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    Pensar las cultu

    ras juveniles

    Equipomultim

    edia deapoyo

    a la formacin

    inicialy conti

    nua dedocent

    es

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    Equipo multimedia de apoyoa la formacin inicial y continua de docentes

    Pensar las culturas juvenilespor Jorge Elbaum

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    Ministro de Educacin, Ciencia y TecnologaLic. Daniel Filmus

    Secretario de EducacinLic. Juan Carlos Tedesco

    Subsecretaria de Equidad y CalidadLic. Alejandra Birgin

    Directora Nacional de Gestin Curricular y Formacin DocenteLic. Laura Pitman

    Coordinadora del rea de Desarrollo Profesional DocenteLic. Silvia Storino

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    Direccin Nacional de Gestin Curricular y Formacin Docente

    rea de desarrollo profesional docente

    Proyecto Equipo multimedia de apoyo a la enseanza

    Coordinacin general

    Silvia Storino

    Esteban Mizrahi

    Coordinacin ejecutiva

    Liliana Calderon

    Martn D'Ascenzo

    Supervisin

    Patricia Bavaresco

    Corina Guardiola

    Mercedes Potenze

    Claudia Rodrguez

    Adriana Santos

    Teresa Socolovsky

    Vernica Travi

    Produccin editorial

    Viviana Ackerman

    Raquel Franco

    Karina Maddonni

    Adriana Martnez

    Sergio Luciani

    Nora Raimondo

    Liliana Santoro

    Mario Pesci

    Agradecemos especialmente a Raquel Gurevich, Beatriz Masine, Javier Trmboli. Expresamos asimis-mo nuestro agradecimiento por la lectura crtica de los mdulos a los siguientes profesores de nivel

    medio: Matilde Carlos, Sergio Carnevale, Horacio Fernndez, Marcela Franco, Emilce Geoghegan,

    Rubn Guibaudi, Julin Insa, Gertrudis Muchiute, Claudia Paternster, Andrea Paul, Mnica

    Pianohoqui, Gustavo Ruggiero, Alfredo Sayus, Adriana Valle.

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    Estimados colegas:

    Una de las preocupaciones compartidas por los profesores de escuela secundaria es la de gene-

    rar en sus aulas mejores condiciones para la comprensin y apropiacin de los saberes que la

    institucin esta convocada a transmitir.

    Los alumnos que habitan nuestras escuelas transitan una poca en la cual la produccin audio-

    visual ocupa un lugar protagnico: los jvenes y tambin los adultos formamos parte de un

    mundo que se comunica, divierte, informa y conmueve por medio de las imgenes. Desde esta

    perspectiva, nos hemos planteado la tarea de encontrar nuevos lenguajes y formatos que tor-

    nen posible un mayor acercamiento entre docentes, alumnos y contenidos de enseanza.

    En esta oportunidad, buscamos poner a disposicin de los Institutos de Formacin Docente un

    conjunto de materiales que faciliten la comprensin de problemticas especficas del mundo

    contemporneo relativas al mundo del trabajo, las culturas y los vnculos juveniles. Los mis-

    mos potencian el uso de la imagen como recurso para la reflexin sobre temticas clave que

    atraviesan nuestra poca.

    Creemos que introducir nuevas narrativas en la escuela puede ser una excelente ocasin para

    abrir debates acerca de los mltiples cambios histricos, sociales, polticos, econmicos y de

    la vida cotidiana que se abordan como objeto de conocimiento en la escuela.

    La Ley de Educacin Nacional dispone la obligatoriedad de la Escuela Secundaria. El desa-

    fo que se nos plantea como sociedad es garantizar la inclusin de los adolescentes y jvenes

    en la escuela desde una justa distribucin de los bienes culturales de los que disponemos. Eneste sentido, esperamos que los materiales que aqu presentamos enriquezcan la tarea de ense-

    ar y aprender en la escuela media.

    Cordialmente,

    Lic. Daniel Filmus

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    Equipo multimedia de apoyo a la formacin

    inicial y continua de docentes

    La cultura audiovisual es mirada muchas veces con recelo por la escuela, cuya cotidianeidad

    transcurre entre escrituras y lecturas. Sin embargo, los avances producidos en el pensamiento

    pedaggico y en cada uno de los campos didcticos sugieren que es posible favorecer los proce-

    sos de aprendizaje en los alumnos introduciendo nuevos lenguajes en el mbito escolar.

    Dado que el cine y otros medios de expresin visual han alcanzado un lugar destacado en la cul-

    tura, pueden servir como va propicia para acceder a las problemticas cuyas mltiples transfor-

    maciones afectan la vida cotidiana en las sociedades actuales y que se abordan como objeto de

    conocimiento en la escuela.

    Nos referimos a los medios audiovisuales como recursos para la enseanza de contenidos pero a

    la vez reserva espacio para realizar una alfabetizacin audiovisual en acto, en tanto el encuentro

    que supone genera oportunidades de interaccin entre los jvenes y la imagen, en un ambiente

    claramente marcado por la intencionalidad pedaggica.

    El equipo multimedia de apoyo a la formacin inicial y continua de docentes que aqu presenta-

    mos, esta conformado por cuatro ciclos temticos. Cada uno de ellos se compone de cuatro films

    y un cuadernillo para el docente que profundiza los temas abordados en las pelculas, a saber:

    El cuidado del otro

    Pasado argentino reciente

    Los jvenes y el mundo del trabajo

    Pensar las culturas juveniles

    Este material esta acompaado por un CD interactivo con informacin adicional.

    Esperamos que este material acompae el trabajo de los docentes y colabore potenciando los pro-

    cesos de enseanza.

    Direccin Nacional de Gestin Curricular y Formacin Docente

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    Introduccin ............................................................................................................................... 11

    Tradiciones de investigacin sobre los jvenes ...................................................................... 21

    Socializacin y grupo de pares ................................................................................................ 29

    Culturas fragmentadas ............................................................................................................. 35

    Etapa sustantiva y no transitiva ............................................................................................... 41

    Luchas por el sentido de la palabra joven ................................................................................ 45Nostalgias contraproducentes .................................................................................................. 47

    Sexualidad adolescente............................................................................................................. 51

    La escuela y la familia ............................................................................................................... 55

    Los medios ................................................................................................................................. 59

    La ciudad de la juventud............................................................................................................ 65

    Culturas juveniles urbanas........................................................................................................ 77

    Tribus ......................................................................................................................................... 81

    El capital de la autenticidad...................................................................................................... 93

    Jvenes en disputa: maneras de nombrarse ............................................................................. 97

    Bibliografa............................................................................................................................... 101

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    ndice

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    Introduccin

    La juventud latinoamericana actual

    tiene rasgos que la hacen diferente de la

    de otras regiones, y diferente tambin de

    las juventudes de la regin en el pasado.

    Se encuentra en la conjuncin entre dos

    grandes procesos histricos: uno es el

    ciclo de la transformacin estructural

    de las sociedades latinoamericanas, que

    cambiaron, con diversa intensidad y

    ritmo, a partir de la posguerra; el otroes el de la crisis econmica de los ochen-

    ta, que puso de relieve las insuficiencias

    de los modelos de desarrollo existentes.

    La juventud tiene un papel crucial en

    ambos procesos. Por su enorme peso en

    la estructura de edades de la regin, fue

    primero objeto del proceso de incorpo-

    racin a las formas modernas de orga-

    nizacin social; luego, cuando la rece-

    sin fren o desarticul la

    modernizacin, pas a ser un grupo deedad particularmente afectado por la

    exclusin.

    GERMN RAMA1

    En los ltimos aos la sociedad se ha vistoatravesada por cambios enormes en su confi-guracin y en la forma en que se realizan losprocesos de socializacin de los nios y jve-nes. Desde el final de la hegemona delEstado benefactor hemos atravesado muta-

    ciones que han dejado huellas profundas enlas biografas, memorias y experiencias indi-viduales y colectivas.

    El keynesianismo, en crisis desde los aos70 hasta fines del siglo XX, se caracteriz porla generacin de una sociedad basada en elconsumo de las masas y en un mecanismo deelaboracin "fordista", de estandarizacin, delneas de montaje y de produccin en serieque ha dejado paso, a inicios del siglo XXI, ala flexibilidad, la innovacin permanente, lasegmentacin de los mercados y el culto del

    packaging, la publicidad y el consumo simb-lico.El Estado de bienestar keynesiano brinda-

    ba previsibilidad y un contrato social susten-tado en la posibilidad de integrarse y ascen-der en la escala social. Pero en los ltimostreinta aos este esquema se derrumbdejando la hegemona productivista del sec-tor secundario, basada en la produccinmaterial, en una situacin de debilidad fren-te al crecimiento del mundo financiero e

    informtico y constituyendo as una nuevahegemona: la del imperio de los intangibles,los bienes simblicos y la sociedad de lainformacin.

    La digitalizacin, linterconexin y lprofusin de la informacin caracterizael presente en el qulos jvenes sencuentran insertos

    1. Citado en Bolvar Franco, "Centroamrica y Panam: movimientos sociales juveniles y proyecciones hacia el nuevosiglo. Elementos para el debate", texto mimeografiado, Centro de Estudios Latinoamericanos, CELA, 2005.

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    Los resultados de este proceso se relacio-nan ntimamente con el perjuicio sistemticoy permanente de la educacin, motivado porla devaluacin de los conocimientos, su perpe-tua obsolescencia y consiguiente sustitucin.

    Adems, se ahondan las distancias entre quie-nes forman parte de las juventudes globalesintegradas a las redes de informacin, a la con-

    figuracin de estticas de vanguardia juvenil y amodas de pertenencia generacional. Esas bre-chas vuelven heterogneas a las distintas juven-tudes y exigen nuevos parmetros de interpre-tacin y, probablemente, originales acciones

    orientadas hacia y desde los propios jvenes.La participacin de los jvenes en las tecno-

    logas de la informacin y la comunicacinpone en evidencia el cambio que se ha dado enel capitalismo tardo, donde el dinamismo mselocuente se observa en el sector de serviciosms que en la produccin fabril. A este fen-meno se lo ha denominado "la emergencia dela sociedad posindustrial", y su correlato es unanueva divisin internacional del trabajo en la

    que los pases centrales se insertan en la globa-lizacin especializndose en la alta tecnologa ydejando a los pases subordinados la parte"sucia" del armado de los productos o la parti-cipacin minoritaria en la produccin tecnol-gica de los productos y los servicios.

    Los "intangibles" simblicos (como el pro-pio conocimiento y la cultura en general) seconstituyen en los factores causales ms impor-tantes de la produccin econmico-social.2

    Este nuevo paradigma pone en foco, desde otra

    perspectiva, el universo cultural de cada una de

    2. Algunos de los elementos caractersticos del nuevo modelo tecnoproductivo son: la creciente segmentacin delmercado, la diferenciacin de los productos, el acortamiento de su ciclo de vida, la alta demanda de calificacin delos recursos humanos, la creciente globalizacin de los mercados, la importancia de la innovacin de los procesos,productos y formas de comercializacin: diseos, envases y construccin de imagen corporativa. En este sentido, ver:Miguel Lengyel, La organizacin moderna, ms all del fordismo, Editorial Mercado, Buenos Aires, 2000.

    Los beneficios del desarrollo tecnolgico no favorecen por iguala todos los estratos sociales. Esto ha influido en la polarizacinsocioeconmica en el interior de las sociedades nacionales y en laruptura de fronteras para los grupos econmicamente msprivilegiados. As, los jvenes con mayores recursos econmicos se

    empiezan a parecer ms a los jvenes con las mismas condicioneseconmicas de todas partes del mundo. Tienen acceso a lainformtica, a los conocimientos vigentes y ms exposicin a losadelantos. Los grupos de menores recursos van quedando alejados delos avances. Ese proceso de reordenamiento de las sociedades en elplaneta aumenta la dualidad en el interior de los pases y plantea ungran desafo en la concepcin de las polticas y programas para lajuventud. Se hace necesario reconocer la situacin de los jvenes, laheterogeneidad de los grupos.

    Krauskopf, D., "Dimensiones crticas en la participacin social de lasjuventudes" en La participacin social y poltica de los jvenes en elhorizonte del nuevo siglo, Buenos Aires, GT Juventud, CLACSO, 2000.

    Los signos estilsticos y estticos configuran elnuevo lenguaje de los jvenes. Se comunican y seidentifican con seales cmplices con las que sepretenden diferenciar del mundo adulto y de otrosgrupos juveniles.

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    la sociedades y su capacidad para adaptarse -ono- a las nuevas lgicas hegemnicas. La cultu-ra, la comunicacin, la esttica, el diseo, laestilstica, el conocimiento y la informacinocupan un nuevo lugar en la sociedad.

    Los jvenes tienen mucho que ver con

    este proceso al ser portadores de determina-dos saberes que se vinculan fcilmente con lanueva lgica de produccin social y econ-mica. Este estatus de conocedores y "aborge-nes" de un nueva forma de produccin lospone de alguna manera en el centro de laescena productiva y cultural.

    Pero la integracin a este nuevo paradig-ma no es fcil ni para los jvenes ni para losadultos, y menos en los pases subdesarrolla-dos. El primero de los rasgos que caracteriza

    la emergencia de un nuevo paradigma es lacreciente brecha entre los pases centrales ylos perifricos. La segunda se observa en elinterior mismo de nuestras sociedades dondese generan estructuras ocupacionales duales

    que fragmentan crecientemente la sociedad,dejando a amplios sectores por fuera delnuevo formato hegemnico productivo.

    Esta brecha creciente ahonda ms las desi-gualdades econmicas y simblicas generan-do una "sensacin de riesgo", en la que pri-man el individualismo, la incertidumbre, ladesconfianza y la paranoia social. La parado-

    ja es que un crecimiento sin precedentes en lahistoria humana se ha visto acompaado poruna crisis de las instituciones tradicionales desocializacin de la niez y la juventud, comola familia, la escuela y el tiempo libre.

    Esta crisis se hace ms compleja por eltipo de insercin de los jvenes en la "mun-dializacin cultural", que los hace ms vulne-rables a contingencias sociales como la vio-lencia, el embarazo adolescente y el abuso desustancias, que van de la mano del aumento

    de la pobreza, el desempleo, la informalidad,el dficit en la salud pblica y la exposicincreciente a prcticas y convivencias cotidia-nas con la criminalidad.

    Esta insercincrtica se expresa,por ejemplo, en elaumento sostenidode las tasas deembarazo adoles-cente en todos los

    pases latinoameri-canos, en la prolife-racin de la violen-cia entre los jvenesy la que tiene a los

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    Los consumosadictivos, sea desustancias o depracticas compulsivas(como el vnculo conInternet o el sndromede shopping),

    aparecen comocercanos y posiblesen el desarrollojuvenil, lo que suponeriesgos crecientes.

    La esttica, la forma, el diseo y el estilo, tanto enuna zapatilla como en un celular aparecen como elelemento central de las identificaciones juveniles.

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    jvenes como vctimas. Y, obviamente, en ladesesperanza que conlleva y genera. La deses-tructuracin familiar que acompaa a losprocesos de desempleo y el efecto que produ-ce, sobre todo en el deterioro de las trayecto-

    rias biogrficas, no es superado tampoco porel aporte del sistema educativo, que tiende agenerar otro tipo de desajustes, entre los quefiguran la desercin escolar, la repeticin y lascrecientes brechas de calidad que alejan a lossectores populares de la formacin a la queacceden los sectores medios.

    La sociedad se ve atravesada por cambiosque no logra procesar y tiende automtica-mente a rechazarlos anunciando una "crisisde valores" cuando se trata de nuevas norma-

    tividades ajustadas a los cambios sociales ytecnoproductivos. Los cambios son vividoscon expectativas pero tambin con malestarporque desestructuran viejos esquemasponiendo en crisis modelos de socializacin,educacin y organizacin familiar.

    La velocidad que acompaa a estos proce-sos genera una sensacin de permanenteincertidumbre y de riesgo permanente que esfuncional al aceleramiento con que viven los

    jvenes en la actualidad. Como ya ha sido

    dicho en muchas circunstancias, pero ahoracon mayor nfasis, "todo lo slido se disuelve

    en el aire", y quienes se aferran a viejos for-matos estabilizados tienden a sentir que elritmo de la vida se les hace incomprensible eincluso agresivo.

    Lo que ms rpido cambia es la propia

    percepcin del tiempo. La velocidad de loscambios hace que sea necesario anticiparse aellos y orientar el conocimiento en relacin aescenarios futuros. Es necesario ser capacesde adaptarse y de anticiparse a las consecuen-cias de esos cambios. Los costos tambin sonvisibles cuando la incertidumbre y la ansie-dad llevan a los sujetos a sentirse aislados osolos frente a un movimiento que no puedenprever y al que no pueden adaptarse.

    As llegamos a la paradoja de la moderni-

    dad tarda, sobre todo en contextos de subde-sarrollo y/o exclusin: la promesa de unainsercin en un mundo de mltiples oportu-nidades y la concomitante imposibilidad deacceder a ellas por no contar con recursossimblicos y materiales adecuados.3 Se pro-fundiza as el aislamiento y la sensacin desoledad (claramente visible en la pelculaNadar solo) que lleva a exacerbar la reduccinde los lazos solidarios y a desmembrar laspracticas de socializacin tradicional que pri-

    vilegiaban la construccin ciudadana porsobre la multiplicacin de particularismos.

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    3. Manuel Castells, "Tecnologa de la informacin y capitalismo global", en En el lmite. La vida en el capitalismo glo-bal, Anthony Guiddens y Will Hutton (editores), Kriterios, Tusquets Editores, Barcelona, 2001.

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    En sntesis: la ausencia de recursos adecua-dos -capaces de acompaar y procesar la velo-cidad y el carcter de los cambios- hace que lamodernidad tarda no logre cumplir la pro-mesa de multiplicidad vital, de apertura y de"aventura" que la hace tan seductora y que leha dado su legitimidad social. Esto suponeuna sensacin frustrante que hunde an msen la marginalidad a quienes no acceden almundo del consumo y repercute directamen-

    te en la autoestima de los carentes.

    Pensar la juventud implica entenderaspectos que no slo tienen que ver con elcrecimiento biolgico, la rebelda o el cues-tionamiento de los padres y la sociedad adul-ta. Implica aceptar que la juventud es unaetapa tan importante como cualquier otra en

    el desarrollo biogrfico y no puede ser defini-da o evaluada como una etapa transitiva,como un "puente" entre la niez y la adultez.Implica "comprender" aquello que el padrede Lola no puede incorporar: que el utilitaris-mo es difcilmente procesado tanto por su

    hija como por lajuventud en general.

    La juventud es unaetapa sustantiva, igualque la niez y la ancia-nidad. Cuando se pos-tula a la juventudcomo un simple trn-sito, y se le quita su

    especificidad, se con-tribuye a deslegitimarla etapa como un per-odo vlido del creci-miento subjetivo y se

    tiende a despreciar sus producciones y susactos. Una primera conclusin de esta mira-da adulta sobre los jvenes debera ser la devalorar lo que ellos hacen, desde su lugar bio-grfico, y no desde la perspectiva comparadade cdigos adultos.

    Esto no implica aplaudir las transgresio-nes intiles sino intentar comprender suscausas desde el lugar en que stas se produ-cen. Quizs una primera conclusin sea la deno desvalorizar esta etapa asocindola a unaespecie de enfermedad, denominada "edad

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    La cumbia villeraaparece en los 90como la expresinbrutal de laexclusin: lareivindicacin deldelito, el machismoy las drogas seconvierte en lacontracara de lafiesta neoliberal.

    El individualismo extremo y multiforme, aunque no es exclusivode los jvenes, adquiere en ellos una especial agudeza. La dimensinms preocupante es la profunda desocializacin que se instala comocorolario de los procesos de inestabilidad: una juventud insegura porsu futuro adopta la mentalidad de una fortaleza asediada y el fraternaldicho popular "haz a los otros lo que quisieras que te hicieran a ti" setransforma en un inquietante: "haz a los otros antes de que te lohagan a ti".

    Antonio Santos Ortega,Jvenes de larga duracin: biografaslaborales de los jvenes espaoles en la era de la flexibilidad

    informacional, en http://www.fes-web.org/revista/archivos/res03/05.pdf, p. 2.

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    del pavo"; la juventud no es una patologa, apesar de que as parece ser percibida, divulga-da y promocionada por algunos sectoresadultos.

    Sabemos que la construccin de la auto-noma personal requiere pensar con la propiacabeza y ser capaces de cometer equivocacio-nes; supone tambin la realizacin de expe-

    riencias que sean el resultado de eleccionespersonales y, tambin, tomar decisiones cuyamotivacin deber ser interna y no el pro-ducto de las influencias familiares. Las insti-tuciones deben tener en cuenta estos proce-sos y colaborar con esta produccin de unaautonoma juvenil que no requiera una peleaonerosa entre los adolescentes y sus padres.Exige entender que el "grupalismo" de los

    jvenes -y la negacin rebelde hacia los con-sejos paternos- es una etapa que es necesario

    transitar para que pueda desarrollarse unavoz interior que no sea un calco de la escu-chada durante la infancia.

    Trabajar con jvenes presupone compren-der los cambios corporales y la alta emocio-nalidad que caracterizan el perodo. Exigereconocer a la sensibilidad como un territorioprioritario y comprender que ser joven impli-ca muchas veces, casi necesariamente, la crti-ca de la doble moral, la hipocresa y el "care-taje" social. Involucra el cuestionamiento de

    las "maneras", la poltica, las relaciones pbli-cas, las escenificaciones familiares, las buenasformas, etctera. Y este posicionamiento nodebe entenderse como una forma de despre-cio sino como un sntoma de la necesariaruptura con el mundo adulto para poderconstruir el propio espacio de crecimiento.Cuando un joven se enfrenta al "orden"familiar, cuando transgrede las reglas del

    juego, est exigiendo lmites pero est pidien-do tambin que stos se construyan desde

    algn lugar legtimo y no simplemente desdela autoridad, la imposicin o el sinsentido.Otra caracterstica que debe ser tenida en

    cuenta es la necesaria exogamia que la etapasupone: todos los jvenes, desde su pubertad,necesitan "ir rompiendo" los lazos de depen-dencia temporal con su familia. Esta rupturaimplica muchas veces conflictos y perpetuoscuestionamientos de los hijos hacia lospadres. Por supuesto que esta confrontacinpuede darse -segn el vnculo que se haya

    establecido entre padres e hijos- de unamanera ms o menos violenta. Pero lo que nopuede dejar de darse es ese enfrentamiento; eltema es si conlleva efectos autodestructivos -como en el caso de la protagonista deA lostrece- o se evidencia en trminos de proyectos

    Los procesos de exogamia requieren que losjvenes "construyan" junto a sus amigos una"familia" alternativa para lograr construir una

    identidad individual alejada de la mirada parental.

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    de vida y de bsquedas de caminos subjetivoscreativos.

    Es necesario colaborar para que ese proce-so de exogamia se desarrolle de la manera

    menos conflictiva posible, menos dolorosa yms creativa: cuando un joven "sustituye" asu familia por un grupo de amigos lo nicoque intenta hacer es constituir su subjetivi-

    dad, su personalidad, sin la mirada influyen-te y endogmica de su familia. De hecho, si lafamilia se opone a este proceso exogmico secorre el riesgo de que el joven se someta areglas del juego que hagan de l alguien tmi-do, introvertido e incapaz de enfrentarse conel mundo de las reacciones afectivas, amisto-sas o de pareja.

    Los jvenes suelen percibir que la presen-cia de sus padres en el mismo espacio, lugaro mbito los convierte en seres dependientes,inmaduros e incapaces de relacionarse con elsexo opuesto de un modo seductor. La con-clusin obvia es que las instituciones debencontar con espacios especficos para los jve-nes en los que puedan sentirse fuera del reade control de sus propios padres: si estos"lugares" no son construidos por las institu-ciones los jvenes tendern a irse porque se

    sentirn "contagiados" por una mirada adul-ta que los ania, los desexualiza y los convier-te en nerds, incapaces de relacionarse con lalgica adolescente del deseo.

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    Existen diferentes formas de "separarse" de lospadres. Algunas de esas maneras son riesgosas

    para los jvenes.

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    Como educadores tenemos la responsabi-lidad inicial de aprender su idioma, aunquesta no sea una tarea fcil. Y menos ancuando tenemos que aceptar que nuestro"idioma" y nuestras prenociones son cuestio-nadas por jvenes que consideramos que tie-nen mucha menos experiencia vital quenosotros.

    Sin embargo esto no puede ser una esca-patoria para no asumir que debemos interac-tuar con otras generaciones: los adultos tene-mos que reeducarnos, aprender Internet,entender qu es la cultura digital, compren-der los mensajes latentes en esas letras musi-cales que muchas veces tendemos a desvalori-zar y describir el fenmeno del crecimiento

    juvenil como una produccin de autonomageneracional, innovacin, creatividad y rup-

    tura que tiene dentro de su espritu muchode vitalidad, de cambio y de energa quedebemos valorar y respetar.

    El caso del ciberespacio es quizs un buenejemplo de la apropiacin juvenil de unaherramienta cultural de forma compleja y noreducible fcilmente a un nico uso. La pro-blemtica del uso de la Internet, sobre todo

    entre los jvenes, ha sido investigada en losltimos dos decenios, desde diversas perspec-tivas tericas y abordajes disciplinarios, desdesu fundacin como red de informacin mili-tar del Pentgono hasta su generalizacin enlos mbitos acadmicos, a fines de los aos80.

    Algunos de estos acercamientos, ligados ala llamada "universidad invisible" y al grupode Palo Alto, abordaron la relacin entre elhombre y la mquina desde una perspectiva

    cognitivista, intentando develar el efecto queesta interrelacin produce en las capacidadesintelectivas de los sujetos sometidos a unintercambio sistemtico con las mquinas"pensantes". En este marco se han desarrolla-do importantes experimentaciones, tantodesde perspectivas neurolingsticas comopsicolgicas, que sugieren la existencia demodificaciones progresivas, luego de usosperdurables de interconexin a la red, tantoen la conducta como en los comportamien-

    tos lingsticos de los individuos.Otros enfoques han sugerido, bajo lainfluencia de Nicholas Negroponte, que eluso de Internet supone el acceso a la comuni-cacin universal y a la potencialidad de unmundo unificado en un denominador

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    Internet es para los jvenes mucho ms que unafuente de informacin o de interconexin. Es unlugar de identificacin y de presentacin al mundo,como queda en evidencia en la creciente cantidad

    de pginas web en las que los jvenes puedenpresentarse ante los otros y difundir sus gustos y

    sus elecciones personales.

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    comn, garante de la horizontalidad comu-nicativa, que tambin supone la ausenciafutura de la sumisin comunicativa y la pro-duccin democrtica de significaciones, dedefiniciones del sentido del mundo. Los lla-mados abordajes estructurales, influidostanto por Mattelart como por Castells, supo-

    nen a los usuarios como receptores de emiso-res cada da ms concentrados y globalizados,cuya prctica implica la estandarizacin deestrategias de dominacin de sentido a travsde hegemonas discursivas y el establecimien-to de agendas de lo que es discutible / difun-dible / consumible y qu no.

    Otros rumbos de investigacin han inten-tado develar las formas subculturales que sehan generado a travs de la red y las neoiden-tificaciones que ha generado su uso por parte

    de grupos de inters. Estos relevamientos sehan caracterizado por poner la mirada en losaspectos expresivos, artsticos y estticoscaractersticos de muchos grupos virtuales.

    Algunas de las comunidades virtuales des-criptas han sido los hackers, los ciberpunksyotros conglomerados unidos por identifica-ciones culturales, musicales y de orientacinsexual.

    Por ltimo, existen investigaciones en lascuales se pone el nfasis en los sujetos y en las

    mediaciones (y los capitales) que stos ponenen juego a la hora de establecer contactos yrumbos en sus "navegaciones" y sus orienta-ciones en la red. Sostener que el eje del rele-vamiento no es la red (por s misma), ni tam-poco las configuraciones perceptuales que el

    modelo tecnolgico sugiere (cognitivas o lin-gsticas), sino la relacin que se estableceentre sujetos y estructuras comunicativassupone dirigir la mirada hacia las culturascibernticas y hacia las formas -no necesaria-mente unificadas ni comunes- de definir lossentidos y las significaciones de lo que apare-

    ce en la red.

    Conclusin: todo vnculo con otra gene-racin, sobre todo de quienes usan esta herra-mienta tecnolgica innovadora, tanto en locultural como en lo comunicacional, debeincluir un aprendizaje humilde por parte delos adultos. Esto no significa que debamos

    convertirnos en jvenes, ni que corramosdetrs de la ltima ciruga esttica para "des-dibujar" nuestra edad ni que nos abstenga-mos de ser crticos con respecto a prcticas,procedimientos y percepciones de los jve-nes. Simplemente conlleva la necesidad de

    Pensar las culturas juveniles | 19

    Los usos culturales quelos jvenes hacen de laweb probablemente nohan sido abordados ni

    investigados con lasuficiente

    sistematicidad porparte del sistema

    educativo. El "chateo"

    es algo ms que unestmulo a la reduccin

    silbica de laspalabras. Expresa unanueva temporalidad

    asociada a la velocidad

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    dialogar desde un territorio comn, y eseterritorio no lo podemos imponer de facto,no puede estar basado nicamente en nues-tro idioma.

    Es necesario entender, adems, que lajuventud es un proceso que tiende a exten-derse cada vez ms en el tiempo de la biogra-fa de un sujeto. Se extiende aos. Esto signi-

    fica que hay una "moratoria social" msduradera y que la entrada en la adultez tien-de, crecientemente, a ser ms tarda: las pare-

    jas se constituyen ms tardamente y las"prcticas emocionales" de parejas diferentesse estiran en el tiempo. El ingreso al mercadolaboral y la permanencia en el sistema educa-tivo es ms larga y aparecen cada vez ms eta-pas en el interior de la juventud.

    Muchos jvenes pueden no tener muyclaro qu es lo que quieren, pero saben qu es

    lo que no quieren. Y eso no es poco en unmundo tan homogeneizante. Quizs estasensacin de rechazo a ser cooptado por unmundo que no parece representarlos del todoes lo que expresa Sumo cuando cantan: "Nos lo que quiero, pero lo quiero ya".

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    Lo quiero ya

    Hasta que choque China con frica,Te voy a perseguir,Sera bueno que pidieras,Que la tierra se mueva.

    Hasta que choque China con frica,Te voy a preguntar,No s lo que quiero,pero lo quiero ya!

    Si yo fuera tu esclavo,Te pedira ms,No s lo que quiero,pero lo quiero ya!

    Nada te ata a leer la novedad,Nadie te pisa, nadie te pica,Ni te van a chupar,No s lo que quiero,pero lo quiero ya!

    No s! No s!

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    Para tener un panorama sobre cmo sehan "mirado" las culturas jvenes en el lti-mo siglo convendra trazar un panoramasobre las diferentes tradiciones que investiga-ron las configuraciones juveniles, y cules sonlas consecuencias que se desprenden de cadauna de esas escuelas.

    Territorialidad y pandillas: la escuela

    de Chicago

    Uno de los primeros abordajes que visua-lizan la problemtica juvenil, y que contin-an influyendo hasta la actualidad, es la deno-minada Escuela de Chicago. Heredera de latradicin de Simmel y Weber focaliza comodimensin central el territorio y las ocupacio-nes simblicas del espacio urbano, generandopertenencias e identificaciones barriales,sobre la base de grupalidades como las

    "barras" (los gangs).Estos colectivos expresaban, por un lado,un desfasaje de significaciones entre los tradi-cionales controles informales de la comuni-dad, y, por el otro, la anomia provocada porel individualismo fragmentario de la sociedadindustrial al que las pandillas se oponanintuitivamente. Esta dicotoma cultural, pre-sente en la disputa de simbolismos espaciales,

    aparece como el factor ms importante deldesarrollo de una pequea comunidad concdigos de honor y lealtad reactivos y espec-ficos.4

    "El resultado de este comportamientocolectivo es el desarrollo de una tradicin,solidaridad moral, conciencia de grupo yvnculo en un territorio local."5

    Los investigadores urbanos de Chicago

    consideraban que exista un nivel de "conta-gio social" y una especie de "regin moral"en la confluencia de intereses y respuestasagresivas que tenan las bandas en relacin alresto de la sociedad. Estos estudios, desafia-dos por el sentido comn de los abordajescriminolgicos lombrosianos -muy extendi-dos en las primeras dcadas del siglo enEE.UU.- que vean en las prcticas de dichosgrupos sntomas de degeneraciones biolgi-cas,6 privilegiaban un marco interpretativo

    basado en la problemtica clsica de la ano-mia y la desintegracin social.Tanto Trasher, en su trabajo The Gang

    como el famoso Street Corner Society (Lasociedad de las esquinas), de William Foote

    Whyte, puntualizaron algunos aspectoscentrales del anlisis sociolgico orientadohacia los jvenes, relacionados con la cre-ciente autonoma que suponen los espacios

    Pensar las culturas juveniles | 2

    4 Sobre cdigos de honor y afirmacin masculina ver: Jorge Elbaum, "Abordajes de investigacin orientados sobre la

    juventud", documento de trabajo del Taller de Sociologa de la Cultura, Instituto Gino Germani., texto mimeografiado,Buenos Aires, 1996, p. 12.

    5 Trasher, citado por Santi Crisante, La rivolta dello stile, Editorial Franco Angeli, Miln, 1985, p. 29.

    6 Carles Feixa Pampols, "De las bandas a las culturas juveniles", Revista de Estudios sobre las CulturasContemporneas, ITESO, Mxico, 1993.

    Tradiciones de investigacinsobre los jvenes

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    urbanos sin los tradicionales controlessociales, puestos en crisis al evaluar la reali-dad, oposicionalmente entre padres e hijos:de esta manera la calle se convierte en la"nueva casa" y la pandilla o la soledad en lanica "familia". En la pelculaNadar soloqueda en evidencia que la lucha -a veces- espor escapar de la incomunicacin, la sole-

    dad y la ausencia de sentido de la vida.

    En Street Corner, Whyte afirma que exis-ten ciertas formas de consumir alcohol quehacen referencia a una bsqueda denodadapor diferenciarse crecientemente de los adul-tos. Consumos que se caracterizan por su

    prctica horizontalizadora y no verticalizadacomo exigan las relaciones familiares. En el

    "tomar juntos" -como se evidencia enA lostrece- hay experiencias emocionales iniciti-cas, lazos emotivos que se diferencian de losvnculos disciplinarios de la educacin:

    "La generacin joven ha formado supropia sociedad, relativamenteindependiente de sus mayores. En las filasde los jvenes hay dos principalesdivisiones: muchachos de las esquinas y

    muchachos de colegio."7

    El trabajo desarrollado por la escuela deChicago sigue siendo destacable, sobre todopor uno de los enfoques que continan encierta forma los estudios de Chicago: el abor-daje de redes sociales -caracterizadas por laactivacin de capitales sociales, en palabras deBourdieu-, y por aquellas otras investigacio-nes orientadas al relevamiento de las configu-raciones intra e intergrupales de colectivos

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    7. William Foote Whyte: La sociedad de la esquina, Editorial Diana, Mxico, 1971, p. 19.

    Martn tiene diecisiete aos y es un estudiante de colegioprivado, abandonado al desastre acadmico. Para l y para sucompaero y amigo, el estudio es incomprensible, y no hablamos decontenidos sino del sentido general de ir a un determinado sitio paratomar clases. No hay comunicacin entre el mundo y Martn, comotampoco la hay entre l y su familia. Sus hermanos, nico refugioposible para muchos adolescentes, tampoco lo ayudan. La hermanaha cerrado sus puertas a cualquier tipo de afecto y su hermano mayorno est. Esa ausencia es un tema para Martn, quien sale a buscarlocomo si de ese modo pudiera encontrar una respuesta.

    Santiago Garca, "Nadar solo", revista El Amante, enhttp://www.elamante.com/index.php?option=com_content&task=view&id=727&Itemid=64

    Los jvenes que dejan la escuela suelen integrarsea colectivos que hacen del tiempo libre unacontinuidad sin ruptura.

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    orientados a actividades delictivas de bajaintensidad.8 Uno de sus mritos ms elo-cuentes es la capacidad para el estudio deexperiencias localizadas -estudios de caso- encontextos urbanos de las configuraciones

    juveniles, as como de su gnesis y de proce-sos especficos.

    Los chicos de las escuelas: cohe-sin por el consumo

    Una segunda tradicin de abordaje de las

    problemticas juveniles se relaciona con el

    estructural-funcionalismo, que enmarca laproblemtica juvenil en relacin a la culturade masas y a la emergente figura del consu-midor adolescente. Talcott Parsons es el pri-mero en hablar de cultura juvenil en unartculo aparecido en 1942 Age and sex insocial structure of the United States,9 a

    partir de los estilos dife-

    renciados de los jvenesurbanos, tendientes aexpresar el conflicto psi-cosocial que genera elcambio desde formas tra-dicionales a una sociedadmoderna.

    Lo importante de estatradicin remite al hechode que la cultura juvenilanalizada bsicamente a

    partir de una miradahacia los jvenes de clasemedia permitira unajuste, una adaptacinvalorativa en el nivel de lapersonalidad de los jve-nes urbanos a la sociedad

    moderna. Colaborara de esta manera en laequilibracin social, convirtiendo en irrele-vantes las diferencias sociales y tnicas de ori-gen, al integrarse en la exigida racionalidad

    secular, en el melting pot(mezcla homogenei-

    Pensar las culturas juveniles | 23

    8 Pierre Bourdieu, La distincin, Taurus, Madrid, 1991 e Irving Sperger, The youth gang problem. A communityaproach, Oxford, 1994.

    9 Talcott Parsons, Age and sex in social structure of the United States, enAmerican Sociological Review, vol.7, n 5, 1942, pp. 604-616.

    En sus inicios, la investigacin sobre la subcultura juvenilmonopolizada por los investigadores americanos (Escuela deChicago) asociaba invariablemente los grupos juveniles a ladelincuencia y a los estilos de vida marginales; en otras palabras,atribua la responsabilidad del problema al ambiente urbanodegradado. Segn Carles Feixa Pampols, el Chicago de principios desiglo reuna las condiciones idneas para la aparicin espectacular degangs juveniles, que ocuparon algunas zonas de la ciudad y provocaronla preocupacin de las instituciones por su apariencia extravagante ysu conducta delictiva. Los investigadores de la Universidad de Chicagoconsideraban que la formacin de grupos juveniles y su posteriordegeneracin en conductas desviadas no era explicable por causas detipo patolgico, sino que estaba condicionada por distintos factores de

    carcter social.

    Mara Jess Martn, Violencia juvenil exogrupal. Hacia una construccinde un modelo causal, Ministerio de Educacin y Ciencia, Madrid, 2005,p. 16.

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    zante) capaz de generar un equilibrio socialuniforme del sistema social.

    Desde esta perspectiva, si la cultura juve-nil genera algn tipo de conflictividad eso sedebera, segn Parsons, a unas crecientesexpectativas de desarrollo social, a un opti-mismo motivado por la valoracin positivadel ascenso social, ms que a una transgresin

    o rebelda frente al sistema.La orientacin general de la juventudparece ser, en esta direccin, un afn poraprender, lejos de lo que podra ser una con-formidad pasiva y en favor de una disposi-cin activa para trabajar en el interior del sis-tema y no fuera de (o contra) l.10 Estatradicin se ha desarrollado sobre todo en losEE.UU. a partir de la denominada sociolo-ga de la desviacin, que privilegia los anli-sis criminolgicos y que se orienta al desarro-

    llo de herramientas poltico-sociolgicasequilibradoras del conflicto que originan esosdesarreglos (disfunciones) sociales.

    Estructuralismo francs: ritualizacio-nes y homologas

    La tradicin francesa de los 50, desarrolla-da inicialmente por discpulos de MarcelMauss y Lvi-Strauss privilegia una mirada

    sobre las ritualizaciones juveniles, partiendode un sistema binario que los jvenes estipu-lan: clasificacin bipolar que se instaura apartir del par nosotros y los otros, expresinestructural de un mito fundante que seencuentra depositado en los orgenes de losocial, y que es ritualizado o reenviado almundo de los conflictos simblicos.

    La juventud pone al da la contradiccincentral que estructura la relacin de lasociedad con ella misma [] se convierteen una metfora crptica en la cual losconflictos sociales escamoteados resurgenbajo formas muy ritualizadas.11

    De alguna manera, los jvenes ponensobre la mesa, actan lo que la sociedadcalla. O, para decirlo de otra manera: los

    jvenes expresan aquello que los adultos nologran poner en palabras o no logran trans-parentar. Los jvenes son los actores del con-

    flicto social que la sociedad tira debajo de laalfombra. Hacen de las contradiccionessociales silenciadas una evidencia y unaactuacin. Dicen lo que los adultos callanaquello que est disimulado detrs de las ruti-nas y las regularidades. Son los actores quehacen explcito lo que la sociedad adultaintenta disimular: son el sntoma y la repre-sentacin de las contradicciones ticas y cul-turales de las sociedades complejas.

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    10. Talcott Parsons, Youth in the context on America Society, en E. Erikson (editor), Youth, change and challen-ge, Basic Books, Nueva York, 1963, p. 130.

    11. Jean Monod "Un air marginal", en LHomme et la socit, Revue trimestrielle internationale de recherche etde synthse en sciences sociales Pars, 1970, p. 14.

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    Contracultura y bohemia social: losherederos de la Escuela de Frankfurt

    A partir de los aos 60, en reaccin a lasvisiones integradoras y homeostticas delestructural-funcionalismo, las investigacionessobre juventud se orientan hacia la tradicincrtica de la Escuela de Frankfurt. En este

    caso los abordajes al problema de la juventudfueron de carcter ensaystico y poltico,focalizados en una crtica a la sociedad demasas y a la supuesta capacidad de los jvenespara desafiar sus designios.12

    Estos acercamientos retoman la proble-mtica central del racionalismo instrumentalsugiriendo que las nuevas generacionesponen (y deben poner) en duda su vala.Reivindican as ciertos usos hedonistas comoforma de cuestionamiento del individualis-

    mo mediatizado y alienante y una poltica delo cotidiano como forma de quebrantamien-to de la lgica unidimensional. Al mismotiempo, aduciendo que las contraculturas

    niegan de alguna manera la posibilidad de lacreatividad humana y que someten sistemti-camente a los hombres a una frustracin per-manente, visualizan en las actitudes transgre-soras una nueva poltica moral antisistmica.

    En este marco los jvenes se conviertenno en objetos sino en sujetos de demandas apartir, sobre todo, de un desafo a la moral

    institucionalizada, recreando nuevas formasde ciudadanizacin, bsicamente relaciona-das con la valorizacin del comunitarismo yel fin de la tica puritana.13

    Etiquetamientos y codificacin ritua-lizada: Goffman y Becker

    Dos abordajes muy influyentes en la teori-zacin y la investigacin emprica sobre tem-ticas de juventud fueron los herederos de

    Garfinkel y Schutz, formulados por un ladopor Howard Becker y su revalorizacin de ladefinicin social expuesta en Outsiders, apartir del concepto de labeling (etiqueta-

    Pensar las culturas juveniles | 25

    12. Para un anlisis de las visiones contraculturales de las grupalidades juveniles ver Theodore Roszack, El naci-miento de una contracultura, Kairos, Barcelona, 1973.

    13. Las contraculturas expresan la herencia del movimiento beatnik, del peace force, del orientalismo, la revo-lucin sexual, de los panteras negras, del movimiento por los derechos civiles y del feminismo. Estos son

    segn Tricia Roce y Andrew Ross, en Microphone friends. Youth music and youth culture, Routledge, 1994, p.25 los antecedentes ms importantes del denominado movimiento multiculturalista actual, defensor de las

    perspectivas de la diferencia y la heterogeneidad cultural, ms pendiente de las diferencias tnicas, triba-les en el sentido cultural o de las de gnero que de las de clase social, y del abordaje de los movimientosociales.

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    miento).14Y por el otro, por Goffman y laconceptualizacin del frame, es decir elenmarcamiento de la situacin y las comuni-dades de interpretacin cotidianas. Desdeesta perspectiva las investigaciones tuvieronun carcter ms emprico, hecho que hagenerado una larga tradicin de exploracio-nes etnogrficas en los barrios marginales de

    las grandes ciudades norteamericanas y cana-dienses. En algunos casos estas investigacio-nes han desarrollado una visin pormenori-zada de las codificaciones y las ritualizacionesinconscientes de la cotidianeidad, aportandoun conocimiento detallado sobre las prcticas

    juveniles en relacin a sus vnculos familiaresy al establecimiento de creativas formascomunicativas.

    Clases sociales y hegemona polti-

    co-moral: la Escuela de Birmingham

    A partir de los trabajos de la denominadaEscuela de Birmingham, tambin llamadaEscuela de los Estudios Culturales se postulaa las culturas juveniles como expresiones delconflicto con la hegemona cultural adulta.Frente a las significaciones dominantes los

    jvenes postulan alternativas acerca de cmo

    concebir lo real y lo posible. En este marco,los jvenes pertenecientes a las clases subal-ternas suelen elaborar diferentes y creativastcticas culturales para enfrentarse a un ordensocial que evalan como vaco, artificial ehipcrita.

    De esta manera, reenvan el conflicto declases a un territorio ms ligado a lo simbli-

    co y cultural: cuestionando el vnculo entrepoltica y moral y la relacin entre lo cotidia-no y el capitalismo. Segn los autores de laEscuela de los Estudios Culturales este desa-fo es percibido por la sociedad civil y noslo por las clases dominantes como unpeligro y un desafo provocado por la barba-rie juvenil que evidencia la decadencia ticade la sociedad. Se genera as un pnicomoral motorizado por los medios decomunicacin masiva y una estigmatizacin

    creciente de los diferentes grupos juveniles.A diferencia del estructuralismo con elque entablan una disputa terico-metodol-gica visualizan a la cultura como un teatrode conflictos y de construccin de identida-des muy ligadas a la resignificacin de las cla-ses sociales. En este sentido, ms que la visua-lizacin de estructuras dignas de serevaluadas en forma deshistorizada, suponen

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    14.El concepto de etiquetamiento se vincula al teorema social de W. Thomas, sobre la definicin de situacin,estipulado en el trabajo realizado junto a Znaniecki sobre los inmigrantes polacos en Estados Unidos. Ver

    Carles Feixa Pampols, De las bandas a las culturas juveniles, en Revista de Estudios sobre las CulturasContemporneas, ITESO, Mxico, 1993. En relacin al labeling (etiquetamiento), ver Irving Goffman, La presen-tacin de la persona en la vida cotidiana, Amorrortu, Buenos Aires, 1987.

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    ma emocional, mediante el cual se con-ceptualizan los deseos inmediatos y nofuturos de los jvenes.

    Los adolescentes estn juntos slo porafinidades, por ciertos consumos y gustosen comn. La posmodernidad juvenil es

    justamente la expresin de ese desprendi-miento a futuro. Todo es hoy: el narcisis-

    mo, el hedonismo, el espritu ldico, el des-creimiento de los colectivos forzados,etctera.

    La identidad se entiende como un ina-decuado y antiguo constreimiento y sepostulan las identificaciones mltiplescomo la descripcin ms ajustada a lanueva realidad social, vinculada a una este-

    tizacin creciente y a una bsqueda artsti-ca por la transgresin simblica.

    Desde esta perspectiva la ciudadaniza-cin es el producto de prcticas, gustos eidentificaciones por consumos, considern-dolos como configuraciones de placer gen-ricamente ajenos a los condicionamientossociales de valor o significado.

    Cada vez es menos cierto que adquirimosobjetos para obtener prestigio social o paradesmarcarnos de los grupos de estatusinferior. En esencia el consumo ha dejadode ser una actividad regulada por labsqueda del reconocimiento paradesplegarse en vistas al bienestar, lafuncionalidad y el placer en s mismo.16

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    16. Stuart Hall y Tony Jefferson, Resistance through rituals. Youth subcultures in post-war Britain, Hutchinson,Londres, 1993, p. 9. La traduccin del ingls me pertenece.

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    Los grupos de pares, los amigos, las tri-bus de pertenencia constituyen a menudoun lazo afectivo y de referencia para adoles-centes cuyo universo familiar intergenera-cional no logra ya acompaar las fuertesmutaciones subjetivas en curso.

    En tiempos en que la familia ha perdidoterreno como agente de socializacin y

    transmisin, la velocidad de las transforma-ciones, al reemplazar al ritmo de la moda loscdigos, los valores y los modismos, con-vierte a menudo a padres e hijos en habitan-tes de mundos dismiles entre los que losintercambios y la comunicacin tienden adebilitarse. As, la transmisin intergenera-cional cede lugar a modalidades de transmi-sin exogmicas que sustituyen las identifi-caciones otrora centrales por otrasextrafamiliares. Para bien y para mal es

    innegable que esto ha de producir mutacio-nes sustanciales en las condiciones actualesde produccin subjetiva.

    La diversidad de los modelos identifica-torios exogmicos y la fortaleza de los vn-culos de paridad (el grupo, la banda, latribu) a menudo generan fuertes lazos desolidaridad y reciprocidad: brindan seguri-dad en tiempos de bsqueda de certezas yun reconocimiento social garantizado por lainclusin en un grupo que brinda sentido y

    defensa comn ante una sociedad quemuchas veces sienten como extraa o agre-siva.

    Esos colectivos construyen reglas deljuego especficas que, sumadas, conformanel campo en el que los adolescentes, vidos

    de acceder a vidrieras de reconocimientosocial negadas por la moratoria, la depen-dencia econmica y moral de los adultos,promueven una forma escenogrfica deexistencia social. Las diversas tribus urbanasposeen ideologas dbiles, percepciones delmundo que les permiten posicionarse en elpresente ms que en un proyecto. Sentidos

    comunes que los hacen percibirse comosalvajes urbanos amparados por pasionesmusicales y rituales que muchas veces bus-can indignar.

    La bsqueda de la publicitacin y la con-vocatoria a la convergencia de miradas no esajena, adems, al proceso de mediatizacinsocial que suele espectacularizar con lentes

    de pnico moral el destino y las acciones delas futuras generaciones. Los medios no slodramatizan el peligroso destino de la

    juventud sino que instituyen tribus (comosi fuesen aborgenes) al darles difusinsocial. Reflejos videograbados que los mis-

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    El grupo de pares se constituye en uno de losorganizadores privilegiados de socializacin.

    Brinda referencia, proteccin y significacionesculturales compartidas que brindan seguridad

    cultural a todos sus integrantes.

    Socializacin y grupos de pares

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    mos adolescentes buscan para imponer unavisibilidad pblica que les es negada de otraforma: las tribus necesitan de los periodistasy de los medios para subsistir como fenme-no social.

    Los grupos de pares y las tribus suelenconformar comunidades territoriales queposeen lenguajes y estticas comunes y que

    se caracterizan por llenar el tiempo libre oel llamado tiempo muerto en esquinas,plazas, bares, etctera. Estos colectivos, ade-ms de brindar un mbito de pertenenciasocial, terminan proponindose ante cier-tos grupos juveniles como nicas alternati-vas frente a las instituciones que tradicional-mente han sido catalogadas comoprestadoras o constructoras de identida-des, entre ellas la familia, la escuela, los par-tidos polticos o las organizaciones sindica-

    les.Esta dificultad para entrar en la socie-dad de la mano de las instituciones encarga-das de socializar y ciu-dadanizar llevahabitualmente a per-cepciones comunes dela realidad que pue-den generalizar for-mas de resentimientoy de oposicin ciega a

    cualquier forma deintegracin social.La relacin entre la

    escuela y los integran-tes de muchos gruposde pares marginales

    (de cumbia villera, por ejemplo) suele serconflictiva y se encuentra instituida en unadesconfianza recproca: el abandono escolares producido por problemas de conductay por mecanismos autodesvalorizantesdonde la frase ms elocuente es: estudiarno es para m.

    Incluso en los sectores medios como

    queda retratado en el filme Nadar solo sepone en juego cierta lejana del sistemaescolar con las ilusiones y las demandas desentido juvenil: el conocimiento aparececomo anodino e incapaz de dar respuestas.La escuela aparece ante los ojos de los jve-nes como una mquina burocrtica de apro-bar materias y los docentes como empleadosde un sistema que los fragmenta y los despe-daza. La institucin escolar parece, as, nolograr manejar las particularidades cultura-

    les de estos jvenes y ellos dejan la escuelacon la sensacin de que esta institucin noda lo que sirve para la vida.

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    Hay que repensar, por ejemplo, la enseanza media osecundaria y concebirla como un espacio privilegiado de socializacinjuvenil, procurando acercar cultura juvenil y cultura escolar (y assuperar el abismo que hoy existe entre ambas) y apostardecididamente a la formacin ciudadana y no slo a la transmisin desaberes en funcin del acceso a la educacin superior (para brindaras, por tanto, alternativas terminales ms concretas en relacin con

    el mundo del trabajo).

    Ernesto Rodrguez: Juventud, desarrollo y democracia en AmricaLatina, revista Nueva Sociedad, N 200, Caracas, noviembre-diciembre de 2005.

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    Los integrantes de una barra saben quemirar la escuela desde afuera es permane-cer en la rutina creciente del tiempo barrial,de la esquina y la cerveza, y aceptar las mira-das pblicas patologizantes, medicalizado-ras o criminalizantes que tienden a hacerfatal el final del ciclo escolar para determi-nados jvenes aquello que sera soluciona-

    ble desde un esquema comunitario mscontenedor y desde instituciones ms valo-rativas de los conocimientos o de laspotencialidades creativas de determinadosgrupos juveniles. Este proceso de autoexclu-sin educativa se relaciona con un inmovi-lismo social que repercute en su subjetivi-dad y en la capacidad que desarrollan parapensarse como sujetos de derecho.

    El pnico moral hacia ciertos pilares esti-lsticos tatuajes, indumentarias, cortes depelo, etctera contribuye a una polariza-cin clasificatoria en la que se ubica al otroen este caso al joven reido con la estticadel orden adecuado en el lugar del desvo,de la enfermedad, de la violencia o del peli-gro. Como en reiteradas oportunidades lo

    han sugerido las diferentes corrientes teri-cas del labeling (etiquetamiento), el actorestigmatizado contribuye a su identificacina partir de la mirada que le devuelve lasociedad.

    Grupo como comunidad

    Muchos grupos de pares realizan prcti-cas que suponen riesgos para sus integran-tes. La sensacin de inmortalidad que

    caracteriza al crecimiento adolescente suelegenerar en algunas ocasiones situaciones depeligro al incentivar el juego con losmrgenes, sobre todo cuando se percibenen situacin de diversin nocturna y deenvalentonamiento grupal. De esta mane-ra, probando sustancias o relacionndosecon la velocidad y la produccin de adrena-lina, creen sentirse parte de una vida conmayor sentido que la vivida por los adul-tos.

    Esto es coherente con el juicio quehacen de la cotidianeidad adulta a la queperciben como una traicin de la creativi-dad y la imaginacin. Es as como muchosgrupos de pares expresan un rechazo visce-ral por todo aquello que asume la expresin

    La sociedad adulta tiene dificultades para entenderque la identidad de un grupo etario debe

    constituirse con la construccin de signos propiosdiferenciados y distintivos con respecto a los

    padres y mayores.

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    es nuestro talento narrativo el que

    Sabes, compaero, lo que es no tener

    horizontes a los veinte aos? Las manos

    se crispan en el vaco de los ideales. Y

    alargan las brazadas de tinieblas para

    la apagada hoguera de la fe

    NICOLS OLIVARI

    A pesar de que la juvenilizacin es unproceso hegemnico, es decir, totalizador,posee en relacin a los jvenes de los diferentessectores sociales una caracterstica desigualado-ra: mientras los jvenes de los sectores mediosy altos permanecen en total suspensin de res-ponsabilidades durante creciente cantidad deaos, los jvenes de los sectores popularesdeben afrontar su incorporacin al mercadodel trabajo y las responsabilidades familiaresen formas ms aceleradas.

    De esta manera se produce un fenmenoque ha sido estudiado reiteradamente y queremite a la llamada exclusin de juventud,fenmeno por el cual amplios sectores socia-les se ven privados del acceso a los cdigos(las marcas, los consumos, los rituales y losusos de la ciudad) que definen la pertenecaa la juventud.

    De alguna manera la juventud parece serun proceso del cual se es expulsado en lamedida en que no se posean los recursosaptos para transitar en ella: si no se portan lasmarcas de la legitimidad juvenil, si no se tie-nen las zapatillas de onda, si no se va a bai-lar a los lugares de moda, se es menos

    joven. Y como la juventud aparece como un

    privilegio social se produce una especie deexclusin de juventud que priva a quienes noacceden a sus smbolos de una vivencia plenade dicho perodo etario.

    En el aspecto territo-rial, los conflictos por ladefinicin de los saberes

    legtimos (y los consumos)amparan cierta cultura deescape, sobre todo entrelos sectores populares: ladecisin por parte demuchos jvenes de perma-

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    Culturas fragmentadas

    Es ms, para la mayor parte de la juventud contempornea lamovilidad econmica y social piedra angular del pacto corporativoen la sociedad fordista ya no es una promesa legtima, tal como lofue para generaciones anteriores. El mercado del trabajo haexperimentado cambios fundamentales. Ha desaparecido, engeneral, la estabilidad laboral mientras que la disminucin globalde empleos, como producto del desarrollo tecnolgico, no haexperimentado una recuperacin. Desaparecen plazas de trabajo,pero no aparecen otras nuevas.

    Habitualmente seconsidera que la

    juventud es un perodofestivo en el que lasresponsabilidades

    estn acotadas,limitadas o

    suspendidas. Sinembargo la mayora de

    los jvenes de lossectores populares e

    incluso de los sectoresmedios bajos mirandesde la carencia la

    valorizacin crecientede las prcticasculturales de los

    jvenes de los sectoresmedios.

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    necer largos lapsos de tiempo fuera de la casabuscan, por un lado, evitar los reclamos fami-liares, algunos de ellos vinculados al rendi-miento escolar o a la colaboracin en ciertastareas domsticas, y por el otro a ser indife-rente a la cultura laboral. Al recibir las presio-nes del hogar y enfrentarse con una ofertalaboral restringida se completa el crculo de laprofeca autocumplida: se convierten en los

    vagos de esquina.En su gran mayora los adolescentes yjvenes de nuestra sociedad se encuentranvinculados de una forma muy desventajosacon la globalizacin y la mundializacin cul-tural: por una parte porque existen impor-tantes brechas entre las diferentes juventu-des y por otra porque la integracin a loscapitales culturales legtimos se produce deuna forma tarda e incluso parcial.

    La fragmentacin juvenil posee, entre

    otros atributos, la caracterstica de que lainnovacin tiene un aceleracin creciente yque los bienes culturales tienden a desvalori-zarse rpidamente: cuando los sectores msdesfavorecidos acceden a determinados capi-tales simblicos stos ya han sido abandona-dos y despreciados por los sectores de mayo-res recursos. Esto lleva a un crecienteensanchamiento de la brecha y a una sensa-cin de impotencia por parte de quienes pre-tenden acceder a la legitimidad cultural y se

    ven privados de integrarse.El mundo de los bienes simblicoscomo los filmes, los programas radiales, lamsica, los programas informticos secomporta en forma cada vez ms similar almundo de la moda indumentaria: las inno-

    vaciones rpidamente se desechan exigiendoa quienes pretenden seguir su ritmo unacarrera consumista que slo deja en posesinde la novedad a los que tienen ms recursosde apropiacin. Se consolida as un mecanis-mo de exclusin fomentado por el contactocon lo distintivo: quienes pueden acceder alos productos exclusivos logran excluir alresto de estos consumos que funcionan como

    emblemas de pertenencia.De esta manera como se evidencia en lapublicidad meditica de los jvenes legti-mos se cierra el crculo de la marginacincultural, que a su vez refuerza las inequidadesmateriales. Pero estas barreras que impiden elacceso a los bienes culturales poseen uncarcter mucho ms impactante que el que sele suele dar: los jvenes que no acceden a lasmarcas de moda son etiquetados social-mente como inaptos para acceder a la legiti-

    midad, a los bienes materiales y a los gruposde pares con mayor acumulacin de capitalsocial (relaciones, contactos, etctera).

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    sobre todo las instituciones polticas, parecenno querer escuchar.

    Estas expresiones no son simples enfren-tamientos caprichosos con la autoridad poli-cial ni miedo paranoico e infundado quepostulan en las letras de las canciones o en losinsultos dedicados de los recitales. Son snto-mas de la incapacidad social por negociar for-mas de enfrentar la violencia sin generar msviolencia. Llamativamente los padres temen

    tanto a las agresiones suscitadas por los pro-pios jvenes como a aquellas producidas porquienes se supone que estn para evitarlas.

    Si bien la pobreza que afecta a grandes seg-mentos de la poblacin de Amrica Latina y elCaribe es uno de los grandes problemas y delos grandes retos, el tema de la exclusin y dela inequidad es otro, tal vez ms grave.Amrica Latina ostenta el nada honroso

    rcord de ser la regin ms inequitativa delmundo. Esta situacin afecta el desarrollohomogneo e integral de nuestras sociedades eincide de manera particular en la poblacinjoven. Las diferencias en educacin, en salud,en ingreso, son mucho ms evidentes en losjvenes que en los adultos. Las grandes bre-chas que existen en nuestras sociedades hacenque convivan mundos paralelos que a vecestienen muy poco que ver entre s. Sociedadesque excluyen no son sociedades integradas.Una sociedad integrada es aquella en la cualla poblacin se comporta segn patrones

    socialmente aceptados y existe un ajuste entrelas metas culturales, la estructura de oportuni-dades de que se dispone para alcanzarlas y laformacin de capacidades individuales paraaprovechar tales oportunidades. Entre ladiversidad de juventudes que coexisten en elinterior de los pases latinoamericanos y cari-

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    B.A.D(Letra del grupo de punk rock argentinoAtaque 77 incluido en su primera placa

    Ataque 89/92)

    Oh! Oh! Oh! Brigada antidisturbiosOh! Oh! Oh! No queremos msOh! Oh! Oh! Brigada antidisturbiosOh! Oh! Oh! Nunca ms

    En los bares toxicomanaen tu casa el asistente socialen la esquina el comando radioelctricocontrolndote, controlndome,vigilndote, molestndome!

    Oh! Oh! Oh! Brigada antidisturbiosOh! Oh! Oh! No queremos msOh! Oh! Oh! Brigada antidisturbios

    Oh! Oh! Oh! Nunca ms.

    Unos dicen: Vamos a enfrentarlos!Otros dicen: Qudate en tu lugar!Sacan los bastones y empiezan las corridasSiempre termina igual!

    En la tele dicen que son nuestros amigosyo no s por qu serMam llora cada vez que voy a la canchay me dice: Nene, cuidate nene de la PolicaFederal

    Oh! Oh! Oh! Brigada antidisturbios

    Oh! Oh! Oh! No queremos msOh! Oh! Oh! Brigada antidisturbiosOh! Oh! Oh! Nunca ms

    Ellos o nosotros?Quin es ms criminal?Polica Federal: la vergenza nacional!

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    beos podemos ver una gran diferencia en laestructura de oportunidades, la formacin decapacidades individuales para aprovechar esasoportunidades, y los espacios para realizar esasaspiraciones individuales y sociales. No com-parten beneficios, no comparten metas, nocomparten futuro. Casi podramos agregarque no comparten el sentido de pertenencia ala misma sociedad, porque evidentemente nose trata de la misma. Esta situacin atenta

    seriamente contra el desarrollo de nuestrocapital humano, de nuestra estabilidad y denuestro futuro. La pobreza en general, peromuy particularmente la pobreza de los jve-nes, adems de ser una deuda social pendien-te, de ser un grave riesgo, es una amenaza parala gobernabilidad y la democracia. Al ser loshogares pobres en todos los pases los quemantienen las mayores tasas de fecundidad,son estos hogares los que evidentemente tie-nen el mayor nmero de nios y jvenes.

    Juventud, pobreza y desarrollo en Amrica

    Latina y el Caribe. Primera reunin tcnicapreparatoria. 22 al 25 de julio de 2003; XIIConferencia de Primeras Damas, Esposas yRepresentantes de los Jefes de Estado y deGobierno de las Amricas. 15 al 17 de octu-bre de 2003, Santo Domingo, RepblicaDominicana, preparada por la ComisinEconmica para Amrica Latina (CEPAL)

    La cultura y la prctica de la exclusin esacompaada por procesos de desercin esco-lar, repitencia y exposicin a crecientes bre-chas de calidad educativa, profundizandoaun ms las distancias entre las diferentes

    juventudes. Las marcas que dejan la exclu-sin se hacen presentes tambin en el vncu-lo de los sectores ms desposedos con el mer-

    cado del trabajo: la informalidad, ladesocupacin, la ausencia de cobertura desalud y la desesperanza enmarcan una situa-cin de sufrimiento social que muchasveces invita al desconocimiento o la crticaactuada de las reglas sociales de conviven-cia.

    Vulnerabilidad y sufrimiento social que seven reforzados por un clima cultural convo-cante de pnicos morales20 y de exclusionescrecientes, expresadas en tres niveles distin-

    tos21

    :(a) Segregacin: en relacin con la incapaci-dad de las instituciones para canalizar ycontener conflictividades y carencias odotar de identificaciones slidas y/orecursos aptos para insertarse e integrarsesocialmente;

    (b) Patologizacin: Miradas pblicas quesuponen enfermedad en las actitudes ado-

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    20. La categora de pnico moral fue constituida como categora descriptiva en Gran Bretaa en los aos 70

    para denominar la actitud del establishment, los medios y la sociedad en general en relacin a los jvenes.Sintticamente remite al miedo que causaban los jvenes con sus transgresiones y cuestionamientos a lamoral reinante.

    21. Por sufrimiento social entendemos las formas de autodesvalorizacin y acostumbramiento a lo aleatorio,que son consecuencias de la exclusin.

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    Los smbolos de prestigio se encuentran

    menos en la cultura clsica (libros, cua-

    dros, conciertos); se desplazan a los

    saberes tecnolgicos (computacin, siste-

    mas), al equipamiento domstico sun-

    tuario, a los lugares de ocio que consa-

    gran la alianza de las tecnologas

    avanzadas con el entretenimiento

    NSTORGARCACANCLINI

    A diferencia de lo que se suele creer (ypostularse desde las tradiciones evolutivas) la

    juventud es una etapa sustantiva igual quela niez, la adultez o la ancianidad. En reali-dad, cuando se postula a la juventud comoun simple trnsito y se le quita su especifi-cidad, se contribuye a deslegitimar la etapacomo un perodo vital y trascendente dentrodel crecimiento subjetivo. De esta manera se

    tienden a despreciar sus producciones yacciones: se dice que es un trnsito hacia laadultez y se la caracteriza como una edaddel pavo, deslegitimando sus demandas ydespreciando la rebelda o crtica que puedaprovenir de sus acciones.

    La juventud es una etapa tan trascenden-te como cualquier otra y no es menos rele-vante porque suponga momentos crticos,confusiones o bsquedas de caminos perso-nales. Lo mismo puede decirse de la adultez,

    la tercera o la cuarta edad, incluso hoy, cuan-do el imperio de lo juvenilizador irrumpecon tamaa fuerza que deja a aquellos pero-dos como secundarios o tributarios frente ala cultura joven y sus correlatos tecnolgi-cos, mediticos y digitales.

    Pensar las culturas juveniles | 4

    Etapa sustantiva y no transitiva

    Los procesos dejuvenilizacin culturallevan a que muchosadultos quieranmodificar sus cuerposhaciendo desaparecelas huellas del pasodel tiempo por elcuerpo.

    La edad es otro criterio que causa confusin, ya que muchospretenden definir a la juventud delimitndola por rangos de edad,como punto de partida para la interpretacin de la misma. Pero lajuventud, como ya dijimos, tiene diversas formas de manifestarse yslo una de ellas es su duracin. Se deben agregar a ellas diversasvariables como la clase social, el gnero, la regin y, desde luego, elmomento histrico. La juventud no tiene la misma duracin en elcampo que en la ciudad, en las clases altas que en los sectoresmarginados, en las sociedades modernas que en la tradicionales,

    incluso en ambos gneros. No podemos establecer, por ello, uncriterio de edad universal, que se aplique al conjunto de la juventud,que sea vlido para todos los sectores y en todas las pocas.

    Roberto Brito Lemus, Hacia una sociologa de la juventud. Algunoselementos para la deconstruccin de un nuevo paradigma de lajuventud, Revista de Estudios sobre Juventud, Centro deInvestigacin y Estudios sobre Juventud de Mxico, Cuarta poca, ao1, N 1, Mxico, 1996.

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    Ubicar a los jvenes como sujetos ple-nos de derecho implica dotar a la juventudde un carcter sustantivo y no transitivo.Implica asumir que toda etapa vital es untranscurso hacia otra etapa y que cada unode dichos perodos tiene una especificidad eimportancia central en las trayectorias bio-grficas: no hay etapas carentes de impor-

    tancia. La voz de un joven tiene tanto valorcomo la de cualquier otro sujeto y la etapaevolutiva en la que se encuentra no invalidasus posicionamientos y opiniones.

    La cultura de la que formamos partesugiere que a los jvenes hay que tenerlespaciencia porque se encuentran transitan-

    do por una etapa intensa que merece vigi-lancia. Esta misma cultura hegemnicatambin sugiere que sus opiniones y percep-ciones no deben ser tenidas muy en cuentaporque sus valoraciones son transitorias,dependientes de esa situacin biogrfica queno es confiable.

    Hacer sustantiva la etapa adolescente y

    juvenil implica asumir que la juventud no esuna enfermedad o locura pasajera que laadultez debe encargarse de combatir o disol-ver. Exige comprender que la construccinde la identidad personal y social de los jve-nes es, tambin, una lucha y una confronta-cin para construir valores propios, diferen-tes de los del mundo adulto. Supone aceptarque una manera de configurar sujetos ple-nos, autnomos e independientes de lamodelacin acrlica es enfrentarse, debatir,

    confrontar y discutir aquello que la sociedadadulta pretende de ellos y aquello que losjvenes puedan proponer como superacin,mejoramiento o escenificacin futura delmundo.

    Esto implica, a su vez, aceptar nuevasformas de protagonismo juvenil, innovado-res mecanismos de vincularse con su grupoetario y con las otras generaciones. Implica,tal como se expresa en el filme Corre, Lola,corre, la aceptacin de originales maneras de

    transitar la juventud, formas que exigen unnuevo posicionamiento de los adultos, de lafamilia y del sistema educativo. Sugiere laaceptacin de un espacio para que los jve-nes construyan el futuro de una sociedadque, tarde o temprano, les pertenecer.

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    Un mito hace nfasis en que no tiene sentido plantearse comotema de anlisis y accin la juventud. Que no implicara un temaespecfico. Que los jvenes lo son temporariamente, y no deberan serobjeto por tanto de un abordaje que los examina en funcin de uncriterio de edad. Este tipo de mito tiene serias implicancias prcticas.Desde l se objeta con frecuencia la existencia misma de polticaspara la juventud, de programas para jvenes, de institucionesespecializadas en esa labor. [] Con las excepciones y variedadcaractersticas de las realidades humanas es posible observar que seespecule como se especula sobre ellos, los jvenes s desarrollanpercepciones, razonamientos, opiniones, conductas, que les sonpropias. Tienen un mundo diferenciado del de otros sectores y seconducen a partir de los cdigos, lenguajes, reglas tcitas y creenciasque se generan en dicho mundo. Un rasgo peculiar de su universosuele ser el de sus bsquedas acuciosas de valores. Los jvenesparecen tener mayores posibilidades de reaccionar ante lasinjusticias, las discriminaciones, de buscar afanosamente utopas, en

    definitiva, de soar con un mundo mejor.

    Bernardo Kliksberg, Introduccin. Hora de superar mitos, en DacilAcevedo, Marcelo Peralta, Valeria Tallarico y Marcelo Wiasky(compiladores), Primer Foro de Jvenes del Mercosur, Bolivia y Chile.Alternativas Frente al Desempleo Juvenil, INTAL-BID, 1998.

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    Sugiere tambin que su modelacin futura

    requiera ejercitarse, entrenarse y establecerjuegos de ensayo y error para elegir losmodelos de convivencia social en los que sesentirn ms cmodos.

    Aceptar este espacio de desarrollo juvenilno implica desatender el crecimiento o cer-cenar el rol educativo de los adultos. Sugiereabrir los espacios para la participacin

    juvenil, la creatividad y la crtica del mundoque hemos configurado, incluso, con el avaly la oposicin de quienes fueron nuestros

    antecesores. Invita, por ltimo, a recuperarsus producciones culturales, sus modismos,rituales, cdigos, innovaciones, no comoelementos despreciables sino como configu-raciones dispuestas a mostrar que tienenexistencia propia, que no necesitan copiar almundo adulto sino que pueden ir intentan-do construir uno propio.

    Una primera conclusin acerca de estamirada adulta sobre los jvenes debera serla de valorar lo que hacen desde su lugar his-

    trico-biogrfico particular, desde el lugaren el que crecieron, y no desde la perspecti-va comparada de cdigos adultos o de anti-guas y melanclicas representaciones de la

    juventud. Confrontar viejas juventudesdotndolas de una superioridad moral

    indudable caracterstica de quienes fueronjvenes sesentistas o setentistas es un ejer-cicio anacrnico y al mismo tiempo injusto:quienes transitan hoy por la juventud novivieron la cosmovisin de un mundorevolucionado ni se vieron influidos porsus mltiples mensajes de revueltas y desti-nos de hacia dnde deba orientarse la

    sociedad y la poltica.La juventud actual, por el contrario, eshija de la fragmentacin social, cultural ytribal en la que se reivindica la multiplicidadde identificaciones, el hedonismo y lasnociones de velocidad y de presente. Estributaria de cosmovisiones ligadas a la est-tica, la estilstica, lo tribal, lo cultural y de lacreencia de que el presente es la temporali-dad ms sugerente y vital. Las nociones defuturo, de progreso y de destino han sido

    suplantadas por las juventudes actualespor las de contingencia. Los adolescentesactuales desconfan de la planificacin por-que sospechan que esas elaboraciones aco-tan la sorpresa e impiden el horizonte abier-to del futuro.

    De cuntos tipos de jvenes se esthablando y cules son las caractersticas desu jovialidad? Qu agrupamientos cons-tituyen, cmo plantean sus diferencias conlos adultos o cules son las fronteras crono-

    lgicas o culturales que estipulan para trazarlas divisorias de aguas? Estos interrogantesson fundamentales para entender procesosque en la mayora de los estudios son englo-bados como parte de una nica cultura

    juvenil, y que sin embargo son claramente

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    La actitud de oponerse a las reglas sociales no esnueva entre los jvenes. Recuperar las

    significaciones que llevan a grupos juveniles adesarrollar actividades de enfrentamiento con laspautas establecidas y respetar sus iniciativas decuestionar el mundo permite generar sociedades

    ms plurales y juventudes ms participativas.

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    antagnicos en sus prcticas y sus percep-ciones.

    Ya no existen las grandes identidadesjuveniles que acompaaban la totalidad delproceso de crecimiento juvenil. Ya no hayidentidades sino identificaciones y las iden-tificaciones son ms fluctuantes, ms dbi-les, ms cambiantes. Un joven puede ser en

    los comienzos de su pubertad un roqueroy pasar a ser, tiempo despus, un fervientepunkyque reniega sistemticamente de susgustos precedentes.

    Los adultos que culpabilizan a los jve-nes por estas percepciones fragmentarias,express, hedonistas o presentistas debe-ran entender que dichas configuracionesdel tiempo son tambin el resultado de cos-movisiones del mundo que han triunfadoluego de que los jvenes de generaciones

    anteriores hubieran intentado cambiar elmundo.Tenemos que tener en cuenta que el ado-

    lescente actual cuenta con ventajas y des-ventajas respecto al de generaciones anterio-res: por un lado tiene abiertas posibilidadesque a sus antecedentes generacionales lesestaban vedadas. Entre ellas pueden pun-tualizarse: una menor cerrazn endogmicamarcada por el grupo primario de pertenen-cia, menos autoritarismo patriarcal y mayor

    libertad en mltiples aspectos, sobre todoen el uso del tiempo libre y en el acceso avariados productos de la oferta cultural.

    Sin embargo, no debemos soslayar quelas propuestas culturales contemporneas

    vienen acompaadas de novedosas formasde malestar y de problemticas inditas paralos jvenes: las adicciones, las patologas ali-mentarias, las prcticas de riesgo, el juego aveces autodestructivo con los lmites, elsida, el embarazo adolescente y la violenciason algunos de los nuevos desafos con losque tiene que lidiar la sociedad en general y

    los jvenes en particular.Los distintos desafos que viven los ado-lescentes y los jvenes expresan evidentesdesfasajes culturales entre una sociedad quealaba permanentemente la etapa juvenilpero que al mismo tiempo hace muy pocopara que sus integrantes dejen de ser lo vul-nerables que son.

    Contradiccin que se expresa tambinen la disputa de los adultos con los jvenespor los espacios propios de la juventud y, al

    mismo tiempo, en el juzgar como carentede responsabilidad a ese perodo vital. Losjvenes suelen sentir la ambigedad de estacatalogacin: por un lado se busca ser comoellos, vivir sus mismas experiencias (muchosadultos se visten como jvenes y utilizan sussignos y modismos) y al mismo tiempo selos etiqueta de irresponsables.

    El doble malestar vivido por los jvenes,el que deviene de una sociedad con grandescontradicciones internas y el que ubica a los

    jvenes en la paradoja de felicidad/peligrosi-dad es el terreno en el que deben transitarcomplejamente quienes viven su pubertad yadolescencia en la actualidad.

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    Mi hroe es la gran bestia pop,

    que enciende en sueos la vigilia

    que antes que cuente diez, dormir.

    A brillar mi amor. Vamos a brillar mi

    amor.

    Mi amigo est groggy sin destilar.

    Pero yo s que hay caballos que

    se mueren potros, sin galopar.

    Voy a bailar el rock del rico Luna Parky atomizar la butaca y brillar

    como mi hroe: la gran bestia pop.

    La gran bestia pop

    LOS REDONDOS DE RICOTAI

    Existen culturas de nominacin. Formasculturales para definir quin es joven y cmose es joven. Nuestras percepciones dominan-tes, nuestro sentido comn nos llevan a pen-sar que la juventud es un perodo de trnsito

    hacia otra etapa ms sustantiva. Sin embar-go la juventud supone una etapa tan impor-tante como cualquiera otra en el desarrollobiogrfico y no puede ser definida o evaluadacomo una etapa transitoria, como un simplepuente entre la niez y la adultez.

    Es, incluso, una etapa crecientementerelevante en la configuracin subjetiva debi-do a que es percibida socialmente como unade las ms trascendentes (en trminos de vn-culo con el consumo y con la construccin

    de identidades) por los medios de comuni-cacin masiva y por los propios adultos quese sienten atrados (y muchas veces amenaza-dos) por las formas que asume la juventud enla actualidad.

    Esta ambivalencia atraccin de la fiestaadolescente y rechazo o pnico a los cambiosmorales que conlleva queda claramenteexpresada en la pelcula Caterina en Roma,donde se deja a los jvenes frente a una ambi-gedad angustiante: por un lado presionesque exigen definir caminos, postulando losriesgos que sugieren, y, por el otro, miradas

    de rivalidad adulta por un estilo de libertadjuvenil que no pudieron disfrutar.La ambivalencia cultural que marca a

    los jvenes con la doble etiqueta de peligro-sos y a la vez dignos de envidia adulta losdeja en el peor de los territorios, que es el dela angustia de no saber qu se espera de ellos:si se les demanda que sean los organizadoresde la fiesta social enarbolando estticasindumentarias, estilsticas corporales o cdi-gos tribales o si se espera que cometan sufi-

    cientes errores como para someterlos a unaortopedia social autoritaria.

    Luchas por el sentidode la palabra joven

    La sociedad actual y emundo adulto suelen

    tener una miradacontradictoria sobre ljuventud: por un lado

    se la observa consimpata, valorando

    su capacidad afectivay de disfrute del

    tiempo libre. Por elotro se la condena posus excesos y por suspostulados morales

    alternativos a loshegemnicos.

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    Al mismo tiempo, los adultos suelenhipervalorar la corporalidad juvenil (y sucotidianeidad) buscando artificial o forzada-mente recuperar cuerpos juveniles, llegandoincluso a medidas quirrgicas o qumicaspara su obtencin. Esta seal no es obviadapor los jvenes. Dicha bsqueda de lajuventud eterna es percibida por la juven-

    tud como una autodesvalorizacin delmundo adulto y una convocatoria a que lallegada de la adultez no supone ms que unabandono de la celebracin juvenil.

    La extensin de la juventud medida enaos de duracin no es ms que una expre-sin cronolgica de este proceso en el quelos adultos quieren seguir siendo jvenes ylos jvenes no quieren ser adultos. Pero almismo tiempo genera una disputa por elterritorio juvenil en el que los propios jve-

    nes se sienten amenazados ante la ofensivade muchos adultos que pretenden compor-tarse como jvenes sin serlo.

    Este complejo proceso tambin implicauna dura lucha por la definicin del trmi-

    no juventud en el que participan tanto lasdefiniciones profesionales/acadmicas, elsentido comn y los propios jvenes quepretenden hacer de su juventud un terri-torio que escape a las catalogaciones delmundo adulto.

    A esto se agrega la paradoja de que a losadolescentes se les exige que tomen decisio-

    nes. Al ser una etapa en la que se presentanmuchos y nuevos desafos y se dispone demuy poco tiempo para resolver dichos pro-blemas la carga de responsabilidad quepesa sobre sus espaldas puede llegar a serdemasiado grande en relacin a los recursosque poseen para resolver esos problemas.

    La sociedad demanda a los jvenes quese fijen un derrotero en relacin a su identi-dad sexual, que ordenen estratgicamentesu carrera profesional y que decidan el tipo

    de persona que desean tener al lado paraconformar una familia en el futuro.En sntesis, muchas decisiones y poco

    tiempo para dictaminar cul de los escena-rios es el ms adecuado y cul es el caminoms aconsejable.