Panorama Del Urbanismo Europeo en La Década de 1950 (La Transición Del Pesimismo de Posguerra a La...

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8/19/2019 Panorama Del Urbanismo Europeo en La Década de 1950 (La Transición Del Pesimismo de Posguerra a La Espera… http://slidepdf.com/reader/full/panorama-del-urbanismo-europeo-en-la-decada-de-1950-la-transicion-del-pesimismo 1/6 Panorama del urbanismo europeo en la década de 1950 (la transición del pesimismo de posguerra a la esperanza por un mundo mejor). En 1945 f inalizó la Segunda Guerra Mundial dejando profundas cicatrices en las ciudades europeas. En un continente dividido políticamente, la penosa situación posbélica (caracterizada por la devastación y por la falta de recursos para abordar la recuperación) se vio agravada por una intensa migración del campo a la ciudad que provocó una necesidad de crecimiento urbano (y de construcción de viviendas) de una escala desconocida hasta entonces. En ese difícil contexto, el recuerdo del horror de la guerra espoleó la reflexión acerca de un mundo nuevo, que debía emerger sobre los escombros del anterior. La década de 1950 asumiría esa tarea, produciéndose una transición desde el más absoluto de los pesimismos hacia el nacimiento de una nueva esperanza, asentada en teorías y nuevos modelos urbanos (tanto para la reconstrucción como para el crecimiento). Los logros del periodo fueron de gran interés, pero, acabarían topando con un agresivo mercado inmobiliario que conduciría al desencanto del desarrollismo. Por esta razón, durante la siguiente década, el urbanismo asistiría a una revisión en profundidad. Abordamos la década de 1950 de una forma panorámica y, por lo tanto, genérica y selectiva, haciendo referencia a alguno de los casos más paradigmáticos. ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐ ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐ La Europa de posguerra y la problemática urbana. En 1945 finalizó la Segunda Guerra Mundial. Europa sufrió doblemente sus consecuencias porque a la devastación bélica hubo que sumar la escisión del continente en dos bloques irreconciliables. El Telón de Acero separaría el occidente capitalista, que seguiría el rumbo marcado por los Estados Unidos, del oriente comunista controlado rígidamente desde la Unión Soviética. Las dos áreas geopolíticas (identificadas militarmente con la OTAN y el Pacto de Varsovia, respectivamente) escenificarían una “Guerra Fría” que condicionaría su evolución en casi todos los aspectos. Pero, a pesar de las discrepancias ideológicas, los dos ámbitos se enfrentaron a problemas urbanos similares y sus respuestas e stuvieron más sintonizadas de lo que los protagonistas estuvieron dispuestos a reconocer. Europa había quedado asolada. Muchas de las ciudades principales habían sufrido crueles bombardeos e incendios que destruyeron buena parte de su extensión, y el campo no había corrido mejor suerte. Los ámbitos rurales se encontraban arruinados y las ciudades, a pesar de todo, parecían el único refugio donde conseguir oportunidades para una nueva vida. Esta idea promovió un acelerado y masivo movimiento migratorio hacia las áreas urbanas. En consecuencia, tras concluir la contienda, las ciudades europeas se enfrentaron a un doble desafío: su propia reconstrucción y atender a es intenso éxodo procedente del campo. La llegada de inmigrantes a las ciudades agravó la delicada situación, sobre todo por la falta de alojamiento. La grave carencia de viviendas, tanto para los antiguos residentes (porque miles de viviendas habían desaparecido) como para los nuevos (que no encontraban oferta), produjo la aparición de grandes extensiones de infravivienda que tardarían muchos años en ser absorbidas. Los gobiernos intentaron atajar el problema con programas de construcción residencial masiva en las periferias urbanas o en nuevas ciudades que irían surgiendo. El primer lustro de la posguerra estuvo acompañado por el duelo y el estado de shock generalizado en el que había quedado Europa. Esta traumática situación iría siendo superada conforme avanzaron los años de la década de 1950. Entonces se activaron debates sobre los modelos de reconstrucción y de crecimiento que debían seguir las ciudades, así como reflexiones tipológicas y formales (aunque el racionalismo sería el estilo imperante) o Vällingby es una de las nuevas ciudades escandinavas construidas en la década de 1950. Tras la Segunda Guerra Mundial, el “Telón de Acero” dividió Europa en dos ámbitos enfrentados políticamente.

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Panorama del urbanismo europeo en la década de 1950 (la transición del pesimismode posguerra a la esperanza por un mundo mejor).

En 1945 f inalizó la Segunda Guerra Mundial

dejando profundas cicatrices en las ciudades

europeas. En un continente dividido

políticamente, la penosa situación posbélica

(caracterizada por la devastación y por la falta

de recursos para abordar la recuperación) se vio

agravada por una intensa migración del campo a

la ciudad que provocó una necesidad de

crecimiento urbano (y de construcción de

viviendas) de una escala desconocida hasta

entonces.

En ese difícil contexto, el recuerdo del horror de

la guerra espoleó la reflexión acerca de un

mundo nuevo, que debía emerger sobre los

escombros del anterior. La década de 1950

asumiría esa tarea, produciéndose una transición

desde el más absoluto de los pesimismos hacia

el nacimiento de una nueva esperanza, asentada en teorías y nuevos modelos urbanos (tanto para la reconstrucción como para el

crecimiento). Los logros del periodo fueron de gran interés, pero, acabarían topando con un agresivo mercado inmobiliario que conduciría al

desencanto del desarrollismo. Por esta razón, durante la siguiente década, el urbanismo asistiría a una revisión en profundidad.

Abordamos la década de 1950 de una forma panorámica y, por lo tanto, genérica y selectiva, haciendo referencia a alguno de los casos más

paradigmáticos.

‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐ ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐

La Europa de posguerra y la problemática urbana.

En 1945 finalizó la Segunda Guerra Mundial. Europa sufrió doblemente sus consecuencias porque a la devastación bélica hubo que sumar

la escisión del continente en dos bloques irreconciliables. El Telón de Acero separaría el occidente capitalista, que seguiría el rumbo

marcado por los Estados Unidos, del oriente comunista controlado rígidamente desde la Unión Soviética. Las dos áreas geopolíticas

(identificadas militarmente con la OTAN y el Pacto de Varsovia, respectivamente) escenificarían una “Guerra Fría” que condicionaría su

evolución en casi todos los aspectos. Pero, a pesar de las discrepancias ideológicas, los dos ámbitos se enfrentaron a problemas urbanos

similares y sus respuestas estuvieron más sintonizadas de lo que los protagonistas estuvieron dispuestos a reconocer.

Europa había quedado

asolada. Muchas de las

ciudades principales

habían sufrido crueles

bombardeos e incendios

que destruyeron buena

parte de su extensión, y

el campo no había

corrido mejor suerte. Los

ámbitos rurales se

encontraban arruinados y

las ciudades, a pesar de

todo, parecían el único

refugio donde conseguir

oportunidades para una

nueva vida. Esta ideapromovió un acelerado y

masivo movimiento

migratorio hacia las

áreas urbanas. En

consecuencia, tras

concluir la contienda, las

ciudades europeas se enfrentaron a un doble desafío: su propia reconstrucción y atender a es intenso éxodo procedente del campo. La

llegada de inmigrantes a las ciudades agravó la delicada situación, sobre todo por la falta de alojamiento. La grave carencia de viviendas,

tanto para los antiguos residentes (porque miles de viviendas habían desaparecido) como para los nuevos (que no encontraban oferta),

produjo la aparición de grandes extensiones de infravivienda que tardarían muchos años en ser absorbidas. Los gobiernos intentaron atajar el

problema con programas de construcción residencial masiva en las periferias urbanas o en nuevas ciudades que irían surgiendo.

El primer lustro de la posguerra estuvo acompañado por el

duelo y el estado de shock generalizado en el que había

quedado Europa. Esta traumática situación iría siendosuperada conforme avanzaron los años de la década de 1950.

Entonces se activaron debates sobre los modelos de

reconstrucción y de crecimiento que debían seguir las

ciudades, así como reflexiones tipológicas y formales

(aunque el racionalismo sería el estilo imperante) o

Vällingby es una de las nuevas ciudades escandinavas construidas en la década de 1950.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el “Telón de Acero” dividió Europa en dos ámbitos enfrentados políticamente.

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propuestas sobre los mecanismos administrativos más

adecuados. Pero estas investigaciones iniciales, y las

actuaciones consecuentes, acabarían encontrando trabas en

las imperiosas urgencias y en la codicia de un mercado

inmobiliario que adquiriría tintes fuertemente especulativos.

La década de 1950, la transición del pesimismo a

la esperanza.

El desastre de la Segunda Guerra Mundial y sus devastadoras

consecuencias sumieron a Europa en una profunda depresión,

pero el continente lograría recuperarse con cierta rapidezencarando un nuevo horizonte que alimentaría grandes

expectativas para el futuro.

El empuje necesario para salir del bache llegó con el conocido

Plan Marshall (1947) por el que los Estados Unidos prestaron

una importante ayuda económica a sus aliados durante la

guerra. El apoyo no era desinteresado ya que entre los

objetivos del mismo estuvieron el impedir el progreso del

comunismo en la Europa occidental y favorecer la adhesión de

esta al american way of life (cuestión que amplió

notablemente el mercado para las empresas y los productos norteamericanos). Con ello, Estados Unidos lograría consolidarse como el líder

mundial (también la Unión soviética puso en marcha en 1949 su propio plan de ayudas destinado a los países de su órbita, el COMECON).

Europa fue, poco a poco, levantándose y sus países fueron consolidando alianzas entre ellos (principalmente económicas) que promoverían un

largo periodo de prosperidad (como el Benelux , la CECA o la primera Comunidad Económica Europea establecida por los Tratados de Roma

firmados en 1957).

Amparada por la incipiente bonanza, la sociedad europea asistió a un crecimiento sostenido en casi todos los ámbitos: demográfico, con el

baby boom posbélico; industrial, con un incremento notable de la producción; tecnológico, con la aparición de innovaciones trascendentales;

y, en general, económico, con aumentos muy considerables de los PIB de los países. En ese contexto se iría consolidando la llamada “sociedad

del bienestar” y también la “sociedad de consumo” (hecho fundamental para cerrar el círculo del sistema que consolidó el progreso). Los

historiadores han calificado al periodo que transcurre desde el final de la guerra hasta la crisis del petróleo de 1973 como una “edad de oro”

del capitalismo (en algunos países, el “milagro” económico tuvo su propia etiqueta, como en Francia donde es recordado como los Trente

Glorieuses, los treinta ‐años‐ gloriosos).

Así pues, la década de 1950 representó la transición desde

el pesimismo absoluto que caracterizó la posguerra inicial

hacia la esperanza de que era posible edificar un mundo

nuevo y mejor sobre los escombros del anterior, aquel que

había desembocado en una conflagración mundial.

Esta nueva situación se manifestó particularmente en lasciudades, incrementando, todavía más, el flujo migratorio

desde el campo hacia la ciudad, ya que las oportunidades, el

empleo, y los salarios eran muy superiores a lo existente en

los entornos rurales. De esta manera, las ciudades, serían el

principal escenario de esa transformación social. No

obstante, hay que recordar que los primeros años fueron de

gran dureza debido a la traumática reconstrucción de los

centros urbanos, a la grave carencia de viviendas o al hecho

de afrontar el crecimiento de las urbes con escasos medios.

Pero la recuperación económica permitiría, poco a poco,

solventar las privaciones iniciales. Una de las manifestaciones

de esa incipiente sociedad fue el auge del automóvil que

tuvo una repercusión trascendental, tanto en la planificación

de los crecimientos de las ciudades como en la renovación deunos cascos antiguos poco aptos para el movimiento de los

vehículos.

Las ciudades se enfrentaron a retos desconocidos hasta entonces: crecimientos a gran escala, nuevos modos de transporte, tecnologías

inéditas, que provocaron una cierta desorientación inicial. En este confuso contexto, varios países asumieron el papel de “nación‐guía” en

la investigación urbanística moderna en Europa, encaminada a ofrecer soluciones. Inglaterra y los países nórdicos sobresaldrían por sus

propuestas de crecimiento basado en nuevas ciudades autónomas (crecimientos discontinuos). Por otra parte, Holanda también sería

protagonista por su enfoque para la reconstrucción de los centros históricos. También los debates teóricos se activarían con intensidad,

oscilando entre la realidad y las ensoñaciones utópicas.

En esta búsqueda de referencias, la década produjo tres hitos urbanísticos que, aunque no se encontraban en Europa, tuvieron una gran

influencia en la evolución del modelo de la Ciudad Funcional: Chandigarh, Brasilia e Islamabad. Fueron tres ciudades de autor que

expresaban la visión de su creador, con un enfoque diferente en cada caso. Chandigarh (India) fue proyectada por Le Corbusier en 1951,

Brasilia (Brasil) sería diseñada Lucio Costa y Oscar Niemeyer en 1956, e Islamabad (Pakistán) cuya planificación corrió a cargo de Constantinos

Doxiadis en 1959.

Debates teóricos (la crisis del funcionalismo y las utopías alternativas).

El recuerdo del horror de la guerra animó la reflexión sobre un mundo nuevo. Ese fue el denominador común de debates y propuestas que

gravitaron entre el realismo de las discusiones internas en los CIAM, que acabarían con la ortodoxia funcionalista, y la utopía, con ejemplos

como las “derivas” situacionistas o las superestructuras “móviles”.

Rotterdam, destruida por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

Cartel propagandístico sobre las excelencias del “american way of life”.

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CIAM y TEAM X

Los CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna) reunieron a los arquitectos de la vanguardia racionalista entre 1928 y 1959. En

este último año, la organización se disolvió, “dinamitada” desde dentro por una nueva generación que buscaba otros horizontes para la

arquitectura y, especialmente, para las ciudades. La crisis arrancó en el CIAM IX (1953), cuando se asistió a una sublevación en toda regla

protagonizada por jóvenes arquitectos que se agruparían bajo la denominación de TEAM X (Equipo Diez).

La revolución, liderada por el holandés Aldo van Eyck y los ingleses Alison y Peter Smithson, proponía una revisión en profundidad de la

ortodoxia funcionalista, que consideraban insatisfactoria y desenfocada con la realidad. Reivindicaban el protagonismo de las personas y la

consideración de sus necesidades “psíquicas” y “socio‐emotivas”, que debían incorporarse a la planificación de la ciudad como una directrizbásica, dando fin de la era “maquinista” y abstracta de la vieja vanguardia. De una manera general, se asistió al enfrentamiento entre

modelos dogmáticos (caracterizados por nociones como racionalidad, abstracción o zonificación) y modelos flexibles (que reivindicaban la

emotividad, la identidad o la asociación).

Los situacionistas

Desde el mundo del arte, de la sociología, y de la cultura en

general, comenzaron a aparecer una serie de utopías que

proponían alternativas. Quizá las más relevante fue la

planteada desde la IS (Internacional Situacionista), una

organización fundada en 1957 a partir de experiencias

anteriores como la Internacional Letrista, el Movimiento

Internacional para una Bauhaus Imaginista, o el Comité

Psicogeográfico de Londres. Sus propuestas, inspiradas por el

espíritu del dadaísmo y del surrealismo, intentaron unificar la

vida y el arte. El consumismo, el funcionalismo o latecnocracia recibieron feroces críticas, proponiendo nuevas

formas de acción colectiva en las que el entorno urbano

pudiera ser transformado con una gran libertad.

Con figuras como Guy Debord (que había publicado un texto

de referencia: “La Sociedad del Espectáculo”), los

situacionistas se lanzaron a la confección de cartografías

producidas por sus investigaciones “psicogeográficas”. La

“derive” (deriva) sería su herramienta metodológica a través

de la cual investigaban la creación de ambientes cambiantes,

nómadas, emocionales, azarosos, en los que la subjetividad y

el inconsciente dirigían la organización de los espacios.

Los embriones de las superestructuras.

Otra utopía característica de la época fue la que propuso

alternativas habitacionales basadas en “superestructuras

urbanas”. Estas ideas surgirían a finales de la década y

disfrutarían de su esplendor en los años sesenta. Algunas de

ellas se nutrían de las propuestas situacionistas (como la New 

Babylon de Constant) y otras partieron de algunas reflexiones

producidas en el seno del TEAM X, trabajando desde la

tecnología y la noción de agregación y cluster  (como las

ciudades espaciales y ciudades móviles de Yona Friedman).

En general sus planteamientos se “despegaban” del suelo y

sobrevolaban el territorio, en una metáfora que expresaba su

rechazo de la realidad heredada para crear entornos

totalmente nuevos, puros y libres, sin condiciones previas.

La reconstrucción urbana, entre el continuismo yla renovación.

La devastación padecida por muchas ciudades planteó interrogantes sobre el camino a seguir para su reconstrucción. El debate se polarizó

entre quienes defendían la restitución de la ciudad al estado anterior a la guerra y quienes deseaban aprovechar la oportunidad para

levantar nuevas ciudades modernas. No obstante, entre ambos extremos se produjeron numerosas situaciones intermedias.

La reconstrucción mimética cuenta con ejemplos como Lübeck o Dresde, por citar una en cada ámbito geopolítico.

 A la izquierda, el Plan para Meaux de Le Corbusier, y a la derecha, Plan para Berlín de Alison y Peter Smithson. Aunque ninguno de los

dos se llevó a la práctica reflejaron la divergencia entre la ortodoxia de los CIAM y las propuestas del TEAM X.

Reinterpretación situacionista de París.

Constant. New Babylon.

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En el polo opuesto, es paradigmática la radical renovación del centro de Rotterdam, que se convirtió en una guía para la intervención

moderna en los núcleos históricos. Esta ciudad holandesa, que había visto desaparecer su casco antiguo bajo los bombardeos de 1940,

aprobó, en 1946, un plan que lo transformaría sustancialmente desde el ideario funcionalista (y sería la primera actuación integral del

racionalismo en un casco antiguo). Entre las piezas destacables se encontraba el área comercial Lijnbaan, un nuevo concepto urbano

diseñado por Jacob Bakema y Jo van den Broek en 1953.

Berlín también construiría un

“faro” referencial sobre la

renovación urbana más radical,

gracias a la celebración de la

Internationale Bauausstellung

( Interbau 1957 ), una exposición

internacional de arquitectura. Esa

cita, que estuvo inevitablemente

acompañada por la componente

ideológica existente en el contexto

de la Guerra Fría, pretendió

recuperar el modelo canónico de

las vanguardias arquitectónicas. La

construcción del nuevo barrio

Hansaviertel, sobre las ruinas del

anterior, tuvo también un fondo

reivindicativo del funcionalismo frente a las propuestas de reconstrucción dirigidas desde el sector inmobiliario y que estaban desvirtuando el

modelo racionalista. En el entorno de la Interbau, Le Corbusier construiría una de sus cinco Unités d’habitation (la primera se había

concluido en Marsella en 1952).

Nuevos barrios (crecimientos en continuidad).

Los nuevos crecimientos también fueron objeto de intensos

debates. Hubo dos estrategias principales: las de expansión

en continuidad con la ciudad existente y las de

crecimientos discontinuos que proponían nuevos núcleos

con mayor o menor autonomía. El primero de ellos, la

ampliación continua de la ciudad por medio de nuevos barrios

que se adosaban en la periferia, gravitaba entre propuestas

que propugnaban la reinterpretación de la historia y las que

defendían la visión del Movimiento Moderno.

Nuevamente Berlín se convirtió en campo de

experimentación. Como es conocido, Berlín fue una de las

ciudades que había sufrido mayores destrucciones bélicas y,además, se convirtió en el principal escenario de las tensiones

políticas de la Guerra Fría, viéndose segregada en dos zonas:

el sector oeste (pro‐occidental) y el este (pro‐soviético).

Aquel Berlín de los años 50, asistió también al enfrentamiento

entre las posiciones continuistas y revisionistas. El sector oriental fue el primero en abordar su reconfiguración, optando por métodos que

buscaban recuperar los valores históricos (y reconocibles) de la ciudad compacta europea, proponiendo calles, plazas y espacios públicos

formalizados, que habían sido denostados por el Movimiento Moderno. La intervención más destacada fue la apertura de la gran avenida

Stalinallee (actualmente Karl‐Marx‐Allee), comenzada en 1952.

El sector oeste apostaría por la “modernidad” y se convertiría

en un escaparate de la vanguardia (con la mencionada

Interbau 1957 ). Además, Berlín tendría otra oportunidad

para mostrar la polaridad entre tradición y renovación,

gracias a un concurso que fue convocado para la planificación

general de la ciudad central. En 1958, cuando todavía sealbergaban ciertas esperanzas de unidad entre los dos

sectores de la ciudad (que se verían defraudadas pocos años

después con la construcción del Muro en 1961), se convocó

(desde la administración occidental) un concurso para el

replanteamiento urbano de la ciudad central (Haupstadt

Berlin), que supondría una reflexión sobre las alternativas de

reconstrucción urbana (aunque las circunstancias políticas

harían que las ideas no pasaran del papel).

El crecimiento en continuidad también tuvo que ver con los

recursos disponibles (ya que las nuevas ciudades eran mucho

más costosas). Las opciones en uno u otro sentido serian

distintas entre el norte y el sur continental. La disparidad de medios hizo que las propuestas septentrionales, tecnológicas y vanguardistas,

contrastaran con las realizaciones casi artesanales y más tradicionales de los países mediterráneos. El caso de Italia es paradigmático. Italia

no acometió la creación de nuevas ciudades, como sucedió en otros países, sino que procedió a la ampliación de las ciudades existentes

a través de la construcción de nuevos barrios en continuidad, suscitando intensos debates sobre el modelo urbano más adecuado. Allí, una

brillante generación de arquitectos inició una reflexión para unir la limitación de recursos con la tradición de la ciudad mediterránea. Aquellos

años, estuvieron caracterizados por los barrios de viviendas públicas promovidas desde el INA‐Casa, uno de cuyos emblemas sería el

Tiburtino, proyectado por arquitectos como Mario Ridolfi y Ludovico Quaroni y construido entre 1949 y 1956 en la periferia oriental de

Roma.

Rotterdam, perspectiva del área comercial Lijnbaan proyectada por Jaap Bakema y Jo van den Broek.

Berlín. Unité d’habitation de Le Corbusier.

Berlín. Stalinallee, hoy Karl‐Marx‐Allee (Franfurter Tor)

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Nuevas ciudades (el crecimiento discontinuo de

las ciudades‐satélite)

El otro camino seguido para resolver el crecimiento de las

ciudades llevó a la creación de núcleos‐satélite, más o

menos vinculados a la metrópoli. La fundación de una nueva

ciudad respondía a una filosofía que había ido consolidándose

durante la primera mitad del siglo a partir de las ideas de

ciudad‐jardín, pero también era una respuesta a la facilidad

de plantear una solución ex novo, más adaptada a las

necesidades de la sociedad del momento. Tres casos ilustraneste crecimiento discontinuo: las New Towns británicas, las

ciudades‐satélite de los países nórdicos y las nuevas ciudades

del otro lado del Telón de Acero.

New Towns británicas.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido se

enfrentó a problemas urbanos que subyacían desde hacía

muchos años. La congestión de las grandes ciudades

(especialmente de Londres), la carencia general de viviendas

(agravada por las destrucciones de la contienda y la migración desde las áreas rurales) o el mal estado general de los barrios obreros, llevaron

al gobierno británico a plantear una estrategia de choque que pretendía limitar la expansión de las descontroladas “manchas” urbanas,

descongestionar los núcleos centrales, racionalizar los procesos de crecimiento o mejorar las condiciones de vida de la clase

trabajadora. Con estos objetivos, se puso en marcha un programa sistemático de creación de nuevas ciudades ( New Towns). Estos

nuevos núcleos urbanos nacían con vocación de autosuficiencia, aunque su proximidad a las grandes ciudades, los convirtió en muchos casos en

satélites. Entre 1946 y 1970, fueron planteadas treinta y dos new towns. El largo periodo transcurrido permite categorizar estas nuevas

ciudades en tres “generaciones”, que cuentan con características propias. La primera de ellas, comenzada a finales de los años cuarenta, y

desarrollada en buena parte durante la década de 1950, marcaría el rumbo de las siguientes.

La solución nórdica (ciudades‐satélite escandinavas y

bálticas)

Algunas experiencias lograron reunir la política, la economía,

la arquitectura y el urbanismo, superando el desconcierto

posbélico inicial, para crear modelos que actuaron como faros

que iluminaron la ruta. Entre los ejemplos más destacados,

estuvieron las ciudades‐satélite planteadas en los países

nórdicos, cuya “solución” para la extensión urbana

revisaría las bases de la Ciudad Funcional a través de una

relación particular con el territorio y una vinculación muy

directa con el transporte público.Entre las propuestas que llegaron del norte europeo

sobresaldrían las ciudades‐satélite construidas alrededor de

Estocolmo durante las décadas de 1950 y 1960 (como

Vällingby). Estas nuevas ciudades (denominadas ABC‐stad ,

acrónimo de “ Arbete, Bostad, Centrum”, es decir “Trabajo,

Vivienda, Centro”) fueron concebidas en el marco del Plan General Urbano de Estocolmo de 1952, bajo la dirección de Sven Markelius, uno de

los arquitectos más relevantes del funcionalismo. También es reseñable Tapiola, la nueva ciudad creada en el entorno de Helsinki (Finlandia)

durante los mismos años.

Propuestas del otro lado del Telón de Acero: “Nuevo Belgrado” (Novi Beograd )

Uno de los primeros proyectos de Ciudad Funcional realizados en Europa arrancaría en Belgrado, la capital de Serbia, a finales de la

década de 1940. Esta sería Novi Beograd  (Nuevo Belgrado), la extensión de la ciudad pensada para acoger las principales instituciones

conjuntas de la naciente República Federal Popular de Yugoslavia y para absorber el gran crecimiento de población producido tras la Segunda

Guerra Mundial. La propuesta de Novi Beograd  tendría también un alto contenido simbólico. Quería significar la ruptura con un pasado

dramático, la expectativa de un nuevo futuro para los eslavos del sur (pues eso es lo que significa Yugoslavia) y, además, ser un escaparatede la versión socialista de la ciudad moderna. Pero Nuevo Belgrado fue un sueño que se desvaneció entre las disputas internas y el

pragmatismo de la cruda realidad. Denostado por la crítica (a pesar de contar con estimables muestras arquitectónicas), apartado de la

historia moderna “oficial” (aunque siguió fielmente los principios de la Carta de Atenas, con sus virtudes y sus defectos), rechazado por

muchos de sus habitantes (que la tachan de gris, inhumana, de ciudad‐dormitorio, de recinto de marginalidad, etc.), actualmente, Novi

Beograd  sigue todavía incompleto y supone un reto muy importante para técnicos y políticos que aspiran a reorientar su cuestionada realidad.

Adulteraciones inmobiliarias de los modelos.

Las encomiables actuaciones comentadas serían la cara de

una moneda que también tuvo su cruz. En cierto modo, el

sueño en el que la modernidad se veía capaz de proporcionar

el hábitat ideal para la nueva sociedad se trastocó en

pesadilla, urgido por la necesidad imperiosa de viviendas y

desvirtuado por la ambición del sector inmobiliario.El mercado inmobiliario encontraría en las ideas del

Movimiento Moderno la “solución” para abordar la ingente

demanda de vivienda. El racionalismo justificaba la

autonomía de la arquitectura, la disolución del espacio

urbano, la seriación e industrialización, o la zonificación

Roma. Barrio Tiburtino.

Stevenage fue la primera New Town británica de posguerra.

Belgrado. Novi Beograd.

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estricta, y estas ideas serían recogidas y pervertidas por un

mercado ávido en crear oferta para recoger beneficios rápidos. Con esa justificación ya no era necesario “planificar” más allá de la propia

actuación (los planes generales resultaban “innecesarios”) y fueron surgiendo inmensos conjuntos residenciales ( ciudades dormitorio), con

graves déficits dotacionales, mal conectados con el resto de la ciudad, dependientes, en gran medida, del automóvil, y que, además, muchos

de ellos acabarían convertidos en guetos con altos índices de peligrosidad.

Por eso la esperanza acabaría derrumbándose, sobre todo por la cantidad, ya que la interpretación “sui generis” que realizó el mundo

inmobiliario sobre el funcionalismo, contó con un amplio seguimiento internacional y superó ampliamente el número de las realizaciones más

comprometidas. Durante el periodo de 1955 a 1975, se produjeron miles de viviendas reunidas en gigantescos conjuntos residenciales, densos

e inhumanos, que recibirían diferentes nombres en cada país (como Grands Ensembles en Francia o Polígonos en España) y caracterizarían la

época denominada desarrollismo.

No obstante, a finales de los cincuenta, la explosión

demográfica producida por el baby boom de posguerra

todavía no había alcanzado su cúspide y la industria no había

llegado a sus niveles máximos de producción (situaciones que

se producirían en la década posterior). Por eso, las alarmas

empezarían a sonar a partir de 1960, momento en el que el

urbanismo asistiría a una revisión en profundidad.

Marsella. La Rouvière.