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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. POESIA para tener de re cho al dudo so prn · ll e- gto de\ o tar . de tener llave de la casa \' de escandalin un os co n las c and o- r o<;a!> prohibidas para me- nores. Allí. en la cómplice osc ur id ad de lo!> te atro s. se tniciaron nu es tros amores más ator me ntad os porq ue era n tmaginartos: Ltt Ta ylor. Natalie Wood. Sofía !.oren. K im No vak . Ross ana P ode sd :l . Las inco nscient es co queta s q ue p ob laron nuestros sue- ños eró t tcos. Vu el vo a las calles es un libro adulto. pero no por la edad. porqu e conser va la fresc ura . la espontanei - dad v el de se nfado de un trabaj o reciente. Si Mari o no hubiera te nid o la honestid ad de advertirno s q ut fue escrito en 1968. cual quier lec tor pu- diera p ensa r que es un fruto de sus últimas cos echa s. Es posible que durante los año s que estos ve rsos permanecieron iné- ditos su au t or ha ya te nido la tenta - ción de remendados o maqu il larlos; pero si lo hizo no se nota . Porqu e flu yen co n la m is ma despr eoc upa - ción de un tran se únte que d ea mbula , sin rumb o y sin prisa , porque nadie lo es pe ra . Co nservan esa clar idad, esa se ncillez que c aracteriza su personal tono poé ti co . Nada ha y aquí qu e de late un trabajo pr eciosis ta de o rf e- bre o una paciente y lenta actividad de ar t esano . Por el co ntrari o, es la mirada emocio nada y ap resu rada de alguien que vi ve peligr osamente y utiliza la pa l abra de s nuda, directa, y eficaz. No ha y voca bl os ni tema s exó- ti cos. ni la míni ma co ncesión a esa in trusa qu e llamamos ret órica . Por las calles de Mario no tran si- tan ni damas enc opetadas ni digno s caballeros . "La paralítica, vendiendo \ - -- -- - 108 cr is antemo s y margar ita s. es un buen tema pa ra mí ". dice. Y tambi én lo so n los gamine s. los muchachos de barrio. los humildes "por ter os vesti- dos de generales". Los obre ros. algún borracho y unas cuantas no cheras. Ge nte del mont ó n. elemental y sim- pl e. De lavar y planchar, como deci- mos. "Su perfume es el mismo, barat o y dulce ". Lucen "ani llos de rubí de vidrio". s udan , tienen tufo , u sa n ove- rol o "p 'ueblerinos vestidos de cres- pón brillante " y co mparten ese s ueñ o i mpos ible de "a lgún mar o una ciu- dad para est renar " o "el bienestar que da a un c uerpo e l es tar en otro, ani- dado o sim plemente enterrado en la arena" . Por eso su amiga anónima , que es "atractiva sin pretenderlo", c uando interrumpe en la c alzada con su ca rr ito del pescado , "es como una bandera ". Y la muchacha que muerde la ci ru ela, es gorda y lleva de lantal , pero sus "senos so n como do s mundos" . Perso najes de la barriada , de la po breza , de la monot o nía . Putic as qu e no incitan el de seo si no la ter - nura . Gamines de frente sucia pe ro de d ie ntes blanco s. Empleadita s que no alebrestan la lujuria sino la co mpren - s ión . Por eso está un o brero que dice "que está haciendo la cosa con alguna mu c hacha y pien sa en sus m otores" y "alguien que ori na des nudo una última burbuja de cerveza" y alguien has- tiado que pued e "esta r ha c iendo lo que la gente llama locura". Poesía popular. en el más bello sen- t id o de la palabra . Para leer y rele er en voz baja, po rque no so po rta la decla ma ción. R omance de lo coti diano y lo domésti co. Ge s ta de l os an óni mo s. de los de s esperanzados, de l os ru- tinarios. Poesía que busca y enc uentra un nu evo c am i no para la metáfora, para la i magen s ugerida , para la emoción "de co mpartir un aire tri s temente us ado", en la barriada . Por crono l ogía, Vuelvo a las calles debe s ituarse entre P oemas urbanos, de 1963, y Baladas sobre ciertas cosas que no se deben n ombrar, premio na ci onal de p oes ía Eduardo Cote Lamu s de 1972, pe ro lo s iento s cerc ano al prime ro qu e al segundo, p orq ue tiene el mi s mo tono , el mis mo RESEÑAS ritmo y el mismo lenguaje despreo- c upado de esa excelente obra que s on sus poemas urbanos . En Baladas, Ri ve ro ha ce un collage co n letras de tangos y bole ro s, av i sos de nn, diá - logos íntimos, personajes co mo Benny Moré, Lo s Panchos, Trumao C apote o Ho Chi Minh . En este nue vo libro el ún ico protagonis ta so n las calles, con su ruido , su mugre y su m is eria , porque , como dice él, '' las calles so n como las muj eres. tienen implíci to s un murmullo, un recuerdo, un sa bor pasado ; uno siente en ellas el ca mino que han hec ho o tr os ho mbre s" . MI GU EL Mf:ND EZ CAMACHO Vocación enmarañada Selv. que regresa Samuel Jaram11/o P remio Nacional de Poesía. Universi dad de Ant ioq uia . Medellin. 1988 Lo s premi os de poes ía (o los concur- sos, da igual) consagran - de pre- fere ncia - el cano n literari o. Difí- ci lme nte un jurado va a poner en ri esgo el pellejo dándole el espalda- ra zo a un li bro " experimental " o " peliagud o" en el se ntid o de que se aparte de las normas. C ualquier jura- do pisa so bre segu ro . El premio nacional de la Universi- dad de Ant io quia , co ncedido a Sel va que regresa, no fue la excepción. s aún : los miembr os del j urado , preca- vidos como el jabón de Pilat os, emi- tieron una aclaración que es una ambigua y tolerante d esc rip ción del libro por ellos pr e miado . Reconocen que el panorama era de so lador (no hubo ni nguna "s orpresa"), y de ese panorama re scataron unos cuantos títul os, y de éstos decidieron premiar el manuscrito de Samuel Jaramillo. ¿Y no se también que una frase - en el libro editado, pág . 59- les revelaba que un específi co autor esta- ba en carrera , ya que previamente ese autor había publicado - en la misma universidad de Antioquia - un libro Bolctln Cult ural y Biblio ¡rili c:o Vol. 26, m_ 21, 1989 brought to you by CORE View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk provided by Banco de la República

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POESIA

para tener derecho al dudoso prn·ll e­gto de\ otar. de tener llave de la casa \' de escandalinunos con las cand o­ro<;a!> pe l íc ula~ prohibidas para me­nores. Allí. en la cómplice oscuridad de lo!> teatros. se tniciaron nues tros amores más atormentados porq ue eran tmaginartos : Ltt Taylor. Natalie Wood . Sofía !.oren. Kim Novak . Rossana Podesd:l . Las inconscientes coquetas que poblaro n nuestros sue­ños erót tcos.

Vuelvo a las calles es un libro adulto. pero no por la edad. porque conserva la frescura . la espontanei­dad v el desenfado de un trabaj o recien te. Si Mario no hubiera tenido la honestidad de advertirnos qut fue escrito en 1968. cualquier lector pu­diera pensar que es un fruto de sus últimas cosechas.

Es posible que durante los años que estos ve rsos permanecieron iné­ditos su au tor haya tenido la tenta­ción de remendados o maquil larlos; pero si lo hizo no se nota . Porque fluyen con la misma despreocupa­ción de un transeúnte que deambula, sin rumbo y sin prisa, porque nadie lo espera. Conservan esa claridad , esa sencillez que caracteriza su personal tono poé tico. Nada hay aquí que delate un trabajo preciosista de orfe­bre o una paciente y lenta actividad de artesano. Por el contrario, es la mirada emocionada y apresurada de alguien que vive peligrosamente y ut iliza la palabra desnuda, directa, y eficaz. No hay vocabl os ni temas exó­ticos. ni la mínima concesión a esa in trusa que llamamos retórica.

Por las calles de Mario no transi­tan ni damas encopetadas ni dignos caballeros. "La paralítica, vendiendo

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crisantemos y margaritas. es un buen tema para mí ". dice . Y también lo so n los gamines. los muchachos de barrio. los humildes "porteros vesti­dos de gene rales". Los obreros. algún borracho y unas cuantas nocheras . Ge nte del montó n. elemental y sim­ple. De lavar y planchar, como deci­mos. "Su perfume es el mismo, barato y dulce". Lucen "anillos de rubí de vidrio". sudan , tienen tufo, usan ove­rol o "p'ueblerinos vestidos de cres­pón brillante" y comparten ese sueño imposible de "algún mar o una ciu­dad para estrenar" o "el bienestar que da a un cuerpo e l estar en otro, ani­dado o simplemente enterrado en la arena". Por eso su amiga anónima, que es "atractiva sin pretenderlo", cuando interrumpe en la calzada con su carr ito del pescado, "es como una bandera". Y la muchacha que muerde la ciruela, es gorda y lleva delantal , pe ro sus "senos son como dos mundos".

Personajes de la barriada, de la po breza, de la monoto nía. Puticas que no incitan el deseo sino la ter­nura. Gamines de frente sucia pero de dientes blancos. Empleaditas que no alebrestan la lujuria sino la compren­sión. Por eso está un o brero que dice "que está haciendo la cosa con alguna muchacha y piensa en sus motores" y "alguien que orina desnudo una última burbuja de cerveza" y alguien has­t iad o que puede "estar haciendo lo que la gente llama locura".

Poesía popular. en el más be llo sen­t id o de la palabra. Para leer y releer en voz baja, porque no sopo rta la declamación.

Romance de lo cotidiano y lo doméstico. Gesta de los anó nimos. de los desesperanzad os, de los ru­tinarios.

Poesía que busca y encuentra un nuevo camino para la metáfora, para la imagen sugerida, para la emoción "de compartir un aire tristemente usado", en la barriada.

Por cronología, Vuelvo a las calles debe situarse entre Poemas urbanos, de 1963, y Baladas sobre ciertas cosas que no se deben nombrar, premio nacional de poesía Eduardo Cote Lamus de 1972, pero lo siento más cercano al primero que al segundo, porque tiene el mismo tono, el mismo

RESEÑAS

ritmo y el mismo lenguaje despreo­cupado de esa excelente obra que son sus poemas urbanos. En Baladas, Rive ro hace un collage con letras de tangos y bole ros, avisos de neón, diá­logos íntimos, personajes como Benny Moré, Los Panchos, Trumao Capote o Ho Chi Minh. En este nuevo libro el ún ico protagonista son las calles, con su ruido, su mugre y su miseria, porque, como dice él , '' las calles son como las mujeres. tienen implícitos un murmullo, un recuerdo, un sabor pasado; uno siente en ellas el camino que han hecho otros hombres".

MIGU EL Mf:ND EZ CAMACHO

Vocación enmarañada

Selv. que regresa Samuel Jaram11/o P remio Nacional de Poesía. Universidad de Antioquia. Medellin . 1988

Los premios de poesía (o los concur­sos, da igual) consagran - de pre­ferencia- el canon literario. Difí­cilmente un jurado va a poner en riesgo el pellejo dándole el espalda­razo a un libro "experimental" o " peliagudo" en el sentido de que se aparte de las normas. Cualquier jura­do pisa sobre seguro.

El premio nacional de la Universi­dad de Ant ioquia, concedido a Selva que regresa, no fue la excepción. Más aún: los miembros del j urado, preca­vidos como el jabón de Pilatos, emi­tieron una aclaración que es una ambigua y tolerante descripción del libro por ellos premiado. Reconocen que el panorama era desolador (no hubo ninguna "sorpresa"), y de ese panorama rescataron unos cuantos títulos, y de éstos decidieron premiar el manuscrito de Samuel Jaramillo. ¿Y no será también que una frase - en el libro editado, pág. 59- les revelaba que un específico autor esta­ba en carrera, ya que previamente ese autor había publicado - en la misma universidad de Antioquia- un libro

Bolctln Cultural y Biblio¡rilic:o Vol. 26, núm_ 21, 1989

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RESEÑ A S

de poemas con el t ítulo Geografías de la alucinación ( 1982)? La suspicacia es un zancudo persistente.

La selva de Samuel J aramillo es una selva literaria (la de Rivera. por ejemplo). Es, po r lo tanto , una mujer y, en consecuencia, una geografía "exótica". La palabra clave es tantear '(págs. 46 y 47) , animarse o decidirse. Pero el poeta no pretendió propa-sarse: su exploración se realiza en un zoológico verbal y no en la devasta­dora lengua que parece amenazarlo. Y en verdad esa amenaza existe a lo largo del libro. Digámoslo así : Jara­millo pudo concentrarse en esa selva literar(a y "agotarla", es deci r, cons­truyendo un invernadero de temas que tuvieran ecos de una tradición de vieja estirpe en nuestras letras. Paro­diarla, ironizar, vacilarse como un chihuahua en un Rolls Royce. En cambio prefirió meterse en camisa de once varas , con las mejores intencio­nes seguramente, pero el resultado es poco menos que fatídico. Y es que el yo de Selva que regresa se toma demasiado en serio su "misión" de poeta. No está mal que deje que el lenguaje se organice a su modo por obra de una domadora:

La imaginación es la que cons­truye. Ella es la arquitecta. Sin ella no hay nada real: ape­nas hechos desnudos, actos, palabras, piedras estériles calentándose al sol inútilmente. [Pas iones imaginarias, iii, pág. 38]

Pero esa dirección , muy prudente, tendrá un giro previsible, como si el sujeto poético se dejara llevar por una imaginación enteramente codifi­cada y esquemática. En todo momen­to esta palabra quiere internarse en lo desconocido (que después, veremos, ha de ser lo aparentemente inex­plorado):

Avanzo mi pie. Doy el paso definitivo y me encuentro de repente en otro territorio. Avanzo. Tanteo. Exploro. &toy desamparado en esta noche de tierra caliente con estrellas y con luna. [Pasaje estrecho, iii, pág. 46]

Bolctln Cultural y Bobho¡r61ico Vol 26. num. 21 . 1989

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Pongámosle atención al desamparo •

que siente el yo. Hasta ese momento su propuesta es clara y el lenguaje la sostiene. A malhadada hora entra el "malditismo" en escena y todo se va al tacho. El"explorador" de esa selva ha caído en una dualidad (sesos / alma; cerebro/ espíritu) que es dinamita pura en cualquier poema: "sorbiendo la cordura de mis sesos" (Enlunado , pág. 61 ); "todos los compartimentos de mi alma" (Alma tomada, v, Pág. 66); "Su voz enronquece desgarrada por una/ contorsión / que despedaza su alma" (Rockera, i., pág. 75) . No sabemos si Samuel Jaramillo quiso jugar con el legado romanticón , pues ya metido en esa selva resulta evi­dente que el alma de la palabra alma está irremediablemente perdida:

Si tengo alma estas son las heridas de mi alma GEOGRAFIAS DE LA ALUCINACION [Las heridas de mi alma, pág. 59]

Cualquier extremaunción llegaría tarde. El resto del libro es una maraña de intenciones que, sabiéndolo o no, adoquinan su propio atajo a los infiernos de la mímesis (como en Derrotada - pág. 91 - , de tono escan­dalosamente pachequiano) y de la poesía académica o del academicis­mo: "Del aeropuerto a la casa, / de la autopista a la conferencia,/ una mujer transparente / se bebe el agua de mis días" (Agenda, iii, pág. 78).

Las secciones finales del libro ("El . . '' ~' . poema es nuestro vtaJe y anunctan

que el poeta ha llegado") son flojísi­mas. Nuevamente nos hallamos ante una propuesta que, pud iendo se r iró­nica, no lo parece por ninguna parte:

POESIA

es decir. no fue acogida po r el autor . Concedámosle el beneficio de la duda: o el autor tiene problemas para esta­blecer una distancia critica o somos nosotros los que carecemos de clari­videncia o de onentación en el bos­que de palabras en que caímos. ~o

descarto esta últ ima posib il id ad . 1

Pero, ciertamente. la cosa cambia cuando hay que tragarse una vez más la hi~toria del poeta como faro del mundo:

En su batalla contra la ceguera avasalladora, el poeta dirige su proyectil de luz hacia el tej ido ominoso de la oscuridad. [Artillero, i, pág. 97]

Por lo tanto. la poesía se transfor­mará en una especie de actriz de cine , pero con verdadera vocación de ayuda, con una entrega social muy digna:

La poesía es la única vigilia posible. Estrecho espacio en el que se enfrentan sin armas el corazón y la cabeza [ ... ] La poesía: ese anteojo bizco que enfoca a la vez a la vida y su contrario. [Anteojo bizco, v-vi, pág. 104)

Digamos que el problema no es exactamente una cuestión de cambio temporal (o estético) y que ahora, en el

presente de nuestra lectura, le debe­mos exigir a la poesía que deje de ser la "enfermera del alma" (pongámo­nos miméticos también) . Que la poe­sía sea lo que le dé la gana: curación. embrujo, enfermedad , juego, convic­ción política. El pro blema radica en la manera de plantear el asunto con las mejores posibilidades de éxito o las menores tendencias al fracaso (tarde o temprano, como dice J osé Emilio Pacheco, nuestras ca!'cajcldas - al leer la poesía de Amado Nervo. por ejemplo- serán motivo de risa) . El poeta trabaja contra el tiempo con palabras de piel muy suave y de frági l consistencia. La única manera de robustecerlas es trenzándo las en una forma que resista lo más posible, lo más que pued.t, los mord iscos del lec­to r principal. Y ~ada tanto necesita­mos lavar ese un iforme que las cubre

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CRITICA LITERARIA

esa forma - para quitarle esas man­chas producidas po r sus mismas pa­labras, bejucos incont rolables.

EDGAR O 'H ARA

El paso accidentado

[ n la ruta del día (iuhn el Ja1me Franco Cuadernos de Otras Pal abras, Medellín. 1989

Estos trece poemas de Gabriel Ja ime Franco pertenecen a un conjunto mayor: /nsisrencia en la luz. Así, nuestra lectura se basa en un anti­cipo. Sin embargo, el viaje a la ciu­dad es un viaje por la palabra que intenta en vano referi rse y referirla: "¿A mi propio paso. qué eco le de­vuelve su voz más ín t ima, me torna espejo , buscador de pedazos de mí mismo?" {XIII , pág . 18).

Franco reverencia a Blaise Cen­drars. y con justicia: un poeta poco divulgado ent re noso tros y que mere­cería ser más conocido (o recono­cido, pues se le leía con interés - ¿en su lengua materna?- en la década del veinte y hay unas notas muy per­tinentes de José Carlos Mariátegui). Pero s in tener que recurrir al París de Baudelaire {ya que Cendrars es el mago de los tre nes y otras aventuras) habría, en tre ot ros, un antecedente en nues tra lengua: Poesía de paso ( 1966) de Enrique Lihn. El hablante de los poemas es el lenguaje conver­tido en pasajero del poema, por más que exista una escenografía y varios personajes actúen de acue rdo con el azar de las circunstancias. Las mar­cas de esa retó rica son consecuencia de un desgarramiento inter io r , a todas luces revelado en la particularísima sin taxis del poeta. En la ruta del día no p resenta esta preocupación (y no t iene por qué presentárnosla, acla­remos) . Sí hay, en su defecto, una lectura "pasiva" de la ciudad :

11 o

Ha cambiado la ciudad, los cerros leprosos que la cercan, su aire ensorujado,

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su voz de numen que agoniza . .. [IV, pág. 48] Estas calles que un poeta cantara con voz meliflua y premeditadamente tierna no son más que un ilegible obituario . . [V , pág. 9]

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Observemos cómo la mención de la voz se repite y se ajusta a un esfuerzo que le compete más al poema que a la configuració n de lo que "transcurre" o "sucede" por él: "Algunos llevan su cuerpo / a la absu rda paz de los tea­tros, / mientras en los hospitales se aprestan / a abrir los depósitos de gasa¡ y e n los suburb ios un ocio de café, / periódicos y música / se pre­para para acicalar la noche ... " (X, pág. 14).

El sujeto poético que deja su cuarto para in iciar la ruta del día t iene a Cendrars como atalaya, pero de esa visión inte r ior (cuyo jerarca sería R imbaud) escuchamos al Neruda de la mono tonía ciudadana y el Wal­king around. Gabriel Jaime Franco intenta, y en buena medida lo consi­gue. "estructurar" ese viaje, darle sentido a su búsqueda , que es y ha de ser una búsqueda poética. Pero al mism o tiempo cada segmento "con­fiesa" por separado cuál es la pre­ocupación reinante:

Nada alterará tampoco la terrible secuencia de los días en los que mi voz, a la que las visiones de una ciudad ulcerada han puesto hendiduras, repliegues, saltos, en los que mi voz ha querido sembrar flores vivas de amaranto. ¡Mi voz. cómo se puso así mi voz!

RESEÑA S

Mi corazón no evitará esta do­lorosa ruta. [1, pág. 5]

¿De qué hendiduras, repliegues y saltos se trata? Da la sensació n - al terminar de leer este primer poema­que el viaje se rá accidentado, po r decir lo menos. Y en realidad nos incorporamos a un periplo de lo más lineal y educado. La iluminación m ás intensa ("collage de luz ", pág. 1 O; "coro de luz", pág. 18), supo ngo , vendrá con el libro definitivo. Por ahora el voltaje es discreto .

EDGAR O'HARA

Poesía de cinco esquinas

José Asunción Silva Fernando Charry f.Ara

Guillermo Valencia Germán Espinosa

Porfirio Barba Jacob Beatriz Cuberos de Valencia

Gonzalo Arango Eduardo Escobar

Fernando Charry Lara Jaime García Maffla

Colección Clásicos Colombianos, Procultura, Bogotá, 1989

Esta nueva colección de escritores colombianos, emprendida por Pro­cultura, está pensada para una amplia gama de lectores, desde el neófito hasta el más o menos enterado. De ahí sus méritos y también sus limita­cio nes, que serán - en primer tér­mino- de orden editorial. Veamos los méritos.

En ningún caso se trata de selec­ciones generales de la obra de un autor, sino de una elección a cargo de otro escritor (o especialista) . En esta a proximación radica el resguardo de una mirada unilateral , sí, pero a la vez orientadora, ya que cada volu­men cuenta con una introducción a la vida y obra del poeta, una muestra de

Boletín Cuhural y Biblioartlico Vol. 26, núm. 21 , 1989