Paulo Freire. Acción cultural y revolución cultural

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Concientização teoría y práctica de la liberación

Paulo Freire Equipo INODEP

Materiales de Estudio de los Círculos de Investigación

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Índice

7 Presentación 9 Prólogo

11 Primera Parte: EL HOMBRE Y SU EXPERIENCIA 12 Paulo Freire por sí mismo

15 Contexto histórico de la experiencia

15 En Brasil

19 En Chile

22 Segunda Parte: ALFABETIZACIÓN Y CONCIENTIZAÇÃO 23 Filosofía y problemática.

23 Visión del mundo

30 Ideas fuerza

37 Proceso metodológico

37 Método

38 Fases de elaboración y puesta en práctica del método

40 Los actos de la alfabetización

42 De la lectura a la escritura

47 Puesta en práctica

51 Tercera Parte: PRAXIS DE LIBERACIÓN 52 Tres palabras clave

52 La opresión

56 La dependencia

57 El fenómeno relacional de la dependencia a partir del caso Latinoamericano

65 La marginalidad

68 Líneas de acción

68 Nueva relación pedagógica

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Departamento de Educación del CELAM – DEC Confederación Latinoamericana de Religiosos – CLAR

Confederación Interamericana de Educación Católica – CIEC

Colección Educación Hoy PERSPECTIVAS LATINOAMERICANAS 4 ASOCIACIÓN DE PUBLICACIONES EDUCATIVAS DEC-CLAR-CIEC

TERCERA EDICIÓN. 1974 Paulo Freire Traducción: Hermana María Agudelo

EDUCACIÓN HOY, Perspectivas Latinoamericanas es una Asociación, creada y sostenida por el departamento de Educación del CELAM-DEC, la con-federación Latinoamericana de Religiosos CLAR, y la Confederación Interameri-cana de Educación Católica –CIEC.

Esta Asociación busca responder con un criterio Latinoamericano y Cristia-no a las nuevas inquietudes y corrientes educativas que van desarrollándose en nuestro continente. A través de su revista Educación Hoy Perspectivas Lati-noamericanas y de publicaciones especializadas, la Asociación busca aunar es-fuerzos, criticar y comparar ideas y experiencias para ofrecer soluciones prácti-cas y dinámicas a los problemas educativos latinoamericanos.

Material didáctico de uso interno de los Círculos de Investigación.

Imagen de portada: Chenco Chenco. Toma conciencia de ti y de tu prójimo.

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Acción cultural y revolución cultural

En una perspectiva no dualista, el pensamiento y el lenguaje que constitu-yen un todo se refieren siempre a la realidad del sujeto pensante. El pensamien-to-lenguaje auténtico se engendra en una relación dialéctica entre el sujeto y su realidad cultural e histórica concreta. En los procesos culturales alienados que caracterizan las sociedades dependientes o sociedades objetos, el mismo pen-samiento-lenguaje es alienado. Resulta de ahí que estas sociedades, durante los períodos de alienación más intensos, no poseen un pensamiento auténtico que les sea propio. La realidad, tal como ella es pensada, no corresponde a la realidad objetivamente vivida, sino más bien a la realidad en la cual el hombre alienado imagina que se encuentra. Este pensamiento no es un instrumento válido ni en la realidad objetiva a la cual el alienado no está ligado en cuanto sujeto pensan-te, ni en la realidad imaginada y esperada.

Este modo de pensamiento, disociado de la acción que supone un pensa-miento auténtico, se pierde en palabras falsas e ineficaces.

Atraído irresistiblemente por el estilo de vida de la sociedad dirigente, el hombre alienado es un hombre nostálgico, nunca verdaderamente comprometi-do con su mundo.

Uno de sus deseos alienados es el de parecer, más que el de ser. Su pensa-miento y la manera con que expresa el mundo, son generalmente un reflejo del pensamiento y de la expresión de la sociedad dirigente. Su cultura alienada le impide comprender que su pensamiento y su expresión del mundo no pueden ser aceptadas más allá de sus fronteras a menos que no sea fiel a su mundo par-ticular. Solamente en la medida en que siente y conoce de manera reflexiva su propio mundo particular, por haberlo experimentado como la mediación de una praxis colectiva transformadora, su pensamiento y su expresión tienen signifi-cación más allá de este mundo.

Supongamos que debiéramos presentar a grupos de clases dominadas la co-dificación que representa su imitación de modelos culturales de los dominado-res, una tendencia natural de la conciencia oprimida en un momento dado. Las personas dominadas, por un movimiento de autodefensa, no recorrerían proba-blemente la verdad de la codificación.

Sin embargo, al profundizar en su análisis, comenzarían a comprender que su aparente imitación de los modelos de los dominadores es el resultado de la interiorización de estos modelos; sobretodo de los mitos de “superioridad” de las clases dominantes que hacen que los dominados se sientan inferiores. Lo que, en realidad, es pura interiorización, parece ser imitación en el seno de un

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análisis ingenuo. En la base, cuando las clases dominadas reproducen el estilo de vida de los dominadores, es porque los dominadores viven “en” los dominados. Los dominados no pueden rechazar a los dominadores sino distanciándose de ellos. Solamente entonces podrán reconocerse como su antítesis.

En la medida en que la interiorización de los valores de los dominadores no sea solamente un fenómeno individual sino también un fenómeno social y cultu-ral, se debe efectuar el rechazo de una acción cultural en la cual la cultura niega la cultura: la cultura, es decir, un producto interiorizado que condiciona los ac-tos ulteriores del hombre, debe llegar a ser el objeto de su conocimiento para que pueda percibir su poder de condicionamiento.

La acción cultural tiene lugar a nivel de la superestructura. Ella puede so-lamente ser comprendida por eso que Althusser llama “la dialéctica de la sobre-determinación”. Este instrumento de análisis nos impide tener que recurrir a explicaciones mecanicistas o, lo que es peor, a una acción mecanicista. Si se comprende esto no hay que admirarse por el hecho de que los mitos culturales permanezcan cuando la infra-estructura ha sido transformada, inclusive por la revolución.

Cuando la creación de una nueva cultura es apropiada pero se la ve frenada por un “residuo” cultural interiorizado es preciso expulsar este residuo, estos mitos, por medios culturales. La acción cultural y la revolución cultural consti-tuyen, en diferentes momentos, los modos apropiados para esta expulsión.

Los alumnos deben descubrir las razones que se esconden detrás de la ma-yor parte de sus actitudes en relación con la realidad cultural, y así afrontarla de una manera nueva. “La re-admiración” de su anterior “admiración” es necesaria para provocar este cambio. Los educandos adquieren una capacidad de conoci-miento crítico ―mucho más allá de la simple opinión―, al develar sus relaciones con el mundo histórico cultural en el cual y con el cual existen.

Una pedagogía utópica de denuncia y de anuncio como la nuestra, tiene que ser un acto de conocimiento de la realidad denunciada a nivel de la alfabetiza-ción y la postalfabetización que constituyen, en cada caso, una acción cultural. Por esto se pone el acento sobre la problematización continua de las situaciones existenciales de los educandos tal como son presentadas en las imágenes codifi-cadas. Mientras más progrese la problematización, más penetran los sujetos en la esencia del objeto problematizado, y más capaces son de develar esta esencia. En la medida en que la develan, se profundiza su conciencia naciente, condu-ciendo así a la concientização de la situación por las clases pobres.

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Su auto-inserción crítica en la realidad, es decir su concientização, hace de la transformación de su estado de apatía en un estado utópico de denuncia y anuncio, un proyecto “viable”.

El proyecto revolucionario conduce a una lucha contra las estructuras opre-soras y deshumanizantes. En la medida en que este proyecto busca afirmar a los hombres concretos para que se liberen, toda concesión irreflexiva a los métodos del opresor representa una amenaza y un peligro para el mismo proyecto revo-lucionario. Los revolucionarios deben exigirse a sí mismos una coherencia muy fuerte.

En cuanto hombres, pueden cometer faltas, pueden equivocarse, pero no pueden conducirse como reaccionarios y llamarse revolucionarios. Deben adap-tar su acción a las condiciones históricas, sacando provecho de las posibilidades reales y únicas que existen. Han de buscar los medios más eficaces y más adap-tados para ayudar a la gente a pasar de los niveles de la conciencia semi-intransitiva o transitiva ingenua al nivel de la conciencia crítica. Esta preocupa-ción, que es auténticamente liberadora, está contenida en el mismo proyecto re-volucionario.

Como tiene su fuente en la praxis de los líderes y de los hombres de la base, todo proyecto revolucionario es fundamentalmente “acción cultural” y se con-vierte en “revolución cultural”.

La concientização es más que una simple toma de conciencia. Supone, a la vez, superar la falsa conciencia, es decir, el estado de conciencia semi-intransitivo o transitivo ingenuo, por una mejor inserción crítica de la persona concientizada en una realidad desmitificada.

Por esto la concientização es un proyecto irrealizable para las derechas. La derecha es, por naturaleza, incapaz de ser utópica, y no puede por tanto practi-car una forma de acción cultural que conduciría a la concientização. No puede darse la concientização del pueblo sin una denuncia radical de las estructuras deshumanizantes que marche a la par con la proclamación de una nueva reali-dad que puede ser creada por los hombres. La derecha no puede desenmascarar-se; no puede tampoco dar al pueblo los medios de desenmascararla más de lo que ella desea. Cuando la conciencia popular se esclarece, su propia conciencia aumenta, pero esta forma de concientização no puede jamás transformarse en una praxis que conduzca a la concientização de la gente. No puede haber concientização sin denuncia de las estructuras injustas, lo cual no puede esperarse de la dere-cha. Tampoco puede haber concientização popular para la dominación. Solamente para la dominación la derecha inventa nuevas formas de acción cultural.

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Así, los dos tipos de acción cultural son antagónicos.

Mientras que la acción cultural para la libertad se caracteriza por el diálogo y su fin principal es concientizar a las masas, la acción cultural para la domina-ción se opone al diálogo y sirve para domesticar a las masas. Una problematiza, la otra emite slogans. Ya que la acción cultural para la libertad está comprometi-da en el esclarecimiento científico de la libertad, es decir, en la exposición de los mitos y de las ideologías, tiene que separar la ideología de la ciencia. Althusser insiste sobre esta separación necesaria.

La acción cultural para la libertad no puede contentarse ni con las mitifica-ciones de la ideología, como él las llama, ni con una simple denuncia moral de los mitos y de los errores, sino debe comprender una crítica racional y rigurosa de la ideología. El papel fundamental de los que están comprometidos en una acción cultural para la concientização, no es propiamente hablar sobre fabricar la idea liberadora, sino invitar a los hombres a captar con su espíritu la verdad de su propia realidad...

... Los límites de la acción cultural los fija la realidad opresora por sí misma y por el silencio impuesto por la élite que está en el poder. La naturaleza de la opresión determina pues la táctica que es, necesariamente, diferente a la que emplea la revolución cultural. Mientras que la acción cultural por la libertad afronta el silencio, al mismo tiempo como un hecho exterior y como una reali-dad interior, la revolución cultural lo afronta solamente como una realidad in-terior. La acción cultural para la libertad y la revolución cultural, representan las dos un esfuerzo para rechazar la cultura dominante en el plano de lo cultu-ral, aun antes de que la nueva cultura que proviene de este rechazo se haya con-vertido en una realidad. La nueva realidad cultural misma hace continuamente un rechazo de la afirmación creciente de los hombres. Sin embargo, en la revolu-ción cultural, este rechazo se produce al mismo tiempo que el nacimiento de la cultura nueva en el seno de la anterior.

Acción cultural y revolución suponen comunión entre los líderes y el pue-blo en cuanto sujetos que transforman la realidad. En la revolución cultural la comunión es tan intensa que los líderes y el pueblo llegan a ser como un solo cuerpo controlado por una permanente observación de sí mismos.

Acción cultural y revolución cultural se fundan en el conocimiento científi-co de la realidad, pero en la revolución cultural la ciencia no está al servicio de la dominación.

Sin embargo, en los dos campos no hay distinción entre acción cultural por la libertad y revolución cultural. Las dos, en efecto, están comprometidas en la

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concientização y su necesidad se explica por la “dialéctica de la sobredetermina-ción”.

Habíamos hablado del desafío actualmente lanzado a América Latina en su evolución histórica. Creemos que otras regiones del Tercer Mundo correspon-den a nuestra descripción, aunque cada una tenga sus rasgos particulares. Si los caminos que tales regiones siguen deben conducir a la liberación, no pueden pa-sar al margen de la acción cultural para la concientização...

... Antes de precisar los dos momentos distintos, pero esencialmente liga-dos, de la acción cultural y de la revolución cultural, resumamos las ideas prece-dentes acerca de los niveles de conciencia. Se ha establecido una relación explí-cita entre la acción cultural por la libertad, en la cual la concientização es el asun-to principal; y la superación de los estados de conciencia semitransitivos y tran-sitivos ingenuos por la conciencia crítica. No puede llegarse a la concientização crítica por el solo esfuerzo intelectual sino por la praxis: por la auténtica unión de la acción y de la reflexión. No se puede impedir a los hombres una tal acción reflexiva. Si se hiciese esto, los hombres no serían otra cosa que fichas activistas en las manos de los líderes que se reservarían el derecho de tomar decisiones. La izquierda auténtica no puede dejar de favorecer la superación de la falsa con-ciencia de los hombres, a cualquier nivel que ella exista, tanto más cuanto que la derecha es incapaz de hacerlo. Para mantener su poder, la derecha tiene necesi-dad de una élite que piense por ella y la ayude a realizar sus proyectos. Los líde-res revolucionarios tienen necesidad de hombres para hacer del proyecto revo-lucionario una realidad, pero hombres que se hagan cada vez más conscientes de una manera crítica.

Cuando la realidad revolucionaria adquiere forma, la concientização continúa siendo indispensable.

Es el instrumento que sirve para eliminar los mitos culturales que permane-cen en el espíritu de las masas a despecho de la nueva realidad.

Además, es una fuerza que se opone a la burocracia que amenaza matar la visión revolucionaria y que domina a los hombres a nombre de su misma liber-tad. Finalmente, la concientização es una defensa contra otra amenaza, la de la mi-tificación potencial de la tecnología de la que tiene necesidad la nueva sociedad para transformar sus estructuras retardatarias.

Se abren dos direcciones posibles a la conciencia popular transitiva. La primera es pasar de un estado de conciencia ingenua a un nivel de conciencia crítica, ―“el máximum de conciencia potencial”― de Goodman. La segunda es el paso del estado de conciencia transitiva a su forma patológica ―la de la con-

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ciencia fanática “o irracional”―. Esta forma tiene un carácter mítico que rempla-za el carácter mágico de los estados de conciencia semi-intransitivos y transiti-vos ingenuos. La “masificación”, fenómeno de las sociedades de masa, comienza a este nivel. La sociedad de masa no puede identificarse con el ascenso de las masas en el proceso histórico, como podría presentarlo una visión aristocrática del fenómeno.

Es verdad que el ascenso de las masas con sus exigencias y sus peticiones, las hace presentes en el proceso histórico, por ingenua que sea su conciencia; este fenómeno acompaña el romperse de las sociedades cerradas bajo el impacto de los primeros cambios de la infraestructura. Sin embargo, la sociedad de masa llega mucho más tarde. Aparece en sociedades complejas y altamente tecnifica-das. Para funcionar, estas sociedades tienen necesidad de especialidades que se convierten en “especialismos” y de una racionalidad que degenera en el irracio-nalismo, generador de mitos.

Si se considera que la tecnología no es solamente necesaria sino que repre-senta una parte del desarrollo natural del hombre, la cuestión que se plantea a los revolucionarios es saber cómo evitar las desviaciones mitificadas de la tecno-logía. Las técnicas de “relaciones humanas” no constituyen la respuesta porque, en último análisis, no son sino otra manera de domesticar y de alienar a los hombres para que produzcan en mayor proporción. Por esta razón, y por otras que habíamos expuesto en el curso de este ensayo, insistimos en la acción cultu-ral por la libertad. No obstante, no atribuimos nosotros a la concientização un po-der mágico, lo que sería mitificarla. La concientização no es una varita mágica para los revolucionarios, sino una dimensión de base de su acción reflexiva. Si los hombres no fuesen “entidades conscientes”, capaces de obrar y de percibir, de saber y de recrear; si no fuesen conscientes de sí mismos y del mundo, la idea de concientização no tendrían ningún sentido y pasaría lo mismo con la idea de revo-lución. Se emprenden revoluciones para liberar a los hombres, precisamente porque los hombres pueden saber que son oprimidos y ser conscientes de la rea-lidad opresora en la cual viven.

Pero ya que, como lo habíamos visto, la conciencia de los hombres está con-dicionada por la realidad, la concientização es, ante todo, un esfuerzo para librar a los hombres de los obstáculos que les impiden tener una clara percepción de la realidad. En este sentido, la concientização precede al rechazo de los mitos cultu-rales que turban la conciencia de los hombres y hacen de ellos seres ambiguos.

Puesto que los hombres son seres históricos incompletos y tienen concien-cia de serlo, la revolución es una dimensión humana tan natural y permanente como la educación. Solamente una mentalidad mecanicista cree que la educa-

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ción puede cesar a un cierto nivel o que la revolución se puede detener cuando ha obtenido el poder. Para ser auténtica, una revolución debe ser un aconteci-miento continuo o de lo contrario cesará de ser revolución y se convertirá en una burocracia esclerótica.

La revolución es siempre cultural, sea durante la fase de denuncia de una sociedad opresora y de proclamación de la venida de una sociedad justa, sea du-rante la fase en la que inaugura una nueva sociedad. En la nueva sociedad, el proceso revolucionario se convierte en revolución cultural.

Para terminar, expliquemos las razones por las cuales hemos hablado de ac-ción cultural y de revolución cultural como de momentos distintos del proceso revolucionario. La acción cultural por la libertad se emprende contra la élite dominadora del poder, mientras que la revolución cultural se desenvuelve de acuerdo con el régimen revolucionario, aunque esto no signifique que esté su-bordinada al poder revolucionario. Toda revolución cultural presenta la libertad como finalidad; al contrario, la acción cultural, si es conducida por un régimen opresor, puede ser una estrategia de dominación: en ese caso jamás llegará a ser

revolución cultural.•

• Cultura action for freedom para Paulo Freire – Harvard Educational Review – Cambridge Massachussets – 1970.