Pasco y Pablo Macera

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PABLO MACERA DALL’ORSO Y LA NUEVA HISTORIA DEL PASCO AMAZÓNICO. APUNTES SOBRE UN LIBRO MARAVILLOSO: “LA COCINA MÁGICA ASHANINKA”. Por Eduardo M. PACHECO PEÑA UNDAC La Enciclopedia Ilustrada del Perú es la suma de todos los tiempos, los hombres, las geografías y las palabras de cuanto describe al país. La obra fue síntesis de la vitalidad esencial y letrada del Dr. Alberto Tauro. Su herencia ecuménica que olvidó muy pocos “sustantivos propios” del vasto universo nacional. De su 2ª edición (Peisa, 1988, 4º volumen) se examinó la biografía del Dr. Pablo Macera. El vademécum de Tauro, hasta aquel momento, facilitó información puntual acerca de la vida del ilustre historiador. La brevedad de la nota armoniza con la celeridad de la vida contemporánea. Muchas personas del Cerro de Pasco, a estas síntesis clarividentes, las utilizan equivocadamente para rehuir las arduas jornadas del trabajo responsable, la voluminosa novela de Joyce y los quiebres significativos de la vastedad del saber humano. Lo que fue contrario a las eruditas intensiones de Tauro. Esta sensación confusa la comparten numerosos jóvenes de la escuela. Habituados a las velocidades asombrosas de los ordenadores y juegos en red, al realizar sus tareas del colegio o la UNDAC copian miles de páginas insulsas de la web, economizando su propio razonamiento. Reflexionando sobre las causas de estas actitudes, caemos en la cuenta que se transita por una época de nihilistas sin filosofía, de numerosos esclavos del hastío que postulan la burda idea “una página menos, un ahorro”. En su pensamiento da igual evadir todo estudio profundo u ojear las ediciones mutiladas del Quijote o de Cien años de soledad…, perjudicando su propio capital: la inteligencia. Ante el ocio improductivo contemporáneo de alejarse de todo sacrificio prolongado, un antídoto eficaz es leer la tenaz y extensa enciclopedia de Tauro. Frente a estas actitudes actuales, reafirmamos nuestra convicción en la pródiga y laboriosa brevedad de Monterroso, Rulfo y Borges; y en el Perú, de Pablo Macera. Brevedad esencial, erudita, metódica y sabia, que en el último invocado, compendia lo inconmensurable de la historia patria en pocas frases reflexivas, inolvidables y clarividentes. Historiador de las ideas en sus inicios, véase sus Tres etapas en el desarrollo de la conciencia nacional (Ediciones Fanal, Lima, 1955) o las versiones parciales de sus viajeros franceses en el Perú; hoy es un ferviente explorador de la historia económica, del arte popular y de la cultura nacional y sudamericana. Pierre Vilar, célebre historiador francés de fama mundial, indicó en su día que Macera era el intelectual peruano más próximo a él, quizá fue el mayor homenaje que con justicia recibió de su propio gremio. Como olvidar sus memorables artículos publicados en revistas nacionales e internacionales: Letras, Textual, Caretas, El peruano, Siete Días, Apuntes, El correo de la

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PABLO MACERA DALL’ORSO Y LA NUEVA HISTORIA DEL PASCO AMAZÓNICO. APUNTES SOBRE UN LIBRO MARAVILLOSO: “LA COCINA MÁGICA ASHANINKA”.

Por Eduardo M. PACHECO PEÑAUNDAC

La Enciclopedia Ilustrada del Perú es la suma de todos los tiempos, los hombres, las geografías y las palabras de cuanto describe al país. La obra fue síntesis de la vitalidad esencial y letrada del Dr. Alberto Tauro. Su herencia ecuménica que olvidó muy pocos “sustantivos propios” del vasto universo nacional. De su 2ª edición (Peisa, 1988, 4º volumen) se examinó la biografía del Dr. Pablo Macera. El vademécum de Tauro, hasta aquel momento, facilitó información puntual acerca de la vida del ilustre historiador. La brevedad de la nota armoniza con la celeridad de la vida contemporánea.

Muchas personas del Cerro de Pasco, a estas síntesis clarividentes, las utilizan equivocadamente para rehuir las arduas jornadas del trabajo responsable, la voluminosa novela de Joyce y los quiebres significativos de la vastedad del saber humano. Lo que fue contrario a las eruditas intensiones de Tauro. Esta sensación confusa la comparten numerosos jóvenes de la escuela. Habituados a las velocidades asombrosas de los ordenadores y juegos en red, al realizar sus tareas del colegio o la UNDAC copian miles de páginas insulsas de la web, economizando su propio razonamiento.

Reflexionando sobre las causas de estas actitudes, caemos en la cuenta que se transita por una época de nihilistas sin filosofía, de numerosos esclavos del hastío que postulan la burda idea “una página menos, un ahorro”. En su pensamiento da igual evadir todo estudio profundo u ojear las ediciones mutiladas del Quijote o de Cien años de soledad…, perjudicando su propio capital: la inteligencia. Ante el ocio improductivo contemporáneo de alejarse de todo sacrificio prolongado, un antídoto eficaz es leer la tenaz y extensa enciclopedia de Tauro.

Frente a estas actitudes actuales, reafirmamos nuestra convicción en la pródiga y laboriosa brevedad de Monterroso, Rulfo y Borges; y en el Perú, de Pablo Macera. Brevedad esencial, erudita, metódica y sabia, que en el último invocado, compendia lo inconmensurable de la historia patria en pocas frases reflexivas, inolvidables y clarividentes. Historiador de las ideas en sus inicios, véase sus Tres etapas en el desarrollo de la conciencia nacional (Ediciones Fanal, Lima, 1955) o las versiones parciales de sus viajeros franceses en el Perú; hoy es un ferviente explorador de la historia económica, del arte popular y de la cultura nacional y sudamericana. Pierre Vilar, célebre historiador francés de fama mundial, indicó en su día que Macera era el intelectual peruano más próximo a él, quizá fue el mayor homenaje que con justicia recibió de su propio gremio.

Como olvidar sus memorables artículos publicados en revistas nacionales e internacionales: Letras, Textual, Caretas, El peruano, Siete Días, Apuntes, El correo de la UNESCO, Marka, El Diario de Marka, Caballo rojo, Quehacer, Debate, La casa de cartón, Cielo Abierto, Cuadernos peruanos, Palabra del maestro, Educando, Autoeducación, Proceso, Kachkaniraqmi, Ideele, Somos, Medio de construcción, Ágora... El deleite que nos dio con sus lecciones sobre la historia del petróleo, el Feudalismo y Capitalismo en el Perú, el periodismo en la Independencia, la polémica del indigenismo, la iconografía del arte rural cusqueño, las culturas andinas de ayer y hoy, el hallazgo del Arpa-mate, las obras ignoradas de don Encarnación Mirones, las caricaturas de Godínez, la rebelión india y la vida, pasión y muerte del Inca Garcilaso de la Vega; como también sus informes sobre los locos, titiriteros y poetas de inicios de la República, los retablos andinos, el primer caballo andino, el mate de la conquista, los emprendedores populares, sus notas del cebiche, etcétera.

Lecciones que complementaban los análisis e ironía peculiar de sus prólogos, compilaciones, estudios, ensayos y crónicas del Seminario de Historia Rural Andina (SHRA), entidad que dirigió desde el Colegio Mayor de San Marcos. Seminario que por tres décadas presentó sus investigaciones modélicas del feudalismo andino, las haciendas azucareras costeñas, la demografía rural republicana, la cartografía regional, los diezmos coloniales, la historia de los precios regionales, la cascarilla de Bolivia, la evolución del retablo ayacuchano, la obra de don Joaquín López Antay…, y ese magistral y pequeño libro: Arte y lucha social: los murales de Ambaná (Bolivia) (Lima, SHRA, 1980), que

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emocionó a Alberto Flores Galindo, quien luego de elogiarla se obligó a reeditarla en la revista ALLPANCHIS, tras calificarla de exquisita muestra de historiografía marxista. Cada meditación de Macera nos aproximó a conocer el significativo pasado peruano. Si pudiésemos darle algún denominador sería del más preclaro historiador de la segunda mitad del siglo XX. Más continúa siéndolo hoy, en este nuevo siglo.

Pablo Macera educa con sus teorías, entrevistas, anécdotas, selección de fuentes, gustos estéticos, ensayos concienzudos, entrevistas, bibliografías selectas, interpretaciones y convicciones profundas. Sus Conversaciones con Basadre (2da. Ed., Mosca azul editores, Lima, 1979), en cada tema que planteó, es una cátedra prolífica para el novel historiador, a la vez de un programa para actuar concientemente en la vida política nacional. Sus grandes síntesis (1977 y 1978), los manuales para la escuela pública (1984-1992), los artículos y entrevistas recogidas en Las furias y las penas (Mosca azul editores, Lima, 1983) y la Nueva crónica del Perú. Siglo XX (Fondo Editorial del Congreso, Lima, 2000) explican su visión del país. La Nueva crónica reinició la producción de qelqas con temas del Perú contemporáneo. En estas artes, tiene hoy continuadores fructíferos. Ello también nos motiva a recordar la extraordinaria selección de ilustraciones e iconografía que eligió para afianzar el mensaje de sus obras escolares. En síntesis su trascendencia pedagógica es imperecedera.

Con fervor, como muy pocos en el país, rescató un arte silenciado por el tiempo y la discriminación social: la pintura y escultura andino-campesinas. Por su intermedio y dedicación se conoció la imagen más antigua de Tupac Amaru II, la embarazada de palenque o los murales de Acomayo. Experimentado colector del arte popular, sus admirables colecciones se exhiben en el Museo de Arte e Historia de la Universidad Mayor de San Marcos o en muestras temporales de otros museos de la capital. También es probado mecenas, pues acogió en el SHRA los talleres artísticos del sarhuino Carmelón Berrocal, el bora Víctor Churay y el shipibo Roldán Pinedo. Siempre innovador, unos años atrás conmocionó con su estudio sobre el “Amaru teja, nueva ascensión de un dios andino” (en: Ágora 3, revista cultural de la SUNAT, Año 3, Nº 3, Lima, 1999; Pp. 25-35), exponiendo las detonantes subversivas de una lógica andina que aún resiste y lucha en las serranías apartadas del postmodernismo, o su Santero y caminante (Editorial Apoyo, Lima, 1992) que autobiografió los itinerarios y cosmovisión indígena del retablista ayacuchano Jesús Urbano.

Sus referencias bibliográficas invitaban a frecuentar a autores clásicos de las Ciencias Sociales como Jan Vansina, Pierre Vilar, Earl Hamilton, José de Mesa, Teresa Gisbert, Enrique Florescano, Ruggiero Romano, Pierre Francastel, Pál Kelemen, Enrique Tandeter, George Kubler, Lyman L. Jhonson, entre otros científicos de renombre mundial. En Los precios del Perú, siglos XVI y XIX. Fuentes (Tomo I, Fondo editorial del Banco Central de Reserva, s.f., Lima), después de explorar y organizar las fuentes, sugirió a los jóvenes: “que, al mismo tiempo, se ponga en ejecución un programa de lecturas personales para encontrar en otros autores, aquellos métodos y técnicas que permitan interpretar los datos primarios de base.” Exponía su consejo en el contexto de la investigación histórica sobre los precios. Tras invitar –a los jóvenes– a consultar dos libros fundamentales sobre el tema, añadió: “No comprarlos ustedes mismos sino exigir que lo compren sus universidades./ En estas obras los estudiantes podrán encontrar un registro bibliográfico ampliado. Sería inútil y jactancioso elaborar en esta oportunidad una larga lista de otras publicaciones. Estamos cansados, por lo menos en el Perú, de aquellos profesores que conocen muy bien la pobreza de nuestras bibliotecas y bolsillos, pero que sin embargo, con un airecillo de falsa modestia, escriben en la pizarra nombres de libros en ingles, alemán, italiano o francés que esos profesores saben muy bien que sus alumnos no podrán nunca conocer ni siquiera por el forro./ Tales huachaferías serían inocuas sino estuvieran frecuentemente asociadas a una política cultural que monopoliza la información bibliográfica a favor de un pequeñísimo grupo de personas en cada una de las especialidades científicas.” (Pág. XL y XLI).

Es tiempo de exigir para las nuevas generaciones una nueva edición de sus obras completas. Los IV tomos de sus Trabajos de historia, editada por el INC en 1977, hace tiempo que circulan fuera del mercado librero. Mas en sus voluminosos textos no acogía sus estudios del arte popular. El 2010, el Fondo Editorial del Congreso de la República publicó Trincheras y fronteras del arte popular peruano, compilación de estudios del campo estético-histórico escritos en las últimas cuatro décadas. Este vademécum tampoco reprodujo la segunda parte de La pintura mural andina. Siglos XVI y XIX (Editorial Milla Batres, Lima, 1992), ni las numerosas fotografías de Pintores populares andinos (Banco de Los Andes, Lima, 1979) o de Los murales de Rapaz (Universidad del Pacífico-BCRP, Lima, 1995). Por ello hace falta la reedición integra de sus libros y artículos, con las ilustraciones que acompañaron a sus primeras ediciones.

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Pablo Macera es integrante de la variopinta “Generación del 50”, discípulo de Raúl Porras Barrenechea, condiscípulo de Carlos Aranibar, Waldemar Espinoza, Miguel Marticorena y Mario Vargas Llosa; enseñó a pensar históricamente la nación desde las posturas más cosmopolitas a las más telúricas. Sin proclamarlo, es de los pocos intelectuales que reivindica la racionalidad aborigen del Perú profundo. Como un dato anecdótico, hace cuatro décadas atrás, un opacado reportero de la revista Tierra y Liberación lo clasificó como representante de la historiografía reaccionaria; hoy –en contraposición a esa revista– sus estudios continúan convocando a las nuevas generaciones a leer, estudiar y apostar por el Perú. Aún en la etapa menos feliz de su vida, cuando pasó por la política nacional a mediados de la década del 90, demostró su responsabilidad cívica al exigir a los jóvenes continuar trabajando y construir el futuro que aspiran para la nación. A fines de los 90, su propuesta política por democratizar la Internet, el cable y la telefonía fija fue silenciada por los lobystas del parlamento. Imaginémonos de que ventajas educativas privó a los jóvenes de los sectores populares esta insensatez de los monopolios económicos y los grupos gobernantes del país. Al margen de estas circunstancias, siendo la nación peruana multicultural y plurilingüe, el destino nos concedió en Pablo Macera al historiador a la altura de nuestro tiempo y el porvenir.

En décadas anteriores, Pablo Macera observó tangencialmente a la región Pasco. Comentó a Ramiro Matos Mendieta y John Rick al referirse a sus investigaciones sobre el periodo lítico en la altiplanicie de Chinchaycocha (El Diario, lunes 08 de agosto del 1983, Pág. 15). Visitó el Valle del Mantaro y el Valle de Huánuco aplicando encuestas artísticas e históricas. En Junín lo acompañaron los fraternos investigadores Arturo Mallma Cortez y Simeón Orellana, escribió la crítica de algunas exposiciones pictóricas de Josué Sánchez y prologó el libro del llorado Herminio Parra Rivera (Perú, la república, las elecciones y la miseria de su historia, s.e., Huancayo, 1985). De Huánuco, presentó el poemario de Samuel Cardich, notable cuentista y poeta. Pasco apareció en su edición de los padrones de minería y en Parlamento y sociedad en el Perú. Bases documentales siglo XIX. De este último acopio documental, en el Tomo II (Lima, Ediciones del Congreso del Perú, 1998) y el VII (Lima, Ediciones del Congreso del Perú, 2000) presentó escritos importantes sobre la geografía política de la región.

Continuando esta línea, publicitó colaboraciones del SHRA respecto a la arqueología y etnografía de Junín y Huánuco. Pero él, por décadas, siempre circunscribió sus meditaciones a la sierra sur (Cusco, Puno y Ayacucho) y la franja del chala al yunga pluvial de Arequipa a La Libertad.

Es interesante saber que por su avanzada edad, desde el 2000 o un poco antes, su pasión por la investigación y su perspectiva innovadora se amplió al estudio de las sociedades amazónicas autóctonas. Dentro de esas preocupaciones incluyó al Pasco y Junín selváticos, centrando su inquisición en el arte y la ideología de las comunidades nativas.

Este reciente interés por las cosmogonías de la floresta tropical de Pasco, tuvieron como interlocutor al pintor autodidacta y especialista en medicina natural: Enrique Casanto Shingari, asháninca oxapampino. Fruto de su diálogo histórico-artístico surgió varios artículos y un primer libro El poder libre Asháninca. Juan Santos Atahualpa y su hijo Josecito (Fondo Editorial de la Universidad San Martín de Porras, Lima, 2010). Este trabajo investigó la historia de Oxapampa y la Selva Central desde la memoria histórica oral. Al hablarnos de la rebelión de Juan Santos Atahualpa, adoptó la voz de la nacionalidad que lo apoyó. De formato peculiar, profusamente ilustrado por Casanto, invitaba a repasar por este periodo histórico poco conocido en la región.

En octubre del 2011, como parte del mismo fondo editorial, el Dr. Pablo Macera y Enrique Casanto volvieron a sorprendernos con un maravilloso tratado: La cocina mágica asháninca. El libro partió y se cimentó en un estudio comparativo y analítico de la información amazónica total. Teniendo como núcleo de reflexión la alimentación de los Asháninca, grupo étnico del rupa-rupa central del país, reconstruyó las bases de su subsistencia económica y el universo mágico-mítico que lo justifica. Los mitos y la información científica se eslabonaron en cada acápite, para esclarecer el amplio dominio de la flora y fauna que poseen estos pobladores de la montaña entre los valles del Ene, del Perené y el Pichis.

Las 325 páginas del libro la podemos dividir en cuatro bloques explicativos:

a) Primero, la PRESENTACIÓN expone una descripción histórica y sociológica del problema alimenticio de las comunidades nativas en la Amazonía, sintetiza los planteamientos

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económicos y lingüísticos expuestos por los especialistas del tema. Responde, ¿por qué la alta mortalidad infantil asháninca?, ¿es el bosque tropical una reserva inagotable de recursos alimenticios?

b) Otro bloque comunica de los productos alimenticios animales y vegetales en base a su ciclo productivo y reproductivo. Aquí se detalla los ciclos anuales de la horticultura (agricultura) en base a las 32 variedades de yuca, 08 tipos de frejol, 06 tipos del maíz, 18 frutas cultivadas, 12 variedades de pituca, la papa, el yacón, el camote, el zapallo, el dale-dale y la sachapapa; también se informa abundantemente sobre la recolecta de las frutas silvestres y las temporadas de su ejecución; explica la actividad de la pesca con sus diversas técnicas para apresar y conservar los peces, abundantes en su hábitat acuífero; y registra a los variados insectos y animales de caza que complementan la dieta de este pueblo.

c) El tercer bloque es el más extenso. Se inicia desde la pág. 75 con la cacería y la sinopsis sobre los dueños de los alimentos de los ashánincas. De allí en adelante se enfoca el trasfondo mitológico del mundo alimenticio de esta nacionalidad. Cada alimento: raíces, granos, frutas, insectos, peces y animales mayores; tiene su dueño, su historia y su narración mágico-mítica. A semejanza de los illas andinos, donde cada animal comestible doméstico o producto agrícola tiene su protector o espíritu con su misma forma, los mismos que garantizan la fertilidad, fecundidad y mejora del recurso; los alimentos de los ashánincas desde una perspectiva silvestre mantienen análoga connotación. La diferencia es que desde la óptica amazónica es un hombre quién se transforma en el recurso alimenticio y se convierte así en su “dueño”, mientras que en la región andina no existe esta transfiguración y los illas son dones de los Jircas, señores de los animales y las plantas. Virtud a la sistematización de Casanto, desde la página 115 se transcribe cien narraciones mágicas sobre los alimentos de la cocina asháninca con una descripción breve en letras de color limón de las características del recurso animal o vegetal.

d) El cuarto bloque lo constituyen las ilustraciones que didácticamente explican todo el libro. Por ejemplo, al acompañar los relatos sobre los dueños de los animales o plantas, los dibujos de Casanto los representan con los atributos morfológicos de la planta o el animal que resguardan pero sin perder sus rasgos humanos. Esta virtud aproxima el texto a los niños sin ningún problema.

Este último libro de Pablo Macera y Enrique Casanto demuestra que no hay tema pequeño. La necesidad y creatividad cultural de cada pueblo nos descubren una riqueza, amplitud y complejidad económica, social, artística, religiosa, lingüística, simbólica e ideológica. En este mundo global de urgente inclusión y diálogo intercultural es imprescindible hojear este manual mitológico sin igual. Un dato final, para mayor orgullo nacional, en marzo del 2012 este trabajo ganó el tercer lugar al “Mejor libro ilustrado” en la final del certamen internacional GOURMAND WORLD COOKBOOK AWARDS que se realizó en el Teatro Folies Bergere de París-Francia. Dicho evento reunió a lo mejor de las ediciones de gastronomía de 162 países y 40 idiomas diferentes. De ahí su trascendencia. Este premio nos desveló la valiosa dimensión estética adicional que posee y que se suma a su alto valor etno-ecológico, etno-histórico y lingüístico.