuvo tiempo de leer ms que unas pocas palabras; deinmediato le arrancaron el precioso objeto de las manos.A empujones lleg hasta la puerta de la cocina. Cuando entr, pens que se habaequivocado de lugar; pero los sucios delantales de los cocineros decan con todaclaridad: Maxim's. Los tachos de basura llenos de verduras podridas y huesos de avebloqueaban el paso. Las ollas hervan lentamente dejando derramar una sustancia

    viscosa y burbujeante que nadie se preocupaba por limpiar. Detrs de los hornos seasom un cocinero gigantesco armado con una cuchilla de carnicero.Busco a Balthazarexplic Montaner.De nada sirvi. Dispuesto a echar al intruso, el cocinero sigui avanzando con pasofirme por la alfombra de lechugas, piel de pollo, tomates fermentados, cascara denaranjas... El detective retrocedi hasta chocar contra una de las heladeras. El gigantelevant la cuchilla para lanzarla; pero un ruido lo distrajo.52

    Un faisn se abri paso entre los tachos de basura, chillando desesperado mientrashua de un cocinero de rasgos orientales. Montaner atrap al faisn, se lo puso bajo el

    impermeable, y salt hacia la puerta. Tuvo que abrirse paso entre los mendigos acodazos.Corri varias cuadras, hasta estar seguro de que el cocinero no lo segua. Cuandorecuper el aliento, sac al faisn, medio asfixiado, de su impermeable. No slo notena ninguna pista: adems haba agregado un nuevo problema a su complicada vida.

    Lo que le falta a este libro es un poco de amor. No hay una sola mujer... dijoGreta.Cmo qu no? Y Jacqueline?...Pero eso pas hace tiempo.

    No hay nada que odie tanto en las novelas como la sensiblera. Pero la salvacin delfaisn le da un aire de ternura a un hroe tan duro.Ms que ternura me da hambre Greta mir el reloj. Eran las siete y media. Unpoco temprano para cenar. Seguimos?Recin vi una pgina con instrucciones...Para cocinar un faisn?Para criarlo. Un hombre como Montaner jams se comera un faisn que acaba desalvar de la muerte.

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    MONTANER CAMINO PERDIDO POR OSCUROS PASILLOS, CRUZDEPSITOS DE MAPAS Y DE MANUSCRITOS, Y BAJ POR ANGOSTASESCALERAS DE CARACOL HASTA LLEGAR A UN ENORME SALN. ELSUELO ESTABA OCUPADO CASI TOTALMENTE POR LIBROS DE TODASLAS POCAS, MANCHADOS, ROTOS, SIN TAPAS, ENVUELTOS ENTELARAAS. EN ALGUNOS RINCONES LA HUMEDAD HABACONVERTIDO A LOS LIBROS EN UN BLOQUE NICO DE CIENTOS DEMILES DE PGINAS.

    AVANZ PRIMERO ENTRE LOS LIBROS, QUE SE LEVANTABAN ENCOLUMNAS, Y LUEGO SOBRE ELLOS. EL DEPSITO TENA MS DECINCUENTA METROS de largo y era el ms profundo de varios subsuelos. Lo hizotoser el polvo que flotaba. Un manual de botnica se deshizo bajo sus pies. Tropez,cay por una corta pendiente y choc con algo. Al incorporarse, alcanz a tocar unamano helada. Se puso de pie de un salto.El hombre estaba tendido boca abajo. Tena la cabeza cubierta por pesados librosencuadernados. A su lado estaba la torta-libro que haba sido uno de los cien mejoresplatos de Europa, pero que ya no era sino un epitafio.55

    Sobre la superficie de la torta Montaner ley el captulo dos de la novela postuma deAndr Dubuffet.Le fue fcil adivinar cmo haba muerto. Desde un puente colgante que cruzaba eldepsito el asesino haba dejado caer sobre la cabeza del cocinero aquellos pesadosvolmenes.Montaner levant la cabeza y vio la repeticin de la escena: cinco tomos de la Historiade la Aviacin Francesa venan hacia l.Alcanz a saltar hacia un lado. Los tomos levantaron una nube de polvo.Montaner corri a esconderse en un rincn oscuro del saln.

    Una bala hendi la oscuridad y se perdi entre las pginas muertas. Oy la voz delhombre que haba disparado, oy sus pasos en la escalera de metal.Mire alrededor. Libros perdidos, cientos de miles de libros perdidos. Los que nopodemos clasificar van a parar aqu. Y tambin los que no necesitamos, los repetidos,los que los estudiantes olvidan. Nadie buscar nada en este stano, hasta que llegue elda de la gran fogata. Mire bien lo que lo rodea, Montaner: es su sepulcro.Grimaldi tosi mientras caminaba hacia l.No me haga esperar. No ve la alergia que tengo?Montaner trat de huir hacia una de las puertas laterales. La encontr cerrada.Grimaldi dispar desde lejos. La bala se incrust en la puerta.

    56Montaner se ech abajo y se escurri hacia un montn de revistas apolilladas. Cubrisu cuerpo con papeles. Los insectos que coman el papel empezaron a desfilar por susbrazos y sus piernas, festejando la llegada del visitante. Todo el cuerpo empez apicarle. Haba dejado al descubierto slo un ojo: vio que Grimaldi sostena unapequea pistola de plata. Caminaba hacia l, evitando pisar las zonas iluminadas. Eldetective lo oy estornudar a pocos pasos.Grimaldi hizo cuatro disparos contra las pilas de papel. Cuando una bala pas cerca,Montaner se sobresalt. Supo que Grimaldi lo haba odo.Qu es eso?, una rata? Es una suerte que usted sea el nico detective de Pars que

    no va armado.Montaner tante a su alrededor buscando algn libro pesado que pudiera arrojar. Peroel papel carcomido se deshaca entre sus dedos. Hurg en su bolsillo.Grimaldi puso en la pistola un nuevo cargador y avanz hacia el rincn que ocultaba aMontaner.

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    El detective arroj el frasco de vidrio a la cabeza del director.Grimaldi dispar a ciegas; la bala destroz el frasco. Montaner pens que estabaperdido, hasta que oy un estornudo. Y otro y otro.Rodeado por una nube de pimienta verde, ahora Grimaldi tosa sin parar. Su cuerpo seconvulsionaba. Sus ojos se haban llenado de lgrimas. Ya no se preocupaba porMontaner: ahora tena otro enemigo, el aire.58

    Un golpe en la nuca lo hizo caer de rodillas. Montaner levant un grueso tomo yrepiti el golpe, hasta que Grimaldi se derrumb.Montaner sac una lapicera, busc entre los libros muertos un cuaderno en blanco ytranscribi el texto de la torta-libro, el captulo de la historia que faltaba. Cuando huboescrito la ltima palabra, supo que su trabajo haba terminado.

    ltima pgina dijo Greta. Puedo levantarla yo? pregunt Vilches. Adelante.Se agach para levantar la hoja y ley en voz alta el ttulo del libro perdido de Andr

    Dubuffet.59

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    DUBUFFET no era en absoluto un nombre desconocido para Ives Montaner. En sujuventud lo haba idolatrado. Tena su pster (la divulgada imagen del escritortripulando una motoneta Ciambretta) pegado en la pared de su cuarto. En su bibliotecano faltaba ninguno de sus libros: sus revolucionarias novelas, sus ensayos, los tomosde su autobiografa... Dubuffet ocupaba un lugar de prestigio en las letras francesasgracias a su novedoso mtodo de convertir cada escrito de su vida cotidiana en unaobra literaria: alegatos judiciales contra sus ex esposas, declaraciones de impuestos,instrucciones a las profesoras de sus hijos, y su serie epistolar: Carta a mi padre, Carta

    a mi hermana, Carta a mi to Philip. (Cada carta era un libro entero.) Sus libros sconvirtieron en texto obligatorio en las escuelas de toda Francia; los maestros msinnovadores utilizaban sus complicadas frases (a menudo bastante subidas de tono)para ensear a los nios las primeras letras. Dubuffet haba sido ntimo amigo delgeneral de Gaulle, a pesar de lo cual rechaz la oferta de hacerse cargo del Ministeriode Cultura (lo que dio origen a un volumen de 300 pginas titulado Mi renunciamientohistrico).60

    Despus de admirarlo durante aos en secreto, Montaner tuvo la oportunidad de

    conocer a Dubuffet personalmente durante unas charlas que el escritor dio en LaSorbona. Montaner se acerc tmidamente con unos poemas mecanografiados paraque el gran escritor diera su veredicto. Y a l, al gran hombre, le bast con leer unaspocas lneas para estallar en feroces carcajadas. "Mejor que se dedique a otra cosa",sentenci Dubuffet. Montaner obedeci: nunca ms volvi a escribir una sola lnea.Pero se deshizo de todos los libros del escritor. Y cuando, muchos aos despus, leyen el diario que el escritor haba muerto en un accidente de esqu en el cerro Tartaria,sinti una inconfesable alegra.Tenemos pistas de que Dubuffet dej una obra postuma explic Grimaldi. Enlas cartas dirigidas a su ltima esposa, Noem Nadal, menciona como al pasar unproyecto que lo consagrara en el panorama de las letras francesas. La viuda conserva

    esas cartas. Vaya a echarles un vistazo.Grimaldi puso un fajo de billetes sobre el escritorio. Montaner guard el dinero.Si el libro existe, en una semana lo tendr en su escritorioprometi.Antes de irse, no quiere conocer mi coleccin de crneos clebres?Otro da, seor Grimaldi.Montaner se alej por el pasillo.Mi coleccin se agranda da a da! Grit Grimaldi desde su oficina. Tengoveinte personas trabajando para m en pases remotos.61

    Pronto conseguir el crneo del mismo Dubuffet!Comenc a leer una pgina equivocada; Greta me seal una hoja que empezaba conun texto escrito a mano.No parece la letra de mi to dije.Puede haberle pedido a otra persona que lo ayude. Quizs a una de sus amigas.Record la fama de mujeriego de mi to.Quin te habl de sus amigas?Vilches, el contador.Todos parecen conocer a mi to ms que yo. Lo vea muy de vez en cuando, enNavidad o en algn cumpleaos, y hablbamos un poco por compromiso, nada ms. Yahora me toca hacerme cargo de todo.

    Mir a m alrededor. Sent el peso de los libros marchitos, las cuentas impagas, laspginas extendidas sobre la mesa. De nada serva apurarse: haba que avanzar pginapor pgina, problema por problema, como si la editorial tambin fuera un libro paraordenar.62

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    LTIMO momento:Helena Lavan: Figura sorpresa del desfile Dior.A Montaner le temblaron las manos, como ocurra siempre que surga una pista deimproviso.Lo dejo, Grimaldi. Tengo que alquilar un smoking.Pngalo en la cuenta de los gastos.Dos horas ms tarde Ivs Montaner atravesaba la multitud reunida frente a las puertas

    del gran hotel Lyon. Infinidad de periodistas y famosos trataban de entrar. Pero con lala noticia de que Helena Lavan estara presente, el gran motivo de atraccin ya no erani la actriz Elizabeth Taylor, ni los nuevos modelos en arpillera del diseador japonsTetsuo.Helena Lavan haca slo un desfile por ao: all exhiba sus 50 kilos maravillosamentedistribuidos en su metro ochenta de estatura. Pero entre un desfile y otro engordabahasta pesar 120 kilos... Durante sus meses de gordura, Helena Lavan no se dejaba ver.Cientos de leyendas corran alrededor de sus bruscos aumentos y prdidas de peso:decan que usaba magia negra, que el responsable de todo era un acupunturista chino,que de pequea haba recibido una fuerte radiacin, que todo formaba parte de la

    campaa publicitaria de un milagroso medicamento... Pero nadie haba obtenido nuncade Helena ni una sola declaracin.63

    Montaner se present en la entrada del hotel con una tarjeta que deca: Giacomo Tucci,diseador de calzado. El portero le seal sus zapatos: gastados en la punta, sincordones y de pares distintos. No saba qu excusa dar a su estpido error, pero elportero lo salv:Siempre es igual brome. Los grandes genios de la moda son desaliados alvestir.Montaner le dio la razn y se apur a pasar. Se sent en la primera fila, junto a la

    esposa del vicepresidente.En cuanto empez el desfile, se distrajo mirando a las modelos y olvid la razn que lohaba llevado all. Era tan esmerado en sus falsas identidades que sinti que realmenteera un diseador de calzado. Sus exquisitos comentarios profesionales llamaron deinmediato la atencin de quienes estaban en las butacas vecinas.Las diferencias entre el derecho y el izquierdo no van ms. Los dos zapatos debenser exactamente igualesproclam.Pero nos dolern los piesexclam la mujer del vicepresidente.No importa. La moda es tirana.Le gustaron mucho unos vestidos de noche fabricados con neumticos de autos, latas y

    desechos industriales (que costaban 50.00 dlares cada uno) y unos atractivos tapadosde piel.64

    Para evitar los ataques de los grupos ecologistas, estos tapados de piel naturalsimulaban estar hechos con tejidos sintticos que imitaran la piel natural.Cuando apareci Helena Lavan el murmullo que acompaaba a cada modelo dejlugar a un absoluto silencio. El vestido se le pegaba al cuerpo como el roco nocturnoal mrmol de las estatuas.Seguro que son dos mujeres distintas. Nadie puede hacer un rgimen semejante dijo la esposa del vicepresidente.

    Montaner se concentr en aquella leyenda viviente de la moda. Mir su bellsimorostro, su peinado, sus aros de plata. Haba algo en los aros que lo despert de su falsaidentidad, convirtindolo de nuevo en un detective. El de la izquierda era una letra A,el de la derecha una D.

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    Pero haba algo ms. Observ los dibujos azules que cubran el vestido blanco y se diocuenta de que aquellos trazos conformaban una escritura...Pens en las palabras que repeta Helmut, en el mensaje en la espalda de Fux, en lasletras del vestido...Ya era hora de empezar a leer.

    Greta limpi sus lentes.Es hora de terminar de leer dije.

    66

    El libro esconde un secreto. Estoy segura.Un secreto?El autor. Aunque no lo haya firmado, tiene que haber una huella, una marca.Yo ya tengo mi sospechoso.Quin?Vos.Nunca escrib nada dijo Greta. Cuando ocurra, lo voy a anunciar a los cuatrovientos. Adems, no s guardar un secreto.

    Le acerqu la pgina siguiente, encabezada por una serie de nombres y nmerosromanos.67

    VIAJ en metro hasta la estacin Rpublique. La SAAD (Sociedad de Admiradoresde Andr Dubuffet) funcionaba en el edificio Ptain, la mayora de cuyosdepartamentos estaban habitados por relojeros, modistos y compradores de oro. Elascensor no funcionaba. Montaner subi diez pisos por las escaleras. Golpe la puerta;cuando le abrieron no pudo decir nada: le faltaba el aire. Slo atin a mostrar una desus tantas tarjetas falsas, que la mujer no se molest en leer. Cuando recuper el aire,pregunt por los inquilinos.

    Esos locos se fueron hace dos meses. Me dejaron el departamento lleno deporqueras. Ya tir casi todo... Quedaron debiendo dos meses de alquiler. Usted vienea pagar?Tambin a m me deben dinerominti Montaer. No dejaron un telfono, unadireccin?68

    La mujer entr en el departamento y volvi con varios sobres de papel madera atadoscon hilo sisal.Es lo nico que se salv. No lo vi antes porque estaba debajo del placard. Si se lo

    lleva me hace un favor.Montaner baj corriendo los diez pisos y volvi a su oficina. Despej su escritorio decuentas impagas, folletos sobre armas y sofisticados artefactos destinados a losdetectives y se dispuso a estudiar el contenido de los sobres. Encontr notasperiodsticas sobre Dubuffet, recibos por el alquiler del departamento, cuentas detelfono y de electricidad, pero ningn nombre propio, ni direccin donde ubicar a losmiembros de la SAAD.Una voz de ultratumba lo distrajo.Ivs, puedo ayudarte?Leducq, el detective deprimido, haba hablado por primera vez en los ltimos docedas.

    Todava no. Pero ya te pedir ayuda. Por ahora estoy perdido.Leducq le tendi un paquete envuelto en papel de regalo.Dejaron esto en tu escritorio.Quin lo dej?No s. Entra tanta gente a esta oficina...

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    Montaner abri el paquete con la esperanza de que fuera alguna pista para su caso.Encontr un cuchillo sin ningn mensaje. La hoja era triangular: era un pual paralanzar.69

    Sigo esperando un crimen dijo Greta.Hay novelas policiales en las que no matan a nadie.

    Ya s, pero a m me gustan las otras. Agatha Christie saba hacerlo: un cadver aqu,otro a las treinta pginas... En las novelas policiales, los muertos son como seales en

    el camino. Sin asesinatos, el lector no sabe hacia dnde va.Bostez con un alarido, mientras se desperezaba. El movimiento brusco del brazodesparram varias pginas por el suelo. Fij mi atencin en una que comenzaba con loque pareca un artculo periodstico sobre Dubuffet.70

    1. ALIMENTE al faisn con granos de maz y lechugas frescas.

    2. No trate de que aprenda palabras de memoria. No es un loro.3. No lo enjaule. El faisn morir de tristeza.4. Es un ave vistosa, pero no un pavo real. No lo pinte de colores.5. Pngale un nombre. El faisn se criar ms alegre.6. Practique el vegetarianismo. Aumentarn las posibilidades de supervivencia delfaisn.Ivs Montaner cerr su libro Aves del mundo y contempl a su nueva mascota, quepaseaba feliz por el departamento. Decidi construirle un pequeo corral en lahabitacin de huspedes para que no ensuciara toda la casa.71

    Pens en un nombre: Maxim. Despus de comprar una bolsa de cinco kilos de maz ydejarle a Maxim agua y alimento, Montaner fue hasta su oficina.Le haba encargado a Leducq que consiguiera algn dato de Helmut, el miembro nazide la Sociedad de Admiradores de Andr Dubuffet. Lo haba hecho ms por sacar aLeducq de su depresin crnica que por tener alguna esperanza en los resultados.Para su sorpresa Leducq estaba animado. En lugar de caminar por las cornisas, sehaba sentado frente a su escritorio y redactaba un informe.Encontraste algo?pregunt Montaner.Leducq le mostr las pginas que haba escrito.La polica lo tena fichado. Atentados, manifestaciones, amenazas telefnicas.

    Helmut est internado en un centro psiquitrico, en las afueras de la ciudad.Loco?Un caso perdido.Montaner dedic cinco minutos de charla a levantar el nimo de Leducq. Le dijo quesu descubrimiento era lo ms importante que haba ocurrido en la historia de lainvestigacin detectivesca. Leducq sonri; haca tanto que no lo haca que le dolieronlos msculos de la cara.Dos horas despus Montaner estaba frente a la puerta de hierro del neuropsiquitricoCerletti. Present en la entrada una tarjeta que deca:Doctor Ivs MontanerEspecialista en trastornos del sueo

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    Una enfermera lo gui hasta la habitacin donde se encontraba Helmut. La mujer lodej solo frente a un hombre de cuarenta aos, demacrado, la cabeza rapada. Tena lavista fija en el jardn nevado.Helmut murmuraba algunas palabras. En ningn momento mir al detective. Estabaperdido en algn da del pasado, o hundido en un pozo donde el tiempo no exista.Montaner se acerc al paciente. Not que tena una esvstica tatuada en el crneo.Se acuerda de la Sociedad de Admiradores de Andr Dubuffet?Ninguna respuesta.

    Dnde viva antes de que lo internaran? Lo visitan sus amigos?Helmut segua con la mirada fija en el jardn. All afuera, un interno haba hecho unmueco de nieve con ayuda de un gorro, una pipa, una bufanda, y otro paciente queestaba en el interior.Helmut volvi a recitar sus palabras en alemn. Montaner sac su grabador de bolsillo.Trat de identificar algn nombre en el flujo de palabras desconocidas. Nervioso poraquella letana indescifrable, comenz a buscar en la habitacin algn objeto personaldel paciente. En el ropero encontr una caja de zapatos con un montn de papeles yalgunos frascos de remedios. Tambin haba un paraguas: Montaner desenrosc elmango y encontr una afilada cuchilla. Era un paraguas Ural, un modelo utilizado por

    el ejrcito alemn.74

    Oy los pasos de la enfermera por el pasillo. Apenas tuvo tiempo de guardar unmanojo de papeles en el bolsillo de su pantaln. La enfermera no se dio cuenta denada:Doctor, ya que lo tengo aqu le quera hacer una consulta. Como especialista entrastorno del sueo, qu me recomienda para el insomnio?Un vaso de leche caliente con algunas gotas de cognac. O un vaso de cognaccaliente con algunas gotas de lecherespondi Montaner mientras buscaba la salida.Sentado en el tren que lo devolvera a Pars, Montaner revis los papeles que haba

    encontrado. Haba proclamas neonazis, un acta de la SAAD donde no apareca elnombre de ninguno de los integrantes, y una entrada al Museo de Historia Natural dePars. Haba perdido la pista de Balthazar, Helmut no poda responder, pero Fux, eltaxidermista, no se le escapara.

    Mi abuelo aprendi taxidermia en un centro de jubilados dijo Greta. Cada vezque alguien de la familia cumple aos, le regala una de sus obras. Abrimos lospaquetes con terror.Tom una hoja, pero ella me golpe suavemente la mano. Seal en otra, en la primera

    oracin, la palabra mamuts.75

    I: FUX. II: ? III: Helena IV: Helmut. V: ?Montaner haba descubierto una parte del misterio.Haba estado trabajando todo el da con tijera, lpiz y papel.Primero compr todas las revistas y diarios donde haban aparecido las fotos deHelena Lavan. Cada foto mostraba su vestido desde un punto de vista distinto, pero alunir unas imgenes con otras, haba conseguido obtener la totalidad del mensaje.En la inmensa oficina donde trabajaba con sus colegas, no haba una sola mquina de

    escribir que funcionara bien. Cuando consigui una Rmington cuya nica falla era laausencia de maysculas, transcribi el texto del vestido. Despus lo compar conquince hojas mecanografiadas a un espacio que contenan las palabras de Helmut ycon el texto del tatuaje de Fux. No se dio cuenta de que ya era de noche y que se habaquedado solo.

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    Ley aquellas pginas varias veces, hasta que descubri la verdad y dio un grito detriunfo que reson en la oficina desierta.Haba comprendido que los textos no eran pistas sobre el libro.76

    Eran el libro.Andr Dubuffet siempre haba querido sorprender con la forma de sus libros, pero larepeticin de su ingenio haba cansado a crticos y lectores.

    Al final de su vida imagin una obra cuya forma fuera tan inslita que causaraverdadero asombro.El libro estaba formado por cinco captulos. Cada captulo estaba encarnado en uno desus seguidores fanticos.Helmut haba aprendido de memoria el captulo cuatro.Helena exhiba en su vestido el tercero.Fux se haba tatuado en la espalda el comienzo de la novela.Faltaban los captulos dos y cinco, correspondientes a Balthazar y al integrante secreto(cuyo nombre en clave era Petit Larousse).Siempre que se acercaba a la resolucin de un caso, Montaner se pona a caminar de un

    lado a otro, arrastrado por sus nervios. Atraves la oficina varias veces, hasta tropezarcon Leducq, que dorma en un colchn tendido en el suelo, entre dos escritorios.Montaner decidi aprovechar el encuentro fortuito.Despierta, Leducq. Quiero que me consigas para maana toda la informacinposible sobre un cocinero llamado Balthazar. En la asociacin de chefs debenconocerlo.Leducq se puso los zapatos, se acomod un poco su arrugado traje y parti. De nadasirvi que Montaner le dijera que era muy tarde, que mejor investigar a la maana.Leducq pareca vivir en su propio tiempo, sin maana ni noche.77

    Son el telfono. Montaner se sobresalt.Doctor Montaner?pregunt una voz de mujer vagamente conocida.Montaner trat de recordar en qu lugar se haba hecho pasar por mdico.S, soy yo.Le hablo del neuropsquitrico Cerletti. Soy la enfermera Torino. Segu su consejo, yahora duermo perfecto. Pero lo llamaba por otra razn.Novedades de Helmut? Recuper la conciencia?No. Lo asesinaron.Otro interno?Un desconocido entr en su cuarto ayer a la noche y lo acuchill con la hoja que

    esconda el mango de un paraguas.Cmo se hicieron esperar los asesinatos dijo Greta.Todo a su tiempo. Dejamos ac ?No. Quiero ver cmo termina.La mayora de las pginas ya estaban ordenadas. Pusimos las que faltaban extendidaspor el suelo, para tener una visin de conjunto.Greta seal con el pie una pgina, dejando la huella de su zapatilla.

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    Morgue de Pars. Caso Fux.

    Observaciones: El cadver presenta un curioso tatuaje en la espalda.

    Es un texto que comprende unos dos mil caracteres. Dado el tamao

    minsculo de las letras, podemos afirmar que ha sido realizado por

    un experto. Recomendamos guardar documentacin para el Museo de

    medicina forense. Se adjunta fotografa.

    Las letras eran tan pequeas que en la fotografa del cuerpo no se poda leer el texto.Despus de tomar su primer caf del da frente a la morgue de Pars, Montaner llev lafotografa hasta la Place de la Concorde.Camin hasta encontrar a un viejo que vesta un traje negro arrugado y una boina.Armado con una cmara de fuelle y un flash de tungsteno, fotografiaba a las parejasque posaban entre las palomas. Todo en realidad era una fachada: el viejo Bressontena el ms completo laboratorio de Pars, y durante aos la polica y losinvestigadores privados haban usado sus servicios.Bresson no hizo ninguna seal de haber reconocido a Montaner, pero tom condisimulo la foto que el detective le tendi.Una ampliacin?Tan grande como sea posible.79

    Va a ser difcil. Es una foto de mala calidad. Sali movida, a pesar de que el modeloest muerto.Bresson guard la fotografa en el bolsillo. Una pareja de novios esperaba la seal paradecir whisky.No sonranorden. Odio las fotos con gente sonriendo.Desde un telfono pblico Montaner llam a la Biblioteca Nacional para encontrarse

    con Grimaldi. Una hora despus Montaner entr a un pequeo caf a tres cuadras de labiblioteca.Grimaldi le tendi la mano, con una sonrisa esperanzada.Cmo van las cosas, Montaner? Sabe al menos si el libro postumo de Dubuffetexiste?Estoy siguiendo algunas pistas, pero no s cmo interpretarlas. Es el caso msextrao en el que he trabajado. De los cinco integrantes de la Sociedad de admiradoresde Andr Dubuffet, uno est loco y otro fue asesinado. Al cocinero lo perd de vista, lamodelo no s dnde est, y el quinto integrante mantiene su identidad en secreto.En qu punto de la investigacin est?Mand traducir las palabras que Helmut repeta en alemn. Tambin estoy a puntode descifrar el mensaje que Fux llevaba tatuado en la espalda.Tenga cuidado. Quizs alguno de los integrantes mat a Fux, porque saba dndeestaba el libro.Eso es lo que creo. Lo primero que tengo que hacer es encontrar a la modelo,Helena.Un vendedor de diarios entr en el caf. Montaner dio un salto y le arranc unperidico de las manos.80

    Una noticia de ltimo momento dijo Greta. Acabo de ver la pgina y ahora no

    la encuentro.A lo mejor habra que publicar el libro con las pginas as mezcladas, y que loslectores se arreglen.No, sera una crueldad.82

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    CINCO, cuatro, tres, dos, uno. Montaner lleg agotado al ltimo escaln y corri porel pasillo hasta la oficina de Grimaldi.Encontr la puerta cerrada. Una secretaria de lentes lo detuvo, mientras ensayaba unasonrisa profesional.En qu puedo servirlo?Llame ahora mismo a Grimaldidijo Montaner entre jadeos.

    La mujer no le entendi.El detective abri la puerta de la oficina del director. Estaba vaca.No puede entrar aqucomo vio que Montaner no le haca caso, amenaz: Voy allamar a seguridad.Montaner trat de abrir los cajones del escritorio, pero estaban cerrados con llave.Mir los libros en la biblioteca, las fotos de las paredes, los papeles que cubran elescritorio. La mujer haba levantado el telfono y llamaba a vigilancia.Deje eso. Quiero ver a Grimaldi, trabajo para l.La mujer no le hizo caso.Hay un loco en direccinalert. Y luego le dijo al detective: El seor Grimaldi

    no puede recibirlo.83

    Est muy ocupado, en los stanos de la biblioteca. Pero ya vendr a atenderlo elcuerpo de seguridad.La mirada de Montaner se haba detenido en una de las fotos que colgaban de la pared.Era la ms pequea de todas. El resto de las fotos mostraba a Grimaldi junto congrandes figuras de la literatura mundial. Pero sta, ms humilde, era un recuerdopersonal.Mostraba a un joven disfrazado de libro, en alguna propaganda editorial de principiosde la dcada del sesenta. El joven, cuya cara apenas emerga del enorme traje

    acolchado, era Grimaldi. La sonrisa era forzada, porque nios pequeos lo sacudansin piedad. En la portada del libro se lea: Diccionario Petit Larousse.Ya se oan en el pasillo los pasos de los hombres de seguridad. Montaner baj a lossaltos las escaleras, en busca del quinto hombre.

    Omos golpes en la puerta.Es aqu? pregunt Greta.Quin podr ser?

    De noche la editorial se converta en un sitio sombro. Me pareca or el susurro de loslibros que hablaban entre s. Baj la larga escalera y cruc el garaje convertido en

    depsito. Cuando pregunt quin era, me tembl la voz.84

    Vilches, el contador.Abr la puerta. El contador se restregaba las manos, muerto de fro.Vivo aqu cerca, y como vi luz... Quera saber si era usted. Trabajaba... a esta

    hora1? Interrumpo?Lo invit a pasar. Quera estar a solas con Greta, pero no poda dejar a Vilches afuera,tiritando. Lo invitara con caf, y enseguida se ira.Le present a Greta, pero ya se haban visto, alguna otra vez.Veo que estn trabajando duro.

    No s si lo dijo con doble intencin. Greta, inocente y didctica, le explic el asunto dela novela.Usted oy hablar de este libro? pregunt.No, no s nada. Su to andaba en tantas cosas distintas... No se molesten por m,

    sigan trabajando. Termino el caf y me voy.

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    El escritor, arrastrado por la pasin que despiertan los finales, no se haba dado cuentade que se le haba trabado la tecla de las maysculas.85

    1) FORMOL2) Ofelia3) Coq au vin

    4) Adolf5) Petit LarousseMontaner transcribi los cinco sobrenombres en una libreta, y al lado de cada uno pusolos nombres verdaderos: Fux, Helena, Balthazar, Helmut... Slo le quedaba unaincgnita por despejar.Sigui buscando en los cajones otra pista. Encontr ms papeles referidos a Dubuffet(revistas literarias, artculos de peridicos) y tambin publicaciones sobre taxidermia.Le extra hallar veinte nmeros de una revista titulada El perdurable mundo deltatuaje. Haba tenido Fux un gran inters en esta disciplina? Slo haba un lugardonde podra averiguarlo.

    La morgue de Pars siempre le haba resultado a Montaner un sitio deprimente, perotena al menos una ventaja: estaba a salvo del turismo. Cuando encontr en el cuartosubsuelo a una pareja de alemanes con una cmara fotogrfica, cambi de opinin.En la puerta de la sala de autopsias lo recibi el forense Emil Von Marheim,vicedirector de la morgue de Pars.86

    Doctor, necesito ver el cadver de Fux.El doctor Von Marheim consult una carpeta negra.Imposible. Est dentro de la categora "Reservado". El juez dict secreto de sumarioy caucin del cuerpo.

    Montaner insisti.Usted me ayud mucho hace tres aos, cuando investigu el caso de la cabezahallada en una valija. Recuerda?Me acuerdo muy bien, pero esta vez no puedo hacer nada. Tengo las manos atadas.El mdico guard la carpeta negra en el escritorio, cerr con llave el cajn y entr a lasala de autopsias. Montaner se alej hacia el ascensor, arrastrando los pies. Apenas seasegur de que no hubiera nadie volvi al escritorio.El cajn estaba cerrado con llave, pero el de arriba no. Al sacar el cajn superior, pudollegar hasta la carpeta negra. Una vez que la tuvo en sus manos la hoje en busca delnombre de Fux. Sac las pginas del informe, con la intencin de devolverlo una vez

    que tuviera fotocopias de todo. Tambin separ una foto del cadver.A pesar de que haba visitado muchas veces el edificio, no lo conoca del todo.Perderse en la morgue era una de sus peores costumbres. Despus de tomar unascensor y subir por una escalera angosta, se encontr en un largo pasillo helado.87

    Camin hacia el fondo. No saba si estaba en la superficie o si segua bajo tierra. Oypasos a sus espaldas, pero al girar la cabeza no vio a nadie.El corredor se curvaba hacia la derecha. Sobre una camilla vio un cuerpo tendido ysinti un escalofro al pasar a su lado. Oy con nitidez los pasos a sus espaldas.Habra advertido Von Marheim la desaparicin del informe?

    En el fondo lo esperaba un ascensor. Aceler el paso.Las ruedas de la camilla rechinaron. Nadie aceita nunca las camillas que transportan alos muertos.Dio vuelta la cabeza. La camilla haba desaparecido.

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    Por primera vez en su carrera lament ser el nico detective privado que nunca llevabaun arma.Antes de que Montaner llegara al ascensor, la camilla lo embisti. El detective caycontra la reja del ascensor. Un pual, arrojado desde diez metros, se clav en elcadver que yaca en la camilla. Montaner vio a lo lejos la silueta del atacante quehua. No poda perseguirlo, el miedo le haba quitado el aire.La funcin, por el momento, haba terminado.

    Ya es muy tarde

    le dije a Greta

    . Seguimos otro da?

    No, tenemos que terminar esta misma noche. Maana te esperan otras obligaciones:el telescopio, los astros y los signos.Entonces sigamos con la pgina del informe forense.88

    MONTANER vio el cartel a lo lejos:Hasta all llegaba el olor de las especias mezcladas. Por momentos, dominaba lacanela; pero tambin sinti las pimientas, las hierbas, la nuez moscada, el comino.

    El local era oscuro y angosto. Una mujer alta, joven, mola albahaca en un mortero,mientras repeta el estribillo de una cancin. Como vio que Montaner miraba a sualrededor, le pregunt: Indeciso? Puedo darle una mezcla que sirva para todo: pastas, carnes, aves opescados.Si sirve para todo no me sirve. No me gusta que todo tenga el mismo sabor. Por esovine. Un cocinero llamado Balthazar me recomend este lugar, hace ya unos meses.Justo ayer estuvo aqu.89

    Estaba preparando algn plato?

    La torta-libro. Es su obra maestra. Apareci el ao pasado en la seleccin de los cienmejores platos de Europa que publica la revista Cheff.Y cmo es?La receta es secreta. Tiene un toque de pimienta maor roja que slo vendemos aqu.Cuesta trescientos dlares los cien gramos.Creo que voy a llevar pimienta verde y alguna cosita ms.Montaner no saba nada de cocina. Llev algunos frasquitos de especias ya envasadas,que eligi por los colores de las etiquetas.Me imagino que si alguien le encarg ese plato a Balthazar, debe ser para una fiestamuy importante.

    S, un acto oficial. Creo que en la Biblioteca Nacional.La cancin de la radio termin. El locutor dio las noticias del da: nuevas medidaseconmicas, problemas con los inmigrantes ilegales... La mujer iba a cambiar el dial,cuando el locutor anunciaba: "Extraa muerte de un ilusionista".Espere un segundopidi Montaner.El mago haba aparecido muerto en su casa, mientras practicaba un truco con espadas.Los investigadores no estaban seguros si haba sido un crimen o un accidente. Lamisma espada que haba herido al mago, haba atravesado a una paloma negra.Es peligrosa la magiareflexion la mujer, mientras buscaba en el dial una cancinque le gustara.90

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    La alta cocina tambindijo Montaner, pensando en Balthazar.Montaner pag su compra y camin apurado hasta la Biblioteca.

    Greta hizo ms caf, mientras yo acercaba la pgina a sus ojos.Faltan pocas. Iniciamos la cuenta regresiva.Montaner tambin.

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    Pablo De Santis naci en Buenos Aires en 1963. Es Licenciado en Letras (UBA). Hapublicado en esta coleccin las novelas La sombra del dinosaurio, Pesadilla parahackers, Astronauta solo y Enciclopedia en la hoguera. Tambin en Ediciones Colihuehan aparecido Transilvania express, Invenciones argentinas y Rompecabezas. Susnovelas para adultos La traduccin, Filosofa y Letras y El teatro de la memoria hansido traducidas a cinco idiomas.

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    OTROS Ttulos de esta Coleccin:La sombra del dinosaurioPablo De Santis / Historietas de Fabin SlongoLas botas de Anselmo SoriaPedro Orgambide / Historietas de Oscar EstvezPesadilla para hackersPablo De Santis / Historietas de PezUn crimen secundario

    Marcelo Birmajer / Historietas de Rafael SeguraLas llaves del tiempoPedro Cazes Camarero/Historietas de PezLos miasmas del PlataAlvaro Gutirrez Silva / Historietas de Patricia BrecciaDerrotado por un muertoMarcelo Birmajer/Historietas de Patricia BrecciaLas lneas de la manoCristina Sisear / Historietas de Gabriela ForcadellAstronauta solo

    Pablo De Santis / Historietas de Max CachimbaCelebracinPedro Orgambide / Historietas de Osear EstvezEl fantasma del Teatro Municipal Enrique M. Butti / Historietas de CukEl sistema de huida de la cucaracha Gonzalo Carranza/Historietas de PezVodka con limnAldo Tulin / Historietas de Gabriela ForcadellAmorosos fantasmasPaco Ignacio Taibo II /Historietas de Adrin MontiniEl roperoRuthKauftnan/HistorietasdeAugustoCostanzo

    Un veneno saludableMarcelo Birmajer / Historietas de Augusto CostanzoEnciclopedia en la hogueraPablo De Santis / Historietas de Max CachimbaFestival con variacionesAldo Tulin / Historietas de Gustavo DamianiUn profesor cobardeGonzalo Carranza/Historietas de OttoyonsonhCostumbres de los muertosFernando Sorrentino /Historietas de Gustavo Damiani

    El secreto de Marlene Rochoell Betina Keizman/Historietas de MausAventuras en borradorMara Cristina Alonso / Historietas de Max CachimbaAlrededor de las fogatasBeatriz Actis / Historietas de OttoyonsonhEl manuscrito de DinamarcaMiriam Lewin / Historietas de Max CachimbaSin cabeza y encapuchadosEnrique M. Butti / Historietas de Pablo Zweig

    Esta edicin

    de 2000 ejemplaresse lermin de imprimir enA.B.R.N. Producciones Grficas S.R.L.,Wenceslao Villafae 468,Buenos Aires, Argentina,

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    en diciembre de 2005.