Paper bioreactor hidromiel 1

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PAPER Experimento y prototipo “Bioreactor eléctrico Hidromiel 1” En contraste con muchas de las actividades del hombre moderno, en la naturaleza observamos diversos ejemplos de procesos simbióticos, es decir, cuando dos o más especies distintas, enfrentadas al desafío de coexistir en un mismo hábitat toman el camino de la cooperación en lugar del de la lucha. Por otro lado, distinguimos dentro del debate sobre las fuentes energéticas, una categoría poco nombrada y en casos mal utilizada, esta es: la energía natural; y aunque el término puede sonar un tanto impreciso, definimos este tipo de energía como aquella producida por fenómenos naturales (es decir, en los que el hombre no ha intervenido) que liberan en ocasiones grandes cantidades de energía, que la ciencia ha sido miope en incorporar al debate, limitándose en las llamadas ERNC. Teniendo estas dos ideas en consideración, hemos desarrollado un prototipo de bioreactor eléctrico de fácil fabricación (DIY) que se sustenta sobre el análisis de un ciclo simbiótico de la naturaleza, controlado de tal modo que podemos recuperar parte de la energía liberada por los fenómenos comprendidos en el, es decir, que podemos hacer más eficiente. En este caso, comenzamos desde las abejas; insectos que se organizan en colmenas productoras de cera y miel. El ser humano, como muchas otras especies, ha logrado aprovechar estos dos productos y en el caso puntual de la miel, goza de dos alternativas: consumirla directamente o bien, utilizarla para la fabricación de algo más. Fue así, como los antiguos vikingos desarrollaron el que se cree que fue el primer licor fabricado por la humanidad: la hidromiel, resultado de la fermentación de la mezcla de miel y agua. La fermentación alcohólica por su parte, es un proceso de descomposición que realizan microorganismos (hongos y bacterias, principalmente) mediante el cual, transforman glucosa y oxígeno en alcohol y dióxido de carbono. Como sabemos, las levaduras pululan el ambiente en continua búsqueda de un medio donde reproducirse, proceso que en condiciones óptimas se lleva a cabo de manera exponencial hasta el agote de los recursos disponibles. Por su parte, el dióxido de carbono, es necesario por los vegetales para la realización de su ciclo vital: la respiración celular y fotosíntesis, mediante los cuales logran producir ATP, glucosa y liberar oxígeno al ambiente. Producto de una respiración celular y fotosíntesis exitosa, un vegetal como una planta, logra desarrollarse y comenzar su proceso de reproducción mediante la polinización, el que es ayudado por insectos como las abejas, que transportan polen y lo aprovechan también para la fabricación de miel. Un ciclo perfecto. Nuestro experimento consiste, como ya hemos mencionado, en la replicación a escala y bajo condiciones controladas, del ciclo descrito: la fermentación de la mezcla de agua y miel se realiza en un ambiente estéril y hermético, en el cual se inoculan levaduras ale (Safale US-05, en este caso) las que en un plazo de entre 48 y 72 horas llevarán acabo una fermentación completa de la mezcla, produciendo hidromiel de alta calidad.

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Experimento y prototipo “Bioreactor eléctrico Hidromiel 1”

En contraste con muchas de las actividades del hombre moderno, en la naturaleza observamos diversos ejemplos de procesos simbióticos, es decir, cuando dos o más especies distintas, enfrentadas al desafío de coexistir en un mismo hábitat toman el camino de la cooperación en lugar del de la lucha.

Por otro lado, distinguimos dentro del debate sobre las fuentes energéticas, una categoría poco nombrada y en casos mal utilizada, esta es: la energía natural; y aunque el término puede sonar un tanto impreciso, definimos este tipo de energía como aquella producida por fenómenos naturales (es decir, en los que el hombre no ha intervenido) que liberan en ocasiones grandes cantidades de energía, que la ciencia ha sido miope en incorporar al debate, limitándose en las llamadas ERNC.

Teniendo estas dos ideas en consideración, hemos desarrollado un prototipo de bioreactor eléctrico de fácil fabricación (DIY) que se sustenta sobre el análisis de un ciclo simbiótico de la naturaleza, controlado de tal modo que podemos recuperar parte de la energía liberada por los fenómenos comprendidos en el, es decir, que podemos hacer más eficiente.

En este caso, comenzamos desde las abejas; insectos que se organizan en colmenas productoras de cera y miel. El ser humano, como muchas otras especies, ha logrado aprovechar estos dos productos y en el caso puntual de la miel, goza de dos alternativas: consumirla directamente o bien, utilizarla para la fabricación de algo más. Fue así, como los antiguos vikingos desarrollaron el que se cree que fue el primer licor fabricado por la humanidad: la hidromiel, resultado de la fermentación de la mezcla de miel y agua.

La fermentación alcohólica por su parte, es un proceso de descomposición que realizan microorganismos (hongos y bacterias, principalmente) mediante el cual, transforman glucosa y oxígeno en alcohol y dióxido de carbono. Como sabemos, las levaduras pululan el ambiente en continua búsqueda de un medio donde reproducirse, proceso que en condiciones óptimas se lleva a cabo de manera exponencial hasta el agote de los recursos disponibles.

Por su parte, el dióxido de carbono, es necesario por los vegetales para la realización de su ciclo vital: la respiración celular y fotosíntesis, mediante los cuales logran producir ATP, glucosa y liberar oxígeno al ambiente. Producto de una respiración celular y fotosíntesis exitosa, un vegetal como una planta, logra desarrollarse y comenzar su proceso de reproducción mediante la polinización, el que es ayudado por insectos como las abejas, que transportan polen y lo aprovechan también para la fabricación de miel. Un ciclo perfecto.

Nuestro experimento consiste, como ya hemos mencionado, en la replicación a escala y bajo condiciones controladas, del ciclo descrito: la fermentación de la mezcla de agua y miel se realiza en un ambiente estéril y hermético, en el cual se inoculan levaduras ale (Safale US-05, en este caso) las que en un plazo de entre 48 y 72 horas llevarán acabo una fermentación completa de la mezcla, produciendo hidromiel de alta calidad.

Gracias a que este último proceso se lleva a cabo en un ambiente hermético (en este caso un bidón sellado) se genera una enorme presión de dióxido de carbono. Presión que es liberada de forma controlado por una llave instalada en la parte alta del bidón y que por una manguera, se hace pasar por un generador eólico “casero” fabricado de un ventilador común de computador al que se le han soldado diodos e instalado resistencias y un LED, como también un tubo para contener el flujo de dióxido de carbono y dirigirlo a una planta, la que aprovecha el gas para la realización de sus proceso vitales.

En conclusión, hemos elaborado un bioreactor eléctrico de bajo costo y que puede realizarse sin mayores conocimientos técnicos, el que a pesar de estar en su estado de prototipo más básico, permite vislumbrar diversas aplicaciones y por sobre todo, intenta plasmar un desafío que apunta a la apertura de

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la búsqueda y desarrollo de nuevas fuentes energéticas que aprovechen procesos simbióticos naturales.