PDF Diario EL PAÍS - Rinconespanol's Blog | Pequeño sitio … · riador de arte suizo Heinrich...

24
La Escuela Española conquista el mundo La Escuela Española conquista el mundo Otoño barroco Otoño barroco Babelia 936 Babelia 936 NÚMERO 936. EL PAÍS, SÁBADO 31 DE OCTUBRE DE 2009

Transcript of PDF Diario EL PAÍS - Rinconespanol's Blog | Pequeño sitio … · riador de arte suizo Heinrich...

La Escuela Española conquista el mundoLa Escuela Española conquista el mundoOtoño barrocoOtoño barroco

Babelia936Babelia936NÚMER

O93

6.EL

PAÍS,SÁB

ADO31

DEOCTU

BRE

DE20

09

E Primeras páginas Retrato de un hombre inmaduro, de Luis Landero; “Guapo” y sus isótopos, deRafael Sánchez Ferlosio; La carta cerrada, de Gustavo Martín Garzo, y La guerra eterna. Partes desdela guerra contra el terrorismo, de Dexter Filkins.E Lecturas exclusivas Conozca los secretos de Casanova escritos por él mismo en Historia de mivida, que editará Atalanta en dos tomos. Babelia adelanta un pasaje este lunes 2 de noviembre.E Encuentro digital Ángel Viñas y Fernando Hernández, que acaban de publicar El desplome de laRepública. La verdadera historia del final de la Guerra Civil (Crítica), charlarán con los lectores,dentro del Ciclo Babelia, el miércoles 4 de noviembre a las 18.00.

SI SE PRODUJESE EL inevitable debate sobre las bellas artes, descubri-ríamos que en las trincheras de la cultura han aflorado procurado-res de lo correcto provistos de un discurso conservador que dispa-ran contra todo lo que se manifieste como innovación, cuando esnotorio que sólo lo que cambia permanece. Leyendo Famosos im-postores (Melusina), que Bram Stoker escribió hace un siglo, consta-tamos que nunca han faltado “individuos que no dudan en suplan-tar a quien haga falta en su búsqueda de riquezas, fama, o por amoral arte”. Muchas usurpaciones y barbaridades se han acometidopor este amor. Andy Warhol señaló con sarcasmo que “un buennegocio es el mejor arte”. Aunque el panorama parece confirmaresta tendencia, el astrofísico John Barrow nos contenta afirmandoque “el arte no sería una actividad humana universal si no hubierarespuestas y resonancias emocionales universales que pudiera des-pertar” —El Universo como obra de arte (Crítica)—. No piensa lomismo José Javier Esparza, que en su ensayo Los ocho pecadoscapitales del arte contemporáneo (Almuzara) arremete contra los“abusos” de la creación artística contemporánea por incomprensi-ble ya que ha establecido una “ruptura con la sensibilidad popular”,e incluso el “asesinato” del arte. ¿Y por qué no pensar que es elespectador quien se ha estancado a base de una dieta de programa-ción mediática residual y literatura kleenex y que el artista ha idodesarrollándose? En esta sociedad mediatizada, en fuga hacia losuperfluo, se asume que una obra de arte compleja es sinónimo deabyección y nunca se había vivido con tanto fervor el culto al “sincontenido”. La televisión ofrece decenas de ejemplos de ello, aun-que el más flagrante nos resulte el de Fernando Sánchez Dragó, queenarbola la transgresión como una sucesión de trasnochantes hu-moradas. En una sociedad hiperhedonista que no da signos dequerer indagar más allá de lo que le ofrece la trituradora de los massmedia, hemos colgado al Ser en algún rincón inaccesible para enga-lanarnos con los harapos de la Nada. Frank G. Rubio y EnriqueFreire apuntalan esta tesis en su novedad editorial Protocolos paraun Apocalipsis (Manuscritos), sosteniendo que “las masas son elmensaje básico de la relación hegemónica que unos pocos, y noprecisamente los mejores, ejercen sobre la sociedad… Vivimos enla barbarie, aunque las tiendas estén colapsadas de productos y lapublicidad nos aturda con su supuesto glamour”. La barbarie estáahí fuera mimetizada. El concepto de grado cero de la escritura quecimentó Roland Barthes vuelve a recobrar una vigencia oblicua ypodemos intercambiar la “ausencia en la escritura” por escritoressin literatura. El autor de best sellers Carlos Ruiz Zafón (La sombradel viento) manifiesta que “mucha gente es racista cuando se tratade libros” y rechaza la existencia de una Alta cultura. Es improbableque los libros tengan raza, no tanto el que los lectores tengancriterio. Refutando a quienes critican sus libros, Zafón dice que lasegregación entre buena y mala literatura es fruto del marketing, yque en su tiempo las obras de clásicos como Cervantes, Shakespea-re o Dickens podían considerarse como los best sellers actuales.Buen argumento para vender según qué libros, aunque Zafón olvi-da que desde Cervantes la literatura ha avanzado y que quienesescribían y leían en aquellas épocas eran los privilegiados y significa-ba un acto clasista, incluso subversivo. Bajo este paradigma: ¿dóndeacomodamos entonces a Maurice Blanchot, Samuel Beckett, JuliánRíos o Aliocha Coll? La parcialidad la padece la literatura que indagaen nuevas vías de creación, no la que vuelve una y otra vez a losabrevaderos decimonónicos. Sin revulsivo la lengua se atrofia yacaba por descomponerse y, para renovarla, habrá que plantearseviolar ciertos códigos de antaño o seguir vertiendo ríos de tinta quesólo destilan deseo de adulación y reconocimiento. No en vano, elfilósofo suizo Benjamin Constant escribía allá por 1815 en Del espíri-tu de conquista y de la usurpación (Tecnos) que “la obsesión detodos los escritores es aparentar ser hombres de Estado”. O

Iury Lech (1958), escritor y artista multidisciplinar, acaba de publicar elensayo La imagen encapsulada. El videoarte como espiral. Fundación Autor. 130páginas. 15 euros.

EN PORTADA Francisco Calvo Serraller / Ángeles García / Miguel Zugaza 4

El bucle barroco El Prado, el Bellas Artes de Bilbao, la National Gallery de Londres y de Washington, ymuseos de México, Indianápolis y Los Ángeles, además del remozado Museo de Escultura de Valladolid, revelan“la vitalidad de los estudios sobre el arte español” y “la avidez por acercarse a un estilo que representa una formade mirar y de sentir”. Foto: Ecce Homo (1673), de Pedro de Mena, en el Real Monasterio de lasDescalzas, Madrid

IDA Y VUELTA Una posible biografía Antonio Muñoz Molina 7

EL LIBRO DE LA SEMANA José Antonio Millán

“Guapo” y sus isótopos, de Rafael Sánchez Ferlosio 8

Las metáforas de Roberto Iniesta Carlos Marcos 9

Días de tinta y sangre Luis Prados 10

Entrevista con Luis Landero Javier Rodríguez Marcos 12

LECTURAS COMPARTIDAS Rosa Montero

El fragor de los imperios al derrumbarse 14

SILLÓN DE OREJAS Autoridades de otro planeta Manuel Rodríguez Rivero 15

ARTE Falsas citas Fietta Jarque 16

PURO TEATRO ¿Quién dice que lo de Nora es agua pasada? Marcos Ordóñez 19

MÚSICA Ryuichi Sakamoto conjura el aburrimiento Brenda Otero 20

DIOSES Y MONSTRUOS Los fantasmas de la Compañía Carlos Boyero 23

En la barbarie

+ .com

Babelia 936

Luis Landero publicaRetrato de un hombreinmaduro, su sextanovela. Foto: Uly Martín

Iury Lech

SUMARIO

2 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

Antonio Tabucchi (Vecchiano, 1943), entre libros y fotografías, en la casa donde vivió sus primeros años, durante la guerra y la posguerra. Foto: Ana de Labra

SOSTIENE ANTONIO TABUCCHI que lleva encima su casa, la puede esconder en el bolsillo dela americana y sacarla cuando más le complace, no necesita buscarla en un lugar precisodel mundo. Sostiene Tabucchi que su patria es portátil, sin peso alguno: es el italiano, elidioma en que piensa, sueña, escribe. Cabe imaginar entonces que el amplio escritorio demadera que domina su apartamento en el norte de la Toscana, con libros, papeles y unatacita de café humeando, sitiado por estanterías repletas hasta el techo, podría encontrar-se igual de cómodo en su estudio de Lisboa o asomarse a un elegante bulevar parisino. Enla campiña de Pisa, entre mar y colinas de mármol, el escritor italiano conserva la viviendade su infancia, su “casa-madre”. Sin embargo, pasa gran parte del año entre la capitalportuguesa y la francesa. “Nací el 24 de septiembre de 1943. Aquella noche los americanosempezaron a bombardear Pisa para liberarla de los nazis. Mi padre, subido en una bici,nos trajo a mi madre y a mí hasta aquí, donde vivían los abuelos”. Esta casa es un refugio,entonces como ahora, el lugar donde resucitar recuerdos, un sabor o un libro. Aquí guardala mayoría de sus volúmenes. “Hay varios millares”, dice entornando ojos y brazos: estánen cada rincón, sólo la cocina se salva de la pacífica invasión. Estos libros, junto a las fotos

de su mujer, hijos y nietos, vigilaban sus espaldas cuando escribió Sostiene Pereira (Anagra-ma, 1994), la historia del anciano periodista con predilección para las esquelas que leproyectó hacia la fama internacional, le valió un Premio Campiello, un Jean Monnet de laLiteratura Europea e inspiró la película de Roberto Faenza con Marcello Mastroianni.

Narrador, ensayista, traductor —sobre todo del amadísimo Fernando Pessoa—,acaba de publicar Il tempo invecchia in fretta (El tiempo envejece deprisa, que Anagramapublicará en España en primavera). Cinco años después del monólogo Tristano muere,Tabucchi vuelve a investigar el límite de la vida. Los personajes, todos bastante mayo-res, miran hacia atrás, intentan sintonizar los recuerdos sobre algo que dé sentido a suexistencia. Viven en nueve intensos cuentos, el formato literario más propio de unaprosa que persigue la evanescencia del tiempo, su rebobinarse y romperse. Comoocurre en una vieja casa. Con un guiño pícaro y gentil, el escritor señala la dedicatoriade Rafael Alberti en la primera página de un libro, un retrato de Pessoa colgando de lapared, un esbozo del viñetista Tullio Pericoli, una caja de lata, regalo del hijo, un loro demadera, su fetiche. En cada cosa vigila un recuerdo, sostiene Tabucchi. Lucia Magi O

Antonio Tabucchi, con la casa a cuestasEl italiano es la patria portátil del escritor, que guarda miles de libros en la vivienda de su infancia en la Toscana

EL RINCÓN

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 3

SIN QUE EXISTA un previo con-cierto entre las partes, que seisimportantes museos de otrastantas ciudades del mundo occi-dental, tan distantes entre sí co-mo Madrid, Bilbao, Londres,

México DF, Los Ángeles e Indianápolis,coincidan en iniciar la temporada de expo-siciones con un tema común, el del artebarroco español, no nos puede pasar desa-percibido. Es verdad que cada convocato-ria tiene un punto de abordaje singular so-bre el tema, pues cuatro de ellas se refierenmonográficamente a artistas individualesde este periodo entre fines del siglo XVI y elsiglo XVIII, como las dedicadas respectiva-mente a El Greco en el Palacio de BellasArtes de México; a Juan Bautista Maíno, enel Museo del Prado; al joven Murillo, en elMuseo de Bellas Artes de Bilbao, y a LuisMeléndez, en el LACMA de Los Ángeles,mientras las otras dos son de corte genera-lista, como las tituladas España sagrada:Arte y creencia en el mundo hispánico, enIndianapolis Museum of Arts, y Lo sagradohecho real, en la National Gallery de Lon-dres, pero, de una manera u otra, todascoinciden, en efecto, en tratar sobre el artebarroco español o hispánico.

¿Cuál es, por tanto, la causa de esta im-prevista común atención sobre este asuntohistórico? ¿Acaso se trata de un revival ac-tual del barroco en sí, de la peculiar versióndel mismo a través de la Escuela Españolao de ambas cosas a la vez? No están de másestas interrogaciones porque cualquier revi-sión del pasado siempre revela una inquie-tud del presente, por lo que una fascina-ción común sobre una cuestión históricanos sirve como espejo de la actualidad. Porotra parte, no hay que olvidar que la inven-ción del término “barroco” y su aplicaciónpara definir un estilo artístico surgido haciacomienzos del siglo XVII, pero que, en elmundo hispánico, se prolongó durante elsiglo XVIII y parte del XIX, se produjo duran-te el último tercio de este último siglo y elprimero del XX; o sea: que fue una creaciónde nuestra época. En realidad, si no el pri-mero en usar dicho término, sí el que le diosu más completa configuración, fue el histo-riador de arte suizo Heinrich Wölfflin(1864-1945) a través de una obra capitaltitulada Conceptos fundamentales de la His-toria del Arte (1915), en la que no sólo con-trapuso los arquetipos formales que dife-renciaban el renacimiento y el barroco, si-no que trató de explicar por qué los prime-ros se transformaron en los segundos. An-tes, en 1888, ya había publicado un ensayotitulado precisamente Renacimiento y ba-rroco, pero sin formalizar debidamente es-ta confrontación de estilos, que pronto seconvertirá en otra de arquetipos que se repi-ten a través de todas las épocas. La con-cepción formalista de Wölfflin le llevó a es-tablecer cinco pares contrapuestos, que sereferían a la “evolución de lo lineal a lopictórico”, “de lo superficial a lo profun-do”, “de la forma cerrada a la forma abier-ta”, de “lo múltiple a lo unitario” y, en fin,“de la claridad absoluta a la claridad relati-va”. Hay que subrayar que estos conceptos,respectivamente aplicados al renacimiento

y al barroco, pero dándoles ya un vuelointemporal, se refieren a las formas de vi-sión con todas sus implicaciones espacia-les, pero sin tomar en consideración el tras-fondo histórico donde se produjeron.

Para rellenar esta laguna, otro gran histo-riador de arte, el alemán Werner Weisbach,publicó en 1921 El barroco como arte de laContrarreforma, donde no sólo se contex-tualizaba, como lo anuncia ya el título, esteestilo, sino que, algo muy importante paranuestro país, adalid del Concilio de Trento,se consideraba como un producto caracte-rístico precisamente de España y de susentonces amplísimos dominios y zonas deinfluencia. Pero el análisis de Weisbach no

se ciñó sólo a constatar cómo el barrocoera un producto de las luchas de religión,sino caracterizó el desarrollo de su comple-ja psicología, porque, aunque a primera vis-ta pudiera parecer paradójico, el pudor mo-ralista promovió el nacimiento del erotis-mo posterior, con toda su larga cola de pul-siones sadomasoquistas, fetichismo y otras“perversiones”.

Si el reconocimiento y la pasión por el ylo barroco se cocieron durante el primercuarto del siglo XX, no hay que pensar queesta llama recién atizada no siguió produ-ciendo fulgores en tiempos posteriores, co-mo lo demuestra la célebre convocatoriasobre el significado del barroco y del barro-quismo, que, a partir de 1920, tuvo lugar enla abadía cisterciense de la localidad borgo-ñona de Pontigny, donde brilló con luz pro-pia Eugenio D’Ors, cuyo libro Lo barroco,traducido al francés en 1935, causó un re-vuelo internacional. D’Ors fue el primer au-tor de lengua española en tratar del temacon resonancia mundial, pero no el único,porque, en 1975, también mereció ser tra-ducido al francés y con no poco eco, elmaravilloso libro Barroco, del escritor cuba-no Severo Sarduy, él mismo dotado de unestilo barroquizante dentro de una ampliaplétora de colegas latinoamericanos de lamisma tendencia. Por lo demás, ni qué de-

cir tiene, este asunto no ha dejado de pro-ducir una ingente literatura artística hastahoy mismo, lo que demuestra que algo de-be tener de barroco el hombre contemporá-neo para andar dándole tantas vueltas a lacuestión.

Tradicionalmente, antes de nuestra re-volucionaria época, todo lo que se apartabaen arte de la norma clásica, como la EdadMedia y, por supuesto, el arte posterior alrenacimiento, llamárase manierismo, ba-rroco o rococó, producía la aprensión fren-te a lo “bárbaro” o lo “degenerado”, con loque se entiende que, como reacción, y, so-bre todo, como aviso de que el horizontede lo que se habría de abarcar en arte des-de fines del siglo XVIII hasta nuestros díasera mucho más amplio y distinto, se eligie-se con entusiasmo estos momentos hetero-doxos del pasado. Desde esta perspectiva,es muy significativo que el deslumbradodescubrimiento internacional de la EscuelaEspañola se produjese a partir del siglo XIX,trocándose la óptica crítica que hasta en-tonces considerabanuestra historia ynuestro arte comonegativos ejemplosde lo políticamenteincorrecto, en fasci-nada admiración yfuente de inspira-ción de las sucesi-vas vanguardias. SiEspaña había sidoconsiderada como“un capítulo apar-te” de la cultura oc-cidental moderna,como así lo descri-bía todavía en su li-bro Civilización elhistoriador del artebritánico KennethClark, entre otrascosas por su orien-tación anticlásica yantihumanista, aho-ra esta diferenciafue motivo de cre-ciente y estimulan-te interés.

Hay muchas ra-zones para explicarel triunfo del barroco en España y en susvastos dominios ultramarinos. Ya se hamencionado el peso de la religión contrarre-formista, que, al margen de otras disputasdoctrinales, había comprendido el valor yla eficacia de las imágenes como muy opor-tunos vehículos para influir en una pobla-ción básicamente analfabeta, sobre todo, apartir de haber tomado conciencia de laimportancia que progresivamente iban atener las masas en una contienda ideológi-ca que se estaba dirimiendo con las armas.Por primera vez, de forma rotunda, el artese mostraba como un instrumento de pro-paganda decisivo, y el barroco, de suyo efec-tista, era el estilo más adecuado para ello,ya fuera en pintura, en escultura o en arqui-tectura. Por si fuera poco, el barroco era unestilo idóneo para conjugarse con toda cla-se de culturas indígenas y su hibridacióncon ellas logró un éxito tal que tomó unvuelo propio principalmente en toda Lati-noamérica, con ricas variantes locales, quese prolongaron, sin pérdida de vitalidad,hasta bien entrado el siglo XIX.

Pero, volviendo sobre lo que comentá-bamos al principio, ¿cuál es el motivo paraque hoy se celebren internacionalmente

las muy diversas manifestaciones del ba-rroco ibérico? Además de que se haya pro-ducido una feliz coincidencia y de queeste interés haya ido en aumento a lo lar-go del siglo XX, me atrevería a decir que hatenido no poca influencia en ello la crisisdel modelo eurocéntrico, interpretado co-mo el canon anglosajón, protestante y bur-gués, que ha sido hasta hace poco el do-minante. En efecto, frente al puritanismoluterano, racionalista, sobrio e higiénico,la efectista explosión barroca, sensual ybrillante, con su probada capacidad parael mestizaje antropológico y formal, supo-ne un orden alternativo más elástico e in-clusivo. Por último, al haber sido rechaza-do de entrada, no había sido visto, con loque se entiende el favor que suscita enlugares donde hasta fechas recientes erauna exótica rareza.

Por lo demás, entre las convocatoriasahora coincidentes, es cierto que algunas,en principio, no han de sorprender al públi-co porque sean “novedades”. No son hoy,

desde luego, figurascomo El Greco oMurillo, aunque nose puede desdeñarlo extraordinario deque la primera se ex-hiba en México y lasegunda trate de untema hasta el pre-sente no abordadomonográficamente:el de la juventud delgenio sevillano, so-bre la que la expo-sición de Bilbaoarroja mucha luz.Tampoco se puedeconsiderar de entra-da un descubrimien-to la extraordinariacalidad como bode-gonista de Luis Me-léndez, aunque seaun pintor todavíano lo suficientemen-te reconocido hastaen nuestro país y,no digamos, por tie-rras estadouniden-ses, a pesar de que

merece ser considerado uno de los mejoresespecialistas en este género en la Europadel siglo XVIII. La reivindicación de Maínoes, sin embargo, desde cualquier punto devista, de una extraordinaria importancia,no sólo por ser la primera muestra mono-gráfica sobre este fundamental artista, unode los mejores caravaggistas, sino porquese han reunido las tres cuartas partes de suescasa y, en algunos casos, poco vista obra.En cuanto la muestra de Londres, Lo sagra-do hecho real, tiene el valor de enseñar allíuna afortunada combinación de esculturay pintura del barroco español, mientrasque la de Indianápolis es un ejemplo deexposición de orientación antropológica,que es una perspectiva muy de actualidad.Sea como sea, no sé si cabría hablar deuna moda “neobarroca”, pero está claroque hay hoy una generalizada avidez poracercarse a este estilo, que no sólo reflejaun tiempo y un lugar, sino que representauna forma de mirar y de sentir, no ya deuna manera prismática y cerrada, sino,por así decirlo, mediante un bucle, algoque conviene muy bien al espíritu del arte,pero también a la visión científica actualsobre el espacio. O

El bucle barrocoEl Prado, el Bellas Artes de Bilbao, Londres,México, Indianápolis y Los Ángeles viven unaexplosión barroca. Por Francisco Calvo Serraller

Juan Bautista Maíno (1581-1649). Museodel Prado. Madrid. Hasta el 17 de enerode 2010. www.museodelprado.es/. El jo-ven Murillo. Museo de Bellas Artes deBilbao. Hasta el 17 de enero. www.muse-obilbao.com/. Museo Nacional Colegiode San Gregorio. Valladolid. museo-sangregorio.mcu.es/. Domenikos Theo-tokopoulos, 1900, El Greco. Museo delPalacio de Bellas Artes. México. Hasta el1 de noviembre. www.bellasartes.gob.mx/. The Art of Power. Royal Armor andPortraits from Imperial Spain. NationalGallery de Washington. Hasta el 1 de no-viembre. www.nga.gov/. Luis Meléndez:Master of the Spanish Still Life. LACMAde Los Ángeles. Hasta el 3 de enero. www.lacma.org/. Sacred Spain: Art and Beliefin the Spanish World. Indianapolis Mu-seum of Arts. Hasta el 3 de enero. www.imamuseum.org/. The Sacred Made Real.National Gallery de Londres. Hasta el 24de enero. www.nationalgallery.org.uk/.

La pasión por el y lobarroco no ha dejadode producir unaingente literaturaartística hasta hoy mismo

Algo debe tener debarroco el hombrecontemporáneo paraandar dándole tantasvueltas a la cuestión

Ecce Homo (madera policromada, 1611-1616), de Gregorio Fernández, expuesto en la National Gallery de Londres.

Guía de visitas

La talla de Gregorio Fernández (1576-1636) que se exhibe en Londres procede del Museo Diocesano de Valladolid.

Una fascinacióncomún sobre unacuestión históricanos sirve como espejode la actualidad

La invención del término“barroco” y su aplicaciónpara definir un estiloartístico fue una creaciónde nuestra época

EN PORTADA / Exposiciones

4 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

SIN QUE EXISTA un previo con-cierto entre las partes, que seisimportantes museos de otrastantas ciudades del mundo occi-dental, tan distantes entre sí co-mo Madrid, Bilbao, Londres,

México DF, Los Ángeles e Indianápolis,coincidan en iniciar la temporada de expo-siciones con un tema común, el del artebarroco español, no nos puede pasar desa-percibido. Es verdad que cada convocato-ria tiene un punto de abordaje singular so-bre el tema, pues cuatro de ellas se refierenmonográficamente a artistas individualesde este periodo entre fines del siglo XVI y elsiglo XVIII, como las dedicadas respectiva-mente a El Greco en el Palacio de BellasArtes de México; a Juan Bautista Maíno, enel Museo del Prado; al joven Murillo, en elMuseo de Bellas Artes de Bilbao, y a LuisMeléndez, en el LACMA de Los Ángeles,mientras las otras dos son de corte genera-lista, como las tituladas España sagrada:Arte y creencia en el mundo hispánico, enIndianapolis Museum of Arts, y Lo sagradohecho real, en la National Gallery de Lon-dres, pero, de una manera u otra, todascoinciden, en efecto, en tratar sobre el artebarroco español o hispánico.

¿Cuál es, por tanto, la causa de esta im-prevista común atención sobre este asuntohistórico? ¿Acaso se trata de un revival ac-tual del barroco en sí, de la peculiar versióndel mismo a través de la Escuela Españolao de ambas cosas a la vez? No están de másestas interrogaciones porque cualquier revi-sión del pasado siempre revela una inquie-tud del presente, por lo que una fascina-ción común sobre una cuestión históricanos sirve como espejo de la actualidad. Porotra parte, no hay que olvidar que la inven-ción del término “barroco” y su aplicaciónpara definir un estilo artístico surgido haciacomienzos del siglo XVII, pero que, en elmundo hispánico, se prolongó durante elsiglo XVIII y parte del XIX, se produjo duran-te el último tercio de este último siglo y elprimero del XX; o sea: que fue una creaciónde nuestra época. En realidad, si no el pri-mero en usar dicho término, sí el que le diosu más completa configuración, fue el histo-riador de arte suizo Heinrich Wölfflin(1864-1945) a través de una obra capitaltitulada Conceptos fundamentales de la His-toria del Arte (1915), en la que no sólo con-trapuso los arquetipos formales que dife-renciaban el renacimiento y el barroco, si-no que trató de explicar por qué los prime-ros se transformaron en los segundos. An-tes, en 1888, ya había publicado un ensayotitulado precisamente Renacimiento y ba-rroco, pero sin formalizar debidamente es-ta confrontación de estilos, que pronto seconvertirá en otra de arquetipos que se repi-ten a través de todas las épocas. La con-cepción formalista de Wölfflin le llevó a es-tablecer cinco pares contrapuestos, que sereferían a la “evolución de lo lineal a lopictórico”, “de lo superficial a lo profun-do”, “de la forma cerrada a la forma abier-ta”, de “lo múltiple a lo unitario” y, en fin,“de la claridad absoluta a la claridad relati-va”. Hay que subrayar que estos conceptos,respectivamente aplicados al renacimiento

y al barroco, pero dándoles ya un vuelointemporal, se refieren a las formas de vi-sión con todas sus implicaciones espacia-les, pero sin tomar en consideración el tras-fondo histórico donde se produjeron.

Para rellenar esta laguna, otro gran histo-riador de arte, el alemán Werner Weisbach,publicó en 1921 El barroco como arte de laContrarreforma, donde no sólo se contex-tualizaba, como lo anuncia ya el título, esteestilo, sino que, algo muy importante paranuestro país, adalid del Concilio de Trento,se consideraba como un producto caracte-rístico precisamente de España y de susentonces amplísimos dominios y zonas deinfluencia. Pero el análisis de Weisbach no

se ciñó sólo a constatar cómo el barrocoera un producto de las luchas de religión,sino caracterizó el desarrollo de su comple-ja psicología, porque, aunque a primera vis-ta pudiera parecer paradójico, el pudor mo-ralista promovió el nacimiento del erotis-mo posterior, con toda su larga cola de pul-siones sadomasoquistas, fetichismo y otras“perversiones”.

Si el reconocimiento y la pasión por el ylo barroco se cocieron durante el primercuarto del siglo XX, no hay que pensar queesta llama recién atizada no siguió produ-ciendo fulgores en tiempos posteriores, co-mo lo demuestra la célebre convocatoriasobre el significado del barroco y del barro-quismo, que, a partir de 1920, tuvo lugar enla abadía cisterciense de la localidad borgo-ñona de Pontigny, donde brilló con luz pro-pia Eugenio D’Ors, cuyo libro Lo barroco,traducido al francés en 1935, causó un re-vuelo internacional. D’Ors fue el primer au-tor de lengua española en tratar del temacon resonancia mundial, pero no el único,porque, en 1975, también mereció ser tra-ducido al francés y con no poco eco, elmaravilloso libro Barroco, del escritor cuba-no Severo Sarduy, él mismo dotado de unestilo barroquizante dentro de una ampliaplétora de colegas latinoamericanos de lamisma tendencia. Por lo demás, ni qué de-

cir tiene, este asunto no ha dejado de pro-ducir una ingente literatura artística hastahoy mismo, lo que demuestra que algo de-be tener de barroco el hombre contemporá-neo para andar dándole tantas vueltas a lacuestión.

Tradicionalmente, antes de nuestra re-volucionaria época, todo lo que se apartabaen arte de la norma clásica, como la EdadMedia y, por supuesto, el arte posterior alrenacimiento, llamárase manierismo, ba-rroco o rococó, producía la aprensión fren-te a lo “bárbaro” o lo “degenerado”, con loque se entiende que, como reacción, y, so-bre todo, como aviso de que el horizontede lo que se habría de abarcar en arte des-de fines del siglo XVIII hasta nuestros díasera mucho más amplio y distinto, se eligie-se con entusiasmo estos momentos hetero-doxos del pasado. Desde esta perspectiva,es muy significativo que el deslumbradodescubrimiento internacional de la EscuelaEspañola se produjese a partir del siglo XIX,trocándose la óptica crítica que hasta en-tonces considerabanuestra historia ynuestro arte comonegativos ejemplosde lo políticamenteincorrecto, en fasci-nada admiración yfuente de inspira-ción de las sucesi-vas vanguardias. SiEspaña había sidoconsiderada como“un capítulo apar-te” de la cultura oc-cidental moderna,como así lo descri-bía todavía en su li-bro Civilización elhistoriador del artebritánico KennethClark, entre otrascosas por su orien-tación anticlásica yantihumanista, aho-ra esta diferenciafue motivo de cre-ciente y estimulan-te interés.

Hay muchas ra-zones para explicarel triunfo del barroco en España y en susvastos dominios ultramarinos. Ya se hamencionado el peso de la religión contrarre-formista, que, al margen de otras disputasdoctrinales, había comprendido el valor yla eficacia de las imágenes como muy opor-tunos vehículos para influir en una pobla-ción básicamente analfabeta, sobre todo, apartir de haber tomado conciencia de laimportancia que progresivamente iban atener las masas en una contienda ideológi-ca que se estaba dirimiendo con las armas.Por primera vez, de forma rotunda, el artese mostraba como un instrumento de pro-paganda decisivo, y el barroco, de suyo efec-tista, era el estilo más adecuado para ello,ya fuera en pintura, en escultura o en arqui-tectura. Por si fuera poco, el barroco era unestilo idóneo para conjugarse con toda cla-se de culturas indígenas y su hibridacióncon ellas logró un éxito tal que tomó unvuelo propio principalmente en toda Lati-noamérica, con ricas variantes locales, quese prolongaron, sin pérdida de vitalidad,hasta bien entrado el siglo XIX.

Pero, volviendo sobre lo que comentá-bamos al principio, ¿cuál es el motivo paraque hoy se celebren internacionalmente

las muy diversas manifestaciones del ba-rroco ibérico? Además de que se haya pro-ducido una feliz coincidencia y de queeste interés haya ido en aumento a lo lar-go del siglo XX, me atrevería a decir que hatenido no poca influencia en ello la crisisdel modelo eurocéntrico, interpretado co-mo el canon anglosajón, protestante y bur-gués, que ha sido hasta hace poco el do-minante. En efecto, frente al puritanismoluterano, racionalista, sobrio e higiénico,la efectista explosión barroca, sensual ybrillante, con su probada capacidad parael mestizaje antropológico y formal, supo-ne un orden alternativo más elástico e in-clusivo. Por último, al haber sido rechaza-do de entrada, no había sido visto, con loque se entiende el favor que suscita enlugares donde hasta fechas recientes erauna exótica rareza.

Por lo demás, entre las convocatoriasahora coincidentes, es cierto que algunas,en principio, no han de sorprender al públi-co porque sean “novedades”. No son hoy,

desde luego, figurascomo El Greco oMurillo, aunque nose puede desdeñarlo extraordinario deque la primera se ex-hiba en México y lasegunda trate de untema hasta el pre-sente no abordadomonográficamente:el de la juventud delgenio sevillano, so-bre la que la expo-sición de Bilbaoarroja mucha luz.Tampoco se puedeconsiderar de entra-da un descubrimien-to la extraordinariacalidad como bode-gonista de Luis Me-léndez, aunque seaun pintor todavíano lo suficientemen-te reconocido hastaen nuestro país y,no digamos, por tie-rras estadouniden-ses, a pesar de que

merece ser considerado uno de los mejoresespecialistas en este género en la Europadel siglo XVIII. La reivindicación de Maínoes, sin embargo, desde cualquier punto devista, de una extraordinaria importancia,no sólo por ser la primera muestra mono-gráfica sobre este fundamental artista, unode los mejores caravaggistas, sino porquese han reunido las tres cuartas partes de suescasa y, en algunos casos, poco vista obra.En cuanto la muestra de Londres, Lo sagra-do hecho real, tiene el valor de enseñar allíuna afortunada combinación de esculturay pintura del barroco español, mientrasque la de Indianápolis es un ejemplo deexposición de orientación antropológica,que es una perspectiva muy de actualidad.Sea como sea, no sé si cabría hablar deuna moda “neobarroca”, pero está claroque hay hoy una generalizada avidez poracercarse a este estilo, que no sólo reflejaun tiempo y un lugar, sino que representauna forma de mirar y de sentir, no ya deuna manera prismática y cerrada, sino,por así decirlo, mediante un bucle, algoque conviene muy bien al espíritu del arte,pero también a la visión científica actualsobre el espacio. O

El bucle barrocoEl Prado, el Bellas Artes de Bilbao, Londres,México, Indianápolis y Los Ángeles viven unaexplosión barroca. Por Francisco Calvo Serraller

Juan Bautista Maíno (1581-1649). Museodel Prado. Madrid. Hasta el 17 de enerode 2010. www.museodelprado.es/. El jo-ven Murillo. Museo de Bellas Artes deBilbao. Hasta el 17 de enero. www.muse-obilbao.com/. Museo Nacional Colegiode San Gregorio. Valladolid. museo-sangregorio.mcu.es/. Domenikos Theo-tokopoulos, 1900, El Greco. Museo delPalacio de Bellas Artes. México. Hasta el1 de noviembre. www.bellasartes.gob.mx/. The Art of Power. Royal Armor andPortraits from Imperial Spain. NationalGallery de Washington. Hasta el 1 de no-viembre. www.nga.gov/. Luis Meléndez:Master of the Spanish Still Life. LACMAde Los Ángeles. Hasta el 3 de enero. www.lacma.org/. Sacred Spain: Art and Beliefin the Spanish World. Indianapolis Mu-seum of Arts. Hasta el 3 de enero. www.imamuseum.org/. The Sacred Made Real.National Gallery de Londres. Hasta el 24de enero. www.nationalgallery.org.uk/.

La pasión por el y lobarroco no ha dejadode producir unaingente literaturaartística hasta hoy mismo

Algo debe tener debarroco el hombrecontemporáneo paraandar dándole tantasvueltas a la cuestión

Ecce Homo (madera policromada, 1611-1616), de Gregorio Fernández, expuesto en la National Gallery de Londres.

Guía de visitas

La talla de Gregorio Fernández (1576-1636) que se exhibe en Londres procede del Museo Diocesano de Valladolid.

Una fascinacióncomún sobre unacuestión históricanos sirve como espejode la actualidad

La invención del término“barroco” y su aplicaciónpara definir un estiloartístico fue una creaciónde nuestra época

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 5

La armada artística española

Por Ángeles García

LA BELLEZA DEL dolor, la crueldad, eltenebrismo y la intensidad al servi-cio de la fe es una experiencia esté-tica única. Eso es lo que reflejan

las seis exposiciones que coinciden en Eu-ropa y América sobre el barroco y este artede los siglos XVII y XVIII. ¿Por qué esteinterés? ¿Qué aportan y qué descubren es-tas exposiciones?

“El lenguaje de estos artistas es perfec-to. El barroco es propaganda de altísimacalidad. En el caso de España, se trata devender el catolicismo y lo hacen comonadie. Me recuerda las campañas del fotó-grafo Oliverio Toscani para Benetton através de imágenes de víctimas del sida.El lenguaje del que se sirve la Iglesia cató-lica contra los protestantes tiene, sobretodo, una calidad artística insuperable”,explica Xavier Bray (Londres, 1972), con-servador de pintura europea del XVII yXVIII de la National Gallery, que exhibeThe sacred made real. Bray asegura que seescogió este tema, y no otro, porque bus-caban un aspecto que comunicara direc-tamente con el pueblo.

¿En qué han pensado para atraer elinterés del público anglosajón a esta ex-posición? “Ofrecemos una llamada al pa-raíso para que Dios baje a Londres unatemporada. En un pueblo virgen en emo-ciones como el mío, la gente se quedaatrapada. Lo que tienen delante son cuer-pos preciosos, perfectos. Hemos traído lacrème de la crème de la escultura barroca.Y estas piezas maestras sufren ante losojos del visitante. Sus profundas heridashacen que la sangre corra a borbotonesmientras de sus ojos de cristal caen lágri-mas como puños. Es una experiencia es-tética única porque la luz y la música queacompañan cada instalación buscan re-mover lo más íntimo”.

“Aunque la palabra barroco no se in-cluye en el título de ninguna de las seisexposiciones y todas son muy diferentesentre sí”, advierte el hispanista británicoHenry Kamen (Birmania, 1936). “No esuna cuestión del barroco español, sino dealgo más complejo, porque cada exposi-ción es diferente. Tenemos la tendenciade utilizar la palabra barroco demasiadoinexactamente, y así terminamos confun-diendo problemas. La exposición en Los

Ángeles no es sobre el ba-rroco sino sobre la Ilustra-ción. En cambio, la exposi-ción (que por cierto tienemucho éxito) en Londreses muy “española” pero al-go menos “barroca”, por-que su énfasis está en lasesculturas sagradas que re-velan el espíritu casi místi-co del arte religioso caste-llano en la Península. Laexposición de Indianápo-lis es quizá la más barrocade todas, porque pretenderevelar aspectos de la ima-ginación barroca “en elmundo español”, en par-ticular de Hispanoaméri-ca. Es interesante observarque ninguna de las exposi-ciones que he enumeradoutiliza la palabra barrocoen un lugar destacado enla publicidad. Se debe aque es un concepto difí-cil, sobre el que inclusolos expertos no están deacuerdo. Sobre todo, de-bemos recordar que barro-co se refiere a un extrover-tido estilo europeo de de-coración artística, y quees internacional en lugarde nacional, y lo que pue-de ser barroco en Españaes a menudo importado,no es nativo”.

En cambio, el historia-dor y académico ManuelFernández Álvarez (Ma-drid, 1921), autor de abun-dante obra sobre este pe-riodo, considera que siem-pre se ha mantenido queel barroco es el arte euro-peo por excelencia, el arte de la contra-rreforma, y su esencia es genuinamenteespañola. “El XVII es un siglo en el queEspaña es un desastre político y econó-mico, pero, en compensación, todas lasartes alcanzan la cumbre”.

Y el interés que despierta ahora, afir-ma Fernández Álvarez, es porque es unaforma de entender el arte en el que sedan todos los contrastes. “La tensión loenvuelve todo. Ocurre lo mismo con el

Quijote. Se expresan sentimientos queparecen estar fuera de la vida. La gentequiere salir de la rutina y le fascina estemundo de emociones perfectas. Esa crueldevoción por el imaginario del mundocatólico, que aún podemos ver en Castillao Andalucía con la misma intensidad, esinsuperable emocionalmente”.

Esa belleza y esa inquietud no sóloenvuelven obras de corte religioso. Ejem-plo de ello es, según Fernández Álvarez,

La mujer barbuda, pintada en 1631 porJosé de Ribera, como el culto de la bellezaante el horror. “¿Quién no se ha inquieta-do la primera vez que ha contempladoesa obra, y quién puede negarle la insupe-rable belleza de una composición en laque las sombras tenebristas resaltan la

luz de ese monstruo?”.La clave de este renova-

do interés se debe, aseguraKamen, a la pura riquezaartística de este periodo.“El arte hispano ha sido es-tudiado muy poco y, enconsecuencia, siempre haysorpresas por descubrir.Afortunadamente, benefac-tores extranjeros han esta-do siempre ansiosos depromover el interés, desdeLouis-Philippe, rey de Fran-cia, con su famosa GaleríaEspañola en el siglo XIX,hasta Archer Huntington,de Estados Unidos, en elsiglo XX”.

Los investigadores tie-nen una gran tarea respec-to a este periodo, senten-cia Kamen: “Queda mu-cho por hacer, porque elestudio del arte español,como el estudio de la his-toria de España, está toda-vía en su infancia. Porejemplo, poco se escribióde la importancia de Ve-lázquez hasta la labor deJonathan Brown haceunos años, y se puede ima-ginar que todavía debe ha-ber mucho que investigar.El arte español necesita amuchos Jonathan Brown.España fue una entidad to-talmente desconocida enel arte hasta aproximada-mente mediados del si-glo XIX; en Inglaterra yFrancia casi nadie habíaoído hablar de Velázquezo de El Greco. Así que que-da mucho por hacer. So-bre todo, los historiadores

del arte necesitan aprender idiomas ex-tranjeros. Recuerdo un famoso especialis-ta de arte extranjero expresando su ho-rror porque el director de arte flamencode una galería de arte importante en Ma-drid no podía leer o hablar holandés.También creo que es hora de dejar deestudiar el arte como si fuera un fenóme-no nacional. Todo arte, incluyendo el ba-rroco, es internacional y debe ser estudia-do en su contexto internacional”. O

Por Miguel Zugaza

Magdalena penitente (circa 1615), atribuido a Juan Bautista Maíno. Foto: Gorka Lejarcegi

SIN MEDIAR EFEMÉRIDE ni conmemoración oficial alguna,coinciden en este otoño dentro y fuera de nuestro paísvarios e importantes proyectos expositivos, de distinta temá-tica y alcance, con el denominador común de tratar aspec-tos del arte barroco español. Hace unos años podía parecerque tras la “edad dorada” de los estudios sobre el periodovivido a lo largo del siglo XX, y especialmente en su segundamitad, el interés podía decaer lo mismo que la fascinaciónque para propios y extraños ha tenido la Escuela Españoladesde su redescubrimiento contemporáneo en el siglo XIX.Sin embargo, los hechos parecen confirmar lo contrario.

Sirva la enumeración sucinta de los proyectos en cursopara observar la variada nueva agenda de los estudiossobre el barroco español. Podemos empezar hablando dela exposición organizada por el dinámico museo de India-nápolis que, con el título España sagrada: Arte y creenciaen el mundo hispano, aborda un tema en pleno auge,particularmente entre los estudiosos norteamericanos, co-mo es el de la difusión junto a la doctrina contrarreformis-ta de los modelos artísticos europeos en el nuevo mundo através del ejemplo metropolitano. Por su parte, Lo sagradohecho real. Pintura y escultura española. 1600-1700, en laNational Gallery de Londres, descubre al público con elacierto y oportunidad característicos del museo inglés unasunto que siendo conocido entre los especialistas no ha-bía tenido hasta ahora su justo refrendo público, como es lapuesta en valor de la extraordinaria singularidad y calidadde la escultura religiosa barroca española y su emocionan-

te paragone con la pintura estrictamente contemporánea.Sin perder de vista lo que se puede ver fuera de nuestro

país, a esta extraordinaria armada artística española se haunido los últimos meses la exposición Arte del poder: Arme-ría Real y retratos del imperio español, organizada conjunta-mente por la National Gallery de Washington, PatrimonioNacional y Seacex, donde además de mostrar una admira-ble selección de piezas de la deslumbrante Armería Realespañola se propone un inédito reencuentro entre las ar-mas y las pinturas que las representan dentro de la iconogra-fía cortesana renacentista y barroca.

También dentro de este contexto de revisión internacio-nal del arte español retrospectivo tiene importancia la aten-ción a los maestros singulares, como es el caso de la comple-ta monográfica que dedica el LACMA de Los Ángeles a eserara avis, excelentísimo y singular bodegonista tardobarro-co que es Luis Meléndez.

Ya en nuestro país, el espontáneo y vibrante revival ba-rroco de este otoño tiene una cita imprescindible en lamuestra que sobre El joven Murillo presenta el Museo deBellas Artes de Bilbao. Aquí se reúnen las obras principalesde las primeras etapas del más fecundo artista español de lasegunda mitad del setecientos, obras que hoy se conservanen buena parte en colecciones y museos internacionalespor razón del prestigio que la pintura del joven Murilloalcanzó en toda Europa. Y finalmente debemos consignar larestitución pública llevada a cabo por el Museo del Prado dela obra de uno de los más elegantes y sofisticados pintores

del primer tercio de ese mismo siglo, el dominico Fray JuanBautista Maíno, creador de una de las obras maestras de lapintura española de todos los tiempos, como es el Retablode las Cuatro Pascuas, para el convento dominico de SanPedro Mártir en Toledo, pero prácticamente desconocidopor el gran público.

A esta apretada agenda debemos sumar una última cita,no sometida en este caso al calendario coyuntural de lasmuestras temporales, como ha sido la reapertura, tan silen-ciosa como feliz, del antiguo Museo Nacional de Esculturaen el reformado colegio de San Gregorio de Valladolid quetras muchos años de cuidadosa rehabilitación muestra nue-vamente la pasión descarnada de la escultura barroca espa-ñola. A la vista de todo este despliegue de actividad, y comodecía al principio, no nos resta más que celebrar la actualvitalidad de los estudios sobre el arte español moderno tantodentro como fuera de nuestro país, que lo debemos atribuiren buena parte a la incorporación de una nueva generaciónde historiadores y conservadores que, con una preparaciónmultidisciplinar, están sabiendo dar continuidad al trabajode los grandes especialistas que les han precedido. Bastaobservar la nómina de los responsables científicos y comisa-rios de todos estos proyectos para percatarnos de que la yalarga historia del conocimiento y valoración del original ba-rroco español se está renovando. No encuentro mejor colo-fón que mostrar testimonio de este prometedor porvenir. O

Miguel Zugaza es director del Museo del Prado de Madrid.

La crueldad de la emociónHistoriadores y conservadores analizan la riqueza del género y su renovado interés

EN PORTADA / Exposiciones

6 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

CUÁNTAS HISTORIAS SE quedarán sincontar en España por falta de cu-riosidad, por la costumbre de lapereza, por una mezcla muy rara,

y muy propia del país, de desgana por laindagación y gusto por el chisme. El chis-me, la anécdota, reducen las biografías y loshechos históricos a una sucesión de chasca-rrillos, casi siempre de cuarta o de quintamano. La incapacidad de contar con sinceri-dad y desvergüenza la propia vida se corres-ponde con el poco interés por investigarseriamente las vidas de personajes públicoscuyos destinos privados alumbrarían benefi-ciosamente la historia del país. Nunca dejade asombrarme la paradoja española o his-pánica de las autobiografías. Los anglosajo-nes, que en la distancia corta son muy reser-vados y hasta herméticos, escriben libros dememorias de una desvergüenza confesio-nal inaudita. Nosotros, en apariencia tanabiertos, somos casi siempre pudibundosen nuestros testimonios personales, con laúnica excepción, que yo sepa, del novelistaJesús Pardo, que ha escrito sobre sí mismocon una falta de pudor tal vez aprendida enlos largos años que pasó en Inglaterra. Bió-grafos rigurosos podrían compensar la opa-cidad interesada, la manipulación del queelabora su propio personaje con la tranquili-dad de que nadie se tomará la molestia dedesmentirlo. Pero quién, entre nosotros, es-tá dispuesto a trabajar tanto, a dedicar suvida al conocimiento de la vida de otro, abuscar cartas y entrevistas testigos actuan-do como un detective incorruptible de losmisterios del pasado, los que se van borran-do según se apagan como velas en la cre-ciente oscuridad las voces posibles de losque recuerdan todavía.

Quién escribirá, por ejemplo, una biogra-fía de Santiago Carrillo, que ha asistido du-rante tres cuartos de siglo no ya a los aconte-cimientos cruciales de la historia de Españasino de la de Europa; que con veintiúnaños, poco más que un adolescente, fueconsejero de Orden Público en el primernoviembre de la Guerra Civil en Madrid,cuando el enemigo se acercaba imparable-mente a la ciudad y el Gobierno la habíaabandonado de cualquier manera huyendohacia Valencia; Santiago Carrillo, que vivióen Moscú, como alto dirigente del Partido

Comunista, los años lóbregos de Stalin, laduración burocrática de un destierro queparecía no acabarse nunca, el tiempo multi-plicado por la ausencia, como decía MaxAub, y multiplicado más aún por la lejanía,la que separaba la Unión Soviética de Espa-ña cuando casi toda aquella extensión esta-ba ocupada por los ejércitos alemanes. Ca-rrillo ha escrito libros de memorias pocoreveladores y muy poco autocríticos, ejerci-cios sobre todo de justificación política. Susdetractores lo han convertido en una carica-tura apresurada y grotesca, la perduracióndel torvo sujeto diabólico cuyo nombre erapronunciado a veces en los telediarios fran-quistas: para los proveedores de la blandu-ra ideológica gubernamental es una especiede abuelo entrañable, la encarnación de esapresunta memoria histórica que consiste so-bre todo en una confortable desmemoriaque modela el pasado al gusto de la propianovelería narcisista, adornando con bande-ras y palabras de hace setenta años la vacui-dad dócil del presente, la pose de rebeldíade quien gracias a ella puede sin remordi-miento dar coba a los que mandan.

La ideología, en la mayor parte de loscasos, es una forma de pereza, una coarta-da para no molestarse en aprender. Losexabruptos ideológicos contra Santiago Ca-rrillo son tan previsibles, y tan poco intere-santes, como los parabienes por su presun-ta lucidez y su locuacidad de nonagenario,y ninguna de las dos actitudes ayuda a com-prender la riqueza de una vida cuyos con-flictos y enigmas se corresponden tan estre-chamente con los del último siglo. Tanatractiva como la historia en sí misma es laposibilidad de la novela. Cómo sería tener

veintiún años y encontrarse de pronto conuna responsabilidad aterradora en una ciu-dad sitiada, en un caos de oficinas abando-nadas a toda prisa y cajones de documen-tos tirados por los suelos, y teléfonos quesonaban sin que los levantara nadie. El dra-ma de Santiago Carrillo en esos días de laguerra es el de tantas personas que se vie-ron arrojadas a un cataclismo cuya escalanunca supieron prever, a un desastre en elque la sinrazón y la pura crueldad y el des-pilfarro de las vidas humanas eran muchomás frecuentes que el heroísmo. Pero no esmenos tenebrosa la historia que vino des-pués, consumada la derrota, cuando unostuvieron que quedarse y otros se pudieronmarchar, cuando aquel hombre, todavíatan joven, se encontró viviendo en Moscú,en otro mundo, el de los funcionarios comu-nistas que tenían que aprender los mecanis-mos tortuosos de la supervivencia en laUnión Soviética, bajo la sombra homicidade Stalin, abrirse paso con astucias más ad-ministrativas que revolucionarias, imagi-nando una España que cada vez se les vol-vía más lejana, inventando fantasmagoríasde levantamientos armados y huelgas gene-rales, enviando a ella a conspiradores quemuchas veces no volvían.

Hay buenos libros de memorias, desdeluego, que permiten revivir la sensaciónde abatimiento y de miedo, la obstinaciónde no rendirse, el desengaño, la apostasía.Pero, por su misma naturaleza, cada uno deesos libros cuenta una parte de la historia yesconde otra, establece una coartada, unalista variable de inocentes y malvados. Hom-bres íntegros, militantes heroicos, padecie-ron la tortura, la cárcel y la muerte para

combatir a una dictadura en nombre no dela libertad, sino de un ideal totalitario. Enaquel mundo de sombras la diferencia en-tre la lealtad y la traición no siempre estabaclaramente marcada, y más de un inocentefue ejecutado por sus mismos camaradasporque en un despacho de Moscú alguienhabía decidido marcarlo con la sospecha.Los castigos y las expulsiones de los disiden-tes tenían algo de anatemas teológicos. Le-yendo esta clase de historias yo inventé ha-ce más de veinte años una novela en la quequise contar algo de la obstinación y el cora-je de la clandestinidad comunista en Espa-ña, su parte de sacrificio y de alucinación.Pero me faltó talento para dar a mi relato laencarnadura de lo real, tal vez porque mefui pretenciosamente por las ramas de laficción policial y de espías, o porque hayhistorias en sí mismas tan poderosas que seresisten a ser convertidas en novelas.

Ahora veo a Santiago Carrillo en el perió-dico, entrevistado por Javier Rioyo junto aotros testigos, Marcos Ana y Teodulfo La-gunero, y todo son de nuevo anécdotascomplacidas, aventuras de ancianos que pre-fieren habitar en una vaga nostalgia no en-turbiada por la introspección, no removidapor la conciencia de ningún error, por nin-gún arrepentimiento. De ese modo tambiénse desdibuja la grandeza que los comunistasespañoles tuvieron: elegir muy pronto laconcordia y la reconciliación, desprendersede la esclerosis soviética para contribuir contanta inteligencia política y generosidad a laconquista de nuestra democracia. A vidasasí sólo les puede hacer justicia una de esasbiografías que abundan tan poco por culpade la pereza española. O

Una posible biografíaPor Antonio Muñoz Molina

Santiago Carrillo, en junio de 1978, durante un mitin del IX Congreso del PCE.

IDA Y VUELTA

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 7

La carta cerradaGustavo Martín GarzoLumen. Barcelona, 2009269 páginas. 20,90 euros

Por Lluís Satorras

GUSTAVO MARTÍN Garzo (Valladolid, 1948)mantiene en La carta cerrada sus constan-tes narrativas tan características: la preemi-nencia de la mujer presentada como sercompleto mientras el hombre parece faltode agallas o distraído; los elementos miste-riosos que alteran el mundo conocido hastavolverlo mágico y la habilidad estilística quele permite combinar la lírica desatada con lareflexión propia de una mente filosófica.

Hay dos narradores que intervienen encapítulos alternos. Uno es el hijo, Daniel; elotro, la madre, Ana. Sin embargo, a travésde la voz del hijo se filtra un narrador omnis-ciente cercano al autor con sus propiasideas y sensaciones multiplicando el colori-do y vivacidad de la novela. Entre los dospersonajes citados se da una relación deamor materno-filial profunda, una pasiónarrebatadora atravesada por elementos eró-ticos hasta límites enfermizos. A su alrede-dor, giran otros amores también muy inten-sos, aunque en casi todos los casos el dolorsea mayor que el placer. En primer lugar, elhondo sentir de Ana, sensible y comunicati-va, por su marido, policía de profesión, duroy pragmático, y del que seguirá siempre ena-morada superando toda clase de desencuen-

tros. Dos mundos opuestos, que están enlucha pero también se aman. Hay todavíaotro amor de Ana: el que se dirige a su hijomuerto, una presencia fantasmal. Y tam-bién otros amores de tipo religioso sosteni-dos por personajes neurasténicos que origi-nan curiosas parodias literarias: el padre Ber-nardo que cree que el mundo es un corral alservicio de Dios y la tía Gregoria que remedacomo un suceso burlesco los hechos delEvangelio. Y todavía hay lugar para una últi-ma atracción amorosa, la del autor por unanaturaleza pródiga y milagrosa, celebradaen páginas muy bellas.

Esa vida sufriente pero atrayente se pre-senta con una expresión libre y sugeridora,abundante y vivaz adjetivación y una alegrecapacidad para nombrar objetos, plantas yanimales. La insistencia final de la madre enlas mismas cosas, un poco pesada, y la difi-cultad de cerrar la novela de forma más con-cluyente como si faltaran elementos argu-mentales, no merma lo positivo del conjun-

to, sobre todo si consideramos la periciacon que Martín Garzo utiliza fábulas, frag-mentos bíblicos, películas e historietas paraplasmar brillantes metáforas en torno a lamateria narrativa. Así admira ver lo bien ade-cuadas que quedan películas como Carta deuna desconocida y Sólo se vive una vez parareflejar con una poética melancólica y trági-ca respectivamente la vida de Ana y su mari-do, aunque después la mención de Drácula,príncipe de las tinieblas relacionada conunas situaciones más anecdóticas quede co-mo un pegote. También es admirable cómola fabulación sobre un ogro que pasa a ac-tuar como un san Cristóbal llevando un ni-ño en brazos porque es “lo más hermoso”sirve para ilustrar un tema que suavemente,con menos ruido, ha penetrado muchas pá-ginas, el de la maternidad. Y una última ad-miración: lo bien que queda esta frase deAna para justificar el desorden que reina ensu casa: “Seguro que el Portal de Belén tam-bién estaba siempre manga por hombro”. O

“Guapo” y sus isótoposRafael Sánchez FerlosioDestino. Barcelona, 2009128 páginas. 19,50 euros

Por José Antonio Millán

ESTE LIBRO PARTE del asombro ante la exis-tencia de palabras tan próximas como “gua-po”, “lindo”, “bonito”... Prueba de su simi-laridad es que no se pueda decir “el niño esguapo y lindo”. Ferlosio las llama, con unaanalogía química, “isótopos”, o sea “delmismo lugar”, y si le seducen es por susrelaciones “conceptualmente brumosasdonde la mente no se ve asistida por lavisión de netos límites semánticos, ni des-lumbrada por su claridad”.

Para explorarlas, el autor analiza otras

esquinas de la lengua. El superlativo “buení-simo” no puede construirse con “muy”, pe-ro “excelente” (que no acaba en “-ísimo”),tampoco. Pues bien: a la serie que nos inte-resa se une uno de estos “superlativos fun-cionales”: “precioso”. Su sentido original,“digno de ser preciado”, se ha deslizadotambién hacia la zona donde reina “gua-po”, como prueba la ambigüedad de “unlibro precioso” (que es valioso o bonito).

Pero ¿cuál es la relación entre “guapo”,“bonito”, “mono”, “lindo”…? No es de opo-sición, ni de sinonimia, ni de gradualidad,sino que son “matices de una misma di-mensión”. ¿Quizá como ocurre con “rojo”y “amarillo”? Un salto sin red nos llevará alcampo de los colores. Pero “no es rojo, esvioleta” constituiría una corrección, mien-tras que “no es guapo, es mono” es una

mera precisión. En conclusión, la serie delos colores no es similar a la que nos ocupa.

La evolución en el tiempo introduceuna nueva dimensión. “Guapo” provienedel latín “vappa”, “vino insípido”, “bri-bón”. Aparece en uso en el siglo diecisiete,probablemente desde el francés, en el senti-do de “chulo”, “rufián”, que luego pasa a“valiente”, y por fin al sentido actual.

Le interesa a Ferlosio saber el lugar denacimiento de esta acepción, y lo encuen-tra en las alabanzas dirigidas al oyente, quesuelen constituir series: “¡Bonito!, ¡guapo!,¡precioso!”. No tienen la misión de sumarsignificados (como cuando se dice “el caba-llo es rojo, alto y veloz”), sino la de “rema-char sucesivamente una única intenciónexpresiva, de ser, en una palabra, martilla-zos sucesivos sobre el mismo clavo”.

¿Cómo pasó “guapo”, palabra rufianes-ca, a los labios amorosos de una madre?Saltamos así a explorar otro rincón de lalengua, el del arrebato: “La pasión necesi-ta siempre de palabras que franqueen al-gún límite, para colmar sus ganas expresi-vas”, y al fin y al cabo, como decía SanchoPanza, “no es deshonra llamar hijo de pu-ta a nadie si cae bajo el entendimiento dealaballe”.

Y por fin se analizan las diferencias se-mánticas en el seno de la isotopía: “gua-po”, “bonito”, “lindo”..., ¿se aplican a hom-bres, a mujeres, a niños?; ¿al cuerpo, a suspartes; al rostro? Especialmente curioso esel caso de “mono”, nacido quizá como ape-lativo del niño que ya gesticula, pero nohabla, y se asimila al animal (como se vepor otra lindeza que se le dedica: “maca-

co”). Aplicado a cosas, rebaja sus valores:un “cuadro mono” es sólo decorativo. Alcompararlo con “guapo” resalta un hecho:“mono” parece aplicarse a los rasgos facia-les poco marcados. Así, “la Princesa de As-turias, que era sin duda una mujer muyguapa, ha preferido trocarse en una chicamona”…

Ni qué decir tiene, siendo una obra deRafael Sánchez Ferlosio, que “Guapo” y sus

isótopos está admirablemente escrita, consu característica prosa frecuentementeramificada en largos periodos. Pero su argu-mentación (que, como es obvio, ha perdi-do gran parte de su sutileza en este resu-men) se controla férreamente, y al lector sele lleva de la mano desde la hipótesis deinicio hasta el QED, “como queríamos de-mostrar”, final.

En suma: un libro precioso. O

El triunfo del amor

EL AUTOR DE El Jarama siempre tuvoun vivo interés por la lengua; de he-cho, su novela más famosa surgió desus notas sobre formas populares dehabla. Al acabar de escribirla en 1955,Ferlosio se “retiró de la circulación”para dedicarse a “altos (o bajos) es-tudios gramaticales” durante 15 años.Estudios solitarios, que se vieron enri-quecidos en una época por una tertuliacon un grupo de amigos profesionalesde la lengua (Carlos Piera, el malogra-do Víctor Sánchez de Zavala…). Estareunión recibió el título, algo rimbom-

bante, de Círculo Lingüístico de Ma-drid. De la numerosa escritura surgidade estos años de estudio, la pieza másacabada fue “Guapo” y sus isótopos,empezada en 1970 y revisada y publica-da ahora.

¿Desde dónde escribe Ferlosio cuan-do habla de lengua? Desde luego, nose declara un experto (no tiene repa-ros en observar en un momento: “Qui-se cumplimentar la referencia en laBiblioteca del Ateneo, pero no encon-tré nada; no tengo impulsos de inves-tigador, y me desanimé”). Pero se ve

con las fuerzas intelectuales para apre-hender algunas de sus sutiles realida-des, a través de la lectura y la observa-ción, y contarlas maravillosamente aquien quiera escucharlas.

Como el sabio del grabado antiguo,que atraviesa la bóveda celeste paraasomarse a la maquinaria que la mue-ve, en esta obra palpita la emoción dequien se adentra en lo que “nadie havisto nunca con ojos mortales, ni creoque llegue a ver jamás, esa gran páginaarbórea, pluridimensional y pluriarticu-lada que llamamos ‘el acervo”. J. A. M. O

Ferlosio y la lengua

Palabrasen constelaciónAl analizar minuciosamente el funcionamiento de la palabra“guapo” y las que le rodean, Ferlosio nos guía en un viajefascinante por un rincón de la lengua y su movediza historia

Ilustración de Fernando Vicente.

EL LIBRO DE LA SEMANA

8 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

Por Carlos Marcos

SE MUESTRA extremadamente ama-ble, pausado, desconocido. Rober-to Iniesta (Plasencia, Cáceres,1962), el rockero ingobernable, es-

quivo con la popularidad, refugiado ensus tormentos, ha cambiado. Quizá sea sunueva condición de escritor. O que dardescanso a los amenazadores yceñudos Extremoduro le ha de-senchufado. Y sin esa electrici-dad es otro, mucho más ponde-rado. Para los no frecuentadoresde ambientes rockeros, apuntarque Extremoduro, su grupo, esun milagro dentro de la músicaespañola: unos tipejos desarrapa-dos capaces de llenar pabellonessin sonar en radios y, al mismotiempo, de acumular alabanzaspor parte de los críticos más se-veros. La esencia del grupo sonlos textos de Robe (“El cielo esta-ba rojo como una amapola / losojos también rojos de no haberdormido / La luna me ha dado eltoque: niño, estoy muy sola”,cuenta en Abre el pecho y regis-tra) y esa forma bronca de can-tarlos. Nada que ver con el tipoque ahora mismo sorbe un sua-ve té, cruza las manos y hablasin parar.

Nos pide con tremenda dulzu-ra (sí, se descubre afable) que nodesvelemos mucho de la tramade su primer libro, El viaje ínti-mo de la locura, que lo mejor eszambullirse a tumba abierta enla historia. No busque ni drogasni rock ni Extremoduro ni episo-dios morbosos de la azarosa vi-da de Roberto Iniesta. Y tampo-co hay mucho sexo en la historia de unnotario gris (Don Severino), rutinario y de-sesperadamente soso, al que la vida le daun bofetón que le arrastra a una excitanteaventura. Pero tanta corrección de Iniestasalta por los aires a poco que se le pinche.Es cuando surge su espíritu indomable.Estéticamente conserva su actitud radicalcon un pelo alborotado con mechas ¡azu-les! y verbalmente suelta cosas como: “Mela suda si el libro no vende”. Eso sí, lo dicecon dulzura.

PREGUNTA. ¿Qué grado de locura tie-ne Roberto Iniesta?

RESPUESTA. Quizá no sea el más indi-cado para decirlo. Pero cuando me dicen“estás loco por hacer tal cosa”, ahí piensoque no voy por mal camino. Al contrario.Si dicen que estoy loco, puede ser, o quelo estoy de verdad, o que estoy abriendo

un nuevo camino. Lo mío siempre ha sidoinnovar y crear cosas nuevas. Si dicen queestoy loco… pues no será tan malo.

P. Diga algo que ha hecho y por lo quele han tachado de loco.

R. Bueno, quizá cuando empecé a ha-cer el libro. Me dijeron: “Tú tienes tu cu-rro, tu historia… Todo el mundo dice queeres un letrista de canciones cojonudo,qué ganas tienes de que la gente diga que

escribes libros como la puta mierda. ¿Aqué viene esto del libro?

P. ¿A qué viene?R. Bueno… Me lo he pasado muy bien

haciéndolo. Es una actividad distinta de lade componer. Las canciones estás muchotiempo intentando hacerlas y luego…,plas, salen en un momento. Ese periodode la creación, como que pasa muy rápi-do. Y con el libro la creación dura mucho.Te vas a la cama con un buen rollo que noveas. A lo mejor has escrito una página, oun solo párrafo, pero te parece que es lahostia. Te vas a la cama todo orgulloso,diciendo: “Bua, es que soy la polla”. Ellibro te hace pasarlo bien más tiempo.

P. ¿Le gustaría tener un gran éxito deventas con el libro?

R. No, eso me la suda. ¿Qué es el éxito,que le guste a muchísimos tíos un poco, o

que les guste muchísimo a pocos? Si yome lo paso bien y le gusta a alguien, aun-que sean unos pocos, pues para adelante.

P. ¿Por qué hace promoción entonces?R. Quiero que la gente sepa que he

escrito un libro. Si el libro es bueno, elboca a oreja hará lo demás. Así fue conExtremoduro.

P. Empezó el libro en 2003…R. Lo que pasa es que empecé proban-

do. Luego paré para estudiar por la UNED(Universidad Nacional de Educación a Dis-tancia) gramática y ortografía porque que-ría tener soltura. Al escribir prosa debesatenerte mucho más a las normas que enlas canciones o la poesía.

P. ¿Ha utilizado mucho el diccionario?R. Claro, todo el rato. No como una

biblia, pero sí para saber cuándo me es-taba saliendo. Alguna vez he pasado deél y no he aceptado sus normas, perosabiéndolo.

P. La última frase del libro es: “¡No tejode!”. Eso es muy Extremoduro.

R. Sí, eso lo dice una lombriz. Es unametáfora. Habla de ese ser que nuncatenemos en cuenta. Siempre se cuenta lahistoria de los reyes, de las grandes bata-llas… Joder, y toda esa gente que estabaahí…, pobrecillos, también tienen su his-toria. Siempre hay otras maneras de verla realidad.

P. ¿Cómo es su relación con la literatu-ra? ¿Cuándo empezó a leer y qué tipo delibros?

R. No he leído mucho. De pe-queño leía los de Los Cinco. Melo pasaba muy bien. Pero me cos-taba ponerme. Luego hubo unaépoca en la que no leía nada denada.

P. ¿Coincidió con su etapasalvaje?

R. Claro. Llegaba ciego a casay cómo iba a leer. Ni con gafas.Pero hace unos diez años empe-cé a leer mucho. Soy un lectortardío y tiene su parte buena,porque puedes coger de todoslos territorios: clásicos, moder-nos… Ahora leo todas las no-ches. Me sienta bien. Y varío: sime he terminado una novela deacción, luego cojo una biografíay luego un best seller.

P. Da la impresión de que enla trama de la novela introduceideas que ya apunta en las le-tras de Extremoduro, como losataques a la Monarquía y a laIglesia.

R. El argumento me ha per-mitido tocar diferentes terrenosy a veces me he tirado al barro.Y sí, me he vengado de algunacosa y me he desahogado. Y laverdad es que me he quedado agusto. Lo escribes y… toma, ahíqueda eso.

P. Otra idea de la historia esponer en entredicho la democracia, el va-lor de lo que piensa la mayoría.

R. Hacerse preguntas es bueno. Nocreo que haya ningún peligro en cuestio-narse las cosas. Es sano.

P. ¿Va a tener continuidad, va a escri-bir más novelas?

R. Espero que sí. Cuando acabé de escri-birlo me dio mucha pena. Me quedé comovacío. Pensaba: y ahora qué, con lo bienque me lo estoy pasando. Es que me gus-tan mucho las palabras y enredar con ellas.En cuanto tenga otra ideíta tiraré del hilo.Pero por ahora no tengo nada. Y no quieroforzarlo. Ya llegará. Quizá me tenga queaburrir un poco para que salte la chispa. O

El viaje íntimo de la locura. Roberto Iniesta. ElHombre del Saco. Vizcaya, 2009. 327 páginas. 19euros.

El músico Robe Iniesta, líder de Extremoduro, debuta en la literatura con El viaje íntimo de la locura. Foto: Claudio Álvarez

Las metáforas de Roberto IniestaEl líder de Extremoduro publica El viaje íntimo de la locura, su primera novela: “Quieroque la gente sepa que he escrito un libro. Si es bueno, el boca a oreja hará lo demás”

“A veces me hetirado al barro.Y sí, me he vengadode alguna cosay me he desahogado”

LIBROS / Entrevista

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 9

De la Institución a laConstitución: Política y culturaen la España del siglo XXElías Díaz. Trotta. Madrid, 2009256 páginas. 18 euros

ENSAYO. UNA PARTE sustancial del proyec-to intelectual del profesor (del maestro)Elías Díaz ha consistido en su indagaciónde lo que él ha llamado, con tino, la “re-construcción de la razón” a lo largo de lahistoria político cultural de la Españacontemporánea. Sobre ello descuellantres hitos en su obra: La filosofía socialdel krausismo español, de 1973, el Pensa-miento español en la era de Franco, delaño siguiente, y el más reciente Los viejosmaestros, de 1994, que lleva como subtí-tulo precisamente ‘La reconstrucción dela razón’. La descripción de esa largaaventura de implantación de la moderni-dad, la democracia y, en buena medida,la moral pública, culmina ahora con esterelato del hilo conductor que condujo dela Institución Libre de Enseñanza, funda-da en 1876, a la Constitución democráti-ca de 1978, un siglo casi preciso mástarde. A pesar de la magnitud de la obra

de Elías Díaz en el terreno de la historiaintelectual política hispana en el campoespecífico de la modernización reformis-ta, racionalista y laica, desde finales delsiglo XIX, aún le quedaban al parecer hue-cos —que no lagunas— por llenar. Esteagradable y eruditísimo libro las ha col-mado con creces. (Es muy de agradecerque el texto sea terso y legible: el autorrelega su apabullante aparato de fuentesy referencias a las incesantes y ampliasnotas). El hilo conductor que va desde elpatriotismo racionalista y pedagógicodel proyecto de don Francisco Giner delos Ríos y sus correligionarios (nunca me-jor dicho) hasta la confección misma denuestra actual Carta Magna es menos co-nocido de lo que debiera. Aquí aparecesin solución de continuidad, en una con-catenación de empeños culturales quenada, ni las luchas fratricidas, ni las tergi-versaciones de unos tirios malévolos y deunos troyanos ignorantes, han logradoquebrar. Tengo para mí, que no ha habi-do, en la España del progreso y la refor-ma civilizatoria, una sola senda. El autortampoco lo pretende. Prueba de ello sonlos capítulos dedicados a tres personali-dades de orígenes intelectuales muy dis-tintos a la tradición “institucionista” a laque el autor —como el que esto escribe—de algún modo pertenece: Enrique Tier-no, José Luis López Aranguren y JoaquínRuiz-Giménez, el último desaparecido afines del pasado agosto. La evaluacióndel origen, evolución e incorporación alempeño democrático y al proyecto refor-mista de estos tres hombres, viniendo dequien viene, merece la mayor atención.Tal vez Madrid y sus aledaños no hayansido la única capital de la aventura que

el autor relata. (Una simple alusión aotros esfuerzos notables, en otros para-deros, hubiera bastado). Pero esta levesalvedad no quita importancia a este ex-traordinario testimonio de nuestra grany a veces amarga aventura común haciauna España decente. Hay aún muchoque andar, sin duda, para alcanzarla.Más de lo que hubiéramos querido. Peroquien haya menester repostar fuerzas pa-ra seguir caminando, que lea este librodel salmantino incansable, el profesorElías Díaz. Salvador Giner

Rebelión en las aulas. Movilizacióny protesta estudiantil en la Españacontemporánea. 1865-2008Eduardo González CallejaAlianza. Madrid, 2009447 páginas. 22 euros

ENSAYO. CON UN TÍTULO estridente y unsubtítulo explicativo, Eduardo GonzálezCalleja nos presenta la primera síntesisde los movimientos estudiantiles en la Es-paña contemporánea, a partir de la No-

che de San Daniel que en 1865 marca elinicio de la protesta política universitariaen nuestro país. A continuación de exce-lentes estudios sobre la violencia políticaen el siglo XX español, González Callejaaplica ahora su competencia en el análi-sis de los movimientos sociales a este re-corrido sectorial. De entrada hay que de-cir algo ya tópico: es una buena crónica,bien explicada a partir de los instrumen-tos analíticos disponibles en ese campo yviene en consecuencia a llenar un vacíoimportante en nuestra historiografía. Re-belión en las aulas se constituye desdeahora un buen libro de referencia y tantoel capítulo inicial como la descripción delos movimientos estudiantiles en losaños veinte y treinta, incluido el viraje deun sector importante hacia el fascismo.Tal vez habría que reprochar a GonzálezCalleja el mantenimiento del método deanálisis, fundado sobre la bibliografía ydocumentos precedentes, para el periodoposterior a 1960, sin aprovechar la circuns-tancia de que hay fuentes por explorar ysobreviven muchos de los protagonistas.El contenido de la radicalización ideológi-ca, el ascenso de los grupos izquierdistas(más que de Nueva Izquierda), su infiltra-ción en otras organizaciones (como la delos troskos en el FLP), la disyunción consi-guiente entre antifranquismo y democra-cia, el papel de un profesorado joven, que-dan así fuera de campo. El “activismo”requiere un desglose y una contextualiza-ción. Por decirlo en una frase, estamosante un relato sin concierto de Raimon.La aportación de conjunto mantiene suvalor, pero hubiese merecido la pena unenriquecedor cambio de rumbo al abor-dar ese periodo crítico. Antonio Elorza

La guerra eterna.Partes desde la guerracontra el terrorismoDexter FilkinsTraducción de Enrique HerrandoCrítica. Barcelona, 2009432 páginas. 29,90 euros

Por Luis Prados

ENSAYO. EL PASADO septiembre ha sido elmes menos violento en Irak desde la inva-sión norteamericana en 2003, tan sólo 125muertos, y la tragedia en Mesopotamiahace ya años que no domina las primeras

páginas de los periódicos. Pero hubo untiempo en el que “los coches bomba y lasllamadas a la oración constituían el him-no nacional” del país como escribe DexterFilkins, durante ocho años reportero deThe New York Times en los frentes de laguerra contra el terror de Bush en La gue-rra eterna, un extraordinario libro de histo-ria y de periodismo, que logró el premio almejor de no ficción en 2008 del NationalBook Critics Circle de Estados Unidos.

Los años entre 2004 y 2007, los de laguerra civil sectaria entre suníes y chiíes,de limpieza étnica y de atentados de ma-sas, es la época que cubre Filkins, cuando“los americanos estaban haciendo enemi-

gos más rápido de lo que los podían ma-tar”. Fueron años con cientos de terroris-tas suicidas, una media de 40 secuestrosdiarios y la aparición constante de gruposinsurgentes. Como resume una mujer enaquellos terribles días de Bagdad: “Todoslos iraquíes estamos sentenciados a muer-te pero no sabemos por quién”.

Filkins decidió meterse hasta el fondoen ese torbellino de violencia y desgraciaarmado únicamente con los recursos delbuen reportero: ir adonde no se puede,preguntar lo que no se debe, hablar conquien no quiere, confirmar lo que se sabey evitar la demagogia. No es tarea simple.Como dice, “la vida del reportero es el

dolor de los demás”, un terreno donde esdifícil combinar la ecuanimidad con lapiedad. Es más, en La guerra eterna de-muestra que estar empotrado entre lastropas norteamericanas no es un obstácu-lo para el mejor periodismo. Su relato dela batalla para recuperar la ciudad de Fa-luya en noviembre de 2004 de las manosde los integristas islámicos es uno de losgrandes capítulos del reporterismo deguerra. Como lo es el dedicado a los terro-ristas suicidas, siempre “sorprendidos”,paradójicamente, por su propia muerte.

Hace 2.000 años escribió Cicerón so-bre Roma: “Caballeros, las palabras nopueden expresar cuán amargamente so-mos odiados entre las naciones extranje-ras a causa del comportamiento violentoy perverso de los hombres a quienes enaños recientes hemos mandado a gober-narlos. Porque en aquellos países, ¿quétemplo ha sido considerado sagrado pornuestros magistrados, qué Estado inviola-ble, qué hogar suficientemente protegidopor sus puertas cerradas?”.

Sus palabras aún suenan actuales. Fil-kins se dio cuenta pronto de que la gue-rra de Irak estaba perdida, en gran partepor el profundo desconocimiento y des-precio de los norteamericanos hacia elpaís invadido y sus habitantes. La guerraeterna no entra en las razones o mentirasque condujeron a la guerra ni aborda lacriminal ausencia de cualquier estrategiapara los primeros años de posguerra: sólocuenta sus consecuencias y no sólo entrelos iraquíes sino también entre los solda-dos de Estados Unidos, unos muchachosenviados a colonizar un planeta indesci-frable.

Filkins dedica la primera parte del li-bro a la guerra en Afganistán. CuandoOccidente ha perdido el rumbo y debatecómo retirarse sin perder la cara, merecela pena detenerse en algunas de las re-flexiones de Filkins: “La fuerza de los tali-banes es su ignorancia”. “Lo que temíanlos afganos era que el pasado pudiera vol-ver con toda su fuerza, que el pasadollegara a ser el futuro”.

Si es verdad que cada generación ocada época tiene su corresponsal de gue-rra, y Ernie Pyle fue el mejor durante la IIGuerra Mundial y Michael Herr en la deVietnam, sin duda Dexter Filkins es el dela guerra contra el terrorismo de la prime-ra década del siglo XXI. O

Días de tinta y sangre

Un marine ayuda a un compañero, mortalmente herido, durante la batalla de Faluya, en diciembre de 2004. El primero fue alcanzado poco después. Foto: Reuters

LIBROS / Ensayo, narrativa y poesía

10 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

Pájaro relojero.Poetas centroamericanosVarios autores. Selección y prólogode Mario CampañaGalaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.Barcelona, 2009880 páginas. 39 euros

Por Benjamín Prado

POESÍA. CENTROAMÉRICA ES el tornillo queune el norte y el sur de un continente quela Historia dividió en dos grandes idiomasy muchas culturas distintas. Condenadoal aplastamiento por la geografía y al expo-lio por la política y su jefa, la economía, suvía de escape ha sido tradicionalmente laliteratura, sobre todo desde el momentoen que nació Rubén Darío en Nicaraguay, desde allí, lo cambió todo. Nadie havuelto a ser Rubén Darío, por supuesto,pero él tampoco lo es todo, ni marca almismo tiempo el principio y el final de laliteratura centroamericana. Al contrario,la proliferación de poetas en esa regióndel mundo es asombrosa, y su calidadmuy notable.

Esta antología, magníficamente prolo-gada por el ecuatoriano Mario Campaña,autor de varios poemarios y de sendasbiografías de Quevedo y Baudelaire, conun texto en el que se mezclan la informa-ción, la magistratura y la solvencia narrati-va, inicia su inventario con el tambiénnicaragüense Salomón de la Selva y supoema entre clásico y vanguardista sobrela Primera Guerra Mundial, en la que com-batió y de la que deja estampas inolvida-bles en sus versos, y lo acaba con la guate-malteca Isabel de los Ángeles Ruano, quese declara borgianamente “portadora deenredaderas turbias / nacidas de lo incier-to de la raza”. Entre uno y la otra, pai-

sanos del primero como José CoronelUrtecho, Pablo Antonio Cuadra, JoaquínPasos, Ernesto Majía Sánchez, Claribel Ale-gría y Ernesto Cardenal; y de la segunda,como Otto-Raúl González, el magníficoCarlos Martínez Rivas y Luis Cardoza yAragón, que Campaña considera el segun-do adelantado de la vanguardia centro-americana, junto a Salomón de la Selva. Ycasi nada más, porque este Pájaro relojerosólo tiene un espacio para los salvadore-ños Roque Dalton, poeta revolucionarioasesinado en el volcán Quezaltepeque poruna fracción criminal de la propia guerri-lla, y Alfonso Kijadurías. Del resto de paí-ses no hay ningún autor seleccionado,aunque sí se citen en el prólogo a algunasprimeras espadas de Honduras, Costa Ri-ca, donde hubo un interesante movimien-to de vanguardia, y Panamá.

Una visión global de una antología es

difícil de conseguir,porque la variedad ylas simplificacionesson enemigos irre-conciliables, pero loque sí se puede apun-tar como caracterís-tica común prácti-camente a todas lasfirmas seleccionadasen este volumen essu compromiso conla realidad, porqueen la mayor parte delos casos su poesíano miró para otraparte, sino que se im-plicó en las turbu-lencias del tiempoconfuso que les tocóvivir. De esa particu-laridad surge otra,que es la denuncia

del imperialismo norteamericano y, deri-vada de él, la exaltación de la propia iden-tidad: no hay mayor nacionalista que elque intenta recuperar el país que conside-ra que le han secuestrado. Y aún hay untercer puente que une a gran parte de lospoetas que forman Pájaro relojero, que esel lenguaje, que casi siempre es directo, yhasta utilitario en los peores casos, perocasi nunca es vulgar: hay una fineza defondo que, en muchos casos, salva losversos del papel cambiante de las octavi-llas propagandísticas para meterlos en elterritorio seguro de la literatura.

Una visión no exhaustiva, pero sí in-teresante, de la poesía contemporáneade una región del mundo en el que mu-chas veces se ha querido escribir versossobre las banderas sin que se los llevaseel viento y, en algunos casos, se ha con-seguido. O

Nadie es Darío pero Rubén no es todo

Él. Cuentos para mi nietaRabindranath TagoreTraducción de Ana HerreraLa Otra Orilla. Barcelona, 2009204 páginas. 14 euros

NARRATIVA. NO SE PUEDE decir que la obrade Tagore esté pasando por su mejor mo-mento, aunque tampoco por el peor. EnEspaña y en otros países de Europa cono-ció una gloria vaporosa cuando los hippiesbuscaban puentes entre Oriente y Occi-dente. Tagore parecía uno de ellos: habíaasimilado perfectamente la tradición in-glesa y la bengalí, y había intentado pre-servar y divulgar lo mejor de las dos. Peroen aquel entonces los lectores buscabanlos textos y poemas más empalagosamen-te orientales de Tagore, véase El jardinerou Ofrenda lírica, que fueron reiterada-mente publicados en diferentes ediciones.El libro que tenemos ahora entre las ma-nos: Él. Cuentos para mi nieta, hace unpoco de justicia con un autor cuya obraabarca con amplitud todos los géneros yque fue sobre todo un cuentista portento-so, que mamó de la savia oriental peroque también innovó. A su condición decuentista con obras máximas como elGalpaguchchcha hay que unir además sucondición de pedagogo y el haber dedica-do parte de su vida a la creación de unaescuela experimental y autosuficiente ensu Bengala natal. Él. Cuentos para mi nie-ta es un libro que aúna la perfección losdos oficios fundamentales de Tagore: na-rrador y pedagogo, en una ficción tan útily divertida para los niños como para losadultos y que tiene la virtud de sorprenderen cada capítulo. Como su título indica, setrata de una colección de cuentos hilvana-dos por tres hilos: el narrador (imagen delpropio Tagore), su nieta y Él: una criaturahecha sólo de lenguaje y que justamentepor eso puede serlo todo, o por lo menostodo cuanto cabe en el lenguaje, puedeser lo más normal, lo más ordinario, ytambién puede ser lo más anormal y sor-prendente. El libro deja ver que Él fue unacreación común de Tagore y su nieta, queentre los dos fueron gestando ese duende,a ratos amable, a ratos aterrador, que vavinculando los cuentos, unas veces comoprotagonista y otras veces como mero rela-tor, y en cuyo sentido del absurdo vemoscierta influencia de Lewis Carroll. He ahíla clave más venturosa de este libro: laconfluencia de las narraciones orales detradición bengalí con el sentido del absur-do y el amor a la paradoja de la tradicióninglesa, y especialmente del creador deAlicia. Dos tradiciones muy alejadas en elespacio y el tiempo y que aquí casan a laperfección, conformando un universo ca-paz de codearse tímidamente con las dosAlicias de Carroll. Jesús Ferrero

Villa TristePatrick ModianoTraducción de María Teresa Gallego UrrutiaAnagrama. Barcelona, 2009191 páginas. 15 euros

NARRATIVA. “MI MEMORIA ES ANTERIOR a minacimiento”, dijo una vez Patrick Modia-no (Boulogne-Billancourt, 1945) señalan-do el juego literario al que se ha consagra-do desde muy joven, pues Villa Triste, sucuarta novela, la escribió a los 29 años. Escomo decir que algunas veces la literaturaprecede a la experiencia. Proust estaría deacuerdo. Y no es extraño, pues Modianose aplica en desmontar a Proust, quitandola grasa y el músculo de su prosa paraquedarse con el hueso, aún flexible y diná-mico. Cada palabra de Modiano tiene pe-

so y a la vez puede perderse con un débilsoplo; cada una de sus palabras es unapieza inevitable de un indolente relato sus-pendido, en apariencia falto de sustanciay ritmo novelístico, pero que cala sutil-mente en la conciencia. Canto fúnebre aun amor joven condenado al fracaso perotan intenso que el lector intuirá que nun-ca va a “sentir” nada parecido (del mismomodo que es difícil sentir un perfecto desa-pego como el que trasmite la última obrade Modiano, Un pedigrí), Villa Triste cuen-ta las vacaciones al borde de un lago fron-terizo de un curioso trío: el narrador, Yvon-ne y el doctor Meinthe. Representan unapantomima muy seria y a la vez superflua:el primero se las da de conde, la segundade actriz, el tercero se considera la reinaAstrid. Se relacionan con personajes borro-sos. Tienen secretos, padecen la angustiadel momento y no quieren vivir. Porquesueñan: el narrador trata de evitar todo eltiempo “los ademanes demasiado bruscosy las preguntas demasiado concretas parano despertarme”. También el lector debe-rá hacer lo mismo, conmovido, hasta elfinal de esta evocadora novela. Aunque nopase nada. Sólo el temblor del reconoci-miento (“nunca he confiado gran cosa enmi identidad”) y la frágil ironía de quiensabe que lo ha perdido todo excepto eseenvenenado regalo de bautismo, la memo-ria. José Luis de Juan

El padre muertoDonald BarthelmeTraducción de Catalina Martínez MuñozSexto Piso. Madrid, 2009189 páginas. 17 euros

NARRATIVA. AUNQUE EL ESCRITOR estadouni-dense Donald Barthelme (1931-1989) esmás conocido como autor de relatos y mi-crocuentos, que le consagraron en losaños sesenta, también escribió cuatro nove-las. La que se ha traducido ahora al español,El padre muerto, se editó originalmente en1975 y narra el periplo de una veintena depersonajes que acarrean a un inmenso pa-dre muerto —aunque habla y resultamanejable— en busca del vellocino. Enaquel momento, la novela recibió el mis-mo tipo de elogios y de críticas que solían

cosechar sus cuentos. Quienes la elogia-ron resaltaban el experimentalismo de untexto incisivo, a veces de lenguaje tele-gráfico y hasta inconexo, y señalaban elpoderoso simbolismo que contiene estafantasía sobre la paternidad. Quienes lacensuraron hicieron hincapié en lo mis-mo: no les gustó ni la herencia de las van-guardias que recogía —Beckett y Joyce es-tán ahí— ni la construcción fragmentariani la crudeza con que se tratan las relacio-nes entre padres e hijos. Pasados 35 añoscabe dar la razón a los primeros, porqueeste libro habla claramente el lenguaje dela intertextualidad y, por lo tanto, el de latradición. El padre muerto es Dios, la San-tísima Trinidad, Yavé y Alá, además de serel padre natural y todos los padres putati-vos posibles e imposibles, habidos y porhaber. Leyéndolo, a pesar del rupturismoaparente, uno regresa al bueno de Tris-tram Shandy, tan obsesionado con su filia-ción, y también al Ulysses, pero sobre todoal Faulkner de Mientras agonizo, del queen cierto modo es una variación. Los lecto-res en español, además, debemos agrade-cer la excelente traducción de una obrasinuosa y compleja donde las halla. Entodo caso, el mérito más reseñable de Elpadre muerto está en esa sabia combina-ción de experimentalismo y alegoría queno renuncia a la tensión que proporcionala intriga. Fernando Castanedo

Una imagen de Nicaragua. Foto: Oswaldo Rivas

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 11

Por Javier Rodríguez Marcos

LUIS LANDERO ESTÁ contento. Y noporque publique su sexta novela,Retrato de un hombre inmaduro(Tusquets), sino porque Paco Beze-

rra, un antiguo alumno suyo de la Escuelade Arte Dramático, acaba de ganar el Pre-mio Nacional de Literatura dramática. “Untío majísimo. Y muy pesado, como todo elmundo al que le gusta la literatura”, dicecon una carcajada. Landero lleva ya dosaños jubilado, pero durante décadas convi-vió con una diatriba que invade a los lecto-res que son también escritores y profesoresy no, como subraya él mismo, “a los inge-nieros de caminos canales y puertos”: po-ner de acuerdo a los tres en sus lecturas.Así, hay autores, como Joyce, que le intere-san mucho al escritor y algo menos al lec-tor y al profesor. A éstos, además, les gustaGaldós, pero al escritor no tanto. Y lo mis-mo pasa con Hermann Hesse, que atrajo allector en su adolescencia y luego sólo inte-resó al profesor “por solidaridad con susalumnos”. ¿Algún título que concilie a lostres? “Crimen y castigo. A mis alumnos detercero de bachillerato les costaba entrar,pero luego les gustaba mucho”. Dice LuisLandero (Alburquerque, Badajoz, 1948)que el profesor era el más difícil de conten-tar porque dependía también del gusto delos estudiantes. La jubilación ha terminadocon el problema —ya sólo discuten dos— yen la mesa del salón de su casa madrileña,a un paso de la glorieta de Bilbao, reposa Eldía D (Crítica), de Antony Beevor.

En un cajón del estudio, Landero conser-va desordenado el manuscrito —corregidocon tinta de cinco colores diferentes— deRetrato de un hombre inmaduro, un bos-que de cuadernos con el logotipo de empre-sas de medicamentos, folios de letra apreta-da y tarjetas de invitación aprovechadaspor la cara limpia. En la habitación del hos-pital en el que está ingresado, el protagonis-ta de la novela hace balance de su vida. Y,lo dice él mismo, no le salen las cuentas. Elresultado es el monólogo tragicómico deun ser desorientado y sin atributos, unamezcla de Quijote, Sancho, Lázaro de Tor-mes y soldado Svejk; un sabio que no en-tiende nada, como un actor en una pelícu-la dirigida por Kafka con guión de WitoldGombrowicz; un nómada con vocación desedentario, un rijoso romántico, un hom-bre ejemplar capaz de las mayores bajezas.

“Los mimbres del libro son autobiográfi-cos, pero el cesto no. Hay cosas mías, sí,pero ¿de dónde va a sacar uno sus cosas sino?”, dice Landero de un relato en primerapersona construido a partir de la angustiaterminal de un pícaro ingenuo que sabeque pocos negocios hay tan edificantes co-mo el de “la buena conciencia cuando seasocia con la fantasía”.

PREGUNTA. ¿En estos tiempos dan me-jor resultado literario los antihéroes quelos héroes?

RESPUESTA. Es que ya, ¿qué héroeshay? Sólo quedan en la literatura testimo-nial. Primo Levi, por ejemplo. Siemprefuera de la ficción. La palabra héroe estádescatalogada. Las novelas ya no admitenhéroes, se han refugiado todos en los bestsellers. Pero tampoco me gusta la palabraantihéroe. Somos un poco de todo, comoun guiso. Y quiero pensar que dentro decada cual siempre hay un margen parapequeñas heroicidades.

P. También su novela es un guiso, ¿no?Mucha comedia, un poco de tragedia…

R. Ésa es mi manera de ver el mundo.

Todo lo que escribo tiene ese sabor agridul-ce. Pensé incluso en usar la palabra tragico-media en el título, lo que pasa es que estáya muy gastada, pero algo de eso tiene.

P. ¿Es difícil equilibrar las dos cosas?R. Uno tiene siempre que bordear dos

amenazas: ser sentimental sin ser cursi yser dramático sin ser patético. ¿La clave? Elhumor, que ayuda a no traspasar ni la líneasentimental ni la dramática. El humor y eldrama están unidos de un modo espontá-neo. Eso es muy antiguo. Y detrás de todoeso acecha el absurdo, que es el verdaderofondo sobre el que se proyecta todo.

P. Pero su protagonista hace cosas ab-surdas de forma muy racional.

R. Eso viene de Kafka, que es el primeroque hace cosas absurdas de un modo racio-nal. Y de Buster Keaton. De Kafka nace elhumor moderno, porque antes de él nohay nadie que escriba de forma seria paracontar algo que no lo es. La prosa de Kafkaes como la cara de Buster Keaton. Tienealgo de juez y de rabino. Y todo eso al

servicio de un contenido absurdo. De esedesnivel nace la risa.

P. “Todo se arregla con historias”, se-gún el narrador, que adora el silencio perono para de hablar. ¿Les pasa eso a los escri-tores?

R. Hay una incontinencia verbal en to-da la sociedad y en todos nosotros, sí. Estodo como una fiesta en la que las palabrasson monedas sin valor. Yo amo el silencio,y en esto la novela es autobiográfica, pero ala vez soy muy charlatán.

P. Sin embargo, en esa especie de teo-ría personal que incluyó en Entre líneasdecía que las palabras se gastan sólo cuan-do se habla superficialmente de las cosas.

R. Hay que tener cuidado con las teo-rías, pero sí es verdad que a veces vamos abuscar nuestro mundo en lugares ajenos anosotros cuando lo que hay que hacer espartir de lo concreto. Cuando uno habla delo concreto es cuando las palabras tienenun aire de frescura. Lo pierden cuando ohablamos en abstracto o de cosas leídas.Cuando tratamos de algo personal, aunquesea un libro que hemos digerido bien, laretórica se disuelve en la sintaxis y tienealgo de verdad, de vida. Lo importante deun libro es que tenga vida. Vale más uninsecto vivo que un tigre disecado.

P. ¿Lo personal tiene un límite? Suhombre inmaduro se ríe de los que quie-ren conocerse a sí mismos.

R. Es que todo esto de la identidad y deconocerse a sí mismo me enoja.

P. ¿Por qué?R. Me parece mucho más interesante el

mundo. Uno es un espectador, no puedeestar todo el rato mirándose el ombligo. Sepierde la vida. Además, uno es lo que mira,cómo recibe y hace suyo el mundo exte-rior. Todo lo que cuenta la novela está saca-do de personajes de este barrio. El Maraca-ná está ahí, en la esquina. Te lo puedoenseñar si quieres. Las tres rosas, la pastele-ría, está ahí mismo también. Todavía no lahan vendido. Todo está fantaseado peroahí están.

P. ¿Hasta qué punto las reflexiones delnarrador son también las suyas?

R. Al principio uno tira de la novela, pe-ro luego es la novela la que tira de uno. Yen ese momento, que es el mejor, ya nohace falta que le prestes al personaje tusideas. Tiene las suyas propias. En esta nove-la me iba guiando por temas: la doble con-ciencia, el amor, la realidad objetiva y laimaginaria, el lenguaje… Eso sí, aspiro aque todas las reflexiones que haya seanideas contadas, no ideas en estado puro,que para eso es una novela, no un ensayo.Temáticamente hay un fondo. Los temasson los que van unificando el relato. Sonuna guía dentro de la incertidumbre de esemundo en el que uno iba entrando a tien-tas, al hilo de las cosas que se me ibanocurriendo.

P. En esta novela las historias se vansucediendo como si no hubiera un esque-ma previo. No sé si es usted de los que sesientan a escribir “a lo que salga” o de losque lo tienen ya todo en la cabeza cuandose ponen.

R. En las novelas anteriores sí tenía unesquema previo, en ésta no. Es la primeravez que he escrito con una libertad compo-sitiva que no me había permitido antes.Yo soy flaubertiano, me gusta saber dedónde a dónde voy, aunque al calor de laescritura es donde aparece lo más intere-sante. Hace mucho tiempo que quería es-cribir una novela dejándome llevar. Teníauna cierta idea, siempre se tiene, pero tra-bajé como se rellenan los crucigramas, alazar, dejando incluso casillas en blanco.En eso sí es distinta, es la que he escritocon más libertad.

P. ¿Y con menos esfuerzo?R. También. Y en poco tiempo. Tengo la

sensación de que se ha escrito sola. Yo mis-mo me preocupaba. Decía: si sale tan fácilno puede estar bien. Dice un personaje deShakespeare que las cosas las solemos hacercon más esfuerzo que deleite. A la hora deescribir eso también ocurre, pero esta nove-la ha sido puro deleite. Han sido ocho me-ses de felicidad. Lo que haya salido no lo sé.

P. ¿Duda?R. Cuando empieza estás eufórico. Al

principio me gustaba mucho. Luego meempezó a gustar por las mañanas, pero porlas tardes no. Luego me entraron las dudasalgunas mañanas. En fin, llega un momen-to en que no sabes juzgarte a ti mismo.

P. ¿Existe la novela perfecta?R. Las cosas pequeñas —un poema, una

canción— pueden ser perfectas, pero unanovela larga perfecta es insoportable. Lascosas largas tienen el encanto de la imper-fección, y en está novela lo he descubiertoespecialmente. Lo que se pierde en perfec-ción se gana en humanidad y en encanto,el encanto de lo que no aspira a ser perfec-to porque la vida tampoco es así.

P. Una vida imperfecta para personasinmaduras, como su protagonista.

R. Él además está muy desorientado,

aunque tiene todos los referentes a su dis-posición. Pero le pasa como a GrouchoMarx: “Tengo estos principios, pero si no legustan tengo otros”.

P. ¿Quería retratar esta época?R. En absoluto. Eso sería escapar de lo

concreto. Si hay alguna resonancia ya no escompetencia mía. Yo quería mostrar lo quees la vida. ¿Quién no ha deseado la muertede alguien alguna vez, aunque fuera de ni-ño? Dentro de nosotros hay un asesino enpotencia, pero también un santo. Según lascircunstancias. Piensa en la ex Yugoslavia.Personas que han convivido sin problemasse convierten en enemigos radicales. Porlas circunstancias y porque hay una natura-leza brutal dentro de nosotros que no estáni apaciguada ni civilizada. O

Retrato de un hombre inmaduro. Luis Landero. Tus-quets. Barcelona, 2009. 240 páginas. 17 euros. Sepublica el próximo 4 de noviembre.

ESTE AÑO SE CUMPLEN 20 de la sonada irrup-ción de Luis Landero en el panorama lite-rario español. Extremeño recriado en Ma-drid, llevaba décadas escribiendo cuandopublicó su primera novela, Juegos de laedad tardía (1989), después de peregrinarpor varias editoriales. El éxito fue tal—Premio Nacional y de la Crítica, 27 edi-ciones hasta la fecha en diferentescolecciones— que las expectativas sobrela segunda novela se pusieron por las nu-bes. Un dibujo de Forges en el númeroespecial literario de una revista mensualacertó a resumir el ambiente. En una pági-na atiborrada de escritores dos individuosconversaban en una esquina: “Te veo ner-vioso. Es que soy Luis Landero y tengo queescribir la segunda novela. ¿Cómo se va atitular? Me están esperando con toda laartillería”. “Claro que me acuerdo de aque-llo de Forges”, dice riendo el novelista.“Tengo por ahí el original, me lo regaló élcuando lo conocí”.

Landero reconoce que, aunque la reso-nancia de Juegos de la edad tardía le pilló“mayorcito” —tenía 41 años— en Caballe-ros de fortuna (1994) le pesó la responsabi-lidad, “algo que no es bueno para escribir,aunque siempre trabajas en un terrenoque tú acotas y que es impermeable a larealidad exterior”. Hoy no se reconoce de-masiado en ese libro: “De algún modo, noera yo. No me gusta mi segunda novela, esun poco bastarda, no es la que yo teníaque haber escrito. Como historia estábien, pero hoy no la habría escrito así.Pero así es la vida. Uno hace las cosas lomejor que sabe”.

¿Se imaginaba que esto sería así cuan-do daba clases en un instituto y escribíanovelas sin saber si encontraría editor?“Ahora que ya tengo 61 años, miro atrás yme sosiega ver que en la vida he hecho loque quería hacer y que he cumplido enparte el compromiso, el gusto, que teníade escribir, que he sido fiel a eso. De todosmodos, yo hubiera seguido escribiendoaunque no hubiera publicado o hubierafracasado estrepitosamente como escri-tor. Si tuviera que hacer balance, es ciertoque hay libros que no hubiera publicado oque hubiera escrito de otra manera, peroimagino que eso le pasa a todo el mundo”.

Dice Landero que detesta releerse—“me da miedo, no sea que me vaya aencontrar algo”—, pero que, de entre suspropias novelas (todas publicadas en Tus-quets), las que menos le gustan son la cita-da Caballeros de fortuna y la que siguió aésta, El mágico aprendiz (1998). “Me pare-ce espesa, difícil de digerir, como un pol-vorón de Toledo”, confiesa con una sin-ceridad poco habitual entre el gremio deescritores. Sus favoritas —“además de laúltima, que es lo que se dice siempre

¿no?”— son la primera y El guitarrista(2002), tal vez la más autobiográfica (Lan-dero fue guitarrista antes que escritor). Yno se resiste a añadir Hoy, Júpiter (2007),la última hasta Retrato de un hombre inma-duro. Eso sí, le tiene un cariño especial aEntre líneas: el cuento o la vida (2000), unasuerte de teoría personal de la literaturacon armazón narrativo que, antes que Tus-quets, publicó la editorial pacense Librosdel Oeste, dirigida por el poeta y traductorÁngel Campos. “Ángel me insistía: ‘Me tie-nes que escribir un libro para mi editorial’.¿Y qué voy a hacer yo? Un día nos emborra-chamos, y yo, cuando me emborracho, meecho muy p’alante. Y al final le dije: ‘Ven-ga, te lo escribo. El título será Entre líneas,que es muy futbolístico’. Lo escribí cuan-do estaba en Estados Unidos dando claseen una universidad. Es una miscelánea, ya mí me gustan mucho las misceláneas. Selo debo a Ángel Campos”.

Entre líneas contiene, así, reflexiones yconsejos del escritor hacia sí mismo. Aveces expresados en forma de despeina-das instrucciones de uso: “No pintar lacosa, sino el efecto que produce (…) Nopienses en conceptos ni palabras, sinocon imágenes (…) En cada frase hay quecrear una expectativa que anuncie la frasesiguiente y se resuelva en ella (…) Hay queconseguir expresar con precisión lo que essutil y con ambigüedad lo que es evidente(…) Huir de la rutina expresiva, pero nun-ca a costa de la exactitud. Todas las imper-tinencias posibles, pero ninguna gratuita”.Una frase, esta última, que parece habertutelado desde la primera línea de Retratode un hombre inmaduro, por más que Lan-dero quite importancia a sus propias teo-rías: “Esos decálogos son lo que son. Unonunca está libre de decir chorradas”.

Cuando se le pregunta si ha reparadoen la relación entre la inmadurez queaparece en el título de su último libro ylos juegos de la edad tardía del primero,Landero responde que no es premedita-do: “Lo he pensado sólo estos días. Eltítulo lo he puesto al final. De hecho,tengo por ahí 50 o 60 títulos posibles. Síquería que saliera la fórmula ‘Retrato de’o ‘Historia de un hombre’, pero el adjeti-vo no me salía. Hasta que di con inmadu-ro. Aparte de ser una palabra que todosconocemos, en ella caben muchos signifi-cados. Es multiusos. Igual que madurez.Tenía ese sentido de persona desorienta-da, de conducta un tanto errática quecoquetea con el mal. Y es que el mal se haprestigiado mucho en los últimos tiem-pos. El prestigio del marqués de Sade, delsuperhombre de Nietzsche, de la cruel-dad… Algo que, por cierto, es muy discu-tible moralmente. Pero es una de las se-ñas que definen nuestro siglo”. J. R. M. O

“Esta novela ha sido puro deleite, 8 meses de felicidad”,afirma Luis Landero sobre su nuevo libro. Foto: Uly Martín

Luis Landero“Las novelas no admiten héroes, se hanrefugiado todos en los ‘best sellers”El monólogo tragicómico de un pícaro ingenuo que repasa su vidaen una clínica llena las páginas de Retrato de un hombre inmaduro

Veinte años en juegoLuis Landero publicó en 1989 Juegos de la edad tardía, lanovela que lo puso en el panorama literario español

“Uno tiene que bordear dosamenazas: ser sentimentalsin ser cursi y serdramático sin ser patético.¿La clave? El humor”

“En las novelas anteriorestenía un esquema previo,en ésta no. Es la primeravez que he escrito conlibertad compositiva”

LIBROS / Entrevista

12 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

Por Javier Rodríguez Marcos

LUIS LANDERO ESTÁ contento. Y noporque publique su sexta novela,Retrato de un hombre inmaduro(Tusquets), sino porque Paco Beze-

rra, un antiguo alumno suyo de la Escuelade Arte Dramático, acaba de ganar el Pre-mio Nacional de Literatura dramática. “Untío majísimo. Y muy pesado, como todo elmundo al que le gusta la literatura”, dicecon una carcajada. Landero lleva ya dosaños jubilado, pero durante décadas convi-vió con una diatriba que invade a los lecto-res que son también escritores y profesoresy no, como subraya él mismo, “a los inge-nieros de caminos canales y puertos”: po-ner de acuerdo a los tres en sus lecturas.Así, hay autores, como Joyce, que le intere-san mucho al escritor y algo menos al lec-tor y al profesor. A éstos, además, les gustaGaldós, pero al escritor no tanto. Y lo mis-mo pasa con Hermann Hesse, que atrajo allector en su adolescencia y luego sólo inte-resó al profesor “por solidaridad con susalumnos”. ¿Algún título que concilie a lostres? “Crimen y castigo. A mis alumnos detercero de bachillerato les costaba entrar,pero luego les gustaba mucho”. Dice LuisLandero (Alburquerque, Badajoz, 1948)que el profesor era el más difícil de conten-tar porque dependía también del gusto delos estudiantes. La jubilación ha terminadocon el problema —ya sólo discuten dos— yen la mesa del salón de su casa madrileña,a un paso de la glorieta de Bilbao, reposa Eldía D (Crítica), de Antony Beevor.

En un cajón del estudio, Landero conser-va desordenado el manuscrito —corregidocon tinta de cinco colores diferentes— deRetrato de un hombre inmaduro, un bos-que de cuadernos con el logotipo de empre-sas de medicamentos, folios de letra apreta-da y tarjetas de invitación aprovechadaspor la cara limpia. En la habitación del hos-pital en el que está ingresado, el protagonis-ta de la novela hace balance de su vida. Y,lo dice él mismo, no le salen las cuentas. Elresultado es el monólogo tragicómico deun ser desorientado y sin atributos, unamezcla de Quijote, Sancho, Lázaro de Tor-mes y soldado Svejk; un sabio que no en-tiende nada, como un actor en una pelícu-la dirigida por Kafka con guión de WitoldGombrowicz; un nómada con vocación desedentario, un rijoso romántico, un hom-bre ejemplar capaz de las mayores bajezas.

“Los mimbres del libro son autobiográfi-cos, pero el cesto no. Hay cosas mías, sí,pero ¿de dónde va a sacar uno sus cosas sino?”, dice Landero de un relato en primerapersona construido a partir de la angustiaterminal de un pícaro ingenuo que sabeque pocos negocios hay tan edificantes co-mo el de “la buena conciencia cuando seasocia con la fantasía”.

PREGUNTA. ¿En estos tiempos dan me-jor resultado literario los antihéroes quelos héroes?

RESPUESTA. Es que ya, ¿qué héroeshay? Sólo quedan en la literatura testimo-nial. Primo Levi, por ejemplo. Siemprefuera de la ficción. La palabra héroe estádescatalogada. Las novelas ya no admitenhéroes, se han refugiado todos en los bestsellers. Pero tampoco me gusta la palabraantihéroe. Somos un poco de todo, comoun guiso. Y quiero pensar que dentro decada cual siempre hay un margen parapequeñas heroicidades.

P. También su novela es un guiso, ¿no?Mucha comedia, un poco de tragedia…

R. Ésa es mi manera de ver el mundo.

Todo lo que escribo tiene ese sabor agridul-ce. Pensé incluso en usar la palabra tragico-media en el título, lo que pasa es que estáya muy gastada, pero algo de eso tiene.

P. ¿Es difícil equilibrar las dos cosas?R. Uno tiene siempre que bordear dos

amenazas: ser sentimental sin ser cursi yser dramático sin ser patético. ¿La clave? Elhumor, que ayuda a no traspasar ni la líneasentimental ni la dramática. El humor y eldrama están unidos de un modo espontá-neo. Eso es muy antiguo. Y detrás de todoeso acecha el absurdo, que es el verdaderofondo sobre el que se proyecta todo.

P. Pero su protagonista hace cosas ab-surdas de forma muy racional.

R. Eso viene de Kafka, que es el primeroque hace cosas absurdas de un modo racio-nal. Y de Buster Keaton. De Kafka nace elhumor moderno, porque antes de él nohay nadie que escriba de forma seria paracontar algo que no lo es. La prosa de Kafkaes como la cara de Buster Keaton. Tienealgo de juez y de rabino. Y todo eso al

servicio de un contenido absurdo. De esedesnivel nace la risa.

P. “Todo se arregla con historias”, se-gún el narrador, que adora el silencio perono para de hablar. ¿Les pasa eso a los escri-tores?

R. Hay una incontinencia verbal en to-da la sociedad y en todos nosotros, sí. Estodo como una fiesta en la que las palabrasson monedas sin valor. Yo amo el silencio,y en esto la novela es autobiográfica, pero ala vez soy muy charlatán.

P. Sin embargo, en esa especie de teo-ría personal que incluyó en Entre líneasdecía que las palabras se gastan sólo cuan-do se habla superficialmente de las cosas.

R. Hay que tener cuidado con las teo-rías, pero sí es verdad que a veces vamos abuscar nuestro mundo en lugares ajenos anosotros cuando lo que hay que hacer espartir de lo concreto. Cuando uno habla delo concreto es cuando las palabras tienenun aire de frescura. Lo pierden cuando ohablamos en abstracto o de cosas leídas.Cuando tratamos de algo personal, aunquesea un libro que hemos digerido bien, laretórica se disuelve en la sintaxis y tienealgo de verdad, de vida. Lo importante deun libro es que tenga vida. Vale más uninsecto vivo que un tigre disecado.

P. ¿Lo personal tiene un límite? Suhombre inmaduro se ríe de los que quie-ren conocerse a sí mismos.

R. Es que todo esto de la identidad y deconocerse a sí mismo me enoja.

P. ¿Por qué?R. Me parece mucho más interesante el

mundo. Uno es un espectador, no puedeestar todo el rato mirándose el ombligo. Sepierde la vida. Además, uno es lo que mira,cómo recibe y hace suyo el mundo exte-rior. Todo lo que cuenta la novela está saca-do de personajes de este barrio. El Maraca-ná está ahí, en la esquina. Te lo puedoenseñar si quieres. Las tres rosas, la pastele-ría, está ahí mismo también. Todavía no lahan vendido. Todo está fantaseado peroahí están.

P. ¿Hasta qué punto las reflexiones delnarrador son también las suyas?

R. Al principio uno tira de la novela, pe-ro luego es la novela la que tira de uno. Yen ese momento, que es el mejor, ya nohace falta que le prestes al personaje tusideas. Tiene las suyas propias. En esta nove-la me iba guiando por temas: la doble con-ciencia, el amor, la realidad objetiva y laimaginaria, el lenguaje… Eso sí, aspiro aque todas las reflexiones que haya seanideas contadas, no ideas en estado puro,que para eso es una novela, no un ensayo.Temáticamente hay un fondo. Los temasson los que van unificando el relato. Sonuna guía dentro de la incertidumbre de esemundo en el que uno iba entrando a tien-tas, al hilo de las cosas que se me ibanocurriendo.

P. En esta novela las historias se vansucediendo como si no hubiera un esque-ma previo. No sé si es usted de los que sesientan a escribir “a lo que salga” o de losque lo tienen ya todo en la cabeza cuandose ponen.

R. En las novelas anteriores sí tenía unesquema previo, en ésta no. Es la primeravez que he escrito con una libertad compo-sitiva que no me había permitido antes.Yo soy flaubertiano, me gusta saber dedónde a dónde voy, aunque al calor de laescritura es donde aparece lo más intere-sante. Hace mucho tiempo que quería es-cribir una novela dejándome llevar. Teníauna cierta idea, siempre se tiene, pero tra-bajé como se rellenan los crucigramas, alazar, dejando incluso casillas en blanco.En eso sí es distinta, es la que he escritocon más libertad.

P. ¿Y con menos esfuerzo?R. También. Y en poco tiempo. Tengo la

sensación de que se ha escrito sola. Yo mis-mo me preocupaba. Decía: si sale tan fácilno puede estar bien. Dice un personaje deShakespeare que las cosas las solemos hacercon más esfuerzo que deleite. A la hora deescribir eso también ocurre, pero esta nove-la ha sido puro deleite. Han sido ocho me-ses de felicidad. Lo que haya salido no lo sé.

P. ¿Duda?R. Cuando empieza estás eufórico. Al

principio me gustaba mucho. Luego meempezó a gustar por las mañanas, pero porlas tardes no. Luego me entraron las dudasalgunas mañanas. En fin, llega un momen-to en que no sabes juzgarte a ti mismo.

P. ¿Existe la novela perfecta?R. Las cosas pequeñas —un poema, una

canción— pueden ser perfectas, pero unanovela larga perfecta es insoportable. Lascosas largas tienen el encanto de la imper-fección, y en está novela lo he descubiertoespecialmente. Lo que se pierde en perfec-ción se gana en humanidad y en encanto,el encanto de lo que no aspira a ser perfec-to porque la vida tampoco es así.

P. Una vida imperfecta para personasinmaduras, como su protagonista.

R. Él además está muy desorientado,

aunque tiene todos los referentes a su dis-posición. Pero le pasa como a GrouchoMarx: “Tengo estos principios, pero si no legustan tengo otros”.

P. ¿Quería retratar esta época?R. En absoluto. Eso sería escapar de lo

concreto. Si hay alguna resonancia ya no escompetencia mía. Yo quería mostrar lo quees la vida. ¿Quién no ha deseado la muertede alguien alguna vez, aunque fuera de ni-ño? Dentro de nosotros hay un asesino enpotencia, pero también un santo. Según lascircunstancias. Piensa en la ex Yugoslavia.Personas que han convivido sin problemasse convierten en enemigos radicales. Porlas circunstancias y porque hay una natura-leza brutal dentro de nosotros que no estáni apaciguada ni civilizada. O

Retrato de un hombre inmaduro. Luis Landero. Tus-quets. Barcelona, 2009. 240 páginas. 17 euros. Sepublica el próximo 4 de noviembre.

ESTE AÑO SE CUMPLEN 20 de la sonada irrup-ción de Luis Landero en el panorama lite-rario español. Extremeño recriado en Ma-drid, llevaba décadas escribiendo cuandopublicó su primera novela, Juegos de laedad tardía (1989), después de peregrinarpor varias editoriales. El éxito fue tal—Premio Nacional y de la Crítica, 27 edi-ciones hasta la fecha en diferentescolecciones— que las expectativas sobrela segunda novela se pusieron por las nu-bes. Un dibujo de Forges en el númeroespecial literario de una revista mensualacertó a resumir el ambiente. En una pági-na atiborrada de escritores dos individuosconversaban en una esquina: “Te veo ner-vioso. Es que soy Luis Landero y tengo queescribir la segunda novela. ¿Cómo se va atitular? Me están esperando con toda laartillería”. “Claro que me acuerdo de aque-llo de Forges”, dice riendo el novelista.“Tengo por ahí el original, me lo regaló élcuando lo conocí”.

Landero reconoce que, aunque la reso-nancia de Juegos de la edad tardía le pilló“mayorcito” —tenía 41 años— en Caballe-ros de fortuna (1994) le pesó la responsabi-lidad, “algo que no es bueno para escribir,aunque siempre trabajas en un terrenoque tú acotas y que es impermeable a larealidad exterior”. Hoy no se reconoce de-masiado en ese libro: “De algún modo, noera yo. No me gusta mi segunda novela, esun poco bastarda, no es la que yo teníaque haber escrito. Como historia estábien, pero hoy no la habría escrito así.Pero así es la vida. Uno hace las cosas lomejor que sabe”.

¿Se imaginaba que esto sería así cuan-do daba clases en un instituto y escribíanovelas sin saber si encontraría editor?“Ahora que ya tengo 61 años, miro atrás yme sosiega ver que en la vida he hecho loque quería hacer y que he cumplido enparte el compromiso, el gusto, que teníade escribir, que he sido fiel a eso. De todosmodos, yo hubiera seguido escribiendoaunque no hubiera publicado o hubierafracasado estrepitosamente como escri-tor. Si tuviera que hacer balance, es ciertoque hay libros que no hubiera publicado oque hubiera escrito de otra manera, peroimagino que eso le pasa a todo el mundo”.

Dice Landero que detesta releerse—“me da miedo, no sea que me vaya aencontrar algo”—, pero que, de entre suspropias novelas (todas publicadas en Tus-quets), las que menos le gustan son la cita-da Caballeros de fortuna y la que siguió aésta, El mágico aprendiz (1998). “Me pare-ce espesa, difícil de digerir, como un pol-vorón de Toledo”, confiesa con una sin-ceridad poco habitual entre el gremio deescritores. Sus favoritas —“además de laúltima, que es lo que se dice siempre

¿no?”— son la primera y El guitarrista(2002), tal vez la más autobiográfica (Lan-dero fue guitarrista antes que escritor). Yno se resiste a añadir Hoy, Júpiter (2007),la última hasta Retrato de un hombre inma-duro. Eso sí, le tiene un cariño especial aEntre líneas: el cuento o la vida (2000), unasuerte de teoría personal de la literaturacon armazón narrativo que, antes que Tus-quets, publicó la editorial pacense Librosdel Oeste, dirigida por el poeta y traductorÁngel Campos. “Ángel me insistía: ‘Me tie-nes que escribir un libro para mi editorial’.¿Y qué voy a hacer yo? Un día nos emborra-chamos, y yo, cuando me emborracho, meecho muy p’alante. Y al final le dije: ‘Ven-ga, te lo escribo. El título será Entre líneas,que es muy futbolístico’. Lo escribí cuan-do estaba en Estados Unidos dando claseen una universidad. Es una miscelánea, ya mí me gustan mucho las misceláneas. Selo debo a Ángel Campos”.

Entre líneas contiene, así, reflexiones yconsejos del escritor hacia sí mismo. Aveces expresados en forma de despeina-das instrucciones de uso: “No pintar lacosa, sino el efecto que produce (…) Nopienses en conceptos ni palabras, sinocon imágenes (…) En cada frase hay quecrear una expectativa que anuncie la frasesiguiente y se resuelva en ella (…) Hay queconseguir expresar con precisión lo que essutil y con ambigüedad lo que es evidente(…) Huir de la rutina expresiva, pero nun-ca a costa de la exactitud. Todas las imper-tinencias posibles, pero ninguna gratuita”.Una frase, esta última, que parece habertutelado desde la primera línea de Retratode un hombre inmaduro, por más que Lan-dero quite importancia a sus propias teo-rías: “Esos decálogos son lo que son. Unonunca está libre de decir chorradas”.

Cuando se le pregunta si ha reparadoen la relación entre la inmadurez queaparece en el título de su último libro ylos juegos de la edad tardía del primero,Landero responde que no es premedita-do: “Lo he pensado sólo estos días. Eltítulo lo he puesto al final. De hecho,tengo por ahí 50 o 60 títulos posibles. Síquería que saliera la fórmula ‘Retrato de’o ‘Historia de un hombre’, pero el adjeti-vo no me salía. Hasta que di con inmadu-ro. Aparte de ser una palabra que todosconocemos, en ella caben muchos signifi-cados. Es multiusos. Igual que madurez.Tenía ese sentido de persona desorienta-da, de conducta un tanto errática quecoquetea con el mal. Y es que el mal se haprestigiado mucho en los últimos tiem-pos. El prestigio del marqués de Sade, delsuperhombre de Nietzsche, de la cruel-dad… Algo que, por cierto, es muy discu-tible moralmente. Pero es una de las se-ñas que definen nuestro siglo”. J. R. M. O

“Esta novela ha sido puro deleite, 8 meses de felicidad”,afirma Luis Landero sobre su nuevo libro. Foto: Uly Martín

Luis Landero“Las novelas no admiten héroes, se hanrefugiado todos en los ‘best sellers”El monólogo tragicómico de un pícaro ingenuo que repasa su vidaen una clínica llena las páginas de Retrato de un hombre inmaduro

Veinte años en juegoLuis Landero publicó en 1989 Juegos de la edad tardía, lanovela que lo puso en el panorama literario español

“Uno tiene que bordear dosamenazas: ser sentimentalsin ser cursi y serdramático sin ser patético.¿La clave? El humor”

“En las novelas anteriorestenía un esquema previo,en ésta no. Es la primeravez que he escrito conlibertad compositiva”

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 13

Las vísperas sicilianas. Una historiadel mundo mediterráneo a finalesdel siglo XIIISir Steven RuncimanNota previa de Francisco RicoTraducción de Alicia BleibergRevisión de Panteleimón ZarínReino de Redonda. Madrid, 2009484 páginas. 22,50 euros

Por José María Guelbenzu

AHORA QUE LAS novelas históricas arrastran ala Historia por las mesas de novedades delas librerías de forma rastrera, pues ni sonHistoria ni son novela sino híbridos que en-cubren mucha precariedad y ausencia detalento, encontrarse con el relato (no nove-la) de los antecedentes y consecuentes delos hechos sucedidos el 30 de marzo de1282, cuando las campanas de Palermo lla-maron a vísperas, es un placer y una vengan-za contra la mediocridad. Ese día, en el queel corazón de los sicilianos estaba caliente,la actitud de un oficial francés que trató de

cortejar a una mujer casada delante de sumarido desembocó, al grito de “¡moranu liFranchiski!”, en una sublevación popularque resultó ser el inesperado comienzo delfin del reinado de Carlos de Anjou.

Sir Steven Runciman pertenecía a esa cla-se de historiadores ingleses (pensemos enmaestros como Ronald Syme, cuya Repúbli-ca Romana es una joya histórica y estilística)que aunaban un conocimiento exhaustivode su materia, una cultura general amplia yabierta, una mirada selectiva y un noble esti-lo literario. Sus textos sobre La caída deConstantinopla, La civilización bizantina, elque nos ocupa y su Historia de las Cruzadasle convierten en un soberbio conocedor dela vida del mundo mediterráneo en un perio-do turbulento y crucial de su historia. Lasvísperas sicilianas se centra en la figura deCarlos de Anjou, coronado rey de Sicilia, elmonarca más poderoso de Europa, su ascen-sión y caída y todo el mundo de intrigas yluchas que lo acompañaron.

El texto de Runciman posee limpieza, cla-ridad y rigor; pero lo que admira igualmenteal lector no especialista es la luz del relato.

Runciman va siempre al meollo y por másque retroceda para tomar perspectiva o seentretenga en las complejas y retorcidas rela-ciones entre todos los personajes de la tra-ma, cuenta con sobriedad y sin veleidadesliterarias, pero con sentido narrativo. Véasesi no este comienzo de capítulo: “No pasómucho tiempo antes de que el Papado des-cubriera la clase de hombre que había esco-gido como paladín”, propio de la mejor na-rración de aventura; o este sobrio y eficienteretrato: “Carente de afectos familiares quelo dulcificasen, Carlos se convirtió en unjoven que sólo contaba consigo mismo. Eraalto y musculoso, con una tez cetrina here-dada de sus antepasados castellanos, y conla larga nariz de los Capetos. Tenía un cuer-po sano y bien disciplinado, con toda laenergía de su madre. Había recibido unabuena educación y nunca perdió la aficiónal conocimiento ni el gusto personal por lapoesía y las artes”. Toda una propuesta deestilo que es el que conviene a todo el texto,de principio a fin.

El libro es todo un tratado de las pasio-nes del Poder y el retrato espléndido de una

época sustancial de la historia de Europavolcada hacia el dominio del Mediterráneo.En él se narra a partir del lento declinar de lafamilia Hohenstaufen tras Federico Barba-rroja, desde la ambición de Federico II hastael enfrentamiento decisivo entre Manfredoy Carlos de Anjou por el afán de restaurar elmítico Imperio; ahí están la lucha por eldominio de Italia, los esfuerzos por anexio-narse tierras por matrimonios o conquistaextendiéndose hasta la misma Constantino-pla, los acuerdos y traiciones…, y entre me-dias los formidables actores del drama queRunciman hace desfilar con precisión y com-petencia: además de los mencionados, sanLuis, rey de Francia, los diversos papas, Al-fonso X de Castilla, Pedro de Aragón… y loscaballeros que los acompañan; aunque lasdos figuras memorables que finalmente seelevan como los grandes personajes del dra-ma son el mismo Carlos y Miguel Paleólogo.La de Runciman es una lección de cómorelatar la Historia ahondando hasta la médu-la sin perder de vista el conjunto del cuerpo,ni omitir lo necesario, ni dar cabida a loaccesorio. Todo tiene sentido y la narraciónfluye serena e implacable a través de unestilo que el profesor Rico califica de conte-nido en su prólogo y al que me permitoredondear con el placentero calificativo deseductor. O

Tratado de las pasiones del Poder

CREO QUE UNA de las pruebas delfracaso de nuestro sistema edu-cativo es el hecho de que la ma-yoría de los lectores actuales, in-

cluso de los buenísimos lectores, no sehan asomado nunca a los clásicos grecola-tinos. Las obras de los antiguos griegos yromanos suenan a literatura académica, alibros difíciles de abordaje arduo, a pala-bras muertas clavadas en el tiempo comomariposas en su corcho. Nada más erró-neo, sin embargo; desde luego hay algúnpestiño, como en todo, pero también hayotros textos que no son ni plúmbeos niarcaicos, sino que, por el contrario, resul-tan entretenidísimos y de una deslum-brante modernidad.

Y para mí el mejor ejemplo de esta fasci-nante amenidad son las famosas Vidas pa-ralelas de Plutarco. Sacerdote de Delfos yfilósofo, Plutarco fue un griego que vivió acaballo del siglo I y el siglo II después deCristo, es decir, en la época de decadenciagriega, cuando el Imperio romano domina-ba el mundo. Escribió muchísimas obras,pero la más famosa es este conjunto debiografías de hombres ilustres que apare-cen enfrentados en parejas, un griego unci-do con un romano, de modo que los vicios,las virtudes y los momentos históricos deuno y otro quedan comparados y resalta-dos. Dicho así puede parecer un soberanoaburrimiento, pero las biografías están es-critas con tanta veracidad, con tanta pa-sión, con una sutileza psicológica y unabrillantez narrativa tan asombrosas que seleen como un best seller, o, mejor dicho,como un compendio de best sellers de dis-tinto tipo, porque en las Vidas paralelashay de todo: aventuras bélicas, pasionesamorosas desenfrenadas, conjuras crimi-nales, borracheras de poder, historias demisterio o de heroísmo. Es una de esasraras obras en las que cabe el mundo.

En total son 23 parejas, todas de perso-najes celebérrimos en su tiempo. Algunossiguen siendo muy conocidos, como Ale-jandro y Julio César, Cicerón o Pericles, yhay otros que hoy sólo conoce el erudito:por ejemplo, ¿alguien recuerda quién de-monios era Filopeme? Pues bien, Plutarconos cuenta quién fue, y consigue que nosparezca interesantísimo. El autor, que eraun hombre profundamente moral, tiene elacierto de presentar a los hombres enfren-tados a su destino, como una lucha entreel sentido de la vida y el sinsentido, entre

la dignidad y la mezquindad. Son existen-cias trágicas, tumultuosas. Son vidas másgrandes que la vida, aunque los personajesse comporten a menudo como unos cana-llas. Por debajo de las páginas de Plutarcopalpitan los siglos y se escucha el lejanofragor de los imperios que se derrumban.

Fue, además, unaceptable historiador.Investigó las fuentescon cuidado y los da-tos que ofrece pasanpor ser bastante fia-bles. Gran parte de losconocimientos quehoy tenemos sobre lospersonajes de la épocaprovienen de estas Vi-das. Por ejemplo, el au-tor nos cuenta que lagran Cleopatra no eraen realidad una belle-za, pero que su tratotenía “un gancho ine-vitable: ayudada de sulabia (…) parecía quedejaba clavado unaguijón en el ánimo”.Con su fina inteligen-cia, se apoderó de lavoluntad de Marco An-tonio, al que Plutarcopone a caer de un bu-rro: era vanidoso, ma-tón, fanfarrón, cobar-de y cruel, además debastante estúpido, a loque parece. CuandoAntonio vio por prime-ra vez a Cleopatra, to-da recubierta de pol-villo de oro, se quedóencandilado como elpatán que era, y a par-tir de entonces ella letrajo “como a un niño,sin aflojar ni de día nide noche”. Plutarco desarrolla la historiade Marco Antonio en todo su hipnotizan-te proceso de destrucción, paso a pasohasta la catástrofe final, cuando el roma-no intenta suicidarse y ni eso hace bien,porque le falla el valor para arrojarse co-mo es debido sobre su espada y sólo sehiere malamente.

La de Marco Antonio es una biografíainteresantísima, pero no es la mejor. Si la

cito es como reclamo, a modo de cebopara los lectores, por lo famosa y popular-mente atractiva que es la pareja formadapor la egipcia y el romano. Pero Vidas para-lelas está llena de historias mucho mejo-res, de relatos formidables y tremendos.Les contaré una de mis escenas preferidas:

está en la vida del romano Camilo, y cuen-ta la toma de Roma por los galos. Resultaque los bárbaros se enfrentaron al ejércitoromano en el río Alia, y las cohortes, cogi-das por sorpresa, se desmoronaron y huye-ron caóticamente. Muchos soldados fue-ron masacrados y otros se guarecieron enRoma, que ya no tenía más defensa frentea los enemigos. La ciudad entró en pánico,cosa bastante razonable dada la predisposi-

ción a la degollina de la época; algunossoldados se atrincheraron en el Capitolio yla mayoría de la gente huyó a buscar refu-gio en ciudades vecinas. Pero los viejossenadores y unos cuantos sacerdotes consi-deraron una ignominia huir, de modo quese pusieron sus ropas de gala, sacaron a la

plaza sus sillones de mar-fil y se pusieron a espe-rar la llegada de los bár-baros. Me imagino a losancianos ahí sentados,en medio de la ciudad va-cía, sin otro sonido alre-dedor que el silbido delviento, aguardando lamuerte con sus trajes defiesta. Al tercer día, enfin, llegaron los galos aRoma, y al entrar en laplaza quedaron asombra-dos, dice Plutarco, “dever aquellos hombressentados con aquel ador-no y tan silenciosos, y,sobre todo, de que mar-chando hacia ellos losenemigos, no se levanta-ron ni mudaron el sem-blante de color, sino quese estuvieron quietos re-clinados sobre los bá-culos que llevaban, mi-rándose unos a otrostranquilamente. Era pa-ra los galos un espectácu-lo extraño; largo rato estu-vieron dudosos sin osaracercarse, ni pasar ade-lante, teniéndolos porhombres de otra especiesuperior; pero despuésque uno de ellos, más re-suelto, se atrevió a acer-carse a Manio Papirio, yalargando la mano le co-gió y mesó la barba, que

la tenía muy larga, y Papirio, con el báculo,le sacudió e hirió en la cabeza, el bárbaro,sacando su espada, lo dejó allí muerto. En-seguida, cargando sobre todos los demás,les dieron muerte”. A ver qué best seller escapaz de competir con esta intensidad, estaenormidad y esta belleza. O

Vidas paralelas. Plutarco. Tres volúmenes. Clási-cos Universales. Planeta. Barcelona, 1990/1991.

El fragor de los imperios al derrumbarsePor debajo de las páginas de Vidas paralelas de Plutarco palpitan los siglos. Las biografías son relatos formidables ytremendos escritos con tanta veracidad, pasión, sutileza psicológica y brillantez narrativa que se leen como un best seller

El filósofo Plutarco, visto por Sciammarella.

LECTURAS COMPARTIDAS Por Rosa Montero

14 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

Diario de un desesperadoFriedrich ReckTraducción de Carlos ForteaMinúscula. Barcelona, 2009301 páginas. 18,50 euros

Por Francisco Solano

TERRATENIENTE PRUSIANO, conservador, ca-tólico, impugnador del Renacimiento(que identificaba con el mal primigenio),seguidor de Oswald Spengler, admiradorde La rebelión de las masas de José Orte-ga, ferviente militarista, distinguido per-sonaje en las altas esferas de Múnich,autor de populares novelas de entrete-nimiento, Friedrich Reck (1884- 1945) semantuvo, en pleno nazismo, en lo que seha llamado resistencia intelectual o “emi-

gración interior”. Friedrich Reck no seadscribió a ninguna componenda de fa-vor de las estructuras nazis y se dedicó atrabajar “tranquilamente en estos pape-les, que un día han de aportar una contri-bución a la historia cultural del nazis-mo”. Y por fortuna lo logró, aunque él nopudo verlo en vida; arrestado por la Ges-tapo, fue enviado a Dachau, donde mu-rió unos meses antes de la liberación delcampo. Diario de un desesperado se pu-blicaría en 1947, y sin duda es un impo-nente documento, mezcla de reflexiónpolítica, impresiones cotidianas, irrita-ción (que en ocasiones puede alcanzar elasco) y una amargura que le lleva a morti-ficarse por no haber matado a Hitler enla ocasión en que lo tuvo cerca y llevabauna pistola lista para disparar.

La publicación de este libro se añade

a la actual corriente histórica que preten-de ofrecer una visión más compleja delpueblo alemán bajo el nazismo, y enespecial rescatar los nombres de quie-nes no acrecentaron la masiva obedien-cia a Hitler. Reck no es un personaje queproduzca empatía (es engreído, sober-bio, altanero), pero pocos testimoniosde la época declaran tan intensamenteel odio al nazismo y sus jerarcas (aGoebbels lo llama “dependiente cojo demercería”; de Speer, que trabaja “con la

satánica mezquindad del tarado”). Losconservados cultos, como FriedrichReck, extraen del orgullo maltratadoinsultos que tienen la cualidad de cata-logar magníficamente a los adversariosque aborrecen. Ciertamente, este diarioestá atravesado por el tósigo de un odiollevado a sus últimas consecuencias: “Pe-ro sé que hay que odiar con todas lasfuerzas a esta Alemania si se la quiere deverdad, y prefiero morir diez veces a vervuestro triunfo”. O

Un diario imponente

EN LO QUE, SIN LUGAR A DUDAS, hamejorado sustancialmente el Pre-mio Planeta es en la habilidad desus organizadores para desviar la

atención del ganador convenido (Dios mío,¿qué es lo que estoy insinuando?). Se lanzaastutamente el globo sonda y el resto deltrabajo lo hacen periodistas culturales consobradas razones para sospechar que el cé-lebre premio está dado de antemano. Demodo que, de forma bien calculada, al-guien susurra “Lindo”, y el eco —Lindooo,Lindooooooo— llega hasta el último confínde la letra impresa y/o virtual. Dejandoaparte esas mejoras tácticas quepermiten a los promotores seguirmanoseando su coartada (ven, de-cían Lindo y sale Caso: qué mejorprueba de la honradez del premioy blablablá), el Planeta sigue comosiempre. Supongo que a estas altu-ras de la película no hace falta lainteligencia de un Ardipithecus pa-ra comprender que con los601.000 euros en juego y con undepartamento de mercadotecniaperfectamente engrasado para lacampaña navideña, en la sede cor-porativa de la avenida Diagonalnadie se arriesga a que un juradolevantisco (Marsé, bendito seas)premie la obra maestra de un per-fecto desconocido, aunque se tra-te, pongo por caso, de un nuevoPor el camino de Swann. Y, muchomenos (sería la ruina), que lo decla-rara desierto. De manera que, decara al exterior, todo parece deci-dirse entre la decena de manuscri-tos que le llega (tras controladascribas) al noble jurado impar, cu-yos miembros, por cierto, suelenestar vinculados a la casa de unmodo u otro, aunque todos seanrespetables y a mí que me regis-tren. Lo más perverso es el sistemade complicidades que nos pringa atodos —al jurado (sí, respetable), alos premiados (sí, respetables y afortuna-dos), a los medios (qué les voy a contar)— yque se reproduce año tras año en forma demonumental insulto a la inteligencia colecti-va (y pobre de quien no lo acepte: aguafies-tas, resentidos, moralistas, antiguos sin sen-tido del humor). Que el peculiar y frondosísi-mo sistema de premios literarios españolessea particularmente proclive a las corrupcio-nes, corruptelas, oportunismos, palmaditaen la espalda y hoy-por-ti-mañana-por-mí,no impide que cada año resulte más ofensi-va la orgía planetaria y, sobre todo, su abe-rrante diseminación mediática (el mons-truo del lago Ness de las páginas culturalesoctobrinas). Y lo que más grotesco resultaes ver ahí, sancionando con su presencia elvulgar y previsible circo anual de una em-presa privada, al president de la Generalitat,y a un cuerpo de casa oficial compuesto

(este año), entre otros, por la ministra deCultura, el ministro de Educación, y los pre-sidentes del Congreso y del Senado. ¿Es queno se sonrojan cuando se ven al día siguien-te en la foto? ¿Por qué aceptan esa invita-ción? ¿Sólo por cumplir con una tradiciónque se remonta a los años de plomo cultura-les del franquismo? ¿Es que ese premio—cuya honradez se halla siempre en entre-dicho— es más digno que otros? Y, si creenque es así, ¿por qué lo creen? ¿Por su astro-nómica cuantía económica? ¿Por la foto y lacobertura televisiva? ¿Porque el señor Larapreside un imperio mediático (bastante es-

corado a la derecha, por cierto) y hay queestar a bien con él? En serio: esos represen-tantes democráticos de un país libre y mo-derno ¿no tenían nada mejor que hacer esanoche? ¿No podían haberse dejado ver en elcine, en el teatro, en un concierto, leyendouna novela (incluidas las que ganaron elPlaneta), mejorando su acento catalán o, yapuestos, acudiendo a Francfort para animara todos los editores, que bien lo necesitan?¿No caen en la cuenta de que ellos —y losjefes de gabinete que les fuerzan a cumpliragendas tan rígidas como equivocadas— de-berían pensárselo dos veces antes acudir,perdiendo sus excelentísimos culos, a res-paldar esa farsa anual que es a la cultura(me refiero al montaje, no a las novelas ga-nadoras) lo que los zarajos a la alta gastrono-mía? Porque se supone que ellos sí represen-tan algo: una cierta idea de la cultura, de la

educación, de la civilidad democrática, deljuego limpio, de la igualdad de oportunida-des. Para eso al menos los elegimos. O elegi-mos a quienes los eligieron.

TrasvasesLA OTRA TARDE entré en una céntrica libreríageneralista y pude comprobar con mis pro-pios ojos que un cliente compraba un libro.Lo apunto porque no ignoro que por ahí seestá difundiendo la especie de que en octu-bre los libreros no han vendido ni un rosco.Falso de toda falsedad. Lo que si es verdad

es que la crisis está propiciando cierto trans-fuguismo editorial, sobre todo en lo que aliteratura extranjera se refiere. Munro —micuentista favorita— se despide de RBA y seva a Lumen (Random House); JonathanFranzen deja Seix Barral (Planeta) y se largaa Salamandra, y Ellroy dice adiós a Edicio-nes B (Grupo Z) y hola a Mondadori (Ran-dom House). Lo que no quiere decir que laseditoriales de salida no continúen publican-do los libros de los que tengan derechosvigentes. Es como lo de Philip Roth: SeixBarral sigue publicando obra anterior, peroMondadori se ha hecho cargo de lo nuevo yde los libros cuyos anteriores derechos va-yan caducando. La razón de toda esta movi-da es la convicción de ciertos agentes deque los libros de algunos autores literariosdeberían venderse en España bastante me-jor. Uno de los más implacables a la hora de

forzar el cambio de casa es el chacal Wylie.Por cierto, en su deslumbrante catálogo yafigura con página propia Antonio MuñozMolina (Seix Barral).

PortadaNUNCA HAY QUE juzgar un libro por su cu-bierta (aunque no es infrecuente que lo ad-quiramos impulsados por ella), pero me heenamorado de la que los editores de Capi-tán Swing han colocado al ya clásico deCharles Kindleberger La crisis económica,1929-1939. Se trata de aquel célebre fotogra-

ma de El hombre mosca (Safety Last, 1923,de Fred Newmeyer y Sam Taylor) en el queHarold Lloyd aparece suspendido del minu-tero de un enorme reloj en la fachada de unedificio, mientras allá abajo transcurre el bu-llicioso tráfico de una avenida de Los Ánge-les. La imagen, una de las más icónicas de lahistoria del cine, está preñada de preguntas—¿cómo ha llegado ahí?, ¿se salvará?— y enella el humor implícito alivia lo ominoso dela catástrofe inminente. Ahora sabemos queLloyd salió de aquélla —como también lospueblos salieron de la catástrofe de 1929—.Pero no sabemos por cuánto tiempo y sivolverá (volveremos) a meterse (meternos)en otra semejante. El reloj, por cierto, marcalas tres menos veinte de la tarde. No creoque le interese a nadie, pero ésa es la horaen la que, según recuerda mi madre, yo vineal mundo. Así me va. O

Autoridades de otro planeta

Ilustración de Max.

SILLÓN DE OREJAS Por Manuel Rodríguez Rivero

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 15

Por Fietta Jarque

WINSTON SMITH trabaja en el Mi-nisterio de la Verdad, una to-rre piramidal que se eleva 300metros en el centro de Lon-

dres, donde tiene la tarea de despojar elidioma de palabras superfluas o inadecua-das al léxico ideológico impuesto. El pensa-miento es constreñido, la historia existe só-lo en su versión oficial. La idea es que loque no se dice no puede ser pensado. Esaneolengua es “el único lenguaje del mundocuyo vocabulario se reduce cada año más”.Es 1984 y el creador de aquel mundo esGeorge Orwell. En 2009 todavía vivimos ate-nazados por los espectros de su novela anti-utópica. En el inglés original esa neolenguaes el newspeak. Y ése es precisamente eltítulo que ha elegido el Museo Hermitagede San Petersburgo para abrirse al jovenarte británico de la mano de esa especie deGran Hermano de la creación contemporá-nea llamado Charles Saatchi.

¿Por qué ese título? La explicación de losorganizadores es que el arte reciente estáreelaborando la experiencia de los antiguosmaestros a través de un nuevo lenguaje. Elconcepto orwelliano elegido para la exposi-ción encaja difícilmente con este plantea-miento. En realidad esta muestra podríahaberse titulado retrolengua en vez de neo-lengua. Expliquemos por qué a través deunos cuantos ejemplos. Para empezar, en-tre las 45 obras seleccionadas sólo hay pin-tura, escultura y dibujo. Han quedado fuera

las instalaciones, el vídeo y las nuevas tec-nologías, que sólo representan un papel mí-nimo e invisible en ciertos casos. La mayorparte de los artistas rondan los 30 años yson prácticamente desconocidos inclusodentro del Reino Unido, pero forman partede las recientes adquisiciones de CharlesSaatchi, quizá el coleccionista más influyen-te de la escena contemporánea, que acos-tumbra a dar periódicamente golpes deefecto que remueven los cimientos siemprepantanosos de “lo establecido” en este cam-po. No en vano levantó su imperio a travésde la publicidad.

La selección de obras ha sido realizadapor el nuevo comisario de arte contemporá-neo —un cargo de reciente creación— delmagnífico museo ruso, Dimitri Ozerkov, de33 años, en complicidad con el invisiblecoleccionista británico. Por parte del Hermi-tage la idea impulsa un ambicioso progra-ma de apertura hacia el arte actual ausenteen sus colecciones. Saatchi les ha otorgadola primicia de una exposición que piensapresentar de forma expandida el próximoverano en Londres, además de servirle eneste momento de camuflaje para otros desus juegos: en la muestra petersburguesaestá de incógnito la obra ganadora de unconcurso televisivo que se estrenará en no-viembre en la BBC, una especie de realitycon jóvenes artistas británicos titulado Saat-chi Art School.

Pero volvamos a Newspeak. De entrada

se presenta una serigrafía pop, híbrido deCher y el Che Guevara (Pink Cher, 2008, deScott King). Una primera mirada al conjun-to de la muestra encuentra óleos que re-cuerdan otros cuadros, otros artistas dedistintas épocas. Los trabajos de SigridHolmwood (Hobart, Australia, 1978), porejemplo, no ocultan el efecto déjà vu. Pare-cen copias de cuadros europeos de temascampesinos realizados en colores fosfores-centes, pero son obras originales que tie-nen como modelo las figuras de un museode costumbres del XIX en Suecia. GedQuinn (Liverpool, 1963) utiliza técnicas delos pintores flamencos o hace una versiónde una obra de Claude Lorrain, a las queañade elementos que elevan su compleji-dad semántica con un punto de ironía.

William Daniels (Brighton, 1976) “de-construye” en sus pequeños cuadros pintu-ras de Rafael, Caravaggio, Caspar DavidFriedrich, Cézanne, Morandi o Baselitz, através de un proceso que implica el collagey finalmente un fino trabajo técnico de pin-tura que no las hace copias obvias. Jona-than Wateridge (Zambia, 1972) utiliza técni-cas de fotorrealismo en sus grandes óleossobre catástrofes o referencias a los grandesdioramas soviéticos del realismo socialista.Y Pablo Bronstein (Buenos Aires, 1977) reco-bra el virtuosismo de los dibujos arquitectó-nicos barrocos, rococós y del XIX, desplaza-dos hoy por el diseño por ordenador.

Luego están los trabajos de otros pinto-res que también tienen un tufillo déjà vu,pero que no dejan de ser eficaces y sensi-bles muestras de buena factura, como lasde Robert Fry (con aires de Philip Gus-ton), Ryan Mosley (cercano al mundo deFrancesco Clemente), Mustafa Hulusi(pop + op-art) o Hurvin Anderson (Kitaj).

También en la escultura, como la Mada-me Blavatsky de Goshka Macuga, la ola deDick Evans, las cabezas de diosas paganasde Jonathan Haddock (Pembury, Reino Uni-do, 1980) o las cabezas clásicas de DanielSilver (Londres, 1972), se oyen ecos del pa-sado. Y hasta en el exquisito y original insec-tario fantástico de Tessa Farmer (Birming-ham, 1978) cabe algo del carnaval macabrodel medioevo.

Dimitri Ozerkov, comisario de la exposi-ción, subraya que se eligieron obras quepudieran entrar en diálogo con las coleccio-nes del Hermitage, un museo fundado en1764 por la emperatriz Catalina la Grandecon maestros de la pintura flamenca, a laque se han ido uniendo piezas y coleccio-nes de arte ruso, arte egipcio, griego y ro-mano, oriental, artes decorativas y pinturaeuropea de todas las épocas hasta las van-guardias del siglo XX.

“Tenemos de todo menos arte contem-

poráneo”, aclara. “Pero nos interesaba daruna visión partiendo desde el propio Her-mitage, del arte británico actual. No repre-senta necesariamente todo lo que se estáhaciendo ahí”. Para Ozerkov, ese diálogose ha estructurado en torno a cuatro te-mas: el pop, la arquitectura, la naturalezay el subconsciente. “Los antiguos maes-tros son una referencia general entre to-dos los artistas en esta exposición porqueen las salas próximas se pueden ver losoriginales. Queremos que los visitantes deSan Petersburgo, que no han tenido laoportunidad de ver mucho arte actual, seaproximen a él a través de trabajos quetengan algunas referencias cercanas paraellos”.

A Mijaíl Piotrovski, director del Hermita-ge desde hace 17 años (los 26 anteriores fuedirigido por su padre), le gusta particu-larmente la obra que presenta Barry Reiga-te (Londres, 1971), que combina figuras delas miniaturas persas con héroes de pintu-ras del Renacimiento, en acciones que alu-den al cómic. “Como orientalista, me atraeese juego de imágenes”, dice. Después dealgunas exposiciones aisladas de arte con-temporáneo en el Hermitage, se ha decidi-do a emprender una política programada ycoherente. “No tenemos dinero para adqui-siciones y tampoco tenemos experiencia enese campo, pero nuestra idea es la de difun-dirlo a través de un programa de exposicio-nes y actividades para ir atrayendo a lasnuevas generaciones al museo. Sin com-prar, sin poseer. Odio la palabra propie-dad”, puntualiza.

El Hermitage, que consta de once edifi-cios —ocho en el centro histórico— y unárea total de 184.000 metros cuadrados,posee casi tres millones de objetos, de losque sólo expone un 5%. Se está implemen-tando uno de los edificios para el progra-ma 20/21. “Aceptaremos colecciones dearte contemporáneo como préstamo a lar-go plazo, así como donaciones de artistasimportantes. Esas instalaciones estaránpreparadas también para las nuevas tecno-

logías, que nos han dado problemas en losantiguos edificios”.

La relación con Saatchi no le pareceoportunista. “Somos muy cuidadosos conlas galerías o los coleccionistas con los quecolaboramos. No queremos ser publicistasde nadie ni que eso influya en el mercado.Saatchi tiene su reputación ya establecida ynos ha dado una oportunidad de adelantarsu próxima gran muestra, adecuándola anuestras intenciones y exigencias”.

Los ejemplos del Louvre y el Prado, en-tre otros, que han empezado a exhibirobras de artistas actuales en cercanía ocombinación con las colecciones de arteclásico, le merecen algunos comentarios.“Creo que está bien mezclar el arte antiguocon el de hoy, pero sin exagerar. Las piezasde Jan Fabre no encajaban junto a las deVan der Weyden y Rubens en el Louvre. Lopeor es que dijeron que lo hacían para quela gente acudiera a esas salas poco visita-das. Es mejor si las obras se han hecho apropósito para marcar una relación. Por lodemás, no creo que haya una separación ouna frontera entre el arte antiguo y el con-temporáneo. La humanidad es una y lo queproducen las distintas culturas pueden con-vivir bajo el mismo espacio”. O

Newspeak: British Art Now. Museo Hermitage.Palacio de Invierno. San Petersburgo. Hasta el 17de enero.

Jóvenes artistas británicos plantean undiálogo con el arte clásico en una muestrade la colección Saatchi en el Hermitage

Falsascitas

Arriba, Madame Blavastky (2007), de Goshka Macuga. Debajo, Sin título (2007), de Arif Ozakca.

“Nos interesaba dar unavisión del arte británicopartiendo desde el propioHermitage”, según elcomisario Dimitri Ozerkov

Swarm (2004), esculturade Tessa Farmer, queensambla insectosy ramas para construirsus hadas-esqueleto.

ARTE / Reportaje

16 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

Por Fietta Jarque

WINSTON SMITH trabaja en el Mi-nisterio de la Verdad, una to-rre piramidal que se eleva 300metros en el centro de Lon-

dres, donde tiene la tarea de despojar elidioma de palabras superfluas o inadecua-das al léxico ideológico impuesto. El pensa-miento es constreñido, la historia existe só-lo en su versión oficial. La idea es que loque no se dice no puede ser pensado. Esaneolengua es “el único lenguaje del mundocuyo vocabulario se reduce cada año más”.Es 1984 y el creador de aquel mundo esGeorge Orwell. En 2009 todavía vivimos ate-nazados por los espectros de su novela anti-utópica. En el inglés original esa neolenguaes el newspeak. Y ése es precisamente eltítulo que ha elegido el Museo Hermitagede San Petersburgo para abrirse al jovenarte británico de la mano de esa especie deGran Hermano de la creación contemporá-nea llamado Charles Saatchi.

¿Por qué ese título? La explicación de losorganizadores es que el arte reciente estáreelaborando la experiencia de los antiguosmaestros a través de un nuevo lenguaje. Elconcepto orwelliano elegido para la exposi-ción encaja difícilmente con este plantea-miento. En realidad esta muestra podríahaberse titulado retrolengua en vez de neo-lengua. Expliquemos por qué a través deunos cuantos ejemplos. Para empezar, en-tre las 45 obras seleccionadas sólo hay pin-tura, escultura y dibujo. Han quedado fuera

las instalaciones, el vídeo y las nuevas tec-nologías, que sólo representan un papel mí-nimo e invisible en ciertos casos. La mayorparte de los artistas rondan los 30 años yson prácticamente desconocidos inclusodentro del Reino Unido, pero forman partede las recientes adquisiciones de CharlesSaatchi, quizá el coleccionista más influyen-te de la escena contemporánea, que acos-tumbra a dar periódicamente golpes deefecto que remueven los cimientos siemprepantanosos de “lo establecido” en este cam-po. No en vano levantó su imperio a travésde la publicidad.

La selección de obras ha sido realizadapor el nuevo comisario de arte contemporá-neo —un cargo de reciente creación— delmagnífico museo ruso, Dimitri Ozerkov, de33 años, en complicidad con el invisiblecoleccionista británico. Por parte del Hermi-tage la idea impulsa un ambicioso progra-ma de apertura hacia el arte actual ausenteen sus colecciones. Saatchi les ha otorgadola primicia de una exposición que piensapresentar de forma expandida el próximoverano en Londres, además de servirle eneste momento de camuflaje para otros desus juegos: en la muestra petersburguesaestá de incógnito la obra ganadora de unconcurso televisivo que se estrenará en no-viembre en la BBC, una especie de realitycon jóvenes artistas británicos titulado Saat-chi Art School.

Pero volvamos a Newspeak. De entrada

se presenta una serigrafía pop, híbrido deCher y el Che Guevara (Pink Cher, 2008, deScott King). Una primera mirada al conjun-to de la muestra encuentra óleos que re-cuerdan otros cuadros, otros artistas dedistintas épocas. Los trabajos de SigridHolmwood (Hobart, Australia, 1978), porejemplo, no ocultan el efecto déjà vu. Pare-cen copias de cuadros europeos de temascampesinos realizados en colores fosfores-centes, pero son obras originales que tie-nen como modelo las figuras de un museode costumbres del XIX en Suecia. GedQuinn (Liverpool, 1963) utiliza técnicas delos pintores flamencos o hace una versiónde una obra de Claude Lorrain, a las queañade elementos que elevan su compleji-dad semántica con un punto de ironía.

William Daniels (Brighton, 1976) “de-construye” en sus pequeños cuadros pintu-ras de Rafael, Caravaggio, Caspar DavidFriedrich, Cézanne, Morandi o Baselitz, através de un proceso que implica el collagey finalmente un fino trabajo técnico de pin-tura que no las hace copias obvias. Jona-than Wateridge (Zambia, 1972) utiliza técni-cas de fotorrealismo en sus grandes óleossobre catástrofes o referencias a los grandesdioramas soviéticos del realismo socialista.Y Pablo Bronstein (Buenos Aires, 1977) reco-bra el virtuosismo de los dibujos arquitectó-nicos barrocos, rococós y del XIX, desplaza-dos hoy por el diseño por ordenador.

Luego están los trabajos de otros pinto-res que también tienen un tufillo déjà vu,pero que no dejan de ser eficaces y sensi-bles muestras de buena factura, como lasde Robert Fry (con aires de Philip Gus-ton), Ryan Mosley (cercano al mundo deFrancesco Clemente), Mustafa Hulusi(pop + op-art) o Hurvin Anderson (Kitaj).

También en la escultura, como la Mada-me Blavatsky de Goshka Macuga, la ola deDick Evans, las cabezas de diosas paganasde Jonathan Haddock (Pembury, Reino Uni-do, 1980) o las cabezas clásicas de DanielSilver (Londres, 1972), se oyen ecos del pa-sado. Y hasta en el exquisito y original insec-tario fantástico de Tessa Farmer (Birming-ham, 1978) cabe algo del carnaval macabrodel medioevo.

Dimitri Ozerkov, comisario de la exposi-ción, subraya que se eligieron obras quepudieran entrar en diálogo con las coleccio-nes del Hermitage, un museo fundado en1764 por la emperatriz Catalina la Grandecon maestros de la pintura flamenca, a laque se han ido uniendo piezas y coleccio-nes de arte ruso, arte egipcio, griego y ro-mano, oriental, artes decorativas y pinturaeuropea de todas las épocas hasta las van-guardias del siglo XX.

“Tenemos de todo menos arte contem-

poráneo”, aclara. “Pero nos interesaba daruna visión partiendo desde el propio Her-mitage, del arte británico actual. No repre-senta necesariamente todo lo que se estáhaciendo ahí”. Para Ozerkov, ese diálogose ha estructurado en torno a cuatro te-mas: el pop, la arquitectura, la naturalezay el subconsciente. “Los antiguos maes-tros son una referencia general entre to-dos los artistas en esta exposición porqueen las salas próximas se pueden ver losoriginales. Queremos que los visitantes deSan Petersburgo, que no han tenido laoportunidad de ver mucho arte actual, seaproximen a él a través de trabajos quetengan algunas referencias cercanas paraellos”.

A Mijaíl Piotrovski, director del Hermita-ge desde hace 17 años (los 26 anteriores fuedirigido por su padre), le gusta particu-larmente la obra que presenta Barry Reiga-te (Londres, 1971), que combina figuras delas miniaturas persas con héroes de pintu-ras del Renacimiento, en acciones que alu-den al cómic. “Como orientalista, me atraeese juego de imágenes”, dice. Después dealgunas exposiciones aisladas de arte con-temporáneo en el Hermitage, se ha decidi-do a emprender una política programada ycoherente. “No tenemos dinero para adqui-siciones y tampoco tenemos experiencia enese campo, pero nuestra idea es la de difun-dirlo a través de un programa de exposicio-nes y actividades para ir atrayendo a lasnuevas generaciones al museo. Sin com-prar, sin poseer. Odio la palabra propie-dad”, puntualiza.

El Hermitage, que consta de once edifi-cios —ocho en el centro histórico— y unárea total de 184.000 metros cuadrados,posee casi tres millones de objetos, de losque sólo expone un 5%. Se está implemen-tando uno de los edificios para el progra-ma 20/21. “Aceptaremos colecciones dearte contemporáneo como préstamo a lar-go plazo, así como donaciones de artistasimportantes. Esas instalaciones estaránpreparadas también para las nuevas tecno-

logías, que nos han dado problemas en losantiguos edificios”.

La relación con Saatchi no le pareceoportunista. “Somos muy cuidadosos conlas galerías o los coleccionistas con los quecolaboramos. No queremos ser publicistasde nadie ni que eso influya en el mercado.Saatchi tiene su reputación ya establecida ynos ha dado una oportunidad de adelantarsu próxima gran muestra, adecuándola anuestras intenciones y exigencias”.

Los ejemplos del Louvre y el Prado, en-tre otros, que han empezado a exhibirobras de artistas actuales en cercanía ocombinación con las colecciones de arteclásico, le merecen algunos comentarios.“Creo que está bien mezclar el arte antiguocon el de hoy, pero sin exagerar. Las piezasde Jan Fabre no encajaban junto a las deVan der Weyden y Rubens en el Louvre. Lopeor es que dijeron que lo hacían para quela gente acudiera a esas salas poco visita-das. Es mejor si las obras se han hecho apropósito para marcar una relación. Por lodemás, no creo que haya una separación ouna frontera entre el arte antiguo y el con-temporáneo. La humanidad es una y lo queproducen las distintas culturas pueden con-vivir bajo el mismo espacio”. O

Newspeak: British Art Now. Museo Hermitage.Palacio de Invierno. San Petersburgo. Hasta el 17de enero.

Jóvenes artistas británicos plantean undiálogo con el arte clásico en una muestrade la colección Saatchi en el Hermitage

Falsascitas

Arriba, Madame Blavastky (2007), de Goshka Macuga. Debajo, Sin título (2007), de Arif Ozakca.

“Nos interesaba dar unavisión del arte británicopartiendo desde el propioHermitage”, según elcomisario Dimitri Ozerkov

Swarm (2004), esculturade Tessa Farmer, queensambla insectosy ramas para construirsus hadas-esqueleto.

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 17

Por Ángeles García

LA OBRA DE ANTONIO SAURA (Huesca, 1930-Cuenca, 1998) está indisolublemente unidaa sus escritos. Empezó a escribir y a pintara la vez, en 1947. Su ingente producciónartística estuvo sostenida por reflexionesescritas sobre el contenido de los cuadrosy las técnicas utilizadas. No sólo por puroafán descriptivo, que también le impor-taba, sino por su afán permanente de ra-zonar en voz alta. La Fundación ArchivesAntonio Saura empieza la divulgación enespañol de la obra del artista con la publi-cación Antonio Saura por sí mismo (Lun-werg). Es una lujosa recopilación de 91 es-critos en los que Saura habla de su obrajunto a 371 reproducciones de sus cuadros.El conjunto se ha enriquecido con recortesde prensa, anotaciones y fotografías proce-

dentes de sus archivos; un material quemuchas veces le sirvió de inspiración creati-va y a la que él llamaba su “iconografía”.

La recopilación y publicación de los tex-tos de Antonio Saura tuvo varios intentosparciales, vinculados a diferentes exposicio-nes. El volumen precedente del que ahoratenemos se editó en 1992 bajo el título deNote book (Memoria del tiempo) por inicia-tiva del Colegio Oficial de Aparejadores yArquitectos Técnicos de Murcia. Aquellaedición, traducida inmediatamente al fran-cés y convertida ya en un manual impres-cindible sobre la obra de Saura, constabade 77 artículos.

Perfeccionista y obsesivo, Saura corrigióy modificó una gran parte de los textos yescribió muchos más. Ordenados y enrique-cidos, formando un auténtico repertorio desu obra, son los que ahora se publican divi-didos en cinco apartados: Prehistoria, Se-

ries mayores, Lecciones de cosas, Ilustratio yObras inexistentes. Es el catálogo definitivode su obra vista por el propio autor.

Además, la fundación completa la inau-guración de su actividad literaria de difu-sión en español con la reedición del libeloContra el Guernica (Ediciones de la Central),un volumen prologado por Félix de Azúa,que recoge fielmente el carácter de polemis-ta corrosivo de Antonio Saura. El panfletoes, ante todo, una oda a su admirado PabloPicasso. Saura está en contra del circo me-diático y político que se montó con la llega-da a España del famoso mural. “Detestoimaginar qué hubiera opinado Picasso”, es-cribe, “si hubiera sabido que el Guernicallegaría a España en un régimen monárqui-co, protegido por la Guardia Civil, siendoCalvo Sotelo presidente del Gobierno y uncura (Federico Sopeña) director del Museodel Prado, habiendo sido encerrada la pintu-ra en una urna cristalina bajo la protecciónpermanente de las metralletas y, años mástarde, en una pecera antibalas por caprichode un Gobierno socialista antimarxista”.

El volumen contiene dos partes. Al fa-

moso panfleto, editado la primera vez porTurner, en 1981, le sigue Réquiem por elGuernica aparecido en EL PAÍS el 27 dejulio de 1992. Como postre se añade untexto, publicado también originalmentepor este periódico, Para salvar el Guernica,en el que Antonio Saura se opone frontal-mente a la petición del Gobierno Vasco detrasladar el mural al Museo Guggenheimde Bilbao.

En la introducción, Félix de Azúa cele-bra la reaparición de este libro y lo equipa-ra con la Mona Lisa de Duchamp: el grafi-to obsceno no iba contra Leonardo sinocontra los adoradores del artista. Sauratambién quiso salvar a Picasso de sus ado-radores. O

Antonio Saura por sí mismo. Antonio Saura. Edi-ción de Olivier Weber-Caflisch. Archives AntonioSaura/Lunwerg. Barcelona, 2009. 432 páginas.49,50 euros. Contra el Guernica. Antonio Saura.Prefacio de Félix de Azúa. Archives Antonio Sau-ra/Ediciones de La Central/Museo Nacional Cen-tro de Arte Reina Sofía. Barcelona, 2009. 109 pági-nas. 17 euros.

Saura, genial y corrosivo

La primera edición de la Trienal de Arte en Chile plantea nuevas perspectivas sobre los límites de lacreación actual. Una propuesta descentralizada en la que los trabajos de los artistas van al encuentro delciudadano. La trienal coincide estos meses con las bienales de Mercosul, en Brasil, y Cuenca, en Ecuador

Por José Luis Estévez

LA ACUSACIÓN más común contra elarte contemporáneo es la de seruna disciplina que funciona sólo ba-jo las reglas que las distintas comu-

nidades que la integran se han comprometi-do a respetar, casi siempre de espaldas a losgustos y exigencias del gran público y sinimportarle casi nada la función social y edu-cativa que puede llegar adesarrollar. Esto se cumpleen muchas oportunidades,pero a veces hay excepcio-nes y una de ellas se estáproduciendo en Chile des-de principios de octubre.La primera edición de laTrienal de Arte chilena tie-ne como uno de sus princi-pales objetivos el llevar lasexpresiones artísticas de La-tinoamérica a todos los rin-cones del país, desde Iqui-que a Valdivia pasando porla capital, Santiago.

El diseño del proyectoes muy ambicioso y no tie-ne parangón en toda Lati-noamérica. Por primeravez las exposiciones y deba-tes que forman el eje decualquier acontecimientode este tipo no se limitan ala capital del país o a unade sus principales ciuda-des. La trienal es un aconte-cimiento artístico casi ina-barcable que se celebra enciudades separadas por lar-gas distancias. Es una delas raras ocasiones en lasque se ha tenido menos encuenta a los críticos, comi-sarios y turistas y se ha da-do prioridad a la población local que va atener ocasión de ver en su propia ciudad lasobras de destacados artistas latinoamerica-nos. El carácter viajero de la trienal se vereflejado en iniciativas como la del artistaargentino Cristian Segura que ha optadopor presentar sus piezas de vídeo fuera delos museos para exhibirlas en los autobusesque cubren las rutas interurbanas en Chile.

Uno de los aspectos fundamentales de latrienal es la reflexión sobre los límites delarte. Algo que ha podido verse no sólo en las

exposiciones sino también en los nume-rosos debates celebrados en las distintassedes. El comisario general de la trienal yministro de Cultura de Paraguay, Ticio Esco-bar, explica que una de las preguntas que seharán los asistentes es qué es lo que puedeconsiderarse arte en un mundo que ha aca-bado por banalizar esta palabra. Este plan-teamiento está muy presente en una de lasmuestras en Santiago, Aiwin; La imagen dela sombra, que presenta fotografías realiza-

das por indios mapuches sin conocimientosprevios del arte fotográfico. La exposición,diseñada por el propio Escobar, ofrece unresultado sorprendente sobre las posibilida-des de expresar inquietudes artísticas par-tiendo prácticamente de cero: “Entre nues-tros objetivos está trabajar con la idea deque el arte contemporáneo no se define tan-to por ocupar un puesto en un lugar consa-grado como por sus efectos sociales. Tam-bién se plantean cuestiones referentes a losconceptos de arte y de contemporaneidad”.

En conexión con este experimento otramuestra ubicada en el Centro Cultural deLa Moneda ofrece una interesante pers-pectiva sobre las conexiones entre el artepopular y el contemporáneo. Una miradamúltiple: el Museo del Barro trae hasta lacapital chilena una amplia selección delos fondos del citado museo paraguayoque incluye piezas que arrancan en el pe-riodo indígena y precolombino hastaobras del siglo XIX y del arte contemporá-

neo de ese país. Instalaciones, dibujos yesculturas de artistas actuales como Ricar-do Migliorisi, Mónica González o PaolaParcerisa conviven en armonía con imáge-nes de santos y piezas de alfarería. No hayque olvidar que uno de los temas que plan-tea la trienal es el de subrayar los puntosde cruce entre el arte y otros sistemas cul-turales. Así, la religión, la política y el traba-jo artesanal están presentes en una mues-tra que también sugiere un debate sobreel propio concepto de arte.

El comisario español Fernando CastroFlórez ha dirigido uno de los proyectos másambiciosos de la Trienal. Se trata de la mues-tra El terremoto de Chile en la que, a travésde las obras de una veintena de artistas chile-nos de varias generaciones, se dibuja un pa-norama sobre los temas y lenguajes de losque se ocupan. El vídeo, la fotografía y lasgrandes instalaciones predominan en unaexposición que ocupa las dependencias deuna de las sedes del Museo de Arte Contem-

poráneo de Santiago. Elbuen momento del arte chi-leno queda patente en laespectacularidad y fuerzadiscursiva de las piezas se-leccionadas.

La Trienal de Chile coin-cide durante varias sema-nas con otros dos acon-tecimientos artísticos des-tacados. La 7ª Bienal delMercosur, que se celebraen la ciudad brasileña dePorto Alegre bajo el lemaEl grito y la escucha, tienecomo eje principal una re-flexión sobre el papel delartista en el mundo de hoy.La mayoría de las muestrastienen como comisarios alos propios artistas. La ar-gentina Victoria Noortho-orn y el chileno CamiloYáñez son los comisariosprincipales de esta bienal.

En Ecuador se abrirá apartir del 22 de octubre laX Bienal de Cuenca quepor primera vez abrirásus puertas a artistas deEuropa, Asia y África, quese suman a la presenciahabitual de creadores lati-noamericanos. Interseccio-nes: Memoria, realidad y

nuevos tiempos es el título general de unproyecto que también apuesta por rom-per fronteras aunque sea desde la modes-tia de una pequeña ciudad situada al surde los Andes ecuatorianos. O

Trienal de Chile 2009. Hasta el 5 de diciembre.www.trienaldechile.cl7ª Bienal do Mercosul. Porto Alegre, Brasil. Hastael 29 noviembre. bienalmercosul.art.brX Bienal de Cuenca. Ecuador. Hasta el 4 de di-ciembre. www.bienaldecuenca.org

Un relámpago de arte ilumina Chile

Acción Chaiten. Mapa de intuición 30. Sismografía de Chile (2009), de Fernando Prats, en la Trienal de Arte de Chile. Foto: Javier Insulza

CRÓNICAS DE AMÉRICA LATINA

18 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

VERONESE DOS: Casa de muñecas, fas-sbinderianamente retitulada El de-sarrollo de la civilización venidera,que puede ser una profecía negra o

un guiño unificador, porque así se llamabael libro de Lovborg en Hedda Gabler, la otraparte del díptico estrenado en Salt/Tempora-da Alta y pronto (¡reserven entradas!) en Fes-tival de Otoño/Cuarta Pared. De nuevo, lasclaves son (sí, también muy Fassbinder) ve-locidad, urgencia, nervio. Y con cada actorreaccionando en cuestión de nanosegundos(con todas las palabras, con todos los silen-cios, con todo el cuerpo) a las acciones delotro, como debe ser: esto es teatro y lo queno es así son cuentos. Hay quien dice queCasa de muñecas no cuela hoy porque Noratendría un trabajo y se largaría cuando lediera la gana. Ya. Cuéntaselo a tu tía. Cuénta-selo a todas las mujeres apalizadas a diario,asesinadas a diario, y que no se fueron (oh,pudiendo hacerlo) porque él “en el fondo”las quería más que a sus ojos. Veronese de-muestra que un clásico sólo es actual cuan-do los sentimientos que muestra son verda-deros. Y su montaje rebosa sentimientos ver-daderos, intuiciones fulgurantes, dibujosque parecen caricaturas y resultan ser radio-grafías certerísimas. Sus añadidos, por ejem-plo: los comentarios de Helmer, el marido,sobre Escenas de un matrimonio, de Berg-man. En principio eso parece un homenaje,un chiste de progres, lo que quieran. No, esotra cosa. Todo lo que Helmer dice de lapelícula es muy atinado, un análisis perfec-to: el problema es que el tipo no se da cuen-ta de que es la historia de su relación conNora, a la que trata como un entrenador deperros a su caniche. El Helmer de Veronese

es un hombre que siempre dice lo que hayque decir pero rara vez hace lo que hay quehacer. Su opinión sobre Bergman es tan retó-rica como cuando le dice a Nora “daría mivida por protegerte”. Todo es un papelaprendido, una representación de lo quecree que ha de ser el espectador perfecto, elpadre/marido impecable. Detrás no hay lamenor empatía: es un psicópata convencidode estar siempre en lo correcto. No es banalque Veronese le haga apuntar a todo el mun-do con los dedos a guisa de pistola, igual queTravis Bickle en Taxi Driver: se parecen mu-chísimo, y está claro que Helmer podría car-garse a cualquiera que no “aceptara” su ra-zón. Helmer es Carlos Portaluppi, el maravi-lloso padre de Nunca estuviste tan adorable,de Javier Daulte. Cuesta creer que allí fueraun enamorado humilde y bondadoso y aquíun redomado hijo de la gran puta, pero esque a estos actores argentinos les cuadracualquier traje. Pedazo de actor, Portaluppi.En todos los sentidos, porque está más gor-do que un badil. ¡Fuera complejos! No “gor-dito” ni “con sobrepeso”: gordo orgulloso,poderoso, como su compañero Roly Serra-no, que interpreta al chantajista Krogstad.“Aquí”, en la moderna Europa, un actor cui-daría su imagen, que se dice. A Portaluppi ySerrano eso parece importarles un pito: loque les importa es la verdad de su interpreta-ción. Y gracias a esa verdad, a ese talento, esa nosotros quien nos acaba importando uncarajo que estén o no estén gordos. Vemos ados hombres, punto. ¿Parece una tontería,verdad? Pues desafiar un tabú estético conesa alegría, con ese poder es, aunque no loparezca, otro de los elementos revoluciona-rios del montaje: enseñarnos a mirar de otra

manera. Irónicamente, Helmer/Portaluppicontrola hasta los caramelos que traga Nora,“para que no pierda la línea”: la gordura delactor juega a favor de la tiranía del persona-je. Del mismo modo, la escena en la queCristina Linde (Mara Bestelli, otro regalo deDios) se ofrece a Krogstad provoca un cona-to de carcajada, porque es como la capitanaAhab concediéndole la mano a Moby Dick,y Veronese juega un instante con eso paraasí mejor propulsarnos, por contraste, hacia

la emoción: esta mujer, te dices, le quiere deverdad, le quiere como es. (Si tuviera tiem-po, desarrollaría la idea de que miss Linde esla verdadera heroína). También hay algonuevo sobre Nora. Se subraya su condiciónde niña mimada, manipuladora; su inocen-cia irritante. Pero hay otra cosa. En un princi-pio eché en falta la escena de la tarantela.Me equivocaba: toda la interpretación deMaría Figueras es tarantela, una tarantelafrenética, que dura hora y veinte. Hacer esosin agotar ni agotarse debe ser dificilísimo.

El pasado sábado hablaba de una ausen-cia, y ésa sí la sentí: el doctor Rank. Precioso

personaje, agonizante, secretamente enamo-rado de la nena. Y detonante de una escenacapital: cuando Nora coquetea con él paraconseguir lo que quiere. Capital porque esahí donde empieza a sentir la súbita concien-cia de su rol y de sus métodos. Doble o tripleputada, porque esa escena no está, porqueVeronese ha transformado al personaje en ladoctora Berta Rank, lesbiana, libre, y esa pre-misa podría dar muchísimo juego, y porquelo interpreta la arrolladora Ana Garibaldi y ledejan muy poca tela que cortar. Tiene, alprincipio, una historia inventada por Vero-nese, una historia de seducción en un cine,con un chiste gloriosamente guarro a basede ostras y limón, digno de Mae West, peroluego queda relegada a la condición de testi-go lúcido. Me sorprende un poco que Vero-nese, el hombre con rayos X en los ojos,haya dejado escapar ese pichón. Llegamosal final, violento, terriblemente lógico y vero-símil, y también transgresor en su incómo-da, turbadora ambigüedad. Mucho mejorque el de la versión de Ostermeier, que susti-tuía el portazo por un tiro. Nunca le vi senti-do a eso. A veces Ostermeier se deja deslum-brar un poco por el zambombazo moderno,por la imagen chocante.

Veronese me excita mucho porque teabre 27 ventanas por minuto. Me excitatanto que me caliento y se me encoge elespacio. Quería hablarles también, comoprometí, de Al cel, otra estupenda reduc-ción o reconcentración de un material des-bordante, la vida y obra de Verdaguer, conuna afiebrada interpretación de Jordi Fi-gueras, en el Lliure, pero no va a poderser, mecachis en la mar. Quede aquí, almenos, mi fuerte aplauso. O

¿Quién dice que lo de Nora es agua pasada?En Casa de muñecas, rebautizada como El desarrollo de la civilización venidera, Veronese demuestra que un clásicosólo es actual cuando los sentimientos que muestra son verdaderos

Veronese me excita muchoporque te abre veintisieteventanas por minuto. Seme encoge el espacio

PURO TEATRO Por Marcos Ordóñez

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 19

Por Brenda Otero

DE ADOLESCENTE Ryuichi Sakamo-to (Nakano, Tokio, 1952) tomabael tren cada mañana para ir alinstituto. Durante el trayecto, se

distraía discerniendo todos y cada uno delos sonidos que podían escucharse en el va-gón. Carraspeos de pasajeros, la vibraciónde las ventanas, el traqueteo en las vías. Ca-da día, escuchaba algo nuevo. Esta forma dematar el aburrimiento (la bestia negra deSakamoto) es la semilla de Out of Noise, unode sus dos álbumes que en España se publi-carán conjuntamente a principios de no-viembre.

Out of Noise cuestiona la línea divisoriaentre la música y el ruido y explora el hinter-land donde se desvanecen los sonidos hastaque se funden en el ruido ambiente. Su bús-queda le llevó hasta Groenlandia, donde for-mó parte del proyecto Cape Farewell para larespuesta cultural al cambio climático. Saka-moto quedó embrujado con algunos de lossonidos del Ártico: “El más memorable fueel del interior de glaciar derritiéndose. Es elsonido más puro que jamás haya escucha-do”. El tema envía un mensaje ecológico sinque prime el fondo sobre la forma: “Sonsonidos interesantes y a su vez hermosos.No los incluí esperando que el oyente reco-nozca su procedencia”.

Se puede decir que Sakamoto ha partici-pado en varios de los grandes acontecimien-tos culturales en las últimas décadas. Arran-có el electro pop con la formación YellowMagic Orchestra. Compuso la música parala ceremonia de inauguración de los JuegosOlímpicos de Barcelona. Sus bandas sono-ras han ganado un Oscar, dos Globos de Oroy un Grammy. Y ha trabajado con BernardoBertolucci, William Burroughs, DavidBowie, Pedro Almodóvar o Iggy Pop.

Una abrumadora trayectoria que Saka-moto ha levantado sin fanfarrias. De la mis-ma manera, hace su entrada en la sala priva-da de un hotel londinense. Bien parecido,viste de diseño y con exquisita simplicidad.Antes de sentarse, se deshace de varias ca-pas de ropa. Se quita una chaqueta, un sué-ter y un pañuelo. Todos grises, a juego consu pelo entreverado de canas. Mientras con-versa en un inglés sincopado juega con losobjetos que encuentra con la mesa. De cuan-do en cuando hace pausas en momentosinusitados. Como si también hiciera músicahablando.

Si Out of Noise llevó a Sakamoto a paisa-jes remotos, su álbum Playing the piano, suotro disco, es un giro hacia rincones másíntimos. El músico reinterpreta al piano laspiezas más conocidas de su repertorio: FelizNavidad, Mr. Lawrence, El último empera-dor, El cielo protector o Thousand Knives. Elmúsico explica las razones de un disco deautoversiones: “No es una idea que me hayavenido de nuevas. Es la manera en la quetoco mis canciones en directo. Además, lamayor parte de esta música fue originalmen-te escrita para el piano. Desde niño ha sidomi instrumento. El piano es parte de mivida, parte de mí, y todavía lo adoro”.

El estilo convencional de Playing the pia-no puede sugerir una reconfortante vuelta alclasicismo, tras años de experimentación.Sakamoto rechaza la idea: “A veces puedo

sonar más clásico, otras no. Mi objetivo esdeshacerme de los muros entre los géneros.Nunca pienso en ellos”.

De hecho, hay pocos géneros —ya seajazz, pop, electrónica o músicas delmundo— que el artista no haya tocado:“Tengo muchos intereses. Ésa es la razónpor la que he probado estilos musicales tandiferentes. Me aburro muy rápido. Ésa es minaturaleza”, reconoce. “Si algo me interesa,me lanzo velozmente de lleno y con la mis-ma rapidez me canso. Me rijo por lo que esnuevo para mí, no para los demás”. Actual-mente le entusiasma la música barroca, queescucha sin descanso: “Parezco un crío, hay

tantos artistas, tantos países y años. Hay querecordar que Bach es solamente el fin delbarroco”.

No hay nada en el mundo que potencial-mente no le interese. Menos las canciones.Una curiosa aversión para un músico naci-do en el siglo XX e inmerso en la era en laque los reproductores de mp3 hacen tanfácil desmembrar discos. “A lo que me refie-ro es que para mí, música y letra son doselementos totalmente diferentes. Piensoque la música está diseñada por sonidos enprimer lugar. En Yellow Magic Orchestra ca-si no introducíamos significado en las letras.Eran prácticamente una señal”.

Con Yellow Magic Orchestra fue uno delos precursores del uso de sintetizadores ylas técnicas de grabación digitales. Toma-ban elementos de la tradición y la desafia-ban, yuxtaponiendo temas sobre videojue-gos y fuegos artificiales. En Japón eran tangrandes como los Beatles. En el resto delmundo quitaron la venda a los que veían lamúsica japonesa como un exótico jardínoriental. Todavía hoy, jóvenes artistas home-najean sus logros con sampleados y remez-clas de éxitos de la banda. Sin embargo,Sakamoto no se conforma con ser el padri-no de y quiere participar de lleno en la nue-va revolución tecnológica: “Se han unidodos factores muy poderosos, el ordenadorpersonal e Internet. A principios de los añosochenta teníamos que agujerear setecientastarjetas para programar la melodía más sim-ple. Hoy se puede hacer cualquier cosa con

un portátil. La Red sirve para escuchar, ver,recibir. Las posibilidades son ilimitadas”.

Un ejemplo de estas posibilidades es suproyecto Chain Music (música encadena-da). En su página, Sakamoto ha solicitado avarios artistas que participen en una suertede cadáver exquisito digital, en el que cadamúsico une un fragmento de música al ante-rior. La iniciativa quiere recordar a las vícti-mas de la guerra de Irak y permanecerá enactivo hasta que llegue la paz.

Sakamoto tiene un oído en Debussy —sueterna inspiración— y otro en los nuevosgrupos que descubre en MySpace. Es miem-bro de redes sociales y con frecuencia subefotos a Flikr, vídeos de sus ensayos en You-Tube y actualiza su Twitter. “Ella odia todoeso”, dice el músico mirando a su atractivarepresentante y actual pareja que teclea ensu portátil en una esquina de la habitación.“A veces yo también lo encuentro excesivo”,admite. “En ocasiones hay que detener elflujo de información para que no interfieraen el trabajo. Pero para mí es otra novedad.Quizá me aburra pronto”.

Pese a todo, no encuentra obstáculos pa-ra concentrarse y crear: “Me da la impresiónde que vagueo bastante. Pero trabajo muyrápido, más que cualquier artista que conoz-co. Puede llegar a ser intimidante”.

¿No se ha sentido intimidado por otrosartistas? “No, nunca”, contesta con una na-turalidad exenta de alarde. “Pero me intere-sa colaborar con otros músicos. Ver sus esti-los, sus velocidades. Me gusta la diferencia”.

No hace falta que lo diga. Ha estudiadola música africana, indonesia, la bossa novay el dub jamaicano, entre otros. Sin caer enel pastiche ni en el tópico. Para evitar elacercamiento superficial a otras músicas,Sakamoto confía en el toque personal: “Lascolaboraciones surgen si conecto con deter-minados artistas. No quiero irrumpir en cul-turas milenarias ni saquearlas. Intento respe-tarlas e introducirme mediante amistades”.

Cuando se le propuso participar en laceremonia de apertura de los Juegos deBarcelona de 1992, componiendo una pie-za sobre la civilización mediterránea, ac-tuó con similar prudencia. “En un princi-pio lo rechacé porque no me atraen loseventos deportivos. Además, como ja-ponés, no sabía nada sobre la cultura me-diterránea. Le pregunté al productor siestaba seguro de que yo era la personaadecuada. Después viajé a Barcelona: meenamoré de la ciudad, de la idea y lagente de mentalidad tan abierta. Me en-contré como en casa. Si la candidatura deMadrid algún día es aceptada, tambiénme gustaría participar en sus juegos”.

En 2006, el artista fundó la compañíadiscográfica independiente commmons,para la que han fichado a nuevas bandasy grupos veteranos como la formaciónestadounidense de pos rock Tortoise.Sakamoto ha hablado francamente sobresu postura liberal con respecto a los dere-chos de autor. Algo que en principio nose muestra muy compatible con su rol dejefe de una discográfica. Sakamoto ríecomo si le hubieran cazado en plena tra-vesura: “Estamos abiertos a cualquierconcepto de copyright. La idea es que elartista debe tener a su disposición variosniveles de protección. Puede ser muy es-tricta o totalmente gratis. Algunos de mis

trabajos pueden ser copiados o remezcla-dos libremente, pero no ser vendidos. Elartista debe decidir”.

Como músico de éxito, es plenamenteconsciente del dilema al que se enfrentanlos jóvenes artistas, que deben elegir en-tre darse a conocer ofreciendo músicagratis o cobrar para ganarse la vida. “Notengo la solución, pero me preocupa elfuturo de la música. Si no se puede ganardinero en esta industria perderemos grancantidad de talento. Cuando los músicosson todavía jóvenes pueden colgar su mú-sica sin cobrar por ella. El problema escuando tienen que mantener una fami-lia”. Siempre pueden sacarse un dineritotrabajando para gigantes multinaciona-les, como Sakamoto, que ha hecho músi-ca para anuncios, creado tonos de móvilpara Nokia o detalles para programas deMicrosoft que finalmente no fueron utili-zados: “No lo hice por dinero”, protesta.“En cada caso es diferente, pero cuandoNokia se puso en contacto conmigo, hacecuatro o cinco años, los tonos era algonuevo y emocionante, por eso acepté”.

Además del futuro de la música, aSakamoto le quita el sueño el porvenirdel planeta. Su paternidad le hizo tomaruna postura activa en la lucha contra elcambio climático. En su actual gira mun-dial, la primera en diez años, intenta com-pensar las emisiones de CO2 para alcan-zar el estatus de “carbono cero”. Y su

niña bonita es la fundación moreTrees,dedicada a repoblar bosques para equili-brar las emisiones de carbono en la at-mósfera.

Sakamoto es un hombre que mira alfuturo. Eso no quiere decir que a vecesno se deje querer por la nostalgia. Trasquince años separados, los tres miem-bros de Yellow Magic Orchestra han vuel-to a juntarse. Su primer encuentro fue

por casualidad, en el Sónar de Barcelonade 2004, donde hablaron de posibles cola-boraciones. El año pasado actuaron enLondres, Gijón y Tokio. Ahora preparannuevo disco. “Después de tantos años,juntarse es extraño y agradable. Nuestrosegos fueron la causa de nuestra separa-ción y ya los dejamos atrás”. Sakamotoreflexiona un instante, buscando la fraseadecuada para terminar la entrevista:

“Un menor ego es lo único bueno de ha-cerse mayor”. O

Ryuichi Sakamoto presenta Playing the piano / Outof Noise, editado por Universal, el 11 de noviembreen Madrid (Teatro Circo Price); el 13 en Santiagode Compostela (Auditorio); el 15 en Girona (Audito-rio); el 17 en San Sebastián (Kursaal); el 19 en Carta-gena (Nuevo Teatro Circo) y el 20 en Jaén (NuevoTeatro Infanta Leonor). www.sitesakamoto.com/.

Ryuichi Sakamoto,contra el aburrimientoEl músico japonés, experimentador incansable durante décadas,juega en sus últimos dos discos, Playing the piano y Out of noise, conlos límites de los sonidos, con la armonía y con el ruido. “Me interesacolaborar con otros músicos. Me gusta la diferencia”, asegura

Ryuichi Sakamoto ha participado en algunos de losacontecimientos culturales más importantes de las últi-mas décadas. Foto: Carmen Valiño

“Desde niño, el pianoha sido mi instrumento.El piano es partede mi vida, parte de mí,y todavía lo adoro”

“A veces puedo sonarmás clásico, otras no. Miobjetivo es deshacerme delos muros entre los géneros.Nunca pienso en ellos”

“El sonido del interiordel glaciar derritiéndosees el más puro que heescuchado”

MÚSICA / Entrevista

20 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

Por Brenda Otero

DE ADOLESCENTE Ryuichi Sakamo-to (Nakano, Tokio, 1952) tomabael tren cada mañana para ir alinstituto. Durante el trayecto, se

distraía discerniendo todos y cada uno delos sonidos que podían escucharse en el va-gón. Carraspeos de pasajeros, la vibraciónde las ventanas, el traqueteo en las vías. Ca-da día, escuchaba algo nuevo. Esta forma dematar el aburrimiento (la bestia negra deSakamoto) es la semilla de Out of Noise, unode sus dos álbumes que en España se publi-carán conjuntamente a principios de no-viembre.

Out of Noise cuestiona la línea divisoriaentre la música y el ruido y explora el hinter-land donde se desvanecen los sonidos hastaque se funden en el ruido ambiente. Su bús-queda le llevó hasta Groenlandia, donde for-mó parte del proyecto Cape Farewell para larespuesta cultural al cambio climático. Saka-moto quedó embrujado con algunos de lossonidos del Ártico: “El más memorable fueel del interior de glaciar derritiéndose. Es elsonido más puro que jamás haya escucha-do”. El tema envía un mensaje ecológico sinque prime el fondo sobre la forma: “Sonsonidos interesantes y a su vez hermosos.No los incluí esperando que el oyente reco-nozca su procedencia”.

Se puede decir que Sakamoto ha partici-pado en varios de los grandes acontecimien-tos culturales en las últimas décadas. Arran-có el electro pop con la formación YellowMagic Orchestra. Compuso la música parala ceremonia de inauguración de los JuegosOlímpicos de Barcelona. Sus bandas sono-ras han ganado un Oscar, dos Globos de Oroy un Grammy. Y ha trabajado con BernardoBertolucci, William Burroughs, DavidBowie, Pedro Almodóvar o Iggy Pop.

Una abrumadora trayectoria que Saka-moto ha levantado sin fanfarrias. De la mis-ma manera, hace su entrada en la sala priva-da de un hotel londinense. Bien parecido,viste de diseño y con exquisita simplicidad.Antes de sentarse, se deshace de varias ca-pas de ropa. Se quita una chaqueta, un sué-ter y un pañuelo. Todos grises, a juego consu pelo entreverado de canas. Mientras con-versa en un inglés sincopado juega con losobjetos que encuentra con la mesa. De cuan-do en cuando hace pausas en momentosinusitados. Como si también hiciera músicahablando.

Si Out of Noise llevó a Sakamoto a paisa-jes remotos, su álbum Playing the piano, suotro disco, es un giro hacia rincones másíntimos. El músico reinterpreta al piano laspiezas más conocidas de su repertorio: FelizNavidad, Mr. Lawrence, El último empera-dor, El cielo protector o Thousand Knives. Elmúsico explica las razones de un disco deautoversiones: “No es una idea que me hayavenido de nuevas. Es la manera en la quetoco mis canciones en directo. Además, lamayor parte de esta música fue originalmen-te escrita para el piano. Desde niño ha sidomi instrumento. El piano es parte de mivida, parte de mí, y todavía lo adoro”.

El estilo convencional de Playing the pia-no puede sugerir una reconfortante vuelta alclasicismo, tras años de experimentación.Sakamoto rechaza la idea: “A veces puedo

sonar más clásico, otras no. Mi objetivo esdeshacerme de los muros entre los géneros.Nunca pienso en ellos”.

De hecho, hay pocos géneros —ya seajazz, pop, electrónica o músicas delmundo— que el artista no haya tocado:“Tengo muchos intereses. Ésa es la razónpor la que he probado estilos musicales tandiferentes. Me aburro muy rápido. Ésa es minaturaleza”, reconoce. “Si algo me interesa,me lanzo velozmente de lleno y con la mis-ma rapidez me canso. Me rijo por lo que esnuevo para mí, no para los demás”. Actual-mente le entusiasma la música barroca, queescucha sin descanso: “Parezco un crío, hay

tantos artistas, tantos países y años. Hay querecordar que Bach es solamente el fin delbarroco”.

No hay nada en el mundo que potencial-mente no le interese. Menos las canciones.Una curiosa aversión para un músico naci-do en el siglo XX e inmerso en la era en laque los reproductores de mp3 hacen tanfácil desmembrar discos. “A lo que me refie-ro es que para mí, música y letra son doselementos totalmente diferentes. Piensoque la música está diseñada por sonidos enprimer lugar. En Yellow Magic Orchestra ca-si no introducíamos significado en las letras.Eran prácticamente una señal”.

Con Yellow Magic Orchestra fue uno delos precursores del uso de sintetizadores ylas técnicas de grabación digitales. Toma-ban elementos de la tradición y la desafia-ban, yuxtaponiendo temas sobre videojue-gos y fuegos artificiales. En Japón eran tangrandes como los Beatles. En el resto delmundo quitaron la venda a los que veían lamúsica japonesa como un exótico jardínoriental. Todavía hoy, jóvenes artistas home-najean sus logros con sampleados y remez-clas de éxitos de la banda. Sin embargo,Sakamoto no se conforma con ser el padri-no de y quiere participar de lleno en la nue-va revolución tecnológica: “Se han unidodos factores muy poderosos, el ordenadorpersonal e Internet. A principios de los añosochenta teníamos que agujerear setecientastarjetas para programar la melodía más sim-ple. Hoy se puede hacer cualquier cosa con

un portátil. La Red sirve para escuchar, ver,recibir. Las posibilidades son ilimitadas”.

Un ejemplo de estas posibilidades es suproyecto Chain Music (música encadena-da). En su página, Sakamoto ha solicitado avarios artistas que participen en una suertede cadáver exquisito digital, en el que cadamúsico une un fragmento de música al ante-rior. La iniciativa quiere recordar a las vícti-mas de la guerra de Irak y permanecerá enactivo hasta que llegue la paz.

Sakamoto tiene un oído en Debussy —sueterna inspiración— y otro en los nuevosgrupos que descubre en MySpace. Es miem-bro de redes sociales y con frecuencia subefotos a Flikr, vídeos de sus ensayos en You-Tube y actualiza su Twitter. “Ella odia todoeso”, dice el músico mirando a su atractivarepresentante y actual pareja que teclea ensu portátil en una esquina de la habitación.“A veces yo también lo encuentro excesivo”,admite. “En ocasiones hay que detener elflujo de información para que no interfieraen el trabajo. Pero para mí es otra novedad.Quizá me aburra pronto”.

Pese a todo, no encuentra obstáculos pa-ra concentrarse y crear: “Me da la impresiónde que vagueo bastante. Pero trabajo muyrápido, más que cualquier artista que conoz-co. Puede llegar a ser intimidante”.

¿No se ha sentido intimidado por otrosartistas? “No, nunca”, contesta con una na-turalidad exenta de alarde. “Pero me intere-sa colaborar con otros músicos. Ver sus esti-los, sus velocidades. Me gusta la diferencia”.

No hace falta que lo diga. Ha estudiadola música africana, indonesia, la bossa novay el dub jamaicano, entre otros. Sin caer enel pastiche ni en el tópico. Para evitar elacercamiento superficial a otras músicas,Sakamoto confía en el toque personal: “Lascolaboraciones surgen si conecto con deter-minados artistas. No quiero irrumpir en cul-turas milenarias ni saquearlas. Intento respe-tarlas e introducirme mediante amistades”.

Cuando se le propuso participar en laceremonia de apertura de los Juegos deBarcelona de 1992, componiendo una pie-za sobre la civilización mediterránea, ac-tuó con similar prudencia. “En un princi-pio lo rechacé porque no me atraen loseventos deportivos. Además, como ja-ponés, no sabía nada sobre la cultura me-diterránea. Le pregunté al productor siestaba seguro de que yo era la personaadecuada. Después viajé a Barcelona: meenamoré de la ciudad, de la idea y lagente de mentalidad tan abierta. Me en-contré como en casa. Si la candidatura deMadrid algún día es aceptada, tambiénme gustaría participar en sus juegos”.

En 2006, el artista fundó la compañíadiscográfica independiente commmons,para la que han fichado a nuevas bandasy grupos veteranos como la formaciónestadounidense de pos rock Tortoise.Sakamoto ha hablado francamente sobresu postura liberal con respecto a los dere-chos de autor. Algo que en principio nose muestra muy compatible con su rol dejefe de una discográfica. Sakamoto ríecomo si le hubieran cazado en plena tra-vesura: “Estamos abiertos a cualquierconcepto de copyright. La idea es que elartista debe tener a su disposición variosniveles de protección. Puede ser muy es-tricta o totalmente gratis. Algunos de mis

trabajos pueden ser copiados o remezcla-dos libremente, pero no ser vendidos. Elartista debe decidir”.

Como músico de éxito, es plenamenteconsciente del dilema al que se enfrentanlos jóvenes artistas, que deben elegir en-tre darse a conocer ofreciendo músicagratis o cobrar para ganarse la vida. “Notengo la solución, pero me preocupa elfuturo de la música. Si no se puede ganardinero en esta industria perderemos grancantidad de talento. Cuando los músicosson todavía jóvenes pueden colgar su mú-sica sin cobrar por ella. El problema escuando tienen que mantener una fami-lia”. Siempre pueden sacarse un dineritotrabajando para gigantes multinaciona-les, como Sakamoto, que ha hecho músi-ca para anuncios, creado tonos de móvilpara Nokia o detalles para programas deMicrosoft que finalmente no fueron utili-zados: “No lo hice por dinero”, protesta.“En cada caso es diferente, pero cuandoNokia se puso en contacto conmigo, hacecuatro o cinco años, los tonos era algonuevo y emocionante, por eso acepté”.

Además del futuro de la música, aSakamoto le quita el sueño el porvenirdel planeta. Su paternidad le hizo tomaruna postura activa en la lucha contra elcambio climático. En su actual gira mun-dial, la primera en diez años, intenta com-pensar las emisiones de CO2 para alcan-zar el estatus de “carbono cero”. Y su

niña bonita es la fundación moreTrees,dedicada a repoblar bosques para equili-brar las emisiones de carbono en la at-mósfera.

Sakamoto es un hombre que mira alfuturo. Eso no quiere decir que a vecesno se deje querer por la nostalgia. Trasquince años separados, los tres miem-bros de Yellow Magic Orchestra han vuel-to a juntarse. Su primer encuentro fue

por casualidad, en el Sónar de Barcelonade 2004, donde hablaron de posibles cola-boraciones. El año pasado actuaron enLondres, Gijón y Tokio. Ahora preparannuevo disco. “Después de tantos años,juntarse es extraño y agradable. Nuestrosegos fueron la causa de nuestra separa-ción y ya los dejamos atrás”. Sakamotoreflexiona un instante, buscando la fraseadecuada para terminar la entrevista:

“Un menor ego es lo único bueno de ha-cerse mayor”. O

Ryuichi Sakamoto presenta Playing the piano / Outof Noise, editado por Universal, el 11 de noviembreen Madrid (Teatro Circo Price); el 13 en Santiagode Compostela (Auditorio); el 15 en Girona (Audito-rio); el 17 en San Sebastián (Kursaal); el 19 en Carta-gena (Nuevo Teatro Circo) y el 20 en Jaén (NuevoTeatro Infanta Leonor). www.sitesakamoto.com/.

Ryuichi Sakamoto,contra el aburrimientoEl músico japonés, experimentador incansable durante décadas,juega en sus últimos dos discos, Playing the piano y Out of noise, conlos límites de los sonidos, con la armonía y con el ruido. “Me interesacolaborar con otros músicos. Me gusta la diferencia”, asegura

Ryuichi Sakamoto ha participado en algunos de losacontecimientos culturales más importantes de las últi-mas décadas. Foto: Carmen Valiño

“Desde niño, el pianoha sido mi instrumento.El piano es partede mi vida, parte de mí,y todavía lo adoro”

“A veces puedo sonarmás clásico, otras no. Miobjetivo es deshacerme delos muros entre los géneros.Nunca pienso en ellos”

“El sonido del interiordel glaciar derritiéndosees el más puro que heescuchado”

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 21

LA CANTANTE DE Oaxaca amplió su paletasonora en 2008 con el arriesgado y notableOjo de Culebra. Y ahora opta por miraratrás y repasar las que considera las cancio-nes favoritas de sus cinco discos de estudioprevios. Todos bien representados, salvo elmás flojo, Árbol de vida (2000), que apenasaporta un tema. La selección funciona nosólo por el magnetismo de la mexicano-es-tadounidense, sino por esa habitual combi-nación de cortes tradicionales, maravillosa-mente arreglados por Lila y sus músicos,con otros de firmas señeras y composicio-nes propias, obra de Downs y el saxofonis-ta Paul Cohen (su marido y director artísti-co). Un DVD de un concierto en el teatroLope de Vega de Madrid completa el círcu-lo. Ramón Fernández Escobar

Orquesta Nacionalde Jazz de EspañaJaleosSony Music

Mayte MartínAlcantaramanuelNuevos Medios

Atahualpa YupanquiLa música, lacanción y la palabra.Grabaciones inéditasMelopea / NuevosMedios

Melody GardotMy one and only thrillVerve, Universal

IMPRESIONABA ESA IMAGEN tan característi-ca suya, con el sempiterno traje negroque le confería más aspecto de concer-tista de guitarra clásica que el imagina-ble para el mayor folclorista argentino.Pero cuando se escucha con atenciónsu obra y se penetra en la profundidadde su canto, se comprende tanta sobrie-dad formal: para Atahualpa Yupanqui(1908-1992) el folclore de su tierra noera asunto baladí, bien al contrario. Es-tudió los ritmos que plagaban el país denorte a sur y partiendo de ellos escribiósus propias composiciones, en las queapostaba por la renovación contempo-ránea, pero desde la tradición y eludien-do el lado más lúdico (en sus manos,una bailable chacarera, por ejemplo,era algo muy serio), insuflándoles alien-to poético e impregnándolas de conteni-do social. El poeta, el recitador, el can-tante, el compositor y el guitarrista—todo eso fue Atahualpa Yupanqui—se encuentran en este disco, que recogeimpresionantes registros inéditos recu-perados de grabaciones realizadas en elAuditorium de la Radio Municipal deBuenos Aires entre los años 1962 y1965. Con un Yupanqui en la cumbre desu arte y de su carrera, ejerciendo demaestro guitarrista y con una voz pro-funda que despliega recursos con enor-me sabiduría, magistral tanto en los re-citados sobre fondos instrumentales co-mo en los pasajes cantados. Es verdadque puede resultar árido en una prime-ra escucha, pero poco a poco va calan-do con fuerza. Yupanqui creó algo inédi-to y propio que sería, y es, referenciaineludible para adentrarse en el folcloredel Cono Sur, no sólo el argentino, tan-ta y tan profunda ha sido su influencia.Juan Puchades

CHAMPÁN Y ROCK EUROPEO / Museo de la eterna

“UN VIAJE CULTURAL emocionante a través deltiempo y el espacio, redescubriendo nues-tras raíces”, y, como compañeros de viaje, ladenominada Orquesta Nacional de Jazz deEspaña dirigida por el veterano ex jazzistaRamón Farrán, más Randy Brecker, AntonioCanales, Chano Domínguez, Paquito d’Rive-ra, Jerry González, Jorge Pardo y Luisito yRobert Quintero. Toda una superproduc-ción. El repertorio lo componen cinco piezasa modo de poemas sinfónico-jazzísticos, oasí —Jaleos, Orgía de Libar (homenaje a Turi-na), Jardín de Granados (ídem a Granados),Astur (a Albéniz) y Entre dos orillas—, escri-tas por el director de la formación: con ellas,se dice, queda inaugurado un nuevo género,el “jazz sinfónico español”. Como para salirhuyendo. Jaleos (2 cedés + DVD con el ma-king off) se pierde en su propia grandilocuen-cia. Chema García Martínez

PONER MÚSICA a los poemas del escritor yperiodista malagueño Manuel Alcántarafue el encargo que le hizo José Luis OrtizNuevo a Mayte Martín para la Bienal deMálaga en Flamenco de hace dos años.En la obra, ahora convertida en disco, lacantaora y cantante ha puesto casi detodo: la composición y dirección musi-cal, su voz y las guitarras, que compartecon José Luis Montón. También la acom-paña el violín habitual de Olvido Lanza—también el de Biel Graells—, que resul-ta indispensable para la intención evoca-dora de muchos de los poemas. Nadiepone en duda que Martín ha sabido me-terse en la piel del poeta, en su tiempo yen su paisaje. Las canciones, tratadascon una extrema delicadeza —marca dela casa, por otra parte—, respetan losversos y parecen transportar su espíritu.La emoción, con sus punzadas de dolor,sorprende en no pocos momentos, a pe-sar del clima de serenidad que impera enel disco. Con algún que otro aire flamen-co, de tango o de bolero, hay cancionesque, por sí solas, pueden relevarse comouna pequeña joya, pero el discurso recibi-do en su totalidad acusa un cierto tonomonocorde. Fermín Lobatón

Lila DownsThe Very Best ofEl Alma de Lila DownsEMI

TUVO UN ACCIDENTE del que cinco años des-pués todavía sufre las secuelas físicas: laarrolló una camioneta cuando regresaba asu casa en bicicleta. Una guitarra y una gra-badora en la cama de un hospital de Filadel-fia la ayudaron a recuperar el habla y a zam-bullirse en la música. Melody Gardot poseeuna voz carnosa que transmite emoción yun fraseo conocedor de los pliegues del al-ma. Y firma un disco deslumbrante, concomposiciones propias, a las que se refiereen términos visuales, y de las que sabe quesólo pueden llegar a ser grandes con unabuena melodía: “Canciones que puedas can-tar a tus hijos igual que a los hijos de tushijos”, dice. Apenas hay un tema ajeno, enuna magnífica versión, Over the rainbow, deEl mago de Oz, película que vio cientos deveces cuando era niña porque era la únicaque tenía su abuela, que cuidaba a la peque-ña mientras su madre trabajaba. My oneand only thrill se grabó en los estudios Capi-tol de Los Ángeles con arreglos de cuerdasde Vince Mendoza —lo que ella tenía en sucabeza eran las orquestaciones de Gil Evanspara Miles Davis en Sketches of Spain o elAmoroso de João Gilberto— y la producciónde Larry Klein —Joni Mitchell, MadeleinePeyroux...—, que la escuchó en una emisorade radio y la fue a buscar para saber si esta-ría interesada en hacer un disco con él. La

joven estadounidense, que en el jazz anhelala posibilidad de equivocarse e intentar algonuevo, se presenta ya en lugares como elRoyal Festival Hall de Londres o el Olympiade París con el cartel de “no hay entradas”.Carlos Galilea

HA LLOVIDO MUCHO desde que Les Lu-thiers inventaron, allá por los setenta, lacanción-novela en Serenata Mariachi. Des-de entonces, han sido definidos de milmaneras (todas laudatorias) por un públi-co y una crítica siempre sorprendidos desu agudeza intelectual. Genios del humor,maestros de los juegos musicales, acróba-tas de la palabra, reyes del ingenio y laparadoja, etcétera. Cada vez que vienen aEspaña, sus espectáculos se llenan como

en todos los lugares allá donde viajan. Sinembargo, al recalar en nuestro país, seríainteresante descubrir que su verdadera yprincipal aportación es la de ejercer (cons-cientemente o no) de embajadores de unreino que se extiende por ultramar y haciaatrás en el tiempo: el país del humor porte-ño de vanguardia. Los años veinte del pa-sado siglo entregaron muchos prodigios yentre ellos figura ese tipo de humor, rabio-samente contemporáneo, que está tejidotanto de conceptismo del Siglo de Oro co-mo de picardía del lunfardo. Uno de susmejores y añejos exponentes es el escritorMacedonio Fernández, cuyo libro Museode la novela de la eterna debería aprender-se antes de empezar todo aspirante a nove-lista. Quizá nos evitaríamos así muchas delas malísimas nouvelles que por el mundohoy corren. Es una narración humillantepara el pretencioso, compuesta entera-mente de prólogos que satirizan las con-venciones del género.

Para Macedonio los dos mejores escri-

tores del mundo eran Kafka y Ramón Gó-mez de la Serna (o sea; un puro Luthierde raza). Pero él fue además como unMiguel Mihura sin taparrabos, como unGómez de la Serna en caída libre con unamochila de pic-nic en lugar de parapen-te. Existe un texto suyo de 1922 tituladoEl bastón de Recienvenido que empiezaasí: “Desde que dejé olvidado mi perro,colgado de una percha del vestíbulo ometido en el paragüero de una casa que

visitaba, decidí re-emplazarlo por…”.

Ecos similaresresuenan en el li-bro Los juegos deMastropiero del Lu-thier Carlos NúñezCortés que Penínsu-la ha tenido a bienpublicar en nues-tro país. El libro,aparte de ejercercomo índice y resu-men de la obra deLes Luthiers, se or-ganiza casi comomanual de retóricay terminología so-bre las posibili-dades lúdicas y ma-temáticas del len-guaje. Ese humorporteño, envenena-do de vanguardias,con su gusto afran-cesado por el ca-lambur, consiguióya hace muchosaños algo que tam-bién aquí se buscósin éxito. Destilaruna tradición pro-pia con aroma deese oxímoron quetan británicamentesiempre nos fasci-

na: el cosmopolitismo castizo. Aquí estu-vimos a punto de lograrlo pero la GuerraCivil echó a perder (como tantas otrascosas) el experimento. Podemos recupe-rarlo, afortunadamente, a través de LesLuthiers, que vienen otra vez, cada vezmás entrañablemente mayores, a visitar-nos. En ese terreno, Argentina nos ganópor goleada y ha funcionado de almone-da y refugio de tal tradición para nuestrasuerte. Gracias a gentes como ellos es porlo que nuestra música y literatura no essólo española sino hispánica. Vayamos aver su espectáculo Los premios Mastropie-ro con el libro de Núñez bajo el brazo y,tomando notas como buenos alumnos,rindámosles homenaje. O

Les Luthiers. Los premios Mastropiero. PalacioMunicipal de Congresos de Madrid. Hasta el 15de noviembre.

Los juegos de Mastropiero. Carlos Núñez Cor-tés. Península. Barcelona, 2007. 446 páginas.20,90 euros.

Por Sabino Méndez

Les Luthiers inventaron en los setenta la canción-novela.

MÚSICA / Discos

22 EL PAÍS BABELIA 31.10.09

HAY POCOS placeres comparablesa encontrarte con un libro quesupera las mil páginas, de losque para mantener el precario

equilibrio aconseja devorarlo en la comodi-dad de la cama, engancharte con éxtasis enlas cien primeras y saber que te quedanmuchas horas de banquete, que Arcadia teestará esperando durante bastantes no-ches. Recuerdo como un impagable goce,refugio y consuelo, en esa época tan compli-cada que transcurre entre laadolescencia y la primera ju-ventud, haber disfrutado enor-memente con novelas inaca-bables de Tolstói y Dostoievs-ki. También haber logradocon alternativa fascinación yesfuerzo, con tentaciones deinterrupción o de renuncia,haber logrado terminar Enbusca del tiempo perdido. Nohe vuelto a releer esos libros.Por si acaso, por guardar conun paño de oro en tu memo-ria las viejas e inolvidablessensaciones.

Ignoro si la última novelade grosor tan inhabitual quehe paladeado está destinadaal clasicismo o si sólo tendráel dudoso y mercantilista ho-nor de ser incluida por la inte-lligentsia en el subvalorado gé-nero del best seller, pero tengoclaro que mientras que estuveen su maravillosa compañíael mundo exterior no existía,el estómago no te recordabasu puntual necesidad de ali-mento, lamentabas que el sue-ño te obligara a cerrar losojos. Se titula El poder del pe-rro y la ha parido un escritorque desconocía llamado DonWinslow. Es droga dura. Tie-ne cuerpo y alma. Está admirablemente es-crita. La protagoniza el hipnótico y siniestrocordón umbilical entre tres organizacionesque siempre darán juego en el cine y en laliteratura si se ocupan de ellas los narrado-res adecuados, los grandes narradores. Sonla Mafia, el narcotráfico mexicano y la CIA.

El apellido Littell lo asociaba a una hiper-promocionada novela que pesa más de unkilo. La firma Jonathan Littell. Se titula Lasbenévolas y el arranque, centrado en la tancínica como inquietante autojustificaciónde sus atrocidades por parte de un nazisofisticado y bisexual, me preparaba paraun horror de altura. No fue así. Abandoné lalectura a la mitad. Esa reiteración de barba-ries, esa exhaustiva descripción del genoci-

dio, me provocaba más tedio que emoción,más distanciamiento que implicación. Yme alarma inicialmente, con prejuicios tanbobos como injustos, el dato de que RobertLittell, autor de las más de mil páginas deThe Company, es el padre del muy pesadoJonathan. Prejuicios desterrados. Desde elcomienzo, con el asesinato del papa AlbinoLuciani, la prosa mordaz y contundente deRobert Littell te atrapa a perpetuidad. Tam-bién el complejo tema y sus turbios perso-

najes. Habla de la guerra fría, del espionaje,de los que crearon la CIA con el enfáticoaunque dudoso propósito inicial de defen-der las acosadas murallas de la civilizaciónoccidental contra la invasión del depreda-dor comunismo.

El periodista Tim Weiner en su docu-mentado, lúcido y magnífico libro Legadode cenizas nos había contado que las activi-dades de esa organización supuestamenteempeñada en democratizar el universo hansido frecuentemente un despropósito, unasucesión de errores y de salvajadas, un focode corrupción. Robert Littell, como buenliterato, no es tan drástico en las conclusio-nes. Retrata con causticidad una geografíaemocional que tiene tantas luces como

sombras, a personajes que nunca son deuna pieza en circunstancias permanente-mente excepcionales, metidos en un juegoque siempre acaba siendo macabro. El uni-verso de los espías está descrito por un cere-bro penetrante, con narrativa ágil y podero-sa, con un lenguaje muy atractivo.

Y recuerdas con infinito agradecimientoa ilustres predecesores de The Company,como la apasionante novela de NormanMailer sobre la CIA El fantasma de Harlot.

Recuerdas a George Smiley, a Karla, a AlecLeamas, al impresionante, sucio, trágico ysiempre añorado universo que creó el me-jor John Le Carré. También encuentro ecosdel inteligente y despiadado Trevanian queescribió Sanción en el Eiger y La sanción deLoo, aunque el reputado critico de arte einigualable asesino Jonathan Hemlock per-tenezca a la ficción, y en el mundo de Littelllos nombres y hechos reales convivan conpersonajes y circunstancias imaginarias.

Animado por la novela veo la serie televi-siva en tres capítulos que adapta The Com-pany. Ese medio logró en los años setentauna recreación modélica del Circus de LeCarré en la serie Calderero, sastre, soldado,espía, con el inmenso Alec Guinness me-

tiéndose en la nada distinguida anatomía,el analítico cerebro y el corazón roto deGeorge Smiley. También en esta ocasión latelevisión ha estado al nivel de la literaturaque adapta. Es una ilustración excelente delmundo de los espías, definido ejemplar-mente por uno de los protagonistas como“un territorio en el que lo más importantees la capacidad para evaluar la informacióncontradictoria, en el que las pautas son elcaparazón de las conspiraciones, engaños

dentro de los engaños, juga-das tras las jugadas, una selvade espejos en la que es fácilperderse y que hay que cruzar-la para sobrevivir”.

The Company tiene el sa-bor del gran cine de espías. Lamejor película que he visto so-bre la CIA es El buen pastor,dirigida magistralmente porRobert de Niro. Da muchomiedo constatar la evoluciónde esos universitarios de élitey concienciados patriotas quemontan la organización sin lamenor duda sobre que sonlos buenos en la guerra contrael enemigo soviético, su crisisde valores y el consecuente en-fangamiento, su progresivaaceptación de esa regla tan pe-ligrosa de que los fines subli-mes justifican cualquier me-dio, incluidos los infames.

El buen pastor es densa,profunda y turbadora, algoque ni se han propuesto ni lohan conseguido las aventurascinematográficas de JackRyan, el heroico salvapatriasque se inventó el tan comer-cial como mediocre escritorTom Clancy. Sydney Pollackcombinó admirablemente elespectáculo, el suspense y la

reflexión en Los tres días del cóndor. Algoque también ha logrado la trilogía protago-nizada por Jason Bourne, un antiguo killerde la CIA que no consigue recordar su iden-tidad ni su tenebrosa profesión, alguienmuy perdido pero que mantiene su instintoletal y la angustiosa necesidad de conocersu biografía. Y ya sé que los hermanos Coenpretenden ser muy vitriólicos en su esper-péntico retrato de la CIA en Quemar des-pués de leer, pero no logro pillar su gracia.No se presta a la comedia. Huele demasia-do a sangre. O

The Company. Una historia de la CIA. RobertLittell. Traducción de Raquel Vázquez y Francis-co Martín. 1.152 páginas. 29 euros.

Los fantasmas de la CompañíaEl universo y los resortes de la CIA, de la Mafia, de los espías, del poder… han dado y darán siempre juegoen el cine y en la literatura. Novelas de Don Winslow, Robert Littell —con ecos de Mailer, Le Carré y Trevanian— ypelículas de Pollack y De Niro, con una narrativa ágil y poderosa, son profundas y turbadoras, atrapan a perpetuidad

De izquierda a derecha, Chris O’Donnell, Alessandro Nivola y Rory Cochrane, durante el rodaje en Canadá de The Company en 2007. Foto: Jan Thijs

DIOSES Y MONSTRUOS Por Carlos Boyero

EL PAÍS BABELIA 31.10.09 23

24 EL PAÍS BABELIA 31.10.09