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BIBLIOTECA VILLAR MÚSICA - HISTORIA - CRÍTICA - ESTÉTICA - DIDÁCTICA

FELIPE PEPRELL

TOMAS LUIS DE

CTORIA A B U L E N S E

B I O G R A F Í A , B I B L I O G R A F Í A

S I G N I F I C A D O E S T É T I C O D E T O D A S S U S O B R A S

D E A R T E P O M F Ó N I C O - R E L I G I O S O

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TOMÁS LUIS DE VICTORIA

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1 5 0 1 2 0 B I B L I O T E C A VILLAS,

MÚSICA : : HISTORIA : : CRÍTICA : : ESTÉTICA : : DIDÁCTICA

is luis de Victoria A B U L E N S E

SIGNIFICADO ESTÉTICO DE TODAS SUS OBRAS DE ARTE\"

POLIFÓNICO - RELIGIOSO

F E L I P E P E D R E L L

MCMXVIII

M A N U E L V I L L A R EDITOB

15, Paz, 15.-VALENCIA.-15, Paz, 15 M. 106 V.

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Es propiedad. Derechos reservados.

A R T E S GRÁFICAS.—Espartero, 7, Valencia

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AL LECTOR

En él Tomus VIII de mi edición de Obras completas del insigne músico obvíense Tomás Luis de Victoria, que firmé en Mayo de 1913, figuran, además de Jas composi­ciones polifónicas publicadas en aquel volumen, el texto castellano del presente E S T U D I O , acompañado de las dos traducciones, alemana y francesa; texto castellano que reproduzco por vez primera aquí, gustoso de publicarlo en edición especial española para la que he obtenido permiso de la Casa de los Señores Breitkopf & Hcirtel, de Leip­zig, propietaria de la edición. Después que en Mayo de 1913 consigné la fecha en que iba a dar a luz él referido Tomus VIII, apareció un pretendido Estudio, o lo que fuese, de Victoria, que he de desautorizar con la protesta vehemente e indignada del hecho, no sólo porque implica un abuso de confianza, cometido a sabiendas, sino porque lo que aparece en el fondo de aquélla edición es un Victo­ria falso, de toda falsedad, porque el autor a quien confíe todo lo que yo tenia preparado para una edición mía, absolutamente mía, de Victoria, que podía reclamar él crédito absoluto, informado por él estudio que se hacía de las obras del gran maestro y de su personalidad artística,

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VIII A L LECTOR

estudio avalorado por las contribuciones de todo género aportadas por investigaciones incesantes, emprendidas con el levantado propósito de rendir tributo al que me enseñó lo que yo he llamado, modestamente, lo poco que sé en hecho de arte músico.

Y protesto, además, no sé si con gesto más desprecia­tivo que indignado, de que en la dedicatoria manuscrita con que él autor de aquel mal engendro creyó aminorar el tanto de culpa real, aunque inconfesada, merecía su acción, escribiendo que lo que decía y afirmaba en su obra «todo lo debía a mí», que ni admito la hipocresía del elo­gio, ni la villanía del procedimiento: y no quiero calificar el hecho con la palabra que merece y no falta en ningún diccionario de la lengua.

Ya he dado a entender que el conocimiento de la mate­ria que se pretende tratar no la ha secundado la voluntad obcecada del autor, pues apenas si conoce el a b c de la música, y no hay que decir si conocerá de trato íntimo la de Victoria, aunque lo que no desconoce es el arte de enja­retar libros sobre libros que sólo informan de las malas artes de farsantear abusando de la ignorancia y creduli­dad de los lectores mal preparados.

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Tomás Luis de Victoria

En la monografía que, como preparación, precedió al presente Estudio Biográfico-Bibliográfico, decía yo el año de 18961 lo que transcribo a continuación, y que, a pe­sar del tiempo transcurrido, lo que fué entonces una actualidad de momento, sigue siéndolo lo mismo enton­ces que ahora.

«Becibí mis primeras impresiones musicales oyendo-cantar en el coro de antiquísima Catedral, o cantando yo-mismo en edad infantil, algunas obras de Victoria que-conservo grabadas perennemente en mi memoria. El re­cuerdo de aquellas impresiones del infante de coro guiaron al joven en sus estudios ulteriores, y las causas que las produjeron fueron determinadas, después, por el hombre. Por esto, aun considerando que lo poco que sa­bemos lo sabemos entre todos, estoy en el caso y en la obligación de decir cuanto sé sobre Victoria; algo de lo que me ha sido revelado por el estudio profundo de sus obras, y por las investigaciones de diverso orden consi-

1. En el segundo volumen de mis Jornadas de arte, intitulado-Orientaciones (Cap. X X V I I I , págs. 203 y siguientes), cuento las Intimidades que sobre la edición completa de las obras completan de Victoria podrán interesar al lector.

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10 FELIPE PEDRELL

guientes, encaminadas a explicarme al hombre moral y el summum de arte que realizó allá en el siglo xvi en una de las más espléndidas manifestaciones de nuestra cultura nacional.

Pretendo en el presente Estudio rendir homenaje de gratitud a un benefactor de la humanidad de quien yo, particularmente, he recibido muchos bienes: pretendo hacer obra de españolismo puro, reanudando manifesta­ciones de cultura nacional; pretendo mucho más, toda­vía, aunque parezca imposible por temerario: pretendo encauzar anhelos y aspiraciones para que España pague la deuda que tiene contraída de publicar en magna edi­ción las obras musicales completas de uno de sus más gloriosos hijos, a lo cual vienen obligados todos, así los Gobiernos y Corporaciones como las personas amantes de la cultura nacional, tanto más cuanto que si España no liquida esa verdadera deuda de gratitud podría sentir rubor al confirmarse, mañana, la especie de amenaza que, •envuelta en amable invitación, le hace un esclarecido musicógrafo extranjero, diciendole1 que si la nación es­pañola o alguno de sus preclaros hijos2 no se resolvía a realizar esta obra patriótica, declaraba él que terminado el tomo XXXIII de las obras de Palestrina y la edición

1. Vide Kirchenmusikalisches Jahrbuch für das Jahr 1896, herausgegeben von Dr. Franz Xav. Iíaberl... Regensburg bei Fríe-drieh Pustet. En la sección Partitio se publican algunas compo­siciones del Officium Hebdómada. Sanctce, de Tomás Luis de Vic­toria, no todas las que contiene el original, transcritas en nota­ción moderna: y en el texto el Estudio bio-bibliográfico de Tomás Luis de Victoria, redactado por el expresado doctor, que habré de citar muchas veces en el presente Estudio.

.2. El lector comprenderá, perfectamente, a quién iba dirigida la alusión.

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VICTORIA 11

Magnum Opus Musicum, de Orlando de Lasso, la reali­zaría él, acabados tales empeños.

«Recojan la invitación quienes principalmente deben recogerla para que la amenaza no se confirme, y no haya de pasar España por esa vergüenza de ingratitud.»

Con estas palabras terminaba yo en 1896 la especie de breve introducción a la monografía que precedió al presente Estudio. Gracias a la benevolencia y desinterés de la Casa Breitkopf & Hártel, de Leipzig, a la cual tanto debe la musicología europea, recogí yo la invita­ción y pude publicar la magna edición de las obras completas del gran músico abulense Tomás Luis de Victoria.

I

Quien haya tenido una sola vez entre sus manos un libro de obras impresas del insigne maestro abulense Tomás Luis de Victoria, habrá leído en la portada del mismo lo que es de leer en todas las ediciones de sus obras, en los documentos que de él y de individuos de su familia nos han quedado, y en su propia firma: en las ediciones de sus obras, Thomce Ludovici de o a Victoria1

1. La variante latina de o a Victoria, no tiene importancia. Hubo un tiempo en que los nombres patronímicos o de prosapia se acompañaron con las preposiciones de procedencia de o a, indis­tintamente, y otros los declinaban poniéndolos en genitivo. Hoy día, menos afectados en el estilo, escribimos los apellidos tales cuales son en castellano, sin latinizarlos, aunque este caso no reza con las obras editadas de nuestro autor, pues, que yo recuerde, en ninguna de ellas aparece latinizado su apellido, como suele acon­tecer, con frecuencia, en las de Morales, Guerrero y otros autores.

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(Tomás Luis de Victoria), abulensis (abulense, natural de Avila o de tierra o tierras de Avila): en los documentos propios o de individuos de su familia, Tomé de Victoria o Vitoria, insiguiendo la costumbre de ortografiar anti­cuadamente la palabra vitoria por victoria; y en su pro­pia firma, Thome de Victoria, omitiéndose, sin duda por brevedad, el segundo nombre bautismal, Luis, así en do­cumentos como en la firma, que no se suprime en nin­guna de las ediciones impresas.

En ninguna portada, ni documento, ni firma, se lee Vittoria, y en ninguna, tampoco, de aquéllas, se deja de mencionar el adjetivo latino de naturaleza, abulensis (de Avila, de tierra o de tierras de Avila). Los que persisten en la singular costumbre de ortografiar a la italiana el apellido de nuestro autor, escribiendo Vittoria, dan a en­tender, y aun confiesan implícitamente, que jamás vie­ron una edición original de sus obras, o que, en caso con­trario, es decir, si la tuvierpn entre manos, no dieron importancia' a aquella forma ortográfica tan impropia como indocta, y falsa, por añadidura, aunque de uso co­rriente.

II

Tomás Luis de Victoria, avanzan todos los biógrafos, nació en la patria de la mística Doctora Santa Teresa (1515-1582), Ávila.

¿Cuándo? Nuestro gran polígrafo Nicolás Antonio (1617-1684),

cree en su Bibliotheca Hispana que Thomas Ludovicus de Victoria y Ludovicus de Victoria son dos personas distintas, y, como veremos en el momento oportuno, se

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VICTORIA 13

pregunta si noster est, al redactar el señalamiento biblio­gráfico del Thomas Ludovicus. Nació allá por el año de 1540 indican, vagamente, Fétis y todos los que han repetido, imperturbablemente, lo que el musicógrafo belga escribió, y el día 19 de Junio, precisamente del citado año, según apuntó en las menguadas efemérides de un Calenda,™ Musical, Soriano Fuertes, quien en esta ocasión, como en otras, más osado que todos lo bió­grafos predecesores, aseveró lo que no podía fallarse sin pruebas. Cítanse ya estas efemérides en el volumen I de mi antología Hispanim Schola Música Sacra, y como en el caso de Morales, maestro a quien se dedica la selección de obras contenidas en el citado volumen, tampoco en el especial de Victoria precisa ni avanza nada en su Histo­ria de la música española sobre este punto importantísi­mo al hablar en dos ocasiones del maestro abulense1. Indica Federico Rochlitz que el nacimiento de Victoria aconteció el año de 15602, fecha aceptada por el merití-simo Doctor Carlos Proske, aunque no es del todo se­gura, como afirma el prefacio de su magna antología, Música Divina, de cuya fecha toma acta el musicógrafo Doctor Francisco Xavier Haberl, y dice, rectificán-

1. Véase Historia de la música española desde la venida de los fenicios hasta el año de 1850, por Mariano Soriano Fuertes (Barcelona, 1855-1859, IV vols. en 4.° con ejemplos de música en el texto), págs. 134-135 y 188-189 del volumen II.

2. Véase Collection de morceaux de chant tires des maitres qui ont le plus contribtié aux progrés de la musique, et qui occupent un rang distingué dans l'histoire de cet art; choisis et arrangés chronologiquement avec des notes historiques et autres... Mayence, Paris ét Anvers, Schott, 1835, II vols. en folio. En la primera parte de la colección, que comprende desde 1380 a 1550, figuran un Kyrie y un Gloria, de Morales, 3' en la segunda, desde 1550 a 1630, el motete de Victoria, Jesu, dulcis memoria.

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dola1, que es probable que el nacimiento de Victoria acon­teciera por el año de 1540, según consta en los Archivos del Colegio Germánico en Roma 2. En la colección del Príncipe de la Moskowa3 se afirma que Vittoria nació en Sevilla en 1560. Eslava (lo mismo en la Lyra-Sacro-Hispana, que en su Memoria sobre la Música religiosa en España, y en la Gaceta Musical, semanario que publi­caba por los años 1855 y 1856) copia a Fétis; lo mismo hace Saldoni en su Diccionario1', y todos los que sin curarse de hacer ninguna investigación en regla y seria se han ceñido a copiarse imperturbable y mutuamente. Razón tenía el buen consejero Rochlitz al quejarse de los autores españoles de su tiempo, diciendo en su anto­logía que no les debe el arte la menor noticia de ningu­no de los grandes artistas músicos de España.

Cuando en 1898 terminaba yo la publicación de mi Estudio biográfico-bibliográfico, destinado, como sabe el lector, a preparar, precisamente, la presente edición de obras del maestro abulense, decía en la Conclusión del estudio, que las investigaciones futuras habían de diri­girse hacia la averiguación de los datos que señalaba, entre otros el primero: «Año preciso del nacimiento de

1. Véase en la segunda edición, publicada por Haberl, el pró­logo reproducido de la primera, y las notas de Haberl al texto primitivo de Proske (Eatisbona, Federico Pustet, 1887).

2. Los dos extremos de esta rectificación, es probable y según consta, se repelen, y son arbitrarios.

3. Becueil des morceaiux de musique ancienne, exécutés aux concerts de la Société de Musique vocale religieuse et classique, fondee a Paris en 1843, sous la direction de M. le Prince de la Moskowa. París, Pacini, X I vols. en 4.°

4. Diccionario biográfico-bibliográfico de Efemérides de músi­cos españoles, escrito y publicado por Baltasar Saldoni. Madrid, Pérez Dubrull, IV vols. en 4.°, 1868-1881.

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VICTORIA IB

Victoria.» Será difícil averiguarlo, escribía entonces,, pues, como sospechaba, no existen partidas bautismales en Ávila, anteriores a la época del Concilio de Trentor

ni en la Catedral, ni en ninguna de las parroquias de la ciudad. Secundóme en estas averiguaciones el ilustrado ex cronista abulense D. Enrique Ballesteros. Él en per­sona registró, inútilmente, los libros de registros bautis­males, llamados becerros por la piel empleada en la en­cuademación, de la Catedral, y parroquias expresadas, la de San Pedro, la más antigua, las de San Juan, San Vicente, Santiago, situada en las afueras de la ciudad, y San Martín. E n I a iglesia de San Juan los libros de nacimientos empiezan en 1.° de Enero de 1560, y a la benevolencia del Sr. Ballesteros debo la copia de una partida del año 1578, que transcribo, porque se trata de varios individuos de la familia de Victoria. Dice así; «Juan Luis de Victoria, clérigo, fué padrino de María, hija de Hernán Luis de Victoria y de Doña María Té-llez.» (Lib. I de bautizos, folio 89 vuelto). El ex cronista mencionado registró la documentación llamada cuadri­llas, que servía para señalar las contribuciones de los ve cinos de Avila, y de cuya documentación tenía cada parro­quia la suya. Como el registro no dio el resultado que se apetecía, investigó en el Archivo Municipal de Avila,, donde apareció en diversos legajos la documentación que reproduzco en el Apéndice I, que si no avanza nada de lo que pretendíamos averiguar, nos da, en cambio, noti­cias de personas de la familia o allegados del maestro.

Siéndome conocida la importante documentación que había encontrado en la oficina de protocolos de Madrid,, mi excelente amigo el erudito y diligente Doctor en Ciencias D. Cristóbal Pérez Pastor (que me permitió a mí reconstituir documentalmente la personalidad del

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organista y clavicordista de cámara de Felipe II, Anto­nio de Cabezón (1510-1568)y a él, gracias a sus felices y afortunados hallazgos, presentarnos un Lope de Vega y un Cervantes completamente desconocidos, amén de varios cuerpos de bibliografía, perfectamente acabados, •como lo son la madrileña, la toledana, etc.), hube de en­tregarle una lista de nombres de personalidades artísti--cas españolas cuyos rastros, cualquiera que fuesen, me interesaba husmear, y así, poco a poco, y a medida que iban saliendo, a consecuencia de sus bien dirigidas in­vestigaciones, me daba a conocer los datos que se refe­rían a Victoria, una de las personalidades comprendidas •en la lista de nombres referida, cuyos datos publicó más tarde él mismo en la sección de documentos de su Bi­bliografía Madrileña2 y reproduzco al pie de la letra en la sección de Apéndices3.

Fijándome en el documento número 11 de esta serie que corresponde al testamento de Juan Luis de Victoria, que se dice «vecino de Sanchidridn, tierra dé la

ciudad de Ávila, residente en Madrid, hijo de Juan Luis de Victoria y de Francisca Suárez, etc.» pensé que si hasta ahora siempre se había buscado la partida de bau­tismo de Victoria en Avila, sería posible que naciera, •como su hermano Juan Luis, en la villa de Sanchidrián*.

1. Véanse los volúmenes correspondientes a Cabezón, de mi antología Hispanice Sclwla Música Sacra.

2. Véase Bibliografía Madrileña, por el presbítero D. Cristó­bal Pérez Pastor. Parte tercera (Madrid, 1907), págs. 518-521.

3. Véase Apéndice número II. 4. Recuérdese, además, la carta del Eey en la que se dice que

Victoria es oriundo «de la diócesis de Ávila» y no de la ciudad de Ávila, y esta especie, casual o no, llama la atención. (Véase Apén­dice II, documento número 2.)

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Si en 1898 escribía yo que sería difícil averiguar el año preciso del nacimiento de Victoria, con más razón

1. Situada a pocos kilómetros de Ávila.

El adjetivo ábuhnsü, o natural de Avila, podía interpre­tarse por extensión, natural de tierras de Ávila, como por vecindad de la capital lo es la villa de Sanchidrián1. Dos o tres tentativas de investigación sobre este extre­mo realizadas directamente por mí, no dieron ningún resultado. Puse de mediador al ilustrado maestro de la localidad abulense, D. Eliso Martín Arribas, y logró ave­riguar por carta del coadjutor de la Parroquia de San Martín de Sanchidrián, dirigida al citado maestro y a mí, «que este Archivo (el de la Parroquia expresada) su­frió grandes desperfectos a principios del siglo pasado, durante la guerra de la Independencia; que existe un libro de partidas de bautismo, que a juicio del Párroco se formó con los restos que se encontraron en la casa rectoral, libro que no tiene principio, fin, ni foliación, que contiene partidas de bautismo del mes de Enero de 1539 hasta el año de 1588, cuyas partidas están extendi­das en tres o cuatro líneas, consignándose el año del na­cimiento, nombre del bautizado, nombres de padres y padrinos en signos y abreviaturas difíciles de descifrar; que faltan en el libro algunas hojas, y que del examen que ha podido hacerse de las partidas que existen en el referido libro, desde el año de 1539 hasta el de 1560, no aparece la partida que les interesa de Tomás Luis de Victoria. Es cuanto puede manifestarles su afmo. S. S. y Capellán q. b. s. m., Alejandro Jimeno. (Sanchidrián, 23 Diciembre 1910).»

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puedo afirmar ahora, después de empeñadas e intermi­nables diligencias de todo género, realizadas inútilmen­te, que no se logrará, quizá jamás, este empeño, a no ser que la aparición de un documento inesperado, sea de la clase que fuere, substituya al bautismal y al de origen, Ávila o Sanchidrián, que se desean.

III

Glosando lo que escribieron Baini y Fétis sin apor­tar un dato nuevo, dicen, poco más o menos, todos los biógrafos; que Victoria pasó a Roma siendo muy joven (siendo muy niño, escriben algunos), y fué discípulo de sus compatriotas Escobedo y Morales, cantores de la Ca­pilla pontificia1.

La redacción de este dato de tanta importancia, tal como aparece expresada, hace suponer que Victoria de­bió de recibir, precisamente en Roma, lecciones de am­bos afamados maestros.

Si Victoria nació, como se supone arbitrariamente, el año o hacia el año de 1540, Morales no pudo dar en Roma lecciones a Victoria, porque el maestro sevillano

1. En la Capilla pontificia el título de maestro lo tenía un Obispo, especie de rector administrativo que no actuaba como músico, al paso que los verdaderos músicos, compositores y ejecu­tantes, no tenían otro título que el de cantores. Esta antigua costumbre siguió en Roma hasta el año de 1586, en que el Papa Sixto V (1585-1590) dio a sus cantores la facultad de elegir entre la corporación al que, anualmente, había de desempeñar el cargo de maestro de capilla.

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VICTORIA 19

regresó ad patriam el año de 1545 *, en cuyo mes de Agosto figura ya como maestro de capilla de la Catedral de Toledo2, y claro es que, en todo caso, debería habér­selas dado cuando Victoria contaría escasísimos años (esto acusan las dos indicaciones mencionadas, siendo muy joven o siendo muy niño), no por cierto los que con­venían para emprender un orden de estudios tan serios y complejos.

En cuanto a Baini3, el biógrafo de Palestrina no afirma que Morales y Escobedo diesen lecciones a Victo­ria, como se las hubiesen podido dar en Roma los maes­tros españoles Blas Núñez, Juan Escribano, Pedro Ordó-

1. La Capilla pontificia no ha tenido historiador. Los trabajos publicados por Haberl (Bausteine für Musikgeschichte, Leipzig, Breitkopf & Hartel, 1888), Adami da Bolsena (Osservazioni per ben regalare il coro dei cantori della Cappella pontificia, Roma, Ant. de Rossi, 1711) y Liberati (en la Causa de' Cantori Pontifici, Roma, 1761, el Diario di Antimo Liberati dell' anno 1670, pá­gina 118 de dicha Causa) son parciales. El estudio de Enrique Celani, I cantori della Cappella pontificia nei secoli XVI-XVIII (publicado en la Bivista Musicale Italiana, año X V , fascículo 1.°) se basa en el manuscrito de la Bib. Corsini, Narrazione istorica dell' origine, progressi e privilegi della Pont. Cap., formato da Matteo Fornari, cantore dell[ istessa Cap. V anno 1749.

Extracto del estudio de Celani lo que se refiere a nuestro Mo­rales: «Da Siviglia. Scolaro de Gaudio Mell (Celani no rectifica este lapsus. Véase mi antología Hispanice Schola Música Sacra, vol. I dedicado a Morales), fué admitido el 1.° de Septiembre de 1535. El 4 de Abril de 1540, obtinuit licenciam eundi ad patriam, y el 1.° de Mayo de 1545 abiit ad partes licentiaper meses decem.* Es cuanto dice Celani de Morales en su estudio, añadiendo que Fétis consigna erróneamente que fué admitido verso il 1540.

2. Véase el vol. I de mi antología Hispanice Schola Música Sacra, página 23.

3. Memorie storico-critiche della vita e delle opere di Giovanni Pierluigi de Palestrina, Roma, Societá tipográfica, 1828, I I vols.

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ñez, Juan Sánchez, Francisco Montalvo, etc., cantores de la Capilla pontificia. Dice, solamente, en sentido figu­rado: «Victoria, en la maj or parte de sus composiciones, se muestra discípulo incomparable e imitador fiel de los mencionados maestros», y esto no es afirmar que fuera, realmente, discípulo ni que tomase lecciones de sus compatriotas. De ahí nace, sin duda, la leyenda de que Victoria fuese discípulo de los dos citados maestros españoles.

¿Pudo, acaso, habérselas dado en Roma, por supues­to, el otro compatriota mencionado, el maestro Bartolo­mé Escobedo?

Veamos lo que escribe Fétis sobre este maestro: «Escobedo nació en España1 hacia el año de 1510*: es­tudió en Salamanca: fué primeramente cantor de la Cate­dral de esta ciudad. Dirigióse, luego, a Roma, y en 23 de Agosto de 1536 entró en la Capilla pontificia en clase de cantor. Obtuvo, después, un beneficio en Segovia, y

1. Segoviano, hubiera podido añadir. Si el musicógrafo belga hubiese fijado su atención en los documentos relativos a la famosa disputa habida eu Eoma (y que el aludido musicógrafo saca a colación en el texto de la biografía de Escobedo) entre Vincencio Lusitano, portugués, y el famoso Nicola Vicentino, italiano, en la cual fueron arbitros Escobedo y Dankers, habría reparado en la procedencia de Escobedo, repetidamente mencionada en los escri­tos que promovió la tal disputa, anotada hasta en sus menores detalles por Baini en el vol. I, págs. 342 y siguientes de sus Me-rnorie. Algunos cronistas, sea dicho aparte, indican la diócesis de Zamora como procedencia de Escobedo, y el mismo Baini cae en este renuncio escribiendo: «Bartolomeo Scobedo di Zamora nel regno di Leone» (Mcmorie, vol. I, pág. 20).

2. Por los años de 1520, dice Eslava (Lira sacro-hispana. Vid. tomo I de composiciones de los maestros pertenecientes al si­glo xvi, págs. 143-156).

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partió de Roma, para tomar posesión del mismo, el 25 de Octubre de 1554.» Las fechas de toma posesión de la plaza de cantor de la Capilla pontificia y dejación de la misma, señaladas por Fétis, concuerdan con las que apuntan Enrique Celani en su estudio / Cantori della Gappella pontificia1 y Baini en su Memorie'.

Ahora bien, así como no es posible que Morales die­ra lecciones en Roma a Victoria, ¿pudo dárselas, acaso, Escobedo, que permaneció diez años más que Morales en la ciudad pontificia?

Si, en efecto, Victoria pasó muy joven y aun muy jo­ven a Italia: si esta circunstancia es verídica y no se es­cribió como para ponerla de acuerdo con los años de es­tancia de Escobedo en Roma, no hay duda de que Vic­toria, aunque muy joven, demasiado joven para el caso, como he dicho antes, pudo haber recibido lecciones de Escobedo durante la permanencia de éste en aquella ciu-

1. He aquí los datos que, procedentes del manuscrito de For-nari, consigna Celani sobre nuestro autor: «El 23 de Agosto de 1536 fuit admissus in cantorem a S. Paulo III Pont. Max. don Bartholomozus Escobeto Clericus Zamorensis (?)... prcesentibus cantoribus (Gallis exceptis qui se ábsentarunt per indignatio-nem)... Propterea quod D. Bartholommus venid ad officiuin cape-Uce ipsi Galli per inobedientiam Magister capaila (lo era D. Bar­tolomé Croto) et totius Collegii durantibus matutinis exuerunt superpelliceis suis et abierunt. Carolus abiens dixit multa verba injuriosa et scandalosa ad Decanum Capella, nibilominus prasdic-tus de Bartliol. Escobedo Clericum Zamoren. solvit 12 due.» El 5 de Junio de 1541 «petiit lie. eundi ad patriam>, de donde «reversus 1 maii 1545. > Figura entre los cantores basta 25 de Octubre de 1554. «Mori l'anno 1563.» A ciencia cierta se ignora la fecha de su muerte. Salinas (De Música libri septem, lib. IV, cap. XXIII, pág. 228) llama a Escobedo viro in utraque musices parte exercitatissimo.

2. Loe. cit.

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dad: pero si aquella circunstancia se escribió arbitraria­mente y, como es de suponer, interpretandp mal lo que apuntó Baini, ¿por qué no pudo haberlas recibido Victo­ria en España de los dos indicados maestros, y más pro­bablemente de Escobedo, hallándose Avila o las tierras de Ávila, como quien dice, a un paso de Segovia, resi­dencia del maestro después de su regreso de Italia? En el campo de las suposiciones no parece desacertada la que acabo de exponer si, realmente, fueron maestros de Victoria los dos cantores pontificios Morales y Escobedo. Y aunque no lo hubiesen sido no sobraban maestros en España que le habrían podido dar lecciones a Victoria, como es seguro que se las darían, y no hay necesidad de aumentar el número de suposiciones citando inútilmente nombres de maestros que no traspasaron jamás las fron­teras de la patria.

Creía Proske, en los ya lejanos tiempos en que es­cribió en su magna antología Música Divina las investi­gaciones sobre la personalidad de Victoria, que sus céle­bres paisanos Escobedo y Morales, en el momento en que pasó el maestro abulense a Roma, tomaron gran em­peño en la educación del joven. Ya he dicho sobre esto lo que hipotéticamente es dable suponer: añadiendo que, no obstante, las dotes artísticas de Victoria fueron defini­tivamente creadas por sus relaciones con Palestrina y el «anciano-» Nanino, director de la recién fundada escuela romana, «en la cual ingresó Victoria».

Examinemos estos últimos extremos, dejando para más adelante el referente a las relaciones de Victoria y el anciano maestro tiburtense.

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VICTORIA 23

IV

Juan María Nanino1—según Haberl2—nació entre los años 1545 y 1550 en Tivoli. No fué discípulo de Clau­dio Goudimel3 sino muy verosímilmente de Palestrina (1526-1594).

Nanino representa el último límite del movimiento artístico que, después de haber recibido el impulso de los maestros de varias naciones, como Festa, Anirnuccia, Morales y Arcadelt1, «rechazado y dominado el elemento

1. En la mayoría de sus obras estampadas se lee Jo. Mar. Na-nini, y esto ha inducido a algunos a adoptar erróneamente la ortografía Nanini, sin advertir que se trata del genitivo de Naninus.

2. Sigo a este autor en la traducción italiana, de su artículo Juan María Nanini, músico tiburtino del siglo XVI, vida y obras según los documentos archivísticos y bibliográficos, publicado en el Kirchenmusíkalisches Jahrbuch de 1891 (págs. 81-97), Ratis-bona, F. Pustet, publicada con notas y adiciones bibliográficas por mi ilustre amigo el diligente musicógrafo José Radiciotti (pequeño opúsculo de 45 págs. editado en Pesaro, stab. tip. Anne-sio Nobili, 1907).

3. Antes de Baini, es decir, antes del año 1828 en que publicó sus Memorie, a nadie se le ocurrió que Goudimel pudiese haber demorado ni siquiera puesto los pies en Italia. La invención de esa burda leyenda pertenece, como otras no menos desprovistas de fundamento, al famoso historiador de Palestrina,'el más obsesio­nado y fantástico de todos los biógrafos habidos y por haber.

4. Tomemos acta de esta indicación de Haberl, y de la que expresa en otra parte del mismo estudio llamando fundadores de la escuela romana a Festa Morales, Palestrina y otros, no menos que de las formas de dicha escuela sintetizadas con los nombres de Morales-Palestrina, escritos así, expresivamente, como transcribo para ilustración del lector.

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24 FELIPE P E D E E L L

extranjero» —como escribe Arnbros1—por obra de Pales-trina, acabó por ser personificado por él como genuino representante de la tendencia de la escuela romana.

En sus severos estudios y enseñanzas trata Nanino de preservar a sus discípulos de las tendencias hacia el nuevo gusto por las sfiorettature vocali, los efectos dra­máticos y las composiciones monódicas, ciñéndose en el género sacro a mostrarse digno continuador amoroso de Palestrina, a quien rinde homenaje de veneración filial: no puede contener, sin embargo, la corriente invasora de los nuevos tiempos que se acercan, y él mismo se siente invadido por ella como se ve en sus Salmi a 8 voci cu­yos rápidos ritmos silábicos, modulaciones inesperadas y efectos dramáticos, contrastan con el estilo severo y castigado de su edición de Motetes del año 1586. Exage­ran la nueva tendencia, separándose más y más del género clásico, y acentúan el crepúsculo de la escuela romana los discípulos de Juan María, su hermano Juan Bernardino Nanino, de Vallerano, Agazzari, Agostini, Juan Francisco Anerio y Luis de Viadana, compositores de estilo barroco que preparan el camino de la reacción, ya claramente manifiesta, hacia el año de 1630.

Los archivos de la Sixtina consignan la muerte de este autor, que merece ocupar un puesto muy señalado en la historia de la música, en los términos siguientes: Juan María Nanino murió el día 11 de Marzo de 1607 y fué enterrado en San Luis de los Franceses.

Sobre la escuela fundada en Roma por Goudimel no vale la pena de insistir en la leyenda, sabido como es que el compositor francés no puso jamás los pies en Ita-

1. Ambros(A. W . ) , Geschichte der Musik. IV. Bd. 2. Aun. Leipzig, Leuckart, 1881.

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VICTORIA 25

lia. Sobre la que estableció Nanino, se ha hablado largo y tendido, a fin de aclarar los embrollos de todo género inventados por el despreocupado Baini.

En el estudio aludido dedicado a Nanino, fija Haberl su atención en el opúsculo publicado por Antino Libe­rati 1 y en las noticias que da este cronista sobre la es­cuela de Nanino, noticias puramente tradicionales «aun­que dignas de crédito, como si proviniesen de un con­temporáneo de Palestrina y del fundador de la escuela.» Comentando Haberl algunos extremos avanzados por el opusculista, expone los que se refieren a la escuela, diciendo en substancia: que el protector de Liberati, Juan Allegri, puesto que tenía 10 años cuando murió Palestrina (1594), debió de haber oído contar a su propio maestro Nanino las frecuentes visitas que hacía Pales-trina a la escuela dirigida por aquél, ejerciendo en ella la influencia natural y autorizada de su nombre: que Palestrina, como dice textualmente Liberati, non ebbe genio di far schola, b non potendo per V assiduo impiego della Compositione harmónica... s'uní e si conformo con la Schola di Gio. Marta Nanino, a quien llama suo condi-s-cepolo, cayendo evidentemente en error, pues quiso decir sin duda discepolo: y, en suma, que en dicha escuela compariva et asisteva bene spesso el mismo Palestrina, como dignísimo maestro principal, decidiendo las dife­rencias y opiniones che'nascevano entre escolares y pro­fesores diversos, che ivi á bella posta frecuentavano.

1. Lettera scritta dal Sig. Antino Liberati in risposta ad una del Sig. Ovidio Persapegi... In Boma, per il Mascar-di MDCLXXXV. Versa la Lettera sobre las composiciones de cin­co opositores al puesto de maestro de capilla de la Metropolitana de Milán (1684; y otros extremos, especialmente los que~se refie­ren (págs. 22-25) a la escuela de Nanino.

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26 FELIPE PEDRELL

De las indicaciones bibliográficas referentes a Na­nino que presenta Haberl, y comenta con suma diligen­cia el traductor italiano y profesor Sr. Radiciotti, adu­ciendo documentación nueva, escapada a la atención del musicógrafo alemán, se colige, y bueno es tomar nota de •esta noticia, que las primeras publicaciones de Pales-trina y de Nanino distan entre sí veinte años, lo cual hace suponer entre ambos compositores una notoria di­ferencia de edad. No existe esta diferencia de edad en­tre Nanino y Victoria, porque la primera edición de obras estampadas de éste es del año 1572, como vere­mos en el momento oportuno, y la primera de Nanino, el Primo Libro 'de Madrigcdi a 5 voci, ha de colocarse, según escribe Haberl, entre los años 1571 y 1574, siendo las tres ediciones de esta obra, conocidas hasta lo pre­sente, reediciones posteriores de 1579, 1582 y 1603, sin prefacio ni dedicatoria. Téngase presente este dato.

En cuanto a los discípulos de Nanino conocidos hasta ahora, según Liberati, son: Antonio Brunelli, An­tonio Cifra, Gregorio Allegri, Pedro Francisco Valen-tiní, Romano Micheli y Juan Bernardino Nanino, her­mano de Juan María.

Pitoni, en el manuscrito que se conserva en el archi­vo de San Pedro1, incluye a Felice Anerio, aunque éste, según Haberl, fué discípulo de Palestrina, a quien suce­dió en su cargo de compositore pontificio el año 1594.

Baini, aunque sin pruebas suficientes, en sus Memo­rie2 cita a Juan Domingo Puliaschi, Francisco Severi, Loreto Vittori, Esteban Landi y a Antón Abbatini como discípulos del aludido maestro.

1. Notizie de' contrappuntisti e compositori di música. Pitoni, nacido en 1657, murió en 1743.

2. Vide vol. II, pág. 31.

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VICTORIA 27

Se le alcanzará, perfectamente, a quien se haya fijado en todos estos extremos, que lo que avanzó Proske sobre el «anciano» Nanino, es un lapsus tan incongruente como el de afirmar que en la recién fundada escuela ingresase Victoria, y que fuese discípulo de Nanino. Si la fecha de nacimiento de éste se fija, como se ha visto, entre los años 1545 y 1550, la diferencia de edad que existiría en­tre Nanino y Victoria sería relativamente escasa, sólo de contados años, no mucho más de diez. Coinciden, cuasi, también, los años en que uno y otro dan a luz las pri­meras ediciones de sus obras, para que pueda llamarse a Victoria discípulo de la escuela del «anciano» Nanino. No hay necesidad de insistir sobre este punto.

Además, que dada la envidia nacional entre italianos y españoles, señalada por Haberl en el estudio en que me ocupo1, buen cuidado se hubieran dado Liberati, Pi-toni, Adami da Bolsena, como cronistas de la Capilla pon­tificia, y, sobre todo, Baini, el historiador de Palestrina, de asentar en el haber glorioso de orgullo nacional ita­liano, naturalísimo, ciertamente, a Victoria como discí­pulo de Nanino, o, lo que vale lo mismo, de la escuela romana.

Afirma Baini que Nanino abrió su escuela el año 1571, cuando sucedió a Palestrina en el magisterio de la Basílica liberiana (Santa Marta Maggiore). Indican algu­nos autores que la instalación de la escuela data del año santo o del Jubileo, es decir, del año 1575. La afirma­ción de Baini parece bien comprobada. Y si Nanino

1. «Envidia—añade—que pudo ser, también, una de las razo­nes por las cuales Ludovico da Vittoria (sic) regresó a su patria hacia fines del siglo xvi.» Escribiéronse distraídamente, sin duda, estas últimas palabras, pues Haberl consigna y precisa otra fecha de regreso, como veremos más adelante.

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28 FELIPE P E D E E L L

abrió su escuela en el año referido (1571), no alegaré más que insistir en lo expuesto para probar que Victo­ria 110 pudo ingresar en ella por la sencilla razón de que hay edición de obras de Victoria impresa el año de 1572, y no se compagina bien que el discípulo acabe de sen­tarse en los bancos de una escuela en el instante en que el maestro nos ofrece, como él mismo dice, las primicias de su ingenio. De la Dedicatoria que figura al frente de dicha edición1, se desprende, además, que «-hacía ya tiempo que, confiado de tal manera en el patrocinio del Cardenal Otón Truchses, se ocupaba en el arte músico, que quiso publicar el libro para utilidad de los buenos y principalmente para los que se dedican a esta ciencia-», len­guaje propio de un maestro hecho y derecho pero no de un discípulo, y, por último, y de esto ya me haré cargo luego, «que recibía del Cardenal los favores que le había dispensado, y, principalmente, los que, a la sazón, le estaba dispensando.»

V

Y ahora he de hacerme cargo de todos los juicios expuestos hasta aquí para confrontarlos con los que ex­pone el Doctor Haberl en el Estudio biográfico-bibliográ­fico publicado en 1896 al frente de su edición del Offi-cium Hebdomadce Sanctce, de Victoria, en el cual rectificó muchos conceptos erróneos expresados por él mismo y por el Doctor Proske en noticias anteriores, sin duda por tener en proyecto, como afirmó, la edición completa de obras del maestro abulense.

I. Véase por completo esta dedicatoria más adelante.

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VICTORIA 29

Helos resumidos aquí en su parte substancial. Si nos atenemos a los datos biográficos conocidos

del gran compositor, entre cuyas importantes y nume­rosas obras no se ha encontrado ninguna con texto pro­fano, ni en español ni en italiano, es preciso admitir que el punto del nacimiento de Victoria es Avila, la capital de la provincia del mismo nombre en la Alta (sic) Cas­tilla, por lo cual le llaman el abulense, y la gran Santa que nació en Avila, parece posible que le conociera per­sonalmente. Afirma que las noticias que trae Fétis en su Biog. universelle des musiciens sobre Victoria1 proceden en su mayor parte de las Memorie de Baini (parte pri­mera, pág. 361: parte segunda, págs. 190 y 217). Se extraña de que los escritores de música modernos de España se ocupen tan poco de él, lo mismo de su bio­grafía que de sus publicaciones, que tanto merecen fijar la atención. La Historia de la música española (Madrid, 1855)3, que es una mala copia de lo dicho por Fétis, sólo dedica a Victoria (tomo II, pág. 135) quince renglo­nes, afirmando en ellos que en el año de 1589, en lugar del flamenco Felipe María Eogier, quien después de la muerte de Mateo Flecha3 era maestro de la Real capilla de Madrid, Victoria entró como vicemaestro en la mis-

1. Con buen acuerdo escribe Fétis: Victoria (Thomas Luis De) appele en Italie Vittoria, apelación que puede excusarse, basta cierto punto, a los italianos, pero no a los autores o públicos de otras naciones.

2. La edición no es de Madrid sino de Barcelona, imprenta de Narciso Ramírez, 1855-1859.

3. Véase mi monografía sobre los dos, Mateo Flecha, tío y sobrino, en los estudios Musichs vells de la térra, publicados en la Revista Musical Catalana, años 1904-1910.

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ma1. Añade Haberl, que en la sección española de la Exposición de Música y Teatro de Viena en 1889-1892, no vio más que cuatro cuadernos de una obra impresa en Madrid en el año de 16002.

Una pregunta dirigida por el autor del presente ar­tículo3 al editor4 de Hispanice Schola Música Sacra, señor D. Felipe Pedrell—continúa Haberl—a pesar de haber sido contestada agradablemente5, no ha dado resultados definitivos, si bien nos hace entrever que en la susodicha

1. Más adelante se des facen estos y otros entuertos y agravios históricos de Soriano Fuertes.

2. Vide el señalamiento de esta obra número 396 de mi Cata-lech de la Biblioteca Musical de la Diputado (Barcelona, 1909, II vols. en medio fol.) ab notes históriqties, biográfiques y criti­ques, transcripcions en notaeió moderna deis principáis motius musicals y facsímils deis documents mes importants per a la bibliografía espanyola. Vide, además, en los Antecedentes del Catalech, la historia del envió de la Diputación a la Exposición mencionada de Viena, entre cuyo envío figuraban los cuatro cua­dernos de la edición de 1600, Matriti, apud Flandrum.

3. Fueron varias. Tengo a la vista la carta del Doctor Haberl, en que se formulan de esta manera:

«Oonosce Ella una data piú precisa della nascita (¿año? ¿Vito­ria o Ávila?) od anche della morte (¿Madrid? ¿epitafio? ¿libri de' morti? ¿capellaro?) date presse da qualche archivio o da altre noti-zie biographiche e che patebbere esse al caso di corregere le date del Fétis?—¿Sa Ella, da dati certi, chi fosse il maestro del Vitto-ria(sic) (romano o spagnuolo), qualfu Vano (sic) dellasua venuta a Roma ed anche quello del suo ritorno in Spagna?»

4. Colector, quiso decir, sin duda. 5. Desinteresada y agradablemente, sí, incluyendo un primer

envío de datos referentes a la tanda de preguntas formuladas, mientras me disponía a contestar a las restantes en envíos poste­riores. Y de paso bueno es consignar que, por olvido, sin duda, mi carta acompañada de dicho envío, no fué correspondida con una contestación.

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VICTORIA 31

antología se prepara una publicación sobre Victoria, es­crita en la misma forma restringida1 que las ya publica­das sobre Morales y Guerrero. Aunque en esa forma la promesa, como decía Haberl, no dejaba de ser agrada­ble, pero no puede impedir (nótese bien esto) el que yo-publique con anticipación el resultado de mis estudios-bibliográficos sobre Victoria2, porque quiero empezar en.

1. Perdóneme el clarísimo Doctor; repetiré, ahora, lo que escribía en 1896 al comentar este sucedido. No entraba en el plan-de mi antología Hispanice, y bien claro lo dije en el prefacio,, publicar ediciones completas de obras de autores nacionales: 1.°, porque bastaba, a mi ver, una selección de composiciones es­cogidas entre las mejores de cada autor; 2.°, porque lo importante para los fines principales de la publicación era reivindicar para España el reconocimiento de su escuela musical, negada por algu­nos musicógrafos extranjeros, rectificar hechos históricos mal estudiados, enlazar uno de los anillos de nuestra cultura nacional;, y 3.°, porque, ni siquiera realizando la publicación en la forma modesta, restringida, si se quiere, que las circunstancias me im­ponían, podía yo acariciar la idea de tener a mi disposición un público que recompensara mis sacrificios, como el que dispone el esclarecido Doctor, partiendo de una base sólida de operaciones-icomo lo era entonces, y lo es, todavía, la casa editorial pontificia, de Pustet, de Ratisbona, dirigida, artísticamente, por Haberl) y hasta de privilegios que se imponen y hacen fecundas, artística, y comercialmente hablando, cuantas tentativas de diversa índole quieran acometerse. No podía yo acariciar tal idea, porque sólo se-obtiene un público, tan perfectamente abonado e imperturbable­mente constante, cuando se está en una situación como la en que-se ha hallado, merecidamente, largos años el Doctor, de manera que el do ut des de todo contrato humano quedaba lastimosamente desequilibrado para mí, expuesto a dar, por amor al arte, pero no a recibir otra compensación que la satisfacción de haber cumplido-como bueno.

2. Decíale, entonces, en mi referido escrito, que el Doctor era. muy dueño de publicar con anticipación el resultado de tales estu­dios bibliográficos, que no sería yo, a pesar de mi promesa, quien*

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la presente revista la publicación de su famoso Oficio de Semana Santa.

Acerca del lugar y fecha del nacimiento de Victoria, decía el Dr. Haberl, faltan documentos positivos. Es verdad. Los datos positivos que antes he avanzado, aun­que sea triste confesarlo, no resuelven nada.

Aseguraba Haberl que el nombre escrito en latín con el epíteto de abulensis, no se encuentra hasta la edición de Motetes del año 1583. Este dato no es exacto, pues el epíteto aparece, constantemente, desde la primera co­lección de obras publicadas por Victoria el año de 1572, en civya portada se lee Thomce Ludovici de Victoria Abu­lensis, etc. 1, lo mismo que en la colección de 1576, en las dos ediciones de 1581, y en las sucesivas.

Afirma que en algunas dedicatorias se lee Presbiter Abulensis, y esto le hace suponer si Victoria, siguiendo el ejemplo de algunos maestros de su tiempo, pudo tomar su apellido del lugar de su nacimiento: Victoria (sic por Vitoria), capital de la provincia de Álava, en cuyo caso, la frase Presbiter Abulensis debería traducirse: «Presbí­tero de la diócesis de Ávila.» Esta opinión es insosteni­ble. Vitoria es una población relativamente moderna, y de sobra tendría presente Victoria, hombre de gran ilus­tración, como veremos oportunamente, la diferencia que

se opusiera a ello, puesto que, como dije, lo poco que sabemos lo sabemos entre todos. «De mí se decir—añadía a la sazón—qae no me apresuraré, estimando diferir mi promesa para no incurrir en precipitaciones de ningún género, que atentarían\a los mismos esclarecimientos de la verdad que ambos, no me cabe duda, per­seguimos con idéntico laudable fin.»

1. Véase más adelante el Prólogo, el índice y el señalamiento completo de esta primera edición, que el Doctor no llegó a co­nocer.

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VICTORIA 83

3

había entre Abala, ce, Ávila, y Camarica, Vellica, y aun Victoria, ai, Vitoria: y para el caso que se debate habría escrito Victoriensis en vez de Abulensis. Además, ¿por qué sacar de quicio la traducción recta de Presbiter Abu­lensis, que nunca significará, por más vueltas que se le dé, Presbítero de la diócesis de Ávila?

Del año de su llegada a Roma, y de los primeros de estancia en la ciudad papal, no se sabe nada a ciencia cierta. Extendiéndose en arbitrarias generalidades, aparte de las que ya hemos sacado a relucir, dicen los biógrafos del maestro abulense, que más tarde (de su lle­gada a Roma) estudió con esmero las obras de Pales-trina, a quien imitó a menudo con buen éxito, añaden los que no se han dejado llevar de las intransigencias de Baini, cuyas palabras acerca de esto desdicen de la jus­ticia y seriedad en el juicio de un autor por tantos con­ceptos respetable, cuando no se deja arrebatar por sus exclusivos apasionamientos: que «le enamoraron las obras de Palestrina y se dio a recorrer la ancha vía abierta dotando a la Iglesia de soberbios trabajos, inva­diendo con aliento soberano el campo estótico-litúrgico-musical con su Oficio de Semana Santa, con sus Misas, etcétera1.»

Dejando aparte estas generalidades, conviene tomar acta de los datos concretos que se presentan en el punto del relato en que nos hallamos ahora. Consígnalos Ha­berl, según consta, dice, en los manuscritos del Archivo del Colegio Germánico de Roma 2: «En dicho Colegio ingresó un tal Victoria, como cantor, en 25 de Junio de

1. Amintore Galli, La música ed i musicisti dal secólo X sino ai nostri giorni... Milano, Giovanni Canti, 1871.

2. Véanse las notas de Haberl al texto de Proske, loe. oit.

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1565.» Ese un tal Victoria es el nuestro. Aunque no se cita el documento en que consta ese dato, no sólo parece cierto sino que, realmente, debe de serlo, lo cual indica que Victoria llegó a Roma bien nutrido de doctrina, que es la tesis que yo defiendo por convicción, nacida ésta de lo que se deduce de las Dedicatorias de sus obras, la fuente más segura y verídica de información.

En el año de 1573—dice en otra parte el citado Ha­berl1—cuando la reforma del Cóllegium Germanicum, por Gregorio XIII, Victoria fué maestro de capilla de este Seminario, al que siguió también en su traslación a la iglesia de San Apolinar (1575). Parece, añade, que este puesto lo tuvo basta fines del año de 1583. Al consignar esta fecha pensó, sin duda, Haberl, que llegada la hora de volver a la patria, como escribe Victoria en la Dedi­catoria de la edición de 1583, era lógico suponer que renunciase, precisamente, en aquélla, el Magisterio de San Apolinar.

Rectificó Haberl en su último Estudio algunos extre­mos apuntados en anotaciones anteriores, de todo lo cual deduce, por lo que dice el Cardenal Steinhuber en sus anales del Colegio Germánico Ungárico, de Roma 2,

1. Prefacio a la Missa pro defunctis, de Victoria, Aniius II, Tomus I, número V del Líber Missarum (Música Divina, 1874).

2. El Cóllegium, importantísimo seminario o instituto de edu­cación e instrucción, reclamaba un historiador, y este historiador apareció, precisamente, cuando en 1895 iba yo prosiguiendo mis investigaciones acerca de nuestro músico abulense. El historia­dor deseado, es el meritísimo y eminentísimo Cardenal que acabo de mencionar. Titúlase su historia, Geschichte des Cóllegium Germanicum Hungaricum in Rom, von Cardinal Andreas Stein­huber aus der Gesellschaft Jesu Freíburg im Breisgau. Herders-che Verlagshandiung, 1895 (II vols. en 8.° de 473-560 págs.)

La historia del Colegio se inaugura el año de 1552. Data su

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VICTORIA 35

que Victoria fué durante doce años cantor, y después maestro de capilla de dicho Colegio, lo que hace suponer que estaría ya en Roma por el año de 1566.

Y Haberl añade más adelante, como complemento de esta noticia, que al decir de Fétis que Victoria nació en el año de 1540, se aproxima mucho a la verdad: y apoya la opinión de que Victoria fuese a Roma a la edad de veinticuatro o veintiséis años, después de haber sido ordenado de presbítero en Avila, y con su completa educación musical realizada, con el fin de probar su ven­tura como cantor o maestro de capilla, de igual manera que lo habían hecho muchos de sus compatriotas.

Hipótesis bien fundada y perfectamente admisible,

fundación de este mismo año, y desde esta fecha hasta el año de 1894, asistieron 5.748 alumnos y convittori. Fueron iniciadores del Colegio, San Ignacio de Loyola y el Cardenal Morone: nació y se desarrolló espléndidamente dotado por el Pontífice Grego­rio X I I I (1572-1585). San Ignacio compiló el primitivo reglamen­to, que sirvió de base a muchos institutos similares. Continuaron la obra de San Ignacio sus sucesores P. Lainez y San Francisco de Borja. El 18 de Octubre de 1573, que se considera como la segunda erección del Colegio, los alumnos, en número de 31, tomaron posesión del local destinado al efecto por el Pontífice Gregorio X I I I . Transcurridos apenas tres meses después del pri­mer éxodo, el Papa donó con Bula de 9 de Enero de 1573 el pala­cio de San Apolinar, donde se albergaron, al cabo de dos años, 130 alumnos de todas partes de Alemania. A poco (15 Abril de 1575), Gregorio X I I I suprimió el título cardenalicio de San Apo­linar, poniendo el Colegio en posesión de la Iglesia adjunta con todos sus bienes, coronando unas y otras disposiciones con una Bula en la cual acomodaba el primitivo reglamento de San Igna­cio a las nuevas y espléndidas condiciones en que había entrado el Colegio, merced al celo y favor del Pontífice. Tales son los fas­tos del Colegio en la época que tiene relación con el punto espe­cial del presente trabajo.

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tanto más admisible cuanto que, a mi ver, como he de exponer oportunamente, la fecha del nacimiento de Vic­toria ha de colocarse, forzosamente, antes del año seña­lado, entre 1530 y 1535.

VI

Dice Haberl que se explica, fácilmente, que el joven maestro encontrara colocación en el Colegio dada la circunstancia de que este instituto había sido fundado por San Ignacio de Loyola, bajo el pontificado de Ju­lio III (1550-1555), y que después de la muerte de su fun­dador (1556) se había crecido bajo la celosa dirección de los jesuítas españoles Diego Laiuez, Francisco de Bor-ja, como puede verse en la obra mencionada del Carde­nal Steinhuber (págs. 5, 44). En el año de 1566, Pío V (Cardenal Ghislieri), fué elegido Papa (1566-1572), y como había dado educación anteriormente a su sobri­no Antonio Bonelli (llamado el Cardenal Alessandrino) en el referido Colegio, lo mismo que a otros parientes suyos, le otorgó gran protección. Hace notar el comen­tador que los estatutos del Colegio daban mucha im­portancia a que los alumnos siguieran con piedad y devoción los oficios de la Iglesia, y que cuidasen, espe­cialmente, el canto religioso y la música figurada.

Según el Cardenal Steinhuber, el primer maestro de capilla del Collegium fué Victoria. ¿Acaso desde fecha anterior al 18 de Octubre de 1573, que se considera como segunda erección del Colegio, aunque Victoria no lo exprese taxativamente en la primera colección de sus obras impresas, publicada el año 1572? ¿Por qué no?

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VICTORIA 37

Le sucedió, según el Cardenal Steinhuber, de 1578 a 1590, el napolitano Aníbal Stabile, reemplazando a éste, de 1590 a 1595, Rugiero G-iovanelli, y, sucesivamente, los continuadores de la cronología de este magisterio Juan Francisco Anerio, Agustín Agazzari, Aníbal Orgas (1610-1616), Jacobo Carissimi (1630-1674)...

Hay confusión en las noticias precedentes. Según Baini, Aníbal Stabile fué maestro de San Juan de Letran desde Septiembre de 1575 hasta Mayo de 1576, del Colegio Germánico Ungárico de San Apolinar (porque el Colegio se trasladó en 1575 a esta Iglesia), desde el mes de Julio de 1579 hasta 6 de Febrero de 1590 y, por último, de Santa María la Mayor, desde Enero de 1592 hasta 1595. Todo esto es muy obscuro y la confusión resulta, quizás, de haber olvidado, momentáneamente, que el Colegio y la capilla de San Apolinar no eran dos magisterios distintos. Si esta suposición es exacta, y es de creer que Victoria estuvo al frente del Colegio antes y después de su traslación a San Apolinar hasta más allá de 1583, según toda probabilidad, ¿cómo se explica la sucesión de Stabile en el cargo de Victoria desde 1578 a 1590, y cómo se explican, sino por olvido, los datos cronológicos anteriormente presentados, según relación del Cardenal historiador y Haberl, referentes a Stabile? Confieso que no lo entiendo, fijándome en el relato del Cardenal Steinhuber que confirma bien Baini en esta cita1: «Victoria fué elegido maestro de música del Colegio Germánico el año de 1573, en el cual Grego-

1. Véase Memorie, nota 433, pág. 361. Aníbal Stabile, como se colige de la edición de Madrigali a cingue voci, editada por Ángel Gardano el año de 1581, era in Alma urbe Collegii Germanici mvsicai Magister. No cito en vano este dato bibliográfico por la

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88 F E L I P E PEDRELL

rio XIII fundó de nuevo aquel Colegio, ya instituido, verdaderamente, por Julio III el año 1552, pero que se hallaba poco menos que abandonado; y por esta razón si-milmente divenne (nótese bien el significado de estas pala­bras, que dejo expresamente sin traducir) maestro de la Iglesia de San Apolinar en el año de 1575, habiendo el mismo Gregorio donado aquella iglesia con el palaci o contiguo al referido Colegio.» He subrayado con toda in­tención la calificación maestro de música escrita por Baini. He aquí por qué. Victoria, en su edición de 1576, escribe: Thomce Ludovici de Victoria Abulensis Collegii Germanici in urbe Roma Musical Moderatoris. Ahora bien: Musiere, moderator, es director de música, maestro de música, el que la gobierna, la guía, ya que con la palabra música} se indica, claramente, que lo que se rige no es precisa­mente, ni quizás principalmente, el canto, sino una ins­titución; y esto está de acuerdo con lo que nos dice, y veremos luego, el historiador del Colegio Germánico. La significación, digámoslo así, intermedia de maestro de capilla aplicada alguna vez a aquellas palabras, sugiere la idea de si Victoria pudo estar al frente del Colegio como Música} moderatoris, y si pudo coexistir con él Stabile como director en funciones, digámoslo así, de la institución, a las órdenes del que la guiaba y la gobernaba enseñando, principalmente, la técnica a los alumnos del Colegio, puesto que los estatutos del Cole­gio, como ya sabemos, daban mucha importancia a que los alumnos siguieran con piedad y devoción los oficios

calificación de música Magister que se da aquí a Aníbal Stabile. Vide consignada esta edición de Madrigali en la Bibliografía de Eitner (Bibliographie der Musiksammelwerhe, etc. Berlín, Leo Liepmannssohn. 1877).

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de la Iglesia, y que cuidasen, especialmente, el canto religioso y la música figurada. Este último inciso de los estatutos ¿no implica, acaso, un enseñante técnico, un músicos moderatoris?

En 1573—prosigo extractando la historia del Colegio Germánico—el Papa Gregorio XIII reformó el instituto y le proporcionó fincas para su sostenimiento. Puso un nuevo Director en la persona del P. Miguel Lauretano Recanati, quien había sido infante cantor en Loreto, y quien se ocupó mucho, durante toda su vida, de cuidar la música religiosa en el Colegio. Para el día de la tras­lación del Colegio (17 Octubre del año expresado), desde el Palacio Colorína al della Valle, cerca de San Andrés della Valle, encargaron a Victoria que pusiera en música el Salmo 136, Super pZumina.

A continuación refiere la ceremonia de adiós entre los llamados convittori italianos y los alumnos alemanes, cuando después de diez años de convivencia pasaron los primeros a establecerse en comunidad al domicilio asig­nado al efecto por Gregorio XIII. Cita al analista Nappi para evocar los episodios de la traslación, que son estos:

Disposte dunque tutte le cose per fare la trasmigratio-ne per parte del Seminario al Pálazzo de S. S. Apostoli, e la separatione delli Alunni Germanici dalli Conuittori Itáliani fu risoluto il giorno, che fu alli 17 Ottobre Vigi­lia di San Lucca... Et perche in tutto quest' Anno e?'ano preceduti manifesti segni di gran dolore per una tale se­paratione, pero fu giudicato per farla piü soauemente che fuse posibile, e accioche apportase men dolore fu giudicato di mescolarci la música ordinandosi al Maestro de Capella del Seminario qual era Tommaso Lodovico di Vittoria, ottimo Compositore che non solo componesse bélle musiche

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ad efetto di fare tale separatione et Vnione con solennitá et allegrezza, ma di piü ch' inuitasse tutti U musici della Capella Pápale quali anco si trovarono nel Pranzo e Mes-sa della malina apportando a tutti grandísima Ricreazio-ne il doppo pranzo, ma molto piü la sera, nella quale si fece la separatione dell' Alunni. La separación de los alumnos alemanes—continua el analista—se hizo por la noche a primera hora a la luz de antorchas. Sonado el toque del Ave Maria, si fecero gli abbraciamenti con licen-tiarsi tutti gl' Alunni dai Conuittori nella sala quale si cantava, tuttavia mescolandosi il Canto et il Planto sin ad una hora di notte si venne alia partenza discendendo tutti sin alia Porta. Partieron los alumnos de dos en dos for­mando larga procesión, acompañados por el P. Miguel Lauretano, Rector, y otros P. P. comisionados por el Colegio Germánico. Di piü furono acompagnati della Música quale arrivata al Palazzo della Valle accese in salla nella quale era preparato un Altare, e quivi fü can-tato il Salmo 136, Super flumina Babylonis, etc.

El día 15 de Abril el Papa Gregorio XIII regaló al Colegio el palacio de San Apolinar con la Iglesia aneja del mismo nombre, y en la víspera de la fiesta de la Tri­nidad se hizo la mudanza al nuevo domicilio. Al día siguiente se celebró una solemne Misa en la Iglesia, y después se cantó en acción de gracias el Salmo 104, Confltemini, puesto en música a tres coros. La costumbre de cantar dicho Salmo en tal ocasión, persistió, según el historiador Cardenal, todo el tiempo que dicha Iglesia estuvo en posesión del Colegio Germánico.

El Doctor Haberl anota este pasaje y dice que no se sabe de cierto si este Salmo fué compuesto por Victoria. El Cardenal historiador cree que sí, a pesar de que en

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VICTORIA 41

ninguna edición de las obras del maestro se encuentra-el texto de esta letra puesto en música. Según Haberl,. en la colección de Motetes publicada en 1583 existe un Salmo Super flumina a ocho voces, seguido de un Lceta-tus sum. Como aclaración a este dato, he de decir que en la edición de 1576 aparece ya el Salmo Super flumina a ocho voces, y que se reproduce en la edición de 1600 (Matriti apud Flandrum) el mismo contenido en la edi­ción de 1583 (A) (Romee, apud Gardanum) señalada por Haberl.

El Cardenal Steinhuber habla de la situación del maestro en el Colegio diciendo que, además de casa y comida, ganaba una asignación de 80 scudi, suma de cierta importancia para aquel tiempo. Además de estor

el instituto pagaba sopranos que estaban agregados a la Cámara, tenían obligación de cantar en la Iglesia y de asistir a las escuelas. Venía obligado el maestro del Co­legio a dirigir el canto y la ejecución de las obras musi­cales en todas las iglesias que poseía el Colegio, además de la de la casa, sobre todo la Misa mayor, Vísperas, Maitines, procesiones y rogativas públicas. Tenía la ins­pección de los «ejercicios diurnos de canto» (nótese bien esto), y el deber de enseñar a todos los alumnos que de­mostrasen poseer aptitudes y voz para ingresar en la capilla. La materia de las enseñanzas comprendía, tam­bién, «el contrapunto y los principios de la composi­ción.» Debía atender con gran cuidado a los infantes de coro (putti), y se le recomendaba muy especialmente cuidara de que no se introdujese ningún elemento ligero y profano en el canto y en la música.

Para gozar de tan buen sueldo y corresponder a las grandes exigencias que se exigían al maestro composi­tor del Colegio, diré con Haberl que es preciso creer

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•que Victoria debía ser ya contado (desde su juventud o -con más precisión, desde su llegada a Roma) entre los .grandes maestros de su tiempo.

VII

A falta de datos precisos para continuar el relato de hechos biográficos, es necesario acudir al testimonio del mismo Victoria, a las Portadas y Dedicatorias de las ediciones de sus obras, que ningún biógrafo se ha toma­do la pena de leer y estudiar con atención, y que, como verá el lector, nos han de sacar de no pocos apuros.

La primera colección de composiciones publicada por Victoria, desconocida si no por todos por la gran mayoría de los biógrafos y bibliógrafos, data, como he dicho, del año 1572. Algo más de lo que llevo expuesto antes sobre esta colección nos revela la Dedicatoria: que el Cardenal Otón Truchses1 (a quien Victoria dedica el libro) le había tomado «bajo su protección», y que «nada, absolutamente nada omitía de cuanto parece pro­pio para engrandecerle y honrarle»: que habiendo esta­do «siempre ligado al Cardenal con fidelísimo vínculo de benevolencia, era de su deber dejar atestiguado, ya a él mismo, ya a los demás, con otro nada vulgar género de •obsequio, con qué animo, esto es, con cuánta satisfacción y gratitud recibía los favores que le había dispensado y,

1. Otón Truchses fué: sacerdote alemán; Cardenal de Santa Balbina en la octava promoción de Paulo III (19 Diciembre de 1544); Arzobispo de Augsburgo (18 Mayo de 1562); después, Car­denal de Santa Sabina (12 Abril de 1570), y de Santa María in Trastevere, Cardenal-Obispo de Albano, etc.

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principalmente, los que a la sazón le estaba dispensando.» Todo esto hace pensar si pudo ser el Cardenal quien colocó al frente de la dirección musical del Colegio Ger­mánico, precisamente en la época que escribía en la De­dicatoria del libro las líneas subrayadas, lo cual estaría de acuerdo con lo que he consignado arriba, es decir, que fué nombrado maestro del Colegio antes del año de 1573. Es de suponer, y parece confirmarlo el mismo Victoria. Si debía al Cardenal el puesto con que le había agraciado y «reconocía que más que a otros le debía a él, a su protector, cuanto un hombre puede apenas deber a otro hombre», como decía con frase llena de agradeci­miento, era justo que ofreciese al Cardenal «estos mis trabajos y primicias de mi ingenio», puesto que de él «había recibido el poder hacerlo», y de él entendía «que ha venido el poco o mucho conocimiento que tengo en la materia, y aun todo cuanto tengo1.»

Y bueno es consignar aquí que el Cardenal-Arzobis­po de Augsburgo, Otón Truchses, tío de Gebhart Truch-ses, barón de Waldburg, Arzobispo de Colonia, era gran amante de la música y gran protector de músicos, tanto es así que tenía capilla particular, compuesta de dies­tros maestro y cantores, cuyo personal llevó consigo cuando en 1562 asistió al Concilio de Trento. El Carde­nal permaneció, después, mucho tiempo en Roma donde conoció a Victoria y le protegió, como el maestro refiere en la Dedicatoria de su primera edición de obras. El célebre Jacobo De Kerle, compositor natural de Ipres (Bélgica), fué maestro de la capilla particular del Car­denal-Arzobispo. De Kerle acompañó al Cardenal en su

1. Vide más adelante el original latino de la Dedicatoria de referencia.

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viaje a Roma permaneciendo a su lado hasta el año de 1565 en que pasó a ocupar el magisterio de San Martín de Ipres.

La suposición de que Victoria se hallaba ya en Roma el año de 1565 o el siguiente, según Steinhuber, toma visos de certidumbre cuando se leen con atención los términos en que está escrita la Dedicatoria de 1572, y mucho más cuando se considera que pudo, gracias a la protección del Cardenal-Obispo de Albano, reemplazar a De Kerle en su cargo, cuando éste hizo dejación del magisterio de la capilla particular del Cardenal Augus-tano precisamente en 1565. Sea dicho esto sin echar en olvido la otra suposición de que Victoria ingresó como cantor en el Colegio Germánico en 25 de Junio de 1565, que pudo desempeñar este cargo y reemplazar, a la vez, a De Kerle.

Sea como quiera, en cuanto al punto de las relacio­nes de Victoria con el Cardenal Otón Truclises, su pro­tector, será bueno tener presente que De Kerle le dedi­caba un año antes de Victoria una colección de Motetes1

con la siguiente intitulación: Reverendissimo Domino, eidemque Mimo. Principi Othoni Truchses de Waldeburg 8. R. E. Episcopo Cardinale Prcenestino et Aiigudano prceposito ac Domino in Ehtanger Germanice proteciori suo Clementissimo, Jacobus de Kerle S. P. D. Entre otras cosas, dice De Kerle en la dedicatoria: «Pues lo que estos días compuse en Augsburgo, ¿a quién se dedi-

1. Líber Modulorum quaternis quiñis et senis vocibus authore Iacobo de Kerle Flandro Yprense. Apud Adrianum Le Roy, et Róbertum Ballard Regís typographos sub signo montis Pamasi, 1572. La impresión es de París. No figura en la Quinta pars que he tenido a la vista el lugar de impresión Luteeioz Parisiorum, que se lee en todas las ediciones de Le Roy y Bailard.

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caria con más justicia que al Prelado mismo de Augs-burgo? El cual durante tanto tiempo me albergó en su palacio; el cual tuvo a bien cambiar en su iglesia cate­dral por otro (destino) mejor el sacerdocio que me había conferido anteriormente» (también podría interpretarse este pasaje así: «El cual, después de haberme ordenado de sacerdote, me confirió un beneficio en su iglesia cate­dral»): el cual frecuentemente alentó con su aprobación mis esfuerzos en el arte músico... Por muchos años te conserve Cristo en salud, oh respetable Señor y Prínci­pe Clementísimo. En Augsburgo a 20 de Octubre de 1571.» En la dedicatoria de otra colección del mismo Jacobus De Kerle, suscrita en Augsburgo a 28 de Mayo de 1573 *, da cuenta del fallecimiento del Cardenal, que ocurriría, sin duda, a últimos de 1572 o principios de 1573, y celebra la elección del nuevo Obispo.

Para mí está fuera de duda, y esto por puro presen­timiento, que el nombramiento de maestro del Colegio Germánico a favor del que fué «recibido entre los favo­recidos» del Cardenal-Obispo, proviene del Príncipe de la Iglesia a quien Victoria llama «eminentísimo protector venerable*.»

Podría precisarse, quizá, la fecha de este nombra­miento de un modo concreto si existiese una edición de

1. Iacobi De Kerle. Líber Mottetorum, quatuor et quinqué vo-cum adiunto in fine, Te Deum laudamus, sex vocum, quorum nihil adhuc in lucem est editum. Monachii excudebat Adamus Berg. MDLXXIII.

2. El Cardenal fundó, según el Abate Llampillas, vulgarmen­te Lampillas, como escribe el Sr. Menéndez y Pelayo, la Univer­sidad de Dilinga de la cual nombró catedráticos al dominico Pe­dro de Soto y a Martín de Olave, famosos teólogos españoles. (Vide Ensayo hist. apologético, Disert. seg., vol. III, párrafo VII , de la versión de Doña Josefa Amar y Borbón).

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obras entre las de los años 1572 y 1576. No existe, que se sepa; mas en la Portada de la de este último año se nos dice sin ambigüedades, y esto basta para mi intento, que Thomce Ludovici de Victoria abidensis Collegii Ger-manici in urbe Roma Música? Moderatoris, se halla al frente del magisterio de música del referido Colegio.

Y bueno es consignar ahora, aunque de paso, que Palestrina y Victoria se hallan, en igual lapso de tiem­po, al frente de las dos capillas romanas de música más famosas: Victoria en la del Colegio, y Palestrina en la pontificia vacante por muerte de Juan Animuccia (31 Marzo 1571), amigo y compañero de San Felipe de Neri, fundador de la Congregación del Oratorio1.

Baini tuvo gran empeño en demostrar que Victoria no perteneció al personal de la capilla pontificia. Tal creo, y lo mismo creen los biógrafos posteriores de Pa­lestrina, aunque no puede menos de afirmarse que la demostración de Baini no tiene ninguna clase de soli­dez. Juzgúelo el lector. Dice el biógrafo de Palestrina2: «E poi un mero sogno de Andrea Adami3 che il Vittoria sia stato cappellano cantore della cappella apostólica, percioche non é nominato in verun elenco, o diario del nostro archivio, come lo avvertí eziandio Matteo For. nari4.» B.epito que la demostración no convence a nadie,

1. La forma musical del Oratorio, que provino de la Congre­gación de este nombre, tiene de boy más un historiador, el joven maestro italiano Domenico Alalcona. Véanse sus importantes Studi sulla Storia dell' Oratorio musicale in Italia, Turín, Fra-telli Bocea, editori, 1908.

2. Baini, Memorie, pág. 361, nota 433. 3. Osserv. per benreg. il Coro della Capp. Pont., pág. 191. 4. Narraz, istor. dell' orig., prog., epriv. della Capp. Pont.;

manuscrito que en tiempos de Baini pertenecía a la Bibliot. Cor-sini.

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pues la negativa de que Victoria hubiese pertenecido a la capilla pontificia porque no aparezca su nombre en ninguna lista, asiento o diario del archivo de la capilla, no demuestra nada, máxime cuando es de suponer que Adami no inventó la noticia, y que por lo mismo la hallaría en algún documento que pudo escapar a la atención de Baini, Fornari y demás analistas de la capi­lla. Yo me inclino a creer, repito, que Victoria no per­teneció jamás a la capilla pontificia, y ahí consigno lo que afirma Adami, aunque, como se comprende, sin resolver la duda: «Tomasso Lodovico da Vittoria, spag-nuolo, Maestro di Cappella di S. Appollinare, poi Can-tore Pontificio. Stampó una muta di Messe, che dedicó al Re Filippo II delle Spagne, l'ano 1583, e molte altre Opere Eclesiastiche, che lo anno (sic) reso cospicuo, e> una delle migliori si é la Messa dé Morti.» Adami no señala fecha de entrada o toma de posesión del cargo que como cantor pontificio desempeñaría Victoria, pero le coloca entre el P. Jerónimo Rossini, soprano, que tomó posesión de la plaza el 22 de Abril de 1601, y Teófilo Gargano, contralto, el 10 de Mayo del mismo año. Según esto, Victoria debió de entrar en la capilla-pontificia el año 1601. Fácilmente puede desmentirse la validez de este dato, pues Victoria no se hallaba en Roma el año indicado sino en Madrid. Véase en el Apén­dice II el documento núm. 11, la carta de poder otorga­da en Madrid el año de la fecha, aparte de los docu­mentos números 3 y siguientes que acusan su estancia en Madrid.

En los extractos de Fornari publicados por Enrique Celani1 se menciona, simplemente, que Adami coloca a

1. Op. cit.

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Victoria entre el número «dei cantori, ma il suo nome non é mai registrato nei libri della cappella.»

Baini opone una negativa formal a la rivalidad entre Victoria y Palestrina, de la cual se hace eco el Abate Bertini1, y que, como ya sabemos, Haberl sintetiza, sin personalizarla, calificándola de celos nacionales existen­tes entre italianos y españoles. En prueba de que no existió tal rivalidad, dice candidamente Baini2, que Vic­toria fué siempre amigo de Palestrina, tanto que él y su •confidente Juan María Nanino, para darle una prueba de simpatía, aconsejaron a Victoria que abandonase el man-tello ibero y que vistiese con piü buon gusto alia nuova foggia romana. No he pretendido, ni mucho menos, ave­riguar si el buen Victoria, el italo-hispano compositora, •como le llama en alguna ocasión, siguió o no los consejos de Palestrina y Nanino sobre esta cuestión de indumen­taria, que puede tomarse, sin duda, en un sentido meta­fórico, y esto ya lo veremos después, donde dice mante-llo leyendo contrapunto, y donde dice nuova foggia romana interpretando el Novum modorum genus, que Haberl cuento con su sempiterna decisión, sin re­parar que falla y decide, comúnmente, a pesar de la carencia del documento que es el único que da fuerza a lo que se afirma. Véase esa sempiterna indecisión de juicio en su nuevo estudio, de qué manera pasa como sobre ascuas al entrar en el discutido y perfectamente -inútil tema de la influencia ejercida por Palestrina en.el desenvolvimiento de las facultades artísticas de nuestro maestro abulense, olvidando aquel sintético origen de la •escuela romana, señalado Morales-Palestrina, en unos y

1. Dizion. degli scritt. música... tomo IV, pág. 122. 2. Memorie, pág. 362.

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otros escritos suyos: cierto es—dice—que Victoria que se encontraba ya en Roma cuando Palestrina empezó con tanto éxito y aplauso de los Papas su Novum moclo-rum genus, debió de encontrar en el trato con el gran maestro romano y en el estudio de sus obras, fuentes abundantes para perfeccionar su manera de escribir, motivo por el cual fué llamado en tiempos posteriores, el cigno di Palestrina. Esto se ve—añade—en un manus­crito del monje Severo Bonini, de la Abadía de Vallom-brosa, del cual se dirá algo después.

Cree el musicógrafo expresado que Victoria conoce­ría y baria cantar en los Colegios de la Compañía de Jesús las obras de los grandes maestros romanos, cuando era maestro de uno de ellos, porque dos sobrinos de Palestrina, Ángel y Rodolfo Beccia, cursaban en el Seminarium Romanum, regido por jesuítas, y porque aca­baban de publicarse tales o cuales obras de Palestrina. Esto se llama tablar por hablar, y la fuerza del razona­miento anterior es de tan menguada consistencia como el que deduce, con manifiesta intención, que la prueba más segura de que Victoria se perfeccionó y completó su educación musical en Roma, la tenemos en sus obras, en las cuales se ve que se había asimilado el noble y sencillo estilo de Palestrina, puesto que cuasi en ninguna parte de ellas—y en esto quiere combatir la opinión de Baini—se encuentra el estilo flamenco o español (en el momento oportuno me haré cargo de este extremo en contradicción con el estilo expresado sintéticamente Morales-Palestrina) sino antes al contrario, el nuevo estilo romano. ¿En qué quedamos? T sóame permitido argüir, desde luego, el argumento de Baini, que desea combatir sin entrar en el fondo de la cuestión y cuyo argumento se revuelve airado contra el mismo Baini y

4

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no menos contra Haberl en la parte que le toca. Si Vic­toria fué discípulo imparegiábile ecl imitatore fedele de Escobedo y Morales, es decir, discípulo de una escuela de arte con tendencias de una tradición propia, como que Escobedo y Morales se educaron en España, ¿a qué viene sacar a cuento el estilo flamenco, y aun el estilo flamenco que no satisfacía a los mismos flamencos o el español italianizado de que habla en sus Memorie1?

A continuación de esto, el Doctor Haberl enumera por orden cronológico y con escaso respeto a la biblio­grafía las obras de Victoria, entrando en varios órdenes de consideraciones que recogeré durante el curso de mi relato, pasando por alto la descabellada aseveración, después de unas y otras premisas falsas, que ni Esco­bedo ni Morales pudieron ser profesores de Victoria, ni en Roma ni en España.

Antes de hacer el señalamiento de la primera colec­ción impresa de obras de Victoria, repetiré lo que he dicho antes, esto es, que esta edición ha pasado inad­vertida a la gran mayoría de biógrafos y bibliófilos; y haré, también, mención de lo que asegura Haberl, que en el Catálogo de la Biblioteca del Liceo Musical de Bolonia2 está puesta equivocadamente esta primera edi­ción en 1672. No se dice esto, precisamente, en el referi­do Catálogo, sino que al señalar la edición de Motetes del año 1589, añade el compilador: «L'abate Santini registra nel Catálogo della música a stampa de sua propieta a carta 1 verso, un' edizione véneta de 1672, etc.» ¿Es equi­vocación de Santini o existe, realmente, una reedición

1. Vide pág. 190. 2. Catalogo della Bíb. del Liceo Musicale di Bologna, compi-

lato da Gaetano Gaspari, etc. Bologna, Romagnoli Dalí' Acqua, 1890, 3 vols.

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de Motetes del año referido? En el libro de Stassoff1, observa Haberl, se dice, solamente, en la página 63, Mottets a 4, 5, 6 et 8—1572. No le fué posible ver esta edición porque la Biblioteca Santini fué adquirida en su mayor parte para el Archivo de la Catedral de Munster, a instancias de Bernardo Quantz, y no estaba ordenada cuando Haberl deseó averiguar la existencia real de la edición, aunque sospechaba que sí por las observaciones que se deducen del título de la colección de Motetes de 1583 (A).

El año señalado por Santini, y anotado por Stassoff, es exacto. El ejemplar que he utilizado yo para transcri­bir todas las obras que contenía se conserva, afortunada­mente, en el archivo del Colegio del Corpus Christi, de Valencia.

Y ahora, he aquí el señalamiento completo de esta rarísima edición.

VIH

Edición de 1572. Thomce LvdoviciDe \ Victoria. Abulensis. \ Motecta \

Qve (sic) Partim, Qvaternis, \ Partim, Qoinis, Alia, Senis, Alia | Octonis Vocibus Concinuntur (Escudo carden alicio, y a cada lado una sílaba del título de cada parte vocal Can-tus, Al-tus, Te-nor, etc. Al pie del escudo y de la portada): Venetijs Apud Filios Antonii Gardani \ 1572.

1. L'abbé Santini et sa collection Musicale á Borne, par Wla-dimir Stassoff (Florence, F. Le Monnier, 1854, en 8.°, de 70 pá­ginas.)

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52 FELIPE PEDRELL

Seis cuadernos de 200 x 140 mm., correspondientes a cada una de las partes vocales Cantus, Altus, Tenor, Bassus, Quintus y Sextus: 3 páginas sin numerar (porta­da, dedicatoria e índices parciales triplicados) y 52 de texto musical, cada uno de los cuadernos destinados al Cantus, Altus, Tenor y Bassus: 3 páginas sin numerar (portada, dedicatoria, etc.) y 50 de texto musical, cada una de las partes suplementarias de Quintus y Sextus. Los índices parciales de composiciones a cuatro, cinco, seis y ocho voces están colocados, respectivamente, al frente de cada sección. En el índice último se incluye la única composición a ocho voces.

Al verso de la portada la dedicatoria:

ILLVSTEISS. AC EEVEEEN. D. D. OTHONI TEVCHSES

Cardinali Avgvstano Amplissimo, Patrono Colendissimo.

Equidem, Cardinalis Amplissime, in Música arte, quam constat laudatissimam esse, iamdiu tuo fretus patrocinio ita versor, vt si voluntati par fuisset inge-nium, non me (credo) laboris operse diligentiseq. mea pseniteret. Nunc vero quoniam recte agentem nihil vnquám frustari aut fallero potest, decet me óptima spe niti, cui nihil prseter Dei Opt. Max. gloriam, et com-munem hominum vtilitatem propositum fuit, fore, vt hoc meum qualecunque studium óptimo cuique máxime pro-betur. Interim vero, quasi specimen quoddam, aut pig-nus mese in te voluntatis pias quasdam Cantiones Músico artificio elaboratas (Motecta vulgo appellant) quas ad bonorum omnium, atque in primis huius scientise studio-sorum vtilitatem seedere placuit, tuo nomine consecraui. Neq. sané iniuria. id enim, ut facerem, multa erant

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VICTORIA 53

quse suaderent. primum quod mei suscepto patrocinio nib.il omnino eorum omittis, quas ad me augendum, atq. honestandum pertinere videantur. et me, qui tibi semper fidelisimo beneuolentiae, et obseruantiEe uinculo fui obs-trictus quse á te officia profecta sunt, et nunc máxime proficiscuntur quo animo, hoc est, quám libenti, quám grato expiciantur, aliquo item minime vulgari officiorum genere, tum ipsi tibi, tum cseteris ómnibus testatum relinquere máxime decebat. Deinde Musiese Cantiones, et Cantiones pise, ad quem obsecro potius mitti par fuit, quám ad eum, qui et cantu prEecipué delectatur, et diui-narum rerum studia in toto suae vitas cursu cunctos opibus, atq. honoribus anteposuit? cui vero meorum laborum primum hunc fructum magis, quám tibi persol-uere sequum erat, á quo, ut it possem prsestare, accepe-ram, et qúicquid est in me huisce cognitionis, si quid tamen est, aut etiam quodeunq. est, profectum esse inte-Uigo? Quare me quidem prseter eseteros tantum tibi deberé fateor, quantum vix homini hominem deberé fas sit. In cuius rei testimonium hos meos qualesqunque labores, ingeniiq. primitias tuo potissimum inscriptas nomine, in publicara vtilitatem sedere constituí. Quas si tibi probari cognouero, hoc tuo indicio contentus aggre-diar ad alia et quid eseteri de me vel sentiant vel loquantur, non laborabo. In interim quoniam iam hoc tribuisti humanitati tute, ut me in tuam clientelam sus-cipies, tribue idem constantáse, ut susceptum tuearis, ac ornes. Vale.

Humülimus Seruus Thomas Ludovicus de Victoria.

Después de la dedicatoria, y en la página siguiente (sin numerar):

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Index cura quatuor vocibus. 1. In Festo omnium Sane... O quam gloriosum est

Regnum. 2. In Festo sancti Andrese, Doctor bonus. 3. In Concep. beatse Marise, Quam pulchri sunt. 4. In Fe. sancti Thomse Ap... O decus apostólicum. 5. In Circumci-sione D... O magnum misterium (sic). 6. In Epiphania Domini, Magi uiderunt stellam. 7. In Purific. beatse Marise, Senex puerum portabat. 8. In sanetse Marise ad niues (ad Nives), Sancta María. 9. In Annun. beatse Marise, Ne timeas María. 10. Dominica in Eamis Pal..., Pueri hébreorum (sic). 11. Feria 5. in Cena (sic) Domini, Veré languores nostros. 12. Feria sexta in Parasceve, O uos omnes.

Cum paribus vocibus. 13. In Festo Natalis Domini O Regem Cceli (p. pars),

Natus est nobis (secunda pars). 14. In Festo Corporis Xpi, O sacrum convivium (p. pars), Mens impletur gratia (secunda pars).

A continuación el texto musical correspondiente a esos 14 motetes y en-la página 16:

Index cum quinqué vocibus. 15. In Ascentione Domini, Ascendens CJiristus in al-

tum (p. pars), Ascendit Deus (secunda pars). 16. In Festo Pentecostés, Dum complerentur (p. pars). Dum ergo es-sent (secunda pars). 17. Sabato (sic) in Septuagésima, Aue Regina Celorum (sic) (p. pars), Gaude gloriosa (se­cunda pars). 18. Sabato (sic) in Resurr. domini, Regina celi (sic) (p. pars), Resurrexit (secunda pars). 19. Sabato in Aduentu, Alma Redemptoris (p. pars), Tu que (sic) ge-

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VICTORIA 55

33. In Annuntiatione B. M., Aue Maña.

nuisti (secunda pars). 20. Dominica in aduentu D... Ecce dominus veniet (p. pars), Ecce aparébit (sic) dominus. 21. In Festo Sancti Ignatii, Cum beatus Ignatius (p. pars), Ingnis (sic por Ignis), crux (secunda pars). 22. In Festo S. Ioannis Baptistse, Descendit Ángelus D. (p. pars), Ne timeas (secunda pars). 23. De Beata Virgine, Gaude Ma­ría Virgo.

A continuación el texto musical correspondiente a estos 9 motetes en la página 34:

Index cum sex vocibus.

24. In Festo Natalis Domini, Quem vidistis Pastores (p. pars), Dicite quidnam vidistis (secunda pars). 25. In planctu Beatiss. Virg. M... Vadam et circuibo ciuitatem (p. pars), qualis est dilectus. 26. In Festo Sancti Petri, Tu es Petrus (p. pars), quodcunque (sic) ligaueris (secunda pars). 27. In Festo Assumptionis, Vidi spetiosam (p. pars), que (sic) est ista (secunda pars). 28. In Festo Sanctiss. Trinitatis, Benedicta sit Sancta Trinitas. 29. In Festo Corporis Christi, O Sacrum Convivium. 30. In Festo Re-surrectionis D., Surrexit Pastor bonus. 31. In Festo Na-tuitatis B. M., Congratulamini mihi. 32. Sabato (sic) in Pentecoste, Salue Regina (p. pars), At (sic) te suspiramus (2. pars), Et Jesum (3. pars), O clemens, o pia (4. pars).

Index cum octo vocibus.

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IX

Edición de 1576. Tornee Lvdovici | de Victoria Abulensis | Collegii Ger-

manici in Vrbe | Roma Mvsicce Moderatoris. \ Líber Pri-mus. | Qei Missas, Psalmos, Magníficat, \ Ad Virginem Dei Matrem Salvtationes, \ Aliaq. Complectitur. (Escudo de armas del Duque de Baviera.) Venetiis apud Angelum Gardanum \ Anno Domini MDLXXVL

Un volumen en partitura de 370 x 230 mm: CXXX hojas numeradas sólo por una cara.

Sigue a continuación:

DEDICATIO

Illustrissimo D. D. | Ernesto Oomiti Palatino Rheni, | vtrivsque Bavarise Principi, atque | ecelesiarvm Fri-

singensis, et Hildeshaiimensis administratori Dignissi-mo. | Thomas Lvdovicvs de Victoria | Abvlensis Colle­gii G-ermanici in Vrbe | RomaMusicaa Moderator S. P. D.

Plvrimis, et iis quidem grauissimis causis adductus, px-inceps Illustrissime Músicos hosce labores meos, qua-lescunq. ij sunt, sub máximo amplitudinis tuse nomine apparere volui. Quarum quasdam sunt mihi communes cum ómnibus, quaadam proprié meas. ISTam si illud dicam, quód est queedam quasi ómnibus formula proposita, in-censum me esse studio nobilitatis, magnificentiaa, libera-litatis, ingenij, eruditionis, comitatis caateratumque diui-

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VICTORIA 57

narum virtutum tuarum, ac propterea mese, erga numenr

vt ita dicarn, tuum obseruantiee, ac deuotionis monumen-tura aliquod extare voluisse: vera quidem dicam, sed vereor, ne ex aliorum potius consuetudine, quám ex meo sensu dicere videar. Nunc, cum sint alias huius consilij mei uationes, ad ea, quae ab alus vsurpari consueverunt,. addam illa, quibus satis constet, nefarium mihi futurum fuisse, si officium hoc omisissem aut certe distulissem. Au vero qui Musicae moderator degit in eo Oollegio,. quod á Gregorio XIDZ qui primum se meritis, et virtuti-bus, nunc vero dignitate, et gradu cíelo asquauit ad adolescentes Germanos optimis disciplinis, pijsque mo-ribus informandos, sanctisime institutum est, is ingenij sui fructus aaquuis et libentius alii cuipiam consecret,, quam ei, qui nouus quasi splendor uidetur ad Germa-niam totam illustrandam diuinitus illuxisse? Quid, quód nisi hoc esset, quod est certé máximum, illud vnum me ad hoc, vel ex superuacuo, impelleret, quót, á qua arte tot, tantagque vtilitates in genus humanum cum summa delectatione, profecías sunt, vt mirum non sit, á Musis-omnium bonarum artium auctoribus dici, et in beatarum mentium setibus in omnen asternitatem celebrari, in ea tu ipse arte familiam ducis? Cum igitur, cum antiquis illis temporibus Citharag, lyras, barbita, et istiusmodi uocalia Phoebo dicarentur, hasc nostra tempestate eius generis opera potius alii dicentur, quám tibi facile in eo studio principi? Atque hae quidem causee, cum quem-libet singulaa mouissent, quid fecisse in me putandum est, quasi Ímpetu facto uniuersas? Habes, Presul Am-plissime, qui factum sit, ut patrocinii tui quasi umbram elegerim, in qua foetus artis, et ingenij mei labore, fessus conquiscat. Eum beata illa fronte tua, qua omnia, quaa in tuo obtutu defixa stupent, exhilaras, excipe; quodque

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iam ómnibus perfectum est, hac etiam testifioatione con­firma, quód animum potius, quo tibí quidque offera-tur, quam id, quod offertur, gratiorem, acceptiorenque babeas. Vale.

INDEX

1. Missa Ave Maris stella, quat. voc. 2. Missa Simile •est regnum celorum (sic), quat. voc. 3. Missa de Beata Maria, quinqué voc. 4. Missa Gaudeamus, sex voc. 5. Missa Dum complerentur, sex voc. 6. Hymnus Ave Maris stella, quatuor voc. 7. Magníficat primi toni, quatuor voc. 8. Magníficat primi toni, quatuor voc. 9. Magníficat quarti toni, quatuor voc. 11. Magníficat octavi toni, qua­tuor voc. 12. Magníficat octavi toni, quatuor voc. 13. In Adventu Domini (Alma redemptoris Mater) quinqué voc. Secunda pars (Tu que genuisti)i. 14. A Purificatio-ne usque ad Completorium Sabbati Sancti (Ave regina ccélorum) quinqué voc. Secunda Pars (gaude gloriosa)*. 15. A Oompletorio Sabbati Sancti usque ad Completo­rium Sabbati post Pentecostem (Regina coeli letare) quinqué voc. Secunda Pars (Surrexit sicut dixit)3. 16. A Completorio Sabbati post Pentecostem usque ad Adven-tum, Salve, quinqué voc. 17. Aliud Salve cum sex voci­bus4. 18. In Assumptione Beate Marie (Vidi speciosam), sex voc. 5 19. Tempore Eesurrectionis Domini (Ardens •est cor meum), sex voc. 20. De Beata Virgine (Nigra

1. Reeditada. Vid. N . " 19 de la edición de 1572. 2. Reeditada. Vid. N.° 17 de la edición de 1572'. 3. Reeditada. Vid. N.° 18 de la edición de 1572. 4. Reeditada. Vid. N . ° 32 de la edición de 1572. 5. En la edición de 1572 esta composición contiene una Se­

cunda pars. En la presente se omite esta Secunda pars.

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sum), sex voc. 21. In elevatione Corporis Christi (O sa-crum convivium), sex voc. 1 22. In elevatione Corporis Christi (O Domine Jesu Christe), sex voc. 23. Nisi Do­minus, cum octo vocibus. 24. De Beata Virgine (Ave Maria), octo voc. 25. Salve Regina, octo voc. 2 26. Com-pletorio Sabbati Sancti usque ad Completorium Sabbati post Pentecostem (Regina ccéli letare), octo voc. Secun­da Pars (Resurrexit sicut dixit). 27. Super flumina Báby-lonis, octo voc.

De las notas biográficas procedentes de una historia de los arzobispos de Colonia y de lo que escribe el Car­denal Steinhuber en su obra sobre el Colegio Germáni­co' , entresaco los siguientes datos respecto al Duque Ernesto: Era hijo de Alberto V, Duque de Baviera, y de Ana de Austria, y hermano del Duque Guillermo V. Fué elegido obispo de Frisingen y de Hildesheim, y en 1581, además, obispo de Lieja. En 1583 después de la deposición de Gebeardo Truchses, arzobispo de Colonia, fué nombrado arzobispo de esta Iglesia por su Cabildo, y en 1585 recibió un quinto obispado, el de Munster. Murió a la edad de 63 años. El Colegio Germánico no tenía mejor protector en Alemania que el Duque Gui­llermo V. Su padre Alberto V había dado a los pocos estudiantes del Colegio que habían regresado a Alema­nia antes de su muerte acaecida en el año 1579, con es­pecial protección, puestos importantes. Para administrar el episcopado de Hildesheim había llamado en 1572 a un presbítero llamado Enrique Winnich, que había sido

1. Reeditada. Vid. N.° 29 de la edición de 1572. 2. Reeditada. Vid. N . ° 33 de la edición de 1572. 3. Op. cit., pág. 274.

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educado desde el año 1567 en el Colegio. Supone el Cardenal historiador que Victoria le conocería perfecta­mente, y que con su amistad y el trato con otros alum­nos, cobró el renombre suficiente para atreverse a dedi­car al Duque Ernesto la edición de referencia. Al llegar a este punto de su relato dice Haberl que se ignora por qué motivos dejó Victoria su colocación en el Colegio Germánico en el año 1578, y esta noticia no deja de sor­prender por la misma razón de que se consigna así como de pasada. Ya volveremos sobre este extremo en el mo­mento oportuno.

X

Llegamos, ahora, al año de 1581, que se significa por dos ediciones, la de Cántica B. Virginis dedicada al Cardenal Alejandrino (Miguel Bonello) y la dedicada a Gregorio XIII, espléndidamente impresa, que contiene los Himnos totius anni.

Edición de 1581 (A). Thom.ce Ludovici \ A Victoria Abulensis \ Cántica B.

Virginis per annum: \ quce quidem, partim quiñis, partim octonis | vocibus concinuntur: \ Ad Michcelem Bonellwm Cardinalem Alexandrinum (Escudo cardenalicio soste­nido por dos matronas) | Romee | Ex Typographia Do-minici Bassce \ 1581. (Colofón) Romee \ Apud Francis-cum Zanettum. MDLXXXI. \ um Licentia Superiorum.

Un volumen en partitura de 51 x 34 cm.; 179 pági­nas de música tipografiada, precedidas de portada y

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VICTORIA 61

dedicatoria; signaturas A—P, todas de seis hojas; primera hoja, portada, reverso en blanco; segunda hoja, dedica­toria, y al reverso de esta hoja empieza el texto musical convenientemente compaginado; al reverso de la hoja 179, última del texto, el Index Canticorum, y después de la palabra Finis, el colofón.

A continuación la Dedicatoria en latín:

Illvstrissimo et Reverendissimo Domino Michasli Bonello S. R. E. Cardinali Alexandrino.

Qvibus ex rebus artes omnes celebran solent, Cardi-nalis ampliss. eas res in Musicis esse intelligimus vniuer-sas. Nam siue vtilitatem quis quasrat, nihil ea vtilius, quas aurium nuntio suauiter in ánimos influens, non ani-mis solum prodesse videtur, sed etiam corporibus: sin anantiquitatem ac splendorem; quid tándem est ea aut honestius, quas immortalem Deum laudandi munus habet, aut antiquius, quas ante quám homines essent, in beatis illis mentibus esse inceperit? Acquum profecto fuerat, vt quod vtilissimum erat humano generi, atque antiquis-simum, idem etiam esset, si ad Deum vnum referretur, honestissimum. Verúm, id quod ferme accidit rebus óm­nibus, vt á bono principio exortas, in deteriorem ple-rumq. usum torqueantur; idem etiam accidit recté ne-ruorum vocumq. cantibus vtendi rationi. Quippe ea improbi quídam ac prauis moribus imbuti homines abu-tuntur potius tamquam inuitamento, quo se in terram terrenasq. voluptates penitus inimerganfy quám instru­mento quo ad Deum divinaruntq. rerum contemplatio-nemfeliciter euehantur. Ego quidem, cui vel ab institu-tione, vel á natura, aliquam in hisce studiis curam atque operara collocare contigit, summo Dei benefitio in ea re

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tantum elaboro, vt cuius rei causa vocum modulado principio inuenta est, ad eam vna unam, id est, ad ipsurn Deum Opt. Max. eiusq, laudes conferatur. In quo etsi plus omino conor quám possum, minus tamen prsesto, quám debeo. Et nonnulla quidem extiterum bactenus buius mece voluntatis testimonia; ad quas omnia, hoc ipsum accesserit, postremum fortasse ordine, sed non postremum, vt opinor, sine materiae dignitate, sine ar­monías dulcitudine. Quod qualecumq. sit daré, in vulgus volui tuaa amplitudinis nomine insignitum; vt et meas ve-teris erga te observantise monumentum esset, et argu-mentum ómnibus, cur tibi, quas ad pietatem pertinent, ea máxime inscribantur; qui ita pietate excellis, vt Pii Quinti Sanctissimi viri auunculi tui viuam et spirantem imaginem referre videaris. Vale.

Humülimus Seruus Thomas Ludovicus á Victoria.

A continuación:

Index Oanticorum vulgo Magníficat.

1. Primi toni—Anima mea. 2. Ut exultavit—Ejus-dem. 3. Secundi toni—Anima mea. 4. Et exultavit— Ejusdem. 5. Tertii toni—Anima mea. 6. Et exultavit— Ejusdem. 7. Quarti toni—Anima mea. 8. Et exultavit— Ejusdem. 9. Quinti toni—Anima mea. 10. Et exultavit— Ejusdem. 11. Sexti toni—Anima mea. 12. Et exultavit— Ejusdem. 13. Septimi toni—Anima mea. 14. Et exulta­vit— Ejusdem. 15. Octavi toni—Anima mea. 16. Et exul­tavit—Ejusdem.

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VICTORIA 6&

Index Quatuor Antiphonarum per annum, quinq. et octo vocibus.

17. Alma Redemptoris, quinq. vocibus. 18. Alma Re­demptoris, octo vocibus. 19. Ave Regina cazlorum, quinq-vocibus. 20. Ave Regina ccelorum, octo vocibus. 21. Re­gina coéli, quinq. vocibus. 22. Regina cceli, octo vocibus.. 23. Salve, quinq. vocibus. 24. Salve, octo vocibus.

El historiador del Colegio G-ermánico afirma que no-es inverosímil que Antonio Bonelli (el célebre sobrino de Pío V con el nombre de Cardenal Alejandrino) fuera uno de los primeros alumnos del Cóllegium, y cita al efecto una carta de San Francisco de Borja escrita al P. Maggi.

Merecido elogio hace Haberl de la dedicatoria que acaba de leerse, acerca de los hermosos pensamientos que contiene y que demuestran la «gran serenidad» con que seguía sus trabajos, y se esmeraba en servir a la re­ligión con sus obras.

Hay más, a mi ver, en esa memorable dedicatoria: todo un principio de estética de arte cristiano aplicado a la música, toda una tendencia de escuela de arte reli­gioso, que Morales, el gran Morales, expresa en estos términos: Dar al alma nobleza y austeridad, nobleza y austeridad de la cual no se separan Guerrero, ni Victo­ria. Precisando con nuevo vigor el concepto de Morales, añadía algunos años más tarde Guerrero, el tiernísimo-maestro sevillano, que «según su antigua costumbre y propósito, nada tuvo jamás en mayor estima y aprecio, como no tanto halagar con el canto los oídos de las per­sonas piadosas, cuanto el excitar sus piadosos ánimos a

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la digna contemplación de los misterios.» Igual concep­to de arte cristiano expone, a no tardar mucho, Victo­ria, como habrá notado el lector en la dedicatoria al Cardenal Alejandrino que acabo de transcribir.

Edición de 1581 (B). Tliomce Lvdovici \ a Victoria Abvlensis \ Ilymni to-

íius anni | secvndvm Sanctce Romance \ Ecclesice consve-tudinem, \ qui qvattvor (sic) concinvntvr \ vocibvs \ Vna cum quattuor Psalmis, pro prcecipuis festiuitatibus, \ qui octo vocibus modulantur \ AD OREGORIVM XIII. PONT. MAX. (Escudete tipográfico, y escudo pontificio .sostenido por dos matronas, grabado al acero). Romee \ Ex Typographia Dominici Bassce \ MDLXXXI.

Un vol. in folio máximo en partitura de 51 x 34 cm. y 183 págs. correctamente numeradas: la portada (en rojo y negro) y reverso sin numerar: en la página pri­mera comienza la Dedicatoria y en la segunda el texto musical. Signaturas A 1—2—3—P, todas de seis hojas; la última signatura Q de cuatro hojas. Al reverso de la pág. 183 el Index Hymnorum Totius Anni, y al pie Finis | Romee \ Apud Franciscum Zanettum \ MDLXXXI.

Espléndida edición. Contiene 32 Himnos y 4 Salmos ••& ocho voces: Dixit Dominus—Laúdate pucri—Nisi Deus —Laúdate Dominum in sanctis ejus.

Sigue la Dedicatoria en latín:

Santissimo Patri ac Domino nos tro Gregorio XILT Pont. Max.

In sacris, et ecelesiasticis prsscipué musicis, Pater Heatissime, ad quae naturali quodam feror instinctu,

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inultos iam annos, et quidem, vt ex aliorum iudicio mihi videor intelligere, non infeliciter, versor, et elaboro. Id vero munus ac beneficium cum diuinum agnoscerem, dedi operam, ne penitus in eum, á quo bona cuneta proficis-cuntur, ingratus essem, si inerti ac turpi otio languesce-rem, et creditum mihi talentum humi defodiens, iuxto expectatoque fructu dominum defraudarem. Quocirca, quod antea et Mottetta, et Missis nouis á me cum Modu-lis editas, libentibus animis auribusq; acceptas fuisse perspexeram; aliud opus sum aggressus, cuius et auda-cem conatum, et secundum effectum diurnas benignitate ascribo. Cum enim sacrorum modos hymnorum ut á diuersis auctoribus factos ex diuersis voluminibus mag­no tum eccleriarum dispendio, tum cantorum tasdio peti animaduerterem, vt, quoad possem, vtriq., incommodo mederer, et gratiam ab vtrisq. inirem, eos hymnos volu-mine vno collectos in prassenti congruentibus modis ex-colui et exornaui. Eos vero vt tibi Christianas religionis prassidi sanctissimo dicarem, causas me iustissimas impu-lerunt. Nam cum Gregorius ille magnus huiusmodi hymnos in certum cantum, quem Gregorianum ab ipso auctore posteri nominarunt, primus vel redegisset, vel in hanc Vrbem religionis arcem induxisset; tibi potissi-mum qui illius et nomen refers et potestatem, eosdem hymnos harmonicis numeris, et nlodis gratioribus illiga-tos deberi putaui. Accessit eodem singularis obseruantia et pietas erga te mea, quas non mediocriter mouit, vt hoc qualecumque munusculum tuas Sanctitati offerrem: quod vt eo animo, quo á me offertur, accipias, etiam atq; etiam oro atq; obsecro per eum, cuius in terris personam sustines, et vices geris; á quo tibi perpetuara incolumita-tem et felicitatem ad Ecclesias Catholicas, et Eeipublicas Christianas salutem semper, vt hactenus feci, precabor.

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Humillimus Seruus. Sanctitatis vestra

Thomas Ludovicus á Victoria.

El lector adivinará por qué lie subrayado algunos pasajes de la Dedicatoria, todos dignos de mención, no­toriamente el hace ya muchos años, y no bastantes o algu­nos, que tienen relación con lo que he avanzado acerca de la fecha probable de nacimiento del maestro.

Sigue:

Index Hymnorum totius anni. 1. De Adventu Domini (Conditor alme siderum)

(Qui condolens). 2. De Nativitate Domini et infra octa-vam (Christe redemptor) (Tu lumen, tu splendor patris). 3. De Innocentibus (Sálvete flores martyrum) (Vosprima Christi victima). 4. De Epiphania (Hostis Herodes impie) (Ibant Magi). 5. In Dominicis per annum (LUCÍS creator optime) (Qui mane junctum vesperi). 6. Dominica in Quadragesima (Ad prasces nostras) (Réspice clemens). 7. Dominica in Passionis (Vexilla regís) (Quo vulneratus insuper). 8. In octava Pascha? usque ad Ascentionem (Ad cenam agni providi) (Cujus corpus sanctissimum). 9. In Ascentione Domini (Jesu nostra redemptio) (Qum te vicit clementia). 10. In Pontéeoste (Veni creator) (Qui paraclitus diceris). 11. In Festo SanctissimDS Trinitatis (O lux beata Trinitas) (Te mane laudum carmine). 12. In Festo Corporis Christi (Pange lingua) (Nobis datus, nobis natus). 13. In Cathedra Sancti Petri (Quodcumque vin-clis) (Gloria Deo). 14. In conversione, et commem. S. Pauli (Decor egregiee) (Bit Trinitati). 15. De Beata Virgine (Ave maris stella) (Sumens illud ave). 16. In Festo S. Joannis Baptistse (Ut queant laxis) (Nuncios

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celso veniens). 17. De Sancfco Petro (Auren luce) (Ianitor cozli, doctor orbis). 18. De Sancta María Magdalena (Lauda mater Ecclesia) (Marta sóror Lazari). 19. In Festo Sancti Petri ad vincula (Petras beatus) (Gloria Deo). 20. In Transfiguratione Domini (Quicumque Christum) (Illustre quídam cernimus). 21. De Sancto Michaele (Tibi Christe) (Collaudamus venerantes). 22. In Festo omnium Sanctorum (Ckriste redemptor) (Beata quoque agmine). 23. In natali Apostolorum (Exultet cselum lau-dibus) (Vos sceculi justi judices). 24. In id. id. Tempore Paschali (Tristes erant apostoli) (Sermone blando ánge­lus). 25. De uno Martyre (Deus tuorum militum) (Hic nempe mundi gaudia). 26. De pluribus Martyribus (Sanc­torum meritis) fifi sunt quos retinens). 27. Pro Martyri­bus tempore Pascbali (Rex glorióse) (Aurem benignam protinus). 28. In Festo Confessorum (Iste Confessor) (Qui pius prudens). 29. De Virginibus (Jesu corona Vir-ginum) (Qui pascis ínter lilia). 30. Pro Martyre tantum et pro nec Virgine nec Martyre (Hujus obtentu) (Gloria Patri genitceque). 31. In dedicatione Eclesias (Vrbs beata) (Nova veniens e ccelv). 32. In Corpore Cbristi (more his­pano) (Pange lingua) (Nobis datus, nobis natus).

Index Psalmarum octo vocibus. 33. Dixit Dominus. 34. Laúdate pueri Dominum.

35. Nisi Dominus1. 36. Laúdate Dominum.

XI

Llega el año de 1583, y Victoria nos ofrece otras dos ediciones a cuál más importantes.

1. Figura ya este Salmo en la edición de 1576.

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Edición de 1583 (A). Thomge Ludovici de | Victoria Abvlensis | Motecta

| qve (sic) partim quaternis | partirn quiñis, alia senis, alia octonis, alia | duodecina vocibus concinuntur, quee quidem | nunc vero melius excussa, et alia quam pluri-ma | adiuncta noviter sunt impressa | Permissv Svperio-rvm | (Grabado en madera que representa a la Virgen con el Niño y media luna a los pies, rodeadas de luz y llamas). Romee Apud Alexandrum Gardanum | MDLXXXIII.

Edición en libretas o cuadernos en partes sueltas correspondientes a las voces, cuyos índices por secciones señalan los mismos Motetes a cuatro que la edición de 1572 y algunos más: tamaño 200 x 105 mm.

Al dorso de la portada, dedicatoria en latín:

Sanctissimse Dei Genitrici Marice Semper Virgini, Clementive Parenti,

Sanctis ómnibus in Ocelo Christo feliciter regnantibus, Ad eorum laudes Pestis solemnibus, diebus

modulate concinendas, fidelisque Populi deuotionem Hymnis et canticis Spiritualibus dulcius excitandam,

Hos Músicos modos, et cantus, pietatis, á se /actos. Reuerendus Dominus Thomas Ludouicus a Victoria,

presbiter abulensis, dicat.

A continuación los índices por secciones.

^ Index Cum Quatuor Vocibus1. 1. *In Festo omnium Sanctorum, O quam gloriosum

1. Las composiciones señaladas con un asterisco figuran en la edición de 1572, con dos asteriscos en la de 1576. Los índices están

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VICTORIA 69

est.—2. *In Festo sancti Andreas, Doctor bonus.—3. *In Conceptione Beatas Marías, Quam pulchri sunt.—4. *In Festo Sancti Thomas Apostoli, O decus Apostolicum.— o. *In Circumcisione Domini, O magnum mysterium.— 6. *In Epiphania Domini, Magi viderunt stellam.—7. *In Purificatione B. Marías, Senex puerum portabat.—8. *In Sánete Marías ad Mués, Sancta Mario, suecure miseris.— 9. *In Annuntiatione B. Marías, Ne timeas Maria.— 10. *Dominica in Ramis Palmarum, Pueri hcebreorum.— 11. *Feria V in Coena Domini, Veré languores nostros. —12. *Feria VI in Parasceve, O vos omnes qui transitis.

Cum paribus vocibus.

13. In Festo Trinitatis, Dúo Seraphim, prima pars. Tres sunt, secunda pars.—-14 *In Festo Corporis Christi, O sacrum convivium, p. pars. Mens impletur gratia, s. pars.—15. In Communione, Domine non sum dignus, p. pars. Miserere mei, sec. pars.—16. *In Festo Natalis Domini, O Eegem cceli, p. pars. Natus est nobis, sec. pars.

Index cum Quinqué Vocibus

17. *In Ascensione Domini, Ascendens Christus in altum, p. pars. Ascendit Deus, sec. pars.—18. *In Festo Pentecostés, Dum complerentur, p. pars. Dum ergo essent, sec. pars.—19. *In Festo Sancti Iacobi, O lux et decus.—20. *De Beata Virgine, Gande Maria Virgo.— 21. *Dominica in Adventu D., Ecce Dominus veniet, p. pars. Ecce apparébit Dominus, sec. pars.—22. *Sabbato in Adventu D., Alma Redemptoñs, p. pars. Tu quee

colocados por secciones. El primero, en la pág. 12; el segundo, en la pág. 19, compos. a 5; el tercero, en la pág. 40, compos. a 6, y el cuarto en la pág. 60, compos. a 8 y a 12.

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genuisti, sec. pars1.—23. *Sabbato in Septuagésima, Ave Regina ccelorum, p. pars. Gande gloriosa, sec. pars2.— 24. *Sabbato in Eesur. Domini, Regina ccéli, p. pars. Resurrexit; sec. pars\—25. ** Salve4.—26. *In Festo Sancti Ignatii. Cum Beatus Ignatius, p. pars. Ignis, Crux, sec. pars.—27. *In Festo Sancti Ioannis Baptistse, Des-cendit Ángelus, p. pars. Ne timeas, sec. pars.^28. De Corporis Cbristi, Tantum ergo.

Index cum Sex Vocibus.

29. *In Festo Natalis Domini, Quem vidistis Pastores, p. pars. Dicite quidnam vidistis, sec. pars.—30. **De Beata Virgine, Nigra sum.—31. **In Eesurrectione Do­mini, Ardens est cor meum.—32. *In Festo Eesurrectio-nis D., Surrexit Pastor bonus.—33. *De Beata Virgine, Congratulamini mihi.—34. *In Festo Asumptionis B. M., Vidi spetiosam, p. pars. Qjuce est ista, sec. pars5.— 35. **In Elevatione, O Domine Jesu Christe.—36. De Beata Virgine, Trahe me post te.—37. *In Festo Sanctiss. Tv'mita,t\$,,Benedicta sit.—38. *In Festo Corporis Christi, O sacrum convivium*.—39. *In Festo Sancti Petri, Tu es Petrus, p. pars. Quodcumque li averis, sec. pars. — 40. *De Beata Magdalene, Vadam et circwibo civitatem, p. pars. Qualis est dilectus, sec. pars.—41. *Sabbato in Pentecoste, Salve Regina, p. pars7. Ad te suspiramus,

1. En la edición de 1572, y además en las de 1576 y 1581 C Cántica).

2. En las ediciones de 1572, 1576 y 1581 (Cántica). 3. Id. id. 4. En la edición de 1576 y 1581 (Cántica). 5. Figura también en la edición de 1576. 6. Id. en la edición de 1576. 7. En la de 1572 y además en la de 1576.

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VICTORIA 71

seo. pars.—Et Jesum, tertia pars. O demens, o pia, quarta pars.

Index cum Octo Vocibus. 42. De Beata Virgine, Litanice.—43. *De Beata Vir-

gine, Ave Maria*.—44. *De B. V. in Adventu, Alma Red-emptoris, p. pars. Tu qitce genuisti, sec. pars2.—45. A Purificatione usque ad Pascba, Ave Regina ccelorum, p. pars. Gaude gloriosa, sec. pars3.—46. **In Resurrec-tione, Regina cozli, p. pars. Resurrexit, sec. pars4.— 47. **De B. V. per annum, Salve, Regina"'.—48. Dixit Dominus6.—49. Laúdate pueri Dominum1.—50. **Nisi Dominus9.—51. Laúdate Dominum omnes gentes9.— 52. **Super flumina Babylonis.

Index cum Duodecim Vocibus. 53. Letatus (sic) sum.

Como habrá notado el lector, Victoria firma la dedi­catoria de esta edición presbiter Abulensis. Como Victo­ria adopta aquí por primera vez esta denominación, supone Haberl, contradiciéndose de lo que antes ha afir­mado que, a semejanza de Juan Francisco Anerio, no se ordenaría de sacerdote hasta su edad madura. Esta su-

1. En la de 1572 y 1576. 2. En la de 1581 (Cántica). 3. Id. id. 4. Y además en la edición de 1581 (Cántica). 5. Figura también en la edición de 1581 (Cántica). 6. Vid. la ed. de 1581 (Cántica). 7. Vid. id. id. 8. Y además en la ed. de 1581 (Cántica). 9. Vid. ed. de 1581 (Cántica).

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72 FELIPE PEDRELL

posición es arbitraria. Basta pasar la vista por el primer documento del Apéndice II.

Edición de 1583 (B). La otra colección de composiciones publicada el año

de 1583 es el Libro segundo de Misas, dedicada a Feli­pe II.

Thomae Ludovici \ a Victoria Abulensis \ Missarum Libri Dúo | quae partim quaternis, partim \ octonis, par­tim senis, \ concinuntur vocibus. \ Ad Philippum Secun-dum Hispaniarum Regem Catholicum. (Escudo Keal de Felipe II) | Romee | Ex Typographia Dominici Bassce, 1583. (Al Fin) Roma; \ Apud Alexandrum Gardanum | MDLXXXIII.

In fol. máximo en partitura de 510 x 325 mm. y 294 páginas, tres de portada, dedicatoria e índice en blan­co: la paginación comienza en el texto musical al rever­so de la dedicatoria. Signaturas A a KK indistintamente de 2, 4 ó 6 hojas. Espléndida edición ornada de bellas letras capitales.

Sigue la Dedicatoria en latín:

Philippo Secvndo Hispaniarvm Eegi Catholico, Thomas Lvdovicvs a Victoria, salvtem et felicitatem.

Ab eo tempore, quo ex Hispania in Italiam profec-tus Eomam veni, prceter ccetera prceclara studia, in qui-bus aliquandiu versatus sum, multum opera; cureq. in Música arte consumpsi. Illud initio mihi propositum fuit, non vt ipsa dumtaxat cognitione contentus, in sola au-rium et animi voluptate consisterem, sed vt longius pro-gressus, quantum in me esset, prsesentibus, posterisq.

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VICTORIA 73

prodessem. Ourn igitur in eo studio, ad quod ipsa me natura tácito quodam instinctu impul-suq. ducebat, máxi­me eldborassem; vt ingenii mei fructus latius pertinerent, eam potissimum partem modulis exornandam suscepir

quee passim in Ecclesia catholica celebratur. Cui enim rei potius seruire Musicam decet, quam sacris laudibus immortalis Dei á quo numerus et mensura manauit? cuius opera vniuersa ita sunt admirabiliter quamdam harmo-niam, concentumq. preseferant et ostendant? Quo grauius errere censendi sunt, et idcirco acerbius castigandi, qui artem alioqui honestissimam ad leuandas curas, et re-creandum prope necessaria oblectatione animum excogi-tatam, ad turpes amores, aliasq. res indignas decantan-das conuertunt. Quapropter, ne Dei optimi maximi, á quo bona cuneta procedunt, abuterer beneficio, omnem ingenii mei conatum et industriam ad res factas et eccle-siasticas contuli. Quo quidem in genere quantum prses-titerim, aliorum voló esse iudicium. Illud certe intelli-gentium et peritorum sententia et testimonio mihi vi-deor consecutus, vt operse ñunquam laborisq. posniteat. Et cum multa antea, quse alacriter excepta fuisse animad-uerti, composuissem et excudenda curassem; volui vt defessus, commentandi finem iam facerem, et aliquando perfunctus laboribus honesto in otio conquiescerem, ani-mumq. ad diuinam, vt sacerdotem decet, contemplationem traducerem, volui inquam, postremum hunc ingenii par-tum adjicere; quem non modo cum ederem, verum etiam cum animo et cogitatione conciperem, vt tue, potissimum Maiestati dicarem graues me causas permouerunt. Nam post diuturnam peregrinationem, natale solum reuisurus^ et regiam officii gratia aditurus presentiam, vacuus ve-nire non debui; sed aliquod munus, afierre, quod et pro-fessioni meas ordiniq. esset aptissimum, et tuse Maiestati

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74 FELIPE PEDRELL

.gratissimum. Nullum vero argumentum ad concinendum modulandumq. Músico proponi maius aut grauius potest, quám sacrosanctum Missas mysterium, ac sacrificium. In hoc meos labores placuit terminare. Hoc opus ab nomi­ne Hispano elaboratum cui iustius, quám Hispaniarum Regi catholico pió Deoq. amabili, debebatur? Equidem tantum principem donis longe maioribus dignissimum esse intelligo ac profiteor: est tamen regalis elementóse in inferioribus et tenuioribus animum spectare, non do-num. Neq. enim fieri potest, vt priuata liberalitas regias respondeat dignitati. Profecto munus hoc meum regio •Cantorum choro non indignuln fore confido, tuo prseser-tim nomine ac patrocinio cohonestatum. Eeliquum est, vt tua Maiestas et illud ea, qua mortales omnes sibi deuincit, humanitate accipiat, et me suas ditionis homi-nem, suiq. augustissimi nominis obseruantissimum regio animo complectatur, cui ego dum viuam, pro eo ac de-beo, et Repúblicas Christianas témpora postulant, omnia fausta et felicia ab omnipotente Domino et Rege regum precabor. Vale et diutissime regna.

A continuación:

Index Missarum. Quatuor vocibus.

Quam pulchri sunt.—O quam gloriosum.—Simile est regnum ccelorum.—Aue Maris stella.—Pro defunctis1.

Quinqué vocibus. Surge propera.—De Beata Virgine.

1. A excepción de esta Misa, todas las demás se hallan en las •ediciones anteriores.

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VICTORIA 75

Sex vocibus. Duna complerentur.—Gaudeamus.

La dedicatoria excepcional de esta obra reclama am­plio comentario.

«Desde la época en que partido de España para Ita­lia llegué a Roma—dice Victoria—, a más de otros nobles estudios a que me he dedicado durante algún tiempo, empleó mucho trabajo y cuidado en el arte de la músi­ca.» Aquí le ocurrirá sin duda al lector la observación que se me ocurrió al leer este pasaje, y es ésta: que Vic­toria no hubiera dejado de consignar en este punto, como cosa excepcional, la circunstancia de haber partido de España siendo muy joven o siendo muy niño, si, en efecto, como quieren algunos biógrafos, hubiese realiza­do el viaje en edad tan tierna. La observación creo que es digna de tenerse en cuenta. Dejo aparte ciertos deta­lles de orden histórico-crítico, entre los cuales aparece de nuevo el que ya he consignado anteriormente, «que trabajó mucho en el estudio de la música, al cual su mis­mo natural le llevaba por cierto secreto instinto e impul­so», y me hago cargo de los que pertenecen a esta parte de mi estudio. Victoria quiere, para poner ya término, «cansado como estoy», a su tarea de componer, y «aca­bados al fin mis trabajos», tomarse un honrado descanso y consagrar su ánimo a la divina contemplación, como corresponde a un sacerdote, quiere—dice— «añadir este último parto de su ingenio», etc.

He de confesar que en medio de mi pesimismo, fun­dado en la ingratitud legendaria de España hacia sus hijos, conservaba no sé qué vago y consolador optimis­mo que me hacía esperar algo que me ha revelado pie-

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ñámente, con gran alegría de mi alma, esa inapreciable dedicatoria. No podía yo comprender que el que vivió en Roma una vida afortunada y espléndida en honores y alto renombre regresara a España, y que su patria le dejase sumir en el olvido más culpable. No podía yo comprender ni explicarme que Victoria, al regresar al ansiado pueblo natal, no ocupase un puesto eminente, el más elevado, en la Capilla Real o en el palacio de un magnate: me rebelaba ante la idea de que el nombre del que volvía honrado allá en países extranjeros por Papas, Cardenales, Reyes, Príncipes, Duques, que se sentían orgullosos de aceptar las dedicatorias de las magnas y monumentales ediciones de sus obras, sólo sonase en su patria en las portadas de los dos libros que dio a luz en Madrid en 1600 y en 1605. Sí, la idea de ese cruel aban­dono me entristecía y me anonadaba. Mas al leer este documento importantísimo me lo expliqué todo y se tranquilizó mi espíritu. Rehuyó los honores, y «para po­ner ya término», cansado como estaba, a su tarea de componer, acabados al fin sus trabajos, quiso tomarse un honrado descanso y consagrar su ánimo a la divina con­templación, «como corresponde a un sacerdote.» Esto lo explica todo, y este es el motivo fundado de aquel silen­cio que en mi pesimismo pude llamar por un momento ingrato, y esta es la causa natural de que no ocupase un puesto de honor en la Capilla Real, y sí tan sólo el mo­destísimo de Capellán de Su Majestad Imperial, como luego hemos de ver.

Esta dedicatoria, preciosa por tantos conceptos, es toda una revelación: pero hay más todavía, mucho más. Dice que cansado como está quiere descansar, y que el Segundo Libro de sus Misas es el último parto de su in­genio, y, sin embargo, muda de resolución, y produce

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VICTORIA 77

obras y más obras: en 1585 ese milagro litúrgico-estético que se llama el Officium Hebdómada; Sonetee: en el mis­mo año los Motecta Festonim totius anni cum communi Sanctorum: en 1589 (paso por alto las reediciones, una de este año) la nueva edición de Motetes, quat quidem mine vero melius excusa et alia quam plurima adjunta, noviter sunt impressa; en 1592 nueva edición de Misas con las antífonas Asperges y Vidi aqtcam para todo el año, ofrecida al Serenísimo Príncipe Cardenal Alberto: en 1600 la edición de Misas, Magníficat, Motetes y Sal­mos, dedicada a Felipe III e impresa en Madrid en la Tipografía regia por el célebre Juan Flandrum, y en 1605 el Officium defunctorum in obitu et obsequiis Sacrce Imperatricis Marice (nunc primum in lucem editum), im­preso asimismo en Madrid, en la Tipografía regia, por Juan Flandrum.

Al ver agrupado aquí tal número de ediciones im-"portantísimas, y al leer en la Dedicatoria de la de 1583 que quiere poner término, cansado como está, a su tarea de componer, asoma una sonrisa de ternura en los labios. Le sería difícil, y basta imposible, a un hombre como Victoria, romper en absoluto su pluma de compositor, y prescindir totalmente de una afición que él mismo con­fiesa serle tan natural por cierto instinto, por cierto secre­to impulso. Nuevos conceptos inspirados en otros atrevi­dos intentos, nuevos cantos modulados de singular pres­tigio bullirían en su cerebro y pugnarían por escapárse­le, explotando al fin en nuevas obras, más peregrinas si cabe, a despecho de las más firmes resoluciones. Y no se diga que todas las obras contenidas en esas reiteradas ediciones pudieron haber sido compuestas antes de to­mar tal resolución, pues la edición de 1605, con la men­ción del Officium nunc primum in lucem editum y la de-

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dicatoria a la Serenissimee Principi Mar garitee Imperato-rum Maximiliani et Marica Fjliai deelicatum, revelan bien a las claras que el propósito, gloriosamente para nos­otros y no menos para sus contemporáneos, no podía mantenerse, a despecho, como he dicho, de las más fir­mes resoluciones.

Dedica el último parto de su ingenio a Su Majestad, «no sólo en el momento de darlo a luz», sino también desde el instante en que lo concibió en su ánimo y pen­samiento. Y añade: «Pues llegada la hora de volver a la patria, después de larga ausencia, y debiendo por obli­gación1 comparecer ante la real presencia, no debía venir con las manos vacías, sino traer alguna ofrenda que a la vez fuese conforme a mi profesión y estado y a Su Majestad muy agradable.»

Victoria se dispone a regresar a la patria después de larga ausencia, «solicitado por los deseos y urgentes llamamientos del rey de España», al decir del musicó­grafo Galli, e COSÍ fu tolta all' Italia—añade—questa illustrazione dell' arte musicale"; mientras llega el ansia­do momento, y cuenta una por una las horas, exhala todas las nostalgias de su alma en la obra que, como ofrenda digna de su profesión y de un sacerdote, prepara para no comparecer con las manos vacías ante la patria y ante la real presencia de su soberano, rico presente digno de él y que, verdaderamente, honra a una nación y a un rey. Y llegada la hora cierra las páginas del libro inspi­rado por el vivo amor de la patria, y escribe: Con éste me

1. Officü gratia también podría significar por cortesía. 2. Op. cit., pág. 19. Transcribo con orgullo estas nobles pala­

bras, porque en boca de un autor italiano son la mejor vindica­ción a los ultrajes involuntarios, lo confieso, causados a Victoria-por otro autor italiano, nombrado muchas veces en estas páginas.

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VICTORIA 79

plugo terminar mis trabajos; abandona la patria de la. gloria, en la cual visse una vita fortunata e splendida de consideraciones y honores, y pisa el suelo de la de sus afectos y de su alma, en el cual, huyendo de los faustos del renombre y de los halagos de los beneficios, tomará un honrado descanso y consagrará su ánimo a la divina-contemplación como corresponde—añade—a un sacer­dote. ¿Y qué mejor fin, digno del sacerdote y a la vez-del artista, que el que se impone voluntariamente, porque le complace terminar cristianamente en el olvido y en el silencio, para qme nada le preocupe y nada le distraiga al consagrar su ánimo a la divina contemplación?

Cumplido el término de su regreso a la patria, des­pués de larga ausencia—como dice—parece natural que se verificase con la premura relativa que acusan los tér­minos de la dedicatoria que vengo analizando. Así es de suponer, aunque las ediciones y reediciones posteriores a la de 1583 ni ningún documento revelen nada sobre este particular. La de 1585, como se verá luego, aparece dedicada Ad Serenissimum Sabaudiat Ducem Carolum Emmanuelem Subalpinorum principem. La de 1592, ofre­cida al Serenísimo Príncipe Cardenal Alberto, aunque es­tampada en Roma, no arguye la presencia del autor en la ciudad pontificia.

He dicho antes que era de suponer la premura rela­tiva de su regreso a la patria, a pesar de que el pesimis­mo que antes he confesado, revistiendo caracteres de verdadera obsesión, me inclinase, durante cierto número de años, a investigar si alguno de los personajes de sus relaciones pudo atraer al maestro a cualquier punto de Alemania, ofreciéndole, dado el renombre que tenía en los países del Norte, una colocación digna de sus méri­tos, para cuya exploración en vano se hicieron rebuscos,,

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80 FELIPE PEDRELL

principalmente en las poblaciones de Alemania en las que se reeditaron algunas de sus colecciones. La inefica­cia de la exploración dio por resultado el convencimien­to bien razonado de tomar en sentido recto, desechando interpretaciones fantásticas, lo que él mismo afirma en •sus dedicatorias mientras no se presentasen, que no se han presentado, documentos que esclareciesen unos y •otros puntos obscuros de su biografía. Así se explica que me haya sido de todo punto imposible llenar la laguna que abarca estas etapas: dejación del magisterio de la iglesia de San Apolinar: época exacta del regreso a Es­paña, y si es cierto, como asegura arbitrariamente Haberl, que Victoria permanecía en Roma cuando pu­blicó su colección de 1592, sería preciso averiguar qué •causa pudo detenerle en Roma, contra lo que era de creer, dados los términos de la dedicatoria de 1583, y •qué hizo durante este tiempo en la capital del mundo católico.

Cuando faltan todos estos esclarecimientos, no queda más recurso que atenerse al sentido recto y literal de lo que se lee en sus dedicatorias. Además, los hechos nos revelarán lo que he avanzado, que Victoria rehuyó hono­res «para consagrar su ánimo a la contemplación como corresponde a un sacerdote.» Esto es lo firme: esto es lo verdadero. Aunque queden derrotados el investigador y la investigación ¿qué importa si la figura del sacerdote y del artista salen ennoblecidas por modo tan grandioso •que pocas pueden compararse con la suya?

xn El año de 1585 publica Victoria otras dos ediciones,

•entre éstas su obra maestra, como la llama el Doctor

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VICTORIA 81

Haberl, el Officium Hebdómada} Sanctce, que está dedica­do a la Santísima Trinidad, y no tiene prólogo del autor.

Edición de 1585 (A). Thomce Ludovici \ de Victoria Abulensis \ Officium

Hebdomadce Sanctce (Hermoso grabado representando a Cristo en la Cruz. Inscripción al pie: Tobías Aquitanus fecit, 1570). | Permis. Sup. \ Romee. Ex Typographia Do-minici Bassce, 1585.

In fol. máximo en partitura de 51 X 34 cm. y 79 hojas. Signaturas A—O todas de seis hojas salvo la últi­ma que sólo tiene tres. La signatura Ai corresponde a la portada: la Aii a la estrofa a la Santísima Trinidad, y la Aiij al reverso de la estrofa. La numeración de las hojas comienza a la segunda página del texto musical.

Al medio de la página correspondiente a la signa­tura Aii:

Te summa Deus Trinitas Collaudet omnis spiritus

Quos per crucis mysterium Salvat rege per scecida

Amen.

Sigue:

INDEX OMNIUM QLLE IN HOC LIBRO HEBDÓMADA SANCTiE CONTINENTUR.

DOMINICA IN RAMIS PALMARUM.

1. Pueri hebreeorum, quatuor vocibus.—2. Passio se-cundum Matthaum, 4 voc.—3. Domine Jesu Christe, 6 voc.

6

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82 FELIPE P E D R E L L

FERIA QUINTA IN CCENA DOMINI ad MATUTINUM.

4. Lectio prima, quatuor vocibus (Incipit Lamentatio). —5. Lectio secunda, quatuor vocibus (Vau. Et egressus est).—6. Lectio tertia, quinqué vocibus (Jod. Manum suam).

SEX RESPONSORIA QUATUOR VOCIBUS

7. IV Eesponsorium (Amicus meus).—8. V Respon-sorium (ludas mercator).—9. VI Responsorium (Vnus ex discipulis).—10. VII Responsorium (Ej'am quasi ag-nus).—11. VIII Responsorium (Vna hora). 12. IX Res­ponsorium (Séniores popuM).—13. Benedictus, quatuor vocibus.—14. Miserere, quatuor vocibus. (Secundus cho­ras, si placet, quatuor vocibus paribus).—15. In Missa, Tantum ergo, quinq. voc.

FERIA SEXTA IN PASSIONE DOMINI ad MATUTINUM.

16. Lectio prima, quatuor vocibus (Heth. Cogitavit). —17. Lectio secunda, quatuor vocibus (Lamed. Matriz bus).—18. Lectio tertia, quinqué vocibus (Aleph. Ego vir).

SEX RESPONSORIA QUATUOR VOCIBUS.

19. IV Responsorium (Tamquam ad latronem).—20. V Eesponsorium (Tenebrai factce sunt).—21. VI Ees­ponsorium (Animara meam).—22. VII Eesponsorium (Tradiderunt me).—23. VIII Eesponsorium (Jesum tra-didit).—24. IX Eesponsorium (Caligaverunt oculi).— Benedictus, ut supra.—Miserere, ut supra.—25. Passio

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V I C T O R I A 83

Secundum Joannem, 4 voc.—In adoratione Crucis.—26. Veré languores, 4 voc.—27. Popule meus, Improperia, 4 voc.—Agios o Theos et Sanctus, 4 voc.

SABBATO SANCTO AD MATUTLNUM.

28. Lectio prima, quatuor vocibus (Heth. Misericor­dias).—29. Lectio secunda, quatuor vocibus parib. (Aleph. Quomodo obscuratus).—30. Lectio tertia, sex vocibus (In-cipit oratio).

SEX EESPONSOEIA, quatuor voc.

31. IV Eesponsorium (Recessit pastor).—32. V Ees-ponsorium (O vos omnes).—33. VI Eesponsorium (Ecce quomodo).—34. VII Eesponsorium (Astiterunt reges)— 35. VIII Eesponsorium (Aestimatus sum).—36. IX Ees­ponsorium (Sepulto Domino).—Benedictus, ut supra.— Miserere, ut supra.—37. Vexilla regis (more Hispano), 4 voc.

Al fin el colofón: Roma \ Apud Alexandrum Garda-num | MDLXXXV.

Proske publicó todos los responsorios de Maitines del Jueves, Viernes y Sábado Santo con el título ficticio de Selectissimce Modulationes, adoptado por los que los han reeditado aisladamente. Haberl publicó el Officium, aunque suprimiendo algún número, con el título propio. Asegura el citado musicógrafo que no conoció más que tres ejemplares de dicha edición, dos en Eoma, el de la Capilla Sixtina y el de la Academia de Santa Cecilia, y el otro, falto de título, en la catedral de Módena. Las copias de Eatisbona y de Munich son incompletas y

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84 FELIPE P E D E E L L

defectuosas, y esto explica, sin duda, las enmiendas que de mano del colector aparecen en la edición, poco veraz e incompleta, de Ratisbona. Es extraño que no viese el

-ejemplar (encuadernado junto con las Pasiones de San Mateo y San Juan, more hispano, a 5 voc, Roma, Alej. Gardano, 1585, de Francisco Guerrero) que se con­servaba años atrás en el archivo de la iglesia de Mont­serrat de Roma.

Edición de 1585 (B). Toma; Ludovici A Victoria Abulensis Motecta Festo-

rum totius anni, cum communi Sanctorum \ Quo; partim senis, partim quiñis, partim quaternis; alia octonis vocibus concinuntur. \ Ad Serenissimum Sabaudia; Ducem Caro-lum Emmanuelem Subalpinorum Principem Optimum piisimum. (Escudo de armas) | Cum licentia Superiorum.

| Romee \ Ex Typographia Dominici Bassat \ 1585. | (In fine): Laus Deo Virginiq. Matri, omniumq. \ San­

ctorum Curia. | Roma; \ Apud Alexandrum Garda-num | MDLXXXV.

In fol. máximo en partitura de 52 x 34 cm. y 100 hojas sólo numeradas de un lado. El volumen es una verdadera maravilla tipográfica salida de las prensas del impresor pontificio.

Entre las diversas composiciones reproducidas cuasi todas de ediciones anteriores, figuran dos composiciones, una a 6 de Francisco Guerrero (Beata Dei Genitrix)1.

1. Cree Haberl que Guerrero (1529-1599) pudo haber sido maestro del joven Victoria, y Suriano (1545-1620) su buen amigo y profesor artístico. ¿Quiere esto decir, acaso, que uno y otro fueron sus maestros o profesores artísticos? Es un dislate que no

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VICTORIA 85

Sigue la Dedicatoria, y a continuación el Epigrama protéptico o monitorio, ambos documentos en latín:

DEDICATIO Serenissimo Sabaudite Duci Carolo Emmanueli

Subalpinorum Principi Óptimo Piissimo Thomas Ludovicus Victoria Abulensis, Servorum Dei

Sacerdotum minimus, Diuturnam felicitatem.

Quasi divinarem Catholici in primis iuxta ac poten-tissimi Hispanise nostras Regis optatissimum generum te propediem futurum (quod Amplissimse Celsitudini Tuse simul et creditis á Deo populis felix faustumque sit) anno iam vertente, Divinorum Carminum, quse ad remSacram faciendam pertinent, prsegrande volumen Taurinum per veredarios seduló transmittendum curavi: Quod equidem eó feci libentius, quo Iuvenalis Ancinae Possanensis presbyteri haud sané vulgaris amicitise vinculo iampri-dem coniuncti frequentiore hortatu mibi persuasum est harmónicas meas qualescunque lucubrationes Celsitu­dini Tue, utpote Divinarum rerum cum primis studio-S39 atque amantissimfe, ingratas minimé aut iniucundas fore. Quocirca nihil cuntandum ratus, quse PHILIPPO Invictissimo Regí (cui natura subiectus sum) ut par erat, inscripta, tum primum in lucem prodierant, ut isthuc ad te mitterem, facile sum adductus. Exinde vero studio-sius ac paulo accuratius (ni fallor) elaboratos complures

merece rectificarse, escrito, sin duda, por el afán de hablar por hablar y de hacer suposiciones que no vienen a cuento. Consúl­tese el vol. II de Hispanice Schola, etc., dedicada a Guerrero, y cualquier trabajo biográfico relativo a Suriano para convencerse de lo gratuito de tales suposiciones.

1. Reinaba desde 1580 en Saboya con el epíteto el Grande.

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86 FELIPE PEDRELL

Módulos cum una colligere coepissem, operse pretium me facturum existimavi, si eosdem iusto volumine compre-hensos señéis typis quamprimüm excudendos curarem, ut videlicet ipso propé tempore, quo C. T. ex Hispaniis reverteretur, eidem veluti tam longi ittineris prosperio-rem eventum Victorie nomine gratulaturus liber obviam prodiret. Quod ipsum sive inter redeumdum, Fossani, in nova scilicet amplissimse Ditionis tuse fidelissima plané urbe, contingat; sive Augusto Taurinorum, quse Subal-pinse Prouintise antiquissima atque adeo nobilissima Metrópolis est, dummodo oportuno id accidisse cogno-scam,undecunque mihi cumulatissimé satisfactumputabo. Accipe igitur, serenissime DUX, mese erga Amplitudi-nem Tuam mirum in modum propensse voluntatis singu-larisque observantise pignus, quo et te aliquando honesté oblectare, et gravioribus curis implicitum plerunque animum sub multiplicium negotiorum mole lassescentem quadantenus levare queas, tibi ipsi nimirum, ac cteteris deinceps, quibus non minus feliciter quam sapienter im­peras, ómnibus magnoperé profuturus. Quod reliquum est, D. O. Máximum obnixe rogo, ut C. T. una cum Se-renissima nova nupta coniuge CATHARINA, Hispanis nostratibus, Grallis itidem, Sabaudiis, Subalpinisque potissimum, Italis, universe denique Europse quam diu-tissimé incolumem tueri dignetur. Vale. Roma. V. Id. Aprilis MDLXXXV.

E P I G R A M M A

Ad Serenissimum Allobrogorum Ducem CAROLUM EMMA-Pedemontanorum Principem Religiosissimum, [NUELEM,

Iuvenalis Ancince 1 Fossanen. presbyteri Romas degentis

1. Sobre Ancina, Vide Apéndice III.

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VICTORIA

Protrepticon Epigramma. Dum redis Hesperia incolumis novus hospes ab ora,

Solis ubi occidui Regnte PHILIPPUS habet, Dum tanto gener á socero felicibus auris

Regali Austriadum sanguine vinctus abis; Ecce tibi sacros resonat Victoria cantus,

Lsetitise populis signa futura tuis; Necnon et reliquis notum quotcumque per Orbem

Dulcisonas Laudes nuntia Fama feret. ¡Quas laudes! ¡quibus, et numeris, quo pectore fusas!

¡Cuive Duci! ¡6 dignum Regís honore caput! Arte laboratas mira, tibi denique missas

Ccelitus, EMMANTJEL CARÓLE, crede mihi. Si nescis, pius hic ille est VICTORIA servus

CHRISTI ardens, Abulee gloria magna suse, Carmina qui modulis nectens. iam vertitur annus,

Misit: et haec eadem grande volumen habet, luneta simul numeris sacrarum carmina rerum

Tum Regi ac Domino iure dicata suo. Divinare ausus generum te mox fore tanti

REGÍS, ob id coeptis institit ille magis. Baptistse quoties solidum de marmore Templum

Laurentique sedera pone subiré voles, Sancta ubi nunc colitur SINDON, mirabile prorsum

Csesi Agni specimen, ¡Qui scelus omne luit! Preeclara ac monumenta tuis digna auribus omnis

Circum septa chorus personet, Ipse iube. Seu steteris laudans, Christum seu pronus adores,

Deque imo pergas fundere corde preces; Sive Dei implores Matrem, seu numina Divúm,

Quos celebri in primis relligione colis, Thebsea é legione Ducem, qui sanguine fuso,

Mauritium propter, palma, oleisque nitent; Sibe ibiter sanctam celebret de more synaxin

Torquatorum Equitum TE prseeunte, phalanx; Plané álacres ánimos poterunt accendere cantu,

Et mulcere graves carmina dicta semel: Experiare licet decies, magis usque placebunt:

Melle fluens capíes auribus, ore, melos.

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88 FELIPE PEDRELL

Quare age, D U X , Italis notum iam, nuper et Indis 1

Ne contemne virum, quem pia Roma colit Praecentorum Urbis decus immortale recentüm:

Matura ut venient témpora, Qualis erit? Hunc T U agnosce libens, hunc amplexare merentem,

Qui sua, seque Tibi pectore, corde dicat.

A continuación:

INDEX MOTECTORVM FESTORVM TOTIVS ANNI CVM COMMVNI SANCTORUM.

INDEX SEX VOCVM.

1. In die Natalis Domini (Quem vidistis Pastores). Secunda pars (Dicite quidnam vidistis). 2. In eodem Festo (Pastores loquebantur). 3. In Purificatione Beatas Marías (Nigra sum). 4. In Résurrectione Domini (Ardens est cor meum). 5. In eodem festo Resurrectionis (Surrexit Pas­tor). 6. In Visitatione Beatas Marías (Congratulamini). 7. In Festo Sanctissimse Trinitatis (Benedicta sit). 8. In Festo Gorporis Christi (O sacritm convivium). 9. In Fes­to Sancti Petri et Pauli (Tu es Petrus)2. 10. In Assump-tione Beatas Mariee (Vidi speciosam). Secunda pars (Quce est ista). 11. In Natiuitate Beatas Marías (Beata Dei genitrix)%. Secunda pars (Ora pro populo). 12. In eodem Festo, siue in Conceptione (Tralie me post te). 13. In exaltatione et inuentione Crucis (O Domine Jesu).

1. Debe de tener relación con lo que aquí dice el P. Ancina, el poder otorgado por Victoria que se expresa en el núm. 7 del Apéndice II .

2. En la edición de 1572 este motete tiene Secunda pars. 3. Esta composición es del maestro sevillano Francisco Gue­

rrero.

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VICTORIA 89

Index Qvinqve voc.

14. In Ascensione Domini (Ascendens Christus)^ Secunda pars (Ascenclit Deus). 15. In festo Pentecostés (Dum complerentur). Secunda pars (Dum ergo essent).. 16. In festo Corporis Christi (Tantum ergo). 17. In na-tiuitate sancti Joanis Baptistas (Descendit Ángelus).. Secunda pars (Ne timeas). 18. In festo sancti Jacobi Apostoli (O lux et decus). 19. In festo sanctse Marías ad Niues (Gaude María). 20. In Transfiguratione Domini (Resplenduit facies). 21. In Aduentu Domini (Ecce ecce Dominus). Secunda pars (Ecce ecce apparebit).

INDEX QVATVOE VOC.

22. In festo omnium sanctorum (O quam gloriosum), 23. In festo sancti Andreas (Doctor bonus). 24. In Epipha-nia Domini (Magi viderunt). 25. In festo Corporis-Christi, paribus vocibus (O sacruní convicium). Secunda pars (Mens impletur gratia). 26. In festo sancti Michael et Angelorum, paribus vocibus (Dúo Seraphim). Secunda pars (Tres sunt).

De Commvni Sanctorum.

27. In festo Apostolorum et Euangelistarum (Estoie-fortes). 28. In festo unius martyris (Iste sanchos pro lege),. 29. In festo plurimorum martyrum (Gaudent in ccelis).. 30. In festo Confessorum Pontificum (Ecce sacerdos). 31. In festo confessorum non Pontificum (Hic vir). 32. In festo Virginum (Veni sponsa Christi). 33. In Dedicatione* Eclesias (O quam metuendus).

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•90 FELIPE PEDRELL

INDEX OCTO VOC. 34. In Annuntiatione B. Yirg. Marise (Aue Maria

•gratia plena). 35. In festo Oorporis Christi (Lauda Sion). 56. In Transfiguratione Domini (In illo tempore)1. 37. In Quadragesima (Super flumina). Secunda pars (Quia illic).

Las composiciones de G-uerrero (Beata Dei genitrix, a cuatro), y la del compositor romano Francisco Suriano (Soriano) (In illo tempore, a ocho) se intercalarían, quizás, -en el texto, por exigencias de compaginación.

xni

Otras dos colecciones de obras de Victoria señalan la fecha del año 1589.

Edición de 1589 (A). Ihomce Ludovici | De Victoria \ Abulensis \ Motecta

| quce Partim quaternis, \ partim quiñis, alia senis, alia octonis, alia duodenis, \ vocibus concinuntur, \ quce quidem nunc vero melius excussa, et alia quam plurima \ adiun-cta, noviter sunt impressa (Grabado en madera represen­tando la Virgen con el Niño y dos ángeles). Mediolani, \ .apudFranciscumet ha? redes Simonis Tini \ MDLXXXVIIII.

Ocho opúsculos de 240 X 150 mm. irregularmente numerados: el Cantus, Altus, Tenor y Bassus, de 84 pági­nas: el Quintus, 62: el Sextus, 44: el Septimus, 21 y el Oc-

1. Es del compositor romano Francisco Suriano (Soriano).

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VICTORIA 91

iavus, 21. En el opúsculo Sextus el Registrum quce in libros octo separando, sunt. Signaturas de las cuatro par­tes principales A—L: de la parte Quintus A-—H: de la parte Sextus A—P: de las partes Septimus y Octavus A—C.

Es una colección semejante a la del mismo año (1589 B) de Juan Mayer. La dedicatoria (en latín) a la Vir­gen, está concebida en los mismos términos que la edi­ción de Motetes del año 1583 (A). Ofrece la singularidad ya notada en la edición de 1572, de que los índices par­ciales están colocados por secciones, y por el orden siguiente: después de la dedicatoria a la Virgen, al dorso de la portada, el índice de motetes a cuatro voces en nú­mero de dieciséis: después de esta sección el índice de motetes a cinco voces en número de doce: a continuación del texto musical de esta sección el índice parcial co­rrespondiente de doce motetes a seis voces y una Salve Regina, dividida en cuatro partes: terminadas estas com­posiciones siguen una Letanía, un Ave María, cuatro An­tífonas Marianas, otra Salve Regina, cinco Salmos (Dixit —Laudatepueri Dominum—Nisi Dominus—Laúdate Do-minum omnes gentes. Super flumina), a ocho voces, y el Salmo Lcetatus sum a doce voces.

Edición de 1589 (B). Cantiones Sacrce \ Thomce Lvdovici A \ Victoria Abv-

lensis, Mvsici Sva- | vissimi, Quatuor,, Quinqué, Sex, Octo, | Et Dvodecim Vocvm, Nvncvam ante \ hac in Gemianía

excussce (Título de la parte vocal correspondiente a cada cuaderno) Cum gratia etpriuilegio sacrce Ccesarem Maies-tatis | Dillingce, | Excudébat JOANNES MAYER \ 1589. (Portada encuadrada de ángeles músicos, y en la base una decena de instrumentistas colocados alrededor

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92 FELIPE PEDRELL

de una mesa redonda, tañen diversos instrumentos. A lo alto de la página el nombre de Jesús: IHS).

Ocho opúsculos en partes sueltas vocales de 155 X 205 mm. Todos los opúsculos tienen idéntica paginación, 75 números de páginas (de cuando en cuando un solo número señala dos páginas). Las cuatro últimas páginas sin numerar. La paginación termina a la página 75 cuan­do empieza el motete Lcetatus sum a doce voces. Otra particularidad digna de notarse: en el cuaderno Quintus la numeración comienza a la página 17 y en el Sextas a la página 40: en los dos restantes, Septimus y Octavus, a la página 60 respectivamente.

En la página reverso de la portada la dedicatoria a la Santísima Virgen que figura en las ediciones de 1583 (A) y en la anterior de los herederos de Simeón Tini, de Milán, 1589 (A).

Sigue en la otra página la dedicatoria (en latín) del tipógrafo Juan Mayer.

Admodum Reverendo Nobili atque amplissimo Viro Domino Ioanni Othoni a Demmingen,

Cathedralis ecclesias Augustanse Decano vigilantissimo, et Aichstadiensis Canónico, etc.

Paucis ab hinc annis Amplitudini tuaa libellum quen-dam de Catholicfe Religionis propagatione, aliisque re­bus ad Christi gloriam in Japonia feliciter gestis, ex Itálica lingua in Grermanieam conversum et a me im-pressum, dedicavi. Quem cum illa singulari quadam humanitate benevolentiaque acceperit, saspe mihi majus quoddam et illustrius optabam opus offerri, quod nomi-ni tanti viri inscriptum ex mea Typographia in lucem prodiret. Nactus sum haud equidem quale optabam, tale

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VICTORIA 93

tamen quod Amplitudini tuse illo quem dixi libello non minus gratum acceptumque speraban futurum. Quid autem illud? Oantiones sacrse Thomae Ludovici a Victo­ria, quem in principibus bujus setatis canendi magistris numerandum existimant ij, qui rerum musicarum non imperiti sunt sestimatores. Has inquam Cantiones, et at aures Symphonica suavitate mulcendas et pietatis etiam sensum in bominum animis excitandum accommodatis-simas, ante hac in G-ermania non seditas, mihi excuden-das tuseque Amplitudini noncupandas putavi: cujus praeclaro in hanc artem amore ac studio musicorum laus in Ecclesia Augustana, quam tu Decanus summa cum sapientia gubernas -ac moderaris, magis in dies floret. Accipiet igitur Amplitudo tua hunc laborem nostrum eadem qua priorem illum benevolentia, cui me ea, qua par est, submissione etiam atque etiam commendo. Di-llingse VIII Id. Apr. Anno MDLXXXIX.

Amplitudini tuse dedissimus. Ioannes Mayer

Typographum Dillinganus.

Al verso de la carta del tipógrafo-editor el Index cum quatuor vocibus: a la página 19 el Index cum quinqué vocibus: a la página 40 el Index cum sex vocibus: a la pá­gina 60 el Index cum octo vocibus y, por fin, a la página 75, en que termina la numeración, se inserta el Salmo Lcetatus sum a doce voces.

Esta colección, como la anterior de Milán, contiene todas las composiciones de la edición de 1583 (A) si­guiendo el orden establecido en ésta1.

1. Mi ilustre amigo el conocido compositor belga José Rye-landt me facilitó amablemente el señalamiento de esta edición,

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94 FELIPE PEDRELL

XIV

Aunque Fétis haya, mencionado dos ediciones de Dillinga pertenecientes a los años 1588 y 1590, creo que es una equivocación. Parece comprobado que entre la tiltima reedición de Mayer, que acabo de señalar, no existe otra edición hasta la de 1592, que se rotula-como sigue:

Edición de 1592. Thomce Ludovici de Victoria, Abidensis, Missce IV,

V, VI et VIII voc. concinendce tina cum Antiph. Asper­ges et Vidi aquam totius anni. Liber secundus. Roma; ex Typographia Ascanii Donangeli, 1592. (In fine): Roma;, Apud Franciscum Coattinum. MDXCII.

In fol. máximo en partitura. El ejemplar de esta edi­ción que tuve a la vista, carecía de márgenes, cortados por la guillotina del encuadernador, y no se escaparon de su falta de destreza la numeración de las páginas ni las letras de las signaturas. Una mano inexperta quiso restaurar el libro, no obstante lo cual pude sacar en claro que las signaturas, desde la A a la M, constaban de ocho hojas cada una menos la última que tenía cua­tro. La parte superior de las últimas hojas presentaba sensibles roeduras de ratones, tanto, que mi ilustre ami-

que se halla en la Biblioteca Real del Conservatorio de Bruselas proveniente del ex fondo de la Biblioteca Fétis (Vide el catálogo-de dicha Biblioteca, que tengo a la vista, número 1714). Parece extraño que poseyendo Fétis un ejemplar de esta edición equivo­case la fecha escribiendo 1588 en vez de 1589.

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VICTORIA 95

go R. G-. Piclile, y aquí le expreso la manifestación de-mi agradecimiento, llenó bondadosamente las lagunas-de mi transcripción en notación moderna, teniendo a la vista el ejemplar que de esta obra existe en la Biblio­teca Vaticana. El amigo expresado tuvo, además, la-bondad de comunicarme, que el in folio mide 42 x 27 centímetros y que consta de 192 páginas, no hojas.

La Dedicatoria en latín:

Serenissimo Principi Cardinali Alberto, Thomas de Victoria, Summam ac perpetúan! incolumitatem precatur..

Mvlta me, Serenissime Princeps, impulerunt, vt hoc opusculum, quod nunc denuo conscripsi, tibi dicarem:. Primum, quia Augustas, ac Caesareas Imperatricis matris tuas singulari beneficio in eorum sacerdotum, qui illi res sacras procurant, numerum adscitus sum: Deinde, quia cum harmonía, ac concentu, quem multarum vocum va-rietas efficit, te summopore delectan cognouissem, occa-sionem prasetermittendam non put'aui, qua aliquid vo-luptatis ex hac varietate vocum, quas plures efficit har­monías, auribus posses percibere. Accessit etiam pondus tuarum litterarum, quibus mihi significasti tibi gratum futurum, si hoc opus tuo etiam nomine appareret, sicut ccetera opera, quas tuo asdita patrocinio, iamdudum om-ninm in manibus versantur. Nec solum has causas quae summi erant momenti, ac ponderis me incitarunt, vt hoc opusculum litteris mandare vellem sed etiam multorum hominum preces qui á me obnixe contenderunt, vt in temporis quod mihi ab asiduis occupationibus vacuum reliquum esset, in hoc opus conferrem quo omnia ea continetur quas ad omnes dies f estos, qui per totum annum incidunt, varia vocum harmonía celebrandos spectarent-

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96 FELIPE PEDJRELL

•Guibus vt morena gererem, hoc onus siaseepi, et ita om-nes números explere curaui. Hoc enim in opere varios vocum concentus, qiaibus res sacra et diuina pro viuis, .ac semel pro his, qui ex bac vita emigrarunt, quatuor, quinqué, aut sex vocum harmonia fieri possit, composuí, vt ex sonorum varietate, varia etiam aures permulceren-tur suauitate. Quibus adiunxi nonnullos cantus, ac vo­cum inflexiones, quse quatuor, quinqué, sex octove vo­cum varietate summa cum aurium suauitare fieri solent. Excitabar deniqíae vt id opus aggrederer, propterea quod omnia mea opera ita omni... accepta fuerunt, vt iiullum pené extet, quo bi, qui nunc denuo Musicis se dedunt... possint. Quapropter hoc nunc Typis mandare uisum est, in quo omnia ea col... giatque congessi, quse •reliquia ómnibus comprehendebantur, iat ea omnia, quse -consumptis illis libris interiisse uidebantur, hoc uno edito restituantur ad Dei Opt. Max. Virginisq. Beatissi-mse gloriam et laudem. Quod si tuo nomine in lucem prodierit atque in hominum manus uenerit, non dubito quim ab ómnibus grato ac beneuolo ani... | ... atur. Ro-mae, Idib, Nouemb. 1592.

A continuacióia sigue la Tabla de la edición, que contiene: las dos Antífonas Asperges me, Domine, y Vidi xiquam, y las Misas O magnum mysterium, Quarti toni, Trdhe me post te, a cuatro voces, Ascendens Cliristus, a cinco voces, Vidi spetiosam, a seis voces, la intitulada Sal­ve, a ocho voces, y la Missa pro defunctis, a cuatro voces.

Antes de pasar adelante conviene recoger algunos importantes extremos que contiene esta dedicatoi'ia, tan -excepcional como la que figura al frente de la edición de Misas, dedicada a Felipe II (1583 B).

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VICTORIA 97

Dice Victoria que muchos motivos le impulsaron a dedicar al Príncipe Cardenal «este opúsculo que ahora he escrito de nuevo.» He subrayado con deliberada inten­ción estas palabras, porque cansado como nos dice que estaba (vide la citada edición) ¿podía poner término, a pesar de todo, a su tarea de componer? ¿Podía romper, en absoluto, repito aquí lo que dije antes, su pluma de compositor, y prescindir, totalmente, de aquélla afición que le era tan natural y dominaba todo su espíritu?

Uno de los motivos que le impulsaron a lo expresa­do, fué, primeramente, por haber sido nombrado uno de los Capellanes de Cámara de la Emperatriz María, ma­dre del Cardenal Alberto. He llamado la atención sobre este pasaje porqixe, al decir de Haberl de esta obra, pue­de deducirse con mucha verosimilitud que Victoria de­bió de encontrarse en Eoma durante la publicación de este impreso. Comentando esta deducción, decía yo en mi primitivo estudio destinado a preparar la presente edición, que «es posible, aunque pesa muchísimo la ra­zón de llamarse por primera vez en la dedicatoria de este libro, Capellán de Cámara de la Emperatriz, cuyo titulo, es probable, se le otorgase en Madrid, restituido Victoria a España, poco antes, quizá, del año 1592.» Poco antes, escribí por mero impulso, como hubiera podido escribir vagamente, antes o aun mucho antes. Con inge­nuidad confieso, que estoy por destruir todos estos inoportunos señalamientos de tiempo, ateniéndome a no indicar ninguno como no lo señale Victoria. El único documento testimonial que poseemos sobre este particu­lar (vide Apéndice II, núm. 2), la carta de Felipe II al Duque de Sesa, si bien confirma el nombramiento de Capellán de la Emperatriz, no avanza nada sobre la fe­cha en que fué nombrado. En cuanto a si la impresic

7

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98 FELIPE P E D R E L L

pudo realizarse en Roma, como quiere deducir Haberl, y aun firmarse ficticiamente en Roma, cabe decir que pudo realizarse lo uno y lo otro bailándose Victoria en Madrid.

Expuestos los dos motivos que impulsaron a Victo­ria a dedicar la edición al Cardenal Alberto, añade a esto «la razón de las cartas con que éste le significó se­ria de su agrado el que saliese también bajo su nombre este opúsculo, al modo que las demás obras que vieron la luz bajo la protección del referido Cardenal.» Este pasaje es digno de especial mención. Que este opúsculo fuese del agrado del Cardenal, y que saliese también bajo su nombre implica, necesariamente, que Victoria publicó antes del año 1592 otras ediciones dedicadas al Príncipe Cardenal. ¿Dónde están esas ediciones? Que puedan aparecer quizá un día, es permitido esperarlo, aunque en estas apuntaciones bibliográficas sólo aparez­ca una vez el nombre del Cardenal Alberto. Que éste protegió la publicación de otras obras de Victoria, ¿cuá­les? ¿de qué género? no cabe duda: bien claro lo maní-, fiesta en la parte de texto que sigue al pasaje comen­tado.

Mucbo hay que comentar en el párrafo siguiente de la dedicatoria, aunque faltan lastimosamente los detalles biográficos que podrían esclarecerlo. Los ruegos de mu­chos, y los importantes y atendibles motivos que men­ciona, dicen bien claro que Victoria en este nuevo libro no nos dio, como se dice vulgarmente, paja vieja, sino obras nuevas y concebidas con aquéllos nuevos y peregri­nos intentos a que le arrastraba su instinto natural. ¿En qué incesantes ocupaciones andaba enfrascado cuando compuso esta obra? De las de su sagrado ministerio no hablaría en estos términos. ¿Serían, acaso, de la índole

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VICTORIA 99

de aquellos otros nobles estudios que menciona en la edi­ción de 1583 (B), dedicada a Felipe II? ¿A qué otros es­tudios se dedicó nuestro insigne abulense?

Nota Haberl el hecho importante de que cuasi todas las obras de Victoria enumeradas hasta ahora y publica­das hasta 1592, se imprimiesen en Eoma en preciosos volúmenes en folio, mientras que otros ilustres maestros, incluyendo entre ellos a Palestrina, tenían que conten­tarse con ediciones pequeñas o en cuadernos sueltos. Pa­rece, pues, probable, según opinión del citado musicó­grafo, que Victoria debió de tener fondos suficientes, ya fuera por sí, hecho poco probable, ya por sus protecto­res, ya por subsidios de su patria, para costear las mag­níficas ediciones de sus suntuosos volúmenes.

Palestrina, al decir de Michel Brenet en su libro in­titulado Palestrina1, veía no sin disgusto, «con envidia —escribe—que algunos de sus colegas más protegidos o más emprendedores afrontasen los gastos considerables que suponían las lujosas ediciones que publicaban, y al efecto, cita de Victoria la de 1581, dedicada a Grego­rio XIII, la de 1583, dedicada a Felipe II, el Officium de la Semana Santa publicado en 1585, la edición de lujo del Patrocinium musices (segunda parte), de Orlando de Lassus, añadiendo que el amor propio de Palestrina sufría de no ver sus obras igualar a las de sus rivales por la perfección de la ejecución tipográfica como las igua­laban por la perfección de las formas musicales. Habla también de la publicación de la gran colección de Him­nos dada a luz en 1589 por Palestrina, en la cual entraba, bajo la doble relación del contenido de la obra y de su apariencia, en rivalidad directa con Victoria, dedicada,

1. Página 104, París, Félix Alean, 1908 (segunda edición).

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100 FELIPE PEDRELL

como las Lamentaciones, a Sixto V, cuya dedicatoria es «una deplorable lamentación», la «queja indigna de un hombre que, como Palestrina, no era pobre ni mucho menos», conforme escribe justamente Haberl, olvidando el patético e inoportuno cuadro de la pobreza de Pales-trina trazado por Baini y sus sucesores.

A continuación de lo dicho sobre los preciosos volú­menes de las ediciones de Victoria, traza Haberl una somera historia de los estampadores pontificios, y de ella sólo recogemos lo que dice de Moroni en su Diccio­nario 1 acerca de un D. Tomasa Vitoria nobile di Siviglia que, en colaboración con el Santo José de Calasanz, fué fundador de la Congregación Clericorum regularum scholarium piarum Matris Dei, hacia el año 1603.

Pregúntase Haberl si sería este Vitoria el presbítero abulense; y aunque no lo cree, presume que las informa­ciones ciertas sobre este asunto deben de encontrarse en España. En efecto, nuestro Victoria y el Vitoria noble sevillano, citado por Moroni, son distintas personalida­des, aunque, efectivamente, entre los primeros auxiliares de San José de Calasanz en la fundación de las Escuelas Pías, se cuenta el venerable Tomás Vitoria de la Visita­ción, español y natural de Sevilla. Sólo he de observar sobre el apuntamiento de Moroni, que la fecha citada ha de ser forzosamente errónea, pues en 1603 el Vitoria escolapio contaría sólo de edad quince años, y si bien San José de Calasanz hacía ya ocho años (desde 1B93) que andaba en los preludios de sus Escuelas Pías, no consta que el que más tarde fué Padre Tomás se le agre­gase sino pasado bastante tiempo, cuando en 1618 y con

1. G. Moroni, Dizionario di erudizione storico-ecclesiastica... Venezia, Tip. Emiliana. 1840-1879, 103 vols. y 6 de índices.

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VICTORIA 101

aprobación del Papa Paulo V (1605-1621) fué instituida la que se llamó Congregación Paulina, que fué cuna de la Corporación Escolapia.

Terminaré el señalamiento y particularidades de esta edición dedicada al Cardenal Alberto, diciendo que fué el sexto hijo de Maximiliano II y María su prima her­mana, hija mayor de Carlos de Gante y nieta de Doña María de Borgoña. El Cardenal Alberto fué arzobispo de Toledo y Archiduque de Austria, y obtuvo de Feli­pe II los cargos de Virrey de Portugal y Gobernador de los Países Bajos. Habiendo renunciado a sus cargos eclesiásticos se unió en matrimonio en 1598 con Isabel Clara Eugenia de Austria, hija de Isabel de Francia y de aquel monarca, y murió en 1621.

A los datos anteriores, añádanse éstos: en 1548 Maximiliano II, hijo del Emperador Fernando I, vino a España a casarse con la Infanta María, su prima herma­na, como queda dicho, y para quedar en España de Go­bernador, a causa de que el entonces Príncipe Don Felipe quería partir para Flandes, como lo hizo en No­viembre de aquel año, con la misma armada que había traído a Maximiliano.

Como en nuestro relato hemos de encontrar de aquí en adelante a la Emperatriz María, Reina de Hungría e hija de Carlos V y Doña Isabel, digamos que casó en Valladolid en 1548 con Maximiliano II, del que tuvo quince hijos, siendo el primero Doña Ana, cuarta mujer de Felipe II, nacida en 1549, y la última Doña Leonor, que nació en 1568. Viuda del Emperador, volvió la Em­peratriz a España en 1581 y entró en el Monasterio hoy de las Descalzas Reales de la Corte, antes de Santa Clara, donde murió en Marzo de 1603. Para esta hija de un Emperador, y nuera, mujer y madre de cinco Empera-

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102 FELIPE PEDRELL

dores, compuso Victoria el Officium defunctorum publi­cado en 1605, dos años más tarde de la muerte de la Emperatriz María, como hemos de ver luego.

XV

Y ya desde este punto restituyámonos con Victoria a España, y veamos de reintegrar los acontecimientos, rectificando de paso cuanto han consignado con notoria ligereza unos y otros escritores.

En la Gaceta Musical de Madrid, redactada por una Sociedad de artistas bajo la dirección de D. Hilarión Eslava, se lee este dato1: «La plaza que obtuvo (Victoria) en la Real Capilla, creemos que fué la de vicemaestro'1), y no la de maestro ni capellán cantor. Quien obtenía el magisterio de Capilla en aquella época era D. Felipe Rogier, etc.» Al año de esto, o poco menos, escribía Soriano Fuertes en su Historia de la Música española3: «Ocupaba la vicemaestría de la Real Capilla el flamenco D. Felipe María Rogier a la muerte de Flecha, acaecida en 1589, y en este mismo año fué aquél nombrado maes­tro, entrando a ocupar su plaza el célebre compositor D. Tomás Luis de Victoria.» Dice más Soriano4: «Este gran maestro (refiérese a D. Bernardo Clavijo), a la muerte de D. Tomás Luis de Victoria, acaecida en el año de 1602. según Pérezdesempeñó la plaza de vice-

1. Vid. núm. 3 (11 Febrero 1856), pág. 13, columna primera. 2. Teniente de capilla, se decía entonces. 3. Tomo II (impreso el año de 1856), págs. 134-135. 4. Vide op. cit., págs. 188-189. 5. Vicente Pérez, tenor de la Capilla Real, autor de unos

Apuntes curiosos, y José Teixidor, organista y vicemaestro de la

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VICTORIA 103

maestro de dicha Real Capilla, y por fallecimiento de Matías (sic) Romero 1, gran compositor y contrapuntista que desempeñaba el magisterio desde la muerte del fla­menco Rocher (sic por Rogier), posterior a la de Victo­ria, entró Clavijo a ocupar esta plaza el año de 1619.»

Engañado Haberl por la apariencia de veracidad que podían tener estas noticias cuando no se conoce en el fondo la cuestión, comentó el pasaje citado anterior­mente diciendo en substancia2 que en 1589 recibió Vic­toria la honra de ser llamado a su patria como vicemaes-tro de la Capilla de Palacio, fundada (?) en España por Felipe II 3 , que revistió este empleo bajo la dependencia del flamenco Felipe Rogier hasta el año de 1602, y en su lugar entró el afamado organista Bernardo Clavijo. Consigna luego la fecha de 1589, como la del llama­miento del maestro a su patria, noticia, según Haberl, tomada de las actas de la Capilla Real del Palacio de Madrid, y que puedo asegurar que no existe en tales

misma, autor de un Manuscrito que debía formar la continuación del Discurso sobre la historia universal de la Música, y del cual sólo se publicó el primer volumen (Madrid, Villalpando, 1804), son los inspiradores y consejeros de Soriano Fuertes y de su in­feliz Historia de la Música española, apuntes y manuscritos que no poseen ningún valor histórico, crítico ni literario. Basta fijarse en ellos, sin otra ajmda que el sentido común.

1. Léase Mateo Romero, llamado, comúnmente, Maestro Ca­pitán.

2. Vide el prólogo a la edición de la Missa pro defunctis a seis voces, de Victoria (Ratisbona, Pustet) y las rectificaciones pos­teriores a unas y otras informaciones, aunque un tanto mejoradas no menos erróneas que las primitivas.

3. Todos los datos aducidos, y lo mismo los siguientes, son completamente inexactos. La cronología abreviada de la Capilla de Palacio, que presento luego, los desvirtúa por completo.

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104 FELIPE PEDRELL

documentos, como veremos pronto (digo así, documen­tos, porque actas no existen), no queda rebatida por el becho de que Victoria diese a luz en Roma, año 1592, el libro salido de la tipografía de Donangeli, apud Coat-tinuni.

Pero dejemos ya a un lado la inoportuna rectificación de noticias aducidas por Eslava, Soriano Fuertes y Ha­berl, sin ningún sentido de noción histórica que no sea arbitraria; pasemos por alto el número de disparates garrafales contenido en las dos citas de Soriano Fuertes, que salen a disparate por línea, y, como cosa pertinente a nuestro objeto, veamos, en primer lugar, quiénes ocu­paron las plazas de maestro y vicemaestro de las dos Capillas Reales (porque, aunque más o menos confundi­das o entremezcladas, había dos a la sazón, la flamenca y la española) en el espacio del largo período de años comprendido entre los anteriores al del regreso ignorado de Victoria a España, y los posteriores al de su muerte, aunque no nos sea conocido, a ciencia cierta, el año en que acaeció ésta.

1572. Llegada a Madrid del maestro de la Capilla flamenca

de S. M., como se decía entonces, Gerardo de Turnhourt, y del cantorcillo (infante o niño de coro) Felipe Ro­gier1.

1. Los documentos aquí citados provienen, principalmente, del Archivo Real y del libro manuscrito de Mateo Fraso intitu­lado Tratado de la Capilla Real (manuscrito que se trataba de imprimir en Madrid, año 1685), del cual es una copia que se con­serva en la Biblioteca del Ayuntamiento de Madrid. Constaba originariamente de dos partes, de las cuales sólo se conserva la primera en la copia citada.

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VICTORIA 105-

1584. Jorge de La Hele regenta el magisterio de la Capi­

lla, y Felipe Rogier es nombrado teniente o vicemaestro. Se le dio a La Hele el primer asiento de los maestros de-la Capilla en 21 de Abril de 1581, asientos instituidos por Felipe II. La Hele servía el puesto muclio tiempo antes que el rey dispusiese el nombramiento. Murió el & de Septiembre de 1586.

1588. Felipe Rogier es agraciado con la plaza de maestra-

de capilla, y Guillermo Bosquier con la de teniente.

1593. Adrián Capi sustituye a Bosquier en la plaza de vi­

cemaestro.

1594.

Admisión de Mateo Romero como simple cantor.

1598. Muerte de Felipe Rogier (el día 29 de Febrero de

1596, según unos, y según el manuscrito de Fraso en el año indicado). Día 19 de Octubre nombramiento de maestro de capilla a favor de Mateo Romero. Adrián Capi renuncia a su plaza de teniente y pasa a desempe­ñar este cargo en la misma fecha Gery de Ghersem.

1608. Mateo Romero sigue desempeñando el cargo de

maestro de capilla, y es agraciado con el título de cape­llán de banco; llamábanse así porque en las funciones de-

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106 FELIPE PEDRELL

la Capilla en las cuales asistía el rey, podían sentarse mientras los otros capellanes estaban en pie.

1619. Día 16 de Enero. Nombramiento por Eeal cédula de

teniente de maestro de capilla a favor de Juan Bautista Comes.

1627. A Juan Bautista Comes, teniente de maestro de capi­

lla, fué S. M. servido de hacer merced de una plaza de Borgoña1 además de lo que tenía, con el goce desde principios de Octubre.

1633. Mateo Somero contimía desempeñando su plaza de

maestro de capilla durante los primeros meses del año corriente. (Viene acentuándose ya desde época anterior la fusión de las dos capillas reales.) En primero de Di­ciembre se declara reservado (jubilado) a Romero, y pasa a ocupar su plaza Carlos Patino.

1635. Continúa reservado de la capilla flamenca Mateo Ro­

mero, y Carlos Patino aparece como director en funcio­nes de la capilla española.

Para lo que cumple a mi objeto basta la cronología ••de maestros y vicemaestros presentada. Con estos datos

1. Nombre dado a las antiguas plazas de las capillas flamencas • que, conforme se fusionaban, iban extinguiéndose o se cedían a los maestros y personal de la capilla española.

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VICTORIA 107

a la vista, sin olvidar los presentados en los últimos nú­meros del Apéndice II, quedan destruidas las arbitrarias suposiciones sobre la muerte de Victoria én 1602, según Soriano Fuertes, o 1605, según Eslava, porque «siendo su última obra la que publicó en Madrid en dicho año, es probable que falleciese poco tiempo después a la edad de cerca setenta años 1.»

Lo curioso es que ni Soriano Fuertes ni Eslava, des­pués de tanto hojear el indigesto centón del archifamo-sísimo tratadista charlatán Cerone2 no tropezaran con el dato que apunta en la pág. 3 del Lib. I sobre el cual hemos de volver luego.

Conviene dejar consignado terminantemente, en vista de la cronología de referencia, que Victoria no ocupó ningún cargo puramente musical en la Capilla de Pala­cio. Él mismo, como hemos visto, ncte ofrece el dato fidedigno, que prueba lo que no había necesidad de avanzar ni siquiera de acudir al testimonio de la crono­logía. Él mismo nos dice con palabras claras, terminan­tes, que no ocupó ningún cargo en la Capilla de Palacio. Fué lo que él mismo nos dice en las portadas de las dos

1. Vide pág. 13 de la Gaceta Musical. La obra a que se refiere es el Officium defunctorum, calificada de su última obra, impresa en Madrid, aunque pudo Victoria haber escrito, realmente, otras no publicadas ni entonces ni ahora, y aun de aquéllas, es decir, de las impresas conocidas, para escribirlo de un modo concreto, tengo vivísimas sospechas de que existe, quizás, alguna edición de composiciones que desconocemos..Lo mismo sospechaba Bar-bieri, quien poco antes de morir me aseguraba que creía haber encontrado la huella de una colección impresa completamente des­conocida. ¿Acaso de las que hace suponer la dedicatoria de la edición de 1592 al Cardenal Alberto?

2. El Melopeo y Maestro... Ñapóles, Juan Bautista Gargano y Lucrecio Nucci, 1613.

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108 FELIPE P E D R E L L

ediciones citadas por alguno que otro biógrafo, pero que nadie se dio la pena de leer: fué capellán de la Majestad Imperial, rezan las portadas de las ediciones de 1600 y 1605, como veremos luego: fué capellán de cámara, ya nos había dicho en la edición de 1592, por singular mer­ced, como escribe en su cristiana modestia, acompañando el dato con el comprobante histórico de la augusta per­sona que se lo otorgó, reiterando en la dedicatoria a Felipe III de la edición de 1600, «que no podía espe­rarse de él ningún obsequio más oportuno hacia su so­berano» , de él, insiste, que es capellán de la sacratísima augusta abuela 1 de Felipe III'2.

XVI

Edición de 1600 (A). THOMAE LV- | DOVICI DE VICTORIA \ ABV-

LENSIS | SACRAE CESARES MAIESTATIS CA-PELLANI | Missa, Magníficat, Motecta, Psalnii, & alia quam plurima \ quat partim Octonis, alia Nonis, alia Duodenis \ vocibus concinuntur | Permissv Svperiorvm \ (Escudo con las armas reales) | Matriti \ Ex Typogra-phia Regia \ Anno MDC.

Esta edición consta de ocho cuadernos correspon­dientes a cada una de las partes vocales siguientes: Can­tus I, Altus I, Tenor I y Bassus I del Chorus I, y Cantus II, Altus II, Tenor II y Bassus II del Chorus II.

1. ¿Abuela o tía? 2. Recuérdese que, como he dicho antes, Felipe II, después de

la muerte de Isabel de Francia, casó en cuartas nupcias con Ana, hija de Maximiliano II.

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VICTORIA 109

Cada cuaderno consta de 28 hojas de texto musical, dos sin numerar de portada, dedicatoria e Índex, que se repiten en cada cuaderno. Las hojas foliadas con signa­turas A—Gr son todas de cuatro hojas, tamaño 210 X 150 milímetros. Al final de cada cuaderno el colofón: Matriti | Apud Ioannem Flandrum | Anno MDC.

Pertenecen a la misma edición dos libros en folio ordinario español de 320 X 280 mm. En uno de ellos se lee: Index omninni quce in hoc libro nono continentur; y en el otro: Hete omnia sunt in hoc libro ad pulsandum in organis.

La portada del libro noveno, exacta a la de los ocho cuadernos antes señalados, y al reverso insértase parte de la dedicatoria, hasta la frase mortalium exercitationes cohonestandas; y después se añade: Reliqua hujus Epís­tola; vide in alus libris. A continuación los índices de la Missa pro Victoria (parte de Cantus II, Chorus I): de la Missa Lcetatus (partes vocales de Cantus II y LTI, Altus U y Tenor LT del Chorus II): del Magníficat sexti toni (par­tes vocales de Cantus II y III, Altus II y Tenor II del Chorus II): del Psálmus Lcetatus (partes vocales de Can­tus II y ILT, Altus II y Tenor LT del Chorus II).

Sigue: Index quatuor vocum. Te Deum laudamus— Veni creator—Pange lingua—

Ave maris stella—Nunc dimittis— Vidi aquam—Et mise­ricordia ejus pro Magníficat primi toni III voc. si placet.

A continuación empieza el texto musical. Consta el libro de 25 hojas foliadas desde 1 a 5 y

desde 4 a 20 en vez de 6 a 25. Signaturas A—K todas de dos hojas. Colofón al fin, como en todos los libros y cuadernos.

En el décimo libro se repite la portada, y a continua­ción del título: Haic omnia svnt in hoc libro \ ad pulsan-

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110 FELIPE PEDRELL

dum in organis. ¡ Ad Phüippvm III orbis \ vtriusq: Mo-narcham máximum, etc.

Al reverso de esta portada, y sin Dedicatoria, como en los otros cuadernos, empieza la música tipográfica impresa en partitura por grupos de pentagramas de cua­tro en cuatro pautadas para las partes correspondientes de Cantus, Altus, Tenor y Bassus, sin más letra que las primeras palabras del texto vocal correspondiente. Cada página tiene 15 pautadas, tres veces alternadas, cuatro de música y una sin ella. La especie de partitura que forma esta parte acompañante está compaseada arbitra­riamente por medio de líneas divisorias verticales, que abarcan las cuatro pautadas horizontales destinadas a las voces, cuyas líneas divisorias forman una especie de cajetines o agrupaciones de varios compases, como para ofrecer de cuando en cuando un punto de coincidencia de valores regularizados al principiar una frase, con la particularidad de que la regularización unas veces es al dar del compás, otras al alzar. En las páginas de este libro en partitura ad pulsandum in organis se deja adi­vinar una primera tentativa de la imprescindible línea divisoria para realizar la conquista gráfica de la parti­tura, que a no tardar mucho será una necesidad de la notación como lo fué con anterioridad en las publicacio­nes de notación por cifra.

Consta este libro de 43 hojas, incluida la portada, todas foliadas y con signaturas A—X, todas de dos hojas. Tamaño en folio español, como el libro noveno.

El folio 43 y último numerado, tiene sólo nueve pau­tadas, cuatro de música, una con el pentagrama sin nota­ción, y otras cuatro de música. Al pie se lee: Laus Deo Virginique Matri, omniumque | Sanctorum.

Al reverso:

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VICTORIA 111

Index Octo, Novem, et Dúo- \ decim vocibus ad pulsandum* in organis chorus primus.

Missa Alma.—Missa Ave Regina.—Missa Salve.— Missa pro Victoria (9 voc.)—Missa^ Lcetatus (12 voc.)— Magníficat (sexti toni) (12 voc.)—In Resurrectione, Dic nobis.—In Pentecoste, Veni Sánete.—In festo Corporis Christi, Lauda Sion.—O lldephonse.—Magníficat (primi toni).—Litaniai Beata? Marice.—Ave Maria.—Alma Red-emptoris, in Adventu.—Ave Regina, in Purificatione.— Regina coeli.—Salve regina.—Dixit Dominus.—Laúdate-pueri.—Nisi Dominios.—Laúdate Dominum omnes gentes. —Ecce nunc benedicite Dominum.—Super fiumina.—Lce­tatus sum (12 voc.)

Al pie de este índice el colofón, como en los otrosí cuadernos.

Veamos ahora lo que contiene esta edición. Primeramente, la Dedicatoria en latín.

PHJLIPPO III. ORBIS VTRIVSQVE M O N A R C M MÁXIMO

Tho. Ludo, a Victoria S. Cses. Maiestatis Oapellanus S..

Scivnt omnes, Rex máxime, eandem tibi in animo voluptatem Concentus Musici fuisse, quse olim Magno-illi Alexandro, quem perhibent non minus pangendi carminis & pulsandte lyrse studio, quam gerendi belli cupiditate teneri, quod ipsum de Achile Homerus pro-dit, et de plerisque ducibus ac Regibus Plutarchus. Fa-ciebant hoc Duces illi maximi, ac potentissimi Reges,, ut curarum solicitudines auerterent, ac potius lenirent tam nobili oblectamento. Quo fiebat, non solum ut ipsi música suauitate delectarentur, sed ut ipsa inuicem orna-

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112 F E L I P E PEDRELL

mentí plivrimum acciperet a magnis Regibus, ea est enim Regalis dignitas, ut ipsa per se satis sit, ad quascumque mortalium exercitationes cohonestandas. Cum ergo mu-sica delectatio illiis principibus multum debeat, tibi .adeó plurimum, qui illa interdum soles grauissimis de Regno curis miscere, ut jam bine sórores reliquas, quas vocant liberales, tanti Regis patrocinio procul dubio superet. Facis boc pené dicam necessario: nam quse alia gratior fuga quereliarum, quse praeferri ad Reges solent, quam Música. Nam quemadmodum hsec tota consistit in •concordi quodam sonó vocum discordium, sic una ciuium •chantas diuersos illorum mores ita coniungit, ut gratum quidpiam, ac pené dicam coeleste Regum auribus adso-nent. Hsec me impulere, ut tibi bos hyninos dicarem, base Missarum solemnia, et cántica. Nullum enim a me •expectari munus magis idoneum erga te poterat, a me (inquam) sacratiss. Augustse Auiaa tuse Capellano, erga te, Pium, atque Ecclesiasticis rebus addictissimum Re-gem, qui saspe illis soleas cum magna animi voluptate interesse, inde in tuas deuotionem & pietatem transfun­dís. Te munus hoc accipiente fiet, non modo ut tutum •sit ab omni linguarum procacitate, sed etiam ut qui Missarum solemnia Hymnis, et Canticis peragunt in cla-rissimo hoc Templo Augustissimaa Amitaa tuse Ioanne1

alacriores quotidie ad veri numinis cultum reddantur.

Al dorso de la Dedicatoria los índices por agrupacio­nes vocales:

1. No puede ser otra que Doña Juana de Austria, fundadora •del convento de las Descalzas Reales, hija del Emperador Car­los V, y por consiguiente, hermana de Felipe II . Casó en 1558 •con Don Juan, Príncipe de Portugal, hijo del Rey Juan III, y fué madre del infortunado Don Sebastián. Murió Doña Juana en 1598.

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VICTORIA 113

CUM OCTO VOCIBUS Missa Alma Redemptoris.—Missa Ave Regina.—Missa

Salve.—Missa pro Victoria (novem vocum).—In Resu-rrectione, Dic nobis.—In Pentecoste, Veni Sánete.—In Corpore Christi, Lauda Sion. — In festo Sancti Ilde-phonsi.—Magníficat, primi toni.—De B. Virgine, Litanice. —De B. Virgine, Ave Maria.—De B. Virgine in Ad-ventu, Alma (prima pars).—Tu quee genuisti (secunda pars).—A Purificatione usque ad Pascha, Ave Regina (prima pars).—Gaude gloriosa (secunda pars).—In Re-surrectione, Regina cceli (p. pars).—Resurrexit (secunda pars). De B. Virgine per annum, Salve.—Dixit Domi­nus.—Laúdate pueri.—Nisi Dominus.—Laúdate Dñum omnes gentes.—In Completorio, Ecce nunc benedicite.— Super flumina.

INDEX DUODECIM VOCUM Missa Lcetatus sum.—Magníficat (sexti toni).—Psal-

mus Lcetatus.

Index quatuor voc. in noveno libro invenies quee sequuntur. Te Deum laudamus.— Veni creator.—Pange lingua.—

Ave maris stella.—Nunc dimittis.—Asperges.— Vidi aquam.

Et misericordia ejus pro Magníficat primi toni. III voc. si placet.

Tal es el señalamiento bibliográfico de esa edición de 1600 dedicada a Felipe III, e impresa en Madrid en la Tipografía Real, regida por Juan Flandro. Rarísimas veces se halla completa, debido a la forma y tamaño desigual de los distintos cuadernos de que consta.

8

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114 F E L I P E P E D R E L L

Sobre la edición de esta colección de obras vicie el Apéndice IV, y téngase presente el contrato o concierto con el tipógrafo (núm. 8), Apéndice II.

Edición de 1600 (B). Pertenece al mismo año la siguiente reedición com­

pleta de los Himnos de la edición de 1581 (B).

Hymni \ Totius Anni \ Juxta ritum Sancta Romana Ecclesice, \ A Ludovicu de Victoria Abulensi, & in Artem Musices celebérrimo: \ Nuper in lucem editi \ cum quat-tuor vocibus (Un sello) Venetiis \ apud Jacobum Vincen-tium, 1600.

Consta esta reedición de cuatro opúsculos o cuader­nos en 4.°, con las correspondientes partes de Cantus (37 págs.), Attus (45 id.), Tenor (40 id.) y Bassus (37 id.). El editor se ciñó únicamente a reproducir los Himnos a cuatro de la primitiva edición omitiendo los salmos.

La Dedicatoria (en latín), suscrita por el impresor y traducida aquí, dice:

«Al noble barón, muy erudito en música, D. Antonio Gorreto (sic) de Ferrara (Ferrariensi). Habiendo resuelto dar a luz nuevamente los Himnos... de Luis Victoria, varón muy erudito en este ramo, fui advertido acertada­mente por el Revdo. D. Juan Mario Aretusio... que no los dedicase a nadie más sino a ti, varón ciertamente muy perito en esta ciencia, que brillas como el Sol entre los músicos, etc.»

En el Catálogo del Liceo Musical de Bolonia (vol. I, página 15), se cita como muy importante la colección de música e instrumentos de Antonio Goretti, ferrares, de la cual habla, entre otros, el bolones Alejandro Piccinini

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VICTORIA 115

en su Intavolatura di Liuto et di Chitarrone (Bolonia, Moscafcelli, 1623). En cuanto al Revdo. D. Juan Aretusio, consérvase en el referido Liceo Musical un ejemplar de las Lettere armoniche del B. P. D. Adriano Banchieri (Bolonia, Mascheroni, 1628), entre las cuales hay una dirigida al referido «P. D. Gio. María Aretusio, Canó­nico di S. Salvadore Crovara».

XVII

¿Hay edición del año 1602? Fétis afirma que una tercera reedición de la colec­

ción de Dilinga publicóse en Francfort, sobre el Mein, en 1602, dato copiado de la Bib. Hisp. Nova de Nicolás Antonio.

En efecto. He aquí en qué singulares términos seña­la esta edición nuestro gran polígrafo Nicolás Antonio:

«Thomas Ludovicus de Victoria, si noster est, edidit in re música:

Sacras Cantiones de prcecipuis anni festis quatuor, quinqué, sex, octo et duodecim vocum. Francf. apud Steinium, 1602.»

No dejará de extrañar al lector el inciso si noster est escrito, distraídamente, por Nicolás Antonio, que en el artículo Ludovicus de Victoria, añade, natum Abulai, cre­yendo, sin duda, • que Ludovicus de Victoria y Thomas Ludovicus de Victoria son dos personas distintas.

Véase lo que escribe de aquél: Ludovicus de Victoria, natum Abulai, multa in publi-

cum dedit Artis Musical quam eximie colluit, documenta et experimenta, ut ait ¿Egidius Gundisalvi Davila in

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116 FELIPE PEDRELL

XVIH

Edición de 1603. La edición del año de la fecha es una reimpresión de

las colecciones de 1583 y 1589 respectivamente. Rotúlase:

Cantíos—Thomce Lvdovici | De Victoria | Abulensis \ Motecta, Qum Partim Qvaternis, Partim \ Quiñis. Alia Senis, Alia Octonis, Alia Duodenis Vocibus, \ In ómnibus solemnitatibus per totum Annum \ Concinuntur. Noviter recognita \ & impressa. (Sello formado con las dos leyen­das Virtute Concinat—Natura Miraculi).

Consta de ocho cuadernos, Cantus, Altus, Tenor, Bassus, cada uno con su Index motectorum correspon­diente, Quintus, sin Index, Sextus, Septimus y Octavus, cada uno de estos tres últimos cuadernos sin el Index parcial correspondiente.

Contiene esta reimpresión 53 composiciones: 16 a cuatro voces; 12 a cinco; 13 a seis; 11 a ocho, y 1 a doce voces.

X I X

En este punto de mi enumeración bibliográfica se halla el celebradísimo y sin par Officium defunctorum, cuyo señalamiento aplazo para hacerme cargo de la

«Theatro Eclesite Abulensis» (Bib. Hisp. Nova, vol. IV, página 69).

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VICTORIA 117

segunda pregunta formulada por el Doctor Haberl, a que antes me be referido, intentando averiguar si acaso pudo dimitir voluntariamente Victoria, como riguroso adepto de Pierluigi y de la escuela romana (la oficiosidad de este inciso es extemporánea, verdaderamente) el puesto de vicemaestro de la Capilla real, y si se retiró a la vida privada, cuando los otros miembros de la capilla de palacio, y particularmente Clavijo, ya se inclinaban a una nueva moderna dirección.

Esta pregunta comprende varios extremos que sepa­raré convenientemente para mayor claridad: 1.°, Victoria adepto de Pierluigi y de la antigua escuela romana; 2.°, Victoria dimite el cargo de vicemaestro y se retira a la vida privada, y 3.°, la nueva moderna dire'cción, significa la trazada particularmente por Clavijo y los demás miembros de la capilla de palacio.

Sobre el primer extremo entiendo por adepto, en la acepción usada por Haberl, el que está iniciado en los secretos de alguna secta o asociación, y también el que profesa los mismos principios de una persona determi­nada, etc.

La personalidad artística del insigne maestro abu­lense, adquiere singular y encumbrada significación, considerado como contemporáneo de Palestrina y com­parado con el fundador de la escuela romana. Por esta razón tomé acta, no ha mucho, del momento en que ambos en igual lapso de tiempo se hallan al frente de las dos capillas de música romanas más famosas. La gran figura de Victoria admite la comparación que resulta de esa contemporaneidad, y no sólo la admite, sino que la reclaman de consuno la historia del arte, la crítica y el honor de la patria.

Esta confrontación exigirá, quizá, largo comentario,

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118 FELIPE PEDRELL

y por ello pido mil excusas al lector. Realízase allá en aquella lejana época lo que me atreveré a llamar un summum histórico; los que estamos al cabo de la cues­tión comprendemos perfectamente que pudieran coexis­tir sin confundirse, lo mismo las escuelas romana y española en su campo de acción general que la neerlan­desa y la española en su campo de acción parcial, dentro del periodo de intervención de la neerlandesa en nuestra patria. Los que estamos al cabo de la cuestión, digo, porque es difícil hacer entrar la convicción, ni por sen­timiento, ni por análisis frío, en el ánimo de los que no pueden comprender que los distintivos de raza han dejado algo en cada escuela para que unas y otras, y aquéllas notoriamente, hayan podido afirmar su indivi­dualidad.

Diríase que el mismo contrapunto de los neerlande­ses al pisar las tierras de España dejara sus angulosida­des de forma y sus severidades de fondo allá en las orillas del Escalda. Llegan los que trajo Felipe el Her­moso, y lo mismo éstos que los que permanecen aquí hasta muy andados los tiempos de Felipe II, moderan sus rigores de escuela al influjo del sol del Mediodía, y le sucede al contrapunto lo que a la ojiva, que al con­tacto de nuestro suelo se modifica, se afiligrana, se eva­pora, esculpe sus taraceados sobre nimbos de luz, y levanta en Toledo, y en León, y en Burgos, aquellas ideales inmensas cristalizaciones de piedra, que se han llamado la música del espacio. No sé quién ha dicho que hasta los mismos santos sonríen en nuestro suelo. El misticismo de las desolaciones bíblicas transfórmase bajo el azul cielo de España en el misticismo de las esperan­zas: el terrible D'ies irce en la Llama de amor viva; la Imitación de Cristo y el De profundis en el Castillo inte-

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VICTORIA 119

rior o las Moradas. A la manera de Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz en misticismo, Victoria y nuestros grandes maestros son músicos-poetas en sus concentos místicos, y saben hallar en la exaltación de su alma el acento de aquella música única que, habiendo hallado su expresión justa y su sublime belleza en la interpreta­ción de la divina palabra, permanece inmutable, como belleza primitiva, inspiradora de todas las bellezas pos­teriores.

Victoria, han dicho propios y extraños, se aproxima más al estilo moderno; es más correcto y más fluido que Palestrina, porque evita con finezas de arte superior las falsas relaciones y choques armónicos que éste no creía necesario evitar. Palestrina, en medio de su misticismo, salvo en los Improperios y en otras inspiradísimas com­posiciones escritas en el estilo de esta obra, no hace olvidar jamás al madrigalista, y los bien avisados ya saben lo que quiero decir con esto. Mas estas razones técnicas de puro régimen didáctico no tienen gran valor para el caso. Hay otras razones de diferencias caracte­rísticas que importa consignar. Examinando con aten­ción y sin preocupaciones de escuela las composiciones de Victoria, nada ofrecen al primer aspecto que no pue­da confundirse con las obras creadas en igual época y nacidas de no importa qué escuela. Es la misma música de Palestrina, sí, no cabe dudarlo. Las modulaciones, el fraseo musical, el empleo de las disonancias, algo más acentuadas en Victoria, las fórmulas finales, el diálogo de las voces, todos estos elementos se emplean como en las obras de Pierluigi. Hay en ellas, además, la mis­ma dulzura, la misma amplitud y expansión armónica. Penetrando más íntimamente, sin embargo, en el sentido del pensamiento musical, entrando por entero en las

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120 FELIPE P E D R E L L

ideas e intenciones del compositor, en los atrevidos intentos, como él los llama, de su concepción, no deján­dose dominar ni influir por las semejanzas de las formas, y, especialmente, por las disposiciones vocales propias de este estilo, se observa con alegría que hay aquí algo nuevo, algo que el arte no había podido producir, toda­vía, una expresión más fuertemente acentuada como hija de no se adivina qué desasosiego interior, algo más dramático y más sentido, algo así como una aspiración a producir efecto por la virtud del texto elegido, algo que parece una tentativa hacia algo1, que se revela pre­cisamente en aquel punto y hora. Siéntese que no está lejos el drama lírico. No parece sino que los esfuerzos tentados en Florencia para resucitar la tragedia antigua y aplicarla a la creación de una música nova y más expresiva, ha despertado en Victoria un sentimiento más profundo del arte. No parece sino que vibra una cuerda, muda hasta entonces, que una mano tímida y poco ejercitada ha hecho resonar débilmente; Palestrina no desea conmover como Victoria: la actitud de aquél en la voz de la plegaria litúrgica es sumisa y piadosa, la de éste sentida y dolorosa; aquél, fuera de toda preocu­pación ajena a la misma plegaria, es más compungido,

1. Digo esto porque, como podrá notar el lector, Victoria no busca jamás los temas de sus composiciones en los motivos de una canción profana, como hacían, ordinariamente, Palestrina y casi todos sus contemporáneos. En Victoriano aparecen los temas de L'homme armé, los de Mille regretz y otras canciones non sanctas, entreverados con melopeas gregorianas. Cuando Victoria desecha el tema gregoriano, porque asi conviene a la fuerza ex­presiva de la composición, adopta el que le sugiere el sentido del texto y, hecho digno de notarse, rehuye y evita cuanto puede la imposición de fórmulas.

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VICTORIA 121

y si se quiere, más tranquilo1: éste, presa su alma de suaves deliquios, se exalta como nuestro gran místico; oye «aquella música que se escucha en las noches puras» y se llama la música de los cielos, porque «con callar en ellas los bullicios del día, y con la pausa que entonces todas las cosas hacen, se hecha claramente de ver, y en una cierta manera se oye su concierto, que compone y sosiega el ánimo.» Como Juan de la Cruz, poeta corno-él, Victoria veía en la parte expresiva de los textos de aquellos «ojos de adentro y de fuera», y oyendo sonidos como de multitud de concentos, que significaban mu­chos sonidos en uno, extremecíase escuchando los bati­mientos de alas de aquel sonido, «que era como sonido del Altísimo, que al caer embiste al alma en llama de amor.»

Al extasiarnos contemplando aquellos artificios de luz de sus composiciones, el oído ve y percibe la sensa­ción de las sombras y las tibias claridades que su alma-de músico-poeta viera y percibiera; aparece compacto y solemne cuando quiere proyectar una sombra espesa, y amplificado, lleno de transparencias sonoras, cuando-estalla en aquellas grandilocuencias vocales en las que se cree ver penetrar un rayo tenue de tamizadas luces; que caen de las estrellas. En todas las composiciones de-Victoria se halla lo que en lenguaje técnico se llama la-nota justa. Sabe encontrarla siempre, y puede asegurarse

1. El director del Conservatorio de Gante, Mr. Adolfo Samues,. acaba de escribir estos días en una interesante carta dirigida al» director de Le Guide Musical (Vid. núm. 48, perteneciente al día 29 de Noviembre de 1896): Palestrina, par endroits si séraphique-ment beau, je le trouve, V avouerai-je?... un peu impersonnel, exprimant le sentiment plutót du prétre á V autel, que celui d& V assistance.

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122 FELIPE PEDRELL

«con orgullo, porque ha experimentado la emoción reli­giosa del texto y la mezcla de ansias, terrores, deliquios v esperanzas que ha de comunicar al alma de sus oyentes. Por esto, las tendencias expresivas y dramáticas de su música crearían uno de los elementos de la tragedia lírica de los monodistas florentinos1, y por esto era uno •de los contados en su siglo que podía cantar y magnifi­car el Drama de la Cruz2; las responsiones del relato de los Evangelistas, los trenos de Jeremías, ese milagro de ^estética litúrgico-musical, que se llama Officium Hebdó­mada; Sanctw, dan valor a mi afirmación.

X X

Pero el doctísimo Haberl olvida en sus comentarios y anotaciones el texto del meritísimo apologista Proske, lo que éste hizo notar con verdadero desapasionamiento. Apelo al juicio de Proske, porque sería sospechosa mi afirmación, aun poseyendo autoridad más alta que la del <jitado colector, por pocos superada.

A su autoridad me remito, porque en puntos de dis-

1. Expuse hace años esta opinión en una conferencia dedicada .•a Palestrina y a Victoria, considerándolos como precursores del -drama lírico moderno, que pasando por la tragedia lírica de los •monodistas florentinos, ha ido a parar en los reencuentros del Wagner depurado del Parsifal. Los distinguidos musicógrafos Hipólito La Valleta y Julián Tiersot, han coincidido con mis opi­niones, y últimamente Romain Rolland en su Hist. de V Opera en Europe (Ernest. Thorin, 1895, pág. 29).

2. Contenido, naturalmente, lo mismo que Palestrina, dentro .de ciertos estados del alma, el dolor, la tristeza, la ternura, las -emociones temperadas, como escribe Rolland. (Ob. cit).

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VICTORIA 123

elisión como el presente, se razona por impulsos de sen. timiento y no por sugestiones inspiradas por el análisis técnico, que son muy malas consejeras si, además, han sido preconcebidas. A esto venía a parar precisamente, a consignar como Proske lo que siempre he afirmado y sustentado al tratarse de Victoria: «que este maestro, además de la nobleza característica del estilo español, po­seía, por admirable manera, el arte de la escuela romana; que de entre todos los principales compositores de la escuela romana a nadie se le reconoce tanta pureza de estilo; que éste era natural y más sólido que en Palestrina, especial­mente en lo típico; que poseía originalidad y subjetivos medios de expresión propios; que en el empleo de esos me­dios conservó siempre su individualidad, y tanto es así, que de ningún modo puede confundírsele con sus con­temporáneos, y aunque sus composiciones difieran unas de otras, son reconocidas con facilidad.»

X X I

Mi afirmación y mi convencimiento acerca de lo que distingue a Victoria de Palestrina, se apoyan, precisa­mente, en esto que Proske llama lo típico, lo caracterís­tico, los subjetivos medios de expresión propios, en una palabra, en la individualidad preponente y soberana de Victoria, inconfundible con ninguna otra, porque en ella se halla lo propio, la tradición constante, el carácter persistente y general de otras manifestaciones artísticas homogéneas; porque en ellas las formas nativas, lo típico, los subjetivos medios, son hijos del genio de la raza y de su temperamento; porque, para decirlo de una vez, si en

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ella el molde es común, el fondo se ha modificado por el sello particular; si el sistema, la manera son idénticos, la inspiración es peculiar.

«Sin el menor defecto en la pureza de la melodía y armonía (son palabras de Proske), hay en su música un sentimiento tan sublime de piedad que inspira devoción: no hay en ella el más ligero .tinte profano, y esto hace que parezca imposibilitado para escribir otra clase de composiciones que las sagradas.» Y termina escribiendo estas nobles palabras: «El gran sacerdote español se dis­tingue por su ternura, fuerte concepto y vigoroso estilo, serena y majestuosa dignidad que reflejan en él una ver­dadera estrella del pasado1.»

En rápidas pinceladas y firmes toques podría tra­zarse el retrato artístico de Palestrina y Victoria, hacien­do exacto e íntimo análisis de su genialidad respectiva en la música religiosa. En este parangón se vería clara­mente la distinta fuerza, el diverso calor, la diferente

1. Baiñi, aunque a su manera, hace buena mi afirmación y da fuerza a mis convicciones. No aseguraré yo que fuesen conocidos y discutidos filosóficamente, bajo el punto de vista del arte, los distintivos de las nacionalidades musicales allá en el siglo xvi, que precisamente asomaban en aquella época, aunque se discutían en otro sentido, producían hondas disensiones entre los cantores de la capilla pontificia, las excelencias y méritos de los composi­tores, según a la nación que cada grupo de cantores pertenecía, flamencos, italianos, franceses o españoles. Y digo esto (y vuelvo a sacarlo a colación), porque, según escribe Baini con frase im­propia de un historiador, ciertas composiciones de Victoria eran criticadas lo mismo por los flamencos que por los italianos: decían aquéllos que eran genérate da sangue moro, y éstos las escarne­cían como bastardume de español italianizado. Baini, que sólo veía por los ojos de Palestrina, se complace en sacar a relucir todos esos cuentos de comadre, y suele comentarlos a su manera.

«Si tales o cuales composiciones—decía de aquellas que criti-

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VICTORIA 125

alma de uno y otro. Comprenderíase plenamente el em­puje de altísima inspiración de Victoria, y el misticis­mo, o mejor, el extático deliquio lleno de arrobos inefa­bles de Palestrina; y se le alcanzaría perfectamente a quien juzgase con la doble vista del sentimiento, que el primero hubiera sido un Wagner a haber venido en tiempos posteriores y haberse encontrado con el ele­mento pasional que a la. nxúsica ha aportado el drama humano; al paso que Palestrina nada o muy poco hubie­ra ganado con aparecer en nuestros tiempos, salvo la diferente orientación que hubieran sufrido sus esfuer­zos, encaminados entonces a domeñar la rebelde tonali­dad de la música antigua y que hubieran ahora sido aplicados a purificar y moderar los desvarios y excesos de la moderna, empeño, sin embargo, este último, que no estuvo aún entonces lejano de su intención, según se ve claro en alguna de sus obras.

Pero no apuntando tan alto, el concepto que sugiere la lectura y audición de las obras de ambos maestros, más bien que al fondo de la inspiración, podría referirse

caban los flamencos e italianos—, si tales o cuales composiciones, en efecto, no son de estilo flamenco, son troppo di stile spagnuolo, excesiva abundancia de artificios, inútil repetición de palabras, falta de variedad, una fatigosa monotonía», y así por el estilo. De todos modos es curiosísima la opinión de los contemporáneos de Victoria, y no menos curiosa la de Baini, a pesar de sus intem­perancias; las composiciones genérate da sangue moro, y el estilo demasiado español, ¿no revelan algo en abono de lo típico y de los subjetivos medios la exposición de Victoria, según la justa frase del meritísimo Proske? ¿No lo revela, también, el mantello usado en Roma por Victoria, criticado, al decir de Baini, por Palestrina y Nanini, cuando le aconsejaban con sorna, como buenos amigos que eran, vistiese alia foggia romana, cuento que puede inter­pretarse, como be dicho, en sentido alusivo?

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a la forma de su estilo respectivo, a la contextura musi­cal, a la factura.

Aun así se figuraría uno que las composiciones de Victoria habían de tener más rapidez, más lejana inten­ción, movimiento más agitado, armonías complicadas y atrevidas y transiciones más geniales, más personales y expontáneas que las de Palestrina. En las de éste le parecería ver, sin perjuicio de su facundia y número, mayor dificultad, mayor laboriosidad y, si se quiere, hasta mayor esfuerzo penoso en el trabajo, menos atre­vimiento y genialidad. En una palabra, las composicio­nes de Victoria tendrían mayor unidad de idea, y si puede decirse así, mayor lógica musical: al paso que las de Palestrina, más complejas, más supeditadas a las for­mas corrientes y de mayor número, estarían sostenidas más bien que por la fuerza de la idea por el calor del sentimiento, tímido aunque concentrado previamente. Palestrina semejaría un coro de ruiseñores, que entreba-ñados en la selva por los rayos del lejano sol naciente, cantan calurosamente la alborada con entrecortados pero incesantes e inefables melodías; mientras que Victoria sería el águila real que cerniéndose en los elevados espacios, clavada en el sol de hito en hito su mirada, se precipita luego en raudo vuelo hacia su presa, esto es, al efecto dramático que se propone producir.

XXII

En cuanto al segundo extremo de la pregunta de Haberl, sobre si Victoria dimitió el cargo de vicemaes­tro por las razones consignadas en el tercero, esto es, que se retiró a la vida privada «cuando los otros miem-

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bros de la Capilla Real de Palacio, particularmente Cía-vijo, ya se inclinaban a una nueva moderna dirección», queda bien contestado el segundo extremo, sabiendo,, como sabemos, que no pudo retirarse a la vida privada, quien no ocupó ningún cargo en la referida Capilla. No-obstante, quiero recoger el tercer extremo, el que se refiere a la nueva dirección a que se inclinaban los otros-

maestros de capilla, y particularmente Clavijo. Dije antes que Haberl escribió todas estas cosas

engañado por la apariencia de veracidad, puramente-exterior, que contenían las noticias apoyadas en el tes­timonio de Soriano Fuertes y su inspirador Pérez Mar­tínez. De una vez para siempre be de consignar con pena, que Soriano Fuertes no merece ningún crédito ni como bistoriador ni como músico'. De su crédito como' historiador, ahí está su Historia, que no me dejará men­tir; y de su crédito como músico, allí en las páginas de la misma están las pruebas de su valía. Se le ocurrió-decir esto y lo otro de Clavijo, y sin encomendarse a Dios ni al diablo, escribió, desgraciadamente, lo que-hemos visto. Ni Clavijo sustituyó a Victoria en la plaza de vicemaestro «que por muerte de éste, acaecida en 1602», quedó vacante, ni Victoria murió en tal año, ni Clavijo ocupó ninguna plaza el año de 1619 en la Capi­lla Real *.

En cuanto a la nueva moderna dirección trazada por los otros miembros de la Capilla Real de Palacio, y par­ticularmente por Bernardo Clavijo, diré que Clavijo no

1. Clavijo, dicho sea de paso, murió el 1.° de Febrero de 1626 r

y como curiosidad, véase este dato que apunta Van der Straeten en su obra citada. En los estados de Sumaria y Nómina de la Capilla del Rey, redactados en 1633 y 1637, aparece un Francisco-Clavijo, organista. ¿Fué, según creo, hijo de Bernardo?

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pudo trazar ninguna nueva dirección como tañedor de tecla, y menos como gran tañedor de arpa y vihuela, profesión restringida que no trascendía jamás al público, porque su campo de acción era el estrado del soberano o la morada del magnate, donde se rendía culto a las producciones de los tañedores hijas de un arte cultista y aristocrático, que por esto se llamaba cortesano1.

Este arte, interesante y aun interesantísimo hoy día, bajo el punto de vista de la etnografía y la historia; este arte y las antiguas canciones monódicas de los trovado­res, son el piirner esfuerzo en pos de una música y de una poesía de un carácter menos primitivo y más artís­tico; los vagos acentos de una lengua musical nueva que se está formando, precursores inconscientes del gran agente de los tiempos modernos, la orquesta, lengua que halla en la polifonía vocal todo el aparato de sus cons­trucciones, se constituye laboriosamente por medio de la melodía popular de la cual tomó el fondo y buena parte de la forma, y que relegada más tarde de los cen­tros intelectuales, despreciada por el mismo arte corte­sano, a quien comunicara fuerzas vitales superiores, de las cuales nacieron las formas orquestales modernas, converge hacia un nuevo ambiente, que es su terreno natural, el pueblo, que conserva los instrumentos de tañido más o menos modificados al presente, las vihue­las de arco, las vihuelas de mano, los laúdes, mientras •se transformaban los de cuerda y arco, siguiendo paso a paso a la orquesta en su desenvolvimiento.

Bien conocida es de los musicógrafos contemporá­neos la interesantísima productividad de esos brillantes

1. Autores de las sonadas y cantar de sala solía llamarse a los poetas, músicos o tañedores de esta clase de composiciones.

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VICTORIA 129

y geniales tañedores de vihuela españoles, verdaderos tratadistas de polifonía instrumental que forman legión, los Milán, Narváez, Fuenllana, Valderrábano, etc. Hasta ahora no ha aparecido entre ellos como compositor de música instrumental el nombre de Clavijo, porque no produjo obras de este género o porque se han perdido para la posteridad. Tampoco aparece entre los autores de música de tecla, muy contados, como he indicado en el volumen III A, de las obras de Cabezón, publicadas en mi Antología Hispaniai Schola Música Sacra.

Podríamos juzgar de su mérito si tuviésemos a mano una Antología de composiciones como las que contiene el libro de Obras de música para tecla, de Cabezón; pero, desgraciadamente, estas composiciones no se han descu­bierto todavía o no han existido jamás.

Mientras no aparezcan nuevos documentos, apenas si nos quedan hoy otros testimonios del gran mérito de Clavijo que los muy fehacientes que en la Vida del escu­dero Marcos de Obregón consigna su contemporáneo Vicente Espinel, que llama «famoso maestro en el con­trapunto», y alaba su «gran destreza en canto, ansí llano como de órgano.» En la Relación primera, Descanso XI de la Vida del escudero, dice Espinel: «Vi al abad Sali­nas, el ciego, el más docto varón en música especulativa que ha conocido la antigüedad... a quien sucedió en el mismo lugar1 Bernardo Clavijo, doctísimo en entender y obrar, hoy organista de Eelipe IIP: y en la Relación tercera, Descanso V, añade que lo mejor que había oído

1. En la cátedra de música de la Universidad de Salamanca. 2. Recuérdese que la primera edición de la novela de Espinel

fué la de Juan de la Cuesta, dada a la estampa en Madrid a prin­cipios de 1618.

9

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en su vida era al maestro Clavijo en la tecla y a su hija Bernardina, que «ahora es monja en Santo Domingo el Real», y a quien llama «monstruo de naturaleza en la tecla y arpa.»

En cuanto a los otros miembros de la Capilla Real de Palacio que, como Clavijo, según Haberl, se inclinaban a una nueva dirección, ya sabemos quiénes fueron estos maestros desde la fecha de referencia, Mateo Romero, nombrado maestro de capilla el 19 de Octubre de 1598, y Juan Bautista Comes, agraciado con el título de vice­maestro el día 26 de Enero de 1619. Hablo únicamente de estos dos maestros españoles, porque como figuras significadas, no aparecen otros, y además, porque, como ya sabemos, la influencia neerlandesa bajó considerable­mente desde el año 1591, y los puestos ocupados por maestros neerlandeses se ceden poco a poco a los espa­ñoles a partir de aquel año. Aun extremando un tanto la confrontación y no limitándola solamente a la de Romero, añado la del insigne Comes, nacido en Valencia el año 1568, de quien pudo quizá haber oído Victoria algunas composiciones producidas antes de la entrada de aquél en la Capilla Real.

Ahora bien: ¿las obras de estos maestros superaron a las de Victoria, pudieron hacerlas olvidar? Respondo categóricamente que no. Victoria representa en la es­cuela española lo que en la romana Palestrina, lo que en la francesa y la belga Deprés y Lassus, el puesto cul­minante del gran arte litúrgico-musical del siglo xvi.

Bajo este concepto son insuperables. En el desarrollo de aquel gran arte llegaron a la cima más elevada y fue­ron la última palabra de esa soberana manifestación artística, que acaso no vuelva a reproducirse jamás en la historia. ¿Y qué nueva moderna dirección pudieron

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trazar las obras de Romero y de Comes, o las de otros maestros?

Ninguna, ni en las formas ni en el fondo o la esen­cia de la armonía.

En cuanto a las formas, como de las reglas arbitra­rias del canon y de la fuga había salido entera la frase musical perfecta, el arte de hacer cantar juntas distintas partes vocales, consecuencia de aquellas reglas, fué lle­vado a la última perfección; por medio del signo del pensamiento, que es la palabra, el polifonismo había trazado a la orquesta para el día de mañana el sistema de la unidad de motivo, sin el cual el elemento sinfó­nico no podía existir.

Si se atiende al fondo o a la esencia de la armonía, Palestrina y Victoria, lo mismo que Mateo Romero, Comes, Gabrieli y todos los músicos de aquella época, nacionales o extranjeros, compusieron sobre temas saca­dos del Cantas firmus gregoriano, escritos en los modos del canto llano, cuyo carácter armónico era invariable aun en las frases que inventaban en busca de contrastes vocales. Algunas veces el principio presentido del acor­de perfecto ponía en evidencia los elementos constituti­vos de un sonido fundamental.

Adivinaron, quizá, y de ello hay pruebas, las rela­ciones determinadas entre todos los sonidos de la escala basadas en las afinidades respectivas con un sonido fun­damental y principal, especialmente en las composicio­nes escritas en tono mayor.

La nueva dirección, o mejor dicho, transformación, no pudo operarse en tanto no se sacrificasen los modos gregorianos y la armonización propia de cada modo, que era su consecuencia, poniendo en evidencia los ca­racteres de preponderancia de las escalas mayores y

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menores. Esa evolución de la prepondei-ancia armónica de la tónica tuvo su cumplimiento más tarde, cuando fueron fusionándose poco a poco los antiguos modos dorio, eolio y frigio gregorianos en nuestra escala me­nor, y ni Palestrina ni Victoria ni ningún compositor contemporáneo alcanzó el período de esta evolución, que apareció durante el transcurso del siglo decimosép­timo. El impulso dado por la ópera al desai-rollo de la música armónica y al principio de la tonalidad, los me­dios de expresión que introdujeron en la música las disonancias empleadas como elementos de valor propio, hicieron preconizar las excelencias de un sistema, al parecer, el más completo bajo la riqueza de formas den­tro de un todo artístico, más lógicamente coordinado, que permitía crear obras de arte, más considerables como extensión, más enérgicas en sus medios expresi­vos. Este principio de estilo libremente elegido pudo hacer olvidar por un momento otros sistemas musicales basados en distintos principios, que alcanzaron el más alto grado de belleza artística. Mas la gran variedad de medios de expresión que residía en la diversidad de los antiguos modos, no podía dejar de ponerse de nuevo en predicamento y de aprovecharse como uno de los pro­ductos del genio de la invención humana, y desde el momento en que el sistema de los antiguos modos tomó carta de naturaleza en el sistema restringido de nues­tras tonalidades, indefectiblemente mayores y menores, las obras de aquella soberana manifestación artística de la música religiosa del siglo xvi infundieron en el arte moderno, gastado por las enervaciones del cromatismo y del enarmonismo, una nueva savia de esplritualismo, que ha influido principalmente en el drama lírico y en la música sinfónica.

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VICTORIA 133

XXIII

En el momento verdaderamente providencial en que borroneaba estas líneas, aparecía el deseado e ignoradí­simo documento relativo a Clavijo, descubierto por un diligente y estimado amigo mío, gran aficionado a esta clase de estudios, cuya modestia me priva de citar su nombre. Poseemos un documento auténtico de Bernardo Clavijo del Castillo, que así se llamó el aludido maes­tro, una obra estampada en cuadernos que ban aparecido encuadernados juntamente con los de una edición de obras de Victoria. La obra, desgraciadamente, no es orgánica ni está completa; es vocal y falta la parte de tenor.

Juzgúese por el señalamiento siguiente de la impor­tancia excepcional del hallazgo:

Bernardi Clavixi D' I Castéllo in regia capélla sicula organici musici, Motecta ad canendum tam quatuor, quin­qué, sex et octo vocibus, quam cum instrumentis composita. —Roma. Apud Alexandrum Gardanum. MDLXXXVIII (1588). A pesar de la indicación de la portada, cum ins­trumentis, que es importantísima, no aparece en los cua­dernos noticia alguna de órgano ni de otros instrumen­tos, y para el caso de que algunos de éstos (cornetas tiple, contralto, chirimía, bajón, etc.) doblasen las voces, como solía acontecer, tampoco hay indicación acerca de cuáles habían de ser. La obra de Clavijo consta de seis motetes a cuatro voces, seis a cinco, seis a seis y uno a ocho. Fueron dedicados por Clavijo, organista en la Real Capilla siciliana o de Sicilia, de la cual había sido anteriormente Magister ejusdem Capellce, «al Conde de

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Alba, Capitán general y Gobernador del reino de Sicilia en tiempo del poderosísimo y católico Rey de España Felipe II, habiéndolos compuesto en obsequio del ilustre Conde y su esposa, por haber dejado una dotación per­petua a favor de los músicos de dicha Real Capilla.»

En cuanto a su mérito y estilo nada puede decirse que sea seguro, faltando la parte de tenor. Los dos mo­tetes que transcribió mi amigo para que yo pudiese juz­gar, no acusan introducción de nuevas formas: la imita­ción y el canon tienden a resolverse, al parecer, en una fuga a dos motivos con los trastrueques reglamentarios, si bien con desarrollos ceñidos.

Hay algún paso cromático, pero también los hay en composiciones de Victoria. Las voces marchan con gran soltura, tanto que la parte de tenor se deja adivinar fácilmente en algunos pasajes. La factura y el fondo de estos motetes revelan el talento de un músico de gran saber, pero no el genio de un músico superior a Victo­ria. Esta es mi opinión.

Los antecedentes históricos harán constar si la Real Capilla siciliana en cuestión existió en la misma isla o en Madrid, como me inclino a creer, conservando por uno ü otro motivo el nombre de siciliana.

Una obra orgánica de Clavijo ha aparecido casi al mismo tiempo que la vocal, descubierta por mi ilustrado amigo el P. Luis Villalba; pero así como la vocal no mejora a Victoria, tampoco la orgánica supera a Cabe­zón, de quien procede el estilo. Puede verse en el volu­men primero de mi Antología de organistas clásicos espa­ñoles.

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XXIV

Réstame hablar de la última obra, hasta ahora cono­cida, que contiene la bibliografía de nuestro compositor.

Edición de 1605. Thomce Ludouici \ De Victoria | Abulensis, sacrce

Ccesarat Maie-\statis Capellani. \ Officium Defunctorum, sex vocibus. \ In obitv Et Obseqviis \ Sacrce Imperatricis

| Nvnc Primvm In Lucem JEditwm \ Cum permissu su-periorum. (Escudo imperial finamente grabado.) Al pie del escudo: Matriti, Ex Tipographia Regia. In fine (des­pués del Index): Matriti. \ Apud Ioannem Flandrum. MDCV.

Las dimensiones de este libro tan mal señalado bibliográficamente, son 40 x 17 centímetros.

La foliación por hojas está equivocada en algunas páginas. Empieza con el número I en el folio en que aparece la poesía de Martín Pescenio Hasdale, encima de cuyo nombre y apellidos hay la misma viñeta de encabezamiento de la dedicatoria, menos las cabecitas de querubes que figuran a cada lado de dicha viñeta.

Las hojas numeradas son 28, y sin numerar las dos correspondientes a la portada y a la dedicatoria.

La música está muy bien grabada. En las partes de Tenor II y Bassus, especialmente, los grabados de las letras iniciales de la palabra Réquiem, representan a un rey saliendo al encuentro de una reina.

En el verso de los folios, los títulos de las partes vocales por este orden: Cantus I, Tenor j y Tenor ij, y arriba: 6 voc. Thomce Ludouici de Victoria. En el recto,

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las de Cantus ij, Altus y Bassus, y arriba: Officium de-functorum.

Con el último folio del libro el residuum de cada una de las cuatro partes vocales de que consta la última pieza (Tcedet animam meam), y las últimas palabras de la letra de esta lección del Oficio:... sit, nemo qui de manu tua pos-sit e-ru-e-re.

El Officium, según aparece en el Index, contiene: Missa pro Defunctis, 6 voc. Fol. I; Versa est in luc-

tum, 6 voc. Fol. 18; Responsorium, Libera, 6 voc. Fol. 21; Lectio Tedet (sic), 4 voc. Fol. 25.

El encabezamiento de la dedicatoria está concebido en estos términos: Serenissimce \ Principi, ac Domince D. Mar-\garitas, Imperatorvm Maximiliani \ et Marios Filice Madriti in Regio Monasterio Matris Dei de Gonso-\ latione Christo justa institutum Primee Regulce D. \ Cla­ra1, militanti: Thomas Ludouicus a Victo-\ria Abulensis, humilis ejus Capellanus, | Salutem et incolumitatem \ precatur.

Comienza la dedicatoria por una serie de lugares comunes mitológicos. Continúa con ditirámbicas alaban­zas a la casa de Austria y a la Emperatriz María, y ter­mina: «Deseando yo mucho tiempo ha darte la enhora­buena por este tu santo propósito (el de haberse hecho monja la Princesa Margarita en el mismo convento en que murió su madre), nada me pareció tan a propósito como el repasar aquella armonía que compuse en las exe­quias de tu Serenísima madre y, como a canto de cisnel, darla a luz bajo el patrocinio de tu nombre... Y tú, mi-

1. El cygiieam cantionem del texto latino podría significar último canto, pero esta significación está contradicha por la pro­mesa de mayores obras, que se lee más adelante.

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V I C T O R I A 137

rando, no el don, sino el ánimo del que lo ofrece y el modestísimo obsequio hacia tu Serenísima madre difun­ta, hacia ti y todos los tuyos, concede tu favor a esta obra, esperando para más tarde otras mayores, si Dios-me concede vida (dies longis). Salve y vale, Serenísima Prineesa. En Madrid a 13 de Junio de 1605.»

Buscada con grande empeño la dedicatoria de este--libro, del cual existirán contadísimos ejemplares, pude-obtener al fin, después de no pocas diligencias, una copia fotográfica de su contenido, gracias a la amabili­dad de mi buen amigo el distinguido maestro de la Ca­tedral de Segorbe, D. José Perpiñán y Artíguez. Gran­de fué el empeño que puse en mis - diligencias, pero mi desilusión no fué menor al leer la tal dedicatoria, que a pesar de su extensión nada trae (aparte del dato señala­do) para la nota autobiográfica e histórica que yo perse­guía. No recuerdo haber leído cosa más insubstancial y desatinada que la Dedicatoria y el Carmen o lo que sea,, pues no he pretendido averiguarlo, que viene a conti­nuación de la dedicatoria. ¡Lástima de derroche de mi­tología para alabar a tan gran compositor y elogiar las virtudes de una Princesa!

Dice así el título del Carmen: Martini Pessenii lías-dale, in laudem Auctoris Collegce sui Carmen.

No acierto a traducir la palabra Hasdale. Por su colocación en la frase parecería ser un segundo apellido-de Martín Pescenio, o tal vez su patronímico; mas por el corte y terminación de la palabra mejor parece con­certar con Carmen, siendo, quizá, un calificativo de la-poesía, que bien podría ser el del género a que dicha-poesía pertenezca, teniendo en cuenta las estrafalarias-clasificaciones que siglos atrás se hacían. De todos mo­dos, no he podido confirmar esta sospecha.

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138 FELIPE PEDRELL

Otra duda. Colega así puede significar compañero en •eil arte músico, como perteneciente a una misma comu-. nidad, habitante en un mismo colegio, etc.

Pero ¿quién será ese famoso Pescenio, inspirador •también, sin duda, de la dedicatoria, pues Dedicatoria y Carmen acusan igual estilo estrambótico; quién será ese tal Pescenio, que se llama colega de Victoria1, y afirma que «recorrió felizmente vencedor los amenos collados -de Terpsícore», ¡como si Victoria hubiese compuesto anúsica de baile!

Pero tratemos de traducir la famosa

« Poesía De Martín Pescenio Hasdale

en alabanza del Autor colega suyo. »Tienes en tu nombre buen agüero, ¡oh Victoria!

Vencedor recorristes felizmente los amenos collados de 'Terpsícore, los agradables prados de Tímelo y los huer­tos de Apolo.

»De ellos te ha resultado gran honor y encomios de merecida alabanza: de aquí que tus sienes están ceñidas -con el laurel de Febo (Apolo).

»Parece que el mismo Febo te ha dado su laúd, Orfeón su lira y el cantador Arión su cítara. El mismo Anfión te dio a ti las modulaciones de su voz, y Piero :se envanece de que en ti han sobrevivido sus hijas, las .Musas.

»A ti te siguen la fiera, las aves, las rocas y los

1. Fué el P. Martín Perserio (sic por Pescenio) a quien Victo­ria otorga en 1604 un poder, como capellán de la Emperatriz y, por lo tanto, «colega», del maestro, perteneciente a la Comunidad •de capellanes del Real monasterio aludido.

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VICTORIA 139

peñascos, y quedan desnudos de sus árboles las llanuras de Tempe en Tesalia, la floreciente Cyrra, el Pindó, el Parnaso y el Eta, monte de Hércules, mientras tú modu­las tus cantos con sublime plectro.

»A ti se gozan en oirte cantar, Febo, las Musas y las Gracias, preguntando si, por acaso, Orfeo habría resuci­tado, principalmente cuando con triste canto celebras a la excelsa Emperatriz María, esclarecida por la sangre y por la corona imperial, y que es la única que tiene la gloria de haber tenido por hijo, por padre, por madre y por suegro a emperadores, siendo ella misma hermana y madre política de reyes. ¡Insigne nobleza! empero gloria más elevada habrá alcanzado por haber acariciado con todo su corazón a Jesucristo y haberse entregado totalmente a su amor.

» Con tales exequias y con tal canto ¡oh Victoria! te lamentas en los piadosos funerales de nuestra común Señora, que parecen los de Tracio Orfeo en los funera­les de Eurídice, o las tristes quejas que con voz lúgubre entona el cisne expirante o el ave Filomela.

»Vive feliz por largo tiempo, junta laureles a laure­les, y sé otro Timoteo en el musical arte del canto, sien­do cisne que con alas febeas te eleves hasta las estrellas y llenando con la realidad de los sucesos el augurio de tu nombre.»

X X V

Dice sobre esta obra Haberl que en 1874 vio el Ré­quiem a seis de Victoria, publicado en el tomo primero de Música Divina, y con ocasión de la reunión general de los socios de Santa Cecilia en Ratisbona, tuvo que en-

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140 FELIPE PEDRELL.

mendar los pormenores biográficos que había escrito en el prólogo, dejándose seducir por la opinión de Soriano Fuertes. Entre los pormenores enmendados, que puede añadirse a los que yo he rectificado en el decurso del presente estudio, figura esta pregunta, que no deja de sorprender: ¿El Officium Defunctorum es una composi­ción de circunstancias1 que debía acabarse aprisa, pues, por sorprendente caso, meramente están compuestos el Gradual y la primera mitad del Ofertorio hasta el Hos­tias*?

Recuerda que Proske llamó a esta Réquiem «la co­rona de las obras del gran maestro», y al comentar este pasaje recuerda la reseña que de la edición de Proske escribió Federico Homen, llamándola un verdadero mo­numento del tiempo más floreciente del arte musical religioso... una obra en suma queposee una serenidad y una elevación que no tiene igual.

Llama la atención acerca del título de Cesarece Ma-jestatis Cappellanus, y de hipótesis en hipótesis cae en los renuncios biográficos de siempre. Hay que insistir una y otra vez sobre el mismo caso, que Victoria rehuyó honores y se obscureció voluntariamente por las causas, tan dignas de respeto y naturales, que el lector ya conoce.

El título Cesarece Majestatis, usado por Victoria en la referida dedicatoria, me sugirió hacer algunas inves-

1. Recuérdese lo que Victoria escribe en la dedicatoria: «Al repasar aquella armonía, que compuse—afirma— en las exequias de tu buenísima madre, etc.»

2. ¿Quería, acaso, que Victoria pusiera en música los textos del Oficio que no era costumbre componer en su época? ¿Es posi­ble que el autor del Magister Choralis ignore, como sacerdote y musicólogo, la historia de la liturgia musical del siglo xvi?

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VICTORIA 141

tigaciones, máxime cuando leí los siguientes datos saca­dos de la Vida prodigiosa del V. P. Fray Sebastián de Náxera, por el Rdo. Fray Pedro de la Asumpción: «La Emperatriz Doña María de Austria, mujer de Maximi­liano y madre de los Emperadores Rodulfo y Matías, después de enviudar, regresó a España en 1581, y pasó de Madrid a Lisboa, donde estaba entonces su hermano Eelipe II: entró con éste en Madrid y con su hija la Infanta Doña Margarita en 1582. Felipe II, ya maj talludo, pretendía por esposa a su sobrina, la cual, por vocación al estado religioso, no aceptó la corona de Es­paña, y entró monja franciscana en las Descalzas Reales en 25 de Marzo de 1584.

» Su madre Doña María, aunque no profesó, se encerró con su bija en el convento, donde permaneció hasta su muerte, que fué en 1603. Escribió la prodigiosa vida de esta esclarecida virgen (Sor Margarita de la Cruz) el Rvdo. P. Fray Juan de Palma, definidor de la familia seráfica.»

Sabiendo que Fray Juan de Palma fué confesor de Doña Margarita de Austria, creí hallar en la obra del P. Palma noticias curiosas sobre Sor Margarita y los allegados y servidumbre de su madre. Pero como no pude hallar la prodigiosa vida escrita por el P. Palma, registré las Cartas originales de Sor María de la Cruz, monja de las Descalzas Reales, leí la Relación de las exe­quias, en las Descalzas Reales de Madrid, de María de Austria, año 1603, manuscritos que se conservan en la Biblioteca Nacional, y el.nombre de Victoria, si no aso­ma, como era de esperar, en las Cartas, tampoco se menciona, aunque parezca raro, en la Relación de las exequias.

Sabiendo que existía Relación impresa de las exe-

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142 FELIPE PEDRELL

quias imperiales, busqué el librejo que se rotula así: «Las honras y obsequias Reales, que se celebraron

en el Monas-|terio y capilla Real de las descalzas de la Villa de Madrid, por los | mayordomos, Albaceas, Tes­tamentarios de la S. C. R. Majes-|tad de la Emperatriz que está en gloria Abuela del Rey Don | Phelipe nto. señor tercero de este nombre, martes diez | y ocho y miércoles diecinueve de Marzo, año de 1603, y las | honrras y obsequias que la Villa de Madrid hizo en el dicho | Monasterio y Capilla Real.—Escripto por Diego de Urbina, Criado del Rey nto. señor y | Regidor de Madrid.

«Ofició el Arzobispo de Zaragoza, D. Thomas de Borja.

»En el lado izquierdo, en lo tutano de la capilla, estaba un banco arrimado a la pared, donde se sentaron los capellanes del Rey nto. señor y el Abad de San Martín.»

Sigue la descripción minuciosa y detallada del tú-mulo:

«Empezóse la Vigilia a las dos y media, por los cape­llanes y cantores de la dicha Real Capilla de las Des­calzas, con otros quatro que trajeron de la capilla de la santa yglesia mayor de Toledo, para estas honrras. Todo lo cual tenía prebenido y puesto en orden don Diego de Guzman, Capellán Mayor de la dicha Capilla Real. Aca­bóse la Vigilia, porque se dijo con gran solemnidad, a las cinco de la tarde.»

Sigue la descripción del funeral y Misa de Réquiem sin decir nada de Victoria:

«Al día siguiente celebraron honrras en la misma iglesia la Villa de Madrid, a quien había concedido el Rey Felipe una autorización al efecto en 12 de Marzo.

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VICTORIA 143

Se celebraron el miércoles 19 por la tarde y jueves 20 por la mañana.» No dice nada de música. Sólo que «los cantores dixeron la Vigilia con gran solemnidad y que> fueron los de las Descalzas.»

XXVI

Paso por alto toda una serie de enmendaciones, que no son tales, según quiere Monseñor Haberl, sino ver­daderas extralimitaciones impropias de un historiador serio y en las cuales sólo toma parte la inventiva. Nota que Monseñor Proske merece elogios por haber dirigido-el vivo interés de los inteligentes hacia ese gran maestro «español-italiano» (calificativo verdaderamente extem­poráneo) por haber publicado en su Música Divina obras-escogidas y elogiándolas mucho por su sencillez, noble­za, elevación y hermosura. Cita al Doctor Ambros que opina lo mismo que Felipe Spitta y otros musicógrafos;, y yo diré que mejor que Ambros y que Spitta ha expre­sado las mismas ideas mi ilustrado amigo Don Gabriel Rodríguez llamando a Victoria «competidor y continua­dor progresivo del bien llamado Pi 'incijpe ele la Música1.» Le disgusta sobremanera que Baini se enfurezca cuan­do se coloca a Victoria a la altura de su Palestrina,, cuando para postergarle llama a su estilo bastardume de español italianizado, sin reparar que él, el mismo Haberl,. cae una y otra vez en tal extremo reprobable y de mal gusto, añadiendo, sin embargo, que estos juicios e intem­perancias han desacreditado cuasi por completo a Baini..

1. Vide la Noticia bibliográfica publicada en el número 6 de la Revista Critica de Historia y Literatura españolas, reproduci­da en opúsculo aparte. Madrid, Imp. de Enrique de T. Rojas, 1895-

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144 FELIPE P E D E E L L

XXVII

Mas por lo extraordinario del caso, merece reprodu­cirse una cita de Baini, en la cual elogia a Victoria a propósito del pedantismo de la regla: «¿Quién llevaría .su insensatez hasta el extremo de no excusar dos quin­tas inevitables en una composición estudiada, en una transgresión técnica afortunada, en una imitación fuga­da? ¿Quién, en una palabra, pospondría una verdadera belleza al pedantismo de la regla? ¡La regla! Las reglas rson buenas, útiles, necesarias, pero no hay una sola que :sufra excepción en un pasaje escrito de mano maestra. Antonio Cifra dejaba pasar dos quintas y las sacrificaba .a la contextura general de la obra. Abundan transgre­siones semejantes en Victoria, en Morales y en el mismo Palestrina. Sólo los ignorantes juran en nombre de las •excepciones de la regla; usarlas y aun no hacer caso de •ellas revela un talento consumado.» Véanse los Essais .de diphtherographie musicale de Adrien de la Fage (Pa-xís, Legouix édit., 1864, pág. 144).

En la expresada obra se halla la traducción francesa de la primera parte De' Discorsi e Rególe sora (sic, por .sopra) la música di Don Severo Bonini Monaco Vallim-brosano de Firenze, copiada de la Bib. Eiccardienne, nú­mero 2218. Haberl cita el manuscrito cuando dice que Victoria debió de encontrar en el trato con el maestro romano, Palestrina, y en el estudio de sus obras, fuen­tes abundantes para perfeccionar su manera de escribir (y sobre esto ya he expresado repetidas veces mi opi­nión), motivo por el cual fué llamado en tiempos poste­riores el cigno (sic, en italiano) de Palestrina. La cita de

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VICTORIA 145

Haberl se refiere a la traducción de la citada Prima paiie de' Discorsi, publicada en los Essais de Adrien de la Fage, pág. 279. Veamos el texto traducido del musi­cógrafo francés hacia el fin del Diálogo de Bonini, en que el monje Vallimbrosano establece tres clases de compo­sitores: 1.°, Ceux qui ont écrit sur le plain-chant en notes prolonguees. 2.°, Palestrina et ceux qui V ont precede et suivi, notamment Vittoria, appélédeson temps le singe de Palestrina, et qui est peut-étre en effet le compositeur qui a le plus approché du chef immortel de V e'cole romaine. 3.°, en fin, les musiciens modernes. Como ve el lector, Adrien de la Fage traduce singe, y Haberl, citando la obra del músico francés, escribe cigno. La diferencia es capital: cisne o mono. ¿Quién tradujo mal, Adrien de la Fage o el doctor Haberl? No lo sé aclarar. Tampoco he aclarado de quién proviene el mote de mono de Palestrina, muy corriente entre nosotros, aplicado a Victoria. De Baini no será, y a fe que he puesto empeño en buscar en sus Memorie la palabra italiana correspondiente, qup para el caso sería scimmia. Alguien ha achacado a Eslava la importación de tal mote a nuestra literatura, añadiendo que Eslava aludía a Baini como inventor de la palabreja. Eslava no aludió a Baini; sólo dijo: « Unos escritores pre­sentan a Victoria como mero imitador de Palestrina, llegando a denominarlo el mono de Palestrina»1; y al decir unos escritores, entiendo que se refería a Bonini y al texto de la DipMhérographie de Adrien de la Fage, que conocería, dadas las relaciones epistolares que sos­tuvieron Eslava y el musicógrafo francés. A continua­ción de lo que antecede, añadía Eslava: «Otros, como

1. Vid. pág. 61 de su Breve Memoria histórica de la música religiosa en España.

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Baini, lo presentan como compositor artifical y monó­tono, etc.»

Sea como quiera, descuéntese del capítulo de cargos, de tantos como se hiciera merecedor Baini, el que se refiere a la invención de una palabra de tan mal gusto crítico. Quizá no haya en el fondo de todo esto más que una serie de lapsus, si excusables, no menos dignos de lamentar en materias tan delicadas como ésta.

XXVIII

Victoria—continúa Haberl—no puede considerarse en modo alguno como uno de aquellos talentos de se­gunda fila que si algunas veces suelen ser muy buenos, parecen supeditados a un genio mayor a quien no pue­den resistir, pensando como él y sintiendo como él, de manera que sus obras no suelen ser más que ecos de las de aquel genio mayor que influye sobre ellos, aunque alguna que otra vez sean ecos muy puros e inmensa­mente mejores que simples y serviles imitaciones1. Vic­toria—añade—ha compuesto varios motetes sobre tex­tos que también han sido puestos en música por Pales-trina, como Senex puerum portabat, O magnum myste-riura, Veni sponsa Christi, Estote fortes in bello, etc., y por más que entre ellos se encuentre un parecido tan grande que no pueden distinguirse, son.muy distintos, y esto lo explica Proske, diciendo, que Victoria posee una vena mística inagotable. Algunos rasgos característicos

1. Una de cal y otra de piedra. Así podría definirse gráfica­mente el sistema de crítica empleado por el conspicuo Haberl en el Estudio que voy comentando, y otros por el mismo estilo.

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de sus obras dejan adivinar que el corazón de este espa­ñol ardía en un gran fuego de amor místico que, dirigi­do por otros caminos, quizás hubiera cantado otras pasiones, aunque siempre hubieran sido pasiones nobles y elevadas, tanto que su personalidad se asemeja a la de Lucas Marenzio1 y deja conocer claramente que este abulense es el compatriota de aquella Teresa de Avila, cuyo corazón ardiente se consumía en un fuego de amor místico. Haberl comenta esto, diciendo, lo de siempre, que, sin duda el ejemplo de Palestrina y la noble amis­tad que le unía a Victoria ejerció gran influencia sobre éste. La prueba de esta amistad se encuentra a su pare­cer en la anécdota siguiente: Victoria se había quitado por complacer a Palestrina el traje español y se había cortado la barba a la manera romana; esto, quizá, pueda tener también su significado simbólico. Comparando el motete de Victoria Veni sponsa con el del mismo título de Palestrina, se nota que Palestrina deja al tema expo­nerse tranquilamente en las cuatro voces, mientras que Victoria, una vez expuesto por la primera voz, apenas entra la segunda hace intervenir un contratema que se introduce con apasionado deseo en el tema religioso,

1. En efecto, la personalidad de Victoria se asemeja a la del que por su ternura y sensibilidad mereció ser justamente llamado il piú dolce cigno dell' Italia. Fué desgracia para el arte que Lu­cas Marenzio no pudiese asistir al renacimiento de la monodia, cuyo advenimiento habían preparado sus soberbios madrigales, y no pudiese presenciar la evolución del drama lírico, al cual hubie­se dado sin duda más vida, y sobre todo más elevación artística que Peri y Cavaliere. Murió en 1599, en toda la plenitud de su talento. Nació hacia el año de 1550 en Coccaglia, cerca de Bres-cia. Fué maestro de capilla del Rey de Polonia, después del Car­denal de Este, del Cardenal Aldobrandini, y capellán canónigo de la Capilla Sixtina en 1595.

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atemperándolo con los sentimientos piadosos. Por eso mueve nuestra alma a sentimientos de devoción y pie­dad, aunque le faltan aquellos perfiles, casi dramáticos, que tiene a veces Palestrina, y que se conocen mucho comparando el Pueri Hébrceorum de los dos maestros1. Los Improperio, de Victoria no desmerecen en nada al lado de los de Palestrina, y son tan parecidos que casi pudieran confundirse, menos en la conclusión, que tiene en la composición de Victoria algo de motete (?). En un estilo también muy sencillo están escritas por Victoria las Turbas, a cuatro voces, de las Pasiones. No se encuen­tra — añade Proske — ninguna intención dramática y pueden considerarse como puros cantos de ceremonia para el culto eclesiástico5. Algunos de los motetes, entre

1. Iguales perfiles dramáticos se notan en las composiciones de ambos maestros: más exterior en este caso el dramatismo de Palestrina, no prorrumpe desde adentro como el de Victoria, influido, sin duda, por la interpretación más intensa del texto, por el drama de la Pasión que se acerca, como si sobre aquellos gritos de aclamación de la multitud, Hosanna filio David, se cerniese la tristeza honda de las angustias de la Cruz...

2. Disiento de la opinión, siempre tan atinada, del diligentí­simo y sabio colector el sacerdote Proske. Y en apoyo de la mía, muy distinta en este caso, presento la del sabio Cardenal Wise-man, que describe en estos términos los Cantos de la Pasión, como él los titula:

«... El recitado está dicho por una varonil y fuerte voz de te­nor (Chronista). Canta las palabras del Salvador (Christus) uu bajo profundo y solemne. Un contralto dice todo lo que se pone en boca de los demás personajes de la Pasión, y el coro canta la parte llamada Synagoga,.vulgarmente Turba. Este conjunto pro­duce un efecto altamente dramático; cada papel tiene su cadencia particular, perfectamente adaptada a su espíritu; es un canto se­vero, sencillo, pero rico y digno de la tragedia antigua. La ca­dencia del narrador es clara, neta y débilmente modulada; la de

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los cuales citaré el precioso y noble O quam gloriosum est, algunos versillos de los Magníficat, el Ave Regina cadorum (cuya conclusión a ocho voces es una maravilla de técnica musical), están escritos en el estilo de Pales-trina de un modo tan perfecto que podrían engañar al ojo más experimentado. Comentando estos pasajes, aña­de Haberl: si colocamos al maestro de Prmneste en más alto lugar1, es porque éste, sin duda alguna, tenía un genio más rico y más grande y se ha elevado a regiones que Victoria no ha alcanzado: además es preciso tener

los diversos interlocutores tiene un tono vivo que se acerca al de la conversación familiar; la del Salvador es lenta, grave y solem­ne. Empieza muy bajo y sube por tonos llenos, después se extien­de en modulaciones sencillas y concluye graciosa y expresiva, modificada con más efecto aún en las frases interrogativas.

Este canto es casi el mismo en todas las iglesias católicas; pero en el Vaticano recibe un nuevo relieve por la dicción y habi­lidad de las voces que lo ejecutan.

Lo que hace sobre todo esta recitación dramática, bella, o mejor, magnífica, en la Capilla Sixtina, es el coro. Todas las veces que en la historia de la Pasión, la multitud de los judíos y aun varios personajes deben hablar juntos, estalla en una armonía sencilla, pero ancha, por asi decirlo, maciza y que expresa las pa­labras con una verdad y una energía que sobrecoge. Estas piezas de conjunto fueron compuestas en 1585 por Tomás Luis de Vic­toria, nacido en Ávila y contemporáneo del inmortal Palestrina, quien no intentó corregirlas o cambiarlas, sin duda, como me lo decía su digno sucesor Baini, porque las encontró demasiado per­fectas y bien adaptadas a su destino. Hay 24 responsiones en el Evangelio del domingo y 11 solamente en el del viernes: las fra­ses o los textos son en el primero más largos y más susceptibles de expresión variada, y el compositor ha aprovechado plenamen­te esta ventaja.»

1. El lector notará la contradicción en que incurre aquí el sabio musicógrafo, si recuerda las opiniones decisivas manifesta­das en otras partes sobre el mismo asunto.

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en cuenta que Palestrina tuvo que sufrir un violento combate mental hasta que se separó del arte antiguo *.»

Si al terminar las presentes enumeraciones biblio­gráficas—añade para terminar el Doctor Haberls—dijera que sería muy conveniente que se pudiera llevar a cabo una edición completa de las obras de Victoria en cinco tomos en folio 3, idénticos a los que constituyen las gran­des ediciones de Palestrina y de Orlando de Lasso, diri­giría mi petición a la nación española y mi deseo sería de que no perdiese esto de vista. Si la nación española o alguno de sus preclaros hijos no se resuelve a realizar esta obra patriótica, declaro yo, desde hoy, que una vez que haya terminado de publicar el tomo XXXIII de las obras de Palestrina y la edición del Magnum Opus Mu-sicum, de Orlando de Lasso, lo cual será hacia el año de 1900, si Dios me da salud y fuerzas, empezaré una pu­blicación de las obras de Victoria que han sido impresas hasta el presente, completándolas y reuniéndolas en cinco volúmenes. Una circunstancia me mueve a reali­zar semejante obra, y es que Victoria no ha escrito mas que música religiosa, y que él ha comunicado a los jóve­nes estudiantes del Cóllegium Germanicum, de Roma, durante varios años, como profesor y maestro de música, aquellas reglas admirables que aun hoy, después de tres siglos, son norma de fecundas enseñanzas, etc.

Y con esto dejaba bien preparada la inmediata edi-

1. En vez de «hasta que se separó del arte antiguo», yo habría escrito «para hacer olvidar al madrigalista.»

2. Al principio del presente Estudio he citado, como recor­dará el lector, estas palabras, que repito aquí con ánimo de recti­ficar un concepto.

3. Ni uno más ni uno menos: cinco volúmenes en folio de^ tamaño de las grandes ediciones citadas.

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VICTORIA 151

ción del Officium Hebdómada} Sanctce que, en efecto, dio a luz enmendada por él, como siempre fué norma del colector, lo mismo que con todas las que publicó, con esa obra de Victoria, no por cierto completa ni mucho menos.

En cuanto al inciso acerca de que Victoria no escri­bió mas que música religiosa, yo habría añadido que ni siquiera las escribió sobre un tema profano como las escribieron Palestrina y el mismísimo austero Morales, aimque pudo haberlas escrito, al decir de un modo gené­rico, como lo da a entender Cerone en un pasaje de su famoso Melopeo y Maestro, colocando a» Victoria, con­temporáneo suyo, entre el número de los compositores más celebrados de madrigales. Repito que yo no lo creo, y aunque no lo creo, no quiero eximirme de sacar a colación la cita que por curiosa merece trasladarse ínte­gra. Dice el famoso bergamasco en el capítulo «Autores para imitar en cosa de Iglesia: Los compositores prácti­cos que a mi parecer (saluo el mejor juycio) se pueden imitar en cosa de yglesia son éstos: Domingo Phinoth, Iacobo Vaet, Juan Mouton, Nicolás Gomberth, Simón Boylu, Cristoual de Morales y a Jusquino... En los ma­drigales se podrá imitar a Thomas de Chrequillon, Adriano Vuilaerth... Y de los más modernos a Pedro Vincio, Vicente Ruffo, Matheo Asula, Marcantonio Inge-ñero, Francisco Guerrero, Thomas de Victoria, Aníbal Stabile, etc.» Vuelve a citar más adelante a Victoria entre los autores de Música graue y deuota y dice: «Aun­que todos éstos (los citados anteriormente) y los demás han compuesto bien, todavía pero a tenido un particu­lar talento muy differente el uno del otro: por quanto Constancio Puerto (Porta), Vicente Ruffo, Matheo Asu­la, Francisco Guerro (sic por Guerrero) y Tomás de Vic-

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152 FELIPE PEDRELL

toria tienen compuesto una Música llana, grave y muy devota, y lo que mucho importa, es muy chorista» (Melo-peo y Maestro... Ñapóles, 1613).

X X I X

Que se sepa el Officium Defunctorum, editado en Madrid apud Flandrum, es la última obra publicada en vida de Victoria: por esto ha hecho asegurar a muchos biógrafos del maestro que él mismo corrigió las pruebas de este libro, y que murió poco después, de edad avan­zada.

No, no había muerto, todavía, en aquella fecha. Ce-rone, en el Melopeo y Maestro, impreso en Ñapóles el año 1613, habla de Victoria y lo coloca entre los com­positores vivientes1, si bien no puede tomarse al pie de la letra la exactitud de esta fecha mas que como un dato de comparación, para establecer, vagamente, que Victoria no había muerto el año 1605. Digo esto porque Cerone, después de larga estancia en España, regresó a Italia, su patria, por el año 1608, un año antes de la publicación de su tratadillo Rególe per il canto fermo, Ñapóles, 1609; de modo que al colocar a Victoria entre los compositores vivientes, ha de entenderse, no entre los compositores vivientes del año 1613, fecha de im-

1. Dice la cita exacta de este pasaje (página 2 de la obra cita­da: «Mas ni aquellos que fueron primeros (Morales, Palestrina, Guerrero) ni estos segundos ocuparon por tan extremo la deseada señal (puesto jerárquico artístico, quiere decir) que con ella asi­mismo juntar nos pudiesen los vivientes Thomás de Victoria, Mathias (sic por Mateo) Romero, Maestro de Capilla de la Cató­lica Magestad del Rey D. Felipe III, etc.»

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presión de su voluminoso infolio de ¡1160 páginas! sina entre los compositores vivientes de la época de su par­tida de España, allá por el año 1608, como he dicho.

No, no había muerto el año 1608, aunque por aque­lla fecha iban contándose rápidamente los últimos días de su vida, según se puede colegir de los números 35 y 36 del Apéndice II.

¿Dónde murió? En Madrid, sin ninguna clase de duda. ¿Cuándo? No se sabe. ¿Fueron enterrados su* venerandos restos, como es probable, en el cementerio del entonces llamado Monasterio, iglesia y capilla de las Descalzas? Tampoco se sabe, y toda diligencia ha-sido inútil para averiguarlo, a pesar de reiteradas in­vestigaciones.

X X X

Y lo más triste es que Avila ha olvidado a uno de sus hijos más preclaros. No logró despertar el interés-de una sola persona en Ávila1 ni siquiera la atención de que se me escuchara cuando con incansable afán a prue­ba de sinsabores y de... desatenciones (no quiero escri­bir la palabra propia), pedía un dato, trazaba una pista de investigaciones llamando a todas las puertas. ¿Y qué' mucho que me sucediese todo esto cuando en el pedes­tal de la estatua levantada a la Mística Doctora, en el cual se grabaron los nombres de los varones insignes de-Ávila y de su provincia, no se tiene la satisfacción de leer, ni siquiera al lado del nombre del maestro Sebas-

1. En el vol. II de mis Jomadas de arte, intitulado Orienta-ciones, cuento la historia de mi excursión a Ávila para descubrir al contemporáneo de Teresa de Cepeda, la mística doctora.

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154 FELIPE PEDRELL

-tián Martínez Vivanco, el del insigne abulense Vic­toria?1

La historia de ese y otros olvidos es deplorable. Juzgúelo el lector. El ilustrado catedrático del Instituto de Ávila y ex

ralcalde de la misma, el doctor D. Leoncio Cid y Parpón, escribió y se publicó, no ha mucho, una carta a propó-•sito de la censurable omisión cometida con el nombre del gran Duque de Alba no haciéndole figurar en el mo­numento de la Plaza del Alcázar entre los hijos ilustres de aquella ciudad, omisión infundada e injusta como la •de Victoria.

También escribió algo sobre esto mismo el Sr. Cid -en un número extraordinario del Heraldo de Ávila pu-plicado el día de Santa Teresa, ha ya algunos años, en •el que aparece un artículo del cual extracto los párrafos siguientes:

«Pocos meses antes del tercer centenario de la Santa, -en Junio de 1882, la comisión permanente de la Dipu­tación provincial acordó levantar en esta capital un mo­numento destinado a honrar la memoria de los más ilus­tres hijos de la provincia, y convocó para erigirle un certamen...

1, Mi ilustrado amigo y compañero de Academia de la de B. A . de San Fernando D. Enrique María Repullés y Vargas me •escribió años atrás, que el dignísimo Sr. Alcalde del Municipio de Avila, D. Leoncio Cid y Farpón, que seguía con interés cuanto he escrito sobre Victoria, trataba de rehabilitar la memoria del insigne maestro abulense bautizando con el nombre de Maestro Victoria una de las calles de Ávila.

En nombre del arte y de la cultura de la patria le envié mi aplauso y entusiasta felicitación. Quien sabe enaltecer y honrar

los hijos ilustres de España, así se honra y enaltece él.

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VICTORIA 155

»En 22 de Septiembre del mismo año la Diputación provincial, deseosa del mejor acierto sin duda, pero excesivamente modesta tratándose de un asunto de patriotismo regional y de la exclusiva incumbencia de los avileses, no juzgándose competente tal vez, y acaso no creyendo competente tampoco a ninguna de las doc­tísimas corporaciones de la capital (de cuya existencia bizo, por lo visto, caso omiso), había acudido nada me­nos que a la Real Academia de la Historia en consulta acerca de los nombres de personajes ilustres de Avila y su provincia, que deberían inscribirse en el proyectado monumento.

»La Real Academia de la Historia nombró ponente para evacuar el informe al docto historiador y académico don Vicente de la Fuente, quien en 4 de Abril de 1884 dictaminó, proponiendo las inscripciones en cuatro gru­pos, de la siguiente forma:

Santos... Escritores y Artistas... Campeones o militares célebres... Repúblicos y personajes políticos.

»La Real Academia aprobó el dictamen... quedando académicamente eliminados de las glorias de Avila Isabel la Católica, y el gran Duque de Alba 1.

»La Comisión provincial también aceptó el informe; pero en sesión celebrada el día 8 de Marzo del mismo año, bajo la presidencia del digno Vicepresidente Don Pedro Muños Morera, resolvió incluir, a más de los nom­bres propuestos por el señor la Fuente, el de Isabel la Católica y el de Alonso Díaz Montalvo.

»Y con tales adiciones, pero con la vergonzosa y lamentable omisión relativa al gran Duque de Alba, se

1. ¡Y el insigne contemporáneo y continuador progresivo de Palestrina, Tomás Luis de Victoria!

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156 FELIPE P E D E E L L

colocó sobre el pedestal la estatua de la Reformadora del Carmelo el día 24 de Junio de 1884.»

Los fundamentos en que se apoyó el ponente de la Real Academia para proponer la eliminación del insigne conquistador de Portugal1 fueron éstos:

«Omítese (dice el Sr. D. Vicente de la Fuente en su repetido dictamen) el nombre del gran Duque de Alba nacido en Piedrahita, y no en Alba como supusieron algunos, y muy afecto a los de Ávila y su tierra, de los cuales hizo grande aprecio en sus campañas.

»Con todo, les duele a los de Ávila que fuera él quien obtuviese de la Santa Sede que el cuerpo de Santa Teresa fuera devuelto al convento de Alba de Tormes, lo cual consideran algunos como agravio que deploran todavía los buenos avileses, por lo cual no parece oportu­no que el nombre del gran Duque de Alba figure en el mo­numento que Ávila destina a su hija predilecta. Con todo, si la Diputación pensara de otro modo, no poco honraría el monumento ocupando el segundo lugar.-»

»Lo que todavía deploran los buenos avileses es que los encargados de honrar la memoria de sus eximios pai­sanos, se dejasen sorprender por tan desatinado anacro­nismo...

»En 1585, por acuerdo del capítulo de la orden, ce­lebrado en Pastrana, fué conducido el cadáver de Santa Teresa a nuestra ciudad, donde permaneció poco tiempo, porque en el año 1586, el Papa Sixto V, a instancias del

1. Alguien debió de acordarse de un músico notable, Sebas­tián Martínez Vivanco, cu3'o nombre se inscribió en el pedestal, pero del otro músico, del más insigne de todos los músicos abu-lenses, y uno de los más encumbrados del extranjero, Tomás Luis de Victoria, nadie se acordó.

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VICTORIA 157

Duque de Alba, decretó que se le restituyese al convento donde la Santa murió.

»A instancias del Duque de Alba, es cierto. Pero, ¿quién ha dicho que ese Duque de Alba fuese nombrado en la historia gran Duque de Alba, el preclaro hijo de Piedrahita de la Sierra, D. Fernando Alvarez de To­ledo?

» Santa Teresa murió el día 4 de Octubre de 1582 y fué enterrada en Alba de Tormos.

»El gran Duque de Alba falleció el 12 de Diciembre del mismo año, es decir, dos meses y ocho días después.

»E1 cuerpo de la Santa fué trasladado desde Alba a nuestra ciudad en el año 1585, es decir, más de dos años después de muerto el gran Duque, y restituido a Alba al año siguiente, 1586.

«Más aún: Sixto V, que fué quien decretó la restitu­ción a Alba, no ocupó silla pontificia Hasta el año 1585, cuando ya llevaba tres años en el sepulcro D. Fernando Alvarez de Toledo.

«Luego el gran Duque de Alba no influyó ni pudo influir en que el cuerpo de Santa Teresa de Jesús no se halle en nuestra ciudad, como fuera el deseo vehementí­simo de todos los avileses.

»Se ha padecido, pues, una gran injusticia y se ha cometido un craso error al eliminar del monumento a las grandezas de Ávila el nombre del famoso guerrero y po­lítico, honra y prez de esta provincia.

«Esa injusticia y ese error debe subsanarlas la Dipu. tación provincial que cometió una y otro.

«Mientras no se haga así, los avileses serán tachados de ingratitud y de ignorancia.»

Hasta aquí lo escrito por D. Leoncio Cid.

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158 FELIPE P E D R E L L

En cuanto a mi caso particular, el dato más rico en promesas recibido de Avila fué, con toda su abrumadora elocuencia, el siguiente:

«He preguntado y dado nota a los curas a ver si se encuentra la partida de bautismo del Sr. Vitoria (sic ¡Señor Vitoria!), si alcanza a aquella época. He visto el Ayuntamiento y no se encuentra nada. Me ba ofrecido un anticuario traerme las noticias que encuentre. En la Catedral, nada.»

Nada, nada, nada. ¡Afortunadamente, para mí, el anticuario trajo las noticias que encontró! ¡Peregrinas! Copió lo que escribe Saldoni en su Diccionario y... ¡toda­vía no be salido de mi asombro!

X X X I

Fuera de las Dedicatorias de las distintas ediciones de obras de Victoria, que nos ofrecen el dato más vivo y fehaciente de su personalidad moral y artística, y fuera de las afirmaciones rotundas de alguna que otra fecha que nos da la seguridad y veracidad de una com­probación sobre la cual no hay que volver, todo lo de­más son series y más series de incógnitas, de negaciones si se quiere, que no destruirán mi afirmación absoluta y convencida, que repetiré por última vez, al poner punto al presente estudio: que Victoria, para consagrar su ánimo a la divina contemplación, como correspondía a un sacer­dote—son sus propias palabras—, rehuyó honores y en su humildad cristiana se obscureció voluntariamente, piadosamente.

El trato íntimo con la magna obra de Victoria, que ha sido mi gran institutor de lo poco que sé y siento en

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VICTORIA 159

arte de música, me ha enseñado que estaba en lo cierto-sin necesidad de sacar de quicio el sentido recto de lo­que él mismo nos manifiesta en el verbo irrecusable-de lo que afirma por la fe de su palabra, y el no menos irrecusable, aunque no expresado con humanos concep­tos, del sentido ideal de sus propias obras. Por esto no me importa que para comprender a Victoria pueda o-deje de dar yo mismo por acabadas mis investigaciones en la parte relacionada con la biografía, especialmente, y que el buen resultado de éstas, para quien las em­prenda de nuevo, sea o no hijo de una feliz casualidad. ¿Por qué? Porque no creo que las investigaciones, fuera-del sentido recto y del sentido ideal que acabo de ex­poner, modifiquen las líneas generales de la personali­dad moral y artística del insigne maestro abulense tai-como yo me las he trazado, tal como se las puede trazar el lector en su ilustración y rectitud.

Pero he hablado antes de afirmaciones rotundas, y de incógnitas terminantes que ofrecen los hechos de la. vida de ese artista incomparable cristiano.

Recorrámoslos, sintéticamente, trazando para termi­nar mi trabajo, algo así como un resumen de esos hechos-para que el lector los tenga presentes y absuelva al bió­grafo si no de la derrota sufrida, de la parquedad que en. hecho de investigación le ofrezco.

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C O N C L U S I Ó N

Es absoluta la afirmación de que Victoria nació en Avila: lo confirma él en las ediciones princeps de sus obras, escribiendo abulensis (abulense, natural de Avila o de tierra o tierras de Ávila).

Insiguiendo la costumbre de ortografiar anticuada­mente la palabra vitoria por victoria, propia de su ape­llido, escribe Vitoria o Victoria, indistintamente, en unos u otros documentos, mas nunca emplea la primera forma ortográfica en ninguna edición de sus obras.

Hasta abora se ha buscado la partida de bautismo de Victoria en la misma ciudad de Ávila, pero ¿pudo ser posible, acaso, que naciera en la villa de Sanchidrián, que es tierra de Ávila, como su hermano Juan Luis? Las investigaciones en este sentido han sido hasta ahora negativas.

Absolutamente negativas son también las investiga­ciones acerca de la fecha exacta de su nacimiento, que según mi opinión ha de colocarse entre los años de 1530 y 1535; las de su partida a Roma «después de ordenado de presbítero en Ávila, y realizada por completo su edu­cación musical»; incierta la de su ingreso como cantor en el Cóllegium Germanicum Hungaricum de Roma (el año 1565, según Haberl, el año 1566, según el historia­dor del Cóllegium, Cardenal Andrés Steinhuber); incier­tos, también, el lapso de tiempo que rigió el magisterio de capilla del Cóllegium, como la fecha de dejación del

íi

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magisterio referido, que según Haberl mantuvo hasta el año de 1583...

La coincidencia del ingreso de Victoria como cantor en el Collegium (1565, fecha señalada por Haberl) con el privilegio de 14 de Diciembre del mismo de 1565, según el cual (vide mím. 1, Apéndice II), Felipe II otorga a Victoria 45.000 maravedises, situados en las rentas del servicio y montazgo de los ganados de estos reinos, llama mucho la atención, no solo porque significa la gran fama que adquirió el insigue maestro abulense, sino porque implica una correspondencia de afecto a la persona del Cardenal Otón Truchses, protector de Victoria, con quien «había estado siempre ligado con fidelísimo vínculo de benevolencia.»

¿Cuándo regresó a España «llegada la hora de volver a la patria después de larga ausencia» como nos dice el maestro en la dedicatoria a Felipe II del segundo libro de Misas impreso en Roma, como ya sabemos, en 1583? Se ignora. ¿Cambió, acaso, de resolución y permaneció en Roma durante algún tiempo? No se sabe. ¿La colec­ción de Motecta festorum totius anni dada a luz en 1585 en Roma, y el Officium hebdómadas Sanctce aparecido, también, el mismo año en Roma, implican necesaria­mente, su presencia en la capital del orbe católico? Sí y no. Si quedó en Roma ¿qué hizo durante aquel lapso de tiempo hasta que reaparece en Madrid como «clérigo capellán de la Emperatriz, residente en la Corte»? (1596, vide núm. 3, Apéndice II). Si pudo regresar, efectiva­mente, a España, ¿dónde residió durante aquellos años?

Tampoco se sabe a ciencia cierta cuándo entró al servicio de la Emperatriz María en calidad de capellán. Ocupaba ya la plaza en 1594, según se colige de una carta de Felipe II al duque de Sesa, su embajador en

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VICTORIA 163

Eoma, fechada en Madrid a 21 de Enero, y en la que señala 150 ducados «en favor de Tomé de Vitoria, clé­rigo presbítero de la diócesis de Avila, capellán de la Se-

! renísima Emperatriz, mi muy clara y muy amada her­mana.» (Vide Apéndice II, núm. 2).

¿Seguiría, acaso, a esta augusta dama, hija, esposa, nuera y madre de Emperadores, y figuraría, quizá, en el personal de su Casa y Corte? ¿Desde qué época? ¿Está aquí, acaso, la incógnita que se trata de averiguar? Es posible si se recuerdan los detalles expuestos ante­riormente en el párrafo XXV: que la Emperatriz, mujer de Maximiliano II, después de enviudar regresó a Espa­ña en 1581; que pasó de Madrid a Lisboa, donde se hallaba entonces su hermano Felipe II; que entró con éste en Madrid en 1582, etc.

Desde 1596 a 1607 el archivo de protocolos notaria­les de la villa y corte nos ha conservado numerosos do­cumentos relativos a la estancia y últimos días del insigne maestro en Madrid, siempre al servicio de la Emperatriz María y su hija Margarita.

Hay de todo en esta curiosa documentación, expuesta en el Apéndice II:

Poderes para cobrar rentas: números 3—7,11, 13, 14, 16, 17—23, 25, 26, 28—34, o para cobrar libros de música, 12.

Concierto de Julio Junti de Modesti sobre la impre­sión de un libro músico (la edición de 1600 que puso a Victoria en tan apurados trances financieros): núm. 8, de Hans Brevos, organero flamenco, 24.

Testamento de Juan Luis, hermano de nuestro Tomó de Victoria, y nombramiento de curadores de los hijos de Juan Luis, 9, 10.

Cartas de pago, núms. 15 y 36.

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Cesión de rentas, gajes, etc. (hipotecas), núm. 27. En estos documentos, sin embargo, no se resuelve el

importante problema de la fecha en que dejó de existir el insigne maestro abulense. Sobre esta incógnita reitero lo que más arriba he expresado.

Pero lo que nos ha descubierto esa documentación es que Victoria pasó los úlimos años de su gloriosa vida no en el coro del monasterio dirigiendo, como era de esperar, la capilla de música, sino en la tribuna del órgano y agraciado con un muy tenue salario, como se lee en el documento núm. 35, encabezado: Yo el Rey.

No quiero comentar lo que se desprende, tristísima-mente, del mandamiento real que acabo de citar, dado, seguramente, en 2 de Julio de 1611, pues se halla reco­gido en dos del mismo día, mes y año... Y porque no quie­ro, ni podría comentarlo sino con frase indignada, cedo la palabra a mi fraternal amigo Mitjana:

«Queda, pues, probado que el insigne maestro abu­lense hubo de contentarse durante las postrimerías de su vida con el puesto modesto y subalterno, mezquina­mente asalariado, de organista de las Descalzas Reales, precisamente cuando dentro del género religioso no reconocía rival entre los compositores de su tiempo, no solo de España sino en el mundo entero. La ingratitud es siempre odiosa; pero escandaliza y subleva cuando la vemos ensañarse contra uno de los genios más puros de nuestra raza, cuya gloria es verdaderamente mundial. Quizá tales sinsabores apresuraron el término de sus días, siendo lo más triste que ni aun después de su muerte, nadie se acordó de su memoria en su propia patria1.»

1. Vide el último estudio sobre el arte musical contemporá­neo en España, de su libro: ¡Para música vamos!

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A P É N D I C E S

I

1.—13 Enero 1563. Escritura, ante el notario Diego de Salcedo, de ven­

ta e imposición de censo al quitar, a favor de la ciudad de Ávila contra Lázaro Sánchez y María de Vitoria, su mujer.—(Archivo municipal de Ávila, legajo 10, nú­mero 36).

2.—15 Septiembre 1565. Escritura de imposición de un censo a favor de la

ciudad de Ávila por Antonio Díaz en unas casas del ba­rrio de San Esteban, y diligencias de ejecución. Da fe el actuario Juan Bautista Vitoria.—(ídem, ídem, legajo 10, núm. 38).

3 . - 3 Agosto 1594. Escritura, ante el notario Jerónimo Calderón, de

reconocimiento de censo a favor de la ciudad de Ávila contra Isabel de Vitoria, hija de Lázaro Sánchez y María de Vitoria.—(ídem, ídem, leg. 10, núm. 36).

4 . - 2 Enero 1596. Escritura de censo por el municipio de Ávila para

sufragar los gastos de traslación de la reliquia de San Segundo a la Catedral, a favor de Luis de Victoria, mer­cader.

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166 FELIPE PEDRELL

" 5.—13 Agosto 1603. Carta de censo en que firma Luis de Victoria, «vecino

de esta ciudad.» Se hacen constar, «estando presentes», los nombres de María de Victoria, «vecina de esta ciu­dad, viuda de Gil Martín, vecino de esta ciudad»: y dicej «que no embargasen estas mejoras de censo», siendo! testigos de la carta Diego de Morales, cura de San Juan! de Ávila, Obregón y otros, «naturales de esta ciudad».' Encabezan este documento Luis de Victoria y Bernardoj de Cuellar, «cuñado de dicha María».

6.—19 Agosto 1620. I Escritura otorgada por María de Victoria, viuda de!

Gil Martín, transfiriendo un censo a su yerno Bernardo de Cuellar, cuya escritura está pasada ante Juan Bau! tista de Vitoria, «escribano real y público de número de1

la dicha ciudad de Avila.» — (Archivo municipal de Ávila, leg. 5, núm. 5).

I I

1.—Privilegio de S. M. de 45.000 mrs. (maravedises),! situados en las rentas del servicio y montazgo de gana-: dos de estos reinos, en favor del Maestro Tomó de Vito-j ría.—Madrid 14 de Diciembre de 1565.—(Protocolo dej Juan Pablo Quadrado, 1565). j

2.—Carta de S. M. al Duque de Sesa, Embajador enj Roma, señalando 150 ducados sobre los frutos del Obis-j pado de Córdoba en favor de «Tomé de Vitoria, clérigo! presbítero de la diócesis de Ávila, capellán de la Serení­sima Emperatriz, mi muy clara y muy amada hermana.»; —Madrid 21 de Enero de 1594.—(Arch. Hist. Nac.H Libro 3.° de Iglesias, fol. 236). í

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VICTORIA 167

3.—Poder de Tomé de Vitoria, clérigo capellán de la Majestad de la Emperatriz, residente en la Corte, a su hermano Juan Luis Vitoria, para cobrar de Francisco y Pedro de Maluenda 65.000 mrs. de la renta de todo el año de 1596, de otros tantos de juro de por vida conforme al concierto hecho entre ellos.—Madrid 17 de Febrero de 1596.—(Protocolo de Pedro de Prado, 1596).

4.—Otro al mismo para cobrar del receptor de la ciudad de Jaén 150.000 mrs. de las rentas de los dos años de 1597 y 1598 de los 75.000 mrs. que tienen doña Francisca de Loaysa y D. a Isabel de Vitoria y Loaysa de juro en cada un año por sus vidas.—Madrid 17 de Febrero de 1596.—(Ibídem).

5.—Otro al mismo para cobrar los frutos del benefi­cio que tiene en la villa de Mondéjar, y que valen 100.000 mrs.-Madrid 17 de Febrero de 1596.-(Ibtdem).

6.—Poder de Tomé de Vitoria, clérigo capellán de de la Emperatriz, a Juan Martínez de Alegría para cobrar del Tesorero de las alcabalas de Jaén 200 duca­dos de la renta de todo este presente año, que son del juro que tiene en dicha renta por privilegio de S. M. en cabeza de D. a Isabel de Vitoria y Loaysa y D. a Fran­cisca de Loaysa.

ítem para cobrar los 150 ducados de pensión sobre el obispado de Córdoba que tiene por bulas de S. S. y los 120 ducados, que de gajes tiene por la Señora Em­peratriz.— Madrid 9 de Febrero de 1598.— (Ibídem, 1598, fol. l.°)

7.—Poder de Tomé de Victoria, capellán de la Ma­jestad de la Emperatriz, a Diego de Vergara Gaviria y Juan López de Oreitia, residentes en Sevilla, para cobrar de Juan López de Mendoza, que vino en la flota que ha llegado de las Indias, cien pesos de a nueve reales que

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ha traído consignados para el otorgante por el Dr. Solís, abogado en Lima.—Madrid 12 de Marzo de 1598.— (Ibídem).

8.—Concierto de Julio Junti de Modesti con Tomó de Vitoria, capellán de la Emperatriz, sobre la impresión de un libro de música, compuesto por dicho Vitoria.

l.° Dentro de seis meses Junti empezará la impre­sión, a toda su costa, en papel ordinario y de cuartilla como los que se hacen en Venecia.

2.° La impresión será de 200 juegos, de a 80 pliegos cada uno.

3.° Junti podrá además imprimir para sí otros 100 juegos, a condición de que éstos no se puedan vender sino después del año de acabada la dicha impresión.

4.6 El autor pagará al impresor 2.500 reales, 1.000 reales al contado, 500 cuando empiece la impresión, 500 a la mitad de ésta y 500 al terminarla.—Madrid 1.° de Octubre de 1598.—(Protocolo de Pedro de Prado).

9.—Testamento de Juan Luis de Victoria: Madrid 21 de Marzo de 1599, ante Pedro de Prado, abierto ante Luis de Gálvez en 24 de Julio de 1599.

Cabeza del testamento: «Juan Luis de Victoria, veci­no de Sanchidrián, tierra de la ciudad de Ávila, residente en Madrid, hijo de Francisco Luis de Victoria y de Doña Francisca Suárez, nombra curador de sus hijos a Anto­nio Suárez de Victoria, su hermano, o al Dr. Agustín Suárez de Victoria o a Tomó de Victoria, o al Lic. Geró­nimo de Mirueña.»

Juan Luis de Victoria (hermano de Tomé, según se expresa arriba en el documento núm. 3 del presente Apéndice) estuvo casado con D. a Juana de Loaysa.— (Diego Eomán, 1599-1600, folio 308).

10.—Tutela de los hijos de Juan Luis de Victoria

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VICTORIA. 169

(Diego Antonio de Victoria y D. a Isabel de Victoria y Figueroa).—Madrid 4 de Agosto de 1599.

(El Dr. Agustín Suárez de Victoria y Tomé de Vic­toria, clérigos, no aceptan el cargo de curadores, según cláusula del testamento, por estar ocupados en el servi­cio de la Emperatriz y otros negocios.—Madrid 4 de Agosto de 1599).—(Ibídem).

11.— «Sepan quantos esta carta de poder vieren como yo Tomó de Vitoria, capellán de la Emperatriz nuestra señora, residente en esta villa de Madrid, hijo de Francisco de Vitoria y Doña Francisca Suárez, su muger, mis padres difuntos, otorgo que doy mi poder cumplido... a Doña María de la Cruz y Vitoria, mi her­mana, estante en la ciudad de Valladolid.»

(No se otorgó, y en su lugar se extendió este otro):: «Poder de Tomó de Vitoria, a Juan Fernández de

Córdoba, para cobrar de los bienes y espolios de don Francisco Eeynoso, obispo que fué de Córdoba, la rata. que se le debe desde el día de San Juan de Junio de este año hasta el día en que murió dicho señor, de los 150' ducados de pensión anual que tiene situados en dicho obispado. ítem para cobrar del Sr. Nuncio de S. S. lo que corriere desde dicho día en adelante de la citada pensión.»—Madrid 31 de Diciembre de 1601.—(Ibídem,. 1601, fol. 1066).

12.—Poder del Maestro Tomó de Vitoria al contador Alonso Méndez, para cobrar del canónigo obrero de la. Catedral de Málaga 50 ducados que la dicha iglesia le libró en él por unos libros de música que di para el ser­vicio de ella.—Madrid 26 de Enero de 1602.—(Protocolo-de Luis de Herbias, 1602, 1.°, fol. 106).

13.—Poder del Maestro Tomó de Vitoria, capellán de la Emperatriz, a Diego Fernández de Córdoba, teso-

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170 FELIPE PEDRELL

Tero de la Santa Cruzada, para cobrar de la mesa capi­tular y obispado de Córdoba, 75 ducados que se le de­ben de la mitad de los 150 que tiene de pensión anual por bulas apostólicas sobre dicho obispado, y son de lo •corrido desde San Juan a Navidad de 1602.—(Ibídem, 1603, fol. 49).

14.—Poder del Maestro Tomé de Vitoria para cobrar los frutos y rentas de la prestamera que tiene en la igle­sia parroquial de Mondójar y son del año pasado de 1602.—Madrid 18 de Enero de 1603.—(Ibídem, fol. 104).

15.—Carta de pago del dicho Maestro al Tesorero de Cruzada por las pagas segunda de 1601 y primera de 1602 de la pensión que tiene sobre el obispado de Cór­doba.—Madrid 30 de Enero de 1603.—(Ibídem, fol. 191).

16.—Poder de Tomó de Victoria, capellán de la Em­peratriz (q. s. e. g.) para cobrar del Arzobispo de San­tiago los maravedises corridos de la pensión que tiene •en el obispado de Segovia desde principios de 1602 basta que dicho Señor dejó el obispado de Segovia.— Madrid 30 de Septiembre de 1603.—(Protocolo de Alon­so de Carmona, 1603, 2.°, fol. 826).

17.—Poder del Maestro Tomé de Victoria a Diego Fernández de Córdoba para cobrar los maravedises corridos desde el día de Navidad de 1602 hasta 30 de .Julio de 1603, de la pensión de 30 ducados que tiene cada año de renta sobre el obispado de Córdoba.— Madrid 1.° de Octubre de 1603.—(Ibídem., fol. 845).

18. — Poder del Maestro Tomó de Victoria para cobrar la renta de este año de la prestamera de Mondó­

jar.—Madrid 10 de Noviembre de 1603.—(Ibídem, 1603, 4.°, fol. 2823).

19.—Poder del Maestro Tomé de Victoria a doña María de la Cruz y Victoria, su hermana, para cobrar

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V I C T O R I A 171

durante diez años las rentas del préstamo que tiene en Valdescapas, obispado de León.—Madrid 18 de Noviem­bre de 160B.—(Ibídem, fol. 2904).

20.—Poder del Maestro Tomé de Victoria a don Diego Fernández de Córdoba, Tesorero de Cruzada de la ciudad de Córdoba, para cobrar del Obispo de dicha ciudad todos los maravedises corridos desde 1.° de Agosto hasta fin de Diciembre de 1603, de los 150 duca­dos que de pensión anual tiene por bulas apostólicas sobre las rentas de dicho Obispado.—Madrid 8 de Enero de 1604.—(Ibídem, 1604, 1.°, fol. 72).

21.—Poder del Maestro Tomó de Victoria, capellán de la Emperatriz que está en él cielo, a Francisco Lozano, vecino de Segovia, para cobrar del Obispo de dicha ciudad todos los maravedises que se le dieron de la rata desde 13 de Agosto de 1603 hasta fin de Diciembre, de los 100 ducados que tiene de pensión anual por bulas apostólicas sobre los bienes y rentas del obispado.— Madrid 11 de Enero de 1604.—(Ibídem, fol. 70).

22.—Poder de Tomó de Victoria al P. Martín Per-serio, capellán de la Emperatriz, para cobrar 200 duca­dos que se le deben de la pensión de 100 ducados anuales sobre los bienes y rentas del obispado de Sego­via, y son de los años 1602 y 1603.—Madrid 11 de Febrero de 1604.—(Ibídem, fol. 393).

23.—Poder del Maestro Tomé de Victoria a Luis de Onguero, para cobrar 150 ducados por tantos que el Obispo de Córdoba le libró de lo corrido desde San Juan de Junio de 1603 a igual fecha de 1604, de la pen­sión anual que tiene sobre los bienes de dicho obispado. —Madrid 17 de Agosto de 1604.—(Ibídem, 2.°, fol. 378).

24.—Concierto de Hanz Brevos, flamenco, organista (sic por organero) del B.ey, con el Convento de Nuestra

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Señora de los Angeles, sobre hacer un órgano nuevo para dicha iglesia.

Firma como testigo: Tomé de Victoria.—Madrid 19 de Agosto de 1604.—(Protocolo de Francisco Testa, 1604, 2.°, fol. 804).

25.—Poder del Maestro Tomó de Vitoria al Licen­ciado Juan Martines, clérigo, vecino de Mondéjar, para cobrar de Pedro Sánchez, vecino de la dicha villa y arrendador de trigo, 89 fanegas y 10 y 1 ¡ 2 celemines de trigo; de Alonso López, vecino de Auñón, 59 fanegas y 8 y celemines de cebada; y de Juan Sánchez Poyatos, vecino de Almonacid, 5.907 mrs. «que me tocan de cor­deros... que se me deben, como a prestamero que soy del préstamo que tengo en dicha iglesia.»—Madrid 9 de Noviembre de 1604.—(Protocolo de Alonso Martínez, 1604, fol. 618).

26.—Poder de Tomé de Vitoria, capellán de la Em­peratriz difunta, a Antonio Suárez de Vitoria, su hermano, residente en Valladolid, para cobrar 100 ducados «que me ha hecho merced el serenísimo Archiduque Alberto de Flandes por unos libros de música, librados en el señor D. Juan Carrillo.»—Madrid 23 de Noviembre de 1604.—(Protocolo de Alonso de Carmona, 1604, fol. 493).

27.—Cesión que hizo el Maestro Tomó de Vitoria, capellán de S. M., en favor de D. a Isabel Díaz y Poe, de 120 ducados de renta anual que la Emperatriz doña María le había dejado por sus días, según su testamento, por precio de 720 ducados que le entrega D. a Isabel Díaz.

Tomó de Vitoria hipotecó: El préstamo de Mondéjar, que vale cada año 300

ducados de renta. 150 ducados de renta y pensión anual sobre el obis­

pado de Córdoba.

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VICTORIA 173

100 ducados sobre el obispado de Segovia. 120 sobre el obispado de Zamora. La renta del préstamo de la villa de Yuarna. Y 200 ducados de gajes «que tiene de S. A. la Prin­

cesa, mi Señora.»—Madrid 1.° de Enero de 1605.— (Protocolo de Luis de Herbías, 1605, 1.°, fol. 7).

28..—Poder de Luis Onguero a Tomé de Vitoria.— Madrid 8 de Enero de 1605.—(Protocolo de Juan Calvo Escudero, 1605).

29.—Poder del Maestro Tomé de Vitoria a Agustín Valverde para cobrar del Obispo de Sigüenza 100 duca­dos que se le deben de la pensión que por bulas apostó­licas tiene en dicho obispado, y son de lo corrido de un año que se cumplió por San Juan de Junio del presente año.—Madrid 28 de Julio de 1605.—(Protocolo de Luis de Herbías, 1605, 2.°, 1329).

30.—Poder del Maestro Tomé de Vitoria a Pedro del Río para cobrar del Arzobispo de Toledo 150 duca­dos de lo corrido de todo el año de 1605 que tiene de renta anual sobre dicho arzobispado.—Madrid 15 de Enero de 1606.—(Ibídem, 1606, 1.°, fols. 78 y 121).

31.—Otro a Luis de Onguero para cobrar del Obispo de Córdoba otros 150 ducados del año 1605, que tiene sobre dicho obispado.—Madiid 16 de Enero de 1606.— (Ibídem, fol. 121).

32.—Poder del Maestro Tomé de Vitoria a Agustín de Valverde, residente en Segovia, para cobrar del Obispo de dicha ciudad 100 ducados que se le deben de lo corrido de un año, que ha cumplido en San Juan de este año, de la renta anual que tiene por bulas apostóli­cas sobre dicho obispado.—Madrid 26 de Junio de 1606. —(Ibídem, 2.°, fol. 1218).

33.—Poder del Maestro Tomó de Vitoria al Doctor

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Martin Rodrigo, canónigo de Albarracín, para cobrar de dicho cabildo 150 reales, que ha librado en su favor por «los libros de música que di para el servicio y ornato de los oficios divinos que en la dicha iglesia se cele­bran.»—Madrid 19 de Diciembre de 1606.—(Ibídem, 3.°T

fol. 775). 34.— Poder de Tomé de Victoria, capellán que fué

de la Emperatriz, a Pedro del Río, racionero de Toledo, para cobrar del Arzobispo de Toledo 150 ducados quo le corresponden como cesionario de Luis Onguero, cape­llán del Rey (según poder ante Juan Calvo Escudero a 8 de Enero de 1606).—Madrid 10 de Enero de 1607.— (Protocolo de Antonio de la Calle, 1607, 1.°)

35.— «El Rey. Por quanto por declaración y aflicio-nes que hize el año de 1601 a la escritura que otorgó la serenísima Infanta de Castilla Doña Juana, Princesa de Portugal, mi muy amada tía que haya gloria, por la qual fundó y dotó el monasterio, iglesia y capilla de las Des­calzas de la villa de Madrid, ordené y mandó entre otras cosas hubiese un organista de habilidad y suficiencia a quien se diesen 40.000 maravedís de salario cada año según que más largamente se contiene en la dicha decla­ración y adiciones, y por haber sido informado después que el dicho salario era muy tenue para tener con él la. persona que la dicha capilla había menester para servir el órgano y que convenía acrecentarle, y que Thomé de-Victoria que servía este oficio el año 606 (1606) lo había hecho dos años con el dicho salario, tuve por bien como-patrón de dicho monasterio, iglesia y capilla por una mi cédula firmada de mi mano y refrendada de Francisco G-onzáles de Heredia, mi secretario, hecha en la villa de­Madrid» (no se copia la cédula porque según dice al margen assentose esta cédula en el libro de la Cámara

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VICTORIA 175

donde toca). (Sin fecha, pero dada en 2 de Julio de 1611,. pues se halla entre dos del mismo día, mes y año). (Ar­chivo Hist. Nac—Iglesias, libro 8.°, fol. 246).

36.—Carta de pago de D. a Luisa Vicentelo Leca,, viuda de D. Felipe de Zúniga, de 45.000 mrs. de la renta del servicio y montazgo del año 1620 «los mismos que-el Licenciado Tomé Luis de Victoria tenía y dexó por privilegio del Rey Nuestro Señor despachado en su cabeza situado sobre la dicha renta a razón de a catorce^ el millar dado en catorce de Diciembre del año de mil y quinientos y sesenta y cinco (véase el doc. núm. 1 del presente Apéndice), el qual dicho Licenciado falle­ció, por cuya muerte le heredó Nicolás de Negra Victo­ria.»—Madrid 23 de Abril de 1624. — (Protocolo de­Jerónimo Sánchez de Aguilar, 1624, fol. 1559).

III

No le disgustará al lector trabar conocimiento intime con el autor del Epigrama protéptico a quien Victoria llama Presbítero de Fossano, ya de antiguo muy amigo' suyo.

El P. Juvenal Ancina fué uno de los primeros y más característicos compañeros y discípulos de San Felipe-de Neri. Nació en Fossano el 19 de Octubre de 1545-Despuós de doctorarse de Filosofía y Medicina en Turín pasó a Roma, estudió Teología, y admirador de San Fe­lipe, indujo a su hermano Mateo a entrar en la Congre­gación, lo que realizaron en Octubre de 1568. En 1586r

poco después de publicado el epigrama que figura en la edición arriba señalada, se trasladó a Ñapóles a fin de dar prestigio a la naciente casa filial recién establecida-

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•en esta localidad. Volvió a Roma en 1596, y nombrado Obispo de Saluzzo buyo en 1597 del convento vallice-llano para rehuir un nombramiento que le atribulaba llenándole de espanto. Precisado por obediencia a acep­tar el cargo, fué consagrado Obispo el año 1602, mu­riendo envenenado, víctima de su celo, de allí a dos Años, por venganza de un malvado a quien había osado reprender su mala conducta.

Es autor de dos colecciones de Laucli, insiguiendo la costumbre de este género de publicaciones, iniciadas por los P. P. Oratorianos, especialmente por el piadosí­simo cantor de la Capilla pontificia (y otro de los prime­ros compañeros y discípulos del fundador de la Con­gregación) P. Francisco Soto, oriundo de Langa, diócesis de Osma.

La primera raccolta de Laucli del P. Ancina se titula: Tempio Armónico \ della Beatissima Vergine N. S. fábri-

-catoli per opra \ del R. P.... P. della Congreg. dell' Ora­torio | Prima parte a tre voci stampata in Roma \ da Nicolb Mutij, 1599.

Consta de tres opúsculos en 4.° correspondientes a •dos voces de Soprano y Basso de 155 págs. Contiene 159 composiciones a tres o más partes, algunas repro­ducidas de Laudi anteriores. De la música es autor el P. Francisco Soto. En el índice aparece el nombre de dos compositores españoles, desde luego el P. Soto, y el maestro Cristóbal Montemayor, autor de las dos compo­siciones que figuran en las págs. 27 y 95.

La segunda parte del Tempio Armónico del P. Anci­na apareció el año siguiente, colaborando en ella un sacerdote regular y poeta, Arascione, que ayudó al P. Ancina en su tarea de poner a lo divino textos origi­nariamente profanos de unos y otros cantos populares,

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entre ellos no pocos españoles que recordaría el músico colector, P. Soto. Titúlase: Nuove laudi avióse \ della Beat.ma Vergine \ scelte da diversi autori \ a quattro voci | per il Rever. D. Giovanni Arascione \ Piamontese da

Cairo Prete \ secolare \ In Roma, per Nicolb Mutii, 1600. Consta de cuatro opúsculos en 4.°, uno para cada

parte vocal, de 75 págs. Contiene 60 Laudi. El mayor contingente musical como en la colección anterior, per­tenece al P. Soto, y las cuatro composiciones de las pá­ginas 6, 9, 11 y 31 al maestro Montemayor.

Para más detalles acerca de la personalidad del P. Ancina, considerado como médico, filósofo, teólogo, poeta y músico, vide Domingo Alaleona, Studi sulla Sto-ria dell' Oratorio Musicale in Italia (Torino, Fratelli Bocea, 1908).

El P. Ancina, compañero del P. Soto y amigo y admirador de nuestro Victoria, y no menos del famoso Adriano "Willaert, llega al punto de escribir sobre éste, lo siguiente: «Et si Música humanum inventum est, can­tus tamen nonnullos usque adeo suaves et amcenos reperias, ut divine propemodum, qualis Adrianus exhi-bere consuevit.» (Adrien de la Fage, Diphtherographie, pág. 344).

Los elogios tributados a Willaert dan valor y más realce a los que escribe sobre Victoria en el epigrama de la edición de 1585 (B).

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IV

COMENTARIOS1 A UNA CARTA DEL INSIGNE MAESTRO VICTORIA

Es desconsoladora la penuria de documentación que ofrecen los últimos años de la vida del insigne maestro abulense. Merced a la feliz investigación de un renom­brado musicólogo italiano, el Sr. Eadiciotti, poseemos hoy un nuevo y curioso dato que formará la primicia que hoy ofrezco a la Revista Musical, si bien poco con­fiado en que logre interesar a sus lectores. Comentaré, sucintamente, la aparición del referido dato, que amplia­ré cuando llegue el momento oportuno, en el último volumen de la edición completa de las obras de Thomce Ludovici Victoria abulensis, que lleva ya bastante ade­lantada la casa Breitkopf und Hártel, de Leipzig.

Solicitándome el Sr. Eadiciotti unos datos referentes a «esecuzioni dello Stabat Mater, della Serva padrona e di altre opere di G. B. Pergolesi in Ispagna», para ilus­trar la obra que piensa dedicar al malogrado autor de tan excepcionales creaciones, tuvo el buen acuerdo de comunicarme la copia de una carta de Victoria, acompa­ñada del calco de su firma, y no hay que decir cómo recibiría la gratísima comunicación.

He aquí la carta, tal como la transcribió el Sr. Eadi­ciotti, conservando la ortografía del original:

1. Publicados en la Revista Musical, de Bilbao, en el número 4 correspondiente a Abril del año 1909, y reproducidos en francés en la Internationalen Musikgesellschaft, número Juli-Septem-ber, 1910.

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Serenísimo Señor

El año pasado embie a V. Alt.a diez libritos de música de mil cosas y entre otras yba una Missa de la Vatalla que dio gran gusto al Rey mió S. y pues V. Alt.a no me a hecho de avisarme del Recivo Me he determinado de em-biar otros á V. Alt.a y suplicar los reciva y con ellos mi voluntad. Y se sirva V. Alt.a de hacerme alguna mrd (merced) para ayuda a la estampa que la que se me hicie­re a grande ceros (hé) toda mi vida y suplicar á nro S. poi' la de V. Alt.a y de etc.

Madrid 10 Junio de 1603. La merd. que V. Alt.a me hiciera se podra dar en

Roma a Franc." de SSotto Capellán y Cantar de su Sanc-tidad.

T H O M E D E Y I C T O E I A

Capellán de su Magtad.

De allí a pocos días del interesante envío, el propio musicólogo me remitía un número de la revista Le Mar­che (Annata LT, 1902—Fascicolo I), en la cual, ilustrada con breves comentarios, había publicado la aludida car­ta, intitulándolos: Una lettera inédita del l'insigne maes­tro spagnuolo Tommaso de Victoria a Francesco Maria II della Rovere (duca di Urbino). La carta había aparecido en el Vol. X X X de los Monumenti Rovereschi, que se custodian en la Biblioteca Oliveriana di Pesaro «mare-magnum di manoscritti preziosi — añade el Sr. Hadi-ciotti—che meriterebbe d' essere ampiammente esplo-rato.» En el propio número de la revista publicaba, casualmente, el Sr. Ruggero Mariotti, con el título Le seconde nozze di Francesco Maria II duca d' Urbino, un

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estudio que leí con avidez, como es de suponer, consa­grado a ese amigo y protector, sin duda, de nuestro maestro abulense.

Para conocer, primeramente, al personaje en cuestión, extracto los datos convenientes:

«Morta a di 11 febbraio 1598 Lucrezia d'Este, senza lasciar figliuoli al poco amato consorte, i popoli metau-rensi»'comenzaron a agitarse, temiendo que Clemente VIII «volesse alia morte del Duca Francesco Maria (marido de Lucrezia d'Este) aggiungere ai domini della Cbiesa anche il Ducato di Urbino, come recentemente aveva fatto di quello di Ferrara.» Con Advas solicitacio­nes manifestaban incesantemente «al loro signore il desiderio di vederlo passare a seconde nozze per assicu-rare la discendenza della sua casa...» El duque tenía 50 años y mostrábase poco dispuesto «a ripigliar moglie», ya se comprende: pero movido de las instancias conti­nuas de los que le rodeaban «volle conoscere con cer-tezza quale fosse la vera mente dei suoi subditi», y caso nuevo y único, quizá, en la historia de aquellos tiempos, «scrissc una lettera a tutti i comuni, perché lo consiglia-rono, prometiendo di uniforniarsi alia loro volontá.» La deliberación, nemine discrepante, fué que convenía alta­mente a la felicidad del Estado, que el Duque «ripi-gliasse moglie» para tener sucesión, etc.

La compañera elegida fué Livia, hija de «Don Ippo-lito della Eovere, marchesa di S. Lorenzo in Campo.» Celebráronse, en efecto, con gran contentamiento de todos y excepcionales festejos, las bodas, y cuatro años después (en 1605) la Duquesa probó las delicias de la maternidad, si bien, desgraciadamente, el nuevo prín­cipe no fué destinado a formar la felicidad del Estado, cuya gobernación se le confió, vivo todavía su austero

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padre, ni a perpetuar la estirpe gloriosa de sus antepa­sados. Fué bautizado con gran pompa por el obispo de Fossombrone, y apadrinado por el famoso marqués de Pescara en representación del rey de España.

La historia acabó trágicamente. Un bado adverso se cernió sobre la cuna de Federico Ubaldo: «dopo una breve vita maccbiata di dissolutezze, in odio ai suoi popoli, spregiatore dei mirabili consigli per lui scritti dal padre, e della sua autoritá, a soli 26 anni, fu trovato morto nel suo letto, e non fu pianto.» Quien obtuvo lágrimas de conmiseración fué la pobre Livia della Eo-vere, tan virtuosa dama cuanto infelicísima madre, que después de presenciar, también, la muerte de su anciano marido, acaecida el 28 de Abril de 1631, asistía, como testimonio desolado, al hundimiento de aquella tristísi­ma casa que ella había sido llamada, providencialmente, a continuar, y al traspaso del antiguo e ilustre Estado a la Iglesia, todo, en fin, lo que el Príncipe y sus subditos habían querido impedir con sus desgraciadas nupcias.

Conocida la personalidad de ese malaventurado Du­que de Urbino, veamos ahora, a título de curiosidad, los datos que el Sr. Eadiciotti consigna al publicar la men­cionada carta sobre su autor. Dice que Victoria nació en Avila «circa il 1540». (Ignorándose la fecha exacta de su nacimiento, ha señalado la indicada como probable). «Visse per molti anni in Roma, dove si recó, ancor gio-vinetto (todo esto es justo y Heno de buen sentido), per instruirsi alia scuola dei suoi compatriotti Escobedo e Morales, cantori della capella pontificia» (esta indica­ción, que no tiene precedentes en ningún otro biógrafo de Victoria, consignada por un autor extranjero y ade­más italiano, no tiene precio, porque, realmente, es acer­tada, aunque no pueda probarse).

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Pudo Victoria, en efecto, instruirse bajo la dirección de sus compatriotas Escobedo o Morales, o de cualquiera de los maestros españoles de la capilla papal, Escribano, Ordóñez, Sánchez, etc., que no hubiesen regresado ad patriam cuando él llegó a Roma, «e do ve esercitó l'uffi-cio di maestro nel Oollegio germánico dal 1573 al 1602» (la primera fecha es fielmente exacta, y Victoria entró en el famoso Colegio merced al valimiento de su pro­tector el Cardenal Otto Truchses, a quien el año ante­rior había dedicado su primera edición de obras impre­sas; la segunda fecha no ha podido comprobarse. Es natural 'que después del año 1583, fecha de la magna edición de Misas dedicada a Felipe II, y costeada, sin duda, y por cierto espléndidamente, por éste, «sintiendo las nostalgias de la patria ausente», como dice en la dedicatoria de la edición citada; era natural, repito, que regresase a Madrid, no porque en aquel año de 1602— como afirma el Sr. Radiciotti—fuese «chiamato a diri­gere la cappella reale di Madrid», que no la dirigió jamás, sino «para dedicarse en el retiro, cual cumplía a un sacerdote, a la contemplación de las cosas divinas» —así lo expresa en la mentada dedicatoria, y a ella me atengo después de mil y mil rebuscos e investigaciones inútiles—y por esto ni fué director de la Real Capilla sino, sencilla y modestamente, Capellán de Su Majestad, como suscribe en la carta en cuestión y en los prólogos de sus últimas ediciones).

Llegan ahora, después de estos circunloquios nece­sarios, los comentarios a la carta dirigida al Duque de Urbino.

Desde luego, «los diez libritos de mil cosas», envia­dos en donativo, son los diez cuadernos sueltos de la edición de Matriti, apud Flandrum, anno 1600, ocho en

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las respectivas partes sueltas vocales, uno de composi­ciones a 4, en partitura, y otro ad pulsandum in organi. Dice Victoria que «entre otras mil cosas (u obras) yba una Missa de la Vatalla.» Justamente aparece la tal Missa, que se titula, sencillamente, pro Victoria (novem vocum) no publicada en colecciones de obras anteriores: como añade Victoria en la Missa «dio gran gusto al Rey mío Señor», es lógico pensar que fuese escrita por rue­gos del mismo Felipe III, para conmemorar algún becbo fastuoso de nuestra bistoria, la batalla de Lepanto, por ejemplo, u otra batalla más próxima a la fecha de la edición de la obra. Como el Duque dejó incontestada la carta de Victoria, y como éste reitera el envío, es pre­sumible que le enviara otros ejemplares de la misma colección, puesto que de 1600, fecha de la edición apud Flandrum, a 1603, fecha de la carta de Victoria, se pue­de afirmar, a ciencia cierta, que no existe nueva edición princeps de obras suyas.

Victoria, como Palestrina, como Orlando Lassus, como todos los músicos de su época, tuvo y halló Mece­nas pontificios, regios, cardenalicios y nobles, más es­pléndidos y más rumbosos que los modernos (si acaso existen), pero no tan fastuosamente dadivosos que no le pusieran en el trance que es de leer en el autógrafo, esto es, de pedir «alguna merced para ayuda a la estam­pa» no de una edición de obras futura, sino precisa­mente, y esto es lo que entiendo, de la edición de 1600, a pesar de aparecer dedicada a Philippo III, orbis Vtriv-sqve Monarchce Máximo Thom. Lud. a Victoria S. Cws. Maiestatis Capellanus, y a pesar de todos los pesares y del gusto grande que recibió el Rey al oir la tal Missa pro Victoria.

Digo esto, a ciencia cierta, también, porque después

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de 1600 sólo aparece una edición princeps, la del Offi­cium Defunctorum sex vocibus in obitu et obsequiis Sacra Imperatricis Marie, publicada en Madrid (apud Joannem Flandrum) el año 1605. En el volumen YI de la colec­ción completa de sus obras, antes citada, a punto de pu­blicarse, reproduzco yo esa Missa pro Victoria, a nueve voces.

La recomendación que hace Victoria al Duque de Urbino, «la merced que V. Alt.a me hiciera se podrá dar en Roma a Francisco SSoto», es digna de tenerse en cuenta, por lo que representaba en aquella época el nom­bre de Francisco Soto de Langa, cantor y director de la capilla pontificia; uno de los primeros padres oratoria-nos y como tal intimo amigo del fundador, San Felipe de Neri; editor de una colección de obras del maestro hispalense Juan Navarro (Roma, 1590); colector y com­positor de cinco racolte o Libri délle Laudi Spirituali, que tanta influencia tuvieron en la propagación de la Congregación de Padres Oratorianos o del Oratorio, y en la creación de esta forma de composiciones, que tan alto renombre había de dar, así al iniciador Emilio dei Cavalieri, como a sus gloriosos continuadores, Carissimi y Hsendel, entre los primitivos, Tinel, Bossi, Elgar, entre los modernos... La biografía de Soto, una de las figuras más encumbradas del arte español seicentista, aguarda la pluma de un refundidor concienzudo moder­no... ¡si todo no estuviera por hacer en esta nuestra patria!

En suma, y sea dicho en puridad de verdad, aunque se apene nuestro amor patrio, Victoria solicitaba merce­des «para ayuda a la estampa». La carta dirigida al Duque de TJrbino bien lo acredita: acredítanlo, además, otros dos documentos que yo poseo y del mismo año,

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precisamente, buenos reveladores de la urgencia del caso: un «Poder para cobrar del Arzobispo de Santiago los maravedises corridos de la pensión que tiene en el obispado de Segovia» (Madrid 30 Septiembre 1603), y otro del mismo «a Diego Fernández de Córdoba, para cobrar los maravedises corridos... de la pensión de 150 ducados que tiene de renta en cada un año sobre el obis­pado de Córdoba» (Madrid 1.° de Octubre de 1603).

El hecho es... ¡tristísimo! No hay atenuaciones que valgan ni siquiera recor­

dando que, por las razones apuntadas, rehuyera honores, ni pensando que dada la colocación que tenía en el Colegio romano, valladar opuesto a la reforma luterana, refluyera más su gran renombre de compositor hacia los países del Norte, siendo los propagadores de su renom­bre los discípulos mismos del Colegio al regresar a Ale­mania, su patria, donde, además, se reproducían al cabo de poco tiempo todas las ediciones de las obras que él publicaba en Roma, etc. La fama de Victoria, sí, tendió más hacia el Norte que no hacia España, donde, si aquí era estimado, no empero tan enaltecido y honrado como en Alemania. ¿Quiérese una prueba capital? Ninguna de las obras de Victoria fué transcrita en los geniales tra­tados de cifra para vihuela donde se transcribieron tan­tas y tantas de Morales, de Bernal, de Peñalosa, de los dos hermanos Guerrero, Pedro y Francisco, de Vasquez, el insigne extremeño, de los Flecha, tío y sobrino, y de cien y cien más polifonistas seicentistas. Búsquese en vano en las obras geniales de nuestros vihuelistas, pre­cursores de las formas y de la orquesta moderna; en ninguno de los tratados de esta espléndida foresta de tañedores aparece transcrita una sola composición, ni siquiera (para no citar más que uno) en el de Daza (1576),

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posterior a la primera edición de obras de Victoria, que se reprodujo en seguida en Alemania antes de que llega­se, sin duda, a España.

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P O S T S G E 1 P T U M

Dos grandes intentos de amor al arte, a la vez artís­ticos y patrióticos, pude realizar al poner término a la publicación de la Opera omnia, de Victoria, el insigne músico abulense, y dar por acabada mi partitura sobre la obra magna de Fernando de Rojas, La Celestina, la única, sin duda, que dejó escrita. De Fernando de Rojas yo no sabía más que lo que sabe todo el mundo: lo de aquel proceso inquisitorial en que una Isabel declara «ser fija de aquel que fizo la 3£elibea». En cuanto a Vic­toria, sabía algo más: todo lo que dije en el último volu­men de sus obras, afortunadamente ya publicadas; sobre todo lo que afirmó antes de terminar el extenso estudio dedicado al insigne maestro, en el octavo y último tomo de sus obras (página LXXX, col. primera), en el cual rogaba al lector tuviera presentes por igual ciertas afir­maciones rotundas, y las incógnitas terminantes de los Hechos de la vida de ese incomparable artista músico cristiano «para que absuelva al biógrafo, si no de la derrota sufrida, de la parquedad que en hecho de inves­tigaciones cumplidas y acabadas le ofrezco.»

Pero debe de existir una Providencia especial para los biógrafos, a juzgar por lo que me sucedió algún tiempo atrás al recibir la visita de un simpático joven, buen mozo, de elegancia natural y sin pose, que se decía, según leí en la tarjeta de visita que me pasaron, inge-

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niero, avecindado actualmente en San Sebastián, y me resultó amigo y compañero de estudios de amigos míos. «Llevo en mis venas sangre de Victoria—díjome—del músico abulense, autor de la gran colección de obras que acaba usted de publicar; y también—añadió—de Fernando de Rojas, por la fusión de la familia de éste con aquél, autor del texto de la Tragicomedia-lírica de Calido y Melibea, o La Celestina, que figura entre las últimas obras que usted ha producido.» ¡Figúrese el lec­tor mi sorpresa!

¡Abí era nada la documentación que me ofreció (de buenas a primeras me la ofrecía, desinteresada y noble­mente) sobre esas figuras colmo, de nuestra música, y de nuestra literatura nacionales, llamadas, sencilla y admi­rativamente, Victoria, el émulo de Palestrina, y Rojas, el creador de La Celestina! Había para desvelarme tres noches seguidas, y me desvelé hasta quedar rendido, con las noticias que acababa de darme mi visitante, el señor D. Fernando del Valle, que así signa el providen­cial colaborador que la suerte me ofrecía. Pronto me lo demostró, después de otra visita de despedida, antes de regresar a su residencia de San Sebastián, enviándome un documento excepcional, el primero de los de la serie que, después, ha ido remitiéndome: el árbol genealógico de las familias fusionadas, Victoria-Rojas, que tuve el gusto de publicar en una revista profesional madrileña.

En el árbol genealógico referido, aparecen, desde el siglo xvi, prontamente fusionadas ambas familias al aparecer el nombre de Alonso Bernaldo de Arguello, cuarto biznieto del autor de La Celestina, hasta llegar en los tiempos presentes a los abuelos maternos D. Fran­cisco Lersundi y D. a Elisa Blanco Guerrero, del actual sucesor de la gloriosa familia, el que me proporcionó el

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árbol genealógico de referencia, mi insigne amigo y colaborador D. Fernando del Valle. Colaborador, me honro llamándole, porque lo es, repito, y realmente excepcional, pues me ofrece cuanto faltaba para reinte­grar por completo a la biografía nacional todo cuanto va apareciendo, hasta hoy desconocido, de nuestro insig­ne maestro abulense.

Para preparar esta sorpresa a quienes interese la magna ilustración de Rojas, aparte de la documentación biográfica, tiene, hace seis o siete años, entre manos un estudio crítico de La Celestina, que ya en su primer acto está ya casi terminado, y una vez que lo publique, publi­cará también a continuación un tomo con aquélla, que es, por cierto, muy interesante, según me aseguraba, no hace muchos días, el animoso y entusiasta señor del Valle.

Volviendo, ahora, al tema de mi colaboración espe­cial, parece deducirse del testamento de la hermana de Victoria, llamada D. a María de la Cruz Victoria (y otor­gado en la villa de Madrid a catorce días del mes de Abril de 1611 años) que los padres de Tomás Luis Vito­ria (así suelen escribir el apellido, ortografiándolo a la antigua, como ya hice notar en mi extenso estudio antes citado, los documentos antiguos, aunque jamás se orto­grafía a la antigua el apellido indicado en ninguna de las ediciones princeps de sus obras, pues en todas se lee Thomai Ltidovici Victoria abulensis) parece deducirse del testamento de la hermana de Victoria, indicado—repito — que fueron vecinos de Avila y parroquianos de la igle­sia de San Juan; que el músico vivía en 1611 con su hermana en la feligresía de San Grinós en Madrid.

Claro es que en los 36 Apéndices que aparecen en mi estudio sobre el maestro, no di ni pude dar por ago­tada la documentación referente a la personalidad de

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Victoria. Le tenia dada nota de determinadas investiga­ciones respecto a Victoria a D. Cristóbal Pérez Pastor, quien, en efecto, me proporcionó no pocos datos que de sus profundas investigaciones aparecieron en el archivo de protocolos, que nos dieron un Cervantes nuevo. Pero estaba reservado al empeño de tan adecuada calidad del querido amigo señor del Valle, reconstituir el pasado de los dos antecesores de su noble familia.

No escribo en balde el calificativo, porque ha apare­cido «un caballero de la Orden de Calatrava», quien, para el ingreso en esta Orden, probó la nobleza del apellido Luis de Victoria. En el expediente que hizo para ello el señor del Valle, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional, en la Sección de Calatrava, se encuentran curiosas noticias de la familia de nuestro músico, de quien se posee, también, el escudo que figuraba en la capilla de los Victoria. A mano derecha el de los Victo­ria. A la izquierda el de los Rojas y Arguello.

Pero abramos ya una lista de continuación a aquellos Apéndices precedentes, y vayamos dando cuenta de la aparición de los documentos obtenidos por el señor don Fernando del Valle, secundado por su señor hermano D. Alfonso, sobre sus preclaros ascendentes, notoria­mente sobre los que se refieren a nuestro excelso mú­sico.

A P É N D I C E 37.— «Crines de Voluda, Racionero y Maes­tro de Capilla de la Sta. Iglesia de Toledo, digo que por mandado del Sr. Joan Baptista Pérez, Canónigo y Obre­ro de la Sta. yglesia de Toledo vi un libro de misas de Vitoria estanpado en papel de marca mayor el qual libro es muy bueno y muy provechoso para el servicio desta Sta. yglesia y vale dozientos reales y por la verdad di

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esta firmada en Toledo nueve dias de setiembre de 1585. Gines de Boluda.»

«Sr. Gaspar de Fuensalida Receptor general de la Obra de la Santa iglesia de Toledo mandé pagar al racio­nero Martin de Herrera seis mili y ochocientos mrs. que se libran y los uvo de aver por un libro de música en papel, es de misas compuesto por Vitoria Maestro de la Capilla de Su S. diole para el servicio del coro de la dicha santa iglesia por los dichos mrs. como se declara en lo atrás escripto y se contiene en el asiento deste libramiento fecho en doce de setiembre de mili y qui­nientos y ochenta y cinco años. El maestro Joan Bap-tista Pérez. Por (orden) del Sr. Obrero Lucas Ruiz de Ribera.»

«En 19 de Setienbre de 1585 años recibí del señor Gaspar de Fuensalida los doscientos reales de la libran­za contenida en estotra parte y por verdad firmó mi nombre. Martin de Herrera.»

Este documento lo vio Barbieri en el legajo 2." del Archivo Histórico de Toledo.

A P É N D I C E 38.—Nota de casas que pertenecieron a los abuelos del insigne músico, en Ávila:

«En 17 de Septiembre 1558 el Licenciado Tome Luis de Vitoria, Abogado de la Real Cnancillería de Valla-dolid, vendió con permiso de su hijo Gerónimo de Vito­ria, inmediato sucesor al vinculo que aquel poseía, fun­dado por Hernán Luis Davila, y previa facultad Real, dos pares de casas1 con dos accesorias en los soportales de la plaza del mercado chico de la Ciudad de Ávila, y unas tierras que rentaban 44 fanegas de trigo y 4 de cebada en Hontiveros.

1. ¿Nacería el músico en alguna de éstas?

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Dicho Gerónimo parece tenia entonces 13 años, y era el mayor de los hijos varones. El músico Tome Luis fué primo carnal de este, e hijo de Francisco Luis, her­mano mayor del Licenciado.»

A P É N D I C E 39.— «En 4 de Marzo de 1591, Tome Luis de Vitoria el músico, se hallaba en Madrid y asistió como, padrino al bautizo de su sobrina Doña Isabel de Vitoria Figueroa, hija de Juan Luis de Vitoria su her­mano, Pagador que fue de los Reales Consejos, y de Doña Juana de Loaisa y Prado. Tuvo lugar la ceremo­nia en la Iglesia de San Gines de donde eran parroquia­nos los padres. Murió Juan Luis de Vitoria en 1599 y fue enterrado en la Capilla que tenía su cuñado Don Agustín de Prado en la Iglesia de Santa Cruz.

Doña Isabel de Vitoria Figueroa y Loaisa, abijada de nuestro músico, contrajo matrimonio con el licenciado Don Gerónimo de Mirueña su primo, Abogado que fué de los Reales Consejos, y tuvo de este enlace una hija llamada Doña Maria de Mirueña que casó con Don Diego de Villabeta y Ramírez de Briones, de cuyo matrimonio fue hijo Don Francisco de Villabeta, Mirueña, Briones y Victoria Figueroa, Caballero que fué de la Orden de Calatraba, quien para el ingreso en esta probo la nobleza del apellido Luis de Vitoria, y en el expediente que hizo para ello, que se conserva en el Archivo Histórico Na­cional en la Sección de Calatraba, núm. 2818 se encuen­tran curiosas noticias de la familia del músico.»

A P É N D I C E 40.—Testamento de Juan Luis de Vitoria, Clérigo, del que son los párrafos siguientes:

«Yn Dei nomine amen... vieren como yo Juan Luis de Vitoria Clérigo Presbítero hijo que soy de Hernán Luis y de Leonor de Vitoria su muger... Iten mando que mi cuerpo sea sepultado en la Yglesia de la Antigua

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de esta villa en la capilla del Señor Licenciado Vitoria mi hermano... Iten digo que por quanto el Señor Hernán Luis de Vitoria mi sobrino hijo de Francisco Luis de Vitoria mi hermano, me ha sido y es muy buen sobrino y hu­milde y ubidiente e por aver tenido la virtud que tuvo de servir a cavalleros mucho tiempo y dejó a la señora doña Francisca Suarez su madre toda la rrenta del vinculo de mayorazgo que le dexo el Señor Hernán Luis de Avila mi padre, vecino de Avila por su testamento que otor­gó por ante Andrés martyn de la Trava Escribano pu­blico que fué del numero de la ciudad de Avila...»

El admirable sacrificio de Hernán Luis, dejando toda la renta de su mayorazgo a su madre para que ésta aten­diera a la crianza y educación de sus hermanos menores, entre los que se contaba el que andando el tiempo había de ser ilustre músico, gloria de España, es extraordina­rio, pues por muy mirado y honrado que fuera por los señores a quien sirviera de paje o secretario, este servi­cio había de resultarle carga sumamente pesada a un hidalgo castellano como él, criado bajo la influencia de los prejuicios de la época, y poseyendo rentas con las cuales podía vivir honrosa y holgadamente.

A P É N D I C E 41.—Testamento de Doña María de la Cruz de Vitoria, hermana del ilustre músico y de Hernán Luis de Vitoria, el Mayorazgo:

«In dey nomine amen.—Sepan quantos esta carta de Testamento ultima y postrimera boluntad hieren como yo Doña Maria de la Cruz bitoria vezina de la Ciudad de balladolid estando como estoy buena de enfermedad y en mi sano y entero juicio memoria y entendimiento natural tal qual fue Dios sorbido de me dar temiéndome de la muerte por ser cosa mas cierta de la bida umana como lo enseña la esperencia confirmada por la sagrada

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escriptura que dice, establezido esta el morir a todos los límanos y biendo cuan inzierto y oculto es el lugar el estado y ora en que nos ha de tomar la muerte por estar Reserbado a el solo dios y temiéndome ygualmente aquel espantable y temeroso dia de su grande y uniber-sal juicio que tanto temer debemos, sonando siempre en la oreja de mi memoria aquella boz de gran pabor y confusión que sonara Diciendo, lebantaos muertos y benid a juicio, como sigue de aquella palabra que dize Christo en el ebanjelio, belad y orad que no sabéis la ora ni el dia en que el yjo de la birgen berná porque como nos aliará, ansi nos a de juzgar queriendo por esta Razón ordenar mi anima y descargar mi conzienzia siguiendo la boluntad de mi Señor y Redentor Jesu-christo creyendo como firmemente creo en el misterio de la Santísima trinidad padre hijo y espiritusanto tres personas distintas y un solo dios berdadero y en los catorce artículos dé nuestra santa fee y en todo lo demás que tiene cree y confiesa la santa madre yglesia de Roma en cuya fee e bibido y protesto bibir y morif y teniendo como siempre e tenido y tengo por señora e yntercesora y abogada a la muy alta y ezelentisima Se­ñora Santa Maria birgen madre de mi Salbador y Re­dentor Jesuxpe a quien Ruego y suplico umildemente que no me desanpare en aquel terrible y ultimo tranze y ruegue a su precioso hijo que no permita ni consienta que el demonio engañador con sus falsas yluziones y corcuitos me ataje y perturbe el camino de la gloria y Ruego a los bienabenturados San Pedro y San Pablo y a San Juan bautista y a San Juan ebanjjelista y al Señor Santiago apostóles y al bienabenturado Señor San Fran­cisco alférez de Jesuchristo y a Señor San Esteban y a San Sebastian y al Señor San Lorenzo y al Señor San

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Cosme y San Damián mártires y a Señor San Christobal y a San Agustín y a San Nicolás y a San Ambrosio con­fesor y a San Lázaro y a las bienabenturadas Santa Maria Mad aleña y a Santa Catalina y Santa Clara y Santa Ysabel y todos los otros santos apostóles mártires y confesores y birgenes y Señor San Miguel el ángel con toda la corte celestial que Eueguen a nuestro Señor Jesuchristo que por las entrañas de su misericordia en que nos bistió desde lo alto (?) y por su santísima nati-bidad pasión y muerte y Resurezion al tercero dia y por el adbenimiento del espiritusanto y por su santísima azencion en el cielo me perdone todas mis culpas y pe­cados y no entre en quenta en ellos con esta miserable sierba suya y que yo muera confesándole y llamándole y absuelta plenariamente con la bida y en la muerte y mediante las bulas de la santa Cruzada y goze de todas las demás grazias e yndulgencias y perdones nezesarios espeziales y generales que todos los fieles christianos deben gozar y para conseguir la gloria de la bienaben-turanza y bida eterna para siempre jamas amen, y con estas dibinas ynbocaziones y protestaziones—Otorgo e conozco que ago y ordeno este mi testamento ultima y prostimera boluntad ha onra y alabanza de Dios nuestro señor y de la birgen nuestra señora su bendita madre, en la forma y manera siguiente.

«Primeramente mando que quando la boluntad de Dios nuestro Señor y Eedentor Jesuchristo fuere serbi-do de me llebar desta presente bida le ofrezco y enco­miendo mi anima que Redimió con su preziosa sangre y el cuerpo a la tierra para de fue formado.

» Yten mando y es mi boluntad que mi cuerpo sea se­pultado en la yglesia de San Gines qual presente ese mi pa­rroquia y si mis hermanos quisieren pedir al señor don

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melchor de prado que rne entierren en Santa Cruz con mi hermano Juan luis de bitoria y con mi Señora Doña Ma­ria Suarez de bitoria mi hermana mayor olgaró dello, que es en la Capilla de los prados y sino no se me dá nada, y a de ser mi entierro con ponpa moderada y me entie­rren como hija que soy de Francisco luis ele Vitoria y doña Francisca Suarez de la Concha mis señores padres.

»Yten mando que acompañen mi cuerpo los niños de la dotrina y los de las esportillas de anton martin y les paguen lo acostumbrado.

»Yten mando que si fuere ora de misa quando me entierren me digan mis onras de misa cantada con diá­cono y sudiacono y el cabo de año y lleben doze pobres doze achas y se pague lo acostumbrado.

»Mando que se me digan doscientas misas donde qui­sieren mis testamentarios saibó que las cincuenta dellas se digan en ahila en la yglesia de Señor San Juan por mis padres agüelos tios tias hermanos hermanas y deudos.

«Mando que se me diga la misa de alma en la bitoria y se dé de limosna cuatro Reales.

»Mando que se tome luego la bula de alma. »Yten digo y declaro que un juro que tengo 3ro de

treinta y dos mil ochocientos doze mrs. de Renta cada un año a Razón de a catorce mil lrs. el millar situados en los puertos secos de portugal y mercaderías que ban y bienen como del prebilegio, está dado en Madrid a primero de diciembre del año pasado de nobenta y nue-be mando que los dichos treinta y dos mil ochocientos dose mrs. de Renta en cada un año después de mis dias lo goze por sus dias Doña ysabel de figueroa y bitoria mi sobrina aunque sea monja y si es casada y tubiere hijos sea para ellos y si no los tubiere quiei-o y es mi boluntad que se dé a mi sobrino el licenziado Juan de

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Jñtoria la mitad deste juro, que es yjo de mi hermano fernan luis de Vitoria y de la Señora Doña maria Tellez destrada y para el quiero que si lo heredare que sea bin-culado como es el Mayorazgo de mi agüelo el señor fer­nan luis de ahila, y la otra mitad mando a el señor licen-ziado geronimo de mirueña mi sobrino hijo del señor licenziado alonso de mirueña y esta mitad no a de ser binculada y si el no tubiere hijos mando que todo el dicho juro sea binculado para mi sobrino el licenziado Juan de bitoria y sus herederos y no mando nada desto a mi sobrino Don Diego de bitoria, el que al presente está frayle en san agnstin, porque es ombre y no lo a menester que el y Doña ysabel de figueroa son yjos de mi hermano el Señor Juan luis de bitoria y de la Señora Doña Juana de loaysa que esté en gloria, a quien yo debia mucho y quiero y es mi boluntad que hasta un año después que Dios me llebe desta bida no herede este juro mi sobrina la señora Doña ysabel de bitoria y loay­sa, y sino yo, para mi entierro y para pagar deudas si las tubiere.

»Yten mando que cobren si algo me debieran y pa­guen si yo algo debiera.

»Yten mando a la Señora Doña Maria de abila mi sobrina quinientos Reales después de mis dias por las buenas obras que della y de sus padres Rezibí y es hija del señor licenziado diego de abila y de mi sobrina la Señora Doña francisca de mirueña.

»Yten mando a mi sobrina la señora Doña francisca de mirueña diez ducados y un agnus dey que yo tengo a la cabezera de mi cama y el mejor manto que tengo y me perdone que yo quisiera tener dos mil ducados que la dejar.

«Mando a la Señora Doña Catalina de mirueña mi

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sobrina cuatro eehuras de plata que tengo dos y la con-pren las otras dos en dos ducados.

«Mando que se le dé a Catalina manza un nebero que yo tengo de oro y azul para colgar a su cabezera.

»Yten mando se den a pobres mis bestidos biejos y camisas y tocas biejas.

»Yten mando a la Señora Doña Maria Tellez de bito­ria mi cuñada el'mejor mongil que tengo.

»Yten mando a Doña Maria Tellez de bitoria monja en Santa Catalina de abila dos ducados.

»Yten mando a Fray Antonio Suarez mi sobrino frayle de nuestra Señora del Carmen seis ducados para un abito.

» Yten mando a mi prima Doña Francisca Nuñez Sua­rez que esta en Sanchidrián un mongil mió.

»Yten mando a mis primas hijas del Señor gaspar de belmonte una basquina mia y una camisa a cada una.

»Yten mando al Señor antonio Suarez de bitoria mi hermano un tapetico para delante de la cama y unas almuadas amarillas.

» Yten mando a el Señor agustin Suarez de bitoria mi hermano, abad de toro, una imagen de plata de nuestra señora de la quinta angustia que yo tengo a mi cabecera.

» Yten mando al Señor Tome de bitoria mi hermano unas almoadas de encage blancas y una toalla guarnezida de palillos y que quisiera yo ser poderosa para pagarle lo que le debo.

»Yten mando a las mandas forcosas a cada una seis mrs. y con esto las aparte del derecho de mis bienes.

»Yten mando a luis de bitoria (?) dos ducados para lo que el quisiere.

»Yten quiero que mis testamentarios den algo de mi persona a Maria herraz, criada del Señor Tome de bitoria

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y lo mismo a pasquala de la peña que es criada de mi sobrina Doña Catalina de mirueña.

»Y para cumplir y pagar este mi testamento y las mandas y legados en el contenidos dejo y nombro por mis albazeas y ejecutores del a los Señores Antonio Suá­rez de bitoria y dotor agustin Suarez de bitoria abad de toro y a tome de bitoria Capellán de la magestad de la Emperatriz mis hermanos y a el licenziado Juan de bito­ria mi sobrino hijo del señor fernan luis de bitoria mi hermano y a el señor fernan luis de bitoria mi hermano y a el Señor licenciado Gerónimo de mirueña mi sobri­no y a la Señora Doña francisca de mirueña y a la Se­ñora Doña Catalina de mirueña a los quales y a qual-quier dellos ynsolidum doy poder en forma para que entren en sus bienes y de lo mejor parado dellos cum­plan y paguen lo contenido en este mi testamento.—Y para cumplir y pagar este mi testamento y cumplido y pagado en el remanente que quedare dejo y nombro por mi unibersal heredera en todos mis bienes a Doña Agus­tina Tellez de bitoria que al presente está casada con el Señor francisco Suarez de piedrola y es hija de mi her­mana mayor y mayorazgo que es el Señor fernan luis de bitoria y de la Señora Maria tellez destrada y que sus hijos sean sus herederos de lo que yo la dejare y si al tiempo que dios me Uebara no tubiere hijos que lo hereden sus hermanos della y aya su parte com ellos su marido de la dicha mi sobrina.

»Y Reboco y anulo y doy por ninguno y de ningún balor y efecto otro qualquier testamento que antes deste aya fecho y otorgado por escripto o de palabra o en otra manera los quales quiero que no balgan ni agan fee saibó este el qual quiero que balga por mi testamento e en aquella bia e forma que mejor ubiere Lugar de dere-

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cho en firmeza de lo qual otorgue esta carta de testa­mento de la manera que dicha es ante el escribano publico y testigos de yuso escriptos que fué fecha y otorgada en la villa de Madrid a primero dia del mes de septiembre de mil seiscientos diez años—siendo testigos Juan de trujillo—el mozo—y luis tello de bitoria—y baltasar de los Reyes—y pedro Correas—y francisco Fajardo vezinos y estantes en esta villa y la otorgante que yo el escribano doy fee que conozco lo firmó de su nombre.—Doña Maria de la Cruz bitoria—ante mi Juan de trujillo escrivano—el yo Juan de trujillo escrivano del Rey nuestro Señor vezino de la villa de madrid fui presente—y lo signó y firmé—en testimonio de berdad. —Juan de trujillo escribano.»

«Es copia de la copia legalizada que queda en mi poder.

En Simancas. Juros núm. 731. fol. 82.» A P É N D I C E 42.— «En la villa de Madrid a trece dias

del mes de marco de mil seiscientos diez años1 ante mi el presente escrivano y testigos Doña Maria de la Cruz y bitoria, a quien conozco—dijo que ante Juan de Tru­jillo escrivano de su Magestad otorgó su testamento en el qual deja un zenso a Doña ysabel de loaysa y bitoria de treinta y dos mil ochocientos doce mrs., como se con­tiene en el dicho juro—dijo confirma y confirmó todo lo contenido en el con que el dicho juro lo goze para después de dos años la dicha Doña ysabel y lo que Ren­tare los dos años después de su muerte se cumpla y pague este testamento y después de cumplidas sus man­das lo que sobrare le den a la dicha heredera según se

1. Es del año de 1611, pero sin duda por errata del copista figura 1610.

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VICTORIA 201

contiene en el dicho testamento y declaración del por­que su yntento era gozar el dicho juro después de su muerte dos años y no uno que dice la clausula del por tener mucho que cumplir y pagar según se contiene— siendo a lo susodicho por testigos Juan Polido—francisco de Ordax—y lázaro diaz de ceballos—y luis de oriteal y bitoria (?) y Maestro Tome de bitoria—y por la grabe-dad de la enfermedad no puede firmar rogó a su her­mano el Maestro bitoria lo firmase por ella como testigo. —Maestro bitoria.—-Ante mi Juan Ramírez de San Millan.

»E yo el dicho Juan Ramírez de San millan escrivano de su Magestad presente fui y en fee de ello lo signé en testimonio de berdad.—Juan Ramírez, de San Millan.

En la villa de Madrid a catorce dias del mes de abril de mil seiscientos once años el Señor Doctor Don Juan de abellaneda manrique bisitador general desta dicha villa y su partido bisitó el testamento y se alio esta cun-plido en quanto a misas.—Doctor Don Juan de abella­neda y manrique.—baltasar dominguez.»

«Es copia de la copia legalizada que queda en el ar­chivo de Casa.

En Simancas. Turos núm. 731. fol. 82.» A P É N D I C E 43.—«Don Anselmo Valdés y Val des, Pres­

bítero, Coadjutor primero de la Parroquia de San Grinés de esta Corte, Certifico: Que en el libro segundo de Difun­tos, al folio noventa y tres vuelto se halla la siguiente

Partida: »Tomé de Vitoria clérigo organista de las Descalzas

en la calle del Arenal en sus mismas casas murió oy sá­bado 27 de Agosto de 1611, enterróse en las Descalzas rrecibio los santos sacramentos administroselos el Doc­tor Ronquillo- hizo testamento ante Juan de Trujillo escribano, testamentarios el Licenciado Mirueña que

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202 FELIPE P E D E E L L

bibe en las dichas en la calle del Arenal y don Juan de Trirniño que bibe en las dichas casas.

«Mando 30 misas de almas que se de a tres reales de limosna y a las mandas forzosas a cada una seis más.»

» Concuerda con su original a que me remito. San Gi-nés de Madrid a veinte y dos de Febrero de mil nove­cientos diez y ocho.—Antonio Váleles.*

(Ruego al lector que lea de nuevo todo lo que he dicho antes en los dos párrafos primeros de este Estudio, página 159, y, además, lo que expongo en los números 35 y 36 del Apéndice II (página 174 y siguiente).

En el segundo de los dos párrafos citados, pregunto: «¿Dónde murió? En Madrid, sin ninguna clase de duda. ¿Cuándo? No se sabe. ¿Fueron enterrados sus venerandos restos, como es probable, en el cementerio del entonces llamado Monasterio, iglesia y capilla de las Descalzas» (donde fué enterrada la Emperatriz María, allí, al lado de su protectora, y, como sirviente fiel, al lado de la que le agració con el título modestísimo, acreditándolo e indicándolo el mismo Victoria en todas las ediciones de sus obras): allí, al lado de la Emperatriz, él, el modesto sacerdote, capellán y organista de Su Majestad la Empe­ratriz María?»

Por pura intuición adivinó todo cuanto entraña el descubrimiento de la desde hoy memorable fecha de 27 D E A G O S T O D E 1611.

FIN

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ÍNDICE DE MATERIAS Página

A L LECTOR vn

Homenaje de gratitud a Victoria 9 I.—Victoria y Vittoria 11

H.—Avances biográficos. . 12 III .—Si fué Escobedo el maestro de Victoria. . . . 18 IV.—Si Nanini el anciano fué maestro de Victoria. . 23 V . — Conceptos erróneos de Monseñor Haberl. . . . 28

VI .—El primer maestro del Collegium Germanicum Ungaricum, de Roma 36

VII .—La primera colección de composiciones publicada por Victoria • 42

—El protector de Victoria 44 —Palestrina y Victoria al frente de las dos capillas

romanas 46 —Si Victoria perteneció al personal de la capilla

pontificia 46 —Sobre la pretendida rivalidad de Victoria y Pa­

lestrina 48 —El llamado cigno di Palestrina 49

VIII. —Edición de 1572 (es la primera y muy poco cono­cida) 51

—Dedicatoria de esta edición al Cardenal Otón Truchses 52

I X . - E d i c i ó n de 1576. 56 —Dedicatoria al Duque de Baviera 56

X . —Edición de 1581 (A) 60 —Dedicatoria a Miguel Bonello Cardenal Alexan-

drino 61 —Comentarios sobre esta edición 63 —Edición de 1581 (B) 64 —Dedicatoria de esta edición a Gregorio X I I I . . . 64

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204 ÍNDICE

Página

XI.—Edición de 1583 (A) 67 —Dedicatoria de esta edición a la Virgen. . . . 68 —Edición de 1583 (B) 72 —Dedicatoria a Felipe II 72 —Comentarios sobre esta edición 75 —El sentido recto y literal de las dedicatorias.. . 80

XII.—Edición de 1585 (A) 81 —Dedicatoria a la Santísima Trinidad 81 —Comentarios sobre esta edición que es el Officium

Hebdómada Sanctce 83 —Edición de 1585 (B) 84 —Dedicatoria de esta edición 85 —Epigrama protéptico omonitorio 86

XIII.—Edición de 1589 (A) 90 —Dedicatoria a la Virgen 91 —Edición de 1589 (B) 91 —Dedicatoria del editor-tipógrafo Juan Mayer. . 92

X I V . -Edic ión de 1592. 94 — Dedicatoria de la edición al Príncipe Cardenal

Alberto 95 — Comentarios sobre esta edición 96 —La madre del Cardenal Alberto, la Emperatriz

Maria, nornbra a Victoria capellán de su Cá­mara 97

—En qué incesantes estudios andaba, entonces, en­frascado Victoria. . 98

— Opinión de Haberl, sobre las ediciones de Victo­ria publicadas en Roma (hasta 1592). . . . 99

—Un Vitoria nobile di Siviglia 100 — Datos sobre la familia de Maximiliano II y la

Emperatriz María, su prima hermana, hija de Carlos de Gante 101

—Vuelta a España en 1581 de la Emperatriz y su entrada en las Descalzas Reales de la Corte. 101

X V . —Restitución de Victoria a España y reintegración de hechos y rectificaciones históricas. . . . 102

—Disparates garrafales de varios historiadores nuestros y extranjeros 104

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ÍNDICE 205

Página

—Victoria no ocupó ningún cargo en las dos Capi­llas Reales 104

—Quiénes los ocuparon 104 X V I . —Edición de 1600 (A) 108

—Dedicatoria de esta edición a Felipe III. . . . 111 —Edición de 1600 (B) 114 —Dedicatoria del editor-impresor a D. Antonio

Gorreto (sic) de Ferrara 114 X V I I — ¿ H a y edición del año 1602? 115

—El inciso si noster est de Nicolás Antonio. . . 115 X V I I I . - E d i c i ó n de 1603 116

X I X . —Si Victoria fué como quiere el Doctor Haberl un adepto de Palestrina y de la escuela ro­mana 117

—Si la moderna dirección de Clavijo influyó en algo en tal dirección 117

— Significado estético de todas las obras de Vic­toria. 119

—El expresivismo de Victoria 120 —Opinión de Monsieur Adolfo Samues. . . • . 121 —Opinión de Monseñor Proske 123

X X . — Lo típico, lo característico, los subjetivos medios de expresión propios (Proske) 123

XXI.—Composiciones de Victoria criticadas por los fla­mencos y por los italianos, según Baini, que eran genérate da sangue moro como bastárda­me de español italianizado 124

—Paralelo analítico de la genialidad.de Palestrina y Victoria 124

X X I I . - Clavijo no trazó ninguna nueva dirección como tañedor de tecla ni como tañedor de arpa y vihuela 126

—Las sonadas y cantar de sala o el arte cortesano de aquella época 128

—El principio presentido del acorde perfecto pone en evidencia los elementos constitutivos de un sonido fundamental, en las obras de los Maestros polifonistas 131

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206 ÍNDICE

Página

XXni.—Aparición de dos documentos relativos a Clavijo, uno polifonista y otro de música de teclado. 133

XXIV.—Edición de 1605. . . • . ......135 —Dedicatoria de esta edición a la Infanta D . a Mar­

garita, hija de los Emperadores Maximiliano y María 136

—La poesía de Martín Pescenio Hasdale en ala­banza del autor, colega suyo que figura en esta edición, que es el Officium Defunctorum, compuesto para los funerales de la Emperatriz María (muerta el año 1603) 138

X X V . — L o que dicen sobre esta obra Haberl y Proske. 139 —Relación de las exequias, en las Descalzas Reales

de Madrid, de las honras celebradas. . . . 141 X X V I . — L a s enmendaciones de Monseñor Haberl.. . . 143

X X V I I . — U n elogio de Baini a Victoria 143 — Otra vez el cigno de Palestrina 144 —¿Cisne o mono? ¿Quién tradujo mal? . . . . 145

X X V H I . — U n a de cal y otra de piedra, que es el sistema de Haberl 146

—Proske y los Cantos de la Pasión según el Car­denal Wiseman. . 148

—Proyectos de ediciones de las obras de Victoria del Doctor Haberl 150

—Un pasaje del famoso Melopeo y Maestro, de Co­rone, citando a Victoria 151

—Lo coloca entre los compositores vivientes, de la época de la partida de España de Cerone allá por el año 1608 152

—Mis preguntas ¿Dónde murió? ¿Cuando? ¿Dónde fueron enterrados sus restos? Contestadas por intuición verdaderamente providencial (Véase el Apéndice) 153

X X X . — B r e v e historia de los olvidos de Avila 153 X X X I . — L a s Dedicatorias de las ediciones de obras de

Victoria, ofrecen el dato vivo y fehaciente de su personalidad moral y artística 168

CONCLUSIÓN 161

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. ÍNDICE 207

Página

APÉNDICES.

I.—Seis Apéndices varios 165 II.—Treinta y seis nuevos Apéndices 166

III .—El padre Juvenal Ancina y el Epigrama protéptico de la edición de una obra de Victoria 175

IV.—Comentarios a una carta de Victoria 178 —Carta inédita de Victoria a Francisco María II duque

de "Urbino 179 —Petición de una merced para costear una edición. . 179

« P O S T SCRIPTUM».

—Nueva documentación sobre Victoria 187 N U E V O S APÉNDICES.

Se señalan algunos. A P É N D I C E 40.—Testamento de Juan Luis de Victoria. . . 192 A P É N D I C E 41. — Testamento de D . a María de la Cruz de Vic­

toria, hermana del ilustre músico y de Hernán Luis de Victoria, el Mayorazgo 193

A P É N D I C E 43.—Partida de enterramiento de Victoria que murió sábado 27 de Agosto de 1611 201

F I N D E LA OBRA 202

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