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Estudio La LIJ ante la red, una transformación inevitable *Elsa Aguiar* ? PAGS. 30-39 ESTUDIO-1:cine y literatura 19/6/12 09:57 Página 30

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La LIJ ante la red, unatransformación

inevitable*Elsa Aguiar*

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ue las «nuevas» tecnologíasestán cambiando el panora-ma cultural de nuestra socie-dad es un hecho que nadie aestas alturas se atrevería a

negar. Eso sí, unos consideran positi-vos esos cambios y otros no tanto.Como siempre que una tecnologíaaparece y comienza a provocar cam-bios sociales profundos, es inevitableque con ella lleguen los apocalípticosy los integrados. Y el caso del efectode la tecnología sobre la lectura y laliteratura no iba a ser diferente.

En cabeza ajena

Desde los años noventa, las llama-das «nuevas tecnologías» (es decir,las TIC, las Tecnologías de la Infor-mación y la Comunicación) han idotransformando diferentes aspectosdel panorama de la industria cultural.La primera gran afectada fue lamúsica, a continuación le tocó alcine, y no mucho después, al perio-dismo. En muchos de estos casos loscambios fueron traumáticos para lasorganizaciones dominantes del esce-nario anterior. Tras el paso del hura-cán de las TIC, los modelos de nego-cio de estas industrias han cambiadoo están cambiando radicalmente,obligando además a los distintosactores a redefinir sus papeles.

El sector editorial se mantuvo enlos primeros momentos bastante almargen de aquellas transformacio-nes, como si la industria y la propiasociedad quisieran creer que el libro

iba a seguir siendo «el libro» tal ycomo lo conocemos. Y las posturasnegacionistas han persistido a pesarde internet, a pesar de las redessociales, a pesar de las descargaslegales o ilegales de música y depelículas, a pesar de la aparición dedispositivos que permiten procesarcada vez más información, a pesar delas múltiples herramientas que per-miten que cualquier persona genereproductos culturales y los ponga adisposición de todo el mundo. Comosi la industria editorial quisiera creerque podía limitarse a utilizar lasnovedades tecnológicas para mejorarsus técnicas de producción, sin verpor ello afectado su modelo de nego-cio.

Por supuesto, la realidad no pidepermiso. En la actualidad el libro, ycon él toda la industria editorial, seadentra en la llamada sociedad red.No tan rápido como las demás indus-trias culturales, pero sí del mismomodo, y con consecuencias muysimilares.

La narrativa de la invasión

El cambio al que nos referimos noestá siendo ni deseado ni planificadopor las organizaciones dominantes dela industria. El mundo editorial másestablecido (y muy en concreto laLIJ), ha asistido hasta ahora a estastransformaciones como un simpleobservador, en alguna ocasión curio-so, en otras desdeñoso, y casi siem-pre resistente.

La industria editorial, como anteslas demás industrias culturales, noestá sabiendo tomar una actitud deconquista de ese nuevo espacio quele pertenece por derecho propio.Muy al contrario, ha tendido a refu-giarse en una «narrativa de inva-sión», en la que las novedades, enlugar de verse como oportunidades,se han percibido como amenazas queponen en peligro la industria, elmodelo de negocio e incluso la esen-cia misma de la literatura. Exacta-mente lo que hicieron las grandesdiscográficas con resultados ya co-nocidos. Debe de ser cierto que no esposible escarmentar en cabeza ajena.

Al no tomar las riendas de esastransformaciones, la industria dejó el

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El objetivo de este artículo es hacer un breve repaso sobre la forma en que la tecnolo-gía y los cambios sociales que ha generado están afectando a la cadena de valor dellibro infantil y juvenil. Es un artículo escrito por una editora de LIJ y no tiene preten-siones de objetividad, por el contrario, aporta una visión parcial, interesada y concebi-da desde dentro del sector.

Lectura de una novela por móvil en Japón

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camino libre para que otros sean losimpulsores de esos cambios. Y así hasido: los fabricantes de dispositivosy los llamados players de internet(Amazon, Google, etc.) parecen seractualmente los que tienen en susmanos el futuro de la industria litera-ria. ¿De verdad queremos eso?

Bajo esta narrativa de invasión, deresistencia frente a un ataque exte-rior, podríamos dividir la cadena devalor del libro en tres territorios: la«zona tomada», el «frente actual» yla «retaguardia», con nuestro «inva-sor» escalando posiciones desde loseslabones finales hasta los iniciales.

La zona ya tomada correspondecon los eslabones finales: la promo-ción y la recepción por parte de los

lectores, crítica incluida.

El frente actual está centrado enla distribución.

La retaguardia, donde por elmomento reina una aparente calma,atañe a los eslabones iniciales de lacadena de valor del libro: la concep-ción, la creación y lo que podríamosllamar producción editorial (aunquecon lo mucho que sehabla últimamente dela autoedición, estaúltima está pasando aprimera línea delfrente).

En retaguardia:concepción ycreación de proyectos

Las fases inicialesde la cadena de valordel libro, la concep-ción y sobre todo lacreación, se encuen-tran todavía en un periodo de relati-va calma en lo que se refiere a lastransformaciones propiciadas por latecnología. De momento, las formastradicionales de creación de proyec-tos y las formas emergentes convi-ven de forma más o menos pacífica,debido sobre todo al hecho de quelas cifras de venta de los proyectosdigitales son todavía bajas.

En este eslabón hay dos posiblesactitudes que no son mutuamenteexcluyentes sino que pueden muy

bien convivir: La primera es aceptar que el texto

va a ser servido en una multiplicidadde formatos y dispositivos, pero con-servando la forma narrativa estable-cida, que es la propia del libro depapel. Básicamente es lo que se estáhaciendo en la literatura de adultos y

en prácticamente todala literatura juvenil: eltexto de La PuertaOscura o de la sagaCrepúsculo es exacta-mente el mismo parala versión impresa quepara la versión enePub que se puedecomprar en una libre-ría digital.Una segunda opción estener en cuenta lascapacidades de losnuevos formatos y dis-positivos desde elmomento mismo de laconcepción del proyec-

to, y generar así formas literariasnuevas. Esto implica aprovechar lite-rariamente las posibilidades deconexión a la red que tienen los dis-positivos digitales, las funciones delocalización geográfica y temporalde un smartphone, las posibilidadesde manipulación de los elementos dela página que ofrecen las tabletas, ola capacidad de comunicación bidi-reccional y «de muchos a muchos»propia de las redes sociales.

A nuestro juicio, este segundo

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enfoque está lleno de posibilidadesmuy atractivas que aún están porexplorar, y que son especialmenteprometedoras para la literaturainfantil y juvenil. A pesar de quetodavía hay pocas realizaciones con-cretas, ya existen ejemplos embrio-narios de lo que puede traer esteaprovechamiento literario de la tec-nología:

La novela Pomelo y limón, deBegoña Oro, ganadora del premioGran Angular 2011, incluye comoparte relevante de la trama el blog dela protagonista. Ese blog se puedeconsultar en la Web (pinillis-mos.blogspot.com.es), y en la propianovela se hace referencia a loscomentarios que los lectores vandejando, en un juego muy interesan-

te que explora loslímites cada vez másborrosos entre loque entendemos por realidady por ficción. En la versión digitalde la novela se puede acceder al blogy a los comentarios hechos hasta elmomento de esa lectura concreta,todo ello con una continuidad inclu-so tipográfica con el resto de la obra.De este modo, el texto se va actuali-zando con las aportaciones de loslectores, haciendo de cada lectura unhecho único.

Un ejemplo que aún no se ha pro-bado en España pero que, sin duda,está llamado a tener un lugar en laLIJ, es el de la literatura por entregascortas a través del móvil, un modeloque en Japón tiene gran éxito desde

hace ya unadécada. Eneste caso seaprovecha unelementodiferencialdel dispositi-vo, que resu-cita en ciertomodo la anti-gua formadel folletín:la posibili-dad de apro-vechar narra-

tivamente el rit-mo al que se vansirviendo los dis-tintos fragmentosdel texto. Como

en el caso anterior, resulta interesan-te imaginar qué propuestas derivadasde este punto de partida tendríanbuena acogida entre el público juve-nil, y qué aportaciones literariasdiferenciales con el formato tradicio-nal podrían traer consigo.

Otro caso que merece mención esel de la serie iniciada por Cancionespara Paula, de la editorial Everest.El autor, bajo el seudónimo de Blue-jeans, comenzó a publicar la novelaen la red social Tuenti. Después,cuando ya contaba con miles deseguidores, el texto saltó a otrasredes sociales, y finalmente se publi-có en papel en una versión queincluía el final, no disponible en laversión online. Un ejemplo de cómoel problema de monetización delproyecto editorial puede ser aborda-do desde la forma literaria.

Otro proyecto que aprovecha lasherramientas de la red social es la«blogonovela» Volverte a encontrar,una narración en 94 capítulos publi-cada entre 2008 y 2011, que aunqueencontramos de escaso valor litera-rio (incluso con problemas de legibi-lidad por la ortografía y el estilo),

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resulta curiosacomo ejemplo pionero de creaciónamateur en la red.

En esta línea también resulta muyinteresante el modelo de la novelaSlice, una de las propuestas del pro-yecto We tell stories de Penguin(www.wetellstories.com), un «expe-rimento» que ya tiene más de cincoaños. Esta novela juvenil se desarro-lla a través de dos blogs: el de la pro-tagonista y el de sus padres. Lasentradas de ambos blogs permitenreconstruir la trama a partir de dosperspectivas distintas de los mismoshechos. Resulta llamativo que lanarración (como en la vida real delos niños y jóvenes) no se realizasolo mediante palabras, sino tambiéna través de fotografías, vídeos, enla-ces… y de la posibilidad de interac-tuar con los personajes en Twitter.

Y es que esta característica estállamada a ser una de las más rele-vantes de las nuevas narrativas: lacreación multimedia, en la que laescritura, aunque siga siendo elmedio expresivo predominante, sehace acompañar por fotos, ilustra-ciones, vídeos, música, enlaces…Un camino que merece la penaexplorar, aunque los ejemplos conlos que contamos hasta ahora aúnpresenten problemas que, probable-mente, se irán puliendo a medidaque se acumule experiencia con nue-

vos proyectos. Es el caso de pro-puestas como Chopsticks, de JessicaAnthony y Rodrigo del Corral, unanovela juvenil publicada en 2012 porPenguin USA para papel y comoaplicación para iPad(bit.ly/novelachopsticks). El lectordebe reconstruir la historia de la pro-tagonista, una pianista de 17 añosque ha desaparecido del hospital psi-quiátrico en el que vivía recluida porsu padre, a través de una gran canti-dad de material multimedia: fotos,cartas, documentos, vídeos, mensa-jes de texto… Si bien es cierto queuna lectura tan fragmentada no faci-lita el mantenimiento de la coheren-cia argumental, también lo es que enestos tiempos conviene andar conmentalidad de explorador.

Sin duda, en el momento actualhay un problema para el que aúnno hay una solución universal: cómomonetizar estos proyectos. Peronumerosos ejemplos han demostradoque en la economía de la atención loimportante es conseguir el interés delos usuarios. El resto llegará tarde otemprano, probablemente bajo fór-mulas diferentes a las que conoce-mos actualmente.

De momento, el libro en papelsigue representando la principalfuente de ingresos de un proyectoliterario, y por ello, para resultar ren-tables, estas nuevas formas narrati-vas se ven a menudo obligadas a ser«retrocompatibles», es decir, poderser consumidas también, o al menosen parte, mediante los canales edito-riales bien establecidos. Por tanto, lahibridación de las nuevas formasliterarias con la forma tradicional,dentro de fórmulas transmedia, serádurante un tiempo una fórmula muyrelevante para conciliar el aprove-chamiento de las nuevas tecnologíascon la rentabilidad de los proyectos.Algunos ejemplos:

La trama de El silencio se mueve,de Fernando Marías, incluye referen-cias a un ilustrador poco conocido

de la década de los cincuenta llama-do Joaquín Pertierra. Un ilustradoractual (Javier Olivares) ha ido reu-niendo reproducciones de su obra enuna página web (elenigmapertrie-rra.blogspot.com.es). El rastreo deesas obras se convierte casi en unanovela paralela a la que se lee enpapel, que ha dado su fruto tambiénen forma de exposiciones, coloquiosy reflexiones sobre los límites de larealidad. Además, la página personaldel hijo de Pertierra y protagonistade la novela(www.elsilenciosemueve.com) ofre-ce una ampliación muy sugerentedel universo de ficción de la novela.

Otro ejemplo: en el desarrollo delargumento de Cielo rojo, de DavidLozano, tiene gran importancia lainformación contenida en el blogsecreto de un periodista muerto (san-tonovich.wordpress.com). El lectortiene que acompañar a los protago-nistas en el proceso de dar con lacontraseña que permite acceder a él,pero además tiene la gratificación depoder teclear él mismo esa contrase-ña en la vida real y encontrar el blogy la información que contiene a lavez que los protagonistas. Asimis-mo, cuando el protagonista escucha

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la letra de una canción en un con-cierto, se da cuenta de que solo unapersona puede haberla escrito, asíque busca en Google y encuentra lapágina de la cantante, que incluyelas grabaciones de esa y otras can-ciones(es.myspace.com/rebecca_welsh).

En definitiva, aunque en estoseslabones iniciales de la cadena devalor literaria aún reina una aparentecalma, está claro que ya hay muchomovimiento y que las propuestascrecen a ritmo exponencial.

De todos modos, algo que llama laatención es que parte de estas pro-puestas proceden de fuera del mun-do editorial, de modo que los autoresconsagrados quedan poco represen-tados en este nuevo escenario. Iden-tificamos tres posibles causas paraesta aparente anomalía:

En algunos casos, lo que impide laincorporación de autores conocidosa estas nuevas formas de expresiónno es otra cosa que el desconoci-miento de las posibilidades que ofre-ce la tecnología.

En otros, el incierto incentivo eco-nómico que aún suponen los proyec-tos innovadores con fórmulas de

monetización menos maduras, frentea las expectativas de ingresos, másprevisibles, que los proyectos tradi-cionales ofrecen a un autor estableci-do.

Y por último, para otros autores elobstáculo lo constituyen posturas«esencialistas» en torno a la natura-leza de la creación literaria («eso noes literatura», «yo lo que soy esescritor»), que les hacen correr elpeligro de quedar fuera de la van-guardia.

Por suerte también hay quien lo veclaro, como muestra el hecho de queen la Feria del Libro Infantil y Juve-nil de Bolonia se haya empezado aconvocar un premio para aplicacio-nes de literatura infantil y juvenilpara dispositivos móviles(bit.ly/boloniadigital).

En el frente: ¿Hay un lugarpara el editor? Produccióneditorial y autoedición

Hablemos ahora de produccióneditorial. Como era de esperar, hacetiempo que se oyen voces que seplantean si tiene sentido, en este

nuevo escenario, la existencia deleditor y de las editoriales. Desde elmomento en que las nuevas herra-mientas permiten que cualquier per-sona se autopublique y cubra por símisma todos los eslabones de lacadena del libro, esta reflexión resul-taba inevitable.

La realidad es que, gracias a latecnología, cualquiera de nosotrospuede grabar una canción con veinti-cuatro pistas, editar un libro de foto-grafías con impresión de alta cali-dad, o rodar un corto en altadefinición y colgarlo en la red. Lacuestión es si eso nos convierte enmúsicos, fotógrafos o directores decine. Alrededor de este tema se handesatado múltiples polémicas, comola que enfrentó a la editorial Hachet-te con el escritor autopublicado J.A.Konrath (bit.ly/polemicakonrath).Pero por encima de las discusioneshay algo en lo que probablementetodo el sector está de acuerdo: estanueva realidad obliga a redefinir elpapel del editor y de las editoriales.

En nuestra opinión, habrá autoresque puedan y quieran cubrir por símismos todos los eslabones de lacadena de valor del libro, y eso será

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Lines Carretero y Elsa Aguiar de SM con Fernando Marías autor de El silencio se mueve en la presentación del libro.

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algo bueno para la creación y para lacultura. Y habrá otros que prefierandedicar su tiempo a lo que mejorsaben hacer, que es escribir, y deci-dan recorrer el resto del camino encompañía de un profesional. Y esotambién será muy bueno para la cali-dad de la literatura y para la variedadde las propuestas que se ofrezcan almercado.

Visto desde el lado de los lec-tores ocurrirá algo similar: habrálectores que puedan y quieran buce-ar en la infinidad de propuestas quenos ofrezca la red y encontrar por símismos aquello que más les satisfa-ga, sin intermediarios ni filtros pre-vios. Y habrá otros que prefieranconfiar en las propuestas de determi-nados sellos o personas individualesque les aporten una «garantía» decalidad y les eviten esa ingente laborde búsqueda y selección. La convi-

vencia y competencia de ambas fór-mulas solo puede ser positiva para laliteratura y los lectores.

En cualquier caso, y aunque paraafirmar esto tengamos que acoger-nos a la falta de pretensión de objeti-vidad que adujimos al principio,algunos tenemos claro que sí quepuede haber un papel para el editoren todos los eslabones de la cadenade valor del libro. Desde la concep-ción de nuevos proyectos hasta larecepción por parte de los lectores,pasando por el acompañamiento delos autores durante el proceso decreación, la coordinación de los pro-fesionales cada vez más variadosque van a participar en los proyectosgenerados, la gestión de la promo-ción, la garantía de calidad de loscontenidos… Todo depende del tipode editor que uno sea o quiera ser.En todo caso, no nos cabe duda de

que hay sitio para un editor capaz deinspirar y de motivar a los creadores,capaz de discernir y mostrar uncamino y capaz de seleccionar, deaglutinar y de coordinar a los diver-sos perfiles necesarios en el nuevoescenario. La clave está en la actitudque queramos tomar: fortificar nues-tras antiguas posiciones, o actualizarnuestras destrezas para la nueva rea-lidad.

En el frente de los medios: ladistribución

Al hablar de distribución, pasamosa la zona donde más se oye el ruidode la batalla. Dado que este es eltema estrella en los medios y sehabla de él hasta la saciedad, vaya-mos directamente al fondo de lacuestión: cada vez se venden másdispositivos que permiten la lecturade obras en formato digital. Pero elnúmero de obras vendidas para esosdispositivos no crece en absoluto almismo ritmo.

Este hecho objetivo tiene diversasinterpretaciones según quién lashaga: pero en la industria parecehaber un cierto «acuerdo» en inter-pretarlo como una muestra de que lademanda de libros digitales va lenta.Ahora: ¿de verdad queremos creerque todas las personas que tienen undispositivo de lectura están leyendoobras libres de derechos? ¿De ver-dad pensamos que la razón de quelas cifras de descargas legales seanpequeñas es que la demanda aún noes relevante? Seamos sinceros: bastacon teclear en un buscador cualquiertítulo de literatura juvenil o de adul-tos seguido de la palabra «descar-gar» o «descarga gratis», o «pdf»para responder a esa pregunta. Y deesto hace ya muchos años.

Nos gustará más o menos, podre-mos hacer los juicios de valor quequeramos, podemos incluso quejar-nos amargamente y asegurar que nosretiramos de este mundo, como hay

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quien ya lo ha hecho. Perola realidad seguirá siendo la que es.Así que quizá sea más inteligenteanalizar la situación para entendersus causas y las posibles soluciones.Y a continuación, empezar a trabajarcon el presente para convertirlo ennuestro aliado.

Para empezar, es urgente que elsector editorial abandone la idea deque lo «nuestro» es el negocio detrasladar celulosa de un sitio a otro.Lo nuestro son los contenidos, esténen papel, en la nube, o donde sea. Alo que hay que aferrarse es al verbo«leer», al sustantivo «literatura», noa un formato o a un material.

Un paso en la buena direcciónsería conseguir que cualquier títuloque se ofrezca en papel esté disponi-ble también en formato digital; y quedescargar un libro electrónico desdeun sitio legal deje de ser una odiseaincluso para alguien que maneja consoltura herramientas digitales. Porañadidura, también podríamos inten-tar que tener ese texto disponible ennuestros distintos dispositivos dejede ser tan complicado que uno sesienta tentado de descargar la copiapirata, no porque sea más barato,sino porque resulta más accesible.De nuevo en este aspecto, la expe-riencia pasada de la industria disco-gráfica debería iluminarnos el cami-no, y concienciarnos de que ganarseal público para las opciones legalespasa por una política de precios ade-cuada, por un catálogo abarcador, ypor una gran atención a la usabili-

dad, no por propuestas a mediocamino y sistemas DRM que soloconsiguen resultar hostiles para loslectores.

En todo caso, no debemos perderde vista algunos modelos emergen-tes, como la lectura por suscripciónque propone 24symbols(www.24symbols.com), o platafor-mas para la escuela, como la deCapstone (www.capstonepub.com),que reúne un buen número de librosdigitales y es capaz de seleccionar

los más adecuados parael nivel

lector de cadaniño. Además, incluye un regis-tro de libros leídos, tiempo dedicadoy vocabulario adquirido. O Storia, latienda de Scholastic (sto-re.scholastic.com), que adapta laselección de obras al nivel de lecturade cada niño y permite que los tex-tos se puedan instalar simultánea-mente en distintos dispositivos.

La zona tomada I: La promo-ción

Sin duda, quienes se ocupan de lapromoción del libro fueron los quemás rápidamente vieron las posibili-dades que ofrecían las TIC. Y es quea nadie se le escapa que internet seha convertido, no solo para los adul-

tos sino también para los jóvenes y,cada vez más, los niños, en uno delos principales escenarios de interac-ción social.

A esto se suma el hecho de que losjóvenes han desarrollado cierta pre-vención hacia los intentos de pres-cripción literaria que vienen deámbitos adultos, en parte por elempeño de estos en hacerlos comul-gar con el canon que ellos conside-ran adecuado para la formación delos jóvenes lectores. Gracias a lasposibilidades de la red social, elboca-oreja entre los jóvenes se haconvertido en el principal criterio dedecisión de compra y de lectura. Larecomendación entre iguales, quesiempre había sido el modo máspoderoso de conseguir el triunfo deun libro entre los lectores, se amplíaasí y alcanza un ámbito global.

Las editoriales, conscientes de estefenómeno, empezaron muy pronto aponer en marcha iniciativas paraaprovechar e impulsar esa recomen-dación directa. La trilogía de LauraGallego Memorias de Idhún fue uncaso pionero, a través de un concur-so de preguntas sobre el primer libroque tenía por objeto seleccionar a losasistentes al Encuentro Idhunita, unevento que reunió a cientos de segui-dores del libro.

Otro ejemplo de promoción de unlibro de la misma autorapero con

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un planteamiento muy diferente fueEl diario de Cat, la protagonista dela novela Dos velas para el diablo.En este caso se trataba de un blogque recogía en tiempo real los acon-tecimientos que iban ocurriendodurante el mes que duraba su viajede vuelta a España desde Polonia,constituyéndose así en una precueladel libro, sincronizada con su salidaa librerías, y que sirvió para quemuchos lectores recibieran el lanza-miento de la obra con un vínculoemocional ya establecido con el per-sonaje.

No puede dejarse sin citar lacomunidad de fans de Crepúsculoque se aglutinó en torno a la páginaweb de la serie, connoticias, concursos,sorteos, intercambiode opiniones, amista-des... y que contribuyóal rápido crecimientode los seguidores deesta serie.

Desde entonces, losexperimentos han sidomuy variados y a cualmás interesante: con-cursos de fotografía,de disfraces, de ban-das sonoras, rutasturísticas por los esce-narios de una novela,el reto de ser el prime-ro en leer una nove-la… Un aspecto hoyinexcusable de la pro-

moción de la lectura que, sin duda,todavía dará muchas sorpresas.

La zona tomada II: La recep-ción por parte del lector

Las TIC también han cambiado elescenario en que se produce larecepción de la obra por parte dellector. Si antes el escritor se encerra-ba en su casa para alumbrar su textoy únicamente salía a poner cara a supúblico una vez al año en las firmasde las ferias del libro, ahora el autorinteracciona con sus lectores casidesde el mismo instante de la con-cepción de la obra. En reciprocidad,los lectores presentes en ese procesoopinan, animan… e incluso devuel-ven creación por creación a través defanfics (ficción creada por los fans).fancómics (cómics de los fans querecrean una obra o inventan alterna-tivas), videoblogs (comentarios sobrelibros grabados en vídeo), booktrai-lers (pequeños vídeos promocionalesde un libro)… Basta con teclearalguna de estas palabras en Google,en solitario o acompañadas del títulodeseado, para encontrar múltiples

ejemplos.Hay que dar por descontado que la

apropiación del universo ficcionaldel autor por parte de los lectores seha dado siempre. Pero las herra-mientas que ofrecen las TIC, cadavez más variadas y sencillas, facili-tan la tarea e incluso incitan a reali-zarla. Los lectores, y sobre todo losjuveniles, han tomado al asalto lasposibilidades de la red para estarpresentes y compartir el momento derecepción de la obra. De cualquierobra, pero muy especialmente de lade aquellos autores que planteandesde el principio una «conversa-ción» con sus lectores.

Un ejemplo claro de este fenóme-no es, una vez más, Laura Gallego,que a través de su web mantiene unaconversación diaria con sus fansalrededor del proceso que siguen susobras. Desde que se le ocurre unproyecto hasta el mismo día de lapresentación en librerías, pasandopor los escollos en la escritura, lasdudas acerca del nombre de un per-sonaje, las discusiones sobre el títu-lo, las correcciones del editor, lasideas de ilustración de la editorial,las propuestas de cubierta… Más

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tarde llegarán los comentarios de loslectores a medida que avanzan en eltexto, y sus propias creaciones entorno al universo de ficción propues-to por la autora.

Estamos, pues, en un nuevo esce-nario en el que la cooperación entrelector y escritor en la construccióndel mundo de ficción ya no es unfenómeno psicológico inaccesibledesde el exterior, sino que es unhecho explícito, que se desarrolla aescala social, y del que queda unregistro permanente. Los lectores yano son meros consumidores, sinoque se convierten en prescriptores,en intérpretes, e incluso en coauto-res.

La crítica

Pero quizá el fenómeno más lla-mativo en este último eslabón de lacadena de valor del libro sea el de latransformación que ha sufrido la crí-tica a raíz de la aparición de lasherramientas de red social. Antes,los lectores podían acudir a la pro-ducción crítica de periodistas y espe-cialistas para decidir en su procesode compra o de lectura, pero ahorason los blogs y los comentarios deotros lectores los que cumplen esafunción. Los lectores juveniles sefían mucho más de la recomenda-ción de sus iguales que de la críticarealizada por especialistas que amenudo muestran una sensibilidadalejada de la suya. La crítica espe-cializada se ha visto obligada a cederposiciones ante la vitalidad y lacapacidad «reseñadora» y crítica delos blogueros, quedando confinada aespacios muy concretos (principal-mente revistas del sector) a los quenormalmente no acceden los jóvenesdestinatarios de esas obras.

Y es que la actividad en los blogsy en revistas de recomendación delibros hechos por jóvenes y parajóvenes, se ha convertido, probable-mente, en el fenómeno que mejor

describe la realidad actual de la lite-ratura juvenil. Entre otros muchosestarían Literatura infantil y juvenilactual (lij-jg.blogspot.com.es) oLetras y escenas (letrasyesce-nas.com) entre los blogs y El Templode las Mil Puertas (eltemplodelas-milpuertas.com) o El Tiramilla (elti-ramilla.com) entre las revistasonline. Estos blogs y revistas confor-man una enorme oferta de recomen-daciones hechas por los propios lec-tores. Como es lógico, lasaportaciones son de calidad desi-gual: las hay que podrían competircon las mejores críticas hechas porprofesionales, mientras que otras nopasan de ser opiniones basadas engustos personales sin demasiado cri-terio. Pero juntos conforman un her-videro de conversaciones acerca delibros y literatura que merece la penaseguir.

Este fenómeno, por supuesto, noha pasado inadvertido para las edito-riales, que tratan a estos blogueroscomo al resto de medios de comuni-cación en cuanto a envío de noveda-des, invitaciones a presentaciones ydemás eventos promocionales. Unejemplo: la «Crónica de una tirami-llota en el CERN» (eltirami-lla.com/cern-quantic-love/), en laque una de estas blogueras narra elviaje promocional organizado por LaGalera con motivo del lanzamientode Quantic Love, de Sonia Fernán-dez Vidal.

Estos blogueros reciben puntual-mente las novedades, a veces inclusodedicadas por los autores, junto conelementos de marketing que a su vez

utilizan para organizar pequeñosconcursos y sorteos entre los segui-dores de sus blogs, expandiendo asíla actividad promocional de las edi-toriales. Por otro lado, los autores,conscientes de la importancia deestos sitios, les conceden entrevistaso contestan cuestionarios personali-zados por correo electrónico. Unasimbiosis curiosa entre lectores, crí-ticos y productores.

Las consecuencias de este fenóme-no son muy variadas y complejas, yprobablemente resultará difícil eva-luarlas hasta que podamos contem-plarlas con un poco de distancia.Mientras tanto, para todo el queaspire a «existir» en este mundo,resulta fundamental estar presente enestos espacios, escuchando atenta-mente, interaccionando, y en suma,participando en la conversaciónsiempre que sea posible.

A por el futuro

En este escenario lleno de interro-gantes y, por tanto, de posibilidades,es más necesario que nunca que losprofesionales del sector seamosconscientes de que el hecho literarioestá teniendo lugar en multitud deespacios que, por ignorancia o elec-ción nuestra, están fuera de nuestroactual ámbito de actuación. Asisti-mos a una explosión de formas nue-vas de hacer literatura, de leer litera-tura, de responder a la literatura.Autores, editores, diseñadores, ilus-tradores…, todos estamos obligadosa conocer y explorar este nuevoterritorio si queremos conservarnuestra relevancia en el sector. Expe-rimentando, equivocándonos, peropor encima de todo, disfrutando yhaciendo disfrutar.

*Elsa Aguiar es gerente editorialde LIJ de Ediciones SM.

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