Permiso Para Matar Umberto Eco

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  • 8/8/2019 Permiso Para Matar Umberto Eco

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    Permiso para matarUMBERTO ECO 24/10/2010 10:04 Actualizado: 24/10/2010 10:09

    Teresa Lewis fue ejecutada el mes pasado en Virginia con una inyeccin letal;

    nadie ser castigado por su asesinato porque haba sido condenada a muerte

    legalmente. Haba planeado el asesinato de su esposo e hijo adoptivo -lo que, por

    supuesto, era ilegal- y los que la mataron, consecuentemente, actuaron con la

    bendicin de las autoridades.

    Tal vez deberamos reformular el sexto mandamiento para que diga: "No matars

    sin permiso". Despus de todo, durante siglos hemos venerado las banderas de

    soldados que, estando en guerra, tienen permiso para matar, como James Bond. Y

    ahora se dice que el presidente iran, Mahmoud Ahmadineyad, ha respondido a los

    exhortos occidentales de clemencia para una supuesta adltera sentenciada a

    morir lapidada -el castigo ha sido rechazado, pero las autoridades afirman que

    sigue siendo una posibilidad- diciendo, en esencia: se quejan porque queremos

    matar legalmente a una mujer iran cuando matan legalmente a una

    estadounidense?

    Una objecin para la lgica de Ahmadineyad es que la estadounidense orquest el

    asesinato de su esposo, mientras que la iran, Sakineh Mohammadi Ashtiani, slo

    fue infiel. Y la estadounidense muri sin dolor, mientras la iran corre el riesgo de

    morir de forma brutalmente dolorosa. Pero una respuesta de este tipo implica dos

    cosas: que mientras una adltera no debera ser castigada con ms que una

    separacin legal, sin derecho a pensin, es aceptable castigar a asesinos con la

    pena capital, siempre y cuando el mtodo de ejecucin no sea muy doloroso.

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    Si nuestro juicio no estuviera tan nublado, tal vez veramos el punto ms general:

    que ni siquiera los asesinos deben ser sentenciados a muerte, que las sociedades

    no deberan matar a sus ciudadanos, ni siquiera luego de un debido proceso, ni

    siquiera si la ejecucin es relativamente indolora.

    Cmo responderan los ciudadanos de los pases democrticos al lder de un

    pas ms bien antidemocrtico cuando nos pide que no critiquemos la pena capital

    de Irn, si se tiene en cuenta que algunos estados occidentales todava tienen

    crueles castigos mortales?

    La situacin es ms bien rara, y me gustara saber si estos occidentales -en cuyas

    filas figura la primera dama de Francia, Carla Bruni Sarkozy-, que protestan contra

    la pena de muerte en Irn, tambin han protestado contra la de Estados Unidos.Sospecho que la mayora no lo ha hecho. Los occidentales se han desensibilizado

    con el alto nmero de ejecuciones legales en Estados Unidos. No obstante, nos

    horroriza la idea de que una mujer muera en Irn masacrada por una lluvia de

    piedras. Ciertamente, no soy inmune a esta situacin: cuando me enviaron una

    solicitud para que me manifestara contra la lapidacin de Ashtiani, la firm

    inmediatamente. Al mismo tiempo, pas por alto el hecho de que la virginiana

    Teresa Lewis iba a ser sacrificada. Nosotros, los occidentales, hubiramos

    protestado con la misma intensidad si Ashtiani hubiese sido condenada a morir por

    inyeccin letal? Nos indigna la lapidacin o la ejecucin de infractores del sptimo

    mandamiento -"No cometers adulterio"- en lugar del sexto? No estoy seguro, pero

    el hecho es que las reacciones humanas muchas veces son instintivas e

    irracionales.

    En agosto pasado encontr una pgina de internet que describa varias formas de

    cocinar un gato. Sin que importara si era broma o en serio, los defensores de los

    derechos de los animales elevaron la voz en todo el mundo. Adoro a los gatos.

    Son de las pocas criaturas que no se dejan explotar por sus dueos -al contrario,

    los explotan con cinismo olmpico- y su afecto por la casa prefigura una forma de

    patriotismo. Entonces, me repugnara que me dieran un plato de estofado de gato.

    Por otra parte, los conejos me parecen igual de lindos que los gatos, y an as me

    los como sin ningn escrpulo.

    Me escandaliza ver perros pasear libremente en sus casas chinas, jugando con los

    nios, cuando todo mundo sabe que sern comidos a fin de ao. Pero los cerdos

    -animales altamente inteligentes, segn me dicen- vagan en las granjas

    occidentales y a pocos les preocupa el hecho que su destino sea convertirse en

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    jamn. Qu nos inspira a considerar incomibles ciertos animales cuando los

    antropomorfizamos mientras otras criaturas adorables -terneros, por ejemplo, o

    corderitos- nos parecen eminentemente apetitosas?

    Los humanos somos animales muy raros, capaces de mucho amor y de cinismo

    aterrador, igual de dispuestos a proteger un pez de color que a hervir una langosta

    viva, aplastar un ciempis sin remordimientos y tildar de brbaro al que mata una

    mariposa. Similarmente, aplicamos una doble moral cuando enfrentamos dos

    sentencias capitales: nos escandalizamos con una y hacemos la vista gorda con

    otra. Algunas veces me siento tentado a coincidir con el escritor rumano Emil Mihai

    Cioran, quien afirm que la creacin, una vez que escap de las manos de Dios,

    debe haber quedado a cargo de un demiurgo: un chapucero torpe, incluso tal vez

    un poco ebrio, que se puso a trabajar teniendo en mente algunas ideas bastanteconfusas.

    Lspresso, distribuido por The New York Times Syndicate

    *ILUSTRACIN: Federico Yankelevich