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1. INTRODUCCIÓN E l sinhogarismo (homelessness), esto es, la falta de un alojamiento adecua- do y permanente que proporcione un marco estable de convivencia (AVRAMOV, 1995), es uno de los principales problemas seæalados por la Estrategia Europea de Inclusión Social. Las nuevas políticas socia- les para abordar este problema, lejos ya de considerarlo como una cuestión estÆtica en cuyo origen predominan las razones persona- les o individuales, parten de una definición situacional del mismo. Así, se entiende el sin- hogarismo desde una perspectiva dinÆmica, y no estÆtica, de la exclusión social. De una manera mÆs precisa, el problema que nos ocupa se puede describir como un con- tinuo de procesos y situaciones que bien mere- cen ser diferenciados al objeto de ofrecer res- puestas cada vez mÆs adecuadas y efectivas. La especificación y caracterización de esas diferentes situaciones es condición necesaria para que el sinhogarismo de un œnico rostro, dØ lugar a una nueva óptica que refleje sus mœltiples caras. En ellas se conjugan diferen- tes circunstancias biogrÆficas, momentos históricos, problemas sociales y necesidades personales. Dentro de este enfoque situacional, las definiciones oscilan entre la perspectiva mÆs estricta que considera a la personas sin hogar (PSH) sólo en referencia a la carencia de un domicilio (sinhogarismo literal o restringido), hasta aquella otra que abarca no sólo la falta de hogar sino todas aquellas situaciones en las que las personas afectadas viven en aloja- mientos que no reœnen unas condiciones mínimas para un adecuado desarrollo huma- no y social (sinhogarismo extenso) y que, con- secuentemente, pueden desembocar en la fal- ta literal de un lugar donde vivir. Con fre- cuencia, la opinión pœblica suele pensar la exclusión social ligada al alojamiento, como un fenómeno estrechamente vinculado a la calle. Sin embargo, la realidad nos permite percibir el problema mÆs allÆ de sus signos mÆs visibles y evidentes (las personas que no tienen un techo bajo el que cobijarse), mos- trando todo un catÆlogo de condiciones resi- denciales precarias. Naturalmente, esta œltima definición del sinhogarismo supone tomar en cuenta una serie de dimensiones que van mÆs allÆ de lo físico-tØcnico (tener un lugar donde vivir), y apunta a cuestiones políticas y culturales. La complejidad y magnitud de la cuestión hace 51 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN 75 * Universidad de Comillas. ** Universidad de Comillas. Las personas sin hogar, hoy PEDRO JOSÉ CABRERA* MAR˝A JOSÉ RUBIO**

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1. INTRODUCCIÓN

El sinhogarismo (homelessness), estoes, la falta de un alojamiento adecua-do y permanente que proporcione un

marco estable de convivencia (AVRAMOV,1995), es uno de los principales problemasseñalados por la Estrategia Europea deInclusión Social. Las nuevas políticas socia-les para abordar este problema, lejos ya deconsiderarlo como una cuestión estática encuyo origen predominan las razones persona-les o individuales, parten de una definiciónsituacional del mismo. Así, se entiende el sin-hogarismo desde una perspectiva dinámica, yno estática, de la exclusión social.

De una manera más precisa, el problemaque nos ocupa se puede describir como un con-tinuo de procesos y situaciones que bien mere-cen ser diferenciados al objeto de ofrecer res-puestas cada vez más adecuadas y efectivas.La especificación y caracterización de esasdiferentes situaciones es condición necesariapara que el sinhogarismo de un único rostro,dé lugar a una nueva óptica que refleje susmúltiples caras. En ellas se conjugan diferen-tes circunstancias biográficas, momentos

históricos, problemas sociales y necesidadespersonales.

Dentro de este enfoque situacional, lasdefiniciones oscilan entre la perspectiva másestricta que considera a la personas sin hogar(PSH) sólo en referencia a la carencia de undomicilio (sinhogarismo literal o restringido),hasta aquella otra que abarca no sólo la faltade hogar sino todas aquellas situaciones enlas que las personas afectadas viven en aloja-mientos que no reúnen unas condicionesmínimas para un adecuado desarrollo huma-no y social (sinhogarismo extenso) y que, con-secuentemente, pueden desembocar en la fal-ta literal de un lugar donde vivir. Con fre-cuencia, la opinión pública suele pensar laexclusión social ligada al alojamiento, comoun fenómeno estrechamente vinculado a lacalle. Sin embargo, la realidad nos permitepercibir el problema más allá de sus signosmás visibles y evidentes (las personas que notienen un techo bajo el que cobijarse), mos-trando todo un catálogo de condiciones resi-denciales precarias.

Naturalmente, esta última definición delsinhogarismo supone tomar en cuenta unaserie de dimensiones que van más allá de lofísico-técnico (tener un lugar donde vivir), yapunta a cuestiones políticas y culturales. Lacomplejidad y magnitud de la cuestión hace

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* Universidad de Comillas.** Universidad de Comillas.

Las personas sin hogar, hoy

PEDRO JOSÉ CABRERA*

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que con frecuencia se asuma únicamente ladefinición más restrictiva, con lo que lasestadísticas suelen reflejar tan sólo aquelloscasos que literalmente carecen de un domici-lio y viven o bien en la calle (a la intemperie)o en centros de acogida (albergues) dirigidos aeste colectivo. De este modo no toman en con-sideración a aquellas personas que viven enlugares con condiciones inaceptables o aque-llas otras que sufren una situación clara devulnerabilidad frente al problema de lavivienda y el alojamiento. Así, se visualiza yse cifra el fenómeno de un modo extremada-mente limitado, lo que tiene su repercusiónen las políticas públicas diseñadas al efecto,que suelen abordar el problema teniendo enmente tan sólo su núcleo más duro.

Tomando como referencia la definiciónmás amplia del sinhogarismo, el Observato-rio Europeo que auspicia FEANTSA1 ha desa-rrollado una tipología de personas sin hogar yen situación de exclusión residencial, con elfin de contribuir a la mejora, integración ycoherencia de las políticas de prevención yatención del problema. Al mismo tiempo estatipología trata de impulsar y sistematizarpormenorizadamente el recuento y lasestadísticas de las PSH en la Unión Europea.ETHOS2 (European Typology on Homeless-ness) es una rejilla de lectura de la realidaddel sinhogarismo que operacionaliza segúndistintas categorías las situaciones de exclu-sión residencial en las que se puede reconocerel problema. Para elaborar esta definiciónoperativa se comienza por identificar lo quese nombra como «dominios» o espacios princi-pales que constituyen un hogar, de maneraque la ausencia en mayor o menor grado dealguno de ellos perfila las distintas formas desinhogarismo que pueden darse:

� Dominio físico (una vivienda adecuadade la cual una persona y su familia pue-den ejercer un uso exclusivo).

� Dominio social (un espacio donde laspersonas pueden mantener su privaci-dad y establecer relaciones satisfacto-rias).

� Dominio legal (referido al hecho de dis-poner de un título legal de ocupación ytenencia).

De la combinación de estos tres dominiosse desprenden cuatro grandes categoríasbásicas que implican un mayor o menor gradode exclusión residencial:

� Sin techo (Rooflessness)

� Sin vivienda (Houselessness)

� Vivienda insegura (Insecure Housing)

� Vivienda inadecuada (Inadequate Hou-sing)

Y, a su vez, a partir de estos cuatro gran-des tramos se pueden reconocer hasta trecesituaciones diferentes.

Esta definición operativa abarca una seriede situaciones que varían a lo largo de un con-tinuum que incluye, desde los casos de quie-nes se encuentran literalmente viviendo en lacalle y utilizan espacios públicos para dormir(rough sleepers), hasta la situación de quie-nes se encuentran alojados en precario encampos de refugiados, o aquellos otros queviven acogidos temporalmente por su familiaporque carecen de una vivienda propia.

Mientras que en las situaciones más extre-mas de falta de vivienda estaríamos refirién-donos al sinhogarismo literal o en sentido res-tringido, en el amplio abanico de situacionesde precariedad o vulnerabilidad en el aloja-miento que se dan cita hacia el otro polo de ladefinición de FEANTSA, estaríamos hablan-do más bien del sinhogarismo en sentidoamplio o extenso.

ESTUDIOS

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1 European Federation of Organisations Workingwith the Homeless. European Observatory on Home-lessness. (http://www.feantsa.org).

2 Instrumento diseñado por el European Observa-tory on Homelessness de FEANTSA.

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2. LAS CAUSAS DEL SINHOGARISMO

Aunque pueda parecer una obviedad, con-viene recordar que ante todo, el problema delsinhogarismo está estrechamente relaciona-do con la falta de alojamiento, esto es, con laexclusión residencial. La necesidad y el dere-cho al alojamiento digno es un elemento cen-tral, aunque no único, para prevenir el pro-blema y promover la inserción social de laspersonas que lo padecen.

Pero como forma más extrema de la exclu-sión social, el sinhogarismo es un fenómenocomplejo y multifactorial, en el que conver-

gen múltiples causas, que exige una miradapoliédrica sobre la realidad social que lo con-forma. Pensar la cuestión de las personas sinhogar, hoy, supone relacionar tres ámbitos enlos que destacan algunos procesos y transfor-maciones sociales.

Las razones individuales, tradicionalmente,han servido para explicar las causas por lasque una persona puede encontrarse sin hogar(problemas de alcoholismo, toxicomanías,salud mental�). Así podemos encontrar conque algunos de los estudios más significativosen nuestro país, señalan, por ejemplo, tasas dealcoholismo entre las PSH del 23% al 48,4%, y

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de trastornos psicológicos o psiquiátricosimportantes que se situarían entre el 20% y el52%. En todo caso, siendo porcentajes impor-tantes, están lejos de ser algo que afecte a todaslas PSH tal y como tiende a creerse desde unavisión estereotipada del problema. Natural-mente, las tasas encontradas están enorme-

mente influenciadas por el proceso de elabora-ción y selección de la muestra a partir de lacual se obtienen. Y en última instancia, siem-pre estaremos ante la dificultad de saber aciencia cierta si esos problemas eran previos alsinhogarismo o fue éste, precisamente, quienlos desencadenó o terminó por cristalizarlos.

ESTUDIOS

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LAS MÚLTIPLES CAUSAS DEL SINHOGARISMO. LOS DOMINIOS

Tomado de : L�evolution des profils des sans-abri: Une depéndanse persistante à l�égard des services d�urgence en Euro-pe: Qui et Pourquoi?. FEANTSA. 2005.

PROBLEMAS DE SALUD MENTAL Y ALCOHOLISMO EN ALGUNOSDE LOS ESTUDIOS MÁS RELEVANTES SOBRE SINHOGARISMO

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Del mismo modo, los indicadores de pobre-za utilizados por el Plan Nacional de Inclu-sión Social a partir de la Encuesta de Condi-ciones de Vida 2006, nos muestran cómo latasa de riesgo de pobreza es del 10% entre loshogares formados por dos adultos en edadlaboral, mientras que sube hasta el 37,4%entre los hogares monoparentales; o hasta el34,9% entre los formados por una sola perso-na (ver IneBase en http://www.ine.es/). Lasoledad, sea como consecuencia de una ruptu-ra de los vínculos o por fallecimiento de losmás íntimos, es sin duda un factor de vulne-rabilidad importantísimo.

En un segundo dominio se pueden agrupardiferentes factores estructurales macro-socia-les como pueden ser la distribución de lariqueza entre los ciudadanos, las limitacionesdel acceso al mercado de trabajo y la calidadde los empleos o el fenómeno de la inmigra-ción sin la debida regulación de estos ciudada-nos. Factores que pueden generar una impor-tante franja de vulnerabilidad y exclusiónsocial y conducir a la falta de un lugar dondevivir o a hacerlo en condiciones indignas.

Los datos estadísticos del año 2005 mues-tran, por ejemplo, cómo la economía españolaexperimentó un gran dinamismo, con unaumento (3,5%) superior a la media europea(1,5% EU-15). Y también los índices de crea-ción de empleo (4,8%) fueron superiores. Peroestos datos coexisten con otros que señalansignificativas tasas de pobreza y exclusiónsocial. En ese mismo año la población pordebajo del umbral de riesgo de pobreza supu-

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Pero más allá de estas razones «individua-les», las fracturas y quiebras en las relacionesfamiliares y sociales suponen un factor esen-cial para explicar el tema que nos ocupa. Losapoyos socio-relacionales, los vínculos socia-les y contactos con familiares, amigos, veci-nos, colegas, etc suponen una malla de segu-ridad ante los avatares que puedan surgir alo largo de nuestras vidas y constituyen nues-tro capital relacional y social.

Este factor ha sido especialmente relevan-te en los países de la Europa mediterránea,donde los vínculos familiares han supuesto

una barrera de protección frente al riesgo depobreza y exclusión social. Sin embargo, lacomplejización de las sociedades modernasha supuesto una cierta erosión de ese capitalsocial. Lo que en buena medida se puede verreflejado en el aumento de las rupturas fami-liares. Así, por ejemplo, en Barcelona, comoen otras grandes ciudades, los datos estadís-ticos nos brindan la oportunidad de constatarcómo la tasa de riesgo de pobreza está estre-chamente vinculada con el estado civil y lasrupturas familiares acaecidas por uno u otromotivo.

RIESGO DE POBREZA SEGÚN EL ESTADO CIVIL. 2000

3 El Informe sobre Pobreza y Exclusión en la ciudadde Barcelona agrupa los datos de la Encuesta Metropoli-tana de Barcelona en «Personas en situación de pobreza»(aquellas que disponen de unos ingresos per cápita queles sitúa en la primera decila de la distribución de la ren-ta), «Personas en situación de precariedad» (situadas enla segunda décila) y el «Resto de población».

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so el 19,8%4. Tasa que obviamente afectasobre todo a los parados, los inactivos y los noocupados, pero que también alcanza a másdel 10% de las personas con empleo. En el año2006, todavía no habían empezado a sentirselos efectos de la crisis económica actual, sibien comenzaba a repuntar una cierta desa-celeración, lo que se tradujo en una ligerísimasubida de la tasa de riesgo de pobreza y sobretodo en un agravamiento de la situacióneconómica de los desempleados y en generalde los no activos.

Todos estos indicadores no hablan tanto dela exclusión literal respecto del alojamiento,como de las dificultades económicas en gene-ral que en muchos casos se van a traducir enprecariedad residencial. La traducción másinmediata de los bajos ingresos en términosresidenciales la encontramos en el hecho deque si bien entre la población general el 90%vive en viviendas de su propiedad o en cesióngratuita y sólo 10% en régimen de alquiler,esta última situación asciende hasta el 16%

entre los hogares situados bajo el umbral deriesgo de pobreza. Los problemas con lavivienda se acumulan entre la población conmenos ingresos. Esto es especialmente ciertoen un país como España donde la carestía dela vivienda ha hecho que se multipliquen lassituaciones de precariedad residencial. En elúltimo informe publicado por la EuropeanFoundation for the Improvement of theLiving and Working Conditions sobre Cali-dad de Vida en Europa (2004), España erauno de los países de la Europa de los quince(sólo superado por Grecia) con mayor porcen-taje de hogares que manifestaban tener pro-blemas para llegar a fin de mes: el 18%, fren-te a un 10% en la EU-15.

El aumento de las dificultades económicas,tal y como son experimentadas subjetiva-mente, se traduce en un incremento del por-centaje de hogares que dicen llegar con difi-cultad a fin de mes, y así fue recogido por laEncuesta Continua de Presupuestos Familia-res hasta finales de 2005, último año en quese realizó. Que estas dificultades para cua-drar el presupuesto mensual puedan llegar atraducirse en dificultades serias desde elpunto de vista del sinhogarismo, nos lodemuestra otro indicador como pueda ser elaumento de los juicios por desahucio, o el quemuestra un indicador un tanto exótico perosin duda significativo, como es el hecho deque los servicios realizados por el Ayunta-miento de Barcelona para almacenar utensi-lios procedentes de desahucio, hubieranpasado de 153 en 2001 a 253 en 2005. Cierta-mente se trata de un dato un tanto espúreopero que no deja de tener su importancia, alfin y al cabo es en el terreno de la precariedady la dificultad social donde se incuba el dra-ma del sinhogarismo. Por supuesto, la reali-dad de quien se encuentra literalmente en lacalle es sustancial y simbólicamente muy dis-tinta de la de ese 0,6% de la población españo-la que vivía en edificios ruinosos cuando serealizó el último censo, o no digamos de ese1,4% que habitaba viviendas en mal estado,pero, sin embargo, no deja de ser en ese

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4 Encuesta Condiciones de Vida, 2005. (INE).

TASA DE RIESGO DE POBREZAEN ESPAÑA Y TASAS SEGÚN

SITUACIÓN PROFESIONAL. 2005 y 2006

Fuente: Encuesta Condiciones de Vida, 2005 y 2006.(INE).

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humus donde se acumulan las causas de laexclusión residencial más grave, y donde yase empieza a vivir en situaciones que resul-tan indignas desde nuestros estándares devida, como por ejemplo, vivir en un lugar sinlavabo, esto es, sin agua corriente, tal y comoles ocurría a 112.824 españoles todavía en2001.

Desde entonces hasta ahora, la degrada-ción de determinados barrios centrales en lasgrandes ciudades, unida a las dificultadesque experimentan muchos trabajadoresinmigrantes para acceder a una vivienda dig-na, no ha hecho sino multiplicar el hacina-miento y el llamado chabolismo vertical,haciendo que las fronteras entre tener untecho o vivir a la intemperie no siempre signi-fiquen gran cosa en términos de dignidad yderechos humanos.

Con este telón de fondo, la cuestión delacceso a la vivienda adquiere un relieve espe-cial. A tenor de los datos que a continuaciónse exponen el problema del acceso a unavivienda digna que se plantea en nuestrasociedad, supone uno de los factores másimportantes que generan y/o refuerzan laexclusión social.

En 2005, el precio por m2 de la viviendalibre alcanzó en España los 1.888 ?, con unincremento acumulado para el período 1995-2005 de un 281%. Desde el primer trimestredel 2005 hasta ahora, el índice general deprecios de la vivienda que elabora el propioMinisterio ha experimentado un incrementodel 24,7%, es decir, una cuarta parte en ape-nas tres años y pese a la ralentización en lasubida de los precios de los dos últimos años,el precio del metro cuadrado de la viviendalibre se situó en 2.085 ? a finales de 2007. Enel caso de las viviendas de nueva construcciónen zonas urbanas, el precio medio del metro

cuadrado fue de 2.618 ?/m2 a finales de 20055,lo que representó un crecimiento anual del12%.

Los graves problemas de acceso a la vivien-da, la precariedad laboral en la que aún viveuna considerable capa de población, agudizanla cuestión de la falta de vivienda digna y ase-quible, y plantean abiertamente la necesidadde una respuesta que, frente a la única lógicadel mercado libre, haga crecer el parque públi-co de vivienda en régimen de alquiler social,por ejemplo, como elemento regulador frente alas dificultades en el acceso a la vivienda porparte de los grupos más vulnerables.

El tercer nivel de análisis corresponde a larespuesta institucional actual de cara a laprevención y atención a las personas sinhogar, sus modelos de gestión y las formasque adopta. En España arrastramos la caren-cia secular de una política social pública quedé una respuesta suficiente e integral a laspersonas sin hogar, lo que sin duda contribu-ye a perpetuar el problema.

Con carácter general, tal y como apuntabahace un par de años el Síndic de Greuges deCatalunya (2005), no parecen suficientes lospresupuestos sociales públicos dirigidos aatender a las PSH, en concreto, las políticasde Vivienda no suelen tener en cuenta a estecolectivo, y tan sólo alguna organización de lasociedad civil promueve el alquiler de vivien-das a precios asequibles para estas personas.

Del mismo modo, las políticas sociales degarantía de ingresos (Pensiones no Contribu-tivas o Rentas Mínimas de Inserción), pres-tan ayudas insuficientes. Baste recordar que,como señala el citado informe, cubrir lasnecesidades básicas de una persona (comer ydormir en establecimientos económicos)dobla la cuantía de los ingresos medios quepor ese tipo de prestaciones reciben las perso-nas sin hogar.

Tampoco el mercado de trabajo parecereservar un hueco para la inserción sociolabo-

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5 Ministerio de la Vivienda (2007): Estudio de Ofertade vivienda de nueva construcción en España. Madrid:Ministerio de la Vivienda.

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ral de este colectivo. La AdministraciónPública no ha desarrollado recursos que tra-bajen en este sentido, debido a la interven-ción de carácter asistencial que suele desa-rrollar, y las empresas de inserción social, porejemplo, aún no cuentan con el respaldo sufi-ciente para poder absorber este tipo de usua-rios. Paradójicamente son escasísimos losejemplos de ciudades en los que se introduceuna cláusula social que favorezca a lasempresas de inserción en la licitación de con-cursos para ofrecer servicios de manteni-miento (limpieza, cocina, etc.) en los centrospúblicos de alojamiento para personas sinhogar.

En cuanto a la salud, aún queda muchopor hacer tanto por lo que respecta a la nece-sidad de contar con recursos adaptados a laspersonas sin hogar con problemas de saludmental, como a la coordinación de los centrosde salud de atención primaria o especializadacon la red de atención a PSH. Prácticamenteno existen plazas de larga estancia paradesintoxicación y recuperación de personascon problemas severos de alcoholismo; en loshospitales se siguen dando altas apresuradasa personas que se encuentran viviendo en lacalle y que difícilmente pueden recibir cuida-dos postoperatorios, por poner sólo un par deejemplos de falta de coordinación entre la redsanitaria y la red social.

Centrándonos en el caso de las personassin techo (aquellas que duermen al raso), losproblemas de salud física suponen entre dos ycincuenta veces más que la población engeneral (Muñoz, Vázquez, C. y Vázquez, J.J.,2003). El informe del segundo recuento noc-turno de personas sin hogar en Madrid, seña-la que el 46,3% de personas entrevistadasdice tener problemas de salud. Pero entre esegrupo de «enfermos», más de la mitad (60%)no recibe ningún tratamiento médico. (Cabre-ra, P.J., Muñoz, M. y Sánchez, R., 2008).

Por último, y analizando la red específicade recursos dirigida a PSH, no es difícil con-cluir que:

1. El número de plazas de alojamientopara PSH en las grandes ciudades es en laactualidad claramente insuficiente.

2. En la mayoría de los casos se trata dealojamientos de carácter temporal, que con-tinúan con el sistema de puerta giratoria.

3. El carácter de la atención actual estámayoritariamente basado en la intervenciónasistencial y de urgencia.

4. Aún contamos con una clara falta derecursos materiales y humanos.

5. La realidad cambiante del sinhogaris-mo, sobre todo a consecuencia del impacto dela inmigración, ha superado ampliamente lacapacidad de actuación de los profesionalesimplicados en el sector y se echa en falta unreciclaje formativo que les proporcione lasherramientas necesarias frente a los nuevosperfiles y problemas.

3. LA CUANTIFICACIÓNDEL PROBLEMA. ¿CUÁNTASPERSONAS SIN HOGAR?

Los datos arrojados por la encuesta reali-zada por el INE a finales de 2005 mostraronque en España existían alrededor 21.900 per-sonas sin hogar. En ese momento, la pobla-ción española era de 44,1 millones de perso-nas, lo que nos daría una tasa de 0,49 perso-nas sin hogar por cada 1.000 habitantes.

El perfil sociodemográfico general de lapoblación sin hogar es el siguiente: un 83% devarones. Una edad media de 37,9 años queresulta una demostración evidente del proce-so de juvenalización que está experimentan-do la población sin hogar. En un 82% de loscasos se trata de personas solas (apenas un18% se manifiestan casados o en pareja), yextranjeras en una altísima proporción. Prác-ticamente la mitad, el 48,2%, de la gente sinhogar es extranjera. Este es sin duda el rasgomás sobresaliente de cuantos arroja laencuesta INE.

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En apenas 10 años, los extranjeros hanpasado de ser alrededor de un 15% de lapoblación más excluida, a representar lamitad, lo que denota la grave situación devulnerabilidad en que se encuentran muchostrabajadores inmigrantes que además de losproblemas para lograr entrar en el país, seencuentran con serias dificultades para con-seguir, por este orden: papeles, empleo y alo-jamiento. Por países de procedencia, estosextranjeros sin hogar son: marroquíes (16%),rumanos (9%), argelinos (7%), portugueses(6%), bolivianos (5%). Es decir, de aquellospaíses africanos, de Europa del Este y deAmérica latina que aportan los mayores con-tingentes de inmigración.

Teniendo en cuenta que la determinacióndel número de personas sin hogar existentesse hizo a partir de un trabajo de campo entrelos centros que atienden a la gente sin hogar(albergues y comedores), quizás no sería deltodo ilegítimo pensar que allí donde la red deatención resulta más insuficiente para aten-derles, la estimación del sinhogarismo resul-ta inferior a la realidad. Eso explicaría queaparezcan por debajo de la estricta proporcio-nalidad en base a la población que en ellasreside, las dos Comunidades autónomas(Madrid y Cataluña) que incluyen las dosmayores áreas metropolitanas del país (ver

gráfico sig.). Tanto en el caso de Madrid comoen el de Barcelona, nos encontramos con queen las poblaciones de su entorno, muy populo-sas, pero de reciente crecimiento, no se handesarrollado prácticamente ninguno de losservicios típicos destinados a dar cobijo, comi-da, etc, a los más necesitados, de manera quehan seguido siendo deudores de los serviciosexistentes en la capital, creados muchos deellos hace décadas o incluso siglos. Piénseseque hablamos de municipios como Móstoles,Alcalá de Henares, Badalona u Hospitalet deLlobregat que superan los doscientos milhabitantes y que siguen remitiéndose esen-cialmente a los servicios de albergue y emer-gencia que existen en la capital provincial.

Como han puesto de relieve muchos auto-res (Edgar et al, 2007) la medición del sinho-garismo, cuando ha de hacerse a partir dedatos de encuesta a entidades especializadasen el tema, resulta enormemente dependien-te de la distribución del mapa de recursos,esto es, del directorio de centros, servicios yprogramas que haya servido para comenzarel trabajo de campo y realizar el muestreo. Esmás, el directorio será más o menos amplio, eincluirá uno u otro tipo de servicios, en virtudde cuál sea la visión del problema que se ten-ga entre las entidades que proporcionan alo-jamiento social, y de su disposición a conside-

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SITUACIÓN FAMILIAR DE LAS PSH(INE 2005)

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rar la propia actividad como orientada a darrespuesta a gente en situación de exclusiónresidencial severa independientemente de siresponden o no al estereotipo del «sin techo».Esto hace que, por ejemplo, los centros de alo-jamiento de emergencia para mujeres vícti-mas de violencia doméstica, se autoincluyana veces sí y a veces no, entre el conjunto deentidades que dan techo a gente que carece deél; obviamente, en su caso debido a circuns-tancias y problemáticas bien concretas y dis-tintas a las de otras personas que se ven tam-bién obligadas a vivir temporalmente sinhogar. Eso es lo que explica la extrema varia-bilidad en la proporción de mujeres que sedetecta entre unas comunidades autónomasy otras (ver graf. siguiente). En el caso deCastilla-La Mancha, Galicia o Murcia estánligeramente por debajo de la media nacional(17,3%) mientras que habría regiones comoCanarias, Navarra o La Rioja, donde lasmujeres rozan el 50% de las PSH. En todocaso, como decimos, estos datos son deudoresesencialmente de la matriz institucional queatiende a la población más excluida en cada

región y que ha aceptado implicarse en laencuesta del INE.

Del mismo modo, si consideramos los gran-des grupos de edad, según CC.AA., nos encon-tramos con enormes diferencias entre unasregiones y otras. Mientras que los jóvenesentre 18 y 29 años, representan el 83% de laspersonas sin hogar en Murcia, apenas si sonun 4,1% en Asturias. A nuestro entender,datos tan dispares están reflejando hasta quépunto están siendo atendidos desde la reddestinada a las personas sin hogar, todosaquellos extranjeros, inmigrantes, que seencuentran con problemas severos de aloja-miento. Naturalmente, esto depende del por-centaje de inmigrantes existente en cadaCC.AA., pero también, y mucho, de la opciónadoptada en términos de política social o ins-titucional: ¿se atiende en los albergues ycomedores a inmigrantes en situación deexclusión residencial, o bien se mantiene unavisión esencialista y se decide que no se tratade personas «sin techo» sino de «otra cosa» yse les atiende desde una red paralela y distin-

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PORCENTAJE PSH Y PORCENTAJE POBLACIÓN POR CCAA

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ta de servicios. Eso es lo que explica, la abun-dancia relativa de jóvenes sin hogar en Mur-cia, Ceuta y Melilla, La Rioja, o incluso laComunidad Valenciana. Se trata de regionesdonde se atiende indistintamente a locales yforáneos.

Desgraciadamente, las tablas facilitadaspor el INE, no permiten otros análisis desa-gregados por provincias o por grandes capita-les, para poder llevarlos a cabo hemos deremitirnos a diversas fuentes locales que sue-len dar una visión fragmentada del proble-ma, puesto que no existe prácticamente nin-guna gran ciudad en la que se integren todoslos datos de personas con problemas de exclu-sión residencial atendidas por centros públi-cos y privados, destinados a los diferentesgrupos o colectivos de personas excluidas.

Las casi 22.000 personas sin hogar, detec-tadas por el INE a partir de los usuarios de lared de centros de atención, se encontraban

alojadas en el momento de realización de laencuesta en muy diversos lugares. Si losordenamos según el grado mayor de exclu-sión residencial que puedan representar, enfunción de la propuesta ETHOS, nos encon-tramos con los siguientes resultados (vertabla sig.):

Alrededor de un 23% dormía en espaciospúblicos, ya fuera en un parque, el cajero deun banco o un pasaje comercial, una estaciónde ferrocarril o el metro. A éstos habría quesumarles el 15% que pasaba la noche en alo-jamientos de fortuna, esto es, algún tipo deedificación que comúnmente se considera queno reúne condiciones para la habitabilidadhumana (el hall de un inmueble, cueva,coche�). Estos dos grupos conformarían loque en términos ETHOS se considera sintecho (roofless) (8.218). Los alojamientos ins-titucionalizados de uno u otro tipo vendrían aalbergar al 54,4% de la población sin hogar, y

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PERSONAS SIN HOGAR SEGÚN GÉNERO, POR COMUNIDAD AUTÓNOMA

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el 8% restante se alojaba en viviendas ocu-padas para las que carecían de cualquier tí-tulo o credencial que les diera derecho a usar-las.

No obstante, hay que tener en cuenta quesólo una pequeña fracción de los centros desti-nados a acoger mujeres maltratadas acepta-ron responder a la encuesta, mientras que

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PSH SEGÚN GRUPO DE EDAD, POR COMUNIDAD AUTÓNOMA

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otros muchos renunciaron a hacerlo por enten-der que su clientela no es gente sin hogar, loque significa que aún no está del todo acepta-da la definición situacional y operativa del sin-hogarismo que propone FEANTSA y que asu-mió el INE en su trabajo de campo.

Igualmente, están excluidos de las cifrasanteriores la mayor parte de los centros deinternamiento de inmigrantes sin papeles, osolicitantes de asilo o refugio.

Teniendo en cuenta todos estos matices,resulta espectacularmente elevado ese 22,5%de personas sin hogar, captadas esencialmen-te a partir de las entrevistas efectuadas encomedores que dice dormir habitualmente ala intemperie, lo que denota las limitaciones einsuficiencias de la actual red de albergues yalojamientos.

Una red en la que siguen predominandolos albergues colectivos, en donde el 44% delas PSH comparte dormitorio con cinco o máspersonas y sólo un 22% dispone de dormitorioindividual. Albergues en donde el 48% de laspersonas no puede permanecer durante eldía, el 26% no puede recibir correo, el 25% nopuede recibir llamadas telefónicas, y el 80%no puede usar Internet. Lo que significa quese trata de centros con fuertes limitaciones

para mantener la malla de vínculos y relacio-nes sociales que puedan subsistir.

En cuanto al tiempo que llevaban viviendosin hogar, los resultados ofrecidos por laencuesta del INE indican que el 38% llevabamás de 3 años sin alojamiento propio, viviendopor tanto en una crisis residencial y personalque se había convertido en algo crónico y per-manente. Por el contrario, el 30% llevabamenos de 6 meses y en consecuencia sería sus-ceptible de una intervención social tempranaque pudiera evitar mayores deterioros. Estosería particularmente urgente entre las perso-nas sin hogar más jóvenes, puesto que el por-centaje de quienes llevaban menos de seismeses en la calle se elevaba hasta el 47% entrela gente sin techo con menos de 30 años. Algoparecido a lo que ocurría con los extranjeros,ya que en general, su crisis residencial eramás reciente que entre los españoles, el 48%de los cuales lleva viviendo sin hogar más detres años, sin embargo ya es posible detectarun 26% de extranjeros que llevan más de 3años sin hogar. Hablando en términos genera-les, podríamos decir que la cronificación de lasituación de exclusión residencial afecta apro-ximadamente a la mitad de los autóctonos y,de momento, tan «sólo» a la cuarta parte de losextranjeros sin hogar (ver gráfico).

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TIEMPO SIN HOGAR SEGÚN NACIONALIDAD(INE 2005)

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De hecho, como se puede apreciar en losdos gráficos que siguen, la situación de aloja-miento de las personas sin hogar extranjerastiende a ser más precaria aún que la de losnacionales: los que duermen en espaciospúblicos o en alojamientos de fortuna repre-sentan el 42% de las PSH extranjeras, mien-tras que entre los españoles este porcentajese reduce al 33%. Esto viene a significar quesi la red de albergues es insuficiente para pro-porcionar un techo a los españoles sin hogar,aún es peor la situación para quien tiene otra

nacionalidad, con lo cual hay que pensar quea pesar de tratarse de una crisis demográficay humanitaria aún muy reciente, la gravedadde las situaciones que se dan entre los inmi-grantes sin hogar, muchos de ellos «sin pape-les», sin trabajo y sin redes de apoyo, unido asu mayor visibilidad por razones étnicas,constituye un cóctel muy peligroso que puededar lugar a demostraciones de hostilidadvecinal, racismo y xenofobia, tal y como yaestá sucediendo en bastantes ciudades y cen-tros históricos españoles.

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ESPAÑOLES SIN HOGAR

EXTRANJEROS SIN HOGAR

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Aunque se trata de datos parciales, conta-mos con la posibilidad de validar esta tenden-cia al fuerte incremento de la presencia deextranjeros entre la gente sin hogar, merceda las experiencias de recuento nocturno quese han llevado a cabo en Madrid, desde el año2006 y más recientemente en Barcelona6. Setrata de una metodología que consiste en ras-trear de forma sistemática todas las calles deuna gran ciudad en una noche dada, con vis-tas a detectar, censar y tomar noticia de lascaracterísticas y necesidades de la gente quevive literalmente sin techo y que se encuen-tra durmiendo literalmente en la calle. Estetipo de indagación sólo es posible gracias a lacolaboración de centenares de voluntariosque, en una operación donde se mezclan losobjetivos de investigación y de sensibilizaciónsocial, se muestran dispuestos a permaneceren la calle desde la caída del sol hasta bienentrada la noche para intentar localizar yentablar una conversación con quienes mues-tran signos de encontrarse sin techo. EnMadrid fueron cerca de 500 voluntarios losque participaron en la edición de este año,mientras en Barcelona fueron algo más de700.

En cuanto a los resultados en ambas ciu-dades, tenemos que en Madrid se localizaron650 personas sin techo y en Barcelona unnúmero sorprendentemente similar: 658. Enambos casos se trata de una cifra que indicauna referencia mínima de partida, puestoque no es posible llegar a saber cuántospudieron no ser detectados por encontrarserefugiados en lugares escondidos y poco visi-

bles. Más que el número, lo que reviste másinterés es el tipo de perfil que emerge a partirde los datos de observación y de entrevista.En este sentido, resulta muy similar el perfilde población que vive en la calle en ambasciudades. Así por ejemplo, tenemos que setrata mayoritariamente de varones (89,1 %en Madrid y 88,2% en Barcelona); que en sumayor parte se encuentran solteros (52% enMadrid; 50% en Barcelona), separados/divor-ciados (19,4% en Madrid; 21,5% en Barcelo-na) o viudos. En este sentido, los solitarios(esto es, los que no están casados o en pareja)son las tres cuartas partes de las personas sintecho (77% en Barcelona y 75% en Madrid).

En ambos casos, la mayoría de las perso-nas sin techo son extranjeros, si bien parecedetectarse un porcentaje algo mayor en Bar-celona, el 60% de las personas sin techoentrevistadas en esta ciudad declararon serextranjeros, mientras en Madrid fueron el53%. De todos modos estas variaciones hayque tomarlas con cierta cautela pues puedenestar sometidas a fluctuaciones debido a laspeculiares condiciones del trabajo de campo.En todo caso, lo que parece evidente es que lafracción más excluida y destituida de las per-sonas sin hogar, las que se encuentranviviendo literalmente sin techo en las callesde nuestras grandes ciudades, han pasado aser, mayoritariamente extranjeras.

Aproximadamente, la cuarta parte (24% enBarcelona y 23 en Madrid) dice obtener susingresos para subsistir de la mendicidad, sibien los que afirman realizar algún tipo de tra-bajo son más en Madrid (30%) que en Barcelo-na (20%). En cualquier caso se trata siemprede pequeñas chapuzas tales como recogida dechatarra, o así, no tanto de empleos reglados.

De manera sorprendente, coincide exacta-mente el porcentaje de quienes afirman pade-cer algún problema de salud (46%), y prácti-camente coincide la proporción de quienesdeclaran no estar recibiendo tratamiento asus dolencias (el 42% en Barcelona y el 40%en Madrid).

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6 El segundo recuento madrileño, patrocinado porel Ayuntamiento de Madrid dentro del plan de segui-miento e investigación trazado desde el Foro técnico depersonas sin hogar se llevó a cabo el 26 de febrero y elde Barcelona apenas unos días más tarde, el 12 de mar-zo de 2008. En este caso estuvo auspiciado por la Fun-dació Un Sol Món y contó también con la colaboracióndel Ayuntamiento de Barcelona. En ambas ciudades, laexperiencia pudo llevarse a cabo merced a la implica-ción de la red de entidades sociales que trabajan a favorde las personas sin hogar.

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4. LA INTERVENCIÓN CON PSH

4.1. El proceso: un continuode atención y recursos

El conjunto de causas descritas hasta aho-ra y su mutua influencia, están provocando elaumento del problema del sinhogarismo enEuropa y en España, con lo que cada vez elfenómeno es percibido desde las instanciaspolíticas como una cuestión a abordar no sólodesde el ámbito privado (organizaciones

sociales), sino desde el institucional público.Precisamente esta es la razón por la que elsinhogarismo es uno de los principales pro-blemas planteados por la Estrategia Europeade Inclusión Social.

Las políticas sociales de lucha contra elsinhogarismo, desde la perspectiva de laexclusión residencial, han de abordar tanto laatención como la prevención del sinhogaris-mo y precisan del entendimiento de los itine-rarios y procesos que lo desencadenan.

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PORCENTAJE DE PERSONAS QUE EN EL MOMENTO DE HACER LA ENTREVISTA...

Finalmente, también es muy alta la coinci-dencia en el porcentaje de quienes afirmanhaber sido víctimas de algún tipo de delitomientras se encontraban viviendo en la calle:el 48% en Barcelona y el 50% en Madrid.

Para terminar de dibujar el cuadro desemejanzas, basta observar el gráficosiguiente en el que figura el porcentaje dequienes, en base a datos de observación con-signados por los voluntarios que participaronen el recuento, se encontraban, en la noche dereferencia: solos, con la ropa sucia o con pocahigiene, con aspecto de encontrarse mal físi-camente, ya fuera por mostrar alguna disca-pacidad visible o por presentar indicios de

enfermedad mental, alcoholismo o drogadic-ción. Finalmente, se consignaba si se encon-traban acompañados de alguna mascota oarrastraban bolsas, bultos u otras pertenen-cias. Tal y como puede observarse, a partir delos datos recogidos, la forma en que se hacenpresentes las personas sin techo en el espaciopúblico, esto es, se visibilizan a los ojos decualquier observador, resulta muy similartanto en Madrid como en Barcelona. Lasvariaciones que presentan no parecen dema-siado significativas, si acaso se podría pensarque en Madrid se agudiza la presencia dedeterminados rasgos indicativos de un mayordeterioro personal, pero todo ello dentro deuna enorme semejanza.

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En este sentido la tipología ETHOS, antesexpuesta, al tratar de recoger todo el abanicode situaciones de exclusión residencial en lasque puede hallarse una persona sin hogar,que van desde vivir literalmente en la calle,hasta quienes viven en precario, pasando porquienes residen en alojamientos sociales oprotegidos, nos ayuda a entender el tipo deintervención a desarrollar dentro de un conti-nuo de situaciones que precisan de una res-puesta diferencial y adaptada a cada caso.

La intervención con PSH vista desde estaperspectiva confirma, por tanto, que el sinho-garismo es un proceso, antes que un fenóme-no estático. Lo que implica que, primero, pue-de afectar a muchas personas en situación devulnerabilidad residencial en diferentesmomentos de sus vidas. Y, segundo, que laatención ha de estar formada por un conjunto

de recursos que vaya más allá de la meraasistencia a las situaciones de necesidad,para poder inducir procesos de estabilización,mejora y cambio que procuren la integraciónsocial de las personas. Visto desde un planosuperior, las políticas tradicionales, deurgencia y cuidados asistenciales (basadasesencialmente en albergues de corta estanciay comedores sociales) han de dar paso a otrasque primen la prevención, la estabilización yel paso a la vida independiente (acceso y man-tenimiento del alojamiento de larga dura-ción).

De este modo, la intervención con personassin hogar debería dar respuesta a tres gran-des tramos o áreas de actuación: 1) preventi-va. 2) Satisfacción de necesidades básicas y 3)Recuperación e inserción social.

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ÁREAS PRINCIPALES EN LA INTERVENCIÓN CON PERSONASSIN HOGAR Y EXCLUSIÓN RESIDENCIAL

Todo ello teniendo presente que la totali-dad de servicios y recursos que han de confor-mar cada área no debe entenderse como unconjunto aislado, sino dentro de un continuointerrelacionado, en el que cada usuario pue-da encontrar acomodo según sus necesidades,y en el que, idealmente, se puedan efectuarmovimientos de un escalón a otro hasta con-

seguir, en aquellos casos en que así sea facti-ble, el acceso a una vida lo más autónomaposible.

En ese sentido, los recursos deben de ade-cuarse a la idea de proceso que está implícitaen los proyectos de inclusión social. Esos que,al menos de manera formal y a veces ampulo-

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sa, presiden los discursos políticos y técnicosde nuestras políticas sociales actuales. Aun-que en algunos casos el tipo de intervenciónque es dado realizar, debido al grado de dete-rioro de algunas personas, impida fijarseotras metas más allá de la reducción dedaños. Pero también en este punto la aten-ción a personas sin hogar resulta un elemen-to clave, pues se debe avanzar en la dignifica-ción y garantía de los servicios a las personascon un grado de deterioro mayor.

Por otro lado, el problema de las personassin hogar ha de ser entendido de una maneraholística e integral. Los recursos básicoscomo el alojamiento, la manutención diaria oel aseo, deben ser acompañados por la aten-ción a la salud psíquica y física, la recupera-ción de las habilidades personales y socialesbásicas, la inserción socio-laboral o el accesoa determinadas prestaciones sociales.

En ese continuum de la intervención socialcon PSH, que iría de la exclusión social (o suprevención) hasta la inclusión social y laautonomía personal, proponemos el modeloque aparece en el cuadro siguiente. En él seintenta presentar, de una forma ordenada ycoherente, los servicios y recursos que seríannecesarios para lograr un impacto real enrelación con: la prevención de la exclusión porfalta de alojamiento; la atención a las necesi-dades de las personas sin hogar en términosde alojamiento temporal y acompañamientosocial; el acceso a servicios y prestacionessociales; y la integración social mediante elacceso a alojamientos permanentes7.

Como se puede observar, el cuadro integrauna doble lectura: En dirección horizontal el

modelo puede ser interpretado como unacadena de pasos que tiene como horizonte lainclusión social y el paso a la vida indepen-diente. En ese trazado adquieren especialrelevancia el área de Prevención, tan relega-da hasta ahora, pero que resulta imprescindi-ble si se quiere mejorar la detección de situa-ciones de riesgo; así como el área de Recupe-ración e Inserción Social, como espacio másadecuado para la estabilización de las perso-nas, con alojamientos de mediana o largaestancia, servicios relacionados con la inser-ción socio-laboral, y alojamientos-puente a lavida independiente. Sin duda, el área deSatisfacción de Necesidades Básicas suponeun tipo de asistencia ineludible, pero que deencapsularse en sí misma, sin mayor proyec-ción, no sería más que perpetuar el consabidomodelo de «puerta giratoria» que ha venidoimpregnando la acción social con PSH hastahace bien poco en nuestro país. Pero tambiénel modelo permite una lectura transversal,habida cuenta de que el continuum estáimpregnado del carácter integral de la inter-vención: coordinación de recursos, atención alos diferentes problemas asociados a la faltade alojamiento y apoyo y seguimiento profe-sional deberían estar presentes en todas lasalternativas que se plantean.

A nuestro modo de ver, la rejilla de servi-cios que presentamos en este cuadro, puedeservir para testar el nivel de desarrollo de lared de atención a PSH, tanto a escala localcomo regional, de manera que puedan serpuestas de relieve las carencias, inadecuacio-nes o, en su caso, excesos de concentración enalguno de los tramos del continuo de atenciónque se propone.

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7 Tales fines ya fueron planteados en el DocumentoPolítico La promoción de la Inclusión Social a través delacceso al alojamiento. FEANTSA. Bruselas. 2001.

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4.2. El alojamiento social: un puenteentre el centro de acogida y la vidaindependiente

En todo ese conjunto de servicios y recur-sos que hemos planteado, la cuestión del alo-jamiento, a lo largo de todo el proceso peroespecialmente en la etapa de Recuperación eInserción Social, supone un punto de anclajecentral en los procesos de inclusión social,habida cuenta que viene a ser un factor esen-cial de estabilización personal. Justamente,por la capacidad estabilizadora que puedeaportar el hecho de disponer de un alojamien-to digno, adaptado a las necesidades de lapersona y de estancia no limitada a corto pla-zo, éste viene a ser la plataforma privilegiadadesde la que trabajar la inserción socio-labo-ral, las mejoras en la salud, la normalizaciónde los hábitos y relaciones cotidianas, etc.Razón por la cual el alojamiento de largaestancia ha pasado a ser el elemento centraldentro de algunas estrategias europeas delucha contra el sinhogarismo, que se apoyansobre el principio del: housing first, o lo que eslo mismo: alojamiento (vivienda) en primerlugar8.

De modo genérico, se viene empleando eltérmino «alojamiento social», para nombrar atoda una serie de alternativas que tratan defacilitar el paso entre la red de recursos espe-cializados y la vida autónoma. Los colectivos alos que suele dirigirse suelen ser personas sinhogar que han iniciado procesos de inclusiónsocial y que han superado etapas de recupera-ción básica, pero también acogen a personasen situación de riesgo de exclusión social oresidencial (mujeres víctimas de malos tratos,

familias o personas sin recursos económicosque han sufrido un desahucio, etc.).

En este marco también se pueden encon-trar equipamientos destinados a acoger deuna manera indefinida a personas que, por sucronificada situación, no parece posible quepueda plantearse con ellos la meta de unavida independiente. En este caso se procurauna atención paliativa en un marco que seasemeja a la vida cotidiana de las viviendasordinarias, sin que se apliquen programas dealto contenido psico-social.

Como último eslabón del continuo, apare-cen los servicios de acceso y apoyo a la vivien-da ordinaria.

Algunas experiencias internacionales, pio-neras en el diseño y puesta en práctica de alo-jamiento social, sirven para documentar esteapartado.

En cuanto a los equipamientos residencia-les de media o larga estancia, podemos referiralgunos tipos de recursos que tratan de pro-mover la inserción social de PSH con impor-tantes carencias psicosociales y/o el paso auna vivienda estable y autónoma. Suelen serpersonas que han iniciado procesos de inser-ción social, condición que permite un trabajointenso hacia su progresiva autonomía. Con-secuentemente, estos equipamientos cuentancon programas de apoyo social. En relación ala cuestión económica, los usuarios suelenabonar una parte de los gastos en función desus posibilidades, y con frecuencia este tipode equipamiento suele contar con el apoyo delas autoridades políticas de las áreas devivienda (quien apoya económicamente laadquisición y rehabilitación de los edificios) yde servicios sociales (que financia la acciónsocial). El modelo francés ofrece dos tipos deequipamientos de interés: los Centres d�Hé-bergement et de Réinsertion Social (CHRS) ylas Résidences Sociales.

La red de Centres d�Hébergement et deRéinsertion Social (CHRS) cuenta con alrede-

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8 Algunas políticas públicas, como la EstrategiaNacional de Noruega para prevenir y combatir el sinho-garismo, ya han hecho sustantiva esta forma de entenderel problema. La perspectiva que prioriza el acceso omantenimiento de la vivienda en la intervención con laspersonas sin hogar, sin el menoscabo de los servicios adi-cionales que cada persona precise («The housing firstapproach»), se encuentra en la base de estas interven-ciones en el marco europeo.

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dor de 33.000 plazas en todo el país y suelenestar gestionados por entidades no lucrativas.Los centros firman un contrato de alojamientocon cada usuario, en principio, por seis meses,pero renovable en función de las necesidadesque se consideren en su momento. Los usua-rios abonan una cantidad anual en función desus ingresos. Muchos de ellos son familias opersonas que atraviesan dificultades econó-micas, de salud o de otro tipo y que precisanayuda hasta que pueden recobrar su auto-nomía. Las necesidades de estas personas sonatendidas por profesionales de diferentes dis-ciplinas, con lo que se procura garantizar unaatención lo más completa posible.

También en Francia se pueden encontrarRésidences Sociales que ofrecen alojamiento,en principio, hasta de dos años, pero igual-mente renovable. La atención y la modalidadde la estancia es más individualizada: unahabitación amueblada para cada usuario,pero con la ventaja de disponer de servicios ysalas de acceso común. Las residencias socia-les suponen un paso más avanzado en elcamino hacia la vivienda independiente,generalmente proporcionada por el parque devivienda social en alquiler. Están, por tanto,dirigidas principalmente a PSH con proble-mas de acceso a la vivienda, pero con un con-siderable nivel de autonomía. Los clientes deestas residencias abonan la estancia en ellas,pudiendo solicitar una ayuda pública especí-fica denominada Aide Personalisée au Loge-ment. En nuestro país, sólo de forma incipien-te, y dirigidos a grupos muy específicos (ej:jóvenes) empiezan a aparecer estas ayudasdirectas encaminadas a favorecer el sosteni-miento económico de un lugar donde residirde forma autónoma e independiente.

Los equipamientos de larga estancia tie-nen un carácter indefinido y más que perse-guir el objetivo del proceso y tránsito a unavida independiente, buscan el cuidado palia-tivo y la reducción de daños.

Están especialmente destinados a pobla-ción sin hogar con acentuado deterioro, para

quienes es muy difícil la meta de la integra-ción social plena, y/o a personas con edadesavanzadas que además presentan hábitos yconductas difícilmente compatibles con lo exi-gido por la red de residencias para gentemayor.

También en Francia, encontramos lasMaison Relais o pensiones sociales o de fami-lia, son recursos de pequeño tamaño (alrede-dor de diez personas) con un variado perfil declientela, que no requieren de una interven-ción psicosocial intensa. Están destinadas apersonas con una situación de aislamiento yexclusión social importante, que por suscaracterísticas no pueden acceder a un aloja-miento ordinario. Se dirigen de una maneraprivilegiada a las personas que han frecuen-tado repetitivamente los albergues, pero queya no aceptan su estancia en ellos.

La Maison Relais conjuga habitacionesindividuales y salas y servicios colectivos ycuenta con un anfitrión (Hôte) o una parejade anfitriones que están destinados a favore-cer las relaciones de la vida cotidiana de unacasa ordinaria. La figura del anfitrión estáespecialmente ideada para jugar un rol prin-cipal en el desarrollo de esa vida cotidiana, yaunque su cualificación profesional puede servariada, han de ser personas atentas y a laescucha de las necesidades de los usuarios,asegurando su presencia cotidiana cerca deellos.

Por último, el eslabón final del continuo deatención a PSH vendría a estar constituidopor los programas de ayuda para el acceso ala vivienda ordinaria y/o para el manteni-miento en la misma. Por ejemplo, en ReinoUnido existen los Floating Support Services oservicios ambulatorios, que en conexión conlos centros de alojamiento para PSH, tratantanto de buscar viviendas dignas donde vivir,así como de de entrenar a sus posibles inqui-linos en habilidades de convivencia básicas.

También, y gracias al parque de vivien-das de alquiler social del Reino Unido, los

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Move-on Schemes promueven el acceso dePSH que residen en centros de media y largaestancia a viviendas autónomas o semi-autó-nomas.

En nuestro país existen ya experienciaspioneras dentro del sector de la intermedia-ción inmobiliaria (Ej. provivienda) que no selimitan a facilitar el acceso a la vivienda enrégimen de alquiler a los segmentos de pobla-ción menos solventes económicamente, sinoque incorporan, ya sea por sí solos o en cola-boración con otras entidades especializadas,programas de trabajo social y acompaña-miento a los usuarios que les permiten alcan-zar un notable nivel de éxitos en términos deinclusión social.

Tal y como pusimos de relieve con ocasióndel encuentro de pares que revisó hace año ymedio la estrategia noruega de lucha contrael sinhogarismo, sólo de forma muy paulatinase ha ido abriendo paso en nuestro país unaconcepción del problema que �a diferencia delas visiones tradicionales que insistían en lasrazones individuales y buscaban exclusiva-mente la readaptación de las personas afecta-das� intenta encontrar una comprensión másamplia y estructural del mismo, por lo que seasume la importancia de articular la políticasocial con la política de alojamiento/vivienda,así como la urgencia de superar la vieja dico-tomía que lleva a considerar al excluido comodigno/indigno (worthy/unworthy) de seratendido, para afianzar una política socialuniversalista basada en los derechos de losciudadanos.

Es muy importante que se produzca estecambio de perspectiva, si se quiere expandirel campo de lo que política y socialmente seconsidera factible realizar en estos momen-tos en España. Hoy por hoy, el espacio parauna posible actuación política frente al sin-hogarismo se encuentra demasiado circuns-crito al terreno delimitado por la políticasocial y los problemas individuales (alcoho-lismo, drogadicción, enfermedad mental, etc)que presentan las personas sin hogar. Sólo si

se cambia la concepción del sinhogarismopara entenderlo de forma más amplia yestructural será posible iniciar actuacionesque en este momento parecen imposiblesdesde nuestro actual marco social: las quenos puedan permitir actuar sobre el sinhoga-rismo, no sólo desde los Servicios Socialesespecíficos, sino también desde la política devivienda.

Esto permitiría modificar los límitesestructurales del sistema de intervención entodos sus aspectos, tanto sociales y económi-cos (mercado de trabajo, sanidad, educación,redes sociales) como políticos, puesto queimplicaría el reconocimiento efectivo delderecho a la vivienda y el alojamiento digno.Una realidad básica y necesaria que no puedequedar vinculada a la adopción por parte delcliente de una determinada pauta de conduc-ta individual. Todo lo cual nos permitiría olvi-dar la actual dinámica, restrictiva, estrecha ycorta de miras que acaba por seleccionar alcliente de entre una serie de colectivos consi-derados como dignos de recibir atención, paraempezar a extender la ciudadanía inclusiva,también en materia residencial, a todos losciudadanos sin excepción.

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ESTUDIOS

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RESUMEN El sinhogarismo (homelessness) es uno de los principales problemas señalados por la Estra-tegia Europea de Inclusión Social. Las nuevas políticas sociales, lejos ya de considerarlocomo una cuestión estática en cuyo origen predominan las razones personales o individua-les, parten de una definición situacional, entendiendo este fenómeno social desde una pers-pectiva dinámica y no estática. Como forma más extrema de la Exclusión Social, el sinho-garismo es un fenómeno complejo y multifactorial que exige una mirada poliédrica sobre larealidad social que lo conforma. Pensar la cuestión de las Personas sin Hogar, hoy, suponerelacionar tres ámbitos en los que destacan algunos procesos y transformaciones sociales:el relacional, el institucional y el estructural. En todos ellos las posibilidades o dificultadesde acceso y/o mantenimiento de una vivienda digna es un factor esencial.Las políticas sociales de lucha contra el sinhogarismo, desde la perspectiva de la exclusiónresidencial, han de abordar tanto la atención como la prevención e integración social de laspersonas sin hogar y precisan del análisis de los itinerarios y procesos que lo desencade-nan. Por otro lado, la intervención social ha de contemplar un conjunto de recursos que vanmás allá de la mera asistencia a las situaciones de necesidad, para poder generar procesosde estabilización, mejora y cambio que procuren la integración social de las personas. Entodo ese conjunto de servicios y recursos, el acceso y/o mantenimiento de un alojamientodigno, supone un punto de anclaje central en los procesos de inclusión social, al ser un vec-tor esencial de estabilización personal e inserción laboral. Razón por la cual el alojamientode media y larga estancia ha pasado a ser el elemento estructurante de algunas estrategiaseuropeas de lucha contra el sinhogarismo, que se apoyan sobre el principio del «housingfirst».De modo genérico, se viene empleando el término «alojamiento social», para nombrar todauna serie de alternativas que tratan de facilitar el paso entre la red de recursos especiali-zados y la vida autónoma. Los colectivos a los que suele dirigirse suelen ser personas sinhogar que han iniciado procesos de inclusión social y que han superado etapas de recupe-ración básica, pero también acogen a personas en situación de riesgo de exclusión social oresidencial (mujeres víctimas de malos tratos, familias o personas sin recursos económicosque han sufrido un desahucio, etc.).